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Saben aquell (2023) David Trueba.
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Film Journal
"Saben aquell" by David Trueba
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🎦Jau Fibla opina sobre el film: SABEN AQUELL? De David Trueba🤔 Destaquem un moment especial del recent episodi número 21 de CINEJAU, carregat d'entusiasme i emoció!😂🎬 El nostre amic Jau ens obre les portes al meravellós món d'EUGENIO a través de la mirada única de David Trueba. 🤩 No et perdis aquesta divertida i emotiva opinió sobre "El saben aquell"! Una obra mestra del cine que ens fa recordar els temps daurats de l'humor. 😄🎥
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Entrevista con David Trueba, director de "Saben aquell" (2023).
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"Lo que más odia el rebaño es aquel que piensa de modo distinto; no es tanto la opinión en sí, sino la osadía de querer pensar por si mismo, algo que ellos no saben hacer".
Arthur Schopenhauer.
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Inestable
Fantaseo contigo porque ni siquiera sé a qué hueles.
Llega un punto a medio pensamiento donde me detengo, te veo y me doy cuenta que no puedo sentirte, que quiza jamas pueda hacerlo. me siento vacío, ese mismo vacío de cuando alguien se va y aunque tú ni siquiera has venido, te echo de menos.
Por mi mente pasas cada vez que quiero, estás cuando quiero y tu sonrisa suena a aquel silencio que me tranquiliza. Tus besos no saben a nada pero voy uno tras otro. Sabemos querernos, sabemos distanciarnos y lo que es perfecto lo olvidamos en el segundo que sentimos algo nuevo.
Eres frágil, con el tiempo has aprendido a luchar para que nadie se de cuenta. Lloras a media noche con el volumen alto en los audífonos para que ni tú sepas que estás triste, al día siguiente sonríes sin nada que esconder. No somos ideales, ya casi nos conocemos, a cientos de letras de distancia, a miles de ojalás atrevemos a escribir te quiero; con canciones, con insultos, con tonterías. Así somos. Da igual.
Te imagino con fallas, para poderte encajar en las mías, para unirnos a un magnetismo de polaridades cambiantes que se enfrentan a todo tipo de climas.
No imaginas cuanto quiero que estés aquí, llamándome como se te ocurra, haciéndonos lo que se nos ocurra. Caminando libres, conscientes de lo que nos puede hacer daño. Felices porque el diminuto espacio entre los dos cuando vamos a la cama es nuestra única distancia. Soy un soñador realista. Y aunque todo queda en nuestros cuerpos separados, nuestro pensar nos une a cada segundo que pasa.
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En resumen, lo que queremos decir respecto a los comentarios sobre nosotras, es lo siguiente:
Si decidimos sacar este comunicado fue meramente para dejar nuestro punto de vista, y por comentarios que han estado llegando a nosotras de forma personal por parte de amigos preocupados (gracias por siempre cuidarnos las espaldas).
Todos cometemos errores, si fallamos en determinadas cosas es porque somos humanos y en ese momento (2021-2022) aún seguíamos definiendo quienes éramos como equipo y lo que hacíamos; y que, gracias a ello, nos ayudó a crecer y a reconocer cosas que no queremos se repitan en el futuro. Para nosotras siempre va a ser importante la opinión de todos los que nos han comisionado a lo largo de los años, y como son más las personas que pueden hablar por nosotras y de nuestro servicio de forma satisfactoria.
Sobre las personas mencionadas a las que supuestamente “hemos plagiado”, en su momento se habló directamente con ellos para hacerlos conscientes de la situación y no hubo ningún problema; cuando los que continúan queriendo hacer una tormenta en un vaso de agua son claramente personas conflictivas (siendo un tema que ya sucedió hace tres años y se sacó a colación en tumblr en aquel momento).
Nos tomamos nuestro trabajo, y el de otros, muy en serio. Las acusaciones sobre “apropiarnos” códigos no concuerda con lo que venimos promocionando dentro de la comunidad en contra del plagio por años (desde nuestros inicios con Dixinmortal). El tema de los créditos que se menciona, hace referencia a un error y descuido de nosotras al momento de entregarles su skin y que posteriormente se hizo el pedido puntual de solo agregarlo en la zona de créditos correspondientes, a lo que se negaron y empezaron sus acusaciones.
Las personas que nos conocen y con quienes hemos tenido el gusto de trabajar, saben que nosotras siempre damos créditos, tanto a otros coders que han desarrollado astucias específicas para foroactivo (como es Necro, Adven y GeniusPanda) como a la ayuda que recibimos cuando alguno de nuestros códigos no funciona (Apolo). Si contamos la trayectoria y el crecimiento que hemos tenido de hace 3 o 4 años atrás con nuestro método de trabajo actual, podrá notarse una gran diferencia, tanto en servicio, procesos y conocimientos adquiridos. Actualmente, creamos la mayoría de nuestras propias astucias, cuando no estamos utilizando los de las personas a quienes ya hemos nombrado y acreditado. (Ni siquiera usamos ya el JSCookie de Carhartl, que cabe destacar, tiene una licencia MIT).
Sobre las reclamaciones sobre nuestros tiempos de entrega nos gustaría aclarar que nosotras NO dedicamos el 100% de nuestro tiempo a diseñar skins para foros de rol debido a responsabilidades de la vida fuera de la pantalla. Nosotras iniciamos a ofertar nuestro servicio de comisiones de skins por un hobby, y que a la fecha es algo que disfrutamos mucho hacer y que nos da una gran satisfacción ver terminado, más no es nuestra principal línea de trabajo. A pesar de esto, siempre intentamos tratar a todos con el mayor profesionalismo posible y siempre hemos mantenido el respeto, y lo mismo nos ha sido dado a nosotras, lo cual agradecemos enormemente.
Nuestros precios por los servicios ofrecidos dentro de la comunidad los hemos determinado de acuerdo a la misma comunidad de coders de habla hispana (y que son muy diferentes a contratar un diseñador web profesional o una agencia). Así como nuestras cotizaciones se basan en la información proporcionada por nuestros clientes para su comisión, y donde se detallan en las mismas qué se está trabajando y qué se está cobrando respectivamente. Cuando nos piden algo que nosotras no hemos hecho antes procuramos aclararlo al momento, o en su caso aprender mediante prueba y error a hacerlo, varias de las astucias que hemos aprendido a desarrollar y que ahora podemos ofrecer son gracias a esto.
Para nosotras cada proyecto es dejarnos una experiencia diferente y crecimiento tanto personal como profesional, no sólo por las personas involucradas (nuestros clientes) sino por el trabajo realizado en sí, como evidencia de ello pueden ver nuestra página de Términos y Condiciones que continúa expandiéndose y actualizándose con el paso del tiempo, que después de notar ciertos fallos en nuestro servicio, buscamos evitar repetir dichos errores y complicaciones para ambas partes en futuros proyectos.
Los comentarios hechos en el Almacén en su momento fueron producto de la frustración que ambas sentíamos a ese punto, poco se habla de lo agotador y drenador que fue realizar el proyecto en sí (que fue el primer proyecto «grande» que tratábamos), y reclamó mucho de nosotras mental y emocionalmente. Y porque somos humanas también, al final del día (de hecho, es algo que está escrito al final de nuestro FAQ), caímos en el error y arrebato de dar rienda suelta a nuestras emociones, y esto sí fue poco profesional, pero inevitable en su momento. Creo que todos tenemos momentos de debilidad o frustración, en los que podemos llegar a estallar, y no hacer las cosas de forma apropiada, sabrán entender. A las personas que aquellos comentarios puedan haber afectado, les pedimos honestas disculpas, fue más un descargo y no con intenciones dañinas. Es normal dejarse llevar por lo que uno quiere sacarse del pecho, en un lugar donde se siente que será comprendido y apoyado, y tal vez, luego al final, es demasiado tarde cuando te das cuenta, que no, que no era el lugar apropiado.
