#mete grandes goles
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Un día quizá recordemos 2023 como el año que se torció todo... la crisis climática se hizo irreversible... En numerosas economías mundiales, el número de muertes había superado el número de nacimientos, por la dieta y la contaminación. La principal causa de muerte en el mundo son los accidentes cardiovasculares, causados por exceso de grasas hidrogenadas, azúcar y carne roja y procesada... Pero nos da más miedo la inmigración. Nos preocupa tanto que preferimos renunciar a los pactos universales de derechos humanos que a la mortadela... y la inteligencia artificial se descontroló... Todos quieren controlar los usos y prevenir peligros que sólo existen en la fantasía colectiva propagada por los ejecutivos de las grandes empresas y la ciencia ficción. Pero nadie quiere contener el verdadero peligro: su rápida, aparatosa, sedienta e inflamable expansión... es insaciable, mete sus tentáculos en todas las fuentes de agua, energía, minerales y procesos administrativos y cognitivos... Crece más rápido que las fuentes de energía sostenibles. Bebe más agua que la población mundial... El capitalismo es una máquina de inseguridad, es un producto fundamental del sistema, y empieza 2024 habiendo metido muchos goles: la crisis medioambiental, la crisis mediática, el desencanto con la política... No es un buen año para que más de 2.000 millones de personas de unos 70 países salgan a votar (Marta Peirano)
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Esperienze indimenticabili: Itinerari turistici nella Regione Campania
La Regione Campania, nel sud Italia, è una delle mete turistiche più belle d'Europa. La regione vanta una grande ricchezza storica, artistica, culturale e turistica, attrazioni naturali come la Costiera Amalfitana, il Vesuvio, il Parco Nazionale del Cilento e del Vallo di Diano, le bellezze archeologiche di Pompei, Ercolano, Paestum, il centro storico di Napoli, tutte mete famose ed imperdibili per ogni viaggiatore che voglia scoprire il territorio campano. La Costiera Amalfitana è una delle mete turistiche più importanti della regione, un tratto di costa che si estende da Vietri sul Mare a Positano, nel cuore del golfo di Salerno. La Costiera è famosa per le sue spiagge, le sue calette nascoste, le sue case colorate e per la sua bellezza mozzafiato. Le tribù campane, i magici borghi del paesaggio e la cultura tradizionale fanno di questa terra unica al mondo, un luogo dove il tempo sembra essersi fermato. Gli olivi, i vigneti, i limoneti, i giardini fioriti e i profumi del mare e della natura rendono la Costiera Amalfitana un luogo indimenticabile. Per gli amanti della natura, la regione offre il Parco del Cilento e del Vallo di Diano, una delle rare bellezze naturali al mondo. Il parco è stato dichiarato Patrimonio dell'Umanità dall'UNESCO e comprende una serie di paesaggi meravigliosi, come il monte Cervati, le gole del fiume Calore, le spiagge di Palinuro e Marina di Camerota e le montagne che costituiscono l'entroterra cilentano. Nel parco si trovano inoltre numerose testimonianze storico-archeologiche, come i templi greci di Paestum, il Castello di Sanseverino e il Santuario di Gethsemane. Per gli appassionati di archeologia, la Campania offre numerosi siti che testimoniano la grande civiltà che si è sviluppata in questa regione, come Pompei, Ercolano e Paestum. Pompei, la città sepolta dal Vesuvio nel 79 d.C., è il sito archeologico più famoso al mondo, dove i visitatori possono ammirare lo stile di vita dei cittadini romani e gli affreschi, mosaici e architetture che ancora oggi affascinano chiunque li vedano. Anche Ercolano, un altro sito archeologico vicino a Pompei, è testimone di un ricco passato romano, che include ville, terme, porte e templi. Paestum, infine, è uno dei siti archeologici più celebri della Magna Grecia, dove i turisti possono ammirare i templi dell'Antica Grecia e le sue meravigliose statue. Infine, la città di Napoli rappresenta un must per ogni viaggiatore. La sua storia, i suoi vicoli, i suoi monumenti e la sua gastronomia fanno di Napoli un luogo unico al mondo. Il centro storico di Napoli, con le sue chiese, i suoi palazzi storici, i musei, rappresenta la vera essenza della città partenopea. La gastronomia napoletana, inoltre, è famosa in tutto il mondo per la sua pizza, i suoi spaghetti con le vongole, il suo peperone imbottito e la sua sfogliatella. Insomma, la regione Campania è una delle mete turistiche più belle e affascinanti del Mondo. Offre ai viaggiatori una grande varietà di paesaggi, monumenti storici, tradizioni e bellezze naturali che valgono la pena di essere scoperte almeno una volta nella vita. La regione inoltre, con tutte le sue peculiarità, rappresenta un luogo perfetto per la visita di intere famiglie, per coppie di innamorati, per amici alla ricerca di emozioni forti. Quindi, cosa aspetti? Scopriamo insieme le meraviglie della Campania. Fonti: https://www.costiera-amalfitana.it/ https://www.parcoantichimirabilia.it/parco-del-cilento-vallo-di-diano-e-alburni/ https://www.pompeiisites.org/ https://www.comune.napoli.it/ Fonte immagine: Di Carlo Pelagalli, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=52612424 Read the full article
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Es que yo entiendo que haya gente que a Yamila no le cae bien por todo el tema de villa pero realmente la mayoría(o todos) los que le tiran hate y hacen comentarios horribles es por cómo se ve y porque tiene de ídolo a crist*ano. No es por las boludeces que dice, que también dicho sea de paso tienen un contexto que aunque a mí no me copen para nada habría que intentar analizar. Porque a garnacho nadie le dice nada porq su ídolo sea ese.
A lore también tuvo mucho hate del fútbol masculino pero acá todavía más raro aún. Se estaba quejando de un vídeo de lo mal q jugaban los de San lorenzo y como podían ser jugadores de primera. Todos lo llevaron al lado del futfem, que si estaba relacionado pero lo principal era que ella es hincha de san lorenzo y estaba harta del club.
Obviamente este odio se multiplica porque ambas son lesbianas masculinas, porque básicamente a ninguna de las nuestras les cae odio por el esto. Si por otras cosas pero no en tan grande proporción
yo me encuentro en ese espectro de gente a las que yamila no le cae bien, o sea, es soreta cuando quiere pero en la cancha pone el pecho y mete goles, entonces tengo sentimientos muy contradictorios con ella pero JAMÁS la ataqué personalmente en sus posts. el problema es que los pibitos que le tiran odio en sus redes sociales no son capaces de ver matices, ni mucho menos analizar el contexto de las cosas que dice, ellos quieren cagarse en el futbol femenino y yamila les vino bien de chivo expiatorio por ser el estereotipo de mujer que juega al fútbol: una lesbiana masculina.
lo de lore no sabía, qué hijos de puta. realmente los hombres no pueden hacer nada sin que la culpa termine siendo de una mujer que nada que ver. aparte de ese caso, no suelo ver TANTO hate a la lore, pero se semi-viralizaron tuits de deportv y la selección argentina después de los amistosos y se las agarraron con ellas 2 específicamente, de las demás nada porque es como vos decís, aunque casi todo el equipo esté compuesto de lesbianas, las demás son femeninas a comparación de yami y lore, entonces nadie dijo nada. es horrible todo.
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Si si, digo si la respetan las lesiones más que todo porque creo que a nivel mental le afectan demasiado y eso es lo que la “frena”. Y digo frena porque en vez de meter 20 goles mete 9. Su peor momento siempre es el mejor momento de otra delantera. Pero estoy de acuerdo con que aún tiene mucho que ofrecer y en clubes grandes. Y para mi antes que cualquier delantera de fuera, Jenni es mi titular, porque te aporta mucho más que ciertas 9 sosas 😂😂
🤣🤣🤣 indirecta directa. Jenni necesita buena gente que le quiera y un psicólogo para ser la mejor delantera del mundo. Demos gracias que estamos viviendo en su época
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PROFESSOR COMENDO A ALUNA SAFADA
Aluna ninfomaníaca gostosa fazendo sexo com professor dotado que fode a buceta da novinha pelada durante uma aula de reforço particular.
Em Março, fui dar aulas em outra escola em um bairro não muito distante do centro da cidade. O perfil dos alunos não mudou, todos tinham entre 18 e 23 anos. Por motivos de reforma, os armários dos professores estavam localizados no corredor principal. Ali era um local onde os alunos também tinham acesso. Logo no segundo dia fui pegar meus livros e tinha um bilhete rosa dentro do meu armário que dizia: Finalmente um professor gato nessa escola. Fiquei feliz com a recepção, mas o bilhete não estava assinado. Não sabia se vinha de alguma professora ou de aluna.
Os dias se passaram. Eu ficava tentando identificar quem seria a pessoa que havia escrito o bilhete. Buscava algum olhar mais atento, mas sem sinal. Até que apareceu outro recado no meu armário: Adorei sua roupa ontem. E essa barba fica muito bem em você, nunca tire. Pena que você não dá aula pra minha turma. Bom, ao menos eu agora sabia que não dava aula pra ela, então podia procurar a partir dessa informação. Passei a me concentrar nas alunas de outras salas, mas não deu resultado.
A maioria delas olhava de volta quando eu buscava seus olhos, mas nada que indicasse um interesse maior. Na semana seguinte, outro bilhete. Hoje eu não me aguentei, você estava lindo demais. Fui no banheiro não resisti e meu toquei pensando em você dentro de min. Pena que não consegui gozar, alguém entrou e desconfiou. Mas em casa eu termino.
Esse último bilhete fez minha imaginação ir a milhão. Fiquei maluco, não sabia como agir. Precisava descobrir quem era essa menina que estava mexendo com a minha cabeça. Mas duas semanas se passaram e nenhum outro bilhete apareceu. Já estava quase esquecendo o assunto. Achei até que alguém estivesse de sacanagem comigo. Alguém queria pregar uma peça no professor novato na escola.
Até que um dia, enquanto voltava da minha sala, um grupo de ao menos 10 alunas vinha na direção oposta. Elas riam e falavam alto. No centro, uma moreninha, mais alta e mais linda do que as outras, desviou o olhar das amigas e olhou pra mim. Acompanhou meus passos por alguns segundos e, do nada, voltou a rir com as outras meninas.
Óbvio, fiquei desconfiado. Não sabia nem o nome dela, mas logo dei um jeito de descobrir. As pastas de alunos ficam a disposição no computador da escola, tudo muito fácil de acessar, com anotações dos professores e notas das matérias. Revirei as pastas até descobrir seu nome: Lívia, 20 anos recém completados. Era tão linda que ficava bem até na foto 3×4 da sua ficha escolar. Ela era mulata, magrinha, rosto perfeito, seios médios, cintura fina e bunda bem arrebitada. Era uma aluna ótima, pela ficha. Mas uma anotação, feita pela professora de química em uma reunião pedagógica, chamou minha atenção. Dizia o seguinte: Lívia tem temperamento forte, é a líder da turma e muito inteligente. Mas convém monitorar alguns aspectos de seu comportamento. Ela pode ser agressiva e persistente. Era pra dar medo, mas me deixou apenas mais curioso. Precisava descobrir se era Lívia minha admiradora secreta.
Finalmente descobri a gostosa
Foi então que me ocorreu a ideia. A escola era cheia de câmeras de segurança. Falei pro diretor que algum aluno estava colocando bilhetinhos com piada no meu armário, e pedi pra ver as câmeras. Ele estava muito ocupado com outras coisas e me deu a chave da sala de segurança e falou pra me virar. Entrei e procurei pelo dia do terceiro bilhete. Demorou, mas lá estava ela. Na cena, Lívia olhava para os lados e discretamente colocava o bilhete em meu armário. Finalmente tive a confirmação de que era ela.
