#se hace la sorprendida
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Im so serious right now he can take that satchel of his and use the strap to choke me as he pounds the shit out of my bussy (yes that slutty waist of his is making me have thoughts and no i dont care x)
👁👄👁
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needy
pairing. enzo vogrincic x reader
cw/tw. smut, praise, established relationship, dry humping, unprotected sex, enzo un pocooo bromista, oral (reader recibe), dirty talk, age gap (no especificado), afab!reader/pronombres femeninos.
word count. 1.4k
rating. +18 (dejé ganar a mis pensamientos intrusivos)
"enzo" la joven musita bajito el nombre del hombre que se hallaba en la habitación que ambos comparten, acostado en la cama, viene de haber estado lavando la poca vajilla que quedaba sucia. él se encontraba leyendo un libro, llevando puesto lo que parecía ser una camisa bastante liviana y el resto de su cuerpo cubierto por una sábana.
"¿qué pasa, mi amor?" dice y aparta la mirada del libro brevemente para enfocarse en ti por unos segundos, sonríe y vuelve a prestar atención a su libro. "vení y acostáte ya".
"sobre eso..." ella ríe nerviosamente y empieza a caminar hacia su dirección, su ropa consistía en una camiseta negra oversize, la más grande que pudo haber encontrado, sus bragas y no llevaba sostén porque al encontrarse sola con su pareja, en su hogar ¿quién en su sano juicio usaría sostén?
la muchacha se sube a la cama, con enzo en la cabecera y ella en el otro extremo, pero planea cambiar eso. empezando a gatear hacia él y una vez a su costado, toma suavemente el libro de las manos del uruguayo y lo deja en la mesita de noche "¿podrías seguir leyendo mañana? tengo una situación aquí.”
él alza una ceja "bueno dale, pero tengo una pregunta para vos, ¿la situación es; 'necesito una culeada'?" él aprieta los labios divertido "no estoy que me quejo".
"¿cómo sabes?" se hace la sorprendida, como si esa no hubiese sido la intención de todo el asunto para empezar.
empieza desabotonar los botones de la camisa de enzo con paciencia, logra su objetivo y se la saca delicadamente por la cabeza, quita la sábana que cubría el resto de su cuerpo, para ahora bajar su bóxer, tarea que acaba con una sonrisa coqueta.
"un poco bastante necesitada andas vos"
ella ignora su comentario y se sube sobre él. pone sus piernas en los costados de enzo, al nivel de su miembro y de su clítoris cubierto, lleva también sus manos a la cintura del mayor. ambos jadean por el roce más que placentero y enzo agarra sus caderas guiando su ritmo, conociendo mejor que nada cómo es que a su chica le gusta.
la fémina mueve sus manos con la intención de quitarse la camiseta, sin dejar de jadear, una vez que cumple con su objetivo agarra las manos de enzo de donde estaban y las lleva a sus senos, incitandolo a tocar y masajear tanto como quiera. “vos serás mi muerte.” menciona mientras acaricia suavemente los pezones ya duros de su novia. “decime qué querés y lo tenés, mi sol.”
se mueve con más rapidez encima del miembro de enzo y toma fuerzas antes -casi- susurrar “q-quiero que me folles.” entre jadeos.
“¿con esa boca besás a tu vieja?”
“dios, enzo no menciones a mi mamá mientras estamos en esto.” dice ella, sintiendo sus cachetes más que calientes.
él se ríe “mmh, vienes acá, te hacés la que no pero sí, no demorás ni dos minutos y ya estás saltando sobre mí.”
“no estoy saltando-” menciona, podrían estar cogiendo como si de eso dependiera su vida pero jamás permitiría la oportunidad de llevarle la contra a su novio. “y yo vine a lo que vine.”
“quizás debería cogerte tan fuerte y duro como estoy seguro vos esperás.”
con delicadeza (no la misma que acaba de usar para decirle que la va a follar hasta el cansancio) él la toma y voltea a la chica acostando la en la cama.
le baja las bragas, su mirada sigue todo el breve momento y procede a quitarlas, sin importarle donde las arroja. su cabeza sube a la altura del centro de la muchacha, sus dedos caminan por los muslos de ella y los acaricia haciendo camino hasta llegar a su estrecho agujero e ingresa dos dedos que mueve a propósito, a un ritmo lento, lleva sus ojos en dirección a los de ella “toda mojada, no tenés ni puta idea de lo que me hacés sentir.”
sus labios van a su clítoris donde comienza el trabajo de chuparlo con adoración, la mujer gime alto y acaricia sus senos dejándose llevar.
“muy exquisita si querés saber.” comenta enzo, lo que causa que la chica suelta una pequeña y nerviosa risa, él mantiene su trabajo en ella, dedos en el fondo de ella y lengua y labios en su clítoris, moviéndose, chupando y lamiendo como solo él sabe y aprendió, que a su compañera le gusta.
sus labios dan lentas vueltas alrededor del punto más dulce de la muchacha y suelta bajos jadeos al probarla “mierda, sos tan adictiva.”
“e-en, yo…”
“decime qué querés”
“ya lo dije, en, sabes lo que quiero”
“no lo recuerdo” se encoge de hombros sabiendo que ella mantiene sus ojos en su figura.
“te quiero dentro, te necesito, quiero que me folles” dice con todas sus fuerzas, enzo nunca detuvo sus movimientos y los gemidos de la chica a la par, tampoco nunca cesaron.
enzo asiente con una sonrisa burlona. “nunca te diría que no.” aleja su rostro de ahí abajo, saca sus dedos contemplando lo mojados que están y alza una ceja divertido. nivela sus rostros y sonríe una vez más, sus dedos llenos de la esencia de la muchacha, van hacia la boca ella, donde los mete y mueve. “mi amor siempre sabe lo que quiere y yo se lo doy.” la fémina mueve su lengua alrededor de los dedos de enzo.
él después de un par de segundos separa sus dedos de su boca, usa ambas manos en el trabajo de poner las piernas ella a los costados de su cintura.
una mano finalmente se dirige a su miembro erecto para llevarlo al encuentro del centro de la joven. “siempre luces tan deliciosa cuando estoy apunto de enterrarme en ti.” finalmente comienza los movimientos de sus caderas contra las de la muchacha, suelta un par de gemidos mientras susurra su nombre, lleno de lujuria, adoración y gran amor. mantiene un ritmo rápido, estocadas que llevan a ambos a un muy alto placer.
“sos tan hermosa.”
“por-por favor, te necesito.” dice.
“lo sé, mi amor.” no planea detenerse y observa con fascinación la figura de la mujer que tanto ama debajo de él. “me tomas tan bien. ”acerca su rostro al de ella y empieza un más que apasionado beso, lenguas se tocan y exploran todo lo que el otro le puede dar a cada uno.
enzo, como ya se mencionó, conoce cada punto que tocar, besar, lamer y acariciar para que su novia se siente en el mismo cielo, y no duden en que usará cada uno de sus conocimientos sobre ti en cada oportunidad que se le presente de hacerte sentir bien. “justo así, mierda, esa es mi chica.”
desesperadamente, la joven lleva sus manos a la espalda del pelinegro, donde las mantiene y acaricia con veneración, respiraciones pesadas se sienten el uno contra el otro, besos mojados son depositados en el rostro de ella.
puede sentir como las paredes de ella lo presionan en su interior y sonríe, con más ternura que lujuria, al conocer que su amor está cerca de llegar a la cúspide de placer.
tal cómo él también lo es.
no tiene reparos en preparar y calcular cada uno de sus siguientes movimientos en ella, cualquiera podría llevarla al tope. sus estocadas premeditadas son un poco más lentas, entrando y saliendo, disfrutando cada segundo, sabiendo que es suya y que momentos así, estarían acompañándolo toda su vida, específicamente, ella lo estaría acompañando.
“sos tan linda desmoronándote debajo de mí.” susurra.
pensamientos de cómo es que dijo esas palabras con tanta facilidad llegan a él y sonríe, una sonrisa cargada de todas las posibles emociones que la situación le podría brindar, sigue los gemidos de ella diciendo todo los sinónimos de hermosa que llegan a su mente.
enzo acelera una vez más, moviendo sus caderas contra las de ella con la mayor precisión posible, toma el rostro de la jóven en sus manos. “mírame mientras te corres.” logra decir, muy sumergido en la neblina de placer en la que se encuentran ambos.
ella asiente, diciendo todo tipo de obscenidades, su orgasmo llega de manera abrumadora y suelta un último gran gemido. más respiraciones pesadas le siguen mientras el pelinegro busca también su liberación, ya que su prioridad ya había sido alcanzada.
luego de lo que parece casi nada, ella siente la carga de semen del mayor bañando sus paredes de forma deliciosa.
“¿fue esto más interesante que el capítulo de tu libro que estabas leyendo?”
“déjame en paz, amor, vamos a limpiarte.” le responde con una sonrisa cansada pero satisfecha.
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writer's note: esto fue, definitivamente más rápido de lo que pensé 😭 si me olvidé de algún tag ¡avísenme!
otra vez, cualquier tipo de feedback es bienvenido :p espero que les guste <3
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Advertencia: Mención a Violación
Seguro publicaré está historia en español e inglés, Debo adaptarla y eso, es todo, disfruten
"Barely Legal" - Hong Eunchae
La joven maknae del exitoso grupo femenino LE SSERAFIM festejaba enérgicamente su cumpleaños número 18 junto a sus compañeras
Chaewon: Yeeeeih! Eunchae ya es mayooor!
Yunjin: Crecen tan rápido.. *llanto falso*
Sakura: Verte crecer me hace sentir vieja Manchae
Eunchae: Estás vieja Kura Unnie jajaja
Las demás chicas se rieron de Sakura ante el comentario de Eunchae, cuando el timbre de su casa sonó, fue Kazuha quien abrió la puerta dándole lugar a su manager, T/N
T/N se acercó a la maknae, dándole una leve caricia en su cabeza mientras la felicitaba por cumplir años
Eunchae: Oppa! ¿Y mi regalo?
T/N: Está en camino, me lo olvide en la empresa
Chaewon: ¡Que comience la fiesta!
El tiempo paso rápidamente y ya era bastante tarde, debido que Eunchae era mayor todos tomaron un poco pero aún no estaban borrachos
Eunchae: ¡Juguemos un juego!
Yunjin: ¿Que quieres jugar?
Eunchae: ¡Verdad o reto! Ahora que soy adulta puedo jugarlo con ustedes~
Yunjin: Y con la misma regla, podes saltar un reto tomando un trago de Soju, pero al siguiente turno tenés que hacerlo si o si
T/N: Me parece una buena idea, acomodense
Las chicas y su manager su pusieron en el suelo al rededor de la botella, Eunchae la giro y apunto directo a Kazuha
Eunchae: Zuha! ¿Verdad o reto?
Kazuha: Mmmh.. Verdad
Eunchae: ¿Es verdad que tuviste sexo con Oppa antes de nuestro último concierto?
Kazuha: S-si..
Sakura: Siguiente! Gira Zuha
Kazuha giro la botella y cayó en Eunchae, la niña pensó y animadamente eligió..
Eunchae: Reto!
Kazuha: Dinos tu fantasía más oscura
Eunchae: E-eso.. Desde que debutamos soñe con que T/N Oppa se metiera a mi cuarto y abusara de mi..
T/N: ¿¡Q-que!?
Yunjin: Por eso dormías con ropa suelta y sin ropa interior con la puerta abierta! Oh.. Chica astuta~
T/N: M-mierda.. Eunchae.. Eso..
Eunchae: O-olvidalo Oppa, solo es una fantasía
Eunchae giro la botella y le tocó a Yunjin quien eligió reto sin dudar
Eunchae: Besa a Oppa como lo hacen en privado
En ese momento Yunjin se tiró sobre T/N, sus labios se movían vivazmente contra los de su manager mientras sus lenguas tenían una intensa batalla de poder
T/N tenía sus manos sobre la cintura de Yunjin mientras ella sentada sobre el movía su cadera, frotando su coño mojado contra su bulto creciente
El beso era sucio e intenso, lleno de saliva, jadeos y manoseos hasta que ambos quedadon sin aire
Sakura: Que intenso..
Chaewon: Yah! Yunjin! No beses así a mí esposo!
Yunjin: *jadea* UPS.. A-amo.. *jadea* sus labios ~
Eunchae: Oppa.. Tu polla.. Está dura
T/N: Joder Jenniffer! *jadeo* Que mierda.. Luego lo pagarás zorra americana
Yunjin: Claro que sí Oppa ~ Sigamos! Mi turno
Yunjin giro la botella y cayó sobre T/N, que eligió verdad para descansar un rato pero Yunjin tenía otros planes..
Yunjin: *Sonrisa*
Chaewon: Oppa esta muerto, conozca esa sonrisa
Yunjin: Dinos T/N.. ¿Querias estirar el apretado coñito de la maknae cada vez que la veías durmiendo en su cuarto?
Un silencio se hizo en la sala mientras Sakura y Kazuha abrían los ojos sorprendidas por la pregunta
T/N: Y-yo.. Creo que mejor tomaré..
Eunchae: Vamos Oppa! Solo dilo.. *susurro*
T/N: B-bien.. Y-yo.. Luche mucho por no entrar ahí y meter mi polla en su apretado agujero..
Chaewon: Puto pervertido! Cariño eres un asqueroso ~
Yunjin: Demonios T/N, ¿Por eso querías conocer a New Jeans cuando debutaron?
T/N: No respondere eso.. Mi turno, sigamos jugando
Está vez fue el turno de Chaewon que eligió reto
T/N: Dale un beso a alguien de aquí
Yunjin: Puff.. Para ser un animal en la cama jugando eres taaaan aburrido
Sakura: ¿Un animal? Oppa me trata lindo..
Yunjin: Son gustos, me gusta que me trates como una zorra adicta a su polla, a ti te gusta ser una princesa
Sakura: Cierto
Mientras ellos hablaban Chaewon se acercó a Eunchae y le dió un dulce beso
Chaewon: Tu primer beso es de tu líder ~
La botella volvió a girar y cayó sobre T/N una vez más
T/N: Joder.. Esto está arreglado, reto
Chaewon: Desnúdate ~
Yunjin: Bien pensado Unnie! Muéstranos tu dura, larga, gruesa y venosa polla ~
T/N decidido hacerlo, al final.. casi todas allí tuvieron sexo con el y Eunchae ya era mayor, ¿Que podría pasar?
Mientras T/N se quitaba las prendas, las chicas lo miraban atento, con Eunchae mordiéndose el labio inferior inconscientemente
Cuando T/N bajo su boxer y lo tiró a un lado, las cuatro chicas sonrieron mientras Eunchae abría los ojos bien grandes
Eunchae: E-es.. enorme.. ¿C-como.. pudieron..?
Yunjin: No fue mi primera vez, pero fue difícil
Chaewon: No iba a dormir sin tener su polla en mi coño
Kazuha: S-solo.. Sucedió..
Sakura: Compruebalo, ya puedes hacerlo
Eunchae: U-unnie! Y-yo..
T/N: No esperaba eso de ti Kura
T/N giro la botella y le tocó a Sakura, luego de elegir reto y quedar desnuda, la botella giro cayendo en Eunchae que estaba distraída viendo la polla de su manager
Cómo antes eligió Reto, ahora le tocaba verdad...
Sakura: ¿Quieres probar su polla, verdad?
Eunchae: S-si..
Yunjin: Te ayudaré cuando quieras hacerlo, Oppa ama mi boca
Unos giros más y estaban todas desnudas, Eunchae tapaba tímidamente su cuerpo mientras la polla de T/N estaba muy dura, palpitando mientras el pre semen ya era visible..
Una vez más, Yunjin giro y cayó sobre T/N, quien eligió reto y no podía beber..
Yunjin: Ya estando en este punto.. Follate a la maknae
T/N: ¿¡QUE!? P-PERO! Ella.. N-no se..
Eunchae pensó un segundo, miro a T/N y se dirigío a el en cuatro patas como una leóna directo hacia su presa
Eunchae: O-oppa.. Hazme sentir bien, u-usame Oppa ~
Luego de eso Eunchae se acercó a T/N y lo beso descuidadamente con mucha torpeza, las manos de la joven recién legal buscaron rápidamente su enorme polla, acariciándolo por instinto
T/N: E-eunchae.. E-espera.. Y-y-
Eunchae no escucho a T/N, se alejo de sus labios y se acercó a su polla, cuando lamio su punta T/N no se pudo contener más, luego de estar tanto tiempo duro su semen explota en la cara de la joven mientras sus Unnies tomaban fotos y grababan a su maknae
Yunjin: Woah.. Oppa nunca se corrió tanto conmigo
Chaewon: Que envidia.. Eso podría dejarme embarazada..
Kazuha: Tan delicioso, espeso y caliente ~ Pruebalo Manchae ~
Eunchae escucho a su Unnie, lamio el semen de T/N en su manos, lo que recolectó de su cara y luego de su polla..
Eunchae: Mmmm~ O-oppa~ Zuha tiene razón, es delicioso ~
T/N: *Jadeo* Esperen.. *Jadeo* ¿Estan grabando?
Yunjin: Si Oppa, así tendrás la colección de nuestro grupo *guiño*
Sakura: Tenes un videos con todas cuando lo hicimos por primera vez contigo.. Y a Manche no parece molestarle
Chaewon: ¿Cómo podría molestarle? Está perdida en su mundo de lujuria
Eunchae: Oppa.. Follame Oppa, ponlo dentro ~
Eunchae se tiró en el suelo, abrió sus piernas y con una señal atrajo a T/N, que luego de verla a su dulce maknae así su mente se nublo
Eunchae le sonreía pícaramente, cuando sintió que T/N frotaba la punta de su polla contra su entrada gimió bajo, esperando el momento en el que el la reclame como suya
T/N empujó contra su entrada lentamente, sentía como la punta de su polla era apretada por las apretadas paredes vaginales de la joven que tenía los ojos cerrados mientras sujetaba las manos de Yunjin con fuerza
Yunjin: Relájate Manchae, Oppa es largo y grueso, te dolerá.. pero luego te harás adicta a su polla
Chaewon: Perras.. Es mi marido.. Me estoy cansando de verlas así con el.. *susurro*
Sakura: Acordamos que era de todas, es NUESTRO esposo, ahora haz silencio! Arruinas el vídeo
Centímetro a centímetro T/N entraba en ella, un pequeño momento de gran dolor paso por Eunchae cuando el definitivamente tomo su virginidad, a diferencia de las demás chicas.. Eunchae si sangro, pero sin querer detenerse respiro profundo mientras abría los ojos
Eunchae: S-sigue.. Oppa, no pares aunque llore..
T/N asintió, luego de tortuosos minutos su pene estaba completamente dentro de Eunchae, ella gemia de dolor y un ligero placer al sentir su polla palpitar en su interior
Con la ayuda de Yunjin, la maknae le dió la orden a T/N para que se mueva, el dolor en su coño era gigante pero no quería detener esto
Las chicas miraban atentas la polla de T/N salir y entrar lentamente de la Maknae que gemia debilmente
Unos minutos pasaron antes que Eunchae pidiera más.. T/N empezó a acelerar el ritmo ligeramente, los gemidos de Eunchae iban en aumento, cada vez más largos y fuertes
Yunjin sostenía su cabeza, ayudando a que la recién legal maknae mirara en bulto en su vientre por la polla de T/N
T/N: E-eunchae! *Jadeo* Es-estoy cerca!
Eunchae: S-sigue.. Oppa! Y-yo.. igual!
T/N embistió más fuerte y rápido a Eunchae, sus pequeñas tetas rebotaban con cada golpe, Eunchae gritaba de placer y dolor tan fuerte que podrían escucharlos desde la calle
Yunjin jugo con los pezones de Eunchae, llevándola más rápido al orgasmo, el cuerpo de la Maknae se tenso, su espalda arqueada era una señal de su orgasmo.. Junto a lo apretado que estaba su coño
Un chorro de su orgasmo inundó la polla de T/N, el orgasmo fue tan fuerte que mientras el semen de su manager llenaba su interior sus apretadas paredes vaginales empujaron su polla hacia afuera en mitad del climax
Esparciendo el semen dentro de su coño, en su vientre, pecho y hasta las piernas de Yunjin ante la sorprendida mirada de las chicas
Chaewon: Amor! Nunca te habías corrido tanto!
Yunjin: Ni tan fuerte, Demonios, mis piernas están llenas de su semen caliente
Sakura: ¿Eunchae? ¿Cómo te sientes?
Eunchae: *Jadeo* M-mas.. - Decía la maknae debilmente
Yunjin: Oh mierda, T/N Oppa! La niña quiere más
Kazuha: Definitivamente Oppa puede seguir ~
Las chicas miraron su polla aún erecta, sonriendo mientras se miraban entre si
Sakura: Manchae.. Recupérate, Oppa tiene que encargarse de otros asuntos ~
Lentamente las demás chicas lo rodearon, listas para drenar a su manager durante toda la noche.. Y el estaba feliz de poder follar a estas hermosas chicas, agradecido con su trabajo
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❝𝐃𝐄𝐒𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐁𝐀𝐉𝐎 𝐋𝐀 𝐌𝐀𝐒𝐂𝐀𝐑𝐀❞
|Hwang Jun-ho|
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Pairing: 𝐇𝐰𝐚𝐧𝐠 𝐉𝐮𝐧-𝐡𝐨 × 𝐑𝐞𝐚𝐝𝐞𝐫 (𝐓/𝐍)
𝐆𝐞𝐧𝐫𝐞/𝐓𝐚𝐠𝐬: 𝐀𝐧𝐠𝐬𝐭, 𝐃𝐞𝐬𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧, 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 𝐏𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨, 𝐀𝐜𝐜𝐢𝐨́𝐧, 𝐒𝐮𝐫𝐯𝐢𝐯𝐚𝐥, 𝐒𝐨𝐟𝐭 𝐍𝐒𝐅𝐖 (𝐢𝐦𝐩𝐥𝐢𝐜𝐚𝐝𝐨), 𝐑𝐞𝐥𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐓𝐞𝐧𝐬𝐚, 𝐌𝐢𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐄𝐧𝐜𝐮𝐛𝐢𝐞𝐫𝐭𝐚, 𝐉𝐮𝐞𝐠𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐂𝐚𝐥𝐚𝐦𝐚𝐫 𝐀𝐔
𝐖𝐚𝐫𝐧𝐢𝐧𝐠𝐬: 𝐋𝐞𝐧𝐠𝐮𝐚𝐣𝐞 𝐟𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞, 𝐄𝐬𝐜𝐞𝐧𝐚𝐫𝐢𝐨𝐬 𝐯𝐢𝐨𝐥𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 (𝐦𝐞𝐧𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐚 𝐦𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞 𝐲 𝐩𝐞𝐥𝐢𝐠𝐫𝐨), 𝐂𝐨𝐧𝐭𝐞𝐧𝐢𝐝𝐨 𝐞𝐦𝐨𝐜𝐢𝐨𝐧𝐚𝐥𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐢𝐧𝐭𝐞𝐧𝐬𝐨, 𝐂𝐨𝐧𝐭𝐚𝐜𝐭𝐨 𝐟𝐢𝐬𝐢𝐜𝐨 𝐢𝐦𝐩𝐥𝐢𝐜𝐢𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐧𝐚𝐭𝐮𝐫𝐚𝐥𝐞𝐳𝐚 𝐢́𝐧𝐭𝐢𝐦𝐚 (𝐒𝐨𝐟𝐭 𝐍𝐒𝐅𝐖), 𝐃𝐞𝐬𝐜𝐫𝐢𝐩𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐚𝐧𝐬𝐢𝐞𝐝𝐚𝐝, 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐲 𝐫𝐚𝐛𝐢𝐚.
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Hwang Jun-ho había visto muchas cosas durante las horasen aquel lugar infernal. Había sido testigo de atrocidades inimaginables, su moral tambaleándose con cada paso que daba entre las sombras de los juegos. Pero nada, absolutamente nada, lo había preparado para lo que sintió cuando la vio.
Allí estaba, entre los jugadores, caminando con un paso que intentaba parecer seguro, aunque él conocía demasiado bien ese leve temblor en su mandíbula. (T/N). Su (T/N).
Su corazón se desplomó primero, seguido de un golpe de pura rabia que lo recorrió como una tormenta. Su respiración se volvió más pesada mientras la veía entrar en la sala común después del desafío del panal, aún limpiándose los restos de azúcar de las manos. Ella estaba viva, pero ¿por cuánto tiempo más?
—¿Qué demonios haces aquí? —murmuró para sí mismo, su voz amortiguada tras la máscara negra.
Cada fibra de su ser quería arrancarse la máscara y sacarla de allí a rastras, pero no podía. No aquí, no ahora. Los ojos de las cámaras estaban en todas partes, y cualquier movimiento en falso pondría a ambos en peligro.
Sin embargo, no podía quedarse quieto. Ella estaba caminando en una cuerda floja sobre un abismo, y él no estaba dispuesto a perderla.
Con el corazón martillándole en el pecho, hizo algo que no debía hacer: se alejo de los triángulos y sin importarle nada se dirigió hasta (T/N).
El guardia triangulo lo miró con sospecha, pero finalmente no le tomo importancia. Jun-ho agradeció que el sistema de jerarquías y los rostros ocultos jugaran a su favor.
Cuando se acercó a ella en la sala común, casi pudo sentir su propio control desmoronarse.
—Jugadora 145. Sígame.
Ella levantó la vista, sus ojos encontrándose con la máscara. Por un momento, algo pasó por su rostro, una chispa de reconocimiento, pero lo escondió rápidamente. Se levantó sin decir nada, caminando detrás de él con pasos firmes.
Jun-ho la condujo por los interminables pasillos metálicos hasta un baño vacío. Cerró la puerta detrás de ellos con un golpe seco, el sonido resonando como un disparo en su mente.
Cuando se dio la vuelta y se quitó la máscara, su expresión estaba teñida de una furia que no podía contener más.
—¿Qué demonios haces aquí?
(T/N) dio un paso hacia atrás, sorprendida por el tono de su voz. No era común verlo perder el control, pero en ese momento parecía una olla a presión a punto de estallar.
—Jun-ho, puedo explicarlo...
—¡No quiero una explicación! —interrumpió, su voz cargada de desesperación. —¿Sabes lo que estás haciendo? ¿Te das cuenta de dónde estás?
Ella apretó los labios, su postura tensa pero desafiante.
—Lo sé perfectamente.
—¡No! —Jun-ho golpeó la pared con el puño, haciendo que ella se sobresaltara. —No lo sabes, (T/N). Este lugar no es un simple caso que puedes resolver. Aquí no hay redención, no hay justicia. Aquí solo hay muerte.
(T/N) lo miró con calma, aunque su respiración era un poco más rápida.
—Por eso estoy aquí. Porque alguien tiene que detenerlo.
Jun-ho soltó una risa amarga, incrédula.
—¿Y ese "alguien" tiene que ser tú? ¿No te importan las consecuencias? ¿Tu vida no vale nada?
—No digas eso. —Su voz era suave pero firme. —Sé cuidarme.
—¡No, no puedes! —Él dio un paso hacia ella, su rostro a centímetros del suyo. —Yo he visto lo que hacen. He visto cómo mueren. Y si te pasa algo aquí dentro... —Su voz se quebró un poco, pero la rabia seguía presente. —No podría soportarlo.
Ella lo miró a los ojos, su expresión relajándose un poco.
—Jun-ho... no planeo morir aquí.
—Eso no me consuela. —Él tomó su rostro entre sus manos, como si necesitara asegurarse de que estaba realmente allí, viva. —¿Por qué no me dijiste nada?
—Porque sabía que intentarías detenerme.
—¡Por supuesto que lo haría! —exclamó, su desesperación volviendo a surgir. —¿Sabes lo que siento al verte aquí, rodeada de esa gente, jugando con tu vida como si fuera un maldito espectáculo?
Ella puso sus manos sobre las suyas, obligándolo a mirarla.
—Jun-ho, voy a salir de aquí. Lo prometo.
Él cerró los ojos, respirando profundamente para intentar calmarse. Pero el miedo y la rabia seguían allí, latentes.
—Si algo sale mal, no podré salvarte.
—Entonces asegúrate de que no salga nada mal. —Sonrió, aunque sabía que él no estaba de humor para bromas.
Jun-ho soltó un suspiro pesado y se apartó, poniéndose la máscara nuevamente, pero luego se arrepintió quedandose estático frente a la puerta.
El aire en el pequeño baño estaba cargado de tensión. El silencio entre ambos era tan denso que casi podía cortarse con un cuchillo. Jun-ho miró a (T/N), su mente un torbellino de emociones: miedo, rabia, preocupación, y algo más profundo, algo que había estado enterrado bajo capas de profesionalismo y autocontrol durante demasiado tiempo.
(T/N) lo observaba con esos ojos llenos de determinación, esos que siempre lo habían impulsado a seguir adelante, incluso en los momentos más oscuros de su carrera. Pero ahora, esa misma mirada lo llenaba de angustia. Ella no entendía el peligro real. No podía permitir que fuera una más en la larga lista de muertos que este lugar acumulaba como trofeos.
—No entiendo cómo puedes ser tan irresponsable, —susurró Jun-ho, su voz quebrada por la mezcla de emociones. —Estás jugando con tu vida, (T/N).
—Estoy haciendo lo que debo hacer, Jun-ho, —respondió ella, su tono firme pero teñido de suavidad.
Él negó con la cabeza, dando un paso hacia atrás como si intentara poner distancia entre ellos. Pero sus propios pies lo traicionaron, y en lugar de alejarse, avanzó, atrapándola contra la fría pared de azulejos.
—No puedo dejarte aquí, —murmuró, su voz apenas un susurro.
(T/N) parpadeó, sorprendida por la cercanía repentina.
—Jun-ho, yo...
Él no la dejó terminar. Antes de que pudiera decir algo más, sus labios se encontraron en un beso desesperado, lleno de rabia contenida y una necesidad que ya no podía reprimir. Sus manos se aferraron a su rostro como si temiera que pudiera desaparecer en cualquier momento.
(T/N) quedó paralizada por un instante, pero pronto sus propios instintos tomaron el control. Sus manos se deslizaron por la cintura de Jun-ho, agarrándolo con fuerza, devolviendo el beso con la misma intensidad. Había algo feroz en la manera en que ambos se aferraban al otro, como si el tiempo se les escapara entre los dedos.
Jun-ho la presionó más contra la pared, sus dedos encontrando el camino hacia su cabello, enredándose en él mientras sus labios viajaban desde su boca hasta su mandíbula, bajando lentamente hacia su cuello. Cada beso era como una súplica silenciosa, como si intentara memorizar cada centímetro de ella, por si este era el último momento que compartían.
—No puedes hacerme esto, —murmuró contra su piel, su voz temblorosa. —No puedes venir aquí y esperar que me quede quieto mientras arriesgas tu vida.
(T/N) levantó una mano para acariciar su rostro, obligándolo a mirarla a los ojos.
—Estoy aquí porque confío en mí misma. Y también porque confío en ti, Jun-ho.
Sus palabras lo golpearon como un martillo. Había tanto en ellas: confianza, fe, amor... y un peligroso toque de despedida.
—No lo entiendes, —respondió, inclinando su frente contra la de ella. —No puedo perderte. No a ti.
Ella no tuvo tiempo de responder antes de que él la besara de nuevo, esta vez con una mezcla de desesperación y ternura. Sus manos exploraron su espalda, sus movimientos más lentos ahora, como si intentara grabar cada sensación en su memoria.
El espacio pequeño del baño, el brillo frío de los azulejos, las luces fluorescentes... todo se desvaneció. Lo único que existía eran ellos dos, aferrándose el uno al otro en medio de un caos que no podían controlar.
—Jun-ho... —murmuró ella contra sus labios, su respiración acelerada.
Él la miró, sus ojos oscuros brillando con una intensidad que rara vez dejaba salir.
—Prométeme que saldrás de aquí.
Ella lo miró fijamente, su expresión suave pero determinada.
—Lo prometo. Pero solo si tú también lo haces.
Él dejó escapar una risa baja, amarga, y la abrazó con fuerza, como si pudiera protegerla del mundo entero con solo sostenerla.
Finalmente, la realidad volvió a golpearlo. Se apartó lentamente, aunque sus manos aún se aferraban a sus brazos.
—Tengo que irme antes de que sospechen.
Ella asintió, aunque su expresión mostraba lo mucho que le costaba dejarlo ir.
—Ten cuidado, Jun-ho.
Él se colocó la máscara con movimientos rápidos, su rostro oculto de nuevo tras el símbolo de cuadrado. Pero antes de abrir la puerta, se detuvo.
—Recuerda lo que prometiste.
Y sin esperar una respuesta, salió del baño, dejando a (T/N) sola con el corazón latiéndole con fuerza y una determinación renovada. Ahora más que nunca, sabía que tenía que ganar. Por él. Por ellos.
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hermanda god bless u por tan tremendo smut con Pipe, ¿para cuándo otro? 😝😝
yo te espero todo lo que quieras
OSCARS | Felipe Otaño
tw: Lector Femenino x Felipe Otaño. MUCHA sobre estimulación, cría de semen, hablando con groserías y apodos “papi” “bebé”, bebiendo coño, dedos, masturbarse, oral f/m. Sexo sin protección. (por favor léelo bajo tu responsabilidad)
Quiero aclarar que los diálogos son en argentina pero mi narración es latina.
