#matias recalt fic
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jaquemuses · 10 months ago
Note
hola reina te puedo pedir uno de matias recalt en donde haya consumo de marihuana?? si no queres esta todo bien pero me haria ilusion, me encantan tus escritos
‐🪽
HOLA HERMOSA !! Perdón por haber tardado tanto pero aca esta!! Gracias por la request, me super insipiraste jajsj.
𝜗𝜚⊹ ‧₊˚ slow down
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synopsis: Matias pasa a buscarte para ir a fumar en pos de celebrar buenas noticias, sin embargo no es lo unico por lo que va a terminar celebrando.
pairings: Matias Recalt x reader
content: SMUT! car sex, uso de drogas, marihuana, alcohol,breeding, fingering, blowjob, sobre estimulacion, dirty talk
word count: 7,2k jeje
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i.
Esto ya se habia convertido una costumbre; donde Matías te pasaba a buscar a horas intempestivas para ir hasta la reserva natural de la costanera en su auto, siempre estacionando donde la vista es mejor para pasar un par de horas ahí y compartir un porro mientras esperan para ver el amanecer. No suena como un gran plan, pero son las noches que más esperas. Y esta es una de esas noches.
Estabas en la cama, el ventilador girando arriba tuyo intentando apaciguar las grandes oleadas de calor del mes de enero. El verano en la ciudad de buenos aires era el infierno en tierra. Te estabas revolviendo en la cama contra las sábanas delgadas que causaban mas calor del que creias posible que podia existir luchando contra el insomnio veraniego en donde los dias siempre terminaban en noches calurosas y pegajosas; las peores en tu opinion.
Podias sentir la ligera capa de sudor cubriendote, haciéndote sentir sucia, el ventilador haciendo poco para aliviar la pesadez del clima. -miraste el reloj despertador junto a tu cama por lo que se sentia como la centésima vez, y viste cómo pasaba de la 1:43 a la 1:44. Gracias a Dios es viernes; no estás de humor para levantarte en las próximas 4 horas y prepararte para ir a trabajar con una o dos horas de sueño. Tu horario de sueño ya estaba completamente desordenado y planeabas aprovechar ese fin de semana para intentar arreglarlo. Es justo ahí cuando escuchaste el "ping" de tu teléfono, iluminando el pequeño rincón de tu habitación con el mensaje de texto de Matías.
Holis consegui el papel, ¿venis a celebrar?
Te tapaste la boca con una sonrisa antes de abrir el chat.
Obviamente él sabia que estabas despierta, despues de todo era el quien se ocupo de arruinar tu horario de sueño llevándote a estas escapaditas a altas horas de la noche.
Sin embargo agradeciste internamente la invitación de Matías, hubieras estado dispuesta a inventar cualquier excusa para salir de tu calurosa casa. Tu respuesta fue rápida, y esperabas que no pareciera demasiado desesperada.
"obvio que si, ¿me pasas a buscar?"
Matias tardo un poco más en responder; probablemente estaba preparando sus cosas, llenando sus bolsillos de papelillos y de marihuana. No te sorprendería si se olvidara de traer un encendedor. Podrías contar con los dedos de las manos todas las veces que Matías te había invitado a fumar y se había olvidado de llevar uno. La última vez que se habian juntado, su encendedor se rompió y no habia traido uno de repuesto. Por lo que creiste conveniente recordárselo, porque seguramente ya habia fumado y su memoria no era la mejor cuando estaba drogado.
"Mati"
"acordate de llevar dos encendedores"
"que no nos vaya a pasar lo de la otra vez !!"
"(que no TE vaya a pasar)"
Y no pudiste evitar sentir una pequeña emoción cuando viste el texto debajo de su foto de perfil que te indicaba que estaba escribiendo.
"Jajsjsa, andate a cagar"
"te aviso cuando esté abajo."
Sonreíste ante su respuesta. Estabas segura de que se habia olvidado por completo.
Sin mas preambulos te levantaste de la cama, caminaste hacia el espejo que estaba colgado atras de tu puerta y te observaste. Las ojeras alrededor de tus ojos, y tu pelo desordenado definitivamente delataban tu lucha por conciliar el sueño. Tras ver eso corriste a darte una ducha rápida para refrescarte y al menos estar presentable antes de que él llegara. Te pusiste una musculosa blanca y un par de shorts que ni siquiera recordabas haber comprado. Todavía hacía calor afuera, así que no llevaste una campera ya que estos encuentros generalmente solian durar un par de horas y era cuando comenzaba a refrescar, pero no lo suficiente como para llevar un abrigo, ¿verdad? El auto de Matías llegó antes de que pudieras decidirte.
El claxon te hizo correr escaleras abajo, casi tropezandote al bajar. No pudiste evitar sentirte emocionada, podias sentir que había una gran y estúpida sonrisa en tu rostro. Aun así, no encontraste razones para borrarla, estaban por verse para salir a festejar que matias habia conseguido el papel, era razon suficiente para estar sonriendl. Justo antes de abrir la puerta, te revisaste una vez más: llaves, billetera, teléfono y encendedor. Por las dudas.
Con tus zapatos apenas puestos, cerraste la puerta atras tuyo y corriste por el patio delantero. El aire nocturno se sintió maravilloso y lo recibiste mientras golpeaba tu pelo todavia mojado. Lo sentiste refrescandote y de repente estuviste contenta de haber decidido no traer un abrigo, despues de tantos días de calor este aire fresco se sentia fenomenal.
Pudiste ver el perfil de Matías a través de la ventana del pasajero y casi jadeaste. Su cabello estaba tirado descuidadamente hacia atrás, algunos mechones sueltos enmarcando ligeramente su cara. La luz de los faroles hacian un buen trabajo iluminando su mandíbula, y te preguntaste si realmente era el aire frío lo que causaba los escalofríos.
Esperabas que el color rojo en tus mejillas desapareciera antes de subirte al auto, querias ahorrarte las burlas de parte de tu amigo.
"Hola" dijiste alargando la "a" al entrar al auto, tu sonrisa de oreja a oreja mientras te acomodabas en el asiento para depositar un suave beso en la mejilla del castaño.
Él se inclinó hacia adelante y agarró el abrigo que estaba sobre el asiento del pasajero, tirandolo hacia atrás antes de que subieras. "Hola nena!!" te dijo con una sonrisa ladeada "mira que día festivo te clave ehh." Su habla salió un poco arrastrada; si no te habías dado cuenta ya por el olor en el auto, te dabas cuenta por su voz que ya estaba drogado, o al menos contentito. Te preguntabas qué pensarían tus padres si te hubieran visto ahi, en el auto del porrero de la facu yendo a fumar y a beber alcohol barato. Pero si no se enteran no les va a molestar.
"No es un día festivo, Matías. Deja de buscar excusas para fumar." dijiste riendote "Quiero que me cuentes TODO, como te llamaron que te dijeron que tenes que hacer." empezaste a hablar mientras te abrochabas el cinturon.
Conocías a Matías desde hacia ya bastante tiempo. Estuvieron en la misma secundaria sin embargo sus interacciones no comenzaron hasta que empezaron la universidad. Él se te acercó cuando mientras estudiabas para un examen. No era algo tan importante, pero siempre te estresabas y te ponias frenética dos semanas antes de cualquier examen. Matías no era tonto y habia notado eso, porque te ofrecio algunos consejos para tranquilizarte, por así decirlo.
Una cosa llevó a la otra, y de repente estabas en su habitación, con un bong en una mano y un encendedor en la otra. Empezaste a visitarlo más y más, quedándote por períodos cada vez más largos, hasta el punto en que habian dias que te quedabas a dormir, no siempre consumias porque tampoco te encantaba fumar, pero si disfrutabas de su presencia.
Cabe aclarar, desaprobaste el examen.
"Bueno che pero me estoy portando bien! Ahora decidí que solo voy a fumar en días festivos". Qué mentiroso. Hubieras apostado todo tu sueldo a que esa regla no le iba a durar mucho.
"Matías, si solo fumaras en días festivos, eso significaria que todos los dias de tu vida son festivos". Se metió entre los dos y subió el volumen de la música, chase atlantic sonaba dentro del auto.
"Y bueno, hay que festejar que estamos vivos" Se rió a tu lado, quitando una mano del volante para pasarte una cajita, empujándola contra tu hombro.
"Deja de reclamarme y abrí tu regalo".
Con una mirada confundida en tu rostro, la tomaste. Era larga pero pequeña, y estaba envuelta en una cinta que él había atado en un pequeño moño en la parte superior.
"¿Qué es esto?" Él estaba sonriendo como un nene chiquito.
"Si te fuera a decir entonces no lo hubiera envuelto, tarada", te dijo con un tono burlesco, y una amplia sonrisa en su rostro, "Dale, abrilo"
Y así desataste el pequeño lazo, la cinta se deslizó fácilmente de la caja. Levantaste la tapa y adentro había un porro enrollado de manera desordenada reposando sobre un pequeño almohadoncito de terciopelo. Rodaste los ojos.
"¿Posta envolviste un porro en papel de regalo?" dijiste burlandote.
Matias te miró, los ojos alternando entre tu rostro y la caja. "Ves que sos una forra, ni un gracias me decis..." dijo fingiendo estar ofendido. "Si sos tan desagradecida me lo quedo yo." Intentó agarrar el porro de tus manos, pero fuiste más rápida.
"Menos mal que no te dedicas a robar porque te cagas de hambre, no me podes ni sacar un porro de la mano." El castaño fingió estar herido antes de volver su atención a la carretera.
"Es culpa de la marihuana, hace que mis reacciones sean mas lentas."
"No me digas eso cuando estás manejando el auto, boludo", exclamaste.
"Ay nena. Vos sabes que manejé mucho mas drogado y nunca choqué."
Eso era mentira. ¿Se olvidó que estabas en el auto con él cuando chocó contra el auto de adelante? Tu mama no habia estado muy contenta cuando se entero, pero eras grande ahora; y no podía prohibirte verlo.
"Matias yo estaba con vos esa vez que chocaste contra el auto de un tipo que después te quería cagar a trompadas ¿O te olvidaste de eso?" Le recordaste.
"Bueno pero eso no cuenta. El flaco estaba frenando de golpe, se la buscó. Tuvo suerte de que yo no estaba con ganas de pelear."
"¿No estabas con ganas de pelear? Más bien estabas cagado." Te burlabas de Matías todo el tiempo por eso, pero para ser honesta siempre te sentías segura cuando él manejaba.
Bueno, sí, manejaba cuando estaba fumado, pero había fumado tanto a lo largo de su vida que parecía 100 veces más capaz que cuando estaba sobrio. Confiabas en él con tu vida, para la desgracia de tus papás.
"Y si boluda, ¿vos te acordas del tipo ese? ¡Era alto y estaba armado como si fuera un patovica! Nunca empiezo una pelea que sé que voy a perder. Soy más inteligente, no más fuerte, así sobreviví hasta ahora." Te reías, una sonrisa se te dibujaba en los labios cada vez que lo escuchabas hablar "Bueno, segui así y mira a la ruta cuando manejas."
ii.
Medio porro, tres birras cada uno y media hora de viaje en auto después, llegaron a la costanera. Eran poco más de las 3 am y el horizonte tenía un ligero tinte azul claro, una señal de que el sol pronto traería un nuevo día.
El aire era refrescante y llenaba tus pulmones mientras comenzabas a sentir como todos tus musculos empezaban a relajarse producto de la marihuana haciendo efecto en tu sistema nervioso. El calor parecía haberse ido y ahora el frío se instalaba en tus huesos haciéndote pensar en subir la ventana y en por qué no te habias traido ese abrigo. Matías debió haber notado cómo temblabas porque subió la ventanilla desde los controles en su lado.
"Gracias. ¿Estás pendiente de mí?" dijiste mirandolo a los ojos con una suave sonrisa.
"Siempre". Era verdad, siempre lo estaba.
Debía ser tarde, porque desde la última vez que escucharon al locutor en la radio habian pasado al menos cinco canciones. Ahora los débiles sonidos de clásicos de los 90 se filtraban por los parlantes uno tras otro. Un ruido de fondo perfecto para fumar a esas horas de la noche. Apoyaste tu cabeza contra el asiento y cerraste los ojos disfrutando la sensación de tus músculos volviéndose ligeros.
"Ya son casi las 4:20, ¿cómo vamos a celebrar?"
Matías preguntó sobre el sonido de la radio.
"No sé, ¿como siempre? Fumamos, tomamos, hablamos boludeces y despues vamos a comprar una happy meal." Giraste la cabeza hacia él. "¿Qué podría ser mejor que eso?"
Cogerte en el asiento trasero de su auto mientras fumaban un porro. Eso definitivamente superaría cualquier happy meal de McDonald's. Pensó, pero no lo dijo.
"Me parece perfecto." Dijo Matías aunque preferiria tenerte a su merced en el asiento de atras.
Te pasó el porro que había fumado hasta la mitad y observó como te lamiste los labios antes de deslizarlo entre ellos y tomar una profunda bocanada.
Matías siempre pensó que lucías mejor cuando estabas drogada. La hierba parecía hacer brillar tu piel, creando un cierto aspecto rosado en tus mejillas. Tus ojos siempre lucían más brillantes también, húmedos y un poco vidriosos. Se imaginaba que así era exactamente como te veías cuando estabas caliente, y no estaba equivocado.
Desde que empezaste a fumar, te habias dado cuenta que te ponía un poco más cachonda de lo habitual. No sabías qué te pasaba; era como si encendiera un interruptor adentro tuyo y tus sentidos se agudizaban. Te volvías un poco necesitada y un poco cariñosa, y definitivamente te mojabas mas que cuando estabas sobria. Y cuando estás con Matías fumando? Dios... Apenas dos porros y todo lo que ese hombre tenía que hacer era mirarte para ponerte como una perra en celo.
Tenías la sensación de que Matías sentia lo mismo, pero en todo este tiempo que habias estado haciendo esto con él, nunca habia dado el primer paso. Empezabas a pensar que tal vez no sentia lo mismo, ¿o estaba esperando a que seas vos la que daba el primer paso?
Bueno, apenas habías fumado medio porro y tomado tres cervezas. Pero capaz que otro porro y medio y dos cervezas más te iban a dar la valentia para encararlo.
iii.
El tiempo parecía volar. Matías te estaba contando una historia sobre una chica a la que le vendía marihuana en la universidad y cómo ella se ofreció a hacerle una mamada para pagarsela. Él le dijo que no era por ser desagradecido, pero que necesitaba el dinero. Una mamada hubiera sido genial y todo, explicó el castaño, pero no era lo que estaba buscando. En algún momento entre mencionar una mamada y algo sobre ser abofeteado por la chica mencionada anteriormente, dejaste de prestar atención. La cerveza y el porro ya te habian afectado, pero se mezclaban con algo más peligroso. No podías evitar que tus ojos se desviaran hacia sus labios, viéndolos formar palabras a las que no estabas prestando atención y preguntándote qué tan suaves se sentirían entre los tuyos. Luego tu mirada comenzó a bajar y ahora recién te diste cuenta de que estaba usando pantalones de jogging grises; por lo que podias ver contorno de su pene desde tu posición en el auto, haciendo que tus pensamientos se aceleraran.
"¿Me estas escuchando?" dijo matias cuando se dio cuenta que habias dejado de prestar atención.
No sabías por qué lo decías, pero no hubo forma de evitar que la pregunta saliera de tus labios.
"¿Te puedo chupar la pija?" Solo te diste cuenta de lo que habías dicho cuando volviste a mirar a Matías. Sus ojos estaban abiertos de par en par y parecía confundido.
Mierda.
Él simplemente se quedó allí, con la boca ligeramente abierta mientras procesaba lo que acababas de decirle. ¿Te había escuchado bien? No, seguro habia sido el efecto de la hierba jugandole una mala pasada. Aun así, tenía esperanzas y continuó, "¿Qué?"
Mierda, realmente acababas de decir eso. Pensaste en formas de recuperarte de esto, pero no había forma de que tu cerebro pudiera inventar algo que tuviera sentido. No habia vuelta atras, asi que continuaste, "La oferta no va a durar mucho más." Un nudo comenzó a formarse en tu garganta y tu boca se secó.
Matías empujó su asiento hacia atrás y dejó que sus ojos ligeramente enrojecidos te miraran fijamente, pasando su lengua por su labio inferior mientras su mirada recorría tu cuerpo antes de posarse en tus ojos. Pensabas que no se habia dado cuenta de cómo tus muslos se tensaron cuando el borde de su camiseta se levanto un poco con el movimiento, pero sí lo habia notado, y estaba disfrutando de la forma en que estabas retorciéndote a su lado. Se preguntaba si ya estabas mojada y si esa humedad estaba comenzando a manchar todo el asiento abajo tuyo.
Se preguntaba cuánto tiempo habías querido hacerle esa pregunta. ¿Fue desde que estacionó en la costanera, o mientras estaban en camino? Tal vez incluso antes de eso. ¿Podría haber comenzado cuando te envió un mensaje de texto? ¿O quizás habias tenido este sentimiento durante mucho tiempo, desde cuando solían pasar tiempo juntos en su habitación compartiendo un porro y jugando juegos de mesa? Tal vez, solo tal vez...
Mientras Matías pensaba, definitivamente disfrutaba de verte entrar en pánico. Se aseguró de que estuvieras mirando cuando llevó el porro a sus labios, humedeciéndolos antes de tomar una calada. Respiró profundamente, dejando que el humo llenara sus pulmones. Pudiste ver el extremo del porro brillar, ardiendo en un ámbar profundo.
Cuando Matías exhaló, estuvo velado por el humo; parecía un poco intimidante, sus ojos nunca se apartaron de los tuyos, y podías darte cuenta que estaba pensando en decir algo.
"Dale."
¿Dale? ¿Eso era todo lo que iba a decir? ¿No iba a cuestionarlo? Bueno. Ambos podían jugar ese juego.
Sin apartar la mirada de él, tus dedos fríos se deslizaron por el borde de su pantalón, él respiro entre dientes por el contacto repentino. Fue entonces cuando te diste cuenta de que no llevaba ropa interior, obvio que no, era Matías. Sacaste su miembro de sus pantalones viendo como ya estaba erecto, retorciendose ante tu fresco contacto. Casi jadeaste al verlo y tus muslos se tensaron. Sentiste como una vena prominente a lo largo de la parte inferior se hinchaba bajo tus dedos.
Delicadamente envolviste tus dedos alrededor de su eje y lo llevaste hacia tu boca, tu lengua rozando su punta y dejando que tu cálido aliento lo acaricie. Matías sabia que lo estabas provocando e hizo todo lo posible para no levantar la pelvis y follarte la boca, manteniendo sus ojos en los tuyos. No te iba a dejar ganar.
Sentiste cómo tu compostura comenzaba a flaquear cuando viste la punta goteante de Matías, y no pudiste evitar lamerla con lentitud. Él inhaló una bocanada entre dientes cuando sintio tu lengua, y cuando levantaste la vista, te encontraste con su mirada fija, incitándote con sus ojos.
Cuando saboreaste a Matías en tu lengua, no pudiste evitar succionarlo ligeramente hacia tu boca. Tenia un sabor un poco dulce, sin duda por la hierba que corria por sus venas. Cediste ante su miembro bastante fácilmente, ansiosa por sentir su pene llenando tu garganta. Tu boca se hundio en él lentamente mientras ahuecabas tus mejillas. Pudiste sentir como la saliva se acumulaba en tu boca y cubria su pene dandole un leve brillo. Matias gimió ante la sensacion e inclinó la cabeza hacia atrás, sus manos se hicieron puños a los costados del asiento. Sus gemidos y jadeos fueron los que te incentivaron a moverte y antes de que pudieras darte cuenta estabas subiendo y bajando tu cabeza con un buen ritmo.
Su pene era fino y largo, su punta golpeaba el fondo de tu garganta, cosa que hizo que tuvieras que separarte para retomar el aliento viendo como un jilo de saliva unia tus labios con su bombeante pene. Sus dedos se entrelazaron rapidamente al rededor de tu pelo, guiando tu boca de regreso a su pene.
"Dios nena, no me dejes asi, seguí por favor."
Sentiste tus rodillas temblar ante sus palabras y sin mas dilacion lo tomaste de nuevo dentro de tu boca.
Gemidos salian de tu boca y matias no podia creer que todo esto estuviera pasando, no entraba en su cabeza como podia tenerte wntre sus piernas chupandole la pija en su auto, por un momento pensó que estaba soñando. Sus caderas comenzaron a moverse hacia arriba, penetrando tu boca y haciendote tener algunas arcadas que no detuvieron tu labor. Sus dedos apretaban cada vez mas fuerte tu cabello hasta que en un momento, decidio tirar de ellos apartandote de su pene.
"Ah, mierda- si no te sacaba me iba a correr." dijo jadeando
Tratasgw de recuperar el aliento, ya sabias que posiblemente estabas hecha un desastre, sentias tu cabello pegado en tu rostro cubierto de saliva, la piel enrojecida y las lágrimas en tus pestañas. Pero él todavía te miraba como si estuvieras hecha de polvo de hadas.
"Vení para aca." musitó
Antes de que tu cerebro tenga tiempo de enviar ordenes a tu cuerpo, Matías se inclinó hacia adelante atrayendote hacia él, sus brazos rodeando tu pequeña espalda mientras te acercaba imposiblemente mas a su cuerpo, pecho contra pecho. Su boca se poso sobre la tuya inmediatamente, su lengua pasando por tus labios y metiéndose en tu boca. Podias sentir la tensión de su mandíbula contra la tuya y sus palpitaciones apresuradas contra tus manos sobre su pecho.
El momento era embriagador; podias saborear el dulce sabor de Matías en tu boca y su miembro presionando contra tu intimidad dejandote deseando mas. Simplemente no era suficiente.
Casi como si él hubiera leido tu mente, sentiste el leve roce de los dedos de Matías mientras jugando con el borde de tu musculosa. Sus dedos siempre habian sido fríos y gemiste ante la repentina sensación, gimiendo en su boca mientras sus dedos se deslizaban debajo de la tela, recorriendo la piel cálida de tu torso. Su toque provocó un escalofrío que provoco que tu piel se erizara.
Mierda, te sentías como una colegiala a punto de tener su primera vez. Ya lo habías hecho antes, pero nunca con Matías. Las mariposas revoloteaban en tu estómago por la forma en que te tocaba, y había algo en la forma en que te hablaba que te llenaba de nervios.
Sus dedos acariciando la suave carne de tus pechos te sacaron de tus pensamientos. Sentiste que la respiración de Matías se detenía, y ahí fue cuando recordaste que no estabas usando sostén. Abajo tuyo, tu amigo se rió para sí mismo por su pequeño descubrimiento. Sus pulgares pasaron sobre tus pezones endurecidos y, mierda, ¿habías estado sin sostén todo este tiempo? ¿Sentada junto a él, con los pechos desnudos rozando la tela de tu remera? Matias no pudo evitar preguntarse si tu coño estaba igual de desnudo y su corazón se aceleró ante la idea. Su sistema lleno de sustancias simplemente no podía con ello, y empezó a moverse hacia vos para averiguarlo.
"¿Sin sostén?" Matías susurró contra tu cuello, pudiste sentir el roce de sus labios contra tu piel, una sonrisa traviesa se extendio por su rostro. "¿Lo hiciste a propósito?"
Matías se rió contra tu cuello cuando tus muslos se contrajeron alrededor de él ante sus palabras. Por supuesto que era para él. Todo lo que hacías lo era.
Observaste cómo sus ojos, enrojecidos y vidriosos, caían sobre tus manos mientras tus dedos recorrian su piel hundiéndose ligeramente en esta y definitivamente notó tus escalofríos cuando tus manos encontraron su abdomen duro y, si ya de por si su ego no era lo suficientemente grande, definitivamente lo era ahora. ¿Lo habías deseado tanto como él te había deseado?
Fue entonces cuando Matías te miró, llevando el porro a sus labios resecos y tomando una larga calada, sosteniéndo el humo en su boca mientras se expandia en su garganta y pulmones. Desearías poder ver sus pensamientos en este momento; matarías por saber qué estaba pasando en esa mente nublada suya.
Después de lo que pareció una eternidad, finalmente soltó el humo y lo sopló sobre tu figura medio desnuda, envolviéndote en un suave halo de humo, con los ojos aún clavados en los tuyos como si estuviera esperando tu próximo movimiento.
El silencio de Matías te puso ansiosa. No podías decir si estaba disfrutando de la vista o pensando en cambiar de opinión. La mezcla de la marihuana corriendo por tus venas y los nervios que creaba la mirada de Matías te hizo sentir un poco mareada y nerviosa, así que le preguntaste.
"¿Me das una pitada?" Tenías una sonrisa coqueta en el rostro, un destello travieso en tus ojos mientras tu mano se aventuraba un poco más abajo. ¿Cómo podría decir que no?
Con una sonrisa ladeada, las palabras de Matías salieron lentas y un poco arrastradas mientras raspaban al pasar por sus labios. Siempre te había encantado lo ronca y áspera que se ponía su voz cuando estaba fumado. Nunca dejaba de hacer que tu conchita se mojara.
"Obvio hermosa." Sus manos apretaron más fuerte tus muslos antes de que llevara el porro a tus labios.
