#si ya se tengo que limpiar el vidrio
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🍕 Mista Guido 🍕 [01] Entrenador personal
Sinopsis: Ser jefe de la mafia, una de las más grandes de toda Italia, entregar los trabajos para la universidad, ocuparse de sus compañeros y cuidar su estado físico, fue la gota que rebalsó el vaso para Gio Gio. Ya no soporta tanta presión, pero ¿para qué está su fiel amigo si no es para subirle el ánimo?
Ship: Giorno Giovanna, Mista Guido
Fandom: Jojo's Bizarre Adventure
Recuento de palabras: 2659
Inspirado en esta obra de arte de @crimsonkingg22
Giorno: *Después de un día ocupado con el papeleo de la organización más grande de toda Italia, terminando trabajos de la universidad e incluso atendiendo a sus compañeros, hablando y dándoles consejos de entrenamiento como por ejemplo, ayudando a Narancia a terminar la secundaria, a Mista a practicar tiro y estrategias de combate más complejas, hablando con Bruno de algunas cosas e incluso recomendar a Fugo libros que leyó que le servirían, realmente terminó agotado. Sin embargo, faltaba ir a su rutina diaria de gimnasia, es ahí donde podía centrarse en todos sus objetivos a la vez —a pesar de no ser sano del todo— y exiguirse una última vez para finalizar el día y dormir tranquilo. Pero no hoy. Hoy fue diferente. No pudo concentrarse, tenía demasiado en la cabeza y eso terminó por quemándolo por dentro. Cuando entró al gimnasio y dejó la toalla con la que iba a limpiar su sudor, simplemente pateó una banca de madera que estaba ahí para que los demás puedan descansar. Se miró al espejo y no pudo evitar que un par de lágrimas resbalen por sus mejillas. Estaba muy estresado*.
Mista: *Había recibido la noticia de su stand, más en específico de N° 2 que había ido originalmente a avisarle a Giorno que la cena estaría en trece minutos, pero al verlo con esa rabieta se quedó en silencio y fue a avisar a los demás. Cuando recibe la noticia, se pone de pie de la mesa donde los demás del grupo Passione esperaba la comida, pide un momento y se dirige al gimnasio rápidamente. Se asoma por la puerta de vidrio y toca para pasar* ¿Giorno? *Se acerca a su compañero*.
Giorno: *Rápidamente se frota los ojos para ver a otro lado, pero el que sus ojos ahora estén colorados iban a delatarlo* Hola, Mista. ¿Necesitas algo? estaba por entrenar, pero dime qué sucede *No puede evitar fingir y actuar que estira para engañarlo de alguna manera*.
Mista: Veo que estás bastante ocupado, todos los días de hecho. Mafia, universidad, nosotros ¿no piensas que es mucho para una sola persona? *Dirige su mirada al banco de madera derribado* No puedes con todo y pedir tomar un descanso o concentrarte en pocas cosas no es pecado tampoco *Agarra el banco de madera para acomodarlo en su lugar* Con un poco de comunicación y ayuda de tus compañeros- *Es interrumpido*.
Giorno: Estoy bien, Mista. Gracias por la preocupación, lo aprecio mucho *Hablaba con un nudo terrible en la garganta y no era cauteloso*.
Mista: *Lo mira a los ojos por algunos segundos* Lo siento, pero con todo respeto... no te creo *Se endereza para dirigirse a la puerta de salida y cerrarla con seguro, no quería que lo interrumpieran, además de correr unas cortinas para más privacidad. Si se trataba de una conversación profunda y desahogo de alguien debía asegurarse de que no haya terceros en este tema que puedan interferir*.
Giorno: ¿Qué haces, Mista? Te dije que estoy bien, no vale la pena insistir en este tema. Tengo que entrenar y-
Mista: Y estudiar para mañana, sí, lo sé. Examen importante *Se acerca a la banca y toma asiento* No puedes esconderlo, venga... *Para mayor demostración de lealtad y respeto, se quita su famosísimo gorro dejando ver su cabello marrón chocolate desordenado* Cuéntame o vas a patear más que una banca. Mejor golpéame a mí si es necesario, soy bueno esquivando.
Giorno: *Se había quedado bastante sorprendido por el acto de Mista. Jamás de los jamases se quitaba su gorro, ni siquiera de sus compañeros pero... de él sí* Estoy cansado *Murmura bajando la cabeza y apretando sus puños. No podía evitarlo y otras lágrimas se asomaban por sus ojos*.
Mista: *Hace silencio, sabía perfectamente que el silencio podía hacer confesar a la gente sola. Si ellas hablaban por sí solas hasta podían resolver sus propios problemas, reflexionando sobre sí*.
Giorno: Sé que... elegí esto, pero... *Hace una pausa* No estoy... tan concentrado... es todo... *Decide sentarse en la banca a un lado de su amigo. Veía sus propias manos algo coloradas de tanto cerrarlas en sí*.
Mista: *Después de escucharlo, suspira* Giorno, elegiste esto, sí, pero no tiene por qué ser tan exigente, o no tienes por qué exigirte como lo haces. Tus deberes son dos cosas: *Levanta dos dedos* manejar la mafia y estudiar, *Se le forma una suave sonrisa para tranquilizarlo, pero aparte era sincera* y ser feliz, *Levanta un tercer dedo de su mano* estar tranquilo y recordar que no estás solo. Sabes bien que al papeleo podemos repartirlo entre todos y hacer un poco cada uno, así tú harás poco, tendrás más tiempo para ti y la facultad, y listo. Solo debes pedirlo, somos tus amigos y haremos lo que sea por ti. No es una tortura, ¿sabes? Venga *Le da palmadas en la espalda* No te presiones. ¡Hasta Narancia quería hacer algo hoy! Se liberó de algunos deberes y está libre, pídele que ordene papeles, eso le ayudará a practicar la organización y la lectura, incluso la compresión de los textos, ¿qué mejor que ayudar a tu amigo?
Giorno: *Se limpia la nariz con la manga de su ropa, era algo estúpido pero no se había dado cuenta* Lo siento *Saca un pañuelo y se suena la nariz*.
Mista: No te disculpes, o sí, disculpate pero contigo mismo por cómo taladras esa bendita cabeza que tienes *Le da palmadas de nuevo en su espalda* Venga, Gio, nos encanta que nos des misiones y órdenes, aunque no lo digamos abiertamente. Piensa en los demás, pero también en ti, no seas tonto *Y dicho eso, le pica la mejilla con su dedo en forma de cariño y hasta regaño* ¿Te sientes mejor?
Giorno: Mh, sí, la verdad que sí *Suspira de alivio* Creí que los estaba aplastando con los deberes *Mira a Mista finalmente a los ojos*.
Mista: ¡Claro que no! ¡Somos resistentes! Aprendimos del mejor. No agaches la cabeza que se te cae la corona, rey *Sonríe*.
Giorno: *No puede evitar esbozar una sonrisa ante su frase tan típica de google o algún meme de por ahí en las redes que desconocía*.
Mista: ¡¿Ves?! ¡Ahí está nuestro Giorno! Pero... mh... no me convences tanto... *Lo mira acercándose un poco a su rostro con una expresión pensativa* Quizás deba tomar otras medidas *Entre cierra sus ojos*.
Giorno: *Sin comprender del todo, pregunta* No entiendo ¿ qué medidas? si ya me siento mejor *Lo mira confundido y hasta algo curioso de lo que mencionaba*.
Mista: Verás, Giorno, casi casi me convences con esa sonrisa, pero... necesito más, ¿entiendes a lo que me refiero? *Se pone de pie y se inclina con los brazos cruzados para verlo mejor*.
Giorno: Mh, la verdad es que no entiendo a lo que quieres llegar *Encorva una ceja y hasta alejándose apenitas de él por la repentina proximidad entre ambos*.
Mista: Bueno, verás... *Coloca sus manos en su cintura aún con esa cara expectante* Usaré una técnica infalible que uso cuando Narancia está de mal humor o no va a dormir a sus horarios como corresponde *Levanta su dedo índice como si de una idea fantástica se tratase —y lo era de hecho—* Bien, ¡empecemos! *Y sin previo aviso ni comentarle de qué trataba su brillante idea, acerca ese mismo dedo a las costillas derechas de Giorno donde presiona un par de veces para tener la reacción que esperaba*.
Giorno: ¡G-gh! *Se hace un poco hacia atrás e incluso sus brazos de forma automática cubrían esa zona* Mista *dice en un tono un poco más severo, o al menos lo intentaba para alejarlo*.
Mista: No me vengas con ese tono *Hace una pausa para inclinarse sobre la banca y apoyar ambos de sus brazos en el respaldo y el apoyabrazos que se situaba detrás de Gio, así, acorralándolo* ¿Giorno, tienes cosquillas? Tu respuesta depende mucho de lo que vaya a suceder *Dice en un susurro juguetón, lo miraba a los ojos directo para tratar de intimidarlo y asustarlo*.
Giorno: *Sus mejillas se tornan apenitas de un rojizo y se calientan por la situación* N-no *Tartamudea, nunca antes se había puesto así de nervioso*.
Mista: Cavaste tu propia tumba, Giovanna *Y sin dar más suspenso, usa su dedo índice para ir picoteando las costillas del pobre rubio* Veamos donde eres más sensible, jefe *Dice lo último en un tono de burla*.
Giorno: *No podía contenerlo más, era una tarea muy difícil así que simplemente una sonrisa arrugada y temblorosa se forma en su bonita cara y se hecha para un costado tratando de evitar el dedo* ¡P-Pff! M-mista ¡Mista! *Lo empuja débilmente de sus hombros*.
Mista: No escucho la risa que quiero, veamos por aquí *Dice aún sonriendo y apoyando sus rodillas sobre la banca a los costados de Giorno, cada vez lo acorralaba más. Su otra mano en cambio, empezaba a explorar sobre el traje deportivo de Giorno sus costillas bajo tanto músculo, a pesar de eso, seguía siendo una zona sensible. Se atreve a subir un poco hasta clavar ambos dedos índices en sus axilas y ahí escuchó el grito al cielo que tanto buscaba*.
Giorno: ¡Jajajajajajajaja! *Grita y comienza a reír y a moverse como un pez fuera del agua, de un lado a otro. Bajó ambos brazos pensando que así evitaría esta sensación tan electrizante, pero no, fue todo lo contrario* ¡Jajajajajajajaja! ¡M-mistaaajajajaja! *Patalea tumbando al suelo la toalla que dejó hace rato*.
Mista: Oh, Giorno, dejaste que mis dedos queden atrapados, jeje. Parece que es tu lugar más sensible, de la muerte diría yo *Los movía haciendo movimientos circulares y otras formas sobre la sensible piel* Bueno, es otra manera de ejercitarse... ¡esta vez la voz! *Dice burlándose más* No creí que nuestro jefe, el más duro y fuerte de todos fuese tan delicado.
Giorno: ¡Jajajajajajajaja! *Esa frase sí le había tocado algo el orgullo, iba a contraatacar de la misma forma, pero no estaba solo, cinco pequeños stands lo acompañaban en esta travesía*.
Mista: No tan rápido, parece que te olvidaste de ellos *Sonríe pero de pura maldad* ¿Por qué no nos ayudan? *Le pregunta a Six Bullet* El pobre Giorno debe desestrezarse y yo solo no puedo, quizás podamos averiguar donde más tiene cosquillas, ya saben... para cuando quiera cobrar venganza.
Giorno: *Y mientras tanto, no dejaba de reírse y moverse como un gusanito fuera de la tierra* ¡Jajajajajajajaja! ¡M-mista! ¡Mista! ¡detenjajajajajaja! *Patalea como un niño, no podía levantar sus brazos y simplemente separar los de su compañero, sus dedos estaban inmantados a sus pobres axilas ahora. Ni siquiera podía concentrarse para llamar a Golden Experience Requiem y cobrar revancha, o peor, venganza*.
N°1: ¡Oh! ¡sí! ¡será divertido! Venga amigos, ¡andando! *Dice el pequeño stand amarillento, y sin esperar más, los seis son disparados hacia el cuerpo del rubio para ir cosquilleando por ahí, incluso un par se metieron por la abertura de corazón de su pecho y vagar debajo de su ropa, hacia sus costillas o barriga, otro punto terrible*.
Giorno: ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! *Levanta y aumenta el volumen al sentir esas cosquillas por todos lados, axilas, cuello, pecho y barriga. Había muchas cosas de las que no quería admitir, esta era una de ellas*.
N°2: ¡Mira cómo ríe, Mista! ¡está muy feliz! *Decía mientras rascaba el pobre cuello del chico y de vez en cuando pasar hasta su clavícula*.
N°3: ¡Debe ser el más cosquilloso del grupo! *Sonriente, picoteaba la barriga del joven*.
Mista: Jeje, no lo sé, no he visto a los demás reírse así (Pero no estaría mal averiguarlo uno de estos días, quizás Narancia me podría dar una mano con mucho gusto en esta misión) *Piensa en secreto* ¿Qué pasa, Gio Gio? ¿Es mucho para ti? Ahora, aparte de la mafia y la facultad, y de ser feliz, debes preocuparte por mis garras... que si te veo bajar la cabeza irán por ti en cualquier momento, y cuanto menos lo esperes *Ríe, no podía evitar sonreír con él al verlo así, todo un bichito bolita descontrolado*.
Giorno: ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA ! ¡N-No! ¡Mista! ¡D-Detente! ¡JAJAJAJA! ¡P-Por favor! *Pataleaba más fuerte, al abrir sus ojos se encuentra el rostro de Mista tan empoderado y malvado sobre él* ¡N-Noooo! ¡JAJAJAJAJAJAJAJA!
Mista: Bueno chicos, démosle un respiro, no quiero que se desmaye en un momento tan crucial, jeje *Saca sus manos de debajo de sus brazos, y eso que no usó todos sus dedos, con uno ya era suficiente para enloquecerlo* Bueno, Gio Gio, repasemos *Le sonríe animado mientras Six Bullet se separaban de su posición, pero estaban ahí y atentos a cualquier otra orden* ¿Cuál es el consejo que te dije hace rato?
Giorno: *Estaba sudando apenitas, esto lo tomó muy de sorpresa* Y-Yo... Uff... Uff... *Cerraba sus ojos, mirarlo le daba algo de vergüenza y más estando en ese estado* Q -Que... debo... ocuparme de... de mí y...
Mista: ¿Y? *Dice picando su barriga un par de veces para apresurarlo*.
Giorno: ¡Pff! *Se le escapan algunas risitas* Y-y... y ser feliz...
Mista: Perfecto *Sonríe ampliamente* Bien, suficiente por hoy *Se baja de la banca* Es hora de comer *Le estrecha su mano para ayudarlo a ponerse de pie* ¿Estas bien?
Giorno: S-Si *Se endereza y toma su mano, pero siente un tirón* ¡Gh!
Mista: ¡Perfecto! *Nuevamente Six Bullet ataca a Giorno por todas partes, eran como pequeñas pero poderosas hormigas traviesas. Cede a la tentación y presiona las costillas del pobre chico con ambas manos y sus grandes garras de ahora, un monstruo* ¡Toma eso! *Ríe con él tumbándolo al suelo poniéndole el pie por detrás. Ambos estaban sobre una colchoneta de gimnasia, así que simplemente fue caer sobre una cama plástica*.
Giorno: ¡JAJAJAJAJAJAJAJA! ¡M-MISTA! ¡MISTA! DIJISTE Q-QUE ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! *No podía ni formular una oración completa, se movía más frenéticamente y sudaba más* ¡E-ENTENDÍ! ¡ENTENDÍ! *Patalea como un niño más que nunca* ¡JAJAJAJAJA! ¡P-POR FAVOR! ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA! *Su risa era encantadora*.
Mista: Jejeje, vale vale, esta vez sí *Su stand se retira de sus puestos*.
N°6: ¡Juju! ¡Que bonita sonrisa tiene ahora, Mista!
N°3: ¡Mh! Eso pasa por hacerse la cabeza *Dice en protesta, pero se estaba divirtiendo de igual forma*.
