#now it is Izan and Bail | Explore Tumblr posts and blogs

izancutkosky-blog · 7 years ago

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I DON’T USUALLY DO THIS UNLESS I’M DRUNK OR I’M HIGH, BUT I’M BOTH RIGHT NOW

El mensaje de Val le había dejado muy descolocado; ¿Sus padres no la dejaban salir de casa a no ser que fuera para ir con él? Joder, si es que los tenía que querer como suegros. Pero la verdad era que el pequeño Cutkosky tenía otros planes. Hacía un par de semanas que había comprobado que podía moverse perfectamente, sin escayola, ni muletas. Esas dos semanas donde se llevaba planeando la batalla underground de hiphop, y no podía faltar. Llevaba asistiendo de forma anónima desde que era un crío, empapándose de cada baile, cada movimiento. Y por supuesto, practicándolos. Aquel día, estaba preparado. Pero… ¿Qué hacía con Valeria?

En una mochila había preparado su sudadera grabada con el apodo que adoptaría para la competición: white nigga iKy. Quería continuar bajo el anonimato debido a la imagen que tenía en aquel barrio, ¿Qué iban a pesar de un matón al que le molaba el baile? Que era marica y fácil de dar, seguro. No podía ser así. En cuanto escuchó llegar a Val, se incorporó un poco en la cama, arrastrándose hasta el extremo para poder coger sus maletas y cargar al hombro su mochila.

— ¿No estás preparado? ¿No vas a salir conmigo ésta noche?

— Claro, pero no tengo que ponerme unos Gucci, ¿No? — Se incorporó con cuidado, fingiendo que su pierna seguía dolorida.— He quedado con unos colegas dentro de una hora, puedo decirle a tu madre que has estado toda la noche conmigo aunque sea mentira. Y luego nos vemos y te dejo en tu casa para que se lo crea. ¿Guay?

— Se podría mejorar pero no vas mal — Val encogió de hombros y le soltó. — Guay, nigga —imitó, no siendo muy convincente y pareciendo una payasa en toda regla al hacer, junto al comentario, un gesto con la mano que parecía más de heavy metal que otra cosa —Vámonos entonces, rusito.

[…]

Parecía que su plan estaba saliendo de pütâ madre: Val por ahí, él también y encima ambos con coartada. En cuanto vio que ella se giró, comenzó a caminar de forma más rápida sin miedo alguno a que se hiciera daño porque era imposible. Y en cuanto vio el primer callejón sin salida, se adentró en él. Ese era uno de los escondites de su barrio. Tras un ladrillo, logró meter la venda que previamente se había quitado con ayuda de la pared, y justo detrás del contenedor, las muletas. Solo serían unas horas y por allí no pasaba nadie.

Izan era así. Mantenía sus cosas generalmente en silencio, escondidas en rincones o enterradas en algún descampado. Con Kevin en su casa era la única forma que tenía de mantener el culo a salvo. Se deshizo de su sudadera básica para tomar la negra que había encargado días antes, y sin pensárselo más, se la colocó alzando la capucha. Qué bien se sentía tener la pierna libre y hacer lo que iba a hacer.

Sin más dilación, comenzó a correr hacia la calle principal, y a paso ligero, con las manos metidas en los bolsillos, se dirigió hacia la entrada secreta.

— Under17.

Dijo al puertas que vigilaba que nadie se colara. En cuanto se adentró en aquella enorme sala, bajó la cabeza escondiéndose en la visera de su gorra y en la capucha. Tenía una reputación que mantener y una competición que ganar.

Valeria se escondía detrás de cada farola. O en la esquina de cualquier callejón que dejaba a la vista la silueta de su sombra por la luz que lo iluminaba. Era en lo único que fallaba porque, de resto, nadie se percataría de su presencia.

Él corría. Y Val más.

Mierda, el niñato volaba. Así que la excusa de la pierna ya no le volvería a servir con ella. Frunció el ceño y se detuvo. El niño se había detenido justo frente a un segurata. Vaya, ¿iba a alguna fiesta o algo? Por suerte, llegó a escuchar lo que decía así que, una vez que Izan desapareció, la neoyorquina se acercó y pronunció la contraseña. Que esperaba que fuese la correcta.

— Under17.

Y parecía que sí, que era la correcta, porque no hizo falta más para ver a Valeria dentro de allí.

Los destellos hacían que la sala quedara casi en la penumbra, pero sabía exactamente dónde tenía que ir. Llevaba yendo demasiado tiempo como para cagarla aquel día. Aquel día que había decidido que era su hora, que iba a enfrentarse a todo aquel que tuviera cojones de reírse de él. La pierna rota no ayudó en los dos meses, pero el tiempo en coma le hizo pensar que era mejor no dejar de hacer las cosas que uno sentía. Y él sentía el baile en cara rincón de su cuerpo, sentía la música dentro de él, corriendo por sus venas. Y tenía que hacerlo.

En aquel barrio la gente respetaba por nombre, y por eso, él debía mantenerse bajo el anonimato siempre. Sus ojos azules se escondían bajo la visera de su gorra, evitando mirar directamente a nadie. Estaba tan sumido en su propio pensamiento que siquiera pensó que Valeria o cualquier otra persona que él conocía, estaba allí.