Recordó la primera vez que habian fumado juntos.
Nunca esperó que dijeras que sí, pero estaba muy, muy contento de que lo hicieras.
Fue cuando eras bastante inexperta. Ambos estaban en su habitacion, tu mente nebulosa por el consumo de marihuana. Era adorable lo exaltada que te ponías, riendote por cualquier cosa que él dijera o hiciera y haciendo chistes malos que solamente vos encontrarías absolutamente hilarantes. Pero tambien empezaste a volverte audaz, tus manos agarrando su mandíbula para acercarlo para pedir otro porro. Matias recordaba muy bien como tus labios se acercaban hasta que estuvieron casi rozando los suyos, prácticamente suplicando ser besados; pero nunca lo hizo, mas que nada porque no sabia si estabas en tus cabales. Pero se lo pusiste difícil.
La marihuana te ponia mas cariñosa y necesitada a medida que pasaba la noche. Agarrabas el cuello de Matías para acercarlo y susurrarle cosas al oído. Tan cerca que podía sentir tu aliento caliente contra su piel, tus labios presionando ligeramente contra su oreja. Matías apostaba a que tus labios sabrían deliciosos con tu brillo labial de cereza mezclado con el dulce sabor de la marihuana.
Sabia que iba a ser difícil para él detenerse, así que nunca comenzó. Pero con el pasar del tiempo, ibas cada vez más a su casa, y pronto ya no eras tan inexperta.
Dejaste de estar tan exaltada y necesitada a medida que desarrollabas tu tolerancia, incluso eras capaz de manejar un porro entero vos sola. Matías casi estaba orgulloso de lo lejos que habías llegado, pero eso significaba no más mimitos y no más trenzas en el cabello. Estaría mintiendo si dijera que no lo iba a extrañar.
Así que podías imaginarte lo emocionado que estaba en ese momento mientras te restregabas contra él, tan necesitada como las primeras veces que habias fumado, tu coño cubierto frotándose contra su miembro desnudo y palpitante haciendo un desastre en tus shorts.
Los dedos de Matías rodearon tu mandíbula, el pulgar pasando por tus labios incitandolos a abrirse. Lo unico que tuvo que hacer fue meter la punta de su dedo dentro para ver cómo tu boca lo recibia, tu lengua girando alrededor de su dígito. Te acercó un poco más, lo suficiente para mantenerte queriendo más mientras exhalaba, envolviéndote en una nube de humo.
Lo inhalaste y lo sentiste ir directo a tu cabeza, mareandote y haciéndote sentir tan ligera como el aire.
Joder, lo habías extrañado. No pudiste evitar la forma en que tus caderas se movieron hacia él mientras lo hacía de nuevo con su lengua sumergiéndose en tu boca esta vez.
"Mirate. Tan desesperada por tenerme adentro, ¿eh?" Dios, Matías sabia que te morías por él, y nada podía calmar tu hambre excepto su pene llenándote por completo. Cada vez estabas mas impaciente, pero antes de que tuvieras tiempo de tonar cartas en el asunto, sentiste los dedos errantes del castaño rozando tu entrepierna cubierta. La tela de tus shorts y de tus panties formando una especie de barrera y sentiste la necesidad de sentir esos largos dedos profundamente dentro tuyo, sentias que si pasabas un minuto mas sin ser follada ibas a estallar.
Sus dedos frotaron circulos sobre la tela por encima de tu clitoris y sentiste como tu ropa interior se empapaba bajo sus dedos.
"Matías, necesito tus dedos adentro." El simplemente se burló de lo desesperada que estabas y le encantó el hecho de tenerte suplicando encima suyo.
"¿No vas a decir por favor?" Matías podía ser un tarado a veces, pero hoy no estabas en condiciones de responder con algo inteligente, tu cerebro era un lío confuso y todo en lo que podías pensar era en Matías y sus dedos y su pene y cuánto lo necesitabas. Así que simplemente te rendiste, ni siquiera intentaste ser un poco sutil al respecto.
"Ugh, por favor, por favor. Cogeme con tus dedos, por favor." gemiste retorciéndote bajo el su toque, el cual simplemente no era suficiente.
"No puedo si tenes esos shorts puestos."
Obedeciendo a sus deseos, te sacaste los shorts sin rechistar, deseando que esa fastidiosa capa de tela ya no estuviera ahí. El castaño gimio debajo tuyo al ver lo que tenía adelante.
Tenías puesta ropa interior gris, y el color hacía que tu humedad fuera visible para Matías, quien no pudo evitar pasar su dedo índice a lo largo de tu entrepierna y hasta tu clítoris. La acción te sacó un gemido delicioso, y él tuvo que apartar la mirada de tu entrepierna para mirarte.
Observabas connatencion y anhelo cada movimiento de Matías, viendo como su dedo dibujaba circulos alrededor de tu clítoris, tu ropa interior oscureciéndose a medida que la humedad crecía. Tus caderas empezaron a moverse hacia adelante, desesperada por sentir esa presión que tanto deseabas.
Si Matías hubiera tenido la mente clara y no estuviera tan drogado, te hubiera hecho rogar por ello, te habría hecho esperar hasta que estuvieras al borde de las lágrimas antes de darte lo que querías. Pero él estaba tan desesperado como vos, y su compostura estaba al límite.
Entonces, con una mano, apartó tus panties hacia un lado, y un gemido gutural se te escapó cuando sentiste las yemas de los dedos del chico deslizarse entre tus pliegues. Sus dedos esparcieron tu humedad hasta tu clítoris, y despues, tal como había prometido, metio uno dentro de tu coño. Jadeaste mientras sentias como su dedo se colaba entre tus paredes, y soltaste un gemido de alivio que no sabias que estabas conteniendo.
"Mirate bebé. ¿Estas tan mojadita por mí?" Sí. Todo era para él. Siempre lo había sido y siempre lo sería. Tus interiores succionaban su dedo profundamente, apretandose contra sus nudillos, enviando olas de excitacion directamente a su polla palpitante. No podias esperar para que reemplazara sus dedos con su pene. El simple pensamiento de matias cogiendote duro hizo que tus rodillas temblaran con anticipacion.
Su dedo medio se unió a su dedo anular dentro tuyo, y movió su muñeca para posicionarse mejor para poder mover sus dedos a un ritmo más rápido. No tardo mucho en establecer un ritmo que te huzo temblar hasta el alma, y tuviste que extender las manos contra la -ya empañada- ventana. Con cada embestida tus yemas golpeaban ese punto dentro tuyo y justo cuando creias que era demasiado subio su otra mano a tu intimidad para frotar tu clitoris.
Sentiste la conocida sensacion de placer acumulandose en tu centro y antes de que tu cerebro pudiera procesarlo, te estabas corriendo contra sus dedos, tus piernas temblando y tus labios soltando gemidos con su nombre contra su cuello.
"¡D-dios, Matías!" exclamaste, tus uñas clavandose en su antebrazo.
"Shhh. Tranquila, aca estoy." Matías sintió cómo te apretabas alrededor de sus dedos después de haberte corrido, sin embargo retiro sus dedos de tu interior y se los llevo a la boca, gimiendo al rededor de ellos. "No puedo esperar más, bebé. Necesito estar adentro tuyo."
Antes de que tuvieras tiempo de calmarte de tu clímax volviona apartar tu rompa interior hacia un lado y alineó su polla con tu entrada. Lentamente, te hundiste en él.
Gimieron juntos mientras lo tomaste lentamente en tu coño, centímetro a centímetro. Podías sentir esa vena prominente sobresaliendo contra tus paredes, y tus interiores se apretaron ante la sensación.
Una vez que Matías estuvo completamente dentro tuyo, tu cuerpo comenzó a moverse por sí solo, desesperada por sentirlo. Empezaste a moverte hacia abajo, pero él agarró tus caderas para detener tus movimientos, manteniendote quieta encima suyo. Sus ojos estaban cerrados y su ceño fruncido, por lo que te preocupaste. "Mati? Estas bien?" dijiste pasando tus manos por su rostro, quitando el cabello que cubria sus hermosas facciones.
"Si gorda... pero si te moves tan enseguida me voy a correr... Deja, deja que me concentre."
Te reiste por lo bajo y empezaste a dejar un camino de besos desde la comisura de sus labios hasta su cuello, de vez en cuando algunos gemidos ahogados salian de tu boca, necesitabas moverte pero entendias que tenias que darle su tiempo, despues de todo sabias que la marihuana agudizaba todos los sentidos y esto no era excepcion.
"Matías, por favor, no sé cuánto más puedo aguantar.". rogaste en un jadeo que hicieron tido lo ckntrario a ayudarlo a que se concentre. La marihuana tampoco ayudó; lo volvió aún más sensible a las tus cálidas y húmedas paredes apretandolo.
Estabas arriba de él, con su polla bien dentro tuyo durante lo que pareció una eternidad. Te estabas impacientando un poco y casi comenzás a moverte hasta que lo escuchaste debajo de vos.
"Dale, bebé, movete". Y eso fue todo lo que necesitaste escuchar. Comenzaste a mover tus caderas sobre las suyas, la punta de su polla tocando ese punto tan placentero dentro tuyo. Soltaste un pequeño grito cuando sentiste como sus caderas subian para embestirte un poco.
Una de sus grandes manos estaba en tu cadera, balanceándose de un lado a otro con tus movimientos, mientras la otra sostenía el porro entre sus dedos, ofreciéndotelo después de darle una pitada y soplar el humo sobre tu cuerpo, envolviéndote en una neblina de humo. Mientras tanto, la luz naranja de las farolas afuera te bañaban en un resplandor celestial, suavizando tu piel. Matías se inclino a darte un tierno beso. Carajo, te veías etérea y el sabia que iba a recordar esta imagen para siempre, deseaba poder tatuarselanoara revivirla cuando quisiera.
La forma en que tu cuerpo se movía sobre él lo tenía mirándote con asombro. Juraba que eras un puto ángel enviado a la Tierra solo para él. Parecías estar bañada en una luz que lo rodeaba a el también. Todavía no podía creer que esto estuviera pasando realmente.
Parte de Matías quería darte vuelta y tenerte abajo suyo. Quería levantarte la pierna sobre su hombro y llegar un poco más profundo, la punta rozando ese punto dulce dentro tuyo... pero ¿por qué habría de hacerlo cuando lo estabas haciendo tan bien vos misma? Y él tenía la vista más perfecta desde abajo; podía ver todo, desde tu coño hasta los hilos de tu previo orgasmo acumulandose en la base de su polla, hasta tus tetas perfectas rebotando tan perfectamente frente a él. Ni hablar de tu hermosa cara. Si pudiera personificar la euforia, estaba seguro de que eras vos, con las cejas fruncidas, los ojos cerrados y la boca abierta, todos tus sentidos concentrados en todo lo que era él.
Matías no pudo evitar hablar. Tal vez era la marihuana hablando a traves de él o tal vez eran simplemente sus pensamientos sobrios, pero carajo, no podía mantener la boca cerrada y te volvía loca.
"¿Qué diría tu vieja si te viera ahora, ¿eh? ¿Su perfecta hija fumando porro y montandome en el auto?" Los ojos de Matías estaban oscuros, y te hacían sentir como si estuvieras haciendo algo que no deberías. Te daba mariposas en el estómago y sentías una ola de deseo ir directo a tu coño.
Matías se volvía tan charlatan cuando estaba drogado, y definitivamente había fumado demasiado, así que no había forma de detener las palabras que salían de su boca. Pero Dios, sonaba tan malditamente: su voz se escuchaba ligeramente ronca y quejumbrosa mientras te elogiaba, diciéndote lo bien que lo estabas haciendo, cómo estabas tomando su polla tan bien y montandolo como una puta diosa. Mientras tanto, la punta de su pene latía y se retorcía y golpeaba tan profundo desde este ángulo. El placer era casi insoportable pero se sentia tan bien que deseabas que el momento no se acabara jamas.
El ritmo era crudo, duro y tan jodidamente bueno. Era todo lo que podrías haberte imaginado y sabias que estabas al borde de correrte encima suyo. Ningún pensamiento coherente pasaba por tu mente y sentias que no podías formar palabras, pero Matías entendió. Podía notarlo por la forma en que tus movimientos se volvieron bruscos y por la forma en la que tus caderas titubeaban con cada embestida y tu respiración se volvía rápida, casi erratica. Por lo que comenzo a mover sus caderas, parando las tuyas connun fuerte agarre, empujando adentro tuyo con tanto vigor que sentiste que podrias desmayarte en ese momento.
"Muy bien, nena. Correte para mí dale, correte encima mio." Sus palabras de elogio, cargadas de deseo y teñidas de dulzura, fueron las que te llevaron al borde. Habías tenido muchos orgasmos en tu vida, pero ninguno habia sido como este, no cuando estabas tan drogada y encima de Matías. Se sintió glorioso, sentiste que tocabas las estrellas con las yemas de tus dedos. El orgasmo comenzó desde tu centro, extendiéndose a cada centímetro de ti de adentro hacia afuera. Te sentías sin peso y era como si estuvieras flotando, lo unico que te traia a tierra eran los suaves besos que el castaño estaba presionando sobre tu hombro y el fuerte agarre en tus caderas.
Matías no estaba muy lejos; de hecho, el pulsar de tus paredes lo hizo derramar todo lo que tenía dentro tuyo sin darle tiempo de sacar su polla. Era la marihuana la que lo hacía así, adormecía sus sentidos y hacía que sus músculos se sintieran pesados. Aunque en realidad no era eso en absoluto. Simplemente estaba demasiado atrapado en el momento como para detenerse sacar y correrse en tu panza. ¿Y por qué lo haría cuando estabas tomando pastillas anticonceptivas y te sentías tan bien? Sería un loco si no se corria dentro.
Guturales gemidos lastimeros pasaron por sus labios con cada carga que salía disparada. Tuvo que agarrarse de tus caderas como si ellas fueran a salvarlo mientras su orgasmo parecía arrastrarlo hasta el cielo.
Cuando Matías regresó a la Tierra de golpe, fue como si estuviera envuelto en una manta cálida y acogedora. Sus ojos finalmente parpadearon abiertos, y juró que se encontró con un ángel.
Realmente creyó que había muerto y había ido al cielo.
iv.
Ya eran las 5:17 am y ambos estaban de nuevo vestidos, la ligera campera que matias habia tirado anteriormente al asiento trasero -en el cual se encontraban recostados ahora.- te cubria los hombros, protegiendote de la fria brisa matutina. El sol ya comenzaba a asomarse lentamente sobre el horizonte, y Matías apenas comenzaba a sentir cómo la sobriedad lo alcanzaba. Percibió el peso reconfortante de tu cabeza sobre su pecho, tus pestañas y tu respiración suave le hacian cosquillas en la piel.
No puede evitar mirar a su alrededor y recordar con cariño. Las huellas de manos adornan las ventanas, y decide dejarlas allí, como un dulce recordatorio de lo ocurrido en las primeras horas del día. Una sonrisa tierna se dibuja en sus labios al rememorar, recuerdos tenues llenando su mente. Esa noche no solo había conseguido el papel de su vida, sino que también había compartido momentos íntimos con la chica de sus sueños. La vida parecía ser hermosa.
Tus respiracion pacífica lo reconforto mentrias sentia cómo sus párpados se volvian pesados. Antes de ceder al sueño observó con ternura hacia abajo, donde te encontrabas acurrucada junto a él, un ligero rayo de sol iluminando tu piel, y no pudo evitar desear que esta no fuera la última vez.
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rvblos · 11 months ago
Note
baby making with Matias would be top tier!!! like imagine you all whiny asking him to put a baby in you 😮‍💨
. ݁₊ ⊹ mine.
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˖ ࣪⭑ pairing: fem!reader x matias
˖ ࣪⭑ tw: smut, p in v, fingering.
˖ ࣪⭑ a/n: this is sooo short and sooo bad im sorry😭
that torture had been going on for too long. in the dim light of the evening, in matias's bed, you were becoming impatient.
his lips placed small kisses on your thighs and his fingers moved slowly towards your entrance, never touching you where you needed him most.
“matias…” you told him, as if to warn him. “shh.. you have to be patient.” he whispered against the skin of your leg, kissing it.
as he finished saying those words, his index finger and ring finger entered you, slowly moving back and forth, while his eyes were fixed into yours.
a moan left your mouth, and you fell back into bed. your hand instinctively went to cover your face, red with shame.
"i want to see you." matias said, taking your hand and moving it away. he smiled sweetly at you as his fingers worked inside you, touching your most sensitive spots and curling upwards.
moaning and groaning, when you were about to come, feeling the orgasm growing inside you, suddenly matias' fingers left a void inside you, coming out.
“mati-“ was the only thing you managed to say, trying to catch your breath, before realizing that your boyfriend was now between your legs, undoing his pants.
when he took them off, along with his boxers, he very gently moved his member towards your folds, earning a moan from you. “don't worry, nena.” supporting himself on his arms he lowered himself towards you, leaving a kiss on your ear.
he let his mouth rest near your ear as his cock entered you. he began moving at a slow pace, along with your hip movements, and you could feel him groan at that contact.
but over time he picked up his pace, faster, and you became a moaning mess beneath him. “oh fuck, mati…” were the only things capable of coming out of you at that moment.
“tell me what you want, chica.” he said in the huskiest voice you had ever heard. you couldn't answer, overwhelmed by that sensation, while the orgasm built inside you.
“i-i want…” you moaned, before catching your breath, as matias moved in and out of you. “i want your babies in me…” you said, ashamed of your request.
at those words matias started rolling his hips faster, groaning and guiding you and himself to your orgasms. he moaned and whined as he rocked in and out of you.
“i’m coming.” he suddenly said in a whisper, only for you to hear. that sensation inside of you began to grow bigger and bigger as his liquids filled you.
you let out a loud moan, along with your orgasm.
as the two of you catched your breath, matias layed on your side, hugging you. “i love you.” he mumbled in the crook of your neck, sweetly. you could feel him smile against your skin.
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recaltera · 10 months ago
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pretty when you beg
pairing: enzo vogrincic x fem reader
🏷 smut (minors dni) teasing, underwear kink(?), oral (f rec), overstim, orgasm countdown, orgasm control, hard dom enzo and kinda mean enzo if u squint, spitting
a/n: (IMPORTANT!!) hiii this is my first fic ever i hope u like it :D if u wanna i can also translate into spanish so more people can read it. please let me know what u think and if u have any requests let me know in the ask box thingy, i write for everyone in lsdln’s cast. tyvm !! have a good day/night mwah ♡
⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀ ⠀ ꙳⭒ ༒ ✧⋆
deep breaths was all that could be heard, his lips trailing down from your neck to your abdomen. leaving a trail of wet kisses on his way to your clothed cunt.
he kept teasing you tonight, you went out to celebrate your three months together and instead of being all romantic and lovey-dovey, he was whispering the dirtiest things into your ears. but to be honest, you weren’t complaining at all, that’s one of the many things you loved about him, how dirty he could get, even in the most innocent occasions.
— going to fuck you so good tonight, angel.
all you could do was blush and giggle it off.
so here he was kissing your clit through your black laced panties you wore just for him tonight over and over again. it felt so good, yet it wasn’t enough, you needed more.
— enzo, please
he used his thumb to rub over your lips, something he did when he wanted you to open your mouth for him, wether it meant he wanted you to suck him off, or just make you suck in his fingers. however, this time he leaned over to spit in your mouth. and you gladly opened up and swallowed for him.
— shut the fuck up.
you kept bucking your hips into his face, but to no avail cause he ended up pinning you to the mattress, with his slender, pretty fingers sprawled out on your stomach. the fingers you oh so wanted somewhere else. the fingers you had spent HOURS thinking about.
as he was busy making out with your clothed pussy, kissing and sucking here and there, making the lace panties wet with his saliva. you were getting desperate to feel something, anything. you took his fingers into your own hands and guided them where you needed him the most.
— nuh uh, i want you to cum because of my mouth tonight.
you groaned when he finally took your panties off and kissed your inner thighs… slowly. still teasing you.
— fuck please, please, give me something.
and so he did, he kissed your now bare clit and started sucking on it like a desperate, starved man. the sounds he made while eating u out were like music to your ears.
he kept alternating between licks and flicks to your bud until you came, kissing your clit over and over to ride out your high. just to get off the bed and look for your favorite vibrator. he put it on a medium speed and pressed it lightly over your clit making you moan a little too loud from the overstimulation.
— s’too much enzo, no. no. no. no, stop it.
but he knew you didn’t want him to stop, if you did actually want that you would have used your safe word. he knew how fucking greedy you were. how no matter how many times he made you cum, if he wanted you to cum again then that’s what you’d do. you’d do anything to please him. anything for him.
he pressed it harder and started dragging it along your folds only stopping once the toy was on your clit again. he loved seeing your fucked out face, and how just by playing with the bundle of nerves he could get you to look like a mess; legs sprawled out and open for him, cunt red and glistening with your own juices and his spit. it was quite the sight if you asked him.
once you had relaxed and let him have his way with you for a couple of minutes, he used his index finger to put the toy on the highest setting. making the vibrations buzz around your whole body. making you shake because of the pleasure he was providing you.
he knew you were close, he already knew every part of your body, what you liked and what you didn’t. how to make u cum, how to get you on your knees for him, and how you reacted when you were about to hit your orgasm, so without moving the toy away from you, he leaned down, sticking his tongue inside of u going in and out at a fast pace. making you close your legs around his head for that extra feeling. you were so close to the edge, literally about to let go when he says;
— you cant cum until i say so.
he proceeded to begin with his 10 second countdown he loved to do when he wanted you to beg and cry for him. he loved hearing how desperate you were to cum for him. how pretty you looked with tears in your eyes.
“10… 9…”
— m’so close please
you could literally feel the tears in your eyes.
“8… 7… 6…”
— i don’t think i’ll last, please let me cum
“5… 4… 3…“
— please please please
“2…“
— fuck enzo
“1…”
— cum baby, make a mess for me, hm?
you came, you came so fucking hard letting him guide you through it.
— good job, angel. hope you are aware of the fact that we are not finished yet. or is my little doll too dumb to think right now?
he said with a pout on his lips, faking sympathy at your fucked out state. and you would be lying if you said you didn’t want whatever the fuck it was this beautiful man standing in front of you wanted to give you.
⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀ ⠀ ⠀⠀⠀ ꙳⭒ ༒ ✧⋆
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imninahchan · 10 months ago
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⌜ 𝑨𝑽𝑰𝑺𝑶𝑺: gangbang [declaro oficialmente aberto meu período fértil slk], fwb, diferença de idade, bebida alcoólica, cigarro [cuidado com os pulmão preto], dirty talk, degradação, elogios e dumbification, oral masculino, dacryphilia, bukkakke(?), breast/niple play, um tapinha na bochecha e um ‘papi’ [me perdoem eu não me controlo], dupla penetração, anal, sexo sem proteção [no puede no]. Termos em espanhol — guapo (bonito, etc), dímelo (me diz), díselo (‘diga a/para’), porfi (informal pra ‘por favor’) ˚ ☽ ˚.⋆ ⌝
꒰ 𝑵𝑶𝑻𝑨𝑺 𝑫𝑨 𝑨𝑼𝑻𝑶𝑹𝑨 ꒱ me perdoa se eu sou uma p****
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𓍢ִ໋🀦 VOCÊ DEITA A CABEÇA NO OMBRO DE FRAN, AS PERNINHAS REPOUSANDO POR CIMA DO BRAÇO DO SOFÁ ─────
— Vai me dar uma carona? — reitera, embora já tenha escutado a oferta diversas vezes antes, durante e agora, no pós do rolê. Sempre pegava carona de moto com o Recault.
Ele, sentado no outro sofá, adjacente, não desvia a atenção do maço de cigarro, capturando com os lábios uma unidade. Uhum, murmura, e quando risca o isqueiro, você estica a mão pra roubar o pito, guardar de volta na embalagem. Aqui dentro não, alega, vai lá fora com eles.
O olhar do argentino segue em direção à sacada do apartamento, onde os homens conversam enquanto fumam. Poderia, sim, de fato, se levantar e participar do assunto facilmente, afinal é a opção mais favorável pra narizinhos tão sensíveis quanto o seu e de Romero, porém um pensamento diferente do desejo de pitar toma conta da mente.
— E sobre eles... — Volta os olhos pra ti. — Já vai embora mesmo? Não ia... sabe?
Um sorrisinho ameaça crescer no seu rosto. Sabe exatamente a que ele se refere.
— Não sei... — mas prefere fazer chamar, encolhendo o corpo. A barra do vestido justo se embolando no seu quadril.
— Ah, qual foi? — o garoto devolve. Se inclina de leve, chega mais próximo pra poder ir sussurando. — Não vai me dizer que tá tímida... — E você cobre parte do rostinho com a palma da mão, respondendo perfeitamente às expectativas alheias. Matí sorri também. — Ah, vai, eu e o Fran ‘tamo aqui... Não precisa ter vergonha de nós, não é como se não tivesse dado pra gente antes. E eles... — espia os outros dois, entretidos demais na conversa que têm pra poder perceber que são assunto da discussão vizinha. — Eles são de boas. Vão te tratar feito uma piranha, que nem você gosta.
