#no sé es una estupidez pero creo que la forma en la que esas obras de arte fueron y son usadas
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minipisi-is-dumb · 2 years ago
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a ver. las canciones de viva venezuela, alma llanera y la de llevo tu luz y tu aroma en mi piel son genuinamente bellas en escritura y ritmo tipo BELLAS y evocan todo el cariño que se le podría tener a la patria ajá
pero siento que la razón por la que hartan es lo mucho que se usa para la actitud de que "uy el avila y el salto angel y los tepuyes están lindos así que la situación del país no anda tan mal" no sé man. eso y que son repetidas hasta decir basta. osea no mi amor primero hay expresiones más diversas del cariño y crítica al país no me tienes que decir como el cuatro está en tus venas or something
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nastyjaeger · 3 years ago
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UNA CARTA DE AMOR | SASUSAKU
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Los tres integrantes del equipo 7 avanzaban entre las calles de Konoha con rapidez y agilidad tratando de alcanzar a Tiko, un gato que había escapado de casa y tenía que ser rescatado, se habían vuelto bastante habilidosos trabajando en conjunto y Naruto, que se sabía todo camino o escondite de la aldea sabía perfectamente donde ir, aunque estar cerca de Sakura usualmente botaba ese impulso de estupidez por querer lucirse ante ella y hacer quedar mal a Sasuke y esta vez no fue la excepción.
— Mírame Sakura-chan — gritaba el rubio mientras saltaba de techo en techo sin mirar al frente — ya casi lo tengo... — más tiempo se tardo en decirlo que en estrellarse con el letrero de la película donde anunciaban la adaptación de la obra del sabio pervertido.
Su caída fue estrepitosa y le dejo un golpe bastante notorio en la ceja derecha, Sakura corrió para ayudarle, la pelirrosa siempre cargaba un pequeño botiquín de emergencia en sus pertenencias el cual siempre hacía falta en sus pequeñas misiones, Sakura trato de aminorar el dolor con ungüentos.
— Podrías dejar de ser tan imprudente Naruto — dijo la ojiverde quien yacía a su lado curando la herida.
— Gracias Sakura-chan, eres muy buena conmigo
— ¡Cállate, niño imprudente!, pudo haberte pasado algo peor — grito la chica.
Mientras Naruto se mantenía disfrutando el momento en que Sakura curaba de él, su compañero Uchiha había vuelto con Tiko quien se encontraba en una jaula para gatitos.
— ¿Ya terminaron de hacer estupideces? — comento Sasuke — me adelantare hacer el reporte, los veo luego.
— Espera Sasuke-kun — hablo la joven, pero este ya iba lejos de donde estaban — ¿ya ves inepto?, Sasuke-kun tuvo que hacer todo solo.
— Sakura-chan, todavía me duele...— menciono Naruto, pero Sakura ya había partido para seguir al pelinegro.
Durante su trayecto para alcanzar a su compañero y hacer el reporte, Sakura fue interceptada por un niño de su generación de la academia, lo recordaba a medias, nunca le había prestado atención a decir verdad, pero en ese momento este le entrego un pequeño papel color rosa doblado con origami, su cara de vergüenza fue muy notoria al ver la expresión de confusión de la pelirrosa quien solo se quedo mirando el papel finamente doblando creando una figura que asemejaba a una rosa en la cual se llegaban asomar algunas letras escritas.
— Sakura-chan... Sakura-chan, espérame — escucho la voz de su compañero mientras veía que el niño que le había dado el origami salia huyendo — ¿eh? ¿Qué es eso Sakura-chan? — aquel papel hecho origami había sido desdoblando, y el ojiazul echaba un vistazo al contenido que estaba siendo examinado también por su compañera.
— No te importa, tarado — doblo en un pequeño cuadrado aquel papel, pero para Naruto fue fácil comprender el contenido de la carta, realmente no hizo falta leer todo para darse cuenta que era una declaración de amor.
— ¿De quién es? ¿Quién te la dio Sakura-chan? — cuestiono el rubio
— No es de tu incumbencia, vamos con Sasuke-kun.
Ambos avanzaron hacía la oficina del Hokage donde ya se hallaba su compañero entregando al pequeño gatito a su dueña, mientras tanto Naruto seguía inquieto por aquello de la carta.
— ¿Y piensas ir Sakura-chan?... porque si quieres yo puedo acompañarte, puede ser peligroso, mejor no vayas — hablo el rubio.
— No lo sé, déjame en paz...— acabo por decir
— ¿Ir a dónde? — su sensei sorprendió su plática mientras sostenía su libro habitual.
— ¡A Sakura-chan le dieron una carta de amor! — grito Naruto — le e dicho que no vaya, puede ser una trampa'ttebayo! ¿No lo cree Kakashi-sensei?
— No lo creo Naruto, deja que Sakura tome sus propias decisiones.
Naruto solo pudo hacer muecas ante la respuesta de Kakashi, la conversación no fue nada discreta y llego hasta oídos de Sasuke quien no era indiferente a la situación y se mantenía atento a lo que decían sus compañeros.
"¿Una carta?", pensó el pelinegro.
— ¿O tu qué piensas Sasuke? — hablo de nuevo el rubio — ¿también crees que Sakura no debería de ir a ver al tipo que le dio la carta?
— No es asunto mío, tampoco me importa — contesto.
Sakura esperaba que mostrara un pequeño gesto de molestia porque otros niños se empezaran a interesar en ella, pero no, Sasuke solo paso por su lado con la indiferencia de siempre dejándolos en la oficina del Hokage. Al final todo el equipo siete tuvo el día libre luego de aquella sencilla misión.
De camino a casa Sakura recordó lo que decía la pequeña nota, el niño que se la había entregado había escrito que la esperaría en el puente que le quedaba de camino a su casa, realmente no quería ir, pero tarde fue que reacciono porque para entonces se encontraba a unos pasos de la banca que estaba en aquel puente donde el genin esperaba por ella.
— Oh, hola Sakura-chan, pensé que no vendrías — hablo el castaño
— Hola, si pues tenía que pasar por aquí de todas formas — una risa nerviosa salió de la pelirrosa.
Sus pensamientos iban de uno a otro, ¿Y si Sasuke me ve aquí y piensa que me gusta este tipo?, como si le importara, contesto una voz en su cabeza.
— ¿...Y que piensas? — la voz del joven la saco de su trance
— Perdón, ¿qué dijiste?
— ¿Qué-e si tú... querías salir conmigo? a una cita... — tartamudeo
— Oh, lo siento, no estoy interesada — contestó
— ¿Hay alguien más?
— Si, lo siento
— ¿Es aquel que te a seguido? — pregunto
La cara de confusión de Sakura delato que no tenía idea, trato de buscar a Naruto por todos lados y no lo vio.
— ¿De quien hablas? — pregunto Sakura.
— Yo creo que mejor me voy — dijo el castaño para después salir corriendo.
La joven no sabía a qué se refería. ¿Alguien la seguía?, se preguntó, aunque era evidente quien había sido, Naruto. A paso apresurado siguió su camino, si se llegaba encontrar a "ese cabeza de maíz" le partiría la cara.
La confusión se hizo más grande cuando no tardo en encontrarse a su compañero yendo en dirección al puente acompañado de Shikamaru y Chouji.
— Sakura-chan, ¿te encontraste con ese tipo? ¿estás bien? — pregunto el rubio - ¿no te hizo nada verdad? Yo-yo iba para allá para ver si estabas bien, pero creo que me e tardado un poco'ttebayo.
¿Entonces quien era el que me seguía?, se pregunto a si misma, una parte de ella quería, añoraba y soñaba que fuese Sasuke, pero su mente trataba despabilarla de sus fantasías.
— Todo bien Naruto
— ¿Y que le dijiste? ¿Lo rechazaste verdad?...
— Eso a ti no te importa
Ignorando todo aquello que dijo después el ojiazul, ella siguió su camino hasta casa donde aun tenía esa lucha interna entre ilusionarse con que fuese Sasuke aquel que la había seguido y la cruda y muy triste realidad, que no podría ser otra más que una confusión del tipo con el que estaba.
Ese mismo día, aquel que te a seguido.
Luego de dejar a sus compañeros en la oficina del Hokage el joven Uchiha caminaba a paso lento hacía su casa, su andar fue apresurado cuando escucho al cabeza hueca de Naruto acercarse evitándolo exitosamente.
Es tan ruidoso, pensó.
Estaba debatiendo mentalmente si ir a casa era lo mejor, tal vez podría entrenar un poco en algún lugar del bosque y así evitarse tener que estar solo en casa. Luego de un momento pensándolo decidido ir a perfeccionar su técnica lanzando kunais; volvió a caminar lento mientras pensaba pero ahora fuera del sendero habitual para no tener que  lidiar con encuentros innecesarios, uno de ellos era tener que encontrarse con la desagradable escena de Sakura con otro niño, ella era tan fastidiosa, tan amable pero molesta, pensó el pelinegro, realmente no sabía como sentirse al respecto, llevaba un buen tiempo tratando de formarse una opinión sobre ella, estaba confundido.
No debería de ponerme a pensar en ella, se regañó a sí mismo, ¿a quién le importa? yo tengo una meta, concluyo.
Continuaba con su andar cuando una risilla nerviosa llego a sus oídos, Sakura, la pelirrosa se encontraba con el niño que suponía era el de la carta, un tipo de su generación bastante mediocre desde su perspectiva. Su curiosidad por la respuesta de Sakura creció al verla sonrojarse y trato de estar cerca al subir a un árbol, sin embargo, no alcanzo a escuchar nada, aunque por un momento hizo contacto visual con aquel chico quien salió a paso apresurado luego de verle, una sonrisa de victoria se dibujo en su rostro cosa que trato de borrar inmediatamente.
— Veo que si te importan tus compañeros — una voz grave le dirigió esas palabras, Kakashi.
El pelinegro quedo anonadado ya que en ese momento había quedado atrapado por su sensei, tratando de disimular y que sus acciones se mal interpretaran de tal modo que Kakashi pensara que Sakura le importaba acabo de por decir:
— Estaba buscando un kunai que lance — dijo con voz escéptica
— Oh vaya, interprete mal — una sonrisa se formó detrás de la máscara de Kakashi que era tan notoria por las arrugas que se formaban en la comisura de sus ojos — bueno, creo que tengo que irme, deberías escoger mejores lugares para entrenar, puede que la próxima vez no le dé al árbol si no los pretendientes de Sakura.
Sasuke no dijo más, sabía que no había engañado a nadie, pero ignoraría todo
Eso jamás paso, se dijo.  
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Esta historia es propiedad de nastyjaeger, no copies ni resubas.
Los personajes son enteramente de Masashi Kishimoto
Publicado: 15 - Ago - 21
Sígueme en Wattpad: @nastyjaeger
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victoriadetinder · 4 years ago
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CAPÍTULO TERCERO: Nunca dejan de sorprendernos.
Si ustedes creyeron que no podía encontrarme con algo peor que Saúl, o por lo menos no tan pronto, se equivocaron, la estupidez de los onvrez no es medible amigas. Antes de empezar a contarles dos malas experiencias (no era necesario gastar un capítulo para cada uno), quiero compartirles un poco de mi contexto cuando empecé a usar la aplicación: era agosto del año pasado y yo acababa de cortar con mi exnovio, él es un  gran tipo y cortamos en buen plan porque él emprendió un viaje a Argentina para seguir estudiando. Pero yo lo extrañaba y estaba un poco triste, a pesar de eso, quise apresurar la cosas y tratar de superarlo lo antes posible. Me puse a trabajar como loca y también a viajar, se me ocurrió descargar Tinder porque quería probar salir con varios tipos a la vez y porque me gusta mucho cojer.  Sabía que podía encontarme con varios tontos pero pensaba que si era sólo sexo lo que me uniera a ellos, no habría problema… y no debería haberlo amigas. 
Últimamente he escuchado varias veces que el sexo casual es sólo un intercambio, y sí, pero el acuerdo no tiene por qué ser hostil, el sexo casual no debería estar peleado con el respeto y la ternura. El sexo tendría que ser un lugar seguro, de exploración del placer mutuo, los involucrados podrían gozar de múltiples beneficios como los benditos orgasmos, las risas durante el coito, las caricias, las miradas, los gestos… El sexo bien hecho es como drogarse pero sin daños a las salud, es de lo mejor de la vida, pero muchos (muchos) vatos insisten en arruinarlo porque son demasiado inseguros y quieren imponerse, creen que deben cuidarte o poseerte, así, algo tan genial y explosivo, se convierte en situaciones súper incómodas y violentas. Además, es verdad que la educación sexual basada en el porno y el mal cine, les ha hecho mucho daño. Realmente pueden llegar a ser muy retorcidos, creen que logran una hazaña cuando una mujer se desnuda frente a ellos y ven el sexo como un premio por tratarnos bien.
¿Recuerdan que les dije que el sexo es uno de los lugares donde mejor podemos observar el machismo de los onvres? Pues ahí les van dos de mis peores experiencias, tal vez estas estén en el top, así que prepárense.
HISTORIA 1: El argentino.
Poco después de Saúl conocí “Al argentino”, le pondremos así porque afortunadamente no recuerdo su nombre. Era un sábado soleado de agosto, fui al centro con mis amigos a ver una obra de teatro argentina y dió la casualidad de que un argentino guapetón estaba muy cerca, así que lo invité, él estaba patinando cerca, así que llegó corriendo justo unos minutos después de haber empezado la función. Fue un rato un poco extraño, porque era la primera vez que nos veíamos, pero guardamos silencio por un largo rato, mientras duró la obra, compartimos algunas miradas y risas, era una obra sobre ex-soldados que pelearon en la Guerra de las Malvinas, ambos la disfrutamos.  Al terminar, el argentino y yo quisimos ir por cerveza, como mis amigos no quisieron, me despedí de ellos. 
Entramos en el primer bar que encontramos, era un lugar muy estruendoso, tanto por la música como por el color de las paredes, sonaba música de banda y reggaeton y a mí me dio mucha risa porque él hacía caras muy graciosas escuchando la letra de las canciones. El argentino era un tipo bastante peculiar, en su descripción de Tinder puso algo como chill and 4:20, la mayoría de sus fotos eran en la playa, él asoleándose en la playa, fumando en la playa, surfeando en la playa, blabla, era güero y tenía toda la pinta de hippie playero pero millenial, con una voz bastante graciosa. Me contó que había viajado a varios países y yo quise saber más, le pregunté si no le daba miedo viajar solo, y él respondió que no, que era un pez y lo que le daba miedo era quedarse encerrado en una pecera, yo sonreí. En ese momento, todo lo que tuviera que ver con trotamundos me atraía, quería que, de alguna forma, se me pegara su libertad y desapego por las cosas, me gustaba imaginarme a mí misma en los lugares que él había visitado. En ese momento de mi vida yo aún no había viajado sola y era algo que anhelaba con todo mi ser. Él dijo que al día siguiente iría a las ruinas de Teotihuacán y me invitó,  dijo:
Eh linda, te quedás conmigo esta noche y nos vamos mañana a las pirámides.
Dije que lo iba a pensar pero en realidad me gustaba la idea de un pequeño viaje inesperado. Cuando la música del bar nos hartó, él propuso ir al departamento del amigo mexicano con quien se estaba quedando,  porque tenía fiesta. Me preguntó con su acento argentino:
- ¿Te gustá el dubstep?
- Sí. Respondí, pero en realidad no sabía de qué mierda hablaba. 
En el departamento de su amigo habían luces verdes y un Dj tocando, no recuerdo qué pero sonaba como esto: https://www.youtube.com/watch?v=BGpzGu9Yp6Y, yo disfrutaba bailar mientras él hablaba de música electrónica. En un momento de la noche me preguntó si  tenía raíces de otro país.
      Argentino: ¿Tus abuelos son mexicanos?
      Victoria: Sí.
      Argentino: ¿Y no tenés familiares de otro país?
      Victoria: mmm no que yo sepa… el esposo de mi tía es canadiense…
    Argentino: No… es que tu rostro es muy bello, tené facciones como de otro país… como              rasgos árabes...
Yo hice un gesto como de no entender, luego el dijo algo más pero por el volumen de  la música no alcancé a escucharlo, así que seguimos bailando. Mientras movía la cabeza hacia adelante y hacia atrás,  yo pensaba: “¿este pendejo quiso decir que las mexicanas no somos bellas?”. Seguimos bailando y me ofreció algunas bebidas, pero yo no tenía ganas más que de fumar y bailar. Mientras bailábamos, él rozaba sus dedos sobre mis caderas, poco a poco fuimos pegando nuestros cuerpos y luego nos besamos, fue un beso muy intenso. De pronto me sentí como en una fiesta de la prepa, yo llevaba ombliguera y pantalón de mezclilla, él unos vans y bermudas y nos besamos largo rato con la lengua. Poco después, me tomó de la nuca y susurró “Vamos arriba”, asentí, él tomó mi mano y nos metimos rápido en el elevador, yo ya estaba muy excitada. 
Los elevadores siempre me han parecido un buen lugar para coger, ahí, él me puso de espaldas y me besó el cuello, había un espejo frente a nosotros y yo veía mi rostro; estaba roja de la cara y los labios, mis ojos eran más grandes y mi cabello parecía más ondulado de lo normal (amo cuando la cara me cambia durante el sexo). Subimos hasta la azotea y ahí cojimos recargados sobre la barda, yo podía ver las estrellas a cielo abierto, no hacía frío y lo hicimos duro, con mucha adrenalina, y también con un poco de dolor de rodillas gg.
Cuando bajamos, la fiesta ya había terminado, yo me sentía mareada así que le pedí al argentino ir a dormir, cuchareamos y dormimos en el sofá-cama que le prestaban. Al día siguiente despertamos muy tarde y el plan de Teotihuacán se canceló, en vez de eso fuimos al súper y preparamos un almuerzo bastante rico. Después de comer y fumar una hierba muy poderosa volvimos a su cuarto y comenzamos a fajar, él comenzó a actuar extraño, quería desnudarme rápido y comenzó a ¿besar?, más bien succionar mis pechos y a apretarlos con las manos, le dije que parara y luego me desabrochó el pantalón para meter sus dedos, lo cual me molestó mucho más, pues lo hacía de manera violenta y torpe, lo alejé de mí y él dijo:
   Argentino: ¿Qué pasa nena?
   Victoria: ¿Qué te pasa a tí? ¿Qué estás haciendo?
  Argentino: Quiero que te vengas, como ayer.
  Victoria: Pues ve un poco más lento.
  Argentino: Dale.
Seguimos, él llevó mi mano a su miembro y preguntó: ¿Me lo chupás?. Yo me saqué de pedo, él tomó mi nuca igual que el día anterior y dijo:
   Argentino: Vamos, ya te viniste tú ayer, ahora me tocá a mí.
En ese momento todo se detuvo, y no les voy a mentir, el argentino me estaba cayendo bien, así que me sentí como una estúpida, corté todo, no dije nada y tomé mi ropa mientras él me preguntaba una y otra vez si estaba bien y qué había dicho. Es increíble cómo los onvrez pueden ser pendejos sobre su pendejez. Yo me sentía de la chingada y no pude decir nada, quería llorar y salir lo más pronto posible. Cuando llegué a la puerta él estaba desesperado.
  Argentino: Victoria, dime algo, ¿a dónde vas? Quédate. ¿qué dije?
  Victoria: ¿Qué dijiste? ¿De veras no lo sabes?
  Argentino: No sé, la estábamos pasando bien. ¿Fue por que te pedí que bajaras?
  Victoria: Es porque eres un tremendo idiota.
Salí de su casa y alcancé a escucharlo gritar: “¡Victoria, perdón! ¿querés que te llame luego?”. Corrí por la calle y lloré , no sé bien por qué, creo me sentí utilizada y estúpida, me culpé por haber pasado la noche con un idiota y tuve mucha vergüenza, no supe bien qué hacer así que vagué por las calles un rato, hasta que llame a una amiga para refugiarme en su casa.
HISTORIA 2:  El casanova ladrón.
Para no hacérselas más larga resumiré mi historia en lo siguiente, más o menos por septiembre conocí a Moi y a su perrita Lu, una linda Border collie con pecas. Moi es de los que usa a su mascota como técnica de ligue, en su perfil tiene varias fotos con ella y la neta sí está bien preciosa, me escribió:
Victoria! Dice Lu, mi perrita, que si jalas a pasearla y que su dueño (que esa toda madre), picha los tacos y las cervezas. (:  
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A mí me sonó bastante bien, así que nos citamos poco después en un parque en La del Valle, ese día  él llegó tremendamente tarde y se disculpó invitando la comida, yo ya estaba ahí y no le ví caso a reclamarle. Cuando buscamos lugar yo le expliqué que estaba tratando de dejar la carne, él no tardó en juzgar mi dieta vegetariana (“porque me hacían falta carbohidratos y los taquitos son geniales”), a mí me dió igual, la mayoría de gente dice eso. De camino a su departamento él compró una botella de vino, cuando llegamos conversamos un rato mientras bebíamos y luego comenzamos a besarnos.