Mista: Jeje, de hecho sí. Bueno, tanto reír me dio hambre, ¿a ti no? O quizás debamos completar tu horario de entrenamiento con más entrenamiento *Levanta sus manos y mueve sus dedos simulando garras*.
Giorno: *Al ver esto se sorprende y sonríe nervioso* ¡No no no! Está bien, tengo hambre *Se le escapan risas de entre sus dientes*.
Mista: Jeje, bien. Andando, van a preguntar por nosotros *Le ayuda a ponerse de pie* Y de ahora en adelante estate más atento, eh, ¡que en cualquier momento aparezco!, ¡Yo, Mista! *Se señala a sí mismo como si se tratase de una estrella famosa* Vamos *Destraba la puerta del gimnasio y sale de ahí con su stand aún riendo y saludando a Giorno*.
Giorno: *Suspira con pesadez, había sido una sesión agotadora. Pero ahora tenía una sonrisa y un peso enorme menos en su espalda. Se sentía mejor*.
*Después de aquel encuentro, todos cenaron como siempre, no sin antes Mista hacerle movimientos con sus manos en forma de garra o moviendo sus dedos en el aire como advertencia a Gio por si no lo veía con una sonrisa. A Gio le ponía nervioso a pesar de no expresarlo y los demás no entendían mucho del tema, así que simplemente lo ignoraron*.
*Para Gio esto no terminó. La venganza estaba más cerca de lo que Mista creía y sería terrible. La cena finalizó con el debate de contratar nuevas personas para Passione, en especial empleados de limpieza, vigilancia, entre otros. De los miles de curriculum que fueron entregados, a Gio le llamó poderosamente la atención uno en particular, de un joven con muy poca experiencia laboral registrada y que se apellida Halloween, tal cual como la festividad norteamericana. Decidió poner su papel con sus datos en la carpeta a la gente que iba a entrevistar en un mes o dos, este iba a ser un trabajo de purificación lento. Ahora, con su equipo, ya no tenía tanto trabajo qué hacer y pudo terminar de estudiar esa noche lo que le faltaba e incluso irse a dormir más temprano. Su cuerpo y cabeza se lo agradeció al otro día*.
Las ilustraciones que aparezcan son hechas por mí, son de mi propiedad. Instagram Agash_Rotddom Las ilustraciones de fondos o paisajes son propiedad de sus propios autores, los links de sus trabajos están enlazados.
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Casa Embrujada (ESP. VER.)
Missa y Philza se habían mudado a la casa de sus sueños, era una hermosa mansión gótica de la era victoriana. Era vieja, estaba llena de musgo por fuera, la puerta se estaba cayendo de sus bisagras y le faltaban un par de vidrios en las ventanas, pero era toda suya.
“¿Estás emocionado?”, le pregunto Phil a su novio, estacionando su gran torino en la entrada, “Hay que hacerle un par de reparaciones, pero es toda nuestra.”
“Es literalmente la casa de mis sueños” dijo Missa con una gran sonrisa, “realmente no puedo creer que la pudimos comprar.”
Phil se rio y le dio un rápido beso en los labios, “parece que estuviera embrujada.” Dijo riendo.
Missa le dio un golpe en el brazo, “no digas esa pendejada.” Chilló el mexicano.
Philza se sobo el brazo, “Está bien, está bien, no más bromas de casas embrujadas.” Dijo con una risa
“Vamos, entremos.”
Ambos salieron de coche, y se dirigieron a la entrada, la puerta estaba sellada con unas tablas, pero le faltaba un trozo de madera por abajo.
“Tenemos que remplazar la puerta,” dijo Philza luego de empujarla para poder abrirla.
Missa se rio, pero entro corriendo al pasillo, la casa por dentro no estaba deteriorada, de hecho el interior se conservaba casi en perfecto estado, la casa había pertenecido a una anciana que se había preocupado de que su casa no sé callera a pedazos, pero por su edad no podía hacer mucho por el exterior.
“Bueno, podría estar peor.” Dijo Missa
“Sí, tienes razón.” Dijo Phil, “podría estar embrujada” dijo haciendo sonidos de fantasmas.
“Ya no bromes con eso” volvió a chillar el mexicano, “a los muertos me los respetas.”
“Perdón, perdón,” dijo Phil dándole un sonoro beso en la mejilla, “¿Ahora qué? ¿Limpiamos o comemos primero?”
“Mhmmm, limpiemos, voy a pedir para comer, ¿China o pizza?”
“Pizza es una buena idea” dijo Phil. “Voy a empezar con la cocina, ¿tú limpias la sala y los 2 hacemos el dormitorio?”
“Me parece,” dijo Missa dándole un beso rápido a su novio y yendo a limpiar la sala de estar.
Así ambos empezaron a limpiar, Missa se había asegurado de revisar cada rincón de la vieja sala de estar incluso había encendido un sumario, para asegurarse de que no había espíritus malignos o malas energías en la casa. Lo que se veía un poco fuera de lugar era los juguetes y las ropitas que estaba secándose, además que la chimenea pareciera que hubiera sido usada recientemente.
Extraño, muy extraño.
“¿Phil?” Gritó para llamar la atención de su novio, “¿Habías visto esto cuando viniste a ver la casa?”
Philza entró a la sala de estar, llevaba ese pañuelo verde que usaba en su cabello cuando limpiaba, “Oh, sí, esas cosas estaban aquí, al parecer la señora cuidaba de los huérfanos que se caían al lago cerca de aquí.”
“Oh,” dijo Missa suspirando, “pensé que… no olvídalo.”
“¿Fantasmas?” Dijo Phil con una sonrisa malvado en su cara.
Missa frunció el ceño, “No bromes con eso.” Dijo tomando la escoba y terminando de barrer, “¿terminaste con la cocina?”
“Ya casi.”
El sonido de un silbato de un barco los sobresalto a ambos, “Creo que es la pizza.”
Ambos se rieron, Philza fue a buscar la pizza mientras él movía la mesa de centro más cerca del sofá. Missa sonrió cuando su novio entro bailando con dos cajas de pizzas y una botella de coca cola de vidrio bien fría entre las manos.
“La cena” dijo Phil, con el mismo tono que Maui lo canta en la película de Moana.
“Gracias” dijo Missa recibiendo una de las cajas.
“De nada” dijo Phil con una sonrisa, tirándose en el sillón.
Missa se sentó junto a Phil en el sofá, ambos abriendo sus cajas de pizza con entusiasmo.
"Mmm, huele delicioso," dijo Missa, tomando una rebanada. "Nada como pizza después de un día de limpieza."
Phil asintió, su boca ya llena de pizza. Tragó y dijo, "Definitivamente. Oye, ¿qué te parece si mañana empezamos a desempacar las cajas? Podríamos comenzar a darle un toque más personal a este lugar."
"Me parece perfecto," respondió Missa. "Tengo muchas ideas para decorar. ¿Recuerdas esos cuadros que compramos en el mercado de pulgas?"
"Oh, sí," dijo Phil, tomando un sorbo de coca-cola. "Van a quedar geniales en la sala."
Mientras comían y charlaban, un ruido sutil provino de la parte trasera de la casa. Sonaba como si alguien hubiera tropezado con algo.
Missa se detuvo a medio bocado. "¿Escuchaste eso?"
Phil ladeó la cabeza, escuchando. "Probablemente, sea algún animal afuera. Tal vez un mapache o algo así."
"Supongo," dijo Missa, no del todo convencido. "Mañana deberíamos revisar si hay alguna entrada que necesitemos sellar."
"Buena idea," acordó Phil. "No queremos visitantes inesperados."
Continuaron su cena, discutiendo planes para la casa y compartiendo anécdotas. De vez en cuando, Missa miraba hacia el pasillo que llevaba a la parte trasera de la casa, como si esperara ver algo. Pero todo parecía normal.
Mientras recogían las sobras de la cena, Missa seguía mirando al pasillo.
“¿Todo bien, darling?”, preguntó Phil dándole un abrazo a Missa por la espalda, “te ves, asustado.”
“Sí, todo está bien, querido” dijo Missa dándole un beso en la mejilla, “¿Vamos a la cama?”
Ambos se fueron a dormir. Al otro día ambos bajaron a desayunar pizza recalentada y una taza de café, pero su pizza ya no estaba y su sala de estar estaba hecha un desastre.
Se lo atribuyeron a los mapaches, hasta que volvió a pasar al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente.
Al quinto día, Missa y Phil se miraron con preocupación mientras observaban su sala de estar una vez más desordenada.
"Esto ya no pueden ser mapaches," dijo Missa, recogiendo un cojín del suelo. "Los mapaches no abren refrigeradores ni dejan migas de galletas por todas partes."
Phil asintió, frotándose la barbilla pensativamente. "Tienes razón. Esto es... extraño."
"¿Crees que alguien esté entrando a la casa?" Preguntó Missa, su voz teñida de preocupación.
"Es posible," respondió Phil. "Pero no veo señales de entrada forzada. Además, ¿por qué alguien entraría solo para hacer un desastre y comer nuestra comida?"
Missa se estremeció. "No lo sé, pero me está dando miedo."
Phil lo abrazó. "No te preocupes. Resolveremos esto. ¿Qué te parece si instalamos algunas cámaras de seguridad? Así sabremos qué está pasando realmente."
Así hicieron, compraron cámaras y las instalaron, resultaba que su casa no estaba embrujada o infestada con mapaches, había niños en su casa, su casa era invadida por dos pequeños en la noche.
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en mis memorias, estará tu nombre
Aún me mantengo pensando en la misma idea: si aún hubieras sostenido fuertemente mi mano, si tu corazón no hubiera dejado de latir por este hogar… Tu ida despidió a tantos seres queridos que te valoraban, dejaste a aquellos perplejos por tu decaída. En mis memorias, y las de ellos, abandonaste un espacio que nadie reemplazará.
El día de hoy se incendió la iglesia que solías frecuentar. Entonces, el recuerdo de ti me cegó. Dudaba si en realidad pude sobrevivir a "la despedida". Ver tu cuerpo helado en ese cuarto, ese pequeño camino repulsivo, marcado de escarabajos que quisieron tomar ventaja de tus esfuerzos en vida, destrozó mi alma.
Verte en ese cajón tan hermético, en una esquina del centro de la ciudad… Un par de escalones daba la bienvenida a una sala helada, todos los invitados tan apartados, los vidrios de las ventanas tan sucios por las mentiras, miradas que nadie chocó, palabras vacías, y apretones de manos con un supuesto pésame que todos falsificaron.
¿Qué significó todo esto? Hubo una causa por la que derramaron sangre y lágrimas, haberte robado toda tu gloria, quienes aparecieron al último momento. Jamás te abrazaron ni lamentaron tu muerte. Ellos fueron tan capaces de desgarrar a toda una familia. Solo tengo mis brazos cruzados, puedo observar y pensar en ti. ¿Qué hubieras hecho? Sabiamente, habrías resuelto todo en unos días.
Cometiste buenas acciones, siempre sonreíste a quienes te lastimaron. Reías frente a la gente maliciosa y solo te dedicabas a construir los edificios más altos de esta ciudad. Tuviste riqueza en tus bolsillos; no obstante, regalaste una de las cosas más preciadas: un amor sincero y protector, alegría y empatía a los más necesitados.
Alguien tan noble y bueno, cuya vida fue arrebatada por una enfermedad. Reposaste cansado en la camilla, al no tolerar más el dolor en tus huesos. En el pasado, cuando tenías juventud y tanto vigor, abrazaste a mi madre cuando todos la desampararon. Le dijiste que la ibas a cuidar, y a quién estaba en camino también. Fuiste el guía de tantas personas en esta ciudad. Eras alguien formidable y admirable.
Nadie pudo corromper esa luz interior que tuvo tu valiente mente. Confrontaste toda situación y alejaste las nubes de esta problemática. Pensaba para mí misma, en el silencio y la seguridad, bajo mis sábanas, que deseaba sentir ese cariño por unos años más, mientras mis lágrimas mojaban mis mejillas.
Vi cómo tu hijo se perdía entre su ira e impulsos. Insultó a quien le dio la vida, convirtió tu querida casa en un infierno en cinco meses. No podía hacer nada más que recordar tus palabras, tan armoniosas al verme lograr mis pequeños triunfos. Fuiste el único que le dolió tanto al verme llorar, y sentirme tan sola en esta gran casa, llena de cariño artificial.
No lamento el momento en que te fuiste; fue el destino, ya tenías que descansar. Tus manos estaban tan dañadas, y tu cuerpo, lánguido debido a tu labor. Siempre te veía reposar en ese sillón viejo de tu cuarto. Todos deseamos verte, disfrutar en la playa, o acompañarme al cine.
Aun sí hago el esfuerzo, puedo ver con claridad los días en que yo era tu pequeña niña. Me sonreías cuando te decía cosas graciosas. No pude ser más feliz. Esa casita de madera, los árboles de naranjas y mangos, ese olor tan natural, y el sentido de pertenencia en tu cariño... Lo único que podía desear era sentir ese apoyo incondicional.
Te extraño mucho, vives entre mi pasado. No tuvimos las mismas facciones ni los mismos genes. Conocidos te preguntaban a ti quién era, y sin vergüenza dijiste que yo era tu hija. Sabíamos que era una mentira, pero aun así me acogiste tan tiernamente. Creaste un hogar tan hermoso con tu mera presencia.
Enfrentar esta tormenta de recuerdos tan dolorosos es como vidrios rompiéndose nuevamente. Los retratos que colgamos de ti caen por los temblores. Solo debo limpiar las lágrimas, levantarme, y conseguir el futuro que siempre te prometí. En ocasiones veía cómo tus ojos se iluminaban al ilusionarte con mi próximo camino. Debo huir de este profundo dolor atrapado en mi pecho; de lo contrario, nunca lo conseguiré.
Mire hacia el suelo o el cielo, o en la oscuridad de tu cuarto, en el oasis al que siempre te escapabas los fines de semana. Tu diminuta radio favorita o el sonido de tu bicicleta, gastada de tantas calles recorridas… Sea donde sea en este plano físico, recordaré el sonido de tu voz, cómo te reías y amabas contar tus historias de infancia.
Te amaré hasta la muerte, espero que lo puedas saber. Te extrañaré, y espero algún día reencontrarme con tu familiar calidez. Adiós. Te deseo descansar en paz. Jamás olvidaré cómo marcaste con huellas de oro mi corta y valiosa infancia.
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Mi cuerpo empieza a temblar, mi corazón empieza a latir cada vez menos, me cuesta respirar y me despierto de repente con la sensación de que un elefante me pisa el pecho.
Comienzo a perder la esperanza y la energía en la habitación se detiene. Le grito lo más fuerte que puedo a mi esposa para que llame a la ambulancia. Finalmente llega, después de esperar 20 minutos, pero cuando mi esposa, que lloraba de preocupación, y abrió la puerta de casa, lo que yo había supuesto que sería mi muerte había desaparecido. Me tomaron la presión arterial y me examinaron los médicos. Mi frecuencia cardíaca estaba ligeramente elevada, pero todos mis signos vitales eran normales. Recuperé el conocimiento y el médico me informó que lo que inicialmente creí que era un ataque al corazón era en realidad un ataque de pánico.
A las semanas después de ese incidente fue que comencé terapia, me ayudaba un poco con los ataques que se volvieron recurrentes y podía una vez en mi vida conversar sincerarme sobre las cosas que sentía. Disfrutaba mucho ir a terapia, intentábamos encontrar una manera de solucionar los ataques, pero solo pasaría si yo me animaba a encontrar la causa de ellos y trabajarlo. Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver, y yo no quería. No quería recordar lo que paso esa tarde. Lo había censurado en mi cabeza y creía estar mejor así. Acabé hablando con mi terapeuta de esa tarde fría del 2006 donde perdí la felicidad.
Mi hijo Amadeo tenía 8 años, aún recuerdo su mirada, como la de mi mujer, te transmitía paz, sus ojos eran de un color azul más profundo que el océano y con el pelo más claro que la misma miel. Tenía una curiosidad impactante por los pájaros, siempre hablaba de ellos.
