#samxlector
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imagining-supernatural · 5 years ago
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La Vida del Cazador
Me paso solo para dejaros un pequeño y adorable drabble basado en la canción My Town, de Dylan Scott. (941 palabras) Canción 7 de la Deluxe Edition
La del cazador es una vida solitaria. Sam Winchester lo sabía. Había aprendido tiempo atrás a no sentir apego por nadie. Todo lo que tenía era a su hermano y el Impala y había aprendido a aceptar que eso era todo lo que iba a tener. Vale que él no había sabido de la existencia de monstruos y criaturas que acechan en la noche hasta que fue mayor de lo que Dean era cuando lo descubrió, pero eso no significaba que Sam hubiera tenido una infancia. Nunca tuvo un hogar. Nunca echó raíces.
Y había aprendido a vivir así.
A lo mejor era más fácil así, pensaba a menudo. Sin memoria de su madre, sin nostalgia del dormitorio de su infancia. Nunca echaba de manos los días fáciles de su pasado, porque nunca los tuvo en primer lugar. Los amigos que había hecho a lo largo de la vida, tenían tendencia a morir de forma horrible.
Así es como eran las cosas.
Así era la vida del cazador.
Solitaria, fría y solitaria.
Y Sam lo había aceptado. Había tratado de salir de ella, pero era imposible. Una vez que estabas dentro, lo estabas para siempre. No había forma de escapar. Cada persona a la que habías sonreído, tenía de repente una diana pintada en la espalda.
Pero eso cambió en cuanto la conoció a ella.
La cazadora de ojos brillantes, flores en el tapizado del asiento de su VW Escarabajo, y una sonrisa asesina.
Dean la había arrinconado en su taburete para invitarla a una cerveza y una conversación y con eso había bastado. Tras un par de cazas y unas cuantas conversaciones telefónicas, abandonó el Escarabajo en favor del asiento de atrás del Impala, ya que ninguno de los Winchester cabía en su coche.
“He encontrado una caza.” Se coló en la habitación del hotel de los chicos una mañana y deslizó la tablet por la mesa. Sam y Dean recorrieron los artículos de la pantalla mientras ella seguía hablando. “Si nos vamos en diez minutos llegaremos a las ocho de la noche, que es la hora de la pausa del restaurante de Ed. La comida es para morirse. Las Mejores Hamburguesas de la Tierra, pensarás que has ido a parar al cielo.
“¿Mejores que las de ese sitio en Ozarks? Cielo, tienes que estar loca.”
Levantó la ceja hacia Dean y se puso las manos en las caderas. “No te atrevas a insultar mi ciudad, Dean. Sé de lo que estoy hablando. Ahora ve a hacer las maletas porque tengo que educarte en eso de las hamburguesas.”
Sam miró atrás por quinta vez en la última hora. Estaba acurrucada en el asiento de atrás, empapándose del escenario vacío que era el sur de Wyoming con una media sonrisa feliz en su rostro.
“Así qué, ¿creciste aquí?”
“Nacida y criada.”  Finalmente apartó la mirada de las plantas de artemisa y miró a Sam. “Solía odiarlo. Era demasiado pequeño, demasiado feo… No había nada que hacer. Me tuve que mudar fuera para darme cuenta de que no hay nada como el hogar.”
Parpadeó al mirar por el parabrisas y se movió hasta que su cabeza quedo situada entre los dos asientos de los Winchesters. “¿Veis esa salida de allí? Si la tomas y conduces unos sesenta y cinco km, verás un camino de tierra a la derecha que puedes seguir durante otros cuarenta y cinco km y llegarás a donde están los mejores senderos para recorrer con todoterrenos. Llévate a unos amigos, fuegos artificiales y nubes de azúcar y a mirar las estrellas… no habrás visto nunca una noche tan perfecta.”
Sam recordó la noche que la vio por primera vez y pensó que sería una buena contendiente.
En poco tiempo, estaba guiando a Dean por las calles que dirigían a un pequeño restaurante en las afueras de la ciudad. El parking estaba casi lleno y Sam levantó la ceja. “Creí que habías dicho que llegaríamos a la hora de la pausa.”
“Esta es la pausa, cielo. Además, el parking es bastante pequeño, así que es un poco engañoso. Podremos encontrar un asiento vacío, casi seguro. Pero querremos sentarnos en la barra.” Bajó la voz con naturalidad hasta hablar con el acento lento y arrastrado del oeste. Sam lo había notado aflorar un poco en un par de conversaciones que había mantenido con otra gente, pero nunca lo había escuchado en su pleno apogeo hasta ahora.
En cuanto entró en el pequeño edificio, una mujer mayor con un delantal se acercó hacia ellos con una amplia sonrisa. “¡Aquí esta mi pequeña y dulce Chica del Centeno!”
“Marva, ¡ha pasado una barbaridad de tiempo!”
“¿Y de quién es la culpa?” la camarera la miró fijamente, pero ella simplemente sonrió y le dio a la mujer un abrazo. “Vale, cielo, estas perdonada, pero solo si me presentas a estos dos amigos tuyos tan guapos.”
Tras las presentaciones, Marva les llevó hasta el mostrador para que se sentaran. Estuvieron allí, en el mostrador, durante horas, riéndose y hablando con todo el mundo. Literalmente todo el mundo. Las conversaciones se movían desde los taburetes del mostrador hasta los asientos de las mesas y a la cocina que había en la parte de atrás. No había conversaciones privadas. Todo el mundo parecía saber quienes eran los demás, incluida T/N. Y ella no había vivido allí en años. Y aún así, era una cara familiar.
Sam siempre pensó que la vida del cazador era una carretera larga, solitaria y llena de polvo.
Pero ella le estaba enseñando una clase diferente de carretera sucia y desolada. Una con rostros amigables, señales de stop conocidas y amor del sencillo.
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1​
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imagining-supernatural · 6 years ago
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Anormal
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1
Pedido anónimamente: Hoooola! ¿Puedes hacer uno en el que la lectora tiene poderes telequineticos pero no los usa porque tiene miedo de que Sam y Dean vayan a decirle algo o a juzgarla. Pero en una caza algo sale mal y ella se ve forzada a usar sus poderes. En lugar de enfadarse, Sam y Dean están impresionados y son comprensivos y están tan agradecidos de que la lectora sea así, que no tiene que esconderles ya nada. 
Pedido anónimamente: ¿Podrías hacer un Sammyxlectora con algo de destiel? Si no son tu ship, lo entiendo completamente. ¡Gracias amor!
Recuento de palabras: 2.442
Advertencias: Ninguna
N/A: La primera idea me recordó a un oneshot que escribí hace unas semanas, así que es un poco la “Versión de Dean” de: Veintiuno.
English Version: Abnormal
“¡Muévete, Winchester!” golpeaste la puerta de Dean a las seis de la mañana, dándote el placer perverso de despertarle. “Tenemos calles que patear y vidas que salvar.”
“Tú si que eres una calle,” Dean te contestó, lo de insultar no era lo suyo a estas horas tan tempranas. 
Sonriendo, golpeaste la puerta de nuevo. “Diez minutos. Desayunamos por el camino.” 
Dejaste a Dean a lo suyo y caminaste por el bunker. De hecho, te habías portado muy bien con Dean. Después de todo, ya llevabas levantada una hora, preparada para salir, pero le habías dejado dormir hasta que Sam volvió de comprar suministros. Entraste en la cocina y automáticamente una sonrisa cubrió tu rostro cuando viste a Sam sacando la compra de las bolsas para volver a guardarlas. Incapaz de contenerte, cruzaste la cocina y le abrazaste, poniéndote de puntillas para darle un beso en la nuca. “Buenos días.” 
“Buenos días.” Sam se giró entre tus brazos y te atrajo hacia él, dándote un beso de verdad.  “Tengo muffins y Fran me ha dicho que te diga que tienes que pasarte por allí y hacerle una visita. Creo que piensa que te tengo aquí escondida.” 
“¿Y es verdad?” Bromeaste. 
Sam sonrió pícaro, haciendo que algo en tu estomago revoloteara, y caminó hacia atrás aún abrazado a ti hasta que tu culo tocó la encimera. Pegándose a ti, se inclinó y te besó el lóbulo de la oreja. “Por supuesto que es verdad. ¿Cómo si no te iba a tener toda para mi solo?”
Giraste la cabeza y le diste un ligero beso que rápidamente se tornó en algo más apasionado. 
“Ahg,” Dean gruñó mientras se tambaleaba por la cocina en busca de café. “De verdad, sois como el principio de todas las pornos que he visto. Todo el tiempo.” 
“No todo el tiempo,” le contestaste. “Pero no te dejamos ver la parte buena.” 
“Gracias a dios por ello,” Dean miró hacia arriba y tu pusiste los ojos en blanco sabiendo exactamente lo que sentía por Dios. “¿Dónde esta mi café? Si vamos a irnos las mierda y media antes del amanecer, y voy a tener que estar a todas horas con la pareja que hace la audición con el número tres para Casa Erótica, necesito café.” 
“La jarra está donde siempre,” le respondiste, aun atrapada ente Sam y la encimera. Mirándote a los ojos, Sam sonrió travieso antes de moverse hasta colocarte con la espalda contra su pecho. 
“Hablando de pornos, ¿me pareció escuchar a Cas aquí anoche?”
Dean se enderezó como si le hubieran electrificado y tú te reíste. Dean y él eran pareja, no importaba lo que ellos dijeran. Aunque Cas casi lo había admitido un par de veces. “¿Qué? ¡No!” 
“Mn-mm,” insinuaste. “Estaba casi segura de haberle oído.” 
“No se como puedes oír nada con el sonido de tus desagradables gruñidos.” 
Si Dean pensaba que darle la vuelta a la conversación para hablar de Sam y de ti le iba a funcionar, estaba equivocado. Ningunos de los dos tenías vergüenza y por lo tanto no se os podía avergonzar. Conocías tu relación y eras dueña de ella. Dean y Cas por otro lado… era tan divertido burlarse. 
Bueno, tú lo sabías todo de tu relación. Había una cosa que Sam no sabía, pero no importaba porque nunca lo iba a saber. No ibas a ser una rarita, y desde luego no ibas a darle a los Winchesters una razón para odiarte y cazarte. 
“Mnn,” Sam fingió considerar la respuesta de Dean. “Nop. Definitivamente yo también escuché a más de dos personas la pasada noche.” 
“Será mejor que te revises el oído, Sammy,” gruñó Dean. Parecía decidido a darlos la espalda, como si así no os dierais cuenta de que se estaba sonrojando un poco. 
“Vale, Dean,” cediste por el momento. “Lo dejaremos estar. Ya nos lo dirás cuando estés preparado.”
Antes de que a Dean se le ocurriera una respuesta, Sam se movió de detrás de ti y te agarró de la mano. “Incluso nos vamos a ir a llevar la comida y la munición extra al coche, para que puedas disfrutar de tu café en paz.” 
Dean miró al reloj de la pared. “Se supone que nos tenemos que ir en tres minutos, no tenéis tiempo para uno rapidito.” 
“Me suena a reto, ¿eh Sammy?” levantaste las cejas mirando a tu novio que se rio y agarró un par de bolsas con la mano libre, empujándote fuera del bunker.
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“¿Demonios? ¿En serio?” preguntaste. “No es un poco…fácil?” 
Sam se encogió de hombros y se echó hacia atrás en la silla. “No hemos cazado demonios desde que Crowley se convirtió en el Rey del Infierno. No hemos tenido que hacerlo.” 
“¿Entonces qué? ¿estamos lidiando con demonios que han ido por libre a por la presa fácil y borracha? ¿No podemos decírselo a Crowley y dejar que él se ocupe de ellos?” sugirió Dean “Tenemos peces más gordos que pescar?” 
“Pero ya estamos aquí,” apuntaste. “Hemos conducido durante horas, así que ya puestos podríamos matar algo.” 
Sam sonrió orgulloso. “Esa es mi chica. Siempre a punto para un asesinato.” 
Hubo un sonido de aleteo y Sam y tú alzasteis la mirada para ver a Cas parado detrás de Dean. Las mejillas de Dean comenzaron a enrojecer e intentaste con toda tu fuerza mantener el semblante serio. “Hola Castiel.” 
“T/N. Sam.” Cas os hizo un gesto a los dos antes de centrarse en Dean. “Dean.” 
“Cas,” Dean le saludó con brusquedad. “¿Qué estas haciendo aquí?” 
“¿No es obvio, Dean?” preguntaste, muy muy inocentemente. “Estamos en tu habitación del hotel y son más de las diez.” 
Cas arrugó la frente como siempre hacía cuando no entendía tus bromas, pero Dean lo entendió. Lo entendió demasiado bien, a juzgar por la mirada que te dedicó. “Le he preguntado a Cas.” 
“No estáis cazando un demonio,” Cas abandonó el intento de darle sentido a tus insinuaciones. “Hay un Shōjō en la ciudad.” 
“Ah, genial,” gruñó Dean. “Justo lo que nos hacía falta.” 
“Espera. ¿Aquí?” Sam se inclinó hacia delante apoyando los codos en las rodillas y mirando a Cas. “Son japoneses. ¿No son dos de ellos en tan pocos años demasiados para América?” 
“¿Qué demonios es un Shōjō?” le interrumpiste, sintiéndote fuera de onda.
“Un espíritu del alcohol. Te puedes unir a él y obligarle a hacer lo que quieras, que generalmente suele ser matar gente. Les gusta ir a por gente borracha, porque tienes que estar borracho para verles, y les gusta jugar con su comida.” Explicó Sam. “Nos cargamos a uno en Kansas hace algún tiempo.” 
“Suena a fiesta animal.” 
“De hecho, T/N, los Shōjō suelen tomar forma humana, así que no son animales en el sentido que estás pensando,” expuso Cas. 
Incluso estando acostumbrada como lo estabas a las excentricidades de Cas, y a que lo tomara todo de forma literal, no pudiste dejar pasar la oportunidad de gastarle una broma. “Eh, Dean, explícale a tu novio que solo estaba haciendo una broma.”
Cas desvió rápidamente la mirada de ti a Dean. “Creí que no querías que lo supieran.”
Abriste la boca de golpe y apuntaste con el dedo a Dean, que se estaba poniendo mas rojo de lo que lo habías visto nunca. “¡Pillado! Lo sabía. Paga Sam. Te dije que iba a lograr que lo admitieran en menos de una semana.”
Sam ni siquiera fingió estar enfadado por perder la apuesta mientras rebuscaba en su cartera y te tendía unos billetes. “Dos días. No está mal, T/N. No está nada mal.” 
“Gracias.” Fingiste una reverencia. Ahora que finalmente habías logrado de Dean y Cas admitieran sus sentimientos, podíais continuar. “Entonces, este Shōjō… ¿Cómo lo matamos?” 
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Emborracharse siempre es una mala idea. Cuando estás borracha, las posibilidades de ocultar tu anormalidad son bastante mas reducidas de lo habitual. Y aún lo son menos si estás borracha durante una caza. Puesto tenías que estar borracha para ver a la condenada cosa esa, esperabas y rezabas para que no se te escapara accidentalmente. 
“¿Veis algo?” preguntó Sam, moviéndose por la pared hacia donde tú estabas. Él estaba sobrio, ya que alguien tenía que estar alerta. Tú habías sacado la pajita más corta. Dean y Cas estaban a cargo de mantener a la futura victima a salvo, una chica que había engañado al idiota que había convocado a esa cosa. Por qué había venido a ese estúpido almacén y cómo se las había apañado para ocultarse tanto que ni siquiera Cas podía encontrarla era un misterio para ti.
“Solo tu precioso rostro. ¿Te he dicho ya cuanto me gusta tu nariz? Es tan perfecta y—”
Sam se rio y apartó tu dedo de su rostro. “El Shōjō, T/N. Tío, se me olvidaba como te pones cuando estás borracha.”
“¿Y cómo me pongo, Sam-u-el?” pasaste los ojos por el almacén abandonado, buscando a algo muy pálido con forma humana.
“Muy cariñosa,” susurró, inclinándose hacia delante para darte un beso en la mejilla. Emitiste un ruidillo de satisfacción y luchaste contra tu cuerpo que no quería hacer nada mas que empujarle contra la pared. La mente de Sam parecía tener la misma idea porque se alejó de ti un par de pasos, tratando de mantener una distancia de seguridad entre los dos. 
Alejaste la mirada de él, tratando de concentrarte y de no dejar que el alcohol te nublara la mente y las habilidades para la caza demasiado. “¿Por qué los monstruos siempre están en sitios abandonados con poca luz? Ya son feos. Uno pensaría que al menos tratarían de encontrar la luz que les fuera mejor.”
“Tú limítate a buscar al Shōjō.”
“Vale. El Shōjō. Es un nombre muy raro—” viste un movimiento por el rabillo del ojo. “Pálido y que da miedo, ¿no?”
“¿Dónde?”
En lugar de responder, te dirigiste hacia allí, tambaleándote ligeramente. Hubo un fuerte grito, y Sam y tú os disteis la vuelta. La adrenalina te aclaró la mente y fue como si estuvieras sobria de nuevo, excepto que aun podías ver a esa cosa caminando hacia la pobre chica. Señalaste con el dedo, “¡Allí!” 
Con la espada, Sam saltó hacia delante y atacó lo que para él solo era aire.  El Shōjō saltó hacia atrás y se giró hacia Sam mirándolo.
“¡Tírate al suelo y rueda a la derecha!” ordenaste. El cuerpo de Sam reaccionó al instante al oír tu voz y se quitó de en medio justo cuando el espíritu se deslizaba en el lugar que había ocupado. La espada, sin embargo, salió disparada. Dean y Cas entraron en la habitación, pero no tuviste tiempo suficiente para advertirles antes de que el Shōjō les lanzara contra la pared y los dejara fuera de juego. Todo sucedió demasiado rápido. El Shōjō atrajo la espada, y te diste cuenta de que iba a atravesar a Sam. Ni siquiera lo pensaste.
Estiraste la mano y la detuviste a medio vuelo con la fuerza de tu mente.
Fue un instinto. Aquello que llevabas toda la vida reprimiendo y tratando de suprimir… sucedió.
La espada flotaba en el aire. Comenzó a sacudirse, atrapada entre tu fuerza telequinetica y la del Shōjō. Por el rabillo del ojo, viste a Sam abrir mucho los ojos mirando la escena y sacando la conclusión que habías temido siempre. Poderes como ese no eran normales. Pero Sam había estado en peligro y no habías podido quedarte quieta.
Con ese recuerdo, concentraste el resto de tu poder en la estantería llena de clavos oxidados que había detrás del Shōjō hasta que se le cayeron encima sorprendiéndola tanto soltó la espada. Con un simple pensamiento, la mandaste dando vueltas hacia ella, atravesándole el abdomen.
El mundo pareció haberse congelado cuando miró hacia abajo, a la herida y luego de vuelta hacia ti con una mirada de puro odio. El grito de agonía más desagradable que habías escuchado nunca salió de su boca mientras se caía hacia atrás, haciendose humo.
“¿Qué ha sido eso?” la chica preguntó, rompiendo el silencio.
“Sí, T/N,” dijo Sam con cautela. “Qué demonios ha sido eso?”
“¿Sorpresa?” hiciste una mueca y decidiste contarles la versión autorizada mejor que esperar  a que te la sacaran mediante un interrogatorio. “No se cómo ni por qué, pero aparentemente soy telequinética. Lo he sido desde que nací. No soy ni un monstruo ni un demonio ni nada parecido, hasta dónde yo sé. ¿Un humano con un cerebro ligeramente más desarrollado?”
Dean se movió, mirándote indeciso durante un momento antes de que se le iluminara la cara. “Bueno, sea lo que sea, ¡ha sido increíble!”
“¿Qué?” esperabas ira y miedo. No un cumplido.
Sam miró a Dean antes de sonreír. “Nos has salvado la vida T/N. Bueno, no estoy contento con que nos lo hayas ocultado, pero entiendo el por qué.” Se levantó del suelo y camino hacia ti, atrayéndote entre sus brazos. Aún aturdida por la aceptación que los Winchesters te estaban dando, abrazaste a Sam lentamente.
