#sol de kuiper
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Nuevos objetos del Cinturón de Kuiper acechan más lejos de lo que jamás pensábamos
Estos objetos se encuentran cerca del borde de la heliosfera del Sistema Solar, donde pasa al espacio interestelar. La heliosfera se forma por la salida de partículas cargadas, o viento solar, que crea una especie de burbuja alrededor de nuestro Sistema Solar; Combinado con el campo magnético del Sol, esto nos protege de la radiación cósmica exterior. Los nuevos objetos están ubicados donde la…
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Estrutura Oculta no Limite do Sistema Solar Pode Redefinir Entendimento Astronômico
Nas profundezas do Sistema Solar, além da órbita de Netuno, reside o Cinturão de Kuiper, uma vasta região com objetos gelados, como Plutão, Arrokoth e inúmeros outros corpos celestes menores, conhecidos como objetos do Cinturão de Kuiper (KBOs, na sigla em inglês). Agora, uma nova descoberta sugere uma densidade inesperada desses objetos entre 70 e 90 unidades astronômicas do Sol, separada por…
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New Horizons revela que el Cinturón de Kuiper es más grande de lo que se cree
Nuevas observaciones de la nave espacial @NASANewHorizons insinúan que el Cinturón de Kuiper (la vasta y distante zona exterior de nuestro sistema solar poblada por cientos de miles de bloques de construcción planetarios rocosos y helados) podría extenderse mucho más lejos de lo que pensábamos.
Agencias, Ciudad de México.- Nuevas observaciones de la misión New Horizons de la NASA insinúan que el Cinturón de Kuiper, un disco circunestelar en el sistema solar exterior, es aun más grande de lo estimado. A toda velocidad a través de los bordes exteriores del cinturón de Kuiper, casi 60 veces más lejos del Sol que la Tierra, el instrumento Venetia Burney Student Dust Counter (SDC) de New…
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🪐 El Planeta Misterioso [ 🎬DOCUMENTAL ]
El planeta misterioso entre Marte y Júpiter que formó el cinturón de asteroides El sistema solar tal como lo conocemos hoy en día no siempre fue el mismo. Si miráramos un libro de astronomía del siglo XVIII, veríamos que el sistema solar solía tener 12 planetas y no 9 como lo hace hoy. Pero... si planetas gaseosos como Urano y Neptuno fueron descubiertos hace poco más de 200 años, y algunos cuerpos más pequeños como Plutón y el resto de los planetas enanos fueron descubiertos hace menos de un siglo, ¿cómo es que había 11 planetas en el siglo XVIII? ¿Qué les pasó a todos esos planetas? ¡Quédense con nosotros para averiguarlo! El documental: https://youtu.be/xW1o4bKVfwI El Planeta Misterioso: Durante años, los astrónomos han observado el cielo, buscando todos los objetos que nos rodean, y a veces encuentran cosas interesantes como cometas o asteroides, pero otras veces no encuentran nada de lo que estaban buscando. Esto ha llevado a una búsqueda implacable en varias ocasiones a lo largo de la historia de planetas que todo el mundo creía que podían existir pero que nunca fueron encontrados. Uno de esos planetas fue Vulcano, un planeta hipotético que supuestamente existía entre el Sol y Mercurio. La existencia de este planeta fue una idea que surgió de la extraña órbita de Mercurio, pero esta idea fue descartada en el siglo XX cuando se descubrió que lo que estaba perturbando la órbita de Mercurio no era un planeta sino la deformación del espacio-tiempo causada por la inmensa masa del sol. Durante un tiempo, algunos astrónomos también plantearon la idea de que podría haber un planeta en las afueras del sistema solar que tuviera una órbita de 70 millones de años alrededor del sol y que, al pasar cerca del cinturón de Kuiper, expulsara asteroides de su órbita. Causando las extinciones masivas que han ocurrido en la Tierra a lo largo de la historia; sin embargo, hasta la fecha no se ha encontrado ningún planeta con esas características. Otro planeta que ha sido buscado incansablemente es el misterioso Planeta 9; las observaciones indican que podría haber un noveno planeta más pequeño que Neptuno y más significativo que la Tierra en las afueras del sistema solar orbitando cerca de la Nube de Oort. Desafortunadamente, nuestra tecnología de observación y telescopios no son lo suficientemente potentes como para encontrar un objeto con estas características, por lo que aún no se sabe si el Planeta 9 podría existir. Y finalmente, tenemos al protagonista de este video, el hipotético quinto planeta entre Marte y Júpiter llamado Faetón, que fue buscado durante muchos años pero nunca fue encontrado. ¿Qué pasó con estos planetas? ¿Por qué no los encontramos nunca? ¿Siguen ahí, escondidos en la oscuridad del inmenso vacío del espacio? ¿Cómo sabemos dónde buscar? En el siglo XVIII, los únicos planetas conocidos eran los seis más cercanos al Sol: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter y Saturno. Esto cambió el 13 de marzo de 1781, cuando el astrónomo William Herschel anunció el descubrimiento de un planeta extraño y distante más allá de Saturno; este sería Urano, el primer planeta descubierto por un telescopio y no por su trayectoria en el cielo, como fue el caso de los otros 6. Este descubrimiento marcaría un antes y un después en la búsqueda de planetas y daría lugar a una emocionante ley que supuestamente podría predecir con precisión la ubicación de los planetas. Esta fue la ley de Titus-Bode. Esta ley, desarrollada por Johan Daniel Titus y utilizada posteriormente por Johann Elert Bode, proponía un modelo matemático que, al ejecutarse considerando las unidades astronómicas que separaban cada planeta del Sol, resultaba en una secuencia numérica que predecía con precisión la distancia exacta de cada planeta con respecto al Sol, con un pequeño margen de error. Aunque este modelo era elegante, pocos astrónomos lo tomaron en serio hasta 1781, cuando William Herschel descubrió Urano. ¿Por qué? La razón era que este planeta estaba situado justo donde la ley de Titus-Bode lo predecía. Gracias a esto, muchos astrónomos empezaron a considerar esta ley como fiable, ya que había conseguido predecir la posición de un planeta que nunca antes se había visto, con muchos años de antelación. Sin embargo, había un problema. La ley de Titus-Bode decía que había un planeta entre Marte y Júpiter, pero hasta entonces no se conocía ningún planeta en esa región. Y, como la ley había predicho con precisión el descubrimiento de Urano, los astrónomos de todo el mundo empezaron a buscar desesperadamente el supuesto quinto planeta entre Marte y Júpiter. Así fue como comenzó una carrera por ser el primero en descubrirlo. La búsqueda fue exhaustiva y no se encontró nada durante más de dos décadas hasta que, el 1 de enero de 1801, el astrónomo Giuseppe Piazzi descubrió un pequeño y pálido punto de luz moviéndose justo donde la ley lo predecía; este misterioso y difuso objeto fue bautizado como Ceres. Su descubridor, Piazzi, declaró que era el quinto planeta que todos buscaban. Sin embargo, ¿era Ceres el quinto planeta que todos buscaban? Muchos astrónomos no estaban de acuerdo con esta afirmación, ya que al observar este objeto con un telescopio, parecía muy difuso. Esto significaba que era un objeto incluso más pequeño que la Luna. Aun así, estaba justo donde la ley de Titus-Bode lo predecía, así que sin más dilación, los libros de astronomía le asignaron la categoría de planeta y fue colocado oficialmente como el quinto planeta más cercano al Sol. En este punto de la historia, gran parte de la comunidad científica consideraba que la ley de Titus-Bode era correcta porque había predicho con precisión la existencia de Urano y Ceres, pero esto no seguiría siendo así por mucho tiempo. La alegría de Giusppe Piazzi por ser el descubridor del quinto planeta no duraría mucho, ya que apenas un año después, en 1802, el astrónomo Heinrich Olbers anunciaría el descubrimiento de Palas, otro objeto muy similar a Ceres que también se encontraba en la misma región. Luego, dos años después, se anunciaría el descubrimiento de Juno, luego Astrea, luego Vesta, y poco a poco, estos pequeños cuerpos comenzaron a ser descubiertos donde se suponía que había un planeta. Pero como todos estaban en la región predicha por la ley de Titus-Bode, a todos se les concedió la categoría de planeta y se les colocó en los dibujos del sistema solar. Así que, durante algunos años, ¡nuestro sistema solar no tuvo más ni menos que 12 planetas! Estos eran Vulcano, Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Ceres, Juno, Palas, Vesta, Júpiter, Saturno y Urano. Sin embargo, gran parte de la comunidad astronómica estaba agitada, ya que estos últimos cuerpos que compartían órbitas con Ceres eran extremadamente pequeños comparados con el resto de los planetas. Muchos creían que estos objetos no tenían por qué tener la categoría de planeta, pero obviamente, sus descubridores tenían una opinión diferente. Toda la discusión se resolvió el 23 de septiembre de 1846, cuando el astrónomo Johann Gottfried Galle descubrió el planeta Neptuno. ¿Por qué Neptuno marcó la diferencia? La razón es que Neptuno era un planeta muy similar a Urano, mucho más grande que los pequeños cuerpos que se habían encontrado entre Marte y Júpiter; tenía forma redonda, no compartía su órbita con otros objetos y, lo más importante, estaba completamente alejado de donde se suponía que debía estar según la Ley de Titus-Bode. Además, durante muchos años, varios astrónomos habían manifestado su descontento con esta supuesta ley, ya que los planetas exteriores, como Júpiter, Saturno y Urano, no se encontraban estrictamente donde la Ley predecía, y ahora, con el descubrimiento de un nuevo planeta a una distancia completamente diferente a la predicha por la ley de Titus-Bode, se confirmaba algo que muchos se negaban a rechazar. La ley de Titus-Bode no era correcta; simplemente había sido una gran coincidencia que predecía ligeramente la distancia de algunos planetas, pero era solo eso, una coincidencia. Así que, después del descubrimiento de Neptuno, la comunidad astronómica descartó la Ley de Titus-Bode para siempre, dejándonos con un problema por resolver. ¿Deberían Ceres y el resto de los cuerpos entre Marte y Júpiter seguir teniendo la categoría de planetas? Ahora que ya no había una ley que apoyara la supuesta existencia de un quinto planeta entre Marte y Júpiter, ¿qué pasaría con estos objetos? La respuesta fue rápida; inmediatamente después de rechazar la ley de Titus-Bode, todos estos objetos fueron degradados a la categoría de "asteroides", objetos que no eran ni planetas, ni estrellas, ni satélites naturales. Gracias a esto, la armonía volvió brevemente al sistema solar; ahora solo había nueve planetas (Vulcano todavía aparecía en los dibujos del sistema solar) y un cinturón de asteroides. Pero, ¿cuál era el origen de este cinturón de asteroides? Inicialmente se suponía que debíamos estar buscando un planeta entre Marte y Júpiter, y en cambio, lo que encontramos fueron pequeños objetos dispersos en la misma región. ¿Cuál era su origen? ¿Recuerdan a Heinrich Olbers? ¿El descubridor del asteroide Palas? Después de todo lo que sucedió con Neptuno y la Ley de Titus-Bode, Olbers continuó su investigación y elaboró una hipótesis para explicar el origen de todos los asteroides que se habían encontrado. En su hipótesis, Olbers proponía que todos estos pequeños cuerpos eran los restos de un planeta mucho más grande, enorme, que había sido destruido hace mucho tiempo; este supuesto planeta sería llamado Faetón. La idea de Olbers decía que hace miles de millones de años, entre Marte y Júpiter, había un planeta llamado Faetón; este planeta habría tenido un diámetro similar al de Marte y posiblemente habría sido un mundo helado como Plutón, cubierto de hielo y con un océano bajo su superficie, como Europa, la luna helada de Júpiter. Este planeta nunca habría podido albergar vida, pero sería lo suficientemente grande como para ser visitado por humanos. Según esta hipótesis, es probable que en un momento particular de la historia, las inmensas fuerzas de atracción gravitatoria de Júpiter arrastraron objetos para que colisionaran con el planeta Faetón, causando su destrucción y dando así origen al cinturón de asteroides. Aunque esta idea suena interesante, la evidencia científica sugiere un escenario