Todas las personas crecemos y seguimos adelante con nuestras vidas, y como equipo decidimos no quedarnos colgadas del pasado y aprender de los errores que se pudieron cometer en ese entonces; nosotras elegimos seguir adelante. Otros problemas que puedan tener dichas personas con terceros, son ajenos a nosotras y se deberían de quedar, precisamente así, ajenos a nosotras.
Dicho todo esto, zanjamos el tema aquí, ya que ha consumido su buena cantidad de tiempo, es complicado responder a acusaciones de hace tanto tiempo atrás, cuando hemos progresado y crecido tanto desde entonces. Sentimos mucho, que en aquél entonces, fuera el primer proyecto «grande» que caía en nuestras manos, y que tal vez no supimos estar a la altura. Hoy por hoy, lo recordamos como una lección.
Les agradecemos a quienes nos han comisionado, y un especial gracias, a quienes también nos apoyaron a través de estas acusaciones. Para aquellos que se sienten intimidados e inseguros por todo este asunto, les deseamos lo mejor, hay muchos coders talentosos que seguro podrán cumplir con sus expectativas con creces.
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30/11
Para ti estrellita:
Hoy van 365 días desde que no estás, llevo contándolos todo este tiempo. No hay día en el que asumir tu pérdida sea fácil, no creo que lo haya nunca.
El universo me obligó a borrar las conversaciones, los audios y el registro de llamadas, pero al menos me dejó la música y las fotos, que es a lo que todavía me aferro. Me aferro a esa sonrisa un poco torcida y a la primera canción que compartimos.
A veces se me olvida que no estás, me despierto y mi cerebro me manda la orden de escribirte, y luego el golpe duele más. Porque quererte sigue siendo un tanto desgarrador y un tanto masoquista.
¿Sabes? Tu número está dado de baja, estoy segura que desde hace meses, pero antes de quedarme sin conversaciones todavía podía escribirte. El universo también me quitó eso. Y no es justo, porque ahora solo me quedan los poemas y las cartas.
La gente dice que debo pasar página, que ya está bien de llorarle a un fantasma, pero es que no saben lo que yo te quería y lo que me duele todo esto. No lo entienden y a veces siento que ni yo puedo hacerlo. Me hundo en un amor que me hace daño y en una pena interminable, no avanzo.
A veces, me asomo a la ventana y miro las estrellas. Allí estás tú, en la sonrisa de la luna creciente y en el brillo de la luna llena. Estás en las cordilleras de la izquierda y en el griterío de la derecha. Estás en las flores, en las espinas, en la tierra. Estás por todos lados y así, es imposible seguir.
El otro día recordé nuestro primer San Valentín: la llamada, las risas, la sorpresa, el que me descubrieras, la carta interminable, el amor. Luego pensé en el siguiente: la distancia, el tiempo, los enfados, los reproches, el amor innegable que seguía ahí. Al final, recordé el amor que siempre nos tuvimos y que nunca murió, ni siquiera ahora.
También estuve pensando en nuestras únicas navidades juntos, fuiste lo más bonito de aquel diciembre. Tu risa fue el mejor villancico y tu sonrisa la mejor iluminación, ni siquiera Caballero podía competir contra ti. Me gustaría volver a vivir esas noches interminables donde las anécdotas no tenían fin.
También pienso mucho en los sueños que teníamos, siguen siendo los más bonitos. Pienso en las metas que nos habíamos puesto, en las promesas que no cumplimos, en el amor otra vez. Nunca dejo de pensar en el amor.
Al final, supongo que me paso las horas, los días y los meses pensando en ti y todo eso que fuimos. En la vida que deberíamos tener y que no tenemos, en qué 2023 sin ti ha sido difícil, porque era nuestro año.
Ojalá sobrevivirte fuera más fácil o tuviera un manual de instrucciones, pero la pena es eterna y yo te voy a querer siempre niño estúpido. Ojalá te hubiera dicho una última vez lo tanto que te quería. Porque ahora solo son palabras susurradas al viento que no tienen respuesta.
Te echo de menos Andrés, siempre voy a hacerlo, pero espero que con los años sea menos difícil. Te quiero, en esta vida y en las que vendrán.
Descansa estrellita, yo seguiré luchando un poco más, gracias por ser mi Boulevard, Tu Weigel.
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Para mí la Navidad es un regalo que guarda nostalgia. No hay tal fecha que resguarde una felicidad absoluta, puedo decir que no hay un ápice de ésta en ningún ciclo que está por cerrar… Siempre hay una pérdida a la qué llorar, a la qué extrañar, a la qué echar de menos. La Navidad es un obsequio de memorias; memorias de gente que ya no está, de un amor que terminó, de un amor que está lejos, de un beso que se desintegró, de una mirada que se marchitó, de un espasmo enamorado que se clavó en el vientre e hizo esclavo al corazón pero, no dió para más. No pudo ser más. La Navidad me recuerda que la vida es un camino de instantes, de sonrisas que serán también lágrimas, de abrazos que entibiarán por un momento el alma y que, ese calorcito será el que recordaremos con nostalgia y gratitud en épocas así.
De tal forma que, no es una chimenea la que dará el fuego que se requiere para otorgar el calor que menguará el frío de la soledad de aquellos que, en el cierre de un ciclo, no tienen un hogar, no tienen una familia, ha fallecido papá o mamá, el amor es un sueño, el amado… el aliento fortuito de un tiempo que fue gentil, amable, bondadoso con el alma de un solitario que iba herido… y que no sabía qué hacer con sus heridas hasta que aquello representó el bálsamo para menguar el dolor por un instante.
La Navidad…
No cambia nada la Navidad.
No cambia la realidad si es que ésta es cruda, si es que ésta es dura… si es que no hay un techo donde dormir.
La Navidad no es buena con todos…
Sin embargo, es buena para aquellos que —aún cuando la experiencia de vida lleve al infortunio pendiendo de ésta—, saben agradecer, arropando en la memoria destellos de los buenos momentos, porque debe haber uno, un sólo segundo donde el alma pudo sentirse infinita en un mundo que se sabe mortal.
Para mí la Navidad lleva nombre, aroma, rostro, temperatura, canción… Y es en todos estos que me refugio hoy, entre estas paredes frías, en el latido frágil y lento de los últimos días del año. Para mí la Navidad es él, aquel que me hizo conocer la magia en momentos donde había perdido la fe. Es él, aquel que con carne cubriendo sus huesos, pudo ser capaz de hacerme sentir a Dios en mi corazón, con todo ese amor que me otorgaba. Es él, el ser humano al que amo y hoy no está aquí, hoy no puedo mirarlo, hoy no puedo besarlo… hoy no puedo abrazarlo y decirle que la Navidad es dura, pero con su recuerdo vuelve a ser dulce, tan dulce como su nombre en mi boca al pronunciarlo.
Hay un hogar que aún palpita en el centro de mi corazón y ningún material podrá llenar… Porque pareciera que la Navidad para todos es eso, llenar los vacíos con banalidad; se ha perdido el significado real y es triste.
Creo que los que se encuentran solos hoy, saben que lo más importante de estas fechas es el recuerdo de quienes se fueron y la paz que se le puede obsequiar al ser.
—PalomaZerimar.
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Rewrite the stars.
duke leopold x fem!courtesan reader
𓎆⠀⠀⠀⠀〧⠀⠀⠀⠀𓈀⠀⠀⠀⠀◞⠀⠀⠀⠀⠀𓇸⠀
Summary: Leopold, atrapado entre el deber y el amor, encuentra en una cortesana lo que nunca halló en su mundo de reglas y obligaciones. Aunque saben que su amor es imposible, el destino los une en encuentros furtivos llenos de promesas silenciosas. Pero las decisiones de la vida real acechan, y la resignación será la única forma de mantener intacto el recuerdo de su amor eterno.
