#siento que sus vidas seguirían iguales si yo no estuviera
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#últimamente no estoy teniendo lindos pensamientos#mayormente debido a mi relación que tengo con mi vieja#y el resto de mi familia también#or lack thereof yk?#siento que estuvieron para mí solo lo justo y necesario#y siendo la mayor también siempre sentí como que fui la hija de prueba#así hacían un mejor trabajo con mi Hermana#no solo es un sentimiento me lo han dicho explícitamente#y obvio en mi adolescencia me aisle de ellos#qué otra cosa hubiera hecho no?#y a partir de ahí también siento negligencia#no sé si aplica todavía siendo adulta#pero ponele#el otro dia rendí la última materia#y la primera persona en preguntarme cómo me había ido fue mí suegra#ya no me dicen buenas noches#en las mañanas de fin de semana desayunan sin mí#siento que sus vidas seguirían iguales si yo no estuviera#que lógicamente sé que no es verdad#pero no sé
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A veces duele vivir. Otra carta que no enviaré
No se como empezar a decirte esto, he pensado en escribirte, sin embargo me da tanto miedo hacerlo, no por tu reacción, ¿o si?, solo que a veces no quiero que me percibas como la niña frágil que soy y quiero que sigas viendo a esa mujer fuerte que trato de proyectar, que a veces es fría e insensible y que parece que odias por momentos pero que me hace sentirme segura a tu lado.
¿Cómo te digo que desde hace un tiempo no me siento bien?, ¿Cómo te digo lo sola que me siento?, y es que de verdad estoy sola, aislada en cuatro paredes, imaginando personas para sentirme más en compañía, escribiendo y viendo programas para escuchar voces y viendo por la ventana para sentir que no estoy en prisión.
Antes, estar sola, se sentía tan bien, tan en paz, tan en calma, antes me sentía tranquila viviendo en mi propio mundo, alejada de todos. Hoy no se siente igual, hoy solo me siento en un triste vacío, sin nada, sin nadie.
He perdido otra vez la confianza en las personas, otra vez siento que encajo en ningún lado, con nadie.
Eso duele, duele mucho, duele existir, duele vivir, duele ser. Duele sentir que ya no tienes a nadie en el mundo con quien hablar, y si, tengo personas ahí afuera, y a solo una llamada, pero ¿verdaderamente los tengo?, es que ¿de verdad siguen ahí?, siento que no, que no tengo a nadie, a veces siento que ya ni te tengo a ti.
Duele vivir, duele existir. Duele ser yo. A veces el aire no es suficiente para poder respirar, a veces el suelo lo es suficiente para sentir que estas sobre la tierra, a veces nada parece real, nada parece existir, ni tu.
A veces me ahogo en pensamientos, y abrazo una almohada imaginando a alguien, alguien que no conozco, pero deseo conocer con toda mi alma, alguien que quiero que sea real, porque, aunque se que no va a salvarme de mi destino, siento que seria un ancla a la cual sostenerme ahora que me siento a la deriva.
Duele escribirte, sabiendo que nunca te lo diré. Duele tenerte, duele vivir.
Duele existir y vivir cuando no sabes porque lo estas haciendo, duele vivir sonriendo y aparentando estar segura de a donde voy y de donde soy, duele pretender ser yo, cuando no se quien soy yo. Duele no encajar. Duele estar aquí.
Duele estar sola, duele no estarlo completamente pero sentir que si lo estas. Duele pensar que a nadie le importas y que sus vidas seguirían igual, o incluso mejor si no estuvieras en ellas.
Duele vivir con culpa, duele vivir, duele existir y ya.
A veces, solo a veces, duele ser yo.
Maia
Pdta. Duele llorar en una habitación, sola, en silencio, sabiendo que aunque grites nadie te escucharía, escribiendo una carta que nadie leerá y que a nadie le importa.
#help me#ily#amor#love#desamor#idk#cosas#frases#tumblr#escritos#notas#alone#cry#mom#duele#vivir#alive#existir
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Resplandor entre Tinieblas - Capítulo 36. Un poco de aire
Resplandor entre Tinieblas
Por WingzemonX
Capítulo 36. Un poco de aire
Carrie llegó al parque público en el que quedaron de verse alrededor de las tres. Se le aproximó por el camino cementado con paso cuidadoso, o incluso parecía algo avergonzada. Matilda no llevaba mucho tiempo esperándola en aquella banca de madera ya algo vieja. Se había sentado ahí, y había usado su tiempo de espera para simplemente mirar a las demás personas que pasaban el tiempo ahí, además de tomar un poco de aire y pensar. Pese a todo, Chamberlain parecía un lugar bastante tranquilo y agradable, propio de las pequeñas ciudades como esa; muy diferente a Boston, sin duda. Pero se había acostumbrado rápidamente a la vida de ciudad, así que no se imaginaba de momento cómo sería vivir en un sitio como ese.
Pero ni Chamberlain ni Boston eran lo que ocupaba su mente en esos momentos, sino la jovencita que poco a poco se le acercaba, o en específico el incidente que habían tenido el otro día en el depósito de chatarra. No sólo le preocupaba lo que había visto en Carrie, sino también la manera en la que ella misma había reaccionado a aquello. Podría ser muy brillante, pero no dejaba de ser una chica que apenas había terminado de estudiar y de cierta forma era un poco novata en esa labor. Ya había ayudado a la Fundación con otros niños Resplandecientes antes, pero ninguno como Carrie; ella definitivamente era un caso que ameritaba mucho de su atención, más de lo que pensó en un inicio. Si eso le hubiera ocurrido a la Matilda Honey de cuatro años después, quizás hubiera encontrado una mejor forma de tranquilizar las cosas. Igualmente, hubiera sabido qué decir aquella misma tarde en ese parque…
—Hola, Dra. Honey —saludó Carrie despacio cuando ya se encontraba delante de ella. Matilda sólo respondió asintiendo levemente con su cabeza; ni siquiera pensó en corregirle y decirle que la llamara sólo Matilda—. ¿Sigue molesta por lo del otro día?
Matilda percibió bastante miedo en la forma en la que Carrie había hecho aquella pregunta. Al parecer lo ocurrido le afectaba igual o más que a ella, pero era difícil saber qué era lo que le molestaba con exactitud: lo que había hecho, o sólo la posibilidad de haberla molestado. Era probable que fuera lo segundo, pero como fuera, una actitud vengativa no ayudaría en nada.
Suspiró levemente, y entonces se hizo hacia un lado en la banca para dejarle espacio. Palpó justo después con una mano dicho espacio para indicarle que se sentara.
—No estoy molesta, descuida —le respondió esbozando una media sonrisa—. Fue mi culpa por no ir preparada.
Carrie asintió. Se retiró su mochila y se sentó en la banca a su lado, colocando la mochila sobre sus piernas y abrazándola un poco contra sí.
—¿Cómo te sientes? —le preguntó Matilda con voz blanda.
—Bien… pero hoy pasó algo… —susurró Carrie, bajado su mirada sonrosada como si le avergonzara que la viera.
—¿Con tu madre?
—No, no —se apresuró rápidamente a responder. Volvió a bajar su rostro, ahora con sus mejillas enrojecidas—. El Baile de Graduación será en dos semanas, y un chico me invitó a que fuera con él.
Matilda se sobresaltó ligeramente con sorpresa al oírla relatar aquello. Se contuvo unos segundos para no reaccionar de una forma exagerada sin proponérselo.