“En serio. ¿Qué. Demonios. Ha. Pasado?” Prácticamente gritó la mujer, muy inquieta.
“Oh, sí,” murmuraste, separándote un poco de los brazos de Sam. En cuando fuiste capaz de mantenerte en pie por ti misma, trastabillaste. Sam estiró el brazo y te atrajo de nuevo hacia él para que te apoyaras mientras su adrenalina se disipaba y la embriaguez reaparecía.
“Vamos al hotel a comer algo y tomar una taza de café solo,” murmuró Sam. “Dean y Cas se ocupan de la chica, ¿verdad?”
Dean asintió y ondeó la mano para que os fuerais mientras Cas gateaba hasta donde estaba Dean y con ternura le curaba el corte que se había hecho Dean cuando le lanzaron contra la pared. Tras dar un par de pasos, Sam acabó levantándote en sus brazos y tú te acurrucaste contra él. “¿Te parece bien todo lo de la telequinesis?”
“Sí. Si tú dices que no sabes por qué la tienes, a mi con eso me basta. No eres un monstruo, y ya averiguaremos más adelante que está pasando, pero estoy perfectamente bien con ello.” Sam te dejó al lado del Impala y sujetase su rostro entre tus manos. El mundo aún daba vueltas, pero era difícil no concentrarse en los ojos de Sam. “Te quiero y voy a estar a tu lado sin importar la mierda que te pueda pasar. Mi vida tampoco ha sido exactamente normal.”
Le besaste, sujetándole del pelo para hacer que el beso durara más tiempo. “Yo también te quiero, Sam. Podemos ser anormales juntos.” 
En el viaje de vuelta al hotel, Sam se rio, lo que hizo que le miraras curiosa. “Yo estoy saliendo con una telequinética y Dean esta saliendo con un ángel. Definitivamente lo normal no nos va. Para nada.”
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imagining-supernatural · 6 years ago
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Frases Para Subirte El Ánimo
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1 
He encontrado esta maravillosa página Web llena de ideas y me he inspirado
Idea: “No te preocupes, nadie espera mucho de ti.” “¿Se supone que eso es una frase para subirme el ánimo?” 
Recuento de palabras: 515
English Version: Pep Talk
“No te preocupes,” dijo Dean mientras acababas de maquillarte. “Nadie espera mucho de ti.”
Te volviste hacia la puerta del baño y le miraste fijamente. “¿Se supone que eso es una frase para subirme el ánimo?”
Dean levantó una ceja mientas miraba tu cara a medio maquillar. “Bueno, maquillada así, creo que todos esperarían incluso menos.” 
“Qué te jodan. Winchester. Sabes que aún no he terminado.” 
Murmuró algo que no escuchaste mientras volvías tu atención hacia el espejo. No podías creer que los Winchester te hubieran convencido de hacer de cebo como stripper en una de sus cazas. Si buscaras sexy en el diccionario, tu foto aparecería junto a la palabra antonimo. Sexy, no lo eras. La bolsa rosa brillante con la lencería se burlaba de ti desde la tapa cerrada del inodoro. Ibas a parecer una torpe idiota subida al escenario. 
Con suerte, el monstruo te atraparía antes de que te tocara salir. 
“¡Comida!” anunció Sam, entrando de repente en la habitación del motel. Hubo una agitación, que asumiste era Dean apresurándose a por su hamburguesa. Ya que estabas empezando a meterte en el personaje, les ignoraste y te centraste en el tutorial de YouTube sobre sexy smoky eyes. 
“Aquí tienes tu batido y las patatas.” Sam entró en el baño y dejó la comida en la encimera. La bolsa de la lencería crujió cuando la levantó para sentarse el en el asiento. “Estás guapa, T/N.” 
“¿Has oído eso, Dean? Así es como se le habla a una mujer que se prepara para salir esa noche,” gritaste hacia la habitación, recibiendo solo un gruñido de vuelta mientras el devoraba la hamburguesa. Ladeaste la cabeza hacia Sam y luego te inclinaste para mirarte al espejo tratando de hacer que ambos ojos parecieran maquillados igual. “Y gracias, Sam. Esta mierda es difícil de hacer. ¿Cómo lo hace la gente todos los días? En serio, puntos para la gente que consigue hacer que la raya de los ojos le salga bien todos los días.”
Se rio. “Puntos para ti por aceptar hacer esto.” 
“Dean y tú me habéis convencido a la fuerza y lo sabes.”
“¿Y nos culpas?” Miró dentro de la bolsa y una sonrisa de medio lado apareció en su rostro. “Yo no puedo esperar a verte con esto puesto. Y estoy bastante seguro de que Dean está en el mismo barco.”
Poniendo los ojos en blanco con cuidado, le diste los últimos retoques a la sombra de ojos y el colorete. “Estas tan lleno de mierda.”
“Y tú estás tan ciega.” Mientras empezabas a cerrar las cajas del maquillaje, Sam se levantó para ponerse detrás de ti. Retiró con cuidado el pelo de tus hombros y te puso las manos en el cuello. Tus movimientos se ralentizaron mientas buscabas sus ojos en el espejo. “T/N, cualquier chico, qué demonios, cualquier chica también, tendría mucha suerte de ser quien te arruinara el maquillaje que te acabas de poner.
Y guiñándote el ojo, te dejó sola en el baño. Cogiste aliento, temblando un poco y murmuraste. “Eso si que es una frase para subirme el ánimo.” 
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imagining-supernatural · 6 years ago
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Lo Estoy Deseando
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1
Sumario: Tu amigo de la universidad, te sorprende con una visita mientras está en la cuidad. 
Recuento De Palabras: 1.841
Advertencias: ¡Ninguna! 
N/A: Empecé a escribir esto una semana después de crear este blog (antes había escrito Just Leave), pero no podía meterme en la mente de Sam ya que era 100% Dean!Girl por aquel entonces, pero pensé que estaría bien superar el bloqueo de As It Seem acabando este. Así que, ¡espero que disfrutéis este oneshot de Sam! ¡Y espero que mi musa vuelva de sus vacaciones pronto!
English Version: Looking Forward To It
“Vamos a ensayarlo de nuevo,” dijiste en cuanto los cinco minutos de descanso que os estáis tomando pasaron. Sorprendentemente, nadie protestó. Habíais estado ensayando como una esclavos todo el día y ninguno de tus compañeros de baile parecía estar a punto de desmayarse del cansancio. 
Todo el mundo se puso en su puesto y apretaste el botón de play. En cuanto la guitarra sonó con las primeras notas de Ellie Goulding’s On My Mind, los quince empezasteis a moveros. Habías coreografiado todo el baile y estabas orgullosa de la complejidad de los movimientos. Cada bailarín interactuaba con todos los demás en algún punto de la canción. Los simples movimientos en los que habías basado el baile tomaban vida con cada sonido, y la libertad artística que les habías dado para que cada uno añadiera su propio sabor, hacía que los bailarines se movieran en un lio de estilos y cuerpos, pero había ciertas partes de la canción en las que de repente todo el mundo se movía de forma simultanea, para separarse después al ritmo de otro sonido. 
Tres minutos y medio después, la música terminó y todo el mundo sonreía de oreja a oreja. Sabían que había sido el mejor ensayo hasta el momento. 
“Vale chicos, ya os podéis ir. Estamos totalmente preparados para este fin de semana,” anunciaste. A pesar del buen humor y del entusiasmo que les producía el baile, se relajaron inmediatamente y comenzaron a salir por la puerta. Te giraste para ir a por el agua, pero te detuviste al ver un rostro conocido de pie en la puerta, mirándote. “¿Sam?”
“T/N,” Sam sonrió y se acercó a ti para darte un abrazo.
Te retorciste entre sus brazos. “Sam, estoy toda sudada.” 
Soltó una carcajada. “¿Y? No te he visto desde, ¿Cuánto tiempo ha pasado?”
“¿Seis años? ¿Siete? ¿Qué fue de tu vida cuando te fuiste?” 
Sam se inclinó y agarró tu bolsa donde estaban tus zapatos de calle y te los pasó. Sonreíste al vérselo hacer. Hacía tiempo, cuando estabais en Stanford los dos, te habías hecho amiga de ese gigantón. Jess había sido una de tus mejores amigas, y de hecho fuiste tú quien los presentó. 
Después el fuego mató a Jess, y Sam desapareció en combate. No podías culparle. Tú también habías querido desaparecer, pero en cambio te volcaste en el baile y te graduaste la primera de la clase. En pocos años, te las apañaste para hacerte camino entre las más prestigiosas compañías de baile del país. Una vez logrado eso, te diste cuenta de que estabas empezando a aburrirte, así que lo dejaste y creaste tu propia compañía de baile para competir por todo el país.
“He estado trabajando con mi hermano. ¿Y tú? Aún bailando, según veo.” 
“No creo que pudiera dejarlo aunque quisiera,” te reíste y te pusiste rápidamente los zapatos para salir a la calle y un chándal. 
Sam salió delante te ti y miró la calle donde un precioso coche negro estaba aparcado. Se paró bajo la sombra de un árbol. “Bueno, mi hermano y yo vamos a estar en la ciudad durante un par de días. ¿Te apetece que quedemos para tomar algo?” 
“Tengo una competición este fin de semana así que—”
“Entonces, ¿un café?” cambió su oferta, sabiendo que no beberías alcohol antes de una competición, aunque tampoco es que tú bebieras mucho. 
Una pequeña sonrisa iluminó tu cara. “Claro. Me encantaría.” 
“¡Genial! Entonces…” se interrumpió, aparentemente sin saber que más decir. 
“Oh, bueno, supongo que mejor te doy mi nuevo numero.” Te apresuraste a encontrar tu teléfono en el bolso e intercambiasteis los teléfonos. Hicisteis planes para encontraros al día siguiente antes de iros cada uno por su lado.
Mientras te alejabas, la culpa tiñó tu alegría. Estabas encantada de encontrarte con Sam. Pero te sentías culpable por estar tan feliz de esa casi-cita. Parecía estar mal de alguna manera, ya que él solía salir con Jess quien solía ser tu mejor amiga. No querías meterte en su territorio y empañar los recuerdos de su relación, pero te gustaba Sam ya antes de que conociera a Jess. 
Sin embargo, tus sentimientos no habían significado nada después de que ellos dos se conocieran. Prácticamente eran una pareja forjada en el cielo. 
Aún así, la culpa no te impidió pasar más tiempo del normal maquillándote al día siguiente. Llegaste al restaurante unos minutos antes y esperaste fuera, disfrutando del sol a que llegara Sam. Cerraste los ojos y te inclinaste sobre el templado cristal de la ventana. No tenías mucho tiempo para relajarte ya. O bien estabas en el estudio de baile, o en el despacho de tu apartamento. Dirigir tu propia compañía de baile y llevarla a competiciones ocupaba mucho más tiempo del que te hubieras imaginado. 
Unos pasos acercándose te hicieron abrir los ojos y sonreíste inmediatamente cuando viste a Sam caminando hacia allí. A penas habías notado al otro hombre que caminaba a su lado mientas te acercabas y le dabas a Sam un abrazo de vedad, ahora que ya no estabas sudada. “Eh, Sam.” 
“T/N.” Sam dio un paso atrás, pero mantuvo la mano en tu espalda. “Este es mi hermano Dean.” 
Sus alarmantes ojos verdes fue lo primero que viste, y después notaste el resto. “Encantado de conocerte, Dean.” Y volviéndote hacia Sam, le susurraste, “Tu familia tiene muy buenos genes.” 
Sam puso los ojos en blanco y te empujó hacia la puerta. Elegisteis una mesa y os sentasteis, Dean en un lado y Sam y tú en el otro. Dean apoyó los codos en la mesa y se inclinó hacia delante. “Entonces, ¿De que os conocéis?” 
“Ella me arrolló” dijo Sam sin darle importancia. 
Le diste un golpe en el brazo con la mano. “¡No lo hice!” te volviste a mirar a Dean. “Llegaba tarde a clase un día y literalmente me choque con Sam porque estaba merodeando en la esquina como un rarito.” 
“Estaba mirando el mapa, no merodeando,” Sam protestó. 
Te giraste en el asiento hasta que estuviste mirándole de frente. Levantando una ceja, te reíste. “¿Y no puedes hacer varias cosas a la vez? Estabas merodeando y mirando al mapa a la vez.” 
La camarera se acercó y apuntó vuestra comida. Sam sonrió ante tu ya conocido ensalada y “tantas patatas como puedas poner en un plato.” Él y Jess solían tomarte el pelo por tu gusto contradictorio con los alimentos. Aunque en realidad, eran solo las patatas. Comías sano casi todo el tiempo, pero si un sitio tenía patatas, estabas perdida. Tu autocontrol se iba por la ventana. Hasta la vista, baby.
“¿Qué has estado haciendo además de bailar? Preguntó Sam. 
Y tú te reíste. “Crees que tengo vida social o algún pasatiempo? Creo que fui a un parque de atracciones hace como ¿un año? Alguien de mi equipo de bailarines me llevó de senderismo hace como un mes. Y eso es todo.”
“Pues habrá que hace algo para arreglarlo mientras yo esté aquí.” 
¿Te acababa de pedir una cita? Miraste a su hermano, pero notaste solo le estaba prestando atención a la camarera que estaba haciendo las rondas. Así que no tendrías ayuda para descifrar las palabras de Sam. 
Le respondiste el conocido, “Sí. Suena bien.” 
“¿Y qué—estaba a punto de preguntar que es lo que se puede hacer por aquí pero supongo que no lo sabes, ¿eh?” Los ojos de Dean centelleaban. Palabra de honor que centelleaban. Una chispa que parecía haber cortocircuitado tu cerebro. Pero decidiste que le podrías echar la culpa a estar teniendo una interacción social tras años sin salir del estudio de baile. 
Sí. 
Eso es lo que era. 
“He oído decir a la gente que hay buenas zonas para hacer senderismo y piscinas naturales, pero no tengo ni idea de por donde empezar a buscar. Y además está la bolera y los bares habituales "
La camarera volvió con vuestra comida y visteis como Dean flirteaba con ella durante le breve momento que estuvo en vuestra mesa. Después viste alucinada como se volcaba en la hamburguesa como si no hubiera comido en días.
“Entonces, eh,” Sam hizo que volvieras a prestarle atención olvidando el romance que Dean estaba teniendo con su comida. “Preguntaré para ver si hay algo divertido que podamos hacer los dos. ¿Qué te parece?”
Los dos solos. Lo que parecía era una cita en toda regla.
“Genial. Suena genial. Tengo una competición el sábado por la mañana, pero estaré libre como a las dos.”
Dean os interrumpió, con la boca aún llega de hamburguesa. Señaló con el dedo tu plato a rebosar de patatas fritas. “¿Te las vas a comer?”
Como si fueras el enanito al otro lado del arcoíris protegiendo tus monedas de oro, te acercaste el plato e hiciste un escudo con tu brazo. “No te atrevas a comerte mi comida, tío.”
Levantó las manos en gesto de rendirse y os miró a Sam y a ti con una sonrisa divertida. “Lo siento.  No sabía que te tomabas tan en serio tus patatas.”
“Si hay patatas de por medio, T/N mataría a un hombre.” Sam comenzó a reírse. “Recuerdo esa vez que Gerald trató de comerse un poco de tu puré y le apuñalaste, literalmente, le clavaste el cuchillo. En plan, el cuchillo saliendo de su mano. Aprendió la lección por las malas.”
Durante un segundo, te sentiste algo avergonzada al recordarlo, pero luego te diste cuenta. Este era Sam. Tu amigo de la universidad. Vale que no le habías visto durante lo que parecía una eternidad, y casi erais desconocidos de nuevo, pero aún era tu amigo. Y, qué demonios, su hermano estaba hablando con la boca llena. No había nada de lo que avergonzarse allí.
“Tiene suerte de que no tenga un cuchillo a mano.”
Sam y tú pasasteis el resto de la comida recordando los viejos y buenos tiempos, y Dean os contó alguna historia de las suyas. Antes de que te dieras cuenta, había pasado ya la hora en la que debías estar de vuelta en el estudio. Salisteis a la soleada tarde y Dean se dirigió directamente al coche, pero Sam y tú os quedasteis un momento en la acera, alargando un poco más ese momento.
“Bueno, trataré de ir a tu competición el sábado, y prometo no llevar a Dean. Probablemente colaría una corneta o uno de esos estúpidos dedos enormes de gomaespuma o algo del estilo.” Soltó una carcajada y tú le respondiste con una sonrisa. Dean parecía un tío interesante. “Y ya te cuento lo que haremos luego, ¿vale?”
“Más te vale. Ya lo estoy deseando.”
Os mirasteis fijamente a los ojos sonriendo durante unos segundos hasta que él se aclaró la garganta y miró alrededor. “Bueno, yo, eh, más vale que me vaya yendo ya. Te veré el sábado.”
“Cuento con ello. Adiós, Sam.”
Le miraste mientras se alejaba, aprovechando que te daba la espalda para echarle un buen vistazo. La forma confiada de caminar, y esos hombros tan anchos hicieron que tu imaginación comenzara a dispararse.
Desde luego que lo estabas deseando.
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imagining-supernatural · 6 years ago
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Dewey Decimal System
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1​
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Sumario: Un desconocido muy atractivo se ofrece a invitarte a una tú muy incómoda una copa, y todo es muy tierno. (1094 palabras) 
English Version: Dewey Decimal System
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“Eh, tienes pinta de que te gustaría estar en cualquier parte antes que aquí,” una voz a tu lado te llamó la atención mientras estabas haciendo dibujitos en la condensación del cristal de tu copa. Miraste, preparada para decirle a quien fuera un que te den, pero entonces viste quien estaba hablando y… bueno… tu “que te den” murió en tu garganta y fue reemplazado por un “dámelo todo.” 
Los ojos marrones más increíbles te estaban mirando en la luz tenue del bar y hubieras matado por poder apartarle el pelo suave como de ángel que le tapaba los ojos. Te costó un momento encontrar palabras. “Yo, eh, yo… sí.” 
Muy bonito. Pero, eh, al menos no habías dijo eso de “dámelo todo” en alto, y eso ya era algo, ¿no?
Este completo extraño te miraba divertido con las cejas levantadas y sacudiste la cabeza, tratando de aclararte mientras tomabas otro trago a tu vodka con agua. Ese breve descanso era todo lo que necesitaba para volver a ser tu misma. 
Al menos, eso esperabas. 
“Lo siento,” murmuraste, segura de que tus mejillas estaban coloradas. De alguna forma, te las apañaste para reunir el suficiente coraje para mirarle de nuevo. “Lo siento, he tenido una larga semana llena de exámenes y mi amigo me a arrastrado hasta aquí, pero después se ha enrollado ese tío de allí, así que el lugar de mirar como se besuquean toda la noche, me he venido a la barra. Ha tenido un mes muy duro y esta noche yo soy la amiga responsable que se tiene que asegurar que no haga algo enormemente estúpido y no tengo ni idea de por qué te estoy contando todo esto. Pero parece que no puedo parar.”
Otro trago. Eso haría que te callaras, al menos de momento. El Dios Griego que era ese extraño se sentó en el taburete que había al lado del tuyo y te acabaste la copa rápidamente, sabiendo que ibas a necesitar más coraje liquido si no querías acabar avergonzada por tu completa y total falta de habilidades sociales y educación. 
“Parece que me lo has contado todo menos tu nombre.” 
“T/N,” cierto. Presentaciones. Esas generalmente se daban antes de dejar que los demás supieran cosas profundas de la vida de alguien. 
“Sam. Encantada de conocerte, T/N.” Como si su voz no fuera lo suficientemente adictiva, tenía que ir y pronunciar tu nombre. Joder. “¿Puedo invitarte a una copa, T/N?”
Esto tenía que ser un sueño, ¿no? Los chicos nunca se acercaban a ti para invitarte a algo. ¿A tus amigos? Claro. ¿A tu hermana pequeña cuando venia de visita? Sí. ¿Pero a ti? Nunca. “Yo, eh, claro. Sí.” 