Quase no fim do período da tarde, fui até a sala de aula dela e chamei: Lívia, quem é Lívia? É dessa sala? Ela olhou pra mim visivelmente assustada. A professora Rose quer falar contigo, na sala do lado. Ela se levantou estava com uma espécie de macacão preto, sexy, mas discreto. Marcava bem sua cintura. A sala do lado era uma saleta que não tinha nada, só umas máquinas velhas do curso de enfermagem. Acompanhei ela até a sala e fechei a porta.
Na hora, ela sacou que eu tinha descoberto.
– Ah, só agora você descobriu? Fico te encarando o tempo todo professor, achei que fosse mais inteligente.
– Demorei, mas descobri. Agora quero minha recompensa.
Fui andando na sua direção, já tirando o cinto da minha calça e aproximando minha boca da dela. Lívia esticou a mão na altura da cintura e agarrou meu pau, mantendo ele distante do seu corpo.
– Não, aqui não. Eu vou dizer quando e como. Olhe seu armário amanhã.
Fiquei com o cinto na mão enquanto ela saia pela porta. Sua ação me deixou sem reação.
No dia seguinte fui olhar meu armário e achei o bilhete da minha aluna ninfomaníaca. Nesse local, amanhã a noite, esse é meu endereço. Adorei seu perfume, a propósito. Esteja lá na hora marcada e nem pense em fazer a barba. Fiz o combinado, mas na minha cabeça arquitetei mil planos pra acabar com essa pose soberba dela. Afinal, eu sou o professor, e ela é só uma aluna. Segundo sua ficha escolar, tinha acabado de fazer 20 anos. Eu já tive muitas mulheres, Lívia era só mais uma. Como uma menina dessa idade ousa me tratar assim?
Cheguei no local marcado. Era um bar intimista, com luz bem fraca só tinha casais, mas não eram muitos. Ela escolheu a mesa mais afastada e pediu duas taças de vinho. Fazia frio e Lívia usava um sobretudo preto confesso que sua roupa me frustrou.
– Você se veste muito bem. É um professor diferente, com estilo. Eu gosto disso em um homem.
– Gosta disso em um homem? E o que uma menina nova como você entende sobre homens?
– Verdade, entendo de meninos. Sempre quis conhecer um homem mais velho, mas nunca tive a oportunidade. Não vai me desapontar, heim?
Que ousada, eu tinha mesmo uma aluna ninfomaníaca! Além de tudo ainda jogava a pressão pro meu lado. Tinha um papo muito
sedutor, falava de um jeito sensual e muito segura de si. E eu estava caindo como um pato na conversa. Estava acabando a primeira taça de vinho quando ela disse, bem devagar e olhando nos meus olhos:
– Essa noite, professor, você vai realizar um fetiche que eu tenho.
– E o que eu ganho em troca?
Lívia riu baixinho, pegou minha taça e deu o último gole. Olhou pra trás se levantou ficou de costas para o resto do bar e abriu devagar três grandes botões de seu sobretudo. Quase caí da cadeira. Ela estava sem vestido sem calça sem blusa. Por baixo daquela peça de tecido grosso e pesado, apenas um conjunto rendado de lingerie preta com cinta liga. Foram, sei lá, não mais do que 3 segundos. Ela fechou os botões, pediu a conta e saímos do bar.
Fomos para sua casa, um apartamento pequeno, mas bem decorado, quase na frente do bar. No elevador ela tirou a roupa parcialmente. O porteiro é louco pra me comer, ela disse. Me beija na frente da câmera. Enfim, não me aguentei e beijei, mordi a boca de Lívia. Ela me empurrou quando tentei pegar na sua bunda.
O elevador parou no andar do apartamento e nos recompomos. Quando entramos no apartamento, passamos direto pela sala e fomos para o quarto. Na cama, um par de algemas. Dei risada quando vi. Ela chegou perto de mim, pegou minha mão e levou um dedo meu até sua boca. Lambeu e chupou por algum tempo. Enquanto isso, lentamente tirava minha calça e minha camisa.
– Gostou do que eu fiz? Eu vou fazer isso com o seu pau, mas só se você colocar as algemas.
Juntei os punhos e estiquei meus braços. Ela travou as algemas e me derrubou na cama. Tirou os sobretudo e puxou a calcinha para o lado, revelando uma bela boceta, carnuda, com poucos pelos acima do clitóris. Virou de costas pra mim e foi sentando na minha cara, lentamente, até acomodar sua bunda. Começou a rebolar devagarinho, e eu não tinha outra opção a não ser esticar minha lingua e tentar chupar sua boceta e seu cu. Notei que Lívia cuspiu no meu pau duas vezes e iniciou uma punheta fenomenal enquanto me sufocava com sua bunda.
Tentei falar pra ela me chupar, mas não consegui pronunciar as palavras direito. Lívia parecia não se importar muito com as minhas vontades. Quando finalmente aproximou aquela boca carnuda do meu pau, fui as nuvens. Logo falei que iria gozar.
– Não vai não. Vai gozar quando eu quiser – ela disse, com voz firme, mas meio rindo.
Tirou sua bunda da minha cara e, ainda de costas pra mim, sentou com a boceta no meu pau. Rebolou um pouco, tirou ele de dentro, bateu com meu pau em sua bunda várias vezes e voltou sentar a rebolar. Minha vontade era dar uns tapas naquela bunda gostosa, mas minhas mãos continuavam algemadas. Não sei por quanto tempo fiquei ali, vendo Lívia cavalgar em mim alternando com alguns movimentos mais suaves e laterais. Nesse momento, me dei conta que era seu escravo e que estava sendo usado. Não que isso fosse um problema.
Como eu não podia me mexer, só me restava xingar.
– Me solta sua puta, vou te colocar de quatro e arrombar essa boceta! Vadia, me solta vagabunda. Aí você vai finalmente dar pra um macho de verdade.
Quando ela cansou de rebolar e gozar, voltei a pedir que me soltasse.
– Você acha que merece professor? Acha mesmo?
Ela nem terminou a frase e voltou a sentar com a boceta na minha boca. Estava encharcada com seu gozo, uma delícia. Finalmente ela teve dó de mim e me soltou. Não dei nem tempo pra ela pensar. Virei ela de bruços na cama. Sua barriga caiu bem em cima de um travesseiro, o que deixou sua bunda empinadinha. Cai por cima já enfiando meu pau nela. Bombei com vontade, vontade acumulada.
– Ai caralho, mete na tua putinha, enfia tudo bem fundo!
Parei de meter na hora.
– Enfio fundo se eu quiser! Chega dessa palhaçada. Quem manda agora sou eu, vadia.
Sai de cima da cama, peguei Lívia no colo e coloquei ela de frente pra parede. Dei dois tapas na sua bunda e disse eu seu ouvido:
– Agora você vai levar pica de verdade. Empina bem essa bunda e abre a boceta. Deixa ela bem aberta pro meu pau entrar fácil, sua vadia.
Ela se posicionou do jeito que eu pedi e ainda sorriu pra mim, olhando pro meu pau. Meti naquela boceta por traz, em pé, e ela ficava pedindo mais.
– Tá gostoso, puta?
Ela não respondia, só falava pra meter e pedia mais pica.
Virei ela de frente pra mim e dei um tapa no seu rosto. Lívia estava babando, mas deu a mesma resposta. Mete, não para de meter, safado. Dei outro tapa em seu rosto, um pouco mais forte que o outro. Perguntei mais uma vez, dessa vez falei pausadamente: Tá gostoso, vadia?
– Tá uma delícia, professor!
Voltei a meter, agora de frente pra ela. Aproveitei para chupar seus lindos peitos. Ela quase não conseguia parar em pé. Não aguentei mais e falei que iria gozar. Virei ela de costas novamente e gozei na bunda dela. Peguei um pouco de porra com o dedo e levei até sua boca. Ela fez uma cara de nojo, e virou a cabeça pro outro lado. Com outro tapa, fiz sua cabeça voltar para o meu lado. Passei o dedo com porra na boca dela. Sem outra opção, Lívia chupou meu dedo. Como recompensa, deitei ela na cama e comi Lívia enquanto masturbava seu clitóris. Ela gozou mais uma vez e ficou desmaiada na cama enquanto eu tomava banho e tentava entender tudo que tinha acontecido.
Essa foi apenas a primeira trepada minha com minha aluna ninfomaníaca, uma das meninas mais incríveis que eu já conheci.
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CONTO ERÓTICO
O show
Ed: Ivana Borges
Eu conheci Sara no jogo de vôlei na praia, ela me apresentou Mauro que era o pai dele e Flávia a mãe dela, fizemos uma boa amizade, depois de alguns anos eu já estava por dentro de quase tudo o que acontecia com Sara e sua família.
O pai de Sara gostava das novinhas, num carnaval eu o encontrei beijando uma novinha, ele riu eu sai depois ele me agradeceu por não ter falado nada.
Flavia quando ia pra piscina lá de casa sozinha sempre se queixava do marido, uma vez estávamos só eu e Flávia lá em casa dentro da piscina, ela estava entediada e carente, ela reclamou da vida, do marido, depois se abraçou comigo, nossos corpos colaram, rolou um sarro gostoso, no final um ela me deu um selinhos que terminou num beijo. Depois de um tempo o casamento dos pais de Sara começou a chegar ao fim.
Num final de semana fomos à praia, eu Sara, Flavia e Mauro, nós sentamos nas cadeiras e Flavia falou pra Mauro que queria ir ao show de Reginaldo Rossi na sexta às onze da noite num bar e Mauro falou:
- Segunda vai ser feriado aqui, eu vou viajar para visitar uns clientes na sexta e no sábado, como segunda não é feriado lá onde eu vou estar, eu vou aproveitar para visitar outros clientes e chego terça à tarde. Vá com Sara.
Sara falou que tinha uma festa, que ia pra casa da prima só voltaria segunda a tarde, Flavia falou:
- Eu não sei o que eu estou fazendo aqui, o marido sempre viaja e passar o final de semana fora, só me avisa de ultima hora, a filha nem me avisa que vai pra casa da minha irmã. Eu vou pra porra desse show sozinha mesmo.
Mauro falou que não ia ter mesa, que ela ia ficar de pé e os caras iam aproveitar pra tirar sarro nela. Ela já arretada falou que ia mesmo assim, Mauro olhou pra mim e falou:
- Por favor, leva essa maluca pra ver o show e não deixa ninguém se aproveitar dela.
Eu falei que ele ficasse tranquilo, que umas amigas minhas também iam ao show, que às nove horas da sexta eu estaria na casa deles. Em seguida eles foram pra casa.
Cheguei na casa dela as nove, Flavia estava com um vestido de alcinha branco e uma sandália baixa branca. Eu falei que pra ter sorte na sexta-feira vestida de branco, tinha que ser com tudo branco, Flavia deu umas rodadas e mostrou que a calcinha era branca, eu falei que assim ia dar sorte, ela trouxe duas doses de uísque e falou:
- É pra já ir animando. Quanto ao que Mauro falou de você me proteger é tudo teatro dele, mas eu vou gostar de você atrás de mim.