También que perdón mi inactividad, me tomó mucho el tiempo para hacerlo mejor posible, ojalá les guste, comenten. Si hay algún error por favor dímelo.
Finalmente, la película está por todos lados, dándose a conocer por todos como ganadora de un oscar.
Felipe estaba celebrando con sus amigos, cuando le llega una notificación de ella.
Felipe salió de ahí en fa, necesitaba ir con su novia. Realmente su mensaje lo dejó con la pija paradisima, si de por sí ya había pensado en el buen premio que sería la boca de su princesa en su polla. La necesita y se lo merece.
Llegó a su habitación en menos de los 15 minutos y no estaba en la sala, por lo que caminó a su cuarto y ahí te encontrabas, acostada en la cama viendo la televisión, él se acercó a ti no sin antes cerrar la puerta. Tomó el control remoto de tus manos, presionó el botón rojo y aventó el control sin dejar de verte. Comenzó a besarte mientras que tú te acomodabas en la cama.
Mi amor, ya me necesitas, verdad? - Preguntas con una voz tan excitante, que solo hace que se le pare más.
Chúpamela, solo chúpamela - Felipe dice sin más.
El se aparta de ella y se sienta en la esquina de la cama, tu te paras frente a el, y lo tomas del cuello para besarlo, bajas tus manos lentamente hacia su pecho hasta llegar a su abdomen bajo para meter tus frías y delicadas manos dentro de su camisa y quitársela de una vez.
Te da su ayuda para quitársela y seguir besándote entre jadeos de su parte por lo horrible que sentía a su pija arder.
Fuiste dándole besos húmedos por todo su cuerpo, sacándole un gemido ahogado, bajaste dolorosamente hacia sus short, tomaste la tela que sujeta y la bajaste con su ayuda.
Comenzaste a dar lamidas por encima del bóxer y juras que Felipe estaba en el puto cielo gracias a sus gemidos.
Si así se sentía sobre una tela, no se podía imaginar como sería sin una de por medio.
Cuando te cansaste de dar lamidas bajaste su ropa interior, paraste un momento para verlo.
Su risa expresaba claramente lo orgulloso que se sentía al notar tu expresión sorprendida por ver lo disparada que salió su polla apuntando a él.
Te gusta? - Pregunta acariciando tu cabello largo.
Me encanta mi amor, es mejor a cómo la había imaginado - Contestaste sin vergüenza.
La idea de que esto ya lo habías imaginado antes, le hizo a Felipe más tentadora la idea de comerte entera.
Entonces también habías imaginado esto? - Preguntó mirándote a los ojos.
Muchas veces - Dices para tomar su gran polla entre tus manos y dar la primera lamida.
Felipe soltó un gemido leve sin dejar de mirarte.
Empezaste a dar círculos por el glande haciendo que su polla se enrojezca más y amenace con pre semen. Justo cuando empezó a salir, la metiste en tu boca, hiciste lo más que pudiste, y lo otro lo seguiste trabajando con las manos.
Felipe no pudo evitar soltar el gemido más grave de su vida, echó la cabeza para atrás y sintió que sus brazos y espalda se debilitaron, quería follarte la puta boca de una vez pero no quería lastimarte.
Era un regalo de Dios verte mientras lo comías y se prometió que será una imagen que nunca olvidará.
Verte de esa manera es mejor a todas las imágenes mentales que pudo haberse creado antes, lo que más deseaba era tenerte así.
Mi amor, si, si bebé, sigue así. - suelta tu novio entre gemidos graves.
Lo único que recibió de tu parte es sentirlo más rápido y gemidos que hacen a su polla vibrar.
Felipe siente que se va a correr y es lo mejor que ha sentido pero no quiere terminar en tu boca, así que te detiene.
Bebé, para, ven - Dice alejando su cuerpo de ti para levantarte y tumbarte en la cama.
Qué pasó? Hice algo mal? - Dices con una cara de tristeza.
No preciosa, todo lo contrario, me sentí muy bien pero quiero correrme junto a vos. - Felipe mima tu rostro colorado.
Pero antes, quiero hacer algo que me gustaría haber hecho desde que te vi en las gradas del estadio - Quita tu sostén con torpeza, lográndolo.
Que cosa? - Preguntas, viendo a tu sostén ser arrojado.
Mientras pipe baja a quitarte los pantalones apretados que llevabas puestos.
Lo ayudas a quitarlos, y cuando finalmente los termina de quitar, rápidamente toca tu coño sensible para sentir por fin lo mojada y caliente que estabas.
Agh, felipe, no - Dices tomando su mano haciendo que pare los movimientos.
Qué pasa, linda? - Pregunta el castaño preocupado.
Me voy a correr amor, no toques. - Continuas cerrando los ojos.
Eso es lo que quiero, hermosa. - Felipe sonríe para rápidamente bajar tu encaje y tocar con su dedo índice tu entrada.
Su novia suelta un gemido quejumbroso tomando su brazo y apretándolo.
Con su dedo índice en tu entrada comienza a dar círculos y agrega rápido su dedo anular para tocar tu clitoris con este e iniciar a masajear las dos zonas lentamente.
Escucha cuando comienzas a gemir y lo hace querer oírte más, Él necesita que gimas su nombre.
Empieza un ritmo más rápido con sus dedos, gemidos salen sin parar cuando quita su dedo anular de tu clitoris para reemplazarlo por su lengua.
Hace circulitos rápidos con su lengua y mete su dedo índice en tu entrada para sentir como lo aprietas con todas tus fuerzas.
Felipe siente cómo poco a poco como te vas relajando más e intentas succionar su dedo al ritmo de su lengua presionando tu área sensible.
Tu novio suelta un gemido por la sensación de las cobijas rozando su polla y gritas por la vibración, jalándole del cabello.
Felipe, ya, por favor es mucho - Gritas tomando entre tus dedos el cabello de Felipe, este suelta un último gemido antes de retirarse de ti y se limpia la boca con sus dedos.
Los chupa mirándote.
Su novia se veía tan atractiva, estaba toda roja y despeinada, con los ojos llorosos y los labios rojos hinchados, las ganas de follarsela crecían, así que sin más, te tomó de las piernas y se acomodó en medio de ellas.
Intentaste cerrarlas.
Abrí las piernas - Dice mirándote fijamente con esos ojos azules. Te matan.
Amor, me duele - Respondes mordiendo tu labio y acercando la mano a tu área.
No te vas a correr si no abrís las piernas, bonita. - Felipe habla con una voz más grave de lo normal.
Abrí esa’ piernotas para mi, princesa. -
Felipe sujeta tus piernas impidiendo que las vuelvas a cerrar.
Su mano derecha toma su polla y la calma, empieza a rozarla con tu coño mojado, tú empiezas a gemir quedito por la sensación y metes la punta de tu dedo índice en la boca en forma de desesperación.
Empiezas a moverte al compás de su polla en tu coño, buscando más fricción, y cuando intentas hacer otro movimiento, rápidamente Felipe mete su polla a tu coñito caliente y los dos sueltan un gemido que piensas, todos escucharon.
Gimes y respiras pesado, quieres ir rápido.
Más rápido Felipe, ya follame toda, lléname de semen el puto coño - No te la complicas.
Y con eso le bastó para empezar y no parar por el resto de la noche.
Empezó a follarte de una manera descontrolada, veía sus tetas moverse por todos lados mientras tu sigues chupándote el dedo y gimiendo sobre el.
Para él, ver tu cinturita y piernotas abiertas sobre él, lo hace querer llenarte de semen, verte pellizcarte una de tus tetas lo llevó a golpearte el coño.
Notó que entre más te golpeaba con su polla, más rojita te ponías y justo así te quería desde un inicio, toda abiertota para él, dejándolo destruirte el coño, y toda roja por él, solo por él.
-Felipe, ahí más, ahí, si -
Era lo único que podía escuchar de la boca de su hermosa novia.
Verla toda destrozada por él era un sueño de todo hombre, una mujersota con una cinturita y unas piernotas, más un culote de puta madre, era lo que todos querían y solo él lo podía tener.
Tu empezabas a retorcerte más sobre Felipe, y le empezabas a tocar los brazos, en especial los bíceps.
Este recordó como una vez habías mencionado en tu sueño que querías correrte en su bícep, esa noche descansó muy bien con una buena masturbeada viendo tu culo y bonitas piernas.
Iba acercándose a su orgasmo, viéndote.
Papi, voy a correrme ya, voy a correrme en tu polla por favor, córrete dentro, embárrame tú semen y lléname mucho. -
Fue lo que finalmente hizo que soltara todo.
Córrete chiquita, Córrete como una puta. Mi puta. - Después de soltar un gemido, Felipe cae lentamente apoyando sus brazos a un lado de tus hombros.
Y sin más, solo logra escuchar como te corres desesperadamente por toda su polla, estremeciéndote y aferrándote de los brazos de Felipe para apoyarse, sin parar de gemir y gritar su nombre.
Tiras y tiras de semen salen disparadas de su polla rojiza llenándole el coño a su bebé.
Felipe saca su polla ya cuando se recupera y puede admirar la belleza de su novia estando muy perdida, lo único que sale de su boca es “mhhm”
Lo cual le excita más y te toma de la cintura con fuerza.
Este te recarga en el respaldo de la cama, no logras procesar lo que esta pasando, poco a poco aclaras tu vista cuando Felipe abre tus piernas y las separa lo más que puede, haciéndote quejar.
Sus ojos azules escaneándote te hacen temblar, se agacha y empieza a comerte el coño de forma descontrolada, gimes sintiendo sus dedos empujando el semen que ruega por salir de tu entrada.
La muñeca de Felipe realmente duele cuando mete sus dedos y aumenta la velocidad, luego de su lengua hasta hacer, de igual forma, doler su mandíbula.
Esa noche descubrió que su nueva adicción chupar tu coñito escuchando los hermosos gemidos y súplicas de tu parte diciéndole que se detenga.
Amor, es demasiado, es mucho, ya- Empujas con tus brazos débiles a su cabeza tratando de cerrar las piernas.
Con el mismo ritmo de antes, la novia del castaño pegó un grito enorme de satisfacción, dándole la razón del por qué su boca se llenó de fluidos, lo cual le hace mover los dedos más rápido, Felipe abre la boca para tomarlo todo.
Ese si que era un premio para él.
Tu no paras de gemir por la sobre estimulación. Felipe mueve rápido tu clitoris antes de que sueltes un último grito.
Felipe da un beso en tu zona y empieza a masajearla con delicadeza. Su cuerpo sube para quedar pegado con el tuyo.
Los dos ardiendo.
Yo creo que el oscar debiste haberlo ganado vos, amor. - Felipe se acomoda en la cama con una sonrisa en el rostro.
Por que lo decís? - Preguntas entre jadeos, estabas cansada.
Por tener a un novio guapo que puede comerte como a vos te gusta. - Felipe te abraza por la cintura escondiendo su rostro en tu cuello.
#felipe otaño#felipe otaño x reader#pipe otaño x reader#lsdln cast#pipe otaño#enzo vogrincic#enzo vogrincic x reader#matias recalt x reader#juani caruso#esteban kukuriczka#la sociedad de la nieve
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Una noche compartida
(Enzo Vogrincic & Pipe Otaño x reader)
1/2
tw: +18, diferencia de edad (no especificada), malas palabra.
————
Tu relación con Enzo era lo que siempre habías soñado, él era y será tu chico ideal. Su apariencia tan suave hizo que te llevaras una sorpresa demasiado grande al inicio de su relación. Realmente te volvía loca la dualidad que poseía en el ámbito sexual, era un espectáculo gratificante de ver, podía ser el hombre más vanilla del mundo visualmente, pero estando caliente era irreconocible, le gustaba todo lo que tenía que ver con verte a ti a su completa merced, juego previo, palabras denigrantes durante el acto, hasta fetiches que te daba vergüenza mencionar, todo consensuado claramente. Algo que te gustaba mucho de él era su seguridad en sí mismo, jamás fue alguien celoso, sabe bien lo que vale y lo que merece.
Desde que estás con el uruguayo no podías apartar la mirada de él, y estabas bien con eso, para ti este era el "primer amor de tu vida" y él se encargaba de darte la mejor experiencia de eso. Pensabas que era casi imposible que alguien más acaparara tu atención, y esto fue así, hasta que conociste a Felipe. Un hombre encantador de ojos claros y cabello oscuro, sonrisa cautivadora y personalidad mucho más que coqueta. Desde que lo viste comenzaste a dudar de tus propios criterios, jamás habías sido alguien infiel, y entre tus planes no estaba serlo, simplemente te parecía atractivo, era atractivo.
————
(semanas despues)
Para tu sorpresa, Felipe se había vuelto muy amigo de todo tu grupo, incluido En. Jamás cruzaron palabras estando solos, siempre fue el saludo cordial y uno que otro chiste cuando compartían tiempo juntos. Te gustaba su amistad así, era alguien muy simpático y casi siempre lograba sacarle una sonrisa a todo el grupo.
Estaban todos charlando en el comedor hasta que fuiste a la cocina por un vaso de gaseosa, no te percataste de ese alguien que seguía tus pasos de manera sigilosa hasta estar solos en el otro cuarto. Estando ya ahí, te diste cuenta de quién era; enseguida te ofreciste para servile algo de beber, y él sin decir palabra alguna negó con su cabeza.
El silencio que había entre ustedes dos era agobiante, ninguno decía nada pero mantenían contacto visual. Como veías que no tenía nada para decir, ibas a salir de la cocina, pero su oportuno agarre te detuvo.
Andy espera, nunca hemos tenido la oportunidad de hablar solos y siempre he deseado hacerlo. —Confesó el argentino sujetando de mi brazo suavemente.
Algo sorprendida por sus palabras y sin decir nada aceptaste esa pequeña invitación a conocerse más por lo que te sentaste con cuidado sobre la encimera.
Dale pipe, aprovechemos ahora entonces. —Dijiste tratando de sonar divertida.
Estuve conversando con Enzo, hace cuanto son pareja ustedes? tengo curiosidad —Enunció él soltando una suave carcajada.
Para ti era muy curioso, el argentino dice querer conocerte más y lo primero que hace es preguntarte sobre tu relación con Enzo. De igual forma, lo dejas pasar.
Pues somos pareja hace 9 meses, casi diez. —Le comentaste con voz dulce. Hablar de En no te molestaba en absoluto, al contrario, amabas hablar de su relación, después de todo él ha sido tu pilar durante estos meses, y haz aprendido bastante gracias al uruguayo.
¿A qué se debe tu curiosidad? Si puedo saber claramente. —Preguntaste con cierta intriga.
Pues me intrigaba el saber cuanto tiempo lleva Enzo con una mujer tan guapa y joven como vos. —Expresó mientras se acercaba lentamente a ti, quedando frente a frente, jamás evitó el contacto visual, es más, había algo en su mirada que te impedia despergarte ella, él apoyo sus manos sobre la encimera encerrandote en medio de estos.
Tenías los nervios de punta, esta cercanía tan repentina te tomó por sorpresa, más aun cuando sentías que te había coqueteado descaradamente. No podías alejarte, te era imposible. Su maravilloso aroma te había atrapado y su mirada penetrante recaía sobre ti, lo cual te intimidaba ligeramente y te impedía el habla.
No te hagas la loca, me has devorado con la mirada toda la noche, preciosa. —Dijo él con obviedad acercándose aún más a ti, estando a centímetros de tu rostro, podías sentir como su respiración tibia chocaba contra tus labios. Pero t�� no eras tan fácil, y jamás le harías algo así a Enzo.
Discúlpame pipe, no puedo. —Apoyaste tus manos sobre sus hombros alejándolo rápidamente de ti. Enseguida saltaste de la encimera y caminaste hasta la sala para sentarte junto a tu novio. Felipe no tardo mucho en venir detrás de ti, sentándose justo enfrente mientras te miraba fijamente.
Enzo al instante notó que algo no andaba bien, estabas rara.
Acompáñame un segundo a la cocina, corazón. —Habló el uruguayo mientras se levantaba de su lugar buscando tu mano para guiarte nuevamente a ese lugar.
Desentendida lo seguiste tomando de su mano.
¿Qué pasó con Pipe? —Vocalizó el más alto mientras te miraba fijamente. ¿Fue tan evidente tu disgusto?
En, si te cuento lo que sucedió prometes no molestarte? —Enunciaste en tono bajito tratando de mantener la mirada firme. Él asintió esbozando esa sonrisa que te encantaba.
Felipe intentó besarme, y yo casi no puse resistencia. —Confesaste ante él, a pesar de que es algo de lo que no estabas orgullosa, querías ser sincera para evitar problemas a futuro.
Te juro que fue todo muy repentino, de la nada quizo hablar conmigo diciéndome que quiere conocer más y luego estaba ahí mismo donde estás parado queriendo romper el espacio entre nosotros. —Decías con algo de culpa.
Mira ese pendejito. Es obvio que te tiene ganas, nena. Te comía con la mirada y juraba que nadie se daba cuenta. —Comentó divertido.
Y lo entiendo perfectamente, a mí también me cuesta controlarme cuando te tengo cerca, parece que la única que no sabe lo buena que estás eres tú, amor. —Dijo posando una de sus manos sobre mi mejilla acariciándola levemente.
La cosa aquí es, vos también le tienes ganas, amor? —Preguntó con cierta emoción en sus palabras mientras se agachaba un poco para estar justo a tu altura. Su pregunta obviamente te sacó de onda, ¿a dónde quería llegar con ésto?
Nada que ver En, el único que me despierta ganas aquí, eres tú. —Le explicaste con obviedad mientras te pegabas más a él para abrazarlo.
¿Estas segura, amor? porque si queres garchartelo, hacelo, pero yo quiero mirarte. —Expresó él dejándote sin palabras. Claramente Enzo está algo pasado de copas, no está ebrio, pero siempre con un par de tragos se calienta hasta con el mínimo roce.
Decíme si querés hacerlo, yo lo converso con él, corazón. —Insistió.
No estoy segura de hacer eso, En... —La idea sí te llamaba, pero sentías que no era algo correcto, ni aunque él mismo te lo ofreciera. No negabas que el ojiazul sí te calentaba, es algo que habias imaginado en repetidas ocasiones, estando sobre él apoyando tus manos sobre su pecho mientras sentias como susurraba tu nombre en suaves quejidos. Pero siempre pensaste que se quedaría ahí como una simple fantasía.
Dale chiquita, te conozco lo suficiente como para no conocer tus fantasias más oscuras. —Expresó el más alto con voz profunda mientras te atraía hacia a él con uno de sus brazos.
Y no sabés lo mucho que me calentó la idea de verte cogiendo con otro mientras yo te miro. —Posando su mano cerca de tu nuca con un fuerte agarre; atrapó tus labios con los suyos y una apasionada danza entre estos comenzó, su lengua no perdió tiempo para explorar tu cavidad y el grotesco sonido que producían sus bocas chocando era algo que le generaba aún más placer. Su mano libre recorría tu cintura con fascinación, levantando un poco tu blusa para tener mejor acceso. Tu no perdías tiempo, mantenías una de tus manos por debajo de su camiseta y el frío contraste de tu manos con su tibia piel lo erizaba, mientras que con la otra, tímidamente la dirgiste hasta su entrepierna tocandolo suavemente por encima del jean.
Estaban tan hipnotizados el uno con el otro que habían olvidado donde estaban. Entraron en razón y la mejor decisión fue irse. Iban tan desesperados que el ascensor fue el mejor lugar para empezar. Enzo te acorraló contra la esquina apoyando tu espalda sobre el espejo, comenzó a besarte desesperadamente sin querer distanciarse ni un milímetro de ti, tus manos vagaban alrededor de su cuello enredando pequeños mechones de su cabello entre tus dedos, saboreando el exquisito sabor de su boca. Ese sabor amargo por el tabaco pero con suaves toques dulces por alcohol que había bebido. Este hombre realmente era tu perdición. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, retomaron la compostura y caminaron normalmente tomados de la mano hasta llegar a tu puerta.
Cerrando la puerta detrás de ustedes, En se pegó a ti de nuevo, quitó tu chaqueta y tu blusa con mucha facilidad, dejándote en brasier; comenzó a desabotonar su camisa mientras caminaban sin cuidado hasta el sofá tirandote de espaldas sobre este. Te acomodaste sobre tus codos para disfrutar de la escena más erótica del mundo, ver como su torso ligeramente marcado quedaba desnudo ante ti era una de tus cosas favoritas en el mundo. Rápidamente se puso con cuidado sobre ti, y si había algo que a él le gustaba, era darte placer y hacerte sentir cosas que nunca antes habías experimentado. Besaba tu cuello con frenesí, dejando pequeñas marcas sobre esa blanquecina zona, adoraba tu sabor, tu olor, cada parte de ti para él era maravillosa. Sus besos mojados comenzaron a bajar por tu abdomen, llegando peligrosamente al borde de tu falda. Enzo cada vez carecía más de cordura, hasta que levantó sin cuidado tu falda, dejándote casi expuesta ante él. Sus dedos masajeaban tu zona por encima de la tela mojandote completamente, lo cual le encantaba.
Mira como estás por mi, toda mojadita. —Dijo observandote fijamente, adoraba lo rápido que te ponías colorada al escucharlo hablar así. Sus dígitos seguían recorriendo el camino sobre la tela mientras que se acercaba a la altura de tu boca para besarte y calmar tus jadeos.
Enzo... por favor... —Decías entre gemidos, recién estaban comenzando y él ya te tenía como quería.
Que boquita tan linda que tenes, mi amor. Úsala, decíme qué querés. —Dijo demandante.
Escucharlo hablarte de esa manera era algo que realmente te enloquecía. Verlo sobre ti, con su cabello ligeramente largo recayendo en sus mejillas algo coloradas era todo un deleite para tu vista. Estabas por contestarle una vulgaridad, pero fuiste interrumpida por un golpe en la puerta el cual te trajo devuelta a la tierra. Enzo esbozó una sonrisa bastante sospechosa y se separó de ti no sin antes besar dulcemente la comisura de tus labios; a paso rápido se dirigió a la puerta para abrirle a quien estuviera del otro lado. Esperabas que él se encargara de hacerle saber a cualquiera que estaba ocupado, pero al contrario, escuchaste como cerró la puerta dejando entrar a alguien más junto a ustedes. Estando aún más confundida cuando viste quién era, una mirada cómplice entre ellos los delató y algo en tu cabeza hizo clic.
no sé de dónde me saqué la fuerza de voluntad para escribir esto, pero en mi mente era una idea genial, y hay parte dos. 🤓
es mi primera vez escribiendo algo así. dont judge me. 🙏🏻
#enzo vogrincic#pipe otaño#la sociedad de la nieve#society of the snow#matias recalt#blas polidori#lsdln x reader#aaaaaa#esteban kukuriczka#x reader
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⤷ ❝hands on❞ — jjk (s.m)
➤ Pareja: jungkook!tatuado x lectora!fem
➤ Recuento de palabras: 7.2k palabras
➤ Género: compañeros de clase, smut y obscenidad.
➤Resumen: Cuando conociste a tu compañero de proyecto nunca te imaginaste terminar babeando y obsesionada por sus manos y por un bocado de él, en un esfuerzo por aliviar algo del estrés decides alimentar tus sucias fantasías con algunos textos y mensajes inocentes sobre Jungkook con tu mejor amiga, detallando, explícitamente, lo que quieres que esas grandes y jodidas manos te hagan, hasta que un día le envías por error unos de esos mensajes a Jungkook, y es ahí cuando él decide cumplir todos tus deseos al pie de la letra.
➤ Advertencias: 18+ | lenguaje maduro y explícito | lenguaje vulgar y obsceno | sobreestimulación | las manos de Jungkook (sí, es una advertencia) | sexting | masturbación | charla sucia | tensión sexual | halagos durante el sexo | sexo oral (r. mujer) | juego y estimulación del clítoris | un poco de insultos | bofetadas en los pechos | chupar pezones | la lectora está atada de manos a una silla | follar con los dedos | jalar el cabello | nalgadas | bromas juguetonas durante el sexo | sexo duro | sexo con protección | JK ama tus tetas y juega con ellas (mucho) es dulce pero también engreído | Jungkook tiene un gran pene!
➤Si no eres mayor de 18 años, POR FAVOR, no leas. Si lo haces es bajo tu propia responsabilidad, ten en cuenta las advertencias.
♥︎ softpxachy's
⤷ masterlist ♡ taglist ♡ instagram
Esto es malo.
—¿Crees que realmente revisará y contará todas nuestras fuentes? —Jungkook preguntó pero yo no podía escuchar nada de lo que decía.
Esto es realmente malo.
—Solo tengo diez, pero miré documentos de la época medieval y aún así no encuentro más…
Sus dedos se abrieron paso a través de esos largos mechones negros de su cabello con frustración y sus ojos se cruzaron con los míos por unos segundos.
Esto es jodidamente malo.
—No mucha gente ha escrito sobre este tema en específico y nos estamos quedando sin información…
Jungkook tomó distraídamente su lápiz mientras seguía hablando y mi pulso se aceleró por el pánico creciente en mi cuerpo.
No, por favor no, el lápiz no…
Lo hizo girar hábilmente sobre sus nudillos, moviendo su muñeca casualmente para que crujiera con un pequeño estallido agudo.
Y luego; apretó los puños. Duro. Si, este es el final para mí.
—¡Agua! — casi grité mientras saltaba bruscamente de mi asiento, los papeles de nuestra investigación se deslizaron en todas direcciones y la mirada sorprendida de Jungkook se lanzó hacia mí.
—¿Estás bien? —Jungkook me preguntó sin dejar de mirarme y yo traté de relajar mis nervios.
—Sí. Oh, sí. Solo tengo... sed. —respondí formando una sonrisa forzada, y esas fueron las palabras más verdaderas que jamás había dicho.
Mi dulce, amable y jodidamente sexy compañero de proyecto sonrió; felizmente inconsciente de todas las formas en que lo profanaba mentalmente.
—La cocina está a la vuelta de la esquina, si no tienes problemas en ir sola en lo que investigo más sobre nuestro tema. —Jungkook habló con calma sin borrar su bonita sonrisa y yo solo pude asentir rígidamente antes de desaparecer por el pasillo.
Y unos momentos después, en la relativa privacidad de la cocina de Jungkook, apoyé ambas palmas de mis manos sobre la mesa y traté de respirar correctamente antes de gruñir por lo bajo.
Dios, soy una desgracia.
No siempre había sido así. Todavía podía recordar una época (hace 3 semanas exactamente) en la que era una persona normal, lejos de ser una completa exhibicionista.
Mi carrera era mi prioridad justo ahora, estaba a punto de titularme y debía esforzarme el doble si quería terminar mi último año sin problemas y poder obtener un trabajo decente, tenía todo planeado, nada se me salía de control, sabía lo que quería y lo que tenía que hacer para conseguirlo, tenía toda mi vida organizada y estable.
Hasta que Jeon Jungkook envolvió sus gloriosas manos alrededor de mi piso de cotidianidad y aburrimiento y me sacó de ahí.
A primera vista, Jungkook no representaba una verdadera amenaza. Sí, era hermoso, no estaba ciega, estaba bien formado y era abrumadoramente educado, pero no era una novata inexperta en eso, el salir un par de veces con Park Jimin me habían dejado en claro que había llegado a un nivel superior de belleza con él.
O eso pensaba.
Tal vez era su costumbre de usar mangas holgadas que colgaban sueltas sobre sus brazos hasta que solo se veía el más mínimo indicio de las yemas de sus dedos, pero mi impresión inicial de Jungkook no fue cuando ingresó de último a clase de arte, eso habría sido inolvidable. Más bien fue hasta que el Dr. Kim anunció a los compañeros de tesis que había descubierto mi error fatal.
—Trabajarás con Jeon Jungkook.
Y ahí los dos nos miramos el uno al otro a través de la pequeña sala de conferencias e intercambiamos amistosos asentimientos, y después de finalizar la clase, mi nuevo compañero se dirigió a mi escritorio.
—Hola, déjame darte mi número, envíame un mensaje de texto con tu disponibilidad y puedo reservar tiempo en la biblioteca para nosotros.
Y entonces sucedió.
Jungkook se arremangó las mangas de su camisa y mi cerebro sufrió un cortocircuito.
Santa mierda.
Sus manos eran obscenas. NSFW. Básicamente pornográficas.
Sus dedos eran largos y con un toque suave en cada nudillo, uñas bien redondeadas y palmas anchas con un toque de venas que subían por sus brazos hermosamente.
—¿Está bien? —preguntó pero su voz solo se escuchaba de fondo mientras yo seguía observando sus manos sin descaro alguno.
Los diseños hábilmente tatuados en su piel sobresalían de su mano derecha y se entrelazaban con su muñeca y su antebrazo, no podía ver más allá de lo que me permitía la manga de su camisa pero estaba segura que todo su brazo estaba tatuado, y juré que moría por pasar mi lengua por cada trazo en su piel.
—A menos que no te sientas cómoda…— volvió a hablar y casi estuve a punto de decirle que se callara para seguir observando sus manos como tanto quería.
Esos anillos; uno en el meñique y otros dos más en sus dedos índices y… el pulgar, Dios, tragué saliva al imaginarme de rodillas frente a él mientras Jungkook me obligaba a chupar su pulgar como si fuera su polla, preparándome antes de…
—Quiero decir, así no tienes que darme tu número, como sea, escríbeme y nos ponemos de acuerdo.
¿Esas eran pulseras de cadena? ¿Quién era este hombre? ¿Quién era yo? ¿Cuál era mi nombre? ¿Qué tan profundo podrían esos dedos deslizarse en mi...?
¿Por qué se está alejando?
—¡Oh, joder! ¡Espera, Jungkook..!
Y realmente todo se había ido cuesta abajo desde allí.
Sus manos eran solo una droga de entrada al resto de todo lo que era Jungkook. Cada detalle que había ignorado sin esfuerzo ahora fluía repentinamente a través de mi conciencia en alta definición.
Su olor era algo deliciosamente masculino con un toque de vainilla que me dejaba aturdida cada que estaba cerca de él, los suaves rizos de su cabello colgaban románticamente sobre los perfectos rasgos de su rostro y ojos, y ese pecho tan ancho, firme, lamible.
Jungkook era un plato completo. Y yo me estaba muriendo de hambre.
No era un secreto que mi libido había estado encarcelado durante demasiado tiempo por todas las horas extra de trabajo y clases que me exigía a mí misma, y ahora solo se había vuelto completamente salvaje, rasgando mi cuerpo cada que tenía alguna sesión de estudio con Jungkook.
Había logrado milagrosamente compensar el mal funcionamiento inicial en el que prácticamente había babeado sobre sus manos en lugar de darle mi número y establecimos un horario de trabajo, pero en realidad, las reuniones con mi compañero se convirtieron rápidamente en un ejercicio diario de incontrolable sed de deseo.
Y era necesario tomar medidas.
No iba a dejar que Jeon Jungkook y sus gloriosas y varoniles manos destruyeran años de arduo trabajo casi autoimpuesto.
—Necesitas una salida.
La voz de mi amiga Jungyeon interrumpió otro de mis sueños de clasificación porno que tenía sobre Jungkook; en el que me daba una palmada en los muslos en el parque público en el que estábamos.
—¿Qué tipo de salida? —pregunté en medio de un suspiro de tristeza; mirando mis muslos y viendo la notable falta de la mano de Jungkook antes de arrugar mi nariz al tener una sospecha de cuál era la solución que Jungyeon ofrecería.— Por favor, dime que no vas a sugerir una noche sudorosa con algún tipo sucio del bar al que vas cada viernes.
Jungyeon puso los ojos en blanco y me dio un golpecito en la frente.
—No princesa, estaba pensando en una salida más creativa. Como... escribir.
—¿Quieres que empiece a escribir poemas calientes?
—Se le dice literatura erótica.— Jungyeon me corrigió en tono de burla y ahora fue mi turno de rodar los ojos.— Pero como sea; tu pequeño y sucio secreto podría traer mucha alegría al mundo, específicamente a mi mundo.
—Debes estar bromeando. —respondí casi a punto de echarme a reír ante su sugerencia.
—Por supuesto que no estoy bromeando, en lugar de pasarme horas buscando combustible de fantasía en esos blogs usaré tus fantasías como combustible. —Jungyeon explicó con calma como si fuera la solución a todos sus problemas .—Solo envíame un mensaje de texto cuando tengas otra de tus fantasías y podrás estar más tranquila y yo disfrutar un poco, será como un servicio de suscripción sucio.
—Estás loca.
—Soy una genio.
Pero dejando de lado la falta de límites y tacto de Jungyeon, ella era, de hecho, literalmente una genio, porque todo lo que necesité fue intoxicarme de Jungkook durante nuestra próxima sesión de lluvia de ideas que yo ya me estaba escondiendo en el baño para escribirle mi primera fantasía.
Yo: Quiero que Jeon Jungkook envuelva sus manos alrededor de la parte de atrás de mi cuello y presione mi cara contra la mesa mientras me folla con fuerza hasta que esté gritando.
Jungyeon: Definitivamente soy una genio. ¿Te sientes mejor?
Yo: Sí, un poquito.
Y así comenzaron varias semanas de lo que cariñosamente llamaba "porno kookie".
Algunos eran bastante explícitos:
Yo: “Quiero que Jeon Jungkook arranque mis bragas empapadas y mueva mi clítoris desnudo en sus gruesos muslos hasta que sus jeans estén mojados con mi orgasmo.”
