#monumentos fúnebres
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bocadosdefilosofia · 1 year ago
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— “¿Sepárase entonces, supongo, dislocada por el elemento corporal, que el trato y la compañía del cuerpo hicieron connatural a ella, debido al continuo estar juntos y a la gran solicitud que él tuvo? "
— “Exacto".
— “Más a éste, querido, preciso es considerarle pesado, agobiante, terrestre y visible. Al tenerlo, pues, un alma de esa índole es entorpecida y arrastrada de nuevo al lugar visible, por miedo de lo invisible y del Hades, según se dice, y da vueltas alrededor de monumentos fúnebres y sepulturas, en torno de los que se han visto algunos sombríos fantasmas de almas; imágenes ésas, que es lógico que produzcan tales almas, que no se han liberado con pureza, sino que participan de lo visible, por lo cual se ven".
— “Es verosímil, Sócrates".
Platón: «Fedón», en El Banquete, Fedón, Fedro. Editorial Labor, pág. 183. Barcelona, 1975
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aschenblumen · 1 year ago
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Déjame decirlo como lo hubiera hecho Poe: los sonidos son sepulcros animados. Uno ejerce, con ellos, ritos de resurrección, deambula por panteones, alza monumentos a ruinas venideras. Y así interrumpe, o cree interrumpir, el fin que al final fenece. Y lo que hace con gracia, lanzándose al vacío como esas hormigas de pompas fúnebres, sin saber que no se avanza hacia adelante sino hacia atrás. El único discurso legítimo es la pérdida. La única insolencia, la infancia. La única certeza, la invisibilidad del presente.
—María Negroni, Objeto Satie.
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bloquesdepresivos · 1 year ago
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Jorge Teillier, Por última vez.
Por última vez
fui a tu casa
y frente a la reja de calle
sólo había un pájaro muerto,
y yo no te vería nunca más
y la ciudad era un monumento fúnebre.
De vuelta
todas las muchachas hermosas se parecían a ti,
no quería oír más
las canciones que escuchábamos juntos,
como siempre
vi como se entrelazaban
las vigas de fierro del gran osario de la Estación,
y juré no verte más,
no verte nunca más,
y tú habías citado un verso mío
escrito en la misma Estación:
“Me acostaré con cualquiera menos contigo”.
Las ruedas del tren me repetían esa frase
y yo me desperté cerca del pueblo
que no sería más el mismo pueblo
porque un día te llevé a él,
y quisiera estar en alguno
donde nada pudiera hacerme recordarte,
pero qué cosas pueden no hacerme recordarte.
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arquitectoserectos · 5 months ago
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No es la primera vez en la que aparece la representación de una pirámide en la obra de Francisco de Goya. Ya en el Cuaderno italiano existen dos dibujos con este motivo: Expulsión de Agar e Ismael y Muerte de Absalón. A su vez, en el óleo titulado Sacrificio a Vesta, ejecutado hacia 1771, figura también este tipo de monumento, al igual que en el Elogio fúnebre de Carlos Lemaur, dibujo preparatorio del grabado de igual título, en el Capricho 9. Tántalo o en el dibujo conocido como Proyecto de mausoleo para la duquesa de Alba. Asimismo, aparecen pirámides en obras de otros pintores coetáneos al aragonés, como es el caso del aguafuerte La pirámide de Cayo Cestio (ca. 1761) de Giovanni Battista Piranesi (1720-1778).
En este caso, Goya realizó un dibujo calificado por algunos autores de fantástica arquitectura. Una colosal pirámide, en la que se abre un túnel o arco, ocupa el segundo plano de la composición. A ambos lados de la misma se distinguen varias construcciones y delante se observa una gran explanada en la que se congregan numerosos personajes, jinetes y carros tirados por caballos, que quedan totalmente empequeñecidos por el edificio, lo que ha llevado a pensar que se trate de un acontecimiento festivo. La pirámide de este dibujo es de unas proporciones desmesuradas, sin escala, por lo que, según Ricardo Usón, no hay intencionalidad constructiva. Es un edificio salido de la visión imaginativa y fantasiosa de Goya. Al contrario sucede en otro dibujo que por la misma época realizó el maestro, llamado Proyecto de monumento, que no se puede calificar de arquitectura puramente fantasiosa, porque en él, a pesar de su originalidad, sí que hay un sentido constructivo.
Para Usón, el uso que tendría la pirámide ideada por Goya en el presente dibujo, situada seguramente a las afueras de una ciudad, sería de arco de triunfo o de puerta de entrada, lo que justificaría el hueco que presenta en el centro. Por otro lado, su situación estratégica frente a una gran explanada la convertiría en fondo simbólico de las actividades que en ella se desarrollaran.
Actualmente todavía es un enigma qué impulsó a Goya a la recreación de semejante construcción. Se habla de la visualización por parte del aragonés de ilustraciones de Piranesi, Ledoux o Boullée, de la vuelta a lo egipcio que se estaba produciendo a comienzos del siglo XIX tras las campañas napoleónicas de Egipto, del recuerdo de la pirámide de Cayo Cestio que vio en Roma, o quizá de que conociera la importancia que se le estaba dando a la pirámide en la cultura arquitectónica europea coetánea, idea que le pudo ser transmitida por sus amigos arquitectos Silvestre Pérez o Juan Pedro Arnal.
En cualquier caso, según Gassier, Goya pretendería con este dibujo transmitir la idea del hombre aplastado o empequeñecido por su entorno, tema frecuente en su obra bajo formas diversas (arquitecturas desmesuradas, perspectivas en profundidad, peñascos, colosos…), hasta el punto de considerarlo una prefiguración pétrea y prebélica de su célebre Coloso.
