#quinto patio
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jordisiracusa · 1 month ago
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Más anuncios de la época de QUINTO PATIO
Además de los que aparecen en la página correspondiente, incorporo estos nuevos anuncios de la época:
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mildredpierce8 · 2 years ago
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pachucocholosychundos · 2 years ago
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Maldita Vecindad - Crudelia (En vivo, 1993)
Mi cabeza es bomba a punto de estallar y mi aliento huele a cloaca de ciudad. La otra noche fue de juerga en bola nos clavamos a una fiesta, nos fuimos derechito a la cocina y acabamos hasta atrás.
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haveyouheardthisband · 8 months ago
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waltfrasescazadordepalabras · 3 months ago
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La luz es como el agua, cuento de Gabriel García Márquez
En Navidad los niños volvieron a pedir un bote de remos.
-De acuerdo -dijo el papá, lo compraremos cuando volvamos a Cartagena.
Totó, de nueve años, y Joel, de siete, estaban más decididos de lo que sus padres creían.
-No -dijeron a coro-. Nos hace falta ahora y aquí.
-Para empezar -dijo la madre-, aquí no hay más aguas navegables que la que sale de la ducha.
Tanto ella como el esposo tenían razón. En la casa de Cartagena de Indias había un patio con un muelle sobre la bahía, y un refugio para dos yates grandes. En cambio aquí en Madrid vivían apretados en el piso quinto del número 47 del Paseo de la Castellana. Pero al final ni él ni ella pudieron negarse, porque les habían prometido un bote de remos con su sextante y su brújula si se ganaban el laurel del tercer año de primaria, y se lo habían ganado. Así que el papá compró todo sin decirle nada a su esposa, que era la más reacia a pagar deudas de juego. Era un precioso bote de aluminio con un hilo dorado en la línea de flotación.
-El bote está en el garaje -reveló el papá en el almuerzo-. El problema es que no hay cómo subirlo ni por el ascensor ni por la escalera, y en el garaje no hay más espacio disponible.
Sin embargo, la tarde del sábado siguiente los niños invitaron a sus condiscípulos para subir el bote por las escaleras, y lograron llevarlo hasta el cuarto de servicio.
-Felicitaciones -les dijo el papá ¿ahora qué?
-Ahora nada -dijeron los niños-. Lo único que queríamos era tener el bote en el cuarto, y ya está.
La noche del miércoles, como todos los miércoles, los padres se fueron al cine. Los niños, dueños y señores de la casa, cerraron puertas y ventanas, y rompieron la bombilla encendida de una lámpara de la sala. Un chorro de luz dorada y fresca como el agua empezó a salir de la bombilla rota, y lo dejaron correr hasta que el nivel llego a cuatro palmos. Entonces cortaron la corriente, sacaron el bote, y navegaron a placer por entre las islas de la casa.
Esta aventura fabulosa fue el resultado de una ligereza mía cuando participaba en un seminario sobre la poesía de los utensilios domésticos. Totó me preguntó cómo era que la luz se encendía con sólo apretar un botón, y yo no tuve el valor de pensarlo dos veces.
-La luz es como el agua -le contesté: uno abre el grifo, y sale.
De modo que siguieron navegando los miércoles en la noche, aprendiendo el manejo del sextante y la brújula, hasta que los padres regresaban del cine y los encontraban dormidos como ángeles de tierra firme. Meses después, ansiosos de ir más lejos, pidieron un equipo de pesca submarina. Con todo: máscaras, aletas, tanques y escopetas de aire comprimido.
-Está mal que tengan en el cuarto de servicio un bote de remos que no les sirve para nada -dijo el padre-. Pero está peor que quieran tener además equipos de buceo.
-¿Y si nos ganamos la gardenia de oro del primer semestre? -dijo Joel.
-No -dijo la madre, asustada-. Ya no más.
El padre le reprochó su intransigencia.
-Es que estos niños no se ganan ni un clavo por cumplir con su deber -dijo ella-, pero por un capricho son capaces de ganarse hasta la silla del maestro.
Los padres no dijeron al fin ni que sí ni que no. Pero Totó y Joel, que habían sido los últimos en los dos años anteriores, se ganaron en julio las dos gardenias de oro y el reconocimiento público del rector. Esa misma tarde, sin que hubieran vuelto a pedirlos, encontraron en el dormitorio los equipos de buzos en su empaque original. De modo que el miércoles siguiente, mientras los padres veían El último tango en París, llenaron el apartamento hasta la altura de dos brazas, bucearon como tiburones mansos por debajo de los muebles y las camas, y rescataron del fondo de la luz las cosas que durante años se habían perdido en la oscuridad.
En la premiación final los hermanos fueron aclamados como ejemplo para la escuela, y les dieron diplomas de excelencia. Esta vez no tuvieron que pedir nada, porque los padres les preguntaron qué querían. Ellos fueron tan razonables, que sólo quisieron una fiesta en casa para agasajar a los compañeros de curso.
El papá, a solas con su mujer, estaba radiante.
-Es una prueba de madurez -dijo.
-Dios te oiga -dijo la madre.
El miércoles siguiente, mientras los padres veían La Batalla de Argel , la gente que pasó por la Castellana vio una cascada de luz que caía de un viejo edificio escondido entre los árboles. Salía por los balcones, se derramaba a raudales por la fachada, y se encauzó por la gran avenida en un torrente dorado que iluminó la ciudad hasta el Guadarrama.
Llamados de urgencia, los bomberos forzaron la puerta del quinto piso, y encontraron la casa rebosada de luz hasta el techo. El sofá y los sillones forrados en piel de leopardo flotaban en la sala a distintos niveles, entre las botellas del bar y el piano de cola y su mantón de Manila que aleteaba a media agua como una mantarraya de oro. Los utensilios domésticos, en la plenitud de su poesía, volaban con sus propias alas por el cielo de la cocina. Los instrumentos de la banda de guerra, que los niños usaban para bailar, flotaban al garete entre los peces de colores liberados de la pecera de mamá, que eran los únicos que flotaban vivos y felices en la vasta ciénaga iluminada. En el cuarto de baño flotaban los cepillos de dientes de todos, los preservativos de papá, los pomos de cremas y la dentadura de repuesto de mamá, y el televisor de la alcoba principal flotaba de costado, todavía encendido en el último episodio de la película de media noche prohibida para niños.
Al final del corredor, flotando entre dos aguas, Totó estaba sentado en la popa del bote, aferrado a los remos y con la máscara puesta, buscando el faro del puerto hasta donde le alcanzó el aire de los tanques, y Joel flotaba en la proa buscando todavía la altura de la estrella polar con el sextante, y flotaban por toda la casa sus treinta y siete compañeros de clase, eternizados en el instante de hacer pipí en la maceta de geranios, de cantar el himno de la escuela con la letra cambiada por versos de burla contra el rector, de beberse a escondidas un vaso de brandy de la botella de papá. Pues habían abierto tantas luces al mismo tiempo que la casa se había rebosado, y todo el cuarto año elemental de la escuela de San Julián el Hospitalario se había ahogado en el piso quinto del número 47 del Paseo de la Castellana. En Madrid de España, una ciudad remota de veranos ardientes y vientos helados, sin mar ni río, y cuyos aborígenes de tierra firme nunca fueron maestros en la ciencia de navegar en la luz.
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Literatura 451Gabriel García Márquez
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mokeonn · 1 year ago
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if you dont mind sharing, what are some of your favorite ska songs/bands?
I will admit I am not a huge band person I tend to be more of a "pick whatever random songs sound good" person, so I can't recommend any good bands. I also listen to Ska Punk, which is a subgenre of Ska... and Punk. So I am not a good authority on Ska songs to listen to I am just someone who is banned from being passed the aux cord...
But some of my favorite songs include:
No Children - Ska (cover)
Quinto Patio Ska
Everything Went Numb
S F D D
And songs by Reel Big Fish tbh. I know I just said I don't listen to specific bands but Reel Big Fish has some pretty good songs like...
Sell Out
And their Take on Me cover
Here's my disclaimer, though: I am not into music subcultures I just listen to whatever sounds good (and jazzy punk with horns sounds good), so I could be giving absolutely awful music recommendations that anyone who is especially into Ska (and more specifically Ska Punk) might find egregious. I personally just grab whatever song sounds good and add them to my forever long playlist.
Also the Jabberjaw (Running Underwater) song from Pain used for the Cartoon Network Boomerang Groovies is probably the reason I enjoy Ska punk so much, and it has been in my playlist for years now:
If nothing else in this list interests you, I require everyone by law to listen to Jabberjaw Running Under Water by pain and watch the Cartoon Network Boomerang Groovie video of it. I used to watch Boomerang a million times, and this was probably the only Groovie I really enjoyed watching and didn't go to the bathroom during.
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belvedia02 · 1 year ago
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Puppies/Kittens
Enid estaba profundamente dormida, sin embargo, sintió que una lengua húmeda lamía su mejilla izquierda, intentó darse la vuelta para evitarlo, no lo consiguió, porque unos dientes mordían la mano que ocultaba su cara, por último un ladrido hizo que finalmente se despertara.
—Ya, ya… estoy despierta — Acarició la cabeza del Golden Retriever de casi dos años. El regalo del quinto aniversario de matrimonio por parte de Wednesday. Enid se sorprendió cuando regresaron de su viaje y Wednesday le dijo que tenía que ir un momento a la casa de sus padres, lo que era una total mentira. Había adoptado hace días al cachorro y solo fue a buscarlo al refugio. Wednesday le dijo que ya era de tener una mascota, ambas tenían cuando eran niñas. Enid le contó de su fascinación por los perros y le contó algunas anécdotas de ellos, por su parte Wednesday le contó de su Kitty Kat, un león, del pulpo de su hermano, Aristotle, Homer una araña y finalmente de su escorpión Nero y cómo fue que lo entrenó, porque su triste final ya lo sabía.
Su mascota le ladró para llamar su atención.
— Contento Polux, ya me levanté — El perro volvió a ladrar y mover la cola.
Enid agarró su teléfono para ver la hora, eran las 7:04 a.m. — Es muy temprano para despertarme en mi día libre. — Le habló a Polux. El perro estaba sentado mirándola.
—Solo me pongo mi bata y salimos al patio — El perro nunca se acostumbró a dormir en el patio, tenía una casa, pero Enid al sentir que rasguñaba la puerta cuando era un cachorro, le pidió a Wednesday si lo dejaba dormir dentro solo por esa noche. Wednesday le advirtió que si lo hacía, no dormiría nunca en el patio. La única condición fue que se quedara fuera del dormitorio.  A partir de esa noche, Polux dormiría en el sofá.
