#si se me ocurre algo más lo agrego acá(?)
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Bae Jihyeon, hija de las estrellas.
Es omega, su esencia es almendra y gardenia.
Su familiar se llama Stella, una loba blanca con ojos tan azules como el cielo. Fue una bruja solitaria pero amable, su magia consistía en sanar heridas con el maná propio pero esto le causaban cansancio y debía descansar por días, pues entre más poder utilizado más era el peso que cargaba en su cuerpo. Es muy protectora con Jihyeon, permitiendo que solo los animales y seres cercanos a ella se acerquen. De ser alguien externo o desconocido deberá decir sus verdaderas intenciones antes de dar un paso más o no dudará en atacar.
Su magia en la adivinación a través de las estrellas, por ende es más fuerte las noches despejadas, donde los astros brillan con fuerza. De igual forma puede extraer el poder de estos en forma de polvo con ayuda de su báculo y usarlo en hechizos protectores.
#antes que se me olviden los tres datos que tengo de ella(?)#cuando me acuerde y ordene los de hyuk también lo agrego uwu#y de paso preguntarle a mi alfa el tag del au ehehehe#but anyway. there she is. my sweet baby<3#( one more light: muses )#si se me ocurre algo más lo agrego acá(?)#( verse ❀ sing me a tale so beautiful that the stars will strain to hear )
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Glee «The christmas fairy»
Diciembre de 2040
-Papá aún no respondes a mi pregunta… —dijo Noah mientras salía junto a Kurt del departamento. -¿Que Pregunta bebé?... ¿tengo las llaves?… —dijo tocándose los bolsillos— por supuesto que las tengo… — se auto respondió sacando un llavero bien colorido y con varios tipos de llaves. -¿Papá? -Te escuche cariño… ahora, ¿tú recuerdas lo que me prometiste? -¡Si!... que no me movería de tu lado por si aparecía un ratón o algo más peligroso… —contestó Noah parándose bien recto, como si respondiera a las órdenes de un oficial superior en una línea militar o algo parecido. -Así es… esa bodega siempre esta llena de cosas raras, me da escalofríos tan solo de pensar en ella… —dijo Kurt haciendo un tiritón con todo su cuerpo. -¿Y porque vamos entonces?... —agregó Noah como preguntando lo obvio. -Porque necesitamos nuestros adornos de navidad… y cómo el «Papáblen» se olvidó de buscarlos, tenemos que hacerlo nosotros… ¿te imaginas que el «Papáblen» llegue hoy con nuestro árbol y no tenemos los adornos listos y seleccionados? -¿El «Papáblen» traerá hoy el árbol acaso?... —quiso saber Noah tomándose la cara. -Es lo que dijo… si terminaba temprano pasaría a cómpralo —dijo Kurt presionando el botón para llamar al ascensor. -Pero faltan varias semanas para navidad, creo que tres...—advirtió el pequeño contando con sus dedos.
-Exactamente tres...pero… cuidado bebé… —dijo Kurt abriendo la reja del ascensor, Noah se paró a un costado y espero que su Papá le dijera cuando era seguro de entrar— ahora cariño… ¿que estaba diciendo? -Que yo tenía razón en que faltan tres semanas para navidad. -Ah por supuesto, y si el «Papáblen» va a por el árbol con anticipación, es porque debemos viajar a Canadá, ¿lo recuerdas? -Si… -Entonces, si lo dejamos para cuando regresemos, todos los árboles más bonitos ya se habrán vendido y eso es algo que no podemos tolerar.. ¿o si? -No… —respondió el pequeño sonriendo. -Por supuesto que no… ¡uy si eres un dulce!..¡el niño más dulce de todo New York! —exclamo Kurt dándole unos besos, Noah rió con mas ganas al sentir cosquillas con el cabello de su Papá en toda la cara, Kurt le dio otro par de besos para luego esperar que el ascensor se detuviera del todo en el primero de los subterráneos. -Ahora responde mi pregunta… -¿Tu pregunta? —repitió Kurt abriendo la reja para dejar salir a su hijo primero -Si, la que te hice sobre lo que me dijo el Señor Jenkins, de la misa con un gallo en la iglesia de San Patricio, yo creo que se equivoca porque cuando la Señorita Kathryn Barret nos llevo, nadie vio ningún gallo… ni tampoco dijo nada al «respepston» —dijo Noah como si explicara algo irrefutable. -Es porque no hay ninguno, y si esa celebración se llama así es porque… ay… disculpa bebé… —dijo al sentir vibrar su teléfono móvil— ¿Rachel?... —pregunto mirando la pantalla— por favor que no diga que viene para acá...—murmuró con cara de circunstancia —espera un segundo aquí cariño… tengo que atender esto… —explicó enseñando su teléfono, Noah se paró bien apegado a la pared explicándole a «Desmond» de porque debían permanecer quietos, Kurt sonrió para si al escucharlo repetir lo que él mismo le había dicho sobre las cosas raras que habían en la bodega. -Rachel… —dijo llevándose el teléfono a la oreja. -¡Kurt!... ¿por qué tardaste tanto?... ¿estabas ocupado?... ¿con Blaine?... —preguntó Rachel de corrido. -No… y si estaba ocupado, pero con mi hijo... ¿qué necesitas? -¡Te tengo una gran noticia!