Forma pareja con el dibujo titulado El puente, que tiene medidas casi idénticas, refleja el mismo concepto del hombre empequeñecido por su entorno (aunque en su versión natural y de forma mucho más moderada) y ha pertenecido históricamente a la misma colección.
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ylliasbell · 6 months ago
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EL ÁNGEL DE LA HISTORIA
Carlos Ampuero
Inspirándose en un conjunto de textos escritos entre 1939 y 1940 por el filosofo alemán Walter Benjamin, el artista nacional Carlos Ampuero (Santiago, 1965), nos presenta en esta ocasión una serie de dibujos y pinturas en las que despliega toda su destreza para transitar de una época a otra y escabullirse sigilosamente por entre las rendijas del espacio-tiempo, articulando relatos enigmáticos anacrónicos y entrecruzados respecto de los asuntos de la memoria (personal y colectiva), el viaje, y la identidad -histórica, social, cultural política, étnica- experimentados por el artista a lo largo de su vida.
Ruinas y monumentos fúnebres parecen primar en esta nueva fase investigativa del artista: se trata de una inmersiva "estética de cementerios" a través de la cual nos comparte su necesidad de que la historia detenga por un instante su curso, que no siga avanzando, de manera de poder retenerla, retratarla y recorrerla en profundidad.
En estas nuevas pinturas se percibe una materialidad seductoramente ominosa, conformada por pequeñas manchas de colores aleatorios que se depositan como polvo sobre la superficie y que paradójicamente sugieren, por un lado, un ánimo de lenta "reconstrucción de la ruina", de lo que se perdió o quedó atrás, y por el otro, un guiño a la manera en que las tecnologías contemporáneas resuelven la configuración de una imagen.
Es así como a través de una paleta cromática sombría y una composición meticulosa, y poniendo en tensión la noción de escala (las relaciones confusas entre lo diminuto y lo gigantesco, por ejemplo), el artista nos invita a deambular por un espacio tan devastado, agrietado y abatido como reminiscente de un pasado glorioso, haciéndonos partícipes de un periplo introspectivo, sutilmente impregnado de melancolía y extrañamiento.
CRISTIAN SILVA, ABRIL DE 2024
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diarioelpepazo · 11 months ago
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El gobierno del Ilustre Americano, Antonio Guzmán Blanco, asumió los costos de la obra y puso fin a las "vacas" populares que plantearon sus antecesores cuatro años antes. Hoy se cumplen 150 años del decreto de Guzmán Blanco para finiquitar lo referente a la construcción de la estatua ecuestre del Libertador. Pero fue en noviembre del año siguiente cuando se erigió la mole acabada en bronce en homenaje a Simón Bolívar... [caption id="attachment_97406" align="aligncenter" width="597"] Antonio Guzmán Blanco costeó la obra. Foto Cortesía.[/caption] Luis Carlucho Martín El mandatario de entonces, Antonio Guzmán Blanco, en su afán de seguir agigantándose ante la opinión pública, con su europeización estética impuesta en el país y para ganar mayor popularidad, en contraposición al depuesto Gobierno Azul, decretó que con dinero del gobierno central --tal como sucedió-- se cubriera los costos de la estatua ecuestre que hoy luce firme y vigilante en la plaza Bolívar de Caracas. Con este mandato, el Caudillo de Abril –(como también se le conoció a Guzmán Blanco por encabezar en 1870 el desplazamiento del Gobierno Azul de la extraña alianza entre liberales y conservadores, y fue así como sacó del poder a Juan Crisóstomo Falcón–, derogó las pretensiones de sus antecesores en torno a cargarle esos excesivos gastos al pueblo --a manera de colectas-- para homenajear al Padre de la Patria. Con es jugada estratégica, Blanco fue reconocido por justificar ese gasto del erario público. Como fuere, se trataba de enaltecer los valores libertarios e independentistas del Padre Bolívar en su cuna natal. Por ello reinó el entusiasmo para aquella gran fiesta popular que acontecería, según lo planificado entre el gobierno nacional y la empresa alemana fabricante de la obra esculpida por el arquitecto italiano Adamo Tadolini, el 28 de octubre de 1874 en el marco de las "Fiestas de la Paz" por el onomástico de Simón Bolívar. ¿Idea copiada? [caption id="attachment_97405" align="aligncenter" width="640"] OLYMPUS DIGITAL CAMERA[/caption] En esos días del siglo XIX reinó un afán estatuario para rendir honores a los próceres independentistas de diversos países, así como a los héroes populares de cada región en el resto del mundo. El propio Bolívar ya había sido reconocido y exaltado fuera del país y fuera de Caracas. Recuérdese que las máximas autoridades estadales no eran gobernadores sino presidentes regionales. Así las cosas, el presidente del estado Bolívar, Mateo Plaza, luego de que en su patio exhibiesen una magnífica obra de bronce con la figura de Bolívar a pie –la cual contó con la primera cofradía de placeros o edecanes del Libertador, que luego se instauró en Caracas–, decide en 1869, con el poder que le confiere la Ley, ordenar una obra que magnifique al Libertador, y que debe ser instalada en la plaza Bolívar de la capital de la República. Ya para esos días existía el monumento a Bolívar pero en una capilla de la Catedral, aunque de aspecto muy fúnebre –según los críticos, lo cual no sugería el sentido de victoria y libertad que debía exhibir la nueva obra ante el público nacional y foráneo. De manera paradójica, ese monumento en homenaje al Libertador, en La Catedral –allí se iba a fundar el Panteón Nacional, pero jamás sucedió–, donde además reposan los restos de sus padres y su esposa, fue ordenado por José Antonio Páez, quien dirigió y ordenó las acciones para repatriar los restos de Bolívar, luego de que le negara el acceso al país cuando, por diversas razones, el Padre de la Patria lo requirió en días previos a su muerte en 1830. Volvemos al decreto del mandamás del estado Bolívar. Suponía la recolección de fondos por suscripción voluntaria con invitación a participar al gobierno central y los gobiernos regionales. Una vaca, pues, como se le llama en criollo. Dicha propuesta fue seguida por una orden sancionada desde el gobierno del Presidente Guillermo Tell, quien afirmó que “la gratitud pública no puede permitir que siga careciendo la