Category: Historical Romance, Tragic Love, Forbidden Love, Secret Meetings, Intense Emotional Connection, High-Society Constraints, Yearning and Longing. {TW}: Unrequited Love, Emotional Pain, Societal Expectations, Self-Sacrifice, Longing, Bittersweet Farewell, Class Differences, Heartbreak, Separation, Impossible Choices.
a/n: Me la re volé en este shot, pero bueno espero que les guste, es algo re distinto y es bastante largo así que léanlo con paciencia y prepárense un cafecito. Me gustan mucho las cosas de época pero se me ocurren pocas cosas
You know I want you,
It's not a secret I try to hide,
You know you want me,
So don't keep sayin' our hands are tied.
Las velas ardían con una cálida elegancia en el salón principal, esparciendo un brillo dorado sobre los rostros de la distinguida sociedad que aquella noche se congregaba. Leopold estaba de pie junto a una de las grandes ventanas, apenas prestando atención a las conversaciones monótonas y las risas calculadas que flotaban en el aire. Aunque lo esperaban como heredero de su familia, las frivolidades de tales reuniones le parecían cada vez más vacías, un teatro repetitivo en el que todos conocían su papel.
Fue entonces cuando la vio, a unos pasos de distancia, conversando con su tío. No llevaba los ropajes de las damas aristocráticas, pero en su porte había una gracia natural que eclipsaba a cualquiera en la sala. Sus cabellos, recogidos de forma sencilla, caían como un delicado velo, y su expresión denotaba una inteligencia serena y libre, algo que jamás había visto en su círculo. El modo en que sonreía y sostenía la mirada, sin sombra de temor, le despertó una extraña curiosidad que no supo contener.
Antes de que pudiera detenerse, ya estaba acercándose, con un paso tan decidido como reservado. Cuando sus miradas se cruzaron, sintió que una conexión indescriptible se formaba en ese instante fugaz. Ella inclinó la cabeza levemente, en un gesto de cortesía que parecía casi una burla delicada a las formalidades de la alta sociedad. Él, sin perder la compostura, le extendió la mano en un saludo respetuoso, aunque en su interior algo distinto comenzaba a surgir.
“¿Puedo saber su nombre?” preguntó Leopold, sorprendido de escuchar su propia voz sonando con una suavidad que le era poco habitual.
Ella lo miró a los ojos, sin rastro de sumisión, y respondió, “Soy solo una cortesana, su alteza, traída aquí por su ilustre tío como adorno para la velada. Dudo que mi nombre sea de interés para alguien como usted.”
Sus palabras eran directas, pero había un leve destello en su mirada, como si estuviera midiendo su reacción, retándolo a ver más allá de sus palabras. Leopold, por primera vez, sintió el impulso de responder con sinceridad, de desprenderse de las normas de su clase. Era algo totalmente fuera de lo común, pero, en ese instante, la convencionalidad de su mundo se volvió irrelevante.
La cortesía de aquel primer intercambio fue interrumpida abruptamente cuando el tío de Leopold se aproximó, con el ceño ligeramente fruncido y una mirada que destilaba desaprobación. Su tono era bajo, pero lo suficientemente severo para ser escuchado por ambos.
“Leopold,” comenzó, con esa voz autoritaria que había aprendido a soportar desde niño, “no es momento de entretenerse de esta manera frente a toda la sociedad. Si tienes algún interés en... conocer mejor a esta dama, sería más prudente que lo hicieras en privado.”
Leopold sintió el calor del juicio en las palabras de su tío. A su alrededor, el murmullo de la sala continuaba, pero ahora percibía las miradas furtivas de los presentes, observando desde la distancia, siempre atentos a cualquier señal de debilidad o error en los miembros de su familia. Se enderezó y, sin apartar la vista de ella, apretó apenas los labios en una respuesta muda de determinación.
La cortesana, quien había seguido cada palabra de la reprimenda con una calma sorprendente, no hizo más que inclinar levemente la cabeza, como si entendiera demasiado bien su lugar en aquel escenario. Con una sonrisa irónica que apenas curvaba sus labios, miró brevemente a Leopold y, sin esperar respuesta, comenzó a alejarse en dirección opuesta, deslizándose entre los invitados con una gracia que parecía no necesitar aprobación de nadie.
“Que siga su camino por otro lado,” murmuró el tío de Leopold en tono de orden, observándola de reojo. "Esta es una reunión de respeto, Leopold, no un lugar para distraerse con... compañía inapropiada.”
Leopold, en silencio, dejó que la tensión de las palabras de su tío se desvaneciera. Sin embargo, en su mente, la imagen de aquella mujer —su porte, su mirada desafiante, y esa chispa en su mirada que parecía ignorar las reglas del mundo que ella misma habitaba— continuaba grabada como una llama que se rehusaba a extinguirse.
La velada avanzó hasta convertirse en una sucesión de despedidas y murmullos de invitados cansados, mientras los sirvientes comenzaban a recoger discretamente las copas y los candelabros. Leopold permaneció en la sala principal, pero su atención estaba fija en un rincón discreto donde ella, con un aire aparentemente despreocupado, observaba la escena. No intercambiaron palabras, solo una mirada de acuerdo tácito, como si ambos entendieran que ese instante era todo lo que podían tener frente a los ojos curiosos de la sociedad.
Al terminar la velada, a medianoche, con paso calculado, Leopold se acercó lo suficiente para que, sin que nadie notara, deslizara una pequeña nota en el bolsillo de su abrigo. La sensación de sus dedos rozando la tela fue breve, pero en ella había una carga de promesas y deseos reprimidos. Al alzar la vista, sus miradas se encontraron por última vez esa noche, y ella apenas inclinó la cabeza, sin mostrar la nota pero con la certeza de haber entendido su intención.
Pasaron los meses, y aquel rincón en una librería discreta, un lugar que el mundo parecía haber olvidado, se volvió su refugio compartido. Entre libros antiguos y sombras acogedoras, sus conversaciones fluían como si fueran los únicos en la ciudad. Allí, lejos de las miradas inquisitivas y las expectativas de la nobleza, Leopold era libre de descubrirla en su totalidad: su risa sincera, sus opiniones afiladas, y ese brillo en los ojos cada vez que él le hablaba de sus sueños, sueños que no tenían cabida en su vida de duque.
Cada encuentro era un espacio robado al tiempo, una burbuja donde existían solo ellos dos. Leopold se dio cuenta de que, con ella, todo parecía cobrar sentido. Ella no tenía las pretensiones ni la frialdad de las jóvenes presentadas por su tío; no intentaba deslumbrarlo ni agradarle con palabras vacías. Con ella, cada conversación, cada silencio, se sentía como un susurro de verdad, como algo que él no había encontrado en ningún otro lugar.
A su lado, las obligaciones, los compromisos y los títulos parecían desvanecerse, y él comenzaba a creer que el amor verdadero era una fuerza que podía superar cualquier límite impuesto. En aquellos momentos robados, entre risas y miradas intensas, Leopold supo que ella era más que una amante furtiva: era su igual, su confidente, y sentía que daría cualquier cosa por vivir siempre en su compañía.
Sabía que, en un mundo ideal, la tomaría de la mano y dejaría atrás las cadenas de su linaje para vivir junto a ella. Y aunque jamás se lo había pedido, sentía en cada palabra de ella una entrega incondicional, una devoción sincera que le hacía soñar con esa vida juntos, lejos de todo, donde las miradas de juicio y los deberes de su apellido fueran solo un recuerdo.
Una tarde, entre estanterías polvorientas y en silencio que parecía proteger sus secretos, ella se encontraba rebuscando en la sección de poesía. Era una especie de ritual entre ellos: cada encuentro, alguno de los dos elegía un libro para el otro, algo que representara sus pensamientos o sus sentimientos. Con el tiempo, habían acumulado una pequeña colección de volúmenes que eran, para ambos, testigos silenciosos de su amor.
