#me duele la cabeza tengo calor me duele el cuerpo quiero vomitar
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manaosdeuwu · 9 months ago
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estoy tan cansado de tantos síntomas. perdí Tanta sangre hoy
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a-sad-fucking-bitch · 3 years ago
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Supongo que esto es algo impropio, sé que no lo haré o al menos no ahora porque como mínimo no tengo las fuerzas suficientes como para sucumbir ante mis pensamientos erráticos.
Quiero tratar de expresar todas las cosas que tengo dentro de mi, dentro de mi corazón, esto que se siente como una enorme carga que no puedo soltar para ser feliz u al menos aparentar que lo soy sin que duela.
Es 25 de Junio de 2021 y son las 04:06 a.m.
Estoy escuchando a Harry Styles ¿por qué Harry si actualmente escucho más a BTS? supongo que es la carga emocional e histórica que tiene sobre mi, bts me ayuda a estar bien, se siente como algo nuevo y tranquilo escucharlos pero la voz de Harry me hace sentir reconfortada por quizás estar desde hace tanto tiempo aquí, es lo que trato de definir, solo sé que me hace sentir segura, es raro empezar a decir porque quieres morir explicando qué cantantes son los que te hacen no hacerlo pero es lo único que puedo pensar mientras suena su música. Joder, amo su voz y a él.
He querido morir aproximadamente desde los 12 años, pasando por intentos de suicidio desde antes, juro que tenía unos 10 u 11 años pero yo me estaba tratando de ahorcar en mi baño con algo hasta que mi mamá entró y lo cortó con una tijera, a los 11 otra vez tomé pastillas con alcohol y escribí una nota que dejé debajo de mi puerta, al final nunca pasaba nada pero ¿por qué ese deseo tan inhumano de querer morir? ¿Qué hay de malo en mi cabeza? Quiero retroceder a cuando tenía 9 años y en unas noticias hablaban sobre personas con trastornos de personalidad y como estos explicaban que se cortaban en los baños de su instituto para dejar de sentir dolor, era raro, pero entonces yo comencé a cortar mis manos con tijeras, a quemarme y hacer montones de cosas raras solo para dejar de sentir dolor ¿qué me dolía? siendo racional desde que muy pequeña fui abusada por mi propio primo las cosas se fueron un poco al diablo esto abriendo la posibilidad a que otras personas lo hicieran también y así pasó, ahora son recuerdos muy vacíos pero hablarlo en voz alta es incómodo e innecesario, me hace sentir una presión en el pecho de vergüenza, no fue mi culpa pero a mi es a la que me da pena, irónico al final de todo. Ser abusada y avergonzada por la misma persona es un poco estúpido pero cuando mi vecino lo hizo la gente me llamó ofrecida en lugar de agredida ¿por qué recaía en mi la culpa siempre? Ni tan siquiera es lógico, pero está bien, creo que le doy muchas vueltas al asunto real y el porque estoy escribiendo ahora, definitivamente no es por lo estúpido que es el sistema patriarcal y como se defienden entre ellos aunque claramente es una queja con molestia, igual al final ¿qué puede hacer una chica muerta? Nada, y eso espero ser al final de todo esto.
¿Qué significa la Soledad? Siendo que el significado es lógico deja de serlo cuando no hay nadie contigo ya que no te sientes solo en realidad por que ¿cómo puedes llegar a sentirla sino tienes con quién sentir compañía? Es una paradoja interesante, realmente creo que es inteligente pero ahorita parece una banalidad enorme y sin sentido alguno. Lo he dicho, me desvió mucho del tema principal y lo importante acá son mis emociones. Me siento jodidamente sola, sola porque sí hay personas pero siento que entre todas esas personas solo hay una pared algo incómoda de comunicación forzada y sin importancia ni relación real, creo que estoy algo agobiada de las pláticas tan vacías similares a la conocida "¿cómo estás?" Para al final mentir con respecto a mis emociones porque si explico algo de lo que pienso u siento es bastante posible que la contestación sea un "no tienes que sentirte así" o consejos basura sin sentido, por eso opto por mentir, al final sirve y las pláticas algo estresantes se acortan, sin embargo, hace un tiempo tengo la sensación de no encajar con nadie y no culpo a mis amigos ni conocidos, soy yo en realidad, estoy pasando por una etapa de depresión bastante fuerte y todo me molesta, me siento irritada la mayoría del tiempo, no quiero realmente hablar con nadie pero el no hacerlo hace que esté constantemente pensando en que soy un maldito problema y que la gente se aleja porque doy asco y entonces me siento culpable por odiar las conversaciones vacías y dejar de contestar mis mensajes, al final todo se vuelve muy monótono, aburrido y frustrante ¿es mi culpa realmente? Supongo que sí. Hace poco un chico hizo el intento de ¿quererme? No sé, él me incómodo con menos de 10 mensajes y supongo que eso es mucho decir sobre lo mucho que todo me cansa en segundos, al final sólo dejé de contestar y le dije un par de cosas ciertas y otras que no lo eran tanto para que me dejara de hablar, pero básicamente en eso se basan la mayoría de mis interacciones sociales, no quiero hablar con nadie pero me siento mal cuando nadie lo hace.
He analizado tanto el ¿por qué vivo? Siempre son situaciones externas, casi nunca digo "tengo el deseo de..." siento que mi respuesta a eso siempre es "por Santiago, mi padres, mis mejores amigos y bts" es tan ¿solo eso es lo que tengo? Dios, no es algo malo, tampoco es poco pero ¿solo eso? Hay personas que dicen "quiero vivir para cumplir mis metas y ser feliz" "vivo porque quiero ganar mucho dinero" no sé, cualquier cosa egoísta que puedas pensar pero yo vivo por otras personas que al final también morirán.
No tengo una meta real ¿ir a Canadá? Creo que era la meta de otra persona que conocí, al final investigué y robé su idea pero sigue siendo algo estúpido porque por mi misma nunca hubiera pensado en ir a ahí. Siempre quise ir a Inglaterra, siento que es un lugar como de ensueño, no por lo lindo que es aunque sí, obviamente sí iría por eso, pero su arquitectura me parecía particular, interesante y bonita, si ese era mi sueño ¿por qué lo abandoné? Supongo que todo lo que me gusta lo dejo botado porque me deja de interesar con mucha facilidad, u porque ir y vivir en Inglaterra es más difícil que hacerlo en Canadá, alguna de ambas es la opción correcta. Dejando de lado todo esto ¿las personas por las que vivo porque viven? Exacto, por sueños propios, metas y su vida en individual, Dios, me siento tan mal de tener miedo a lo que puedan sentir otros, saben ¿cuánto dura el dolor de una muerte? Con suerte serán dos semanas y te comienzas a acostumbrar, sales de eso, te tienes que sentir mejor en algún momento ¿por qué yo simplemente no puedo morir pensando en que todos estarán mejor? Es que mierda ¿por qué me cuesta? Yo quiero morir, quiero morir, Dios, de verdad me levanto triste de tener un nuevo maldito día, quiero lograr transmitir mi desesperación en palabras pero es tan repetitivo y estúpido, solo quiero desaparecer, por favor, no quiero que nadie sufra, no quiero que nadie esté mal, ¿por qué mi hermano dice que quiere crecer conmigo a su lado? ¿Por qué es tan egoísta? ¿Él no nota mi sufrimiento? Se refleja en mis ojos, estoy agonizando, estoy triste, estoy mal, no tengo una razón real no quiero tener que depender de otros, Dios, yo quiero acabar con todo, estoy llorando tanto justo ahora ¿por qué duele tanto? Solo estoy escribiendo lo que pienso, llevo una hora escribiendo pero en realidad no he dicho nada, es como si mis palabras no tuvieran sentido, no tengo una voz, no tengo fuerzas, quiero dejar de pensar tanto, a veces quisiera estar bien, estar feliz, poder aceptar mis emociones y no buscarles algo negativo al instante pero no puedo hacerlo.
Esto es una basura, mis palabras son horribles, no he dicho nada, siento que todo es tan estúpido, ni tan siquiera se entiende, todo lo hago completamente mal, no tengo virtudes, no tengo razones para vivir, no tengo fuerzas para continuar, no sé escribir, pienso todo el día en cada minuto y en cada segundo ¿por qué no muero? Estoy tan enferma, realmente solo he empeorado toda mi vida, me doy mucha repulsión, evito bañarme y cuando lo hago lloro porque de verdad me da asco ver mi cuerpo, detesto mi cara, arranco mi cabello con las manos porque no lo quiero más, lo odio, quiero cortarme, lo he pensado tanto, el filo se sentía bien antes, era un ardor que producía una sensación de calor al instante pero me dejaba con mucho frío por la sangre que perdía y aún en mis millones de pensamientos no lo hago, sé que cuesta salir de ahí pero no puedo solo esperar a que mi mente controle todos mis impulsos cuando ella misma es quién hace que no pueda verme al espejo sin vomitar, estoy tan sola y así lo siento porque cuando no hay nadie mi mente hace más y más ruido, por eso quiero matarme, quiero que se calle, Dios, no quiero seguir sintiendo que todo lo que soy está mal, he llegado a llorar incluso por mi color de piel, lo detesto tanto que con solo verme la piel me dan ganas de quitarme cada pedazo de ella y dejar que nazca una nueva, es que no puedo más, tengo tanto ardor en el pecho, cada latido que da mi corazón lo hace con más resistencia y esfuerzo, quiero que deje de latir ya, nadie entiende esta mierda, nadie comprende lo que pasa dentro de mi porque yo solo estoy tan callada sin decir una jodida palabra de lo que pienso y únicamente hablo para mentir con respecto a mi estado anímico, juro que pronto podré estar bien, juro que pronto perderé el miedo, pronto podré cumplir mi única meta, solo quiero poder suicidarme y Dios si las personas que están a mi lado en serio quieren que sea feliz tienen que aceptar que mi puta felicidad no está estando viva, yo ya no puedo más, no lo soporto más, ya no tengo un gramo de coraje en el cuerpo para seguir, inclusive analizar todo lo que he vivido me da asco y ganas de morir más rápido, solo quiero irme, por favor acepten esto y no lo vean como un sufrimiento, véanlo como algo que hará que pueda estar en paz, que me haga evolucionar y conseguir lo que no tuve mientras fingía sonrisas y risas, solo permítanme morir sin culpa, solo eso deseo mediante todo esto, no es un sentimiento que me acompaña desde hace poco, tengo tanto tiempo soportando mis emociones que solo siento que poco a poco se acerca el límite y aún si terminan de leer y leen mi explicación y súplica sin entender porqué, entonces pediré perdón, lamento hacerlo, no sé si sea lo correcto pero era mi camino a ser feliz, al final lo entendí y por eso decidí hacerlo sin pensar tanto en como estarán otros, después de todo todos tenemos un largo recorrido hasta comprender porque vivimos, mi razón es esta y aún si te causo dolor pediré perdón por todo, te amo, busca tu camino y sé feliz. <3
-Dariana, 25 de Junio de 2021 05:32 a.m.