Otros eran de naturaleza más filosófica:
Yo: “Si muero antes de lamer el sudor de los abdominales de Jeon Jungkook, ¿realmente viví?”
Y algunos otros fueron extrañamente específicos:
Yo: “Quiero pasar mi lengua por cada vena de las manos y antebrazos de Jeon Jungkook mientras lame y muerde mis tetas.”
Jungyeon estaba viviendo su mejor vida por supuesto y esperaba con alegría mis reuniones de estudio con Jungkook para poder tener más “kookies".
Los textos, sin embargo, no eran más que una curita en la herida de bala que tenía. No eran suficientes.
Cada vez que Jungkook me sonreía o me miraba con esa expresión suave y brillante, o decía algo extremadamente inteligente; el latido insistente en mi entrepierna se intensificaba cada vez más hasta que me veía obligada a buscar un alivio inmediato cuando realmente tenía que hacerlo. Frotando mi entrepierna sutilmente contra el respaldo de su sofá cuando Jungkook iba al baño después de que usara la parte inferior de su camisa para limpiar algunas gotas de agua en la mesa; casi asesinándome con un destello de sus abdominales bien marcados por unos segundos.
Pero la peor parte de todo era que sabía muy bien que mi fijación hacia Jungkook no era simplemente sexual. Cuanto más lo disfrutaba genuinamente como persona, menos efectivos se volvían mis espeluznantes textos.
Y ahora aquí estaba: escondida en su cocina con el calor y la humedad pegándose incómodamente entre mis piernas y sin ningún tipo de alivio a la vista. Gruñendo con irritación, saqué mi teléfono y me preparé mentalmente para servirle a Jungyeon un Kookie humeante recién salido del horno de mi imaginación.
Yo: Quiero que Jeon Jungkook me ate a la silla de su comedor. Quiero que rompa mi blusa por la mitad, me golpee las tetas y me chupe los pezones hasta que grite...
La fantasía en mi cabeza se construyó a un ritmo alarmante y mis dedos apenas podían seguir el ritmo de la suciedad que estaba imaginando.
Yo: Quiero que me suba la falda y frote mi clítoris a través de mis bragas empapadas hasta que esté gimiendo su nombre una y otra vez…
Yo: Quiero ver como mete sus dedos en mi coño mojado. Quiero que me incline hacia atrás y juegue con mi clítoris hasta que no pueda recordar quién soy.
Yo: Quiero que me parta por la mitad con su polla y me golpee el culo hasta que no pueda sentarme por días. Quiero ver como sus jodidas y sexys manos recorren todos los lugares de mi cuerpo caliente por él…
Me dolía el cuerpo. Estaba atormentada. Los textos que alguna vez habían sido una válvula de presión ahora estaban aumentando activamente la presión dentro de mi cuerpo. Estaba gimiendo de frustración, presioné el botón de enviar y volví a guardar el teléfono en mi bolsillo, lista para enfrentar una vez más la fuente de mi miseria cuando de repente...
Da-ding
El sonido de un celular a través del pasillo me regresó directamente a la realidad. Y yo conocía ese sonido.
Era el sonido que Jungkook había programado como alerta de mensajes para mi contacto, y ahora… ahora significaba el sonido de mi mundo derrumbándose por completo.
Con las manos temblorosas saque mi teléfono para confirmar la terrible verdad que muy en el fondo de mi ya sabía. No le había enviado un mensaje de texto a Jungyeon.
Le había enviado un mensaje de texto a Jungkook.
Por un momento, un momento increíblemente breve, consideré la idea de que él simplemente ignoraría el mensaje y continuaría con su búsqueda de información para nuestra tesis. Pero no fue así.
El jadeo débil pero insoportablemente claro llegó a la cocina. Fue el grito ahogado de un hombre que acababa de descubrir que su compañera de tesis quería que la "partiera por la mitad con su polla".
Debía correr. Huir a cualquier otro país y cambiar mi nombre. Mis ojos recorrieron frenéticamente el lugar que me rodeaba; buscando desesperadamente un medio de escape.
Había una sola ventana en toda la habitación, justo encima del fregadero, y estaba segura que si debía trepar por el fregadero para poder salir de aquí. Por supuesto que lo haría; saltaría directo a un tiburón si eso significara librarme de la cocina de máxima seguridad de Jungkook.
Tenía un pie sobre el fregadero y el otro colgaba precariamente en el aire a punto de arrastrarme a la salvación y huir de ahí justo antes de que dos manos grandes y fuertes rodearan mi cintura; tirando mi cuerpo hacia atrás de regreso a la cocina con un esfuerzo vergonzosamente pequeño.
El pequeño chillido de sorpresa que solté no fue nada al darme cuenta de que Jungkook me había arrojado cuidadosamente y con suma facilidad sobre su hombro como un saco de harina mientras se alejaba conmigo en brazos de lo que había considerado como la única forma de salir viva de su casa.
Un quejido de indignación se me escapó cuando sentí mi trasero golpear la silla del comedor y traté de hacer todo lo posible para mantener mis ojos pegados a sus rodillas; estaba segura que sería incapaz de encontrar la mirada del alma inocente que muy probablemente había traumatizado de por vida.
Por un pequeño instante de silencio todo quedó extrañamente suspendido, no podía decir alguna palabra sin que la vergüenza se apoderara de mí después de que Jungkook hubiera descubierto mi sucio secreto acerca de él, y entonces sentí que dos de sus dedos se presionaban firmemente debajo de mi mandíbula; elevando mi rostro hacia él.
—Debo decir...—Jungkook murmuró arrastrando sus palabras pensativamente, dejando que su mirada intensa se posara sobre mi.— Que esto es algo sorprendente dada tu... historia.
Estaba cerca. Demasiado cerca. Lo suficientemente cerca como para que su aroma, esa mezcla familiar de vainilla me hiciera agua la boca.
Y definitivamente no se veía traumatizado. O inocente.
Tragué saliva al darme cuenta del hecho que el hombre frente a mi parecía más una estrella de rock empapada de sexo; con carisma puro envuelto en tatuajes y músculos sólidos.
—¿Oh? —balbuceé por lo bajo sin entender sus palabras y Jungkook solo me sonrió.
—¿Sorprendida? Eso es lindo viniendo de la mujer que quiere que yo…—alardeó con suficiencia en su voz antes de sacar su teléfono para comprobarlo.— La parta por la mitad con mi polla.
Y ahí estaba.
—Obviamente no quise enviarte eso... a ti. —murmuré por lo bajo sintiendo como la vergüenza subía por todo mi rostro.
—Oh, lo sabía incluso antes de que te atrapara queriendo saltar por la ventana. —Jungkook se rio entre dientes sin dejar de mirarme y yo solo me encogí en la silla.— Hablando de eso…
Su cuerpo se inclinó sobre el mío para tomar algo sobre la mesa y cuando regresó a su posición de antes mis ojos se abrieron al ver lo que era; una cuerda para saltar, la misma que había visto colgada en la pared cuando entré a la cocina y que ahora estaba enrollada sin apretar alrededor de su muñeca. Apenas tuve tiempo para procesar eso antes de verlo moverse hacia un lado y tomar mis manos hacia atrás contra el respaldo de la silla.
—¿Me estás… atando? —pregunté aún sin creerlo y jadeando por lo bajo al sentir un tirón fuerte con la cuerda en mis muñecas, fijando mi posición para que no pudiera moverme.
—¿No es lo que querías? —Jungkook susurró suavemente contra mi oído y su voz melosa y profunda me hizo temblar de forma vergonzosa. —Esta fue la solicitud que enviaste, ¿no es así? —agregó inclinándose para inspeccionar su obra y cuando estuvo satisfecho volvió a estar frente a mi. —Además no puedo permitir que intentes saltar por otra ventana, esto es realmente por tu propia seguridad.
Me sonrojé aún más al ver la sonrisita burlona que me regaló y abrí mis labios para decir algo, pero todo lo que salió fue una especie de sibilancia mientras Jungkook seguía mirándome con diversión engreída.
—¿Sabes que eres una especie de leyenda en la universidad? Te llaman la nena pura y casta. —Jungkook comenzó a hablar y no pude evitar rodar mis ojos ante sus palabras.
—Y se preguntan por qué nunca me acostaré con ellos. —farfullé con amargura siendo muy consciente de lo que se decía de mí y eso solo hizo que Jungkook riera por lo bajo mientras le daba un considerable repaso a todo mi cuerpo a su merced. —Sabes que no puedes andar atando mujeres a sillas contra su…
—¿Contra su voluntad? —Jungkook completó con una sonrisa diabólica adornando su perfecto rostro antes de inclinarse y quedar frente a mí, cara a cara. —Supongo que es bueno que tenga tu permiso por escrito aquí mismo.
Sentí mi respiración atascarse en mi garganta al escucharlo hablar, Jungkook me dio un rápido vistazo antes de enterrar su rostro en mi cuello y su aliento cálido aliento me hizo cosquillas en la piel segundos antes de sentir sus bonitos labios besar mi cuello con hambre, ahogué un gemido por la forma en que su lengua se deslizaba por toda mi piel; marcándola con intensas lamidas y pequeñas mordiditas, y cuando se alejó de mí no pude evitar lloriquear en silencio.
—¿Por qué no me lo lees, hmm? —Jungkook pidió elevando su teléfono a la altura de mi rostro.
—Yo no, no puedo…—balbuceé sintiendo como la vergüenza inicial regresaba a mí y respiré entrecortado cuando Jungkook pasó su pulgar por mi labio inferior lentamente; obligándome a mirarlo.
—Hazlo. —Me ordenó con su voz más dura de lo que esperaba.
El áspero timbre de su orden disparó una chispa caliente de placer directamente al centro de mis piernas, y juré que nunca había estado tan nerviosa como ahora, había algo en su mirada, algo que me hacía querer obedecerlo en todo lo que me pidiera, y así lo hice.
—Yo... quiero que Jeon Jungkook…. —comencé leyendo el texto y mi respiración se detuvo cuando el calor de su mano libre se deslizó sobre mi torso. —Me ate a su silla del comedor.
—Listo. —Afirmó en un susurro dejando que sus dedos delinearan las correas alrededor de mis muñecas.— Continua.
—Quiero que rompa, oh Dios… —balbuceé con la respiración agitada al sentir sus dedos deslizándose por mi pecho haciendo que cada palabra que decía se escuchara rota. —Quiero que rompa mi blusa por la mitad, golpeé mis tetas y…
No pude seguir leyendo más porque la mano pecadora de Jungkook se enganchó en el cuello de mi blusa; tirando con fuerza hacia los lados y rompiendo la tela, haciendo que los botones volaran en todas direcciones y que mi piel se estremeciera al sentir el aire fresco colándose por todo mi pecho.
—Me vuelves jodidamente loco… —Jungkook murmuró con una voz tan sensual y ronca mientras sentía sus ojos posarse en mis senos que subían y bajaban con cada profunda respiración que daba, lo vi relamerse sus bonitos labios al notar el sujetador de encaje negro que me había puesto hoy solo porque todos los demás estaban sucios.
Sus manos eran dulces cielos ardientes mientras se acercaban para palmear mis pechos levemente uno por uno, y yo simplemente no pude evitar gemir en voz alta; arqueando mi espalda hacia adelante y hacia sus manos sin vergüenza. Mi dignidad ya había desaparecido hace mucho tiempo a este punto y no deseaba recuperarla por ahora.
—Por favor… —rogué por lo bajo antes de soltar un pequeño gemido cuando sus grandes manos amasaron mis senos con una presión perfecta, podía sentir el peso de sus anillos a través de la tela de mi sostén.
—Nunca pensé que podría hacer esto. —Jungkook habló mientras sus pulgares rozaban con brusquedad mis pezones; arrancándome un gemido involuntario y haciendo que tirara con fuerza de la cuerda en mis manos. —Deberías de ver lo bonita que te ves así… —continuó hablando en medio de un denso suspiro, y el calor de su aliento chocó contra mi pecho haciéndome remover en la silla mientras sus manos seguían amasando con fuerza mis senos. —Pero quiero que sepas que yo también tengo muchas ideas de lo que yo te quiero hacer.
Y tan pronto como dijo eso su boca ya se encontraba sobre mi pecho; dejando besos húmedos y calientes por encima de la tela en uno de mis senos, haciendo que arqueara mi espalda más a su boca y que el calor en mi entrepierna aumentara incontrolablemente.
Había pasado tanto tiempo y estaba tan sensible, demasiado sensible.
—¡J-Jungkook! —jadeé entrecortado al sentirlo mover su boca hacia mi otro pecho sin previo aviso, dándole la misma atención con su deliciosa boca hasta que estaba retorciéndome y apretando mis muslos juntos sobre la silla.
—¿Ansiosa, bebé? —Jungkook preguntó formando una sonrisita burlona aún en mi pecho y yo solo pude lanzarle una mirada desesperada; rogándole mudamente que me diera lo que tanto quería.
Jungkook sonrió al ver mi estado de necesidad y volví a gemir cuando tomó un nuevo bocado de mi seno en su boca, sus dientes mordisquearon mi pezón sin mucha fuerza por encima de la tela que solo envió una punzada aguda de dolor teñido de placer directamente a mi clítoris, a este punto mi interior ya estaba apretando alrededor de la nada.
—Suenas tan bonita, bebé… —Jungkook elogió gentilmente, dejando que sus labios calmaran mi pezón. —Déjame darte lo que quieres…
Solté un pequeño suspiro de alivio al escucharlo justo antes de que sus dedos se engancharan al borde de las copas de mi sujetador tirando con fuerza hacia abajo hasta que mis senos desnudos se derramaron por encima y lo escuché gruñir ante la vista.
—Joder… —Jungkook jadeó antes de estirar sus manos ahuecar mis senos; como si estuviera probando su peso en ellas, su mirada me devoraba con hambre y ya podía sentir mis bragas empapadas bajo sus atenciones.
No hubo pensamientos más allá de ese segundo, mi deseo era desesperado en este momento, necesitaba más de su toque, más de él, lo necesitaba, lo anhelaba tanto que sentía que podía quedarme sin aliento, empujándome hacia él como una gatita necesitada, hasta que…
Slap.
Jadeé de placer por lo bajo cuando su palma se conectó contra mi piel, golpeando bruscamente un lado de mis senos.
—¿Es esto lo que querías, bebé? —Jungkook preguntó encontrando mis ojos llorosos antes de sonreír al ver mi estado y dar otro rotundo golpe justo del otro lado.
Mi boca se abrió de golpe al sentir mi piel arder, pero no surgió ningún sonido, salvo mis suaves y ahogados jadeos de placer, podía sentir como mis bragas empapadas se pegaban a mi entrepierna con cada impacto exquisito que recibía en mi piel ardiente.
—¿Quieres que marque estas tetas perfectas? —Jungkook volvió a preguntar solo ganándose un asentimiento desesperado de mi parte acompañado de un nuevo gemido cuando volvió a golpearme, y un gruñido primitivo retumbó en lo profundo de su pecho mientras los veía rebotar, completamente hipnotizado.
Jadeé cuando uno de sus dedos comenzó a acariciar alrededor de mi pezón adolorido, calmando mi piel rojiza con tiernas caricias en todo mi seno y cuando menos me di cuenta sus bonitos labios estaban en la misma zona; plantando pequeños besitos y erizando todo mi cuerpo una vez más.
—Debo haberte imaginado así mil veces… —susurró por lo bajo con su boca aún pegada a mi pecho solo para completar. —Y aún así nada se le acerca a lo jodidamente sexy que eres…
Sus ojos se lanzaron para encontrarse con los míos antes de sacar su lengua para lamer la punta hinchada de mi pezón una y otra vez, mi pecho se agitó ante la deliciosa sensación y gimoteé con fuerza cuando se metió todo mi seno a la boca; la obscena imagen de Jungkook chupando con hambre mi pecho mientras su mano grande y pecaminosa apretaba el otro era sacada directamente de mis fantasías más oscuras, y sabía que podía correrme con la simple vista.
Jungkook era implacable, mi cuerpo se inclinó hacia atrás contra las ataduras en mis muñecas al sentir como sus manos bajaban por mi cuerpo, acariciando cada porción de piel que tenía a su disposición con casi adoración mientras mi coño se apretaba desesperadamente alrededor de la nada.
—Jungkook, por favor yo… —sollocé por lo bajo antes de ser interrumpida cuando me tomó por mi barbilla con firmeza, su rostro de porcelana y sus rosados labios estaban a escasos centímetros de mí y tuve que reprimir la necesidad de lanzarme a besarlo.
—¿Y ahora qué, cariño? ¿Qué más quieres? —preguntó sobre mis labios, su voz era suave e indulgente, parecía dispuesto a querer complacerme en cualquier cosa, y yo jadeé de solo pensarlo.
—Yo… necesito tus manos… —rogué sintiendo mis mejillas arder al pedirle aquello, pero él solo me sonrió.
—¿Dónde las necesitas, mhm? —Jungkook instigó acariciando burlonamente mis piernas desnudas haciéndome temblar en mi lugar, sus ojos oscuros estaban observando cada expresión que hacía mientras me tocaba suavemente.
—Más arriba… —balbuceé a medias moviendo de a poco mis caderas hacia él, desesperada por sentirlas donde más lo necesitaba, pero él era un burlón y solo las deslizó una o dos pulgadas más.— Jungkook…
—Dime. —Susurró contra mis labios con su voz ronca y grave antes de robarme un pequeño y casi imperceptible beso que me dejó queriendo más. —Dime dónde quieres mis manos, cariño.
—Por favor, por favor, quiero tus manos en mi coño… —rogué en medio de jadeos desesperados inclinándome para poder besarlo de nuevo y solo recibiendo una sonrisa llena de lujuria de su parte.
—Buena niña. —Elogió con un tono meloso justo antes de acortar la distancia que nos separaba y besarme con dureza.
Apenas y podía seguirle el ritmo a su demandante beso, sus labios sabían delicioso y chocaban contra los míos con firmeza y hambre una y otra vez, una especie de ronroneo se derritió a través de su garganta cuando nuestras lenguas se encontraron para jugar entre ellas, haciéndome tirar de la cuerda detrás de mí para poder besarlo con más fuerza, su aroma varonil se me pegaba como perfume en todo mi cuerpo e inundaba todos mis pensamientos, de repente un gemido salió de mi boca rompiendo nuestro húmedo beso ganándome un leve mordisco en mi labio inferior cuando mi cuerpo tembló al sentir sus dedos frotando suavemente sobre mis bragas, forzando mis piernas a abrirse para que pudiera seguir tocándome, y yo, obedientemente lo hice.
—Mmh, estás tan mojada, bebé… —Jungkook se maravilló mirándome a los ojos; sonriendo con lujuria mientras su mano seguía frotando pequeños círculos sobre la mancha de humedad en mis bragas, ganándose un gemido desesperado de mi parte. —¿Es todo para mí?
Asentí con la cabeza frenéticamente sin poder articular alguna palabra justo antes de ver como el rostro de Jungkook se endurecía en desaprobación mientras chasqueaba su lengua, sus dedos presionaron con dureza directamente en mi clítoris, y el impacto del placer hizo que mi cuerpo se tambaleara hacia atrás con tanta fuerza que la silla raspó el suelo.
—No puedo escucharte, cariño. —Jungkook demandó ralentizando sus movimientos en mi entrepierna, claramente dispuesto a que le diera una respuesta.
—S-sí… —sollocé incoherentemente tirando con fuerza de la cuerda y moviendo mis caderas hacia sus dedos; desesperada porque me tocara más. —Es todo para ti, Kook…
Jungkook me recompensó con una sonrisa radiante antes de verlo moverse hacia abajo por mi cuerpo y depositar un húmedo beso en mi abdomen antes de abrir más mis piernas con sus manos, y lo escuché gruñir por lo bajo cuando pudo ver lo mojada que estaba realmente.
—Que linda… —tarareó para sí mismo mientras deslizaba un dedo justo por la mitad de mi coño vestido; hundiendo la tela entre mis pliegues hinchados y arrancándome un jadeo desesperado.
Lo vi lamer ligeramente la piel de mi abdomen como si fuera un gatito al mismo tiempo que apartaba la tela húmeda de mis bragas hacia un lado para que sus dedos se deslizaran por completo entre mis pliegues resbaladizos; haciéndome gemir con fuerza y recogiendo la humedad cremosa de alrededor con sus largos dedos.
—Entonces supongo que no te importará si pruebo un poco… —Jungkook habló haciendo contacto visual conmigo, observándome expandirme en lujuria cuando colocó sus dedos dentro de su boca, chupándolos seductoramente y gruñendo por lo bajo ante mi sabor mientras me veía morderme el labio con total necesidad.
Y sacó sus dedos con un chasquido de saliva, estaba completamente segura que este hombre me iba a volver loca.
—Sabes tan delicioso… —ronroneó justo antes de hundir su rostro entre mis piernas, jadeé de sorpresa al sentir sus labios envolver mi entrepierna goteante y medio vestida antes de sentirlo cubrir rápidamente la zona con besos profundos con la boca abierta, la sensación era tan extraña y deliciosa que mis caderas empezaron a temblar por la intensidad, pero sus manos me sostenían por mis pantorrillas; obligándome a soportar el placer que me estaba dando hasta que el vacío en mi coño se volvió realmente insoportable.
—¡Ah! Dios, no puedo... yo... —gimoteé negando con mi cabeza sintiendo como Jungkook me daba las últimas lamidas a mis bragas empapadas justo antes de quitármelas por completo. —Mi falda, quítame la falda, quiero...
Jungkook se echó hacia atrás, inclinando la cabeza expectante al no entender lo que quería.— ¿Oh?
Sentí que mis mejillas comenzaban a calentarse una vez más, pero en este punto ya nada se interpondría en la realización de mi fantasía, no cuando ya estaba atada con las piernas abiertas y las tetas afuera.
—Quiero ver tus manos. Cuando tú... quiero verlas en mí…— Pedí en un tono necesitado sin dejar de mirarlo.
Por su semblante pude notar como si algo en su mente hubiera hecho clic y estuviera entendiendo todo; su vista se movió de sus manos a mi rostro sonrojado y de nuevo a sus manos, su sonrisita burlona se ensanchó aún más al darse cuenta de mi pequeño fetiche con sus manos y como si estuviera recordando el mensaje que llegó a su teléfono.
“Quiero ver como sus jodidas y sexys manos recorren todos los lugares de mi cuerpo caliente por él.”
—Ya veo… —resopló suavemente y luego sus palmas golpearon mis muslos haciéndome jadear y a él reír por lo bajo. —Cualquier cosa para ti, cariño.
Ni siquiera pude entender lo rápido que Jungkook me había quitado mi falda, porque de un momento a otro ya se encontraba amontonada alrededor de mis tobillos; dejándome completamente desnuda a él, su mirada oscura rápidamente regresó a mi coño reluciente y lo vi relamerse los labios ante la vista que tenía.
—Mira este hermoso coño, bebé… —Jungkook tarareó, pasando su pulgar sobre mis pliegues hinchados y resbaladizos, evitando cuidadosamente mi clítoris necesitado, juré que podía morir ahí mismo cuando deslizó su dedo índice dentro de mí, hasta el nudillo, el acero frío de su anillo hizo contacto con mi piel sensible y gemí con fuerza apretando su dedo en mi interior.
Había pasado tanto tiempo desde que algo que no eran mis propios dígitos inadecuados habían estado dentro de mí de esta manera. La sensación era tan diferente y tan deliciosa, y si lo combinaba con la vista erótica de su mano venosa y tatuada presionada lascivamente contra mi coño era como una inyección de puro deseo potenciado burbujeando en mi interior.
—Tu coño está tan apretado… —Jungkook siseó, moviendo lentamente su dedo dentro y fuera de mi antes de agregar un segundo dígito; haciéndome gemir ante el estiramiento. —¿Cómo tomarás mi polla si estás tan apretada, cariño? ¿Cómo lo harás si tu pequeño coño apenas puede manejar dos de mis dedos, eh?
Jungkook hablando de esa forma tan sucia me puso aún más caliente de lo que ya estaba y simplemente no podía apartar la mirada de entre mis piernas, la visión de sus dedos desapareciendo una y otra vez dentro de mí sólo para reaparecer cubiertos de mi humedad me hacía jadear, el sonido lascivo y húmedo alrededor de su mano con cada embestida que daba solo hacia que mi cuerpo se retorciera contra la silla, gimiendo erráticamente mientras la sensación de placer continuaba creciendo dentro de mí, me estaba acercando al borde y él lo sabía. Su mano libre me sujetó por el cuello con la cantidad perfecta de presión para mantener mi mirada enfocada en el lugar donde sus dedos me estaban follando.
—¿Quieres correrte en mis dedos, bebé? —Jungkook preguntó y soltó una risita oscura ante un gemido particularmente fuerte que me dejó cuando su pulgar comenzó a frotar mi sensible clítoris, y todo mi cuerpo se sacudió con fuerza.
—Sí, sí, por favor… —jadeé desesperada moviendo mis caderas lo más que podía hacia su mano; haciendo que sus dedos se hundieran más dentro de mí, sus labios se envolvieron una vez más en mi entrepierna comenzando a chupar mi clítoris al mismo tiempo que sus dedos encontraban ese punto dulce en mi interior, rozándolo suavemente.— ¡J-Jungkook!
Estaba llorando su nombre a este punto, siendo incapaz de poder escapar del abrumante placer que me inundaba, sentí a Jungkook succionar mi clítoris y golpear mi coño con sus dedos sin piedad hasta el momento en el que simplemente me rompí. Mi boca se abrió en un grito silencioso mientras ola tras ola de exquisito placer corría por mi cuerpo una y otra vez, Jungkook susurró sucios elogios contra mi coño tembloroso mientras lamía con hambre mi orgasmo como si se tratara de un néctar de la fuente más dulce.
Solté un sollozo de sensibilidad y Jungkook se apartó de mí, poniéndose de pie entre mis piernas temblorosas antes de tomarme por el cuello e inclinarse para besarme con dureza, sus labios se estrellaron con los míos de forma desenfrenada y yo gustosa lo acepté, estaba tan caliente, y sabía que necesitaba más de él, mucho más.
—Lo juro… —murmuró cuando nos separamos y yo no pude evitar hundir mi rostro en su cuello, comenzando a besar su mandíbula afilada. —Hubo días en que pensé que moriría si no podía tenerte.
—Tómame, entonces… —rogué por lo bajo, mordisqueando levemente su cuello y ganándome un suspiro tembloroso de Jungkook, como si quisiera controlarse un poco.
Casi chillé cuando se alejó de mí para mirarme desde arriba, sus ojos quemaban agujeros en mi cuerpo desnudo, caliente, cubierto de sudor y aún atado a la silla, lo vi relamerse sus bonitos labios y formar una sonrisa arrogante mientras tomaba mi cabello desordenado en su mano con dureza para guiarme hacia su pelvis; solté un gemido cuando movió mi cabeza de lado a lado y cuando mis labios chocaron con brusquedad contra la tela áspera de su pantalón, justo sobre su dura erección.
—Mira lo duro que puso verte así… —Jungkook farfulló con diversión cuando mi lengua salió para intentar lamerlo aunque fuera por encima de la tela y él solo soltó una risita oscura al verme así antes de alejarme jalando mi cabello hacia atrás con fuerza.— Otro día podré sentir tu boquita en mi polla, ahora necesito follarte.
Y tan pronto como dijo eso soltó mi cabello para alejarse de mí y caminar hacia un cajón de la cocina; sacando un condón de él y regresar junto a mi mientras se quitaba la camisa por su cabeza, y yo pude haber babeado ahí mismo sin darme cuenta, joder, este hombre lo era todo, tiré con fuerza de la cuerda en mis manos queriendo poder tocar sus marcados abdominales y eso fue suficiente para que Jungkook soltara el nudo rápidamente y me hiciera ponerme de pie antes de girarme y colocar mi cuerpo con brusquedad sobre la mesa, con mis senos presionados contra la fría superficie.
Sentía mis brazos débiles y adoloridos por tenerlos tanto tiempo atados que cuando escuché a Jungkook bajar la cremallera de sus pantalones con urgencia giré mi rostro hacia atrás queriendo poder verlo, pero ni siquiera pude hacerlo cuando con su pie separó mis piernas; abriéndome para él mientras deslizaba el condón por todo lo largo de su pene en un rápido movimiento.
No podía respirar bien, aún sentía irreal que estuviera aquí, lista para ser follada por Jungkook y sin poder verlo por completo, todos mis sentidos estaban a mil, quería verlo, tocarlo, darle una buena mamada, pero todo eso se esfumó cuando lo sentí frotar la punta de su pene contra mi entrada un par de veces, cubriéndola con mi humedad antes de alinearse correctamente y empujar su pelvis hacia adelante; colando varios centímetros de golpe dentro de mí.
—¡Ah! ¡Jungkook! —me quejé al sentir como si una especie de rampa me hubiera partido por la mitad, había subestimado su tamaño, Jungkook era tan jodidamente grande, y tenía cada centímetro de él en mi interior, tratando de ajustarme a su grosor y lo podía sentir a la perfección palpitando dentro de mí.
—¿Te gusta, bebé? —Jungkook preguntó con su voz ronca y profunda, su densa respiración chocó contra mi nuca enviándome escalofríos por todo mi cuerpo mientras me sujetaba por mis caderas para salir y volver a introducirse en una embestida dura y profunda.— ¿Te gusta mi polla?
—Sí… —sollocé cerrando los ojos mientras lo sentía comenzar a marcar un ritmo más fuerte y constante, sentía mi humedad deslizarse por el interior de mis muslos, cubriendo su polla y haciendo que sus penetraciones fueran más deliciosas tocando lo más profundo de mi.— Me encanta, Jungkook…
Y ante eso recibí un audible gruñido de su parte contra mi oído, su pelvis chocaba con fuerza contra mi trasero, hundiendo su gruesa polla una y otra vez en mi coño, su agarre en mis caderas mantenía mi cuerpo firme contra la mesa justo antes de que la palma de su mano se estrellara contra un lado de mi trasero con fuerza; haciéndome gemir su nombre mientras recibía un nuevo golpe en el mismo lugar, y luego otro, y otro, y cuando menos me di cuenta mis ojos se llenaron de lágrimas ante la dureza de sus azotes y penetraciones.
Sentía la piel mi trasero arder con cada choque de su pelvis cada que volvía a hundirse dentro de mí, podía sentir todo mi cuerpo húmedo de sudor y flujo, solté un gemido particularmente fuerte cuando el ritmo de sus penetraciones se volvió brutal, los jadeos goteaban de mis labios sin que siquiera los pudiera controlar y todos mis pensamientos racionales se esfumaron cuando un fuerte y posesivo jalón en mi cabello me hizo levantarme de la mesa; Jungkook tiró de mi cabeza hacia atrás hasta que mi espalda chocó contra su firme pecho.
—Tu coño se siente tan bien, bebé… —Jungkook jadeó en mi cuello, su respiración agitada y caliente me hizo cosquillas en la piel y gemí fuerte cuando su gran mano tatuada se envolvió alrededor de mi cintura, manteniéndome al ras de su pecho mientras que la otra se aferraba a uno de mis senos; apretándolo con fuerza y haciendo rodar sus dedos sobre mi pezón endurecido y sensible.
—Jungkook… —gimoteé, incapaz de procesar nada más allá de las deliciosas sensaciones de su polla enterrándose en mi coño con cada embestida dura y profunda, tanto que ya podía sentir el nudo formándose en mi vientre cuando comenzó a golpear repetidamente en mi zona de placer.
—¿A quién le pertenece este lindo coño? —Jungkook gruñó posesivamente al mismo tiempo que sus embestidas se volvían más desordenadas, follándome con una fuerza sorprendente mientras mi orgasmo me esperaba ansioso en algún rincón.
—A ti… a ti te pertenece… —jadeé con fuerza aferrándome a sus manos, sintiéndome tan colapsada con todas las sensaciones de él, en cómo su polla me llenaba tan bien, en cómo su aliento cálido me hacía sentir increíblemente más húmeda, estaba tan cerca del borde.
—Buena niña, ¿Vas a correrte de nuevo para mí, cariño? —Jungkook me alentó mientras sus labios se unían a mi cuello para chupar mi piel sensible con hambre, dejando varias marcas rojizas por toda la zona y haciéndome asentir débilmente antes de que mi cuerpo temblara cuando sus dedos se hundieron en mis pliegues resbaladizos, encontrando mi clítoris para frotarlo furiosamente mientras sus penetraciones perdían ritmo.— Córrete en mi polla bebé, vamos, quiero sentirlo.
Un placer abrasador me atravesó en respuesta a su orden, mis piernas temblaron cuando mi orgasmo golpeó mi cuerpo borrando mis pensamientos y haciéndome gemir su nombre una y otra vez mientras mi interior se apretaba alrededor de su dura longitud, Jungkook gruñó y me sujetó con fuerza mientras seguía empujándose dentro de mí antes de dejarse ir con dos estocadas más, la última hasta me dolió, pero era esa clase de dolor placentero por el que pasarías mil veces en la vida.
Estuvimos así por varios segundos o minutos apretados el uno con el otro, tratando de regular nuestras agitadas respiraciones, hasta que la voz de Jungkook rompió el denso silencio.
—Sabes lo que esto significa, ¿verdad, bebé? —musitó con calma pasando sus manos por mis caderas y cintura con calma.
