#qué tal? :D
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e. Para que nuestros personajes se encuentren EN LOS PASILLOS @leohiranc
había perdido de vista a su sire luego de haber ido al baño, un poco de sed empezaba a picar en la parte trasera de su garganta, además sabiendo que era horario solar, el sueño estaba comenzando a afectarle ¿cuánto llevaba caminando? no sabía, era todo tan grande, los rostros ni los miraba a pesar de estar deseando emitir una palabra, buscando a alguien, buscando a nadie. "oye tú" expresa hablando a figura en el pasillo "¿tienes idea si ya nos dejarán ir? tengo un poco de apuro" explica, cubre su boca antes del bostezo.
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* mueve sus manos en el aire, como buscando decirle que no había sido nada, ¡no había sido nada! solo que no era buena con las sorpresas y era excelente dramática. ‘ nada que disculpar, nunca nadie tiene que saber tu siguiente movimiento ’ explica entre movimientos seguros con su cabeza, no era culpa de marcella que tuviese corazón de pollito. ‘ no debe ser tan difícil si está aquí, dicen que si presionas tu mano derecha, a la pared de la derecha y solo sigues caminando sin levantarla, llegarás al final ’ era un dicho que no había logrado corroborar ella misma pero confiaba en su mejor amigo cuando se lo decía, por lo que no tiene miedo de ir a ningún laberinto conociendo esa información. ‘ ¿por qué? ¿mucho abuelito recorriendo el laberinto? ’ le dedica una sonrisa, comenzando a caminar hasta el interior del lugar. ‘ pues, yo buscaba alguien mayor a diez, ¿puedes creer que algunos niños mordieron a mi hermano? salvajes ’ susurra para sí misma, volviendo su labio inferior en un mohín. ‘ ¿el mío? omar es el viejo más dulce que existe, debe estar comiendo algo sentado en la casona ’ al menos ahí lo había dejado. ‘ ¿qué tiene el tuyo? ’
diestra se estiró, instintiva, en dirección contraria a modo de disculpa tras verle reaccionar a propia voz. ' ¡no, dani! — lo siento tanto. ' mientras habló dígitos se abrieron y cerraron contra su palma, decidiéndose por dejar una suave palmadita contra uno de los hombros de la menor. ' no... soy buena ubicándome. ' la duda se mantuvo pegada a la punta de su lengua por un instante, debatiendo internamente entre decir una verdad a medias o mentir; elección fue la última, por supuesto, ahogando una sonrisa al encontrar en qué enfocar a su mente. ' no podría negarme a tu compañía. en realidad estaba esperando por cualquier rostro conocido menor a los cuarenta. ' soltó, colocándose frente al arco inicial del laberinto. ' además de que será una buena excusa para perderme un rato de mi acompañante. ' le miró, abultando los labios en una mueca. ' ¿te ha ido bien con el tuyo? '
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cada dia mas firme en mi teoría d q el metatron fue el q expulsó a crowley del cielo
#lo decía como si fuese q descubrí lo mas complicado#pero SI. encima aaaaaaa COSAS MUY PUNTUALES FUERON BORRADAS DE LA MEMORIA DE CROWLEY DE SU TIEMPO COMO ÁNGEL#Y ESTOY SEGURO DE QUE EN ESTA TEMPORADA ESTO FUE DEMOSTRADO APROPOSITO#como la principal trama es la perdida de memoria (que esta trama se sienta al lado de la del amor) no fue casualidad esto por dios#nos mostraron que crowley recuerda haber ido a una batalla#recuerda haber creado la nebulosa desde siempre como nos mostraron desde un principio#nos mostraron que aún sabe perfectamente bien cómo funciona el cielo#pudo deducir el cargo de muriel en el en un instante#PERO NO RECUERDA con quienes fue a la batalla#tampoco recordaba a saraqael QUE FUE UNO D LOS ANGELES QUE LO AYUDÓ A CONSTRUIR LA NEBULOSA#a lo que voy es que recuerda hechos pero no angeles. no personas#a aziraphale tampoco lo recordaba en el eden#estoy seguro de que el metatron esta involucrado en eso. estoy seguro de que él y tal vez michael eligieron qué borrar y que no.#tipo no tan específico sino que eligieron que crowley no recuerde rostros#y nos mostraron que crowley en algun momento quiso recordar pero le dolía por eso comprendió a gabriel por eso entiende tan bien el concept#de la casa vacía de la que le habló#“estas tratando de ver dónde solían estar los muebles”#y obviamente debido a que no recuerda rostros no puede recordar que el metatron fue el que lo expulsó del cielo#chau#me cansaron#me quiero tirar de un puente#p#talking to myself#gos2#gos3 speculations#gos3#encima FURFUR lo reconocía a crowley también chau es cosa segura que al único que hicieron que olvidara todos los rostros fue a crowley
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i love you, i’m sorry
pairing: daniela avanzini x 7th member fem!reader
summary: dani never expected the outcome of your friendship— or when she accidentally confess and mess it all up.
warnings: spanglish talk, friends with benefits, angst (shitty angst i’m sorry), use of y/n, cursing, top!reader, bottom!dani, strap-on use (dani receiving), make up sex, both r and d use the word ‘mami’ (i swear it’s so hot)
a/n: y’all!! so many things to say because.. me posting after a long time? with a katseye smut? IN SPANISH? insane. i’ve been wanting to write a spanish fic for so long now that i just saw the opportunity when i met katseye (hi jade thank you). i was also very scared to do it but my friends have been so supportive about it that i finally did it. a full spanish fic is crazy here so i’m sorry for those who will need to translate this.
daniela jamás habría pensado llegar a esta situación. claro que el vínculo tan fuerte entre las dos era palpable hasta en el aire, aún si no las conocías, todos sabían lo cercanas que eran, sin poder encontrar a dani sin y/n y a y/n sin dani, cada una pegada a la otra como si separarse fuera lo peor que les podría ocurrir. y/n no podía evitarlo, era evidente que la energía magnética de daniela producía una sensación extraña en ella, acercándola más y más, a veces sin razón aparente. una necesidad inexplicable de seguirla a donde fuera la rubia y tenerla lo más cerca que se pudiera, y si no era así, saber en donde se encontraba.
tal vez fue así como empezó, daniela intentaba adivinar cuando había sido el comienzo exactamente, su mente solo recordaba con exactitud y seguridad el día donde tus manos fueron más allá de lo imaginado, guiándose solas por el mismo deseo —inconsciente– de caer en su cuerpo; posándose en sus caderas y luego más abajo, suspiraste en fascinación al ver cómo el pantalón se ajustaba tan majestuosamente alrededor de sus curvas. ella no quitó tus manos, la comisura de sus labios amenazaba en delatar la sonrisa del goce de sentir tus manos.
“you always look so good, mami.”
si, ese quizás había sido el comienzo de todo. pero vamos, ¿quién podría culparla? hacía un buen tiempo que la rubia te miraba con otros ojos, otras intenciones detrás de esa dulce mirada de ojitos de cachorro. tus palabras fueron lo que dani necesitaba para terminar con lo que que sea que ustedes dos venían jugando hasta ahora. sabía que también la mirabas de otra forma.
volteó, quedando frente a frente contigo, pasando sus manos por detrás de tu cuello y rascando con suavidad, sintiendo como tus manos no abandonaban su cuerpo, de hecho, aseguraban su posición justo en su culo.
“yeah? can’t keep the hands to yourself, can you?”
levantó una ceja mientras empujaba su mejilla con la lengua, el coqueteo evidente en su tono de voz.
“no con esa vista.”
fue entonces cuando dani no dudó en arriesgarlo todo, lanzándose a tus labios sin pensar en consecuencias ni en los alrededores. tú, ella, y el acalorado momento que había surgido en el camarín. enganchaba sus dedos entre mechones de tu cabello, como si así se asegurara de que no ibas a escaparte, mientras tu agarre solo se hacía más fuerte, provocando que dani empujara sus caderas contra las tuyas. el beso era lento como los movimientos de ambos cuerpos, daniela tenia un sabor inexplicable y no encontrabas forma de entender lo afortunada que estabas siendo al probar esos labios tan suaves y tentadores.
lo que tendría que haber sido una ocasión especial (según ambas partes acordaron) pronto volvería a repetirse. una, dos, incluso más veces de las que quisieran confesar, todas terminaban con un “una última vez” entre suspiros y besos que ambas sabían que no iban a cumplir. daniela no podía escaparse. en días súper ajetreados y en sus días más tranquilos no podía quitarte de su cabeza. quería entender por qué, ¿cómo era posible que haya permitido todo aquello? y, ¿por qué no podía negarse ante ti?
no pasó mucho tiempo para que katseye se diera cuenta que su rayito de sol se encontraba fuera de sí, la relación tan cercana que ambas mantenían ya no parecía tan cálida como siempre, habían notado la distancia que tomaron repentinamente y todas sabían que había algo dentro de la cabecita de daniela que la preocupaba hasta no poder dormir. manon comenzó a preocuparse desde aquella noche donde al pisar la sala de estar, encontró luces desde la tv y un cuerpo en el sofá que la había asustado hasta insultar al aire. daniela no tenía descanso de sus propios pensamientos y manon fue su lugar seguro para compartir el pequeño secreto.
“dani, hate to say this but you do realize that you might be in love with her, right?” le dijo, poniendo una mano en su muslo, dejando suaves caricias que le brindaban –aunque sea un poco– de consuelo. “shit, i can’t believe you’re fuck buddies.”
“manon!” dani golpeó su brazo, tratando de ser lo más cuidadosa posible en el volumen de su voz. aunque fueran las únicas en la sala, las chicas seguían estando por sus habitaciones y no podía asegurarse de que alguna no interrumpiera. “i guess not anymore.”
“i’m sorry. this is shocking.”
“yeah, well, tell me about it. look at how far it got me.”
y es que daniela no podía pasar un día más sin desear que fueras suya. realmente suya. si, lo habías dicho entre gemidos varias veces, pero daniela deseaba más que eso. todo en ti la ansiaba a quererte por completo, no por unos cortos 40 minutos antes de irse o por 2 horas cuando eran las únicas que se quedaban en casa con la excusa de que “estaban muy cansadas para salir”. daniela necesitaba despertarse contigo, caminar mano a mano contigo a donde fuera, sentarse contigo al final del día y contarte de ese perrito que se cruzó por la mañana y le pareció tan tierno que le hizo desear tener uno. quería ser ella la que te hiciera reír todos los días, que sea ella la que pudiera decir que era tu novia. dani se moría de celos al verte con las demás chicas, siendo tan cariñosa y encantadora como siempre, sin siquiera voltear a ella. en parte odiaba ser solo un poco de tu atención pero por otro lado amaba la exclusividad que tenían, aunque fuera por poco tiempo.
se echaba la culpa y se preguntaba cómo podría haberlo estropeado todo. dani gruñó y escondió su cara entre sus manos, sintiéndose derrotada. solo podía recordar la expresión muerta de tu cara cuando se le escapó un inocente “te quiero” que arruinaría el vínculo del momento. no estabas lista– ¡mucho menos lo estaba ella! su tonto desliz las había traído hasta aquí.
“listen, i really think you should talk to her.”
“like, for what? for her to turn me down immediately? again.” entonces, levantó la cabeza y miró a su compañera, suspirando.
“hey, maybe just take some time, okay? take this week off and just… clear your mind.”
quizás manon no se equivocaba allí. después de todo, katseye tenía una buena semana sin agenda para descansar. la única forma que daniela tenía de aprovecharla y meditar sobre el asunto era pasar la semana sola, sin y/n. fruncía sus labios, disgustada ante la sola idea, pero entendiendo que era lo mejor.
“do you think she’s gonna notice?” pausó un segundo antes de volver a hablar, “will she even care about it?”
“well, one thing i’m sure about is that y/n really adores you. i don’t think you’re just a toy to her, y’know?” daniela se sonrojaba, quedándose en silencio. tenía sus dudas.
así fue como la semana de descanso de katseye llegó, cada una aprovechándolo a su forma, aunque sabías que iban a tomarse su tiempo individual, te sentías inquieta al estar distanciada de dani, la repentina necesidad de hablar con ella en un intento de arreglar las cosas no hacía más que ponerte nerviosa, sin embargo no veías venir el amable rechazo de la latina, anunciando que iba a descansar por su cuenta; podría variar entre su familia y un par de amigos, pero la sensación ardiente formándose en tu estómago no se iría tan fácil. su único mensaje de vuelta fue “have fun :)” a lo que apagaste el celular y suspiraste. no podías reclamar algo aún si quisieras, sabiendo muy bien que inicialmente a la distancia la habías marcado tu.
al pasar de los días y al ver cómo no había señales de su parte, tu descanso pasó a sentirse pesado. el miedo ya no seguía siendo miedo y te sentías la más tonta del mundo por haberlo sentido en aquel momento donde dani se había confesado por accidente. te sentías culpable, la extrañabas y no solo en esa forma de tenerla abajo de tu cuerpo— temblando mientras arañaba tu espalda con sus largas uñas. extrañabas su cálida presencia, su tierna risa y la manera en la que sus ojos podían sonreír al verte. para este entonces, sabías que no podía haber vuelta atrás, y sufriendo tanto su ausencia, no podías sentirte más segura de que aquel te quiero estaba más que correspondido.
el día antes del reencuentro en la casa, caíste derrotada al enviarle un mensaje. dani, del otro lado de la pantalla, sentía su corazón al borde de detenerse.
“hey, can we meet tmr? i wanna talk please”
se mordía el labio pensando en una respuesta, pero no batalló contra sus deseos y rápidamente escribió un “si”. si quisiera terminar con esto, tendría que hacerlo rápido, ¿verdad?
y/n por el contrario solo podía caminar de un lado a otro por su habitación, ansiosa de cómo podrían resultar las cosas cuando por fin tuviera a la latina de frente. aquella única regla de no mezclar los sentimientos ya se había quebrado hace bastante tiempo, mucho más del que quisiera admitir, pero ¿cómo no hacerlo? daniela era tan buena. tan genuina, tan dulce. incluso teniendo las noches más rudas en donde sus cuerpos estaban marcados con chupetones y rasguños, donde dani temblaba y tenía lágrimas en los ojos mientras se aferraba a tus hombros en el entrar y salir de tus dedos sin parar, era tan hermosa. no hubo un día en el que la rubia no pasara por tu mente, y esta semana sin saber de ella no había sido más que una tortura.
[…]
daniela jugaba con los bordes de su campera intentando distraer sus manos de los nervios. sentía que el corazón podría salirse de su pecho con cada paso que daba más cerca a la puerta principal de la casa. estaba desorientada y todas las palabras se atascaron en su garganta al momento de cerrar la puerta detrás de ella, encontrándose con tu presencia, esperándola.
“hi, uhm..”
no tomó más para que te acercaras a ella y la envolvieras en un abrazo, sintiendo que tal vez las palabras podrían arruinarlo todo.
“dani, i’m so sorry.” rompiste el abrazo para mirarla a los ojos y buscar sus manos, sosteniéndolas entre las tuyas. “please forgive me. i was scared and— i was so dumb.” pero ella no podía responderte. te miraba con atención, quería escucharte. “i— i love you, dani. and i’m sorry we had to go through this because of me, because i could not accept it the first time you said it.”
la rubia se mordía el labio y antes de que alguna lágrima pudiera escaparse de sus ojos brillantes, se lanzó a tus brazos, abrazándote por el cuello con fuerza.
“i love you too y/n.” dijo mientras te soltaba con delicadeza.
“god— i missed you so much.” dijiste riendo, contagiando a daniela, quien después de reír se cruzó de brazos.
“y/n… don’t ever do this again.”
“i won’t, i promise.” tomando una de sus manos otra vez, trajiste su cuerpo hacia ti. “let me make it up to you?”
daniela rodó los ojos pero no tardó en capturarte con un beso. a comparación del resto, era diferente. claro que lo era. parecían querer sellar las promesas en ese beso, queriendo transmitirle a la otra la seguridad de que ya nada podría separarlas otra vez. era un beso con posesión, con lujuria y con la amargura de la distancia que habían superado.
tus manos bajaron a sus muslos, donde con fuerza lograste levantar a daniela del piso, sus piernas enganchándose alrededor de tu cadera mientras hacías tu camino hacia la habitación. no tardaron en encontrar la cama, quedando dani abajo tuyo, como casi todas las veces. la ropa comenzaba a ser molestia y su paradero no importaba, tus manos lanzando cada prenda por algún lugar aleatorio, haciendo que daniela ría.
“looks like someone has been waiting for this, huh?” se burló.
“no sabes cuanto, mami.”
dani no podía con la calentura que sentía por todo el cuerpo, frotándose contra tus caderas mientras gemía despacio. tus labios atacaron su cuello, tan tentador a la vista. no tenías piedad alguna al llenarlo de mordidas y chupetones, dani se quejaba y protestaba, regañándote por el problema que sería tapar las marcas después, pero muy en el fondo, no le importaba. la sensación eléctrica que le recorría por dentro la nublaba de cualquier pensamiento coherente. mientras tus manos acariciaban sus abdominales tonificados, tu boca no perdió tiempo en atrapar sus pezones, robando suspiros de daniela quien comenzaba a sentirse impaciente ante la lentitud con la que actuabas.
“y/n please…” fue lo único que podía decir, ahora uno de sus pezones siendo molestado por tus dedos mientras el otro recibía la dulce atención de tu lengua. al intercambiarlos, dani agarraba tu cabello y tiraba suavemente de él ante la sensación de tu boca jugando sobre ella.
no vio venir el momento donde tu mano bajaba traviesamente hasta su centro, pasando un dedo por encima de la única tela que lo cubría, molestándola.
“fuck, y/n don’t tease. fuck me with the strap already.” soltó con molestia, sin paciencia para tus juegos.
su honestidad tan directa te hizo mojar, desde ya lamiéndote los labios antes de buscar el strap que a daniela tanto le gustaba.
sin perder el tiempo, dani sacó su última prenda, su cuerpo al desnudo reluciente ante tus ojos, mientras te posicionabas entre sus piernas, acariciabas sus muslos y paseabas con la mirada, dani realmente tenía un cuerpo de morirse y aunque lo sabía bien, se sonrojaba igual al notar tus ojos hambrientos.
tomaste la longitud de juguete con una mano, frotando la punta contra el clitoris de daniela de arriba hacia abajo, su espalda arqueándose ante la sensación electrica que le emitía por el cuerpo, sintiendo escalofríos mientras se aferraba a tus hombros con fuerza.
la miraste buscando una luz verde y entendió, asintiendo con la cabeza para darte permiso de por fin introducir el strap en ella. jadeó fuerte, dejando salir todo el aire en un gemido que solo empeoraba tu calentura.
“god— you look so fucking hot mami.”
sostenías su cuerpo desde su cintura a la vez que te introducías toda en ella, permaneciendo quieta hasta que se acostumbrara, después de todo había pasado un buen tiempo desde la última vez que follaron. liberando una mano, dejaste unos círculos pequeños en su clitoris como estimulación extra, provocandándole unos fuertes escalofríos. ver su cuerpo temblar era jodidamente atractivo.
sin dejar de mover tu dedo sobre su punto más sensible, comenzaste a mover tus caderas, tomando un ritmo lento pero seguro, sin salir completamente de ella. dani te tomó por sorpresa al sostener tus brazos de tal forma que te detuvo.
��wait, baby, i— i wanna change positions.” pestañeaste en confusión pero rápidamente obedeciendo a la princesa, sacaste el jueguete con cuidado, dani suspirando ante la pérdida de contacto.
“which one?” preguntas pero daniela se adelanta y antes de responderte, la vez girarse y sostenerse en sus rodillas y manos.
acomoda su pelo para un costado mientras mira hacia atrás— hacia ti. sentías que tu boca se secaba al ver a dani en cuatro, con manos torpes ayudándote a ti misma a sostenerla de sus caderas para volver a meterte dentro de ella.
“oh… fuck” es todo lo que puedes decir.
la punta de tu miembro tocaba la pared interna de daniela, quien solo pudo gemir y apoyar su cabeza en la almohada. pronto, ella misma te ayudaba a juntar ambas caderas, creando un ritmo chocante.
la rubia era un manojo de gemidos y lloriqueos cuando la punta tocaba el lugar perfecto, se aferraba de las sábanas, enganchándolas en sus puños y sus nudillos volviéndose un poco blancos de la fuerza, siendo tus choques muy rudos para ella, pero aunque dani tuviera la cara más angelical de la tierra, nada le gustaba más que fueras ruda con ella.
