#me voy a asar en la noche
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cagarse de calor a mitad de la noche con la ventana cerrada para que no nos roben en caso de que a un chistoso le haga gracia la idea de la purga
ir a comprar pilas para la linterna del 2015 que no usas y la abandonaste en una caja hace años
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#ecuador#ecuador moment#me voy a asar en la noche#PORQUE CHUCHA TODO ES TAN CARO#soy yo y mi vela de mi primera comunión contra el mundo
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JIMIN
Entrevista de fin de semana con jimin en weverse
¿Cómo suele pasar tus fines de semana cuando no tienes trabajo?
JM- Normalmente me quedo en mi habitación. En mis días libres, me levanto alrededor de las 5 pm. Cuando duermo temprano duermo alrededor de las 3 o 4 am, pero cuando duermo tarde, a veces me duermo a las 7 u 8 am. Por la noche, simplemente me tumbo en el sofá viendo la televisión. Incluso extiendo una manta frente al televisor a veces cuando quiero seguir viendo la televisión. Puse mi televisor en la sala de estar a propósito. De lo contrario, creo que nunca saldría de mi habitación.
Entonces, ¿sueles pedir comida a domicilio en tus días libres?
JM-Sí. Por lo general, pido o compro algo de carne y la aso en casa, pero recientemente fracasé mucho con la cocina, así que en estos días, solo ordeno (delivery). No hace mucho, vi a personas asar gruesos trozos de panceta de cerdo sazonado con todo tipo de cosas en línea, así que intenté hacerlo... Pero era un fracaso total. Tuve que tirarlo todo por la borda. Así que ahora, solo ordeno. (Risas)
Si pudieras tener un escondite para ti y tus miembros, ¿cómo sería?
JM-Quiero un lugar que no reciba demasiada luz solar. Algo como una sala de estar en el sótano con un bar y una mesa de billar, y tal vez algunos juegos de dardos algo como una sala de juegos estaría bien. No quiero ventanas... Oh, entonces el aire podría ser muy malo.
¿Hay algún papel que te gustaría asumir para tu escondite?
JM-Estaré a cargo de ser el adicto a la televisión. No creo que realmente necesites un trabajo para un escondite.
¿Algo que debes tener en tu escondite?
JM-Un buen sofá y mesa. Es difícil estar todos juntos sin una mesa o un sofá. si voy a pasar tiempo solo, no necesito un escondite. Entonces, creo que un sofá y una mesa son imprescindibles para que podamos mirarnos para que podamos mirarnos mientras hablamos.
¿Qué roles le darías a los miembros?J
JM-hope deberá limpiar y yo me encargaré de ordenar la comida. Me gusta pedir comida. Jungkook estará a cargo de arreglar las computadoras y la sola existencia de Namjoon es suficiente. ¡Yoongi estará a cargo de conseguir buen alcohol! Jin debe estar a cargo del entretenimiento y Taehyung estará a cargo de hacernos reír.
Si pudieras pasar un fin de semana con ARMY, ¿qué te gustaría hacer?
JM-Tener un concierto. Quiero tener un concierto. Me gustaría encontrarme con ARMY en un lugar donde podamos actuar. Mi segunda opción sería ir a dar una vuelta en auto.
Entonces, ¿serás tú quien conduzca?
JM-No. ARMY tiene que conducir. (Risas ) Todavía soy un conductor principiante, así que estaré de copiloto y hablando mucho.
¿Tienes algo que decirle a ARMY que están pasando sus fines de semana a su manera?
JM:-Sé que hay momentos en los que sientes que tienes que hacer algo aunque estés cansado porque no quieres perder el tiempo A veces, sin embargo, es necesario olvidarse de todo y tomarse un momento para relajarse por completo. O bien, salir y disfrutar de las flores y estar en la naturaleza también relaja el alma. Otra opción podría ser cultivar una pequeña planta. De todos modos, gracias por escuchar. Espero que ARMY la pase bien los fines de semana, algo que no necesariamente tiene que ver con nosotros. Espero que todos tengan un lugar donde sus mentes puedan descansar. Gracias por tú amor y apoyo. ¡Te extraño, ARMY!
JUNGKOOK
Entrevista de fin de semana con jungkook en weverse
¿Cómo sueles pasar tus fines de semana cuando no tienes trabajo?
JK- He estado durmiendo mucho últimamente- Duermo mucho en mis días libres. Eso es prácticamente todo lo que hago en estos días... Solo quiero descansar cómodamente. (risas). No quiero hacer nada cuando no estoy trabajando.
¿Si pudieras tener un escondite para ti y los miembros, cómo luciría?
JK-Quiero que nuestro escondite sea moderno. No quiero que sea blanco en absoluto. Debe ser todo negro. (risas). Con una iluminación fría sobre mármol negro un bar estaría bien, y luego mi propio estudio, y una linda mesa y un sofá en el centro lo harían increíble.
Entonces, ¿sería en la bulliciosa ciudad o en el tranquilo campo? ¿Qué es algo que debes tener en tu escondite?
JK- Quiero que sea en la ciudad. Me gusta más la ciudad que la montaña o el mar. (risas) Y lo más importante para mí en nuestro escondite es... Iluminación. Voy a poner todo el lugar en negro, así que si no hay iluminación no podrás ver nada. La iluminación es lo más importante.
¿Hay algún papel que te gustaría asumir para tu escondite?
JK- Estaré a cargo de administrar nuestro escondite, y tal vez los miembros me paguen un poco ya que seré el manager... (risas). Soy el manager, así que los miembros me pagarán por limpiar... Estaré a cargo de eso. Estoy seguro de que haré un buen trabajo (risas).
¿Que papeles les darías a los otros miembros?
JK-Creo que Suga será perfecto para preparar cócteles. Él sabe mucho sobre alcohol, así que creo que le irá muy bien. Le pediré a j-hope y Namjoon que instalen y configuren el equipo. Y para Jin, Jimin y V.... ¿Qué deberían hacer? Necesito más tiempo para pensar en lo que pueden hacer (risas).
Si pudieras pasar un fin de semana con ARMY, ¿qué te gustaría hacer?
JK- Wow.... (jungkook pensando profundamente ) ¿Qué debo hacer con nuestro enorme grupo de ARMY...? Bueno... quiero ir a un parque de diversiones.
¿Tienes algo que decirle a ARMY, quienes están pasando su fin de semana a su manera?
JK-Espero que todos se mantengan saludables. Algunos saldrán al aire libre el fin de semana, mientras que otros optarán por quedarse en casa. Si no están lo suficientemente activos, se sentirán cansados y lentos. Por lo tanto, deben comer sano, tal vez comer una ensalada dos o tres veces por semana, y estoy seguro de que todos estarán en plena forma.
ARMY para siempre, BTS para siempre.
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365 Días con un vampiro, edición Yuma "~¿Qué hay en la hoguera?~"
Agradecimientos a @misslover98 por pasármelo para traducir ♡
Yuma: Bien, bastará con haber reunido todas estas hojas caídas. Terminemos con la limpieza del jardín. El marchito jardín ya está bastante limpio, con esto Ruki ya no debería de quejarse. Como pensé, acabamos más rápido si trabajamos entre dos en vez de trabajar solo, es más sencillo. Bien, como agradecimiento por ayudarme te daré algo bueno para comer. Espera un poco, nos esforzamos en medio del frío, primero hagamos una hoguera con las hojas caídas para entrar en calor *reúnen las hojas*. Le prendemos fuego aquí... *quema las hojas* Al principio salen chispas y es peligroso, así que no te acerques demasiado.
Yuma (1:04): Je, si te asustan tanto entonces acércate más *te atrae hacia él*. Si te quedas detrás de mí no tendrás miedo, ¿verdad? Pero a cambio yo me quedaré con todo el calor de la hoguera. ¿Qué haces...? ¿Ah? Si quieres calentarte, entonces en vez de abrazarme deberías acercarte a la hoguera. Bueno, eso no me disgusta, no, de hecho no está nada mal. Bien, quédate así por un rato.¿Ah? No te avergüences ahora, tú fuiste la que empezó. Vamos, aférrate más.
Yuma (2:05): Fufu, ¿por qué me abrazas tan sinceramente? Bien, el fuego ya parece haber disminuido un poco. Colocamos una batata aquí... Si se trata de disfrutar del frío, entonces hay que hacer batatas asadas. Tomamos las que sacamos del huerto y las cubrimos de aceite, las envolvemos con periódico mojado... Oh, la envolviste bastante bien, pásamela. Ahora la colocamos en la parte de la hoguera que no está ardiendo, ya que de lo contrario se quemaría. ¿Ni si quiera sabías eso? ¿Es la primera vez que haces esto? Como era de esperar de alguien que ha vivido desperdiciando el tiempo.