Creo que una de las cosas que me gustan de tinder es que todo se puedo volver muy emocionante cuando conoces a alguien por primera vez, Moi era bastante guapo, unos años mayor que yo y actuaba muy seguro de sí mismo, como teniendo todo bajo control, súper sonriente, bromista y amable.
Luego de coger el jugó un rato videojuegos, como yo nunca he jugado sólo lo observé mientras me terminaba la botella de vino, la escena se tornó graciosa porque él comenzaba a molestarse cuando perdía, de pronto el adulto de 30 se convirtió en niño y yo me aburrí, se hizo tarde y me despedí. En general, la pasé bien, sin embargo, olvidé tres de mis anillos en su casa, le pedí por whatsapp que me los guardara y luego bromé diciendo que  me urgía verlo sólo para recuperar mis anillos. Más o menos así fue la conversación:
   Victoria: Voy a tener que pasar por mis anillos urgentemente. ;)
   Moi: jeje no voy a estar en mi casa estos días pero te aviso cuando regrese a la ciudad, va?
   Victoria: va :)
Pero luego de unas semanas él no respondió y la urgencia por mis anillos se volvió real pues no quería perderlos.
    Victoria: Hola. Oye sí quiero mis anillos jeje podemos vernos solo para eso?
    Moi: Hola, te digo que ando fuera, por mi trabajo, cuando vuelva te mando mensaje.
    Victoria: ok… y más o menos cuándo será eso?
    Moi: como en dos semanas, no te preocupes, no me voy a robar tus anillos.
    Victoria: Yo sé pero los extraño.
Llegó noviembre y Moi seguía sin dar señales de vida, entonces recordé que Moi había dicho que una amiga suya pasaba a veces para pasear a Lu.
    Victoria: Oye no es mal plan, solo quiero mis anillos, ¿podrías dejarlos con tu amiga y yo paso por ellos?
     Moi: Sabes qué, ya es un poco molesto que me estes mandando mensajes, ya te dije que ando trabajando, si los querías tanto por qué se te olvidaron en primer lugar?
      Victoria: Pues perdón, no quiero molestarte, solo quiero mis anillos.
      Moi: Pues es que no mames, sí es muy molesto.
     Victoria: A ver creo que yo te estoy hablando super tranqui, ya pasaron más de dos meses y no tengo noticias tuyas, creo que es justo que te esté buscando.
      Moi: Yo creo que no es justo y ya me harte, perdón pero ahí nos vemos.
Y el tarado me bloqueó.
Lo más triste es que uno de los anillos fue un regalo de un ex y estaba bien chido, nunca entendí cuál era el pedo de devolverme los anillos o de responder en whatsapp. El caso es que el galancito terminó siendo muy grosero y robó mis preciados anillos.
El caso chicas, es que estas dos experiencias me hicieron sentir muy mal, sentí que era mi culpa encontrarme con tipos así, pensaba que de alguna manera era una lección por buscar sexo casual, incluso abandoné Tinder por unos días porque quería evitar más situaciones así. Pero hoy pienso que lo peor que podemos hacer es seguir culpándonos, estas experiencias definitivamente me enseñaron a cuidarme más y ser más observadora, pero creo firmemente que por ningún motivo soy culpable de haber perdido mis anillos o de que el idiota argentino casi casi me forzara a mamársela. Es decir, yo busco pasarla bien y por ende que el otro la pase bien, se trata de respeto y cuidado hacia una persona con quien estás compartiendo un momento chido, si ellos no pueden con eso, lo único que podemos hacer nosotras es alejarnos y empezar a tomar nuestras precauciones, pero jamás jamás se juzguen a sí mismas por buscar placer en otras personas si el acuerdo ha sido mutuo.
Con estas experiencias fuí aprendiendo poco a poco a decir lo que me molesta en el momento y a ser más determinada, por ejemplo, si llegan tarde a la cita, me voy, aunque sea algo informal sigue siendo mi tiempo, y si dicen algo idiota como “Eres muy bella, tenés rasgos de otro país.” digo exactamente lo que pienso en el momento. Así, eres fiel a tí misma y además te ahorras disgustos.
Sin embargo, eso de ser fiel a tí misma no es tan fácil, o no lo ha sido para mí, porque yo tenía asumido que era una chica segura de sí, sin embargo, a veces descubro que actúo distinto sólo para no parecer antipática o para no romper el momento y creo que eso es algo que he aprendido con el paso del tiempo, pero que ya no quiero. Por eso practico todos los días preguntándome si me siento bien o si no desearía estar en otro lugar o si realmente el tipo me agrada o si estoy de acuerdo con lo que dice, es un trabajo de prueba y error, de constancia y de amor a tí misma.
De pronto me puse cursi jaja, espero que se hayan entretenido amigas y sobre todo que hayan encontrado algo útil acá, les mando mucho cariño, las abraza su amiga Victoriadetinder.
PD: A todas las que me han estado leyendo y dando sus comentarios, muchas gracias, me encantaría que me dijeran si tienen alguna duda con la que pueda ayudarles o si leyeron algo con lo que no están de acuerdo conmigo, también estaría chido discutirlo. Además he estado pensando en hacer este blog más interactivo, si a alguna le late la idea de compartir su experiencia hágamelo saber para que empezaramos a hacer una lista de las chicas que les gustaría participar en mi blog, no importa si no tienen Tinder, con que se hayan sentido identificadas es suficiente :3. Besitos a todas.
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ariadnassecretdiary · 5 years ago
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Hola Ari, vengo con otra pregunta similar a la anterior ^^ ¿Has pensado cómo sería un AU en dónde Ariadna es un ángel y Kino un demonio? Algo así como Romeo y Julieta, un romance prohibido y tormentoso. 💔 ¿cómo se desarrollaría su relación en un universo así? ¿Tendrían un final feliz o trágico? Creo que esta idea también tiene mucho potencial, personalmente yo amo las historias de este tipo. ♡
Mun Ari: Hmmm…pues…buena pregunta xD
Largo como siempre, ya no sé porque me molesto en intentar mantenerlo corto ^^’. Bueno continuo bajo del corte
Si tomamos en cuenta ciertos aspectos como tal religiosos y me baso un poco en ciertos libros que he leído de esta temática…sería muy complicado ;-;
Para empezar: Ariadna sería un ángel enviado para proteger a los humanos y a la tierra en general de la destucción y/o de ser corrompida por los demonios. Llegaría con un sentido del deber y su misión bien clara, poniéndose a trabajar de inmediato. Me imagino que Ariadna sería un ángel que estaría muy en contacto con los humanos (ella tomaría una apariencia sencilla) y los ayudaría en lo que pudiera sin revelar su naturaleza (claro que me imagino que ciertas personas serían capaces de saber sobre su verdadera naturaleza y solo les pediría que guardarán el secreto), tendría mayor cuidado y cariño por los niños.
Ariadna conocería a Kino porque detectó un aura malvada cerca y se lo topó. Depende que hiciera Ariadna se aproximaría de manera educada para pedirle que se retire y vuelva de dónde vino; si las cosas se tornan complicadas no tendría más opción que pelear contra él (con espadas y toda la cosa :3).
Seguirían encontrándose…muy seguido para su pesar. Ariadna es muy fácil de leer para Kino: al ser un demonio primero analiza a su víctima y después disfrutaría de molestarla y hacerla enfadar. Disfruta de verla perder la infinita paciencia que tiene y más aún si terminan en un duelo. Eso si: Ariadna tendría especial precaución en no revelar su aprecio a los niños, porque sabe que Kino iría directo con ellos y son más fáciles de guiar por el mal camino.
Kino llegaría a engañar a Ariadna para hacerla “hacer una apuesta amistosa entre ellos”, así la distraería de su misión y él tuviera el camino despejado de su intervención…que llega a ser molesta.
Pasarían más tiempo juntos debido a eso y aunque ven la vida y las cosas de manera distinta, en muchas cosas tienden a coincidir. Han visto a la humanidad y al mundo desde sus inicios: Kino piensa que la tierra estaría mejor sin los humanos, son seres imperfectos además de estúpidos y se lo hace saber a Ariadna constantemente; ella en cambio los encuentra interesantes y los quiere.
“Se les dio este mundo para que lo cuidarán y ve lo que han hecho: destruirla y destruirse entre ellos”
“Eso es porque son criaturas de prueba y error, han olvidado su misión en la tierra y por eso estamos aquí…para hacerlos recordar”
“¿Por cuánto tiempo más ustedes perdonarán su conducta?”
“Hasta el día en que ustedes dejen de desviarlos del buen camino”
“Muchas veces nosotros no necesitamos intervenir para que ellos se vayan por el mal camino: a veces son incluso peores que nosotros. Ellos mismos crearon aquellas cosas que los están condenando”
“Sin embargo, hay muchos que aún intentan hacer el bien. Con deseo de ayudar, mejorar y sobre todo de amar. Hacen que el mundo sea un mundo mejor. Escúchame bien Kino: mientras sigan habiendo humanos buenos, la esperanza y el amor no morirán y nosotros estaremos ahí para protegerlos”
Muchas veces Kino intentaba hacer a Ariadna cambiar su amor por los humanos mostrándole los lugares y actos más horribles del mundo, obras especialmente hechas por humanos. Incluso llegó a notar como había muchas ocasiones en las que ella no intervenía, por mucho que quisiera. Incluso cuando podía ver el dolor y sufrimiento en su mirada, ella seguía defendiéndolos pero inmóvil.
“Si tanto te afecta ¿por qué no haces nada al respecto? ¿Acaso te has dado por vencida? ¿Ya has visto la verdadera naturaleza del ser humano?”
“No…pero no puedo hacer nada”
“¿Y eso por qué?”
“No puedo ayudar a quien no desea ser ayudado. Un corazón es como una casa: no puedo entrar si no me han invitado dentro. No puedo obligar a alguien a que me deje entrar, pero aún así no dejaré de tocar a su puerta”
“¿Y por qué sigues insistiendo en tocar la puerta? ¡deja que se ahogue en su propia miseria y estupidez tonto ángel!”
“Porque…yo los amo. Aún con lo imperfectos que son: yo siempre los perdonaré y seré la más feliz cuando por fin me dejen entrar en sus corazones. Hasta entonces…seguiré tocando a su puerta”
Kino empezó a ver la vida de forma distinta. Cuando habían veces que Ariadna parecía muy inocente e ingenua, casi estúpida, lo sorprendía con su sabiduria e inquebrantable amor y fe en los humanos. Empezaba a ver la vida de manera más hermosa: empezaba a ver como un ángel. Ariadna en cambio ahora veía las dos caras de la moneda…o bueno del ser humano. Sabía que no eran perfectos, pero parecía que el plan de Kino le había salido mal y en vez de corromper a un ángel…parecía que ella lo estaba cambiando a él.
Ambos eran seres opuestos, inmortales pero a la vez se complementaban y entendían. Dejaron de pelear y en cambio se terminaron enamorando. Kino fue quien se dio cuenta primero de sus sentimientos por ella y con lo perspicaz de su naturaleza creía que ella de igual forma sentía lo mismo…pero no estaba seguro. Él fue quien se lo confesó y Kino podía ver miedo en su rostro por primera vez desde que la conocía.
“¿Ahora por qué haces esa cara?”
“¿Es que no lo entiendes? ¡Esto está mal! ¡No debería estar pasando!”
“¿Qué tiene de malo? Yo te amo y tú también a mí”
“¡No lo entiendes! ¡Está prohibido! ¡Qué un ángel y un demonio se enamoren y estén juntos es imposible!”
“Y sin embargo aquí estamos…¿No hablabas cómo el amor era la fuerza más poderosa del mundo?”
“¡Esto es diferente! Cuando un humano lo entiende y lo usa hace cosas maravillosas…¡cuando nos pasa a nosotros es tabú!“
“¿Por qué es diferente?”“¡Porqué somos enemigos desde tiempos lejanos! No podemos…”
Sería muy doloroso para ambos y es que ambos saben que pasaría si alguien lo supiera.
En el caso de Kino, los demonios eran impredecibles: podrían incitarlo a usar esto en su favor y corromper a un ángel o podrían considerarlo débil y traidor.
Pero una cosa era segura, en el caso de Ariadna no habría duda: el único resultado es que la castigaran. Es bien conocido que, como protectores del mundo y enviados del señor, son muy severos con el cumplimiento de sus reglas.
En el mejor de los casos: Ambos podrían buscar la forma de estar juntos y eso solo sería posible si se vuelven humanos o alguno de ellos se vuelve en la criatura del otro (ej. Kino se vuelve a ángel o Ariadna se vuelve en demonio). Eso es realmente es difícil, ya que tendría que ser Ariadna y ella no queda para nada como demonio y los ángeles nunca aceptarían a un demonio como ángel. Lo fueron alguna vez y fueron castigados por su soberbia y traición.
En el peor de los casos (y el más probable que pasará): Ariadna sería llamada por la corte celestial y: 1) la podrían desterrar volviéndola en demonio (repito); 2) la encierran y si promete nunca más volver a ver a Kino entonces podría seguir siendo un ángel; 3) irían tras Kino y lo matarían por intentar corromper y seducir a un ángel, tal vez en el proceso también ejecuten a Ariadna o… 4) la peor de todas: sería perdonada y tendría prohibido volver a la tierra y así evitar que vuelva con Kino.
Yo considero (aunque me parte el corazón ;u;) que el resultado más probable es en el que Ariadna tenga prohibido volver a la tierra (ya que es ahí dónde podría reencontrarse con su amado), nunca más volvería a ver ni a saber de Kino, por toda la eternidad…
¿qué peor castigo para los amantes que el no poder estar juntos? ¿qué es peor para un ser inmortal que el pasar una eternidad en soledad?
La respuesta es ambas: pasar el resto de la eternidad sin poder estar con quien amas. Peor aún, sabiendo que la misma razón por la que están en esa situación…fue por el amor que sienten el uno por el otro.
*Mu Ari: Me extendí mucho…una disculpa :(. Me tardé más en aterrizar mis ideas la verdad. Era un tema bastante extenso en cuestión de explicar y había muchos posibles resultados sin hacerlo aburrido. Para mi fue una historia con un amor prohibido y controversial…me gustó mucho. Fue un buen reto, me gustó mucho mucho :3. ¡MUCHAS GRACIAS ME GUSTÓ BASTANTE!
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lucasgarciacornejo · 5 years ago
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Una vida para dos
– No sé porqué tanta alarma, tanta preocupación. Acá estoy, llegué, y estoy bien.
– Pero me dijiste que ibas a llegar anoche. Te esperé…
Los dos de pie hundiéndose en la alfombra mesozoica, clavando palabras en las paredes y su humedad. No había humor para reclamos, en nada que hubiera al rededor.
– Viky, esto ya lo hablamos, no me hagas volver a ….
– ¿a qué? ¿A explicármelo de nuevo? Explicámelo de nuevo, diez veces si querés, y no lo voy a entender nunca. “Me voy pero vuelvo, es lo único que importa” – Viky levantaba los hombros muy graciosamente y emulaba las excusas de Robert, que eran siempre las mismas. Las recitaba como si se tratara de una niña repitiendo la lista del súpermercado – “Si me amas, quedate tranquila, no hay nada de qué preocuparse”, ¡Si, genial! Pero no puedo vivir sin saber si sos un narcotraficante o sos el proxeneta de acá a la vuelta, o tenes una banda de ladrones, ¡o tenes otra mina! ¿tenes otra mina, Robi?
–Viky… – comenzó a explicar con una mano tapándose el rostro, en facepalm, lúgubre.
– Qué – Ella abrió los ojos verdes grandes, aun mas grandes – ¿Tenes...? ¿tenes otra? ¡Yo sabía!
– No tengo otra – con tranquilidad dijo, sin gritar porque ella justo se callaba. Siempre que gritaba se callaba en algún momento, para escuchar. No era tan escandalosa como pretendía ser.
– Lo sé…
Dio media vuelta, agotada, y se fue a uno de los sillones. Se derrumbó. No le cuadraba el papel de pedir explicaciones, pero sentía que tenía que hacerlo. No porque correspondiera, sino, de alguna forma, para poder protegerlo. Viky sentía que él no terminaba de confiar en ella del todo. Robert, quizás le ocultara sus actividades también, para protegerla.
– Lo hemos hablado un millón de veces, te pido que me entiendas. Es mejor así, Viky.
Él, también agotado por la frustración de querer relatar con lujo de detalles su obra diaria, ya no sabía cómo separar ambos entornos de su vida, para él incompatibles.
Se sentó en el sillón, a su lado.
– Vamos a descansar, fue una noche complicada. Dejémoslo así.  Mañana…
– No – dijo ella, interrumpiendo cortante. Como un “no” final.
– Si, Viky, como siempre, dale.
Ella se levantó en un movimiento que se repetirá eternamente en la cabeza de Robert. Se levantó dejando una estela infinita de su otros “yo” del pasado, que se vuelven a sentar, mentirosamente. Se levantó y sin dejar ver su rostro, en lo que sería luego un recuerdo impersonal, eterno, se fue. Volvió luego de infinitos años luz con un bolso de correa al hombro y una valija con rueditas.
– Esto no puede ser así – dijo ella aún sin mirarlo a los ojos – Así no puede ser.
– Viky… – se levantó y fue a buscarla, a interceptarla a la puerta.
Los cuadros con tierra y los muebles también, eran un merito de ella, porque él no había tenido demasiada participación en la conformación de ese hogar. Las persianas bajas desde ayer, y sus doce llamadas perdidas en el teléfono de Viky, de su jefa, eran merito de ella también, por una irrefrenable sensación de estar viviendo ella sola una vida para dos. Como esos actores que hacen doble papel en una película. Dando, Viky, siempre explicaciones inventadas, tratando de recordarlas todas para decirles a todos lo mismo, y no caer en la debilidad. Debilidad que sentía ya sobre su espalda, porque todos hablaban. No duraba en ningún trabajo, y la depresión de haber tenido todo, pero haberse dado cuenta de que era un holograma, la retenía durante días en su casa, esperando tener el momento de finalmente enterarse en qué consistía esa vida que ella vivía sola, una vida para dos.
– No te podes ir – le dijo él, sin querer realmente decir eso – No hay motivos
– Para mi hay un motivo, Robert, y es que no sé con quién vivo – Ella, con sus pies ya en el frio piso del pasillo, ya fuera del departamento, mientras la antigua luz que había puesto el consorcio aun intentaba quedar prendida, se dio vuelta para mirarlo a los ojos, quizás por ultima vez, y decirle:
– No sé quien sos.
Y se perdió detrás del marco beige y descascarado de la puerta de entrada del antiguo departamento.
Unos días mas tarde, y en el preciso instante en el que Viky contemplaba la pila de platos sucios en la pileta de la cocina, residuos de la noche anterior, residuos de la primer cena con sus amigas y amigos en seis meses, pensando “platos sucios que voy a lavar, para lavar también mi autoestima”, en ese preciso instante, el timbre interrumpió el caer del detergente en la esponja, nuevita la esponja.
– Ay, no  – dijo ella al abrir la puerta, y se tomó la cabeza, dando media vuelta, yendo a tirarse a un sillón que ya no estaba, derrotada en su intento de formatear el disco duro de su nostalgia.
–Viky, perdón, pero creo que esto no puede suceder así. Creo que… ¿Me dejas entrar?
Robert estaba dubitativo, y Viky no lo veía así de inseguro desde que tenía que vacunarse hacía unos cuatro o cinco años. Había sido un hombre bastante seguro y tranquilo, como si estuviera viviendo todo, absolutamente todo, por segunda vez, e incluso lo que forzosamente era nuevo, parecía enfrentarlo con la seguridad de la experiencia. Este día en el que pretendía ser escuchado por Viky, y re-formular la vida de ambos, ese día, estaba inseguro.
– Estaba a punto de poder comenzar una vida, ¿ves? –dijo Viky señalando la pila de platos
– Eso también lo podías hacer allá. Es más, al principio…
– Al principio pensaba que después de un tiempo te ibas a animar a contarme de tus “actividades”, pero no.
– Vine… – buscaba las palabras, pero no parecía estar muy seguro de cómo decir lo que quería decir – vine a eso.
Ella estaba apoyada en la mesada, con la cabeza hundida en los hombros, de espaldas a la puerta, mirando por la ventana blanca de luz blanca entre paredes blancas, la ciudad de ruidos y quejas. Se dio vuelta.
– ¿A qué?
– A decirte… lo que hago. La verdad. No quiero que lo nuestro se termine por mi… Por mi.
– No es tan fácil – argumentaba ella, frunciendo el ceño, sintiéndose incomprendida – pasaron muchas cosas, muchos años de no saber. No puedo cambiar el chip, como dice tu mamá. Ahora vos venís...