—¿Qué significa? —pregunté girando levemente mi rostro hacia él y casi volví a gemir ante la erótica imagen de su frente cubierta de sudor y su cabello húmedo pegándose a los lados de su rostro mientras mordía su labio inferior con fuerza sin dejar de mirarme.
—Significa que es mejor que a partir de hoy todos esos mensajes sucios me lleguen directamente a mí. —aclaró formando una sensual sonrisa y yo no pude evitar sonreír también al escucharlo antes de volver a besarlo con pura necesidad.
Bueno, algunas cosas eran más importantes que nuestra dichosa investigación.
n/a: omg pupiss por fin estoy de regreso a mis andadas de escribir nsfw y eso me hace feli, gracias a todxs lxs que esperaron pacientemente mi regreso y que me siguieron hasta aquí, las amo demasiado ♡ para las personitas nuevas espero que les haya gustado esta historia, pronto seguiré publicando mas os que tengo por ahí guardados y que algunos de ellos ya conocen, gracias por todo y no duden en comentar lo que piensan ♡
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損失 𝐏𝐄𝐑𝐒𝐎𝐍 𝐈𝐍 𝑯𝑬𝑳𝑳
𝐖𝐀𝐋𝐋𝐀𝐂𝐄 𝐖𝐄𝐋𝐋𝐒
Wallace Wells x Male!Reader
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Wallace era un tipo tranquilo que aconsejaba a Scott en su 'relación' con Knives Chau, ahora ex-novia de Scott.
En este momento Wallace estaba junto a un desconcertado Scott, quien acababa de recibir una llamada de Envy, su ex.
Pocos minutos después de que la llamada finalizara el teléfono resonó por la habitación, Wallace tomó el teléfono atendiendo la llamada.
── ¿Hola? Oh, ¡hola Knives! ── Wallace sonríe un poco levantándose del puf ── ¿Qué que, estás aquí?
Scott sobresaltado se para del sofá exaltado por saber que Knives estaba afuera. Wallace se acerca a la puerta para abrirla para encontrarse con Knives. ── ¿Está Scott?
Wallace cierra un poco la puerta para que luego Scott se lance a la ventana ── ¿Sabes qué? Acaba de irse...
Knives abre los ojos algo sorprendida ── ¿En serio?
── Sí... ── Wallace acaricia su propia cabeza pidiendo disculpas, Scott desde la ventana rota toma su abrigo ── Lo siento.
── Acaba de irse por la ventana. ── Caminas y apareces detrás de Knives, ella se da vuelta al verte eres el hermano mayor de Knives ── ¿Qué haces aquí?
Wallace nota tu presencia al lado de Knives ── ¿Qué haces tú aquí? Sabes como se pondrá mamá si sabe que estás aquí.
Knives mira tímidamente a un curioso Wallace, luego te mira a tí, querías una explicación ── Heh... supongo que quieres saber quien es él... Él es _______, mi herman-
── ¿Eres hermano de Knives? ── Wallace sonríe de forma atrevida mirándote de arriba a bajo asientes suspirando. Ahora Knives estaba algo sorprendida. ── ¡No se parecen en nada!
── ¿Lo conoces? ── Knives pregunta inocentemente sonriendo un poco, tal vez se trataba de un amigo tuyo.
── Claro que sí, es mi pareja, ¿no me has presentado como tu pareja aún? Ouch, eso duele. ── Wallace se apoya en tus hombros cómodamente besando tu cuello en broma, te sonrojas avergonzado. Knives abre los ojos sorprendida. ── Nos conocimos hace un par de años, en una fiesta.
Eres gay, tienes 24 años y estas en una relación con un alcohólico homosexual amante de las fiestas. Que divertido.
── ¿Esa es la razón por la cuál te escapas por las noches los fines de semana y tienes tu constante dolor de espalda? ── Estabas realmente avergonzado, querías estar tres metros bajo tierra, tu rostro estaba todo rojo y Wallace comenzó a reír debido a tu reacción.
── Ugh.. por favor vámonos Knives, esto es vergonzoso... ── Wallace sonríe de una forma burlona.
── Oh, quédate. Tengo que ir con Tamara de compras, ¡quiero cambiar mi cabello! ── No sabías que decir al respecto, Knives últimamente estaba obsesionada con el estilo de Ramona Flowers, quería tener un parecido a ella para captar la atención de Scott.
No tenías razón decirle que no así que te despediste de ella.
Finalmente viste como tu hermana se marchaba, segundos después sentiste un tirón en tu cintura, sabías que era Wallace empujando de tu cintura para atraerte a él ── ¿Así que dolor de espalda, huh? Me sorprende que Knives no pregunte a que se debe esos dolores.
Odiabas y amabas esta parte burlona de él, su mirada era una de burla y lujuria ── Cierra la boca Wallace.
── Deberías venir más seguido, no solo los fines de semana. ── Wallace te abraza acomodando su cabeza suavemente en tu hombro.
── ¿Quieres que tenga dolor de espalda los días de semana? No podría trabajar, idiota. ── Wallace ríe en tu cuello, ocasionando un ligero escalofrío en tu columna.
── Sería divertido probarlo~ ── Abres los ojos otra vez ruborizado, sabías lo que insinúa por lo tanto suspiras dejándote llevar.
── Lo que sea...
── ¿Es un sí? ── Wallace toma tu rostro besandote dulcemente. Antes de que pudieran incluso comenzar. Scott abre la puerta de forma violenta como si estuviera tratando de ocultarse.
Observa la escena frente a sus ojos ── Oh... ustedes...
── Largo de aquí. ── Wallace señala la puerta por la cual Scott acababa de entrar.
── Per-
── Largo. Quiero tener sexo en paz, Scott. ── Scott asiente avergonzado sin antes disculparse, antes de que se vaya Wallace habla ── Me vas a tener que pagar esa ventana.
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Juramento en la muralla (Cregan Stark x lectora)
Masterlist de mi autoría
Sinopsis: Rhaenyra envió a su unica hija a buscar el apoyo del norte. Esperaba algún tipo de alianza entre casas, pero no un interés tan repentino como el que demostró el rey del norte por su hija.
—¿Por qué no va Luke o Jake? En la muralla son todos niños, no quiero ir sola...—____ recibió aquella carta desganada.
—Cregan Stark tiene tu misma edad, y eres mujer... Tendrá más interés.—
—Soy un cebo entonces.—
—No, eres una princesa. Una hermosa.—la reina la tomó de los hombros con una leve sonrisa—. Una a la que Cregan Stark no podrá decirle que no. Además ¿No querías conocer la muralla desde que eras una niña?—A la chica no le hacía mucha gracia. No era tonta, sabía que si se presentaba en persona pidiendo apoyo, lo justo era ofrecer algo a cambio. Y ese algo sería su mano. La idea de ser obligada a casarse no le gustaba nada, pero entendía que eran tiempos cruciales para la guerra y si podía ayudar a su madre a agrandar sus filas, haría lo que sea.
Además la muralla... Le fascinaba.
—¿Puedo comer algo antes de irme?—
—¿Es la primera vez que ven un dragón? Noté muchas miradas curiosas.—
—Es la primera vez que ven una mujer en mucho tiempo, en realidad. Sin intención de sonar inapropiado, eso les debe llamar más la atención que el dragón.—____ sonrió apenas, subiendo a aquel elevador junto a Cregan. El lord la recibió en persona en las afueras de la fortaleza, y la escoltó en todo momento por las inmediaciones.
—¿No le resulta interesante que hace un siglo nuestros ancestros estuvieron en este mismo lugar jurándose lealtad?—
—Bajo amenaza de dragón, si.—
—Bueno, yo no te estoy obligando... todavia.—El chico sonrió, y a ____ le resultó sumamente atractivo. Una repentina ola de viento helado la hizo temblar. Se abrazó a si misma—. Dijiste que esto es nieve de fin de verano... No quiero ni imaginar el frío que hace en invierno.—
—Deberíamos ir al castillo. La nieve y el frío no son cosas de dragones.—
—Pero acabamos de subir... Y quiero ver la vista desde la cima de la muralla.—
Cregan notó entonces que de verdad estaba emocionada por aquello. Le resultó lindo el leve rubor tiñendo la nariz de la chica, quien hundía lo más posible su rostro en aquel tapado.
—Bien, una mirada y bajamos... Algo me dice que viniste aquí a algo más que solo mirar la muralla ¿no?—
—¿Quieres adivinar?—Cregan sonrió, quitándose la capa que cubría su espalda y colgándola de los hombros de la mujer. Ese gesto volvería loca a cualquier chica, y ____ no era la excepción.
—Adivino... que te estás helando.—
—Eso es evidente, no has adivinado mucho.—____ cerró la capa, sintiéndose calentita enseguida.
—... ¿Propuesta de casamiento?—la mujer lo miró, notando como apartaba la mirada con disimulo—. O tal vez es otra cosa... ¿Reafirmación de lealtad?—
—Adivinaste.—
—¿Con lo primero o lo segundo?—____ no podía creer lo mucho que estaba disfrutando ese leve coqueteo de ambos.
Agradecía no haber insistido tanto para que su madre la cambiara de lugares con sus hermanos, porque comenzaba a creer que ir con Cregan Stark era algo que debía suceder.
—Princesa, con cuidado.—Al llegar a la cima de la muralla, un guardia la cuidó de que no tropezara con unas cajas. La mujer estaba tan sorprendida con la vista que apenas y miraba dónde pisaba.
Se arrimó fascinada por aquel borde, mirando el bosque helado a unos metros.
—¿Por qué la sorpresa, milady? Lo habrás visto mientras volabas en tu dragón.—Cregan se paró a su lado.
—No tanto, en realidad. Starfire volaba bajo por el frío. Esto es... Hermoso.—Cregan sonrió, realmente encantado por el gusto de la mujer con todo aquello.
—Ya visto esto ¿Le parece si buscamos un lugar cálido para hablar? No quiero que se enferme.—
—Tengo tu capa.—el chico resopló con gracia.
—Aún así, debo cuidar que la princesa se lleve un buen recuerdo de este lugar. Una gripe no lo sería.—
—¿Qué tal? ¿Es de su agrado?—Cregan miraba con cierta fascinación como la mujer bebía aquel té de a sorbitos, pareciendo disfrutar de su calor.
Era linda... Muy linda.
—Muy delicioso y reconfortante... Gracias por esto.—
—Ni lo mencione, mi princesa.—la vio sonreír apenas. La chica estaba por preguntar el contenido de la bebida, cuando los rugidos de su dragona llamaron su atención. Percibía su incomodidad con el lugar.
—Seré directa, Lord Cregan... porque si yo tengo frío, Starfire también lo tendrá... Y ella no tiene su capa.—lo vio reír apenas.
—Bien, mi princesa ¿cuál de las dos razones que adiviné era la correcta al final?—
—... La reina quiere recordarle a los Stark la promesa al rey Viserys, y quiere confirmar su ayuda en la próxima guerra.—
—No deben recordarme nada, un Stark no olvida sus promesas. Ayudaremos... Pero debe entender que debo proteger la muralla también, no puedo dejarla descuidada.—
—¿De los salvajes?—
—De la maldad y la muerte.—la chica frunció levemente el ceño, sin entender bien a qué se refería con aquello—. Pero no quiero opacar su visita con temas tan poco pintorescos. Solo infórmele a la reina que cuenta con la casa Stark.—
—Asi será, lord Cregan... Y apreciamos su apoyo. Si tiene alguna petición, se la transmitiré a mi madre.—Cregan apoyó ambos codos en la mesa, cruzando los brazos vagamente. La miró con cierta curiosidad, analizando si era correcto decir aquello.
—¿Qué podría pedirle a la reina? ¿Tienes alguna idea?—
—Bueno...—Cregan notó como la chica tomaba aquel vaso entre sus manos, algo nerviosa—. Puede pedir tierras, alimentos, alianzas con otras casas...—
—¿Algo más?—
—Si tiene una idea, solo dígala. Le diré si es posible.—Cregan sonrió apenas, y ____ sintió la necesidad de ella misma mencionar lo del compromiso.
—¿Una esposa?—
—Sería posible, sí... Pero ¿No iría contra su juramento?—
—Soy el rey sucesor del Norte, estoy aquí hasta que cumpla la mayoría de edad. No es permanente... ¿Lo sabes? ¿Al juramento?—
—Al derecho y al revés. Todo lo relacionado a la muralla... Es de mis cosas favoritas al momento de leer.—
Cregan estaba interesado...
—¿La dirías? Como un regalo a mi colaboración en la guerra.—La chica tardó unos segundos en acceder, pero terminó por ponerse de pie.
—¿Y eso?—
—Sería una vergüenza decirlo sentada en un banquito.—Cregan sonrió.
—Pero no jurarás de verdad, no es necesario. Ni siquiera estamos frente al árbol de-
—Verdad o no, se debe respetar... Puede ser un juramento significativo, donde yo misma juro apoyo a la muralla por si en algún momento lo necesitan.—
Cregan estaba fascinado...
—"La noche se acerca, y ahora mi vigia comienza... No terminará hasta mi muerte. No tomaré un esposo, no tendré tierras, ni procrearé hijos. No usaré corona alguna, ni ganaré la gloria. Viviré y moriré en mi puesto. Soy la espada en la oscuridad. Soy...—tardó un segundo en seguir, pues se había olvidado como seguir. No tardó en continuar—. Soy el vigía en la muralla. Soy el escudo que resguarda el reino de los hombres. Entrego mi vida y honor a la Guardia nocturna, por esta noche y todas las que están por venir.—____ se acercó a Cregan, quien aún estaba sentado— ¿Me equivoqué en algo?—él negó—. ¿Puedo ser miembro honorífico de la guardia entonces?—la mujer sonrió.
Cregan...
Cregan se había enamorado.
—Conseguiste su apoyo... ¿Por qué la cara larga?—
—... no pidió mi mano.—____ se sentó junto a su madre, recostando la mejilla en el hombro de la mujer.
—Creia que eso era justo lo que no querías.—
—Eso fue antes de conocerlo... Cregan es atractivo, caballeroso y gracioso.—____ sonrió al recordarlo—. Es el candidato perfecto... No como los viejos a los que Daemon quería comprometerme.—Rhaenyra rió por lo bajo, dejando un beso en la coronilla de su hija y presionando sus manos.
—Si te parece adecuado, podemos debatirlo.—
—Pero no quiero pedirlo yo... Quiero que él me lo pida.—
—Que orgullosa ¿Segura de que no eres hija de Daemon?—
—No es gracioso.—
—Un poco, sí. De momento esperemos, nos agruparemos en unos dias.—
—Es nuestro primer campamento de guerra ¿Lo recorremos, corazón?—
____ cargaba a Joffrey en sus hombros, tomando sus pantorrillas con firmeza. Llevaban un buen rato recorriendo los caminos entre las tiendas de campaña, donde los distintos ejércitos aliados llegaban con cada hora que pasaba. El par de Velaryon caminaba a paso tranquilo, cuando un ejército comenzó a hacerse presente en el lugar. Era Winterfell.
—¿La casa del lobo?—
—Si, corazón ¿Te acuerdas el apellido?—
—Stark.—
—Si me dices su lema, te buscaré ya mismo un sándwich de jamón y quesito.—La sonrisa divertida que la mujer mantenía en su hermanito se desvió al escuchar como anunciaban a Cregan. El muchacho hizo presencia en el campamento, y ____ no pudo disimular su emoción.
—No recuerdo el lema, ____...—joffrey la miró con cierto pesar desde arriba y tomando sus mejillas, pero su hermana no le estaba prestando mucha atención.
—Volvamos con la reina...—A paso apresurado -cosa que divertía al pequeño- ____ entró a la tienda de campaña real, encontrándose con Cregan frente a su madre, presentando sus respetos.
—A mi hija ya la conoces.—
—Asi es, mi reina... Ya tuve ese placer.—Rhaenyra no era tonta, y mucho menos ciega.
Estaba al tanto de lo mucho que su hija quería al lobo, la atormentó toda la última semana por ello. Pero ahora que veía a Cregan Stark, estaba segura de que al muchacho también le gustaba su hija. Se notaba en sus ojos. Le resultó tierno.
—Es bueno volver a verlo, hermano Cregan.—
—Hermana ____.—hizo una leve reverencia.
—¿Eres de la guardia y apenas me entero?—Rhaenyra la miró divertida.
—Miembro honorífico, madre. Te lo había comentado.—
—Me comentaste cientos de cosas respecto a Cregan, que te iniciaste a la hermandad no realmente.—la joven la miró indignada, sabiendo que su madre buscaba ponerla en vergüenza.
—Como he prometido, mi reina. Cinco mil hombres del norte a su disposición, nos instalaremos enseguida y esperaremos indicaciones.—
—Agradezco su apoyo, sir Stark. Como ya le ha mencionado mi hija, estoy en deuda con usted. Si hay algo en lo que pueda ayudar, solo dígalo. Aunque ____ me informó que no deseaba nada de momento ¿Me equivoco?—
—En realidad si hay algo, mi reina... Es algo que deseaba pedirle a la princesa aquel mismo día pero vi prudente discutirlo directamente con usted.—
—Adelante, lo escucho.—El joven desvió la mirada de la reina hacia la mujer a su lado, quien aún cargaba a su hermano en brazos. Se hincó en una rodilla, aún mirando a la jinete.
—Deseo pedir la mano de la princesa ____ Velaryon en matrimonio, mi reina. Unir nuestras casas, fortalecer lazos... Son cosas que estaría muy agradecido de poder conseguir.—sonrió apenas—. Pero con solo conseguir su compañía en Winterfell sería suficiente... Deseo que sea mi esposa y futura señora de Winterfell cuando tome el lugar de mi padre.—____ dejó a Joffrey con cuidado en el suelo, acercándose finalmente al hombre que se ponía de pie—. ¿Pensaste que lo olvidaría?—la miró con una leve sonrisa.
—Pensé que no lo querías.—
—Quería hacerlo con propiedad, como corresponde. Además no podrías negarte, la reina lo aprobó.—
—Solo porque ella quiere.—Rhaenyra interrumpió—. Parece que le agradas.—
—A mi me agradó... Luego logró cautivarme, mi reina... Sin necesidad de amenazarme u obligarme con un dragón.—La cálida mirada de Cregan sobre la mujer solo lograba encender su corazón.
Quería besarlo, abrazarlo al menos...
Pero estaba su madre, y más allá de su evidente... Emoción, ____ debía mantener su imagen.
Su madre no podía ni sospechar lo mucho que deseaba al Stark.
Pero se hacía una idea.
—El amor joven...—
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El fin de semana conocí a Mónica, era un día normal en el colegio... Teníamos un evento musical y todo se estaba preparando en el patio, sabía que vendría una universidad a hacer una presentación y a cubrir toda la logística pero nunca me imaginé toparme con ella, ahí estaba, armando el escenario, tomando fotografías, haciendo lo suyo, creyendo que nadie la reconocería, pero ahí estaba yo, sin saber si hablarle o no, decirle que la conozco por su Tumblr o Twitter sería muy incómodo para mí y para ella, supongo. Me armé de valor y la saludé, no fue nada incómodo, ella aunque estaba ocupada siempre me prestó atención, aunque sorprendida y algo apenada de que alguien la reconociera y sobre todo un fracasado como yo jaja ella siempre me trató bien, dejó de hacer lo que hacía para mirarme a los ojos y prestarme atención, lo admito no pude sostenerle la mirada por mas de dos segundos, ella de alguna forma te hace sentir feliz, me hizo sentir que valia algo y que a alguien le importaba lo que decía aunque a pesar de los nervios que tenia seguro hable puras estupideces jaja me preguntaba que si me queria sentar mientras ella preparaba todo, que si estaba bien, que donde estaban mis amigos, se preopupaba por mí, SI SI se muy bien que no es porque le guste se que Monica es así con todo el mundo pero nunca lo había sentido en persona, logré congelar este recuerdo en una foto que ella con todo el amor del mundo se tomó, me dejó tomarle la cintura, tomaron la foto, le agradecí y la dejé seguir en su trabajo... Al final del evento ella se despidió de mi a la distancia, moviendo su pequeña mano con entusiasmo, diciendo "Bye rarito" con cariño. Es el texto más SIMP que haya escrito en mi vida, solo tengo 16 años y aquí nadie me conoce pero AMO a Monica y le agradezco mucho por tratarme con humildad y sinceridad.
PD: te dije que haría una FanPage tuya y no me creíste! jajaja bueno, aqui esta
Oh por dios! Que es esta carta haha oww que lindo de tu parte!! No tenías que hacerlo (En serio no tenias que hacerlo, mira donde tengo los pantalones, estoy super mal vestida!!!) hahaha Y no hice nada, solo hable con alquien que me saludó y te traté bien 😅 Amm y en cuanto a la fanpage espero que no te pongas triste si nadie te sigue hahahaha 🤣🤣 Gracias por este lindo ask, pero repito, no hice nada especial me gusta tratar bien a las personas. 💜
English: The weekend I met Monica, it was a normal day at school…. We had a musical event and everything was being prepared in the courtyard, I knew that a university was coming to make a presentation and cover all the logistics but I never imagined running into her, there she was, setting up the stage, taking pictures, doing her thing, thinking that no one would recognize her, but there I was, not knowing whether to talk to her or not, telling her that I know her from her Tumblr or Twitter would be very uncomfortable for me and for her, I guess. I got up the courage and greeted her, it wasn't awkward at all, she even though she was busy always paid attention to me, although surprised and somewhat embarrassed that someone would recognize her and especially a loser like me haha she always treated me well, she stopped what she was doing to look me in the eyes and pay attention to me, I admit I couldn't hold her gaze for more than two seconds, she somehow makes you feel happy, she made me feel that I was worth something and that someone cared about what I said even though I was so nervous I was sure I was talking stupid shit haha she asked me if I wanted to sit down while she prepared everything, if I was ok, where were my friends, she worried about me, YES YES I know very well that it is not because she likes me, I know Monica is like that with everyone but I had never felt it in person, I managed to freeze this memory in a photo that she with all the love in the world took, she let me take her waist, they took the picture, I thanked her and let her continue in her work …. At the end of the event she said goodbye to me from a distance, waving her little hand enthusiastically, saying “Bye weirdo” with affection. This is the most SIMP text I have ever written in my life, I am only 16 years old and nobody knows me here but I LOVE Monica and I thank her very much for treating me with humility and sincerity.
PS: I told you I would make a FanPage of yours and you didn't believe me! hahaha well, here it is!
Oh my goodness! What is this letter haha oww how nice of you!!!! You didn't have to (Seriously you didn't have to, look where my pants are, I'm super underdressed!!!) hahaha And I didn't do anything, I just talked to someone who said hi and treated you nice 😅 Amm and as for the fanpage I hope you don't get sad if no one follows you hahahaha 🤣🤣 Thanks for this nice ask, but I repeat, I didn't do anything special I like to treat people nice. 💜
#monicacitrus#monicalestrange#ask#pregunta#preguntas#pensamientos#colombia#colombian marin kitagawa#colombiana#marin kitagawa#colombian#ask blog#ask me anything
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CAPÍTULO 07: LA NUEVA ERA.
Ambientación: 29 de Octubre al 9 de Noviembre.
Clima: Nublado.
Vestimenta: Lo que encuentren en las tiendas.
Después de un largo y agotador trayecto, observas a lo lejos una figura acercándose. Al principio, crees que es otro infectado, pero cuando el hombre levanta un arma, el temor te recorre. El cuerpo se tensa, el miedo te paraliza por un instante. Sin embargo algo no cuadra, y al momento de acercarse, el hombre baja el arma. Te das cuenta de que no es un infectado, sino otro ser humano.
A pesar de la incomodidad y desconfianza, decides seguirle. La fatiga en tu cuerpo es abrumadora, y la preocupación por los desaparecidos te consume. Quedarte afuera no parece una opción. Aunque sientes que algo no está bien, no tienes fuerzas para cuestionar la decisión. La Nueva Era, el refugio que el hombre menciona parece ser lo único seguro, al menos por ahora.
Sigues al desconocido, caminando hacia el centro comercial. La ciudad a tu alrededor está desierta, demasiado tranquila. Cada paso que das te aleja de la incertidumbre exterior, pero una parte de ti no puede evitar sentirse inquieto. A pesar de las dudas, el miedo y el cansancio te impulsan a seguir, sin saber si es la decisión correcta.
[...]
Después de un largo y tenso trayecto, los sobrevivientes finalmente son guiados al interior del centro comercial por Madre Serena y el Sargento Samuels, quienes los llevan a través de un pasillo estrecho y en silencio. A medida que avanzan, el grupo nota la atmósfera extraña del lugar, un ambiente de serenidad que parece fuera de lugar en medio del fin del mundo. Al llegar a la pequeña sala, Zohan no puede evitar preguntar lo que todos están pensando.
—¿Qué ha ocurrido con la ciudad? —pregunta con voz grave, mirando a su alrededor, notando lo desértico y extraño que se siente todo.— ¿Por qué está tan vacía?
Madre Serena lo observa por un momento, su mirada un tanto sorprendida, como si no pudiera entender que no supieran lo que había pasado. Respira hondo y, con un tono suave, pero grave, comienza a explicar.
—¿No sabes qué ha pasado? —pregunta con cautela. — Greenville fue el primer lugar afectado por el brote. Hace aproximadamente un mes, comenzaron a reportarse los primeros casos de un virus sumamente contagioso. Las autoridades intentaron controlarlo, pero el virus se propagó con una velocidad aterradora.
Zohan intercambia una mirada con los demás. El desconcierto se refleja en sus rostros.
—¿Un mes? —interrumpe Juliet, claramente confundida.— Para nosotros, los ataques comenzaron hace menos de una semana. Esto… no tiene sentido.
Samuels asiente con gravedad.
—Sí, para ustedes el tiempo ha sido diferente. Pero aquí en Greenville, el virus llegó primero. La ciudad fue completamente puesta en cuarentena, y los infectados arrasaron con todo en cuestión de días. No solo afectó a Greenville, sino que rápidamente se extendió a ciudades cercanas como Nueva York, Filadelfia… todas cayeron. La infección avanzó con tal rapidez que no pudimos hacer nada para detenerla.
El aire se llena de un silencio pesado. Nadie habla durante un largo momento, cada uno tratando de procesar lo que acaba de escuchar. La magnitud de lo que ha sucedido se va asentando lentamente en sus mentes.
Finalmente, Zohan, buscando más detalles, hace otra pregunta.
—¿Y el resto de los militares? ¿Qué ha pasado con ellos? ¿Dónde están?
El hombre, como si ya hubiera anticipado esa pregunta, responde con un suspiro.
—Algunos militares lograron evacuar a los niños y a los ancianos a un refugio cruzando la ciudad, donde están protegidos por una muralla de seguridad. Pero… —su rostro se oscurece—, desde que la ciudad cayó, no hemos podido acercarnos a ese refugio. Las calles están llenas de infectados, y no hemos tenido oportunidad de avanzar. Las rutas son peligrosas y, hasta ahora, no hemos podido hacer un movimiento seguro.
Juliet se adelanta un paso, su preocupación evidente.
—Entonces, ¿si los militares están al otro lado de la ciudad, por qué no vamos hacia allí? ¿No sería más seguro llegar hasta ellos?
El Sargento la observa, su expresión es seria pero autoritaria.
—Las calles son demasiado peligrosas. La ciudad está infestada, y hemos perdido contacto con otras zonas. El refugio está a unos pocos kilómetros de aquí, pero cruzar esa distancia no es sencillo. Hemos estado aquí, resguardados, y aunque podemos ofrecerles un lugar seguro por ahora, avanzar sería un riesgo enorme.
La atmósfera se llena de una tensión palpable. La idea de continuar el viaje hacia el refugio de los militares parece ser la opción más lógica, pero el peligro es inminente y la incertidumbre sobre si ese refugio aún es accesible lo complica aún más.
Luisa, viendo que la discusión está comenzando a estancarse, toma una decisión.
—Lo que tenemos claro es que aquí estamos a salvo por ahora. Necesitamos descansar, reagrupar fuerzas y tomar decisiones. Este lugar parece ser el único refugio en kilómetros. Tal vez lo mejor sea quedarnos aquí por el momento, al menos hasta que tengamos un plan más claro.
El grupo asiente en silencio, comprendiendo que seguir avanzando sin un plan podría ser fatal. La figura de Madre Serena, con su presencia tranquila pero firme, parece ser la guía que necesitaban en ese instante. Aunque la situación sigue siendo incierta, por el momento, el refugio en el centro comercial les ofrece algo que la ciudad exterior ya no tiene: seguridad, por lo menos temporal.
Mientras la conversación se apaga y los sobrevivientes se acomodan para descansar, el peso de las decisiones futuras queda suspendido en el aire. El tiempo avanza rápidamente, pero una nueva pregunta persiste en sus mentes: ¿Qué ocurrirá cuando finalmente decidan cruzar la ciudad?
¿Pueden confiar en ellos y esa extraña tranquilidad que los rodea?
Lo que debería ser un refugio de supervivencia parece más una comunidad aislada que ha encontrado en la tragedia una justificación para adherirse a una fe casi fanática. Las personas no parecen temer por sus vidas; la serenidad de sus rostros y la forma en que se mueven, como si todo estuviera en su lugar, les da una impresión de tranquilidad peligrosa, como si el colapso del mundo no hubiera tocado este lugar, al menos no de la misma manera que afuera.
El ambiente está lleno de una extraña paz, que solo hace más evidente lo absurdo de la situación. Pero algo es seguro: necesitan descansar y prepararse para lo peor, y ese extraño refugio es la única salvación que tienen.
Archivos anexos: Nuevos organización grupos y líderes, sistema de grupos, locaciones, refugio Nueva Era, preguntas frecuentes.
Tipo de desarrollo: Starters públicos y sentence starters.
Duración: 10 días, 8-17 de Diciembre.
TLDR; Después de 2 días de camino los sobrevivientes finalmente llegan a la entrada de Greenville, pero la ciudad se ve desierta. Hay automóviles abandonados en las calles y el silencio es aterrador, como si el tiempo se hubiera detenido semanas antes de la llegada del grupo. Antes de poder adentrarse en la ciudad un hombre con un arma los detiene, pero al asegurarse de que se trata de humanos y no infectados decide llevarlos hacia su refugio: un centro comercial resguardado por hombres armados y al que acondicionaron para cubrir las necesidades básicas de los sobrevivientes, liderado por el Sargento Samuels y Madre Serena. Sin embargo la tranquilidad de las personas es sospechosa, aunque por decisión de los líderes se quedan en el refugio para recuperarse de lo ocurrido en el bosque antes de ir en busca del refugio donde se encuentran los familiares rescatados del ataque.
Cada usuario es libre de elegir qué tipo de starter publicar. Puede usar sentence starters, starter público o combinarlos. También puede darles una cronología que abarque todos los días de duración on-rol del proceso de bienvenida al refugio (10 días).
Damos la oportunidad de que las parejas abran starter privados donde cumplan sus rondas de vigilancia, actividades a dúo o se acomoden y elijan los espacios donde dormirán.
El código de vestimenta es libre. Se les dio la oportunidad de entrar a las tiendas para conseguir mudas de ropa limpia. Los invitamos a subir sus ediciones al blog y etiquetarlos con el nombre de sus personajes.
¡Bienvenidos al inicio del fin! Esperamos la actividad sea del agrado de todos. Cualquier duda pueden consultarla directamente en el main de forma anónima o con cuenta.
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Hice este fanfic drabble para este día 31, nunca había escrito yandere así que no sé si hice un buen trabajo.
Advertencias: Yandere Alucard Tepes x Reader femenino. No acepto o consiento cualquier comportamiento dañino, obsesivo y/o posesivo cualquier otro. Esto es sólo una ficción.
Sinópsis: Después de acabar con su padre, Alucard se había quedado solo, Trevor y Sypha tomaron sus caminos, quedando él solo en su frío castillo, hasta que decidió salir al pueblo más cercano y te vio.
La mujer que se volvería su más dulce compañía.
.
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“Por favor, Alucard, déjame ir”
Alucard no había pensado que amar a alguien más podía cambiarlo, era como un poder más fuerte que todo lo que existiera. El sentimiento de amor era más que solo palabras bonitas.
Él esperaba hacer de su castillo su tumba, la vida parecía quitarle todo lo que se le atravesaba, ya no sonreía, no había colores y brillo, no había vida en sus ojos, era solo un cuerpo vacío. Como un fantasma. Se había quedado solo, Trevor y Sypha tomaron sus caminos. Él debía de hacer una nueva vida, pero no se sentía con la energía para hacer algo, no tenía a nada y nadie. No tenía compañía.
Pero fue cuando salió del castillo y decidió ir al pueblo cercano en busca de provisiones y también para alejarse, aunque fuera un rato, de las sombras que lo volvían loco, cuando te conoció por primera vez.
Tu entusiasmo y forma de ver la vida, a pesar de que había sido amenazada por Drácula, le llamó la atención, le hizo recordar a su madre. Fue extraño para él, pero quería volver a verte, decidió que tomaría como excusa ir al pueblo por comida, a pesar de que su alacena estaba llena, él solo quería verte.
Te habías quedado sorprendida cuando lo conociste, no pensaste que algún día conocerías a un Damphir, al hijo de Drácula. Alucard te atrajo con su belleza, su rubio cabello, esos ojos brillantes y su calidez. Pero nunca pensaste que lograrías enamorarlo, que serías la obsesión de alguien sobrenatural como él.
