#por mi que los maten a los argentinos allá
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hay más noticias que los argentinos varados en israel eh @tele
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Acá yo la que te mando por error je. Lo voy a escribir un poco más calmada ahora.
Literalmente estoy harta que nosotros le tengamos que explicar cómo funciona Latinoamérica, la nuestra, no la que ellos tienen en mente. La forma en que por ejemplo a nosotros nos llaman nazis (sin saber que gran parte de la población es judía o que muchos europeos vinieron mucho antes y siendo ni más ni menos que ANARQUISTAS) o se cagan en argentinos racializados tratando de explicarles, se ríen de los desaparecidos sin saber del plan cóndor; y ahí vamos los boludos a explicarles de nuevo, basta de explicarles.
Se cagan en todo porque a ellos no les gusta su país entonces marcan a los demás, chupame la pija. A los latinos nos enseñan desde siempre y por todos los medios que lo nuestro es una poronga y Ojalá fuésemos ellos o europa.
Y si tenés la suerte de venir de una familia 0 cipaya que te enseña a respetar y querer tu cultura y llegas a amar a tu país más allá de los gobiernos, economía, etc. Sos un nacionalista de mierda y por lo tanto nazi según ellos... entonces solo es lindo ser yankee hijo/nieto/bis nieto de latino y saber decir chancleta nada más? Y VOS SABES MAS QUE YO? el tupé, el tupé de querer contar mi historia. Já jode'.
El tema del racismo obvio que existe, acá y en todo el mundo pero es algo que tenemos que arreglar nosotros pero no voy a explicarle un yankee cómo funcionó mi país cuando NISIQUIERA yo era nacida, o cómo funcionó la colonia española y el tema de la mestizaje y bla bla bla. Eso a nivel país es algo que nos debemos entre nosotros (entre otros temas claramente)
En fin, perdón te mandé re sacada a vos porque como no escribo en inglés pero entiendo a veces veo lo que pones vos o los reblogs etc. Soy tan solo una señora vieja.
A los Yankees ni un vaso de agua, que se maten entre ellos y dejemos de explicarles. Que se curtan.
Es que si, es insufrible y muy agotador. Se creen la policía moral en todo. Se creen que inventaron la pólvora, que ellos son el estándar, que lo que está mal para ellos siempre estuvo mal para todos, que sus logros son los únicos, que sus victorias son las únicas que valen. Que su historia es única e irrepetible y jamás se les cruza por la cabeza que podría ser diferente. Que su gente es la única que importa. Nunca en la re puta vida se les occurre pensar en alguien que no sea ellos mismos. Y cuanto más marginales, peor, porque se ponen reaccionarios. Todo el mundo los apoyo y les dio bola durante las protestas de BLM pero el INSTANTE que les pedís que le den bola a alguna protesta en otro país (que no beneficie sus intereses imperialistas como palestina o ucrania, pero no están listos para esa conversación) son puro oído sordo, que no tiene por qué ocuparse de los problemas de los demás, bla bla bla.
Mirá, lo triste es que realmente son intrascendentes. Toda su vida desde lo más superficial hasta lo más íntimo gira alrededor del consumismo rápido y barato. Ni formar lazos afectivos saben. No tienen cultura, todo lo ven como una competencia y como relaciones de poder. No saben concebir la vida como algo diferente. Entonces por qué vamos a esperar que esa pobre gente entienda que podemos ser felices sin que tenga que ver con ellos? Si todo para ellos es sobre ellos. No saben nada de nada, son ignorantes de alma. Me dan lástima la verdad. Porque seremos pobres de plata pero no de identidad ni alma.
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#UrielEnUK: Cuestión de números
Hacía rato que no posteaba, calculo que porque cada vez pasan menos cosas interesantes y el hecho de estar aún en cuarentena, lockdown, en modo ambulatorio restringido, medio que agrava la situación. Pero hoy recibí un mensaje que me hizo mirar atrás y creo que muchos se pueden beneficiar con un poco de historia.
