#porqué seguro nunca sería igual de mala que su propia madre; pero eso no la hace buena
Explore tagged Tumblr posts
multishipper-baby · 2 years ago
Text
Mencioné en el pasado que a Gabri le gustaría ser mamá, y eso es verdad, pero creo que también tenía algo de miedo a dar el paso por todo el tema de su propia madre.
3 notes · View notes
gambarol · 7 years ago
Text
Creación de un Personaje Original
Tumblr media
A continuación veremos: Cono crear un personaje original.
Te recomiendo pasar antes por la guía de Creación de Personajes.
✦ Humanización
Bien, este puede ser uno de los puntos más importantes de todo el coñazo que os he contado anteriormente. Supongo que no hará falta explicar el término.
Cuanto más claro es el objetivo y más profundos y fuertes los sentimientos, más humanizado estará el personaje. En este punto voy a añadir ejemplos fuera del anime/manga, porque, le duela a quien le duela, la cultura japonesa no nos puede ayudar con esto dado que nosotros tenemos conceptos completamente distintos sobre las emociones y sentimientos (no a grandes rasgos, pero espero que me comprendáis. Y OJO, que no digo que no estén humanizados, pero no según nuestros “criterios” occidentales). Así pues, vamos allá:
✦  The Last of Us: Os voy a explicar porque este juego ha sido nombrado mejor juego del año 2013, y posteriormente incluido en la lista de los mejores juegos de la historia. La razón: 1 personaje. Principalmente, claro. No vamos a desprestigiar la historia, gráficos, mecánicas, etcétera. Este personaje es Joel. Y para los que no hayáis jugado al juego o no sepáis de qué va, os haré un breve resumen. Partiendo del apocalipsis zombie, Joel es un humano normal y corriente de unos 45 años aprox, al que le cae encima la misión de llevar a una niña a cierto campamento de refugiados. Ella es inmune al virus de los zombies, y su sangre puede servir para hallar la cura de la infección.
Vale. A todo esto, Joel perdió a su hija de la misma edad que esta niña hace 20 años por culpa de esta infección. Así pues, al tener que hacerse cargo de otra le asusta. Este personaje tiene MIEDO de no poder protegerla y repetir lo que pasó con su hija. El miedo es un sentimiento clásico a la hora de humanizar a un personaje. Sino pensadlo. Pensar los miedos que tenéis o habéis tenido. Miedo a la enfermedad, miedo a la muerte, miedo al olvido, a la soledad, a las arañas, miedo a absolutamente todo, o al menos a varias cosas. Sigamos.
✦ Malditos Bastardos (Inglourious Basterds) Ciencia ficción sobre el final de la II Guerra Mundial, 1945. Aldo Raine (Brad Pitt). Tal vez, así por el nombre, no sepáis quién es, pero este es el comandante que dirige un grupo de ocho personas para matar a Hitler. Muy loco, ¿no? Sin embargo, es uno de los mejores personajes de la peli. ¿Por qué? Objetivo claro: Matar nazis. Sentimientos: Venganza, odio. Tiene claro su ideal. Pero además, también siente ANGUSTIA. Angustia cuando matan a sus hombres o cuando los planes no van como debieran.
Esta película tiene otro mejor personaje, que es el antagonista Hans Landa (Christoph Waltz). Es tan buen personaje que resulta mucho más complicado definirlo. Aquellos que conozcan al personaje lo entenderán.
En general, un buen personaje es algo muy atractivo, que despierte todos nuestros sentidos y sea muy particular dentro de su entorno (Joel, el Joker, Jack Sparrow). Tienen que parecer unos locos, atrevidos, poderosos, chulos, seguros de sí mismos, arrogantes, da igual, lo que tú quieras que sean. Y de repente tienen que tener algo que te sorprenda. Algo que hasta parezca que no encaja, un fondo. Una depresión, un dolor. Cualquier cosa vale. Cuanto más hilado esté esto a la personalidad e historia del personaje, más real y verídico será. En general, humanizarle es añadirle algunos detalles que tendrían si realmente existieran.
La mayor parte de los personajes no tienen padres. El síntoma fraternal, como lo llamo yo. Queridos users del mundo ¿qué os pasa con vuestros padres? ¿No os dan amor? ¿Qué pasa? ¿Por qué siempre les matáis? De verdad que esto me frustra mucho porque muchos de vosotros tratáis de quitarle un peso sentimental de encima, cuando en realidad lo que os estáis quitando es una ventaja. Entiendo que, en ciertas ocasiones o historias, sea necesaria, pero por favor, no os paséis. De verdad que a veces me da hasta pena xD. Os voy a poner como ejemplo un personaje que yo tuve no hace mucho. A él de pequeña le secuestraron unos piratas (era un foro de One Piece, entenderéis ahora porqué tanta referencia a los piratas (?)). Siete años después consiguió escapar y volvió a casa, donde sus padres le recibieron con llantos, encantados de que estuviera vivo. Una reacción normal y propia del momento. Sin embargo, él ya no era un civil más, y por mucho que sus padres trataran de “normalizarle”, él no podía pensar más que en barcos y Ron. Así que, para no defraudar y decepcionar a sus padres, que evidentemente no deseaban una vida pirata para su hijo, se escapa de casa para vivir una vida que desea mucho más. Con todo ello, muchas veces les echa de menos, o piensa qué será de ellos, si están bien. Incluso hay veces que va a verlos, pero no se atreve a dirigirles la palabra.
✦ Debilidades
Esta acompaña a la anterior. Y para poder colocarlas, debéis pensar  primero en vuestras debilidades. Las mías podrían ser la miopía que tengo si no llevo gafas/lentillas, que hablen de mis seres queridos de mala forma, puedo ser algo celoso, torpe, un poco subnormal a veces, etc. Y aunque nuestro personaje pueda tener otras mucho más heróicas como haber perdido un brazo en batalla o que le cueste luchar contra samuráis, también ha de tener debilidades humanas. Debilidad al dulce, a los hombres, al alcohol y a un sinfín de cosas.
✦ Confort, y Situaciones Límite
El confort a la hora de llevar a un personaje es muy habitual.
Si nuestro personaje es un tipo serio y frío, podréis ver como todos sus temas y posts son así. Si es un alcohólico, estará bebiendo en todos los posts, y si es un loco, diciendo burradas y sorprendiendo a la gente.
Esto sería estar en la zona de confort. Hacer lo que nuestro personaje haría en una situación controlada por él mismo.
En la vida real no podemos manejar las situaciones que se nos presentan. Cuando nos encontramos con alguien que nos cae mal y odiamos, aunque nos hagamos los duros, nos incomoda estar en presencia de esa persona (a no ser que queramos joderle la vida o algo así). En general, casi nunca podemos controlar las situaciones que se nos plantean principalmente porque no podemos controlar ni lo que nos rodea ni los que nos rodean. Y en el rol tratamos de controlarlo.
Sin embargo, salir de la zona de confort nos revela muchas cosas de nuestro personaje y lo humaniza. Muchas veces nos pasa que hacemos o decimos (on-rol) cosas para tratar de llevar el tema a cierto punto, o cumplir unas predicciones y deseos que pudiéramos tener con ese rol. Pero esto es un error garrafal. Los users tenemos que hacer que el personaje receptor de nuestro rol salga de la zona de confort. Hay que dejarse llevar por el otro personaje.
Yo de esto me di cuenta cuando roleé por primera vez con un compañero, y lo primero que le dije fue: “Te encanta sacar a los personajes (y ciertamente a los users) de su zona de confort, ¿verdad?”.
Y ¿cómo hacía esto, Gamba senpai? Pues muy fácil, simplemente hacía cosas inesperadas para mí aun pudiendo leer su ficha.
Y esto es una putada. Todos tenemos una ficha que cualquiera puede leer. Yo sin embargo, nunca lo hago, porque es una pérdida de tiempo. Si lo haces, es posible que vayas con ideas preconcebidas y que intentes averiguar qué va a hacer y decir el personaje, y esto es un error fatal. La improvisación en el personaje, aun respetando su psicología, es lo mejor.
Por ejemplo, la impertinencia del anterior personaje mío del que os hablaba también suele sacar de la zona de confort a otros users, pero aun así, creedme, el experto es mi anterior compañero.
SITUACIONES LÍMITE Otra cosa relacionada a esto son las situaciones límite a las que podemos exponer a los personajes. Y aquí sí que os voy a traer ejemplos, y por qué no, de One Piece.
Una situación límite hace que empaticemos directamente con el personaje. Hace que, aunque te lo acaben de presentar, quieras ahogarte en un mar de lágrimas y abrazarle hasta que se sienta amado. Y ¿cómo consiguen esto? Sometiendo al personaje a una situación límite.
Zoro: la primera aparición nos devela a un espadachín duro, pero en todas las posteriores, su creador nos lo desnuda completamente. Tanto en el presente de ese momento como revelándonos su pasado, sus miedos y aspiraciones, su todo. Y lo puede hacer precisamente por eso, porque el personaje está pasando por una situación límite. Nami, Sanji, Usopp, Chopper, Robin, Frank, Brook. Todos, cuando les conoce Luffy, están pasando por una situación límite  que hace que empaticemos con el personaje. Porque es raro oír a alguien decir que detesta a cualquiera de estos personajes, y es que, aunque sean patanes, débiles, o cualquier cosa, ya has empatizado.
¿Qué pasa, sin embargo, con los personajes de Naruto? ¿Cuántos odian a Sakura? ¿Y a Sasuke? Y podría seguir. Los personajes más aceptados de este manga por los usuarios son los únicos que han estado puestos en una situación límite, como Naruto, Shikamaru, Kakashi, Hiraya, etc. Y no es que solo me haya visto/leído One Piece y Naruto, pero creo que son los que más reconoceréis todos. Por ejemplo, en Attack on Titan, empatizamos rápido antes con Eren que con Armin, porque vemos a Eren sufrir la pérdida de su madre, vemos sus miedos y angustias. Aun que luego detestemos al personaje, pero empatizamos, y nos fuerzan a hacerlo en los primeros capítulos.
En definitiva, sacar al personaje de su zona de confort y someterle a situaciones límite hace que otros le conozcan mejor y empaticen con él, y que incluso a nivel de user encontremos más sabroso el rolear con él.
Voy a hacer un pequeño añadido, y es que muchas veces resultan más atractivos los personajes secundarios que los principales, y mucha de esa popularidad que tienen es por cómo nos los presentan sus respectivos autores. Itachi (Naruto), Levi (Attack on Titan), Ace (OP), Erza (Fairy Tail), Urahara (Bleach), etc.
✦ Profundidad
Esto engloba todo esto de lo que os estoy hablando. La profundidad del personaje es el grado de credibilidad que da.
Un personaje profundo es aquel que tiene virtudes, defectos, fortalezas, debilidades, miedos, sueños, etcétera. Es un personaje bien caracterizado, tanto que parece real. Además, no es un personaje inconsistente ni estático, sino que es dinámico, evoluciona. Tiene que afectarle los acontecimientos que vive, la historia, sufre las consecuencias y cambia.
Evitar estereotipos a toda costa. Si aun con ello quieres llevar uno de ellos, tendrás que currarte mucho la psique de este para que no resulte un personaje plano. En general, si has tenido en cuenta todo lo nombrado en esta guía y la anterior, es imposible que tu personaje sea plano. El objetivo, los sueños, deseos, motivaciones, conflictos, sentimientos y emociones, inteligencia, y todo lo que ya os he explicado, harán que vuestros personajes sean profundos.
✦ Carácter
Aquí cada uno tiene su propia receta. Puedes empezar a crear un personaje teniendo ya un carácter preconcebido, darle el carácter según el avatar que hayas elegido, o usar un carácter estándar con el que te sientes más a gusto roleando.
Sin embargo, vengo a dejaros algunos tips para mejorar esto.
Que los caracteres sean muy definidos. Nada de medias tintas.
Que la personalidad vaya acorde a la historia, vivencias del personaje, etc.
Sobre personajes no creados por nosotros mismos. Por ejemplo, coger a Goku de avatar y poner la definición que viene de él en la Wiki en el lugar de la descripción psicológica. Personalmente, y lo siento por los que lo hacéis, lo detesto. Si elegís rolear con un personaje ya creado, es decir, que no es tuyo, pueden pasar dos cosas.
1) Que hagas pequeñas modificaciones para adecuarlo a la trama del foro, lo que rompe con la psicología de este. El personaje es así por sus vivencias. Si a Goku le pones en el mundo de Naruto, Goku ya no va a ser Goku, sino que va a ser un intento infundado de Goku, y por tanto, va a cargarse los dos puntos anteriores que os he comentado. Va a ser un personaje a medias tintas y su carácter no va a ser acorde realmente con sus vivencias, historia, contexto, etc.
2) Que no lo conozcáis. Aceptarlo, no conocemos a los personajes que no hemos creado. Y si no intentadlo, coged a vuestros personajes favoritos de lo que sea y hacerles una entrevista sobre ellos.