—¿De verdad? Esa es genial, Carrie —murmuró con moderada alegría, aunque Carrie seguía con su rostro agachado, y se veía aprehensiva—. ¿O no lo es?
Carrie exclamó un ligero quejido similar a dolor, aunque quizás representaba algo más cercano a angustia.
—No sé… Es un chico lindo, y siempre ha sido muy amable… a diferencia de otras personas. Pero, yo pensé que ya tenía novia, y aunque no fuera así… ¿por qué invitarme a mí? Yo no soy muy bonita, y nunca he ido a un evento como ese. Además, mi madre de seguro enloquecería si acaso se lo insinuara…
Esos últimos datos no sorprendieron a Matilda, aunque sí la entristeció un poco. Ella misma tampoco acostumbraba ir a bailes, juegos o eventos similares cuando estudiaba. Sin embargo, esa había sido por su propia decisión, y ella sabía muy bien lo frustrante que era que alguien te negara el hacer algo que tanto añorabas; especialmente si lo hacían tus padres.
—Pero, ¿tú quieres ir? —le cuestionó con tono reflexivo.
Carrie dudó un poco al momento de responder, pero entonces asintió levemente con su cabeza.
—No sabía qué tanto hasta que se presentó la posibilidad. Pero… tengo miedo… ¿Qué tal si todo es una mala broma?
—¿Crees que ese chico podría ser capaz de eso?
—No… o no creo. Él es un chico bueno. Pero su novia, o quien pensé que era su novia… fue parte de…
Calló, incapaz de terminar su frase, pero con eso Matilda pudo hacerse una idea de lo que intentaba decir.
—¿Fue una de las chicas que te molestaron en las duchas? —Carrie de nuevo asintió—. ¿Fue quien grabó el video?
—No lo sé… Pero ella también siempre había sido amable antes de eso.
Se viró entonces hacia Matilda, mirándola con cierta suplica en sus ojos.
—¿Qué debo hacer?
—No puedo decidir por ti, Carrie —le respondió Matilda con firmeza—. Tú debes de elegir si quieres o no aceptar esa invitación. —Carrie agachó su mirada de nuevo; ahora parecía decepcionada de escuchar esa respuesta—. Sólo puedo decirte que no debes tenerle miedo a tomar riesgos. La vida está llena de ellos, y si te quebrantas ante todos, puedes perderte de ver muchas cosas hermosas.
Carrie la volteó a ver de nuevo tímidamente, aunque también intrigada por todo lo que le decía. Matilda le sonrió gentilmente.
—Y, sobre todo, debes dejar de permitir que tu madre te impida poder disfrutar de dichas cosas. Te lo dije antes, pero tarde o temprano tendrás que aprender a volar sin ella. Será todo mejor para ti cuando logres hacerlo.
Por supuesto, Matilda estaba hablando desde su propia experiencia y quizás por ello no podía considerarse del todo objetiva en su opinión. Sin embargo, en el caso de Carrie estaba convencida de que todo sería mejor si se apartaba de ese hogar tan agobiante y tóxico para ella. Ir a un baile no sería equivalente a realizar dicho cambio, pero sería un buen primer paso.
Carrie meditó un poco. Sus dedos se frotaban nerviosos entre sí sobre su falda, y sus cabellos le caían sobre el rostro, ocultándoselo. Tras un rato de silencio, una leve sonrisa de alegría se dibujó en sus labios, y la volteó a ver de nuevo, transmitiéndole ese mismo sentimiento a ella.
—Creo que… aceptaré… —susurró despacio, algo dudosa, aunque casi de inmediato tomó una postura mucho más segura—. Creo que iré al baile…
Matilda le sonrió y asintió en señal de apoyo. Adicional a ello, se permitió colocar una mano sobre su hombro, dándole un par de palmadas reconfortantes; a Carrie esto pareció no molestarle.
Durante los años que seguirían después de aquel día, Matilda se arrepentiría siempre de haberla animado a ir a ese maldito baile…
* * * *
Luego de que se fueran de la habitación de Evelyn, Matilda se tomó un segundo para calmarse ella misma y pensar en lo que había ocurrido. Se sentó en una silla, en un pasillo desde el cual se podía ver por las ventanas el jardín interior del psiquiátrico, y de hecho no había muy lejos de su posición una puerta por la que se podía salir a él. El jardín era mucho más amplio y hermoso que el de Eola. Ese lugar, según había leído, era costoso y sólo recibía casos de pacientes en un estado de bueno a moderado, y quizás por ello se podían dar el lujo de tener instalaciones un tanto más flexibles; quizás también por eso Samara y su madre fueron llevadas a Eola y no ahí, a pesar de que Silverdale se encontraba más cerca.
Suponía de antemano que la plática con Evelyn no sería del todo fructífera, pero no estaba preparada para el giro que había tomado tan repentinamente. Y una vez más, le vino el mismo pensamiento que tuvo luego de haber hablado con Anna Morgan: pareciera que todas las personas cercanas a Samara, todos los que se suponía debían amarla y cuidarla, le daban irremediablemente la espalda… o algo mucho peor.
—¿Un café? —Escuchó de pronto entonar a su lado, haciéndola sobresaltarse con algo de sorpresa. Al virarse, vio a Cole, extendiéndole un vaso de café con una mano, mientras sostenía otro más para él. ¿Le había dicho que iría por café? Si lo hizo, Matilda no recordaba haberlo escuchado—. Creo que está mejor que el del otro hospital.
Por extraño que pareciera, no le apetecía del todo un café en esos momentos, pero de todas formas lo aceptó.
—Gracias.
Cole se sentó en la silla a un lado de ella, y tomó poco después un pequeño sorbo de su propio vaso. No pareció ni contento ni molesto por su sabor, así que el café al menos no debía estar malo. Matilda bebió también un poco de él, y en efecto no estaba mal, pero tampoco excelente.
—¿Se encuentra bien? —le cuestionó Cole con algo de curiosidad.
—Sí… —respondió la castaña con voz apagada—. Es sólo que hace unos días hablé con la señora Morgan, la madre adoptiva de Samara, y ella también me dijo que debía matarla. —Se le escapó en ese momento un pequeño gesto de ironía, quizás involuntario—. Y su padre, no lo diría con esas palabras, pero sospecho que no lamentaría demasiado si eso ocurriera.
—Vaya… —Fue la expresión de asombro más sincera que Cole fue capaz de expresar.
—Usted lo ha dicho. —Matida bebió un poco más de café antes de proseguir; el segundo sorbo era un poco mejor—. Lo que más me preocupa es que no sé qué será de esa niña de aquí en adelante. Debo admitir que tenía una muy ligera esperanza de que Evelyn estuviera bien, o al menos lo suficiente para recibir y cuidar de Samara en un corto o mediano plazo. Pero eso obviamente no será posible de ninguna forma. Y volver con sus padres adoptivos parece ya no ser una opción muy viable; es probable que ya no la quieran recibir siquiera. Y aunque lo hagan, no sé qué clase de vida puedan darle. Siento que siempre estará en peligro de que le hagan daño.
Resopló un poco, y agachó en ese momento su cabeza de forma reflexiva.
—Entonces —comenzó a pronunciar Cole—, si algún día logra salir de ese psiquiátrico, ¿qué le espera? ¿Volver al sistema? ¿Ir a un orfanato hasta que sea adoptada de nuevo?