El mensaje decía, “the fucking letter finally is here”. El mensaje era de mi flatmate, que no habla español, pero putea mucho en inglés, así que es casi como si hablara español. La carta venía membretada y con el sello de una institución gubernamental.
Esperaba esa carta desde hace nueve semanas, y en el plazo de espera el mundo cambió. NO hace falta que cuente demasiado sobre los cambios en el mundo porque todavía no terminaron y, por primera vez en muchos años, todos somos protagonistas. Los de acá, los de allá, ellos, ellas, nosotros. En fin. La carta. La carta tenía un número y, como estoy en Chester, tengo una versión digital de los papelotes que fotografió mi flatmate. El número, el Número de Seguridad Social, un número que significa muchísimo cuando te creés con un pie en un abismo y el otro en una nube. No es mucho, pero da perspectiva.
Ese número me permite trabajar como ciudadano en UK. Digo, yo estoy trabajando y vengo trabajando desde una semana después de haber llegado al país. El tema es que se puede trabajar igual con el pasaporte de la Unión Europea, pero eso exige que se emita un número de seguridad social de emergencia, y eso es pago y esa paga es un porcentaje alto del sueldo que cobro. En fin. Cada mes, X% de aporte al número de seguridad social de emergencia y esto sumó poco más de 600 libras. Unos 47 mil pesos argentinos. The catch? Una vez que tenés el número posta, te devuelven la plata. Tudo legal.
Estoy contento? Sí. Durará? No sé. Lo que sí me da satisfacción es revivir un camino y se trata del que tracé al momento de venirme a vivir acá. La idea? Compartirlo con todos lo que lo necesiten. Y acá va!
1. Decisión: Hacía rato que la idea me rondaba la cabeza. Un día hice home-office y me saqué un pasaje sin fecha de vuelta. En el momento que me pasaron los datos de la tarjeta no hubo vuelta atrás.
*Dato: NO TENGAN DEUDAS si hacen esto.
2. Huevos: Cuando yo decidí venirme a #UK, lo hice porque había algo más grande que yo mismo que me motivaba a hacerlo: mi hijo. Para dejar lo que ya conocen y salir a descubrir cosas nuevas, entiendan por qué lo hacen. No es que sepa demasiado, me imagino que facilita la cosa.
3. Ahorros: Particularmente tenía muchos ahorros. Pero eso ya pasa por una cuestión personal porque conozco gente que se borró sin tener un mango. Particularmente yo no lo haría en esas condiciones, pero no fue el caso. Otro punto: tenía todo dolarizado, lo que ayudó muchísimo.
4. El país que dejás: En mi caso, Argentina y, como Argentina es Argentina, lo que dejé fue la burocracia extrema, pero para dejar eso, tenés que meterte en la burocracia: bien, renuncié a mi laburo en relación de dependencia y organicé la liquidación.
Cancelé los pagos de la tarjeta y di de baja las de crédito para solo quedarme con una cuenta básica en la que pueda meter pesos (sigo trabajando para Argentina) y transferir guita. De esa forma no te cobran mantenimiento.
Pasé los débitos automáticos que tenía a la cuenta que dejé activa. Avisé a la inmobiliaria que rescindía el contrato con los días justos para que no me cobren de más y me asesoré en materia de depósitos. Cancelé todos los servicios a mi nombre.
5. La casa: Creo que fue de las cosas que más me costaron, dejar lo que había construído. La realidad es que cuando te das cuenta que la cantidad de cosas que podés llevarte es limitada, también caés en la cuenta de que podés vivir con el 1% de lo que tenés. Y vendí todo.
6. Aferrarse a cosas: En mi caso, los libros. Les recomiendo hacer listas y fijarse de qué quieren deshacerse y de qué no. Acudan a amigos y familia para que guarden todo. Lo que sea muy especial, POSTA, denlo a alguien especial. Yo lo hice y me siento muy bien al respecto.