No podéis adivinar qué van a hacer o decir de verdad, os lo vais a tener que inventar, y con ello, no cumplís con las expectativas de la descripción psicológica que habéis escrito en su ficha.
En este caso, el personaje os ganaría, algo que no podemos permitir.
Locura y otras características extremas. Que no os confunda. Añadirle al personaje propiedades raras o extremas no van a hacer que este sea más original o profundo. O sea, que hacer que sea un extrovertido cómico loco no va a hacer que sea un buen personaje, más bien uno con el que tener un buen tema de rol, pero yo vengo a ayudaros a que no os muráis de aburrimiento y os canséis del personaje a largo plazo. Entonces bien, lo que hace que el Joker (o el Guasón), sea un buen personaje, no es que esté ido de la cabeza o sea un psicópata, sino lo que le impulsó a ello y su cambio ante las situaciones que le han venido a lo largo de su vida. O séa se, que no puedes decir que tu personaje es un loco solo porque le aburre la vida cotidiana y el día a día común. Esto sería un personaje plano. Y si no tratar de encontrar la diferencia entre el Joker típico y la Harley Quin de Escuadrón Suicida.
Otra forma de darle originalidad a la personalidad, en caso de que ninguna nos convenza, es dotar al personaje de cierta cultura. En la Tierra hay muchas culturas diferentes para elegir y que nos pueden hacer más a mena la creación de un pj original. Razas como gitanos o culturas como la hindú pueden ayudar a dar al personaje ciertos rasgos característicos del mismo.
Otros tips, ya más rebuscados, son los que yo (y otros muchos dibujantes) usamos a la hora de crear personajes visuales. Es muy común que, a la hora de hacerlo, se empiece por las siluetas, es decir, un dibujo del pj en gris oscuro de su silueta. Esta revela mucha más cantidad de información que cualquier texto. Y sino, vamos con ejemplos. TODOS, y digo todos los personajes de una buena serie han de ser reconocidos por su silueta. Y digo serie por que es visual. En un libro no hay siluetas de los personajes. Probad a buscar en google las siluetas de los dibujos animados más famosos, y ya veréis como los reconocéis todos.
Otro recurso visual que podéis utilizar es el de los colores, aunque este soléis utilizarlo bastante, y es asociar un color a vuestro personaje. Muy típico en los dibujos animados.
✦ Cosas a tener en cuenta
Al no ser un medio audiovisual, hay que contar lo que se ve y sucede en nuestro personaje en todo momento, o la persona que recibe nuestro rol no empatizará ni entenderá al personaje, lo que puede crear un desinterés por el rol.
¿La emoción es la emoción o lo que niega la emoción? (Frase para que reflexionéis).
“Si quieres conocer a un personaje pregúntale qué ama.” Esto es algo muy particular, y es que me atrevería a decir que  solo lo puede hacer (bien), el creador del personaje.
Humanizar a vuestro personaje. Esto es la clave.
Y esto es todo. Espero que os haya gustado y os sirva a la hora de crear personajes y tramas para con estos. Si queréis, aquí tenéis nuevamente la guía anterior de Creación de Personajes.
Gamba
82 notes · View notes
ernestosanmiguel · 4 years ago
Text
Pintor Goya
Ernesto San Miguel
Pamela había viajado hacía un año a la ciudad de Arica, la más nortina de las ciudades chilenas, la eterna primavera como le llamaban, me atraía. Además en esas tierras había vivido mi madre antes de tenerme, incluso en la ciudad de Tacna cuando esta pertenecía a Chile, que fue la tierra donde nació mi hermana Amelia.
Era la primera vez que me iba a separar del resto de mis hijos Miguel y Xenia eran muy pequeños, pero contaba con la ayuda de mis hijas que estaban conmigo: María, Rosa, Mona  y Luisa y si tienen algún problema mayor  lo solucionarán Ernesto o Doris. Darío mi marido tendrá que seguir trabajando. Es una suerte que viajo con la señora Blanca, la otra abuela de Marcos y de Willy.
La población Los Pinos, era una población de obreros, la construcción de los edificios fue financiada por el Seguro Obrero, organismo creado para recibir los fondos descontados a los trabajadores y a los patrones.
Recuerdo que supe a través del periódico que llamaban a los trabajadores interesados para optar al subsidio habitacional y que debían cumplir ciertos requisitos. Requisitos que nosotros cumplíamos. Tuve que enojarme con Darío para que iniciara los trámites necesarios.
Pero al final conseguimos la casa propia.
La otra abuela vivía en un departamento en el edificio del frente de manera que salimos para tomar el pullman que nos conduciría a Arica. El viaje duraba aproximadamente 18 horas y viajábamos con los dos hijos de Pamela. Ellos eran pequeños y los llevábamos en nuestros brazos para ahorrar el dinero de sus pasajes.
Al salir de Santiago nos fuimos conversando y entretenidas mirando el paisaje, mientras los niños dormían tranquilamente. Ella no era una persona muy conversadora, y después de una hora de hacer el esfuerzo de sacarle palabras me aburrí y me dediqué a mirar el paisaje. Al lado derecho la cordillera de Los Andes y al izquerdo la de La Costa y así viajábamos entre cerros encajonados, el paisaje se abría de repente para mirar los últimos valles centrales en todo su verdor. A las tres horas de recorrido sólo se veían dunas de un lado y cerros áridos del otro; de pronto pequeños pueblos se asomaban a nuestras miradas y se desvanecían con la misma premura.
Mis ojos comenzaron a cansarse y se abrió una ventana por donde comencé a mirar mi vida. Jamás se me pasó por la mente tener tantos hijos. Tener 14 hijos no ha sido fácil, lástima que el primer Miguel Angel hubiera partido tan bebé. De todas maneras me quedan trece. He estado tan ocupada durante todo este tiempo. Me casé en 1944 y quedé embarazada inmediatamente y han pasado 26 años de aquel entonces.
Recuerdo que fué un día de fiesta que vi a Darío por primera vez, le llamaban el argentino, porque peinaba a la gomina, era mucho mayor que yo o por lo menos me lo parecía; el se veía un hombre y yo sólo una niña, apenas tenîa 15 años y lo miraba desde una ventana escondida mientras mi corazón saltaba de emoción; era delgado y unos finos bigotitos adornaban su cara de niño bueno.
Era muy bueno para el fútbol y sus amigos siempre lo venían a buscar, tenía varios hermanos mayores y uno más pequeñito que él siempre cuidaba con esmero y cariño, su familia le llamaba Mingo al igual que sus amigos y el niño se llamaba Fermin.
La única forma de conocerlo era jugando con su hermano pequeño y así lo hice. Cada vez que lo veía con el niño en la calle yo corría desaforada para conversar con él.
En mi casa no lo querían, mi hermana siempre me hizo la guerra ya que yo quedaba al cuidado de ella, mientras mi mamá trabajaba para el sustento nuestro.
Yo era la más pequeña de los cuatro hermanos, el primero era Segua y ya trabajaba, Amelia era la dueña de casa y Paulo el que la seguía era de carácter arisco y un poco solitario lo fue siempre hasta su partida.
Mi padre había muerto cuando yo tenía dos años. Mi hermana estaba casada con Amadeo, un español quien había llegado niño a nuestras tierras y se conocieron en los lugares que generalmente frequentaban.
Mi abuela española como ellos, participaba junto a la tropa de recién llegados y también sus familias aunque hubieran nacido criollas, immigrantes con gustos comunes que se reencontraban para sentirse menos solos.
Pienso que ellos preferían alguien de la colonia, pero yo tenía ojos solamente para él.
- ¡El es muy viejo para tí!
- Búscate un jóven de tu edad, además tienes que estudiar.
Viejo a la edad de 20 años, hoy me resulta cómico; éramos tan niños jugando a ser adultos y han pasado 26 años de aquel entonces.
Tantos días llenos de amor, de paz y de alegría; pero también tantos años de miserias, donde la mesa estuvo llena de niños alrededor con las miradas lánguidas esperando el escuálido plato que teníamos a compartir.
-¡Qué hubiera hecho, sin la ayuda del resto de mi familia!
Aún hoy las cosas son difíciles pero tengo más ayuda de mis hijos mayores aunque Darío está tan depresivo y cae en el trago más a menudo.  No debe ser fácil, trabajar y trabajar y no poder ganar el sustento necesario para una familia tan numerosa. A veces una botella nos hace olvidar nuestra incapacidad para poder vivir los sueños que tejimos en nuestra juventud.
Lamentablemente el destino nos lleva por caminos pedregosos que nos van secando el alma, al ver la distancia cada vez mayor entre el sueño y la realidad angustiante del cada día.
En el año 1943 la segunda guerra mundial estaba en todo su apogeo, las condiciones de vida eran difíciles, sobretodo para las familias numerosas. El padre de Darío, don Luis había muerto hace pocos años y su madre, la señora Ana tenía una salud frágil y partió cuando Ernesto, mi hijo mayor tenía dos años y Doris un añito.
No teníamos donde vivir y la señora Ana me rogó que viviera con ellos, su casa tenía muchas habitaciones y nos cedieron una a nosotros; jamás pensé que viviría 14 años en la misma pieza, al comienzo cuando éramos él y yo era fantástico, fue una luna de miel dichosa, pero comenzaron a llegar los hijos, año tras años y la pieza no podía crecer y comenzaron a casarse mis cuñados y a tomar las otras piezas y a crecer otros niños y el patio no podía crecer y los niños peleaban entre ellos y los disgustos eran grandes.
Que alivio cuando tuvimos nuestra propia casa después de catorce años comprimidos, tan comprimidos que los dos mayores tuvieron que vivir con mi hermana aunque veía en sus ojitos que ellos no estaban contentos, no tenía otra posibilidad.
Amadeo y Amelia me ayudaban mucho, a pesar del carácter de mi hermana, ellos pudieron estudiar y vivir mejor económicamente que el resto de sus hermanos.
Ya llevamos 12 años en Los Pinos, algunos hijos se han ido casando y han salido del hogar, pero aún así, nos falta espacio. A pesar de ello el día domingo es un día de fiesta ya que todos se reúnen en la casa, más los maridos y las señoras y los nietos. A veces siento que mi cabeza me estallará, pero cuando parten y mis otros hijos se acuestan, la casa se queda silenciosa y vuelvo al tiempo de mi juventud y ¡no puedo creer cómo ha pasado el tiempo! En realidad todavía no tengo muchos nietos, pero con la cantidad de hijos que tengo, no puedo esperar tener una vida solitaria.
Han pasado 6 horas y media y ya hemos llegado a La Serena, el mar al amanecer se ve calmo y las olas juegan repetidamente deslizándose en la arena.
¡Tanto tiempo que no vengo a la playa!
La Serena está al norte de Santiago a unos 600 kilometros más o menos.
Con-Con era mi playa favorita, veníamos con mis primas y andábamos a caballo, pasaba todas mis vacaciones allí, me sentía libre y feliz.
Después del matrimonio los hijos no me han dejado tiempo para nada, lavarlos, alimentarlos, hacer las tareas con ellos, tenerlos en harmonía cuando cada cual tiene su propio carácter.
Parecer fuerte, cuando el hambre nos gritaba desde lo más profundo de nuestro vientre, sabiendo que el mañana no sería diferente.
Las dunas que siguen a la ciudad, no son distintas a las anteriores, ni siquiera se divisan ni los barcos ni las lanchitas que pululaban en la bahía de Coquimbo. Si no fuera por Willie que sigue durmiendo en mis brazos diría que la soledad corroe y erosiona como las dunas al paisaje.
¿Qué puedo decirle a Darío? Si desde que lo echaron de la fábrica porque era dirigente sindical, encontrar un buen trabajo ha sido imposible; tiene que estar trabajando en pequeñas industrias que tienen trabajo uno o dos días a la semana y los niños quieren comer todos los días pero eso los patrones no lo comprenden; me imagino que sus corazones deben estar llenos de dunas.
El sol comienza a calentar y entra a raudales por las ventanas, sirven el desayuno y se cambia el turno de los choferes; nuestros niños también se despiertan y están alegres.
Los sandwichs están ricos y la leche tibia les da color a sus mejillas. Para nosotros el cafecito que acompaña el sandwich nos llena de nuevas energías.
La señora Blanca sonríe, habla con Marcos unos monosílabos y continúa mirando el paisaje como si siempre estuviera tan lejos; incluso cuando sonríe está triste; seguramente está en el pasado al igual que yo, solo que el de ella me parece más triste.
- ¡Abuelita, mira las olas como saltan en las rocas! grita Willy con sus ojitos maravillados y ¿El mar no termina nunca abuelita?
- Todo empieza y todo termina hijo, como el día, como las estaciones y como los pájaros que nacen, viven, procrean y mueren.
Preguntas y respuestas se siguieron durante horas, Marquito me ayudaba a veces a responderle a su hermano menor, pero terriblemente inquieto frente a las cosas de la vida.