“y/n please… i’m— i’m close.”
“yeah? you wanna cum already?”
“por favor mami— it’s been so— so long...”
dani no podía ver la sonrisa que sus palabras habían provocado. la habías extrañado tanto como ella a ti.
“it’s okay mi amor, you can cum.”
su propio ritmo había acelerado, ahora siendo incluso más fuerte que antes. tus labios estaban rojos de tanto morderlos y dani sentía dolor de garganta con tantos gemidos. agradecía a todos los cielos haber vuelto antes que el resto o realmente estaría avergonzada de lo ruidosa que había sido esa tarde.
para ayudarla a llegar, llevaste una mano a su clitoris y no tardó mucho en derrumbarse en tu agarre. sentía como sus rodillas se debilitan y como el peso de su propio cuerpo comenzaba a ser mucho para ella sola. mientras le murmurabas elogios por lo bien que lo había hecho, dabas los últimos empujones dentro de ella hasta salir por completo, observando cómo su propio líquido acompañaba todo tu miembro a salir.
quitándote el arnés con agilidad, te acostaste a su lado, pasando una mano por su cara, limpiando un poco de sudor de su frente. estaba cansada, sí, pero le diste un último beso en los labios antes de dejarla descansar.
“y/n please stay with me.” murmuró con delicadeza, abriendo despacio sus ojos.
“i will.” dijiste con certeza, sin sacar tu mano de su cara. acariciabas con amor su mejilla.
“no— be with me.”
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miro mis paredes y veo sujetas en ella pedazos de dolor. someto a mi cuerpo a volver a sentirlo ¿por qué me castigo de esta manera? en mis ojos se proyectan, mismo vidrio —transparente y frágil— los recuerdos que me sostienen.
apoyada en ellos (en retrospectiva) veo peso en mi pecho que mis labios no sabían nombrar y mi cuerpo trataba torpemente de entender d o l o r algo quizá semejante a pronunciar ciertos nombres o tal vez el tener que dejar de nombrarlos.
a día de hoy me duele mi memoria.
Lunes; Cielo V.
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en cuanto lo escucha disculparse, azabache niega con la cabeza como quien le quisiera impedir que continúe. ¡qué va! ella iba un tanto distraída, fue un accidente. recibe sus pertenencias, ya por fin dando un respiro y buscando iniciar de nuevo: sidney sonríe y agradece el gesto amistoso en su brazo. todo está bien. "lo siento, no venía poniendo atención," admite, meneando ligeramente la cabeza con tenue vergüenza, y ahora sí decide desechar el tropezón para pasar a lo siguiente. se ríe cuando escucha justificación masculina y encoge los hombros: "uhm, algo sobre ser un príncipe encantador o algo así," cambia sus palabras para tomar la situación con gracia y molestarlo un poquito. "no te juzgo, eh— que yo soy muy mecha corta," le anima, aclarando que no va por ahí su pregunta. dicho esto, le da un suave empujoncito con el hombro, juguetón, y entonces se olvida de su propósito previo (salir a fumar), proponiendo: "mejor no ir allá afuera— ¿vamos a tomar algo para pasar el mal rato y me cuentas?"
la queja, el ruido de la cajetilla al caer. el vampiro la reconoce al instante por su aroma, y en la velocidad del encuentro y de todo lo que ocurre al mismo tiempo, también se coloca de cuclillas para alcanzar lo que se le ha escapado de las manos por culpa suya. " sidney, discúlpame— qué lío. " se regaña para sus adentros y en medio del ajetreo sus manos le rotan la cajetilla y un par de cilindros que también rodaron por el suelo. se apena de que el encuentro no sea tan ameno como otros, y cuando miradas al fin se conectan, se puede atisbar cierto aire bochornoso en su semblante. uno que intenta disipar difícilmente con una sonrisa a medias. la verdad era que su molestia era mayor como para intentar aparentar otra cosa. pero no se da por vencido en ello. " lo estoy, sí, te juro que no ha sido nada. " así como ella, la coge cuidadosamente del brazo y la ayuda a reincorporarse. los oficiales han quedado atrás, dejando el auto a la orilla mientras transitaban alrededor. quizás buscando otro desgraciado. " bueno, no estoy demasiado orgulloso de eso, pero digamos que sí he podido ser yo... ¿desde qué parte escuchaste? "
#* . ´ 𝑻𝑯𝑬 𝑨𝑳𝑩𝑨𝑻𝑹𝑶𝑺𝑺 ﹕ diálogo.#xinmyvein#muchas gracias por dejarle un espacio a esta tonta <3#sidney en un día normal: :)#sidney cuando se encuentra a luan: :D#qué tal todo? :^)
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laulau as fotos do enzo!!!!!! por deus tem uma que ele tá com uma cara de mecânico cafajeste af
e ele não é só um mecânico cafajeste não, ele é daqueles que é soberbo e ganancioso. seus pais são donos de um grupo de multinacionais e é claro que têm uma frota de colecionáveis carérrimos, além do próprio técnico/mecânico à disposição pra qualquer incidente ou coisinha relacionada aos carros.
depois que você completou 21, seus pais decidiram que era hora de trocar o seu toyota por um bentley. ah sim, você teria muito mais comforto, tecnologia, segurança... fora que enzo era especialista na marca, então qualquer dúvida poderia ligar pra ele ou ir até o homem. e porra! como você estava esperando por isso.
desde que se entende por gente, conhece o uruguaio, ele é lindo, foi contratado anos atrás, quando você ainda era pirralha, e n te dava atenção naquela época - não que seu pai deixasse você participar das pequenas conversas quando visitavam a oficina - mas, vez ou outra te olhava de relance. o que só se tornou algo mesmo depois de você completar a maior idade e tirar carta. era muito sutil, mas era visivelmente mais difícil pro rapaz ignorar o teu corpo formado; corpo de mulher, e uma mulher bem gostosa (se vc levasse em consideração as mordidinhas de lábio e as vezes que ele abria um ou dois botões da camisa na sua presença). "não sou o melhor pra falar sobre toyota's se você quer saber, chiquita, mas posso trocar o óleo e ver se resolve", sempre contornando as vezes que você aparecia.
bom, com o feliz presente dos seus progenitores, agr você tinha um caralhówski de um bentley e não restavam desculpinhas furrecas pr ele. então estava decidida, na terça, quando saísse pela tarde pra aula de tênis - sim, com a roupinha esportiva minúscula, sainha rodadinha e o top fit que empinava seus seios - subitamente🥴🥺 amassaria a lataria do carro em um hidrante. sabia que seu pai não veria problema em pagar, e sabia também que sua mãe estaria ocupada demais fazendo yoga e alinhando os chakras pra se importar. por isso, quando chegava no lugar, fazia a sua melhor atuação, franzindo o cenho e colocando um biquinho inflamado na boca, procurando pelo vogrincic que vinha em seguida, com a típica calça de alfaitaria e chemise de mangas dobradas💋💯💦
"qué paso?", "enzinho, me ajudaa! eu amassei o meu carro!! foi acidente, juro, juradinho!!", você se segura no antebraço forte do moreno e puxa ele até o veículo, onde você estacionou, e o mais velho se curva para medir o tamanho do estrago; coincidentemente ficando na altura onde suas coxas roliças estão expostas e se apertando uma contra a outra enquanto você se explica fingindo estar desolada. e pra sua infelicidade, ou não, enzo vogrincic, com os seus dez anos a mais vividos, não compra - o arranhado e o afundo são superficiais demais, além de que os pneus estão sem sinais, e vc com crtz teria se apavorado quando o computador de câmbio apitasse - mas, ele decidia participar.
"ay no... como você conseguiu fazer isso?!😨" franzindo o cenho e te olhando de baixo, com aquela carinha que acabava com a raça de qualquer ser em sã consciência. e então você arregalava os olhos, assustadinha, e desta vez começando a se preocupar mesmo, mudando a expressão e se agachando ali com ele. impossível ser tão ruim, pensando enquando dedilhava a lataria e então ouvindo a risada seca e maquiavélica na orelha.
"você se acha bem espertinha né?", com o rosto perigosamente perto do teu e se aproximando enquanto ele esticava o tronco na sua direção, enzo te confronta. "hm? n-não sei do quê você tá falando..." e como não? o sentimento é tão ambíguo... ser desmascarada rápido assim não fazia parte do plano, apesar de que sentir a respiração dele misturando com a sua estivesse provocando ✨coisas✨
"não sabe, né? então a gente continua fingindo, que tal?", sente a mão calejada do uruguaio te segurar a cintura e te trazer mais pra ele. "eu te falo o quanto fica o valor, e você me diz que se o seu pai ficar sabendo vai ficar desapontado e pobrecita... você não poderia lidar com isso", aos poucos seu corpo vai cedendo, sem qualquer autocontrole, ficando cada vez mais colada no maior que já estava entre suas pernas e te puxando pro colo. e apesar da vergonha repentina, o tesão estava gritante, te dando o empurrão que faltava pra você segurar na nuca do mecânico charmoso e sussurrar, "é ai que você me oferece outro jeito de pagar" arrancando um risinho puto do outro.
"dale, nena... é isso mesmo", ele te come com os olhos cor de avelã e te toma os lábios. agora só resta ele saber se você vai fazer a vista ou parcelado, porque se for a vista, ele fecha a oficina pra te foder em todos os cantos e de todas as formas possíveis, mas se for dividido ele vai te provocar bastante e só te comer quando você estiver necessitada o suficiente pra implorar.
#geniousbh thoughts#lsdln headcanons#enzo vogrincic reader#enzo vogrincic smut#enzo vogrincic#também pensei na possibilidade de ele ser burrinho e gostoso igual aquele personagem do giannechini(?) sabe?#“escuta meu coraçao”#aaakjddidndjd#enfyrm que delicia ele nessas fotos
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Delicious temptation on a cold heart
-Ran Haitani x fem!reader
/ You can traslate to your lenguage if you want to dead it /
Words: 14,5k
Synopsis: the Haitani´s Empire is wealthy and powerwful over all Roppongi. Bonten is dangerous than ever.
First chapter, second chapter, thrid chapter, fourth chapter, fifht chapter _Masterlist_
El salón brillaba con la luz suave de las lámparas de araña, y el sonido de la música de cuerdas llenaba el aire, mezclándose con el murmullo elegante de las conversaciones. La fiesta estaba en pleno apogeo, con camareros deslizándose entre los invitados, sosteniendo bandejas de champán y aperitivos delicados. Hope estaba de pie cerca de una de las ventanas grandes, mirando hacia el exterior, intentando calmar el torbellino de emociones que la había estado acosando toda la noche.
Se había vestido como le dijeron. Elegante. ¿Qué era eso? Solo había vestido dos estilos en toda su vida. El formal que la obligaban a llevar en la residencia de su familia y del que se deshizo con la boda y luego el que ella llamaba "despreocupado". Este consistía en vaqueros ajustados o sueltos y jerseys y chaquetas. Nada de vestidos ni ropa con sus medidas y que adaptaban cuando cogía o perdía peso. Y, ahora, parecía más un disfraz entre toda ese gente. Un vestido blanco hasta las rodillas, fluido, que había encontrado entre toda la ropa de su armario y tacones que entendió que por el color iban a juego. De joyas había cogido un collar plateado y largo con pequeñas joyas verdes -esmeraldas reales, supuso- y unos pendientes a juego. Por supuesto, llevaba la alianza de matrimonio. En ese mundo para apariencia lo era todo.
Ran se encontraba unos metros más allá, hablando con un grupo de conocidos del trabajo, sus sonrisas y risas ocasionales retumbando en los oídos de Hope como una burla cruel. Estaban ahí, en esa fiesta perfecta, con la gente perfecta, pero dentro de ella todo estaba mal. Se sentía fuera de lugar, atrapada en un mundo donde cada palabra parecía un desafío, cada gesto una acusación velada. Los tacones le hacían daño. La poca gente con la que hablaba eran extraños y acababan hablando de inversiones y beneficencia.
Las miradas que había intercambiado con Ran durante la noche no habían sido las usuales. Ya no eran cómplices ni llenas de lo que fuera que vivieron en Osaka. Eran frías, tensas, como si estuvieran esperando el momento en que todo estallara. Era como vivir en una realidad paralela, lejos de un momento inicial lleno de diversión a su manera de ser y, de repente, nada. Frialdad. Y cuando una de las mujeres del grupo soltó una risa demasiado alta tras un comentario de Ran, algo en Hope se quebró.
Estaba cansada. Le dolía el cuerpo, con la presencia de los daños en el cuerpo y mentales por lo ocurrido en Osaka y días antes, y solo quería regresar a casa y sentarse y descansar. Hablar con Ran, tal vez, sobre lo que pasaba entre ellos. Podía intentar, al menos, convencerlo de que no estuviera tan enfadado si le prometía a cambio no hacer ninguna imprudencia como la de salir a la tormenta.
El corazón le latía fuertemente. Una mujer castaña y con un traje verde de lo más elegante se le había acercado a preguntarle sobre su interés en una asociación. Hope la escuchaba, pero apenas le prestaba atención. Los dedos le temblaban en la copa de champán, del que bebió otro trago. ¿Debía hacerlo en su estado? De todos modos, no sabía nada. ¿Qué diablos hacia ahí? ¿Por qué no estaba en su casa?
-Discúlpeme un momento.
La mujer le sonrió con educación, aunque era capaz de distinguir la tensión en sus facciones cuando empezó a alejarse. Dejó su copa de champán sobre una mesa cercana y caminó hacia Ran, sin pensar realmente en lo que estaba a punto de hacer. Su corazón latía rápido, y su mente estaba nublada por una mezcla de resentimiento y dolor.
-Ran, ¿podemos hablar? -dijo, interrumpiendo la conversación con más brusquedad de la que había planeado.
Los ojos de Ran se encontraron con los suyos, y Hope vio una sombra de incomodidad cruzar su rostro. Las personas a su alrededor guardaron un breve silencio, percibiendo la tensión, antes de volver a sus propias conversaciones, pero la atmósfera ya se había cargado.
-Mi esposa -presentó en voz baja. La mujer que tenía delante asintió, con una sonrisa hambrienta en unos rasgos simétricamente perfectos. Ran le puso una mano en la parte baja de la espalda, inclinándose hacia ella-. Ahora no -respondió Ran en voz baja, sin alterar la calma superficial que mantenía-. Estamos en medio de algo, Hope. Es importante.
Pero Hope no podía esperar. El silencio era lo último que necesitaba. En lo que se había convertido... Sintió la humillación acumulándose en su garganta, una mezcla de inseguridad y frustración que no podía contener más.
-¿No podemos hablar ahora? Estoy muy cansada. De verdad -su voz temblaba, y aunque trataba de no levantarla, estaba claro que había un filo afilado en sus palabras.
Ran soltó un suspiro pesado, y la sonrisa social que había mantenido hasta entonces se tensó visiblemente. Solo para ella. A ojos de los demás, debía de seguir siendo el encantador hombre que amaba la atención. O lo que diablos fuera que pensasen esas personas ridículamente ricas.
-No es el momento ni el lugar -dijo con los dientes apretados, la tensión en su mandíbula evidente. Estaba tratando de mantener el control, pero su mirada revelaba la frustración que intentaba reprimir.
-¿Cuándo es el momento, entonces? -replicó ella, sintiendo cómo la rabia y el cansancio se mezclaban. Sabía que estaba haciendo una escena, sabía que todos a su alrededor probablemente estaban escuchando, pero en ese instante no le importaba demasiado.
Las miradas furtivas de los otros invitados no pasaban desapercibidas. Algunos se alejaron discretamente, pero otros permanecían, fingiendo no prestar atención, aunque era evidente que estaban atentos al desarrollo de la situación. Ran, consciente de las miradas sobre ellos, dio un paso hacia Hope, bajando la voz, pero con una frialdad que la hizo estremecerse.
-Ahora no.
Hope sintió cómo un calor incómodo subía por su cuello, mezclando el enfado con una profunda vergüenza. Estaba allí, frente a él, delante de todos, y lo único que sentía era humillación. ¿Por qué tenía que ser ella la que se sintiera mal? ¿Por qué, si realmente lo estaba mal y él era consciente? O es que tenía que enseñarle la tímida cicatriz al lado de su frente disimulado con el peinado. Pero a esas alturas, ya no podía dar marcha atrás. Había aguantado demasiado, y ahora todo estaba saliendo a la superficie de la peor manera posible.
-Solo te estoy preguntando si podemos irnos -le intentó explicar-. O si yo puedo irme. No me gusta esto.
-Suficiente -exclamó, de forma que sólo ella lo viera. La mano en su parte baja se volvió tenso, como si quisiera agarrarla y alejarla de todo eso, pero se contenía-. Te he dicho que ahora no.
-Solo te estoy pidiendo una cosa.
Después de lo que pareció una eternidad en medio del salón lleno de gente, Ran asintió con la mandíbula tensa y tomó del brazo a Hope, guiándola hacia uno de los rincones menos concurridos de la fiesta, al lado de una elegante columna de mármol decorada con guirnaldas unidas a una cadena de tímidas luces cálidas que la envolvían. Nunca entendería si teniendo una cultura se aceptaba la invasión y dominio de otra al otro lado del mundo. La música y el bullicio continuaban, pero a su alrededor las miradas furtivas no dejaban de seguirlos.
-No puedes hacer una escena así aquí -dijo con voz baja pero firme-. Lo único que estás haciendo es fastidiar una oportunidad como esta. Necesito esto, Hope, y a la larga tú también te vas a beneficiar de esto.
Se quedó muy quieta y con la boca abierta. Nunca lo había visto así. Fuera lo que fuese... Daba miedo. Hope negó con la cabeza. Estaba sorprendida, muy sorprendida, de que de repente toda la furia y el veneno que hubiera en Ran fueran hacia ella. Se quedó inmóvil, viéndole aflojarse ligeramente el cuello de la chaqueta.
-Pero...
-¿Pero, qué? Dijiste que vendrías y actuarías -replicó, apuntando lo obvio. Con el pequeño matiz de que ella no había aceptado del todo, sino que se le había puesto encima una responsabilidad-. Pero lo único que has hecho es aislarte como si no fuera tu mundo.
Tal vez es que no lo fuera.
Que ese mundo lleno de excentricidad y dinero no fuera suyo porque no lo quería ni realmente había tenido la oportunidad de vivir en él. Sin duda, su hermana se pavonearía con el mejor de sus trajes y joyas y se relacionaría con todos. Pero ella… Ella era otra persona. Una más simple.
-Estoy cansada -respondió, con la verdad por delante. Pero a esas alturas, en ese contexto, solo sonaba como una niña mimada en vez de lo que proponía.
-¿Crees que todo es tan fácil? -respondió, casi con veneno en la lengua y la vena de su cuello a punto de estallar-. Ahora, cumple tu papel y habla con los demás como yo sí estoy haciendo. Aquí hay un orden.
Pestañeó un par de veces en el intento de contener las lágrimas vacilantes. Las palabras de Ran eran duras, pero lo peor era que Hope sabía que tenía razón. Lo sabía. En todo había un orden, lo sabía y conocía por el lado malo de la historia, pero que alguien como él se lo echase en cara le dolía y le quemaba en el pecho. El mismo que le había dicho que la respetaba a su manera de ver las cosas en el matrimonio, y que protegería sus votos a pesar de no ser un matrimonio normal.
Hope tragó saliva, las palabras atascadas en su garganta. Lo que más la desgarraba era que Ran tenía razón. Pero tampoco podía ignorar el dolor que la invadía y le machacaba el cuerpo y los pies, ese vacío que él no parecía comprender, esa sensación de que cada vez que intentaba acercarse, algo se rompía aún más.
-¿Tanto te cuesta hacer las cosas? ¿Tanto te cuesta hacer lo que has hecho toda tu vida, viviendo entre lujos y con una educación de las mejores? -le preguntó él, sin mirarla, y dando sorbo a la copa de champán que el camarero se había acercado desfilando con la bandeja-. A veces parece una salvaje.