—Eso si acaso logra digerir la verdad de que en realidad es adoptada, y los que fueron sus padres por doce años ya no la quieren ni ver. Y claro, si no se entera además que su madre adoptiva está viva, mentalmente inestable, y también la quiere muerta.
—Eso sí que está jodido —murmuró el oficial con total naturalidad.
—Todo eso la destrozará, y potencialmente provocará un tremendo retroceso en su tratamiento. Además, es una niña demasiado grande; ¿sabe cuáles son las posibilidades de que alguien la quiera adoptar? Especialmente con su historial.
—No muy buenas.
—Exacto. Y como cereza del pastel, aunque lográramos encontrar a una familia que la aceptara y adoptara, su habilidad es tan inestable y peligrosa que no cualquiera podría darle los cuidados que requiere. En conclusión, sí, todo esta jodido; muy, muy jodido…
Cole pareció sorprenderse al oírla a ella, tan correcta y pulcra, hablar de esa forma. Eso sólo podía ser una muestra relativa de la gran frustración que sentía en esos momentos.
Matilda hizo su cabeza hacia atrás hasta pegarla por completo a la pared detrás de ellos. Cerró los ojos, y comenzó a pasar su mano por su rostro, tallándolo como intentando aliviar algún dolor. El qué sería de Samara a futuro ya había sido tema de consideración para ella, desde aquella nada agradable conversación con la señora Morgan. Pero al parecer se había obligado a sí misma a dejar dicho tema de lado, y no prestarle hasta ese momento la importancia debida. Sólo hasta después de hablar con Evelyn, se volvió consciente de lo realmente sola que se encontraba esa pequeña.
—¿Qué voy a hacer ahora? —Murmuró despacio—. Enserio, no tengo idea. Aceptaría cualquier sugerencia…
Cole suspiró un poco, y bebió de su vaso mientras miraba por las ventanas hacia el patio. Casi no había personas afuera, sólo dos o tres pacientes caminando, cada uno escoltado y vigilado por algún enfermero o enfermera. En el centro de aquella área verde, se encontraban cuatro bancas de acero, cada una dándola la espalda a las otras formando un cuadrado, y teniendo en el centro un pequeño árbol de naranjas aún en crecimiento. Las cuatro bancas se encontraban vacías en esos momentos.
—Quizás usted podría adoptarla —sugirió de pronto, tomando totalmente desprevenida a su acompañante. Matilda abrió de nuevo los ojos, y lo volteó a ver con sorpresa.
—¿Qué?
—Sí, ¿por qué no? —murmuró el detective, encogiéndose de hombros—. Cómo Cody también lo dijo, es obvio que se ha encariñado con ella, se preocupa por ella, y usted misma pasó por algo parecido cuando era niña, ¿o no? Su madre adoptiva la recibió cuando más lo necesitaba.
La sorpresa en los ojos de Matilda se hizo aún más grande, rayando en la incomodidad. Toda su expresión le cuestionaba, sin necesidad de usar palabras: “¿cómo es que sabe de eso también?” Cole se dio cuenta de ello y le sonrió un poco nervioso.
—Lo siento, es parte de lo que investigué de usted antes de venir. Pero supongo que no era un secreto, ¿no? Todos saben que fue adoptada… aunque quizás no precisamente bajo qué circunstancias sucedió.
Matilda no podía decir ciertamente que aquello fuera un secreto, pero le sorprendía un poco que alguien que acabara de conocer supiera ese pedazo de su historia. Pero era cierto, Jennifer Honey la había recibido con los brazos abiertos en el momento justo en el que la necesitaba. A pesar de lo repentino de la petición, sin dejarle siquiera mucho tiempo para cuestionarse a sí misma si acaso era una buena idea. Si no lo hubiera hecho, si no la hubiera aceptado en aquel entonces… ¿qué habría sido de ella? De haber seguido con sus padres, y de haber huido con ellos aquella tarde, definitivamente no sería ni cerca la persona que era en esos momentos.
Sabía de antemano que todo lo que había logrado en su vida a partir de los seis años y medio, se lo debía indudablemente a Jennifer Honey, aunque no muchas veces había meditado en lo complicado que debió haber sido para ella tomar esa decisión de un momento para otro.
Pero ella no era su madre. Y su situación en aquel entonces, aunque similar en algunos aspectos, era totalmente diferente a la que vivía Samara.
—¿Yo adoptarla? —Susurró despacio, como esperando que pronunciar la idea con palabras le diera algún tipo de claridad, mas no fue así. Comenzó a negar rápidamente con su cabeza, tensándose un poco—. No, no, eso no tendría sentido. Yo no sirvo para ser madre, no estoy lista para eso.
—¿Y su madre sí lo estaba en aquel entonces? —Cuestionó Cole, casi acusativo—. Además, usted misma lo dijo, es una niña ya grande y con un Resplandor bastante difícil de controlar. No habrá forma de que encuentre otra familia que pueda cuidar de ella como es debido.
—Tal vez, pero… decir que sería poco profesional sería quedarme corta. Es absurdo.
Matilda se cruzó de brazos de forma aprensiva y se viró hacia otro lado, casi como si se sintiera ofendida…. Pero en realidad no lo estaba tanto.
—Correcto, era sólo una idea —señaló Cole, encogiéndose de hombros—. Haga de cuenta que no dije nada.
Ambos guardaron silencio, y casi al mismo tiempo cada uno dio un sorbo de su respectivo vaso de café. Matilda miró también hacia las ventas que daban al jardín, reflexionando profunda y rápidamente en las posibilidades.
—Aunque es verdad —murmuró de pronto tras varios segundos de silencio, casi tomando a Cole por sorpresa. Hablaba mirando al frente fijamente, como si en realidad no le estuviera hablando a él—. Será imposible encontrar a alguien que pueda cuidar de ella como yo. Es a lo que me dedico después de todo, y tengo a toda la Fundación para apoyarme. Y le agrado, ¿no?
Se volteó rápidamente hacia Cole en busca de reafirmación, aunque el oficial en realidad no había convivido tanto con Samara como para responder esa pregunta con absoluta confianza.
—Eso creo —fue lo único que se permitió decir, pero para Matilda fue suficiente.
Un curioso rastro de emoción, casi inocente, se vislumbró brillar en los ojos de la psiquiatra.
—Podría funcionar. Sé todo lo más reciente sobre crianza infantil, gano bastante bien, y tengo una biblioteca enorme de libros que cualquier niño disfrutaría.
—No cualquier niño —susurró Cole despacio, casi entre dientes, aunque Matilda igual no lo escuchó.
La emoción de la castaña se apaciguó un poco, y pudo pasar a revisar otros aspectos.
—Aunque casi no estoy en mi departamento en realidad. Me la pasó trabajando en mi consultorio, o viajando por asuntos de la Fundación, así que no podría cuidarla siempre. —Inclinó su cabeza hacia su lado izquierdo, en busca de que el lado lógico de su cerbero le diera alguna idea—. Supongo que podría mudarme de regreso a Arcadia con mi madre; ella y su pareja podrían echarme una mano cuando no esté. Ella siempre ha sido muy buena con los niños, y siempre ha querido que regrese allá. —De nuevo la ilusión volvió a subir, pero abruptamente bajó de nuevo como si de una montaña rusa se tratase—. Pero, ¿qué pasará si ocurre algo mientras no esté y termina lastimada?
