#pecho perfecto
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men-of-colors · 6 months ago
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He wonders why people keep staring at him and following him around the beach. Is it his orange pants?? 
김웅서/이사공오이칠
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aricastmblr · 1 year ago
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jungkook weverse live 
Knock Knock  
Toc Toc  
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jaquemuses · 9 months ago
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puedes hacer el mismo concepto de matías con la mariguana con enzo porfi? ame ese fic es increíble!!!!!
❋ ࣪ ⊹ lavender haze 𓂂˚ ﹒
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pairing. enzo vogrincic x female reader.
synopsis. hacia un mes que no veias a Enzo sin embargo encuentran tiempo para volver a verse y compartir tiempo juntos, y un porro también
cw. marihuana, fluff, cuddling, actor!enzo, relacion a distancia
an. blurb muy simple con una idea reciclada pero al fin y al cabo una request !!
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Suspiraste con satisfacción mientras te acurrucabas más contra el pecho de Enzo, disfrutando de su calor en la fresca tarde de otoño. Estabas vestida con un atuendo acogedor pero casual: un top negro de mangas largas con un escote bajo, combinado con pantalones de jogging gris suave y Uggs rosados. Alrededor de tu cuello colgaba un delicado collar de plata con su inicial, un regalo de su primer aniversario juntos. Su brazo se encontraba envuelto de manera protectora alrededor de tus hombros mientras tus dedos trazaban patrones sin sentido en su pecho a través de su hoodie negro.
El sol se estaba poniendo sobre las montañas dejando detras un espectacular resplandor naranja. Ambos estaban felices, simplemente disfrutando de la compañía del otro después de tanto tiempo separados.
"Como extrañaba esto", susurraste contra su cuello, inhalando el familiar aroma amaderado de su colonia. Había pasado más de un mes desde su última cita adecuada debido a las grabaciones de Enzo en España. Las videollamadas simplemente no eran lo mismo que sentir el constante latido de su corazón bajo tu palma, pero ahora que -por fin- tenia un par de dias libres, no los iban a desaprovechar. Los labios de Enzo presionaron un tierno beso en tu frente, demorándose más de lo habitual.
"yo también extrañaba esto" dijo contra tu frente, sus ojos se llenaron de amor cuando alzaste la mirada, sentiste tu mejilla ser acariciada por sus asperas manos suavemente y presionaste un beso en su palma.
"Me alegra que hayas podido venir, ahora vamos a poder ponernos al día correctamente", dijo con una sonrisa.
"Bueno, creo que alguien prometió algo para ayudar con eso de ponerse al día..." Enzo resopló, buscando en su bolsillo para sacar una bolsita de plástico familiar y papeles para armar.
"Como mi señora diga", bromeó, dándote un rápido beso en los labios antes de sentarse para preparar.
El sol se estaba hundiendo por debajo del horizonte ahora, proyectando todo en un resplandor rosado que resaltaba sus fuertes facciones mientras trabajaba. Te tomaste un momento para admirar lo lejos que habían llegado: hace poco más de un año, este hombre perfecto era un rostro que observabas desde lejos, nunca imaginando el dulce vínculo que formarían. Tu sonrisa se amplió con la alegría del recuerdo, distrayendo a Enzo hasta que tocó la punta de tu nariz con su dedo juguetonamente.
"Deja de mirarme como una acosadora nena!" Exclamo alargando la 'A' "Ayúdame acá mejor, ¿dale?", dijo rodando los ojos con cariño, mientras te ponías a ayudar a moler los brotes verdes y meterlos en un papel.
Una vez que el porro estuvo preparado a la perfección, Enzo miró al cielo oscureciéndose y dijo suavemente: "Hagamoslo rapido porque estas horas que se vienen son muy frías." Fue entonces cuando te diste cuenta de que la brisa nocturna había aumentado, penetrando cualquier piel expuesta y haciéndote temblar ligeramente, ahora entendias a lo que se referia Enzo cuando te decia que hacia un frio que te calaba los huesos, no podias ni imaginarte lo que debian pasar ellos grabando en la montaña.
Tu novio observó tu reacción y chasqueó la lengua. "Amor, ¿por qué no me dijiste que tenías frío? Ponete esto...” dijo antes de quitarse su bufanda del cuello. "Esto debería aliviarte un poco, yo lo uso cuando filmamos."
Te derretiste ante su consideración y dejaste que él te colocara suavemente la bufanda al rededor de tu cuello y tu cabeza, envolviendo tus sentidos en su cálido algodón y aroma amaderado. "Amor, ¿estás seguro? Ahora vas a tener frío vos..."
Él desestimó tu preocupación, pasando un brazo alrededor de tu cintura para atraerte firmemente hacia su lado una vez más. "No gorda, con todos estos meses ya me volvi inmune al frio" dijo bromeando "Además, te queda más lindo a vos de todas formas." Te reíste y te acurrucaste en su pecho, jugueteando con la suave bufanda.
Enzo prendió el encendedor con un movimiento experto y observaste cómo la llama prendía el papel de liar hasta que brilló débilmente de un color morado. Él tomo una larga calada y retuvo el humo en sus pulmones por un momento antes de exhalar una nube billante hacia el cielo oscurecido. Vos hiciste lo mismo, sintiendo cómo la tensión en tus hombros se desvanecia instantáneamente mientras una agradable neblina se asentaba sobre tus pensamientos.
Te acurrucaste más profundamente en el abrazo de tu novio, absorbiendo el resplandor del atardecer y las notas terrosas del pasto alto en tu lengua. El aire frío ya no te molestaba ya que estabas envuelta en la calidez constante de Enzo, por dentro y por fuera. Finalmente, después de un mes separados, te sentiste completamente relajada por primera vez en semanas.
Él parecía sentirlo también; su pulgar retomo sus caricias a lo largo de tu brazo mientras suspiros relajados se escapaban contra tu cabello. Ninguno dijo una palabra, estaban demasiado absortos en la presencia y comodidad de la compañía del otro después de la larga separación. Esta era la calma y la cercanía que ansiabas, todas sus necesidades eran ahora saciadas entre los brazos del otro bajo la luz rosada del anochecer.
El porro ya había desaparecido cuando el crepúsculo se estableció completamente en tonos índigo. Adormecida y confundida por el humo, inclinaste la barbilla con un suave murmullo, encontrando a Enzo ya mirándote con afecto en sus ojitos entrecerrados. Sus labios rozaron los tuyos tiernamente, dulces y lentos como meterse en una cama acogedora después de estar parada todo el día.
Este era tu hogar: su abrazo, su cuidado, su amor.
Te derretiste aún más con cada segundo que pasaba, el corazón a punto de estallar como si fuera la primer cita mientras sus brazos te sostenían más firmemente cuidandote de la noche helada.
Ninguna cantidad de distancia o tiempo separados podría disminuir la perfección de momentos como estos, en donde su amor te nutría para florecer una vez más.
Nada en el mundo se sentía tan relajante o correcto como acurrucarse entre los fuertes brazos de Enzo.
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deepinsideyourbeing · 6 months ago
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Tiempo - Enzo Vogrincic
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+18! SoftDom!Enzo. Age gap, creampie, (posible) dacrifilia, dirty talk, fingering, (breves descripciones de) girly!reader, innocence kink (implícito), sexo oral, sexo sin protección. Uso de español rioplatense (y mucho texto, sorry).
Enzo recuerda la primera vez que te vio.
Llevaba ya un tiempo preguntándose quién había ocupado el departamento que dejó cuando terminó su última relación e intentando a su vez sepultar el pensamiento para no recordar nada que tuviera que ver con aquellos momentos, pero luego comprendió que su curiosidad poco tenía que ver con los fantasmas que creía ver en el edificio al que regresó.
Era la tarde de un aburrido sábado y él deambulaba por el corredor con su cámara en las manos, intentando encontrar el ángulo perfecto para capturar la luz del sol iluminando su puerta. Entre tantos viajes decidió recostarse sobre las cerámicas de su hogar, perdiéndose en la oscuridad y conteniendo la respiración hasta que la imagen que vio a través del lente logró convencerlo.
Tus zapatos arruinaron la fotografía.
Se apartó de la cámara con una expresión de disgusto dibujándose en su rostro y un sonido mitad frustración-mitad enojo dejando sus labios, aunque dichas emociones se esfumaron cuando alzó la vista y encontró tus ojos observándolo desde la puerta. Se reincorporó y permaneció sobre sus rodillas, con una extraña sensación recorriéndolo al mirarte.
-Hola.
-Hola- le sonreíste-. Enzo, ¿no?
-Sí. ¿Vos sos…?
Te presentaste con cierta timidez, confesando que sólo te detuviste porque te asustó ver la puerta abierta y aclarando también que en el tiempo que llevabas allí jamás habías tenido oportunidad de presenciar tal fenómeno. Se declaró culpable con una sonrisa y abandonó su posición.