Yuma (3:01): Bueno, a partir de ahora podrás comer cuantas batatas asadas quieras, así que ten cuidado de no engordar. Jeje, si te conviertes en una cerda me aseguraré de succionar tu sangre extra para que adelgaces así que no te preocupes. Ah, pero no engordes tanto como para cocinarte, ya que si sucede eso a parte de succionar tu sangre tendremos que hacer otras cosas divertidas antes de ir a dormir.
Yuma (3:31); Oye, dime que fue lo que te imaginaste como para que tu cara se ponga completamente roja. Si no me lo dices, entonces yo me imaginaré lo que quiera. Jeje, supongo que tendré que probarlo esta noche, prepárate.Bueno, son las batatas que yo cultivé. así que saborealas y come cuantas quieras, ya que yo asumiré la responsabilidad.
Yuma (4:07): Aunque falta tiempo hasta que se terminen de asar. ¿Cuánto falta para que estén listas? Hm... Una hora más. Saben mejor si se asan lentamente. ¿Qué podemos hacer mientras se asan? Oye, haz algo. Si puede complacerme entonces basta, ya sea hacer muecas o una historia interesante, lo que sea. Si no puedes, ¿entonces debería yo hacer algo? ¿Qué quieres que haga? Je, es inusual que te alegres, ¿acaso el frío te hizo enloquecer? A pesar de que siempre te resistes cuando intento hacerte algo, ahora dijiste que quieres que te haga algo.
Yuma (5:05): ‘’No es en ese sentido’’. ¿Ah? Es imposible que yo haga algo para divertirte, es obvio que planeo divertirme contigo.Si no harás nada, entonces yo puedo hacer lo que quiera contigo, ¿no? Jajaja, tienes una buena expresión a pesar de que te estás negando.Supongo que primero te tiraré a la cama de hojas caídas. ¡Ven! *te tira junto a él* Como pensé, tiene que ser algo así. ¡No hay nada más agradable que una cama suave y natural! Jeje, ¿qué tal? Ah... El cielo es tan azul...¿Será por el ambiente? No me disgusta quedarme viéndolo embobado de vez en cuando.
Yuma (6:09): Pero sería un desperdicio estar así cuando estás a mi lado. Oye, tienes un insecto en tu cabello. ¡...! No saltes a abrazarme tan de repente, es obvio que era mentira. Jeje, aunque salió justo como planeaba. ¿Ah? No voy a alejarme ahora, tú fuiste quién me abrazó *te devuelve el abrazo*. Que cálida eres. Oye, ¿no crees que es increíble que acabáramos de apilar las hojas caídas en un solo día? Lo es, ¿verdad? Ya que este es un jardín innecesariamente grande.
Yuma (7:05): Y es normal que eso me de hambre, ¿no? Dicho eso, déjame succionar. Vamos, muéstrame tu cuello *muerde*. Como pensé, la sangre después de trabajar es algo excepcional. ¿Ah? Dije que te iba a dar batatas asadas así que está bien, ¿no? Aunque obviamente yo también comeré, pero antes *muerde*. Puede que en dulzura tu sangre sea un buen rival para las batatas asadas. ¿Ah? Claro que te estoy halagando. Déjame succionar desde aquí también *muerde*.
Yuma (8:21): Tu sangre en verdad es la mejor *muerde*. Acompáñame hasta que las batatas se terminen de asar *muerde*. Abrázame con fuerza, no te separes.
#traduccion al español#diabolik lovers#cd drama#mi traducción#yuma mukami#tatsuhisa suzuki#365 días con un vampiro
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NO ME DA LA GANA SER FELIZ
LA HORA AZUL
Nací en Francia en 1987. A la edad de 9 años, por alguna razón que desconozco, mis padres decidieron mudarse a México y establecerse en la capital. Al pasar los años mi paladar adquirió un gusto especial por los chiles en nogada y la cerveza clara, por la marihuana mexicana y el tocino. Aprendí a odiar las horas en el tráfico y a calmar mi estrés acariciando gatos. Inhalar cocaína y el olor de la papaya son cosas que me desagradan. Tampoco me gusta la toronja ni el cigarro; las cosquillas me hacen vomitar. Llevo los últimos 10 años de mi vida cambiando de domicilio, pero por alguna razón, decidí vivir en el desierto, al norte de México. Llegué por casualidad, a una ciudad llamada Mexicali. Decidí vivir acá, donde no hay nada, llevo años que no quiero nada.
-No va por ahí- le expreso molesta mi sentimiento a la pared de mi departamento, llevamos ya varias horas discutiendo. Desde hace días me siento sola. Mi cuerpo desnudo se enfría postrado en el suelo gris de mi hogar, el clima desértico de Octubre llega a mis poros a través de las paredes heladas del departamento. -¡Hoy es noche de La Hora Azul!- la frase raspa el interior de mi garganta recordándome la vida de ahí afuera, desatando un instante de alegría que despierta mi cuerpo. Impaciente, corro a ponerme mis bragas, me pongo mi camiseta de tirantes favorita, dejando los pezones libres, delineo mis enormes ojos y pienso -Un par de cervezas me ayudarán a aguantar unas horas más-.
Al llegar, fumo la hierba que me queda de mi última visita al dispensario. Volteo a la entrada y saludo al señor Reyes, el dueño del lugar. Las ofertas de la noche se anuncian desde cartulinas naranjas y verdes fosforescentes pegadas en las paredes del bar, la rocola con sus luces de colores ilumina el fondo del recinto, un par de parejas adornan unas cuantas mesas, y yo, entro buscando alguna mesa en la orilla. La oscuridad desaparece gracias a unas bombillas azules que venden en la ferretería de la esquina; siempre me ha gustado la luz azul del bar. Desde mi mesa observo a la mesera, es linda, su voz logra vencer los decibeles de la música cubriendo cada rincón de esta pequeña cantina. Se acerca y me sirve la cerveza con una sonrisa, sus hermosos dientes me hacen extrañamente feliz. Bebo hasta terminar mi primer vaso. Mientras sacio mi sed, los primeros conocidos llegan. -¿Esperas a alguien?- me preguntan, -Sí, sí, a un amigo- contesto intuitivamente. Es claro que no espero a nadie, hace semanas que no salgo de casa, en los últimos meses paso mis días hablando sola en voz alta por los pasillos de mi casa, para escucharme, para no olvidarme, para darme cariño. –Ahorita llega- insisto.
El bar se llenó, sigo sola en la mesa saludando desde lejos las caras que me resultan familiares. Pido otra cerveza; –Soy una borracha-, me digo en voz baja. Estoy ahí, entre las pláticas de la vida, del trabajo, del amor, con esas caras que alguna vez conocí. Mi mente brinca de conversación en conversación y de historia en historia, sintiendo un vacío en la existencia. Me obligo a sonreír constantemente esperando que ninguna de las palabras que me dirigen ameriten alguna respuesta. Los amigos saben que nunca recuerdo nada de lo que me dicen pero aún así, no olvidan invitarme a bailar. Desde la pista de baile noto que mi ex pareja entra por la puerta de fumadores; minutos después nos besamos. En la mesa de la orilla, la que escogí sabiamente al llegar, mi ex pareja frota su nariz contra la mía, siento su respiración, sus labios. Abro los ojos e imagino la poca felicidad que sentirá su novia al saber que su pareja mete sus dedos dentro de mi, que me hace gemir en medio del bar, mientras unos cuantos nos observan. Después de varios minutos decido no ser egoísta y con los ojos abiertos y el rostro de su pareja en mi mente, le regalo unas gotas de mi. Saca sus dedos húmedos, lo beso y pienso -La música es muy buena esta noche-.
Mi cara está perdida, estoy borracha y la gente comienza a irse. Hace una hora que mi ex pareja se fue contento a follarse a su novia después de los besos que nos dimos; me agrada saber que pensará en mis pezones mientras acaricia los senos de aquella chica, sonrío. Camino a la mesa de la orilla, la misma que me hizo compañía empezada la noche. Mi mente se pierde observando las grietas en la madera de la mesa, levanto la mirada y veo la luz azul -¡Como me gusta esa luz azul!-. Es hora de volver a casa, pero espero a terminar mi cigarro.
Me quiero morir, pero me da miedo suicidarme.