- ¿Abuelita, porqué mi papá y mi mamá no están juntos?
- Sabes mi niño que esa pregunta deben responderla ellos.
Yo te puedo contar que en general cuando dos personas se aman, se casan y tienen hijos que se le parecerán.
Pero el amor es como una plantita que hay que regarla todos los días. A veces tenemos mala memoria y se nos olvida echarle el aguita milagrosa de la vida.
- ¿Y de dónde se saca ésa aguita?  
- Todos tenemos una fuente inagotable que está cerca del corazón, pero no se puede tocar ni se puede ver, pero existe y es como una hermosa flor que nos hace felices porque nos hace ver la vida con ojos diferentes, nos hace comprender a todo el mundo y sobretodo a quienes amamos.
- ¡Yo debo tener poca aguita, porque estoy muy flaco!
- ¿Entonces mi papá y mi mamá tienen mala memoria? Eso no me gusta porque nosotros tenemos que estar con las abuelitas, pero no con ellos. Yo tengo amigos, que van con sus papás a ver a sus abuelitos. Yo voy con mis abuelitas para visitar a mi mamá.
Es raro ¿Verdad abuelita?
Antofagasta se divisaba a lo lejos, y una roca inmensa, habitación de miles de pájaros murmuraba con sonido de olas, la ciudad entretanto comenzaba a crecer y uno que otro barco danzaba con su acompasado vaiven, los niños nuevamente están durmiendo y la señora Blanca con ellos.
Antofagasta está a 1300 kilometros de Santiago, nos hemos demorado más de 18 horas, desde que salimos de la capital; dicen que cerca de aquí está Chuquicamata la mina más grande a tajo abierto del mundo. ¿Será tan grande como dicen?
Nuevamente la ventana del pasado se abre y comienzo a mirar con ojos de asombro el camino recorrido, veo los mayores dando sus primeros pasitos tan dependientes, tan débiles tan pequeñitos y hoy son hombres y mujeres caminando por la vida, pero mucho más seguros y con mejores armas para la vida de las que yo tenía.
Me han hecho pasar tantos sustos estos niños, me acuerdo cuando a Ernesto  se le quedó atascada la cabecita entre los barrotes de la cuna de fierro y no había caso de poder sacársela y el pobre muy asustado lloraba y los barrotes que le apretaban sus sienes, tuvimos que conseguirnos una sierra para poder cortarlas y las marcas quedaron en su cabeza durante mucho tiempo. Yo tenía 19 años en aquel entonces y lloraba junto con él, era la primera vez que nos pasaba algo así.
Cuando la casa vecina a la de Amelia se vino abajo justo cuando pasaban Doris, Ernesto y Juanita. Doris y Ernesto se salvaron, pero Juanita la hija de nuestra amiga quedó sepultada por los escombros.
¡Cuando sentimos el ruido estruendoso!  Salimos corriendo porque sabíamos que los niños habían ido a comprar chocolates a la esquina. Los escombros dejaban ver un chaleco como el de Doris debajo de la mole de cemento; sentía que mi vida se partía y gritaba...  no podía llorar, las manos me sangraban tratando de quitar los restos que estaban sobre mi niñita. Cuando llegamos a ella, vimos que era Juanita con su rostro destrozado, su corazón ya no latía.
Amelia y yo seguimos quitando las moles pero mis hijos no estaban; el llanto y el polvo no me dejaban ver; alguién gritó que ellos estaban al frente escondidos detrás de una puerta. Estaban pálidos y sus corazoncitos saltaban ellos tenían 5 años él y 4 ella, yo apenas tenía 23 años, pero me sentía tan vieja como si un peso enorme hubiera caído sobre mi juventud.
Amadeo y Amelia lloraban abrazados junto al cuerpo de Juanita, repitiendo ¡Qué le vamos a decir a sus papás!
No hacía más de una hora que ellos habían dejado a Juanita en la casa de mi hermana porque ellos iban al cementerio para enterrar a su otro hijo que había muerto a los 14 días de nacido.
Si bien es cierto que mis hijos estaban sanos y salvos, tenía tanta tristeza por nuestra amiga y la reacción que tendría de encontrar a su hija mayor muerta como la pequeñita.
¡Ella enloqueció, pobre Amalia!
Ellos eran felices, José y Amalia eran una pareja hermosa, él era alto y buenmozo fisicamente muy atractivo y además un caballero y ella una hermosísima mujer con un cuerpo a envidiar y tenían una hija que tenía todos los talentos, la mejor de su curso, querida en todos lados y además se amaban; el amor en ellos resplandecía.
Pero el destino les tenía reservado un final trágico, el más preciado fruto del amor, sus hijos, fallecieron casi conjuntamente; la mayor de 9 años y el bebé de días.
Cuando miro hacia al lado, y veo las penas que otros sufren no puedo menos que sentirme feliz, porque mis hijos han ido creciendo y saliendo de las dificultades económicas que vivieron en su niñez; a pesar de lo difícil hemos hecho un gran trabajo, largo y penoso a veces pero las más, llenos de la dicha que los niños traen a esta tierra y en especial a sus padres; de solo verlos me lleno de felicidad; además soy una abuela jóven, con solamente 42 años y me siento a veces tan vieja.
Cuando llegamos a Arica, tenía las piernas agarrotadas; mi hija y su nuevo marido nos estaban esperando.
Los niños no querían despegarse de su mamá; lloraban de felicidad, yo también lloré con ellos.
El encuentro fue emocionante. La brisa del mar llegaba con olor salino y el sol ya calentaba a esa hora del día. Las maletas fueron embarcadas en un viejo taxi y recorrimos la ciudad antes de llegar al lugar donde habitaban.
El Morro miraba el mar, mientras docenas de palmeras saludaban nuestro paso. Encontrar un lugar verde después de tanta aridez es como para maravillarse y si le agregamos el azul del mar nos parece paradisiaco.
Creo que han elegido un hermoso lugar para comenzar el amor, espero que no termine como
el otro. En estos tiempos romper un matrimonio es tan fácil. En nuestros tiempos eso no correspondía, era impensable. Claro que esto permite enmendar los errores que a veces cometemos y no cargar la cruz eternamente.
Pasamos unos meses deliciosos, caminabamos todas las tardes por la orilla de la playa.
Incluso en el mes de Agosto, cuando en Santiago, la lluvia y el frio son de la partida, en Arica el sol se levantaba cada mañana y entibiaba la vida y le daba alas a los sueños.
Alli nos sentabamos a conversar con mi hija, mientras mis nietos corrian sin parar. ¡Como me hubiera gustado detener el tiempo!
Pero cada cual viene a este mundo a vivir su destino ya trazado. Adquirimos responsabilidades y no tenemos otra elección que cumplirlas con lo mejor de nosotros mismos. Darìo y yo casi no conocimos la juventud, en plena adolescencia jugamos a ser adultos y la juventud se nos fue sin haberla vivido.
Cuando veo que mis hijos se sienten seguros en los brazos y con el amor de Darío, vuelvo a mi infancia y no recuerdo haber estado en los brazos de mi progenitor. Siento que es un cariño que me faltó, y creo que Darío es tan paternal, que me dió en los primeros años todo aquello que yo no había conocido en mi niñez.
Mamá siempre me contaba lo bueno de mi padre y era lo que yo guardaba en mi memoria. Pero cuando el tiempo pasa, y tenemos capacidad de raciocinio, los cuentos de hadas dejan paso a la razon y ahí comprendí que tuve un padre que tuvo dos familias al mismo tiempo y mi mami lo supo despuès que volvieron a Santiago. Los primeros cinco años los vivieron en Tacna y él viajaba cada cierto tiempo a la capital por razones de trabajo, pero en realidad, era para visitar a su primera familia, solo que siempre lo ocultò.
A su deceso contó con dos señoras y varios hijos, ni la una ni la otra, habian sabido nada de su historia. Pero su muerte repentina a la salida del Hipódromo Chile, producto de un asesinato, dejo al descubierto sus vidas paralelas.
Juzgarlo no me hace más feliz; pero a la niña siempre le faltó ese amor que no tuvo, pienso que a mis hermanos también. No debe haber sido distinto para mis medios hermanos, con los cuales nunca tuvimos alguna relación, a pesar de que el azar nos cruzó muchas veces en el mismo camino.
Cerca de Arica, hacia el interior se encuentra el valle de Azapa. Fuimos varias veces para visitarlo, sus olivares crecen a orillas de los caminos con sus inmensas aceitunas que no faltaban en cada comida; allí aspiraba a todo pulmón el olor a campo y a lo lejos se ven lo empinados volcanes con sus cimas nevadas. A pesar de la belleza del paisaje, me faltaban mis hijos y me faltaba Darío.
El descanso había sido bastante largo, y debíamos reencontrarnos con nuestro propio destino. La empresa en la cual debíamos viajar estaba en huelga y tuvimos que hacerlo en una de la competencia, con tan mala suerte que me tocó venirme sentada a Santiago en un asiento al lado del chofer, asiento que generalmente ocupan los copilotos.
Los nietos tuvieron que venirse con la Blanquita, ya que yo no tenía espacio, lo que fue mejor para ellos. El viaje fue tranquilo, el mar me miraba desde la derecha hacia el lado izquierdo los cerros y dunas nos recordaban la inmensidad del desierto.
El copiloto que había perdido su asiento, hablaba con el chofer desde la pisadera interior y comentaban la fiesta que habían tenido la noche anterior. Con los ojos cerrados me dejaba mecer por el vaiven.
Debo haberme dormido, al despertarme ví como conductor al que era el copiloto al inicio del viaje, y lo que me había despertado fue un movimiento brusco del autobus, íbamos en lo alto de la cuesta, antes de llegar a Vallenar (supe despuès), había una neblina espesa y la visión muy mala, el chofer se veía preocupado, o bien tenía dificultades para mantenerse despierto, de repente sentí que el bus comenzaba a caer, mi cabeza se golpeó violentamente con el parabrisas y sentí que un sopor me impedía abrir los ojos.
Cuando me desperté, sentí un dolor intenso en mi cabeza y en mi rostro, no me podía mover, alguien me hablaba y no era capaz de comprender sus palabras. Volví a perder conciencia durante varias horas, según me explicaron màs tarde.
-       ¡ Mis nietos!
-       No se procupe señora, me dijo una enfermera con mucha dulzura, sus nietos
-están con la otra abuela, ella tiene una herida leve y los niños no tienen nada, la persona más grave de este accidente es usted, pero en poco tiempo comenzará a sentirse mejor, tiene que dar gracias a dios, porque pensamos que se nos iba.
El cambio.
Nosotros vivimos siempre en Santiago de Chile. La primera casa que conocí fue la de Sierra Bella.
Cuando mis papás se cambiaron, yo tenía 18 años, mi papá me pidió que le acompañara a la calle Franklin, lugar donde vendían muebles usados y nuevos pero a un valor más bajo que en otros lugares. Y a pesar de todo, nos costó encontrar un comedor que se ajustara al presupuesto módico que tenía mi viejo.
El contaba en la época unos 43 años, veía la preocupación en su rostro tratando inutilmente de encontrar aquello que nos sirviera y además que incluyera el flete hasta la población donde recién se habían cambiado. Yo no contaba con la madurez que me permitiera comprender las razones de nuestra pobreza.
Odiaba la situación de tener que vivir en dos formas tan diferentes; por una parte la casa de mis tíos donde todo sobraba y por otra la de mis padres en que todo faltaba.
Allí se fueron gestando en mi, los anhelos por una sociedad más justa.
Era la primera vez que ellos como familia tenían una verdadera casa, debería decir que nosotros como familia, sin embargo el hecho de vivir separados de ellos la mayor parte del tiempo, me hacía sentir un extraño y no como parte de la familia. Sentimiento que me acompañó durante muchos años y pienso que mis hermanos tambien lo han sentido así.
Viví por las circunstancias de la vida separado de ellos en la infancia y adolescencia; me casé tempranamente y después el golpe de estado del año 1973 me obligó a vivir fuera de Chile.
He vivido esporadicamente con ellos en algunos pasajes de mi vida y teniendo los mismos padres y los mismos genes, siento que vivimos en mundos tan distintos.
Las percepciones de la vida, los intereses y por lo tanto nuestro accionar, están en dimensiones diferentes.
Aquí no hay mejores ni peores, tampoco culpables, solo constatación de hechos y lo peor es que los sentimientos se fueron durmiendo, como si la lejanía hubiese sido una barrera imposible de pasar.
Talvez porque en mi niñez los viejos me faltaron tanto, tuve que inventar una coraza de hielo para seguir viviendo y de alguna manera ese hielo se me fue quedando y transformando en olvido.
Hoy los viejos ya no están y durante muchos años arrastré heridas y sentimientos encontrados respecto de su amor. Después el tiempo las fue borrando y se abrió la luz por donde pasó la comprensión, el niño herido dejó el paso al hombre que entendió las razones de la vida pero no fue capaz de restaurar los lazos que se van tejiendo con el tiempo de vida común.