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crv-da · 3 years ago
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Realidad (es)
Tengo miedo
Mamá me acompaña a nuevos exámenes, cada mes son más constantes mis desvanecimientos
Veo sombras a mi lado, luces verdes cuando me poso en un objeto
El objeto tiene un espectro que intenta decirme algo, lo ignoro y se desvanece cuando doy la vuelta.
Un día de desayuno, pensar en mi tristeza a causa de la dictadura
No puedo respirar bien, mis cabeza se adormece, caigo en la silla y me desvanezco mientras mamá aún prueba su fruta, no puedo continuar, no estoy.
Otro día mientras me baño, me arreglo las joyas de mi nariz, veo mis grandes ojeras negras, huyó de mi mirada y me concentro en mover el arito de mi fosa, me doy un pinchazo, sale un poco de sangre... Siento una corriente en los pies, mamá llama al celular, le contesto, hablamos por dos minutos "Me desmayo" le digo, continúa hablando, veo mi imagen borrosa, me acuesto en el piso, sudo tanto pero no siento calor, abro la puerta, desnuda caigo, me desvanezco, no estoy.
La bacteriología toma mi brazo, el brazo traumado por mi accidente, no tengo fuerza, pero intento, siempre intento algo nuevo, aunque las manos me duelan. No llega a la vena, se esconde.
Tengo miedo, mamá me sostiene el brazo, no puedo ver, desde pequeña me desmayo por las agujas, no encuentran mi vena, me pinchan, me duele!
Me da miedo que rompa algo debajo de mi piel, ya está, encontró la vena, ahí está, sacando tubo tras tubo, nueve exámenes más, otro tubo, MIERDA MIERDA MIERDA
Me desvanecí, adiós, no pensé en est... Me levanto, desayuno algo, llegan a mi todas las actividades inusuales en mi vida, caricaturas canceladas de Nickelodeon, caminar en Bogotá, el cielo gris, la rafaga de aire frío, los paisajes citadinos, no ver a mis padres, el... DESPIERTA!
abro los ojos y no reconozco a quien me mira, que angustia en su mirada ¿que hago aquí? ¿porque me tienen el brazo sangrando? NO ME TOQUE!
Mi cuerpo se tensiona, no entiende está pesadilla tan real, me da miedo vivir aquí, me quiero despertar, no puedo seguir aquí, quiero correr, mi cuerpo me duele, mis brazos están empuñados y quieren golpear a estas dos mujeres en frente mío, ¿Porque me lastiman? ...
Me desvanezco, sentí como no ví más que negro pero el cuerpo se relajo, una fuente de agua de abrió, la pierna izquierda me palpita, intento abrir los ojos, me pesan los párpados, mamá estaba en frente: era ella quien me miraba, me quiero sentar bien pero el cuerpo no me responde...
Entre alternar las realidades mi cuerpo se siente cansado, no puedo moverme bien, me siento de piedra y mi mente de plastilina, no concuerdo palabras, "Me s i e nto, bal"
El olor alcohol es dulce, "Quiero vomitar" digo despacio, después de un tiempo logro sentarme.
Pasa una hora o quizá dos, intento moverme, mi tensión está en 50, no pueden seguir haciéndome exámenes, camino con mucho esfuerzo a la sala de espera, mi cuerpo está tan frío que no siento las extremidades
Espero al sol, espero al calor, pero no existe
Retomo mi temperatura promedio después de otra hora, camino al médico, siento mojada mi entrepierna, ir al baño con miedo, orine en la sacudida de realidades.
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caletdiem · 6 years ago
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Soy una persona ansiosa desde que nací, pero me lo diagnosticaron a los 9 años, temía morir a cada instante, por comer algo envenenado o por cruzar la calle.
Sentía que había cámaras en la casa, que cualquier persona me podía violar, no dormía en las noches, lloraba, no podía salir de la casa, fueron 2 veces creo, morir en vida le llamo.
Me ha pasado unos minutos otras veces, segundos  diría yo, otras veces, nada tan grave, unos meses con el pecho apretado, sentir que no puedo respirar, dolores de cabeza, un poco de ganas de vomitar, no demasiadas, temblores en las manos, que las lágrimas cayeran por cualquier cosa, un poco de rabia , todo siempre hacia adentro, nadie se enteraba, podían creer que estaba loca... Siempre hay alguien mejor, más bonita, más inteligente, menos complicada, más fuerte, valiente, atrevida, no tienen la nariz así de chueca, la sonrisa desalineada, la frente plana, la piel manchada, las piernas gordas, las estrías,ellas tienen cuerpo de modelo,  la risa bonita, encantadoras... se les notan las ganas de vivir, esas por las que yo tengo que luchar.  La culpa me sigue, es una mochila, “pude haberme esforzado más”, “pude hacerlo mejor”, “ Seguramente no debí haber dicho eso” “Me faltó decir esto otro” , mi cabeza es como un signo de interrogación gigante, siempre hay muchas preguntas, millones, pocas veces respuestas, y menos, respuestas que me dejen tranquila, son muchos espirales en medio de montañas muy rocosas y en penumbra, que se dan vuelta, giran y giran en sentipensamientos que quiero sacar de mi mente, pero que vuelven. Cuantas veces puedo releer una conversación, cuantas imaginar una situación en mi mente, ver los lugares, los lunares, escuchar retumbando los tonos de las voces, la cercanía de los cuerpos, las canciones siempre recuerdan cosas,los olores, personas lugares, nada deja nunca de tener un significado, las boletas, los papeles arrugados, los pedazos de hilo... Pienso que en algún lado hay alguien como yo, tan quebrado y tan obstinado en dejar de serlo, con tantas ganas de que nadie más lo vea, con el deseo tan intenso de ser feliz... Me cuesta no tener que lamentarme, me obsesiono por periodos con cosas sin sentido, una canción, preparar comidas, hacer ejercicio, tomar té, jugar un juego, mirar las redes sociales, coser , ver tutoriales por internet, coleccionar algo, todo se me olvida y lo dejo ahí, como recuerdo de alguna vez... Me duele que la gente me olvide, me duele siempre sentirme tan sola, escribo a menudo pensando que alguien me lee, aunque tengo, casi la certeza que nadie nunca lo hace... me ayuda a sacar las cosas de la mente, después lo leo, lo leo , lo leo... Me gustaba dejar las cosas en el mismo lugar, hace tiempo todo está desordenado, no me gusta mi habitación, quiero mover todo y dejar solo la cama, cama en la que estoy horas, y seguiría días si así pudiera, hace un tiempo tengo muchas pesadillas, tanto que ya no me asusta, un día desperté gritando, ya dejaron de darme miedo, hay insectos gigantes, balas, agujas, sangre, accidentes, lugares que no conozco, destinos a los que no llego, muchas pruebas que no puedo terminar, leones, arañas. Pienso que tal vez un día yo no esté y lean estas cosas, lean que lo que pongo a veces en mis redes sociales, pues como la mayoría es lo que en realidad quiero ser,  y que de verdad soy esta, pequeña y asustadiza, con esa sensación de no ser nunca capaz, nunca suficiente, nunca necesaria... Siento que las cosas me cuestan trabajo, pero en realidad, sé que nunca me esfuerzo lo suficiente, creo que nada tiene demasiado valor, que dormir es siempre más importante... Aún así, jamás me duermo antes de media noche, y cuando me acuesto hay al menos una hora de pensamientos , de todo el tiempo que perdí, de todas las cosas que no hice... Me cuesta quedarme completamente quieta, pero cuando duermo, nunca me muevo, siempre actúo como que estoy poniendo atención, escribo mucho, leo muy poco, creo constantemente que el tiempo me ha hecho perder las capacidades que antes tenía... Olvido las cosas importantes casi siempre, recuerdo los detalles, los detalles, los detalles, los detalles me hacen vivir, las cosas minuciosas, me gustan las cosas pequeñas, las miniaturas... A veces me siento inmensa, intensa, otras demasiado aburrida, muy poco interesante, siempre necesito atención, siempre, siempre quiero que me reconozcan, que me digan que soy buena en algo, que se acordaron de mi, que me echan de menos, sobrevaloro la idea del amor, creo que nunca se han enamorado de mi, veo muchas películas, me acuerdo solo de la mitad. Canto casi siempre, a veces bailo, pero sola, me gusta cuando las cosas no tienen fecha, cuando el tiempo no tiene importancia. Me agobian las responsabilidades, me gusta el agua,el mar y la montaña, siento todo 10 veces más intenso, me toco mucho la cara, me urgeteo la nariz en público, y no me baño todos los días, por pereza, me gustan las cosas místicas, las piedras, los inciensos, las energías, siempre, siempre me duele algo. Prefiero siempre cancelar los planes, me siento bien cuando hago mucho, pero casi siempre cuando tengo tiempo, no hago nada... Trato de decir cosas positivas pero las malas siempre suenan más fuertes, cuando era más niña pensaba que convivía yo con mi cuerpo, y mi mente, como un ente aparte, alguien que quería destruirme, desde dentro, un espía... Me gustan mucho las rimas, también la poesía, casi siempre son tristes , me producen melancolía, a veces creo que no siento, y como el dolor es recurrente compañía , vuelvo a él, siempre ,siempre , y repito: “ No me quiere, no me quiere, no me quiere, no le importo , no le importo, no le importo, es feliz, sin mi, sin mi, sin mi, no me necesita, no me extraña” ... Vivo pendiente de los mensajes, de las redes sociales, que hace, esta con alguien , que no soy yo, no piensa en mi, me olvidó, otra vez... y como lo olvido yo, como olvido esas chispas que sentía mi corazón cada que me hablaba, esas ganas de vivir, de salir, de seguir... por eso me hago muy dependiente, me gusta la gente con mucha energía con esas ganas que siempre creo que al al final me van a contagiar a