#narrativas del gin
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Otra vuelta de página y ginebra
It’s late, time for bedSo we sit, and I waitFor that gin and tonicTo go to your head A Last Request (I Want YourSex Part 3), George Michael Podría decirse que la ginebra es la bebida destilada más literaria que existe. Si no fuese en verdad así, al menos estaría entre las primeras. En sus artículos sobre el gin, historia y literatura, Silvina Belén se sienta a la barra de los bares de copas con…
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#el gin y los escritores#gin#gin y arte#ginebra#libros y bebidas#literatura y destilados#literatura y ginebra#london dry#narrativas del gin
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Música de fondo en mi dos mil dieciocho
Comencé a escribir, como hago desde hace algunos años, lo que me ocurrió en éste –una costumbre que me asegura un fragmento al cual volver con el tiempo– y al poco me di cuenta que casi todo estaba ligado a lo que sonaba de fondo. Cambié la estrategia de años anteriores y el registro fue, en esta ocasión, a partir de los tracks, álbumes o artistas que sonaban en tal o cual momento. Así que aquí está el resumen de mi año acompañado de música –a ratos memorable, a ratos más bien horrible–. Un año que me cimbró.
El frío de invierno trajo consigo, la noche en que me quedé bebiendo solo hasta tarde sin salir de casa, a las HAIM vía Paul Thomas Anderson. Ese video en un estudio con una demoledora versión de tres canciones del disco que marcó mis primeros días del año: el Something To Tell You.
Las hermanas de San Fernando me llevaron, gracias a una reseña de Joan Luna, a revalorar el pop clásico de Fleetwood Mac, otra banda que marcó mi año. Cada tanto refería la historia detrás del Rumours. Recuerdo particularmente una noche en el BurnOut donde, ya bastante bebido, pasé a leer un texto sobre la manera en que los discos forjan nuestra educación emocional; algo apunté sobre el disco de los Fleetwood que más tarde, esa misma noche, pondríamos en el depa de Blan.
No había pasado ni un mes cuando lo que quise interpretar como el destino más que como una maravillosa consecuencia me llevó a viajar para ver a The National solo, como había hecho con tantos conciertos hasta entonces. Chiva me canceló la tarde anterior al concierto. Me encontré con Valero antes de subir al autobús, me presentó a su amiga y esa noche escuché con ellos a Matt y compañía salir al escenario, vaso de gin en mano, con “Nobody Else Will Be There”. El resto es silencio.
Hace una semana, junto a un libro de poemas, canciones y apuntes de Florence Welch, le regalé a T el Sleep Well Beast en vinilo. Ella me regaló –sin que nos pusiéramos de acuerdo– el Highway 61 Revisited y una edición con la trilogía de la frontera de McCarthy.
Apenas una semana después fui junto a Beto a ver a Bon Iver. Qué experiencia. No logramos ponernos de acuerdo en cuál fue el mejor momento, sólo que probablemente había sido el mejor show que habíamos presenciado hasta entonces.
A la salida me crucé brevemente con T y su novio de entonces. Me preguntó si no me había parecido “sublime”. Yo reí. Todavía lo hago. A veces la bromeo con su excesivo adjetivo aunque sé que en fondo tenía razón.
Meses después volvería al Pepsi Center en un par de ocasiones, distantes emocionalmente, como si ese sitio encerrara una especie de espiral que explicaba mi año.
Primero para ver a LCD por mi cumpleaños. Antes de entrar me encontré con Dan para ir por unas caguamas a unas cuantas cuadras. Nos despedimos en la entrada, ambos rotos como estábamos. Después entré y no paré de bailar solo durante todo el concierto. Cómo recuerdo el grito ahogado mientras tocaban “All My Friends” y yo pensaba en la novela de Stephanie Danler, en Andrés y en cuánto quería abrazar en ese momento a todos mis seres queridos.
La segunda vez fue para ver, junto a Rafa y Liz, a Nick Cave. Y a pesar de que fue un conciertazo yo no me hallaba, no ahí, no de nuevo solo. El espiral me había tragado y escupido. La pátina de los conciertos –lo descubrí esa tarde en el chili’s– no volvería a ser nunca más la misma.