Cuando empezé a trabajar, volví a la casa y estuve viviendo dos años hasta que me case, eso me permitió aportar con mi salario a mejorar los ingresos familiares.
Mi último hermano nació cuando ya tenía 20 años y a los más pequeños solo los veía en las visitas dominicales que hacía a la familia, no teníamos ninguna vida en comun. Aunque jamás dejé de ayudarlos economicamente, y sintiéndome siempre responsable de todos ellos, pero sólo como un proveedor.
Acompañé a mi papa al hospital, para conocer a Mario el último de mis hermanos era el número 14, pero de los vivos solamente el número 13, a veces pienso que ése número le fué fatal.
- ¿Papá, no has pensado que ya somos demasiado en un departamento tan pequeño para tantos?
- En verdad siempre compro un numerito de la lotería, pensando que me voy a sacar de nuevo el gordo, para poder solucionar muchos problemas y entre ellos el de una casa más grande.
- Pienso que deberían comenzar por cerrar la fábrica, porque de sueños no se puede vivir eternamente.
- Siempre sonriéndose me dijo entre bromas un poema clásico “Sueña el rey siendo un rey“ que queda para un pobre ser como nosotros; así que no me pidas que no sueñe.
Mario era un niño hermoso, rebosante de salud y su piel blanca contrastaba con su pelo negro, mi madre estaba feliz.
-¿Te gusta tu hermano?  me preguntó,
- Si mami es un niño hermoso, respondí con la mejor de mis sonrisas; pero mi cabeza estaba en la solución de los problemas económicos que vivíamos.
Había llegado hace poco una carta en la que nos decían que si no pagábamos las cuotas de la casa seríamos desalojados.
Mi sentido de responsabilidad me impedía sustraerme de los problemas que teníamos por delante, en cambio ellos acostumbrados a vivir con las dificultades propias de la pobreza constante, no se amilanaban y vivían felices esos pequeños momentos de felicidad que les daba la vida.
Mirado con las perspectiva que da el tiempo y la sabiduría de la experiencia, pienso que ellos siempre tuvieron razon de vivir como lo hicieron.
La racionalidad inhibe vivir las emociones en toda su plenitud y no escuchamos al corazón cuando nos muestra su camino y conducimos nuestras vidas como con el freno de mano y del pie antes que el acelerador.
Mis padres esperaban mucho de su hijo más pequeño, el que les acompañaría por más tempo en el inicio de su vejez; aquel en el que verterían todas las experiencias vividas con los primeros, que no fueron pocos.
Cada uno uno de nosotros teje sueños desde la más tierna infancia, pero la vida nos lleva por caminos que jamás soñamos.
Nuestros caminos están trazados de tal manera que lo que algunos llaman los imponderables o los inesperados o los impensables, nos llegan para conducirnos por la ruta que jamás esperabamos conocer o vivir.
Gloria era de origen italiano, sus ojos verdes tenían una profunda intensidad en su mirada, sus manos se tomaban de las mías, mientras Paul Anka cantaba “You are my destiny”, (tu eres mi destino).
Su mejilla descansaba en la mía y ella entonaba la canción en un murmuro junto a mi oído, sus senos se apretaban en mi pecho y el latido de su corazón hacía un duo junto al mío, los dos minutos cuarenta segundos de la canción, tenían la virtud de llevarme al más allá y de traerme cuando el sonido se callaba, la sala se quedaba vacía y nosotros mirándonos aún, sin que pudiera articular palabra alguna. Ella todo ojos, ella todo sonrisa y yo sonrojado sin poder moverme y sin poder hablar. El calor de aquel verano, tenía el calor de su cuerpo en mis manos y yo perdido en su mirada.
Alguien la viene a buscar, y me grita:
- No te vayas vuelvo en seguida
Mi padre y mi abuelo aquella noche estuvieron prendidos de su escote. Y ambos de diferente manera, vinieron para empujarme a seguir en sus brazos. Pero a los 17 años, las brazas a veces estrangulan la voz, te mojan las manos y te comen las ideas.
El único capaz de hablar era mi cuerpo, que seguía su ritmo, cuando ella me cantaba “Put your head on my shoulder” (Pone tu cabeza, sobre mi hombro) y sus manos eran como una plegaria que me robaba toda mi energía y en el ritmo suave nuestras piernas se abrazaban, el muslo de ella entraba entre mis piernas mientras mi mano derecha se bajaba de la cadera tocando el inicio de sus glúteos convexos y altivos, mientras mi mano izquierda entrelazada a
la suya acariciaba el nacimiento de su seno. No hubo en la noche sino miradas, y nuestros cuerpos cimbreandose al compás de alguna música de los años 60.
Así se murió el año1961, apegándome a Gloria, cuando Paul Anka nos cantaba desde el tocadiscos para discos 33-1/3. Pero el tocadiscos cesó de girar y cada cual partió como en un hoyo negro donde no se puede encontrar siquiera la huella.
Lo que no pudimos vivir, quedará como un recuerdo sublime entre dos seres que se despertaban y dos cuerpos que se desearon tanto que se quemaron antes de entrar al horno.
La encontré muchas veces en mis sueños y como en aquél año nos volvíamos a perder en mi despertar. Algún día en algún lugar, podré articular palabra. Para contarle que siempre fue una visita bienvenida en mis sueños más eroticamente sublimes.
Pero la juventud es despertarse cada día con ansias nuevas, es un descubrir constante, es explorar caminos, callejuelas y avenidas y en cada uno de ellos te cruzas con miles de personas que van dejando huellas algunas y otras que pasan como una lluvia pasajera, te mojan, te refrescan, te ensucian y solo a veces te resfrían.
El futbol es el pasatiempo, es el deporte más practicado en Latino América, y yo no fui la excepción. En la población había muchos equipos y talvez los más conocidos eran los oriundos de La Legua. Donde se juntaban la calidad futbolística y el mal nombre del que estaban premunidos en cada equipo más de la mitad eran pelados al cero. Todos aquellos que pasaban por recintos carcelarios salían pelados.
En la época en que no era la moda, sino el claro resplandor de una vida al margen de la sociedad.
Mi viejo era el estrenador del club de Los Pinos, y aunque en general no jugaba en la población, aquel año lo hice.
Generalmente ocupaba la plaza de volante izquierdo, aunque golpeaba el balón con ambos pies y dribleaba también con ambos, puesto que era diestro y no zurdo.
El partido era intenso y ambos equipos habían hecho meritos para llevarse el triunfo, pero la esquiva pelota no quiso entrar en los porticos, golpeó los maderos o la salvó el arquero. Como a los 30 minutos del segundo tiempo recibí un balón a la entrada del área contraria, eliminé a un adversario dribleando hacia la izquierda y lanzé mi pié con toda mi fuerza cuando ví que el arquero había dejado un hueco hacia su izquierda, cual no sería mi sorpresa al sentir un pié entre mis dedos o punta de pié y mi tobillo y miraba como se levantaba el tipo, sentí que hasta los pelos de la nuca se me erizaban de dolor.
Actualmente el que hace una plancha a un adversario es expulsado y tiene un castigo de varios partidos, ya que las posibilidades de quebrar un pié son muy grandes. Aunque la pelota siguió su curso y se incrustó en la valla contraria, me fué muy difícil celebrar con mis compañeros y debí salir de la cancha por algunos minutos.
Nosotros no teníamos nada conque sanar algún herido, todo lo hacía el tiempo y algunos masajes de buena persona y un vaso de agua, cuando había.
Seguí jugando con bastante dolor, y al término del partido cuando fui a tomar la ducha me dí cuenta que mi pié estaba negro e hinchado. A los minutos ya no podía pisar y me costó más de dos semanas recuperar una marcha normal y un mes para poder jugar nuevamente. Quien me vió la pierna, dictaminó que tuve mucha suerte de no habermela quebrado.
Solo jugué en la población de mis padres aquel año, nunca fui un fan��tico, como lo fueron mis hermanos menores. Pero pienso que ellos además tenían más condiciones para el futbol que yo y no tenían los otros intereses en la vida que yo tenía. Había quienes solo vivían para los partidos de los días domingos y se repetían los tres partidos. En general cada club debía tener tres equipos de diferentes niveles de peor a mejor: la tercera, la segunda y la primera que era la de mejor calidad.
Uno de nuestros mejores partidos, lo hicimos camino al Volcan. Era el equipo de la familia, primos, tios y hermanos más uno que otro amigo de los viejos quienes eran los artifices de este encuentro y de dirigir el equipo.
Aquel domingo partimos muy temprano para tomar el tren de trocha angosta que nos llevaría hasta el pueblo de Lo Rojas. Era un tren muy lento e incluso había tramos donde alguien corriendo le ganaba al tren. El viaje era hermoso, de un lado los muros de los cerros y del otro los campos sembrados o llenos de animales separados por el río Maipo que corría 200 0 300 metros más abajo. El tren tenía vida, la gente que visitaba a sus parientes, muchas familias, y por ende muchos niños. Pero la bulla venía de las canciones que entonaba nuestro equipo, no faltaba el que se incorporaba si conocía las canciones de la época.
Estabamos invitados a jugar y después a un asado campestre, bien regado por supuesto.
El Negro, nuestro tío, hizo el equipo y nombró inmediatamente los cambios. Causa de los cambios, primero aquel que se canse, pide cambio inmediatamente, es decir se automargina, en el caso de error reiterativo de algun jugador sera cambiado inmediatamente sin derecho a zapateo o a reclamo. De mi experiencia como futbolista, seguía hablando el Negro, ganará el que haga más goles. Y solo hará goles el equipo que chutée al arco y para tener la posibilidad de hacer goles, tenemos que tener el balón. Los pases deben ser con intención acercádonos siempre a la valla contraria, los pases siempre deben ir al vacío a la espalda del adversario, para que nuestros delanteros entren con mayores posibilidades de convertir. Cualquier otra forma es jugar erradamente y nos lleva a perder.
Al arco jugó mi Viejo, como defensas centrales el Negro y mi primo Lucho como defensas laterales el Nono hermano de Lucho y el Mingo un amigo, en el medio campo Feña, nuestro tío y el Chuleta un mastodonte de 1,90 mts. Adelante ibamos Coté hijo del Negro, Pipo mi hermano, el Chocolate Nemo por la derecha y yo por la izquierda. Los más viejos de nuestro equipo propusieron jugar dos tiempo de 30 minutos, cosa que los dueños de casa no aceptaron y quedamos en 40 minutos por lado. Lo normal es 45 minutos por lado.
Terminamos el primer tiempo ganando 4 a 0, pero con varios lesionados o molidos de nuestro lado.
Los adversarios más fuertes fisicamente se nos vinieron encima a partir de los 20 minutos del segundo tiempo y a pesar de que le hicimos un nuevo gol aprovechando que adelantaron sus lineas, no fuimos capaces de mantener nuestra valla invicta y nos hicieron dos goles muy rápidos que les dió más alas a sus delanteros. A pesar de los cambios constantes en nuestro equipo los tres reservas estaban echados, es decir agotadísimos y no querían entrar nuevamente. Al finalizar el partido nos hicieron el tercer gol.  Si hubieramos jugado un partido normal nos hubieran ganado por fisico.
La ducha siempre ha servido, para hacer los comentarios y las criticas tanto las constructivas como la de los errores. Puta que la cagué en el último gol te hice el pase, pero ya no veía de cansado y se la pasé al huaso en bandeja, decía el Mingo y usted don Domingo tampoco la vio? Pienso que si me tiro la habría alcanzado, pero el partido se estaba acabando y un gol más para ellos va ayudar a que nos den más comida, así que deben agradecerme por el sacrificio que hice en bien de nuestros estomagos. Buena la chiva, gritaron varios.
Nuestros adversarios felicitaron, principalmente a los viejos de nuestro equipo. No, ellos juegan mucho si hubieran venido jovenes a jugar nos llenan la canasta de goles y no habríamos hecho ninguno, pudimos hacer los goles porque se cansaron y los delanteros tuvieron que bajar para defender y son muy jovencitos y muy débiles en el cuerpo a cuerpo. Ellos tenían razón.
Pero la fraternidad llenó nuestros corazones, la carne nuestros estomagos y el vino la ponchera. Más de alguno se vino durmiendo la borrachera, en el anochecer de aquel domingo.
El futbol lo vivíamos intensamente y aunque la vida no siempre era fácil para muchos de nosotros, los jóvenes soñabamos con un mundo mejor y el futuro estaba tan presente que la tranquilidad nos hacía vivir felices los momentos de confraternizar corriendo tras de una pelota y de un objetivo simple ya que un triunfo nos daba razones para vivir una semana feliz y de tristeza si perdíamos. Pero para los viejos, todo era diferente ya no tenían sueños que cumplir y a veces una copa era el elixir para olvidar las amarguras del diario vivir.