Esa vez íbamos en el auto cantando a todo volumen, no lo deje sentarse adelante, aunque siempre me suplicaba. Ese martes era de esos días únicos, pero que ya no pasaban mucho porque yo trabajaba todo el tiempo, mientras mi mujer se hacía cargo de la casa y de su cuidado. Recuerdo que iba manejando camino a nuestra casa en Caballito. El semáforo se había puesto en rojo y junto a él se nos acerco Miguel, un hombre de la calle que siempre nos pedía limpiar los vidrios del auto, tenía unos pantalones rotos y unas zapatillas que le regalamos una vez. Habíamos pegado buena onda y siempre que podía le echaba una mano. Cuando el semáforo cambio de color, arranque pero justo me llamaba mi mujer, la atendí, estaba enojada, se le notaba en su tono de voz. -¿Donde están? Me pregunta, se está enfriando la comida, hace una hora deberían estar acá. Pero no llegue a responder que un auto nos choca, pierde el control y con ello la vida de mi querido hijo.
En ese momento, me dolía mucho el corazón, pero no podía derramar una sola lágrima. Sentí que no había nada dentro de mí.
Volví a la realidad y miré a mi terapeuta, que estaba sentada en la silla frente a mí, esperando que algo salga de mi boca.
Luego de estar unos segundos en silencio, me atreví a decir:
-Todo es mi culpa, creo que me lo merezco. Este es karma que tengo que pagar, las cosas deberían ser diferentes y lo peor de todo ¡No puedo ni llorar por él! ¡Qué clase de persona soy! Durante 5 años, no grité, no pude soltar lo que pasó. Siento que si hiciera eso, si me deshiciera de la culpa y sanara, la memoria de mi hijo se iría. Aunque en el fondo sé que el dolor de perderlo se quedara conmigo de por vida.
Mi terapeuta no me dijo lo que quería escuchar, no me dijo que todo iba a estar bien. Solo dos palabras "Permítete sentir”.
Ya estoy tan frustrado, no entiende que no puedo, pero sin éxito, ella insiste: Llorar es liberador. El llanto puede curar. Llorar enseña a transformarse. Tienes que reconocer los problemas y aprender todo lo que puedas para poder lidiar con ellos, y aún más con el dolor.
A la tarde, al llegar a casa, mi mujer me estaba esperando, merendamos y nos sentamos en el jardín a leer un libro. Evitábamos hablar de Amadeo, nos costaba mucho a los dos. Al sentarme en una reposera del jardín, mi respiración empezó a acelerarse, esta vez no fue por un ataque sino por la presencia de algo. Algo único ya que no pasaba mucho en casa, era azul como el océano y con una pizca de verde, era un colibrí. Uno tan hermoso, que su mirada me recordaba la de mi hijo. Una angustia se apodero de mi, junto a ella las lagrimas caían por mi parpado y poco a poco se fueron transformado en un río. Sin duda no podía revivir a mi hijo, pero en este preciso momento sentí que era él.
Me pueden llamar loco, pero después de esa tarde Amadeo, perdón el colibrí nos ha visitado todas las tardes de esta hermosa primavera. Quiero creer que es él y que estas lágrimas son solo parte de un comienzo de una vida mejor, mi duelo y mi proceso de sanación.
Valentina g
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C A B A L L I T O
La Giordano Bruno me abrigó y refrescó. Me dió besos, abrazos, amig@s y amantes tímidos que no se animaban a hablar, pero si mirar y perseguir. El que más me entendió estaba al acecho. Por timidez. Él sabía lo que yo sentía, lo que me pasaba. Entendía todo, pero no decía nada. Balbuceaba algo de lejos y yo entendía, un día me dijo: estás cansada. Yo venía de Recoleta de depto grande como una casa. Me querían vestir de arrabalera, yo iba a barrer y regar las plantas con una de algodón blanca, vieja y suave. No gracias, yo tengo mi ropa, no me gusta el negro ni esas botas. Mucho óleo negro. Muchas copas. Una vitrina de vidrio negro. Una tarima. No gracias, yo no uso negro, para limpiar vengo sencilla, en casa yo tengo ropa. Nena vos tan joven y tan sola. Sí, pero yo me cuido mucho. A vos te falta un novio. No gracias, yo soy abstemia. Ay nena pero tenés que salir un poco. Si salgo, voy a caminar a Rivadavia con Nalah que a ella le gusta el sendero de las magnolias. Pero de día, pero de día. Cuadros al óleo de novias de vestidos tristes. Pinceladas energéticas cargadas de rencor. Todos los cuadros apilados, escondiendo el horror. Su carita un ángel. Los ojos celestes más bonitos que ví. Tomamos café, hice la excepción. Me sentí tan judía como ella. Nos contamos los secretos. La extraño. Pero me fui.
Él me vió después de las combinaciones de los subtes, de Recoleta a Caballito es un lío. Me compré unas medialunas y me senté en la Giordano Bruno, sin Nalah. Mamá había muerto. Hice lo que pude. Quedé ahí en la plaza comiendo para hacer algo. Él me miraba de lejos: estás cansada. Yo lo escuché, pero qué le iba a decir. Siempre lloro con desconocidos, es bochornoso.
Salí a conocer Plaza Irlanda. Madre mía qué desconsuelo. La Giornadito sería lo mejor de todo Capital. Único pasillo de luz. De sanos perritos y suelo. Plaza Irlanda cuánto dolor. Almas perdidas sin ton ni son. En San Telmo me salvó el museo. La biblioteca, los libros. La expo de danza. Los mercados un horror. La densidad allí se corta con tijera. Y de otros lugares que ni escribir puedo. Cuánta agonía. La Biblioteca Nacional es un incordio. Hay un zumbido constante que me rompe el tímpano. Allí nadie siente nada. Están todos anestesiados.
Me acordé de todo y me volví a hundir: esto también va a pasar. No tengo nadie con quién hablar. No importa, no lo necesitas. Estás conmigo. Soy tuya. Estás bien. Agradezco que a la noche duermo. En un mes tengo que volver a Santa Fe. Como no me alcanza voy a ver si encuentro algo antes de que pase el camión de la basura. Me encontré unos yogures vencidos. No pasa nada, los congelo y no miro la fecha. Estoy sana. Esto ya va a pasar.
Mi amiga me cuenta que comió en un restaurante algo que no quería. Me dijo el precio. Me convidó media mandarina. No dije nada. Me fui a casa llorando. Esto ya va a pasar.
En una semana tengo que ir a Santa Fe a firmar papeles. No me queda más nada, voy a salir a dar vuelta. Me encontré una bolsa de uvas. Estoy salvada. Esto ya va a pasar.
Me hice un amigo, parecía que nos entendíamos. Un día me abrazó raro. Bajó la mano hasta la cintura. Nadie entiende nada, soy vulnerable pero no necesitada. Caminé hasta casa electrocutada. Soy débil, no puedo estar acá. Esto ya va a pasar.
Y todo esto, para decir que nada de todo eso fue importante y conmovedor. Qué más era posible? Esto no sé si va a pasar.
Las mujeres de la Giordano lo dieron todo por verme resucitar. A ellas les debo también mi sanidad. Una guarda parques puede convertirse en tu estrella guía. Qué bien que es uruguaya, ella entendía cómo hablo y no me trataba de ignorante. Éramos iguales. Tomamos mate juntas. Como era antes.
Volvería, ahora el callo se hizo más resistente. Era una dandelion. Ahora soy un cardon.
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Capítulo X: La propuesta de Harkon
El castillo del Clan Volkihar dominaba casi toda la extensión de la isla rocosa sobre la que estaba construido. La primera vez que lo vio aparecer entre la bruma del Mar de los Fantasmas, Seth tuvo la impresión de que los hombres que lo habitaban, por llamarlos de algún modo, lo debían de haber tallado en la misma piedra que formaba el islote. Pero de aquello ya hacía unos cuantos años y él ya no era un crío; ahora comprendía mejor la historia de aquel lugar y de su líder, el antiguo tirano Harkon Volkihar.
En su interior, la luz titilante de las velas de un enorme candelabro de hierro iluminaba el salón principal, conectado por una cadena gruesa a la clave de la cúpula de crucería que daba estructura a la sala. Desde el parapeto de la entrada, Seth observó con la mandíbula apretada cómo los esclavos del clan, silenciosos y eficientes, limpiaban las largas mesas de madera de la sangre derramada durante la cena. Sobre su cabeza, la luz de Masser y Secunda se filtraba por el vidrio rojo de un enorme rosetón, tiñendo de este color el ambiente y dándole, si era posible, un aspecto aún más macabro.
Querría haberse marchado ya de aquel sitio, pero se sentía tan ultrajado que la ira lo mantenía inmóvil.
La conversación con su padre no había ido bien. Nunca lo hacía, desde hacía un tiempo. Y sin embargo, todavía albergaba la esperanza de algún reconocimiento en cada visita. Pero no fue el caso; ni siquiera lo había felicitado por su cumpleaños. Tenía la frustrante sensación de que, desde que él y su madre se habían separado, sus esfuerzos nunca eran suficientes. Él siempre encontraba los pequeños errores que opacaban cada uno de sus logros.
Aún así, Seth sabía que aquello no le habría afectado tanto si su padre no hubiera sacado a su hermano mayor a colación.
“A tu edad, Parker ya sabía controlar sus sentimientos. Hasta él sabe cómo lidiar con ellos sin desatender a su deber”, había dicho. Seth seguía sin tener claro qué le ofendía más: que lo hubiera comparado con él cuando, según las propias palabras de su padre, su hermano era su mayor decepción; o que hubiera usado el presente en vez del pasado, dejando que supiera que estaba al tanto de lo que hacía Parker en la actualidad.
Claro, lo que hace él sí que lo sabe. Pero yo tengo que venir hasta aquí para rendirle cuentas.
Las pisadas de alguien subiendo las escaleras a su izquierda lo sacaron de su rumiación. Harkon se detuvo a su lado y ambos permanecieron en silencio contemplando el salón bajo sus pies. Seth tomó aire y apretó los labios con un mohín de desagrado; el empeño de los esclavos por limpiar la sangre y retirar los cuerpos eran en vano, el hedor a muerte no abandonaba nunca aquel sitio.
Su acompañante suspiró con dramatismo y Seth lo miró de reojo. Esa noche Harkon llevaba uno de sus mejores trajes, negro y rojo borgoña, y su melena cana estaba pulcramente peinada hacia atrás. A diferencia de su padre, él sí aparentaba alegrarse por verlo. Seth volvió a desviar la mirada hacia el frente, repentinamente agotado.
Es como si jugaran al poli bueno y al poli malo, dijo la voz de su conciencia. Seth fingió no haberla oído.
—Pareces cansado —saludó el vampiro.
—Al menos no parezco muerto —replicó él.
Harkon rio ante su intento de ofensa.
—¿Quieres contarme qué te inquieta, chico?
No quería hacerlo, pero le pudo la necesidad de desahogarse con alguien.
—Mi padre sigue vigilando a Parker —dijo con amargura.
—Es su hijo, al fin y al cabo.
—No me digas que lo hace porque en el fondo le quiere —pidió. Era consciente de que estaba sonando como un crío, pero si había alguien allí con quien podía serlo, ese era Harkon.
—Claro que le quiere, pero tener vigilado. Parker no es como tú.
Seth se alejó del parapeto y pegó la espalda contra la jamba del arco que conectaba el salón con el recibidor. Entonces se cruzó de brazos y resopló mosqueado.
—Ya. Eso dijo él.
—Tu padre sabe que no te necesita vigilar, porque harás lo que debes. Con Parker, sin embargo, uno nunca sabe lo que puede esperar.
Contra todo pronóstico, eso lo animó un poco.
—Puede que tengas razón —reconoció.
—¿Y eso es todo? —El tono incrédulo de Harkon logró que se avergonzara—. ¿Una mención a tu hermano? Creía que ya lo habrías superado.
Seth desvió la mirada, planteándose si responder o no. Pensó en Alicent, en sus facciones dulces, en su bondad ingenua y en su inocencia. También en lo bien que le hacía sentir la reverencia con la que lo trataba sin tan siquiera entender bien quién era él. No, ella nunca se atrevería a tratarlo con el desdén con el que lo hacía su padre, ni con la burla condescendiente con la que lo hacía Harkon.
—Digamos que sacrifiqué algo por la misión y él no le dio ningún valor —confesó al fin.
—¿Era algo importante?
Seth se encogió de hombros.
—Aunque solo era un juego, era uno que me gustaba. Padre siempre ha dicho que debo mantenerme centrado en mi propósito. Y aún así —se quejó, su voz teñida de amargura—, hoy solo parecía interesado en saber más de ella.
—Ah, ya veo. —Harkon soltó una risa nasal—. El primer deseo siempre es el más intenso. Deja que te dé un consejo, chico. Disfruta los placeres de la vida o terminarás amargado.
—Para ti es fácil decirlo. —Protestó, lleno de frustración—. Tú no estás destinado a ser el adalid de un daedra.
Había escuchado aquello incontables veces desde la infancia: su destino era convertirse en el adalid de Molag Bal. Pero lo que antaño fuera un orgullo, se había ido convirtiendo en una responsabilidad asfixiante.
—A veces me pregunto si entiendes realmente ese destino del que hablas —comentó en un susurro, como si estuviera pensando en voz alta.
—Pues claro que lo entiendo —se defendió, clavando una mirada de reto en los ojos del vampiro—. Cuando me convierta en su adalid, haré cumplir su palabra en el mundo. Y seré poderoso, más que nadie. —Harkon alzó ambas cejas haciendo que tuviera que retractarse—. Más que la mayoría. Y entonces todos tendrán que respetarme —aseguró, volviendo la vista hacia los allí presentes tras escuchar varios rugidos.
Contempló en silencio cómo algunos de los miembros del clan alimentaban a sus perros nix, unas bestias sombrías y musculosas de dientes largos y afilados. Uno de los vampiros arrojó al centro del salón el muslo de alguna de las víctimas que habían servido durante la cena, y dos de los canes se enzarzaron en una lucha por la pieza de carne.
—Te equivocas en el orden, me temo —siguió. Seth lo miró de nuevo. Harkon le había dado la espalda para contemplar la escena, pero podía imaginar con claridad una sonrisa burlona mal contenida en su rostro—. ¿Quién te va a respetar mientras te sigas comportando como un crío? ¿Cómo vas a imponer la voluntad de nadie si no sabes ni imponer la tuya propia? —Seth apretó los puños con rabia—. Piénsalo así: Molag Bal representa la voluntad del más fuerte sobre el débil. Tu sangre es fuerte, así que en cierto modo el poder ya lo tienes. Te falta el respeto, solo cuando lo consigas estarás preparado para afrontar tu destino.
Seth se separó de la pared y acortó la distancia, para encararlo.
—¿Qué acabas de decir, viejo?
Harkon sonrió de nuevo, sin dejarse intimidar. Sus ojos tenían un tono azul gélido tras haberse alimentado y lo miraron llenos de desafío.
—Que mientras sigas caminando sin salirte de la senda trazada por tu padre, seguirás siendo un crío indigno de ningún título, por supuesto.
Seth chocó los dientes y lo miró con odio, sabiendo que tenía razón. Frustrado, resopló y apoyó ambas manos contra la fría piedra del parapeto, arqueándose y dejando caer la cabeza, dando vueltas a sus palabras.
—¿Y qué sugieres? ¿Que desobedezca?
Harkon se encogió de hombros.
—Para variar. Dices que tu padre se interesó por la chica, ¿no? ¿Te parece el tipo de persona que te preguntaría por una chica sin un motivo oculto?
—Pero eso no tiene ningún sentido. Solo me distraerá de mi deber. Tengo que…
—”Tengo qué”. “Debo”. Escúchate, chico —interrumpió el anciano—. Usas el lenguaje de los siervos. ¿Qué es lo que tú quieres?
Quiero volver a casa. A Markarth.
—La quiero para mí —dijo en su lugar.
Harkon se mostró complacido por la respuesta.
—Pues tómala y busca la forma de volverla útil.
Seth se quedó en silencio, sin saber qué decir. Por más vueltas que le daba, no veía cómo podría servir Alicent a su propósito. Podía ver la utilidad de disponer de una alquimista, sí, pero ella era una cría y, por lo que la conocía, estaba seguro de que no debía de saber todavía gran cosa.
