#moño rosado
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Mi OC De The Amazing Digital Circus, Millie
Millie Es Una Perrita Border Collie Payasita De 25 Años De Edad Hermana Pequeña De Kowalski (No El De Madagascar XD) Y Ricky (Mis OCs), Es Su Hermana Aunque Ella Es Un Border Collie Y Kowalski Y Ricky Son Pingüinos, Ella Está Enamorada De Pomni Pero Es Muy Tímida Para Hablar Con Ella Y Porque Tiene Miedo De Que La Rechaze.
Ella Puede Hacer Payasadas Como Típica Payasita, Puede Sacar Conejos (O Peluches) De Su Sombrero De Payaso.
Ella Se Caracteriza Por Siempre Llevar Consigo Un Pequeño Saco Con Polvillo De Hadas Que Le Fue Dado Por Monserrat, Una Hada Murciélago Que Se Esconde En Su Cuarto Durante El Día (Aunque También Tolera La Luz Solar), Ella Tiene La Responsabilidad De Solo Usar Su Polvillo De Hadas Solo En Casos De Emergencia, Cuando Lo Uso Para Volar Para Salvar A Sus Hermanos Pingüinos De Kaufmo (Abstraido), No Se Sabe Si Tiene Otra Ocupación, Trabajo O Otra Participación Más Que La De Sacar Algo Del Sombrero O La De Su Polvillo De Hadas, Puede También Que Sea Apoyo Moral O Sea La Conciencia De La Pandilla O Que Sea Una De Las Ayudantes, Sus Mejores Amigas Son Selena, Akane Y Monserrat.
Millie Es Un Perro Border Collie De Pelaje Negro Y Blanco, Cabello Largo, Un Ojo De Botón Blanco En La Parte Derecha (Ya Que Cuando Era Una Cachorrita, Una Viuda Cascarrabias La Golpeó En El Ojo Derecho, Provocando Que Lo Perdiera), Un Ojo Verde, Un Flequillo Que Tapa Su Botón Donde Debería Estar Su Ojo Derecho, Un Pelaje Blanco En El Pecho, Tiene Orejas De Perro Negras Con Blanco Por El Interior (Que Por Si Notan En La Imagen, Forman Como Un Corazón) En La Parte De Su Ojo Izquierdo, Tiene 3 Corazones Rosas Que Representan El Amor De Hermanos Entre Ella Y Sus Hermanos Pingüinos, Tiene Su Pierna Derecha Negra Con La Pata Blanca, Y La Pierna Izquierda Es Blanca Con La Pata Negra.
Como Vestimenta, Millie Usa Un Vestido Blanco Con Lunares De Colores Rosado, Azul, Amarillo, Morado Y Verde, Un Cinturón Rosa Con Un Moño Por Detrás, Usa Un Sombrero De Payaso A Juego Con Su Vestido Y Con Un Pompón Rosa En La Punta, Tiene Unas Ligas Rosas Que Sujetan Sus Trenzas (Que Aquí No Están), En La Trenza De Atrás, Usa Un Moño Rosado, En Su Cuello, Lleva Su Saco De Polvillo De Consigo En Un Saco Amarillo Con Una Cuerda Café Para Mantenerlo Sujetado En Su Cuello En Casos De Emergencia Y Usa Un Broche De Cabello De Dango 🍡 (Que Se Me Olvidó Ponerle).
Millie Es Un Apodo, Su Nombre Completo Es Mildred De Collie.
Ella Adora Correr, Hacer Payasadas, Estar Con Sus Hermanos Y Amigos Y Le Encanta Pomni (Ya Que Esta Enamorada)
Millie Odia Que Le Digan Que Es Adoptada (Porque Es Adoptada), Que Le Hagan Bromas (Sobretodo Que Quién La Haga Es Jax) Y Que Le Digan Comentarios Sobre La Adopción
A Millie Le Da Miedo Ver A Sus Amigos O Hermanos En Peligro, Kaufmo Abstraido, La Reina Gloink, Los Cohetes, Los Fuegos Artificiales,
Su Eslogan En "Por Los Dientes De Caine!", Ella Dice Esto Cuando Jax Le Hace Bromas A Los Demás, Cuando Ve A Sus Amigos O Hermanos En Peligro O Cuando Ve Algo Que La Asusta
Ella Ladra O Muerde Cuando Se Siente Amenazada O Para Defenderse (Como Cuando Jax Le Hace Bromas)
#furry#furry art#cute#furry oc#oc#original character#canon x oc#amazing digital circus#the amazing digital circus#tadc oc#dog girl#border collie
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Aventura en el desierto
Leonora Montejano Desde que era niña, odiaba los domingos. Y no por el día en sí, sino por lo que esto significaba. Ponerme un vestido rosado, un enorme moño sobre mi cola de caballo e ir a visitar a la abuela. Desde que amanecía mamá se ponía de mal humor con todos, con papá, con Toby y conmigo porque odiaba ir a esa casa de la que mamá siempre salía llorando o enojada, y que olía a…
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Sueños...
Quisiera escribir de mi sueño antes de olvidarlo.
Tuve un sueño bien raro, parecia real, no recuerdo en que lugar exactamente paso, pero todo parecia tan conocido.
Estaba en una habitacion mirando hacia el jardin que habia, todo el ambiente tenia un color calido, todo estaba iluminado.
Hasta que de repente entro mi madre y me dijo ya estas. La mire y estaba muy formal y linda tenia una vestimenta elegante y de color claro como rosado palido, su cabello recogido, estaba tan linda.
Y yo le pregunte estar para que? y de repente me miro sonriendo de apurate te esta esperando.
De repente me vi o crei verme en el espejo que habia en esa habitacion y era yo vestida de blanco, tenia un vestido muy pegado de la parte de arriba y un poco amplio de la parte de abajo, tenia un velo de encaje super hermoso y parecia que tenia una mini tiara en la pabeza con mi cabello recogido en forma de moño y con mi color natural se notaba mis cabellos cafes caidos por mis mejillas en forma de ondas, sorprendida le agarre a mi madre preguntandole enserio me estoy casando y ella me dijo bien feliz que si.
Hasta que pregunte con quien, y me dijo con Brian, apurate te estan esperando, y simplemente solo me pare en seco.
Y dije mami: Yo no me debo casar con el, debo casarme con el Carlos, donde esta el?.
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En mi sueño lo dije tan decidida, no entiendo porque te busque a ti, porque simplemente me negue casarme con el, quizas en mi sub consciente te sigo escojiendo a ti, quizas muy dentro de mi si quiero que sea asi.
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Mi madre me miro y me dijo quien es Carlos?
Y empece a contarle todo lo que vivimos juntos, le conte las experiencias de las visitas en mi casa, hasta le conte todo lo que paso al final, Le conte todo con lujo de detalles en tono de desesperacion esperando que te recuerde. Pero su expresion seguia sonriendo como si no recordara y supiera de quien estaba hablando. Solo agarro mi cara y me dijo ya es hora vamos.
Solo senti como las lagrimas caian por mi cara, no me sentia feliz, como en un sueño te puedes sentir tan deprimida como puedes llorar como puedes sentirte desdichada e impotente, si es solo eso un simple sueño.
Solo salia de la habitacion miraba a los invitados todos sonriendo, todos felices elegantes y con trajes de colores claros, todos estaban festejando y yo no paraba de llorar. Mi familia aplaudia, todos gritaban, pero yo solo sentia tristeza, ,il preguntas venian a mi cabeza si solo te soñe si jamas te conoci, me estaba convenciendo mi sueño de que tu no eras de verdad.
Hasta que vi el camino del altar que estaba en medio de los invitados.
No quise ver quien me estaba esperando, que me di la vuelta queriendo correr, y desperte.
Desperte en mi cama, con la cara toda mojada.
Solo era un sueño.
Esos sueños yo creo que a cualquier persona les hace feliz sea quien sea con quien te cases, pero a mi me puso triste.
El casarme es un hecho en mi vida que cambiara totalmente el ritmo, como para querer tomarmelo a la ligera yo pienso.
Me senti mal por reaccionar de no querer casarme con Brian quizas muy internamente se que no me veo con el casada a pesar de que tiene las caracteriosticas de una pareja que quisiera. Pero quizas simplemente mi corazon no lo escoje.
Tal vez me aferro la idea de que quisiera casarme con Carlos pero en mi mente ya sabe que no es parte de mi vida y que de alguna manera debo hacer como si no existiera para no causarme dolor, pero aun asi lo recuerdo y me causa dolor.
Quizas son señales de que todavia mi mente es inmadura.
Quizas solo son sueños, sueños que duelen, cuando no deberian doler pero duelen.
Son sueños lindos que para ti parecieron pesadillas.
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¿Cómo prepararte para una cita a la 1:30 de la tarde?
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¿Cómo prepararte para una cita a la 1:30 de la tarde?
Maquillaje de día para cita
El maquillaje de día para una cita es una forma sutil y natural de realzar tu belleza sin exagerar. La clave para lograr un look perfecto es mantenerlo fresco y delicado, resaltando tus rasgos sin sobrecargar tu rostro.
Para iniciar tu rutina de maquillaje, comienza con una base ligera que se adapte a tu tono de piel. Es importante que tu piel luzca radiante y uniforme, por lo que puedes optar por una base de cobertura liviana o una BB cream para un acabado natural.
Continúa con un toque de rubor en tonos suaves para darle un aspecto saludable a tus mejillas. Los tonos rosados o melocotón son ideales para un maquillaje de día, ya que aportan frescura y luminosidad a tu rostro.
En cuanto a los ojos, utiliza tonos neutros como beige, marrón o dorado para resaltar tu mirada de manera sutil. Aplica una sombra clara en el párpado móvil y difumina un tono más oscuro en la cuenca del ojo para dar profundidad.
Finaliza tu maquillaje con un toque de máscara de pestañas para enmarcar tus ojos y un labial en tono natural que complemente el resto de tu maquillaje.
Recuerda que menos es más cuando se trata de un maquillaje de día para una cita. Mantén la naturalidad y la frescura en tu look para deslumbrar con tu belleza de manera sutil y elegante. ¡Siéntete segura y radiante en tu encuentro!
Vestimenta casual para cita
La vestimenta casual para una cita es una excelente opción para lucir informal y a la moda al mismo tiempo. Este tipo de look es ideal para aquellos encuentros más relajados y desenfadados, donde se busca sentirse cómodo pero sin descuidar la apariencia.
Para las mujeres, una buena opción puede ser combinar unos jeans ajustados con una blusa elegante y unos zapatos de tacón bajo. Este conjunto es sencillo pero a la vez sofisticado, perfecto para una cita casual. También se puede optar por un vestido ligero y unos botines para un look más femenino y fresco.
En el caso de los hombres, una buena alternativa es lucir unos pantalones chinos o unos vaqueros con una camisa casual y unas zapatillas de estilo deportivo. Este conjunto desprende un aire moderno y relajado, ideal para una cita informal pero con estilo. También se puede optar por un polo con unos pantalones de tela y unos mocasines para un look más refinado pero aún casual.
En definitiva, la vestimenta casual para una cita es perfecta para aquellos que buscan un equilibrio entre comodidad y elegancia. Lo importante es sentirse seguro con lo que se lleva puesto y mostrar la personalidad a través de la ropa. ¡Con estos consejos, seguro que la cita será todo un éxito!
Peinados elegantes para cita
Los peinados elegantes son una excelente opción para lucir sofisticada y deslumbrante en una cita especial. Ya sea que te estés preparando para una cena romántica o una ocasión especial, elegir el peinado adecuado puede marcar la diferencia en tu apariencia y confianza.
Uno de los peinados elegantes más populares para una cita es el clásico recogido. Este estilo atemporal es perfecto para resaltar tus facciones y darle un toque de glamour a tu look. Puedes optar por un recogido alto con mechones sueltos para un estilo más desenfadado, o un elegante moño bajo para un look más formal y sofisticado.
Otra opción elegante para una cita es el cabello suelto con ondas suaves. Estilo bohemio y romántico que puede complementar cualquier outfit y añadir un toque de sensualidad a tu apariencia. Puedes crear ondas suaves con una plancha o rizador, y luego fijar el peinado con un spray de fijación para un acabado impecable.
Si prefieres un look más estructurado, considera un elegante peinado con trenzas. Las trenzas pueden ser tan simples o elaboradas como prefieras, desde una trenza clásica hasta un intrincado diseño de trenzas francesas. Este estilo es ideal para agregar un toque de originalidad y estilo a tu peinado.
En resumen, para lucir elegante en una cita, es importante elegir un peinado que te haga sentir segura y radiante. Ya sea un recogido clásico, ondas suaves o trenzas elaboradas, encontrar el peinado perfecto puede ser la clave para impresionar a tu cita y lucir espectacular en cualquier ocasión especial. ¡Deslumbra con tu estilo y deja una impresión inolvidable!
Planificar la agenda del día de la cita
A la hora de tener una cita, es fundamental planificar con antelación la agenda del día para asegurarse de que todo salga según lo planeado. Aquí te presentamos algunas sugerencias para organizar tu día de la cita de manera efectiva.
En primer lugar, es importante dedicar tiempo a la preparación física y mental para el encuentro. Puedes comenzar el día con una rutina de ejercicios para liberar endorfinas y sentirte más relajado. También es fundamental cuidar tu alimentación y descansar lo suficiente la noche anterior para estar en plena forma el día de la cita.