Esa fué la única vez que recuerdo haber jugado en un equipo familiar y la cuento con la nostalgia de los años pasados.
0 notes
ella-esta-pura · 8 years ago
Photo
Tumblr media
Estaba detrás de bambalinas, esperando que el show empezara. Anunciaron mi nombre, el coordinador me indico que entrara y eso hice. Dí mi entrada y el concierto comenzó. Sentía toda la adrenalina, toda la energía del público, y también la droga y el energizante que había ingerido horas antes. Todo era extraordinario, pero agotador. Luego de dos horas, todo termino.
 Salí del lugar antes de que todo revolucionara, y en fin, llegué al hotel donde estaba antes de tiempo.
 -¿Como te encuentras Eddy?-. Preguntó mi manager. Lo miré, suspiré y asentí.
 -De maravilla- Dije sarcásticamente. Negó con la cabeza.
 -Bien, fue el último concierto al menos hasta el mes que entra. Londres está agradecido.
 -Y yo cansado- Me tiré en el sofá.  Tomé de mi botella de agua hasta dejarla vacía. Encendí la TV y no pensé en moverme más. Ni siquiera mis ojos.
 -Bien, mi trabajo aquí termino, recuerda que mañana tienes que ir al lugar caritativo donde se dono lo recaudado con el vídeo del día del niño.- Tiré mi cabeza hacía atrás harto.
 -¿A que hora?-
 -La camioneta pasara a buscarte después del mediodía- Me guiño el ojo y se fue. La irá me tomo por completo. Y tiré la botella hacia la puerta que había sido cerrada segundos antes. No es que tenga problemas con los niños enfermos. Tengo problemas de cansancio físico y mental. Necesito mi tiempo y mi espacio. Pero renuncie a eso, desde el momento que firme con la disquera. En fin, tomé un trago de licor y me fui a dormir.
 Al día siguiente sabía que me esperaba un día movido, tomé más de seis líneas, y comencé. Antes de eso había ejercitado, y desayunado, estaba listo para todo. Al los minutos después vino Jake mi guardaespaldas, con Tom mi chófer a buscarme.
 -¿Tengo pinta de ayudar a los enfermos?- Jake me miró y sacó su risita.
 -Mejor sube a la camioneta- Reí y  obedecí.
 Con ellos ya tenía bastante confianza, como para tomarme dos líneas más.
 -Carajo Eddy vas  a un hospital- Me regaño Jake, pero eso no quería decir que el no iba tomar.
 -¿Que cantante fue a una obra de caridad sin droga encima? Nadie- Ambos asintieron con la cabeza.
 -Si sus fans se enteraran- Río Tom.
 -Me amarían igual- En menos de treinta minutos llegamos al lugar.
 Entre y me esperaban con un cartel con mi nombre un bienvenido al lado. Era tierno. Sonreí, pero dentro mío me sentía incomodo. La última vez que pise un hospital fue cuando mi madre marcho. Después de eso, no tuve porqué hacerlo.
Una corriente de incomodidad me rodeo, pero fingiendo como a menudo, seguí caminando. Se acercó a mí el director de dicho hospital.
-Es un placer tenerlo con nosotros Señor Bushtep- Asentí con la cabeza.
-Es un placer para mí estar aquí-
-Ven acércate- Me indico con su mano en mi espalda que caminara hacia donde estaban todos los niños.
Me saludaron uno por uno, los más chiquitos muy vergonzosos pero lo más grandes estaban bastante felices. Algo dentro mío se movió al ver a los niños con tubos en sus narices, y a otros calvos. Pero preferí pensar que era la droga.
Luego de caminar por los pasillos y hacer un recorrido viendo lo que pudieron comprar con el dinero que done, decidí dentro de mi cabeza estar un poco solo. Tenía mucho malestar en mi  cabeza y estómago. Muchas personas que me hablaban, muchas emociones juntas, y muchas confrontaciones. Obviamente el director del hospital lo entendió y junto con algunas personas más se marcharon. Me sentía seguro, porqué nadie me invadía. Podía caminar tranquilo sin escuchar mi nombre y gritos, sin jaladas de ropa y pelo.  
Algunos pacientes y enfermeros me veían y me saludaban, pero todo muy tranquilo. En el ambiente ya se sentía el silencio y la tranquilidad.
Otra vez comenzó a removerse algo en mí, eran ganas de vomitar, pero a su vez como si fuese un mal estar continuo. Me apoye en la pared tratando de disimular. Lo último que me faltaba era que me descomponga en el hospital que vine a visitar.
Sabía que lo que tenía no era dolor por lo que comí, ni por el sonido. Era por lo que sentía; Angustia.
 -Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas.
Isaías 43:2-
 Escuché una hermosa voz decir un texto bíblico. Levanté mi rostro y me acerqué a la puerta abierta que se encontraba a mi costado. Era una muchacha morena, con un pelo largo y lacio. A su lado había un niño de unos seis años, con tubos en su nariz y nada de pelo. Mi corazón se encogió.
 -¿En serio es así?- Le preguntó el niño respirando pausadamente. Ella sonrió y asintió.
-Si Cal, todo lo que dice este libro es verdad- Le mostró su Biblia. -  Dios jamás te dejará caer, ni te dejará solo. Él en todo momento estará junto a ti porqué te ama, más de lo que puedas imaginar- Y adentro mío paso una corriente de electricidad. Me alejé de la puerta y apoyé mi cabeza en la pared. Me había comenzado a doler.
Cuando quise darme cuenta ella había salido de la habitación.
-Hola- Sonrió mirándome y siguió caminando. Hasta que paro nuevamente- Disculpa tú eres, ¿Ed?, ¿Ed Bushtep?- Sonrió.
-Eddy- Le corregí- Pero si, sería lo mismo- Ahora que podía mirarla bien era hermosa, era medio china cuando sonreía y apenas podías ver sus ojos cafés. Era muy bonita.
- Un gusto, me habían comentado algo de que vendrías, no pensé que hoy-
-¿Trabajas aquí?-  Pregunté mirando hacía la sala donde ella salió. No era alta, al contrario era bajita, y muy tierna.
-No, no…- Miró hacía abajo y volvió a sonreír- Vengo aquí desde hace dos años, a alentarlos a los niños y hablarles de lo que Dios tiene para ellos- Lo dijo sin vergüenza, sin preámbulos, y con seguridad. No pude no sorprenderme.
-¿Les predicas?- Subí mis cejas.
-En teoría sí, pero es más complejo- Me pareció medio estúpido, que lo hiciera en un hospital, donde algunos o la mayoría de los niños, muere. O no es feliz.- Dios fue quien los creo, y obvio con un propósito- Ya no lograba entender y una chica tan linda me empezó a parecer aburrida-  Sabes Eddy, así como tú música relaja o les gusta a las personas, lo mismo ocurre cuando le predicas a un niño, lo relajas, le comienza a gustar y hasta a veces se enamora de esa palabra. Así como algunas se enamoran de tus canciones- Y como si leyera mis pensamientos, me respondió. Aún así, no concordaba.
-¿Cómo sabes que les gusta?-
-Porqué vez como escuchan, como pregunta, y hasta como oran- En sus ojos había un brillo hermoso. – En dos años vi cosas horribles, pero cosas hermosas también. vi como niños dejan de respirar, y como muchos se mejoran, no solo de salud si no también de emoción-
-Si Dios existe, ¿Cómo puede haber muerte?- Me cruce de brazos. Enojado. Mejor dicho molesto. Si Dios existía como permitió que mi madre se fuera.
-Así como Dios es vida, el enemigo es muerte. No soy nadie para explicarte los planes de Dios, pero si para decirte que en su palabra, dice que él es vida eterna, si lo sigues. Y muchos niños se fueron, hacía esa vida. Y que muchas otras personas, no lo siguieron-
-Me parece estúpido- Mi mamá no era mala, era hermosa, una mujer dependiente, luchadora, soñadora y muy compasiva. Era casi perfecta. Dios no tenía derecho de dejarla morir.
-La mayoría de las personas elijen morir Ed, fuman, toman, salen, se drogan, algunas sufren trastornos, muchos no comen bien, ni sano, las personas buscan su propia muerte sin darse cuenta; Mucha televisión hace daño, igual que él celular, o deporte en exceso. Y no nos damos cuenta- Ahí se me vino en la mente cuando mi mamá fumaba, ella era muy adicta a eso, desde que tengo memoria la veía a ella con un cigarro en la mano. Lo que decía esta chica comenzaba a tener un poco, solo un poco de sentido.
-¿Tú no tomas, no fumas, no sales de fiesta, ni estas en la computadora, ni con el celular?- Ella soltó una risita.
-Claro que sí, en realidad no tomo, ni fumo, ni salgo de fiesta, pero si tengo un celular y una computadora, solo que se cuanto tiempo usarlo y de que manera- ¿Qué?, ¿No sale?, ¿No fuma?, ¿No bebe?, ¿Quién es?, ¿De donde es?...
-Mientes- Me miró sorprendida.
-Claro que no- Me golpeo en el hombro suavemente- Nunca fue así, pero desde que pude tener auto control, todo cambio-
-¿Cómo lo obtuviste?-
-Leyendo esto- Me mostró su Biblia. Reí.- Si no me crees bien, no lo pretendo, sé como vivo. Encantada de conocerlo señor Ed- No estaba molesta, de eso podía darme cuenta. Me tendió su mano, y después de eso, se dio media vuelta y comenzó a caminar.
-No sé su nombre señorita- Le grité.
-Chealse- Sonrió- Chealse Leven- Y siguió caminando.
  Después de ese día agotador me acosté en mi cama. Pensando en mil cosas. Pero sobre todo, la angustia.
Como podía tenerlo todo, todo. Todo el último piso de un hotel, giras por el mundo, mucho dinero, la mejor ropa, chicas, modelos. Pero, no podía tener una familia reunida. No pude conocer a mi padre, no puedo estar con mi madre, y ni siquiera tengo hermanos. Uno puede tenerlo todo y a la vez nada. Eso, me angustiaba.
Me levanté de la cama, en medio de la oscuridad solo para tomar un trago de whisky, y volver a dormir.
 Al despertar  hice toda mi rutina matutina, y salí a comprar unas cosas. Más que nada, quería distraerme. Fui al centro de Londres, donde había un parque grande y tiendas a su alrededor.
Después de comprar ropa, hice una pausa para comer algo. Fui a un bar.
Me senté en una de las mesas a esperar que me sirvieran algo.
-¿En que puedo ayudarlo?-  Esa voz la conocía. Levanté el rostro y la vi ahí a ella, de nuevo. – Oh, ¿Es en serio?- Río.
.-¿Trabajas aquí?- La mire sorprendido, era un lugar lleno de borrachos, los lugares que amo.
-Si, ya vez que sí-
-Y…
-Que crea en Dios no quiere decir que tendré un súper trabajo, en realidad sí, con paciencia, por algo se empieza- Asentí- ¿Tú que haces aquí?, Puedes estar en tu cama que te pueden servir lo que quieras-
-Sí, pero quería distraerme- Odiaba estar encerrado.
-Bien, ¿Qué quieres?-
-¿Es posible que tomes un café conmigo?- Ella al instante se puso roja. Cosa que me causo ternura. Me preguntó si es tan buenita en la cama.
-No en hora de trabajo, es imposible-
-Espérame un segundo- Me levanté y fui hasta la barra del lugar.- ¿Quién es el jefe de aquí?- El muchacho se me quedó viendo-
-No está- Siguió con lo suyo.
-¿Seguro?- Le mostré un fajo de billetes. Y  tendí algunos
-Ya lo llamo- Fue hacía atrás y vino enseguida.
-¿En que puedo ayudarlo?- Cuando me vio se acomodo la corbata- ¡Señor Eddy!- Lo miró a su trabajador de mala manera.- ¿Qué necesita?-
-¿Cuánto quiere que le de por tomar un café con una de sus empleadas?-
Después de unos segundos, fui hacía donde estaba Chealse.
-¿Y?- Me comentó ella.-¿Qué fue lo que hiciste?-
-Solo siéntate conmigo- Nos sentamos en la misma mesa y enseguida trajeron dos cafés con medialunas y un florero.
-Gracias Bob- Le dijo a su compañero, este le sonrió y guiño el ojo.
-Esto es muy loco- Rió ella. Yo estaba acostumbrado a comprar a todos y todas.
-¿De que hora a que hora trabajas?-
-Trabajo por la mañana cuatro horas, cierra y vuelve abrir tres horas después hasta la noche, eso de las doce cierra- Abrí mis ojos- Si como es bar, quedamos hasta tarde-
-¿Es tranquilo?- Negó con la cabeza.