LA BICICLETA
Pedaleo al costado de la barda fronteriza. Con cada centímetro que avanzo mi pierna izquierda se torna más rojiza que la derecha. Los cuarenta y ocho grados centígrados que carga el aire del verano golpean mi rostro -¡¿Por qué vivo aquí si soy francesa?!- me reprocho, acelero la marcha. Alguna vez un hondureño me dijo que el aire era mejor de aquel lado de la frontera. Yo, curiosa por aquella afirmación, detengo mi bicicleta unos segundos para acercarme a la valla de metal que divide a los dos países. Mi pequeño cuerpo se planta frente a los nueve metros de altura de aquella estructura, sin temor cruzo mi brazo entre los pedazos de metal; -¡Aquel hondureño tenía razón!-. Sorprendida sonrío fuertemente y asiento con la cabeza. Dejo que mi brazo se refresque por unos minutos. Continuo mi camino pedaleando en este pedazo de desierto, tan perdida como las gotas de sudor que se pasean en mi espalda. -¡¿Por qué vives en Mexicali si tu eres de la Ciudad de México?!- me cuestionó uno de los chicos que me abordó anoche en el bar. Lo recuerdo bien, aquella noche decidí irme lejos de la capital… bueno, no tanto, pero si lo suficiente. Ese hombre en el vagón del metro colmó mi paciencia, fue su rostro… su mirada… o quizá los segundos que duró mostrándome su pene mientras el vagón recorría el trayecto de Patriotismo a Chilpancingo, el ahí solo, yo ahí sola. Sí, él me ayudó a huir. -¡¿Por qué no vives en Francia si eres francesa?!- me dice el chico que intentó besarme nuevamente. Solo tengo una bici y un par de piernas, quisiera llegar más lejos pero solo me dan para llegar a la Zona Centro de este desierto. Espero el semáforo de la Calle México y López Mateos montada en mi bici amarilla, a mi espalda la valla fronteriza y frente a mi, un hermoso hombre proveniente de Haití. Huele delicioso, no puedo quitar mis enormes ojos de su bello cuerpo.
-¡¿Por qué no me voy a un lugar mejor?!- insisto en mi reproche. Hace unas semanas hablaba de mis planes con mis amigas –No importa a dónde vayas, la tristeza siempre irá contigo-, me dicen. No es tristeza lo que tengo, solo malas decisiones. Mis pantalones cortos sueltan los chiflidos de los mariachis del parque de la calle Zuazua. Cogerme a un mariachi panzón, es algo que quiero en este momento…. Me detengo un momento y un hermoso mural adorna el edificio viejo frente a mi. Tomo aire, mis labios se estiran con delicadeza dejando entre ver una pequeña sonrisa. Las calles se ven solas, lo edificios cargan las marcas que el sol les deja año con año. Algunos desafortunados esperan formados por horas bajo el sol para poder ingresar a los Estados Unidos. Siento el corazón en mi rostro y el sudor quema mis ojos. Con la temperatura corporal suficiente para asar un huevo en mi estómago, veo aquella calle vieja de la ciudad, con sus aparadores atrapados en el tiempo. Vestidos de quinceañeras de colores llaman constantemente mi atención. La ciudad es dueña de una pequeña nostalgia que se rehúsa a soltar.
Pedaleo hasta deshidratarme, nadie en esta ciudad saldría a la calle con el sol y los cuarenta y ocho grados centígrados en el ambiente, pero estoy perdida y los veintitrés pesos con doce centavos que tiene mi cuenta bancaria hacen que la brújula apunte hacía la locura. Recuerdo la llamada de esta mañana –Hola mi niña, ¿Cómo estás?, te marco para avisarte que no vamos a necesitar de tus servicios, pero te tengo en prioridad para otros proyectos-. Así mi último año. Llego a casa, enciendo el aire acondicionado, me saco la ropa y me recuesto en el suelo, siento el aire helado que emana de aquel aparato que los norteños llaman “La Refri”. Siento el frío paseándose por mi espalda, lo disfruto por varios minutos hasta que recuerdo los veintitrés pesos y doce centavos de mi cuenta bancaria. Me levanto desnuda del suelo y abro las ventanas, ni una pequeña corriente de aire atraviesa ese pequeño hueco en la pared. Me recuesto nuevamente en el suelo esperando morir de sueño antes que el calor termine por secarme.
LA LAGUNA
Por momentos olvido donde estoy. Es lunes y soy desempleada. Rompo el silencio natural del desierto con canciones que salen de las bocinas viejas de mi Neon Blanco del 97. El auto era de la novia de mi vecino, una ganga. Esa mañana la chica me dio las llaves, y horas después, mi vecino dejaba caer gotas de semen sobre mis nalgas en la parte trasera del coche. El auto me trajo acá, a este valle de arena.
Acostada sobre un cobertor rojo con figura de león recién lavado, dejo que mis pechos se bronceen con el sol otoñal de este lugar. Las drogas que no logran encontrar el sueño americano, ayudan a que la vida sea más divertida y placentera en este desierto. Es medio día, el aire seco parte mis labios, me sirvo con cautela un vaso de cerveza helada, doy un sorbo para humectar mi boca y mi garganta; las personas de este lugar me enseñaron a nunca salir de casa sin cerveza helada. Sentada, quito con mi mano derecha la espuma que quedó en mis labios. Veo las montañas al fondo, la inmensidad de este lugar me deja callada. –No crece nada- pienso, agacho la mirada y veo el rollito de grasa en mi abdomen -Este ahí la lleva-. Estacioné el coche cerca de un retrete abandonado en medio del salar, el único rastro de ser humano que me acompaña este lunes por la mañana. -¿Por qué alguien botaría un escusado aquí?- comienzo a preguntarme repetidamente en voz alta. Entierro mis pies en la arena para distraerme, la arena salada absorbe el agua de mi piel. En minutos mis pies se ponen blancos con marcas que nunca había visto en mi.
Pasan las horas. Estoy en estado de inconciencia, ese estado que siempre me hace reír. Me río fuerte, me río de mi soledad. Miro el cielo azul, hace unos años él y yo reímos planeando el futuro en este mismo pedazo de suelo. Ahora es arquitecto en Paris, diseña espacios públicos para las próximas olimpiadas parisinas -¡Qué hijo de puta!-. Doy un sorbo a mi vaso de cerveza y con dificultad, busco el porro que dejé entre la tierra salada. Alguien me llama, mi celular suena desde hace varios minutos cortando las canciones que amenizan mi día. No puedo levantarme a tomarlo -¡¿Quién podrá ser?!- grito desde el pedazo de tela que me separa de la tierra salada.
Las puertas del helicóptero se abren dejando ver la inmensidad de aquel lugar del sur de México, el obturador de mi cámara sonaba mientras frente a mi, el Cañón del Sumidero hacía magia con mis ojos. El sonido de las hélices del helicóptero me arrullan hasta quedarme dormida. Mi sueño se interrumpe con la sirena de una patrulla -¿Está usted bien señorita?, recibimos una llamada de alguien perdido en la Salada- me dice un oficial desde su auto, abro mis enormes ojos de golpe -¿Un policía en medio del desierto?- digo en voz alta, creo que estoy demasiado drogada. -¿Usted fue la que llamó?- insiste el oficial. Me levanto con dificultad, me acerco a la patrulla con mis senos descubiertos, sigo sin comprender la situación. Toco el auto para cerciorarme que no es un sueño. Mis pezones se reflejan en los lentes obscuros del oficial, él los observa, las gafas le ayudan a mantener oculta su fechoría. –Yo no llamé, estoy de vacaciones y sólo vine a tomar el sol- le explico mientras observo que mi piel comienza a tener un color rosado. -¿No ha visto pasar a alguien por aquí?- me pregunta un segundo oficial. Incrédula, me encorvo un poco para ponerle rostro a esa segunda voz. Nos vemos a los ojos por un segundo y me levanto, observo a mi alrededor ¿Quién vendría acá en lunes?, pienso. –Estoy desde temprano, no he visto a nadie pasar por acá-. Curiosamente los oficiales se sienten satisfechos con mis respuestas así que deciden marcharse. La patrulla se aleja levantando polvo en su andar, haciendo sonar su sirena. La patrulla avanza hasta perderse en el horizonte. Observo mi pequeño campamento.
Horas después llego a casa aún tocada por las cosas que consumí, me saco la ropa y me recuesto en mi cama, veo las llamadas perdidas. Leo las noticias desde mi celular –Encuentran a 15 migrantes muertos en la Laguna Salada- dicen los encabezados. Algún coyote les hizo creer a ese grupo de personas que por ahí se llegaba a Estados Unidos. Murieron deshidratados, dos niños entre el grupo. Bajo mi celular, cierro los ojos y duermo. Mañana será un mejor día, para alguien, quizá para mi también.
LA QUINTA
El coreano y la kazajastaní que nos acompañan, observan como la hermosa luz roja del lugar toca nuestras mejillas e hipnotiza nuestras pupilas. Observan nuestras risas mientras compartimos gotas de cebada y malta en una pequeña mesa sucia. El bar está a tope, la gente busca divertirse y quizá con un poco de suerte, compartir caricias en algún coche, cama o esquina de esta calurosa ciudad. Nosotros no somos la excepción, nuestros cuerpos juveniles piden a gritos copular esta noche. Te invito a bailar y como es costumbre, las chicas se acercan a ti atrapadas por tu belleza. Me preguntan si somos pareja, veo tus ojos y tu sonrisa, de mis labios sale un suave –No- mientras mis manos dejan tus manos sobre sus manos. La luz roja danza sobre ti.