completamente diferente. Antes de pasar a la exploración de Faetón, asegúrense de estar atentos después, si no han visto nuestro lanzamiento anterior sobre: "El planeta duende: La clave del Planeta 9" Faetón nunca existió Aunque la idea de un quinto planeta enamoró a muchos astrónomos, después de realizar exhaustivos estudios de los materiales que componían el cinturón de asteroides, se determinó que los asteroides no tienen un origen planetario, sino que son los restos de un disco de acreción durante la formación del sistema solar. Los discos de acreción son discos de material que se forman alrededor de las estrellas durante la formación de planetas. Según las teorías más aceptadas en la actualidad, durante la formación de nuestro sistema solar, había un disco de acreción entre Marte y Júpiter a partir del cual podría haberse creado un planeta, pero las fuerzas de marea de Júpiter lo impidieron. Al tener una gran masa, Júpiter tiene una enorme fuerza gravitatoria de atracción que influye en los planetas cercanos a él. Por esta razón, todo indica que durante la formación del sistema solar, la gravedad de Júpiter no permitió que este disco de acreción formara un planeta; en cambio, se formaron pequeños cuerpos como Ceres. Esta es la teoría más aceptada en la actualidad, pero con los recientes descubrimientos en el cinturón de asteroides, muchos astrónomos están comenzando a volver a esta idea. "El planeta Goblin: La clave del Planeta 9" El 30 de junio de 2016, los astrónomos anunciaron que habían descubierto un nuevo planeta más allá de Plutón. El anuncio se produjo después de años de búsqueda de este mundo elusivo, lo que habría sido imposible sin la nave espacial New Horizons de la NASA. El nuevo planeta se llama actualmente "El Goblin" por su naturaleza misteriosa y la falta de un nombre oficial todavía. Pero, ¿tiene algo que ver con la formación de planetas? ¿Puede este descubrimiento conducir al misterioso 'Planeta Nueve'? Los confines más lejanos de nuestro sistema solar son oscuros y fríos, lo que hace que la exploración desde la Tierra sea un desafío. Sin embargo, estudios diligentes están revelando cada vez más evidencia de un planeta grande que aún no hemos visto. El Goblin, un planeta enano increíblemente remoto, ha sido identificado en estudios que están redefiniendo los límites más lejanos del sistema solar. Los astrónomos descubrieron el hallazgo mientras buscaban el Planeta Nueve, un hipotético planeta enorme que se cree que orbita mucho más allá de Plutón en una misteriosa área conocida como la Nube de Oort. El Planeta Nueve aún no se ha observado directamente, pero El Goblin parece estar bajo la atracción gravitacional de un objeto masivo invisible, lo que da a los astrónomos aún más razones para creer en la existencia del planeta 9. Hemos estado buscando evidencia del Planeta Nueve desde que la primera posibilidad de su existencia salió a la luz en 1984, pero aún no hemos encontrado ninguna. ¿Qué pasaría si hubiera otros planetas como este por ahí? ¿Qué pasa si tienen sus propias lunas o anillos? ¿Qué pasa si tienen atmósferas como la de nuestra propia Tierra? ¿Cómo podría estar afectando este planeta a la vida en la Tierra? En 1984, mientras investigaban sobre nuestro sistema solar, los científicos descubrieron que durante los últimos 250 millones de años, se habían producido extinciones masivas en la Tierra cada 26 millones de años. Pero, ¿qué podría causar estos eventos periódicos de extinción? ¿Qué podría estar empujando a estos objetos exteriores del sistema solar hacia el sistema solar interior? Némesis, una hipotética estrella enana roja, se planteó la hipótesis de que orbitaba alrededor del Sol a una distancia considerable. La estrella lanzaría una avalancha de cometas hacia el sistema solar interior cada 26 millones de años a medida que pasara por su acercamiento más cercano al Sol. ¿El resultado final? Uno de esos cometas golpearía la Tierra, provocando una extinción global. Sin embargo, la evidencia se desvaneció con el tiempo y no se descubrió ninguna estrella compañera. La teoría de Némesis ya no está viva. Tyche, un nuevo "Planeta X", fue planteado como hipótesis alrededor del cambio de milenio. Mientras que Némesis fue el portador de la muerte, el efecto de Tyche fue más sutil, resultando en un modesto aumento en la frecuencia de cometas entrantes de áreas específicas del cielo y explicando aparentes anomalías en su distribución. Una vez más, las observaciones pronto debilitaron el caso de Tyche. Para explicar la distribución de diminutos cuerpos helados más allá de Neptuno, se planteó la hipótesis de un planeta desconocido y distante con la masa de la Tierra en 2008. Otros científicos especularon que objetos con la masa de un planeta podrían haberse desarrollado junto con los planetas exteriores del Sistema Solar antes de ser expulsados hacia afuera, pero nunca expulsados. Todo esto nos lleva a la forma más reciente de Planet X, conocida como "Planeta Nueve". Puede que todos ustedes se sorprendan al saber que todavía estamos aprendiendo sobre nuestro sistema solar. Hay muchas preguntas por responder y muchas cosas que no sabemos. Ni siquiera podemos responder a la pregunta: ¿cuántos planetas hay en el sistema solar? Tomemos a Plutón como ejemplo. Plutón fue clasificado como planeta enano, y hay incluso más planetas enanos en nuestro sistema solar. De hecho, el asteroide más grande de nuestro sistema solar, Ceres, ahora está clasificado como planeta enano. El Goblin también es un planeta enano, mucho más pequeño que Plutón; aproximadamente una quinta parte del diámetro de Plutón y está muy lejos. El nombre real del planeta enano es 2015 TG388, y fue encontrado hace tres años por un equipo de astrónomos que utilizaron el telescopio Subaru en la cima de Mauna Kea en Hawai. Los astrónomos, dirigidos por Scott Sheppard de la Institución Carnegie para la Ciencia, estaban estudiando grandes franjas del cielo en busca de pequeños destellos que pudieran indicar la presencia de nuevos objetos en el sistema solar. Este planeta enano tiene una órbita muy alargada; lo más cerca que llega es aproximadamente el doble de distancia que Plutón, y lo más lejos que llega es casi 2.300 veces la distancia entre la Tierra y el Sol; viaja muy, muy lejos. La órbita es tan alargada que tarda 40.000 años en completar una órbita alrededor del Sol, lo cual es realmente increíble. Sin embargo, el descubrimiento de estos objetos lejanos más allá del cinturón de Kuiper no es sorprendente. Son tan distantes y débiles que se mueven increíblemente lentamente y son muy, muy difíciles de detectar. Ahora bien, este descubrimiento es interesante por varias razones. Y la más interesante de ellas es que podría haber algo más grande ahí fuera, algo que aún no hemos descubierto en nuestro sistema solar. Llevamos bastante tiempo observando objetos extraños como el planeta Goblin. Estos planetas helados distantes se conocen como objetos del cinturón de Kuiper, y con frecuencia tienen órbitas extendidas que los acercan al Sol (por cerca, me refiero aproximadamente a la órbita de Plutón) y luego mucho, mucho más lejos en el sistema solar. Actualmente conocemos docenas de estos objetos, y es probable que haya muchos más por ahí que desconocemos. Lo intrigante es que comenzamos a ver cómo sus órbitas se alineaban en nuestro sistema solar, y hay un concepto llamado perihelio, que es el paso más cercano que un objeto hace al Sol. Y, sorprendentemente, todos estos objetos esparcidos por el cielo parecen tener perihelios (acercamientos más cercanos al Sol) que están perfectamente alineados. ¿Por qué importa? La cuestión es que no hay razón para que estos objetos y sus órbitas estén alineados de tal manera. Si fueran cuerpos en órbita separados, su acercamiento más cercano al Sol no coincidiría. Entonces, el concepto es que hay un cuerpo más grande en algún lugar, como un planeta, y a medida que orbita, alinea y guía a todas estas partículas más pequeñas hacia su órbita. La evidencia de esto es bastante convincente. No conocemos ninguna otra razón o teoría que explique estas órbitas alineadas. La historia de este misterioso Planeta Nueve comenzó en 2003 con el descubrimiento de otro planeta enano llamado Sedna. Sedna también tiene una órbita muy inusual, y sus distancias orbitales fluctúan entre 75 unidades astronómicas y 936 unidades astronómicas del Sol. ¿Qué podría estar causando estas extrañas fluctuaciones orbitales? Sedna está demasiado lejos para que los planetas la perturben; no pueden ser responsables. En su punto más distante, Sedna todavía está a solo una cuarta parte de la distancia a la estrella más cercana, tan cerca del Sol que es muy poco probable que una estrella que pase cometa el crimen. Para explicar la extraña órbita, numerosas teorías propusieron que Sedna fue colocada allí cuando el Sistema Solar era joven. El Sol habría estado sumergido dentro de un cúmulo estelar en ese momento, y las interacciones cercanas con otras estrellas habrían sido más comunes. Si la órbita de Sedna fuera la consecuencia de la captura en los primeros días del Sistema Solar, se podría anticipar que otros objetos habrían sufrido el mismo destino. Según la noción, Sedna podría ser uno de una población de Sednoides que orbitan en órbitas similares. Se han descubierto varios Sednoides adicionales en la última década. Sorprendentemente, todas sus órbitas parecen coincidir estrechamente en el espacio. En otras palabras, los ejes largos de sus órbitas apuntan todos en la misma dirección general. Read the full article
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🪐 El Planeta Misterioso [ 🎬DOCUMENTAL ]
El planeta misterioso entre Marte y Júpiter que formó el cinturón de asteroides El sistema solar tal como lo conocemos hoy en día no siempre fue el mismo. Si miráramos un libro de astronomía del siglo XVIII, veríamos que el sistema solar solía tener 12 planetas y no 9 como lo hace hoy. Pero... si planetas gaseosos como Urano y Neptuno fueron descubiertos hace poco más de 200 años, y algunos cuerpos más pequeños como Plutón y el resto de los planetas enanos fueron descubiertos hace menos de un siglo, ¿cómo es que había 11 planetas en el siglo XVIII? ¿Qué les pasó a todos esos planetas? ¡Quédense con nosotros para averiguarlo! El documental: https://youtu.be/xW1o4bKVfwI El Planeta Misterioso: Durante años, los astrónomos han observado el cielo, buscando todos los objetos que nos rodean, y a veces encuentran cosas interesantes como cometas o asteroides, pero otras veces no encuentran nada de lo que estaban buscando. Esto ha llevado a una búsqueda implacable en varias ocasiones a lo largo de la historia de planetas que todo el mundo creía que podían existir pero que nunca fueron encontrados. Uno de esos planetas fue Vulcano, un planeta hipotético que supuestamente existía entre el Sol y Mercurio. La existencia de este planeta fue una idea que surgió de la extraña órbita de Mercurio, pero esta idea fue descartada en el siglo XX cuando se descubrió que lo que estaba perturbando la órbita de Mercurio no era un planeta sino la deformación del espacio-tiempo causada por la inmensa masa del sol. Durante un tiempo, algunos astrónomos también plantearon la idea de que podría haber un planeta en las afueras del sistema solar que tuviera una órbita de 70 millones de años alrededor del sol y que, al pasar cerca del cinturón de Kuiper, expulsara asteroides de su órbita. Causando las extinciones masivas que han ocurrido en la Tierra a lo largo de la historia; sin embargo, hasta la fecha no se ha encontrado ningún planeta con esas características. Otro planeta que ha sido buscado incansablemente es el misterioso Planeta 9; las observaciones indican que podría haber un noveno planeta más pequeño que Neptuno y más significativo que la Tierra en las afueras del sistema solar orbitando cerca de la Nube de Oort. Desafortunadamente, nuestra tecnología de observación y telescopios no son lo suficientemente potentes como para encontrar un objeto con estas características, por lo que aún no se sabe si el Planeta 9 podría existir. Y finalmente, tenemos al protagonista de este video, el hipotético quinto planeta entre Marte y Júpiter llamado Faetón, que fue buscado durante muchos años pero nunca fue encontrado. ¿Qué pasó con estos planetas? ¿Por qué no los encontramos nunca? ¿Siguen ahí, escondidos en la