Você verga o pescoço pra trás, tenta encarar Romero, o qual bebe um gole da cerveja na garrafa.
— Fran, o Matí me chamou de piranha...
Francisco coça a nuca, cogitando as palavras pra responder, e acaba sendo o mesmo abusadinho de língua venenosa de sempre.
— E ele mentiu?
Tsc, você resmunga. Não é que queria ser defendida nem nada, não se pode esperar outra resposta senão essa mesmo. É só pela manha, pelo suspense que vem fazendo desde um certo momento, desde que vieram pro apê de Romero depois de sair. Encontraram com dois amigos dos garotos num bar e estenderam o ócio pra mais algumas horas no conforto dos sofás largos e da madrugada quente.
Tudo muito calculado, você tem certeza, assim que Matías menciona, com a cara mais lavada possível. Já é contatinho fixo dele, Fran entrou no meio mais tarde, trazendo sua personalidade atrevidinha e melosa. Agora, os outros dois...
Quer dizer, são um colírio pros olhos. Esteban, retraído, tem um olhar que beira o poético, um sorriso de lábios finos e uma fragrância tão agradável ao olfato que quando o abraçou naquele bar, cumprimentando, quis que ele não te soltasse nunca mais. E Enzo, igualmente mais contido, ostenta um charme old hollywood, com os cabelos espessos, acumulando atrás da orelha, mas casual também, de pulseirinhas no pulso.
E, sei lá, só o fato deles serem mais velhos que você, Matí e Fran ao mesmo tempo, os faz mais saborosos ainda.
Morde o lábio, discretamente, os observando. Esteban joga o pescoço pra trás, soprando uma bufada de fumaça no ar, e volta a atenção pro Vogrincic. A cabeça pendendo pro canto de leve, atencioso.
Enzo apaga a bituca no cinzeiro apoiado no parapeito. Corre os dedos pelos cabelos escuros, ajustando as mexas atrás da orelha, gesticulando com as mãos de dedos longos, que parecem mais ásperos, grossinhos. Pô, imagina só dois dentro de você, vai valer por três, nossa...
Alterna o foco entre ambos, fantasiando consigo mesma. E quanto mais alimenta seu lado carnal, mais faz a ideia de ser dividida essa noite parecer um final de festa plausível.
— Son muy guapos, ¿no? — Matías comenta, como quem não quer nada, ao flagrar seu olhar nada casto em direção aos amigos dele. — Eu só ando com gente atraente que nem eu.
— Eu admiro seu narcisismo, Matí. — Fran murmura, levando a garrafa à boca, porém para no meio do caminho quando percebe ah, então eu sou bonito também, e ri.
Mas você nem se dá conta do bom humor, nem percebe, pois a cabecinha está voando longe, com a ajuda dos olhos. Mordisca a pontinha da unha, divertindo-se com a perversidade da própria mente. Porra, o Esteban parece ser aqueles tipos que faz carinho na sua cabeça enquanto você mama ele...
— Ah, é isso que você quer? — Se assusta ao perceber que falou alto demais, e agora o Recault tem consciência dos seus desejos lascivos. Antes que possa detê-lo, no entanto, o argentino rapidamente se vira para o outro e dedura: “Kuku, a gatinha aqui quer que ‘cê faça carinho na cabeça dela enquanto ela te mama!”
Merda, você tem vontade de enfiar a cabeça numa panela quente quando a atenção da dupla recai sobre ti. Vê Esteban apagar o cigarro no cinzeiro, e fica mais inquieta conforme ambos deixam a sacada pra se aproximar de vocês três na sala de estar.
Enzo senta no mesmo sofá que o Recalt, abraçando uma almofada sobre o colo. Na face, tem um sorrisinho de lado, diferente do Kukuriczka, que vem com a expressão mais neutra na sua direção.
Esconde as mãos no bolso da bermuda de algodão, te olhando por cima. O que foi que disse?
— Diz pra ele, princesa — Matías te encoraja, sorrindo, canalha. — Diz.
Você perde a postura porque Esteban está perto. Ele tem um jeitinho tão acolhedor, tão doce, e é justamente por isso que você sente vontade de desaparecer no colo de Francisco por tão manhosa que fica. A vontade é miar feito uma gatinha no cio e se oferecer como um pedaço de carne, nunca ficou tão suscetível.
O mais alto sorri, tranquilo. Levanta as suas perninhas, pra se sentar no sofá junto contigo, e as pousa sobre as coxas dele. Acaricia a região do seu tornozelo, afetuoso.
— Sabe... — começa — ...Matí é um pirralho chato, não liga pra ele. Você não precisa fazer, ou dizer, nada que não queira, cariño. A noite já está sendo muito legal só por ter te conhecido.
Caramba, dá pra ficar mais desejável que isso? Meu Deus, o calor que você sente dominar o corpo parece querer te colocar em combustão. E quando ele te olha com a nuca deitada no encosto do estofado, aquelas íris castanhas brilhando, docinhas igual um caramelo. Quer gritar me come me come me come de tanto tesão.
Não aguenta, então. Rapidinho está no chão da sala, abandonando os braços de Fran de qualquer forma, só pra se colocar sentada sobre o piso, entre as pernas abertas do mais velho.
— Fode a minha boquinha, Kuku — apoia o queixo no joelho alheio —, porfi.
Esteban entreabre os lábios, mas sem saber bem o que dizer. A sua falta de vergonha pra ser baixa com as palavras o pega desprevenido, o que, nem de longe, é algo ruim pra quem tinha topado uma dinâmica tão plural feito a escolhida pra esta noite.
— Eu disse, viu? — Matías fala. — Não vai negar pra ela, né, cara?
O homem te olha. Deita a lateral da face no punho fechado, cotovelos no braço do sofá, feito te admirasse. Com a outra mão, toca no seu rosto, contornando o maxilar até erguê-lo e segurar no seu queixo. Pra uma menina tão lindinha, diz, é difícil falar ‘não’.
— Mas eu quero um beijo primeiro — é a única condição, e você prontamente se apoia nos joelhos para selar os lábios nos dele. Esteban sorri entre os selinhos, a boca vermelhinha com o seu batom. Te tocando na nuca, indo e vindo com os dedos na sua pele, entre os seus fios de cabelo.
Está desabotoando a camisa ao passo que as suas mãozinhas inquietas se encarregam de abrir a bermuda. Aquela maldita expressão tão calma, nem parece que vai ganhar um boquete neste instante mesmo. Te dá tanta ânsia que crava as unhas nas coxas masculinas, na espera ansiosa por recebê-lo na sua boca.
E quando o tem, porra, só de vê-lo cerrar os olhos por um segundinho ao arfar profundo, já te faz rebolar sobre as próprias panturrilhas, excitada.
Ele te ajuda com os cabelos, com tudo que pedisse na verdade. Se quisesse que o mais velho surrasse a ponta da sua língua com a cabecinha gorda, faria sem pensar duas vezes. Mas você gosta de se lambuzar nele, não? Deixa um filete de saliva vazar de entre os lábios pra escorrer pelo comprimento já molhado, duro na palma da sua mão, pra subir e descer com a punheta lenta. Caridosa, empenhada. Alheia a qualquer olhar lascivo dos demais na sala de estar, ou quaisquer comentários sarcásticos que eles possam estar murmurando entre si.
Daí, Fran tem que agir. Ardiloso, se senta no chão, pertinho de ti. Apoia o peso do corpo nas mãos espalmadas no piso, pendendo as costas pra trás ao te encarar bem bonitinha no que faz.
— Sabia que eu falei pro Matí que ‘cê ia dizer não? — comenta, sem mesmo esperar que você fosse parar de encher a boca pra focar em outro alguém. — Mas olha só pra ti... — O rapaz exibe um sorrisinho ladino. — Não posso esquecer da putinha indecente que você é. Fica fazendo dengo, mas é uma garotinha sem-vergonha, não é?
E você ronrona, de boca cheia. Francisco se inclina pra perto, aproveita que você deixa Esteban escapar pra recupar o fôlego, apenas punhetando com as mãos agora, pra sussurrar ao pé do seu ouvido. Posso te dedar enquanto você mama ele?
— Você aguenta, não aguenta? — Beija o seu ombro. — Hm?
— Aguenta, sim — é Esteban quem responde por ri. Toca no canto do seu rosto. — Olha como faz tão bem... Merece um agrado enquanto está sendo tão boa pra mim. — Com o polegar, limpa o excesso de saliva que escorre pelo seu queixo. — Vai aguentar, não vai, cariño?
Você faz que sim. Mesmo se ele propusesse a maior atrocidade, você faria que sim igualmente. Quer agradar e, agora, também não se importa em ser agradada.
Francisco impulsiona o seu corpo pra frente, precisa que seu quadril esteja mais elevado para que o ângulo permita subir a barra do seu vestido e arredar a calcinha pro lado. E você se esforça, o plano é se esforçar ao máximo, porém no primeiro toque dos dedos no seu íntimo, estremece.
— Poxa, já tão molhadinha... — Fran comenta, naquele tom de voz que faz tudo parecer zombaria. — E tudo isso só porque ele tá fodendo a sua boca?
Matías ri, soprado, o que você esperava da nossa vagabundinha preferida pra meter?, e leva um golpe na face com a almofada que Enzo segurava no colo. O Vogrincic aperta os olhos, seja mais cavalheiro com as palavras, pirralho, repreende.
Já Francisco beija o seu ombro mais uma vez. Dois dedinhos vão fundo em ti, deslizam com facilidade. Acariciam por dentro numa região propícia a te fazer ver estrelas. O polegar, por fora, pressiona outra área mais sensível ainda.
Você engole os choramingos, usa as mãos em Esteban quando necessita arfar, respirar fundo, pra controlar o desejo. Mas não aguenta, não consegue dar conta das duas tarefas. O quadril empinadinho se empurra contra os dedos, remexe lentinho, no automático. Porque foca tanto no estímulo que recebe, cega nisso, aparenta se esquecer que não pode simplesmente deixar a boca cheia pra sempre sem respirar.
Engasga, então. Umas duas vezes. Tosse, com os olhinhos vermelhos e marejando. Um fiozinho transparente te prendendo à cabecinha lambuzada, ao liberá-la da sua garganta quente.
Esteban te ajuda a se recompor, todo carinhoso.
— Calma, mi amor, respira. — Limpa a lagrimazinha que ameaça correr pela sua bochecha. E sorri, terno. Te acha mil vezes mais formosa aos olhos nessa forma vulnerável, fofa, que tem vontade de te pegar pela nuca e ele mesmo encher a sua boca de novo.
— ¿Qué te pasa? — Fran espia por cima dos seus ombros, flagra o seu olhar de coitadinha. — Awn, não aguentou... Pensei que fosse aguentar, princesa.
E essa é a deixa pra te oferecer mais ainda. Mais fundo com os dedos, mais rápido. Mais pressão por cima do seu clitóris, circulando o local. Você passa a servir somente, paradinha, aí sobra pros dois a função de tomar as rédeas. Segura nos joelhos masculinos, levando pela frente e por trás.
É preenchida em ambos os buraquinhos quase que no mesmo ritmo. O rosto vira uma bagunça molhada, uma mistura devassa de batom vermelho manchado, saliva e porra escorrendo pelo queixo, gotinhas no pescoço. E a mordida que recebe na nádega, sem pudor, te faz lamuriar, manhosa. Fran se diverte com o som dos seus gemidinhos, o barulho ensopadinho da sua garganta sendo fodida. Não controla a reação de enfiar a mão por dentro da bermuda pra tocar a si próprio.
Você goza sem refrear. Incapaz de prender o tesão que retém, a situação erótica na qual se colocou contribuindo absurdamente. Uma descarga elétrica percorre o corpo dos pés à cabeça, feito um arrepio. Os músculos dormentes, doloridos. O peito pesando e a mente tão, mas tão fora de si, doente de prazer, que deve revirar os olhinhos, tola.
Nem pensa direito, vazia de raciocínio, só houve a fala de que eles querem se derramar na sua boca e se põe sentada no chão outra vez. Separa os lábios, língua pra fora, como Fran demanda. Os jatos morninhos acertam a sua bochecha, o nariz, lambuzam a face. É uma conjuntura que envolve tamanha submissão da sua parte que os suspiros e as palavras chulas que ecoam de ambos se torna comum pros seus ouvidos.
Francisco senta de volta no sofá, recuperando o fôlego. O calor do próprio corpo o faz puxar a camisa, apoiar a nuca no encosto do estofado. Esteban, porém, permanece à sua frente mais um pouquinho. Também respira mal ainda, quando toca o seu queixo, admira o estrago que fora causado em ti.
— Muy bien, bebê. — Pousa a mão sobre a sua cabeça, acaricia. — Perdoa se eu não te fiz carinho antes, igual você queria. É que estava tão bom que eu me esqueci. — Se inclina, deixando um beijinho na sua testa.
Você tem vontade de choramingar de novo, se debater no chão enquanto lamuria e diz perversidades obscenas. Por que ele tem que ser assim?! Te faz ter vontade de oferecer comida, casa, buceta e roupa lavada. Só manha, porém, com os olhinhos caindo junto dos ombros, o observando sentar no sofá outra vez.
Enzo sorri, te olhando.
— Vem aqui, vem. — Estica o braço. — Chega de ficar nesse chão frio servindo esses dois.
Você cambaleia, engatinhando até poder ser tomada nos braços e subir pro colo do uruguaio. Olha o que eles fizeram contigo, aponta, analisando o seu rosto. Um grande ‘gentleman’, quando puxa a própria camisa para usá-la na limpeza da sua pele manchada. Matías, também no estofado, ri, balançando a cabeça negativamente, incrédulo com tamanha cortesia.
Bem melhor, Enzo escorrega o indicador na ponta do seu nariz, amoroso, ao finalizar. Não se importa com a peça agora suja, joga em qualquer cantinho mesmo. Pode arrumar outra emprestada com o Recault, mas não poderia deixar a gentileza passar — ainda mais porque percebe que você se derrete toda.
As suas bochechas queimam, retraída. E o calor da palma da mão dele soma-se à quentura do seu corpo quando toca o seu rosto. Só que desce, não esquenta só ali. Caindo pelo canto, rodeando rapidinho no seu pescoço, e desviando pra lateral. No ossinho da clavícula, até contornar a curva do ombro, levando consigo a alça do seu vestido.
A timidez some logo, porém, mesmo com os seios expostos dessa forma. Talvez seja o olhar ambicioso, banhado à cobiça, que te acende o íntimo, te manipula a ansiar por ele de volta.
Lembra do meu nome?, ele te pergunta, com a voz rouca. E você, que vinha no esquema de só sentir, e não pensar, demora a ter a iniciativa de uma resposta, apesar de saber muito bem o que dizer. O homem sorri, pousa o indicador no seu lábio como se quisesse orquestrar o movimento que deveria ser feito ao ele mesmo responder — Enzo.
Você repete, igualando o balançar dos lábios com os dele. Quase hipnotizada, boba. Ri, quando ele ri também. Se ele quisesse falar um milhão de coisas pra você ficar repetindo assim, feito um bichinho de estimação, repetiria sem pensar duas vezes. Só quer se entregar total pra ele e curtir todo o deleite que tem certeza que vai sentir nas mãos do uruguaio.
Fran e Esteban também sorriem, julgam adorável a forma com que o amigo parece te domar por completo, tão suave na dominância. Matías, por outro lado, estala a língua, de braços cruzados.
— Tá sendo muito bonzinho com ela — alega. Tomba pra perto, só pra poder te encarar. — Conta pra ele — encoraja —, conta pra ele a putinha que você é. — E você ri, virando o rosto pro outro lado. — Conta que gosta quando eu falo sujo com você, no seu ouvidinho, pego forte no seu cabelo pra te comer. — Estica o braço pra alcançar a sua bochecha e dar um tapinha, chamando a sua atenção de volta pra ele. — Hm?
— É verdade? — o tom do Vogrincic é aveludado, baixo. Pros desavisados, soa complacente, mas quanto mais você interage com o uruguaio mais percebe que ele é tão canalha quanto o Recault é, a diferença é que mascara com o charme. — Gosta quando Matí faz essas coisas contigo? — A mão grande sobe pela sua nuca, afunda os dedos na raiz do seu cabelo e retém os fios, firme. — Que te pegue assim? É? — Inclina pra frente, próximo com a boca do seu ouvido. — Que fale o quê? Que você não vale nada, que vai te comer forte? Ou pior?
Qual foi a palavra que o Matí usou mesmo? Mira na direção do amigo brevemente, mas nem precisa de uma resposta, porque volta o olhar pra ti mais uma vez, sorrindo, ah, sim, ‘putinha’...
Você o envolve, escondendo o rostinho na curva do pescoço dele. Mas o homem não te deixa recuar, as mãos escalam pelo seu torço, te empurrando de leve pra trás, pra encontrar o olhar no dele novamente. Cobrem por cima dos seus seios, só que apenas uma das mamas ganha uma carícia. Os dedos enroscam no mamilo durinho, aperta um pouquinho.
— Gosta dessas coisas, nena? — reitera. — Hm? — Do nariz erguido, pra te encarar, abaixa o olhar e roça a pontinha pela região do colo, curvando lentamente a sua coluna para que possa com a boca umedecer a pele. — Dímelo. — Beija por entre o vale dos seus seios, de estalar os lábios. Você segura nos cabelos dele, suspira, de olhinhos fechados. — Díselo a tu papi.
E você derrete só com o uso do termo. Admite que sim, gosta dessas coisas, que, às vezes, é ainda pior, por isso não abre mão do Recault, muito menos de Romero, pois pode encontrar o que procura neles. Mas, também, se defende. Matí é muito provocador, né? Curte tirar do sério, implicar. Você é baixa, danadinha sim, porém o argentino gosta de degradar mesmo.
A boca quente toma um biquinho, a pressão em volta dos lábios suga, cruel. Língua umedece, lambe. Você arqueja, permitindo que te devorem os peitos, enquanto se força pra baixo, encaixando o meio das pernas sobre a ereção.
Matías se levanta do sofá. Se posiciona atrás de ti, puxa de leve os seus cabelos pra te fazer pende a cabeça e mirá-lo.
— ‘Cê é tão cachorra... — caçoa, com um tiquinho de raiva por ter saído como o ‘vilão’, porém com mais desejo do que tudo. — Quer meter nela, não quer, Enzo?
Enzo levanta o queixo, os cabelos bagunçadinhos o deixam mais atraente, em especial quando sorri ladino, cafajeste. Vamo’ meter nela junto, a proposta do Recault faz o uruguaio morder o lábio.
Toca o seu rosto, amoroso.
— Consegue levar? — pergunta, numa falsa preocupação. — Não vai ser muito pra ti? Eu não acho que vai dar. Mal aguentou o Fran e o Esteban ao mesmo tempo, e olha que eles nem pegaram pesado...
Você une o sobrolho, quase que num desespero. Não, vai dar sim... E ele parece imitar a sua expressão, caçoando, óbvio.
— Tudo aqui? — Com os dedos, toca no seu ventre, com a sobrancelha arquiada. Alivia as linhas do rosto, abrindo um sorrisinho. — Ah, acho que não, nena...
Você até ia choramingar mais, insistir, embora tenha plena consciência de que ele só está tirando uma com a tua cara. Acontece que Matí beija a sua bochecha, aquela risadinha de moleque no pé do seu ouvido pra tranquilizar ‘relaxa, se ele meter aí, eu posso te foder aqui por trás.’
Vai deixar ele fazer isso, bebê?, Enzo continua provocando, com o mesmo sorriso na face. Deita atravessado no sofá, com a cabeça no braço do estofado, para levantar o quadril e retirar as roupas de baixo. O Recault se despe também, a pausa entre se livrar da camisa, e antes de se ocupar com a calça, sendo ocupada com as mordidinhas perto do lóbulo da sua orelha.
Você fica de pé apenas pra empurrar a calcinha pernas abaixo, logo vindo por cima do uruguaio outra vez. Verga pra frente, de joelhos no estofado. Alinha a ereção entre as pernas, desce devagarinho, toda meiguinha, com a boquinha entreaberta.
As mãos de Enzo seguram na sua bunda, apertam a carne. Quando se empina para que o outro possa te tomar junto, resvala a ponta do nariz na do Vogrincic, o qual sorri mais, acaricia a sua bochecha. Matías utiliza a própria saliva pra molhar o caminho, bem devasso, esfregando a cabecinha de cá pra lá, instigante. Ao forçar pra dentro, arranca um resmungo seu, um lamúrio doce que é facilmente calado com o selar nos lábios de Enzo.
Queria poder saber descrever a sensação. Deveria ter se acostumado, quando tem uma referência de já ter experimentado com os seus contatinhos, mas, sei lá, porque é com alguém diferente, tudo aparenta mais intenso. A completude. A fadiga. Ambos jogam o quadril até ti, ocupam tudo no seu interior quase que ao mesmo tempo. Matías torce os fios dos seus cabelos no próprio punho, a mão de Enzo envolve o seu pescoço, o geladinho do anel prateado dele contra a sua pele ardente.
Se sente não só passível, mas conquistada, deliciosamente domesticada. Leva o olhar pro sofá adjacente e flagra os outros dois capturados pela cena sórdida. Fran com a cabeça descansando no ombro do amigo, e Esteban com tamanho amor nos olhos que você não dura muito tempo.
Quando Enzo continua metendo depois do seu orgasmo, procurando pelo dele, é ainda mais gostoso. Te inunda por ali, te dá tudo de si pra te deixar pingando. E Matías faz o mesmo, claro. Enche o outro buraquinho, orgulhoso dos jatos de porra abundantes, quentes, que te faz reter.
Você desmonta sobre o uruguaio, exausta. O corpo não aguenta mover ao mínimo, pesado, espasmando. Com a lateral do rostinho no peitoral suado, até cerra os olhinhos, tentando regular a respiração junto com ele.
— ¿Estás bien, cariño? — Esteban se ajoelha pertinho do sofá, de frente pra ti. Acaricia na altura da sua têmpora.
Uhum, você responde de volta, a voz tão frágil e doce que ambos riem. Enzo beija a sua cabeça, afaga os seus cabelos.
— Te odeio, Matías — Fran resmunga, pegando uma almofada pra abraçá-la. — Olha só pra esses filhos da mãe... Já tô sentindo que vamo’ ter que dividir ela com eles de novo...
Matí sobe a calça, abotoa de volta. Com um sorrisinho de canto, oferece um olhar para os amigos mais velhos, que agora parecem fazer parte dessa dinâmica casual.
Abre os braços, e se curva, vaidoso. De nada.
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pondysselth · 11 months ago
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Así de caluroso || Enzo Vogrincic
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El sol del mediodía caía a plomo sobre las calles de Montevideo, convirtiendo el asfalto en un espejismo humeante. El miércoles transcurría como cualquier otro día de verano, sofocante e implacable. A pesar del calor agobiante, una chica caminaba con paso ligero por 18 de Julio, alejándose de la facultad. El pelo se le pegaba a la frente, sudaba a chorros y el agua de su botella se había convertido en un caldo tibio. La libertad después de un largo examen era la recompensa que la impulsaba.
Cada paso era una lucha contra el calor. La chica apresuraba el ritmo buscando la sombra esquiva, deseando escapar de las fauces de la ciudad que tanto amaba.
De pronto, un leve malestar se apoderó de ella. El sudor se intensificó, la respiración se volvió dificultosa y un mareo familiar la amenazó. Se detuvo, tambaleándose, con la vista nublada y puntos negros danzando en su campo visual. Ignorando las señales de alarma, bebió un trago de la repugnante agua tibia y reanudó la marcha. Su única meta: salir de 18 de Julio. A duras penas, avanzó unas cuadras más, luchando contra un nuevo malestar que se instalaba en su cuerpo.
Allí mostrándose casi burlona detrás de esa inmensa puerta de concreto que se alzaba sobre la calle Juncal se encontraba uno de sus deleites visuales favoritos, Sarandí. Ella no sabía por qué, pero esa calle siempre la llamaba a explorarla. Aunque ya la había recorrido tantas veces, siempre encontraba algún tesoro nuevo. Se debatió si debía pasar por lo que ya era el desolado calderón a fuego ardiente de la Plaza Independencia para llegar a ese oasis visual que le abría paso a Ciudad Vieja o simplemente ignorarlo e irse a casa.
La exuberante calidez de la tarde le gritaba a la chica que debía ignorar el llamado a la exploración. Sin embargo, una fuerza interior, una mezcla de aventura y algo más que no podía nombrar, la incitaba a seguir adelante. Como diablillos en el infernal ambiente, sus deseos la empujaban por ese camino que solo le estaba trayendo malestares. Ignorando las señales de su cuerpo, que no estaba preparado para resistir más tiempo en esas condiciones, se decantó por seguir la incitación diabólica y entrar en el paraíso que era la calle Sarandí.
Arrastrando los pies como si una cadena de acero los uniera al suelo, se adentró en ese rincón de alegría que tanto la llamaba. Caminó unas pocas cuadras, disfrutando del pequeño oasis que se abría paso en el desierto de calor que se había apoderado de Montevideo. De repente, un golpe seco: su corazón aceleró a un ritmo desbocado, su respiración se volvió jadeante, su visión se nubló y su cabeza comenzó a dar vueltas. La conciencia se le escapaba de entre los dedos. Así se sentía: una bajada de presión producto de su insensato deseo de continuar un camino que no debería haber tomado, en un día en el que el mismísimo señor de los infiernos parecía haberse apoderado de las calles de la ciudad. Su destino: caer desmayada por su imprudencia.