A mi derecha, la chica kazajastaní se acerca para preguntarme si quiero otra cerveza, afirmo con la cabeza. Estoy desechando en el baño la cerveza que pagué minutos atrás, salgo y un travestido orina sentado a la entrada del baño de mujeres. El bar se llena de centroamericanos, gringos y de una juventud deseosa de diversión. Mi último amorío atraviesa la puerta del lugar dejando entrar una pequeña ola de calor al recinto, las miradas se cruzan a la distancia mientras mi cabeza sigue buscándote en el espejo de la barra. “Spanish Spoken Here” leo en el cartel que está junto a mi mesa, yo hablo alemán, francés, inglés, hablo chino japonés, pensé. Mi viejo amor continua hablando de nuestras glorias pasadas y yo me canso de mentirle, así que decido salir a fumar lo último de aquella hierba que quemamos en el día.
La cabeza me da vueltas y tengo la boca seca, con 40 pesos compro un litro de cerveza para calmar las ansias. La conversación con mis amigos asiáticos se torna interesante mientras veo tu sonrisa en aquella barra con aquella chica que seguro he visto entre las calles del desierto pero que jamás supe su nombre. Tu hablando con tu mal español y ella disfrutando de tu belleza con cada sonrisa. Sentada en mi banquito, en la mesa del rincón, ya aturdida por la cerveza y la hierba, la kazajastaní continua platicándome sus aventuras por México.
Te acercas con la conquista de la noche, me ves y exclamas -¿Cómo estás?- que refresca mi pecho y emblandece mis entrañas. El alcohol no me permite comprender la situación y con la visceralidad característica de los borrachos te lo digo; –¡Me gustas muchísimo!-. ¡Que ñoñería acabo de soltar!, veo la mirada de nuestros acompañantes que esperan atónitos alguna respuesta; la chica que te acompaña se levanta y se va. Bajo la mirada, la alegría de escucharte se transformó en vergüenza, de esas que no se sienten nunca. -¿Desde cuando?- me preguntas, con una seriedad ajena a ti. Nos besamos por primera vez. Lo que pasó después jamás lo he podido explicar; libertad, alegría y amor ayudan a comprenderlo un poco. Las calles de esta frontera fueron nuestras y su capital fue aquel pequeño lugar de la calle Agustín Melgar, donde los sueños parecen rotos, adornados por una luz roja y dos banquitos que bautizaron nuestros besos aquella noche, donde fui feliz
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Más rosa que Espinete
https://revolucionfacebookysusamistadesficticias.weebly.com/A mí la vida me estaba sonriendo, lo que pasaba es que yo estaba de espaldas, ¡y no la veía! Os estoy escribiendo este mensaje desde mi pisito con jardín, y es la última noche que voy a dormir aquí, porque, queridos, ¡me mudo! Ay que ni yo me lo puedo creer, esto me viene como agüita de mayo, a punto de ser desahuciada a patadas y con visiones de futuro mías, en Nochebuena, a pie de hoguerita bajo un puente del Sena, gorrito de lana marinero, mitones, manchurrones en las mejillas, y dando codazos pa pillar un poquito de calor y asar mi pescadito recién pescado con una lata de tomate oxidada.
Lo de mi pisito en el centro de París ya no es una fantasía, sino una realidad de las buenas (al menos eso espero, porque a falta de un día entero, ya estoy con las maletas hechas en la puerta, vestida y abrigo en mano, dispuesta a pillar el taxi que me lleve a mi hogar). Según se mire, es una ganga, aunque me imagino a alguno pensando, ay que ver el boquete en el que se ha metido la niña. Pues mira, es un subarrendamiento (que no, que con contrato temporal no me hacen un contrato como manda la ley, y paso de compartir piso con otros, que yo ya he cubierto el cupo en esta vida de compartir piso con locos, ladrones, amenazadores y demás especímenes susceptibles de co alquilar). Yo, que ya soy una mujer hecha y derecha (aunque mi madre diga que parezco una jorobada, recálquese el parezco, porque no, no tengo chepa) necesito mi pisito, aunque esté un poco viejo, casi no tenga muebles y no brille de limpio. Pero tengo 35 metros (cuadrados, si) cuando cualquier piso en el centro de Paguí tiene una media de 15 (aunque haberlos, halos también de 9). Y yo, 35 pa mi sola, en un séptimo con ascensor y toda la luz de esta ciudad des lumières entrando por mi ventana. Me lo alquila un actor de teatro que se va de gira hasta verano, o igual hasta después, y hablas con él y parece que te habla en verso, igual estaba ensayando, no sé. El piso, mirado con el optimismo con el que yo empiezo a verlo todo, es un diamante en bruto, porque yo ahora me meto a ponerle monerías, y me queda un pisito de soltera que va a ser la envidia de todo mi arrondisement, porque ésa es otra, y vivo en el 11ème, a diez minutos a pie de la plaza de la Bastilla, y a un paseíto de quince más del ayuntamiento de París. Vamos, que un poco más y me instalo en el despacho del alcalde.
Esta buena noticia se suma a mi primera media semana terminada con éxito en el trabajo. Como podréis deducir, no pienso entrar en detalles de mi trabajo, pa que me empiecen a espiarme el blog todos los timadores de Europa (y parte del extranjero), y se aprendan las técnicas. Solo deciros que me quiero quedar a vivir en mi empresa (si, mía, que yo de siempre he cogido confianza muy rápido), porque estoy más contenta que unas castañuelas.
Todo empezó el miércoles, que tuvimos formación. A todo esto, somos tres nuevos, un parisino de papá mexicano que cuando habla español hace mucha gracia (porque claro, tan guiri y con ese acento, pues qué quieres, me hace gracia), y una finlandesa que creo que es prima de Claudia Schiffer, muy simpática pero no habla ni papa de francés (aunque la han contratado por el inglés, así que suerte pa ella). Los dos son tan altos que el otro día salimos a comer y yo puse mi paraguas en medio, y claro, les daba en la cabeza (y mira que tenía el brazo estirado). Total, que el muchacho, muy caballeroso, se ofreció a llevar el paraguas, y llegaron los dos secos y yo con la frente goteando. Y digo yo, ¿el paraguas no era mío? Ya no vuelvo a compartirlo con gigantes, mi paraguas se queda a mi altura, que me entró agua en un ojo. Bueno, os diría el nombre de Claudia Schiffer, pero es que tiene tantas ues que ya no se si estoy llamándola o ululando. Yo me pongo delante suya cuando quiero hablarle, y ya lo pilla ella sola. Bueno, a lo que iba, que nos dieron la formación. Nos explicaron cómo funciona la cosa, lo que tenemos que hacer (y no, obviamente) y nos iniciaron en el maravilloso mundo de la lucha contra el timo. Ya por la tarde el segundo día, me pusieron con César, un colombiano la mar de gracioso, que me provoca ataques de risa. Aunque otras veces, son infartos. En mi primer día validando pedidos yo solita, validé un pedido algo caro que había revisado muy bien, y en cuanto hago clic (léase, validar), me grita, ¡Ade! ¡Validaste un fraude claro! Ay mi madre, sudor frío, tembleques, de tó por el cuerpo, y cuando me quiero dar cuenta, se están partiendo de risa. ¿Para esto quieren a una nueva? ¿Pa infartarla? Y otras me estresa, porque claro, voy como una tortuguita (que llevo un día en serio, nada más) y me dice, bueno como ya has terminado con esos 50, toma estos 40 (y de la lista primera llevo 6). Y claro, después, se lo pasa pipa. Me parto con la nueva, dice el tío carota.
El ambiente es estupendillo. Somos unos 20, aunque en la empresa somos 700 y se trabaja en plan open space, es decir, que no hay separaciones físicas entre los departamentos (bueno, algún panel sí que hay, pero no puertas ni barreras, porque somos un equipo y patatín patatán). Tenemos dos pausas de diez minutos, además de la hora de comer, y bueno, como estamos entre adultos, pues te las coges cuando te de la gana (¿veis? Lo que a mí me gusta, hacer justo eso, lo que me da la gana). Hay una sala enorme para comer, con nevera, horno, microondas, y maquinas de café, chocolatinas y demás, y refrescos. Además, una terraza llena de plantas ambientada a lo jaima chill out para los fumadores (tan bonita que dan ganas de echarse al vicio del maldito tabaco otra vez). Y para relajarse, una sala con una videoconsola, y el juego ése que tienes una guitarra y hay que hacer algo, tocarla, supongo. Pero claro, esta ahí al ladito de la entrada y te ve todo el mundo, y da cosa. Además, a ver quién es el listo que se limita a diez minutos de juego. Pero vamos, que estar, está. Ay que ver la de cosas que tengo para contaros, voy a tener que empezar a escribir dos días por semana, porque esto es más de lo que yo leo antes de dormirme (sí, exagerada desde chica también soy, algunas cosas van en el ADN y no se pueden borrar).