Esos primeros meses, ahora lo pienso, escuché también los nuevos discos de Calexico y Glen Hansard.
Cuántas veces no escuché “You and I” de Wilco. Pensar en esa escena en el muelle, la forma en que se clausura la historia de Micky y Gus, una resuelta, el otro roto, pero juntos, amándose pese a todo.
En Vendedores sonó una y otra vez “You’ll never walk alone” mientras escribía una obra que acababa con un breve apunte sobre el himno del Liverpool, una obra en clave himno al fracaso que se estrenó en Monterrey. Lalo y María me mandaron videos de la lectura. David, a quien le debo el haberla escrito, me envió fotos. Semanas después fue una lástima que el himno no bastara para verlos levantar la orejona. Ni modo. Puto fútbol, nos abandonó en año mundialista.
T bailando “Goodbye Horses” en una fiesta a deshoras, la misma canción que apareció constantemente en mi vida a lo largo de unos meses también en una fiesta atiborrada en el centro y en mi cabeza mientras leía la obra de Rafa que me invitó a presentar.
(También T bailando “Electricity” en la boda de uno de mis mejores amigos en Michoacán, esa imagen suya dándolo todo.)
El soundtrack de Call me by your name: la presentación de Sufjan junto a St Vincent en los Oscares, el baile de Armie Hammer en esos tenis blancos, la melancolía de “Mystery of love”.
Y hablando de tenis blancos, las muchas veces que bromeamos con que los nuestros eran los de fiesta en el Seminario. Esos tenis blancos que acabaron sucios, rayados y ahora arrumbados como el amor de verano en la película.
La noche en que Moi, Chiva y yo nos desvelamos y bebimos oyendo “1979” porque decíamos ser esos cool kids que se marcharon demasiado pronto de la fiesta. Los cool kids, la forma en que nombraba en clave un amor que iba germinando.
Mi gusto culposo: la ridícula canción que habla de alguien con un vestido azul llorando en un andén y la forma en que Blanquita pasó corriendo junto a nosotros para ir a escucharla más cerca en el festival al que fuimos.
El mismo festival en que cantamos a todo pulmón “Espiral” –volví a tener diecisiete, me dijo Horacio cuando me lo encontré entre el gentío– y el cual, pese al mal humor del inicio, terminó siendo uno de los mejores días que no terminó sino hasta que escuchamos en vivo “Me and michael” –sin duda, nuestra canción del verano– y pudimos irnos en paz, caminando un par de kilómetros hasta el auto.
Las manos de Dua Lipa cantando “IDGAF” y el macabro presagio de la canción que me acompañó en la primera mitad del año; también su presentación en la previa de la final de la Champions que vi junto a mis amigos maldiciendo al puto Madrid el día en que terminamos trasladándonos a la inauguración de la casa de T, conmigo bebiendo cuantos espressos podía por si al llegar todavía estaba ahí su familia.
El momento en que henchido de emoción les mostré el video de “This Is America” al Seminario. Blan preguntó presagiando si acudíamos al nacimiento de un clásico. Cómo nos voló la cabeza esa tarde que pasamos viendo el video. Todas las noches en el Vortex en que la bailamos.
Abrazado de Jaime o Harold o ambos canté con sentimiento, ya bebidos, la canción de Christian Nodal como si nos fuera la vida en ello.
La tarde en casa de José en que junto a Liz escuchamos el disco de reversiones en jazz de las canciones de Van Morrison.
Y al centro de mi año la canción que meses atrás había asociado con un libro de Helen Fisher: “Don’t Delete The Kisses”. Una canción que surgió de pronto en medio de una conversación y que con el tiempo se afianzó como nuestra canción. Ese hermoso video que tantas veces vi como quien presagia la anatomía del amor desplazando a todas esas otras wedding songs que en mi cabeza iba enlistando a lo largo de mi vida.