Quería tenerte para él solo, llevarte a su castillo y mimarte y cuidarte de todo lo que te lastimara, quería tu amor solo para él. Y por las noches, quería tenerte debajo de él.
“Te traje algo delicioso” Ignoró tu súplica anterior, puso la charola de plata sobre la mesa de noche de esa habitación que se volvió tu prisión.
Miraste la comida que te había preparado, sonreíste sin ánimos, por el olor de la carne y la fruta picada supiste que estaba muy bien cocinada, después de todo, Alucard sabía cocinar.
" Quiero ir a casa, Alucard"
"Adrian" Te corrigió él, desde que te había llevado a su castillo te había pedido que lo comenzaras a llamar por su nombre real.
"... Adrian, llévame a casa." Volviste a decir, esta vez con su nombre.
"Estás en casa, mi amor." Él sonrió con extremado amor.
Te estremeciste ante su mirada de amor extremo y desmedido. Comprendiste que él había perdido a su madre por la ignorancia de la iglesia, que su papá había perdido la cabeza en cuanto su esposa murió, lo comprendiste al pie de la letra y te compadeciste de él, era un joven que perdió a su familia y que estaba solo, quisiste darle tu amistad, solo eso querías, no que llegara al punto de llevarte a su castillo para nunca dejarte salir y pedirte que le amaras como él lo hacía.
"¡¿Qué haces?!" Exclamaste sorprendida, Alucard te había besado.
"Dejaste de hablar y quería saber si estabas bien." Alucard se rió por tu sobresalto. Se lamió los labios, como si hubiera probado la más dulce miel.
"... Y ahora quiero otro beso más."
Sus ojos brillaron, y fue ahí donde te diste cuenta que nunca te dejaría ir de su lado.
Que te volverías su más dulce compañía.
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Confession Love.
Hugh jackman x female reader.
summary: Tras una noche de celebración con el elenco, Hugh, tu amigo y compañero de escena, comienza a mostrar sentimientos ambiguos, confesando cosas bajo los efectos del alcohol. Aunque intentas restarle importancia, su mirada y sus palabras te dejan una duda inquietante.
Categories: friends to lovers, slow burn, unresolved tension, emotional conflict, mild angst, drunk confessions, theater setting, mutual pining, unspoken feelings, bittersweet ending. {TW} alcohol consumption, subtle emotional tension, hints of jealousy, minor angst, potential infidelity (emotional).
...
La función acaba de terminar, y el teatro aún retumba con los aplausos. Aunque no eran los protagonistas, tú y Hugh han recibido más de un cumplido en los pasillos. "Parecen realmente una pareja", han dicho algunos miembros de la audiencia sin saber que todo es pura actuación. Entre risas y abrazos, los planes para continuar la celebración empiezan a surgir.
Hugh, con una sonrisa radiante y esa energía chispeante que siempre tiene en el escenario, se acerca a ti. "¿Vienes, cierto? Sería casi un crimen celebrar sin ti." Su tono es ligero, pero la forma en que sus ojos brillan al mirarte le añade un toque que te hace preguntarte si sigue actuando o si hay algo más.
"Claro que sí, no me lo perdería por nada." Le devuelves la sonrisa con la misma facilidad de siempre, recordándote que, aunque la química que comparten en escena a veces parece real, ambos saben que son amigos, muy buenos amigos.
Poco después, el grupo de actores se dirige a un bar cercano. El lugar tiene ese ambiente acogedor perfecto para relajarse tras la función, con luces tenues y una música suave que invita a la conversación. Mientras buscan lugar, Hugh se queda cerca de ti, asegurándose de que tengas un asiento a su lado. Durante la primera ronda de bebidas, los compañeros bromean sobre cómo sus personajes encajan tan bien juntos y lanzan algún que otro comentario sobre la química que ambos transmitieron en escena. La conversación transcurre entre risas, y aunque a ti nunca te ha incomodado la idea de que alguien piense que hay algo entre ustedes, notas que esta vez Hugh parece un poco más callado, sus ojos reflejando algo que no logras descifrar.
La noche avanza con rapidez entre risas, brindis y algún que otro chiste sobre la función. Decides pedirte algo para beber, aunque sabes bien que tienes buena resistencia al alcohol, a diferencia de Hugh, que, con apenas unos tragos, suele empezar a desinhibirse. Esta vez no parece diferente: mientras tú mantienes la calma entre copas, él acepta uno, dos, hasta tres shots que le ofrecen, y su risa se vuelve cada vez más contagiosa, un poco más desenfadada.
Desde tu asiento, observas cómo se inclina hacia ti cada vez que dice algo, con esa actitud juguetona que le hace irresistible. Su voz, un poco más arrastrada de lo habitual, suena cálida, y sus gestos te hacen reír de forma espontánea. Sabes bien que, al paso que va, esta noche no va a llegar a casa por su cuenta.
"Sabes que no deberías mezclar tanto," le dices entre risas, empujando suavemente su hombro.
Hugh te lanza una mirada divertida, casi infantil, y se encoge de hombros. "Es celebración, ¿no? Además, me gusta cuando puedo... hablar sin filtro." Termina la frase con una sonrisa que tiene algo de misterio, algo que normalmente no dejaría ver tan fácilmente.
"¿Ah, sí? ¿Y qué cosas dices cuando hablas sin filtro?" Lo dices en broma, pero notas cómo él baja la mirada, como si pensara bien su respuesta, lo cual no deja de intrigarte.
Hugh se ríe suavemente y toma otro sorbo, más lento esta vez, como si buscara la manera de responder. "Quizás... cosas que me guardo porque somos amigos." La palabra queda flotando en el aire entre ustedes, y de repente, el ruido del bar parece desvanecerse a su alrededor.
Tus ojos se agrandan un poco, sorprendida, y no puedes evitar reírte ante su comentario. Niegas con la cabeza, como si eso pudiera disipar la extraña sensación que te deja su actitud esa noche. Él siempre ha sido un poco más desinhibido cuando toma, pero esta vez parece distinto, como si hubiese algo importante que quisiera decirte, y no logras descifrar si es solo el alcohol hablando.
Justo en ese momento, Hugh se pone de pie con un poco de dificultad, levantando su copa con un entusiasmo exagerado. "¡Un brindis!" anuncia, llamando la atención de varios en la mesa. "Por... por la mejor compañera de escena que cualquiera podría pedir..." Su voz se vuelve un poco más seria, y su mirada, a pesar de estar algo vidriosa, se clava en la tuya. "Por alguien que hace que todo sea mejor, incluso los días largos de ensayo..."
Sientes el impulso de detenerlo antes de que vaya demasiado lejos, así que te pones de pie y lo tomas del brazo, sonriendo y diciendo entre risas: "Creo que ya hemos brindado suficiente, Jackman. ¿Por qué no mejor te sientas antes de que hagas algo de lo que te arrepientas?"
Él, un poco mareado pero aún con esa sonrisa, te mira como si estuviera a punto de decir algo más, algo que parece debatirse en su mente. Pero finalmente, accede a tu pedido y se deja caer nuevamente en su asiento, sin soltar tu mano. "Tienes razón, tienes razón... Pero quería que supieras que eres especial para mí. Más especial de lo que probablemente entiendes..." murmura, con una sinceridad que te deja en silencio por un momento.
El ruido a tu alrededor sigue, las risas y las conversaciones de fondo, pero entre los dos parece haber un silencio suspendido, una tensión que no habías sentido antes, y no sabes si lo que acaba de decir fue simple entusiasmo o si hay algo más detrás de sus palabras.
A pesar de tu broma, Hugh parece estar completamente decidido a no bajar el tono de su discurso. Se recarga en el respaldo de la silla y, con los ojos brillando y una sonrisa cómplice, te mira intensamente. "¿Sabes qué? Quizás tienes razón... ¿qué tal si me callo un rato?" Pero su voz se eleva de nuevo, como si fuera imposible dejar de hablar. "Pero es que, en serio, ¿cómo es posible que no te hayas dado cuenta antes de lo genial que eres?"
Sientes la familiaridad de sus palabras, la misma que has escuchado tantas veces en los ensayos y en las charlas que solían tener. Pero ahora, hay algo diferente en la forma en que lo dice. No es solo un cumplido amigable, es como si estuviera buscando algo más, algo más allá de la actuación, algo real.
"Vamos, Hugh, en serio..." Le dices, intentando desviar el tono de la conversación mientras te echas un poco hacia atrás, casi queriendo poner algo de espacio entre ambos. "Ya basta de tanto drama, solo disfruta la noche." Lo empujas suavemente en el brazo, buscando hacerle ver que no es el momento para ponerse tan intenso.
Pero en lugar de sentarse y seguir la corriente, Hugh se levanta de nuevo, casi tambaleando un poco, y te mira con esa expresión traviesa en la que no puedes evitar ver la mezcla de niño travieso y adulto algo desinhibido por el alcohol. "¿Sabes qué? Tengo una idea," dice, antes de que puedas detenerlo. "Voy a hacer el brindis más épico de todos, y tú... tú vas a ser la primera en escucharme."
Antes de que puedas reaccionar, él agarra su copa, levantándola con un dramatismo exagerado, y te lanza una mirada cómplice. "Por la mejor persona en este mundo, por la que hace que todo lo que hacemos en el escenario valga la pena... y por ti, que, no sé, eres como un faro en medio de todo este caos."
Tu risa escapa sin querer, porque es una mezcla de ternura y vergüenza ajena. "¡Hugh, basta!" dices, tratando de retener la risa mientras le pides, con cariño, que se siente. "Ya, ya. Tienes que calmarte, ¿qué tal si mejor tomas agua y dejamos el show para mañana?"
Sigues intentando contener la risa mientras le dices, "En serio, Hugh, te vas a deshidratar más rápido que cualquier cosa con ese ritmo de tragos." Pero al decirlo, te das cuenta de que él ya no está tan atento a tus palabras. En su lugar, te observa fijamente, con una mirada que no puedes leer del todo, como si estuviera tratando de analizarte, de entender algo más allá de la simple broma.
La sonrisa en su rostro se suaviza, y por un segundo, parece que ha dejado de escuchar el bullicio del bar a su alrededor. El tiempo parece ralentizarse, y todo lo que puedes hacer es sostener su mirada, sintiendo una extraña mezcla de incomodidad y algo más, algo que no logras identificar del todo.
A pesar de tu intento de restarle importancia a la situación, Hugh no responde. Su silencio se hace más notorio y te provoca una ligera incomodidad. ¿Acaso está pensando en algo más? ¿O se está dejando llevar por el alcohol?
El ambiente a tu alrededor parece desvanecerse, hasta que finalmente, él rompe el silencio. Pero no con palabras. Solo se inclina un poco hacia adelante, su mirada fija en la tuya, como si estuviera buscando algo, algo que tú no sabes cómo darle.
Tu corazón da un pequeño salto, y te haces la pregunta: ¿realmente estaba solo tomando demasiado, o hay algo más en todo esto?
El momento se alarga, y por un segundo, piensas que podría decir algo que cambie la noche, que cambie todo. Pero entonces, con un suspiro, Hugh se endereza nuevamente y se aparta de ti, como si todo lo anterior fuera solo una fantasía pasajera.
"Perdón, creo que me fui un poco... ya sabes," dice finalmente, sonriendo y levantando su copa como si nada hubiera pasado. "Solo estoy contento de estar aquí con los mejores, ¿no?"
Después de ese breve, pero intenso, momento de silencio, te apartas un poco, buscando algo de distracción. Miras a tu alrededor y te das cuenta de que, sin que te dieras cuenta, ya ha pasado mucho más tiempo del que pensabas. Las luces del bar parecen más cálidas ahora, y el murmullo a tu alrededor es más fuerte, los risueños comentarios se mezclan con la música, creando un ambiente de pura jocosidad.
Observas a los demás, todos se han soltado, el alcohol ha hecho su efecto, y aunque algunos ya están un poco desinhibidos, no puedes evitar notar lo felices que parecen. Hay algo en sus caras, algo entre risueño y algo un poco tonto, que hace que el lugar se sienta más como una fiesta entre amigos que una simple salida después del trabajo. Todo el mundo parece un poco más relajado, casi como si el trabajo hubiera quedado atrás y lo único que importara ahora fuera disfrutar del momento.
Tienes que reprimir una risa cuando ves a algunos de los actores del elenco actuando un poco más... curiosos, y te preguntas en qué momento todo el grupo se fue transformando en una especie de burbuja de alegría boba, donde las palabras son más risueñas que coherentes.
Pero lo que más te llama la atención es Hugh. De alguna forma, parece que el ambiente lo ha atrapado de la misma manera. Mientras sigues observando a tu alrededor, te das cuenta de que él sigue allí, tan cerca, pero ahora con una copa en la mano que ni siquiera recuerda haber llenado. Su expresión sigue siendo juguetona, pero algo en su postura parece diferente, como si él también estuviera intentando comprender qué está pasando en este juego de risas y bromas.
Cuando sus ojos se encuentran con los tuyos nuevamente, hay una chispa en ellos, una que te hace sentir incómoda, pero también te provoca algo dentro, una especie de anticipación. Pero justo antes de que puedas decir algo, él vuelve a sonreír, esta vez de una manera más torpe, como si fuera incapaz de mantener el tipo de seriedad que había tenido antes.
Sigues observando a Hugh, quien sigue sonriendo como si estuviera en un mundo paralelo, moviendo la copa de un lado a otro sin mucha intención. Al final, decides romper el silencio con algo ligero, pero que aún refleja ese toque de diversión.
"¿Sabías que no tienes tolerancia al alcohol?" le dices, sin rodeos, mientras lo miras fijamente. "Lo digo porque siempre en los eventos o entregas de premios, siempre te veíamos con una botella. Pero el segundo trago ya te tenía dando vueltas."
Hugh te mira, un poco sorprendido por tu observación, pero después se echa hacia atrás en su silla y se ríe. "¡Vaya, vaya! ¿Así que has estado observándome, eh? Pues sí, soy un desastre con el alcohol," responde con una sonrisa traviesa, como si estuviera bromeando, pero hay algo en su tono que suena más sincero de lo que esperabas. "Nunca he sido de aguantar mucho. Pero es que... ya sabes, cuando te dan una botella en cada evento, es difícil decir que no."
Te ríes ante su comentario, sabiendo que él tiene razón. Los organizadores de esos eventos solían mimarlo un poco más de la cuenta, y aunque a veces lo hacía parecer encantador, otras veces simplemente terminaba siendo un desastre adorable. Pero ahora, al verlo de cerca, algo en sus ojos te dice que tal vez no solo estaba bebiendo por diversión, sino también como una forma de desconectarse, de olvidarse de algo por un rato.
"¿Y cómo es que nunca te pasó factura?" preguntas con tono curioso, sin dejar de mirarlo. "Con todo lo que tomabas, me sorprende que sigas de pie."
"Porque tengo una habilidad especial para dar la apariencia de estar bien," dice, levantando la copa como si estuviera haciendo un brindis por su propia habilidad. "Pero ya ves, esta vez no estoy tan seguro de qué está pasando... parece que mi tolerancia ya está a cero. Y tú, ¿te has dado cuenta de que me estás observando demasiado?"
La tensión en sus palabras es sutil, pero ahí está. Y aunque su tono es juguetón, sabes que en el fondo hay algo más que tal vez no está tan claro ni siquiera para él.
En ese momento, tu teléfono vibra en tu bolso, sacándote de la burbuja de complicidad en la que te habías sumido. Sacas el móvil y ves que es un mensaje de un amigo, simplemente preguntando cómo va la noche. Sonríes mientras lees y, al responder, no puedes evitar que tus labios se curven en una sonrisa sutil, más por el mensaje que por la situación en sí.
Hugh, que te había estado observando con más atención de lo que te habías dado cuenta, se queda en silencio unos segundos más. Luego, en un tono que te parece ligeramente más suave, dice: "¿Sabes? Eso... eso es lo que me gusta de ti. Siempre tan... genuina, tan... fácil de hacer sonreír."
Es una de esas frases que te hace detenerte un instante, porque aunque parece una observación simple, hay algo detrás de la forma en que la dijo. Algo en su mirada, que ya no tiene la chispa juguetona de antes, sino una suavidad que te toma por sorpresa.
Te giras hacia él, intentando entender el cambio, pero no es fácil leerlo en ese momento. "¿Genuina?" repites, ligeramente confundida, mientras guardas tu móvil en el bolso.
"Sí," responde, arrugando un poco la frente como si estuviera buscando las palabras adecuadas. "Es raro... pero, no sé. Es como si todo en la vida fuera más fácil contigo, más... claro." Sus ojos se encuentran con los tuyos, y por un segundo, parece que no está seguro de lo que acaba de decir. "Es solo que, ya sabes, algunas veces no entiendo por qué todo se siente tan... tan natural entre nosotros."
Tienes que hacer un esfuerzo para no dejar que la confusión te gane. No sabes qué está tratando de decir, si realmente lo sabe o si está hablando solo por el alcohol. Pero algo en sus palabras te hace pensar que esto es más de lo que parece.
"¿Natural, eh?" le preguntas con un tono ligero, intentando aligerar la tensión que se está formando en el aire. "Será porque llevamos mucho tiempo trabajando juntos, Hugh. Es normal que se sienta así. Nos conocemos bien."
Sin embargo, él no parece tan convencido. Posa su copa sobre la mesa, su mirada ahora centrada en ti con una intensidad que no habías notado antes. "Sí... supongo," responde, pero con un toque de inseguridad que no encaja con su usual confianza. "Pero, a veces... no sé, siento que hay algo más. Como si no fuera solo por el trabajo, sabes..."
Y en ese momento, la realidad de lo que está intentando decirte empieza a colarse en tus pensamientos, pero antes de que puedas procesarlo completamente, Hugh da un sorbo a su bebida, como para calmar los nervios que parecen aflorar.
¡Perfecto! Aquí te dejo cómo podría continuar la escena, manteniendo la tensión mientras la protagonista intenta racionalizar lo que está pasando y tratar de restarle importancia al comportamiento de Hugh
Sientes que la incomodidad empieza a crecer dentro de ti, como una pequeña bola que se va haciendo más grande. Sus palabras, tan sinceras pero confusas, te dejan con una sensación extraña. Intentas mantener la calma, pero no puedes evitar preguntarte si está siendo más directo de lo que debería, o si solo está dejando que el alcohol hable por él.
Suspiras disimuladamente y te recargas en la mesa, tratando de aliviar la tensión. "Hugh, creo que el alcohol te está afectando más de lo que crees," dices con una risa nerviosa, como si fuera todo una broma. "Deberías relajarte, estás diciendo cosas que... bueno, no suelen ser muy claras."
Te esfuerzas por mantener el tono ligero, como si todo fuera un malentendido, como si no tuvieras idea de lo que realmente está pasando. En tu mente, piensas que quizás solo es el efecto del alcohol, que está hablando sin pensar, y que en la mañana se olvidará de todo esto.
Pero a medida que lo miras, te das cuenta de que él sigue allí, mirando con una intensidad que no puedes ignorar. Hugh parece pensarlo un momento antes de hablar, y cuando lo hace, su voz suena más baja, casi como si fuera un susurro.
"No, no creo que sea solo el alcohol," dice, jugando con la copa de nuevo. "Es solo que... no sé, a veces siento que hay algo que no decimos, algo entre nosotros. Pero tal vez estoy equivocado. Tal vez soy solo yo siendo demasiado... emocional."
Lo miras con una sonrisa tensa, intentando no darle más vueltas al asunto. "Vamos, Hugh. Lo sé, ya sé. Solo estás un poco borracho y mezclando las cosas. No te preocupes, en un par de horas ni te acordarás de lo que dijiste."
Pero incluso al decirlo, algo en su mirada te hace dudar. No sabes si lo está diciendo en serio o si, como pensabas, está solo dejado llevar por el alcohol, pero la verdad es que... algo te dice que esto podría no ser tan simple como parece.
La conversación se queda suspendida en el aire, y cuando Hugh te mira con esa mezcla de duda y algo más, decides darle un toque más ligero, como si todo fuera un malentendido. Pero cuando él habla nuevamente, su tono es bajo, directo, y algo más serio.
"Es solo que..." empieza, la voz un poco más grave de lo habitual, "a veces me pregunto si... si podría haber algo más, ¿sabes? Entre nosotros."
La suavidad con la que lo dice te atrapa, y por un momento, parece que el mundo se detiene a tu alrededor. El calor sube a tu rostro sin que puedas evitarlo, y sientes que el rubor se extiende rápidamente por tus mejillas. Intentas disimularlo, pero no puedes evitar que tu corazón lata más rápido, como si estuviera sintiendo cada palabra en su totalidad.
No sabes qué responder, así que el silencio entre los dos se vuelve incómodo, y el peso de sus palabras comienza a hacer mella en tu mente. Todo lo que habías pensado como un malentendido, de repente parece mucho más real. Y es en ese instante de silencio cuando algo te hace sobresaltarte.
Un par de manos cálidas y familiares rodean tu cintura, interrumpiendo tus pensamientos. Un suave beso se posa en tus labios, y, al abrir los ojos, te das cuenta de que es tu novio, que ha llegado para buscarte.
"¿Te he dejado mucho tiempo?" te pregunta, su voz un poco cargada de preocupación, pero al mismo tiempo, con una sonrisa tranquila. "Era tarde y vi que habías estado tomando un poco... pensé que sería mejor irte a casa."
El gesto de su llegada te hace soltar un suspiro de alivio, pero también una sensación extraña se instala en tu pecho. Te preguntas si Hugh había notado el cambio, o si había algo más que no habías querido ver antes. La idea de la confesión, o tal vez lo que era, se desvanece un poco al ver a tu novio, pero la sensación de incomodidad persiste.
"Todo está bien, de verdad," dices con una sonrisa cansada mientras te giras hacia tu novio, tratando de disimular la sensación extraña que se ha formado en tu pecho. "Solo estoy un poco cansada, no te preocupes," añades rápidamente, con la esperanza de que no note la tensión que aún persiste en el aire.
Sin embargo, mientras hablas, tus ojos se desvían brevemente hacia Hugh. El cambio en su rostro es inmediato y claro: su sonrisa se desvanece y la tristeza comienza a inundar sus ojos. La chispa juguetona que solía brillar en su mirada ha desaparecido, reemplazada por una sombra que te golpea de frente. Te das cuenta de que, a pesar de tus palabras, algo ha quedado en el aire, algo que no puedes borrar tan fácilmente. La incomodidad crece en ti, pero intentas ignorarla, no sabes si es porque el alcohol lo ha dicho todo o porque, en el fondo, tú también has sentido una verdad entre sus palabras.
Para no darle más importancia al momento, decides actuar con rapidez. Mirando a uno de tus compañeros de trabajo, le haces una seña. "¿Podrías llevar a Hugh cuando terminen? Creo que no va a poder regresar solo." La petición sale natural, casi como un mecanismo para evitar un conflicto innecesario, para desviar la atención de la situación incómoda en la que te encuentras. El amigo asiente, aceptando sin preguntar, pero puedes ver que hay algo que no encaja en su mirada.
Recoges tus cosas rápidamente, el sonido del crujido de tu bolso siendo cerrado rompiendo el silencio, mientras Hugh permanece sentado en la misma posición, con la vista fija en el vaso que aún sostiene. La imagen de su rostro triste te persigue un momento antes de que te acerques a él. Es un gesto suave, casi mecánico, pero te sientes obligada a despedirte. Le sonríes con una leve sonrisa, una que sabe a despedida más que a bienvenida, pero que intentas que suene amable.
"Cuídate, Hugh," le dices en un susurro, esperando que esas palabras sean suficientes para cortar la tensión del momento. Pero no sabes si las palabras lo son, o si, de alguna forma, no han sido más que un intento por convencerte a ti misma de que todo está bien.
Justo cuando te giras para irte, tu novio toma tu mano, tirando suavemente de ti hacia la salida. El sonido de tus pasos resonando en el suelo parece llenarlo todo de ruido, como si el silencio entre tú y Hugh aún persistiera en el aire. Pero en el último momento, antes de cruzar la puerta del local, tu mirada se vuelve involuntaria hacia atrás. Tus ojos se encuentran con la figura de Hugh, todavía sentado, mirando al frente con un aire perdido, como si estuviera atrapado en sus propios pensamientos.
Un nudo se forma en tu estómago, y por un instante, te preguntas si realmente has hecho lo correcto. El recuerdo de su confesión, la incertidumbre en su mirada, la suavidad de sus palabras... todo se entrelaza en tu mente, y un pensamiento fugaz cruza por tu cabeza: Las personas dicen la verdad cuando están borrachas. Pero, ¿qué significaba eso en realidad? ¿Era todo solo una confusión, o realmente había algo más detrás de esos ojos? Sientes una mezcla de curiosidad y desconcierto, y por un momento, el camino hacia la salida parece más largo de lo que realmente es.
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Se pueden ver a jaune y yang compartiendo una selfi para posteriormente mirar la foto reírse de como salió, todo ante la mirada de rwb
Ruby:
Blake: ¿Te encuentras bien?
Ruby: Si, ¿por qué preguntas?
Weiss: No te sientes celosa de que tu hermana y tu mejor amigo estan conviviendo últimamente demasiado?, yo admito que cuando winter se fue a el ejercicio me sentí algo dejada de lado, pero no me malentiendas no digo que está mal que se que empiecen a llevar bien blondie y blondie 2, pero no te parece raro que casi de la nada se empiezan a juntar mucho
Ruby: No te preocupes por eso, estoy más feliz por ellos de lo que te imaginas, o mira la hora tengo que hacerle mantenimiento a crecsent rose, nos vemos más tardé
Se despidió dejando al restó de su equipo, las dos se vieron preguntándose que pasaba, hace un par de meses la relación de jaune y yang, había cambiado, desde pasar de conocidos en el mejor de los casos a amigos, hasta jaune había tirado su cabello de manera juguetona una vez y lo único que recibió fue un coscoron juguetón, ok la gente establece relaciones éso es normal lo que no es normal es ruby. Weiss fue criada desde temprana edad a detectar intenciónes ocultas de las personas y blake en su tiempo como terrorista había aprendido a ocultar sus emociones y reconocía cuándo alguien más lo hacía, esto junto con retirarse a la primera oportunidad gritaba sospechoso, ruby ocultaba algo y no eran las únicas que lo pensaban
Después de lo que pasó con su antiguo hogar y familia, ren había aprendido a atesorar lo poco que le quedaba y una de esas cosas era nora, no era ciego sabía que la experiencia la había marcado más, razón de su dependencia a el, pero kuroyuri le enseñó que las cosas no son eternas, no estaría para siempre y si ésa iba nora estaria sola otra vez, no le haría eso, necesitaba encontrar a alguien que se quedé con ella, que la proteja, que la escuche, que le haga panqueques, desafortunadamente la pubertad no ayudó, ahora sólo la veían como un trozo de carné, por un momento creía que su búsqueda estába condenada, hasta que abrió sus ojos. Jaune, su lider, el cubría todas ésas cualidades y si bien tuvo una no tan brillante historia de amor pero desde entonces había madurado y crecido como persona, el provenir de la cantidad de hermanas le aseguraba de que la traté como la dama y sabía que la mimaria lo suficiente sin malcriarla, hasta su entrenamiento con pyrrha le está generando frutos pronto sería capaz de protegerla hasta de un robot gigante, era capaz de confiarle la vida y ahora también la de nora, todo parecía resuelto hasta que vio los ojos de la líder de su equipo hermano, y luego se dio cuenta de todo, la forma tan apegada que se habían vuelto el y su hermana y ella no parecía sorprendida, no se había visto sorprendida, no se había visto celosa, nisiquiera se la había visto feliz ¿para que? si ya sabía el resultado. Ella lo había planeado, de pronto todo tenía sentido, todas las veces dónde ella se veía indispuesta para una fiesta donde tenían algún momento ésos dos todas las veces dónde actuaba inusualmente torpe o bajaba su aura terminando herida siendo cuidada por jaune y no yang sorprendida hasta esa vez en la sala de estar dónde terminaron empapados por agua haciendo sus camisas transparentes, no era el único con la idea de convertir a su hermano de todo menos de sangre en su verdadero hermano, se había confíado pero ya no más, dísfruta tus pequeñas victorias por su momento de indulgencia rose, no sobrevivías tanto en la callé siendo blando.
Bonus
Ruby: Fui yo ren, yo agujere el condón de jaune para que insemira a mi hermana.
Pd: Esta idea a estadestado rondando por mi cabeza hace un tiempo, me gusta cuándo el hermano es sobre protector y amenaza a la pareja del hermano/a pero aquí ay algo distinto, y es que tienes cuánto juntas dos prodigios (uno emo el otro gótico) introvertidos al que el mismo tipo le muestra un amor fraternal honesto junto el deseó de cuidar y proteger de su hermana extroveriida voluptuosa
Jaune and Yang can be seen sharing a selfie and later looking at the photo and laughing at how it came out, all under the gaze of rwb.
Ruby: ...
Blake: Are you okay?
Ruby: Yes, why do you ask?
Weiss: Don't you feel jealous that your sister and your best friend are spending too much time together lately? I admit that when Winter went to exercise, I felt a little left out, but don't misunderstand me, I'm not saying that it's bad that I know they're starting. Blondie and Blondie 2 get along well, but don't you think it's strange that almost out of nowhere they start getting together a lot?
Ruby: Don't worry about that, I'm happier for them than you imagine, or look at the time I have to do maintenance on Crescent Rose. See you later.
She said goodbye, leaving the rest of her team, as the two found themselves wondering what was happening. A couple of months ago, Jaune and Yang's relationship had changed, from going from acquaintances in the best of cases to friends, until Jaune had thrown away his hair in a playful way once and the only thing he received was a playful nod. Ok. People establish relationships. That's normal. What's not normal is ruby. Weiss was raised from an early age to detect people's hidden intentions, and Blake, in her time as a terrorist, had learned to hide her emotions and recognized when someone else did it. This along with retreating at the first opportunity screamed suspicious, Ruby was hiding something and, if not, they were the only ones who thought about it.
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After what happened to his old home and family, Ren had learned to treasure the little he had left and one of those things was Nora. He wasn't blind, he knew that the experience had marked her more, the reason for her dependence on him, but Kuroyuri taught her that things are not eternal, she wouldn't be around forever and if she went, Nora would be alone again, she wouldn't do that to her, she needed to find someone who would stay with her, who would protect her, who would listen to her, who would help her. pancakes, unfortunately puberty didn't help, now they only saw her as a piece of meat, for a moment she believed that her search was doomed, until she opened her eyes. Jaune, her leader, covered all those qualities and although she had a not so brilliant love story but since then she had matured and grown as a person, coming from the number of sisters assured her that I treated her like the lady and she knew that He pampered her enough without spoiling her, even his training with Pyrrha was bearing fruit, soon he would be able to protect her even from a giant robot, he was able to trust her with his life and now also Nora's, everything seemed resolved until he saw the girl's eyes. leader of his brother team, and then he realized everything, how attached he and his sister had become and she didn't seem surprised, she hadn't looked surprised, she hadn't looked jealous, she hadn't even looked happy. so that? if you already knew the result. She had planned it, suddenly everything made sense, all the times where she looked unwell for a party where those two had some moment, all the times where she acted unusually clumsy or lowered her aura, ending up injured, being taken care of by Jaune and not Yang, surprised until that time in the living room where they ended up soaked by water making their shirts transparent, he was not the only one with the idea of turning his brother of everything but blood into his real brother, he had trusted himself but not anymore, enjoy your little ones victories for his moment of indulgence rose, you didn't survive so much in the streets by being soft.
Bonus!
Ruby: It was me Ren, I pierced Jaune's condom so he could inseminate my sister.
PS: This idea has been running through my head for a while now, I like when the brother is overprotective and threatens the brother's partner but here there is something different, and that is that you have how much you put two prodigies together (one emo the other gothic) introverts to whom the same type shows honest brotherly love along with the desire to care for and protect his voluptuous extroverted sister.
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I don't really understand what's going on, but I do know drama when I see it! I'd love to see more of this!
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La heredera del Infierno
Avisos: Les deseo a mis lectores que pasaran unas felices fiestas y feliz año nuevo😘. Gracias por disfrutar de mi fanfic de bajo presupuesto y espero que disfruten de este capítulo.
Las canciones que canta Adelina son: La sirena varada de Héroes del Silencio y Bendecida de la misma banda. El significado de Maldito duende se encuentra aquí. Otras canciones que canta Adelina son Caught Somewhere in Time de Iron Maiden y Believer de Ozzy Osbourne.
Las leyendas del Cementerio del Recoleta los saqué de esta pagina. Mientras que los checos los encontre de aquí y aquí.
Hartazgo
Desde lo ocurrido en la cena hace un par de días, Adelina se quedó sorprendida por su arrebato de ira. Pero sus pensamientos quedaron opacados por el beso que tuvo con Tomas y recordarlo hacía que se le adornara una sonrisa en su rostro. A pesar de eso, ambos se mantuvieron alejados y se enfocaron en sus papeles de estudiante y maestro.
Adelina quería con todas sus fuerzas hablarle, pero no sabía qué decir ni tampoco en qué momento. Todos los días eran entrenamientos arduos, las comidas estaban abarrotadas de estudiantes y Adelina siempre detectaba la mirada penetrante de Tomas. Ni siquiera habían vuelto a coincidir en vigilancias.