—Tranquila, que te tengo.
Esa voz no era producto de su imaginación. Los brazos que la rodeaban eran demasiado cálidos y sudorosos, evidenciando que el desconocido también sufría las consecuencias del avasallante calor que emitía el asfalto. A pesar de que la conciencia se le escapaba, de que sus ojos se cerraban y dejaban de transmitir luz, la sensación de estar en los brazos de un extraño la obligaba a volver a la realidad, alerta ante un posible infortunio. Cuando el instinto de supervivencia se apoderó de su cuerpo y abrió los ojos con miedo, se topó con un ángel. El calor se disipó de su cuerpo al contemplar sus ojos color avellana, la sensación de sudor se olvidó con solo una mirada a sus labios, el mareo se ignoró por completo al observar su rostro como un todo. Enzo Vogrincic, en todo su angelical ser, la sostenía para evitar que cayera en la fogosa calle Sarandí.
—No te preocupes que te ayudo a sentarte.
Su voz me sacó de mis pensamientos, esta vez infinitamente menos agónicos. Me tomó con delicadeza y me llevó unos metros hacia atrás, hacia unas sillas de plástico rojas, no muy cómodas, con el logotipo de una conocida marca de bebidas. Estaban fuera de un local llamado Zabala. Solo allí me di cuenta de la distancia que mis pies, que ya se podían haber fundido con el asfalto, me habían llevado. Estábamos cerca del Registro Civil y a unos pocos metros del Implosivo Artes Escénicas, la escuela de actuación. He ahí esclarecida la aparición de mi inesperado ángel salvador. Con mi mente retornando de su estado de inactividad coherente lo primero que atiné a decirle a mi salvador fue.
—Perdón.
Una simple palabra, tan tonta que parecía fuera de lugar. Sin embargo, así me sentía: avergonzada de haberlo desviado de su camino. Posiblemente le molestaba ayudar a una desconocida que caminaba imprudentemente bajo el sol abrasador, con la única compañía de una cartera que contenía sus documentos para el examen, una tarjeta de transporte y su fiel botella de agua, que ahora parecía más una sopa por lo caliente que estaba.
La risa de mi nuevo acompañante me confirmó lo tonta que había sido mi respuesta. Doblemente avergonzada, lo miré a los ojos. Solo vi diversión por mis palabras y preocupación por mi extrema palidez y mi inminente desmayo.
—¿Cómo me vas a pedir perdón? ¿Te sentís mejor ahora sentada? Te voy a comprar un refresco y un agua fría, porque estoy seguro que te bajó la presión.
El hombre se irguió, enderezando su espalda, y se dirigió al restaurante con paso firme. Su objetivo era claro: conseguir las bebidas que me ayudarían a reponerme. Al cabo de unos minutos, regresó con un refresco y un agua fría. Se agachó de nuevo junto a mí, ofreciéndome el elixir que mi cuerpo, agradecido, absorbió con avidez.
—Muchísimas gracias, y te pido perdón por las molestias. Seguro tenías otras cosas que hacer más que asistir a una pelotuda que se desmayó.
Dije con pena, mirándolo a sus ojos marrones. Sentía cómo me ardían las mejillas. Solo entonces, al contemplar mi alrededor, me percaté de la bicicleta olvidada en el piso. Probablemente se había bajado de ella al verme en mi estado.
—No me agradezcas, solo hice algo que cualquiera haría.
Expresó mientras se giraba para buscar la bicicleta. Al levantarla, se regresó hacia mí y me dijo:
—Me llamo Enzo. ¿Y vos?
Le dije mi nombre con más confianza al ver que no parecía molesto ni apurado por irse. Le señalé el refresco, aún sin abrir, ofreciéndoselo.
—Eso es tuyo, no me lo tenés que devolver. Si yo fuera vos, también tomaría de ese. El azúcar te va a ayudar a recuperarte, todavía estás muy pálida. Si me permitís.
Con esa simple petición de consentimiento, acercó su mano a mi rostro apartando algunos cabellos que se me habían pegado por el sudor, aquellos que mi peinado no había podido contener y ahora se posaban rebeldes por donde ellos deseaban. Luego de poner mis cabellos en orden, su mano se quedó allí, posada en mi cuello. La sensación de tener aquel pesado miembro cerca de donde se medía mi pulso me inquietaba. ¿Y si podía sentir el acelerado ritmo al que iba mi corazón? Su rostro tan perfecto no era lo único que me embobaba; su amabilidad y sencillez con la que estaba allí delante de mí me estaba dejando el cerebro aún más atrofiado que cualquier síntoma debido al infernal clima.
Tomando otro largo trago de agua para disipar los efectos que él estaba teniendo en mí, tomé valor, lo miré a los ojos y le dije:
—Muchísimas gracias otra vez. Siento que te lo estoy diciendo ya muchas veces, pero de verdad estoy agradecida con tu gesto. Pudiste haberme ignorado y dejarme tirada en la calle, y no lo hiciste.
—No tenés nada que agradecerme. Decime, ¿vivís por acá? Así te acompaño y me quedo tranquilo de que llegaste bien.
Me respondió aún con su mano posada delicadamente sobre mi cuello, dejándole leves caricias y sus ojos mirándome fijamente, entre preocupados y con algo parecido a ternura.
—No vivo por acá, ni cerca. Solo vine porque acabo de dar un examen y quería recorrer. Iba super bien hasta hace unos momentos.
Ya dejando un poco de lado la vergüenza, le respondí un poco más animada y sin tanta timidez. Tanta, ya que tener a alguien tan bonito enfrente de ella solo hacia que se pusiera nerviosa.
—Ok, sin ser muy invasivo, ¿dónde vivís? Tal vez te puedo llevar o algo. Me preocupa que te vayas sola después de que casi te desmayas. Si querés, llamamos a alguna amiga o alguien que te venga a buscar.
—Vivo en Manga, así que un poco lejos de acá. Y mis amigas en estos momentos...
Dije entre risas, diciendo donde vivía y luego chequeando la hora: 16:04. Para saber dónde podrían estar alguna de mis amigas para contestarle.
—Mis amigas están todas trabajando, así que no queda de otra que irme sola. Quedate tranquilo que no me va a pasar nada.
Le contesté intentando calmarlo y asegurarle de que todo estaría bien y no me volvería a pasar nada.
—Te invitaría a mi casa, pero siento que para un primer encuentro es mucho. Me conformo por ahora acompañándote a tomar el bondi.
Volviendo por la calle Sarandí, por la tan calurosa Ciudad Vieja. Ese tipo de calor que hacía que el asfalto derritiera el calzado y definitivamente el tipo de calor que hace que se te baje la presión y encuentres a Enzo, quien ahora te tiene montada en su bicicleta mientras ambos ríen y disfrutan el pequeño aire que les llega por la velocidad con la que conduce el antes mencionado. Ese era el tipo de día caluroso que hacía aquel día en Montevideo.
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olee · 11 months ago
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Mil Horas | Enzo Vogrincic
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*for the request of enzo :)
English and Spanish
It has been a challenging experience for you to witness the effects of your boyfriend's acting career on his mental and physical health. Your boyfriend, Enzo, recently secured a role in the movie "Society of the Snow," to be honest, this was a big deal for him. This was his first acting gig in a movie, and it was directed by a renowned film director, J.A. Bayona.
The movie's plot is set around a group of people surviving in the Andes mountains, and it follows a gripping storyline that keeps Enzo on his toes. He had to narrate some scenes and play a significant role in the film, which was exciting and nerve-wracking.
However, as the filming progressed, Enzo began to feel mentally and physically drained. He had to work long hours, often late at night, and the pressure to perform well was overwhelming. He struggled to balance his regular life with his filming schedule, and this took a toll on his mental and physical health.
You have been a supportive partner, trying your best to help Enzo cope with the demands of his acting career. You hope he can overcome these challenges and emerge victorious, as this is a significant milestone in his career.
Enzo, the lead actor in the upcoming film, had to drastically change his lifestyle to meet the demands of his character. He was required to follow a strict diet plan, but his dedication to his role led him to take extreme measures. He skipped meals and pushed himself beyond his limits as if he were truly surviving in the wild. As his loved one, you were understandably concerned about his health and well-being. You even spoke to the film's director, Bayona, about Enzo's condition.
One day, Enzo called you on WhatsApp, looking pale and exhausted. He had just finished filming a scene in Barcelona and was feeling weak. You answered his call and asked how he was doing, but before he could respond, you interrupted him and urged him to take care of himself, "Enzo, por favor, necesito que me escuches. Te lo he dicho millones de veces y nunca me das bola. Por favor, cuídate, me tenés preocupada. Necesito que sigas la dieta, si no vas a tener una reacción fea." You reminded him repeatedly to follow his diet plan and emphasized that he did not have to take the role so seriously. You assured him that his health was more important than anything else, and advised him to take some time to relax and meditate.
He sat there at the open-air café, his complexion drained and expression distant, sipping on a cup of coffee. With a reassuring tone, he said, "My love, don't worry about me. I'm perfectly fine. Take a look, just enjoying a peaceful moment with a cup of coffee here, and I wanted to see you. Honestly, Barcelona is treating me well, but I miss you so much, and I really need you here." Unsure how to respond, tears welled up, and you confessed, "Enzo, I miss you too!"
Enzo, noticing your tears, adopted a more comforting tone. "I don't want you to cry. I'm fine. Barcelona is challenging, but I know we'll be together again soon. I miss your hugs, your laughter, everything."
As you spoke, the conversation became tinged with nostalgia. Enzo shared details of his days in Barcelona, enthusiastically describing places and situations. "I swear, I even miss your scoldings here. No one cares for me like you do, and that's what I'm missing."
Amidst sips of coffee, you discussed plans for the future, dreaming of the moment when you would be face-to-face again. "We'll be together again soon. Don’t worry."
The background music caught your attention as he showed you through his camera the charming street in Barcelona where he was seated. To your surprise, it was your favorite song, "Mil Horas" by Los Abuelos De La Nada. A smile spread across your face as you recognized the familiar tune.
Funnily enough, Enzo, caught up in the moment, started singing the song, “Tengo un cohete en el pantalón/Vos estás tan fría/Como la nieve a mi alrededor/Vos estás tan blanca/Que yo no sé qué hacer/La otra noche te esperé bajo la lluvia, dos horas, mil horas, como un perro/Y cuando llegaste, me miraste y me dijiste: ‘loco, estás mojado, ya no te quiero’”His voice, carried by the ambiance of the street, added a touch of spontaneity to the virtual encounter. Without a second thought, you joined in, singing along with him. The distance between you seemed to fade away as the shared love for the song created a delightful connection across the miles.
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karylvsjuanii · 10 months ago
Note
PORFAVOR ESCRIBI DE PIPEEE 😩😩 nadie escribe de el no encuentro nada
2/Catorce | Felipe Otaño
tw: Lector Femenino x Felipe Otaño, sexo sin protección, hablando sucio, sobre estimulación, squirting/chorros.
Quiero aclarar que los diálogos son en Argentina pero mi narración será latina. Avísenme si me olvido de algo por favor.
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Últimamente Felipe había estado ocupado con su trabajo en el nuevo proyecto que tenía. Y claro que tú lo entendías pero eso no quitaba que lo extrañaras mucho.
Lo último que hablaron fue hace un día, por mensaje.
Te comentó que tenía que entregar papelería personal a la empresa de la película y necesitaba la computadora. Y así fue, recogió la computadora en tu casa pero tu no estabas para verlo, así que llevabas dos semanas y media, sin verlo, sin tocarlo.
Felipe y tu siempre fueron de mucho afecto físico, les encantaba estar abrazados y besarse cada que podían, incluso si había demasiada gente, el adoraba besarte frente a todos.
Donde sea.
El había estado bastante ocupado pero así como tú, se la pasaba pensándote.
Llevaba dos días buscando fotos de documentos e información. Por lo que decidió seguir con eso y mandar todo de una vez. Le aburría estar buscando ese tipo de cosas.
Iba bajando entre tantos documentos y carpetas hasta que vio una carpeta sin nombre por lo que decidió darle click.
La computadora abrió en grande tus fotos.
Tus fotos, esas fotos que lo ponían increíblemente cachondo y hacían que quisiera dejar todo e ir a tu casa para que le arregles esa calentura que había tenido estos días.
Quiso salirse rápido de esa carpeta para no torturarse pero hubo una en especial que robó su atención.
Era la foto que te había tomado justo una semana antes de comenzar con su trabajo pesado, donde estabas tú debajo de él con su polla en la boca. Estabas toda colorada y lograba verse solo el inicio de tus tetas, en las cuales caía tu cabello y tapaba un poco tu clavícula marcada. Tus ojos llorosos mirando fijamente la cámara hacía que Felipe volviera a entrar en ese momento.
Realmente quería repetirlo.
Habías terminado tu turno de trabajo en la oficina, tu carro estaba en mantenimiento ya que recién habías tenido un problema con una llanta.
Por lo tanto esperabas pacientemente el autobús justo afuera de tu empresa para tomar rumbo a tu hogar. Sabías lo tardado que iba a ser esto, así que te pusiste a ver qué había de interesante en tus redes.
Abriste instagram y viste que Felipe había subido una historia, dudaste un poco en abrirla pero finalmente decidiste presionarla.
Hace 5 horas. Era una foto de el en un espejo.
Ibas a responderla hasta que escuchaste el pitido de un auto. Alzaste la mirada y pudiste ver justo frente a ti a Felipe en su auto deportivo.
Te quedaste helada.
Este hizo una seña de que subieras y fuiste sin pensarlo dos veces.
Llevaban unos 10 minutos de camino y ninguno decía nada. Tan solo se dieron un saludo de piquito. Y fue suficiente para ponerte nerviosa.
Siempre te ha hecho sentir así. Y te encanta.
Te extrañé. - Felipe soltó sin despegar la mirada de la carretera.
Por qué no me habías mandado mensaje? - Respondes poniendo tus ojos en él.
Verlo manejando siempre fue una de tus adicciones, su cabello largo que te volvía loca moviéndose un poco por el aire frío que el carro soltaba. La maña tan atractiva que tenía de manejar con un brazo, ver cómo sus venas se marcan y sus trabajados músculos se notan gracias a la camisa juvenil que traía. La típica de manga corta que hace ver sus bíceps apretados.
Estuve muy ocupado, vos sabés todo lo que se me fue encima, disculpame bebé. - Felipe responde con sinceridad.
Llegan a tu casa y él baja enseguida para abrirte la puerta.
Ya fuera, te acercaste a la entrada pero no sin antes girarte. Volvió a entrar al auto.
Te quedaste parada haciendo un gesto de extrañeza. No sabias que hacer.
Te acercaste de nuevo a él sin más.
No vas a pasar? - Lo miras detrás de la puerta del auto.
Para qué? - Dice acomodándose el cabello.
Te quedaste sin palabras.
Cómo que para qué? Qué le pasa? Se aburrió de mi? Ya tiene a otra?
Pues no lo sé, sólo decía. - Decías quitando la mirada de él.
Qué querés hacer? - Felipe pregunta con una sonrisa en el rostro, burlándose.
Ya sabías a dónde iba todo esto. Estaba jugando contigo.
Te quedaste callada sin poder conectar su mirada con la suya.
No tenés nada que hacer? - Abre la puerta de su coche para salir y quedarse frente a ti.
Muy junto para ser real.
Bajaste la mirada al sentir su perfume recorrer tus fosas nasales, te prendió tanto su olor a hombre, siempre te había gustado su perfume.
Tendras que encontrar con qué distraerme si querés que me quede. - Felipe sonríe maliciosamente y te toma de la muñeca para entrar a tu departamento.
Cierra la puerta detrás de ustedes y avanza hacia tu sofá. Este se sienta con las piernas abiertas y los brazos detrás de su nuca.
Que caliente, Dios.
Y la verdad no sabías que hacer, verlo así te provocaba demasiado, podrías hincarte frente a él.
Y bien? - Pregunta Felipe después de recorrer con la mirada tu acogedora casa.
No decías nada y lo empezaba a desesperar.
No diras nada? - Preguntó un tanto serio despegando sus manos de la nuca.
Otra vez te quedaste callada.
Bien. Me voy. - Dijo finalizando la conversación para levantarse del sofá rápidamente y acercarse a la salida.
No, Felipe, ven. - Lo seguiste hasta tomarlo de su camisa por detrás.
Que pasa ahora? - Te pregunta conectando su mirada con la tuya al fin.
Quedate. - Dices mirándolo sin soltarlo de su camisa.
Felipe baja la mirada hacia tu mano aferrada a su camisa y vuelve a mirarte en un par de segundos.
Para ser sinceros, Felipe en serio quería desnudarte ahí mismo y cogerte hasta hacerte llorar, pero se contenía por verte así de sumisa e indecisa, no quería incomodarte.
Tanto me extrañas? - Suelta con una sonrisa en el rostro.
Asientes con la cabeza mordiendo tu labio levemente.
Demostramelo. - Te toma de la mano y te lleva nuevamente al sofá.
Sientes un empujón al sofá pero rápido decides pararte.
Estabas muy caliente ya y no querías hacerte esperar más.
Él se quedó confundido por tu acción, pero antes de que pudiera reclamar algo, lo empujaste y te pusiste encima suyo. Comenzaste a besarlo mientras te quitabas el saco y camisa de botones.
Felipe notó que necesitabas ayuda con eso y no tuviste que esperar demasiado para sentir sus dedos fríos retirarla con delicadeza.
Disfrutaste verlo comiendo con la mirada tus lindos pechos para después relamer sus labios rosados.
Comenzó a besar tu cuello y clavícula cuando quitaba tu sostén a la vez. Al final toda tu ropa quedó por algún lugar de la sala.
De un momento a otro su cabeza ya se encontraba hundida en tus tetas y tu en desesperación comenzaste una serie de movimientos frotándote contra el.
Suaves gemidos salían de tu boca por el placer que sentías en tu coño y tetas, cosa que a Felipe le volvía loco.
Puta madre, vos no sabes lo mucho que ya te ocupaba así. - Felipe te carga y hace a un lado, empieza a quitarse la camisa y pantalones rápido.
Pensabas en mi? - Preguntas viendo su trabajado cuerpo.
No tenés idea de cuanto. - Te dice antes de hincarse frente a ti.
Abre tus piernas y toca desesperadamente tu coño vestido.
Tus gemidos empiezan a hacerse presentes y a Felipe la saliva.
Da pequeñas lambidas con tus bragas aún puestas y agrega un dedo para frotar tu botón. De un momento a otro arranca la tela que le impide continuar e inicia devorándote como un hombre hambriento.
Mhm, igual de rica. - Suelta Felipe haciendo a tu coño vibrar.
Sientes a tu coño temblar de placer, enredas tus dedos en el cabello de Felipe para jalarlo fuertemente demostrando desesperación por correrte.
Felipe moviendo la lengua más rápido te hace estar a punto del clímax pero vuelves a bajar cuando despega su boca de tus jugos.
Te ves tan hermosa, me dan ganas de correrme en todo tu culo mientras te meto los dedos en tu bonito coñito. - Felipe te mira acariciando tus muslos.
Decide cambiar de posición y te acuesta después de bajar sus bóxers seguido de otro dedo frotando tu clitoris.
Sientes un cambio drástico de sus dedos a su polla frotar tu botón ya rojo. Arqueas la espalda sin dejar de soltar gemidos que cada vez lo prenden más.
Te tocaste mucho sin mi? Espero que si porque yo me corrí todos estos días pensando en vos y lo puta que te ves cuando me chupas la pija. - Felipe mete su polla de una sin dejar de acariciarte los brazos y piernas, lo que hace te quedes sin aire y tus ojos rueden a blancos.
Vos serás mi putita hoy? Vas a dejar que te trate como una puta y zorra? - Felipe toma tus muñecas y las junta, volviéndote más inmóvil.
Lo único que podías hacer era gritar y arquear la espalda.
Contestame, pendeja. - Felipe te golpea el coño buscando respuesta.
Ah, si, si pipe, soy tu putita, solo de vos. - Nunca se te había hecho tan difícil formular una oración. Estabas babeando.
Mostrame mi amor, mostrame lo puta que te volvés por mi, correte como toda una necesitada de mi pija. - Felipe empieza a empujarte el coño más fuerte que antes.
Sientes que tu cuerpo no se puede controlar y empiezas a ver borroso por el placer, tu espalda dolía de tanto arquearse y tu garganta de tanto gritar. Tus muñecas atadas por Felipe estaban rojas, tus tetas reboteando por todos lados y saliva embarrando todo tu cuello.
Los graves gemidos de Felipe resuenan en cada estocada, te asombraba el placer que te estaba demostrando, incluso comenzó a gemir tu nombre junto con lo hermosa que eres.
Sientes a su dedo corazón palmear tu clitoris y enseguida frotarlo con ganas, solo eso bastó para que comenzaras a chorrearlo.
Felipe se corrió ferozmente al ver esa imagen, estabas gritando, temblando y aferrándote a sus fuertes brazos mientras de tu coño rojo salían tiras de agua como cascada, el disfrutaba de su corrida y tu seguías mojándolo, todo aún sin sacar su polla de tu apretado coño.
Se recostó sobre ti sin dejar todo su peso caer.
Fuertes suspiros sonaban en tus oídos y su perfume te invadía completamente. Sabias que habías acabado cuando pipe dejó de moverse lentamente y tu dejaste de tener espasmos.
Sos lo más precioso que hay mi amor, te amo. - Dice Felipe recostándote en sus brazos.
Tus cachetes colorados lo hacen sentir el hombre más afortunado del mundo.
No debí dejarte tanto tiempo solita, de verdad perdoname, princesa. Te adoro. - Felipe toma tu rostro y deja piquitos por tus cachetes y nariz.
Yo también te amo, Pipe. - Dejas un suave beso en su mejilla antes de cerrar los ojos y quedar profundamente dormida.
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luceracastro · 8 months ago
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𝐀𝐍𝐆𝐄𝐋 𝐄𝐘𝐄𝐒
𝐄𝐧𝐳𝐨 𝐕𝐨𝐠𝐫𝐢𝐧𝐜𝐢𝐜 𝐱 𝐫𝐞𝐚𝐝𝐞𝐫
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𝐒𝐮𝐦𝐦𝐚𝐫𝐲: Bayona believes his shy niece just needs to be surrounded by people close to her age, so he allows her to come along for the filming of his next big movie and one of his actors become taken with the young girl
Warnings: this fic will have warnings as the chapters go, this is an age gap relationship
You were always quiet, shy, and not really put out there since you were consumed with the fear of being humiliated, being shy was what mostly stopped you from common life experiences.
It was why your mom was pushing you at the moment to travel with your uncle, “Amor sería algo bueno para ti, estarías con gente cerca a tu edad” she said and you shook you head “no mami, la verdad no me convence” you sighed
Ever since this whole shy thing got into you, you had gained a handful of activities such as art, whether it was painting or sketching, reading, baking, even needle work which you took the time to learn just to distract you from the real world
You were a college student and focused on school as well so it wasn’t a huge problem when school work and class filled your schedule, “como sabes que no vas a disfrutar esto?” She asked and you gave her a look “mami, yo no conozco a nadie de ahí como voy a nomas llegar?” You asked
She chuckled “amor te juro que esto sería algo muy bueno para ti” she promised and you sighed “bueno bueno nomas una semana y regreso” you said with a slight warning edge in your tone “si corazón si! Deja llamo a tu tío!” You mom had a skip in her step as she went to grab her phone
You knitted your brows in confusion and turned back to the cookies you were baking, there you realized maybe she was right.
You were seated on the plane with your eyes glued to your book and AirPods in your ears, a tactic to keep anyone from speaking to you, you were making way to Spain where filming would take place
Now you were stuck in the airport waiting for your uncle to come and get you, you sat inside of the airports coffee shop drinking a latte and listening to music, you now kinda felt homesick, missed your mom and home
Hands on your shoulders startled you but you calmed down once you saw your uncle standing behind you with a delighted smile on his face, you paused your music and stood up “Tío” you smiled giving him a hug “hola amor como estas?”
“Bien, y tu?” You asked “muy bien, pero vamos amor porque quiero que conoces a todos!” He sounded quite excited for you to meet them, way more excited than you that’s for sure.
He had gotten you both down to where the entire casts was staying, their home for a few months, the hotel was huge and it was also a bit intimidating, how many people stayed here? How long? Would you have to interact with any of them?