Solo le había pedido marcharse antes. Solo eso. ¿Y le estaba haciendo una escena diciendo todas esas cosas horribles de ella? Las piernas de Hope temblaron ligeramente. Los pies le dolían, pero se las arregló para mantenerse en pie como pudo. Sentía la cara arder de vergüenza y rabia. Vergüenza porque la estaban regañando como una niña y rabia porque era incapaz de hablar; sentía la lengua pegajosa en la boca y los dedos crisparse en los puños temblorosos de una dama. No. Ella nunca había sido una dama. Aunque la hubiesen criado de esa manera, seguía siendo una persona normal. Una bastarda.
Tal vez él tuviera razón. Con la cara roja y ese aspecto, podía decir que la había cagado de verdad. Que nada de eso era un juego. Nada lo era. Aunque la vistieran y la adornaran a ese nivel, nada iba a cambiar lo que realmente era. Una intrusa en ese mundo. Una persona que fue abandonada por su madre a los pocos meses en la casa de su amante, que resultaba ser una persona de gran estatus y una pésima persona. Una que recibió una educación excelente para el poco valor que tendría. Ni las palizas de su padre y tutores la habían convertido en alguien decente... El peso de todo se echó sobre ella. Tal vez... Tal vez su madrastra tuvo razón el día de su boda:
«-Es una pérdida de tiempo y de dinero esforzarse contigo. Eres una desagradecida. Me he esforzado tantos años contigo y fíjate, no eres más que una pérdida de un tiempo que podría haber dedicado en mi hija -le había dicho, mirándola a través del espejo una vez le pusieron el vestido. Uno que le apretaba y apenas dejaba respirar, y el velo, como si pudiera cubrir algo de valor personal-. El señor Haitani tendría que haber elegido a tu hermana, pero como siempre, tienes que arruinarlo todo. Ahora, más te vale que te comportes a no ser que quieras que tú pequeña jugarreta se tuerza».
Hubiese sido más fácil habérselo jugado como decía ella. Haber hecho una escena que la degradase hasta el punto de que nadie la viera como una figura decente de tradición y elegancia. Que nadie se quisiera casar con ella. Perder su valor y vivir encerrada en una casa maldita. Si no lo hizo fue por huir de ese lugar. Si estaba como estaba ahora, era por sus deseos.
Por su egoísmo.
Por querer algo que nunca conseguiría.
La música y las risas a su alrededor parecían más lejanas de lo que realmente estaban. Para Hope, la habitación parecía encogerse, el peso de las palabras de Ran cayendo sobre ella como una losa. Sabía que tenía razón. Sabía que ella misma estaba contribuyendo al muro que se alzaba entre ellos, pero escuchar a Ran ponerlo en palabras, frente a toda esa gente, la hacía sentir más humillada que nunca.
Porque se había casado con el trofeo que todos ansiaban, mientras que ella era las sobras de una familia que habría dado cualquier cosa por hacerla desaparecer y cederselo a su perfecta hija de rizos y piel claros.
-Ya veo. Lo siento.
Hope intentó controlar su respiración, que comenzaba a agitarse por el descontrol emocional que sentía en su interior. El hambre también influía negativamente, sustituyendo ese apetito por una incapacidad de contenerse. Pensaba que aguantaría, pensaba... No pensaba nada. Le temblaban las manos, y el cuerpo. No sólo por el miedo y los recuerdos exactos que se repetían en su cabeza, sino por el alcohol que la confundía.
-Ni se te ocurra volver a hacer una escena -respondió él sin mirarla-. Parece que lo único que sabes hacer aparte de pintar y comportarte como una niña. Tendría que haber traído a otra persona.
Hope sintió cómo la presión en su pecho se intensificaba, como si una cuerda invisible la estuviera apretando hasta asfixiarla. La sola mención de esa otra persona le dolió como un puñetazo en la boca del estómago, como unas manos estrangulándola hasta dejarla sin sentido… Pero, en el fondo, sabía que Ran tenía razón en eso, sabía que ella había mantenido todo dentro durante demasiado tiempo, pero ahora que estaba allí, frente a él, incapaz de contener sus emociones, todo parecía salir de la peor manera posible.
Hope se dio la vuelta y se marchó. Pero no a otra zona para seguir con aquello, donde las miradas estuvieran sobre ella juzgándola o haciéndola sentir enferma. Se mezcló entre la gente, sí, que todavía los miraban con curiosidad por saber qué hablaban, pero su destino fue otro. Uno muy diferente.
No tendrían que haberla sacado de casa. No tendría que haber salido. Su única función en aquel adorno de matrimonio era no molestarle. Y lo había jodido todo pensando que podría funcionar algo que nunca estuvo en marcha. Tendría que haberse quedado como estaban, sin hablarse e ignorándose como lo que ambos querían; una liberación de aquel papel.
Se tropezó con un par de personas y se disculpó con ellas mientras buscaba la salida. Desaparecer de ahí es lo que necesitaba. Nadie la conocía, así que nadie la echaría de menos. Contuvo las lágrimas hasta el final, y se sentía orgullosa de aquello. De no haberse humillado más de lo justo cuando encontró la salida y bajó los escalones del edificio hacia la calle. Los tacones la estaban matando. Casa. Solo quería llegar a casa, quitarse aquel disfraz que la habían hecho llevar pensando que cambiaría algo y no volver a salir en mucho tiempo. No ver a nadie, también.
Porque estaba segura de que a la perfecta de su hermana pequeña le hubiese quedado mejor que a una pelirroja fea y enferma. Una cuyo futuro estaba marcado por la decadencia tanto laboral como emocional.
Una vez dentro y sola del coche, se quitó los tacones. Tenía los dedos rojos y los talones hinchados con heridas. Hope dejó caer los tacones en el asiento a su lado, centrándose en las heridas recientes y sangrantes. Entonces, se permitió el lujo que hasta el momento había contenido de llorar. Las primeras lágrimas cayeron sobre el vestido intacto de la velada, y las siguientes continuaron el camino hacia sus miembros descubiertos. Intentó limpiarlas sin éxito. Estaba siendo ridícula. Estaba humillándose con eso. Había gente muriéndose de hambre en cualquier parte del mundo y ella estaba llorando porque su pareja le había dicho la verdad a la cara.
La vergüenza y humillación volvieron como una ola que arrasaba todo a su regreso al mar. Las palabras de Ran dolían, pero dolía más la verdad que había en ellas. Que hubiese preferido llevar a esa persona en vez de a ella. Era ridícula y una egoísta, una persona que solo se preocupaba por ella y veía a todos como enemigos. Otra lágrima cayó, pero para ese momento eran un río en descenso sobre su mejilla. Una niña patética que siempre había recibido atención. La amargura se instaló en ella, como una segunda capa. ¿En qué momento pensaba así? Todo eso era mentira. Solo hacía falta verlo en una radiografía. La cantidad de huesos rotos y soldados, los partes médicos en los que se hablaba de inflamación en zonas superficiales y sus continuos sangrados.
Volvió a mirar los tacones. Y al vestido que seguía llevando. El collar y la pulsera se sentía como cadenas alrededor de ella. Se quitó una, seguida de otra que acabaron al otro lado del coche.
-A casa -consiguió decir, con un hilo de voz.
En silencio, el coche se puso en marcha. Lejos del edificio, lejos de la fiesta, lejos de absolutamente todo ese mundo que la detestaba.
Hope no salió de su estudio en una semana. A Ran Haitani tampoco le importó. Seguramente porque nunca me había importado ella.
La noche en la que regresó a casa descalza y con la cara hinchada de llorar en la parte de atrás del coche, fue cuando lo decidió. Después de comerse un plato recalentado de macarrones y llorar en el suelo del cuarto de baño para quitarse todo aquel disfraz que la adornaba. Luego hubo lanzado el anillo de matrimonio a cualquier lado de la habitación para no volver a verlo. Se encerró en su estudio y pintó. Pintó toda la noche hasta que se durmió en el sofá lleno de apuntes sucios tapada con una manta que apestaba a acetona. Si Ran volvió a casa esa noche, le dio igual.
La criada le dejaba la comida delante de la puerta, y la merienda y la cena. Supo que tenía que hacerlo cuando se negó a aparecer el primer día y la criada le dejó las comida y ropa limpia. Había un baño en esa habitación. Nunca se imaginó tener que usarlo.
Otras veces, en vez de pintar, se quedaba mirando a la nada. La batería se le acabó al segundo dia. Estaba segura de que su tía se iba a preocupar por no llamarla ni ir a verla... Pero de todos modos, no hizo nada por remediarlo. Lloraba la mayor parte del tiempo, y la otra se dedicaba a gasta ríos montones de pintura que había en los armarios en cuadros iracundos y lamentables a la vista.
Ahora, entre pinceles y lienzos a medio terminar, su mente volvía una y otra vez a esa noche. Las palabras de Ran seguían ahí, clavadas como espinas. No es que él no la entendiera, pero había algo en su comentario que tocaba una herida profunda, una inseguridad que Hope nunca le había confesado. Inseguridades, probablemente. Y una fragilidad que él había aprovechado. Sabía que no podía culpar a una persona que perdía los estribos de esa manera por algo que era su culpa, pero sí a una que le había gritado lo inútil y tonta que era continuamente. El perfecto Ran Haitani había decidido humillar a su esposa en vez de así mismo, porque nada iba mal con él. Dejar a salir las imperfecciones de ella era mejor que asumir muchas otras cosas.
El sonido familiar de la puerta del estudio entreabriéndose hizo que Hope levantara la mirada, pero no dejó el pincel. Era la criada, una mujer silenciosa y meticulosa que había trabajado para ellos desde que recordaba esa casa. Hope siempre la apreciaba por su discreción, pero desde la discusión con Ran, incluso la presencia de esa mujer le resultaba incómoda. Era como si su vergüenza se hiciera más palpable cuando había alguien cerca.
Cruzó el umbral con su paso suave, cargando una bandeja con algo de comida que Hope había ignorado en las últimas horas. ¿Qué hora era? Todavía hacía sol. Sin decir nada, la dejó en la mesa pequeña junto a la ventana. Al colocar el vaso de agua, Hope notó el leve titileo del teléfono móvil que Amalia llevaba en la mano, y supo, antes de que ella siquiera abriera la boca, lo que estaba por pasar.
-Es el señor -respondió, con cuidado. Conocía la situación entre ambos mejor que ninguno en esa casa. Probablemente la habría escuchado llorar varias veces.
Hope contuvo la respiración. Los ojos de la mujer eran neutrales, pero Hope sentía el peso del momento, de la decisión que estaba por tomar. Podía sentir el nudo su estómago apretandose y tirando de ella al fondo del largo helado. No estaba lista. No estaba preparada para escuchar de nuevo su voz, su tono, volver a soportarle a él y su carácter. Sus manos temblaron, pero no extendió el brazo para tomar el teléfono que la criada le tendía con tanta amabilidad en su cara.
En cambio, negó con la cabeza lentamente, una expresión firme, pero doliente, y volvió la vista hacia el cuadro. La pintura roja chorreaba como sangre... Hayakawa. Él ya no estaba.
Silencio por parte de ella.
Escuchó de fondo un cuchicheo, un parloteo rápido al otro lado de la línea, con seguridad. Odiaba pensar en que estaba tan acostumbrada a escucharle hablar que lo echaba de menos. «No».
-Insiste, señora.
Hope no se movió. Lentamente, dejó el pincel sobre la paleta en la mesa...y cogió una
-Y yo insisto también.
-Señora...
-¡Dile...! -no pudo evitar alzar la voz. El sonido de la radio quedó opacado en el proceso-. Dile que si tiene tiempo para llamar, tiene tiempo para buscar a otra persona que entretener. Pero yo también tengo cosas que hacer.
La criada asintió en silencio, entendiendo que no podía insistir más. Dio media vuelta, y mientras se dirigía hacia la puerta, Hope sintió una punzada de culpa, una especie de vacío que se expandía dentro de ella. Justo antes de que saliera, Hope habló, su voz quebrada.
-Gracias.
La mujer asintió sin mirarla, cerrando la puerta tras de sí con un cuidado excesivo, como si temiera romper algo más que el silencio de la habitación. Se lo merecía. Por ser una niña arrogante y quejica. Que todos se apartaran de ella.
Tal vez fuera lo mejor.
El estudio volvió a sumirse en la calma asfixiante de los días anteriores. Hope se quedó mirando el lienzo, su mente dando vueltas, pensando en lo que Ran habría dicho si hubiera contestado. Quizás estaba equivocado, quizás también estaba sufriendo, pero ella no podía darle lo que pedía todavía. No sin resolver antes su propia maraña interna. ¿Por qué iba a estar sufriendo? ¿Por qué una mancha no salía de su camisa favorita? Podía comprar otra. Como siempre hacia la gente con dinero. También podría comprarse una nueva esposa, una sumisa y que supiera comportarse.
Cerró los ojos, recordando las palabras de Ran en la fiesta, su tono despreocupado, casi burlón, como si no hubiera considerado el daño que podían causar. Pero la verdad era que no fue solo el comentario lo que la hirió. Fue el subtexto, la sensación de que Ran, la persona que debería entenderla, no valoraba lo que ella hacía, su arte, su dedicación. Su vida se había convertido en una acumulación de grandes sacrificios, pero esa noche... esa noche se sintió como si todo eso no hubiera significado nada para él.
Su atención se posó en la mesa donde había dejado las cosas el primer día que se encerró ahí. El bolso colgaba de un lateral... Su contenido se había desparramado cuando lo lanzó lejos. Tickets, chicles, monedas sueltas, el monedero... Y una bolsita.
Hope abrió la bolsita. Varias cayeron en su palma abierta y con restos de pintura al inclinarla. Pequeños círculos con relieve e inscripciones iguales en diferentes colores, igual que en los folletos que repartían en los hospitales para evitar las adicciones. Parecían golosinas, tal vez fuera eso lo que más le atrajese. Tal vez fuera por eso que los adictos se volvían locos por ellas, no sólo por lo que contenían.
Se tomó una.
Rindou Haitani estaba en su salón.
Al día siguiente, mientras Hope aún estaba sumida en su rutina de aislamiento, una serie de golpes inesperados en la puerta del estudio la sobresaltó. No eran los golpes suaves de la criada. Eran más firmes, casi autoritarios, y su sonido rompió la calma tensa del estudio. Hope se levantó del sofá con una mezcla de curiosidad y molestia, su mente aún revuelta por la pastilla que había leído la noche anterior. Solo la había hecho sentirse peor.
Cuando abrió la puerta, se encontró con una figura que no esperaba en absoluto.
Rindou, el hermano menor de Ran, estaba de pie en el umbral, con los brazos cruzados y un ceño serio que lo hacía parecer incluso más intimidante de lo habitual. Hope parpadeó, sorprendida. Apenas tenía relación con él; su presencia en la casa era rara, casi inexistente. Por lo menos, mientras ella estaba dentro. Fuera, podria pasar cualquier cosa. Aunque eran familiares, siempre había sentido una distancia entre ellos, lo había demostrado el que le hubiese conocido de la peor manera posible.
-¿Puedo pasar? -preguntó, sin molestarse en suavizar su tono. Por alguna razón, ni eso consiguió enfadarla.
Hope se detuvo en seco.
-¿Vienes a decirme que hable con tu hermano?
Los ojos grises de Rindou se posaron sobre ella. Si le daba asco cómo estaba, no dijo nada y lo camufló muy bien.
-Eh... -dijo, no muy seguro-. No me pagan por ello.
Hope asintió, aún demasiado sorprendida para articular una respuesta. Dio un paso atrás, dejándole espacio para entrar. Él cruzó el umbral con la confianza de alguien que no estaba acostumbrado a pedir permiso. Justo como su hermano... Pero de otra manera que no sabría descubrir.
Una vez dentro, Rindou se detuvo en el centro del estudio y observó brevemente el desorden que lo rodeaba: lienzos a medio terminar, pinceles abandonados y, sobre todo, el aire denso y cargado de días de aislamiento. La mirada de Hope seguía clavada en él, aún tratando de entender qué hacía ahí. Una persona estaba en su lugar sagrado, y era el hermano de la persona que más detestaba en ese momento por debajo del abusador de su padre. Hope no sabía qué le pasaba. ¿Serían los efectos de la pastilla? Probablemente la estaba juzgando. Por el desorden y el sin sentido que era tener un espacio como ese cuando se carecia de un talento en primer lugar.
-¿Y mi hermano?
Las palabras de Rindou, tan directas, le atravesaron. Hablar con él era como enfrentarse a una versión de Ran, pero más cruda, sin la calidez ni la sensibilidad que a veces encontraba para su beneficio. Sin embargo, había algo en su tono que no era solo crítica, sino preocupación, aunque fuera difícil de detectar. Tal vez eso fuera mejor que oculta sus pensamientos, directamente.
-Donde sea -respondió, encogiéndose de hombros-. Con su amante. Matando. Contigo... -sacudió la cabeza-. No lo sé. Pero no aquí.
Hope se apoyó en la encimera sucia del estudio. Estaba todo manchado de pintura ya seca. Había dejado sobre unos periódicos antiguos los botes de pintura vacíos. Los había acabado todos, y en algún momento había decidido usar las manos para esparcir la pintura húmeda que quedaba al fondo sobre el lienzo. Los tres lienzos estaban al lado de la ventana secándose. El caballete sucio estaba vacío, a excepción de la paleta que colgaba de un extremo y los pinceles.
Sentía los ojos de Rindou sobre ella aún con la cabeza clavada en él suelo. Aún tenía las manos en los bolsillos de los pantalones, como si esperase algo más de aquella visita inesperada. Ahora que lo pensaba, era la primera persona que entraba en aquel estudio con su permiso.
-Los problemas maritales de mi hermano mayor no son mi problema -dijo con un tono bajo, pero firme-. Ran es idiota, pero al menos conoce su lugar. Y no está en el trabajo o donde lo pueda encontrar.
Al menos en sentimiento era compartido. Hope no se movió de donde estaba, pero sí que se atrevió a mirarle a la cara.
-Pero está raro -continuó, con su tono monótono-. Ha aceptado viajar a Shanghái con uno de nosotros para... Unas cosas que no deberías saber. Da igual. Quédate con lo primero. ¿Sabes dónde puede estar?
Hope apretó los labios. Otro viaje. No le sorprendía. Su matrimonio había sido así desde el inicio; él viajando y ella en esa ciudad que comenzaba a aborrecer. No era ninguna sorpresa, más allá de que al menos ahora sabía que aquello sí era un viaje de trabajo y no una... Hope sacudió la cabeza.
-¿Y por qué me lo dices?
Vio que Rindou sacaba una mano del bolsillo y se la pasaba por el pelo, un corte mullet atractivo y moderno. Un gesto rápido para quitarse un mechón de la cara.
-Shanghái no tiene una buena relación con nuestros negocios.
Arqueó una ceja, instándolo a continuar.
-En el sentido personal. Uno de sus distritos comerciales en la capital era Roppongi hasta que empezaron con la competencia. Nos los quitamos de encima y ahora nos toca buscarnos las vidas con sus jefes. Si no hacemos un acuerdo, comenzarán una guerra que perderán y que no nos beneficiaría.
Para lo poco que necesitaba saber, le estaba contando más cosas de las que esperaba. Entonces sí que se habían criado en Roppongi y eran cercanos a ese mundo del comercio. Al menos eso resolvía parte de los misterios de Ran Haitani. Una parte de todos ellos.
-¿De verdad te crees que me hará caso? Soy la última persona que quiere ver -acabó por decir, en un tono distante y frívolo que rivalizaría con cualquier persona de su familia-. Además, tú pasas más tiempo con él y le conoces. Sin ofender. A mí no me quiere ni ver en pintura.
-No me ofendo -dijo él con sencillez-. Es la realidad.
Al menos él sí que era sincero. Puede que empezase a caerle bien, aunque fuera por la realidad que era esa relación nefasta y desastrosa. Hope se apartó del mueble arrastrando los pies. Los ojos de Rindou se movieron con ella.
Hope suspiró, frotándose la frente y quitándose el sudor.
-Hablar con su amante sería más fácil. Seguro que está con ella, donde sea que estén.
-Ran no tiene una amante, eso lo sé.
Le dieron ganas de echarse a reír, solo por lo gracioso que sería verle la cara al hermano menor que tan fielmente creía en él. No podía evitar pensar en si una vez fue esa persona, que confiaba ciegamente en Ran a pesar de conocer la realidad del matrimonio. Una vez había pensado en la posibilidad de criar a un hijo que no fuera de ellos solo para ahorrarse el pato y compartir cama con él… Y ahora estaba actuando como todo lo contrario, como si le hubiera importado siempre ese hecho y compartir a su marido.