mi, esa gente no espera, no piensa , hace, se equivoca aprende, y yo siempre estoy sentada, pensando, pensando, pensando, pensando... Sonrio cuando veo las flores pequeñas, me gustan los perros y los cachorros, son lo más lindo, siempre. Me gusta ver parejas felices, o padres cuidando y amando a sus hij@s. La  mayor parte del tiempo pienso que voy a quedarme sola, que voy a aburrir a la gente, que se van a cansar de mi, lo más maravilloso que tengo es mi familia, y todo lo que he logrado y lo que hago es por mi mamá y mi papá, me aterra la idea de saber que no son eternos, que se van a ir un día, y no voy a saber por qué seguir viviendo, porque sé que si yo me muero, ellos se mueren conmigo, y los amo más a ellos que a mi, definitivamente. Soy experta en hacer dramas, pero no se los cuento a nadie, veo todo muy terrible, aunque sé que no lo es. Siempre he querido escribir un libro, pero me da mucha flojera. Me gustan las palabras complicadas, nunca las uso, quiero hacerme tatuajes, pero sé que me voy a arrepentir, odio tomar decisiones, aunque sean solo elegir que comer. Creo que cada día pierdo algo, últimamente ha sido muy literal. La mayoría de las veces como sin hambre, quiero ser otra persona, siempre busco aprobación externa, al lado de otra cosa, siempre lo mío es  malo, la mayoría de las veces paso desapercibida, cada vez me gusta menos hablar. Antes sentía que hablaba muy bien en público, ahora nunca quiero hacerlo. Pienso que los sueños siempre van a ser sueños, que hacer cualquier cosa es demasiado trabajo. He querido mucho a 2 personas, ellas, me quisieron un poco, pero se aburrieron, se olvidaron de mi. Tuve amigos imaginarios, fue el presagio de que quizás siempre iba a ser así. me gustan las citas de los libros, pero nunca leo, no me gusta leer. Hablo mucho a veces. Me da mucha vergüenza admitirlo, pero amo que me abracen. Me gusta más la noche que el día, el frío que el calor, sueño que un día alguien me llame de repente y me lleve a la playa, las olas me calman y me dan mucha paz... Casi siempre visto con negro, pienso que estoy enferma, que voy a morir joven, usualmente me imagino en episodios trágicos, como que me llega una bala en la calle, o me desmayo y me quiebro el cráneo. Me gusta la gente diferente, me encanta la gente que se atreve, todo lo que sea original, y lo que brille. Soy mala con las matemáticas, he perdido la memoria también, soy torpe en los deportes, y lo manual mucho me gusta pero poco se me da... Siempre digo que mi color favorito es el violeta, pero me he dado cuenta que es el azul. Me gusta mucho el número 13 y la “mala suerte” que encierra, y muy poco las películas de héroes o de terror. Siempre hay una canción en mi mente, nunca nadie se imagina lo mucho que me odio. La gente en la que confío usualmente, se va, pienso mucho, en cosas sin sentido, nunca digo cuando las cosas me molestan, siempre pienso que de alguna forma, tuve yo la culpa. nunca he ganado algo en un juego de azar, siempre el presente es terrible, y cuando miro atrás todo fue mejor, echo siempre mucho de menos, incluso cuando algo me dolió, perdono siempre, sin quererlo, no sé guardar rencor, digo cosas bonitas, me río muy fuerte. Me cuesta demasiado mirar fijo a los ojos, pero cada vez lo intento más, digo muchas indirectas,  Siempre pienso que dirán cuando me muera, creo que nunca voy a lograr nada “importante” , cuando algo me interesa, me obsesiono. Tomo muchos medicamentos, nunca siento que me hacen nada, quiero siempre muy intenso, y hago de todo para que no se vayan, incluso aunque sienta que me estoy humillando o vuelvo hacer algo que dije que no haría de nuevo. Me cuesta sobreponerme, soltar , me gustaba mucho sacar fotos, pero lo dejé, por creer que no era buena, lo más constante que he hecho en la vida, es estudiar, llevo desde los 4 a los 25 , lo otro es escribir, 6 años más o menos por aquí. Me gustaría conocer personas, pero me da mucha pereza, no quiero contarles de nuevo mi vida, y que se vayan, no quiero que sepan, y quiero que lo hagan. Improviso la mayor parte del tiempo, pero siempre creen que soy muy responsable, organizo muy poco, y parezco muy organizada. Me da mucha culpa no hacer nada, siempre tengo algo pendiente, siempre, hace más o menos 2 años, siento que no hago algo académicamente bien, creo que hacer cosas productivas es muy importante, por eso no me doy mucho tiempo parta el ocio, pero la verdad no hago ni lo uno ni lo otro, me quedo dormida, siempre. Amo a mi sobrino Ramiro, nunca sé bien que decir. Me da mucha  pena que la gente sufra. Estoy hace mucho rato escribiendo, no leí los textos para mañana, y tengo 2 exámenes finales el jueves para los que no he estudiado. Sé que nadie va a llegar a este punto, y que yo lo voy a leer, a editar hasta que me parezca bien, 1, 5 veces quizás, sacaré las frases que me parecen bonitas, y escribiré otros textos, pensaré que el año hará que algo nuevo comience, y será exactamente igual. S.
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sobre-pensar · 4 years ago
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Siento que muchas cosas pasan por mi cabeza.
Puedo visualizar el mensaje, y me siento como si lo estuviera leyendo ahora mismo, siento calor en mi cuerpo pero no es una buena sensación, tengo las manos frías y sudorosas, me duele el estómago y aprieto los dientes.
Todo eso me provocaste con esa simple acción. Mi intuición me dice que sabré de ti muy pronto. No quiero, no te quiero cerca de mi, me dan ganas de vomitar si pienso sólo en la posibilidad de intercambiar algunas palabras contigo.
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therapy - all time low
My ship went down in a sea of sound When I woke up alone, I had everything A handful of moments, I wished I could change And a tongue like a nightmare that cut like a blade
In a city of fools, I was careful and cool But they tore me apart like a hurricane A handful of moments, I wished I could change But I was carried away
Give me a therapy, I'm a walking travesty But I'm smiling at everything Therapy, you were never a friend to me And you can keep all your misery
My lungs gave out as I faced the crowd I think that keeping this up could be dangerous I'm flesh and bone, I'm a rolling stone And the experts say I'm delirious
Give me a therapy, I'm a walking travesty But I'm smiling at everything Therapy, you were never a friend to me You can take back your misery
Arrogant boy Love yourself so no one has to They're better off without you
Arrogant boy Cause a scene like you're supposed to They'll fall asleep without you You're lucky if your memory remains
Give me a therapy, I'm a walking travesty But I'm smiling at everything Therapy, you were never a friend to me You can take back your misery
Therapy, I'm a walking travesty But I'm smiling at everything Therapy, you were never a friend to me And you can choke on your misery
La disonancia de los chillidos de los pajaritos que cuelgan de los árboles con el ruido de la corriente del río a lo lejos hace que mi corazón se acelere de una manera tortuosa, dándome a entender que viene una oleada de aparente electricidad a obstaculizarme completamente. Siento el cabello pegado al rostro, casi bañada por el sudor. Mi corazón palpita violentamente contra mi pecho, desbocándose ante el más mínimo movimiento.
Veo las estelas de luz dorada y anaranjada en el cielo, con trenzas blancas y rosadas producto del desorden de las nubes sobre mi cabeza. Hace calor y los mosquitos hacen todo un festín con mi piel, pero yo solo puedo pensar en ese vacío en el pecho que me ha paralizado por completo, como un ratón acorralado debajo de la cama, temiendo que un cachorro de gato se lo coma de un mordisco, incluso aunque este cachorro solo quiera jugar porque es del mismo tamaño del ratón.
Por mi cabeza viajan ideas a la velocidad del sonido, rompiendo barreras que no sabía que existían en ese plano imaginativo. Quién soy, qué hago corriendo a las cinco de la tarde, qué propósito tengo en este planeta, quiénes me aman, quiénes no lo hacen, qué nota me saqué en un exámen, qué tan inteligente soy, qué tengo para aportar a mi alrededor, qué objetivo tiene que yo, una simple persona más, exista. Por qué nací en el año en qué nací, por qué no antes, por qué después. Qué hay después de que ya no exista y me convierta en polvo, pero qué hay desde este preciso momento hasta el momento en que mi corazón deje de latir. Qué significa lo que hubo desde el momento en que solté mi primer chillido hasta este momento, qué me duele, qué no dejo ir, qué sigue estancado en mi cabeza como una melodía fastidiosa que escuché en la radio mientras venía por carretera.
Quiero llorar, pero lo único que es capaz de procesar mi cuerpo es la inefabilidad del remolino que hay dentro de mí en estos momentos. Indescriptible, imposible de verbalizar, pero tan real como el gato que me observa a lo lejos con cautela. ¿Por qué incluso aunque no pueda darle un significado me tortura? ¿Por qué no puedo dejarlo ir? ¿Por qué de la nada, cuando me estaba sintiendo tan libre?
Mi primer recuerdo de una sensación desagradable recorriendo mis manos fue a los 12, cuando juré que había encontrado al amor de mi vida y escuchaba su voz a través de un teléfono mientras mi mamá dormía al fondo, con el televisor disonante a la distancia y una luz tenue reflejando la silueta de las camas de la habitación, durante esos tiempos en los que financiarme un paquete de milo podía verse como un lujo inaccesible.
