#muy cerca de la tierra
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Pole Position (Formula 1 x lectora)
Resumen: Abu Dhabi marcaba el final de un ciclo, pero el inicio de muchos otros. Tanto fuera como frenreo de la pista.
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~ XXI ~
—Nunca pensé ver al señor Leclerc tan al fondo de la fila... ¿Qué pasó?—
—... Esperas que lo diga ¿Verdad?—Charles miró a la chica frente a él, quien le sonreía de forma convincente—. Nothing, just an incident.—
—No~, así no era.—
—Inchident.—exageró la pronunciación, haciendo que la sonrisa de Tania sea incluso más grande.
Le gustaba demasiado la forma en que sus ojitos se achicaban y su sonrisa lo deslumbeaba...
En realidad, la chica le gustaba en general.
—¿Verás la carrera desde nuestro sector? ¿O irás a Williams?—Charles invitó a la chica a acompañarlo por el paddock, caminando a la sombra de los árboles del gran patio.
—Seguro vaya a Williams. Hoy temprano hablé con Fran y no se veía muy tranquilo por la carrera de mañana... Quiero estar cerca de los boxes, para apoyarlo en espíritu.—alzó las cejas divertida.
—... ¿Segura de que no son pareja? Ya es sospechoso que sean tan unidos.—
—¿No sería sospechoso también que yo esté caminando contigo a solas por tu sector, riendo de tonterías y tomando un helado?—
—No estamos comiendo helado.—
—Exacto ¿Dónde conseguimos uno? Hace calor.—Charles sonrió.
—Eso afirmaría la cita.—
—Cita de colegas disfrutando un helado, eso se aclara en las entrevistas.—
—¿Y si no lo aclaro? Sería divertido ver a la gente volverse loca con rumores tontos.—
—¿Serían tontos?—Tania lo miró divertida, pero no tardó en reir—. Es broma, es broma. No quiero problemas.—
—... No sería un problema.—Charles se tornó un poco más serio—. En lo absoluto.—
La chica estaba por cuestionar aquello, cuando un destello de lucidez la iluminó.
¿Acaso Charles...?
—¡Tato~!—un Carlos sonriente se acercó al par, extendiéndole a la chica una botellita de jugo—. Encontré esto en el minibar ¿No era tu favorito?—
—¡Que genio! ¡Gracias!—Tania recibió emocionada el regalo—. Justo me estaba quejando del calor.—le dio un sorbo, suspirando fascinada—. Que rico...—
—¿Sigue en pie lo del helado?—Charles la miró, sonriendo al ver lo maravillada que estaba por un simple jugo.
—No, ya no necesito nada.—le ofreció—. ¿Quieres probar? Es lo más delicioso que existe en la faz de la tierra... Después de la pizza y la milanesa de pollito.—
—¿Asi? ¿Del pico de la botella?—
—... Que llorón.—Tania lo apartó—. En Argentina bebemos todos de la misma bombilla del mate, no le tenemos miedo al intercambio de saliva.—
—No lo rechacé, solo me extrañó.—
—Ahora no quiero convidarte nada. Vete al dibalo.—Charles negó divertido.
—Dime, señora clarividente.—Carlos le hizo un vago gesto de mano, y Tania entendió que quería un poco del jugo. Se lo alcanzó enseguida—. ¿Qué tenemos para mañana? Ilumínanos.—
—Usando la lógica, Fran no sé si llegará muy lejos. No soy su mecánica pero su auto se ve detonado a simple vista... Asi que no me choquen al niño, eh. Con que termine la carrera ya sería una gran alegría para los argentinos...—
—¿Y nosotros?—
—Charles saldrá desde su casa en Francia por la penalización... Pero confío en que subirá.—Tania lo miró—. Mi tercer favorito no se quedará entre los simples mortales.—
—¿Cómo que tercero?—
—Lando, Checo y tú...—los enumeró con los dedos—. Pero si te sirve de consuelo, Checo está muy apagado... No me sorprendería si tiene una salida prematura de la pista.—
—En ese caso, súbeme a segundo favorito.—Charles alzó las cejas divertido.
—Veamos qué tal te va hoy... Y puede que te suba.—
—¿A quién le importa la lista?—Carlos intervino—. Dinos qué piensas del campeonato ¿McLaren o nosotros?—
—... No me hagas elegir entre Lando o ustedes... Porque perderían... ¡Te tomaste todo mi jugo, Carlos!—
Ese último domingo en Abu Dhabi, McLaren se consagró campeón de constructores. Y Lando había dado una pelea más que emocionante protegiendo el liderazgo.
Tania era piloto, si... Pero antes de eso era fanática. Fanática de Lando... Y toda esa situación la superaba.
—Dale, decilo. Decilo o vas a explotar.—
—¡La rompió toda, Fran! ¡Lando es un putísimo crack!—Tania sacudía a su amigo de los hombros eufórica—. Mi señor mandarina no perdió el liderazgo en la primer curva como siempre, y a Ferrari ¡Los mantuvo ahi, Franco! ¿¿Entendés la epicidad de todo??—gritó apenas—. Ah, me va a dar un infarto...—
—Me doy cuenta, si.—
—¡Y vos no seas tan amargo, nene! No chocaste, te chocaron pero no tanto y diste lo mejor de vos.—lo abrazó con fuerzas—. Estoy orgullosa de vos, corazón.—dejó un largo beso en su mejilla—. Y no te pongas mal, en marzo arrancamos con todo, y vamos a ser nosotros los que estemos en ese podio en todas las carreras.—
—Que optimista.—
—Realista, Fran... Le vamos a romper el ocote a todos... ¿Te parece si vamos con Alex? Lo quiero felicitar también.—
Durante esas primeras horas post carrera, Tania se mantuvo junto a Franco. Puede que el chico se mostrara alegre y optimista frente a todos, pero la chica lo conocía. Sabía que en el fondo estaba frustrado. Decepcionado. Y debía estar para él, para lo que la necesitara.
Fue recién en la noche que Mary le informó de una fiesta privada para los equipos y miembros del paddock. Todos estarían ahí, incluídos los miembros de la nueva escudería.
Asi que Tania salió apresurada junto a Mary a buscar algo para usar esa noche.
—Entiendo que no te gusta la idea de tener un asistente, niña... Pero es la primera y última vez que te acompaño a comprar.—Mary miró cansada a la chica que elegía algunas prendas en la tienda. Llevaban un buen rato así, a Tania no le gustaba nada.
—Entonces traeré a alguna amiga de Argentina y le pagaré para que sea mi dama de acompañamiento, como en Game of Thrones o algo asi.—
—Lo que quieras, mientras no me toque a mi hacer esto...—
Tania tardó solo unos minutos en probarse la última tanda de ropa y escoger lo adecuado para esa noche. La ropa elegante no era de sus favoritas, pero hizo un gran esfuerzo por elegir prendas a la altura -y aprobada por Mary, por supuesto-
Fue durante esa atareada tarde de compras que Tania se topó con algunas fanáticas. Y por primera vez en su carrera, fue partícipe del conocido "intercambio de brazaletes de la amistad". Le resultó divertido, interesante. Y durante ese intercambio, las muchachas le pidieron un gran favor.
—¿Y esto?—
—Me los dieron unas chicas hoy a la tarde.—Tania le acomodó a Franco aquellas gafas decoradas—. Tengo pulseritas para vos, Carlos, Charles, Lando, Oscar... Creo que para Lewis y Max también... Ahora, posá que voy a sacarte unas fotos así las etiqueto a las chicas. Se van a re emocionar.—
—¿Hago de cuenta que tengo un conejo en brazos otra vez?—
Mientras el par tonteaba en aquella escalera, riendo y subiendo historias con las dichosas pulseritas, los demás pilotos comenzaron a llegar. Tania repartió las pulseras que tenía, atajando hábilmente a sus objetivos. Todos accedieron sin problemas, y a esas alturas Tania se sintió bendecida por la buena predisposición que todos tenían para con ella -incluso la pequeña Penelope prometió invitarla a su cumpleaños-. El próximo año, quería mantener esas buenas vibras con todos.
—Señor canguro.—Tania sonrió al ver llegar a Oscar. El chico venía acompañado de su novia, asi que la piloto se presentó enseguida, intentando no generarle incomodidad o dudas a la desconocida—. Regalos de unas fanáticas, Osc ¿Te molesta si...?—alzó su celular tras darle algunas pulceritas.
—¿Sigues con lo del periodismo o porqué la dedicación?—
—Dedicación de una fan para fans.—tomó la foto—. Gracias, Oscar. Nos vemos luego ¡Oh, y felicidades por el campeonato, señor campeón!—
Tania y Franco se despidieron de la pareja, y entonces el último piloto de la lista de pulseras llegó. Lando apareció solo, para cierto alivio de la mujer.
—Lindo traje.—Tania le alcanzó las pulseras—. Con éstas quedarás incluso más elegante.—
—¿Nada de "señor campeón" para mi?—Lando se acomodó los brazaletes, sin despegar la mirada de la mujer. Estaba hermosa.
—Estuviste increíble, Lando... De verdad.—Tania sonrió—. De solo imaginar tu desesperación por tener a los chicos Ferrari detrás y a Oscar ocupado chocando a Franco tan atrás... Pero lo manejaste como un campeón.—le extendió la mano—. Asi que felicidades, de parte de la Tania fanática de Lando... y de parte de la Tania que el año que viene te va a destronar, si.—
—Ya venía tardando la amenaza..—Lando le estrechó la mano, y en un rápido movimiento tiró con suavidad de ella, dejando un beso en su dorso. Tania se avergonzó con el gesto, pero no tardó en disimularlo.
—Bueno... ¿Te molesta si te saco una foto con las pulseras? Las chicas que las hicieron esperan la confirmación de que te llegaron los regalos, asi que...—
—Claro... Con la condición de que tú salgas en la foto.—la chica sonrió antes de acomodarse a su lado y extenderle a Franco el celular.
La mano de Lando se deslizó por la cintura de la mujer, descansando en su cadera mientras una somrisa más que triunfante se dibujaba en su rostro.
Sentía lo tensa que Tania estaba por la cercanía. Le encantaba. Y Lando entendía que no quería separarse de la mujer en toda la noche.
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En Interstellar, la dilatación del tiempo se explica a través de la teoría de la relatividad de Einstein, que describe cómo el tiempo se distorsiona bajo la influencia de la gravedad. Esta teoría establece que cuanto mayor sea la gravedad en un lugar, más lento pasa el tiempo allí comparado con otros lugares con menor gravedad. En la película, el equipo de astronautas llega a un planeta llamado Miller, que está muy cerca de un agujero negro masivo llamado Gargantúa. La proximidad del planeta a Gargantúa hace que la gravedad sea extremadamente fuerte, lo cual ralentiza el tiempo de manera significativa.
En esa famosa escena, una hora en el planeta Miller equivale a siete años en la Tierra. Esto sucede porque el agujero negro curva el espacio y el tiempo alrededor del planeta, generando un efecto de dilatación temporal extremo. Kip Thorne, el físico que colaboró en la película, diseñó esta situación basándose en cálculos científicos, aunque aumentó la intensidad del efecto para ajustarse a las necesidades dramáticas de la trama.
Este fenómeno puede parecer difícil de imaginar, pero piensa en la gravedad como una especie de "estiramiento" del tiempo. Mientras más masivo es un objeto (como un agujero negro), más fuerte es el "estiramiento" y más lentamente transcurre el tiempo para quienes están cerca de él. Esto significa que, al regresar de Miller, los astronautas han envejecido solo unas horas, mientras que décadas han pasado para quienes los esperaban en la nave.
La película ilustra visualmente este fenómeno para mostrar cómo la relatividad puede afectar la percepción del tiempo en el universo, y nos permite imaginar cómo sería vivir en un lugar donde el tiempo se experimenta de una manera completamente diferente.