oscuridad del inmenso vacío del espacio? ¿Cómo sabemos dónde buscar? En el siglo XVIII, los únicos planetas conocidos eran los seis más cercanos al Sol: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter y Saturno. Esto cambió el 13 de marzo de 1781, cuando el astrónomo William Herschel anunció el descubrimiento de un planeta extraño y distante más allá de Saturno; este sería Urano, el primer planeta descubierto por un telescopio y no por su trayectoria en el cielo, como fue el caso de los otros 6. Este descubrimiento marcaría un antes y un después en la búsqueda de planetas y daría lugar a una emocionante ley que supuestamente podría predecir con precisión la ubicación de los planetas. Esta fue la ley de Titus-Bode. Esta ley, desarrollada por Johan Daniel Titus y utilizada posteriormente por Johann Elert Bode, proponía un modelo matemático que, al ejecutarse considerando las unidades astronómicas que separaban cada planeta del Sol, resultaba en una secuencia numérica que predecía con precisión la distancia exacta de cada planeta con respecto al Sol, con un pequeño margen de error. Aunque este modelo era elegante, pocos astrónomos lo tomaron en serio hasta 1781, cuando William Herschel descubrió Urano. ¿Por qué? La razón era que este planeta estaba situado justo donde la ley de Titus-Bode lo predecía. Gracias a esto, muchos astrónomos empezaron a considerar esta ley como fiable, ya que había conseguido predecir la posición de un planeta que nunca antes se había visto, con muchos años de antelación. Sin embargo, había un problema. La ley de Titus-Bode decía que había un planeta entre Marte y Júpiter, pero hasta entonces no se conocía ningún planeta en esa región. Y, como la ley había predicho con precisión el descubrimiento de Urano, los astrónomos de todo el mundo empezaron a buscar desesperadamente el supuesto quinto planeta entre Marte y Júpiter. Así fue como comenzó una carrera por ser el primero en descubrirlo. La búsqueda fue exhaustiva y no se encontró nada durante más de dos décadas hasta que, el 1 de enero de 1801, el astrónomo Giuseppe Piazzi descubrió un pequeño y pálido punto de luz moviéndose justo donde la ley lo predecía; este misterioso y difuso objeto fue bautizado como Ceres. Su descubridor, Piazzi, declaró que era el quinto planeta que todos buscaban. Sin embargo, ¿era Ceres el quinto planeta que todos buscaban? Muchos astrónomos no estaban de acuerdo con esta afirmación, ya que al observar este objeto con un telescopio, parecía muy difuso. Esto significaba que era un objeto incluso más pequeño que la Luna. Aun así, estaba justo donde la ley de Titus-Bode lo predecía, así que sin más dilación, los libros de astronomía le asignaron la categoría de planeta y fue colocado oficialmente como el quinto planeta más cercano al Sol. En este punto de la historia, gran parte de la comunidad científica consideraba que la ley de Titus-Bode era correcta porque había predicho con precisión la existencia de Urano y Ceres, pero esto no seguiría siendo así por mucho tiempo. La alegría de Giusppe Piazzi por ser el descubridor del quinto planeta no duraría mucho, ya que apenas un año después, en 1802, el astrónomo Heinrich Olbers anunciaría el descubrimiento de Palas, otro objeto muy similar a Ceres que también se encontraba en la misma región. Luego, dos años después, se anunciaría el descubrimiento de Juno, luego Astrea, luego Vesta, y poco a poco, estos pequeños cuerpos comenzaron a ser descubiertos donde se suponía que había un planeta. Pero como todos estaban en la región predicha por la ley de Titus-Bode, a todos se les concedió la categoría de planeta y se les colocó en los dibujos del sistema solar. Así que, durante algunos años, ¡nuestro sistema solar no tuvo más ni menos que 12 planetas! Estos eran Vulcano, Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Ceres, Juno, Palas, Vesta, Júpiter, Saturno y Urano. Sin embargo, gran parte de la comunidad astronómica estaba agitada, ya que estos últimos cuerpos que compartían órbitas con Ceres eran extremadamente pequeños comparados con el resto de los planetas. Muchos creían que estos objetos no tenían por qué tener la categoría de planeta, pero obviamente, sus descubridores tenían una opinión diferente. Toda la discusión se resolvió el 23 de septiembre de 1846, cuando el astrónomo Johann Gottfried Galle descubrió el planeta Neptuno. ¿Por qué Neptuno marcó la diferencia? La razón es que Neptuno era un planeta muy similar a Urano, mucho más grande que los pequeños cuerpos que se habían encontrado entre Marte y Júpiter; tenía forma redonda, no compartía su órbita con otros objetos y, lo más importante, estaba completamente alejado de donde se suponía que debía estar según la Ley de Titus-Bode. Además, durante muchos años, varios astrónomos habían manifestado su descontento con esta supuesta ley, ya que los planetas exteriores, como Júpiter, Saturno y Urano, no se encontraban estrictamente donde la Ley predecía, y ahora, con el descubrimiento de un nuevo planeta a una distancia completamente diferente a la predicha por la ley de Titus-Bode, se confirmaba algo que muchos se negaban a rechazar. La ley de Titus-Bode no era correcta; simplemente había sido una gran coincidencia que predecía ligeramente la distancia de algunos planetas, pero era solo eso, una coincidencia. Así que, después del descubrimiento de Neptuno, la comunidad astronómica descartó la Ley de Titus-Bode para siempre, dejándonos con un problema por resolver. ¿Deberían Ceres y el resto de los cuerpos entre Marte y Júpiter seguir teniendo la categoría de planetas? Ahora que ya no había una ley que apoyara la supuesta existencia de un quinto planeta entre Marte y Júpiter, ¿qué pasaría con estos objetos? La respuesta fue rápida; inmediatamente después de rechazar la ley de Titus-Bode, todos estos objetos fueron degradados a la categoría de "asteroides", objetos que no eran ni planetas, ni estrellas, ni satélites naturales. Gracias a esto, la armonía volvió brevemente al sistema solar; ahora solo había nueve planetas (Vulcano todavía aparecía en los dibujos del sistema solar) y un cinturón de asteroides. Pero, ¿cuál era el origen de este cinturón de asteroides? Inicialmente se suponía que debíamos estar buscando un planeta entre Marte y Júpiter, y en cambio, lo que encontramos fueron pequeños objetos dispersos en la misma región. ¿Cuál era su origen? ¿Recuerdan a Heinrich Olbers? ¿El descubridor del asteroide Palas? Después de todo lo que sucedió con Neptuno y la Ley de Titus-Bode, Olbers continuó su investigación y elaboró una hipótesis para explicar el origen de todos los asteroides que se habían encontrado. En su hipótesis, Olbers proponía que todos estos pequeños cuerpos eran los restos de un planeta mucho más grande, enorme, que había sido destruido hace mucho tiempo; este supuesto planeta sería llamado Faetón. La idea de Olbers decía que hace miles de millones de años, entre Marte y Júpiter, había un planeta llamado Faetón; este planeta habría tenido un diámetro similar al de Marte y posiblemente habría sido un mundo helado como Plutón, cubierto de hielo y con un océano bajo su superficie, como Europa, la luna helada de Júpiter. Este planeta nunca habría podido albergar vida, pero sería lo suficientemente grande como para ser visitado por humanos. Según esta hipótesis, es probable que en un momento particular de la historia, las inmensas fuerzas de atracción gravitatoria de Júpiter arrastraron objetos para que colisionaran con el planeta Faetón, causando su destrucción y dando así origen al cinturón de asteroides. Aunque esta idea suena interesante, la evidencia científica sugiere un escenario completamente diferente. Antes de pasar a la exploración de Faetón, asegúrense de estar atentos después, si no han visto nuestro lanzamiento anterior sobre: "El planeta duende: La clave del Planeta 9" Faetón nunca existió Aunque la idea de un quinto planeta enamoró a muchos astrónomos, después de realizar exhaustivos estudios de los materiales que componían el cinturón de asteroides, se determinó que los asteroides no tienen un origen planetario, sino que son los restos de un disco de acreción durante la formación del sistema solar. Los discos de acreción son discos de material que se forman alrededor de las estrellas durante la formación de planetas. Según las teorías más aceptadas en la actualidad, durante la formación de nuestro sistema solar, había un disco de acreción entre Marte y Júpiter a partir del cual podría haberse creado un planeta, pero las fuerzas de marea de Júpiter lo impidieron. Al tener una gran masa, Júpiter tiene una enorme fuerza gravitatoria de atracción que influye en los planetas cercanos a él. Por esta razón, todo indica que durante la formación del sistema solar, la gravedad de Júpiter no permitió que este disco de acreción formara un planeta; en cambio, se formaron pequeños cuerpos como Ceres. Esta es la teoría más aceptada en la actualidad, pero con los recientes descubrimientos en el cinturón de asteroides, muchos astrónomos están comenzando a volver a esta idea. "El planeta Goblin: La clave del Planeta 9" El 30 de junio de 2016, los astrónomos anunciaron que habían descubierto un nuevo planeta más allá de Plutón. El anuncio se produjo después de años de búsqueda de este mundo elusivo, lo que habría sido imposible sin la nave espacial New Horizons de la NASA. El nuevo planeta se llama actualmente "El Goblin" por su naturaleza misteriosa y la falta de un nombre oficial todavía. Pero, ¿tiene algo que ver con la formación de planetas? ¿Puede este descubrimiento conducir al misterioso 'Planeta Nueve'? Los confines más lejanos de nuestro sistema solar son oscuros y fríos, lo que hace que la exploración desde la Tierra sea un desafío. Sin embargo, estudios diligentes están revelando cada vez más evidencia de un planeta grande que aún no hemos visto. El Goblin, un planeta enano increíblemente remoto, ha sido identificado en estudios que están redefiniendo los límites más lejanos del sistema solar. Los astrónomos descubrieron el hallazgo mientras buscaban el Planeta Nueve, un hipotético planeta enorme que se cree que orbita mucho más allá de Plutón en una misteriosa área conocida como la Nube de Oort. El Planeta Nueve aún no se ha observado directamente, pero El Goblin parece estar bajo la atracción gravitacional de un objeto masivo invisible, lo que da a los astrónomos aún más razones para creer en la existencia del planeta 9. Hemos estado buscando evidencia del Planeta Nueve desde que la primera posibilidad de su existencia salió a la luz en 1984, pero aún no hemos encontrado ninguna. ¿Qué pasaría si hubiera otros planetas como este por ahí? ¿Qué pasa si tienen sus propias lunas o anillos? ¿Qué pasa si tienen atmósferas como la de nuestra propia Tierra? ¿Cómo podría estar afectando este planeta a la vida en la Tierra? En 1984, mientras investigaban sobre nuestro sistema solar, los científicos descubrieron que durante los últimos 250 millones de años, se habían producido extinciones masivas en la Tierra cada 26 millones de años. Pero, ¿qué podría causar estos eventos periódicos de extinción? ¿Qué podría estar empujando a estos objetos exteriores del sistema solar hacia el sistema solar interior? Némesis, una hipotética estrella enana roja, se planteó la hipótesis de que orbitaba alrededor del Sol a una distancia considerable. La estrella lanzaría una avalancha de cometas hacia el sistema solar interior cada 26 millones de años a medida que pasara por su acercamiento más cercano al Sol. ¿El resultado final? Uno de esos cometas golpearía la Tierra, provocando una extinción global. Sin embargo, la evidencia se desvaneció con el tiempo y no se descubrió ninguna estrella compañera. La teoría de Némesis ya no está viva. Tyche, un nuevo "Planeta X", fue planteado como hipótesis alrededor del cambio de milenio. Mientras que Némesis fue el portador de la muerte, el efecto de Tyche fue más sutil, resultando en un modesto aumento en la frecuencia de cometas entrantes de áreas específicas del cielo y explicando aparentes anomalías en su distribución. Una vez más, las observaciones pronto debilitaron el caso de Tyche. Para explicar la distribución de diminutos cuerpos helados más allá de Neptuno, se planteó la hipótesis de un planeta desconocido y distante con la masa de la Tierra en 2008. Otros científicos especularon que objetos con