#pero me gusta que se acerque a haneul así todo inocente ;;

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Cuando Haneul menciona la utilidad primordial de aquella flor piensa en los rituales secretos que suele hacer en privado junto a pocos miembros de la corte, se supone que eran paran intensificar sus poderes pero . Su rostro se llena de líneas y figuras en tonos carmesí y blanco, lo más similar tanto al color de la sangre como al de la Luna. La mirada se posa en su acompañante, acercándose un poco más a él hasta que sus manos se rozan suavemente. “Entonces debo darte algo a cambio, es lo menos que puedo hacer por tu preciado obsequio.” Era su pensamiento más lógico, lo que sucedía en tantas novelas que ha devorado desde temprana edad y no se iba a quedar en paz hasta que el chico aceptase. El aroma de aquel lirio y tonalidad de la magia provocan que, esta vez, una enorme sonrisa se dibuje en sus labios. Si bien odiaba sus poderes y los usaba solo cuando era necesario, a Junseo le gustaba ver cómo otros hacían encantamientos, por más mínimos que sean. Encontraba de alguna forma reconfortante cómo otros daban vida a objetos, creaban destellos de colores, invocaban criaturas o hacían crecer las flores y árboles nativos de la zona. “Tu compañía siempre será más que bienvenida en este lugar, Haneul. Después de terminar el libro ¿Podrías enseñarme hacerlo?" los ojos marrones del joven oráculo brillan por unos segundos de la emoción, la diestra tomándolo de la muñeca para tener su atención. "Tu maná es... es cálido como los rayos del Sol, me gusta."

Haneul  se  traga  un  resoplido  cuando  lo  escucha,  queriéndole  decir  que  era  su  trabajo  el  liberarlo  de  sus  pesadillas,  pero  era  más  que  nada  su  devoción  lo  que  lo  llevaba  a  querer  que  estuviese  bien.  Pero  no  insistió  en  el  tema,  porque  igualmente  hará  lo  que  sea  necesario  para  que  duerma  como  un  bebé  pronto.  Le  gusta  verlo  interesado  en  algo,  enfocándose  en  otra  cosa  que  no  sea  leer  o  ver  a  la  distancia,  un  punto  en  la  pared  de  piedra  de  aquel  palacio.  Por  ende,  sonríe  más  amplio  al  escucharle.  -  —¿Cierto?  Tiene  una  tonalidad  azulina  que,  al  parecer,  servía  para  hacer  sombra  de  ojos  en  la  tierra  lejana  de  donde  proviene,  papá  la  compró  como  una  ganga  en  un  mercado  —  -y  recuerda  su  ilusión  al  verla,  al  escuchar  para  que  servía  y  lo  impresionado  que  estaba  de  una  flora  que  no  conocería  nunca  en  persona  en  su  hábitat  natural.  Haneul  se  ríe  de  buena  gana,  negando  con  la  cabeza.  -  —Mi  familia  tiene  todo  lo  que  debe  tener,  majestad.  Yo  me  encargo  de  eso,  no  se  preocupe,  además…  yo  fui  quien  decidió  traer  estos  libros  para  que  pueda  devorarlos  como  todos  los  demás,  no  me  debe  nada  —  -asegura,  mientras  que  de  la  punta  de  sus  dedos  se  desprende  un  maná  rosado,  tocando  uno  de  los  pétalos  de  la  flor  para  nutrirlo,  aunque  sea  por  un  tiempo  y  hacer  que  desprenda  el  aroma  deseado,  como  el  de  una  flor  recién  cortada.  -  —Claro  que  puede  usarlo,  tristemente  y  para  su  desventaja,  si  quiere  que  sea  algo  interactivo  y  poder  sentir  las  esencias  de  todas  las  flores,  tendrá  que  repasarlo  conmigo  a  su  lado  —  -comenta,  revoloteando  sus  pestañas  y  riendo  de  forma  aireada  al  finalizar  su  ridiculez  habitual.  Era  un  pretexto  tal  vez,  para  pasar  más  tiempo  con  él.