“¡Conner!” Sam llamó al camarero. 
Sonrió y se acercó, poniéndose el trapo de limpiar sobre el hombro. “¡Sam!” tío, ha pasado tiempo desde la ultima vez. ¿Finalmente has decidido salir a respirar?” 
“En la biblioteca no hay alcohol,” Sam sonrió. “Tomaré lo de siempre y lo que sea que T/N quiera.”
Te gustó que no intentara pedir por ti. Por supuesto tu cerebro estaba medio cortocircuitado, así que realmente no podías pensar en ninguna otra similitud entre Sam y los chicos de tus escasas citas. Pero estabas segura de que una vez que llegaras a casa, se te ocurrirían un montón de comparaciones y Sam saldría bien de todas ellas. 
Y eso que acababas de conocerle. 
“Eh, un *old fashioned, please.”
“Un clásico. Me gustas, T/N.” Conner te guiñó un ojo y te apuntó con un dedo antes de comenzar a preparar las bebidas. En nada de tiempo, puso un vaso delante de ti. “Me gustarías más si lograras mantener a este chico más de tres horas fuera de la biblioteca.” 
Biblioteca. Eso podías hacerlo. Hablar de bibliotecas. Cosas de empollones. Tú prácticamente vivías en una biblioteca también. Era terreno común. Llevarte a Don Tío Bueno a tu terreno sería menos incómodo. Vale. Menos incómodo. Tú. Ja. Menuda broma. 
“Ratón de biblioteca, ¿eh?” preguntaste, orgullosa de que tu voz sonara norma. Casi como si estuvierais conversando. “¿Cuál es tu dirección? Yo vivo en los 540.” 
“¿540?” frunció el entrecejo y entraste en pánico. ¿A lo mejor sonabas demasiado empollona? La mayoría de la gente no pasaba el tiempo memorizando el Sistema de Clasificación Decimal Dewey cuando era joven. Era raro. ¿Verdad? Pero entonces se le ilumino el rostro y una brillante sonrisa apareció en sus labios y te dejó sin aliento. “¡Oh! No sé que hay en el 540, pero a mi me puedes encontrar en el 340 casi siempre.” 
“Un futuro abogado. Impresionante.” 
Y después hizo eso tan adorable de poner una pequeña pero genuina sonrisa en la cara, mirar hacia abajo, a la mesa y soltar una pequeña carcajada. Y con eso te bastó. Tenías que conocer a ese hombre. Y tú nunca tenías prisa por acelerar una relación o una amistad. No eras… cómo decirlo… alguien con don de gentes. 
“Probablemente no tan impresionante de lo que sea que haya en la sección 540,” dijo Sam, mirándote a los ojos de nuevo. 
Alcohol. Diste un sorbo a tu old fashioned, esperando que te ayudara a que tus nervios y tus neuronas hiperactivas se relajaran. “Química.” 
“540 es química, ¿eh?” Ladeó la cabeza y te miró con una sonrisa que empezaba a aparecer en tus labios. “Y dónde irías para encontrar un libro sobre como pedirle a una preciosa mujer una cita?” 
Y eso fue como hidruro de sodio mezclado con agua en tu cerebro, lo hizo explotar, porque estabas bastante seguro de que acababa de pedirte una cita y aunque tu vida estuviera en juego no sabrías qué contestarle a un tipo súper sexy que te acaba de pedir una cita después de invitarte a una bebida y que además parecía un tipo realmente agradable y ¿qué haces con eso? ¿cómo reaccionas? Todo el tiempo que habías pasado en el laboratorio de química no te había preparado para esa parte de tu vida.
“Eh, probablemente en los 300, 302, 304. Esos son los que tratan sobre la interacción social y el comportamiento y demás… cosas.”
¿Cosas?
En serio, T/N.
Le diste otro sorbo a tu old fashioned y mentalmente te echaste la bronca.  ¿Por qué no habías aprendido como flirtear? Tu mejor amigo estaba allí en el otro lado del bar con la lengua en la garganta de algún tío y allí estabas tú, enseñándole a algún futuro abogado el Sistema de Clasificación Decimal Dewey.
¿Qué demonios pasaba contigo?
Pero Sam se rio y se inclinó hacia delante. “¿T/N?”
“Sí?”
“¿Quieres quedar conmigo el viernes?”
* Old fashioned es un coctel preparado generalmente con whiskey o bourbon, angostura amarga y azúcar. Se le añade además una rodaja de naranja. Se sirve en el clásico vaso bajo de whisky que lleva el nombre de esta copa.
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imagining-supernatural · 6 years ago
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She’s A Beauty, Such A Cutie - Spanish
Sírvete tú mismo un drabble basado en la canción Can´t Take Her Anywhere by Dylan Scott (377 palabras) Canción 10 del disco Deluxe Edition
¿Alguna vez habéis visto a alguien de quien no sabéis nada, excepto que la razón más importante de su existencia es traer un rayo de sol a un mundo que se oscurece cada vez más?
Esa es mi chica. T/N. 
Nunca has visto a nadie tan preciosa y divertida y condenadamente perfecta como lo es ella. 
Puede que pienses que no estoy siendo objetivo. Supongo que no lo soy. Estoy perdidamente enamorado de ella, después de todo. Así que eso me hace perder un poco de objetividad. Pero también es un hecho que no me lo estoy inventando. No soy la única persona que la ve así. 
Allá donde vaya, ella es el centro de atención. No lo hace a propósito. Ella ni siquiera se da cuenta. Pero en cuanto vamos a algún sitio, la gente se siente atraída por ella. Quieren conocerla. Ven su sonrisa y se convierten en adictos al instante. Si alguna vez la dejo sola en un bar, aunque sea para ir a por otra bebida, cuando vuelvo hay algún tío probando suerte y esperando obtener su numero de teléfono. 
Así que, ya veis, no me lo estoy inventando. Ella es especial. Todo el mundo se da cuenta. 
Y yo soy el afortunado con el que se va a casa cada noche. Es en mi regazo en el que se sienta después de destrozarle el corazón a algún bastardo en el bar. Es mi mano la que encaja perfectamente en la suya cuando caminamos por el paseo marítimo. Y son mis labios los afortunados que conocen cada centímetro de su cuerpo. 
Así que no puedo culpar a nadie que trate de colarse en su vida. Qué demonios, yo he sido uno de ellos. Yo he sido el alma atrapada en el bar, cegada por sus focos. Y ahora no puedo ir con ella a ningún sitio sin que todos nos miren.  No me molesta. A lo mejor si ella me demostrara de alguna forma que no me quiere, me importarían los tíos que la miran el culo cuando se aleja. Pero ella es mía y no tengo ninguna duda de ello. 
Así que deja que los tíos en el bar hinchen el pecho y hagan relucir sus caros relojes. Déjales flirtear y tratar de captar su atención.  Déjales intentarlo. 
Porque al final del día, es micama la que su brillante sonrisa calienta. 
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imagining-supernatural · 7 years ago
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Lo Que Te Mantiene Despierto
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1
Sumario: Después de que Sam le hable a Rowena sobre su trauma con Lucifer, Rowena reaciona dirigiendo a la lectora hacia Sam para ver si puede ayudarle a pasar las noches de insomnio. (Coda al 13X12)
Recuento de palabras: 2.237
Advertencias: Canon del PTSD
English Version: What Keeps You Up
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Vale, no es que sea realmente amiga de Rowena. Pero tampoco es que me disguste. Es buena en lo que hace. Se ha convertido en una buena aliada un par de veces. Los Winchesters la toleran, pero yo como que estoy deseando trabajar con ella cada pocos meses, cuando el viento sopla por su lado.
Cuando murió, estuve triste, pero no devastada. Y cuando volvió a la vida, estaba contenta, pero no extasiada. Es como ese compañero de trabajo con el que no odias trabajar, porque siempre saca adelante lo suyo, pero nunca llega a ser tu amigo, y un día uno de los dos se despide del trabajo y no os veis a menudo, hasta que una noche, un par de meses después, te encuentras con él en un bar. Os tomáis unas copas juntos, cotorreáis a cerca del trabajo, y cuando la conversación se acaba, cada uno se va por su camino porque no tenéis nada más en común.
Así es como somos Rowena y yo.
Por supuesto, cuando volvió a nuestras vidas justo después de que Dean supuestamente se enamorara y le entregara el Black Grimoire a su alma gemela, supe que ella nos iba a joder al menos un poco. Así que no fue una gran sorpresa. Lo que fue una sorpresa es que estuviera dispuesta a renunciar al Black Grimoire para dárselo a Sam y hacerlo sin fanfarrias.
Bueno, hasta que más tarde Dean descubriera la página que faltaba del libro.
¿Aun así, una sola página? No era demasiado malo, teniendo en cuenta que nos estaba jodiendo Rowena.
“Dean, no tenemos un plan. No sabemos qué hacer, así-así que… ¿cómo?” insistió Sam.
“No lo sé,” dijo Sam. “Pero lo conseguiremos. Los tres.”
Sam asintió, pero me daba cuenta de que era sólo un movimiento. No se lo creía. Su voz y su postura desesperanzada coincidían cuando se separó del mostrador y se alejó. “Sí.”
Me dolía el corazón sólo con escuchar lo desesperanzado que se sentía Sam. Esta caza había traído de vuelta algo muy oscuro dentro de él, y yo no sabía lo que era o cómo ayudarle, o si ni siquiera si era asunto mío.
Veras, Sam y yo… como que teníamos algo. Algo que iba y venía, pero nunca se hacía oficial. Cuando piensas en una relación errática, supongo que tu mente siempre piensa en Dean. Él es más del tipo de mantener algo casual. Eso es lo que yo pensaba cuando empecé a cazar con ellos. Asumí que Sam sería más bien directo en las relaciones. Pero supongo que no.
No me importaba. En absoluto.
Sin embargo, cuando se trataba de cosas como esta… no estaba segura de si preguntarle si necesitaba ayuda con lo que fuera por lo que estuviera pasando era algo que un amigo haría. ¿A lo mejor era más de territorio novia? Porque yo era su amiga, eso seguro. Pero no sabía si era su novia.
Y Dean no estaba pillando los pequeños detalles que yo estaba viendo, así que él no iba a empezar a indagar en la cabeza de Sam.
¿Pero que podía hacer yo? No sabía cómo empezar esa conversación con Sam. No tenía ni la más ligera idea de lo que estaba preocupándole. Sí, aquello con Jack y Mary que había contado, por supuesto que le estaba preocupando.
Pero tenía que haber algo más. Algo por lo que yo no podía simplemente acercarme y decirle, “Eh, Sammy. ¿Por qué estás tan decaído?”
Nadie responde bien a ser expuesto de esa forma.
Así que me dirigí a mi habitación para pasar la noche. Estaba casi preparada para meterme en la cama cuando mi teléfono sonó y un número desconocido asomó en mi pantalla. “¿Hola?”
“T/N,” la voz de Rowena me trajo a la mente un montón de preguntas. ¿Qué había ocurrido entre Sam y ella en el coche, cuando Dean y yo nos fuimos a interrogar a la cajera? ¿qué hechizo había necesitado del Black Grimoire? ¿Por qué Sam estaba de repente portándose tan bien con ella?
Pero no le hice ninguna de las preguntas.
“¿Esperas que te de las gracias por salvarnos la vida?”
“En absoluto. Pero he pensado que debería llamarte y hacerte saber que puede que quieras preguntarle a Sam que le mantiene despierto por la noche.”
“¿Por qué?”
Sonó un gran suspiro al otro lado de la línea. “Querida, confía en mí esta vez. Sam me ha ayudado, y esta es mi forma de devolverle el favor. Ahora estamos en paz.”
Colgó y yo me quedé mirando al teléfono. ¿Qué mantenía a Sam despierto por las noches? Éramos cazadores. Había millones de pesadillas encerradas en nuestras cabezas. ¿Y que sabía Rowena sobre lo que mantenía a Sam despierto por la noche?
Tal vez esto era todo lo que necesitaba para que comenzara a hablar sobre lo que fuera que estuviera revolviendo esos pensamientos oscuros en su mente. Era posible que Rowena me hubiera dado la información que necesitaba para hacer que se abriera a mí. O a lo mejor sólo estaba confundiéndome, pero estaba demasiado preocupada por Sam como para no aprovechar la oportunidad.
Así que agarré la manta grande y esponjosa que siempre me hacía sentir cálida y a salvo y me dirigí por el pasillo hacia la habitación de Sam. Tres golpecitos anunciaron mi presencia y la voz suave de Sam me dio permiso para entrar. Pero no entré hasta dentro. No aún. No estaba segura de esta conversación, así que me detuve cerca de la puerta.
“¿Qué pasa?” Sam pareció darse cuenta de mi aprensión, y esto despertó su curiosidad.
“Yo, eh…” No quería que Dean nos escuchara, así que eché un vistazo al pasillo para asegurarme de que no andaba por allí antes de cerrar la puerta y dar un paso hacia adentro. Ahora Sam definitivamente sentía curiosidad.
Ladeó la cabeza. “¿T/N?”
“Me ha llamado Rowena.” Asintió con cautela, pero no dijo nada más. Así que cogí aire y continué. “Me ha dicho que debería preguntarte que es lo que te mantiene despierto por las noches?”
Los preciosos ojos de Sam se hicieron más grandes antes de que soltara un bufido y apartara la mirada. “Por supuesto que te lo ha dicho.”
Era una mala idea. No era cosa mía. Si Sam quería hablar de esto, iría a hablar con Dean. No con su amiga con la que de vez en cuando se acostaba. Había cruzado una línea y era tiempo de volverme a mi lugar.
Di un paso atrás en dirección a la puerta. “De hecho, olvídalo. No es cosa mía. Lo que hayas hablado con ella es privado y no debería haber compartido nada conmigo. Lo siento, es solo que—“
“T/N, espera.” Se estaba pasando la mano por el pelo y evitando mirarme. Una señal segura de que estaba pensando en algo que le hacía sentir incómodo. “¿Por qué te ha llamado?”
“No lo sé. Me dijo que tú la habías ayudado, y que era el momento de que ella te devolviera el favor. Pero no es asunto suyo, y no es asunto mío y siento haberlo mencionado, y me voy a ir.”
Ya casi había girado el picaporte cuando Sam habló en voz baja. “Lucifer.”
“¿Qué?”
Me giré y miré a Sam a los ojos. “Rowena te dijo que me preguntaras que me mantenía despierto por la noche, ¿verdad? Lucifer.”
Habían pasado ocho años desde que había estado en la Jaula con Lucifer. Ocho años. Solté el picaporte y di un paso hacia la cama. Esto era algo muy fuerte. No estaba segura de cómo manejarlo, para ser honesta. Tenía una broma para aligerar la tensión en la punta de la lengua, pero sabía que no era el momento.
“¿Has hablado con Rowena de esto?” ni siquiera le gustaba Rowena.
Sam se echó hacia atrás en la cama, una invitación silenciosa para que me uniera a él. En cuanto me instalé, agarró mi manta y la colocó cubriendo nuestros hombros, rodeándome con un brazo. “Sí, cuando lucifer la mató, él… le mostro su rostro. Su verdadero rostro. Ella tenía miedo, T/N.”
“Y tú también lo tienes.” ¿Cómo había tardado tanto tiempo en darme cuenta? Cuando estábamos cazando a Lucifer, unos meses antes, ¿Cómo no había visto que Sam tenía miedo? “Pero no has dicho nada.”
Se encogió de hombros y sus labios se tensaron. “Sí, bueno. Simplemente seguimos adelante. Tenemos que hacerlo.”
Y cuando pienso en cuál de los Winchesters pasaría ocho años suprimiendo un miedo tan oscuro, mi mente salta a Dean. Pero Sam me estaba enseñando que en realidad no soy nada buena juzgando a las personas.
“No esta noche,” susurré. El me miró con gesto confundido, así que lo elaboré un poco más. “No vamos a seguir adelante esta noche. Nos vamos a parar. No vamos a pensar en el mañana. Y si quieres hablar de ello, estoy aquí. Y si no, aun así estoy aquí.”
Soltó un largo suspiro y parte de la tensión de su cuerpo escapó con él. “Gracias, T/N,”
Hubo un momento en el que ninguno de los dos hablamos, así que me imaginé que probablemente Sam no estaba aún preparado para abrirse y contármelo todo. Estaba bien. Me estiré lo justo para agarrar su portátil de la mesilla de noche antes de volver a descansar entre sus brazos. “Me estoy muriendo por saber si averiguamos quien mató a Lila.”
 Mientras navegaba por su portátil, Sam permaneció callado. Entré en Netflix y pulsé en Como Defender A Un Asesino, la serie que estábamos actualmente viendo juntos. Había descubierto que era mucho más divertido ver Netflix con Sam que cualquier otra cosa a solas. Honestamente, hacer cosas con Sam era siempre mucho más divertido que hacerlo a solas. Cocinar, conducir, cazar, ver series, limpiar…
Tres episodios después, Sam finalmente habló. “Ha empeorado desde que salió de la Jaula.”
El ruido de fondo siempre me ha ayudado a abrirme y contar cosas, así que implemente bajé el volumen del portátil antes que pausar el episodio. Siempre podíamos volver a ver este episodio más tarde. No estaba segura de si podría lograr que Sam me hablara de su lucha con el Desorden Postraumático inducido por Lucifer más tarde.
“Supongo que es de esperar.” Imité su suspiro.
“Sí.” Y más silencio. Si ya había acabado de hablar por esa noche, podría el mismo subir de nuevo el volumen del portátil. Pero no yo iba a cerrar esa puerta. Le estaba dando a Sam todo el control esa noche. Dejando que el llevara el paso, el tono y toda la conversación.
“¿Tienes… tienes pesadillas de cosas que ocurrieron de verdad, o de otras cosas?” Vale, a lo mejor no iba a darle todo el control. Pero lo peor que podía pasar con mi insistencia es que se cerrara aún más. Lo mejor que podía hacer era darle una dirección desde la que empezara a hablar.
“Ambas. Eh, es, eh… ambas.” Sam se aclaró la garganta y bajó el volumen un poco más. “Es que… sé de lo que es capaz. Dean y tú y todos los demás… sólo os lo imagináis. Y ni siquiera ha alcanzado una fracción de todo lo que es capaz.
“¿Qué quieres decir?”
Tensó los brazos sobre mis hombros. Yo le pase el mío por la cintura, esperando poderle ofrecer algo de confort mientras decía en voz alta de las cosas que mantenía ocultas.
“Lucifer no ha, realmente… no ha dejado ver sus verdaderos colores. Podría fácilmente convertirse en el peor monstruo al que nos hemos enfrentado, pero se está conteniendo.”
Justo como Sam lo estaba haciendo ahora. Vale, estaba finalmente hablando, pero sabía que no me lo iba a contar todo. No ahora. No aún, al menos. “Y si trata de llegar a lo más profundo de su interior…”
Sam hablaba acortando las palabras. “No sabemos cómo matarle.”
Esa era la cruz de la cuestión. Sam no podía superar al monstruo al que no podía matar. ¿Cómo empiezas a recuperarte de la tortura infligida por alguien sabiendo que va a estar siempre allí? ¿Aivo? ¿Siempre ahí fuera, en un sitio u otro?
¿Y qué podía yo decir ante eso? No tenía ni idea de por lo que él estaba pasando.
Así que, en lugar de decir algo que probablemente sería erróneo, le abracé con más fuerza por la cintura y giré la cabeza para besarle el cuello, justo por encima de donde se notaba su pulso. “Lo siento mucho, Sam.”
Sus fuertes manos se cerraron en mi cintura y tiró de mi hasta que acabé sentada en su regazo, con las rodillas sobre el colchón a ambos lados de su cintura. Después me rodeó con los brazos con fuerza, clavándome los dedos y manteniéndome cerca. Su pelo era increíblemente suave entre mis dedos mientras le acariciaba la cabeza que tenía apoyada en mi hombro, esperando que la penumbra y mi olor ya familiar le calmaran, como constantemente él me calmaba a mí.
“Es más fácil contigo,” murmuró, su aliento rozando mi piel.