7. Pasaje: Cuando saquen el pasaje a su nuevo lugar en el mundo, sáquenlo bien. Esto no es un consejo, solo lo que yo decidí hacer: Me saqué un pasaje en primera porque me dije, "si empiezo una vida nueva, la voy a empezar bien, carajo!". Posta, valió la pena.
8. Papeles: En esta primera parte voy a hablar de los papeles de estudio, títulos universitarios, etc. YO NO TENGO TÍTULO UNIVERSITARIO. Dejé la facultad porque me aburría y solo tengo como estudio formal un terciario de producción de radio y TV. Bueno, no hace falta el MBA.
En mi caso, tengo ciudadanía europea y me vine a UK, así que lo hice antes de que firmen el BREXIT, just in case. Vayan donde vayan, háganlo de forma legal. Posta, no sean boludos. Cuando emigran lo que menos se necesitan son quilombos. No se los busquen.
9. Guita. Pueden elegir entre una variedad enorme de formas de cagarse la vida. Yo elegí la más simple y la que me coma menos en conversión. Como yo tenía todo en dólares, los saqué de la cuenta, y me los traje para acá, los convertí a libras y los puse una cuenta que abrí acá.
10. Decidir el lugar al que uno emigra. Estén seguros. Yo tenía en la cabeza Londres. Hice mi investigación y terminé en Manchester por muchos motivos, tanto culturales como económicos. Elijan bien la primera vez. Después en destino es más fácil cambiar.
11. Equipaje: Decidan bien qué van a llevar. Yo cometí un error gravísimo y viajé con muchísimo equipaje que, después de dos semanas de haberme mudado, me di cuenta que no voy a usar ni la mitad. Piensen, no cuesta nada y ahorra bocha de espacio y laburo físico.
12. Un elemento preciado: Los míos siempre fueron los libros. Bueno, me traje uno importantísimo que me ayudó enormemente en los momentos más críticos que tuve. Ya que estoy se los paso: el Bhagavad Gita. También me traje objetos de gente especial.
13. Cultura. Traten de averiguar tanto como puedan del lugar al que piensan emigrar. Una vez que lleguen, métanse todo eso que saben en el culo. Toda investigación muere cuando nos ponemos la realidad en frente. Ojo, la investigación sirve, pero hay que perderse también.
14. Un error. Uno de los errores más grandes que tuve fue prejuzgar y comparar mi nuevo hogar con el anterior. Mi nueva vida con la pasada, y así. Traten de evitarlo porque salvo raras excepciones, se tratan de cosas completamente diferentes. De nuevo, ahórrense quilombos.
15. Guita parte II: un consejo. No cambien plata en el aeropuerto! Tienen una tendencia casi maquiavélica a romperte el orto. Eso.
16. Despedida. Siempre son una mierda, especialmente las despedidas con personas que nos dejan marcas. Bueno despídanse bien en el caso que requiera despedirse. En mi caso, hubo un "nos vemos pronto". Todo el mundo va a querer aconsejar. Pidan que no les digan qué hacer. Posta.
17. The Do's before you go. Mi estudio de mercado fue simple, me fijé qué era más caro en destino que en origen y me di una panzada. En mi caso con tatuajes. Me tatué todo lo que pude porque acá en UK salen un huevo. Así que eso, dense un gustito antes de irse.
18. Otro consejo. Cuando se estén por ir manden a la mierda a todos los que quieran mandar a la mierda, puteen, griten y liberen toda la mierda que tenían adentro. Alguien en Argentina me mandó a cagar y ¿saben lo qué se siente que te chupe un huevo? Se siente genial.
