#muñecas realistas
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Chibi Sebastian x Ciel
O!Ciel: padre, venir a la tienda de antiguedades a comprar muebles para mi habitacion no me parece una buena idea.
Vincent: oh, pero no me negaras que los muebles aqui son más sofisticados que los de cualquier otro lugar, no estas de acuerdo, hijo?
R!Ciel: sip, mira esto padre y hermano! *Saca un sable de una de las fundas viejas que hay en el lugar* incluso conserva sangre de sus enemigos! *hace una pose de caballero inclinandose sobre una rodilla hacia O!Ciel* yo la protegere, mi señorita
O!Ciel: ...payaso, bueno, buscare un baul.
(Saltemonos el proceso de transacciones, y de vuelta en la casa Phantomhive, O!Ciel esta revisando su baul cuando descubre un interruptor en este.)
O!Ciel: *presiona por curiosidad, y se abre un pequeño compartimiento con una cajita del tamaño de sus palmas* ...espero no haya polvo en esta cosa. *la abre para encontrar una aparente hermosa muñeca de un pequeño mayordomo. Al revisarla termina pinchandose la mano con un colmillo del tamaño de una aguja* pero que! Esta cosa es demasiado realista y conservada para ser una cosa vieja.
Sebastian: *despertandose tan placidamente hasta que escucho que lo llamaron "viejo".* mocoso a quien llamas viejo? *O!Ciel termina arrojandolo al suelo* mocoso si que te gusta ofender no?
O!Ciel: *sin ponerse a pensar tomo el aerosol mata moscas y se lo rocio a Sebastian.* Las plagas este año son más grandes y hasta hablan, eso es una sorpresa.
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Aziraphale está sufriendo.
One shot: Aziraphale x Crowley.
Idioma: español.
Tags: angst, fluff, comfort, romance, asexual relationship/characters.
Aziraphale está sufriendo.
Estuvo ignorando las llamadas de Crowley desde temprano.
Hoy tenía planeado un almuerzo junto a él a las doce del mediodía. Miró su muñeca, chequeando una vez más el reloj que la decoraba, marcaba las once menos cuarto, se estaba quedando sin tiempo, y lo único que hacía era recorrer toda la tienda a una velocidad preocupante, nervioso. Toqueteando libros y documentos, leyendo unas cuantas palabras por encima, títulos, índices, lo que sea que mantenga sus ojos ocupados, pues ciertamente no estaba concentrado, su mente estaba en otro lado. Trataba de pensar en una excusa para no presentarse, para no verlo. Pero Aziraphale jamás supo cómo mentir, y tampoco le gustaba mucho hacerlo. Aunque igualmente si lo hacía Crowley lo notaba.
Recientemente ocurrió un hecho que lo invadió por completo de esta preocupación que carcomía sus nervios poco a poco. La noche anterior, tuvo una pesadilla.
Soñó que se levantaba de la cama, temprano como siempre, y se dirigía al baño para comenzar su día, ocupando la rutina humana manual de la cual se había encariñado tanto. Porque la verdad es que podría estar listo con tan solo chasquear los dedos y realizar un minúsculo milagro, pero no, Aziraphale amaba tomarse el tiempo de cuidarse a sí mismo. Y algo que amaba más que nada durante este rito era liberar sus alas por unos instantes, en la privacidad de su tocador, y admirar su reflejo, recordando un poco su naturaleza, lo que es, fue y espera ser por siempre: Un ángel.
Era un sueño normal, nada por lo cual alterarse, hasta que algo distrajo la atención de Aziraphale, provocando que su visión se desviara a otra cosa; el teléfono sonaba en una esquina del tocador. Estaba recibiendo una llamada y por un milagroso presentimiento supo que se trataba de Crowley. Inconscientemente sonrió embobado y suspiró, cuando estuvo por tomar el auricular del objeto, el ruido cesó. Lo llevó a su oído y al escuchar la típica tonada de la línea inactiva volvió a colocar el auricular en su lugar. Hizo una mueca de decepción, quizá se equivocó, pensó. Luego llevó nuevamente sus ojos al reflejo frente suyo y su corazón frenó repentinamente cuando notó algo que heló por completo su sangre.
Una de sus alas tenía una mancha negra, tan negra como el petróleo, incluso mucho más... Era tan oscura que ni siquiera reflejaba la luz, al contrario, la consumía por completo, porque de eso se trataba, de su luz siendo contaminada y consumida.
Su rostro se llenó de terror y su garganta se contrajo.
Al instante, despertó.
El sueño fue tan realista que se estaba mezclando con su percepción de, justamente, la realidad. Las manchas que vio en sus alas allí mismo estaban también ocupando su mente ahora. Esta mañana, decidió romper su rutina diaria, y realizó un milagro para prepararse, estuvo evitando los espejos y cada superficie reflectiva. Tenía miedo, no quería verse, no quería saber la verdad.
O más bien, no quería aceptar la verdad...
Porque Aziraphale sabía perfectamente cuál era ésta.
Se rindió ante la búsqueda de una excusa y decidió echarse en su sofá favorito, junto a su escritorio. Se acurrucó sentado de manera informal, cosa que jamás creyó haría. Envolvió su cuerpo en una manta de piel ligera que había por allí y cerró los ojos, esperando que todo su dolor desapareciera.
Entonces pensó, su dolor, es por la verdad, si la verdad le causaba tal dolor...
¿Cuál era su dolor?
Si Aziraphale reconocía la verdad, ¿Cuál era?
¿Por qué soñó que sus alas se llenaban de oscuridad?
¿A qué le tenía miedo?
A caer. ¿A caer?
Pero... ¿Por qué caería?
Si ciertamente no hizo nada malo, solamente había recibido una llamada de...
Oh.
Era eso.
Su mayor temor actual era ser expulsado del reino de los cielos por el simple hecho de amar.
Su corazón estaba lleno de culpa por amar a...
— ¡Ángel!
— ¿Crowley...?
El atrevido demonio entró repentinamente por las puertas de la tienda, haciendo escándalo, como si fuese totalmente bienvenido, bueno... Lo cierto es que lo era, de algún modo.
Caminó hasta dónde oyó que provenía la voz del ángel, mientras parloteaba unas cuantas cosas que Aziraphale no había terminado de escuchar.
— ¿Dónde rayos estás? Te recuerdo que tuve que arruinar la carrera de un abogado para conseguir esa reserva, exactamente a la hora que tú querías. —Crowley buscó por los alrededores de la biblioteca, porque Aziraphale no respondió, sin embargo estaba seguro de que lo escuchó llamando su nombre al principio, pero no lograba ubicarlo por ningún lado... Quizás era porque no esperaba verlo envuelto en una manta con el aspecto más lamentablemente que jamás haya tenido—.
¿Ángel? —preguntó, el tono gruñón de su voz con el que había llegado cambió automáticamente a uno cargado de dulzura, confusión y... Lástima.
Aziraphale movió un poco la manta, tratando de esconderse más en ella, no miró a Crowley a los ojos en ningún momento, se mantenía observando un punto fijo en el desorden de libros que hizo por la mañana.
— ¿Qué sucede? —Crowley supo inmediatamente que algo andaba mal, pero de igual forma preguntó.
— Lo siento. —El ángel desvío la mirada, posando sus ojos en los ajenos por un segundo para soltar esa disculpa, Crowley notó la tristeza cargada en esos preciosos luceros celestes que tanto adoraba, los tenía cristalinos, al borde del llanto. Esto terminó por desgarrar completamente el alma del demonio. Apretó sus puños, y la furia empezó a tomar lugar en su cabeza.
— Si Gabriel hizo algo para herirte juro que lo mat...
— ¡No! —Interrumpió Aziraphale—. Esto no tiene que ver con él... Crowley, por favor, no hagas nada.
Esa respuesta quizás relajó un poco al demonio. Pero no era suficiente. Se acercó hasta el sofá y se arrodilló frente a él, mirando al ángel desde abajo.
