#monte de los olivos
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Mount of Olives, Jerusalem, ISRAEL
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Fiesta del Corpus Chisti 2004 en Madrid: Solemnidad del santisimo cuerpo y sangre de Cristo.
Su vida: derramada por nosotros para inaugurar la nueva alianza.
youtube
Angelus del Papa Francisco en https://youtu.be/930r3nj3XoY?si=OgOU363E_nlOdx74
Misa solemne en https://www.youtube.com/live/X6OVRGSxxEs?si=vsK3nJLu3k8yoTbD (la almudena) y tambien en https://www.youtube.com/live/bAR09KafGIA?si=9A6x7lt0oPTsLZ6E (desde Medinacelli).
Tambien des de Ns del Rosarion en https://www.youtube.com/live/ghlTg2cPg8Y?si=9cC8uc-ZloLkpKvR
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 14, 12-16. 22-26
El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
«¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?».
Él envió a dos discípulos, diciéndoles:
«Id a la ciudad, os saldrá al paso un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Cuál es la habitación donde voy a comer la Pascua con mis discípulos?".
Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, acondicionada y dispuesta. Preparádnosla allí».
Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la Pascua.
Mientras comían, tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:
«Tomad, esto es mi cuerpo».
Después, tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron.
Y les dijo:
«Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios».
Después de cantar el himno, salieron para el monte de los Olivos.
Palabra del Señor.
Y hoy seguimos rezando el rosario en ferraz en https://www.youtube.com/live/_EQFMSuBXDk?si=meTy19aroA10xwFw
La procesión la pondré en diferido.
#Catolicismo
#Iglesia
#Church
#evangeliodehoy
#ChurchLife
#ChurchBoletin
#corpuschristy
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MATEO 26:14-16
Un momento de quietud
Al amanecer del Miércoles Santo, un día antes de la Pascua y dos días antes de la crucifixión de Jesús, el plan de Dios para la redención de la humanidad estaba llegando a su momento más crucial en la historia.
El Miércoles Santo no es un día en que los autores de los evangelios enfatizan mucho. Parece ser un día relativamente tranquilo en la vida de Jesús, sin eventos sobresalientes registrados.
Lucas señala a grandes rasgos que "cada día Jesús enseñaba en el templo, y cada tarde salía a pasar la noche en la colina llamada Monte de los Olivos". Sin embargo, los movimientos específicos de Cristo no se describen con detalle.
Después de una emocionante entrada triunfal el domingo, seguido por las mesas volteadas del lunes y los tensos enfrentamientos verbales del martes, el miércoles trae una delicada —casi frágil— sensación de pausa.
El Miércoles Santo brindó a Jesús y a sus seguidores la oportunidad de tomar aliento, reflexionar sobre todo lo ocurrido y prepararse para lo que vendría a continuación.
Con la profunda importancia de la última cena en el menú de mañana, la jornada de hoy nos invita a tomar un respiro, a hacer una pausa y reflexionar acerca de todos los detalles del fin de semana que tenemos por delante.
Hay otra parte del Miércoles Santo que también merece nuestra reflexión. Mientras Jesús, pasaba este día en preparación y relativa calma, al mismo tiempo, había alguien con intenciones no tan nobles trabajando en la sombra y con una agenda aún más sombría.
Mateo lo describe muy bien en el pasaje de hoy: Uno de los doce, el que se llamaba Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes. ―¿Cuánto me dan, y yo les entrego a Jesús? —les propuso. Decidieron pagarle treinta monedas de plata. Y desde entonces Judas buscaba una oportunidad para entregarlo.
Los actos de Judas Iscariote nos explican por qué algunas personas se refieren a este día como el "Miércoles del Espía". Es el momento crucial y trágico de la traición, que prepara el escenario para los sorprendentes eventos que vendrán, de hecho, es lo que marca este día como uno de profundos contrastes.
Mientras Jesús se preparaba para dar su vida de manera desinteresada, Judas estaba enfocado en lo que podía obtener en la suya. Mientras Jesús seguía obedientemente la voluntad de su Padre, Judas optaba por la rebeldía. Mientras Jesús entraba en la gloria, Judas escogía un camino de dolor y sufrimiento.
En el “Miércoles del Espía”, se nos presenta un enfoque marcado pero opuesto: la obediencia perfecta de Cristo y la rebelión pecaminosa del hombre, señalando un choque inminente de gran trascendencia. Este contraste profundo nos invita a una pausa reflexiva.
A medida que nos acercamos a la cruz, ¿cómo está tu relación con Jesús en este momento? ¿Dónde te encuentras?
¿Estás siendo activo y comprometido, o te sientes distraído y desconectado?
Hoy es una gran oportunidad para acercarte y reencontrarte con tu Salvador. Él está contigo en este preciso instante.
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Cuando apareció la gracia...
Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, (Tito 2:11)
La aparición de la gracia cubre toda la vida y ministerio de Jesucristo, desde el nacimiento de Jesús, pasando por la cruz y hasta la resurrección; desde Belén hasta el monte de los Olivos; desde los cielos abiertos cuando los pastores oyeron las voces de los ángeles cantando, hasta los cielos abiertos cuando los discípulos miraban y lo vieron desaparecer entre las nubes del cielo. Treinta y tres años, pero una sola aparición de Jesucristo. La palabra aparición es, en el lenguaje original, epifanía. Se ha transliterado al inglés significando un resplandor. En el maravilloso estilo de la New English Bible pone: La gracia de Dios ha amanecido sobre el mundo. ¡Qué expresión tan hermosa!
Gracia significa que el primer asunto en la agenda de Dios para tratar con el hombre no es el juicio, sino el amor. Es asombroso cuántos hay hoy que temen que si se acercan a Dios, la primera cosa de la que Dios querrá hablar será la condenación, que Él desea castigarlos por sus pecados. Pero las Escrituras dicen: Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Juan 3:17). El primer interés de Dios por el hombre no es el juicio. Durante casi 2.000 años, Dios ha permitido que el hombre se salga con la suya. Está permitiendo que el hombre, en su ignorancia y terquedad, abuse y mal use el regalo de vida de Dios, con el fin de que tenga la oportunidad de oír el maravilloso relato completo de la redención del Señor Jesucristo, que es que hay una salida a la tristeza, angustia y pecaminosidad del hombre.
No sólo se nos describe claramente la naturaleza de esta aparición como gracia, sino que el propósito de la misma se anuncia claramente: traer salvación a toda la humanidad. No entienda eso como que todos los hombres serán salvados automáticamente, con independencia de lo que creen o de cómo viven, pues hay sobradas Escrituras, incluyendo las salidas de la boca del mismo Jesús, que dicen otra cosa. La salvación nunca se presenta como algo automático. No es que todos los hombres serán salvados, sino que todos los hombres pueden ser salvos. Está disponible para todos. Aunque es verdad que el primer asunto de Dios con el hombre es Su amor y gracia, sin embargo, si un hombre no quiere ni oír hablar de eso, al final, Dios debe pasar al asunto del juicio y la condenación. Pero, si el hombre trata con Dios de la gracia, el resultado es la salvación.
Gracias, Padre, por la aparición de la gracia y porque a través de esa aparición puedo saber que soy amado y no tengo que temer al juicio.
Aplicación a la vida ¿Qué significa la gracia de Dios para usted y qué diferencia supone en su vida? ¿Agradecerá a Dios la salvación que viene por Su gracia?
(Ray Stedman).
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Escritoras Expresionistas
Lasker-Schüler, Else
Else Lasker-Schüler (Eberfeld, hoy Wuppertal, 1869-Jerusalén, 1945), poeta expresionista, fue considerada por Gottfried Benn como la poeta lírica más grande de Alemania. Su doble condición de mujer y judía está en el centro de su obra, en la que aúna intimismo vitalista y simbolismo religioso. Última de seis hermanos, fue hija del banquero Aaron Schüler y su esposa Jeanette Kissing. La tragedia no tardó en visitar a su familia, pues en 1890 falleció su madre, en 1894 su hermano Paul y en 1897 su padre. En 1894 se casa con el médico Berthold Lasker Jonathan y se muda a Berlín, donde residirá hasta 1933. En 1903 se divorcia y vuelve a contraer matrimonio, esta vez con el músico y editor Georg Lewin. Tras separarse de Lewin en 1910, se ve obligada a recurrir al apoyo de amigos y colegas para obtener ingresos. En 1912 conoce a Gottfried Benn, con quien entabla una gran amistad. La muerte de su hijo Pablo por tuberculosis en 1927 le sume en una profunda crisis emocional. A pesar de recibir en 1932 el Premio Kleist, al año siguiente emigra a Zúrich debido a las amenazas del partido nazi. Viaja al Mandato Británico de Palestina en 1934 y en 1937. Su nacionalidad alemana le es revocada y en 1939 hace su tercer viaje a Palestina. El estallido de la Segunda Guerra Mundial le impide volver a Suiza. En 1944 enferma gravemente y poco después fallece de un ataque al corazón. Yace enterrada en el Monte de los Olivos en Jerusalén. La obra de Lasker-Schüler se compone de poemas, tres obras de teatro, cartas (El malik, serie de cartas ficticias escritas al pintor Franz Marc, fallecido en la Primera Guerra Mundial) y numerosos dibujos. En vida vio publicados sus poemas en revistas fundamentales del movimiento expresionista como Der Sturm y Die Fackel de Karl Kraus.
Un viejo tapiz tibetano "Tu alma, que ama a la mía, se entreteje con ella en un tapiz del Tíbet. De haz en haz, con colores de amor, un cortejo de estrellas a lo largo del cielo. Descansan nuestros pies en el tesoro de una malla de mil y mil anchuras. Dulce hijo del Gran Lama en el trono de almizcle, ¿durante cuánto tiempo tu boca besará la mía y mejilla contra mejilla hará un tejido multicolor de horas?"
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EL MAYOR BOSQUE ARTIFICIAL...
...del mundo, está en el Santo Reino, nombre antiguo de Jaén, en Andalucía (España). Alguien me dejó en el buzón este hermoso documental sobre el olivo, la aceituna y el aceite.
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La única grasa vegetal que debiera llamarse "aceite" es, obviamente, la procedente de la aceituna. Su zumo natural con propiedades insuperables es el aceite extra virgen, de baja acidez y propiedades organolépticas sabrosas y olorosas: afrutamiento, amargor, picante... Tampoco está mal el aceite virgen. El resto de grasas han sido "refinadas", usando agregados químicos, y han perdido parte de sus propiedades saludables, si no todas.
El olivo, o la oliva -como decimos en Jaén- es sin duda el árbol de la inmortalidad, el árbol de Atenea, la Minerva latina; el árbol de la paz; el aceite un noble fluido con el que se uncían atletas y reinas. Aguanta heladas y calores, sequías y podas drásticas que lo rejuvenecen. Su madera calienta muerta y se retuerce viva. En el bosque de olivos sobreviven numerosas especies si no se abusa de pesticidas y herbicidas.
El aceite, como el vino y el pan de trigo, son las tres patas de la gastronomía mediterránea.
Los olivos cambian de color según el tiempo. Se protegen así de la sequía o, por el contrario, ofrecen sus bocas estomáticas a las nubes que los fertilizan con su lluvia. Combinan el verde sobrio con la plata.
En tiempos de lo romanos ya se producía aceite masivamente en el Santo Reino para atender la demanda del imperio. Da testimonio de ello el Monte Testaccio de Roma, creado con los restos de las vasijas de la Bética.
A principios de siglo, Jaén ha protagonizado una revolución en la cultura del aceite, primando cada vez más la calidad, en lugar de la cantidad, mediante un anticipo de la recolección y una molturación rápida.
Añado una poética descripción espigada en una gran novela histórica premiada con el Goncourt en 1960.
"Era una tarde tranquila; aún hacía calor, pero la brisa, al darles la vuelta suavemente a las hojas de los olivos, les hacía revelar su vientre plateado como pececillos en el agua límpida"
Vintila Horia. Dios ha nacido en el exilio. Son palabras que el autor atribuye al diario apócrifo de Ovidio en Tomis (actual Constanza en Rumanía, puerto del Mar Negro).
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La Escritora
by Esther
La escritora fue una de las primeras historias que publiqué allá por 2006 en esta página. No llegué a terminarla y estaba en una carpeta olvidada de mi PC, pero hoy he querido rescatar un fragmento. El escrito ni siquiera tiene capítulos sino que empalma unas historias con otras como si fuese un monólogo, por lo que lo publicado aquí son sólo las tres primeras páginas del escrito.
Lo publico a modo de curiosidad, sin más pertensiones que compartirlo, con vosotros. Supongo que si ya habéis le��do otras historias mías se debe notar el estilo. En este caso la historia la narra el propio hijo en primera persona y eso creo que es una novedad respecto a mis otras historias.
Tal vez en un futuro revise la historia y la novele como es debido, espero que guste.
La escritora
La escritora es mi mamá, yo soy Guillermo su hijo, actualmente tengo 18 años y estoy de vacaciones con ella. Estaremos juntos todo el verano en esta casa rural a las afueras de un pueblo pequeño donde ella busca tranquilidad, según dice. A mi la verdad es que me disgusta estar aquí en lugar de estar con mis amigos en la playa o la piscina, y debido a esto aún estoy disgustado con ella. Ya noche tuvimos una acalorada discusión sobre este asunto y eso que sólo había pasado un día desde nuestra llegada.
Estamos rodeados de olivos y montes donde según dice ella podremos dar largos paseos y hablar. No entiendo su afán por hablar, hablar de qué, después de todo ella pasó todo el año viajando y apenas nos vimos y ahora me trae a esta casa solitaria, vieja y aburrida, con sus paredes de piedra y barro blanqueadas. Definitivamente yo soy un chico de ciudad y creo que eso no lo va a poder cambiarse.
Después de tanto discutir ella terminó llorando —odio que haga eso, yo ya no lloro—, aunque en el fondo me dio pena pues era mi madre y en el fondo me dolía verla así de apenada. El caso es que cuando se consoló me prometió que si en una semAroa seguía queriendo irme me llevaría de vuelta con mi padre y podría ir a la piscina y a la playa con mis amigos en la ciudad.
Esta mañAroa nos hemos levantado muy callados, yo no se que decir y ella creo que tampoco. Apenas me ha preguntado que quería para desayunar y luego cuando he bajado después de lavarme me he encontrado que había preparado otra cosa, tostadas con aceite y leche con cacao fresquito. Sólo me ha gustado esto último en principio aunque después de insistir me lo he probado y me ha gustado, normalmente no tomo pan con aceite y lo cierto es que su sabor me gusta. Según dice es lo típico por aquí, también ha preparado tomate triturado y se lo ha echado a otra tostada y el efecto me ha gustado aún más, saben mucho estos andaluces.
Cariño, ¿te apetece pintar?
¿Cómo dices?
Que si te apetece pintar, es que el dueño de la casa me ha dicho que perdonase el estado de la casa que tenía que haberla pintado pero que su mujer tuvo un accidente en primavera y no pudo hacerlo, entonces yo le he propuesto que si él traía las brochas y la cal nosotros lo haríamos, ¡vamos será divertido!
Vaya, y encima de pagarle por estar aquí vamos a tener que pintarle la casa —protesté yo indignado por su ingenua actitud.
¡Será divertido! Por las mañAroas pintaremos y por las tardes daremos paseos y nos bañaremos en el río que no está lejos de aquí. No te lo había dicho pero el dueño me ha comentado que tiene cercada toda la parcela y que parte del río pasa dentro de la misma y podremos bañarnos con intimidad en él, imagínate lo, ¡un río para nosotros sólos!
Mi madre parece estar mucho más ilusionada que yo, pero no quiero comenzar otra discusión así que accedo a pintar. Después de todo, sino qué vamos ha hacer aquí todo el día sin ir a ningún sitio.
En una nave contigua a la casa el dueño había dejando todos los apaños para pintar, brochas y cal. Yo desconocía aquella faceta de pintora de mi madre pero al parecer cuando era joven lo hacía en su casa del pueblo.
Ya llevamos una hora pintando, el calor empieza ha hacer mella en nosotros, menos mal que el corral son apenas cuatro paredes sin mucha complicación y no tardaremos mucho en acabarlo. Pintamos en silencio y este silencio me hace reflexionar, pienso en mi madre, la veo pintando junto a mi y recuerdo que la echaba de menos. Desde que se divorciaron, apenas pasamos juntos el verano y algunos fines de semAroa. Este año ha sido especialmente intenso pues ha publicado un libro y ha estado de gira, por lo que apenas nos hemos visto.
¿En qué piensas Guille? - me pregunta mi madre rompiendo el hielo.
En nada – contesto yo de forma seca.
Sabes, trabajar es bueno, relaja los músculos y la cabeza, pues mientras trabajas puedes pensar con claridad, por eso te preguntaba en qué piensas.
Bueno pensaba en lo poco que nos hemos visto este año.
¡Lo siento hijo, ya sabes que publiqué el libro y he estado muchos meses de viaje!
Ya lo se mamá, supongo que es muy bueno para ti.
Si, se está vendiendo bien, creo que no tendré que publicar otro hasta dentro de dos o tres años. Con lo que ahora nos podremos ver más. Por eso quería que vinieses aquí conmigo para poder estar juntos, ¿lo entiendes? Aunque ya sé que es un fastidio no tener a los amigos cerca, pero hijo piensa que es para poder recuperar el tiempo perdido.
Continuamos el trabajo, mi madre ahora tiene que subirse a una escalera y me pide que se la aguante mientras ella pinta. Tengo la camiseta manchada por el sudor y ella también tiene su camisa mojada, para refrescarse se ha desabrochado dos botones de la misma e incluso se le ve el sujetador. La verdad es que me da vergüenza mirar, es el tabú de ver desnuda a la madre propia lo que me hace sentir remordimientos aunque admito que se conserva muy guapa para su edad, y la encuentro más delgada, se ve que con tanto viaje ha comido poco o mal y ha perdido peso quedándose con una buena figura.
Ahora que sujeto la escalera me doy cuenta con cierto espanto de que al mirar para arriba sus nalgas se muestran ante mi sin tapujos, puedo también verle las bragas blancas que lleva y durante unos instantes me quedo absorto en su contemplación, pero de nuevo el pudor me hace apartar la vista.
A mis dieciséis años me considero sexualmente muy activo, me masturbo varias veces al día, me excito contemplando un par de revistas porno que escondo celosamente entre mis libros que supuestamente he traído para repasar. Una de ellas me gusta especialmente pues es muy guarra y se ven unas mujeres impresionantes, junto a escenas muy escabrosas donde los tíos eyaculan en sus caras y cuerpos. Me pregunto como conseguirán captar los chorros de leche en pleno vuelo, casi sólidos.
Y absorto como estoy en mis íntimos pensamientos no tarda en ponérseme dura bajo las bermudas, y en desear que llegue la siesta para aliviarme esta excitación que tengo.
De nuevo miro hacia arriba y veo los muslos sudorosos de mi madre que se afAroa en continuar pintando, también me fijo en lo empapadas que tiene las bragas, especialmente entre cachete y cachete, en lo que sería la raja del culo. Entonces surge lo inesperado y me doy cuenta de que mi madre se ha dado cuenta.
¡Guille, no me estarás viendo las bragas! - exclama para mi vergüenza.
Sin saber qué hacer o qué decir miro para abajo sintiendo como el calor que me ruboriza sube hasta mi cara.
Es broma hombre, no te avergüences, sólo bromeaba. De todas formas soy tu madre, no sería la primera vez que me ves las bragas.
Continuamos pintando, pero ahora ya mi madre baja de la escalera para mi alivio, pues la situación se había tornado muy embarazosa.
Tengo gAroas de hacer pis, pero lo voy ha hacer aquí mismo en el caño que hay en el centro del patio hijo, no me apetece subir a la planta de arriba de la casa, así que sé discreto y no mires, ¿vale cariño? - me pide mi madre para asombro mío.