—Alicent es una niña. No hay forma de que nos sirva para nada —aseguró.
Harkon negó con la cabeza, como si hubiera dicho una tontería.
—No todo tiene que servir a un plan. Con que sea útil para ti, es suficiente. Y, que quede entre nosotros, no creo que un poco de rebeldía te haga mal. Si quieres que tu padre deje de tratarte como a un crío, empieza a comportarte como un hombre.
Seth se quedó mirando a Harkon durante unos segundos antes de asentir. Tenía razón, debía empezar a imponerse si quería ser respetado. Eso lo llevó directamente a otro tema que lo llevaba molestando desde bastante tiempo antes de emprender aquel viaje.
Harkon suspiró.
—¿Y ahora a qué viene esa cara?
—Ya que hablamos de respeto, ¿un ataque de nigromantes en Morthal? ¿Esperabais que no me enterara?
Aunque Harkon era bueno ocultando sus sentimientos, sus párpados inferiores se contrajeron un instante por la sorpresa.
—¿Dónde has escuchado esa tontería?
—¿Desde cuando las tonterías toman ruinas? —replicó con cinismo, manteniendo la firmeza.
—Veo que has estado en Falconival —murmuró Harkon, volviendo la cabeza hacia el comedor—. No veo por qué un puñado de nigromantes debería preocuparte. No pretenderás que echemos a nuestras fuerzas de la zona para ti, ¿verdad?
Aquel nombre lo pilló por sorpresa y tuvo que hacer memoria para entender a qué se refería. Las ruinas del Fuerte Halcón de las Nieves eran el único testigo de lo que había sido una gran ciudad en otra era; todavía había ocasiones en las que le costaba comprender las implicaciones de la longevidad de sus aliados. Como fuera, resopló por la nariz. Sabía que Harkon mentía, y aunque sintió el deseo de zanjar toda duda de golpe, las visiones de Idgrod eran un as bajo la manga que no pretendía revelar si no era necesario.
—Sé que pretenden atacar Morthal, Harkon. Visité el fuerte para comprar un libro de hechizos y escuché sus planes —mintió—. Un ataque directo a un pueblo tan cercano a Soledad atraerá guardias a la región. Abrirán investigaciones. Lo harán peligrar todo.
—Veo que sigues empeñado en esa tontería de los vampiros cyrodíilicos. En mis tiempos se conquistaba con ejércitos, no con tretas ni con política.
Seth rodó los ojos.
—Los tiempos cambian, viejo. Por eso en Morthal se discute si la Marca pertenece a los nórdicos o a los imperiales, mientras nosotros gobernamos un castillo perdido en mitad del mar.
Harkon le dedicó una mirada hostil, que empujó a Seth a defender por enésima vez su plan.
—Si tomamos Morthal por la fuerza, en una semana habrá un ejército preparado para conquistarnos y todo habrá sido en vano. Pero si esclavizamos a los aldeanos y sometemos la voluntad de la jarl, la Marca será nuestra y nadie se enterará hasta que sea demasiado tarde y tengamos ya nuestro propio ejército. Mi plan es la mejor opción. O lo será si no lo echáis a perder.
—Eso está por ver —gruñó Harkon. Seth no supo si era porque algo de lo que había dicho le pareció buena idea, o porque ya estaba harto de aquella discusión—. Sea como sea, el ataque no tiene nada que ver con tu conquista blanda —reconoció al fin—. Es algo superior.
Seth frunció el ceño.
—¿Qué puede haber por encima de nuestro plan?
—Nuestro señor desea recuperar algo que le arrebataron. —Seth se quedó mirando hacia él, sin relajar su expresión. Harkon volvió a suspirar. Para ser un no muerto, le encantaba jugar con la respiración—. Su daga.
¿La daga?
—Tenía entendido que el arma de Molag era la maza. Y, hasta donde yo sé, está en este castillo.
De nuevo, la condescendencia brilló en los ojos de Harkon.
—Hablo, por supuesto, de la Cuchilla de Mehrunes. Cuando cayó el Amanecer Mítico, el arma fue destruida y sus piezas custodiadas por quienes se hicieron llamar sus guardianes. Hace algunos años capturaron a uno de sus descendientes, pero no encontraron el fragmento. Tras investigarlo, creemos que puede estar en Morthal.
Mehrunes Dagon era uno de los Príncipes Daedricos. El señor de la revolución, de la ambición y el cambio. Por más que lo intentó, Seth no vio la conexión. ¿Por qué hablaba Harkon de la daga de Mehrunes como si fuera de Molag? Entonces, otro recuerdo asaltó su mente, anulando cualquier reflexión previa. Pensó en Alicent, en su padre desaparecido y también en el cuento que había mencionado.
—��Y bien? —preguntó Harkon. Seth se dio cuenta de que su silencio había despertado su suspicacia.
—Nada —volvió a mentir—. Es solo que no entiendo qué tiene que ver Mehrunes Dagon con nosotros —explicó.
Aquello arrancó una risa breve y misteriosa a Harkon.
—Te queda mucho por aprender, chico. Mehrunes lo tiene todo que ver con nosotros. Mira hijo —dijo tras una breve pausa—, vamos a hacer una cosa. Si quieres evitar el ataque, encuentra antes el fragmento. Si no puedes, bueno, confío en que encontrarás un modo de sacarle partido.
Seth lo miró con determinación, decidido a encontrar ese fragmento. Debía hacerlo, así además de conseguir anotarse un punto ante su padre, quizá lograría cumplir su palabra de mantener a Alicent a salvo.
En ese momento, antes de que ninguno pudiera pronunciar ni una palabra más, el eco del chirrido de una puerta vieja resonó por la habitación. Alva salió custodiada por dos de las doncellas de Harkon. Seth la miró detenidamente; estaba temblando, e incluso desde allí arriba pudo intuir su desnudez bajo la capa fina y blanca que la cubría. Le pareció irónica la elección de color, porque Alva de pura tenía tres letras.
Como si supiera que la estaba mirando, Alva alzó la cabeza con orgullo y sus ojos cargados de odio lo atravesaron. Le devolvió la mirada con falsa indiferencia. De algún modo, sabía que si la habían reclamado era porque él había mencionado su paradero en una de las cartas que envió al castillo. Se sintió un poco culpable cuando su hermano mayor volvió a su mente. Si lo descubría, Parker no se lo perdonaría nunca.
Siempre buscando enfrentaros. Seth se obligó a ignorar, una vez más, a la voz de su conciencia.
—Parece que la ofrenda anual está lista —anunció Harkon—. Imagino que te irás ya.
Seth asintió sin desviar la mirada de Alva.
—¿Qué le ocurrirá ahora?
—Será ofrecida a nuestro señor. Si sobrevive a su compañía, gozará del honor de ser una sangre pura entre nosotros. Una Hija de Puerto Gélido. Entonces, podrá volver a Morthal.
Seth apretó los labios.
—¿Y crees que lo conseguirá? —preguntó con alerta, mirándolo de refilón.
Harkon negó lentamente.
—Es poco habitual que ocurra.
Tras pensar en ello, le dedicó una última mirada a Alva, esperando con todo su ser que aquella fuera la última vez que se vieran. Por ella, por él, y por las consecuencias de lo contrario. No tenía dudas de que, si Alva sobrevivía, iba a ser un auténtico quebradero de cabeza.
—Nos vemos en unos meses, imagino —se despidió, dándole la espalda para abandonar el salón.
—Buen viaje, chico. Y buena suerte. Espero que traigas alguna anécdota menos formal la próxima vez que nos visites.
Seth volvió la cabeza, forzando una pequeña sonrisa. Cruzó el arco que separaba el salón del recibidor y allí se puso su capa, preparado para el frío y largo viaje de vuelta a Morthal. Tenía demasiadas cosas que procesar tras aquella visita, pero una buena sensación en el cuerpo después de la última charla. La propuesta del viejo a desobedecer a su padre y empezar un nuevo capítulo con Alicent incluso consiguió despertar en él las ganas por llegar ya a aquel pueblucho que, de algún modo, se estaba convirtiendo en su nuevo hogar.
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ILM - Capítulo 231
Damia quedó aterrorizada al ver la espantosa herida de Akkard en el muslo. 'Es un espadachín, ¿y si está permanentemente discapacitado?' Damia apretó los dientes, tomó el pañuelo que Akkard le había puesto alrededor del cuello y presionó con todas sus fuerzas su muslo. “Aunque te duela, ten paciencia”. Cuando el pañuelo tocó la herida traspasada por la espada, Akkard se puso rígido de dolor. Su musculoso cuerpo se empapó instantáneamente en un sudor frío. Apretó y apretó los dientes con tanta fuerza que los músculos de su mandíbula se pusieron blancos, pero susurró suavemente: “Damia, Cesare…….” Había olvidado por un momento la existencia de Cesare y se giró sorprendida. Un miedo helado le recorrió la espalda, temiendo que pudiera atacarlos de nuevo con su daga. Pero, contrariamente a sus expectativas, Cesare no estaba allí. Mientras entrecerraba los ojos, preguntándose si él ya se había escapado, apenas lo vio a través de un hueco en el humo. Estaba tambaleándose, tapándose la nariz y la boca con las mangas. La botella de vidrio fue arrojada a través del vitral roto para que sus enemigos invariablemente estuvieran allí. Entonces, en cambio, Cesare parecía estar tratando de escapar a la salida más alejada de aquí. '¿Qué tengo que hacer?' Si dejaba escapar a Cesare ahora, nunca sabría cuándo volvería a causar problemas. Era como una serpiente que se escondía en una madriguera oscura y sólo asomaba la cabeza, realmente difícil de atrapar. Damia miró a Cesare que se acercaba a la salida mientras sopesaba sus opciones. Con decisión, miró hacia otro lado. No importaba lo urgente que fuera atraparlo, no podía dejar a Akkard con una herida tan grave. En cambio, Damia cerró los ojos y continuó presionando su herida con todo el esfuerzo que pudo. En unos segundos, el gas somnífero se hizo más espeso. Decidió confiar en Heinrich y desmayarse. Damia se preparó para el mareo que se avecinaba, pero, extrañamente, no sintió que sus manos y pies se debilitaran ni que su visión girara como antes. "Algo está mal." Cuando Damia pensó eso, escuchó una conversación entre el príncipe Heinrich y el alquimista. "Mira, ¿qué dije?" "De hecho, se escapó por sus propios pies". Entonces, una fuerte ráfaga entró en la sala de oración. La brisa limpió el humo que llenaba el santuario. En cambio, lo que ocupó su visión fue la sorprendente visión de un Cesare atado con un hombre triunfante de aspecto rudo a su lado... ... No, era Kurdo. Detrás de él, por supuesto, estaba el príncipe Heinrich, vestido como si acabara de salir a dar un paseo. Observó la sala de oración y se encogió de hombros. “Parece que te divertiste mientras estuve fuera. Será problemático limpiar lo que ensucies”. Pero Heinrich no tendría que ocuparse físicamente de limpiar el desorden. Incluso sin que él mencionara una palabra, sus capaces subordinados ya habían comenzado a trabajar. Damia, al ver las cajas de medicinas y pociones con algunas de ellas, exclamó apresuradamente: “¡Aquí, un hombre fue apuñalado! ¡¡Por favor ayuda!!" Al escuchar su grito urgente, Heinrich miró y descubrió al herido Akkard, para su sorpresa. “Oh Diosa mía, ¿cómo llegaste a ese punto? ¡Kurdo! Ve a echar un vistazo”. "Sí." Kurdo se acercó corriendo con un estoico sentido del deber e inclinó ligeramente la cabeza hacia Damia. "Por favor, hazte a un lado por un momento". Siguiendo sus instrucciones, se levantó el cuello de su abrigo y reveló varios viales y polvos que colgaban de su bolsillo interior. Después de sacar el polvo blanco, extendió una generosa cantidad sobre su guante y extendió su mano hacia Akkard. Debe haber sido un agente hemostático. Pero antes de que pudiera alcanzarlo, Akkard lo agarró de la muñeca. Y me hizo una petición inesperada: "Trata a Damia primero, Kurdo". "¿Eh?" Kurdo arqueó las cejas y preguntó como si hubiera escuchado algo sin sentido. Entonces el sangriento y pálido Akkard señaló a Damia con la barbilla. "Cuello, el cuello de Damia..." Kurdo escudriñó a Damia, preguntándose por qué se preocupaba, y sólo entonces encontró una mancha de sangre seca en su cuello. Era una marca bastante grande, pero cualquiera podía ver que el sangrado ya había cesado. Pero Akkard, que sufrió heridas más graves, pidió que se le diera prioridad a Damia sobre él mismo. Kurdo se sorprendió un poco por este hecho. '¡Increíble! ¡¡Hasta ahora pensaba que era egoísta, vanidoso, descuidado, que… …!!' En cierto sentido, fue una evaluación precisa. Pero Damia fue la única mujer que hizo de él un mejor ser humano que un colaborador egoísta y miserable. Así que no es de extrañar que Akkard le diera prioridad a ella. Sin embargo, pasó por alto un asunto esencial: la opinión de Damia. "… … ¿Estás loco?" Damia, momentáneamente sorprendida y sin palabras, se indignó y estalló con un tono duro y atroz: “¿Estás sangrando así pero quieres que me traten primero? ¿Cómo puedes decir eso?" ¿También te lastimaste en la cabeza? Damia estaba furiosa por su absurdo. ¿Estaba tratando de impresionarla, o era la vacía caballerosidad de un caballero? De todos modos, había sentido común. Rara vez enojada, ahora explotó con ferocidad. En cambio, Akkard retrocedió silenciosamente. Estaba genuinamente más perturbado por la mancha de sangre en el cuello de Damia que por sus heridas, pero ahora parecía que sería mejor seguir y obedecer dócilmente sus deseos. Atrás Novelas Menú Siguiente Read the full article
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Las dos testigos p1
No sé si hayan escuchado hablar de los Testigos de Jehová, bueno es una religión, no sé si mundial, pero en mi país, México, abundan…
El siguiente relato es acerca de dos mujeres Testigos de Jehová, tan empeñadas en convertirme a su religión, que me dieron bastante placer…
Todo comenzó una mañana de domingo, en mi casa, mi madre había salido con Martin su novio y Luciana, había ido a su casa…
Asi que me encontraba solo en casa, mirando televisión. De pronto el timbre de la puerta sonó… y los perros a ladrar, Salí, hice callar a los perros, mire por el ojillo de la puerta y vi a dos mujeres con grandes sombreros y lentes de sol… normalmente cuando estas personas llaman a la puerta no abro o les digo que estoy ocupado, pero esta vez mi amigo el cabezón dijo –son dos viejas weyyy…- así que, levante la vos y dije
- Quién?...
- Buenos días, nos permitiría un momento…-exclamaron-
Abrí la puerta, y salude a las dos mujeres…
- Buenos días, díganme en que les puedo servir…?-pregunte-
Mientras las observaba detenidamente, la que estaba parada a mi derecha, vestía una gran falda de mezclilla sandalias y una blusa color blanco, un gran sombrero y lentes de sol, la segunda vestía, blue jeans, sandalias y camisa roja sin mangas, otro gran sombrero y lentes de sol… ellas comenzaron a hablar y yo ni atención les ponía, las miraba tratando de descubrir cómo serían sus ojos detrás de eso enormes lentes de sol, les calculaba unos 40 o 45 años, eran pasadas la 10:00 a.m. así que el sol comenzaba a caer sin piedad… mirándolas de nuevo, note que ninguna de las dos estaban nada mal, la primera tenía unos buenos pechos y nalgas prominentes que se marcaban por lo ajustado de su falda de mezclilla, cabello color castaño claro y tez blanca, la otra por su parte, tetas medianas, cintura definida, y un culo mediano que se notaba debajo de eso jeans y un cabello brillante color castaño muy muy obscuro y tez morena… ellas continuaban hablando y hablando yo no perdía momento para verles el culo o las tetas, hasta que no aguante más el calor, producido por un sol abrazador y le pregunte
- Quisieran entrar, para hablar más cómodamente?