— Durante estos seis mil años que llevamos juntos jamás te he visto así, Aziraphale... —Crowley se quitó los lentes y buscó la mirada del ángel con la suya, Aziraphale no quería mirarlo, pero una vez que sus ojos encontraron los del demonio, quedó completamente hipnotizado, eran tan lindos como recordaba, los había extrañado. Para los demás quizá eran un símbolo de suciedad, algo horrible digno de despreciar, pero para Aziraphale eran la cosa más hermosa que ha conocido, desde que se encontró con ellos en el Edén y no pudo disimular ni un poco lo mucho que le encantaron—. ¿Qué te sucede? No voy a dejar este lugar hasta obtener una respuesta que me satisfaga.
El ángel suspiró y volvió a llenar sus pulmones de aire con una inhalada profunda. Evitando desbordar en llanto. Se sentía abrumado pero la presencia de Crowley verdaderamente lo calmaba, y su corazón se llenaba de confianza.
— ¿Puedes hacerme... Un favor? —Se atrevió a preguntar, un poco dudoso aún, temiendo por la respuesta de Crowley.
— Por supuesto que sí. ¿De qué se trata?
Aziraphale se relajó un poco al obtener un sí a cambio, entonces se deshizo de la manta y se puso de pie, caminó un poco hasta llegar al centro de la tienda, pues necesitaba espacio para lo que estaba por hacer. Crowley aún seguía en el mismo lugar del comienzo, lo siguió con la mirada, confundido, esperando ver de qué se trataba todo esto.
Entonces Aziraphale le dio la espalda a Crowley, no sin antes ladear la cabeza un segundo para confirmar que el demonio efectivamente le estaba prestando atención, y luego mirar hacia el frente. Se llenó de valor y se desabrochó la ropa, deslizó el saco, junto con la camisa y todo lo demás sobre sus hombros y brazos, dejando desnuda la mitad posterior de su dorso. Crowley abrió los ojos con una gran sorpresa y se puso de pie rápidamente, tropezando en el intento. Entonces Aziraphale finalmente libera sus alas de par en par, ocupando gran parte del espacio de la tienda debido a su inmensidad. Crowley queda prácticamente boquiabierto, jamás le dejará de sorprender la belleza divina que posee Aziraphale.
— ¿Puedes revisarlas? —preguntó el ángel, al notar que el otro no soltó ninguna palabra aún.
Crowley salió de su trance y se acercó a paso tranquilo, no entendiendo por qué Aziraphale le había pedido tal cosa, sin embargo dispuesto a cumplirla, se movió automáticamente, como si quien controlase su cuerpo fuese algo más y no él mismo.
— Claro...
Se posó detrás suyo, y antes de hacer cualquier movimiento se tomó un tiempo para mirar de cerca. Aziraphale plegaba sus alas, totalmente descubiertas, sólo para él.
El tragaluz que estaba puesto en el techo, justo sobre él, dejaba entrar unos cuantos rayos de sol que envolvían cada pluma, y a su vez se mezclaban con la luz natural del ángel, realzando ese blanco tan precioso y puro.
Crowley jamás tuvo la oportunidad de presenciar al ángel de esta forma. Jamás había visto la raíz de sus alas creciendo de su espalda desnuda, es más, ni siquiera había visto su espalda desnuda. Se dió cuenta de que Azira tiene un millar de lunares, su corazón dió un vuelco, y el nerviosismo se dio lugar en su cabeza.
— ¿Puedo... tocar? —Se atrevió a consultar, sin tener en cuenta que quizás Aziraphale buscaba que solo observe y no toque.
— Por supuesto.
El demonio no pudo evitar emocionarse un poco, la curiosidad que mantuvo durante seis mil años por saber cuál es el tacto de las alas de Aziraphale estaba finalmente a punto de ser saciada. Acercó su antebrazo derecho y con muchísima delicadeza palmó, acarició despacio, procurando que sus dedos se deslicen entre cada pluma con suavidad.
La piel del ángel se erizó, jamás pensó que las manos de Crowley tuvieran un roce tan gentil, tan dulce. A medida que el pelirrojo exploraba sus extremidades emplumadas, la angustia que invadió su corazón toda la mañana fue desvaneciendose poco a poco, reemplazando el sentimiento por un calor agradable en su pecho, por paz, seguridad.
Tanta era la calma que sentía, que cerró sus ojos, y permitió que Crowley lo tocara más. Olvidándose por completo del objetivo inicial.
— ¿Qué es lo que estoy buscando exactamente, ángel? —Crowley notó que los hombros del otro se habían relajado, entonces procuró no elevar su tono de voz, habló casi susurrando. Ambos habían convertido la situación en un momento extremadamente íntimo sin darse cuenta.
— Dime qué es lo que ves.
— ¿Qué...?
— ¿Qué es lo que ves?
Crowley frenó un segundo para pensar en su respuesta, no sabía qué es lo qué Aziraphale quería oír, ni por qué estaba haciendo esto, así que solamente respondió con total y honesta sinceridad.
— Veo...
— ¿Sí...?
— Una preciosidad divina.
— ¿Crowley?
— Una hermosura cargada de gracia y delicadeza, algo que sólo tú eres capaz de poseer, ángel.
— Eso... No es lo que... —Aziraphale se puso nervioso y contrajo sus alas en respuesta, su rostro enrojeció y su lengua se enredó con torpeza.
— ¿Qué sucede?
— Sólo... Dime si notas algo raro en ellas.
— ¿Algo raro? ¿Cómo qué? —Crowley empezó a impacientarse, las respuestas y preguntas del otro no hacían más que confundirlo.
— Algo como… una mancha.
— ¿Mancha? —Se alejó unos pasos y observó el panorama entero nuevamente. No había nada de lo que el ángel estaba mencionando—. Las únicas manchas que veo son tus peculiares lunares, que por cierto te sientan muy bien.
Aziraphale ignoró el último comentario, cerró sus alas y volteó a mirarlo mientras se acomodaba la ropa de forma rápida y desprolija.
— ¿Entonces no hay ninguna impureza? —preguntó ansioso.
— No. Se ven totalmente puras para mí. ¿A qué viene todo esto?
— ¡Oh! Gracias al cielo...
— Aziraphale....
— Lo siento mucho, seguramente esto fue demasiado raro e incómodo para tí, es sólo que... Yo. Bueno, tuve, es decir, tengo... Un...
— ¿Un?
— Problema...
— No tienes por qué esconder nada, sabes que puedo leerte por completo de pies a cabeza, sé que no estás bien.
El ángel suspiró profundamente una última vez, Crowley tenía razón, no podía fingir con él, no sabiendo que lo conoce como si fuesen uno sólo.
— Anoche tuve un sueño, más bien una pesadilla. Era una situación totalmente normal, no parecía ser algo malo. Yo estaba comenzando mí día, frente al espejo de mí tocador, con mis alas extendidas. Entonces recibo una llamada, eras tú, pero cuando volteé a responder, el auricular del teléfono no tenía tono, entonces asumí que te habías equivocado, así que devolví mí vista al espejo pero cuando eso sucede yo noto que una de mis alas tenía una... mancha negra.
— Oh, ya veo. —Crowley se encogió de hombros, ahora comprendía mejor la situación y todo el tema con las alas, pero a pesar de ello no pudo evitar notar el hecho de que esto tenía que ver con él—. ¿Por qué piensas que tendrías una impureza? ¿Hiciste algo malo últimamente?
— ¡Por supuesto que no! —Contestó inmediatamente—. O eso creo...
— ¿Crees? ¿A qué te refieres, ángel?
Y ahora, Aziraphale no quería contestar. Porque la causa de su dolor, de la verdad que se estaba replanteando esta mañana, está justamente frente suyo.
— Creo que no debí hacer todo esto. Exponerme de esta forma ante tí, está muy mal, tú eres un... —Pausó, su voz comenzaba a quebrarse.
— ¿Qué es lo qué soy?
— Un demonio...
— Lo soy. Y tú eres un ángel. ¿Entonces?
— ¿Entonces? ¡Crowley, míranos! No deberíamos intimar de esta forma, todos estos años, todos estos siglos, jamás debimos siquiera haberlo pensado.
Crowley no se inmutó, escuchó al ángel atentamente, incluso si le estaba doliendo todo lo que salía de su boca, no lo detuvo.
— ¿Qué tiene de malo?