Está bien mamá, no miraré –contesto yo algo escandalizado.
Mientras continúo pintando no puedo evitar oír el chorro que cae con fuerza en el agujero y siento la tentación de mirar de reojo pero el complejo de Edipo me lo impide, así que lucho por no hacerlo y que se pueda dar cuenta. Es extraño, siento morbo ante esta situación y rechazo al mismo tiempo.
Oye Guille, qué te parece si preparo unos bocadillos y nos vamos a pasar el día al río, nos podemos bañar allí y hasta echar la siesta, según me ha dicho Cipriano hay sombras de álamos que crecen junto al río y estaremos muy bien.
Bueno - me limito a decir, pues estoy bastante cortado con los últimos acontecimientos.
2
Al terminar nos ponemos los bañadores y las camisetas, y sin ducharnos, pues al fin y al cabo nos vamos a bañar ahora mismo, emprendemos camino hacia el río.
Creo que debe de estar a un un kilómetro más o menos y el paseo se nos hace interminable bajo el intenso sol. Menos mal que vamos provistos de sombreros que hemos encontrado en el pajar del cortijo.
Al llegar al paraje comprendo por qué aquello se lo recomendó tanto el casero, en medio de gigantes álamos, que proyectan grandes sombras, vemos una presa natural hecha en el el cauce del riachuelo que pasa por allí, que cae en una pequeña catarata en la parte de arriba dejando el agua mansa permanecer en la poza que forma nuestra piscina privada y salvaje.
Inmediatamente nos metemos en el agua, pero descubrimos con sorpresa lo fresquista que está y se nos quitan las gAroas de tirarnos de cabeza, teniendo que meternos poco a poco adaptándonos a su temperatura.
Mientras nos metemos no puedo evitar fijarme en lo duros que se le han puesto los pezones a mi madre, es curioso nunca había reparado en lo grandes que los tiene, y no es que tenga los pechos muy grandes, es ciertamente curioso. Sin duda el frío del agua hace que se le ericen de esa manera tan espectacular, pienso.
Está fresquista, ¿eh?
Sí, muy fría, especialmente cuando llega a ... – tengo que detenerme pues iba a soltarle una burrada a mi madre.
¿Al los huevecillos? – termina afirmando ella dada mi timidez.
Si, a eso – contesto yo mientras nos reímos a carcajada limpia– . Oye mamá pues a ti lo que se te pone tieso es otra cosa, afirmo yo tras el regocijo en que hemos entrado sin pensar en las consecuencias.
Para colmo mi madre parece no haber cogido el chiste y se sonríe aunque extrañada trata de averiguar lo que ha llamado mi atención de su Aroatomía. No tarda mucho en darse cuenta lo abultado de sus pezones y entonces su risa cambia volviéndose algo más una risa nerviosa que graciosa.
¡Qué vergüenza hijo, no lo sabía! – exclama mi madre ruborizándose.
No te preocupes mamá, es algo natural, ¿no?
Bueno sí –afirma finalmente relajándose después de todo.
Ya más adaptados al agua nadamos un rato y descubrimos que no está tan fría una vez metidos dentro.
¿Tienes hambre cariño?
¡Un montón! –contesto al instante pues tanto pintar ha despertado mi voraz apetito.
Nos salimos y buscamos una sombra a la que extender las toallas. Nos sentamos y comenzamos a devorar los bocadillos y los refrescos que hemos traído. Al final decidimos echarnos la siesta y nos tumbamos uno junto al otro, pero en distinta toalla claro, y nos quedamos dormidos.
No sé cuanto tiempo he pasado durmiendo, lo que sé es que he descansado muy bien, se nota que el trabajo también da sueño. Mi madre aún duerme en su toalla a mi lado. Entonces no puedo evitar el contemplarla.
El bikini le sienta muy bien, con lo seca que se ha quedado, es rosa, yo diría que hasta un poco provocativo pues su tamaño se podría decir que es reducido aunque sin llegar a ser escandaloso. Ella duerme plácidamente mientras yo la observo. Sus pezones ya han vuelto a su estado natural.
Su pelo rubio ondea suavemente con el suave viento que corre. Hace mucho calor y el viento está igualmente caliente y es sofocante. Este calor provoca un nuevo efecto inesperado en mi, despertando la impaciente que quiere pedirme guerra, pero no puedo, mi madre está justo a mi lado. Así que la olvido esperando que se tranquilice un poco...
He intentado cerrar los ojos y seguir durmiendo, pero la excitación que tengo me lo ha impedido, al hacerlo veo a mi madre en bikini y no puedo quitarme de la cabeza pensamientos pecaminosos respecto a ella. Mi mente está confundida, por un lado siento deseo y atracción sexual hacia su cuerpo y por otro rechazo ante algo prohibido, algo que la sociedad me ha dicho que está mal.
Incluso se me ha pasado por la cabeza la idea de acariciarle un pecho mientras duerme, o incluso bajarle un poco el bañador para mirar el secreto que se esconde tras su tela, pero el miedo a que se despierte y se de cuenta de lo que hago me paraliza y soy incapaz de intentarlo siquiera.
Las imágenes lujuriosas continúan pasando por mi mente sin yo poder hacer nada para evitarlas, sólo repudiarlas al olvido conforme van llegando, o al menos intentarlo, pues el morbo que me producen me hace a la vez desearlas.
Harto ya de psicosis decido levantarme y bañarme en la fresca charca a ver si el agua fría aplaca mi dilatada imaginación. Ahora está menos fría la entrar así que en unos segundos estoy chapoteando en el líquido elemento. Mientras tanto mi veo a mi madre desperezarse de sus siesta y saludarme mientras me baño.
Tras unos minutos, mi madre termina de desperezarse y se lanza literalmente al agua estilo “bomba” consiguiendo salpicar mucha a gua. Muy sonriente se acerca hacia mí y comienza una peleilla para darme una ahogadilla, me coge por la espalda e intenta tirarme para atrás, yo me resisto un poco pero finalmente me dejo sumergir. Tras unos segundos salgo de nuevo a la superficie y ahora la agarro yo a ella para pagar su ofensa con la misma moneda, ella se resiste más. La cojo por la cintura desde su espalda y sin querer en el forcejeo aprieto sus pechos y pego su culo contra mi pene, por unos segundos soy consciente del magreo fortuito que estoy disfrutando, finalmente ella se deja sumergir y yo la libero para dejarla salir.
¡Qué divertido verdad! - comenta mi madre muy sonriente.
Sí, el agua está muy buena ¿verdad?
Si mucho, está estupenda.
Continuamos jugando en el agua, aunque ya apenas hay contacto corporal, nadamos juntos y echamos carreras de un extremo a otro de la charca. El agua está un poco verdosa pero en general está aceptablemente limpia.
3
Tras el día en la charca, al atardecer volvemos al cortijo, nos duchamos y nos vestimos para salir a pasear por el campo. El Sol está ya muy bajo en el horizonte y el cielo, después del calor que ha hecho hoy hay calima y ésto hace que el cielo no se azul sino más bien se torna pajizo. Subimos aun cerro para ver mejor la puesta de sol y nos sentamos en unas piedras salientes.
¿Te gusta el espectáculo? -me pregunta mi madre cogiéndome la mano.
Si, es una puesta de sol preciosa.
Merece la pena aburrirse todo el día para ver esto, ¿oh no?
Yo no me he aburrido mamá.
Es que como decías que estar aquí era muy aburrido.
Bueno, tal vez me equivocaba -admito yo finalmente.
Mi madre me echa su brazo por el hombro y se acerca más, entonces puedo oler más intensamente su perfume, es delicioso.
¡Mm hueles de maravilla mamá!
Vaya, creo que igual me he pasado, ¿te gusta el perfume?
Mucho -reitero yo-, y no te has echado mucho, es que al estar más cerca huele más.
Mi madre sonríe y me da un sonoro beso en la mejilla.
Ciertamente eres un encanto Guille.
Oye mami, ¿sabes que te quedaste más flaca de tanto viajar?
¿En serio? Y cómo me ves, ¿más guapa así?
¡Oh sí, estás muy guapa mami! ¿Te has echado novio por ahí viajando? -le pregunto yo de sopetón casi sin pensarlo.
¡Oh, no! No he tenido tiempo ni para eso hijo, ¿y tú, tienes ya alguna chica que te guste a la vista?
¿Yo? Tampoco, la verdad es que me da mucha vergüenza hablar con ellas mami.
Ella me acaricia el pelo y suspira.
¿Pero por qué, las chicas no muerden? Sólo tienes que hablar con ellas como si lo hicieses conmigo, sin vergüenza, no tienes nada que temer.
Si, pero es que luego a la hora de la verdad me da corte, y más si es una chica que me gusta.
Entonces, ¿te gusta alguna, no? ¿Y cómo es ella?
Parece que mi madre siente curiosidad por conocer mis escarceos amorosos con las chicas, aunque la verdad es que no hay mucho que contar, salvo claro, las pajas que les dedico en la intimidad, pero eso mejor que quede para mí.
Bueno sí, me gustan unas cuantas, porque son muy atractivas, tienen unas pedazo de... -dejándome llevar por la confianza meto la pata hasta el fondo, esto me pasa por no medir mis palabras.
¿Sí, en serio? ¿Entonces te gustan las chicas con mucho pecho?
Bueno sí, perdóname mamá yo no quería decirlo así, me refería a que son muy guapas y van siempre muy arregladas.
No te preocupes Guille, es normal que te fijes en el cuerpo femenino, todos los hombres lo hacen.
Ella parece muy comprensiva, aunque yo estoy muy colorado, menos mal que está oscureciendo y no se me debe notar. A continuación nos quedamos cayados, limitándonos a contemplar la puesta de Sol.
Finalmente mi madre vuelve a interesarse por mi vida sexual.
Entonces Guille no tienes ninguna amiga especial, ¿no?
No mamá, ya te he dicho que me da mucha vergüenza hablar con las chicas.
No sé hijo, me produce curiosidad saberlo, lo admito, quiero que sepas que cualquier cosa que quieras saber sobre las chicas, me la puedes preguntar con total libertad.
Gracias mami, a lo mejor en otra ocasión se me ocurre algo.
El Sol ya ha bajado completamente tras la línea del horizonte, por lo que nos levantamos y volvemos caminando hacia la casa. Ya de camino me surge una pregunta que hacer a mi madre, pero me da un poco de vergüenza, así que dudo en si hacérsela o no durante unos minutos. Finalmente se la suelto...
Oye, mamá, tengo una pregunta sobre las chicas.
¿Sí, ya te has atrevido? Adelante, pregúntame lo que quieras.
Las niñas a mi edad, ¿siente el mismo deseo sexual que los chicos?
Mi madre en principio se queda algo extrañada por la pregunta, pero reflexiona unos momentos y después contesta.
Hijo, el deseo sexual a vuestra edad es cuando comienza a despertarse. Es normal que sintáis curiosidad los unos por los otros y que tengáis dudas en lo referente a este tema. El deseo es distinto en los chicos que en las chicas, por lo que yo se, los chicos tenéis normalmente un mayor deseo sexual a esta edad, las chicas en cambio no tanto. Pero eso no quiere decir que no lo tengan, sino simplemente que le dan un poco menos de importancia que vosotros.
Hay que admitir que se ha esforzado por aclarar mis dudas, tras explicármelo espera unos segundos antes de interesarse por si lo he entendido.
No sé es a esto a lo que te referías hijo, ¿era lo que querías saber?
Entonces es normal que los chicos pensemos mucho en el sexo, ¿no?
Sí, es todo tan nuevo para vosotros que os apasiona, supongo que por eso lo “pensáis tanto”.
Otra cosa mamá, es que algunos amigos dicen, que... bueno que masturbarse es malo, que se te puede caer el cabello, ¿eso es cierto?
¡No, claro que no! Ese acto es también natural, os sirve para conocer mejor vuestro cuerpo y sobre todo vuestro pene.
¡Ah, vaya, pues hay mucha gente que piensa que es malo!
Continuamos de regreso, los árboles ya son sombras en la penumbra que empieza a cernirse sobre el campo.
¿Tú te masturbas mucho Guille? ¿No me refiero a que hacerlo mucho sea malo, sino a si lo haces con mucha frecuencia?
Bueno mamá, pues lo normal supongo. A lo mejor un par de veces al día. Una por la mañana y una por la noche.
Si, está bien -contesta ella dándolo por razonable.
Aunque en este punto me he permitido mentir un poco por vergüenza, pues no quería contarle que lo hago hasta cinco veces en un día, no tengo tanta confianza con ella.
¿Y las mujeres cuanto lo hacéis? -pregunto yo ahora aprovechando para saciar mi curiosidad.
Pues nosotras algo menos, digamos que dos veces por semana, a veces tres pero no te tienes que preocupar por eso, ya te he dicho que nosotras a vuestra edad somos distintas.
¿Y tú lo haces ahora? Cómo me has dicho que no tienes novio.
Hombre, pues sí, como estoy sola lo hago de vez en cuando, cuando siento necesidad.
La conversación está llegando a límites realmente morbosos y siento confianza como para continuar preguntando.
¿Y eso cuantas veces es? -le pregunto yo presionándola a lo mejor en exceso.
Pues vaya, ¿qué pillín estás hecho eh? Bueno una vez por semana más o menos.
¡Qué poco, comparado conmigo! ¿no?
Como ya te he dicho es distinto hijo en la mujer y en el hombre. No se puede comparar.
Desde luego mi madre se está portando, no tenía ni idea de que fuese tan liberal. Ya de pequeño cuando me explicaron de dónde vienen los niños, recuerdo que ella ponía mucho empeño en que lo entendiese y me hablaron de todo, del pene, de la vagina y de cómo se hace el amor.
Oye Guille perdona si te parezco muy atrevida, pero es que siento curiosidad, ¿te han salido ya pelillos en el pene?
Ante esta nueva pregunta morbosa me quedo bastante pasmado, aunque decido contestar, después de todo la sinceridad es buena en familia.
Sí, unos pocos me están saliendo ahora.
Ah ya, sí es normal, las niñas a esta edad también es cuando les nacen en la vagina.
4
Ya llegamos a la casa, y para mi asombro escucho ruidos extraños, como de animales. Mi madre se alegra y entonces me explica, mientras nos dirigimos a unas cuadras que hay en la parte de atrás de la casa que ha pedido a Cipriano que nos traiga algunos animales de granja para entretenerlos mientras estamos aquí.
Una vez en la nave, enciende la luz y podemos ver que hay gallinas al fondo, un par de cabras en una pared cercadas por un muro de media altura y en frente descubrimos una burrita. Mi madre entra en la habitación donde está y se pone a acariciarla, invitándome ha hacerlo, aunque a mi me da bastante reparo, por si se no le gusto y me da una coz. Por lo visto es muy mansa, así que concierto temor me acerco y lo compruebo por mí mismo.
Ya verás, nos comeremos los huevos de las gallinas y ordeñaremos a las cabras por la mañana, y esta burrita nos puede pasear por el campo, se ve que está bien cuidada. Este Cipriano es un sol, no ha puesto ninguna pega y ha cumplido a la perfección.
A mi lo que me llama poderosamente la atención es la vagina de la burrita, la tiene toda negra, aunque descubro que también parece estar como mojada, a lo mejor es de haber hecho pis pienso. En mi mente surge una idea, “¿y si probase a copular con la burrita?”. Pero inmediatamente me surge la duda sobre cómo reaccionará el animal ante estos tocamientos, tendré que ser cauteloso cuando lo intente.
Tras el largo día estamos cansados así que cenamos y nos vamos a la cama temprano sin ver la tele, por lo visto también habrá que madrugar mañana para echarle de comer a los animales y seguir encalando.
Ya de madrugada mi madre me despierta con un beso y me pide que me vaya levantando. Ella me espera preparando el desayuno en la cocina. De nuevo tostadas con aceite, pero me gusta el menú, hoy además a incluido jamón, con lo que las tostadas saben aún mejor.
Vamos a la nave de los animales y barremos a las gallinas, cabras y burra, después les echamos agua y comida en sus respectivos recipientes. Luego la diversión comienza cuando intentamos ordeñar a las cabras. Otra faceta que desconocía de la madre rural que tengo es que sabe hacerlo, y muy bien, después descubro que el tema no es tan fácil y que hay que estrujarles bien las tetas para que suelten cada chorrito de leche por lo que termina haciéndolo ella.
Mientras sujeto a la cabra, observo también su vagina y me pregunto si no serán otras dos candidatas para una relación zoofílica. Bien pensado son más manejables que la burrita y menos peligrosas. Aunque me da un poco de asco, pero lo cierto es que la excitación que me produce el pensar en estrenar mi pollita aunque sea en una vagina del mundo animal puede vencer cualquier reparo inicial ante tal acto. Sólo pienso en la ocasión propicia para iniciar mis prácticas sexuales, aunque va ser difícil pues mi madre está siempre a mi lado.
Hoy toca pintar el salón de la casa, aunque técnicamente aquello sólo es parecido a un salón, pues apenas tiene una vitrina para guardar los platos y las copas y una mesa cuadrada con cuatro sillas a su alrededor. todos los muebles son de estilo provenzal, de pura y maciza madera y las paredes tienen colgados utensilios del campo, junto con una especie del candiles y objetos de bronce. Sin duda todo muy típico, todo muy de campo. El techo está cruzado por vigas de madera que por supuesto también habrá que pintar, aunque no está muy alto por lo que no nos será muy difícil el hacerlo.
De nuevo sujeto la escalera y de nuevo puedo observar las braguitas de mi mamá subida a los peldaños superiores de la misma mientras pinta las vigas. Hoy son de un tono rosado, yo diría que de algodón. Al ser más temprano que ayer no estamos sudando tanto, lo que también observo en su ropa íntima que no está manchada como ayer.
Hemos decidido turnamos pues pintar vigas es cansado y ella me pide que la releve, sujetándome la escalera a mí. Así la mañana transcurre sin nada de particular, más tarde almorzamos y a diferencia de ayer estamos cansados y sólo nos apetece echarnos la siesta tranquilamente en nuestras habitaciones.
La verdad es que apenas he tenido con media hora de sueño, lo suficiente para reponer fuerzas y recuperarme del sopor post-almuerzo. Pero apenas he podido dormirme, pensando en escabullirme mientras mi madre echa la siesta para visitar a mis animalitos de granja.
De este modo echo un vistazo al cuarto de mi madre, oyéndola respirar en profundo sueño desde la puerta. Así que nervioso y excitado me apresuro a salir de la casa, al principio sin hacer ruido para que la durmiente no despierte y una vez fuera casi corriendo hacia la parte de atrás del cortijo.
Al entrar en la nave el calor es considerable, pero nada me va a detener. Paso al corral donde están las cabras y cierro la puerta tras de mí. Con tacto me acerco a ellas y comienzo a acariciarlas por el lomo para tranquilizarlas. Cojo el banco de ordeñar y me siento detrás de la que parece mas vieja, entonces pruebo a ordenarla un poco, acariciando sus ubres suavemente y piellizcándole los pezones después, consiguiendo apenas unas gotitas de leche. Con la cola se tapa su vagina así que se la levanto suavemente para verla.
Ahora que me fijo, su vagina es pequeña, no sé si me va a caber el pene en ella, pero tengo que probar. Así que comienzo a frotársela con los dedos para que lubrique, tal como he leído en los libros de sexología del colegio, también le escupo para que con la saliva resbalen mejor mis dedos. Pero cuando comienzo a introducirle el índice el animal protesta e intenta zafarse de mi. Yo la retengo contra su voluntad y mientras la sujeto con una mano la penetro con la otra. Parece que la cosa funciona y está suave para recibir mi pene.