“Space song” en vivo. La forma en que auguraba que al escucharla me quebraría por un momento. La certeza de una mano en la oscuridad. El hermano de Erik preguntando en la fiesta posterior si la habían tocado.
Al día siguiente, el viaje de vuelta a casa.
El disco de Beach House que estuvo por días en el estéreo del auto, el mismo disco que sonó quién sabe cuántas veces mientras estábamos afuera del edificio de departamentos charlando antes de que amaneciera.
La canción de Van Morrison que sonó también en el estéreo la tarde en que creí leer en ello una señal y que terminó resultando ser un playlist que amorosamente había confeccionado pensando en nosotros (ese playlist que resume mejor bastantes meses que estos apuntes al vuelo).
Los versos de la canción de Death Cab For Cutie en los que pensaba al empacar en esa mudanza con la que dejamos la casa en que vivimos los últimos ocho años. Adiós colonia, ahí te quedas con los próximos cafés que lleguen.
El disco de Miles Davis que quedó sonando en mi celular mientras terminaba de empacar ya sin internet ni muebles ni ruido.
La noche que escuchamos el disco de Sharon mientras cenábamos por primera vez en su nueva casa.
El High As Hope que a base de escucharlo se convirtió en mi disco favorito del año o, al menos, en el que más veces escuché desde aquel viaje a Xalapa y del que algo llegué a escribir para la impermanencia de mi muro. Los versos que junto al poema de Pessoa que me dedicó T me sostuvieron mientras en una terminal de autobuses calibraba los adioses que me partían a la mitad.
Ese disco, de a poco, me llevó primero a Kamasi en un trazo lógico que después desplegó de ese –del que dicen los que saben que mantiene vivo a la tradición a base de evolucionarla– y de manera curiosa líneas que me llevaron a Brian Blade y a Christian Scott y a Sam Wilkes.
La mañana que pusimos a Bon Iver y a Wilco en el hospital.
Rosalía y su Mal Querer sonando un montón de veces en el auto.
El disco de Cat Power sonando en un viaje rumbo a Guanajuato. Cat Power y la forma con que “Woman” me sacó adelante para ser un poco más empatico y así vencer el miedo al pasado en una lucha que estaba perdida y que ni merecía ser hecha.
La canción de Interpol que me acompañó durante el verano. Ça suffit, hell yeah, maybe it's time…
La salsa que sonaba en el foco bocina la noche que se inundó el vortex.
La canción de Sharon que en una reseña compararon con líneas de Dennis Jhonson.
El mas o menos bien de él mató...
No hubo música mientras decíamos adiós en Madero ni la mañana en que desayuné con mi madre para anunciarle mis planes para este año, ni siquiera en la visita que hicimos a la Casa de Barragán sólo para descubrir que uno era la escala humana en la vida del otro. Tampoco la hubo todas las mañanas que pasé viendo series para la maestría (en un proyecto sobre narrativa teleserial que solo logró que por las noches lo menos que hiciera al volver a casa fuera ver series). No hubo música tampoco, según recuerdo, los domingos en que no me hallaba luego de la mudanza; tampoco la tarde en que decidí quedarme y dejar que el boleto para ver a TWOD se perdiera. Ni la hubo hoy en la comida a pesar del miedo que se disipó después de un rato. Muchas veces fue apenas ruido al fondo de la escena de este relato de uno mismo que vamos construyendo.
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Nueva publicación en Nodocios | El canal de emprendedores
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En la cuenta regresiva para vivir un nuevo TEDx Rosario
El próximo sábado 6 de octubre se realizará la novena edición del ciclo de conferencias TEDxRosario, el tradicional ciclo de conferencias que conectará a mas de 4 mil personas con las ideas, en el Anfiteatro Municipal Humberto de Nito (Parque Urquiza de Rosario) en torno a la temática Al límite de la ignorancia.