—¿Samara o su madre? —cuestiono Cole, curioso.
—Ambas…
Matilda inclinó un poco su cuerpo al frente, y meditó con un poco más de frialdad. Las habilidades de Samara eran demasiado poderosas, y demasiado incontrolables. En esos momentos era difícil poder darle la independencia que una niña de su edad requiere y se merece. Al menos los primeros años quizás ocuparía cuidado y vigilancia constante, antes de poder poco a poco irla soltando al mundo. Eso, si acaso algún día pudieran realmente aspirar a ello… ¿Estaba ella capacitada para darle ese cuidado y atención que requería? Y si ella no lo estaba… ¿quién lo estaba realmente?
Suspiró pesadamente, y cerró sus ojos dibujando una expresión en su rostro similar a la que haría si sintiera un dolor punzante en el estómago; y en parte, así era.
—No, es demasiada responsabilidad —susurró en voz baja—. Eleven me dijo que debo dejar de tomarme personal todos estos casos o creer que es mi deber solucionarlos todos, como con…
Guardó silencio de golpe al darse cuenta de lo que estaba por decir. No había nada realmente malo en ello, pero el sentir ese pensamiento llegando a ella, y justo en ese momento… hizo más agudo su dolor punzante.
Cole la miró curioso, como si esperara que terminara su frase. Ella no lo hizo, pero Cole no lo necesitó para comprenderla.
—¿Cómo con Carrie White? —le preguntó con voz seria.
Matilda permaneció callada unos segundos, y luego asintió levemente con su cabeza.
—Cómo con Carrie White… —repitió con voz ausente, casi en automático.
Ambos se quedaron callados de nuevo; ninguno parecía querer decir algo más. Habían vuelto al inicio del problema, y eso sólo hacía sentir aún más frustrada a la Dra. Honey.
Cole la miró de reojo; se veía aún más seria y preocupada que antes, y miraba al suelo de forma distraída. De cierta forma se veía hasta algo vulnerable en esos momentos, quizás incluso asustada y confundida; como una persona real, y menos como la chica perfecta y de hielo que todos en la Fundación describían.
El oficial se terminó su café, y justo después de dar el último trago se permitió el atrevimiento de extender una mano hacia ella, y pasarla por su cabello con algo de rapidez, despeinándola un poco. Matilda se sobresaltó confundida ante ese acto casi infantil, y rápidamente agitó sus manos para alejar la de él. Cole lo hizo, y rio divertido, mientras ella lo miraba con una mirada dura y molesta. La respuesta del oficial fue sencillamente encogerse de hombros, con cierto gesto burlón. Matilda lo miró aún más molesta por un rato, y luego se giró ligeramente hacia otro lado. Sin embargo, aunque intentó disimularlo de esa forma, Cole pudo notar que estaba conteniéndose para no reír también. Eso fue más que suficiente para él.
Era algo que su madre hacía en ocasiones para animarlo si lo veía demasiado serio: hacer algo espontaneo y al azar, como despeinarlo, gritar y conducir velozmente el carrito del supermercado por el estacionamiento.
—Descuide, Doctora —murmuró el oficial, dándole una pequeña palmada en su brazo—. Veremos la mejor forma de ayudar a esta niña, se lo prometo. Yo aún no me he rendido, ¿y usted?
Matilda sonrió levemente, y entonces negó con su cabeza.
—Matilda —murmuró de pronto, tomando un poco por sorpresa al Detective. Ella lo volteó a ver de nuevo, y para su sorpresa se veía mucho más animada—. Puedes llamarme Matilda, Cole —pareció serle un poco difícil pronunciar su nombre, pero al final lo hizo—. Lamento cómo me he comportado estos días. Pero no eres tan idiota como pareces —eso último incluso lo había mencionado con tono de broma.
Cole se sintió un poco desconcertado ante ese repentino cambio, y no pudo reaccionar rápidamente. Cuando logró hacerlo, le regresó la misma sonrisa afectiva.
—Tú tampoco, Matilda —respondió irónico.
La psiquiatra se dio unas cuantas palmadas en sus mejillas con ambas manos, como si intentara despertarse a sí misma, y entonces se sentó derecha en su asiento. Se le veía, aparentemente, mucho más tranquila.
—Lamento que no hayas podido obtener lo que buscabas de Evelyn —le comentó—. Quizás cuando se calme podríamos intentar hablar de nuevo con ella.
—No, descuida —le respondió el Detective rápidamente—. Creo que ya la perturbamos lo suficiente. Además tenías razón, creo que no es consciente de lo que sabe o no sabe. No parece que podamos obtener algo útil de ella.
Matilda lo miró fijamente algo escéptica. ¿Lo estaba diciendo en broma? ¿Luego de todo lo que insistió en que fueran hasta allá especialmente a hablar con ella? Cole percibió ese sentimiento emanar de su mirada acusadora, pero su única reacción fue encogerse de hombros, quizás de nuevo un poco nervioso.
—¿Estás seguro? —le preguntó desconfiada.
—Completamente.
Matilda se encogió de hombros, algo resignada.
—Está bien. ¿Entonces cumplirás con tu palabra y ahora me apoyarás para que hagamos las cosas a mi modo?
—Un trato es un trato.
—Te lo recordaré, no lo dudes —señaló Matilda, de nuevo con un poco de humor. Comenzó entonces a revisar su bolso para sacar su teléfono y revisas la hora—. Podemos ir a comer algo antes de ponernos en camino a Salem. ¿Qué dices?
—Suena bien —le respondió con ánimo.
En ese momento, desvió su mirada de nuevo hacia la ventana. A través de ésta, volvió a mirar hacia el patio, hacia el centro de éste, y a las cuatro bancas que se encontraban alrededor de aquel naranjo joven. Hace un momento, las cuatro se encontraban vacías. Sin embargo, ahora había una persona sentada en la banca que daba hacia el edificio. Era un hombre mayor, de poco cabello castaño oscuro y rostro duro, vestido con un abrigo café largo. Se encontraba sentado con un brazo sobre el respaldo de la banca, y miraba directo a la ventana con una sonrisa modesta. Pero al parecer no sólo miraba hacia la ventana: lo estaba viendo directamente a él. El hombre asintió con su cabeza y alzó una mano a modo de saludo, demostrando que se había dado cuenta de que también lo había mirado.
Esto no confundió ni asustó a Cole, ya que de hecho lo reconoció casi de inmediato. Sabía exactamente quién era esa persona… si aún se le podía llamar como tal.
—Pero antes de irnos, ¿me das un minuto? —le comentó a Matilda, intentando sonar lo más natural posible.
—¿Para qué? —le preguntó ella un poco extrañada.
—No tardo.
Antes de que Matilda le pudiera cuestionarle más, se puso de pie, caminó hacia la puerta que daba al patio y salió por ella.
Se aproximó con paso tranquilo hacia la banca en cuestión. El hombre sentado en ella lo miraba, esperando pacientemente a que se le aproximara lo suficiente. El detective se paró justo delante él, y lo observó con la alegría con la que se vería a un viejo amigo, pero con la aprensión que se sentiría ante la inminente llegada de las malas noticias que de seguro lo acompañaban.
—Dr. Crowe —murmuró a modo de saludo.
—Detective Sear —le respondió el hombre sentado, saludándolo con un gesto de su cabeza—. Te ves ben.
