#mocasin
Explore tagged Tumblr posts
bitchfitch · 1 year ago
Text
Tumblr media
idk. I'm just thinking about the other animals that got turned into people by Foxtrot. like. were they friends? did the resent eachother? does the rat still remember hiding from the eagle? does the cow remember the puma stealing her calf? Does the collie remember the sibling the cow crushed? do any of them remember the water mocasin they all had to fear every time they stopped to drink from the river?
Are they happy ? were they friends?
15 notes · View notes
havrvey · 2 years ago
Text
Tumblr media
* ៹ ♡ ‎‎ HARVEY ROY ── asiste a la mascarada de artemisa. .ᐟ‍
15 notes · View notes
shiguresouma · 2 years ago
Text
Skip To Loafer (Serie de TV, 2023): aventuras de una recién bajada
En todos los países hay esta idea “costumbrista” (a falta de mejor palabra) de que las personas que no viven en la capital y llegan a ella por primera vez viven la experiencia como quien llegan a otro mundo. ¿Y saben qué? es cierto. Me ha tocado conocer esa experiencia de parte de amigos que al llegar a la capital todo les sorprende ¿es condescendiente? tal vez, pero ocurre. Y ocurre en todos los…
Tumblr media
View On WordPress
3 notes · View notes
trendysstuff · 3 months ago
Text
Tumblr media
Fall
0 notes
bermudasnino · 4 months ago
Link
Proveedor: REDFLAG conquer Tipo: Precio: 290000.00
0 notes
fullreggaetord · 4 months ago
Text
Los mocasines JUNYA WATANBE MAN x New Balance 1906 se lanzarán en octubre de 2024
Durante la Semana de la Moda de París para la moda masculina Otoño/Invierno 2024, Junya Watanabe presentó su última colaboración con New Balance, los llamativos mocasines Junya Watanabe Man x New Balance 1906. En un elegante esquema de color negro y/o blanco, el New Balance 1906 se reinventa como un mocasín, manteniendo un estilo de zapatilla deportiva como una opción de calzado formal o diario a…
Tumblr media
View On WordPress
0 notes
fauxbeatlover · 5 months ago
Text
Tumblr media
0 notes
desideravitrend · 10 months ago
Photo
Tumblr media
1 note · View note
micocteldemoda · 11 months ago
Text
Como combinar una mini falda plisada: 5 looks para inspirarte
Las faldas plisadas llevan años entre nosotras y está temporada las minis están triunfando. A mi me parece una prenda muy coqueta y versátil. Quizás este año se llevan demasiado minis para mi gusto (me he echo mayor 🙄😂), pero como siempre digo, si te agrada una tendencia adáptala a tu estilo para que te encante. Y eso es lo que he echo, me chiflan este tipo de faldas y he jugado con el largo…
Tumblr media
View On WordPress
0 notes
tecnoappsreview · 1 year ago
Text
Compra o regala productos colombianos. Zapatos estilo mocasín apache para dama, en cuero bovino de gran calidad. Disponible desde la talla 35 hasta el 40. Todos los medios de pago y envío a toda Colombia. Pídelos desde Paticueros, con el link: https://paticueros.com/collections/zapatos-hombre-y-mujer/products/mocasines-mujer-cuero
0 notes
creativesalo · 1 year ago
Text
Moda 2023. Mocasines la pieza clave para este otoño invierno.
Descubre el mundo de los mocasines para este otoño invierno 2023.
Vuelve a lucir unos lindos mocasines este otoño invierno Imagina que hoy tienes que escoger un mocasín moderno, cómodo y elegante, unos zapatos que te sirvan para diferentes tipos de look, ¿verdad que te llevaría horas de búsqueda en internet o en tiendas físicas, hasta haberlo encontrado?, pensando en esa posibilidad, me he adelantado a hacer ese trabajo en tu lugar, para que puedas disfrutar…
Tumblr media
View On WordPress
0 notes
rubimoon45 · 2 months ago
Text
Bonten´s influence
-Sanzu Haruchiyo x fem!reader
Tumblr media Tumblr media
/ If you want to read it, you can translate it into English or another language /
Words: 11.565
Synopsis: She is Mikey's girlfriend. It's not the best situation, but it's still better than being alone, right? In the end, the best option is to stay with the strongest and the one who loves you... Is that true?
First chapter, second chapter, three chapter, four chapter
Tumblr media
Habían pasado unas semanas desde el día que le dio a Kakucho el papel con lo que iba a hacerle frente a Mikey. Y habían pasado unas semanas sin tener más noticias de nadie. Por eso, y cansada de esperar y convertir todo en una situación peor, decidió llamar aun amiga para que la acompañase a la cita que tenía programada.
La búsqueda de un nuevo apartamento estaba solucionada, en parte. Solo necesitaba hacer una criba de lo que realmente se iba a llevar consigo a su nueva vida sin Mikey y estaría listo. Su amiga, Victoria, una chica de intercambio de la que se había conseguido hacer amiga en el instituto la acompañaría en todo ese proyecto. No tenía fuerzas para hacerlo todo sola. Literalmente.
-Voy a empezar a pensar que me estás acosando -dijo, después de despedirse de Victoria con la promesa de que volverían a verse pronto, y se acercaba al coche aparcado en la calle.
Ese día llevaba un traje de dos piezas únicamente. La camiseta blanca del interior sobresalía ligeramente, como si lo hubieran pillado desprevenido, y el traje rosa de siempre. Ya empezaba a ser costumbre encontrárselo en plena calle, ya fuera por casualidad o porque era el fiel perro loco de Bonten. Había un dicho entre los ejecutivos que pronto llegó a oídos de Mikey, y que Mikey le había contado riéndose de lo tontos que podían llegar a ser esas personas.
«-Le llaman perro loco porque parece un perro -le dijo, mientras hacían una ensalada en la comida de ese apartamento de lujo en el que él vivía y que pocos pisaban-. Pero hasta un perro necesita atención de más gente, ¿no?».
Dudaba que fuera su caso, dada la tensión que siempre hubo entre ellos hasta en los mejores momentos. Si es que ella podía considerarlos buenos momentos a cómo una empresa criminal crecía hasta llegar a controlar al propio gobierno.
-Mikey me manda -respondió, sin más, y sin mirarla. Volvía a estar fumando. Por el olor, era tabaco, y no hierba-. Le ha llegado la notificación del seguro del médico. Quiere hablar contigo.
Por un momento, se maldijo a sí misma por ser tan estúpida de pensar que iba a quedar entre ella y una amiga alejada de ese mundo. Claro que iba a tener todavía formas de controlarla, aún sin saber a qué grado de cercanía podían continuar.
-¿Qué quiere ahora?
-Y yo qué coño voy a saber -escupió de mala gana, tirando el cigarrillo al suelo y pisándolo con la punta del zapato. Mocasines, cómo no-. Hablar, supongo. Estaba calmado cuando me llamó. Sino ya estarías en el coche amordazada.
Se permitió el lujo de mirarle como si la estuviera vacilando. Aunque bien sabía que era cierto. Un jefe criminal no se andaba con tonterías. Y ella al parecer tenía las de perder en muchas ocasiones. Ella respiró, asintiendo.
-Puede llamarme. No es como si tuviera un imperio a mis hombros que no tuviera tiempo para preocuparme por los demás.
-¿Puedes dejar de ser tan perra por un momento y pensar? Quiere hablar contigo, ya es algo. Suficiente tiene con haberme mandado a buscarte.
Lo que sí que quiso decirle era llamarlo estúpido. O imbécil. O el primer insulto que se le viniera a la cabeza por la forma en la que la hubo llamado. Acabó suspirando, y evitando la profundidad de su mirada y clavándola en el suelo. Las ganas de llorar eran fuertes por la medicación que le habían mandado tomar los días previos.
-Dile la verdad y quítatelo de encima. Así nos ahorras tu presencia y saber qué haces.
-Tampoco os lo he pedido.
-Él sí, porque al parecer su pequeña esposa no es suficiente que necesita a la mocosa con la que lleva años saliendo -soltó una risotada seca, guardándose las manos en los bolsillos del pantalón-. Lo mínimo que tienes que hacer es acudir a su llamada para que te arregle
Por alguna razón, el que le dijeran la verdad a la cara dolía más que pensarlo ella misma. Y como siempre, era esa persona la que llevaba el clavo ardiendo a clavárselo en la piel desnuda. Se mordió el labio, y luego el interior de la mejilla hasta que los nervios le dijeron que se detuviera si quería no destrozarse el interior de la boca. Apretó el asa del bolso, pasándose la otra mano por la cara para apartar el desanimo que empezaba a aparecer en los rincones de sus ojos.
-Dile que se meta eso por el culo -le respondió, con el mismo tono despectivo que tenía reservado para reírse de ella. Ahora, era su turno de abrir el cajón de mierda-. Y tu, lo mismo. Seguro que os gusta.
Iba a irse cuando sintió una punzada en el estómago. Dolor. Desesperación. Porque estaba dejando todo atrás de aquella forma. Incluso cuando Mikey podía haberla convencido de dejar todo en tablas y ser simplemente amigos.
Los dedos de Sanzu se clavaron en su piel de un solo movimiento y rápido. A ella hasta le sorprendió que pudiera haberlo hecho a ojos de toda la gente en plena calle y en pleno día. Tenía los ojos bien abiertos y los dientes le chirriaban por apretar la mandíbula.
-A Mikey no le gustará -advirtió, tal vez con un cierto toque suave para no espantarla a la primera. Pero eso no le quitaba el grado de amenaza-. Estás jugando a un juego que no te conviene.
-¿Y a mí qué? -le encaró-. Llevo semanas volviéndome loca en ese apartamento, sabiendo que puede entrar en cualquier momento, y sorpresa, no ha aparecido. El otro día se coló para dejarme su llave y para decirme que prácticamente era una estúpida si pensaba que podría seguir habiendo un nosotros. Todo lo que vivimos es pasado. Dile de mi parte que se concentre en su esposa y en su futuro hijo, si es que alguna vez puede ser feliz con todo lo que tiene en esa cabeza -la amargura en su voz salió incontrolable, alimentada por la forma en la que la vena del cuello de Sanzu se hinchaba e hinchaba presa de la furia que ella le generaba-. Y que deje de mandarme a sus perros cuando quiera un momento de paz en lo que él ha montado.
Se lo quitó de encima de un movimiento, si bien se tambaleó y tardó unos instantes en recuperar el equilibrio en esos tacones. La gente a su paso no les prestaba mucha atención. Debían de pensarse que estaban en una discusión de pareja y que no eran los protagonistas de una historia mientras ellos se rompían el lomo a trabajar. A pesar de ya no estar en sus brazos, aún sentía la sombra de sus dedos clavados en su piel como las garras de una máquina.
En el forcejeo, se le cayó el bolso y todo lo que llevaba dentro. Incluyendo la receta de sus pastillas y el parte médico que le permitía ir a recogerlas a la farmacia; antes y después. Antes de que pudiera recogerlas, él se había doblado por la mitad y recogido los papeles. Ella se lanzó a intentar arrebatárselo, sacándole una risa burlona mientras lo leía desde lo más alto para que ella no lo alcanzara. La sonrisa desapareció tan pronto como el contenido de los papeles entraron en su cabeza.
-¿Qué cojones es esto?