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Bueno, que el ambiente es genial, el mayor del equipo tiene 34 años, y el ambiente es de colegueo total. Aunque siempre está puesta la calefacción, a mí el frío no se me pasa, pero claro, tampoco ayuda mucho ver a Claudia pasearse en manga corta. Porque eso me confirma que estamos en Laponia, y claro, ella esta como en casa. Cuando la veo venir a lo lejos (porque la huelo, huele a hielo), me dan ganas de abalanzarme sobre ella, hacerle una llave judoka, enrollarla en la moqueta y abrigarla, que de verla me paso el día con la piel de gallina. Yo voy con mi manga larga, mi rebeca, mi bufanda, y no me pongo los guantes porque no siento las teclas, que si no, tiempo me faltaba.
Claro, como ya me suponía yo, el primer día de trabajo fue el día de mi verdadera integración en la vida parisina. Al volver, me paré al lado de mi casa (por al lado se entienden 9 paradas de metro, ahí va eso), en el ciber del hombre bonachón que me llama Mlle Gonzzzzz, y ya se da por satisfecho. Como soy así de lista, cada vez que imprimo algo lo hago al doble de tamaño, y el buen hombre nunca me cobra las copias de más (el día que se dé cuenta de que conmigo pierde dinero, me borra la cuenta). El primer día que fui me pasé casi dos horas, y cuando termino, me dice, no no, esto es mucho dinero, quitamos unos minutos de aquí, otros de allá… tachán, 3 euros, s'il vous plaît. El pobre hombre no se va a jubilar en la vida (que somos coleguitas y hablamos de tó, qué os creéis). Me enrollo más que las persianas, ay. Bueno… que estaba yo en mi ciber a ná de irme a mi casa y… móvil: Allô? Adeeee, ¡feliz primer día de curro! (sí, mi amiga americana) ¡esto hay que celebrarlo! Total, que como la carne es débil, y yo de eso voy sobrá, me pillo el metro patrás y me planto en el happy hour. Un margarita después, sumado a otro cocktail de nombre indecente, ya síque estoy lista para volver al hogar, y mi amiga estaba pa que la Claudia la enrollara a ella en la moqueta y la dejara ahí hasta el día siguiente. La llevé a su casa, que apesta a pimienta y menta porque un primo francés de Mickey se ha mudado a su casa y ella no está por la labor, y me vengo a acostarme, porque lo que no se debe hacer es celebrar tanto el primer día que se empiece el segundo con un resacón.
Y bueno, no os he contado una buena noticia. El viernes, mi jefe me felicitó, porque descubrí un fraude que se le había pasado a otra persona, y me dijo que lo que había visto hasta ahora le había causado muy buena impresión. Y yo, imaginaos, el primer día trabajando y ya me felicitan. Casi le doy un abrazo, pero claro, es el jefe, así que le dije merci y di el salto con la imaginación. Lo voy a empezar a hacer un poquito peor, no vayan a venir a contratarme del FBI, y se me acabe el chollo del buen rollito. Pero quien sabe, si sigo así, igual me ascienden a sheriff jefe, y me dan el sombrero de ala y la hierbita que mordía John Wayne bajo un árbol tras haber encerrado al malo malísimo.
Y ahora voy por la calle y cada dos pasos doy un salto de éstos de me siento Flex, porque la vida se me está poniendo tan rose como cantaba Edith. En cuanto haga de mi pisito en el centro de París algo habitable (el comando de Don Limpio y del mayordomo del algodón se van a quedar en nada), os mandaré el reportaje, pero claro, como estoy sin ordenador, la cosa se me hace un poco complicada (Papa Noel, ¿lo oyes?) Y bueno, os voy a recordar que el día 16 es santa Ade, una fecha muy oportuna para mandarme un e-mail bonito, una postalita hecha con el paint (se pueden hacer maravillas, señora), o incluso una visita sorpresa, que los hay muy espléndidos. Aunque con un regalito recibido de los abuelos imparables, me voy a dar una buena dosis de cócteles (¿o eran para cafelito? Es que me hago un lío y al final me lo gasto en cubatas) Y como un presagio de que la semana iba a ser inmejorable, el lunes pasado me llegó por correo una mano verde. Esa mano, cuando me vine a París, era muy pequeñita, y ahora es casi como mi palma. Venía al final de una carta preciosa que un bebé me escribió con ayuda de su madre (pues sí, él le dijo lo que tenía que poner, que ya sabe decir no con el dedito, a ver si os pensáis que se va a quedar chico para siempre) y es la mano verde más bonita que he recibido nunca por correo. Espero que por haberme puesto tan sentimental, no os vayáis a emocionar y me empiecen a llegar vuestras manos verdes al buzón, que ya estáis todos muy grandes para jugar con la pintura a dedos, no me hagáis locuras.
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Mecida por Aguas Turbias
He de confesar que ha pasado antes, eso de ser mecida por aguas turbias. Aunque podría decir que como buena navegante y conocedora de estas aguas puedo sospechar que tormenta se avecina. Aunque al observar los cumulo-nimbos que pinté en nuestro cielo, pareciera que será no más que lluvia, de esa pesada, muy mojada y tan fría que congela los huesos. Parece ser que esta lluvia profunda-so deep tendrá una duración prolongada. Y no es que sea adivina, no, no es eso. Eso es de otro diario, el mío se escribe en la mar o en el muelle o sobre el barco. Y pues lo que pasa es que viajé hace poco y creo que maltraté un poco la barca. Eso sucede, sí. El daño no parece permanente, nada que un par de clavos, madera nueva y un poco de pintura no puedan mejorar. Pero hoy, luego de este viaje (el cual les relataré en seguida), me sentaré en la cubierta, anclada a tierra y atada al muelle. No presten mucha atención a mis manos temblorosas, aún puedo asar un par de filetes y compartirlos con algún ser oyente que este dispuesto a escuchar, sí, nada más a eso. A escuchar. Pues iniciemos, trataré de mejorar el ambiente, trataré dije. No presionen, no ven que este viaje me ha drenado el alma? No, no pueden verlo, lo sé. Ni les había dicho de forma clara, pero no hablemos de ello, dejen pues relatar este viaje. Nada de caritas, que no quiero interiorizar o más bien exteriorizar lo sentido. En fin, ni de adentro hacia afuera, ni de afuera hacia dentro. Eso es peligroso, se debe continuar para que esta lluvia de tormenta lave todo y al día siguiente salga el sol reluciente, iluminando las aguas y calentando los cuerpos de afuera hacia adentro. Cartas de Amor a los Muertos. Ava Dellaira Descubrí esta belleza gracias a una visita a un blog compañero, compañero de viajes. Inmediatamente fui en su busca y al encontrarlo subí a mi barca, solté amarras en silencio y sin que nadie se diera cuenta empecé a navegar a horas tempranas. La curiosidad pudo conmigo y no solté el timón hasta que regresé al muelle. Sé que se nota mi ánimo caído, pero no lo está, más bien creo que lo perdí en alguno de esos oleajes inesperados en los que preocupada por nuestra nueva compañera de viaje, me olvidé de mi misma. Así que voy arrojar una botella al mar con un mensaje para ella que dirá así: Querido Ánimo, Lamento mucho haberte perdido en alta mar, no recuerdo en que momento de nuestro viaje te desprendiste de mi cual cola de lagartija. Vuelve, te lo pido. Lavate bien, nada un poco y regresa a mí. Me encuentro un poco perdida sin tu compañía. Tuya siempre, Yo misma Y es que si algo he aprendido de este viaje es que las cartas, tanto a los muertos como para uno mismo son liberadoras. Escribir nos libera de ataduras, nos aligera el peso y el simple hecho de dirigirnos a alguien, nos hace sentir que compartimos este algo. Gracias, Ava Dellaira. Tu viaje aporto este pensamiento y muchos más. Nuestra compañera de viaje se llama Lauren, y he de decir que aunque normalmente prefiero compañeras de fuerte carácter, ésta se acomodo muy cerca del timón y muy cerca mío. Pasé largas horas rodeándola con un brazo, y permitiéndole que me hiciera parte de su viaje. Tanto fue mi acercamiento con ella, que al final del viaje no quería dejarla. Ya te extraño querida Lauren. Nuestra travesía transcurrió literalmente entre letras, más bien entre cartas, por eso es importante explicar lo que la llevó a ello. Esas cartas se convirtieron en un diario, un diario hermoso, duro y complicado. Sin olvidar que era un diario desgarrador. Será porque todos de alguna forma tenemos nuestros propios muertos a quien nos gustaría escribirles y obvio que nos gustaría una respuesta de vez en cuando ¿no? Qué te cuesta mamá? Tengo tanto que contarte! ¿No hay lápiz y papel allá donde estás? No hay escritores en el más allá, les apuesto una uña a que no. Todo empezó cuando…Su profesora de literatura les pidió a ella y a sus compañeros una asignación que consistía en una carta para algún muerto. Lauren ya tenía un muerto cercano, qué era su hermana May. Una linda, dulce, leal y adolescente hermana que murió. Lo peor de todo es que durante la travesía no quedaba muy claro la forma en que había muerto y Lauren no se sentía cómoda hablando de ello, así que fui paciente y esperé a que estuviera preparada. Me