—Usted también, para estar muerto —comentó con un tono burlón, que al hombre sentado pareció no provocarle molestia, sino también cierto grado de humor.
El Dr. Malcolm Crowe, psicólogo infantil, era un viejo amigo de su infancia. Lo conoció en un momento en el que se encontraba más que nunca atormentado por los fantasmas, literales, que lo perseguían. En aquel entonces fue su principal motivación para perderles el miedo y comenzar a usar sus habilidades para ayudarlo a los vivos y a los muertos. Le ayudó bastante su guía y sus consejos, a pesar de que cuando lo conoció ya era un fantasma. Aunque, como muchos que había conocido hasta ese momento, no era consciente de su estado. Desde entonces, de vez en cuando volvía a presentarse ante él, aunque nunca era sólo para saludar.
Cole se sentó en la banca a su lado, y miró pensativo hacia el edificio. No lograba ver a Matilda desde su posición, pero se preguntó si acaso ella lo podía ver a él. Y si lo hacía, ¿qué estaría pensando que hacía?
—Hace unos días vi a mi madre —susurró pensativo—. No la había visto en seis años, y se me apareció de repente para darme una advertencia. ¿Usted también vino para eso?
—¿Ocupas que lo haga? —le respondió Malcolm enigmático. Él también miraba hacia el edificio—. Es una linda chica.
Cole no tuvo que preguntarle de quién hablaba; supuso de inmediato que se refería a Matilda.
—Eso creo.
El Doctor se apoyó por completo contra la banca, y se cruzó de piernas.
—Te gusta, ¿no es cierto?
—No empiece —murmuró el detective, acompañado con una diminuta risa nerviosa—. Apenas la conozco, y ni siquiera le agradó mucho.
—Creo que eso está cambiando. Yo tampoco le agradaba mucho a Anna cuando nos conocimos. Pero cambió de opinión.
—Creo que usted le agradaría.
—Quizás.
Hubo una pequeña pausa en la que ambos guardaron silencio, sólo mirando al frente, perdidos en sus propios pensamientos.
—No has sido sincero con ella —señaló Malcolm de pronto, casi como un regaño—. Incluso hace un momento. Dijiste que no obtendrías nada de esa chica. Pero no sólo sí obtuviste algo: estás aún más seguro de tu sospecha, ¿no es así? Si no es que ya la confirmaste.
Cole no respondió nada de inmediato. En efecto, todo era tal y cómo él había dicho. Esa conversación con Evelyn le reveló mucho más de lo que Matilda pensaba. Pero no podía compartírselo, o al menos no todavía.
—Ella ya cree que estoy loco por contarle que hablo con los muertos. Si le dijera lo que pienso que está ocurriendo realmente con esa niña… —guardó silencio, como si temiera pronunciar sus ideas en voz alta—. Además de que la quiere mucho; no tomará a bien nada que le intente decir en contra de ella.
—Aun así, le prometiste que encontrarías la mejor forma de ayudarla, cuando en realidad no sientes que exista tal forma, ¿no?
—Creo que me dejé llevar por el momento —comentó Cole, apenado—. Sólo quería animarla… Pero quizás no debí hacerlo…
Cole suspiró agotado, y ciertamente preocupado. Actuaba bastante tranquilo y confiado desde que llegó a ese lado del país, pero la verdad era que se la había pasado casi aterrado conforme se metía más y más a ese caso. Y en esos momentos, Matilda no era la única sin idea de qué hacer a continuación. Quizás lo mejor sería hablar con Eleven al respecto, pero sería hasta que Matilda no estuviera cerca para escucharlo.
—Mi madre dijo que, si seguía en este caso, mi vida y la de Matilda estarían en peligro. —Se viró hacia Malcolm, en busca de un poco de clarificación—. ¿Es cierto?
—No lo sé —le respondió con voz seria—. No funciona de esa forma, tú lo sabes. Pero creo que efectivamente te hasta involucrado en algo realmente peligroso, Cole. Y no hay forma de que te convenza de retroceder, ¿cierto?
—Puede intentarlo —ironizó, provocando que el doctor sonriera divertido—. Pero creo que no. He aprendido a comprometerme con mis casos hasta el final.
—Eso te hace un gran policía. Estaré cerca, por si necesitas ayuda con algo.
—Gracias. Pero espero que no lleguemos a eso.
Cole notó en ese momento que Matilda salía, y ahora caminaba hacia ellos. Pensó que de seguro se había sentido extrañada de verlo ahí sentado, aparentemente solo. Y en efecto, cuando ya estuvo lo suficientemente cerca, pudo notar que lo miraba con cierta confusión.
—¿Qué estás haciendo aquí exactamente? —le preguntó suspicaz.
—Sólo salí a tomar un poco de aire y pensar.
Matilda lo miró fijamente, algo incrédula.
—¿Y ocupas más aire?, ¿o podemos ir a comer ya?
—¿Tú invitas?
—No presiones. Vamos.
La psiquiatra se giró sobre sus pies y se disponía a volver al interior. Cole se paró e igualmente estaba listo para seguirla.
—Cole —le llamó el Dr. Crowe desde la banca. Se detuvo entonces un segundo hacia él—. Buena suerte.
La manera en la que lo había dicho no le agradó demasiado. No sonaba muy optimista o con buenos deseos; sonaba, en efecto, más como una sombría advertencia. Cole sólo asintió con su cabeza como respuesta, y sin decir nada más se apresuró a alcanzar a su acompañante.
Cuando virara hacia la banca una última vez estando ya en la puerta, el Dr. Crowe ya no estaría ahí. Pero no sería la última vez que viera durante esa pequeña aventura en la que se había metido.
— — — —
John Scott llegó al hospital algo tarde esa mañana. No saludó a nadie, sólo se dirigió directo a su oficina con paso bastante calmado. Su gran tamaño y mirada perdida, parecían casi asemejar al paso del monstruo de Frankenstein avanzando por los corredores del hospital, o al menos más de uno de aquellos con los que se cruzó lo pensaron. Esos días se la había pasado yendo al hospital prácticamente cuando le daba la gana, y cuando lo hacía se encerraba en su oficina y casi no hablaba con nadie.
No estaba bien, y todos lo sabían excepto él… o quizás él también lo sabía de cierta forma.
Esa mañana, tras cerrar la puerta de su oficina detrás de sí, toda esa espectral calma que lo acompañaba en el pasillo se fue diluyendo poco a poco. No se sentó en su escritorio; en su lugar, caminaba de un lado a otro, rodeaba el escritorio, se paraba frente a la ventana sin mirar nada en especial, y también pasaba sus ojos por los libros del librero, sin tomar alguno pues en realidad no los necesitaba. La herida de su mano le dolía, y aun así no podía evitar el reflejo involuntario de tocarla, apretarla entre sus dedos, y picarla sobre el vendaje, hasta que se ponía poco a poco rojizo. Era como si esperara que ese dolor de alguna forma lo hiciera despertar de ese letargo en el que se había sumido. Porque en efecto, así se sentía: como si estuviera dormido, o al menos a punto de despertar pero sin conseguirlo.