— ¡Todo! ¡Entiende que existe la posibilidad de una condena! —Inmediatamente se arrepintió de permitir que su lengua sea más veloz que su corazón.
��� Ya veo. Entonces piensas que estar conmigo es digno de condena.
— No, no... Espera, Crowley, no es eso lo que quise...
— Está bien, Aziraphale. Sé que estás asustado, tienes un temor razonable al exilio, lo sé, porque yo estuve ahí, ¿Recuerdas? Fui un ángel una vez. Pero tengo un presentimiento de que esto va más allá del exilio. —Se acercó al otro tratando de calmarlo, y tomó sus manos, entrelazó sus dedos con los del ser puro y lo miró fijamente a los ojos—. ¿De qué tienes miedo exactamente?
— De amarte.
Eso era todo lo que Crowley necesitaba oír, una respuesta exacta, la verdad.
Esbozó una sonrisa cargada de gentileza, eliminó todo el espacio que había entre ellos dos y lo envolvió con sus brazos. Un agarre fuerte pero dulce, como si le estuviera recalcando al ángel que él estuvo, está y estará allí para él siempre, que no está sólo, y que si lo exilian y todos los ángeles del cielo lo aborrecen, él aún seguiría a su lado, y que si todos los demonios lo rechazan por su naturaleza gentil y sus virtudes, él seguiría ahí, y que si todos los humanos lo despreciaban por la misma causa, él permanecerá allí.
— Aziraphale, tu amor jamás traerá condena. Y no lo digo porque seas un ángel. Porque independientemente de eso, el tipo de amor que tú das, es pureza plena, es genuino y liberta, me enmudece, a mí, un demonio. Me agita, me atrapa y me libera, me envuelve. No estás haciendo nada malo, amar no es un pecado, mí ángel.
Aziraphale rompió en llanto y se refugió en los brazos de Crowley, nunca se había sentido tan seguro, desde el momento de su creación, ni en los cielos, ni en la tierra y debajo de la tierra, como se siente en los brazos de su amado.
— No quiero esconderlo más. —Susurró el ángel. Mientras su llanto cesaba. Crowley depositó un dulce beso en su frente.
— No tienes por qué hacerlo. ¿Qué dices si te limpias esa cara tan preciosa que tienes y vamos a esa pastelería en francia que tanto adoras? —Sugirió Crowley, ya que el primer plan que tenían para hoy no era más factible, la hora había pasado.
— Pero ese lugar también trabaja únicamente con reservas. —Se separó un poco para mirar a los ojos del otro, el corazón del demonio dió un vuelco total al presenciar la ternura del rostro enrojecido y mojado por las lágrimas del mismísimo Principado, Aziraphale.
— Oh, supongo que algún político importante... ¡Muy malvado! Perderá su puesto el día de hoy también.
El ángel soltó una risita risueña, se apartó por completo del demonio, guardó sus preciosas alas, cosa que entristeció un poco a Crowley, y con un pequeño milagro se preparó para salir.
— ¡Vamos! —Exclamó, extendiendo su mano para guiar a Crowley a la entrada de la librería. Sin embargo se dio cuenta de que estar tomando su mano era demasiado agradable como para quebrantar el agarre. Así que se mantuvieron así, unidos, durante todo el trayecto, hasta el final.
Aziraphale ya no sufre más.
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FicTober prompt 2
“Don’t worry, I got you.”
La sangre seca sobre la ceja y el ojo derecho de Shathir le habían sobrecogido el corazón a Earaiel. Una herida mal curada le atravesaba la cara desde el centro de la frente hasta la mejilla, dejándole el ojo sellado bajo un párpado magullado. El pelo rubio del elfo, que siempre había mantenido limpio y bajo control, se encontraba sucio y enmarañado, pegado a la piel de elfo por el sudor y la sangre reseca que cubría la espalda de Shathir.
Olvidado en unos grilletes que le obligaban a estar de rodillas y con los brazos extendidos, Shathir había caído inconsciente y colgaba cabizbajo sentado en sus propios tobillos. El torso descubierto del elfo había recibido laceraciones y golpes, y por los moratones que adornaban su costado, parecía tener varias costillas rotas.
Ante la vista de Shathir encadenado, abandonado y maltratado, Earaiel salió del velo de ocultación que su compañero había alzado para ambos, mientras un rugido gutural salía de sus entrañas mientras se lanzaba de rodillas frente al elfo.
Shathir despertó de golpe, huyendo del sonido repentino lo máximo que le permitían los grilletes, mientras el único ojo que podía abrir escaneaba la prisión frenéticamente hasta que se posó en el rostro preocupado de Earaiel, que alzaba sus manos delante de su cuerpo.
“Tranquilo. Tranquilo, te tengo. Ya estoy aquí. No pasa nada Shathir, he venido a por ti” Las palabras de Earaiel se derramaban de sus labios intentando calmar al elfo, mientras ella misma intentaba respirar despacio para no provocarse un ataque de pánico.
Cuando el ojo dorados de Shathir se encontraron con los azules de Earaiel, Shathir echó la cabeza hacia atrás mientras una sonora carcajada ebullía de su pecho. “Ah, casi me lo creo esta vez. Habéis conseguido una imagen muy realista de ella, tengo que concederos el esfuerzo” Shathir había vuelto en sí y su cara parecía escudada de nuevo por una mueca de disgusto y desconfianza. El corazón de Earaiel se partía en mil pedazos cada vez que intentaba acercar una de sus manos al cuerpo del elfo y éste se apartaba para que el contacto nunca se completara.
“Shathir, soy yo, hemos venido a sacarte de aquí, llevábamos buscándote semanas” Earaiel miró por encima de su hombro, buscando con la mirada al compañero con el que habían asaltado la prisión. Sabía que era un experto en ganzúas y podría ayudarle con los grilletes que aprisionan las muñecas de Shathir, liberando por fin al elfo de sus cadenas para poder llevarlo a un lugar seguro antes de poder atender sus heridas. El zandalari que le acompañaba en la misión había comenzado a trabajar sobre las cadenas, mientras Shathir permanecía completamente inmóvil.
“Claro, Earaiel, como las otras 7 veces que habéis venido a rescatarme. Es extraño, pensaba que volverías a utilizar una imagen de Lor'themar para el gran momento del rescate” La mueca de desconfianza de Shathir se había convertido completamente en una expresión de asco, sin querer volver a establecer ninguna conexión visual con Earaiel.
“Shathir, no sé qué han hecho contigo estas semanas, pero te prometo que soy yo. Estoy aquí. Ya no volverán a hacerte daño, te lo prometo” Earaiel, con las manos temblorosas, intentaba invocar pequeñas nubes de escarcha para calmar las heridas y la inflamación de los hombros del elfo, pese a que éste parecía alejarse de ella cada vez más.
“Sois estúpidos si creéis que voy a seguir cayendo en la historia de que viene a por mi. Earaiel sabe que es demasiado importante para ponerse a sí misma en peligro, para terminar a las puertas del carcelero sólo por mi. Ni yo soy lo suficientemente importante en la misión ni lo soy en su vida como para que haya decidido tirar toda la información por la ventana sólo para venir a por mi. Yo ya he hecho las paces con ello, así que dejad de invocar su imagen sólo para darme una migaja de esperanza. Sé que no va a venir sólo por-”
Earaiel paró las palabras del elfo con sus labios. Despacio y con miedo, suavemente, mientras cerraba los ojos llenos de lágrimas y se fundía cuidadosamente con los labios de Shathir.
Las manos de la elfa acariciaron lentamente la mandíbula de Shathir mientras se separaba de él y volvía a mirarle a los ojos. Uno de ellos, completamente magullado y oculto bajo una cicatriz mal curada e hinchada. El otro, dorado, lleno de dolor y confusión.
“¿Princesa…?” La voz de Shathir temblaba, no dejándose a sí mismo el espacio para mantener la esperanza viva un sólo día más.
“Estoy aquí. He venido a por ti”
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Dalva
(Emmanuelle Nicot, 2022)
Aborda un tema de lo más oscuro y escalofriante lejos de adoctrinamientos y moralismos fáciles. Nos enseña con cuidadosos y lentos close ups y semi close ups, demorándose en los detalles de su aspecto, una niña que ha sido transformada prematuramente en una mujer, o quizá una muñeca complaciente. La seguimos en su deconstrucción y su trayectoria de reconstrucción.