Estaba confundida. Pero estaba más enfadada que eso, y triste. Dolida y destrozada. A veces era mejor no descubrir la verdad.
-¿Te ha dicho algo de por qué estamos enfadados? -preguntó, seguida de una cierta curiosidad.
-Como he dicho, no me importan mucho vuestros problemas maritales.
Cómo no.
Tal vez se lo hubiera dicho y lo ignoraba, pero dudaba que fuera así. O tal vez supiera más de lo que decía, pero era cierto que no quería meterse en los problemas de su hermano. Preferiría quemarse las manos que la humillación pública. Hope miró los cuadros pegados a los ventanales para que se secaran. Una semana entera dibujando y pintando sin sentido para unos cuantos garabatos y manchas. Por no decir que estaba perdiendo el tiempo en abandonar su verdadera responsabilidad: su trabajo de final de grado. Necesitaba acabarlo para entregarlo y que le dieran el título, pero en ese momento, estaba tan mental y físicamente destruida que no sacaba fuerzas para nada. Solo para expresarse a base de brochazos y gastar pintura que en su momento reservó para su obra de final de carrera.
Vio de reojo cómo Rindou se paseaba por el estudio. Las manos en los bolsillos, en una postura tan dolorosamente similar a la de su hermano que solo le daban ganas de gritarle en el caso de que le estuvieran gastando una broma. La última que lo había visto, fue en la casa de Osaka, antes de que Ran la llamara estúpida y forzara a actuar como una verdadera mujer casada; y ella, en consecuencia, se volviera loca. Lo único bueno que podía decir de esa persona a que tampoco conocía era que al menos, a su manera de ver, no era tan estúpido de insultar a la primera. Si los cuadros al lado de las ventanas le parecían horribles, lo camuflaba bastante bien.
-¿Kandinsky? -fue lo único que preguntó.
-No -respondió, mirando hacia lo que él señalaba. Un cuadro con pinturas rojas y azules, en colores oscuros que representaban… Lo que diablos hubiese sentido. Tristeza, tal vez. O rabia-. Él tenía un don y seguía pautas musicales. Nunca habría pintado esto. Y yo tampoco.
Rindou abandonó el estudio minutos después, después de intentar debatirle un aspecto del arte contemporáneo que, según él, se lo habían enseñado en el instituto, y probablemente el apartamento acompañado por la criada. El estudio se sentía repentinamente frío a pesar de la calefacción encendida. ¿Era así como sería su vida? Hope miró a su alrededor.
Y se quedó sola de nuevo.
Ran apareció a la una de la madrugada por casa.
Ella estaba sentada en el final de las escaleras. Las luces de la planta de abajo estaban tenuemente iluminadas, pero podía verse más allá de la nariz de uno. Se había duchado una hora antes, pero tenía el pelo húmedo todavía y ropa cómoda.
Tuvo que verle algo en la cara, porque lo primero que dijo fue entre dientes y rodando los ojos. Él levantó la vista, sorprendido de verla fuera del estudio. Sus ojos se encontraron, y Hope pudo ver el cansancio en su expresión, y la molestia de tenerla ahí. Los días de silencios absolutos en casa, de ignorarse de diferentes formas y, puede, que el haber rechazado la llamada, habían dejado huella. En ambos, seguramente. Dejó de mirarse al espejo hacía mucho para no saber cuál era el nivel de daño que supuso esa fiesta. Pero su mirada no era de ira, sino de algo más difícil de descifrar: tal vez decepción, tal vez resignación.
-No. No voy a discutir hoy contigo.
-¿Y yo sí? -preguntó, sin poder evitar la hostilidad.
Ran suspiró, inclinando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos por un momento, como si estuviera debatiéndose internamente. Aquello demostraba todavía más que no la soportaba, que todo fue un paripé. Exactamente como se merecía. El silencio se alargó, y Hope sintió que el aire entre ellos se volvía más denso, como si la distancia emocional que había crecido entre ambos en esa semana fuera más fuerte de lo que esperaba.
-Tenemos que hablar. Sobre Shanghái.
Había esperado resistencia, pero no esa frialdad, casi distante. Ran no solía evitar las discusiones; era el tipo de persona que enfrentaba los problemas de frente. Pero en ese momento, algo en él parecía haberse cerrado.
Hope pudo ver que algo había cambiado en él, algo que la hizo sentir una culpa aún más profunda. E irritación. De todo. Justamente lo que trató de evitar aquella toda esa semana de silencio; pero mientras ella había estado encerrada en su estudio, procesando su dolor, él parecía haber llegado a un punto de alejarse todavía más. Sabía que no pasaba las noches en casa por lo que escuchaba fuera el escritorio cuando la criada hablaba con la otra mujer de la limpieza. Que el cuerpo seguía como si nadie viviera en esa casa.
-¿Quién te ha dicho eso? -preguntó, tensando la mandíbula.
-Rindou.
Ran suspiró una risa llena de sarcasmo.
-Por supuesto que él haría eso.
-Estaba, está, preocupado. Vino hace unas horas para hablar conmigo-respondió ella, ignorando como podía las manchas rojas del cuello de su camisa y su apariencia-. Te ha llamado varias veces.
Ninguno dijo mucho más. Ran sacó del bolsillo su teléfono, con una funda negra, con el ceño fruncido y una expresión seria que le confirmó lo que ella estaba diciendo. Hope distinguió la molestia en su mirada.
-Vete a la cama -dijo él-. Estaré en...
-Te va a decir que eres un imbécil por irte a Shanghái y pensar que puedes solucionarlo. Tú, de entre todas las personas, y la persona que te lleves contigo-dijo ella-. Y yo también te lo diría, pero visto lo visto eso te va a dar igual. Así que por una vez, imagina que soy Rindou quien te lo dice.
Los dedos de Ran se crisparon alrededor del teléfono, pero al menos ni lo rompió ni se lo lanzó a la cara. Siempre había sido alguien que evitaba las confrontaciones directas, pero esta vez la tensión estaba empezando a romper su fachada fría. Comenzaba a saber cómo leerlo. Hope le vio pasarse la mano de nuevo por la cara. De nuevo, sus ojos volvieron a posarse en las manchas rojas de su camisa. No dijo nada, solo apretó los labios y los dedos y esperó una respuesta en silencio.
-No te metas en mis asuntos.
Las palabras no fueron un grito, pero dolieron igual. Hope sintió que su corazón se encogía al escuchar el reproche en su voz, y entendió la situación. Pero había algo en ella que la empujaba a intentarlo, porque sabía que, si no lo hacía ahora, quizás esa distancia entre ellos se volvería insalvable. Sólo por Rindou. Sólo porque su hermano pequeño se preocupaba por él, porque parecía el único de los dos que se preocupaba por los dos.
Hope decidió dejarlo pasar. Justo lo que esperaba. Había aprendido que no servía de nada echar más leña al fuego, pero también no provocarle sin salir una herida. Y no estaba de humor para soportar una discusión con él. Simplemente estaba cansada de todo, quería tumbarse y que el día acabase para volver a la monotonía básica.
Se levantó del escalón, guardando las manos en los bolsillos de la sudadera cerrada, apartándose el pelo con un movimiento de cabeza. Estaba dispuesta a irse sin empezar una pelea. Esta vez. Lo cual ya era de por sí una hazaña para lo que era ella. Una niña mimada y egoísta. Lo recordaba demasiado bien.
-Hazlo por él -le pidió, a la desesperada, pero sin parecer que iba a lanzarse a sus pies para que le hiciera caso. No haría eso nunca más-. Ha venido hasta aquí y me ha dicho que...
Una familia se preocupaba. Una familia se quería. Incluso si ella no tenía, la familia de él sí se preocupaba por él. Tal vez no se mereciera aquello, tal vez tenía más de lo que una persona como él necesitaba, pero era Rindou el que la había visitado y metido entre ellos para él.
-Alguien tiene que resolver esto, Hope. Son asuntos que nunca entenderías -respondió él, con un tono que la cortó-. No todo se revuelve moviendo las pestañas y esperando sin hacer nada. Y tú no tienes que entender nada. No algo tuyo, sino mío y de mi trabajo. Si no puedes aceptarlo, entonces mejor déjalo en paz.
La brutalidad de sus palabras la golpeó como un puñetazo en el estómago. Sintió que le arrancaban el aire de los pulmones. El silencio que siguió fue denso, opresivo, solo roto por su respiración acelerada y el ruido lejano de la calle que se colaba desde la ventana.
-Dijiste que tu hermano era una de las cosas que más te importaban. ¿Era mentira? Ha tenido la molestia de venir y pensar que yo puedo ayudar. ¿Sabes la humillación que eso? Pensar que eres importante en la vida de alguien. ¿En qué más estabas pensando para que tu hermano viniera a hablar exactamente conmigo?
Él no respondió de inmediato, pero en ese silencio, ella entendió todo. No necesitaba que lo dijera en voz alta, pues esa respuesta siempre había sido lo más transparente entre ellos. Lo vio en la manera en que la evitaba con la mirada, en la rigidez de sus hombros, en la manera en que sus palabras se habían convertido en cuchillos. Siempre había sido así. Él siempre había sido así.
-Bonten.
Bonten. Rindou y Bonten, fuera lo que fuese eso. Siempre sería eso, nada más. El dolor en su pecho era insoportable. Como un saco que había tomado todo lo posible de ella hasta reventar y destrozarla. Pero tenía que aguantarlo. Porque acabar destrozada en frente de alguien como él era ser la imagen de la decadencia, de lo que una vez juró que nunca sería ni en su peor pesadilla.
No se trataba solo de la discusión o de Shanghái. Era la certeza de que, en el fondo, él ya había tomado su decisión, independiente de lo que pudiera ocurrir en el futuro y de lo que la persona que más amaba y conocía le hubiera recomendado, y no había vuelta atrás. El rostro de Rindou se le apareció en la mente, en el momento exacto que le pidió que hablara con su hermano. Las lágrimas que tanto había contenido finalmente escaparon, pero no se movió, no intentó detenerlo.
-Siempre quieres más, ¿no? Aunque eso signifique destruir todo a tu alrededor. Entonces vete -murmuró, dándose la vuelta, su voz vacilando. No supo de dónde había sacado fuerzas para responderle con esa frialdad-. Vete a donde te dé la gana, pero no esperes que alguien se quede esperando lo que ocurre.
-Nunca te pedí que lo hicieras -replicó, con la misma frialdad.
Ella lo miró una última vez, sus ojos llenos de un dolor silencioso pero devastador, camuflado en la sombra de la ignorancia y el desdén más absolutos. Las manos en los bolsillos de la sudadera sudaban y temblaban. Quería irse. Necesitaba... Necesitaba salir de ese lugar, respirar aire, sentir la luz del sol, aunque ahora fuera de noche.
-Tienes los restos de la cena en la nevera.
Luego, sin decir más, dio media vuelta y salió de la habitación, el eco de sus pasos resonando en el pasillo vacío. El golpe de la puerta resonó con fuerza en el pasillo mientras ella salía del departamento, sintiendo como si hubiera dejado algo irremediablemente roto a sus espaldas. Tal vez fuera así, por exactamente eso.
Sus pasos eran rápidos, casi frenéticos, mientras intentaba contener la rabia y el dolor que latían bajo su piel, a punto de estallar. Estaba demasiado abrumada por la discusión, por las palabras hirientes que se habían lanzado el uno al otro como dagas todo ese tiempo y el desdén que sentían el uno por el otro. Sus palabras amables se habían acabado desde el momento que ella se perdió en la tormenta y despertó en una nueva realidad matrimonial.
¿Cómo había llegado todo a esto? Se preguntaba una y otra vez mientras apretaba los puños, sus uñas clavándose en las palmas. Siempre había sido así. Desde que nació, se le dio a entender que nunca tendría opción a elegir y menos cuya opinión fuera a tener en cuenta. La educación estricta, las palizas, los dolores en las articulaciones que podía sentir solo con pensar en los momentos dentro de aquella casa lujosa y jaula por dentro... No había cambiado absolutamente nada. Esa constante necesidad de más. De algo más grande, más peligroso, más poderoso. Pero ella siempre había pensado que, al final, en algún momento de su vida podría respirar.
Durante dos años fue así. Los dos se ignoraban y no mediaban palabra, pero al menos podía tolerarse. Y ahora no quedaba nada de eso; solo podía tomar el camino fácil que era irse con la única persona que en ese mundo la apoyaba, por poco que le quedase. Caminó directamente hacia el dormitorio, encendiendo la luz con un rápido movimiento. Hacía una semana que no entraba en ese lugar, a excepción de un momento en el que salió para recoger algunas de sus cosas sabiendo que la casa estaba vacía. El cuarto estaba ordenado, las sábanas intactas, todo en su sitio, pero a ella le parecía un lugar ajeno. Un escenario vacío, sin la calidez que alguna vez sintió para llamarlo como "suyo". Decidió no perder el tiempo en ñoñerías.
Se dirigió al armario, las luces del techo encendidas, y sacó una pequeña maleta, el sonido de la cremallera llenando el aire mientras la abría con determinación. El armario olía a la colonia de Ran. Comenzó a meter ropa en la maleta: un par de camisetas, unos jeans, ropa interior, y un suéter abrigado. No estaba empacando mucho, solo lo esencial para pasar la noche fuera. Pero mientras sus manos doblaban las prendas y las colocaban cuidadosamente en la maleta, sentía que este simple acto tenía un significado mucho más profundo. Era como un acto de afirmación, de reafirmar que podía elegir su propio camino, aunque solo fuera para una noche. Se estaba yendo, al menos por ahora, para poner distancia entre ellos, para aclarar sus pensamientos sin la presencia opresiva de Ran.
A aquellas alturas, lo que le ocurriera no iba a ser responsabilidad suya. Que hiciera lo que quisiese. Ella también lo haría, y a su manera de ser. No iba a dejar que sus tonterías le afectasen durante un segundo más.
A medida que iba llenando la maleta, sus movimientos se volvieron más rápidos, más seguros. Tomó su cepillo de dientes, algunos productos de cuidado personal, y los metió en un neceser pequeño. Intentó convencerse de que era lo correcto, que era lo que se merecía por esas semanas de insomnio y malas experiencias. Que después de haber vivido todo aquello, no había lugar para ella en ningún lado de esa casa y de la vida de él. Cerró la maleta de golpe y la levantó, sintiendo el peso físico y emocional de lo que estaba a punto de hacer. Mientras caminaba hacia la puerta, algo en ella se relajó ligeramente.
Esta noche, al menos, se iba a elegir a sí misma.
Uno de los guardaespaldas estaba ahí. Miraba al a uno de los cuadros abstractos que siempre había visto ahí cogiendo polvo y odiado. Su tía tenía una casa a su nombre, ahora vacía por su estancia en el hospital. Muchas veces le dejaba claro que podía usarla cuando le diera en gana, sin necesidad de avisar… Ese podría ser su escondite, o su mausoleo. Un lugar donde realmente pudiera descansar y pensar; saber qué hacer a continuación.
-Señora -el hombre hizo una reverencia por la mitad al verla. Sus ojos se clavaron en la bolsa que llevaba en el hombro-. ¿Va a…?
-Llévame al hospital. Quiero estar con mi tía.
Al principio, el hombre se quedó quieto y en silencio. Estaba pensando. Era la una de la madrugada, los hospitales no dejaban entrar a las visitas a esa hora. Y él lo sabía, pero a ella le daba igual lo que pensaran de ella a esas alturas.
-El señor Haitani no nos ha dicho nada.
-Lo que el señor Haitani diga me da igual -respondió, y casi se sintió mal por hablarle a alguien que no tenía la culpa de nada, que solo seguía órdenes-. Dame las llaves del coche. Tiene GPS, ¿no? Con eso servirá para que no os despidan.
El hombre la miró en silencio, con los hombros tensos y sin saber bien qué hacer, pero una de sus manos ya estaba hurgando en los bolsillos de su traje. Lo estaba poniendo en un compromiso; si obedecer al hombre que le pagaba el salario con una generosa cuenta u obedecer a la mujer de este, que al parecer no tenía el mismo papel autoritario por ser un objeto conseguido con un contrato. A la mierda de todo. Podía llamar a un taxi y marcharse a donde le diera la gana que nadie la encontraría. Al final, a nadie le importaba lo que dijera.
Hope se marchó esa noche a casi la una y media de la madrugada, y condujo por las calles de Roppongi hasta salir del famoso distrito y adentrarse en un mundo que apenas reconocía. La casa de su tía no estaba en el distrito, sino en un barrio tranquilo pero rico donde muchas celebridades importantes del sector residían o tenían sus segundas casas. Era una residencia amplia, con ese detestable estilo minimalista pero que al menos se compensaban con una decoración cuidada y de color por los cuadros abstractos que recordaba haberle recomendado una vez… Resultaba que su tía era probablemente la única que le prestaba atención, al parecer.
Ahí iba a quedarse. En esa casa tan vacía y silenciosa, pero con una alarma de protección que al menos la acompañaba y hacía sentir segura. La piscina en el patio exterior estaba bien cuidado cuando salió a revisar las cerraduras, y a recoger una segunda llave que había debajo de un jarrón. Decidió al instante que iba a dormir en el cuarto de invitados, más que nada porque aquello no era su casa y no quería resultar una invasora.
Después de una semana, sabría lo que hacer.
Después de una semana, puede que hablase con Ran.
Pensaba quedarse una semana.
Pensaba que aguantaría solo aguantó cuatro días hasta volverse loca.
El primer día, la primera vez que se despertó pensaba que estaba en una pesadilla. Con la respiración acelerada y el cuerpo empapado en sudor, se había despertado violentamente de una pesadilla. Pero eso fue por la noche. Aquella noche de antes, la noche que decidió marcharse del apartamento de Roppongi, fue la noche que pudo dormir. Una noche tranquila en la que durmió sin interrupción, sin soñar, sin el miedo constante… Hasta que se despertó por el sonido de la alarma que la asustó. Y todo estaba en silencio, uno al que no estaba acostumbrado; a la calma, a estar lejos de las tensiones de la vida cotidiana… Fue como respirar por uno mismo. No duró mucho hasta que llamó a su tía y habló con ella. No iba a ir a verla, pero se pasaría por el hospital cuando se acostumbrase a aquel silencio y soledad.
Llevaba dos años acostumbrada a la presencia de la criada, la amable mujer a la que casi había despedido cuando estuvo a punto de pasarle el teléfono con Ran al otro lado. No debería haberlo hecho, pero estaba enfadada. Solo tendría que haberle hecho pasar un mal momento a la persona en el teléfono, pero no a ella. Y se arrepentía. Ese día no hizo mucho, solamente pasear por la casa, por el patio con la piscina, y respirar. Y pensar en…nada. Realmente no había pensado en nada.
Al día siguiente, fue casi de lo mismo. Empezó a hacer cosas de la universidad, conectada al ordenador de la casa con su cuenta de alumno. Estuvo todo el día trabajando, buscando referencias históricas y pictóricas, buscando ejemplos que sirvieran para lo que estaba haciendo con su lienzo. Todo lo que sirviera para distraerse y avanzar en lo que realmente tenía interés para ella.
Su carrera.
Su carrera y su futuro.
Pero, esa noche, el silencio la volvió loca. Dio otro paseo, y cenó por segunda vez una pieza de fruta al lado de la piscina mojándose los pies, angustiada por toda esa soledad y sobre todo el silencio. Se preguntó cuánto hacía que nadie se bañaba en ella, del por qué la cuidaban un lugar que dentro de poco dejaría de funcionar correctamente. Las fotos de su tía en el pasillo de arriba le recordaban a una parte de su infancia, de cuando la mujer iba a la casa familiar para las celebraciones más por compromiso que por querer, y se quedaba con ella sentada en las escaleras mientras los hombres fumaban y la pesada de su hermana lloraba por la atención que rápidamente las criadas le daban por miedo. Había sido la única persona en apoyarla, dentro y fuera de esa casa, y pensar en perderla… Era como perder su único apoyo en aquella vida. ¿Qué haría sin ella? Tenía que verla graduarse, verla convertirse en lo que había participado.