Además, planifica con cuidado cada paso de tu día, desde la hora en la que te levantas hasta el momento de la cita. Asegúrate de reservar tiempo suficiente para el desplazamiento y evita situaciones de estrés de última hora. Organiza tus tareas diarias para que puedas centrarte en el encuentro sin distracciones.
Durante la cita, procura mantenerte relajado y ser tú mismo. Escucha atentamente a tu acompañante y participa activamente en la conversación. Recuerda que la comunicación es clave en cualquier relación, por lo que es importante mostrar interés y sinceridad.
En resumen, planificar la agenda del día de la cita te permitirá disfrutar al máximo de la experiencia y mostrar tu mejor versión. Sigue estos consejos y estarás preparado para vivir un encuentro inolvidable. ¡Buena suerte!
Almuerzo ligero antes de la cita
Antes de una cita es importante cuidar lo que comemos para sentirnos livianos y con energía. Un almuerzo ligero puede ser la clave para asegurarnos de que estaremos cómodos durante la cita y podremos disfrutar del momento sin sentirnos pesados.
Una opción para un almuerzo ligero antes de una cita puede ser una ensalada fresca con vegetales variados, pollo a la parrilla y aderezo de limón. Esta combinación aporta los nutrientes necesarios para mantenernos enérgicos sin sobrecargarnos. También se puede optar por un tazón de quinua con aguacate, tomate cherry y un toque de cilantro, una alternativa igualmente ligera y saludable.
Es importante recordar no excederse en las porciones para evitar sentirnos llenos durante la cita. Otra opción es un wrap integral con verduras y salmón ahumado, una comida equilibrada que aporta proteínas y grasas saludables. Para acompañar, una infusión de hierbas o un vaso de agua con limón son excelentes opciones para mantenerse hidratado.
Al elegir un almuerzo ligero antes de una cita, estamos apostando por nuestro bienestar y comodidad. Una alimentación adecuada nos permite sentirnos mejor con nosotros mismos y disfrutar plenamente de la compañía de la otra persona. ¡Cuida tu alimentación y disfruta al máximo de cada momento!
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004 – Tren
La joven se encontraba sumergida en un mundo de susurros y suspiros en el interior del vagón. Mientras el viejo tren avanzaba con gracia y lentitud, las luces tenues y el aroma a historia impregnaban el aire. El suave balanceo y el traqueteo rítmico del vagón se mezclaban en una melodía que invitaba a la reflexión y al ensueño.
Lupe, con su cabello rosado recogido en un moño suelto, estaba sentada cerca de la ventana, donde la luz del sol se filtraba a través del cristal empañado. Sus ojos curiosos exploraban cada detalle del interior antiguo del vagón, desde los asientos de cuero desgastado hasta los paneles de madera deslucida.
A medida que el tren avanzaba, se podía vislumbrar fugazmente paisajes cambiantes a través de la ventana, desde extensos campos verdes hasta pequeños pueblos que se desvanecían rápidamente. El sonido del tren y el suave balanceo creaban una especie de hipnosis tranquila, invitándola a dejarse llevar y disfrutar del viaje.
El teléfono vibró en las manos de Lupe, interrumpiendo su ensimismamiento. Sus ojos se fijaron en la pantalla, donde un mensaje de su hermano Jake capturó su atención.
“¡Hola hermanita! Perdona que no te dijera nada antes, pero metí algo en tu maleta. Y si no lo abres pronto se… ¿estropeará? ¡Suerte con tu viaje!”
Lupe sintió un nudo en el estómago mientras sus pensamientos se aceleraban. ¿Qué quería decir Jake con eso? ¿Qué demonios habría metido en su maleta? Su mente se llenó de preguntas y especulaciones, pero no había tiempo para el pánico. Era hora de actuar con cautela y determinación.
Con manos temblorosas, buscó su maleta bajo el asiento y la abrió con precaución. Allí, entre sus pertenencias, encontró una pequeña caja envuelta en papel marrón.
Tomando la caja con cuidado, Lupe la sostuvo frente a ella, sintiendo su peso y la intriga que la envolvía. ¿Qué secreto se ocultaba dentro? Con nerviosismo y curiosidad, arrancó el papel y abrió la tapa lentamente.
Para su sorpresa, en el interior de la caja yacía una única pokéball, junto a una pequeña nota.
“¡Es peligroso ir sola! ¡Ten esto! Jajajajaj… No, en serio, necesito que te lleves esto. Resulta que en Paldea es una especie invasora, así que es como super ilegal tener uno. Además, es macho. No me sirve.”
Lupe dejó escapar un suspiro de alivio. Al menos no era nada realmente peligroso… como un intento de sus hermanos de prepararle comida para el camino.
Mientras el paisaje de afuera se desvanecía en una maraña de árboles y campos en constante cambio. Sus pensamientos se desvanecían en el pasado, mientras su corazón palpaba el presente lleno de promesas y oportunidades en la gran ciudad que la esperaba.
Con el susurro de la historia como telón de fondo, la joven se preparaba para embarcarse en un viaje que marcaría un nuevo capítulo en su vida.
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Suguru estaba arreglándose el pelo, atándolo nuevamente en un moño alto, cuando las palabras de Bao llegaron a él. Al inicio hubo un segundo en el que sus ojos se abrieron de par en par, un tanto, bueno, en sorpresa. Después, poco a poco y con suavidad, una sonrisa cálida se fue posando sobre sus delgados y rosados labios.
Si bien había estado implorando por ello desde el fondo, lo cierto es que no pensó que Bao le haría tal propuesta.
Él quería cuidarlo. Y por ello que el que Suguru se acostumbrase a volver siempre a la escuela, donde pertenecía.
— ¿De verdad?— Las palabras del joven hechicero sonaron a un susurro. Había un leve pero evidente rubor en sus mejillas.
— Es decir... yo, si. — Asintió y se puso de pie, yendo hacia donde estaba Bao con paso cuidadoso. — Si tú estás bien con eso... — Estiró una mano en dirección a Bao, tomando su diestra. — Podemos acurrucarnos un rato, ¿tal vez?— Rio bajito.
Sus ojos lo siguieron en todo momento, en el momento que se alejó de su rostro miró sus labios y luego sus ojos con más atención, una sutil sonrisa se dibujó en sus propios labios, sin ansiedad.
—Entonces, estaré esperando por eso - Le aseguró, su juego de capturarlo con algo llamado amor o cariño. - Ah, ¿y que hora es? -Quiso saber, en poco tiempo se levantó, alejándose de él mirando el reloj, como si no supiera donde se encontraba, cuando lo vio, un segundo después lo volvió a ver - ¿Te esperan? ¿le dijiste que estarías aquí?.
Espero un instante más, antes de proponer lo siguiente.
—¿No te gustaria quedarte?
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Blue & Grey. Capítulo 3
Warnings/Advertencias: violencia típica del canon, canon divergence, intentos de asesinato.
Pareja: Obi-Wan Kenobi x fem!reader
Word count: 1900
Simbología: ⎯ ⁘✦⁘⎯ (espacio temporal largo), ⎯ ✦ ⎯ (espacio temporal corto).
Notas autor: Ayer publiqué el segundo capítulo y se me olvidó ponerle etiquetas :( Ahora, comenzamos con AOTC, es un poco corto porque tengo migraña, pero mañana será más largo.
Masterlist Blue & Grey
◞────────⊰·•·⊱────────◟
Durante cinco años casi no tuviste descanso alguno. Las misiones a las que te enviaron eran constantes y muy cansadas. Por tu manera de ser y tomar decisiones, aunque no tuvieses un cristal kyber de color verde, la orden había decidido nombrarte cónsul jedi.
Ser cónsul jedi traía sus ventajas y desventajas, entre esas se encontraba que las misiones eran diplomáticas, completamente sencillas, con poca diversión y aprender sobre tantas culturas que tu sed por conocimiento no hizo más que aumentar.
Al regresar a Coursant fue como poner un pie en una casa ajena, pero al mismo tiempo se sentía como un hogar. Ese pensamiento te sorprendió, ahora considerabas el Templo Jedi un hogar…
La dependencia que te habían asignado seguía igual que como la habías dejado, tomaste un cambio de ropa para dirigirte al refresco y tomar una ducha larga que te merecías, hace tres semanas que no podías tener un baño digno.
El resto del día te dedicaste a dormir hasta al día siguiente cuando el comunicador que habías dejado en la mesa al lado de la cama comenzó a emitir sonidos bastante desagradables.
-Starlight – respondiste luego de haber frotado tus ojos y sacarte el sueño.
-Se le solicita en la reunión del consejo que se iniciará en quince minutos – escuchaste la voz de un droide y suspiraste antes de dejarte caer sobre el colchón.
A cómo se sentía esa llamada tan inesperada, solo podría significar una cosa.
Una misión nueva.
Eso no dejaba de rondarte en la cabeza, como jedi tenías menos tiempo para descansar que los pocos años que estuvo bajo la dirección de la orden.
Al recordar a Obi-Wan y Anakin sonreíste para ti, realmente esperabas que en tu ausencia el, ya no tan pequeño, elegido estuviese siguiendo el camino de la luz. Iba por un buen camino cuando lo dejaste hace varios años.
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Los dos jedi y el padawan se encaminaron a la reunión con Padmé Amidala, pero Anakin se veía un poco nervioso.
-Anakin, estás sudando, relájate – comentas con una risita divertida
-Han pasado diez años desde que la vi la última vez – admite nervioso
-Respira Anakin, de seguro no notará el cambio – responde Obi-Wan un poco divertido por el nerviosismo de su padawan.
Ahora tu cabello estaba ligeramente más largo que cuando fuiste un padawan, pero por cuestiones de practicidad lo llevabas semirrecogido en una trenza que se la acomodabas en un moño para ser sujetado por una horquilla larga de color café claro y que tenía una flor de pétalos gruesos con una degradación de colores rosados, blanco y aguamarina; además, en los lóbulos de tus orejas descansaban dos pequeños cristales transparentes que te daban un aire más femenino. El traje consistía en una túnica interna de color marrón seguido de una túnica de color gris azulado, las mangas continuaban de la misma longitud, pero del mismo tono de la túnica que ahora utilizabas, los guantes sin dedos continuaban siendo de material negro, al igual que las botas y el pantalón.
Las puertas del ascensor se abrieron, Obi-Wan y tú fueron los primeros en adentrarse en el apartamento de la senadora. Ambos saludaron al mismo tiempo a Padmé con la formalidad que caracterizaba a los jedi, ella les sonrió y al ver a Anakin lo saludó con una gran sonrisa recalcando lo mucho que había crecido, pero que siempre sería el niño que conoció en Tatooine. Eso definitivamente fue un golpe bajo para el orgullo del joven.
Luego de haber intercambiado saludos, los tres se encargaron de tener una charla con el capitán Typho y esta se alargó más de lo que se esperaba. Tenías un poco de hambre, pero como un ser sacrificado bajo la Orden Jedi y República Galáctica tenías que agachar la cabeza y callar la mayor parte del tiempo. Entre las palabras de los cuatro, llegaron a la conclusión, bastante obvia por las circunstancias anteriores, que Padmé tenía un problema bastante grande con la obstinación en ciertos aspectos, como reconocer que los atentados eran demasiado frecuentes y más graves como para descartarlos como algo insignificante, como estaba haciendo ahora.
Al finalizar les permitieron retirarse a una sala para que comieran algo, no desaprovecharon la oportunidad de continuar hablando sobre diferentes aspectos que podrían mejorar en la seguridad del apartamento de la senadora y cómo actuarían en la noche.
Todavía continuaban terminando la comida que, tan amablemente, Padmé había pedido que se les preparara. La senadora entró a la habitación con pasos seguros hacia la mesa, lo que provocó que los tres se detuvieran y se pusieran de pie para saludarla.
-No, por favor… Sólo venía a recordarte que esa horquilla venía con otro par de pendientes, Y/N – la aludida se sonrojó un poco y asintió.
-Lo sé, es que siento que son muy vistosos para un jedi.
-Tonterías, los elegí personalmente para ti. Espero verlos la próxima vez… Con permiso, sigan comiendo, por favor – señala y Anakin arqueó una ceja
-No me mires así, Anakin – responde y toma un bocado del pastel blanco que la mujer había pedido preparar como postre y que aparentemente sólo a ella le gustaba porque ninguno lo estaba tocando.
- ¿Se conocían?
-Hace un par de años una misión me llevó a Naboo, rápidamente nos hicimos amigas.
-Anakin, no debes interrogar a un superior – riñe su maestro
-Está bien, maestro Kenobi, es normal que sienta curiosidad. Es una emoción común en las personas – respondiste con claras intenciones de restarle importancia.
Todavía planeabas hacerle ver a Anakin, y al que tuviese la delicadeza de escuchar, que las emociones estaban allí, se sentían y vivían, pero que en el momento necesario se debían de ignorar y pensar lo más claro posible.
-Su curiosidad algunas veces es demasiada – admite él, Anakin rodó los ojos, un poco cansado y tú suspiraste rendida.
Iba a ser un trabajo duro, definitivamente.
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Las luces del planeta de noche de los speeders, naves, y diferentes edificios brillaban en la sala del apartamento de la senadora. Obi-Wan y Y/N entraron a la sala, Anakin estaba un poco intranquilo.