19. Stop being perfect. Este no es mío, pero está adaptado por mí. La frase es de #FightClub (hablo el 90% del día sobre FightClub). No sean perfectos. No van a ser los mejores hablando el nuevo idioma, no van a ser los mejores escritores ni las mentes más brillantes. No importa. Se los digo yo que me esfuerzo siempre por ser EL MEJOR. Bueno, esta última semana me cagué a palos conmigo mismo. De repente me vi diciéndole a mi jefe que voy a usar Grammarly. Me dijo "ok". Le dije que tal vez me tome más tiempo hacer cosas. Me dijo "ok". Todo está bien.
20. Help, I need somebody! Pidan ayuda. La mayoría de las veces no recibimos ayuda porque nos mostramos superpoderosos, que todo lo podemos. Saben qué? Hay millones de personas dispuestas a ayudar. Solo hay que pedirlo. Anímense a ser vulnerables. De nuevo. Todo está bien.
21. Mobile and shite. Consigan una línea de teléfono del lugar al que emigran. Yo apliqué a mil laburos desde argentina y solo tuve un solo contacto. Cuando puse mi teléfono en el CV, PUM! Me empezaron a llamar un montón. El tel muestra que estás físicamente en el lugar. Sirve.
22. Repitan el paso 18.
23. Work work work. Acá viene la papa. Actualicen el CV, pero no se maten. Acá no quieren diseños falopa. Quieren poder ver qué hiciste, cómo lo hiciste y cuándo lo hiciste, el resto es entrevista y una entrevista es storytelling (doy cursos ). Cuenten bien su historia.
24. Compartan conocimiento. Si están por emigrar, por cambiar de ciudad, por sacar el pasaporte, por tener el número de seguridad social, por abrir una cuenta en el banco, COMPARTAN LA PUTA INFORMACIÓN. Las redes son para que estemos más cerca.
25. Inseguridades. Llegué y me cagué en las patas. Hablé con gente y me cagué en las patas. Fui a comprar y me cagué en las patas. ¿Saben qué? La Tierra sigue girando, estemos cagados en las patas o no. El oído se afina, las costumbres se aprenden, la lengua se suelta.
26. Si llegaste hasta acá, te amo, ciudadano promedio.
27. Facebook. Sí, dije Facebook. y presten atención. Cuando recién tuve la idea de emigrar, obvio que usé mis canales preferidos: Twitter, Google y Youtube. Pero la papa también está en otro lado. Y acá entra Facebook. Así como se transformó en el hogar del PAMI, Facebook... también es el hogar de miles y miles de grupos de argentinos que emigraron por mil razones. Entren, miren cómo publican, lean, investiguen y cuenten su historia. Yo vi que en los grupos todos iban directo al grano y la interacción era baja. Entonces decidí acercarme diferente. Les conté una historia. Hice lo que mejor sé hacer: Escribir. Escribir largo y tendido. Sorpresa. No importa la longitud. No importa qué toques, la gente baila. Si les interesa lo que decís, leen. Leen y ayudan un montón. Mi agradecimiento a todos los Argentos en MANC y LONDON.
28. Boys don't cry. Van a llorar, pelotudos. Van a llorar como bebés en posición fetal, abrazándose las rodillas. Ya saben cómo funciona. Uno llega al lugar donde va a pasar una gran parte de su vida y no se ve ahí. Bueno ahí estaba, en el piso alfombrado del depto. Me ven? Así.
29. No tomen colectivos, ni trenes ni una mierda en la ciudad en la que van a vivir. Pateen carajo. Así se conoce, así conocí CABA, así me perdí en CABA y así amé CABA. Pienso repetirlo en cada lugar donde viva.
30. Virus. A veces voy donde reina el mar es mi lugar llego sin disfraz por un minuto abandono el frac Joda. Les quiero decir que no son inmunes y se van a agarrar cuanta mierda o bicho exista en destino. Acéptenlos, lloren, a empastillarse y salir adelante, carajo!
31. Aprendan de los errores. Fracasar no está mal. Consiguieron trabajo? Bien! Ahora entiendan que es un trabajo y ustedes son mejores que eso. Consigan uno mejor. Trabajen menos horas y cobren más. Se puede.