-Vos vivías ahí, ¿no?- señalaste tu puerta y él asintió-. ¿Y por qué volviste?
Cruzó sus brazos sobre su pecho e hizo un gesto de indiferencia.
-Me gusta este lugar. Y tengo muchos recuerdos con mis gatos.
-Menos la lámpara- arqueó una ceja-. Una lámpara con rasguños, ¿la querés…?
-Era mía- apretó los labios-. Pero no, no la quiero, gracias.
-Bueno…- dijiste, alejándote lentamente de su puerta-. Fue un gusto.
Pero él no podía permitir que te fueras.
-¿Te molesta si subo la foto…? Te puedo etiquetar.
Y de pronto no había lugar en el que no se encontraran… Ya fuera en el parque a medio kilómetro de distancia o la vieja tienda de libros en el centro de la ciudad, sus caminos se entrelazaban y siempre emprendían juntos el regreso a casa. En alguna que otra ocasión se detenían a comprar alguna bebida –un simple espresso para Enzo y para vos una bebida con nombre e ingredientes que él no podría pronunciar-, flores o sólo para acariciar gatos del barrio.
Los no-tan-breves intercambios durante las caminatas se convirtieron en charlas interminables que tenían lugar en su cocina o en tu sala de estar. Allí Enzo descubrió por fin el misterio de la playlist que reproducías todos los sábados por las noches, el nombre de las canciones que no lograba encontrar y por qué decidiste no colocar tu apellido en el timbre de la entrada, entre otros detalles con los que completó el puzzle que era para él tu persona.
Recuerda también el día en que pediste su ayuda para decidir cómo decorar la sala para tu cumpleaños, comentándole que organizarías una pequeña reunión con tus amigas e invitándolo a acompañarte luego de preguntar por su agenda. Observó por un largo rato los productos que le señalabas en la pantalla de tu laptop y luego recordó preguntar:
-¿Y cuántos años cumplís?
-Veintidós… ¿De qué te reís?
-Dale- insistió entre risas-. Decime.
-Veintidós, Enzo.             
Su sonrisa se esfumó y se desplomó contra los cojines del sofá, notando en ese entonces que sus jeans rozaban tus muslos. No pareciste notar su reacción o decidiste ignorarla, pero poco podía importarle aquello cuando la voz en su cabeza gritaba que había cometido un error. Cuando se despidió besó tu mejilla con cierta reticencia e hizo un esfuerzo para no voltear antes de cerrar su puerta.
Aquella noche lo encontró en vela. Contó ovejas hasta aburrirse, el té caliente que debía ayudar quemó su lengua y ningún programa en la televisión llamaba su atención el tiempo suficiente; releyó conversaciones, fingió tener la intención de borrar todas tus fotos y tu contacto, juró romper las notitas que dejaste cuando regaste sus plantas durante su último viaje. Gritó y maldijo contra la almohada a sabiendas de que no sería capaz de hacer esas cosas.
Pensó en todas las señales que pasó por alto: algunas de tus prendas y los moños en el cabello, los cuales creyó parte de la reciente y creciente aceptación de la feminidad, las bromas y referencias que no comprendiste, parte del contenido que consumías en redes y que habías compartido con él. Sin ir más lejos, había visto la forma en que interactuabas con otros habitantes del edificio o cómo huías descaradamente (cosa que él envidiaba) para evitarlos.
Todas las mañanas al despertar juraba frente al espejo que era el último día, que pondría fin a lo-que-fuera que estaban haciendo con vos y que era la decisión más sensata para protegerte… Pero entonces recibía un mensaje tuyo deseándole un buen día o te veía regando tus plantas, todavía en pijama y un tanto despeinada, y decidía que podía permitirse unas últimas veinticuatro horas disfrutando de tu compañía.
Fue en una de esas tardes que acabaste sobre su regazo mientras él guiaba tus movimientos. Sólo unas capas de tela separaban tu piel de la suya y eso fue probablemente lo único que pudo lograr que se detuviera a tiempo… Bueno, eso y el hecho de que horas atrás le habías enseñado una página donde se apreciaban fotografías tomadas de tu cuenta de Instagram y el artículo que regalaba detalles sobre tu vida.
Con sus manos aún sobre tu cadera, tal vez un poco más por debajo de lo aceptable, Enzo te obligó a detenerte y fingió no notar el hilo de saliva que conectaba sus labios con los tuyos. Tu respiración era agitada, tus párpados parecían pesar con los vestigios del placer que te arrebató y podía ver tus pezones erectos a través del adorable top floreado que llevabas puesto, pero por muy tentadora que fuera la imagen no podía permitir que cometieran una equivocación.
Acomodaste tu cabello, nerviosa.
-¿Hice algo…?
-No- se apresuró a contestar y besó tu mejilla-. Pero no podemos.
Un sonido dejó tu garganta y tus labios fueron incapaces de contenerlo. Cuando te arrojaste sobre el sofá abrazaste tus piernas, ignorando que la posición había desacomodado tu ropa y dejaba al descubierto tu lencería humedecida. Enzo apartó la mirada y tomó un par de respiraciones profundas, su mano acariciando tu tobillo para ofrecerte consuelo.
-¿Por qué?
-Porque sos muy chica para mí.
-¿De verdad importa?- asintió-. Es que pensé… No pensé que podía gustarte.
-Y yo no pensé que eras diez años menor.
-Nueve- corregiste-. ¿Y entonces...? ¿Por qué estábamos…?
-Porque soy un imbécil.
-Y… sí.
-Creo que tendríamos que… no sé, evitar vernos por un tiempo- lo miraste confundida y él señaló tu celular-. Si te ven conmigo van a hacer y decir esas cosas, es así. Perdón.
-Pero acá no nos ven- intentaste razonar con él.
-Los vecinos sí.
Ambos comprendieron en ese momento lo que significaba evitar verse por un tiempo. Tu labio inferior temblaba mientras hacías un esfuerzo para contener el llanto y cuando Enzo se estiró para acariciar tu mejilla apartaste su mano, te pusiste de pie y te dirigiste hacia la entrada.
-Andate- te aclaraste la garganta-. Andate, Enzo.
Abandonó tu hogar sin atreverse a mirarte a los ojos y la mañana siguiente no se acercó para dejarte la copia de sus llaves ni para reclamar la manta que había caído en tu sofá durante su visita el día anterior. Dejó el edificio con prisas, temiendo que ante el mínimo retraso ambos pudieran encontrarse y él se viera obligado a pensar todavía más en todo lo que hizo mal.
Jamás se había sentido tan ansioso en un avión… Por lo menos no en uno real.
Se arrepintió en ese momento y durante una semana sus conocidos parecieron tratarlo como si fuera un frágil adorno de cristal, aunque no lograba comprender si se debía al evidente estado anímico que arrastraba junto con su maleta o al mal genio que dejaba entrever cuando todas las entrevistas y eventos diarios comenzaban a abrumarlo.
En algún momento comenzó a sentir que había cometido un crimen.
Empeoró cuando lo bloqueaste en todas tus redes. Y cuando los periodistas no dejaban de preguntar si estaba soltero, si tenía novia, si podían saber tu nombre; cuando alguien difundió fotografías que habías subido a tus historias luego de que configuraras tu cuenta como privada, cuando notaron que la lámpara en tu sala era la misma que se apreciaba en viejas publicaciones en su feed, cuando señalaron que tu sala era también la misma sala que él posteó en ocasiones.
Se arrepintió entonces, por supuesto que se arrepintió. Y también se arrepiente ahora, aunque no puede precisar si su arrepentimiento es producto de haberte arrastrado al circo mediático que lo rodea o si se debe a la distancia que los separa. Tampoco sabe qué duele más.
El taxi se detiene en la puerta del edificio y al bajarse lo sorprende el característico sonido del cristal haciéndose pedazos bajo sus pies. Se aparta rápidamente y observa la lámpara destrozada en la acera durante unos segundos, sus ojos ardiendo cuando finge que chequea las suelas de sus zapatillas en caso de que el dolor que siente provenga de una herida.
Arrastra su cuerpo hasta entrar en el elevador y presiona el botón. Odiaría quedarse atrapado o sentirse encerrado como sucedió en el avión, pero está demasiado cansado y prefiere evitar el tramo de escaleras. Toma una respiración profunda antes de abandonar las paredes metálicas y se apresura hacia su puerta, sus manos temblando mientras introduce la llave en la cerradura.
Suelta su maleta de inmediato cuando nota las hojas marchitas de las plantas en su sala, el único sobreviviente de su ausencia siendo el cactus que dejaste allí la última vez que lo visitaste. Pasa una mano por su rostro antes de abrir las puertas del balcón, las ventanas de su habitación y por último las de la cocina, las cuales permiten que a sus oídos llegue la música que suena en tu departamento.