- ¿Cómo está todo aquí arriba? – preguntaste al dejar la capa al lado de la de Obi-Wan.
-Tranquilo como una tumba
- ¿En cuantas tumbas has estado para considerarlas tranquilas? – respondes divertida y él se voltea sorprendido. No esperaba ese comentario relajado, pero claro, no eras su maestra no tenías que aparentar ser un ejemplo a seguir. Sin embargo, a ninguno de los dos se les escapó la pequeña sonrisa en los labios de Obi-Wan mientras revisaba el dispositivo donde se mostraban las imágenes de las cámaras.
- ¿Qué está pasando?
-Ah, ella cubrió las cámaras – responde Anakin y te acercas para observar el dispositivo antes de fruncir el ceño. No era lo más adecuado, en especial con tanta incertidumbre rondando al caso de los intentos de asesinato –. Me parece que no quería que la observáramos mientras duerme.
- ¿Qué estaba pensando? – responde Obi-Wan un poco molesto, y tenía razón, pero ya no venía al caso.
-Programó a R2 para que nos informe si hay algún intruso.
-Esa no es la única manera que existe para matar a un senador – respondiste pensativa, esperando que de verdad optaran por intentar atacarla ellos y no usar medios más elegantes, como el veneno.
Eso sí sería un problema.
-Lo sé, pero también queremos atrapar al culpable ¿no es así, maestros? – pregunta y no supiste si decirle que si o reprenderlo, las órdenes eran órdenes y debían de seguirlas. Aunque, si estaba pensando así, ¿acaso no estaría…?
-La estas usando como señuelo – comentó Obi-Wan sorprendido, pero no era una pregunta, era una afirmación. El joven se mostró un poco avergonzado, pero arqueaste una ceja interesada por su respuesta.
-Fue su idea – se defendió –. No se preocupen, no le va a suceder nada. Puedo sentir todo lo que ocurre en esa habitación – asegura Anakin –. Confíen en mí.
-Demasiado riesgo – responden ambos, pero en lugar de Obi-Wan, ella si se atrevía a trabajar con soltura sin cámaras u otro tipo de tecnología, aunque no fuese el plan inicial.
-Además, tus sentidos no están tan desarrollados, mi joven aprendiz – comenta Obi-Wan
- ¿Y los suyos sí? – pregunta él
-Posiblemente
Negaste delicadamente intentando ocultar lo cansada que te estabas sintiendo, estar con esos dos estaba volviéndose una prueba increíble para tu paciencia. Se llevaban bien, lo sentías, pero en estas situaciones era como intentar mezclar agua y aceite.
Luego de varios minutos sin observar nada, decidiste sentarte en uno de los sofás, tomando tu sable de luz para admirar el diseño intrincado que habías elegido junto a la ligera protección para la mano que decidiste era lo más adecuado, la cantidad de veces que se les cortaba la mano a alguien con un sable te ponía alerta, mientras escuchabas distraídamente la conversación de Obi-Wan y Anakin a escasos metros de distancia.
-Te ves cansado.
-No he estado durmiendo muy bien.
- ¿Por tu madre?
-Tengo sueños constantes sobre ella, y no entiendo por qué son así de frecuentes.
-Los sueños pasan con el tiempo.
-Preferiría soñar con Padmé. El solo estar a su lado es… intoxicante.
-Ten cuidado con lo que deseas, Skywalker – soltaste al escuchar la confesión y levantaste la mirada –. La lengua tiende a traicionar y en el peor momento.
-Creí que los jedi no deberían creer en supersticiones – responde el joven sacándote una sonrisa mientras regresabas el sable al cinturón para sentarte correctamente.
-No son supersticiones. Ten cuidado con lo que deseas, Anakin.
-De todas formas, deberías de controlar tus pensamientos, ellos te traicionan Anakin – agrega Obi-Wan –. Te has comprometido con la Orden Jedi, y este compromiso no es fácil de romper. Además, no olvides que es un político, y estos no son de fiar.
-Ella no es como los demás del senado, Maestro.
-En mi experiencia, a ellos no les interesa ser justos, sino sólo conseguir patrocinadores para sus campañas. Y mucho menos les importa la democracia mientras consigan esos fondos.
-Por favor, no otra lección – dejaste escapar una risita que se ganó una mirada de reproche por parte del hombre de más edad –. Por lo menos no de la economía en la política.
Te pusiste de pie con cuidado, algo no estaba bien, pero ninguno de los otros dos parecía notarlo ¿sería posible que lo estuvieses imaginando?
-Además, estás generalizando. El canciller no parece ser corrupto.
-Palpatine es un político y además he observado que es muy listo.
Te mantuviste observando hacia la habitación intentando encontrar qué era lo que estaba mal y la razón de que ambos no notaran nada.
-Uhm… Creo que…
-Mi sentido me dice… – comienza Anakin
-El mío también – respondió Obi-Wan y los dos corrieron detrás de Anakin, cuando entraron a la habitación se encontraron con él, cortando dos kouhun. Obi-Wan levantó la mirada al mismo tiempo que tú y se lanzó hacia la ventana donde se encontraba un droide.
- ¡Kenobi! – exclamaste sorprendida antes de mirar a Anakin – ¡Ve por él, lo conoces mejor que yo!
- ¡Sí, maestra! – respondió antes de salir corriendo.
- ¿Estás bien? – preguntas analizando a Padmé, se veía bien, asustada, pero con vida.
-Milady, ¿se encuentra bien?
-Si, si… Lo estoy, tranquila – intenta tranquilizar a su doncella.
Te arrodillaste junto a los restos de los kouhun, los levantaste con la fuerza hasta llevarlos a un basurero cercano. No tenía caso intentar rastrear de dónde salieron, posiblemente contrabando y no aportarían nada. Ahora sólo quedaba esperar al regreso de Obi-Wan y Anakin, y confiabas que fuese con el perpetrador bajo custodia.
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UN HOMBRE SIN SUERTE
EL DÍA QUE CUMPLÍ OCHO AÑOS, mi hermana —que no soportaba que dejaran de mirarla un solo segundo— se tomó de un saque una taza entera de lavandina. Abi tenía tres años. Primero sonrió, tal vez por el mismo asco, después arrugó la cara en un asustado gesto de dolor. Cuando mamá vio la taza vacía colgando de la mano de Abi, se puso tan blanca como ella.
—Abi-mi-dios —eso fue todo lo que dijo mamá— Abi-mi-dios —y todavía tardó unos segundos más en ponerse en movimiento. La sacudió por los hombros, pero Abi no respondió. Le gritó, pero Abi tampoco respondió. Corrió hasta el teléfono y llamó a papá, y cuando volvió corriendo Abi seguía de pie, con la taza colgándole de la mano. Mamá le sacó la taza y la tiró en la pileta. Abrió la heladera, sacó la leche y la sirvió en un vaso. Se quedó mirando el vaso, luego a Abi, luego el vaso y finalmente tiró también el vaso a la pileta. Papá, que trabajaba muy cerca de casa, llegó enseguida, y todavía le dio tiempo a mamá a hacer todo el show del vaso de leche una vez más, antes de que él empezara a tocar la bocina y a gritar. Mamá pasó como un rayo cargando a Abi contra su pecho. La puerta de entrada, la reja y las puertas del coche quedaron abiertas. Sonaron más bocinas y mamá, que ya estaba sentada en el coche, empezó a llorar. Papá tuvo que gritarme dos veces para que yo entendiera que era a mí a quien le tocaba cerrar. Hicimos las diez primeras cuadras en menos tiempo de lo que me llevó cerrar la puerta del coche y ponerme el cinturón. Pero cuando llegamos a la avenida el tráfico estaba prácticamente parado. Papá tocaba bocina y gritaba «¡Voy al hospital! ¡Voy al hospital!». Los coches que nos rodeaban maniobraban un rato, milagrosamente conseguían dejarnos pasar y un par de coches más adelante, todo empezaba de nuevo. Papá frenó detrás de otro coche, dejó de tocar bocina y se golpeó la cabeza contra el volante. Nunca lo había visto hacer una cosa así. Hubo un momento de silencio y entonces se incorporó y me miró por el espejo retrovisor. Se dio vuelta y me dijo:
—Sacate la bombacha.
Tenía puesto mi jumper del colegio. Todas mis bombachas eran blancas, aunque eso era algo en lo que yo no estaba pensando y no podía entender el pedido de papá. Apoyé las manos sobre el asiento para sostenerme mejor. Miré a mamá y ella gritó:
—¡Sacate la puta bombacha!
Y yo me la saqué. Papá me la quitó de las manos. Bajó la ventanilla, volvió a tocar bocina y sacó afuera mi bombacha. La levantó bien alto mientras gritaba y seguía tocando, y toda la avenida se dio vuelta para mirarla. La bombacha era chica, pero también era muy blanca. Una cuadra más atrás una ambulancia encendió las sirenas, nos alcanzó rápidamente y nos escoltó. Papá siguió sacudiendo la bombacha hasta que llegamos al hospital. Dejaron el coche junto a las ambulancias y se bajaron de inmediato. Sin esperarnos, mamá corrió con Abi y entró en el hospital. Yo dudaba si debía o no bajarme: estaba sin bombacha y quería ver dónde la había dejado papá, pero no la encontré ni en los asientos delanteros ni en su mano, que ya cerraba desde afuera su puerta.
—Vamos, vamos —dijo papá.
Abrió mi puerta y me ayudó a bajar. Cerró el coche. Me dio unas palmadas en el hombro cuando entramos en el hall central. Mamá salió de una habitación del fondo y nos hizo una seña. Me alivió ver que volvía a hablar, daba explicaciones a las enfermeras.
—Quedate acá —dijo papá, y me señaló unas sillas naranjas al otro lado del pasillo.
Me senté. Papá entró en el consultorio con mamá y yo esperé un buen rato. No sé cuánto, pero fue un buen rato. Junté las rodillas, bien pegadas, y pensé en todo lo que había pasado en tan pocos minutos y en la posibilidad de que alguno de los chicos del colegio hubiera visto el espectáculo de mi bombacha. Cuando me puse derecha el jumper se estiró y mi cola tocó parte del plástico de la silla. A veces la enfermera entraba o salía del consultorio y se escuchaba a mis padres discutir. Una vez que me estiré un poquito llegué a ver a Abi moverse inquieta en una de las camillas, y supe que, al menos ese día, no iba a morirse. Y todavía esperé un rato más. Entonces un hombre vino y se sentó al lado mío. No sé de dónde salió, no lo había visto antes.
—¿Qué tal? —preguntó.
Pensé en decir muy bien, que es lo que siempre contesta mamá si alguien le pregunta, aunque acabe de decir que la estamos volviendo loca.
—Bien —dije.
—¿Estás esperando a alguien?
Lo pensé. No estaba esperando a nadie o, al menos, no es lo que quería estar haciendo en ese momento. Así que negué y él dijo:
—¿Y por qué estás sentada en la sala de espera?
Entendí que era una gran contradicción. Él abrió un pequeño bolso que tenía sobre las rodillas. Revolvió un poco, sin apuro. Después sacó de una billetera un papelito rosado.
—Acá está, sabía que lo tenía en algún lado.
El papelito tenía el número 92.
—Vale por un helado, yo te invito —dijo.
Le dije que no. No hay que aceptar cosas de extraños.
—Pero es gratis, me lo gané.
—No.
Miré al frente y nos quedamos en silencio.
—Como quieras —dijo él, sin enojarse.
Sacó del bolso una revista y se puso a llenar un crucigrama. La puerta del consultorio volvió a abrirse y escuché a papá decir «no voy a acceder a semejante estupidez». Me acuerdo porque ese es el punto final de papá para casi cualquier discusión, pero el hombre no pareció escucharlo.
—Es mi cumpleaños —dije.
«Es mi cumpleaños —repetí para mí misma—, ¿qué debería hacer?». Él dejó el lápiz marcando un casillero y me miró con sorpresa. Asentí sin mirarlo, consciente de tener otra vez su atención.
—Pero… —dijo y cerró la revista—, es que a veces me cuesta entender a las mujeres. Si es tu cumpleaños, ¿por qué estás en una sala de espera? Era un hombre observador. Me enderecé otra vez en mi asiento y vi que, aun así, apenas le llegaba a los hombros. Él sonrió y yo me acomodé el pelo. Y entonces dije:
—No tengo bombacha.
No sé por qué lo dije. Es que era mi cumpleaños y yo estaba sin bombacha, y era algo en lo que no podía dejar de pensar. Él todavía estaba mirándome. Quizá se había asustado, u ofendido, y entendí que, aunque no era mi intención, había algo grosero en lo que acababa de decir.
—Pero es tu cumpleaños —dijo él.
Asentí.
—No es justo. Uno no puede andar sin bombacha el día de su cumpleaños.
—Ya sé —dije, y lo dije con mucha seguridad, porque acababa de descubrir la injusticia a la que todo el show de Abi me había llevado. Él se quedó un momento sin decir nada. Luego miró hacia los ventanales que daban al estacionamiento.
—Yo sé dónde conseguir una bombacha —dijo.
—¿Dónde?
—Problema solucionado. —Guardó sus cosas y se incorporó.
Dudé en levantarme. Justamente por no tener bombacha, pero también porque no sabía si él estaba diciendo la verdad. Miró hacia la mesa de entrada y saludó con una mano a las asistentes.