Dalva redescubre poco a poco la libertad de ser y sentir como una niña de su edad, y su propia identidad fuera de los esquemas atroces del control y la explotación.
Película delicada y cariñosa, muy realista pero sin volverse nunca melodramática. La infancia robada no volverá, pero habrá una rendija de luz, como la que ilumina el rostro de Dalva dormida en el armario. Preciosa.
#cinema#cine#movies#cinéfila#emmanuellenicot#dalva#infancia#childhood#coming of age#cinebelga#elcinequemegusta#myunderwaterthoughts#art#cinephile#ilovecinema#drama#realismo#rendijadeluz
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PRÁCTICAS -Nash Gold Jr x Reader
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CAPÍTULO III: La sudadera
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PRÓLOGO, CAP I, CAP II
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-Tu puta sudadera.
-Qué humos -le respondió-. ¿Estabas durmiendo la siesta y te he molestado?
Brina se guardó las manos en la sudadera y entrecerró los ojos.
-Iba a echarme en la cama en un poco y luego hacer los deberes -mintió. Tampoco tenía que decirle que realmente que iba a hacer en esos momentos-. O puede que tuviera otro plan.
-¿Y ese tocho?
Se miró las manos y luego al grueso libro de mecina que llevaba bajo el brazo. Anatomía Humana II resultaba ser una asignatura donde el cuerpo humano no era unicamente aprenderse la teoría y ya estaba, sino aprenderse los dibujos y llevarlos a la práctica. Y a más realistas, mejor.
-Cosas de clase.
-Anatomía humana para estudiantes de Ciencias de la Salud -leyó en voz alta, girando la cabeza para poder leer el título entero. Sabrina se lo facilitó poniendo el libro sobre la mesa en la que estaban comiendo-. ¿Estudias enfemería?
-Medicina, en realidad.
-Yo danza.
-Qué guay.
-¿Verdad?
Entonces, reparó en que había otro persona sentada en la mesa. De haberlo visto con anterioridad, lo habría saludo y se habría presentado como sus padres le enseñaron desde pequeña a hacer. Pero él también tenía algo como para pasar desapercibido. Sentando en la silla frente a Chantal, recostaba su espalda contra la pared y cruzaba los brazos. Iba en manga corta, así que distinguió cada flexión a la perfección en sus músculos. Y un extraño tatuaje que subía por el interior de la muñeca.
Sabrina lo miró mientras se sentaba frente a Chantal y recogía la sudadera, aparentemente suya, y la dejó a un lado de sus cosas. Una mochila negra estaba a su lado, sobre la mesa, del mismo material que la suya de los entrenamientos. Chantal, aún con una sonrisa en los labios, le hizo un gesto con la cabeza:
-Es mi hermano.
-Hey.
Sabrina le asintió como respuesta, pero volvió a mirar a su compañera de habitación. Si ya de por sí la situación era extraña, de ella tratándola como una amiga de toda la vida, haberla hecho llamar cuando estaba con su hermano era demasiado... no peculiar, pero sí incómodo.
-Ella es Bree -la presentó, por si acaso-. Es mi nueva compañera de habitación.
¿Bree? La última vez que la llamaron así fue en la secundaria y no había acabado bien. Al parecer, un alumno de intercambio de origen escocés prefirió soltar sus conocimientos sobre su lengua nativa en medio de clase y decir que esa abreviación donde vivía tenía otra interpretación: «incordio» o «molestia». Sabrina, como siempre, prefirió pasar de él porque ni le conocía ni iba a tener el tiempo para hacerlo entre los horarios de clase y de entrenamientos en la pista de patinaje. Pero no todos lo dejaron pasar. Lo siguiente que supo de él, fue que se lo habían llevado a enfermería con un labio roto y un ojo morado.
-Lo siento -respondió él. Su voz era grave, pero agrabable de alguna forma. Llevaba una cinta blanca en la cabeza afeitada y su expresión era neutral.
-Qué va, si es maja.
-Gracias -respondió Sabrina, sin saber muy bien qué esperarse. Tampoco esperaba ser la compañera agradable para todos los públicos, pero mucho menos aún la capulla insoportable que hace de todo mientras sus padres no están.
Una sonrisa burlona apareció en la cara del hermano cuando ella acabó de hablar.
-Lo decía por ti.
A Sabrina casi se le escapó una carcajada. Chantal hizo un puchero.
-Por esto no suelo hablarte de nada -la miró a ella-. Y luego se queja diciendo que nuestro padre es muy pesado y que insiste en que hablemos. ¿De qué? Si lo juzgas todo.
Sabrina tomó aire.
-No importa, de todas formas iba a... -y se calló de golpe.
Lo que iba a decir se le olvidó por completo cuando una acción, y una persona en concetro, llamaron su atención. Al otro lado del bar. Jamás había entrado ahí, solo en unos pocos y más alejados de la universidad porque al final su casa no estaba por la zona, pero jamás habría imaginado que su
-¿Lo conoces? Lleva haciendo ruido con sus amigos un rato -empezó diciendo Chantal, con su voz baja y adorable imitándola-. Allen casi le parte la cara, pero lo he detenido. No todos tenemos un carácter de mierda.
El chico, Allen, levantó la cabeza y bufó como respuesta. Pero no intentó corregirla. Nadie iba a dudar que no fuera hermanos cuando prácticamente compartían las mismas reacciones.
-No, tendrías que haberle dejado que lo hiciera -dijo en respuesta, lo que sacó una mirada asombrada de Chantal-. Claro, que no me habría gustado conocerlo de primeras así, pero... -sacudió la cabeza y alejó ese curioso, pero agradable en partes iguales, pensamiento-. Los conozco. A todos.
-¿Un ex?
Sabrina miró al hermano de Chantal. Si hubiese salido con alguno de ellos, ahora mismo estaría perdida y no en una de las mejores universidades de toda California, por no decir del mundo entero. Pero, por otra parte, no iba tan alejado de la verdad. Los ojos negros de Allen le devolvieron una mirada curiosa mientras le daba un sorbo a su bebida. En frente, Chantal hacía lo mismo pero mirando al móvil. Estaba mirando unos mensajes, como pudo ver de refilón.
-Amigos de la infancia.
-Uno ha intentado algo con mi hermana, podría partirles la cara.
Se encogió de hombros.
-¿Bien por ti? No apoyo la violencia, pero vale.
Sabrina suspiró.
El tal Allen no estaba planteando una mala idea. Partirle la cara a uno, tal vez a dos de ellos, no habría sido del todo una locura en el momento más loco de Sabrina. Los amigos de su hermano no eran ángeles caídos del cielo, exactamente. Lo supo cuando uno de ellos quiso besarla en una fiesta a la que fueron toda la clase, y por ende ella y su mellizo, y Sabrina lo rechazó de la forma más educada posible porque sabía que estaba borracho. Luego, había ido diciendo por ahí que se habían besado. En fin, el teorema de los hombres siempre la sorprendería. Por suerte, entre ellos no estaba ese chico y eran el grupo "más tranquilo"; dentro de esa clasificación estaban los dos tontos que tenían por vecinos, que escuchaban música a todo volumen y no la dejaban estudiar, y el chico que una vez se había sentando a su lado en química. Coraline y ella los llamaban así porque, de entre todos los amigos que se había buscado su hermano, eran los más decentes y razonables.
El resto podían contarse con los dedos de las manos sus neuronas al intentar hablar con una chica. Coraline una vez los había llamado monos de feria por lo exhibicionistas que eran. No sabía en qué momento exacto había empezado a moverse, pero lo estaba haciendo. El dolor de su pierna se iba a quedar pequeño con el golpe que le iba a pegar el hermano mayor de ambos si se enterase; o si decidía ponerse firme por primera vez.
Sabrina agarró el brazo del zopenco de su hermano en un movimiento rápido y lo levantó a la primera, cosa que sorprendió tanto a Eric como al resto de sus amigos. Pero ninguno intervino. Y casi que mejor. La conocía desde pequeña, y ella a ellos, y sabía dónde golpearles a cada uno de ellos con lo que había aprendido en sus clases de defensa personal como para inmobilizarlos.