Esta vez, ella buscaba uno que Leopold pudiera leer al atardecer, cuando el murmullo de la ciudad moría y ellos se entregaban a sus momentos a escondidas. Alzó la mano para alcanzar un libro en un estante alto, uno que llevaba un tiempo deseando mostrarle, pero su mano apenas rozaba la cubierta.
Justo cuando estaba a punto de desistir, Leopold apareció detrás de ella, su presencia tan cercana que casi pudo sentir el roce de su aliento en el cuello. Sin decir una palabra, extendió su brazo y alcanzó el libro con facilidad. La proximidad era tal que podía percibir el calor de su pecho en su espalda, y sintió cómo sus latidos aceleraban, conscientes de la intimidad de aquel gesto.
Con una sonrisa suave, le colocó el libro en las manos y, al inclinarse, su voz resonó en su oído como un murmullo apenas contenido: “Te dije que no tienes que hacer tanto esfuerzo… Estoy aquí, ¿no?”
Ella giró apenas el rostro, lo suficiente para mirarlo desde la cercanía de sus hombros, encontrándose con sus ojos, que reflejaban una ternura que pocas veces mostraba abiertamente. Aquellos segundos parecieron alargarse, suspendidos en una burbuja donde el mundo exterior no podía alcanzarlos. Era una escena típica, sí, pero en ellos, tenía una profundidad que ningún gesto ensayado podría igualar.
Finalmente, ella sostuvo el libro entre sus manos y, sin soltar la mirada, le susurró, “Entonces espero que disfrutes cada palabra. Este... es todo lo que no puedo decirte.”
Leopold observó el título y la portada, tratando de captar los secretos que ella escondía en las páginas de aquel libro, sabiendo que, para ambos, aquellos objetos eran más que palabras: eran cartas que no podían enviar, confesiones sin voz, y un amor que, aún prohibido, crecía con cada encuentro clandestino.
Ella lo observó en silencio por unos segundos, notando cómo su rostro, a pesar de la leve sonrisa, cargaba una expresión de cansancio que no se podía ocultar. Entonces, sin pensar demasiado, llevó su mano hasta su mejilla y lo acarició suavemente, el contacto delicado y lleno de significado.
El gesto hizo que Leopold se detuviera un instante, como si la calidez de su toque pudiera devolverle algo de la tranquilidad que siempre sentía cuando estaba con ella. Sin embargo, el tema que había estado rondando en su mente durante semanas apareció, inevitable, como una sombra que ya no podía ignorar.
“¿Y el matrimonio? ¿Cómo va todo eso?” preguntó ella, su voz baja, casi temerosa de que sus palabras pudieran romper la burbuja que los rodeaba.
La pregunta, aunque directa, no sonaba acusadora. Sabía que él estaba atrapado en una obligación de la que no podía escapar tan fácilmente. Sin embargo, en sus ojos brillaba una mezcla de tristeza y esperanza, como si, por un breve momento, deseara escuchar que él podía liberarse de las cadenas de su futuro impuesto.
El cambio en su expresión fue inmediato. Los ojos de Leopold se oscurecieron ligeramente, y un leve rubor comenzó a extenderse por sus mejillas, algo tan raro en él que no pasó desapercibido. Acomodó el libro entre sus manos, claramente incómodo con la pregunta, y negó con la cabeza con un suspiro.
“No quiero pensar en eso.” Su voz salió más firme de lo que esperaba, pero la mirada que le dedicó tenía una mezcla de melancolía y una angustia apenas contenida. “No... no quiero que esa sea mi vida, no quiero pensar en lo que debo hacer, ni en lo que esperan de mí. No cuando estoy aquí, contigo.”
Sus palabras flotaron en el aire, honestas y llenas de ese dolor que intentaba sofocar bajo el peso de sus responsabilidades. Su corazón latía rápido, sabiendo que, aunque él podía intentar evadir la realidad, en algún punto tendría que enfrentarse a las decisiones que ya estaban trazadas para él.
“Lo que quiero es... estar aquí contigo. Solo contigo, en este momento,” añadió, casi en un susurro, como si temiera que el destino pudiera escucharlo y arrebatarle lo que tenía.
La incomodidad de Leopold se hizo evidente, pero más allá de eso, en su mirada había algo más: una rendición, una aceptación silenciosa de que, por mucho que quisiera escapar de lo que le aguardaba, él deseaba profundamente estar con ella, a su lado, sin las barreras de la nobleza ni las expectativas de un mundo que no comprendía su corazón.
Ella sonrió con suavidad, tratando de comprender la lucha interna de él, aunque sabía que ambos compartían ese temor que flotaba en el aire. Era un miedo silencioso, palpable, que se ocultaba tras sus palabras y gestos. Sabían, en lo más profundo, que todo esto podría acabar de una manera que ninguno de los dos deseaba.
No estaban preparados, ni él ni ella, para enfrentar la verdad de lo que sentían. Pero, a pesar de todo, ahí estaban, rodeados por la incertidumbre de un futuro que no podían controlar.
El corazón de ella latía rápido, no solo por el amor que sentía por él, sino por la necesidad de que ese momento, aunque efímero, permaneciera intacto. Y sin pensarlo más, sus manos se alzaron hasta su cuello, acariciando la suave tela de su chaleco, y de manera casi instintiva, lo atrajo hacia sí. Sus labios, que habían compartido tantas miradas llenas de palabras no dichas, finalmente se encontraron.
El beso fue suave al principio, tierno, como si estuvieran probando el agua antes de sumergirse por completo. Pero pronto, el amor y el deseo compartido entre ellos comenzaron a envolverlos, haciéndolos perderse en la calidez del abrazo. Ella cerró los ojos con fuerza, como si al hacerlo pudiera congelar el momento, impedir que el tiempo continuara su curso. El suave roce de sus labios se transformó en algo más profundo, más urgente, como si ese beso fuera una declaración muda de lo que sentían, un suspiro compartido entre los dos.
Leopold, al principio sorprendido por la intensidad de su gesto, no tardó en corresponder con la misma pasión. Sus manos, que habían quedado suspendidas entre el libro y el aire, encontraron su lugar en su espalda, acercándola aún más. El abrazo fue fuerte, como si quisiera asegurarla en su presencia, como si quisiera que el mundo que los rodeaba se desvaneciera y dejara solo a los dos, atrapados en la burbuja de su amor prohibido.
La suavidad de su piel, el delicado perfume que la rodeaba, todo parecía fundirse en esa sensación de intimidad que compartían. Y mientras sus corazones latían al unísono, ella sabía, de alguna manera, que este beso no solo era un consuelo, sino una promesa: que, aunque el mundo fuera en su contra, ese momento sería solo suyo, y que, por un instante, nada más importaría.
Ambos sabían lo que el futuro les deparaba, pero en ese segundo, nada podría separarlos.
El suave murmullo de la librería, tan acogedora y tranquila, se rompió bruscamente cuando unas voces comenzaron a filtrarse desde el pasillo cercano. Ambos se separaron al instante, sus corazones aún acelerados por la intensidad del beso, y se miraron con pánico, conscientes de que no podían ser descubiertos.
El sonido de pasos acercándose les hizo reaccionar rápidamente. Ella dio un paso atrás, apresurada, tratando de disimular su respiración agitada mientras sus dedos se despejaban de su cuello. Él se quedó paralizado por un momento, observando cómo ella comenzaba a alejarse. No había tiempo para nada más. Con una mirada fugaz, comprendió que debía dejarla ir, que era lo mejor para ella en ese instante.
Sin embargo, no podía permitir que la situación quedara expuesta. En cuanto ella se adelantó un paso más, Leopold, con la prisa de ocultar lo que estaba ocurriendo, comenzó a hacer una ligera preparación para enfrentar la incomodidad que vendría. Sus conocidos, aquellos que siempre eran una extensión de su tío, ya estaban demasiado cerca como para escapar con facilidad.
"Ah, Leopold, ¿aquí estás?" La voz de un hombre, uno de los viejos amigos de su tío, retumbó en el aire, y Leopold rápidamente dio unos pasos hacia el centro de la librería, de forma que los ocultara de la vista.