… —exclamó como cantando. -¿Como?... —pregunto de vuelta Kurt alejando el aparato de su oreja. -Lo que oyes, pero debo decírtelo en persona… y como estoy en el vecindario, pensé en pasar a saludarte… ¿estarás ahí? o ¿tienes algo que hacer? -... -¿Kurt?... hola… ¡Kurt! -Estaré aquí Rachel… ya que no se me ocurre nada con lo que podía zafarme de ti… -¿Como? -Que estaré aquí... -¡Genial!… llego en cinco minutos… —terminó por decir Rachel de lo más entusiasmada, Kurt blanqueo los ojos y luego soltó una pequeña risa pensando que a pesar de ser fastidiosa, Rachel era una de sus amigas más queridas. -¿Era la Tía Rachel Berry acaso? —quiso saber Noah que aún permanecía en el mismo sitio donde su Papá le había pedido que se quedara. -Era cariño… —respondió Kurt guardando su teléfono— y viene para acá, así es que tendremos que dejar lo de los adornos para mañana...—añadió tomándole la mano para volver a entrar con él al ascensor. -¿Viene con Barbra St James Berry acaso?... —quiso saber Noah esbozando una pequeña sonrisa. -No lo sé bebé … pero creo que no… —el pequeño hizo un gesto como de decepción— cuando llegue lo sabremos… —agregó su Papá guiñándole un ojo.
-¡«Papáblen»!... ¡Papá!, ¡el «Papáblen»! ¡y con un árbol!... —exclamó Noah al encontrarse con su otro Papá en la entrada del departamento. -¡Oigan!... ¿donde estaban?... toque muchas veces… —dijo Blaine afirmando el árbol con sus dos manos y casi la mitad de su cuerpo. -Estábamos en la bodega buscando los adornos, pero la tía Rachel Berry nos interrumpió… —Blaine miró a su hijo con el ceño fruncido y después a su esposo de igual manera. -Nada de qué preocuparse, todo muy estilo «Rachel»… —respondió su esposo haciendo el gesto de comillas cuando mencionaba a su amiga— hola… —agrego dándole un beso. -Hola… —respondió Blaine arreglandoselas para que ese beso durara más de lo presupuestado—¿estas de mejor ánimo? -Por supuesto, después de todo que son 2 millones de dólares en esta época. -Conseguiremos financiar tu obra, ya lo verás… -Lo se… ¿como te fue? —quiso saber Kurt soltando un suspiro. -Bien… como ves, pude salir más temprano… —dijo señalando el árbol de casi dos metros. -Así veo, y vaya y si quiere lucirse este año Señor Anderson-Hummel… —agrego Kurt tocando el árbol por encima de la malla que lo envolvía, acto seguido olio una de las ramas sintiendo que todas las navidades de su vida pasaban por su mente en una fracción de segundos. -¿Te gusto?... juro y era el mejor que había… -Pues se ve como el mejor… ¿lo trajiste tú solo?... parece que pesa una tonelada —dijo haciendo ademán de sujetarlo. -No, me vine en taxi y el señor Jenkins me ayudó hasta el ascensor… ¿que es eso de Rachel? -Te cuento enseguida… ¿entremos?... —dijo rodeando al árbol y a su esposo para abrir la puerta, Noah miraba el pino de arriba a abajo como si observara lo mas increible, Blaine lo tomo por la malla de alambre y lo arrastró un poco hasta cruzar el umbral, luego se lo echo al hombro hasta que lo dejó en medio de la sala, Kurt trago un poco de saliva sintiendo que aquella demostración de fuerza lo hacía sentirse un tanto acalorado. -¿Lo abrimos enseguida?... —pregunto haciendo como que rompía el envoltorio -Mejor mañana, no pudimos traer los adornos así es que… sería un desperdicio de energía por su parte Señor Anderson-Hummel… —contestó Kurt mirando el árbol en toda su extensión. -¿Por que no pudieron?, —preguntó su esposo acercándose— ¿recordaste al ratón que viste hace como 10 años?—agregó abrazándolo desde atrás. -No… —contestó alargando la «o»y poniendo sus manos sobre las de el— ademas por eso fui con Noah… ¿cierto bebé? -Si, el Papá me pidió que lo acompañara por si había un ratón porque yo no les tengo miedo...—dijo Noah levantando una mano como si con ello pudiera alcanzar la punta del árbol -Eso es porque eres el niño más valiente de todo New York… ven… —dijo Kurt haciéndole una seña para que se acercara a ellos, Noah dio dos pequeños saltos y entre sus dos papás acabaron por levantarlo a él y a «Desmond» en sus brazos para que llegara hasta donde quería, -¡Soy como Henry Anderson Hummel! —exclamó el pequeño de lo más feliz. -Yo diría que más alto aun cariño, ¿verdad Blaine? -Mucho más… ¿esperamos a alguien?... —pregunto al sentir que tocaban la puerta. -Debe ser Rachel… dijo que estaba en el vecindario y que pasaría a darme una buena noticia… solo ella sabe que demonios significa eso… —dijo Kurt aun con Noah en los brazos. -Iré a abrir… -Ve… nosotros estamos super bien aquí… ¿cierto bebé?... —agregó Kurt haciéndole arrumacos a Noah como cuando era un bebé de meses.