desanimó un poco que la primera carta fuera para Kurt Cobain mmjmm pero luego de leer varias de ellas entendí el porque. Su hermana había amado su música y se la transmitió a Lauren. Sus primeras cartas coinciden con el cambio de escuela, la sensación de estar perdida sin su hermana, con una madre que ocupó largarse a la mier… a algún lugar lejano a recuperarse de la muerte de su hija. No es que no la entienda, pido por favor nunca, pero nunca experimentar semejante dolor. Pero yo estaba con Lauren, y pude sentir su ausencia, tanto como la de su hermana en las entrañas. Cuando ocupó valor, le escribió a Amelia Earheart. ( eso de ear ahí me dejó un poco preocupada de si he pronunciado su apellido en una mala forma) nadie más valiente pudo darle la fuerza y pues así siguió la lista, algunos de ellos eran escritores poetas, músicos y siempre analizaba sus vidas o las razones por las que habían partido al “más para allá”. Pero al mismo tiempo recordaba a su Amy, a su hada que de niña le había protegido, guiado y que con su espíritu alegre y soñador la había llenado de hermosos momentos. Como en toda novela de está clase, el amor tocó su corazón, pero esta vez no salió muy bien. Lauren está rota, con muy poca posibilidad de pegarse por completo pues el más terrible secreto que le contó a su hermana la noche en que se nos fue, es tan grande y tan feo y tan tan TAN tararán…que bueno, pobre su hermana, pobre Lauren. Hace falta decir que consiguió buenas amigas, algo “ cariñosas entre sí, pero buenas amigas que la salvaron de perderse en sí misma. Tan buenas amigas como lo fueron sus muertos, sus cartas. ¿Sentimientos? Pfff… Se despertaron tantas emociones que ocuparía un buen rato analizándolas. Cosa que no haré jeje. Pero sí puedo decir que de tan bien escrito me encontré en medio de una tormenta emocional que mi barca no soporto bien el viaje. Dolor. Puro y profundo. ¿Estaré en esos días? No lo sé, pero este viaje dolió. Me agotó, me drenó. El final del viaje es esperanzador, Lauren es preciosa, bella por dentro y por fuera. Un personaje muy bien trabajado. Así que además de aconsejar una valium y una caja de Kleenex, les recomiendo una bolsa para meter el ánimo en caso de que se desprenda y ocupen colocarla en su lugar. Iré a reposar, fue un viaje agotador y ocupo descansar para esperar a Ánimo, espero ya encontrara mi mensaje. Querida Ava Dellaira, Sé que no has muerto, de igual forma te escribo esta carta. Quería agradecerte, por este viaje tan emotivo. Gracias por Lauren. Buscaré otros mapas que hayás trazado en papel. Hoy tuya, Yo misma
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LEGO BATMAN
El día de hoy me levante cerca de las 11am, la casa estaba sola y baje directamente a comer carne algo que sobro de ayer, desde el inicio me sentía incómodo y un poco tenso. Insatisfecho por haberme desayunado 6 tacos de salchicha para asar, siendo uno con todos los embutidos abandonados del día anterior, me metí a bañar para ir al cine a ver LEGO Batman, para bajarle a mi pedo y pasar el rato (digo, literalmente no tengo nada que hacer hoy).
Me bañé, me puse los pantalones y tenis más gastado que tenía con una camiseta negra y camisa western a cuadro y me voy caminando al cine, al fin solo está a 3 kilómetros. Pago mi boleto y entro solo a ver una película, casi siempre es más cómodo ir al cine así, no tienes que gastar en comida mierda, al fin si se trata de convivir prefiero los bares en las noches, así que solo compro un bote de agua y aun cansado y ligeramente pedo (a un nivel en que bebiste de más el día anterior pero no tanto como para quejarte) entre a la sala. Como ya había dicho me había levantado de malas y de poco de humor, pero aun así empieza la película después de los cortos y anuncios que al parecer ya se volvieron reglamentarios y.
La película no es nada nada mala y creo que es la mejor manera en donde se plasma a Batman como una persona completamente inadaptada, aislada donde el mensaje es muy directo, Bruce Wayne tiene tanto miedo a ser parte de una familia que no se da cuenta y evade de manera inconsciente con el conflicto más fundamental que tiene. Todas las películas y series han tenido esto siempre como tema, desde forma de subtexto, en INYOURFACE o que lo tocan por la tangente, en Batman Begins aparece como el sufrimiento y la preparación para poder resurgir y tener el coraje para que ese vacío no destroce tu voluntad y se ve una intensión de solucionarlo (digo solo le toma la mano a Katie Holmes pero cuenta), ya en The Dark Knight queda mucho más expuesto su necesidad de familia ya que es el Joker usa ese lazo para tratar de destrozarlo y recurren de nuevo a la idea de la película anterior de la preparación para poder resurgir y tener el coraje para que esa “perdida” no destroce tu voluntad y en The dark Knight Rises toma ese tema y se lo lleva en paralelo con Lego Batman, la idea de lo enfermo y el bloqueo en que cayo Bruce Wayne pero Nolan took too much man, too much, too much.
En LEGO Batman lograron hacer algo que necesitaba, por mucho tiempo me he sentido asqueado de ver a Batman desde el psicópata neo conservador de BVS al juguete favorito de los comics en donde no lo comprometes hasta donde obviamente podrías hacerlo (no los culpo, la verdad es que es un personaje enfermo), Bruce Wayne ocupa más un terapista que los 5 Robins y satirizándolo todas sus virtudes resaltan mientras que te ponen compasivo con sus pedos que son tan sencillos y no necesariamente significan que son fáciles, al final de cuentas ese es el paradigma de lo cercano contra lo accesible.
Es casi gracioso como hace un año salía de ver BVS completamente frustrado y decepcionado y hoy con un aire mucho más relajado, aún recuerdo la manera casi grotesca que enfrentaron a Batman “el hombre sin esperanza que solo le queda desesperación y crueldad” contra Superman “El hombre que en vez de preguntarse sobre los límites de su libertad vive ahogado en la pregunta de lo permisible sin aparentemente lograr una respuesta”, uno demasiado viejo y mañoso como para tomar una salida eficaz y otro tan joven y lleno de miedo.
La uno de los puntos más cruciales para que esta película funcione es la postura de todos fuera de Batman, todos llevan sus deseos y problemas pero que claro como todos cargan con eso, son conscientes y resalta sobre todo por la falta de conciencia de Bruce Wayne para ver el equipaje con que carga, podría hablar de lo frenético de la acción, de lo raro que se ve los fuertes daños que reciben esos Lego que parecen tan frágiles o de los súper minuciosos detalle que metieron en la película pero hasta estaría de más tocarlos hoy, ya que lo principal era dotas de una figura con tanto poca flexibilidad o rango (los LEGOS )de un tacto tan emocional, donde los vacíos son tan sinceros y los dolores tan cálidos. Una lectura un tanto gay pero es la que puedo dar el día de hoy.
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Capítulo IV
La escena pasa en medio de la noche. Un viajero golpea bruscamente la puerta de un pajarero que vive aislado en el carrascal. El pajarero deja su lecho, se levanta, abre la puerta, se aparta y deja entrar a su huésped. Éste está agotado y se muere de hambre. La hora es tan tardía que el anfitrión ya no encuentra nada que ofrecer a su huésped. Se queda parado. Reflexiona. Irresistiblemente gira su mirada en dirección a su perdiz domesticada. La perdiz comprende enseguida la mirada que su amo le ha dirigido. Le implora suavemente en la lengua de los griegos una larga frase compleja y maravillosa. (….) Esta frase tan larga que pronuncia la perdiz define la esencia de la música y recuerda su origen cruel: A aquella que tan bien te servía atrayendo con sus gritos a sus congéneres con el fin de entregártelos, he aquí que ahora quieres matarla para llenar el vientre de uno de tus congéneres. El reproche melancólico que le hacía el pájaro dejó mudo al pajarero. Entonces se giró hacia su huésped. Le dijo: - Compréndame. No voy a dar de comer a uno de mis congéneres la que atrae a los suyos. Pero el huésped respondió: -Es un huésped quien está ante ti. Tengo hambre. Existen leyes (nomoi) que definen la hospitalidad. Existen dioses encargados de hacer respetar estas leyes a los mortales. ¿Qué voy a comer si no matas a tu pájaro? ¿Me quieres como enemigo? El pajarero, como no podía cometer una ingratitud a la vez respecto del Nomos y respecto de los divinos, se cortó una buena parte de la nalga y la puso a asar. El huésped comió, durmió, se fue cuando cantó el gallo. La cicatrización evolucionó mal. La nalga se infectó. El pajarero murió. Inquieta por la inmovilidad y el silencio de su amo, la perdiz voló sobre él. El pájaro se demor�� todavía un día en la casa del muerto. Luego el pájaro levantó el vuelo. ¿Qué alma no vuela a pleno día? ¿Quién ha muerto? ¿Quién come? ¿Quién canta? ¿Quién es huésped en este mundo? ¿Quién acoge? ¿Quién se va?