Percibía la mirada asesina de sus compañeros, sobre todo del par que le había estampado la cabeza contra la mesa. Otros, simplemente dejaron de susurrar a sus espaldas y callaban cuando la veían. Adelina prefería eso a tener que soportar burlas.
Los entrenamientos con Bi Han seguían igual de brutales y sin un desarrollo positivo de la criomancia de Adelina. En las noches, llegaba cansada, pero se quitaba el estrés y la presión completando los dibujos que no había terminado. A veces, seguía perfeccionando el retrato de Tomas hasta que la vela se consumiera por completo. Luego, se arropaba entre las colchas y dejaba que el sueño la invadiera. Pero había comenzado sentir una sensación de vacío y que sus esfuerzos eran inútiles.
Una noche de vigilancia, Adelina, como de costumbre, llevó su equipo de mate y una tortilla santiagueña que había hecho a escondidas. Se ubicó en la torre de vigilancia y esperó en el banco a su compañero, mientras masticaba de a trozos la masa salada.
Tomó el libro que tenía en su equipo y comenzó a leer escuchando música. Cada hoja que pasaba le calmó los pensamientos y sintió que un peso desaparecía. La música inundó sus oídos junto con el ruido del fuerte viento y disfrutó esa soledad. De repente, escuchó pasos cerca de la puerta y vio que se abría revelando a Tomas.
–Hola –dijo Adelina y dejó el libro en la mesa.
El muchacho la imitó y quedaron en silencio. Se miraron y la muchacha quedó hipnotizada por los ojos grises como la neblina analizando cada pedacito de ella como había pasado antes de besarla en la cocina.
–Estuvo mal lo que te hicieron –dijo Tomas firmemente–. Fueron castigados nuevamente.
–Creo que Bi Han no pensó lo mismo.
–Él fue el primero en solicitar otro castigo para ellos –argumentó Tomas–. Piensa que solamente los superiores y nosotros podemos encargarnos de los castigos.
–Se puede entender.
El silencio volvió a invadir las cuatro paredes y Adelina preparó su mate. Se lo dio a Tomas y sorbió de la bombilla.
–¿Van a castigarme? –preguntó Adelina.
–Mis hermanos lo pensaron, pero yo los convencí de que no era necesario –respondió Tomas y le devolvió el mate.
–Gracias.
–No me lo agradezcas –argumentó Tomas–. Hiciste algo justificable.
–¿Estamparles la cabeza a dos estudiantes?
–Hacer que te respeten.
Adelina se sonrojó y Tomas sonrió ligeramente.
–Perdono algunas cosas, pero no que me desprecien la comida.
–Me sorprendieron muchas de tus maldiciones –dijo el ninja sonriendo–. Tienes un vocabulario bastante… fuerte.
–Solo me salió –respondió Adelina entre risas–. ¿Nunca maldijiste en tu idioma natal?
–Pocas veces maldije en checo.
–¿Sos de República Checa? –preguntó Adelina–. Creí que eras alemán.
–¿Tengo aspecto de uno?
Adelina se encogió de hombros y puso una cara de ingenuidad. Los dos se rieron, el muchacho se detuvo poco a poco y continuó mirando a Adelina.
–¿Recordas palabras en checo?
–No tantas –respondió Tomas–. Las tuyas parecen entretenidas. Di algunas.
–Ehhh… –Adelina intentó recordar todo su vocabulario–. Chamuyar.
–¿Qué significa?
–Meter excusas –respondió Adelina luego de sorber de la bombilla del mate–. Otra palabra que me acuerdo es pelotudo.
–Es un insulto ¿verdad?
–Es una forma más fuerte de decir idiota. También decir boludo sirve –agregó Adelina y le compartió el mate a Tomas–. Ahora que me doy cuenta, tenemos un lenguaje de un camionero. No sé cómo no pusimos una categoría de insultos en el tutti-frutti.
–¿Tutti-frutti? –preguntó Tomas con confusión.
–¿No lo jugaste? –Adelina quedó boquiabierta ante la pregunta de Tomas.
–No lo conozco ¿cómo se juega?
–Es un juego de rapidez mental –respondió Adelina alegremente–. Con una letra del abecedario tenes que completar las categorías que te piden. Nombres, lugares, cosas, animales. Vas consiguiendo puntos por las palabras.
–Quiero intentarlo –dijo Tomas.
Adelina sonrió y buscó entre sus pertenencias birome y papel. Se lo dio al muchacho y le dijo las categorías que debía escribir. En poco tiempo, ya se prepararon para el juego y Adelina le dio una última explicación sobre los puntos del juego.
–¿Empezas vos con el abecedario? –preguntó Adelina.
–Está bien –respondió Tomas.
Quedaron en silencio, solamente se escuchaban los fuertes vientos del exterior golpeando las rocas. Adelina observó a Tomas y tuvo la intención de tocar la cicatriz sobre sus cejas, pero se contuvo.
–Basta –dijo Adelina.
–F.
Adelina escribió las palabras que se venían en su mente anotando desesperadamente las categorías de nombre y país. El entusiasmo la consumió tratando de recordar las palabras cotidianas. Trató de anotar, pero…
–Terminé –dijo Tomas.
–Forro.
Rieron, mientras nombraban lo que habían escrito, se anotaron los puntos y calcularon lo que tenían.
–Es mi turno –dijo Adelina y comenzó a recitar el abecedario en silencio.
Inmediatamente, se acercó a ella y acercó su boca a la suya. Soltó un quejido de sorpresa y sintió que sus mejillas se calentaban. Sus manos fueron al rostro de Tomas ahuecando sus mejillas con entusiasmo. Las manos del muchacho fueron hacia la cintura de Adelina y se acercó más a él buscando comodidad. Siguió besándola con más pasión y Adelina percibió el dulce té chino desconocido y el humo. Las manos fuertes de Tomas apretaron su cintura y se acercó más de él uniéndose como un rompecabezas.
–Basta.
–M.
El chico la soltó abruptamente con un brillo en sus ojos grises que no había visto y se enfocó en su hoja con una risa.
–Sos un tramposo.
Adelina se acercó a su hoja con velocidad las palabras que le venían a la cabeza. En poco tiempo, completó todas las categorías y vio que Tomas seguía enfocado en su hoja.
–Basta para mí, basta para todos –dijo Adelina.
–¿Quieres vengarte por lo que te hice?
–Es posible.
Luego de anotarse los resultados de la segunda partida, salieron a recorrer su parte de la muralla en silencio. Los banderines con los símbolos del Lin Kuei flamearon sin cesar por el viento y golpeó las mejillas pecosas de Adelina dejándolas rosadas al igual que su nariz.
Intercambiaron sonrisas y Adelina intentaba mirar las rocas para evitar la mirada cálida de Tomas. La mano del joven chocó con la de ella uniendo sus dedos meñiques y la muchacha se sonrojó. Se separaron cuando estuvieron cerca de la siguiente torre de vigilancia y Adelina extrañó su calor.
Caminaron hacia el otro extremo de la muralla en silencio disfrutando de la compañía del otro y volvieron a la torre de vigilancia. Luego de sacarse la nieve de su uniforme, Adelina se sentó en la silla de madera dejando de lado sus armas y tomó su libro.
–¿Qué estás leyendo? –preguntó él.
–Albaoscura –respondió–. Es el último de la trilogía Nuncanoche.
Siguió pasando las hojas y Adelina detectó la mirada penetrante de Tomas.
–¿Qué miras?
–Tus pecas.
–¿Qué tienen? –preguntó la muchacha dejando el libro en la mesa y sus ojos se posaron en Tomas.
–Parecen constelaciones.
Las mejillas de la joven se calentaron, desvió su mirada de la de Tomas y al encararlo nuevamente, una sonrisa adornaba su rostro. El muchacho se acercó a ella y la besó. Las mariposas revolotearon en su estómago, chispas de electricidad recorrieron cada rincón de su cuerpo y no quiso que el momento acabara.
Tomas enredó una de sus manos en el cabello negro de Adelina y la otra, bajó por su espalda dándole un cosquilleo en su espalda llegando a su cintura. El beso fue profundizándose más y más y Adelina se acercó a Tomas tratando de unirse más de lo que ya estaban. Los besos de Tomas pasaron a las mejillas de Adelina picoteando cada peca, luego, su nariz y, por último, la frente.
Un silencio reconfortante invadió el lugar, Adelina tomó su libro y retomó su lectura en los cálidos brazos de Tomas. Al mismo tiempo, continuó intercambiando mates y la tortilla santiagueña y, pasado unas horas, salieron a patrullar la muralla.
Las horas pasaron entre vigilar y charlas breves, hasta que las pisadas del relevo hicieron que la pareja guardase distancia. Adelina sintió las mejillas más calientes y se las ocultó con la máscara de su uniforme. Al abrirse la puerta, reveló a los compañeros que la habían insultado en la cena.
Se inclinaron ante Tomas, al igual que Adelina antes de salir de la torre de vigilancia con el muchacho detrás suyo e ignorando al par. Llegaron a los templos y se despidieron formalmente, pero Adelina notó el cariño en los ojos grises de Tomas. Caminó hasta el complejo de estudiantes, se quitó el uniforme Lin Kuei y se puso un pijama cómodo. Al acostarse entre las suaves y acogedoras colchas, rememoró los besos de Tomas y trató de dormir con todo el bullicio de emociones.
Adelina presenciaba otro recuerdo de Kobein, el hijo de Hela. Lo reconoció por los ojos azules idénticos al izquierdo de su madre y el cabello castaño calcado de su padre, Alarik. Estaba en un bosque rodeado por demonios de diferentes formas y tamaños que gruñían.
Peleaba usando su espada y las runas nórdicas. Sus ataques eran más feroces con cada enemigo derrotado, la igual que sanguinarios. Demonios decapitados, mutilados y con las entrañas desperdigadas por doquier, se acumulaban en la tierra a una velocidad inhumana. El rostro de Kolbein estaba manchado de sangre de demonio dándole la apariencia de un desquiciado y soltaba respiraciones pesadas y apresuradas observando la masacre que había creado.
Sus ojos feroces se enfocaban en un demonio que le había cortado las piernas y se arrastraba por el suelo en un rastro de sangre. Kolbein caminaba con tranquilidad hacia su víctima arrastrando la espalda por el suelo y conjuraba una runa reteniendo al demonio. Sus ojos mostraban una frialdad e ira que le ocasionó un escalofrío a Adelina.
–Habla demonio –decía el muchacho sentándose en una roca frente al demonio con la espada en mano–. Y te daré una muerte indolora ¿Dónde está tu líder?
–Nunca lo sabrás, Príncipe de los Muertos. Nuca recuperarás tu trono.
–¿Cuál es su nombre, demonio? ¿Dónde está?
El demonio mantenía la boca cerrada y Kolbein alzaba su espada. La hoja caía sobre una parte de los brazos de la criatura y emitía un grito. Se sacudía sin cesar, Kolbein miraba sin una pisca de remordimientos de sus acciones y volvía a preguntar:
–¿Dónde está el líder de la revuelta? ¿Cómo se llama?
–¡No te diré nada!
–Entonces prepárate para perder el brazo por completo –decía Kolbein.
La tortura seguía pasando de amputaciones a golpes, pero el demonio se negaba a responder las preguntas de Kolbein haciendo que su paciencia se agotara. Harto de la negativa proclamaba:
–Entonces, no me queda de otra que mostrarte el poder de mi madre.
Kolbein desenfundaba la daga de Hela, Sultin haciendo que surgiera el tatuaje de la anatomía del esqueleto en el lado derecho. Su ojo derecho dejaba de ser azul como las aguas y se convertía en verde. Kolbein tenía una mirada apagada mientras se cortaba la mano derecha y, con la sangre, se dibujaba la runa de se madre, Ear. Recitaba palabras desconocidas, para Adelina, las manos del muchacho se posaban en el rostro del demonio destilando un aura verde que se filtraba en los ojos del demonio y gritaba desesperadamente.
–Dime el nombre de tu líder –exigía Kolbein mirándolo– ¡AHORA!
–¡No, basta! ¡Piedad! –suplicaba el demonio–. Te diré lo que sé. Nadie sabe dónde se encuentra. Siempre se mueve de lugar y nunca lo podemos localizar.
Sin duda el poder que había lanzado Kolbein estaba haciendo que el demonio le dijera la verdad. La criatura se revolvía, pero el joven lo sostenía con todas sus fuerzas y preguntaba:
–¿Cuál es su nombre? Al menos, dame esa respuesta y daré fin a tu tormento.
–Basta…piedad… No puedo decirlo –suplicaba nuevamente el demonio–. No lo soporto más… No quiero verlos…
–¡Dime el nombre de tu líder!
El demonio convulsionaba y de su boca, comenzaba a emanar sangre, mientras Kolbein lo zamarreaba en vano. Los temblores y convulsiones del demonio se volvían incontrolables y Kolbein se alejaba contemplando lo que quedaba de él. Su mirada se volvía de piedra y gélida y caminaba entre los árboles perdiéndose en la oscuridad. Adelina se percató de que los tatuajes de Kolbein desaparecían, pero su ojo verde seguía igual sin retornar a su tono azul como el agua.
El recuerdo había cambiado. El hijo de Hela se encontraba en un mercado abarrotado de personas que vociferaban los productos que ofrecían. Desde telas desconocidas hasta el trueque por animales se atiborraban en los oídos de Adelina y trataba de estar lo más cerca posible de Kolbein.
Miraba los puestos de los comerciantes, se había detenido y enfocaba específicamente en un herrero que fabricaba armas y exhibía en varias repisas las que tenía hechas. Exponía las dagas, espadas, hachas y tantas otras que el muchacho no sabía dónde posar la mirada. Avanzaba hacia otro puesto que ofrecía ropa y el dueño no paraba de ofrecerle los productos. Kolbein lo ignoraba y continuaba su camino entre la muchedumbre.
Había llegado a lo que parecía una pequeña taberna y se adentraba. El olor a carne cocinándose había invadido la nariz de Adelina, junto al olor a alcohol y el sudor de los presentes. La chimenea junto a pequeños faroles iluminaba el lugar, las camareras iban y venían atendiendo a los clientes llevando diferentes comidas y bebidas y los cocineros gritaban los platos que estaban listos para entregar.
Kolbein se sentaba en una mesa iluminada por velas a medio derretir y esperaba a que lo atendieran quitándose la capucha, pero ocultando la daga Sultin y la bolsa de runas nórdicas que le había regalado su madre. Sus ojos heterocromáticos exponían su intranquilidad y preocupación, se posaban en cualquier persona que hiciera un ruido fuera de lo común o lo mirara por más tiempo del debido.
Una camarera se había acercado a el muchacho y lo atendía con amabilidad. Los ojos cafés mostraban curiosidad y había querido hablar más con Kolbein, pero le respondía de forma cortante. La joven se marchaba y el joven sacaba algunos papiros con runas. Adelina se acercaba, al mirar los papeles, no podía lograr interpretar su contenido y había podido visualizar lo que parecía un mapa casi destrozado.
Por varios minutos, intentaba cartografiar mejor lo que quedaba del mapa y miraba las runas de los papiros viejos, pero al ver que la camarera cargaba con su comida, las guardaba lo más rápido que pudo entre sus ropas. Le daba las pocas monedas y propinas que le quedaba a la camarera y había empezado a devorar con entusiasmo la comida hasta dejar limpio el plato. Luego, seguía revisando los papeles que tenía hasta que las velas de su mesa se habían consumido.
Rápidamente, Kolbein guardaba todas sus pertenencias y salía de la taberna mirando los alrededores. Caminaba entre el gentío hasta llegar a las afueras del pueblo donde había un camino de tierra que lo dejaba cerca de un árbol. Kolbein se subía y Adelina había podido ver algunos de sus objetos personales. Se había recostado contra el tronco soltando un suspiro, se acomodaba lo mejor que podía colocándose una manta en las piernas y se quitaba el cinturón con sus armas.
El muchacho tomaba la daga enfundada y había empezado a mirar la hoja filosa ocasionando que el lado derecho de su cuerpo surgiera los tatuajes de la anatomía del esqueleto. Miraba el arma con tristeza, sus dedos tocaban el mango de huesos diminutos y los ojos del muchacho eran soñadores y nostálgicos.
Del suelo, se escuchaba una rama crujir, la mirada de Kolbein se había vuelto determinada y tomaba mejor el arma. Bajaba la cabeza haciendo que viera al revés y veía a una muchacha. Era la camarera que lo había atendido y llevaba una pequeña canasta con comida soltando un chillido por cómo Kolbein había aparecido.
–¿Quién eres? –preguntaba Kolbein.
–Ehh… Soy Lena. Te traje la comida –respondía extendiendo la canasta.
Kolbein la miraba con desconfianza y decía:
–No quiero nada de ti.
–Es solo algo para que puedas pasar la noche –argumentó la chica en voz baja–. El pueblo no confía mucho en ti.
–No me importa lo que piensen de mí tu gente –dijo Kolbein todavía viendo al revés–. Si tienen un problema que me lo digan.
La chica guardaba silencio, se sonrojaba y decía:
–Bueno… pero si tienes hambre, te dejo esto en buena voluntad, forastero.
Lena se marchaba hasta perderse de la vista de Adelina y Kolbein volvía a acomodarse en la rama que estaba. Guardaba la daga, tomaba la bolsa con runas y sus tatuajes surgieron, mientras parte de la hierba alrededor del árbol se moría.
El recuerdo cambiaba abruptamente desconcertando a Adelina. El día era tormentoso, los rayos iluminaban el cielo y los truenos tapaban cualquier otro ruido del bosque. Kolbein estaba de espaldas a la joven en una posición encorvada y tirado en el suelo de barro.
Hacía pequeños movimientos haciendo que la tierra a su alrededor muriera. El hielo surgía tapando el barro y llamas verdes quemaban los troncos de los árboles cercanos. Algunas formaban runas, pero la que predominaba era la runa Ear. Desprendían un calor que nunca había experimentado en su vida, pero a la vez le generaba escalofríos. Cuando Adelina se acercaba, podía escuchar los quejidos y gritos contenidos que hacía el muchacho.
Adelina se acercaba con cuidados entre el hielo y el barro molesto en sus pies, pero soltaba un grito de lo que sus ojos veían. El lado derecho del rostro de Kolbein estaba descompuesto en un verde putrefacto. Su ojo ya no estaba, solo había una cuenca de la que emergía una llama y su mano derecha, también putrefacta, trataba de ocultar su apariencia. Todo su lado derecho estaba descompuesto y el muchacho tenía una mirada perdida.
Adelina vio que detrás de Kolbein estaba Hela arrastrándose por el suelo. Tenía la misma apariencia que su hijo, su mano derecha había hecho algo extraño con la vegetación transformándola en hierro y comenzaban a moverse hacia la joven. La vegetación de hierro se enredaba en los tobillos de la joven y sintió el tacto de Hela. Quería hablar, pero Adelina sentía el tacto de Kolbein y sus ojos empezaban a penetrar en lo más profundo de su interior.
Adelina abrió los ojos entre exhalaciones abruptas, el sudor le recorrió por el cuerpo y su cabello negro se pegó en su rostro y en la espalda. Un escalofrío tomó su cuerpo y se frotó los ojos cansados deseando sacarse las horribles imágenes de la cabeza. Se levantó sintiendo el frío de Arctika y se preparó para el día.
El salón estaba repleto inundado por el barullo. Como costumbre, algunos susurraron a espaldas de Adelina y otros, se mantuvieron callados mirándola de vez en cuando. Se quedó esperando el desayuno, mientras aparecían Tomas y sus hermanos. Los estudiantes se inclinaron respetuosamente y dieron comienzo al desayuno.
Adelina comió despacio las gachas de arroz y calmó sus nervios. El dúo que le despreció la comida posó sus ojos asesinos en Adelina, pero volvió a enfocarse en su desayuno hasta terminar el plato. Paulatinamente, el resto finalizó sus desayunos y Bi Han la llamó para su entrenamiento.
Como todos los días, Adelina se inclinó ante Bi Han y se preparó para pelear. El hombre atacó con una ráfaga de hielo, la muchacha intentó bloquearlo con un escudo de hielo, pero fue inútil y el impacto la rompió como si fuera plástico. Adelina salió expulsada con un grito, se puso de pie rápidamente y Bi Han se lanzó usando púas de hielo. La muchacha pudo esquivarlo y se preparó para atacar cubriendo sus manos en una capa de hielo fina como el vidrío. Cuando bloqueó un golpe de Bi Han, la capa se rompió en miles de esquirlas, Adelina las aprovechó como distracción y pudo asestarle un puñetazo en el rostro. Bi Han soltó un gruñido y le dijo:
–¡Debes usar tu criomancia, Acosta! Mantente en calma.
–Lo estoy haciendo –Adelina tuvo que tener el control para evitar contestarle peor que el dúo que le despreció la comida.
El entrenamiento siguió hasta que las campanadas anunciaron el cambio de clase y Adelina se dirigió a la dirigida por Kuai Liang con dolor en los músculos y ganas de irse a dormir por milenios. Se quedó en silencio viendo a sus compañeros pelear y su estómago se revolvió cuando Kuai Liang observaba en silencio al siguiente estudiante en enfrentarse a él. La muchacha evitó chocarse con su mirada, el corazón le bombeó con más intensidad y Adelina creyó que sus compañeros cercanos podían escucharlo.
–Acosta, es tu turno –la voz de Kuai Liang la puso en alerta y maldijo por lo bajo.
–Sí, maestro Scorpion.
Caminó entre sus compañeros hasta llegar a Kuai Liang, se inclinó respetuosamente y se posicionó para el combate. Kuai Liang fue el primero en atacar transportándose con su piromancia y le asestó un golpe directo a Adelina cayendo en un ruido sordo en el frío suelo.
Escuchó algunas risas de sus compañeros que se burlaban de ella y se quitó la máscara de uniforme percatándose de que su nariz y labios estaban sangrando. Escupió la sangre del labio, se limpió la nariz y se levantó nuevamente en postura defensiva. Adelina se agachó ante el golpe de Kuai Liang, lo hizo tropezar y quiso darle un puñetazo en el rostro, pero lo esquivó y Adelina retrocedió ante un combo de ataques.
Se alejaron quedándose a solo unos pocos metros de distancia, Kuai Liang gruñí por lo bajo y volvió arremeter. Adelina lo esquivó dándole una patada por la espalda y se abalanzó sobre él. Unió sus piernas a las caderas de Kuai Liang con todas sus fuerzas y trató de hacerle una llave. Kuai Liang se tiró hacia atrás haciendo que Adelina soltara un quejido y el brazo del hombre rodeó su cuello.
El aire comenzó a faltarle e iba a dejarle cantar victoria, pero Adelina le dio un fuerte cabezazo y salió de su agarre entre toses y arcadas. La muchacha se volteó y vio a Kuai Liang revisando la nariz que emanaba el líquido carmesí a borbotones.
–Perdone, maestro Scorpion –dijo con la voz rasposa aproximándose asustada–. ¿Está bien?
–Sí, Acosta –respondió tratando de limpiarse la sangre–. Es un dudoso empate, pero bien peleado. Siéntate.
Adelina se dirigió a su sitio y mantuvo la cabeza gacha durante lo que quedaba de clase. Al sonar las campanadas, salió del lugar acomodándose la máscara y caminó a su siguiente clase. Tras terminar, las campanadas anunciaron el almuerzo y la muchacha fue al comedor con el resto de sus compañeros. Ignoró las miradas y susurros y disfrutó de su plato.
Cuando terminó, un superior le ordenó quitar la nieve de los templos, Adelina buscó una pala y un balde de madera. Recogió la nieve, lo puso en el balde y repitió la acción hasta llenarlo, mientras entonaba algunas letras de canciones. Se quitó el sudor de la frente soltando exhalaciones abruptas y tiró el contenido lejos de los templos.
Luego, retomó sus clases con otros maestros y, al salir de la última, se sentó en el frío suelo repleto de nieve, apoyó la cabeza contra la pared y sus músculos gritaron de dolor. Su alivió terminó cuando un superior le ordenó hacer la cena. Adelina pidió hacerlo sola y el superior mostró sorpresa en su rostro por lo desquiciada de su petición, pero no se opuso mucho. La muchacha se levantó con una mueca de dolor y caminó hacia la cocina por los pasillos del recinto.
Al llegar, sacó su celular de su uniforme, puso música y buscó los ingredientes para la cena. De las cajas de madera sacó todos los tomates que pudiera sostener, los lavó cuidadosamente y empezó a molerlos hasta sacarles todo el jugo. Volcó la salsa en ollas gigantes con aceite de oliva, encendió las hornallas y picó cebollas y ajo que destilaron fuertes olores.
Acompañada de la música, Adelina entonó algunas letras mientras calentaba sartenes con un poco de aceite de oliva, sacó la carne picada de la puerta que había visto la primera vez que estuvo y la colocó en las sartenes que hicieron chisporroteo. El olor invadió su nariz, mezcló el contenido con una cucharada de madera y puso la cebolla en las sartenes.
Mientras cantaba Héroes del Silencio, sacó huevo, aceite y sal. Colocó en un bol la harina, la sal y los huevos y empezó a batir hasta formar la masa. Repitió las acciones hasta tener un montón de bolas y se quitó el sudor de la frente. Mientras dejaba que la masa reposara, mezcló las salsas y vertió la carne picada en las ollas. Mezcló con todas sus fuerzas hasta que la carne se tornó roja con la salsa de tomate y las ollas desprendieron un aroma nostálgico para Adelina.
Rememoró los domingos que le tocaba hacer pastas con sus amigos y el Viejo Mario. Recordó cómo no le salían la forma de los ñoquis y Daniela se burlaba de ella. Cómo el Viejo Mario les enseñaba todo lo que tenían que hacer, desde la salsa hasta la masa de las pastas, para que les saliera bien. Pero el trío lo único que hacía era tomar pan, bañarlo en salsa y comérselo a escondidas. El anciano siempre lo sabía por las manchas que quedaban en las comisuras de los labios de los tres.
–Y el mordisco lo dan otros/Encías ensangrentadas –entonó la joven volviéndose a enfocar en las masas–. Miradas de criminales/A grandes rasgos/Podrías ser tú…
–¿Haces sola la cena otra vez, Adelina? –preguntó una voz conocida.
Adelina soltó un chillido y al voltear la cabeza vio a Tomas en la entrada de la cocina. Una parte de su cuerpo estaba recostada en el marco de puerta y con una pequeña sonrisa en los labios.
–Puta madre, deja de hacer eso.
–¿Hacer qué?
–Aparecer atrás mío –respondió la chica–. Lo odio.
–La gracia es aparecer sin ser detectado –argumentó Tomas–. ¿Qué estás haciendo de cenar?
–Tallarines con salsa boloñesa.
–Parece delicioso –soltó Tomas acercándose a ella–. Desde afuera se podía oler.
–Eso significa que es rico –dijo Adelina sonriente.
El muchacho se la quedó mirando por un rato, se aproximó preguntándole en qué podía ayudarla y la joven le indicó cómo tenía que armar los tallarines. Lentamente, amasaron con palos de madera hasta estirar por completo las masas, doblarlas y repetieron varias veces el proceso disfrutando. Con cuchillos, cortaron las masas estiradas formando las pastas. Buscaron el resto de ollas y pusieron al máximo las hornallas, mientras esperaban Tomas se quedó mirando el contenido de las ollas con salsa. Sus ojos destilaron hambre, Adelina escuchó a su estómago rugir y dijo:
–Traeme dos panes y sacales del centro las migas.
–¿Para qué?
–Ya vas a saber.
“…Y el mendigo siempre a tu lado/Tu compañero de viaje/Cuando las estrellas se apaguen/Tarde o temprano/También vendrás tú…”
Le dio el pan con curiosidad, Adelina sacó de una de las ollas con un cucharón una buena cantidad de salsa y las vertió en cada uno hasta rebalsar. La salsa dejó un exquisito aroma unido a la carne picada y Adelina se lo dio a Tomas. Tomó el pan como una reliquia, lo mordió y la muchacha lo imitó. La dicha la observó sintiendo el pan con la salsa y masticó alegre la carne picada. Siguieron comiendo hasta que solo quedaban migajas y Adelina mojó lo que quedaba en la olla. Tomas la miró con los ojos iluminados y preguntó:
–¿Cómo lo haces?
–¿El qué?
–Esto –dijo Tomas señalando la salsa.
–Es salsa boloñesa –dijo Adelina con sonrisa–. No es nada complicado.
–A veces comemos fideos con pollo y verduras –soltó Tomas después de comerse el pan con salsa–. O fideos de arroz con mejillones y surimi.
–Esta noche van a comer tallarines –dijo Adelina orgullosa–. En casa, los domingos son de pasta al mediodía. Siempre comíamos la salsa y el queso rallado a escondidas, pero el Viejo Mario nos descubría y nos retaba.
–Es curioso –dijo Tomas.
–Contame de República Checa –pidió Adelina posando su mirada en los hermosos ojos grises de Tomas–. Debe haber comida deliciosa e incluso tradiciones hermosas.
–Hablar de Praga me trae malos recuerdos.
–Oh, perdón, Tomas.
–Está bien –dijo el muchacho cabizbajo–. Déjame ayudarte con esto.
Cuando las ollas hirvieron, Adelina y Tomas vertieron todas las ollas y revolvieron con fuerza. Luego, mezclaron las ollas con salsa por varios minutos y, tras terminar, limpiaron lo que habían usado. Limpiaron las mesas con rastros de harina y jugo de tomate con lentitud.
–Supe que le diste un cabezazo a mi hermano –soltó Tomas.
–Perdón. No quería romperle la nariz –dijo y el calor tomó las mejillas de Adelina.
–No importa, hasta Kuai Liang se sorprendió por tu avance.
–Creo que desde lo de hace un par de días, tengo algo de mi fuerza de la infancia –dijo Adelina.
“…Dedicarte un sueño/Cerrar los ojos/Y sentir oscuridad inmensa/Entregado a una luz/Como un laberinto de incertidumbre…”
Tomas le tomó las manos y una electricidad recorrió a la joven. Sus mejillas se calentaron, mientras el joven entrelazaba sus dedos con los de Adelina acercándose más y la besó. Sus labios la impregnaron con su aroma, las manos de Tomas tomaron las caderas de Adelina y su corazón bombeó con más fuerza. La muchacha llevó sus manos al rostro de Tomas y lentamente, las entrelazó en su cuello como un rompecabezas.
Una mano de Tomas subió por la espalda de la muchacha dejando un toque de electricidad y la enredó en el cabello negro de Adelina, mientras el pulgar le acarició la mejilla pecosa. El aire comenzó a faltarle en los pulmones y se separó sintiendo las respiraciones chocarse cerca del uno y el otro.
Tomas la volvió a besar con más intensidad y sus labios pasaron a las mejillas de la muchacha besando cada peca que poseía soltando una pequeña risa. El joven se enfocó nuevamente en sus labios y Adelina sintió el corazón bombearle con más fuerza.
Las ollas repletas de tallarines saltaron derramando el agua y soltando burbujas, la pareja corrió a sacarles las tapas y revolvió los contenidos con las cucharas de maderas. Adelina y Tomas terminaron de revolver, siguieron limpiando la cocina y prepararon todo lo que necesitaban en el comedor.
“…El miedo a traspasar la frontera/De los nombres/Como un extraño/Dibuja la espiral de la derrota/Y oscurece tantos halagos/Sol, en la memoria que se va…”
Se besaron una vez más, por varios minutos y se volvieron más duraderos y necesitados al acercarse la hora. Adelina tuvo el deseo de sumergirse en la dicha, pero sabía que ambos debían volver a la realidad. Tenían que evitar las sospechas de los hermanos de Tomas como de los estudiante y superiores.
–¿Necesitas ayuda con algo más? –preguntó el muchacho.
–Es todo por ahora –respondió Adelina–. Gracias.
Antes de que se fuera, la muchacha le dio un beso en la mejilla y en los labios. Sonrieron por unos segundos y Tomas le dio la espalda perdiéndose en los pasillos. Adelina volvió a la realidad por los sonidos de las ollas, les quitó las tapas y colocó los fideos con la salsa en los platos hondos desprendiendo su aroma.
Cargó con todos los platos y cubiertos hacia el comedor escuchando a sus compañeros aproximándose. Limpió, ordenó las mesas y colocó los platos y cubiertos antes que de que las campanas sonaran por todo el lugar. Inmediatamente, los estudiantes entraron con entusiasmo y Adelina mantuvo la calma viendo cómo miraban con curiosidad los fideos entre exclamaciones.
El cuchicheo se apagó al entrar Bi Han y sus hermanos, los presentes se inclinaron y Adelina notó la mirada de Tomas, pero la desvió lo más rápido que pudo. Bi Han y Kuai Liang miraron la comida con curiosidad, pero no le hicieron muchas preguntas y empezaron a comer.
Adelina comió con tranquilidad gozando del sabor de los fideos mezclado con la salsa boloñesa. Hacía tiempo que no disfrutaba los fideos de los domingos con Daniela y Mariano, si no tenía que hacer un viaje. Se perdió en sus pensamientos mientras masticaba sintiendo a veces la mirada de Tomas, pero trató de ignorarlo. Una vez que terminó, se fue a bañarse quitándose la ropa sucia y sudorosa y se metió en el caliente disfrutando que le relajara los músculos cansados.
Luego de la ducha, Adelina entró a su habitación con un quejido y cerró la puerta rápidamente. Caminó hacia la cama y se sumió en las sábanas con alegría. El frío del colchón fue reemplazado por el calor y los párpados comenzaron a pesarle.