Tomamos mais uma doze cada, ela chamou pra ir, eu falei que eu estava de carro. Quando chegamos, achamos uma parede perto do palco pra ficar, por coincidência eu conhecia um garçom, pedi duas doses de uísque, ele trouxe, eu me encoste na parede, Flavia ficou de frente pra mim, começávamos sobre as musicas e outras coisas, o uísque acabou, pegamos mais, estávamos bem animados, o show ia começar e entregamos os copos. As mulheres se espremiam pra ficar mais perto do palco, ficamos imprensados, nossos corpos colaram, senti sua xaninha colada em meu pênis, nossos braços estavam soltos, nossas mãos se tocavam, segurei as mãos de Flavia, nossos dedos se entrelaçaram, falei que o perfume dela era delicioso, ela colocou a cabeça de lado, eu cheirei e dei uns beijinhos no seu pescoço, ela apertou minha mão e forçou a xaninha contra meu pênis já duro, as luzes se apagaram, só as do palco ficaram acesas, Flavia virou de costas pra mim, meu pênis se encaixou no meio do seu bumbum, ela enlaçou meus braços na sua cintura e ficou alisando. O show começou, não dava pra dançar, pois estávamos espremidos, mas nos balançávamos, ela sentia meu pênis duro no seu bumbum e dava umas reboladinhas, estávamos curtindo o show e o sarro, tocou uma musica romântica ela se virou de frente pra mim e falou:
- Mauro foi meu único namorado, eu sempre fui certinha ate na cama com ele, sempre foi só papai e mamãe, mas não quero mais ser certinha. Eu nunca me senti assim como me sinto agora, eu me sentindo uma adolescente livre, eu quero fazer tudo o que eu não fiz ate hoje.
Como estava escuro, eu suspendi os braços dela, coloquei em volta do meu pescoço e lhe dei um gostoso beijo, ficamos beijando e tirando sarro, resolvemos sair antes do show acabar, pegamos duas doses de uísque e fomos para o carro, dirigi ate a beira da praia, estava deserto, ficamos descalços e descemos na areia, ela se encostou no carro, começamos a nos beijar, ela alisava meu pênis, minha mão entrou por baixo do vestido, meu dedos entraram pelo lado da calcinha e encontraram a xaninha, era depilada, estava toda molhada, comecei a manipular seu clitóris, ela gemia, parei de beijar, me baixei na frente dela, tirei a calcinha dela, coloquei dentro da bolsa dela, subi beijando as coxas, minha língua começou a explorar a xaninha, o clitóris, ela gemia, Flavia segurou a minha cabeça e teve um orgasmo, eu continuei, ela teve mais um, eu fiquei de pé, nos beijamos e ela falou:
- Isso é uma loucura maravilhosa, agora vem aqui que eu quero fazer uma coisa que eu nunca fiz.
Ela abril a porta do carona, sentou, me puxou, tirou meu pênis, olhou, beijou e começou a chupar, primeiro desajeitada, depois foi tomando gosto e ficou gostoso. Deixei Flavinha saborear um tempo, comecei a meter na sua boca, avisei que ia gozar, ela sugou, tomou todo o meu leite, depois tomou um gole de uísque e falou:
- Você é o único homem que eu chupei e que gozou na minha boca. Qual é a próxima surpresa que você vai me fazer?
Falei que meus pais estavam viajando e a levei lá pra casa, já no bar da piscina, liguei as luzes, peguei uísque, gelo, coloquei musica romântica, pedi para esperar um pouco, fui ate a minha suíte, peguei toalhas, um lençol, o lubrificante e desci. Forrei o lençol na grama perto da mesa, voltei ao bar da piscina e começamos a nos beijar, eu soltei os laços das alças do vestido e deixei cair, ela já estava sem calcinha, eu fiquei admirando seu corpo.
Flavia tinha 36 anos, 1,70 m, ruiva, cabelos no ombro, usava franja, olhos cor de mel, nariz afilado, boca pequena, de lábios bem desenhados, seios pequenos, mas não muito, pontiagudos, de aureolas rosadas e bicos pequenos, seu corpo era malhado, coxas e pernas grossas, xaninha saliente, depilada, de lábios carnudos que escondiam seu clitóris, seu bumbum era bem generoso, lindo.
Retirei minha roupa, a levei pra perto da mesa, nos abraçamos, meu pênis entrou no meio das suas coxas e Flavia falou:
- Você pode fazer o que quiser comigo, mas só não pode gozar dentro porque já faz muito tempo que eu não transo.
Ouvindo isso eu falei pra ela ficar tranquila, a deitei no lençol, fiquei ao seu lado, comecei a beijar Flávia enquanto manipulava a xaninha, passei a língua em seus seios, chupava um a um sem pressa, ela era muito sensível nos seios, chupei mais forte, aumentei a massagem no clitóris e Flavinha gozou gostoso, fui pra xaninha, massageava o clitóris com a língua, ela se contorcia, Flavia segurou minha cabeça e teve um orgasmo gostoso, me deitei sobre ela, meu pênis encostou na xaninha, fui metendo devagar, ela gemia de tesão, meu pênis entrou todo, eu comecei a me movimentar, ela cruzou as pernas nas minhas costas e falou:
- Eu nunca senti isso, eu vou gozar, vou gozar, ai, mete, mete.
Flavinha teve um orgasmo, eu não parei, ela me abraçou forte e teve um orgasmo arrebatador, Flavinha soltou as pernas e os braços, eu sentei ao seu lado, fiquei alisando seu corpo, ela se recuperou, me deu um beijo, virou de bruços e falou:
- Vem, come meu bumbum, mas vai com calma, seu pau é grande, grosso e ai é virgem, cuidado.
Peguei o lubrificante, comecei a beijar seu bumbum, abri, vi o cuzinho intacto, comecei a passar a língua em seu cuzinho, ela gemeu, se empinou, eu continuei, ela se deliciava, parei, lubrifiquei bem meu pênis e seu cuzinho, me deitei sobre ela, meu pênis encontrou o cuzinho, forcei, era apertado, a cabeça foi entrando com dificuldade, Flavinha levantou a cabeça e gemeu, esperei um pouco, fui metendo devagar, quando entrou tudo pude sentir seu bumbum gostoso colado no meu corpo, eu me esfreguei um tempo no seu bumbum para sentir suas carnes, comecei a me movimentar devagar, ela começou a mover os quadris, fui aumentando os movimentos e ela falou:
- Esta ficando gostoso, mete mais, mais, isso assim, vai.
Flavinha mexia o bumbum devagar com meu pênis entrando e saindo, ela pediu pra meter mais forte, eu comecei a meter sem pena, ela começou a gozar, eu metia e ela gozava, ela parou, ficou largada, eu continuei metendo devagar, ela foi se recuperando, eu fui aumentando os movimentos, ela pediu para meter mais forte, novamente eu meti sem pena, ela avisou que ia gozar novamente, começou a gemer bem alto e teve um orgasmo intenso enquanto eu enchia seu cuzinho de leite, gozamos muito gostoso, eu fiquei sobre ela ate meu pênis amolecer e sair, esperei que ela se recuperasse e fomos ao chuveirão, quando voltamos ela falou:
- Você não sabe, mas Mauro tem outra mulher, ele sabe que eu sei e tem o maior medo de ser corno, então por causa de Sara eu fiz um acordo com ele, eu não procurava nenhum outro homem, em troca ele ia dormir no outro quarto e não me procurava mais para transar, nós só mantínhamos as aparências. Agora parece um sonho, estou feliz, me sinto viva novamente e com toda energia, eu tinha me anulado ate você aparecer, você me entende, me da atenção e me colocava pra cima, depois que você tirou a virgindade de Sara, ela me contou como foi, eu me masturbava pensando em você só faltava à oportunidade pra gente ficar junto. Não vou deixar mais de transar com você.
Depois subimos para aminha suíte, tomamos banho e ficamos na cama conversando ate dormir.
Nós transamos o final de semana todo e na segunda pela manhã, pois era o feriadão. Combinamos de dizer para Mauro e para Sara que no show ficamos com minhas amigas, que depois do show eu deixei Flávia em casa e ainda fui sair com minhas amigas.
No final de semana seguinte quando estávamos só eu e Mauro, ele me agradeceu, eu falei que não foi nada que minhas amigas tinham gostado muito de Flávia, ele falou que quando tivesse show que eu levasse ela.
Nós transamos muito tempo, ela se separou e foi viver sua vida, mas quando sentia saudade vinha pra mim.
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Ahora cuando Pressy mete goles me acuerdo de ti y de lo feliz que te debes sentir.. lo más grande CP23 ♥️
Jaja awwww 🥰 amo que esté cómoda, la verdad es que siempre supe/supimos de lo que es capaz, lo único nuevo es el reconocimiento y más minutos de juego. Lo celebro y me pone contenta por ella. Merece mucho mucho más. Gracias amigui ♥️
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Poema de Jaime, Daniel y Emilio
Una nariz grande,
Que resalta en todo su cuerpo.
Tiene la cabeza grande,
como un pequeño mapache.
La barba más larga,
que hasta parece una cascada.
Las orejas tan altas,
que parecen una montaña.
Con su nariz y orejas confundiendo va
como la pulga lo conocen por su tamaño irreal
mientras que sus ojos pequeños están
golasos mete es Messi un bacan.
Messi siempre juega, con mucha maravilla
Y en todos sus juegos él es el que más brilla
Con su coraje y valentía
Todo en la cancha dejaría
Con su pelo un poco grande
El en el partido es el que mas expande
Con sus orejas tan pequeñas
De su equipo él se adueña
Pero lo más importante son sus piernas
Ya que esas son eternas
Y con muchos goles ganara
Pues de Messi es de él que más se hablará.
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Viagem do Poeta Max Martins, de Haroldo Maranhão
O poeta Max Martins escreve-me e não quis revelar-me que morreu. Por que, não sei, que sempre fomos amigos, suponho merecer que dissesse: “morri, foi assim:” Mas negaceia, ilude-se mais do que a mim, que logo vislumbrei o corpo estirado na estrada, sujo o jeans da caspa dos pneus e do óleo largado pelos transportes pesados.
Ora, de doudos ninguém escapa. Bem, não sei, acredito que não se escapa, doudos são doudos, usam faca, bala, cacete, murro, golpe de arte marcial. Sei, sei, o Poeta Max Martins escapou, antes, de atentado que o derradeiro seria. Contista que por Simão acode despejou sua fúria toda numa carta, e se invés de carta, de cara enfrentasse o poeta, adeus, poeta!, que Simão é robusto e monomaníaco: encasquetou de ser autor de letras imprimidas, e quem não aplaudir seus versos, suas narrativas — ele mata! Nessa tarde, o intento de Simão seria agarrar pela gorja o Poeta Max Martins, mas estava febril e de colhões inflamados, o que lhe dificultava o mover-se ao menos de aposento a outro. Sair à rua, embarcar em ônibus, descer em São Brás? Impossível a punitiva viagem. Então, tirou da gaveta não a mauser, mas uma folha de papel e escreveu a sua raiva, e quando o destinatário rasgou o envelope sentiu liberar-se o bafio mesmo da morte, que a morte a carta aprisionava. Doudos são assim, os mansos inclusos, que esses sorrindo matam e dando satisfações para o alto, elevando os olhos doces, levantam-se, vão embora, deixam jazido o cadáver, e geralmente dormem sonho sem nenhum sobressalto. Acordam no dia seguinte e não se lembram, mesmo lendo os jornais: “quem terá sido?”, eles indagam-se, bem, alguns, que doudos de ordinário não leem jornais, preferindo a tevê, que não suja os dedos da tinta que jornais largam, desagradabilíssimo.