– Soy Batman, Viky.
Él se adelantó con dos pasos que parecían tener dedicatoria, y cerró suavemente la puerta, como si una bomba estuviera por estallar. Miraba al piso, y la miraba.
Ella lo contempló por unos instantes. Sus ojos se vidriaron y sentía nuevamente que la vida tenía alguna fijación con ella, con arruinar sus planes y sus proyectos de recomenzar.
– ¿Encima venís a tomarme el pelo? – Su boca se contorsionaba y estrujaba, sus gruesos labios salían hacía afuera conmocionados por la angustia incontenible – Te tomas el trabajo de venir hasta acá ¿solamente para verme así, para tomarme el pelo? ¿Para reírte de mi? ¿Porqué, Robert? – se llevó las manos a la cara, se dio vuelta y dejó salir el llanto, todo junto – ¿Porque?
Él se acercó, esquivó las botellas y las latas de cerveza, las cajas de pizza y las cartas, las hojas de personaje y la pantalla del máster. Cuando llegó hasta ella dudó, porque no sabía si era eso lo que quería hacer, pero de todas formas lo hizo. La abrazó. Ella se dejó abrazar un instante pero luego quiso escapar.
Se fue a otra punta del lugar, para poder mirarlo entero.
– Yo se que parece una estupidez,– volvió a hablar él, con su profunda voz de bajo que calmaba cualquier tormenta – yo reaccionaría mal también si alguien me dijeran algo así. Pero es verdad, Viky. Soy Batman.
– ¡Basta, pedazo de...! – Ellos no se insultaban, jamas. Aunque otras parejas lo hacían constantemente, ellos sentían que al insultarse se cruzaba una frontera de la cual era difícil volver – Basta… No entiendo porqué haces esto.
– Viky, te estoy hablando en serio, lo puedo demostrar.
– ¿Qué? No me digas que trajiste una mochila con un disfraz de Batman, ese que usaba Casero en Cha Cha Cha. Robert, por favor, andate.
– No me estás dando la oportunidad…
– ¿Oportunidad de qué? ¿De burlarte de mi? Andate, por favor.
– Traje a alguien – dijo mirando su celular.
– ¿Qué?
– Traje a alguien que puede dar fe de que lo que te digo es cierto.
Ella lo miró sin poder creer lo lejos que estaba sosteniendo semejante ridiculez. Fruncía el ceño, entrecerraba los ojos y las lagrimas corrían, ahora menos, por sus eminentes mejillas. Tenía ganas de mandar todo a la mierda.
– ¿Trajiste qué?
– Traje a un… colega, si se puede decir así. Hablé con él, le conté mi situación, nuestra situación, y como supe que no me creerías, hablé con él para que puedas ver que lo que te digo es cierto. Seguro que lo has visto en televisión. Es el comisario Seisdedos.
Ella cambió su incredulidad por sorpresa, ya que sabía muy bien quién era Seisdedos.
– ¿Trajiste a acá al Comisario Seisdedos?
– Está viniendo, me acaba de escribir.
– ¿Para toda esta… pelotudez?
– Viky…
Sonó el timbre.
– Ahí llegó. ¿Lo hago pasar o vamos abajo? – dijo él mirando el desastre que orbitaba la mesa ratona del living, y las manchas oscuras de la alfombrita naranja.
Ella no supo qué contestar, y no sabía en realidad si debía contestar.
– ¿Me estas hablando en serio?
– Te hablo en serio desde que nos conocimos en la fiesta de Santa Clara.
Ella lo miró de reojo, y su mirada se ablandó. Sus ojos dejaron de apuñalar, para ser suaves plumas. Él dio en la tecla. Ella pudo trazar un hilo desde los momentos de felicidad hasta esto, que era incomodo y un poco bizarro. Ella se dio cuenta que el hombre que tenía enfrente era el hombre que amaba. Le dio una oportunidad, para que al menos pudieran divertirse los dos con este paso de comedia que habían montado.
– No puedo creer que hayas traído a ese tipo, con el laburo que tiene, para esta estupidez.
Con ella adelante, dando zancadas, y considerando la situación completa mientras miraba el piso, bajaron por el ascensor los diez pisos hasta el hall del edificio de calle Belgrano.
Del otro lado de la puerta vidriada estaba el tipo, gordo, con el uniforme de policía, con cara de no saber muy bien qué es lo que tenía que hacer ahí, y el patrullero de fondo, estacionado en doble fila, en una de las calles mas transitadas del centro de la ciudad. Le costó embocar la llave en la cerradura, eran demasiados estímulos en poco tiempo.
Cuando pasaron la primer puerta se dio cuenta de que era él, no había dudas. Al darse cuenta de esto, la segunda llave también se rehusaba a entrar.
– ¿Te ayudo? – dijo él, pero ella no lo escuchó. Tenía demasiadas cosas en qué pensar.
El momento en que el comisario estaba parado del otro lado de la puerta, y Robert al lado de ella, y ella intentando abrir la puerta de entrada del edificio, fue mas que largo. Muchísimo, muy largo. Larguísimo. Tan largo que una mujer llegó a tocar el timbre del portero eléctrico, quizás para visitar a alguien, pero al ver la escena, que parecía estar en pausa, se fue sin esperar la respuesta. Alguien le contestó una vez se hubo ido, dos o tres veces, y colgaron, con puteada de por medio.
– Gracias por venir, Comisario – Se estrecharon las manos Robert y Seisdedos, una vez que pudieron atravesar el umbral.
– Por favor, faltaría mas, Robert – El comisario parecía mas dubitativo que Robert la noche en que ella se fue del departamento que habían compartido cuatro o cinco años. Tenía un bigote que le tapaba casi la totalidad de la boca, y una expresión bonachona. Sus ojos no ocultaban nada mas que la alegría que expresaban, con total sinceridad. Tenía una satisfacción que le inflaba el pecho, muy diferente a la estreches que se le ve por tv cuando tiene que hablar de algún crimen, en lenguaje policial.
– Con todo lo que haces por nosotros, no podía negarme – Cerró el veterano policía, ya dispuesto a saludar a la afectada mujer – ¿Como te va, Viky? Siempre me pasa lo mismo, yo…
– ¿Siempre viene tu pareja a decirte que es Batman, después de cinco años de secretismo?
– Te pido, Viky – comenzó Robert con semblante grave – que aunque no me creas, por ahora, no te burles, y tampoco lo andes diciendo en voz alta. Por la seguridad de todos es mejor mantenerlo en secreto.
– Señor Seisdedos – esgrimió Viky ignorando a su compañero de caminos – ¿Usted en serio tiene tiempo para esta ridiculez? Disculpe si le falto el respeto, pero es que francamente no puedo entender que usted, que debe tener mejores cosas que hacer, o gente a la que cuidar, venga hasta mi departamento para seguirle el chiste a mi nov… a él. – Un mundo de agua fría pareció caer sobre el alma de Robert, y le pesó el semblante, pero ella continuó – ¿Será que se conocen desde jóvenes y que se presta usted a estas cosas? ¿Será que le debe un favor? No entiendo, por favor, díganme que es un chiste, y listo, nos reímos y me voy, subo a mi departamento y me preparo que tengo un día bastante largo.
Mientras ella se expresaba de esta forma, escéptica y altanera, Seisdedos y Robert no dejaban de mirar para todos lados cuidando de que ningún ápice de información se filtrara de aquella incomoda conversación.
– No sé como explicárselo, Comisario – Dijo Robert levantando los hombros y dejándolos caer, en señal de derrota – Le expliqué por años que era mejor para ella no saber nada de esto, usted lo sabe porque lo ha vivido conmigo, todas las veces en las que he transitado mis culpas en silencio, sin poder desahogarme con la persona que mas amo – una sombra parecía llegar a los ojos de Robert, y a punto estuvo de caérsele un lagrimón – y ahora que le digo la verdad, no confía en mi.
– Viky, quiero decirle que estoy acá porque le debo mucho a este hombre, y un montón de gente de esta ciudad le debe la vida, pero no lo saben. YO personalmente estoy acá porque tengo que hacerlo, y ni en un millón de años voy a poder devolverle lo que ha colaborado con el cuerpo, ¿me entiende? No soy amigo de él, soy su colega y estoy orgulloso de serlo – el comisario apoyo su pesada mano en el hombro de Robert – Acá estamos metiéndonos en un tema que es para tratarlo así, a la ligera. Como miembro de la Policía Federal, y debido a mi cargo, puedo extender un certificado para excusarla frente a sus jefes. Deje lo que tenga que hacer esta mañana y venga con nosotros al café de acá la esquina, y hablemos con tranquilidad – Miró a los tortolitos en conflicto, y bajó el escalón de la entrada del edificio, diciendo desde la vereda – los espero ahí, va a ser mas seguro.
Ella miró al comisario mientras pronunciaba estas palabras. Lo miraba como quién ve a un cuadro cobrar vida, sacar brazos y zarandearte. Como quién ve un miedo a lo eventual volverse probable y luego volverse un hecho. Con la mirada perdida en los chicles negros pegados en la centenaria vereda, o mas allá incluso. Dio media vuelta y subió a su departamento. Robert la hubiera seguido sino fuera porque ella soltó la pesada puerta de entrada al edificio, dejándolo afuera. Como tantas veces él la había dejado afuera a ella. Batman nunca deja escapar estos detalles.
– Lo pensé – argumentaba Robert al comisario, ya en el café, mientras esperaban a Viky –pero mi traje tiene un sensor que se activa en la baticueva y Alfredo ya pone en marcha todo el operativo. No sería serio ponerme el traje solo para demostrarle que es verdad.
– No, tenes razón, era una idea nomas – Seisdedos sorbió su taza y la apoyó continuando – ¿y no le mostraste alguno de tus chiches? Esos aparatos los tenes vos nomas, son una locura. No le va a quedar otra que creerte.
– Ella no entiende de tecnología. Una vez deje sin querer un rastreador satelital en la cama de nuestra habitación y ni lo miró. Cuando le pregunté que le parecía mi teléfono nuevo, dijo que ni lo había visto. Tenía mas luces que un arbolito de navidad el coso ese, y ni le llamó la atención.
– Queda una sola cosa, Robert, te guste o no.
– Si – Robert se dejó caer sobre el respaldo de su silla y miró a la calle, donde la gente transcurría con sus tareas habituales – ya sé. Ya sé.
Ese día Viky jamás bajo de su departamento y no se encontró en el café con ese par de hombres que estaban decididos a desgranar su noción de realidad. Al contrario, se quedó en su cama llorando hasta que se hizo la hora de ir a la oficina. Recorrió las calles huidiza, escapando a las miradas de los patrulleros. Se imaginó todos los negocios turbios que podría tener Robert, como para que un Comisario se tomara la molestia de montar ese show. Drogas, prostitución, secuestros extorsivos, estafas millonarias. ¿En qué andaba Robert como para codearse con un comisario como si fuera su amigo de toda la vida?  Nada lícito, sino, no tendría tantos reparos en contárselo. Se puso a pensar en la salud mental de su ex. Pero al ver el convencimiento en la cara de Seisdedos, esta teoría quedaba descartada. Así, evadiendo pensamientos y a los patrulleros, llegó a su trabajo. Y así toda la siguientes semana, hasta que la realidad tocaría a las puertas de su percepción nuevamente.
– Llamé a mi vieja, llamé a mis hermanos, a mis amigos, ¡hasta a mi ex! Necesitaba que todos me dijeran que estaban viendo lo mismo que yo, que no me había vuelto loco – rio a carcajadas el colorado Wigdart, un compañero de trabajo de Viky, mientras ella llegaba a su escritorio.
– ¡A mi me pasó lo mismo! – contestó igualmente entusiasmado y divertido Andrés, otro muchacho que había entrado hace poco y que se encargaba del mantenimiento de las computadoras – ¡Encima es idéntico! Y las escenas que pasan son reales. No puedo creer que esté pasando. Si te pones a pensar, es el sueño de nuestra niñez ¿Cuantos años tenes vos?
– Cuarenta y cinco – Contestó Wigdart
– Bueno, yo tengo cincuenta y dos – dijo no sin pudor el rechoncho informático – y me acuerdo de haber estado toda mi niñez poniéndome un antifaz y dos lapices que eran los cuernitos que tiene él. Quería ser como él, y jugaba con los vecinos, nos peleábamos para ser él. Claro, todos queríamos ser Batman.
En medio del sorbo de su café de maquina, Viky se ahogó y tuvo que escupir la mitad del contenido. Los dos hombres se acercaron para socorrerla, la levantaron y le hicieron levantar los brazos. Estaba colorada. “Estas mas colorada que el Colo” rieron ambos hombres.
– Gracias, gracias – Viky decía mientras se limpiaba la boca con un papel mal impreso de ayer – ¿de qué hablaban? Perdón que me meta.
– De nuestro nuevo protector, Viky, – contestó Andrés mientras traía una silla de escritorio para sentarse cerca de ella – ¿no ves los noticieros?
– No hace falta ver TV–agregó el rojizo Wigdart a la vez que también se acomodaba en otra silla junto al escritorio de la recién llegada – el tema salió en todos lados: diarios impresos, diarios digitales, redes sociales, todas ellas.
– No vi nada, muchachos, estoy incomunicada del mundo, por mi salud mental. ¿Me pueden decir que pasó? ¿Dijeron...? – no quiso pronunciarlo pero lo hizo – ¿Dijeron “Batman”?
Andrés se levantó de un saltó, exagerando con toda su comicidad, diciendo:
– ¡Ah, bueno! ¡Pero esta mujer vive en un tupper! ¿Cómo puede ser que no te enteres del suceso mas relevante de los últimos...? Ayudame Colo ¿Cincuenta años?
– O cien…
– ¡O mas! – Andrés movía sus grasosos brazos por doquier para dar a los hechos la dimensión que él creía que tenían – Viky, tenemos a Batman. Apareció ayer en la Tv, en todos lados. Intervino en un tiroteo de la policía con unos narcos en la Villa 11-14. Todo el mundo, ¡Todo el mundo está hablando de él!
– ¡Pero por favor! – dijo la mujer, dando media vuelta en su silla giratoria, y agachándose para encender su CPU –ustedes, hombres grandes, ¿se creen semejante estupidez? Debe haber sido un idiota disfrazado de barman, digo Batman.
Ambos hombres se miraron y empezaron a reírse. El colo ya había estado buscando en su teléfono el video que se había viralizado y se lo mostró a Viky sin mediar palabra. En este se veía la grabación de una cámara de seguridad, a su vez grabada con un telefono, de una esquina de la villa, donde había unos patrulleros cortando la calle y los policías disparando. La toma dejaba ver también a lo lejos fogonazos de los narcos. En los treinta segundos que duraba el video se veía al murciélago humano depositando desde las alturas, uno a uno a los malvivientes cerca de donde estaban los policías. Lo dejaba como bultos, atados de pies y manos y amordazados. A lo lejos, se veía cómo los fogonazos de los disparos de los delincuentes iban cesando hasta acabarse. Cinco delincuentes detenidos por un ser negro, envuelto en una capa negra, que subía y bajaba del negro cielo, como un ángel oscuro.
– Cinco, Viky – explicaba ampulosamente Andrés – ¡Cinco! Y él solo. ¿Eso te parece una ridiculez?
– Pero por favor… – No quería creer, pero una adrenalina le recorría todo el cuerpo.
– Seguís colorada, ¿estás segura de que estas bien? – preguntaba el colo Wigdart.
– Sí, ¿porque no voy a estarlo? Estoy esplendida. O estaba, hasta que ustedes vinieron con esta sarta de pavadas. ¿Ya se fijaron de qué película sacaron eso?
Los hombres se miraron como no pudiendo creer la tozudez de su compañera.
– Te estoy diciendo que es real, mujer. – Insistía Andrés, ya desde el umbral de la oficina – Y si tenes alguna duda, te invito a que veas con nosotros, que prácticamente ya somos del club de fans – los tres rieron – la conferencia de prensa que va a dar nuestro nuevo héroe ahora a las nueve y media de la mañana – El informático miró su reloj, y al ver que no lo llevaba puesto preguntó preocupado – ¿Qué hora es?
– Las nueve y veinte, – dijo Viky, escéptica aun, abriendo el sistema en su pc, para empezar a cotejar información – vayan. No vaya a ser cosa que se pierdan al hombre rata.
– ¡Hombre murciélago! – sentenció el colo y se fueron a la entrada de la empresa, que realmente estaba pared de por medio, donde tenían un televisor que reproducía las graficas institucionales para los clientes que venían a consultar sobre el estado de sus cuentas.
Viky intentó seguir con su trabajo, pero no podía evitar escuchar la emoción de las varias personas que ya se aglutinaban en el hall de entrada de la empresa para presenciar la conferencia de prensa que supuestamente daría su ex-novio. Se rió para sí, al darse cuenta de que lo estaba considerando como una posibilidad. De considerarlo una posibilidad, pasó a preguntarse qué haría si fuera cierto. Si acaso debería perdonarlo y volver a unirse con el hombre que arriesga su vida protegiendo a los indefensos y acabando con el crimen, o si por el contrario abandonarlo, olvidarse de él por… Y no pudo encontrar un porqué. Sabía que de ser Batman, Robert se lo había ocultado tanto tiempo por el sencillo motivo de protegerla. Odiaba las películas de súper héroes, pero había visto la saga de Spiderman de Tobbey McGuire. Y no pudo evitar pensar en Mary Jean. Volvió a reír, y se sintió ridícula.
– Mas fuerte, ahí está, ¡Mas fuerte! – reclamaban en el hall, pidiendo volumen en el tv.
La voz del comisario Seisdedos, inconfundible y profunda, se escuchó en todo el lugar.
– … Y también sabemos que no están todos aquí para que los oficiales les relatemos el operativo que redujo al grupo narco mas buscado de los últimos años. Yo como Comisario a cargo de la operación y de esta seccional y todos mis compañeros sabemos que los medios de todo el país están aquí no para escucharme a mi o a algunos de nosotros sino para escucharlo a él. A él que de no haber estado ahí anoche – Seisdedos hizo una pausa, en la que parecía quebrarse – nadie sabe lo que hubiera pasado. Vamos, sin mas preámbulos, muchachos, abran esa puerta. Aplausos por favor, un héroe está entrando.
Se escucharon los aplausos, tanto dentro de la tv como fuera, y Viky, totalmente desconcertada, abrió su navegador para buscar la pagina del canal, y ver la transmisión por Internet. De ninguna manera iba a mostrarse atrapada por una situación que hace menos de cinco minutos había dicho que le parecía un invento, y ridícula. La versión web de la transmisión de la conferencia tenía unos segundos de delay. Se veía un gran SUM, abarrotado de periodistas, cámaras, y flashes, y micrófonos, y al comisario Seisdedos a un costado de la silla central, quién estuviera hace una semana en el hall de su edificio tratando de explicarle que su novio era Batman.
Cuando se abrieron las puertas del pasillo en el lateral del SUM, nadie entró, pero un instante después, las cámaras enfocaron nuevamente el centro del mostrador donde se sentaba Seisdedos, y él ya estaba ahí. Junto al bueno del comisario se encontraba una fortísima figura negra de facciones durisimas y contextura imponente, envuelto en un paño negro que le cubría los hombros. Una mascara le tapa toda la cara menos la boca y el mentón, y a cada lado de su cabeza tenía una especie de picos. Era él. Era Batman, el personaje de los cómics norteamericanos. Pero eso no era lo que le preocupaba. Lo realmente desconcertante es que ademas de ser Batman, ese personaje, el mas buscado del país, era Robert, su compañero de los días de la vida. A quién había tratado de ridículo, de querer engañarla, de cínico. No tenía duda. Su mentón, sus labios, sus ojos, esa mirada grave, era Robert, y lo hubiera sabido sin verlo. Pero no.
La señal de Internet se interrumpió, y la imagen se fue. Se levantó de un salto y corrió al hall, se abrió paso a los empujones y quedó delante de todos para escuchar las palabras del héroe.
– Te dije, Viky, ¿seguís sin creerme?
Ella seguía boquiabierta, lo ignoró. El novedoso personaje hablaba con una voz que parecía provenir del mismo centro de la tierra, evidentemente modificada por algún artilugio. Pero en esencia, era su voz. Explicaba detalles de la operación, y a las preguntas de su decisión a mostrarse, contestaba que había sido obligado por las circunstancias. Se movía poco, solamente giraba la cabeza para mirar a los periodistas que le hablaban. Le preguntaron porqué ahora. Contestó que hace muchos años que opera con la policía pero en secreto; sabía que su exposición publica traería problemas y revuelo, un revuelo que nunca hubiera querido.
– De ninguna manera hubiera elegido mostrarme públicamente, pero entiendo que los tiempos cambian y las circunstancias lo requieren. Algunas cosas, por otro lado, se mantendrán en absoluta reserva. ¿Los motivos? Digamos que es imposible que alguien, solo, viva una vida para dos personas.