ciudad natal del Libertador y Fundador de cinco Repúblicas, de un monumento dedicado a su genio, sus virtudes y sus glorias”. Y se anexa a la idea de que todo, o casi todo el costo, sea asumido por la ciudadanía vía colecta. Como ya dijimos, una vaca, pues. No obstante, eso quedó solo en palabras, porque un año más tarde, en 1870 llegó al poder Antonio Guzmán Blanco. Se paralizó por tres años la negociación con la Real Fundición de Munich, encargada de darle forma final a la majestuosa obra. Se dio la renegociación a pesar del sensible fallecimiento del destacado escultor italiano, que no pudo ver en Caracas su arte final: la réplica de la estatua ecuestre que desde 15 años antes lucía en la plaza del Congreso de Lima, en Perú. Revivió el Bolívar náufrago La inauguración de la perfecta estatua ecuestre no sucedió en la fecha prevista porque el buque danés Thora, que transportaba las 15 cajas contentivas de la obra acabada en bronce, encalló en Los Roques. El preocupante naufragio fue rescatado en dos viajes debido a lo pesado de la carga. El incidente obligó a posponer la fecha de la gran fiesta popular para el 7 de noviembre de 1874, en donde la participación del pueblo se manifestó con máximos coloridos y una suerte de competencia entre quienes mejor adornasen los espacios públicos en las adyacencias de la plaza Bolívar. Aquel ambiente patriotero fue coronado con Viva Venezuela, Viva la causa de abril, Viva la paz de la República, gritos de festejo de Guzmán Blanco, quien por fin declaró inaugurada la obra que desde entonces muestra al Libertador mirando al Occidente, quizás esperando se consolide la unión y la verdadera independencia. Otros reconocimientos Como acto de justicia por lo que entregó Bolívar en nombre de la libertad se diseminaron obras en su honor, no solo en Caracas sino en el resto del país, y fuera también. Honor a quien honor merece. Se sabe que en su siguiente gobierno, Guzmán Blanco ordenó una estatua a pie en la antigua Universidad Central de Venezuela, así como una en Apure y otra en Valencia, a manera de exaltar esos valores patrios del más insigne caraqueño. Para recibir en tu celular esta y otras informaciones, únete a nuestras redes sociales, síguenos en Instagram, Twitter y Facebook como @DiarioElPepazo El Pepazo/2001
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contorsiones · 2 years ago
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48 horas en el Cantábrico
mientras te subes al Corolla azul con un papapleto a medio comer y el delineador corrido pienso que todas las muchachas hermosas se deben parecer a ti no estaba iluminado del todo pero ya no era de noche: piensas que Santiago  es un monumento fúnebre piensas que vas a tener que manejar mucho más rápido  si quieres salir de aquí
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opropriocruz · 2 years ago
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O líder da Rússia, Vladimir Putin, e o ditador de Cuba, Miguel Díaz-Canel, inauguraram nesta terça-feira um monumento em homenagem ao líder da Revolução Cubana, Fidel Castro. A estátua de bronze de três metros de altura foi erguida na Praça Fidel Castro, localizada no bairro de Sokol, no noroeste da capital russa. Os dois líderes prestaram homenagem a Fidel, onde ambos depositaram um grande buquê de rosas vermelhas diante do monumento, durante uma cerimônia na qual era tocada uma música fúnebre. A estátua, que fica em frente à fonte da praça, apresenta um Fidel Castro jovem, com seu tradicional paletó aberto, cartucheira, boina e botas de campanha. No pedestal de pedra sobre o qual foi colocado a estátua, obra do escultor russo Alexei Chebanenko, pode-se ler a palavra “CUBA”. A iniciativa de erguer uma estátua em homenagem ao líder cubano partiu da Sociedade Histórica Militar Russa, que destinou 20 milhões de rublos (cerca de R$ 1,8 milhão) para construir o monumento. A praça recebeu o nome de Fidel Castro em 2017, um ano após a morte do líder revolucionário em 25 de novembro de 2016. Não muito longe estão também as ruas dedicadas aos falecidos presidentes do Chile, Salvador Allende, e da Venezuela, Hugo Chávez. A inauguração ocorreu três dias antes dos seis anos da morte do líder da Revolução Cubana, que visitou Moscou pela última vez em 1987, quando ainda existia a União Soviética. Díaz-Canel, que começou o dia nesta terça-feira com um discurso perante a Duma, a Câmara dos Deputados da Rússia, ainda se reunirá hoje com Putin no Kremlin. https://www.instagram.com/p/ClUB-rzJIKz/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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mitosjpenespanol · 3 years ago
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La historia de Tomotada y Aoyagi
En la era Bummei (1469 - 1486) vivió el samurái Tomotada, quén trabajaba para el daimyō de Noto. Nacido en Echizen, desde muy joven trabajó como paje en Noto; el daimyō lo instruyó en el arte de la guerra para que se convirtiera en un gran samurái. Además de lograr aquello, Tomotada creció y se convirtió en un hombre bello, amable, decidido y admirado por sus compañeros y los servidores del palacio.