“Solo mirando unos libros,” respondió Leopold con una sonrisa tensa, intentando controlar el nerviosismo que amenazaba con delatarlo. “Nada más.”
Mientras tanto, ella, disimulando lo más que podía, comenzó a caminar hacia una de las estanterías más alejadas, como si nada hubiera ocurrido. Su corazón aún latía con fuerza, pero tenía que actuar con calma. No podía ser vista, no podía ser descubierta.
Unos segundos después, las voces comenzaron a hacerse más claras, y ella escuchó el nombre de Leopold mencionado entre las risas de los conocidos. “Debe de estar revisando sus lecturas. Un hombre tan serio como él nunca se pierde una oportunidad de mejorar su biblioteca," comentó uno de los hombres con una risa jovial.
Ella, con una pizca de dolor en el pecho, se forzó a sonreír, dándose la vuelta hacia las estanterías. Los ojos de Leopold la siguieron, pero el peso de la situación los mantenía a distancia. Sabía que debía separarse, que cualquier paso en falso podría ser el que los trajera de vuelta a la dura realidad.
Leopold, consciente de la presión que tenía encima, intentó mantener una conversación superficial con los hombres, el rostro sereno, aunque su mente estaba con ella, con sus manos que aún temblaban por el contacto perdido. No era la primera vez que sentía ese vacío al separarse de ella, pero cada vez, el dolor de la separación se volvía más fuerte.
Por fin, después de unos momentos tensos, los hombres comenzaron a moverse hacia otras partes de la librería. Leopold no perdió el tiempo: miró rápidamente hacia el lugar donde ella estaba, apenas un susurro de su figura entre las estanterías. Su corazón seguía latiendo con fuerza, pero sabía que, por ahora, no podía hacer nada más. El peligro de ser descubiertos había pasado, pero el miedo a lo que vendría era aún más grande.
Con un último vistazo hacia ella, Leopold se giró hacia su grupo, actuando con naturalidad, pero sin dejar de sentir esa desconcertante sensación de que lo que más deseaba no podía ser suyo. Y ella... ella, por su parte, continuaba con su fachada, como si ese momento nunca hubiera existido. Pero en su corazón, la presión de un amor no permitido seguía ardiendo, casi abrasadora, como si cada latido fuera un recordatorio de lo que nunca podrían ser.
Habían pasado unas semanas desde aquel beso, aquella promesa no pronunciada, pero presente en cada pensamiento de ambos. El temor seguía pesando sobre ellos, como una sombra inquebrantable. Pero Leopold sabía que debía hacer algo, que algo debía cambiar si quería que su amor pudiera prosperar. Estaba decidido a revelarle su plan, pero no de cualquier manera. Quería sorprenderla, mostrarle que estaba dispuesto a todo, aunque esa noche lo llevaría a un lugar que sabía que no podía entender, pero que era parte del sacrificio que ambos debían hacer.
Esa noche, el aire fresco acariciaba su rostro mientras se acercaba a un local algo apartado en una zona más oscura de la ciudad. Sabía lo que pasaba ahí, lo había escuchado antes, pero jamás imaginó que sería él quien estaría entre el público, observando a la mujer que le robó el alma, envuelta en un entorno tan diferente al que él acostumbraba.
Leopold estaba nervioso. Sabía que lo que ella hacía no era bien visto, pero comprendía que, para ella, ese era el único medio de subsistencia. No era justo, pero era la única forma que había encontrado de sobrevivir. Y aunque no le gustaba, tenía que aceptarlo, aunque le doliera ver cómo se entregaba a otros mientras él estaba allí, observando, deseando estar a su lado.
Entró al local con la mirada fija en el escenario. Los rostros de los demás hombres en la multitud eran ajenos a él, pero su mente estaba completamente centrada en ella. La vio aparecer en el escenario con la gracia de siempre, su cuerpo deslizándose con una elegancia que lo dejaba sin aliento, pero el corazón de Leopold se apretó. No podía dejar de pensar en lo que representaba para ella estar allí, el precio que tenía que pagar para mantenerse a flote.
Se quedó entre el público, oculto entre las sombras, observándola bailar. Cada movimiento que hacía parecía llenar la habitación de una energía que la hacía destacar, pero Leopold no podía dejar de pensar en lo que realmente importaba: ¿cómo podía sacarla de ese mundo? ¿Cómo podía convencerla de que había una salida?
La miró, absorto, pero su mirada se cruzó con la de ella por un momento. Ella lo vio entre la multitud y sus ojos se encontraron, una chispa de sorpresa y algo más brillando en su mirada. En ese instante, Leopold pudo leerlo todo. Sabía que, a pesar de lo que estaba haciendo, ella sentía lo mismo, pero esa realidad también los mantenía atrapados en ese juego peligroso.
La música continuó, pero Leopold no podía apartar la mirada de ella. El dolor en su pecho aumentaba, y más aún cuando comenzó a pensar en lo que tenía que hacer. En ese mismo instante, en medio del bullicio de la sala, se dio cuenta de que el plan que llevaba en su mente durante semanas tenía que llevarse a cabo esa noche. No podía esperar más. Necesitaba ser valiente, y no solo en su amor, sino también en sus decisiones.
Cuando la danza terminó y las luces de la sala se apagaron momentáneamente, él se acercó a ella en cuanto tuvo oportunidad. La sorpresa en su rostro al verlo allí, entre el público, no se podía ocultar.
“Leopold…” susurró, con una mezcla de asombro y preocupación, pero sin poder disimular la calidez en su voz. “¿Qué haces aquí?”
Él, con su respiración aún acelerada, la miró a los ojos, tratando de encontrar las palabras correctas. Sabía que el momento estaba llegando, que la revelación de su plan cambiaría todo entre ellos. “He estado pensando en nosotros, en cómo podemos tener lo que queremos sin que el mundo nos lo arrebate… He planeado algo, algo grande. Pero quiero que tú también lo quieras.”
Su voz estaba llena de decisión, pero también de ese mismo temor que siempre había marcado su relación. Era un plan lleno de incertidumbres, de sacrificios. “Esta vida que tienes aquí, este trabajo, lo sabes tan bien como yo, no es lo que quieres. No es lo que mereces… Yo quiero darte más. Quiero que salgas de aquí. Quiero que estemos juntos.”
El peso de sus palabras colapsó el aire entre ellos. Ella, aún parada en el escenario, apenas podía creer lo que escuchaba. Sabía que algo estaba cambiando, pero nunca imaginó que él se atrevería a decirle algo así, y mucho menos en un lugar tan público.
Pero había algo en su mirada, en la forma en que él la miraba, que la hizo sentir que, tal vez, todo podría ser posible. Aunque sabía que su vida estaba marcada por un destino distinto, el hecho de que él la estuviera mirando de esa manera le hacía pensar que tal vez, solo tal vez, había una salida.
Leopold, al ver la confusión en su rostro, dio un paso más cerca, determinando que esa noche no habría más miedo. “Te amo. No quiero que vivas así. Permíteme cambiarlo todo para ti, para nosotros.”
El resto del ruido del local parecía desvanecerse mientras ella procesaba sus palabras. La posibilidad de un futuro juntos, aunque imposible, parecía tan real en ese momento que le costaba creerlo. Sin embargo, había algo en sus ojos, una verdad simple y honesta que no podía ignorar.
Ella lo miró, sus ojos llenos de esa mezcla de amor y dolor que solo él lograba provocarle. Sabía que sus palabras eran sinceras, que su deseo de cambiarlo todo por ella no era un simple arrebato, sino una decisión profunda. Pero, aún así, la realidad se interponía como una barrera que ninguno de los dos podía ignorar.