Enid reconoce que fue bastante fácil enseñarle algunos trucos y generalmente era obediente, pero sufrió algunos daños en sus calcetines cuando todavía era un cachorro. Ahora le lanzaba la pelota de tenis y Polux la traía siempre y la dejaba en el suelo, primero se cansaba ella que su mascota.
—Mucho ejercicio a esta hora— Enid le hizo una seña para que entraran y le dio una galleta, ella solo se preparó un café, pretendía volver a acostarse, su esposa llegaría hasta la media noche, tenía turno doble.
Enid volvió a acostarse y Polux la acompañó.
—Recuerda que es un secreto entre nosotros — Enid le hizo una señal para que subiera a la cama. Minutos después ambos se durmieron.
Enid se despertó por segunda vez, por el sonido de su teléfono, una llamada spam.
—Vamos Polux ahora sí es hora de levantarse — El perro también se despertó por el sonido, se sacudió y se bajó de la cama. Enid le abrió la puerta para que estuviera en el patio, ella se iría a bañar y todavía no se decidía si pasar su día libre viendo las series que tenía pendientes o pasear en el centro comercial. Lo único que estaba segura era de que su mañana estaba destinada para Polux, paseando en el parque.
Enid después de desayunar, agarró su teléfono y las llaves de su casa.  El parque estaba cerca, se irían caminando. Cuando llegaron hasta la entrada, Enid le quitó la correa a Polux para que corriera, estaba acostumbrado y si Enid silbaba él venía de inmediato, hasta el momento no han tenido ningún incidente.
Enid se sentó en una de las bancas, cerca de un árbol. Viendo que jugaba con otros perros, sacó el teléfono del bolsillo de su chaqueta, le enviaría un mensaje a su esposa, con suerte le contestaría 3 horas después.  
Enid perdió tiempo actualizando sus redes sociales, de vez en cuando miraba donde estaba Polux, el perro pareciera estar feliz corriendo, así que se quedaría un rato más, no le gustaba estar tanto tiempo sola en casa.
Enid tuvo que moverse hacia la derecha para dejarle espacio a la mujer que se sentó junto a ella y que llevaba un coche con un bebé. Fingió que estaba ocupada con su teléfono cuando la madre sacó a su bebé del coche para tomarlo entre sus brazos, el bebé estaba llorando y la madre lo calmaba meciéndolo y hablándole dulcemente. Sin embargo, el bebé solo tenía hambre. Enid miró hacia adelante, no quería entrometerse en un momento tan íntimo entre una madre y un hijo.
Enid si tenía que ser sincera consigo misma, hace años se hubiera convertido en madre, sin embargo, siempre tuvo sus dudas al respecto, si sería una buena madre, no tenía el mejor ejemplo a seguir, además que era un tema que hace años no lo conversaba con su esposa.
Recuerda que en esa ocasión Wednesday solo le pidió algo de tiempo para pensarlo. Mientras Enid le había dado ese tiempo, ella investigó todo acerca de los procedimientos actuales para que dos mujeres pudieran concebir. Wednesday nunca le respondió. Enid tomó eso como una respuesta desfavorable, así que ese deseo quedó enterrado en algún lugar de su alma.
Enid se levantó de la banca y fue a buscar a Polux, su estado de ánimo cambió solo quería ir hasta su casa y olvidar este sentimiento viendo algunas de sus series favoritas. Polux cuando se acercó a ella le movió la cola y le ladró. Enid le dio una media sonrisa.
Enid se preparó solo ensaladas para su almuerzo, Polux tuvo su ración de alimentos y acompañó a su dueña. Enid estaba terminando de almorzar cuando su teléfono sonó, era un mensaje de texto, de inmediato lo leyó.
Enid se alegró de recibir ese mensaje de su esposa, al menos en esta ocasión no le mandó ninguna fotografía de su lugar de trabajo, no después que vio aquel mensaje cuando estaba trabajando y el grito que dio sorprendió a sus compañeros y molestó a su jefe.
Enid escribió un breve texto siempre acompañados por emoticones. También aprovechó para revisar sus otros chats. Hace tiempo que no le escribía a su amiga Yoko, era hora de ponerse al día.
Enid finalmente se quedó en la casa, vio una película que le recomendó Yoko cuando le preguntó que haría en su día libre. Una vez más le haría caso, solo esperaba que no tuviera demasiadas escenas sangrientas.
Polux se subió al sofá para acompañar a Enid, pero esencialmente para dormir. Enid lo fotografió y la subió de inmediato a su aplicación favorita, de inmediato recibió “corazones” de sus amigos. Bloqueó la pantalla de su teléfono y le dio play al control de su televisor, la película comenzó de inmediato.
Enid casi al final de la película se quedó dormida y tuvo algunos sueños extraños, porque cuando despertó aun tenía un recuerdo de una escena en particular. Estiró sus brazos hacia arriba y vio que su televisor mostraba la página principal de su servicio de streaming, agarró el control y la apagó. Miró hacia su derecha y Polux seguía durmiendo, se levantó con cuidado y fue hasta la cocina, le dio hambre así que esta vez cocinaría algo que incluyera alguna proteína.
Terminó su cena acompañada por una de sus listas de reproducción de su teléfono, Polux solo se despertó para pedir comida. Enid volvió al sofá para revisar las fotografías del viaje a Jericó de su aniversario en su tablet.  
— Nunca pensé que podríamos entrar a nuestra habitación — Enid le habló a Polux, él se había vuelto a subir al sofá.
Su ventana circular seguía manteniendo la mitad con colores del arcoíris, la otra mitad solo tenía algunos autoadhesivos. Enid le pidió a su esposa si podían tomarse una foto delante de esa ventana, Wednesday aceptó y una de las estudiantes que ahora residía en esa habitación fue la encargada de fotografiarlas.
Enid revisó casi por completó casi las 100 fotos que se tomaron en ese viaje, realmente fue inolvidable.
—Sería divertido que pudiéramos ir en 10 años más — Enid volvió a expresar sus pensamientos en voz alta.  Ese hábito se acentúo con la llegada de Polux, al menos tenía una excusa para hablar sola.
Enid acarició la cabeza de Polux después que terminó de ver las fotos, vio la hora en su reloj de pulsera.
—Solo queda una hora más para que regrese Willa — Le habló directamente a Polux, el perro le contestó con un ladrido.
El sonido de una llave girando la cerradura, hizo que Enid mirara en dirección a la puerta principal, de inmediato corrió hacia ese lugar, acompañada por Polux.
—WILLA — Enid besó a su esposa.
—Mon amor — Wednesday la saludó después de ese beso de bienvenida.
—No te esperaba tan temprano— Ambas fueron caminando hasta la sala de estar. Wednesday saludó a Polux acariciando su cabeza, antes de sentarse en el sofá, fue al baño y se lavó las manos.
—Los estudiantes que están en sus prácticas, son más eficientes de lo que pensaba. — Le respondió cuando se sentó junto a su esposa.
—No sabía que alguien elegiría estar en una morgue un sábado.
—Solo los que siguen esta especialidad — Enid subió su brazo derecho para abrazar a su esposa, Wednesday apoyó su cabeza en el pecho de Enid.
—Estoy feliz que tengas buenos estudiantes.  — Enid casi siempre escuchaba los reclamos de Enid hacia sus estudiantes cuando llegaba a su casa.
—Yo también — Wednesday apenas terminaba sus turnos volvía a casa, sabía que su esposa odiaba estar sola. Aunque tenga como compañía a Polux.
Se quedaron un rato más así disfrutando de esa posición en el sofá, Wednesday fue la que rompió el silencio.
—Mañana ¿tienes algún plan?
—No, nada ¿por qué?
—Debo ir a casa de mis padres.
—¿Pasó algo? — Enid preguntó preocupada.
—No, solo debo recoger un encargo. — Contestó sin revelar la razón principal.
—Espero que no sea ningún animal disecado o peor aún, un animal muerto que quieras diseccionar.
—Nada de eso, prometí que en nuestra casa no habría animales muertos y he cumplido mi palabra.
—Bueno… sí…. — Enid agradecía que Wednesday siempre cumpliera sus promesas. — Supongo que no me dirás.
—No, deseo que sea sorpresa— Wednesday besó a su esposa y sujetó su mano, si seguía en ese cómodo abrazo se quedaría dormida y ella tenía otros planes para esta noche.
Ese domingo se levantaron temprano, el trayecto era de varias horas y Wednesday quería llegar a la mansión lo antes posible. Al mediodía, ya estaba estacionando su auto en la entrada de la casa, como siempre Polux fue el primero en bajarse del auto y corrió hacia el bosque, estaba acostumbrado al lugar, ya no se perdía.
Lurch fue quien las recibió en la entrada de la casa y les informó que sus padres estaban en el invernadero.
—Mis niñas — Gómez las saludo con alegría.
—Papá— Dijeron al unísono. Enid desde el día de su boda que llamaba así a Gómez.
Morticia las saludó con un abrazo — ¿Cómo estuvo su viaje? — Preguntó después de darle a cada una un beso en la frente.
—Bien, no tuvimos ningún inconveniente — Wednesday se sentó en una de las sillas que acompañaba a la mesa rectangular, Enid se sentó a su lado y Morticia terminó de alimentar a Cleopatra.  
—¿La abuela? — Wednesday preguntó al no verla.
—Ya viene, estaba terminando unos últimos detalles.
—¿Está la abuela? — Preguntó Enid, rara vez tenía la ocasión de verla en la mansión.
—Sí llegó hace dos días — Morticia le respondió.
En ese momento vieron que entraba en el invernadero Eudora Addams.
Wednesday y Enid fueron a saludarla afectuosamente.
—Niñas— Eudora tenía en sus manos un frasco de vidrio con una etiqueta blanca.
— ¿Qué es eso? — Preguntó Enid cuando todos tomaron asiento. Eudora dejó el frasco en medio de la mesa.
—Un regalo especial de mi parte.
Enid miró a Wednesday — ¿Este es el encargo que venías a recoger?
—Sí, es para las dos — Wednesday estaba a punto de revelar lo que contenía el misterioso frasco.
—¿Para nosotras? — Preguntó con extrañeza.
—Veo que no seguiste mi consejo, querida Wednesday — Morticia le habló a su hija.