Con una propuesta desafiante para el saber, la novena edición del evento que potencia las ideas reunirá más de 4 mil personas el próximo sábado 6 de octubre desde las 12 horas en el Anfiteatro Municipal
El evento tendrá un importante despliegue, que comenzará con una previa desde las 12 a las 14 horas donde se realizará la acreditación y se invita a un picnic al aire libre con servicio de foodtrucks con crepes, empanadas, tapenade, carnes, opciones veganas, chipá, pochoclo, cubanitos, helados y podrás disfrutar del espacio con labs, experiencias lúdicas.
A partir de las 14 comenzarán las charlas de los 15 oradores que tendrán una duración de 10 a 18 minutos cada una y serán divididas en tres bloques, con intervalos de una hora para que los asistentes puedan seguir experimentando de la variedad de labs, y habrá un cierre musical sorpresa a las 21 horas.
Al límite de la ignorancia estará a cargo de un grupo de pensadores y emprendedores de gran relevancia que compartirán aquellas cosas que más los apasionan: las ideas, y el espíritu del evento será conducido por los maestros de ceremonia Francisco Chaves y Ximena Díaz Alarcón.
Francisco Chaves Trabajó en reconocidas empresas de diferentes industrias, en la última, viajó y negoció en más de 30 países con diferentes culturas. Trabaja en la industria del E-commerce. Dirige la ONG Botines Solidarios; y es Coach Mental de Individuos y Deportistas. Le gusta el desafío mental de las competencias de Triatlón de entre 90 y 226km. Formado con Ciencias Económicas (Administración de empresas), Coach Internacional y Master de Programación Neurolinguística. Se define como un explorador serial.
Ximena Díaz Alarcón Se define como curiosa empedernida, le interesan mucho los seres humanos, desde la antigua Roma hasta los de ahora, los de acá, los de hace un ratito. Por eso tiene un Master en Antropología Social y Política y creó junto a su socia, una empresa llamada Trendsity, que investiga para grandes empresas qué tendencias sociales, culturales y de consumo aparecen en América latina. Está casada, tiene dos hijas hermosas y un gato del que, por más que lo intenta, nunca logra saber qué está pensando. Fue oradora de TEDxRosario 2017.
Matías Jurisich Cantinero, fotógrafo amateur y productor de vermut artesanal. Se autoproclamó hace unos años como #GorditoFeliz. Trabaja en gastronomía hace más de 15 años. Participa en muchos torneos de coctelería. Alguno lo ganó. En otros hizo podio. Y en otros, bueno, lo que pudo. Gracias a la coctelería viajó por muchos países.Su mayor hito coctelero es haber hecho gin tonics en un velorio.
Juan Mascardi Guionista, creador de narrativas transmedia, docente, el rosarino bebé de las historias vivas y las hace fluir tanto en el terreno audiovisual como en el más artesanal de los formatos. Es Licenciado en Comunicación Social, Especialista en Comunicación Digital Interactiva (UNR), Director y docente en las licenciaturas de Periodismo y Producción y Realización Audiovisual (UAI). Es periodista gracias a las paperas que coincidieron con el Mundial 1986, cuando tenía 12 años.
Fredi Vivas Ingeniero en Sistemas de Información, especializado en Big Data. Profesor en Disciplinas Industriales y Alumni del Global Solutions Program de Singularity University (NASA+Google) en Silicon Valley. A los 10 años leyendo la revista Muy Interesante se enganchó con la Ciencia y la Tecnología. Aunque nunca fue lo que se considera un genio de las Ciencias Exactas, encontró en la Informática una herramienta para superarse y conseguir impacto positivo en la sociedad..Actualmente es profesor en Universidades y CEO de RockingData, una startup dedicada a brindar servicios de Data Science y Big Data.
Eduardo Kastika Hace más de 30 años que se dedica a despertar la innovación y la creatividad en emprendedores, profesionales, empresas y organizaciones de todo tipo. Curiosamente (o no tanto), su formación es en Economía, Gestión y Tecnología. Es Doctor en Ciencias Económicas, Master en Gestión de la Ciencia y la Tecnología, post graduado en Facilitación de Técnicas para la Creatividad y la Innovación en Buffalo, NY. Sin embargo, su “bunker” en Palermo Soho, no se parece en nada al de un “Administrador”. Se parece mucho más a un laboratorio en donde surgen y se prueban las ideas que, luego, Eduardo escribe en sus libros, dicta en sus conferencias, aplica en sus workshops y enseña como Profesor Titular de la UBA.