Yo hace rato que estoy muy excitado, así que la libero un momento mientras me quito las bermudas. Luego la persigo por el corral y la arrincono en una esquina, cogiéndola desde detrás intento penetrarla si éxito. El animal bala y protesta, esto me inquieta, pues mi madre podría oírlo, pero creo que la distancia que nos separa es suficiente. Apenas consigo introducirle la punta del glande y para colmo el bicho se agacha dificultándome más la penetración.
Finalmente sudoroso desisto, y con la excitación que tengo termino con mi mano lo empezado, corriéndome como pocas veces lo he conseguido. Mi leche salpica a la cabra, esta es mi venganza por su reticencia a mis deseos, mañana nos volveremos a ver las caras.
Antes de salir me llama la atención la burrita, deciendo entrar a “saludarla”. La acaricio por el lomo y la cabeza y ella no se inmuta, continúa comiendo paja. Entonces decido atreverme a tocarle sus parte íntimas, separándome de sus patas para evitar una posible coz. Apenas la rozo, pero ella no se inmuta, así que le toco el chocho sin miramientos, cosa que tampoco la altera. Creo que me he equivocado de animal, mañana esta burrita y yo practicaremos sexo, hasta me permito introducirle un dedo y dos en su negro chocho animal sin que esta muestre reticencias.
Mi ropa huele a cabra, decido entrar a la casa y darme una ducha, por suerte mi madre aún no ha despertado.
5
Por la tarde nos vamos a la charca y nos bañamos hasta que se hace de noche, después vamos al pueblo y nos tomamos unos refrescos y unas tapas en una terraza del bar. La gente nos mira extrañada, incluso algunos comentan que estamos en el cortijo del “Cepri” con nula discreción. Esta situación nos agobia un poco, sobre todo a mi madre, que me dice que los hombres la miran “raro”, como si yo no fuese su hijo. Incomprensiblemente piensan que pueda ser su amante o algo así. “No creo que volvamos mucho por el pueblo” -me comenta mi madre contrariada.
Terminamos por irnos a dormir, no muy tarde para mañana madrugar. Aunque antes mi madre me pide que la acompañe un rato en la cama, que tiene ganas de hablar.
¿Has visto como nos miraban los del pueblo? —me pregunta contrariada.
Sí, los he visto, no son muy discretos que digamos, ¿no?
Pensarán que somos amantes y que soy una pervertidora de menores o algo así.
Yo sonrío y trato de quitarle hierro al asunto.
Déjalos, que piensen lo que quieran, nosotros sabemos que somos madre e hijo y nada más.
Pues sí, pero es que choca tratar con gente así.
Claro, lo entiendo, es agobiante que todo el mundo te mire y te señale por la calle.
Ambos estamos en pijama, y tenemos la habitación en penumbra, únicamente se deslizan por la estrecha ventana los rayos de la luna llena que comienza su ascenso hasta el cenit, iluminando tenuemente la habitación.
¿Quieres dormir conmigo? —me pregunta de repente mi madre sin yo comprender del todo.
¿Cómo dices mamá?
La cama es grande, y este cuarto parece más fresquito que el tuyo, a mi no me importa.
Bueno es que no sé, yo doy muchas vueltas y te puedo despertar.
Alego yo para intentar negarme a su petición, pues me apetece hacerme otra paja antes de dormirme, con el calor estoy desatado y necesito saciar mi apetito sexual.
No será para tanto, anda quédate conmigo —insiste ella un poco más.
Bueno, mejor otro día, vale mami.
Mi madre parece comprender mi negativa a quedarme, y no es que no quiera, seguro que sería morboso dormir con ella, pero como ya he dicho la naturaleza está desatada en mi.
Comprendo, quieres tener intimidad, ¿verdad?
Otra noche será, vale mamá —le digo dándole un beso en la mejilla.
Muy bien, que descanses y que... “disfrutes” —comenta enfatizando el disfrutes.
Yo me limito a sonreír, aunque me avergüenza que piense que voy a masturbarme, aunque en verdad así sea.
De modo que tras el alivio nocturno me quedo dormido hasta la mañana siguiente.
Después de las tareas, ya rutinarias: el desayuno y los animales, mi madre me comenta que quiere pintar mi cuarto. Así que emprendemos el desalojo de los muebles y sacamos las cosas de mi habitación.
Para horror de quien esto escribe, la revista del “Private” que anoche me sirvió de inspiración queda al descubierto cuando retiramos el colchón.
Pero Guille, ¿qué tenemos aquí? —comenta mi madre tomando en sus manos la revista ante de que yo pueda reaccionar.
¡Oye mamá, eso no...! —no sé qué decir ni qué hacer— por favor no la veas, es algo personal.
Bueno hijo, no te pienso regañar porque tengas una revista porno, lo veo normal, como ya te he dicho sobre tantas cosas del sexo. Parece buena —me dice ojeándola, mientras yo me muero de vergüenza pensando en las imágenes de coños, pollas y corridas salvajes.
Me da mucha vergüenza mamá, por favor devuélvemela.
Mi madre se levanta del somier donde se había sentado y me la entrega finalmente.
Está bien Guille puedes guardarla, aunque te repito que no me avergüenza que tengas algo así y a ti tampoco debería avergonzarte, seguro que tus amigos tienen más.
Bueno sí, todos tenemos y ha veces nos las intercambiamos cuando nos cansamos de ellas, porque son muy caras.
Eso está bien así ahorráis —comenta ella socarronamente.
Tras el escabroso incidente continuamos el trabajo. Yo permanezco en silencio, pues estoy bastante avergonzado, pero conforme pintamos se me va pasando el trauma. Mi madre lo respeta, hasta que rompe el silencio y comienza de nuevo a charlar.
¿Te puedo hacer una pregunta Guille?
¿Una pregunta? —contesto yo temiéndome de lo que quiere hablar.
¡Tranquilo, que no voy a juzgarte hombre! Antes te contaré un secretillo mío. ¿Sabes, yo para excitarme veo películas porno, tan guarras como tu revista?
¡En serio! —exclamo yo sin poder creerlo—. Lo dices por lo de antes, para que no me sienta culpable.
¡No en absoluto, es en serio! Me encanta verlas me excito muchísimo y lego me masturbo mejor, ¿sabes?
Ante la caliente afirmación de mi madre yo me quedo un tanto pasmado y no sé que decir, me limito a asentir con la cabeza.
¿Tú has visto ya alguna película de éstas?
Pues... sí, en casa de un amigo... una vez —contesto yo venciendo mi timidez.
Y qué, te excitarías muchísimo, ¿no? Os masturbasteis después.
Verás mamá es que me da vergüenza hablar de eso contigo.
Bueno hijo, si no quieres no me lo cuentes, no me voy a enfadar ni nada, aunque si quieres yo estoy dispuesta a contarte mis “secretillos” si tú también me cuentas los tuyos.
Tras pensarlo un rato en silencio, decido aceptar el reto que me plantea mi progenitora y comienzo a contarle una caliente experiencia que tuve ese día con mi amigo íntimo.
Bueno mamá, sí el día que vi la película en casa de mi amigo, estábamos sólos él y yo y la vimos casi entera.
¿Y os masturbasteis después? —pregunta mi madre muy extrañamente interesada en este asunto.
Sí, al acabar yo estaba muy excitado, incluso me había estado tocando un poco a escondidas pues teníamos la luz apagada. Entonces mi amigo me propuso hacernos unas pajas. Yo al principio estuve reticente pero luego acepté. Entonces él me preguntó si tenía ya pelillos en el pito y yo contesté que sí.
El caso es que mi amigo me propuso que nos las enseñásemos. A mi me extrañó, pero es de mis mejores amigos y te confieso que yo también tenía curiosidad por ver otro pito aparte del mío.
¿Y os las enseñasteis? Supongo que querríais saber quién la tiene más grande, ¿no?
Bueno, la verdad es que sí queríamos compararlas, supongo por saber si eramos “normales”. El caso es que las pusimos duras y las comparamos, y más o menos eran del mismo tamaño y grosor, tal vez un poco más larga la suya, pero no mucho.
¿Y pasó algo más, hijo? —pregunta ella interesándose por más detalles.
Pues comenzamos a meneárnoslas en el sofá, uno junto al otro, hasta que él me propuso que porqué no nos lo hacíamos uno al otro, así nos gustaría más.
¿Y tú aceptaste? —dice ella casi saltando de la impaciencia.
No sé lo que me pasó mamá, por una parte tenía dudas y por otra quería experimentar. Así que nos lo hicimos el uno al otro a al vez, cruzando las manos. Al principio no estaba relajado, pero luego lo hice y me gustó mucho... ¿tú crees que pueda ser homosexual por hacer algo así? Desde entonces no lo hemos vuelto ha hacer ni hemos hablado del tema, creo que por que nos da vergüenza a los dos.
¡Claro que no Guille, aquello fue curiosidad, nada más! El morbo de que otra persona te tocase tu pene y te masturbase. Las niñas también lo hacen ha veces... bueno a mi me pasó con una amiga y estuvimos un verano en el pueblo haciéndonoslo una a la otra y luego me volvía para la ciudad y nunca más lo he vuelto ha hablar con ella, es normal a esas edades el querer experimentarlo todo, y más si está prohibido.
¡Vaya mamá, me dejas pasmado! Nunca lo hubiese pensado. ¿Oye, encones tú ves pelis porno, en serio?
En serio —afirma ella confirmando una vez mas mi pregunta.
Y cuando te masturbas cómo lo haces, ¿te metes los dedos?
Pues claro, las mujeres lo hacemos así y nos acariciamos el clítoris, ¿sabes lo que es?
Sí, más o menos, sé que es como un botoncito que está en la parte superiror de la vajina, donde se unen los labios menores.
¡Uf, casi lo describes mejor que yo! Pues eso nos lo acariciamos y también nos metemos uno o dos dedos en la vagina mientras lo hacemos.
¡Ah! Pues qué excitante, yo como aún no lo he visto no sabría localizarlo, aunque bueno en alguna revista he visto primeros planos y tal vez si lo reconociera.
No te preocupes, cuando tengas uno delante ya te explicará ella donde lo tiene y cómo tienes que tocárselo para que le guste.
6
Tengo que admitir que la conversación me ha excitado y se me ha puesto dura, incluso he pillado un par de veces a mi madre mirándome justamente a las bermudas, yo para disimular me he sentado sobre un taburete.
Continuamos pintando hasta acabar mi pequeña habitación. Hoy, una vez más observo las bragas de mi madre en la escalera, son de color blanco de nuevo, pero hoy son muy transparentes, y casi le adivino la negra espesura donde se juntan sus muslos.
Tras pintar, almorzamos y de nuevo nos echamos la siesta, aunque hoy no me queda más remedio que dormir con mi madre.
A diferencia de ayer estoy muy excitado y uno puedo dormir, ella en cambio duerme a pierna suelta. La observo y me pone cachondo adivinar sus pechos bajo el camisón, así como mirar sus piernas desnudas y su pantaloncito ceñido a su Monte de Venus.
No lo aguanto más, ella no se va a despertar así que me levanto sigilosamente y me voy a la cita que tenía con mi burrita preferida.
Ella se muestra impasible ante mis caricias como ayer, es más yo diría que aparta la cola para dejarme toquetear su chocho. Aunque el bicho está muy alto y busco algo en lo que subirme. Finalmente cojo un saco de grano que está a medio llenar y lo coloco detrás de sus patas. Aupándome a él con las bermudas quitadas acerco mi excitada y dura polla a su chocho color azabache y finalmente la introduzco entre sus negros labios.
Comienzo a follar a la burrita, ésta sigue impasible y se deja hacer. Su cola es un estorbo y aunque la aparto hacia un lado me impide acercarme más y llegar mejor a su coño, lo cierto es que con mi pequeña pilila apenas se debe de enterar acostumbrada a las trancas de burro, pero ella se deja hacer y espera a que me corra.
Aunque la tragedia se cierne de nuevo sobre mí. Sin yo saberlo oigo a mi madre acercarse y entrar a la puerta y cuando me quiero bajar del saco ya es demasiado tarde, me pilla justamente con la polla metida en su coño, con los ojos cerrados, a punto de correrme. Cuando la oigo abro los ojos y me giro rápidamente, entonces me bajo y nervioso busco con la mirada el paradero de mis bermudas.
¡Mamá, lo siento, yo no quería...! —se me ocurre decir mientras localizo las bermudas en una esquina de la cuadra.
Estoy tan nervioso que no atino a meter los pies en ellas para vestirme, de los calzoncillos por supuesto que me he olvidado.
¡Oh hijo! ¿Pero qué estabas haciendo? —pregunta ella cuando es obvio lo que hacía y me ha visto de sobra.
¡Verás mamá, te lo puedo explicar...! —contesto yo ya subiéndome las bermudas.
Me doy cuenta de lo tieso que tengo el pene y de que ella me lo está viendo, también veo lo mojado que está por los jugos del chocho de la burra. Finalmente consigo subirme las bermudas, aunque la hinchazón hace que el bulto se siga notando tras la tela.
Mi madre se acerca a la cuadra mientras tanto.
No sabía donde estabas, me he levantado y he salido para ver si te habías ido sólo a bañarte, preocupada por si te pasaba algo, cuando he oído ruidos aquí.
Bueno mamá, es que yo... bueno... yo...
Yo comienzo a llorar, no se me ocurría nada qué decir y es tal la vergüenza que sento en este instante que ha sido mi reacción más lógica. Mi madre me invita a salir de la cuadra y me toma en sus brazos, animándome a no seguir llorando.
Ya está, no pasa nada, ya se que debes de estar muy avergonzado por lo que estabas haciendo, yo misma siento vergüenza por haberte pillado infraganti.
Solo se me ocurre decirle que lo siento, que ha sido una tontería lo que he hecho pero que ha sido una locura que se me ha ocurrido.
No importa, lo hecho hecho está, no te voy a meter en el manicomio tampoco, hijo no llores más.
Continúo sollozando unos minutos, ella se sienta junto a mi en unos sacos y trata de confortarme acariciándome la espalda. Después de este tiempo dejo de llorar. Y veo que ella quiere “hablarlo” como todo lo que nos pasa últimamente, aunque decido ser yo quien se lo explique adelantándome.
Verás mamá, es que el otro día al ver a la burra no pude evitar una idea que se me pasó por la cabeza. Ayer vine también en la siesta y la estuve acariciando y vi que era muy mansa, ¿sabes?
Ya, y pensaste en probar a hacerlo con ella, ¿no?
Pues sí y hoy no podía dormir pensándolo así que me he venido a hacerlo cuando tú me has pillado.
¡Vaya, pues de verdad que lo siento hijo! Oye, ¿pero no será malo hacerlo con una burra? —me pregunta más preocupada que enfadada.
Hombre, no sé. La burra parece sana, vamos que no tienen enfermedades.
No lo sé, yo como no entiendo de esas cosas. Había oído en el pueblo que algunos hombre lo hacían con animales pero nunca pensé que mi propio hijo lo pudiese hacer.
Lo siento mamá, se que no debía hacerlo, pero...
¿Pero qué hijo, puedes contármelo todo, después de haberte visto quiero comprender por qué se puede hacer algo así?
Bueno mamá, por desesperación, por deseo sexual. Me masturbo mucho, el otro día te mentí, hay días que necesito tres o cuatro pajas para saciarme. Y sólo de pensar en lo que se siente cuando la metes en una vagina, pues no pude evitar caer en la tentación de hacerlo con la burra, ¿sabes?
Ya sé, me imagino lo ansioso que estás por soltar todas esas hormonas. No sé hijo, si no pasa nada no me importa, es decir, si la burra no te va a pegar ninguna enfermedad —afirma mi madre levantándose y yendo a ver al animal que ahora está mirándonos.
Yo me levanto también y voy verla con ella.
Yo veo que está bien, bueno y el... la vagina la he visto y no tiene nada aparentemente, no es que yo entienda pero es lo que parece.
¿Y te ha gustado Guille? Quiero decir que si era lo que tú esperabas.
Bueno mamá, me da mucha vergüenza decírtelo pero... Sí, me estaba gustando mucho, estaba casi a punto de acabar cuando has llegado.
¡Buf vaya mala pata habrás pensado! ¿No? —exclama mi madre sonriendo por primera vez desde que ha entrado.
Parece que una vez pasada la primera impresión, ya no le importa tanto. El caso es que me he quedado con las ganas de terminar lo que había empezado.
Oye, ¿y te gustaría terminarlo?
¿Cómo? —pregunto yo haciendo cómo que no lo he entendido, para ver si es verdad lo que me está proponiendo.
Verás, ¿qué si te gustaría seguir un rato más y correrte dentro de la burra? Si quieres yo me puedo ir y esperar en la casa, tú te relajas, te tranquilizas y terminas la faena —me propone sonriendo y haciendo gestos toreros.
¿En serio no te importa que lo haga?
Hombre, yo también pienso que esta burrita está muy sana, y después de todo también la estamos pagando así que por qué no, ¡fóllatela cuanto quieras! —grita bajito como sintiendo que la pueden oír.
¿Y tú te irás, mientras lo hago?
Sí, claro cariño, no te niego que siento curiosidad por ver algo así, pero hombre, también comprendo que a ti te de reparo el que tu madre te vea hacer algo así.
¡Oye, después de todo si quieres mirar por qué me iba a importar! ¿Eres mi madre no? Además la burrita a veces se mueve y no me deja hacerlo bien, y la cola es un fastidio, me podrías ayudar, ¿estarías dispuesta ha hacerlo?
¿Lo dices enserio ahora tú? —pregunta mi incrédula madre.
Completamente mamá. Verás es que en los últimos días te he contado mis secretos más íntimos y siento que puedo confiar en ti, claro si no te importa ayudarme.
Pues no sé, vamos a probarlo —afirma ella entrando en la cuadra.
Con un poco de reparo me vuelvo a quitar mis bermudas. Mi pene está ya flácido aunque noto que no tardará mucho en ponerse duro. El indico a mi madre que coloque a la burrita junto al saco y me subo a él. Ella se pone a un lado y le doy la cola para que la aguante.
Bueno, pues cuando quieras Guille, puedes empezar —me dice mirándome el pene que continúa flácido.
Me lo cojo y empiezo a menearlo suavemente, notando que la excitación crece en mi interior, hasta ponerlo duro en segundos. Observo que mi madre me mira, y aunque no me acostumbro a la idea trato de relajarme.
¿Te gusta mi pene? ¡Quiero decir que...! ¿Si lo ves bonito? —me apresuro a corregir tras haber soltado algo que no quería expresar de esa manera.
Claro hijo, es bonito ver algo tan chiquito y joven... ¡bueno chiquito no es, está bien de tamaño para la edad que tienes, ya te crecerá!
Me alegra que me lo digas, a mi me da la impresión de que era un poco pequeño, pero espero que crezca más.
Ya verás como sí.
Me acerco a la burrita y apunto hacia su vagina, deslizándola sin dificultad en su interior. La burrita sigue cooperativa. Yo comienzo moverme y veo como mi madre me observa atentamente, se la ve muy interesada en lo que está viendo.
¿Está suave? —pregunta mi madre si especificar a qué se refiere.
¿El chocho de la burra? —aclaro yo maliciosamente—. ¡Oh sí mami está muy suavecito!
No tengo prisa por acabar, y me está gustando la situación así que me muevo despacio y dejo que ella me observe.
¿Lo hago bien mami? ¿Así se haría con una mujer? —pregunto yo para darle más morbo si cabe a la situación.
Oh si cariño, lo haces muy bien, sigue así hasta que sientas que te corres y luego hazlo tan deprisa como puedas, verás como te gusta.
Continúo haciéndolo y observando de reojo la atenta mirada de mi progenitora, que no se pierde detalle y hasta se acerca para ver mi pene a corta distancia penetrando en al inmensa vagina del animal. Tengo una idea y decido ponerla en práctica. Deliberadamente la saco de la vagina y e intento fallar al volver a meterla, desviándola un poco hacia arriba y hacia abajo, hacia un lado y hacia el otro.