la masa de un planeta podrían haberse desarrollado junto con los planetas exteriores del Sistema Solar antes de ser expulsados hacia afuera, pero nunca expulsados. Todo esto nos lleva a la forma más reciente de Planet X, conocida como "Planeta Nueve". Puede que todos ustedes se sorprendan al saber que todavía estamos aprendiendo sobre nuestro sistema solar. Hay muchas preguntas por responder y muchas cosas que no sabemos. Ni siquiera podemos responder a la pregunta: ¿cuántos planetas hay en el sistema solar? Tomemos a Plutón como ejemplo. Plutón fue clasificado como planeta enano, y hay incluso más planetas enanos en nuestro sistema solar. De hecho, el asteroide más grande de nuestro sistema solar, Ceres, ahora está clasificado como planeta enano. El Goblin también es un planeta enano, mucho más pequeño que Plutón; aproximadamente una quinta parte del diámetro de Plutón y está muy lejos. El nombre real del planeta enano es 2015 TG388, y fue encontrado hace tres años por un equipo de astrónomos que utilizaron el telescopio Subaru en la cima de Mauna Kea en Hawai. Los astrónomos, dirigidos por Scott Sheppard de la Institución Carnegie para la Ciencia, estaban estudiando grandes franjas del cielo en busca de pequeños destellos que pudieran indicar la presencia de nuevos objetos en el sistema solar. Este planeta enano tiene una órbita muy alargada; lo más cerca que llega es aproximadamente el doble de distancia que Plutón, y lo más lejos que llega es casi 2.300 veces la distancia entre la Tierra y el Sol; viaja muy, muy lejos. La órbita es tan alargada que tarda 40.000 años en completar una órbita alrededor del Sol, lo cual es realmente increíble. Sin embargo, el descubrimiento de estos objetos lejanos más allá del cinturón de Kuiper no es sorprendente. Son tan distantes y débiles que se mueven increíblemente lentamente y son muy, muy difíciles de detectar. Ahora bien, este descubrimiento es interesante por varias razones. Y la más interesante de ellas es que podría haber algo más grande ahí fuera, algo que aún no hemos descubierto en nuestro sistema solar. Llevamos bastante tiempo observando objetos extraños como el planeta Goblin. Estos planetas helados distantes se conocen como objetos del cinturón de Kuiper, y con frecuencia tienen órbitas extendidas que los acercan al Sol (por cerca, me refiero aproximadamente a la órbita de Plutón) y luego mucho, mucho más lejos en el sistema solar. Actualmente conocemos docenas de estos objetos, y es probable que haya muchos más por ahí que desconocemos. Lo intrigante es que comenzamos a ver cómo sus órbitas se alineaban en nuestro sistema solar, y hay un concepto llamado perihelio, que es el paso más cercano que un objeto hace al Sol. Y, sorprendentemente, todos estos objetos esparcidos por el cielo parecen tener perihelios (acercamientos más cercanos al Sol) que están perfectamente alineados. ¿Por qué importa? La cuestión es que no hay razón para que estos objetos y sus órbitas estén alineados de tal manera. Si fueran cuerpos en órbita separados, su acercamiento más cercano al Sol no coincidiría. Entonces, el concepto es que hay un cuerpo más grande en algún lugar, como un planeta, y a medida que orbita, alinea y guía a todas estas partículas más pequeñas hacia su órbita. La evidencia de esto es bastante convincente. No conocemos ninguna otra razón o teoría que explique estas órbitas alineadas. La historia de este misterioso Planeta Nueve comenzó en 2003 con el descubrimiento de otro planeta enano llamado Sedna. Sedna también tiene una órbita muy inusual, y sus distancias orbitales fluctúan entre 75 unidades astronómicas y 936 unidades astronómicas del Sol. ¿Qué podría estar causando estas extrañas fluctuaciones orbitales? Sedna está demasiado lejos para que los planetas la perturben; no pueden ser responsables. En su punto más distante, Sedna todavía está a solo una cuarta parte de la distancia a la estrella más cercana, tan cerca del Sol que es muy poco probable que una estrella que pase cometa el crimen. Para explicar la extraña órbita, numerosas teorías propusieron que Sedna fue colocada allí cuando el Sistema Solar era joven. El Sol habría estado sumergido dentro de un cúmulo estelar en ese momento, y las interacciones cercanas con otras estrellas habrían sido más comunes. Si la órbita de Sedna fuera la consecuencia de la captura en los primeros días del Sistema Solar, se podría anticipar que otros objetos habrían sufrido el mismo destino. Según la noción, Sedna podría ser uno de una población de Sednoides que orbitan en órbitas similares. Se han descubierto varios Sednoides adicionales en la última década. Sorprendentemente, todas sus órbitas parecen coincidir estrechamente en el espacio. En otras palabras, los ejes largos de sus órbitas apuntan todos en la misma dirección general. Read the full article
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¿Existe realmente el planeta 9?: un enfoque de detección no convencional
Científicos marihuanos y hippies del CALTECH insisten en lo mismo de siempre
Hay un misterio en nuestro sistema solar que rodea las órbitas de los objetos del cinturón de Kuiper. Más de un billón de objetos helados más pequeños que nuestra luna orbitan alrededor del sol en un anillo en forma de rosquilla más allá de Neptuno. Curiosamente, un grupo de objetos exteriores del cinturón de Kuiper forman elipses de manera similar, como si fueran atraídos gravitacionalmente en…
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Un planeta enano con un anillo desconcertante https://www.nytimes.com/es/2023/02/13/espanol/planeta-enano-quaoar-anillo.html
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¿Qué hay detrás de un cometa?
¿Alguna vez has visto un cometa en el cielo nocturno? ¡Son espectáculos impresionantes! En este artículo, te hablaremos sobre los cometas, sus características y sus curiosidades.
Un cometa es un cuerpo celeste compuesto principalmente de hielo, polvo y gases. Se mueven a través del sistema solar, dejando una cola luminosa a su paso debido a la emisión de gas y polvo. Los cometas son conocidos por ser los trazos de luz que se ven en el cielo nocturno, y son muy valiosos para los astrónomos ya que nos brindan información sobre la formación del sistema solar y sus orígenes.
Aquí te presentamos algunos datos interesantes sobre los cometas:
Los cometas son cuerpos celestes antiguos, se estima que tienen más de 4.600 millones de años.
La mayoría de los cometas provienen de dos regiones en el sistema solar: el Cinturón de Kuiper y la Nube de Oort.
Los cometas pueden tener diferentes formas y tamaños, algunos son tan grandes como montañas y otros son tan pequeños como la arena.
Cuando un cometa se acerca al Sol, su hielo se calienta y se convierte en gas, lo que forma la cola luminosa.
La cola de un cometa siempre se apunta lejos del Sol debido a la presión del viento solar.
Los cometas pueden ser vistos desde la Tierra con un telescopio o con un binocular de buena calidad en una noche clara y sin luna.
En resumen, los cometas son cuerpos celestes interesantes y valiosos para la astronomía. Son un espectáculo impresionante en el cielo nocturno y nos brindan información sobre la formación y los orígenes del sistema solar. ¡No te pierdas la oportunidad de ver un cometa en acción si tienes la oportunidad!
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Sabias que La misión New Horizons de la NASA alcanzó un hito espacial poco común
Ahora, 50 veces más lejos del Sol que la Tierra, el Explorador de Plutón que hizo historia, fotografía la ubicación de la Voyager 1 desde el Cinturón de Kuiper. Imagen artística de la nave espacial New Horizons de la NASA.Créditos: NASA / JHUAPL / SwRI. A medida que New Horizons cruzó el sistema solar y su distancia de la Tierra saltó de millones a miles de millones de kilómetros, el tiempo en…
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//wip doodle sig and ita’s daughter in her starwatch AU attire. I love the idea of a big scary emperor dad that is ruthless and demanding with everyone except his daughter who is his sunshine and his reason to live
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Hi :D!! can I request some pronouns related to space? if not that's ok •w•
big list of space pronouns
space/celestial:
a/ac/ux/rux/acruxself
ada/dar/ara/dara/adaraself
ast/aster/asters/asterself
astrum/astrums/astrumself
be/bec/ux/rux/becruxself
be/bel/ix/trix/bellatrixself, bellatriself, or bellaself
be/bet/geu/geuse/betelgeuseself, betelgeuself, or betelself
bene/benet/nas/nasch/benetnaschself or benetself
bri/bright/brightself
ca/cap/nop/nopus/canopu(s)self or canoself
ca/cap/pel/pella/capellaself or capelself
ca/cas/tor/astor/castorself
cel/cer/celes/celeself
cele/celes/celeself
che/ach/nar/ernar/achernarself or acherself
co/con/cons/const/constellself
com/com/comet/comets/comself
da/ald/deb/debar/aldebaranself or aldeself
dar/dark/darkself
de/den/neb/deneb/denebself
di/dip/dipper/dippers/dipperself
di/diph/da/das/diphdaself
do/dor/rad/rado/doradoself or doradself
du/dub/ub/ubhe/dubheself
fla/flare/flareself
fo/mal/hau/haut/fomalhautself or fomalself
ga/gac/ux/rux/gacruxself
ga/gal/gala/galax/galaself
gala/galas/galaself
glim/glim/glimmer/glimmers/glimself
glow/glow/glowself
ha/hal/mal/mal/hamalself
hea/heav/heavs/heavenself
ka/alk/kai/kaid/alkaidself
kai/kait/tos/aitos/kaitoself
kaus/austra/aus/austras/kausself or austraself
kaus/borea/bores/bores/kausself or boreaself
kui/kui/kuiper/kuipers/kuiself
la/al/hen/hena/alhenaself or alhenself
la/alg/gieb/gieba/algiebaself or algiself
la/aln/lam/nilam/alnilamself or alniself
la/aln/nir/nair/alnairself or alnaself
la/alph/phard/phard/alphardself
la/alph/ratz/ratz/alpheratzself or alpherself
la/alt/tir/tair/altairself or altaself
li/al/oth/oth/aliothself or aliself
lu/luna/luns/lunaself
lun/lun/lunself
lyr/lyra/lyras/lyrself
lyra/lyr/lyrs/lyraself
mene/menen/menes/menenself
mete/mete/meteor/meteor/meteself
mi/menk/ken/kent/menkentself
mi/menk/lin/linan/menkalinanself or menkalself
mi/mim/sa/osa/mimosaself or mimoself
mi/mir/fa/fak/mirfakself or mirself
mi/mir/rach/ach/mirachself
mi/mir/za/zam/mirzamself or mirself
mia/miap/cid/cidus/miaplacidu(s)self, miaplaself, or miaself
mo/moon/moons/moonself
moon/moons/moonself
na/aln/tak/nitak/alnitakself or alniself
na/nath/ath/ath/nathself
neb/neb/nebself
night/night/nocturne/nocturnes/nightself
nov/novs/novself
nova/novas/novaself
nu/nunk/ki/ki/nunkiself
oort/oort/oort/oorts/oortself
or/or/orion/orions/orself
pa/pavo/pav/pavonis/pavoself
pi/pic/pict/pictor/pictorself
po/pol/polaire/polaris/polariself
po/poll/lux/lux/polluxself or polluself
pro/proc/yon/cyon/procyonself, procyself, or proself
puls/puls/pulsar/pulsars/pulself
py/pyx/pyxis/pyxis/pyxiself
ra/arct/rus/turus/arcturuself or arctuself
re/reg/gor/egor/regorself
re/reg/gul/gulus/reguluself
ri/ril/gel/gels/rigelself
sa/sar/arga/sarga/sarga(s)self
sa/sar/dir/dira/sadiraself
shau/shul/aul/aula/shaulaself
si/sir/rius/irius/siriu(s)self or siriself
so/sol/sols/sols/solaireself
sol/sola/sols/solaself
sol/sun/suns/sunself
space/space/spaces/spaceself
spark/sparks/sparkself
spi/spic/ca/pica/spicaself
star/starry/starself
star/stars/starself
stel/stel/stellar/stellars/stelself
stell/stellium/stellae/stelliumself
stell/stells/stellself
su/sul/hai/hail/suhailself
sy/sky/skyself
ta/ant/res/tares/antareself or antarself
tra/ir/tri/tria/atriaself or atriself
twink/twink/twinkle/twinkles/twinkself
ve/veg/ga/ega/vegaself
ve/verse/verself or verseself
vi/av/vio/vior/aviorself
vo/vol/vola/volans/volanself
wez/zen/wez/zens/wezself or wezenself
wish/wish/wisher/wishers/wishself
planets:
cae/caer/caerself
ce/cer/cerself
cro/cron/crons/cronself
er/eris/eriself
jup/jups/jupself
mars/mars/marself
merc/mercs/mercself
nep/neps/nepself
plan/plans/planself
plu/plur/plurself
rea/er/ath/arth/earthself
ter/ters/terself
ven/vens/venself
zodiac:
ari/aries/arieself
taur/taurus/taurself
gem/gemis/geminiself
cancer/cans/canself
leo/leos/leoself
vir/virgos/virgoself
lib/libras/libraself
scor/scorpios/scorpioself
sagit/sagits/sagittself
cap/capris/capriself
aqua/aquas/aquariuself
pi/piscs/pisceself
#pronoun help#pronoun flags#pronoun suggestions#pronoun advice#many of these found thanks to pronoun provider's list ty
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LOS ANILLOS DE URANO 2: SU DESCUBRIMIENTO Y EXPLORACIÓN.