- Sii… claro, muchas gracias…-contestaron-
La hice pasar a la casa y al entrar, y pasar delante mío, note que la diferencia de culos era notable la primera tenía un gran y formado culo algo caído y la otra, un apretado y mediano culito…se detuvieron en la puerta de la entrada y voltearon a mirarme, Maya mi perra, salió al paso de las invitadas y las hico detenerse.
Al mirarme, me descubrieron mirándoles el tr4sero… yo puse cara de póker, y camine en dirección a ellas ordene a Maya, que se hiciera a un lado y les dije pasen por favor. Gustan un vaso con agua?-pregunte- sí, muchas gracias, hace bastante calor –dijeron las dos- mi amigo el cabezón le ordeno a mi cerebro que comenzaran las fantasías, y pensé –y pronto sentirás más calor, mamacita- en ese momento contaba con 18 años y como todo a esa edad es hacerte demasiadas puñetas mentales… entre a la cocina y serví tres vaso de agua, volví a la sala y trayendo los vasos en las manos les dije
- Pero por favor, tomen asiento…
- Hay, gracias, en donde?-pregunto de cabello claro-
- En donde usted este mas cómoda -respondí con tono cachondo-
La mujer mayor noto el tono de mi voz y sonrió, se sentaron en la sala y yo puse los vasos con agua frente a ellas, hasta ese momento se despojaron de las gafas de sol y los grandes sombreros y pude ver sus ojos, la rubia los tenia, cafés claro, pero la morena tenía unos profundos ojos color aceituna. Ellas acomodaron sus bolsos, debajo de sus piernas y al mirar las piernas de la rubia note que su falda larga había subido al sentarse dejándome ver sus enormes y pálidas pantorrillas, la morena adopto una postura más relajada y se sentó de lado sobre el reposabrazos del sofá.
Comenzó la plática, y de inmediato me dispararon con todo…
- Sabía que el fin de los tiempos esta cerca?-pregunto la mayor-
- Aja.-conteste-
- Y que nuestro señor Jehová, quiere que usted esté preparado?-pregunto la más joven-
- Aja.-dije-
- Por eso queremos darle la oportunidad, de salvar su alma y llenar su vida de bendiciones…-exclamo la mayor-
- Ok. –respondí-
- Y que hay que hacer?-pregunte-
Ellas comenzaron a soltar toda una letanía, a lo que yo me limitaba a asentir y negar con la cabeza… de pronto la rubia interrumpió y dijo
- Disculpe, me permitiría usar su baño?
- Claro, venga por aquí-respondí-
Me lévate, y la acompañe al cuarto de baño que está en la planta baja, al caminar junto a ella miraba de reojo sus buenas tetas algo flácidas y caídas pero bastante grandes, no como las de Inés, pero si grandes. La deje frente a la puerta y tomando mi antebrazo dijo
- Gracias es usted muy amable..
Entro al baño y volví a sentarme con la morena en la sala, ella me miro y dijo
- Y como a estado?-con voz, de total tranquilidad, diferente a la que usaba cuando la rubia estaba presente-
- Aaa, pues bien muy bien.-dije-
- Cuál es tu nombre?-pregunto-
- Aaa, Fabio…-dije …-
- Aaa y estudias me imagino? Que estudias?-pregunto-
- Si. Estoy por entrar al tecnológico, a sistemas…-respondí-
Y así note que estaba más relajada, jugaba con su cabello, bebía su vaso con agua, entablamos una conversación calmada y bastante relajada y de pronto solté el anzuelo…
- Una pregunta en su religión, tienen buen sexo?-pregunte-
Se enrojeció de inmediato su cara se puso como tomate, al escuchar la pregunta. Me miro y sus ojos color aceituna se pusieron más grandes, dio un trago grande al agua y dijo
- Mmm, pues no sé. –tartamudeando-
Note que se había puesto cachonda con la pregunta. Asi que seguí adelante.
- La señora es tu compañera de religión o que onda?- pregunte-
- Si es mi hermana en Jehová y mi vecina…-respondió-
- Es usted casada me imagino?-pregunte-
- Si, así es…-respondió-
- porque lo preguntas?-pregunto-
- supuse que al ser casada, tendría usted un buen sex*.-dije-
- porque no vienes para acá, para platicar mejor…-dijo palmeando el cojín del sillón-
Note que la rubia ya había tardado un tiempo en el baño, y que veía que saldría pronto así que salte a su lado..
- cuántos años tienes?-dijo ella-
- 18.-conteste-
- Mmm 18 eee, nosotras unos pocos mas. Quieres saber nuestras edades?-respondió-
- Mmm si usted quiere?-conteste-
- Mi nombre es Martha y tengo 41 años y mi hermana es Beatriz y tiene 43 años-contesto-
Entrados en la plática, ella estiro el brazo para tomar su vaso, y lo derramo sobre la mesa de centro.
- Ahí, perdón, perdón..-dijo ella-
- No, se preocupe, -dije, levantándome-
Me dirigí a la cocina y tome un trapo, regrese y me lo quito y comenzó a secar la mesa, ella se empino y su cul° tomo forma de corazón… oooo por diosssss, en es momento mi amigo el cabezón se levantó de su letargo y se pudo a 100,000 por minutó. Ella seguía secando y yo me excitaba más al ver como menaba ese pedazo de trasero en forma de corazón, de pronto miro hacia donde yo estaba y sus ojos pudieron ver mi pen3 totalmente duro… debajo de mi pants, pasando su lengua por sus labios… dijo
- Aaaayyy…!!! Creo que tu tambien tuviste un accidente…
- Mmm.. jejeje. Creo que si…-respondí-
- Jajajaja, que tremendo accidente… me dejas verlo…?-exclamo y pregunto ella-
- Quiere verlo?-pregunte algo sorprendido-
- Si, o que te da pena?-respondió-
La excitación en el aire era grande así que me dispuse a bajar mi pants, cuando de pronto la puerta de baño se abrió y se escucharon pasos, ella se sentó rápido en el sillón y cruzó las piernas… la rubia llego hasta donde estábamos y pregunto
- Que paso que se cayo?
- Tire el vaso hermanita…- respondió Martha -
- Hay, mi amor, a ver…-dijo Beatriz la rubia-
Tomo el trapo y lo fue a exprimir a la cocina diciendo
- Déjeme arreglar esto, por favor, que pena…
- No hay problema, señora, lo limpio yo después.-conteste-
- No, no de ninguna manera, permítanos limpiar el desperfecto…-inquirió Beatriz-
Acepte ya que yo tenía flojera de limpiar y Luciana llegaba hasta la mañana siguiente. Beatriz la rubia pregunto,
- Donde tiene las cosas de la limpieza?
- En el cuarto de lavado-conteste-
- Me indica por donde- dijo Beatriz la rubia-
- Claro-dije-
Tomo a Martha la morena de la mano y las lleve al cuarto de lavado, entraron y comenzaron a sacar lo necesario para limpiar el charco de agua y los vidrios que están rotos en el suelo. Salieron y comenzaron a limpiar Beatriz, la rubia tomo una escoba y un recogedor para levantar los pedazos de vidrio del vaso, Martha, la morena, por su parte, un trapeador para limpiar el agua derramada…
Mientras ellas limpiaban, yo me deleitaba con el show, la rubia sacudía su enorme cul° al barrer y sus t3tas grandes se balanceaban de un lado a otro.. Por su parte la morena meneaba su culit° pequeño al trapear, tenía la mirada en eso enormes pechos cuando rubia miro mi rostro y se dio cuenta de la mirada de lujuria en mis ojos, sin decir nada comenzó a moverse más… dejando que sus pechos se balancearan aún más fuerte… la morena por su parte, me miraba la entre pierna, ya que no había podido ver mi pene fuera de mi pants.
Terminaron y se dirigieron a dejar las cosas, al cuarto de donde las habían tomado, tardaron un poco y al salir note que venían cuchicheando, al llegar volvieron a sentarse y comenzaron de nuevo con la lavada de coco…
Yo me había excitado demasiado con las t3tas de la rubia (Beatriz), imaginaba que mi pene estaba en medio de ellas y las sacudía de forma bestial… por lo que mi amigo cabezón, estaba completamente duro… al sentarme la rubia (Beatriz) miro mi entre pierna y sonrió con lujuria…
Siguió la letanía y las detuve de golpe
- Hace un momento le pregunté a su hermana que si en su religión, tienen buen sex°? –pregunte-
La rubia se ruborizó de inmediato y con voz tartamuda contesto
- Puuuueeeesss, nnnoooo, seeee..
- Aaaaa qquuuee leee llaaaama buuuen seeex°°° uuusted?
Sabía que había mordido el anzuelo, al igual que la morena, ya que de no ser así, se hubiera ofendido por la pregunta y habría largado de inmediato de mi casa…
Pues ya sabe, sex° v4gin4l, 4n4l, or4l, n4lg4d4s, juguetes sexu4les, m4sturb4ción, etc., comente mirándolas a las dos con lujuria… y deseo. Ellas por su parte tenían la cara llena de asombro al escuchar las palabras que salían de mi bocota…
- Buuueenoo, eel seex°°°, eeen nuuuestra reeeligion soolo se uusa cooon fiines reeeproduuctivoos- dijo la rubia tartamudeando-
- Si, el sex° que da placer es pecado-afirmo la morena, y note como su voz había cambiado-
- Pfff, entonces soy un pecador empedernido, porque me encanta el sex° y me encanta m4sturb4rme…-dije, mirándolas-
Las dos se pasaban la lengua por los labios y tragaban saliva, al unísono, la rubia tenía un rostro de deseo, se le notaba que mis palabras le habían puesto caliente. La morena no dejaba de mover las piernas y las cruzaba, de un lado a otro, mordía sus labios y no dejaba de ver mi pen3 erecto de bajo del pants.
- Desde cuando son Testigos de Jehová?-pregunte-
- Desde hace unos 6 años…-respondió la rubia-
- Yo desde hace 4 años…-dijo la morena-
- Aaa. Ok entonces antes si tenían sex° por puro placer no?-respondí de inmediato-
Note de inmediato que las dos estas más calientes que una orilla, y me miraban con deseos de arrancarse la ropa y pedirme que les diera una buena cogida.
- Puuuesss, siiiiii!!!-respondió la rubia con voz tartamuda-
- Y tú?-pregunte mirando a la morena-
- Pusss siii…-respondió de inmediato-
- Ok, entonces si han disfrutado del sex° por placer?-dije-
Mi erección estaba al máximo, debido a la excitación del momento, Asi me puse de pie y me estire mañosamente. Para dejarles ver mejor mí pen3 duro y palpitante…
Martha no aguanto más y exclamo…
- A diosss, que cosota…
- hermana, que cosas dices…-respondió la rubia-
- hay hermanita, es que vea eso…-dijo Martha-
Beatriz movió sus ojos a mi pen3 y exclamo
- Ayyyy dioss, tienes razón, que cosota…
Como ya he dicho nunca he tenido un pitote o un pene enorme, lo catalogo como normal, 17 cms y algo gordo… al escuchar sus palabras puse de frente a ellas y dije
- Me hacen un huequito?
Sin más que decir, las dos se movieron y dejaron que me sentara en medio de ellas, las mire y dije
- Ustedes creen que si tuviéramos sex°, en este momento estarían pecando?
- Si claro…-las dos-
- y les gustaría pecar?-pregunte-
Sin más preámbulo, Beatriz (la rubia), se abalanzo sobre mí besándome frenéticamente, sus enormes t3tas se posaron en mi pecho y escuchamos a Mayara (la morena) decir
- Hermanaaa!!!!.... que haces…
Beatriz, dejo mi boca y miro a Martha, diciendo
- Nooo grites…!!! Hace tanto que no me dan en mi casa, hermanita y traigo unas ganas…
Martha, se sonrojo y dijo
- Peeerooo, Hermanitaaaa!!!! Esto está mal….
- Ahí cállate hipócrita, si tú iniciaste todo con tu comentario…
Yo miraba a aquellas mujeres discutir, como en un partido de tenis, de pronto las interrumpí
- Ok, ok, damas, será mejor que esto acabe aquí… ya que no quiero provocar un problema entre ustedes…- dije con voz autoritaria-
En ese momento, temí que tomaran sus bolsos y sus cosas y se marcharan dejándome con la calentura del momento. Para mi sorpresa, ninguna de las dos se levantó del sofá, así que dije
- Que estarían dispuestas a hacer para que yo me convirtiera a su religión?
Las dos se miraron, como buscando señal de aprobación y después de unos segundos de tensión dijo Martha.
- Todo o no hermana?
- Asi es hermanita-respondió Beatriz con voz seductora-
- Muy bien, pues entonces comencemos…-dije-
Me puse de pie y mientras me movía al sillón, recordé aquella tarde de sex° sucio con Luciana… me dije porque no… intentarlo ellas… así que lo hice, como todo un actor porn°, dije con voz autoritaria
- Se desnudaría para mi señora Beatriz(la rubia)?
- Nooo…!! Claro que no..-dijo con voz molesta, pero sin levantarse del sofá-
- Y usted señora Martha(la morena)?-pregunte mirándola-
- Yo si-dijo sin pensar-
Se puso de pie y comenzó a desabotonar su camisa… Uno por uno los botones fueron quedando libres y mostrando su brasier, color blanco, unas medianas y firmes t3tas se ocultaban debajo, su amiga no podía contener el asombro al ver a su compañera echa una put4… siguió con el botón de su blue jeans, y bajo el cierre, lo tomo por los lados y lo bajo hasta las rodillas, dejando ver un calzón de algodón blanco y mucho vello púbico debajo, se sentó en el sofá y saco se sandalias y termino de sacar su pantalón…
- Ya- dijo Martha (la morena)-
- Nooo, no eso no es estar desnuda-conteste-
- Todo?-pregunto-
- Sí, todo-respondí-
Tomo su brasier, por detrás y lo desabrocho, saco los tirantes por sus brazos y dejo sus blancos pechos sin sujeción, sus pezones eran más obscuro que el resto de sus tetas y algo grandes.. Tomo sus bragas, y las deslizo hacia abajo sacando una pierna primero y la otra después…su monte venus era muy velludo y sus labios v4gin4les gruesos y obscurecidos….
- Ya-dijo, sin mayor intento por cubrirse-
- Que me dice usted señora Beatriz(la rubia)?-pregunte-
- Vamos hermanita, todo sea por salvar el alma de este joven…-dijo Martha-
- Hay hermanita, tiene razón….-exclamo Beatriz-
Beatriz se puso de pie y desabrocho su falda, bajo el cierre de un costado y la deslizo hacia abajo, sacando sus piernas sin sentarse, su calzón era color negro de encaje, más bien parecía una tangas de encaje, sus piernas eran blancas y llenas de carne, saco su blusa por encima de la cabeza y mire su brasier, era del mismo material que su tanga, negro de encaje, pero la diferencia era lo que había dentro, un par de normes t3tas se ocultaban dentro... Lo tomo por detrás y lo desabrocho sacando los tirantes dejo caer aquellos melonsotes los cuales eran muy blancos y con areolas grandes y pezones muy obscuros casi café, enormes… tomo su tanga y la bajo de un jalón y hubo una gran diferencia ella lucia depilada solo con una delgada línea de vello púbico del color de su cabello, labios aún más gruesos que Martha, y un clítoris como dedo meñique que decía hola, unos labios vaginales algo obscurecidos
- ya, listo-dijo Beatriz-
- ahora dense vuelta e inclínense al frente-respondí-
Las dos dieron vuelta y mi ojos se cayeron de mi cara, aquel cuarteto de nalgas de diferentes tamaños y esas dos v4gin4s obscuras y a la ves rodadas, me hacían querer meterles la v3rg4 en ese instante, me levante del sillón y me puse de tras de Beatriz, tome sus enormes y flácidas n4lg4s, y al tomarlas
- aaaaaauu..!!!-gimió con deseo-
Las abrí y mire que dentro había un an° negro como como la noche… solté a Beatriz y fui hacer lo mismo con Martha, al tomarla por las n4lg4s, soltó un
- aaaayyyy…!!!