De un salto, ella le quitó los papeles, ahora arrugados, y con las mejillas rojas de vergüenza y rabia a la vez clavándole una de sus peores miradas.
-Estoy embarazada, ¿y qué?
-¿Mikey lo sabe? -fue lo único que preguntó, apoyándose en el coche. La miraba como si fuera una cosa nueva y extraña.
-Eso no es asunto tuyo ni de nadie -se guardó las últimas cosas en el bolso, entre los papeles y el maquillaje-. Solo mío.
Sanzu se apartó del coche y la volvió a agarrar del brazo cuando la vio intentar marcharse. Ella apretó los dientes reuniendo todas sus fuerzas para no darle una bofetada que lo mandara lejos de ella.
-¿Vas a tenerlo? -miró a un lado y luego a ella, y por primera vez le pareció ver algo más en su mirada aparte de maldad natural-.
Se le escapó una risa amarga y cortante.
-¿Ahora es asunto suyo? -quiso saber, ya por desesperación.
-¿No es su hijo?
-Eso tampoco es asunto tuyo.
Sacudió la cabeza. Tal vez eso pudo haber sido su primer error. Sin saber que Sanzu no entendía el idioma de las mujeres cuando se sentían sofocadas por tantas preguntas sin sentido.
-¡Te has tirado a alguien más estando con él, zorra! -los dedos de Sanzu le envolvieron el antebrazo para detenerla, aunque ella no se había movido de donde estaba. Ella frunció el ceño, mirándole con la boca abierta.
-¿Qué coño haces? Claro que es de él
Sin poder resistirlo, ella abrió la boca y le clavó los dientes en la mano que la agarraba. Sanzu le gruñó y la sujetó por la cabeza, tirándole del pelo y la cabeza hacia atrás. Gritó de dolor, y más cuando sintió su cuerpo impactar contra el coche. La cara de Sanzu estaba cerca de la suya cuando abrió los ojos empañados en lágrimas y le vio con los ojos envueltos en pestañas rubias mirándola de cerca.
-No vuelvas a pensar en hacer eso, mocosa.
-Que te den -escupió.
-Le diré a Mikey que te has tirado a otro mientras estabais juntos. ¿Te crees que no lo haré? Y él te matará. O mejor: me mandará a matarte. Y puede que disfrute cada minuto por lo que has hecho. Tal vez te arranque a ese bastardo él mismo.
Una de las manos la soltó y la agarró por el cuello, sujetándola con una fuerza brutal que sin dudas le dejaría marcas cuando la soltara... Si la soltaba. La furia en sus ojos, el fuego que esta vez ya no escondía detrás de una fachada, ardía en llamaradas dispuesto a llevársela con él sin pestañear. La amenaza quedó en el aire envenenado por ellos. Sanzu, entonces, bajó la cabeza, acercando los labios a la concha de su oreja para que solo ella pudiera escuchar lo que decía.
-Te dije que no jugaras con fuego. Solo eres una zorra más de ese tipo. Un juguete para usar y tirar, ¿entiendes? Ahora mismo, podía aplastarte con una mano y...
Su agarre sigue siendo doloroso, haciéndola revolverse y apretarle las muñecas para que la soltara. Pero no lo hacía. No retrocedía pese a sus advertencias. Por un momento, pensó en que él le estaba haciendo un favor en llevarla por ese camino. Quitándole el sufrimiento, el dolor, todo lo de ese tiempo de encima. Casi podía olvidar quién era, y por qué estaba ahí y en esa situación. ¿Y si ese siempre había sido su destino? Morir a manos del perro que seguía a Mikey como un ídolo a respetar.
Pero entonces, desde las sombras que no había percibido que existían en ese día soleado, una voz cortó el silencio.
-Sanzu.
El agarre de él se aflojó ligeramente, pero no acabó de soltarla. La voz calmada de Mikey siempre conseguía sus objetivos, en vez de usar la fuerza directamente. Sanzu fue el primero en volver la cabeza, con cierta sorpresa si pudiera decirse, seguido del turno de ella. Entre sus lágrimas vislumbró una pizca de él.
Mikey. Él estaba ahí. Esperando a unos pocos pasos de ellos, con las manos en los bolsillos de sus pantalones piratas. Al menos eso no había cambiado. Ese estilo simplista suyo... Solo verlo y pensar en los momentos juntos hizo que le empañasen los ojos nuevamente, y el dolor le presionara el pecho ante la vista. ¿Cuánto tiempo hacía que no se veía? ¿Cuánto tiempo hacía que se había estado mintiendo a sí misma y sí quería verlo? ¿Kakucho le habría dato la nota, o la habría tirado a la basura cuando ella le dijo que le daba igual el destino del contenido dentro.
-Es una zorra, Mikey. Te ha engañado todo este tiempo -le explicó, moviéndola como un muñeco de trapo-. Y ahora lleva tu bastardo.
Mikey no pestañeó, como si no escuchase. A la gente siempre le había aterrado la oscuridad de sus ojos, porque no podían saber en qué estaba pensando o qué se le pasaba por la cabeza... En ese momento, ella tampoco pudo adivinarlo.
-Déjala. Es suficiente por tu parte.
Aunque al principio no se movió primero, los dedos que envolvían su cuello y la presión que aún ejercía se disolvió como si nada. Se sentía sucia, manchada, mancillada. Como si fuera la puta que él anunciaba que era ella.
Los ojos de Mikey se posaron sobre ella por un momento, no muy largo, y luego volvieron a Sanzu.
-Vete.
-Como quieras. Lo que te de puta la gana con esta -respondió él, en voz baja, a pesar de que por él corría una rabia que solo ella había visto en esos minutos. Con una mueca burlona, él se giró y caminó hacia las sombras que envolvían a Mikey, dejándolos a solas.
El silencio que les siguió fue pesado.
Tumblr media
Sanzu Haruchiyo siempre había sido un desastre, pero realmente no lo conoció.
Tenía recuerdos vagos de una persona que estaba en la Toman de Mikey, pero incluso con eso... Suponer que por ese entonces eran cercanos era un error. En ese tiempo, solo los más cercanos a Mikey eran sus amigos de la infancia, las personas a la que más quería, y todavía en un momento los había apartado de su vida para que no fueran un obstáculo a sus objetivos.
Llevar la Toman a lo más grande. Ser la mejor banda de motoristas... ¿Dónde quedaba todo eso ahora? ¿En los recuerdos en unas fotos que todavía acompañaban a su líder en su vida, pero que por seguridad rechazaba antes de volver a ser una buena persona? Con ella también había sido egoísta. Nunca le dio la oportunidad de quedarse o marcharse. Siempre era él. Y cuando Bonten nació, Sanzu se volvió cada vez más cercano hasta el punto de pasar horas y días en el apartamento de ellos. Una persona normal hubiera dicho basta ante eso, pero ella.... Ella le necesitaba. Necesitaba las palabras reconfortantes de Mikey por las noches, sus brazos que la envolvían cuando se acostaban y que sus ojos brillaran, aunque fuera por unos instantes. Ella se quedó por Mikey.
Y lo que quedaba de ella ahora que él no estaba, la arrastraba a lo profundo de esa oscuridad que una vez inundó y plagó los pensamientos de Mikey. Ahora, en ese coche, el silencio era asfixiante. Como una cadena que le envolviera el cuello, apretando y apretando hasta que solo quedase ella inmóvil y azul en el asiento. Mikey no la miraba, no directamente. Sus ojos negros miraban más a la nada que a las personas, pero eso siempre había sido así. En momento como ese, le hacían darse cuenta de que ella estaba realmente indefensa si de repente sus impulsos oscuros surgían de nuevo; aunque él siempre lo había evitado.
-¿Es cierto? -fue lo primero que preguntó. Continuaba mirando al suelo, con los codos apoyados en las rodillas y el cuerpo relajado.
-¿El qué?
Mikey la miró unos segundos en silencio, antes de sacar de los bolsillos de sus pantalones un papel doblado en trozos y que quedó entre ellos. Los ojos de ella miraron al contenido, aunque sabía de primera mano el contenido. Y lo que significaba.
-¿Es mío?
-Tú qué crees.
-Tendrías que habérmelo dicho en persona, y no dejar que otro me diera la noticia -le dijo. Una parte de ella se levantó en armas por la parsimonia estúpida que le estaba enseñando. Él no era así. Su Mikey no era así con nadie-. Kakucho me dio la nota.
-Estabas ocupado -murmuró, entre dientes. El espacio en el coche era asfixiante. Se sentía encerrada, como un perro en una jaula. ¿Sanzu se sentiría alguna vez así? No pudo evitar preguntarse cómo esa persona podía vivir en ese estado, siempre al servicio de su fiel ídolo... Casi se sorprendió estar pensando en él cuando había estado cerca de matarla en plena calle por un malentendido-. Siempre puedes colarte en mi casa. Ah, no, que me diste las llaves.
Sus ojos oscuros la taladraron por un momento. No pudo evitar ver de reojo, con el cuerpo tenso, la forma en la que él apretaba los puños. Estaba jugando con fuego; Sanzu la había advertido de eso. ¿Qué más quería que hiciera? No iba a callarse. No ahora.
No después de todo lo que tenía que decirle.
-¿De cuánto estás? -preguntó, con cuidado. Ella le miró arrastrando los ojos.
-Unas semanas. Probablemente nuestra última noche.
Una persona atenta y malvada hubiese dicho que era muy conveniente haberse quedado embarazada de él la última semana que estuvieron juntos. Pero en vez de echárselo en cara, Mikey la miró con sus ojos oscuros y rasgos delicados y pálidos. Tenía las mejillas más hundidas, como si no hubiera comido en días, pero de alguna forma se le veía con un mejor aspecto que antes. Probablemente por las comidas que su esposa le estaría haciendo. Algo que ella tampoco había podido darle.
-Estás pálida -señaló, prestando atención en ella-. ¿Estás comiendo bien?
La verdad escondía dolor. Por supuesto que no estaba bien. ¿No la veía? ¿No sabía la razón por la que se había ido de ese lugar? ¿De verdad estaba tan ciego? Su preocupación, sin embargo, se sentía como una herida a la que se le echaba sal. Es como si él estuviera interpretando el papel del salvador cuando era él quien había jodido todo.
-Si hay algo que pueda hacer...
-¿El qué? -cortó-. ¿Te crees que no puedo sobrevivir sola, que voy a morir tan fácil?
Al principio, él no le respondió, y el silencio que les siguió fue peor que la picadura de una avispa. Su vacilación la estaba volviendo loca, pero era peor que verlo suave y sintiendo pena. Solo le haría hervir la sangre. También sabía que de alguna manera estaba clavando su propia tumba, al levantarle la voz y vacilarle. Era obvio que ella sobreviviría más que él si seguía con esa vida, en teoría. Pero desafiarle... Ya casi moría a manos de Sanzu.
-Sé lo fuerte que eres. Lo respeto. Pero te dije que podíamos ser amigos, a pesar de no estar juntos.
Sus palabras eran dulces al oído y fáciles de masticar. Una parte de ella quería pensar así. Pensar que en el fondo, ellos podían ser algo más que antiguos amantes y poder llevarse bien, por el cariño que todavía se guardaban... Pero la otra... La otra era la más lógica, y a la vez la más rencorosa, quería echarle en cara lo destrozada que estaba. Lo que había pensado en la boda, el lugar en el que había acabado el pastel, lo que opinaba de la mujer que ahora era su esposa, su hijo... Todo. Quería decirle todo. Quería que la viera llorar a moco tendido y enseñarle la persona que había pasado de esa confianza habitual a llorar todas las noches antes de dormirse.