El tercero decidió dividir el día para tener tiempo para ella misma. Por la mañana, hizo la comida mientras veía tutoriales de comida básica y limpió. Descubrió antiguos bocetos de ropa que su tía había descartado en algún momento de su vida, pero guardado en la calidez de su hogar. También descubrió el retrato de su antiguo marido, un hombre que le fue infiel y ella se divorció por adulterio. Por la tarde, comió y dejó los restos para la cena en la nevera, apenas llena, lo que indicaba que pronto tendría que salir para hacer la compra. Su tía la habría provisto de comida en silencio después de avisarla del tiempo que pasaría en su casa. Continuó con su trabajo, y se atrevió por primera vez a investigar sobre la aplicación de trabajo y las ofertas que más le interesasen para el futuro; descubrió de paso que habían empresas que contrataban becarios todavía en la universidad que fomentaban su futuro y le daban oportunidades para cuando comenzara su vida laboral.
Nada como tener un Plan B en caso de emergencia.
Por la noche, se fue a la cama después de darse un largo baño donde leyó en las noticias que su universidad había aceptado una donación de diversas empresas para financiar el arte y la cultura de las letras.
No pudo dormir bien. De hecho, tardó más entre vuelta y vuelta en coge una postura adecuada para hacerlo.
El silencio en la casa era abrumador, roto solo por el leve zumbido del aire acondicionado. No hacía calor, pero la temperatura interior era calurosa por la calefacción, decente. Hope se despertó de golpe, su garganta seca y la mente aún confusa por los retazos de un sueño inquieto. ¿Desde cuándo soñaba con Anabella rechazando su último trabajo? Eso la hizo pensar fugazmente en que debería quedar con ella para que revisara sus escritos. Con un suspiro cansado, se levantó de la cama, incapaz de soportar la pesadez en el pecho, y salió al pasillo en dirección a la cocina, incapaz de quedarse quieta hasta volver a dormirse, el frío del suelo acariciando sus pies descalzos. Todo parecía normal, como siempre. Terriblemente aburrida, silenciosa, vacía…
¿Su tía se habría sentido en algún momento de esa manera? Después del divorcio, se centró en su carrera laboral y fue el momento de mayor éxito, pero a la vez que se le sumaban los problemas de la enfermedad y la disputa por los bienes familiares.
El apartamento estaba oscuro, pero la luz tenue de la luz entraba por los enormes ventanales hasta el techo. Las luces de la piscina y el exterior guiaban el camino. Al menos los arquitectos fueron inteligentes en el diseño del hogar, sin perder detalle. Las luces, eso sí, creaban sombras de las que hasta el momento no se había percatado, tanto de muebles como del movimiento del agua. ¿Iba a pasar otra vez mirando el movimiento del agua de la piscina? Si lo hacía, esta vez cogería una manta para no helarse. No había cogido un pijama, y dormía ahora con la ropa interior puesta y una camiseta, cosa que el tiempo no le agradecía. ¿Iba a comerse medio tarro de helado como la primera noche después de soñar de nuevo con lo ocurrido en Osaka? No quería recordarlo, solo le daba dolor de cabeza, en la pequeña cicatriz, de cuando se había caído y golpeado contra una piedra en el camino. Cómo el frío le había helado el cuerpo mientras intentaba regresar a la casa.
No encendió las luces; la penumbra ya le era algo familiar. Abrió la puerta de la nevera y sacó una botella de agua, el brillo frío iluminando la pequeña habitación durante un instante. Bebió, sintiendo su garganta y cuerpo refrescarse, y enseguida se dio cuenta de lo exagerada que estaba siendo solo por una pesadilla. Al menos, ya que todavía estaba despierta podría continuar redactando o estudiando todo lo atrasado. Sí, podría ser… Al darse la vuelta, el corazón le dio un vuelco. Mientras giraba para servirse, notó algo que hizo que el aire se le atascara en la garganta. Una figura, inmóvil, sentada en el sofá del salón. El susto fue tan repentino que casi dejó caer la botella.
-¿Qué co…? -se quedó por la mitad al darse un golpe contra la encimera, que la asustó, su voz rompiendo el silencio.
Ran estaba sentado en el sofá, como si hubiera estado allí toda la noche. Sus codos descansaban sobre las rodillas, y las manos entrelazadas colgaban entre sus piernas. Tenía la cabeza inclinada hacia adelante, pero sus ojos estaban fijos en ella, oscuros y serios bajo el cabello desordenado que le caía sobre la frente. Estaba quieto, demasiado quieto, como un muñeco de tienda al que vestía y movían a su antojo. Como un depredador analizando a su presa en silencio, antes de que esta la descubra. Supuso que ese era su trabajo; analizar y saber quién era cada persona.
Pero esa forma de observar… Era aterrador, por quedarse corto. Sus dedos se aferraban a la botella de agua fría, pero el frío en su pecho era más fuerte, tanto que se había quedado congelada en el sitio. ¿Cómo había llegado? ¿Cuánto tiempo llevaba…? Un momento. ¿Cómo había entrado? Lo primero que hizo al llegar a la casa fue asegurarse de su propia seguridad.
-¿Qué haces aquí? -preguntó en voz baja, apenas en un susurro, su voz temblando un poco de lo que le habría gustado. Dejó la botella sobre la encimera, pero no la soltó.
Ran levantó la cabeza lentamente, como si fuera consciente del impacto que su presencia tenía en ella. En su rostro no había ni rastro de la arrogancia habitual, ni de la sonrisa socarrona que muchas veces la desconcertaba. Esta vez, solo la miraba con una intensidad que la hacía sentir vulnerable, desnuda ante sus ojos. Y nada de eso le gustaba. Porque la primera vez que se sintió así, habían acabado en otra discusión entre muchas a lo largo de esas semanas.
-Te fuiste -fue lo primero que dijo, en un tono neutro que aun así se sintió como una pesadez en los hombros-. Sin permiso y sin seguridad.
Ran se recostó hacia atrás, a una lentitud aterradora, pasándose una mano por el cabello en un gesto que ella conocía bien. Estaba intentando contenerse, buscando las palabras adecuadas y que no consiguieran una mala reacción de ella, algo que rara vez hacía. Empezaba a entenderlo, a leer a través de él, aunque a él no le gustara. Era directo, sin filtros, siempre diciendo lo que pensaba, pero esta vez parecía caminar sobre una cuerda floja.
-Pensaba que habrías hecho una locura hasta que ese guardaespaldas me dijo que te había dado las llaves del coche -continuó él, con una sinceridad que rara vez mostraba y una parsimonia envidiable. A la vez, la estaba retando-. ¿Sabes que tiene GPS? Has estado tres días sin moverte del mismo sitio, al menos en coche.
El rostro de Hope se endureció por un instante, recordando cada palabra hiriente que se habían lanzado ese día, aunque no fuera la intención por la que había empezado a hablar con él esa noche, sino en nombre de Rindou. Pero cuando Ran llegó hasta ella, quedó atrapada por sus ojos, esos ojos que lograban derrumbar las defensas que intentaba levantar.
-Necesitaba espacio, y no necesitaba permiso ni de ti ni de nadie para marcharme. Quería, y quiero -remarcó esto último para hacerse entender, aunque sabía que era imposible-, estar sola.
-¿Espacio? -la interrumpió, en un susurro afilado, casi como una advertencia-. ¿Te parece que después de todo puedes simplemente desaparecer y pedir espacio? Podrían haberte secuestrado solo por esta tontería. Hacerte daño. ¿Te parece que es una situación que me agrada vivir?
Se levantó lentamente del sofá, y a pesar de la oscuridad, su movimiento tenía una fluidez que era casi intimidante. Con la agilidad de un felino acechando a su indefensa presa… Sus pasos fueron lentos, deliberados, mientras se acercaba a ella, la mirada fija, penetrante, como un depredador que no había decidido aún si atacar o no.
Lo primero que hizo Hope fue retroceder un paso, sin quererlo, su cuerpo reaccionando antes que su mente. Fue como un instinto, un movimiento instintivo de su cerebro para huir de lo que podría avecinarse. El apartamento que había sido su refugio ahora se sentía demasiado pequeño, demasiado claustrofóbico. Ran no era un hombre fácil de leer, pero la energía que emanaba en ese momento era densa, casi sofocante. Podía conocer algunos de sus gestos, pero no sus verdaderos pensamientos. Había tensión en cada músculo de su cuerpo, en cada paso que daba hacia ella.
-No podía estar en esa casa más tiempo o me volvería loca, y lo sabes -dijo, sabiendo que no le importaba lo que dijera-. De todas formas, ¿qué más te da? Deberías estar en Shanghái. O no. Porque me da igual a estar alturas. Supongo que si estás aquí es porque Rindou ya te habrá llamado imbécil.
-¿No podías soportarlo? -su voz era como una bofetada, pero baja, casi susurrante, haciendo que fuera… Más peligroso-. ¿Pensabas que marchándote de esa manera ibas a salirte con la tuya?
-Lo he conseguido y sin problemas. No ha estallado la guerra, ¿no? Porque estás aquí después de… -miró el reloj encima de la nevera, marcando la hora que era y lo tarde que era. Solo podía pensar en que era demasiado tarde y que llevaba ahí esperando como un verdadero psicópata-… Cuatro días. Ya son las doce.
Él no respondió de inmediato. Se enderezó, separándose unos centímetros de ella. Deslizó las manos por los bolsillos de su chaqueta de cuero, como si aquello fuera la cosa más casual del mundo, pero su mirada no perdió ni un ápice de intensidad o significado.
-Deberías estar en Shanghái, o donde sea. Pero no aquí. ¿Por qué has venido aquí, Ran? ¿Te aburrías? ¿O es tu misión enfadarme o hacerme sentir como si fuera una mierda?
De repente, sin previo aviso, sacó las manos de los bolsillos y las posó en la encimera a ambos lados de ella, encerrándola entre sus brazos. Hope no pudo evitar retroceder un poco más, su espalda chocando con el borde de la cocina. Ahora estaba atrapada, literalmente, con su cuerpo pegado al de él, sintiendo el calor y la tensión que emanaban de Ran.
-Lo que necesitamos -continuó, su voz baja, casi ronca— es que dejes de huir de lo que ocurre. No puedo soportar verte correr cada vez que las cosas se complican. Y tú tampoco deberías quererlo.
Hope se quedó sin aliento, atrapada entre el miedo y la familiaridad de lo que significaba estar tan cerca de él. El peligro en su tono, esa mezcla de posesión y frustración, la hacían sentir una espiral de emociones que no podía controlar. Había querido distancia. Quería pensar. Pero él la había alcanzado. Y ahora, con su cuerpo tan cerca, su mirada penetrante y su presencia envolviéndola, sentía que estaba perdiendo el control de nuevo.
-No entiendes nada -dijo ella-. Nunca lo has hecho. ¿Para qué? Si tu vida era y sigue siendo sencilla cuanta menos atención me prestes o mires a tu alrededor. Seguro que habría sido un alivio dejarme en esa montaña, casado con otra mujer a la que sí quieres.
La observó en silencio por un momento, sus ojos recorriendo su rostro, como si buscara algo que le parecía interesante. Y eso, la ponía de los nervios.
-No he venido aquí para discutir más, pero me estás tentando -susurró, inclinándose lo suficiente para que su aliento rozara su piel-. He venido porque no puedo dejar que esto termine así. Las cosas no funcionan así, Hope. Y deja de hablar como si tuviera una mujer en cada brazo porque sabes, te dije, que no es así. No soy un mujeriego como te gustaría que fuera. Ni siquiera tengo el tiempo que me gustaría para ello.
Tenía valor que le dijera eso después de lo que vivieron. Hacía mucho ya que su mano se había enfriado, y cambió la botella de extremidad. Luego, lentamente, retiró una mano de la encimera y la levantó hasta rozar su mejilla, un gesto que contrastaba con la intensidad de todo lo demás.
-No dejaré que te vayas -murmuró, cargada de una amenaza latente-. Te guste o no, estamos casados.
Hope lo sabía. Sabía demasiado bien que estaban casados, pero que a nadie más le importaba lo que ocurriera de puertas para dentro. Lo único que se buscaba con esa alianza, eran beneficios. Extender el linaje de los Wägner a través de una gran familia y exitosa para dar beneficios a lo que los Wägner perderían por tener dos hijas; una bastarda y una legítima, pero mujeres al final de la noche. Ninguna heredaría, sino que a través de su descendencia daría un buen uso a su género. Hope llevaba atrapada en esa vida años, hasta que se casó con Ran Haitani en un intento se alejarse y al poco tiempo, hacía poco, descubrió que no era más que una herramienta.
Ahora, estaba atrapada entre el calor de su cuerpo y el frío gélido de la amenaza. Su respiración se aceleraba, pero esta vez no era solo por el miedo. Era por la rabia que había estado acumulando durante días, por la frustración de que él quisiera tener el control, de que nunca le permitiera espacio para respirar, para pensar. De volver un enser inútil y la tratase como le viniera en gana. Estaba tan cansada.
-Cállate ya.
Hope cerró los ojos, su cuerpo respondiendo a la mezcla de sensaciones contradictorias: la familiaridad de su toque, el miedo a su intensidad, y la parte de ella que sabía que, a pesar de todo, nunca la dejaría ir por mucho que lo intentase. El silencio de la habitación se hizo aún más notable, casi podía saborearlo. Ran, que siempre tenía el control, aplacado por dos simples palabras.
-¿Qué?
Hope le sostuvo la mirada, sin apartar los ojos, a pesar de que su corazón palpitaba con fuerza y sus oídos comenzaban a escuchar su flujo. Ya no iba a dejar que la callasen. No iba a dejarse intimidar. Estaba cansada de que todos la manejaran a su antojo. Ahora, iba a ser ella la que rindiera cuentas.
-Te he dicho que te calles -repitió, su voz más firme con una fuerza desconocida-. No voy a escuchar más de lo que tengas que decir. Estoy cansada de todo, y tu ni siquiera te das cuenta. Ni siquiera te das cuenta de por qué estoy aquí. ¿Para qué? Es más fácil arrastrarme de los pelos, ¿no? O atarme.
Hope respiró hondo, su pecho subiendo y bajando mientras sentía la furia crecer dentro de ella. No tenía miedo de él en ese momento, no como lo había sentido antes. No iba a ceder más terreno.
-No tienes ni idea de lo que dices nunca, del daño que haces. O tal vez sí, que es lo probable, porque siempre consigues que la gente se sienta mal incluso sin tener la culpa de nada. ¡Y no es justo, joder! -le echó en cara, por primera vez usando un tono serio y duro, sin dejarse achacar por la situación-. ¡Eres un egoísta! Siempre lo has sido. Desde que apareciste por la casa de ese hombre y dijiste que te casarías sí o sí. No sabes ni siquiera lo que…
Su otra mano se levantó y se posó en su cadera, firme, tirando de ella con un gesto suave pero inevitable, su palma apretando la parte de piel cubierta por la ropa interior. Hope sintió el calor de su cuerpo acercándose aún más, una presión que la atrapaba, que la mantenía en ese espacio donde cada fibra de su ser respondía a la cercanía de Ran. Tampoco parecía importarle que su única ropa fuera la de estar en la cama; ropa interior y una camiseta de tirantes. Podía sentir su aliento en su cuello, sus labios peligrosamente cerca de su piel.
-Lo que necesitamos -la interrumpió él, su tono bajo y amenazante- es dejar de huir cada vez que las cosas se complican. Porque no voy a ir detrás de ti como si no tuviera derecho a estar en esto. ¿Crees que voy a dejar que te alejes solo porque estás asustada? -sus ojos se oscurecieron aún más, su mano en su cadera aferrándola con más fuerza-. Eso es de cobardes.
Sentía la presión de su cuerpo sobre el suyo, la manera en que su proximidad la envolvía, atrapándola entre el deseo y el miedo. Ahogándola, amarrándola a un destino del que ella no saldría viva. Como una araña con sus víctimas. Sabía que Ran tenía una forma de no aceptar el “no”, de empujarla hasta sus límites, de volverla completamente loca, y ahora lo estaba haciendo de nuevo.
-Estás huyendo porque es más fácil que enfrentar lo que realmente piensas. Lo que sientes.
Su rostro se inclinó aún más cerca, su nariz rozando la de ella, su aliento cálido sobre sus labios. Hope sintió su pulso acelerarse aún más, el calor de su cuerpo haciéndola sentir vulnerable, atrapada. Sabía que Ran podía leerla (había aprendido en ese corto tiempo pasando tiempo juntos), y lo odiaba por eso. Odiaba cómo siempre encontraba el modo de desarmarla, de hacerla confrontar sus emociones, incluso cuando lo único que quería era huir. Huir del destino, de un futuro incierto que no le gustaba.
Quería ser artista, vivir esa vida bohemia de la que todos hablaban, encontrarse a sí misma en un estilo, y una vez se replanteó hasta aceptar la beca estudiantil para marcharse a Europa a estudiar el tiempo que necesitase, abandonando todo porque a nadie le importaría… Pero no lo hizo. Por miedo a exactamente eso. A abandonar todo, a abandonar una vida que en el fondo disfrutaba de que fuera así; aburrida y simple, lo que ella siempre había buscado. Sin palizas, sin órdenes… Pero ahora, estaba huyendo.
-No puedes alejarme -murmuró él, su voz apenas en un susurro mientras sus labios rozaban los de ella, temblorosos-. Lo que hay entre nosotros es más fuerte que esto. Esa tensión, esas discusiones, nuestras miradas.
Las palabras de Ran se clavaron en su mente, dejando a Hope en una confusión emocional. Una parte de ella no podía soportar la manera en que él manejaba todo, como si el control fuera su derecho. Como si ella no tuviera otra opción de aceptar… Pero también había otra en la que sabía que tenía razón, que lo que había entre ellos dos era algo que no podía ignorarse. Ni huyendo, ni alejándose lo máximo posible.
Y, sin embargo, en ese momento, con su cuerpo atrapado entre él y la encimera, sus dedos aferrándose a su cadera, y su mirada inquebrantable clavada en ella, Hope sintió que cualquier resistencia que quisiera mostrar se desvanecía. Lo odiaba, pero también lo amaba. Lo temía, pero también lo deseaba. Y esa dualidad la estaba destrozando.
-Tal vez sí sea una cobarde, pero tengo motivos -susurró, las lágrimas empezando a acumularse en sus ojos después de un rato de silencio tenso-. No sabes absolutamente nada de mí, ni de cómo me siento ni nada.
-No, no sé nada, pero porque tú tampoco dejas que lo sepa -repitió, casi como un suspiro. Ran exhaló, su aliento cálido acariciando la piel de su rostro. Bajó la mano de su muñeca, dejando que sus dedos trazaran una línea lenta y calculada por su brazo, generando escalofríos, hasta entrelazarse con los suyos. El simple contacto la hizo temblar-. Pero eres la mujer que se negó a ponerse mi apellido. Eres la mujer más necia que me he encontrado nunca. No puedes huir cada vez que te sientas abrumada, porque esa no es la mujer que vi en esa casa pintando y debatiendo sobre qué color debía usarse.
Hope sintió una mezcla de emociones aplastándola, sofocándola. Lo recordaba; recordaba lo que le dijo, la mezcla de pinturas, la breve conversación que tuvieron antes de su compromiso repentino… Pero también sabía que estar con Ran significaba aceptar todo lo que él traía consigo: la intensidad, el peligro, la posesión. Él la quería, pero a su manera, y esa manera la hacía sentirse atrapada, como ahora, con su cuerpo rodeado por el de él, sin escapatoria.
-Yo… -susurró, intentando encontrar las palabras correctas, pero él la cortó antes de que pudiera continuar.
-No. No hay más excusas, más huir -voz se volvió aún más baja-. Soy tu esposo. Y te guste o no, estamos juntos en esto. No te voy a dejar marchar, Hope. No voy a dejar que sigas pensando que solo eres la decoración de una casa vacía.
Sus palabras cayeron sobre ella como una sentencia, y por un momento, el miedo la envolvió por completo. Sabía que Ran no era de los que se rendían, y ahora lo veía más claro que nunca. Había una posesión en su mirada, una determinación implacable que la hacía sentir pequeña, acorralada. Casi como la del día de su boda, cuando le puso el anillo el dedo y dijo sus votos. Pero al mismo tiempo, esa misma intensidad, esa fuerza arrolladora que siempre había sido parte de él, también la atraía de manera irremediable.
-Eres un imbécil.
Ran Haitani la miraba con cierta adoración.