Y la sed… la endemoniada sed que no se calmaba. Tomaba agua todo el día sin parar, y ésta simplemente no se iba. Y encima de todo, parecían venir acompañada de imágenes turbulentas, e incluso asquerosas, sobre los medio a los que podría recurrir para saciarla. Preocupantemente, la de él encajándole un pedazo de porcelana en el cuello a uno de sus pacientes para beber de su sangre como si de una fuente se tratase, no era la peor de todas.
Su semblante estoico poco a poco se ibas desmoronando, y los pasos que daba por el reducido espacio de la oficina se volvían más desesperados, como si fuera un león enjaulado en busca de alguna salida. Cada vez que pasaba a un lado del escritorio, lo golpeaba con su puño, el de su mano herida, cada vez con más fuerza. Hasta que uno de esos fue tan fuerte que sintió un tremendo dolor en sus dedos, que subió luego por todo su brazo. Gimió con fuerza, y se tomó el brazo adolorido. Miró su mano y se dio cuenta de que el vendaje estaba empapado, y sus nudillos se habían raspado considerablemente.
Su respiración se agitó, y todo su rostro se enrojeció. Su boca hizo una mueca grotesca de desesperación, y acompañado de un quejido doloroso, comenzó a chocar su mano repetidas veces contra el escritorio. Una y otra vez, estrelló su puño contra la superficie dura, abriéndose los nudillos y rompiendo los huesos. Cuando su mano ya no le respondía, se tomó de la muñeca con la otra, sólo para seguirla estrellando más y más. El escritorio se había abollado, y se encontraba rojo por completo por la sangre. Su mano igualmente se encontraba bañada de rojo, y sus dedos ya en esos momentos se estaban torcidos y sin forma.
Se detuvo y cayó de rodillas del suelo, y luego se desplomó del todo en éste. No había sido el insoportable dolor el que lo había hecho detenerse, sino el mero cansancio. Se quedó ahí tirado sobre su costado izquierdo, respirando como si cada inhalación lo hiciera sufrir. Estaba totalmente perdido… ya no se sentía en lo absoluto como él mismo…
Sintió entonces los pasos ligeros de alguien a su alrededor… pero, eso era imposible; la puerta ni siquiera se había abierto. Intentó mirar, pero estaba tan agotado que apenas y lograba mover los ojos. Lo único que fue capaz de ver al inicio, fue la tela blanca de un largo vestido, que se arrastraba por la alfombra de la oficina mientras avanzaba a su alrededor; lento, muy lento. Aquella figura blanca parecía casi brillar, lo que desde su perspectiva borrosa le parecía algo hermoso.
Se paró justo delante de él, y se colocó de cuclillas. Scott logró alzar apenas un poco su rostro, y entonces entre toda esa blancura que la envolvía, vio una muy larga cabellera negra como la noche, que caía como una cascada, cubriéndola por completo. Era la figura pequeña… de una niña… y entre todos esos largos cabellos negros, él sintió que lo estaba viendo.
—¿Sa… mara…? —Murmuró con debilidad, aunque quizás en realidad no había tenido la fuerza suficiente y sólo creyó haberlo dicho.
Aquel ser inclinó su rostro ligeramente hacia un lado, y sus cabellos cayeron en esa dirección. Y fue entonces como parte de su rostro quedó al descubierto, incluido su ojo derecho… su ojo completamente gris y ausente de cualquier rastro de vida, adornando un rostro horrendo, desencajado… y muerto.
Scott respiró con más agitación, e intentó gritar. Sin embargo, no tenía fuerzas ni siquiera para eso. La sed se había vuelto inmovilizadora…
FIN DEL CAPÍTULO 36
Notas del Autor:
—El personaje de Malcolm Crowe está basado en el personaje del mismo nombre de la película Sixth Sense o Sexto Sentido de 1999, respetando los acontecimientos de la película original hasta el momento final de ésta.
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❛Take me back to the night we met❜
https://youtu.be/K0rLnmVOG2U
Una noche (madrugada para ti) 10 de Julio de 2017 una chica y un chico se conocieron ya que ella publicó un tweet en busca de un mejor amigo, éste mismo se preguntaba lo mismo por una mejor amiga, y fue ahí donde todo surgió. ¿Qué pasó luego de aquellas interacciones en público? bueno pues el chico llamado Franccesco en aquél entonces decidió tomar la iniciativa de hablarle a su crush, sin saber iniciar una conversación fue directo a decirle una pregunta muy importante y poco fuera de lo común que es esta:
Conversaciones que molan, ¿cierto? es la mejor que he tenido en toda mi puta existencia.
El punto principal de esto no es nada más ni nada menos porque cumplimos un año de amistad, a pesar de todo lo que ha pasado entre nosotros desde las caídas, enojo, felicidad, celos, no lo sé, yo estoy feliz de haberte conocido, aún así seas tan difícil de olvidar. Me encuentro escribiendo en horario de madrugada, por lo tanto si hay millones de faltas de ortografía o quizá cosas sin sentido es por lo mismo, estoy agotado pero se me apetece escribirte a está hora, que es donde soy un poco más abierto a todas las circunstancias. He comentando más de un millón de veces que soy un fracaso con las cartas -o intento de- puesto que no tengo la facilidad o ganas de expresarme con alguien. . Lo gracioso aquí es que en anteriores cuentas y tiempo pasado nos encontrábamos hablando, como en la cuenta de Aleksander, Zayden, y otra en donde te edité fotos que no recuerdo, entre otras. Para mí que el destino te ha puesto en mi vida diversas veces por alguna razón, nada es por casualidad. Sin embargo, si llegara de ser "casualidad" eres la casualidad más linda que he tenido. No soy de creer en leyendas pero estoy seguro que has escuchado la del hilo rojo, y si no, te hago un resumen. Se dice que las personas que están destinadas estar juntas están conectadas a través de un hijo verde (broma, obvio rojo) que puede estirarse, enrollarse, o ser todo un desorden pero NUNCA se rompe, es decir, podrían pasar cientos de cosas y esas personas seguirían estando juntos, y tú Nyx/ Fiorella, eres mi maldito hijo rojo. No ha sido para nada fácil todo el camino que llevamos estando juntos y separados; podremos caernos, quizás puedas odiarme, alejarte de mí cómo acostumbras a hacer, sea cuál sea la circunstancia mi camino eres tú, eres con quién quiero caminar de la mano así sea en un camino lleno de serpientes, arañas, arena movediza, o con la peor mierda que estemos pisando, todo lo que resulta relevante es caminar contigo, lo que importa eres tú. Somos demasiado jóvenes para saber lo que queremos o para conocer el amor, déjame decirte que he conocido el amor por ti. Te quiero agradecir por todo asi que gracias, porque desde que apareciste mi vida entera ha cambiado. Porque desde el primer momento noté sensaciones extrañas dentro de mí, reconocí las famosas mariposas en el estómago, esas de las que habla tanto la gente. También empecé a acostumbrarme a llevar una sonrisa amplia y constante, a ver las cosas desde un prisma más optimista y creer en el futuro. Gracias porque en cuanto apareciste ante mi pude comprender el significado de las emociones intensas, me recargué con tu fuerza, me llené de ilusiones y me descubrí dentro de este mundo, que hasta entonces había sido hostil. En ese momento entendí cuál era el verdadero motor de mi vida, lo que me impulsaba a seguir adelante. Gracias, por todos esos momentos inolvidables, por los recuerdos felices y hasta por los que no son tan felices, pero igualmente verdaderos; por las confidencias, por las risas, por las caricias y por los besos; por haber despertado mi piel a las sensaciones más placenteras. Gracias también por enriquecerme tanto con tus vaivenes, por mantener mi corazón en forma y por darle un descanso a mi cerebro. Y me gustaría agradecerte, que me hayas enseñado a compartir, a dejarme llevar y mostrar lo mejor de mí. Pero sobre todo, te doy las gracias por enseñarme a ser feliz.