-¡Blaine!…—exclamó Rachel en cuanto su amigo abrió la puerta— ¿está Kurt? —añadió tomándolo de los brazos— por favor dime que tu esposo está aquí —agrego zarandeándolo un poco. -Hola Rachel… -Perdon… hola Blaine.. ¿donde esta Kurt?... —repitió sin soltarlo. -Esta en la sala… ¿esta todo bien? -Lo esta.. solo necesito hablar con tu esposo, le tengo la mejor de las noticias… permiso… —agrego abriéndose paso, Blaine alcanzó a moverse hacia un lado y luego de cerrar la puerta partió tras ella. -¿Estás segura que esta todo bien?, toda esta actitud tuya me asusta un poco qué quieres que te diga… -No hay nada que temer… —respondió la chica mientras se quitaba la ropa de abrigo— ¿sabes ese problema de financiamiento que Kurt tiene para su próxima obra?... ¿no es así?... -Por supuesto que lo se... -Pues yo tengo la solución perfecta… —dijo agudizando su voz. -¿En serio?... y cual… -Por favor cuelgalo de las cintas, no quiero que se arruine.. —interrumpió Rachel entregándole el abrigo, los guantes y una bufanda, Blaine recibió todo queriendo decir unas cuantas cosas no muy navideñas.
-¿Pero qué es esto?, ¿acaso el «Rockefeller Center» se quedó sin árbol este año?... —preguntó Rachel con las manos en la cintura. -¡Tía Rachel Berry!... —exclamó Noah tocándose la cara— ¿Barbra St James Berry no vino con usted acaso? —añadió el pequeño mirando hacia la entrada de la sala. -Por supuesto que no, esta en sus clases de piano… ¿como estas?... —dijo agachándose y abriendo los brazos para que Noah la saludara con la efusividad que ella creía y merecía, el pequeño se acercó como en cámara lenta y le dio un beso y un abrazo— ¡estás muy grande!, ¿te lo habían dicho? -Si, mis Papás… —contestó apartándose. -Pues es la verdad… —agregó Rachel incorporándose— Kurt… —dijo poniendo la cara de quien sabe algo que nadie más sabe. -Hola Rachel… tanta impaciencia por venir, me sorprendió un poco… —dijo su amigo saludándola con un beso. -Pues la ocasión la merece… —contestó sonriendo. -Ok… ¿quieres algo? -No… estoy bien… ¡lo único que quiero es contarte lo que te conseguí! —exclamó dando unos aplausos, Kurt dio un respingo para luego mirar a su esposo que llegaba al sala con cara de pocos amigos— ¿sentémonos?… —agregó moviéndose hacia el sillón como si bailara un descoordinado ritmo tropical. -¿Qué le pasa?... —murmuró Kurt a espaldas de su amiga. -No tengo idea… —contestó Blaine en el mismo tono, ambos acabaron por soltar una risa cómplice y divertida. -¿Que?... —dijo la chica arreglándose el cabello. -Nada… recordábamos algo gracioso que hizo Noah hace un par de días… —contestó Kurt por decir algo. -Mas que gracioso… —agrego Blaine sentándose junto a su esposo en el sofá de enfrente. -Muy bien, después me lo cuentan… bien… —dijo Rachel cruzando sus piernas— diré lo que vine a decir sin rodeos ni aspavientos, aunque... es algo tan genial que creo y les faltara vida para agradecérmelo— Blaine miró a Kurt de reojo, y este encogió sus hombros aún más intrigado, Rachel tomó aire y dijo sin rodeos la noticia que traía— te conseguí financiamiento para tu próxima obra… -¡¿Que?!... —exclamo Kurt abriendo sus ojos al máximo—¿hablas enserio?... ¿pero como?… ¿te ganaste la lotería de New York? -Ojalá… —dijo Rachel blanqueando los ojos— pero no es eso… y tampoco conseguí el dinero exactamente… pero si te conseguí una reunión con quien estoy segura y te dará lo que le pidas. -¿Quien?... -¡Mi cuñada!