De madrugada, o ônibus rolando na pista em ultrassônica velocidade, o Poeta Max Martins despertou no momento em que premia um par de coxas num apartamento com vista para o mar na Rua Prudente de Morais, na cidade do Rio de Janeiro, e por isso sorria embevecidíssimo, com aquele afagar moroso que promovia, tendo tido antes o cuidado de apagar as luzes do aposento, para que não fosse objeto de eventual debique da parceira, ao deparar esta o abdômen que se abaúla pelo consumo de chopes e de cerpas. Despertou com insistente bater na omoplata:
— Por que vocês estão dizendo aí que eu estou fedendo?
O poeta, retirado assim da amorável bolinação com o mar à vista, pensou que o desconhecido imaginava houvesse afirmado estar ele fodendo Sem entender o que se passava, para si mesmo falou: “Fodendo? Eu disse que esse cara está fodendo?” Chegou a suspeitar que sonhasse sonho diverso, mas de novo o cutucava o passageiro à retaguarda:
— Eu não fedo, viu? Tomo banho. Todos os dias. Não sou hidrófobo.
Hidrófobo! Insólita pareceu ao poeta a palavra, na corrida tresloucada em que ia a nave. A palavra feria, e feriu o Poeta Max Martins, aturdido com a abordagem disparatada de um tipo às costas, não imaginando quem fosse, o que desejava, como seria, um lutador de caratê?, mamífero de porte avantajado, montanha de cartilagem pétrea, armado de clavas de ossos que fraturam como barras de ferro? Foi no que pensou, sem querer voltar-se, que a bordo da aeronave as luzes mantinham-se apagadas. Mesmo não sendo de força incomum e inda que apoucado de estatura, o sujeito, de onde estava, fácil poderia aplicar a mão sobre a boca e o nariz do poeta Max Martins, e atrair-lhe rispidamente a cabeça contra o encosto da poltrona. Pronto. Em minuto, ou menos, mortíssimo estaria o grão poeta, que curto é seu fôlego, bastante diminuído nestes últimos tempos pela ingestão compulsiva do tabaco, o que lhe enfraquece a capacidade dos pulmões, cada dia mais desfalcado de sustância. Outros suportariam dois e até três minutos de asfixia, não o magro poeta, consumidor mensal de dezoito mil cruzeiros de cigarros tipo Virgínia, que dizem lavados, sim, lavados, mas a querosene, para mais depressa comburir-se o cartucho letal e propiciar, logo-logo, o próximo cigarro, a próxima carteira, o próximo pacote de dez maços, dito cartão, o próximo milheiro, o querosene, e os ingredientes mais, escarvando a esponja pulmonar, esburacando-a, ofendendo-a, como as escavadeiras metendo as pás de aço no solo, revolvendo-o para receber trabalhos engenheiros. A mão do Homem Que Não Fedia, em vinte segundos, não mais, faria e fez cessar o difícil respirar, o ofego do homem que constrói versos e a si mesmo destrói-se, destrói-se não, destruía-se.
— Eu fedo?, me responde: eu fedo? Tu estás sentindo cheiro ruim saído de mim?
O poeta por essa forma acordado, quando dormiam todos, menos o aviador, que transformava o ônibus em foguete Exocet, rompendo o espaço e encurtando o trajeto que os levava à ex-cidade paraense de Belém, hoje cidade goiana, povoada de goianos e de escassos paraenses já, espécie em extinção, nem mais se encontrando aquela arquitetura que se chamou de raio-que-o-parta, de despertar nostalgias. E foi um bangalô de fachada de azulelos partidos, formando raios, que à frente do Poeta Max Martins naquele momento emergiu, inexplicada aparição. Quis achar-se numa casa assim, balançando-se em alvíssima rede, das encontradiças em amorável chalé do Marahu, praia de silêncios grandes e isenta de gatunos. O que mais desejava o Poeta Max Martins, naquele minuto do diabo, era estar num bangalô de arquitetura belemense, que até poderiam rir-lhe do bangalô, fotografá-lo para álbum de peças kitsch, mijarem-lhe no jardim, que petúnias floresceriam belas ao mijo dos hepáticos. E as flores outras, se são róseas de natural, amarelas abrem-se estabelecendo um clima de pujante sol, no jardim, e raros sabem que se deve tudo ao mijar dos hepáticos.
— Não, meu caro: o senhor não fede. E mesmo que fedesse, iria eu dizer isso por quê?, e a quem, que todos dormem, roncam mais que os reatores — ponderou o poeta à voz e ao vulto da retaguarda.
— Mas vocês estão cochichando, estão cochichando: eu escuto muito bem. E é sobre o meu cheiro, sobre o mau cheiro que sai de mim.
O Poeta Max Martins lembrou-se das petúnias amarelas e do seu próprio débil mijar, jato tripartite no começo da ação mictória, mas em seguida geminando-se os três fios d’água numa emissão só, que embalde tenta sempre atingir o centro do vaso, mas o que consegue é ensopar a borda mais propínqua a si, conquanto para o alto pilote o tubo condutor, porém de resultados nenhuns. Com tristeza interessou-se o Poeta Max Martins por divisar paisagem através da janela da espaçonave, mas só nuvens transitavam, pejadas de chuva e raios. Deteve-se na constatação de que o esguicho urinário perdeu a antiga firmeza e a contundência d’antanho, que parecia mais água explodida de mangueira dos bombeiros, capaz de fraturar, cegar, escalpelar de repelão uma pucela de brunos e encaracolados cabelos — fraca micção atribuível a processo inflamatório da próstata, o que torna a bexiga parcamente retentiva, que outrora galões retinha, dois, três galões de cerveja. Hoje não suporta meio copo de chope, peso no baixo-ventre logo lhe advém, induzindo-o ao banheiro, onde, felizmente sem testemunhas, devolve um gole, nada mais que uma golfada, de meia caneca do chope e pela forma dita, tripartido ou tricéfalo barbante líquido e amarelo-turvo, que encena um fio de vida mas falece.
— Vocês estão dizendo aí que aqui atrás tem um gambá!
O Poeta Max Martins nessa altura largou um porra que se ouviu em Capitão Poço e rompeu o inconsútil véu da sua calma:
— Ó cara, que é que há? Dá uma olhada e vê o sujeito ao meu lado, que não sei quem é, há várias horas que não faz outra coisa senão roncar e peidar. Todo mundo ronca e peida nesta merda!
O outro voltou de mansa voz:
— Eu, não. eu não peido. Nunca na minha vida que peidei. Não tenho fedor algum. Tenho?
É afábil o Poeta Max Martins, mas ocasiões há em que estoura:
— Olha, velho, mete isto na tua cabeça: estás muitíssimo enganado. Eu estava dormindo. O sujeito aqui ao meu lado continua a dormir, olha, todos neste avião dormem. Então com quem eu ia falar, porra?!, me diz, fala, me responde, com quem? Olha, vê lá se não me torra o saco!
Escalavrante falou o Poeta Max Martins, de pé, buscando o outro divisar, de indicador balançando no rumo do que lhe parecia ser o nariz do outro, se nariz tivesse, que pessoas há destituídas de nariz, outros de orelha, outros de parco queixo, dessa última redução padecendo um louvado e já morto boêmio de Vila Isabel, na cidade do Rio de Janeiro, e um contraparente do curioso desembargador aposentado e creio que até falecido, que atendia por Hamilton, Ferreira, parece, e de Souza, com certeza. Vivia o poeta seu máximo emputecimento, procurando o adverso distinguir, porém cerrada era a penumbra que a todos liava. Na escuridão, duas luzes gêmeas rebrilhavam, e poderiam ser olhos de lobo faminto, de hiena acuada ou de um felino louco. O outro quietou, responder, nada respondeu, a maxeana reprimenda calado o botou, remédio de ação pronta. O sangue deve ter fugido do rosto indignado do Poeta Max Martins, palidez de cólera e não de medo, medo que, é bom sublinhar-se, deveria ter alimentado: defronte mesmo de um doudo! pois sei que sonha criar ainda miríades de poemas. Miríades! Por essa forma tiro o chapéu em sinal de reverência à memória de poeta obidense, Augusto ele chamava-se, e que consumia palavras gráceis assim, miríades de garças preguiçosas riscavam o ar mormacento, mormacento ainda, no fim da tarde de ásperos sóis.
O silêncio reinstaurou-se na nave espacial, acionada por outro demente que afundava a sandália japonesa no acelerador, que não se sabe como não levantava voo na direção das estrelas, obus catapultado que rumava para o inferno sem escalas. O Poeta Max Martins consigo mesmo considerou: “O sacana dormiu.” De novo levantou-se, agora para pobremente mictar no quartinho da espaçonave, e pareceu-lhe que o adverso ressonava. “Filho de uma puta fedorento!”, olhou-o com rancor o Poeta Max Martins, ele próprio acabando por deixar vencer-se pelo cansaço, tresnoitado de idas frequentes a pubs londrinos, que de Londres procedia o Poeta Max Martins. Podia ter preferido um jet da Scandinavian Airlines, e atravessado o oceano em horas agradabilíssimas, jantando salmão defumado com vinhos de tenra textura, e impossível não seria suceder-lhe por vizinha de poltrona uma inglesa carente de afetos eficazes, que se detivesse no rosto ósseo do poeta e entrevisse as caprinas aptidões sexuais do companheiro de viagem. E ela mesma, suspeitando por igual da timidez, travasse com ele conversa e ostentasse, nos ofegos das abas do nariz, o que essencialmente estava a reclamar, circunstância que não terá fugido à sensibilidade extrassensorial do Poeta Max Martins, que detecta lençóis de gozos e desejos, socados embora debaixo de camadas de solo rochoso, dono de faro atentíssimo. E após a ceia se metessem embaixo dos cobertores para, na penumbra que se faz nos salões aéreos ou venéreos ou veneaéreos, saírem a passeios no chão humoso das mais criativas libidinagens, a inglesa delindo de deleitações jamais por ela imaginadas, e a cujos cumes nunca supusera chegar, que o irlandês marido é frio como um arenque deixado para o desjejum do dia seguinte, monótono marido de monótono cardápio, em que o extrapassava o poeta brasileiro, de jato urinário modesto, é verdade, mas de imoderado apetite carnal, que logo a aparelhagem se robusteceu, vultoso corpo assumindo, na expectativa de entestar difícil justa, que foi o pleno saciar de fome provinda dos tempos vitorianos, tempos de poluções de maus ejaculadores, que não era o caso do Poeta Max Martins, poeta mor e bandalho mor ainda.
Pelas 4h30m novamente despertou o Poeta Max Martins, de novo retirado às coxas da Prudente de Morais, entre as quais agora se inseria conforme recomendam os mais acreditados manuais do Oriente, quer dizer-se, fazia sumir a própria grisalha cabeça, entrepernada de forma tal que não podia ele o mar contemplar e aspirar o vento espesso de sal. Porém melhores aromas aspirava, que o intimavam a velar as pálpebras para mais proveitosamente fruir o deleite especialíssimo, incopiado perfume, até hoje incopiado. Foi quando, à bruta, o Poeta Max Martins se viu na contingência de desertar a antecâmara real em que se ia, que movimentação estranha à retaguarda se passava, logo altivando as orelhas como os perdigueiros de mais sensível faro. Viu sem entender que o vizinho traseiro, correndo quase, atravessou o corredor do Boeing 707 enlouquecido, que a rompia o espaço à mercê de um piloto sem copiloto, que premia o acelerador com a face gasta da sandália japonesa, de sujos pés, sem engenheiro de bordo, sem radar, sem combustível bastante para pouso de emergência no aeroporto alternativo, que sobrevoava o 707 a cidade de Porangatu, ficção cartográfica, cocô de mosca nas cartas mais minudentes.