Mi madre, observa el problema y no duda en coger mi pene y acompañarlo hacia su objetivo hasta que este se desliza en su interior.
¡Gracias mami! —exclamo yo exagerando el placer que estoy sintiendo con gestos desmesurados.
¡No hay de qué! ¡Todo para que mi pequeño disfrute de su burrita! —comenta ella divertida y sonriente.
Continuo unos minutos y la verdad es que tengo ya unas ganas tremendas de acabar, así que decido poner el turbo y embestir con ganas a la burrita. De este modo en unos segundos me estoy corriendo en ella y caigo rendido en su grupa. Mi madre está atente todo el tiempo aunque al final cierro los ojos por los espasmo que me produce.
Bueno cariño, ¡voy al baño que me estoy haciendo mucho pis! Límpiate y poco y ve a lavarte al corral trasero mientras —exclama mi madre saliendo rauda y veloz de la cuadra.
Y así me abandona echado encima de la burrita. Me da la impresión de que no ha podido aguantar más su calentura y que va a hacerse una paja femenina ella ahora. Decido dejarla, tiempo habrá más tarde para pedirle que se sincere sobre si de verdad ha hecho pis únicamente.
7
Tras la sesión de sexo me aseo un poco en el corral trasero de la casa, pues como yo esperaba mi madre tarda lo suyo en salir del baño.
Finalmente baja muy sonriente y para mi sorpresa con el bañador puesto.
¡Vaya, al final aparte del pis también me he desalojado algo el vientre! —exclama justificando su tardanza—. ¿Oye, qué te parece si nos vamos a bañar, te apetece?
Vale, me pongo el bañador y nos vamos —me limito a contestar mientras la miro de arriba a abajo, cómo intentando adivinar sus ocupaciones en el baño.
Al llegar a la apacible charca, un suave viento de poniente alivia los calores de esta tórrida tarde de verano. No tardamos ni cinco segundos en estar chapoteando en el agua, y una vez dentro decidimos sentarnos en unas piedras sumergidas cercanas a la orilla.
Podemos hablar de lo que hemos hecho, mami, me gustaría saber tu opinión ahora que ya ha pasado y estamos más “relajados”.
Pues claro Guille, a mi me ha parecido una experiencia muy excitante, nunca había visto nada igual.
¿Te ha gustado? Me refiero a verme hacerlo con una burrita.
Si, mucho.
Ahora dime la verdad, cómo yo te la digo siempre a ti. Al baño no has ido ha hacer pis, ¿cierto? —le espeto sin rodeos.
Mi madre se limita a sonreír ante mi insolencia y tras unos segundos en los cuales debe de haber sopesado su respuesta, contesta con su amabilidad característica.
Pues claro hijo, una no es de piedra, como ya sabes yo me masturbo y con lo excitada que estaba no me ha costado alcanzar el orgasmo.
¿Te has corrido fuerte, porque mi corrida ha sido de las mejores que he tenido? Cuando yo me lo hago no siento tanto.
Por todo lo alto Guille, ha sido una paja de lujo la que me has proporcionado. Oye entonces, ¿cuando crees que lo volverás ha hacer?
¡Uf, pues mañana mismo! ¿Tú me prestarás tu ayuda, no?
¡Claro que sí Guille, aparte de ayudarte disfrutaré viéndote hacerlo!
El resto de la tarde lo pasamos en la charca, y por la noche tras almorzar y sentarnos un rato a contemplar este cielo tan estrellado, nos vamos a la cama. Hoy, cómo hemos pintado mi cuarto voy a dormir forzosamente con mi madre, ya me estoy excitando de pensarlo.
Aunque estaba muy cansado y me quedado frito en unos minutos, a eso de las tres de la mañana me despierto, como si un reloj interno me dijese que es hora de experimentar.
Mi madre respira profundamente, mostrando el profundo sueño en que se encuentra inmersa. La observo, su camisón de seda es muy finito y al tocarlo apenas se nota que esté. Ella está recostada de lado, ofreciéndome su espalda y culito, así que pruebo a tocárselo suavemente por encima del camisón. Ella no se inmuta, por lo que aprieto más las manos y palpo la tersura de su carne redondeada.
No es suficiente, ni mucho menos. Le subo el camisón y ahora palpo sus bragas y sus muslos, suavemente, apretando un poco su culo justo donde se une al muslo y el pliegue de piel es más carnoso. Junto sus braguitas y las coloco en su raja, entre cachete y cachete como si de un tanga se tratase, y palpo a placer su culo semi-desnudo.
Estoy muy excitado, y tengo que dejarlo unos minutos para tranquilizarme, el morbo de que se despierte y me descubra hace que el corazón alcance ciento veinte pulsaciones por minuto como mínimo. Cuando vuelvo al ataque, introduzco un dedo entre sus muslos, justo en el hueco que se forma entre ellos y su culo, donde ella esconde su secreto más íntimo.
Palpo su coño y no me puedo creer que lo esté haciendo todavía. Busco el borde de sus braguitas y acaricio los pelillos que por éste se asoman. Noto su surco en relieve bajo la tela, donde ésta se hunde y le da la forma característica.
De pronto, cuando voy a destapar su almeja y tocar más íntimamente su secreto, ¡ella parece despertarse! Rápidamente me giro y le ofrezco la espalda, haciéndome el dormido mientras agudizo el oído para ver si se ha despertado realmente.
Falsa alarma aunque casi se despierta, al poco vuelve a resoplar profundamente. Aprovecho para contraatacar, ahora ella se ha vuelto boca arriba, por lo que sus pechos quedan a mi alcance. Los aprieto muy suavemente, sintiendo su tersura, su dulce tacto. Según he leído los pezones son la parte más sensible así que me abstengo de tocarlos, pues seguramente la despertaría. Pero me cebo con sus pechos en general, toco ambos y veo como mi mano se queda pequeña para cubrirlos, qué buen par de tetas tiene mi mami, con razón estoy tan bien criado.
Bajo la mano y le acaricio el Monte de Venus, pero en dos o tres segundos ella resopla más fuerte, indicándome que se va a despertar. Inmediatamente me doy la vuelta y la escucho bostezar, ahora sí se ha despertado. Así que doy por finalizados mis ejercicios expiatorios nocturnos, que han sido muy provechosos y me han ayudado a conocer mejor el cuerpo femenino y materno más concretamente.
A la mañana siguiente concluimos la rutina diaria y volvemos a colocar los muebles en mi habitación. Apenas la mesilla de noche, una cómoda y la cama tenemos que mover así que acabamos pronto. Hoy toca pintar el cuarto de ella, de modo que hacemos la misma operación que el día anterior y terminamos la faena cerca de la hora del almuerzo.
Comemos y algo cansados como ayer nos echamos la siesta, aunque hoy, con los cambios de ubicación del mobiliario decidimos echar el colchón de su cama en el suelo del salón y dormimos así más mosquitos. Realmente estoy cansado, anoche me desvelé un poco con mis prácticas nocturnas así que en la siesta me dedico a dormir y relajarme.
A eso de las seis de la tarde mi madre me despierta y me pregunta si quiere que nos vayamos a bañar. Yo acepto, por lo que ella se va al cuarto de baño a prepararse mientras yo me desperezo.
Cuando estamos saliendo de la casa el sol aún es muy fuerte, entonces me dirijo a ella.
¿Oye, es que hoy no quieres que vaya con mi amiga la burrita?
No se Guille, como tú no has dicho nada, he supuesto que no te apetecía.
Pues claro que me apetece madre, por supuesto, ¿vamos?
Vale, y después nos iremos a bañar.
Al entrar en la nave nuestros animalitos parecen estar esperándonos. Curiosamente me fijo en las cabras y me acuerdo del fracaso del día anterior y cambio de opinión, hoy intentaré de nuevo desvirgar a estas tozudas rumiantes.
Oye mami, qué te parece si me echas una mano hoy con las cabritas, me gustaría intentarlo con ellas, pues la burrita tiene el chocho muy grande y apenas lo siento, ¿tal vez con las cabras sea mejor, no crees?
Hay que ver en lo que piensas, hijo. Por mi vale, también me gustará.
Mi madre se sienta en el taburete de ordeñar y yo me despojo de las bermudas. Mi pollita está ya lista y esto parece sorprender a mi progenitora progenitora.
¡Vaya Guille ya la tienes dura y aún no has empezado, qué barbaridad!
Si, la verdad es que sólo viendo hacia aquí me he excitado. Bueno mami, perdona si soy grosero pero tendré que escupirle en el chichi para lubricarlo.
Si, claro adelante hijo hazlo, no te apures por mi.
Escupiéndome en la mano embadurno con la saliva el chichi de la cabra, también me ensalivo mi pilila para que deslice mejor. Mi madre me observa, yo diría que atentamente incluso. Y tras estos necesarios preliminares intento la penetración.
El animal se altera en este momento, pero mi madre la tiene cogida por el cuello y la retiene con fuerza intentado tranquilizarla con caricias en el lomo. Tras una serie de intentos, como el otro día, sólo la punta entra.
Es inútil mamá, aunque mi pene no es muy grande, no consigo que entre más que la puntita.
Eso va a ser problema de lubricación, escúpele un poco más hijo.
Es que se me ha secado la boca y no me queda más saliva.
Te ayudaré yo —se ofrece amablemente ella.
Con algo de pudor mi madre escupe en el chichi de la cabra poniendo sus labios muy cerca del mismo, y con sus propias manos la extiende, incluso la penetra con un dedo comprobando su efectividad.
Parece que la cabra sí está lubricada, es extraño. Oye hijo, y tu pollita, convendría también que la lubricases, pero con tu saliva.
Obviamente mi madre no está por la labor de ensalivar también mi pene, el pudor es muy fuerte ante esta posibilidad. Yo lo intento pero de la excitación apenas si consigo unas gotas de saliva. Entonces ella se da cuenta de que no ha a ser posible.
Bueno a lo mejor se me lubrica con los jugos de la cabra, voy a probar mami sujétala.
Un nuevo intento, y aunque la situación ha mejorado algo tampoco consigo el ansiado objetivo de una buena penetración.
Nada, no hay manera mami, mejor lo hacemos con la burrita.
Vaya hijo, yo creo que tienes la pollita seca, te la lubricaré yo anda.
Yo opto por no decir nada ante su ofrecimiento, y ante mi asombro echa una buena cantidad de saliva en su mano y generosamente la extiende por mi pene. Siento un escalofrío recorrerme la espalda en el momento que lo hace y creo que mi polla va estallar.
Venga inténtalo de nuevo —me anima dándome una palmadita húmeda en el culo, pues sus mano está mojada con la saliva.
Un nuevo intento y esta vez casi entra, aunque ahora es el chichi de la cabra el que parece haberse secado con el calor.
¿Aún no hijo? Espérate un minuto que se me ha ocurrido una idea.
La veo salir de la nave de los animales mientras me siento a esperar, en un par de minutos vuelve portando en su mano lo que parece ser aceite de bebé.
Este aceite lo uso para la piel y es muy lubricante, verás cómo con esto no hay problema.
Se acerca a la cabra y echándose una generosa cantidad de producto embadurna el coño animal. A continuación y sin preguntarme se vuelve a echar aceite en la mano y lo extiende por mi polla, con lo que nuevamente vuelvo a sentir escalofríos que recorren mi cuerpo. Tras la pausa la excitación había bajado pero al instante, con las caricias de mi madre no tardo en ponerme apunto.
Como una moto empujo con furia al dichoso animal y esta vez mi polla se clava en el chichi como una estaca provocando un berrido de queja en el animal. “¡Qué se joda, que ya me tiene negro esta maldita cabra!” —pienso.
Mi madre está asombrada por el ímpetu de mis acometidas y por lo bien que ha entrado ahora el tema. Yo encima con la excitación de sus caricias siento que hoy no podré aguantar mucho.
¡Tranquilo hijo, no tengas prisa! Hazlo despacio como ayer —me pide ella poniendo su mano en mi vientre y frenándome—. Sácala un poco, te noto impaciente y así no lo disfrutarás, relájate.
Casi me obliga a retirarme, entonces mi polla queda en el aire, chorreando aceite y jugos animales, ante su mirada.
Está bien mamá, es que estaba ya harto de no poder meterla.
Mientras yo recupero el aliento y ella me mira y mira a la cabrita. De repente opta por introducir su dedo en el chichi del animal. Yo atónito me quedo observándola sin comprender su interés, ella parece deducirlo por mi expresión de asombro.
¡Uy cabrita, sí que tienes humedito el chichi! —exclama mientras introduce su dedo una y otra vez, aunque con suavidad—. A mi también me excita el hacérselo a la cabrita, así mientras tu descansas ella no se “aburre”.
Oye, mamá y porqué no te masturbas mientras yo follo con la cabrita. Seguro que te gustaría hacerlo, por mi no temas estamos en familia —le ofrezco yo sin pensarlo dos veces.
¡Pero hijo! Entonces me verás...
Bueno, ¡tú también me estás viendo el pene a mi y follar con la cabrita y no me avergüenzo! —le digo mostrando mi indignación.
En el fondo estoy deseando ver su coño y con esta estrategia tan agresiva igual lo consiga, este es mi planteamiento y por intentarlo no pierdo nada.
Está bien Guille, pero no me mires mucho el coño, ¿vale?, que a mami aún le da vergüenza.
Ante mis ojos sudorosos ella se incorpora y se quita el bañador, dejándome ver su coñito rubio depilado, aunque no rapado, con la cantidad justa de pelillos en su Monte de Venus para que sea más atractivo y sensual.
La veo echarse aceite en la mano, agacharse junto a la cabra y pringarse el chichi mientras cierra los ojos con cara de satisfacción.
Vamos Guille, que mami está muy caliente y quiere verte follar a la cabrita mientras ella se masturba.
8
Vuelvo a follar con la cornuda protestona y trato de no perderme detalle de lo que hace mi madre junto a ella, agachada en cuclillas.
¡Umm qué rica la pajita que me estoy haciendo, no tardaré mucho en correrme, si quieres córrete tú cuando te plazca.
Muy bien mami, yo también estoy disfrutando mucho y me alegro de que disfrutes tú también conmigo, después de todo sin tu ayuda no hubiese podido follarme a esta cabra tozuda.
La resistencia del animal se ha convertido en complacencia y ahora se está quieta mientras yo la embisto, y como se está portando tan bien decido hacerlo con suavidad.
El orgasmo no tarda mucho en llegar y una idea pasa por mi cabeza, antes de comenzar a correrme saco mi polla de la cabra y me incorporo, comenzando a meneármela delante de los pasmados ojos de mi madre que me mira sin poder creer lo que verá a continuación.
Los chorros de semen transparente se proyectan a gran distancia impactando sobre el lomo de la cabrita, aterrizando en su pelo y formando perlas blanquecinas. De reojo miro a mi madre y leo la expresión de asombro y gusto por lo que ve en su cara. Tanto es así que la veo cómo se estremece y las piernas le empiezan a temblar, cierra los ojos y aprieta la mandíbula, comenzando a respirar únicamente por la nariz. Sus manos se deslizan con frenesí bajo su chochito, y comienza a dar pequeños gritos hasta que pierde el equilibrio y se cae de culo. Pero ni en ese momento se altera y continúa gritando y corriéndose aunque ya con menor intensidad.
Yo me quedo anonadado ante el espectáculo, aún recuperándome de los espasmos no dejo de mirar a mi madre mientras ella apura también sus últimas contracciones, aminorando el frenesí con que se frotaba el coño.
Por fin la zorra esta ha caído, el otro día no pude follarla yo solo —afirmo finalmente.
¡Pero híjo! ¿Qué maneras de hablar son esas? —me recrimina mi madre aún tumbada en el suelo.
Lo siento mamá se me ha escapado, es que le tenía ganas a la cabra esta, desde el otro día.
Bueno, está bien, pero ya sabes que me gusta que hables bién. ¡Pero bueno, no ayudas a tu mami a levantarse del suelo! ¡Me habré puesto perdida!
Al instante la ayudo, tomando su mano y ayudándola a levantarse. Por suerte el suelo estaba lleno de paja y sólo se ha manchado el culo de paja. A ayudo a limpiarse pasando mi mano por sus nalgas, no tándo lo sudorosas que están mientras le ayudo a despegarse las briznas de paja que, debido al sudor, han quedadopegadas a su culo.
¡Bueno hijo ya está bien! Ya termino yo sola —me espeta de repente mostrando cierto enfado.
¿Por qué te enfadas, sólo te ayudaba? —le pregunto yo extrañado.
Perdóname Guille, es que me da vergüenza que me veas así, desnuda.
No pasa nada mamá, yo también estoy desnudo y ya no siento vergüenza de que me veas.
Para mi desconsuelo busca inmediatamente sus bañador poniéndoselo.
¡No te quedes ahí pasmado, vístete que nos vamos a vañar! Con lo que he sudado me apetece mucho un buen baño en la charca.
Ya de camino a nuestra charca particular, comienzo una caliente conversación.
¿Me ha gustado mucho hacerlo con la cabra, sabes mami?
¿En serio hijo? Es que debe tener el... bueno el chichi más apretado que la burrita, ¿verdad?
Sí, justamente habrá sido por eso, cuando se le ha habierto lo suficiente ha dejado de dolerme la punta y me ha gustado cada vez más, ¡ummm! —le confieso.
Ha estado bien, hacía tiempo que no tenía una corrida así. Supongo que me ha excitado verte hacerlo con la cabrita —confiesa mi madre sincerándose como nunca antes lo había hecho en este tipo de temas conmigo.
Ya te he visto correrte al final, ¡hasta te has caído! —le comento riéndome, provocando igual risa en ella.
¡Qué vergüenza hijo!, ya sé que tú te has acostumbrado a que te vea desnudo pero para mi es la primera vez que me ves masturbarme y encima corriéndome así.
No sientas vergüenza mami, para mi ha sido algo natural el verte. Aunque la verdad es que como aún no he visto a una mujer así desnuda y corriéndose pues admito que me ha impresionado un poco.
¿Sí?, ¡Tierra trágame! ¡Igual te has traumatizado y todo al ver a tu madre como una guarrilla tocándose así el coño!
¡Tampoco exageres mamá! —afirmo yo quitándole hierro al asunto.
Ya hemos llegado a nuestra charca, que se muestra tan apacible como todas las tardes, de modo que sin dilación nos metemos en el agua, siempre helada por otra parte, por lo que entramos poquito a poco y dando respingos a cada centímetro que nuestros cuerpos se introducen en el “gélido” elemento.
Oye hijo, convendría que te quitases el bañador y te labases bien bajo el agua el pajarito, pues la cabra estaba sucia y puedes coger una infección. Yo también me labaré un poco el culito por si se me ha pegado algo del suelo.
Está bien mamá.
Como no se donde poner el bañador opto por tirarlo a la orilla a una roca junto al agua, mi madre saca también el suyo tras quitárselo y con el mismo problema que yo opta por idéntica solución y lo lanza sobre el mío.
Con algo de pudor ella comienza a frotarse bajo las aguas de la charca y sin querer me quedo observándola, por lo que se gira recriminándome mi “voyerismo”. Por lo que se acaba el espectáculo y opto yo también por girarme mostrándole que yo tampoco soy un exhibicionista aunque ella sea mi madre.
Oye, no me mires tanto Guille, que me da vergüenza, y lávate tú.
Tras un par de minutos de cuidadoso lavado nos volvemos a girar y nos quedamos sin saber qué decir.
Oye mamá, ¿qué te parece me baño desnudo? El agua está muy fresquita y es muy agradable sentirla así íntimamente —le propongo en lo que a mí respecta, sin atreverme a proponerle que se una a mí.