La primera mención al sistema anular de Urano procede de notas de William Herschel que detallan sus observaciones del planeta en el siglo XVIII, que incluyen el siguiente pasaje: «22 de febrero de 1789: Se sospecha de la existencia de un anillo». Herschel dibujó un pequeño diagrama del anillo y anotó que estaba «un poco virado al rojo». El telescopio Keck de Hawái ha confirmado que, efectivamente, este es el caso, al menos para el anillo ν. Las notas de Herschel fueron publicadas en el Royal Society Journal en 1797. No obstante, durante los dos siglos transcurridos entre 1797 y 1977 los anillos fueron mencionados en raras ocasiones, si es que lo fueron en absoluto. Esto arroja una seria duda sobre si Herschel pudo haber visto cualquier cosa de este tipo, mientras que cientos de otros astrónomos no vieron nada. Sin embargo, algunos aún afirman que Herschel realmente efectuó descripciones rigurosas del tamaño relativo del anillo ν con respecto a Urano, sus cambios a medida que Urano describe su órbita alrededor del Sol, y su color.
El descubrimiento definitivo de los anillos de Urano fue efectuado por los astrónomos James L. Elliot, Edward W. Dunham, y Douglas J. Mink el 10 de marzo de 1977 gracias al Kuiper Airborne Observatory, y fue de forma casual. Planeaban utilizar la ocultación de la estrella SAO 158687 por Urano para estudiar la atmósfera del planeta. No obstante, cuando analizaron sus observaciones, encontraron que la estrella desaparecía brevemente de la vista cinco veces antes y después de ser eclipsada por el planeta. De esta observación dedujeron la presencia de un sistema de anillos estrechos. Los cinco eventos de ocultación se nombraron con las letras griegas α, β, γ, δ y ε en sus publicaciones. Desde entonces se les designa de esta forma. Posteriormente encontraron algunos más: Uno de ellos entre los anillos β y γ, y tres en el interior del anillo α. Al primero se le dio el nombre de anillo η. Los últimos recibieron el nombre de 4, 5 y 6 —de acuerdo con la numeración de eventos de ocultación descritos en una publicación. El sistema anular de Urano fue el segundo en ser descubierto en el sistema solar tras el de Saturno.
Los anillos fueron investigados a fondo durante el sobrevuelo de Urano por la sonda espacial Voyager 2 en enero de 1986. Dos nuevos anillos brillantes, λ y 1986U2R, fueron descubiertos elevando el número total de los conocidos en ese momento a 11. Se estudiaron los anillos analizando los resultados de ocultaciones ópticas, de radio y ultravioleta. La Voyager 2 observó los anillos en diferentes geometrías con respecto al sol, produciendo imágenes con iluminación frontal, trasera y lateral. El análisis de estas imágenes permitió la derivación de la función de fase y del albedo geométrico y ligado de las partículas anulares. Se resolvieron dos anillos, el ε y el η, que revelaron una complicada y fina estructura. El análisis de las imágenes de la Voyager también llevaron al descubrimiento de 10 satélites interiores de Urano, incluyendo los dos satélites pastores del anillo ε, Cordelia y Ofelia.
El telescopio espacial Hubble detectó un par de anillos adicionales no observados con anterioridad entre 2003–2005, elevando su número a 13. El descubrimiento de estos anillos exteriores ha doblado la longitud conocida del radio de este sistema de anillos. El Hubble también ha tomado por primera vez imágenes de dos pequeños satélites, uno de los cuales, Mab, comparte su órbita con el anillo más externo recientemente descubierto.
En la imagen ofrecida de Urano, vemos sus anillos y alguno de sus satélites tomada por el telescopio espacial Hubble.
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El planeta enano Eris se comporta como un queso blando
Las observaciones han demostrado que el distante planeta enano Eris orbita en sincronía con su luna, como lo hace Plutón pero un nuevo estudio publicado en @ScienceAdvances sugiere que la estructura interna de Eris podría ser muy diferente a la de Plutón para haber logrado esta sincronicidad.
Agencias, Ciudad de México.- Nuevos datos obtenidos sobre la estructura interna del planeta enano Eris a partir de la relación con su luna, Dysnomia, han revelado que se trata de un cuerpo parecido a un queso blando. Eris tiene aproximadamente el tamaño de Plutón pero está aproximadamente un 50% más lejos del sol. El descubrimiento de Eris en el cinturón de Kuiper, más allá de Neptuno, en 2005,…
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🪐 El PLANETA Misterioso del Sistema Solar [ 🎬 DOCUMENTAL ]
El misterioso planeta del sistema solar entre Marte y Júpiter que formó el cinturón de asteroides. El sistema solar tal como lo conocemos hoy en día no siempre fue el mismo. Si miráramos un libro de astronomía del siglo XVIII, veríamos que el sistema solar solía tener 12 planetas y no 9 como lo hace hoy. Pero... si planetas gaseosos como Urano y Neptuno fueron descubiertos hace poco más de 200 años, y algunos cuerpos más pequeños como Plutón y el resto de los planetas enanos fueron descubiertos hace menos de un siglo, ¿cómo es que había 11 planetas en el siglo XVIII? ¿Qué les pasó a todos esos planetas? ¡Quédense con nosotros para averiguarlo! El documental: https://youtu.be/HuHBY1aesF0 El PLANETA Misterioso del Sistema Solar: Introducción Durante años, los astrónomos han observado el cielo, buscando todos los objetos que nos rodean, y a veces encuentran cosas interesantes como cometas o asteroides, pero otras veces no encuentran nada de lo que estaban buscando. Esto ha llevado a una búsqueda implacable en varias ocasiones a lo largo de la historia de planetas que todo el mundo creía que podían existir pero que nunca fueron encontrados. Uno de esos planetas fue Vulcano, un planeta hipotético que supuestamente existía entre el Sol y Mercurio. La existencia de este planeta fue una idea que surgió de la extraña órbita de Mercurio, pero esta idea fue descartada en el siglo XX cuando se descubrió que lo que estaba perturbando la órbita de Mercurio no era un planeta sino la deformación del espacio-tiempo causada por la inmensa masa del sol. Durante un tiempo, algunos astrónomos también plantearon la idea de que podría haber un planeta en las afueras del sistema solar que tuviera una órbita de 70 millones de años alrededor del sol y que, al pasar cerca del cinturón de Kuiper, expulsara asteroides de su órbita. Causando las extinciones masivas que han ocurrido en la Tierra a lo largo de la historia; sin embargo, hasta la fecha no se ha encontrado ningún planeta con esas características. Otro planeta que ha sido buscado incansablemente es el misterioso Planeta 9; las observaciones indican que podría haber un noveno planeta más pequeño que Neptuno y más significativo que la Tierra en las afueras del sistema solar orbitando cerca de la Nube de Oort. Desafortunadamente, nuestra tecnología de observación y telescopios no son lo suficientemente potentes como para encontrar un objeto con estas características, por lo que aún no se sabe si el Planeta 9 podría existir. Y finalmente, tenemos al protagonista de este video, el hipotético quinto planeta entre Marte y Júpiter llamado Faetón, que fue buscado durante muchos años pero nunca fue encontrado. ¿Qué pasó con estos planetas? ¿Por qué no los encontramos nunca? ¿Siguen ahí, escondidos en la oscuridad del inmenso vacío del espacio? ¿Cómo sabemos dónde buscar? En el siglo XVIII, los únicos planetas conocidos eran los seis más cercanos al Sol: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter y Saturno. Esto cambió el 13 de marzo de 1781, cuando el astrónomo William Herschel anunció el descubrimiento de un planeta extraño y distante más allá de Saturno; este sería Urano, el primer planeta descubierto por un telescopio y no por su trayectoria en el cielo, como fue el caso de los otros 6. Este descubrimiento marcaría un antes y un después en la búsqueda de planetas y daría lugar a una emocionante ley que supuestamente podría predecir con precisión la ubicación de los planetas. Esta fue la ley de Titus-Bode. Esta ley, desarrollada por Johan Daniel Titus y utilizada posteriormente por Johann Elert Bode, proponía un modelo matemático que, al ejecutarse considerando las unidades astronómicas que separaban cada planeta del Sol, resultaba en una secuencia numérica que predecía con precisión la distancia exacta de cada planeta con respecto al Sol, con un pequeño margen de error. Aunque este modelo era elegante, pocos astrónomos lo tomaron en serio hasta 1781, cuando William Herschel descubrió Urano. ¿Por qué? La razón era que este planeta estaba situado justo donde la ley de Titus-Bode lo predecía. Gracias a esto, muchos astrónomos empezaron a considerar esta ley como fiable, ya que había conseguido predecir la posición de un planeta que nunca antes se había visto, con muchos años de antelación. Sin embargo, había un problema. La ley de Titus-Bode decía que había un planeta entre Marte y Júpiter, pero hasta entonces no se conocía ningún planeta en esa región. Y, como la ley había predicho con precisión el descubrimiento de Urano, los astrónomos de todo el mundo empezaron a buscar desesperadamente el supuesto quinto planeta entre Marte y Júpiter. Así fue como comenzó una carrera por ser el primero en descubrirlo. La búsqueda fue exhaustiva y no se encontró nada durante más de dos décadas hasta que, el 1 de enero de 1801, el astrónomo Giuseppe Piazzi descubrió un pequeño y pálido punto de luz moviéndose justo donde la ley lo predecía; este misterioso y difuso objeto fue bautizado como Ceres. Su descubridor, Piazzi, declaró que era el quinto planeta que todos buscaban. Sin embargo, ¿era Ceres el quinto planeta que todos buscaban? Muchos astrónomos no estaban de acuerdo con esta afirmación, ya que al observar este objeto con un telescopio, parecía muy difuso. Esto significaba que era un objeto incluso más pequeño que la Luna. Aun así, estaba justo donde la ley de Titus-Bode lo predecía, así que sin más dilación, los libros de astronomía le asignaron la categoría de planeta y fue colocado oficialmente como el quinto planeta más cercano al Sol. En este punto de la historia, gran parte de la comunidad científica consideraba que la ley de Titus-Bode era correcta porque había predicho con precisión la existencia de Urano y Ceres, pero esto no seguiría siendo así por mucho tiempo. La alegría de Giusppe Piazzi por ser el descubridor del quinto planeta no duraría mucho, ya que apenas un año después, en 1802, el astrónomo Heinrich Olbers anunciaría el descubrimiento de Palas, otro objeto muy similar a Ceres que también se encontraba en la misma región. Luego, dos años después, se anunciaría el descubrimiento de Juno, luego Astrea, luego Vesta, y poco a poco, estos pequeños cuerpos comenzaron a ser descubiertos donde se suponía que había un planeta. Pero como todos estaban en la región predicha por la ley de Titus-Bode, a todos se les concedió la categoría de planeta y se les colocó en los dibujos del sistema solar. Así que, durante algunos años, ¡nuestro sistema solar no tuvo más ni menos que 12 planetas! Estos eran