Your uncle has someone take care of bringing your bags up but in the meanwhile he led you up the elevator, down the hall and looking at the many numbers of the various doors until you both reached the right one “aquí” he sighed satisfied and scanned the keycard before swinging open the door
“Esto sería tu hogar por unos meses” you cringed a bit at that, you knew you would go home in a week, “esta bien tío,” he nodded “bueno vamos a que conoces a los actores” you gave a protesting look and he chuckled a humorous smile on his lips “vamos” he said with a slight demanding edge in his voice and you sighed following after him
“Este es el lobby privado donde pueden estar juntos y convivir” he showed you a private lobby which was filled with many people, you froze up but tried to keep calm “Chicos!” His voice caught the attention of everyone then their eyes landed on you
“Ven, quiero que conozcan a una persona muy importante” they all walked over and stood in front of you and your uncle “Ella es T/n, mi sobrina y ella nos va a acompañar en esta rodaje” he said and they all smiled at you which you returned to not be rude
“Y espero que todos se comporten bien con ella” he warned almost making you want to run back to your room, it wasn’t their job to take care of you “Si como no” a certain tall guy was the first to answer “Ah perfecto, Mira el es Enzo” he came forward and your breath caught in your throat “Hola” his voice was sweet and not very intimidating “Hola” you let out a small sigh of relief
“Bueno los dejo” you uncle was quick to leave and you looked back to see them all coming towards you “Hola, me llamo Fran” his hand extended towards you and you took it, he looked nice, like the sun in a way, very sunshine like “me llamo Juani, como era que te llamabas?” You forced yourself to speak “T/n”
He nodded “bonito nombre” you smiled shyly “gracias” you were slightly overwhelmed but tried to stay calm, plus they all seemed nice enough, after they all introduced themselves to you, you thought you could sneak off but a hand grabbed yours, you turned to see Alfonsina
“Ven siéntate con nosotros,” you could not say no to the kind girl “bueno, si esta bien” she led you to sit on a couch right in between her and Enzo, “entonces donde creciste?” Alfonsina asked and you looked at her “Barcelona, España Barcelona” you answered and she nodded “y tu?” You managed to ask “Montevideo” she answered and you nodded “escuche que Uruguay es muy lindo” you said and she nodded
“Lo es” you nodded “y tu estudias?” You did actually “Si,” she smiled “Que bueno, y que es lo que estudias?” She asked “estudio biología” she nodded “Que bueno, y vas en persona o lo estas haciendo en línea?” At the time you were doing it online especially since you were here and not where your college was
“Por ahora hago en línea” she nodded “y que te gusta hacer en tu tiempo libre?” She then asked “bueno me gusta hacer arte como pintar, dibujar y también me gusta leer y escuchar música” you felt like she was doing all the talking “y a ti, que te gusta hacer?” You asked “bueno me la paso en el teatro pero también me agrada leer, estar en la música o salir con amigas”
You and Alfonsina passed time just talking and you began to let loose and open up to her, she was really nice and sweet, she was patient and understanding of why you even took a while to start engaging into the conversation
You finally were able to get back to your hotel room and you were proud to have actually been able to hold a conversation with someone, a knock on your door did slightly startle you, walking over and opening it you didn’t expect to find Enzo standing there
“Hola linda” he smiled, you stood like a deer caught in the headlights “Hola” you saw your phone in his hands “lo dejaste en el lobby” he handed it to you and you nodded a small smile on your lips “gracias, de verdad” he nodded “Nada que agradecer linda, vas a desayunar con nosotros mañana verdad?” He asked and your confused face gave away that you had no idea what he was talking about
“En el Lobby nos sirven la comidas y me gustaría si tú nos acompañarás para el desayuno” he said and you nodded, it was all you could do “Si, si como no” you chuckled and he did the same nodding “bueno linda buenas noches, descansa bien” you nodded “tu también, buenas noches
He walked down the hall and you closed the door, you looked down at your almost dead phone and sighed. “Oye la sobrina de Bayona está hermosa” Simón said and Enzo looked over at him “si esta hermosa, pero con respecto es la sobrina” he nudged Simon making Matias and Pipe chuckle
“Oye pero porque crees que ella vino al rodaje?” Pipe asked and Alfonsina sighed “se ve un poco tímida y penosa, pero es muy linda a lo mejor tiene que ver con eso” she shrugged “bueno a lo mejor”
“Le dije que debe de desayunar con nosotros mañana” Enzo said “Buen idea” Matías agreed. They all retreaded to their rooms after their smoke break.
A/n: So not a lot in this chapter but more will come I promise my loves! Also I hope you all enjoy this part and likes, reblogs, and comments are appreciated but not required my babies just as long as you enjoy the read, and let me know if you’d like to be tagged!
Taglist: @creative-heart @espinasrubi @castawaycherry @madame-fear @luv4fati
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littlewritergreatgirl-blog · 4 months ago
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casos ilícitos
Matías Recalt x f!Reader
Cap 15
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Sou egoísta, eu sei. Mas não quero mais ver você com ele. Sou egoísta, eu sei. Eu te disse, mas sei que você nunca escuta. Espero que você possa entender o estado em que fico, enquanto ele está tocando sua pele. Ele está exatamente onde eu deveria estar, você está me fazendo sangrar.
Pov Matías que vocês tanto aguardaram.
Avisos: ciúmes, possessividade, linguagem imprópria, smut.
Palavras: 8,2 k
Os sonhos de Matías ainda eram assombrados pela fatídica cena do dia em que tudo deu errado, e ele te perdeu. E o pior de tudo, por um erro estupido pelo qual ele se arrepende de todo o coração amargamente. Ele se odeia pelo modo como tudo acabou entre os dois. O modo que você saiu pela porta aos prantos com Fran, assustada, agitada, e procurando conforto nos braços de um amigo. E o grande e terrível desapontamento estampado em seu olhar quando se tratava dele.
Assim que você some de vista indo embora, o que ele teme que seja a última vez que você fosse voltar ali, tudo começa a se dissolver na cabeça dele, até que tudo o que sobrem sejam borrões, e ruídos dos acontecimentos seguintes.
Os garotos o questionando a respeito do que havia acontecido, se vocês realmente terminaram, se o que eles escutaram era verdade, e se ele havia te traído com Malena. E depois dele só conseguir balbuciar meias palavras, contando o que ele tinha feito, é recebido com um julgamento duro e forte por parte deles, quase tão forte quanto o soco que recebe de Enzo pelo desaforo de magoar uma amiga querida do grupo.
Ele sabe que merece tudo isso. O desapontamento, e decepção dos amigos são evidentes e machucavam, mas não tanto quanto te perder foi.
A cada minuto que passava, ele só se tornava cada vez mais consciente em como havia arruinado algo bom, para ficar com alguém de quem ele nem gostava mais, apenas por um desejo bobo de se vingar de você, por ter achado que você estava com outro cara.
Ele não te merecia, e para ser sincero, nunca mereceu. E mesmo escutando isso em alto, e bom tom em esporros altos vindo de Enzo que estava irritado, e os outros garotos desgostosos, ele sabe que mesmo assim, ele ainda não estava pronto para desistir de você.
Ele deveria ter te contado a verdade. Você o teria odiado pelo que ele fez, mas com sorte, e muita conversa, teriam se resolvido, e ele teria te convencido de que você era e sempre seria a única pessoa que ele queria.
Matías ainda se lembrava de quando você disse que o amava, e por tudo que era mais sagrado, o que ele mais queria era te dizer isso de volta. Mas como poderia? Como ele poderia dizer que te amava, se tudo em que ele não conseguia parar de pensar era no segredo que escondia de você?
Pode ter demorado pra ele perceber como realmente se sentia, mas depois de te ver em um vestido de noiva deslumbrante, e com uma de suas primas mais novas nos braços, tudo o que ele desejava e ansiava no mundo, era que um dia você realizasse o sonho da maternidade e matrimônio com ele ao seu lado te dando apoio. E depois que você disse as importantes três palavras primeiro, foi quando uma chave girou na cabeça dele, e ele finalmente conseguiu dar um nome ao sentimento que vinha queimando no peito dele sempre que te via
Ele te amava. Mas não poderia te contar, pois ainda não era merecedor de você.
E enquanto passava dias no quarto, se afogando em autopiedade e se afastando dos amigos para clarear a mente, e pensar em uma solução, ele sabia que tinha que mudar isso.
Ele iria melhorar por você, e se tornaria a pessoa que você merecia.
——
O tempo é um bom remédio para um coração partido, e Matías esperava que isso fosse aliado dele em melhorar as coisas. Mas nada disso aconteceu.
Nas próximas semanas, ele usa todo o esforço em tentar conseguir o seu perdão. Fosse te mandando flores, bilhetes, e alguns poemas que ele sabia que você gostava de ler em seus livros grossos na biblioteca do campus. Mas infelizmente, ele não havia obtido respostas suas, e nem notícias de como você estava.
Ele sentia sua falta. Vocês eram como duas metades de um todo, e perder esse vínculo era como perder o ar que ele respirava.
Mas ele não podia perder a esperança se quisesse te ter de volta, e usava toda essa persistência para conseguir sobreviver, e passar os próximos dois meses em um ritmo agonizante de otimismo cego, e entusiasta de te reconquistar.
Mas por mais que ele estivesse tentando se convencer de que te daria o seu tempo para se curar, e que iria te procurar somente quando você estivesse pronta para recebê-lo, ele joga todas essas palavras ao vento no momento em que te vê na apresentação de trabalhos no anfiteatro da universidade. Quando disseram que a sala dele teria que assistir a apresentação de uma turma abaixo, ele nem prestou aten��ão no aviso. Muito focado pensando em você, e no que mais ele poderia recorrer para conseguir se desculpar.
O que foi um erro, pois se ele soubesse, ele teria feito mais. Teria te trazido um presente, teria se preparado melhor, e pensado com clareza em como iria te abordar e no que iria dizer. Mas não adiantava reclamar, ele teve dois meses para pensar no que iria te falar, e sem nenhuma alternativa, ele fez o que prometeu a si mesmo que não iria fazer:
Te encurralou, e te obrigou a falar com ele.
Você não queria conversar com ele no começo, o dando um tratamento de silêncio. Mas era óbvio que a atração ainda estava ali. Fossem os olhares hipnotizantes que trocaram quando se viram de novo, ou o modo que ele não conseguia parar de te medir de cima a baixo em sua saia escandalosamente curta e sexy.
E mesmo depois de serem interrompidos, e ele sentir a chance de te explicar as coisas, escorrendo pelos dedos, ele fica mais tranquilo quando finalmente consegue te encurralar de novo, e ambos se encontram enclausurados em uma sala de aula mais afastada.
Os dois. Sozinhos. Juntos.
Ele ainda está chateado por você ter fugido dele, mas entende o seu lado. Ele te conta como não dormiu com Malena e nem com ninguém desde que te conheceu, e é verdade. Explica como não te contou por medo de te perder, e abrir mão do que vocês tinham. E quando você diz que ele escolheu a Malena, e que ela sempre seria a escolha dele, ele tem vontade de se estapear, assim como você tinha feito anteriormente, pelo simples fato dele ser o causador desses pensamentos incorretos passarem por sua cabeça.
Você era a escolha dele. E sempre seria. Sem sombra de dúvidas.
Após mais alguns minutos, com você atirando farpas na direção dele, e despejando sua raiva sobre ele, não demora muito para que todo o ódio que você sentia extravasasse, e se transformasse em um excitação e luxúria sem tamanho. E por mais que fosse precipitado, ele queria muito isso. A intimidade e sintonia dos corpos, o seu calor contra a pele dele, o seu cheiro invadindo o seu espaço, e sua boceta molhada só por tê-lo por perto. Os gemidos que você soltava o levavam à loucura, mas quando foram interrompidos mais uma vez por sua professora, ele praguejou mentalmente querendo matar ela, e já começando a pensar que a implicância da mais velha com ele era pessoal .
E antes que ele perceba, ou possa fazer algo para impedir, você já está saindo pela porta o deixando mais uma vez. Ele até te espera sair da sala daquela velha rabugenta, mas depois de pensar um pouco, ele acha melhor ir embora, e te deixar em paz por enquanto, ou poderia acabar mal para os dois.
——
Após o ocorrido, sem ter nada que ele pudesse fazer, ele se encontrava tendo uma noite miserável em seu apartamento, sozinho e solitário. E para ser sincero, tem sido assim desde que você partiu.
Ele não come muito, o que já não fazia antes, mas agora parecia que havia ficado ainda pior com a sua ausência. Era uma benção e ao mesmo tempo uma maldição o modo como ele te via em todos os lugares. Mas quando ele foi para a cozinha uma noite, vasculhou em um dos armários para pegar qualquer coisa para forrar o estômago, e se deparou com um chocolate extremamente doce e caramelizado, ele perdeu a fome no mesmo instante.
Era o seu chocolate favorito. Ele até tinha esquecido em como sempre deixava alguns armazenados na cozinha caso você viesse, e quisesse comer algum doce, pois já tinha se tornado algo natural pra ele cuidar de você. E ver aquela barra embrulhada, só trouxe à tona o lembrete escancarado em como um dia você esteve ali, mas agora, não iria estar mais.
Depois disso, ele foi perdendo o apetite pouco a pouco. O cabelo está mais comprido, pois ele ainda se lembrava de como você o preferia mais assim, e iria usar todas as cartadas possíveis que tinha para te agradar. Ou ao menos, é disso que ele se convence para não se sentir mais péssimo, e admitir a si mesmo que depois que você se foi, ele não tinha vontade de fazer até as tarefas mais simples, como comer, e cortar a droga do cabelo.
Esta noite, por exemplo, ele está na sala fazendo vários nadas e mapeando a TV em busca de algo para assistir. E quando encontra, ele mexe no telefone com o filme passando ao fundo, e entra mais uma vez nos contatos e redes sociais, buscando pelo seu nome, e se deparando mais uma vez com o fato de que ainda está bloqueado em tudo.
Foi idiotice pensar que depois do encontro dos dois, você poderia ter se sensibilizado um pouco e desejado se abrir com ele. Aparentemente, isso não iria acontecer tão cedo.
Então imagine a surpresa que ele teve, quando mais tarde, já no final do filme, o seu nome aparece brilhando na tela do telefone dele, e ele mesmo com as mãos trêmulas consegue atender, ansioso para saber se você finalmente iria querer conversar e se acertar com ele. Mas quando ele atende, e descobre rapidamente que não era isso, o mesmo tenta não se decepcionar muito quando escuta a sua voz bêbada, sabendo que nada de bom poderia vir disso.
A raiva começa a se tornar presente, não pelos insultos dirigidos a ele, e sim só de pensar no perigo no qual você se colocou ao ficar tão alterada assim longe de casa, tarde da noite, e sozinha. E antes que possa pensar em mais alguma coisa, ele pega as chaves do carro para ir te encontrar, e te defender caso precise. Mas bem neste instante, Fran entra na sala, fazendo barulho enquanto se acomoda no sofá ao lado dele:
- Rghh!!!, ela está aí não está? - Ele escuta você questionando, com uma irritação aparente no seu tom de voz. Você devia estar se referindo a Malena, e ele está pronto pra te falar que você está errada, pois ele não a viu desde que ela apareceu na porta dele aquele dia sem ser chamada, e ele não pretendia de maneira alguma mudar isso. Mas ele não tem tempo para se defender quando você continua - Não vou mais atrapalhar a shua noite, bom proveiito seu otárioh. - E com isso você desliga mal humorada.
-Quem era? - Pergunta Fran, se esticando mais no estofado, pra ficar confortável.
- Ela - Matias responde simplesmente, sabendo que não precisava dizer mais nada, pois só tinha uma pessoa no mundo que poderia deixá-lo tão abalado com uma simples ligação com menos de um minuto de duração.
E assim, ele pega o casaco, e sai com as chaves na mão a caminho de sua casa, deixando o amigo desconcertado no apartamento, e dessa vez, ele promete a si mesmo que iriam tentar ter uma conversa sensata, e se acertar.
— —
Nada saiu como ele esperava, e dizer que a noite teve uma tremenda reviravolta, é no mínimo um eufemismo. Em um momento você estava o chamando de chato e de cuzão, e no outro, ele estava posicionado atrás de você, para tirar sua roupa.
Matías não sabia como havia acabado nesta situação, mas o que ele sabia, é que não iria reclamar nenhum pouco. Pois por mais que as circunstâncias não fossem as mais adequadas, ao menos ele estava ao seu lado, sem que você quisesse se esquivar o tempo todo da presença dele.
Ele sentia as pontas dos dedos formigando conforme descia o zíper de seu vestido, e o tecido caía aos seus pés, expondo a pele lisa e já tão conhecida, o entregando a visão espetacular de suas costas, seus ombros, e seu pescoço fino agora descoberto pelas madeixas que ele puxou para frente, o deixando sem fôlego. O olhar dele te percorre com avidez, completo de sede e saudades, querendo absorver cada pedaço que pode de sua pessoa.
E então ele vê. É singelo, mas está ali.
O seu pescoço, lindo e perfeito está marcado. E mesmo estando um pouco escuro, ele sabe reconhecer que é um chupão que está em sua pele.
“Que porra tinha acontecido?” É a primeira coisa que passa pela cabeça dele quando nota o hematoma, ainda desacreditado, e tentando não ficar furioso com você pela descoberta.
Ele sabe que não adianta perguntar nada pra você neste estado, e também não quer estragar os poucos momentos que têm para ficarem juntos, então mesmo a contragosto, ele deixa isso prá lá. Mas só por enquanto. Na próxima manhã você deveria dar algumas explicações a ele.
Mais tarde quando você já está posta a cama, prestes a dormir, e deixa escapar algumas palavras, o coração dele se aperta com o seu pensamento sobre a breve relação que tiveram e compartilharam:
“Não foi mentira” - É o que ele tem vontade de gritar na sua cara, alto o bastante até que você finalmente entenda.
Ele te omitiu fatos a respeito de Malena, e sabe que errou, mas em momento algum isso deveria apagar o que tiveram no passado. O companheirismo que tinham um com o outro, as piadas internas, o nervosismo quando ele conheceu sua família, ou quando se apresentaram como um casal pela primeira vez. Eram recordações que ele queria guardar com carinho, e não deveriam ser manchados pelo erro estúpido que ele cometeu.
Soltando um suspiro frustrado, ele se sente desolado, perdido e extremamente confuso em como deve prosseguir nesta situação. Ele sabia que deveria ir embora, e te deixar em paz para descansar e ficar sozinha. Afinal, ele já fez o que tinha de fazer: te deixar em casa e em segurança.
Mas ele não conseguia. Você estava tão serena, relaxada e em paz em seu sono, com um estado de espírito tão diferente do que tinha ultimamente toda vez que o encontrava, que ele se via incapaz de ser altruísta o bastante para deixar isso escapar dele novamente. Você estava tão indefesa, vulnerável e entregue, como se confiasse o bastante nele para baixar suas defesas em sua presença.
Ele não poderia ir embora. Não mais, não quando essa era a única oportunidade que ele tinha de passar os próximos minutos tão próximos de você. E com esse pensamento egocêntrico, ele engole em seco e toma coragem de finalmente tirar os sapatos, guardar o celular em seu criado mudo, e se acomodar ao seu lado na cama com o maior cuidado para não te despertar do sono tranquilo.
Com o corpo já acomodado no colchão e debaixo dos cobertores, ele não tem ousadia o bastante para tentar se aproximar, ou tentar te trazer para perto dele de alguma forma, mesmo que fosse um gesto sem segundas intenções, apenas no intuito de querer sentir o seu toque. Mas por um milagre, ele não precisa fazer nada, pois assim que você reconhece o calor do corpo dele emanando perto do seu, você não perde tempo em se aproximar, e se aninhar no conforto do abraço dele.
Você posiciona sua cabeça logo abaixo do queixo dele, com o nariz escondido na dobra do pescoço masculino, e solta um suspiro satisfeito quando inspira o cheiro familiar do rapaz. Depois você se encolhe mais em sua figura, se jogando mais contra o corpo quente na beirada da cama, em um ato óbvio, ainda que inconsciente, de que queria contato. E ele, sendo incapaz de te negar algo, logo cede, e passa o braço por cima de você, serpenteando a sua cintura com carinho, e juntando ainda mais os dois.
É tão íntimo, tão envolvente, que por poucos minutos, se ele fechasse os olhos, ele poderia fingir que essa noite havia se desenrolado de uma maneira muito diferente. Por poucos minutos, ele poderia fingir que vocês não estavam brigados, e que essa era simplesmente mais uma noite na qual ele te levou pra sair, e ambos estavam indo dormir depois de um dia muito cansativo.
Ele insiste que não vai se aproveitar e ficar ali por mais tempo do que o realmente necessário para matar a saudade. Afinal, seria apenas alguns minutos, e depois ele iria se dirigir até o sofá onde planejava passar o resto da noite. Mas quando você ronrona no peito dele, como uma gatinha manhosa, e ele sente o cheiro do seu cabelo emanando até a ponta do nariz, ele não consegue aguentar mais, e se entrega ao sono, deixando os olhos cansados se fecharem, e retribui o gesto, abaixando as próprias defesas enquanto está ao seu lado.
E pela primeira vez em muito tempo, mesmo que ele não soubesse, era a única noite em que ambos dormiam tranquilos em uma paz invejável por qualquer um.
Tudo isso, pelo fato de simplesmente estarem em casa, ou mais conhecido como: Nos braços um do outro.
——
Na manhã seguinte, Matias se recusa a abrir os olhos conforme sente os primeiros raios de sol entrando pela fresta da janela que esqueceu de fechar completamente na noite passada. E antes que ele possa soltar um resmungo em protesto pelas luzes indesejadas, ele é interrompido quando sente algo sendo pressionando contra ele, ou melhor, pressionando contra uma área muito específica dele.
Aparentemente, de alguma forma durante a noite, ambos acabaram em uma posição um pouco comprometedora. Em uma posição que ele sabia que se você estivesse acordada, não perderia um segundo em se desvencilhar e por alguma distância entre os dois corpos.
Você estava de costas para ele agora, e diferente da noite passada em que estavam de frentes abraçados, agora nesta nova posição, por mais que ele não conseguisse ver o seu rosto, ele conseguia ver outra coisa muito melhor. O seu traseiro estava fortemente pressionado contra o corpo dele, em uma ereção matinal que ele só se dera conta neste instante. E mesmo você usando um pijama de ursinhos velho e desbotado, não tirava o fato de que ele era extremamente curto e revelador, ainda mais quando você se mexia em seu sono, e fazia o favor de friccionar sua bunda avantajada contra o pau dele. E o pior, você parecia estar gostando.
-Hmmm… - Você murmura, empinando o traseiro e se esfregando nele.
-Porra - Ele sussurra baixo, e morde os lábios para conter um gemido, quando arqueia o quadril e roça em seu corpo para aliviar a sensação.
Ele quer te tocar, te livrar desse pijama fino e te explorar para descobrir se você está tão molhada quanto ele imagina que está. E por um momento, ele realmente considera fazer isso. Te acordar com a boca dele em você, e te dar um orgasmo para ver se assim você ficaria um pouco mais bem humorada com a presença dele em sua cama. Mas assim que ele leva a mão para te trazer para mais perto, o seu cabelo se espalha mais pelo travesseiro, e ele encara de novo as marcas em seu pescoço.
A raiva começa a aparecer novamente, e ele sabe que vai precisar ser cauteloso se quiser que você lhe conte o que aconteceu noite passada. Te fazer gozar, e te fazer admitir que ainda o quer, não é um bom começo.
Então incapaz de continuar suportando essa tortura por mais tempo, ele é rápido em se afastar e se levantar da cama antes que cometa algo do qual possa se arrepender mais tarde. Ele é grato por ter mantido as calças na noite passada, caso contrário, ele poderia até ter gozado nas próprias roupas devido aos movimentos, e o que a abstinência já estava começando a afetar em seu corpo.
Ele queria sexo. Mas só o queria se fosse com você, simples assim.
Ele veste os sapatos, pega o telefone e se dirige para o banheiro, tentando se recompor e depois vai para a cozinha, pensando em te preparar um café para quando você acordasse, o que ele esperava que não demorasse muito, pois ele queria respostas.
Ele não conseguiu parar de pensar nisso pela próxima meia hora, enquanto preparava tudo. Quem era o cara que deixou essas marcas? Você gostava dele? Ou foi algo casual? Mas independente do que fosse ele não gostava da ideia de você com outra pessoa que não fosse ele.
É agonizante, só de imaginar a mera possibilidade de você ter seguido em frente. Isso não poderia ter acontecido, certo? Ele não gostava de se gabar (ok, talvez um pouco) mas ele sabia que você era louca por ele, e o mesmo poderia jurar que sentiu indícios de ciúmes de sua parte quando pensou que ele estava com Malena em casa na noite passada . Então isso deveria significar alguma coisa.
Você poderia estar brava, mas assim como ele, você também não gostava da ideia dele com outro alguém.
Ainda perdido em pensamentos, ele escuta quando a porta do quarto se abre, e passos começam a soar pelo corredor, conforme você vai se aproximando da cozinha.
A mesa já está posta, e ele nem percebe que está prendendo a respiração até que você finalmente entre no cômodo e ele te veja. Você ainda está em seu pijama provocativamente curto, e de pé descalços. Seus olhos estão fundos apesar da boa noite de sono, e seu rosto está em uma boa expressão neutra.
Você não parece surpresa em encontrá-lo ali. E ele se pergunta o quanto você consegue se lembrar da noite passada.
Você continua caminhando e se senta na mesa começando a se servir do café que ele fez. E por mais que não tenha lhe dado um bom dia, ou dito qualquer coisa, pelo menos ainda não o expulsou de sua casa.