Me lanzo nadando y cruzo la charca hasta la orilla cercana sentándome en unas piedras que quedan sumergidas para descansar.
¡Qué diablos! Pues yo también me quedo así, ¿a ti no te importa no Guille?
¡Claro que no mami, te lo llevo diciendo toda la tarde! Además, ¿quién nos va a ver en este sítio tan apartado y protegidos por estos álamos como estamos?
Es cierto, pues ala, ¡el sujetador también va fuera! —dice mi madre despojándose de la parte superior del vikini.
Se acerca a mi nadando y se sienta a mi lado en otra piedra bajo el agua. De nuevo un silencio se abre entre nosotros y lo aprovechamos para descansar y recordar con gusto los ricos placeres disfrutados momentos antes. Finalmente vuelvo a romper yo el silencio.
Oye, mamá, ¿me pregunto si será lo mismo hacerlo con una mujer?
Pues bueno hijo, en esencia es lo mismo, aunque si algún día lo haces enamorado de la otra persona descubrirás que es aún más placentero. El amor es muy importante en el sexo, ¿sabes?
¿Si, en serio? Y tú cuando lo hacías con papá enamorada disfrutabas, ¿más que hoy por ejemplo?
Bastante más hijo, ya te digo que con amor todo es diferente.
¡Pues vaya, con lo que te ha gustado hoy, con papá debería ser la caña! —exclamo sin cortarme un pelo provocando una honda carcajada en ella.
No puedo dejar de observar sus pechos, erizados como siempre al contacto con el agua fresca, redonditos y un poco caídos, sin duda las niñas de mi edad los tienen más subidos pero estos también me parecen muy atractivos, interesantes diría yo por la experiencia que habrán acumulado. Y pensar que yo un día estuve tocándolos y besándolos mientras mamaba de ellos.
Tienes unos pechos muy bonitos mamá —afirmo yo girándoselos.
¡Pero hijo, que me vas a poner colorada! —afirma ella tapándoselos.
Sólo era un piropo inocente mami, ¿es que no puedo decirle a mi madre que es guapa, o qué?
Bueno hijo, está bien, tú también eres muy guapo, eres un sol —afirma acercándose y dándome un beso en la mejilla.
Oye mamá, ¿y por qué a los hombres nos gustan tanto los pechos? Yo se los miro a las niñas de mi clase y mis amigos también y nos gustan más los más grandes.
¡Ahh pues supongo que será el recuerdo de que una vez estuvisteis mamando de unos y por eso la naturaleza os hace recordar esos momentos!
¿Tú crees que es por eso?
No lo sé, no soy hombre pero es posible.
Pues los tuyos son tan bonitos...
¿Es que quieres tocármelos Guille? —me pregunta divertida.
¿Te importaría?
¡Pues claro que sí, me da vergüenza! Pero, ¿por qué me los quieres tocar?
No sé, por saber qué tacto tienen unos pechos, no sé, de pequeño los tocaba, ¿verdad?
Claro, como todos los niños, hasta te quedabas dormido chupándomelos mientras mamabas.
Claro cuando se es pequeño uno no se entera de nada, porque yo no me acuerdo.
A ver, ven aquí y dame tu mano.
Se ve que el tono de conversación desenfadado le ha hecho gracia y va a complacer mis deseos. Toma mi mano y la posa sobre uno de sus pechos, noto el pezón duro y el pecho también, aunque poco a poco le transmito el calor de mi mano. Ella lo pasea por toda su extensión.
¿También querrás tocar el otro, no?
¡Bu... bueno ya que estamos!
Debo de ser buen humorista pues ella no para de reír con cada afirmación mía.
¿Te gusta su tacto?
Sí, son muy blanditos y suaves aunque los tienes un poco fríos del agua.
Bueno me alegro que te hayan gustado ya sabes como es un pecho femenino. Ahora tienes que concederme tú a mi un deseo, ¿vale?
¿Deseo, qué te puedo dar yo a cambio?
Verás Guille, quiero verte el pene de cerca, cuando te veo follar apenas lo puedo apreciar bien con la excitación del momento y me parece tan bonito. ¿Te importa enseñármelo de cerca?
Bueno mami, no sé que decir, tú me has complacido así que yo tampoco puedo negarme, ¿pero qué te parece si nos salimos del agua? Tengo frío.
Ya fuera del agua buscamos las toallas y las extendemos en el suelo, pero al ir a ponerla donde siempre lo hacemos mi madre me corrige.
Hoy no hijo, me da vergüenza que pueda aparecer alguien y vernos así a lo lejos. Vente detrás de estos matorrales —me indica tendiendo su toalla al abrigo de unos arbustos que crecen cerca del tronco de uno de los grandes álamos del lugar.
Una vez tumbados, ella observa mi erección mal disimulada.
Supongo que el agua fría me ha excitado, mamí.
¿Sólo el agua? —se pregunta ella maliciosamente.
Bueno, lo admito es que me ha gustado tocarte los pechos, ¿eso es malo mamá?, ya se que eres mi madre pero no he podido evitarlo.
¡Claro que no hijo! Una teta es una teta, ¿verdad? Bueno así será mejor, justo como quiero verlo, ¿entonces me dejas?
9
¡Claro mami! Adelante.
Espero que no te importe que me acerque, ¿vale? No tengas miedo.
No claro que no —contesto yo mientras noto como ante sus afirmaciones mi corazón late con fuerza, apunto de salírseme del pecho.
En un primer momento se inclina sobre él y lo observa, lo mira desde todos los ángulos y finalmente lo coge con dos deditos. Suavemente desliza el prepucio hacia atrás descubriendo mi glande. Me asombro a mi mismo de lo bien estudiada que tengo esta lección de las clases de sexología que nos dieron en su día en el insti.
¡Qué bonito es Guille!
¿Tú crees?
¡Sí, es precioso! No había visto antes un pene joven como el tuyo tan pequeñito.
¡Pero mamá no me digas que es pequeño, a mi me gustaría tenerlo grande, como los de las películas porno! —la recrimino muy dolido en mi amor propio.
Claro que no es pequeño, hijo. Es del tamaño que tiene que ser a tu edad, ya te crecerá poco apoco, ya lo verás que hermosa polla vas a tener cuando seas mayor... ¡uy perdona mis palabras es que estoy algo nerviosa! ¿Y tú estás nervioso?
Sin darme tiempo a responder acerca su oído a mi pecho y lo pega contra él, oyendo sin duda el crepitar de mi corazoncito bajo la piel.
Tranquilo Guille, tú también estas acelerado. Anda túmbate y relájate. Cierra los ojos mientras oyes mi voz, ¿vale?
Está bien, mamá, es que es una situación algo embarazosa la verdad, pero antes he notado que a tí también te latía fuerte el corazón. ¿Es normal?
Claro que sí —afirma obligándome a tumbarme en la toalla—. Entonces cuéntame que ves en esas pelís porno, cuéntame lo que te gusta y lo que no.
Bueno mamá, pues veo a la gente hacer el amor...
¿El amor? ¿No hijo, lo de las películas no es amor, es sexo, así que aunque te saltes mi regla llámalo por su nombre, vale?
Está, bien pues veo a los tíos follar con las tías, también veo a las mujeres follando... o lo que sea que hagan entre ellas y eso me gusta, ¿es normal mami?
Si, es normal, a los hombres os gusta ver a dos mujeres hacerlo entre ellas. ¿Y qué más ves?
Mi madre ha vuelto a cogerme de nuevo mi “pequeño” pene y con dos deditos lo mueve arriba y abajo muy suavemente, masturbándome.
Bueno veo a los tíos con unos pollones enormes, follándoselas.
Ten en cuenta hijo que lo normal en un hombre es tener un pene más pequeño que esos, esos son una excepción y muy pocos hombres los tienen. No te tiene que obsesionar con el tamaño. Cuéntame más, ¿qué te gusta de las lesbianas, por ejemplo?
Bueno me gusta verlas comerse el coño, besarse y acariciarse y sobre todo cuando se meten los consoladores una a otra o las dos a la vez, con unos que hay de doble punta, ¿sabes los que digo?
Si hijo yo también las he visto en las películas.
¿Es que tú también las ves, y te gustan?
Claro hijo, cuando estoy sola me ayudan a excitarme para masturbarme y alcanzar antes el orgasmo. Venga cuéntame más, ¿las pelis las ves sólo o con amigos?
Bueno las vemos en casa de un amigo que se las coge a sus padres cuando están trabajando. Las vemos él y yo en su salón y a veces nos masturbamos bajo las enaguas de la mesa camilla.
¿Si, qué interesante? Seguro que habéis comparado vuestros pitos, ¿verdad? ¿Quién lo tiene más grande?
Pues casi lo mismo, aunque él dice que la mía es un poco más grande.
¿Ves cómo es normal tu tamaño de pene? Y dime qué más ves en las películas.
Pues a veces dos hombres follan a la vez a una mujer, uno por la vagina y otro por el ano.
¿Y eso te gusta?
Pues si, la verdad es que me atrae todo lo que veo, debe de ser porque como yo no lo había hecho antes, me refiero a que nunca había follado ni con animales como estoy haciendo aquí, pues me gusta todo.
¿Y te gusta mi coño Guille, quiero decir que si lo ves como el de las actrices porno, más o menos claro?
Claro que sí mami, tu coño es bonito como tus pechos pues tú eres una mami muy guapa. Hasta lo llevas afeitado como ellas, aunque con unos pocos pelillos más pero también me gusta.
Para mi sorpresa noto como mi madre coge una de mis manos y la acerca a donde yo nunca hubiese soñado llegar, a su coño, frotándomela contra sus labios y pelillos.
¿Te gusta el tacto también de mi chochito, como antes el de mis pechos?
¡Oh mami, nunca hubiese imaginado que fuese así! Lo tienes húmedo, ¿verdad? Eso es porque estás excitada, ¿no?
¡Vaya, sabes mucho sobre sexo, eh!
Bueno nos lo explicaron en unas clase de sexología en el insti.
Pues sí hijo, mami también esta disfrutando de estas caricias que nos estamos haciendo.
Me confiesa mientras suelta la mano con la que le estaba tocando el coño, yo por inercia la dejo caer al suelo.
No hijo, sigue tu sólo tocándole el chochito a mami, ¿porque te gusta tocarlo verdad?
Si, claro, mucho mami. ¿Pero esto que hacemos no está mal?
Bueno hijo eso depende de lo que ambos pensemos, pues yo no quiero obligarte a que lo hagas ni a que aguantes mis caricias, lo hago sólo porque creo que te gustan, igual que yo no me dejo tocar por que me sienta obligada, ambos somos libres y libremente lo hacemos, ¿no piensas así hijo?
Por supuesto mamá, es que me choca un poco pero te confieso que me está gustando muchísimo lo que hacemos.
A mami también Guille, anda sigue con mi chochito, no lo dejes sólo.
Automáticamente elevo la mano y palpo su suave humedad, con sus suaves pelillos y labios vaginales y todo lo que puedo. También palpo su ano, aunque temo que esto no le guste y en seguida vuelvo con su chochito. Abro los ojos para verla pero ella posa sus manos en ellos y me indica que los cierre que es mejor así...
¡Oh Guille cuánto me está gustando esto! Acariciándote tu pene tan bonito, mientras me tocas con tus manitas mi chochito. Te voy a hacer un regalito hijo ya que a mami le está gustando tanto lo que le haces.
10
Noto como se mueve y aleja su chochito del alcance de mi mano, la siento arrodillarse ante mi y a continuación sus labios rozándome el glande. No puedo creer lo que va a suceder a continuación, pero lo se, ¡ella va a comerse mi pene!
Sus labios arropan mi pequeño pene con gran dulzura, nunca antes había sentido algo así, es maravilloso y ella lo hace tan bien... entra y sale de su boca con un suave ritmo que me ayuda a no correrme por el momento, aunque lo cierto es que apenas en unos segundos estoy a tope y no puedo evitar lo inevitable, ¡me corro! Y para más sorpresa aún, noto como los labios chupadores continúan como si tal cosa y siento como las pocas gotitas que me quedaban son tragadas por mi progenitora sin ningún pudor aparente. El éxtasis me envuelve, se me nubla la vista y me dejo llevar.
Pasan unos minutos en los que me niego a abrir los ojos mientras me recreo en las sensaciones recién descubiertas. ¡Qué buena que está una mamada, hecha con cariño y dulzura!
Cuando por fin abro los ojos me incorporo un poco y observo a mi madre que ahora se ocupa de su chochito, frotándoselo con una mano mientras con la otra se pellizca un pezón. Me quedo unos segundos observando el excitante y morboso espectáculo de ver a una madre masturbándose ante mi y finalmente ella nota mi interés por el asunto y me invita a participar.
��Quieres ayudar a mami a correrse? —me pregunta sin dejar de masturbarse.
¡Si, claro que quiero! ¿Te puedo tocar... —hago una pausa como solicitando autorización materna, nunca mejor dicho— el chochito?
¡Claro adelante! —exclama ella retirando su mano y cesando en su masturbación, ofreciéndome una espléndida vista de su flor húmeda y caliente.
Con una mano apoyada en el suelo permanezco incorporado a su lado, mientras la mano libre viaja a su entrepierna. Allí encuentra su sexo tremendamente húmedo y expectante a mis caricias. Pero las dudas aún me tienen paralizado. Aquí es donde entra en juego mi sabia progenitora, que siente mis dudas y toma mi mano temblorosa, conduciéndola confiada hasta su excitada raja.
Al contacto con su intimidad siento como un calambre recorre todo mi cuerpo y después siento la alta temperatura de su piel. Entonces me restriega la mano por todo su sexo, llenándome los dedos con el suave fluido que engrasa su piel y la mía haciendo que las caricias fluyan sin ninguna dificultad. Como si de electricidad estática se tratase, noto como el bello se me eriza y me embarga una emoción muy especial, mezcla de deseo y miedo a lo prohibido, al tabú que me atenaza.
¿Te gusta? —me pregunta melosa, disfrutando del momento.
¡Mucho mamá, está súper caliente y muy mojado! —exclamo yo provocando su sonrisa.
Eso debe de ser así.
Continúa tomando la iniciativa y hunde un poco más mis dedos en sus labios vaginales, arropándolos con sus dulces pliegues e incitándome a introducirlos en su coño.
Adelante mételos en mi chochito, así con dos deditos primero —me dice colocándomelos juntos y ayudándome a introducirlo en su raja.
Al entrar el líquido que lo lubrica parece salir a borbollones de la cavidad, desapareciendo mis pequeños dedos en él sin dificultad. Ahora ella, suelta mi mano y espera a que yo reaccione. Aunque tardo un poco en captar la idea, su mirada inquisitorial mientras retoma sus frotes de clítoris es como un interruptor que pone en marcha mi mano comenzando a penetrarla con mis dos dedos juntos.
En poco tiempo me voy soltando y poco a poco incorporo un dedo más y luego otro, hasta que los cuatro entra en su coño al la vez, adaptándose su tamaño sin problemas.
Mi madre comienza a gemir y contorsionarse al tiempo que se masturba, cierra sus ojos y confía en mi buen hacer. Entonces una idea surge en mi mente y presto a complacerla en lo que pueda y darle placer la pongo en práctica. Bajo la cabeza y me acerco poco a poco a su más tierna intimidad...
¡No Guille! Sigue metiéndome los dedos que ya casi estoy a punto de correrme, ¡vamos! —me grita casi en tono amenazador.
Un poco disgustado por el rechazo de mi madre ante mi iniciativa para complacerla, continúo penetrándola con mis dedos, que a estas alturas están embadurnados completamente en sus suaves y resbaladizos jugos.
De pronto siento como su cuerpo se estremece, y para mi asombro los antes suaves labios vaginales que tan bien se dejaban acariciar comienzan a estrujar literalmente mis dedos con fuertes contracciones. Sin saber muy bien que hacer continúo moviendo mis dedos en sus interior, aunque más suavemente.
Finalmente tras unos segundos de éxtasis mi madre me indica que me retire y se queda apaciblemente tumbada en la toalla, descansando.
Realmente estamos tan relajados que nos quedamos dormidos un buen rato, tendidos sobre las toallas, con nuestros cuerpos desnudos.
11
Los chapoteos de mi madre nadando en el agua me despiertan, abro los ojos y la veo nadando en la charca, así que decido unirme a ella.
Conforme voy entrando veo que aún no se ha vestido e inevitablemente pienso que le gusta estar así, desnuda.
—El agua está estupenda hijo, ¿has dormido bien? —me pregunta recibiéndome.
—Si, muy bien, hace bastante calor aún.
Nos quedamos mirándonos el uno al otro durante unos segundos interminables, parece que no sabemos bien qué decirnos o que hacer ahora. En el fondo una duda florece en nuestras almas tras los últimos sucesos.
—Oye mami, ¿tú crees que está bien lo que hacemos? Me refiero a lo de antes —le pregunto finalmente sincerándome con ella.
—Bueno, verás... yo creo que en el fondo si lo hacemos de mutuo acuerdo, respetándonos el uno al otro, no tiene por qué estar mal hijo, ¿es que tú piensas que está mal? —me pregunta ella secándose el cabello mientras el agua resbala por sus pechos desnudos.
—No lo sé, a mi me ha gustado lo que me has hecho... ¡mucho la verdad! Está genial, nunca antes había sentido algo así, ni cuando se lo hacía a la burrita.
—Pues entonces no tienes porqué preocuparte hijo, aceptalo como un regalo y ya está, ¿vale?
—Vale —asiento aún no muy convencido.
El resto de la tarde la pasamos entre baños y siestas a la sombra de los grandes álamos, mi madre continúa desnuda y acabo acostumbrándome a verla así, con su coño peludo y negro, sus pechos prominentes con los pezones erizados y duros por el frío del agua.
—Oye, mami, ¿tú alguna vez lo has hecho por atrás? —le pregunto mientras descansamos tras un nuevo baño.
—¿Por atrás, a qué te refieres hijo?
— Bueno, por el culo —digo con algo de corte, pensando que tal vez le pueda molestar mi pregunta..
—Pues hijo, me da un poco de vergüenza decírtelo pero sí, alguna vez lo intenté con tu padre aunque lo cierto es que nunca llegué a disfrutar haciéndolo así, eso si, ¡tu padre se lo pasaba bomba!
—¿No te gusta entonces? —continúo inquisitivamente preguntando.
Mi madre se muestra visiblemente incómoda ante mi nuevo ataque de curiosidad morbosa y ciertamente esto me produce cierto placer y morbo.
—Pues es diferente, al principio sientes dolor, y a medida que te acostumbras tiene algo de prohibido que te hace desearlo, pero luego vuelve el dolor y aunque terminaba corriéndome seguía doliéndome, así que dejamos de intentarlo.
—Ya, comprendo, por ahí tiene que estar más difícil de meter, ¿no?
—¡Bueno hijo, ya está bien que me da vergüenza hablar de eso, hablemos de otra cosa! —protesta finalmente ella zanjando el asunto bruscamente.
Ya por la noche decidimos bajar al pueblo y cenar en un restaurante a la salida del mismo. La gente, incorregible como siempre, nos mira y murmura a nuestro alrededor. Una comenta: “esa es la escritora”, y otra asiente con la cabeza.
Mi madre está radiante, se ha puesto un vestido espectacular y luce un generoso escote. Esta noche y sin que sirva de precedente me ha dejado tomar tinto de verano y estoy sufriendo algo de embriaguez debido a la falta de costumbre.
Al terminar creo que no soy el único que se encuentra mareado, mi madre se agarra a mi tras pagar la cuenta y abandonamos el lugar intentando que nuestra dignidad no se vea mermada por nuestra falta de equilibrio. Decidimos pasear por las afueras del pueblo en esta noche estrellada hasta más allá de donde las farolas de esta carretera terminan.