Recuerdo su voz, gruesa y un poco vacía de emoción. A mis 12 años no lo vi tan extraño, ni se me cruzó por la cabeza que algo pudiese estar mal con la situación. Esta persona tenía, según me dijo, 16, y nunca había visto una foto de su rostro ni tenía un referente de dónde vivía, qué hacía o con quién pasaba sus ratos libres; simplemente existía, existía para mí en ese teléfono, diciéndome que dejaría de tener contacto conmigo porque no sentía lo mismo. Supongo que esa sensación desagradable, como si de corriente eléctrica se tratase, apareció por primera vez para quedarse.
No fui oficialmente diagnosticada con Trastorno de Ansiedad Generalizada hasta mi último año de colegio, ni asistí a terapia realmente hasta mi primer año de universidad. Los ataques de pánico encerrada en el baño, golpeando firmemente mis piernas gruesas con los nudillos de mi mano, las lágrimas hirvientes descendiendo por la piel de mis mejillas rojas, las palabras de preocupación de mi mamá llamando urgentemente a mis amigas porque no sabía qué decirme para calmarme, los mechones de cabello regados por el suelo porque me los había arrancado con la adrenalina del momento, las noches en vela porque no podía evitar pensar en que me iba a morir y desaparecería por completo, pero al mismo tiempo deseando hacerlo para evitar volver a dejar de respirar, para eliminar ese sentimiento de acidez en mi estómago y las ganas de vomitar bilis porque no había comido en todo el día debido a mi latente angustia; tengo recuerdos vívidos, como si hubiese sido ayer, pero ayer estuve durmiendo todo el día, viendo videos de noche y repitiendo el ciclo, tomándome una pausa activa de la dicha productividad de la que me jacto frecuentemente con mis amigos.
He intentado numerosas veces no excusarme en ese trastorno psiquiátrico ni volverme esa etiqueta que, una vez apropiada, es tan difícil de diluir. También he fallado. Es como si la ansiedad fuese un espacio cómodo para mi cabeza, como si estar preocupándome constantemente por lo que pueda suceder o no fuese la actividad favorita de la voz que me habla y me dice que no tiene sentido esforzarme porque, suceda lo que suceda, de todos modos, va a suceder lo peor. Incluso el hiperventilar y perder el apetito, llorar por las más grandes estupideces y sufrir angustia parece un espacio cómodo en el que podría quedarme toda la vida.
No entendí la importancia de hablar con alguien para desatar y desnaturalizar esa comodidad hasta que llegué a la universidad. Durante el colegio fui muchas cosas, pero salud mental no tuve; la niña que siempre participaba en clase, la que cantaba en las presentaciones del colegio, la que hablaba y echaba chisme con la coordinadora, la que se ganó un reconocimiento por estudiar 13 años en el mismo lugar, la personera destituída, la que no estaba gorda pero cuando comparaban a alguien conmigo ese alguien quería morirse de la vergüenza, la amiga incondicional que naturalizó y pasó por alto comportamientos micromachistas de sus amigues, la que vivió toda su vida con una mamá soltera y los profesores le preguntaban constantemente por su papá, la que no podía usar la falda como el resto de sus amigas porque era incapaz de ver sus piernas en el espejo sin sentir angustia profunda. Podría escribir cuatro cuartillas de todas las etiquetas que me puse durante mis años de adolescencia, tan críticos, pero tan difusos, y aún así no acabaría.
En una comunidad en la que era tan importante ser bonita y llamar la atención masculina, mi diferencia fue absurda y excesivamente abrumadora, impidiéndome tener ese sentido de pertenencia con mis amigas. Incluso aunque no fuese de ese modo, aunque ante sus ojos no hubiese una diferencia tan significativa, yo podía apreciar la diferencia en cómo mis compañeros hombres me miraban, me trataban y formaban su imagen de mí, tan difusa como el reflejo de un barco en un río cuya corriente fluye con urgencia de encontrarse con el mar.
Haciendo reflexión respecto de esos dolores, me he cruzado con un sinfín de personas que me han hecho caer en cuenta que estas son ideas que tengo que soltar. Mirando hacia atrás, ni siquiera era tan diferente, pero esa sensación de ser incomprendidos es algo poco ajeno a nadie. Sin embargo, mirando hacia atrás, me cuesta muchísimo entender quién soy, y esta imperiosa necesidad de identificarme me aterroriza por las noches. ¿Quién, de todas las personas que pasaron por mi vida desde que tenía 4 hasta que cumplí 17, alguna vez vio más allá de esta máscara que construí con ayuda de retazos de terminología suelta que llegaba a mis oídos? ¿A quién conservo?
Metafóricamente, caminé por la vida mirando las estrellas y esperando una guía, una más brillante que otra, dándome cuenta de que siempre esperé algo de alguien más. Una y otra vez, en bucle, esperé que llegara alguien que ignorara todas esas capas de tela entrecortadas y descubriera mi verdadero yo, un terapeuta, un salvador, pero ¿quién es mi verdadero yo, si ni siquiera yo puedo darme nombre?
¿De verdad existe un alguien especial, brillante, en forma de ángel que me saque toda la angustia del corazón?
No está en mi decidirlo, ni escoger a una persona para que me saque del hoyo, de eso estoy segura.
Esa angustia por mi existencia está persistente, todo el tiempo taladrándome la cabeza y llenándome de ideas desesperanzadoras, desgarradoras, ideas de las que no quiero oír absolutamente nada. Supongo que numerosas veces me convencieron de que, si iba a sentirme tan mal, lo mejor sería aislarme.
Esto es lo que me hace sentir esta canción, pero ahí no acaba mi afectividad. Nos vemos en la siguiente entrada.
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alohcnac · 7 years ago
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Cuando el ave baja y pica las piedras.
No hay días que no piense que no existo,
que habito un disfraz,
en el espejo no veo nada,
una masa, luz, gravedad, células pero en
todas las células estoy y las diferentes formas
de mi también se levantan por las mañanas y sacrificamos
todo el tiempo, viviendo en condiciones engorrosas y
un sinsentido kilométrico.
Nos gusta el café por las mañanas a veces y nos duele
el estomago con la porquería que comemos,
nos duele el corazón y se nos inflama el vientre,
nos duele la cabeza y dejamos de manipular
el cuerpo, un límite, un espacio, cúmulo de identidad  
que también habitá igual de hermosa en la basura
pero si la basura no existe,
entonces, tampoco existo yo.
Me salgo luego de vomitar dextro y digo,
-gaba sweetlordbaybyjisus!
Y que mataron al chiuilaquil,
lo apuñalaron dos veces me dijo un
ruco que me invita toque en el barrio,
ese goey era un vagabundo/bilingüe/fantasma/banqueta/tonayas/cantante/humano y con eso yo lo respetaba muchísimo
y se pasaron de verga,
me imagine que era vieja y la violaban y que sufría más y pensé
“que bueno que no se les antojo el pobre chilaquil”,
pero todos somos violentados.
Tengo que hacer tarea les dije, les regrese el toque
y camine, sentía que era amiga de desconocidos y me sentí feliz.
Me había apodado “ LA NAVAJAS”
para que la pensaran x si se querían pasar de
verga, la neta me gusta la calle
y la noche por eso digo
que corto huevos de a gratis
y saco mi cuchillito
“pica, gira, rasga y saca”
puedes girar antes de sacar al final
pero ya es depende del momento.
Entonces, creo que un pedazo de mi murió con el chilaquil?,
pero ya volví al sueño otras cientos de veces en el mundo,
y todo le tiempo desaparezco y regreso, soy como una cosa
que no existe pero aquí estoy,
y no puedo verme, tengo miles de espacios dentro de mi,
como una gaveta cósmica, y cientos de rostros o uno solo
que se transforma sin parar y
por primera vez no me da miedo saber que no existo en sí,
es como una nueva vida dónde me toca ser Samantha
y todo huele tan bien, y todo sabe y se ve,
todo es increíble, los amos a todos, veo al mundo en tu graffiti, veo la evolución en tus ventanas chuecas, veo pureza en un beso asqueroso, siento el mar y no estoy en él,
siento el pasar de los años en e asfalto, veo a todos por azar,
paso por una tortilleria y es asombroso y me abraza y me calienta y me hace pensar en el maíz y en el falso maíz también y los dos son fascinantes y todo es grotesco también
y me encanta y me encanta que huela mal
me encanta que se vuelvan locos,
que todo sea malhecho, que todo sea un caos sin parar que el mundo sea irónico.  
Yo también quiero volver a ver la magia de lo cotidiano, el amor al abandono, contemplar el hambre, sentir calor en la obscuridad, ver seres inocentes y llenos de luz a dónde miro,
y recuerdo que ellos soy yo también.
              Y regreso  a mi a un lugar donde no puedo hablar, donde las cosas no existen,
donde habito en un blanco vacío,
lleno para ser creado y entiendo el desdoblamiento,
las dimensiones en los sueños,
las sombras que observan
y el origen de mi pensamiento.
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nahuelkatz · 5 years ago
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A Nahuel le duele la cabeza, le estalla mientras lava en la bacha. Por favor se dice, por favor que pare. Está presionándose la frente con los dedos, como si quisiera traspasar el hueso, cuando lo mandan a trapear al fondo, donde a una chica se le cayó un vaso de Coca Cola. Junta los vidrios con una escoba y después limpia en silencio, con el ceño fruncido, molesto por la luz y las voces estridentes de la gente. No duerme desde el viernes.
El teléfono vibra en el bolsillo de a ratos, desde el colectivo hasta la cama, pero no repara en ninguno. Ni si quiera en el acolchado arrugado contra la piel. Sólo el dolor de cabeza.
                                                            -
Él no aguanta mucho estar adentro, salvo por los bajones. Ahí no aguanta estar afuera. La bajada de la cocaína es algo horrible, es un reencuentro eterno con su yo desnudo, sin escalas, sin pausas. No se puede mirar al sol. Por eso se bebe y se fuma y se duerme.            
                                                         -
Brenda espera a que Nahuel salga del baño con la mirada clavada en el jugo de naranja que tiene en frente.
‘¿Tenés un cigarrillo?’