Y que ahora, estaba embarazada de él. Un niño nacido del amor, de las noches de conversaciones y abrazos, y que sin embargo, no era más que un extraño para ella. Y un problema para él por lo que significaba.
-No necesito tu ayuda. No necesito nada de ti -continuó ella, su voz alzándose a medida que avanzaba-. Y antes de que tu perro se volviera loco, iba a mandarle que te dijera que te preocupases más en tu nueva familia ahora. Porque no te necesito más.
Mentiras y mentiras. Todo mentiras.
Lo necesitaba como al agua. No estaba bien decirle eso cuando le necesitaba, le amaba hasta lo más profundo de su ser... Y sin embargo, lo odiaba por haber elegido a otra persona. Por haber decidido continuar con esa boda a pesar de todas las indirectas que ella le había dado mientras la planeaban. ¿Tenía que decirle de verdad lo destrozada que estaba porque él no lo había entendido? ¿O es que acaso a él no le interesa nada de eso, lo había entendido, y hubo continuado con la boda a pesar de todo? Ya daba igual, estaba hecho. Estaba casado con una mujer buena, una mujer que le podría hacer feliz, y darle hijos.
-Lo que me pase ya no es asunto tuyo -dijo, apretando los puños en sus muslos-. Vuelve a jugar a las casitas con tu esposa perfecta y tu vida perfecta, Mikey.
Las noches en vela mirando al techo antes de la vela, esperando que él la llamase o le diera un golpe en el brazo y le dijera que se fueran juntos. Que dejasen todo atrás, los preparativos y todo, y él tomase la decisión para ella. Por ella. Pero en vez de eso, ahí estaban. En esa situación insostenible para ambos. Tendría que recoger las piezas de su fragmentado corazón y unirlas para convertirlo en un caparazón.
-Y no te preocupes por este niño. No va a ser una molestia para ti.
Salió del coche, con una última esperanza de que él la detuviera y le dijera que aún así lucharía con ella. Un craso error. Porque a medida que sacaba el cuerpo, él no hizo ni el más mínimo esfuerzo por detenerla. Ni por agarrarla un último momento para hacerla reflexionar. Simplemente salió del coche como una mujer despechada por el amor y traicionada. Ni cuando cerró la puerta, Mikey hizo nada.
Pero de alguna forma, se sintió liberada.
Tumblr media
Manjiro Sano era un mentiroso compulsivo. Primero, diciendo que Toman y sus amigos dominarían Japón como la mejor banda de motoristas, y en qué se había convertido aquello. Segundo, diciendo que la amaba y la protegería y algún día, cuando llegase, se casarían y tendrían una familia. Mira en qué situación estaba ella.
Con las cosas que le había obligado a hacer... Bueno, ella tampoco era un ángel después de lo que había hecho en el pasado. Por la forma en la que había tratado a sus padres cuando le dijeron que tenía prohibido salir con chicos malos y motoristas, y ella había acabado fugándose de casa siguiendo la idea de un amor falso que ahora mostraba sus consecuencias. Durante semanas, había intento adivinar dónde sus padres vivían ahora, o si continuaban en su vieja casa. Pero sin los recursos tan amplios de Bonten... Tendría que ir por su cuenta, aunque tardase meses o años en conseguirlo. No se imaginaba acercándose a ellos una tarde cuando descubriera dónde estaban y diciéndoles algo; probablemente la tacharían de mala hija, de desconocida para ellos... Y cuando supieran que estaba embarazada de un hombre que la había abandonado y soltera...
-Dicen que las niñas le roban la belleza a la madre -dijo Victoria desde su sofá. Tenía una copa de vino en la mano y en la otra el teléfono, al que atendía mientras hablaban.
-Eso son leyendas de ancianas.
-Pero son verdad, ¿no? -por un momento, levantó la vista del teléfono-. Mi abuela me lo contaba cuando era niña.
Rodó los ojos sin poder evitarlo. Estaban hablando de bebés. Y la conversación había empezado hablando de casas y muebles. La vida de una adulta siempre la sorprenderían.
Por la tarde, el corazón de ella martilleaba fuerte contra su pecho a medida que bajaba la calle. Tal vez había tomado decisiones absurdas en lo que llevaba de vida. Cada una peor a la otra. Pero la que estaba tomando ese día... La iba a llevar directa a la tumba. Pero era débil y todo el mundo podía saberlo con mirarla a la cara.
Con la mano temblando y la vacilación corriendo por su sistema, tocó el timbre. El silencio que le siguió fue ensordecedor, interrumpido únicamente por la sangre que su corazón bombeaba a toda prisa. Cada segundo que pasaba parecía una eternidad, y no dudaba de que hubieran pasado horas mientras esperaba bajo el tejado de aquel bloque tan...humilde. Le recordaba a su adolescencia, a la casa que sus padres tenían en un bloque familiar. La única diferencia es que aquel sitio tenía un muy mejor aspecto de lo que sus padres podrían haberse permitido.
Sus padres nunca podrían haberse permitido un lugar como aquel. Con paredes impolutas y un suelo del que dudaba que pudiera mantener cinco segundos sucio, de baldosas oscuras en contraste con las paredes blancas. El minimalismo parecía ser el tema principal de la gente rica; la casa principal de Mikey también era así, se recordó a sí misma, con la diferencia de que un diseñador tuvo que decorarlo porque de haber sido por él no tendría muebles. Aquel pensamiento le generó un dolor temporal y un revoltijo de emociones en el estómago. ¿Lo habría cambiado todo en ese tiempo? ¿Habría hecho alguna modificación por su esposa, o habría sido ella quien metió mano? Muchas preguntas que ya no eran de su incumbencia...
La puerta se abrió con un crujido y se le cortó la respiración. Una sensación de alivió la invadió, pero solo durante unos pocos segundos... Hasta que le vio.
-Tienes la cara horrible -fue lo que se le ocurrió decir. La expresión de Sanzu no cambió. Tal vez porque no pudiera mover muchos músculos de la cara con tanta hinchazón... Aquello solo hizo que su corazón se encogiera y se sintiera una peor persona de lo que ya era.
«Es mi culpa. Él está así por mí».
Por la forma en la que se había despedido de Mikey y cómo le había hablado. Porque Manjiro Sano nunca olvidaba una ofensa, por mucho amor que sintiera por esa persona, seguía siendo un monstruo. Y lo demostraba con cada gesto.
-Ya, no me digas. Por qué será -dijo, sin importancia pero con sarcasmo en su voz grave y la forma en la miró hacia arriba. Aún con ese aspecto, se las arreglaba para mantener se pie-. ¿Qué haces aquí? ¿Quién de esos inútiles te ha dicho donde vivo?
Por el silencio que ella guardó, la verdad salió a la luz por sí misma. Cómo no iba a saber dónde vivía el perro leal de Bonten alguien que había estado con el líder. Cualquier cosa podía pasar a partir de eso, pero Sanzu decidió maldecir entre dientes y apoyar el brazo en el marco de la entrada. Algunos moratones salieron a la vez con ese gesto, cuando la tela de la camisa se levantó ligeramente y dejó algunos de ellos a la vista. Realmente tenía mejor apariencia de muchas cosas que vio en el pasado; al menos, pensó, seguía vivo.
Apartando todos los pensamientos de lo que podría haberle pasado con dolor de su cabeza, levantó el brazo que sujetaba la bolsa de plástico. Una pequeña bolsa con algo en el interior que parecía pesado. Sanzu lo miró con escepticismo.
-¿Qué coño es eso?
-Lo he comprado ahí abajo -comentó, rápida y con el corazón a mil por la confesión-. En mi barrio la tienda estaba cerrada y... Es para ti. Son frutas y algunas cosas... La verdad es que no me he fijado bien.
-Te has gastado el dinero en nada. Ya tengo comida -respondió, apartando la mirada de la bolsa y de ella. Instintivamente ella bajo el brazo. Estaba acostumbrada a su rechazo, pero no de esa manera tan...¿suave?-. Y tengo a gente que puede conseguir mejor cosas que fruta y lo que diablos sea esto.
En Japón, la fruta era casi un bien preciado. Era cara por las exportaciones y algunas costaban muchísimo dinero. Tenía sentido que alguien con un sueldo estelar pudiera permitírsela a la primera, así como conseguir que gente para que la adquiera. Y por lo demás... Lo había metido en el carro de la compra porque el azúcar nunca venía mal. A ella, por lo menos, le alegraba tener un cajón lleno de dulces para emergencia. Pero adivinó en ese mismo instante que, aparte de ser una tontería para un hombre como Sanzu, él preferiría un subidón de otras cosas en vez del azúcar.
Bajó la bolsa y la cabeza, poniéndola detrás de ella como si intentara esconderla. Aunque la verdad estaba ahí. Se había esforzado para nada. Y ahora estaba quedando como una ridícula mostrando sus intenciones. Al menos, le ahorraba verlo drogado para soportar el dolor. Puede que estuviera pasando por los efectos secundarios de alguna de sus dosis "diarias".
-¿Algo más?
-¿Puedo entrar?
-No.
Fue directo. Y casi que le alegró... En parte. Porque no se imaginaba entrando en la casa de una persona que podría haberla matado a plena luz del día y en medio de la calle y que todavía estaba pasando por los efectos de la paliza de su jefe. El ex de ella. Desde ese punto de vista, tenía razones de más para sacar su katana y cortarla en pedacitos. ¿Dónde la guardaría? Era una pregunta estúpida, pero se moría de curiosidad en esa posición. ¿En un armario? ¿En un expositor? Probablemente dormiría con ella al lado de la cama sin importarle que pudiera cortarse en un tropiezo.
La dulzura de Manjiro contrastaba con la amargura de Sanzu. Lo cual, era extrañamente placentero porque le demostraba que no todos eran amables con ella en ese mundo. Se dio cuenta de ello mientras guardaba las medicinas que necesitaría después de la intervención. No todos fueron amables con ella, pero para fingir sonreían con esa falsedad que caracterizaba a ese mundo de engaños y traiciones por la espalda. Un enemigo de Bonten pagaba el precio con su vida. Ella, lo estaba pagando con la sinceridad que había necesitado en el pasado.
Una bola de emociones se arremolinó en su pecho y mente. Los ojos pronto se le empaparon al darse cuenta de ello. La nariz le picó, y tuvo que pasarse la manga de la chaqueta fingiendo que se la limpiaba o algo le molestaba.
-Lo siento.
-Ya -respondió él.
No se percató de nada de lo que ella sentía. Se agradeció. Porque lo último que necesitaba era una burla en su cara de lo imbécil que era por ir allí pensando que unas frutas le ayudarían. Las lágrimas de principiante cayeron.
-¡Dios, vete ya! ¡Eres insufrible!
Y ella lo hizo, tambaleándose. Le obedeció. Se marchó limpiándose las lágrimas que le resbalaban por las mejillas sin control y la cara roja.
Tumblr media
Manjiro Sano siempre la avisaba: nunca debía de acercarse a Sanzu estando drogado. Por su seguridad, o para no alterar el orden interno de Bonten. Cuanto más drogado estuviera, al parecer hacía las cosas de su trabajo más motivo y enserio. Tenerlo con el mono solo empeoraba las cosas. Se volvía irascible y quería matar a cualquiera que estuviera en su camino.