… —exclamó dando unos aplausos que acompañó con movimientos de pies, Kurt cambió su cara de sorpresa y alegría por una de desencanto. -¿Tu cuñada?... —repitió Blaine como si a aquel anuncio le faltara una parte. -Si, ella es increíble y tiene mucha influencia en Broadway… no tienen idea. -¿Como se llama?... —insistió Blaine al percatarse que su esposo se había quedado de pronto sin habla. -Michaela Ainsworth… -¿Michaela Ainsworth es tu cuñada?... por dios creo que me va a dar algo… —dijo Kurt llevándose las manos a la boca. -¿Quien es Michaela Ainsworth?... —pregunto Blaine sintiéndose un poco estúpido. -Blaine, es la persona más influyente de Broadway en estos días… conocerla es como ganarse 10 loterías… —respondió Kurt con una sonrisa de oreja a oreja. -Vaya… me alegro que puedas conocerla entonces… —dijo su esposo sintiéndose feliz por la felicidad de quien amaba. -Organizare una reunión entre navidad y año nuevo, será en mi casa para que no te sientas incómodo… ¿que dices? -¡Digo que sí por supuesto!... —exclamo Kurt levantándose como de un salto para abrazar a su amiga , Rachel hizo lo mismo y ambos coincidieron entre la mesa de café y el piano, Blaine quiso reír al verlos actuar como cuando eran adolescentes— gracias Rachel por contribuir a hacer mi sueño realidad -De nada.. y mira, me convertí sin quererlo en el hada de la navidad… —añadió señalándose a ella misma y al árbol sin decorar.
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Lucierbant A Rewritons parte VII
Al poco tiempo ambas se empiezan caer del sueño, el cansancio les hace mella y parece que finalmente podré retirarme. Miro el celular son las dos y media de la mañana. Esto les comento, no puedo creer la hora que se ha hecho. Hace una hora y media que estamos en esta cocina.
-Ay! ¿Mi celular Romi? ¿No viste donde está? Los chicos deben estar preocupados hace un montón que no saben nada de nosotras-
-Relaja Fer, el celu lo tiene tu mamá y ella debe estar en contacto con tu casa.
¿No sos bueno y se lo pedís a la Pura, Wal, please?-
-Ok, ya que nadie más se va levantar, jaja, ahí vengo-
-Sos un amor, menos mal que viniste sino pobre Fer ¿Qué haría? - dice Romina.
Se la perdono una vez más, no creo que sean comentarios inocentes, no me estoy persiguiendo en vano. Mis ganas de rajar de acá son inmensamente mayores a las de cualquier otra empresa que involucre mantenerme un minuto en medio de esto. Por lo tanto simplemente voy hasta la mesa y pido amablemente el celular a la madre para dejarlo y despedirme de manera correcta habiendo cumplido con el deber de ver a mi vieja amiga más tranquila. Al mismo tiempo se levantan los padres de Ian de la mesa y se ve que también esperaban una excusa para irse (se que suena mal pero es la única forma de irse de un velorio antes) me preguntan si necesito que me lleven, agradezco y al voltear para volver a la cocina, Fernanda viene apurada hacia mi y me lleva del brazo para el lado de la salida.
-Vení- dice mientras en realidad ella me va llevando agarradome el brazo. Noto que apenas puede cerrar sus manos, que le tiemblan mucho y no puede hacer fuerza con ellas- necesito que me hagas un gran favor- habla en voz baja y viendo que nadie se acerque.
-¿Que pasa? yo me tengo que ir Fer, perdóname que te deje- le digo mientras nos apartamos por el pasillo – acá está tu celular-
- Gracias, Negri, pero tenes que ir hasta el auto que era de Fabián y buscar en la guantera, el titulo del auto. Yo se que parece raro, pero no se si sabes, el previamente tenia otra familia y tengo miedo que reclamen algunas cosas, por eso necesito tener el titulo en mis manos, por las dudas vengan a hacer un escándalo lo cual no sería muy disparatado conociéndolos. Encima el auto mañana se lo va llevar el hermano ya que yo no manejo-
-Uff, bueno Fer, sé que si no fuera algo importante no me lo pedirías ¿tenes las llaves del auto ahí, así lo busco?-
Seré bueno a pesar de todo, bien por mí. Una ayuda, un favor sin dudar. Una variante positiva dentro de la ecuación.