Pascal Quignard “Butes” Edit. Sextopiso. Trad. Carmen Pardo y Miguel Morey.
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Sin gasolina
La moto de Yako atravesaba el soleado desierto de Vol'dun a toda velocidad. Según una creencia popular de los Diablos de Fuego, si pintas tu carro de rojo, corre más. En este caso, el vehículo de Yako saltaba por las dunas como una rana flamígera y levantaba más polvo que una tolvanera. A él apenas si se le veía sumergido en una nube de arena, con unas gafas ajustadas protegiendo sus ojos verdes y su pelaje grisáceo salpicado de motitas amarillas.
Agarrado a sus espaldas viajaba otro ser más pequeño, que correteaba de aquí para allá por la carrocería: ora trepaba por el chasis, ora se descolgaba por el tubo de escape, ora se sujetaba de nuevo a Yako… Era un perro de la pradera, solo que hecho de metal y engranajes.
��¿Qué pasa, Ringo? Te veo más nervioso de lo normal –dijo Yako, rezagando la vista.
Ringo no hablaba (no podía hacerlo), pero saltó sobre el testigo y agitó sus manitas. Cuando le apetecía, sabía hacerse entender.
–Estás de coña –contestó Yako, observando el chivato–. No, no lo estás. ¿Y la gasofa? ¡Repostamos hace solo unas horas!
Ringo se llevó las zarpas al pecho y fingió que se desangraba, soltando por el aire tuercas imaginarias.
–¿Cómo? ¿Una fuga…?
El motor de la máquina carraspeó en señal de protesta y de golpe y porrazo, la moto se detuvo.
–Sin gasolina –verificó Yako, quitándose las gafas–. ¡Joder!
Yako se apeó del carro y revisó él mismo los entresijos de su máquina, acariciándola tan cariñosamente como si fuera una hija o una amante más que un trozo de chatarra. En cuanto a Ringo, su dueño le iba dando instrucciones, que él cumplía diligentemente.
–Gato –dijo, y el perro de la pradera se lo facilitó–. Bien. Llave de tuerca arcoluz.
Después de una rápida inspección, Yako detectó la fuga: se trataba de una fisura en el vaso de expansión del motor.
–Chicles –ordenó. Ringo lo miró con suspicacia–. Dame el paquete de chicles, Ringo.
No sin recelo, la mascota automatizada le entregó al vulpera sus chicles. Yako se metió uno en la boca: tenía un refrescante sabor a menta. Tras haberlo masticado un rato, se lo sacó del hocico y lo usó como masilla para sellar la fuga en el motor.
Ringo, que seguía desconcertado, gesticuló histriónicamente y con todo lujo de detalle una explosión. Cayó sobre la arena tieso, meneando su patita como si hubiera fallecido.
–Hay que ver qué exagerado eres. Aguantará, te lo digo yo.
Ringo se puso en pie de un brinco y se encogió de hombros.
–Ahora solo tenemos que remolcar esto hasta la siguiente estación de servicio, que está…
Yako se sentó y desplegó el mapa de Vol'dun que llevaba en el maletero de la motocicleta. Lo examinó concienzudamente, con expresión sombría, torciendo el morro.
–Que está… en ninguna parte.
La brisa árida del desierto sopló hacia él y le introdujo algo de polvillo en un ojo.
–Hogar, dulce hogar –Exhaló, rascándose el párpado.
Ringo musitó algo en su lenguaje incomprensible de roedor robótico.
–Llevo mucho tiempo fuera, Ringo –respondió Yako–. He estado en la cárcel, ¿te conté esa historia? Allí fue donde me hice este tatuaje.
El vulpera se descubrió el brazo, apretó el bíceps y le mostró a Ringo la pintura de la testa de un vulpera en llamas, con un semblante peligroso y coronado con cuernos de fuego.
–¿A que es la caña?
El perro de la pradera se recostó en el suelo, se enroscó y emitió varios ronquiditos. Había escuchado ese relato al menos media docena de veces.
–Eres un mierdas –Gruñó–. Y un conversador pésimo, por cierto.
Ringo se levantó y le sacó su lengua articulada.
–Y ahora… ¿qué hacemos con esto?
Yako y Ringo estaban parados en medio del yermo, rodeados de toneladas de arena y de alacranes, serpientes y otra fauna salvaje y muy seguramente venenosa que ni siquiera resultaba comestible.
–La radio… Pediremos ayuda. ¡Seguro que habrá cobertura!
El vulpera gris condujo su zarpa hacia el maletero y extrajo un aparato similar a una radio, solo que hecha a semejanza de la cabeza de un ratón rosa. Pulsó un botón, mas solo se oía ruido de estática. No funcionaba.
–Hay que joderse –Constató amargamente Yako.
Un par de horas más tarde, el vulpera y Ringo empujaban dificultosamente el vehículo a través de los mares de dunas; aunque en realidad el único que tiraba del carro era Yako: Ringo le proporcionaba apoyo moral desde una solidaria distancia de metro y medio.
–Cuando te lleve de vuelta a la fábrica de Tiny Toon, voy a hacer que te pongan un gancho en el trasero –lo amenazó, a lo que Ringo le replicó enseñándole sus posaderas, en las que habían estampado el logotipo de TNT–. Tienes suerte de estar hecho de engranajes, o te asaría vivo. Me comí una vez a un humano, ¿te lo dije? Sabía a mierda de crolusco.
El perro de la pradera simuló bostezar.
–Que te den, Ringo.
Conforme pasaban las horas y se avecinaban al ecuador de la jornada, hacía más y más calor. Yako ya se había descamisado y se había confeccionado un turbante con su jubón; y aun así, jadeaba como si se hubiese pasado días corriendo, perseguido por las hienas. No obstante, sí era cierto que alguien los acechaba: una bandada de butires revoloteaba a su alrededor en círculos, sabedores de que el vulpera no tardaría mucho en desmayarse.
–Dame… dame el líquido refrigerante –dijo Yako, mas Ringo se negó con brío–. ¡Te he dicho que me lo des! Voy a morir deshidratado…
Ringo hizo el gesto de beber y después, se arrojó al suelo de espaldas y estiró la pata.
–¡Me da igual que sea tóxico! –le gritó–. Es mejor que nada…
Yako trató de sacarlo él del maletero, pero Ringo le saltó encima y le mordió los dedos. Cuando el recipiente cayó al suelo, la tapa se aflojó por el impacto y vertió su contenido por las dunas. El vulpera le dirigió una mirada de desprecio absoluto a su mascota.
–Te odio.
Siguieron arrastrándose penosamente por el desierto. La procesión de buitres en torno a ellos crecía en número por minutos: si antes eran tres, ahora habían aumentado a cinco. Y seis. Y un séptimo se les unió. Fue entonces cuando Yako, que no podía soportarlo más, se desplomó. Lentamente, las aves carroñeras descendieron planeando hacia él. Se aproximaron, primero, con saltitos tímidos. Ringo, sobresaltado y aterrorizado, atizaba con sus manitas a Yako en la cara para que se despertase, pero el Diablo de Fuego no regresaba en sí.
Uno de los pájaros picoteó el pie de Yako y al cerciorarse de que no daba señales de vida, otro más se acercó y le tanteó el torso desnudo. El perro de la pradera intentó espantarlos dando mordiscos al aire, pero los buitres se habían envalentonado y lo ignoraban. Entonces, súbitamente, el vulpera abrió los ojos, sonriendo con crueldad.
–¡Jodeos, cabrones! –exclamó, atrapando a uno del cuello y quebrándoselo de un tirón.
El resto intentaron poner pies en polvorosa y despegar, pero Yako alargó la garra hacia su rifle y presionó el gatillo. Tres tiros: tres muertes limpias. Otros tres escaparon a la treta del vulpera y se alejaron inmediatamente de allí.
–Je, je, je –Se rio Yako mientras iba apiolando a las presas con el gancho de su moto–. ¡Ya tenemos cena, Ringo!
El perro de la pradera mecánico estaba rabioso por el engaño de su amo. Se abalanzó sobre él para morderle y arañarle.
–¡Oh, venga! Ha sido la leche –Se justificó–. ¿Te ha gustado mi interpretación? No creo que supere a mi hermano Zenko, pero parecías TAN preocupado por mí, ¡ja, ja, ja!
Ringo le propinó un bofetón e indignado, siguió caminando a varios metros de distancia.
–Eh, que eso duele…
Cuando cayó el sol y llegó la noche, Yako y Ringo acamparon a los pies de una montaña de piedra negra. El vulpera consiguió saciar su sed masticando las hojas de una planta de agave y acto seguido, se dispuso a descuartizar y asar al espetón a uno de los cóndores que había abatido. Los otros se los guardaría por si le hiciesen falta al día siguiente.