Viky contempló la conferencia extasiada y abrumada, hasta que se retiró para tomarse el día libre. Dejó sus cosas, su computadora prendida, su cartera. Al otro día los diarios de todo el país titularon sus portadas con la palabra Batman, haciendo referencia a lo que ya hacía mucho no era una novedad.
– Viky, soy yo…
– Lo vi. Vi todo. Perdón.
– Está bien, eh…
– ¿Cuando te voy a poder ver?
– Ah, bueno, de eso quería hablarte...
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valhalla-awaitsfor-us · 6 years ago
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Destino pt2
Ya llegó la segunda parte!! Les agradezco muchísimo a la gente que me mostró su apoyo. No pensé jamás que les iba a gustar tanto. 
El fic va a tener probablemente dos o máximo tres capítulos más, y después lo traduciré, aunque si soy sincera quizás necesite ayuda en esa parte.
Anyway, espero que lo disfruten! 
Pt 1 Pt2   Pt 3  Pt4 Pt5 Pt6 Pt7 Pt8 Pt9 Pt10 Pt11 Pt12 13  Pt14
El tiempo transcurrió y ni Allura ni Lance habían oficializado ninguna relación, lo cual era tan desesperante que resultaba agotador. Pidge intentaba convencerse de que no eran celos ni angustia lo que sentía cada vez que los sorprendía robándose miradas a la hora de comer. No. Eso ya era el pasado. La situación era simplemente exasperante y ella actuaría de la misma forma con cualquiera de sus amigos.
Pero al parecer sus sentimientos lentamente se estaban haciendo notar, porque Matt no paraba de pedirle que le contara que estaba ocurriendo con ella, a lo que Pidge siempre contestaba lo mismo “Estoy cansada”. Su hermano entendía lo que era haber estado en el espacio, luchando contra alienígenas, creyendo que cada día podía ser tu último; por lo que al principio no la presionó para que se abriera con él… pero después de la tercera semana se cansó de las evasivas, y decidió ser brutalmente honesto con ella.
-Sí, Pidge. Sé cómo te sientes, pero hay algo más.
Si engañar a los paladines era complicado, engañar a su hermano era simplemente imposible. No podía mentirle en la cara, pero si podía ser parcialmente honesta.
-No quiero hablar de eso ahora.
A Matt le llevó un tiempo entender que Pidge, su hermana menor, con la que siempre había tenido una relación basada en la confianza absoluta y entendimiento mutuo, estuviera deprimida por algo y no sintiera que podía hablarlo con él. Fue complicado, pero finalmente le pudo hacerle entender que no era su culpa, si no que ella estaba pasando por muchos cambios y necesitaba espacio para poder procesar todo.
El segundo en demostrarle que estaba preocupado por ella fue Hunk, quien honestamente había estado observándola desde aquella tarde en la que Pidge vio a Lance y Allura besándose. Su preocupación sin embargo era más sutil. Aprovechaba los momentos en los que trabajaban juntos para distraerla, contándole sobre las cosas que hacía con Shay o con sus padres. Pidge lo apreciaba. Cuando Hunk hablaba con aquella cadencia y tono de voz sobre las trivialidades de su semana, ella no podía evitar sentirse como en casa. Sin dudas, su amigo seguía siendo el soporte emocional de Voltron.
-Noté que te estas quedando después de hora. ¿En que trabajas tanto?- Le preguntó Hunk una tarde, mientras guardaba sus cosas.  Ambos habían estado analizando cómo adaptar la tecnología Galra y Alteana a no solo naves, si no también a las cosas más cotidianas de la vida terrestre. Desde que la guerra había finalizado, los líderes mundiales querían ver la humanidad evolucionar, y la tecnología alienígena era sin dudas la que los levaría a ser una civilización aún más avanzada. Hunk y Pidge usaban su tiempo libre para colaborar en todo lo que podían. Era la forma perfecta de distraerse y no enloquecer por todo el tiempo libre que tenían desde que ya no debían luchar contra nadie.
Pidge se encogió de hombros.
-Nada en especial. Simplemente me gusta adelantar trabajo.
Hunk se tomó unos segundos para observarla, y Pidge no tenía duda de que su amigo se estaba debatiendo entre confrontarla o dejarlo pasar.
-De acuerdo….- Respondió finalmente el muchacho, notoriamente incomodo por no poder ser sincero. –Me alegro que esto te mantenga ocupada Pidge, pero no olvides de descansar un poco.  Cada vez que te veo tus ojeras son más grandes.
Pidge estaba bastante segura de que su amigo le había querido decir algo como “Deja esta estupidez, ve con tu familia, y descansa de una vez. No engañas a nadie.”, pero había preferido ser sutil al respecto.
-Gracias por el consejo, Hunk. Nos vemos.
Con un asentimiento de cabeza y una sonrisa triste, su amigo se retiró. Parecía frustrado, pero aún no estaba dispuesto  presionarla, lo cual Pidge le agradecería eternamente.
Con un suspiro, la chica volvió a enfocar su atención en la pantalla frente a ella. Debería estar descifrando cómo aplicar la tecnología alienígena a las casas. De hecho, más específicamente, a la suya. Luego de la destrucción masiva de la tierra, cortesía de los Galra, los hogares de todos se encontraban en construcción. Su padre le había asegurado que deberían estar listos en dos meses, y que en el entre tiempo deberían vivir en el Galaxy. Pidge no había encontrado eso molesto… al menos no hasta lo ocurrido con Lance. Ahora la idea de vivir con él por dos meses se había vuelto insoportable. Por lo que trabajar en cómo podría aplicar la elegante y fascinante tecnología a la vida doméstica parecía una buena forma de pasar el tiempo.
Sin embargo, la chica decidió tomarse un pequeño respiro del trabajo para permitirse diseñar un robot muy parecido a Rover. Honestamente, no sabía porque lo estaba haciendo con exactitud, pero suponía que era nostalgia pura.
 El cielo estaba comenzando a oscurecerse cuando Pidge se puso manos a la obra.
La puerta del área de trabajo se abrió a sus espaldas y sin darle importancia, miró el reloj que se encontraba en uno de los bodes de la pantalla. Hunk se había ido hacia cinco minutos, y era probable que se hubiera olvidado algo, como siempre. Pidge se quitó los anteojos y se rascó los ojos con una sonrisa cansada, mientras se daba vuelta.
-¿Qué te olvidaste esta vez, Hu…?
El corazón se le detuvo.
Frente a ella, con un plato de comida en sus manos, estaba Lance McClain.
Su mente quedó en blanco. El aire parecía no regresar a sus pulmones y su capacidad de hablar era nula. Pidge estaba bastante segura de que su aspecto debía ser alarmante, y sus sospechas fueron confirmadas cuando Lance la miró con preocupación.
-¿Estás bien?  Parece que viste un fantasma, Pidge.
Su tono era burlón, pero su mirada reflejaba algo más… algo que Pidge sabía que debería reconocer como “lastima”, pero su orgullo se negaba a admitirlo.
-Me tomaste desprevenida. Es todo. – Sus palabras fueron disparadas con tanta brusquedad que la chica se arrepintió por no haberlas meditado mejor.
-Oh, ya veo.-Respondió Lance, y un silencio al que solo se lo podría clasificar como “incomodo” le prosiguió a sus palabras.
¿Desde cuándo estar con Lance se había convertido en algo incómodo? Pidge podía decir que era estúpido, pero si era sincera consigo misma, por sobre toda las cosas resultaba triste. Por todos los cielos, ¡Estaba hablando de Lance! ¡Lance, con quien había vivido tres años en el espacio! ¡Con quien se habían estado salvando mutuamente las vidas incontables veces! Él y Allura eran sus amigos, y ella ya lo había superado…. Entonces ¿Por qué…?
-Te traje la cena.
Pidge focalizó su atención en el plato que el chico aún llevaba en sus manos. Era una ofrenda de paz.
-¿Cómo sabías que iba estar acá?- Preguntó genuinamente confundida la chica, pero sin dejar de utilizar aquel tono mezquino, el cual no había podido evitar usar con él cada vez que lo veía.
-Hunk me comentó que sueles quedarte después de hora.-  Respondió Lance encogiéndose de hombros. ¿Cuántas cosas le había dicho Hunk? No es como si su amigo supiera lo que estaba ocurriendo; pero aun así, el mero hecho de que hablara con Lance sobre ella era un tanto inquietante.
-Gracias, Lance. Pero no tengo hambre. –La mirada de Pidge viajaron del plato de comida, hasta los ojos azul marino de Lance, casi como si estuviera desafiándolo a que dijera algo más. Era tonto. No debería estar tratándolo de esa forma. Él ni siquiera era consciente de sus estúpidos sentimientos… sentimientos que deberían haberse ido hace tiempo, por cierto.
-¡Pero es pasta! Deberías comerla cuando aún está caliente. – Lance avanzó, intentando llegar hasta ella. Una sonrisa determinada en su rostro, y una actitud inesperadamente positiva.
-Dije que no. Estoy ocupada.
Pidge se colocó nuevamente los anteojos, dándose la vuelta, para volver a enfocarse en su trabajo, impidiendo que Lance llegara hasta ella.  Pudo escuchar como los pasos del muchacho se detenían de repente, sobresaltado por su actitud fría. Pidge respiró hondo, intentando enfocarse en Rover 2.0, pero el aura de Lance era muy fuerte como para no distraerse.
-¿En que trabajas?- Preguntó el muchacho, delatando en su voz la esperanza de que Pidge iniciara una conversación con él.
-Cosas científicas. Te aburrirías. –Respondió ella rogando que aquel momento terminara de una vez por todas.
-¡Te sorprenderías! Mi belleza y excelente puntería no son mis únicos fuertes. De hecho estuve leyendo…
-Lance. Estoy ocupada.
El aire se volvió denso entre ellos y cualquiera se habría dado cuenta de que el clima no era propicio para una conversación amigable. De hecho, eso había sido así desde el momento en que Lance apareció en aquel lugar con un plato de pasta en sus manos. Pero aun así el chico seguía intentando llegar hasta ella. ¿Por qué?
-Voy a dejarte el plato por aquí.- Pidge guardó silencio, mientras oía como Lance apoyaba la pasta en una de las mesas. Lo único que pudo contestar fue un casi inentendible “De acuerdo.”, deseando que eso fuera todo.
Los pasos de Lance retrocedieron hasta la puerta, y ella sintió como, aunque el dolor punzante en su pecho seguía allí, ahora al menos podía respirar…. Sin embargo él no parecía estar conforme con la interacción que habían tenido.
-Todo estamos mal. Lo sé. Yo también lo siento.-Declaró Lance con un tono de voz melancólico, impropio de él.- Haber sobrevivido y estar con mi familia es algo casi increíble. Pero aun así puedo sentir ese… ese vacío. Ese miedo constante. A veces creo soy el único que se está volviendo loco y que nadie más lo entendería…. Y luego los veo a ustedes y sé que todos estamos en esto juntos.
-¿Cuál es tu punto, Lance?-Preguntó Pidge, sin atreverse a darse vuelta para mirarlo a los ojos. Algo dentro de ella le decía que si se volteaba las lágrimas comenzarían a caer sin control.
-No est��s sola.- Contestó con simpleza el paladín. –Puedo ver cómo te estas alejando de todos. Y si soy sincero, a veces siento que te estas alejando especialmente de mí.
Pidge apretó los puños involuntariamente y su respiración se cortó por una milésima de segundos. Estaba siendo muy obvia ¿Cierto? Maldición.
– Es una tontería, lo sé.- Pidge volvió a respirar mientras oía a Lance reírse cansinamente a sus espaldas. –Como dije, estoy paranoico. –La culpa la invadió. Lance estaba en lo cierto, pero aun así escogía pensar que no era Pidge la que lo estaba alejando, si no que su propia cabeza le estaba jugando una mala pasada. Si su amigo se volvía loco, ella no podría evitar echarse toda la culpa.
-Está bien Lance. Como tú dices. Todos estamos mal… gracias por la comida. –Contestarle era lo mínimo que podía hacer por él. Eso y quizás… Pidge giró apenas la silla, y le dedicó una rápida sonrisa, antes de volver a su posición inicial, de espaldas a él.
El muchacho le deseó buen provecho, y luego desapareció. Pidge encontraba confort en el hecho de que la voz del chico antes de irse parecía sumamente más animada en comparación con la que tenía cuando había ingresado a la habitación.
Sacándose los anteojos otra vez, se volteó, y miró la puerta cerrada. Para alguien que no tenía sentimientos por Lance,su presencia sin dudas la alteraba demasiado. Sus ojos se posaron en la pasta, aún visiblemente caliente.
-Esto es estúpido.- Murmuró la chica, acercando el plato y dándole el primer bocado a su cena.
Dos horas después, Pidge entraba en la sala común. Habría diez o quince personas allí pasando el rato allí, pero la atención se la chica se centró en su madre, quien se encontraba junto a la una lámpara leyendo. A los pies de la mujer estaba su perro, quien al verla no dudo en mover la cola con emoción. El súbito cambio de actitud del animal, provocó que Colleen Holt alzara la vista y se encontrara frente a frente con su hija. La expresión de su madre era una mezcla de reproche y preocupación, y Pidge descubrió que se estaba cansado de darle lastima a los demás. Ese no era para nada su estilo.
-¿Otra vez? ¿Al menos comiste?
-Si mamá…. Hunk me llevó la comida. –No quería mencionar su nombre. No era necesario.
Su madre asintió, viéndose visiblemente más tranquila. Pidge la entendía. Su hija se había encerrado a construir cosas, perdiendo horas de sueño y más de una vez salteándose comidas. Si ella fuera su madre, también estaría consternada al respecto.
-Escúchame bien, Katie. Sé que aún es temprano para ti, pero más te vale irte derecho a la cama. – La voz de la mujer, aunque sonara como un reproche, no dejaba de tener ese tinte de cariño. Pidge no estaba segura de cómo había sobrevivido tanto tiempo sin ella en el espacio.
-¿No quieres que me bañe antes?-Preguntó en tono sarcástico la chica.
-No puedo creer que diga esto. Pero prefiero que duermas.
Ambas rieron en complicidad, y Pidge se despidió besándola en la frente con ternura.
Mientras entraba a su habitación pensó en su padre y en como lo más seguro era que su madre estuviera esperando que él también llegara de trabajar. La culpa la volvió a consumir. No quería hacerla sentir sola por segunda vez.  Colocándose el pijama, Pidge se prometió que haría un esfuerzo por pasar más tiempo con ella.
Acurrucándose en su cama, sus ojos viajaron al tablero de anotaciones. Donde antes había una bella foto de un atardecer, ahora solo había un lugar en blanco. Con un semblante inexpresivo, Pidge se volteó nuevamente, para darle la espalda a aquel maldito tablero. Con foto, sin foto… igual seguía sintiendo esos patéticos sentimientos.
Si al menos pudiera encontrar alivio en sus sueños… pero no. Apenas cerraba los ojos imágenes de destrucción inundaban su mente. Pidge suspiró llena de frustración, y tomó los auriculares de su mesa de luz. Colocándoselos sobre sus oídos y seleccionando la primera canción que vio, se prepararó para pasar otra noche más de insomnio.
La mañana siguiente, luego de haber dormido exactamente una hora y diecisiete minutos, Pidge se cambió con prisa y se fue directo a ver las pruebas que se le realizarían  los nuevos y mejorados automóviles. Era un día hermoso sin dudas, y debía admitir que necesitaba de aire fresco.  Los autos lucían como de otro mundo y Pidge no pudo evitar sentirse orgullosa. Después de todo, Hunk y ella estaban detrás de eso. Claro, ellos y demás personas… pero siendo sinceros, un 60% de aquel avance tecnológico era gracias a su esfuerzo y mentes combinadas.
Los trabajadores la saludaron con una sonrisa de oreja a oreja. No solo era la hija de Sam Holt, sino que además era paladín de Voltron, lo que la volvía una celebridad.  
Uno de los hombres le dijo que estaban por empezar las pruebas básicas, pero que uno de los autos estaba presentando ciertos problemas para elevarse.
-Hunk sabe más de esto, deberían llamarlo. Pero mientras tanto me gustaría echarle un vistazo.
Nadie se opuso, de hecho todo lo contrario, parecían felices de que alguien como ella estuviera tan interesada en sus trabajos. De modo que mientras uno iba a buscar a Hunk, Pidge se dedicó a inspeccionar que podría andar mal con el vehículo. No era ingeniera, pero creía ser capaz de al menos identificar la fuente del problema.
-Pidge.
La chica, quien estaba debajo del auto, viendo los circuitos, asomó la cabeza apenas oyó la voz de Keith. La cara de su amigo era hosca… más de lo habitual. Quizás también había tenido problemas para dormir.
-Buenos días Keith ¿Qué ocurre?
-Creo que necesitamos hablar.
La chica reconoció, bajo aquella actitud de emo que caracterizaba a Keith, que él chico estaba realmente preocupado por ella. Una bola de ira se formó en su pecho. ¡Estaba harta de las miradas de lastimas! Pidge volvió a ocultar su cabeza bajo el automóvil.
-No tengo tiempo ahora, Keith, por si lo notaste estoy…
-Es sobre el futuro.
Esa respuesta sin dudas la dejó completamente confundida; lo suficiente, de hecho, como para asombrase una segunda vez. Buscó en Keith alguna señal de que estuviera bromeando, pero Pidge sabía que ese no era el estilo del muchacho. Unos segundos de desconcierto pasaron, y ella comenzó a intentar  formar una oración coherente en su cabeza, pero él se le adelantó.
-El tuyo, para ser exacto.
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luzbeldeicaro · 4 years ago
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Mis últimos deseos.
Lo único que deseo es que te encuentres medianamente bien, que tu familia tenga salud hasta que puedas retribuirle todo lo que han hecho por ti, porque, debemos ser agradecidos con aquellos que sacrificaron más que su vida para darnos lo mejor, debemos regresar todo ese amor con creces, al menos es lo que yo haré antes de partir.
Hace mucho tiempo que no le escribo a nadie en particular, solamente ventilo mi mente y dejo que el viento se lleve mis letras a donde sea que vayan, sin destinatario, sin pretensión de respuesta, y creo que me siento más cómodo de esa manera, creo que inconscientemente lo hago por que nadie ha sabido responder a todo ese palabrerío que alguna vez dedique a más de una, solamente obtuve besos y caricias vacías que se han borrado con el tiempo, y tal vez sea un pago justo, pero no uno que corresponda a lo que yo sacrifique por cada una de esas palabras repletas de ilusión; pues el lenguaje me traicionaba y nunca salió como esperaba, siempre entregué poemas rotos e incompletos que jamás correspondieron a mi verdadero sentir, pero eran muy lindos en sí, porque tenía el valor de entregar piezas imperfectas, ha sabiendas de que hacía el ridículo, pero no me importaba, y sigue sin importarme, porque lo que parecía un trozo de papel con símbolos raros, en el fondo significaban algo más para mí, era una muestra de lealtad y un pedazo de mi corazón empapelado, a pesar de todas esas faltas ortográficas e imperfecciones textuales, siempre implicaron más de lo que tu podías ver, nunca supe que representó para ti todo aquello, ¿Me lo podrías decir, para dejarte de soñar?
Era esfuerzo y disciplina, pues a pesar de todos esos errores que pudieron tener, eran perfectos en sí, siempre entregué aquel que complacía mis pobres expectativas para esa inexperta versión de mí; pero para ti era solamente una hoja, pero a esa hoja le precedieron incontables réplicas que no consideré dignas de ti, en algunas me equivocaba por los nervios y la presión que me autoejercía para entregarte la obra más pulcra a mi alcance,
otras se manchaban, por algún movimiento indeseado que arruinaba el papel y su estética, otras simplemente no me satisfacían y las repetía hasta que lograse quedar complacido con el resultado, el cual entregué en tus manos, sin mirarte a los ojos, pues dentro de todo sentía vergüenza de que leyeras aquello que has olvidado ya, pero yo no olvido, ese es mi tortuoso don, no olvido nada, mucho menos lo errores, ya que ese es el precio que debo pagar; si me das uno de aquellos trozos polvorientos de papel que yacen olvidados en los escombros de tu pasado, te diré cuantas veces repetí el mismo poema hasta entregarte aquel lienzo inhóspito que jamás complació tus expectativas, o quizá si, ¿quién sabe? solamente tu conoces lo que aquello producía en ti, eso es lo que me inquieta y, en cierto modo, molesta, puesto que jamás obtuve una crítica y mucho menos una respuesta...