Con suavidad, se acercó más a él y alzó una mano hasta su rostro, sus dedos rozando su mejilla con una ternura infinita. "Leopold," murmuró, su voz cargada de emoción y fragilidad. "No sabes cuánto significas para mí. Te amo... te amo más de lo que he amado a nadie." Su mirada temblaba, pero la sinceridad en sus ojos lo atravesaba. "Y sé que tú también sientes lo mismo. Pero es complicado. Lo que tú eres, lo que representas… y lo que yo soy… no podemos huir de eso."
Él la tomó de la mano, sujeta a su rostro como si temiera que, al soltarla, ella se desvaneciera. "No me importa nada de eso. No me importa lo que piensen los demás, ni las obligaciones, ni las expectativas. Yo quiero una vida contigo," insistió, con la urgencia y la intensidad de alguien que ya no puede contenerse. "Sabes que no necesito nada más."
Ella suspiró, sabiendo que, aunque sus palabras encendían en ella la misma esperanza, ambos sabían la verdad que les ataba. "Y yo quiero una vida contigo," dijo, su voz volviéndose apenas un susurro. "Pero no puedo dejar que dejes todo… que arriesgues tu nombre, tu posición. Por más que te quiera y desee lo mismo que tú, sé que no se puede. Lo sabes, Leopold."
Las palabras cayeron entre ellos, pesadas y definitivas. Ella intentaba sostener una sonrisa mientras le acariciaba el rostro, queriendo que ese gesto calmara su propio dolor tanto como el de él. "No quiero que sufras, ni que un día mires atrás y te arrepientas. Este amor es hermoso, tan puro como fugaz. Debemos protegerlo, no mancharlo con sueños imposibles."
Leopold apretó la mandíbula, la frustración y la tristeza reflejándose en cada línea de su rostro. "Pero, ¿y si esta es nuestra única oportunidad? Si no lo intentamos, nunca sabremos qué podría haber sido. No puedo simplemente aceptarlo, como si fuera solo un sueño… tú eres mi realidad."
Ella cerró los ojos un momento, dejando que las lágrimas se acumularan detrás de sus párpados antes de abrirlos de nuevo. "Lo sé," susurró. "Pero a veces, incluso el amor no basta. Esto es más grande que nosotros."
Leopold sintió cómo el peso de sus palabras lo aplastaba, la tristeza dejando una herida abierta en su pecho. Sabía que ella tenía razón, que ese mundo al que pertenecían los juzgaría sin piedad. Pero no podía concebir una vida sin ella, sin su risa, sin esa complicidad que no había encontrado en nadie más.
Aún sosteniendo su mano, la miró una última vez, con una mezcla de desolación y amor eterno. "Entonces… déjame amarte hasta que el mundo nos lo permita," dijo finalmente, la voz rota. "Déjame robar cada segundo que podamos tener."
Ella asintió, sus lágrimas finalmente cayendo. "Sí, mientras podamos," dijo, envolviendo sus brazos alrededor de él, abrazándolo con la desesperación de alguien que sabe que está perdiendo algo irremplazable.
Ambos se quedaron así, envueltos en un abrazo silencioso, conscientes de que el tiempo estaba en su contra, pero decididos a desafiarlo una última vez, aunque fuera imposible.
Las semanas pasaron en un constante juego de encuentros furtivos y palabras susurradas al oído. Cada noche que podían verse era un tesoro escondido, un momento robado que ambos atesoraban como si fuera el último. La tensión entre ellos se hacía más palpable, un hilo invisible que los unía en cada mirada y en cada toque, consciente de que el final era inevitable, pero sin saber cuándo llegaría.
Una noche de otoño, mientras el frío empezaba a apoderarse de la ciudad, Leopold recibió una carta. Era de su tío, una nota corta, simple, pero con un mensaje claro: debía anunciar su compromiso en la próxima cena familiar, y cualquier retraso ya no era una opción.
Leopold sintió el peso de esas palabras caer sobre él como una sentencia. Su vida entera se había construido en torno a las expectativas de su familia, de su apellido, y sabía que su única rebelión había sido ella, ese amor prohibido que le daba vida y sentido. Con el corazón destrozado, decidió que debía verla, aunque fuera por última vez.
Al anochecer, acudió al lugar donde sabían que podían estar a solas, a salvo de miradas. Al verla, sintió cómo el dolor se mezclaba con una dicha inmensa. Ella estaba ahí, con esa serenidad que lo desconcertaba, mirándolo como si ya supiera lo que iba a decirle.
"Leopold," susurró ella antes de que él pudiera hablar, su voz apenas un hilo de aire, pero llena de ternura. "Ya lo sé."
Él bajó la mirada, incapaz de enfrentarse a la tristeza en sus ojos. "No quería que fuera así. No quería que terminara…" Su voz se quebró, y se acercó a ella, tomando sus manos como si fueran un ancla en medio de una tormenta.
Ella asintió, sus dedos acariciando los de él con delicadeza. "Lo sé. Pero también sabíamos que este momento llegaría." Su voz era suave, resignada, pero había una calidez en sus palabras, como si estuviera dispuesta a consolarlo en vez de romperse.
Él la miró, su pecho llenándose de una desesperación contenida. "Dime que podríamos intentarlo. Dime que…"
Ella negó con la cabeza, una sonrisa triste asomando en sus labios. "No podemos, mi amor. No sin pagar un precio que ambos sabemos que no sería justo. No puedo cargar sabiendo que dejarías todo por mi, no tengo nada, no quiero vivir con esa culpa. Esta es mi vida, y la acepto, no puedes dejarlo."
Él apretó las manos de ella con fuerza, deseando absorber cada segundo que le quedaba. "Te amo," murmuró, su voz rota por la desesperanza. "Te amo como nunca podré amar a nadie."
Ella esbozó una sonrisa llena de ternura y tristeza. "Y yo a ti, Leopold. Siempre serás mi único amor verdadero." Se inclinó hacia él, sus labios rozando los suyos en un beso lento, profundo, lleno de esa melancolía que se mezcla con la pasión.
Después, lo miró a los ojos, sus manos soltándose poco a poco, como si ya se estuviera despidiendo. "Adiós, mi querido amor. Que seas muy feliz, te amo."
Él la observó alejarse, cada paso que daba arrancándole una parte del alma. Era consciente de que, aunque la vida seguiría, algo en él quedaría roto para siempre. Supo, en ese instante, que aunque cumpliría con su destino, ella sería siempre su amor perdido, el recuerdo de una vida que solo pudo existir en sus sueños.
Esa noche, al retirarse en silencio, comprendió que había conocido el amor, el verdadero y eterno, y que lo llevaría en su corazón hasta el último de sus días. Aunque fuera un amor imposible, era el suyo, y eso era suficiente.
You know I want you,
It's not a secret I try to hide,
But I can't have you,
We're bound to break and my hands are tied.
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"Los reyes magos no existen" así me dijeron una vez en la escuela cuando era pequeño. Hoy, a mis más de 30 años estoy más convencido que nunca de que esa es la mentira más grande del mundo mundial. Estás fechas me ponen melancólico, pero muy feliz. Amo con todo mi corazón, los últimos días de las fiestas navideñas. No saben la emoción que me da ver a tantos reyes magos por las calles, con sus manos llenas de ilusiones, buscando entre tantas opciones la que se ajuste mejor. Reyes magos con el trabajo a cuestas, con pocas o muchas monedas en el bolsillo tratando de llegar a su destino. Con la ilusión en el rostro, con alegría en su ser y la magia en sus manos. Recuerdo hace un año, justo para este día, estar en el centro (atascado de gente). Venía a mi lado una señora y un señor buscando una bicicleta. "Cuesta $1,200" dijo el vendedor. "Viejo, no acompletamos" dijo la señora con cara de decepción. "No te apures, mira, nos la llevamos caminando y así no gastamos en taxi. Ya mañana Dios dirá". Se fueron con aquella bicicleta a cuestas y una cara de emoción imaginando la cara de sorpresa de aquel niño que al otro día bajo su árbol encontraría el tan anhelado regalo. ¡Los reyes magos si existen! ¡Yo los ví! Los ví hoy en un semáforo, con una pelota de colores y una muñeca en las manos. Los he visto trabajando arduamente para poder colocar algo bajo el árbol, sobre la cama o aun lado de su almohada de aquellos pequeños que con ilusión se quedan dormidos esperando su llegada. Yo vi a los reyes magos en aquella mujer que ha sacado a sus hijos adelante solita; en aquel padre que doblo turno para acompletar lo que hace falta. Y mi corazón no pudo más que agradecer por las bendiciones en nuestra vida. Hoy los reyes magos están emocionados, pensando en la cara de todos esos niños que despertarán llenos de ilusión para encontrar bajo su árbol un poquito de alegría. Y no importa si es una gran bicicleta, si son 10 muñecas o tan solo una bolsita de dulces. El regalo es lo de menos, lo importante es la ilusión✨
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Pocos entienden lo desesperante que es el no saber cómo reaccionar ante la sorpresa.