Vulcano, Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Ceres, Juno, Palas, Vesta, Júpiter, Saturno y Urano. Sin embargo, gran parte de la comunidad astronómica estaba agitada, ya que estos últimos cuerpos que compartían órbitas con Ceres eran extremadamente pequeños comparados con el resto de los planetas. Muchos creían que estos objetos no tenían por qué tener la categoría de planeta, pero obviamente, sus descubridores tenían una opinión diferente. Toda la discusión se resolvió el 23 de septiembre de 1846, cuando el astrónomo Johann Gottfried Galle descubrió el planeta Neptuno. ¿Por qué Neptuno marcó la diferencia? La razón es que Neptuno era un planeta muy similar a Urano, mucho más grande que los pequeños cuerpos que se habían encontrado entre Marte y Júpiter; tenía forma redonda, no compartía su órbita con otros objetos y, lo más importante, estaba completamente alejado de donde se suponía que debía estar según la Ley de Titus-Bode. Además, durante muchos años, varios astrónomos habían manifestado su descontento con esta supuesta ley, ya que los planetas exteriores, como Júpiter, Saturno y Urano, no se encontraban estrictamente donde la Ley predecía, y ahora, con el descubrimiento de un nuevo planeta a una distancia completamente diferente a la predicha por la ley de Titus-Bode, se confirmaba algo que muchos se negaban a rechazar. La ley de Titus-Bode no era correcta; simplemente había sido una gran coincidencia que predecía ligeramente la distancia de algunos planetas, pero era solo eso, una coincidencia. Así que, después del descubrimiento de Neptuno, la comunidad astronómica descartó la Ley de Titus-Bode para siempre, dejándonos con un problema por resolver. ¿Deberían Ceres y el resto de los cuerpos entre Marte y Júpiter seguir teniendo la categoría de planetas? Ahora que ya no había una ley que apoyara la supuesta existencia de un quinto planeta entre Marte y Júpiter, ¿qué pasaría con estos objetos? La respuesta fue rápida; inmediatamente después de rechazar la ley de Titus-Bode, todos estos objetos fueron degradados a la categoría de "asteroides", objetos que no eran ni planetas, ni estrellas, ni satélites naturales. Gracias a esto, la armonía volvió brevemente al sistema solar; ahora solo había nueve planetas (Vulcano todavía aparecía en los dibujos del sistema solar) y un cinturón de asteroides. Pero, ¿cuál era el origen de este cinturón de asteroides? Inicialmente se suponía que debíamos estar buscando un planeta entre Marte y Júpiter, y en cambio, lo que encontramos fueron pequeños objetos dispersos en la misma región. ¿Cuál era su origen? ¿Recuerdan a Heinrich Olbers? ¿El descubridor del asteroide Palas? Después de todo lo que sucedió con Neptuno y la Ley de Titus-Bode, Olbers continuó su investigación y elaboró una hipótesis para explicar el origen de todos los asteroides que se habían encontrado. En su hipótesis, Olbers proponía que todos estos pequeños cuerpos eran los restos de un planeta mucho más grande, enorme, que había sido destruido hace mucho tiempo; este supuesto planeta sería llamado Faetón. La idea de Olbers decía que hace miles de millones de años, entre Marte y Júpiter, había un planeta llamado Faetón; este planeta habría tenido un diámetro similar al de Marte y posiblemente habría sido un mundo helado como Plutón, cubierto de hielo y con un océano bajo su superficie, como Europa, la luna helada de Júpiter. Este planeta nunca habría podido albergar vida, pero sería lo suficientemente grande como para ser visitado por humanos. Según esta hipótesis, es probable que en un momento particular de la historia, las inmensas fuerzas de atracción gravitatoria de Júpiter arrastraron objetos para que colisionaran con el planeta Faetón, causando su destrucción y dando así origen al cinturón de asteroides. Aunque esta idea suena interesante, la evidencia científica sugiere un escenario completamente diferente. Antes de pasar a la exploración de Faetón, asegúrense de estar atentos después, si no han visto nuestro lanzamiento anterior sobre: "El planeta duende: La clave del Planeta 9" Faetón nunca existió Aunque la idea de un quinto planeta enamoró a muchos astrónomos, después de realizar exhaustivos estudios de los materiales que componían el cinturón de asteroides, se determinó que los asteroides no tienen un origen planetario, sino que son los restos de un disco de acreción durante la formación del sistema solar. Los discos de acreción son discos de material que se forman alrededor de las estrellas durante la formación de planetas. Según las teorías más aceptadas en la actualidad, durante la formación de nuestro sistema solar, había un disco de acreción entre Marte y Júpiter a partir del cual podría haberse creado un planeta, pero las fuerzas de marea de Júpiter lo impidieron. Al tener una gran masa, Júpiter tiene una enorme fuerza gravitatoria de atracción que influye en los planetas cercanos a él. Por esta razón, todo indica que durante la formación del sistema solar, la gravedad de Júpiter no permitió que este disco de acreción formara un planeta; en cambio, se formaron pequeños cuerpos como Ceres. Esta es la teoría más aceptada en la actualidad, pero con los recientes descubrimientos en el cinturón de asteroides, muchos astrónomos están comenzando a volver a esta idea. "El planeta Goblin: La clave del Planeta 9" El 30 de junio de 2016, los astrónomos anunciaron que habían descubierto un nuevo planeta más allá de Plutón. El anuncio se produjo después de años de búsqueda de este mundo elusivo, lo que habría sido imposible sin la nave espacial New Horizons de la NASA. El nuevo planeta se llama actualmente "El Goblin" por su naturaleza misteriosa y la falta de un nombre oficial todavía. Pero, ¿tiene algo que ver con la formación de planetas? ¿Puede este descubrimiento conducir al misterioso 'Planeta Nueve'? Los confines más lejanos de nuestro sistema solar son oscuros y fríos, lo que hace que la exploración desde la Tierra sea un desafío. Sin embargo, estudios diligentes están revelando cada vez más evidencia de un planeta grande que aún no hemos visto. El Goblin, un planeta enano increíblemente remoto, ha sido identificado en estudios que están redefiniendo los límites más lejanos del sistema solar. Los astrónomos descubrieron el hallazgo mientras buscaban el Planeta Nueve, un hipotético planeta enorme que se cree que orbita mucho más allá de Plutón en una misteriosa área conocida como la Nube de Oort. El Planeta Nueve aún no se ha observado directamente, pero El Goblin parece estar bajo la atracción gravitacional de un objeto masivo invisible, lo que da a los astrónomos aún más razones para creer en la existencia del planeta 9. Hemos estado buscando evidencia del Planeta Nueve desde que la primera posibilidad de su existencia salió a la luz en 1984, pero aún no hemos encontrado ninguna. ¿Qué pasaría si hubiera otros planetas como este por ahí? ¿Qué pasa si tienen sus propias lunas o anillos? ¿Qué pasa si tienen atmósferas como la de nuestra propia Tierra? ¿Cómo podría estar afectando este planeta a la vida en la Tierra? En 1984, mientras investigaban sobre nuestro sistema solar, los científicos descubrieron que durante los últimos 250 millones de años, se habían producido extinciones masivas en la Tierra cada 26 millones de años. Pero, ¿qué podría causar estos eventos periódicos de extinción? ¿Qué podría estar empujando a estos objetos exteriores del sistema solar hacia el sistema solar interior? Némesis, una hipotética estrella enana roja, se planteó la hipótesis de que orbitaba alrededor del Sol a una distancia considerable. La estrella lanzaría una avalancha de cometas hacia el sistema solar interior cada 26 millones de años a medida que pasara por su acercamiento más cercano al Sol. ¿El resultado final? Uno de esos cometas golpearía la Tierra, provocando una extinción global. Sin embargo, la evidencia se desvaneció con el tiempo y no se descubrió ninguna estrella compañera. La teoría de Némesis ya no está viva. Tyche, un nuevo "Planeta X", fue planteado como hipótesis alrededor del cambio de milenio. Mientras que Némesis fue el portador de la muerte, el efecto de Tyche fue más sutil, resultando en un modesto aumento en la frecuencia de cometas entrantes de áreas específicas del cielo y explicando aparentes anomalías en su distribución. Una vez más, las observaciones pronto debilitaron el caso de Tyche. Para explicar la distribución de diminutos cuerpos helados más allá de Neptuno, se planteó la hipótesis de un planeta desconocido y distante con la masa de la Tierra en 2008. Otros científicos especularon que objetos con la masa de un planeta podrían haberse desarrollado junto con los planetas exteriores del Sistema Solar antes de ser expulsados hacia afuera, pero nunca expulsados. Todo esto nos lleva a la forma más reciente de Planet X, conocida como "Planeta Nueve". Puede que todos ustedes se sorprendan al saber que todavía estamos aprendiendo sobre nuestro sistema solar. Hay muchas preguntas por responder y muchas cosas que no sabemos. Ni siquiera podemos responder a la pregunta: ¿cuántos planetas hay en el sistema solar? Tomemos a Plutón como ejemplo. Plutón fue clasificado como planeta enano, y hay incluso más planetas enanos en nuestro sistema solar. De hecho, el asteroide más grande de nuestro sistema solar, Ceres, ahora está clasificado como planeta enano. El Goblin también es un planeta enano, mucho más pequeño que Plutón; aproximadamente una quinta parte del diámetro de Plutón y está muy lejos. El nombre real del planeta enano es 2015 TG388, y fue encontrado hace tres años por un equipo de astrónomos que utilizaron el telescopio Subaru en la cima de Mauna Kea en Hawai. Los astrónomos, dirigidos por Scott Sheppard de la Institución Carnegie para la Ciencia, estaban estudiando grandes franjas del cielo en busca de pequeños destellos que pudieran indicar la presencia de nuevos objetos en el sistema solar. Este planeta enano tiene una órbita muy alargada; lo más cerca que llega es aproximadamente el doble de distancia que Plutón, y lo más lejos que llega es casi 2.300 veces la distancia entre la Tierra y el Sol; viaja muy, muy lejos. La órbita es tan alargada que tarda 40.000 años en completar una órbita alrededor del Sol, lo cual es realmente increíble. Sin embargo, el descubrimiento de estos objetos lejanos más allá del cinturón de Kuiper no es sorprendente. Son tan distantes y débiles que se mueven increíblemente lentamente y son muy, muy difíciles de detectar. Ahora bien, este descubrimiento es interesante por varias razones. Y la más interesante de ellas es que podría haber algo más grande ahí fuera, algo que aún no hemos descubierto en nuestro sistema solar. Llevamos bastante tiempo observando objetos extraños como el planeta Goblin. Estos planetas helados distantes se conocen como objetos del cinturón de Kuiper, y con frecuencia tienen órbitas extendidas que los acercan al Sol (por cerca, me refiero aproximadamente a la órbita de Plutón) y luego mucho, mucho más lejos en el sistema solar. Actualmente conocemos docenas de estos objetos, y es probable que haya muchos más por ahí que desconocemos. Lo intrigante es que