-A veces, como ahora sí. Más tarde y noche es un caos. Aún así no me gusta el ambiente, algunos deprimentes y otros… casanovas- Reí- O lo siento, perdón si te ofendí no era por ti, yo…-
-No hay problema, no me identifiqué-Ella suspiro- ¿Crees que soy un casanovas?-
-No claro que no- Negó rápido- Solo que, tal vez por ser cantante… sabes no dije nada, lo siento, realmente lo siento-
-No mientes igual, tienes razón tengo un poco de casanova- Río.
-Lo hubiese dicho antes de que me sienta culpable- Se relajó.- Es entendible sí- Fruncí el ceño. Si que ella era inocente.
-¿Por qué?-  Volvió a ponerse roja.
- Eres un hombre soltero, adinerado, famoso, y para nada feo- Miraba hacía otro lado. Ya la tenía comiendo de mi mano.
-Gracias, pero creo que tengo más cualidades que esas…-
-Si, cantas lindo-  Se volvió achinar, y eso me fascinaba. Era una de las pocas mujeres que veía atractiva sin maquillaje, con ropa de trabajo, que incluía remera sin escote y una coleta. En realidad era la única.
-Gracias- Sonreí- ¿Y tú tienes algún talento?-  Río.
-No, para nada, me clasifico como pésima para la mayoría de las cosas-
-No puede ser tan así-
-De en serio, quiero cocinar pero no me sale, no se moverme, y desafino extremadamente al cantar-
-Mentira- La miré serio.
-Bueno tal vez exagero mucho, pero no soy talentosa, y no me avergüenzo de decirlo- Volvió a reír.
- Me parece bien, pero creo que eres buena en todo lo que trates de ser- Miró hacía abajo medio tímida.
-Gracias Ed-
Y quedó el lugar en un silencio, yo sé que ella es vergonzosa, por como me miraba, y por como estaba, pero yo no podía dejar de mirarla, tenía algo que la hacía lucir linda. Que ni siquiera todas las modelos con las que salí lo tenían.
-Me pareces hermosa- Pensé en voz alta. Y luego me sentí intimidado. Lo que nunca, Soy Eddy, deseado por muchas mujeres, ¿Dónde está mi poder de seductor? Tenía que volver al juego.
-Gracias Ed- Sonrió de nuevo. Mi mirada de sexy no me salía, no podía. – Creo que debo volver al trabajo- ¿Qué? Pensé que iba a caer de rodillas.
-Bueno…- Quedé sorprendido por su actitud.
-Un gusto poder volver a verte, y gracias por una charla interesante- Ahí otra vez, me sonrió.
-Cuando quieras, yo…- No se me venían las palabras.
-Si quieres pasa después de las doce- Me saludó nuevamente con la mano, y se marcho.
  Me tenía medio estúpido, no es que fuese su cuerpo, ni su rostro. Más bien era su forma de hablar, de mirar, y hasta de vivir. Era cosa rara. Aún así, en mi idea no había otra cosa más que tener una noche con ella, podía sumar muchas cosas a mi lista, menos a una chica cristiana. Así que… no veía el porqué.
Se hicieron las doces y fui  a ese mismo bar, mi manager me regaño. Pero no le preocupo mucho cuando le dije que no me movería a ningún lugar sin Tom.
Ella estaba cerrando junto con su compañero, la espere en frente fuera del auto. Aun siendo de noche yo llevaba mis anteojos y gorra. Para pasar más desapercibido. Y se ve que funciono porqué ni ella mismo lo noto. Hasta que me acerque un poco al lugar.
-Pensé que no vendrías- Rió.
-Claro, me dijiste que viniera, no iba a mentir-
-Tal vez estarías ocupado- Asentí.
-No hoy, como vez-
-¿Qué quieres hacer?- Me preguntó con la voz un poco baja.
-No sé, tú dime, fuiste tú quien me dijo que venga- En realidad, sabía a donde terminaría todo esto.
-Estaba pensando en pasear por él parqué, tal vez te es más cómodo por ser de noche-
-Claro-
 Comenzamos a caminar, y la verdad no me molestaba. Hace mucho no hacía eso, mucho. Y la noche estaba linda, y las calles muy tranquilas.
-¿Es fácil ser cantante?- Una pregunta que tenía muchas respuestas.
-En parte si y parte no. Todos te conocen, tienes poco tiempo para ti. A veces desconfías de la gente porqué no sabes si son tus amigos por que quieren, o por conveniencia. Lo mismo con las mujeres.
 Sinceramente no quería desnudar mi alma delante de ella, así que me calle, tampoco quería ponerme sentimental. Lo que ocurría es que ella tenía un alma hermosa, que me hacía querer contarle todo. Todo lo que nunca le dije a nadie.
 -Lo bueno es que nunca estás solo- Asentí con la cabeza.
-Siempre estoy solo, pero rodeado de gente- Ella no dije nada. Simplemente tomó mi mano.
-Mira, nosotros nunca estamos solos. Dios siempre está con nosotros. Nos cuida y ve en todo momento. Cuando reímos, lloramos, nos equivocamos y hasta cuando nos odiamos. Él está ahí, esperando que  le hables, y cuando lo hagas, el te dirá que nada, pero nada, ni nadie, te puede amar más que él- La miré raro, no tenía sentido- Sabes, cuando era pequeña, mis padres me abandonaron, y estuve viviendo en la casa de mis tíos, ellos trabajaban todo el día, y cuando estaban me regañaban por el ruido, por los juguetes tirados y por mis llantos. Y no entendía que era una niña con falta de afecto, yo solo quería amor, amor que mis padres no me pudieron dar. Estaba sola Ed, sola como tú, y muchas personas. Al crecer la vecina que me cuidaba unos años más grandes que yo, me llevo a una iglesia. Cerca del barrio. Empecé a congregar ahí, todos eran amorosos, buenos, amables. Y todos me escuchaban. Un día, comencé a hablar con Dios, a decirle todo lo que tenía guardado, ese rencor por mis padres desaparecidos, esa herida, y esa falta de amor. Y ahí fue cuando Dios me dio su amor. Cuando sentí lo que era el verdadero amor. Qué el siempre estuvo ahí para mi, que el planeo todo para encontrarse conmigo, y para que yo sea lo que soy hoy.
-Toda una mujer- Termine su frase. Ella era encantadora, y supuse que su vida sería rutinaria como la de cualquier mujer. Camarera y soltera. Pero no, verdaderamente tenía algo diferente. Ella irradiaba ese amor del cual hablaba. Y también daba curiosidad.
 La noche estaba hermosa, fresca, y el parqué vacío. No quería que terminara, ni volver a mi hotel solo. Pero tampoco quería molestarla.
Nos tiramos al pasto, totalmente relajadas. No me incomodaba el silencio que había a veces. Ni tampoco el echo de que mi chaqueta de muchos pero muchos dólares se este ensuciando. Reímos, hablamos de cosas sin sentido, y hasta de pequeñas cosas que olvidamos en el momento.
 -Chealse- Ella volteó para mirarme. – Eres encantadora- Sus ojos cafés penetraron con el celeste de los míos. Ella se levantó enseguida.
-Gracias Ed, pero…-
-¿Es por qué crees en Dios?- La mire desentendido.
-¿Qué?, no- Suspiro- Solo qué, no sé, tú, eres…-
-Un idiota, un imbécil, un materialista, un bruto- Me comencé a exaltar- Tal vez, sí, ¿Y?-
-Guapo, lindo, talentoso, seductor, atento…- Y su dulce voz y hizo que me calmara.
-¿Qué?- Le susurré  
-No sé si pueda siquiera besarte Ed, es probable que tú te conformes o tal vez quieras ir al otro extremo, pero yo… yo voy a querer más. No me preguntes como, simplemente te veo a los ojos y me atraes, me da ganas de ser más que desconocidos. Y simplemente por ese echo, no soy tu tipo. Ni lo que estas buscando, perdón.
 Y dicho tantas palabras lindas, tal vez ciertas o inciertas. Se fue, dejándome con la palabra en la boca. Se fue. Me quede ahí parado, en medio de la noche. No podía permitirme correrla, ese no era yo. A mi me corrían, miles de chicas. Entonces, medio indignado, medio triste, fui hacia la camioneta.
 En todo el camino no dije nada, ni una palabra, solo fui a dormir. Tomando un vaso de tequila, y un cigarro.
Aunque quisiera, no podía echarle la culpa de haberme dejado ahí parado sin un beso. Ella me lo explico, me lo dijo, en otras palabras, se estaba enamorando de mí. Y yo no pude responderle.
  Pasó exactamente una semana. Yo sufría insomnio, y algo llamado culpa. ¿Si la pensaba? Sí. ¿Si quería verla?, Si. ¿Si me había empezado a gustar? Si. Mi cabeza era un manojo de pensamientos, mi cuerpo un tubo andante, sin ganas de nada. Y mis actividades sexuales, por el suelo. Estaba devastado, me la pasaba tomando cocaína, bebiendo, e ingiriendo porquerías. ¿Y mis amigos?, igual que yo, vienen se drogan y se van. En lo único que me iba bien era escribiendo canciones, eso iba de maravilla, claro, en todas pensaba en ella.
Estaba en la ducha, cuando empecé a sentir un mareo, cuando mi cabeza comenzaba a zumbar, un “Basta” y yo, simplemente no podía y caí. Caí de la bañera. La cocaína y un baño después no van de la mano.
Todo se puso negro, y no lograba pensar en nada.
Simplemente vi una luz, y muchos recuerdos vinieron a mi cabeza. Mamá, en todos estaba ella.
Desde que me levanto en mi primera caída, hasta cuando la vi partir. De su primer comida, hasta la última, las peleas, los abrazos, navidad y día de Gracias. Todo, era ella.
Abrí mis ojos derepente y estaba en el hospital, internado. Muchos tubos.
En todo ese día, además del shok, lo único que pensé fue. ¿Soy lo que mi mamá quiere que sea?
Y me anestesiaron.
 Al día cinco pude salir. Todos me esperaban, hasta muchos fans. Por lo cual tampoco mi salida del hospital pudo ser muy acogedora. Subí a la camioneta y me llevaron a otro hotel. Por suerte, mis amigos, me había ido a ver durante mi estadía, así que no había mucho de que hablar. Pero de algo estaba seguro. No me iba ir de este mundo, perdiendo tal vez la única persona que pudo o puede cambiarme la vida.
-Tom, haz una parada en el café en frente del parqué- Tom me miró.
-Estás loco, te llevo a tu nuevo hogar-
-Tom, por favor- Tom me miró sobre el retrovisor.
-Solo porqué dijiste por favor- Y me dejó. Y me sentí muy feliz.
Entré al lugar como un terremoto, al primer empleado que vi lo tome del brazo.
-¿Dónde esta Chealse Leven?- Él me miro sorprendido.
-No trabaja más aquí- Abrí mis ojos.
-¿Qué?, y ¿Sabes donde puede estar?- El negó. Y sin más remedio lo solté.
 La respiración me comenzó a faltar. Y ahí se acerco una mujer negra mota bastante mayor.
-¿Esta buscando a Chealse señor Bushtep?-  La miré
.-Si-
-Mira aquí la encontraras seguro- Me anoto con su lapicera y papel una dirección. Me la tendió y se fue.
 Después de una hora insistirle a Tom, aceptó y fuimos a tal lugar.
Era una iglesia. Ni grande ni chica, pero lo era. Se veía la gente entrar, y se escuchaba la música.
-¿De en serio?- Preguntó Tom. Ni siquiera le respondí, salí disparado del auto.
 Entré y la busqué con mi mirada. Ella no estaba, por ningún lado.
-Bien, vamos a estar comenzando- Comento el corista. Y ahí la vi. Al lado de las tres chicas que cantaban. Ella era la voz principal.
 Cuando comenzó a cantar, sentí una corriente por todo mi cuerpo, y ganas de tenerla en mis brazos. No podía perderla, nunca. Ella aún no me había visto, porqué tenía sus ojos cerrados.
Cuando al fin los abrió una lágrima salió de mis ojos, no sé que era, si era ella, su voz, la letra o la melodía, pero era todo hermoso. Y ella me vio, ahí parado. Destrozado, sin nada, ni nadie. Pero queriéndola a ella. Y se quedó callada, dejó de cantar.
Otra corista comenzó a cantar por ella, y ella simplemente me miraba. No sabía como tomarlo, si algo bueno o malo. Hasta que sonrió.
Y cuando toda la reunión termino. Pude entender que muchas de las cosas que ella hablaba tenían un porqué. Y que estaba por el camino equivocado, buscaba mi muerte sin darme cuenta.
Muchos hombres se acercaron hablarme lo que agradecí, pero la quería a Chealse.
Sentí una mirada en la nuca, me voltee y ahí estaba. Con una sonrisa de oreja a oreja,
Se acercó a mi despacio, como con miedo.
-Te vez, un poco, raro- Sus mejillas se pusieron rojas.
-Tuve un pequeño accidente- Sus ojos se abrieron-
-¿Estas bien?, ¿Te hiciste mucho daño?- Comenzó a observarme. Reí y despacio quite sus manos.