—Sí. ¿Te querés ir?
‘Sí.’
Nahuel paga.
                                                            -
Nahuel saca el celular de la mochila. Siente la caja de forros cerrada y la suelta.
Tendría que tirarlos.
[15:40 p.m., 11/11/2019] Bren: Hola
[15:40 p.m., 11/11/2019] Bren: Estas bien?
El audio: —Hola amor. Recién salgo. Llegué como a las... no sé, a las cinco creo, me quede dormido y salí corriendo, no miré el teléfono en todo el día. 
Uno de los cocineros, que va a agarrar su propia mochila, se le ríe y le hace un gestito de látigo.
Nahuel envía el audio. El de ella: ‘No te pregunto de enojada, solamente me preocupo.’
—Ya sé, amor. Yo tampoco me enojo... voy a la calle, te hablo cuando llegue.
                                                            -
Mira el techo del cuarto, las partes donde ya no hay pintura y cómo se descascara. Piensa en que tendría que arreglarlo, pero siempre se le olvida hacerlo.
¿Desde hace cuánto está el techo así? No sabe. Quizá cuando este era el cuarto de Belén era lo mismo, quizá estaban esas partes de pintura salida, o tal vez habían otras, pero que estaban ahí seguro. Trata, pero no se acuerda de haberse fijado en el techo de más chico.
Iba a veces a ver a sus abuelos. Se peleaban y si no lo echaba ella iba con Nahuel de la mano, se tomaban un colectivo y se iban con un bolso improvisado a veces acá, otras a un hotel, quizá a lo de alguna de esas amigas que Nahuel no veía si no era para eso, de vez en cuando todas juntas el mismo día o los mismos pares de días hasta que otra vez volvían a la casa.
El abuelo lo llevaba a la plaza, así con el bastón. La abuela no, ella solamente se movía en los límites del departamento, y Nahuel no la ve nunca de pie en sus recuerdos. 
                                                           -
‘Ahora que la tengo de vuelta la uso para más que para esto’ dice Martín, sosteniendo la tarjeta de crédito entre los dedos y acercando una esquina a la nariz. Es un chiste fácil y estúpido, también de mal gusto, añadiéndole la sonrisa extasiada de Martín después de soltar el chiste, luego el ruido de la inspiración de su fosa nasal. Yoel no puede ni separar la mandíbula, pero se ríe igual. 
Katz le pega unos golpes a la mesa con su carnet.  
Arma una línea gruesa y larga, extrañamente recta, con movimientos extensos del DNI, él respirando con respiraciones cortas, la nariz todavía acalorada del último pase. Ultra despierto, pareciera estar listo para salir disparado al fin del mundo, y estaría seguro de llegar.
Agacha la nariz, se tapa una fosa y con la otra inhala con fuerzas, ayudándose con una lapicera vacía.
La cabeza se le sacude. Cierra los ojos y para a la mitad, respira y se aleja, se agarra la nariz entre los dedos y niega con la cabeza —Ufff —dice. Qué fuerte. No se suelta durante dos o tres segundos, pero al final se vuelve a agachar y termina de tomársela.
Yoel le da otro trago al vino, después se lo pasa a Nahuel. El porro también le gira, él toma y fuma. Agustín en frente está encartonado y duro, transpira dándole tragos a su vaso de vino. Nahuel le pasa el porro y el vino a Martín, que está de pie. Escuchan música.
—Qué onda la keta —dice, mirando a Yoel. Los ojos del rubio son claros y hoy más que nunca, pero está tan pasado que no dicen nada. Vacíos y animales, lo miran a él y él se refleja en ellos.
Se pone de bien.
‘Buenísima’ dice. ‘, la re vendo.’ Martín y él se miran antes de volver la vista a él. Después el de pelo teñido le pasa el porro a Agustín.
—Sí, estaba muy buena. 
                                                          -           
‘Nahuel’ le dice, apenas él entra por la puerta. ‘, vení. Vení. Te quiero ver.’
—Hola...
Más cerca, Belén se saca el pelo de la cara.
'Vos... estás tomando merca.’
Y no lo pregunta, lo da por hecho.
— ¿Eh? 
La sorpresa seguida de incredulidad.
—No.
Ahí, casi ofendido. El casi es clave.
‘No me mientas.’
La huele. Lo de siempre. Está, se ve... 
—No te miento.
Y la mira, como si a medias quisiera decir ‘¿qué decís?’
Belén con el pelo despeinado y la marca del almohadón y su funda roja aun en una mejilla, se vuelve a apartar el pelo del rostro. 
¿Qué quiere verle?
No hay nada.
Le sostiene la mirada sin flaquear, ella suspira y pide perdón.
Tampoco cuesta tanto. 
Esconde el rostro entre las manos un momento, después levanta la vista y lo mira. Sus ojos son sólo dos cortes. Tiene la cara hinchada. 
Nahuel dice que no pasa nada.
Se lleva una mano al pecho y Nahuel puede verle el esternón, dibujado con violencia sobre la piel pegada como con solapa. Abre un ojo, después el otro. Con los hombros hacia delante, parece diminuta. Se va a poner a llorar.  
‘Prometeme, jurame...’
¿Qué?
‘Que ya está.’
Se va a poner a llorar. Ella, no él.
'No tomaste más, ¿no?'
—No, ma. 
Ella lo mira.
—Tranquila, no llores.
‘Sos lo único que tengo en la vida.’
—Basta, ma. 
‘Lo único. Vos sos mi bebé, mi amor, eso no. Nunca más lo vuelvas a hacer. Por favor. Yo me muero de dolor.’
—Te quiero, tranquila. 
Imposible, ya está: ‘No tengo más nada. A vos te tengo, y si te pasa algo yo me muero. Si a vos te pasa algo yo me muero.’
—No estoy muerto, no llores. —Ella sigue con la mano en el pecho, cierra los ojos y mueve la cabeza de lado a lado. —Duchate, ¿por qué no te duchas?
Se pone de pie, pero ella ni enterada.
Quiere meterse al cuarto y dormir, está cansado. Y muy incómodo.
Harto.
‘Ahí voy. Andá. Ahí voy.’ Contesta, se pasa el dorso de la mano por las lágrimas.
— ¿Te ayudo a pararte?
Ella dice bueno, y él la lleva del brazo hasta el baño. Prende la luz, la ducha, le sonríe y se va.
                                                         -
Nahuel, del lado del copiloto, aprieta el botón y saca la cabeza por la ventanilla, chocando con el borde antes de salir.
‘¿Vas a vomitar?’ —No. — ‘Bueno, tranqui’ y siente que le agarran el hombro y se lo aprietan. Katz cierra los ojos cuando el auto para en un semáforo, trata de sacarse la sensación desagradable de encima y después suspira.  
No pasa nada. A veces sucede. El cuerpo se puede sacudir. Sólo necesita un momento.
Se apoya otra vez en el asiento.
Acto seguido, lo patean. Nahuel no hace caso, así cinco o seis cuadras, hasta que se asoma. —Me tienen los huevos como dos canastos —avisa.  —, la próxima les rompo la cara.  —‘Canastos, ponete el cinturón’ dice Agustín. Nahuel lo mira, vuelve la cabeza otra vez por la ventanilla. Necesita respirar.
‘y mete la cabeza, que viene una patrulla.’ 
—Pará...  
‘Meté la cabeza’ le dicen ‘, que viene la cana’. Después escucha la risa de Yoel: ‘Agustín, con el auto de tu hermano difícil que no nos paren…’ y Martín aprovecha para preguntar cómo hacen para pasar las lomas de burro. ‘Si serás cheto…’ contesta Agustín. ‘¿No sabés lo que es la suspensión neumática?’. Nahuel apoya la cabeza contra el contorno de la ventanilla. Se ríe apenas. ‘¿Vos qué te reís, trolo? Meté la cabeza’ y Nahuel hace caso, pestañeando durante largos intervalos. Se pone nervioso. Odia las comisarías, el calabozo ese también, el plástico de los bancos.
Las sirenas se alejan, sin más.
                                                      -
Agustín al habla. De fondo se capta una cumbia, la voz de su novia, el perro se pone a ladrar y él lo calla. ‘Che pa. Mi mamá vino a tomar unos mates y me preguntó por vos... no querés que te tire las cartas... Ya sé que me vas a decir que no, pero lo intento.’
Nahuel al habla ahora. —No... Decile que gracias. Che... ¿En qué andas? Nosotros estamos en el skatepark.
'Yo con Luciana.’ Una pausa. ‘Pero el viernes nos vemos.’
                                                         -
Los días con Belén pasan entre sus sueños y miradas de extraños calibres, como si pudiera observar algo a través de su propia neblina, ella que no sabe otra cosa.
Siempre se han mirado así.
                                                         -
Desde que llegó, Nahuel durmió apenas y no más de dos horas. Mira el frasco de Clonazepam, casi vacío, con los ojos vidriosos. Acostado recuerda la cantidad de pastillas que los abuelos tenían sobre la repisa y piensa que si hubiera sabido lo que eran y lo que hacían, se los hubiera comido todos como caramelos, masticándolos a pesar del sabor nauseabundo.
Se limpia la transpiración de la frente. Qué calor hace, siente el alrededor caliente pero adentro está helado, tembloroso. Le cuesta, la cabeza se siente irritada, fatídicamente despierta.
Al salir del cuarto se encuentra a Belén dormida en el sillón con los ojos abiertos. 
La mira con la mano en la manija de su puerta, luego camina haciendo el menor ruido posible hasta la puerta del dormitorio de ella y entra directo hacia su cómoda. Busca el rótulo de Alplax.
Sale.
Qué puede decir. Tres años han pasado desde la primera vez que pisó el psiquiatra, y los somníferos no le eran desconocidos desde hacía bastante. 
Ha descubierto: la dosis máxima del Clonazepam no lo consigue tumbar. Sí lo hace bajar de la cocaína cuando toma tanto que no puede dormir, cuando el viaje se convierte en una pesadilla, pero dormir bien sólo lo consigue de a varias pastillas y con porro.
Podría inhalarlas.
Le duele mucho la cabeza.
Sí.