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aún intenta limpiar su zapato lleno de lodo pero sin remedio alguno, parece que la tela se ha impregnado de suciedad debido a que su pie cayó en un agujero en el camino. "cuidado si vas por ahí, hay un par de hoyos en la tierra…" alza la vista de su tarea cuando escucha pisadas cerca y sacude su zapato que antes era blanco. "y no se ven muy bien, tal vez los hizo un animal"
#edit: lo saqué del blog pero si dieron like por favor respondan 🥺#voy a dejarlo un par de segundos en lo que vuelvo de hacer ejercicio porque creo que alcance a responder poquito
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día 6.
una sola vez tuve a mi cuidado una flor, pero como verás, soy una persona despistada. creí que las plantas se regaban una vez cada tres meses. no estaba ni la maceta cuando la fui a buscar.
uno de los motivos por los que no soy amante de las plantas tal vez sea que son frágiles. son muy bonitas y algunas tienen olores agradables, pero requieren tiempo, cariño y paciencia. de niña me entusiasmaba la idea de hacer crecer una planta muy bonita, sin importar si daba frutos o flores; de adolescente me aterraba tener a mi cargo algo vivo, porque sabía que era cuestión de días para que se marchite, y eso definiría la persona que era.
ahora soy adulta, pero la vida da vueltas y yo las doy de igual manera: soy una planta. aunque, si he de ser justa, creo que me he criado para ser un cactus. no necesitar de alguien que me cuide estaba bien, porque al final del día es algo que he podido hacer sola, a veces bien y otras veces no tanto, pero lo he hecho. y, pese a que yo no lo consideraba algo problemático, sí que he sido un castigo para quien ha intentado acercarse de más a mí. tengo espinas y las mantengo erguidas, porque soy yo quien debe hacerse cargo de mi bienestar.
aunque, siéndote sincera, creo que en estos meses he perdido el filo. al menos con una persona. llegó alguien que se animó a acariciarme y, no sé, tal vez en alguna que otra ocasión le hice sangrar un par de dedos, pero nunca rechistó. creo que me quiere. él sabe que no necesito ser regada ya que estos años de adaptación me sirvieron para mantenerme hidratada, pero cada día está ahí brindándome agua porque no quiere que viva desgastada. usa sus manos como sombrilla y detiene al sol, amenazándole con que abandonará la atmósfera para apagarlo si se atreve a incinerarme. es gracioso, pero también muy dulce, y para mí, quien solo conoce el temor a la vida, es un término nuevo de emplear. pero es dulce y yo quiero ser igual, pero soy un cactus pese a todo y mi naturaleza está limitada a la sequedad, pero le quiero con tanta fuerza que en cuanto me dijo que su color favorito era el verde, me he propuesto en colorear del verde más bonito mi superficie, porque él es dulce y quiero, aunque sea de este pobre modo, serlo para él también.
no doy frutos, pero me gustaría llevar al suyo.
desconozco de flores, pero creo que él es la más bonita que pueda existir. bueno, apropiadamente hablando es un árbol, pero adoro verlo florecer. a diferencia mía, su corteza es agradable al tacto y su majestuosidad es tanta que, si alguien busca consuelo en su tronco, no los pica con púas, sino que los cubre con su copa. es tan colorido y, aunque hay ciertas temporadas en las que sus hojas se caen y luce marchito, es una pausa, porque él se mantiene en pie y extiende sus raíces con más fuerza, desafiando al ambiente hostil que pueda rodearle y asegurándole que él es más fuerte y vencerá. y lo ha hecho hasta ahora, lo que me ha permitido apreciarle de lejos y adorarle de cerca. él es tan dulce como la fragancia de sus pétalos y el almíbar de sus frutos. tan dulce que desearía morir para que de mis restos se alimenten las hormigas que lo recorren a él y, de ser necesario, rogarles para que dejen una parte de mí en sus ramas, haciéndolo mío pese a que yo ya soy toda suya.
desconozco de flores, pero a él lo conozco y deseo hacerlo cada día que pase en esta tierra.
le temo a la muerte, pero no con la ingenuidad de la niñez; no quiero morir si mi recuerdo no descansará en él. le temo a la vida, pero no con la crueldad que se percibe en la adolescencia; arránquenme de este suelo si mis raíces no se entrelazarán con las de él.
le quiero y le amo con todo lo que esta tosca planta tiene para ofrecer. le quiero y le amo con espinas destinadas a rasgar a cualquiera que se atreva a mancillar su presencia y con el amargor necesario para envenenar a quien intente arrebatarle su esencia.
le quiero y le amo y yo, siendo no más que un cactus, le doy mi palabra que desafiaré a la naturaleza y de mí crecerán ramas, flores y frutos. le hago el juramento que la dulzura que me brindó también la experimentará él.
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Advertencia ⚠️⚠️⚠️ Este oneshot está basado en el episodio 9 de la serie Dragon Ball Daima (En caso de que no lo hayan visto y no quieran spoilearse o no se entienda el contexto). ⚠️⚠️⚠️ Lo acompaño con este fanart que hice 💟🍔
Título: El bar de hamburguesas 🍔
Ya me voy a dormir, necesito mi sueño de belleza- les avisó Hybis mientras se levantaba, acababa de terminar de comer su hamburguesa. Estaba sentado en una mesa del bar junto con Piccolo, Bulma y Vegeta.
¿Tenemos diferentes habitaciones? -preguntó Bulma sorprendida al escucharlo, no habían arreglado ese asunto aún.
Sí, yo comparto una con el namekiano y ustedes compartan la otra- dijo haciendo referencia al matrimonio de la científica y el saiyajin, había notado rápidamente que eran pareja así que era mejor que ellos compartieran la otra- Su habitación es la número 305- dijo Hybis mientras le daba una llave a Bulma, ella la tomó de inmediato.
Vegeta y Bulma aun no iban a ir al cuarto ya que Vegeta estaba comiendo, había demorado un poco más debido a su altercado con aquellos demonios antes.
Yo también iré a dormir, no se tarden demasiado- les advirtió Piccolo dispuesto a irse con Hybis, se despidió de ellos rápidamente ya que se verían apenas se levantaran.
Menos mal que también vas a dormir, no me gusta que hagan ruido mientras duermo- dijo Hybis al ver que el namekiano iría con él, Piccolo gruñó ya que había algo en la actitud de ese tipo que no le agradaba del todo.
Que duerman bien- dijo Bulma como despedida antes de que se retiraran, se quedaría con Vegeta allí hasta que él terminara de comer.
Vegeta miró cómo se iban pensativo, volteó a ver a su ahora muy joven esposa, parecía algo somnolienta debido a que había sido un largo día viajando todo el tiempo.
Debiste ir con ellos, estás cansada. Yo puedo cuidarme solo- dijo Vegeta antes de comenzar a comer su última hamburguesa, sabía que Bulma se había quedado para acompañarlo a él.
No lo estoy tanto, resistiré- le aseguró Bulma, aunque bostezó luego de decir aquello- De todas formas, no te falta tanto ya solo te queda una, a menos que vayas a meterte en otra pelea de bar y tardemos dos minutos más - dijo haciendo referencia a la hamburguesa que estaba comiendo Vegeta y a los sujetos que había golpeado antes.
No lo hice a propósito-dijo Vegeta excusándose, le dio otra mordida a su hamburguesa mientras Bulma lo miraba pensativa, luego la vio mirar el bar nuevamente.
Este lugar se parece mucho a una discoteca, hay música y luces- dijo Bulma sorprendida porque hubiera ese tipo de cosas en el mundo demoníaco- Creo que fue divertido venir y ver cosas nuevas, aunque esas hamburguesas son horribles- dijo Bulma ya que ya había probado una y no le había gustado demasiado, ni siquiera sabía cómo es que Vegeta podía comer tantas.
Allá afuera en el espacio hay cosas peores, créeme- le aseguró Vegeta antes de darle otra mordida a su hamburguesa, Bulma lo miró pensativa, sabía que su esposo conocía muchas cosas del espacio exterior- Tienes suerte de ser de la Tierra, la comida allí es bastante buena- le aseguró.
Ya lo creo- dijo Bulma mientras lo veía terminar la hamburguesa, parecía que ya estaba satisfecho- ¿Ya vamos a la habitación o quieres ir por más hamburguesas? -preguntó Bulma al verlo beber de su vaso, él negó con su cabeza al escuchar lo que le había dicho.
No, ya comí suficientes- le aseguró, se puso de pie al igual que Bulma para que los dos pudieran irse.
Vegeta caminó siendo seguido de cerca por su joven esposa, de por sí habría sido peligroso para ella andar sola en un lugar como ese y aún más ahora que tenía la estatura y apariencia de una indefensa jovencita.
Bulma miró el entorno en lo que dieron algunos pasos entre la multitud para ir cerca de la salida, aunque tuvo una idea al ver que los demonios de ese lugar parecían comportarse como en cualquier discoteca de La Tierra. Charlaban entre sí y parecían estar divirtiéndose.
Oye espera- dijo Bulma tomando la mano de su esposo para detenerlo, estaban pasando por uno de los lados de la discoteca ya que querían llegar a la salida, pero había varios demonios en el lugar que no facilitaban el paso.
Él se detuvo al sentir la mano de ella sobre la de él y la miró confundido, Bulma le sonrió mientras le indicaba que se acercara para que pudiera oírla bien. La música se sentía un poco más fuerte en esa zona del bar.
Nunca hemos estado en un bar juntos- le dijo mientras se abrazaba a su cuello mirándolo de frente, era algo más raro para ellos ser tan jóvenes otra vez y verse así, aunque se habían acostumbrado un poco con el correr de los días.
¿Y qué hay de diferente en venir a un bar? Este lugar parece un basurero- dijo Vegeta con molestia, notaba que parecía un lugar de clase algo baja además de que parecía ser frecuentado por personas peligrosas.
Tú dijiste que hay cosas peores en el espacio, debes haber visto uno peor que este- dijo Bulma sin soltarse de su cuello, aunque Vegeta se había sonrojado un poco cuando lo había hecho no había atinado a liberarse de su agarre.
Sí, pero no son peligrosos para mi- dijo con seguridad, en el pasado nunca había temido, aunque había estado en lugares que podían llegar a verse peor que ese bar lleno de demonios de moral cuestionable.
Tampoco para mí si estoy contigo- dijo Bulma sonriente, al menos ella no sentía miedo mientras tenía a su esposo como compañía. Nadie más se había atrevido a acercarse a ellos luego de la paliza que les había dado a esos sujetos que habían querido pelear con su esposo.
Claro que no, acabaré con todos los idiotas en este bar si es necesario- le aseguró Vegeta, aunque se avergonzó un poco al notar lo que había dicho, Bulma estaba sonriéndole con ternura.
¿Podemos hacer una cosa de bar antes de ir a dormir? -preguntó Bulma pensativa, Vegeta la miró confundido ya que no sabía demasiado sobre lo que sea que se hiciera en los bares humanos convencionales- No tardará más que tu pelea de antes- le aseguró con una sonrisa.
¿Qué cosa de bar? -preguntó Vegeta confundido, no es que él no hubiera estado en uno antes, aunque fuera uno extraterrestre, pero nunca había ido a uno de La Tierra así que desconocía si era muy diferente a ese.
Bulma le sonrió y se acercó a él de improviso, plantó un beso en su boca de inmediato, aunque planeaba hacerlo rápido para que pudieran irse de allí. Era difícil resistirse a lo lindo que se veía Vegeta ahora que estaba más pequeño, aunque ella ya creía que era muy atractivo aun cuando no estaba bajo la influencia de la magia de Shenlong.
Vegeta la miró confundido en cuanto ella se separó de sus labios ya que había sido rápido, no esperaba que lo besara en ese lugar.
Ya podemos irnos- le sugirió Bulma mientras lo miraba con una sonrisa satisfecha aún colgada de su cuello.
Vegeta todavía algo sonrojado miró el entorno en un segundo rápidamente, y notó que allí nadie los conocía ni los estaba mirando, importaba poco lo que hicieran estando en un bar de clase baja en alguna parte del tercer mundo demoníaco. Además de que había pocas luces y un ambiente casual y nocturno que se distinguía en el lugar.
Vegeta tomó de la cintura a Bulma y la acercó rápidamente hacia él para propinarle un beso algo más profundo. Ella pareció sorprenderse al sentir sus labios sobre los suyos, había profundizado aquella conexión apoderándose de su boca como si fueran tan solo dos adolescentes en una discoteca cualquiera.
La joven humana había decidido dejarse llevar por el excitante y agradable beso que su esposo le había dado de repente, que él la besara en un lugar con más personas era algo que pocas veces sucedía.
En cuanto se separaron, los dos estaban mirándose un poco sonrojados por la intensidad del beso. Bulma solo podía sonreír al haber obtenido lo que quería mientras que Vegeta parecía algo apenado a pesar de que él había sido el que había decidido besarla de esa forma en un lugar así.
Sin mediar palabra entre sí decidieron irse juntos rumbo a la salida del bar para poder irse a su respectivo cuarto, tendrían un día largo al tener que recorrer el mundo demoníaco nuevamente al día siguiente.
Buenas tardes!!! No estaba segura de cuando poner este oneshot que se me ocurrió poco después de ver el episodio 9 de Dragon Ball Daima, pero lo super ame.