—Ya mismo volvemos —dijo, y me señaló—. Es su cumpleaños. —Y yo pensé «por dios y la virgen María, que no diga nada de la bombacha», pero no lo dijo: abrió la puerta, me guiñó un ojo, y yo supe que podía confiar en él. Salimos al estacionamiento. De pie yo apenas le pasaba de la cintura. El coche de papá seguía junto a las ambulancias, un policía le daba vueltas alrededor, molesto. Me quedé mirándolo y él nos vio alejarnos. El aire me envolvió las piernas y subió, acampanando mi jumper; tuve que caminar sosteniéndolo, con las piernas bien juntas. Él se volvió para ver si lo seguía y me vio luchando con mi uniforme.
—Mejor vamos pegados a la pared.
—Quiero saber a dónde vamos.
—No te pongas quisquillosa, darling.
Cruzamos la avenida y entramos en un shopping. Era un shopping bastante feo, no creo que mamá lo conociera. Caminamos hasta el fondo, hacia una gran tienda de ropa, una realmente gigante que tampoco creo que mamá conociera. Antes de entrar él dijo «no te pierdas» y me dio la mano, que era fría y muy suave. Saludó a las cajeras con el mismo gesto que les había hecho a las asistentes a la salida del hospital, pero no vi que nadie le respondiera. Avanzamos entre los pasillos de ropa. Además de vestidos, pantalones y remeras, había ropa de trabajo: cascos, jardineros amarillos como los de los basureros, guardapolvos de señoras de limpieza, botas de plástico, y hasta algunas herramientas. Me pregunté si él compraría su ropa ahí y si usaría alguna de esas cosas y entonces también me pregunté cómo se llamaría.
—Es acá —dijo.
Estábamos rodeados de mesadas de ropa interior masculina y femenina. Si estiraba la mano podía tocar un gran contenedor de bombachas gigantes, más grandes que las que yo podría haber visto alguna vez, y a solo tres pesos cada una. Con una de esas bombachas podían hacerse tres para alguien de mi tamaño.
—Esas no —dijo él—, acá. —Y me llevó un poco más allá, a una sección de bombachas más pequeñas—. Mirá todas las bombachas que hay… ¿Cuál será la elegida, my lady? Miré un poco. Casi todas eran rosas o blancas. Señalé una blanca, una de las pocas que había sin moño.
—Esta —dije—. Pero no tengo para pagar. Se acercó un poco y me dijo al oído:
—Eso no hace falta.
—¿Sos el dueño?
—No. Es tu cumpleaños.
Sonreí.
—Pero hay que buscar mejor. Estar seguros.
—Ok, darling —dije.
—No digas «Ok, darling» —dijo él—, que me pongo quisquilloso. —Y me imitó sosteniéndome la pollera en la playa de estacionamiento. Me hizo reír. Y cuando terminó de hacerse el gracioso dejó frente a mí sus dos puños cerrados y así se quedó hasta que entendí y toqué el derecho. Lo abrió: estaba vacío.
—Todavía podés elegir el otro.
Toqué el otro. Tardé en entender que era una bombacha porque nunca había visto una negra. Y era para chicas, porque tenía corazones blancos, tan chiquitos que parecían lunares, y la cara de Kitty al frente, donde suele estar ese moño que ni a mamá ni a mí nos gusta.
—Hay que probarla —dijo.
Apoyé la bombacha en mi pecho. Él me dio otra vez la mano y fuimos hasta los probadores, que parecían estar vacíos. Nos asomamos. Él dijo que no sabía si podría entrar porque esos eran solo para mujeres. Que tendría que hacerlo sola. Era lógico porque, a menos que sea alguien muy conocido, no está bien que te vean en bombacha. Pero me daba miedo entrar sola al probador, entrar sola o algo peor: salir y no encontrar a nadie.
—¿Cómo te llamás? —pregunté.
—Eso no puedo decírtelo.
—¿Por qué?
Él se agachó. Así quedaba casi a mi altura, o por ahí yo unos centímetros más alta.
—Porque estoy ojeado.
—¿Ojeado? ¿Qué es estar ojeado?
—Una mujer que me odia dijo que la próxima vez que yo diga mi nombre me voy a morir.
Pensé que podía ser otra broma, pero lo dijo todo muy serio.
—Podrías escribírmelo.
—¿Escribirlo?
—Si lo escribieras no sería decirlo, sería escribirlo. Y si sé tu nombre puedo llamarte y no me daría tanto miedo entrar sola al probador.
—Pero no estamos seguros. ¿Y si para esa mujer escribir es también decir? ¿Si con decir ella se refirió a dar a entender, a informar mi nombre del modo que sea?
—¿Y cómo se enteraría?
—La gente no confía en mí y soy el hombre con menos suerte del mundo.
—Eso no es verdad, eso no hay manera de saberlo.
—Yo sé lo que te digo.
Miramos juntos la bombacha, en mis manos. Pensé en que mis padres podrían estar terminando.
—Pero es mi cumpleaños —dije.
Y quizá lo hice a propósito, así lo sentí en ese momento: los ojos se me llenaron de lágrimas. Entonces él me abrazó, fue un movimiento muy rápido, cruzó sus brazos sobre mi espalda y me apretó tan fuerte que la cara me quedó hundida en su pecho. Después me soltó, sacó su revista y su lápiz, escribió algo en el margen derecho de la tapa, lo arrancó y lo dobló tres veces antes de dármelo.
—No lo leas —dijo, se incorporó y me empujó suavemente hacia los
cambiadores. Dejé pasar cuatro vestidores vacíos, siguiendo el pasillo y, antes de juntar valor y meterme en el quinto, guardé el papel en el bolsillo de mi jumper, me volví para verlo y nos sonreímos. Me probé la bombacha. Era perfecta. Me levanté el jumper para ver bien cómo me quedaba. Era tan, pero tan perfecta. Me quedaba increíblemente bien, papá nunca me la pediría para revolearla detrás de las ambulancias e incluso, si llegara a hacerlo, no me daría tanta vergüenza que mis compañeros la vieran. Mirá qué bombacha tiene esta piba, pensarían, qué bombacha tan perfecta. Me di cuenta de que ya no podía sacármela. Y me di cuenta de algo más, y es que la prenda no tenía alarma. Tenía una pequeña marquita en el lugar donde suelen ir las alarmas, pero no tenía ninguna alarma. Me quedé un momento más mirándome al espejo, y después no aguanté más y saqué el papelito, lo abrí y lo leí. Salí del probador y él no estaba donde nos habíamos despedido, pero sí un poco más allá, junto a los trajes de baño. Me miró, y cuando vio que no tenía la bombacha a la vista me guiñó un ojo y fui yo la que lo tomó de la mano. Esta vez me sostuvo más fuerte, a mí me pareció bien y caminamos hacia la salida. Confiaba en que él sabía lo que hacía. En que un hombre ojeado y con la peor suerte del mundo sabía cómo hacer esas cosas. Cruzamos la línea de cajas por la entrada principal. Uno de los guardias de seguridad nos miró acomodándose el cinto. Para él mi hombre sin nombre sería mi papá, y me sentí orgullosa. Pasamos los censores de la salida, hacia el shopping, y seguimos avanzando en silencio, todo el pasillo, hasta la avenida. Fue cuando vi a Abi, sola, en medio del estacionamiento. Y vi a mamá más cerca, de este lado de la avenida, mirando hacia las esquinas. Papá también venía hacia nosotros desde el estacionamiento. Seguía a paso rápido al policía que antes miraba su coche y en cambio ahora nos señalaba. Pasó todo muy rápido. Papá nos vio, gritó mi nombre y unos segundos después el policía y dos más que no sé de dónde salieron ya estaban sobre nosotros. Él me soltó, pero dejé unos segundos mi mano suspendida hacia él. Lo rodearon y lo empujaron de mala manera. Le preguntaron qué estaba haciendo, le preguntaron su nombre, pero él no respondió. Mamá me abrazó y me revisó de arriba abajo. Tenía mi bombacha blanca enganchada en la mano derecha. Entonces, tanteándome, notó que llevaba otra bombacha. Me levantó el jumper en un solo movimiento: fue algo tan brusco y grosero, delante de todos, que yo tuve que dar unos pasos hacia atrás para no caerme. Él me miro, yo lo miré. Cuando mamá vio la bombacha negra gritó «hijo de puta, hijo de puta», y papá se tiró sobre él y trató de pegarle. Los guardias intentaron separarlos. Yo busqué el papel en mi jumper, me lo puse en la boca y, mientras me lo tragaba, repetí en silencio su nombre, varias veces, para no olvidármelo nunca.
-Samanta Schweblin.
Relato extraído del libro Siete casas vacías.
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Los batines son los mismos siempre... Porque aquí hace siempre frío... Igual los de invierno son un poco más gruesos... Él hace lo propio con sus zapatos. Puedo... Preguntar si hay de los... Rosados, sí quieres.
La chica lo entiende, asiente y se va a prepararlos a su habitación. Se nota que es nueva, piensa Miyabi, porque no les ha dicho nada más.
Supone que tendrán que encontrar ellos su habitación, pero antes de posar un pie sobre la madera, su abuela aparece por el pasillo, con un kimono impecable y un moño bajo bien hecho. Saluda a su nieta con un gesto de la cabeza, luego mira a Laurita. ... La mira de arriba abajo. Luego vuelve a mirar a Miyabi.
あのきれいな黒髪の女は?離婚した?
別に結婚してなかったけど...
ああ... 別れってんか。
...ん。
でも、ほんまに売春婦を雇うことは...... あなた似おってへんな.....
そんなことはないよ..... ただの Mira a Laurita de reojo. ....友人だ。
やあ, 愛人やんか。
...
まあ、Se gira hacia Laurita y le dedica una pequeña reverencia. まいど。Sin decirles nada más, continúa su camino hacia su oficina.
...Vamos. La guía por el pasillo.
Le iba a tender la mano para ayudarla a subir al Mamoswine, pero viendo que el agarrador está un poco demasiado lejos para ella, y sabiendo que @not-sad-just-tired no es particularmente ágil, simplemente la coge de la cadera y la alza para que pueda subir.
Ayuda al conductor con las maletas y sube poco después, sin problema ninguno, sentándose al lado de Laurita. Como siempre, y pese a que ninguno de los dos ocupa mucho en anchura, el asiento les deja bien pegados.
Hace frío, pero no tanto como en invierno. La capa de nieve tampoco es tan profunda, lo cual le ha hecho pensar que igual no hacía falta subir en Mamoswine. Al final ha aceptado porque pasarse los siguientes tres cuartos de hora subiendo una montaña nevada con su equipaje, igual no era el plan más ideal del mundo y menos cuando viene con la idea de relajarse.
Entre que la concentración de nieve no es tan exagerada y que no hay ventisca, si se fija puede ver a cierto Froslass merodeando por los árboles, observándoles. Ese Froslass siempre está presente, pero nunca se deja ver si puede evitarlo. De hecho, desaparece en cuanto Miyabi posa la mirada en ella. No se alarma, sabe que eso solo significa que su abuela no parecerá sorprendida cuando lleguen.
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Imagina Loki
El sol se había puesto en Stuttgart, Alemania. Había un frío en el aire que hacía volar los mechones de mi pelo alrededor de mi cara. Abracé mis brazos contra mi pecho.
"Parece que tienes mucho frío. Toma, coge mi abrigo", dijo Fynn mientras se encogía de hombros para quitarse la chaqueta negra de vestir.
Lo cogí, como alguien que se está ahogando podría coger un chaleco salvavidas: "¡Gracias!".
"Es una pena que tengas tanto frío. Estás radiante y me hace pensar que el sol aún no se ha puesto en el cielo".
"Fynn", dije sonrojada.
Fynn vivía en Alemania. Nos habíamos conocido en la universidad en Estados Unidos y nos habíamos hecho amigos rápidamente.
A los pocos meses de nuestra amistad, Fynn me hizo saber que deseaba algo más, pero no había ninguna chispa romántica para mí.
Yo vivía en Estados Unidos y a Fynn se le ponían los pelos de punta de vez en cuando y me llevaba en avión para que me reuniera con él.
Esta vez, Fynn necesitaba una cita para asistir a una gala que se celebraba en Stuttgart.
El colosal edificio se alzaba ante nosotros con tapices negros y dorados que cubrían dos grandes ventanales. Todo lo que ocurría en el interior del edificio podía verse en el exterior. La luz brillante de las lámparas de araña doradas se proyectaba sobre la acera.
La alfombra roja se extendía hasta las entradas con el aspecto de una calzada de sangre.
La gente se arremolinaba, posando para las fotos y soportando el brillante flash de las cámaras, o enlazando los brazos con su compañía para entrar en el edificio.
"¿Vamos?" preguntó Fynn, extendiendo un brazo esposado hacia mí.
"Claro".
Caminé rápidamente por la alfombra roja, el flash de los focos de las cámaras se disparó y provocó fuegos artificiales detrás de mis párpados.
La mano de Fynn se apoyó en la parte baja de mi espalda.
Ni siquiera cuando entramos en el edificio me soltó. Intenté apartarme de su mano, pero me agarró por la cintura y me acercó.
Un cuarteto de cuerda tocaba una música armoniosa que llenaba la sala de la gala con un suave ruido de fondo.
Fynn me paseó de un lado a otro, visitando a algunos de sus colegas. Les hablaba en alemán mientras me abrazaba a él.