Malena Famá Nació en el conurbano bonaerense. Orgullosamente argentina y latinoamericana, algún día se dio cuenta que deseaba dedicar su vida a disminuir la inequidad social y por eso creó y preside Multipolar, una organización social que tiene como objetivo que personas en situación de extrema vulnerabilidad social salgan adelante a través del trabajo decente. Tal vez un mismo día la encuentra acompañando a una persona que vive en la calle a tramitar un subsidio habitacional para luego salir corriendo a negociar salvaguardas sociales en un proyecto del Banco Mundial.
Vanesa Baccelliere Nació en Venado Tuerto, a los 17 años se fue a vivir a Rosario donde continuó estudiando canto. Fue la voz femenina de la delegación santafesina de Cosquín 2018. Desde 2015 integra “Agualuna”, proyecto en el que cantan mujeres composiciones hechas por mujeres. Además, es la voz de “Girda y los del Alba” banda a homenaje a Gilda, en donde también interpretan canciones de su autoría. Como si fuera poco, entre el 2009 y el 2011, integró la formación Pampa Jazz, en el que junto a otros intérpretes improvisaron de manera muy original ritmos latinoamericanos con fuerte raíz folclórica argentina. Como actriz, fue la protagonista de “Canillita”, fue parte del elenco de “Demasiada Familia” y encarnó a una de las tres actrices de “Amarás a tu padre por sobre todas las cosas”. Como autora teatral musical, compuso las canciones de la obra infantil “Canciones en órbita” y “Pica la Tierra”. Como compositora de música teatral, hizo la música original de “El rey transparente”, “Amarás a tu padre por sobre todas las cosas”,”Caperucita”, “Alicia”, “Cuándo el amor golpea”, “Troya” y “Los secretos del árbol”. Como docente, coordina la Escuela de Cumbia de la Municipalidad de Rosario y dicta clases.
Víctor Buso Cerrajero durante el día, y astrónomo aficionado durante la noche. Víctor es la primera persona en la historia de la humanidad en fotografiar el nacimiento de una supernova – un suceso ocurrido hace 70 millones de años en el universo – y lo hizo desde el observatorio casero que tiene en el techo de su casa. Tiene 58 años, es esposo de Viviana y padre de Camila. Trabajador, soñador, desde chico le gustaron los telescopios y se maravilló por el mundo de la astronomía, en cuya historia entró el 20 de septiembre de 2016 observando el cielo.
Martín Mackey Es docente y amante del deporte, Martín comenzó su carrera como Profesor de Educación Física en Duendes Rugby Club. Convencido de que las preguntas son las que generan cambios, se preguntó ¿qué es entrenar? Buscando respuestas viajó y estudió en España, Irlanda y Estados Unidos. En estos lugares aprendió que si los sistemas y los métodos de cada área que influyen sobre los deportistas no intervienen cooperativa e integradamente afectan negativamente el rendimiento deportivo. Esta estructura de pensamiento le permitió ser el Director del Plan Estratégico de la Unión Argentina de Rugby, de las Divisiones Inferiores de fútbol de Newell’s y actualmente de Bahía Basket, y en cada uno de ellos desarrolló un Sistema Educativo que brinda herramientas pedagógicas a los entrenadores (docentes) para la formación de alumnos (jugadores) con mejores recursos. Hoy, luego de 20 años de carrera, cree estar un poco más cerca de poder brindar una mejor respuesta a su pregunta sin dejar de buscar.
Julián Fava Es profesor de filosofía. Estudió en la Universidad de Buenos Aires y cursó estudios de posgrado en Berlín y Belo Horizonte. La pasión por los libros y el conocimiento lo llevó a estudiar lenguas. Así se convirtió en traductor de obras literarias y filosóficas; Georges Bataille, Pierre Klossowski y Walter Benjamin son algunos de los nombres que tradujo, Su otra gran pasión es la radio. Desde diferentes emisoras se dedica a la divulgación de la filosofía. La radio es, para él, un espacio de juego y comunicación; una frágil membrana de lo real que anuda el gesto de la difusión de los saberes junto con la escucha compartida alrededor de un tema filosófico.