Mitzy, cada día que paso contigo comprendo de manera más clara que eres la persona a la que he estado esperando durante tanto tiempo, el amor de mi vida, la que me acompañará para siempre. Escribo estas palabras con el corazón en la mano, porque no quiero perder la oportunidad de decirte que todo lo que has hecho por mi es algo único: me recogiste cuando solo quedaba lo peor de mi, y abriste mi alma hasta un punto en el que fuiste capaz de hacer que estuviera listo para poder amar sin tener miedo a lo que estuviera por venir. ¿Sabes todo lo que esto significa para mi?, no puedo creer que estuvieras casi delante de mis ojos y no fuera capaz de verte, pero así es el destino, que siempre tiene guardado un movimiento especial para nosotros, y sabe que tarde o temprano seremos capaces de llegar hasta a ese lugar. Lo más importante que me gustaría compartir contigo son estas palabras que quieren transmitirte todo lo que eres para mi, con toda la importancia que tienes, por que cada palabra que me dedicas y sale de tus labios es como el mayor de los tesoros que me gustaría poder conservar para siempre. Sin más, de todo corazón: gracias por tu amor y lealtad, los mejores bienes que alguien puede regalar. Has conseguido hacerme sentir de nuevo, y me siento vivo y repleto de buenas esperanzas en lo más profundo. Espero al menos haber logrado dar a entender aunque sea por un minímo lo que eres para mí y lo que me provocas.
Quiero agregar que quiero estar a tu lado por el resto de mi vida, no quiero estar mas en lejanía tuya porque eres todo lo que siempre he querido y he necesitado. Echo de menos que me consideres tu mejor amigo, nuestras jodas y la conexión que poseemos estando juntos, para no hacerlo largo; todo lo que fuimos y puedo decir con certeza que podríamos hacer todo exactamente igual. Tengo unas cuantas cosas que decir ademas de esto, sin embargo si me lo permites día tras día puedo demostrarte todo lo que tengo para darte y decir al respeto. Te dejo un par de canciones por la fecha especial que lo amerita, tomando en cuenta que cada una me recuerda a ti. Por ultimo quiero pedirte que por favor luchemos por nosotros, por todo lo que hemos construido juntos y por todo lo que nos falta por recorrer. Nuevamente, te doy las gracias por absolutamente todo, feliz primer año de conocernos, preciosa, ojala las canciones sean de tu agrado.
❝ WHY❞
https://youtu.be/pkD7IYUG1ao
❝ REWRITE STARS ❞
https://youtu.be/edMqwrdqYdE
❝SCARY LOVE❞
https://youtu.be/vxrJNGS0qHY
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A mis padres
Nunca me gustó cómo eran conmigo, no me daban el suficiente reconocimiento que necesitaba, jamás entendí por qué se expresaban tan bien en todo lo que Luis hacía, po esta razón nunca me sentí bien conmigo misma, me enseñaron que Luis era más inteligente que yo y no que yo también podía ser así de inteligente. Tienen razón, tengo problemas mentales, nunca lo entendería porque nunca entienden lo que tenía que ver conmigo, que si actúo de una forma, que si pienso de otra, que si no soy así que si no hago esto que si por qué hago tal cosa que si leo esto que si estoy mal que madura que que cuando seas grande vas a pensar diferente que si vete ahorita que si nunca te vayas que si ama a tus hermanos que si cómo puedes pensar así después de todo lo que te he dado que no sabes lo que dices, etc., junten todo eso, más todo lo de la escuela, lo de mi misma, mi futuro, mis estúpidas teorías que no sercían de nada. Ya no podía aguantar más, ni siquiera yo entendía mi cerebro y me molestaba mucho no poder porque siempre tuve la necsidad de agradarles, este día les dije lo que tenía que decirles, mi última plática de este estilo con ustedes, no las extrañen aunque me gustaría saber quien es el siguiente que este en mi lugar. No sé por qué pensaba de la forma en que lo hacía pero lo único que pedí fue entendimiento y no me lo dieron, si ustedes no me lo daban entonces nadie más podía hacerlo, de todas formas me escucharon, supieron lo que pensaba,NO ODIO A LA HUMANIDAD, NO ESTOY DE ACUERDO CON LOS HUMANOS QUE PIENSAN EN SU PROPIO BIEN ANTES QUE EN EL DE OTROS, CON LOS HUMANOS QUE CREEN QUE PUEDEN DECIDIR QUIÉN/QUÉ VIVE O MUERE, CON LOS HUMANOS QUE CREEN SABERLO TODO, CON AQUELLOS QUE HACEN LA GUERRA SIN TRATAR DE EVITARLA, CON AQUELLOS QUE NO ESCUCHAN. Papá lo dijiste, tengo TDAHYTU (transtorno de déficit de atención) siempre lo tuve, desde que era niña, lo sabían y no hicieron nada, busquenlo en internet y se darán cuenta del por qué de muchas de las formas en las que actuaba, eso hizo que viviera tan mal conmigo misma (como pensar en que nunca iba a hacer nada). Tenía sueños, metas, muchas ganas de hacer algo trascendente y ahora no podré, nunca sabré qué se siente tener novio porque ustedes nunca quisieron, qué es vivir sola, qué es ganar algo, qué es entrar a la universidad, trabajar en lo que te guste y tratar de hacer algo histórico, qué es hacer una fiesta, ir a bailar al antro o casarme, adoptar o tener mis hijos pero estoy feliz sabiendo en que ya no se van a tener que preocupar por mi, la niña de sus malos ratos, la loca, la que siempre estaba en sus "Días", la que siempre quería salir, dinero, cosas materiales, permisos, la de los tatuajes, lesbiana, que apoyaba a los gays, atea, etc., siento que me ven de tantas maneras pero no es porque yo lo crea así, ustedes los han dicho, a mí, ¿y qué tiene de malo si fuera lesbiana? me entristece mucho pensar que si siguiera viva ustedes seguirían igual que siempre, ahora no podré saberlo y los libraré de mucho estrés. Lloré muchas noches deseando poder cambiar y al fin poder ser parte de ustedes aunque no quisiera. Me arruinaron la vida, una vida que ustedes crearon, que tuvieron la posibilidad de cambiar,era domingo 27 de agosto, pudieron decirme que todo estaba bien, que ibamos a irnos a otra casa pronto que no estuviera así y lo que recibí fueron 3 cosas:una chancla, un intento de golpe y unas palabras: a lo mejor no les pegué lo suficiente a mis hijos, una vida de una persona que a lo mejor pudo cambiar al mundo, una vida que quería precisamente eso. Tuve muchos tropiezos, me levantaba o eso traté, hasta que ya estoy en el piso, viendo hacia arriba deseando nunca haber nacido. Ojalá nunca me hubieran tenido, así no habría sufrido de esta manera y no los habría hecho sufrir de otras, espero que puedan ser felices sin mí, sigan adelante, dejenme en el pasado, donde debo estar, no me recuerden porque me entristecería saber que hasta muerta los afecto, es muy duro decir esa palabra pero a la vez reconfortante, al fin mi alma puede tener la paz y felicidad que viva no pude tener. Gracias por los buenos momentos, esos siempre los voy a llevar en mi corazón. Gracias por todo, en serio los quise mucho.