Todos me miraban, con ojos suaves y nadando de alegría y admiración por él, o le daban la mano, pareciendo felicitarle por algo, y luego le daban una palmada en el hombro mientras él sonreía tímidamente.
Finalmente, después de suficientes presentaciones como para que la cabeza me diera vueltas, un hombre se puso de pie. Era calvo y estaba conectado a un micrófono inalámbrico. Su voz se extendió por encima de la multitud que se reunía, llamando nuestra atención.
Rápidamente perdí el interés por lo que decía el orador, ya que no hablo alemán, y mis ojos empezaron a escudriñar la sala.
Fue entonces cuando me fijé en él.
Estaba de pie en un balcón, con el pelo negro tinta alisado hacia atrás, lo que le daba un aspecto hostil, pero limpio.
Todos sus rasgos eran afilados, angulosos. Si algún hombre pudiera parecer un arma del tipo más letal, sería él.
Llevaba un pañuelo alrededor del cuello que se extendía a los lados mientras caminaba con orgullo.
Quizá lo más interesante de él y de su peligrosa apariencia era el cetro que llevaba.
Parecía estar hecho de oro y tallado con intrincados y arremolinados símbolos que denotaban una elegante artesanía.
El extremo era un arma curva y mortal que sostenía una impactante piedra azul.
La piedra parecía emitir una luz espeluznante. Parpadeé, preguntándome si estaba viendo cosas.
El hombre debió sentir que le observaba, porque su mirada se fijó en la mía.
Al instante, me convertí en su esclava. Iría a donde me pidiera, haría lo que quisiera, creería cualquier mentira melosa que saliera de sus labios venenosos y le seguiría hasta la muerte si él lo ordenara.
Me sonrió amenazadoramente y con un suave movimiento de su cetro, igual que una serpiente mueve su lengua para probar el aroma que se adhiere al aire, se adelantó y comenzó a bajar los escalones.
Sus manos, sus manos largas y hermosas, de piedra de alabastro, se deslizaban por el balistraude. Si su mano se deslizaba así contra mi piel...
Podía sentir el calor que brotaba entre mis piernas, violentamente.
Desde mi periferia vi que Fynn me miraba, su sonrisa se desvanecía de sus labios mientras sus ojos seguían los míos hacia el hombre del balcón. Susurró mi nombre, su brazo rodeó mi cintura posesivamente, tratando de llamar mi atención.
En un instante, el hombre lanzó su cetro. Lo cogió con maestría, con reflejos felinos, y lo blandió en un arco hacia el guardia situado junto al altavoz.
El gesto de su mandíbula mientras blandía el cetro con destreza era indicativo de la rabia y la animosidad más controladas que jamás había visto.
El orador se volvió, demasiado tarde. Sus ojos se abrieron de par en par cuando el hombre de pelo oscuro extendió la mano y lo agarró por la garganta con los labios hacia atrás para exponer los dientes apretados.
Algo en su rabia tangible me hizo sentir un deseo ardiente, líquido y rápido.
Con una rapidez y fuerza inimaginables, arrastró al orador hasta una mesa sólida y lo arrojó al suelo con ferocidad.
Los asistentes a la gala, que parecían haber aguantado la respiración, se quedaron congelados y no pudieron apartar la mirada hasta que el agresor sacó de su bolsillo un artilugio de aspecto elegante. Se lo colocó en el ojo del orador y el artilugio zumbó al encenderse, aunque el sonido fue rápidamente ahogado por el de los frenéticos asistentes a la gala.
Corrían en todas direcciones, gritando y empujándose unos a otros, cegados por el miedo.
Fynn se volvió, corriendo para unirse a ellos.
Cuando se dio cuenta de que yo ya no estaba con él, me llamó, pero, embelesado por el hombre de pelo oscuro, no pude oírle.
Avancé, hipnotizada, entre los cuerpos que se agolpaban y se vestían de forma extravagante.
Una violinista pasó corriendo junto a mí, apretando su violín sin funda contra su pecho, y el moño de su pelo se soltó al caer.
Una mano se cerró alrededor de mi brazo, húmeda y caliente.
Parpadeé y giré la cabeza, dispuesta a enfrentarme a la persona que me alejaba de mi destino.
Fynn gritó, rogándome que fuera con él.
Las palabras no se formaban en mi cerebro. Mi amo me guiaba o me hacía señas. Fynn no importaba ni nada más. ¿Cómo no podía entenderlo?
Mis ojos abandonaron el rostro de Fynn, contorsionado por su confusión y su miedo, y volvieron al hombre que sostenía mi destino con su propia existencia.
Sus fosas nasales se abrieron de par en par en su afilada nariz y sus ojos recorrieron la habitación como si anhelara ser omnisciente: verlo todo, saberlo todo y tenerlo todo. Como si quisiera grabar en su cerebro el recuerdo y el sabor del miedo en la habitación.
Una amenazante y apretada sonrisa se dibujaba en sus hermosos labios rosados de peonía. Si pudiera probar esos labios, que gotean dulzura de madreselva o veneno, moriría habiendo vivido.
La gente seguía corriendo en busca de refugio o intentando salir del edificio.
El hombre de pelo oscuro volvió a captar mi atención.
Levantó su largo brazo y retiró el dispositivo del ojo del orador. El orador se retorció y se convulsionó, pero no volvió a levantarse.
De debajo de sus elegantes pestañas negras, mi destino me miraba fijamente, con una lenta sonrisa en los labios.
Se movió alrededor de la mesa y sacó la cola de su largo abrigo negro por detrás mientras se acercaba a mí.
Caminó seis pasos por el suelo.
Se paró frente a mí.
Se alzó ante mí.
Me agarró por la nuca, posesivamente.
"Te arruinaste en cuanto te vi", ronroneó, con su voz depredadora.
Le miré fijamente, con los ojos muy abiertos y llena de asombro.
"Te he observado desde el momento en que entraste por la puerta".
"Pero no entiendo..."
"Bueno, por supuesto, si voy a mantener el dominio aquí, necesito una compañera que gobierne a mi lado y que..." Hizo una pausa, mirando por debajo de mi ombligo en el espacio entre mis caderas, "Producir herederos".
Puso la palma de su mano en mi bajo vientre: "Eres perfecta".
Su mano permaneció sobre mí y la luz parecía emanar de las yemas de sus largos dedos. ¿Cómo podía alguien tan bello y angelical, por muy duros que fueran sus rasgos, ser tan mortífero?
Era un demonio que se escondía tras la apariencia de un arcángel, un contagio que se ocultaba tras la forma de una cura, y un reflejo perverso y distorsionado de la pureza.
Mi útero comenzó a apretar.
El deseo ardía, candente y brillante a través de mí.
Sabía que el dolor en mi interior no se calmaría, no se aboliría hasta que su semilla se plantara en lo más profundo de mi vientre.
A pesar de todo, luché con tenacidad.
Mi mano cubrió la suya y traté de apartarlo de mí.
"No", dije en voz baja al principio, luego más fuerte. "¡No!"
Me miró, con las cejas fruncidas mientras se reía.
"¿Crees que tienes elección?" escupió.
Su risa parecía tener el poder suficiente para llevar a alguien a la locura.
"Tengo..." Hice una pausa, tratando de dar sentido a las palabras que nadaban en mi cabeza, esperando atraparlas y ordenarlas bien. "¿Una opción?".
No lo dije como una pregunta, pero salió de mis labios de esa manera.
"Tu única salida ahora es la muerte. Nunca podrás escapar de mí".
"Por favor", gimoteé.
"¿Por favor qué? ¿Follarte? ¿Por favor, llénate con más semen del que tu forma mortal puede soportar? ¿Por favor, profanarte y reclamar cada uno de tus agujeros? ¿Hacer que tu vientre se hinche mientras mi hijo crece dentro de ti? No te defraudaré". Volvió a reír, sus ojos brillaban con humor y locura.
"Te haré lo que me plazca. Debería follarte aquí y ahora para mostrarte el dominio que tengo sobre tu alma atada y vendida", gruñó.
Era débilmente consciente del charco resbaladizo y húmedo que se acumulaba entre mis piernas. Mi clítoris estaba hinchado y necesitaba liberarse.
Tenía un deseo incontrolable de sentir su suave lengua o la punta de su miembro cubierta de prepucio rodando por mi clítoris.
Su mano se dirigió a la parte baja de mi espalda y me apretó contra su pecho.
El dorso de sus dedos acarició mi mejilla con sorprendente ternura.
"Ven. Quédate conmigo". Respiró contra la coronilla de mi cabeza.
Asentí lentamente. Iría con él a cualquier parte.
Me agarró por la muñeca y me guió hasta el otro extremo de la sala en la que se había celebrado la gala, a la vuelta de la esquina, hasta una sólida puerta de caoba.
"¿Quién es usted?" pregunté.
"Tu dios", hizo una pausa, "Rompedor de Cadenas, Portador del Caos, Loki. Soy el legítimo rey de Asgard".
¿Asgard? Nunca había oído hablar de ella, pero lo dijo con tanta convicción que no tuve más remedio que creerle.
"Loki, mi rey, mi dios", dije, saboreando su título y reclamo en mis labios, probando cómo se sentía su identidad en mi lengua.
Sus hombros se ensancharon como si un escalofrío recorriera su columna vertebral y pareció que se ponía más erguido.
¿Le gustaba cómo sonaba mi voz al dar vida a su nombre? ¿Le gustaba mi incuestionable confianza en él?
Empujó las puertas dobles y se abrieron para dejar al descubierto una sala de conferencias con una mesa gigante y varias sillas.
"Vamos a echarte un vistazo".
Me hizo avanzar hasta situarme frente a él.
El dedo índice de Loki se deslizó por un tirante delgado de mi vestido y lo quitó de un tirón, luego hizo lo mismo con el otro.
El escote del vestido se arrugó sobre sí mismo, doblándose hacia abajo.
Con un suave tirón de Loki, mis pechos se liberaron, al igual que el resto de mí.
Los miró con tanta hambre como un lobo, y luego su mirada se encontró con mis ojos.
Loki torció un dedo y lo frotó suavemente contra la piel desnuda justo debajo de mi ombligo.
"Eres..." Cerró los ojos y negó con la cabeza: "Te voy a follar sin piedad, mascota, nada de lo que hagas me hará parar. Retuércete, retuércete en el aire, trata de empujarme desde dentro, pero eso sólo empeorará las cosas para ti".
"¿Qué te hace pensar que querría detenerte?" Mi mano se dirigió a su dura longitud.
Sonrió: "Pequeña y valiente mascota, estoy a punto de forzar un vínculo inhumano en cada célula de tu cuerpo. Querrás que me detenga".
Loki empezó a desabrochar los botones de su camisa, pero mis manos cubrieron las suyas.
"Déjame", dije.
Cuando todos los botones estaban desabrochados, deslicé las yemas de los dedos por su forma escultural de alabastro, su piel tan suave y fría al tacto.
Era magnífico y me pregunté si yo parecía una bazofia o un cuenco de gachas de días, congestionado con moscas zumbando sobre él al lado de su radiante belleza.
"Eres... Hermoso", le dije.
Su ceño se frunció momentáneamente.
Loki me agarró y apretó mi suave forma contra su cuerpo cruel e inflexible.
Nunca me había preguntado ni imaginado cómo sería encontrarse con una serpiente constrictora en la naturaleza. Una con una piel que parecía una joya preciosa, con unos ojos seductores y cautivadores.
Seguramente, aturdido por el etéreo depredador que tenía ante mí, me quedaría paralizado, incapaz de correr o escapar.
Y el gran depredador, rey de todos los reptiles, me envolvería.
Al principio, me sentiría bien, en un escalofriante y fuerte abrazo, pero luego, cuando el constrictor estuviera listo...
Centímetro a centímetro, se apretaría a mi alrededor hasta que toda la vida fuera expulsada de mi cuerpo con mi último aliento, y mientras tanto, ¿miraría con asombro o con horror?
Entonces, el rey depredador me tomaría y nos convertiríamos en uno hasta que yo también fuera un depredador.
Los brazos de Loki se apretaron a mi alrededor, con su cuerpo pegado al mío.
Si quisiera, sin ningún esfuerzo por su parte, podría extinguir mi vida.
Sus labios se acercaron a los míos y su lengua se sumergió en mi boca y, por primera vez en mi vida, sentí el sabor de la medianoche.
Loki me agarró por el trasero, subiéndome a sus caderas, y yo rodeé su cuerpo con las piernas.
Nos acompañó hasta la mesa. Mis dedos se enredaron en su pelo cuando me depositó sobre ella.
Con un movimiento suave, se zambulló en mí, deslizándose con facilidad.
Mis ojos se abrieron de par en par y noté que en el impacto, sus pupilas se dilataron y luego se retrajeron dramáticamente.
Miré al Vacío y el Vacío me devolvió la mirada.
Jadeé cuando me penetró.
No era virgen. Había tenido intimidad antes y, en verdad, me consideraba algo experimentada en el sexo, pero lo que estaba ocurriendo con Loki no tenía rival. Era una dominación tan completa y una infiltración de cada partícula de mí hasta que podía sentirlo desde dentro como si yo fuera él.
Mentiría si dijera que al principio esta "toma de posesión" no me dolió. Era como si Loki estuviera prendiendo fuego a mi alma y a mi singularidad.
Mi cuerpo se retorcía, mis caderas se agitaban tratando de desplazarlo.