Adelina continuaba sus arduos entrenamientos con Bi Han sin buenos resultados, luego hacía labores y seguía con sus clases habituales. Al terminar, llegaba a sus aposentos dolorida y con las ganas de que su criomancia despertara con fuerza.
Sus sueños le habían generado paranoia y no quería cerrar los ojos por el miedo a soñar. Para mantenerse despierta, Adelina perfeccionaba sus dibujos e intentaba leer. Algunas veces, veía a Hela unos instantes y le generaba más pánico que intentaba ocultar. Cerraba los ojos y rezaba para que sus alucinaciones se marcharan rápidamente.
Cuando le tocaba hacer la cena, Tomas la visitaba ayudándola con los preparativos, se besaban en los tiempos libres y hablaban hasta el hartazgo. Adelina se sentía alegre de pasar tiempo con él y sus preocupaciones se marchaban.
Un día, durante una de las clases de Tomas, Adelina había quedado entre sus compañeros y guardó silencio, mientras los ojos de Tomas analizaban a cada estudiante y se posaron en la muchacha. Se le iluminaron, inmediatamente cubrió su mirada en una máscara de indiferencia y eligió a otro estudiante con quien pelear.
Tomas derrotó con facilidad a cada estudiante que se enfrentaba a él hasta que solo quedaron la mitad de los estudiantes. Cuando cayó otro compañero, Tomas posó su mirada en Adelina y la apuntó con su karambit preguntando:
–Acosta ¿Quieres demostrar lo que has aprendido en los entrenamientos?
La joven ocultó su pequeña sonrisa y respondió:
–Con gusto, maestro Smoke.
Adelina tomó de la repisa el cuchillo de cocina, como de costumbre, y se posicionó para combatir. Tomas la imitó sosteniendo su karambit con firmeza y la joven se lanzó con una embestida directo al pecho, pero Tomas la bloqueó chocando las hojas. Ambos mantuvieron el forcejeo y Adelina trató de superar la fuerza de Tomas.
–Quiero verte –soltó el joven y se alejaron.
Adelina trató de camuflar la sorpresa del rostro y Tomas volvió atacar con una patada giratoria, seguido de una embestida con el karambit. La muchacha lo esquivó, pero la manga de su uniforme salió perjudicada y bloqueó nuevamente una embestida del karambit.
–Quiero verte a medianoche…
–Estamos de día, Tomas –susurró Adelina entre dientes por la fuerza que sostenía el cuchillo.
Se alejaron, la muchacha se agachó ante una embestida de Tomas y bloqueó un combo de golpes. Se abalanzó sobre la espalda de Tomas con el cuchillo de cocina en mano y lo puso en su cuello. En una maniobra, logró zafarse de Adelina y haciéndola caer al suelo y Tomas colocó su arma en el cuello de la joven.
Sus rostros estuvieron lo suficientemente cerca para que sus alientos chocaran, los ojos grises del muchacho destilaron un brillo riesgoso y la tentación invadió a Adelina. Su corazón bombeó con más fuerza y susurró:
–¿Dónde?
–A escondidas del templo principal.
Se recompuso y le tendió la mano amistosamente.
–Aprendes rápido, Acosta –dijo Tomas–. Con el tiempo lograrás derrotar fácilmente a tus enemigos.
–Gracias, maestro Smoke.
Las puntas de sus dedos descubiertas le dieron una electricidad que recorrió el cuerpo de Adelina. Sintió un leve toque en su brazo y un sonrojó invadió sus mejillas. Intentó ocultarlas con su máscara y se dirigió a su sitio.
Las campanas anunciaron la hora del almuerzo y fue con el resto del clan al comedor. Entre bocado y bocado de su comida, Adelina vio a Tomas mirarla de vez en cuando y la chica cruzaba su mirada. Su almuerzo fue bastante tranquilo ignorando los comentarios de sus compañeros y se perdió en sus pensamientos que viajaban desde la curiosa invitación del muchacho hasta el estado de Daniela y Mariano.
Hacía tiempo que no recibía carta de ellos y esperaba que Liu Kang haya solucionado los problemas por los que haya tomado la decisión de prohibir las cartas. Le resultaba extraño que no haya pedido ayuda de Bi Han y sus hermanos, pero seguramente debía ser algo rápido de solucionar.
La hora de la cena había llegado, Adelina comió la mitad del plato con la ansiedad burbujeando por todo su estómago. Le resultó descabellado lo que haría en medianoche, no quería salir perjudicada ni que Tomas sufriera una represalia de mano de Bi Han. Pero tampoco pudo negar que su corazón y parte de su mente quería verlo.
Una vez que todos terminaran de comer, fueron a prepararse para irse a la cama, menos Adelina. Se ocultó en su habitación viendo la hora en su celular y buscó una ropa más cómoda. Entre lo poco que tenía para pasar desapercibida, eligió una remera negra de manga larga con un álbum de Megadeth, pantalones del mismo color holgados y el calzado de su uniforme Lin Kuei. Se dejó suelto el cabello negro y guardó una de sus pistolas a escondidas en la cinturilla de su pantalón por seguridad.
Miró su celular continuamente e intentó dibujar haciendo trazos en la hoja sin dar una forma. Frustrada, su mano guio el lápiz viejo hasta crear un vago boceto de un mueble con ilustraciones antiguas y volvió a revisar la hora. Faltaba para su reunión con Tomas, así que Adelina continuó dibujando otras partes de su habitación y sus nervios continuaron agobiándola.
Ya era el momento de irse y su corazón bombeó con fuerza. Caminó con sumo cuidado hasta salir del recinto de estudiantes y contuvo la respiración con cada ruido que escuchaba. Un escalofrío recorrió su columna vertebral al acercarse al templo principal y el frío la azotó conteniendo el castañeo de sus dientes. Adelina vislumbró las figuras de los guardias patrullando los diversos caminos, se ocultó entre las columnas del templo y agudizó más su audición.
Los minutos se volvieron eternos y la ansiedad y miedo a que la atrapasen inundó la mente de Adelina. Trató de calmarse a pesar de sus pensamientos intrusivos y continuó avivando su esperanza de ver a Tomas, pero sus nervios la estaban consumiendo.
–¿Adelina?
Su estómago dio un vuelco y salió de su escondite. Tomas seguía usando su uniforme, aunque un poco arrugado.
–Me oculté por los guardias –soltó la muchacha.
–Lo haces mal –dijo el muchacho con una leve sonrisa–. Sígueme.
El chico tomó su mano y caminaron llegando a diferentes recintos con pasillos laberínticos. Tenían armas, tapices antiguos, armaduras e incluso, retratos de héroes y grandes maestros previos a Bi Han. Adelina tuvo curiosidad de saber sus historias y hazañas.
–¿Dónde vamos, Tomas?
–Ya lo verás.
Llegaron a una bifurcación de tres pasillos, pero Tomas se dirigió hacia una pared de piedra con un mueble viejo y desapareció. Los ojos de Adelina se volvieron como platos y lo siguió. La pared ocultaba un camino, la muchacha se metió en este silenciosamente y vio a Tomas esperándola.
El pasillo era oscuro, pero pudo ver algunas telarañas decorando el techo. El olor a moho y madera podrida inundó la nariz de Adelina y el aire húmedo se volvió asfixiante. El pasillo tenía cajas de madera sin abrir y vasijas repletas de polvo y tiradas a los costados.
Continuaron caminando hasta llegar a un conjunto de escaleras espiraladas. Subieron con lentitud y llegaron a una puerta cuadrada arriba del techo de madera. Tomas la abrió, subió por ella y le tendió la mano a Adelina.
Eran una pequeña torre. Tenía un techo triangular hecho de madera y paja, el viento soplaba ligeramente y se podía ver todo el complejo Lin Kuei. Desde los templos hasta más allá de las murallas, las antorchas eran simplemente pequeñas luces anaranjadas entre los caminos de piedra y los guardias se convertían en simples figuritas negras.
–Son hermosas vistas –soltó Adelina entre risas.
–Solía venir aquí con mis hermanos a pasar el rato luego de entrenar –dijo Tomas con nostalgia en su voz–. Pero ahora vengo aquí para aclarar mis pensamientos y nadie escucha nada.
–Es bonito.
–Ya vas a ver lo mejor.
Contemplaron el cielo estrellado sentados en el suelo de madera y disfrutaron el silencio. Adelina notó que la mano de Tomas tomaba la suya delicadamente entrelazando sus dedos como si fueran un rompecabezas y el pulgar del joven hizo círculos sobre la piel tersa de Adelina.
El cielo nocturno fue invadido por auroras boreales de diferentes colores. Destellaron por el cielo en colores verde esmeralda, amarillos anaranjados, diferentes rosas e, incluso, rojo y se superpusieron formando nuevos tonos indescriptibles e imposible de crear en pintura. Se movieron como si fueran pequeñas olas elevadas al cielo y Adelina creyó que tocaban las puntas de los templos Lin Kuei. Era una hermosa vista.
–Es bellísimo –soltó Adelina sonriente–. Nunca pude ver auroras boreales.
–Siempre aparecen en medianoche.
Se quedaron en silencio escuchando la canción y Adelina recostó su cabeza en el hombro del muchacho sintiendo la calidez de su cuerpo. Soltó un suspiro y continuaron contemplando el cielo iluminado. Sus manos estuvieron entrelazadas y sin saberlo, Adelina quedó recostada sobre el cálido pecho de Tomas viendo las auroras boreales.
Escuchó su corazón bombear con tranquilidad, la fragancia del muchacho, una esencia de hierbas de té y humo, invadió los sentidos de Adelina. El pulgar del chico continuó sus caricias transmitiendo cosquilleos por el interior de la muchacha y una felicidad inexplicable la absorbió.
–Krásný –soltó el muchacho.
–¿Qué? –preguntó la joven–. ¿Qué dijiste?
–Significa hermosa en checo.
–Seguís conservando el acento –dijo Adelina sonriente–. Es lindo.
–Lo perdí con el tiempo.
–Para mí, lo seguís teniendo.
Tomas sonrió estrechando más Adelina y dijo:
–Otra palabra que recuerdo es “půvabný”.
–¿Qué significa?
–Preciosa.
–También, recuerdo “okouzlení” –continuó Tomas–. Es fascinación.
–¿Tenes algún insulto? –preguntó Adelina.
–Zatracený –respondió–. Significa maldito.
–¿Qué otras palabras recuerdas?
Tomas guardó silencio con una mirada perdida en el cielo nocturno y dijo:
–Zkurvysyn, k ničemu, špatně narozený y zbabělec. Significan hijo de puta, inutil, malnacido y cobarde.
–Es la primera vez que te escucho decir una mala palabra tan fuerte como hijo de puta –dijo Adelina.
–Mi madre no le gustaba que dijéramos eso a una edad tan corta.
–Desde niños maldecíamos en casa y en el colegio. No puedo creer que no nos llamaran la atención por eso.
Rieron simultáneamente, mientras las auroras boreales siguieron el cielo uniendo y separando colores indescriptibles. La mano de Tomas la entrelazó con la de ella y contempló cuán diferentes eran en tamaño sintiendo los callos de años arduos entrenamientos, pero transmitieron una suavidad hermosa y confortante.
Los labios de Tomas se posaron en la coronilla de Adelina y sonrió. En su mente la invadió un pensamiento, se dio la vuelta quedando enfrentada a él, sus ojos grises la analizaron como si fuera un misterio esperando que le diera sus respuestas y Adelina lo besó. Tomas se quedó inmóvil, pero inmediatamente sus manos se posaron en las caderas de la joven y subieron y bajaron por su columna.
Los besos se volvieron más necesitados tratando de recoger cada pedacito de ambos y conservarlos, los corazones bombearon con intensidad y los pulmones exigieron aire. Adelina se separó con respiraciones pesadas, su nariz chocó con la de Tomas y se miraron por varios minutos.
Las auroras boreales comenzaron a perder su intensidad con el pasar del tiempo, mientras el sueño de Adelina comenzaba a manifestarse. Sus párpados se sintieron pesados y sus bostezos se volvieron más constantes, al igual que sus cabeceos.
–Vámonos, Adelina –dijo Tomas.
La chica asintió entre bostezos y se marcharon de la torre. Llegaron hasta las cercanías del complejo de iniciados, se miraron por unos instantes y Tomas dijo:
–Espero que te haya gustado.
–Me encantó, Tomas –dijo Adelina sonriendo somnolientamente–. Fue muy hermoso.
–Descansa, entonces.
El chico se dio la vuelta y antes de que pudiera perderse entre los pasillos, Adelina tomó su mano y le dio un beso. La mano de Tomas se enredó en su cabello y la acercó más profundizando por unos segundos el momento, pero tuvieron que parar. Se marcharon en direcciones opuestas y la muchacha entró sigilosamente a sus aposentos ocultándose en las vastas colchas.
Uno de los días que le tocaba hacer la cena, Adelina decidió hacer empanadas de carne. La música la acompañó mientras revolvía la carne picada friéndose en las ollas y destilando su exquisito aroma con ají, cebolla y tomate. Tuvo que escarbar en su memoria cómo preparar las tapas y por el aspecto que tenía, captó el resultado deseado.
–“…Bendecida fue la causa de mi fortuna/Algo que no me han consentido/Y que ahora busco entre tus huesos –entonó Adelina revolviendo las ollas–…Algo que desde tan lejos/Creí que no era/Creí que no era mi estilo…”
–¿Te dejaron sola nuevamente, Acosta? –preguntó una voz. Adelina soltó un chillido y, al voltear la cabeza, vio a Kuai Liang.
–Quiero hacerlo sola, maestro Scorpion –respondió Adelina mirándolo fijamente–. ¿Necesita ayuda en algo?
–No, gracias por la amabilidad –dijo Kuai Liang alzando su mano–. Quería saber la razón de la música y cuándo estará lista la cena.
–En cuanto la carne este bien cocida, las pongo en las tapas y al horno –respondió Adelina–. Espero que les guste a usted y sus hermanos.
Se hizo un silencio incómodo entre ambos, la muchacha prefirió desviar su mirada de los ojos marrones y llameantes de Kuai Liang revolviendo las ollas repletas de carne y dijo:
–Lamento el cabezazo de la otra clase.
–Es asunto del pasado –su voz mostró comprensión–. Es parte del entrenamiento y de nuestra vida como defensores de la Tierra.
–Es una vida ardua –soltó Adelina mirando fugazmente a Kuai Liang–. Los meses que estuve aquí me lo confirman –soltó una risa pequeña, pero no la imitó–. Pero intento adaptarme y seguir el ritmo.
–Eso me parece bien, Acosta –elogió–. ¿Qué puedes describir tus entrenamientos con Bi Han?
–Es duro, pero intento hacer mi mejor esfuerzo de despertar mi criomancia. Por más que no sepa cómo hacer que despierte del todo.
–¿Todavía no la has desarrollado? –sonó su tono incrédulo–. ¿Cómo es posible?
–Hago pequeñas capas de hielo y púas débiles –respondió con firmeza–. Trato de despertarlo.
–Incluso con tu ataque de pánico de hace semanas, no puedo creer que no se haya despertado.
La mención de eso hizo que Adelina se quedara paralizada, pero se recompuso y siguió trabajando.
–No me acuerdo mucho de eso –soltó Adelina–. Pero espero desarrollarlo mejor.
Kuai Liang la miró tratando de sacarle algún secreto, pero sus ojos que parecían destilar llamaradas dejaron de analizarla y observó otra parte de la cocina.
–Gracias por tus palabras, Acosta –dijo Kuai Liang–. Te dejaré en tus tareas.
Adelina se inclinó respetuosamente y continuó cocinando con los diferentes aromas invadiendo su nariz. El corazón le bombeó con intensidad y soltó el aire que contenía. Fue un momento extraño y Adelina esperó no volver a repetirlo.
Revolvió la carne perdida en las canciones y separó las tapas de empanadas. Sacó una cuchara, empezó a colocar la carne hasta llenar y les hizo el repulgue con rapidez. El jugo de la carne cayó entre sus dedos, trató de que no se saliera de la masa mientras las apretaba bien y las colocó en las fuentes gigantes.
–“…Time is always on my side/Don't be afraid, you're safe with me –cantó Adelina rellenando las empanadas–… Safe as any soul can be/Honestly, just let yourself go…”
–¿Todo bien? –preguntó Tomas detrás de ella.
La muchacha emitió un chillido y se volteó bruscamente.
–Deja de hacer eso –soltó–. Ya estas como tu hermano.
–¿Kuai Liang?
–Sí, hace un par de minutos apareció y no sé si asustarme.
–¿Por qué te asustarías? –preguntó el chico sosteniendo sus manos.
–¿De enserio, Tomas? –repreguntó la muchacha con sarcasmo–. Que sepa que nos estamos besando a escondidas.
–No lo sabe. Quédate tranquila.
–No lo estoy –dijo–. Me gusta tu compañía y me agrada, pero tengo miedo de que nos agarren y nos hagan algo.
–No te preocupes.
El chico le besó la frente, luego en los labios y Adelina sonrió.
–¿En qué te ayudo?
–Preparar empanadas.
Tomas se unió rápidamente a la labor y siguió los pasos de Adelina. Mantuvieron un silencio cómodo con la música pasando por los oídos y disfrutando de los castos besos.
“…Like a wolf in sheep's clothing/You try to hide your deepest sins/Of all the things that you've done wrong/And I know where you belong/Time is always on my side…”
–Quiero volver a verte a la medianoche.
–Me gustaría mucho, Tomas.
Continuaron preparando los últimos detalles de la cena, cargó los platos hacia el comedor y los acomodó con tranquilidad. Cuando volvió a la gran cocina, sacó todas las fuentes calientes con las empanadas desprendiendo su aroma exquisito. Adelina agarró un repasador limpio, sacó dos empanadas y le dio una a Tomas. Maldijo por lo caliente y sopló la comida. El sabor de la carne invadió el paladar de Adelina acompañado por la masa y se sintió feliz. Después de comer, Tomas la ayudó un poco más y se despidió de ella con la promesa de verse en la noche.
La cena fue tranquila y sin peleas. Disfrutó las empanadas calientes y jugosas. Le sorprendió lo tranquilo que era, pero pudo sentir las miradas de odio de sus compañeros seguido de risas silenciosas. Se mantuvo firme y no volteó la mirada, por más que quisiera decirles las peores groserías posibles. Mantuvo su compostura y comió las empanadas.
Luego de que todos terminaran, Adelina fue hacia el complejo, pero le sorprendió la cantidad de estudiantes que había agrupados y avanzó entre los cuerpos. Vio al dúo que se había burlado de ella destrozando los aposentos de la muchacha. Tiraron sus dibujos, ropa y libros por la madera y nieve, pero vio a la chica tomando el mapa y el muchacho jugando con la daga de Hela, Sultin.
–Una muy bonita arma, Acosta –soltó el muchacho.
–Deja eso –dijo Adelina entre dientes–. Eso no es tuyo.
–Un arma que sospecho que tampoco es tuya –afirmó el chico–. Como tampoco el mapa que tiene Yun ¿verdad, Acosta?
La chica, Yun, sonrió con malicia jugando con el mapa y Adelina se mantuvo alerta ante cualquier movimiento. El muchacho siguió mirando la daga enfundada. Si sacaba la daga seguramente moriría y Adelina estaría en problemas más graves que su aventura con Tomas.
–Eso es de mi trabajo, pedazo de pelotudo –dijo Adelina–. Es un arma delicada y tiene un valor incalculable. Soltalo. Ahora.
–Entonces, Yun y yo lo venderemos y veremos cuánto vale –argumentó el chico–. Quizás el metal de su hoja tenga mejor valor que su decoración.
Antes de que el chico se atreviera sacar la daga de su funda, Adelina se abalanzó hacia él con un grito, enroscó sus piernas en su cintura y comenzó a tirarle el pelo. El chico se movió tratando de sacársela de encima, pero sostenía la daga con todas sus fuerzas.
Las manos de Yun tiraron de su uniforme, pero Adelina le dio un manotazo y siguió forcejeando. Él retrocedió golpeándose contra la pared, la muchacha gritó y se levantó en posición defensiva. Los estudiantes incentivaron el conflicto entre los tres y vio a Yun querer destruir el mapa de Hela. Se lanzó hacia ella, con una maniobra le quitó el papel y le dio una patada en todo el pecho.
–¡Maldita, incompetente! –gritó levantándose del suelo de madera roto–. ¡No eres una Lin Kuei! ¡Eres una estúpida!
–Ponele voluntad a tus insultos, la concha de la lora –argumentó Adelina.
Escuchó los pasos del muchacho y esquivó el golpe. Yun volvió a arremeter contra Adelina, desvió su ataque y se alejó lo más que pudo de ambos. Los analizó detenidamente y Yun dijo:
–Zichen y yo te enseñaremos modales.
–Si tu educación es entrar a habitaciones ajenas –soltó Adelina–. Es una mierda sinceramente, conchuda de mierda.
Zichen buscó la daga y Adelina la pudo vislumbrar entre la nieve y los estudiantes. Corrió hacia su dirección, pero le hicieron una zancadilla y tropezó. Se recompuso rápidamente, saltó y sus dedos tocaron la daga. La guardó en su uniforme, se puso en posición defensiva, bloqueó la arremetida de Yun y la alejó.
Adelina arrancó parte de su vestimenta y usó la tela para torcerle el brazo a Zichen. Soltó un grito, quiso golpearla con su otro puño, pero Adelina lo desvió y le asestó un puñetazo en la nariz. Yun volvió atacar, Adelina dejó de lado a Zichen y bloqueó su ataque. Pero la chica usó su otro puño asestándolo en el rostro de Adelina, soltó un quejido de dolor y retrocedió sintiendo la sangre emanar de su nariz y el dolor punzante.
Se agachó ante el golpe de su enemiga y le pateó la espalda con todas sus fuerzas haciendo que se estrellara contra el suelo de madera. Adelina soltó un grito al sentir un tirón en el cabello y vio los ojos iracundos de Zichen. La muchacha le dio un codazo en las costillas, dio un pequeño salto y le pegó con todas sus fuerzas en el rostro. Cayó en la nieve, Adelina se abalanzó sobre él y le asestó un golpe tras otro, pero el muchacho logró zafarse y se puso encima de ella. Adelina le dio una bofetada, pero el chico le contrarrestó con otro. La muchacha intentó soltarse e incluso, trató de rasguñar, pero fue en vano.
–¡SUFICIENTE!
Una oleada de frío inundó todo el lugar, los alumnos se alejaron inmediatamente ante la presencia de Bi Han. Luego, aparecieron Tomas y Kuai Liang, Adelina intentó ponerse de pie, pero Tomas la ayudó y susurró:
–Ya está. Ya pasó.
–¡LOS TRES QUIERO QUE ME EXPLIQUEN ESTE ALBOROTO! ¡AHORA!
Los hermanos llevaron Adelina, Zichen y Yun lejos de los oídos y miradas curiosas y llegaron cerca del complejo del Gran Maestro. Bi Han y Kuai Liang miraron con enojo a los tres y dijo:
–Cuenten lo que pasó con detalles.
–Estos putos infradotados, entraron a mi habitación –comenzó Adelina enojada, mientras se limpiaba la nariz–. Luego, tiraron mis cosas por los aires y casi hacen mierda parte de mi trabajo.
–Eso es mentira Gran Maestro –dijo Yun con voz calmada–. Ella empezó el alboroto por un arrebato de locura.
–Basta –dijo Kuai Liang con desdén.
Adelina cerró la boca y detectó los ojos grises de Tomas mirándola con preocupación, pero no quiso mostrar emociones frente a los presentes. Se limpió la sangre seca de su nariz manteniéndose alejada de Zichen y Yun.
–Los he visto marginar y hablar a espaldas de Acosta –empezó Tomas–. Tal vez quisieron pasar al siguiente nivel con sus humillaciones y Acosta puso límites.
–Eso es mentira, maestro Smoke.
–Entonces explícame la razón por la que los castigué semanas atrás.
Zichen y Yun mantuvieron la boca cerrada.
–Dejaron a un compañero solo y los Lin Kuei nos ayudamos –continuó–. Por más que hayan provenido de sitios ajenos al nuestro.
–Entonces, ustedes dos tendrán el castigo más fuerte –dijo Bi Han–. Acosta, tus labores en la limpieza aumentarán y luego de tus turnos de cocina, harás vigilancia hasta nuevo aviso.
–Está bien, Gran Maestro.
Se inclinó respetuosamente hacia los tres hermanos y marchó hacia el complejo de estudiantes. Recogió entre la nieve y el suelo de madera la ropa, sus bocetos y herramientas de dibujo. Las colocó ordenadamente en un rincón y un pensamiento la alarmó, el boceto de Tomas. Buscó por todos lados y el aire abandonó sus pulmones cuando lo encontró en el mismo escondite. Lo guardó mejor junto al mapa y la daga Sultin. Sintió el dolor en los músculos y huesos y no encontró sus primeros auxilios.
Salió de sus aposentos y fue hacia la enfermería. El olor a químico invadió su nariz, al igual que el silencio. Adelina no encontró a ninguna persona en el sitio, buscó gazas, agua, jabon y alcohol y comenzó a limpiarse las heridas. Soltó un quejido y se limpió con el jabón haciendo movimientos rítmicos. El agua se volvió roja con el pasar de los minutos y luego de terminar, pasó las gasas con alcohol en las heridas e hizo una mueca de dolor.
–Hola –la voz de Tomas se hizo presente en la enfermería.
Se acercó a Adelina sin emitir sonido alguno. El muchacho tomó la gaza y la pasó con cuidado en las heridas de la muchacha con cuidado.
–Creo que Zichen y Yun no entendieron tu castigo –soltó Adelina con una risa pequeña.
–Valorizan mucho la palabra de mi hermano sobre la Academia Wu Shi –explicó Tomas–. No es justificación que te hayan hecho esto.
–Soporté cosas peores en el orfanato cuando estaba en Rosario con Daniela –dijo Adelina con calma–. Pero no voy a tolerar que esos pajeros me arruinen el trabajo y la posibilidad de encontrar una solución a mi marca en la mano.
–Calmate, Adelina –dijo Tomas con suavidad en su voz.
Las palabras que quería decir se quedaron mudas en su lengua, los ojos del muchacho irradiaron calma que la tranquilizó y quitó de su mente las frustraciones. La picazón y el ardor del alcohol recorrió cada herida y el silencio estuvo presente por varios minutos. Adelina vio que faltaba poco para medianoche.
–¿Quieres que irte a tus aposentos?
–Quiero ir a la torre, por favor. Necesito estar alejada de esos inútiles.
–¿Segura?
Adelina sintió y se levantó haciendo una mueca. Se les complicó un poco evitar a los guardias por sus heridas, pero lograron llegar al pasillo secreto. La noche los recibió con hermosas vistas, las estrellas iluminaron el cielo y las nubes rondaban alrededor de la luna. El aire fresco invadió los pulmones de Adelina, recorrió su rostro y elevó un poco su cabello negro.
Tomas colocó a Adelina en su cálido pecho escuchando sus latidos confortantes y sintió las manos del muchacho acariciar sus brazos. Adelina tomó su celular y puso música inundando el pequeño sitio y tranquilizando a la joven.
Las auroras boreales aparecieron en el cielo iluminando aún más el cielo y se movieron como olas constantes. Las canciones fueron pasando y ambos guardaron lo que tenían que decir disfrutando del paisaje. Las manos de Tomas lentamente se entrelazaron con las de Adelina y le encantó esa sensación. Pero pareció notar sus inquietudes y susurró:
–Cuéntame de tu ciudad.
–Es bonita, pero hay mucha humedad –respondió–. Es vieja.
–¿En qué sentido es vieja?
–En los edificios –contestó la joven mirando el cielo–. Hay edificios con una arquitectura del siglo XX y le da su toque a la ciudad. Además de la noche.
–¿Por qué? –cuestionó Tomas.
–Porque hay más vida nocturna. Los locales están abiertos hasta pasada la medianoche o más –respondió–. Es una pena que no todos los lugares turísticos lo estén. Me encantaría poder visitar el Cementerio de Recoleta de noche.
–No te creo.
–Sí –afirmó Adelina en una risa pequeña–. El Cementerio de Recoleta es hermoso. A veces, iba a dibujar las estatuas de los ángeles. Es mágico.
–¿En qué sentido te parece mágico? –volvió a preguntar Tomas.
–Sus leyendas.
–Cuéntame una.
–No me acuerdo de muchas.
–La que recuerdes –pidió Tomas en susurros–. No importa si es corta.
Adelina escarbó en su memoria las historias que había escuchado en las excursiones de su colegio y lo que decían los guías turísticos.
–Hay una leyenda que habla de una chica adinerada –comenzó a relatar–. Creo que, en su cumpleaños, se enteró de que su madre se acostaba con su novio.
–¿De verdad?
–Sí, parece delirio, pero es lo que me acuerdo –respondió Adelina riendo–. La chica tuvo un ataque al corazón y murió. Pero cuando la dejaron en el mausoleo, el cuidador escuchaba ruidos en donde estaba y decidieron junto a la familia abrir su ataúd. Vieron que la tapa estaba con rasguños y la chica estaba con los ojos abiertos.
–¿Qué le pasó? –preguntó Tomas con sus ojos grises brillando curiosidad–. ¿No estaba muerta?
–En realidad, la chica estaba viva, pero por la sorpresa se desmayó y los médicos la trataron como muerta –respondió Adelina–. Creo que es un diagnóstico médico. No me acuerdo de su nombre. A la noche se puede escuchar sus rasguños.
Hubo un silencio cómodo entre ambos, mientras la música se reproducía en el celular y las auroras boreales se movían por el cielo nocturno.
–¿Qué otra recuerdas?
–Hay una leyenda que habla de un chico que vio a una mujer vestida de blanco y la invitó a tomar un café –relató Adelina–. Sin querer le manchó el abrigó al chico y cuando salieron se lo ofreció. Luego, desapareció y la buscó por el lugar. En un momento, fue a revisar en el cementerio y cerca de la entrada había una tumba donde estaba la campera del chico. Tiempo después, se enteró que la chica había muerto.
–Que trágico –dijo Tomas–. ¿Extrañas tu ciudad?
La pregunta la tomó por sorpresa. Viejos recuerdos de su infancia la invadieron, los juegos que hacía con Mariano y Daniela, los cumpleaños, las fiestas de fin de año, las tantas salidas y golpes que tuvieron al independizarse.
–Sí –respondió–. A mis amigos, mi departamento y las cosas que hice.
–¿Qué hacías con ellos?
–Cuando teníamos plata, salíamos a comer –empezó Adelina–. Ibamos a Avenida Corrientes o Avenida Emilio Castro y comíamos hamburguesas o pizza. A veces, el mejor lujo era ir a Palermo o a Recoleta.
–¿Era buena comida?
–Sí, pero lo mejor es la casera –dijo la chica–. Hacíamos milanesas con papas fritas los sábados con el Viejo Mario y… –una lágrima solitaria recorrió su mejilla–… siempre nos peleábamos por la más grande.
Adelina se la quitó y pasó su dedo por el uniforme destrozado.
–¿Extrañas Praga, Tomas?
–No lo sé –respondió Tomas–. Hay calles empedradas y castillos. Las casas estaban hechas de piedra y ladrillos y hay muchas estatuas antiguas.
–Pienso en la estética de Drácula de Coppola –dijo Adelina.
–Recuerdo que antes de ir a cazar con mi hermana y mi madre, pasábamos por un gran reloj –contó Tomas acariciando el brazo de la joven–. Creo que era un reloj de astronomía. Mi madre siempre nos contaba, cuando descansábamos en el bosque, que uno de los creadores del reloj lo dejaron ciego por miedo a que lo replicara. Planeó su venganza con su ayudante, fueron hacia el interior del mecanismo y rompieron una palanca. Hizo un ruido que se escuchó por todo el lugar y, en ese momento, el creador murió.
–Qué macabro.
–Otra leyenda que recuerdo, es de un mercader turco que se había enamorado de una mujer checa –comenzó a contar Tomas mirando las auroras boreales–. Ambos estaban muy enamorados, pero el mercader tenía que volver a su tierra natal y prometió volver a verla. Pero con el pasar del tiempo, la chica se enamoró de otro joven y acabó con matrimonio.
–Luego sigue la tragedia ¿verdad? –preguntó Adelina entre risas.
–Sí –respondió Tomas sonriente–. El día de la boda, llegó el mercader y, al enterarse, decapitó a la mujer checa. Mi madre siempre finalizaba la historia diciendo que el mercader andaba en la noche con la cabeza de su amada. Junto a mi hermana, nos cuidábamos hasta quedarnos dormidos por el miedo.
–Eso me pasaba con Daniela y Mariano, cuando veíamos películas de miedo hasta la madrugada.
Las auroras boreales siguieron iluminando el cielo y se movieron como olas constantes. Disfrutó de la calidez en el pecho de Tomas y de las canciones. En un momento, el celular reprodujo Maldito duende de Héroes del Silencio. Adelina tarareó algunas melodías y le hizo olvidar de las cosas que habían pasado.
“He oído que la noche es toda magia/Y que el duende te invita a soñar/Y sé que últimamente apenas he parado/Y tengo la impresión de divagar…”
–Es agradable la canción –dijo Tomas entre susurros.
–Es una de mis favoritas de la banda.
–Tienen un acento diferente.
–Son españoles.