Salgo a la calle, del otro lado en frente de la sala, está estacionado el Focus gris que la noche del sábado estaba parado delante de mi vehículo. Creo no haber preguntado cual era el auto, igual diré que probé la alarma y las luces de ese Ford me señalaron donde debía buscar y ella no sospechara que ya sabía cual era. Si hubiera hecho que Hugo se quedara un rato quizás todo esto no estaría pasando. Me subo al auto por el lado del acompañante, prendo la luz en el habitáculo y busco en la guantera entre un desorden de papeles, pequeños juguetes y basura. Hay una cartera de hombre bastante deteriorada donde están el carné con otros documentos. Los saco para revisarlo, cuando escucho un sonido tenue dentro del auto. Rápidamente observo detrás del asiento, en el compartimiento encima del stereo sin notar nada. No me doy cuenta que es el ruido así que lo ignoro.
Están los papeles del seguro, la garantía, el manual de fábrica, algunos impuestos y ni noticias del titulo. Empiezo entonces a vaciar todo lo que hay en la guantera y a tirar al suelo, descartando lo que no sirve. Otra vez se vuelve a escuchar ese ruido que se parece a… ¡ya sé! ¿Como no me di cuenta? Reviso en la puerta del conductor y ahí hay un celular al que se le está acabando la batería. Eso era lo que sonaba. En el mismo lugar está el titulo del auto. Guardo el resto sin acomodar demasiado, agarro el titulo propietario y cierro el auto. Antes de entrar, me prendó un cigarrillo y me quedo un minuto en la puerta. Y como hago generalmente que estoy solo, chequeo el celular para ver los mensajes y las redes. Me imagino que Hugo ya debe haber contado el cagaso que me hizo pasar. Me sorprendo que esté abierto en una conversación de WA que es con “Javi” (no tengo idea quien es, pues no tengo agendado ningún Javi) que me dice “volvete a casa boludo que así no podes manejar.” Luego un audio de mi hacia él de ayer sin enviar. Siento un baldazo de agua fría al darme cuenta que inoportunamente y como un acto reflejo, estoy leyendo el celular que encontré en el auto, que resulta ser de Fabián. El celular se desbloqueó de la misma manera que lo hace el mío, sin contraseña alguna y distraído como siempre, lo traje con el titulo y acabo de leer lo que indudablemente fue su ultimo dialogo. En realidad, me llama la atención ese audio sin enviar de Fabián a “Javi”. No solo no me atrevo a escucharlo, me gustaría desaparecer del planeta solo por el hecho de tener este celular en mi mano. Algo que nadie había mencionado era si hubo una carta o una llamada o un mensaje de despedida. Creo que esto puede aclarar ese punto. Me es imposible oír ese mensaje de voz, primero porque para hacerlo debería darle play y se va a enviar al tal Javier. Lo cual me resulta algo parecido a ese cuento de Casciari con el mensaje de texto. Solo que no creo que lo tomen de la misma forma.
Tranquilo, vas y decís lo que pasó. Es una boludez. Dejas las cosas y te vas. Olvidas el asunto, mañana volverás a sentarte frente a la computadora a terminar el documento que dejaste estancado. Esto que pasó, quedara a lo sumo como una anécdota rara, de esas que buscan resaltar una sencilla sospecha que incomoda al oyente más que confortar por ser graciosas o sorprendentes.
Justo tenía el titulo del vehículo y el celular los dos en el mismo lugar ¿Porque la hija había ido al auto? ahora que recuerdo... ¿Donde estará la nena?
No hay porque darse tanta manija, es una mera coincidencia, aquí ya está todo aclarado y no hay porqué darle más vueltas ¿O acaso sabía Fer que las dos cosas se encontraban juntas y quiso que las vea? Basta, estas vaguedades retorcidas dañan mi salud mental. Es hora de ser sensato y hacer simplemente lo que te pidieron.
Lo único que se me ocurre, en un destello de luz brillante que cruza por mi mente, es tratar de enviarme rápidamente el audio sin reproducir a mi celular, el problema es que aguante la batería en el proceso. Sin dudar -más allá de los nervios- me agrego como contacto en la agenda de Fabián y en menos de un minuto me reenvío el audio sin que a este archivo lo reciba el primer receptor a quien estaba destinado. Borro la conversación y mi nro en la lista de contactos, mientras el celular vuelve hacer el ruidito que está casi por apagarse con un 4% de batería, en el mío suena la notificación de un mensaje recibido. Hecho. Increíble que la ingeniería social todavía no sea considerada un crimen. Debe ser porque todos los estamentos gubernamentales son stalkers. En este momento me fumaría otro cigarrillo antes de volver. Pero se abre la puerta del velatorio, es Romina. Quiere saber porque tardo tanto.