Hacía un par de días que no le veía. Lo cual, en parte, era sorprendente dado el afán que tenía su ex a enviarle a su perro. Lo último que supo de Sanzu fue cuando se marchó de su casa llorando y con lo puesto encima. Al llegar al apartamento había tirado la bolsa en una esquina y llorado tan fuerte que se durmió con la cara pegada al sofá. Verlo ahora, con los moratones y los cortes aún en la cara, le hacían pensar en los motivos que lo llevaban a buscarla en su gimnasio. ¿Burlarse de ella? No. No era tan estúpido de coger su coche solo para aquello. ¿Pena? Alguien como él no podía sentir pena por nadie. Debían de ser cosas de su trabajo; por ende, órdenes de Manjiro.
-Sube al coche.
Eran tres palabras que se habían repetido dos veces. Y esa era la tercera. Probablemente la última antes de que él se lanzara de nuevo a por ella y la arrastrara dentro.
-No voy a subir a ese coche -era su respuesta.
Al final había acabado dentro de ese coche, en los asiento de detrás sentada como una niña, sin saber muy bien cómo. Solo recordaba haber suspiro y arrastrado los pies lentamente hasta el interior. Tal vez porque una parte de ella ya no podía luchar.
El coche se movía en silencio por las calles. Desde dentro, el silencio era tenso y capaz de ser cortado con un cuchillo. O katana, ya dependiendo de los favoritismos que tuviera Sanzu en ese momento. No recordaba haber compartido ningún momento bonito o para almacenar en sus recuerdos con un hombre con él. Solo miradas largas en el apartamento de Mikey mientras preparaba café, maldiciones dirigidas a ella directamente sin ocultar su desprecio a la acompañante de su jefe y momentos como el ocurrido hacía unos días. En otro momento, jamás le habría hecho eso. De haber seguido con Mikey, la idea de haberle puesto una mano a su pareja jamás se le habría pasado por la cabeza. A menos que fuera un suicida. Y menos, de una mujer embarazada.
Ese pensamiento amargo le recordó su práctica despedida con Mikey. La forma en la que le había dicho que no quería volver a verle ni formar parte de su vida de nuevo. Y él no se había arrepentido.
-¿De verdad ella está embarazada?
Hubo un silencio extraño entre ellos. Sin decir nada más podía adivinar que supo a quién se refería; como para no hacerlo. Normalmente, Sanzu le respondía al instante con una broma cruel o con un insulto que ella o ignoraba o respondía de vuelta.
-Y yo qué diablos voy a saber -escupió con desagrado evidente-. No me pagan por saber cuándo le viene la regla a la novia de mi jefe. Ni cuántas veces follan.
Pensar en eso era realmente espeluznante; el que él pudiera haber sabido cuándo ella tenía la regla, cuántas veces lo hacía con su ex, cuánto tiempo podían haber llevado buscando un bebé... Le ponía los pelos de punta.
-Ahora es su esposa -se sorprendió defendiéndola de voz alta.
-¿No es lo mismo? Los dos términos llevan a lo mismo: os lo folláis. Y yo cobro por arreglar lo que destrozáis.
Por un momento, ella se lo pensó. Ciertamente en eso tenía sentido. Las dos estaban vinculadas con Mikey por tener relaciones sexuales con él, dejando de lado el tema afectivo y sentimental que tantos dolores de cabeza le habían dado. Se miró las manos en el regazo, con la mirada perdida en cada uno de los detalles que la conformaban. Manos pequeñas, pero de dedos largos y finos, con uñas largas y cuidadas que siempre había mantenido decoradas con pintauñas de colores llamativos. Y que ahora se sentían como vómito de unicornio. Y un puñetazo en la boda del estómago por todo el tiempo y cuidado de sí misma que le había entregado sin darse cuenta.
«El futuro es nuestro. Siempre», le prometió una vez, bajo la luz de la luna y en una mesa del restaurante más caro de la ciudad. Y una mierda. La iba a tirar a la basura en dos años.
-La única diferencia es que una tiene el título de esposa legítima y la otra de amante.
-Lo hemos dejado -confesó-. Le dejé antes de la boda.
Otro silencio. Casi podía notar sus ojos a través del retrovisor puestos sobre ella. Antes de apartarlos y volver a ponerlos en la carretera por la que iban. Ella seguía con la cabeza apoyada en la ventanilla.
-Eres idiota hasta para eso -le respondió sin cortarse la lengua-. Arrastrándote aún con esas. Tu bastardo será un bastardo sin reconocer entonces.
Para su sorpresa, se vio no respondiendo a su juego. Pudiendo haberle dicho tantas cosas, ella prefirió bajar la cabeza y guardar silencio. Sus ojos perdidos en la nada se la llevaron consigo a lo más profundo de su mente. El resto del camino fue en silencio y bajo la amenaza invisible de otro insulto. Pese a eso, podía sentir que de vez en cuando él le echaba miradas cortas por el retrovisor. Como si pensara que se había desvanecido en el aire.
-¿Te ha enviado Mikey?
No hubo respuesta. Lo cual, significaba queo ya estaba cansado de ella o prefería no hablar de las motivaciones que lo habían llevado a presentarse en la puerta de su gimnasio y arrastrado con él.
-¿Vais a matarme?
Silencio. Por cada pregunta que hacía, el silencio se volvía cada vez más pesado. Miró fuera del vehículo. Aún estaban en la ciudad, en calles conocidas del centro que reconocía de haber pasado tantas veces. Reconocería esa calle como en cualquier lado. Tiendas de lujos, restaurantes de ensueño... Lugares a los que había ido y que evocaban recuerdos de una manera dolorosa. Algunas prendas de su armario eran de esas tiendas, desde zapatos y vestidos hasta pendientes y guantes de invierno.
El coche se detuvo suavemente en la acera delante de una. La calle no estaba tan llena como para decir que toda esa gente iba a entrar en la tienda en concreto. Probablemente gente como ella pasaría por ahí y ni entraría. Otras, con bastante dinero para derrochar, comprarían un solo bolso
La puerta de la tienda se abrió. Vio como Sanzu de reojo atendía a la escena. Reconoció a las personas de inmediato como Ran, el hermano mayor de los Haitani, y una mujer pelirroja... Su mente divagó brevemente por la imagen que le estuvo enseñando a su hermano el día que fue a la oficina de Bonten a ver a Mikey. Debía de ser ella. Por la forma en la que iban vestidos, los dos debían de ganar suficiente dinero como para ducharse en él y que todavía sobrara. El brazo de él le envolvía la cintura, y la sonrisa de ella... Nunca había visto una sonrisa tan transparente en una persona como la de esa mujer. Era bonita, de esa clase de belleza común pero que por alguna razón destacaba en la sociedad por su forma de comportarse.
-Ese idiota -se burló, sin sonreír o apartar la mirada de la escena que se desarrollaba-. Al menos es bueno eligiendo mujeres. ¿Pelirroja? Lo veía más por rubias.
Ella no dijo nada. Se limitó a observarlos marcharse en silencio. En un momento, él le abrió la puerta del asiento del acompañante en la parte de atrás, y vio cómo ella desaparecía con sus bolsas dentro del vehículo. El conductor, un hombre vestido de negro y gafas, salió del coche para reunirse con él. La puerta se cerró. Los dos tuvieron una conversación lenta pero seria. No pudo lo que estaban hablando, pero se intuía la situación. Ella. Mikey se había comportado tantas veces así que era igual de fácil de leer en las personas ajenas a su vida pero que compartían la capacidad de sentir.
Los ojos le escocieron por alguna razón. El recuerdo, seguro, de haber vivido esa escena un millar de veces y haberse sonreído de la misma manera que esa mujer le regalaba sus sonrisas a Ran. Hubo un tiempo en el que pensaba que sus mejores sonrisas tenían que pertenecer a su pareja. ¿Ahora quién se las quedaba? ¿Iba a volver a sonreír alguna vez tras todo aquello? Con Bonten detrás de ella acechando como lobos y la presencia de Mikey sobre ella a esas alturas...
Otra persona salió de la tienda. Esta vez, un hombre vestido de negro con una sonrisa en unos rasgos juveniles. Uno de los dependientes, pensó ella. La puerta de su lado se abrió para su sorpresa. En algún momento de sus divagaciones Sanzu había salido y ahora le sujetaba la puerta. Vacilante, salió con una expresión confundida sin aparta los ojos de ambos. Ahora sujetaba la bolsa del que, que se daba la vuelta y se retiraba de nuevo a la tienda.
Estiró el brazo, y agarró la cuerda de la bolsa que se le tendía. Por un instante, sus manos se rozaron, pero solo unos instantes que no llegaban ni a segundos ni significaban nada. Aún así, sabía que sus manos eran ásperas con conocerle, para su sorpresa. Unas manos grandes y bonitas, marcadas por la pólvora y la práctica con la katana. Seguramente tendría callos en las palmas, y algún dedo roto arreglado con torpeza durante una misión. Apartó esos pensamientos de ella sacudiendo la cabeza.
-Paso de soltarte el discurso. Ya se entiende por sí solo.
Sus ojos se posaron en la bolsa, ya con ella, y en el interior de esta. La curiosidad podía con ella. De un borde colgaba una nota. Esta vez, escrita en digital; perdía todo el sentimentalismo, al no poder descifrar cómo se encontraba mientras la escribía. ¿Nervioso? ¿Calmado? ¿Enfadado? La tecnología había destrozado el sentimentalismo. La leyó. Y se rio. Por primera vez, se rio. Una risa amarga pero sincera que salió de ella sin pensarlo.
-¿Cree que esto se va a arreglar con un bolso? -repitió las palabras de la carta en voz alta, con la voz temblorosa-. «No quiero molestarte más. Acepta esto. Te lo mereces». ¿Me veis de verdad tan estúpida?
Miró brevemente a Sanzu, que había apartado la mirada y se cruzaba de brazos. La flexión de sus músculos, si bien no muy marcados, era evidente a través de la camisa ajustada y la chaqueta. No necesitó una respuesta directa, porque ella ya la sabía.
-¡Estoy embarazada! -exclamó, tirando la bolsa a un lado del coche. Le daba igual el contenido, la bolsa, el producto, lo que diablos fuera que hubiese ahí dentro. La cólera solamente la inundaba y no le hacía razonar-. Estoy embarazada de un niño que no se merece nada de esto. ¿Y el muy imbécil se piensa que puede venir y regalarme un bolso para compensarlo...? ¡Que os den! ¡A todos vosotros!
Le dio una patada. Y lo pisó. Varias veces. Cegada por rabia, no se daba cuenta del escenario que estaba haciendo en medio de la calle- De la imagen que se estaba generando de ella públicamente. Debían de pensar que era una loca más, enfurecida porque su pareja no le había comprado lo que quería o porque ese precio era escandalosamente barato a lo que ella estaba acostumbrada. ¡Pero le daba igual! En ese momento, se sentía como si pudiera arrasar con todo. Con Mikey, con Bonten, con toda la perfecta vida que esa mujer tendría y que egoístamente no se merecía. ¡Se lo merecía ella! ¡Había sido ella quien había pasado noches en vela haciendo la boda, no esa mujer que ahora llevaba un anillo de oro puro con un lema escrito por ella!