Mis ojos empezaron a lagrimear y grité.
Loki se rió.
Me pregunté si podía saborear mi dolor... si podía sentir mi experiencia.
Su mano fue a cubrirme la boca.
"Shh", dijo entre risas, sus ojos sonrieron cruelmente mientras me besaba la frente.
"Pequeña cosa salvaje eres tú".
En respuesta, pateé mis piernas contra la mesa. Mi cuerpo se deslizó hacia arriba en un intento de liberar su agarre de mi interior.
Rápidamente, apartó sus manos de mis labios para sujetar mis caderas a la mesa.
"Acéptame", susurró contra mi oído, "sucumbe a tu rey. Entonces las cosas serán más fáciles para ti".
Parpadeé para contener las lágrimas. Le oí, pero dar sentido a sus palabras, ordenar y controlar mi cuerpo cuando él lo violaba y lo dominaba era aparentemente imposible.
Con un gemido de esfuerzo y los dientes apretados, obligué a mi cuerpo a someterse.
La forma en que sus músculos se ondulaban contra los míos al sentir cómo cambiaba mi alineación de salvaje y voluntariosa a flexible y aceptante fue notable. Empujó con fuerza dentro de mí, recordándome las hipnóticas y rejuvenecedoras olas blancas del océano bajo la luz de la crujiente luna llena.
Su existencia dentro de mí me purificaba.
Su miembro era enorme y rígido. Presionaba dentro de mí, golpeando rítmicamente mi punto G, la aguda presión que creaba comenzó a aumentar.
Mis caderas rodaron y giraron, mi espalda se arqueó... él se sentía magnífico y yo me sentía llena, completa.
"Me encanta ver cómo te retuerces. No duraré mucho si sigues así, cariño. Puede que tenga que seguir adelante y llenarte con mi semilla".
"Mmm", gemí, mis ojos se abrieron bruscamente. Empecé a jadear.
"¿Te gusta eso, verdad? ¿Quieres que te ponga una nena en el vientre para que todos los que te vean sepan que me perteneces?"
Sus ojos viajaron por mi cuerpo, y vio como su miembro entraba y salía de mi intimidasd haciendo ruidos obscenos.
"Mira cómo te moja la idea de eso. Podrías correrte sólo de pensarlo".
Asentí con la cabeza, gimiendo.
"Yo también podría", dijo.
"Oh, sí", respiré, mi mano rodeó mi pierna para agarrar y masajear su saco con la esperanza de cumplir sus palabras.
"Por favor", le supliqué, "dame todo el semen que has guardado para mí".
"Lo haré, preciosa, pero tú primero". Sus dedos se dirigieron a mi clítoris.
Cuando tocó el manojo de nervios, mi cuerpo se levantó bruscamente de la mesa. Toda su charla me había sensibilizado.
La forma en que me movía frotaba mis paredes alrededor de su miembro y él gemía por la sensación que creaba.
Sus dedos rodaron metódicamente alrededor de mi clítoris hinchado.
Mi núcleo se apretó. Podía sentir cómo aumentaba la tensión mientras el orgasmo amenazaba con consumirme.
"Me correré cuando tú lo hagas. Yo..." gruñó con esfuerzo, "no puedo aguantar mucho más... Tengo que llenarte".
¡Mierda! No pude contenerme, sus palabras me hicieron entrar en una espiral.
Quería sentir todo ese semen caliente vertiéndose dentro de mí y la sensación de sentir la plenitud que él creaba, pensando que comenzaría a filtrarse.
Sin previo aviso, se retiró de mí. Gemí en señal de protesta, llena de necesidad.
Se rió, complacido por el efecto que había causado en mí. "¿Mira cuánto me necesitas? No te preocupes, cariño".
Con un rápido movimiento, Loki me volteó para que descansara sobre mis manos y rodillas.
Su mano se dirigió rápidamente a mi pelo, envolviendo su longitud en su agarre.
Me tiró de la cabeza hacia atrás y yo siseé cuando me forzó a pasar por mi raja y me clavó toda su rígida longitud.
Gruñó y empujó con una necesidad y una urgencia animales.
Mis entrañas se movían como océanos, deliciosamente empalados por una tormenta en el mar. Los relámpagos llenaron mis profundidades y electrizaron mis sentidos.
"Estoy tan cerca", grité.
El talón de su mano empujó entre mis omóplatos: "Sométete a mí. Inclínate ante mí".
Mis brazos cedieron hasta que mi pecho quedó presionado contra la mesa, mi culo en el aire.
"Tan sumisa para mí, mascota".
Sus grandes manos estaban a cada lado de mi culo, separándolas, con sus largos dedos extendidos.
“Estás tan apretada", respiró, "podría arruinarte".
"Joder", siseé, "me estoy corriendo".
Mi intimidad cosquilleó, el orgasmo hizo que mi sangre rugiera en mis oídos. Gemí, las paredes de mi intimidad se agarraron, implacables y codiciosas alrededor del pecaminoso miembro de Loki.
Era hiperconsciente de su propio orgasmo, en sintonía con sus necesidades carnales.
Empecé a sacudirme, montada en el subidón de mi placer, cuando él se derramó acaloradamente dentro de mí.
Gimió y profundizó su longitud dentro de mí, su semilla brotando con fuerza contra la abertura de mi cuello uterino.
La excitación de su semen dentro de mí, y su presente y futuro reclamo de mi cuerpo, me llevaron al límite de nuevo.
Cuando terminó, me dio una palmadita en el culo y sacó su miembro, chorreando nuestros jugos, fuera de mí.
"Ponte de espaldas. Intenta inclinar las caderas hacia arriba", dijo.
Hice lo que me ordenó mientras él se vestía.
Volvió a acercarse a mí y puso una mano en mi vientre, frotándome allí.
"¿A dónde vas, mi amor?" le pregunté.
"No te preocupes por eso. Debo llevar a cabo los planes que me propuse cumplir. Volveré por ti pronto. No tardaré mucho".
Me plantó un beso en los labios antes de marcharse.
Mi mano fue a descansar debajo de mi ombligo. Loki me perseguía. Dejó parte de sí mismo en mí, un fantasma de nuestra lujuria y pasión. No importaba, yo era suya y él era mío, y muy pronto, cuando empezara a crecer, todos lo sabrían.
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CAPÍTULO 1 - ELLA
🐞 CAPÍTULO 1 - ELLA 🐞
—¡Despierta, dormilona!—exclamó Alya al ver a su amiga Marinette enroscada bajo las sábanas—. Es tu primer día y vas a llegar tarde.
—¿Ya son las ocho? —preguntó, somnolienta.
Alya estiró las sábanas para ayudarla a levantarse.
—Entiendo que hayas estado patrullando esta noche, Marinette, pero recuerda que te han contratado en el trabajo que siempre habías soñado. Está genial teniendo en cuenta de que te han despedido de otras empresas por faltar o llegar tarde. No deberías repetir los mismos errores.
—¿Y qué hago, Alya? Lepidóptero se pasa el día lanzando akumas, y cada vez me cuesta más compaginar mi vida con la de superheroína.
—Vístete y te preparo el desayuno.
Marinette se miró al espejo. Había comprado varias faldas, camisas y chaquetas modernas para el nuevo trabajo. Intentó combinarlas adecuadamente para causar buena impresión en la empresa, dado que estaba relacionada con la moda. Sus cabellos azulados le habían crecido considerablemente desde que dejó la universidad. Decidió recogérselos con un moño alto para que no le molestasen durante la jornada.
—Estás perfecta —dijo Alya, mientras le cocinaba unas tortitas.
—No sé qué haría sin ti.
Alya trabajaba como reportera en una importante revista de París. Marinette se mudó a su piso hace un año, después de una problemática ruptura con Nino, su expareja. La joven superheroína conocía a su amiga, y sabía que en el fondo aún no le había olvidado.
—Buena suerte —dijo Alya, sonriente—. Por un día, los villanos pueden esperar.
🐞🐞🐞🐞
Marinette salió de la estación de metro justo a la hora. Le hubiese gustado llegar antes para causar una mejor impresión, pero le había sido imposible dadas las circunstancias. Abrió su bolso justo antes de entrar en las instalaciones de Gabriel, la empresa que la contrataba.
—Hola Tikki —dijo sonriente a su kwami—. ¿Ya te has despertado?
—Buenos días, Marinette. Empiezas a las nueve, ¿verdad?
—Sí. No estoy llegando tarde gracias a Alya.
—Es muy duro compaginar tu vida con la de Ladybug, lo sé.
—Debo hacer algo, Tikki. No puedo llevar este peso yo sola porque los akumas aparecen a cualquier hora del día o de la noche.
Marinette escondió a Tikki para poder entrar en el inmenso edificio de Gabriel, una importante marca de moda que exportaba sus diseños a una multitud de países. Su presidente, el señor Gabriel Agreste, tenía fama de ser demasiado exigente con sus empleados, por lo que la gran mayoría lo respetaban y temían por igual.
El personal de seguridad acompañó a Marinette hacia el ascensor, donde una secretaria la esperaba en la quinta planta con el manual de bienvenida y diferente información acerca de la compañía.
—Bienvenida. Me llamo Claudine.
—Encantada. Soy Marinette.
—Este será tu sitio —dijo la secretaria, mostrándole una mesa dentro de una gran sala con diferentes personas trabajando delante del ordenador. Marinette saludó a sus nuevos compañeros, medió avergonzada por haberles interrumpido.
Llegaron a una gran sala de juntas, que se encontraba vacía en aquel momento.
—Los lunes se reúne el equipo creativo para hablar de las nuevas tendencias. Tú estarás con ellos para aprender. Recuerda que tu contrato será de prácticas durante seis meses. Después, si cumples las expectativas, existe la posibilidad de convertirte en indefinida. Hay otras dos personas que están en tu misma situación, pero solo tenemos un puesto fijo en la empresa.
Marinette observó maravillada la estancia de trabajo, donde las paredes estaban llenas de recortes de tela y dibujos con múltiples diseños. Los ordenadores disponían del software más avanzado y las mesas eran ideales para desarrollar los bocetos.
Cuando Claudine acabó de enseñarle lo necesario para poder empezar a trabajar, acudió a su sitio donde le esperaba Pierre, su jefe directo y responsable de otros dos trabajadores en prácticas llamados Óscar y André.
—Así que competimos contigo —dijo Óscar, un joven de veinte años de edad, con cabello rapado y vestido de colores estrambóticos.
—Soy Marinette.
—Lo sabemos —añadió André, que era más alto que Óscar y parecía algo mayor. Sus cabellos oscuros, recogidos con una coleta contrastaban con la camisa blanca que vestía.
Pierre se acercó a los tres. Era un hombre de cuarenta años, con el pelo corto algo canoso y gafas modernas.
—Llegas en un buen momento, Marinette —dijo Pierre—. Hoy conoceremos a Adrien, el hijo del señor Agreste. Es el modelo de nuestra marca, que ha venido de Londres para ayudar a su padre en la compañía.
Marinette tragó saliva. Sabía perfectamente quién era el hijo de Gabriel Agreste debido a su fama. Su imagen se mostraba en las grandes vallas publicitarias de la ciudad, y era el protagonista de varios anuncios de su perfume.
—Adrien… —murmuró para sí misma.
🐞🐞🐞🐞
Claudine le envió un documento a Marinette a través de la mensajería interna sobre los detalles de la recepción del hijo de Gabriel Agreste. Se había convertido en el tema principal del día, y la gente parecía más nerviosa de lo habitual. Se fijó en varias mujeres comentando lo guapo que era mientras se acicalaban en los baños para causar buena impresión.
En el edificio había un bar-restaurante para empleados donde se podía pedir comida a un precio bastante asequible. A la hora de comer, Marinette escogió una mesa que estaba desocupada para estar tranquila. Buscó a Adrien por internet mientras comía un plato de pasta, sumida completamente en sus pensamientos. Se sonrojó al ver una foto en la que aparecía con el torso semidesnudo y mirando a la cámara con ojos felinos. Sus brazos se entrelazaban con los de una hermosa modelo que posaba junto a él. Buscó su fecha de nacimiento para comprobar que tenía su edad.
“Veinticuatro años, tal y como recordaba” pensó.
Aquel hombre había nacido para enamorar al objetivo, desde luego, y a cualquier chica que se le terciara debido a su apariencia y cuerpo de infarto.
—No me digas que eres de esas fans locas por Adrien —dijo una voz a sus espaldas.
Marinette se levantó de la silla, roja como un tomate.
—Yo… yo no pretendía.
—No importa —sonrió la mujer que parecía estar pasándolo realmente bien con la escena.
Era una chica rubia y guapa, con un mechón rosado en los cabellos. Vestía una gorra color turquesa, algo más clara que el azulado de sus ojos.
—Me llamó Zoé Lee —dijo, sonriente—. No pretendía avergonzarte.
—N… No te preocupes —contestó, con cara de circunstancias—. Soy Marinette Dupain-Cheng. Hoy es mi primer día.
—Ya me imaginaba. Te veo algo sola. Eres una de los de prácticas, ¿verdad?
Marinette asintió, y Zoé se sentó junto a ella.
Ambas charlaron sobre sus carreras y lo que habían estudiado. Le comentó que llevaba un año trabajando como diseñadora gráfica para la firma Gabriel y aunque era duro, le resultaba tremendamente gratificante.