comenzamos a ver cómo sus órbitas se alineaban en nuestro sistema solar, y hay un concepto llamado perihelio, que es el paso más cercano que un objeto hace al Sol. Y, sorprendentemente, todos estos objetos esparcidos por el cielo parecen tener perihelios (acercamientos más cercanos al Sol) que están perfectamente alineados. ¿Por qué importa? La cuestión es que no hay razón para que estos objetos y sus órbitas estén alineados de tal manera. Si fueran cuerpos en órbita separados, su acercamiento más cercano al Sol no coincidiría. Entonces, el concepto es que hay un cuerpo más grande en algún lugar, como un planeta, y a medida que orbita, alinea y guía a todas estas partículas más pequeñas hacia su órbita. La evidencia de esto es bastante convincente. No conocemos ninguna otra razón o teoría que explique estas órbitas alineadas. La historia de este misterioso Planeta Nueve comenzó en 2003 con el descubrimiento de otro planeta enano llamado Sedna. Sedna también tiene una órbita muy inusual, y sus distancias orbitales fluctúan entre 75 unidades astronómicas y 936 unidades astronómicas del Sol. ¿Qué podría estar causando estas extrañas fluctuaciones orbitales? Sedna está demasiado lejos para que los planetas la perturben; no pueden ser responsables. En su punto más distante, Sedna todavía está a solo una cuarta parte de la distancia a la estrella más cercana, tan cerca del Sol que es muy poco probable que una estrella que pase cometa el crimen. Para explicar la extraña órbita, numerosas teorías propusieron que Sedna fue colocada allí cuando el Sistema Solar era joven. El Sol habría estado sumergido dentro de un cúmulo estelar en ese momento, y las interacciones cercanas con otras estrellas habrían sido más comunes. Si la órbita de Sedna fuera la consecuencia de la captura en los primeros días del Sistema Solar, se podría anticipar que otros objetos habrían sufrido el mismo destino. Según la noción, Sedna podría ser uno de una población de Sednoides que orbitan en órbitas similares. Se han descubierto varios Sednoides adicionales en la última década. Sorprendentemente, todas sus órbitas parecen coincidir estrechamente en el espacio. Read the full article
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🪐 El PLANETA Misterioso del Sistema Solar [ 🎬 DOCUMENTAL ]
El misterioso planeta del sistema solar entre Marte y Júpiter que formó el cinturón de asteroides. El sistema solar tal como lo conocemos hoy en día no siempre fue el mismo. Si miráramos un libro de astronomía del siglo XVIII, veríamos que el sistema solar solía tener 12 planetas y no 9 como lo hace hoy. Pero... si planetas gaseosos como Urano y Neptuno fueron descubiertos hace poco más de 200 años, y algunos cuerpos más pequeños como Plutón y el resto de los planetas enanos fueron descubiertos hace menos de un siglo, ¿cómo es que había 11 planetas en el siglo XVIII? ¿Qué les pasó a todos esos planetas? ¡Quédense con nosotros para averiguarlo! El documental: https://youtu.be/HuHBY1aesF0 El PLANETA Misterioso del Sistema Solar: Introducción Durante años, los astrónomos han observado el cielo, buscando todos los objetos que nos rodean, y a veces encuentran cosas interesantes como cometas o asteroides, pero otras veces no encuentran nada de lo que estaban buscando. Esto ha llevado a una búsqueda implacable en varias ocasiones a lo largo de la historia de planetas que todo el mundo creía que podían existir pero que nunca fueron encontrados. Uno de esos planetas fue Vulcano, un planeta hipotético que supuestamente existía entre el Sol y Mercurio. La existencia de este planeta fue una idea que surgió de la extraña órbita de Mercurio, pero esta idea fue descartada en el siglo XX cuando se descubrió que lo que estaba perturbando la órbita de Mercurio no era un planeta sino la deformación del espacio-tiempo causada por la inmensa masa del sol. Durante un tiempo, algunos astrónomos también plantearon la idea de que podría haber un planeta en las afueras del sistema solar que tuviera una órbita de 70 millones de años alrededor del sol y que, al pasar cerca del cinturón de Kuiper, expulsara asteroides de su órbita. Causando las extinciones masivas que han ocurrido en la Tierra a lo largo de la historia; sin embargo, hasta la fecha no se ha encontrado ningún planeta con esas características. Otro planeta que ha sido buscado incansablemente es el misterioso Planeta 9; las observaciones indican que podría haber un noveno planeta más pequeño que Neptuno y más significativo que la Tierra en las afueras del sistema solar orbitando cerca de la Nube de Oort. Desafortunadamente, nuestra tecnología de observación y telescopios no son lo suficientemente potentes como para encontrar un objeto con estas características, por lo que aún no se sabe si el Planeta 9 podría existir. Y finalmente, tenemos al protagonista de este video, el hipotético quinto planeta entre Marte y Júpiter llamado Faetón, que fue buscado durante muchos años pero nunca fue encontrado. ¿Qué pasó con estos planetas? ¿Por qué no los encontramos nunca? ¿Siguen ahí, escondidos en la oscuridad del inmenso vacío del espacio? ¿Cómo sabemos dónde buscar? En el siglo XVIII, los únicos planetas conocidos eran los seis más cercanos al Sol: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter y Saturno. Esto cambió el 13 de marzo de 1781, cuando el astrónomo William Herschel anunció el descubrimiento de un planeta extraño y distante más allá de Saturno; este sería Urano, el primer planeta descubierto por un telescopio y no por su trayectoria en el cielo, como fue el caso de los otros 6. Este descubrimiento marcaría un antes y un después en la búsqueda de planetas y daría lugar a una emocionante ley que supuestamente podría predecir con precisión la ubicación de los planetas. Esta fue la ley de Titus-Bode. Esta ley, desarrollada por Johan Daniel Titus y utilizada posteriormente por Johann Elert Bode, proponía un modelo matemático que, al ejecutarse considerando las unidades astronómicas que separaban cada planeta del Sol, resultaba en una secuencia numérica que predecía con precisión la distancia exacta de cada planeta con respecto al Sol, con un pequeño margen de error. Aunque este modelo era elegante, pocos astrónomos lo tomaron en serio hasta 1781, cuando William Herschel descubrió Urano. ¿Por qué? La razón era que este planeta estaba situado justo donde la ley de Titus-Bode lo predecía. Gracias a esto, muchos astrónomos empezaron a considerar esta ley como fiable, ya que había conseguido predecir la posición de un planeta que nunca antes se había visto, con muchos años de antelación. Sin embargo, había un problema. La ley de Titus-Bode decía que había un planeta entre Marte y Júpiter, pero hasta entonces no se conocía ningún planeta en esa región. Y, como la ley había predicho con precisión el descubrimiento de Urano, los astrónomos de todo el mundo empezaron a buscar desesperadamente el supuesto quinto planeta entre Marte y Júpiter. Así fue como comenzó una carrera por ser el primero en descubrirlo. La búsqueda fue exhaustiva y no se encontró nada durante más de dos décadas hasta que, el 1 de enero de 1801, el astrónomo Giuseppe Piazzi descubrió un pequeño y pálido punto de luz moviéndose justo donde la ley lo predecía; este misterioso y difuso objeto fue bautizado como Ceres. Su descubridor, Piazzi, declaró que era el quinto planeta que todos buscaban. Sin embargo, ¿era Ceres el quinto planeta que todos buscaban? Muchos astrónomos no estaban de acuerdo con esta afirmación, ya que al observar este objeto con un telescopio, parecía muy difuso. Esto significaba que era un objeto incluso más pequeño que la Luna. Aun así, estaba justo donde la ley de Titus-Bode lo predecía, así que sin más dilación, los libros de astronomía le asignaron la categoría de planeta y fue colocado oficialmente como el quinto planeta más cercano al Sol. En este punto de la historia, gran parte de la comunidad científica consideraba que la ley de Titus-Bode era correcta porque había predicho con precisión la existencia de Urano y Ceres, pero esto no seguiría siendo así por mucho tiempo. La alegría de Giusppe Piazzi por ser el descubridor del quinto planeta no duraría mucho, ya que apenas un año después, en 1802, el astrónomo Heinrich Olbers anunciaría el descubrimiento de Palas, otro objeto muy similar a Ceres que también se encontraba en la misma región. Luego, dos años después, se anunciaría el descubrimiento de Juno, luego Astrea, luego Vesta, y poco a poco, estos pequeños cuerpos comenzaron a ser descubiertos donde se suponía que había un planeta. Pero como todos estaban en la región predicha por la ley de Titus-Bode, a todos se les concedió la categoría de planeta y se les colocó en los dibujos del sistema solar. Así que, durante algunos años, ¡nuestro sistema solar no tuvo más ni menos que 12 planetas! Estos eran Vulcano, Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Ceres, Juno, Palas, Vesta, Júpiter, Saturno y Urano. Sin embargo, gran parte de la comunidad astronómica estaba agitada, ya que estos últimos cuerpos que compartían órbitas con Ceres eran extremadamente pequeños comparados con el resto de los planetas. Muchos creían que estos objetos no tenían por qué tener la categoría de planeta, pero obviamente, sus descubridores tenían una opinión diferente. Toda la discusión se resolvió el 23 de septiembre de 1846, cuando el astrónomo Johann Gottfried Galle descubrió el planeta Neptuno. ¿Por qué Neptuno marcó la diferencia? La razón es que Neptuno era un planeta muy similar a Urano, mucho más grande que los pequeños cuerpos que se habían encontrado entre Marte y Júpiter; tenía forma redonda, no compartía su órbita con otros objetos y, lo más importante, estaba completamente alejado de donde se suponía que debía estar según la Ley de Titus-Bode. Además, durante muchos años, varios astrónomos habían manifestado su descontento con esta supuesta ley, ya que los planetas exteriores, como Júpiter, Saturno y Urano, no se encontraban estrictamente donde la Ley predecía, y ahora, con el descubrimiento de un nuevo planeta a una distancia completamente diferente a la predicha por la ley de Titus-Bode, se confirmaba algo que muchos se negaban a rechazar. La ley de Titus-Bode no era correcta; simplemente había sido una gran coincidencia que predecía ligeramente la distancia de algunos planetas, pero era solo eso, una coincidencia. Así que, después del descubrimiento de Neptuno, la comunidad astronómica descartó la Ley de Titus-Bode para siempre, dejándonos con un problema por resolver. ¿Deberían Ceres y el resto de los cuerpos entre Marte y Júpiter seguir teniendo la categoría de planetas? Ahora que ya no había una ley que apoyara la supuesta existencia de un quinto planeta entre Marte y Júpiter, ¿qué pasaría con estos objetos? La respuesta fue rápida; inmediatamente después de rechazar la ley de Titus-Bode, todos estos objetos fueron degradados a la categoría de "asteroides", objetos que no eran ni planetas, ni estrellas, ni satélites naturales. Gracias a esto, la armonía volvió brevemente al sistema solar; ahora solo había nueve planetas (Vulcano