Um resmungo de dor sai de seus lábios e ele já sabe que provavelmente é por causa da ressaca que está começando a aparecer, então já é rápido em te estender um remédio e um copo d’água. E você ainda hesitante se deve ou não aceitar a ajuda dele, concorda e agarra o copo.
-Não tomou o remédio que eu te deixei no criado mudo? -Ele questiona, te vendo engolir rapidamente a pílula.
-Tomei, mas minha cabeça ainda tá doendo pra caramba - Você fala, voltando a pousar o copo na mesa, e levando as mãos a testa tentando conter as marteladas em seu cérebro.
-Come alguma coisa, pra ver se melhora - Ele diz, te estendendo algumas torradas, e outros acompanhamentos.
-Obrigado - Você fala, sendo gentil com ele pela primeira vez . E com um aceno de cabeça dos dois, vocês se entendem e concordam em ter uma breve trégua pelo menos por enquanto.
Se era porque sua raiva tinha diminuído, porque você estava com fome, ou simplesmente com muita dor para argumentar contra ele, o mesmo não saberia dizer.
Ele se senta ao lado oposto da mesa, e ambos começam a comer em um silêncio um pouco constrangedor. Nenhum dos dois sabia direito o que falar, ou como começar uma conversa. Era ridículo e triste pensar que antes você era a pessoa para quem ele corria para compartilhar as coisas, e agora, vocês nem ao menos podiam falar algumas palavras sem que tudo ficasse estranho entre os dois.
Realmente patético.
-Você veio. - Ele te escuta dizendo, parecendo um pouco melhor, e continuando a comer, mas se recusando a olhar para ele.
-Eu fiquei preocupado - Ele admite sem vergonha alguma - Você estava muito bêbada, e achei melhor ficar para ver se você ficaria bem.
Ele vê a vontade que você tem de querer retrucar no mesmo minuto, dizendo que você não precisava de cuidados, e que poderia se virar muito bem sozinha. Mas por algum motivo, você não o faz. E assim, o silêncio permanece por mais alguns minutos até que você o quebra novamente, mas dessa vez procurando o olhar dele:
- A gente dormiu junto? - Você pergunta tentando manter a expressão neutra, mas não conseguindo evitar a vermelhidão que começa a se espalhar por seu rosto.
Ele tem vontade de rir com o quão tímida você ainda era capaz de ficar perto dele. Afinal, não é como se há meia hora atrás você estivesse praticamente o masturbando em seu sono, com o seu bumbum provocando a ereção dele.
-Se você quer saber se dormimos na mesma cama, então a resposta é sim. - Ele responde, dando mais um gole no café preto, e não se importando com a sua indignação com a simplicidade dele de tocar no assunto como se estivessem falando de algo trivial como o tempo - Mas a gente não transou - Ele te garante em seguida, e te tranquiliza, até que você solta um suspiro aliviada - É eu sei, tenta não ficar muito decepcionada com isso, nós ainda podemos recuperar o tempo perdido mais tarde. - Ele brinca, mas pela sua cara, você não parece ter achado muita graça.
E neste momento, ele sabe que está entrando em um território perigoso.
-Eu acho melhor você ir embora - Ele te escuta dizer, e assim o momento pelo qual ele tanto temia havia chegado mais cedo do que ele gostaria - Eu não deveria ter te ligado, foi um erro, e não vai mais se repetir - Você conclui decidida, sem hesitação alguma.
Ele sabe que o tempo dele está acabando, e o mesmo não quer ir embora de sua casa mais confuso do que quando entrou. Vocês não conversaram nada sobre o que verdadeiramente importava, ou sobre o que queriam realmente dizer um ao outro. Ele está tenso, mas sabe que precisaria tirar isso do peito mais cedo ou mais tarde, e após vencer o debate interno que estava tendo consigo mesmo, ele finalmente decide perguntar o que tanto estava o pertubando:
-O que aconteceu noite passada? - Ele questiona, cruzando os braços e se escorando mais na cadeira, esperando sua resposta, mostrando que não iria sair do lugar até que você o respondesse.
- O que? - Você diz, pega de surpresa, e não entendendo direito o porquê do interesse repentino dele nisso. - Eu bebi um pouco a mais do que faço normalmente, só isso, não vou mais te perturbar de novo - Se justifica, pensando que ele estava bravo por conta da ligação tão tardia.
Ele franze o rosto com isso:
-Você fez bem em me ligar, não deveria se colocar nessa situação, é perigoso - Ele te aponta os fatos, e você revira os olhos com o sermão - Mas não tô falando disso, eu só tô dizendo porque você parecia ter se divertido muito ontem a noite - Ele retruca ríspido, e rangendo os dentes conforme cada palavra sai de sua boca.
Você fica confusa com a reação do garoto, e quando o mesmo percebe a sua falta de entendimento, ele faz o favor de descer o olhar bem lentamente por toda a extensão de seu pescoço para que você compreenda o motivo do aborrecimento do tal. E ele acha que é bem sucedido quando você segue o gesto, esbugalhando os olhos e levando a mão rapidamente ao pescoço para cobrir a marca, finalmente se dando conta. Mas já é tarde demais, ele já havia visto muito bem as manchas hoje de manhã quando acordou ao seu lado.
-Quem é ele? - Matías pergunta com a voz dura - Quem é o idiota que fez isso!? - Ele pergunta de novo, perdendo a paciência, e começando a se levantar para se aproximar de seu assento.
- Não é da sua conta. - Você retruca firme, e se levantando também para conseguir por alguma distância entre os dois.
Mas é impedida quando ele faz um movimento mais rápido, e consegue se pôr a sua frente e te encurralar, te prensando contra a parede e te deixando presa. Ele chega mais perto, levando as mãos até seu rosto, e juntando ambas as faces até que seus narizes estejam encostando um no outro:
-Só vou perguntar uma vez - Matías avisa com a expressão intimidadora - Você tá saindo com alguém? - Ele pergunta em um sussurro, e aumentando o aperto em seu rosto, mas sem realmente te machucar no processo, apenas querendo te mostrar que ele não está blefando.
Mas infelizmente, isso não é o bastante para te fazer cooperar, e desse modo você continua com sua teimosia e arrogância com o rapaz, não cedendo ou contando o que havia acontecido.
-Não te interessa. - Você responde se recusando a desviar o olhar do dele, e o dar o que ele queria.
E neste momento, ele sabe que independente do que tivesse acontecido, tinha sido algo mais do que atração sexual. Se não tivesse sido nada demais, e apenas uma ficada com um cara aleatório, você teria falado, ou pior, teria jogado na cara dele como tinha aproveitado a noite na companhia de outra pessoa. Mas você não era assim, você não era de ficar sem compromisso, e aparentemente, a pessoa em questão valia muito a pena para você estar até agora escondendo a identidade, ou fatos sobre ele.
Matías estava prestes a perder a cabeça com isso:
- Você vai avisar esse cara que você não está disponível, e que ele pode ir procurar outra, entendeu? - Ele pergunta e ordena ao mesmo tempo, provocando uma explosão de raiva em você como consequência.
-Para com isso! Você não manda em mim, e a gente não tá mais junto, lembra? - Você retruca, começando a se debater, e tentando empurrá-lo para longe, o que você não consegue, pois ele se recusa a se mover.
-Você trepou com ele? - Recalt pergunta com raiva e possessividade, enquanto já espera por mais uma afronta sua.
Mas é surpreendido quando nota o modo como você começa a pressionar suas coxas uma contra a outra, em um desconforto usual que você tinha quando estava começando a ficar excitada. E mesmo com a sua cara se contorcendo em uma óbvia irritação, ele já tinha percebido que uma parte sua estava gostando disso. Estava se deliciando com a reação ciumenta e obsessiva dele com sua pessoa, e o mesmo já estava começando a reconhecer os sinais sutis que o seu corpo apresentava.
Você tinha parado de se debater, e estava mais tranquila sobre a proximidade dele. E o modo como pressionava os seus seios no peito dele disfarçadamente estavam só comprovam isso. Suas bochechas estão coradas, e antes o que ele achava que era por causa da raiva, agora já não tinha mais tanta certeza. Ele sabia que de alguma forma, essa briga idiota tinha conseguido acordar um resquício de desejo em você, e ele iria tirar o melhor proveito possível disso.
- Sim - Você responde hesitante a pergunta dele, e o mesmo não acredita nenhum pouco.
-Você tá mentindo - Matías diz - Se você tivesse ocupada montando no pau de outro cara, não teria ligado ontem a noite pra mim como uma putinha carente - Ele se inclina mais para poder sussurrar lentamente em seu ouvido - Era o que você queria não é? Que eu te fodesse com força - Ele provoca, e com a sua falta de resposta, o mesmo desce o olhar até seus lábios com desejo e deposita um beijo casto em seu queixo, descendo até o pescoço, onde começa a distribuir pequenos selinhos molhados na pele - Até vestiu algo especial, só pra me agradar - Ele se gaba, e te abocanha de surpresa com os dentes, o que com certeza iria deixar marcas mais tarde.
-Você é um idiota. - Você consegue dizer, antes de se entregar totalmente ao prazer, e fechar os olhos para aproveitar o momento. Logo em seguida, você inclina o pescoço para o lado, o dando mais acesso para te usar como quisesse, e começa a correr os dedos pelos fios castanhos e sedosos do garoto o encorajando.
-Pode ser - Ele concorda, ainda explorando sua pele sensível - Mas ainda assim sua boceta me adora - Ele diz com convicção, te agarrando pelas coxas, e você responde o gesto entrelaçando as pernas na cintura do garoto o acompanhando.
E antes que percebam, no minuto seguinte ele está te posicionando acima da mesa da cozinha, sem se importar com qualquer uma das coisas que caem no chão no processo, enquanto se põe entre suas pernas, e junta os lábios nos seus em um beijo avassalador, repleto de luxúria, mas acima de tudo, saudades. As mãos dele se movem para sua cintura, te apertando com força, enquanto as suas permanecem nos fios castanhos, o guiando e o devorando com tudo o que possuía.
Matías sentia como se tivesse finalmente saído do purgatório do qual estivera nos últimos meses. Finalmente te tendo desse jeito, e podendo saciar a necessidade de sua presença. Mas não era o suficiente, não ainda. E com isso em mente, quando suas respirações ficam ofegantes, e são obrigados a se separarem para conseguirem mais fôlego, ele rapidamente se põe de joelhos na frente da mesa ficando no meio de suas pernas, e levando as mãos até a parte interna de suas coxas, com os dedos se aproximando de sua intimidade já úmida.
-Me fala o que você quer. - Ele sussurra, brincando com a barra do short de seu pijama, já sabendo que você não usava nada por baixo.
-Você, eu quero você Matías, por favor - Você implora, tentando não pensar no quão desesperada está parecendo, mas não se importando com nada, contanto que isso significasse que a boca dele logo estaria em uso contra seu corpo.
- Deixa eu te tirar desse pijaminha minúsculo primeiro -Ele diz, começando a deslizar o short para baixo - Pra mim poder dar uma olhada nessa boceta linda que você está guardando só para mim. - Ele continua, com a possessividade ainda presente, e as palavras te enviando um choque por todo o seu sistema. Ele não espera que você diga nada ou retruque, e imediatamente vai para a bainha do seu short e o abaixando pelas suas pernas com sua ajuda, expondo mais de suas coxas nuas e intimidade pulsante.
- Porra - Ele diz, com a voz baixa e rouca de excitação - Olha só para você, uma coisinha tão bonita, não é? - Ele diz, com a respiração contra o seu núcleo, e a voz quente te causando sensações além das imagináveis.
- Você está toda molhada, pra mim não é? - Ele pergunta suavemente, e calmo - Quer que eu te toque, não é? - Questiona te provocando.
Você só consegue soltar pequenos sons em concordância, e outros barulhos estranhos que lhe escapam entre os dentes, incapaz de pronunciar qualquer coisa corretamente. Mas ele não desiste, querendo ouvir verbalmente a sua aceitação - Você gosta disso, não é? Você gosta de ser minha garota? - Ele pergunta, e começa a te explorar com a boca, em um contato ardente com a pele macia de suas coxas.
- Sim - Você sussurra, não pensando direito no significado de suas palavras, mas sabendo que elas eram verdadeiras.
Ele mal hesita, antes de estender a mão, e finalmente tocar os seus lábios externos com os dedos, e sua boca se espalhar contra sua boceta necessitada. Você se contorce com a sensação, e franze as sobrancelhas quando ele gentilmente te aperta nos lugares certos, e começa a sugar sua intimidade, e o nariz desliza e esfrega em seu ponto sensível.
- Tão molhada - Ele sussurra, investindo mais contra você - Tudo pra mim. - Ele se gaba, dando tudo de si para o seu prazer, e estufando o peito em saber que é ele quem está causando tais reações em seu corpo. Só ele poderia te tocar assim, mais ninguém, e quanto mais rápido você entendesse isso, melhor.
-Me fala - Matías sussurra com o nariz em seu clítoris - Me fala qual a sensação.- Ele ordena.
-É- é tão bom - Você admite, jogando a cabeça para trás, e arqueando mais os quadris contra o rosto dele.
Com isso ele te dá o que você quer, e mesmo não conseguindo ver, ele consegue imaginar perfeitamente quando sua boca se abre em um perfeito “O” , e os seus olhos se reviram para trás enquanto ele te estimula perfeitamente, te fazendo finalmente gozar na boca dele. Ele está muito ocupado te acariciando com os dedos para frente, e para trás em um ritmo rápido e profundo, mas ainda assim consegue sentir os seus espasmos contra a língua, e o líquido viscoso de sua excitação o inundando.
Em sua cabeça, você não consegue nem se sentir culpada por ceder tão fácil aos encantos do rapaz, muito sobrecarregada pela sensação de finalmente chegar ao orgasmo.
Ele se sente orgulhoso por conseguir te levar ao limite assim, e sente quando você enrijece as pernas contra ele, tremendo incontrolavelmente e se contorcendo em seu êxtase. Ele desacelera um pouco os movimentos, mas continua te chupando e te fazendo aguentar tudo o que ele tem pra te dar. E depois de alguns minutos te sussurrando elogios, e coisas que te fazem corar com facilidade, adicionado ao fato de que você ainda estava sensível, ele consegue te fazer chegar a um segundo orgasmo com a boca.
Ele sente a sua respiração pesada, e o seu peito arfando com o esforço enquanto você grita, com lágrimas ardendo em seus olhos pela superestimulação dele em seu íntimo.
-Ma-Matías- Você choraminga, puxando os fios castanhos com certa brusquidão, e o avisando que não iria aguentar mais dessa tortura por muito tempo. Você só não sabia se estava pedindo por uma pausa, ou se estava o apressando para que entrasse logo em você.
-Shhh - Ele murmura, retirando os dedos e deixando você relaxar um pouco - Tá tudo bem, eu estou com você - Ele diz, enquanto se levanta, e entrelaça os braços ao redor de sua cintura, te firmando e te segurando enquanto você tenta acalmar sua respiração a normalidade. O mesmo apoia a cabeça em seu ombro, enquanto afaga suas costas e passa as mãos por seus cabelos, te dando carinho e cuidados.
Ele quer rir, e comentar como você não havia mudado, e ainda ficava completamente manhosa e carente depois do sexo, faminta por cuidados posteriores que ele gostava de te dar. Mas ele não queria acabar com o clima, então se controla. Você murmura em satisfação com os toques leves dele, e entrelaça os próprios braços ao redor da cintura do rapaz, o pegando de surpresa e o prendendo a você.
Por poucos minutos vocês poderiam fingir que estava tudo bem, e esquecer do resto. Uma espécie de acordo que nenhum dos dois sabiam quanto tempo iria durar, mas que ainda assim poderia ser desfrutado com a maior pacificidade do mundo.
Ele ainda está com a cabeça apoiada em seu ombro, quando o telefone do mesmo começa a tocar, e sendo esquecido na bancada da cozinha. Ele está relutante em se afastar e ir pegar o aparelho, então deixa que o mesmo continue a soar pelos próximos segundos até ir para a caixa postal. Por sorte, você ainda está presa na nuvem pós-orgasmo, não se importando o bastante para reclamar do barulho irritante.
Mas infelizmente o toque incômodo reinicia, e com um revirar de olhos, ele se desvencilha de seus braços, pronto para xingar quem quer que fosse o estraga prazeres da vez. Mas antes que ele tenha chance de fazer isso, a ligação é encerrada na hora que ele vai atender, sendo recebido apenas pelo nome do Fran se apagando, junto com uma mensagem preocupada do garoto perguntando onde o mesmo estava.
Ele responde a mensagem rapidamente com alguma desculpa, e volta rapidamente para a prioridade dele. Você.
-Era só o Fran, querendo saber onde eu estava - Ele diz, voltando a se aproximar de você.
-E o que você respondeu? - Questiona ainda se recuperando.
-Que com sorte, mais tarde vou estar dentro de você. - Ele brinca, mas você não o acompanha. Aparentemente, ainda não estavam neste estágio de intimidade ainda, independente do que havia acabado de acontecer. E a ligação, foi um bom lembrete para te fazer voltar a forma fria e distante em que se encontrava antes.- Desculpe, foi uma brincadeira. - Ele diz tentando reverter a situação - Ele sabe que eu estava vindo aqui ontem, e eu só disse que estava bem e que voltaria pra casa mais tarde. - Se justifica, e estende os braços para voltar a te abraçar.
-Não. - Você diz, o impedindo e descendo da mesa, enquanto levantando os shorts- É melhor você ir agora, Isso não devia ter acontecido. - Proclama com a voz ainda rouca dos gemidos altos, implorando e gritando pelo nome do rapaz.
-Você parecia estar gostando. - Ele zomba, com os dedos ainda molhados com a sua excitação, e com seu gosto na boca.
-Isso foi tudo foi um erro - Você diz, revirando os olhos em agonia - Você não deveria estar aqui, e eu não deveria ter te ligado - Admite em um suspiro desanimada - Mas eu estava bêbada, e não posso mudar o que fiz - Se afastando mais ainda, você caminha até a porta de saída da sala e continua - O que eu sei, é que agora estou lúcida e não quero mais te ver, então vai embora. - Você fala, abrindo a mesma, e o convidando a se retirar. E neste instante, ele pode jurar que nunca se sentiu tão pequeno.
Ele quer retrucar, e apontar como você não estava bêbada quando o abraçou agora pouco, ou quando ele te deu o melhor oral de sua vida. E ele está prestes a fazer isso quando é interrompido mais uma vez pelo toque do aparelho soando alto pelo lugar. Ele não tem escolha a não ser ir embora em total descontentamento para não te irritar, e novamente com uma ereção entre as pernas.
- Eu só…- Ele começa a dizer enquanto sai pela porta, mas é cortado no meio da frase assim que bota os pés para fora, sendo recebido apenas pelo bater alto da madeira que se choca contra o batente, e por pouco o acertando no rosto que agora estava perplexo.
Matías deixa os ombros caírem em desânimo, e vai embora para casa, caminhando pensativo pelo corredor, e se dirigindo ao elevador. Ele tenta não pensar em como suas palavras o machucaram profundamente, ao refletir em como você falou com tanta naturalidade que tudo o que havia acontecido, havia ocorrido apenas em um momento de fraqueza por conta da bebida.
Você não o queria lá, e deixou isso bem claro. Talvez ele ainda fosse útil quando estivesse entre suas pernas, mas não em seu coração. Ele podia tentar se enganar e dizer a si mesmo para não perder as esperanças, mas estava ficando cada vez mais difícil prosseguir assim.
Alguns dias depois, Matias ainda está cético e frustrado enquanto caminha mal humorado pelo campus até a próxima aula a qual ele está pouquíssimo interessado em assistir. Seus passos são duros e a expressão fechada e franzida em aborrecimento. Ele ainda estava chateado pela forma como saiu de sua casa, pois você nem ao menos o procurou depois daquilo. Aparentemente, ele só valia o esforço de suas ligações quando você estava bêbada e alterada o bastante para querer encontrá-lo.
Enquanto está se afogando em sua própria mágoa, algo o faz parar e o dá a sensação de que hoje ele deveria pegar um caminho diferente do que pega todos os dias. É como se fosse um instinto, ou uma intuição que estivesse o chamando e mandando ele ir por ali. Talvez ele estivesse enganado, e fosse apenas a preguiça o despistando e o guiando para casa discretamente. Independente do motivo, ele só segue, se importando cada vez menos com a aula que o aguardava.
E que bom que ele foi.
Pois assim que ele se afasta dos domínios da faculdade, ele passa em frente de um parque e para imediatamente com o que encontra a frente dele.
Você está ali, tão perto e ao mesmo tempo tão longe que ele sabe que não vai conseguir prestar atenção em mais nada até te ter de novo.
Desse modo, ele desiste da aula entediante e segue em sua direção, ainda não sabendo o que vai te dizer, mas sabendo que vai se arrepender se não tentar.
Enquanto ele se aproxima, ele não consegue deixar de pensar em como a cena à frente dele não poderia ser descrita como nada a menos do que uma completa obra de arte. Você está parecendo totalmente despreocupada, em seus shorts jeans curtos, e sua regata colada aos seios. Seus cabelos estão soltos ao vento, e um sorriso enorme adorna o seu rosto, enquanto fazem os seus olhos se fecharem em uma alegria genuína, e suas bochechas corarem devido a sua animação.
Ele acha que nunca te viu tão bonita, linda, ou maravilhosa quanto agora, e talvez seja somente porque ele não sabia o quanto estava sentindo falta do seu sorriso. Seguindo em frente, ele engole em seco e pensa em como tudo estava caminhando bem, e o destino decidiu trazê-lo até aqui, até você. Em como tudo estava perfeito para se encontrarem novamente.
Mas rapidamente ele muda de pensamento quando avista um cara se aproximando ao seu lado.
Matías fica tenso na mesma hora ao ver um desconhecido entrando em seu espaço pessoal, mas fica ainda mais tenso, ao ver como você não parece desconfortável com isso. Muito pelo contrário, parece até mesmo estar gostando da companhia dele. E após constatar isso, Matías de alguma forma sabe que só poderia ter sido esse cara quem te deu os vergões roxos em sua pele.
Ele só não entendia o porquê. Esse cara na opinião de Matías era totalmente maçante, sem graça, e jamais faria o seu tipo. Afinal, desde quando você gostava de loiros? Ainda mais os de sorrisos açucarados. Um desperdício total de tempo.
Uma parte dele sabia que ele só estava usando tudo o que podia para negar o fato de que obviamente você se sentiria atraída pelo garoto, pois mesmo a contragosto, Matías tinha que admitir que ele era a própria imagem de um príncipe encantado em pessoa. Tão perfeito que não poderia ser real. Mas Matías não precisava conhecê-lo para saber que já o odeia. Odeia a forma com que os cabelos loiros do rapaz se espalham pelo rosto, fazendo com que você leve a mão até ele, e o arrume com ternura, e cuidado, empurrando para o lado. Odeia como você encara o garoto vidrado no olhar dele, e odeia, com todas as forças as mãos do rapaz que agora estavam em seus quadris te puxando para mais perto.
Muito, muito perto.
E quando pensa que esse desdém pelo rapaz não poderia piorar, ele é surpreendido com uma cena nojenta, e nauseante bem a frente de seus olhos.
O garoto se inclina, e então começa a te beijar e te devorar com os lábios imundos dele, enquanto você retribuí o gesto entrelaçando os braços em volta do pescoço do mesmo.
Na mesma hora, ele apressa os passos para chegar logo até os dois e acabar com isso, mas é impedido por um carro chegando, o fazendo ter que esperar o sinal fechar e ele poder atravessar a rua. Enquanto isso, Matías consegue ver quando vocês se separam do breve beijo, e em seguida, você sussurrando algo no ouvido do rapaz. Algo que o dá mais liberdade, e faz tudo ficar mais obsceno quando o garoto pousa as mãos em seu traseiro, apalpando a área com vontade.
“Desgraçado.” Matías pensa, finalmente atravessando a rua e se aproximando dos dois como um cão raivoso.
Infelizmente, nenhum dos dois parece notar a presença dele chegando, distraídos demais olhando um para o outro com coração nos olhos, para acabar com o que estavam fazendo.
- Você é perfeita - O loiro idiota diz, com a testa grudada na sua, e roçando os lábios nos seus.
- Você é mais - Ele escuta a sua voz dizer com afeto, antes de aninhar o rosto no pescoço do garoto.
Matias tem vontade de vomitar com a cena. Porque você está com toda essa intimidade com esse cara? Quem é ele? Porque drogas você está o encorajando, e não afastando as mãos desse loiro abusado e de farmácia de você?
Se vocês fazem toda essa demonstração de afeto em público, ele não queria nem imaginar o que fazem quando estão sozinhos. Ou o que já não fizeram. Não que isso fosse acontecer mais, pois ele não iria deixar. Jamais. Isso já tinha ido muito longe.
O que ele sabe, é que em um instante ele está observando os dois no maior chamego, e no seguinte, ele está empurrando o loiro usurpador de cara no chão, e acertando um soco com toda a força que consegue na cara dele:
-Eu vou te matar, seu filho da puta - Matías diz, desferindo mais um soco no aspirante a modelo, e escutando um grito alto seu ao fundo.