-No encontraba lo que me mandó a buscar ¿Fer está en la cocina?-
-Si - dice mientras camina a mi lado de vuelta a la sala. Va mirándome como si esperara que le devolviera algo. Tengo motivos para estar incomodo, igual.
-Ella ya está muy cansada ¿Vos como la viste a ella?- en su primera pregunta que la hace parecer un ser humano.
-Devastada, pero sin perder el juicio. Es una mina muy fuerte, desde que la conozco siempre tuvo muchas adversidades pero supo sobreponerse-
- Hablo de si notaste algo cuando te vio-
Sus ojos esbozan una mirada picarona como quien busca complicidad en el otro por algo que ambos conocen y espera que el otro lo diga. De repente se aclara lo que pasa. Está empecinada en que entre en ese juego, increíblemente recién caigo que ella en verdad no es así. Ella está buscando algo más allá de mi relación con Fernanda, ella esta intentando provocar a su cuñada, no a mí. Su punto, parece ser, es ver hasta donde llega. Me asombra, porque su rol de insoportable es casi paradójico en este escenario.
-¿Nada que te parezca algo bastante afectivo entre ustedes?- insiste.
Creo que me va a volver loco, pero intuyo que sé como dar vuelta la situación. Me detengo en el pasillo y me plantó, ella extrañada tampoco avanza.
-No sé. La verdad lo único que me pareció raro en este contexto, fue lo de ustedes dos estando tanto tiempo aisladas de la gente que vino a acompañar… vamos al punto ¿vos saliste a preguntarme eso?-
-Nos saquemos las caretas de una vez Walter, aquí y ahora ¿Vos tuviste algo con ella cierto? Viniste para mostrarle que todavía te interesa ¿eso viniste a hacer al velorio de mi hermano, oportunista hijo de puta? Además estoy segura que mi hermano no pud... - ahí la interrumpo:
-¿Sabias que yo podía llegar a tener este celular?- abro mi mano y le muestro el teléfono del difunto. Su cara de asombro acompañado de una pequeña pérdida de color hace parecer que no.
Pongo el teléfono en su cara y le digo que había un mensaje, un audio de larga duración que quedó sin enviar en la última conversación que tuvo Fabián y que era para Javier.
-Mi hermano- dice ella - ¿Qué haces vos con eso? Damelo eso no es tuyo ¿Lo abriste? Dame, vos quien sos para meterte esto no es tu problema – Se abalanza y trata de quitarme el celular, quiere forcejear aunque enseguida logro tomar distancia para evitarlo.
-¿Ah, vos queres escuchar lo que le dijo?- Levanto el brazo hasta donde puedo y con toda la fuerza y bronca que me brota arrojo el celular contra el piso y este rebota tirando la batería, la tapa y algunos pedazos por el aire. No sirve más, acabo de estrellar el celular del muerto contra el suelo del pasillo del lugar que lo están velando. Mi adrenalina disminuye, pero no debo detenerme porqué voy a perder, seguro me van a venir a cagar a trompadas, minimamente. Romina esta en shock arrodillada sin poder creer lo que acaba de pasar. Yo entro en la sala velatoria, mientras el resto de la gente aturdida va hacia el pasillo sorprendida por lo que acaba de pasar. Me miran sin entender porqué voy caminando a paso firme con la mirada fija hacia la puerta de la cocina, algunos me preguntan que fue lo que pasó. Aunque sigo inmutable, no me voy a parar por nada.
Entro en la cocina, un poco agitado voy hasta Fernanda, le dejo en la mesada al frente de ella el titulo del auto, y le digo mientras se lo señalo:
-Acá está lo que me pediste, disculpa la tardanza. También encontré el celular de él en el mismo lugar. En la puerta del conductor. No sé porque estaban esas dos cosas juntas, aunque realmente ahora no me interesa. El tema es que Romina volvió a provocarme con insinuaciones entre vos y yo. Perdí la cordura y lo terminé rompiendo al celular. Te pido mil disculpas, creo que acabo de hacer una terrible pelotudez allá afuera. Así que me voy a retirar, espero verte pronto y que todo mejore en el marco de lo posible para vos y tu familia. Si podes, en algún momento, pedile disculpas en mi nombre a tu cuñada y contale tal cual fue nuestra amistad para que se saqué la duda y se de cuenta que es una desubicada-
Le doy un abrazo fuerte, ella al principio algo confundida como que titubea por lo que le acabo de decir, aun así también me devuelve un afectuoso abrazo y me dice que me cuide y trata de agarrar mí brazo y detenerme
-¿Y le dejaste el teléfono a ella? Negro…¿Que hiciste? ¡Que hiciste!-
Salgo de ahí y veo un gran tumulto en el pasillo y se escucha una voz llorisqueando a la cual todos escuchan atentamente. Seguro Romina debe estar contando la animalada que me mandé hace un minuto. Detrás del ataúd hay una puerta ventana y sin dudarlo salgo por ahí. Por suerte ese pequeño espacio lleno de plantas que parecía un patio deriva en el garaje por donde salen los coches del cortejo sobre la misma calle de la entrada, solo que más cerca de mi auto. Camino rápido, no se ni que hora es pero pareciera que como si estuviera aclarando. Imposible. Subo a mi vehículo y respiro hondo, ya pasó. Arranco y en vez de doblar sigo derecho por la calle de la sala velatoria. Afuera está Romina mirando hacia ambos lados de la vereda. Freno frente de ella, bajo el vidrio de la ventana del acompañante y le digo que suba. Ella me mira como pensando que tan loco puedo llegar a estar para hacer todo esto. Le repito que suba, agregando un “por favor”. No se como, pero accede. Arranco al tiempo que le ofrezco un pucho, el cual ella todavía extrañada lo agarra y prende. Una cuadra más adelante me detengo.