Revisa el calendario. Recuerda la foto de tus zapatos. Respira.
El reloj da las nueve cuando alguien toca tu puerta. Estás sola con tus pensamientos hace horas y te parece un tanto extraño ya que tus amigas te habrían enviado un mensaje en caso de haberse olvidado alguna de sus pertenencias, pero de todas formas echás un rápido vistazo a la cocina y la sala en busca de cualquier objeto que reconozcas como ajeno.
Cuando abrís la puerta te encontrás con Enzo esperando del otro lado, un ramo de flores en una mano y un regalo mal envuelto bajo el brazo: permanecés inmóvil a la espera de una explicación lógica a su presencia y él, que no deja de mirarte a los ojos, contiene la respiración preparado para que lo eches. Te hacés a un lado para dejarlo pasar.
-Esos son regalos para mí, ¿no? Porque si no me trajiste un regalo te tenés que ir.
El tono pasivo-agresivo de tu broma lo obliga a tragarse su risa y se planta en medio de tu sala.
-Te tengo que pedir perdón.
-En eso estamos de acuerdo- cruzás tus brazos sobre tu pecho-. ¿Y por qué, exactamente?
-Por todo.
Tomás asiento en el sofá y Enzo ocupa el otro extremo, manteniendo cierta distancia que para ambos resulta abismal. Coloca el ramo de flores sobre la mesita de café y también la caja, luego pasa sus manos por su pantalón una y otra vez, nervioso e inquieto como jamás lo habías visto. Te gustaría poder consolarlo pero aún te sentís herida y tu corazón latiendo en tus oídos no te permite pensar con claridad.
-Sé más específico.
 -Primero me gustaría pedirte perdón por lo de tus fotos.
-No es tu culpa- negás-. De verdad, no sos responsable.
-Entonces te quiero pedir perdón por haber sido un pelotudo…- acorta la distancia entre ambos-. Sé que lo que hice estuvo muy mal, tendría que haberme quedado para que pudiéramos hablar bien y no tendría que haberme ido sin despedirme o prometer que íbamos a aclararlo cuando volviera. Seguro estás enojada y tenés todo el derecho del mundo, pero te pido que me dejes explicarte.
Suspirás y hacés un gesto para que te dé un momento. Buscás refugio en la cocina para ocultar tus lágrimas y deshacerte de la horrible sensación de opresión en tu pecho, colocando un par de cupcakes en unos pequeños platos de porcelana pintada que recibiste por la tarde. Estás a punto de voltear para regresar a la sala, pero la presencia de Enzo a tus espaldas es evidente.
-Perdón- susurra, tomando ambos platos para dejarlos sobre el mármol y poder sostener tus manos-. Sé que dije que sos muy chica para mí, pero sólo lo dije porque no me gustaría que en algún momento…
-¿Qué?
-No me gustaría que dejes de ser como sos sólo para encajar conmigo, que te pierdas de esas experiencias que yo ya viví, no me gustaría que la gente nos mire y piense “Ah, sí, ahí van Enzo y la nena”, no…
-No sos como DiCaprio, Enzo- te liberás de su agarre-. ¿De verdad te importa tanto lo que piensen los demás? Porque yo juraría que normalmente no sos así.
-¿Vos leíste todo lo que dijeron sobre nosotros? Tenés que entender.
-¿Entender qué…? ¿Por qué creés que hacíamos algo incorrecto?
-Porque yo ya sé muchas cosas que a vos te faltan aprender.
-Podés enseñarme- apoyás las manos en su pecho y sentís que tiembla bajo tus dedos-. Me dijiste todo lo que no te gustaría, ¿por qué ahora no me decís lo que sí te gusta?
Toma tu mano y besa tus nudillos.
-Me gustás vos, pero no sé si te merezco- cubre de besos tu palma antes de llevarla a su mejilla-. Perdón, chiquita, te juro que voy a encontrar la manera de…
-Podemos seguir donde nos quedamos- sugerís. Tus mejillas arden.
Enzo rodea tu cintura con sus manos y sus pulgares trazan figuras sobre tu ropa.
-¿Estás segura?- asentís.
Ataca tus labios con una delicadeza brutal, su desesperación evidente en los gemidos que dejan su garganta y en la urgencia con la que comienza a frotarse contra tu abdomen; entre besos y roces toma tu muñeca y te arrastra en dirección a tu habitación, deteniéndose sólo al ver su manta en tu cama deshecha. Cuando evitás su mirada toma tu mentón entre sus dedos.
-No te voy a dejar sola nunca más- besa tu frente-. Nunca.
Te ayuda a recostarte en la cama y se posiciona sobre tu cuerpo con cuidado. Comienza a besarte, su mano acariciando tu cintura con movimientos suaves que le permiten estudiar tus reacciones y sus labios delineando tu mandíbula, tu cuello y tus clavículas hasta hacerte estremecer.
Se aleja por un segundo para observar tu expresión y se siente casi orgulloso del efecto que tienen en vos sus besos. Vuelve a acercarse a tu boca y tus brazos rodean su cuello para acortar toda distancia entre sus cuerpos, tus piernas abrazando su cintura para poder sentir la evidencia de su excitación contra tu centro. Comienza a rozarte por sobre la ropa y se deleita al oír tus gemidos, tímidos al principio y desesperados con el pasar de los minutos.
-¿Puedo?- pregunta al deslizar sus dedos entre la cintura de tu pantalón y tu piel. Asentís-.  Necesito palabras.
-Sí, sí podés.
-Muy bien- te sonríe y tira de la prenda hasta lograr deshacerse de ella. Observa los tiernos detalles de tu ropa interior pero lo que más llama su atención es la mancha de humedad en el centro. Comienza a deslizar sus dedos sobre la tela y jadeás-. ¿Querés que te toque?
-Sí.
Es adictiva la manera en que reaccionás a sus caricias y se siente casi cruel al preguntar:
-¿Dónde?
Cerrás los ojos, avergonzada, y presiona sobre tu entrada aún cubierta.
-Ahí.
-¿Acá?- repite el movimiento y gemís. Se acerca a tu rostro y besa tus labios-. Perdón, bebé, es que sos muy linda…
El temblor que te recorre hace que se apiade y te despoja de la última prenda que lo separa de tu intimidad. Se arroja sobre el colchón y besa tus muslos con algo similar a la devoción mientras te observa desde su lugar tal como lo hizo la tarde en que se conocieron. Arrastra sus labios sobre tu piel hasta acercarse peligrosamente a tus pliegues y tu entrada brillante.
El primer beso te hace gritar y mientras sus labios te recorren de arriba abajo Enzo aparta la mano que cubre tu boca. Su lengua caliente y experta juega con tu entrada, se introduce en ella y realiza pequeños movimientos hasta sentir que tus dedos se enredan en su cabello para acercarlo aún más, alejarlo y también guiarlo en busca de más placer.
Las yemas de sus dedos recogen tu excitación y frota tus pliegues para lubricarlos. Cuando se detiene brevemente sobre tu clítoris para dibujar círculos estos arrancan un sinfín de sonidos incomprensibles de tus labios y Enzo sonríe complacido contra tu piel ardiente.
Introduce un dedo muy, muy lentamente en tu interior y suspira cuando siente tus paredes contrayéndose hasta prácticamente succionar el dígito en tu interior: gira su muñeca y curva su dedo hasta hallar tu punto dulce, obteniendo un gemido casi pornográfico como recompensa.
Comienza a abusar de tu sensibilidad y no decide si prefiere ver la forma en que te retorcés sobre las sábanas o tus fluidos haciendo brillar tu piel y deslizándose hasta manchar su manta. Intenta obtener algo de fricción, frotándose desesperado contra el colchón y capturando tu clítoris entre sus labios para acallar sus propios gemidos.
Desliza en tu interior otro dedo y te oye quejarte segundo cuando tus paredes oponen resistencia, pero pronto tus gemidos cobran más y más intensidad y movés tu cadera para encontrar sus movimientos. Otro dedo le sigue y cuando sollozás Enzo se pregunta cuántas noches pasaste tocándote en soledad, tus manos incapaces de darte el placer que él logra brindarte en este momento.
Una serie de balbuceos -entre los cuales cree distinguir su nombre- son la única advertencia que ofrecés antes de alcanzar un orgasmo que arquea tu espalda y provoca que arañes las sábanas al intentar aferrarte de algo que te ayude a tolerar el placer. Enzo prolonga tu orgasmo hasta sentir que los espasmos dejan de sacudir tu cuerpo y ver que tu respiración agitada se regula.
Se recuesta a tu lado para poder apreciar tu rostro de cerca y besa tu mejilla.
-Feliz cumpleaños- dice contra tu piel-. ¿Querés más?
 -Todo- asentís-. Quiero…
Se deja caer contra la almohada.