La tensión en la habitación era palpable, envolviéndolos como una tormenta que amenazaba con desatarse en cualquier momento. Los dedos de Ran seguían entrelazados con los de ella, su tacto firme pero no agresivo, como si tuviera el control absoluto incluso en ese gesto aparentemente inofensivo. Cada milímetro de espacio entre sus cuerpos parecía electrificado, cargado de una energía que era imposible ignorar. Y Hope lo sentía en cada respiración, en cada latido de su corazón acelerado.
-No me mires así -murmuró ella, sin saber si sus palabras eran una súplica o una advertencia. Sus ojos lo evitaban por momentos, pero algo más profundo la obligaba a mirarlo, atraída por la intensidad que él irradiaba-. Lo odio.
Ran no apartó la mirada. Al contrario, sus ojos recorrieron cada centímetro de su rostro, descendiendo lentamente hasta sus labios, como si cada parte de ella fuera un terreno que él reclamaba sin necesidad de palabras. Era esa misma intensidad la hizo tambalearse durante su beso en el ascensor, ese modo en que podía hacerla sentir deseada y vulnerable al mismo tiempo.
-¿Cómo quieres que te mire, entonces? -preguntó él en voz baja, su tono teñido de una provocación peligrosa-. ¿Quieres que pretenda que no me vuelves loco cada vez que estás cerca? ¿Que no me importa que hayas intentado huir de mí desobedeciendo mis órdenes más directas?
Su aliento se hizo más pesado, su proximidad llenando el espacio que quedaba entre ellos. Ran no necesitaba alzar la voz para que sus palabras la alcanzaran de lleno, cargadas de una promesa velada. Y aunque en su mente, Hope luchaba por mantenerse firme, su cuerpo la traicionaba. Sentía el calor de él irradiar hacia ella, una atracción magnética que no podía negar, incluso si quería.
-No estoy huyendo de eso -dijo, pero su voz sonó más suave de lo que pretendía, y sabía que Ran lo notaría.
Ran soltó una pequeña risa. Era más una afirmación de control, como si ya supiera lo que ella estaba sintiendo, lo que intentaba negar.
-¿Ah, no? -susurró, su rostro inclinándose aún más cerca, hasta que su nariz rozó suavemente la de ella-. Entonces dime, Hope, mi querida Hope… ¿qué es lo que quieres ahora? -su tono era bajo, seductor, casi un desafío-. ¿De verdad quieres que me vaya, que te deje sola aquí, cuando sé perfectamente lo que estás pensando, lo que sientes?
Hope cerró los ojos por un instante, luchando contra el deseo que se agitaba en su interior. Podía sentir la calidez de los labios de Ran apenas a unos centímetros de los suyos, el latido constante en su pecho aumentando con cada segundo que pasaba. Él la rodeaba, no solo físicamente, sino con su presencia abrumadora, con la manera en que siempre sabía cómo desmantelar cada barrera que intentaba levantar.
No respondió de inmediato, pero su silencio solo parecía alimentar la seguridad de Ran. Y no podía evitar sentir ese desprecio naciendo de nuevo por su personalidad arrogante. Sus dedos, aún entrelazados con los de ella, se movieron lentamente, trazando círculos suaves sobre su piel, un toque que era a la vez tranquilizador y cargado de intenciones.
-No tienes que decir nada -murmuró él, su voz casi un ronroneo mientras sus labios rozaban la línea de su mandíbula, apenas un roce, pero lo suficiente para hacer que Hope contuviera el aliento-. Puedo sentirlo. Siempre lo he hecho. ¿O es que no recuerdas nuestros anteriores besos?
Sus labios siguieron bajando lentamente, casi rozando su piel, lo suficientemente cerca como para que el calor de su aliento la hiciera estremecer, pero sin tocarla completamente, lo que solo aumentaba la tensión. Hope apretó los labios, tratando de resistir esa atracción que la envolvía, pero su cuerpo reaccionaba antes que su mente. Sus respiraciones se volvieron más rápidas, más profundas, y su piel hormigueaba bajo el contacto de Ran.
-Ran… -intentó protestar, pero su voz sonaba quebrada.
La interrumpió, levantando la otra mano para deslizarla por su espalda, acercándola aún más a él en un gesto inesperadamente placentero y despreocupado. Sus largos dedos se posaron sobre la tela de su espalda baja, acariciando la zona distraídos.
-No tienes que luchar contra esto, Hope. No puedes luchar contra lo que ocurre entre nosotros -sus labios descendieron lentamente, apenas rozando la piel de su cuello, enviando una descarga eléctrica por su cuerpo-. Contra mí -Hope sintió que sus fuerzas flaqueaban.
Su resolución desmoronándose ante la forma en que Ran la tocaba, cómo su voz parecía calmar y encender sus sentidos al mismo tiempo. Sabía que debía poner distancia entre ellos, que este ciclo de atracción peligrosa y discusiones intensas los estaba consumiendo. Pero, al mismo tiempo, cada centímetro de su ser gritaba por esa cercanía, por esa conexión tan poderosa que la dejaba sin aliento.
No podía ser. No podía ocurrir nada entre ellos, porque entonces perdería el control. Solo pensarlo, le recordaba las amenazas de su padre sobre que fingiera que había perdido la virginidad con él en vez de dejar que lo descubriera al momento. ¿Cómo podía hacer eso? ¿Cómo iba a ser tan mentirosa y humillarse de esa manera? Le dejó claro que si no lo fingía, el matrimonio sería anulado porque se siempre buscaba esa inocencia para demostrar que los hijos no fuera ilegítimos.
-Esto no está bien. Me estoy volviendo loca, no puedo pensar con la claridad -murmuró débilmente, aunque su cuerpo traicionaba esas palabras al acercarse más a él, al dejar que la calidez y la firmeza de Ran la envolvieran por completo.
-¿No está bien? -repitió él, su tono cargado de una seguridad absoluta mientras sus labios seguían trazando una línea peligrosa en su cuello-. Entonces, ¿por qué no te apartas? ¿Por qué no me dices que pare?
Su boca llegó a su oído, a las pecas que decoraban las puntas y que ella había odiado a medida que pasaba la adolescencia, y Hope sintió el escalofrío que recorrió su columna vertebral cuando el susurro de Ran la envolvió.
-Porque no quieres que lo haga -terminó él, con una convicción que la dejó completamente expuesta-. Quieres esto tanto como yo, pero desde hace tiempo.
Ran tenía razón, y ambos lo sabían. Sus cuerpos estaban tan cerca que podía sentir su corazón latiendo contra su pecho, y el deseo latente entre ellos era imposible de ignorar. Las manos de Ran, una en su cadera y la otra aún entrelazada con la suya, la mantenían atrapada, pero de una manera que su propia piel ansiaba. Cada roce, cada palabra susurrada, cada mirada oscura y cargada de deseo estaba llevándola al límite.
Hope exhaló un suspiro tembloroso, sus pensamientos enredados en la maraña de emociones que la envolvían. Parte de ella quería resistir, quería recuperar el control de la situación, pero otra parte, una mucho más profunda y poderosa, estaba rindiéndose al magnetismo que Ran siempre había ejercido sobre ella.
-Dime que pare, Hope -susurró él, su voz grave y cargada de desafío mientras sus labios finalmente rozaban los suyos, apenas un contacto superficial, pero lo suficiente para hacerla temblar y jadear-. Dime que no lo quieres, y lo haré.
Hope abrió los ojos lentamente, su respiración acelerada mezclándose con la de Ran. Lo miró fijamente, viendo la intensidad en sus ojos, el fuego que ardía entre ellos, y se dio cuenta de que no podía decir esas palabras. Porque en ese momento, con él tan cerca, lo único que podía sentir era el deseo de estar aún más cerca.
Era tan diferente a ese catastrófico fría. El día que decidió perder la virginidad a modo de venganza personal contra su familia con un chico cualquiera. Hope sintió su pulso acelerarse bajo la mirada penetrante de Ran, sus cuerpos tan cerca que podía percibir el calor irradiando de él, mezclándose con el suyo. El desafío en su voz, el roce apenas perceptible de sus labios, todo estaba diseñado para empujarla al límite, para que cediera completamente a ese deseo que la envolvía. No era lo mismo que con ese chico, que apenas había hecho más que meterse entre sus piernas y decirle cosas bonitas mientras la ligera capa de sangre corría y él buscaba su placer.
Sabía que debería decirle que parara. Que lo que pasase entre ellos no podía continuar. Las discusiones, la intensidad abrumadora, esa pasión extraña que jugaba entre ellos como un partido de tenis, cada un pasándose el relevo... Todo eso la estaba destrozando lentamente. Pero cuando lo tenía tan cerca, cuando sentía cómo él podía reclamarla con esa seguridad implacable, era como si todo lo demás se desvaneciera. Como si el mundo a su alrededor le rogara que por una vez fuera ella quien bajase los muros.
-Eres cruel -susurró de nuevo, su voz temblando entre el anhelo y la resistencia-. Siempre lo has sido. Primero, llamándome niñata sin conocerme lo más mínimo y ahora viniendo a este lugar pensando que voy a volver así porque sí.
-Dilo -insistió él-. Dime que me detenga.
Pero Hope no pudo. En otro momento y en otro contexto, podría haberlo hecho sin dudar un solo segundo. Sus pensamientos eran una maraña de emociones, de deseo, de furia y de miedo. Las palabras no salían. Y Ran lo sabía. Él la conocía demasiado bien a aquellas alturas, sabía exactamente cómo hacerla perder el control, cómo desmantelar cada muro que intentaba levantar entre ellos. Era peligroso, seductor, y en ese momento, completamente imparable. Un maldito psicópata que le había metido una bala en la cabeza a un hombre que fingió ser su guardaespaldas y luego sacó de la ciudad y salvó de la muerte.
Con un suspiro ahogado, Hope levantó la mirada hacia él, sus ojos cargados de una mezcla de emociones que ni siquiera podía desentrañar completamente. Ran la observaba, esperando su respuesta, sus labios aun peligrosamente cerca de los suyos, y el silencio entre ellos era denso, cargado de esa tensión que parecía a punto de explotar.
-No puedo -fue lo único que logró decir, su voz un susurro roto, casi inaudible.
#ran haitani bonten#ran haitani#ran haitani x you#tokyo revengers ran haitani#ran haitani x reader#haitani brothers#tokyo revengers
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si bien presiona sus labios en un esfuerzo por no reír, un pft consigue escapársele. " si acaso esta es tu manera de pedir que acaricie tu cabeza y diga que has sido una buena chica hoy… uh, no ¡no te juzgaré! " si no fuera porque tiene ya mano sana ocupada, quizá hasta se habría tomado la libertad de tontear al respecto y alborotar un poco cabellera contraria. alas, no es posible. " me caí terriblemente " es respuesta más escueta que consigue dar, no vaya a ser cosa que oídos de terceros en aquel jardín acabaran oyendo algo que no debían. " fue dios equilibrando las cosas, tuve demasiado buena suerte la otra noche. no podía terminarla diez puntos " pone iris en blanco con humor, notando entonces como ha decidido seguirle la corriente con fotografía. " ya, ¿no es más fácil cuando sonríes? es una tontería, pero te juro funciona " menciona al tiempo que captura imagen y esboza una sonrisa. " buena chica, has salido linda y no como quien tiene un día de mierda, casi me convences " la molesta una vez más con aquello, extendiéndole móvil por si acaso quiere verla.
' ¿sabes cuando dicen que han tenido un día de perros? no es justo, porque los perros viven para ser acariciados y se lindos. el mío es un día de mierda ' contesta, agachándose para buscar la perla que había visto rodar hasta el lugar. ' ¿qué te sucedió a ti? ' pregunta observando su brazo, supone que era de aquelles que terminaron gravemente lesionades. ' ¿estoy bien? ' le pregunta entonces, siguiendo sus órdenes y alzando dos dedos en el aire posando para su cámara. alguien tomando su foto le era nostálgico, tragando el nudo en su garganta.
#eloiscs#channeling mi inner eloise y con mi propio día d perros#pero acá andamos ah#qué tal por allá ~ ?
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i love your lamari art <3, tho i wonder, and dont take this the wrong way, why do you ship them (like besides from them looking cute together, which they are :D), especially as kikimari is more popular.
i keep getting this question and I genuinely don’t know how to reply. I really like Kikimari but I also like the “short, buff and awkward” x “tall nerd” kind of dynamic. The more I think about it, the less sense it would made in canon. But I just think it would be cute, the two of them hanging out from time to time and having that kind of “we don’t talk about it” thing going on, genuinely learning to enjoy each others presence. Laios catching feelings without realizing and Namari having an inner battle about her own is really funny. I guess most DM ships are just like that.
TLDR; bisexuality is a hell of a drug
(Mención de spoilers)
También me gusta mucho que a pesar de que Namari no tenía muchos sentimientos fuertes sobre Laios al inicio del manga, el siempre le ha tenido confianza y la ha visto como alguien a respetar a pesar de que dejó el grupo. El siempre ha confiado en su criterio y en el transcurso del manga ella va y hace cosas para defenderlo o apoyarlo que siento tal vez no habría hecho antes. También se veía en flashbacks que iban a comprar armaduras juntos,,, y ese panel al final cuando Namari ve a Laios con la capa de rey y se sonroja??? Y todos la miran así 🤨?? La idea de que desarrolla un crush a partir de ahí me gusta mucho y Laios no piensa nada al respecto HE IS CLUELESS!! Y el ya tuvo un “finjo amistad pero no te soporto”, “finjo amistad porque no sabia como acercarme a ti (sentimientos complejos. Vamos a ser amigos)” y “finjo interés romántico por mejores tratos/beneficios”, pero qué tal . “No te veía así antes y mientras más tiempo paso contigo mas complicada se vuelve mi imagen de ti, creo que siento algo distinto que simplemente querer ser tu amiga”
Y NAMARI OH NAMARI, su arco es la razón por la que siento que el ship no funciona en canon, pero como lo interpreto yo, es que está un poco reprimida; en toda la historia de DM y en los extras nos revelan su historia y los prejuicios y la injusticia que ha pasado por cosas fuera de su control, y el dolor que eso causó a otros. Con la familia Tansu, Namari encuentra, pues, eso. Una familia. Con el resto del cast, Namari encuentra gente que la aprecia, gente que se preocupa por ella. Siento que con Laios es algo parecido, su party es su familia, y toda la gente que conoció en la mazmorra no son necesariamente amigos, pero confidentes y gente que ha visto de lo que es capaz. Ambos han pasado por discriminación y han lastimado sin querer y han tratado de arreglar sus errores, lastimándose a sí mismos en el proceso. Siento que ambos tienen experiencias similares en espectros muy distintos y que eso les ayuda a entender al otro y por eso mismo siguen regresando otro día a pasar el rato.
Y ni hablé de la vida de rey de Laios,,, me duele un poco el final de DM porque Laios es infeliz hasta cierto punto. Obviamente no se arrepiente de su decisión, y esa era la mejor opción que tuvo, pero no puedo evitar sentirme mal con el hecho de que no puede hacer lo que le gusta, las juntas con extraños, la política, todo esto que se indica que lo estresa y que Kabru es mejor manejando. Namari, Izutsumi y Senshi son lo más cercano que tiene a su vida vieja, y como Izu y Senshi viajan mucho, Namari es a quien tiene más posibilidades de ver (Aunque también viva bien pinches lejos), salir juntos es un escapismo del estrés de su vida actual- no hay responsabilidades, no hay otra persona que sepa que es lo que va a pasar el día siguiente, puede simplemente volver a ser el mismo Laios de siempre y tener la compañía de alguien que entiende la dificultad de tener que llegar a cierto estándar.
?????NADA DE ESTO TIENE SENTIDO LO SIENTO MUCHO SOLAMENTE PIENSO QUE NAMARI TIENE EL MAYOR PEGUE DE TODA LA ISLA Y SE MERECE TODO EN EL MUNDO + EL SHIP ES MUY GRACIOSO EN MI OPINIÓN ES LA MEZCLA PERFECTA DE ME DA RISA Y ES ALGO SUPER CASUAL Y COZY BASADO EN RESPETO MUTUO Y PASAR EL TIEMPO JUNTOS QUE ME DA UN POCO DE ENVIDIA PERDÓN POR TENER OPINIONES GRACIAS POR LEER me voy a aventar de un Barranco
#ask#im sorry I get embarrassed talking about ships that I like#just translate it on Google idk im so sorry I want to cry it’s really hard to put into words what I think
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•\•\•\•\•\•\•\•\• A D V E R T E N C I A. •|•|•|•|•|•|•|•|•||•
Historia con temas sensibles, mención:
•canibalismo
•abu/o se/ual
•mención de drogas
•depresión, ansiedad, mención de suicidio.
•|•|•|•|•|•|•|•|•|•|•|•|•|•|•|•|•|
Capitulo 1. ALIEN.
Tus brazos se movieron con fuerza al igual que tus pies pateando y peleando para que ellos te soltaran de una vez por todas. Podías sentir como sus manos tomaban con fuerza tus brazos y estabas muy segura de que te dejarían heridas sino te tranquilizabas y cooperabas. Aunque eso era muy poco probable pues tu orgullo te impedía dejar de pelear e insultar a los idiotas que te llevaban. No podías dejar de luchar cuando claramente era tu vida la que estaba en riesgo.
----¡Déjenme ir, pinches cerdos de mierda! ---- bramaste furica.
----¡Deja de pelear, maldita loca!---- gritó tu compañero. ¿Ex-compañero? No tenías idea de cómo llamarlo ----. ¡Lo que hiciste fue traición! ¿¡Lo entiendes!?, ¡Traición, perra!
Su mano empujó con fuerza tu cabeza y eso te hizo gritarle enojada.
-----¡Yo dejé en claro lo que no permitía! ---- volviste a removerte de forma terca.
No tuvieron más opción que patear detrás de tus rodillas y en cuestión de segundos tu mentón estaba golpeando el duro suelo.
Cerraste los ojos con fuerza sintiendo cómo todo a tu alrededor se nublaba y comenzaba a darte vueltas. Unas botas negras aparecieron frente tus ojos y con enojo miraste hacia arriba observando unos ojos oscuros inexpresivos.
----Mataste a dos de mis soldados ----. Habló con voz monótona.
Sonreíste presumida causando que el hombre pateara tu estómago con fuerza provocando que todo el aire se fuera de tus pulmones.
----Cabrón... ---- murmuraste intentando respirar.
-----Escucha, niña ----. El hombre se agachó a tu altura, tomando tu mentón con fuerza ----. Creo que estás olvidando que les estoy haciendo un favor y tú me pagas con traición.
Lo miraste con tu ceño fruncido, escupindo a su cara con diversión.
-----Era un jodido niño y yo dejé en claro que niños no.
Su puño golpeó con fuerza tu mejilla y aquello hizo que escupieras sangre, intentaste pelear de no ser porque las manos de los que te escoltaban volvieron a tomarte con fuerza.
----Llévala con el salvaje ----- te miró con odio cuando pasó por tu lado -----. Dejen que la destroce.
----¿Qué?, ¡Pelado cobarde! ---- te removiste contra los guardias, sintiendo como sus manos apretaban con fuerza tus brazos ----- ¡Suelténme, pendejos de mierda!
Cuando viste la puerta metálica más alejada del pabellón apretaste la mandíbula con fuerza, sabiendo que si entrabas a ese lugar lo más probable era que tendrías que pelear con todo lo que tenías para llegar al día siguiente. La puerta se abrió al dejar una tarjeta de acceso por los guardias que cuidaban la entrada y cuando tu cuerpo fue lanzado bruscamente contra el suelo de la celda sabías que debías pelear.
El sonido de las cadenas siendo arrastradas logró hacer que todos tus sentidos se agudizen y en segundos ya estabas escuchando un siseo y el sonido de pasos pesados acercándose.
Tus pies se movieron al igual que tus manos, gateaste con toda la rapidez del mundo a la entrada de la celda para pegar tu espalda lo más posible que pudieras a la puerta metálica.
Tus ojos se cerraron con fuerza cuando su mano intentó tomar tu cuello y con la reparación acelerada apretaste la mandíbula escuchando cómo la cadena se tensaba debido a los esfuerzos del Na'vi por acercarse a tu persona. Sabías de lo que era capaz este alienígena y tenías más que en claro que tu vida podía acabar en cuestión de segundos si él llegaba a alcanzarte.