32. Y hasta acá llego hoy: No existe el primer paso ni el último. Los dos están en tu cabeza. Coman verdura y traten bien a los viejitos... a menos que estén re calientes, ahí pueden salir a patearlos escuchando Rammstein. Salud!
Eso.
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Nota de audio II
Me gusta ver el borde de la montaña cuando asoman las nubes.
Parece que fuera el borde de una pintura,
de una imagen, de una película.
Y desde ese borde florecen las nubes.
¡Qué ridículo pensamiento!
Pero pienso que ese es el borde de mi mundo.
Las montañas me han rodeado desde que era pequeña,
le daban un “marco” a mi mundo.
Donde empezaba y terminaba mi cielo.
No había mas que eso.
¿Qué me importaba lo que había más allá de la montaña?
No me importaba.
Yo solo bailaba, entre la hiedra bailaba.
De pequeña bailaba, y cantaba, y creaba,
porque eso soy; soy creación.
Soy más creación que otra cosa.
*Silencio extenso*
¿Te acuerdas cuando se me subió una araña en la mano?
¡Que miedo!
Hace rato las arañas me estaban buscando.
De muchos viajes anteriores,
de dos hongos atrás.
Me venían buscando,
me decían que tengo que afrontar el miedo.
¡Pero es que yo lo afronto!
Yo las veo, y no me pongo frenética en llanto.
Solo las veo y es: Araña.
Araña.
Hasta el nombre me da escalofríos.
Pero es que también es un nombre malo,
un nombre raro,
un nombre que da miedo; “araña”.
Y en inglés es ridículo; “spider”.
¡Qué ridículo nombre!
Incluso me da risa.
Quizás tenga que verlas, entonces, con el filtro en inglés.
Cuando vea una araña,
no voy a pensar que es “araña”,
voy a pensar que es “spider”,
y si es “spider” me va a dar risa en vez de terror.
¡Como cambia el idioma las cosas!
*Silencio*
Te acuerdas cuando chiquita jugabas con las flores,
las flores eran personas,
cada una era una persona.
El tallo era su cuerpo y la flor era su pelo,
Y ese pedacito que queda entre tallo y flor,
creo que se le llama capullo,
esa era su carita.
Me gusta esa sensación, esos recuerdos.
Es un recuerdo de verano,
después de bañarme en la piscina,
cuando me daba frío me escondía en el invernadero,
el invernadero era cálido y con olor a tierra.
Allí de chiquita mi mamá me enseñó a diferenciar la hierba de sus plantas,
y arrancábamos la hierba, la mala hierba.
Y esa hierba tenía flores,
típicas flores amarillas,
habían tréboles también,
esos eran mis juguetes.
Luego del frío de la piscina me metía en el invernadero,
y le sacaba todas esas malas hierbas,
las sacaba para que no le llenen las plantas a mi mami,
para que no le maten el cilantro,
ni el perejil, ni el pepino,
ni la zanahoria, ni la betarraga, ni la lechuga.
Y ahí jugaba con ellas,
con esas hierbas.
Jugaba por horas pensando que eran señoras.
Esas señoras francesas que tenían esos sombreros grandes,
eso eran las flores; los sombreros,
más que pelo eran sombreros,
o esos peinados gigantes de las mujeres antiguas.
No había hombres,
era una sociedad de flores; solo mujeres.
Claro que cada mujer era un drama,
habían muchas novelas en mi imaginación de pequeña,
Pero nunca un hombre.
¡Qué singular!
*Silencio*
Pese a que me compraban juguetes,
siempre preferí jugar con la tierra,
con las plantas, con el agua.
¿Recuerdas también que nuestra casa estaba llena de junquillos?
Y los sacaba, les rompía la puntita,
los posicionaba en mi mano, y los lanzaba,
tirando hacia atrás el cuerito que había sacado de la puntita.