Cuando cumplió los veinte años fue elegido para cumplir una misión especial en la capital, Kyoto. Como en el trayecto debía pasar por Echizen, Tomotada pidió permiso para visitar la casa materna.
El día del viaje hubo una tormenta de nieve que dejó a todo el país cubierto de blanco. A pesar de que Tomotada tenía un estupendo caballo, este avanzaba con lentitud y cansancio debido al clima. El camino tenía tantos accidentes y lugares inciertos que no pudo llegar al hogar materno.
Reclinado en un árbol, tan agobiado como su corcel, Tomotada cerró los ojos por unos momentos; al abrirlos, notó que no muy lejos había una tenue luz, había una choza rodeada de árboles en medio de la tempestad de nieve, y se apresuró a llegar para solicitar posada. Una anciana abrió la puerta cuando escuchó los golpes que Tomotada daba en las ventanas. Al ver al bello extranjero, le permitió la entrada inmediatamente y lo acercó a una hoguera alimentada con ramas de bambú. El esposo de la anciana le ofreció un poco de comida.
Detrás de un biombo, pudo ver la silueta de una joven mujer. Intrigado, Tomotada observaba esperando que la mujer mostrara su rostro. Al notarlo, el anciano exclamó: "Disculpe señor, detrás del biombo está mi hija Aoyagi, ella es una pobre aldeana y no merece vuestra presencia. Le ordenaré que os sirva un poco de vino y perdone sus modales, ella no ha recibido ningún tipo de educación, pues somos muy pobres".
La mujer atendió las órdenes de su padre, y Tomotada pudo comprobar lo que la silueta ya le hacía deducir: Aoyagi era hermosa. A pesar de su ropa harapienta y su cabello desordenado, deslumbraba y se movía con tal gracia que Tomotada dudó que realmente no haya recibido ningún tipo de educación. Aoyagi sirvió el vino y los acompañó en la mesa evadiendo la mirada del samurái, pues ella también lo había encontrado muy atractivo.
Como la tormenta de nieve no terminaría pronto, el anciano lo invitó a quedarse en la choza por algunos días, hasta que el sol saliese de nuevo. El joven aceptó agradecido, y estaba feliz de poder estar cerca de aquella joven mujer que lo había deslumbrado.
Al pasar los días, los jóvenes se hicieron cercanos; de evadirse la mirada, comenzaron a mirarse fijamente por largo tiempo; después, intercambiaban unas cuantas palabras, hasta que comenzaron a dedicarse románticos versos el uno al otro. El anciano advertía constantemente a Tomotada que Aoyagi no sería una esposa digna, pues no tenía educación, además, como no estaba acostumbrada a las visitas de personas de la nobleza, sus modales eran rudos y su andar torpe. Pero Tomotada, por el contrario, admiraba la gracia y delicadeza de Aoyagi, y pensaba que ella debía de ser alguna enviada dividina.
Llegado el día de la partida, Tomotada no se sentía capaz de dejar a la mujer que amaba, así que la pidió en matrimonio a sus padres. Sorpendidos, los ancianos expresaron su preocupación, pues pensaban que el daimyō de Noto no aceptaría el matrimonio entre un samurái y una campesina, pero Tomotada no estaba dispuesto a partir sin ella. Preocupados pero agradecidos, los ancianos permitieron que el samurái se llevase a Aoyagi para hacerla su esposa.
Durante el viaje a Kyoto, Tomotada empezó a sentirse preocupado. Después de cumplir su misión, era importante conseguir el permiso del daimyō para casarse; además, temía que la belleza de Aoyagi llamara la atención, así que, en cuanto llegaron, se esforzó por ocultarla. Pero los cortesanos de Kyoto notaron el extraño compartamiento de Tomotada y finalmente desubrieron que ocultaba a una mujer hermosa.
El daimyō de Kyoto, adicto a los rostros hermosos, le ordenó a Tomotada que le llevara a la mujer que ocultaba. Este no pudo rehusarse. Tomotada estaba muy aflijido, había obrado mal al ocultarla y en tomar la decisión de casarse sin antes hablarlo con el daimyō de Noto. Sin embargo, amaba tanto a Aoyagi, más que a su señor, por lo que estaba dispuesto a huir si ella aceptaba.
Como en el palacio de Kyoto era imposible enviar cartas sin que estas fuesen interceptadas, escribió un mensaje a Aoyagi en forma de poema en chino, sabría que ella entendería lo que encerraba aquel poema.
Esperó pacientemente a recibir una respuesta, pero en su lugar recibió con pena la orden de presentarse ante el daimyō de Kyoto. Cabizbajo pero preparado para recibir su sentencia de muerte, escuchó las palabras del daimyō, leía el poema en chino que había escrito a Aoyagi.
Cuando levantó el rostro, pudo ver que aquel señor lloraba conmovido, nunca había leído un poema tan triste, y comprendió que había separado a dos personas que se amaban. En un acto de bondad, el daimyō perdonó la imprudencia de Tomotada y en ese momento ordenó que se celebrara la boda. Aoyagi apareció vestida como una verdadera princesa, resplandeciente y por sus mejillas corrían lágrimas de felicidad. Los cortesanos de Kyoto los colmaron de regalos y desearon su felicidad.