-Si lo hacés no voy a aguantar- lamenta-. Pero…
-Sí- te apresurás a decir-. ¿Y puedo intentar más tarde?
Besa la comisura de tus labios y emite un sonido de afirmación.
Se desnuda bajo tu atenta mirada y regresa a su lugar entre tus piernas. Descansa su peso sobre un brazo y acaricia su miembro, jugando con su punta brillante y suspirando sobre tu cuerpo sólo para tentarte más. Juega con tu clítoris, se desliza entre tus pliegues y te hace delirar posándose sobre tu entrada una y otra vez.
-¿Segura?
-Segura- acariciás su mejilla.
Aunque el ardor de la penetración te resulta placentero esto no evita que un par de lágrimas se deslicen por tus mejillas cuando agachás la mirada para ver la escena entre tus piernas. Enzo es grande y las venas que lo recorren parecen gritar pidiendo que tus dedos las acaricien, pero tus manos acaban sobre su pecho desnudo y tus uñas dejan marcas en su piel al sentir que alcanza los lugares más profundos en tu interior.
-Enzo…- temblás y su pulgar comienza a dibujar círculos en tu clítoris para calmarte.
-Ya sé, bebé, ya sé…
-Más, por favor.
Mueve sus caderas con suavidad para no herirte y arroja la cabeza hacia atrás, incapaz de contenerse ante el placer que siente y esforzándose por no perder el control. Abandona tu interior hasta que sólo la punta permanece dentro de tu cuerpo, que suplica contrayéndose deliciosamente, y cuando vuelve a introducirse lo hace de una sola estocada.
-Más, Enzo, más.
Acelera el ritmo y jura que podría morir en esa posición, con tu calidez abrazándolo y tus gritos opacando cualquier sonido que pudiera llegar a sus oídos. Se deja caer sobre sus codos y busca tus labios, embargado por la necesidad de besarte hasta olvidar cualquier pensamiento que no seas vos.
Su mano se desliza bajo tu camiseta hasta llegar a uno de tus pechos, masajeándolo y girando tu pezón entre sus dedos hasta que tus dientes muerden su labio inferior. Rompe el beso para poder observar las expresiones que transforman tu rostro cuando comienza a profundizar sus movimientos, el vaivén de sus caderas permitiendo que su pelvis estimule también tu clítoris.
-Ahí...
-¿Sí, acá te gusta?- la pregunta es casi retórica. Sin esperar confirmación comienza a atacarte con embestidas que te hacen delirar, su punta golpeando tu cérvix y sus movimientos provocando que tu cuerpo se mueva sobre las sábanas de manera casi violenta.
Tus pestañas brillan con las lágrimas que nublan tu visión y Enzo besa el rastro que estas dejan mientras se pregunta si alguna vez alguien logró hacerte llorar de placer, si te aferraste con tanta fuerza al cuerpo de otra persona para no perder la cabeza por la intensidad de las sensaciones… Sabe que no y los músculos de su abdomen se tensan peligrosamente al pensarlo.
Hace una breve pausa para recuperarse y acaricia tu rostro antes de manipular tu cuerpo con facilidad, recostándose contra las almohadas y posicionándote sobre su cuerpo. Puede apreciar en tu rostro tus dudas, por lo que te toma por el cuello para poder acercarte a él y besar tus labios de manera casi voraz.
Colocás tus manos sobre su pecho y comenzás a rozar tus pliegues sobre su miembro húmedo y brillante por los fluidos de ambos, un hilo de saliva cayendo de tus labios cuando bajás la vista para apreciar la imagen entre tus piernas.
Te cuesta creer que lo que sucede es real y que Enzo está con vos en todos los sentidos, más aún cuando humedece su pulgar -como si hacerlo fuera necesario- con la saliva que moja tus labios y lo lleva hacia tu clítoris.
-Enzo, no, me voy a…- intentás advertirle pero tus palabras sólo parecen motivarlo más. Gritás-. Es mucho…
-Hacelo.
Temblás y Enzo te empuja con su cadera hasta que el ángulo le permite volver a penetrarte. La intensidad de los estímulos sacude tu cuerpo y de tu garganta surge un sonido agudo cuando te golpea otro orgasmo que blanquea tu visión y te obliga a arañar su abdomen.
Tus movimientos se apagan gradualmente y las manos de Enzo acarician tu cintura, tu cadera, tus muslos y cualquier centímetro de piel que sus ojos ven. Su miembro palpita en tu interior mientras te recuperás de tu orgasmo, algún que otro espasmo atravesándote y una capa de tus fluidos haciendo brillar tus pliegues, tus muslos y también su abdomen.
La escena es terriblemente obscena y te sentís avergonzada al ver el desastre, pero Enzo no permite que te disculpes y te rodea con sus brazos para aprisionarte contra su pecho. Besa tu cuello y tus paredes se contraen sobre su miembro, tu cuerpo aún sensible rogando por más.
Llenás su hombro de besos y susurrás contra su piel.
-Adentro.
Un gemido resuena en su garganta al oírte y toma impulso con sus pies para volver a asaltar tu interior. Su miembro parece rozar cada fibra de tu ser y la habitación se llena con los sonidos de su piel colisionando con la tuya y tus sollozos cuando decide lamer y morder tu cuello. Mantiene en tu cadera un agarre lo suficientemente fuerte para dejar huellas.
Dejás caer tu frente sobre su hombro, rendida al sentir el cosquilleo entre tus piernas. Enzo tira de tu cabello para obligarte a mirarlo.
-¿Querés que te llene la conchita…?- asentís-. ¿Sí…?
-Sí, por favor.
Tu expresión es patética, pero Enzo cree que es tierna la forma en que tus cejas se curvan y tu boca entreabierta le permite ver tus dientes y tu lengua. Captura tus labios entre los suyos y jura que puede saborear su orgasmo en la forma en que permitís que invada el interior de tu boca.
Sus estocadas son frenéticas y erráticas y sus uñas marcan tu piel. Ahoga un gemido contra tus labios y en medio de la desesperación rompe el beso, mordiendo tu mejilla cuando su liberación mancha tus paredes hasta hacerte lloriquear.
Te abraza con más fuerza mientras las últimas gotas de su semen llenan tu interior y besa las marcas de sus dientes en tu rostro.
-Ahora sos mía.
Gemís en respuesta.
-Y vos sos mío- decís con voz temblorosa-. Para siempre.
-Para siempre, sí- jura, tomando tu mano para besar tus nudillos, tu palma y tus dedos, deteniéndose sobre estos cuando ve tu expresión de dolor-. ¿Qué te pasó acá?
-Estaba limpiando y se rompió tu lámpara. Perdón.
-No me pidas perdón. Nunca- vuelve a besar tu mejilla y te sonríe-. Creo que te va a gustar tu regalo.
-¿Cuál…?
-El que dejamos en la sala.
-Ah, sí- soltás una risa.
-¿Qué te parece si nos damos una ducha y terminamos de celebrar tu cumpleaños juntos?- propone-. Podemos pedir algo para comer y ver una película.
-Quiero quedarme así un ratito- descansás tu mejilla contra su piel caliente-. ¿Enzo…?
-¿Qué pasa, bebé?
-Te quiero.
La fuerza de su abrazo amenaza con dejarte sin respiración.
-Yo también te quiero. Mucho- toma tu mentón entre sus dedos para llamar tu atención-. ¿Puedo ser tu novio…?
Espero hayan disfrutado la lectura ♡
}taglist: @madame-fear @creative-heart @llorented @recaltiente @chiquititamia @delusionalgirlplace ♡
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men-of-colors · 11 months ago
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“Before I let you into my cleavage, maybe you should write a will or something… Just sayin’”
꯲꯳꯱꯲꯲꯸
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men-of-colors · 6 months ago
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Not everything is in just black or white…
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조태룡 리사공륙공구
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monimoni1312 · 4 months ago
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💦🕯️🌸🌷
arráncame este pecho infame,mi corazón revienta al solo pensar,no soy un enemigo,dios es testigo de cuanto venero,di que fui casi perfecto,aunque sea una falacia,que si no nos entendimos,asi lo quiso el destin0
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flan-tasma · 10 months ago
Note
Hello, I hope you are well
I love your writing, I hope you keep writing ❤️
Could you do a scenario of Male Reader having his first time with Lyney?
If you feel uncomfortable, you can ignore the request, there will be no problem.
💖~ Thank you for your words! I hope I can continue writing too, studies take up a lot of my time but sitting down to write this helps me rest~
In the end it took me too long, but I finally did it ksgdkvd
Now I'm a flan. A flan-tasma.