–¿Qué dice la canción? –preguntó Tomas
–Habla de la soledad y la búsqueda a través de la noche mágica y las estrellas.
“…Pasan rápidas las horas/Y este cuarto no para de menguar/Y tantas cosas por decir tanta charla por aquí/Si fuera posible escapar de este lugar…”
Tomas besó el dorso de la mano de Adelina, se dio la vuelta y lo besó con pasión. Su corazón bombeó con fuerza y las manos del muchacho se estrecharon en sus caderas. Disfrutó de las sensaciones y quiso más. Los besos se volvieron más necesitados y duraderos. Sin darse cuenta, se separaron, sus miradas chocaron y Adelina se sumergió en la neblina de los ojos grises de Tomas tratando de descifrarlos. Soltó una pequeña sonrisa y siguió disfrutando de la noche.
Las auroras boreales iluminaron el cielo un par de horas más hasta desvanecerse del cielo. Dejaron de besarse, Adelina estuvo dormitando en el hombro de Tomas y tuvo que despertarla suavemente para llevarla a las cercanías de su complejo. Se quitó el uniforme y se sumergió en las colchas cerrando los ojos hasta sumergirse en el sueño.
Durante los entrenamientos había tensión y pocos descansos. Adelina había aceptado los castigos de los hermanos de Tomas soportando vigilancias extras, pero los turnos de la cocina y la limpieza lograban despejar su mente y sus músculos de los arduos entrenamientos con Bi Han y los superiores.
Adelina volvía a intentar escribirse con Mariano y Daniela. Enviaba las palomas mensajeras y corría hacia el palomar con ansias de que recibir alguna respuesta, pero Liu Kang mantenía las comunicaciones bloqueadas. Quería leer las novedades de sus amigos y quitarse la soledad.
Había empezado a dormir con una pistola y un cuchillo bajo las mantas y armó pequeñas trampas en los tablones de madera. Les sacó filo y los camufló para que si Zichen o Yun quisieran meterse recibieran su merecido.
Tenía pocas visitas de Tomas y trataban de mantener la distancia por lo ocurrido. Coincidían en alguna que otra vigilancia, aún así disfrutaba de su compañía y la música que escuchaba.
Uno de sus días en la cocina, tuvo la visita de Zichen y Yun y Adelina, inmediatamente, tomó uno de los cuchillos que tenía a mano. Se puso en guardia y el par mantuvo las manos alzadas de forma inofensiva.
–¿Qué quieren ustedes dos? –preguntó Adelina entre dientes.
–Calma, Acosta –dijo Zichen acercándose a las ollas–. Solo quisimos dar nuestras disculpas por lo ocurrido.
–Nuestro comportamiento fue inadecuado y queremos disculparnos ayudándote –dijo Yun.
–No necesito su ayuda en nada, forros –soltó Adelina agresivamente con el cuchillo en mano–. Casi hacen que pierda plata. Yo sin plata, no puedo mantener el apartamento, la comida ni las cuentas. Afuera.
Se miraron por unos minutos y sus miradas falsamente cálidas se volvieron amenazantes. Yun se acercó más a Adelina y dijo:
–No eres bienvenida y nunca lo serás.
–Pagarás por lo que nos hiciste –dijo Zichen–. Eres un estorbo para el Lin Kuei y tu don no despertó. Ni siquiera sé cómo el Gran Maestro te tiene como una estudiante. Malnacida y anormal.
Esas palabras la hicieron recordar sus días en Rosario, se guardó su dolor y dijo:
–¿Sabes que hago con tu opinión? Me la meto bien en el culo para mostrarte lo mucho que me importa. Ahora ¡Afuera!
Se dieron media vuelta y antes de marcharse, en un arrebato, tiraron todas las ollas.
–¿¡QUÉ LES PASA, LA CONCHA DE LA LORA!? ¡FORROS!
Las lágrimas brotaron de sus ojos e inmediatamente, su mano reaccionó lanzando el cuchillo seguido de una leve oleada de hielo. Quedó boquiabierta y Zichen avanzó hacia ella y le dio golpe en la cabeza sin que pudiera defenderse y sintió dolor en cada parte de su pecho.
Tomas caminó entre los pasillos con las ansias de saciar las delicias de Adelina. Sonrió para sí mismo remorando los momentos que tuvo con ella. Los besos compartidos, las palabras susurradas y silencios que decían más que las explicaciones. Deseó aspirar su aroma a jazmín en su cabello, mirar los ojos heterocromáticos hipnóticos y saborear la textura de sus labios carnosos y suaves…
Sus divagaciones se detuvieron al escuchar risas y vio a Adelina inconsciente en el suelo. La pareja con la que se peleó hace días la estaba pateando. La ira lo inundó, sin pensarlo, tomó al muchacho por el hombro y lo golpeó con todas sus fuerzas en el rostro. La chica reaccionó y atacó, pero Tomas le torció el brazo en una maniobra rápida.
El enemigo quiso arremeter contra Tomas, pero evadió su ataque y desenvainó su karambit. Lo manejó con velocidad y destreza como si fuera una extremidad más de él y logró apuñalar al chico en traspasando el dorso y la palma. Soltó un grito de dolor y Tomas le torció el brazo completo.
–Nunca le faltes el respeto a tu maestro –dijo–. Si me desafías, desafías al Gran Maestro.
La pareja quedó noqueada y guardó su karambit. Vio a Adelina tratando de levantarse del suelo. Soltó leves lloriqueos y moqueó sin parar susurrando en español.
–¡Adelina! Déjame ayudarte.
El muchacho la levantó y revisó su herida. Buscó un poco de hielo y se lo puso en la cabeza. Adelina aceptó en un susurro y trató de ocultar sus lágrimas, pero se le hizo imposible y Tomas la resguardó en su pecho. Le acarició el cabello negro enrollándolo entre sus dedos y trató de que Adelina se sentara.
–Los voy a matar…
–Ya pasó. Ahora quiero que descanses –pidió Tomas calmadamente.
–Tengo que hacer la comida… y la vigilancia.
La impotencia lo agobió en lo más recóndito de su pecho. Los ojos heterocromáticos de Adelina reflejaron convicción y miedo. Todo el esfuerzo que había hecho estaba tirado en el suelo. Pero el estado de Adelina no era el mejor y necesitaba atención médica.
–Mis hermanos lo entenderán.
–No, Tomas, tengo que hacer las tareas y…
Adelina cayó inconsciente y Tomas la sostuvo antes de que tocara al suelo. La cargó hasta llegar a la enfermería donde los médicos la atendieron. Tomas vio cómo cocían la herida de su cabeza y revisaban sus costillas El muchacho lamentó no estar presente cuando despertara, pero debía darles la información a sus hermanos.
Salió hacia el complejo del Gran Maestro y eligió a un grupo al azar los que cocinarían. Los elegidos se mostraron sorprendidos y salieron corriendo hacia la cocina. Llegó al complejo del Gran Maestro, observó a Bi Han leyendo pergaminos, mientras que Kuai Liang meditaba.
–La cena tardará –anunció Tomas–. Acosta se encuentra en enfermería.
Bi Han alzó la mirada con su nudo entre las cejas característico y dijo:
–¿Por qué?
–Está en la enfermería y hay un nuevo grupo que se está encargando de preparar la cena lo más pronto posible.
–¿Por qué está en la enfermería, Tomas?
–Porque la misma pareja de hace un par de días, la volvió atacar desprevenida –respondió cruzándose de brazos–. Ya me encargué de ellos.
–Esa chica si no puede desarrollar su criomancia, está metiéndose en problemas –argumentó BI Han con desdén–. No debimos darle castigos tan blandos.
–Se estaba defendiendo –contrarrestó Tomas–. Ese par inició sus ataques, Acosta solo se defendía. Por culpa de ellos, no podremos cenar a tiempo.
–Desde el primer momento, no pudo adaptarse a nuestras costumbres –dijo Bi Han abruptamente.
–Lo intenta –afirmó Tomas–. Cuando entreno con ella veo un progreso. Sus ataques, de por sí calculados, se volvieron más meticulosos con el cuchillo.
–Quizás en el combate se adaptó, pero en lo que es cotidiano para nosotros, no lo es para ella –la voz de BI Han se volvió más oscura.
–La veo esforzarse todos los días, hermano –dijo Kuai Liang con voz calma–. Se esfuerza por llegar al nivel de un Lin Kuei.
–Ni siquiera sé por qué la procuras tanto, Tomas –afirmó Bi Han enojado.
” Porque me gusta y estoy atraído por ella” pensó. Pero las palabras no salieron de su boca y recordó lo que Adelina sobre mantener en secreto su relación. Por más que quisiera confesarlo, no podía hacerle eso.
–Me recuerda a cuando intentaba adaptarme al clan –dijo Tomas–. No quiero que pase por lo mismo que yo.
Su mente pasó imágenes de su entrenamiento por el Lin Kuei. La protección de su padre no lo cuidó de su sentimiento de estar detrás de todos los estudiantes. Logró estar a la par, gracias a la motivación de la madre de sus hermanos. Pero al fallecer, se sintió nuevamente detrás de todos y más solo que nunca. No quería que Adelina pasara por eso.
Tomas fue hacia su habitación, se recostó en su futón y contempló sus pocas pertenencias. A los pies de su futón, una cinta blanca de seda de su hermana y un cinturón de cuero viejo con la funda de un cuchillo de caza que le pertenecía a su madre. Se arrodilló frente a los objetos susurrando una oración.
Luego, limpió la hoja de karambit con el estómago rugiendo y trató de desviar sus pensamientos, pero la condujeron a Adelina. Sus ojos verde y café aparecieron en su cabeza, el cabello negro como la tinta y lacio como la seda desplegando su aroma a jardín y sus labios carnosos que lo dejaban con ganas de seguir besándola.
Sus hermanos continuaron sus tareas y, en un momento, apareció Sektor preguntando por la hora de la cena y la respuesta que le daría al clan. Tomas notó cómo la mano de Bi Han la tocaba ligeramente el brazo de la mujer y se dieron una mirada, mientras le informaba.
Tanto Tomas como Kuai Liang supieron de su romance con la hija del Maestro Armero del clan. Guardaron el secreto para evitar que padre se enojara, pero sabían las miradas que se dirigían y se daban cuenta cuándo Bi Han pasaba más tiempo en el complejo de armas.
Sektor se marchó y los hermanos continuaron con sus respectivas tareas. Kuai Liang dejó de meditar y se enfocó en una lectura de la biblioteca, mientras que Bi Han se fue al exterior frío a entrenar. El silencio se le hizo incómodo, extrañó el ruido de la cocina y la música de Adelina. Recordó algunas letras de las canciones al igual que la melodía en su memoria, aunque tuviera un impulso inhumano de cantarlo.
Luego de cenar, fue a ver a Adelina, Las enseñanzas de su madre, lo hicieron bastante sigiloso durante las cacerías. Cuando comenzó a vivir en el complejo había aprendido a detectar cuáles eran los tablones de madera que crujían y los esquivó con naturalidad usando su habilidad con el humo.
Adelina siguió dormida, soltó palabras al azar inentendibles y emitió leves ronquidos que lo dejaron sorprendido. Algunos mechones negros cubrían su rostro y Tomas se los quitó delicadamente admirando sus rasgos pacíficos. Se sentó cerca de Adelina y le sostuvo la mano. Los dedos cálidos en la piel de Tomas le dieron una sensación reconfortante, su pulgar acarició la piel de Adelina.
El muchacho se quedó un tiempo más haciéndole compañía hasta que el reloj de la enfermería marcaba la medianoche y se marchó en silencio. Llegó al complejo del Gran Maestro y entró a sus aposentos usando su habilidad con el humo. Se quitó su uniforme gris, dejó al lado su cinturón donde tenía su karambit y el cuchillo de caza de su madre y se sumergió en las lujosas colchas de seda.
En poco tiempo, Adelina se recuperaba de su dolor en las costillas y su herida en la frente había sanado. Desde el incidente en la cocina, llevaba a escondidas con un cuchillo y las pistolas con balas de goma. Le había dificultado en sus entrenamientos, pero se adaptaba al peso extra.
Se empeñaba en cumplir el castigo impuesto por los hermanos de Tomas, se mantenía alerta en las vigilancias y se esforzaba en cocinar lo mejor. Aunque le fuera pesado, la calmaba al igual que la música y las visitas de Tomas.
Sus entrenamientos se volvían más brutales con el Gran Maestro. Sus golpes mostraban su poca paciencia con Adelina y se volvían más extensos. Los dolores hacían difícil continuar los combates de otros superiores y maestros. Incluso, Tomas parecía percatarse de sus molestias y trataba de ayudarla a escondidas.
Había comenzado a sentir que sus esfuerzos eran en vano. Intentaba mejorar su criomancia en las escondidas de su habitación, sus capas de hielo seguían frágiles y maldecía de todos los colores. La impotencia la inundaba en cada ocasión y las lágrimas se acumulaban en sus ojos haciéndose insoportable de contener en medio de la noche silenciosa.
Hacía tiempo que no lloraba, trató de resguardar su llanto, pero se le hizo imposible de soportar los moqueos y lloriqueos. Lloró por su don inútil, sus días contados por la marca de Hela y sus ganas de volver a Buenos Aires. Sacó la mano de su futón, tomó su celular y puso música. Entonó las letras de Maldito duende de Héroes del Silencio entre balbuceos hasta quedarse dormida.
Adelina se despertó minutos antes de que sonaran las campanas, la canción se reprodujo, pero le resultó extraño y vacío dejar de escucharla. Se puso el uniforme y se reunió con los otros estudiantes a desayunar. El barullo comenzó a ser ruido blanco entre sus divagaciones.
Fue a entrenar con Bi Han y Adelina visualizó su forma fornida de espaldas a ella. Algunos finos mechones de su cabello negro se movieron por el leve viento y se dio la vuelta. Los ojos color chocolate y gélidos de Bi Han se posaron en ella como una ráfaga de nieve.
–Espero que te hayas mejorado de tus heridas, Acosta.
–Sí, Gran Maestro –respondió inclinándose ante Bi Han–. Estoy mejor y puedo seguir entrenando en mi criomancia.
Bi Han se lanzó con su puño cubierto de hielo golpeando directamente en el pecho. Soltó una tos y vio a Bi Han empuñar una lanza de hielo. Se alejó del ataque, creó púas, pero salieron débiles y Bi Han las rompió de un pisotón. Adelina se puso de pie en una postura defensiva.
Bi Han arremetió con una ráfaga de hielo, Adelina volvió a esquivarlo y contratacó rompiendo una de las esquirlas de hielo como distractor. Se abalanzó tratando de taclearlo, pero Bi Han usó un clon de hielo e hizo una patada voladora en el costado de la joven. Soltó un grito, Bi Han se lanzó y Adelina bloqueó con su débil criomancia.
–Eres una indisciplinada, Adelina –dijo Bi Han dándole un puñetazo tras otro y la muchacha trató de bloquear o contratacar–. Careces de talento y no sé cómo eres una criomante.
–Ni siquiera yo sé, Gran Maestro –soltó Adelina entre dientes y trató de asestarle un puñetazo en el rostro–. Son los misterios de la vida.
Bi Han la agarró pasando su brazo por su cuello estrujándolo con fuerza y el aire comenzó a faltarle a Adelina. No podía morderlo por su protección, lo rasguñó en donde había piel expuesta y trató de darle un cabezazo, pero Bi Han apretó más su brazo sobre el cuello de la muchacha y su desesperación por oxígeno aumentó. Continuó rasguñando desesperadamente, su corazón bombeó con más intensidad, los brazos de la muchacha lograron llegar al rostro del Gran Maestro, rasguñó y tironeó uno de los mechones de cabello sueltos.
Bi Han soltó un gruñido y Adelina se alejó entre toces. La nieve cubrió sus dedos dándole escalofríos, se quitó la máscara de su uniforme, se dio la vuelta y se levantó tambaleante. Los ojos de Bi Han irradiaron una furia gélida y Adelina trató de acercarse.
–Perdón, Gran Maestro ¿Quiere que le ayude?
–La razón de estos entrenamientos… –la voz de Bi Han se volvió oscura–. Es para despertar tu criomancia ¡No para que lo tomes como otras de tus clases!
Adelina se alejó ante el arrebato de ira del Gran Maestro y bajó la cabeza velozmente.
–¡Eres una indisciplinada! –rugió–. Se me reconoce por carecer de paciencia y la llevaste al límite. Ahora, no esperes mi compasión. No entiendo cómo no lograste desarrollarla ¡¿Entendiste?!
–Sí, Gran Maestro –contestó Adelina en un susurro.
–Vete ¡AHORA!
Adelina se marchó del campo de entrenamiento lo más rápido posible y se dirigió a su siguiente clase. El resto del día, se sintió observada por todos, sobre todo, por Bi Han, aunque trató de ignorar sus ojos penetrantes.
La tranquilidad la inundó cuando se metió en la cocina y la música se reprodujo en su celular. Entonó las letras, mientras preparaba las milanesas. Rompió el pan duro maldiciendo de todas formas a Bi Han. Luego, sacó la carne y comenzó a cortarla furiosamente, cada tajo hacía que la ira de Adelina aumentara. Detestó a Zichen, a Yun y su estúpido grupo y a Bi Han. Tuvo el impulso de estropearles la comida o darles un escupitajo a sus milanesas, pero mantuvo la compostura y continuó cortando la carne.
–” …Dreams that I have shattered/May not have mattered/Take another point of view –entonó Adelina–… Doubts will arise though/Like chasing a rainbow/I can tell a thing or two…”
–¿Estás bien? –preguntó una voz conocida.
Adelina giró la cabeza y vio los ojos grises de Tomas. Destilaron preocupación, su mano bajó hacia a la de la joven y la entrelazó cariñosamente. Los pensamientos negativos se fueron y sonrió al verlo. Lo abrazó aun sosteniendo el cuchillo y las manos destilando el olor a carne.
–¿En qué te ayudo? –preguntó Tomas.
–Corta la carne y luego, tenemos que aplastarla en el pan –respondió Adelina con una sonrisa débil–. ¿Estás bien, vos?
–Yo sí, estoy bien –contestó Tomas–. Pero me preocupas tú. Escuché a mi hermano sobre tu entrenamiento.
Hubo un silencio incómodo entre ambos, mientras cortaban la carne con la música y Adelina sintió que su ira volvía con fuerza.
–¿Qué te dijo?
–Que va a ser más duro contigo.
–Le arranqué un mechón de cabello y lo rasguñé como si fuera un gato –soltó Adelina entre risas.
–Sí, vi sus brazos –dijo Tomas riendo–. Estaba soltando maldiciendo por todo el complejo.
Rieron hasta que solo quedó la música y siguieron cortando la carne. Luego, empezaron a preparar las milanesas entre charlas y risas. El peso de sus hombros se fue junto al resto de lo ocurrido en el día.
–Quiero verte esta noche.
–Tengo vigilancia, Tomas –dijo Adelina–. Perdón.
–Entonces espero coincidir contigo.
Las pilas de milanesas fueron creciendo, el dúo empezó a encender las sartenes llenas de aceite y revisaron las ollas con papas. Dejaron la mayor cantidad de milanesas con chisporroteos y prepararon los platos para el comedor.
Compartieron besos por varios minutos que fueron escalando hasta ser intensos, pero el olor de las milanesas alertó a Adelina se apresuró a dar vueltas las milanesas y Tomas la imitó. La ayudó a preparar el puré de papa aplastando y mezclando las papas. Luego de sacar varias milanesas, el muchacho tuvo que irse y se despidieron con un beso.
Adelina terminó de preparar el puré y colocó las milanesas en los platos. Los llevó al comedor junto a los vasos y cubiertos en cada mesa, mientras escuchaba el barullo de la gente y trajo las fuentes de puré. Desprendieron su exquisito aroma generando que el estómago de Adelina rugiera de la emoción.
Empezaron a comer y el tintineo de los platos y barullo de los estudiantes se escucharon por todo el comedor. El sabor de la milanesa invadió la boca de la muchacha, sonrió y devoró su cena hasta dejar el plato limpio.
Se preparó para ir a la vigilancia y notó las miradas asesinas de Zichen y Yun y su grupo, pero mantuvo la calma y cerró sus aposentos. Se dirigió hacia la torre de vigilancia que le habían asignado, se sentó en la silla de madera y comenzó a leer.
Al poco tiempo, la puerta se abrió y el corazón de Adelina soltó un brinco de emoción. Se reveló el rostro de un compañero y la muchacha volvió a enfocarse en su lectura. Apenas cruzaron miradas y tuvieron leves intercambios de palabras. Mantuvo sus pistolas lo más cerca de ella y miraba analíticamente cada tanto a su compañero.
Antes de irse al complejo de estudiantes, fue hacia el palomar con las esperanzas burbujeando en su interior. Revisó cada nido de palomas esperando ver una carta, pero no encontró nada. La impotencia la invadió y se limpió la lágrima solitaria de su mejilla.
Adelina llegó a su habitación en la madruga, soltó una exhalación y caminó hacia su futón quitándose su uniforme entre tirones. Puso una canción en un volumen bajo y el estrés de Adelina en sus hombros se marchó. Las lágrimas se acumularon, se derramaron por sus mejillas hasta humedecer la almohada y sus lloriqueos se unieron a la canción que escuchaba. Cerró los ojos esperando que el sueño le calmara sus ideas y su angustia.
“…Amanece tan pronto y yo estoy tan solo/Que no arrepiento de lo de lo de ayer/Si las estrellas te iluminan/Hoy y te sirven de guía/Te sientes tan fuerte que piensas/Que nadie te puede tocar…”
Los golpes de Bi Han se hicieron más hostiles que el anterior, tenía razón en que no iba a tener compasión con Adelina. Trató de usar su criomancia, pero no logró nada y el Gran Maestro gruñó lecciones e indicaciones que la muchacha ya había escuchado. Sus brazos dolieron al igual que sus piernas, la nariz emanó líquido carmesí por las golpizas y su cabeza dio vueltas.
Bi Han se lanzó usando un hacha de hielo, embistió una y otra vez, Adelina lo esquivó y contraatacó rompiendo las esquirlas de hielo. Le robó el hacha a Bi Han y le resultó pesada, pero logró mantener el equilibrio. El Gran Maestro creó una lanza posicionándose para el combate.
–Me decepciona tu criomancia, Acosta.
Adelina se calló lo que iba a decir. Prefirió guardarse las contestaciones iracundas, antes que tener un problema.
–No puedo creer que, en estos meses, ni siquiera hayas podido hacer una mísera arma –continuó lanzándose hacia ella–. La siguiente vez tendré que enviarte al medio de las montañas por un par de días.
Los ataques de Adelina se volvieron débiles, bloqueó con el hacha una estocada de Bi Han rasgando su uniforme. Un poco más y la hubiera herido en todo el abdomen.
–Me esfuerzo, Gran Maestro.
–¡No lo noto, Acosta! –gritó Bi Han y rompió el hacha como si fuera papel.
Adelina se alejó, pero una ráfaga de hielo la hizo volar y cayó boca arriba. Se levantó y trató de asestarle una patada, pero Bi Han tomó su pierna con fuerza y la tiró hacia el otro extremo del campo de entrenamiento. Adelina soltó un quejido y trató de ponerse de pie. El pie de Bi Han se puso en su pecho y comenzó a aplastarla. La escarcha se le pegó a la ropa de Adelina y el frío recorrió su piel. Golpeó la pierna de Bi Han con todas sus fuerzas, pero no se inmutó ni mostró alguna expresión en su rostro.
–Me decepciona tu poder –soltó Bi Han–. Ni siquiera lo mereces.
–Yo no lo pedí tener –contestó Adelina golpeando la pierna de Bi Han–. Y no lo veo importante para mi vida.
–Pero te guste o no –empezó Bi Han–. ¡Es parte de ti! –tomó a Adelina y la tiró por los aires–. ¡Lo veas o no importante debes controlarlo!
Intentó ponerse de pie, aunque tambaleaba y el cuerpo le dolía como nunca antes lo había sentido. Tembló cuando Bi Han volvió a arremeter y lo esquivó… ya no tenía fuerzas para defenderse. Bi Han soltó gruñidos y maldiciones en chino cada vez que Adelina lo evitaba.
–¡Deja de huir, Acosta!
–Ya no puedo más… –dijo la joven y su ira explotó–. Bi Han.
–¡Es Gran Maestro! –dijo y la revoleó hacia el otro extremo–. ¡Eres un fracaso y una indisciplinada!
Adelina trató de bloquear los ataques de Bi Han, pero sus golpes le fueron imposibles de bloquear y los recibió todos y cada uno. Soltó leves quejidos y trató de alejarse en vano. Intentó darle un puñetazo, pero ya sus fuerzas la dejaron de lado. Pero su furia creció y el deseo de maldecir a Bi Han la consumió.
–¡Un estorbo para los deberes de mi clan!
Dejó de golpearla dejándola tumbada en el suelo. La vista borrosa de Adelina pudo vislumbrar los pies de Bi Han en la nieve, las puertas abiertas del complejo con las llamas de las antorchas y lo que le parecía una figura grisácea.
–Todo método posible contigo es un rotundo fracaso –dijo Bi Han con desdén–. ¡Eres una decepción y un estorbo!
Adelina se levantó temblando y sus ojos heterocromáticos se enfrentaron a los marrones gélidos de Bi Han. Se limpió la comisura del labio roto y dijo:
–Si tanto soy un puto estorbo, Bi Han, entonces me voy.
–Ni siquiera puedes pensar con claridad.
La ira de Adelina se avivó más.
–Estoy podrida de tu forma de enseñar –comenzó la muchacha–. Me aguanté tu comportamiento de mierda por no sé cuántos meses. Me tuve que fumar la actitud de tus putos seguidores que no paran de chuparte la pija como si fueras un dios –escupió la sangre que se le había acumulado del labio roto–. Cociné para ustedes y me tratan como un trapo.
Bi Han se mantuvo callado, pero sus ojos gélidos siguieron enfocados en Adelina con mirada será y continuó:
–Estuve entrenando y juro que me esmeré en concentrarme. Traté de hacerlo en mi habitación y nada salió, manga de forro de mierda. Puse mi mente en blanco y nada. Yo ya no sé qué más hacer, flaco. Seguí cada uno de tus putos y mierderos consejos y ninguno me salió. Si te molesto tanto entonces mejor me voy ¡FORRO!
–Suficiente –susurró Bi Han.
–¡NO! –soltó Adelina y las lágrimas se derramaron–. Tu clan es una mierda y no puedo creer que lo manejes. Porque es una mierda como lo gobernas y ojalá todos se den cuenta de eso. Sos un pajero, hijo de re mil puta, pedazo de forro, aborto mal cogido y ándate bien ¡A LA CONCHA DE TU MADRE!
Los ojos del Gran Maestro reflejaron algo que le pareció imposible… miedo. De la mano de Bi Han salió una ráfaga de hielo que la revoleó hacia el otro extremo del campo de entrenamiento. El dolor la invadió en el pecho, pero la voz de Tomas la devolvió al mundo.
–¡Adelina! ¡Despierta! ¿Qué hiciste, Bi Han?
La muchacha se puso de pie con Tomas sosteniéndola, pero ella se alejó de su agarre cálido.
–Me voy de acá. Estoy harta…
Llegó al complejo de estudiantes limpiándose a medias las heridas, se quitó el uniforme como si fuera peste y guardó sus pertenencias en los bolsos. Las lágrimas recorrieron sus mejillas y mancharon la ropa que guardaba en bollos desordenados. Guardó todos sus dibujos e instrumentos en otro bolso, envolvió la daga y el mapa y los escondió en su mochila con los libros. Cargó con todas sus pertenencias y recogió sus armas.
Salió con su campera grisáceo, pantalones negros y botas militares. Notó las miradas victoriosas de Zichen y Yun y su grupo de amigos.
–¿Ya te marchas, Acosta? –preguntó Yun–. Creímos que te quedarías algo más.
–Ustedes son la perfección del fanatismo ciego hacia una persona, son infradotados y unos pelotudos –dijo volteándose–. Ustedes son un puto desastre con patas, boludos de mierda y váyanse a cagar. No voy a estar desperdiciando tiempo en unos inútiles.
Adelina salió del recinto de estudiantes con sus bolsos colgando y el cuerpo adolorido, pero no le importaba. Las miradas de los que caminaba se le clavaron como alfileres, pero continuó hasta llegar a las murallas.
Vio el camino de nieve hacia la entrada a las montañas, pero escuchó el grito de su nombre.
–¡Adelina! ¡Espera! –Tomas caminó lentamente hacia ella.
–Tomas no quiero estar acá –dijo Adelina entre susurros–. Ya no lo soporto más y quiero volver a mi casa y seguir con mi trabajo. Si tu hermano tiene un puto problema de que no sirva como criomante, entonces es mejor que vuelva a Buenos Aires.
–Lo que dijo no es verdad, Adelina.
Tomas llegó hasta ella y soltó respiraciones agitadas.
–Por favor, vuelve al templo –empezó con voz calma–. Voy a dialogar con Bi Han… intentaremos solucionar esto, pero por favor vuelve.
–Tomas… –dijo Adelina–. Yo no puedo más… Me duele todo y ya no sé qué otra cosa hacer para que funcione.
–Puedo ayudarte… por favor.
Adelina negó con la cabeza entre lágrimas.
–Perdón, Tomas… pero no puedo más. Voy a volver y seguir con mi trabajo.
Adelina tomó la mano enguantada del muchacho y lo acercó de un tirón dándole un beso en los labios. Sacó de entre los bolsillos de su campera una radio y se la entregó.
–Para cuando queramos hablarnos… si queres –dijo la joven–. Ya no puedo… perdóname.
Le dio un último beso en la mejilla y empezó a caminar hacia las montañas.
–Sigue el mismo recorrido que hiciste al venir por primera vez –indicó el joven–. Es una forma rápida de dejar Arctika.
–Gracias, Tomas… perdón.
Siguió su camino con las lágrimas derramándose por sus mejillas y mojando su campera. Pero no volteó la cabeza.
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Acabo de ver q si se permiten los request hacia Fran!! Primero de todo quisiera decir que amo tu escritura y tus historias, ya me las leí todas jaja!
Quisiera pedir una cita de aniversario con Fran, muy lindo todo, hablando de cualquier cosa de la vida y que termine en algo de sexo suave 🙃
Me siento muy avergonzada por pedir esto 😓
Por favor y graciaas 🫶🏻
Fluff espolvoreado con Smut ♡
El helado y el frío son en tu opinión una de las mejores combinaciones... A menos que te encuentren en la calle con un atuendo poco adecuado para las temperaturas de otoño. Tu mano tiembla cuando te llevás la cuchara a la boca y Francisco se ríe, sentado del otro lado de la pequeña mesita ubicada fuera de la heladería.
-¿No querés mi campera?
-Estoy bien- mentís, tirando de la manga de tu suéter-. ¿Vamos yendo...?
Tu novio se pone de pie y sólo cuando no lo estás viendo hace una mueca para burlarse. Se quita el abrigo, lo coloca sobre tus hombros -casi lamentando cubrir el bonito outfit que te ayudó a escoger para la ocasión- y luego toma tu mano para cruzar el parque y emprender el regreso a casa.
Pasaron la tarde en la cafetería donde se conocieron, rememorando las primeras citas y las experiencias que compartieron juntos desde entonces; luego visitaron el restaurante donde festejaron el primer año de noviazgo y al salir de allí, cerca de las 10 p.m., Fran propuso visitar la heladería cercana a su hogar.
Cierran la puerta a sus espaldas y los recibe la sala en silencio y casi a oscuras. Estás a punto de encender la luz, pero la mano de Fran intercepta la tuya y niega: lo mirás sin poder evitar sentir curiosidad y cuando te empuja con delicadeza hacia la pared sonreís.
Se arrodilla y sin apartar sus ojos de los tuyos comienza a desnudarte de la cintura para abajo. Se toma su tiempo porque disfruta verte temblar cuando el deseo recorre tu cuerpo... y también porque adora encontrarte ya mojada cuando su pulgar acaricia tus pliegues con un roce casi imperceptible.
Toma tu pierna y la coloca sobre su hombro para tener más acceso a tu intimidad, dejando un rastro de besos húmedos en el interior de tu muslo. Su nariz roza tu clítoris y luego lo hacen sus labios, que se adhieren a tu piel como un imán al hierro.
-Fran...- alza ambas cejas sin separarse de tu cuerpo y succiona con fuerza-. Vamos a la cama.
Su gesto de negación te hace gemir con fuerza y tirás de su cabello. Sentís su sonrisa al tiempo que rodea tu entrada, mojando tus pliegues con tu excitación antes de introducir en tu interior uno de sus largos dedos. Ataca tu punto sensible de inmediato y sin piedad y cuando tu mano busca su apoyo él la toma.
Un pequeño objeto pesa en tu palma y apartás el rostro de tu novio de inmediato, sorprendida. Se mantiene de rodillas, su respiración golpeándote, y cuando toma el anillo y lo desliza en tu dedo anular la mirada en sus ojos es más intensa de lo que jamás habías visto.
Para la hermosa desconocida que me pidió esto, jamás te avergüences de hacer un pedido ni de lo que pidas, todo es bien recibido y acá estamos en confianza ♡ Qué bello pensar en Fran de rodillas, ya sea para actividades profanas o para proponer matrimonio(? Y acá el outfit del hadita porque amo cómo le queda :)
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