-Nos vamos.
-Hola, Bree -saludó uno de los chicos, sonriendo con una falsa inocencia reconocible detrás de esos hoyuelos y bronceado surfero.
-Nos vamos -repitió.
Eric caminó a sus espaldas aún sujetado por su hermana pequeña. Varias personas del establecimiento levantaron la mirada de sus platos sorprendidos por los acontecimientos, pero si alguno planeó intervenir en lo que estaba haciendo con su hermano, que era totalmente lo contrario a lo que pensaban, poco le importaba. De hecho, más valía que mañana le agradeciera aquello y no volver a obligarla a hacerlo o de verdad tomaría cartas en el asunto.
Y no eran la mitad de amables de lo que ya estaba haciendo.
-Me lo estaba pasando mejor cuando no estabas.
Y tenía razón, lo estaba haciendo.
-No me digas. ¿Estabais a punto de ganar un partido? Ah, no, que no habéis ido a ninguno.
Los ojos de Eric se abrieron.
-¿Y tú cómo...?
Pero también dejándose en ridículo a sí mismo como a esos chicos malos de instituto que en realidad eran todo lo contrario cuando llegaban a casa y veían películas con su hermana pequeña lesionada en el sofá. Sabrina se lo habría dicho en otro momento, pero su hermano quería ser la persona que siempre había visto pero no pudo ser por su problema. Juntarse con esos chicos, sobre todo los peores, según su clasificación, era la peor decisión que había tomado.
-Siéntate.
-Que te sientes he dicho.
Eric tenía que conocerla muy bien para ver esa ira silenciosa que seguramente iluminaba sus ojos, así que decidió tomar la vía buena. La sonrisa desapareció y acabó sentándose tan pronto como la mirada de ella se conectó con la suya. Incluso la sonrisa amable de Chantal desapareció cuando ella la miró, y se puso igual de rígida que la columna que tenía al lado. Juró que la piel le había palidecido.
-¿Puedes vigilarlo un momento? Tengo que llamar a mi madre.
-No hace falta que llames a mamá para...
Otra mirada mortal, y consiguió que Eric bajase la cabeza para no enfrentrarse al ogro en el que se estaba convirtiendo. Chantal asintió, y varios rizos le bailaron en la cara. El rostro angelical le brillaba cuando pasó el brazo sobre los hombros de su hermano, que levantó la cabeza para mirarla, y le dijo:
-Yo me ocupo de él, no te preocupes.
-Sabrina -habló su hermano, serio y con los ojos oscuros-, ni se te ocurra llamarla.
Dejó de teclear para mirarlo. Iba enserio.
Las pocas veces que Eric se había enfadado en su vida, había utilizado el mismo tono roto y mirada asesinada que ella usaba en momentos como aquellos. La última vez fue en el instituto, en el baile de graduación, y porque su acompañante se había besado con uno de los chicos que más rabia le tenían en el club de baloncesto desde que lo que habían ascendido. O algo así había dicho cuando lo llevaron a casa y le prohibieron salir durante un mes. La verdad es que, para ser mellizos, eran la mar de diferentes el uno del otro como para haber compartido espacio nueve meses de gestación y vida.
Mientras que Sabrina era calmada y se tomaba la vida como una realidad, Eric siempre iba despistado y se distraía con facilidad. Cuando eran pequeños, Eric le robaba los juguetes y la hacía de rabiar hasta que aparecía uno de sus hermanos o sus padres para calmar la situación. Lo cierto era que para las pocas veces que discutían, eran unos tornados cuando lo hacían, como si las fuerzas de la naturaleza se enfrentasen entre ellas. En un momento, llegaron a pensar que tenía dislexia o un trastorno de déficit de atención o algo, y cuando le hicieron las pruebas se sorprendieron de ser más bueno en ciertas capacidades intelectuales que en otras...
Y, cómo no, déficit de atención. La psicóloga infantil dijo que el cerebro de Eric iba más rápido que los demás porque necesitaba unas constante atención que no se le daba, pero que el de Sabrina (a quien también habían hecho unas pruebas, pero más cercanas a problemas sociales) iba a velocidades normales y simplemente era muy tímida algunas veces.
-Solo voy a decirle que venga a buscarte.
-Por favor, Rina...
Pero dejó de escucharle en el poco tiempo que tardó en marcar y en que el teléfono empezase a dar señal. Agarró el codo de su hermano de nuevo y lo levantó. Chantal lo miró con sorpresa, pero no añadió nada cuando vio la expresión sombría de Brina y cómo esta se esforzaba por contenerse.
-Vete a casa, Eric. O llamaré a mamá.
La expresión de su hermano, idéntica a la suya, pero con rasgos diferentes a los de ella en varias expresiones, pareció relajarse. Tomó la mano de ella y se la estrechó.
-Gracias, Bree.
-Lo que tú digas -comentó, y miró a Chantal solo para no mirar al imbécil que tenía al lado. El hermano de Chantal se entretenía juzgándolo con la mirada-. Cuando se le acabe el efecto de lo que se haya tomado dile que me llame. Tengo que hacer unas cosas.
-Vale.
Sabrina se relajó.
-Gracias.
Aunque le daba pena que en ese momento tuviera que ocuparse de él. Fuera lo que fuese que su hermano se hubiera tomado, tendría que acabar su efecto en un rato. El suficiente tiempo como para que ella hiciera lo que tenía que hacer esa tarde y pudiera darse cuenta de que, pese a haberlo dicho en voz alta, lo ocurrido iba a llegar a su madre de una forma u otra. Sabrina cogió lo poco que traía y se despidió de los tres con efusividad.
Mientras iba hacia la salida, intentó buscar una escusa decente al por qué su hermano estaba en el sitio cuando no había sido aceptado en la universidad. A las instituciones no les interesa tener estudiantes con problemas como esos porque entonces su credibilidad estaría por debajo del resto. Aunque su hermano hubiera optado por la carrera más sencilla en la universidad menos concurrida pero decente, no lo habrían aceptado por sus notas y complicaciones en el estudio.
Cuando a Sabrina le llegó la única carta de admisión a la universidad que había solicitado y vio las tres a las que su hermano optó por ir, pero que le negaban la admisión por "falta de interés", su madre supo que a partir de ahí la cosas serían diferentes para los dos una vez más. En teoría, tener mellizos solía traer buena suerte porque si los dos iban a la universidad, los dos se irían de casa como se esperaba, pero mientras que uno se marchase y el otro se quedara, el plan no tendría sentido. El padre de ambos intentó convencerlo de tomar otro camino, pero Eric... Eric ya no era el mismo en ese momento.
Sabrina estaba conectando los cascos que llevaba alrededor del cuello al móvil de nuevo cuando la sorprendió ver en la pantalla un mensaje de su hermano y Ander por separado de hacía minutos. Su contenido no hizo otra cosa más que sorprenderla.
ANDER: ¿NASH GOLD JR ES AMIGO DE TU COMPAÑERA DE PISO?
ERIC: ¿Ahora se te llevas con el grupito de los guays? Interesante.
No supo darle una interpretación exacta a lo que se refería su hermano, pero sí al contenido del de Ander. ¿Nash era ese Nash? Imposible, por una parte, pero toda la información que conocía de él... Tenía cierto sentido, si se razonaba bien. El año pasado, Coraline había llegado de una fiesta en la playa diciendo que sus amigas la habían abandonado por irse con un chico de primera y con un cuerpo de escándalo. Lo siguiente que supieron de ella es que empezó a salir con él, y que a la semana lo dejaron por un problema de comunicación o parecido.
Lo que sí dejó claro a todo su grupo de amigas fueron dos cosas:
Lo primero, es que no era un hombre de compromisos. No sabía lo que era la fidelidad ni aunque se lo enseñasen porque, al parecer, le había puesto los cuernos en toda esa semana, lo que ya era un mérito por toda es estamina. Y la segunda, es que jugaba como un mago en la cancha y tenía probabilidades de ser una futura estrella del baloncesto.