Warning: smut, Male!Reader | Google Translate sponsors me (it's a lie) If I made any mistakes in the english translation, I would be happy to read your comments! | Content in spanish and english
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Spanish:
Al mago le gusta el romanticismo. Cada beso está cargado de sentimiento, te sostiene como si fueras la criatura más preciosa del planeta porque sabe que lo eres, te adora más de lo que puede imaginar y siempre ha planeado detalladamente cada paso como pareja. La primera cita, el primer beso, el primer show en que le ayudaste, todo estuvo metódicamente calculado para que sea perfecto y se arrancaría el cabello de la cabeza si algo no salía como debía. Por eso no era de extrañar que la noche en que planearon unirse por primera vez todo estaba vacío, olía a flores y las Rosarcoíris estaban esparcidas por la habitación junto a las velas que iluminaban todo de una tenue luz amarilla. Lo notaste, las flores cerca para que el aroma te tranquilizara, las velas cálidas algo lejos para evitar un incendio por algún accidente, había agua y aperitivos a un lado de la cama y Lyney solo esperaba que te gustara tanto como esperaba.
Te desnudó con tranquilidad, a un ritmo lento que parecía tímido. Besó tus labios, los mordió con delicadeza y te acostó para que estuvieras cómodo.
"Lo estás haciendo bien, amor. Eres muy lindo." Susurró contra tu piel, dejó marcas rojas con la forma de sus dientes y sus labios tomaron la carne hasta pintarla de morado. Sus manos pasaron por tu pecho hasta tu espalda baja para sostenerte, sus dedos lubricados pasaron por tu agujero apretado y entró uno, se tragó tus jadeos que pasaron de tu garganta hasta su boca y acarició tu cadera. Sus murmullos pasaron desde tu piel hasta el núcleo de tu ser cuando te masturbó con su otra mano, manchando sus palmas con tu líquido preseminal que bajaba como un hilo hasta tu vientre. Tus caderas se movieron contra su mano y lo hicieron sonreír. "Se siente bien, ¿verdad? Dime si te gusta." Tus súplicas lo pusieron duro a más no poder, sonrió mientras te hacía retorcer.
Fue a un ritmo lento, casi manchó sus pantalones cuando tú linda voz lo llamó para que te follara y sentiste su respiración en tu cuello cuando por fin decidió entrar en ti. Calmado, te sostuvo en sus brazos y te abrazó para que te relajarse, te besó por todas partes mientras era delicado, tomando tu mano y besando tu muñeca, luciendo como un borracho por tu olor mientras se metía bajo tu piel y te hacía alcanzar el placer con tus manos. Su lengua paseó por tu cuello y hombros, besando mientras jadeaba por lo apretado que estabas, alabándote como s un Dios mientras sus lágrimas se mezclaron con las tuyas al igual que el sudor.
Pintaste tu piel con tu semen al mismo tiempo que él te llenaba por dentro. Gimió contra tu cuello y tembló al llamarte su único amor, el más suave y placentero.
"Por favor... Déjame hacerlo una vez más." Sus ojos brillaron con un lujurioso deseo de ti, de enterrarse en tu carne eternamente. Sintió hambre de ti y no estaba dispuesto a dejarte ir ahora que había probado tu sabor.
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English:
The magician likes romanticism. Each kiss is loaded with feeling, he holds you as if you were the most precious creature on the planet because he knows you are, he adores you more than he can imagine and he has always planned every step as a couple in detail. The first date, the first kiss, the first show you helped him with, everything was methodically calculated to be perfect and he would tear his hair out of his head if something didn't go the way it should. That's why it wasn't surprising that the night you planned to get together for the first time, everything was empty, it smelled like flowers, and the Rainbow Roses were scattered around the room along with the candles that illuminated everything with a faint yellow light. You noticed it, the flowers nearby so that the aroma would calm you down, the warm candles a little far away to avoid a fire due to some accident, there was water and snacks on the side of the bed and Lyney just hoped that you liked it as much as she expected.
He undressed you calmly, at a slow pace that seemed timid. Kissed your lips, bit them gently, and laid you down so you were comfortable.
"You're doing well, love. You're so cute." He whispered against your skin, left red marks in the shape of his teeth and his lips took your flesh until painted it purple. His hands ran down your chest to your lower back to support you, lubricated fingers passed through your tight hole and one entered, he swallowed your gasps that passed from your throat to his mouth and caressed your hip. His murmurs passed from your skin to the core of your being as he masturbated you with his other hand, staining his palms with your precum that ran down like a thread to your belly. Your hips moved against his hand, making him smile. "It feels good, right? Tell me if you like it." Your pleas made him hard as hell, he smiled as he made you squirm.
He went at a slow pace, almost stained his pants when your pretty voice called him to fuck you and you felt his breath on your neck when he finally decided to enter you. Calmly, he held you in his arms and hugged you to relax, kissing you all over while being gentle, taking your hand and kissing your wrist, looking like a drunk from your scent as he got under your skin and made you reach for the pleasure with your hands. His tongue ran along your neck and shoulders, kissing as he gasped at how tight you were, praising you like a God as his tears mixed with yours as well as sweat.
You painted your skin with your cum at the same time he filled you inside. He moaned against your neck and trembled as he called you his only love, the softest and most pleasant.
"Please... Let me do it one more time." His eyes shone with a lustful desire for you, to bury himself in your flesh forever. He felt hungry for you and he wasn't willing to let you go now that he had tasted you.
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la-cafeina-de-tus-ojos · 10 months ago
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Me recoste
entre las nubes
blancas de tus cielos.
Allí te soñé despierto.
Se acercaban
tus vientos
a mis miedos.
Uno a uno,
caían a merced
de la tierra
que sostiene tu cuerpo.
Tan lleno
de paisajes perfectos,
tan transparente,
como el agua
que sacia y sostiene
la vida.
Y yo,
tan sediento,
tan vacío antes de ti,
tan perdido
y tan muerto.
Das el aliento
al corazón.
Haces,
que los ríos de sangre
se llenen de versos.
Que los latidos
empujen los pasos
que caminan
por las lomas
de tus pechos.
Todo rima.
Sí,
todo es tan perfecto,
aquí y ahora,
sintiendo
como tu mundo
se posa sobre mi.
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aricastmblr · 2 years ago
Photo
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𝒴𝑜𝓊𝓉𝒽 - 𝟏𝟑  Jimin
Bangtantv yt 
[EPISODE] ‘VIBE (Feat. Jimin of BTS)’ MV Shoot Sketch - BTS (방탄소년단)
https://youtu.be/csl60RCYJO8
bts_bighit twt 28 enero 2023
[Episode] 'VIBE (Feat. Jimin of BTS)' 뮤직비디오 촬영 현장 비하인드 공개! 🐥💜#본업천재_지민바이브_가득 #따수운현장분위기🌙☀  #BTS #방탄소년단 #Jimin #지민 #TAEYANG #태양 #VIBE 
(https://youtu.be/csl60RCYJO8)
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choccocake · 6 months ago
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Sesión de Fotos (Felipe Otaño)
—˚ ˖ ୧ CREO que es obvio de dónde saque la idea para hacer este fic, ya que juro que amé haciéndolo. Además de que me sentí como niña chiquita chillando mientras lo hacía y veía la fuente de inspiración JAJAJA
Espero que les guste, especialmente a las piperas, mwak <3
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Te sentías más que afortunada de tener al novio que toda niña chiquita (o adolescente) querría en su infancia.
Uno de ojos azules, con pecas, pelo sedoso, labios carnosos y con una sonrisa que podría conquistar a más de una con tan solo una mirada.
Ah, y no olvidemos su pecho, con el que te podrías quedar todo un día completo embobada mirándolo y especialmente con esos abdominales que se traía..
Estabas informada completamente de la fama que se había ganado tu novio a los meses de que se estrenara la película en la que participaba (LSDLN) y estabas también agradecida de que le fuera así de bien.
Además de que, una vez más, estabas informada de su participación de la próxima película en la que participaría que era Meteorito.
Inclusive, en una de las entrevistas que hizo para promoción de la película, la entrevistadora le había preguntado a los dos protagonistas de la película que si habían tenido a su "meteorito" en la vida. En lo que Pipe no respondió abiertamente, simplemente un sonrojo apareció en sus mejillas junto una sonrisa bastante cariñosa.
Después de esa entrevista las piperas (fans de Pipe) habían estado como locas haciendo suposiciones de que Pipe tenía o tuvo pareja en algún momento y por eso la reacción que tuvo ante la pregunta.
Por supuesto que tú estabas al tanto de aquellas suposiciones de las fans, especialmente porque abundaban más en Twitter que en alguna otra red social.
Al momento en que Pipe llegó a casa luego de esa entrevista, ahí te encontrabas tú, con una sonrisa engatusada en tus labios viéndolo desde la cocina.
El peli castaño te miraba de manera confusa pero con una sonrisa en su rostro, acercándose a ti mientras rodeaba sus brazos en tu cintura y escondía su rostro en la curvatura de tu cuello.
—¿Qué te pasa a vos ahora? Andás con esa mirada toda extraña. — Te preguntó, su respiración chocando contra tu piel, cosa que te provocaba cosquillas.