Tomotada y Aoyagi vivieron muy felices durante cuatro años. En el último año, mientras conversaban, Aoyagi gritó de dolor y se desplomó. Tomotada llamó a un médico que logró reanimarla, pero Aoyagi solo despertó para pronunciar estas palabras: "Me muero. No es algo imaginario, lo sé. Mi alma es el alma de un árbol y mi sangre es la savia de ese sauce llorón. En este momento están cortando mi árbol. Por ello ¡moriré!
El samurái no podía creer lo que escuchaba. Aoyagi se retorcía de dolor y, en un intento por detener su dolor, Tomotada la abrazó, pero en el lecho sólo quedaban sus ropajes y los broches que sostenían sus suaves cabellos. Su cuerpo se había desvanecido.
Tomotada se hizo monje budista. Se afeitó la cabeza y se hizo ermitaño. Viajó por todo Japón rezando por Aoyagi en cada templo que visitaba. En una ocasión que pasó por Echizen, decidió visitar la choza de los padres de Aoyagi. Para su sorpresa, no había rastro de choza alguna, en su lugar, había tres troncos de sauces llorones, dos gruesos y viejos, y uno delgado y joven, al ras de la tierra. Al pie de los troncos, Tomotada eirigió un monumento fúnebre, en el cual grabó textos sagrados.
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Créditos de la imagen: Susuki Kazon "La bella y el sauce llorón" (1908). La imagen pertenece a Japanese Art Open Database.
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diego-jcg · 3 years ago
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Informe: Cosmología Barroca: Kepler/ Severo Sarduy
Severo Sarduy fue un poeta, escritor, critico de lectura y artista cubano, que escribió un texto que nos ayuda comprender el cómo el cambio en nuestro entendimiento del cosmos influencia al arte, la literatura, la arquitectura y la filosofía de toda una época; dicho nuevo entendimiento del cosmos y su funcionamiento fue estudiado, comprendido y expuesto por Johannes Kepler y este estudio comparativo hecho por Sarduy nos ayuda a extender nuestro entendimiento del contexto y desarrollo del barroco.
Al Kepler demostrar que ni la tierra ni el sol son el centro de un todo, sino que forma parte de muchos centros, que el movimiento provocado al rededor de estos centros es comprendido por elipses (vista como una forma imperfecta), no círculos (la forma perfecta); estos elipses al ser descompuestos pueden crear interacciones entre dos núcleos, lo cual nos abre paso a la bifocalidad y al descentramiento en todos los aspectos, porque el centro en el arte y en la arquitectura es fragmentado en varios centros, a veces en dos focos relacionados entre sí; el elipse también da apertura a la imperfección, la cuál no era ocultada en la expresión del barroco, haciendo énfasis en esta con el claro oscuro, y todas aquellas formas relajadas que surgen en esta época.
Y como es evidente en lo ya mencionado, el barroco se caracteriza a las alusiones, a las metáforas, a las referencias, a las criticas, así como el cosmos es aludido en el arte; la muerte, la naturaleza, lo divino, la extravagancia y el método científico es aludido en la esencia del barroco, en su arte, su arquitectura, su urbanismo y su sociedad. Esto es visible en las ciudades barrocas, las cuales se comportan como una trama abierta, un organismo vivo que tiene la capacidad de crecer, respirar, funcionar, como un tejido, las células, las helices creadas por el código genético; en estas ciudades existe la repetición y la monotonía la cual es rota por los monumentos, desligando al hombre de la noción espacial de su contexto, y ligándolo a través de las ruinas falsas o reales que se mantenían, a su pasado.
Esta alusión a lo vivo también es visible en el arte con sus formas serpentinas, las cuales le dan movimiento a los cuerpos, pero en estás se ve también alusiones a lo fúnebre, no sólo de manera literal (hola cadáveres xd), sino también en la naturaleza, de manera fría, ornamental y ética.
Gracias a este texto he podido entender todo lo oculto, como lo es el elipse obturado, y toda esa alusión del contexto que se podía ver en todo, literalmente en casi todo. Me encuentro anonadado por todo el mensaje que se encuentra entre líneas, o en este caso, entre cada pincelada y cada columna, y cómo de verdad se esfuerzan en darla bajo casi todos los medios. Este entendimiento de Sarduy del barroco me parece que está on point para empezar a mirar con otra vista el barroco o detallarlo, porque "el diablo está en los detalles".
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personaperso · 3 years ago
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Relatos pájaros
.
El gallo truena
la garza interroga en el río
el pavo real ha existido solo en fotos
la golondrina zurce invisible
cuando el planeta deje de existir morirán todas las aves del paraíso
las palomas son monumentos incomprendidos
el árbol repentinamente canta
las palomas -los ángeles de la estatua-
los chulos son carrozas fúnebres
los carroñeros cirujanos precisos
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publicartfund · 5 years ago
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"Pavanne," one of the five works in #EstructurasMonumentales, was originally conceived as a monument to #CarmenHerrera's younger brother, Mariano. 
Herrera concibió esta estructura originalmente como un monumento a su hermano menor, Mariano.
The three tightly fit, interlocking elements of this solemn work encourage quiet contemplation, while the title references the musical term for a slow processional dance with funereal overtones.
Los tres elementos estrechamente entrelazados de esta solemne obra incitan a la reflexión, mientras que el título hace referencia al término musical que designa una lenta danza procesional con connotaciones fúnebres.