— Para! Para esta merda, para!
Era o Homem Que Não Fedia quem assim gritava para o comandante do jato, o intimativo brado operando o milagre de frear o gigante, marcando no asfalto borrões paralelos da borracha comburida. Pensou que ainda sonhasse quando escutou a acusação:
— É aquele sujeito ali. O da poltrona 17. Está botando balas no revólver para me matar.
O Poeta Max Martins os olhos piscava e os esfregava, beliscava-se, sem saber quem seria realmente, se o gambá, ou se o dono legítimo das coxas que se abriam como avenida cujas calçadas rumassem para um ponto axial: para receber a premiada cabeça, que tateava no corredor de sombra e alfombra. Logo perceberia que se tratava do gambá.
— Aquele, comandante: o da poltrona 17. Disse que eu fedo. eu não fedo. não fedo. Pare a merda deste navio!
O velho lobo-do-mar, capitão-de-longo-curso, acostumado às alucinações advindas da monotonia da viagem oceânica, fez as máquinas pararem. O Homem Que Não Fedia meteu a mão no portaló e desembarcou, correndo, sem olhar para trás, sumindo na noite. Nos seus calcanhares deixava um cadáver.
É o próprio Poeta Max Martins, ingênuo, como se acreditasse eu em petas, quem me informa em breve carta, mais bilhete, quase telegrama, que foi “Gambá” quem abriu a porta do avião, ele mesmo, e se atirou no mar ou se lançou no espaço, é possível que não sabendo do que escapava, se do homicídio que praticara ou se da ameaça de ser morto, suicida fugindo do homicídio silencioso, ou acreditando que o asfixiado aedo de repente ressuscitara e punha balas na mauser para vingar-se, o que seria alucinação, embora muito comum, pois sentira na palma da mão úmida o bafio último do Poeta Max Martins, bafio carregado da química corrosiva empregada na indústria tabaqueira. Depois se soube que o Homem Que Não Fedia vinha de Paris, minto, Belo Horizonte, e embarcara com destino à cidade de Imperatriz, mas saltou em Porangatu, fugindo de si mesmo ou do poeta ressurrecto. Aí é que o poeta nosso falseia, faz negaças com o corpo, quer, coitado, fazer-me acreditar que sobreviveu e que firme está e poetando. Mas não está. Esteve. Já foi. Poetar não poeta mais.
O Homem Que Não Fedia matou-o sob asfixia tenaz, removeram o corpo do avião e o depuseram, ao comprido, à margem da estrada. Alguém acendeu uma vela, para iluminar-lhe o caminho. Logo apareceu um lençol, o corpo cobriram, ficando os sapatos de fora. Ao lado viu-se o cachimbo que pitou durante a travessia pelos céus?, pelos mares?, pelos descampados? O cachimbo foi confundido por mauser. O poeta empurrava fumo na panela e acreditou o doudo que metesse balas no pente. Pessoas acercaram-se. Pessoas acercam-se de defuntos, gostam, devem gostar, deliciam-se, já surpreendi pessoas sorrindo e álacres, parece que o defunto, inerte, é a impossibilidade do revide, pode cuspir-se num morto que ele não levanta a mão para a bofetada, pode-se mijar no morto, chamar o morto de filho da puta, de escroto, fazer cócegas no pé do defunto que o pé não se retrai, o morto é morto, não se ergue para ripostar uma agressão, Augusto, embora, claro, calmo passeie, transite, como passeia e transita o Poeta Max Martins. Mas não fala, escreve cartas e poemas até, que o vento leva, o papel some, como sumiu a carta que ontem recebi, a tinta evaporou, o papel desintegrou-se.
O comandante da aeronave‚ até que chegasse a polícia, era a autoridade maior no local. Impaciente estava, queria retornar ao voo, porém tinha tarefas a atender. Retirou da sacola de couro que o poeta costumava carregar ao ombro, a carteira de identidade: Max da Rocha Martins. Profissão: Poeta. Idade: 22 anos. As olheiras do retrato acentuavam-se na antemanhã, mais noite ainda, que o sol tardava. As olheiras, os sulcos no rosto, as negras sobrancelhas sem uma cã despertavam interesse às mulheres, orelhas de longevo. Foi a mecha clara despenteada que eriçou formigamentos sexuais na inglesa vizinha de poltrona na Lufthansa e logo lhe agarrou com firmes dedos o nariz imperativo, como se na mão empolgasse o que prementemente desejava, não aquele apêndice mas o outro, oculto e jazido por baixo dos cobertores de lã: onde ganhava alentos e o chão escarvava como um touro andaluz.
— 22 anos? — falou mulher do povo — mas com essa idade já mijava tão fraco? A próstata, meu Deus, inflamada? Jatinho de três pernas?
As perguntas sem resposta ficaram, uns instantes no ar permaneceram e em seguida sumiram nas águas do rio Porangatu. O capitão-de-longo-curso impacientava-se, queria de novo pôr as caldeiras a funcionar, mas há regulamentos a observar, o Livro de Bordo!, não se deixa cadáver assim sem providências médico-legais, e cadáver de um poeta, de bubúia em frias águas na fria madrugada que custava a amanhecer. O Poeta Max Martins havia sido assassinado por um doudo. Soube-se depois que se tratava de funcionário da Coca-cola em Quatipuru, mais conhecido por “Gambá”, que certa feita acertou com pedrada menino do grupo escolar que o chamou bem de perto: “Seu Gambá!” Foi quando apanhou a pedra e atingiu a testa do garoto, que o sangue melou a cara, bobagem do garoto, imprudência dele, chamar o “Gambá” de gambá e de tão perto, que só de longe é que os outros chamavam, e corriam, disparavam, que “Gambá” não conseguia agarrar nenhum. Ele escutou o Poeta Max Martins cochichar com o vizinho, paraibano de Campina Grande, sobre o cheiro vindo de trás, riram, o poeta fez um calembur com fedo e foda. O paraibano de Campina Grande riu mas não entendeu. Então o Homem Que Fedia entrou valente: “Fedo, é? Estás me chamando de gambá, é? Pois toma!” E tacou a mão na boca do poeta, trancando-a para o último verso que justo pensara e ia dizer, e fechou-lhe o nariz. Nunca mais o Poeta Max Martins cheiraria cheiros maus e aromas de coxas impregnadas do sal chegado na garupa do vento que vem das Ilhas Cagarras, passando pelo Country e invadindo as janelas dos apartamentos a montante da Rua Prudente de Morais. Nunca mais o Poeta Max Martins aspiraria o que quer que fosse, como, por exemplo, as galinhas que falam inglês, golpeadas pelo cozinheiro no seu máximo instante de gáudio e afogadas em molho curry.
Claro, não vou isso dizer ao bom Amigo e bom Poeta Max Martins, que supõe que me ilude: “cheguei de viagem”, quando não chegou. Que esteve na Estrela6. Pode ter ido até. Mas ninguém o viu, ninguém mais o vê, o Poeta Max Martins tenta grudar-se à pele, dela não quer desprender-se, teima, recalcitra, quer fazer-me acreditar que a morte ele driblou com o corpo maneiro, o que raros conseguem, mas ele, não, que tudo rápido se operou, a mão vedando-lhe o ar, ar novo não mais entrando, e o que circulava, sujo de tabaco, entranhou-se nas cavernas pulmonares, perdeu-se na esponja enferma, um pouco só do ar doente tornou em bafo curto, o corpo já inerte. “Mas ele escreveu-te!”, haverá quem pretenda confundir-me. “Escreveu-me”, direi com a paciência das pessoas calmas. Escreveu-me, sim. Tenho a carta aqui no bolso, já li e até reli, mais bilhete, podem extrair fotocópias, podem que eu indulgente sorrio: as fotocópias sumirão de alguma forma, entre papéis, perdidas em páginas de livros, ou simplesmente evaporadas. Mas a carta, cartas não querem dizer nada de nada, nada mesmo. Cartas falsificam-se, embora essa não, não falsificaram, escreveu-a e pôs o nome por baixo o Poeta Max Martins, o que não quer dizer que continue a respirar e fumar seus dezoito mil cruzeiros mensais de cigarros, que não fumará, nunca mais, meríssimo arranhão nos lucros da multinacional, que mata tapando a boca e tampando o nariz, o tabagista quer respirar e não consegue, a asfixia mata-o. Ora, carta!, que cartas querem dizer? O Poeta Max Martins escreveu-me. Claro. Escreveu- me. E aonde deseja chegar-se? Escreveu. De defuntos recebo regular correspondência, selada na tarifa certa, postada no lugar onde sói ser, Augusto. Apenas não respondo porque não sei, isso não sei, para aonde resposta despachar. Chegam-me cartas de pessoas defuntas há muito, muito, ponha-se tempo! Este, o meu mais recente morto, o Poeta Max Martins. É bem possível que ainda se suponha na SUCAM, mas a SUCAM até já lhe proveu a vaga, que vagas provem-se logo-logo, a pensão processa-se, os atrasados botam-se na conta da viúva no Banco do Brasil. Tudo foi tão rápido, que ele pensa que desembarcou no Aeroporto Internacional de Belém-de-Goiás, de possante trirreator da British Caledonian, após jantar a mulher do irlandês ao molho curry, que a inglesa desembarcou, as coxas ofendidas de medonhos ataques pélvicos, dos quais ninguém sabe como foi capaz o Poeta Max Martins, nas apertadas circunstâncias, acumpliciado à penumbra, claro, mas impertinentemente apoquentado com as regulares passagens de um dos trinta e nove comissários de bordo, já entretanto acostumado a esse gênero de recreação dos senhores passageiros, o que infrequente não é nos voos internacionais.
2-10-82
Revista Moara nº 53 (2019)
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karen Manriquez
#Posicion media izquierda#es una zurda natural de gran fuerza en el golpeo#mete grandes goles#es una burladora natural#fue una de las grandes goleadoras#en el campeonato que ganaron las tigrillas#en cancha homero#seleccionada de bachilleres#con el numero once (11) en su espalda
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A chuva caía forte do lado de fora do meu apartamento. O vento batia fortemente contra a janela e os relâmpagos clareavam o céu vez ou outra. Eu, que já estava cansada de ficar jogada naquele sofá cinza, percorria as redes sociais em busca de algo capaz de me entreter.
Minhas amigas, é claro, estavam em alguma festa de doze horas seguidas regadas de bebida barata e drogas sintéticas que não me despertavam nenhum interesse, não hoje. Os aplicativos de relacionamento muito menos, ainda que parecesse uma ótima ideia uma foda casual pra aliviar a tensão.
Rolo as conversas do whatsapp em busca de algum contato passado que tivesse me satisfeito e não se mostrado um completo idiota. Hm, Guilherme? Não, mimado demais. Rafael? Jamais, ele fazia uns barulhos muito esquisitos na hora de gozar. Érico? Talvez, mas precisei de três dias de hipogloss pra me recuperar daquela noite. Hmmm, Tiago? Sim, esse sim. Amplio a foto de perfil e sorrio só de ver o sorriso que ele dava na foto. Os olhos apertavam com o sorriso largo. Respirei fundo e abri a conversa. Digito qualquer coisa que não parecesse muito desesperada pelo menos 4 vezes, apago todas. Jogo o celular de canto, conformada que o Netflix seria minha companhia para aquela noite.
“O que tanto quer falar?” A notificação surge no topo da tela do meu celular. Estremeço.
“Oi!” Mando, ainda sem graça por ele ter visto minha hesitação em tempo real.