“Estoy aquí,” susurré. Dios, no tenía ni idea de lo que realmente quería decir con eso. Pero esperaba no estropearlo con mis siguientes palabras. “Siempre estoy aquí, Sam. Soy tuya. Toda tuya.”
Levantó la cabeza de donde la tenía apoyada en mi hombro. “¿Lo dices de verdad?”
Al menos no parecía decepcionado o algo. De hecho, parecía un poco… ¿esperanzado? Bajé las manos de su pelo a sus mejillas, la barbita que empezaba a crecerle rascándome la palma. “Por supuesto que lo digo en serio. Soy tuya. Al cien por cien. Cuando me necesites. No me voy a ir a ninguna parte.”
Puesto que ya le había entregado todo mi corazón, decidí que no me haría daño dar un paso más y sellar mi juramento con un beso.
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imagining-supernatural · 7 years ago
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Enfermedad Demoníaca
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1
Petición anónima: Hola, soy yo de nuevo, la que te envía las caritas haciendo gestos estúpidos. O puede que esté loca. En cualquier caso, ¿puedes escribirme algo en el que un demonio posea a Sam y la lectora y Dean intentan librarse de él, pero cuando lo hacen se dan cuenta de que a Sam le han envenenado la mente y se está lentamente volviendo loco? 
Recuento de palabras: 4066
Advertencias: Smut implícito
N/A: Bueno… pensé que esto iba a acabar siendo super angustioso, basándome en la petición, pero a acabado siendo… ¿fluffy?
English Version: Demon Sickness
Con un satisfactorio ¡zas!, la cabeza del vampiro cayó al suelo, seguida por el resto del cuerpo. Bajaste el machete, jadeando.
“¡El último vampiro ha caído!” gritaste en la casa abandonada para que Sam y Dean pudieran respirar con tranquilidad y concentrarse en ayudar a las victimas. Arrugaste el gesto al mirar al cuerpo. Bueno, al menos serviría para algo, pensaste mientras limpiabas la sangre de tu cuchillo en la ropa del vampiro. Ya limpiarías el arma más minuciosamente cuando estuvieras de vuelta en el hotel. Pero por ahora, con eso bastaría.
“Menos mal que hemos traído dos coches,” dijo Dean cuando bajaste las escaleras. “Hay cinco víctimas que necesitan que las lleven a un hospital. Solo una no ha salido viva. Seca como un hueso.”
“Pero hemos salvado a cinco, Dean.” El hermano mayor a veces se centraba demasiado en la gente a la que no podíais salvar. Necesitaba que le recordaran que también estabais haciendo mucho bien a este mundo.
Sam había tenido sus momentos en los que el peso del trabajo se le había caído encima, pero generalmente se le daba mejor encontrar formas más saludables de hacerle frente. No es que sus mecanismos de defensa fueran 100% saludables, pero eran bastante saludables para un cazador.
“Sam y tú llevad a las victimas a la ciudad. Yo limpiaré antes de que lleguen los polis,” Dean miró el desastre que había en la casa.
“Vale. Ten cuidado.”
Dean asintió una vez. “Sí, tú también.”
La luz del sol te hizo daño en los ojos, un duro recuerdo de la vida inmersa en la oscuridad en la que vivían los vampiros. Ventanas cubiertas con tablones y viejos y mohosos sótanos no eran tu idea de una vivienda. Bajaste saltando los escalones hasta llegar a donde las cinco víctimas estaban acurrucadas al lado de los coches. Sam estaba de piel al lado, con gesto rígido, mirando en otra dirección. Qué raro. Generalmente él era quien se aseguraba de que todo el mundo estuviera bien y de que nadie estuviera en shock o algo así.
No importa. Todo el mundo puede tener un día raro de vez en cuando. Así que decidiste ocuparte tú del trabajo y caminaste hacia el grupo. “Eh, ¿Cómo lo lleváis?”
“¿Cómo lo llevamos?” la mujer de mediana edad con el corte típico de madre prácticamente te gritó. “Acabamos de ser retenidos como rehenes por esos—esas cosas durante una semana entera y tienes la audacia de preguntar ¿cómo lo llevamos?”
“Laura,” uno de los hombres la riñó en voz baja, “Solo está tratando de ayudar.”
“Entonces vale”, Laura se mofó. “¡Podías mejor haber ayudado hace una semana!”
“Estaba salvando a una familia con cinco hijos de menos de siete años de un Wendigo en Minnesota la pasada semana. Pero en cuanto mis compañeros y yo nos enteramos de lo de los vampiros, vinimos corriendo. Siento que no pudiéramos llegar antes.” El cuidado tras una caza iba mucho mejor cuando las victimas estaban agradecidas. “¿Cuál es tu apellido, Laura?”
“Carrillo,” contestó malhumorada.
Laura Carrillo, memorizaste su nombre. Lo escribirías en tu libreta más tarde. “¿Qué hay de tu familia? ¿Tienes hijos?”
“Tres hijas quinceañeras. Probablemente se estarán volviendo locas de preocupación por mí.” Apartar su mente de los vampiros y centrarla en lo que le esperaba en casa pareció acabar con el resto de su ira.
“Bien entonces, Laura, vamos a llevarte con ellos.” Mientras les ayudabas a subir al coche, sin ayuda de Sam, le preguntabas los nombres de los familiares, o en qué trabajaban. Cada detalle que te daban, lo apuntabas en la memoria para hasta que pudieras escabullirte un momento y apuntarlo todo. 
Desde tu primera caza, te hiciste el propósito de conocer a cada persona que salvabas. Mantenías un archivo y así cuando te sentías de bajón y deprimida siempre podías abrirlo y recordarte a ti misma que no eras tan mala. Esa era la única forma de lograr permanecer cuerda durante los últimos años.
“Vale, Sam. Todo el mundo está listo. Tú te llevas el Impala. Dean está limpiando. Vamos a llevar a esta gente al hospital”
Tras lanzarle las llaves, te dirigiste de vuelta al coche de alquiler, pero Sam te agarró del brazo para detenerte. Incluso después de llevar cazando con él tantos meses, aún no te habías acostumbrado a la piel de gallina que se te levantaba cada vez que te tocaba. Tenía algo que te atraía hacia él. Aunque, por supuesto, nunca habías hecho nada.
Te diste la vuelta y esperaste para escuchar lo que fuera que te quisiera decir, pero había algo diferente en él, algo… fuera de lugar, de alguna forma. Estaba un poco intenso, pero no sabrías decir por qué. “¿Estás segura de que has acabado con todos los vampiros, T/N?”
“Sí…” respondiste arrastrando la palabra. Confundida. Sam nunca se había cuestionado tus habilidades. Siempre había confiado en ti. “¿Por qué?”
“Oh, por nada. Solo me aseguraba. Después de todo, después de la caza de Tulsa, no está de más asegurarse.”
Te llamearon los ojos. ¿Por qué demonios sacaba a relucir lo de Tulsa ahora? “A todos se nos pasó ese segundo rugaru. No fue culpa mía solamente.”
“Podía haberme engañado a mi también,” dijo Sam casualmente, antes de caminar hacia el Impala. Le miraste con la boca abierta, sin disfrutar la vista de su espalda como solías hacer. ¿A qué demonios había sido eso? Eso no era para nada típico de Sam.
Trataste de quítate la idea de encima mientras conducías a la ciudad, pero estaba allí presente en un rincón de tu mente. Algo iba mal con Sam. Incluso mientras Jacob Briely, el mecánico padre de dos hijos cuya esposa había fallecido el año anterior de un cancer de pecho, te hablaba del primer partido de softbal de su hijo mayor, tu mente estaba ocupada revisando las razones por las que Sam podía haber estado tan hostil contigo. Para cuando Sarah Haverly, una abogada de éxito que acababa de romper con su novia por que la estaba engañando con su hermano, empezaba a contaros como fue su cumpleaños favorito, ya habías decidido que Dean y tú ibais a tener que hacerle los test a Sam para a ver si averiguabais que estaba pasando.
Mientras aparcabas en el hospital detrás de Sam, alejaste por el momento esos pensamientos. Esa gente necesitaba tu ayuda y tú necesitabas tu cerebro funcionando a toda potencia para que la policía no os pillara.
Esta vez Sam ayudó a todos a entrar en el hospital. Justo antes de que llegaras a la puerta, las enfermeras se acercaron corriendo para hacerse cargo de todo. Una se quedó atrás para preguntar que había pasado y Sam y tú le contasteis la historia que ya habíais preparado, esperando que lo que fuera que estaba mal con Sam no le hiciera estropear vuestra coartada.
“No sé que ha pasado, en serio. Mi novio y yo estábamos conduciendo, y pasábamos por una carretera secundaria cuando oímos gritos así que entramos en la casa y les liberamos.” A parte de alguna mirada de medio lado, Sam parecía estar deseando seguirte el juego con esa mentira. Incluso se acercó hacia ti para jugar mejor el papel de tu novio. Recibiste un mensaje de texto y al mirarlo viste que Dean había ya limpiado la casa, y que probablemente estaría haciendo autostop para ir al motel. “Había un par de cuerpos, probablemente deberíais enviar a la policía…”
La enfermera os ordenó que esperarais a que volviera y corrió hacia recepción donde habló rápidamente con la secretaria que se puso a hacer una llamada.
“¿Has conseguido ya suficiente información para tu estúpido libro La Gente a la que he Salvado?” preguntó Sam fríamente.
“¿Qué—cómo te has enterado de eso?” ¿Estúpido libro? Creías que, si alguien lo iba a entender, sería Sam.
Sam se rio. “No eres tan sigilosa como te crees que eres.”
No tenías ni idea de cómo manejar esta faceta de Sam. No la habías visto nunca antes. Puede que sea porque no es realmente Sam.
“Voy a asegurarme de que todo el mundo está bien. Quédate aquí.”
“Sí señora,” respondió Sam con un gruñido.
Echando un vistazo atrás, te adentraste en el hospital. En cuando estuviste fuera de la vista de Sam, sacaste el teléfono y le enviaste a Dean un rápido mensaje de texto con unas cuantas instrucciones. Cuando estuvo hecho, te dirigiste a revisar a la gente a la que habíais salvado como dijiste que harías. Afortunadamente solo habían necesitado que les pusieran puntos y algunas transfusiones de sangre. Satisfecha de que todos estuvieran a salvo, les diste tu número en caso de que algo más ocurriera y volviste con Sam. Sacabais el coche del parking del hospital justo cuando llegaba la policía.
“¿Para qué sirve ese libro tuyo, de todas formas?” te preguntó Sam con condescendencia. “Si alguien se hace con él, podrían ir a por todos los que ya has salvado.”
“Está encriptado.” Murmuraste, girando una esquina más rápido de lo que habías planeado. Estar de nuevo en el Impala en lugar de en un coche cualquiera de alquiler era genial, pero la compañía no estaba a la altura en ese momento.
“Los códigos se pueden descifrar.”
Pensaste en tu código especial que habías construido tras años de aburrimiento en el colegio y en un montón de recuerdos y experiencias personales. “Este no. Te invito a que lo intentes durante un par de días.”
Después de que averigüemos que demonios pasa contigo.
La conversación cesó durante el viaje de vuelta al motel. En cuanto aparcaste, Sam salió del coche y se encaminó a toda prisa a la habitación que los tres compartíais. Tú te retrasaste, intentando ver si alguna de las trampas que Dean había colocado funcionaban.
Sam abrió la puerta y entró dentro, pero no había dado más de tres pasos cuando se detuvo, incapaz de moverse más allá. Entraste y cerraste la puerta detrás de ti, con cuidado de quedarte fuera de la trampa para demonios y lejos del alcance de los brazos de Sam.
“Sabía que pasaba algo,” le dijiste al demonio. “Sam nunca me hablaría como tú lo has hecho.”
“La pequeña y preciosa T/N con su estúpido cuelgue por Sam Winchester,” El demonio arrugó su rostro en un gesto de burla hacia ti. “Y ese libro tuyo tan idiota.”
“¿Qué quieres?” preguntó Dean, poniéndose a tu lado.
El demonio puso los ojos de Sam en blanco. “Causar estragos y jugar con los grandes y poderosos Winchesters. Ha sido tan fácil conseguir que una camarera sin pretensiones accidentalmente derramara el café hirviendo con un poco de algo en el pequeño tatuaje de Sam.”
“Será incluso más fácil exorcizarte.” Observaste de manera casual mientras empezabas con el exorcismo.
El demonio habló, pero tú no dejaste de recitar el encantamiento. “Te crees que eres muy lista, pero—” Sam tosió, el humo negro comenzaba a salir de su boca. “Pero estás pasando algo por alto. Como en Tulsa. No me sorprendería si—“
 El exorcismo terminó y el humo negro revoloteó alrededor de la trampa para demonios antes de desaparecer en el Infierno, donde debía estar. Sam se tambaleó y casi se cae, pero Dean y tú avanzasteis rápidamente hacia él y le sujetasteis, ayudándole a llegar a la cama.
“Sammy, ¿estás bien?” Dean tenía una mano en el hombro de Sam y le miraba a la cara con gesto preocupado.
Sam le apartó con torpeza. “Chicos, dadme un poco de espacio.”
Todo en sus movimientos y en la inflexión de su voz había vuelto a la normalidad. Te relajaste por completo, dejándote caer en la cama con alivio. Pero había algo, algo que te rondaba en la cabeza, que te decía que todo lo que había pasado con ese demonio había sido demasiado fácil.
*****
“Demonio,” Sam te susurró, mirando al dependiente mientras os acercabais a la caja. Cada vez pasaba con más frecuencia. Desde que el demonio le poseyó, Sam creía ver demonios por todas partes. Pero nunca eran demonios y te estaba preocupando. Diablos, él mismo estaba preocupado. Pero no podía parar. Cada pobre persona en la que Sam creía haber visto los ojos completamente negros, tú tenías que hacerle las pruebas o se pondría tan ansioso que no podría ni funcionar.
Así que sacaste el frasco de agua bendita y te dirigiste hacia el dependiente.
“Hola. Mira, esto te va a parecer raro, pero, ¿puedo echarte un poco de esto en la mano? Mi amigo tiene esta extraña necesidad de limpiar todo lo que entra en contacto con él. No te dolerá. Es solo agua. Te lo prometo. ¿Ves?” Te echaste un poco del agua en tu propia mano y el asombrado dependiente mantuvo la suya extendida para que hicieras lo mismo. No pasó nada y Sam relajó los hombros aliviado.
Le fuiste pasando los artículos al pobre hombre que aún se estaba limpiando la mano en el delantal y rápidamente saliste de allí. Le pasaste las bolsas a Sam y te sentaste en el asiento del conductor. Desde aquel incidente en el que Sam pensó que había visto un demonio caminando por la calle y casi se da un golpe con el coche, Dean le había prohibido conducir.
“Tenemos que averiguar qué está pasando,” Sam suspiró una vez que estuvisteis en la carretera. “No puedo seguir haciendo esto.”
“Lo averiguaremos, Sam. Te lo prometo.”
Se pasó las manos por la cara y después las llevó hacia su pelo en un gesto de frustración.
“Oye, Sam.” Estiraste el brazo y soltaste los dedos que tenía enredados en el pelo para entrelazarlos con los tuyos. “Siempre sabemos cómo resolver estas cosas. Y esta vez no va ser diferente.”
“¿Estás segura?” preguntó con la mirada puesta en vuestras manos entrelazadas descansaban en el asiento vuestro lado.
Aparcaste en el parking del motel en el que os estabais quedando esta semana y apagaste el motor. Después te giraste y clavaste la mirada en los preciosos ojos de Sam. “Estoy segura. Lo superaremos.”
Te quedaste mirándole el tiempo suficiente para asegurarte de qué estaba de acuerdo antes de soltarle para salir. Pero Sam continuó sujetándote la mano. Con gesto de duda, te giraste hacia él. Mantenía los ojos fijos en vuestras manos y habló con suavidad, casi como si tuviera miedo de escuchar la respuesta. “Últimamente has sujetado mi mano un montón de veces. ¿Por qué?”
Porque creo que me gustas. “Sea lo que sea lo que está pasando, te crea ansiedad. Y a mí siempre me ayuda cuando tengo un ataque de pánico o un periodo de ansiedad saber que hay alguien conmigo. Y yo estoy aquí para ti Sam.”
Su mirada se suavizó y te apretó los dedos. “Gracias.”
“Venga. Vamos a ver si Dean ha encontrado algo.”
En cuanto caminasteis es alrededor del coche Sam te cogió de la mano de nuevo y no te soltó ni siquiera cuando Dean se dio cuenta y levantó una ceja.
Cas, sin embargo, no había estado allí cuando os marchasteis y no notó que hubiera algo diferente. “Dean me ha contado lo que está pasando. Si no te importa, creo que podría ayudarte si me dejaras echar un vistazo dentro de tu mente. Creo que sé que es lo que está pasando, pero me gustaría tener la certeza.”
“Hola a ti también, Cas,” le saludo Sam, dejando las bolsas en la mesa.
“Sí, hola. ¿Deberíamos ponernos a ello ya?”
Sam tiró de ti para llevarte hacia la cama y los dos os sentasteis. Cas arrastró una silla hacia donde estaba Sam y le puso dos dedos en la frente. La invasión hizo que Sam apretara sus manos, tratando de cerrarlas en un puño, pero tú seguiste agarrándole, intentando de masajeárselas para alejar la tensión.
Tras un par de minutos, Cas dio un paso atrás y Sam se tambaleó hacia ti. Soltaste su mano y le agarraste, rodeándole con los brazos. Su peso casi te hace caer de la cama, pero te balanceaste hacia delante justo a tiempo. No pasó mucho tiempo antes de que Sam se recuperara lo suficiente como para sostenerse él mismo apoyado en ti y dejaste caer los brazos hasta que le rodeaste la cintura en un gesto más de confort que para sostenerle.
“Hasta mañana no tendré los ingredientes necesarios para que el hechizo funcione—”
“Espera, espera,” Dean se sentó hacia delante y levantó la mano para detener al ángel. “¿Qué está pasando, Cas?”
“Enfermedad demoniaca.” Los Winchester y tú os mirasteis con gesto de confusión. Nunca habíais oído hablar de algo así. “Tus avistamientos de demonios se habrían hecho cada vez peores hasta que hubieras acabado por creer que Dean y T/N eran también demonios. Después te habrías mirado en un espejo y hubieras visto tus ojos negros. Los cazadores que pasan por esto raramente sobreviven porque no logran el antídoto.”
“¿Y tú tienes el antídoto?” Dean preguntó con voz tensa.
Cas asintió. “Estaré aquí mañana al mediodía, probablemente.”
Con esta despedida, Cas desapareció. Dean miró al reloj que había en la pared. “Esto nos deja con quince horas para mantener a Sam cuerdo.”
“Probablemente debería quedarme aquí,” Sugirió Sam. Dean y tú asentisteis. Dean comenzó a ofrecer quedarse el también, pero durante la última hora que habías pasado con Sam parecía que las cosas habían cambiado. Vale, es cierto que os habíais dado la mano más veces en el último mes o dos, pero Sam no te había soltado para nada desde que tuvisteis vuestra pequeña charla en el coche.
“¿Por qué no te vas a un bar, Dean? No te has ido a tomar algo desde hace mucho y ahora que ya tenemos la solución, ve a relajarte. Yo le haré compañía a Sam.”
Con una sonrisa de complicidad, Dean se levantó y agarró su chaqueta. “No os quedéis levantados hasta muy tarde. Tenemos un gran día mañana.”
“Te veo por la mañana,” dijiste nada sutilmente.
“¿A qué ha venido todo esto?” preguntó Sam en cuando la puerta se cerró detrás de Dean. Sam no estaba ciego, sabía exactamente de qué iba todo eso. Pero sabías que también tenía problemas para creer que alguien iba a poder quererle cuando supieran todo sobre él. Y tú lo sabías todo del él. Hasta conocías su historial con las mujeres. Pero tú eras diferente. Solo tenías que convencer a Sam.
“Nada. Venga, vamos a prepararnos para ir a la cama.”