Learn more / aprende más  bit.ly/HerreraPAF
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rafaelvilarouca · 5 years ago
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Corpo Santo
Curadoria de Ana Cecília Soares e Júnior Pimenta 
De 30 de novembro de 2019 a 22 de fevereiro de 2020 no Sobrado José Lourenço em Fortaleza (CE)
Aos que já tiveram a oportunidade de acompanhar uma romaria, sobretudo, em Juazeiro do Norte, no Ceará, sabe o quão intensa é essa experiência. E não importa a crença ou o interesse daqueles que lá se encontram, mas sim, a profusão de afetações e os fluxos de energia desprendidos daquela massa de gente colorida, guiada pela fé e pelo sol, em transe frenético por entre o céu e a terra, o real e o indizível, a razão e a loucura.
Como um bom conhecedor desse universo (o artista também se considera um romeiro), seja pelos relatos e fotografias das viagens da família ou por suas próprias vivências, Rafael Vilarouca registra, em sua mais recente pesquisa poética, imagens de crucifixos e santos quebrados com o intuito de reconstruir e “simular a transcendência da alma desses objetos”. Inclusive, é bastante comum encontrá-los esfacelados tanto em igrejas e cemitérios quanto em monumentos fúnebres localizados nas “beiras” de estradas.
De um modo geral, muitas pessoas se sentem desconfortáveis quando quebram acidentalmente esses objetos, sem saber direito que destino lhes dar, há quem recomende enterrá-los no jardim ou dentro de um vaso, plantando dentro deste uma flor que ajudará a transformá-los em terra novamente, lugar de onde eles vieram. Segundo São João Damasceno, Deus, que não tem corpo nem rosto, não podia em absoluto ser representado por uma imagem. Mas, a partir do momento que se mostrou na carne, por intermédio de Cristo, e viveu com os homens; tornou-se possível fazer uma imagem daquilo que se viu dele. Talvez venha daí, o incômodo de alguns diante da fragmentação das peças consideradas sagradas, pois é como se algo ainda permanecesse ali, intocado...
Na exposição Corpo Santo, Vilarouca retoma, portanto, a esses ícones litúrgicos em estado de ruína como uma espécie de “denúncia a um modo operante de controle religioso e a frágil eternidade dessas relações”. Através de trabalhos em fotografia, vídeo e instalação com tecidos, ele contextualiza espacialmente e temporalmente o mundo dos romeiros e dos santos quebrados na cidade de Padre Cícero. Um lugar mítico, em constante movimento, de qual se perderam os limites que separa passado e presente, sagrado e profano.
Ana Cecília Soares e Júnior Pimenta 
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asttaeroth · 5 years ago
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Comercio
Los famas habían puesto una fábrica de mangueras, y emplearon a numerosos cronopios para el enrollado y depósito. Apenas los cronopios estuvieron en el lugar del hecho, una grandísima alegría. Había mangueras verdes, rojas, azules, amarillas y violetas. Eran transparentes y al ensayarlas se veía correr el agua con todas sus burbujas y a veces un sorprendido insecto. Los cronopios empezaron a lanzar grandes gritos, y querían bailar tregua y bailar catala en vez de trabajar. Los famas se enfurecieron y aplicaron en seguida los artículos 21, 22 y 23 del reglamento interno. A fin de evitar la repetición de tales hechos. Como los famas son muy descuidados, los cronopios esperaron circunstancias favorables y cargaron muchísimas mangueras en un camión. Cuando encontraban una niña, cortaban un pedazo de manguera azul y se la obsequiaban para que pudiese saltar a la manguera. Así en todas las esquinas se vieron nacer bellísimas burbujas azules transparentes, con una niña adentro que parecia una ardilla en su jaula. Los padres de la niña aspiraban a quitarle la manguera para regar el jardin, pero se supo que los astutos cronopios las habían pinchado de modo que el agua se hacía pedazos en ellas y no servía para nada. Al final los padres se cansaban y la niña iba a la esquina y saltaba y saltaba. Con las mangueras amarillas los cronopios adornaron diversos monumentos, y con las mangueras verdes tendieron trampas al modo africano en pleno rosedal, para ver cómo las esperanzas caían una a una. Alrededor de las esperanzas caídas los cronopios bailaban tregua y bailaban catala, y las esperanzas les reprochaban su acción diciendo así: Crueles cronopios cruentos! Crueles! Los cronopios, que no deseaban ningún mal a las esperanzas, las ayudaban a levantarse y les regalaban pedazos de manguera roja. Así las esperanzas pudieron ir a sus casas y cumplir el más intenso de sus anhelos: regar los jardines verdes con mangueras rojas. Los famas cerraron la fábrica y dieron un banquete lleno de discursos fúnebres y camareros que servían el pescado en medio de grandes suspiros. Y no invitaron a ningún cronopio, y solamente a las esperanzas que no habían caído en las trampas del rosedal, porque las otras se habían quedado con pedazos de manguera y los famas estaban enojados con esas esperanzas.
Tomado del libro ‘Historias de Cronopios y Famas’ del escritor Julio Cortázar.
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aloneinstitute · 2 years ago
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Curiosidades Históricas!!
Michelangelo Buonarroti
Pietà (Detalhe) 1498–1499
Mármore 174 cm × 195 cm
Basílica de São Pedro, Cidade do Vaticano
A Pietà (1498–1499) é uma obra de escultura renascentista de Michelangelo Buonarroti, alojada na Basílica de São Pedro, na Cidade do Vaticano. É a primeira de uma série de obras do mesmo tema do artista. A estátua foi encomendada ao cardeal francês Jean de Bilhères, que era representante em Roma. A escultura, em mármore de Carrara, foi feita para o monumento fúnebre do cardeal, mas foi transferida para o local atual, a primeira capela do lado norte da entrada da basílica, no século XVIII. É também a única escultura conhecida criada por um nome proeminente da época renascentista que foi instalada na Basílica de São Pedro que foi aceita pelo Capítulo de São Pedro.