Así volaban como si fuesen flechas.
Mi mano era el arco, el junco la flecha.
Y así me creía yo parte de un cuento,
un cuento con una heroina,
una heroina fuerte,
que tenía un arco y una flecha.
Querida infancia, como te añoro.
*Silencio*
¿Te acuerdas también cuando íbamos al campo?
Ahí en el campo, hacia la derecha de la casa, había una pampa,
Y más allá estaba cercada la tierra,
estaba cercada por troncos,
troncos de arboles viejos.
¿Cómo moverían esos troncos ahí?
Esos troncos cercaban la tierra en un cuadro grande, un mosaico.
Y yo dentro me creía parte de un escenario.
¡Claro! Toda esa tierra era un lugar como un teatro.
Yo misma me creaba los espacios,
lo que era escenario, lo que era público,
donde estaban las gradas o las personas paradas.
Ahí bailaba y les cantaba.
¡Quizás qué idioteces cantaba!
Pero esa es mi esencia,
de ahí vengo, desde niña.
Tenía botas de goma,
Y unas calcetas de lana rojas que me tejió esa señora.
Un día después de bailar bajo la lluvia llegué a la casa,
la señora dijo que había una bandurria bailando.
Me dijo bandurria por tener las calcetas rojas.
Y tuve vergüenza la primera vez.
Vergüenza de ser quien era,
vergüenza bailar y cantar al aire libre bajo la lluvia.
¿Por qué sentí vergüenza?
Quizás fue el tono de su voz,
O quizás no quería ser comparada con una bandurria.
Luego mas tarde,
cuando empecé a descubrir la música,
ponía las canciones en mi teléfono mientras bailaba y coreografiaba.
Ahí ya había descubierto otro spot,
ya no era ese mosaico entre los árboles cortados.
Estaba detrás de la bodega, donde nadie me veía.
Entonces llegó Fabián, el hijo.
Mientras yo bailaba no me había dado cuenta que él estaba mirando.
Cuando me di cuenta me sonrojé y el sonrió.
Luego se entró.
Siempre le tuve miedo.
Veía en sus ojos algo más...
Sin embargo, Jorge era el otro hermano,
Jorge era amable, cariñoso,
nunca sentí desconfianza de el.
Me abrazaba, me levantaba,
era un amigo, un hermano, casi un padre.
Jorge murió cuando yo tenia 8 años.
Antavirus dijeron que era.
Sus padres, desgarrados, nunca aceptaron que fue antavirus.
Dijeron que fueron los médicos argentinos,
que no sabían, que eran malos médicos,
que debieron llevarlo a Puerto Montt en vez de Argentina.
¡Lo que hace el dolor en la gente!
*Silencio*
A Jorge le dedique mis primeros poemas,
desde el dolor, claro,
De ahí nació esta poetiza,
desde el dolor, siempre.
*ruido de vehículos en la carretera*
Otro ruido de humanos,
¡Como odio los humanos!
¿No ves que me espantan las aves?
Hace un rato, allá en el cerro,
Bailé y canté como cuándo era niña,
como ese recuerdo con mis calcetas rojas.
Sentí de nuevo que tenía mis calcetas rojas,
Que era aquella bandurria que bailaba en el monte.
Fue tan dramático y hermoso.
Me encanta sacar esa parte de mi.
Me encanta que este tan oculta que solamente en soledad aflora,
y es que cuando alguien me ve,
O algún artefacto me graba; se esconde,
no quiere que la miren.
¡Que arrogante es!
*Silencio interrumpido por otro vehículo*
Otro ruido de humanos.
Qué curioso hace un rato cuando escribía mis notas,
De un momento a otro dije “pagina en blanco”.
Deje la libreta a un lado, observe, pensé.
Y cuando de nuevo vinieron pensamientos que quería escribir,
dejé aquella pagina en blanco.
¿Por qué? No lo sé.