El engaño es viejo amigo de la razón, pero se disfraza de sorpresa para todo aquel que solo vivía una ilusión.
No querían engañarse a ellos mismos, pero la confianza se tambalea cuando no es recíproca y la decepción toma protagonismo.
Es como las hojas de los árboles: El otoño es una vieja amiga para todo aquel que espera desde siempre la hermosa, pero triste caída, pero aquellos que no saben lo que pasa se sorprenden cuando las ven crecer nuevamente en la hermosa primavera.
Es así, todos aquellos que sabían que se acercaba el otoño ven divertidos como empieza la etapa de la sorpresa final en la próxima primavera para aquellos de alma pura que nunca han visto tal espectáculo.
Las hojas son días de engaño que caen poco a poco y el descubrimiento es la primavera de la decepción que solo florece en aquellos de alma pura que eligieron confiar y terminaron partidos en mitad. Como es sabido, no todos sufren este tipo de primaveras y sorpresas en su vida, pero para todos aquellos que lamentablemente tuvieron que vivirla quiero recordarles que las oportunidades siempre estarán servidas en la mesa y vale la pena ofrecerlas siempre y cuando sepas que dar una oportunidad no significa que todo lo vivido volverá a pasar y que darte una nueva oportunidad es otra forma hermosa de avanzar.
Little Moon
#verso abstracto#escritos#frases#little moon#pub 5#mayo2024#mensajes#citas#notas#textos#amor#letras#desamor#mentiras#engaño
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Pole Position (formula 1 x lectora)
Resumen: Tania finalmente llegó a Japón, y a pesar de que se mentalizaba su emoción con todo, no estaba ni cerca de dimensionarlo.
Nota de autora: En el capi anterior votaron en la encuesta 24 personas y en el capítulo sólo 12. Porfi no se olviden de dar corazón, que es lo que me hace saber si les gusta o no el capítulo.
Déjenme un corazoncito ✨.
Por cierto, seguro haga malo a Hadgar. Ese chico me cae muy mal ¿Por qué? No sé. Malas vibras.
Si llega a ganar la otra opción, seguro me quede con el que hice para el accidente de Kimi.
Masterlist de capítulos
Masterlist de mi autoría
~ Capitulo anterior Capítulo siguiente ~
~ XXXIII ~
~Ustedes no se hacen IDEA de la cantidad de tonterías que esta mujer compró en solo dos dias.~Yuki sostenía su palo de selfie erguido, grabándose tanto a él como a Tania~. Muñeco que ve, muñeco que compra... Algunos bastantes cuestionables.~
~¡No lo escuchen, es mentira!~
A pesar de que el público usual de Tania estaba acostumbrado a verla interactuar con Yuki -solían jugar Valorant juntos- verlos lado a lado, fue una completa sorpresa. Vibraban en la misma sintonía. Y la tontería de ambos se potenciaba con la presencia del otro. A eso había que sumarle la exaltación de la mujer para con todo. Era una niña en una dulcería.
~¿Saben de esa figura de Eren? Deben saber de cuál hablo...~
~No lo escuchen, es un hobbit mentiroso.~
~Oh, chistes de altura. Que creativo.~
~Tengo muchos, no me obligues a usarlos... ¿Qué podríamos hacer hoy? ¿Arcade? ¿Algo más tradicional? ¿Akihabara otra vez?~Tania revisaba su celular.
~Pensé que tal vez podíamos ver algo de drifting... Por si tu teoría descabellada del evento no se cumple y resulta ser un evento aburrido.~
~... ¿Como en Reto Tokyo?~
~Si, amiga. Justo asi.~
Lando miraba aquel stream desde su departamento, confirmando la asistencia al evento.
El mail de confirmación le había llegado junto a una nota de su representante, informándole que otro piloto asistiría también, que sería beneficioso figurar juntos en el evento. Lando accedió complacido, pensando que se refería a Tania. Pero no. No era la mujer.
Esa noche, cuando Tania y Yuki llegaron a la exposición callejera de autos, la mujer perdió la cabeza.
Siempre había disfrutado de las películas de carreras, y Tokyo Drift era su segunda favorita de la franquicia. Justo en ese momento, se sentía en la película, y no podia estar más fascinada.
—Todo es tan colorido y ruidoso... Me encanta...—
A esas alturas, Yuki era el encargado de grabar, intentando no perder de vista a la mujer que corría de un lado a otro con su cámara, fotografiando a cada auto que llamaba su atención.
—No te alejes mucho, mira si te pisa un auto.—
—¿Será muy difícil armar uno de estos?—Tania se acercó emocionada al dueño de uno de los autos, sacándole charla.
Pero lo que parecía una pequeña charla casual para Yuki, era una muy vaga y previa consulta mecánica.
—Voy a hacer mi propio auto de drifting.—
~... ¿Qué?~
Apenas volvió a su hotel, Tania hizo un stream cortito con Franco, Ollie y Kimi. Les contó lo visto esa noche, y su idea sobre un futuro proyecto mecánico.
—Voy a comprar un auto base, y modificarlo.—
~Cariño, te salteas todas las carreras de derrape cuando jugamos al Need for Speed ¿y ahora te gusta?~
—No me gusta, me fascina. Quiero mi auto, con corazones y brillos por todos lados. Lo opuesto al Camaro. Suena divertido, y es todo nuevo. Aprender sobre la marcha.—
~A mi me parece buena idea.~intervino Oliver.
~Si ella salta de un puente, tú la sigues, Bearman.~Franco rió apenas~. Pero bueno, si ella quiere construir un auto sin tener idea, para correr algo de lo que tampoco tiene idea...~
—No es correr, es derrapar, genio... Podría ser un Honda rosa como el de Yuki... O tal vez un Celica...—
~¿Y por qué no un Skyline? ¿No era que te gustaba?~Kimi miraba distraído las fotos que la mujer compartía.
—Kiki, corazón... Ni mi sueldo anual de Formula 2, TC y mecánica me alcanzan para comprar el más destruido de todos los Skyline de Japón...—
Apenas llegó al evento, Tania buscó integrarse a algún pequeño grupo. No conocía a nadie, pero muchos la reconocieron a ella. Y fue por eso que terminó charlando a gusto con algunos directivos de Nike.
Si consigo patrocinadores, tampoco sería tan malo ¿No?
—¿Tania?—
La mujer volteó al escuchar su nombre, sorprendiéndose al ver a Charles.
—... Que sorpresa verte por aqui.—le dio un abrazo cordial, pero algo le hacía demasiado ruido.
¿Qué diablos hacía el chico ahí?
Charles solo se explicó con "una linda casualidad". Tania no estaba nada convencida. Y terminó de molestarse al ver a Lando también en el lugar.
—¿Qué diablos hacen aqui?—
—¿Viniste con él?—Lando miraba más que dolido a Charles, quien parecía divertirse con aquello.