Te pediste el primer turno en el baño, y te cambiaste y te cepillaste los dientes y después le cediste el turno a Sam. Se tomó su tiempo y después de unos minutos, llamaste a la puerta para asegurarte de que estaba bien.
“Pasa,” te dijo a través de la frágil puerta.
Cuando entraste, estaba simplemente mirándose en el espejo. Pero no era la clase de mirada que tendría si estuviera viendo sus ojos negros. Era más bien que se estaba imaginando lo que hubiera pasado si Cas no hubiera aparecido y se hubiera ofrecido a salvar el día.
“Sabes, nunca he sido capaz de decidir de qué color son tus ojos,” observaste, poniéndote detrás de él y pasándole un brazo por la cintura. Miró tu reflejo en el espejo con esa expresión que ponía cuando estaba tratando de averiguar algo particularmente desconcertante durante una caza. “Algunas veces son marrones. Algunas veces los veo castaños. Y de vez en cuando juraría que son verdes, como los de Dean.”
“Si lo que va a hacer Cas no funciona—”
“Va a funcionar,” insististe. Te olvidaste del espejo, necesitabas ver los ojos de Sam, no su reflejo. Sam aparentemente sentía lo mismo porque se giró para mirarte a la vez que tú. “Te lo prometo.”
Sam dio un paso adelante, sus ojos cada vez más oscuros fijos en los tuyos. “Sabes, la verdad es que te creo.”
Abriste la boca para decir… algo, pero Sam te interrumpió.
“Pero creo que me has mentido antes en el coche. A cerca de por qué me habías estado dando la mano más a menudo y buscando excusas para tocarme.” Sin quererlo, estiraste el brazo y le pusiste las manos en la cintura. Sam se rio y avanzó hasta que tu espalda tocó la pared y apenas cabía un soplo de aire entre los dos. “Sí, justo así.”
“Puede que mintiera.” Tus dedos recogieron la tela de su camisa hasta que tus manos descansaron sobre su piel. “¿Qué vas a hacer al respecto?”
Con la rapidez de le daba ser un cazador, Sam presionó sus labios contra los tuyos, en un beso que apenas podías seguir. Sus dedos se enterraron en tu pelo, haciéndote gemir. Esos sonidos parecieron estimularlo y sus besos se volvieron más desesperados hasta que apretó sus caderas contra las tuyas. Este lado más oscuro y áspero de Sam era nuevo para ti, pero definitivamente no era desagradable. Sus manos callosas recorrieron todo tu cuerpo de una forma que te hacía suplicarle más.
Tironeaste de su camisa hacia arriba hasta que rompió el beso el tiempo suficiente para quitársela y lanzarla hacia atrás. Después sus manos te sujetaron por la parte de atrás de tus muslos y tuviste que agarrarte a los músculos de sus brazos para mantener el equilibrio mientras te levantara como si no pesaras nada. Enrollaste las piernas en torno a él, gruñendo cuando deslizo sus labios por tu cuello. Sujeta con fuerza entre él y la pared, tus manos estaban libres para explorar de nuevo, y metiste los dedos en su pelo, tirando de él y retorciéndoselo.
Sin previo aviso, Sam se apartó de la pared y te llevo de vuelta a la cama. Desenrolló tus piernas de su cintura y te arrojó al colchón antes de arrastrarte depredadoramente sobre ti. “A lo mejor esta noche no es la mejor… a lo mejor deberíamos esperar hasta mañana—“
“Te lo juro, Sam, si no te desnudas pronto voy a gritar.” No podía dejarte así. Y era obvio que Sam solo intentaba hacer lo que pensaba que era correcto, pero a veces incluso los Winchester se equivocan.
Sam se tomó su tiempo para decidirse, repasando lentamente con la mirada tu cuerpo completamente vestido antes de volver a mirarte a la cara con una sonrisa diabólica. “Voy a hacerte gritar de todas formas.”
*****
Te despertaste cuando se abrió la puerta del hotel y Dean asomó la cabeza. “¿Estáis decentes?”
“Ni siquiera un poco,” murmuraste, tirando de las sabanas para cubriros a Sam y a ti. Sam comenzaba a despertarse, estirándose y enroscándose en ti aún más. Desde luego te podrías acostumbrar a despertante al lado de un Sam Winchester desnudo.
“Lárgate, Dean,” Sam murmuro en tu cuello.
Dean se rio. “Vale, vale. Iré a por el desayuno. Cas estará aquí en media hora. Vosotros dos igual queréis llevar algo de ropa puesta para entonces.”
“Vete,” Sam le ordenó con voz ronca.
Abrió la puerta del hotel y justo antes de que se fuera, le escuchaste decir, “Ya era hora.”
Sam y tú a penas habíais salido de la cama para poneros algo presentable cuando Cas se apareció en la habitación, cargado con los ingredientes de todas partes del mundo. Inmediatamente se puso a trabajar ordenándoos a ti y a los Winchesters como preparar el hechizo. El ángel parecía ajeno a la nueva dinámica de la habitación. Las constantes miradas de orgulloso hermano mayor de Dean a Sam o la forma en la que él te miraba a ti. O Sam, que nunca se apartaba de tu lado. Vuestros constantes roces, y ruborizarte cada vez que Sam te miraba intensamente.
Cas no se daba cuenta de nada.
Después, tras realizar el hechizo, Sam y tu caminasteis por la ciudad dados de la mano y Sam no vio ni un solo demonio.
“Gracias a dios que se ha terminado,” Sam respiró cuando os sentasteis para comer. “Ahora podemos volver a la normalidad.”
“¿Volver a la normalidad? ¿En plan las últimas semanas no han sucedido?” Le retaste, para ver si admitía, en voz alta, que las cosas habían cambiado.
Sam sonrió tímidamente. “En plan casi todo lo que ha pasado en las últimas semanas no ha sucedido. Aunque creo que podemos quedarnos con lo que ha pasado el último día.”
Enganchaste tu pie con el suyo por debajo de la mesa y sonreíste, dándole un bocado a la hamburguesa. La enfermedad demoniaca se había ido, podías volver a salvar gente y Sam era tuyo. ¿Qué podría ser mejor?
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imagining-supernatural · 7 years ago
Text
Llave Maestra (Skeleton Key) Parte 3
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1
Pedido por: we-know-a-little-about-a-lot: ¡Espero que tenga más partes porque me encanta esta historia! Watches-to-much-series: Por favor, dime que va a ver otro capítulo más.
Recuento de palabras: 2.988
Advertencias:  Si ya has pasado por la parte 1 y la parte 2, no hay nada nuevo aquí.
Llave Maestra (Skeleton Key) Español Masterlist  -- Skeleton Key English Masterlist 
~ TRES MESES ANTES~
“Oh Dios mío, necesito descansar de vosotros, chicos,” gruñiste mientras ellos, una vez más, comenzaban a discutir por pequeñeces.
Una semana antes empezaron a discutir por la elección musical de Dean en el coche. ¿En serio? ¿Era la misma música que habían estado escuchando durante toda una década y de repente a Sam le molesta? Poco tiempo después, las bromas de Dean por la comida saludable de Sam se volvieron algo más malvadas y Sam saltó. Después Sam le robó el coche a Dean en represalia y se fue durante dos días para uno de sus viajes de Encuentra a Buda, Come, Reza, Medita, sin decíroslo a ninguno de los dos. Dean había desatado una tormenta que duró hasta que vio su precioso coche.
Fue peor que cuando se metieron en una guerra de bromas y a ti te pillaron en el medio.
“¿Ves lo que has hecho, Sam?” Dijo Dean dándole un golpe a su hermano en el hombro con el revés de la mano. “Has hecho que T/N se sienta incómoda.”
“No me siento incómoda,” replicaste. “Estoy enfadada y harta de vosotros dos. Voy a coger una habitación para mi sola esta noche. Vosotros dos más vale que arregléis vuestra mierda porque no voy a jugar a Terapia con la Familia Winchesters.”
“Nadie te lo ha pedido,” espetó Dean.
Aparcó el Impala en el parking del motel y tú te quitaste el cinturón, te deslizaste hacia adelante y posaste los brazos en asiento del conductor hasta que tu cabeza quedó al lado de la suya. “¿Sí? Bueno, nadie te ha pedido a ti que seas una zorra llorona, pero aquí estamos.”
Agarrando tus maletas, te dirigiste hacia la recepción para conseguir otra habitación. Mirando por encima del hombro les dijiste a modo de despedida “Arreglad vuestra mierda, chicos.”
Los gruñidos se perdieron detrás de ti mientras caminabas hacia su habitación alejándote del frío aire del otoño. ¿Así era tener hermanos? Siempre habías pensado en los Winchesters como tus compañeros de caza. Amigos, por supuesto. ¿Pero hermanos? ¿Eras tú la hermana sensata que iba detrás de sus dos hermanos inmaduros arreglando las cosas?
El pensamiento no era desagradable. Después de que mataras a tus padres, nunca pensaste que formarías parte de una familia de nuevo. Pero a lo mejor estabas equivocada.
Una campañilla sonó al abrirse la puerta de la recepción del hotel cuando entraste, atrayendo la atención de la mujer mayor que estaba detrás del mostrador. Sus labios se elevaron en una amable sonrisa llena de arrugas. “Hola, querida. ¿Qué puedo hacer por ti?”
“Quería una habitación, por favor.”
“¿Necesitas un descanso de ese par de guapos con los que llegaste hace un par de días?” La mujer comenzó a atenderte con la clase de movimientos relajados que solo se adquieren tras años de práctica.
Estar con otra mujer era un soplo de aire fresco. La única mujer que tenías cerca era Baby, y no podías mantener una conversación con ella. “No se equivoque, les adoro. Pero son… bueno, son chicos.”
“Te entiendo, cielo. Una chica tiene que tener tiempo para ella misma. Alejarse de tanta testosterona.”
“Exacto. Estoy deseando darme un baño largo y agradable sin tener a ninguno de los dos golpeando la puerta para que me dé prisa.”
Se rio. “El más alto parece que pase más tiempo en el baño arreglándose el pelo que ninguna mujer que yo conozca.”
Estallaste en una carcajada. “Oh, no tienes ni idea de la cantidad de mierda que le cae por eso.”
“Bueno, te he puesto en una habitación con jacuzzi. Estamos casi vacíos así que te la cobraré como una habitación normal, querida. Tienes pinta de necesitar algo más que un baño largo y agradable.” Se inclinó hacia delante como si estuviera a punto de contarte un secreto. “Entre tú yo, a veces me cuelo en una de esas habitaciones y me meto en la bañera. Con un buen libro, música relajante y los chorros a toda potencia.”
“Suena mágico. Muchas gracias.”
Tras pagar y finalizar una conversación que duró diez minutos más, caminaste por el parking y usaste la llave que aún tenías para entrar en la habitación de los Winchesters y coger tus cosas. Sam y Dean estaban cada uno en una cama, Sam con el portátil y Dean con los auriculares puestos y los ojos cerrados.
“No me refería a esto cuando os dije que arreglarais vuestras mierdas,” murmuraste mientras te movías por la habitación recogiendo tus cosas.
Sam gruñó. Dean ni siquiera te había oído.
La puerta se abrió de nuevo haciendo que Sam y tú girarais la cabeza. Hubieras deseado estar ya en tu habitación porque tu menos favorito Rey Del Infierno entró de repente en la habitación como si fuera el dueño del lugar. “Hola chicos.” Ladeó la cabeza hacia a ti con esa exasperante sonrisa jugueteándole en los labios. “Hola amor.”
De ninguna manera ibas a seguirle el juego. No hoy. Ya habías tenido bastante con los Winchesters. Así que pateaste la cama de Dean hasta que abrió los ojos y se te quedó mirando. Lo único que tuviste que hacer fue ladear la cabeza hacia la puerta y él se levantó de golpe, molesto, tirando de sus auriculares.
“¿Qué estás haciendo aquí, Crowley?”
“Y tú alguna vez has oído hablar de eso de llamar a la puerta?”
Bueno, los Winchesters lo tenían todo bajo control. Recogiste las últimas prendas de ropa que estaban en el suelo al lado de tu bolsa de viaje y te la colgaste al hombro. “Bueno, ha sido un encuentro encantador, pero tengo grandes planes para esta noche y estoy segura de que has venido para hablar con los Winchesters así que me quito de en medio.”
“¿Qué clase de planes?” preguntó Dean petulante. No le gustaba que le dejaran fuera de algo que pudiera acabar siendo divertido. Le guiñaste un ojo y te pusiste un dedo sobre los labios, mostrándole que era un secreto.
Los ojos de Crowley permanecían fijos en ti mientras te dirigías hacia la puerta e, inevitablemente, hacia él. “¿Y si he venido para hablar contigo, amor?”
“Pues sería mala suerte para ti, porque yo no voy a hablar contigo. Tengo planes y no incluyen una visita sorpresa de mi ex-amante. Raro, ¿verdad?” Satisfecha con la respuesta de despedida le empujaste al pasar y te dirigiste hacia el viento frío que traía el cambio de estación. En cuando la puerta se cerró, cogiste aliento un par de veces para centrarte antes de dirigirte hacia la parte del motel donde tu jacuzzi te estaba esperando.
~NUEVE AÑOS ANTES~
Estar arriba de nuevo era desconcertante. En el Infierno todo era oscuro y silencioso. Era fácil. Aquí arriba había demasiada vida. Demasiada gente, todos apresurándose a hacer tantas cosas. Había colores brillantes y coches a toda velocidad.
Sobrecogedor, eso era.
“Que te jodan, Crowley,” murmuraste, arropándote con la chaqueta. ¿Pensaba que enviarte de vuelta con una tarjeta de crédito que mágicamente recibiría dinero cada mes compensaba el hecho de que te estaba abandonando? ¿Compensaba el soltarte en medio del bullicio y el ajetreo que tan desesperadamente querías evitar?
Era hora de que aprendiera que no podía jugar con los sentimientos de alguien y luego abandonarle. Tenías que hacerle sentir aunque solo fuera una pequeña fracción de lo que estabas sintiendo ahora. Abandonada. Expulsada. Dañada. Indigna. Perdida.
“¿Ya has visto la nueva película?” una quinceañera le preguntó a su amiga cuando pasaban justo a tu lado.
“¿La de los cazadores de monstruos? ¡Sí! ¡Qué buena!”
Siguieron caminando y su conversación se volvió ininteligible. Pero te habían dado una idea.
Mientras estabas en el Infierno, habías escuchado suficientes conversaciones como para saber lo que eran los cazadores. Los cazadores de monstruos de verdad, no lo de Hollywood. Sabías que Crowley pensaba que eran un fastidio. Los odiaba.
Era perfecto.
Caminaste por la ciudad hasta que encontraste una librería con ordenadores que podías usar gratis. Tardaste un rato, pero encontraste la clase de tienda de armas que necesitabas. Si ibas a mantenerte apartada de las drogas para no recaer en tu adición, entonces ibas a necesitar algo a cambio.
Disparar armas y matar demonios te parecía estupendo como sustituto.
~AHORA~
Incluso sabiendo que Crowley estaba cerca, estabas más relajada de lo que habías estado en meses. La mujer de recepción, Riley, te había dado velas con esencia de lavanda y media botella de vino, el agua caliente abrazaba tu cuerpo y los chorros de la bañera estaban en el nivel más bajo, masajeando tus doloridos músculos. Era el tipo de noche con la que los cazadores solamente sueñan.
Definitivamente ibas a tener que encontrar alguna forma increíble de darle las gracias a Riley por la habitación, las velas y el vino. Era un ángel enviado desde… bueno, no desde arriba. Al cielo no le gustabas mucho. Y el infierno no era tampoco una opción. Riley era la versión en la vida real de un ángel enviado desde arriba.
Dios, lo necesitabas.
Estirándote, agarraste la botella de vino dándole un sorbo antes de dejarla de nuevo en el suelo y subir un poco la potencia de los chorros. El incremento de la presión masajeaba músculos que ni siquiera sabías que estaban doloridos y un gemido de satisfacción escapó de tus labios.
“He echado de menos ese sonido.”
La inesperada voz en el baño te hizo saltar y casi tirar la botella de vino. Pero solo tardaste un segundo en reconocer el acento y te dejaste caer de nuevo en el agua, cerrando los ojos. No querías verle.
“¿Qué leches estás haciendo aquí, Crowley?”
“Veo que tienes tu propia habitación,” dijo, sin contestar a tu pregunta. “Vino, velas en una habitación a oscuras…”
“Que te den, nada de esto es para ti.”
“¿Estás segura de eso?” y ahí estaba ese condenado tono de voz. El que decía que él ya lo sabía. Que no sabías de qué estaba hablando. No ibas ni siquiera a darle el gusto de responderle.
Le escuchaste moverse por el poco espacio que había, pero ni te molestaste en abrir los ojos. La primera vez que apareció, tres meses antes, tus defensas contra él no eran lo suficientemente fuertes. Gracias a Dios que los Winchesters estaban allí para mantenerte en tu sitio. ¿Pero allí? ¿Sola en el baño iluminado con velas? Vale, habías tenido tres meses para construir tus defensas, especialmente sabiendo que Crowley no te estaba evitando.
Pero no estabas segura de que ya fueran lo suficientemente fuertes.
“Te has vuelto guerrera, ¿eh?”
“Siempre he sido guerrera,” murmuraste, “Las drogas solo lo embotaron durante un tiempo.”
Incluso con los ojos cerrados podías sentir dónde estaba. Se había movido desde donde estaba sentado en el retrete y estaba caminando por la pequeña zona que había desde el lavabo a la bañera, y ahora se estaba moviendo para sentarse al borde de la bañera.
“Oh, amor, eso ya lo había adivinado yo.”
Sin tu permiso, tus ojos se abrieron y le buscaste. Su abrigo estaba colgado en la percha de la puerta, se había aflojado la corbata, y se había desabotonado los puños de las mangas de la camisa.
“Entonces, ¿por qué no te vas? Después de todo, no pasó mucho tiempo desde que te encontraste con la no – drogada y guerrera yo hasta que me echaste de allí. No podías soportar tener a alguien desafiándote en ninguna parte y mucho menos en el dormitorio. Dudo mucho que eso haya cambiado en los últimos años.”
Una sonrisa traviesa cruzó sus labios, haciendo que el ya olvidado calor volviera a tu estómago. Se inclinó hacia delante, colocando las manos a los dos lados de la bañera a la altura de tus hombros. “Es buena cosa que no estemos en el dormitorio entonces.”
Tenías que salir de esa situación. Él tenía que irse. Tenías que ponerte la ropa. Tenías que encender las luces. Tenías…
Tu mirada recorrió sus labios.
Tenías que besarle.
Puede que no significara nada. Pero tenías tu propia habitación para alejarte de los Winchesters para relajarte. Este baño había hecho maravillas. Pero, ¿qué mejor forma de acabar la noche que teniendo sexo con con el único hombre que te había hecho correrte tan completamente que tu cuerpo se convertía en papilla y te derretías sobre el colchón?
Joder. No. De ninguna manera. No eras tú la que hablaba.
Le empujaste para alejarle, dejándole la huella húmeda de tu mano en su camisa negra. Sorprendentemente, se alejó con facilidad. Tras acabarte lo que quedaba del vino, te estiraste y tiraste del tapón para que el agua se fuera por el desagüe. Después te levantase, empujaste a Crowley para alejarle un poco más y así llegar hasta la toalla y la enrollaste alrededor de tu cuerpo.
Te habías pasado demasiado tiempo recomponiéndote a ti misma como para abandonarte en manos de Crowley ahora.
~SEIS AÑOS ANTES~
“…tibi facias libertate servire, te rogamus, audi nos!" la última palabra del exorcismo aún sonaba en el aire y el demonio que habías atrapado en la trampa para demonios aún humeaba con ese horrible grito que siempre le acompañaba. En cuando el humo negro se disipó, te apresuraste a ver cómo estaba la persona que había en la silla. Te costó un momento, pero le encontraste un débil pulso.
“Oh, gracias,” murmuraste. Finalmente habías averiguado como matar al demonio salvando al humano.