Tras observar la pequeña pelea y separación en el cuadrilátero, espacio reservado para bailar, ladeó una sonrisa, escabulléndose de la gente hasta quedar en primera fila. Y ahí estaba, Delilah. La reina de la pista, la campeona de campeones. Nadie se atrevía a desafiarla porque era capaz de aplastar a todo aquel que se pusiera ante ella. Nadie, excepto Izan.

— Vaya, — Delilah hizo una mueca, girándose— Parece que no está dispuesto a que una chica pueda con él, una verdadera pena.

Al escuchar sus palabras refiriéndose al candidato anterior, su ironía, dio un par de pasos con las manos metidas en los bolsillos, aún cabizbajo, escondiéndose.

— Puede que yo sí que esté dispuesto a desafiarte.

La gente al parecer no se lo esperaba, y empezaron a descojonarse en su cara, acompañando a las risas con abucheos e insultos. No tenían ni pûtä idea de quién era White Nigga iKy.

Lil, al escuchar aquellas palabras, alzó la vista y escaneó al completo la figura masculina que se le había acercado y que, a durar penas, pudo mirar a la cara. Se escondía. Allí no hacía falta esconderse y no entendía el por qué lo hacía, pero no se reparó en ese detalle.

— Uuuuuuh, ¿estás seguro? No quiero que llegues a casa llorando —hizo una mueca y caminó hacia atrás, sin apartar la vista del joven que se hab��a atrevido con ella. Alzó ambos brazos y encogió de hombros—. Venga, a ver cómo lo haces.

Izan se remangó la sudadera, ladeando una sonrisa y añadió:

— Tranquila, que no seré yo quien salga llorando.

Se giró, entonces, y con un gesto de mano, el DJ comenzó a hablar otra vez:

— Vaya, vaya, vaya, ¿pero qué tenemos aquí? ¿De verdad te vas a enfrentar a Lil, chaval? Pues venga, vamos a darle cañaaaaaaaaaaa.

Y la música comenzó a sonar.

Nada más está alejarse, se giró para darle la espalda, dejando claro a ella y a todo el mundo cómo se llamaba. Los abucheos no cesaban, ni los insultos, pero en el momento en que la música comenzó a sonar, desaparecieron, al menos para él.

Pensaba recrearse; conocía la canción a la perfección. Comenzó despacio, moviendo simplemente uno de sus dedos mientras tarareaba las primeras palabras de la pista, cosa que hizo reír a más de uno. Y no tuvo ningún reparo en romper al ritmo de la música. Estaba dando lo mejor de sí, improvisando, y daba cada paso con tanta seguridad que si se lo propusiera, podría reventar el escenario en mil pedazos.

https://www.youtube.com/watch?v=6_yJJovHLto

Muchos recordarían aquel día como el día en que White Nigga iKy desafió a la reina de las calles.

Delilah se posicionó en su mitad correspondiente del cuadrilátero. En la que le tocaría darle una paliza a aquel muchacho que se había atrevido con ella. Su pose de chulería no la pudo evitar. Entonces cuando echó a reír. No sabía donde estaba metiendo. Alzó ambas cejas, entonces, cuando el chaval comenzó a bailar. Jødër. Posó las manos sobre su cintura y se quedó boquiabierta. Era increíble. Tenía el don del baile. ¿Cómo no le había conocido antes? Se estaba comiendo sus propias palabras y las sentía bajar mientras un nudo se hacía en su garganta.

Los movimientos recorrían el cuerpo del niño a la perfección, con precisión. En uno de esos, alzó algo más la cabeza para poder verle la cara a Delilah, y tenía cara de estar flipando. Como la mayoría de las caras allí. Eso, le hizo sonreír.

Había merecido la pena ver esa cara y la del resto. Y la sensación de plenitud cuando demostraba poder hacer algo mientras el resto se reía de él al creer que no podría, era algo que adoraba sentir. Era otra parte del niñato que no dejaba ver, pero allí estaba. Igual que escondía que sabía bailar, el verdadero Izan se escondía también dentro de él.

Así que White Nigga iKy, según lo que decía su sudadera, el niño que la había desafiado. Jødër. ¿De dónde había salido?

Cuando creyó que ya era suficiente, Delilah procedió a hacer un gesto de mano con el que su música cesó y comenzó a sonar su canción. Sonrió, mirando al crío con el que había flipado minutos antes y asintió. Se agachó y, entonces, se sumió en el baile. Así que, ahora, los boquiabiertos se dirigieron hacia ella. Sus caderas se movían solas. Sus pies. Sus brazos. Todo al ritmo de la música. Parecía un robot. Una máquina hecha para el baile. Lo llevaba en la sangre.

https://www.youtube.com/watch?v=dPF9n-InXAg

Transcurrió el baile. Algún que otro grito penetró el sonido de la música y aplausos también. Estaba en su territorio. Y tenía que marcarlo. Aunque aquel niñato lo hubiese hecho como los putos ángeles. Incluso mejor que ella. ¿Era eso posible allí dentro?

El murmullo de los presentes se escuchaba por encima de la música. Y, unos segundos después de levantarse, la música fue cesando. Comenzó a caminar y rodeó la figura masculina que aún se encontraba en el medio del cuadrilátero.

— ¿Quieres más? Lo haces de puta madre. ¿Por qué no has venido antes?

Sin siquiera responderle, Izan dio un par de pasos hacia atrás indicándole al DJ que pusiera otra pista, cualquiera. ¿Respondía eso a su pregunta? Iba a por todas.

#daily #dance

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