Em 21 de maio de 1972, aos 33 anos de idade (idade tradicional de Jesus na morte), na festa de Pentecostes, Laszlo Toth, nascido na Hungria,
empunhando um martelo de geólogo e gritando: "Eu sou Jesus Cristo - ressuscitou dos mortos", atacou a estátua Pietà de Michelangelo na Basílica de São Pedro, Cidade do Vaticano. Com quinze golpes ele removeu o braço de Mary pelo cotovelo, arrancou um pedaço de seu nariz e lascou uma de suas pálpebras. Toth foi subjugado por espectadores, incluindo o escultor americano Bob Cassilly, que atingiu Toth várias vezes antes de puxá-lo para longe da Pietà. Em vista de sua aparente insanidade, Toth nunca foi acusado do crime. Em 29 de janeiro de 1973, ele foi internado em um hospital psiquiátrico italiano. Ele foi libertado em 9 de fevereiro de 1975 e foi imediatamente deportado para a Austrália, onde estudou antes do ataque; As autoridades australianas não o detiveram.
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gilsonsoares · 2 years ago
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Confissão de um assassinato
Como ela é linda, atraente, faz tempo que não a observava nesse ângulo. Olha essa altura, esplêndida! No seu pico, o símbolo da fé. Nas alturas, tão próxima do céu, nas nuvens: parece nos olhar, esquadrinhar. Todos os passantes aqui em baixo, com seus pecados, segredos, orgulhos; hipócritas! Alguns passam sem notá-la, acostumaram-se com esse monumento gigantesco e colossal, outros, tiram fotos, os mais crentes fazem o sinal da cruz, tem que ter respeito, afinal, os olhos atentos estão lá em cima, observando-nos.
Depois de um tempo, não notei o quanto, olhando esse símbolo da cidade, sua simetria cônica, maior da América Latina, senti desejo de entrar. Na verdade, começo a pensar que meus pés me trouxeram aqui de propósito. Precisava respirar um ar menos pesado, não havia pensado em uma igreja, agora, talvez, faça sentido, comecei a me sentir melhor no seu interior.
Dentro, uma verdadeira obra de arte, gravuras nas paredes, janelas em mosaicos, tudo soava a redenção. O silêncio era o melhor, parecia que todo o barulho do mundo parava na porta. Pairava no ar uma áurea, não sei, um tanto fúnebre, saudosista. Todo esse ambiente me trouxe uma paz nunca sentida. No entanto, me veio à cabeça o motivo que talvez me trouxe aqui, uma culpa que me martelava os sentidos a meses.
Minha esposa, Maria, morreu há dois anos em um assalto; o assassino, um garoto problemático do bairro, ficou menos de um ano internado, pois era menor. Na verdade, ela poderia ser salva, os médicos disseram que se o socorro tivesse chegado antes, o quadro seria outro. Pois é, lá no bairro acontece isso às vezes, é descaso com os pobres, se fosse num bairro de rico, o socorro chegaria rápido.
Na parede ao lado, em uma gravura, aparece Jesus sendo chicoteado carregando uma cruz. Olhei com raiva, senti um desejo de ajudá-lo, espancar quem o castigava. Por que tem que ser assim? Os humildes, os pobres, com boas intenções, são sempre castigados. Aquele garoto, que guardei tanto rancor, é outra vítima desse sistema sujo. Mas, como tudo que se faz tem sua pena, achei injusto aquele assassino matá-la como um animal e não ser punido.
Aproximei-me do altar, as imagens, Jesus, os anjos, pareciam me observar. Eu estava começando a me sentir um intruso. Queria falar com Deus sobre meus pecados, tirar esse peso, não só meu, mas da raça humana, que por ser humano, carrego desde quando cheguei a esse mundo corrupto. Sentei no banco de madeira, olhei em volta, comecei a mastigar uma prece. Do outro lado, havia um rapaz, com o boné nas mãos, suava na testa, mexia os lábios freneticamente, parecia nervoso. Quando percebeu que eu o fitava, fechou a cara e se levantou, ficou mais alguns instantes olhando a imagem de Jesus, e saiu.
Com exceção de uma velhinha no fundo que não se mexia, e um casal que tirava fotos de tudo, eu estava sozinho na igreja. O silêncio, que antes era total, começou a vir em meus ouvidos uns zumbidos, uma espécie de murmúrio, preces veladas. Olhei nas galerias acima, pensei estar vindo de lá. Voltei para meus pensamentos.
Ajoelhei, muito sem jeito, não estava acostumado. Senhor…Bom…o Senhor sabe porque estou aqui…Oh meu Deus, como fazer isso!
O assassino, como eu disse, era menor. Alguns meses depois ele completou maioridade, e menos de um ano, estava na rua, com uma tornozeleira. Eu fiquei com muito ódio dele. Amava minha esposa, fazíamos, naquele ano, 20 anos de casados. Nossa filha, Catarina, se fechou para o mundo desde então. A justiça da terra falhou, a de Deus, bom, é com ele, não vi resultado. Resolvi então dar fim no assassino de minha mulher.