Estoy amando muchísimo la serie y no pude quitarme de la cabeza esas escenas de Vegeta en el bar del tercer mundo demoníaco, espero les guste el oneshot y muchas gracias por leer y por su apoyo 💟✨️
Nos leemos pronto.
💟
Niebla~
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Derritiendo los glaciares de su corazón | Simon Riley x Reader
¡Mi segundo escrito aquí! Estoy intentando descubrir como funciona la plataforma, sigo estando nerviosa y pronto tendré que hacer una publicación fijada con mis pequeños retazos.
Simon "Ghost" Riley x Reader
Please, listen "Say yes to Heaven" of Lana del Rey mientras lee esto para una mejor experiencia.
Los créditos se mostraban en la pantalla mientras quitabas la manta acolchada que te cubría, hacía unos minutos que la película había finalizado y como un gato perezoso, te estiraste en la cómoda cama en la que reposaba tu cuerpo, aun tratando de espabilar después del dulce sueño y las caricias compartidas por el hombre rubio del que no había rastro en la habitación.. Hacía frío, no era para menos el invierno los había arropado con una espesa capa de nieve y escarcha visible desde la ventana, donde se vislumbra el paisaje blanquecino pero ciertamente inspirador para una artista como tú.
Aunque, nunca fuiste buena pintando o esculpiendo en arcilla, tus dedos se hallaban demasiado ocupados trazando formas en el cristal de este, tarareando de manera vaga la melodía de fondo, disfrutando de la brisa congelada que refresca tus mejillas sonrojadas; porque los recuerdos de la noche anterior transitaban por tu conciencia, los besos apasionados, las mordidas traviesas, palabras sugerentes y el delicioso vaivén de caderas que impuso Simon cuando descubrió los espacios más íntimos de tu cuerpo, trazando cual cartógrafo la geografía en antiguos pergaminos, proclamándose noble conquistador de las tierras vírgenes entre tus piernas.
Cada suspiro robado en la boca de Simon se repetía en bucle en tu imaginación, dejándote embriagar por el terroso aroma a almizcle, avellanas y madera, había algo en la entereza de su ser que te hacía sentir en casa. Quizás tanto tiempo en soledad, viviendo en la monotonía de los días con las mismas palabras vacías y la rutina hueca te había hecho sentir extranjera en tu propio cuerpo, en tu propia vida, hasta que conociste al hombre de ojos cafés tormentosos.
Era una ocasión especial, llevabas un vestido fluido por insistencia de tu madre que te había convencido de salir al último festival organizado en la ciudad y lucir bonita para “pescar un buen hombre, porque el tiempo pasaba y no te hacías más joven”, sin embargo, la amargura en tu paladar al pensar en el amor y tus anteriores experiencias (aunque escasas, muy decepcionantes y terribles) se vieron empañadas en cuanto observaste a semejante semental que se encontraba sentado en un rincón oscuro del bar en el que estabas con tu hermana.
Ella, como era de costumbre, no se callaba y continuaba parloteando sobre el militar con el que estaba saliendo desde hacía semanas. Pero espabilaste en cuanto saliste de la ensoñación, dándote cuenta que su parloteo se había detenido hacía segundos y se levantaba repentinamente de la silla, corriendo como el huracán que era hacia la figura voluminosa de un hombre que llamó “John” con un tono tan enfermizamente dulce que en otro momento te hubiese provocado arcadas.
Al final conociste al misterioso hombre del que estaba enamorada tu hermana y también conociste a Simon Riley, a pesar de que al inicio se presentó con su indicativo “Ghost” con un tono seco y plano, anticipándote que no participaría mucho en la conversación. Sin embargo, al final de la noche lograste estar más cerca de ese cautivador espécimen que solía hacer bromas de papá, bebía cortos tragos de bourbon y te robaba el corazón con cada palabra que salía decorada por ese acento de Manchester.
Regresando al presente, te sentías flotando en una danza encantadora y delicada como las de antaño, donde el caballero sujetaba a una distancia prudencial tu anatomía al compás de la orquesta que entonaba el ritmo de la pieza. Como un violinista que conoce las cuerdas de su instrumento, el rubio había aprendido a tocar en los sitios indicados para conseguir ese dulce sonido de tus labios pintados de bermellón.
Aquel suceso permanece escrito en las páginas de tu memoria, garabateando corazones junto a sus nombres y anhelando esas varoniles manos sobre ti una vez más, generando una adicción a sus incandescentes sentimientos desmedidos, desprovistos de cualquier enajenación. Giraste sobre tus pies, dando vueltas como una ninfa de rostro soñador, la delgada camisa blanca de Simon cubría tu desnudez sin inmutarse por la baja temperatura hasta que percibiste esa fragancia casi afrodisíaca.
—Pensé que no querrías salir de la cama —murmuró el de orbes azules, sonaba divertido y maravillado por tu delicado semblante, aún cuando había pervertido tu mente con su excitación desenfrenada y te había devastado en su cama hacía unas cuantas horas.
—Está nevando y es precioso, quería ver la nieve caer —señalaste, sentándote sobre tus tobillos en el esponjoso colchón invitándole a que se acercara hacia donde estabas.
—Quizás, sigue sin ser más precioso que tú.
Antes de que pudieras contestar, te sujetó por la cintura y te subió a su regazo, reposando tu cuerpo en sus gruesos muslos, acariciando tramos de piel que iba revelando al subir la poca tela que lo separaba de tu cálido centro.
—Anhelo llenarte de los halagos que mereces... quiero devolverte esa alegría que provocas en mí —confesó, peinando los mechones sueltos que enmarcan tu rostro. Los mismos dedos que te habían llevado a las estrellas delineaban con delicadeza tus mejillas, hasta que el dedo pulgar reposó encima de tus labios, fascinado admirando la forma de tu arco de cupido.
—Creo que alguien ha estado leyendo a Jane Austen —dijiste más para ti misma, sin percatarse que Simon empezaba a desabrochar los pocos botones que cubrían tu modestia.
Nunca desvió sus profundos ojos marrones de tus reacciones, motivado por como mordiste tu labio inferior al observar los músculos cincelados y esos pectorales esculpidos por Miguel Ángel. Lo hacía con el objetivo de empujar tu deleite en ese armonioso espectáculo íntimo, develando la parte más sensual que poseía como individuo masculino.
En cuanto te apoyó en la cama, posicionándose sobre ti, apreciaste en silencio como iba enseñándote el sendero feliz cubierto por una delgada capa de vello y jadeaste en silencio, sintiendo el agradable calor de tu humedad cuando Simon se quitó el jogger gris que llevaba y sus torneadas piernas tocaron el colchón para subir hacia donde tus brazos lo llamaban. En cuanto estuvo más cerca, sentiste la dureza de su miembro contra la parte interna de tus muslos, mordiéndote el labio y moviendo las caderas para que pudiera sentir lo lista que estabas para recibirle.
Simon hizo descender sus dedos hacia tu centro resbaladizo, cubriendo sus dedos con la humedad acumulada en medio de tus muslos y llevándolos a su boca para probarlo mientras te miraba atentamente, provocando un gemido desesperado de tu parte. Para ese instante, el frío no era un inconveniente, puesto que apretaste los muslos al sentir como esa humedad crecía y descendía cálida, acción que no pasó desapercibida—. ¿Exaltada, mi dulce princesa?
—¿Qué crees? —dijiste, recostando tu fisionomía en la suavidad de las sábanas de tu amante. Querías repetir esa pecaminosa danza que se prolongó en la madrugada.
—¿No fue suficiente con lo de anoche? —cuestionó, una de sus cejas gruesas arqueadas y sus labios tirando de una sonrisa que prometía los placeres carnales.
Pero no te cohibiste como antes, la sumisión que habías mantenido se dispersó cuando lo besaste con todo el fuego que residía en tu pecho, presionando tus senos desnudos contra su pecho torneado y duro. Porque más allá de un derroche pasional y efímero, sus almas se conectaban en un plano espiritual que escribía con pluma dorada la leyenda de un amor inconmensurable, que por fin sería netamente feliz y perpetuo.
—Quiero que me hagas tuya, Simon.
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Paralelo entre 6O & No.6
El anime de Nier Automata nos trajo de vuelta un paralelo que siempre me gustó.
Un tema a discusión interesante, es que el atacante No.6 (6A) comparte base de personalidad con la operadora 6O. Lo cual, si leyeron la novela o vieron la obra (o leyeron mi resumen), es difícil de creer, pero no imposible.
No.6 es un sádico (bueno, medio psycho) y hedonista, disfruta del sufrimiento de aliados y enemigos y adora incomodar a los demás, sin mencionar que tiene un interés especial/obsesión por su figura de autoridad, Black
6O es una operadora de personalidad dulce y parlanchina, se ve que le gusta el romance y la moda, adora las cosas bonitas y parece tener un interés especial por su figura de autoridad, White.
Mientras veía el anime, específicamente la parte de la purga masiva por el virus lógico, cuando 2B y 9S vuelven al bunker, me pareció que los diálogos de 6O contagiada eran muy similares a los de 6A contagiado (y que difieren de los diálogos de otros androides contagiados) Si quieren ver el vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=b24vZxoctFM&list=PLtC71dzmJ_plZ3shWYSfp4VJBNlFpQZLO&index=2
Por lo que hemos podido observar, los virus lógicos, reescriben la configuración de los androides, pero aun así, ellos son conscientes mientras están contagiados. Y si prestamos atención a lo que dicen y hacen, al menos por ahora, parece más que la función de los virus lógicos es amplificar ciertos deseos y fijaciones que tienen, oscureciéndolas; así como desinhibir sus impulsos y limitantes.
De manera que, los orillan a decir y hacer, deseos oscuros que debido a sus limitantes y control, no llevan a cabo normalmente. Deseos bondadosos y amables torciéndose a una forma obsesiva y sádica.
Lo cual, es un tema recurrente en la saga Nier, lo podemos ver con Nier (el rey de las sombras), con 9S, 2B, con Jakob (el hermano mayor de la chatarrería), con Louise, incluso Adam.
Así que cuando escuché más de cerca (acá en el anime) a 6O, ella, al igual que No.6 en la novela y la obra, habla sobre el hecho de que es divertido hacer una matanza masiva.
Gracias al experimento realizado con la unidad M, se designó que todas las unidades masculinas fueran escáneres, y se determinó también, que el grado de peligrosidad de las unidades No.6 era tan alto que NO podrían usarlas directamente en el campo de batalla.
Así que no me sorprendería que (incluso si el bunker no se hubiera destruido) 6O no pudiera jamás bajar a la tierra si es que alguna vez solicitó cambio de especialidad, como por ejemplo, lo logró 21O cambiando su especialidad a un modelo B.
De haberlo solicitado, creo que la petición de 6O habría sido rechazada, considerando que la unidad No.6 se marcó como peligrosa por sus tendencias sádicas. Así que puede ser que en el fondo, 6O guarde algún impuso sádico o tendencia a desarrollarlo
No.6 (a diferencia de 6O) era una bomba de tiempo, él eventualmente habría terminado por atacar a sus compañeros, lo hizo una vez matando a No.3 (el otro atacante de la unidad M), ya que como atacante fue programado con una agresividad mayor a otros modelos, no obstante...
Por lo que se menciona en los panfletos, uno de los detalles que torció a esta unidad fue su alta inteligencia, gran habilidad en combate y consciencia de sí mismo.
6O obviamente es una unidad inteligente que se encarga de las comunicaciones y evidentemente piensa a profundidad en cosas que le gustan y aunque es algo crédula y romántica, tiende a un pensamiento lógico, como en uno de esos tantos correos que envía en el juego, donde se califica la astrología como una tontería.
De modo que, ambas unidades sí tienen rasgos de personalidad muy similares, pero al aumentar ciertos puntos para facilitar sus especialidades, más sus experiencias individuales, generan un cambio tan drástico de una unidad No.6 a otra No.6, pero es interesante ver los extremos de una misma base de personalidad, donde una busca apreciar la vida y la otra busca mancillarla
Ahora, otro paralelo es justamente la muerte que tuvieron. Pues a No.6 lo mató Black atravesándolo con una espada para sobrecargar su caja negra, mientras que a 6O White también le atravesó el pecho con una espada.