Si le da un punto a favor al Clonazepam, al menos le permite ver el mundo sin llorar, le da esa incapacidad para existir a ese nivel, para usar las palabras e hilarlas, pero los nervios tampoco bajan.
¿Por qué?
La mano sube y baja sobre el abdomen.
                                                         - 
—Hola papá —dice, una vez que del otro lado se escucha un saludo de eterno tono plano, como el del hijo.  —, soy Nahuel. 
‘Hola’ 
— ¿Cómo estás? —Pregunta, y levanta la vista apenas para ver a Brenda y su familia en el patio. 
Andrés le cuenta más o menos lo mismo de siempre, se extiende unos largos minutos en contarle lo difícil que es tener tranquilos a los gatos, aun con las gotas, porque los perros ladran y ladran por los fuegos y los caños de escape cortados. 
Sorbe por la nariz y cuando nace un silencio, se aclara la voz:  —Mmm, ¿y qué te cocinaste? — 
‘Una pechuga.’  
Y se oyen un par de movimientos, de maullidos, una puerta que se abre y se cierra, cree. 
—Bueno. Nada más te quería saludar. Yo estoy con mi novia y su familia.
Nada.
—Sí, y salgo más tarde.
‘¿Y a dónde vas?’ 
—A una juntada… 
Después de la respuesta, Andrés sigue: ‘Sabés que el mes pasado a Sombra me la agarraron los perros del de la esquina.’  
 — ¿Vivió?  
Nahuel lo imagina llorando, con esas lágrimas desesperadas de la muerte. ‘Sí.’ Dice. ‘Está operada. Tiene clavos.’
Piensa, este va a hacerme millonario al veterinario.
—Pobre.
‘Le duele, pero está bien.’
—Eso es lo mejor...
Nada.
—Te quiero pa. Me voy.
‘Yo también te quiero.’
Se esfuerza:  —Te extraño mucho.  
‘Yo también te extraño hijo.’
—Te voy a visitar.  
Cuelga, niega con la cabeza para sí, corre la puerta de vidrio y entra a la casa de Brenda. Se da cuenta de que le estalla la cabeza, que se mea encima y también que no tiene la más mínima de cómo será Sombra. Asume que negra. ¿O es la que tiene tres patas?
Lava sus manos mordiéndose el labio inferior, jugando con la carne. 
                                                           -
Al caerse del skate ni si quiera dice nada. Sólo impacta contra el piso, poniendo las manos, y se queda ahí un rato que no se le antoja ni corto ni largo. 
Las zapatillas que se le acercan son Puma y de Juan.
 ‘¿Estás bien?’
—Sí.
‘¿Te ayudo a levantarte?’
—No.
Y levanta la vista para mirarlo. Juan lo ve con el entrecejo y la boca fruncidos. No le cree, por supuesto, y le extiende la mano. 
Nahuel se imagina levantándose solo y cayendo de costado, la cabeza contra el piso, y lo agarra de la muñeca. Juan tira con fuerza y lo para. 
‘¿Estás bien? En serio pregunto’ sigue.
—Sí. No pasa nada. —Dice, un gesto de la mano, el tono de voz siempre monocorde.
Juan lo inspecciona. 
Nahuel se cae siempre del skate, eso es un hecho, pero nunca se había fijado antes en la mirada esa cuando levantó los ojos y lo vio, como si lo hubiera cazado en un momento de suma intimidad, en algo vergonzoso. Dos y dos son cuatro, piensa. Este está más drogado que nadie.
Lo ve alejarse con el paso lento de sus pies, el skate bajo el brazo.
                                                          -
‘No’ dice Aldana, mientras le pasa el peine. ‘, se re cortó todo. Pero porque es un boludo. Sabés qué pasa’ dice, y le abrocha un par de hebras. Nahuel la mira desde el espejo que tiene Aldana en su cuarto. ‘, que yo no soy opción de nadie.’
—Ajá.
‘Todos son prioridad para mí. Aunque salga con dos a la vez.’
Agustín se ríe desde la cama.
Nahuel sorbe por la nariz.
‘¿Qué te reís vos? Te voy a pasar la cero por el medio del cráneo a ver si te da risa eso.’ Y mira a Katz. ‘¿O no?’
Sonríe, tenso.  —Y sí.
‘¿Ves? Y a mí ya que me hables distinto y a otra le hables mejor me la seca. Así que chau. Aparte que yo lo quería llevar a la quinta con nosotros en fin de año.’ 
Se gira a mirar a Agustín.
Él dice: ‘¡No lo merecía! Por eso se fue en fin de año mami.’
—Bobo.
‘Pescado diría Yoel.’
‘Pero no importa, aparte estar sola está bueno. Porque me gusta mirarlos. Y ahora que es verano y están todos en pelotas en el skatepark…’
—Por suerte llevas los lentes siempre.
‘Ay, sí. Pero porque no me gusta que me ciegue el sol. ¿Se dice ciegue?’ Y le gira un tanto la cabeza hacia el costado, una mano con las uñas pintadas de amarillo. ‘A ver quedate quieto.’ Después sigue: ‘Encima me sale tan lindo el corte, me voy a abrir una barbería me parece’
Sigue:
‘Y el otro día que había salido con este, con un amigo de Martín y Yoel. No voy a decir nombres. Qué hijo de puta. No me van a gustar nunca los drogones pero que lindos que son. Sin ofender.’
Nahuel se ríe. 
‘¡No te rías que te voy a hacer el dibujo!’
Y le hace las líneas a los costados.
‘Tenés una cabecita tan linda, es re estética. Te pasaría la cero’
—No seas rara. ¿Le decís eso a todos tus clientes?
‘Tomalo como un cumplido. Qué malo que sos. Ahora te voy a cobrar mil pesos.’ Una pausa. ‘Agus me pasas el espejo ahí, ese, al lado tuyo, a ver... no, mirá, teneselo, ¿te gusta?’
—Sí. Me hacía falta. Quedó prolijo.
‘Re prolijo, mi amor, quedaste explotado. Quedate quieto que te voy a sacar una foto... Ay.’ Se ríe. ‘Primero te saco el broche.’
— ¿Sonrío?
‘No, chico malo.’
—Grrr...
‘¿Nunca pensaste ser modelo?’
Mientras Nahuel enrojece, Agustín le pega al almohadón para no gritar.  
                                                              -
[15:43 p.m., 3/1/2020] Marto: Escuchá
El audio: 
Fffs.
‘¿After de pileta?’
—Tenemos coca y keta. Deciles que tenemos.
‘Puchito, porrito, y mi presencia...’
— ¿La tuya?
Y lo demás no se entiende, los dos hablan al teléfono en otro idioma. Yoel se pone a cantar en el fondo.
                                                             -
Yoel ya tocó el timbre de la casa de Javier y espera a que salga subido a la moto. Son las nueve de la noche, más o menos, y en esta cuadra sólo una farola lo ilumina, haciéndole la piel más blanca, brillante. Espera, espera, espera, pero nada. Debería haber avisado ¿no? Pero si a Javier se lo encuentra uno siempre en la casa, incluso si tarda para atender.
Va a sacar el celular para hablarle cuando escucha un ‘Che, che’ en la lejanía. Cuando mira, girando la cabeza, un policía se le acerca. ‘, ¿qué hacés en esa puerta? ¡Quedate quieto!’
Chazarreta levanta la vista al cielo negro, piensa Cuidame, se baja el vidrio del casco, gira la llave, le da al acelerador y sale disparado, dejando una marca oscura y temblorosa sobre el pavimento. Por poco no choca contra un montón de bolsas plásticas en la esquina cuando se gira para ver al tipo y este lo empieza a correr, sin avivarse de sacar la pistola y dársela por la espalda: pibe el policía. De eso se dio cuenta por el andar nervioso, pero tal cosa no se la hizo darla por ganada ni en pedo: la moto sin papeles va con todo y es un milagro que no se lo lleven puesto cuando agarra Avenida Córdoba, y para en los semáforos porque algo en el cerebro se lo recuerda, lo hace solito. Si no, ya estarían sacándolo con una pala del piso.
Al llegar a Chacarita casi cuarenta minutos después dobla en un virar violento para la cuadra de Nahuel y la moto sube a la acera vacía, el salto que pega a Yoel lo obliga a agarrarse con todas sus fuerzas del manubrio, consigue sacarla en una bajada para silla de ruedas en la esquina contraria por donde entró. Gira en U y estaciona en frente del edificio. La moto y su cuerpo se hacen un tanto hacia delante, pero no pasa nada. Agradece con el alma a San Antonio Gil y pone la palanca para que la moto se sostenga.
Llama a Nahuel.
—Hola.
‘Nahuel estoy abajo. Creo que cayó Javier, me quiso parar un cana.’
—Ahí voy.
'Bueno.'
Tarda un par de minutos que a Yoel se le antojan eternos, pero al final Nahuel aparece, abriendo la pesada puerta de la entrada al edificio con dos ojos rojos. Está en bermudas y ojotas y se acerca a la moto. En el pecho se distingue el tatuaje, que Yoel tiene abajo del pliegue de la rodilla. Atrás de ambos pasa un chico con un dogo.
— ¿Estás bien?
‘Sí, amigo. Si no te hubiera dicho.’
— ¿Cómo que cayó Javier?
Un viejo, Javier, con la mitad de la dentadura. Se suponía que estaba protegido.
‘No sé’ suelta.
— ¿Te vio la cara?
Yoel niega con la cabeza. ‘Ni me saqué el casco, aparte el pelotudo me llamó desde la esquina, el zapato. Quería comprar y venirme para acá’ después se humedece los labios. Se quedan callados un segundo y el rubio aprovecha a sacarse el casco negro. ‘No compro más afuera de mi casa, ya fue.’ Le avisa. Después encoge los hombros. ‘Me cansaron.' Y eso parece zanjar la cuestión. 