-No linda, solo que me di cuenta de algo- Ella miro atónita.- Te necesito, Chealse, te necesito y te quiero, te elijó y quiero conocerte todos los días, que tú me permitas. Quiero ser más que desconocidos. Me gustas, Chealse, mucho, y quiero amarte, porqué siento que ya lo estoy haciendo-
Ella se quedó mirando sorprendida toda la situación. Sonrió y asintió.
-Ed, desde que me fui ese día en el parqué no e dejado de orar por ti. Porqué me importas, porqué quería y quiero lo mejor para ti, y porqué te quiero a mi lado. Dios, fue fiel, y me escuchó. Yo, ya te empecé a amar Ed- Y sin más, sin menos. Nos besamos. Fue justo, lento, dulce, cálido, y perfecto. No necesito a nadie, ni quiero a nadie. Más que a ella. Y se que ella, no necesita ni quiere a nadie más que yo.
   10 años después.
   Y ahí estaba yo, sentado en el jardín de mi casa, con el niño más hermoso que pudo haberme dado Dios, sentado en mi regazo. Diciendo sus primeras palabras.
-Amor deja de tomar fotos y siéntate-
-Es que se ven tan hermosos- Nos sacó una última y se sentó.
 Amaba mi familia. Amaba como mi vida cambio por completo. Como pude dejar mi carrera para empezar a promocionar la de otro joven, con más amor claro, y mejor música. Y dedicar mi tiempo a mi mujer, mi esposa, mi salvadora. Y mi campeón, la felicidad de todos mis días. Mi hijo.
Sé que ahora mamá esta orgullosa y sé que soy realmente feliz.
1 note · View note
idontgiveafuckforus · 6 years ago
Photo
Tumblr media
﹤iii﹥ 𝐃𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫 (start sunhee)       SunHee tiene tres reglas fundamentales en su miserable vida para poder comprender y sobrevivir el mundo donde se ha metido: abrir las piernas (que le ha llevado a no pagar renta ni por droga), robar (se necesita de cigarrillos gratis para vivir) o escudarse tras otras personas de mayor poder (y eso lo hace sin falta cada de que se mete en líos y llama a Matt). O se pueden hacer las tres cosas, el orden termina siendo indiferente.   Pero hoy no ha follado con nadie, mucho menos le ha importado ir a robar o meterse en líos. Al menos no hasta la hora que marcaba su reloj; SunHee nunca ha sido mala persona, sí se le conoce, se puede afirmar que es la personalidad andante más carismática, fuera de sus tormentosa vida cuyos excesos la pueden hacer olvidar cuántas peleas ganó o perdió, o con cuantos se metió antes de caer dormida.   Hoy no. Tras una breve pelea en donde resultó victoriosa, se retiró a casa; meterse en el mundo del boxeo clandestino termina siendo el cliché más real que existe, sumando que hacerlo todos los días termina desgastando el cuerpo más de la cuenta.   El plan era sencillo: ir a casa, comer ramen de lata, disfrutando del sabor a conserva y quizás, sí tenía suerte buscar con quien beber. Daba igual.   No se puede ser SunHee sí no se mete en problemas. Al doblar la esquina notó algo: eran como tres hombres que habían estado viendo la pelea caminaban por la oscura acerca muy adelante de ella, quizás ni siquiera le habían notado. En un caso común, SunHee sabe defenderse, así que realmente no le importaría, de no ser porque ebrios, murmuraban entre ellos quien sabe cuantas obscenidades sobre una chica que parecía ir a unos metros más adelante.   Las cosas son tan simples como una balanza; el lado de la peleadora no suele ceder con tanta facilidad. Pero del otro lado solo estaba una persona que parecía desentonar; nunca es difícil que la balanza se destruya. Tragó saliva y se apresuró a dar unos pasos más rápidos para intentar alcanzar a aquellos hombres y hacérsela de heroína.   Dicen que nunca es tarde para obrar bien y salvar las almas; pero la de SunHee está más condenada que cualquier otro demonio.                   ▸ nobakeluv / mirai 👁‍🗨 ◂  
NoAh
Después de un largo día en donde sus clases comenzaban a tornarse pesadas por los próximos exámenes y su trabajo, aún siendo medio tiempo, lograba causarle ciertos dolores de cabeza, Noa tenía la única intención de llegar, ducharse y largarse de nuevo. De hecho, eso hizo. Justamente llegó cuando su madre y el esposo de ésta comenzaban a tomar merienda, ambos le saludaron, y de forma discreta, ése asqueroso le sonrió de una forma en la que solo ella podía entender que, si se quedaba ahí, realmente todo iba a salir mal. Aventó su mochila hacía la cama, sacó unas prendas, agradecía al cielo tener baño propio, así que se metió a la ducha, poniéndole seguro a su puerta. Se escuchaba como ellos dos terminaban de cenar, platicando, riendo, etc., le parecía enfermo que ese señor engañara de esa forma a su mamá, pero, ¿qué podía hacer? Realmente nada, porque así eran las cosas, nadie iba a creerle de su tortura. Menos su progenitora, o al menos eso parecía cada vez que hablaba de lo magnífico que era su "marido". Vómito, eso le causaba ese intento de ser humano. 50 minutos más tarde. Se colocó su suéter, el cual estaba delgado, pero no le importaba, no le gustaba mucho andar tan abrigada, además, ya no había invierno. Guardó la mochila de la escuela en su clóset, el cual puso con candado. Guardó las llaves de todo lo que aseguró en su morral y terminó poniéndose este sobre los hombros. Cerró la ventana y las cortinas, así como perfumó su habitación y a ella misma. Le dejó el arenero limpio a su gato, junto con nueva comida y agua limpia en sus platitos, los cuales limpió con anterioridad. Ya había estado una hora y quince minutos en su casa. Era el tiempo de salir corriendo. Abrió la puerta con sigilo y la cerró a sus espaldas, entonces se encontró con su mamá y su padrastro en la sala, viendo la TV bastante "felices". La mujer miró a la joven y se le quedó viendo incrédula. ⎯¿Vas a volver a irte? ⎯Noa sonrió y asintió, evitando la asquerosa mirada del señor. Les dio la espalda, quitó sus pantuflas y se puso sus tenis, salió. 20 minutos caminando y ya pronto llegaba al subterráneo, la verdad adoraba poder viajar en metro, disfrutaba de la noche... Pero claramente algo no estaba bien, ella sabía cuando de repente alguien te comenzaba a perseguir, entonces giró sigilosamente el rostro, y, pensando que era aquél hombre persiguiéndola, sus pasos, de forma precavida, terminaron por ser más rápidos. Se sentía horrible como varias miradas cerdas se mantenían sobre sus hombros, sobre toda ella, estaba desesperada. Entonces vio la entrada del subterráneo y bajó corriendo, agarrándose del barandal con el fin de no caer torpemente y ser atrapada. Y entonces sintió lo que fue ser empujada desde cinco escalones antes de llegar al piso final, calló adolorida, de momento a otro se mordió el labio con enfado, no lo había logrado, entonces se giró y vio a tres enormes grandulones al rededor de ella. Error. No era aquél maliante, pero ya no sabía qué era peor. ¿Qué iba a hacer si esos se iban acercando? ¡Bruta! por mil.  
SunHee
Se sentí un poco adolorida, realmente caminar muy rápido no estaba siendo demasiado eficiente cuando notó al grupo de hombres doblar la esquina a una mayor prisa. Era complicado ser del todo eficiente luego de una pelea, y su aspecto la delataba a la perfección: con el cabello desalineado, la ropa empolvada y los moretones que iban adornando su rostro junto a la sangre seca de pequeñas heridas que se habían abiertos. No habían días malos, solo días jodidos que calan el alma y destruyen de a poco; SunHee lo sabía, porque su alma se había consumido desde hace mucho. No creía en nadie, ninguna religión, pero sentía que “reivindicarse” era una opción que todos tenían y habían miles de formas de poder hacerlo. Chasqueando la lengua intentó avanzar a un pequeño trote, hasta lo que la respiración le permitía. En cada inhalación, los pulmones terminaban ardiéndole; es complicado no poder irse a hacer chequeos médicos para ver su salud cuando apenas puede mantenerse comiendo sopas de lata. La escena que vio en la siguiente esquina, justo en la entrada del subterráneo: terminaba siendo bastante complicada cuando notó un cuerpo femenino tumbado en el suelo y aquel grupete sin chiste de ebrios mofándose y no teniendo siquiera prudencia alguna de cuantas cosas se les pasaban por la mente sobre aquella chiquilla. Había visto algo similar, hace mucho tiempo, cuando ella había entrado a un mundo tan bajo como en el que vive aún; es triste cuando no tienes a nadie y tienes que luchar sola para muchas cosas. Corrió de nuevo, eran muchos para que ella sola pudiera enfrentarlos, tampoco es que pudiera ser la mejor heroína; apenas con un oponente es casi una misión imposible. Echó una mirada rápida hacia todas direcciones y encontró un pequeño tuvo de plástico de las tuberías; no era lo mejor, pero solo pudo tomarlo entre sus manos por mero impulso; casi sin pensarlo, con la adrenalina recorriéndole las venas, SunHee corrió hacia uno de los hombres y le golpeó en la cabeza justo por detrás haciéndole tambalear. El tubo de plástico se rompió sin hacer demasiado daño, pero quizás fue lo suficiente como para que el resto terminara confundido. Fue ella quien se abalanzó sobre otro y le empujó, abriendo un poco de paso para que pudiera correr hacia la joven. Agradecía que estuvieran ebrios: de lo contrario sería el fin de ambas. —Arriba. — Fue todo lo que pudo decir mientras tomaba un de las manos de aquella muchachita y tiraba, necesitaban correr y salir de ese lugar cuanto antes. —Vamos, muévete. — Animo a la joven, estando lista para prepararse a correr, no sabía hacia donde, pero algún lado tenía que existir una salida óptima.  
NoAh
Se encontraba shockeada, bastante ida y realmente sin ningún motivo con el cual reaccionar, en un momento pensó estar al peligro del que siempre huía, pero ahora simplemente sus ojos no podían dar cabida a lo que observaban a muy poca distancia. Otra chica pegándoles, ¿acaso eso era normal? Es decir, no es como que no pudiera una mujer enfrentarse a un hombre, sí se podía, sin embargo, era poco común que eso sucediera, y ella era de las que preferían no más problemas... O eso creía. Cuando se vio envuelta en esa situación, se dio cuenta de lo tonta que había sido al pensar que la mejor forma de hacer las cosas, era huir. Siempre ha sido mejor enfrentar, ¿no? Al menos eso veía en aquella joven que, sin tener porqué defenderla, lo hacía, además, el aspecto que portaba no podía dar crédito a que fuese alguien que tuviera una vida normal, por eso aún más se encontraba sorprendida. Suspiró, y cuando escuchó la voz contraria pedirle que se levantara y se moviera, justo de manera instantánea se levantó, agradecía tener su morral aún sobre los hombros y sinceramente se dejó llevar por aquella. No sabía qué tan positivo sería o no, el poder andar con una total desconocida. Baek Noa, sabía que este tipo de cosas eran de pensarse, como el subir a la azotea y asomarte por el borde que dividía la vida y la muerte, el poder decir si lograba volar o no. Tontamente de niña estuvo por hacerlo, por lanzarse a la suerte de lo que pudiera ocurrir, ese día fue cuando sus padres tuvieron la última pelea de sus vidas como matrimonio. Apenas 5 años de edad. La castaña mordió el labio, y entonces dirigió la mirada hacía la bastante joven mujer que se encontraba guiándola en ese instante, ¿será bueno estar con ella? ¿No la llevaría a un lugar de mala muerte? ¿Será mejor que estar en su propia casa, bajo su propio techo? "Tú y tus pensamientos locos, Noa", pensó, confundida y ya rendida ante lo que le pudiese pasar.  
SunHee
Nunca hay tiempo para nada, SunHee lo sabe, ni siquiera para pensar; quizás con un poco de tiempo extra para huir mientras los hombres yacían ligeramente confundidos. Pero conocía como eran siempre esos grupetes, una vez que se les humillaba así se les bajaba la ebriedad y nunca se cansaban de perseguir. Sí, en más de mil ocasiones se ha visto envuelta en ese tipo de cosas. Sus pasos trataban de ir rápido; era complicado mientras intentaba mantener la mirada al frente para no tropezar y también de tener sujetada a la joven para que ella siguiera corriendo; quizás por la hora sería más complicado mezclarse entre la gente, mucho menos había mucha seguridad en zonas como esas. Jodido lío en el que se ha decidido meter. —Por aquí.— Le indicó a la joven antes de doblar casi de golpe hacia la entrada a las primeras estaciones; apenas llegó a las máquinas donde los ciudadanos suelen poner sus tarjetas de metro para pasar con total honestidad, pero no habría tiempo (ni dinero) para comprar decentemente un boleto de subterráneo. Se detuvo un instante al estar frente a las máquinas y soltó a la joven por un momento. —¿Alguna vez has hecho algo como esto?— Sin esperar una respuesta, SunHee se sustuvo de las máquinas para saltar hacia el otro lado, siendo que enseguida extendió las manos hacia la joven desconocida. Anda, date prisa antes de que nos encuentren. Adrenalina y miedo era lo único que sentía en ese instante. Casi con desesperación echaba ligeras miradas tras la chica de enfrente para asegurarse de que los hombres estaban bastante lejos todavía. —Solo dame tus manos e intenta impulsarte con los pies.  