—No, no era el momento, no quería arruinar su ilusión.
—Esperen, creo que están hablando en código y no entiendo — Enid interrumpió esa enigmática conversación.
— Podrías decir que sí mon amour — Wednesday sujetó las manos de su esposa.
— Mi pequeña trampa mortal, no sigas torturando a tu esposa, creo que es tiempo que sepa, lo que has ocultado por años.
—¿AÑOS? — Enid gritó.
— Sí, serán casi 7 años que estaba preparando esta sorpresa. — Wednesday comenzó a revelar su secreto.
— ¡TANTO TIEMPO! — Enid seguía asombrada por ser incapaz de averiguar el secreto que le mantuvo oculta su esposa.
—Sí, hay una explicación, espero que no te molestes, por mantenerte al margen — Wednesday hizo una breve pausa — Dime Enid, ¿cuál es tu mayor deseo? — Wednesday la llamó por su nombre, así que Enid supo de inmediato que era un asunto serio.
—Casarme contigo — Respondió de inmediato.
—Eso lo sabemos todos los que estamos aquí presente, sin embargo, tienes otro anhelo aún más profundo.
Enid lo pensó por algunos instantes — Ser madre — Respondió casi en un susurro. 
—Es por eso que con mi madre y la abuela estuvimos averiguando alguna forma de que nos convirtamos en madre sin recurrir a la medicina moderna, porque nuestro hijo no sería 100% de nosotras, tendríamos que recurrir a algún donador. Ya sabes que la abuela es una bruja y sabe encantamientos y preparaciones de pócimas, solo había una que desconocía por completo.
—No me digas… — Enid sintió que se le formaban lágrimas.
—Sí Enid, la abuela descubrió un libro muy antiguo, tan antiguo como el Book of shadows de Goody Addams, donde describe una pócima que permite que tú y yo seamos madres.
—No puede ser… eso es imposible… — Enid sentía opresión en su pecho.
—Créeme Enid, esta vez estamos segura que será exitosa.
—Puedes decirme ¿por qué estás tan segura?
—Esta será la séptima pócima de prueba, y ya sabes lo que dicen del número 7, que es de buena suerte.
—Pero tú no crees en la suerte — Enid le reprochó.
—Lo sé, sin embargo, presiento que esta vez si funcionará. Porque estos años hemos podido perfeccionar la fórmula. Cuando mi madre encontró el libro, faltaba algunos ingredientes e instrucciones, así que probamos distintas fórmulas. Los ingredientes son escasos, por esa razón solo podíamos prepararla una vez al año.
—¿Cómo sabes que fueron fracasos? —Enid no comprendía muy bien como funcionaba aquella pócima.
—La poción la bebía yo…
—¿Tú? ¿Cuándo?
—Durante mis horas de trabajo, por si presentaba algún síntoma.
—Entiendo, pero ¿cuál era mi participación en esto?
—El efecto de la pócima dura 12 horas, dentro de ese tiempo deberíamos tener sexo y yo sería la encargada de llevar a nuestro hijo en mi vientre — Wednesday con esta explicación hizo sonrojar a Enid.
—¡Oh!, vaya… — Enid no sabía que decir.
—Realmente siento haber ocultado esto, pero no deseaba ver tu cara de desilusión al saber que habíamos fallado en nuestros intentos.
—Yo, solo puedo decir que me siento la mujer más afortunada y que te amo profundamente — Enid abrazo fuertemente a Wednesday.  
—También te amo, haría todo lo que este a mi alcance para hacerte feliz. — Wednesday limpió las lágrimas de las mejillas de Enid.
—Admiro tu valentía al vivir sola estos momentos donde supiste que la poción no tuvo éxito.
—Eso no es nada, siempre habría una próxima vez.
—Supongo que los test de embarazo no lo hacías en casa.
—No, los hice en el trabajo— Wednesday esos días, se encerraba en su oficina e intentaba que su rostro no reflejara su decepción, para que su esposa no sospechara.
Enid no le importaba que estuvieran los padres y la abuela de Wednesday, ella besaría a su esposa.
—Supongo que esperaremos a llegar a casa — Enid seguía sonrojada.
—Sí — Respondió simplemente Wednesday.
Ese día las conversaciones giraron en torno al tema del posible embarazo y de las 7 preparaciones de las pócimas. Cuando anocheció, Wednesday y Enid se despidieron, mañana tendrían que levantarse temprano y bueno en la noche tendrían que iniciar el proceso de un posible embarazo.
Los siguientes días no hablaron del tema entre ellas, pero ese pensamiento de saber si se convertirían en madres estaba presente en la mayor parte del día.  Esos días se convirtieron en semanas y esas semanas en el mes que tendrían que esperar para que Wednesday se hiciera el test, ese día al fin había llegado.
—Ahora debemos esperar unos minutos — Wednesday que ya era su séptima ocasión de esperar a que aparecieran las barras azules, le explicó calmadamente a su esposa.
Enid solo asintió con la cabeza, esta demasiado nerviosa para hablar.
Wednesday vio la hora en su teléfono, se había cumplido el tiempo de espera, sin evidenciar en su rostro el resultado, le entregó el test a Enid para que lo averiguara.
—¿Es cierto? — Enid preguntó nerviosamente.
—Sí — Wednesday sonrió tan genuina y felizmente que aparecieron los hoyuelos en sus mejillas.  Enid abrazó y besó a su esposa.
Cuando se volvieron a mirar en los ojos Enid estaba llorando y Wednesday también, pero sabían que eran lágrimas de felicidad.
Los siguientes meses Wednesday presentó las típicas nauseas matutinas hasta el término del primer trimestre del embarazo. Ahora en su sexto mes, ya era notoria su figura de embarazada.
Un día cuando regresaban a su casa después de visitar a Yoko y Divina y planificar el baby shower, Wednesday le preguntó a su esposa que no tenía sentido, que estaba segura que sería una niña. Enid le preguntó si había tenido una visión, Wednesday le respondió que no, solo era un hecho científico que solo cromosomas X estaban involucrados en su embarazo. Enid le respondió que era una buena oportunidad de reunir a sus amigos.
Enid era la conductora oficial. Detuvo el auto y rápidamente le abrió la puerta y ayudó a bajar a su esposa. Cuando se acercaban a su puerta vieron una sombra acompañados de pequeños ruidos.
—Oh, por dios — Enid agarró al gatito en sus manos.
—No puedo creer que se deshagan de este pequeño. De seguro pensaron que les daría mala suerte. — Enid dijo aquello con molestia, porque piensa que todavía hay gente que asocia a los gatos negros con la mala suerte.
—No podemos dejarlo afuera…
—Claro que no, el pobre no sobreviviría. — Wednesday abrió la puerta de su casa y Polux las saludo meneando la cola alegremente.
—Buen chico— Wednesday acarició su cabeza.
Enid fue a buscar algunas mantas y buscando algo que sirviera como biberón, era tarde y no deseaba dejar sola a su esposa.
—Mon amour, solo te pido que no lo llames, con el típico nombre para gatos negros.
—¿Salem?, me parece tan apropiado. — Enid lo estaba alimentando mientras lo tenía en su regazo.
—Sí, sé que puedes ser más original — Wednesday ya tenía al menos 5 nombres para el gatito.
—A ver, déjame pensar… — Wednesday le dio todo el tiempo mientras el gatito bebía la leche.  —Creo que lo tengo.
—¿Cómo se llamará? — Wednesday acariciaba a Polux que estaba interesado en el nuevo integrante de la familia.
—13, ¿qué te parece?
—No estoy del todo convencida — Wednesday encontraba original el nombre.
—Bueno cuando lo llevemos al veterinario, habré encontrado un mejor nombre — Enid buscaría esa noche por internet nombres de gatitos.
—Espero que para nuestra hija tengas mejores nombres— Wednesday bromeó
—Tengo toda una hoja con posibles nombres — Enid desde que supo que había sido un éxito la pócima, de inmediato escribió algunos nombres para niña y niño.
—Bien, porque no deseo escuchar que le digas “cachorro” a nuestra hija — Wednesday sonrió, haciéndole entender a Enid que estaba bromeando.
—¡Vamos Willa! Es un apodo divertido. — Enid también sonrió.
Wednesday Addams ni en sus mejores pesadillas o en sus terribles visiones pudo prever que su vida se convertiría en pura felicidad, no cuando su madre le advirtió que el camino del cuervo es solitario. Le faltó agregar que sería así, si es que no encontraba a un lobo llamado Enid que la alejara de la soledad.
@choicesprompts
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rubimoon45 · 6 months ago
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Un Mar de Flores (2/10)
Pairing: Kolyma x fem!reader
Sinopsis: Innessa atiende las heridas del niño tímido que recordaba como Kolyma, pero que resulta ser un hombre ahora y con la percepción de la realidad alterada a la suya.
Warning: contenido adulto, abuso, sangre, armas, amenazas, palizas, abuso de sustancias, abuso sexual, abandono.
You can traslate the story and read it!
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Los días siguientes pasaron rápido. No hubo mal tiempo, pero sí alguna que otra lluvia repentina que obligaba a todos a regresar a sus casas frente al buen tiempo. Cuando el cielo acababa de descargar su furia, el sol regresaba y alegraba a las mujeres que iban a lavar la ropa al río. A ellas no se les permitió salir de casa.
Su padre entraba y salía del dormitorio de invitados con algo nuevo entre las manos, pero en su mayoría bolsas de gasas sucias manchadas de sangre. Xenya se refugiaba entre los libros de arte y se frustraba cuando no podía leerlos, pero además de eso, era gracioso verla enfadarse consigo misma. Al menos aliviaba algo de tensión. A Inej le tocaba limpiar el sudor de su piel, que poco a poco iba recuperando el color, y cuidar que las vendas no se aflojaran. Mientras su padre no estaba, Xenya y ella se encargaban de vigilarlo. Como Xenya era incapaz de cuidarlo sin intentar despertarlo de su descanso, acababa echándola y pidiéndole que compusiera una canción nueva para que cuando él se despertara se lo agradeciera. Parecía funcionar porque llevaba dos días haciéndolo. A veces Inej se quedaba mirando el rostro bronceado de aquel joven, que sí resultaba ser el Kolyma que recordaba de su infancia. Pero no el niño, solo de forma nominal.