Nahuel suspira, busca en el llavero la llave del estacionamiento del edificio y vuelve a la vereda. Sube el portón usando ambos brazos y Yoel sube la palanca, le pasa el casco y arranca la moto y entra. La deja en la esquina al fondo del segundo subsuelo. Ahí ancestralmente guardaba el auto el abuelo Katz y ahora al espacio se lo alquilan a un vecino de unas cuadras más a la izquierda. El auto suyo no está, pero igual lo hace apoyar la Yamaha a un costado, atrás de una columna. 
Van por las escaleras del estacionamiento, que los conecta con el recibidor del edificio. Agarrando las otras escaleras, suben al piso de Nahuel. Yoel tiene toda la remera transpirada, siente también sudor en la raya del culo y tiene la remera de Arsenal pegada a la espalda. Antes de echar las llaves, Katz le dedica una mirada. —Está Belén.
Adentro el olor a cigarrillo invade el ambiente a pesar de que las puertas al balcón están abiertas. En la cocina, una única luz prendida. Suena música de fondo, en inglés. Chazarreta no entiende una sola palabra. ‘¿Quién vino?’
—Yoel.
‘Hola Yoel’.
‘Hola Belén, ¿cómo andas?’
Una risa.
‘Y… ¿vos?’
‘Bien.’ Mira a su amigo: ‘Voy al baño’.
—Andá.
Nahuel entra al cuarto, deja las ojotas al costado de la cama y se sube. El ventilador lo despeina mientras busca el contacto de Javier y descubre que ni foto de perfil tiene. Si le pasó algo, cosa que parece lo más seguro, van a terminarse enterando. Qué paja. Esa merca está muy buena, a pesar de que tuvieran que ir a buscarla a un sucucho en Once, con un baño sin pileta ni canilla. Chasquea con la lengua. Pasado un rato, Yoel se aparece. ‘Me pego una ducha’
—Sí. Ponete lo que quieras. Agarrá una toalla de ahí...
Nahuel vuelve a quedarse solo. Pasa un rato apenas hasta que Yoel aparece otra vez, con el pelo pegado al rostro. ‘Bueno, ya está’ dice. ‘, ¿vamos para mi casa?’
Katz se muerde el labio inferior. — ¿Hasta allá? Vamos a La Fraga.
‘¿A lo de Peque? Vamos a mi casa’ una pausa. ‘, dale, vamos y vemos a los pibes.’
Chasquea la lengua. —Bueno, vamos. 
La noche va a ser larga. Ya se imagina a las cinco de la madrugada entre gritos y bebidas que se derraman al piso antes de tomarlas.
Se suben a la moto y van por otro lado, que hace el camino un par de minutos más largo, pero cuando suben por Panamericana todo va perfecto, Yoel se permite acelerar como quiere, la patente tapada, y Nahuel va mirando los autos pasar por al lado como ráfagas, agarrado a la cintura de Chazarreta.
                                                             -
‘HIJO DE RE MIL PUTA.
HIJO DE RE MIL PUTA. FORRO. FORRO. FORRO. FORRO HIJO DE RE MIL PUTA.
HIJO DE PUTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.’
Llegaron hace cinco minutos. Belén saludó toda roja y entró al cuarto. A Antonio ni manera de prepararse para el huracán, le dice al nieto:
‘No escuches. Pasame las llaves.’
Y adentro del cuarto la abuela, como puede: ‘Pará, Belén, calmate, hija... está tu hijo afuera’
Cosas cayendo.
‘Me quiero morir... No quiero vivir más... no quiero vivir más... No aguanto seguir viva...’
Antonio va lo más rápido que puede. 
Abre la puerta del cuarto y lo primero que hacen Nahuel y su madre es mirarse. 
‘Vas a matar a tu mamá de un susto. Mirala Belén, ¿no te parece que ya está grande?’
Silencio.
‘¿Te parece el quilombo que armas con tu hijo acá?’
Antonio se lo lleva afuera antes de que se despliegue la siguiente parte del acto. Me quiero morir, no quiero vivir más, no quiero vivir más, no quiero vivir más, me quiero morir, me quiero morir, me quiero morir... no quiero vivir máaaaaaaaaas... por favor... por favor, por quéeeeeeeeeeee, por quéeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee.... POR QUÉEEEEEEEEEEEEEEEEE...  
Bajando por el viejo ascensor se la escucha igual.
¿O es en su cabeza?
En la plaza, aunque se hace el sordo, viendo a unos chicos andando en patineta se repite a sí mismo las muecas de su madre a la perfección, las habla sin voz. 
‘Vení.’ Dice. ‘Nahuel, vení.’
El nene vuelve la mirada, apenas ladeando la cabeza, las ojeras profundas bajo los ojos. Uh-uh. 
Se hace el distraído.
‘Vení, dale.'
Va.
‘Tu mamá te ama’.
—Ya sé.
‘No se siente bien.’
Nada.
‘Vos sé bueno.’
Se ahorra lo demás. En realidad no sabe qué decirle.  
Sólo atina a pensar que Belén siempre fue así. Siempre. Fue una sorpresa... por decirlo de alguna manera, cuando llegó con un novio. Y después cuando se embarazó. Él pensaba: esto va a ser un desastre.
Le rasca la cabeza a su nieto. 
Nunca pensó que iba a tener nietos. Belén le daba por asegurada la muerte del linaje.
Pero ahí está, el mocoso. 
Le dice a Ana: ‘¿Y si nos lo llevamos?’... Pero quién se los va a dar. Se mueren mañana. Y sobre eso, Belén hoy si se lo sacan. Andrés, no sabe. 
Qué tipo raro, Andrés. No duda que lo ame, pero es raro el uruguayo ese que lo sacó Belén de andá saber dónde hace ya ¿cuánto? Pero, a ver... Si Nahuel tiene siete...
Solamente espera que no les toque antes de que las cosas... se calmen. 
—Yo no entiendo por qué me tuvo si se quiere morir.
—Y Antonio pestañea. — ¿O no?
Traga saliva.
‘No digas eso, Nahuel. No es verdad lo que dice. Tu mamá te ama.’
Alza las dos cejas. 
‘Vos estás acá porque tenés que estar acá, hijo.’
¿Y todo eso según quién?  Nahuel frunce los labios y mira al costado, donde patinan los chicos.  
Belén: Yo le pido a Dios que me saque este dolor y nunca lo hace, ¿por qué me quiere ver así? No lo entiendo.
Ajá.
'Tu mamá se sentía peor antes de que nacieras vos.'
Katz da finalizada la conversación: — ¿Me regalas una patineta?
                                                              - 
Brenda abre los ojos.
‘¡Ay!’
¿Cuándo llegó?
No vale la pena intentar despertarlo, Nahuel tiene los ojos y la boca abiertos, tiene el short y la remera y la cadena y el arito y las zapatillas puestas.
Y aun así pudo encontrar la llave de más, siempre escondida en la entrada.
Verá luego que la tierra está movida, las piedras desordenadas: en media hora la llamarán sólo para que se fije en eso.
                                                             -
La casa de Yoel está entre otras dos casas, una construida con chapas y maderas torcidas, la otra pintada de amarillo. La suya, angosta, con un portón, un patio de cemento y dos pisos, tiene en la terraza una medianera y una pelopincho.
Aplaude.
‘Pibe’ escucha.
—Hola. —mira hacia el costado. Uno de los vecinos de Yoel, no se acuerda el nombre, es un viejo con bigote y casi calvo, toma terere en la vereda. En frente, otro vecino lava su auto.  
‘¿Cómo eras?’
—Nahuel.
‘¿Estás buscando al Chaza?’
—Sí.
‘Se fue hace un rato.’
Nahuel mira hacia el interior de la casa de nuevo, frunciendo los labios, y se sienta a esperarlo contra el portón. Tiene mucho calor, saca la botella de agua de vuelta y bebe apurado. Cuando mira, le quedan apenas un par de sorbos.
Recuerda la primera vez que vino acá, cuando tenía nueve años, más o menos, y antes de ir a su casa pararon en una esquina, donde había un grupo fumando y bebiendo. Los llamaron. Nahuel miraba todo con una sensación de ajenidad increíble, y ni si quiera recuerda qué le habrán preguntado o dicho, ni qué habrá contestado él. Nunca había visto una villa desde adentro. Yoel, con una Coca Cola bajo el brazo, les habló un rato, presentó a Katz y se fueron. Le decían Chazarrita. Le tocaba el diminutivo, porque Chazarreta era el padre. Yoel le contaba que eran amigos suyos.
Al papá de Yoel lo mataron un año antes de pasarse al colegio de Nahuel, un intento para que el arte, como dicen... lo ayude... bah. Que no se haga vago en serio, como el padre, que saque por otro lado. El crimen fue violento y no trascendió las esquinas de la villa, como todo en La Cava, y dejó a una joven de veintitrés con el hijo en común y nada para hacer salvo seguir.
En ese entonces la casa de Yoel y Denise sólo tenía un piso y chapas en el techo. Cuando iba y llovía parecía que estaban tirando misiles sobre ellos.
Hace unos meses entró por otra calle y pasadas unas cuadras lo quisieron agarrar dos pibes, no mucho más grandes que él, y Nahuel zafó porque se le ocurrió decir que era amigo de Chazarreta. Dijo: ‘Vine a ver a Yoel, mi amigo, a Chaza.’
Y añadió:
‘Y a Marcos y a Ariel’. Ahí lo dejaron. Se rieron, dijeron
nooooo
le pegaron unas palmaditas en la espalda, empujándolo, y después lo acompañaron un par de cuadras. Le hablaron: ‘Perdoná rubio, qué cara que pusiste eh’. Cuando llegó y le contó a Yoel, Chazarreta le dijo que entre por donde ya lo conocen.
El rubio aparece sin remera, con bolsas en las manos, y le sonríe desde la esquina. Nahuel lo espera en silencio, con la botella ya vacía en la mano y transpiración en la frente. 
‘Hola Chaza’
‘¿Todo bien Juan?’
‘Bien.’
‘¿Llegaste hace mucho?’
—Un rato.
Yoel abre el portón y después la puerta. ‘Hubieras saltado’ le dice. 
Adentro prende el ventilador y la tele, que estaba en ESPN. Después saca de las bolsas un par de botellas. 
‘¿Viste que se murió Straver en el Dakar?’
—No.