No fim das contas, hoje não seria o dia em que vocês fariam as pazes. Mas Matías faria com que cada soco na cara desse idiota valesse a pena o esporro que ele levaria seu depois.
Afinal, ninguém tocava no que era dele.
Decidi postar de surpresa hoje ! Não vou dizer que foi um dos melhores capítulos que escrevi, mas até que gostei. Escrever tem sido difícil pra mim ultimamente, mas espero que tenham gostado 💖
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rvblos · 11 months ago
Note
helloo i just saw ur last post abaut Blas and i loved it, could you do how Matías and Blas would react when they are jealous?
Thank u and i hope i dont bother u since u just posted :D
i’m so glad you liked it! here you go:) (sorry for the wait)
summary: how matias and blas would react if they were jealous
tw: jealousy?
an: i really enjoyed writing this one, i love them so much (please send me more requests for mati)
matias:
the first time he felt jealous was when he saw you talking with a guy at an event for the movie.
he realized the guy was getting a bit too close to you, whispering in your ear while smirking.
he suddenly felt a shiver down his spine
and rushed by your side
he just couldn’t stand the sight of his girl with another boy who wasn’t him.
you felt a hand around your waist, squeezing it.
you turned around and there was matias, looking as handsome as ever.
“what do we have here?” he’s say in the most provocative tone looking in the boy’s eyes.
the other guy just standed there in silence, looking pale
since there were no answers, matias said.
“now if you dont mind, i’ll take my girl with me” he’d speak again, now with an ironic tone in his voice
and he’d walk away with you, his hand still around your waist.
“there was seriously no need to do that, mati” you’d roll your eyes, chuckling at the boy’s behaviour.
“trust me, there was” he’d place his lips softly on yours, smiling in the kiss.
you couldn’t get enough of him.
blas:
when it comes to feel jealous, blas always tends to hide it.
he felt jealous when he saw you laughing and getting closer with enzo.
he immediately thought that you were replacing him.
and when your conversation with enzo was over and you rushed by his side
he suddenly fell very quiet.
answering your questions with monosyllables.
“is everything okay?” you asked him in a concerned tone.
“yeah, it’s nothing” he answered looking away from your gaze.
while biting his nails.
“blas” you stared at him “you can tell me”
you took his hand in yours.
“do you like enzo?” he said in a rush, afraid about your reaction.
“what?” you were seriously surprised, you imagined everything but this.
“do you… like him?” he finally found the courage to look you in the eyes.
“what are you talking about?”
“i saw you guys earlier, it sounded like you were having fun” he said in an annoyed tone.
“are you jealous, blas?” you suddenly said in a provocative way.
“me? jealous? never.”
“oh i think you are.” you smiled and looked at him softly.
“i only have eyes for you” you said.
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creative-heart · 9 months ago
Text
"Where the world made sense" Kuku x (fem!) reader
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A/N: Hi lovelies!! Ok, so here goes another one, I think THE man Esteban Kukuriczka is the loveliest man ever! and I wanted to get in there with some angsty fluff for any and all who love this adorable dork. I really hope you enjoy it, it kinda came about with Shakira’s song “Antologia” for my spanish speaking girlies.
TW: Angst, fluff, may be a little mention to smut,just some kissing, social drinking and smoking, nothing too bad.
Word Count: 1.9k
Where Kuku and Y/N finally stop being stubborn and get back where they belong, to eachother
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Three years had gone by since Kuku left the apartment Y/N and him shared, three whole years, and the brunette still walked around in that old Rolling Stones t-shirt he had left behind when he packed his bags, she had never had the heart to reach out and give it back. Three years had gone by and it was the first time she was facing the chance of seeing him again, since the break up, Y/N had been adamant not to cross paths with him, even if it meant, making special plans for her cousin Matias’ birthday. This year though, it was different, he had begged her to come to his party, and she hadn’t had the heart to refuse him he was after all, the favorite of the bunch.
As Y/N got ready padding barefoot around the apartment trying to find the leather miniskirt she wanted to wear she kept circling back to the overbearing thought of Kuku being there, he would probably be, he was Mati’s best friend after all, she didn’t know if it was that chance of seeing him or what, but she kept changing outfits trying to look perfect as she took a glance at the time on the clock on her night stand- she was late, of course- “fuck fuck fuck” she muttered under her breath while she jumped around on one foot trying to put on her higheels and run out the door.
On her drive over, Y/N couldn’t stop replaying their whole relationship in her head, from that first awkward yet adorable hello at the wrap party for the movie, to the lazy fluttery kisses the brown haired sweetheart used to pepper her face with every morning, she remembered the first piece of furniture they bought for the apartment, and the first present she ever gifted him. It all felt so fresh, it all still stung too bad, maybe it wouldn’t have if something bad would have happened for them to break it off back then, maybe it would be easier if she could hate him, but of course she couldn’t, how could you hate the sweetest person alive?- what happened was that you weren’t important enough, he was never home, he always had better plans, remember?- she forced herself to be mad, she had felt so alone back then, and whenever she talked to him about it, kuku dismissed it as being nonsense. She sighed as she parked in front of her cousin’s place, she could hear the music roaring all the way from down on the street. She took a few minutes to compose herself, she knew she was going to cry if she went up immediately, so she got out of her red mini, rested against the closed door and light up a cigarette.
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She fixed her staple bright red lipstick while she rode the elevator up to the loud apartment and took a deep breath before knocking on the door, she had her arms opened, half expecting the birthday boy  to come greet her and as soon as the door started to open she exclaimed “HAPPY BIRTHDAY TO THE SECOND BEST RECALT ON THIS EARTH!” and flung herself onto what she believed to be Matias’ arms only to be met by the perfume she knew oh so well, she wanted to stay in Esteban’s embrace forever, but she pulled away immediately brushing a strand of hair behind her ear and looking down so he couldn’t see her blushing.
“Oh shoot, Sorry Ku- Esteban” she corrected herself “I expected Mati to open the door, I didn’t mean to hu-” her sentence was cut short when he rested his warm soft hand on her forearm to calm her down and let her in.
“Nothing to apologize for babe” he said, the pet name coming as second nature to him when it came to Y/N he moved to the side so she could come in and took the chance to look her up and down -damn she looks absolutely breathtaking, she always had, how I ever got so lucky is the world’s greatest mystery- he wanted to kick himself for letting her go, for not fighting harder, he was still after all these years, undeniably, utterly and completely in love with the dark haired girl. Once she had made her way into the apartment, like she owned the place, commanding the scene as she did anywhere she went, he closed the door and went straight to the kitchen where his friend was.
Matias looked up at him from the snacks he was serving “what’s the matter with you, you look as if you’ve seen a ghost” he chuckled- I MIGHT AS WELL HAVE-  Esteban screamed internally and leaned over.
“you hadn’t told me Y/N would be here tonight, why didn’t you tell me?” The younger looked at his friend and laughed so loudly the whole building might have heard.
“Of course she was gonna be here, she’s my cousin, plus you guys broke up what…three years ago?” he quirked an eyebrow up at kuku “about time you saw each other again” he smirked and walked out giving him a wink. Matias very well knew they were both still stupidly in love with each other, and that the only reason they hadn’t gotten back together was because they were both too damn head strong to admit that they had made a mistake and that they missed eachother.
Esteban stood at the kitchen’s doorway, and there was Y/N as beautiful as ever talking to Malena and Pipe, wine glass in hand looking as beautiful as ever- no, she looks better than ever- and he could watch her all his damn life, seeing how her eyes crinkled at the corners when she laughed, that laugh that filled up any room, that came straight from her heart, head tilted back, free hand clutching over her stomach. And her hair, her long brown hair, perfectly done up with those waves that she would spend hours getting to be how she wanted them to, how he hated it when she sat on the floor, curling iron in hand, brow furrowed in concentration, he knew they would be late to wherever they had to go when he saw that, and yet, he would never change that sight. He quickly looked away when he felt her gaze fall on him, but he could see the soft sad smile painted on her lips, and he hated to be the reason for it to be there.
~~~~~
As the night went on Y/N still hadn’t mastered the courage to go up to kuku and talk to him again, she knew she couldn’t, she would cry, or throw herself in his arms, or both, and she wouldn’t let that happen, so instead, she grabbed her third…no, fourth glass of wine and stepped out to the balcony to have a smoke, she needed the fresh air, she could feel the booze getting to her head. she light it up and rested against the rail, closing her eyes and letting her head fall backwards a little bit, enjoying the chill air, she didn’t even realize when the balcony door opened and out came that head full of gorgeous brown hair.
“I see you still haven’t broken the habit” Kuku said softly a small smile tugging at the edge of his lips as he saw the girl jump a little bit “oh sorry, didn’t mean to startle you”.
Y/N opened her eyes, and looked at Esteban, god he was still every bit as handsome as she remembered him to be and smiled softly “Not an easy one to break” she cleared her throat -especially when you’re drunk, sad and want to have your lips on his not on the cigarette- she thought to herself.
“It’s nice seeing you again Y/N/N” he started off quietly, hands fidgeting on the balcony rail as he stood beside her facing the street “I must say I was surprised to see you here, thought you would keep avoiding me” she looked at him again and had to fight the urge to brush that stubborn strand of hair off his face, it would always get in his eyes.
“I thought about it for a bit, but I had promised Mati, and I couldn’t break that” she stated before she could filter out the truth she kept looking at him she could look at him all her life “you look good, how have you been?” Y/N said quietly and bit her  lip seeing him shrug.
“busy…okay I guess” he turned to look at her, eyes immediately drawn to her red lips, god what those did to his heart “Mati told me you finally got the job, you’re now officially a model, congrats, I knew you would get it”- so he asked about me- Y/N thought as she nodded and just leaned in pressing a soft kiss to his lips, probably wine induced, and he returned it softly at first, and a bit needier as it went on, he had missed that, but he pulled away, she was clearly drunk “no, babygirl, I think it’s time for you to go home, you’ve had a bit to drink, come on” he said taking the glass of wine.
“Don’t call me that” she whined, not because she didn’t like it, but because it made her want him to keep saying it. He chuckled and threw his hands up in defeat.
“Come on, I’ll take you home” he said, and with that they left Matia’s apartment.
~~~~~
When they got to Y/N’s apartment, Esteban helped her out of her car and walked her up the stairs to the apartment they used to share and bit his lip while getting the door opened, once they were inside, he turned around “okay, this is where I say good-” he was cut off by her lips crashing onto his once more, still soft, but with a longing that hadn’t been there before, his hands instinctively went to her waist and he pulled her closer not wanting to break the kiss he took her back to the couch, he still knew the place like the back of his hand. When Y/N went to take her top off he stopped her hands, it took all he had in him to do so, but he did, and she sighed and sat up. 
“You don’t want me” she frowned looking down feeling stupid “I should have known” and he sat down laughing which pulled a furious look from those gorgeous green eyes.
“Oh no, believe me, I do, I have dreamt of this moment for three years, I want you more than I ever have, but you’re drunk, and if I’m gonna have sex with you again, I want you to be in all your senses, plus we have lots to talk about still” he stroked her cheek lovingly, he had missed this, and she nodded softly leaning into his touch.
“stay the night?” she looked into his eyes playing with his free hand and he nodded.
She smiled softly and walked him to the bedroom they once shared, taking her clothes off and throwing on his shirt. He smiled seeing that and got in bed with her, pulling her into his arms, determined to not let her go ever again, she fitted in there like it was meant to be, his chest had ached for her head to lay on it once more, and here they were, once again where the world made sense, once again where nothing else mattered.
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A/N: OFC he wouldn’t want to go all the way if Y/N was drunk, that’s how much of a gentleman he is. Hope you enjoyed it!  Also, let me know ig you want me to tag you in my next ones.
@madame-fear
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recaltera · 10 months ago
Note
i need, and i'm also begging, for some writing or scenario for Francisco that might involve him forcing eye contact, while he's fing*ring reader and praising her at the same time, please!!
fingering with fran…
pairing: fran romero x fem reader
🏷️ smut (minors dni), fingering, praising
a/n: omg i love this request sm his fingers ar eliterally perfect for this
there was just something he loved about feeling your walls contract around his fingers, how at first it would be difficult for him to introduce one of his fingers into your awaiting hole because you were so tight, after a while as he sucked on your neck and rubbed your clit in circles with his other hand you would loosen up, letting him fuck his fingers in and out of your pussy making wet sounds ring around your shared bedroom.
he watched your every move intently, studied your body, learning what pleases you and what makes you scream in pleasure, this is how you would end up every day you got home frustrated from work. he knew exactly what you wanted when you threw yourself onto him as soon as you stepped into the apartment, straddling his lap and wrapping your hands around his neck, giving him a hard passionate make out as you grind your wet core down on his cock making him groan.
fran forced you to watch him no matter how hard it was for you to keep your eyes open while his fingers were hitting that spongy spot inside of you and your clit was being messily rubbed by his other hand. “open your eyes, princess. eyes on me. i want to see your pretty face when you cum for me” because you always tend to hide your face on his neck as you reach your climax. you are not sure why tho, you weren’t ashamed or anything it was just a reaction by default and he would always let it pass.
this night was different tho, he knew you were close he could feel your walls spasm ing around his slim long fingers. grabbing your face roughly and squishing your cheeks making your lips pout. “if you close your eyes im going to stop, princess so better keep them open this time” . as soon as your orgasm hit you did everything in your hands to keep your eyes on fran, watching him watch you, he enjoyed every second of it. talking you throught it “good girl, you are doing such a good job” as he rode out your high, “you sound so pretty when you cum, angel” he would whisper in your ear as you were floating around cloud nine still in your post orgasm high.
letting him fuck you with his fingers was probably the best part of your frustrated days, sometimes you would fake it just so he could play with you, he knew when it wasn’t real tho. he still played along because he just loves feeling you around him in any possible way.
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creative-heart · 9 months ago
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POR FAVOR ESTO!? ESTO ES CINE!!!
Lo bien plasmadas que están las imágenes!
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porfa, me taggeas en próximas fics? GRACIAS🥰🥰
Una condena agradable - Matías Recalt
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+18! Dom!Matías celoso y posesivo. Begging, creampie, degradation, exhibicionismo, fingering, grinding, nipple play, posible spit kink, sexo oral (male recibe), sexo sin protección, slapping, voyeurismo, edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
Matías adora a sus compañeros de rodaje, de eso no hay duda... Adora el vínculo que se formó entre los integrantes del grupo durante los largos meses que pasaron en hoteles y en el set, la pasión que comparten por el trabajo que realizaron y el apoyo mutuo. Por esos motivos y más fue que decidió organizar una cena.
No fue un trabajo sencillo: cuando una mitad del grupo podía la otra se veía imposibilitada, el clima arruinaba las posibilidades de reunirse, surgía un evento al que debían asistir o alguien cancelaba y los demás también lo hacían, hasta que llegó el día en que –para sorpresa de todos- el plan se concretó gracias a Enzo.
Con un simple mensaje en el grupo de WhatsApp en el que dejaba saber que iba a estar en la ciudad y proponía hacer algo, el asunto se solucionó en menos de veinticuatro horas. Matías agradeció internamente al uruguayo por la acción, luego por la sugerencia de trasladar la cena al jardín para tener más espacio, y más tarde por ser él quien se encargara principalmente de hacer los arreglos allí.
¿Pero ahora…? Ahora se arrepiente de todo.
No recuerda en qué momento dejó su lugar a tu lado ni por qué, sólo sabe que cuando regresó alguien más había ocupado su silla y vos estabas inmersa en una conversación con Enzo. Puede que estén hablando de música, películas, libros o lo que sea que el mayor te haya enseñado en la pantalla de su celular que te hizo reír a carcajadas, pero a Matías no le importa eso. Sólo puede pensar en cuánto desea acercarse y rodearte con sus brazos o sentarte sobre su regazo y poner sus manos en tus muslos descubiertos.
Las voces de Esteban y Francisco lo regresan a la realidad con una pregunta que no logra procesar, por lo que responde con balbuceos mientras se pone de pie trastabillando. Se acerca lentamente, cada paso permitiéndole apreciar más y más cómo las luces con las que decoraron el jardín resaltan el color de tus ojos y hacen que tu cabello brille, y también ve la forma en que Enzo se inclina para hablarte al oído.
Pero siendo tan receptiva, siempre percibís la cercanía de tu novio y rápidamente volteás a verlo con una sonrisa, ignorando la acción de Enzo y lo que tuviera para decir. Matías te devuelve la sonrisa, una sensación de satisfacción instalándose en su abdomen bajo, y toma tu mano cuando extendés tu brazo hacia él a modo de bienvenida.
-¿De qué estaban hablando?- pregunta, tan simpático como siempre, antes de darte un beso en la mejilla. Su mano se desliza por tu hombro y tu cuello como si se tratara de un masaje.
-Enzo me estaba mostrando unas fotos de sus gatos, ¿querés ver?
Matías no quiere ver, en este momento poco le importa cualquier cosa que no seas vos, pero asiente enérgicamente para mantener la fachada y finge interés cuando ve las fotografías. Enzo explica el contexto y el anillo en su dedo brilla bajo las luces cuando el movimiento de sus manos acompaña sus palabras, las cuales Matías no registra en lo absoluto.
Alzás la mirada cuando sus manos se entrelazan inocentemente sobre tu pecho.
-¿Me acompañás…?- señala el interior de la casa-. Quiero buscar el número de una heladería.
No te da tiempo a responder y mucho menos comentarle que pueden pedir helado desde cualquier aplicación de delivery disponible, su mano en tu espalda te obliga a ponerte de pie y seguirlo. No te preguntás por qué no busca el número que tanto necesita en la cocina o por qué no se detiene junto al teléfono de línea, tampoco el motivo por el cual te arrastra escaleras arriba.
Sabés la razón desde que sentiste la forma en que te miraba.
Te dirige hacia la habitación más cercana y cierra la puerta a sus espaldas con tranquilidad: la expresión en su rostro no delata sus pensamientos (plagados en su totalidad con la imagen de su amigo acercándose descaradamente a tu figura) y sus hombros relajados te hacen dudar por un breve instante, pero su silencio es inquietante y tus labios tiemblan con una sonrisa nerviosa.
-¿La estás pasando bien?- se acerca lenta y sigilosamente, como si se tratara de un depredador, obligándote a retroceder hasta que tu espalda toca la pared junto a la ventana. Comienza a jugar con una de las tiras de tu vestido-. Te vi muy entretenida con Enzo
-Estábamos hablando de los Oscar.
-¿Viste qué lindo que estaba con ese traje?
Te mordés el labio para contener la risa… pero el daño ya está hecho y es sólo cuestión de unos segundos para ver los efectos: su palma impacta con fuerza sobre uno de tus pechos e inmediatamente comienza a pellizcar tus pezones, aún más sensibles de lo usual debido a la tela que roza tu piel. Desliza las tiras de tu vestido por tus hombros y la prenda cae hasta tu cintura, revelando las marcas que sus dientes y sus labios dejaron por la mañana.
-¿Ahora te quedás callada?- te pellizca nuevamente y esta vez no intentás reprimir el gemido que te provoca-. Contestá.
-¿Y si nos escuchan?
La sombra de una sonrisa maliciosa cruza su rostro, pero sólo comprendés lo que significa cuando sus manos ejercen presión sobre tus hombros para dejarte de rodillas. Te obliga a mirarlo a los ojos tirando de tu cabello con fuerza y la posición se torna dolorosa luego de transcurridos unos minutos, pero adora verte a sus pies y recordarte cuál es tu lugar.
El sonido de su ropa es distante y sus movimientos rápidos apenas te permiten asimilar lo que ocurre antes de sentir que su miembro golpea tu mejilla. Debería avergonzarte la forma en que tus labios se separan instintivamente, tu lengua asomándose con la esperanza de probarlo cuanto antes, pero en lo único que pensás es lo mucho que te excita ver a Matías así de celoso.
Mantiene el contacto visual mientras acerca su miembro a tu boca y delinea tus labios para humedecerlos con su excitación antes de deslizarse sobre tu lengua, el sabor más que familiar haciéndote suspirar. Tus labios se cierran sobre la punta y emite un siseo cuando comenzás a succionar, sus párpados luchando para no cerrarse cuando el calor de tu boca lo envuelve y el placer lo invade.
Los dedos en tu cabello te obligan a separarte de él, pero no te da tiempo a protestar porque el deseo lo lleva a adentrarse nuevamente en tu boca en menos de un segundo. Repite el mismo movimiento una y otra vez, hundiéndose más y más hasta golpear tu garganta con cada embestida y hacer que tus ojos se llenen de lágrimas. Parpadeás para disipar las lágrimas y tu máscara de pestañas comienza a correrse, pero él no piensa detenerse hasta arruinar todo tu maquillaje.
Sus movimientos se tornan desesperados y abusa de tu boca sin consideración, casi olvidando o eligiendo ignorar que necesitás oxígeno, pero su oído siempre está atento a los matices en los sonidos indecentes que provoca su accionar... Y también al efecto que este tiene en tu ser, nublando tus ojos con una bruma familiar y dilatando tus pupilas casi al máximo.
Una de sus manos cubre tu nuca para evitar que te golpees mientras la otra tira de tu cabello para mantenerte estática en tu lugar, una contradicción que señalarías si tu mente permitiera que fueras consciente de ello.
Matías se deleita con la imagen de tu labial difuminado y los restos que este dejó en su piel, la saliva que corre por las comisuras de tus labios y tu mentón ahora también goteando hasta manchar tus muslos y deslizarse entre ellos. Tus manos se acercan a tu centro y decide darte un respiro al notar la forma en que tus dedos se contraen debido a la necesidad de tocarte, pero no te deja ir sin antes golpear tus labios y tu mejilla con su miembro goteante.
Te ayuda a ponerte de pie y te conduce sutilmente hacia la ventana, empujándote con delicadeza hasta que las cortinas se deslizan sólo lo necesario para que tu espalda entre en contacto con el cristal frío. El contraste al sentir la calidez de sus manos sobre tu cuerpo te hace suspirar, sobre todo cuando sus dedos se deslizan bajo tu vestido y te rozan a través del algodón humedecido.
-¿Y si nos vienen a buscar?- preguntás en un susurro, como si los invitados ocupando el jardín pudieran oírte-. ¿Y si nos ven?
Sus labios se curvan en una sonrisa y podrías jurar que sus ojos se oscurecen por completo... Eso es precisamente lo que él quiere, lo comprendés una vez que sus dedos hacen a un lado tu ropa interior y se introducen en tu interior sin previo aviso, pero sin dificultad alguna gracias al estado en el cual te dejó luego de utilizar tu boca.
-Qué putita que sos- besa tu mejilla con suavidad-. Cómo te gusta chupármela.
No lo negás, por supuesto que no, porque es la verdad. Matías sabe cuánto disfrutás tenerlo en tu boca y adora torturarte recordándotelo cada vez que tiene la oportunidad, que es casi a diario; pero también adora sentir la forma en que tus líquidos brotan de tu interior y mojan sus dedos. Curva los dígitos rozando tus paredes y gemís con fuerza, tu rostro contrayéndose en una mueca de placer que hace palpitar su miembro. Comienza a aumentar el ritmo progresivamente y es recompensado con tus jadeos, tus súplicas y promesas.
Se detiene en seco al verte tomar aire y retira sus dedos de manera abrupta, el brillo en ellos evidente cuando serpentean con lentitud sobre la extensión de su casi dolorosa erección. Levanta la falda de tu vestido hasta descubrir por completo tu centro, así como la parte posterior de tus muslos y tus glúteos, y desliza su punta sobre tu ropa interior, la mezcla de tus fluidos y el líquido preseminal humedeciendo la tela hasta volverla prácticamente traslúcida.
Tirás de la prenda arruinada para descubrir tu intimidad y lloriqueás cuando su glande acaricia tu clítoris, deslizándose luego entre tus pliegues y cayendo en un vaivén que amenaza con hacerte perder la cordura.  Observás casi en trance cómo su miembro ardiente desaparece entre tus piernas una y otra vez, resplandeciendo cuando la luz lo golpea.
 -Mati…
-¿Qué?- sus ojos encuentran los tuyos-. ¿Qué querés?
-A vos, por favor- arquea una ceja-. Por favor, por favor, te necesito.
Te acaricia una última vez antes de sujetarte por los hombros y obligarte a voltear, una de sus manos presionando tu rostro contra la ventana mientras la otra tira de tu cadera hasta posicionarte a su antojo, en un ángulo que le permite apreciar la forma en que tu ropa interior se adhiere a tu piel. La idea de romperla es tentadora, pero se limita a hacerla a un lado.
Observa la forma en que tus ojos analizan el exterior, confiando en que vas a detenerlo si sentís que la situación te supera, y se oye suspirar contento cuando siente la forma en que tu cuerpo se relaja por completo.
Dirige su miembro hacia tu entrada brillante y acaricia tus pliegues, pero el evidente rastro de tu humedad en tus muslos lo distrae y sólo se recupera cuando movés tu cadera para incitarlo a continuar. Comienza a introducirse en tu interior, tan cálido y apretado como siempre, y tus gemidos se tiñen con desesperación ante la sensación de plenitud que te otorga.