Su madre había ido a su casa a visitarlo cuanto podía. La primera vez le pareció una mujer más asustada por la vida de su hijo, que lloró al lado de su cama cuando vio las vendas ensangrentadas y la respiración lenta que Kolyma daba. A la segunda y él pudo abrir los ojos, aún medio dormido, la máscara de madre afligida cayó y dio renda a una enfadada que amenazaba con cortarle los dedos de los pies si volvía a pisar el territorio de los semillas negras. No preguntó acerca de lo último, pero sí que tuvo que hacerse cargo de separarlos cuando Kolyma volvió a desmayarse. De alguna forma, aquella mujer tan fuerte y sensible al mismo tiempo llevaba la razón al explicarle la situación, mientras le ofrecía un poco de té en la cocina.
-No puede morir. Él, no. No puede dejarme de la misma manera que su padre hizo hace años, no, me niego -sacudía la cabeza, llorando, con las mejillas hundidas y el rostro marcado por la edad. Tenía sombras debajo de los ojos, seguramente por no poder dormir-. Él lo es todo.
Puede que así fuera, pero porque al final era una madre preocupada por su hijo. Inej no pensaba en la herencia, ni en los clanes ni en quién era su familia. Solo veía al niño que fue una vez descansando de sus decisiones del presente. Y al mismo tiempo, a un heredero del clan más temido de toda la zona.
-Te recuerdo, niña -habló un día, mientras estaban en la habitación de su hijo y su padre había ido a buscar unas vendas al despacho-. Jugabas en el patio con los demás niños y le cogiste la mano a Vitali en el funeral de su padre, hace ya mucho. ¿Fue tu madre la que te convenció de abandonar el pueblo?
Inej no había dicho nada al respecto. Soportó ese comentario como pudo atendiendo a otras cosas, como cambiarle la almohada a Kolyma a sabiendas de que los ojos de la mujer le taladraban la nuca. Por supuesto que no iba a decirle nada sobre el divorcio y lo que había pasado, pero sí que se quedó con las ganas de hacerlo. De soltárselo solo por el tono que usó para referirse a su madre.
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Al quinto día fue su hermana la que la despertó. La noche de antes se había acostado con un libro de arte renacentista, uno de los muchos que había por la casa, y dormido con él pegado a la mejilla. Resultaba que para aprender tenías que leer, y para leer tener los ojos abiertos. Y estar consciente. Xenya la despertó gritando, desde la planta de abajo. Intentó volver a dormirse, pero el sol fuera de la ventana la molestaba y acabó por levantarse de la cama de mal humor.
Para cuando bajó, su padre se había marchado y dejado una nota. Los gritos alegres de Xenya venían del dormitorio de invitados, acompañado de una voz mucho más suave que decía algo inentendible. Inej se apresuró a ver con quién estaba hablando, y si necesitaba regañarla por abrirle la puerta a extraños tan a la ligera. Resultaba que Xenya gritaba por una buena razón. La puerta estaba abierta cuando llegó, y Xenya encima de la cama. Mejor dicho, encima de Kolyma, en las piernas estiradas y cubiertas por la manta. Inej se quedó inmóvil al verlo. Tanto los ojos de Kolyma como los de su hermana pequeña fueron como balas hacia ella, de diferentes maneras; los de su hermana bailaban de alegría, mientras que los de él reflejaban una emoción que dudaba haber visto en él en el poco tiempo que se conocieron de pequeños y en los momentos de consciencia.
-Se ha despertado -dijo, levantándose de la cama y yendo hacia ella. Le cogió las manos, calientes, y la miraba con los ojos brillantes de siempre-. ¿Podemos darle una galleta?
Inej, aún quieta, tardó el responderle. No le salían las palabras de la garganta. Solo podía ver a Kolyma, despierto, con los ojos inundados entre el miedo y la confusión. No conocía a Xenya ni cómo era, así que no le extrañaría que pensase cualquier cosa.
-No es un perro. ¿Y si práctica tu canción? Puedes enseñármela luego.
-¿Sí? -cuando asintió, Xenya saltó de alegría y marchó corriendo de la habitación. El piano no tardó en sonar.
Casi puso los ojos en blanco. A aquellas alturas odiaba esa canción y los porrazos de su hermana cuando se olvidaba una parte e improvisaba. Sus ojos, de todas formas, se posaron nuevamente sobre el enfermo. Se concentró en él. Lo observó. Cada pequeño movimiento. Desde el pequeño tic en su ceja como la forma de nuez cuando tragaba saliva. Inej agarró entonces el medidor de tensión que estaba sobre una cómoda y rodeó la cama hasta ponerse a su lado. Siguió las indicaciones de su padre para medirle el pulso.
-¿Ha pasado algo que deba saber? -inquirió, sin maldad, pero haciendo notable el tono de sorpresa y malestar por haberlos encontrado...de esa manera.
Kolyma levantó las finas cejas, y negó rápidamente. La piel ya no lucía enfermiza, sino que había recuperado su tono bronceado e irradiaba salud. Todavía sudaba, pero supuso que era por la calefacción de la casa y la situación de hacía unos minutos. Inej miró el número de la herramienta, y asintió al encontrarlo en una cifra que su padre tacharía como buena.
-Es una bendición de Dios -respondió, con sorpresa-. Hay que protegerlos por encima de todo. Nunca le haría nada.
-Sí, supongo. Pero es mi hermana así que... Tengo que protegerla.
Apuntó la presión en un papel al lado de la mesita, y comenzó a retirarle los adhesivos a la almohadilla con la que había medido su pulso. Inej tardó un rato en hacerlo, y en ese rato ninguno dijo nada. Absolutamente nada. Solo se escuchaba la respiración pensada de él y a ella trabajar. De fondo, por supuesto, estaba Xenya tocando el piano. Al acabar, encontró los ojos de Kolyma puestos sobre la pila de libros de arte en columnas al lado de la mesita contraria. También se sorprendió ver uno de esos libros a su lado, en la cama. ¿Xenya los habría tocado? Hace diez años, su madre murió de una enfermedad incurable y le quedaban pocos meses de vida cuando la descubrieron. Le dijeron que tardó en comprender que no volvería a verla, y cuando lo hizo estuvo semanas con la mente perdida. Luego, pareció olvidarse de ello y continuó haciendo lo de siempre. Su padre la había pillado cenando sola un día de esos y advertido de la mente de Xenya, como si no supiera que su hermana era especial y necesitaba ayuda algunas veces para entender y entenderse. Al final había acabado escuchándole solo para escuchar la historia de su hermana.
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-Son de la madre de Xenya -explicó, haciendo un gesto hacia los libros. Varias pilas adornaban la mesilla al lado de la cama, y otra descansaba en el suelo. Libros gruesos y finos, respectivamente-. Le hubiese gustado estudiarlo, pero no... No le dio tiempo.
A diferencia de su madre, que se había marchado por un divorcio y con una hija al otro lado del continente, la madre de Xenya no había tenido esa suerte. Murió al poco tiempo de ella cumplir los diez años, por una enfermedad repentina. Su madre siempre encendía una vela por ella cuando iban a la iglesia, pese a que nunca se conocieron. Ya se convirtió en una costumbre que acataban hasta sin ir.
-Lo lamento.
-¿Te duele? -cambió de tema rápido, acercándose a la cama con cuidado. Xenya volvía a aporrear el piano, pero no estaba furiosa. De estarlo, sonaría peor.
-Como el demonio -se rio de su comentario, e intentó recolocar. La almohada a sus espaldas se escurrió, pero pudo cumplir su objetivo de sentarse bien. Inej atendió a la flexión de sus abdominales, la forma en la que se tensaban y relajaban en el acto... Y al momento se sintió avergonzada-. Le estaba diciendo que yo también soy especial. Aguanté la paliza de mi padre durante treinta minutos sin desmayarme. Me gané el reconocimiento de todos los niños.
Apretó los labios, pero no dijo nada al respecto sobre el método educativo de cada familia. Simplemente se recostó en la silla al lado de la cama, envolviéndose en la manta. Lo analizó nuevamente. Una persona de su edad, que recordaba como un niño tímido, había resultado herido por un arma blanca y acabado en su casa a raíz de eso. El niño tímido que alguna vez habría jugado con los mismos niños que ella mientras recibía el adiestramiento de su clan. Examinó su rostro, que recobraba la vida poco a poco. Ojos en forma de avellana de diferente color, con una nariz recta y unos labios finos y rellenos, en ese momento, un tanto paliduchos.
-Creo que todos somos especiales de alguna manera. Xenya es...una bendición, como dices tú. Pero créeme que te hartarías de ella cuando escuchases diez veces al día la misma canción y alguna pregunta tonta.
El pecho de Kolyma vibró cuando se rio, y le pareció la risa más tierna del mundo en el cuerpo de un hombre como él. Inej sonrió al ver la sombra de la tinta negra en su antebrazo.
-¿Te lo has hecho tú? -preguntó, señalando hacia el cuchillo envuelto en el tallo de una rosa con espinas y la flor en la zona de la empuñadura.
-No, Tinta -explicó. No lo conocía, y menos le sonaba-. Él me ayudó a elegirlo.
-¿Significa algo?
-Mi compromiso. A mi madre le gustan las rosas, así que decidí que fuera la que envolviese mi futuro, en su honor, y porque significan lealtad -mientras hablaba, acariciaba la zona del tatuaje, que ocupaba gran parte de la cara interna del antebrazo-. Solo eso.
Un silencio se extendió hacia los dos. Pensaba decirle que ella también estaba interesada en los tatuajes, pero a aquellas alturas del siglo pensarían que estaba en una banda. Ponerlo en una zona visible diría eso y nunca conseguiría trabajo, y a su madre le daría un infarto de saberlo. Por eso había pensado en una zona estratégica donde hacerlo, que nadie viera salvo en algunas ocasiones, y que estuviese cubierta todo el tiempo. La pena era que nadie aceptaría hacerlo, pese a ser pequeño.
-Tu...eres la segunda hija del médico. Lo escuché en el bar de la tía Katya, que vendríais en verano.
-Muy observador -apuntó, riéndose esta vez ella-. ¿La tía Katya sigue trabajando en el bar?
-Desde la muerte de su marido pescando -empezó a explicar, hasta que hizo un alto para mirarla por primera vez directamente a los ojos. Ninguno dijo nada en ese pequeño momento de silencio. Los ojos de Kolyma brillaron como dos estrellas cuando las palabras le salieron de la garganta-. Espera, ¿de qué la conoces?
Inej asintió lentamente.