Además, de que posterior a eso, en ambos casos, los 4 terminan expuestos a una explosión que los elimina completamente. También tenemos un último acto: White abraza a 6O, Black afirma querer colocar una mano en el hombro de No.6 para reconfortarlo, sin embargo, al estar tan herido, no podía moverse para alcanzarlo y lo mejor que podía hacer era quedarse con él. Además, si sumamos la obra YoRHa Girls que es un genderbend de YoRHa Boys, la instructora Black, también atraviesa No.6 y de hecho, al no estar tan herida como su contraparte masculina, acaricia la cabeza de No.6 y finalmente la abraza para morir en la explosión con ella.
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Headcanons de como pasarían su día de muertos los chavos de Free! en AU mexicano
Jaru es el que pone la ofrenda más sencilla de todas, sólo las flores de cempasúchil, la foto, el vasito de agua y la comida favorita de su abuela (que es molito de olla) y casi seguro le pone algo hecho de caballa "para compartir". Casi no va al panteón porque el mero día siempre está lleno, prefiere visitarla en su cumpleaños.
Rin y su familia van con todo con la celebración, la ofrenda completa con las flores, las calaveras de azúcar, el incienso y las cruces de sal y tierra y un montón de comida que le gustaba a Toraichi (aún no se me ocurre el equivalente de su nombre en el AU, pero probablemente sería algo como Tomás) y por supuesto que van al panteón con ramos enormes de flores.
Es la festividad favorita de Gou porque la hace sentir más cerca de su papá, siempre se viste de catrina
Rin y Jaru fueron a pedir calaverita juntos alguna vez, probablemente compitiendo quien recibía más mandarinas (la abuela de Jaru hizo que Rin ganará sin saberlo, pues le dió más mandarinas porque "gracias por sacar a jugar al mi niño de vez en cuando" tipo de agradecimiento de abuelita)
Maco y su familia hacen una ofrenda grande también, muy decorada con colores y papel picado. Makoto incluye en las fotos a su pecesito y también ponen una foto de la abuela de Jaru.
Nagi (Dani) siempre se encuentra en el desfile que su familia organiza en el pueblo y va de catrín de aquí para allá (sí lo hace, puede comer todo el pan de muerto que quiera)
La familia de Rei hace el mejor pan de muerto del pueblo y lo vende por la temporada. Creo que luego de hacerse más cercano a los demás en el club de natación, Rei invitaría a los chicos a su casa a hacer juntos las hojaldras, Jaru le agarra el truco luego luego e insiste en ponerle al suyo unos pedacitos de caballa..., Rei obviamente no permite tal atrocidad y el pan termina nada más teniendo forma de pescado, Nagi hace algunas con chispas de chocolate y se la pasa haciendo chistes de panadero todo el rato, Maco se emociona por llevarles hojaldras personalizadas a sus hermanitos y Rin se pone a chillar discretamente porque podrá ponerle a su papá pan que él mismo ha hecho con sus manos.
En este AU el papá de Rin y la abuela de Jaru murieron con casi un año de diferencia, así que siento que ambos acompañaron al otro a la ida al panteón del día de muerto de esos años y sin decirse una palabra estuvieron al lado del otro.
Maco va a visitar la tumba del viejo pescador que era su amigo y murió en la tormenta. Siempre le deja un pescadito hecho de papel y unas flores.
Maco lleva a los gemelos a pedir calaverita todos los años y se pone un poco triste al pensar en el día cuando crezcan y ya no quieran hacerlo.
Jaru ama las mandarinas
A Rin le encantan los tejocotes.
Maco siempre se come de 3 a 4 calaveritas de chocolate
Rei por obvias razones, es un degustador excelente de pan de muerto (Nagi igual AMAAA el pan de muerto y, bueno, otra razón para tener un crush en Rei, boda con él significa el mejor pan de muerto a su disposición cada año)
Rin UNA SOLA VEZ se disfrazó de catrín para ir a un evento de su escuela, desde entonces Jaru lo molesta diciéndole que cuando se pondrá el sombrerito y los huesos de nuevo, Rin cree que es para molestarlo (Jaru en realidad sólo quiere verlo así una vez más, fotografiarlo, incluso)
No lo admitiría en voz alta ante nadie, pero a Jaru le gusta mucho "El Libro de la Vida" y siempre la ve en noviembre.
#gratis! el au tercermundista de free!#headcanons#día de muertos#feliz día de muertosssss 🧡🧡#hoy voy a hacer hojaldras y a comer un montón de fruta así que me emocioné y quise compartir estos hcs akdjksdjks
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Hace 2200 años calculó la circunferencia de la tierra, con solo mirar la sombra que proyectaba dos postes colocados a 800 km uno del otro .
"En una época que algunos humanos llaman siglo tercero A.C., en la mayor metrópolis de aquel tiempo, la ciudad egipcia de Alejandría. Vivía allí un hombre llamado Eratóstenes.
Uno de sus envidiosos contemporáneos le apodó Beta, la segunda letra del alfabeto griego, porque según decía Eratóstenes era en todo el segundo mejor del mundo. Pero parece claro que Eratóstenes era Alfa en casi todo. Fue astrónomo, historiador, geógrafo, filósofo, poeta, crítico teatral y matemático. Los títulos de las obras que escribió van desde Astronomía hasta Sobre la libertad ante el dolor.
Fue también director de la gran Biblioteca de Alejandría, donde un día leyó en un libro de papiro que en un puesto avanzado de la frontera meridional, en Siena, cerca de la primera catarata del Nilo, en el mediodía del 21 de junio un palo vertical no proyectaba sombra. En el solsticio de verano, el día más largo del año, a medida que avanzaban las horas y se acercaba el mediodía las sombras de las columnas del templo iban acortándose.
En el mediodía habían desaparecido. En aquel momento podía verse el Sol reflejado en el agua en el fondo de un pozo hondo. El Sol estaba directamente encima de las cabezas. *
Era una observación que otros podrían haber ignorado con facilidad. Palos, sombras, reflejos en pozos, la posición del Sol: ¿qué importancia podían tener cosas tan sencillas y cotidianas? Pero Eratóstenes era un científico, y sus conjeturas sobre estos tópicos cambiaron el mundo; en cierto sentido hicieron el mundo.
Eratóstenes tuvo la presencia de ánimo de hacer un experimento, de observar realmente si en Alejandría los palos verticales proyectaban sombras hacia el mediodía del 21 de junio. Y descubrió que sí lo hacían. Eratóstenes se preguntó entonces a qué se debía que en el mismo instante un bastón no proyectara en Siena ninguna sombra mientras que en Alejandría, a gran distancia hacia el norte, proyectaba una sombra pronunciada.
Veamos un mapa del antiguo Egipto con dos palos verticales de igual longitud, uno clavado en Alejandría y el otro en Siena. Supongamos que en un momento dado cada palo no proyectara sombra alguna. El hecho se explica de modo muy fácil: basta suponer que la tierra es plana.
El Sol se encontrará entonces encima mismo de nuestras cabezas. Si los dos palos proyectan sombras de longitud igual, la cosa también se explica en una Tierra plana: los rayos del Sol tienen la misma inclinación y forman el mismo ángulo con los dos palos.
Pero ¿cómo explicarse que en Siena no había sombra y al mismo tiempo en Alejandría la sombra era considerable? Eratóstenes comprendió que la única respuesta posible es que la superficie de la Tierra está curvada.
Y no sólo esto: cuanto mayor sea la curvatura, mayor será la diferencia entre las longitudes de las sombras. El Sol está tan lejos que sus rayos son paralelos cuando llegan a la Tierra. Los palos situados formando ángulos diferentes con respecto a los rayos del Sol proyectan sombras de longitudes diferentes.
La diferencia observada en las longitudes de las sombras hacía necesario que la distancia entre Alejandría y Siena fuera de unos siete grados a lo largo de la superficie de la Tierra; es decir que si imaginamos los palos prolongados hasta llegar al centro de la Tierra, formarán allí un ángulo de siete grados.
Siete grados es aproximadamente una cincuentava parte de los trescientos sesenta grados que contiene la circunferencia entera de la Tierra. Eratóstenes sabía que la distancia entre Alejandría y Siena era de unos 800 kilómetros, porque contrató a un hombre para que lo midiera a pasos.
Ochocientos kilómetros por 50 dan 40 000 kilómetros: ésta debía ser pues la circunferencia de la Tierra. Ésta es la respuesta correcta. Las únicas herramientas de Eratóstenes fueron palos, ojos, pies y cerebros, y además el gusto por la experimentación. Con estos elementos dedujo la circunferencia de la Tierra con un error de sólo unas partes por ciento, lo que constituye un logro notable hace 2200 años.
Fue la primera persona que midió con precisión el tamaño de un planeta."
-Carl Sagan
astrofísico, cosmólogo y divulgador científico estadounidense (1934–1996)
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“He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos”
El principito
Es una novela corta y también la obra más famosa del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry publicada en abril de 1943.
El Principito, es el libro en francés más leído y más traducido, con más de doscientos cincuenta idiomas y dialectos incluyendo la escritura braille, y uno de los más vendidos a nivel mundial, con más de 140 millones de ejemplares en todo el mundo.
El Principito está considerado como un libro infantil por la forma en que está redactado, sin embargo, en realidad es que se trata de una crítica de la edad adulta, en la que se tratan temas profundos como el sentido de la vida, la soledad, el amor, la perdida y la amistad.
El Principito es un cuento poético, en el que se narra la historia de un piloto perdido en el desierto del Sahara en donde, después de sufrir una avería, es ahí a donde conoce a un pequeño príncipe proveniente de otro planeta. La historia tiene una temática filosófica, en donde se tratan temas profundos, desde la perspectiva de extrañeza con la que los adultos ven las cosas.
Antoine Saint-Exupéry (su autor), nació en Lyon Francia en junio de 1900, quedó huérfano de padre a la edad de 4 años y fue criado en un entorno femenino de una familia aristocrática de la ciudad de Lyon, en donde su madre trabajaba como enfermera.
En 1917, terminó su bachillerato en un colegio marista en Suiza y se hizo piloto cuando estaba cumpliendo su servicio militar a la edad de 21 años.
Saint_Exupéry, fue ganador de varios de los principales premios literarios de Francia, y piloto aviador en la Segunda Guerra Mundial, ilustró el manuscrito mientras se encontraba exiliado en los Estados Unidos tras la batalla de Francia.
Vivió en Concordia Argentina y allí fue en donde conoció a su esposa, la millonaria salvadoreña Consuelo Suncin, quien era también escritora y artista.
Su unión matrimonial duró 15 años, y fue una relación muy turbulenta por la profesión de piloto aviador en la compañía Aeroposta, en donde su fama como escritor, y su bohemia y múltiples infidelidades los distanciaba, pero a la vez los reencontraba en momentos de gran felicidad. De hecho la rosa en el principito, se dice es un homenaje a su esposa. Su infidelidad y dudas acerca del matrimonio se ven simbolizadas por el campo de flores que se encuentra el pequeño príncipe en la tierra. Sin embargo, la rosa es especial, porque es a ella a quien realmente quiere.
Saint-Exupéry muere en un accidente de avión a la edad de 44 años, se especula pudo haber sido derribado por un caza alemán piloteado por el joven aspirante Robert Heichele, muerto más tarde en Francia.
En septiembre de 1988, un pescador encontró, a casi un kilómetro de la isla de Riou, una pulsera de plata con la identidad de Saint-Exupéry, con su nombre y el de su esposa, y en mayo del 2000, un buzo encontró los restos de una aeronave P-38 Lighting, esparcidos en el fondo del mar cerca de donde fue hallado el brazalete.
Fuente: Wikipedia.
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aegon targaryen x sultan! ocfem
ADVERTENCIA: mención de AS, perversión de lactancia, secues/tro, venta de escla/vos
Aegon ya había creído perder la cabeza por completo durante los días que había pasado en el inmundo barco de esclavos que lo había tomado en Essos; no estaba seguro de si lo reconocieron como príncipe, pero creía que solo bastaron sus rasgos valyrios para hacerlo una mercancía valiosa.
"Ese no, él irá a un lugar más especial" había oído decir a uno de los hombres a cargo cuando intentaron bajarlo para agruparlo con los que serían vendidos en Astarpor, momentos como ese le hacían desear haber escuchado al cretino de Aemond, aunque, ¿él no podía haber dejado de buscarlo verdad? Seguro su madre había puesto aquellos ojos de ciervo lastimado que siempre usaba para manipularlo y que él continuara su búsqueda. Sí, Aemond lo encontraría tarde o temprano.