–Llevo muchos años sin pasar por Vol'dun, ¿sabes? –le confesó a Ringo, que estaba trasteando con el vehículo; probablemente, realizándole un chequeo de emergencia.
–Tú eres un Ratabot: a ti te hicieron en una fábrica y te implantaron todos los conocimientos que necesitabas en la chola, pero yo nací aquí –explicó–. La vida en Vol'dun es dura, o eso decía mi madre. Un tipo atacó nuestra caravana con su banda de asaltantes. Nos la coló pero bien. Rompió mi familia y a mí me vendió a unos piratas. Nunca me gustó mucho el agua: prefiero la arena, sinceramente…
Ante el silencio del perro de la pradera, él también se calló para dar cuenta de la cena.
–Sé cómo te sientes –Continuó–. A mí también me han tratado como un peluche. Es eso, ¿no? Se piensan que porque eres pequeño, eres menos fuerte y duro. Pues Ringo, tú y yo tenemos más huevos que el nido de un pterrordáctilo. ¡Y aún más grandes!
Yako sonrió al Ratabot con complicidad y por un instante le dio la sensación de que la criaturita le devolvía la mueca.
–Debemos encontrar la Caravana de las Dunas. Quiero ver de nuevo a mis hermanos, Ringo –dijo–. Los Diablos de Fuego son una buena familia, pero los echo de menos. ¿Tú tienes parientes o a alguien especial esperándote en casa?
El perro de la pradera dejó de chapucear con la máquina y miró a su dueño. Ladeó la cabecita.
–¿Y qué hay de Chipette, esa ardilla mecánica tan presumida? –le preguntó, sonriéndole con travesura–. Te mola, ¿eh? ¡No me mientas! Se te nota en los pistones.
Ringo se quejó con ímpetu en su idioma de Ratabot.
–Eh, eh, para el carro, amigo. Aquí nadie ha hablado de Keily –Contestó–. Aunque sus orejas son preciosas. ¿Y qué me dices de su culo?
El perro de la pradera lo observó interrogativamente.
–Su culo, no su cola. Aunque su cola también es genial, desde luego –admitió–. Está cañón y además es lista. Las listas follan mejor, créeme.
Ringo se tapó el rostro con las patitas, avergonzado.
–¿Es que los Ratabots no hacéis el amor? Ah, claro, os crean en el taller de TNT –Resolvió–… Pues menuda mierda. No sabes lo que te pierdes, chico.
Entonces, Yako escuchó un rumor a unos cien metros de distancia de su posición: era un exiliado Zandalari que se adentraba furtivamente en una gruta de lo más sospechosa. Por puro instinto había guiado la mano hacia su escopeta, pero cuando el trol pasó de largo, se relajó.
–Creo que hay algo en esa cueva, Ringo –Conjeturó–. Voy a echar un ojo. Tú quédate aquí y monta guardia.
Cuando entró en la caverna, tras haber bajado durante varios minutos, lo que halló allí lo admiró: el legendario Bazar Sepultado en todo su esplendor, pletórico de mercaderes de lo más bizarro; algunos ni siquiera eran nativos de Zandalar. Vio un monstruo muy feo con gabardina, ofreciendo champiñones misteriosos; y también un trol que vendía brochetas de serpiente que… no eran serpientes. Sin embargo, su atención se centró en un comerciante de lámparas sethrak. Se le iluminó la bombilla y rápidamente se dirigió a él.
–Eh, amigo, te doy un buitre recién cazado a cambio de una vasija entera con aceite de lámpara –le propuso–. Tenlo listo en cinco minutos. Voy a por el pájaro.
–Vulpera, aquí no aceptamos trueques –Siseó el sethrak–. Y además, ¿para qué quieres tanto aceite si no tienes una lámpara?
–Combustible –respondió, sonriendo con malicia–. Está bien: subo la oferta a dos buitres. Mira, amigo: yo de ser tú no la rechazaría. Tus escamas han perdido su lustre, tus garras están romas y sucias.... En fin, que tienes un cuerpo de escombro. Un buen pollo a la brasa te pondría a tono y te dejaría listo para bailar el mambo toda la noche, tú ya me entiendes.
–He dicho que no aceptamos trueques –Repitió el sethrak mientras les hacía una señal a dos matones situados detrás de Yako–. O me pagas con oro o mis compañeros te despluman, "amigo".
Yako volvió el cuello hacia los déspotas sethrak y se mordió los belfos. Dio un leve suspiro.
–Tendremos que hacer esto por las malas.
En una décima de segundo, Yako encañonó al primer sethrak y le voló la tapa de los sesos. El otro, que ya se olía la añagaza, se cernió sobre él y le lanzó un tarascón directo a la testa; pero Yako fue más ágil y su enemigo solo le arrancó un pedacito de oreja.
–¡Hijo de puta! –Bramó.
Yako se escurrió entre los brazos del hombre víbora y le asestó un mordisco en la yugular. En vez de asfixiarlo, hincó los colmillos en sus escamas y tiró de ellas hasta degollarlo. Empapado en sangre, suya y de los sethrak, apuntó al vendedor de lámparas con el arma de fuego.
–Te informo de que los términos de nuestro acuerdo han cambiado: quiero el combustible, tu chaqueta y un par de botas –Exigió–. Empieza a meterlo todo en una bolsa o me pongo a jugar al tiro al plato con tus lámparas de oro falso. Tienes diez segundos. Uno…
Yako abrió fuego y reventó una de las lámparas del sethrak. No le hizo falta contar hasta dos: en menos de medio minuto, el mercader ya le había servido lo que había pedido y hasta le había regalado varias lámparas de pirita que el vulpera no quería para nada. A su retorno al campamento, todavía cubierto de sangre propia y ajena, divisó a Ringo encaramado sobre el cadáver de un exiliado Zandalari, con el hocico todo manchado de rojo.
–Menuda nochecita, ¿no?
Ringo simulaba lamerse las zarpas con indiferencia.
–Échame un cable, Ringo: vamos a usar el aceite de lámpara como gasolina y a darle encuentro a mi hermano.
El Ratabot no rechistó y en menos de media hora ya estaban listos para partir. Yako hizo contacto con la llave, encendió el motor y sorprendentemente (hasta para él mismo), su apaño surtió efecto. Su motocicleta surcaba otra vez las dunas como una flecha cruza el viento.
Al amanecer, arribaron a lo que semejaba una caravana de los suyos. Un vulpera rojo y con orejas enormes se asomó a la barricada y lo contempló entornando los ojos.
–¡Zenko! –Chilló Yako, levantando su puño–. ¡Zen!
Su hermano se emocionó y sus ojos se inundaron de lágrimas. Y de polvo, pues Yako derrapó y lo enterró bajo una montaña del mismo. A él y a su alpaca.
–Mira lo que has hecho… ¡Voy a tener que bañar a Robusta otra vez!
Yako profirió una carcajada y se fundió en un abrazo con su hermano menor. Ringo los observaba a ambos con extrañeza, arqueando el cuello.
–¿Qué te ha ocurrido? Hace tantos años que no nos vemos… ¡Casi no te reconozco! ¿Y tu pelaje…? ¿Vienes solo? –Lo bombardeaba a preguntas Zenko.
–Muchas cosas, Zen. Pero dejemos la rueda de prensa para más tarde.
El vulpera gris cogió la radio que había almacenado en el maletero.
–Aquí Yako –Habló, apretando un botón. ¡Esta vez sí tenía cobertura!–. Rastread mis coordenadas y venid aquí, chicos. He localizado al Convoy.
Zenko, que no era ningún idiota, entornó los ojos y cató el dispositivo con curiosidad.
–¿Quiénes son?
Como respuesta, media decena de motores rugieron en las extensiones áridas de Vol'dun. El chamán vio cómo se elevaban varios torbellinos en lontananza, encaminándose a toda pastilla hacia allí. Yako sonrió con orgullo y apoyó su zarpa en el hombro de su hermano.
–Zenko, permite que te presente a los Diablos de Fuego.
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Accidente
Ahí estaba Tirada Sin vida Su cabeza Fuera de lugar Su brazos Varios metros A parte. Arrojados al asar. Ahí estaba Cubierta de sangre Regada por el suelo Se convirtió En tres noches de desvelo Y mis manos aún tiemblan. Cuando viene a mis sueños Esa imagen, la miseria. Aparece en las tibieblas. Es fácil darse cuenta. Que la vida es un instante Y se puede acabar Sin si quiera avisarte Que la eternidad Y el infinito. Son conceptos incomprensibles. Es de noche y mi mente se divierte Recordandome cuanto me asusta la muerte. Y que no voy a volver jamás a verte. Es triste el observar la lluvia caer y que el agua no limpie mi ser. En mi mente sigue el recuerdo. Su cuerpo sobre el suelo. El camión al lado parado. Esperando a que llegue el peritaje. Y la gente observando... ... otro cadaver en el paisaje.
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