—Me encante el cielo de este pueblo —afirma mi madre aún cogida a mi brazo—, ¿a tí no?
—Sí, hay millones de estrellas ahí arriba, en el camino de Santiago, esta noche es espléndida.
Yo voy cogido a la cintura de mi madre y mi mano se apoya en su cadera, sobre su suave y fino vestido. Su perfume es embriagador, y como voy algo pedo, me embriaga aún más.
—Me encanta tu perfume, hueles muy bien —afirmo mientras mi nariz husmea en su pelo, justo por encima de su oreja.
—Gracias, hijo, me alegra que te guste.
—Y tu vestido es muy suave, casi no se nota al tacto sobre tu piel —continúo alagando su ego—. Te has fijado como te miraba el camarero el escote, seguramente que adivinaba el contorno de tus pechos trasparentándose por la tela, porque, ¿no llevas sujetador, verdad?
—¡Oye, qué observador te has vuelto pillín! ¿Te cuento un secreto? Sí que llevo sujetador, está bajo los pechos, mira...
Mi madre toma mi mano izquierda y la coloca bajo su pecho izquierdo, haciéndome palpar algo un poco duro.
—¿En serio? En efecto esto está un poco duro.
—Ves, se pega a la piel por debajo del pecho, aunque da algo de calor, pero realza el busto —se deleita en explicaciones mi madre mientras yo sigo con mis palpamientos.
—¿Puedo tocarlo por dentro? —me atrevo a preguntarle mientras casi sin esperar respuesta introduzco mi mano entre la tela vaporosa—. Es cierto, es como un plástico duro —afirmo yo al tiempo que rozo su pezón que queda al aire por encima del moderno artilugio.
—¡Oye, que por ahí no hay sujetador! Sólo es por abajo para “sujetar”, captas la idea... —enuncia entre risas.
Casi sin querer noto que sus braguitas no son tales, sino que lleva un tanga, pues en su cintura apenas noto el tacto de una costura y suavemente exploro hasta el centro de su espalda donde el inconfundible triángulo delata mis sospechas.
—También llevas tanga, ¿no mamá?
—¡Hijo, acaso estás analizando mi estilismo esta noche! —protesta ella aunque sin mostrarse enfadada.
—¡Perdona mami! Es que cuando me fijo en las niñas de mi edad ya veo que llevan estas prendas de vestir, era simple curiosidad.
—Pues ya no te queda mucho por examinar Guille. Ahora es mi turno, ¡a ver qué moda interior lleva el señorito! —exclama ella introduciendo su mano por mi pantalón y bajándola por mi trasero—. Vaya pero qué culillo más prieto tiene mi niño.
Entre bromas y risas mi madre palpa mi trasero por encima y por debajo también del pantalón. Yo también decido jugar y palpo su culo igualmente por encima del vestido y también por debajo, acariciando sus posaderas desnudas.
—¡Oye Guille!, no hemos quedado en que no está bien tocarle a mamá sus partes íntimas.
—Tú me tocas a mi el culo, pues tengo derecho a hacer yo lo mismo, ¿no? —digo para protestar.
—¡Entonces si te toco aquí, qué me vas a tocar a mi! —dice llevando sus manos hasta mi entrepierna palpando mi polla, que a estas alturas estaba ya dura y puntiaguda—. ¡Pero, estás cachondo hijo!
Mi madre parece extrañada por lo que acaba de descubrir y se separa de mi unos centímetros. Yo continúo con el juego y toco su entrepierna, justo a la altura del coño, aunque sólo a través del vestido. Al mismo tiempo lanzo mi boca a su cuello y lo chupo con pasión.
—¡Sí mamá estoy cachondo, no se si será malo pero creo que es por tí! —exclamo mientras chupo su cuello un poco más.
Ella parece dudar unos segundos y se deja hacer, yo aprovecho y subo su vestido colando mi mano en su interior tocando su tanga y sus ingles, pero justo en este momento parece recapacitar y me aparta de un empujón.
—¡No! —me grita—. ¡Esto no está bien hijo, unos juegos pasen pero no podemos continuar!
—¡Lo siento, no lo volveré ha hacer!
Se marcha caminando de vuelta al pueblo, yo la sigo poco a poco hasta colocarme a su altura. Caminamos un buen rato en silencio. Finalmente llegamos al pueblo y nos montamos en el coche, ella arranca y sin mediar palabra comienza a discurrir por entre los carriles sin asfaltar hasta el cortijo. Al llegar a la puerta para el motor y se gira con gesto muy serio hacia mí.
12
—Hijo, no quiero que nos enfademos, pero tenemos que tener cuidado con estas cosas, pues estoy disfrutando mucho de la intimidad que tenemos juntos en estas vacaciones, de la sinceridad en torno al sexo y todo eso, pero no debemos pasar ciertos límites, ¿comprendes?
—Sí, lo entiendo, yo también tuve mis dudas esta tarde cuando me hiciste aquello...
—Guille, tienes que comprender que tal vez me haya equivocado y en un arrebato de pasión haya hecho algo que no debía, como eso. Así que dame tiempo y mientras tanto vamos a seguir como hasta ahora, ¿vale?
—Está bien mami, procuraré no entusiasmarme de nuevo.
De este modo nos despedimos y nos vamos a la cama.
A la mañana siguiente continuamos con nuestras tareas en el cortijo y decidimos pintar una de las fachadas exteriores del mismo. Tras un copioso desayuno en el que apenas hemos mediado palabra comenzamos la pinta de la fachada norte de la casa.
El trabajo discurre monótono y los pensamientos se agolpan en mi mente:
— ¿Estará enfadada conmigo? No debí hacer lo que hice anoche, ¿por qué lo hice? ¿Por qué me atrevía a ir tan lejos? —me digo a mi mismo mientras trabajo.
Lo cierto es que aunque estoy algo confuso un sentimiento claro de deseo se ha arraigado en mi mente hacia mi madre. Deseo su cuerpo, deseo acariciarla, besarla y tocarla, aunque me siento culpable por ello. Me pregunto si ella opinará lo mismo que yo.
Tan absorto estoy en mis pensamientos que al oír un chorrito no me percato de lo que pasa hasta que la veo agachada en el suelo haciendo un pis furtivo.
—Por favor Guille, no mires, es que me ha entrado gana y no me apetecía ir a la casa para hacerlo.
Instintivamente giro la cabeza y sigo pintando aunque la imagen de su coño y del chorrito va a quedárseme grabada en mi mente el resto de la mañana.
En silencio pesa en mi alma y un sentimiento de culpabilidad comienza a inundarla, con lo bien que lo estábamos pasando en los últimos días. Decido probar suerte e intento disculparme de nuevo.
—Perdona lo de anoche, mami, no sé en qué estaba pensando para hacer lo que hice.
Mi madre ser sorprende por mi arrebato de arrepentimiento y piensa unos segundos antes de contestar.
—No le des mas vueltas hijo, lo hecho, hecho está. Yo creo que también tengo la culpa, por no darme cuenta de lo que estaba pasando y creo que te incité un poco al dejarme acariciar por ti, a lo mejor por eso malinterpretaste la situación.
Espontáneamente se acerca hacia mí y me repite que no pasa nada que intente olvidar el asunto y ya está. Me estampa un par de besos y cuando ve que estoy bien me invita a seguir pintando. Aunque ahora parece querer continuar charlando y comienza una conversación sobre si me gustaría hacer algo distinto esta tarde.
—Pues no sé, supongo que a bañarnos como siempre —asiento yo mostrando mi aburrimiento por las alternativas.
Mi madre parece contrariada, es cierto que la rutina diaria comienza a cansar. Pero entonces le surge una idea.
—Ya lo tengo, ¡nos iremos a la playa!
—¿A la playa? —pregunto yo extrañado por la idea.
—¡Sí, exacto! En una hora podremos estar en la playa, si quieres cogemos el coche y nos vamos. Cuando lleguemos buscamos un hotel y nos quedamos unos días.
—Pero, ¿y esta casa? —la interrogo ante su improvisada propuesta.
—Serán unos días, como mucho una semana, supongo, y el cortijo nos estará esperando. ¡Venga vamos a recoger antes de que se nos haga más tarde.
En apenas una hora cogemos lo justo para pasar unos días fuera, y emprendemos la marcha a eso de la una de la tarde. Menos mal que el coche tiene aire acondicionado porque sino nos derretíamos por el camino.
En apenas hora y media estamos ya divisando la costa y conforme nos adentramos en la turística ciudad observamos como sus habitantes hacen honor a este adjetivo. Rubios y rubias, pelirojos y pelirojas, mulatos y mulatas denotan su procedencia extranjera en este pueblo antaño repleto de pescadores que malvivían con lo que arrancaban del mar todos los días.
Lo primero es comer, así que mi madre localiza un restaurante, por supuesto abarrotado de gente, y descansamos un poco tras el repentino viaje mientras reponemos fuerzas. Entre el bullicio de gente me deleito con las jovencitas y no tan jóvenes en bañador. Mi madre parece darse cuenta y sonríe con picardía.
—Qué, por ahí el ambiente está mejor que en el pueblo, ¿verdad? —sugiere mi madre sonriéndome.
—Bueno, un poco —afirmo yo quitándole hierro al tema.
Tras la larga comida por fin pedimos la cuenta y pagamos. Ahora comienza un nuevo reto, buscar hotel.
Quién lo diría, ya es el cuarto que visitamos en una hora y nos dicen que está completo. Empiezo a verme de vuelta por la noche al pueblo, aunque mi madre está tranquila y me dice que no me preocupe, que ya encontraremos algo.
Al final le comentan que en pueden quedarles habitaciones en un cinco estrellas a las afueras del pueblo, eso si, nos saldrá algo más caro, pero mi madre acepta sin dudarlo y nos dirigimos al mismo.
Sorprendentemente también está lleno, a pesar de que son casi 300€ por noche. El encargado reconoce enseguida a mi madre y se acerca a la recepción saludándola y felicitándola por su último libro. Desde luego no hay nada como ser famoso para que te atiendan bien. Se pone manos a la obra y tras un par de consultas en el ordenador nos ofrece una habitación de matrimonio con una cama, aunque añade que no habría problema en poner una cama más para mi en la habitación.
Mi madre acepta encantada, aunque rechaza la oferta de la cama supletoria, “podemos dormir juntos” asiente, “es mi pequeño” concluye poniéndome colorado delante del encargado. Así que por fin subimos y nos instalamos cómodamente. Descansamos un rato y con impaciencia mi madre me apremia para que me ponga el bañador y vayamos a la playa para aprovechar lo que queda de tarde.
El mar está espléndido, con suaves olas y una luz radiante, ya no hace tanto calor como al medio día. Hemos venido en un minibús que el hotel posee para cubrir los aproximadamente dos kilómetros que nos separan esta fina arena amarilla.
Mi madre extiende su toalla y se libera de la ropa con presteza. Para mi sorpresa se quita la parte superior del bikini y se dispone ha hacer top-less como cualquier mujer liberada. Tras la untura de cremitas de rigor comenzamos a descansar y tomar el sol encima de la toalla. Ella lee y yo, escondido tras mis gafas de sol observo el paisaje...
Hay muy buen ganado en esta playa, concluyo tras unos minutos de observación. Y así apuramos los últimos rayos de sol. Definitivamente esto sí es vida.
13
Ya por la noche no tenemos ganas de salir por el pueblo y tomamos una romántica cena en la terraza del hotel, escuchando música de piano en directo, sin duda todo un lujo. Mi madre luce su mejor vestido y yo aunque no tenía ropa para la ocasión en seguida se han encargado en el hotel de buscarme unos pantalones de pinzas, una camisa y unos zapatos de vestir, cosas del dinero.
Tras la cena hay baile y aunque me da vergüenza mi madre insiste en bailar conmigo agarrados, y se muestra como una estupenda maestra de baile de salón. En el proceso no puedo evitar fijarme en su escote y acariciar su cintura, sentir el roce de sus pechos contra mi pecho y me excito. Juraría que ella lo ha notado pues mi pene abulta tras la cremallera, pero no le da importancia y sigue como si tal cosa.
Tras casi dos horas de baile decido que ya no más y nos tomamos unas bebidas en la barra de la terraza.
—¿Te estás divirtiendo? —me pregunta mi madre tras tomar un sorbo de su vaso.
—Mucho mamá, esto sí que son unas vacaciones —afirmo yo sin dudarlo.
—¡Cómo! ¿Acaso no te divertías en el cortijo? —dice ella aparentando estar ofendida.
—Bueno, admito que tiene su lado bueno, pero es que esto es puro disfrute, todo lo tenemos hecho, ¿no crees?
—Si, desde ese punto de vista si, pero, ¿no te gusta la tranquilidad de aquellos parajes? ¿Tener “una playa” para nosotros solos? —dice mi madre refiriéndose al lago como playa, la verdad es que no lo había visto de esa manera.
Bostezo, mi madre me mira y me dice que nos subamos a la habitación, allí dos desvestimos y hago un pis mientras mi madre se quita el maquillaje, cuando me doy cuenta de que me observa.
—¿Me estás mirando? —pregunto avergonzado.
—Si, es que me parece muy curioso —confiesa ella.
Y ahora con descaro la observo que mira mi pito mientras hago pis.
—Bueno, a mi también me resulta “curioso” verte hacerlo a ti, el otro día te vi sin ir más lejos —le digo mientras me dejo observar.
—¿Y te gustó?
—Fue curioso —me limito a admitir mientras le sonrío.
Corto algunos trozos de papel higiénico y me limpio mientras ella no deja de observar. Tras esto me la guardo en mis calzoncillos.
—Bueno ahora es mi turno —dice ella mientras yo me aparto.
—¿Puedo mirar? —digo mientras me pongo a su lado, frente al lavabo.
—¡Ni hablar, eso es una guarrería! —sentencia mi madre y me echa del cuarto de baño.
No puedo dormir, no hago más que dar vueltas en la cama, la noche es muy calurosa y aunque he intentado que mi madre pusiese el aire acondicionado, ella ha insistido en que mañana estaríamos resfriados y que nos estropearía las vacaciones. Así que opto por levantarme e irme al balcón.
Aquí se está algo mejor, la suave brisa marina me refresca. Todo está en absoluta calma, aunque hay algunos clientes levantados aún, a juzgar por la luz que sale de algunas habitaciones. El cielo está sereno y estrellado como una noche de verano cálida y esplendida en la que estamos.
Al rato mi madre aparece por detrás y casi me da un susto de muerte.
—Hace calor, ¿verdad hijo?
—Si, no podía dormir.
—Yo tampoco puedo, ahora estaría bien un bañito en el mar, ¿verdad?
—¡Oh si, pero está muy lejos y ahora no hay autobús!
—Y qué más da podemos coger el coche, darnos el baño y venirnos a acostar, ¿te apetecería hacerlo?
—¿No será muy tarde? —pregunto algo preocupado, ya son las tres de la mañana.
—Claro que no, aquí está entrando y saliendo gente constantemente.
En diez minutos estamos vestidos informalmente y con los bañadores debajo. Mi madre oculta las toallas en una mochila mía y con ella al hombro salimos discretamente del hotel.
El parking está en penumbra, avanzamos hasta el coche y un leve movimiento en un coche próximo llama mi atención. Se lo indico a mi madre con un gesto, pero ella me hace señas para que permanezca en silencio.
Entramos en el coche.
—Se ve que a algunos les pone más hacerlo en el coche que en la habitación, ¿no?
—¿Tú crees que estarán follando en el coche? —pregunto yo con mi clásica inocencia.
—Por los movimientos del vehículo casi seguro. No te parece excitante, igual hay gente en la playa haciendo lo mismo así que procura no llamar mucho la atención, ¿de acuerdo?
Arrancamos y salimos del hotel en dirección a la fina arena que nos espera. Los amantes furtivos se quedan en el parking continuando su relación.
Al llegar mi madre aparca junto a la carretera y cruzamos los pinos por una pasarela de madera. Al llegar no divisamos ni un alma, aunque la verdad es que la noche es oscura y tampoco se ve mucho.
Extendemos las toallas y guardamos la ropa en la mochila.
—¿Oye Guille y si nos bañamos desnudos? El agua tiene que estar deliciosa y las olas te hacen cosquillas en todo el cuerpo, ¿te atreves?
—Vale, ¿por qué no? —contesto yo sin poder creer lo moderna que se está volviendo mi madre.
Nos acercamos a la orilla y la primera sensación es de frío, el agua está fresquita pero acostumbrados al río cerca del cortijo podemos soportarlo y nos vamos adentrando poco a poco entre las olas.
Mi madre coge mi mano para no caerse por los leves movimientos del agua. La sensación es extraña y aunque el oleaje es muy suave parece como si te mareases un poco a no ver nada y sentir las olas al rededor.
Apenas adivino su silueta desnuda en la oscuridad de la noche, pero si siento su mano caliente cogiendo mis dedos.
Ya estamos metidos de lleno en el agua, mi madre se sumerge y nada unos metros, yo la espero agachándome un poco hasta que el agua me cubre por el cuello. Una vez acostumbrado a la temperatura del líquido y salado elemento comienzo a estar fenomenal, está calentita calentita y se está mejor dentro que fuera con la brisa marina.
—¡Está estupenda verdad! —afirma mi madre ya de regreso acercándose a mi.
—Si, está calentita. Te has fijado en este cielo tan estrellado, es como en el pueblo —observo yo maravillado al ver la luminosidad del Camino de Santiago.
Espontáneamente mi madre se acerca y me besa en la mejilla, yo, aprovechando su gesto, la abrazo y me pego a ella para poder sentir sus pechos desnudos sobre mi piel y tal vez algo más abajo, su pubis peludillo contra mi pene. Le doy otro beso en el cuello y le susurro al oído: “Lo estoy pasando muy bien estas vacaciones contigo”.
—Yo también Guille, me alegro de poder dedicarte todo mi tiempo.
Su cuerpo, aun debajo del agua está caliente y suave y me excita pensar que tengo mi pene a solo unos centímetros de so coño. Sus pechos, de un tamaño hermoso y de tacto suave y gelatinoso resbalan sobre mi piel volviéndome loco.
De pronto mi madre me echa agua y se pone juguetona, zafándose de mi abrazo me echa agua en la cara, yo le sigo el juego.
—¡A que no me coges! —grita lanzándose a nado.
La sigo, nadando con todas mis fuerzas me acerco a ella pero sin poder cogerla, se nota que está en forma con sus sesiones de gimnasio y me mantiene la distancia. Tras nadar unos veinte metros las fuerzas nos abandonan momentáneamente y se para delante mío, consiguiendo entonces alcanzarla.
De nuevo vuelvo a abrazarla juguetonamente colgándome de su cintura como si fuese un niño pequeño bajo el agua, poniéndole mis testículos y pene en la barriguita y agarrándola por el cuello.
—¡Jo hijo, cuanto pesas ya, apenas puedo contigo! —afirma aunque me continúa agarrándome en mi abrazo.
Tras unos segundos me hace bajar y vuelve a los juegos, me echa agua de nuevo y al ir a girarse para huir de mi me anticipo a su movimiento y la agrazo por detrás, con una mano por encima del hombro y la otra bajo su axila contraria ciño mi abrazo sobre sus pechos, justo entrelazando mis manos en su canalillo. La pego de nuevo a mi cintura y noto como mi pene erecto choca contra su culo redondito.
—¡Te pillé! —le susurro al oído mientras ella forcejea.
En el juego mi pene se desliza y busco a propósito el hueco entre cachete y cachete, metiéndolo por él, hasta llego a notar cómo sus pelillos me pinchan el glande. Mis manos ahora la sujetan por la cintura, las entrelazo en su barriguita y la aprieto un poco más pegándome a su espalda, sintiendo la magnitud de su prominente culillo en mi estómago.