Entonces, en algo sí que le había dicho la verdad.
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¿Alguna vez has considerado comprar una mujer masturbadora?
Estos juguetes sexuales han ganado popularidad en los últimos años debido a su realismo y la sensación que brindan. La mujer masturbadoras están diseñadas para simular la experiencia de tener relaciones sexuales con una mujer, lo que las hace ideales para aquellos que desean experimentar algo nuevo o para aquellos que buscan mejorar su vida sexual.
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La mujer masturbadora puede ser una opción perfecta para aquellos que buscan una experiencia sexual única y satisfactoria. Sin embargo, es importante tener en cuenta que, aunque estas muñecas sexuales pueden ser extremadamente realistas, no pueden reemplazar las conexiones emocionales y físicas que se encuentran en las relaciones sexuales reales.
En conclusión, esperamos haber proporcionado información útil sobre la mujer masturbadora para ayudarte a tomar una decisión informada sobre si este juguete sexual es adecuado para ti. Recuerda que es importante explorar tus opciones y elegir lo que más te convenga. Si estás interesado en comprar una muñeca masturbadora, asegúrate de investigar diferentes modelos y materiales para encontrar la opción que mejor se adapte a tus necesidades.
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Casa de muñecas, de Henrik Ibsen.
La obra de teatro de Henrik Ibsen más popular en la actualidad fue estrenada el 21 de diciembre de 1879, en un momento cultural y social que, irremediablemente, el mensaje que contiene iba a causar una verdadera conmoción, tanto en aplauso como en críticas. Se considera a Henrik Ibsen como el padre del teatro realista, sin embargo, a lo largo de su carrera se pueden distinguir tres periodos…
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𝕄𝟛𝕘𝕒𝕟 (2022)
Por mucho que Pixar nos diga que son inofensivos y solo cobran vida para seguirnos en el coche cuando nos mudamos y protegernos, es inevitable tener miedo de nuestros juguetes en cuando se apagan las luces. Desde 'El muñeco' de 'Historias para no dormir' hasta 'Puppet master', 'Dolls' o la más moderna 'Annabelle', los juguetes que abren los ojos para intentar matarnos forman parte del imaginario colectivo. Ahora, 'M3gan' viene a unirse al mismo tomando prestado de aquí y de allá pero, al mismo tiempo, sintiéndose como algo plenamente original.
"M3GAN" es una maravilla de la inteligencia artificial, una muñeca realista programada para ser la mejor compañera de los niños y la mayor aliada de los padres. Diseñada por Gemma, M3GAN es capaz de escuchar, observar y aprender mientras se convierte en amiga, profesora, compañera de juegos y protectora del niño al que se vincule. Cuando, inesperadamente, Gemma se convierte en la tutora legal de Cady, su sobrina huérfana de 9 años, no sabe muy bien qué hacer ni se siente preparada para ejercer de madre. Sometida a un intenso estrés laboral, Gemma decide vincular su prototipo de M3GAN a Cady en un intento de resolver ambos problemas, pero no tardará en descubrir las inimaginables consecuencias de su decisión.
"M3GAN" se convirtió en otro éxito para Blumhouse Productions, recaudando 45 millones de dólares (30 sólo en Estados Unidos) en el fin de semana de su estreno. El presupuesto de la película fue apenas de 12 millones de dólares.
Los primeros minutos de 'M3gan' marcan por completo el tono de lo que va a seguir después. En lugar de centrarse en un asesinato, una fábrica en la que cae un rayo o un asesino creando un robot, vemos un anuncio de adorables mininos eternos que comen gracias a una app, hacen sus necesidades y hablan de manera, digamos, moderna. Desde el principio, la película indica que lo que vamos a ver es apto para adolescentes, pero va a tener una mala leche que la sobrevolará de forma continua.
'M3gan' no es una película de terror, o al menos no al uso: sí, tiene una muñeca con ansias asesinas, pero está tan preocupada en ser liviana que se convierte en una comedia descacharrante en la que, ya de paso, hay algún que otro asesinato algo falto de originalidad y de gore. Si vas a verla dispuesto a asustarte, te vas a llevar una profunda decepción. Ahora bien, si vas con la mente abierta, estás antes una mezcla de géneros nada desdeñable que te dejará satisfecho.
El mayor defecto de 'M3gan' es no jugar a la comedia de terror adulta: todos los asesinatos ocurren fuera de plano y prácticamente no vemos nada de ellos, con alguna excepción menos sangrienta y más cruel. Al centrarse en el humor, la cinta evade cualquier pretensión de terror, algo que juega ligeramente en su contra. Tratando de epatar más con los adolescentes, paradójicamente pierde aquello que más interesa a un público repleto de hormonas: los sustos.
El diseño de la androide asesina es un acierto absoluto: a nadie le extrañaría verla en un futuro cercano como una evolución de los asistentes de voz. Y es que, en el fondo, M3gan no es más que eso, solo que con inteligencia artificial mejorada, permanentemente conectada a Internet y con capacidad para tomar sus propias decisiones. Incluso si esas decisiones son pasar a cuchillo a un enemigo de su usuaria principal.
Yo la disfruté mucho y le pongo 4 estrellitas ⭐⭐⭐⭐
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#Allison Williams#Violet McGraw#Ronny Chieng#Amie Donald#M3GAN#terror#2022#robot#James Wan#Youtube#cine
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Una muñeca renacida
Una Bebe Reborn Silicona es una muñeca artística hecha a mano creada a partir de un kit en blanco o una muñeca fabricada que ha sido transformada por un artista para parecerse a un bebé humano con el mayor realismo posible. El proceso de creación de una muñeca renacida se conoce como renacimiento y los artistas de muñecas se conocen como reborners.
Una muñeca renacida es una muñeca que ha sido actualizada por un artista para transformarla en un bebé humano de apariencia realista. El proceso se conoce como renacer y es un trabajo detallado y que requiere mucho tiempo. Debido a la intensa cantidad de mano de obra y artesanía, estas muñecas renacidas terminadas se pueden vender por cientos o miles de dólares.
Las muñecas Reborn generalmente se reutilizan a partir de muñecas fabricadas o kits de piezas, y el artista retira minuciosamente las pinturas y acabados originales de la muñeca antes de comenzar su propio proceso de renacer la muñeca.
Las muñecas Reborn se pueden hacer a partir de cualquier muñeca de vinilo fabricada, pero algunas son más deseables debido a sus características ya realistas. Al seleccionar una muñeca base, los artistas buscarán muñecas que ya tengan expresiones, rasgos y formas corporales humanas. Paradise Galleries produce una variedad de muñecas que brindan la base perfecta para estas transformaciones de muñecas renacidas a un precio asequible.
Hay varios tamaños para muñecas renacidas, desde "prematuros" o muñecas más pequeñas hasta muñecas de tamaño normal. Una muñeca renacida terminada puede variar desde unos pocos centímetros hasta el tamaño de un niño pequeño.
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NOCHES EN SALAMANCA.
Era una noche de invierno, un invierno especialmente frío, pues aquello del cambio climático es completamente cierto. Sin embargo no era una noche común y cualquiera en estos tiempos de cambios, aquella noche en particular poseía una niebla mágica, que aunque no permitía ver a largas distancias, permitía conocer la ciudad pasando desapercibido.
Acababan de llegar en un vuelo desde Bogotá, los señores L y M, señores aventureros y de negocios, que aterrizaron en esta pequeña ciudad en búsqueda de prosperidad. En un vuelo de más de 7 horas, cansados y con el sueño atrasado, no dieron espera para la búsqueda de su nueva aventura.
El centro de la ciudad estaba particularmente lleno para ser un día entre semana, la ciudad estaba más que despierta, gente de todas partes de la ciudad e incluso de provincias cercanas venían a tomar buen vino, escuchar música típica de guitarra y a fumar cigarrillos. No tardaron los señores L y M, en sentirse como en casa, un error que los alejaría de sus propósitos. Ellos venían por un objetivo en particular, la leyenda del llamado "tesoro máximo" en palabras de los locales, se creía que en esta pequeña, pero bella ciudad, existía un tesoro escondido. Al llegar al centro de la ciudad no tardaron en recibir cortesías de los locales, el vino era abundante y de buena calidad, les sirvieron inmediatamente dos copas, luego otras dos, iban cuatro, luego otras dos, iban seis y así hasta que los señores se olvidaron de su objetivo principal, estaban bailando y disfrutando, esperarían al siguiente día para iniciar su labor.