Debo seguir mi intuición,
eso dijeron las cartas, eso hice.
Estaba en el cerro bailando,
ya lo había dicho,
y de pronto sentí el llanto desde mi interior.
Bueno, otro llanto,
después voy a hablar del otro llanto.
Sentí el llanto de mi hermana, de mi hermane,
me llamaba, y baje, vine corriendo,
llegue a la casa y de verdad me necesitaba.
¿Sobre el otro llanto?
El otro llanto fue de mi alma,
rogándole a Dios que no me lleve,
que en realidad soy tan distinta a los otros humanos.
Todos esos humanos que lo adoran,
y expresan sus alabanzas en una iglesia.
Yo no soy como ellos,
yo prefiero la naturaleza, estar aquí, ahora.
Por eso lloré,
porque le pedí a dios que no me lleve tan pronto,
porque a mi no me gusta el cielo, no quiero irme al cielo.
Quiero estar en la tierra.
Quiero tocar esta tierra todos los días, por una eternidad.
*Silencio*
(Tumblr me corta el relato, seguiré en otro post)
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La última
El bochorno se extiende sobre el microcento, es despedido desde las baldosas, desde las paredes, está en el aire. Las calles, vacías, salvo por algunos que buscan cómo llegar a la plaza, y otros, que revuelven la basura, esa que fue acumulada en las esquinas durante la jornada laboral.
“Aguante cristina”, se alza un grito. “Maten a la yegua “, responde otro. Apuro el paso, no sea cosa que me ataque la manía de explicar por qué está mal usar esa palabra para referirse a una mujer. De todas maneras, aunque quisiera, la explicación es tan larga que no me darían los pulmones para hacerlo.
En una de las peatonales, fundida con el tango de las disquerías y las mantas de los vendedores ambulantes, hay un café. “¿Vas a la plaza?”, pregunta el mozo. Antes de escuchar la respuesta, me avalanzo sobre la calle, y ahí, enmarcada por Avenida de Mayo puedo ver la parafernalia, el folklore que nos va a acompañar lo que dure la convocatoria, que puede ser media hora o cinco: con ella nunca se sabe cuánto va a durar un discurso. Lucecitas de colores, banderas de argentina, fotos de Néstor, fotos de Cristina, juntos y separados. “Muñecos para la revolución, muñecos para la revolución”, vocifera el creador de una especie de Barbie y Ken nacional y popular; “100% artesanal, estamos combatiendo la industria masiva”, me dice uno de los vendedores. Uno aprovechó el clima futbolero que está impregnado en la política y en su puestito puso unos afiches de Boca y River. El humo de la carne quemada saliente de parrillas improvisadas sobre la calle se extiende por encima de todos nosotros. “1 paty: $25 / 2 paty: $50”, sin promo, un cartel.
Las calles adyacentes están repletas; va a ser difícil encontrarme con quien quedé de hacerlo, pero tampoco es necesario. La Presidenta empieza a hablar y, aunque la voz amplificada es inaudible, eso no es impedimento para los que no pudieron llegar adelante de todo: cada uno la tiene sintonizada en su radio, en su celular.
Me paro sobre un escalón y me pongo en puntitas de pie para ver qué me espera más allá. Veo un mar de gente. Tomo una bocanada de aire, como quien se va a sumergir en el agua, y emprendo mi camino. Hay un corredor para ir y otro para volver. En el medio, todo. Madres con bebés, papás con nenes sobre los hombros, señores secándose las lágrimas, señoras con fotos de hijos que ya no están. Sigo por el corredor de los que van, sin saber bien hacia dónde, y veo un chico para decirle que tiene la mochila abierta. Le toco la espalda, “uh, un descuido, gracias”, responde. A mi derecha, una mujer llora, dice que no puede creer que esta va a ser la última cadena nacional. Me agarra del brazo, me mira a los ojos. Espera una palabra, algo que la calme, que le de esperanza pero no puedo decir nada, y la fila ya avanzó.