“E aí! Como você tá?”
“Querendo você.” Não, não, péssimo. Apago. “Bem e você?”
“Tranquilo. Tá afim de fazer algo hoje?”
“Claro!”
“Chego em 20 minutos. Aquele vinho barato que tomamos da última vez?”
“Perfeito.”
Corro pra parecer minimamente apresentável. Tomo um banho rápido, escolho a lingerie mais bonitinha que tinha na gaveta, seco o cabelo e visto uma roupa que expusesse um pouco de pele, mas sem parecer muito desesperada. Uma regata branca soltinha e um shorts de moletom curto, só. Organizo a casa numa velocidade que com certeza bateria o recorde mundial, seja lá qual fosse este.
Exatos 20 minutos depois, a campainha toca. Respiro fundo, dou duas voltas na chave, giro a maçaneta e abro a porta. Lá está ele. Cabelos cacheados, pele bronzeada de sol, um tanto quanto mais magro do que você esperaria imaginar nesse momento, olhos castanhos e um doce sorriso branco que seria capaz de cegar qualquer um.
- Oi! - Sorrio, dando passagem para ele.
- Oi! - Ele sorri de volta, me dando um beijo carinhoso na bochecha antes de entrar. - Você sempre fica bonita assim pra ficar em casa num sábado a noite?
- Só quando recebo você de visita. - Rio enquanto caminho até a cozinha para pegar as taças. - Fica a vontade, Tiago.
Ouço ele sentar no sofá. Na cozinha, tento pegar um pouco de ar para evitar um colapso nervoso. Ele parece tão tranquilo e descontraído que me faz parecer um robô. Isso que é a quarta vezes que saímos. Você consegue imaginar como foi a primeira?
- Ana? - Ouço a voz dele ecoar.
- Oi, tô aqui. Estavam escondidas no armário.
Volto à sala e entrego as taças à ele que prontamente serve o vinho. Ele dá um longo gole e me olha atentamente enquanto sento no sofá com um pouco de distância entre nós. A chuva continua a cair do lado de fora e eu sorrio envergonhada sob o olhar dele.
- O que você tanto digitava hoje cedo?
- Estava ensaiando como te chamar pra sair. - Respondo, bebendo uma quantidade de vinho que me faz fazer uma careta. Ele sorri.
- Você não precisa ensaiar pra isso. Pode ser direta, não vai me assustar.
- Bom saber.
- Então, me diz. O que você quer fazer hoje?
- Diretamente? - Bebo mais um gole. - Transar com alguém que me fizesse gozar.
- Bom saber.
Ele termina a taça de vinho em um gole e me puxa para cima dele. Sinto o volume em sua calça de moletom e meu coração perde um pouco o compasso só de imaginar ele dentro de mim. Viro o resto do líquido e apoio a taça em qualquer lugar.
- Você precisa de autoconfiança, mulher. - Ele olha cada canto do meu rosto atentamente.
A próxima coisa que sei é que estamos nos beijando como se nossas vidas dependessem disso. Sinto suas mãos apertarem meu corpo em todos os lugares possíveis e o volume de sua calça se tornar cada vez mais rígido. Tiro minha blusa e arremesso pra trás, ele sorri e trilha um caminho com a ponta da língua dos meus seios até o queixo. Um arrepio percorre a linha das minhas costas.
Tiro a camiseta branca dele e deixo exposto o tórax levemente definido. É bonito o contraste do bronze da pele dele com a minha pele pálida. Ele se ajeita debaixo de mim, me obrigando a senti-lo ainda mais.
Autoconfiança. Penso comigo mesma. Respiro fundo e me levanto do sofá, puxando ele em direção ao quarto. Acendo apenas a luminária de luz amarela e o faço sentar na beira da cama.
Graças ao universo que as luzes não estão acesas, porque sei que minhas bochechas estão vermelhas de vergonha.
Ele apoia as mãos atrás e sorri ao perceber o que eu faria. Parada na sua frente, tiro o shorts de moletom, desabotoou o fecho do sutiã e o deixo cair pelos braços. Meus mamilos estão tão rígidos que chegam à latejar.
Quando faço o primeiro movimento para tirar a calcinha, ele me impede. Me puxa para mais perto da cama pela bunda e beija minha barriga delicadamente enquanto massageia meus mamilos entre os dedos indicador e polegar. Suspiro tentando não perder o controle. Sinto as mãos dele descerem pela lateral do meu corpo e a última peça descer pelas minhas pernas. Sinto também que estou prestes a escorrer de tão molhada. Ele passa apenas o indicador por entre os lábios de minha boceta e, completamente molhado, ele enfia na própria boca.
- Doce, como sempre. - Ele sorri largamente.
Morro um pouquinho por dentro com isso. Ele me puxa pra cima dele de novo e me beija, ainda com meu gosto na boca. Giro o corpo para deitar com as costas no colchão e ele se levanta para abaixar a calça de moletom cinza melecada de mim. O pau dele era uma das coisas mais lindas que já vi na vida, eu juro pra você.
Era grande, mas não o suficiente para machucar. Tinha uma espessura que não me deixava fechar a mão ao redor e uma cabeça um pouco maior que pulsava quando estava com tesão.
- O que você quer? - Ele pergunta, deitando-se sobre mim.
- Quero sentir você dentro de mim. Fundo.
Com cuidado, ele mete dentro de mim. Foi como se meu corpo abraçasse o pau dele. Não demorou para estar inteiro dentro de mim. Gemo baixinho, assim como ele. A intensidade foi aumentando até eu praticamente estar subindo pelas paredes.
- Quero você de quatro.
Eu sorrio, era quase minha posição favorita e ele sabia disso. Sabia que eu gostava da forma como ele ficava satisfeito com a visão. Me ajeito na cama e empino a bunda, imediatamente ouço seu suspiro e logo sinto o impacto do tapa leve na nádega direita. Eu rio.
- Da próxima vez bate com vontade. - Falo em tom desafiador.
- O que disse?
Me arrependo imediatamente de ter falado assim que sinto ele passar a cabeça devagar pela entrada da minha boceta. Choramingo e agarro o lençol.
- Bate... mais forte. - Suspiro.
E ele bate, sem parar de roçar a cabeça devagarinho. Gemo enquanto forço o quadril em sua direção, ele ri baixinho de satisfação.
- Pede.
- Não. - Desafio de novo.
Como resposta, ele mete dentro de mim vagarosamente. De um jeito que me faz estremecer e praticamente implorar. Claro que eu não faria isso. Quando estava fundo em mim, rebolo, fazendo-o suspirar e quase perder o controle.
- Não vai pedir? - Ele fala com a respiração entrecortada. Eu balanço a cabeça negativamente.
Ele tira o pau de mim abruptamente, fazendo-me sentir vazia. Agacha na beirada da cama e passa a língua ao redor do meu clitóris. Como se fosse possível, me sinto ainda mais molhada. Ele me chupa como castigo por ter desafiado, mas juro que foi o melhor castigo da minha vida. Prendeu minhas pernas com os braços e encheu a boca com minha boceta, de vez em quando metendo dois dedos enquanto massageava o clitóris. Quando senti meu corpo estremecer e começar a contrair para gozar, ele parou. Choramingo de novo.
Pede. - Ele fala em tom desafiador.
- Mete fundo em mim, por favor. Eu preciso de você dentro de mim, preciso gozar.
- Finalmente.
Ainda que fosse uma das minhas posições favoritas com ele, minhas pernas já estavam bambas e eu estava praticamente explodindo de tesão. Ele empurra meu quadril pra baixo, fazendo-me deitar completamente de bruços, certificou-se mais uma vez do quão molhada eu estava e meteu fundo de uma vez em mim. Repetidas vezes, aumentando o ritmo cada vez mais.
De vez em quando, eu arrumava forças do além para me arquear para trás e beijá-lo entre os gemidos e grunhidos incompreensíveis dos dois que se misturavam com a chuva lá fora.
- Não para, por favor. - Imploro, sentindo meu corpo começar a se contrair de novo.
Ele mantém o ritmo, mas torna as estocadas mais firmes. Sinto que ele estava na beira do orgasmo quando os gemidos dele se tornaram mais intensos. Juntos, gozamos simultaneamente. Sinto seu pau se contrair e o leite escorrer para dentro de mim ao mesmo tempo que todo meu corpo estremecia e relaxava logo em seguida.
Ele deita sobre mim com cuidado, ainda dentro de mim e beija meu ombro.
- Vem, vamos nos limpar. - Ele sussurra baixinho, tirando-me do transe que ele havia me colocado. Assinto devagar.
Tomamos um banho quente demorado e sem safadezas, pois meu corpo não seria capaz de aguentar outra daquela. Deitamos nus em minha cama e passamos o resto da noite falando sobre amenidades e bebendo o resto do vinho de péssima qualidade que sempre bebíamos.
Adormeço. Acordo no dia seguinte com a cama vazia, mas com o bilhete de sempre.
“De novo, não pude ficar para o café. Me chame sempre que quiser, sem ensaios.
Gostosa.
Com carinho,
Tiago”
Pelo menos, a noite chuvosa de sábado não foi tão ruim assim.
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Esperienze indimenticabili: Itinerari turistici nella Regione Campania
La Regione Campania, nel sud Italia, è una delle mete turistiche più belle d'Europa. La regione vanta una grande ricchezza storica, artistica, culturale e turistica, attrazioni naturali come la Costiera Amalfitana, il Vesuvio, il Parco Nazionale del Cilento e del Vallo di Diano, le bellezze archeologiche di Pompei, Ercolano, Paestum, il centro storico di Napoli, tutte mete famose ed imperdibili per ogni viaggiatore che voglia scoprire il territorio campano. La Costiera Amalfitana è una delle mete turistiche più importanti della regione, un tratto di costa che si estende da Vietri sul Mare a Positano, nel cuore del golfo di Salerno. La Costiera è famosa per le sue spiagge, le sue calette nascoste, le sue case colorate e per la sua bellezza mozzafiato. Le tribù campane, i magici borghi del paesaggio e la cultura tradizionale fanno di questa terra unica al mondo, un luogo dove il tempo sembra essersi fermato. Gli olivi, i vigneti, i limoneti, i giardini fioriti e i profumi del mare e della natura rendono la Costiera Amalfitana un luogo indimenticabile. Per gli amanti della natura, la regione offre il Parco del Cilento e del Vallo di Diano, una delle rare bellezze naturali al mondo. Il parco è stato dichiarato Patrimonio dell'Umanità dall'UNESCO e comprende una serie di paesaggi meravigliosi, come il monte Cervati, le gole del fiume Calore, le spiagge di Palinuro e Marina di Camerota e le montagne che costituiscono l'entroterra cilentano. Nel parco si trovano inoltre numerose testimonianze storico-archeologiche, come i templi greci di Paestum, il Castello di Sanseverino e il Santuario di Gethsemane. Per gli appassionati di archeologia, la Campania offre numerosi siti che testimoniano la grande civiltà che si è sviluppata in questa regione, come Pompei, Ercolano e Paestum. Pompei, la città sepolta dal Vesuvio nel 79 d.C., è il sito archeologico più famoso al mondo, dove i visitatori possono ammirare lo stile di vita dei cittadini romani e gli affreschi, mosaici e architetture che ancora oggi affascinano chiunque li vedano. Anche Ercolano, un altro sito archeologico vicino a Pompei, è testimone di un ricco passato romano, che include ville, terme, porte e templi. Paestum, infine, è uno dei siti archeologici più celebri della Magna Grecia, dove i turisti possono ammirare i templi dell'Antica Grecia e le sue meravigliose statue. Infine, la città di Napoli rappresenta un must per ogni viaggiatore. La sua storia, i suoi vicoli, i suoi monumenti e la sua gastronomia fanno di Napoli un luogo unico al mondo. Il centro storico di Napoli, con le sue chiese, i suoi palazzi storici, i musei, rappresenta la vera essenza della città partenopea. La gastronomia napoletana, inoltre, è famosa in tutto il mondo per la sua pizza, i suoi spaghetti con le vongole, il suo peperone imbottito e la sua sfogliatella. Insomma, la regione Campania è una delle mete turistiche più belle e affascinanti del Mondo. Offre ai viaggiatori una grande varietà di paesaggi, monumenti storici, tradizioni e bellezze naturali che valgono la pena di essere scoperte almeno una volta nella vita. La regione inoltre, con tutte le sue peculiarità, rappresenta un luogo perfetto per la visita di intere famiglie, per coppie di innamorati, per amici alla ricerca di emozioni forti. Quindi, cosa aspetti? Scopriamo insieme le meraviglie della Campania. Fonti: https://www.costiera-amalfitana.it/ https://www.parcoantichimirabilia.it/parco-del-cilento-vallo-di-diano-e-alburni/ https://www.pompeiisites.org/ https://www.comune.napoli.it/ Fonte immagine: Di Carlo Pelagalli, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=52612424 Read the full article
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Radomir Antic critica a Modric: “No da asistencias ni mete goles”
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El entrenador cree que el Balón de Oro otorgado al croata “no tiene ningún sentido”.