Lo que no esperaban esa noche es que a las pocas horas de estar allí, el tema empezara a circular. Algunos locales mencionaron aquella fantasía, de inmediato los señores quedaron despiertos, preguntaron ¿de qué va el tema? ¿que habéis escuchado?
LOCAL 1
-Local 1: No hay nada particular, yo no creo en cuentos de hadas.
-Señor L: ¿Pero qué habéis escuchado?
-Local 1: Jummm, he escuchado esa historia desde que soy un chico, a este tesoro llevan buscándolo siglos. Y henos acá perdiendo el tiempo en conversaciones pueriles.
Disgustada y gritando interviene una mujer.
- Carla: No entiendo tu actitud, piensa que gracias a esos cuentos chinos que llamas esta ciudad se mantiene viva, si no fuera por ello hace años estaríamos en la quiebra. Eres un mal agradecido.
- Local 1: Mal agradecido yo, más bien realista.
- Señor L: Disculpa, ¿quién eres tú?
- Carla: Soy Carla contestó ella. Nací y crecí en esta ciudad, he dedicado mi vida entera a la búsqueda de dicho tesoro.
Carla era una mujer blanca de estatura baja, pelo negro, ojos oscuros y rostro hermoso. Tenía un tatuaje que la diferenciaba del resto de mujeres en su brazo derecho, un Toro de lidia de tono negro y rojo intenso. El señor L, quedó flechado por aquella mujer, su misterio la absorbió y obsesionó inmediatamente, su mirada fría y sin expresión penetró su alma.
Carla prometió llevarlo al día siguiente a su hogar, lo citó en la tarde y dijo tener en su cuarto un mapa antiguo de la ciudad, que si bien no era al mapa del tesoro les permitirá conocer la historia de la ciudad. Afirmó que se lo dejaría ver debido a que el señor L, era un extranjero y su punto de vista distinto podría darle alguna luz distinta sobre aquel antiguo mapa.
Terminaron la conversación y sin más el señor L, salió en búsqueda de su compañero, el señor M, lo busco durante al menos tres horas. Lo encontró a las afueras de un antro llamado Andorra, el hombre estaba más que pasado de copas, estaba totalmente ebrio y gritando, afortunadamente no había iniciado ningún pleito con los locales. El señor M llevaba muy buen dinero, gastaba y festejaba a lo grande, este estaba seguro de que el dinero invertido tendría su retorno y que se irían a casa con las expectativas más que cumplidas.
Al llevarlo a su hotel, el señor L, se percató que el señor M, tenía una marca rojiza y sangrienta en su muñeca izquierda, aquella marca era la inicial T.
Señor L: ¿ Que te has hecho en la muñeca compañero? ¿Te ha lastimado alguien?.
Señor M: No, nada particular, se ve mal pero no me duele.
Señor L: ¿Quién te la hizo?
Señor M: Calma, es solo una marca de ingreso
Señor L: ¿Te refieres al antro?
Señor M: Si, en Andorra.
Después de un sueño profundo el señor L, fue a golpearle a su amigo al hotel. Este aun no se había levantado, no había podido dormir en toda la noche a causa de una fiebre y dolor de cabeza incontrolables. El señor M, totalmente acabado le dijo a su amigo que por favor lo dejara descansar ese día, que ya se pondría al corte de la situación.
El señor L, simplemente no dijo nada, ya estaba acostumbrado a que su amigo lo dejara hacer el trabajo solo a él, para él solo era uno más de sus guayabos.
El señor L, salió a recorrer la ciudad, alquiló una pequeña moto, visitó lugares antiguos y emblemáticos de la ciudad. La llamada Catedral del Revés llamó bastante su interés, una catedral muy antigua en la cual se guardaban algunas pinturas de épocas remotas, catedral en la cual no había luz, por lo que las pinturas eran alumbradas con grandes velones a distancias prudentes. El señor L, vio una exhibición pequeña pero bastante interesante de más o menos unas 50 pinturas, pinturas bicromáticas, de color negro y rojo, poco entendio del mensaje de aquellos cuadros, solo distinguia animales de muchas formas, libros y alguno que otro artefacto desconocido.
Al salir de allí el señor L, vio la ciudad de forma distinta, ya no le parecía pequeña y acogedora, al contrario, fría y distante. Sin ningún asomo de amabilidad y gentileza por parte de sus locales.
Eran casi las 6:00 pm. Hora de ir a su cita con Carla.
Cogió la moto y se dirigió a la Villa K-107, bastante alejada de la ciudad. El señor L, iba bastante preocupado, ya no confiaba en los locales del lugar, le parecían extraños y distantes, solo sonreían y saludaban por decencia, más allá de eso eran hostil.
Al llegar al sitio Carla lo recibió con los brazos abiertos, como si se tratara de un viejo amigo. El simplemente no pudo resistirse, la abrazo y beso en la mejilla. Ella lo invitó a pasara a su caballa antigua.
Carla: Pasa, ¿Quieres una copa de vino?
Señor L: Bueno muchas gracias.
Carla: Mi madre murió hace 2 años, vivía con ella, ahora estoy totalmente sola.
Señor L: Ummmm
Carla: Te cuento porque la quería mucho.
Señor L: ¿Me puedes dejar ver el mapa?...llevo algo de afán porque mi amigo está enfermo y me preocupa.
Carla: No te preocupes de seguro ya le bajó la fiebre.
Señor L: ¿Cómo sabes eso?
Carla: Soy bruja !!!
Carla se transformó en un chulo de grandes proporciones y se abalanzó contra el señor L.
!!! Yumm¡¡¡
El señor L, despierta sobresaltado en el avión. FIN!!
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Ubicamos aquí una pintura donde observamos cinco matrioshkas. Todas son parte del mismo juego. Las matrioshkas son muñecas rusas, un símbolo mundialmente reconocido de su país. Su gracia consiste en el juego de encajarse unas dentro de otras. Aunque son similares entre sí, no son idénticas. Componen un pequeño sistema simplificado, un ideograma sobre la existencia de la humanidad desde el punto de vista generacional.
Existen distintos niveles de representación de lo humano en ese objeto que es la muñeca. Desde sutiles insinuaciones de lo anatómico en un pedazo de madera, por ejemplo, hasta réplicas realistas de un cuerpo a escala real. Otras muñecas encarnan ideales de lo humano plasmados en ellas, como la pureza en los ojos enormes, la infantilidad, la hipersexualización, la juventud, entre otros.
Hubo un día durante esta Navidad en el que nos dimos cuenta de que nuestra madre lleva toda nuestra vida diciéndonos y recordándonos, con ocasional ternura, que somos sus muñecas. Para esta ocasión, obviamos las implicaciones de género y dirigiremos esta reflexión hacia el hecho de que ella, nuestra madre, haya presenciado cómo salíamos de ella. Con un parecido moderado a las matrioshkas, al aceptar los lazos de la sangre y habiéndose dedicado al juego muy serio de la maternidad, al ver en estos nuevos cuerpos más pequeños una extensión de sí misma.
En "Sinécdoque en Nueva York", Charlie Kaufman, director y guionista de la película, plantea un universo paralelo donde se ficciona la vida del personaje Caden Cottard innumerables veces. Esto sucede porque al ser personificado por un actor a tiempo completo, cada vida paralela que va surgiendo en la obra toma suficiente relevancia dentro de la misma biografía como para ser doblada a su vez por otro actor, quien versiona el mismo rol a su manera.
El caso del actor es el de alguien que encarna el rol de varios personajes en un solo cuerpo. En realidad, no es completamente ninguno de esos personajes y, por tanto, guarda relación con el muñeco. Si pensamos en los diferentes muñecos como distintas versiones de distintos cuerpos, el actor encarna temporalmente diferentes versiones en un solo cuerpo. No desplaza esas versiones a un objeto. Su cuerpo es el objeto, y sus emociones, la apariencia de sus actos, se dan allí a escala real, sobre el propio eje de su cuerpo, a lo largo de su vida.