‘Sí. Yo la estaba mirando, fue feo el accidente’ dice, con la liviandad con la que se refiere a todo, mientras se rasca arriba del ombligo, la mirada atascada en la tele un momento hasta que lo manda a Nahuel a meter las botellas en la heladera, menos una, que abre. Katz lo hace pensando en el cuerpo del motociclista impactando. En su mente pierde el control de manera majestuosa, cinemática, y cae a un precipicio en el desierto saudita.
Se escuchan disparos. 
Yoel sorbe por la nariz.
Al rato se abre la puerta. Denise entra como una ráfaga. ‘¿Qué hacés acá vos?’ Pregunta. Y lo agarra de la oreja, un golpe rápido y seco en la cabeza, lo arrastra: ‘¿Qué te querés ir con Marcos?’ Otro golpe más. ‘¿Que te querés ir con Marcos? A ver si te cuida a vos pendejo malagradecido, maleducado’ otro más, Yoel tiene la cabeza gacha, Denise lo agarra de la más fuerte y aprieta: ‘, andate a laburar, conseguite un trabajo, salí de mi casa.’ Lo suelta de la oreja para que se vaya, Yoel abre la heladera para sacar las botellas (’¡las pagué yo!’ le dice) y ella lo vuelve a agarrar. Le pega, Denise. Con más o menos cincuenta kilos encima, le pega duro y parejo.
Están en la calle minutos después.
En frente el vecino sigue limpiando el auto. 
Nahuel lo mira. 
Después pestañea.— ¿Qué pasó?
Vuelve la vista a él. Chazarreta se pasa la mano por la cabeza. ‘Tu cara Nahuel’ y se ríe. ‘, vamonos a lo de Marcos.’ Después sigue: ‘Mañana se le pasa...’  estallado: ‘Sabés el miedo que tiene que me mude a lo de Marcos, mirá cómo me surtió.’
                                                            -
Se mete en la bodega a tomar merca, apenas inclinado frente a una góndola. Masajea las fosas nasales como si el cartílago no existiera, y ayuda a llevar un cajón de verduras al sucio desastre de la cocina.
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otronicomiranda · 8 years ago
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El edificio
Casi no me reconozco cuando me miro al espejo. En unas semanas sin dormir se me hundieron los ojos, me cambió la piel y ya casi nadie me reconoce. Llego a mi departamento y no encuentro la manera de dormirme. Siento que ya probé todo, no hay remedio. -¡Intérnenme! -pienso una vez mas, cuando termina el día. Quiero teletransportarme a mi cama ahora que tengo sueño, pero eso todavía no existe y camino resignado hacia el subte. Hago como rebaño el mismo camino de todos los dias. La ciudad se vuelve hostil. Una mujer me mira desde atrás, siento sus ojos. Al sentarse al lado mio en el subte, calcula mal un paso y cae sobre mi pierna derecha. Se desliza por mi pierna hasta que cae sobre al asiento. No me aprieta, no es un golpe ni me duele; siento calor y cercanía inesperada. -Disculpame. -No te preocupes. La observo mas, porque es una mujer linda, aunque intentando que no se de cuenta. Vestida de algodón es lo que mis amigos llamarían una Milf. Tiene curvas desparejas pero prominentes. Tiene unas tetas enormes y redondas sostenidas por un corpiño con arco, con cuerpo, armazón y todas esas ridiculeces que le ponen a los contenedores de tetas para que las tetas parezcan redondas y perfectas. Tiene la piel cubierta por una remera de manga larga, negra y gris, pegada al cuerpo y tiene tremendo escote. Su calza negra la disfraza desde la cintura hasta los pies. No miro sus pies pero imagino que lleva zapatillas deportivas, Nike, Puma o Adidas. Todo eso, sumado a su pelo teñido de rubio crecido, me hace pensar en una ama de casa separada hace pocos años, que está al acecho, siempre seductora, buscando otro marido adinerado que le mejore su ingreso mensual que está percibiendo de su exmarido y que se viste con ropa deportiva para hacer ejercicios, pero también para que la miren. Con la misma ropa va al supermercado, a la ferretería o al subte, sin cuestionárselo en lo mas mínimo, porque en cualquier lugar puede aparecer ese príncipe adinerado y siente que todo ese combo, atrae a los hombres. También pienso que es todo un disfraz para distraer la atención y que en realidad es algún tipo de espía encubierto. “No te preocupes” me repetí, mientras seguí leyendo. Me desconcentro de las palabras por las que pasan mis ojos. Su imagen fugaz en el rabillo del ojo y el roce con mi cuerpo al sentarse me dejaron disperso, inestable. Sigo leyendo algunas líneas varias veces, creo que estoy leyendo varias veces la misma línea. Cabeceo de sueño, quizás de confusión de ese mundo extraño. Después de cabecear levanto la cabeza y me veo rodeado, me atosiga la gente a mi alrededor y busco ojos en los que fijarme para no dormirme. Nadie me mira y yo me confundo mas y mas. Sigo buscando alguien o algo en lo que fijar mis ojos. De repente todo se invierte y siento que todos me miran sin decirlo, sin decirlo con sus ojos al menos. Siento que yo los miro y al dejar de mirarlos me miran, me relojean controlándome. Pienso en “The Truman show” una vez mas, ser ese centro para el que todos actúan la pantomima. Pero mas que eso, me siento vigilado por una especie de swat del bandidismo callejero que sale a buscar víctimas para robarles. Presiono mi mochila con mis pies, toco mi celular con la mano izquierda y sigue ahí; quiero tocar mi bolsillo derecho donde está mi emepetrés sonando, pero pienso que voy a rozarle la pierna a la Milf y me dá miedo. Miedo de que note que el roce es caluroso y que vea desde donde está, como se me va parando la pija. Todo eso pienso, toda una serie de ideas excesivas en el transcurso de una estación a la siguiente: estoy mal. En ese momento llegando a la estación, la pechugona se para a destiempo, de nuevo a destiempo, la frenada del subte hace que se vuelva a caer sobre mi, pero ahora un poco mas fuerte, ahora rozándome mas y apoyándome la mano izquierda sobre el cuello, buscando no caerse y no entregarme súbitamente todas sus virtudes. Siento eso muy caliente, como si lo hiciese a propósito. También siento que mi pija se pone dura y al buscar sus ojos muerto de vergüenza a ver si me esta viendo, ella esta fija sobre mis ojos. –Disculpáme, que torpe… -me vuelve a decir Instantáneamente recuerdo algo que escuché varias veces, sobre gente que sale a robar y deposita un polvo en la piel de la gente, en las manos o donde fuese, un polvo que los desmaya, les quita la voluntad. Es un robo que se hace de a dos, que está coordinado, uno muy buen actor, logra generar algún contacto, pero con buena onda y es otro el que se acerca a socorrer -que es en realidad aquél que se acerca a robarte silenciosamente, o quizás a raptar, desnudar y violar-. Son como dos policías buenos, pero que en realidad son dos policías malos. Dos ladrones en realidad que te roban con buena onda sin que te enteres de nada. Pero no imaginé que ella fuese a violarme, creo que no hubiese sido necesario aquel polvo mágico para convencerme. Mi mente adormecida vuelve a ponerse paranoica y vigilante. Siento náuseas, calor, mareo, pero todo, todo, todo, puede ser mi sugestión y mis pocos meses de sueño. Hace semanas que la náusea me acompaña lealmente, me acompañan las ganas de vomitar todo este cansancio. Me pongo alerta y vuelvo a ver el bandidismo rodearme. La mujer en cuestión espera la apertura de puertas mirando hacia fuera. Veo una leve sonrisa en su boca, no se si porque su caída fue adrede o porque ella también se humedeció al sentir mi cuerpo y el calor la hace sonreír o si en realidad es la manera de disimular la aplicación del polvo adormecedor. Quizás simplemente me ve observarla y le causo gracia. Respiro y pienso que si el polvo me hace dormir ¡puede ser mi solución! ser robado… qué más da, si puedo tener un poco de tiempo de sueño, aunque sea ahí tirado marginalmente entre los pies de gente en el subte; ya estoy resignado. El miedo es mas fuerte. Vuelvo a mirar a mi alrededor y no puedo enfocar, no puedo ver a aquél que sería el que me va a robar cuando me desmaye. Respiro profundo, muy profundo, como si hubiese perdido la habilidad de respirar sin pensar hacerlo y como si no lo hiciese concientemente me fuese a morir. Me paro de repente con intención acusatoria, pero sin emitir palabra. Solo un señor se percata de eso porque gira su cabeza bruscamente hacia mi. Parece que yo voy a decir algo o a comenzar algún tipo de performance, de canto publico a todo volumen en el subte y se queda esperando mis palabras, pero yo solo necesito respirar sin estar presionando mi panza en el asiento, y no comienzo ningún discurso. Se abren las puertas. Veo como la pechugona se va haciendo vaivén con el culo y eso me calma, el movimiento me hipnotiza y creo que cabeceo de nuevo. Solo fue un roce de subte, solo unas curvas me amenazaron. No me desmayé, no pasó nada de todo lo que imaginé -y deseé, en el fondo- y vuelvo con mis pasos de piedra las cinco cuadras que me separan de mi casa. Camino derrotado como volviendo de la guerra, la guerra que es cada día sin dormir. Una vez mas siento que hoy va a ser el día que voy a dormir, porque siento que me duermo mientras camino. Apuro el paso para llegar con este sueño hasta mi cama. Camino las cinco cuadras casi desmayándome, y llego. En los últimos pasos, al llegar a la puerta de mi casa, algo me arrebata el sueño de nuevo, no sé como explicarlo. Como si mi sueño fuese un fantasma pegado a mi cuerpo que teme a al ascensor, o teme a los cristales que separan el exterior de mi edificio con el hall de entrada, o teme a algo que yo no sé claramente. Y aquél fantasma llamado sueño se separa de mi y me observa irme, muy despierto, por el ascensor. Y él, se queda resignado, me espera ahí sentado en la vereda, cabizbajo hasta mañana, lamentándose por no poder regalarme un buen descanso. Se queda ahí hasta que yo salga de nuevo.
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