Con los Haitani, con la vida de lujo que tenían y el misterio que arrastraban con ellos. Con Kakucho, que había decidido darle la nota en vez de lanzarla a la basura junto con sus tacones. De Mochi y Koko... Aunque a ellos no les conocía, seguro que tenían algo que opinar. Pero sobre todo, quería acabar con ese hombre que la miraba como si no fuera más que una pieza de decoración en la estantería de trofeos de Mikey. Arrancarle esos precios ojos azules verdoso que siempre que la miraban parecía insultarla en silencio, su boca y sus cicatrices, escupirle... Pero a la vez, era el único que conocía aquello. Cómo realmente se sentía sin necesidad de hablarlo. Porque estúpidamente era tan transparente que él había sabido leerle desde el principio.
La mujer que se había abierto de piernas para el jefe. La zorra que se esconde en su cueva cuando algo sale mal. La mocosa que conoce información clasificada y que podría ser la ruina de toda la organización... Y la mujer que todavía seguía viva por órdenes de un jefe al que necesitaban concentrado. La única debilidad que no podían quitarle a Mikey.
Eso era ella.
Y ni siquiera alguien como Sanzu podría quitársela.
-Mikey dice que haces tus propias pastillas -murmuró, dando un paso hacia delante
-Estás embarazada del jefe. No es una buena idea.
-¿Ahora estoy embarazada de él? Hace poco dijiste que era una zorra que se abría de piernas a todo el mundo cuando no me prestaban atención -le dijo, acercándose tanto como pudo a él, con el rostro contorsionado y rojo-. ¿Y ahora quieres proteger a un niño que ni siquiera es nada? No me lo creo.
Por primera vez, vio como la sonrisa burlona de Sanzu no aparecía en lo que respetaba a su seguridad. Solamente una larga mirada puesta sobre ella, como la de un padre advirtiendo a su hijo de no poner las manos en el fuego. ¿Qué más daba ya? ¿Qué iba a perder ahora?
-Te pagaré. ¿Cuánto por unas?
-Eres una niñata jugando con algo que no es tuyo. Este no es tu mundo.
Sus dedos se apretaron en puños con esa respuesta vaga. Ni él debía de creérsela por cómo lo decía. Debía de seguir pensando en ella como la chica inútil que se había juntado con Mikey de adolescentes y que necesitaba de su atención. Tal vez lo fuera. Tal fuese esa chica desesperada. Pero ahora... En ese momento no quería ser nadie.
-¡Este es mi mundo desde que estoy con él! -exclamó, con las manos en la cabeza y golpeando en el suelo con el pie, como los niños pequeños. La sangre le quemaba las venas, la respiración se le cortaba y sentía que su mente iba a estallar en cualquier momento con cosas que nadie necesitaba saber-. ¡Era yo quien se sentaba con él en la cama mientras lo veía volverse loco por las cosas que hacía, cuando despertaba del sueño en el que estaba por vuestras mierdas! ¡Era yo la que se despertaba corriendo porque escuchaba la puerta de casa abrirse y no sabía si era él o alguno de sus enemigos! ¡Y todavía sigue siéndolo si no puede entender que ha sido su decisión el final de lo nuestro! Todo este tiempo hemos sido él y yo.
-¿Y él te conoce? Deja de ser estúpida y piensa por una vez. Lo único que estás haciendo es comportandote como una niña por atención. Asumelo ya. No te queda otra.
Una niña. La palabra se repitió en su cabeza mientras intenta asimilar todo lo que estaba pasando. Primero, en el bolso destrozado en el suelo. Luego, en el lugar en el que estaba y cómo actuaba. ¿Pero ella era la niña? ¿Ella era la que tenía que comportarse cuando era la que su corazón había quedado roto y habian hecho con los restos lo que les dio la gana...?
Sanzu suspiró, pero no dijo nada. Abrió el chaleco de su chaqueta y de él sacó una pequeña bolsita, no más sangre de la mitad de la palma de su mano, y se la dio. Dentro, habían pastillas de colores y con marcas que no reconocía.
-Esto no va a solucionar tus problemas. ¿Quieres unas? Adelante. Hazlo. Jodete la vida que los demás ya la limpiaremos. ¿No sois Mikey y tu siempre? Ya nos encargaremos de recoger lo que quede de nuestro jefe por tu comportamiento suicida.
Lo vio inclinarse hacia ella con cierta ligereza, como si nada de lo ocurrido hubiera pasado. Para él, solo era dinero perdido en un bolso de lujo. Para ella, el recordatorio de una humillación pública. Y la obsesión de una persona a no dejarla marcharse ni por las buenas.
-Tal vez nos hagas un favor y te tomes la bolsa entera.
Se quedó un rato ahí, con la bolsa colgando de sus dedos tan despreocupadamente que le hacia pensar en que la policía de la zona estaba comprada o acostumbrada a verle por ahí tan amenudo. Ella no recogió las pastillas aunque su cuerpo se hubiese lanzado a por ellas a la desesperada... La conocía mejor de lo que pensaba. Sabía que ella era debil, pero una clase de debilidad diferente a la del resto porque se basaba en su fuerza mental. También sabía que en eso ella más fuerte que Mikey, y que por eso era fácil engañarla de esa manera.
Pero era débil en cuanto a los demás.
No iba a mancharse las manos de sangre y quedarse quieta. Ni con la sangre de un latido que todavía no era nada.
Simplemente las miró en esa bolsa que colgaba delante de su cara como si así todos sus problemas fueran a solucionarse. Por última vez miró a su alrededor, asintiendo para sí misma, comprendiendo por primera vez la posición en la que estaba. No iba a ser fácil deshacerse de ellos, pero no imposible. Y sabía por dónde empezar. Después de un rato que se hizo largo para ambos, la mirada de ella se clavó con fuerza en él.
-Dile a tu dueño que si quiere que le perdone, que me deje en paz -le dijo, agachándose por la mitad y recogiendo la bolsa aplastada con el bolso-. ¿Quieres serle útil? Llévame a casa.
Por primera vez, vio los ojos de Sanzu iluminarse con algo que no fuera la droga que tomaba siempre entrar en su cuerpo. Guardó la bolsa de nuevo en su lugar, y sin decir nada, entró en el coche cerrando la puerta de un portazo a su paso. Ella le siguió al poco tiempo. Nadie dijo ni intentó nada en todo el camino hacia el apartamento que todos conocían. El lugar donde Mikey iba para pasar el rato con su antigua amante. Recordaba las bromas, y las ignoraba cuando podía y se sentía con fuerzas. Otras, simplemente se echaba a llorar. Ese día, iba con la cabeza bien alta a ese lugar que ahora era un agujero vacío en la memoria de ella.
Su mente ya no sentía pena por la paliza que Manjiro le había dado, aunque siguiera pesando en su corazón como un recordatorio al mundo que todavía los unía. Su mente ya no sentía lástima por el futuro que le esperase. Porque él nunca la había sentido por ella. Él solo la quería fuera de en medio desde el principio. Siempre se lo había dejado claro.
Lo haría.
Cuando llegaron, se bajó del coche. Pero antes de irse, le dejó unos billetes en el asiento que sabía que al volver a su casa comprobaría que estuvieran limpios y vería. Sin duda, eso lo enfadaría; el ser considerado un chófer por la puta de su jefe era peor que ser el perro de su ídolo. Cerró la puerta de un portazo, como él había hecho, y se alejó sin siquiera despedirse. Escuchó a sus espaldas las llantas pulir el suelo mientras se marchaba.
Ya finalmente en la segufidad de su casa, comió sola, se duchó sola y vio la televisión sola. En ese espresso orden.
Después de eso, durmió sola.
Y por primera vez en semanas, las pesadillas no vinieron a ella. Solo una cama amplia que era para compartir pero que ahora era para ella.
Y lo disfrutó.
Tumblr media
Mikey la amaba, pero eso era mentira. Solo había una persona que amaba por encima de ella. A él mismo. Lo demostró cuando al convertirse en jefe de Bonten no dejó que nadie le tocase. Ni la mirara a ella por encima del hombro. Para proteger su honor. Semanas de silencio absoluto.
Su nuevo apartamento era pequeño pero sencillo. Justamente lo que necesitaba para una vida tranquila. Los muebles eran lo último en lo que había pensado, pero su hogar poco a poco estaba cogiendo forma. Nadie sabía dónde vivía, tal vez Victoria y alguna amiga que no estaba relacionada con Bonten ni conocía nadie. Ni siquiera su antiguo amante.
Con el dinero que había conseguido devolviendo el bolso de su ex a la tienda original pudo comprarse ropa nueva en una tienda normal. Lo cual, en parte, la hizo sentirse cómoda consigo misma. Una de las promesas que le habían hecho era no preocupare por el dinero, que pensase en el futuro. Ahora, con su vida normal, con su trabajo golpeando fuerte como un recordatorio a sus deberes mundanos y una casa con deudas... Se sentía extraña regresando a la vida que sus padres y familiares tuvieron alguna vez. Con el dinero de la casa pudo comprarse aquella, y tener una fuente de emergencia en el banco para protegerse de amenazas que vinieran; un despido, la crisis... Cualquier cosa.
El seguro médico, por ejemplo. Quitó a Mikey de su servicio y se puso al servicio público. No sin antes aprovechar la operación que llevaba días esperando y que el médico le había recomendado por su bien corporal. Aunque eso le sonaba más a una escusa de intentar ganar tiempo para evitarlo. Victoria estaba con ella, tomándola de la mano, en el pasillo mientras esperaban al medico. Sin saberlo se había convertido en su confidente, lo cual era...una sorpresa y un soplo de aire fresco. Conocía su historia, no toda, pero de alguna manera parecía intuir que detrás de sus palabras había algo más. Incluso sin ella decirlo.
-Cuando acabes, estaré aquí esperándote, ¿vale? Y comeremos en tu casa lo que quieras. Pero prométeme que te tomarás la medicación aunque sepa a hospital.
Ella la pudo evitar reír. Victoria le sonrió por última vez, dándole un apretón en la mano antes de quedar al otro lado de las puertas. Lo que las separaba del mundo normal y del quirófano.
Una vez había escuchado a su madre decir que las mujeres sabían cuándo debían tener hijos y cuándo no. Y le había contado la historia de su abuela después de casarse con su abuelo. Su historia y, en algunos matices, la historia de ellas dos. Si ese era su destino, vivir a la sombra y no poder tener hijos porque su cuerpo ya estaba agotado, entonces lo abrazaría con gusto. Ella sabía que nunca podría ser una buena madre; no podía serlo consigo misma, ese bebé sufriría estando con ella y sola. Y cederlo al Estado... No. Tampoco le haría eso a un niño que no tenía la culpa. No. A veces una madre tenia que optar por el camino rápido; incluso si ella dejaba de ser considerada madre.
Victoria se quedó con ella una hora más en la camilla después de la intervención. Lloró con ella, acariciandole la espalda como hubiese deseado que el padre de ese niño hubiera estado. Pero la fuerza de Victoria y la forma en la que le hizo reír fue un apoyo que en ese momento necesitaba con ella. Y no llantos, palabras bonitas y... Lo que fuera que Manjiro Sajo pudiera haberle proporcionado. Ya no le quedaba nada de él, nada que los atase... Y eso era lo que más le dolió. Porque entonces significaba que había salido de su vida completamente y abría camino a esa vida que ella necesitaba de paz y esperanza.
