#ragnar nunca será el omega más fuerte(???)

[smileflowcr]

Le gusta sentirse como un premio, como la joya más radiante y hermosa que existe, que lo consientan en cada uno de sus caprichos por muy extremos que sean y Alastair cumple todo eso y más. El aroma propio a trébol blanco nace, rodeándolo por el cuello y dejando un camino de besos por la manzana de Adán hacia un lado, pasando por la barbilla, mejillas y sien del contrario, totalmente encantado de la belleza del monarca. “Si te digo que mucho, tanto que no podía conciliar el sueño pensando en ti y lo bien que se siente tu boca y dedos, ¿Confesarás que soy tu favorito?” su mirada se torna inocente, contrario a sus dedos viajando por el torso ajeno, por esas hermosas clavículas que piden a gritos un par de marcas rojas o los abdominales que se lucirían mejor con marcas de labial hechas por Ragnar. La diestra mueve levemente la tela de su túnica, revelando la bonita marca en su muslo con una forma similar a un corazón al centro y que le brinda el status de semi dios para que la toque. “¿O tienes otro omega en mente, mi Sol?” compartir y Ragnar no eran palabras compatibles y a pesar que tiene una preferencia por cierto alfa, no acepta ser la segunda opción de otros reyes. “Dame nombres, tesoro y prometo que tendrán una muerte piadosa… si no me hacen enojar.” Siempre puede encadenarlos y dejas que sus osos polares los devoren aún con vida.

Alastair  descansa  sobre  el  trono  de  oro,  en  lo  más  alto  de  una  de  las  muchas  pirámides,  en  aquel  lugar  donde  recibía  las  visitas  y  ofrendas  de  su  pueblo  y  ahora  estaba  siendo  utilizado  como  recinto  privado  para  acompañarse  del  hermoso  omega  que  había  bajado  desde  el  norte  para  venir  a  verlo.  Ragnar  lucía  precioso  en  las  ropas  que  él  mismo  preparó  para  él,  quitándole  las  pesadas  pieles  y  claro  estaba,  desnudándolo  lo  más  posible  para  su  deleite  personal.  La  túnica  blanca  caía  perfecta  sobre  su  cuerpo,  abrazada  desde  la  cintura  por  un  cinturón  dorado,  mangas  flojas  que  dejaban  entrever  la  piel  y  una  corona  de  oro  puro  y  turquesas  estaba  en  el  largo  cabello,  como  un  obsequio  con  un  moño,  deseando  desenvolverlo.  La  boca  se  le  hace  agua  naturalmente,  alzando  la  diestra  para  jugar  con  un  mechón  de  cabello  mientras  la  zurda  sostenía  su  propio  rostro,  el  codo  posado  sobre  el  reposabrazos,  como  si  estuviese  aburrido.  -  —Cada  que  el  sol  salía  y  se  ocultaba,  deseaba  volver  a  verte.  Estoy  sorprendido  de  que  hayas  decidido  ser  tu  quien  viniera  a  verme,  ¿tanto  me  echabas  de  menos,  mi  oasis?  —  -le  deja  que  se  frote  contra  él,  su  propia  entrepierna  despertando  lentamente  interesada  en  todo  el  jugueteo.  Alastair  vestía  con  su  ropaje  habitual  cuando  fungía  como  faraón,  pecho  desnudo  y  adornado  apenas  por  cadenas  de  oro,  bíceps  y  muñequeras  del  mismo  metal  y  el  shenti  propio  de  la  realeza,  adornado  con  la  armadura  de  su  casa.