—Adrien no suele venir mucho por aquí —dijo Zoé, cuando empezaba a contarle los entresijos de la compañía—. Él vive en Londres, pero por alguna razón, su padre ha querido que se quede en París una temporada.
—Parece un chico bastante interesante —contestó Marinette, todavía sonrojada.
—No creas. De cara al público va de hombre bueno, pero no es lo que parece.
Zoé miró el reloj.
—¡Ups! Ya acaba mi descanso. Debo marcharme.
Marinette se quedó sola, sumida en sus pensamientos.
“¿No es lo que parece? A mí me parece el chico más guapo del planeta” pensó, sulfurada.
Escuchó las noticias a través de su teléfono móvil para asegurarse de que ningún akuma estaba atacando la ciudad. De momento todo parecía calmado, y esa calma era algo sospechosa. Pero le venía bien para no faltar al trabajo en su primer día.
Por la tarde, todos los empleados fueron llamados al jardín de las instalaciones para dar el recibimiento a Adrien Agreste, que acababa de aterrizar en París. Aquel hecho causó un gran revuelo en las oficinas debido a la curiosidad por conocer en persona al famoso hijo de Gabriel, la imagen de la marca de la compañía.
Marinette se sentó al lado de Claudine, que parecía nerviosa. Se fijó en su atuendo, demasiado uniformado para su gusto, aunque entendía que la obligaban a ir vestida de aquella forma. Su pelo era castaño, recogido completamente con un jersey de cuello alto blanco y americana azul marino con falda de tubo a juego. Llevaba unos incómodos tacones que Marinette no hubiese aguantado ni cinco minutos.
—¿Por qué han tanta expectación? —preguntó Marinette —. ¿Es que acaso no suele venir por aquí?
—La agenda de Adrien está siempre muy apretada —contestó Claudine—. Suele viajar por todo el mundo promocionando la marca y además, vive en Londres. Los rumores dicen que ha venido para estar un tiempo haciéndose cargo de la empresa, después de haber cursado un máster de dirección y finanzas.
En el jardín esperaban unos cuatrocientos empleados, todos mirando al fondo donde se situaba la mesa blanca donde aparecería el presidente, y un micrófono para hablar. Al cabo de diez minutos apareció Gabriel, acompañado del vicepresidente y secretario de dirección.
—Buenas tardes a todos —empezó diciendo a través del micrófono—. Me es grato comunicaros que a partir de hoy me voy a tomar un tiempo sabático para estudiar las próximas tendencias del mercado. Nuestra compañía necesita un aire fresco, y es por ello que he decidido poner a mi hijo al frente hasta que yo regrese con nuevas ideas y energías renovadas. Como bien sabéis, hace poco que perdí a mi esposa, y todavía no me siento capaz de dar el cien por cien de mí mismo, tal y como había hecho hasta ahora. Por eso me centraré en la parte creativa, y Adrien se encargará del resto. Espero que lo comprendáis. Gracias por todo.
El discurso de Gabriel fue seco y rotundo, tal y como Marinette había esperado dada su fama de presidente frío y exigente. Aun con todo, notó cierta melancolía en su voz cuando hablaba de su esposa, y aquello le hizo pensar que quizás su fama era pura fachada.
La gente empezó a revolucionarse al ver a Adrien aparecer, vestido con unos pantalones vaqueros azules y americana tostada encima de una camisa blanca. Marinette recordó las fotos que había visto sobre él, y en persona parecía más alto y robusto. Sus cabellos, rubios como el sol, los llevaba perfectamente arreglados para la ocasión, dándole un toque de seriedad al atuendo informal. Se fijó en sus ojos, tan verdes e intensos como los prados en primavera. Aquel hombre era realmente guapo y elegante.
El cuerpo de Marinette empezó a temblar al ver que Adrien sacaba una gorra negra con tres rayas moradas, amarillas y verdes de su bolso para taparse del sol.
—¡Es mi diseño! —exclamó, sorprendida.
El día de la entrevista le hicieron presentar uno de sus bocetos, y por aquel motivo entró a formar parte de Gabriel.
—Ese diseño fue muy comentado, Marinette —dijo Claudine—. La verdad es que tienes talento. Le queda muy bien.
—Gracias…
Adrien se acercó al micrófono para pronunciar unas palabras.
—Hola amigos… No suelo hablar en público, pero he pensado que sería lo adecuado para que empezarais a conocerme muy poco. Como bien dice mi padre, tomaré yo su relevo durante unos meses en los que espero aprender mucho de todos vosotros. Afronto este reto con mucha ilusión, y me encantará poder reunirme con cada uno y me expliquéis qué es lo que esperáis de esta compañía. Solo espero que estéis contentos trabajando conmigo a mi lado. Somos un equipo, y conseguiremos todo lo que nos propongamos.
El discurso de Adrien había sonado modesto y cercano, todo lo contrario que su padre. Su voz era amigable, intentando involucrar a los empleados en el proyecto de futuro. Aquello le honraba y le hacía pensar de que podría ser un buen líder.
—Debe de estar muy solo —dijo Marinette.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Claudine.
—Es lo que me ha transmitido su discurso. Nos llama “amigos”, se quiere reunir con todos nosotros… no sé.
—Es una técnica de recursos humanos.
—Pero parecía realmente sincero.
Los empleados se levantaron para aplaudir, y el guardaespaldas de Adrien permitió que se acercaran a pedirle algún que otro autógrafo.
Marinette se quedó atrás, con el corazón revolucionado al pensar que había escogido su gorra entre todos los diseños recibidos. Aquello la llenó de euforia y orgullo. Observó cómo las mujeres hablaban de lo sexy y encantador que era, al mismo tiempo que le vino a la cabeza la frase de Zoé.
“De cara al público va de hombre bueno, pero no es lo que parece”.
¿Qué habría querido decir con aquella frase? ¿Hasta qué punto conocía al hijo de Gabriel como para pensar que no era trigo limpio?
—Marinette —dijo Pierre, su jefe, justo cuando recogía su mesa para volver a casa—. Mañana tienes una reunión con Adrien a primera hora.
A la joven casi se le cae el bolígrafo al suelo.
—C…claro —contestó, nerviosa.
—No es por nada malo, Marinette. Adrien quiere conocer a la persona que diseñó la gorra que llevaba puesta.
Marinette salió del trabajo, con su corazón latiendo con fuerza.
—¿Qué te ocurre, Marinette? —preguntó Tikki cuando estaban a solas—. Te noto un poco alterada.
—Ha sido un día un poco raro, y ni siquiera ha aparecido un akuma.
—No cantes victoria todavía.
Tikki señaló hacia la Torre Eiffel, donde se podía vislumbrar una inmensa humareda.
🐞🐞🐞🐞
Marinette acudió hacia el lugar de los hechos, y se sorprendió al ver a lo lejos a un hombre musculoso de cabellos dorados, vestido de negro con orejas de gato y rodeado de humo. Una máscara negra le tapaba el rostro.
—¿Es un akuma? —preguntó la joven, al ver que aquel hombre parecido a un superhéroe había provocado disturbios a su alrededor.
—¡Es Chat Noir! —exclamó Tikki—. El prodigio del gato desapareció hace un tiempo. Esto me huele muy mal, Marinette. Deberías transformarte.
—De acuerdo, Tikki. ¡Puntos fuera! —gritó, tocándose los pendientes que eran su prodigio.
Un halo de luz envolvió a Marinette hasta convertirse en Ladybug. Ceñida en un traje rojo con puntos negros y máscara a juego, saltó hasta llegar a donde se encontraba Chat Noir. Éste la observó con su mirada felina y se puso en guardia al verla llegar a donde él estaba.
—Mira quién tenemos aquí —dijo Chat Noir, de forma irónica—. Eres la famosa Ladybug.
—¿A qué has venido? —preguntó la superheroína, a la defensiva—. ¿Trabajas para Lepidóptero?
—De hecho, te estaba esperando. Quería llamar tu atención con toda esta humareda y veo que has picado.
—¿Qué quieres de mí?
Chat Noir sonrió.
—Tus prodigios, naturalmente.
Ladybug intentó darle una patada en la cara, que él esquivó con gracia felina.
—Tienes reflejos, bichito, pero yo soy más rápido —dijo Chat Noir, con soberbia.
—¡No me llames bichito! —exclamó ella, logrando alcanzarle con una fuerte patada.
Chat Noir no parecía muy dolido, a pesar del golpe.
—Nos vamos a ver a menudo a partir de ahora, Ladybug. No pararé hasta conseguir tus prodigios.
—¡Eso ya lo veremos!
Desapareció velozmente sin tiempo a poder seguirle.
🐞🐞🐞🐞
Marinette llegó a casa, exhausta después de todas las emociones vividas a lo largo del día. Se tumbó en la cama, pensativa.
—¿Qué voy a hacer a partir de ahora, Tikki?
—Si Chat Noir está con Lepidóptero, vas a necesitar ayuda a partir de ahora. El kwami del gato se llama Plagg, y tiene el poder de la destrucción. En malas manos es muy peligroso.
Marinette miró la casa de muñecas donde escondía la caja de los prodigios que le había confiado el Maestro Fu, su antiguo guardián.
—Deberías buscarte un compañero que te ayude a partir de ahora, Marinette —dijo Tikki.
—Pero esa persona dejará de tener una vida normal. Es un poco egoísta por mi parte condenarla a llevar un peso como el mío, ¿no crees?
Tikki se escondió al sentir el ruido de la puerta. Era Alya.
—He escuchado las noticias —dijo la joven reportera—. Un nuevo villano ha atacado París y tú estás sola en esto. ¿Estás bien?
Su amiga era la única persona que conocía su secreto.
Se sentó junto a ella y le tendió la mano.
—Se llama Chat Noir, y creo que ayuda a Lepidóptero.
—Escúchame… dijo Alya—. He estado meditándolo mucho, y ahora que ha aparecido otro villano en la ciudad, he pensado que podría serte de utilidad.
—No puedo pedirte eso. Si acepto tu ayuda, una gran responsabilidad caerá sobre tus hombros.
—No me importa, Marinette. Tú sola no podrás contra esos dos.
—Alya tiene razón —dijo Tikki—. Deberías darle el prodigio del zorro. Además ya sabe cómo funciona, pues te ha ayudado en varias ocasiones.
Marinette miró a su amiga, pensativa.
—¿Estás segura?
Alya asintió.
—Y ahora me tienes que contar todo tipo de detalles sobre la aparición de Adrien Agreste en Gabriel. Ha causado un gran revuelo en la ciudad. ¿Es tan guapo como en los anuncios?
Marinette asintió con la mirada, con rubor en su rostro.
—Es mucho mejor en persona. Hoy llevaba la gorra que diseñé para conseguir el puesto en la empresa.
—¿En serio?
—Sí —afirmó Marinette—. Quiere conocer a la creadora y me voy a morir de vergüenza.
—Veo que has tenido un día bien movido.
—Ni te lo imaginas. Creo que me acostaré para no pensar.
—No te enamores de él, ¿eh? Un chico así, siempre rodeado de mujeres, no puede ser fiel.
—¡Ni hablar! No pienso fijarme en su pelo rubio ni en sus ojos grandes y verdes, ni en su boca, aunque sea la más sensual que hay visto en mi vida.
—No tienes remedio, Marinette —le contestó, guiñándole un ojo. Descansa.
Alya cerró la puerta, dejándola sola.
—Buenas noches Marinette —dijo Tikki—. Mañana será un día duro.
🐞🐞🐞🐞
#miraculous ladybug#prodigiosa las aventuras de ladybug#ladybug#chat noir#adrienette#ladynoir#marichat#fanfic#romance#acción
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“¡Alguien que cante una canción! “ @mewbnrs
ugh ¿por qué? ¿quién se creía? ¿la reina? no, no había ni una chance que gastaría sus cuerdas vocales angelicales para con otra princesa. “¿como una canción de cuna?” inquiere con esos ojos de cachorro preocupados que tan fáciles le salían. acomoda el moño rosado sosteniendo sus cabello en media coleta “yo también quiero que me canten” eleva una nota el tono de voz, buscando asilo en quien cumpliera capricho repentino y sinsentido “y que me digan que estoy bonita ¿no crees que estoy bonita? nadie me lo ha dicho” suspiro dramático que achica sus pulmones.
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003 – Adiós
Había retrasado este momento durante meses… años… Demasiado tiempo. Situada frente al espejo de su cuarto podía ver su propio reflejo junto al de su hermano, que sostenía un par de tenazas. Ella tenía pelo y orejas echadas hacia atrás, recogidas en un pequeño moño, dejando a la vista sendos puntos donde nacía su cornamenta.
Cerró los ojos y escuchó un chasquido, seguido de sus propios quejidos y un golpe sordo de algo pesado cayendo al suelo. Antes de que se diera cuenta, un segundo chasquido siguió al primero. Y otro golpe.
- De verdad… ¿estás segura de esto? –
Lupe abrió los ojos y vio su cornamenta en el suelo. Con un escalofrío recorriéndole el cuerpo, pasó las yemas de los dedos por los pequeños bultitos que ahora eran sus cuernos.
- Uhh… Qué grima. –
Se deshizo el moño y empezó a repeinarse con los dedos, comprobando si podía ocultarlos entre los rosados mechones.