-Ella me cuidaba a veces cuando era pequeña. Me marché a los seis años, así que no tengo muchos recuerdos de ello ni de este lugar -le respondió, e hizo un gesto para envolver la casa y el exterior. No supo si se entendió, porque él tampoco dijo nada para confirmarlo o negarlo, solo el brillo en esos dos ojos marrones iluminando el tenue dormitorio. Inej se rio de un recuerdo breve que apareció en su cabeza-. Era la única que me dejaba dibujar en su mesa.
Inej se continuó riendo. Cuando sus padres la dejaban en el bar al otro lado del pueblo, pero cerca del río, solía quedarse con la amable y dulce tía Katya que cuidaba de casi todos los niños del pueblo y los dejaba jugar tanto dentro como fuera del bar. A veces ella y sus pocas amigas de ahí la ayudaban a hacer dulces tradicionales en la cocina al mismo tiempo que los niños jugaban hockey improvisado con palos y pelotas desgastadas. Puede que alguna vez él mismo jugase con ellos y se comiera los dulces que sus manos inexpertas hicieron en esa época.
-Sí -respondió él, tan lento que pensaba que se volvería a desmayar-, ella es así.
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-¿Por qué no?
-Porque no.
-Pero...a mí me gusta estar con él.
Las mujeres del pueblo tenían razón con que haría buen tiempo. Días después del alta de Kolyma, su padre las dejó salir de casa por fin y aprovecharon para dar una vuelta por todo el pueblo. Hasta que se enteraron de las mujeres y los niños iban a bañarse al río y a las dos les entró curiosidad por saber qué hacían ahí tanto tiempo. Aparte de, obviamente, lanzarse al río y refrescarse. Por fin era verano, aunque fuese a durar poco, y pensaba enseñarle a Xenya el lugar a donde se iba a bañar de pequeña con sus antiguos amigos.
Xenya se negaba a ponerse un bañador, y casi que eso había alegrado a su padre en términos de su seguridad para un futuro. Así que no la obligó a ponérselo. Lo que sí hizo fue, mientras ella escogía qué bañador ponerse, probarse todos los vestidos habidos y por haber que tenía en su armario. Su habitación parecía que acababa de atravesar un tornado cuando salieron de casa y se marcharon con las bicicletas camino al río. Era una zona alejada, detrás de la colina que separaba el bosque del pueblo. Las montañas inundadas de verde y rocas bordeaban la zona de la curva del río, por lo que estaba bastante protegido y le daba ese aura misteriosa y mágica a un lugar tan escondido pero conocido al mismo tiempo.
Inej se tumbó en el césped con su hermana al lado, mientras la gente de alrededor jugaba y se lanzaban al agua que debía de estar estupenda. Agua cristalina. Xenya había empezado a preguntarle sobre Kolyma al poco, cuando empezó a aburrirse.
-¿Le has preguntado si a él le gusta?
-No, pero me sonríe cuando me acerco. ¿Crees que le gusta Xenya?
Solo suspiró. El sol golpeaba con fuerza, pero alguna que otra nube jugaba a ocultarlo y enfriaba un poco el tiempo. No hacía mucho viento, y el poco que se levantaba era templado. Los pelos se le ponían de vez en cuando de punta, pero era agradable. Miró hacia su hermana, sentada al lado sobre la hierba, abrazándose las piernas pálidas y con una mala expresión.
-¿Le has preguntado? -repitió la pregunta, un poco más bajo. La mente de su hermana era diferente a la que su cuerpo debería tener. Era tonta para algunos, loca para otros, y una bendición para la gente que se rodeaba con Kolyma.
Kolyma. Algo en esa estalló al recordar su mirada cuando le dieron en alta. Su padre se la dio al poco tiempo de tener esa charla, pero siguieron hablando esos días hasta que el doctor dijo que ya era el momento de abandonar la cama y hacer vida normal. Inej no dijo nada al respecto; ¿qué iba a decir? No era médico, y menos conocía la reparación del cuerpo. Lo único que dijo fue a modo de broma que lo echarían de menos que ya casi se había convertido en alguien de la familia. Xenya le dio inocentemente la razón, y su padre cabeceó riéndose. Kolyma no dijo ni hizo nada, sin embargo, y supo que había sido un comentario no tan inocente para él. Le había dado una mirada tan extraña cuando lo despidieron, tras ayudarlo a vestirse con la ropa que su madre le había llevado, en la puerta que Inej tuvo la sensación de que quería decir algo pero no le salían las palabras.
La obsesión de su hermana perduró hasta ese momento. Cuando salía, le contaba las aventuras que él tenía y no les quedaba remedio que escucharla y en algunas ocasiones por haber entrado en una zona donde no debía. La mayor parte de los regaños se los daba su padre, ella no decía nada hasta que mencionaba algo que una mujer no podía hacer a la ligera. Uno de ellos fue por llegar a casa empapada después de que intentase nadar a la barca donde un grupo de chicos paseaba por el río, en esos días de calor; fue Kolyma quien la llevó a casa, cubriéndola con su chaqueta. Podría decirse que era una obsesión enfermiza, pero era su hermana... Y nada en ella era con malas intenciones. Desde ese día la acompañaba al río para asegurarse de que no hiciera ninguna tontería.
Había descubierto que con ella al lado no se atrevía a intentar alguna de sus locuras. Si es que podía llamarlo así viniendo de una mente infantil en un cuerpo adulto. Ahora estaba enfadada porque la rueda de su bicicleta estaba pinchada y tuvieron que ir en la suya.
-A Xenya le gusta estar con él, y padre dice es un buen chico. ¿Podríamos invitarlo un día a comer?
-Pregúntale a papá -instigó.
-Creo que me dejará invitarlo -murmuró, y una sonrisa le floreció-. Podría hacerle prianik.
Un dulce ruso tradicional. Era pan de jengibre elaborado con miel, y estaba riquísimo. Lo comía de pequeña en la parte oriental de Alemania cuando se quedaba con sus vecinas. La madre de Xenya era rusa nativa, así que Xenya lo habría comido varias veces a lo largo de los años.
-Eso déjamelo a mí -respondió.
-¿Me ayudarías?
-Sí, claro. No soy muy buena cocinando, pero es fácil de hacer.
-Xenya no sabe...
-Podemos preguntarle a la tía Katya si tiene la receta -habló, y pensó en qué posibilidad había de que tuviera una receta.
-¡Mira, ahí! ¡Son ellos! -exclamó tan de repente que le dio un susto. Su corazón se aceleró y calmó. Xenya se estaba levantando de un salto, moviendo los brazos de lado a lado como si saludase a alguien a lo lejos. Inej lo vio al volver la cabeza. La barca que cruzaba por el río con cuatro chicos dentro-. ¡Hola, Kolyma! ¡Mira, Inej, salúdales!
Intentó levantarle el brazo para que hiciese lo que decía, pero Inej sacudió la cabeza comenzando a incorporarse. Xenya frunció el ceño, pero no dijo nada. Volvió a sacudir el brazo saludando. Un sabor amargo se instaló en su boca. El viento se levantó, suave, sacudiendo la ropa de las mujeres, obligando a los niños a estremecerse mientras salían del agua y se obligaban a volver a entrar empujándose entre ellos. Inej se incorporó, pero no levantó como su hermana, y se quedó observando el momento como si pudiera inmortalizarlo en una foto mental.
La barca cruzaba tranquila el río. Uno de ellos, el más delgado, se había puesto de pie a devolver el aludo, mientras que su amigo el más ancho le gritaba algo riéndose. Inej apoyó la cabeza en las rodillas, ahora pegadas a su pecho, y se abrazó a sí misma. El pelo se mecía a un lado como un manto. El viento sacudió el vestido de Xenya, pero a ella no le pareció importante. Se quedó un rato mirando al vacío. ¿Qué le importaba? ¿Qué la movía? La aspiraciones de su hermana eran un misterio, sobre todo por su incapacidad, pero en lo demás... Era una buena persona. Una bendición de Dios, alguien a quien proteger. Y su sonrisa, su gracia, todo en ella era amabilidad, inocencia y generosidad. Todo lo bueno encarnado en una persona, que podía romperse a la mínima sacudida. Amaba bailar, tocar el piano, reírse de absolutamente, ver los nidos de pájaros en los árboles.
Y fuera de ella, todo lo malo la rodeaba. Los abusos de poder, una política injusta, gente que se aprovechaba de esas buenas personas para sus propias ambiciones. A veces, sin ambiciones. Solo deseos, y eso era lo peor que podía pasarle. Inej volvió la vista hacia la barca, que se alejaba, pero a la que su hermana no dejaba de saludar ahora en despedida. Ni siquiera en ese lugar ese lugar se la podría proteger siempre. Quien pensara lo contrario era el verdadero idiota.
-Volvamos ya -dijo ella, empezando a recoger las pocas cosas que habían llevado-. Antes de que tía Katya cierre.
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-¿De verdad que estás bien? -su voz sonaba dudosa. Lo comprendía, en cierto modo.
-Sí, me estoy divirtiendo.
-Porque suenas entusiasmada -le respondió, sarcástica. Su madre solo usaba el sarcasmo para o burlarse de ella o darle a entender que ninguna de sus bromas hacían gracia. Así era ella-. Oye, sé que es difícil. Yo me crie ahí, sé lo que es estar ahí a tu edad... Pero dale una oportunidad. No es tan malo, realmente, y parece que ahora estáis comunicados, ¿no?
Inej pensó en los edificios de cristal, altos y poderosos, que se veían desde la entrada del pueblo. Un pueblo que se modernizaba a los tiempos abandonando el esquema tradicional del comunismo. Supuso que era algo bueno, aunque la policía rusa continuara patrullando la zona como si todavía le perteneciera. Todo para que Ucrania y Moldavia no se pegaran por el territorio.
-No sé cómo sobreviviste.
-Bueno, cariño, ya sabes -respondió, quitándole importancia, con un tono burlesco en el que casi podía ver su sonrisa tallada-. La educación siberiana nos hace fuertes.
Sí, claro. Casi se rio por escuchar eso. Lo único que sacaban de dar esa educación era continuar de forma ultraconservadora en el comunismo y en vivir como si hubiesen salido de la guerra. Puede que algunos sí, pero los otros en su mayoría o eran ladrones o el dinero que conseguían no era gracias a un oficio decente.
Como si su madre pudiera leerle los pensamientos a través de aquella herramienta moderna, que su padre solo usaba por urgencias del trabajo, supo qué decir.