Te reíste un poco antes de soltar un corto y divertido "nada".
—Estuviste increíble en la entrevista de hoy, ¿tienes alguna otra para mañana? — Le preguntaste, girándote un poco para dejar un casto beso en su sien.
—Tengo una sesión de fotos con el otro protagonista de la película, pero me dijeron que podés venir vos también a la sesión como acompañante. — Te respondió, levantando la cabeza para dejarte un beso en la mejilla de manera algo adormilada.
Tus ojos brillaron por un momento ante la idea de acompañarlo a su sesión de fotos que haría promoción a su película. Además de que querías ver en persona como serían las fotos que le tomarían a tu novio.
Le tomaste de las manos, las cuales al fijarte que encajaban perfectamente como dos piezas de rompecabezas provocó un ligero sonrojo en tus mejillas. Lo guíaste hacía la habitación de ambos, ayudándolo a desvestirse y vestirse para colocarse el pijama.
Normalmente dormiría con unos bóxers y una camisa cualquiera, pero habían quedado en hacer un match en pijamas esa vez.
Cuando ya ambos se acostaron, Felipe rodeó sus brazos alrededor de tu figura, cayendo en los brazos de Morfeo de inmediato. Mientras t�� lo veías caer rendido, le seguiste acariciando sus mejillas en dónde se encontraban las pecas que tanto amabas.
Ya te preocuparías por lo que pasaría mañana y de las increíbles fotos que serían tomadas para la película.
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De acuerdo, cuando pensaste que sería una sesión de fotos completamente normal y que no pasaría nada raro, estabas completamente equivocada.
Sentías que podrías morir de un derrame nasal en ese mismo momento. DIOS, ¿por qué tenías que tener un novio tan perfecto como pareja? Te estaba haciendo sentir demasiadas emociones encontradas en una sola con solo verlo.
Tomaste entre sorbos rápidos y cortos de tu café, intentando aligerar un poco ese torrente de emociones que te provocaba tu novio.
Las miradas fugaces que te sabe Felipe cuando tenía que mirar directamente hacía la cámara te provocaba un sentimiento de ardor en el estómago.
Además de que en la sesión le habían pedido tomarse las fotos sin camisa y con una parte de los bóxers a la vista.
No hiciste ninguna queja ante eso ya que sabías que era parte de su trabajo y demás. Pero te estaba matando el simple hecho de que pareciera que te estaba comiendo con esos ojos marinos suyos con tan solo verte un milisegundo.
¿Cómo que hacía algo de calor acá, no?
—¡Listo! Pueden darse un descanso hasta que verifiquemos que ninguna haya salido mal y no tengamos que repetir ninguna. — Les había dicho la fotógrafa, agradeciéndole a Felipe y al otro chico por la colaboración.
Fingiste demencia cuando Felipe se acercó a ti, tratando de disimular las mejillas sonrojadas y la punta de tus oídos rojas como una manzana.
—¿Qué te pareció, amor? — Te preguntó Felipe.
—Estuviste fantástico Pipe, de seguro las fotos salieron excelentes. — Le contestaste.
Estabas intentando con todas tus fuerzas que tus ojos no se desviaran hacía la parte de sus abdominales y la parte que de sus bóxers que se encontraba a la vista. No querías morir más de vergüenza frente a Pipe, ya sentías que parecías un tomate con tan solo estar frente a él.
Felipe en cambio, miró un momento hacía el estudio que ya se encontraba vacío -a excepción de ustedes dos- y sonrió al ver que no había nadie más.
—Ah, andás segura de eso? — Se acercó más a ti, inclinándose hasta que sus rostros solo estuvieran a pocos centímetros de distancia, los dos sintiendo las respiraciones del otro.
No respondiste al segundo, te tomaste tu tiempo para procesar todo y que con tan solo acercar tus manos un poco hacía su pecho podrías tocar esos abdominales que tanto te traían embobada.
Además de que esos ojos azules que te parecían también tener enganchada por cada segundo los veías. Podrías ahogarte en ellos si pudieras.
—Felipe.. — Con tan solo decir su nombre fue suficiente para que se cerrara la brecha entre ustedes dos.
Agradecidas profundamente la sesión de fotos.
—˚ ˖ ୧ Creo que es obvio de dónde viene la idea de este mini fic, pero para las que no sepan pues..
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¡Espero que les haya gustado! Ya saben que las solicitudes se encuentran abiertas y pueden pedir a cualquiera del cast de lsdln y como les gustaría que fuera
¡Bye!
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deepinsideyourbeing · 6 months ago
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hermana nececito cualquier smut con Matías me estoy muriendo no hay nada
+18! MeanDom!Mati but make it sleepy :)
Es de madrugada y Matías, que muere de sueño, no puede dormir.
Merodea por el departamento a oscuras en busca de sus cigarrillos y un encendedor, pero sólo encuentra la caja vacía con la que juega el gato. Regresa a la habitación y se desliza bajo las mantas para abrazarte por la espalda, disfrutando de tu calor y de la forma en que tu cuerpo busca más contacto con el suyo.
-¿Qué pasa?- preguntás antes de bostezar.
-No puedo dormir- dice contra tu espalda-. ¿Me ayudás...?
-¿Querés un té?
-No, no quiero un té...
El tono de su voz y tu estado adormilado son una combinación un tanto peligrosa: tus ojos se llenan de lágrimas y el sonido similar a una queja que deja tus labios llama la atención de Matías, que no duda en tomar tu rostro para obligarte a voltear.
-¿Qué pasa? ¿Te despertaste sensible...?- te suelta de manera brusca y su mano explora tu cuerpo-. ¿Qué dijimos hoy de llorar por nada?
Un escalofrío te recorre al recordar el castigo con el que te envió a la cama. Tu mente está aún nublada y no es de ayuda el haberte despertado hace cinco minutos, por lo que te cuesta recordar cuáles fueron los motivos del castigo y sus palabras exactas.
-No te acordás, ¿no?- sus dientes rozan tu hombro y su mano comienza a tirar del pantalón de tu pijama, la única capa que te cubre debido a su regla de no ropa interior por las noches-. No aprendés nunca un carajo vos...
Sus dedos recorren tus pliegues todavía húmedos por un segundo antes de tomar su miembro y guiarlo hacia tu entrada. Se detiene un instante, esperando en caso de que quieras utilizar alguna de tus palabras de seguridad, pero al no oírlas se introduce en tu interior de una estocada, haciendo arder tu entrada.
-Mati...
Te ignora y comienza a mover sus caderas lentamente, una mano sosteniendo tu cintura con fuerza. Suspira contra tu cuello y la sensación te hace temblar, pero no tanto como el placer que provoca el roce de su miembro entre tus paredes apretadas.
Tus gemidos crecen en frecuencia y volumen.
-Callate.
-Pero...
-Callate dije- sus dedos encuentran el frente de tu camisa y tira de ella sin importar que los botones se rompan. La palma de su mano colisiona con tu pecho en un ángulo que es perfecto para causarte el mayor dolor posible, ángulo que para Matías es prácticamente natural. Cubrís tu boca.
El ritmo de sus movimientos se acrecenta y en algún momento sus dedos se introducen en tu boca con la excusa de que hacés mucho ruido. Tu saliva corre y humedece la almohada, un reflejo de lo que ocurre entre tus piernas.
Matías se detiene y te abraza contra su pecho.
-¿Mati...?
-Dejame dormir- besa tu cabello-. Y ni se te ocurra tocarte porque me voy a dar cuenta.
taglist: @madame-fear @creative-heart @recaltiente @chiquititamia @delusionalgirlplace @llorented ♡
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not-sad-just-tired · 8 months ago
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Mira la hora, toda contenta, en su reloj. Aun le queda algo de tiempo antes de tener que salir. Se mira en el espejo de su armario, de cuerpo entero, el vestido es corto, ceñido a sus curvas, con una ventana en el pecho que sirve de escote. Laurita se inclina un poco hacia delante para verlo bien Hmm... Se ve sexy, guapa, pero sabe lo viril que es @oinorinoyaiba y no quiere que lleguen tarde por hacerle perder los estribos cuando la vea. Una pena... quiza para otro día.
Se da la vuelta para que Idolina le quite el vestido y se pone otro, con un corte un poco más clasico. Este esta muy bien, tambien... ¿A ver, Idolina, traeme los botines? Se los pone, y se mira en el espejo. Hm... no.. ¿tacones rojos? Se los prueba. El vestido es negro, así que le da un toque de color. Sí, esto me gusta más... ¿Choker? A Miyabi le dijo que le gustaba, así que es perfecto para la ocasion. La pokemon se lo pone por detrás. Se echa dos soplos de perfume y vuelve a mirar la hora.