Ahora, mientras se recuesta en la amplia bañera de mármol, Aegon suelta una pequeña risita irónica sin poder evitarlo. Recuerda los temores que había pasado allí, los golpes que recibió por alegar ser un principe y negarse a comer la basura de sopa que servían y el pan agrio y duro con el que se acompañaba; pero ahora cerca de él tenía las frutas más dulces, el vino más dulce y los quesos más cremosos. Sus moretones se habían curado, su cabello lleno de mugre y grasa ahora estaba nuevamente blanco y su piel enferma había recuperado su color pálido natural, manteniéndola perfumada y suave con mezclas de flores y haciendo que los sirvientes agreguen un cubo de leche de burra a su bañera.
—Mi dulce favorito debe estar pensando algo muy bueno para no notar mi presencia—escucha su voz detrás de él, haciendo sus mejillas sonrojar y su cuerpo estremecer.
Oh, su Esmeray, su tan amada emperatriz a la cual Aegon le daría todo de si mismo si ella lo pidiera; verla allí fue casi como un sueño; su figura comenzaba a redondearse con la crecida del bebé en su vientre, sus pechos llenos, sus caderas anchas, su vientre hinchado, todo parecía ser la mezcla perfecta para hacer que Aegon se hincara ante ella. Y lo había hecho más de una noche, adorandola de pies a cabeza, cubriéndola de besos y murmurando súplicas y palabras azucaradas, pidiéndole que lo tomara, que lo usara para su placer.
Aún puede recordar la noche en la que ella lo había elegido a él como su favorito luego de que la encargada del harén lo separara junto con otros tres hombres; la recuerda colocando en su mano un suave pañuelo morado, rozando sutilmente su piel con la yema de sus dedos mientras tenía una ligera sonrisa sobre sus labios. Aegon sabía que si ella hubiera pedido en ese momento que lo siguiera de rodillas por el inmenso palacio, él lo habría hecho.
—No escuché que los aghas la anunciaran, ¿nuestro bebé está bien, mi señora?—cuestionó con una pequeña sonrisa mientras le brindaba toda su atención, acercando su frente a su vientre tan pronto ella se acercó lo suficientemente.
—Sí, no es el bebé quien arde por el deseo de verte—bromea la mujer, acariciando su cabello platino con cuidado, bajando su caricia por sus mejillas—mi dulce amor—murmuró, soltando un pequeño gemido en cuanto él introdujo suavemente su pulgar en su boca, presionando la lengua contra la yema—la comadrona está segura de que le diste otra niña al imperio, bien echo, ojitos de lirio—sonrie mientras le da un estimado del sexo del nuevo bebé.
Esmeray amaba comparar cualquier característica física suya con alguna flor, Aegon juraba sonrojarse como una mojigata cada que encontraba en sus aposentos algún nuevo poema, sintiendo los latidos retumbar en su pecho y el hormigueo de sus dedos, deseosos de acariciar cada palabra en el papel.
Él jamás le contaría de sus visitas a burdeles y su accionar con algunas mujeres de menor clase, esta es su nueva vida ahora, él es suyo; jamás pertenecerá a alguien más salvo a su dulce señora y sus bebés solo crecerán en su vientre. Comprendía el sistema matriarcal por el que se regía la tierra que gobernada su amada señora, adaptándose rápidamente a ella cuando todo lo que se le dio fueron lujos por haber logrado poner una niña en el vientre de la emperatriz.
"El único favorito de su majestad" lo llamaron luego del primer parto de Esmeray, mientras se les repartían dulces, jugos y oro a los hombres del harén, quienes a Aegon no les daba mucho importancia; él era el único favorito de su Esmeray, él mismo la había oído decirlo mientras su lengua se adentraba en su calor y sentía sus carnosos muslos presionarle la cabeza mientras la hacía acabar.
—¿Qué ronda tu mente, dulce dragón?—cuestionó, retirando sus prendas para introducirse en la bañera, colocándose en su regazo, acariciando su cabello tan pronto como lo sintió esconderse en sus tetas.
—Digame que me ama, su majestad, se lo imploro—murmuró en un tono bajo mientras su rostro frotaba con la carne suave de su pecho antes de tomar uno de sus pezones en su boca, acariciandolo con su lengua antes de empezar a succionar.
—Mi pobre florecita, tan necesitado de cariño—respondió, dejandolo hacer lo que necesitara mientras dejaba suaves caricias por su piel y le permitía darse gusto con la dulzura de su leche—Mi corazón nunca anhelo a alguien o a algo como lo hace contigo—le susurró en el oído antes de reposar su mentón sobre su cabeza.
Esmeray no podía imaginar la vida que él llevaba antes de llegar a sus tierras, pero nunca hacía preguntas, creyendo que era difícil para él hablar sobre ello; imaginaba a su pobre amor siendo maltratado o agredido de alguna forma, descuidado y despreciado, por lo que estaba más que feliz de proporcionarle cada lujo que estuviera a su alcance. Las ropas más finas, las joyas más caras, todo lo que él deseara.
Y Aegon amaba esa nueva realidad, disfrutando de comodidades y lujos junto con el amor de una mujer hermosa.
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1907- Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición). La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnifico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro. El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo: - Buenos días. - Buenos días – Respondió el guardián. - ¿Cómo se llama este lugar tan bonito? - Esto es el Cielo. - ¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos! - Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián señaló la fuente. - Pero mi caballo y mi perro también tienen sed… - Lo siento mucho – Dijo el guardián- pero aquí no se permite la entrada a los animales. El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante. Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía. - Buenos días – dijo el caminante. - El hombre respondió con un gesto de la cabeza. - Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo - Hay una fuente entre aquellas rocas – dijo el hombre, indicando el lugar. Podéis beber toda el agua como queráis. - El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre. - Podéis volver siempre que queráis – Le respondió éste. - A propósito ¿Cómo se llama este lugar? - preguntó el hombre. - EL CIELO. - ¿El Cielo? - ¿Sí? - ¡Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo! - Aquello no era el Cielo. Era el Infierno – contestó el guardián. El caminante quedó perplejo. - ¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! – advirtió el hombre. - ¡De ninguna manera! -increpó el hombre – En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar sus mejores amigos.
(Paulo Coelho)
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❃ 𝙱𝙰𝙸𝙻𝙰𝙽𝙳𝙾 𝙴𝙽𝚃𝚁𝙴 𝙻𝙾𝙱𝙾𝚂 - 𝙲𝙰𝙿Í𝚃𝚄𝙻𝙾 2 ❃
» Temática: SKZ híbridos x Oc (Lis) » Género: Poly, fantasía, OMEGAVERSE » Warnings: Fluff, smut con historia, angst, tensión sexual, sexo, degradación, dinámica A/B/O explícita, dom/sub, sado, amor, entre otros. » Warning de CAPÍTULO: Hyunjin es un horny bitch. Fluff Seungmin. Smut impliícito, ninguno directamente relacionado con Lis. » Tipo: Serie. » Palabras: 3.778.
» Masterlist « | Anterior | Capítulo 3
N de A: Bueeeeno... Seguimos con la serie. Terminaré lo de Halloween, os lo prometo, pero es que esto me encanta y quiero publicarlo. Aquí en tumblr no tiene mucha repercusión, pero en fin. Se hace lo que se puede. Aur revoir!
Esa noche, Lis comprendió que no sería tan sencillo.
Chan la dejó sola para que se acomodara, pero no abrió las maletas de inmediato ni probó la cama, que era sensiblemente más grande que la del goshiwon. En todo caso, tuvo la necesidad de sentirse como esas protagonistas de libros que hacen cosas de protagonistas: Abrir la ventana del balcón y apoyar los codos en la barandilla.
El viento era algo frío y el olor a tierra mojada le inundó las fosas nasales. Por fin, un poco de aire puro entre tanta feromona masculina. Eran muy diferentes a su ex jefe, que olía a eucalipto rancio, y de Jung Han, cuyo olor cítrico y parecido a Chan le decía que pertenecía a otra manada a la que no debería acercarse. ¿Por qué le resultaba tan agradable el aroma de ese grupo? Su nariz se había adaptado en nada.
Al cabo de media hora, su estómago emitió un rugido atronador que la sobresaltó hasta a ella misma. Miró el reloj: Las siete de la tarde. Se había saltado la hora de la cena.
— Chris me dijo que podía comer algo... —echó un vistazo a las maletas, que seguían de pie cerca de la puerta y suspiró—. Antes de deshacer el equipaje, por supuesto.
Cosa que le llevó más tiempo del esperado. Al par de horas y sudando como un pollo al as, metió las maletas vacías en el armario y se desplomó en la cama respirando con fuerza. Le había tomado más rato colocar las cosas en la nueva habitación que empaquetar. ¿Por qué? Misterios de la ciencia.
Los ojos se le cerraban, cansados de tantas emociones, pero el penetrante olor del grupo la distraían del sueño. Se incorporó: Se había olvidado de cenar, otra vez.
— Estúpido trastorno de atención... —se quejó, yéndose de la habitación.
Lo bueno era que los pasillos estaban iluminados aún. Bajó las escaleras hasta el primer piso, reparando en que ambos chicos, Changbin y Felix seguían viendo la televisión, pese a que algo había cambiado entre ellos. El abrazo del segundo chico era mucho más íntimo que la primera vez que los vio, con una mano perdida entre ambos. Advirtió también que el alfa tenía un cojín encima, en la parte superior de las piernas y respiraba agitado... Uy, no. Giró la cabeza bruscamente, evitando mirar más de lo debido. A la penumbra del salón no distinguía lo que estaban haciendo, y tampoco quería saberlo.
Por ahora.
En la cocina pudo pensar con claridad, aunque, mientras se cocinaba unos fideos instantáneos, escuchó un par de voces venir en su dirección.
— Con suerte solo serán cuatro días. —iba comentando I.N—. Hyunjin puede llegar a ser... implacable cuando se pone manos a la obra.
— Ni que lo digas. Pero a Han ya le va bien. Hyunjin es el único que puede apaciguarlo un poco. —dijo Minho, rascándose la nuca—. Recuerdo mi anterior celo. Consiguió que pidiera una pausa.
— Por que tú te agotas en seguida. Normal que te dure una semana si no aguantas lo suficiente como para satisfacer a tu lobo... Oh, hola Lis. —levantó una mano a modo de saludo, y la preciosa sonrisa de zorro le encendió el rostro como miles de luces... Pese a que algo raro oscilaba en ella. ¿Era una sonrisa forzada? Examinó la olla de fideos haciéndose en la vitrocerámica—. Te habríamos guardado algo si lo hubiéramos sabido.
Lis negó.
— No hace falta. El traslado me ha ocupado unas cuantas horas y me he distraído.
— Ignoraba que supieras cocinar. —le espetó Lee Know.
— El ramen me sale exquisito. —hizo el gesto de "chef's kiss" que arrancó una carcajada extraña al maknae del grupo. Minho resopló, pero todos habían visto la media sonrisa en su boca.
Un breve silencio cayó en la estancia, interrumpido únicamente por el sonido de "chup, chup" de la comida. Lis quería hacer preguntas sobre lo que estaban hablando y no hallaba las palabras adecuadas. I.N lo notó.
— ¿Te preocupa algo? —quiso saber, sincero.
— Ese chico, Han... Habláis de su celo como si fuera una anomalía. Sé que cada híbrido posee una forma de ser en esos momentos y, sin embargo, estáis preocupados. Lo veo en vuestras caras.
Los dos se miraron, claramente deliberando si debían o no decírselo. Lee Know asintió y, tras sentarse en la silla alta delante de la encimera dijo:
— Dado que vas a ser nuestra mánager por lo que esperamos que sea un largo período, sí, convendría que supieras algunos pequeños... percances con los que podrías toparte. En el caso de Hannie, digamos que lo pasa bastante mal. No hay nada ni nadie que consiga dejarlo satisfecho al cien por cien. El único que se acerca soy yo por ser su pareja oficial dentro del grupo y Hyunjin, que tiene más energía que una pila.
— No querrías encontrártelo con el celo. —gimió I.N—. Créeme, si vas al baño y tardas más de cinco minutos, prepárate para un a sesión triple de apareamiento.
El beta sacudió una mano en el aire, restándole importancia.
— Tampoco es algo que deba incumbirte. Como humana, sería una experiencia traumática si lograras salir con vida.
— Ya... —susurró, centrando la atención en la comida. Estaba lista—. ¿Y vuestro celo? ¿Cómo es? Para identificarlo en el caso de que tuviera que... alejarme.
— El mío suele ser... ¿Cómo lo ejemplifico? Digamos que no soy una persona cariñosa de por sí, pero cuando se aproxima mi ciclo, hay quien dice que doy muchos mimos. En su caso. —señaló al otro—. Se vuelve irascible y agresivo.