NoAh
Mientras su transcurso se volvía agitado y bastante aterrador a su punto de vista, la cabeza de Noa se perdía por instantes, pensando lo valiente que ha de ser aquella chica como para meterse en algo grueso como lo que acababa de ocurrir, puesto que, tal vez la castaña jamás se había metido en líos como ese ni mucho menos, pero entendía los problemas callejeros que solían haber de vez en cuando, su corazón latía demasiado rápido y más si se ponía a pensar en las consecuencias de todo ello, comprendía que un movimiento en falso y todo terminaría por ser un completo fracaso. Soltó el aire de sus pulmones de un golpe bastante agresivo, casi provocando un severo ataque de tos, el cual no pasó y logró detenerse. Corriendo, ya se acercaban al subterráneo, nunca se pensó poder llegar así al que solía considerar un buen hogar, y es que ahora sería su fuente de huída. Incrédula se le quedó viendo a la contraria mientras pasaba por el arco del triunfo la entrada de seguridad del metro, así que, para lo que a ella le concierne, no podía evitar sentirse afligida por tal acto, y el tener que repetirlo le daba cierto pavor, pero en realidad no la detenía. —Interesante... —Murmuró para sí misma, mientras colocaba sus manos encima de la maquina, de modo que pudo brincar igual que ella, un poco lento dada la falta de experiencia, pero con ver pudo entender cómo hacerle. Su cabeza giró y logró ver a lo lejos unos grandulones acercarse, corriendo, es ahí en donde frunció el ceño, y ahora, sin necesidad absoluta de que la contraria volviese, se fue hacía el mapa que indicaba los subterráneos que debías tomar y no perderte en cualquier parte de la ciudad. No necesitó ver demasiado para saber qué metro venía, de hecho, mismo que ya estaba estacionándose frente a las dos, era el mismo que podía llevarlas hacía la parte Este de la capital, siendo así una fácil huída y un poco (bastante) lejana a la zona. Tomó la mano ajena entre la suya y se dignó a guiarla por la puerta, tan solo así pudo llevarla hasta el final de pasillo, en donde los asientos más lejanos se ocultaban, por lo menos no serían tan vistas por aquellos, aunque seguramente comprendían con su poca capacidad mental, que las dos jóvenes habían abordado, esperaba poder librarla sin ellos dentro del transporte.  
SunHee
—Mierda…— Estaba frustrada, al parecer nunca se cansarían y estaba segura de que aquellos siempre buscarían la manera de vengarse del modo en que SunHee los había hecho a un lado; no podía negar que se sentía reamente cansada, con la respiración agitada y parte de las posteriores heridas a una pelea comenzaban a arderle. Apenas alcanzó a gruñir, no había realmente demasiado tiempo sí se detenía a pensar en el dolor. No era experta en los subterráneos, pero al menos alcanzó a divisar un poco del mapa cuando ambas se acercaron hacia verificar su único momento de salida. Se mantuvo neuvamente en silencio, siendo ahora ella quien era guiada por aquella jovencilla; por supuesto, nunca había tiempo suficiente de presentarse como era debido, lo primordial era salir vivas de aquel embrollo. De los pocos consejos que le dio su madre era que no se metiera en líos, pero siempre ha tenido un espíritu rebelde y sin duda eso no encaja con las enseñanzas de su familia. Pero el subterráneo se detuvo y casi como una película, entraron a ahí, casi como fantasmas para el resto de las personas, simplemente se abrían paso entre los cuerpos hasta llegar a los últimos asientos. No serían demasiado estúpidos para agredirlas ahí adentro, pero no dudaba que podían tomar el siguiente tren; SunHee solo pudo mirar por la ventanilla del subterráneo y cuando la alarma que anunciaba que pronto se cerrarían las compuertas sintió un pequeño alivio. Pero el corazón seguía palpitándole con bastante fuerza; sin duda ese no era el día tranquilo que esperaba tener. Metiendo el rostro entre sus propias manos soltó un pequeño quejido, tal vez no había sido lo peor. —¿Y bien?, ¿cómo te has metido en esos barrios? No pareces ser el tipo de persona que merodee por ahí nada más por qué sí. — Bajando sus manos miró a la castaña que tenía sentada a su lado apenas el tres comenzó a avanzar. Podría decirse que solo tuvieron un golpe de suerte. —Deberías tener cuidado la próxima vez…— Frunció los labios un instante, y lo que siempre dijo era que odiaba sonar siempre como su madre: lo hacía de nuevo. —Soy SunHee.  
NoAh
Las fuerzas del destino hicieron que todo fuese relativamente más fácil, aunque nada aseguraba que todo fuese a pintar bien. Si aquellos brabucones sabían de subterráneos, probablemente las seguirían, pero ella no quería pensar en ello, al menos no en ese momento. Suspiró. Realmente la habían librado esa vez, y era la primera que le sucedía algo tan dramático y exageradamente peligroso, al menos para ella. Nunca hubiese querido verse envuelta en ello, aunque sabía que habían peores situaciones en la vida. Cuando todo se vio mucho más "tranquilo" y las puertas del metro se cerraron, anunciando su salvación, escuchó como la contraria le hablaba, ella no quiso verla directamente de principio, pero en seguida giró su cabeza con intención de intercambiar miradas, aunque sea paulatinamente. —Soy Noa. —Dijo, presentándose de manera informal, en aquellos momentos no pretendía ser formal o algo similar, pues su cabeza se encontraba en cierto lío por lo recién sucedido. —Suelo pasearme a tardes horas por ese tipo de barrios, de hecho, por cualquier tipo de zona en la ciudad... —Comenzó a contar, tranquilamente... —Y pues, es la primera vez que me sucede, suelo tener mucho cuidado, demasiada precaución... créeme... —Encogió los hombros y volteó hacía el frente de sus asientos, ahí estaban unas niñas jugando mientras llegaban a su destino. —No me veo de ese tipo de gente que se la pasa en los bajos mundos, ¿cierto? Pero no necesito verme pandrosa para ello —Con cierto humor la castaña comentó, después volvió a un semblante totalmente inexpresivo. —Mucho gusto, y muchas gracias, debo de decir. —Asintió, firme e hizo un ademán con la cabeza, pareciendo a una reverencia demasiado corta pero típica en las formalidades asiáticas. —No sé qué hubiera pasado —Mencionó melancólica pero al mismo tiempo un poco molesta, ya que se imaginaba y de solo pensarlo se le revolvía el estómago.  
SunHee
Por un instante SunHee se sentía reflejada en aquella jovencilla; y pensar en las veces que ella también se había metido en tantos líos con finales para nada agradables. Se encogió de hombros mientras fruncía un poco los labios, al final, la situación estaba un poco más tranquila y eso era lo único que importaba… al menos por ahora. —Bien, Noa… Por experiencia puedo decirte que no todos los barrios son tranquilos. Hoy tuvimos suerte, nada más… Cerró de inmediato sus labios; ¿cuántas veces más planeaba sonar como su madre? La miró durante unos segundos y luego miró el suelo, realmente no sabía que decir. Soltando un pequeño suspiro volvió a elevar la mirada. —Sí… pero esos tipo de gente sabe que es más fácil acorralar a alguien quien desentona, a veces es mejor mezclarse con el lugar.— Aunque por un lado, SunHee tampoco lucía del todo mal en cuanto a sus vestimentas, pero la diferencia de clases era obvia, no podía negar sentir cierta envidia por parte de la jovencilla. ¿Tan dura sería también su vida? Pero al menos no planeaba averiguarlo, no era su estilo. El silencio que había en aquel vagón reinó por unos minutos, las personas apenas y se movían o levantaban la mirada de todos sus aparatos electrónicos; ambas eran como dos puntos más en una jungla llamada ciudad. Quizás lo peor sería el momento de volver a casa. —Ya, ya,ya. — Movió sus manos varias veces intentando tranquilizar a la chica sentada a su lado; volvió a encoger sus hombros como sí le restara importancia. —No es nada. Fue suerte, ¿recuerdas? — SunHee no era el tipo de chica emotiva en absoluto, ¿qué más podía decir? —Ahora te toca guiar, ¿dónde será nuestra siguiente parada?, digo, estamos metidas en este lío, ¿alguna idea? — Lo primero que hizo la peleadora fue buscar entre los bolsillos de su chaqueta, topándose con la cajetilla vacía de cigarros que terminó por sacarle un gruñido y apretar el cartón vacío entre sus manos. —Vaya, esto sí es mala suerte…  
NoAh
Sin mucho alarde, notó como la contraria comenzaba a comportarse, creía que las personas que solían aparentar frialdad, eran las que más sentían, pero dado los golpes que les han dado, terminan por enfrascarse en esa torpe idea de no mostrar ni sentir, aunque lo hicieran más que incluso una chica tan "normal" como NoAh. Suspiró. —Tal vez debas ponerte prendas o ser como aquellos para aparentar, pero una sociedad no es diferente a la otra... Un estilo de vida no es diferente al otro, solo que recurren a otras apariencias para aparentar, venga la redundancia, el ser diferentes a otros —Comentó, de forma vaga mientras veía el piso del subterráneo, sucio y con huellas de zapatos por todos lados. Movió un poco los brazos para sentir que los huesos de su espalda tronaran, fue de ese modo en que logró relajarse, respiró profundamente y terminó por sacar el aire de la forma más calmada que podía, y es que estaba decidida a que esta vez iría un poco más lejos de lo común. A veces se pensaba que de verdad la calle era incluso más segura que su casa, pero no era así... Al menos no como quisiera... En ocasiones. —Kita-Akabane, al otro lado de la ciudad prácticamente, no es un mal barrio hasta donde sé, por lo menos no nos encontraremos con matones como esos —Respondió, sintiéndose segura de haber escogido una buena ruta, pues algo de bueno tenía la experiencia de estar en el subterráneo todas las noches. En ese momento fue cuando se detuvo, pues ya pasado un prolongado tiempo, sabía que ya estaban en la zona antes mencionada. Se puso de pie y esperó a que la otra chica lo hiciera de igual forma, pues no podía dejarla sola aunque pareciera manejarse en la vida clandestina de los suburbios. Una vez ambas fuera, Baek NoAh se acercó a una de las maquinas de la estación, en donde compró una bebida refrescante, se giró hacía la contraria y le sonrió descuidadamente —¿Gustas algo? —Pregunto media firme y media ingenua, pues a la mejor recibiría una negativa, pero mantenía la esperanza.  
SunHee
—Tal vez sí son diferentes. ¿No lo has visto cierto? En esa parte de la ciudad, no existimos; es tan complicado como sencillo, quizás no has visto lo suficiente.— SunHee solo pudo encogerse de hombros, al final, ella más que nadie sabía que cada quien lidiaba sus propias batallas internas; nunca fue el tipo de persona que le interesara alguien quien no fuera ella, y estaba segura que tampoco tenía interés en indagar sobre esa chica. La verdad es que SunHee apenas y asintió, no era muy a fin a concurrir a ese tipo de lugares, mucho menos cuando parte de sus prendas lucían ligeramente desgastadas, ya se había topado con un gran número de malas miradas en varias ocasiones. No le importaba, quería quedarse fuera de casa un tiempo más. El cuerpo dolía, y aun así, caminó detrás de la chica hasta llegar al lugar; el gran número de personas era increíble, a veces se preguntaba como los barrios de una ciudad terminaban siendo lo más diferente que pudiera existir. En seguida que la otra chica había comprado una bebida, fue la castaña quien rebuscó entre los bolsillos de sus prendas, topándose con el puñado de billetes que había recibido gracias a “esa noche” en el club de peleas. —No. Así estoy bien, gracias…— Volvió a encogerse de hombros y apenas y le sonrió a la chica. No podría decirse que se pudieran convertir en amigas, para nada, SunHee era solitaria a su manera. —Es tarde, tengo que volver, ¿estarás segura aquí? — Rebuscó nuevamente entre sus bolsillos para sacar una pluma, y tomando el brazo de la joven escribió con cuidado su número de celular en el antebrazo de ella. —Sí te vuelves a meter en líos, puedes llamar, nunca tengo nada que hacer. Frunció sus labios, ¿desde cuándo se preocupaba por el resto? La verdad, es que tal vez era un poco de simpatía, nada más. Pero ser amable de vez en cuando no estaba tan mal.  
FINALIZADO.
0 notes