- ¡Hermanita! ¿Me estás escuchando? –
- ¡Sí sí, te he oído! – La mayor resopló, frustrada. – Sí, estoy segura. He encontrado curro en Teselia. ¡Es una gran oportunidad! –
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Dejó una gran caja sobre el menor quien la miraba desde la barra de su cafetería; había buscado el regalo perfecto para el contrario y tras algo de búsqueda, lo encontró.- Cariño, Feliz Navidad. Espero que te guste pienso que es perfecto para ti - Se acercó a él, dejando un beso en la frené.- Si no te llega a gustar podemos cambiarlo por otra cosa, no me ofendere - Bromeó, apoyando su mentón en su mano, esperando ansiosa la reacción del contrario.- ¡Anda ábrelo! ( hyuna )
Sakwon se vio notablemente sorprendido ante la sorpresa, una que se vestía en grandes proporciones y un papel de regalo colorido. Abrir un regalo de navidad siempre resultaba emocionante, sin importar cuantos años tuviese, por lo que la sonrisa del menor no tardó en extenderse. - —Te luciste noona, ve que grande es esta caja — -comentó fascinado, atacando directamente la tapa para abrirla y observar el contenido, sus ojos abriéndose un poco más. Era un estudiante universitario, que vivía prácticamente de comer atún y galletas de sal; no se podía dar el lujo de comprarse materiales tan sofisticados como los que la fémina le había regalado. - —Wow, de verdad te has saltado la barra con esto Hyuna — -el más joven rio, inclinándose debajo de su taburete donde estaba una caja más pequeña, adornada en colores rosados y un moño traslucido y con glitter. Dentro de ella, se recluían un par de chocolates. - —Feliz navidad, no es tan grande como lo que me has dado, pero es un detalle. Debes quererme de la misma forma que siempre, noona. — -
#empiezo a responder este maratón maravilloso de asks <3#im so happy for them ;//;#ve que bonito se puso sakwon con ella :(#le da el uwu#alterose#❛ ⤫ letter ╱ jun sakwon#❛ ❥ dynamic ╱ sakwon & hyuna
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Glee «Ridiculing the nerves»
Mayo de 2025
-¡Me encanta esto!... —exclamó Blaine asomándose desde el baño con un cepillo de dientes eléctrico en la mano— ¿por que no lo use antes?... —pregunto mirando a su esposo. -Eso… es porque te da con ser un Amish Blaine Anderson-Hummel… —respondió Kurt mientras pasaba una pequeña máquina vaporizadora a un traje elegante, Blaine rió y volvió a meterse al baño— por eso es que también insistes en lavar los platos en el fregadero y anotar tus compromisos en una agenda de papel… —añadió blanqueando los ojos al tiempo que seguía en lo suyo. -Oye, yo estoy orgulloso de todo eso… pero de ahora en adelante, yo y ese aparato seremos los mejores amigos… —dijo cerrando la puerta— ¿este es mi atuendo?... —preguntó señalando la ropa que estaba sobre la cama. -Ese es. si quieres cambiar algo, solo hazlo… —dijo Kurt aún concentrado en lo que estaba.. -No lo haré… me encanta esta corbata… —agregó comenzando a vestirse. -Lo se, por eso te la elegí… —dijo de vuelta su esposo guiñándole un ojo. -Gracias… -¿Puedo preguntar algo?, aprovechando que estás desbordando entusiasmo por todo… —dijo Kurt mientras revisaba el traje por si se le había pasado una arruga o un doblez mal hecho.
-Por supuesto… pregunta… —contesto Blaine poniéndose la camisa con las dos mangas al mismo tiempo, haciendo con ello el movimiento que exacerbaba sus músculos y que a Kurt le encantaba y lo dejaba sin palabras. -... -¿Kurt?... -¿Que?... —dijo como hipnotizado. -¿No me ibas a preguntar algo? —insistió abotonándose. -Si… obvio… —contestó volviendo en si— ¿estas enojado? -¿Como? -Lo que oyes… -¿Por qué iba a estar enojado?... —pregunto de vuelta sonriendo sorprendido. -No se… —dijo Kurt encogiéndose de hombros— tal vez porque te avise a última hora de esto de Lizzie y por consiguiente te hice cambiar todos tus planes… o porque es jueves y nunca antes te habías perdido un ensayo con tu banda, ni siquiera durante la pandemia de hace 5 años atrás… entre otras cosas… —terminó por decir poniendo cara de complicación. -Pues debo responder… que no estoy enojado porque… primero, lo de Lizzie lo supimos ambos a última hora, segundo... reprograme el ensayo para mañana y tercero y más importante. me es imposible enojarme contigo… —dijo mientras se ponía los pantalones, los calcetines y los zapatos, en ese orden. -¿Seguro? -Muy seguro… ¿me ayudas?... —dijo señalando la corbata de moño sin atar. -Por supuesto, será un placer como siempre… —contestó Kurt acercándose— ¿te das cuenta lo raro que es esto?... —añadió subiéndole el cuello de la camisa, luego le puso la corbata y comenzó a atar el nudo— haz así… —pidió estirando su cuello para que su esposo hiciera lo mismo. -¿Que cosa?... —quise saber Blaine estirando el cuello a todo lo que le daban sus cervicales. -Esto, que tu ya estés casi listo, listo para ser más preciso, y yo aun estoy en bata… -Es muy raro en realidad… aunque es conveniente si quiero darle un giro a nuestros planes… —aseguro tomándolo por el lazo de la salida de baño. -Pervertido… —dijo Kurt sonriendo con picardía, ajustó los extremos de la corbata de moño y dio dos pasos atrás para verla en perspectiva— maravilloso comos siempre… —añadió tomando a su esposo por los hombros para hacer que se volteara hacia el espejo. -Maravilloso como siempre… —repitió Blaine mirándose de todos los ángulos -Bien… ahora me visto yo y nos podemos ir… ¿serias un dulce y cerciorarte que nuestro hijos no están untándose cosas en sus respectivos trajes? -Lo haré… —respondió dándole un pequeño beso— no te demores… —añadió saliendo. -¡Oye!... ¡esa es mi linea!… ¿ves que es raro todo esto?... —exclamó alzando sus brazos, Blaine sonrió y desapareció tras la puerta.
-¿Henry?... —dijo Blaine golpeando la puerta del cuarto de su hijo. -¡Pasa «Papáblen»!, ¡«Rizzie» también esta aquí!... —exclamó el pequeño desde dentro. -¿En serio?... —preguntó mientras entraba. En efecto, Henry estaba sentado en la cama junto a su hermana y la sostenía de la mano, ambos estaban listos para salir, Henry con un pequeño traje hecho a su medida y Lizzie con un vestido de bailarina rosado y lleno de brillos, encima tenía un chaleco blanco con miriñaques y detalles y de peinado, Kurt le había hecho un moño alto adornado con pequeñas piedras brillantes— hola hijo, hola Princesa… -Hola «Papáblen»… ya estamos con «arreglacion»… —añadió el chico estirando su corbata. -Así los veo… te ves muy guapo hijo… —Henry sonrió y sacó pecho, como orgulloso de ser tan guapo— y tu Princesa, también te ves muy bonita… —dijo Blaine sonriendole a su hija. -«Grasas» «Papáblen»… —respondió como sin voz y bien abrazada de «Rita» -Oh, oh… eso no se oyó muy feliz… ¿estas bien hija?... —pregunto acercándose, se puso en cuclillas en frente de ellos y les tomó una mano a cada uno. -«Rizzie» esta nerviosa… —dijo Henry hablando más bajo de lo normal, como queriendo que su hermanita no lo escuchara decir aquello. -¿Es verdad eso Princesa?... -Un poco… no quiero caerme y que se «drian» de mi… —dijo haciendo un puchero. -Eso no es posible Princesa, estás muy preparada para la actuación de hoy… además, has ensayado mucho… -Si pero ahora habrá gente… no me gusta que la gente me mire, me duele el «estomago»… —agregó frunciendo el ceño y cruzándose de brazos. -No creo y eso sea verdad… solo estas nerviosa Princesa… ¿sabes lo que es estar nerviosa?... —Henry levantó su mano para responder él a aquella pregunta. -Un poco… «Hendry» me dijo que estaba «verniosa», por eso quería «gomitar»… -Si, porque yo me pongo así a veces antes de un partido… Liang dice que son nervios y el nunca miente en nada… —aseguró Henry reafirmando sus dichos con un gesto que indicaba algo definitivo e irrefutable. -Pues Liang tiene razón y eso es muy común hijos, cuando nos enfrentamos a cosas desconocidas, es muy normal tener ese tipo de sentimientos, ¿pero saben lo que hay que hacer con los nervios y con todo lo demás que nos incomode ? —Henry y Lizzie gesticularon un «no» a unísono. -Pues lo que hay que hacer, es decirle a esos sentimientos que se vayan… -¿Que se «mayan»? -¿Como se hace eso?... —quiso saber Henry mirándolo bien ceñudo. -Pues ridiculizando los nervios… —ambos pequeños dieron un respingo de sorpresa— lo primero es reírse de ellos poniéndoles un nombre entretenido, por ejemplo… ¿qué palabra piensan que es divertida? -No se… —respondió la pequeña cada vez con más desgano. -¡Yo tengo una!... —exclamó su hermano volviendo a lo de alzar la mano como si su brazo fuera zafarse. -A ver Henry… -El Papá la dijo el otro día… «criatura»… —respondió riendo de buena gana. -Pues es una palabra bastante divertida…—concordó Blaine riendo a la par con su hijo—¿qué te parece Princesa? -Que si… -¿Pero? -A mi me gusta otra… -¿Cual? -«Turbilubi» —respondió riendo tras Rita. -¿Y eso qué significa? -Ella siempre inventa palabras… —dijo Henry repitiendo lo de bajar el tono de su voz. -Ok… si esa palabra te parece divertida usaremos esa… ahora… cuando ya tenemos la palabra, podemos llamar a nuestros sentimientos feos de esa manera y así, ellos huirán avergonzados… por ejemplo puedes decir:… «¡déjame en paz «Turbilubi»!»… —exclamó Blaine poniendo cara acorde, los chicos rieron como si escucharan lo más divertido del mundo— ¿quieres intentarlo Princesa? -Si… «¡dejame la paz «Turbilubi»!» —repitió la pequeña tratando de imitar la cara y la voz de Blaine, para luego reír de manera pequeñita y estridente -Eso… -Ahora yo… —dijo Henry subiéndose a la cama— «¡déjame en paz «Turbilubi»!» —exclamó dando un golpe al aire con la mano empuñada, acto seguido soltó una gran carcajada, Lizzie también río y se encaramó al colchón para saltar y repetir «¡dejame la paz «Turbilubi»!» junto a su hermano. -Te sientes mejor ¨Princesa… —pregunto Blaine riendo. -¡Si!... —respondió Lizzie haciendo un paso de ballet torpe y divertido. -¿Tu Henry? -También, lo haré siempre antes de salir a la cancha... -Muy bien… ahora… ¿quien quiere unas galletas mientras esperamos a que el Papá se aliste? -¡Yo!... —se adelantó en exclamar Henry bajándose de la cama de un salto. -¡Yo «tamben»!...—añadió Lizzie dando unos brincos mientras se abultaba el tutú. -Y yo… ven Princesa —dijo Blaine estirando sus brazos, la pequeña se encogió coqueta antes de aceptar la invitación de su Papá, se arreglo el vestido y se colgó de él— seras la mas hermosa de toda la presentación… —agregó dándole un par de besos en la cabeza, Lizzie se acomodo en su hombro y se quedo bien confortada junto a el y Rita, ya sin miedo, ya sin nervios.
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SORTEO
¿Quieres disfrutar de un regalo estupendo? Como nos gusta entregar regalos queremos que tú participes con nosotros en esta maratón de regalos durante cada mes del año.
Sé que puedes ser el ganador o ganadora de algunos de estos dos regalos:
1. Este es un regalo dedicado para los fans de la serie game of Thrones, y consta de un escudo que pertenece a la casa de Targaryen y contiene 1 Caramañola personalizada., 1 Libreta personalizada, 1camiseta blanca personalizada, 1 gorra personalizada, 1 Mug personalizado, 1 Pag mouse personalizado, banderín de la casa, Escudo con base en madera uso decorativo, medidas de 72cm de ancho x 42cm de alto con base+escudo, en su interior bolsa de lienzo personalizada.
2. Este regalo con el que podrás celebrar con la persona que mas quieres de una forma original. Este regalo contiene 1 Espumoso JP Chenet ICE Rosado 200 ml., 1 Chocolates Ferrero Rocher x 4 unid., 1 Chocolatina Kinder Bueno., 1 Maní Golden 150 gr., 1 Papas Pringles 37 gr., 1 Chocolate M&M (chocolate)., 1 Barra Cereal Tosh., 5 Choco Break Tradicional, 5 Choco Break Cookies & Cream, 1 Tarjeta de regalo personalizada, 1 Moño decorativo en cinta de tela, 1 Luz led decorativa, 1 Caramañola personalizada, Estuche de madera personalizado con medidas de 36cm de ancho x 22cm de alto. En su interior forrado con terciopelo.
¿QUE TIENES QUE HACER? Debes escribir de una forma creativa la mejor historia del regalo que te han entregado, ser seguidor en instagram/diasderegalo y compartir nuestros post en tu perfil.
El concurso permanecerá abierto hasta el 1 de octubre y comunicaremos el ganador ese mismo día. ¡ MUCHA SUERTE A TODOS !.
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