Ana María Llamazares Es antropóloga recibida en la Universidad de Buenos Aires, con formación de posgrado en Epistemología, Nuevos Paradigmas y Pensamiento Holístico. Se ha especializado en el estudio de los procesos de ampliación y transformación de la consciencia, a través de sus investigaciones sobre la relación entre el arte visionario, el chamanismo y los lenguajes simbólicos. Ejerció el periodismo. Es docente universitaria, conferencista, escribe y, desde hace muchos años, investigadora del CONICET. Es escritora, autora del libro “Del reloj a la flor de loto. Crisis contemporânea y cambio de paradigmas”, que narra la curiosa y poco conocida historia personal de Sir Isaac Newton, el indiscutible genio de la Modernidad, quien debió renunciar a su profunda vocación de alquimista, para convertirse en la celebridad científica que todos conocemos.
Gustavo Giorgetti Vive en Neuquén con su esposa Mónica quien lo banca en todas sus locuras, tiene 4 hijos, 2 nietos y una más en camino. Ingeniero, innovador, autodidacta de todo lo que no le enseñaron y que no para hasta lograr articular todo lo que puede sumar. Ésto lo ha llevado a hacer puentes sobre un río hasta puentes entre las ideas y paradigmas. Así creó la empresa “ThinkNet” (Pensar en Red) para abordar los cambios complejos donde confluyen diversidad de actores, intereses, teorías, tecnologías, logrando realizar transformaciones exitosas.
Alberto Rojo Es licenciado y doctor en física por el Instituto Balseiro, es profesor titular del Departamento de Física de la Universidad de Oakland, en Michigan. Especialista en física cuántica del estado sólido, publicó en coautoría con Anthony Leggett (premio Nobel de Física de 2003). En 2018 publicó The Principle of Least Action (Cambridge University Press), el cuarto libro de una de sus pasiones: la divulgación científica. Creó y condujo la serie “Artistas de la Ciencia”, emitida en Canal Encuentro. Como guitarrista publicó cuatro álbumes y acompañó a Mercedes Sosa en numerosas salas del mundo. En 2006 debutó como orquestador en el Teatro Colón de Buenos Aires con la obra Ni Si Ni No. Compuso a dúo con Pedro Aznar, Luis Gurevich, Víctor Heredia, Luis Pescetti. Entre sus distinciones fuguran el Fulbright Specialist (Fundación Fulbright), la Silla Dotal (Endowed Chair) Jack Williamson Professor of Science and Humanities por la Universidad del Este de New Mexico. En 2012 fue nombrado Ciudadano Ilustre de la Provincia de Tucumán.
Alejandro De Barbieri Es es uruguayo quien siempre soñó con ayudar a los demás y su sueño lo hace realidad día a día. Le gustaba mucho leer y quería ser escritor pero un profesor de filosofía lo descubrió copiando en un examen y tuvo que estudiar tanto para el próximo que se hizo psicólogo. Después de 20 años de trabajo clínico y educacional publicó su libro “Economía y Felicidad“; un amigo lo llevó a la radio y desde entonces no para de comunicar, de acercar la psicología a la gente, dedicándose a la prevención y promoción de salud y de vínculos saludables en la familia, las organizaciones y la sociedad.
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Sia ode a Denis Johnson, il ‘vaffa’ a caratteri cubitali sulla letteratura Usa. Nuovo libro!