Fuera de la clínica hacia el mismo tiempo que con el, que hubieron entrado. Despejado, decente para pasear durante horas bajo la luz suave del sol con una sudadera por si refrescado más tarde. No pudo evitar pensar en que se acercaba el mal tiempo de finales de año y aquello se convertiría en un lugar concurrido por turistas y nativos enfermos que pasaban más tiempo en el hospital resfriados que en sus casas. Victoria le estaba hablando de un nuevo juego para la Nintendo que podrían jugar esos días mientras ella se recuperaba, aprovechando que tenía la consola para ella sola. Un regalo. Solo Victoria podía quitarle pelos a un asunto como ese... Pero lo agradecía.
Las dos se detuvieron a la salida poco abarrotada del hospital. Una ambulancia no muy lejos de ellas sonaba. Fue como si la actitud de Victoria hacia los demás cambiase drásticamente solo con ver a esa persona.
-Está bien -le dijo a Victoria, que miraba a Sanzu con tan mala cara que podría haberse lanzado a por él directamente.
-¿Seguro? Tiene muy mala pinta.
La tenía. El pelo ligeramente revuelto y el traje descolocado. Ya era costumbre verlo tan de seguido, a pesar de haber notado su falta aquellas semanas. No podía dejar de mirarle, como si ella fuera un imán y él el metal. Se veía tan extraño que estuviera ahí a pesar de su último intercambio de palabras. También respecto a Mikey. Se había acostumbrado a su insistencia más que a su falta. Y ahora enviaba a Sanzu como si nada. Debía de estar muy desesperado.
-Puedo manejarlo. No te preocupes.
Victoria se marchó, no sin antes darle una mirada altiva a Sanzu, que prácticamente la ignoró y siguió mirándola como si nada. Se quedaron solos. Una parte de ella le decía que huyera, que saliera corriendo aunque lo que quedase de ella fueran restos para lanzar a los cerdos y que se lo comieran. Y la otra, le recordaba encarecidamente lo que todos ya sabían: nadie huía de Bonten.
Nadie huía y vivía para contarlo del perro loco de Bonten.
Las manos le temblaron cuando dio los primeros pasos, con el bolso apretado a ella como si lo peor que fuera a pasarle pudiera estar ahí dentro con los yenes que le quedaban. No. La realidad era otra. Con Bonten te aliabas o te enemistabas; en ese momento, ella no sabía a quien temer más. A su ex, incapaz de olvidar una ofensa y al cargo de la organización más poderosa. O del perro fiel que le acompañaba en sus negocios y que no dudaría en meterle una bala en la cabeza.
-¿Te envía Mikey?
-No.
Ella asintió, sin mucho más que decir.
Y así, se fue con Sanzu Haruchiyo.
Tumblr media
El coche estaba en silencio. Era mutuo.
La radio sonaba encendida, pero sólo voces en murmullos que apenas le entraban en los oídos con el motor del coche ronroneando. Los dedos de ella se curvaban en su regazo sin apartar la mirada de enfrente, a la carretera que avanzaba con ellos en sentido contrario. La tensión que arrastraban entre ambos venía de largo, pero la discusión del otro día la acentuaba.
No podía evitar mirarle de reojo, sin embargo. O pensar en los motivos que lo arrastraron a ir y recogerla en el hospital. Dudaba que alguno supiera la razón con seguridad de por qué estaba en el hospital, más allá de un chequeo rápido por el embarazado o algo. ¿Mikey sabía algo? Eso la aterrorizada de verdad. Porque significaba que entonces la tenía más controlada de lo que pensaba. ¿Significaba eso que entonces sabía dónde vivía ahora? No. Imposible. Era imposible que algunos de ellos supieran dónde estaba ahora con todo el revuelo que había generado. Le lanzaba miradas rápidas a Sanzu de vez en cuando, sin saber bien qué hacer o decir. O si debía decir algo en un momento así. Ninguno se soportaba. Él la habría matado a la primera oportunidad que tuviera, pero era por Mikey que continuaba sin poder hacerlo.
Había entrado en ese coche por no hacer una escena, por no meter a Victoria en sus problemas ni para llamar la atención de personas que pudieran estar mirando aquello con curiosidad externa. Si metía a Victoria en aquello nunca se lo perdonaría. Ni a Victoria ni a nadie cercano fuera de ese mundo de oscuridad y sangre.
-¿Vas a matarme por fin? -preguntó, lanzándole una larga mirada. Sonaban estúpida volviendo a repetir la pregunta que la había llevado a una tienda de lujo hace unas semanas.
Las manos le temblaron durante un instante, cuando la de él se apartó del volante y se movió...hacia la palanca de cambios. El motor ronroneó en una suave sacudida cuando tomaron una carretera que giraba a la izquierda, abandonando la serie de coches que continuaron de frente y otros pocos que les siguieron de cerca. La expresión de él tampoco cambió, como si lo tuviera todo mecanizado. Los músculos se movieron al tensar el brazo en el proceso, con las mangas de la camisa remangadas. Por su rostro ya no había rastro de la paliza que su jefe le había dado semanas atrás, más allá de las cicatrices que lo acompañarían el resto de su vida. Una pequeña parte de ella quería saber si tenía más cicatrices, no de ese estilo tan...brutal. Pero era difícil pensar que alguien como él que siempre estaba al frente de las misiones no tuviera heridas.
-Sí que era de Mikey -dijo, rompiendo el tenso silencio. Ni la calefacción encendida consiguió calentarle el cuerpo-. Nunca le he sido infiel.
-A mi me da igual.
Casi le dieron ganas de reír. Lo decía la persona que de haber podido la habría ahogado.
-Claro que sí.
Se notaba que la conversación no era lo suyo. La única tarea que él hacía era obedecer, como un perro, y no se quejaba. No podía creerse que esa persona hubiera llegado a mano derecha de la banda más peligrosa del país. Apartó la vista y la volvió a posar en el exterior del vehículo. Habían salido a las afueras de la capital, pero no del todo. A saber qué es lo que se le pasaba por la cabeza en ese momento...
Se mordió el labio. La inseguridad empezaba a inundarle, producto de que los efectos de los sedantes estaban perdiendo efecto. Y no tenía las medicinas a mano, no las había sacado de casa, porque pensaba que después de la intervención volvería a la soledad de su casa cogida de la mano por Victoria.
-No puedo tener hijos -se vio confesando, con la mirada perdida y la respiración atascada.
-¿Necesitas una ecografía?
Sus ojos perdidos se clavaban en el suelo de aquel coche. Como si le diera vergüenza decir algo que no estuvo en sus manos hasta que se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Tuvo ganas de abrir la boca y de decirle el procedimiento al que se había sometido hacía poco, pero le fallaron las palabras. También porque la influencia en Sanzu acabaría a oídos de Mikey, y no quería volver a ver a ese hombre en lo que le quedaba de vida.
-Me ligué las trompas hace mucho. Decían que ese 1% era muy poco probable a la hora de tener hijos, que tendría que revertir el proceso. Sonaba bien en ese entonces, y sigue sonando bien. No traer un niño a este mundo que acabe en una cuneta o metiéndose donde no le llamen.
Movida por un deseo de tener un destino juntos, ella había entregado muchas cosas. Desde su virginidad, si bien eso en esta sociedad era un discurso machista, hasta su capacidad de tener hijos. ¿Acaso Mikey podía haberse hecho una idea de lo que significaba ser padre? Ahora lo sabría, pero con otra mujer. Después de años y años negando ese reconocimiento a poder serlo cuando ella se hizo esa intervención para no poner en peligro la vida que habían construido. Una lágrima traicionera acabó deslizándose por su mejilla hasta empapar su ropa. Seguida de otra y otra.
-Sigues estando embarazada de Mikey -le respondió sin apartar la mirada de la carretera-. Y nada va a cambiarlo. Hacerte eso probablemente sea un problema cuando tengas a ese bastardo.
Solo esperaba que el niño que naciera de esos dos tuviera una vida medianamente normal, y feliz. Era incapaz de odiar a un ser que todavía no había nacido... Ni a su madre. No podía. No iba con ella echarles la culpa solo a ellos de una decisión tomada por otros hacía mucho tiempo. Se apartó esa lágrimas traidora de la mejilla, arrastandola lejos.
-Pregúntale a tu jefe eso.
-No voy a preguntarle a Mikey sobre los asuntos que tú amante tenga con él. Ni voy a hablarle de su bastardo.
Su bastardo. Eso era ese pequeño grano en su vientre para él. Un bastardo, una molestia... No era como si eso la sorprendiera. La única persona que podría amar alguien como Sanzu era a Mikey. Mikey, Mikey y únicamente Mikey.
-¿De verdad te sirve de algo? Lamerle el culo a Mikey. Serle tan fiel... ¿Lo necesitas tanto?
Sanzu no pestañeó, pero no de la sorpresa. Un reflejo del cuerpo que le pedía descanso o algo más. «Tiene mono», se dijo. Podía verlo en las gotas que le caían por el cuello y de las que ella no se había percatado. Estaba conduciendo un coche con una pasajera teniendo el mono de meterse algo en el cuerpo que lo sacase de la realidad o lo llevara al otro barrio.
-Eso ya lo sabes tu, ¿no?
-Yo he podido dejarle, y seguir adelante -dijo. Casi podía verle sonreír con esa petulancia suya, recordandole que no era nadie más que una mentirosa si se creía sus propias palabras-. ¿Tienes vida fuera de Bonten? ¿Tienes algo -hizo enfasis- que no sea Bonten?
Vio sus ojos entrecerrarse, y una leve sombra de irritación cruzando sus rasgos, pero no dijo nada. De hecho, no dijo nada, solo condujo. Los dedos clavados en el volante se apretaba. ¿Se estaría imaginando que era su cuello?
-¿Tienes personalidad? Una que no sea obedecer cada orden o vivir una mentira. ¿Tienes familia, a alguien? ¿O es que no puedes mantener a nadie cerca porque eres demasiado inútil para valerte por ti mismo?
Su mandíbula se tensó y la expresión vaciló por fin, perdiendo la compostura de persona ajena a los asuntos hasta que actuaba. Una postura peligrosa, porque ahora sabía de lo que era capaz en sus carnes.
Pero no se detuvo.
-Bonten tiene todo, pero tú no tienes nada. Siempre jugando con fuego, ¿eh? Como si fueras intocable, con tus armas y tus drogas. Pero no eres nadie, ni mucho menos más importante que yo. Lo único que nos diferencia es lo que tú me dijiste una vez: yo me abría de piernas y consolaba a Mikey, sí, pero tú solo eres un chiste. Uno triste y patético que algún día se deseará con toda la mierda que se mete dentro.
Eso dio en el blanco, y ella cerró la boca tan pronto como vio que su mano salía disparada a la máquina de cambios. El impacto la golpeó antes que el sonido el llegó a los oídos, seguido del pitido que inundó su cabeza en un lado de su cabeza. Se llevó la mano a la zona que había golpeado, pero sinceramente no sabía qué le dolía más; que hubiese tenido el valor de hacerlo después de todo ese tiempo o el segundo golpe contra la ventanilla.