Las abrí y vi que la diferencia era notable, ella tenía un an°, más pequeño y menos negro y se veía apretado…
Antes que pudiera llegar a darles unas buenas m4m4d4s de c°la, el timbre sonó otra vez,
- no se muevan…-dije-
Salí a ver quién demonios era el que me interrumpía en mi encuentro s3xual. Y dije
- Quién?
- Buenos días, vimos que nuestras esposas, entraron aquí…-dijeron dos hombres-
- Si permítanme- respondí-
Sin perder tiempo me volví a meter a casa y vi como las dos se habían vestido y acomodaban sus ropas de prisa… se arreglaron una a la otra y salieron de prisa… Maldición…!!!!! Eso se había terminado y yo más duro que una burro… Beatriz, al salir por la puerta, exclamo, con voz alta.
- Veremos si podemos regresar por la tarde, para concluir nuestra charla y lograr salvar su alma joven….
Se dirigió a la puerta de zaguán y abrió, ahí pude ver a un hombre muy bajito, gordo y calvo, y otro moreno y bastante pasado de tamales…quienes dijeron,
- Buen día joven, que le a parecido la charla…?
- Muy buena, muy buena…-conste con cara de emoción-
- Muy bien, gloria a dios, esta mujeres harán lo posible por regresar más tarde…-dijo uno de los esposos-
- Aaa, pues si, muy bien, pero que le parece mi mejor me llaman antes, porque no sé si voy a salir –conteste y les apunte mi teléfono en un papel-
- Aaa muy bien pues entonces que le llamen antes-dijo el otro marido-
- Para lograr que alcance la gloria de nuestro señor…!!!-el otro marido de nuevo-
- Amennnnn!!!! –dijeron todos-
Sonreí, Mire a las dos mujeres, y cerré la puerta… en todo ese tiempo yo trataba de no mostrar mi bulto en los pants, entre a casa y me tumbe en el sofá…
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— Perdido —
Parte 1
Recuerdos de mi vida pasada son añorados por mí cada día que me siento junto a esta ventana, el exterior es un hermoso retrato de lo que alguna vez tuve.
Cuando vago por este lugar en un intento de olvidarlo todo siempre termino perdiéndome en los recuerdos que parecen ser bruma en mi memoria.
Son destellos de lo que se sintió alguna vez vivir.
Parece un sueño por que probablemente nunca fue real; llevo tanto tiempo siendo un esclavo que ya ni siquiera estoy seguro de si lo que alguna vez fui llegó a ser real o una simple ilusión que surgió de mi agónico encierro.
— Dorien, baja en este momento.— El grito de una voz grave y madura me saco de mis pensamientos.
De un salto me apresuro a bajar, no puedo dejar que pase mucho tiempo esperando, se molesta de ser así y cuando eso pasa da miedo.
— Qué se le ofrece. —digo con la mirada clavada en el piso de madera una vez llegó.
— Cuantas veces tengo que decirte que cuando te dirijas a mí me mires a la cara — su huesuda mano tomo mi barbilla y me guío a su cara con un brusco movimiento.— no me hagas perder mi paciencia niño, es cuestión de educación no me digas que no has aprendido nada con todo el tiempo que llevas pudriéndote en este agujero.
— No señor me disculpó, soy muy tonto como para recordarlo le aseguro que no volverá a repetirse.
— Claro que no tendrá que volver a repetirse me imagino que debes recordar perfectamente lo que pasa de no ser así. — su sucio aliento golpeo mi cara con rastros de polvo, sus palabras me hacen tragar saliva mientras mis uñas lastiman las palmas de mis manos por los fuertes puños a mis costados llenos de impotencia. Una asquerosa y volátil sonrisa se forma en su arrugado rostro formando una expresión carente de humildad. —Me gusta cuando se quedan callados, significa que el miedo les arranca las palabras.
— ¿Le puedo servir en algo señor?
Inmediatamente corrigió su expresión a una totalmente sería y soltó mi barbilla bruscamente mientras se erguía y se giraba en dirección a su escritorio dándome la espalda, sus manos estaban entrelazadas tras ella y cada dedo llevaba un anillo distinto. —Quiero que limpies mi zona de trabajo, hoy tengo una reunión así que deja intactos los objetos de erradicación. Únicamente limpiarlas el consultorio, retiraras las cajas con desperdicios médicos y lavaras los instrumentos de disección. Eso es todo, puedes retirarte.
— Enseguida señor.
Me dirijo a la salida con la ira a flor de piel. Una vez fuera voy directamente al cuarto que me ordeno limpiar, nunca me a gustado estar aquí solo, las paredes son grises y sucias, no hay mucha iluminación y está lleno de cajas, algunas con medicamentos caducos y otras más con las cosas que él utiliza para las “erradicaciones”. Se siente un ambiente muy desagradable. La poca luz que entra por las ventanas cercanas al techo me ayuda a guiarme en cada cuarto, es increíble la cantidad de velas rojas gastadas que hay, recordar su uso me repugna.
Sonidos en una de las ventanas empolvadas hace que gire mi mirada hacia arriba, veo movimiento y quedó sorprendido.
—¿Hay alguien ahí afuera? — mis ojos esperanzados se clavan en los vidrios sucios rogando una respuesta.— ¿Me escuchan? ¡Por favor que alguien conteste!
—Qué lugar tan espantoso —la voz de un chico apenas es audible y en ese momento remueve el polvo y pega su mirada azul en la ventana— No hay nadie solo escombros, juro que escuche algo.
Cierto… lo había olvidado, lentamente mi mirada bajo a mis pálidas manos sin vida y de inmediato pequeñas gotas comenzaron a decorarlas.
Porque…—solté al aire— ¡Porque! — grite en un intento de liberar la frustración que se acumulaba en mi interior, la fuerza que me permitía estar de pie abandono mis piernas y caí de rodillas mientras cubría mi rostro con las palmas de mis manos, sollozos resonaban en cada habitación y rebotaban en cada grieta que permeaba en las paredes del lugar.
Dimensiones.
Estoy en una dimensión diferente a la de los vivos. Ellos pueden escucharme pero no verme estando fuera del recinto, a diferencia de mi que si puedo verlos y oírlos estando dentro. Nunca he podido salir, la única manera de hacerlo es que una persona abra desde fuera pero he perdido la esperanza de que alguien abra una de las pequeñas puertas y me muestre al paradisíaco mundo de libertad que solo puedo admirar tras un frío y pequeño vidrio.
Un ligero rayo de luz se cuela por la ventana, levantó la vista y me permito admirar, mi mano comienza a curiosear con el.
Recuerdo que cuando cerré mis ojos eternamente había varios como esté guiando mi mirada a un hermoso manantial de luz; en ese momento la tranquilidad dominaba mi cuerpo débil, no tenía miedo ya que la sensación era como si estuviese a punto de dormir la diferencia era que mi respiración me olvidaba tras cada bocanada que daba.
Mi pálida mano se levantó con pesadez para tocar alguna de las luces pero lentamente todo comenzó a distorsionarse y sin llegar a sentir su calidez me sumergí en un mar de incertidumbre totalmente extraño y sin rayos de luz.
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Fictober Day 28
Prompt number: "do I have to do everything here?"
Fandom: Boku no Hero Academia AU
Rating: Mature
Warning/Tags: Physical abuse, psychological abuse of a minor, paraphilia (?)
Count word: 1382
El Trato Que Merece Un Humano
—“¿Tengo que hacer todo aquí?” —dijo Todoroki molesto, recogiendo ropa y juguetes del piso. Llegó a la sala y miró molesto a su marido, Bakugo, jugando con su hijo. —¿Me escuchaste?
—Sí, pero te ignoré, estás hablando de nuevo de que haces todo en esta casa.
—¿Y es mentira?
—Si te molesta limpiar un poco, contrata a alguien, incluso podrías pagarle para que cuide a Yuki —levantó al niño con los pies.
—Sí, eso será lo mejor.
***
Bakugo volvió de la oficina, entrando a la casa ordenada. Escuchó reír a Yuki y vio una sombra entrar a la cocina, de donde venía la risa. Parecía que Todoroki estaba de mejor humor. Entró entonces y lo abrazó, dándose cuenta de inmediato que no era su marido, ni siquiera era tan alto como su marido. Lo soltó y miró al chico sonrojado de cabello verde, que le devolvió la mirada.
—Papi —gritó Yuki corriendo a los brazos de Bakugo. Todoroki entró también a la cocina.
—Bienvenido, Bakugo —lo besó.
—¿Cuándo tuvimos otro hijo? —preguntó Bakugo mirando al chico tímido.
—Es Izuku, lo contraté esta mañana, lo encontré en el mercado.
—No es un perro, Todoroki, es un chico.
—La gente dijo que tiene casi dos años viviendo en la calle, además…
—Siento que no deberíamos hablar esto frente a él, es incómodo.
—Oh, no hay problema, él está sordo —dijo sonriéndole a Izuku, que sonrió también. Bakugo se sintió incómodo por los modos tan insensibles de su marido.
—¿Y…sabe para qué está aquí?
—Claro, se lo expliqué, ya limpió la sala y la cocina, y Yuki está feliz con él.
—De nuevo estás describiendo a un perro.
—Los perros no limpian.
Todoroki salió y Bakugo bajó a Yuki, que siguió a Izuku mientras el chico terminaba de lavar los platos. Bakugo se sintió incómodo de nuevo. Se acercó y acarició el cabello del chico sonriéndole. El chico sonrió también.
***
Izuku era un buen chico, sonreía todo el tiempo, jugaba con Yuki, y obedecía la órdenes de Todoroki, aunque sólo lo hacía con manoteos, el chico parecía entenderlo bien.
Pero Bakugo no dejaba de sentirse incómodo con la sonrisa del dulce chico servicial que iba de un lado a otro como una ama de casa.
Cierto día mientras Bakugo estaba sentado en la sala, Todoroki llegó frente a él.
—Terminé de escribir mi libro —dijo.
—Felicidades —contestó Bakugo sin mirarlo.
—Y tenemos tiempo sin intimar, ¿no me extrañas?
—Supongo —levantó un poco la mirada y sonrió.
Todoroki se sentó a horcajadas en su regazo y comenzaron a besarse. Bakugo le sacó la camisa y luego lo lanzó al sofá. Se levantó para quitársela él mismo, cuando vio a Izuku en la cocina, de espaldas a la sala, lavando los platos.
—¿Qué pasa? —preguntó Todoroki.
—Izuku está allí.
—Ya te lo dije, es sordo.
—No lo sé… Es incómodo.
—Vamos, sólo una vez.
Bakugo dudó.
—Hagámoslo rápido.
Todoroki hizo más ruido que lo normal, gimiendo casi a gritos, sintiendo más placer que otras veces, incluso los gemidos en el clímax fueron bastante apasionados. Bakugo se corrió primero, y luego Todoroki, abrazando a su marido.
Pero, a pesar de que Bakugo insistía en que le parecía incómodo, estás sesiones se volvieron una rutina, como si el saber que el chico estaba allí excitaba a Todoroki, que se volvió más apasionado, incluso que cuando eran jóvenes.
Hasta el día que, en la habitación, Izuku entró y los encontró en pleno acto, y ahora lo miraron. Todoroki le hizo salir de un grito, y el chico corrió asustado.
Bakugo no pudo continuar, para frustración de su marido.
—Esto es incómodo —dijo Bakugo vistiéndose de nuevo.
Y entonces Todoroki comenzó a odiar al chico. Bakugo comenzó a verlo con pequeños moretones que Todoroki adjudicó a la anemia que trataban con medicamentos. Izuku no levantaba la mirada, y comenzó a evitarlos.
Bakugo comenzó a sentir pena por el chico.
—¿Qué? —exclamó Todoroki indignado— ¿Por qué quieres deshacerte de él? Me ha ayudado mucho.
—Sí, pero se ve más triste.
—¿Y qué? Lo llevaré a la calle otra vez, eso haré?
—No, —le dio un folleto— encontré este internado, es para chicos huérfanos con alguna discapacidad, es sordo, allí lo ayudarán.
Todoroki miró el folleto molesto.
—Yo lo arreglo.
Bakugo lo besó y se fue. Todoroki entró a la cocina y miró al chico, que se volvió. Estaba asustado.
—Tienes un nuevo trabajo.
El chico bajó la mirada, comenzando a llorar.
***
Bakugo llegó de noche y encontró a Todoroki dormido en el sofá. Se veía cansado, vio sus manos y le pareció extraño que las usará, no estaba acostumbrado a los trabajos fuertes, pero lo único que hizo fue besarlo.
Se encontró a Yuri en el jardín y lo llevó a la cocina para darle de cenar.
***
Aunque el chico ya no estaba con ellos Todoroki seguía siendo tan apasionado como siempre, lo único que cambio fue el lugar, ahora intimaban todo el tiempo en el sofá. Era como un fetiche nuevo que funcionaba para Todoroki, pues se volvía muy efusivo, hacía más ruido, más movimientos, y deseaba hacerlo todo el tiempo, en ese sofá.
A Bakugo le parecía extraño, pero no decía que no, él también estaba excitado.
Una noche despertó de madrugada y no encontró a su marido a su lado. Se levantó y fue a ver la habitación de su hijo, que dormía. Bajó las escaleras, cuando escuchó la voz de Todoroki. Bajó en silencio, y escuchó:
—…poco más, ¿no tienes hambre? Anda, sólo un poco más…listo; mañana tendremos una cena, así que estaremos en este sillón todo el día, ¿lo entiendes? Buen niño.
Bakugo bajó de repente y vio a Todoroki acomodando uno de los cojines del sofá.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó, sorprendiendo a Todoroki, que tembló y lo miró.
—Bakugo, querido, qué haces…?
—¿Qué haces con el sofá?
—Yo…perdí mi anillo, y creí que estaba aquí…
—¿A esta hora, mientras hablas con el sofá, con un plato de avena?
El plato estaba en la mesita junto a un par de libros. Todoroki lo miró, y luego a su esposo, que se acercó con largos pasos y quitó el cojín que estaba unido a una tabla, destapando un compartimento, donde estaba atado Izuku. Estaba amordazado, pero sus ojos estaban descubiertos, llenos de lágrimas, y tenía avena en la mejilla.
—Todoroki, qué hiciste —le gritó Bakugo—, ¡estás enfermo!
—No lo entiendes, esto me…
—¡Es un niño! ¿Qué tipo de trato inhumano es este?
—No abusé de él, no lo lastimé, le doy de comer, lo limpio, le…
—¡No es un perro, Todoroki! Es un niño, no puedes hacer esto, quizá no escucha…
—No está sordo.
—¿Pero me dijiste…?
—Es mudo, pero no entiende el idioma, es tailandés.
Bakugo estaba asqueado, mirando al chico lloroso, al hombre perverso, y comenzó a golpear a Todoroki con la tabla que aún sostenía en sus manos. Golpeó hasta que dejó de gritar y su marido dejó de moverse.
Había sangre en su alfombra blanca, en el sillón blanco, en la mesa de vidrio. En sus manos y en su ropa. Y un chico lloroso.
Qué haría. Ese chico hablaría. No, era mudo, pero…no podía dejarlo sólo así.
—Lo siento —se levantó y miró a Izuku—, pero no puedo dejarte ir así —lo sentó sin sacarlo, pero debía hacerlo—, lo siento, niño, lo siento.
Sólo necesito dejarlo caer una vez para destrozarle la cabeza al chico.
Metió ambos cuerpos al pequeño espacio del sofá, y llamó de inmediato para que se lo llevaran directo al basurero. Una empresa aceptó simplemente quemarlo a cambio de una gran cuota.
Las horas que faltaban para el amanecer, fueron de mucho trabajo de limpieza.
***
—¿Cuándo volverá papá Shoto? —dijo Yuri con tristeza.
—No lo sé, quizá papá Shoto entienda que debe volver, pero quizá no era tan bien papá como creímos.
—Pero yo lo quiero, y a Izuku.
—Izuku volvió con su familia, pero prometo que buscaré a alguien que te cuide y te agrade como Izuku, ok?
—Sí, papá.
Yuki se abrazó a su padre, que extrañaba a Todoroki sólo por los segundos antes de recordar lo perverso que era.
Ahora estaba mejor.