Mi lado pesimista siempre me juega en contra, pero ha sido sabio a lo largo de mi vida, ese lado me dice que no significó nada y que posiblemente te reías mientras lo leías o inclusive se lo mostraste a alguien más para dejar en evidencia mi estupidez, y esta bien, lo acepto, tal vez no te perdone pero lo acepto, es un precio justo a pagar por mi inocencia, un precio que pagué muy alto y el cual no me permite repetir de nuevo semejante insensatez. Solo sé que en algún momento recordarás todo eso, lo recordarás cuando estés cansada de la misma escoria que se hace llamar hombre que te seduce con palabras falsas y promesas vacías, el cual reemplazarás cada año con un rostro diferente, lo revivirás cuando tu recuerdo muera en mí, y lo único que te quedará será esa amarga nostalgia de una época que jamás regresará, en la que un chico muy particular te entregaba su confianza en forma de cartas y poemas, aquel chico que necesitaba ser amado, el cual despreciaste como a cualquier otro, pero después de unos cuantos años te diste cuenta de que no era cualquiera, ese chico era alguien, alguien que sabía cuanto valía y su pureza resplandece como un diamante aún en estos días, chico al que perdiste en la búsqueda fallida del amor de tu vida; ahora estas aquí, acostada, sentada o parada, leyendo esto a través de tu jaula dorada, la cual has adornado con lo vacío de tu existencia, sabiendo que hablo de ti, sin saber con certeza si realmente me refiero a ti, sin saber como responder a todo esto, sin saber que responder como antes y como siempre.
Te pido disculpas por escribir así, pero necesitaba sacar todo esto de mi ser, para poder continuar. Sé que lo leerás y si en algún momento piensas que me refiero a ti, responde por favor.
Demuéstrame que sabes responder y no te quedarás callada ante estas apócrifas letras.
-Alan M.
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goethesbabyboy · 5 years ago
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22/04/2020
Ya van varios días que llevo así. A veces me siento sobrecargado de emociones que no extrañaba, así como también de pensamientos e impulsos que no recordaba haber tenido. Vivía bien con mi ignorancia de esa realidad, era feliz y podía seguir adelante con mi vida, cumpliendo con mis deberes y obligaciones como le corresponde a un adulto como yo.
No sé qué impulsó tal retroceso. No sé si fue su partida, mi desconexión con Luis, el hecho de que me haya quedado sin medicación, o tal vez porque me siento una carga y una responsabilidad para la gente con la que hoy me toca vivir. Puede que sea todo junto, más el hecho de no sentirme realmente acompañado, sino cuidado, como si fuera un hombre de la cuarta edad que no es capaz de arreglárselas por sí solo en su día a día y termina a cargo de acompañantes terapéuticos. Estar constantemente rodeado de gente que no deja de hacerme sentir un inútil ciertamente no ayuda para nada.
Tan bajo estoy cayendo que ni siquiera soy capaz de disfrutar de lo único que suele mantener mi cordura en momentos como estos: dormir. Cada vez duermo menos, hoy llegué al récord de 1:30. Eso me está llevando a la locura y la impaciencia, siento cómo internamente lucho por no dejar salir a esa bestia agresiva y odiosa que se está gestando dentro mío.
Algo que me resulta insoportable es la mirada de los seres que conmigo viven, cómo puedo notar lástima y pena hacia mi persona cuando me miran a la cara. Ese intento de solidaridad al notar mi mirada herida y vacía, sé que así me veo y me oigo. No intento esconderlo, lo único que tengo ganas de hacer estos días es llorar, pero ni eso puedo, porque no encuentro un momento de paz y comodidad para hacerlo.
Esto afecta a mi vida profesional, no puedo realizar mis asignaciones con claridad. Tampoco es que me preocupe mucho ser responsable en momentos como estos. De todas formas, no es el único ámbito de mi vida que se ve alterado por toda la situación. Mi vida social va en picada a gran velocidad.
Poco a poco pierdo la comunicación con todas las personas de mi entorno, las personas que me importan más que nada en el mundo. Me siento vacío y muerto por dentro, me desconozco. Borré todas mis redes, no quería seguirme sintiendo un tedio para con las personas que tuvieran que leer cómo me quejo de todo y no soy capaz de resolver nada. No quiero que me tengan pena y lástima a la distancia, me alcanza con la de tiempo real.
Con el pasar de los días, tengo la sensación de que los días previos a mi decaída fueron en realidad un sueño, porque no me creo capaz de ser tan feliz como me sentí en ese entonces, ya no. Tal vez fue una forma de mi mente de prolongar la poca cordura que en realidad tenía. Siento como si cada emoción y toque que pasó por mi cuerpo nunca salieron realmente de mi imaginación, que él es un invento de mi mente para alejarme aunque sea un poco de la demencia. Porque a veces siento que no recuerdo su voz o su mirada, lo que permanece constantemente, sin embargo, es la sensación de su calor corporal junto al mío, pero ya no puedo despertar la memoria de sus brazos entrelazados a mí. A veces pienso en el sonido de su respiración en mi oído, y cuestiono si realmente lo escuché o fue acto de mi maravillosa y convincente imaginación.
Mi mente es sádica, le gusta herirme a como dé lugar, y solía estar acostumbrado a eso. Pero mis siete minutos en el paraíso volvieron a hacerme un blanco fácil para lo ataques, y no puedo hacer otra cosa más que recibir los golpes con los brazos abiertos. Cada vez son más constantes los recordatorios de mi inutilidad en este mundo, y el hecho de que podría hacer algo al respecto y sacarles la carga que implica conocerme a las personas que quiero. Con el correr del tiempo, mi alarma interna suena cada vez más seguido que, tal vez, se está acercando mi fecha de expiración, que ya no puedo seguirle robando minutos al tiempo. Esa voz que me susurra al oído que, vamos, agarre la tijera de costura como aquella vez hace casi dos años, y que lo haga de nuevo. Que lo haga de nuevo sin pensarlo dos veces, que no voy a arrepentirme, porque al fin y al cabo, el dolor físico es más tolerable que el emocional. Pero algo me libera del hipnotismo de mi mente tóxica: “lo que vos te hagas, yo me lo voy a hacer”. Esas no fueron sus palabras textuales, pero recuerdo su promesa de autoinflingirse cualquier estupidez que yo cometiera, y no lo puedo tolerar.
No puedo tolerar que sufra de esa forma por mi culpa, no podría perdonármelo nunca. No podría volver a dormir en paz sabiendo que por mi estupidez, él sintió tal dolor, la culpa me consumiría como el parásito más silencioso y letal que existe.
De esta forma, decido conscientemente prolongar mi condena, sintiendo nada más que tristeza a cada minuto. Tengo el temor de haberme vuelto gravemente dependiente a su presencia, y no sé cómo solucionar eso.
Nada es lo mismo después de experimentar el tenerlo acá, en mi humilde morada, durmiendo en mi cama, usando mi cocina, sentado en mi terraza. No puedo comparar la paz y el bienestar que sentí todo el tiempo que se quedó, con la oscuridad y el silencio que quedaron cuando se fue. Hablé con mi mejor amiga al respecto, y me hizo sentir comprendido con la sensación de vacío que tomó el lugar de mi corazón luego de su partida. Dijo que es algo normal luego de que la costumbre de una rutina con alguien se ve interrumpida, y esa persona no sigue ocupando un espacio físico en el día a día. Ella lo sufrió, pero tuvo la suerte de contar con gente que la hizo sentir acompañada y cómoda para atravesar el proceso de sanación, algo con lo que yo desafortunadamente no puedo contar debido a las circunstancias por las que atraviesa el globo en general.
Cuando me dijo que se arrepentía de haber venido, por el dolor que significó que se fuera, no pude evitar sentirme triste. Porque a pesar de estar enfermo de soledad, lo que me ata a la cordura es el recuerdo primario de su adhesión a mi rutina, con la esperanza de volver a verlo pronto y poder convencerme a mí mismo de que todo eso es real, que no lo estoy inventando, y que soy digno de disfrutar cada segundo de esa paz.
Después de eso, todo vuelve a la normalidad en mí, vuelvo a tener un corazón latente en el pecho, tengo amigos y familia que me importan, hay asignaciones que entregar, compras que hacer, música que escuchar, tareas que realizar.
Pero esos momentos se vuelven cada vez menos constantes y menos duraderos, porque poco a poco voy perdiendo el contacto con la realidad, y vuelvo a caer en el hecho de que mi interior es un lugar oscuro y peligroso. Que mientras más tiempo pase en ese austero y frío lugar, más voy a perderme ahí dentro. Como la colección número 84 de la obra de Junji Ito, cada día paso más tiempo en mi fantasía oscura y desoladora, y menos tiempo en la realidad, hasta el punto de no retorno. Una vez más, estoy más cerca de mi más grande miedo en la vida de lo que creía posible, y no hay nada más aterrador que eso.
I know anybody's gonna read this since I don't have followers in here. There's also the fact that, in the case this gets to someone, I don't think they'll understand Spanish. Third point, nobody knows me here so I feel really lucky right now.
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lindakml88 · 7 years ago
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ADVERTENCIA: ¡¡¡SPOILER SOBRE EL FINAL all the way down después de aquí!!!
Ya han pasado un par de días desde que Misty llegó a su fin, y he intentado asimilar la resolución de la trama y la coherencia del último giro argumental viendo el episodio un par de veces (y hasta en diferentes idiomas; ve tú a saber por qué, oye). Pero después de meditarlo tanto; después de reconocer que aún siento un nudo en la garganta al pensar en cómo terminó todo; después de entender que la negativa de mi mente para aceptar lo que ví no es terquedad ni egoísmo sino simple sentido común, es cuando por fin las cosas comienzan a tomar forma.
En pocas palabras el final de Misty fue una mierda.
Me ha costado lo mío asimilarlo. Pero, empezando por el hecho de que es una de mis series favoritas (junto con Secret Forest y Signal), tanto por el guión como por la cinematografía, la música y los pedazos de actuaciones que se colgaron los actores, también tengo que sincerarme y reconocer lo que llevo días negándome a creer: al final, nada –absolutamente nada– tuvo sentido.
Vamos, el problema no es que Tae Wook sea el asesino de Kevin Lee sino que hayan rebajado a su personalidad hasta pisotear la dignidad y matar la esencia de su persona. Me parece una grosería y una falta de respeto enorme, ya no a los televidentes, sino a la coherencia del personaje. Fue llevar el out of character al extremo y coronarlo con gesto de derrota y mediocridad. Aún con toda su rabia, aún con toda la impotencia que sentía al creer que su esposa lo engañaba con otro hombre, él nunca tuvo la intención de matarlo. ¡Fue un accidente, carajo! No hubo ventaja, maldad o alevosía de la que tanto hablan los abogados en sus alegatos. Y él, siendo quién es, no merecía ser cegado por el odio y la estupidez (¿que se quiso suicidar junto con Kevin Lee? ¡Hazme el favor! No nací ayer) ¿Y para eso te montas un drama de proporciones épicas alrededor de tu esposa —con juicio incluido— y te quedas muy quitado de la pena pensando que nunca nadie se va a dar cuenta (ni ella)? ¿Acaso eso tiene algún tipo de sentido? ¿No era más lógico pensar que Aceros Hwanil lo hubiera asesinado deliberadamente para inculpar a Hye Ran y pretender destruirla? La lógica me decía que, de una u otra manera, esa sería la historia detrás de todo. Al fin y al cabo, Kevin Lee era solo un títere aterrizado desde el extranjero que no existía para nadie en Corea del Sur tres meses atrás, y Hye Ran tenía tanto poder y voz desde hace años que ha nadie dejaba indiferente. En ella había mucho qué silenciar.
Y el matrimonio de ella y Tae Wook, que había soportado tragedias y desprecios por igual, flaquea justo cuando su fortaleza debía de ser más evidente. Y eso jode mucho, muchísimo. Porque desde el principio te venden un drama donde estas dos personas se enamoran por primera vez después de estar casados 7 años en medio de una pantomima inventada por ellos mismos para sus propios intereses. Su relación estaba resquebrajada y a punto del derrumbe desde el principio, pero llegó un momento de fino entendimiento que quedó reducido a nada apenas lo vimos nacer y, pues mira, no te hubieras molestado en contármelo si al final todo terminaría peor de como comenzó ¿no? Vamos, que la evolución logística que se debe practicar en un buen melodrama te lo cargaste en los 20 minutos finales. (Hay quien dice que la serie se fue a declive desde el episodio 15, pero mi optimismo me dice que se pudo solucionar perfectamente con un par de escenas en esos minutos extras).
Y Hye Ran. Mi vida. Mi heroína. Mi mujer ideal. Mi ejemplo a seguir. Mi “cuando sea grande quiero ser como tú”. Diva. Reina. Dama. ¿Por qué te ofendieron de esta manera? ¿Por qué, si todo iba maravillosamente bien, decidieron darte la estocada final justo cuando tenías más derecho a ser feliz? ¿Para qué creas a un personaje con un carácter indomable, férreo y estoico que está dispuesto a plantarle cara a los villanos de la historia y que no se doblega ante cualquiera que se le ponga adelante si jamás piensas sacarla del lodazal donde las has metido desde pequeña? ¿Por qué, si construiste su fortaleza de la manera más cruel y le permitiste tocar fondo para renacer de las cenizas después de ser consumida por el fuego, no le permites renacer, tal y como toda ave fénix lo hace? 
En ese caso, esta no es la historia de cómo ella triunfa sobre el mal, sino de cómo está condenada al sufrimiento y no a la felicidad. Y al final, parece que todos la acusan con el dedo para retóricamente apuñalarla por la espalda, porque al parecer eso es super divertido de ver. 
Es como la leyenda mitológica de Casandra pero llevada a un punto aun más cruel. 
Y mira, ya ni hablemos de Myung Woo porque se me derramará la bilis de puro coraje.
Para resumir: una obra maestra de la televisión coreana destruida totalmente en sus veinte minutos finales. No creo tener agallas de volver a verla alguna vez si ya sé lo horrible que terminará todo.
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latardeazul · 8 years ago
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Sábado 11 de Febrero. El romance de los cuerpos que se transforman.
Todavía quedaba en mi mente vislumbrada los recuerdos de la noche anterior. Me acosté tarde, eran las dos de la mañana. O quizá era muy temprano, todo depende del desenvolvimiento del siguiente día, yo, que tenía que madrugar pensé que era demasiado tarde y no pude dormir lo necesario, pero ¿qué es lo necesario? ¿Cuatro horas? ¿Quizá ocho…? creo que ese tipo de cavilaciones no son necesarias en estos momentos. Eran las 5:09 de la mañana, esto quiere decir que había llegado al punto de inflexión más terrorífico de la noche y no me había percatado de ello, creo que rara vez lo hago pues sigo dormido, digo que es un punto considerable en la noche pues la alarma estaba programada para las 5:10, entonces tendría sesenta segundos para recuperar toda la energía que pudiese y así no tener dolores de cabeza por la falta de sueño. Fracasé. La alarma emitió un sonido estridente que se propagó por toda la habitación hasta invadir toda la casa y estoy seguro de que todos los representantes de los demás hogares y casas restantes (digo casas porque no todas son hogares) se quejaron de manera inherente mientras dormían. Es la única forma en que logro despertarme, soy alguien que no le gusta dormir mucho pero cuando duermo supongo que padezco de lo que llaman “sueño pesado”, lo considero realmente una enfermedad pues si mi hogar se estuviese incendiando no me daría por enterado y probablemente moriría confinado, aunque creo que el calor me despertaría también, de igual manera creo que no haría el intento por evacuar, qué más da. Me levanté casi con la misma velocidad a la que le toma un ave en emprender vuelo lejos del suelo, casi instantáneamente estaba en el baño ahogando mi sueño con el agua fría. 
Todo ocurrió de manera rápida y volátil, salí más tarde de lo usual por ser un sábado, los sábados son días menos congestionados así que el tráfico es más fluido, algo en extremo importante en esta ciudad dado que la mayoría del tiempo sus vías están tapadas; una trombosis que infarta a toda la ciudad. Tenía una exposición sobre un tema el cual no ahondaré dado la irrelevancia del mismo. Lo admito, leí acerca de mi parte camino a la Universidad, creo que mis ganas de responder por los deberes asignados estaban por los suelos sin embargo no me gusta perjudicar la estructura de un equipo cuando se trata de este tipo de deberes. Una vez llegado a la Universidad me encontré rápidamente con mis compañeros, temía el hecho de no encontrarlos y tener que esperar de pie allí, como un imbécil que se queda aislado de la sociedad mientras el resto hace parte del mundo social, en cierta forma es algo jocoso dado lo poco que me importa la sociedad pero, es bien sabido que el ser humano es mentiroso y de alguna manera a veces necesita juntarse con pares de vez en cuando, por segundos, por momentos instantáneos, pero lo necesita, soy uno de ellos y lo acepto, no me molesta aceptar el hecho de que a veces necesito relacionarme con alguien así sea al menos para intercambiar un falso saludo o una sonrisa actuada, son cosas que jamás entenderé de mí. Entramos, esperamos a que nos tocara presentar nuestro tema, fuimos pacientes dado que todos aceptaron estar nerviosos, yo por el contrario simulé mi nerviosismo diciendo que había estudiado toda la noche y no comprendía algunas cosas, la realidad fue que todo lo aprendí en el bus camino al lugar, de igual manera tenía una hora, vivo en el otro extremo de la ciudad y cualquier locación me parece lejana, se podría decir que he pasado gran parte de mi vida confinado en buses y transporte en general. Todo ocurrió rápidamente, sentí que nos fue bien pese a que el segundo tipo del grupo al momento de exponer se le olvidó todo lo que tenía para decir, empezó a leer y a acordarse de cosas pequeñas pero lo entiendo, a veces el pánico escénico se desarrolla de maneras muy marcadas, yo le dije que había hecho un buen trabajo para tranquilizarlo. Tomé una de las frutas que había guardado en la mañana para comer durante el día, era un banano, lo engullí rápidamente y me dispuse a terminar a que la clase acabara. Dio una conferencia un tipo bien carismático, recuerdo que llevaba una camisa de cuadros con matices cafés y borgoña, era un emprendedor que había quebrado varias veces y nos comentaba acerca de no rendirse porque al final uno lograría con todo el esfuerzo sus objetivos y él era una prueba fehaciente de ello; me pareció una manera muy simpática de animarnos, reconozco que me sentí emocionado por unos segundos. Estuvimos allí siguiendo sus juegos didácticos un buen rato, primero nos mostró una hoja con dos puntos separados uno del otro a una distancia considerable, las disposiciones eran exactamente un punto a la izquierda de la hoja exactamente en la mitad vertical de la misma y el otro punto en el extremo superior justo en la mitad horizontal, el ejercicio consistía en que teníamos que anotar las cosas que veíamos en esos dos puntos, la mayoría de cosas que nos viniesen a la mente en un minuto, este ejercicio era con el fin de demostrar la lluvia de ideas que uno tiene que ejercer para poder desarrollar sus metas. Lo primero que me vino a la mente fue aquel cuadro de David Manzur repleto de moscas, recuerdo también haber anotado un campo electromagnético, dos manos, la amistad, los ojos, el alma y una línea recta, sinceramente empecé a anotar esas cosas regido por la poca creatividad de los demás, no quería imaginar nada, solo veía dos moscas, Manzur estaba allí mostrando un detalle de su cuadro en donde dos perfectas moscas estaban posadas allí de manera estocástica pero con una exactitud casi envidiable, las moscas me miraban, acechaban el banano procesado que yacía en mi estómago, querían entrar en mí y lo único que evitaba que estas lo hicieran era el libreto que tenían que seguir para continuar con el ejercicio, eran actrices de la obra de teatro montada por el tipo de apellido Garzón, recuerdo ese apellido por Jaime Garzón, como sea no pudieron hacerlo, creo que había ganado esa batalla pero de una extraña manera se habían posado en mi inconsciente, estaban alojadas en mi mesencéfalo y se alimentaban de esa extraña sustancia negra, era complicado, quería salir corriendo. Todo acabó y era momento de irse a casa, fue entonces cuando ocurrió: Sentí cómo mi alma aumentaba gradualmente su densidad todo acompañado por un dolor de cabeza, la sensación cumplía las características de una cefalea pero estoy seguro de haber sentido el empotramiento de mi ser en el suelo, dejándome inmóvil, todavía no comprendo cómo es que logré zafarme de ello. Tomé el bus de costumbre, recuerdo que era el 742, ese tipo de buses no me gustan por ser muy pequeños, las sillas están acomodadas de tal manera que uno sufra de lesiones en las rodillas debido al nulo espacio para alojar las piernas, supongo que es el afán de las compañías de transporte por alojar a más personas independientemente del tamaño del vehículo en cuestión, si fuésemos moscas podríamos caber todos en un solo vehículo o quizá dos y el precio por el pasaje sería exactamente igual, lo que significaría un atiborramiento de dinero para ellos y sé que están pensando en que sin embargo tenemos alas y podemos volar sin necesidad de pagar el pasaje, pero somos tan débiles que seguramente dejaríamos que nos cortasen las alas o sencillamente creceríamos con la creencia de que no sirven para nada, así siempre hemos acostumbrado a vivir. 