Notoriamente, prima gli amici. Io non ho amici. Gli amici – forse cinque – li chiamo ‘parenti’. Il resto è carne che sorge&tramonta, tanto piacere, adieu. Comunque, notoriamente, prima gli amici. Uno degli scrittori di cui ho scritto di più è Denis Johnson. Notoriamente, di letteratura ci capisco un torsolo. Uno dei miei cinque amici, pardon, ‘parenti’, si è buttato dal settimo piano di casa sua, a Saronno, sono passati otto anni e lui, tra una manciata di settimane, di anni, ne farebbe 44, cifra mistica. Quanto a letteratura, io mi fidavo solo di lui. Simone Cattaneo. Poeta. Poeta dalla prepotenza multipla e dalla ferocia salutare. Lui mi fa. Leggiti Jesus’ Son, è uno dei libri più belli. Lui si chiama Denis Johnson. Un genio. Simone ha sempre ragione. Anche oggi, di notte, ogni tanto, mi sussurra all’orecchio i suoi improbabili consigli letterari. Per questo ho scritto così tanto di Denis Johnson. Perché vengono prima gli amici. Ho scritto su Albero di fumo, micidiale romanzo, catastrofico, della guerra in Vietnam; su Mostri che ridono, pazzesca spy story-farsa ambientata in un’Africa che ghigna visioni; perfino su Nessuno si muova, che invece è un libro di merda. L’anno scorso quelli de il Giornale m’han fatto l’onore di farmi scrivere il ‘coccodrillo’ di Denis Johnson, figlio dell’America alcova di incubi, classe 1949, tante donne, troppe sbronze, nastri di coca nelle narici, Raymond Carver come maestrina, un ‘vaffa’ a caratteri cubitali sul deretano della letteratura Usa, onorato a tratti – un National Book Award in teca – costantemente eccessivo, che muore a 67 anni per un cancro al fegato. Sorte puttana. Ho scritto il ‘coccodrillo’ di Denis Johnson. Ho scritto il ‘coccodrillo’ del mio amico unico, Simone, che mi chiamava ‘fratellino’, se n’è andato assiderandomi nel senso di colpa, e mi consigliava con ardore di leggere Johnson. Simone ha sempre ragione. Denis Johnson – che piaceva tanto a Philip Roth e a Don DeLillo – non si smanetta con la retorica del Grande Scrittore Americano, non gli interessa altro che andare a pesare quel grammo di dolore che è in ogni cosa. Pesa il dolore come il dio egizio della giustizia ti pesa il cuore. Come se nel dolore fosse incardinato il nostro carisma. Ora. Sepolto Denis, un mazzo di mesi dopo, esce il libro postumo. Racconti. Denis è un dio sinistro, un dio oscuro del racconto. Bravo romanziere, ma narratore eccelso, dicono i critici. Il libro s’intitola The Largesse of the Sea Maiden, è uscito questa settimana, per Random House (pp.224, $ 17.70; lo trovate qui) e visto che io non credo nei libri post mortem, sfilati sotto la chiglia della bara, mi sono fatto un giro. Tutti ne scrivono un gran bene. Forse perché dei morti sepolti di fresco non si può sparlare. Non lo so. Il pezzo più bello – e più articolato – comunque, l’ha scritto Christian Lorentzen, s’intitola Denis Johnson Left Us With One Final – and Terrific – Book. “Questi cinque racconti sono tra i lavori migliori di Johnson – ma quello che dà il titolo alla raccolta, un catalogo di singoli momenti vissuti da un uomo che ci dice di passare attraverso l’esistenza come se fosse una mascherata, è tra i migliori racconti in assoluto pubblicati da uno scrittore americano in questo squarcio di secolo”. Christian scrive questo. E vi spiega perché. Se non vi fidate, leggete il libro in inglese, altrimenti aspettate la traduzione Einaudi, che capiterà quando capiterà. Gli altri racconti s’intitolano The Starlight on Idaho, Strangler Bob, Triumph Over the Grave, Doppelgänger, Poltergeist. Il primo racconto – quello del titolo – parte con una sezione che si chiama Silences, così: “Dopo cena, nessuno se n’è andato a casa. Ci siamo goduti il pasto così tanto che speravamo che Elaine ci avrebbe servito il tutto ancora una volta. Sapevamo qualcosa del lavoro di volontariato di Elaine – nessuno sapeva del mio lavoro, dell’agenzia pubblicitaria. Ci siamo seduti nel soggiorno, per raccontarci i rumori più forti che avessimo mai udito. Uno disse: la voce di mia moglie quando mi ha detto che non mi amava e voleva divorziare. Un altro ricordò il tonfo del cuore quando gli partì la coronaria. Tia Jones era diventata nonna a 37 anni e si augurava di non udire più niente di così forte quanto il pianto della nipote tra le braccia della figlia sedicenne. Il marito, Ralph, diceva che ogni volta che suo fratello apriva bocca gli spaccava le orecchie, aveva la sindrome di Tourette e detonava in commenti del tipo, ‘Me lo meno! Il tuo cazzo odora di buono!’, davanti a perfetti sconosciuti, in autobus, al cinema, perfino in chiesa. Il giovane Chris Case ha cambiato rotta, ha preferito parlare del silenzio. La cosa più silenziosa che abbia mai sentito è stata la mina che gli ha strappato la gamba destra alla periferia di Kabul, Afghanistan”. Ascoltate il ritmo di Denis. Umanità marginale e smangiata in primo piano. Rettitudine di fronte al mastio del dolore. Tranquilli, dicevo. The Largesse of the Sea Maiden sbarcherà in Italia, griffato Einaudi, è probabile. Comunque, stampa un editore al top. Quello che non tradurranno mai sono le poesie di Denis. Peccato. ‘Cazzo, Johnson è anche un grande poeta’, mi diceva Simone. Rilancio. Denis Johnson è soprattutto poeta. Esordisce come poeta, specie di derelitto rimbambito da Rimbaud, nel 1969, a vent’anni, con The Man Among the Seals. Il primo premio importante lo ottiene, sotto la benedizione di Mark Strand, nel 1981, per The Incognito Lounge, e i primi soldi veri – la residenza al The Frost Place – li vede come poeta. La narrativa, con Angels, comincia dopo, nel 1983. Poi, è vero, la prosa ingoierà il talento lirico – che significa: saper fissare con occhi come cani il dolore, appunto – di Johnson, che comunque pubblica altre due raccolte, The Veil (1985) e The Throne of the Third Heaven of the Nations Millennium General Assembly (1995), a cui bisogna sommare un paio di testi teatrali in versi. Detto questo, vi spiego come funziona. Del libro postumo di racconti di Johnson – giurano che l’aveva rifinito per la pubblicazione poco prima di passare a miglior vita – parleranno tutti. Della sua poesia nessuno. Allora, io vi offro un paio di poesie come drink.
Davide Brullo
Calura
Qui nel crepuscolo elettrico il tuo amante nudo eccita il vetro del bicchiere e cubi di ghiaccio cadono dai suoi denti. Meravigliosa Susan, i suoi capelli appiccicosi di gin Nostra Signora del Bicchiere Bagnato sulla copertina del disco oscilla incattivita nella calura mentre precipita un primato e accordi serpentini si spaccano come un notizia terribile sui Rolling Stones, come l’ultima luce – piena di sfere e di regioni. Agosto, tu sei solo una allucinazione erotica, solo la musica febbrile prodotta da un kazoo sei serio? – un forno gigantesco interpreta la notte questa follia mutilata assomiglia alla passione, la luna contraffatta di tenerezza e magia offrirà una tazza di luce ai prigionieri?
da The Incognito Lounge and Other Poems, 1982
Vespro
Gli asciugamani marciscono e mi fanno schifo su questa umida penisola dove hanno inventato la nebbia e l’abuso di droga e insegnano che la luce svanisce, dove il mio cuore profondo e di prima qualità ha pianto perché non potrò baciare le tue famose ginocchia di nuovo in una stanza resa soffusa da una sciarpa gettata sulla lampada. Le cose sono radicali nell’oscurità: le barche partono dal golfo; le province dell’attualità gattonano sul mare; il crepuscolo ora teneramente domina sopra i parcheggi incustoditi – il tramonto è istantaneo sui parafanghi, memoria e pace… il morso del caos…
da The Throne of the Third Heaven of the Nations Millennium General Assembly, 1995
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