— Eh. —exclamó Minho, molesto—. No es verdad. No me pongo TAN agresivo.
— La última vez agarraste la ps5 de Jisung cuando estaba jugando y amenazaste con tirarla por la ventana solo porque te había contestado cinco segundos más tarde a un "te quiero". Sí, hyung. Eres inestable al comienzo y durante el celo.
Lis se forzó a no reírse. En serio, lo intentó con todas sus fuerzas y no lo consiguió. Ambos chicos —excluyendo a Minho, que los miraba con cara de pocos amigos—, estallaron en carcajadas estridentes que llamaron la atención de los del salón.
La cabeza de Changbin emergió por la puerta con las mejillas sonrosadas.
— ¿Qué chiste habéis contado? Quiero oírlo.
— Ninguno. Hablamos de celo, poniendo a nuestra mánager al día. —le explicó I.N—. ¿Y Lix?
— Se ha quedado dormido en el sofá. Luego me lo llevaré a la cama. —entró pasando por el lado de Lis y abrió la nevera en busca de agua.
Su olor era diferente de los otros. ¿Sabéis la madera que usan en las saunas? Pues solo hay que imaginarse ese aroma a pino tropical con un leve toque afrutado para que absolutamente todos los poros de su piel corearan el nombre de Seo Changbin.
Benditos supresores.
No le quitaban las ansias de procrear, pero mantenían a ralla las hormonas revolucionadas que ya le hubieran hecho cambiar el color de ojos, signo de que la loba había dado un paso al frente. Esa casa iba a ser su perdición.
¡Y qué novedad! Seguía sin poder dormir.
Los chicos le habían dado un poco de compañía (a regañadientes de Minho, que solo quería irse). No obstante, cuando le dijeron que nada lo retenía allí puso los ojos en blanco y empezó a cortar fruta, diciendo que le apetecía algo así como un último aperitivo de la noche. Lo curioso fue que no solo cortó para él, sino para el pequeño grupo de la cocina. En el fondo, muy en el fondo, a Lis le empezaba a caer bien.
Con una exhalación frustrada, se sentó en la cama y decidió que era buena hora de hidratarse. Otra vez, empezó a bajar las escaleras dirección a la cocina, pero un sonido extraño proveniente de una de las habitaciones del tercer piso le llamaron la atención.
Golpe, golpe, golpe... Crujido, gemido... golpe, golpe, golpe...
Lis tragó saliva, notando el calor agolpársele en las mejillas y en otros sitios más privados. Seguramente se trataba de la habitación de Han, y por supuesto de Hyunjin, quien estaba cuidando de él. Se le habían congelado las piernas a mitad de camino.
Golpe, gemido, golpe, golpe... y silencio.
No se atrevía ni a respirar. Sentía que, si lo hacía, la descubrirían. Al cabo de cinco minutos, el pomo de la puerta giró y Lis dio un respingo, asustada. De ella emergió una figura cabizbaja y sudorosa, con el cabello pegado al cuello y jadeando. No llevaba puesta ninguna camiseta, revelando un cuerpo delgado pero bien definido. Al notar su presencia, el omega alzó sus ojos amarillos y la escudriñó con intensidad.
Era obvio que el lobo de aquel chico había tomado control después de horas y horas de apareamiento, su parte humana demasiado agotada como para volver en sí. El híbrido dio un paso al frente, luego otro, en dirección a la figura femenina que no parecía querer moverse del sitio. Pero es que, en realidad, no sabía dónde esconderse. No sabía cómo debía actuar.
Se había pasado toda la vida evitando a los híbridos y ahora, con la edad que tenía desconocía el funcionamiento de su propia especie. El chico se detuvo delante, bajo la cabeza y olfateó su cuello. Lis soltó un gemido indecente cuando sus carnosos labios rojizos se pasearon por las glándulas odoríferas que con tanto esmero ocultaba bajo los parches y la ropa. Seguían siendo sensibles al tacto.
Aquello pareció desencadenar alguna cosa en el interior del omega, porque un gruñido le borboteó del pecho y de pronto sus labios estaban sobre los de ella, hambrientos, deseosos. Liz ahogó una exclamación de sorpresa y se agarró a los hombros perlados de sudor de aquel híbrido que la besaba casi con fiereza. Su boca sabía a sal marina combinada con lo que parecía ser melocotón, una mezcla extraña pero atrayente. Se encontró a sí misma arqueándose hacia el chico, su cuerpo en llamas y la mente nublada de deseo.
El omega bajó una mano por la espalda de la muchacha y le subió una pierna, presionándose contra su entrepierna. Lis notó el creciente bulto en los pantalones de chándal, pero no le importó. Lo que le interesaba era ver de qué maneras lograría hacerla sentir bien esa noche... Aunque una parte de su mente le gritaba que parara, que lo que hacía estaba mal y que ese adonis frente a ella estaba demasiado ido como para ver lo horrible y fea que era.
Solo buscaba satisfacerse con quien fuera.
Con ese pensamiento empezó a recobrar el sentido y a intentar empujarlo. Sin embargo, cuanta más fuerza ejercía, más recibía de vuelta, y la ansiedad se hizo presente.
— Para... —susurró—. No sabes lo que haces...
— Beta... —dijo, al tiempo que atacaba el cuello de la chica. Lis se congeló. ¿La había descubierto? ¿Se habían movido los parches anti olor? —. ¿Te unes a la fiesta...?
No estaba hablando con ella. Una mano delgada apartó al omega y Lis pudo respirar al fin. Los ojos de Seungmin brillaban en tono aguamarino cuando dirigió a su compañero al baño.
— Ahora no, Hyunjin. Beta tiene que dormir porque mañana hay concierto, y tú deberías ducharte y volver con Han. Ya me encargo yo de ella.
Hyunjin asintió. Antes de cerrar la puerta les dirigió una mirada lasciva a los dos que les hizo suspirar. Diablos, qué intensidad de persona. Seungmin la encaró por fin y Lis vio la fina línea de sudor que bajaba por su barbilla.
— ¿Estás bien? —preguntó.
— Sí, creo que sí. —se apartó el pelo de la cara, agotada. Luego sonrió—. Ha sido raro, pero no me arrepiento. Tienes una manada interesante.
— Sí, ya lo verás. —miró hacia un lado y hacia otro y le puso una mano en la espalda, encaminándola hacia arriba—. Te acompaño a tu cuarto. Aquí no es seguro.
Beber agua no era una opción entonces.
Seungmin entró en la habitación de Lis casi con timidez, temiendo invadir su espacio. Se maravilló de lo rápido que había colocado ya sus cosas.
— Ahora parece más una habitación. —habló, reparando en las mantas oscuras que cubrían la cama. No había hecho ningún nido... Qué extraño.
Lis no le prestó atención. Igual que antes, abrió la ventana y se encorvó sobre la barandilla, esperando que el chico hiciera lo mismo. Con un poco de suerte podrían tener una conversación tranquila sin otros híbridos en celo que se plantearan comérselos a ambos.
Lo vio imitarla por el rabillo del ojo, pero no despegó la vista de las luces de la ciudad. Incluso a esas horas de la madrugada, Seúl seguía siendo tan bulliciosa como de costumbre.
— Es temporada de festivales. —dijo el chico, rompiendo el silencio—. Una pena no poder ir.
— Ya.
La muchacha observó su figura recortada, desde los ojos rasgados y oscuros, pasando por la nariz puntiaguda y ligeramente encorvada hasta llegar a los labios finos y rosados. Le llevaba un año, pero se habían hecho buenos amigos cuando Lis repitió curso.
Recordó los días en los que solían observar las afueras del instituto desde los gigantescos ventanales de la clase mientras tomaban el desayuno. El aula, por supuesto, había quedado vacía, pero no les importaba. Solo necesitaban la compañía del otro para ser felices.
De vuelta al presente, Seungmin había cambiado bastante. El híbrido de gafas gruesas que más de una vez se había quedado a dormir en su casa, era ya un joven adulto extremadamente atractivo con una manada propia a la que amaba. Sería el orgullo de su familia... Al contrario que ella.
Si su madre viera en lo que se había convertido, no estaba segura de si se sentiría orgullosa. Quizá la regañaría. Quién sabe. Su padre tampoco había hablado mucho de ella, porque jamás se habían llevado bien. La culpaba de la muerte de su madre. Un poco tópico, ¿no creéis? Pero así era su realidad.
Desde pequeña había sido objeto del odio de su progenitor, ya fuera con constantes palizas por no saber hacerse bien una coleta a los cinco años o encerrándola en su habitación a los dieciséis sin apenas comida o agua durante una semana solo porque empezaba a "apestar" a celo.
Fue entonces cuando comenzó a usar supresores y parches anti feromonas. Tras tanto maltrato y ya con dieciocho, Lis sabía que no podía quedarse en aquella casa, o su padre acabaría matándola.
Se escapó, durmiendo en albergues algunas noches a la par que trabajaba para poder seguir manteniendo un sueldo hasta que descubrió los goshiwon, habitaciones-piso con bajo alquiler. Estaba segura de que su progenitor seguía buscándola en venganza.
Gracias a tener un sitio estable y un sueldo, aunque fuera mediocre, pudo empezar la universidad... Pero por un golpe de suerte, Samsung la fichó como secretaria a tiempo completo. Claro que se vio obligada a dejar la carrera de Administración.
El sueldo era lo mejor que había visto en mucho tiempo y, pese a poder ya alquilar una casa más grande y cómoda, decidió conservar un perfil bajo. Nunca se sabía con su padre. Era capaz de cualquier cosa y no quería echar a perder seis años sin él.
Eso fue hasta que la convirtieron en mánager de un grupo de kpop. Un grupo masculino. Si hubieran sido chicas, o mixto, como KARD, se las hubiera arreglado mejor para controlarse. Pero no, tenían que ponerla con 8 chicos condenadamente atractivos.
Seungmin la miró, serio.
— Sigues fingiendo que eres humana. —no era una pregunta.
Lis asintió a regañadientes.
— Es lo mejor.
— ¿Mejor para quién?
La muchacha gruñó, al tiempo que se ponía de espaldas a la ciudad.
— Seungmin...
— Lo único que supe de ti después de la graduación es que habías desaparecido. —apretó las manos hasta que se le pusieron los nudillos blancos sobre el frío metal—. Creí que estabas muerta por culpa de tu padre, ¿sabes? Estuve a punto de denunciarlo.
— No lo hiciste.
— Las acusaciones criminales en este país se pagan caras sin prueba. Podría haber terminado en la cárcel justo cuando mi carrera como cantante estaba en sus inicios. —suspiró—. No obstante, hace poco, cuando el mánager Jung Han pidió que buscáramos a su substituto, pedí en secreto que escribieran tu nombre, en caso de que existieras aún. No tenía muchas esperanzas, pero entre todos los currículums que revisamos, ahí estabas. Ahí estabas. —Tamborileó la barandilla de hierro con las uñas.
— ¿Fue por eso que me contratasteis? —se cruzó de brazos, ignorando los fuertes latidos de su corazón. Seungmin no había parado de pensar en ella durante un sexenio completo—. ¿A alguien sin estudios, con ninguna formación al respecto como mánager?
— Fuiste delegada de clase.
— En un INSTITUTO lleno de críos sin escrúpulos. —cortó, exasperada—. Y tampoco es que me hicieran mucho caso. Para ellos solo fui una occidental que pretendía ser más que los demás.
— Eso no importa. —el vocalista sacudió la cabeza y sonrió, dándole un apretón en la mano—. Sé que lo harás bien. En el pasado siempre lograbas enfrentar los problemas y solucionarlos. No somos muy diferentes a "críos sin escrúpulos". Ya lo verás. Aunque tu relación con mi manada sea platónica, acabarás acostumbrándote a dirigirnos. Ten más fe en ti misma.
— Es más fácil decirlo que hacerlo. —musitó con las mejillas al rojo vivo.
Sus dedos se entrelazaron casi por inercia, y ambos los observaron, distraídos. Estaban hechos para encajar sin problemas, suaves al tacto. Seungmin tragó saliva y abrió la boca un par de veces, inseguro de si debía decir o no lo que quería.
— Lis...
— ¿Hm?
— ¿Podría... olerte una vez más? Sin los parches. Te... te he echado de menos.
— Oh. —carraspeó, insegura.
Había pasado mucho tiempo desde que alguien la había olfateado a consciencia y por supuesto, el último había sido el chico que tenía delante. Era perfectamente entendible que fuera él mismo quien lo volviera a hacer después de tantos años. Seungmin entendió mal la tensión de su cuerpo, porque trató de echarse hacia atrás.