Justo a tiempo, preciosa. Felicita a Idolina. Recoge esto mientras yo estoy fuera, porfa Idolina mira a su alrededor. Efectivamente, su entrenadora ha dejado medio armario desparramado por la cama. Suelta un pesado suspiro y despide a la pelirroja, que va al salón a esperar a su bellissimo.
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chiquititamia · 2 months ago
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El cumpleaños de Blas, parte 1
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(Resucitando lentamente de mi letargo creativo)
Hoooola mis queridas, aquí os traigo algo diferente que se me ocurrió una febril noche. Espero os guste mucho y poder continuarla cuanto antes: como siempre, se admiten ideas.
El conejito hoy se divierte 🐇
💕SoftDom!Blas Polidori x female reader
❤️‍🔥+18 sexo explícito, dominación, deshumanización, sumisión, juegos con comida, intercambio de roles...
El cumpleaños de Blas
El primer cumpleaños que uno pasa con su pareja siempre viene acompañado de  una sensación especial en la que uno quiere demostrarle todo el amor que es capaz de dar. Quieres que todo salga perfecto e incluso, impresionar.
Le habías comprado la remera de fútbol que tantas veces le habías visto ojear en su celular, sin animarse a añadirla al carrito.
Pero la verdad es que no lo sentías como suficiente. Blas te había insistido, semanas antes, cuando tú habías tratado de sonsacarle qué es lo que quería, en que realmente no deseaba nada, que ya lo tenía todo estando a tu lado, tan lindo él.
Los días previos, después de la frustración y nervios, decidiste que ibas a desistir en conseguirle más regalos comprados y optarías por esforzarte en que su día fuera lo más grato posible.
Arrancaste el día previo yendo al mercado para conseguir los ingredientes necesarios para su plato favorito: pasta con pesto casero. También habías comprado unasfresas bastante costosas que bañarías en crema batidacomo postre.
Esa mañana despertaste antes que él, y no podías esperar a que él lo hiciera para poder felicitarle y mimarle.
Comenzaste a plantar una serie de suaves besos en su cuerpo, primero por su hombro, encontrando cada peca y lunar de su piel cálida, después por su cuello surcado por algunas venas y donde se movía, provocándote, su nuez de Adán al tragar.
Cuando empezaste a jugar con sus rizos y el pendiente de su oreja, Blas por fin comenzó a despertar y, desperezándose se giró hacia ti.
-Qué fue, mimosa?
-Feliz cumpleaños, mi amor…
A tu novio le costó un par de segundos procesar esa frase, no había recordado aún qué día era. Cuando lo hizo, te sonrió aún con los ojos cerrados.
Te abrazó y te acercó a él, como una criatura somnolienta. Siempre te sorprendió la elevada temperatura corporal que su piel emanaba, especialmente cuando dormía.
-Te doy el regalo que te compré luego, pero mientras tanto quiero que me pidas lo que quieras para que este día sea perfecto…-dijiste acariciando su mejilla.
-Café? – preguntó abriendo los ojos para después frotarlos con sus dedos.
-Ponémelo más difícil, amor…
Tu novio se rio y colocó sus manos a los lados de tu cara para besarte.
Lo que al principio era un simple beso cariñoso de “buenos días” no tardó en transformarse en una violenta y apasionada invasión de tu boca. No demoró tampoco en alcanzar uno de tus pechos para estrujar tu pezón entre sus dedos.
-Pero cielo… - suspiraste.
Él te mira pensativo, con una media sonrisa que no puede significar nada bueno.
Miedo me da, pensaste.
-Entonces… ¿puedo pedir lo que quiera?
-Sí…
-¿Lo que quiera, lo que quiera?
- Ya te dije que sí, dentro de los limites de la cordura y de la legalidad vigente sí – reíste mientras él besaba tu hombro- ¿qué es lo que quieres?
Blas guardó silencio unos segundos mientras estudiaba tus ojos, quizá intentando averiguar si lo que decías iba en serio. Al fin soltó lo que pensaba:
-Quiero tener acceso libre a tu cuerpo durante todo el día -dijo simplemente.
-Pero…si ya lo tienes siempre, no entiendo…
-No, no. Quiero poder usar tu cuerpo siempre que me venga en gana, sin restricciones, todas las veces que quiera.
Pudiste notar como el calor había subido a tus mejillas, aunque no sólo ahí. La humedad entre tus piernas comenzaba a manchar tu ropa interior; no sabías qué decir, simplemente le mirabas a los ojos, y jurabas que tu temperatura tenía que ser visible.
-Claro está, si es lo que quieres, no te estoy pidiendo abusar de ti por un día, amor -quiso aclarar tu novio- pienso que puede ser una experiencia… excitante para ambos.
-Dale…-aceptaste casi suspirando- la idea te había calentado sobremanera.
-Sí? – abrió un poco los ojos con sorpresa – bien, pues sólo queda trazar… un par de normas…-intercalaba sus palabras con besos y lamidas en tu cuello- ¿bien?
Tú le mirabas expectante, dispuesta a acatar casi cualquier orden que te quisiera imponer. Al fin y al cabo, normalmente eras tú la que dominaba las situaciones, decías cuando sí y cuando no, especialmente por el temperamento de Blas al que debías poner límites. El hecho de poder invertir roles, de alguna manera, era algo que ni siquiera se te había cruzado por la cabeza, pero que comenzaba a tomar una forma deliciosa en tu cabeza.
-Debes decírmelo si te encuentras mal o no quieres que haga algo con nuestra palabra de seguridad que es la misma de siempre.
-Okay…
-Y no puedes llevar ropa interior. De hecho, quiero que lleves ese vestido suelto que te pones por casa. Tampoco quiero que me cuestiones ni que te quejes de qué, cuándo ni cómo hago lo que quiera, salvo situaciones en las que necesites usar la palabra de seguridad, claro.
-Me parece correcto – no sabías qué te pasaba, pero te sentías increíblemente dócil.
Después de una ducha juntos en la que hubo caricias y besos, pero nada más, preparaste un desayuno sencillo, no querías que Blas perdiese el apetito antes del almuerzo. A pesar del vestido, te sentías casi completamente desnuda por no llevar ropa interior.
Él se sentó a la mesa con el torso desnudo, luciendo su piercing en el pezón. Llevaba sus habituales pantalones cortos deportivos con rayas a los lados, y, muy presumiblemente, nada más debajo.
Mientras tomaba su café, tú estabas untando una pequeña tostadita con una mermelada casera de fresa que habías elaborado hace unos días. Te sobresaltó la mano de Blas metiéndose en tu escote para abarcar completamente tu pecho izquierdo y comenzar a amasarlo y jugar con él caprichosamente. Ni siquiera te estaba mirando, simplemente ojeaba su móvil, probablemente leyendo las novedades deportivas.
Entendiste que no era un farol: iba a utilizar tu cuerpo como si de una muñeca con vida se tratase; le pintó tener tu teta en la mano y así lo hizo, simplemente.
Tú comenzaste a suspirar y dejaste el trozo de pan sobre el plato, el placer estaba nublando tus pensamientos. Sin embargo, Blas paró para volver a coger su taza y beber de ella. No retomó el contacto, y eso te decepcionó un poco, pero recordaste la directriz que te había dado: nada de quejarse ni cuestionar.
Cuando el desayuno acabó, tu novio se encargó de lavar los platos y tazas, y también algún traste de la noche anterior, mientras tú doblabas ropa que habías quitado del tendedero.
Miraste la hora en la pantalla de tu móvil: 12:30.
Más vale que me ponga cuanto antes con el almuerzo, pensaste.
Cuando llegaste a la cocina, Blas ya se había ido, probablemente estaría jugando a sus emuladores de juegos antiguos en la televisión.  Había dejado todo reluciente, sin embargo, decidiste limpiar un poco más concienzudamente la mesada, ya que ahí ibas a amasar la pasta fresca.
Aunque era una receta que conocías de memoria, tu inseguridad siempre te obligaba a mirar las cantidades, sólo por si acaso.
Con las manos ya enharinadas, comenzaste a trabajar la masa, que estaba bastante húmeda por la yema de huevo y el aceite de oliva que le habías agregado.
Intentabas bajar la pantalla para comprobar por decimoquinta vez un detalle de la elaboración, pero la harina en tus dedos impedía que la pantalla de tu móvil reaccionase. Justo antes de que pudieras limpiar tus manos con un paño húmedo, Blas apareció por detrás de ti, cubriéndote con su figura, y, con un gesto sutil, pero claro en sus intenciones colocó una mano en tu abdomen y presionó, dándote a entender que quería que te inclinases ligeramente sobre la encimera, separando tu cuerpo del mueble. Sin previo aviso ni mediar palabra, se colocó detrás de ti, haciendo que tu culo quedase apoyado en sus caderas; lo que implicaba que él flexionase las rodillas para poder estar a tu altura. Era vergonzoso cómo no hizo falta ningún tipo de lubricante – ni siquiera su saliva – para que pudiese penetrarte sin preámbulos. Estabas totalmente húmeda y caliente.