Llegué a la casa. El banano que ingerí hacía alrededor de una hora ya había quedado en el olvido, lo único que pude hacer fue fritar un huevo pese a que siento desagrado por ellos y acompañarlo con un poco de queso y un vaso con leche blanca. Proseguí a dormir sin antes reposar. Caí en ensoñación mientras mi hermana reproducía música al estudiar, hacía calor considerable y sentí la necesidad de un ventilador pero instantáneamente se esfumó dicha idea, no sé por qué pensé en ello, era una estupidez, creo que a veces suelo martirizarme a propósito. Desperté, era hora del almuerzo, siempre me sentí mal por ello, no me gusta comer y luego dormir para despertar y comer, me gusta realizar actividades antes de ello pero no quise discutir ese tipo de cosas, estaba cansado y el dolor de cabeza había dejado de estar en un segundo plano y había pasado a ser el protagonista central del día. Hablé un poco con Ella por correspondencia, las cosas fueron nulas y Ella se fue comentándome que no tardaba y que la esperara, no me importó ello sino hasta las horas siguientes.
Me dispuse extrañamente a ver una película, me reservaré los detalles nuevamente. Mi hermana estaba dormida y la casa adquirió un matiz cálido y callado durante el transcurso de las horas, pensaba en Ella, pensaba en la inutilidad con la que me presenté tiempo antes al hablarle, a veces suelo simplemente quedarme sin nada que decir, creo que es normal y a todos nos ha sucedido, sin embargo me perturbaba en cierto modo, lo máximo que le pude decir era que tenía dolor de cabeza, no cesaba, permanecía en constante crecimiento así, en la noche a eso de las siete y unos cuantos minutos, decidí pedirle unas píldoras a mi hermana para aliviarlo un poco, en ese momento me encontraba escribiendo esto que estoy escribiendo, es decir el día de hoy, pero se me borró todo y tuve que recomenzar; creo que a la larga no me afectó mucho dado que no considero este tipo de escritos algo supremo o de alguna manera, etílico para la mente de quien lo quisiese leer.
La noche se posó como una baba negra encima de mí, fue demasiado rápido todo, el tiempo a veces avanza de maneras variables o más bien creo que el grado de variabilidad se lo da mi estado de ánimo, ya el dolor de cabeza estaba pronto a desaparecer por completo así que me dispuse a ir a la tienda por una cerveza. Llegué, recuerdo haber llegado con aparente incomodidad dado que el auricular derecho de mis audífonos estuvo fallando, decidí salir con la reproductora de música porque quería escapar unos instantes de mis pensamientos, pedí una lata de cerveza y posteriormente me dispuse a sentarme en un prado lejano y solitario que había a unos pasos de la tienda. Destapé la lata de cerveza. Estaba caliente. Maldije un poco y proseguí a probar los primeros sorbos. Sabía a mierda. Tomé dos sorbos más y el pensamiento se me inundó de Ella, podía divisar la luna que estaba siendo constantemente escondida por nubes pero siempre buscaba la manera de volver a salir, o más bien las nubes buscaban la manera de irse de allí. pensé en varias cosas que no recuerdo pienso yo que por la irrelevancia de las mismas, pero eran referentes a Ella, no lo sé, creo que a veces son esos pequeños escenarios en la vida de uno en donde importa más el momento que la misma documentación posterior del mismo, a veces sencillamente no es perentorio tomar alguna fotografía sino más bien es el hecho de quedarse admirando los sucesos que ocurren en esa precisa región espacio-temporal; es algo magnifico y no necesita documentación más de la que le puede dar uno mismo con su mente.
Tomé otro sorbo de cerveza y posteriormente me dispuse a derramar una cantidad considerable en la tierra, sencillamente no quería terminármela dada la náusea que me producía la misma por todas las condiciones que se observasen. Tomé el último sorbo con algo de llenura y repugnancia concertadas, tiré la lata en un basurero que había allí y proseguí mi camino. caminé por minutos hasta llegar a casa pero me parecieron horas, supongo que necesitaba darme un tiempo a mí mismo puesto que últimamente solo vivía inconscientemente y permanecía rodeado de personas, necesitaba mi soledad, todos necesitamos nuestra soledad, nuestro aislamiento la mayoría del tiempo, sé que uno puede evocar soledad aun estando rodeado de personas pero me refiero más al tipo de soledad en la que te encuentras además en un espacio vacío solo ocupado por tu presencia que se prolonga y viaja por todo el recinto y marca territorio de alguna manera. Seguí caminando. Divisé a lo lejos una muchacha que se acercaba con paso inequívoco y que provenía de un punto al que yo, tiempo después me encontraría, por un momento pensé en que era una especie de conocedora del futuro pues ya había estado allí y sabía cómo era el lugar, jamás me lo diría, jamás le diría a nadie, simplemente atestiguaría por ella misma el punto de partida de donde venía y que suponía para mí el punto de llegada hacia donde iba. Dos caminos. Dos mundos totalmente diferentes. Así mismo yo atestiguaba su futuro porque provenía de allí, éramos cada uno un viajero en el tiempo para el otro, podíamos intercambiar palabras acerca de cómo era, de qué nos esperaba a cada uno, podíamos ser dueños de un instante, de ese instante y eternizarlo de algún modo hasta quedar dormidos bajo el halo lunar que se presentaba aquella noche. Pasó justo a un lado mío y centésimas de segundo antes de ello, pude detener el tiempo y observar lo que hacía: Venía con el rostro iluminado esta vez no por su belleza sino más bien por la pantalla de su teléfono celular, estaba ensimismada en el mismo y parecía haber estado en esa misma enferma condición desde hacía mucho tiempo. Era deplorable. Todo el pensamiento que estructuré delicadamente acerca del tiempo y el futuro se había venido abajo y solo quedaban los remanentes de lo que pudo haber sido un hecho digno de recordar. Proseguí mi camino. Doblé la esquina que se aproximaba delante de mí segundos antes y noté unas casas bastante iguales pero con personalidades diferentes, muchas flores amarillas y ladrillos llenos de musgo, perros dormidos en sus casas y dos personas a lo lejos intercambiando palabras mientras sus perros intercambiaban olfatos. Crucé un claro y mi percepción hizo girar mi cabeza rápidamente hacia mi izquierda, habían unas bolsas de basura tiradas allí en lo que parecía ser uno de los basureros del conjunto, por un momento pensé que eran personas discutiendo, creo que además los escuché hablar una que otra bobada, uno le decía al resto que había ido de viaje a la India y había estado presenciando un ritual de velorio allá y que todo era en extremo bello, que al cadáver lo bañaban en aceites esenciales y aromáticos en una especie de cama hecha de leña y luego le prendían fuego, las cenizas se esparcían por el lago en donde se hacía la ceremonia y los familiares se bañaban con el agua purificada por las cenizas del familiar mientras realizaban oraciones en un hermoso idioma, lo nefasto era esas veces en las que la familia no tenía suficiente dinero para la leña y la quema era incompleta, encontrando brazos y demás partes humanas en dicho río. No entiendo todavía por qué hablaban de ello si solo eran un montón de bultos de basura, habían terminado allí y provenían de diferentes lugares, estaban construidos a partir de los desechos de todos y no representaban importancia alguna para nadie, eran pequeños objetos melancólicos vestidos de negro que esperaban al bus que los llevaría hacia el lugar de su muerte, creo que nadie quisiera éso, lastimosamente así fue diseñada la vida para ellas. Supongo que toda esa conversación entablada por las bolsas de basura acerca del viaje a la india había ocurrido por dos razones: La primera pudo ser el hecho de que la bolsa que contaba la anécdota hubiese estado compuesta nada más y nada menos que por sobras de comida India y éso le daba ciertas características de remembranza acerca de aquel hermoso país y que recordaba con cierto aire fatuo ante sus demás compañeros. La segunda y puede ser la más acertada sin dejar a un lado la primera opción, puede que se deba a la especial fascinación que siento por ese país y que una vez escuché dicha historia de la ceremonia de sepelio y quedó tatuada en mi mente, a veces me gusta pensar que quisiera presenciar tal acto, ha de ser un momento muy introspectivo para la vida misma.
Logré llegar a la casa a pesar de los episodios de confusión por los que pasé, estaba agitado y no parecía entender qué había sucedido sin embargo al entrar logré decir que me había ido bien con el fin de evitar dar más explicaciones acerca de toda mi travesía. Encendí la computadora y encontré un mensaje de ella, conversé un poco hasta que se quedó dormida y éso me tranquilizó, me dispuse a ver una película que se titulaba “ The Hundred-Year-Old Man Who Climbed Out the Window and Disappeared”, sinceramente siento especial fascinación por los títulos largos acerca de cosas cotidianas que no pretenden exponer más allá de lo que la acción presenta, por ello le puse al proyecto musical que he venido desarrollando con mi amigo Pipe, “L’exposition de Jean et Phillipe” porque es precisamente éso, una exposición realizada por Felipe y yo. Terminé quedándome dormido, no porque la película fuese mala, de hecho me entretuvo muchísimo, sino más bien por el cansancio acumulado que sentía, el dolor de cabeza se había ido, mi ser había adquirido alivio y me encontraba bien, desperté justo cuando aparecieron los créditos y posteriormente me dispuse a retomar el libro que había dejado comenzado junto a la mesa, específicamente en la página veintiséis, era entonces la una y media de la mañana.
Son ahora las siete de la mañana y he dormido profundamente, es extraño que esté escribiendo los hechos acontecidos el sábado once de febrero en la mañana del domingo doce, cuando se supone que debí haberlos escrito el mismo día de la fecha, y de hecho lo hice pero les comenté que terminé desechando de manera inconsciente todo el trabajo, de alguna manera hago esto porque siento que los pensamientos han sido mejor condimentados dentro de mí y lo recuerdo todo; es una forma de jugar con mi memoria, una especie de ejercicio, así, al menos en la mañana de este imponente domingo, tengo una historia reciente que recordar.
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b1t4c0r45-blog · 6 years ago
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Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardín des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl. El azar me llevó hasta ellos una mañana de primavera en que París abría su cola de pavo real después de la lenta invernada. Bajé por el bulevar de Port Royal, tomé St. Marcel y L’Hôpital, vi los verdes entre tanto gris y me acordé de los leones. Era amigo de los leones y las panteras, pero nunca había entrado en el húmedo y oscuro edificio de los acuarios. Dejé mi bicicleta contra las rejas y fui a ver los tulipanes. Los leones estaban feos y tristes y mi pantera dormía. Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotl. Me quedé una hora mirándolos, y salí incapaz de otra cosa. En la biblioteca Saint-Geneviève consulté un diccionario y supe que los axolotl son formas larvales, provistas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. Que eran mexicanos lo sabía ya por ellos mismos, por sus pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario. Leí que se han encontrado ejemplares en África capaces de vivir en tierra durante los períodos de sequía, y que continúan su vida en el agua al llegar la estación de las lluvias. Encontré su nombre español, ajolote, la mención de que son comestibles y que su aceite se usaba (se diría que no se usa más) como el de hígado de bacalao. No quise consultar obras especializadas, pero volví al día siguiente al Jardin des Plantes. Empecé a ir todas las mañanas, a veces de mañana y de tarde. El guardián de los acuarios sonreía perplejo al recibir el billete. Me apoyaba en la barra de hierro que bordea los acuarios y me ponía a mirarlos. No hay nada de extraño en esto porque desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos. Me había bastado detenerme aquella primera mañana ante el cristal donde unas burbujas corrían en el agua. Los axolotl se amontonaban en el mezquino y angosto (sólo yo puedo saber cuán angosto y mezquino) piso de piedra y musgo del acuario. Había nueve ejemplares y la mayoría apoyaba la cabeza contra el cristal, mirando con sus ojos de oro a los que se acercaban. Turbado, casi avergonzado, sentí como una impudicia asomarme a esas figuras silenciosas e inmóviles aglomeradas en el fondo del acuario. Aislé mentalmente una situada a la derecha y algo separada de las otras para estudiarla mejor. Vi un cuerpecito rosado y como translúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristal lechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminado en una cola de pez de una delicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corría una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que me obsesionó fueron las patas, de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, su cara, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior. Un delgadísimo halo negro rodeaba el ojo y los inscribía en la carne rosa, en la piedra rosa de la cabeza vagamente triangular pero con lados curvos e irregulares, que le daban una total semejanza con una estatuilla corroída por el tiempo. La boca estaba disimulada por el plano triangular de la cara, sólo de perfil se adivinaba su tamaño considerable; de frente una fina hendedura rasgaba apenas la piedra sin vida. A ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le crecían tres ramitas rojas como de coral, una excrescencia vegetal, las branquias supongo. Y era lo único vivo en él, cada diez o quince segundos las ramitas se enderezaban rígidamente y volvían a bajarse. A veces una pata se movía apenas, yo veía los diminutos dedos posándose con suavidad en el musgo. Es que no nos gusta movernos mucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos un poco nos damos con la cola o la cabeza de otro de nosotros; surgen dificultades, peleas, fatiga. El tiempo se siente menos si nos estamos quietos. Fue su quietud la que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi a los axolotl. Oscuramente me pareció comprender su voluntad secreta, abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente. Después supe mejor, la contracción de las branquias, el tanteo de las finas patas en las piedras, la repentina natación (algunos de ellos nadan con la simple ondulación del cuerpo) me probó que eran capaz de evadirse de ese sopor mineral en el que pasaban horas enteras. Sus ojos sobre todo me obsesionaban. Al lado de ellos en los restantes acuarios, diversos peces me mostraban la simple estupidez de sus hermosos ojos semejantes a los nuestros. Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar. Pegando mi cara al vidrio (a veces el guardián tosía inquieto) buscaba ver mejor los diminutos puntos áureos, esa entrada al mundo infinitamente lento y remoto de las criaturas rosadas. Era inútil golpear con el dedo en el cristal, delante de sus caras no se advertía la menor reacción. Los ojos de oro seguían ardiendo con su dulce, terrible luz; seguían mirándome desde una profundidad insondable que me daba vértigo. Y sin embargo estaban cerca. Lo supe antes de esto, antes de ser un axolotl. Lo supe el día en que me acerqué a ellos por primera vez. Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles. Sólo las manecitas… Pero una lagartija tiene también manos así, y en nada se nos parece. Yo creo que era la cabeza de los axolotl, esa forma triangular rosada con los ojitos de oro. Eso miraba y sabía. Eso reclamaba. No eran animales. Parecía fácil, casi obvio, caer en la mitología. Empecé viendo en los axolotl una metamorfosis que no conseguía anular una misteriosa humanidad. Los imaginé conscientes, esclavos de su cuerpo, infinitamente condenados a un silencio abisal, a una reflexión desesperada. Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: «Sálvanos, sálvanos». Me sorprendía musitando palabras de consuelo, transmitiendo pueriles esperanzas. Ellos seguían mirándome inmóviles; de pronto las ramillas rosadas de las branquias se enderezaban. En ese instante yo sentía como un dolor sordo; tal vez me veían, captaban mi esfuerzo por penetrar en lo impenetrable de sus vidas. No eran seres humanos, pero en ningún animal había encontrado una relación tan profunda conmigo. Los axolotl eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces. Me sentía innoble frente a ellos, había una pureza tan espantosa en esos ojos transparentes. Eran larvas, pero larva quiere decir máscara y también fantasma. Detrás de esas caras aztecas inexpresivas y sin embargo de una crueldad implacable, ¿qué imagen esperaba su hora? Les temía. Creo que de no haber sentido la proximidad de otros visitantes y del guardián, no me hubiese atrevido a quedarme solo con ellos. «Usted se los come con los ojos», me decía riendo el guardián, que debía suponerme un poco desequilibrado. No se daba cuenta de que eran ellos los que me devoraban lentamente por los ojos en un canibalismo de oro. Lejos del acuario no hacía mas que pensar en ellos, era como si me influyeran a distancia. Llegué a ir todos los días, y de noche los imaginaba inmóviles en la oscuridad, adelantando lentamente una mano que de pronto encontraba la de otro. Acaso sus ojos veían en plena noche, y el día continuaba para ellos indefinidamente. Los ojos de los axolotl no tienen párpados. Ahora sé que no hubo nada de extraño, que eso tenía que ocurrir. Cada mañana al inclinarme sobre el acuario el reconocimiento era mayor. Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimiento amordazado, esa tortura rígida en el fondo del agua. Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axolotl. No era posible que una expresión tan terrible que alcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra, no portara un mensaje de dolor, la prueba de esa condena eterna, de ese infierno líquido que padecían. Inútilmente quería probarme que mi propia sensibilidad proyectaba en los axolotl una conciencia inexistente. Ellos y yo sabíamos. Por eso no hubo nada de extraño en lo que ocurrió. Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario, mis ojos trataban una vez mas de penetrar el misterio de esos ojos de oro sin iris y sin pupila. Veía de muy cerca la cara de una axolotl inmóvil junto al vidrio. Sin transición, sin sorpresa, vi mi cara contra el vidrio, en vez del axolotl vi mi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio. Entonces mi cara se apartó y yo comprendí. Sólo una cosa era extraña: seguir pensando como antes, saber. Darme cuenta de eso fue en el primer momento como el horror del enterrado vivo que despierta a su destino. Afuera mi cara volvía a acercarse al vidrio, veía mi boca de labios apretados por el esfuerzo de comprender a los axolotl. Yo era un axolotl y sabía ahora instantáneamente que ninguna comprensión era posible. Él estaba fuera del acuario, su pensamiento era un pensamiento fuera del acuario. Conociéndolo, siendo él mismo, yo era un axolotl y estaba en mi mundo. El horror venía -lo supe en el mismo momento- de creerme prisionero en un cuerpo de axolotl, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverme lúcidamente entre criaturas insensibles. Pero aquello cesó cuando una pata vino a rozarme la cara, cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolotl junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía, sin comunicación posible pero tan claramente. O yo estaba también en él, o todos nosotros pensábamos como un hombre, incapaces de expresión, limitados al resplandor dorado de nuestros ojos que miraban la cara del hombre pegada al acuario. Él volvió muchas veces, pero viene menos ahora. Pasa semanas sin asomarse. Ayer lo vi, me miró largo rato y se fue bruscamente. Me pareció que no se interesaba tanto por nosotros, que obedecía a una costumbre. Como lo único que hago es pensar, pude pensar mucho en él. Se me ocurre que al principio continuamos comunicados, que él se sentía más que nunca unido al misterio que lo obsesionaba. Pero los puentes están cortados entre él y yo porque lo que era su obsesión es ahora un axolotl, ajeno a su vida de hombre. Creo que al principio yo era capaz de volver en cierto modo a él -ah, sólo en cierto modo-, y mantener alerta su deseo de conocernos mejor. Ahora soy definitivamente un axolotl, y si pienso como un hombre es sólo porque todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa. Me parece que de todo esto alcancé a comunicarle algo en los primeros días, cuando yo era todavía él. Y en esta soledad final, a la que él ya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va a escribir todo esto sobre los axolotl.
Julio Cortázar - Axolotl
-los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar.-
a partir del primer contacto o la primera interacción, sintió una conexión o una especie de afinidad con lxs axolotl, para terminar transformándose en uno de ellxs. quizás de eso se trataba antes mirar a la gente adulta. pensar que quería ser como ellxs, intentaba copiar cosas que hacían ellxs.
no siempre fue así, tal como en la cita -los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar- creo que fui capaz de darme cuenta que habían y hay cosas que pueden ser diferentes, observadas desde otras perspectivas, y que existen matices, no todo es blanco como no todo es negro. 
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renewyoursoul · 6 years ago
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➠ POST INICIADO POR LEVI 
          「❛ ʀᴀɴᴅᴏᴍ ʙᴄs ʏᴇs. ❜」           ┇ ❪ #ʟᴇᴠɪ ; #ᴇʀᴇɴ ❫ ┇                                       . . . Que no diga ni piense nada. Lo pateará si lo hace. No sabe cuándo ni cómo quedó dormido, sobre todo en esa posición /e incluso expresión/ que hace al dormir. Es un hecho que está empezando a odiarlo sin ser consciente de ello.
➥┋ Eren Debido al largo tiempo que han compartido juntos en la legión, sabe que Levi no es el tipo de persona que duerme mucho, de hecho ni siquiera lo suficiente, es normal que llegue un momento en que el soldado más fuerte de la humanidad sea vencido por el agotamiento. Por todo ello es que verlo dormir tranquilizó al castaño, intentó no moverse demasiado para no interrumpir el sueño del capitán, incluso se atrevió a dejar sutiles caricias entre los oscuros cabellos de este. «Quién diría que puede verse así de lindo» pensó mientras sonreía, desde hace tiempo ha empezado a sentir algo por el mayor, al principio creyó que era admiración pero hay algo más.