Sin duda que tiene que notar mi erección entre sus muslos y de repente deja de moverse y sólo la oigo jadear tras el esfuerzo. Con un temblor por todo el cuerpo debido a la emoción y los nervios del momento apenas acierto a subir mis manos desde su cintura hasta sus tetas juntándolas en su canalillo, recogiéndolas con mis manos cuan si de palas se tratase. Ella parece permitir mi atrevimiento y se queda quieta.
Tras unos momentos de clama se gira y parece querer preguntarme algo, pero sin darle tiempo a hablar me abalanzo sobre su teta izquierda y busco su pezón con mis labios en la oscuridad, chupándoselo y degustando su dulce sabor salado.
—¡Guille!, ¿pero qué me quieres hacer? —me pregunta aunque de sobra sabe mis intenciones.
—¡Oh mami me encantan tus pechos! —exclamo yo abrazándola por la cintura y bajando las manos hasta su culo.
De un fuerte empujón la acerco hacia mí, clavando literalmente mi pene en su monte de venus, incluso me hace un poco de daño cuando se dobla y se queda para arriba, aplastado entre ambos cuerpos.
—¡Oh, qué dura la tienes! —exclama mi madre abrazándome por el cuello—. Anda toma un poco más de mis pechos, que ya veo que estás muy necesitado de ellos.
Me acerca su otra teta y la chupo con más pasión aún, ahora la beso con fuerza hasta que mi boca queda atrapada en su canalillo con ambas tetas a su lado, ella aprieta mi cabeza contra su pecho y sus tetas literalmente estrujan mis mejillas a cada lado.
—¡Nos salimos ya Guille!
—¡Vale mami! —comento yo entusiasmado.
Sin soltarme de la mano salimos juntos de la mar. Entonces nos damos cuenta de nuestro error, no encontramos las toallas. Así que con un poco de paciencia caminamos por la arena con la esperanza de pisarlas. Ella continúa cogiéndome la mano.
—¡Qué quieres que hagamos Guille! ¿Estás seguro que quieres que sigamos por este camino? ���me pregunta mientras buscamos.
—¿A qué te refieres exactamente? ¿No te entiendo?
—Te lo diré claramente, ¿es que quieres follarme? ¿Follar con tu mami?
Ante la rotundidad de la pregunta no sé qué contestarle, y opto por quedarme callado mientras no encuentre una respuesta apropiada.
—A mi también me da mucha vergüenza esta situación hijo, ni yo misma sé si sería capaz de hacer algo así... pero en el fondo admito que me siento atraída sexualmente por ti.
—Yo también mami, te quiero mucho, como antes, pero es que además cuando estoy cerca de ti, te veo desnuda, te acaricio la piel o incluso siento tus tetas sobre la mía, me pongo cachondísimo y en esos momentos sólo se que sería capaz de follarte sin pensarlo más.
—En el agua te ha pasado, he sentido tu polla acercarse a mi culo y admito que la sorpresa me ha gustado Guille, por unos segundos he perdido la cabeza y te he dejado continuar a ver qué eras capaz de hacerme... ¡oh vaya, aquí están las toallas! —exclama mi madre tras rozar una de ellas con su pie—. Vamos a sentarnos y lo hablamos, ¿vale?
—Está bien mamá, pero empiezo a no querer hablar mucho del tema, porque cuanto más lo pienso más culpable me siento.
—Hablar no es malo Guille, nos ayudará a superar nuestros miedos y si tiene que pasar algo que pase, después será nuestro secreto y de nadie más.
Un poco harto de tanta conversación decido pasar a la acción y me siento junto a mi madre, chupándome todos los dedos de mi mano derecha no dudo en llevarla hasta sus muslos obligándolos a abrirse y la conduzco hasta sus labios vaginales externos. Le froto el coño suavemente, con la saliva enseguida sus labios exteriores se abren y descubro que los interiores están superlubricados, ratificándome que ella también se ha excitado por el abrazo marino de antes.
—¡Oh Guille, qué impetuoso eres! —exclama mi madre sin atreverse a apartarme la mano de su húmeda vagina.
—Hagamos un trato mami, estas serán las últimas palabras que pronunciaremos esta noche, vamos a hacer lo que tengamos que hacer y mañana ya tendremos tiempo de pensar y hablar.
—Vale Guille, a ver hasta donde eres capaz de llegar —dice mi madre incitándome a seguir.
En la oscuridad de la playa mis labios buscan la fruta prohibida. Mi nariz la huele, ya a escasos centímetros de esta, entonces mi lengua sale de entre mis labios y saluda a su chochito, propinándole toda una serie de lametones de abajo a arriba y viceversa. Mi madre se ha tumbado, con las piernas abiertas y ligeramente flexionadas me acoge entre sus muslos y me deja hacer... ¡por fin!
Saboreo los delicados jugos de su coño, mi boca no se cansa de comerlos y continúa estimulando su segregación. Lamo su clítoris, lo chupo, lo beso, hago que ella se vuelva loca del placer que obtiene con mis atrevidas caricias.
—¡Méteme los dedos Guille! ¡Vamos! —me implora y yo obedezco.
Mis dedos se pierden en su delicioso interior, suave, muy suave y húmedo, muy húmedo. Follarla con los dedos es toda una delicia y mientras lo hago ella me coge la cabeza y me obliga a seguir lamiéndole el clítoris. Así meto y chupo, lamo y meto.
Me afano en la tarea y disfruto viéndola gozar, la estoy haciendo gozar mucho. Tanto es el celo que pongo que mis actos se ven recompensados en forma de orgasmo.
Mi madre se corre en mi boca, mis labios chupan su clítoris y entre estertores mi lengua se pierde entre sus labios vaginales, bebiendo sus jugos: ¡se corre! ¡se corre irremediablemente en mi boca!
Desatado me incorporo y cojo mi polla tremendamente excitada, la apunto a su sexo, quiero metérsela, llenarla con ella, sentir el calor de su coño abrasador envolviendo mi pito dentro de ella.
Pero me ve y alarmada cierra sus piernas.
—¡No Guille, eso no! Entiéndelo, los juegos si, pero eso ya son palabras mayores.
—Pero te deseo, ¡antes me dijiste que te hiciera lo que quisiera! —digo protestando.
—No pasa nada Guille, mami te complacerá de otra forma verás cómo te gusta.
Se incorpora y me hace ocupar su lugar, me tumba y ahora es ella la que se agacha y me chupa mi pito, se lo traga entero y siento su calor abrasador, no sé si su coño será como su boca, pero me deja sin respiración, la sensación es brutal y me entrego a ella. Ésta chupa con fuerza mi polla erecta, me masturba con la mano a conciencia y yo, tan excitado estoy que no puedo parar y cuando mi orgasmo se aproxima es la ola que sube por encima del espigón del puerto.
—¡Me corro! —digo rápidamente para avisarla, pues me parece de mal gusto no decírselo.
Entonces mi madre se la saca de su boca y sigue masturbándome, mientras andanadas de semen salen de mi glande a modo de fuente de leche, caliente y viscosa que se desparrama en torno a mi pene, tremendamente duro y excitado, mientras yo tiemblo de puro placer, sufro unas contracciones extrañas, nunca había sentido tanto vértigo, una mezcla de placer inenarrable y un vértigo que hace que todo mi cuerpo se estremezca.
Para más inri, cuando mi corrida termina ella vuelve a meterla en su boca y chupa los restos de semen que debe haber en mi glande. Esta nueva sensación es brutal, se une al placer anterior, pero éste es más suave y delicado, aunque muy, muy placentero, todo está super sensible ahí abajo, pero ella lo sabe y actúa en consecuencia.
Pacientemente sigue chupando mi delicado glande y yo siento que me elevo, como si flotase. Imagino que estar colocado debe ser como esto, sentirte flotando como en una nube.
Me he corrido y ella me ha derrotado, al final, de nuevo se ha salido con la suya, ¡maldita! Pero, ¡qué delicioso final!
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Jesús y la higuera sin fruto
Por Antonio Cruz
La maldición de la higuera estéril es uno de esos milagros de Jesús que es usado como símbolo de su poder sobre la creación y, a la vez, como elemento pedagógico para abrir los ojos de sus seguidores.
El Maestro puede caminar sobre el mar, alimentar a cinco mil personas, maldecir a una higuera sin higos y que al día siguiente esté seca desde las raíces, o saltarse cualquier ley natural -aunque esto pueda parecernos contradictorio- porque “todo fue creado por medio de él y para él” (Col. 1:16). Como es Dios, puede hacer todo lo que quiera que contribuya a sus planes eternos.
Algunos dicen que el contexto original de esta historia fue la fiesta de los Tabernáculos que se celebra en otoño, por lo que Jesús sí podía esperar que la higuera tuviera higos. Sin embargo, Marcos especifica claramente que “no era tiempo de higos”.
Otros piensan que en el lado oriental del monte de los Olivos, la vegetación se adelanta al menos 15 días en relación a otras partes, ya que se ve favorecida por el siroco y protegida de los vientos fríos. Pero aquí estamos entre marzo y abril y los higos maduran al final del verano.
Otros hablan de que si ya habría higos primerizos o higos-flores. Pero lo cierto es que éstos no maduran hasta junio. En fin, que la botánica no nos sirve de gran ayuda en el intento de justificar la acción de Jesús.
Me parece que el Maestro era perfectamente consciente de que no era tiempo de que hubiera higos y lo que hizo, al maldecir la higuera, fue forzar un gesto simbólico comparando este árbol con el pueblo estéril de Israel que también sería castigado por Dios. Se trata de lo que se ha llamado una parábola en acción.
Es sorprendente que el único gesto de Jesús en Jerusalén sea una maldición, pero no para los hombres sino para una pobre higuera. Por tanto, se trata de una lección por medio de una señal simbólica. Esto era algo común entre los profetas del Antiguo Testamento. Isaías se paseó desnudo y descalzo por las calles (Is. 20:2-5); Ahías silonita rompió su capa nueva en doce pedazos y le ofreció diez trozos a Jeroboán (1 Re. 11:29-33); Oseas toma por mujer a una prostituta (Os. 1-3); Jeremías se pasea por las calles de Jerusalén con un yugo atado a la espalda (Jer. 27-28); etc.
De la misma manera, al maldecir la higuera, Jesucristo quiere impresionar a sus discípulos y también a nosotros hoy, ignorando las estaciones o la lógica de que no podía haber higos en aquella época del año. El judaísmo no había sido capaz de ofrecer los frutos que Dios esperaba. El templo de Jerusalén era como una higuera estéril: mucho follaje (ceremonias, sacrificios, cantos, oraciones, etc.) pero pocos frutos (justicia, solidaridad con el prójimo, conducta honesta, etc.). De ahí que se secara desde la raíz y no quedara piedra sobre piedra que no fuera derribada (Mc. 13:2).
Esto nos hace pensar también en nosotros hoy. ¿Estamos dando frutos de amor y justicia o, por el contrario, sólo somos pura apariencia?
DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO DE ANIMALES Y PLANTAS DE LA BIBLIA
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Jerusalén
Jerusalén es la capital de la moderna nación de Israel y la más importante ciudad santa para las tres tradiciones occidentales del judaísmo, el cristianismo y el islam. Está situada en una estribación rocosa entre el Mar Mediterráneo y el Mar Muerto. Al norte y el oeste, se estrecha hacia el valle de Jezreel y las colinas de Galilea, mientras que al sur está el desierto de Judea. La ciudad está rodeada por tres barrancos escarpados (al este, el sur y el oeste). Al otro lado del barranco oriental, cruzando el valle de Cedrón, está el Monte de los Olivos.
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RUTA PEÑA DE LA ALBARDA. 2023.
( Esta reseña y su descripción son obra de Juanjo y Pilar, quienes han puesto todos los medios a su alcance para que la ruta fuese un éxito, tal cual ha sido). "Nuestro caminar comienza desde la plaza de Ayna. Tras tomarnos un cafetito, bajaremos por la C/ Mayor hasta la salida del pueblo y tras cruzar el río Mundo subiremos por la senda de la Umbria, en zigzag hasta llegar a las antenas de comunicación donde nos tomaremos el tiempo necesario para desayunar. Aconsejamos que sea consistente ya que nos queda un buen trecho de camino empinado. Llegaremos al llano del collado de las Sabinas con unos bancales de almendros que si hay suerte veremos en flor, continuando hasta la carretera ya se ve peña Albarda, recortándose en el horizonte, la cual subiremos por la ladera norte. Desde aquí las vistas son excepcionales con los cortados hacia los Cárcabos , el río Mundo y Royo Odrea a nuestros pies, el Padrastro, la Sarga, el Padrón, la Almenara, el Mentiras, etc, completan la panorámica. Bajando por la misma senda, nos agruparemos con l@s compañer@s que hayan declinado la subida, llegamos a los Ortegas, ya casi en las casas y de nuevo el río Mundo, lo cruzamos y seguimos hacia Royo Odrea, el canal de Híjar, la aldea de las Hoyas y el balcón del Infierno con unas vistas del Pontarrón, de la aldea de Royo Odrea y sus peñas y de todo el hueco del río Mundo. Desde el mirador subimos unos metros por la pista que aparece al frente y al lado izquierdo, saltamos el quitamiedos por una senda que entre pinos, monte bajo y algún olivo baja a las casas de Fuensanta, cayendo primero a la pista que por el margen derecho del río nos va bajando hacia Ayna, y después por una senda preciosa con vegetación de ribera hasta llegar al área recreativa, desde allí parte un camino cementado con una fuerte pendiente que te deja ya en el pueblo".
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Anuncia alcaldesa nueva jornada de vacunación drive thru para este fin de semana
NUEVO LAREDO, TAM.- Con el objetivo de proteger la salud de los neolaredenses y prevenir enfermedades respiratorias, el Gobierno Municipal, encabezado por la alcaldesa Carmen Lilia Canturosas, llevó a cabo con gran éxito la Jornada de Vacunación contra la Influenza en modalidad drive thru. La presidenta municipal informó que en esta jornada se aplicaron mil 820 vacunas a la comunidad, y debido al éxito, el viernes 15 y sábado 16 de noviembre se llevará a cabo una nueva campaña drive thru en la Explanada frente al monumento a Fundadores. “Estamos muy contentos por la respuesta que tuvo la ciudadanía que acudió a vacunarse contra la influenza y covid-19, este compromiso por la salud y el bienestar de nuestra población es algo que nos ha caracterizado y seguiremos haciéndolo porque para nosotros es prioridad proteger a las familias”, indicó Canturosas Villarreal. Este esfuerzo refleja el compromiso del gobierno municipal por fomentar la salud pública y prevenir enfermedades respiratorias en la población, especialmente en temporada de frío, cuando el riesgo de contagios aumenta. Además, la campaña refuerza las acciones de protección contra la Influenza, una enfermedad que, en algunos casos, puede tener consecuencias graves. La vacunación se realizó con el apoyo de personal de salud municipal y del IMSS quienes brindaron atención rápida y eficiente a la comunidad que acudió al llamado. La presidenta municipal también informó que durante este mes de noviembre la vacunación se realiza en las nueve Clínicas UNE que se encuentran en diferentes sectores de la ciudad y está dirigida para bebés desde los seis meses de edad en adelante. Los requisitos son: para adultos acudir con una identificación oficial y para los menores llevar la cartilla de vacunación. El horario es de lunes a viernes de 8:00 de la mañana a 3:30 de la tarde. Las ubicaciones de las clínicas son las siguientes: En la calle Artículo 6 entre Prometeo y Articulo 123, colonia Toboganes; Monte Olimpo entre Esfinge e Himeneo, colonia el Progreso; Río Grijalva y Río Churubusco, colonia El Campanario; Guanajuato y Tamaulipas, colonia Palmares. En Avenida Vencedor entre Canadá y Diploma, colonia Los Olivos II; avenida San Jacinto entre San Emiliana y San Eliseo, colonia Primero de Mayo; Nogales entre Durazno y Ciruelos, colonia Valles del Paraíso; y Quirino Mendoza número 4815, colonia Santa Cecilia; y en calle Jesús González Bastién con bulevar Carlos Cantú Rosas en la colonia Nueva Era. Read the full article
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El capítulo 22 de Génesis nos presenta la manera que Dios eligió para probar la fe de Abrahán, una que fue horriblemente difícil. La palabra "prueba" debe diferenciarse de la palabra "tentacion". Dios nunca tentará a Su pueblo a hacer algo malo, sino que pidiéndoles que confíen en Él y lo obedezcan a pesar de lo difícil que parezca. Este es el elemento clave que les falta a las personas que malinterpretan esta parte de la historia de Abraham. La obediencia de Abraham se basa, no en una fe ciega, sino en una confianza establecida y experimentada basada en lo que ya había visto hacer a Dios. La respuesta de Abrahán a su hijo, de que tampoco le explicará completamente a Isaac, curiosamente, hace semejanza con el dolor de Jesus del monte de los olivos. Sin embargo, a pesar de esto, Isaac cooperará con Abrahán incluso cuando esté atado en el altar. Un niño lo suficientemente fuerte como para llevar leña a una montaña no podría haber sido dominado físicamente por un hombre de más de 100 años. El hecho de que Isaac participara en este proceso también demostraba su propia confianza. Esta cooperación presagia simbólicamente el sacrificio voluntario de Cristo que ocurriría unos dos mil años después. Solo que el hijo de Dios... sí murió, e Isaac no.
“Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo. Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros. Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos. Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos.”
Génesis 22:1-3, 5-8 RVR1960
Llegaron al lugar que Dios le había dicho y Abraham edificó allí el altar, arregló la leña, ató a su hijo Isaac y lo puso en el altar sobre la leña. Entonces Abraham extendió su mano y tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo. Mas el ángel del SEÑOR lo llamó desde el cielo y dijo: ¡Abraham, Abraham! Y él respondió: Heme aquí. Y el ángel dijo: No extiendas tu mano contra el muchacho, ni le hagas nada; porque ahora sé que temes a Dios, ya que no me has rehusado tu hijo, tu único.
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Es la granada olorosa un cielo cristalizado. (Cada grano es una estrella, cada velo es un ocaso.) Cielo seco y comprimido por la garra de los años.
La granada es como un seno viejo y apergaminado, cuyo pezón se hizo estrella para iluminar el campo.
Es colmena diminuta con panal ensangrentado, pues con bocas de mujeres sus abejas la formaron. Por eso al estallar, ríe con púrpuras de mil labios…
La granada es corazón que late sobre el sembrado, un corazón desdeñoso donde no pican los pájaros, un corazón que por fuera es duro como el humano, pero da al que lo traspasa olor y sangre de mayo. La granada es el tesoro del viejo gnomo del prado, el que habló con niña Rosa en el bosque solitario. Aquel de la blanca barba y del traje colorado. Es el tesoro que aun guardan las verdes hojas del árbol. Arca de piedras preciosas en entraña de oro vago.
La espiga es el pan. Es Cristo en vida y muerte cuajado.
El olivo es la firmeza de la fuerza y el trabajo.
La manzana es lo carnal, fruta esfinge del pecado, gota de siglos que guarda de Satanás el contacto.
La naranja es la tristeza del azahar profanado, pues se torna fuego y oro lo que antes fue puro y blanco.
Las vides son la lujuria que se cuaja en el verano, de las que la iglesia saca, con bendición, licor santo.
Las castañas son la paz del hogar. Cosas de antaño. Crepitar de leños viejos, peregrinos descarriados.
La bellota es la serena poesía de lo rancio, y el membrillo de oro débil la limpieza de lo sano.
Mas la granada es la sangre, sangre del cielo sagrado, sangre de la tierra herida por la aguja del regato. Sangre del viento que viene del rudo monte arañado. Sangre de la mar tranquila, sangre del dormido lago. La granada es la prehistoria de la sangre que llevamos, la idea de sangre, encerrada en glóbulo duro y agrio, que tiene una vaga forma de corazón y de cráneo.