-Espero que te de una sobredosis y te mate -le escupió, por primera vez con puro odio. Lo de antes solo había sido un reto movido por la repulsión que le daba estar con él en esa situación. Aquello... Aquello era ella diciéndole la verdad.
Sanzu apretó los dedos en la palanca de cambios.
-Fuera.
Sus ojos se posaron en em exterior. Debía de estar de broma. ¿No? ¿Iba a dejarla ahí fuera poniéndola en peligro ante cualquier cosa? ¿En su estado? No lo sabe. Claro, porque no es cosa suya. Y sin un dueño que tirase de su correa, Sanzu se estaba comprando como el mismo desgraciado de siempre.
-¿Lo dices de verdad o es un farol?
-He dicho que salgas del coche -repitió, poniendo la voz más grave y apretando las manos en el volante hasta dejar los nudillos blancos-. Antes de que te arrastre fuera por el pelo.
No bromeaba. No era un farol. Iba a dejarla a su suerte en una carretera que no conocía y donde podía pasar cualquier cosa. Fue el turno de ella de apretar la mandíbula, acompañado del dolor en el lado de la cara.
-Ya que eres tan generoso, me llevo esto, perro.
No se lo merecía. Realmente no. Pero ella quería castigarlo por cómo se comportaba con ella y cómo la trataba. Y que de alguna manera, si le pasaba algo ahí fuera, cargase con la culpa de haber participado en la muerte de una chica inocente que tenía ADN suyo en las manos. Pero Sanzu era demasiado estúpido estando drogado que no se daría cuenta de eso. No le extrañó verle ignorarla con un gesto despectivo mientras agarraba su chaqueta de diseño y al sacaba con ella del coche. Dio un portazo contra el coche al cerrar la puerta, pero ni eso le hizo reaccionar.
El motor rugió. En cuestión de segundos, el coche se marchaba carretera arriba... Lejos y hasta convertirse en nada más que una pequeña luz más y más diminuta en el espacio. Sus dedos alrededor de la chaqueta se apretaron, y la prenda acabó en el suelo.
La arrugó, la ensució, la rompió por zonas que no sabía ni existían... También le gritó. A la chaqueta, a Mikey, a Sanzu, hasta que su garganta dolió y los ojos se le empaparon de frustración. No importaba lo que hiciera: cada vez era más idiota. Sus dedos urgaron en los bolsilos. Una tarjeta de recomendación con su número y una bolsa de pastillas; la que se había tomado antes de recogerla. Y todavía con esas, ella no se quedó a gusto.
Una punzada de dolor la golpeó en la zona baja. Un recordatorio a su estado. Y a lo idiota que fue en confiar en que esa persona sería medianamente decente y sincera estando drogado. ¿Qué más le quedaba por hacer más que caminar y volver a la ciudad? ¿Iba a encontrar un autobús activo a esas horas...?
Contuvo las lágrimas. Cada paso suponían un esfuerzo corporal y mental que no podía permitirse. Tal vez en otro momento. Pero así...
Tendría que haberse ido a casa con Victoria, y no con ese cabronazo.
-Puto bastardo. Deberías morir...
Tumblr media
8 notes · View notes
srsoledad · 3 months ago
Text
¿Quién es Sr. Soledad?
Sr. Soledad fue mi primera invención de niño. Cuando creé al Sr. Soledad antes de los 5 años mis padres se sorprendieron por lo elocuente que al parecer era desde tan temprana edad, pero tampoco sabían si reír o llorar, y creo que de eso va mi música y mi personalidad.
Tumblr media
Siempre he sido hijo único, por lo tanto, pasé mucho tiempo jugando solo, con mi imaginación, con algún disco de mi papá sonando de fondo ya fuera Yes, The Police, Pink Floyd, Supertramp, Genesis, etc. Con juguetes, videojuegos, disfraces y también me gustaba escribir historias cortas basadas en las series o películas que me gustaban.
Cuando llegaban mis padres a casa y me preguntaban cómo había estado, les decía: “Bien, aquí, con el Sr. Soledad”. Era una obra maestra de ternura y manipulación perfecta. Honestamente, recuerdo que se me ocurrió justo en lo que me preguntaron que cómo estaba, no fue algo que fui pensando ni conceptualizando, ni amigo imaginario o lo que sea. Fue una respuesta elocuente de un niño que seguramente ya estaba era ladillado.
Si me preguntas ¿Cómo es el Sr. Soledad? La única imagen que se me viene a la cabeza es el logo de Desorden Público, banda legendaria venezolana que mi papá adoraba. Así siempre me lo he imaginado, de sombrero, gabardina y pinta de espía. Supongo salió de ahí de tanto verlo en las carátulas de los discos en la casa y el carro.
Tumblr media
Hasta el día de hoy siempre yo o mi mamá o mi papá citamos al Sr. Soledad. Por ejemplo, “Hola papá, perdona voy a llegar 15min tarde a la cena espérame ahí” A lo que mi padre, mi madre o yo responderíamos “Dale, tranquilo, aquí te espero, con el Sr. Soledad”. “No tranquilo, yo estoy aquí con el Sr. Soledad, ni te preocupes”.
Cuando hago música con o sin amigos es lo mismo que estar con el Sr. Soledad, no puedo describir la experiencia de otra manera. Sigo siendo el mismo niño de siempre, solo que con juguetes diferentes y con un propósito artístico expresivo.
Siempre seré un gran defensor del juego, hay dos tipos de persona en este mundo en las que no confío: Personas que usan mocasines y personas que no saben o no les gusta jugar o creen que jugar es un delito. Para mi jugar, meditar y hacer cualquier tipo de arte es de las pocas cosas que el humano debería hacer y que además te acercan a tu yo superior.
Juzgar - z = Jugar
Tumblr media
¿Qué es el Almagesto?
Con una búsqueda rápida en Google o ChatGPT podrías saberlo, aquí encontrarás además de lo que es el por qué he querido llamar el EP así.
Desde siempre he amado el sci-fi, hace unos años fui a una exposición sobre el espacio, Marte, etc. Dónde tenían expuesto el libro “Almagesto”.
Es un libro impresionantemente grande, es uno de los libros mas grandes y largos que un humano haya podido escribir y es sobre astronomía. Claudio Ptolomeo presenta en el Almagesto la teoría geocentrista en la que toma a la Tierra como el centro del Universo.
Se podría fácilmente decir que el Almagesto es el libro mas extenso mas equivocado de la historia humana. Durante mas de un siglo la astronomía consideraba este libro como punto de referencia absoluto.
Nunca había visto materializada la Ciencia Ficción de esta manera, no como genero literario o cinematográfico pero en su esencia de Ciencia Ficción pura y dura.
Se me es de mucha gracia pensar en Ptolomeo escribiendo este libro de fantasía, en ningún momento dudando de lo que escribió y además con la suerte de irse a la tumba como un campeón estando en lo “correcto”. Lo mismo opino sobre hacer arte a los 30.
¿Es el hacer arte a los 30 una equivocación tan gorda como el Almagesto?
¿Tendré yo la misma suerte de Ptolomeo de estar equivocado pero irme a la tumba en lo “correcto”?
Honestamente, no sé responder a estas preguntas que me planteo, mas si me he atrevido a experimentarlas, agradeceré los elogios y las criticas y ya luego sabré y sacaré mis propias conclusiones.
Mi generación se encuentra ya en el punto de o somos papás o seguimos persiguiendo sueños. Si ven que soy papá en los próximos años pues bueno, sino hubiera hecho este disco quizás nunca me hubiera atrevido a serlo.
No soy de escribir canciones de amor, no soy de escribir canciones para pasarla bien, escribo sobre problemáticas con las que creo otros puedan empatizar y sentirse identificados. Si hago música o cualquier otra expresión artística es porque tengo algo que decir, y no se trata solo de un capricho vocacional. Incluso si la estética lo es todo para ti y de resto poco, por favor, innova.
Si de algo me ayudó en 10 años no hacer música, es que ahora tengo mucho de que hablar.
No me parece “cool” la expresión desde el privilegio sino todo lo contrario por más que lo consuma. Es cierto que nadie puede escapar del “todo es cool y nada es cool” pero quien haya leído sobre la historia de lo “cool” sabe que lo “cool” se creó a escondidas de la norma, en los rincones del jazz y del blues provenientes de los sectores mas desfavorecidos y marginados de la sociedad.
Almagesto EP se hizo sin pasar por ningún estudio, solo se hizo en las casas de cada uno de los que participaron, no busqué ayuda económica, suena a como suena mi casa y la casa de mis amigos. Si me preguntas a qué suena eso, pues suena a como si en un garage de latón estuviera rebozándose una maquina de algodón de azúcar rosado saliendo por las ventanas, el techo y cualquier ranura que encuentre.
Tumblr media
Super Sol
Super Sol es una canción dedicada a todas las personas que quieren vivir del arte y hacer arte pero al mismo tiempo tienen que cumplir con la rutina de un 9-5 para poder sobrevivir e impulsar su arte.
La canción evoca esa dicotomía y dualidad con la que hay que sobrellevar esa doble vida, de cómo entre una cosa y otra toca apagar las emociones y convertirse en un ser meramente racional o viceversa.
La añoranza a salir a estar bajo el Sol mientras el día pasa y crear, pero teniendo que refugiarse en la noche para despertar el ente creativo.
Considero que es más difícil que ser Batman, al menos Bruce Wayne y Batman trabajaban para lo mismo pero desde áreas diferentes, esto es más complejo aún, ya que un trabajo creativo no es un trabajo artístico. Con la creatividad llegamos a construir soluciones innovadoras para solventar necesidades, con el arte llegamos a construir sentimientos.
Tumblr media
Las Penas
Es una critica al “cringe”, va de ignorar las penas para poder y permitirte amar y seguir amando.
Es el ver cambiar a alguien mil veces y aún así ya no tengas nada que ver con esa persona, por amor, ignoras esas diferencias.
Puede ser un familiar, un amigo de la infancia, o uno mismo.
Es una canción que va sobre aceptación y amor. Practiquemos la aceptación y el amor y juguemos a ignorar Las Penas.
Galerías Tokyo
Galerías Tokyo trata sobre el bullying, el cancel culture y la poca tolerancia que hay entre culturas, grupos sociales, etc.
Te invita a salir de tu zona de confort, mandar todo al carajo y mudarte a Tokyo… Algo con lo que uno mas de una vez seguramente ha pensado.
Alfajor
Alfajor es la canción mas dura del disco, al menos para mi, es una canción que abarca un tema serio y que personalmente me parece preocupante, habla sobre el tema de salud mental en España. 1 de cada 4 personas sufre de ansiedad en España.
Cuando vivía en Venezuela juraba que la ansiedad no existía como enfermedad ni tampoco la depresión. Si que creía en la paranoia porque la viví, estando alerta en cada esquina de la ciudad de Caracas, pero no sabia lo que era la ansiedad un Sábado cualquiera por la mañana.
Los primeros años viviendo en España me reía de la gente que pedía una baja medica por ansiedad hasta que la viví en carne propia.
Honestamente, no traigo una solución al problema al escribir esta canción, pero si quiero darle visibilidad, levantar alertas de que hay algo que no esta bien y sobretodo en los lugares donde la salud mental se manda a callar, invito a reflexionar.