—Yo no vine con nadie. Ustedes me siguieron. Y no se atrevan a decir que es una coincidencia porque no lo es...—Tania miraba a ambos lados del pasillo, corroborando que nadie los estuviera viendo—. Les dije bien claro que debíamos mantener distancia... Eso incluia eventos sociales ¿Saben?—
—No pensé que él estaría aqui.—
—Ah, pues yo tampoco esperaba que tú estuvieras aquí.—
—Escuchen una cosa, par de tontos acosadores... No los quiero a menos de 10 metros de distancia.—
—Querida, está lleno de periodistas ¿No crees que sería muy sospechoso si los únicos tres pilotos del lugar se sientan super separados?—Charles sonrió.
—¿Te divierte esto, Leclerc?—se encogió de hombros divertido—. Pues no pienso compartir notas con ustedes, no disimulan nada.—
—Eso lo iremos viendo sobre la marcha...—
Cuando la cena dio inicio y Tania buscó su mesa, ellos estaban ahí..
—Te dije, bien juntos.—Charles le dedicó una mirada fugaz a la silla vacía entre ambos.
—... Esto no puede estar pasando.—
—Prometo portarme bien.—
—Se metieron a un evento ultra cerrado sobre algo que no les importa un carajo solo para molestarme... Eso no es portarse bien, Lando... Y por supuesto que te bloquearé luego de esto.—
El rostro del chico demostraba cierto terror, pero entonces la comida empezó a llegar, y con ello el cuarto y último integrante de la mesa. Un periodista.
—La chica de oro y dos pesos pesados de la parrilla actual... Mejor asiento no pudo tocarme.—bromeó el hombre, pero a Tania no le causó gracia.
—Podría haberte tocado junto a Tania, el mejor lugar... pero me temo que ése lo tengo yo.—Lando se relajó en la silla.
La mujer quería apuñalarlo con el tenedor.
Durante la cena, Tania intentó mostrarse relajada y amable. Cuestión que le costó un poco teniendo en cuenta de que tenía a ambos lados a dos pilotos con los que se habia acostado, y justo enfrente a un periodista que podría ventilar esa cuestión con medio mundo con solo una nota.
Y los comentarios del par no ayudaban en nada.
—¿Usted sabe de qué será el anuncio?—Tania intentó desviar la atención del periodista.
—No realmente, pero se dice que será una edición especial de un modelo clásico.—
—¿Un Skyline tal vez?—Tania sonrió, y el hombre no pudo reprimir una pequeña risa.
—Es probable, sí... Generalmente en este tipo de eventos muestran autos edición limitada, y los presentes pueden ser capaces de comprar y asegurarse un ejemplar antes que el público general ¿Estarías interesada en eso, Tania?—
—Lo dije justo hoy en un directo con mis amigos... Éste tipo de autos, son cosas que aún no puedo permitirme. Solo armar el Camaro me llevó meses, un Skyline sería... Algo platónico.—
—¿Y si yo te regalo uno?—Charles llamó su atención, pero también lo miraron los restantes.
—Ah, si. Es comparable al regalo de Navidad que te di.—la chica alzó las cejas.
—¡Oye! No menosprecies tu regalo. A mi me encantó.—
—¿Qué le regalaste?—Lando intervino—. No sabía de eso.—
—No tienes porqué saberlo todo, Norris.—Charles le sonrió.
—Le regalé una motocicleta a escala... La que usamos en Argentina para pasear.—Tania respondió antes de que empezaran los problemas.
—Serás una buena participante para el santa secreto...—
—Un regalo tiene que ser especial, o al menos eso creo.—miró a Charles—. Asi que no quiero un auto de 3 millones, gracias... Regálame uno pequeño, para poner en mis estantes del estudio.—
—Tu estudio ya esta lleno de cosas, no necesita más autos de colores.—
—Eso que no viste los que me compré aquí en Japón...—el chico sonrió.
Siguieron cenando en un tenso ambiente, uno que por suerte el periodista no terminó de comprender. Hasta que anunciaron que en unos minutos se habilitaría la sala contigua.
—Te ves emocionada.—Lando miró con una pequeña sonrisa a la mujer a su lado, quién revisaba su celular a cada rato, intentando encontrar alguna novedad del evento.
—Bastante emocionada, si.—la chica sonrió apenas—. Si de verdad se trata de un nuevo modelo... Dios.—Lando notó su pequeño ataque de emoción. Adoraba cuando los tenia—. Nunca he asistido a un evento así, y poder verlo antes que mucha gente... es emocionante.—
—Bueno, no muchos en este lugar aprecian tanto los autos como tú. Eso es seguro.—descansó el mentón en la palma de su mano, mirándola con cierta fascinación.
—... ¿Dónde está Charles?—
—A nadie le importa, estamos charlando aquí.—
—Si ese idiota dice algo que no debe...—
—No te preocupes por él. Tú misma lo dijiste, estabas esperando este evento ¿no? Disfrútalo... Que yo disfruto que tú lo disfrutes.—la chica sonrió.
—Eres una idiota.—
—... lamento haber venido de repente. Porque si, vine por ti... Al menos tendría que haberte consultado.—
—No lo hiciste porque sabías que te diría que no.—sonrió apenas.
—¿Vas a bloquearme?—
—Obvio.—
—¿hay algo que puedo hacer para que no lo hagas?—
—¿Qué te importa si te bloqueo o no? Si tampoco me envías mensajes.—
—Bueno, espero que tú me lo mandes a mí.—
—Eso no sucederá.—
—No lo sé... Puede que algún dia necesites un duo en Overwatch...—
—Tengo fácil... 3 compañeros mejores que tú.—
—Auch...—
Una voz en off anunció que ya empezaría la exposición, que debían acercarse al salón. Y en cuanto Tania vio el Skyline en el centro del salón, su rostro se iluminó.
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Tráiler de "Saben aquell" (2023), de David Trueba. Película sobre los primeros años de carrera del humorista Eugenio. Barcelona, finales de los 60. Eugenio Jofra, un joven joyero, conoce a Conchita y el flechazo es instantáneo. Eugenio aprende a tocar la guitarra para acompañar a Conchita, para lo que tendrá que luchar contra el miedo escénico. Empieza así la carrera musical de ‘Els dos’. Cuando Conchita se tiene que ausentar durante dos semanas de Barcelona, convence a Eugenio de que lleve las actuaciones a cabo él solo. Cuando regresa, Eugenio se ha convertido en un fenómeno del humor underground de la ciudad. Con David Verdaguer y Carolina Yuste. ESTRENO: 1 NOVIEMBRE 2023.
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yo opino queeeee el fandom de los sims 2 es medio wekkkkkkk
cómo te poní a llorar pq una persona se cansa de que otro ser humano sea un sacowea masivo, no los entiendo gringos qlss XDD por qué defienden lo indefendible, no lo comprendo...
Una persona que sólo se dedica a romper las bolas en internet no merece respeto si es que ya está siendo irrespetuoso hacia los demás; intentan hacerse los moralmente correctos y justicieros de los "pobres trolls de internet", pero no se dan cuenta que es@ weon@ SÍ pueden afectar a quienes ataca directamente y/o terceros; ¿ustedes saben lo dañino que es leer mierda cada vez que postean algo referente a un personaje en específico? ES CANSINO, y más para aquellas personas que no acostumbran a recibir o leer ese tipo de comentarios.
Es muy fácil decirle al resto que ignore a es@ tip@, pero no consideran que, de hecho, las personas llevan ignorando por meses (e incluso años) los mismos tratos, y no ha servido de nada. A esa persona le importa un carajo si le bloqueas o no, seguirá siendo agresiv@ con todo aquel que suba algo sobre Cristal Valle. No es algo de drama innecesario, es algo que ya aburre, algo que llega a abrumar a ciertas personas, no lo sé weon, dejen de querer quedar como santos al decirle al resto que todo esto no es para tanto :/
ESTOY CHATAAA dhfjfj no normalicemos esos comentarios y mucho menos en un fandom tan pequeño como este
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