“Podrías trabajar un poco más en la pronunciación,” una voz profunda sonó detrás de ti. En un suspiro, sacaste la pistola y apuntaste al recién llegado.
Bueno, recién llegados. Dos hombres estaban a unos pasos de ti en el viejo almacén, con los brazos estirados hacia delante. El más alto dio un pasito hacia delante. “No vamos a hacerte daño. Lo prometo.”
“Soy yo la que tiene la pistola,” señalaste. “Sois vosotros los que deberíais estar preocupados.”
“Tú sí que sabes lo que estás haciendo,” el más bajo concedió. “Esta es la tercera caza en la que aparecemos justo cuando ya has acabado el trabajo por nosotros. Eres buena en esto.”
“¿Cazadores?” El cañón de tu pistola fue bajando poco a poco.
“Soy Dean, este es mi hermano Sam.”
Sam y Dean. Crowley hablaba un montón de ellos cuando estuviste en el Infierno. Había mucha historia entre ellos. “Los Winchesters.”
Ver como tu arma bajaba le dio a Dean el permiso que necesitaba para bajar sus manos y caminar acercándose con cautela. “¿Has oído hablar de nosotros?”
“¿Y quién no?” Eso era cierto. Incluso si Crowley no hubiera hablado de ellos, habías pasado tiempo suficiente en bares de cazadores como para saber la historia de los legendarios hermanos Winchesters. “¿Me habéis visto antes?”
“Sí.” Dean respondió mientas caminaba hacia al tipo que aún seguía atado a la silla. Sacó un cuchillo y liberó al pobre hombre. “Al final has averiguado como mantenerlos a salvo. Buen trabajo.”
Vale que los Winchesters eran legendarios y desde luego no deberías tener de que preocuparte. Pero aun así mantenías la espalda pegada a la pared y a ambos en tu campo de visión. No confiabas con facilidad. “Estoy bastante segura de que el demonio que llevaban dentro mató al humano antes de que yo apareciera en escena las últimas veces.”
“Creo que llevas razón.” Un ligero acento del medio oeste se asomaba en las palabras de Dean.
Esta vez fue Sam quien habló. “Solo te metes en cazas de demonios.”
“Os habéis estado informando sobre mí, ¿eh?”
“Hemos preguntado. ¿Por qué solo demonios?”
Esa no era una conversación que estabas dispuesta a tener. Nunca. Especialmente con esos dos. Así que ibas a tener que darles tu respuesta habitual.
“No todo el mundo puede ser tan buen cazador como lo sois vosotros dos. Vosotros sabéis como matar casi todos los monstruos. Yo me he especializado en demonios.” Un vistazo al hombre que se estaba empezando a remover te trajo a la mente todos los otros humanos que habían muerto. “Bueno, intento hacerlo, en cualquier caso.”
Los dos hermanos se miraron antes de que Dean asintiera. "¿Por qué no llevamos a este tipo al hospital, y después nos dejas que te invitemos a una copa? Podemos darte algún consejo.”
¿Quién eras tú para dejar pasar la oportunidad de aprender de los Winchesters? Además, si Crowley te estaba vigilando, saber que estabas alternando con los Winchesters por una noche seguro que le cabreaba.
“Eso sonaba genial.”  
~AHORA~
Los dos te miraron detenidamente mientras entrabas en el restaurante al día siguiente. Sabías lo que se estaban preguntando, pero no tenías ganas de rendirte tan pronto. Así que te deslizaste en el taburete al lado de Dean y cogiste el menú. Mientras te miraban, preguntaste de manera casual, “¿Así que ya habéis arreglado vuestras mierdas?”
“¿Te has acostado con Crowley?” preguntó Dean, con un ligero tono ácido en la voz.
Lentamente, dejaste el menú en la mesa y miraste primero a Sam a los ojos y después a Dean. Juntando las manos sobre la mesa adoptaste un todo de voz sufrido. “Ya que estáis tan interesados en mi vida sexual, no. No me acosté con Crowley la pasada noche. Él lo intentó, y casi lo hice, pero no. Como ya he dicho, va a tener que trabajárselo mucho más si realmente me quiere tener. Y ahora, ¿habéis arreglado vuestra mierda? Porque si tengo que jugar a Terapia con la Familia Winchesters, voy a tener que empezar a cobraros por hora. “
Refunfuñaron, pero parecía que eran las quejas normales de siempre. Con suerte habíais capeado esa mierda ya, porque esta caza estaba acabada y teníais otra en México. De ninguna manera ibas a pasarte otras veinte horas en el coche con esos dos niños grandes.
La conversación fluía con facilidad durante el desayuno y respiraste aliviada. Eso sí, hasta que Dean trajo a Crowley a colación de nuevo.
“Entonces, ya que no te has acostado con él, ¿No vamos a tener como mascota a un sabueso del infierno?”
“Oh, Dios mío, Dean.”
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imagining-supernatural · 7 years ago
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¿Te Sientes Mejor?
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1​
Drabble pedido por supernatualmarvelgirl: Hola, me gustaría pedir un drabble de Sam. He tenido un día de mierda y necesito un poco de confort tipo Sammy. Gracias.
Recuento de palabras: 771
English Version: Feel Better?
“¿Puedes callarte y dejarme hablar?” la irritación en tu voz hizo eco por el apartamento mientras le gritabas al teléfono para que se te pudiera escuchar por encima de los gritos de tu arrogante compañero de trabajo.
“Lo haría si tuvieras algo provechoso que decir,” replicó altivo.
Ya habías tenido suficiente. Era él el que había solicitad tu ayuda para su proyecto. Tu nombre no aparecería por ningún sitio, así que cuando el fallara estrepitosamente, no te arrastraría a ti en la caída. “Lo que quieras Bryan. Haz lo que quieras. Me encargaré de tus clientes cuando te abandonen.”
Le diste un golpe con el dedo a la pantalla de tu teléfono para finalizar la llamada, deseando poder dejar el teléfono dando un golpe en la base como en los viejos tiempos. Las pantallas táctiles no te daban la satisfacción que obtenías cuando podías golpear físicamente el teléfono en su base para terminar la llamada.
“Esa conversación sonaba divertida.”
“¡Sam!” La visión del Winchester alto de pelo largo apareciendo en tu puerta, alegró tu día astronómicamente y te lanzaste a sus brazos. Casi tan rápidamente como te habías lanzado hacia él, te apartaste a mirarle, buscando heridas. “¿Estás bien? ¿Ningún hueso roto o puntos que coser?”
Riéndose, tiró de ti para abrazarte de nuevo. “Estoy bien, T/N. Los ghouls no lo están pero yo sí. Y según parece, la carrera de Bryan tampoco va bien.”
Recodarlo te alteró de nuevo. Habías pasado un montón de semanas sin Sam, y el trabajo te ponía de los nervios. Así que comenzaste a despotricar mientras paseabas, totalmente consciente de que Sam te estaba mirando con gesto divertido todo el tiempo.
“No sé por qué me ha pedido ayuda si no iba a escuchar ninguna de mis ideas, y además sólo accedí a ayudarle porque mi jefe me ha estado pisando el culo durante semanas para que busque gente nueva y les ayude a ponerse al día rápidamente, pero estos bebés recién salidos de la universidad se piensan que su diploma en marketing con la tinta aún fresca les garantiza que saben cómo funciona el mundo de la publicidad mejor que alguien con una carrera sólida y no tienen ningún respeto por—“
“Respira,” Sam te recordó, poniéndote las manos sobre los hombros. Te detuviste a media frase para hacer lo que el decía.
Cuando tus pulmones estuvieron de nuevo llenos, no encontraste las palabras para seguir despotricando porque los increíbles ojos castaños de Sam te distrajeron. Una de sus manos te recorrió desde el hombro hasta la mejilla y se inclinó lentamente para darte un beso suave en los labios. “¿Te sientes mejor?”
“Mnnn, no del todo.” Le agarraste la nuca y tiraste de él para besarle mejor. Sus dedos se clavaron en tu cintura y tu cuerpo entero se relajó mientras tiraba de ti hacia él. Tres semanas sin Sam eran demasiadas.
Cuando se separó, dejaste escapar un gemido de protesta ante el cual él simplemente te sonrió y te dio un rápido beso en la nariz. “Tendrás más luego. Acabo de pasar diez horas en el coche con Dean y estoy muerto de hambre.”
“Vale,” hiciste un puchero y dejaste que tirara de ti hacia la puerta.
La suave luz de la luna flotaba entre las nubes iluminando la calle por la que Sam y tú caminabais. Sus dedos fuertes entrelazados con los tuyos, sus nudillos callosos rozando contra tu piel suave, convenciéndote de que realmente estaba allí y de que de verdad había vuelto a ti, como siempre hacía.
“Háblame de la caza.” Le sugeriste en voz baja. Parecía irreverente hablar más alto en el frío aire nocturno. Había algo en esos paseos nocturnos, y en la ligera brisa que traía el aullido distante de un búho que parecía cubrir el mundo con una manta de paz.
Mientras caminabais hacia el restaurante, Sam te fue contando en voz baja cómo Dean y él habían rastreado el ghouls. Te asombraba que Sam llevara una vida tan vibrante, tan dinámica y aún así, le encantara volver a casa contigo y escuchara las historias sobre tu trabajo que empalidecían al lado de las del suyo.
En algún momento durante el paseo, tiraste de él para deteneros bajo una farola y te pusiste de puntillas para besarle. Él se inclinó y recorrió con su mano libre tu brazo hasta que acabasteis con ambas manos entrelazadas.
“¿Y eso a que ha venido?” su voz baja y grave le añadió un toque a esa escena que parecía recién salida de un cuadro.
Encogiéndote de hombros ligeramente y con sonrisa de adoración, le contestaste simplemente, “Porque te quiero.”
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imagining-supernatural · 7 years ago
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Muy Alejado de la Realidad
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1
Drabble pedido por theanniewisegirl: Si aún estas haciéndolos… podría pedirte un drabble? Podría ser con Sam y angst, con un poco de fluff al final? Quizás la lectora tiene miedo de algo o se paraliza durante una caza? ¡Muchas gracias!
Recuento de palabras: 1042
Advertencias: Depresión menor & sentimientos parecidos.
English Version: Far Removed From Reality
“Mira que chica tan bonita,” gruñó el fantasma, flotando a tu lado. “Está asustada hasta la médula.”
¡T/N! ¡Es un jodido fantasma! Puedes luchar, puedes ganar, tú—tu monólogo interior se interrumpió cuando los recuerdos de cada caza que había salido mal durante toda tu vida pasaban por delante de tus ojos. Todas las vidas que no habías sido capaz de salvar. Cada monstruo que aún seguía vivo porque no habías podido matarlo.
“!Mira, mira!” el segundo fantasma grito de alegría. Rebuscó aún más profundamente en tus más oscuros recuerdos que mantenías ocultos. Mientras las escenas cobraban vida como en una vieja película, tus músculos se tensaron. Oh, cómo te gustaría salir corriendo. Oh, cómo te gustaría que eso terminara. Pero no podías moverte. A penas podías respirar. Y los fantasmas se agarraron a eso. “Esta es divertida, ¡sí que lo es! Tantos malos recuerdos.”
“Me atrevería a decir que la ha liado más en su corta vida de lo que yo lo hice estado vivo.”
Uñas arañaron el cristal mientras los fantasmas cacareaban de alegría. “Y tú estuviste viva el doble de tiempo que ella lo va a estar.”
Cualquier otro día, la conversación entre esos dos fantasmas te hubiera hecho reír. Hubieras sido capaz de reconocer lo ridículos que eran. Lo lejos de la realidad que sus mentes estaban. Cualquier otro día, hubieras sido capaz de echar sal y quemar los huesos y seguir adelante.
Por supuesto, cualquier otro día, no te hubieras peleado con tu novio solo unos días antes ni te hubieras ido por tu cuenta. Cualquier otro día, no hubieras dejado que tus emociones se llevaran lo mejor de ti.
Cualquier otro día, hubieras sido capar de manejar esos horribles recuerdos que los fantasmas seguían sacando de tu mente.
“¿La matamos ahora o nos divertimos un poco más con ella?”
“Su mente ha estado marinando esos recuerdos reprimidos durante tanto tiempo. ¡Es absolutamente delicioso! No podemos acabar con la diversión aún.” Otra risita chirriante perforó tu conciencia mientras el fantasma abría la caja de los recuerdos que habías escondido en las oscuras profundidades de tu mente. Los recuerdos de tu familia. 
En cuanto los recuerdos comenzaron a reproducirse en la habitación, los miembros de tu familia moviéndose como si ellos mismos fueran fantasmas, todo se disipó. Apenas fuiste consciente del eco de los disparos mientras caías al suelo. No importaba que las imágenes holográficas de tu familia hubieran desparecido. Aún podías verlo todo, reproduciéndose como si estuviera sucediendo de nuevo.
“T/N, ¿en qué estabas pensando?” Sam aulló. “¡No puedes salir huyendo y meterte en una caza como esta tu sola!.”
“Lo siento,” murmuraste entre lágrimas. No estabas segura de a quien le estabas pidiendo disculpas. ¿A Sam? ¿A la gente a la que no habías podido salvar? ¿A la gente que murió porque no habías sido capaz de hacer tu trabajo y matar al monstruo? ¿A tu familia?
“¿Lo siento? ¡Dean y yo hemos estado enfermos de preocupación desde que te fuiste!”
Las palabras de Sam fueron un clavo en el recuerdo de otra caza más que habías estropeado a lo grande. Otro recuerdo que tirar en la cada vez más grande pila de fallos de tu vida.
“Cuando te fuiste, pensé que volverías al día siguiente con resaca o algo así. ¡Podías al menos habernos llamado o al menos enviado un mensaje! Pero tal y como estaban las cosas, hemos tenido que—“
Sam se detuvo para disparar a uno de los fantasmas que acababa de reaparecer. El segundo fantasma apareció de nuevo, solo para arder en llamas. En un rincón de tu mente, donde la maquinaria que hacía trabajar la lógica aun funcionaba, supusiste que Dean debía haber encontrado los huesos que tú no habías encontrado.
“Hemos tenido que rastrearte y—“
“¡He dicho que lo siento!” le gritaste, incapaz de soportar un segundo enviste de su ira. “¿Vale? Siento ser una horrible excusa de cazadora e incluso una peor novia. ¡Siento haber preferido huir a tratar de arreglar las cosas! Siento haber matado a mi familia y siento que te estés dando cuenta ahora de que no soy una buena persona. ¡Siento haberte hecho perder el tiempo pero ya no soy problema tuyo, Sam!”
Sam comenzó a decir algo, pero desvió la mirada por encima de tu hombro y apuntó al fantasma justo antes de que ardiera en llamas. Soltó un gran suspiro, y respondió a Dean que le llamaba por teléfono. Tras asegurarle a su hermano que todo estaba bien, colgó y se acercó hacia ti. Dejándose caer al suelo a tu lado, Sam se estiró hasta alcanzar tu mano, ignorando tus intentos de poner algo de distancia entre vosotros dos.
“Estas equivocada, T/N. En todo. No estoy enfadado contigo. Estoy enfadado porque pensé que no podría hablar contigo nunca más y no podría hacerte entender que aún te quiero. Incluso después de nuestra pelea. Y no sé que es lo que esos fantasmas te han hecho, pero tu eres una de las mejores cazadoras que he visto nunca. Y estoy orgulloso de poder decir que eres mi novia.”
“Me escapé,” le recordaste, refiriéndote a tu comportamiento infantil de hace unos días.
“Sí, eso fue una mierda.” Sam te concedió. “Pero eso no cambia el hecho de que te quiero. Y sé que tú también me quieres. Podemos hacerlo, T/N. Sé que podemos. ¿Déjame que te convenza a ti también?”
Una nueva oleada de recuerdos recién extraídos te llegaron en cascada, pero a través del horror y la confusion, sentiste los ojos de Sam fijos en los tuyos. Su mano sujetaba la tuya. Podías escuchar su vos diciéndote que te amaba.
Y de repente, la oscura cascada comenzó a hacerse más ligera mientras que los recuerdos felices comenzaban a regresar. Recuerdos de Sam y tu riéndoos. Recuerdos de todas esas cazas que los Winchester y tú habíais podido celebrar. De la gente a la que habíais salvado. Recuerdos que te recordaban por qué aún te levantabas cada mañana.
Recorriste la distancia que te separaba de Sam y te sentaste en su regazo. Sujetándote a él como si fuera tu único salvavidas en el medio un océano atronador, tus lagrimas mojaron su camisa mientras sus brazos te rodeaban y grababan promesas en tu piel.
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imagining-supernatural · 7 years ago
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12x19: The Future
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1
Reto de la Autora: Escribir un fic de cada capitulo de la temporada 12.
Recuento de palabras: 859
English Version
Tumblr media
“Eh, vamos chicos, tenéis que dormir un poco.” Dean llegó caminando a la biblioteca en la que Sam y tú estabais investigando. “No vamos a encontrar a Dagon esta noche.”
“Pues es una pena, la verdad,” murmuraste.
“¿En serio, T/N? ¿aún sigues con eso?”
“Tío, está buena.”
“Está tratando de matarnos a todos.” Después del drama de la vuelta de Cas, Dean no tenía tiempo para tus mierdas, pero había sido él el que había mencionado a esa sexy hija de puta.
Tú eras prácticamente la versión femenina de él, pero un poco más cachonda. Si alguien estaba bueno, tu te lo hacías. No estabas buscando el amor o tu alma gemela o lo que fuera. ¿Qué importaba que fueran los mayores gilipollas del mundo mientras supieran cómo moverse? La personalidad no te importaba cuando los dos estabais desnudos.
“¿Y qué? Eso no quiere decir que no me atraiga. Sigo pensando que mi plan es el mejor.”
Sam suspiró y puso los ojos en blanco. “Para que te acuestes con ella, tenemos que encontrarla primero.”
“Mmm. Vamos a encontrarla entonces.”
“Escucha, princesa,” Dean comenzó a hablar, inclinándose hacia ti desde el otro lado de la mesa. “Yo me apunto a un poco de acción entre dos chicas. Ya lo sabes. Pero es un jodido Príncipe del Infierno de lo que estamos hablando. Si necesitas echar un polvo, vamos a mi cuarto y nos ponemos a ello. Te haré olvidarte de ese demonio.”
Imitaste su posición, clavándole la mirada. “Cielo, puedes hacerme gritar tu nombre toda la noche, pero eso no hará que quiera estar con Dagon ni un poquito menos. Lo único que querrá decir, es que he tenido dos noches de inolvidable y sudoroso sexo cachondo en lugar de una.”
“¿Qué te hace pensar que ella querría estar contigo?” interrumpió Sam. “Quiero decir que ella es un Príncipe del infierno y tú eres una humana.”
“Eh, ¿hola? ¿Me has mirado bien? Todo el mundo quiere un pedacito de mio.” Te mordiste el labio y levantaste una ceja. “¿No es verdad, Sammy?”
Puso los ojos en blanco pero sabías que si derrochabas todo tu encanto con él, caería como un castillo de naipes.
“Es igual. Me voy a mi habitación a prepararme. Dean, te puedes venir después de que Sam te haga un rápido informe de nuestro nuevo plan para rastrear a ese demonio sexy.” La silla chirrió contra el suelo cuando te apartaste de la mesa. Justo antes de incorporarte del todo te inclinaste para hablarle a Sam al oído. “Y tú también eres bienvenido, Sam. Ya sabes. Si quieres. Puede que hasta invite a Cas también. Haríamos una fiesta.”
Le guiñaste un ojo a Dean, y dejando a los hermanos en la biblioteca, te dirigiste hacia la cocina para coger un snack. No estabas del todo segura de si Dean había estado de broma sobre lo de acostaros, juntos pero tampoco sería la primera vez. Los dos erais expertos en eso de los rollos de una noche, así que no había ninguna posibilidad de que acabara saliendo algo serio de las muchas noches de sexo casual tras acabar los dos juntos en el mismo bar.
Sam y Cas sin embargo… no te habías acostado con ninguno de ellos, pero oh cuánto querías hacerlo. Ninguno de los dos parecía el tipo de persona que tendría sexo completamente casual, especialmente con alguien con quien trabajaban, pero habías aprendido que la gente a veces te sorprendía.