También mucho menos brindo una solución a el sistema de salud y farmacéutico, lo único que puedo decir es que deseo que encuentres paz al comerte un alfajor, meditar e ir a terapia que dependiendo de ansiolíticos o antidepresivos. A veces no hay otra via, pero por favor, reconsidera el alfajor.
Tumblr media
Crypto-ella
Un día discutiendo con mi novia le dije “Hoy estás más volátil que Bitcoin” y el resto es historia…
La canción va sobre la volatilidad de las relaciones humanas, un día estás en lo más alto de la gráfica disfrutando de una gran relación como también todo cae en desgracia y toca sacar del subsuelo a la relación, es un constante sube y baja.
Las criptomonedas son hoy en día un símbolo de esperanza y fracaso. El “hodl” de alguna de estas monedas es literal mantener una relación amorosa, con la que siempre anelámos un final feliz.
Tumblr media
Marte Azul
Marte Azul es la primera canción que hice. Es una canción que termina de cerrar todo el EP. Con la idea de que como especie humana estamos intentando escapar de la realidad sea como sea. Ya sea con unos Apple Vision o queriendo irnos a Marte. Lo que queda claro es que queremos estar en cualquier lado menos aquí.
Como raza humana nos hemos convertido en escapistas por excelencia. “Vámonos a Marte, vámonos a ver si así la ves” infiere a que como humanos quizás tendremos que vivir en Marte para aprender apreciar la Tierra. Al mismo tiempo es una metáfora beisbolera, si no ves la pelota no la puedes batear, la única forma quizás para que podamos empezar a batear es pasar un Verano en Marte a ver si no vamos a apreciar el mar, el viento, lo verde, etc.
Esta es la típica canción que otra persona se la tomaría demasiado en serio, pero yo no, siempre que escucho esta canción no puedo parar de reírme de lo cursi que es. Es una canción para reírse de si mismo, cosa que pocos artistas hacen pero que cuando lo hacen es fantástico. Pues esta es una canción para burlarnos de todas las canciones cursis que se toman en serio. Please bitch, wake up…
El que ríe de si mismo siempre será el más inteligente. No hay nada más brillante que la risa y la sonrisa, cosa que en España es raro, si me rio o sonrío, inmediatamente te preguntan “¿¡Pero de qué te ries!?” ya que aquí pareciera que la única risa que existe es la de la burla y no la de la alegría, la elocuencia, la inteligencia, etc.
Tumblr media Tumblr media
Conclusiones
En definitiva, utilicé todo el tiempo que pude dentro de mil y un quehaceres para poder hacer este disco. Para poder satisfacer el hambre expresiva de un Luis Ignacio de 15, 20, 25 años que soñaba de hacer lo que hizo con quien lo hizo.
Sé que emigraste y se te volteó la pirámide de Maslow, ahora que la volviste a construir, hazlo todo por ti mientras que no se nos vuelva a caer.
Invito a todos a hacer lo mismo, ya sea un disco, un negocio, un libro, una pintura, házlo, ya después veremos qué pasa. Lo que si creo que pasa es que sanamos. Pase lo que pase.
Tumblr media
3 notes · View notes
knights-unwelcommentary · 2 years ago
Text
Tumblr media
Someone better suited for this please come correct me I suck at differentiating types of clothing
Aradia -> Short sleeved black blouse, grey skirt, black mocasins(?)
Tavros -> Short sleeved black jacket, black shirt, black cuffed pants, brown sandals(?)
Sollux -> Black T-shirt, grey cuffed jeans, mismatched sneakers
Karkat -> Black shirt (or sweater?), grey leggings, black sneakers
Nepeta -> Blue hat, green trench coat, black shirt, grey pants, blue fuzzy slippers(?)
Kanaya -> Black T-shirt, black shirt, red skirt, black ballerina flats(?)
Terezi -> Black T-shirt, black pants, red slip on shoes
Vriska -> Grey jacket, black T-shirt, blue pants, red Chuck Taylors
Equius -> Black tank top, grey shorts, metallic golf shoes(?)
Gamzee -> Black T-shirt, circle patterned black pants, purple sneakers(?)
Eridan -> Violet cape, stripped blue scarf, black shirt, stripped black and blue pants, violet and blue sneakers (?)
Feferi -> Gold circlet, black singlet top, layered skirt, fuchsia water shoes(?)
46 notes · View notes
deeptrashwitch · 7 months ago
Note
Hola bonita! For the OC ask game! 🥰
Day, informal and motion for Charles! ❤️
Buenas hermosa ❤️💕 thanks for sending this in!
Alright! For our feral gremlin!
day: What does your OC wear on a normal day? Why do they default to those clothes? Do they wear similar things, or do they change it up?
Charles uses a casual/formal suit with mocasines and it's weird to see him with other kind of clothes. He wears the same style almost every day, but in different colors!
informal: What's your OC's lazy-day look? How do they like to dress when they're winding down?
When Charles is on his aparment doing nothing (or how he'll say "not being bothered by Adler and his lap dogs") he just stays writing with a simple shirt and some shorts and that's it! And well, flip flops!
motion: How does your OC move? How does their clothing help or hinder their range of motion? Are they flexible, coordinated, clumsy?
...He's the clumsy of the group compared to basically everyone inside the safehouse. Charles isn't made for physical activities and the fact that he uses tailored suits doesn't help either XD (if he has to run for his life, the man will sprint...but probably fall face first)
4 notes · View notes
earln7 · 8 months ago
Text
Impulso
Tumblr media
Era una tarde primaveral maravillosa, los pájaros entonaban alegres melodías en las ramas de los árboles, el sol resplandecía y una brisa fresca acariciaba sus ropajes de tres piezas. Para la ocasión vestía informal; llevaba una camisa blanca, un chaleco caqui a juego con sus pantalones ligeros y mocasines oscuros. Una sencilla corbata azul adornaba su cuello, notando que el nudo estaba ligeramente flojo, Charles Grey lo ajustó con la mano en un movimiento hábil. Luego, procedió a disfrutar viendo y aspirando del aroma de las flores de lavanda, su perfume evocaba a su hogar. La nostalgia lo invadió, pero no arruinó su humor risueño. De repente, una voz surgió a sus espaldas. —Conde Grey. Después de dedicar unos segundos más a contemplar las flores, Grey se enderezó y se volvió, encontrándose con la figura del mayordomo de la familia Phantomhive. —Sebastián. Lo saludó, y la sonrisa que le brindó fue radiante, en sintonía con su humor del día. El mayordomo, respetuoso de su buen ánimo, realizó una reverencia llevándose una mano al corazón y sonriendo afablemente. —Mis disculpas por la interrupción. Vengo a comunicarle que los preparativos para el té de la tarde están listos y el joven amo aguarda ‘con ansias’ su presencia. —¿En verdad? —Grey mostró complacencia, y no por ver al cabecilla de la casa, más bien, por los bocadillos que se presentarían en el quiosco. —No debo hacer esperar al conde Phantomhive. —Desde luego —añadió el mayordomo, —por favor, sígame. El sirviente se dispuso a volver hacia el camino que dirigía hacia la otra parte del gran jardín de la mansión, donde se había preparado una mesa llena de bocadillos deliciosos y el té de la mejor calidad. Indicó con su enguantada mano el camino. No obstante, el conde Grey alzó su mano izquierda para que se detuviera. —Espera. Antes de dirigirnos hacia tu amo, debo pedirte algo —bajo la mano y lo miró con seriedad. Sebastián asintió, intrigado por cuál sería la solicitud del conde Grey. —Con mucho gusto, ¿en qué puedo ayudarle? Sin expresar en palabras su petición, el conde Grey dio unos cuántos pasos hacia delante, aproximándose lo suficiente para poder tirar de la corbata negra de Sebastián hacia abajo y permitir el encuentro de sus labios. Dadas sus diferentes alturas, el conde Grey debía ponerse de puntillas o atraer al mayordomo hacia abajo, como ahora, si quería lograr un beso adecuado. Sebastián fue tomado por sorpresa, una que duro escasos segundos, ya que, se adaptó rápidamente, ajustando sus bocas para unirse sin obstáculos. Guió el movimiento con una mano en su mentón y la otra en la cadera del conde, fundiéndose en un apasionado beso. Sin embargo, tan rápido como comenzó, el demonio lo detuvo antes de que se saliera de control, retrocediendo y observando con placer la expresión frustrada del conde Grey, quien rápidamente ocultó cualquier indicio de entusiasmo en su rostro, ocupándose de acomodar su atuendo, que parecía no haberse movido ni un centímetro pero que le daba a sus ansiosas manos una tarea. Sebastián hizo lo propio acomodándose el frac negro, luego, se llevó una mano al corazón y volvió a reverenciarse. —Lamento ser tan brusco, —su sonrisa cortés atisbaba cierta diversión. —Pero recuerdo que acordamos ser discretos. El conde Grey se encogió de hombros con indiferencia, como si tal acuerdo no tuviera importancia y se le hubiera olvidado. —Por supuesto. —Sería terrible si alguien nos viera —agregó Sebastián. El conde Grey tenía la mirada algo lejana, como sumido en un pensamiento profundo, no obstante, manifestó desdén, limpiándose polvo imaginario de su manga derecha. Como si el peligro de ignominia fuera un asunto de poca relevancia, lo cual fue discrepante conociéndolo bien. Su reputación era lo más importante, fue precisamente él quien cuidaba de tratarlo como un simple sirviente frente a todo el mundo o incluso en solitario, como estaban ahora, y solo a puertas cerradas dejaba que su autocontrol se dispersara, tirándose encima suyo y liberando sus deseos. Por lo tanto, su actuar fue inusual. La sonrisa de Sebastián no tambaleo y su mano derecha se mantuvo en su corazón, sin embargo, por dentro pensaba que esta persona... —De hecho, debemos tener cuidado —le contestó, finalmente dejando de evadir su mirada, esbozó una sonrisa descarada, y por el brillo malicioso en sus ojos, fue evidente que simplemente estaba jugando, como sospechaba. Se le acercó nuevamente, esta vez, para darle palmaditas en el pecho. —No hagamos esperar al pequeño Phantomhive —dijo. Si su amo escuchaba que lo llamaba así, probablemente se desquitaría con él impidiéndole comer los bocadillos que Sebastián había preparado para la hora del té. Fue de público conocimiento que el conde Grey disfrutaba del buen comer. El mayordomo asintió, liderando el camino. El conde Grey pronto lo alcanzó, caminando a su lado. —Déjame adivinar —comenzó diciendo con un gesto juguetón, —has preparado un pastel de chocolate. Sebastián asintió con una sonrisa afable, después de todo, a su joven amo le encantaba el pastel de chocolate. —¿Cómo lo supo? —Tu aroma a chocolate —le sonrió con picardía, relamiéndose los labios. —Me encanta. Al parecer, el conde Grey hoy estaba de tan buen humor, que había perdido todo el decoro.   Y Sebastián, bueno, era un demonio, por lo cual, se dejó llevar ante la provocación, sabiendo que quien corría más riesgos era el humano, y eso lo hacía aún más irresistible.
Tumblr media
| Quería escribir una shipp de mierda y salió esto. Creo que exagere un poco con el lenguaje. A veces me da miedo que, en vez de siglo XIX parezca siglo XVII. No sé, me gustó, por eso lo publico acá, además, tenía en borradores estas imágenes bonitas que quedan para la época asique aproveché y lo usé para este escrito..
4 notes · View notes