Radomir Antic ha criticado el fútbol a Luka Modric, el último ganador del Balón de Oro. El entrenador serbio no comprende la concesión de este premio, que distingue al mejor jugador del mundo, y ni siquiera cree que su aportación en el campo sea demasiado trascendente.
“Me parece absurdo que ninguno de los tres grandes del fútbol español se hayan planteado jamás el fichaje del mejor pasador del mundo, que no es otro que Kevin De Bruyne”, comienza diciendo Antic en una entrevista concedida a Goal.com. Y entonces añade: “¿Desde cuándo Modric es el mejor pasador del mundo, si apenas da asistencias? Ni digamos ya lo que supone verle ganar el Balón de Oro como mejor jugador del mundo. No tiene ningún sentido, ni da asistencias ni mete goles”.
Antic además cree que el fichaje de Eden Hazard, la estrella belga del Chelsea, tampoco daría al Real Madrid lo que necesita: “Para tener autoridad en el juego necesitas jugadores como De Bruyne, no como Hazard. Es un jugador que hace jugar a los demás. El Barcelona desde luego no necesita a Griezmann, el Real Madrid quizá un poco más".
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Freshman Fantasies
Capitulo anterior
Ben
Ep 4 - Joey
No dia seguinte eu acordei bem cedo, me arrumei rápido com a esperança de ver o meu Joey antes do meu pai acordar e poder dar uns beijinhos nele, mas foi em vão, eles estavam na cozinha conversando e tomando café.
– Bom dia Mika. - disse ele enquanto tomava café.
– Bom dia, Joey.
Eu dei um beijo carinhoso no rosto dele.
– Bom dia Docinho. - eu dei um beijo no rosto do meu pai e respondi o bom dia bem baixinho.
Me sentei a mesa e vi que papai fez meu prato favorito, sonho de creme.
– Querida, poderia acompanhar o Joey na sua nova escola hoje a tarde? - ele falou enquanto eu me lambuzava com o meu doce.
Eu só fiz que sim com a cabeça.
– Perfeito, eu passo pra te buscar na escola. - Joey parecia animado.
Eu peguei minhas coisas dei um beijo no meu pai, acenei para o Joey e sai. O ônibus não demorou a passar, estava um pouco cheio e a Cyndi estava em pé conversando com as amigas, quando eu passei parei do lado dela, o ônibus deu uma freada e ela aproveitou para me empurrar, eu me desequilibrei e cai em cima de um menino.
– Me desculpe, me desculpe mesmo – ele me ajudou a levantar enquanto a Cindy e as amigas dela ficaram rindo. - ei… essa camiseta é do heartless horizon?
– Sim, você curte?
Eu me sentei ao lado do rapaz, ele tinha um estilo Nerd e o cabelo cobria a maior parte do rosto, seu nome era Mark, Nós conversamos o caminho todo e só nos separamos na hora de entrar na aula.
No intervalo eu contei tudo para a Kayla.
– E você acha que a volta dele pode balançar o seu sentimento pelo Ben?
– Eu pensei que não, mas depois de ontem, só tive certeza que o sentimento pelo Joey é real, não foi sonho de uma adolescente, sabe?
– Sei sim – ela falou antes de dar um gole no suco – bom, pelo menos as coisas estão claras na sua cabeça, eu confesso que ficaria balançada, com dois homens lindos me querendo.
Nós rimos, mas a risada não durou muito tempo, logo ouve um barulho no refeitório e a risada de algumas pessoas, eu me levantei e cheguei mais perto de onde estava a bagunça.
– Isso é pra você aprender a nunca mais se recusar a fazer meu dever de casa, Nerd! - Cindy disse isso e iniciou uma risada forçada e irritante.
Quando vi era o Mark, estava caído no chão com comida cobrindo ele. A Cindy trocou a cadeira dele por uma cadeira quebrada, quando ele se sentou, caiu para trás e a comida caiu toda sobre ele. Ela é ridícula.
– Ei Cindy, porque você não se enxerga e resolve seu problema de burrice cronica? - falei entrando na rodinha dela e das amigas dela. - Seu pai não tem dinheiro suficiente pra parar um transplante de cérebro?
Todos que estavam perto começaram a rir.
– Não se mete sua piranha. Deixa eu adivinhar, você precisava completar a lista de homens que você quer dar esse ano e depois de ‘os sete amigos’, ‘o jogador’ faltou dar para o nerd e completar a coleção.
Eu me enfureci e virei a mão na cara dela, quando ela veio pra cima de mim um grupo de meninos nos separaram.
– SUA PIRANHA, VAGABUNDA! EU VOU ACABAR COM VOCÊ! VOCÊ ME PAGA!
Depois disso, as pessoas se afastaram, incluindo a Cindy e as capangas dela, eu tentei me acalmar e olhei para o Mark.
– Você está bem?
– Estou. Obrigado. - ele falou enquanto arrumava as coisas para sair também. - você não precisava ter me defendido, não vale a pena.
– Ei… tudo bem, fãs de heartless horizon se protegem
Nós sorrimos.
No fim do dia como combinado Joey estava na porta da escola me esperando, eu entrei no carro e antes que ele pudesse dizer algo eu lhe dei um beijo apaixonado, ele correspondeu surpreso.
– Ual… ainda tenho que me acostumar com o fato de que não é um delírio. - eu sorrio pra ele. - Eu nem acredito que estou vendo esse sorriso depois de tantos anos.
Ele beija minha mão e ele vai dirigindo em sentido da escola, quando paramos no farol ele segura a minha mão, eu conto pra ele sobre o ocorrido do dia, e logo chegamos a escola. O tour era demorado, a escola era realmente muito grande.
– Joey, isso vai demorar muito? Eu estou morta de fome vou comer alguma coisa. - sussurrei pra ele.
– Espera, vamos comer quando sairmos daqui, te levo pra comer sushi. - ele sorri.
– Joey, eu vou passar mal, isso vai demorar horas, eu vou tomar pelo menos um suco pra não ter uma hipoglicemia.
Ele beijou minha testa, e fez que sim com a cabeça.
Eu comecei a ler as placas, sim… uma escola com placas, era inacreditável, eu demorei um pouco mas encontrei o lugar, fui direto para o balcão e pedi um suco de manga com hortelã bem gelado, estava muito quente.
Demorou bastante mas peguei o suco, assim que me virei para ir a uma mesa, um rapaz trombou em mim.
– Ei, olha por onde anda. - eu falei rispidamente, parte do suco caiu na minha roupa. - olha o que você fez.
– O que eu fiz? Você que é uma desatenta. - ele deu uma pausa. - Eu conheço você.
– Pois eu nunca vi mais arrogante. - falei rispidamente – com licença.
Quando sai ouvi um barulhinho, era a carteirinha na minha escola que caiu do bolso de trás da minha calça, ele pega e lê meu nome.
– Mikaela Morgan Scherbatsky – disse orgulhoso – eu sabia que te conhecia de alguém lugar. - ele ofereceu a mão – muito prazer sou Alex Stinson.
– Stinson? Você é da família do Ben?
– Infelizmente temos alguns bastardos na família – disse revirando os olhos – mas não importa, gostaria de te convidar para um jantar, achei você mais bonita do hoje do que da última vez que nos vimos.
– Me chamar pra jantar? O que te faz acreditar que eu iria com você? Eu não te conheço.
– E, no entanto, conhece minha família, isso é o mais importante – ele deu uma pausa. - entrarei em contato com você. - ele pisca, sorri maldosamente e sai.
Só pode ser brincadeira, cada louco… eu terminei de tomar meu suco e encontrei o Joey na porta da lanchonete.
– Nossa, você não consegue tomar um suco como uma adulta? - ele fala brincando comigo.
– Claro, se você soubesse.
No carro indo para o nosso restaurante favorito contei tudo o que tinha acontecido comigo.
– Você não vai jantar com ele vai?
– Jamais, acha que sou o que?
Ele fica mais aliviado, chegamos em casa já tarde, o Joey estava morando com a gente e ficara durante um tempo, era a melhor coisa do mundo ter o Joey comigo. Ficamos deitados no sofá vendo série até meu pai chegar.
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Maya: “¿Qué está pasando, un cuarto gol?, nunca había vivido algo así”
Maya Yamamoto (5 de febrero de 1993, Tokio) abrió la puerta a la esperanza contra el Tacón el pasado domingo. La japonesa del Depor Abanca anotó el 3-1 en el minuto 82 y fue una de las grandes protagonistas de una remontada inolvidable (3-4). Su sonrisa lo dice todo durante la entrevista.
Del 3-0 al 3-4 en nueve minutos, ¿cómo explicas la remontada? ¡Buá! No sé muy admisiblemente… Nunca había vivido poco así, fue una trastorno. Cuando entré yo, íbamos perdiendo 2-0 y al momento nos metieron otro. Yo pensé, tengo diez minutos para hacer algún gol o cambiar las cosas, pero no creía en la remontada.
Prendiste la mecha con el 3-1. Cuando marqué el primero ellas bajaron el ritmo y se relajaron. Lo noté en sus caras y su comportamiento. En cuanto hicimos el segundo ya empezamos a pensar en entablar, nos dio mucha energía. De estar muertas pasamos a estar vivas. Y con el tercero la sensación era de que íbamos a remontar. Nos animábamos entre todas y gritábamos: “Vamos, vamos, vamos”.
¿Cómo recuerdas el definitivo gol de Kika? ¡Buá! Estaba detrás de ella, viendo como entraba el balón y me dije: “¿Qué está pasando, un cuarto gol?”. Fue un momento muy eficaz, pero a la vez era como… “¿Qué hemos hecho?” (se ríe).
Fue el sexto partido en 20 días, ¿cansancio? Es muchísimo y no quiero que sea una excusa, pero estábamos muy cansadas el día del Tacón y creo que eso nos afectó durante el partido. A mí me afectó más mentalmente por los viajes y por no poder descansar admisiblemente. No había días para desconectar. Un partido, otro partido…
Y solo cuatro días posteriormente de perder contra el Barcelona, ¿cómo recuerdas ese partido? Fue un momento muy triste, pero posteriormente de revisar el partido tengo una sensación de serenidad y orgullo por lo que hicimos. Es un partido inolvidable para mí.