todavía aparecía en los dibujos del sistema solar) y un cinturón de asteroides. Pero, ¿cuál era el origen de este cinturón de asteroides? Inicialmente se suponía que debíamos estar buscando un planeta entre Marte y Júpiter, y en cambio, lo que encontramos fueron pequeños objetos dispersos en la misma región. ¿Cuál era su origen? ¿Recuerdan a Heinrich Olbers? ¿El descubridor del asteroide Palas? Después de todo lo que sucedió con Neptuno y la Ley de Titus-Bode, Olbers continuó su investigación y elaboró una hipótesis para explicar el origen de todos los asteroides que se habían encontrado. En su hipótesis, Olbers proponía que todos estos pequeños cuerpos eran los restos de un planeta mucho más grande, enorme, que había sido destruido hace mucho tiempo; este supuesto planeta sería llamado Faetón. La idea de Olbers decía que hace miles de millones de años, entre Marte y Júpiter, había un planeta llamado Faetón; este planeta habría tenido un diámetro similar al de Marte y posiblemente habría sido un mundo helado como Plutón, cubierto de hielo y con un océano bajo su superficie, como Europa, la luna helada de Júpiter. Este planeta nunca habría podido albergar vida, pero sería lo suficientemente grande como para ser visitado por humanos. Según esta hipótesis, es probable que en un momento particular de la historia, las inmensas fuerzas de atracción gravitatoria de Júpiter arrastraron objetos para que colisionaran con el planeta Faetón, causando su destrucción y dando así origen al cinturón de asteroides. Aunque esta idea suena interesante, la evidencia científica sugiere un escenario completamente diferente. Antes de pasar a la exploración de Faetón, asegúrense de estar atentos después, si no han visto nuestro lanzamiento anterior sobre: "El planeta duende: La clave del Planeta 9" Faetón nunca existió Aunque la idea de un quinto planeta enamoró a muchos astrónomos, después de realizar exhaustivos estudios de los materiales que componían el cinturón de asteroides, se determinó que los asteroides no tienen un origen planetario, sino que son los restos de un disco de acreción durante la formación del sistema solar. Los discos de acreción son discos de material que se forman alrededor de las estrellas durante la formación de planetas. Según las teorías más aceptadas en la actualidad, durante la formación de nuestro sistema solar, había un disco de acreción entre Marte y Júpiter a partir del cual podría haberse creado un planeta, pero las fuerzas de marea de Júpiter lo impidieron. Al tener una gran masa, Júpiter tiene una enorme fuerza gravitatoria de atracción que influye en los planetas cercanos a él. Por esta razón, todo indica que durante la formación del sistema solar, la gravedad de Júpiter no permitió que este disco de acreción formara un planeta; en cambio, se formaron pequeños cuerpos como Ceres. Esta es la teoría más aceptada en la actualidad, pero con los recientes descubrimientos en el cinturón de asteroides, muchos astrónomos están comenzando a volver a esta idea. "El planeta Goblin: La clave del Planeta 9" El 30 de junio de 2016, los astrónomos anunciaron que habían descubierto un nuevo planeta más allá de Plutón. El anuncio se produjo después de años de búsqueda de este mundo elusivo, lo que habría sido imposible sin la nave espacial New Horizons de la NASA. El nuevo planeta se llama actualmente "El Goblin" por su naturaleza misteriosa y la falta de un nombre oficial todavía. Pero, ¿tiene algo que ver con la formación de planetas? ¿Puede este descubrimiento conducir al misterioso 'Planeta Nueve'? Los confines más lejanos de nuestro sistema solar son oscuros y fríos, lo que hace que la exploración desde la Tierra sea un desafío. Sin embargo, estudios diligentes están revelando cada vez más evidencia de un planeta grande que aún no hemos visto. El Goblin, un planeta enano increíblemente remoto, ha sido identificado en estudios que están redefiniendo los límites más lejanos del sistema solar. Los astrónomos descubrieron el hallazgo mientras buscaban el Planeta Nueve, un hipotético planeta enorme que se cree que orbita mucho más allá de Plutón en una misteriosa área conocida como la Nube de Oort. El Planeta Nueve aún no se ha observado directamente, pero El Goblin parece estar bajo la atracción gravitacional de un objeto masivo invisible, lo que da a los astrónomos aún más razones para creer en la existencia del planeta 9. Hemos estado buscando evidencia del Planeta Nueve desde que la primera posibilidad de su existencia salió a la luz en 1984, pero aún no hemos encontrado ninguna. ¿Qué pasaría si hubiera otros planetas como este por ahí? ¿Qué pasa si tienen sus propias lunas o anillos? ¿Qué pasa si tienen atmósferas como la de nuestra propia Tierra? ¿Cómo podría estar afectando este planeta a la vida en la Tierra? En 1984, mientras investigaban sobre nuestro sistema solar, los científicos descubrieron que durante los últimos 250 millones de años, se habían producido extinciones masivas en la Tierra cada 26 millones de años. Pero, ¿qué podría causar estos eventos periódicos de extinción? ¿Qué podría estar empujando a estos objetos exteriores del sistema solar hacia el sistema solar interior? Némesis, una hipotética estrella enana roja, se planteó la hipótesis de que orbitaba alrededor del Sol a una distancia considerable. La estrella lanzaría una avalancha de cometas hacia el sistema solar interior cada 26 millones de años a medida que pasara por su acercamiento más cercano al Sol. ¿El resultado final? Uno de esos cometas golpearía la Tierra, provocando una extinción global. Sin embargo, la evidencia se desvaneció con el tiempo y no se descubrió ninguna estrella compañera. La teoría de Némesis ya no está viva. Tyche, un nuevo "Planeta X", fue planteado como hipótesis alrededor del cambio de milenio. Mientras que Némesis fue el portador de la muerte, el efecto de Tyche fue más sutil, resultando en un modesto aumento en la frecuencia de cometas entrantes de áreas específicas del cielo y explicando aparentes anomalías en su distribución. Una vez más, las observaciones pronto debilitaron el caso de Tyche. Para explicar la distribución de diminutos cuerpos helados más allá de Neptuno, se planteó la hipótesis de un planeta desconocido y distante con la masa de la Tierra en 2008. Otros científicos especularon que objetos con la masa de un planeta podrían haberse desarrollado junto con los planetas exteriores del Sistema Solar antes de ser expulsados hacia afuera, pero nunca expulsados. Todo esto nos lleva a la forma más reciente de Planet X, conocida como "Planeta Nueve". Puede que todos ustedes se sorprendan al saber que todavía estamos aprendiendo sobre nuestro sistema solar. Hay muchas preguntas por responder y muchas cosas que no sabemos. Ni siquiera podemos responder a la pregunta: ¿cuántos planetas hay en el sistema solar? Tomemos a Plutón como ejemplo. Plutón fue clasificado como planeta enano, y hay incluso más planetas enanos en nuestro sistema solar. De hecho, el asteroide más grande de nuestro sistema solar, Ceres, ahora está clasificado como planeta enano. El Goblin también es un planeta enano, mucho más pequeño que Plutón; aproximadamente una quinta parte del diámetro de Plutón y está muy lejos. El nombre real del planeta enano es 2015 TG388, y fue encontrado hace tres años por un equipo de astrónomos que utilizaron el telescopio Subaru en la cima de Mauna Kea en Hawai. Los astrónomos, dirigidos por Scott Sheppard de la Institución Carnegie para la Ciencia, estaban estudiando grandes franjas del cielo en busca de pequeños destellos que pudieran indicar la presencia de nuevos objetos en el sistema solar. Este planeta enano tiene una órbita muy alargada; lo más cerca que llega es aproximadamente el doble de distancia que Plutón, y lo más lejos que llega es casi 2.300 veces la distancia entre la Tierra y el Sol; viaja muy, muy lejos. La órbita es tan alargada que tarda 40.000 años en completar una órbita alrededor del Sol, lo cual es realmente increíble. Sin embargo, el descubrimiento de estos objetos lejanos más allá del cinturón de Kuiper no es sorprendente. Son tan distantes y débiles que se mueven increíblemente lentamente y son muy, muy difíciles de detectar. Ahora bien, este descubrimiento es interesante por varias razones. Y la más interesante de ellas es que podría haber algo más grande ahí fuera, algo que aún no hemos descubierto en nuestro sistema solar. Llevamos bastante tiempo observando objetos extraños como el planeta Goblin. Estos planetas helados distantes se conocen como objetos del cinturón de Kuiper, y con frecuencia tienen órbitas extendidas que los acercan al Sol (por cerca, me refiero aproximadamente a la órbita de Plutón) y luego mucho, mucho más lejos en el sistema solar. Actualmente conocemos docenas de estos objetos, y es probable que haya muchos más por ahí que desconocemos. Lo intrigante es que comenzamos a ver cómo sus órbitas se alineaban en nuestro sistema solar, y hay un concepto llamado perihelio, que es el paso más cercano que un objeto hace al Sol. Y, sorprendentemente, todos estos objetos esparcidos por el cielo parecen tener perihelios (acercamientos más cercanos al Sol) que están perfectamente alineados. ¿Por qué importa? La cuestión es que no hay razón para que estos objetos y sus órbitas estén alineados de tal manera. Si fueran cuerpos en órbita separados, su acercamiento más cercano al Sol no coincidiría. Entonces, el concepto es que hay un cuerpo más grande en algún lugar, como un planeta, y a medida que orbita, alinea y guía a todas estas partículas más pequeñas hacia su órbita. La evidencia de esto es bastante convincente. No conocemos ninguna otra razón o teoría que explique estas órbitas alineadas. La historia de este misterioso Planeta Nueve comenzó en 2003 con el descubrimiento de otro planeta enano llamado Sedna. Sedna también tiene una órbita muy inusual, y sus distancias orbitales fluctúan entre 75 unidades astronómicas y 936 unidades astronómicas del Sol. ¿Qué podría estar causando estas extrañas fluctuaciones orbitales? Sedna está demasiado lejos para que los planetas la perturben; no pueden ser responsables. En su punto más distante, Sedna todavía está a solo una cuarta parte de la distancia a la estrella más cercana, tan cerca del Sol que es muy poco probable que una estrella que pase cometa el crimen. Para explicar la extraña órbita, numerosas teorías propusieron que Sedna fue colocada allí cuando el Sistema Solar era joven. El Sol habría estado sumergido dentro de un cúmulo estelar en ese momento, y las interacciones cercanas con otras estrellas habrían sido más comunes. Si la órbita de Sedna fuera la consecuencia de la captura en los primeros días del Sistema Solar, se podría anticipar que otros objetos habrían sufrido el mismo destino. Según la noción, Sedna podría ser uno de una población de Sednoides que orbitan en órbitas similares. Se han descubierto varios Sednoides adicionales en la última década. Sorprendentemente, todas sus órbitas parecen coincidir estrechamente en el espacio. Read the full article
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