❪ ʟᴇᴠɪ ❫ Era de esperar que, con cualquier cosa, se despertara y rompiera tan delicado manto que llamaba descanso momentáneo. Después de todo, tenía sueño ligero, y sin importar lo que hiciera o escuchara, terminaría por despertar con amargura. No obstante, nunca pasó. Se movió ligeramente sobre el lugar, incluso inclinó el rostro; recargando la mejilla contra la pierna opuesta. De alguna manera alcanzaba a sentir esas caricias, no de una manera literal, si no a través de sensaciones agradables que con el tiempo había olvidado. Indudablemente, le agradó; sus acciones inconscientes lo afirmaban por completo.
➥┋ Eren Todo el tiempo que pudo se dedicó a contemplar la apacible expresión de Levi mientras este duerme, viéndolo así lucía realmente frágil, ¿quién diría que en realidad es una de las personas más temibles? Antes de darse cuenta su mano ya se encontraba deslizándose por la mejilla ajena, delineó con el dedo índice esa preciosa mandíbula, joder, como le atraía, y el cuello... tenía que ser una obra de arte. El corazón de Eren estaba latiendo muy rápido, tener al capitán acurrucado en su regazo es algo que no sucede ni en sueños, ¿qué debería hacer?, ¿despertarlo? Entre tanta meditación su dedo pulgar fue a parar en el labio inferior del azabache, presionó con suavidad y acarició. «Qué suave...»
❪ ʟᴇᴠɪ ❫ Se sentía a gusto con la situación que no era capaz de interpretar por completo. Cualquier persona diría que no era él quién estaba a merced de demostraciones delicadas, mucho menos de un soldado al que todos apostaban una relación no muy lejos de lo profesional. Eso, y el hecho de que lo estuvieran tocando. No gustaba del contacto físico. Pero, a pesar de todo, tenía que acabar, ¿no? Descendió las cejas lo suficiente para trazar una línea de expresión en medio de la nariz. Inicialmente apretó los parpados por la luz que lograba atentar contra su confort, posteriormente, los entreabrió; tomaba su tiempo.                        ( . . . )        Abrió un poco más los labios, no por alcahueta, si no por sorpresa a tan comprometedora situación. Es más, su mirada estaba puesta en la suya. Sí, esperaba una respuesta coherente y argumentada.
➥┋ Eren Notó el cambio de expresión en el rostro del mayor, todo indicaba que despertaría en cualquier momento, el corazón le latió con más prisa, no es que tuviese miedo, o quizá sí lo tenía, vergüenza y temor de que el capitán lo descubriese tocándolo de esa manera, casi al instante apartó el dedo de los labios pero no fue capaz de retirar la mano a tiempo cuando los párpados ajenos dejaron ver esos irises color gris. —Capitán… —sonrió de manera nerviosa y terminó de alejar la extremidad del rostro adverso, obviamente evitaría hablar de la situación en la que fue pillado, sería incomodo para los dos—. ¿Ha descansado un poco? Se quedó dormido de repente… —cierto, fue culpa del azabache por acurrucarse en su regazo en primer lugar.
❪ ʟᴇᴠɪ ❫
Sí, tenía /algo/ de razón. Fueron, tal vez, movimientos involuntarios lo que lo llevó a cada uno a terminar de tan dichosa manera. Levi de alguna manera había llegado a quedar dormido sobre las piernas de su subordinado, y, por otro lado, dar entrada al contacto inesperado sobre sí mismo. Empuñó su chaqueta, descendió las cejas y levantó la otra mano cuyo dedo indice resbaló sobre las comisuras de sus labios para descartar posibles evidencias en su forma tan "desordenada" cuando se dejaba llevar por el cansancio propio de la semana. — Más de lo que acostumbro — respondió al poco tiempo —. ¿Cuánto dormí? — Evidentemente, no se separaría hasta que el capricho suyo dijera lo contrario. A decir verdad, era lo bastante cómodo para querer retirarse de allí.
➥┋ Eren Tragó saliva al ver el dedo del capitán deslizándose por donde anteriormente estuvo el propio, el estómago le hormigueaba por el nerviosismo, incluso en esa situación no podía dejar de pensar en lo atractivo que es el azabache, el deseo de querer probar esos labios no se desvanecía. —No demasiado, quizá unos quince minutos… —quería disimular pero el corazón le estaba latiendo con mucha prisa, Levi seguía allí recostado en sus muslos a pesar de estar despierto, la verdad es que se sentía afortunado por ello, ojalá no se marchara tan pronto, aunque sólo estuviese allí usándolo como almohada, eso bastaba para hacerlo sentir especial. —Es bueno verle descansar, incluso alguien como usted lo necesita —regresó la mano izquierda hacia los cabellos del mayor, le hizo falta mucho valor para tomar entre sus dedos algunos de los mechones adversos.
❪ ʟᴇᴠɪ ❫ Entrecerró los ojos, se mantuvo en silencio; daba entrada a un sinnúmero de posibles pensamientos que se resumían en simples y repetitivos itinerarios. Específicamente, a esa hora de la tarde. . . . No, no había nada que hacer. Recorrió no solo la imagen del soldado, si no la puerta de dicha habitación. Aparentemente estaba cerrada, sin embargo, sin seguro. Un momento. ¿Qué pensaba hacer? No solo se tomaba la confianza de permanecer allí, acostado, si no que revisaba su privacidad por querer mantenerla de ese modo. Arrugó la frente. — ¿Desde cuánto te preocupa tanto alguien como yo? Excluyendo, claro, mi cargo — jugaba, lanzaba preguntas que a cualquiera lo podrían incomodo por los posibles sentidos que abarcaba el contenido. Buscaba entretención, o, tal vez, una buena excusa que lo obligara a desperdiciar minutos que más tarde pasarían a ser muertos, eso, y el gusto que nacía de las caricias que hace poco había empezado a sentir.
➥┋ Eren —Bueno… usted es como un mentor para mí, más que sólo mi capitán —su corazón se tranquilizó al ver que Levi estaba cómodo, incluso había aceptado que le tocase el cabello, el ambiente se percibía un poco extraño pero Eren es bastante torpe como para darse cuenta de las “señales” y tomar ventaja de ellas. —El escuadrón es mi familia, es todo lo que me queda, no puedo permitirme perder a nadie más —sus dedos viajaban despacio por entre los suaves cabellos del mayor, a la vez sus ojos esmeralda estaban clavados en los adversos—. La humanidad le necesita, capitán «yo lo necesito» —pensó lo último sin atreverse a ponerlo en palabras.
❪ ʟᴇᴠɪ ❫ — Mentor, ¿uh? — Desciende las cejas hasta dibujar una sutil marca en medio de la frente. Piensa en el sentido de la palabra; gira alrededor de un sinnúmero de intenciones más allá de una profesional, ¿o es que se siente compromiso de aprender de él? No le sorprendería. En sus años de servicio ha visto más de un niño con aires de ser el mejor. No daría paso a un malentendido de no entenderlo por completo. Exhaló. — Así que, ¿soy parte de tu supuesta familia, Jaeger? — Estrecha la mirada. Para él, es una estupidez relacionar al equipo con algo tan delicado como la familia, no obstante, está dispuesto a ser parte de la fantasía del soldado hasta que las dudas se aclaren por completo. — ¿Qué dices? Hasta un punto — opina con algo de certeza al respecto —. El resto recae en ti; hay tantas respuestas en un maldito suero. Es decir, el mismo que te da la capacidad de ser uno de ellos.
➥┋ Eren Sus mejillas se colorearon ligeramente al darse cuenta de lo cursi que debió sonar al decir que el escuadrón es su familia, qué idiota, si el mayor ya lo veía como a un mocoso ahora le dejaba claro que tal vez no ha madurado nada desde que se conocieron, ¿cómo se desharía ahora de esa posible imagen de niñato? —Bueno… yo… —estaba demasiado nervioso, las ideas no circulaban bien por su cabeza y eso le hacía difícil expresar sus pensamientos, genial, ahora parecía un idiota. —Hm… precisamente la existencia de ese suero no me hace indispensable, todo parece indicar que alguien como yo puede ser reemplazado, Historia pudo haberlo hecho… En cambio, no hay otro como el Capitán Levi —desvió la mirada, no se sentía capaz de mantener los ojos fijos en él por tanto tiempo, hacerlo incrementa su ritmo cardíaco y lo último que necesita es que sus mejillas resplandezcan como un tomate.
❪ ʟᴇᴠɪ ❫ Jugaba con su mente; quizás el capricho nacía desde que nacía un gusto profundo por ver las reacciones de cada escenario. Ser el primero y quizás el último en darle preguntas con sentido sentimental e incluso cruel con tal de ganar su debida parte. — Déjalo así — cortó de repente —. Es normal que soldados, a este nivel, relacione a los demás como su familia. O eso creo — no ha sentido nada semejante desde que perdió a sus compañeros; los primeros que tuvo y cuyas ilusiones murieron con ellos. — Idiota, no te subestimes tanto — estrecha los ojos, frunce el ceño también. Luego, por raro que sea, vuelve a la calma por poca importancia que le da el tema. Sus ojos detallan un color adicional en Eren, tras ello, lanza sus perspectivas al respecto. Cree que es un tema evidente pero fingirá lo contrario porque así lo quiere. — Mh. Si tu punto abarca todas mis supuestas habilidades, te diré que llegará un punto en el que pierda el sentido de todo. La gente se cansa, Jeager. Y sé que, en algún momento, seré el siguiente en hacerlo.
➥┋ Eren Subestimarse es algo inevitable, más cuando ha generado más problemas que soluciones, cuando Historia estuvo a punto de devorarlo realmente pensó que eso era lo mejor, le hacía un favor a todos dejando su poder titán en manos de alguien más competente. —Oh… bueno, eso es normal… ¿quién desearía dedicarse toda la vida a la milicia? Yo… Lo único que puedo hacer ahora es fortalecerme, lograr la libertad y que podamos apreciar ese mundo juntos, aún si se cansa antes de que ese momento llegue, de igual modo yo se lo mostraré, capitán —sonrió reflejando la esperanza que aún alberga en su corazón, confiando en que encontrarán las respuesta una vez lleguen al sótano de su casa.
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mariposasenlosojos · 7 years ago
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-Oye,
¿sabes una cosa? En realidad hay algo que no me gusta del teatro.
-Ah, ¿sí? Pensaba que te encantaba la ficción en todo su conjunto.
-Sí. Bueno... No.
-...
-Imagina que tienes que actuar tú en algo improvisado.
-Ajá, de acuerdo.
-Pero tienes que hacer un papel en el que te tienes que interpretar a ti mismo y en cuya obra eres el único actor.
-Vale, pero...
-Espera, espera.
-Vale.
-Bueno, y en dicha obra tienes que hablar contigo mismo revelando las cosas que más deseas en lo más profundo de tu corazón. Ahora bien, ¿qué tan buen actor tendrías que ser para engañar a todo un público de que no eres quien está ahí enfrente?
-No te entiendo...
-Es una analogía. Hace poco fui al psicólogo, ¿no?
-Sí, me lo contaste, por todos tus rollos internos que te estaban molestando.
-Exacto. Pues la psicóloga me hizo una propuesta. Hacer de la sesión algo más interactivo y menos de simplemente hablar.
-Hay terapias que funcionan mejor de esa forma.
-Eso he leído, pero ya sabes que yo no funciono así.
-Lo sé, lo sé.
-Me pidió que actuara como si estuviera hablando con una parte mía que no dejaba salir. Lo llamé NOMBRE Colores. Yo era NOMBRE Tranquilo, no me dejaban ser Vacío porque no era algo neutro. Tenía que hablar con él sobre las cosas que me preocupaban y luego interpretar su papel diciéndome a mí mismo qué cosas iba a tratar de cambiar.
-Interesante... ¿Y te sirvió de algo?
-No.
-...
-Te explico. Por una parte, me sentí forzado a interpretar un papel en el que no estoy cómodo. Sentí que esa parte de colores era algo que dejé atrás en el pasado junto con la inmadurez, la ignorancia y la inocencia de un niño. No puedo volver a ser un niño, no después de todos estos años repletos de realidad. La gente vive, la gente siente y la gente es estúpida por muy inteligente que sea. Y yo no soy diferente, me siento estúpido al sentirme y al pensar de esa forma incoherente.
-¿Y la otra parte?
-JAJAJA, la otra parte... Dime, ¿qué tan sencillo o complejo te puede parecer a ti un simple ser humano?
-Pues no lo sé, tío. Eso es muy complicado de predecir. Piensa que una persona lleva en su espalda toda una vida llena de experiencias y pensamientos. A eso habría que sumarle el tipo de personalidad que ha tenido y cómo se ha desarrollado con el paso del tiempo, y quizás algunas cosas más...
-Tú mismo lo has dicho, “eso es muy complicado”. Podemos parecer iguales entre todos solo por vivir en una sociedad en la que la cultura directamente influye sobre las personas. Somos un 99% lo que se nos da. Pero hay todavía un 1%, algo que tiende a hacernos diferentes unos de otros. Ese 1% basta para ser concluyente a la hora de tratar las diferencias entre humanos, y llenarnos de universos desconocidos.
-Bueno, ¿y eso que tiene que ver con toda la historia?
-Cierto. El caso es que la psicóloga cometió un error muy clave mientras yo la estaba juzgando para saber si me podría ayudar.
-¿Cuál fue?
-No le conté nada de mí o de mi vida, tan solo interpreté un papel forzado, que no completamente fingido. Y, sin embargo, dijo que ya sabía cuál era la piedra angular de mi problema.
-Han estudiado para saber con rapidez y eficacia ese tipo de asuntos, aunque creo que ya entiendo por dónde va tirando el resto.
-Se equivocó.
-Me lo suponía. Es que, tío, eres muy raro.
-No es que yo sea muy raro. Como tú dijiste, ellos han estudiado para eso. Lo raro es que haya dicho tal estupidez prejuzgando la situación. Las personas tenemos mucho en nuestro interior, un teatro muy difícilmente mostrará todo el problema a gran escala. Como mucho yo diría que lo que ella dijo es una pequeña partícula de la verdadera piedra angular. Aunque, para empezar, tampoco creo que exista tal piedra. No hay algo tan concreto que haya desatado tantas emociones. Es más, diría que a todos los problemas les doy la misma importancia, y que eso es lo que me ha llevado a este punto.
-...
-¿Me estás oyendo?
-...
-Oye...
-...
-Oye.
-...
-¡¡Oyeeee!!
-...
-¡¿Por qué no me oyes?!
-...
-¿Por qué no me oy##########################################################################################################################################...
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revistalawalsh-blog · 7 years ago
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González Catán y el paradigma
A Emilio Di Tata Roitberg lo conocimos cuando buscábamos información sobre los barrios de González Catán. Wikipedia lo dio a la luz. Ella nos hacia saber que hace unos años atrás, se había editado una novela que tenía los condimentos de La Matanza. Las pinceladas de Roitberg vuelven a reflejar algunas realidades de los barrios más humildes del Conurbano. La leímos y nos genero curiosidad algunos aspectos de su vida y de la novela. Aquí abajo algunas preguntas y respuestas.
por Emma Fresco
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Síntesis de tu vida, desde el nacimiento hasta la actualidad.
Bueno, nací en Capital, en el hospital de Sindicato de Vendedores de Diarios y Afines (SIVENDÍA),  porque en ese momento mi papá era diariero, tenía un puesto de diarios en Luro y Ruta, que está en el mismo lugar, ahora pegado a la parada del Metrobús. Crecí en esa esquina, hasta los 13 años. Viví un tiempo en Ramos Mejía y luego en González Catán, así que puedo decir que conozco el extenso territorio de La Matanza de punta a punta, porque además tenía amigos y parientes en La Tablada, Castillo, Virrey del Pino, Ciudad Evita, y fui a la escuela en Casanova y San Justo.
A los 16 me vine a vivir a la Patagonia, y donde vivo desde entonces, salvo por períodos en los que viví en España, Medio Oriente y en Capital. Escribo de manera regular más o menos desde hace 20 años, y publiqué mi primer libro hace 10.
¿Cómo nace el amor por la escritura?
A los diez años se me antojó que quería ser escritor. Uno de los tantos berretines que uno tiene de chico, sólo que este continuó a través de los años, la idea de que tenía que escribir. En mi casa no había muchos libros, mis padres no eran lectores, pero igual me apoyaron desde el primer momento. Mi mamá le encargaba al diariero todas las semanas la colección Mis Libros, de Hispamérica, donde yo trataba de aprender cómo se escribían un libro, y mi papá, al volver de la obra (trabajaba en la construcción, en ese tiempo) se apareció una tarde con una máquina de escribir Remington nueva flamante. Escribí un par de comienzos de novelas que no prosperaron, mi problema era que no tenía a quién preguntarle. Las clases de lengua en la escuela eran terriblemente aburridas para mí, y lo que me daban a leer no me motivaba para nada. Recién comencé a escribir regularmente cuando vine a vivir a Bariloche. En cuarto año tuve una profesora de Literatura, Mariana Neira, que me alentó a textos cortitos, que luego ella leía a mis compañeros. Ella y un pequeño grupo de amigos que tuve en ese momento fueron cruciales para mí, gracias a ellos comencé a escribir.
¿Cuáles son tus escritores favoritos y por qué lo son?
Van variando con el tiempo. En mis comienzos leí mucho a Julio Verne, a Poe, el Martín Fierro, Robinson Crusoe, y libros hoy muy poco conocidos, como Las Aventuras de Peter Schlemil, de Chamisso, y El rojo emblema del valor, de Stephen Crane, que me causaron una gran impresión. Entre los 12 y los 16 no leí casi nada, y luego arranqué con todo. Arlt, Dostoiévski, Dickens, Borges, etc etc. Luego me enganché con Milan Kundera, Isaac Bashevis Singer, W. Somerset Maugham… En la actualidad leo más que nada autores contemporáneos, por citar algunos me gustan mucho Paul Auster, Kenzaburo Oé, Gonzalo Torrente Ballester, Françoise Bourdin, Amin Maalouf, y de argentina Claudia Piñeiro, Selva Almada, Samantha Schweblin y Jorge Fernández Díaz, entre muchos otros. Entre los autores de no ficción algunos que no me canso de leer y releer son Juan José Sebreli, Ryszard Kapuściński y Sonia Cristoff.
¿Qué proyectos a futuro tenes?
Seguir escribiendo, por supuesto, terminar un par de relatos inconclusos que me reclaman, publicar la tercera parte de mi novela policial El Oso, y seguir escribiendo una novela tipo folletín que publico una vez por semana en mi página de Facebook, “El tío Berni y la Polaca”, una novela que tiene cientos de lectores en toda Latinoamérica, y que los invito a leer en mi página de autor: https://www.facebook.com/ditataroitberg, o en el link: http://berniypolaca.blogspot.com.ar  
 ¿Cómo ves la cultura y el arte en La Matanza? ¿Qué creés que hace falta? 
La verdad que no estoy muy al tanto porque vivo desde hace muchos años en el Sur. Pero me gusta cuando veo que aparece un libro o película ambientada en mi Patria Chica, como Mundo grúa, Villa Celina o Kriptonita, entre otros. Creo que La Matanza es un lugar excelente para seguir contando historias, para que sigan apareciendo nuevos creadores en todas sus formas. Somos pocos los diablos y mucha el agua bendita, hay mucha tela para cortar.
 ¿Qué opinión recibió tu novela González Catán, de aquellos vecinos de los barrios populares de Laferrere y González Catán?
El hecho de que mi novela González Catán llegara efectivamente a los lectores del lugar donde transcurre la historia (Catán, Laferrere y Ramos) fue una prueba de fuego para mí, porque se trataba de lectores que conocen el escenario igual o mejor que yo, y podían detectar enseguida donde la pifié. La verdad es que la recepción hasta ahora ha sido muy buena, con muchos mensajes positivos. Y eso que en un par de lugares alteré la geografía Matancera. Por ejemplo, hice un mix entre Villa Mosquito y La Palangana, o ubiqué la refinería de YPF más cerca del cruce del 29, donde tenía su esquina la travesti Raffaela y sus amigas, porque convenía más a los propósitos de mi obra. Pensé que me iban a matar por eso, hasta ahora vengo zafando. Los lectores matanceros no le dieron importancia a esos cambios, me dijeron que se habían enganchado tanto en la historia que ni se dieron cuenta.
¿Crees que la escritura de González Catán sirve para mejorar la situación de aquellos vecinos?
González Catán es una obra de ficción, no tiene intenciones didácticas, pero de todos modos muchas personas, sobre todo de la Capital y de otros lugares de Argentina que la leyeron me dijeron que conocieron una realidad distinta a través de esta novela. En definitiva, creo que sí, que una obra de ficción que muestra una realidad dura puede ayudar a cambiarla. Poco o mucho, no lo sé. Pero soy muy optimista en cuanto a que la situación en la que vive mucha gente de La Matanza y del Conurbano en general va ir poco a poco cambiando para mejor.