No pudiste evitar soltar un gemido mientas te agarrabas a la masa de harina como si tu vida dependiera de ello, apretándola y deformándola para no gritar. Estabais junto a la ventana abierta de vuestra pequeña cocina y tus vecinos podrían escuchar todo.  A Blas no pareció importarle cuando embistió con todas sus fuerzas dentro de ti, llevando un ritmo rápido e inusual. Estaba preocupándose sólo por su propio placer, dando estocadas más cortas, menos profundas a ratos, y otras más lentas, casi inmóviles, en las que movía su miembro haciéndolo palpitar, volviéndote completamente loca.
Muy pronto, sus manos afianzaron su agarre en tus caderas, casi provocándote dolor, y notaste un movimiento inconfundible en tu interior. Blas se corrió en lo más profundo de ti, muy quieto, soltando gemidos roncos. Una vez lo hizo, salió de ti lentamente y te dio un beso en la mejilla.
-Gracias, nena. – dijo simplemente, lo cual a ti te pareció casi cómico dado lo que acaba de suceder.
Tal como vino se fue, sin mediar más palabra y regresó a lo que estuviera haciendo en la sala, dejándote a ti con las piernas temblorosas, aún agarrada a la masa de harina. Pequeñas gotas gotearon desde tu centro hasta el suelo- pues todavía tenías las piernas bien abiertas- como si se te hubiera derramado parte de la nata que aún no habías batido.
Con una sensación de incredulidad, cogiste un pedazo de papel de cocina y te limpiaste entre las piernas, y después el suelo.
¿Así iba a ser todo el día?
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Te costó concentrarte más de lo que te gustaría reconocer, pero por fin, hiciste los ravioles rellenos de setas y preparaste el pesto casero con algunas hojas de la única planta de albahaca que te había sobrevivido en tu vida.
También montaste la nata con unas varillas eléctricas y lavaste las fresas en anticipación.
Cuando comenzasteis a comer, Blas te felicitó por el excelente trabajo que habías hecho cocinando la pasta fresca en su punto justo y lo delicioso que estaba el pesto genovés.
Era extraña la sensación de orgullo y validación que te estaban provocando sus palabras. Blas te solía halagar, pero en el rol que habías adoptado hoy, sus cumplidos sabían de otra manera.
Al pasar al postre, serviste las fresas en un bowl y la nata en otro.
Blas te indicó que te sentaras en su regazo para comer.
No tuviste que recordar la directriz de no objetar, te sentaste automáticamente en su muslo. Él rodeó tu cintura con un brazo y tomó una de las fresas entre sus dedos; después mojó la punta con bastante nata, cuidando que no se derramara en el mantel. Te la ofreció colocándola delante de tus labios, pero antes de que pudieras morder dijo:
-Chupá.
Tú obedeciste; sin abrir mucho la boca, sacaste la lengua y comenzaste a lamer la nata poco a poco de la superficie de la fresa.
En un acto de rebeldía, le diste una pequeña lamida a su dedo pulgar, que sostenía la fruta.
-Querés más? -dijo con una voz algo más profunda
Tú asentiste. Cuando volvió a recoger la crema con la pequeña fruta, tú adelantaste un poco tu cabeza para evitar que ésta cayese, ya que, al estar menos fría, iba perdiendo firmeza. Succionaste con avidez la dulce nata, sin poder evitarlo, un poco de saliva humectando la comisura de tus labios y los dedos de tu novio.
Blas se removió en su asiento y alineó su erección con el centro de tu humedad, que parecía querer tentarlo. Cualquiera diría que te había cogido brutalmente hacía escasos cuarenta minutos. Querías más. Pero hoy no se trataba de ti, y tenías la sensación de que a lo largo del día ibas a tener más en tu plato de lo que podrías comer, así que decidiste no iniciar.
-Vamos a cambiar – te sacó de tus pensamientos repentinamente.
-Eh?
-Sentáte en mi silla – indicó levantándose. Después arrastró otra para sentarse él enfrentado a ti. Con esos pantalones de deporte había poco que se dejara a la imaginación. La longitud del miembro de Blas siempre te sorprendía, la vieras una o mil veces, por no hablar de su grosor.
Tú lo mirabas expectante, pero cuando acercó su silla para encajarte entre sus piernas y tomó el bol de nata, no tuviste mucha duda de lo que pretendía hacer.
-Vestido fuera – ordenó simplemente. En realidad, si el vestido iba fuera, toda tu ropa iba fuera, porque no llevabas nada más. Obedeciste.
Con la pequeña cucharita que habías traído, aún sin usar, comenzó a dejar pequeñas cantidades de la crema batida sobre tus pechos y sobre tu cuello. Tu temperatura corporal estaba causando que ésta se derritiese y formase largas y sinuosas carreras blancas a lo largo de tu piel, que él fue lamiendo.
Se concentró, obviamente, en tus pezones mientras masajeaba el resto del seno.
Fijación oral, pensaste, como tantas otras veces en las que le habías molestado con eso.
Estabas perdida en el placer que la lengua lenta y caliente de Blas te estaba proporcionando. Habías echado la cabeza hacia atrás y cerrado los ojos hace rato; tus manos, aferradas a los bordes de tu asiento para resistir.
Cuando volviste un poco en ti y miraste hacia abajo, pudiste ver como tu novio había sacado su pija de sus pantalones cortos y se masturbaba despreocupadamente; de hecho, parecería más bien que se la estaba masajeando.
Unas cuantas gotas de la crema habían ido escurriéndose hasta tu centro, pero no eran suficientes. Blas, en un estado totalmente hedonista, cogió un poco del dulce y lo pasó por el exterior de tus labios, acariciando deliciosamente tu clítoris. No esperabas que fuera a introducir sus largos dedos tan manchados, pero lo hizo, haciéndote gritar y apretarlos con tu interior. Blas comenzó a lamer el delicioso postre que tenías entre las piernas con el hambre de un condenado. Tus piernas, lo más abiertas posible.
No pudiste evitar tener uno de los orgasmos más intensos de tu vida.
Le voy a arrancar los dedos, atinaste a pensar. Las oleadas de placer en forma de contracciones no parecían terminarse, provocándote gritar desesperada y abrir los ojos con incredulidad.
Esto debió ser una visión celestial para tu chico, que con un gruñido profundo y casi animal se incorporó y, mientras seguía bombeando su miembro en su derecha, se posicionó ante ti. Con el índice y el pulgar de su otra mano presionó en tus mejillas para que abrieras la boca.
No te lo pidió, pero también sacaste la lengua.
-Más nata, gatita -jadeó desesperado por llegar – tomá, tomá….
Fue entonces cuando empezó a disparar todo su semen en tu boquita que aún sabía un poco a nata. Tragaste todo mirándole a los ojos, volviéndolo, si cabe, aún más loco.
Con un pulgar, limpió la comisura de tus labios enrojecidos la mezcla de saliva, crema y su excitación.
-Pinta otra ducha, ¿no?
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alasdepaloma · 6 months ago
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Te hice un lugar en mi corazón, un lugar que procuré dejar limpio y con mis heridas ya cicatrizadas —antes de tu llegada. No soy perfecta, pero, aún así hice de ese espacio lo más perfecto para ti. Y ahí, ahí te abracé por mucho tiempo, ahí mismo alimenté el sueño que creí nuestro. Tu nombre lo escribí en todos mis rincones, tu voz y tu risa… de ellas hice mis estaciones.
¡Cómo no voy a sentir que me apuñalan el pecho! Si te habías fundido a mis latidos y hoy siento que me arrebatan una parte de mi interior.
Estoy sangrando de los ojos, no quiero ver más… No quiero aceptar que ya no estás porque mi ser entero aún huele a ti, ¡y cómo bloquearme los poros de la dermis, si tu nombre brota de cada uno y en cada uno quisiera volver a atraparte!
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—PalomaZerimar.
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letras-y-melancolia · 3 months ago
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Mi cuerpo es menudo, soy pequeña de talla, tallas en realidad, con un par de curvas por aquí y por allá, pero es perfecto para cuidar, amar, mimar y reconfortar a mi hombre.
Mi pecho tiene las medidas exactas para que él pueda apoyar su cabeza y descansar, mis brazos delgados tienen la fuerza suficiente para sostener sus temores y para acariciarle con ternura, mi cintura es lo suficientemente pequeña para que me pueda rodear con sus brazos y lo suficientemente grande para soportar la fuerza de sus embestidas, mi trasero tiene el tamaño adecuado para volverlo loco de pasión, también funciona como su juguete de relajación y su almohada favorita, mis piernas tienen los músculos firmes para pararme a su lado, la medida justa para rodearlo y enredarme en él.
Mi cuerpo es perfecto con él...
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