— Lo siento. Olvídalo, suficientes emociones por hoy para ti. Después de lo de Hyunjin...
— ¡No! No, está... Está bien. Quiero que lo hagas. Como en los viejos tiempos. —se apresuró a desabrocharse la camisa, revelando un top oscuro debajo y los apósitos a cada lado del cuello.
Seungmin los retiró tan delicadamente como pudo y Lis se estremeció ante el contacto de sus dedos fríos.
— Perdona. —se disculpó.
Lis negó y ladeó la cabeza, abrazando el delgado cuerpo de su ex compañero. El vocalista aspiró su esencia directamente de una de las glándulas, calmándola de forma automática. Seungmin la había tranquilizado con esa simple acción siempre que se acercaba un examen importante en el instituto o si estaba muy nerviosa por culpa de su padre. Hasta que no lo tuvo entre los brazos, no supo cuánto lo había echado de menos, y lo mismo pensaba Seungmin. Podría estar oliendo la esencia de algodón de azucar y caramelo que desprendía toda su vida y jamás se cansaría.
Ella tampoco se hizo de rogar e inhaló su penetrante fragancia a frutos rojos y bayas silvestres. En el momento en que sintió la lengua cálida lamiendo dicha glándula, Lis cerró los puños en la espalda del chico. Estaba segura de que escucharía los fuertes latidos repiqueteándole contra las costillas. Qué vergüenza.
Pero solo podía dejar que él lo hiciera, nadie más. Lo de Hyunjin había sido inesperado, algo que jamás se repetiría y estaba segura de ello. La confianza de años atrás le dio de pleno en los recuerdos que conservaba del chico y se vio a sí misma con un nudo en la garganta, llena de nostalgia.
Seungmin notó la fluctuación de tristeza en su esencia, pero no dijo nada. También estaba en la misma situación.
Al separarse, ambos jadeaban levemente y tenían el rostro de un brillante color carmesí. Seungmin la abrazó, temblando de emoción y alegría. Luego, le regresó los parches donde estaban y le apartó un mechón de la cara.
En el grupo se creía que los menos expresivos eran Minho y él mismo, pero al contrario que el otro beta, el vocalista era bastante más sencillo de leer si uno se paraba a observarlo con detenimiento. Sobretodo por los ojos, cuya tonalidad ahora mezclaba el usual color marrón con pinceladas de azul.
— Seguimos manteniendo esta tradición, ¿no? —sonrió Lis, sofocada. Quería mirar a todos lados excepto al chico que tenía delante. Temía que viera los sentimientos que jamás habían desaparecido de su corazón.
— Siempre que quieras. —contestó—. Lo que me lleva a preguntar...
Lis esperó pacientemente a que dijera lo que quería decir. Vio la duda en sus orbes castaños moviéndose de un lado a otro.
— Puedo, si quieres... Si te parece bien... —señaló la cama—. ¿Dormir esta noche contigo en tu nido? Como en los viejos tiempos.
La mirada de la chica cayó en las sábanas oscuras.
— Ni siquiera he hecho uno. —reveló—. Llevo años sin. Con los supresores... no tener un sitio que reclamar mío no es tan doloroso, ¿sabes? No estoy segura de que te sientas cómodo sin uno... y conmigo.
Seungmin sacudió la cabeza con fuerza. Le agarró una de las manos y tiró de ella, dirigiéndola al interior hasta que ambos cayeron encima de la colcha con un leve "plof". Una vez con la cabeza en la almohada, la arrimó contra sí y aspiró el leve aroma del su cabello.
— Con nido o sin él, me siento seguro a tu lado. —confesó, para sorpresa de la muchacha.
No dijeron nada más y al poco, la respiración de Seungmin se hizo pausada y regular, signo de que se había dormido. Lis tampoco tardó demasiado en despegar al séptimo cielo, enterrando el rostro en el pecho de su compañero, feliz de volver a estar rodeada de un olor familiar.
Lo había echado demasiado de menos.
© LUNEARTA, 2024. 𝘕𝘰 𝘦𝘴𝘵á 𝘱𝘦𝘳𝘮𝘪𝘵𝘪𝘥𝘢 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘱𝘪𝘢 𝘵𝘰𝘵𝘢𝘭 𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘤𝘪𝘢𝘭 𝘥𝘦 𝘤𝘶𝘢𝘭𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘯𝘪𝘯𝘨𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘭𝘢𝘵𝘢𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢.
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Acuarelas - PARTE 1
Nunca había soñado con Hanji. Onyankopon solía decir que, las personas que se hacen bruma, en el inconsciente se vuelven carne. Y que allí, rebrotando de entre las grietas como margaritas, nos reencontramos. Que vienen a dejarnos un mensaje.
Le parecía injusto, entonces, que Hanji aún no se le hubiera aparecido, ni siquiera para saludarlo de lejos. Que sólo hubiese podido recordarla en pesadillas.
A veces la veía, cubierta en llamaradas rojas, cayendo y cayendo en un infinito del que no podía salvarla. El cielo azul se teñía de gris, empapado por el rastro de humo que dejaba su cuerpo, y él estiraba la mano, inútilmente, por las ventanillas del avión, como si eso sólo hubiera alcanzado.
Había otras noches, las más terribles, en las que las muertes se suscitaban: una tras otra, otra tras una. Las escenas se repetían, — como si de un ciclo eterno se tratase. Como si cada átomo de imagen hubiese quedado grabado tras las retinas, y al caer dormido alguien palpara esos rincones del alma que todavía ardían. Podía escuchar los desgarros de dolor en los tímpanos, los pedidos de auxilio estrujándole el corazón. Él también gritaba, lloraba, hacía fuerzas para respirar, pero los sonidos se le atascaban en las cuerdas vocales. Sólo salían en sollozos recortados cuando despertaba en su habitación.
–Ey. – Onyankopon lo sacude ahora, cuidadoso de no sobresaltarlo. Solía dormir en el cuarto de al lado, por si los alaridos y el sufrimiento se volvían demasiado, y hacía falta atenderlos o calmarlos.
Levi se restriega los ojos, y reconoce la humedad en sus mejillas de inmediato. Las lágrimas se desdibujan hasta las comisuras de sus labios, allí donde se pierden, como el cauce del río que desemboca en el mar.
–Mierda. – escupe entre dientes, y se estira para tomar del vaso de agua en su mesa de luz. – Es ese sueño de nuevo.
Onyankopon asiente. Ya lo sabe. En los tres años que lleva viviendo con Levi, ha llegado a conocerlo como quien conoce a su hermano. Está seguro de que el té le gusta a secas; sin azúcar, sin miel, a lo sumo con limón. Está al tanto, también, de cómo limpiar para no llevarse un coscorrón.
–Es Hanji, ¿no? – pregunta, aunque ya se ve venir la respuesta, y Levi no se lo dice. Esta vez, la tomaba de las mangas para tratar de detenerla. Y entonces, justo cuando creía que iba a hacerlo, que por fin iba a cambiar ese desenlace fatídico, atravesaba la tela de su camisa como si fuera aire.
–Llegué muy tarde. – susurra, casi inaudible. Tiene los músculos tiesos, entumecidos de la angustia. La mirada inconexa, perdida en algún punto del empapelado en la pared. Afuera, cerca de la playa, una tormenta repiquetea en las ventanas, salpica los vidrios con motas gordas.
–Tranquilo. – le asegura Onyankopon, sonriéndole desde la silla de junto al colchón. Registra, porque siempre ha sido un hombre de percepción, que las pesadillas florecen más en los días de lluvia; casi con la misma fuerza con la que suelen alzarse los tallos de entre la tierra. Se convence, porque otra opción no le queda, que los truenos deben de recordarle a Levi, tanto como le recuerdan a él, a los estruendos horrorosos de ese día. Tiene sentido, al fin y al cabo, se explica. Cada estallido es la pisada de otro titán que se acerca. Cada crujir, es el último suspiro de un alma nueva. – Vayamos a la cocina.
Levi lo contempla un segundo, sin ánimos de hablar o moverse. Todavía puede sentir a Hanji; diluyéndose a cuentagotas de entre sus dedos. Piensa que, si estuviera aquí, ella sabría qué hacer para apaciguar sus miedos. Adormecería los gritos con caricias suaves; le besaría el pelo, la frente, el espacio entre las cejas, y lo arrullaría con dulzura. Lo arroparía, firme entre sus brazos, y recitaría palabras de cuna para hacerlo soñar bonito.
–Está bien. – suspira, entonces, y, como puede, se incorpora sobre la cama. Lo cierto es que le duelen los huesos, aún lastimados por los años. Que le duele el pecho. Que le duelen ausencias. Que le duele todo. – Ya sabes dónde está el té.
Los viernes, Jean viene a casa a visitarlo. A veces, Armin es quien lo acompaña; otras son Connie, o Pieck, o Reiner.
Onyankopon prepara una merienda abundante para dos; bizcochos de avena y limón con un té apenas dulce. También se ocupa de dejar bien cortado el césped del patio; justo allí donde ambos se sientan a pintar por un rato.
Hace ya dos años que Jean enseña a Levi lo que sea que sabe de arte. Al principio, había sido Moblit, hacía ya mucho tiempo atrás. Luego él, después de la guerra y por pedido suyo, había decidido seguir y tomar el mando.
Era naturalmente bueno para pintar, Levi, decía Jean. Había comenzado con bosquejos desprolijos en un cuaderno, cuando las reuniones de Erwin lo aburrían más de la cuenta. En cambio, ahora, las líneas finas y garabatos acababan por transformarse en retratos reconocibles y concretos que decoraban la casa. Mike, Isabel, Farlan, Kuchel, Petra; todos tenían algún lugar. Todos sonreían detrás de los marcos.
–Algún día tengo que enseñarle a pintar con acuarelas. – insiste Jean, mordiendo el dorso del pincel, casi pensativo, antes de volver a remojarlo.
Levi chasquea la lengua, y lo mira durante una fracción de segundo. Lleva meses insistiendo con que no lo traten con honoríficos, o de “usted”, por lo menos, pero, realmente, no va a ensañárselas con eso ahora. En su lienzo, la figura de Hanji vuelve a aparecerse de entre las sombras, y, cree, entonces, que eso requiere de toda su atención. Incluso más que como puedan llamarlo o no los niños.
–De acuerdo. – acepta, al fin y al cabo, como quien no quiere la cosa, y su pincel se detiene un momento. Lo cierto es que la ha pintado ya demasiadas veces— más de las que uno es capaz de contar. Y es que tal vez Hanji no se le presente en sueños, pero puede verla en cada parpadeo, grabarla en cada exhalación y latido. Está igual de bella que cuando la perdió; allí, enmascarada en témperas. Tiene el cabello desprolijo, arremolinado en el viento. Su boca está torcida en una sonrisa a medias que apenas le achina los ojos.
Si quisiera, piensa, podría pintarla, también, incluso hasta con la vista ciega. Siendo sincero, la ha inmortalizado ya en su memoria demasiadas noches, cuando aún podía dormir a su lado. Sus manos, las yemas de sus dedos, han recorrido cada uno de sus recovecos; suave, cuidadosamente. Han atrapado bajo sus palmas el lunar junto a sus labios, — la expresión en sus pupilas—, cada minucioso retazo de ella.
–Dicen que pintar con acuarelas, es aprender el arte de dejar ir. – cuenta Jean, después de un rato en silencio. Afuera, en el claro en el jardín, la brisa cálida remueve las hojas de los árboles en un arrullo suave. Permite que el sol atraviese las copas verdes y frondosas, y los envuelva en un manto de ocres y dorados. – Creo que podría hacerle mucho bien, ¿sabe, Capitán?
Levi inspira hondo un segundo. No está muy seguro de quién pudo haber dicho eso, o con qué motivo habría sido, pero no va a ponerse a discutirlo ahora. Cuando comenzó a pintar, acababa de subir a la superficie, luego de años de ser preso de los subsuelos. Flores, las tazas bellas que veía en el mercado, había descubierto que, dibujando, comprendía mucho mejor el mundo que lo rodeaba. Que podía volver inmortal todo aquello que hiciera que su corazón saltara de alegría.
Los retratos llegaron después, con el correr de los meses, o de los años. Por alguna razón, Hanji era quien más se le desparramaba de entre las manos y volcaba en el papel. Había algo espontáneo en ella, — algo fugaz y efímero— que lo hacía querer pintarla, casi de manera inevitable. Tal vez, piensa ahora, era su risa. Alocada, terca, suelta y rebelde. Tal vez, también, era su esencia, — algo salvaje y arrollador, imposible de capturar por mucho tiempo.