-Puedes volver cuando quieras -le recordó, de nuevo.
-No han pasado ni dos semanas.
-Entendería que fuera demasiado para ti. ¿Seguro que no echas de menos la televisión?
Inej se lo pensó.
Lo cierto era que se lo estaba pasando medianamente bien con su hermana. No la había conocido hacía unos años, cuando fueron a verla al hospital de Moscú, y en ese entonces no parecía una mujer de su edad. Su padre intercambió alguna llamada con su madre en ese año, informándole sobre los progresos de Xenya y que al final del invierno la sacarían de ahí; al parecer, tardaron tiempo en darse cuenta de qué era lo mejor para ella, en vez de estar encerrada todo el día en un lugar con otros locos. Se apoyó contra la pared, teléfono en mano.
-Se me acabarán las pilas del walkman -se quejó-. Tendré que ir a la ciudad a comprar más. Puede que me exilien por traer algo de Estados Unidos.
Su madre rio al otro lado de la línea, pero sabía que no era del todo una broma. Como nacida allí, era consciente de las tradiciones siberianas que se habían instaurado en el pueblo desde el exilio en los años treinta. Los siberianos controlaban todo el pueblo, dejaban a extranjeros entrar siempre que no causaran problemas o no fuesen de algunas bandas enemigas que pudieran generar guerras. Su madre siempre le había dicho que odiaban a los Estados Unidos y todo lo que viniera de ese lugar capitalista, repulsivo y sin cultura propia. Puede que su madre también los odiara, pero aceptaba su influencia en la cultura del continente. Siempre le contaba la historia de cómo una vez su padre había obligado a su hermano pequeño, que murió a los veinte años por meterse con quien no debía, a romper todo lo que tuviera marca made in USA delante de él, con sus manos desnudas. Inej casi que se alegraba de no haber conocido a su abuelo.
-Siempre puede que algún vecino las tenga de ahí -señaló, y puede que tuviera razón. De contrabando, seguramente. Le costaría una pasta, pero puede que sirvieran-. ¿Te llevas bien con alguno?
-Antes he hablado con la tía Katya. Sigue viva y trabajando. Nos ha dado una receta porque Xenya quiere invitar a Kolyma a comer un día de estos.
Su madre guardó silencio unos segundos, antes de exclamar:
-¿Kolyma? ¿El nieto del abuelo Kazya? Una vez tu tío, que en paz descanse, jugó con su padre. ¿Qué tal está?
Así que así se llamaba. Lo extraño era no haberlo escuchado esa semana caminando por el pueblo.
-Vivo, que ya es algo, y grande. Xenya y él hablan mucho.
-¿Guapo?
-Sí. Al estilo siberiano, supongo.
-Era buen niño -razonó-. Mándale un saludo de mi parte si te lo vuelves a encontrar. Y a su madre.
No le dijo que puede que su madre no estuviera de buen humor para recibir saludos de ella, se mordió la lengua. Continuaron hablando un rato más hasta que escuchó la voz de su padrastro, un alemán con raíces en la parte occidental, llamándola de fondo. Su madre le mandó besos, abrazos y le prometió que hablarían la próxima semana si todo iba bien. Estaban enfrentándose a un problema con los sindicatos que no reconocía las titulaciones de la Alemania soviética.
Nada más colgar, Inej se dirigió de nuevo a la pila de platos del fregadero por limpiar. Abrió el grifo, con agua helada, pero no le importó tener que fregarlos así. Al cabo de un rato, alguien llamó a la puerta. Innessa cerró el agua, se limpió las manos en el delantal que llevaba para ordenar la casa y se acercó a la puerta. Cuando la abrió, las cejas se le dispararon de la sorpresa.
-Kolyma -dijo, cortándosele el aliento. Él asintió como un tonto al nombre, como si le afirmase que se llamaba así-. Xenya no está. Se ha ido a...
Inej se bloqueó. Se lo había dicho, realmente, pero no recordaba lo que iba a hacer porque se lo dijo demasiado rápido como para hacerle caso. Y tal vez ella no estaba atenta en ese momento, sino concentrada en otros asuntos. La tía Katya les había dado la receta de buena gana, en cuanto reconoció a Inej como la hija del doctor y su primera esposa. Parecía que la recordaba de buena gana, y no como la niña que le dio una paliza al amigo de su hijo; debía pensar en ella como la niña silenciosa que había agarrado la mano de su hijo lloroso en el funeral de su padre y llevado a jugar con el resto de niños al poco tiempo. Casi que lo agradeció.
-No, no estoy aquí por Xenya. Tía Katya dijo que estarías en casa -dijo él, con los ojos clavados en ella-. Era verdad.
-Tampoco hay mucho que hacer.
-Claro, eh, esto siempre está tranquilo -hizo un gesto a sus espaldas, en referencia al pueblo. Inej asintió dándole la razón, pero no supo hasta qué punto coincidían respecto a ello-. Debe de ser aburrido para ti.
Se encogió de hombros.
-Hablo con mi madre -señaló-. Estaba hablando con ella antes. Te manda abrazos.
Se hizo a un lado, ofreciéndole indirectamente entrar, cosa que hizo casi a regañadientes. En el buen sentido, quiso creer. Había algo en su forma de moverse que, de alguna manera, le recordaba a la timidez de un niño que dudaba en si meterse en una pelea por defender a su amigo de una niña que lo golpeaba o avisar a los adultos.
La casa no estaba muy ordenada, pero estaba decente para recibir visita. Su padre era un poco maniático del orden ya cuando era pequeña, y así continuaba. No había nada que escapase de su control. Pero como llevaba días llegando tarde y marchándose a primera hora de la mañana, no había tiempo para regaños o malas miradas. De hecho, era ella quien pasaba más tiempo de casa con su hermana y cuidándola que él que era su padre. Al menos era soportable y no le daban los ataques que su padre advertía que podían sucederle. Kolyma no dijo nada al ver la ropa limpia sobre el sofá, que tenía que planchar y colocar, ni siquiera de la pila de platos a los que estaba atendiendo antes de coger la llamada de su madre.
En vez de eso, se volvió hacia ella, como si le preguntase en silencio hacia dónde tenía que ir para continuar hablando. Ella le indicó que hacia la cocina.
-¿Tu...eres alemana, no?
-Eh, no -sacudió la cabeza, pero le sonrió-. Me mudé ahí con mi madre cuando...le pidió el divorcio a mi padre. Pero nací aquí.
-Tu padre dijo que vivías en Alemania -lucía algo confuso.
Inej se encogió de hombros.
-Vivíamos en la Alemania Oriental. Ahora es Alemania reunificada. Por la Caída del Muro y esas cosas.
Kolyma asintió lentamente. Se sacó las manos de los bolsillos, pasándoselas por los muslos tapados por el pantalón. La tensión de sus hombros no disminuyó. Ella estaba buscando en la vieja nevera para servirle algo para beber.
-Nunca he ido.
-Pues no te hagas una imagen de paraíso idílico -se rio, mirando en su dirección, viendo su expresión y lo tenso que estaba-. Tiene su encanto desde un punto de vista, pero dejaba mucho que desear. Supongo que a mi madre le gustaba porque la aceptarían ahí. Ella nació aquí y sabía que por ser rusa la tacharían de comunista en otro lugar. Fue una manera de no perder su cultura, en parte, y de que yo siguiera conectada con su cultura. Ahora que es Alemania en general las cosas han cambiado.
-¿Te gustaba este lugar?
-No tengo muchos recuerdos -reconoció, encogiéndose de nuevo de hombros. Agarró lo que buscaba de la nevera y se acercó a la pila de cubiertos limpios que acababa de fregar. Servía agua cuando Kolyma hizo un ruido raro-. A veces recuerdo cosas, pero no muchas. Son básicas y no tienen mucho contexto.
Inej le sirvió agua tras eso. Los dos se quedaron en un silencio, no incómodo, pero sí algo extraño para la conversación tranquila que habían tenido. Cosas que recordaba haberle dicho de los días que estuvo "hospitalizado" en la planta de abajo y atendido por ellas. Kolyma le había dejado hablar en todo momento, y a veces comentaba algunas cosas con lo que ella clasificaba como respuestas sinceras o "no sé qué decir respecto a eso". Le parecía gracioso cuando lo hacía. Le recordaba a ese niño tímido incapaz de hablar con las niñas y que se refugiaba cuando nevaba en los brazos de su madre.
A Inej se le escapó de los labios.
-Te recuerdo a ti -habló, en voz baja, pero sabiendo que él la escuchaba. Siempre estaba atento. Siempre la miraba con esos ojos tranquilos suyos, y otras le sonreía como Xenya cuando no comprendía a lo que se refería-. Eras muy tímido de pequeño. Creo que una vez me ayudaste cuando me caí, pero no lo recuerdo bien.
-Yo no te recuerdo, lo siento.
-Normal, no jugábamos juntos antes de irme. Llevo sin venir aquí trece años. Yo siempre estaba con las niñas cuando te ibas con tus amigos -Inej le entregó el vaso de agua. Puede que no fuera lo que esperaba, sabiendo que fuera podía hacer un clima diferente al de dentro. Pero en ese clima de verano se entendería que le diera un vaso de agua fría-. ¿Puede que os metierais en una pelea con unos niños de la ciudad porque siempre le daban una paliza a uno de tus amigos?
Kolyma lo pensó, y acabó asintiendo.
-Seguramente.
-Entonces sería muy gracioso.
-¿Por qué?
-Porque os comíais nuestros dulces después de mataros a golpes entre vosotros. Tía Katya nos enseñaba.
Kolyma no dijo nada. El único que tuvo fue un asentimiento y que se concentrase de repente en el vaso.
-¿Necesitas algo?
-No, eh, yo solo quería...
En ese momento, se escuchó el sonido de la puerta principal abriéndose. El corazón de Inej dio un vuelvo de sorpresa. Por la lentitud, debía de ser su padre. ¿Qué hacía en casa? Sus turnos duraban todo el día, a veces teniendo que quedarse en el hospital incluso. La puerta se abrió y su padre entró, con la figura de lo que fue un hombre alto y fuerte en su memoria. El chirrido señaló que la puerta se había cerrado, y los pasos acercándose indicando que se acercaba a la cocina abierta. Llevaba su bata blanca, como si no le hubiera dado tiempo a quitársela, y un maletín en mano. Sus ojos pasaron cuando los vio ahí solos de ella a Kolyma, y de Kolyma a ella.