¡Oh granada abierta!, que eres una llama sobre el árbol, hermana en carne de Venus, risa del huerto oreado. Te cercan las mariposas creyéndote sol parado, y por miedo de quemarse huyen de ti los gusanos.
Porque eres luz de la vida, hembra de las frutas. Claro lucero de la floresta del arroyo enamorado.
¡Quién fuera como tú, fruta, todo pasión sobre el campo!
Canción Oriental, Federico García Lorca
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Libertad del pecado...
¿Se siente estancado e incapaz de tomar buenas decisiones? Acuda a Dios para encontrar la fuerza para superarlo.
Juan 8.31-36
Libertad es una palabra que suena maravillosa, al igual que amor o paz. Pero no es fácil de explicar. Sabemos que queremos libertad, pero tal vez no estemos seguros de por qué, o de cómo podría o debería ser en la vida cotidiana.
Mientras enseñaba en el monte de los Olivos, el Señor Jesús dijo a la multitud: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra… conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn 8.31, 32). Al principio, la gente no lo entendió. Pensaban que el Señor hablaba de libertad política, pero se refería a otro tipo de liberación. Él quería que supiéramos que, cuando nos arrepentimos y ponemos nuestra confianza en Él, Dios nos perdona y nos libera de la esclavitud y del castigo del pecado.
En Romanos 6.6, 7, el apóstol Pablo continuó el argumento asegurándonos que el pecado pierde su poder sobre nosotros cuando rendimos nuestra vida al Señor. Dios ofrece la victoria sobre la tentación y la limpieza de la mancha del pecado (1 Co 10.13; 1 Jn 1.9).
¿Cómo ha experimentado usted la liberación del pecado? Tómese un momento para expresar gratitud al Señor por su amor y perdón incondicionales.
(Ps. Charles Stanley).
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Dios no es un político
En el libro de Lucas, capítulo 19, versículo 39, cuando Jesús bajó del monte de Los Olivos sobre un pollino para entrar a Jerusalén, los fariseos le pidieron que callara el gozo de sus discípulos. En lugar de hacerlo, en el versículo 40 Jesús les respondió: «Os digo que si estos callaran, las piedras clamarían.» Estos dos versículos son una respuesta eficaz para entender el concepto en el que Dios tiene a la humanidad, específicamente a los creyentes y disertadores del cristianismo. Y es que la Palabra de Dios ostenta a Jesús como el único que puede cambiar verdaderamente a las personas. No existe otro mensaje en la Tierra más contundente que el del Evangelio de Jesucristo. Hasta el día de hoy, la biblia sigue siendo un factor irritante para la vida humana. Incluso ha servido de inspiración para varios filósofos y algunas corrientes de pensamiento como el conservadurismo. Una ideología política que la hizo a sus normas, aunque su relación no sea más que una absurda coincidencia. Dada la reciente lucha que se disputa en Occidente entre la izquierda y la derecha, acompañada de una interminable discusión cibernética en redes sociales, escribí este análisis con el propósito de manifestar mi descontento sobre la religión como base política del Estado. Un error que nos podría sumergir en el oscurantismo moderno.
¿Acaso Dios necesita nuestra ayuda? Según la biblia, el único que puede cambiar a las personas verdaderamente es el Hijo de Dios. No hay plan de convencimiento o truco mental. Tal y como está descrito en su Palabra, la Iglesia es el único organismo autorizado por Dios para llevar el mensaje del Evangelio a toda criatura, no los políticos; aunque algunos personajes de la derecha insistan en usarla como basamento moral y asociarla directamente con el propósito populista conservador. Incluso se atrevieron a redactar una frase que engloba todo de la siguiente manera: «Nuestra ideología está fundamentada en los mandamientos de Dios». Representa un alegato válido para los conservadores, ya que una parte de las ideologías se cimentan en posturas religiosas. Aun así, anteponer el respeto y la tolerancia entre las distintas corrientes de pensamiento es una prioridad; pero actualmente no es así, al menos no en las redes sociales, las cuales convencieron al mundo de que su opinión es importante y que, gracias a ellas, todos creen que tienen la razón.
No es necesario hacer un compendio de lo que la biblia estipula. Basta con echarle una miradita a los decálogos conservadores para hacer rápidamente una interpretación. Los «valores cristianos», indiscutiblemente, cumplen un papel importante en la sociedad occidental. El catolicismo fue la autoridad máxima durante siglos. Sin embargo, y es aquí donde se encuentra el error y lo que posiblemente envalentonó al ateísmo como movimiento político en la época de la Ilustración, Dios no puede ser revelado por medio del razonamiento humano, es decir, la lógica o cualquier otra deducción especializada; sino por el espíritu, esto es, a través del Espíritu Santo. Más allá de lo que el conservadurismo (en su mayoría conformado por católicos) quiera lograr religiosa, social o económicamente, la fe en virtud de la política nunca ha presumido de lograr buenos resultados, sino una letanía de desgracias y conflictos sociales que dividieron a los individuos en grupos separatistas en lugar de buscar el bien mayor para la humanidad. Podrán existir muchas interpretaciones sobre la relación que existe entre la política y la religión, pero habría que ser muy necio para admitir que no ha sido la causante de un sinnúmero de problemas. Jamás habrá un punto de equilibrio entre ambos términos a menos que se instaure nuevamente una monarquía religiosa y autoritaria.
¿Es posible detectar en qué momento la política hace uso de la religión o la religión de la política? La ambigüedad es lo que vuelve ambos conceptos una estrategia para el poder. Sus representantes comprenden esta disyuntiva en el pensamiento de las personas y se benefician de su simpatía para disponer del mismo. Con eso y todo, no es necesario incursionar en la política para lograr el éxito. Una persona astuta fundaría una iglesia cristiana en la colonia donde vive y haría de su ignorancia un lucro. Existen amplias ideologías, como el ateísmo, que sitúan al cristianismo en un ámbito irracional e inconveniente para los individuos. Aunque eso fuera cierto, y no digo que no lo sea, la única manera en la que el cristianismo ha logrado sobrevivir desde el surgimiento de la Ilustración en el siglo XVIII ha sido por su benevolencia comunitaria, su inspiración artística y su postura política y económica. No tengo intención de minimizar nada de eso. Lo que pretendo es desacreditarla dentro de las esferas civiles y gubernamentales, todo desde un enfoque secular que, en teoría, convertiría al hombre en el máximo de una sociedad próspera.
Nicolas Maquiavelo es considerado el padre de la ciencia política moderna. Él buscaba instrumentalizar la religión porque creía que era fundamental para la estabilidad del Estado. Por ello, supuso una religión civil cuyo propósito sería el fortalecimiento de la unión cívica para brindar un mayor sustento a la sociedad. Para Maquiavelo, importaba poco el contenido específico de las religiones. Al evaluar los méritos del individuo religioso, además del principio de comprensión cosmológica, encontraba un organizado código de conducta y de estructuración social. Nadie discute que los principios morales de mayor calibre fueron aportados esencialmente por la religión. Sin embargo, con la aparición del individualismo y la autonomía moral, ésta perdió gran parte de su función dentro de la sociedad. Ahora es el Estado quien dicta los códigos conductuales.
Maquiavelo se percató de que los romanos temían más a sus dioses que a la ley escrita. Les preocupaba más ofender su religión que al propio gobierno. Por ello entendió que había un señorío moral impregnado en su razonamiento. Por algún motivo, los individuos hallaban virtud en los códigos éticos de la religión. En esa medida, Maquiavelo pensó que, si esa virtud se extendía a toda la población, el Estado sobreviviría ante cualquier adversidad. A pesar de que veía un potencial único en el cristianismo, Maquiavelo también admitía que era una religión de esclavos que divulgaba el sometimiento y la rendición. En comparación, la religión de los romanos animaba a la lucha, al esfuerzo y la entrega, y el cristianismo a una conducta servil.
Para fines cívicos, la religión de los romanos era más convincente porque el cristianismo beatificaba hombres contemplativos, dispuestos más a sufrir que a obrar. Lo que Maquiavelo buscaba era el efecto, no el contenido. En aquella época, se pretendía reanimar la gloria romana y su supremacía. Nadie pensaba seriamente en abandonar el cristianismo para reusar cultos paganos. Maquiavelo reconocía explícitamente su capacidad como base patriótica y de defensa. Difícilmente podría pensarse que Maquiavelo estaba dispuesto a abrazar el paganismo en pleno Renacimiento. Sin embargo, a pesar de sus alusiones al cristianismo, no tenía ninguna propensión a ésta. Al estar envuelto en una sociedad católica y un ambiente profundamente religioso, era de esperarse que muchas de sus expresiones y conceptos estuvieran influenciadas por este lenguaje. Ni el paganismo ni el cristianismo atraían a Maquiavelo. Lo que buscaba en ambas corrientes era su efecto y su utilidad política. Por eso, la recomendación que hizo tanto a las repúblicas como a los príncipes, aplicable a todas las religiones, era fomentar las cosas que beneficiaban a la religión, aunque fueran falsas. A pesar de todo, nada de esto impidió que algunos de sus escritos que hablan sobre la religión, y que fueron publicados después de su muerte en 1527, sufrieran persecución y condena por parte de las autoridades civiles y eclesiásticas.
Jean-Jacques Rousseau fue un filósofo suizo que tuvo mucho en común con Maquiavelo, aunque también diferencias fundamentales al hablar de la naturaleza humana. En el tema de la religión, comparten una opinión similar: que es un ingrediente indispensable para el Estado. Aunado a eso, coinciden también en que debe haber una religión civil, es decir, una religión que fortalezca la unión cívica entre los individuos en beneficio del Estado. Hay que dejar en claro que las primeras sociedades políticas aparecieron gracias a la dependencia que existía entre la política y la religión. Con todo y que ha habido movimientos pedagógicos como el Renacimiento, la Reforma y la Ilustración, la sociedad moderna sigue enfrentándose por causa de conflictos religiosos. No obstante, en la actualidad, algunos países como Estados Unidos siguen teniendo a la religión como base de su fisonomía, que pone al cristianismo como ingrediente de su identidad política en Occidente, formalizando así una convicción social y política de propósitos universales.
Las ideas de Martín Lutero y Juan Calvino sobre esta tesis tuvieron más éxito que las de Maquiavelo y Rousseau. Sin embargo, en el siglo XVIII, debido a las guerras religiosas, llegaron a la conclusión de que era imposible unificar lo celestial con lo terrenal. Rousseau atribuía al cristianismo el origen de estos conflictos, especialmente al catolicismo, que les imponía a los ciudadanos un grado inhumano de lealtad religiosa. Esto hizo que las religiones universales como el cristianismo no pudieran ser cimiento de la civilización política. El servilismo pregonado por los cristianos fue duramente criticado por Rousseau, incluso compartió el rechazo absoluto de Lutero hacia la superioridad política del poder eclesiástico sobre el civil. Para ambos, no había autoridad más prominente que la del príncipe, y Lutero propuso que cada individuo instituyera el culto a Dios de manera privada para prescindir de cualquier estructura eclesiástica, lo que causó que las iglesias reformadas se aliaran con el poder temporal de los príncipes para sobrevivir.
Rousseau escribió El contrato social con el propósito de exponer que la libertad natural del hombre debe cederse a un interés colectivo mayor, es decir, limitar la acción individual libre y natural a cambio de una convivencia social. Su trabajo influyó en la creación de los principios políticos y humanos de la Revolución Francesa y ha trascendido históricamente en la conformación de los estados modernos, los derechos políticos y los derechos humanos. Para Rousseau, los deberes ciudadanos están por encima de los deberes piadosos. En otras palabras, la religión es importante, fundamental, pero sacrificable ante las necesidades sociales; o más bien, ante la utilidad política, incluso aquellas que influyan en el interior y la conformidad del hombre porque no contribuyen en el refuerzo de la unidad social. En El contrato social, Rousseau admitió que la profesión de fe puramente civil se alojaba en los lineamientos cristianos; pero en Cartas escritas desde la montaña prefirió que sólo contuviera los dogmas más útiles y se omitieran los que estuvieran relacionados con la divinidad. Un pueblo de cristianos, según el propio Rousseau, carecería de vigor para deshacerse de los usurpadores. Además, tendrían el peor ejército, uno que estaría más dispuesto a dejarse matar. Dicho de otra forma, Rousseau descarta al cristianismo absolutamente si se pretende hacer del mismo la religión del Estado.
Si bien las relaciones entre la religión y la política se establecieron mediante el conflicto, a veces la religión haciendo uso de la política o la política de la religión, Maquiavelo y Rousseau establecen la conveniencia y la legitimidad de someter a la religión a la esfera política. Esta interpretación sentó el abecedario científico de lo filosófico que influyó en la reformación que prevalece entre el individuo y la sociedad. La postura de Rousseau desplaza los dogmas de la religión hacia la moral.
[…] nosotros que pretendemos sacudirnos del yugo en cualquier momento, nosotros que no queremos otorgar nada a la autoridad, que no queremos enseñar nada a nuestro Emilio que él no pueda aprender por sí mismo en cualquier país, ¿en qué religión lo educaremos? […] Me parece que la respuesta es muy sencilla: no le agregaremos ni a ésta ni a aquélla, pero lo situaremos en estado de escoger aquella a que deba conducirle el mejor empleo de su corazón (Rousseau, 2008, p. 300).
Para el filósofo, la existencia de Dios no es una necesidad racional o un postulado irrefutable, sino una cuestión que sólo se puede entender a través de los sentimientos. Sin embargo, también criticaba su ineficacia civil y política, al igual que el ateísmo. Gracias a esto, resulta fácil concluir que Rousseau fue un profundo creyente del cristianismo sensible a sus estatutos. Incluso podría ser catalogado como un reformador de la iglesia.
El cristianismo es una religión totalmente espiritual que desapega a los hombres de las cosas de la tierra, la patria del cristiano no es de este mundo; cumple su deber, es cierto, pero lo hace con una profunda indiferencia sobre el éxito de las tareas que realiza. Poco importa que todo vaya bien o mal aquí abajo; si el Estado es lo reciente disfruta modestamente de la felicidad pública; si el Estado perece, el cristiano bendice la mano de Dios que elige a su pueblo (Rousseau, 2005, p. 191), y además, lejos de entroncar los corazones de los ciudadanos con el Estado [el cristianismo] los separa de él como de todas las cosas de la tierra. No conozco nada más contrario a espíritu social (Rousseau, 2005, p. 215).
En la actualidad, es impensable que un nuevo candidato a la gubernatura pretenda hacerse de dicho cargo mediante propuestas que se basan totalmente en los dogmas cristianos. Tal y como declaré en este análisis, la imposición religiosa a través del Estado engendraría conflictos de intereses que pondrían en riesgo la integridad del hombre. La filosofía evolucionó de tal modo que el cristianismo se ha reducido a una materia de gran amplitud histórica, cuyas enseñanzas morales pueden analizarse desde la imparcialidad; es decir, como una fuente de legitimación política cuyos autores modernos pueden diseccionar de forma racional, términos que tanto Rousseau como Maquiavelo jamás imaginaron que existirían en algún punto de nuestra vida. El cristianismo no puede fusionarse con la política de manera esencial porque, en palabras de Rousseau, es el enemigo político del Estado. Los humanos prefieren por orgullo y autosuficiencia vivir su propia verdad antes que obedecer lo que Dios ordena en la biblia directamente. Órdenes que no pueden ser interpretadas a conveniencia de sus lectores, o de sus detractores. En aquel tiempo, la humildad cristiana cambió su lenguaje y el reino celestial del que con tanta vehemencia se hablaba fue haciéndose parte de un despotismo violento y terrenal. Su perpetuo conflicto con las leyes gubernamentales y su jurisdicción hizo del cristianismo una burla política que jamás pudo decidir si tenía que obedecer primero al sacerdote o al príncipe. No debe buscarse la fórmula de un nuevo régimen totalitario basado en el cristianismo, sino en el bien social y colectivo con el poder suficiente para reafirmar los valores éticos de la estructura moral como la vida futura, la felicidad de los justos, el castigo de los malhechores, la santidad del contrato social y de las leyes escritas.
Una sociedad en donde la intolerancia sea considerada como el mayor pecado de todos.
«Quería, por tanto, que en cada Estado hubiese un código moral o una especie de profesión de fe civil que contuviese de modo positivo las máximas sociales que cada cual estaría obligado a admitir y, de modo negativo, las máximas fanáticas que estaría obligado a rechazar, no por ser impías, sino por ser sediciosas.» Jean-Jacques Rousseau
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La imagen armada
Son quizás las arenas del desierto lo que me contacta con el hilo de la historia, con el gran movimiento de las olas que otrora, mantenían los cuerpos bajo la misma zona.
Aún cuando en su momento los cantos de guerra saquearon de la casas todo cuando pudieron los extranjeros del olivo, la historia misma fue articulada de tal manera que a través del tiempo, volvió a ser alegre, y lo que antes era rezo se convirtió en canto, y el rio de la historia convirtió el alap en makham, el makham en bulería, la bulería en salsa, y de la salsa en alegtía.
Nos unen sobretodo las arenas del desierto hermanos, la opresión de los imperios y varias otras palabras dentro de nuestro vocabulario.
Hemos sido arrastradas por el hilo de la vida y de la muerte, de la opresión de nuestros pueblos, de nuestros cuerpos, y de las ideologías que llevan a nuestros propios hijos y hermanos a matarse entre sí.
"La imagen de la piedad es una imagen universal", de aquella madre que todas llevamos en nuestros vientres, aquel rezo primitivo de la vida, que llora desgastada de ver la misma tragedia era tras era. La sangre derramada por los siglos de los siglos no deviene de otra, que de las imaginarias lineas que los hombres han levantado entre sí, de los pueblos olvidados del monte sinaí.
La imagen en si misma , guarda en su interior el oscuro secreto de tantas vidas perdidas a lo largo de los siglos, y en lo que ahora se sintetiza en la pantalla, contrapuesta a la del cine que une los cuerpos dentro de una misma sala y la misma oleada de sensaciones.
Ésta en la pantalla de Édison, o la pantalla de edición, como le quieran llamar. La imagen armada, de brazo, de estructura, arma-da, es la que roba nuestra atención. La que viola nuestras mentes y que que impone su estructura sobre las masas.
La realidad hoy en día se nos presenta como un espectáculo, dispuesto a ser expuesto, mostrado, y por tanto vendido.
Aquello que puede pasar de la imagen del celular a la pantalla de televisión, es lo que definimos como "lo espectacular".
A veces pienso si no será absurdo que no podamos darnos cuenta de la potencialidad que para nosotros tiene esa arma de doble filo, está máquina sentimientos y dopamina pegada a nuestras manos que contiene el arma de la imagen, del espectáculo.
Atreverme a hablar lo confiero en este momento como un acto político, en donde mi voz, como mujer latinoamericana mestiza ha sido negada siempre de dar su propia opinión de los eventos internacionales. Como si no pudiera ver con claridad el movimiento histórico que quieren catapultar sobre nosotras, y como si no estuviera consciente de los hilos sangrientos de la hermandad que me enraízan a la tierra, como si mi vientre no cargara con el dolor de todas mis hermanas, de los hijos que no por haber nacido de mi vientre no son mis hijos.
Me posiciono como aquella que esta vida me ha sido conferida, intentado ver la realidad tal cual es.
La cuna de todos está en medio oriente.
PRIMER ACTO
EL 7 DE OCTUBRE
El siete de Octubre, evidentemente no empezó el siete de Octubre, pero empezaré por allí por cuestiones prácticas.
La imagen: mujeres siendo secuestradas en festival de música electrónica en la frontera con Gaza, automáticamente los medios dan voz a los secuestros, y adjudican al Hamas, un Gaza
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