Así, la creación misma plantea esa dicotomía donde el artista o creador le da forma a las cosas desde su moderada omnipotencia (aunque suene contradictorio). Pero al final, aquello que crea tiene una vida propia de cierta forma y transforma al creador, extendiendo su existencia. El o la creadora es poseído, no digamos que por las fuerzas divinas, pero al menos sí por las ideas, por aquello que ha absorbido del mundo y que regurgita.
“crear un personaje para conocer a través de su creación. Porque solo no lo logro: la soledad, la misma que existe en cada uno, me hace inventar. ¿Y habrá otro modo de salvarse además de crear sus propias realidades? Tengo fuerzas para eso como todo el mundo.-¿es o no es verdad que terminamos por crear una frágil y loca realidad que es la civilización? esta civilización guiada apenas por el sueño. Cada invención mía me suena como una oración profana -tal es la intensidad de sentir, escribo para aprender. Me elegí a mi y a mi personaje -Ángela Pralini- para que quizás a través de nosotros yo pueda entender la falta de definición de la vida.”
Clarice Lispector un soplo de vida. Pág. 27
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Amix no se dejen amedrentar por los foros de fantasía. ¿Qué podemos rolear en ellos? Exactamente lo mismo que en un foro realista, solo que con brillitos (? No se preocupe de más porque no saben qué hacer con su vampiro o su genio, no vean esto como la personalidad de su personaje, sino como una característica más, como cuando le damos mala visión, dislexia o albinismo a un pj. Son cosas a tener en cuenta a la hora de escribirlo pero no es todo lo que es. Los poderes son un extra, pueden centrarse en sus tramas románticas y de familia. Yo en otros foros llevo a un médium qué tiene de mejor amiga a una muñeca poseída y a un hada qué es detective de homicidios, hago mención de sus habilidades, pero sus tramas principales son sus familias, trabajos y amigos. Recuerden mencionar el hecho de que su pj puede atravesar paredes si es un fantasma o que se pone salvaje durante las lunas llenas pero roleenlos como llevarían a cualquier persona normal. Yo llevo Pjs qué usan poco su magia porque no quieren ser mágicos y eso está bien.
Muy útil este consejo, gracias ✨anon que resuelve✨
✰ pride
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Muñecas Sexuales: Compañeras de Placer para una Intimidad Sin Límites
En el fascinante mundo de la intimidad y el placer, las muñecas sexuales han emergido como compañeras revolucionarias, llevando la experiencia erótica a un nivel completamente nuevo. Para aquellos que buscan explorar sus fantasías más allá de los límites convencionales, estas irresistibles creaciones han llegado para redefinir el significado de la pasión y la conexión íntima.
Descubre el Placer Personalizado con Muñecas Sexuales
¿Alguna vez te has preguntado cómo sería tener una compañera que se adapte a cada uno de tus deseos? Las muñecas sexuales ofrecen la respuesta a esta pregunta, brindando la posibilidad de personalizar la experiencia íntima de manera única. Desde el color de los ojos hasta la textura de la piel, cada detalle se ajusta a los gustos y preferencias más específicos. ¿Te imaginas tener una compañera que sea el reflejo perfecto de tus sueños más íntimos?
Tecnología de Vanguardia para Sensaciones Inolvidables
En el corazón de estas muñecas revolucionarias se encuentra la tecnología de vanguardia que garantiza una experiencia sensual inigualable. Materiales de alta calidad y detalles realistas se combinan para ofrecer sensaciones táctiles que desafían la imaginación. Cada curva y cada textura están diseñadas para proporcionar placer sin restricciones, llevando la intimidad a nuevas alturas.
¿Por Qué Elegir una Muñeca Sexual?
La elección de una muñeca sexual no solo se trata de satisfacer deseos momentáneos, sino de crear conexiones emocionales y explorar dimensiones íntimas que van más allá de lo común. ¿Te has preguntado cómo una muñeca sexual puede mejorar tu vida amorosa y brindar un toque único a tu intimidad? Descubre el mundo fascinante de posibilidades y deja que la pasión florezca sin límites.
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Asesinado a puñaladas al director de cine iraní Dariush Mehrjui, ganador de la Concha de Oro
Dariush Mehrjui Archivo
15 octubre, 2023 11:31
CINE SAN SEBASTIÁN- DONOSTIA
EFE
El afamado director de cine iraní Dariush Mehrjui, ganador de la Concha de Oro de San Sebastián en 1993, y su esposa Vahideh Mohammadifar fueron asesinados a apuñaladas por atacantes desconocidos, informaron este domingo medios iraníes. Fuentes judiciales indicaron a la agencia estatal IRNA que Mehrjui, de 83 años, y Mohammadifar fueron descubiertos con puñaladas en el cuello en su casa de la ciudad de Karaj, cercana a Teherán. La hija del director de cine descubrió los cuerpos sin vida el sábado por la noche y avisó a la Policía, que está investigando el caso. Mehrjui fue uno de los fundadores de la nueva ola del cine iraní en los años 70 y su película "La vaca" se considera la obra inicial de este movimiento realista. El cineasta tuvo una premiada carrera, en la que obtuvo 49 reconocimientos nacionales e internacionales, de acuerdo con la agencia Mehr. En 1993, ganó la Concha de Oro del Festival de Cine de San Sebastián, por la película feminista Sara. La cinta es una adaptación libre de la obra teatral "Casa de muñecas", del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, trasladada a sociedad iraní, y critica duramente la situación de la mujer en el país persa. Su último filme, Laminor, se estrenó en 2019
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Ritos Ratas:
Ritos rotos.
Brutos tratos.
Muchas ironías hay en esto.
Morir asfixiado, aeroembolia sin luz,
buceando en cuevas.
Militancia de diseño,
la política del garrote.
Encontrar el añil perfecto, eso es revolución.
Pixeles muertos excremento de imagen.
Nos gusta vivir en una ilusión consciente de ella
pero con la ilusión de que la ilusión no sea ilusoria.
Tu real realidad virtual realista.
El tiempo que nos queda es un puñado de granos de arena, de gramos de merca.
Corremos mientras todo se derrumba y alumbra muerte, bicicleta,
el feto del futuro que no quiere ser ingeniero.
Verdulero, hechicero, po/rr/eta.
Vidrios rotos muñecas cortadas.
Coartadas corruptas.
Culos de origami, culos de origami.
Fotos de muertos al desayunar el periódico matinal.
Un mañanero y a agonizar, hasta atardecer. El ocaso.
Parar de obedecer. El ocaso.
Diario en negativo, vivo conmovido y el arte encorsetado esta.
Anecdotario de la vida comprimida.
Mutilada las alas de hada.
Moisés de cañerías.
Unas flores muertas, unas rosas negras, lagrima de sal.
Hielo en la pipa.
El arte encorsetado,
anecdotario de la vida comprimida,
abecedario de represeión.
Camiones de mierda.
Aparentemente barranca abajo siempre vamos.
Rastreando los rastros de los raros rostros en la bruma de hediondos humos y jugos que compartimos en oscuridad, callejón gato negro muerto callejón.
Explotando la desesperación, el ansia.
Moqueando el mundo se desmorona.
Culos de origami, culos de origami.
Copa a copa el lava copas copetero unos tiros en el baño se pegó.
El tiempo en el que escribo ya no es mi tiempo
El espíritu de este tiempo no es mi espíritu.
Y, si existe el espíritu yo ya no lo tengo.
No hay tiempo ni espacio cuando todo lo inunda las sombras verdes las sombras verdes.
Aceitunas y botas de militar.
Lo absurdo es solemne, el imberbe babea verba.
Culos de origami, culos de origami.
Ética estética son uno y lo mismo.
Ritos rotos,
las almas olvidadas,
Ritos ratas,
sobrevivir al sin sentido.
Otro día en la guerra de clases,
Otra vez la carrera de ratas.
Mirar el abismo sin serlo, escudriñarlo.
Ritos rotos,
hay muchas ironías en todo esto.
Brotes brutos de ritos rotos,
Roer la cultura main.
Ritos ratas.
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