-Papá -dijo ella-. Mira quién ha venido.
Su padre asintió lentamente, evaluando la situación en su cabeza. No debían de estar nerviosos, ¿no? No estaban haciendo nada malo. Solo conversar. Ellos solos. Ya estaba dejando su maletín sobre la mesa, quitándose la bata, para relevar una camisa planchada y unos pantalones algo desgastados.
-Ya lo veo -su tono era cortés, pero firme. Las arrugas de su rostro se movieron cuando gestualizó una expresión que no supo cómo interpretar; cejas alzadas, boca encogida, ojos muy abiertos-. ¿Qué te trae por aquí? ¿Se te ha abierto la herida?
-No. La herida está muy bien, gracias -negó él-. Tía Katya dijo que estaba sola y quería pasarme para ver si todo esta bien.
-¿Xenya?
-Dijo que estaría en casa de la tía Svetlana -se refería a la mujer que trabajaba como enfermera, pero que se había retirado cuando su hijo murió y ya no podía ejercer por su enfermedad mental. Era una buena mujer y le daba galletas a Xenya a cambio de que tocase un poco su piano, para mantenerlo activo-. ¿Está bien, no?
Su padre cabeceó una respuesta.
-Pero que muy bien.
Los ojos de su padre pasaron de Kolyma al vaso que aún tenía entre los dedos. Estaba por la mitad, y eso que se había esforzado en beberse el máximo de un sorbo. Una sonrisa asomó de sus labios.
-Tenía sed.
-Mucha -respondió ella.
Su padre asintió, haciendo un esfuerzo por mantener la compostura. Estaba claro que no estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones. De ninguna manera. Kolyma ya no era un niño y ambos eran adultos. Ya no era la niña que pensaba que era, era una adulta. Podía hacer lo que quisiera... Pero temía que su padre no lo viera de esa forma. O que fuera demasiado inocente para pensar alguna maldad.
Quedó claro en su respuesta.
-Es importante mantenerse hidratado.
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El dieciocho de julio en el patio de un convento el partido comunista fundó el Quinto Regimiento.
¡No pasarán!
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gabrielsalvador24 · 10 months ago
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Un viaje de sorpresas y superaciónes
Mi nombre es Gabriel Salvador Serna, nací el 18 de marzo del 2004 y desde mis primeros recuerdos, siempre he sido el hermano menor de una gran familia de 13 hermanos. Crecer en este ambiente familiar tan numeroso ha sido una experiencia única y enriquecedora que ha dejado una huella profunda en mi vida.
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Nací y crecí en la vibrante y colorida tierra de México, específicamente en la comunidad de Ahuatetla, en Tepehuacán de Guerrero, Hidalgo. Este lugar, lleno de tradiciones y cultura, ha sido el escenario de mi vida y ha moldeado la persona que soy hoy.
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Mi viaje educativo comenzó en el kinder, un mundo nuevo y desconocido que inicialmente me intimidó. Pero, como un pequeño explorador, pronto me aventuré a entablar conversaciones con otros niños. Aquellas primeras amistades, forjadas en el patio de juegos, han perdurado y se han convertido en algunos de los lazos más fuertes de mi vida.
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La primaria fue un desafío mayor, con maestros más estrictos y la presencia de estudiantes mayores. Pero fue aquí donde un maestro enojón, con su peculiar forma de enseñar, encendió en mí la chispa de la lectura. Aprender a leer en el primer año fue como abrir una puerta a un universo de posibilidades, y me llenó de un profundo sentido de logro.
En tercer grado, al salir de vacaciones, tuve un viaje a la Ciudad de México con mi mamá y mi papá. Sin imaginarme que ese sería nuestro último viaje juntos, aquel momento se convirtió en uno muy especial en mi vida, un recuerdo que atesoro con cariño.
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Mis años en la escuela estuvieron llenos de momentos memorables. Destaca mi paso por quinto grado, cuando me uní a un equipo de fútbol y juntos alcanzamos la gloria al obtener el primer lugar en un concurso. Esa victoria, más que un trofeo, fue una lección de perseverancia y trabajo en equipo.
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La transición a la telesecundaria fue otro gran salto, un nuevo entorno que requería adaptación y aprendizaje. Aprendí a manejar autos, hice nuevos amigos y, a pesar de la inseguridad inicial, encontré mi lugar.
Mi tiempo en el COBAEH fue un período de crecimiento, pero también de desafíos. La separación de mis padres fue un golpe duro, que afectó mi rendimiento académico y mi estado de ánimo. Sin embargo, decidí tomar un descanso de la escuela y trabajé durante dos años, y en ese tiempo compre un auto también fue un período de reflexión y crecimiento personal.
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En 2022, mi vida tomó un giro positivo. Encontré una relación especial y significativa que me brindó felicidad y motivación para retomar mis estudios. Me inscribí en el cobaeh y me embarqué en una nueva etapa llena de oportunidades y desafíos.
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He encontrado a nuevos compañeros y amigos , me siento contento y motivado. Estoy emocionado por casi terminar la escuela y estoy listo para enfrentar nuevos desafíos. Tengo planes de salir a trabajar y luchar por todo lo que deseo lograr.
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A lo largo de mi vida, he aprendido que cada experiencia, ya sea positiva o negativa, ha contribuido a mi crecimiento y desarrollo como persona. Mi historia aún está en proceso, y estoy emocionado por descubrir qué aventuras y logros me esperan en el futuro.
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chefherrera · 2 years ago
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SEÑOR POE
4 de febrero, 1984. Cumplo 15 años. Mi papá me pregunta qué quiero de cumpleaños. Le digo que dinero para un libro. Se me queda viendo raro, hace una mueca curiosa, saca la cartera y me da un billete. Ese libro ya lo tenía separado desde hacía una semana en la librería Castillo, una sucursal que estaba en el  Mol del Valle. Vivía a media cuadra de la avenida Vasconcelos y tan pronto tuve el billete en la bolsa me subí a un camión urbano y llegué al Mol. Ya en la librería me distraje un poco viendo otros títulos pero el encargado me reconoció y se acercó a recordarme lo del libro; —éste es el último ejemplar, joven, —dijo entregándomelo— ya no nos van a mandar más. No dudé ni un instante y pagué la cuenta. Me entregó esta nota de remisión y la puse dentro del libro. Desde entonces ha estado ahí.
El tema de Edgar Allan Poe me obsesiona desde quinto año de primaria. Parte de la biblioteca de mi abuelo materno estaba en casa de mis papás. Había de todo, pero un  pequeño volumen captó mi atención: una selección de cuentos de Poe. Creo era de los años 30´s. En la primer página venía una viñeta con un el busto del autor y después el índice. Joyas como el barril de amontillado, el corazón revelador, la caída de la casa de Usher y los asesinatos de la calle morgue me impactaron de  manera tremenda. Recuerdo tanto los cuentos como las pesadillas que generaron. Desde entonces mi predilección  ha sido por la literatura extraña y de terror. Cuando vi los cuentos completos del autor en el estante me emocioné mucho. De regreso, iba en el camión hojeando el volumen. Me sorprendió ver una cantidad de cuentos que nunca había escuchado. Cuando llegué a casa, mi mamá dijo que íbamos a salir todos a cenar para festejar. Yo la verdad no tenía muchas ganas de convivir pero hice caso. Creo que fuimos a unos tacos, no me acuerdo. De lo que sí me acuerdo es que tan pronto llegué a casa me encerré en la recámara y me puse a leer. El primer cuento me dejó patidifuso: el sistema del dr. Tarr y el profesor Fether. Seguí con los hechos en el caso del señor Valdemar, que me dejó particularmente afectado y creo haber leído también William Wilson, un caso de Dopelganger. Me acosté tarde y con la cabeza llena de escenarios sombríos, asesinatos, voces del más allá y alucinaciones. Fue un cumpleaños memorable.
Releo a Poe cada tanto. La variedad de temas que presenta es tal que siempre hay algo para cada día. Pero además Poe se ha vuelto uno de esos amigos raros que siempre están ahí, merodeando por tu calle, tu patio y dentro de casa, esperando a que lo invoques para tener una inquietante y perturbadora charla.
Desde ese cumpleaños lo que sí me quedó bien claro es que prefería mil veces estar solo y encerrado en mi biblioteca que andar de fiestas. Pues no hay mejor compañía que los venerables libros y ambiente más estimulante que las atmósferas creadas por la lectura.
Ahí sigue mi libro, esperando el día que me muera.
Hoy es 4 de febrero del 2023, cumplo 54 años, 39 después de ese gran reecuentro con el señor Poe.
Voy a abrir el libro al azar y leeré el cuento que caiga, para no perder costumbre.
 
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jordisiracusa · 2 months ago
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Presentación de QUINTO PATIO en Zaragoza
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amiguiz · 1 year ago
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Algunas de mis abusiones favoritas
20. Pasar sobre alguno
Capítulo quinto. Habla acerca de la acción de pasar sobre alguien.
Otro desatino de la gente de aquí, acerca de la acción de pasar sobre alguien: Cuando algún niño está echado por donde se pasa, si alguien lo salta, entonces riñen al que lo saltó: "¿Por qué lo saltas?"
Dizque por esto el niño ya no crecerá; sólo será tamañito. Y para curarlo, para evitar que le suceda (el mal), otra vez lo saltan, en sentido contrario. Así lo curan.
21. El beber
Cuando ya va a beber, a beber primero quien es aún muchacho (...) Le dicen: "¿Por qué quieres beber primero? No serás alto, sólo serás tamañito. Que beba ahora tu hermano mayor, que ya es algo alto".
22. Sopear en la olla
"No esté sopeando en la olla. Allí dejarás a tus cautivos. Si vas a la guerra, a nadie aprehenderás, a ninguno harás cautivo".
23. Los tamales pegados a la olla
Dizque no pueden comerlos ni varones ni mujeres.
27. El temblor de tierra
Cuando tiembla la tierra, rápido toman por el cuello a sus niños para que pronto crezcan, para que maduren pronto.
29. La tortilla que se dobla en el comal
Cuando las mujeres hacen tortillas, si su tortilla se dobla, también hay un desatino.
30. Lamer la cara del metate
"No lamáis (sic) el metate. Con esto pronto se desmenuzarán, pronto se os caerán los dientes".
31. Recargarse en el pilar
"No estés recargado en el pilar. Miente mucho".