“Siento que ya nunca vayas a tener sexo sudoroso con Dagon,” dijo Dean, rompiendo el silencio que os rodeaba. Después de que Cas os durmiera a los tres para poder llevarse a Kelly, un sombrío estado de ánimo había caído sobre vosotros. La traición os había calado en lo más hondo. 
“No pasa nada. Tenía que morir de todas formas. Tendré que buscarme otro ser mítico increíblemente cachondo al que follarme. Después de que encontremos a Cas y a Kelly y les pateemos el cuelo, por supuesto.”  
“¿Estás priorizando algo por delante de tu vida sexual?” Sam cogió aire casi teatralmente tratando de aligerar la situación.
 Te agarraste a ese intento de aligerar el ambiente con ambas manos, y te deslizaste desde el asiento de atrás para apoyar tu cabeza al lado de la suya. “A menos de que te apuntes a un poco de acción ente las sábanas, claro está.”
Su guiño juguetón te sobresaltó. “Cielo, no podrías conmigo.”
¿Estaba finalmente siguiéndote el juego? ¿Estaba finalmente flirteando? ¿Podrías finalmente experimentar al Sam sexy que tanto habías imaginado? “Suena a que me estás retando.”
“Chicos, ¿en serio?” se quejó Dean.
Le miraste antes de volver la vista hacia Sam de nuevo. “Creo que tiene miedo a que le superes.”
Dean bufó y una pequeña sonrisa apareció en sus labios. “Eso no va a pasar nunca.”
“Eso es una sonrisa.” Dijiste en voz baja, con afecto. Ahora que el humor era mucho más tolerable, te sentaste y sacaste el teléfono. “Mientras vosotros dos os peleáis por ver quien se acuesta conmigo esta noche, aunque yo estaría más que contente de entreteneros a los dos, voy empezar a buscar dónde se puede haber ido Cas.”
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imagining-supernatural · 7 years ago
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La Mujer Que Va Dentro
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1
Drabble pedido anónimamente: ¿Podrías hacer un drabble con la lectora y Sam, en el que la lectora esté un poquito rellenita y él la ayude con sus problemas de autoestima?
Recuento de palabras: 950
Advertencias: Problemas de autoestima
English Version: The Woman Inside
Todo estaba mal. El tejido era demasiado estrecho en la parte del pecho y de tus hombros y demasiado ancho debajo de tus caderas. Por no mencionar tus piernas. Realmente no querías mencionar tus piernas, pero eran como difíciles de ignorar teniendo en cuenta la forma en la que parecían emerger desde la parte de debajo de tu vestido.
“¿Has encontrado algo ya?” te preguntó Sam desde el otro lado de la cortina del probador.
Girándote, intentaste ver qué tal te quedaba en la parte del culo—eso fue un error. Nada bien.
“A lo mejor Dean y tú deberíais ir esta noche. Yo me quedare en el hotel y buscaré información.” De ninguna manera ibas a ser capaz de perpetrar un milagro y encontrar un vestido que te quedara bien antes de la gala de esa noche.
“Tienes que venir. Todos tenemos que estar en el asunto, ¿recuerdas?”
Bufaste. “Por favor. Cómo si alguien fuera a querer hablar conmigo y mucho menos darme información jugosa sobre lo que sea que estamos cazando.”
Pantalones de yoga y camisetas. Eso era lo que te ponías. Desde luego no esos vestidos tan elegantes. Aunque, a lo mejor…
Te recogiste el pelo, probando si un recogido alto podría mágicamente cambiar tu apariencia por la de alguien que se merecía ir a la gala del brazo de Sam Winchester. Después de todo, tu pelo era tu mejor recurso.
Con un vistazo al espejo y una mueca te dejaste caer el pelo hasta que quedó en su sitio. Exponer tu cuello sólo acentuaba lo anchos que eran tus hombros y lo poco que estaban hechos para esos vestidos.
“¿Qué acabas de—? T/N, cualquiera tendría suerte de poder hablar contigo aunque fuera por un minuto en la fiesta de esta noche.”
“Lo que tú digas,” murmuraste, frunciendo el ceño ante tu reflejo. Se suponía que el negro te hacía más delgada, ¿verdad? Pues, quién lo hubiera dicho aparentemente no te conocía a ti. “Lo dices porque eres mi amigo y ya me conoces. Si no me conocieras, sería la última persona con la que querías hablar está noche. Especialmente en esta estúpida cosa que llevo puesta.”
“Vale, voy a entrar dentro.”
“Sam, ¡no!”
Pero era demasiado tarde. La cortina se movió y él se coló dentro. Viste con horror como sus ojos recorrían tu cuerpo. Y no era un repaso rápido de hacer porque había mucho cuerpo que recorrer. “Madre mía.”
“Lo sé, es horrible. Mis brazos parecen los del jodido Hulk si Hulk no fuera verde y estuviera gordo en lugar de musculado. Y mis caderas parecen como si alguien hubiera metido a presión una docena de globos dentro. Y no me hagas hablar de lo grandes que parecen mis tetas en este estúpido vestido. Dean y tú deberíais dejarme en el motel esta noche. Sacareis más de la gala si no estoy con vosotros asustando a la gente.”
“¿De qué coño estas hablando, T/N? El vestido te queda… estás deslumbrante.” 
“Deslumbrante como el rayo de la muerte,” murmuraste. Sam sólo estaba siendo amable. Eso era lo que él hacía.
“Lo que puede que esté muerto es el sentido común.” Estaba deliberadamente avanzando paso a paso hasta que estuvo detrás de ti, imponente en el espejo. “Viéndote con ese vestido… T/N, digamos que no estoy teniendo pensamientos muy amigables ahora mismo.”
“¿Qué coño significa eso?”
¿No amigables? Lo opuesto a un amigo era un enemigo. ¿Qué demonios estaba diciendo? A lo mejor ese vestido era el que finalmente le hacía darse cuenta de lo enorme que estabas. A lo mejor se había dado cuenta de que tu sitio no era con Dean y con él, Los Winchesters, esos Dioses Griegos.
“Significa,” te susurró al oído, cálidas manos descansando sobre tus hombros y lentamente deslizándose por tus brazos. “Que me está costando mucho no arrancarte ese vestido aquí mismo.”
La caricia de Sam te trajo incredulidad y carne de gallina. Con la mandíbula caída y los ojos de par en par abiertos, no tenías ni idea de qué responderle. Le miraste en el espejo mientras él se armaba de valor para dar un paso atrás.
“Vas a llevar ese vestido a la gala,” te ordenó. “Todo el mundo va a querer hablar contigo y cuando lo hagan, se darán cuenta de que eres mucho más que una mujer preciosa porque tienes además cerebro y determinación. Se enamoraran de ti igual que—” Se quedó callado y tú estabas demasiado confusa y asustada como para pedirle que acabara esa frase. “Confía en mi, T/N. ¿Ese vestido y tu cerebro? Descubrirás quién y qué estamos cazando en la primera media hora.”
Vale. ¿Cómo coño respondías a eso? Sam solo estaba siendo tu amigo. Te estaba diciendo lo que pensaba que necesitabas escuchar. Eso era todo. Así que ya podías hacer que tu corazón se calmara, devolver el vestido rechazado a la percha, y prepararte para una noche cómoda en la habitación del hotel con los libros que necesitabas para buscar información.
“Creo que estás llena de mierda.”
“Estoy llena de algo, sí, pero no de mierda.” Sam te agarró del brazo y tiró de ti hasta que te giraste para mirarle. “Confía en mi, T/N. Serás el centro de atención esta noche en la fiesta y después—“
Se interrumpió de nuevo, pero esta vez no pudiste contenerte. “Después… ¿qué?”
Su leve carcajada resonó dentro del probador y desvió la mirada por un momento, pasándose la mano por el pelo. “Luego, si quieres, podría ayudarte a quitarte ese vestido. Podemos asegurarnos de que Dean se va con alguna chica de la fiesta y así yo puedo enseñarte exactamente lo que ese vestido y la mujer que va dentro me hacen.”
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imagining-supernatural · 7 years ago
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12x18: The Memory Remains
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1
Reto de la Autora: Escribir un fic de cada capitulo de la temporada 12.
Recuento de palabras: 2.178
English Version
Tumblr media
“Black Bill es una leyenda urbana local. Se sabe de ella desde hace más de 100 años. Una historia del folklore datada en 1907 menciona que, eh, entonces se conocía como Black William, así  que parece en algún momento entre–“ Sam estaba tratando de poneros a ti y a Dean al día  de lo que había encontrado, pero Dean estaba distraído.
Y te volvía loca.
Por supuesto que encontraría a alguna rubia que estuviera buena en el restaurante a la que echarle el ojo.  No es que hubiera una mujer viviendo con él que estuviera interesada.
“Tío, concentrate,” le regañó Sam.
“Estoy concentrado. Sí, Black Bill. ¿Qué tienes?”
“Vale, bueno, vive en los bosques así  que es como el Demonio de Jersey local. Aparentemente tiene cabeza de cabra.”
“¿Una cabra? En plan Beee-beeee, cabra?”
Dean era insufrible. Flirteaba con todas las mujeres excepto contigo. Por qué te sentías atraída por él, no tenías ni idea. Y desde luego no era reciproco.
“Sí, una cabra,” Sam le confirmó. Estabas tan irritada y tan frustrada que si uno de los dos decía cabra una vez más, acabarías tirando algo al suelo. 
O a lo mejor tirándole algo a la rubia cachonda de la que Dean no podía apartar los ojos.
“Bueno a lo mejor es lo que Aaron vio.”
“Sabes, si la sigues mirando así, va a empezar a pensar que eres un rarito.” Le interrumpiste.
Dean giró la cabeza con rapidez hacia ti, no estaba acostumbrado a que tú le llamaras la atención. Sam por supuesto. Eso era territorio de su hermano pequeño. ¿Pero tú? Tú generalmente te guardabas tus pensamientos cuando Dean andaba cerca.
“Cielo, se llama flirtear.”
“Se llama así comienza una orden de alejamiento,” murmuraste, bajando los ojos para concentrate en el café, arrepintiéndote ya de haber dicho algo.
“No te pongas celosa porque a ti no te lo haga nadie.”  Al menos aún te estaba tomando el pelo. Eso significaba que no había notado nada.
Pero de todas formas tú ya habías acabado con esta conversación. “Lo que tú digas, Dean. Olvídalo. Volvamos a Black Bill y lo que vio Aaron.”
Os pusisteis de nuevo con el caso. Pero no había pasado ni un minuto cuando Dean interrumpió la diatriba de Sam. Se te cayó el estomago a los pies cuando la camarera le sonrió a Dean porque supiste que se iba a ir con ella a su casa esa noche.
“Trabaja sabiamente, no duramente, Sammy.” Dean cogió su café y se dirigió a la barra para dar el siguiente paso. Todo lo que tú podías hacer era mirar desesperada como el hombre al que no podías sacarte de la cabeza se metía en un rollo de una noche más con otra mujer.
“Argh, que no haga lo del café caliente.” Sam murmuró, a la vez que tú también lo pensabas, pero por una razón completamente diferente.
Mientras Dean charlaba con la rubia, intentaste no dejar ver tu animadversión ante ese show. Vale, ella probablemente fuera una gran persona. Pero todo el que lograra tener la atención que Dean no te estaba prestando a ti, tenía un sitio asegurado en tu lista de mala gente. “No me puedo creer que eso le funcione.”
“Le funcionaría contigo,” señaló Sam.
Gruñiste y le diste un trago al café. “Si, bueno, nunca tendremos la oportunidad de probar esa teoría, ¿verdad?”
“Si te pusieras tus braguitas de chica—“
“No digas braguitas. Suena raro viniendo de ti.” Miraste hacia ellos justo a tiempo de verla a ella lanzando una risita. “Da igual, volvamos a Black Bill. Deberíamos–”
“La verdad es que deberías hacerle saber lo que sientes,” Sam te incitó. El por qué parecía tan interesado en lo que sentías por su hermano te era un misterio. Era la única persona que había conseguido ver más allá de tu fachada y te había hecho enfrenarte con el cuelgue que tenías con Dean. Y no lo iba a dejar pasar. “Seguramente te sentirías mejor.”
“Acabaría explotándome en la cara y lo sabes, Sam. A él no le gusto de esa forma y los cazadores sólo tienen rollos de una noche. No saldría nada de ese intento. Hay que seguir adelante.”
Levantó una ceja retándote. “Lo haré cuando tu lo hagas.”
¿Cómo supera uno a alguien a quien nunca ha tenido? “Lo he intentado. No es que sea célibe. Pero es que… no parece que nadie… no puedo encontrar a nadie que… los tíos son tontos, ¿vale?”
“¿En serio? ¿No has encontrado a nadie con quien quieras? Ya sabes.”
Allí hacía calor, ¿verdad? Se te estaba poniendo la cara roja como el fuego por el calor que hacía en esa habitación, no por que estuvieras avergonzada. “Te lo he dicho, los tíos son tontos. ¿Podemos dejar de hablar de mi vida sexual y continuar con el caso?”
“No, esto es mucho más interesante.” Se cruzó de brazos y se inclinó hacia delante en la mesa. “¿Realmente crees que serías capaz de superar lo que sientes por Dean si encontraras a alguien que de hecho supiera llevarte a donde necesitas que te lleven?”
“Encuéntrame a un tío que sea capaz de prestar atención a algo más que su propia polla y pondremos a prueba esa teoría.” Como si eso fuera a ocurrir alguna vez. “Pero hasta entonces, vamos a concentrarnos en salvar a la gente de esta ciudad.”
******
Tu chaqueta aterrizó en el sofá. No es que nadie fuera a dormir allí de todas formas. Dos camas. Una para ti, otra para Sam. Dean no iba a volver hasta la mañana siguiente.
El estúpido y adorable gilipollas.
“Si Black Bill tiene de verdad la cabeza de una cabra, ¿tú crees que gritará como las cabras de verdad?”
“¿Quieres decir como las del video que alguien hizo con la canción de Taylor Swift?” Sam dijo con una carcajada. “Tío, ¿te imaginas?”
“Creo que sería bastante aterrador, de hecho. ¿Ese monstruo gigante, medio hombre medio cabra viniendo a matarte y tú empiezas a gritarle así?”
Pasados unos segundos, Sam se dejó caer en la cama y se empezó a reír. “Piensa en en-piensa en ello-oh, tío, piensa en su lengua haciendo lo que hacen las de las cabras en ese video?”
Te lo imaginaste y te tumbaste en la cama a su lado mientras estallabas en carcajadas. “ ¿La lengua colgando mientras te grita en el medio del bosque y te asusta de por vida? ¡Vaya manera de acabar!”
Tras un minuto la carcajada fue cediendo. Se estaba haciendo tarde, y deberías prepararte para ir a la cama. ¿Quién sabía como iba a ir la caza? Deberías dormir todo lo que pudieras.
Pero el sueño no te iba a llegar fácilmente. Te tumbaste en la cama pensando en Dean con esa otra mujer.
Como si estuviera en la misma longitud de onda que tú, Sam empezó a hablar. “Bueno, he estado dándole vueltas y conozco un chico que podría ayudarte con tu… problema.”
“¿Cómo? Has estado conmigo toda la noche y no creo que hayas hablado con ningún chico–oh.” Te sentaste y le miraste con los ojos muy abiertos.
Él se sentó también mientras procesaba lo que estaba sugiriéndote. “Siéntete libre de decir que no, pero creo que echar un polvo, echar un polvo de verdad te ayudaría con…” se encogió de hombros pero mantuvo los ojos clavados en ti.
“Sam somos… somos amigos—”
“Sí. Lo que es perfecto. Seremos simplemente amigos con beneficios. Cada vez que necesites liberar tensión…”
Te estaba ofreciendo literalmente su cuerpo. Estarías mintiendo si dijeras que no te habías imaginado como sería Sam en la cama. Casi cada vez que le veías sin camisa, tu mente lo metía entre las sábanas. Con un cuerpo como ese, ¿Quién no se lo preguntaría? Pero nunca te habías permitido ir más allá. Erais amigos.
“No te puedo hacer eso. Estaría usándote y no sería justo para ti.”
“¿Crees de verdad que yo no sacaría nada de esto? T/N, tú estas muy buena. Y no es que fueras tú sola la que estarías teniendo un orgasmo.”
Era como si tu mente se hubiera paralizado. Era demasiado. ¿Sexo casual con un amigo con el que vivías? ¿Era si quiera posible?
Pero, ¿Podría ayudarte a superar esa extraña atracción que sentías por Dean?
“Pareces estar muy confiado en que podrías, eh, llevarme allí.” ¿Por qué estaba si quiera hablando de ello? ¡Era una locura!
Ahora tenía una mirada arrogante y sus ojos viajaron por todo tu cuerpo. “Confía en mi, T/N.”
Tu voz se hizo más profunda mientras empezabas a rendirte. “¿Y que pasará si a pesar de todo no me ayuda?”
“Eso lo sabremos por la mañana. Pero hacerlo una vez, no nos hará daño, ¿verdad?”
Oh, una vez desde luego que podía causar muchos, muchos problemas. Pero Dios, lo necesitabas. Sin pretenderlo, te encontraste a ti misma inclinándote hacia él. “Dean no puede enterarse de esto. Incluso si seguimos haciéndolo, no puede enterarse.”
“Será nuestro secreto. Lo prometo.”
Con los ojos en los suyos, te tomaste un último momento para cimentar tu decisión antes de recorrer la distancia que os separaba y besarle.
*******
“Ahora imagina que estas super colgada y Bill llega corriendo hacia ti, gritando con la lengua colgando por todas partes.” Sam sacudió la cabeza un poco para demostrarte de lo que estaba hablando y tu carcajada atrajo la atención de los que estaban en la mesa de al lado.
“Si te digo la verdad, probablemente me daría un ataque al corazón.” Cambiaste tu sonrisa por una cara un poco más seria y pensativa para darle otra idea. “A no ser que estuviera puesta de ácido, porque en ese caso el dragón que está detrás de él sería mucho más terrorífico.”
Sam asintió como si acabaras de soltarle algo profundamente erudito.  “Oh, sí. Desde luego. En ese caso te harías pis en las bragas.”
“Oh, sí,” repetiste sus palabras. “Desde luego.”
Una sonrisa se asomó a tus labios de nuevo y desviaste la mirada, sacudiendo un poco la cabeza mientras te reías. La pasada noche había sido… amazing. Sam desde luego no era uno de los atontados a los que estabas acostumbrada, y hasta el momento había habido muy pocos momentos incomodos para ser dos amigos que se habían acostado juntos. Aún erais amigos. Pero ahora te sentías… más feliz. Mejor. Más relajada.
Estabas de tan buen humor que cuando la puerta se abrió y viste a Dean entrando con la chica de la noche pasada, te sentiste mucho menos celosa.
Sam se aclaró la garganta y cuando le miraste, tenía una ceja levantada. Te encogiste un poco de hombros y sacudiste la cabeza, pero seguías estando tan relajada como antes.
“Vale, pero si estas puesta de ácido y Bill viene corriendo hacia ti así,” continuaste con la conversación estabais manteniendo, “Entonces ¿no se le convertiría la lengua en algo, como, rayos laser o algo así?”
Asintió con mucha seriedad pero una sonrisa asomó a su rostro, una que no tenía nada que ver con la conversación actual. “Buena idea. Y los gritos sonarían como los de los alpinos.”
“O como Shakira.”
La sugerencia hizo que Sam soltara una carcajada que hizo aflorar la tuya. Prácticamente estabas llorando de risa, con lágrimas cayéndote por las mejillas cuando Dean se acercó a donde estabais.
“¿Qué, eh, que esta pasando?” Dean estaba, comprensiblemente, confuso. No erais personas a las que os gustaran las mañanas. Si era antes de las nueve de la mañana, hubieras apuñalado a cualquiera que tuviera pinta de ir a dirigirte la palabra. Pero ahí estabas, a las ocho de la mañana ¿riéndote tanto que estabas llorando?