Muchos están colgados de los semáforos, de las rejas, de los postes de luz, arriba de los puestos de diarios. Por encima de nosotros, las banderas se ciernen en el horizonte, con los golpes de parche, un tumtum de bombo que nos une, que marca quiénes somos, qué venimos a buscar. Cada tanto, la fila detiene la marcha para aplaudir o gritar alguna consigna. Hay algo de los tiempos en los cánticos que siempre me llamó la atención, ¿quién los inicia? ¿quién marca el ritmo? ¿por qué se lo respeta? En una de esas tantas paradas, a la izquierda, veo a una mujer sentada en el capot de un auto, con su cara enmarcada entre trapos y brazos, con el mentón mirando al cielo, las manos enlazadas y los ojos cerrados, rezando. Si me concentro, puedo escuchar lo que piensa. Aquél “que se vayan todos”, gritado a viva voz en el 2001, ahora se estaba convirtiendo en un pedido: que se queden, que se quede, que permanezca algo de todo esto que se está por ir. La imagen dura segundos, lo que le lleva a la plaza estallar en un aplauso que interrumpe su plegaria. “Vamos a volver”, comienza a cantar.
Ante la certeza de que encontré mi lugar, me aposto a un costado. Llegar a Defensa no es fácil, aunque tampoco imposible. La tropilla está tranquila porque está hablando ella, la ahora SU yegua. Festejan, porque es lo único que les queda por hacer. Entre aplausos, miro las imágenes de Perón y Evita, las “v” peronistas que se extienden en el aire, los brazos tullidos de sostener banderas mucho más grandes que cualquier ser humano, bombos silenciosos sobre hombros, porque ahí donde está el bombo, puede entrar un compañero más.
Cierro los ojos y nos veo, desde arriba, negros y blancos, cada uno un crisol de razas, un rejunte de contradicciones que se entrelazan, calidoscopiamente, en un pueblo cuya batalla, sin dudas, es cultural. Más acá de Paseo Colón, un fractal de significados; más allá, un vacío sin sentido. Hay una guerra, sí, y la pelea simbólica la ganó la oligarquía, pero acá, en la plaza, la lucha iconográfica la ganó el peronismo. Porque, ¿qué es ser argentino si no un chori, una estampita, una lágrima, una pasión? Allá afuera, lejos de la plaza, hay muchos que, en el mejor de los casos, quieren ser reconocidos como europeos. En el peor, desean ser colonia norteamericana. Todos ellos tienen algo en común, y esa es la mentira que les hicieron creer, esa ilusión infantil de que afuera todo es mejor, la misma que afirma que tener un H&M en Avenida Cabildo les da derecho a participar de una fiesta fantástica, donde la gente es linda, blanca y sabe algún otro idioma que no vocea ni llueve el “yo”. Aunque lo saben, siguen perdiendo el tiempo al enmascarse, ser algo que no son: ya hubo intentos en el pasado que dejaron bien en claro que por más Pizza Hut que comamos, por más viajes a Miami que tengamos encima, hay algo de todo eso que no es nuestro, y nunca lo será. Acá, entre el olor a choripán, la transpiración del pueblo y las lágrimas derramadas, veo un fracaso, una falla en aprender a honrar y disfrutar de las bondades de ser un país latinoamericano, con la mancha de grasa que eso conlleva.
Falta poco para que ella vuelva a ser la yegua de los otros y no de la gente de la plaza. Su último relinche deja paso a Los Redonditos de Ricota, que cantan “Juguetes perdidos”, tan obsoletos como esos muñequitos revolucionarios que vendían unas calles más atrás. Con la despedida, esa despedida inédita, nunca convocada por otro presidente, la tropilla se retira, triste, ordenada, mansa, sin saber qué pasará. Será cuestión de ensordecer los oídos al insulso sonido de Tan Biónica, y al insoportable tartamudeo neoliberal.
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