-Sé que estuve muy mal, lo único que te pido es que me escuches atentamente un minuto lo que te voy a decir ¿puede ser?-
-Sos una basura ¿sabías? ¿Qué vas a decir, que la culpa es mía?-
-No, espera, no te enojes todavía ¿no quedó nada del celular?-
Ella saca de sus bolsillos lo que quedó del aparato, en su cara quema la impotencia y el encono hacia mí. Tomó la carcaza de su mano izquierda, sacó el chip de la memoria y se le doy.
-Buscá acá la última conversación que te mencioné. Yo todavía no he escuchado ni se de que se trata. Pero si hay algo importante en ella, te pido paciencia, voy a ayudarte y quiero que sepas que estoy de tu lado. Mañana te prometo que me voy a comunicar con vos. A pesar de todo creo que confías en mí, de otro modo no estarías sentada en mi auto. Tenes que ser discreta, en tu lugar esperaría a estar sola para escucharlo. Sé que todo esto suena absurdo, pero tengo un olfato para estas cosas, si realmente existe algo, me vas a perdonar lo que hice hoy. Seguí tu juego con Fer, con esa desconfíanza hacia nosotros. Hacelo y si estoy equivocado podes odiarme pensar lo que vos quieras. Y creeme que es lo que yo preferiría a pesar de todo. Baja por favor, es tarde, necesito volver a mi casa. Sus manos ásperas y todas lastimadas, ahí creo que empecé a darme cuenta ¿Vos también?-
Ella mira el chip, me mira. Vuelve a ver el chip. Creo que supo interpretar algo de lo que acabo de referirle. Se toma unos segundos y sin decir nada baja del auto. Acelero y al mirar por el espejo retrovisor, Romina se queda observando el auto alejarse.
En el camino, al subir el volumen del estéreo vuelve a sonar Tool y como desesperado lo cambio buscando algo más amable con mis ganas de llegar a mi casa sin pensar en nada. Igual me voy repitiendo muchas cosas de las que han pasado, ojala tuviera algo de Sublime en la tarjeta de memoria. Por suerte hay una carpeta de Unknown Mortal Orchestra que imaginariamente me traslada a un parador al lado del Pacífico, es algo irónico que en vez de sentir romper las olas en la playa, solo escucho romper un teléfono celular contra el piso. Muy posiblemente aunque no lo encuentre en los espejos retrovisores, sea inútil querer escapar de esto que me persigue detrás pisándome los talones. Solo me logra sosegar la idea fija de lo que tengo que hacer.
Estaciono el auto, lo primero que hago al entrar a casa es prender la computadora y cerrar las puertas que dan desde el living a otros ambientes. Quito los auriculares y enchufo los parlantes y el micrófono. Abro el programa para grabar con el micrófono. Entro en mi celular al mensaje que me reenvíe y le doy reproducir al audio al tiempo que pongo el dispositivo contra el micrófono. En primer plano escucho una voz masculina que temblorosa interpela a una voz femenina muy familiar que se oye de fondo. El problema radica en lo que está diciendo la segunda voz y lo que parece está a punto de suceder si cumple con su predicamento. Termina la grabación y subo el volumen de los parlantes. Según mis cálculos, si todo sale como debería, en un tiempo estipulado de diez a quince minutos si lo repito de nuevo en la habitación una y otra vez hasta que las frecuencias de resonancia de esta pieza se refuercen a sí mismas de manera que cualquier apariencia del discurso, tal vez con la excepción del ritmo... se destruya y entonces podré intentar dormir algo. Luego, juro que no volverá a sonar jamás en mis oídos esa composición sonora válida como prueba de un asesinato.