Cuando abriste los ojos para mirar a la bestia te paralizaste. Tus pupilas miraron fijamente esos iris amarillos que brillaban con pequeños matices rosas, si los podías describir bien eran un pedazo de sol, tal vez una estrella que brillaban constantemente y te atrapaba en un bucle hipnótico. La mirada era lo perturbador de todo esto, tan perdida y desquiciada. Cómo... Un extraño en el bosque siguiéndote para hacer quién sabe qué, acechandote sin parpadear para no perderte de vista. Ambos guardaron silencio sin apartar la mirada del otro, tal vez en una competencia de poder, proclamando quién mandaba en este lugar.
El salvaje se alejó de ti sin darte la espalda, caminando de cuclillas hacia atrás mientras se pegaba a su propia pared.
Respiraste con dificultad intentando calmar tus latidos acelerados debido a la adrenalina. Tu cuerpo tembloroso comenzó a moverse lentamente hacia la esquina más alejada de la habitación, todo ante la atenta mirada dorada de aquel alien.
La chingada te estaba llevando.
Era claro que esta situación era una completa mierda.
Era seguro que si no hubieras abierto tu gran bocota o si tan solo no hubieras jalado el gatillo contra los soldados de la RDA no estarías aquí. Podrías estar cómoda en tu habitación comiendo una barrita de cereal de froot lops mientras el Dady Yanke sonaba por tus audífonos. Pero, no. Estos idiotas debían meterse con un niño y eso tuvo que haber encendido la furia en ti y todo esto te trajo a esta situación donde podrías ser comida para un gigante color azul y seis colmillos.
"Tu imprudencia será tu muerte"
Cerraste los ojos con rabia intentando ignorar la voz que te regañaba en tu cabeza. Tus sentidos aún estaban alerta debido a la enorme presencia de tu compañero de celda. Esperabas que esa cadena fuera lo suficiente fuerte como para que no se rompiera y fueras el plato principal del gran pitufo frente a ti. Por si fuera poco también debías buscar una manera de salir de esta asquerosa celda y según recordabas había una oportunidad. Sabías por Mark que siempre sacaban a 0247 para estudiarlo y hacer unos cuantos experimentos o lo que fuera que hiciera ese maldito enfermo. Aquello era por lo menos dos veces al mes y estabas segura que el teniente de esta base no alimentaría a esta cosa hasta tener calculado que tu persona ya no exististiera en este mundo, sino en el estómago de la criatura.
Tus dedos comenzaron a dar pequeños toques en tu rodilla, un hábito que tenías cuando te perdías demasiado en tus pensamientos.
¿Debías fingir?, ¿Debías gritar para simular que te estaba comiendo viva? Sería muy raro que fuera de golpe, tal vez debías esperar unos cuantos días más.
¿Y después qué? No tenías a dónde ir, tomar una nave y huir de este estúpido planeta no era una opción viable, estabas segura de que en la tierra ya habían sido informados por tu traición y si escapabas el gobierno te estaría esperando allá para castigarte por traición a la humanidad. Una putada, pero sabías que sería así.
"Paciencia, Sam. Debes ser paciente."
¿Ir al bosque de Pandora? Y una mierda, cuando el oxígeno de tu máscara se acabe estarías absolutamente jodida. Ni siquiera sabías qué era venenoso y qué no. Quedarte ahí para toda la vida sonaba tan tentador, pero no sabías qué harían cuando te vieran aún con vida y definitivamente no ibas a morir, no en mano de estos perros.
Entonces lo único que quedaba era oír a la voz femenina de tu cabeza y ser paciente.
Un rasgo que simplemente no tenías.
Tus ojos volvieron a tu compañero de celda. El alien estaba atento a ti, simplemente mirando en tu dirección sin parpadear, cosa que te puso los pelos de punta. A pesar de la oscuridad podías ver su cola elevada y esos ojos brillantes mirándote desde la oscuridad, los puntos blancos que tenía esparcido por su cuerpo brillaban dejándote en claro dónde estaba su persona, algo que te daba ventaja pues si su piel no brillara te daría un colapso nervioso. Si está criatura se atrevía a acercarse tú pelearías con uñas y dientes para alejarlo de ti.
Pasaron días.
Días donde tú no hacías nada más que cerrar los ojos para descansar y luego abrirlos para mirar a tu compañero fijamente.
Tenías tanta hambre y la sed te estaba matando poco a poco, estabas desesperada porque no ibas a sobrevivir si no tomabas agua. Estabas segura que sino comías nada en estos momentos te volverías débil en segundos y las oportunidades de huir iban reduciendose poco a poco conforme pasaban las horas. Todavía estaba este juego mental donde la criatura frente a ti tampoco había sido alimentada desde que entraste a este lugar, el constante rugir de su estómago se adentraba en tus oídos y recorría tu mente una y otra vez. Su mirada penetrante y colorida se clavaba en tu mente y causaba la sensación de incertidumbre.
Esos hijos de puta lo iban a obligar a comerte de una forma u otra.
Y luego estaba ese olor.
El horrible aroma que llenaba toda la celda comenzaba a marearte. Nublaba tu cabeza y te obligaba a meterte en un trance ansioso. Era lo que constantemente torturaba a tu cabeza. El maldito aroma asqueroso que siempre había en la celda e invadía cada rincón, comenzando a quedarse impregnado en tu propia ropa.
No eras estúpida.
Sabías de qué era ese aroma, lo habías olido cientos de veces cuando estabas en el campo de batalla y solo quedaban cadáveres de soldados. No eras la primera con la que alimentaban a este nativo, eras una de tantos y esa duda estaba flotando por tu cabeza, ¿Cuánto tiempo llevaba aquí este alien?
No llevabas tanto tiempo cuando fuiste reubicada en esta base. Apenas llevabas tres meses y desde que llegaste se hacía mención de esta criatura frente a ti.
El tesoro de Mark.
Tal vez fue el aburrimiento o la necesidad de no caer en la locura, pero tu mente empezó a crear historias del ser frente a ti. Decidiste que se llamaría Diego, porque Charlie era un nombre estúpido. En conclusion, Diego había pasado por tanto que se volvió agresivo, a veces lo imaginabas viviendo una vida monótona de oficinasta porque te parecía gracioso ver a alguien enorme sentado en algún cubículo diminuto tecleando en un diminuto computador.
Era una buena forma de hacer que el tiempo pase y de entretener a tu cabeza que constantemente necesitaba estar distraída.
Aunque realmente Diego no era tan interesante pues no hacía nada. Estaba quieto en su pared mirándote fijamente sin moverse ni un milímetro y tal vez con el pasar de los días se había acostumbrado a tu inmóvil presencia pues de vez en cuando cambiaba su rutina y se recostaba en el suelo para cerrar sus ojos y dormir, sin embargo, siempre se recostaba mirando en tu dirección. Sus hombros siempre estaban tensos y al mínimo sonido de cualquier movimiento volvía abrir sus párpados y mirarte.
Luego volvía a cerrar los ojos y descansar.
Tu cerebro tomó eso como "tú también puedes descansar" y asumir que no te hará nada. Pero, tu propia ansiedad no te lo permitía, seguías tan alerta como el primer día, incapaz de confiar en alguien con el cuál no haz intercambiado palabra alguna o interacción más que miradas fijas. Daba igual si fingías dormir y poder descansar tu cuerpo.
En este nuevo día cerraste los ojos intentando distraer tu mente del dolor de tu estómago debido a la falta de alimento, los ruidos que salían de él gritaban dejando en claro que estabas demasiado hambrienta. En tu cabeza se repetía la imagen de una barrita de cereal seca de las cuales siempre te quejabas, ahora se te hacía agua la boca de tan solo pensar en aquel alimento. Negaste con tu ceño fruncido intentando ignorar las imágenes de comida en tu cabeza.
Comenzaste a centrarte en alguna letra de cualquier canción que tu cerebro pueda recordar. pero, era como si tu mente los hubiera borrado por completo y lo único que llegaba a tu cabeza era aquella canción de cuna que tu hermana te solía tararear para alejar las pesadillas. Sus caricias se presentaron en tu cabeza y su suave voz acarició tus oídos haciendo eco en la habitación. Seguiste el ritmo de tu recuerdo comenzando a tararear de forma suave, entrando en la calidez de tu mente para ignorar todo lo que pasaba a tu alrededor. Al menos hasta que el sonido de las cadenas te hicieron detenerte y que abrieras los ojos de golpe mirando en la dirección del nativo quien ya estaba sentado mirando fijamente en tu dirección. Sus ojos brillantes no dejaban de observarte penetrando tu alma y provocando un escalofrío por todo tu cuerpo. Los vellos de tu cuerpo se erizaron al recordar sus enormes fauces y la posibilidad de que él podría romperte en miles de pedazos si llegara a alcanzarte.
Entonces sucedió...
El sonido metálico hizo que ambos brincaran en su lugar, sus ojos rápidamente miraron a la puerta metálica donde por debajo fue lanzada una bandeja llena de comida y sinceramente se veía asquerosa, ni siquiera estabas segura de que estuviera caliente, pero, tu estómago y el del Na'vi rugió ante la idea de alimento. Ahora, la duda era qué tan estúpido sería que corrieras hacia el plato de comida para robarle al salvaje. Con un poco de fruta quedas satisfecha y estabas segura de que él no sabe de la acción de compartir alimento, al menos no después de tanto tiempo en confinamiento.
A la mierda, en este momento eras más hambre que razón.
Corriste rápidamente hacia la bandeja escuchando cómo las cadenas se movían bruscamente. Tu mano se estiró dispuesta a robar el agua del desayuno de no ser porque tu muñeca fue atrapada por una fuerte mano, no entraste en pánico. Dejaste que tu soldado interno tomara el control y sin dudar giraste en tu eje dejando que tu bota golpeara con fuerza la cara del Na'vi, el cual, te soltó enseguida ante el impacto. Tu mano tomó el contenedor con agua intentando huir a la esquina de la habitación de no ser porque oíste un siseó y tu tobillo siendo jalado hizo que cayeras de golpe al suelo, el sonido de tu mentón golpeando bruscamente el suelo lllenó la habitación, sin embargo, no te importaba. No cuando tu único pensamiento era mantener el agua en su lugar. Entonces no dudaste en patear nuevamente la cara de la criatura para hacer que te soltara.
Las cadenas se estiraron y Dieguito intentó alcanzarte con rabia, pero no le sirvió de nada. No le prestaste atención porque sabías que no llegaría hasta donde estabas. Comenzaste a beber toda el agua con desesperación, mirando como el Na'vi te mostraba sus colmillos y te siseaba volviendo a su lugar molesto, comenzando a devorar todo lo que había en la bandeja que habían lanzado.
Era un egoísta.
Solo tomaste el agua, por qué debía hacer tanto drama. De todos modos, seguro que cuando lo sacaban lo alimentaban como un dios, además tenía frutas ahí, que no jodiera y viviera con eso.
A los tres días de ese suceso fue lo mismo, los dos peleando por un poco de comida y eso molesto demasiado al Na'vi o lo entretuvo, no sabías bien. Porque ahora cada que entraba la bandeja podías verlo mover su cola y sus ojos amarillos te miraban atentos esperando algún movimiento de tu parte. Era como un juego tonto que tenían donde si perdías o te distraías podías morir.
Fue así un mes.
Un mes donde te volviste tan débil que cuando entró a bandeja nuevamente no te moviste, no estabas segura de poder moverte un poco. Porque realmente solo comías el pequeño puño que tomabas entre el forcejeo. Podías sentir la pesada mirada del Na'vi encima tuyo, más no le prestaste atención, estabas acostada hecha bolita en la esquina y estabas tan molesta contigo misma porque te sentías débil y patética en este punto.
"Debes de pensar antes de actuar, Samanta"
Resoplaste molesta ante la voz del viejo ignorando todo para centrarte en el frío de tu cuerpo. No estabas segura de poder moverte cuando alguien entrara.
Respiraste pesadamente, cerrando tus ojos con fuerza cuando tu estómago volvió a dar una punzada debido al hambre ignorando por completo la idea de la barrita de cereal que se deformaba en tu cabeza y te provocaba salivar. Entonces ese sonido de cadenas te dio aviso de que Diego se estaba moviendo. Lo ignoraste, decidiste pensar en la letra de alguna canción para mantenerte distraída mientras las caricias suaves en tu cabeza se presentaban para tranquilizar tu desesperación. Eso hasta que oíste el sonido metálico ser arrastrado por el suelo. Tus ojos se abrieron con pesadez porque algo había tocado tu espalda y el sonido de aquello se había escuchado demasiado cerca para tu gusto cuando te giraste de forma lenta tus ojos se encontraron con la bandeja a centímetros de ti. Los platos estaban llenos de comida haciendo que tu estómago punzara del dolor por el hambre.
Tu ceño se frunció con extrañeza, tus ojos analizaron la bandeja y luego miraste a Diego quién te miró por unos pequeños segundos para luego volver a su lugar y darte la espalda dispuesto a dormir.
Te sentaste lentamente aún extrañada ante la actitud del nativo, tus dedos se movieron con cuidado sin dejar de mirar a la criatura frente a ti y cuando la bandeja hizo sonido notaste sus orejas moverse, al igual que su cola enredarse con cuidado en su muslo. Tus dedos se hundieron en la comida tomándola para comenzar a comer de forma lenta sin despegar ni un segundo tu vista de los pequeños movimientos de orejas del nativo. Bebiste el agua, mordiste la fruta, terminaste esa pasta asquerosa y cuando acabaste te sentiste satisfecha y con un poco más de energía.
Miraste al salvaje, el cuál fingía dormir haciéndote sonreír divertida pues podías ver claramente sus orejas tener pequeños tics y la punta de su cola moverse con cuidado.
----Gracias.
Su cola se retorció un poco como la de un gato curioso y aquello te hizo pensar que esas eran las primeras palabras que realmente le dirigías.
Te diste media vuelta volviendo a dormir y poder descansar para retomar la energía que necesitabas.
Fueron unas cuantas horas, unos cuantos minutos que pudiste descansar porque el sonido de la puerta metálica siendo abierta llamó tu atención. Guardaste silencio comenzando a sentarte en tu lugar para abrazar tus piernas para que no te vieran porque sabías que no podrías contra ellos en este momento. No ahora que no tenías tanta fuerza debido a la falta de alimento, debías ser paciente como te lo repetía tu cabeza una y otra vez.
Tus ojos prestaron toda su atención a lo que sucedía frente a ti. Diego miraba a los guardias alerta con ojos tan abiertos y llenos de terror que te hizo dudar unos segundos de qué estaba sucediendo. Lo viste sisear y su cola golpear contra el suelo como forma de advertencia. Entonces lograste ver debajo de sus pies cómo el suelo estaba manchado de carmín y restos color cafe. Aquello te hizo entender que eso pudo haber sido tu propia sangre y no evitaste encogerte de hombros ante la imagen y sensación de ser comida viva.
----Tranquilo, gatito. Sabes qué pasa si te resistes ----. Se burló uno de ellos.
El alien volvió a sisear ocultándose detrás de sus piernas. Tus ojos miraron de forma atenta su cara, en su rostro había una máscara de oxígeno extraña que nunca antes habías visto usar a alguien más. Un pequeño triangulo transparente abrazaba su nariz con correas que pasaban por los costados de su rostro y debajo de su mentón yendo detrás de su cabeza, tubos se adentraban en sus orificios nasales y dejaban libre su boca. Ahora te estabas preguntando por qué no lo llevaban a las celdas de los nativos, donde el pabellon estaba lleno de su propio oxígeno. Uno de los soldados se acercó a él y tu compañero se lanzó a intentar atacar o defenderse.
Fue inútil.
El hombre lo detuvo golpeando su cuerpo con un tubo provocando que una mueca de dolor apareciera en tu rostro. Diego intentaba cubrirse con sus manos de los golpes, lo cual comenzaba a darte pena por la imagen tan desesperada que estaba dando.
----Deja de jugar. Ya sabes cómo se pone el idiota de Mark si llevas golpeado al alien ----. Advirtió el compañero.
Tú guardaste silencio esperando que estos dos ignoraran por completo tu presencia. Que no notarán que realmente seguías con vida y que estabas dispuesta a mantenerte así hasta que escaparas de este lugar. Apretaste los labios con fuerza cuando el guardia golpeó al alien sin piedad en la cabeza, en cuestión de segundos tu compañero de celda estaba retorciendose en el suelo mientras el sonido de electrochoques resonaban por toda la habitación.
Un collar, estos idiotas le habían puesto un collar de castigo.
Observaste cómo los guardias arrastraban al rebelde inconsciente fuera de la celda, seguramente para llevarlo con el loco de Mark.
Ese idiota estaba tan obsesionado con conocer todo acerca de este nuevo mundo y sus métodos no eran muy dulces y legales, parecía un maldito científico de la segunda guerra mundial y eso te hacía asquear. Aunque realmente no te metías con sus cosas, porque tú eras más de estar en el campo. Eran pocas las veces que podías platicar con él, que era mas que nada cuando nadie estaba dispuesto a oírlo delirar. Tampoco es como si fueras un pan de Dios, has matado a varios de esta especie por órdenes de superiores mas no hacíaslo que aquel estaba dispuesto a caysar por un poco de conocimiento. Eras parte del problema hasta que estos bastardos decidieron meterse con niños, niños que realmente no sabían nada. El idiota de Mark había decidido que sería mejor experimentar en un pequeño alien ya que estos estaban en pleno desarrollo. Bastante enfermo para ti, y estaba claro que te haría rabiar pues habías dejado muy en claro desde el principio que si se involucraban niños en tu escuadrón no dudarías en atacar a estos bastardos. Entonces cuando sucedió no dudaste en cumplir la promesa que te hiciste y le habías hecho a los demas y eso te había dejado en esta mierda de situación.
Estabas segura de que habían pasado horas desde que se habían llevado a tu compañero de celda, tal vez días. Aunque tuvieras la libertad de estar sola y poder moverte y estirarte tus sentidos no podían relajarse porque a cualquier sonido de afuera saltabas y mirabas atenta esperando a que alguien entrara, pasaron minutos cuando finalmente te decidiste a caminar por toda la celda. Analizaste las cadenas rasgadas y el panel de control para desactivar el choque eléctrico o aumentar la distancia de la cadena todo podía ser aceptado si tan solo ponías un código. Lo dejaste de lado, mirando las paredes aruñadas seguramente en los intentos de escape de Diego, te parecía que eran horribles...
Rasguños tan profundos con restos de sangre debido a la presión que aplicaban, casi podías oír los gritos de todos los que estuvieron aquí. Tu cabeza creaba el sonido de los arañazos en la pared al igual que el movimiento de las cadenas al intentar huir. El suelo no era nada distinto a las paredes con la diferencia de que la sangre y restos eran mucho más visibles. En una esquina lograste ver huesos de lo que estabas segura eran restos de personas. Seguramente de personas a las que decidieron llamar traidores, tus manos tocaron cada rincón de la sala y con cuidado analizaste la cadena que se supone retenía al alien de atacar a cualquiera que entrara en la celda.
Tus ojos fueron de forma directa a la puerta que no era nada más que un muro metálico y pesado. La única forma de salir era con una tarjeta de acceso que no tenías, el panel que había dentro estaba apagado y solo funcionaba para librarlos si llegaba a cerrarse por error. Toda oportunidad de salir debía ser traída de fuera.
Cómo odiabas lo meticulosos que eran y también amabas su absoluta confianza en la tecnología.
Entonces el sonido de la cerradura te hizo saltar. Corriste hacia tu esquina poniendo atención a sus movimientos por si ellos se daban cuenta de tu presencia. Observaste cómo arrastraban al alien de su cabello hacia su lugar designado. El ser azul parecía drogado, siseaba e intentaba patalear de manera débil ganándose risas burlonas de los militares. Uno incluso llegó a patearlo y escupirle encima, Diego fue encadenado nuevamente del cuello mientras el codigo era puesto en el panel, tus ojos miraron con atención, tan fijos como los de un cazador mirando a su presa. Dejaron caer a Diego dejando que su cabeza golpeara contra el suelo. Se quedó quieto, paralizado con ojos borrachos mirando a la nada.
Ambos lo miraron por última vez y sin mirar atrás caminaron hacia la puerta de la celda.
----Dios, ahora el bastardo de Mark lo dejó inútil por completo.
----Está loco, qué puedes esperar — uno de ellos sonrió divertido — Por lo menos el gatito por fin tomará al ratón.
¿Qué?