As imagens, pareciam ouvir meus pensamentos, me cercavam com seus olhares acusadores. Na cruz no altar, o Cristo me olhava com ternura, mas ao mesmo tempo, censura. “Aparta-se de mim malfeitores”.
Desta forma, com a ideia formada na cabeça, comecei a pô-la em prática. Comprei uma arma, isso foi o mais fácil, qualquer esquina se compra uma. Como sabia quem era o sujeito, só precisei de paciência para seguir todos seus passos e rotina. O rapaz não trabalhava, morava com uma tia, ele a agredia, ameaçava, e a mulher era obrigada a trabalhar para sustentá-lo. Todos os dias, por volta das 18h00, o assassino frequentava um bar, bebia e jogava baralho até horas mortas. Foi aí que vi uma brecha.
Em um sábado, já pelas dez e pouco da noite, resolvi dar cabo ao plano, carreguei o revólver, fumei um cigarro, tomei um copo de cachaça; eu não bebia, foi para dar coragem. Marchei ruma ao bar, meio trôpego, olhar um tanto turvo, acho que exagerei na bebida. Chegando ao bar notei que estava mais cheio que de costume; avistei o assassino, bebia, fumava e jogava. Arrumei a arma na cintura, o aço gelado, dava-me calafrios. Pedi um refrigerante.
Fiquei em pé, encostado no balcão. Suava frio, sentia minha pressão cair lentamente. Evitava olhar diretamente para o sujeito. Ele, muito safo, falava com muita gente, mexia com as mulheres, bebia, dançava. Depois de uma partida de baralho, o assassino, chamado por Perneta, por ter uma perna manca, começou uma discussão, briga de jogo. Alguns empurrões, desferiu um murro no rosto do seu desafeto, recebeu outro, e ficou por isso. Acabou o jogo, o dono do bar expulsou todos, ameaçou chamar “os homi”.
No meio da balbúrdia, xingamentos, saíamos todos. Perneta, branco e fino igual uma folha de papel, já muito vermelho de bebida, saiu abraçado com uma moça, igualmente bêbada; desceram pela rua Paraíso, muito escura e sem asfalto. Eu o observava, esperando o momento certo, desci atrás. Ergui o capuz, com as mãos trêmulas, coração batendo tão forte que parecia explodir. A rua deserta; ameacei sacar o revólver, o cão enroscou na minha cinta. Limpei a testa do suor, respirei fundo, olhei para os dois caminhando em zig-zag. Essa era a hora! Saquei a arma! Mirei, nas sombras, para meu alvo, tremia igual vara verde. Chamei-o, queria que me visse, quando ele virou, um homem saiu de baixo de uma árvore, e pelas suas costas, desferiu duas facadas abaixo das suas costelas, fazendo-o uivar de dor.
Saí correndo da cena do crime, ninguém viu meu rosto, não vi o assassino que chegara na minha frente, e a moça ficou congelada olhando tudo, atônita. Dias depois, Perneta morreu no hospital, seu assassino, permaneceu foragido. Li tudo no Jornal do Povo.
Levantei, estava zonzo de ficar tanto tempo de joelhos. Os zumbidos, outrora mais tímidos, pareciam mais altos, nervosos, preces, murmúrios, sem nexo, palavras incompreensíveis; no meio dessa zoada, uma palavra entendi: culpado!
Olhei dos lados, não havia ninguém, só do outro lado, pela porta principal, chegavam alguns fiéis, todos muito bem vestidos, rostos lívidos, ar cândido; pareciam carregar o próprio cristo nos braços.
Eu não sei se teria coragem, acho que nunca saberei! Mas, uma coisa é certa, a intenção sempre existiu. O que não me torna menos culpado. Afinal, quem é inocente? Só Jesus. Esse me olhava com repressão lá de cima. Um ser humano desprezível, assim como todos os outros. Nunca procurou a igreja, agora, quando está aflito, procura redenção!
O sangue daquele homem está nas minhas mãos, isso não me sai da cabeça! E o que me deixa com sentimento maior de culpa é que não me senti vingado. Queria eu, eu! Quem o tiraria desse mundo, igual ele fez com minha mulher. Mas, na hora, penso que titubearia. Talvez assim o desfecho fique melhor; sempre há alguém mais corajoso.
Olhei com olhar molhado para o altar, para as paredes, para cima, ao telhado em forma de funil. Lá no alto, no pico, escuro, parecia uma entrada para o paraíso, distante, silenciosa; porém, para mim, aparecia sem luz, com um espaço apertado, difícil de entrar. Quando baixei a visão, as imagens, muito reais, pareciam se mover; o Cristo, já não olhava para mim. Os anjos, com olhar severo, me expeliam daquele lugar santo. Eu era um pária. Eu havia rompido o limite, a linha tênue, que separa os santos dos impuros. Aquela santidade toda era demais para mim. Era preciso me retirar com o peso da minha impureza, para sobrar espaço para a santidade dos fiéis que desfilavam com sua leveza de querubim invejável.
Sai daquele lugar, que quando na entrada, me sentia bem, agora, saí quase a ponta pé pelas divindades e olhar dos santos que entravam aos poucos para o seu lar. Suava dos pés à cabeça. O sol castigava a terra com seu calor, e a mim, parecia destinar seu calor mais infernal.
Já na rua, contemplava com olhar triste aquele lugar lindo, motivo de orgulho da cidade, forma de cone, alto e…. inalcançável. Era mais um lugar estranho. Antes de partir, dei mais uma olhada por cima do ombro, sorri. Pensei em fazer o sinal da cruz, não fiz… Assim seja.
Gilson Soares
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