Creo que le habríamos reses al Barcelona en los penaltis
Casi 120 minutos sin encajar en presencia de el lider de la alianza y subcampeón de Europa. Sabíamos que el Barcelona tiene un nivel ‘top’ y que íbamos a sufrir. Nos hablábamos entre nosotras, “aguanta, aguanta”, pero nos dimos cuenta de que estábamos jugando admisiblemente. Trabajamos y corrimos mucho. No pensábamos en los penaltis, solo en sostener.
¿Y si hubieseis llegado a los penaltis? Creo que si hubiésemos llegado a los penaltis habríamos reses con Sullastres. Paró muchas ocasiones, pero siempre es muy crítica consigo mismo y pensaba que podía detener ese gol. Yo le dije que debía apreciar orgullo por suceder hecho un partidazo.
Sullastres, compañera de equipo y de firme, ¿cómo te sentó su fichaje? Ya la conocía del Valencia y del Zaragoza y cuando me contó que a lo mejor venía al Depor le dije: “¿En serio? Vivimos juntas, ¿no?”. Me alegro mucho de que esté aquí, estoy muy cómoda con ella y está funcionando muy admisiblemente en el equipo. Es una portera muy buena.
Ha anunciado su renovación hasta 2022, ¿seguirá Maya la próxima temporada en el Deportivo? Creo que van a platicar mi representante y el club esta semana para ello. Si me quieren me gustaría seguir aquí. Estoy contenta en el Depor.
Y eso que tienes un rol más secundario que el año pasado. Juego menos, pero esto es lo que hay. En pretemporada me lesioné, empecé más tarde que mis compañeras y me costó coger el ritmo. Si las otras son mejores, las otras juegan. Ahora me entrevista mejor, pero sé que tengo mucho que mejorar y sigo trabajando para tener más minutos y marcar más goles. Yo doy todo lo que tengo con los minutos que sean.
De la mediapunta al interior, ¿cómo te ha sentado el cambio de posición? Yo prefiero competir de mediapunta, pero en el fútbol no es solo de regates y marcar goles, hay que trabajar. Ahí tengo que valer más, pero me estoy acostumbrando y voy aprendiendo. Es muy positivo para crecer como futbolista.
Juego menos, pero esto es lo que hay; sé que tengo mucho que mejorar
El Depor es cuarto, ¿te esperabas un inauguración así en la máxima categoría? Para mínimo. En pretemporada creía que íbamos a sufrir mucho. Lo pensábamos todas, el cuerpo técnico y la multitud.
¿Cuáles son las claves? Después de perder contra el Granadilla empezamos a trabajar mucho más y es el trabajo lo que nos ha llevado hasta aquí. No es un prodigio ni es suerte. Eso es gracias a Lucía (Piñeiro, la preparadora física) además. Nos mete mucha caña.
Estáis en la tele cada fin de semana, ¿cómo llevas el impacto mediático? Por la calle me preguntan si soy Maya, la del Depor, como que me conocen y yo me en voz baja sorprendida, pero estoy muy contenta porque es poco que necesitamos. La multitud siempre ha animado más a los chicos que a las chicas y ahora estamos subiendo mucho.
¿Cómo valoras la firma del primer convenio colectivo? Lo que están haciendo AFE, los clubes y toda la multitud para cambiar las cosas es muy importante para el fútbol femíneo. Ahora el mundo está conociendo la alianza española y su esfuerzo y puesta por nosotras. Es comunicado hasta en Japón porque el otro día leí un artículo sobre esto.
Buena relación con Gaku y su mujer, flipa con Çolak y puesta por María Méndez
“Me encanta ir a Riazor”, desvela Maya, que recientemente acude al estadio con Erina, la mujer de Gaku. Por afinidad se queda con su compatriota, con el que mantiene una buena relación, pero por talento elige a Çolak. La japonesa ve todo el fútbol que puede, masculino y femíneo. Entre las chicas elige a Patri Guijarro, del Barcelona, y a su compañera María Méndez: “Lo tiene todo para llegar arriba”.
En el vestuario le llaman china y ella se lo toma con humor: “Me están vacilando todo el día y yo aguantando… pero es de buen rollo. La gente me pregunta a veces si soy china, pero quiero dejarlo claro: soy japonesa (risas)”.
Maya disfruta de A Coruña, de paseo por la playa o por las calles en patinete, y del pulpo, su producto gastronómico predilecto desde que llegó a Galicia: “¿Se está acabando? ¿No será culpa mía?” (bromea). La futbolista nipona reconoce que a veces le entran ganas de retornar a casa. Ya sabe lo que es la morriña.
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from La Crónica Coruña https://lacronicacoruna.com/maya-que-esta-pasando-un-cuarto-gol-nunca-habia-vivido-algo-asi/
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Maya: “¿Qué está pasando, un cuarto gol?, nunca había vivido algo así”
Maya Yamamoto (5 de febrero de 1993, Tokio) abrió la puerta a la esperanza contra el Tacón el pasado domingo. La japonesa del Depor Abanca anotó el 3-1 en el minuto 82 y fue una de las grandes protagonistas de una remontada inolvidable (3-4). Su sonrisa lo dice todo durante la entrevista.
Del 3-0 al 3-4 en nueve minutos, ¿cómo explicas la remontada? ¡Buá! No sé muy admisiblemente… Nunca había vivido poco así, fue una trastorno. Cuando entré yo, íbamos perdiendo 2-0 y al momento nos metieron otro. Yo pensé, tengo diez minutos para hacer algún gol o cambiar las cosas, pero no creía en la remontada.
Prendiste la mecha con el 3-1. Cuando marqué el primero ellas bajaron el ritmo y se relajaron. Lo noté en sus caras y su comportamiento. En cuanto hicimos el segundo ya empezamos a pensar en entablar, nos dio mucha energía. De estar muertas pasamos a estar vivas. Y con el tercero la sensación era de que íbamos a remontar. Nos animábamos entre todas y gritábamos: “Vamos, vamos, vamos”.
¿Cómo recuerdas el definitivo gol de Kika? ¡Buá! Estaba detrás de ella, viendo como entraba el balón y me dije: “¿Qué está pasando, un cuarto gol?”. Fue un momento muy eficaz, pero a la vez era como… “¿Qué hemos hecho?” (se ríe).
Fue el sexto partido en 20 días, ¿cansancio? Es muchísimo y no quiero que sea una excusa, pero estábamos muy cansadas el día del Tacón y creo que eso nos afectó durante el partido. A mí me afectó más mentalmente por los viajes y por no poder descansar admisiblemente. No había días para desconectar. Un partido, otro partido…
Y solo cuatro días posteriormente de perder contra el Barcelona, ¿cómo recuerdas ese partido? Fue un momento muy triste, pero posteriormente de revisar el partido tengo una sensación de serenidad y orgullo por lo que hicimos. Es un partido inolvidable para mí.
Creo que le habríamos reses al Barcelona en los penaltis
Casi 120 minutos sin encajar en presencia de el lider de la alianza y subcampeón de Europa. Sabíamos que el Barcelona tiene un nivel ‘top’ y que íbamos a sufrir. Nos hablábamos entre nosotras, “aguanta, aguanta”, pero nos dimos cuenta de que estábamos jugando admisiblemente. Trabajamos y corrimos mucho. No pensábamos en los penaltis, solo en sostener.
¿Y si hubieseis llegado a los penaltis? Creo que si hubiésemos llegado a los penaltis habríamos reses con Sullastres. Paró muchas ocasiones, pero siempre es muy crítica consigo mismo y pensaba que podía detener ese gol. Yo le dije que debía apreciar orgullo por suceder hecho un partidazo.
Sullastres, compañera de equipo y de firme, ¿cómo te sentó su fichaje? Ya la conocía del Valencia y del Zaragoza y cuando me contó que a lo mejor venía al Depor le dije: “¿En serio? Vivimos juntas, ¿no?”. Me alegro mucho de que esté aquí, estoy muy cómoda con ella y está funcionando muy admisiblemente en el equipo. Es una portera muy buena.
Ha anunciado su renovación hasta 2022, ¿seguirá Maya la próxima temporada en el Deportivo? Creo que van a platicar mi representante y el club esta semana para ello. Si me quieren me gustaría seguir aquí. Estoy contenta en el Depor.
Y eso que tienes un rol más secundario que el año pasado. Juego menos, pero esto es lo que hay. En pretemporada me lesioné, empecé más tarde que mis compañeras y me costó coger el ritmo. Si las otras son mejores, las otras juegan. Ahora me entrevista mejor, pero sé que tengo mucho que mejorar y sigo trabajando para tener más minutos y marcar más goles. Yo doy todo lo que tengo con los minutos que sean.
De la mediapunta al interior, ¿cómo te ha sentado el cambio de posición? Yo prefiero competir de mediapunta, pero en el fútbol no es solo de regates y marcar goles, hay que trabajar. Ahí tengo que valer más, pero me estoy acostumbrando y voy aprendiendo. Es muy positivo para crecer como futbolista.
Juego menos, pero esto es lo que hay; sé que tengo mucho que mejorar
El Depor es cuarto, ¿te esperabas un inauguración así en la máxima categoría? Para mínimo. En pretemporada creía que íbamos a sufrir mucho. Lo pensábamos todas, el cuerpo técnico y la multitud.
¿Cuáles son las claves? Después de perder contra el Granadilla empezamos a trabajar mucho más y es el trabajo lo que nos ha llevado hasta aquí. No es un prodigio ni es suerte. Eso es gracias a Lucía (Piñeiro, la preparadora física) además. Nos mete mucha caña.
Estáis en la tele cada fin de semana, ¿cómo llevas el impacto mediático? Por la calle me preguntan si soy Maya, la del Depor, como que me conocen y yo me en voz baja sorprendida, pero estoy muy contenta porque es poco que necesitamos. La multitud siempre ha animado más a los chicos que a las chicas y ahora estamos subiendo mucho.
¿Cómo valoras la firma del primer convenio colectivo? Lo que están haciendo AFE, los clubes y toda la multitud para cambiar las cosas es muy importante para el fútbol femíneo. Ahora el mundo está conociendo la alianza española y su esfuerzo y puesta por nosotras. Es comunicado hasta en Japón porque el otro día leí un artículo sobre esto.
Buena relación con Gaku y su mujer, flipa con Çolak y puesta por María Méndez
“Me encanta ir a Riazor”, desvela Maya, que recientemente acude al estadio con Erina, la mujer de Gaku. Por afinidad se queda con su compatriota, con el que mantiene una buena relación, pero por talento elige a Çolak. La japonesa ve todo el fútbol que puede, masculino y femíneo. Entre las chicas elige a Patri Guijarro, del Barcelona, y a su compañera María Méndez: “Lo tiene todo para llegar arriba”.
En el vestuario le llaman china y ella se lo toma con humor: “Me están vacilando todo el día y yo aguantando… pero es de buen rollo. La gente me pregunta a veces si soy china, pero quiero dejarlo claro: soy japonesa (risas)”.
Maya disfruta de A Coruña, de paseo por la playa o por las calles en patinete, y del pulpo, su producto gastronómico predilecto desde que llegó a Galicia: “¿Se está acabando? ¿No será culpa mía?” (bromea). La futbolista nipona reconoce que a veces le entran ganas de retornar a casa. Ya sabe lo que es la morriña.
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