Sam hizo un gesto con la cabeza para que fueras tú la que le contestaras a Dean mientras se sentaba en el taburete que había al lado del tuyo.
“Nada, es que–” una mirada a Sam te hizo soltar una risilla de nuevo y tuviste que desviar la mirada. “Son cosas de la noche pasada.”
“¿Qué clase de cosas?”
“Oh, tío. Ha sido… ha sido… ha sido genial, pero es que tenías que haber estado allí para entenderlo.” Posaste la mirada en el rostro adorable de Dean, pero te diste cuenta de que no tenías que luchar casi para no caer en tu confuso cuelgue por él.
Era un cambio muy refrescante.
Entonces cometiste el error de mirar a Sam de nuevo y él sacó la lengua y la dejó colgando, haciendo que volvieras a soltar unas cuantas risillas. Dean os miró a los dos, completamente desconcertado. “¿Qué demonios?”
En voz baja y temblorosa por la risa cantaste, “¡Shakira, Shakira!” y Sam, jadeando de risa, casi se cae del taburete.
“¿Qué os pasa?”
“Nada,” consiguió decir Sam entre carcajadas.
“Vale entonces…” Dean se acercó tu plato de tortitas y le dio un mordisco a una. “Que habéis averiguado del tipo cabra ese?”
Clavaste los ojos en los de Sam y fue como si se hubieran abierto las compuertas y las carcajadas fluyeran libremente.  Te dolía el pecho de reírte tanto.
“En serio, ¿Qué me estoy perdiendo?”
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imagining-supernatural · 7 years ago
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Susurro En El Viento
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1
Secuela de Preservado en Pigmentos
Sumario: Un par de meses después de tu conversación en el cementerio, te encuentras con ese hombre tan roto de nuevo.
Recuento de palabras: 1446
Advertencias: Ninguna.
N/A: No podía dejarlo así. De hecho, la mayor parte de esta secuela la escribí el mismo día que posteé Preservado En Pigmentos, meses atrás, pero se me había olvidado hasta hoy. Después de acabar de escribir Preservado en Pigmentos, tenía que saber que Sam iba a estar bien. Necesitaba una clausura. Pero creo que se me olvidó hasta está semana, porque es ahora cuando más lo necesitaba.
Español Masterlist – English Masterlist 
“Y entonces nos colamos en el backstage y—“
“Ella se coló en el backstage,” corregiste rápidamente la historia de Vanessa, sin querer quedarte con el crédito de los eventos ilegales sucedidos el pasado fin de semana. Ya deberías haberte imaginado que Vanessa contaría esa historia en la comida de chicas de esta semana. “Yo sólo la seguí para asegurarme de que no se metía en ningún lío.”
“¡Fue idea tuya!”
“Ya sabes que siempre digo en broma lo de colarnos en el backstage de un concierto. Pero de hecho nunca he pensado en hacerlo.”
Lily se metió en la conversación, afortunadamente para ponerse de tu lado. “Desde luego. Es, como, lo que se hace en los conciertos. Todos tenemos ese sueño de que algún día conoceríamos a la banda. Pero la mayoría de la gente sabe que no es algo que de hecho sea plausible.”
“Y yo hice que sucediera,” Vanessa se inclinó para hacer una reverencia tanto como se lo permitió la silla. “De nada.”
Nunca lo admitirías delante te Vanessa (ya se lo tenía bastante creído) pero llevaba razón. Fue gracias a que ella se había colado en el backstage por lo que habías pasado una de las noches más memorables de tu vida. “Al menos la banda se portó bien y no nos echaron a patadas. De hecho fueron tan majos que nos invitaron a tomar un par de copas con ellos. ”
“¿Te emborrachase con Slightly Embroidered?”
Vanessa se inclinó hacia Lily para susurrarle. “T/N se enrolló con Alex Fischel.”
“¡No lo hice!”
“Oh, cielo. Hasta hubo lengua.”
“Yo—“ abriste mucho la boca durante unos segundos aunque no te salía ninguno sonido antes de rendirte y hacer un puchero. “Era clasificado para mayores, totalmente.”
Arrugando la nariz, Vanessa ladeó la cabeza. “Seamos honestos. Estoy de acuerdo en que era al menos clasificado PG-13.”
“Lo que sea, V. Pero me estoy dando cuenta de que no le estas contando a nadie lo que hiciste cuando te escabulliste con la líder de la banda telonera.” Dijiste frunciendo los labios y con una mirada retadora; no ibas a dejar que se fuera de rositas tan fácilmente.
Pero Vanessa no tenía ningún sentido de la vergüenza. Simplemente se rió. “Estaba buena. Yo estoy buena. ¿Queréis más detalles?”
“Ugh, no, por favor. He escuchado más historias de tu vida sexual que de la de nadie.” Lily ondeó la mano y se acabó el resto de su margarita. “Cuando te acuestes con Scarlett Johansson, entonces es cuando me lo puedes contar todo. Pero hasta entonces, me parece bien que te guardes algún secreto.”
“¿T/N?” Una voz conocida sonó detrás de ti, y te volviste para ver quién era. El halo de la luz del sol detrás de él hacía difícil enfocar su rostro, pero poco a poco tus ojos se acostumbraron. “Eres tú. No estaba seguro.”
“Oh, ¡hola! Sí, nos conocimos en el cementerio.” Repasaste la intensa conversación que habías tenido con ese hombre, pero no eras capaz de ponerle un nombre a ese rostro. “No sé si me llegaste a decir tu nombre.”
“Sam. Es Sam. Creo que estoy interrumpiendo la comida.” Hizo un gesto hacia la mesa donde estaban tus amigas que estaban siguiendo ese encuentro con gesto muy interesado. “Pero me prometí a mi mismo que si te veía de nuevo, te daría las gracias.”
Tenía mucho mejor aspecto que el que había tenido hacía unos meses. La posición de su cuerpo era más recta y no tenía tantas arrugas de preocupación en su rostro. Te hizo sentir alivio saber que no estaba sufriendo tanto como la última vez que le viste.
“Sí, eh.” Te volviste a mirar un momento a tus amigas mientras te levantabas. “Ahora vuelvo, chicas.”
“Tómate tu tiempo, cielo,” dijo Vanessa arrastrando las palabras, sin molestarse siquiera en ocultar que estaba devorando con la mirada a Sam. “Tómate tu tiempo.”
Tras coger tu bolso—ya habías aprendido hacía tiempo a nunca dejar tu teléfono cerca de tus amigas—te llevaste a Sam calle abajo, hacia un banco en el parque.
“¿Qué tal te va?” preguntaste, sinceramente querías saberlo. En los pocos meses que habían pasado desde vuestro breve encuentro, te habías encontrado preguntándote bastante a menudo, qué habría sido del extraño al que habías conocido en el cementerio.
“Bastante bien, de hecho. Gracias a ti.” El brillo de gratitud en su mirada, te tocó el corazón. “Nuestra conversación me dio el empujón que necesitaba para salir del estado de depresión y pena y pasar al de la aceptación.”
“Es—“ te interrumpiste antes de poder terminar la frase. No es nada, fue tu primera respuesta, pero no era la correcta. No era cierto que no había sido nada. Habías cambiado la vida de ese hombre. “Me alegro de haberte dado ese empujón.”
“Sí, de hecho,” Sam se pasó la mano por la nuca y desvió la mirada un momento. “Eh, nunca he tenido una buena relación con mi familia. Corté los lazos con ellos cuando me fui para ir a la universidad. Pero después de lo que dijiste sobre sentirse solo y esconderse bajo las mantas… era algo que no podía sacarme de la cabeza. Especialmente porque cada día miraba el cuadro que me diste. Era como si Jess me gritara que me sacara ya la cabeza del culo.” Se rió y se inclinó hacia delante, reposando los codos en sus rodillas. “Así que lo hice. Llamé a mi hermano y todo ha ido bien.” Por la tímida sonrisa que apareció en sus labios, supiste que no estaba mintiendo para hacerte sentir bien. “Así que, gracias por ello.”
“De nada, Sam. Me alegro de que interrumpieras mi comida. Me he estado preguntando como te habría ido.”
“¿En serio?”
¿Por qué estaba tan sorprendido? “Lloramos juntos en el cementerio. Por su puesto que he pensado en ti.”
Se rió un poco. “Supongo que eso ha creado un extraño nexo de unión.”
“Y yo, bueno, lo que compartí contigo fue tan personal. Lo que Hayden me dijo aquel día, es algo que sólo les he contado a mis padres y a los padres de Hayden.” Se te contrajo el corazón al recordarlo, pero no con la devastadora pena que habías estado sintiendo durante tanto tiempo. “Así que por supuesto que me he estado preguntando que habría sido del extraño que conocí en el cementerio que me hizo sentir lo suficientemente cómoda como para compartir con él uno de mis más privados recuerdos.”
“Yo—no me había dado cuenta. Lo siento.”
“No lo sientas,” te apresuraste a asegurarle, sin darte cuenta de que te habías estirado para posar una mano sobre su brazo. “Te ayudó. Es lo que Hayden hubiese querido. Contártelo es una forma mucho mejor de honrar su memoria que guardármelo para mi misma.”
“¿Cómo la pintura?”
“Cómo la pintura,” asentiste. “La estás cuidando bien, ¿verdad?”
Sam asintió, mechones de largo pelo moreno tapándole los ojos. “La he puesto en un marco y la he colgado en el cuarto de estar, y cada vez que alguien me pregunta quién la ha pintado, les contesto que un precioso ángel me la dio en el cementerio.”
El inesperado cumplido hizo que te ruborizaras y te mordiste la sonrisa. “Me alegro saber que le he encontrado un buen hogar.”
Sam se giró para mirarte y sujetó tus manos entre las suyas. El aire se hizo más pesado y más profundo entre vosotros. Los ojos castaños de Sam se clavaron en los tuyos con una profundidad y sinceridad a la que no estabas acostumbrada. “T/N, de verdad, de verdad que me gustaría que supieras lo agradecido que estoy por lo que hiciste. No me conoces, pero de alguna manera, supiste exactamente que tenías que decirme. Si alguna vez puedo hacer algo por ti, por favor, házmelo saber.”
Fue como si alguien sentado detrás de ti, te hubiera dado un empujón. “De hecho… si quieres podrías invitarme a cenar este fin de semana.” Un brillo de sorpresa cruzó por los ojos de Sam, y te apresuraste a aclararlo. “Siempre que estés preparado. No quiero empujarte a hacer algo para lo que no estés preparado. Sé que sólo ha pasado un año, pero-“
“¿El viernes a las seis?” Sam interrumpió tu divagación.
Hubo un silencio que duró mientras te lo planteabas de nuevo. Enrollarte con alguien a quien no ibas a volver a ver, y tener una cita con alguien con quien obviamente tenías una conexión eran dos cosas completamente distintas. No habías salido con nadie desde que Hayden murió. ¿Y si tú no estabas preparada?
Pero entonces sentiste un susurro en el viento que te dio el empujón para seguir adelante.
“El viernes a las seis suena genial.”
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imagining-supernatural · 7 years ago
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Preservado En Pigmentos
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1
Sumario: La lectora está visitando la tumba de su marido y tiene una conversación de esas que te desgarran el corazón con un hombre destrozado que visita la tumba de su novia
Recuento de palabras: 1.372
Advertencias: Se habla de la muerte y del cáncer.
N/A: He tenido esta idea guardada en mis notas desde las ultimas semanas del semestre (en aquella época en la que tenía un montón de buenas ideas y nada de tiempo para escribir) y hace un par de noches sentí la necesidad de escribir algo super emocional, así que en lugar de irme a la cama como una persona normal, acabé llorando durante una hora mientras escribía esto. Está situado un par de meses después de la muerte de Jess, pero es un poco un AU, porque ella muere en un incendio en su apartamento y ellos no cazan así que Sam no tiene ninguna forma de darle salida a ese dolor. No tiene la ventaja de poder vengarse de lo que la mató porque murió en un incendio. Así que esta bastante perdido.
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Las lágrimas te escocían pero parpadeaste para librarte de ellas. “Es un día tan bonito. Te hubiera encantado, Hayden. El cielo está de ese tono de azul sobre el que tanto hablabas en aquella tienda de Florida. Y hay una nube perfecta, como una burbuja que parece sacada de un cómic flotando por el cielo. Aunque supongo que puedes verla, ¿eh? Pero desde el otro lado.”
Te quedaste en su tumba un rato más antes de dirigirte hacia el centro del cementerio. Bajo la sombra de un viejo roble, te sentaste y sacaste tus acuarelas y el papel. No te costó mucho decidir qué ramillete de flores querías pintar hoy. Alguien le había dejado a Richard Flaherty un precioso ramillete de amapolas azules, lilos blancos y tornasoles amarillo brillantes. Los tornasoles eran unas de las flores favoritas de Hayden.
Estabas tan metida en la pintura, que no te diste cuenta de que había un hombre visitando una tumba a un par de metros de donde estabas. En cuanto te diste cuenta de que no estabas sola, intentaste no escuchar sus susurros por respeto y trataste de concentrarte en tu pintura de nuevo. Tras un par de minutos, le viste avanzar hacia donde tu estabas por el rabillo del ojo. Según se acercaba levantaste la mirada de la pieza de arte que estabas haciendo y le dirigiste una débil sonrisa. “Hola.”
“Hola. Te importa si…” señaló al suelo a tu lado y le hiciste un gesto con la mano para que se uniera a ti. Ninguno de los dos dijisteis nada durante unos minutos, pero no era un silencio incómodo. De hecho, para ser dos extraños que ni siquiera sabían sus respectivos nombres, era extrañamente confortable.
“¿Estás aquí por… Richard?” Preguntó el hombre finalmente.
Sacudiendo la cabeza añadiste una sombra a uno de los pétalos. “No. Mi marido está enterrado un par de filas más allá. Vengo una vez al mes, encuentro el mejor ramillete y lo pinto para él.”
“Lo siento mucho,” te ofreció sus sinceras condolencias. “No has podido estar casada mucho tiempo. Pareces más joven que yo.”
“Ocho meses.” Dejaste los pinceles y miraste a la tumba de Richard. “Pero fueron los ocho mejores meses de mi vida.”
“Si no te importa que te pregunte…”
Por su voz, supiste que retiraría la pregunta si tú no querías hablar de ello. Pero quizás justo por eso, te sentías lo bastante cómoda como para abrirte con un extraño.
“Cancer. Empezamos a salir en el instituto y le dieron la mala noticia después de nuestro último año de universidad. Fue entonces cuando decidimos que queríamos pasar el tiempo que le quedara juntos. Nos fugamos y fue la mejor decisión que he tomado nunca.” Ya valía de hablar de ti. “¿A quien estás visitando tú?”
“Mi, eh, mi novia. Nuestro apartamento ardió en llamas un día y ella no pudo salir.”
“No me lo puedo ni imaginar.” Te dolía el corazón pensando en ese hombre. Con Hayden habías tenido tiempo para prepararte. Le habías dicho lo que querías decirle y hecho lo que querías hacer. Pero, ¿que te arrebaten a alguien a quien amas tan inesperadamente? “Es horrible.”
Los músculos de sus mejillas se tensaron mientras luchaba por suprimir una ola de emoción.
“Sí. De todas, formas a ella le gustaban las flores así que me aseguro de traerle cada semana.”
“A Hayden le encantaban las flores también. Yo nunca les he visto el atractivo, se mueren demasiado pronto para mi gusto. Pero cada vez que llevaba a casa una rosa o una margarita o incluso un puñado de dientes de león, se le iluminaba la cara. Cada vez que le compraba flores, me enamoraba de él un poco más.”
“Y ahora pintas flores para él.”
“Ahora pinto. El tiene sus flores y… y yo logro quedarme con esa parte de él para siempre.”
“Creo que por eso Jess cocinaba tanto.” Murmuró. “Sabía cuanto me gustaban sus galletas.”
Os quedasteis en silencio de nuevo, y tú seguiste dibujando. Había pasado un año desde que murió. Tenías todo un cuaderno de dibujos lleno de pinturas de flores en casa. Un año lleno de flores, preservadas en pigmentos.
“¿Cuánto hace que murió tu novia?”
“Siete meses.”
“Va a hacer un año y medio ya para mi.”
“¿Se hace más fácil con el tiempo?”
Una vez más, bajaste las pinturas al suelo, y te giraste para mirar a ese hombre a los ojos. “Más o menos. Los días malos son menos frecuentes, por lo menos.”
Sus tristes ojos castaños se clavaron en los tuyos. “¿Cómo logras seguir adelante?”
Día a día. Era la respuesta estándar que le dabas a la mayoría de la gente. Pero sabías que este hombre merecía la verdad. Necesitaba escuchar algo real.
“La semana antes de que Hayden muriera,” comenzaste, luchando ya por contener las lágrimas al recordarlo, “Me pidió que me sentara en la cama en el hospital y tomó mi mano entre las suyas.” Te acercaste el par de pasos que os separaban y alargaste la mano para tomar la de ese extraño entre las tuyas, mirándole con sinceridad a los ojos.
“Y me dijo, ‘T/N. Gracias por hacer estos últimos años de mi vida, los mejores que nadie hubiera podido desear. Cada día ha estado lleno de tus sonrisas y mis flores y no ha pasado un solo día sin que me hayas hecho reír. No sabía cuando te conocí que tendríamos tan poco tiempo para estar juntos, pero sabía que quería exprimir cada segundo contigo. Nos las hemos arreglado para vivir toda una vida entera de amor en esto seis años juntos.’”
No te molestaste en contener las lágrimas en ese momento. “’Mi tiempo casi ha terminado. Y sé que va a ser duro para ti seguir adelante. Sé que te vas a sentir muy sola y a la deriva. Ojala no tuviera que ser así. Pero quiero que sigas exprimiendo la vida en cada segundo que pase. Cada vez que sientas la tentación de meterte debajo de las mantas y esconderte del mundo, piensa que las flores no pueden crecer en la oscuridad. Quiero que sientas mi amor cada condenado día, porque te quiero muchísimo. Nada va a cambiar eso.
“Pero también quiero que encuentres a alguien que te ame más que yo. Lo encontraras. Sé que lo harás. Porque eres más increíble de lo que las palabras pueden describir. Por eso sé que vas a superar esto. Vas a madurar y convertirte en alguien incluso más maravillosa de lo que eres ahora. Vas a cambiar el jodido mundo, T/N. Y yo estaré contigo en cada paso del camino.”
Cuando saliste del recuerdo y te concentraste en el rostro del hombre, viste que estaba llorando tanto como tú. Con una mano tierna, te estiraste y le limpiaste la humedad de la mejilla. Muy despacito apoyó la cara en tu palma, así que le sujetaste la mejilla y le volviste cara hacia la tuya una vez más.
Ese hombre estaba roto. No sabía cómo seguir adelante. Te preguntaste cuanto tiempo había pasado desde la última vez que se permitió un gesto de afecto.
“Siento que no pudieras tener esta conversación con Jess. Pero espero que sepas que ella está aún contigo. Aún está animándote. Recuérdalo.”
Cubrió tu mano con la suya y cerró los ojos un momento. Le diste el tiempo que necesitaba con la única sintonía de los pájaros y la brisa como testigo.
“Gracias,” dijo con voz ahogada. “Gracias.”
Con un ultimo apretón a tus dedos te soltó y se levantó, sacudiéndose la hierba de los pantalones. “Yo—yo debería irme.”
No había dado más de tres pasos cuando le llamaste. “¡Espera! Quiero que te quedes esto.”
Le tendiste el dibujo que habías acabado.
“No, no podría. Lo pintaste para tu marido. No puedo aceptarlo.”
“Sí, claro que puedes. Hayden nunca se quedaba las flores que le compraba. Se pasaba una hora mirándolas mientras hablábamos, y después encontraba a alguien en el hospital que las necesitaba más. Lo necesitas más que yo.” Diste un paso hacia delante y te estiraste para alcanzar su mano y poner el papel en su palma. “Cada vez que lo mires quiero que sepas que ella está contigo. Esta animándote. Y te ama.”
Secuela: Susurro En El Viento
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