 En La Matanza, se distinguen dos libros sobre los barrios. Villa Celina de Juan Diego Incardona, y el tuyo con González Catán. Ambos plantean distintas miradas sobre los barrios. Incardona trata de cierta manera de enarbolar la idea mítica del barrio, los vecinos, la cumbia, el rock, sus costumbres, el peronismo, característicos de La Matanza. Con González Catán se descubre otra realidad de los barrios ¿A qué se debe tu mirada y la idea de narrar eso? ¿Cuánto influyo tu pensamiento político?
En lo personal, no soy para nada partidario de los mitos, creo que un mito es como el estribillo de una canción de moda, algo que se nos pega porque suena bien y porque lo escuchamos un millón de veces y se nos pega, y al final terminamos repitiendo una barbaridad. En González Catán yo me preocupé, ante todo, de contar historias universales, historias de amor, celos, cuernos, codicia, solidaridad o estupidez. Pero bueno, si en algún momento intenté algo no fue propagar o pontificar el mito sino desmitificar el Conurbano. Que la gente que tiene una idea preconcebida de La Matanza lo lea y diga: Ah, bueno, no es tan así. Los personajes de mi novela, además de cumbia, escuchan musica romántica, tecno, Virus, Julieta Venegas, música celta... En la villa, además de criminales y paqueros hay un pibe que sueña con ser director de cine, una travesti que quiere montar un salón de té inglés, hay gente a la que le interesa el arte, la historia, y sobre todo gente honesta que la pelea día a día, que son la gran mayoría. Gente que no responde al estereotipo que otros tienen del Conurbano.
En cuanto a mi pensamiento político, bueno, creo que sí influye en mis relatos, si bien yo trato de no expresar sólo mi punto de vista, o hacer un contrapunto entre dos visiones y que sea siempre la mía la que gane. Una porque no estoy escribiendo un panfleto, y otra porque aunque quisiera hacerlo no serviría, cada uno tiene sus convicciones y no creo que la vaya a cambiar por una obra de ficción. En mi primera novela, El Oso, escrita en pleno menemismo, se muestran los efectos devastadores de la crisis económica en un barrio periférico de Bariloche, aunque no se menciona a Menem ni al PJ en ningún momento. Las historias de González Catán están ambientadas en zonas de La Matanza azotadas por la marginalidad y la miseria, que yo atribuyo a décadas de gobiernos populistas, aunque los lectores peronistas y/o kirchneristas de mis libros, que son muchísimos, sacan una lectura completamente distinta de la mía. Creo que se sienten respetados porque ven que no trato de bajarles línea. De todos modos, en mis historias pongo más énfasis en el aspecto humano de cada relato, que es a fin de cuentas lo que más me interesa contar.
contacto: https://www.facebook.com/ditataroitberg/?fref=ts
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markson-history · 7 years ago
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Sweet sheep's home [Maki, Jackson]
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➡ Privado 📝 Sweet sheep's home �� Lunes 3 de Abril ⌚ 21:00 hs 🏠 Ciudad | Casa
"En que gran lío te has metido, ovejita"
— ¡Lo sé! ¡Lo seeeeeé!
Gritó tomándose de la cabeza en la cocina. Estaba nervioso, no sabía que hacer de comer para su invitado, para colmo tampoco era bueno en la cocina ¿Qué haría? Estaba seguro que terminaría pidiendo unas pizzas y a la mierda. Estaba en crisis ¿Por qué lo había invitado a la casa? Pudo citarlo en algún restaurante, invitarle la cena ¡Pero no! ¡Tenía que cagarla así!.
"Tal vez no seamos buenos en la cocina, pero somos buenos mintiendo ¿No?"
Bueno, en eso tenía bastante razón a decir verdad ¿Y qué eran las mentiras? Disfrazar. Así que eso haría, comidas fáciles de hacer, simples, pero disfrazadas de comida elaborada y con la presentación adecuada parecería un chef. Puso manos a la obra para tener todo listo justo a las nueve, horario donde estaba citado el policía, acomodó los platillos en la mesa estratégicamente hasta que quedó satisfecho con el resultado.
Ahora solo debía de encargarse de pedirle a Lobo que se fuera de la casa, lo cual con seguridad sería algo desastroso porque... No lo había pensado del todo bien, pero le había revelado al policía la dirección exacta de donde vivía y como era de esperarse su compañero se molestaría, un error y ya sabían donde buscarlos.
Jia Er Jackson
 Necesito de mucha distracción para no pensar en Maki y en su encuentro de esa noche. No asistió al trabajo, al contrario, se quedo en casa con la excusa del dolor de su brazo, aun estaba herido, lo cual preocupo a sus compañeros, enviando así ayuda medica para realizar un chequeo de sus heridas. Por lo que si tuvo bastante distracción por el resto del día.  Cambiaron su vendaje, ya no tenía marcas de sangre y esperaba no manchas las nuevas, no queria mostrar ese tipo de heridas al mayor, no por preocuparle sino que no sabía la reacción de este ante la sangre o el vendaje. No era la gran cosa pero conocía a personas que no podían ver sangre o heridas tan graves.  Tomo una siesta luego de un ligero almuerzo, sus nervios no le permitieron alimentarse mejor, y el descansar le ayudaría a pasar el día lo más rápido posible, así sería perfecto levantarse solo por una ducha. Así lo hizo. Al despertar se ducho, vistió y perfumó. No se vistió del todo formal ni mucho menos elegante, un estilo propio de él que aunque demostrara sin duda que aun era un adolescente no era de aquella forma de vestirse como un niñato.  Tomo las llaves de su vehículo y emprendió camino a la dirección que le había enviado. Conocía la ciudad por lo que no necesitaría del gps, era un agente de campo, todas las calles y movimientos tenían codigos los cuales memorizo, estos serían en persecuciones u otro tipo de casos, para esas ocaciones, el recordar las calles.  Una vez en el lugar, tomo aire e intento calmar sus nervios frente a la puerta. Trago en seco y toco finalmente.
  Maki
 Inició mal la charla, Maki lo supo con la mirada de Lobo, la había cagado y cuanto más intentaba explicarlo iba de mala a peor. Sí, sabía que tenía razón, estaba loco por haberlo invitado a la casa, si encontraba los trajes, si dejaban algo suelto por allí sin querer, si hablaban de más, se suponía que esa casa sería un refugio, un lugar seguro donde no deberían de mentir y sin embargo ahí estaba Oveja, por primera vez haciendo una estupidez. — ¡No me digas lo que tengo que hacer! — Gritó en respuesta a su grito y lo echó de la casa ya sin tacto alguno lo que derribó en un empujón contra la pared que tapó los ruidos de la puerta. Lo único por lo cual Lobo no se arriesgó a presionar mucho más el cuello de su amigo fue porque éste llevaba un cuchillo en la mano, Maki tampoco lo apuñalaría a menos que se sintiera desvanecer. Así que el menor de los dos lo soltó, abrió la puerta de la calle llevándose por delante a Jackson de un empujón de hombros y salió. Él suspiró acariciándose el cuello, las cosas nunca estaban bien, nunca estaban del todo bien, debía buscar un juguete para Lobo, uno al cual pudiera maltratar hasta la muerte y luego, un reemplazo de éste. Apoyó el cuchillo sobre la mesa y fue hasta la puerta para cerrarla encontrándose con que Jackson ya estaba allí. "Por la mierda".— Ey, pasa, pasa y cierra la puerta, Axel debió salir de urgencia así que no nos acompañará esta noche. — Mintió haciendo de cuenta que nada había pasado, y además, rogando que no haya visto nada, pero Dios, que escuchado con mucha seguridad que sí.
  Jia Er Jackson
 No le importaba esperar tras la puerta, los nervios que tenía al menos podían relajarse un poco, igualmente el esperar no había sido demasiado. La puerta fue abierta por quien menos esperaba, el tipo de aquel día vivía con Maki. No recordaba que este se lo mencionara, si lo hizo sin duda estaba intentando desifrar el rostro del sombrío ese día. Pero, lo ignoro, no dijo palabra alguna ni se quejo cuando este salió de tal forma empujando su hombro, no queria armar un lío con quien compartía el hogar de Maki, con tan solo esas pintas podría temer de que este le hiciera algo al mayor.  Aunque escucho la voz del mayor, no se giro de inmediato, su mirada siguió los pasos de Axel quien se alejaba poco a poco de ellos. ¿Así que no les acompañaría? No parecía haber sido citado con tal urgencia, no lo creía, pero respetaría la privacidad de Maki, su relación con el otro tipo no tenía porque importarle. Si le mentía por mantener la comodidad entre ellos, bien, lo respetaría.  —Hm.. Se perderá tu cena.—Pronunció ingresando.— Apuesto que debe estar buenisima.— La deducción la tuvo en tan solo segundos, para eso trabajaba de agente de campo, pensar en el menor tiempo posible y actuar conforme a las decisiones. Así que, al menos por unos segundos, sus nervios habían desaparecido.— ¿Que tal estuvo el trabajo? —Pregunto intentando relajarse.  Como ya le era de costumbre, su mirada siguió en cada movimiento al contrario, era imposible no prestarle atención, así que existían detalles que no pasaban desapercibidos, como el ligero color en el cuello de este. Podría jurar que alguien lo presiono con fuerza, podrían ser marcas del asalto, como marcas recientes, pero de ser recientes, eran marcas que volvieron a tomar color de otras anteriores
.
 Maki
 Esperaba que Axel saliera por la puerta de atrás pero bueno, al menos no echó a patadas a Jackson. En otro momento le hubiera importado muy poco sacar sus cuchillos y matar al policía. Y Maki tampoco dudaría en ir por su daga a defenderlo. ¿Puede ser que Lobo haya cambiado desde aquella vez en el bosque? Tal vez el tranquilizante que le había dado le sirvió para entender que había muchos más monstruos en el mundo que solo él ¿O solo fue por el sexo? Su mente aún estaba confusa pero no quería seguir pensando en aquello teniendo frente a él a su…¿Su? Vale, ya lo tomamos como nuestro. Nuestro “ojitos café”. Apoyó el cuchillo sobre la mesa suspirando para no pensar más en ello y limitándose a no tocarse el cuello o sabría que algo no andaba del todo bien.— ¿Trabajo? — Se sonrió mientras le hacía señas que se sentara en una de las sillas y él se dirigió a la cocina para traer los vasos que faltaban.— Pues aburrido hasta que un policía llegó a visitarme. — Pronunció con simpatía regresandose a dejar los cristales en la mesa y sentarse a su lado, no pretendía tomar asiento frente a él lo quería lo más cerca que se pudiera.— ¿Y tú? ¿Algo divertido en tu trabajo? Maki echó una mirada a la mesa para ir señalando los platillos que había en cada uno, diferentes tipos de ensalada, arroz, carne de cerdo, pollo, un corte vacuno troceado, los tacos, un gran canelón para compartir. Se sentía bastante orgulloso de si mismo al ver como habían quedado, aunque de sabor no tenía idea, lo había probado y no sabía nada mal pero tal vez sus papilas gustativas ya no eran tan buenas como cuando era rico y mimado ¿No? Cabia esa posibilidad. — Si algo no sabe bien, no lo comas, no creo que aparte de ese brazo quieras más complicaciones —Se rió sirviendo en ambos casos gaseosa, si Jackson estaba tomando medicamentos no podía tomar alcohol, hasta en ese detalle estuvo.
  Jia Er Jackson
 Sospechaba de ese tipo, no que fuera un criminal o algo parecido, que Maki tuviera ese tipo de amistades sería bastante extraño, puesto que era de lo más tranquilo, sin contar el como se comportaba a la hora de tener sexo, era todo un felino en celo le encantaba. Aún así, estaba casi seguro que este era el culpable de las marcas del cuello del mayor, al menos las recientes, puesto que intensificaron el color de aquellas ya hechas en el ultimo acontecimiento del bibliotecario.  Era un agente, no podía evitar analizar todo cuando el momento ameritaba, por otra parte, Maki sabía realmente como distraerlo, y vaya que lo distrajo. Sintió su piel erizarse al recordar la visita de la mañana, dios, como le encantaba. Relamió sus labios mientras se sentaba en su silla correspondiente y seguía con la mirada al contrario.  —No asistí al trabajo. Tengo un ligero problema con el vendaje y la herida, pero poco a poco mojará, por ahora. —Pronunció calmado, la verdadera razón era el estar distraído, no podía incorporarse cuando solo pensaba en el mayor, pero decir aquello sin filtro alguno, era bastante peligroso.  Su mirada se fijo en la comida, todo tenía una pinta tipo gourmet y el aroma era exquisito, ni el podría haber preparado algo así. Si bien la cocina se le daba un poco, no era de aquellos que se molestaban en comer a horas correctas, se encontraba en la oficina o en campo, no se distraía cuando trabajaba, por ende su cuerpo no pedía comida mientras intentaba resolver un caso.  Solto una suave risa, esa honestidad de Maki le estaba agradando, no se guardaba ningún tipo de comentario, ni siquiera algo como el temor de lo que este había preparado.— Bien, tendre cuidado.— Entre risas comenzó su cena, después de todo, si estarían solos, sin interrupciones.— Hm.. Nada mal. Esta bueno.— Sonrió volviendo su mirada al mayor. No lo decía por ser cortes, realmente tenia un buen sabor, aunque no tan bueno como el mismo Maki.
 Maki
  Maki pronto había olvidado el altercado con Lobo, se sentía común cuando Jackson estaba a su lado y esa sensación era una que creía que no volvería a sentir en toda su vida. Ese policía le había devuelto aquello que creyó perder para siempre, el poder sentarse simplemente a disfrutar de una cena con una persona querida como lo era él. Perderse en sus pupilas era cosa sencilla de hacer y ni hablar de sus labiales, oh Dios, quería deborarlos, pero sentía que esa comida que le había costado un poco de hacer sería desperdiciada así que esperaría un poco antes de atacarlo, aunque se le notaba en la cara las ganas de hacer cosas sucias que sentía. ¿Creería que era un fácil? ¿Sólo estaría allí por sexo? Tenía un millón de preguntas rondando por sus pensamientos, inquietas, punzantes, directas, y sin embargo la que más le preocupaba era ¿Estaba enamorándose de Jackson? ¿Estaba ya enamorado?. "Oveja, acaba de hablarte..." — ¿Nhm? ¿En verdad? — Animado por sus palabras es que tomó uno de los palillos probando la carne y la ensalada, nada mal en verdad. Cortó un poco del canelón y lo acercó hasta la boca impropia con una de sus manos debajo por si goteaba un poco de salsa, no quería ensuciarle la ropa siendo que estaba tan lindo vestido.— Prueba esto... Di aaah~ —Espetó con una sonrisa mientras pensaba en que quería cogérselo allí mismo sobre la mesa, entre toda la comida ¿Era un pensamiento enfermo aquel?
Jia Er Jackson
 Era definitivo que Maki lo distraía demasiado, si seguía con todas esas dudas en su cabeza y en us sentimientos no sabía como eso iba a terminar y con eso se refería a su trabajo. ¿Como deducir si no podía concentrarse? Apenas estaba intentando resolver como era que Axel, el tipo que había salido de esa forma tan bruta del lugar, era o no el culpable de las marcas que Maki tenia en su cuello, pero desapareció de su cabeza minutos después de perderse en su compañero en la mesa.  Había probado un poco más de la comida, los nervios sin duda no lo habían dejado comer con normalidad durante el día, tener a Maki a su lado le relajaba un poco sin contar los nervios que seguían presentes por tenerlo a su lado, sin la necesidad de estar devorando sus labios o en alguna posición sexual.  Sonrió abriendo su boca para recibir el siguiente bocado de las manos ajenas. Vaya que tenía hambre. Recordaba que le hablaban del amor de aquella forma, si algún día sentía menos deseos de comer, si sus nervios eran presentes por mucho tiempo, si solo pensaba en esa persona, estaba enamorado, eran sintomas que ocurrían junto con la confudión de los sentimientos, puesto que hablaban de tomar peso cuando se encontraban en una relación.  —Cocinas muy bien. Quizás deba venir más seguido.—Pronunció sin quitar la mirada de Maki.— O podría llevarte a mi casa a que cocines, me gustaría ver como preparas todo...—De solo decirlo mil imagenes vinieron a su cabeza, ¿Realmente observaría? Era seguro que estaría toqueteandolo mientras intentaba si quiera cortar algo. ¿Como cocinaría mientras se lo cogía?
 Maki
  El finlandés se había dado cuenta de lo sucio que pensaba ahora que prestaba atención a Jackson y a que cada cosa que se decían parecía ser una invitación a un revolcón, sentía que si lo invitaba al cine ensuciarían las butacas, si iban a la costa juntos cogerían en una carpa, así sea ir a tomar un helado con seguridad ocuparían para sus placeres el baño de alguna estación de servicio. Cualquier cosa cotidiana se volvía excitante y llena de adrenalina. Lo observó mientras masticaba esperando su verecicto final, regalándole una amplia sonrisa al saber que le había gustado también aquello, Dios, en verdad podía perderse en sus ojos, de verdad que en esos instantes se olvidaba de la causa por la cual luchaba y derramaba sangre. Lo mejor que le había pasado en años fue conocerlo. — ¿Quieres que sea tu cocinero personal? Eso no vendrá gratis, eh~ — Le coqueteó mientras se decidía finalmente aprobar su propia comida para saber si le mentía. Bueno, mal no estaba y con eso le bastaba, en realidad con que al adverso le gustara ya era su goal.— Tú puedes ser mi ayudante de cocina si gustas... — Ronroneó las palabras ya que se lo había imaginado completamente desnudo y solo vestido con un delantal corto, dejando ese culo bien trabajado al descubierto, ese que no dudaría en nalguear mientras le estuviera haciendo ver las estrellas. Ahg, menos mal que estaban solos en la casa, menos mal.
   Jia Er Jackson
  Esa noche tenía para resolver sus dudas, solo esa noche y parecía que el camino cada vez indicaba una cosa, no había dudas, sentía algo por Maki y no era una simple amistad. Se perdía demasiado en él, en esa mirada, en esos labios, lo conquisto sin siquiera notarlo. Perdido en un caso y aun así el mayor logro llegar a él, ¿Como? No lo entendía, pero ahi estaba, perdido por un hombre, pasando por su cabeza solo formas de cogerselo al terminar la cena.  —¿Como quieres que te pagué?.—La pregunta era directa, el dinero no estaba involucrado en sus planes, su forma de pagar sería hacerlo gemir las mil veces que deseará.— Asistente... Suena interesante. ¿Se puede trabajar cuando se tiene interés por el jefe?  Existían mil formas de pedirle a Maki que saliera con él, no tomar la etiqueta de inmediato si no lo deseaba, podría ser muy apresurado, aunque le celaba que alguien más tuviera interes en el mayor. ¿Que tal si se le acercaban? ¿ O peor? Jamás se pregunto si Maki sentía algo por él, podrían ser nada más deseos sexuales, solo coger y satisfacerse el uno al otro, nada de sentimientos involucrado. ¿Y si este huía al saber de sus sentimientos? ¿Que tal si lo evitaba?  Entre tanto pensar, concluyo sus sentimientos, pues cada vez que intentaba resolver sus disputas en su cabeza, veía a Maki como algo más que un amigo, una pareja. Continuó comiendo, estaba hambriento y los nervios habían desaparecido con el misterio de Axel.  —Tendrás que esperar a que este asistente de chef mejore de su brazo.— Soltó en una leve risa.— Al menos tres de cuatro estan en la carcel. —Dijo llevando su mirada al mayor.— Ese día, supongo que te pensé demasiado... Termine frente a la biblioteca. Ya debes haberte enterado del asunto policial que ocurrió en esa calle..
  Maki
 Alzó ambas cejas mordiéndose ligeramente la lengua ya que la voz en su cabeza estaba gritando casi aturdiéndolo "SEXO, SEXO, SEXO". No quería que le pagara con sexo pese a la voz insistente ¿Y sí le pedía hacer el amor? ¿Qué lo amara? No importaba que fuera con fuerza y violencia, si era amor... Si de eso se trataba el complacer a alguien más y a la vez sentirse querido ¿Dónde estaba escrito que solo se hacía el amor con gentileza? — ¿Por el jefe? No te convine dejarme las riendas a mi, eh, mira que no suelo tener clemencia con mis subordinados en absoluto. —Murmuró embelesado en cada uno de sus gestos, hasta el más absurdo, el más común, tal vez negaría un poco que estaba enamorado, pero ya lo estaba, si no lo esperaba era porque quería asegurarse de que Jackson sintiera algo similar. No había porque apresurarse, ese momento era único, el de la incertidumbre, el coqueteo, la conquista, quería disfrutar cada paso que dieran juntos. Al menos Jackson sería parte de su vida normal, de la vida de Maki, mientras Oveja... esperaba que su máscara nunca tuviera que vislumbrarlo en la noche y que su ballesta nunca se tuviera que alzar contra su anatomía.
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