La puerta se cerró mientras los miles de cerrojos hacían su sonido habitual, dándote bienvenida al solitario confinamiento. Tus ojos fueron directamente a tu amigo azul notando cómo todo su cuerpo temblaba y si mirabas con atencion podías ver rasguños en su espalda y vendas en su cola. El Na'vi tomaba con fuerza su trenza mientras sus ojos estaban tan abiertos y fijos a la puerta sin darse un segundo para parpadear.
Sin saber si moverte era una muy buena idea comenzaste a levantarte con lentitud sin despegar tus ojos de la criatura frente a ti. Finalmente sus pupilas se movieron en tu dirección y aquello te hizo quedarte totalmente quieta bajo la oscuridad de la habitación. Sus iris brillantes siguieron tus movimientos y tus oídos lograron captar cómo las cadenas comenzaban a hacer sonidos contra el suelo metálico. Tus hombros se tensaron y con cuidado te pegaste aún más a la esquina de la habitación. El sonido del siseo se presentó y en segundos oíste el sonido de sus pasos pesados al correr en tu dirección.
Maldijiste por lo bajo cuando analizaste que está vez él si podría alcanzarte.
No hubo duda en moverte al sentir cómo sus manos rozaban tu tobillo, tu cuerpo giró para patear su rostro con fuerza alejando a la bestia de tu cuerpo. Él no tardó ni cinco segundos en recuperarse mirándote para volver a sisear e intentar alcanzarte nuevamente.
Estos hijos de puta sabían que seguías ahí. Estabas bastante segura de que ellos sabían de tu supervivencia, era claro si ni siquiera había un trozo de ropa tuyo o cabellos regados o trozos de un cadáver reciente. La duda era por qué no estaban haciendo nada para terminar contigo.
"¡Concéntrate, Sam!"
Negaste con la cabeza, trayéndote de vuelta a la realidad ante los gritos de advertencia de tu hermana. Tus ojos miraron con atención cómo Diego corría hacia ti, su boca se abría mostrando sus enormes colmillos dispuestos a perforar tu garganta y de alguna forma te recordó al ataque de un tigre, un enorme tigre que no ha comido en meses y tiene crías que alimentar.
Lo esquivaste lanzándote hacia un costado rodando en el suelo mientras lo oías golpear contra la pared metálica, tus pies se movieron comenzando a correr hacia la pared contraria, justo de dónde salía la cadena que lo retenía. Tu mano no dudó en tomar la cadena cuando llegaste a ella. Te giraste hacia él en segundos porque ya podías oír sus enormes pasos dirigirse hacia ti, te deslizaste entre sus piernas parándote en segundos para enredar la cadena en su cuello pues para tu suerte pareciera que solo atacaba agachado, como si se tratase de un animal salvaje. Tus manos se enredaron en la cadena jalando hacia a ti con fuerza para cortarle la respiración, sin embargo, estabas débil y él sabía eso, porque comenzó a aplicar fuerza hacia el lado contrario logrando que tus brazos comenzaran a temblar debido al cansancio. Finalmente la cadena se escapó de tus manos lastimando tus dedos, no tardó nada en girarse e intentar lanzarse hacia a ti, sin embargo, tú empujaste tu rostro hacia atrás sintiendo sus uñas clavarse en tus muslos para que no te alejaras. De repente, el cabrón tomó con fuerza tu pierna y tus dientes se apretaron con fuerza cuando sentías como tu hueso comenzaba a doler bajo su agarre, fue un pequeño lapso de tiempo hasta que el sonido de algo quebrándose y un dolor que subió hasta tu columna te hizo gritar.
El dolor y la adrenalina que te provocó el sentir tu hueso rompiéndose bajo su agarre te hizo acumular toda la fuerza que tu pequeño cuerpo podía crear. Tu pierna libre se levantó y con una velocidad que no sabías que tenías golpeaste su cabeza con fuerza descomunal. Su agarre desapareció y el sonido de algo golpear duramente el suelo, además del silencio absoluto que le siguió te dejó en claro que lo habías dejado inconsciente. No dudaste ni un segundo en alejarte de él y acercarte al panel de control para reducir la distancia de las cadenas y así él no lograra llegar a tu esquina. Abriste el pequeño mecanismo con la estúpida contraseña que los guardias habían puesto y con cuidado hiciste que la cadena se adentrara a los agujeros para que fuera mucho más corta de lo que ya era.
Con un cojeo volviste a tu esquina.
Recargaste tu espalda contra la pared dando respiraciones pesadas intentando ignorar el dolor que comenzaba a crecer cuando la adrenalina se estaba disipando.
Cerraste los ojos intentando ignorar el dolor de tu pierna para centrarte en cómo deseabas tanto golpear la cabeza de esos malditos psicópatas. Te ibas a vengar, ibas a golpearlos tanto que iban a llorar por su mami, de eso estabas tan segura que podrías apostar todo tu maldito dinero al mismísimo diablo y si era posible tu les abrirías las puertas del infierno.
Cuando pasaron las horas el sonido de las cadenas provocó que tus ojos se abrieran y miraras fijamente a Diego el cuál apenas despertar rascaba su cuello con fuerza, el sonido de sus uñas rascando su piel seca te hizo hacer una mueca de incomodidad, tu mirada se quedó fija en sus acciones notando pequeñas actitudes extrañas, como la mirada fija en el suelo, el ligero balanceo de su cuerpo y el sonido de su cola golpeando contra el suelo de forma continua. Ladeaste la cabeza un poco curiosa ante su comportamiento hasta que tu mente se abrió a los recuerdos entendiendo en dónde habías visto estas acciones con anterioridad.
Drogadictos que habían tenido un mal viaje a su mundo de fantasía.
Sabías que el idiota de Mark estaba experimentando con un nuevo narcótico que había creado con la misma flora de la tierra de Pandora y por cómo tu compañero de celda se movía estabas segura de que era el conejillo de indias de aquel científico, suponías que eran las consecuencias de ser su favorito.
Diego comenzó a negar, jalando sus cabellos y después rasguñando sus brazos.
Sonreíste ansiosa, soltando un suspiro sarcástico ante la situación. Desviando la mirada a otro lado para no ver su patético actuar.
----Pinche drogo... ---- farfullaste comenzando a arrancar los cueritos de tus dedos.
Diego te siseó.
Tus ojos volvieron a él en segundos totalmente extrañada porque era la primera vez que te dirigía algo en su momento lúcido o entablaba una conversación incoherente contigo.
O ya era tu cabeza desesperada haciéndote creer cosas, no lo sabías.
Negaste sin entender realmente qué quería decir con esto, probablemente solo era un llamado de advertencia por tus palabras más si lo pensabas a profundidad está criatura no podría hablar tu idioma, por lo tanto no entendía las palabras que salían de tu boca. Entonces lo único que te quedaba pensar era que el muchacho estaba delirando y solo hacía cosas al azar.
Diego comenzó a morderse las uñas con desesperación, balanceando su cuerpo de atrás hacia adelante mientras se pegaba lo más posible a su pared.
---- Es abstinencia... — aunque era extraño, porque se supone que acababan de llevarlo — Te vas a sentir ansioso hasta que te vuelvan a dar de la droga del laboratorio... — explicaste en inglés sin saber si este chico te estaba entendiendo algo de lo que salía de tu boca ----. Vas a estar insoportable.
Volvió a sisearte y está vez decidió darte la espalda para supuestamente dormir.
Reiste divertida, porque Diego tenía un aura demasiado parecida a la de un gato malhumorado. Uno muy grande y enojado que no dudaría en comerte si pudiera ponerte las manos encima. Entonces sería mejor compararlo con un tigre azul por las franjas en su cuerpo.
Cerraste tus ojos resignada ante la situación y actitud de tu compañero de celda, intentaste ignorar el dolor insoportable de tu pierna trayendo recuerdos a tu cabeza, las suaves caricias en tu nuca se presentaron y el suave tarareo de tu hermana relajó tus músculos por completo, ayudándote a dormir por unas pequeñas horas.
El sonido de una bandeja siendo lanzada por la rendija fue lo que te hizo despertar.
Tus fosas nasales olieron el horrible aroma de esa avena remojada en quién sabe qué y eso hizo que tu estómago se presentara ansioso. Cómo era habitual cuando el desayuno llegaba tu mirada fue a Diego el cual ya te miraba expectante, ansiando una pelea a muerte por una ración de comida. Si eras sincera no estabas en condiciones para eso y él estaba más irracional que otros días así que estabas en absoluta desventaja. Si Diego ya era impredecible, su necesidad y desesperación de sentir la gloria con alguna droga en su sistema lo volvía una carta directa al reino de los cielos o infierno en tu caso.
No ibas a arriesgarte.
Así que tus ojos miraron a otro lado intentando ignorar la persistente mirada de tu compañero de celda quien no había dejado de mirarte ni un segundo. Cerraste tus ojos decidiendo que tu cerebro era un buen lugar para distraerte de la persistente mirada dorada. Pensaste en una hermosa hamburguesa jugosa con tocino y dos pedazos enormes de carne haciendo tu boca salivar. Tu estómago rugió ansioso, deseoso de una pequeña mordida de esa jugosa hamburguesa que hace tiempo no habías comido por estar en el reino de Pandora. Frustrada por tu hambre decidiste mejor hacer otra cosa que no sea vivir en tu cabeza porque está solo estaba atenta para pensar en alimentos que extrañabas.
"Paciencia, Sam. Debes ser paciente"
Soltaste un suspiro ante la persistente voz de tu hermana sintiendo el suave toque de sus manos en tu cabeza, tarareaste junto a ella arrullando y llevando a una plena serenidad a tu cerebro para distraerlo de cualquier dolor y deseo de hambre, al menos fue así hasta que el sonido de las cadenas te sacó de las profundidades de tu mente y luego el deslizamiento de algo metálico contra el suelo.
Cuando abriste los ojos la bandeja de comida estaba a unos centímetros de tus pies. Aquello te hizo mirar hacia tu compañero el cuál ya se estaba dando media vuelta para ignorar tu mirada y probablemente tu existencia en este lugar. Sonreíste apenas de forma perceptible. Por alguna razón a lo largo de esta semana Diego comenzaba a caerte bien. No sabías si era por su silencio o tal vez porque no era un idiota como todos los que trabajaban en este lugar. Tenía muchos factores negativos (como intentar comerte) pero decidiste no prestar atención a estos pequeños detalles que dejaban mal parado a Dieguito.
Tu mano tomó esa avena asquerosa y con tu boca salivando tomaste bocado sin pensar ni un momento en su consistencia.
Debías tomar toda la energía necesaria si pensabas salir de este lugar. Debías estar preparada para todos los riesgos que tu escapada te traería y eso significaba que tu cuerpo y mente debían estar en forma para el gran día. Una vez que terminaste tu comida volviste a recargarte en la pared. Lentamente te recostaste en el suelo y tus ojos miraron con atención al techo oscuro, tal vez fue el aburrimiento, tal vez tu mente llevándote a la locura gracias al confinamiento pero frente a ti se formaron estrellas brillantes que titilaban al ritmo del suave tarareo de tu hermana. No podías evitarlo, porque sus caricias llegaban a tu cabeza obligándote a relajar. Un hábito que tenía desde que eran niñas, entonces para ti fue inevitable seguirla. Sus voces se sincronizaron y la paz que tanto necesitabas rodeó todo tu cuerpo, el pequeño tintineo de las cadenas no te distrajo y simplemente te quédaste ahí, tan absorta en los recuerdos que no prestabas atención a lo que pasaba a tu alrededor.
"Debes ser paciente, Sam"
Si, era su mantra para que no te metieras en problemas o algo que tu cabeza había adoptado desde que se separaron. Tal vez, si ella hubiera estado aquí mismo no habrías decidido volarle la cabeza a tus compañeros, tampoco podías culparla. Eras una adulta y se suponía que debías ser consciente de tus propias acciones. Ignoraste a tu cabeza, cerrando tus ojos mientras el volumen de tu tarareo aumentaba.
Entonces daba igual el pasado, no era de las personas que se arrepentía de sus acciones.
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en realidad no está yendo a un lugar en específico, sino que está avanzando por los alrededores para decidir qué hacer los próximos días. es voz femenina la que detiene su andar y lo hace dedicarle su atención, retirando lentes de sol para observarla mejor. sonrisa es discreta pero amigable cuando percibe labor de convencimiento. "bueno... me vendría bien la compañía," accede. "sin embargo— si nos perdemos, voy a necesitar que consigamos volver antes de la cena. tengo una dieta muy rigurosa," eso no es del todo cierto, pero lo dice por hacer una broma.
' ¿Quieres acompañarme a recorrer los jardines? ' indaga a la primera persona que se cruza por su camino. Hay una sonrisa en su rostro, sabe que en algún momento tiene que empezar a conocer mejor al resto de las personas y ya es hora de hacerlo. ' No creo que nos perdamos, pero, si sucede, es mejor si estamos acompañades. '
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Here's my answers for chapter 4!! As always, in spanish :D
Elenda: …
(Debo decir que yo también soy bastante fan suya.) /
(Aunque confieso que no es mi estilo.) /
(Está guay escucharlo en una playlist de vez en cuando.) /
Brune: …
(Pero prefiero hace como si nada hubiera pasado. Es más fácil.)
(No sé qué hacer, y además, puede que Roy se lo haya dicho ya…)
(Puede ser una buena ocasión para hablarle de eso…) +Brune
Lynn: …
Un té con limón, por favor. /
Un chocolate caliente para mí, por favor. /
Yo probaría también ese capuchino. /
Amanda: Conozco gente que disfruta mucho más en pareja de lo que les “cuesta”.
(REBELDE) Está claro que no merece la pena: demasiados problemas. +Elenda
(ENÉRGICA) Estoy de acuerdo con Amanda: se supone que es fácil. +Amanda +Roy +Brune
(DULCE) Yo creo que, en la práctica, es más complicado que eso. +Devon +Thomas
Elenda: …
(ENÉRGICA) Una relación penosa. Con un auténtico cretino. +Devon +Roy +Brune
(DULCE) No fue gran cosa… Nada apasionante, al fin y al cabo… +Thomas +Elenda
(REBELDE) En realidad, no me apetece mucho hablar de eso… +Amanda
Elenda: …
(Creo que podría dejarme tentar, si se presentara la ocasión…) /
(Ni hablar de salir con un compañero de trabajo.) /
(Ojalá esto no cree ningún drama en el futuro…) /
Elenda: Si, bueno, sus historias de cama no son realmente asunto nuestro…
(REBELDE) Nuestro, quizá no, pero de eventuales clientes suyos… +Thomas -Devon -Roy -Jason
(DULCE) Estoy de acuerdo. Es su vida privada. +Jason +Roy +Elenda -Thomas
(ENÉRGICA) ¡Eso dice mucho sobre su persona! +Devon +Amanda -Brune
Jason: Yo, por mi parte, tengo trabajo. Supongo que nos volveremos a ver…
(ENÉRGICA) Sí, hagámoslo así. ¡Hasta luego! +Jason
(REBELDE) Estaría bien que no se convirtiera en una costumbre…
(DULCE) (Le doy la espalda. Mejor ignorarlo.) /
Ysaline: …
(Lo dejo sobre la mesa y me froto las manos, preparada para volver al trabajo.) /
(Hablando de solteros sexis…) IMAGEN JASON
(Miro fijamente la pantalla un momento…) /
Ysaline: …
(Tecleo lo más rápido posible en la pantalla.) IMAGEN
(Debería apartarme un poco, por si acaso.)
(Echo un furtivo vistazo.)
Amanda: Vale… Ysaline, ¿tú cómo vuelves? ¿Quieres aprovechar el taxi?
Te lo agradezco, pero yo también voy a ir en bus… IMAGEN ROY
¡Claro, encantada! IMAGEN AMANDA
Confieso que no me importaría ir en el manillar… IMAGEN DEVON
Debo admitir que la idea de probar la moto de Thomas me apetece más… IMAGEN THOMAS
Archibald: ¡Me he enterado de que has conseguido tu primer logro en tu nuevo trabajo! ¡Enhorabuena!
¡Gracias! ¡Es cierto que he empezado fuerte!
Tanto como un logro… Me parece un poco exagerado… ¡Pero me va bien, sí! ROPA TAKI
¡Las noticias vuelan! ¿Quién te lo ha dicho? /
Roy: Pero entonces vamos a ir un poco apretados.
(DULCE) Supongo que no te importará darte un “baño” de masas… IMAGEN
(ENÉRGICA) ¡No me importa en absoluto!
(REBELDE) Todavía estamos a tiempo de ir en taxi.
Roy: …
Pues… Digamos que no cierro la puerta del todo. /
No. Creo que tendría que pasar algo de tiempo.
Sí, supongo… Pero seguro que sería más prudente.
Amanda: …
Bueno, si no quieres hablar de ello, no quiero presionarte, ¿eh? IMAGEN
(No insisto. Me vuelvo hacia la ventanilla.)
Vale, si quieres andarte con secretos…
Amanda: ¿Te has enamorado tú de alguna chica, Ysaline?
Tal vez… /
No, la verdad es que no.
¡Sí, muchas veces! /
Amanda: …
Creo que sí. /
Sinceramente, no lo creo. /
Contemplar… siempre se puede…
Devon: Ya sabes lo que dicen: “Si lejos quieres llegar…”
“…tu hacienda debes cuidar.” IMAGEN
“…un coche potente debes comprar.”
“…no te puedes descuidar.”
Devon: …
Para ser sincera, no lo sé. /
No creo. O al menos, no por el momento.
Hmm… Sinceramente, creo que sí, pero…
Thomas: Entonces, ¿podrías considerar una nueva relación en un futuro próximo?
No lo sé… Puede.
En un futuro próximo, no, quizá no.
Sí, claro. ¡No me voy a quedar estancada así toda mi vida! /
Thomas: …
(REBELDE) ¿Va todo bien? ¿Algún problema?
(DULCE) (No he dicho nada. Sobre todo porque podría estar pensando en otra cosa…)
(ENÉRGICA) (A modo de burla, me giro sobre mí misma.) IMAGEN
#mcl spoilers#my candy love spoilers#my candy love new gen spoilers#my candy love#my candy love new gen#mcl guides
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Sul sul! 👋🏻
¿Qué tal estáis? Aquí os dejo mi versión de Leon Kennedy. ¿Se parece? 🫢
Sé que no es perfecto pero, es a lo que más me he podido acercar. Espero que por lo menos os guste el resultado y lo hayáis podido reconocer de primeras.
Si queréis ver el videíto no dudéis en visitar mi tik tok, y si venís de allí, sed bienvenidos y sentiros libres de descargar a Leon junto a su contenido personalizado. Espero que os guste!! :D💚
Aquí os dejo los archivos para que descarguéis a nuestro querido Leon Kennedy gratis en mi patreon👀⬇️:
Si tenéis algún problemita o sugerencia, dejádmelo saber en los comentarios :)
Dag dag! 👋🏻
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' ¿dormirte? ¿cómo es que todavía puedes caminar? ' y si bien siempre fije que nada le importa afirmación le hace alzar las cejas en asombro. pues, no podía ser ajeno al sol que quemaba con solo unos minutos de exposición. ' ¿y cómo sabré dónde encontrarte? ' le cuestiona entonces, no conoce ni nombre ni equipo, pasando una de las hojas de su expediente pasando al siguiente sujeto. ' no, estoy esperando a que nos den las pistas esas que están hablando. disfrutar de las instalaciones mientras esperamos ' se alza de hombros, desviando mirada a compañía. ' supongo que ya habrás visitado el spa y el centro de relajación, como sea que se llame. '
* ' tu te ríes, pero ya me pasó el primer día, ' comenta de forma casual, después de que litros de after sun de aloe vera le hicieran olvidar el malestar demasiado rápido como para volverlo una lección valiosa, lamentablemente. ' ah, pero si te llega a pasar me avisas y presto mi after sun, es prácticamente milagroso. ' desde su reposera, pasa la página del libro que lee en simultáneo con la conversación, ' hmm, bueno, distraerse es algo natural, ¿me vas a decir que no te pasa? a mi me pasa todo el tiempo. ' y aún así logra terminar los ejercicios, por obra y gracia de alguna intervención divina, quizás.
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...Hello...Neighbor...Jajajaja :D
Qué tal tu día Yummy?
#wally darling#welcome home#art#art style#cute art#adorable#apple#amor#Kate Emma#Emma Kate#Wally#Wally chikito#todo bonito#te quiero#todo precioso#Yummy#jokizto responde
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