32. Comer de pie
"No comas de pie. Te casarás lejos. ¿Quién te seguirá?"
(Me salté varios animales y muchas abusiones sobre las mujeres preñadas; era un universo entero todo eso).
40. El hilo que cose la tela
Si el hilo cosía uniendo desacertadamente una manta, o una camisa, o una falda, si (la prenda) salía incorrecta, si salía con los bordes torcidos, se decía: "No es de corazón humano el dueño... Es un perverso, es un malvado..."
41. El granizo
Cuando llueve mucho y graniza, quien tiene su sementera, quizá su sembradío de chile, quizá su sembradío de frijol, su chía, esparce fuera de casa, en el patio, la ceniza del fogón. Dizque con esto no será granizada su sementera, dizque con esto desaparece el granizo.
44. Las uñas
Dizque cuando se cortaban las uñas, las esparcían en el agua; dizque para que él, el ahuítzotl, las haga salir bien, que no se astillen, que sean buenas.
Por eso, cuando sumerge a uno, le saca las uñas y los ojos.
45. El estornudo
"Alguien habla de mí, alguien me mienta".
46. El antojo
A ellos, a los niñitos, cuando estaban aún en la cuna y algo iba a comerse, algo iba a beberse, antes les ponían (un poco) sobre la frente. Dizque así no hiparían, no desearían lo que se comía o se bebía.
45. La caña verde del maíz
A quien la mastique en la noche se le cariarán los dientes.
46. Las vigas que crujen
"Dizque esto da a entender que morirá el dueño de la casa".
52. Mudar los dientes
Cuando caen los dientes de los niños, sus madres los echan en el agujero del ratón. Porque dizque si así no lo hicieran, no podrían nacer los dientes de los niños, sólo serían desdentados.
—Informantes de Sahagún y Sahagún y López Austin, en Augurios y abusiones
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yutaz · 2 years ago
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tagged by @te1epathy (thanks!!) to post 10 songs with names in the title and tag 10 people.
(would you believe me if i told you i already had a playlist of songs that fit this exact criteria)
brutus - the buttress
rita bonita - maldita vecindad y los hijos del quinto patio
brianstorm - arctic monkeys
colin zeal - blur
carolina - taylor swift
andy, you're a star - the killers
isaac's insects - isaac dunbar
tony montana - agust d ft. jimin
el hijo de hernández - el cuarteto de nos
dan the dancer - mitski
i honestly don't think i even know 10 people but i'm really interested to see what these guys have to say (obvs only if you want to): @witski @banghwa @yglesbian @souplove @1990danieljohnston @grasslandgirl @homosexualkoo
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baulpalabras · 3 months ago
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EL DÍA DEL MAÍZ. Celebrando al xhuba huiini.
Este 29 de septiembre cayó en domingo y, por quinto año, se celebró el día nacional del maíz en nuestro país. A lo largo del territorio nacional se realizaron distintas actividades para conmemorar el día y nombrar la importancia de este cultivo y su preservación. En la ciudad de Juchitán de Zaragoza, la colectiva Río Blanco Taller, en conjunto con la recién reinaugurada Casa de la Cultura de Juchitán, organizaron una actividad para todas las edades para fortalecer el idioma didxazá.
Desde las nueve de la mañana y hasta la una de la tarde un grupo de jóvenes dedicados a la gráfica visual se instalaron en el patio de la Casa de la Cultura, el día nublado permitió disfrutar del frescor de la mañana, mientras adultos, jóvenes e infancias se acercaban a las planchas de serigrafía que imprimirían el diseño ese día. Tóbi, chúpa, chona, tápa, gaayu’, cuenta la imagen, representando la cantidad nombrada en didxazá con pequeños granos de maíz que se van sumando hasta diez, xoopa’, gádxe, xhono, gá, chi’.
México es centro de domesticación y diversificación del maíz, una planta de más de 7000 mil años de manejo que es especialmente importante en la alimentación y la vida de la población en lo que hoy es nombrado Mesoamérica, la región compartida entre el sur de México y Centroamérica.
La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, señala que rn el país se siembran 64 razas distintas de maíz, 59 de ellas nativas, la información genética de estas razas esta resguardada por las prácticas de cultivo, cosecha, almacenamiento y también por la espiritualidad de los 64 pueblos indígenas que habitan este territorio, sin contar los pueblos de Centroamérica con quienes se comparten prácticas.
De acuerdo con el CIAD, el maíz representa el 87.8% de la producción de granos a nivel nacional, colocando a México como el 6º productor a nivel mundial, pero más allá de lo productivo el valor histórico, nutrimental y cultural es inmenso. De acuerdo con la CONABIO existen más de 600 platillos distintos realizados con base en las distintas razas de maíz en el país.
Así, en el Istmo de Tehuantepec consumimos un maíz domesticado para adaptarse a las condiciones de la región, entre ellas el clima seco y los fuertes vientos que a principios del año pueden alcanzar hasta los 120 km/h. Por eso, el zapalote chico (xhuba huiini) fue el protagonista de la acción realizada esa mañana de domingo, resaltando que su existencia vincula a los pueblos zapotecas (binnizá) de la planicie costera.
Sobre la importancia a nivel nacional de la conmemoración de este día, en entrevista la profesora del Colegio de Geografía la Dra. Luz Elena García, especialista en resistencia agrícola y campesina en México, señala lo siguiente:
“El día del maíz coincide con el día de San Miguel y el inicio del mes de octubre que es una de las principales temporadas de cosecha de elotes. Se realizan encuentros y eventos a lo largo del territorio nacional para recordar y conmemorar la importancia de los maíces nativos para los distintos pueblos indígenas del país. Así como de los otros cultivos asociados, los platillos y el mismo trabajo de la tierra, es un día de intercambio de semillas, saberes y conocimientos. Un día de alegría y memorias en torno al maíz, pero también de resistencia. Para recordar la importancia de seguir luchando para que no muera la memoria, para que no entren los transgénicos y para nombrar los saberes y los territorios indígenas que están resistiendo al agronegocio. Se trata de un posicionamiento político no sólo de maíz, la agrodiversidad y la alimentación, si no también de la defensa del territorio”.
La defensa del maíz es la defensa de la vida, del territorio, los saberes y de la diversidad. Como dice la Dra. Luz Elena, es un posicionamiento político sobre el reconocimiento de la alimentación y de la importancia del campo.
En Juchitán, la mañana terminó en la Casa de la Cultura, una treintena de personas chicas y grandes había hecho fila para marcar sus playeras con los pequeños granos del maíz chiuito o xhuba huiini en sus pechos. Pero el día aún no acababa, una vuelta al mercado, una taza de atole, unos tamalitos de elote, totopos, queso fresco y los sabores también celebran en la boca.
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https://picasion.com/
Fuentes de consulta.
Barros Cristina. 2022. Porque celebrar el Día Nacional del Maíz. De la semilla a la pluma. No. 15. Disponible en chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://semillasdevida.org.mx/wp-content/uploads/2022/09/De-la-semilla-a-la-pluma-No.-15.pdf
Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural. Día Nacional del Maíz. Gobierno de México. Disponible en https://www.gob.mx/agricultura/es/articulos/dia-nacional-del-maiz-379031#:~:text=El%20ma%C3%ADz%20en%20M%C3%A9xico%201946,sus%20mayores%20tesoros%3A%20el%20ma%C3%ADz.
Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo CIAD. La importancia del Día Nacional del Maíz. Disponible en https://www.ciad.mx/la-importancia-del-dia-nacional-del-maiz/
Gif realizado con fotografías propias
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rockanrolario · 5 months ago
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Organizan concierto omenaje a Eulalio Cervantes Galarza “Sax” en el Teatro Esperanza Iris
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El legado musical de Eulalio Cervantes Galarza, conocido como “Sax”, regresará al Teatro Esperanza Iris de Ciudad de México el próximo 3 de agosto, a tres años de su fallecimiento. El tributo, ofrecido por la banda "Malditos de Corazón", integrada por sus hijos Natasha y Andry Sax, contará con la participación de destacados músicos invitados. Jessica Franco, esposa de “Sax”, expresó su entusiasmo en una entrevista con Noti Digital del Once, señalando que este evento no solo será un homenaje, sino también el lanzamiento del primer sencillo de un álbum de estudio que contará con colaboraciones de Caifanes, Auténticos Decadentes, Panteón Roccoco y El Gran Silencio. Además, el grupo planea liberar nuevas colaboraciones mensualmente. Eulalio Cervantes Galarza, quien dejó una profunda huella en el rock latino con Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, fue reconocido en 2019 por la Sociedad de Autores y Compositores de México por sus 25 años de trayectoria. Su influencia perdura, y sus hijos han asumido la tarea de rendirle homenaje con lo mejor del repertorio de la banda emblemática que surgió en 1985. Malditos de Corazón, banda tributo a Eulalio Cervantes Galarza “Sax” conformada por sus hijos Natasha y Andry Sax, además de diversos músicos invitados, ofrecerá un nuevo homenaje al querido músico, productor e ícono de La Maldita Vecindad el próximo sábado 3 de agosto en el… pic.twitter.com/oijjktR4pj — Secretaría de Cultura de la Ciudad de México (@CulturaCiudadMx) July 15, 2024 Andry Sax destacó que tanto él como su hermana Natasha están profundamente involucrados en la producción del nuevo disco, y mencionó que su padre continuará participando en algunas canciones, a pesar de su ausencia física. Natasha recordó con cariño las lecciones de música impartidas por su padre, quien siempre apoyó sus aspiraciones musicales. Jessica Franco también adelantó que este evento será el segundo homenaje realizado por “Malditos de Corazón”, y que en el futuro próximo esperan llevar a cabo una gira por varios estados y organizar un festival con músicos y bandas que trabajaron con Cervantes Galarza. El concierto, que tendrá una duración aproximada de dos horas, ofrecerá interpretaciones en vivo de temas inéditos de futuros discos. La lista de invitados incluye a Pacho Paredes de "La Maldita Vecindad", Luis Álvarez y Levith Vega de "El Haragán", Patricio Iglesias y Leonel Pérez de "Santa Sabina", así como a miembros de "Tijuana No", "Ritmo Peligroso", "Los de Abajo", "K-Ras Citadinas", "La Royal Club" y Armando Palomas. La cita es el sábado 3 de agosto a las 19:00 horas en el Teatro Esperanza Iris, donde se rendirá un emotivo homenaje a uno de los grandes íconos del rock mexicano. Read the full article
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