Se echa hacia atrás, y, con nostalgia, contempla su trabajo casi terminado en el lienzo. Ahora que la ve, un sentimiento parecido a la angustia le hace agujeros en el pecho, — se le instala en el medio del corazón. Quisiera, por un momento nada más, que pintarla no le trajera este sufrimiento agigantado. Que tenerla de vuelta, aunque sólo fuera en recuerdos, lo hiciera sonreír, y no lo llenara de culpas pesadas, o de miedos infundados.
–Está bien. – contesta, entonces, y Jean lo mira esperanzado. Tiene que admitir que siente a Hanji en la frescura de las olas; entusiastas, e indomables. Que la ve en los cielos morados, o que puede acariciarla en el vaivén de los vientos. Lo que no puede, porque el alma aún le arde, es mencionarla delante de Gabi o de Falco. Soñarla sin despertar empapado de sudor.
“Pintar con acuarelas, es aprender el arte de dejar ir.”, las palabras de Jean resuenan en su cabeza, y se vuelve a verlo, alejándose del cuadro. Quiere que pensar en Hanji no lo ahogue en un dolor venenoso, que lo corroa por dentro. Que las pesadillas punzantes sean fantasías de algodón, livianas, en las que se reencuentran y pueden abrazarse de nuevo.
–Está bien. – repite, con la voz algo ronca, y Jean le sonríe. – Enséñame a pintar con acuarelas.
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Romeo y Julieta (Benjicot x lectora)
Masterlist de mi autoría
Continuación del especial Fall in love
Resumen: tras compartir un tiempo con la joven Bracken, Benjicot entendió que estaba perdidamente enamorado de ella. Pero para su desgracia, las diferencias entre sus familias influenciaban esa bonita burbuja que intentaban mantener.
Los días fueron pasando y el enamoramiento entre el par de adolescentes era cada vez más grande. Pero debido a las obvias diferencias de casas, cada vez era más difícil manejar la relación.
—¿Eras tú hoy en la mañana? En los campos junto al bosque.—Ben miró a la chica enfrente, quien comía una manzana con la mirada fija en él.
—¿Me viste?—
—Estaba practicando con el arco, te dije que quiero empezar a ir de caza con papá...—
—¿Cómo vas con eso?—Ben sonrió.
—Almorzamos conejos hoy, todos atrapados por mi solita.—soltó con cierto orgullo—. Como sea, vi que los Blackwood increparon a un anciano.—
—Ah... es que volvieron a mover las rocas. Solo le dijimos que las pusieran donde iban y ya.—la chica frunció el ceño apenas.
—Lo empujaron... Y el señor Robert tiene problemas en los huesos, pueden lastimarlo.—
—Si, bueno. Mover las rocas no pareció molestarle ¡Oye!—Ben se llevó la mano a la frente al sentir un golpecito. ____ le había lanzado un pedazo de manzana.
—No sean unos brutos, si crees que las rocas fueron movidas, van y lo discuten con los de arriba. No ataquen a un viejo agricultor.—
—Es que tú no lo entiendes.—
—No, no entiendo porqué resuelven todo a los golpes.—Ben se puso de pie, algo inquieto por el tono de la mujer.
—Pues yo no entiendo porqué los Bracken son tan molestos.—
—¿Yo lo soy?—
—A veces, si.—Ben entendió enseguida que ese comentario fue... Desafortunado.
—Pues si tanto te molesta, me voy.—La chica se levantó enseguida, tomando su bolso y comenzando a alejarse a paso apresurado.
—Oye, no quise decir eso. No te enojes.—tomó su mano, intentando detenerla.
—Vete al diablo, mañana no vendré a verte. Intenta no empujar viejos en el camino de vuelta ¿Si?—____ se liberó de su agarre, y siguió su camino, haciendo que Ben se sintiera ansioso. No le gustaba pelear con la chica.
Últimamente los roces entre ambas casas eran muy frecuentes, y para el par chicos era muy difícil mantener una conversación normal sin tener que mencionar alguno de esos hechos.
El maldito cerco de piedras era un problema latente, y terminó de explotar cuando una tormenta azotó Riverlands... Y el ganado de los Bracken terminó en tierra de los Blackwood.
____ caminaba por el bosque en silencio, buscando algún indicio que pudiese alertarla de alguna presa.
Su mente no estaba muy despejada esa mañana, por lo que no notó lo cerca que estaba del límite de sus tierras. Suspiró mientras volteaba y encaraba hacia el lado contrario.
—¿Buscas conejos? ¿O ya subiste de nivel?—un Ben sonriente se acercó a la mujer, aún de su lado del límite.
La mujer ignoró su presencia, siguiendo su camino. Pero Ben no iba a ceder tan fácil. Cruzó el cerco parándose frente a ella. La chica se veía enojada, cosa que a Ben le parecía adorable.
—Vuelve a tu lado, tenemos la orden de acabar con cualquier Blackwood que cruce nuestros límites.—pasó de él.
—¿No tendrías misericordia conmigo?—
—¿Como la que tu primo tuvo con mis ovejas?—la sonrisa de Ben se desvaneció—. A Lanita la enterré en pedazos, Ben... Lárgate de nuestras tierras.—
—No sabía nada de eso...—
—Tú nunca sabes un carajo de nada.—siguió caminando.
—Oye, no te enojes conmigo.—
—¿Con quién entonces? ¿Con tu gente?—volteó a mirarlo molesta—. ¿Te parece bien que le dé un flechazo en la cara al imbécil de tu primo entonces? ¿Hará que las cosas entre ambas familias sean mejores?—Ben no supo qué responder—. Todo es muerte para ustedes... Violencia, sangre y muerte.—____ parecía querer llorar—. Y escucho rumores de ti... Lo que haces... No sé si quiero estar con alguien que es conocido por ser tan sanguinario. Tal vez, lo mejor sea que nosotros no-
—No digas eso.—el chico tensó la mandíbula, intentando controlar el miedo que le generaba siquiera imaginar esas palabras.
—¿Crees que funcionaría?—
—Haré... Que funcione.—suspiró, cerrando los ojos por un segundo.
—No traicionaré a mi casa, y dudo que tú traiciones a la tuya. Asi que no, Ben... No podrás hacer que funcione.—La chica quiso volver a marcharse, pero Ben la tomó nuevamente de la mano.
La situación ya era muy difícil de manejar, y la insistencia de Ben era algo que solo hacía que ____ se sintiera peor. Ella lo quería, lo quería mucho. Pero estaba segura de que ese amor no era correcto.
—Voy a golpearte, Benjicot... Suéltame.—
—No me llames así... Nunca lo haces.—
—Benjicot Blackwood... Suéltame... O te golpearé.—
—... Golpéame.—la miró frustrado—. Adelante, hazlo... De todas formas, los Bracken son unos debiluchos.—
—¡Cállate!—____ lo empujó—. ¿¡Por qué eres tan molesto!?—lo empujó de nuevo.
—¿Esto es lo más fuerte que puedes golpear?—La joven no quería golpearlo, pero estaba frustrada. Solo se limitó a empujarlo, hasta que un árbol a espaldas de Ben la hizo detenerse—. ¿Piensas empujarme hasta Harrenhal?—La miró con cierta burla—. Golpéame, sigo esperando.—
—Te odio...—
—No, no lo haces...—Ben sonrió—... Vamos... Golpéame...—
____ lo miró durante unos segundos, odiando ese rastro de prepotencia en sus ojos. Pero aún asi...
Lo tomó de las mejillas, besándolo con cierta rudeza. Ben sonrió contra sus labios, aferrándose a la cintura de la chica con firmeza.
—¿No que me odiabas?—Ben dejó un beso en el cuello de la chica, aprovechando para rodearla entre sus brazos—. Yo no te odio. Para nada. Todo lo contrario.—dejó otro beso en su cuello—. Te amo, ____... Tanto que es doloroso.—____ sintió que se derretía en sus brazos. Ben giró, aún sujetando a la mujer. La arrinconó contra el árbol—. ¿Puedes decirlo? ¿Que también me quieres?—soltó en su oído, causándole escalofríos—. Vamos... Te escucho.—
—No te diré nada...—
—¿Eso crees?—Ben atrapó su mentón con cierta fuerza, mirándola exaltado—. ¿No me quieres entonces?—
—... No debería hacerlo.—
—Me quieres entonces...—Ben acercó su rostro al ajeno, mientras sus manos bajaban nuevamente a su cintura. ____ suspiró al sentir los dedos del chico rozar la piel de su abdomen bajo la camisa.
—Ben...—
—¿Qué pasa? ¿Me dirás que me quieres?—sonrió al ver que su rostro se tornaba rojo.
—Si, Ben. Claro... ahora apártate.—intentó apartarlo, pero Ben se mantuvo en el lugar.
—¿Sabes por qué lo golpeé?—coló aún más las manos en su ropa—. Al tipo de ayer.—
—¿Golpeaste a alguien?—
—Ah... No sabías... Bueno, lo sabes ahora.—Ben hundió su rostro en el hombro de la chica, dejando un besito en su piel—. El tonto con cabello de niña... Dijo que su padre le pediría al tuyo tu mano.—
—... ¿Aeron? ¿Golpeaste a Aeron?—Ben se detuvo al escuchar ese nombre, mirándola enseguida.
—¿cómo lo conoces? ¿Sabías de eso?—
—Siempre se habló de un compromiso, nunca lo tomé en serio. Menos ahora.—
—... ¿Por qué?—Ben tomó el rostro de la chica con cierta rudeza sin darse cuenta.
—Sabes porqué.—____ suspiró al sentir que Ben se pegaba aún más a ella, usando su mano libre para volver a acariciar su abdomen.
—¡Dilo!—
—¡Porque te amo a ti, idiota!—____ apartó la mano que tomaba su rostro—. Ya, compórtate.—
Ben respiraba agitado, pero escuchar eso le dio el último empujón para terminar de perder la cabeza. Sonrió ampliamente.
—¿Qué diría el idiota de Aeron si supiera que su enamorada se encuentra a escondidas con un Blackwood?—
—¿Ben?—
____ reprimió un suspiro al sentir la mano de Ben colarse por el borde de su pantalón.
—Tú eres mía, ____... Te casarás conmigo, te entregarás a mi... Solo a mi.—la chica se aferró a sus brazos con fuerza al sentir la mano bajar más y más—. ¿estás de acuerdo con eso?—____ le mantuvo la mirada con dificultad, sin saber en dónde enfocar su atención—. Dilo, ____... Aquí y ahora...—
—Si, Ben... Te elijo a ti.—El chico sonrió, sintiendo como la chica se contraía bajo su toque.
—Toda mía, mi bella ____...—
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¿Por qué un avión cazahuracanes es un avión de hélice y no uno de turbina tipo jet?
Este avión es uno de los dos aviones WP-3 Orion que tiene la NOAA; así es, solo existen dos en todo el mundo.
Estos dos aviones están masivamente modificados para llevar a cabo su misión, pero podría parecer extraño que fueran de hélices. ¿Por qué no un jet?
La respuesta simple es que el motor de turbina jet es mucho más frágil que un motor turbohélice. Las condiciones en las que vuela un avión cazahuracanes son adversas: hay granizo, turbulencia, lluvia y, especialmente, hielo. Si este último llegara a entrar al motor, podría golpear los álabes, o las pequeñas paletas que tienen los motores por dentro, lo que podría provocar que el motor deje de funcionar por completo.
El motor turbohélice del avión cazahuracanes no es tan susceptible a esta situación debido al tamaño de la entrada de aire. Solo mira el tamaño de sus hélices; cada pala es masiva.
Y nuevamente, es un avión altamente modificado. Tiene radares en la parte inferior, superior, así como en la nariz, y cientos de sensores que se usan para obtener lecturas muy precisas.
Desde tierra, tenemos radares meteorológicos que nos ayudan a obtener información de los huracanes. Desde el espacio, tenemos satélites que nos brindan mucha información, pero ambos tienen limitaciones, y ahí es donde entran en juego nuestros dos aviones. Uno se llama Piggy y el otro La Rana René.
La única misión de estos dos aviones es penetrar hasta el centro de un huracán en las condiciones más adversas para obtener datos y poder predecir sus trayectorias.
La tripulación normal consta de dos a tres pilotos y cerca de 22 personas, muchos de ellos científicos que estudian el clima.
Definitivamente, es un trabajo que no es para cualquiera.
Crédito al autor
Seguimos aprendiendo juntos en EL PORTAL DEL SABER
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