Lain Faustus 🍁
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Luna de Octubre
Para @tresgramosdesoma
—Ugh. — Dallas escuchó a Fahri quejarse desde la parte trasera de la furgoneta. — Este año no puede ponerse peor. Y lo digo porque esto en parte tiene que ver contigo.
Se encontraban haciendo fila para pedir comida en un Drive Through en Colombia, por supuesto que Dallas se encontraba al volante. La licántropa frunció el ceño ante el comentario de su compañero de viaje, girándose e intentando verlo sobre su hombro.
—¿De qué hablas? — Fahri le enseñó un papel gigante, con marcas donde había estado doblado anteriormente, ¿Eso era un almanaque? — Ya sé cuántos días tiene el año.
—Ah, claro, no lo puedes leer desde allí. — Fahri dejó el papel frente a él una vez más. — Octubre tiene dos lunas llenas. — Comenzó a explicar, y al notar que la fila se movía le hizo una seña a Dallas para que siguiera manejando. Dallas se adelantó lentamente con la furgoneta mientras Fahri trepaba en el asiento del copiloto.
—Bueno, dos lunas llenas en un mes suele pasar... — La licántropa seguía sin entender que quería decir. — Es una putada, pero no es la gran cosa— Fahri, no entiendo, ve al punto.
—Vale, vale. La segunda luna llena es el 31 de Octubre, una fecha de celebración pagana. Lo que quiere decir que tengo que hacer un ritual para mantener a mi parásito espiritual tranquilo y potenciar mi magia durante unas semanas o un mes si tengo suerte. — Explicó Fahri — La luna llena me mantiene optimista.
—He existido en solitario durante muchos años antes de conocerte, puedo apañármelas perfectamente.
—De eso no me cabe ninguna duda, lo sé, yo también he hecho estos rituales en solitario. Me preocupa que vinimos a cazar vampiros, tu estarás sola, y yo estaré solo haciendo un ritual de sangre.
—Ahora veo el problema. — El vehículo frente a ellos hizo su pedido, y ahora era su turno. Dallas bajó la ventanilla y le dio una rápida mirada a Fahri. — ¿Qué quieres comer?
—Un combo de cuarto de libra. — Respondió el brujo antes de dirigir su mirada fuera de la ventana.
Llovió en la mañana, así que ahora quedaban algunas gotas sobre el vidrio. Tenía un extraño presentimiento, todo se sentía extrañamente tranquilo, así que decidió hacer un rápido hechizo de Visión Verdadera mientras escuchaba a Dallas hacer el pedido a través del intercomunicador. Nada fuera de lo común, ningún glamour o encantamiento de ilusión que él pudiera ver, ni criaturas como ellos en las inmediaciones. Ni siquiera a través del espejo retrovisor.
Su compañera no lo notó hasta que comenzó a conducir una vez más y se detuvo frente a la ventanilla para recibir el pedido. Conocía ese hechizo, lo había visto antes, los ojos verdes de Fahri tomaban un extraño brillo cuando lo hacía.
—¿Está todo bien? — Aprovechó el momento para inhalar más profundamente, no podía sentir esencias de manera tan refinada como en su forma de lobo, pero podría sentir algo fuera de lo normal. Nada más allá de la comida rápida del restaurante, la polución de la cuidad, y el olor a ozono que aún permanecía de la lluvia. — No siento nada.
—Yo tampoco. Déjalo, quizá estoy imaginando cosas. — Dijo Fahri al momento que uno de los trabajadores le extendía a Dallas una bolsa de papel.
—Su pedido.
Dallas tomó la bolsa y miró el contenido. Era el pedido del brujo así que se lo pasó, y luego le dio las bebidas. Cuando recibió la siguiente bolsa, notó que Fahri había clavado los ojos en el trabajador de una manera que la sobresaltó. El brujo negó lentamente con la cabeza y la licántropa se limitó a pagar y agradecerle por la comida.
Aparcó la camioneta en el estacionamiento, Fahri tomó una bandeja que solían utilizar a modo de mesa y la colocó entre ambos para poner su comida allí. La hamburguesa de Dallas no solo era más grande que la de Fahri, si no que también lo era su bebida y su porción de papas, además de que las últimas tenían queso cheddar y bacon.
—A veces he pensado en ser vegetariano... pero la comida chatarra me gusta demasiado. — Comentó Fahri antes de darle una buena mordida a su hamburguesa.
—¿No comer carne cuando viajas con una mujer lobo? —Dallas levantó una ceja dudando del comentario de su compañero.
—¡Eso me aseguraría que no te comerías mi comida! — Fahri tomó una de las papas con queso de Dallas.
—¡El único robando comida aquí eres tu!
—¡Tienes muchas más papas que yo!
—Sabes, hablando de comida, nunca te he visto tomar parte del ramadán.
—Eso es porque es una tradición musulmana, me criaron con las tradiciones hindúes. — Explicó de manera breve.
—Ah, ya veo, lo siento. — Sabía que no le ofendía, ambos solían hacer comentarios sobre el otro que no terminaban siendo del todo ciertos. Como aquella vez que Fahri le preguntó si la verbena era la “hierba de gatos” para lobos... a lo que Dallas le dijo que la verbena era venenosa para ellos. Momentos incómodos.
—No es nada. Pero volviendo al tema de antes, serán aproximadamente doce horas en los que no podré hacer ningún tipo de magia que no sean sellos. Tal vez pueda darte un sello de anclaje, que me envíe una señal si estás en peligro o si me necesitas, pero no estoy seguro de si en mi trance lo sentiré. O podría ser contraproducente si cuentan con un un hechicero entre sus filas, podrían rastrear la señal y encontrarnos a los dos vulnerables.
—Fahri... ¿No crees que te estás apresurando? Octubre ni siquiera ha empezado. Podríamos matarlos a todos antes de que acabe el mes. O matarlos a casi todos, ocultarnos, tu haces tu ritual, yo me transformo, y a la próxima noche volvemos a terminar de limpiar.
El brujo permaneció en silencio. Su compañera tenía más de un buen punto. Se había apresurado al ver que la próxima luna llena caería el 31 de Octubre.
—Ya, pero preferiría que los matáramos a todos antes de la fecha, sino los tendremos rastreándonos.
—Todo saldrá bien, ya verás. — Le aseguró Dallas — De lo contrario se nos ocurrirá algo.
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Día 23
Espejo....
Si bien tengo un mueble el cual tenía un espejo grande, el cual ya estaba algo viejo, si aunque digan que los espejos no tienen vida, efectivamente si tienen, pues se manchan, rayan etc., inclusive se puede ver opaco pero igual depende el mantenimiento, en fin eso no es el tema, pues como les contaba el espejo ya tenía tiempo & no me gustaba porque tenía miedo a que se cayera & se me ocurrió un día después de mucho pensar quitarlo pero al momento de mover el mueble & destornillar... se movió de más & se cayó para enfrente & pues sí efectivamente se rompió completooo :c dicen que si rompes un espejo tendrás mala suerte aunque no lo creo, pero igual no le juego (jajaja) esperemos que no porque con ese tamaño inmenso del espejo serían como 2 descendencia de mala suerte (jajaja) , & si fue como rompí un espejo de metro & medio, & agradezco el que ocurriera así & no de otra manera trágica pues estaba cerca de la cama & ni quiero imaginar que hubiera pasado si alguien estuviera cerca de ahí o simplemente estar en la cama....
Me tocó limpiar con cuidado porque se incrustaron vidrios pequeñitos en un cobertor, existían restos de ellos debajo de la cama, en muebles, en todo el piso del cuarto & es muyyy difícil poder recoger todos los pedazos minis , por esa misma razón me incruste uno en la planta del pie del tamaño de una migaja, aún así cuando ya había "limpiado" . & Por si se preguntaban si me regañaron pues no, únicamente me dijeron: que bueno que no pasó a mayores ahora vamos a limpiar bien & ya.
¿Ustedes han roto algo, o un espejo así como yo?
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100 cosas para hacer durante la próxima semana de cuarentena
por Julieta Squeri
Reducir la ingesta de harinas.
Tomar menos alcohol.
Comer y tomar sin culpa hasta que llegue el fin del mundo.
No escuchar sugerencias sobre qué hacer durante la cuarentena.
No aconsejar a nadie sobre cómo afrontar el aislamiento.
Escuchar a Nick Cave con auriculares hasta entrar en trance.
Evitar desintegrarme entre los almohadones del sillón.
Madrugar.
Sacarme el pijama en algún momento.
No lavarme el pelo todos los días.
Estar presentable para posibles videollamadas.
Depilarme.
Aceptarme con pelos.
Ponerme crema.
No esquivarme en el espejo.
Bajar considerablemente la cantidad de “ya voy” que le digo a mi hija por día.
Procurarme algún momento de soledad.
Hacer silencio.
Pedir silencio.
No querer renunciar al trabajo dos veces por día sin tener un plan B realizable y de este mundo.
Valorar más que soy empleada.
Limpiar los vidrios de toda la casa.
No enojarme conmigo misma si no tengo ganas de limpiar.
No pincharme si mis amigos no se entusiasman con las mismas cosas que yo.
Bailar.
Leer más poesía.
Dibujar.
Terminar algo de lo que empiezo. ¡Algo!
Hacer una lista con todos los cumpleaños que quedaron en el limbo por la cuarentena.
No olvidar reprogramar festejos y comprar o hacer regalos.
Tomar más agua.
Mirar el documental que recomendó Elina.
Hacer toda la tarea que nos mandaron del jardín y no dejarla para el último día.
Decirle a las maestras del jardín que paren de mandar tarea.
No olvidar que soy una privilegiada. Tengo amor, salud y trabajo.
Estar alerta.
No mirar con desconfianza.
No creer en cada teoría conspirativa que surge.
No desear que nos invadan los extraterrestres.
Poner el placer por encima del deber.
Ser responsable.
Buscar el equilibrio.
No dejar ni un juego sin jugar con la familia.
Si se terminan, inventar nuevos.
Probar recetas nuevas para cocinar.
Tratar de conseguir alcohol etílico para comprar.
Ver todas las películas de Studio Ghibli que subieron a Netflix.
Incluso las que ya vi.
Fantasear con vivir en esos mundos.
No desconectar por completo de la realidad.
Llamar a mis padres y atenderlos cuando llaman.
Tocar todo.
Compensar la falta de contacto en la calle, con el contacto dentro de casa.
Abrazar, besar, sostener la mirada.
Acariciar a la perra.
Pasear a la perra sin sentirme en falta.
No buscar ser productiva.
Comprobar si es cierto eso que dicen del efecto de sincronicidad que existe si se reproducen simultáneamente la película “El mago de Oz” con el disco “The dark side of the Moon” de Pink Floyd.
Jugar otra vez al tutti frutti con mis hermanos por videollamada.
Llorar cuando lo sienta necesario.
Reír sin cargo de conciencia.
Mantenerme firme en la postura de leer noticias sólo una vez al día, como máximo.
Tratar de entender por qué mi abuela paterna, fallecida hace 17 años, se me aparece tanto últimamente. En sueños, en objetos encontrados, en aromas.
No querer entender todo.
Comer en el balcón.
Agradecer todos los días haberme mudado en diciembre a un departamento tan luminoso.
Hacer yoga cuando todos duermen.
Pensar que soy una participante de “Gran hermano” y que tengo que ganar un millón de pesos por quedarme en casa.
Aprender canciones de cuna en la guitarra.
Ver algún tutorial para aprender lo básico de electricidad.
No olvidar que ahora tengo termotanque eléctrico y que hay que encenderlo para que el agua se caliente
Tratar de recordarlo antes de estar en el baño sin ropa y con la canilla abierta.
Escuchar música en idiomas de los que no entiendo ni una palabra.
Llamar y mensajear a las amigas que están maternando solas.
Escuchar con atención.
Sentirme un granito de arena.
Sentir que soy dueña de mi vida.
Sentir que nada está bien ni mal.
No querer controlar todo.
Ni siquiera el descontrol.
Automasajearme la cabeza, de principio a fin.
Acostarme con las piernas en alto por lo menos 20 minutos al día.
Terminar esta lista antes de que me llame mi jefa.
No mirar el teléfono por varias horas seguidas.
Buscar qué objetos de mi casa se parecen al coronavirus.
Confirmar si me generan tripofobia como algunas imágenes que vi por tele.
Escribir sobre eso.
Gritar porque sí cuando sienta el pecho oprimido.
Pedirles disculpas a los vecinos.
Pero no dejar de hacerlo.
Practicar con el hula hula para que no se me caiga en el primer giro
No tratar a mi hija como si fuera un bebé.
Pero no pretender que entienda todo como un adulto.
Asimilar que los adultos no entendemos nada.
No olvidar nunca la frase final del poema que dice “Miramos el mundo una sola vez, en la infancia. El resto es memoria”
No aflojar.
Respirar hondo.
Hacer silencio de nuevo.
Pedir silencio otra vez.
Shhh…
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En Línea, parte 2: Jaime
Parte 1
Daniel se paralizó por completo. Pensó en gritar pero se dio cuenta que sería un error. De todas formas no le salía la voz. Comenzó a sollozar, pensando que su vida estaba a punto de terminar.
—No te voy a hacer nada si prometes no gritar —le dijo el desconocido a su espalda. Daniel solo asintió, dejando caer las primeras lágrimas por sus mejillas.
Se escuchó una botella de vidrio quebrándose en la calle, y Daniel sintió un leve mareo al ser volteado por el desconocido, sobre el eje de su silla con ruedas. Ahora estaba de frente a la ventana, y pudo ver que las cortinas estaban cerradas y el viento no entraba. Sintió que el desconocido mantenía la presión en su cuello, pero dejó de sostener su cuerpo por unos segundos, para apagar la lámpara de escritorio y cerrar su notebook, y luego volvió a cruzar el brazo por su pecho.
Escuchó unos leves sonidos a su espalda, que supuso eran porque el desconocido se estaba acomodando bajo el escritorio, ocultándose, pero sin aflojar la fuerza con que lo sujetaba.
—Puta la hueá —dijo una voz ronca desde la calle.
—¿Lo conociai? —preguntó una segunda voz, un poco más aguda.
—Si po, era el Jaime, del Blanco.
Se escuchaban los pasos de los hombres caminando en silencio por la calle.
—Oye, ¿no estaba abierta esta ventana cuando pasamos? —preguntó el segundo hombre.
—No cacho, ¿por?
—A lo mejor se metió acá po —las voces se escuchaban más fuertes, y Daniel pudo ver claramente las siluetas de los hombres dibujadas contra las cortinas de su ventana.
En ese momento Daniel entendió que el hombre que tenía detrás suyo era Jaime, que estaba arrancando de las personas en la calle, y de repente comenzó a sentir miedo de los hombres que se acercaban a su ventana, mismo miedo que sentía el intruso a su espalda, ya que notó como temblaba.
—No creo —respondió finalmente el hombre de voz ronca—. Vamos. Tengo que hablar con la Katia.
Daniel escuchó los pasos de los hombres alejarse por la calle, y luego, el hombre a su espalda lo soltó, y aprovechó el momento para alejarse lo mas posible del sujeto.
Se sentó debajo del marco de la ventana, y entornó los ojos intentando ver en la oscuridad al intruso. No vió movimiento, y buscó con la mirada a su alrededor por si encontraba su celular. Notó que a su lado había un pantalón de jeans que no era suyo y un par de zapatillas. Tomó el pantalón y del bolsillo cayó un teléfono celular.
—Por favor no llames a nadie —dijo en voz baja Jaime. Daba la impresión que era una persona completamente distinta de quien le había hablado al oído unos minutos atrás. Su voz era mas suave, juvenil, a diferencia de la voz ronca que había impostado antes.
Daniel presionó el botón de encendido y usó el brillo de la pantalla como linterna. Iluminó hacia el escritorio y vió que la persona que había entrado a su habitación era un muchacho de quizás su misma edad, solo vestía ropa interior y una polera mal puesta, y la planta de los pies las tenía negras y con heridas. Estaba completamente sudado, y con los ojos cerrados.
—¿Estás bien? —preguntó Daniel después de un rato, intentando no provocar que el joven frente a él reaccionara de forma violenta.