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Decidí trasmitir tu propia historia, Eren
Me encuentro tirado en este extenso mar carmesí, sin idea alguna de que me acaba de ocurrir. Siento un calor notable por mi cuerpo, y por primera vez experimento miedo de un espacio tan cerrado como ese. Por alguna razón no veo nada, asi que decido ponerme a pensar que es ese lugar y que hago encerrado aquí. ¿Habrá alguien más? De repente un flash de recuerdos viene a mis ojos, un flash que ni siquiera entiendo. Veo la muerte de muchos compañeros ante mis ojos, veo muertes de todo el mundo que amaba. … Ya he recuperado la conciencia, y antes de pensar en mi misión, no puedo evitar llorar a lagrima tendida. ¿Porque nos ha tocado este infierno? Ahí es cuando recuerdo que salve a mi mejor amigo de ser comido por aquel titan, y le jure no morir, porque aunque fuera lo último que hiciera, vería el mar con él; ese es nuestro único deseo. … Ahora bien, tengo que salir de alguna forma de este extraño lugar. Mi vista comienza a mejorarse, ahora no estaba todo rojo, ahora había más color, pero mi vista era muy borrosa. Me disponía a intentar salir, pero la visión anterior no abandonaba mi cabeza. Entonces, ahí fue cuando lo ví. … Unos años más tarde, lo deduzco por nuestro estado, veo como delante de mis ojos pierdo a ese pequeño niño ilusionado con el mar. Un titan se lo estaba comiendo, de la manera más disparatada que jamás había visto. De repente, corro de acto reflejo a salvarlo, incluso sabíendo al cien por cien, que ya no lo podría salvar. … Pero, esa voz que simpre me llama, aparece gritando mi nombre y tirandome atrás para protegerme. Nunca me gustó que me protegiera, siempre pensé que no me veía lo suficientemente fuerte para luchar, por lo que creí que no confiaba en mi. … Aún así, abro los ojos, me levanto para gritarle entre lágrimas, pero entonces, lo que nunca me esperaba que ocurriera, ocurrió. Dos titanes la atraparon, dos titanes estaban arrancandole las piernas a mi hermana y comiéndose su cabeza, dejando un enorme charco de sangre delante de mis ojos. … Me quedé bloqueado, no sabía que decir, hasta que de repente, escucho sus voces gritándome llenos de seguridad, tristeza y confianza. ¡LUCHA! Eso fue lo que repitieron esas voces hasta su último suspiro. … Decidí cumplir con su deseo de luchar, pero no recordaba que mi equipo de maniobras tridimensionales estaba estropeado, y no me quedaba gas. … Intentando conseguir algo mordiendo la enorme mano de aquel titan familiar con mi minúscula pero determinada mandíbula, alguien aparece a toda velocidad cortando la muñeca de aquel titan que me sostenía. … Pude ver esa escena otra vez, como me salvaba el hombre más fuerte de la humanidad con las alas de la libertad a su espalda. Así, al menos supe que con el no moriría. … Me tiré al suelo, sollozando, para luego empezar a gritar y llorar de dolor. Había perdido a las personas más importantes de mi vida: ¡MAMÁ! ¡ARMIN! ¡MIKASA! Gritaba entre lágrimas. Nunca en la vida había llorado tanto. … Una vez matados a esos titanes, Ackerman se acerco ha mirar si tenía alguna herida, a lo que yo, muerto psicológicamente de dolor, lo abrazo. … Lo abrazo, porque aún siendo frío, yo y el necesitábamos apoyo, aunque no conocía sus motivos, pero se podía deducir fácilmente. Lloraba desgarradamente en la chaqueta de Rivaille, para después escuchar sus palabras: … “Normalmente te empujaría, mocoso, pero incluso yo reconozco, que después de haber perdido a Farlan, Isabel, Gunter, Erd, Petra, Auruo, Erwin, Hanji… Y básicamente a casi todo el cuerpo de exploración, nada me viene mal. A estas alturas, supongo que somos los únicos que quedamos”. … Derepente, noto lágrimas en mi camisa, Rivaille estaba llorando, ya solo quedábamos nosotros dos. … Hace años prometimos luchar hasta morir, pero por alguna razón, sentíamos elevación del suelo, y no nos moviamos, aún sabiendo que íbamos a ser comidos por una bestia de 12 metros. … Lo último que vi: La cara de ese espantoso titan, y la cara de Rivaille llorando, como si se tratará de alguien con muchos sentimientos, ya que era uno de los llantos más fuertes que había visto en toda mi vida. … Las últimas palabras que dije: “Juré, como un soldado entregar mi corazón hasta el final! Pero, cuando te han arrebatado el corazón, no lo puedes entregar. Si hubiera luchado hasta el final, hubiera vengado vuestras muertes, pero, siempre he sido humano, y siempre he sido débil y siempre he sido inútil. Espero que otra vida me aguarde mejor final. Porque juro, que si ahora mismo no me estuviera asesinando esta bestia colosal, me estaría asesinando yo mismo. Esto es lo que he conseguido. … Mis últimos pensamientos: Podría convertirme en titan y salvar a Levi, pero no me queda suficiente fuerza psicológica como para hacerlo. El mismo me lo dijo, que eligiera la opción de la que no me fuese a arrepentir, pero esta vez, elegí no hacer nada, aun sabiendo que era la peor, pero no pude hacer nada mas que esperar mi muerte. Al fin y al cabo, Levi también quería morir. … Recupere la vista, había cadáveres a mi alrededor. Ese lugar era igual que el lugar en el que acabó mi misión. ¿Mi final ya estaba aquí? … Aunque, hay algo que no entiendo, yo no soy titan, Mikasa y Armin, llevaban las alas de la libertad a su espalda, y en ese momento, yo no estaba a cuerpo completo, y aun llevaba mi chaqueta de recluta. Tal vez, aquello solo era un sueño, y yo moriría aquí y ahora, pero al menos ellos seguirían con vida. … De Repente, un acto reflejo, hace que me muerda la mano mientras recuerdo esa visión de hace unos años atrás. … En ella, mi padre estaba conmovido por la muerte de mi madre, y me inyectaba un suero repitiendo una y otra vez: ¡EREN QUEDATE QUIETO! ¡ES POR TU BIEN! … Después de esa autolexion, noto como empiezo a salir del cuerpo de un titan convertido en otro titan. En ese instante mi único objetivo era luchar. … En esos momentos, mientras luchaba contra titanes como titan, me pare en seco. Hace años soñé que el titan colosal atacaba el muro maría, y así fue. Y ahora mismo, yo me puedo convertir en titan, y mis amigos y yo, nos íbamos a alistar en el cuerpo de exploración enseguida. ¿Y si esta visión de hace unos momentos, ocurriera igual que la que tuve hace ya unos cuantos años? Al fin y al cabo, en mi visión habían pasado varios años a el año actual. ¿Nuestro final estaba más cerca de lo que pensábamos? En ese momento sentí a un grupo de titanes comiéndome, ya no sabía ni como reaccionar. …. … .. . -"Decidí verlo desde tu perspectiva, Eren Jaeger; Un soldado más”.
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