Mañana tengo que conseguir el número de Romina. Hacer una llamada cuyo contenido dé un vuelco para redefinir los significados de los hechos ocurridos, ir contra mucho de lo anterior en mi vida. Tal vez no sea una llamada, tal vez tampoco un mensaje. No es cuestión de ser original, repito que debo redefinir. Estoy convencido que aunque no la conozca en lo absoluto, ella sí lo vale.
_FIN
DobleV
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Cuento sobre un jugador
Acá estoy, parado elegantemente entre estos dos defensores. Me llega el centro, la paro de pecho y levanto la pierna para empezar la volea. El arquero ni la ve venir, le rompo toda la red. La hinchada pierde la cabeza. Vienen a abrazarme mis compañeros, me siento orgulloso, una sonrisa se apodera de mi cara, cuánta audacia que tengo, cuanta maravilla llevo adentro mío. Esto, así debe ser. Miren, ustedes que dicen meter goles. Esto es un gol! Ahí viene otro a saludarme. ¡Uy!, otro abrazo por acá. —Yo también te quiero, gracias —le digo. Pero de pronto siento una presencia diferente. Alguien se me está acercando muy seguro de si mismo, otro compadre que va a felicitarme, me imagino. Me doy vuelta. Tiene el silbato en mano, los shorts le quedan ajustados. Le puedo ver el ombligo, es el árbitro y me acaba de ensordecer con su chiflido. —¡Offside! —me exclama. Miro a la derecha, el asistente tiene la bandera levantada. No puedo moverme, no puedo hablar. Mi primer gol, ¿se va? —Estás. En. Off. Side. Hermano —me repite nuevamente el árbitro, bien despacito, como para que el mensaje aterrice y se quede a tierra. Dejan de abrazarme, veo como un peso parece caerles a los hombros. Algunos miran al suelo mientras se preparan para el tiro libre enemigo. Uno me sonríe piadosamente, aquel está en cuclillas mirando al piso, otro parece estar reflexionando mientras mueve la cabeza de arriba a abajo lentamente. ¡No!, ¡no!, ¡no!, ¿que paso?, ¿ya?, ¿tan rápido?, ¿así se va mi gol? ¿Se supone que tengo que seguir jugando? Podría jurar que estaba bien parado, ¡con una astucia además!, ¡tremendo soy! ¿Como puede ser?, ¿y por qué? Le empiezo a discutir al referí un poco pero me siento más inútil con cada palabra que sale de mi boca. Que cretino. Que absurdo. Me lo creí y todo, mi primer gol, ¡y casi que lo festejo!, ¡que pelotudo! Que vergüenza, les hago perder el tiempo a todos los que miran y a los que juegan, lo puedo ver en sus caras. Me acerco al defensor. —Lo veo en tu cara —le digo—. Perdón —le agrego. Me mira y dice: —No hagas eso, no tenes que disculparte, yo no merezco que te me disculpes. —¿Como que no? Si vos venias jugando fenómeno, sí que te lo mereces, jugás muy bien. Entonces confiesa: —Mira hombre, por unos segundos me clavaste el gol. Yo también la vi adentro. La jugada fue buena, en ese entonces me parecía que sí, incluso pateaste bien. —Pero no fue gol. Estabas en offside, fuera de juego —agrega el árbitro inclinándose a mi oreja. —Lo siento mucho —mientras se acomoda para patear. Fuera de juego. Afuera del juego. Estaba seguro que estábamos jugando juntos pero al parecer cada uno jugaba a algo diferente, al parecer yo ni estaba habilitado. Al parecer vos me viste en offside. Pasaron meses. Qué partido, qué vergüenza. Cuántos errores, cuantas cosas que hubiese hecho diferente. En una de esas un vago se me acercó nostálgico. —¡Que partido aquel, yo te veía bien, che! No se que paso. ¿Querés saber lo que pienso? Ese arbitro estaba loco, de la nuca; los árbitros son todos iguales. Pienso mientras cabeceo, negando sus palabras. —Dejame sufrir y aprender en paz. Aprender que el arbitro no tiene la culpa, son las reglas del juego. —¿Seguís jugando? —Los otros partidos, no son lo mismo. Si, estuve jugando y en ocasiones patie entusiasmadamente. No metí goles, nunca estuve tan cerca como aquella vez. Es difícil patear. Pero, antes no sabia que había un partido, no sabia que podía jugar y mucho menos sabia que podía meter un gol. —Y… meter un gol... ¿Que es?, ¿cual hay? —No se, anda a saber. Y unos segundos más tarde se me ocurre. —Es como oler un lindo perfume... como viajar a Marte... o como irse por las ramas. Para mi, fue una siesta.
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