El muchacho suspiró profundamente y asintió con la cabeza.
Daniel ya había recobrado la compostura, y el miedo que sintió hace un par de minutos, ahora daba paso a la curiosidad.
—¿Por qué estabas arrancando de ellos? —Daniel se acercó poco a poco.
—Porque me metí con la polola del Jimmy —respondió el desconocido. Daniel asintió, entendiendo el entuerto—. Ella me dijo que estaba soltera —aclaró—. Yo no me ando metiendo entre parejas.
—No te estoy acusando de nada —sonrió Daniel. Levantó la mano buscando sobre el escritorio el interruptor de la lámpara.
Bajo la escasa luz del aparato, puro ver mejor al muchacho que lo acompañaba. De piel clara, nariz recta y pelo rizado, el joven le devolvió una mirada marrón y se quedaron en silencio un momento.
—Gracias por no gritar —dijo, avergonzado.
—Agradécele a mis nulos reflejos de supervivencia —respondió Daniel—. Pudiste haberme matado y no habría opuesto resistencia —el desconocido sonrió—. Sigo con taquicardia —dijo tocando su pecho con su mano derecha.
Jaime estiró su mano y con sus dedos índice y medio palpó la arteria carótida, comprobando las palabras de Daniel. Lentamente acercó el pulgar al cuello de Daniel y lo deslizó por la zona que a la luz de la lámpara de escritorio, aparecía enrojecida.
—Perdón por eso —dijo mirando la zona irritada.
—¿Qué tengo? —preguntó preocupado Daniel.
—Rojo. Por la presión —explicó, levantando las llaves que tenía en la mano.
Daniel se ruborizó por haber sentido miedo, pensando que tenía un arma blanca en su cuello, cuando en realidad era solo una llave de puerta simulando un objeto cortopunzante.
—Te llamas Jaime, ¿cierto? —preguntó Daniel, esperando una presentación formal.
—Si —respondió el muchacho, con una sonrisa torpe—, pero te juro que no ando metiéndome en casas ajenas por la vida. Solo esta noche —ambos rieron, aunque en voz baja para no despertar a nadie.
—Yo soy Daniel —se presentó y se dieron la mano. Nuevamente quedaron en silencio mirándose a los ojos—. Voy a buscar algo para limpiarte las heridas —dijo después de un rato, se puso de pie y salió de la habitación.
Al rato después volvió con un botiquín con apósitos y alcohol. Jaime estaba sentado en la silla de escritorio con la pierna derecha cruzada sobre la izquierda, mirándose la planta del pie.
—No se ve tan mal —dijo sin darle importancia.
—Igual tienes que limpiarte. Se te puede infectar o algo —advirtió Daniel.
Jaime aceptó a regañadientes, y se dispuso a limpiar las heridas. Daniel se recostó en su cama, con el celular en la mano, mientras miraba disimuladamente a Jaime. Veía sus piernas desnudas y le llamaba mucho la atención el tono dorado que adquirían bajo la luz incandescente de la lámpara.
—Tu no eres de acá, ¿o si? —preguntó de repente Jaime.
—No, ¿por?, ¿Cómo sabes?
—No te había visto nunca —respondió sin levantar la mirada.
Daniel asintió indicando que entendía su punto. Al ser una comuna pequeña, era probable que una persona tuviera una buena noción de quienes vivían ahí.
—Soy de Santiago, pero vine por el verano con mi mamá. Ella es de acá, y se devolvió cuando se separó de mi viejo —explicó Daniel—. Esta es la casa de mi abuela.
—¿Y tu viejo? —Jaime parecía genuinamente interesado.
Daniel levantó los hombros y frunció los labios, como si no le interesara, y Jaime prefirió no seguir preguntando.
—¿Me vas a decir como terminaste así? —Daniel hizo un gesto con su cabeza, señalando a las piernas desnudas de Jaime.
—Ah, si —se sonrojó—. La Katia es una amiga de cuando era chico. Y bueno, hoy había un carrete en su casa, y yo fui super ilusionado porque me había dicho que estaba soltera po. Últimamente me empezó a gustar mucho ella, desde que volvimos a coincidir con nuestros grupos de amigos. Al final, en el carrete ella se me acercó y me dio un beso, y luego me llevó a su pieza, y cuando estábamos a punto de —se detuvo por un segundo, y miró a Daniel, quien de repente recordó qué estaba haciendo cuando Jaime lo interrumpió, y se puso un poco nervioso—. Bueno, justo llegó el Jimmy y entró a la pieza. Yo me levanté altiro, pesqué mis cosas, la Katia me dijo que arrancara nomas, y me quedé helado po. El Jimmy se me tiró encima, me empujó y me caí por la ventana. Ahí salí arrancando con los otros hueones siguiéndome. Los perdí y justo pisé unos vidrios aquí afuera, y como vi tu ventana abierta, me metí —Daniel sintió que el corazón le latía con fuerza—. Ahí vi que estabai tu acá, un poco ocupado —ambos se sonrojaron—, así que me puse la polera y esperé, mirando para otro lado.
Se quedaron en silencio, aunque Daniel ya no se atrevía a mirarlo a los ojos.
—¿Y que viste? —preguntó con un nudo en la garganta.
—Nada —respondió demasiado rápido—. O sea, te vi la espalda y un poco el poto, pero nada mas, lo juro —explicó Jaime.
—¿No viste nada en el notebook? —quiso asegurarse Daniel. Le daba miedo pensar que alguien más supiera que estaba masturbándose viendo porno homosexual.
—No, nada. Lo juro —respondió Jaime, intentando darle seguridad con su mirada.
Con eso Daniel se pudo relajar un poco, y siguieron conversando, mientras Jaime terminaba de bendarse el pie. A pesar del susto que había sentido en un principio, sentía alegría por poder conocer a alguien de su edad ahí en la pequeña localidad costera, lugar que si bien podría considerarse una bonita ciudad para pasar un verano agradable, no servía de mucho si tenía a sus amigos lejos.
—¿Y tu?, ¿estas estudiando? —preguntó Daniel, intentando seguir conociendo a Jaime.
—No. Recién este año me matriculé en Serena. El año pasado me dediqué a trabajar para juntar un poco de plata.
—¿Y que vas a estudiar?
—Traducción —respondió Jaime, y sus ojos se iluminaron de orgullo.
—¿Y ya sabes ingles o vas a aprender ahí?
—Sé mas o menos.
—¿Cómo se dice ahueonado en ingles? —quiso hacerse el chistoso.
Jaime se rió antes de responder.
—No sé. No tiene traducción creo.
—¿Y chúpalo? —Daniel no reparó en lo que le había dicho.
—Suck my dick —respondió de inmediato Jaime, con un tono provocador.
Se produjo un silencio tenso entre ambos, que se miraron fijamente a los ojos.
—Ya po —dijo finalmente Daniel, e hizo un amague de levantarse de la cama—. ¡Ah! —volvió a apoyar su espalda en las almohadas y ambos rieron intentando no hacer ruido.
Jaime miró hacia la ventana, y las cortinas dejaban ver levemente el cielo de afuera tornándose azul de a poco.
—Creo que ya es seguro que me vaya —dijo Jaime, tomando el pantalón que tenía a su lado, y comenzó a ponérselo.
—¿Vives muy lejos? —preguntó preocupado Daniel.
—No tanto. Como media hora a pie —respondió sin darle importancia.
—Pero, ¿no te pasará algo?
—No. Aquí no pasa nada.
—¿Y el Jimmy?
—Debe estar con la Katia ahora —dijo con un dejo de pena.
—¿Esta bien ella?
—Si. Ella era la que mandaba ahí. O manda. Ya no sé.
Se quedaron en silencio mientras Jaime terminaba de vestirse y se ponía las zapatillas. Cuando estuvo listo, se acercó a Daniel y le dio un abrazo.
—Gracias por no gritar —insistió, ahora con una sonrisa de alegría—. Nos volveremos a ver —dijo guiñándole el ojo.
—Ojalá —respondió Daniel, intentando ocultar su emoción por esa afirmación de Jaime.
Jaime se dio la media vuelta, abrió la ventana y salió por ella. Daniel se asomó por el marco y lo vió alejarse caminando calle abajo. Cuando se volvió después de cerrar la puerta, se dio cuenta que bajo el escritorio había un manojo de llaves. Las tomó, se acostó en su cama y se quedó dormido con una sonrisa en la cara.
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Capitulo 12:nuevos amigos (parte 1)
lilac:listo askal vamonos de aqui askal:esta bien lilac *se va con el magister*
askal:lilac seria muy amable de tu parte que dejes vivir a merga en tu casa ya que ella esta pasando por momentos dificiles acerca de su embarazo pero oye almenos el magister sabe de esto solo que no quiere que merga se de cuenta hasta que salga
lilac:pero si ella digo su embarazo pero rechazo su idea
askal:ya conoces a magister dice que niega algo pero en realidad acepta la idea la otra vez lo vi un papel de liberacion y perdon para merga solo le falta firmarlo el jueves quiero que estes ahi ese dia ya que tendras que llevar a merga a tu casa lilac
lilac:no les fallare ire ese dia a acompañar a merga
askal:jeje eres tan amable lilac no entiendo como no hay dragonas coml tu lilac como tu especie pero
eres la unica de tu especie que queda porque eres una hibrido
lilac:si lo unico que se es que soy mitad agua pero y que hay de la otra mitad sere un cruze entre 2 tipos de dragones?
askal:supongo que si ya que la otra vez durastes casi 30 minutos bajo el agua me soprendes
lilac:jeje ese dia le moje por accidente la consola portatil de carol agitando mi cabello jeje
askal:bien iremos con el magister y los demas *van a laboratorio donde esta todos*
diana:eeh puedo pararme porfavor?
magister:claro que puedes diana intentalo
carol:vamos diana tu puedes hacerlo
milla:siii tu puedes amiguita yey
*diana se intenta parar en el suelo*
diama:jeje no es tan malo como crei jeje *se resbala y se golpea la cabeza* auch
magister:oh no diana estas bien?
diana:si solo fue un golpecito pero gracias por la capa de titanio irrompible *esta como sin nada ningun razguño* basicamente soy un tanque jeje
carol:wow diana eres increible bueno quieres unirte al team lilac
diana:SIII quiero ser una de ustedes quiero ser su amiga
carol:pues esperemos a lilac a ver que dice ella
diana:claro que si esperare jeje bueno y quieren saber que cosas hago?
carol:mejor despues ya llego lilac
lilac:bueno gracias magister por dejarme hablar con merga
magister:je que no puedo hacer por ti sangre de dragon
lilac:bueno diana quieres ser parte del equi...
diana:siii quiero serlo jejejeje
lilac:wow muy estusiasmada es jeje
carol:ni que lo digas jeje bueno
magister:hey lilac van a ir a ver la inauguracion de parusa dentro de 1 semana?
lilac:oh ya casi esta lista la nueva region pues no lo dudes magister estare ahi
carol:y yo tambien si hay sushi gratis
milla:tambien yo jejeje
diana:jeje yo igual aunque sea alguien nueva aqui
magister:bueno las esperare alla supongo que ya tienen que irse
lilac:bueno si pero tengo hambre jeje
magister:ahhh pues pueden quedarse para comer lo que gusten adelante
lilac:graciad magister vamos milla carol y diana no se si puedes comer?
diana:claro ademas puedo cambiar mi metodo de energia pues me gustaria saber a que sabe la comida de ustedescarol:diana y sus sorpresas jeje aunque suenailogico
milla:*corre ala zona de las mesas*
carol:parece que milla se adelanto
lilac:bueno vamos *se van*
*en la zona de comida*
diana lilac carol y milla:wow que bello lugar esta muy decorado
magister:sip bueno tomen lo que gusten
lilac:adelantensen ire al baño chicas
carol:esta bien te esperamos lilac
milla:bueno cuidate
*lilac se va al baño y despues sale y justo se lava la cara*
lilac:*lavandose la cara en el lavamanos* mmmm que fresca esta
*escucho una risa* uhhh? eeeh alguien mas aqui?
???:*risa muy baja* jajajaja
lilac:enserio ya para no es gracioso
???:jajajaja asi que caistes tan bajo lilac
lilac:en donde esta muestrate
???:mira al espejo tonta *lilac mira al espejo y era dark lilac en el espejo*
dark:asi que ya me olvidastes que existo no es asi lilac
lilac:dark pero como si se supone que te elimine de mi interior?
dark:tengo mis trucos pero no olvidare el dolor que me hicistes pasar tonta dragona jajaja y supongo que quieres saber como te hablo
lilac:grrrr largo de mi dark ya no soy mala ya no quedo rastro de ti solo largo de mi
dark:oh asi que la pequeña dragon agarrro valor jejeje aunque quieto saber que pasa si mueres y tomo posesion de tu cuerpo inmovil jejejeje jajajaj
lilac:ya callate dark basta
dark:JAJAJAJAJAAJAJA
lilac:DIJE QUE TE CALLES YAAAA *golpea el espejo rompiendolo y fue solo una ilusion de su trauma* ghhk *tenia varios cristales enterrados en su manos* rayos ella fue una ilusion pero el golpe no fue ilusion aauch
*mientras en la mesa*
carol:uhhh que fue eso? sono que alguien golpeo algo?
diana:supongo que fue tu imaginacion aunque ire a ver si lilac esta bien *se dirige al baño* perdon por molestar solo queria ver si estabas bie.....
lilac:*se quito el guante y tenia la mano ensangretada* ghhk porque lo hice duele
diana:lilac pero que paso porque sangras y porque esta el espejo roto
lilac:gghk auch digamos que me lavaba la mano y el espejo se rompio por su tiempo de uso y me enterro varios vidrios aaauch duele
diana:esta bien relajate solo dejame quitar los vidrios enterrados *se los quita y la sangre sigue saliendo*
lilac:ghhk gracias auch *diana cubre sus heridas con una crema regenerativa* pero como?
diana:tambien fui programada para ayudar a heridos asi que no temas esta te quitara las heridas poco a poco y evitara que haya mas hemorragias
lilac:muchad gracias diana ahora debo limpiar el rastro de sangre *toma un trapeador y limpia el piso*
perdon por molestar diana
diana:no importa te ayudare donde sea lilac bueno vamos a comet
lilac:*se pone su guante roto y ensangrentado* esta bien
diana:lilac mejor seria tirar ese guante ya que los demas se asustaran
lilac:tienes razon *se lo quita y lo tira ala basura* bien vamos *se van ala mesa*
carol:vaya volvieron y lilac tu guante donde esta
lilac: se me perdio pero tengo mas en casa asi que a comer se ha dicho jeje
carol:bien vamos lilac *le da un plato de sushi* toma jeje con mucho gusto
lilac:carol muchas gracias ya sabes que adoro el sushi jeje *empieza a comer*
milla:aaw que de tiempos cuando haciamos grandes aventuras contra brevon por la kingdom stone merga para defender avalice jeje
carol:tambien extraño esos dias jeje pero bueno ya los dias cambian y avalice tambien lo hace
lilac:je que de tiempos cuando me veia asi *saca una foto de como se veian antes* jeje siempre recordare cuando tenia 15 años
carol:mi pelo no se veia tan esponjoso en ese tiempo
milla:y yo no era tan mmmm aver pues no me noto ningun cambio ahora
lilac:jejeje si bueno *guarda la foto* termine de comer jeje estoy llena
carol:igual yo jeje estuvo muy delicioso el sushi
milla:mmmm y el pescado riquisimo *aun masticando*
lilac:jejeje bien supongo que dentro de poco regresamos a casa solo unos 30 minutos *se oyen alarma* uhh
magister:lilac aun quedaron robots de brevon y estan atacando la plaza mandare refuerzos para ayudarlas
carol:je nada como derrotar trozos de chatarra despues de comer
milla:mmmm *lo traga* estoy lista para la aventura
lilac:bien chicas y diana puedes pelear *diana saca varias armas como una espada y escudo*
diana:je puedo hacer de todo
lilac:listas al ataque chicas *se lanzan desde la torre del palacio llegando ala plaza con aterrizaje perfecto* mmm apesar de que mate a brevon siguen restos de sus tropas aqui en avalice
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