-Más, Mati, por favor.
No hay forma de que se niegue.
Sus movimientos son lentos pero expertos y el sonido que produce la colisión entre su cuerpo y el tuyo es suficiente para hacer que tus rodillas tiemblen, las fuerzas abandonándote debido al placer que te consume cada vez que sentís su miembro alcanzar el punto más profundo de tu ser. Sus gruñidos y suspiros hacen que te contraigas a su alrededor, arrancando más sonidos similares de sus labios.
Sentís su respiración sobre tu cuello, sus labios entreabiertos dejando besos en tus hombros y en tu espalda, las palabras que susurra contra tu piel pero que no lográs comprender debido a otros sonidos. Sus dedos abandonan su lugar en tu cabello para masajear uno de tus pechos con fuerza y luego atacan tus pezones, ya erectos y sensibles debido al roce constante con la ventana.
Tus piernas amenazan con cerrarse cuando sus dientes capturan la piel sensible entre tu hombro y tu cuello, la sensación del dolor dejándote al borde del orgasmo. Te libera y su lengua se desliza sobre la zona afectada con intención de aliviar la irritación, pero el resultado es tu respiración agitándose y tus jadeos inquietos.
Una de sus manos danza cerca de tu centro y por un segundo creés que está a punto de tocarte, pero te sorprende el sentir que vuelve a arrugar tu vestido entre sus dedos para luego obligarte a sostenerlo. Rezás porque ninguno de sus amigos decida apartarse de la mesa, rogás que nadie se acerque al árbol y observe las ramas que ocultan la ventana, porque de lo contrario verían el completo desastre en el que te transformó Matías.
Dejás salir un gemido más que sonoro cuando sentís su mano acariciando tu abdomen bajo, el sonido repitiéndose y escalando en volumen cuando sus dedos se contraen y sus uñas rozan tu piel. Dirigís una mirada a tus pechos y a las marcas rojizas que los adornan en señal de pertenencia.
Un destello de luz llama tu atención y te alejás del cristal para estudiar el jardín, pero tu visión nublándose y el vidrio empañado por tus suspiros te impiden ver con claridad. Los movimientos de Matías no cesan y una embestida particularmente profunda hace que cierres los ojos al gemir, las lágrimas deslizándose por tus mejillas y humedeciendo tus labios entreabiertos. Cuando repite el movimiento soltás un grito, desbordada por el fuego que parece recorrer tus venas.
Sus dedos se deslizan sobre tu piel expuesta hasta llegar a tu clítoris, la humedad recubriendo la zona y dificultando un poco sus movimientos por un breve instante. Dibuja círculos con precisión, pero cuando ejerce todavía más presión pronunciás un hilo de palabras incomprensibles y sabe que tu orgasmo está a unos pocos segundos de distancia, sólo tiene que…
-¡Matías!- decís entre dientes, tu cuerpo rígido-. Enzo… nos está viendo.
La acción pasa desapercibida debido a que tus ojos están fijos en la silueta que se oculta a la sombra del árbol, pero Matías arroja la cabeza hacia atrás presa del éxtasis. Aumenta el ritmo de su mano, los movimientos de su cadera son brutales y su miembro está causando estragos en tu interior, que se evidencian cuando tus piernas flaquean al tiempo en que apretás tu vestido entre tus dedos.
Está mal. Está muy mal, pero…
Con la concentración suficiente, podés distinguir la forma en que Enzo mueve su mano de arriba abajo sobre su entrepierna. El anillo en su dedo brilla de vez en cuando, un débil hilo de luz delatando su presencia de la forma más descarada, pero lo que verdaderamente te provoca es la forma en que sus ojos se iluminan cuando da una calada al cigarrillo que sostiene.
-Sos mía, ¿entendiste? De nadie más- tu novio acentúa sus palabras con estocadas profundas que te roban el aire-. ¿Entendiste…?
Asentís, repitiendo tuya un sinfín de veces, sorprendida por el peso de las lágrimas formándose una vez que tu orgasmo te golpea. Intentás mantener los ojos abiertos, pero el placer te vence y cuando decidís dejarte ir Matías te sostiene entre sus brazos para evitar que te desmorones.
La cortina regresa a su lugar, pero tu atención está puesta en tu novio y el calor de su cuerpo envolviendo el tuyo, el cual está enteramente a su disposición. Tus gemidos no disminuyen y tu orgasmo se prolonga hasta que comenzás a quejarte debido a la sensibilidad, tu respiración agitada dificultando la articulación de palabras.
Con una última estocada, Matías llena tu interior con su semen. Se recupera mientras reparte uno que otro beso en tu cabello y toma tu mentón entre sus dedos para obligarte a voltear y besarte.
-Mía- susurra contra tus labios, su voz aún entrecortada y cargada de sexo.
-Tuya- jurás, sintiendo cómo abandona tu interior y acomoda tu ropa rápidamente.
Le dirigís una mirada suplicante al sentir la forma en que su liberación comienza a escaparse y humedecer tu ropa interior, pero su única respuesta son una sonrisa y un beso en tu frente.
Pequeñas aclaraciones: 1) El título y parte de la trama están fuertemente inspirados en Persiana Americana de Soda Stereo, pero la versión de los 11 Episodios Sinfónicos que fue el álbum que escuché mientras escribía. Lo recomiendo para acompañar la lectura en caso de que vuelvan a leer esto ♡ 2) Si creen estar viendo esta publicación por segunda vez... no se equivocan, es porque nuevamente tuve un desencuentro con Tumblr 😭
taglist: @madame-fear ♡
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olee · 11 months ago
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Puerto Viejo | Enzo Vogrincic
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road trip con tu mejor amigo
friends to lovers
*si hay algún error por favor déjame saber!
Llevabas días sin ver a tu mejor amigo. Los cielos grises de Uruguay te impulsaron a tomar una decisión repentina: escapar a un país tropical. Sin previo aviso, decides llamar a Enzo, tu mejor amigo, quien aparentemente se encontraba en Madrid. “Che, ¿cuándo piensas bajar por acá?” le preguntas. Enzo, con un tono preocupado y algo asustado, responde: “Mirá, capaz que en una semanita ando por ahí. ¿Está todo bien? ¿Cómo venís vos?” Tú, intentando mantener la calma, le respondes: “Tranqui, todo está bien... estaba pensando en organizar algo para cuando llegues, tal vez hacer un pequeño viaje a Costa Rica o algo así, si tienes tiempo, claro." Después de un prolongado silencio, Enzo, profundamente pensativo, te responde: “La posta es que tengo la agenda a full, pero obvio que me muero de ganas de verte... mirá, mejor te mando la guita y vos comprás los boletos para una semanita, ¿dale?” Tú aceptas con entusiasmo, preguntándole: "Enzo, pero ¿cuándo caés exactamente?" Enzo, aún pensativo, te dice: "Me parece que caigo el próximo viernes, así que sería mejor que compres el mío directo a San José y allá nos vemos, ¿te va?" Aceptas la propuesta, aunque con cierta confusión, y le preguntas: “¿Y no vas a sacar ida y vuelta a Montevideo?” Y él, con toda la seguridad del mundo, te responde: "Nada, comprá solo el pasaje a San José, yo me encargo de arreglar las cosas en Montevideo." Con un simple "Dale", aunque todavía con un poco de cabeza en el aire, das por terminada la charla.
Después de dos semanas, te encontrabas en el aeropuerto de San José esperando la llegada de Enzo. Mirabas tu celular con cierta ansiedad, dado que no lo habías visto en varios meses. Enzo, ahora una estrella del cine, estaba sumamente ocupado y rara vez encontraba tiempo para reunirse contigo. Así que, mientras esperabas en una esquina de la salida del aeropuerto, sentías una sensación inusual hacia tu mejor amigo, como mariposas revoloteando en tu estómago. La última vez que habías sentido algo así fue cuando eras adolescente y tenías un flechazo con un amigo de Enzo, pero nunca antes con él. Por lo tanto, realmente no sabías cómo iban a desarrollarse las cosas durante este mini viaje con tu mejor amigo en Costa Rica.
De repente, sale Enzo de la salida y te saluda efusivamente, "¡(Y/N)! ¿Cómo estás? ¡Te extrañé un montón, pero mirá qué grandota estás!", te dice mientras te abraza fuerte y te planta un beso en la mejilla. Tú, con una sonrisa de oreja a oreja y un leve sonrojo, le respondes a tu mejor amigo, "¡Ay, loco, pero vos sí que estás grande ahora! ¿Qué te ha pasado? ¡Y ya no estás flaco, ahora estás gordito!", bromeas. Enzo te mira con una sonrisa sarcástica y pregunta, "¿En serio estoy gordo o me estás chamuyando?" Tú, rápidamente, lo tranquilizas, "¡Estás re lindo, mejor?!" Enzo asiente satisfecho, "¡Mejor, mejor!"
Entonces, una sensación de nostalgia y déjà vu te invade mientras lo observas. Después de un momento, le dices con entusiasmo, "Bueno, vamos por el auto." Enzo, sorprendido, exclama, "¿No me digas que rentaste un auto?" Tú lo miras con complicidad y le respondés, "¿Te olvidaste quién soy? ¡Claro que renté un auto!" Ambos se encaminan hacia el auto y, Enzo, quien entre risas comenta, "Ah, ya entendí, yo manejaré, ¿cierto?" Tú le guiñas un ojo y respondés con seguridad, “Obvio”.
Al subirse al auto, Enzo enciende el Google Maps y se ponen en camino hacia Puerto Viejo, en la zona caribeña. Tú, con tus lentes de sol y lista para la playa, decides poner "Ojitos Lindos" de Bad Bunny y Bomba Estéreo. Aunque Enzo no sea un gran fanático del reguetón, lo cual te duele en el alma, como buena amiga, te importa un bledo y pones lo que te da la gana. Sin embargo, sabes que Enzo, en su interior, está en modo playero y listo para el jolgorio.
Lo observas y notas cómo su cabello ondea con el viento, luciendo absolutamente encantador en su desorden. Luego, tus ojos se deslizan hacia los brazos de Enzo en el volante, notando cómo sus venas resaltan y lo suaves que se ven sus brazos. Te dan ganas de tocarlos y besarlo, pero en lo más profundo de tu ser sabes que para Enzo, tú eres simplemente su mejor amiga.
Con la música a todo volumen, le gritas a Enzo, "¡Che, tengo que ir al baño! Para en una estación de servicio". Sin embargo, Enzo te responde, "¡Loca, habíamos planeado ir directo al Airbnb, no tengo tiempo". Tú le replicas, "¡Boludo, de verdad necesito ir al baño!" Enzo te mira riendo y te dice, "Bueno, tres minutos y nos vamos". Tú lo miras con incredulidad y le respondes, "Ay, dejate de joder y esperame tranquilo, ¿entendiste?" Enzo, con una sonrisa encantadora, te dice, "Entendido".
Al llegar a la estación de servicio, sales corriendo de manera cómica hacia el baño y Enzo, riéndose, te dice, "¡Corre, corre, que te come el coco!" Terminas en el baño y regresas al auto, sacándole el dedo medio a Enzo, quien te devuelve el gesto con una sonrisa.
Esta vez, después de tanto rogar, Enzo te pide que pongas Enanitos Verdes, pero como buena amiga desobediente, decides poner "Chulo" de Bad Gyal, Tokischa y Young Miko, y comienzas a cantar la letra a todo pulmón para deleite de Enzo: "La cadena le brilló en lo oscuro|Huele a Baccarat, fumándose un puro|Tiene cara que en la cama te da duro|Yo sé, papi, que tú eres muy chulo". Ambos se unen para cantar el coro, gritando "¡Chulo! ¡Chulo!" a todo pulmón mientras recorren la costa del Caribe hacia Limón.
Finalmente llegan al Airbnb, que está literalmente en medio de la nada, en la jungla, con un estilo hippie donde los extranjeros parecen pasarse el día fumando hierba. Enzo te mira con seriedad, mientras tú te ríes como una loca y le dices: "Tranquilo, esto es solo por una semanita, como dijiste". Enzo te mira, luego dirige el volante hacia la entrada del Airbnb, que resulta ser una cabaña de bambú, y te dice sarcásticamente: "¡Boluda! ¿Se te olvidó mi relación peculiar con los mosquitos?" Tú lo miras sorprendida y admites: "¡Loco, olvidé comprar repelente!" Enzo, con calma y madurez, responde: "Vi un mercado en el camino, nos detenemos ahí más tarde y compramos algo". Tú, como una niña emocionada, le dices: "¡Dale!"
Al entrar al Airbnb, emocionada abres la puerta de la cabaña, siendo tú quien tiene la llave. Pero, al abrir, lo primero que hacés es tirarte a la cama como un sapo. Sin embargo, después te das cuenta de algo: solamente hay una cama. Y le decís a Enzo: “¡Ay loco! Vas a tener que dormir en el piso, yo te presto una almohada”. Pero Enzo te mira con una sonrisa pícara y te dice, en tono coqueto: “Pero, yo quería dormir con vos”. Después de un largo silencio, te ponés colorada como un tomate y parece que Enzo se da cuenta, cambiando rápidamente de tema diciendo: “Eh… vamos al mercado, que ya veo que no hay nada en la cocina”. Te levantás rápidamente de la cama como un resorte y le decís: “¡Vamo’!”
Cuando te disponías a subir al auto, Enzo te hace una señal de que no, y te dice: "(Y/N), es caminando, ¿no te diste cuenta?". Tú le respondes: "Ni idea, no vi nada". Enzo te mira seriamente y te dice: "Loca, está a menos de cinco minutos". Tú, con apuro, comienzas a caminar rápidamente y le dices: "¡Vamos, vamos!"
Ambos caminan juntos por el exuberante estilo de la jungla, el verdor y la vida salvaje los rodean mientras se dirigen al mercado. El silencio de la naturaleza los envuelve, solo interrumpido por el suave susurro de las hojas movidas por la brisa y el canto de las aves. Tú observas a Enzo con admiración, maravillándote de cómo se sumerge en la belleza natural con su cámara vintage. Él captura imágenes de todo lo que encuentra a su paso: las intrincadas formas de las plantas, los adorables osos perezosos columpiándose en las ramas, los coloridos pájaros que revolotean entre los árboles. Mientras tanto, tú lo observas con cariño, pensando en lo hermoso que es Enzo y en cómo parece fundirse con el entorno.
De repente, Enzo gira hacia ti, con el lente de su cámara apuntando en tu dirección. Instintivamente, volteas rápidamente como si estuvieras fascinada por una pequeña flor amarilla que apareció de la nada, tratando de disimular tu sorpresa. Enzo, con una sonrisa traviesa, te toma una foto, luego otra. Cuando finalmente volteas hacia él, lo encuentras un poco nervioso, como si temiera haber sido descubierto.
Finalmente, llegan al mercado de estilo hippie, pero de repente, te tropieza con una columna debido a una piedra que no viste. Rápidamente, Enzo te sujeta firmemente de la cintura, preocupado, te pregunta con tono suave: "¿Estás bien?" Nerviosa por la manera en que te agarró, respondes en voz baja: "Sí, gracias".
Una vez dentro del supermercado, lo primero que hacen es comprar el repelente, algunos jugos, vinos, frutas, papas fritas y algunas chucherías para no morirse de hambre. Después de pagar, se dirigen de regreso al Airbnb, que ya está oscuro. Enzo enciende la fogata mientras tú preparas los vasos de vino. En un momento tranquilo, Enzo te agradece por haberlo invitado, diciendo: "Gracias por invitarme, (Y/N), realmente necesitaba estar contigo en un lugar así". Tú, ya bastante nerviosa por las mariposas revoloteando en tu estómago, le dices: "Te extrañaba mucho". Enzo, con una sonrisa tierna, te abre los brazos para que lo abraces y te dice: "Ven acá, chiquita". Toda roja y casi a punto de llorar, corres hacia él para abrazarlo.
Mientras se abrazan, puedes sentir cómo Enzo se relaja ante ti, soltando un suspiro tembloroso y suave, al igual que tú. Estar cerca de él te hace darte cuenta de cómo se apoya en tu cuello y respira suavemente, dándote un beso cálido en el cuello. Tú lo miras a los ojos y, sin poder resistirte, lo besas en los labios. Él corresponde al beso y, después de un largo suspiro, te dice: "No sabes cuánto quería estar finalmente contigo así. Te quiero mucho, te re quiero". Tú le respondes: “Ay, Enzo, ¿por qué me hacés sentir así?” Enzo te dice: "Porque siento lo mismo".
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luceracastro · 10 months ago
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Soo should I write a smutty one shot of dad’s best friend!enzo vogrincic x reader which is like a sneak peak for the fic I plan to make after I’m done with teachers pet?👀👀👀
What do you think @madame-fear 👀
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littlewritergreatgirl-blog · 7 months ago
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casos ilícitos
Matías Recalt x f!Reader
Cap 11
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Fui atingida pelo amor, me acertou em cheio. Fiquei de cama, doente de amor. Amo pensar que você não vai se esquecer. Acho que nós vamos pagar o preço.
Sei que estavam muito ansiosos para o novo capítulo, e como vai ser mais curtinho, decidi liberar antes. Mentira tem perna curta, mas vocês já sabem disso, e agora o Matias também.😉 Preparem o coração e boa leitura 🫶🩷
Obs: Posso revisar quantas vezes forem, que só vou ver os erros na hora de postar, impressionante 🤡, enfim, relevem 😭🙏
Avisos: Angst, linguagem imprópria, traição, sinais de violência.
Palavras: 5,0 k
Seu corpo começa a tremer, e seu pulso fica errático, com a sua mente trabalhando a mil por hora ainda tentando assimilar o que acabou de acontecer. Assim que a presença da garota mais velha não pode mais ser vista, conforme ela se afasta no corredor, apressada e irritada batendo o pé com força, enquanto vai embora, você fica presa nas palavras dela, as repetindo freneticamente em seu pensamento, de novo e de novo, até que não reste dúvidas de que você escutou certo:
“Da próxima vez que quiser me comer, vê se não esquece suas coisas na minha casa”
Que porra estava acontecendo? Seu cérebro tenta te pregar uma peça, te fazendo entrar em um estado de negação profundo. Você se vira para o garoto e arranca com brusquidão o tecido em posse dele, porque afinal, poderia ser um casaco velho que ele havia esquecido com ela há muito tempo atrás, da época do namoro ainda, e ela quem esteja querendo arrumar confusão atoa. Mas quando você inspeciona a peça, não restam dúvidas, você a reconhece imediatamente. Não teria como não achar a mesma familiar, quando a própria estava em sua gaveta há alguns meses atrás, era inclusive uma das várias roupas que você havia entregado a ele em uma caixa no seu surto de raiva. Ou seja, era recente, você não sabia o quanto, mas sabia que não poderia ter sido a muito tempo, definitivamente foi depois do encontro no restaurante e após a briga dos dois. Mas você se recusa a acreditar nisso.
Ainda do lado de fora, você dirige sua atenção a ele, com o que tem certeza de ser um olhar de dar pena e em completo desespero, em um misto de emoções: aflição, confusão, agitação, e medo, acima de tudo medo, de que tudo o que a garota disse se provasse ser verdade:
- Matías o que tá acontecendo? - Você consegue perguntar com o tom firme, se livrando um pouco do estupor inicial devido ao choque - Ela tá mentindo, não tá? – Continua, sem dar tempo para ele realmente responder - Eu te conheço, você não me machucaria assim, eu sei disso. Certo? – Termina, com olhos esperançosos e desesperados por um alívio, este qual nunca chega, sendo recebida apenas pelo olhar baixo e silêncio total do mesmo.
Por que ele não concorda? Por que ele só não diz que era um engano e seguem em frente? Você o escutaria e seria paciente ao ouvir a versão dele dessa confusão, porque só poderia se tratar disso, uma confusão, um mal-entendido que vocês dois iriam rir mais tarde ao perceberem o quão irrelevante era na sua relação, que não importasse o que fosse, nada poderia acabar com a confiança que tinham um no outro. Mas ele não diz nada, nem um mísero som sai dele, e isso de alguma forma te assusta mais do que uma própria confissão, a qual você sentia que era eminente.
Sem mais paciência para esse silêncio mortal, você entra no apartamento jogando a peça com raiva no sofá, e passando pela sala como um furacão, chamando a atenção dos rapazes, que observam tudo sem entender nada:
- A gente pode conversar? – Matías aparece te seguindo e perguntando atordoado, enquanto tenta te acalmar.
- Por que ela estava com o seu casaco? Por que ela disse aquelas coisas? Você foi na casa dela? – Solta uma enxurrada de perguntas nele, enquanto se dirige a cozinha para saírem de perto dos olhares curiosos, mas se recusando a ficar em um quarto isolada com ele:
- Não é o que você tá pensando. – Ele se defende, passando as mãos pelo cabelo nervoso.
- Então a Malena, sua ex, vem aqui do nada, aparece com uma peça de roupa sua, dizendo pra você não esquecer mais nada quando for lá pra trepar com ela, e eu quem estou entendendo errado!? – Recapitula indignada - Então me fala! O que aconteceu de verdade? Anda! – Exige dele – Você FODEU com ela ou não? – Termina impaciente erguendo a voz.
Na outra sala, assim como você, os rapazes esperam ansiosos pela resposta do garoto. Não tem como culpá-los, vocês estavam na maior intimidade agora a pouco e do nada vocês retornam e começam a brigar por conta da ex, e de um casaco. Você não estava sendo exatamente discreta, com a voz elevada e descontrolada, facilitando muito para que eles escutassem a respeito do que se tratava a briga do casal. E agora, eles queriam saber o que iria dar no final também.
- Eu não... – Ele começa a dizer com a voz baixa, e solta uma tosse limpando a garganta – Não dormi com ela. – Afirma se recompondo, tentando parecer mais convincente.
Mas algo ainda não parece certo, se ele não tinha nada a temer, então por que estava tão quieto há alguns minutos? tinha algo que não cheirava bem, e você não iria parar até descobrir, se recusando a aceitar meias verdades:
- É bom você não mentir pra mim! – O alerta, cruzando os braços e mostrando que não está convencida com as poucas palavras dele. – Eu to falando sério, me fala logo! – Ordena intimidando o garoto.
E conforme ele vai abaixando o olhar, derrotado e acabado, você começa a considerar que talvez não queira saber a verdade tanto assim, mas já é tarde demais, e ele fala antes que possa detê-lo:
-F-foi só um beijo. Eu juro. – Ele confessa, gaguejando de nervoso.
E pronto, com essas palavras o seu mundo inteiro desaba. Sua boca fica seca e você sente seu coração afundando em seu peito. Seus olhos começam a ficar úmidos, mas você se recusa em dá-lo a satisfação de te ver chorando, engolindo o choro o melhor que pode, e dando meia volta até o quarto do rapaz para pegar suas coisas rapidamente e ir embora. Ele mentiu para você. Disse que não havia ficado com ninguém, muito menos com ela no tempo em que ficaram separados, e vai saber com quem mais ele se envolveu enquanto você passava seus dias numa foça de tristeza e mágoa, enquanto ele se agarrava por aí com a primeira que aparecesse.
- Ei, vamos conversar – Ele te persegue, entrando no quarto e te vendo guardar suas coisas com pressa - Não aconteceu nada, foi só um beijo.
As palavras dele não tem o efeito desejado, e não ajudam em nada para te acalmar. Pois mesmo se fosse verdade (o que duvidava muito), a mera imagem dele e dela juntos, com os lábios colados, se entregando um ao outro, só te deixa mais enjoada e doente.
-Achei que estivéssemos bem. – Fala de costas para ele em um fio de voz, arrumando sua mochila e fechando o zíper assim que termina te pegar suas poucas coisas, com as mãos tremendo e garganta ardendo pelo esforço de conter o choro.
-Nós estamos bem. – Afirma veemente.
- Então por que você me traiu? – Diz se virando para ele com brusquidão e um olhar ferido - Eu te apresentei pra minha família, eu me abri com você! – Acusa trazendo a mão a boca e cobrindo a mesma, já que sua voz começa a embargar, ficando sensível, e quando ele se aproxima para te consolar, você só dá um passo para trás se afastando.
- Eu não te traí. Isso já faz tempo, foi antes de voltarmos. – Nega e começa a se explicar, o que te deixa mais irritada.
É claro que ele não veria as coisas como você. Óbvio que ele pensaria que por não estarem namorando na época então estaria tudo bem. Mas caramba, você dedicou meses da sua vida nele, insistindo até mesmo quando não havia mais motivos para continuar. Como ele poderia dizer que não era traição? Como ele poderia achar que isso era minimamente aceitável? Você sabia muito bem que o que tinham não era muito concreto no começo, mas pensava que a consideração dele por você seria maior e melhor do que isso. No entanto, antes que você possa xingá-lo dos piores nomes possíveis, a curiosidade fala mais alto:
- Quando? – Você questiona ficando mais sombria – Quando foi isso? – Repete com mais avidez.
Ele ainda parece relutante em te revelar mais alguma coisa, mas cede e conta por fim com um suspiro resignado, vendo que não tem escapatória:
- No dia que a gente se encontrou no posto. – Solta em uma lufada de ar pesada.
E seu coração se racha mais ao meio com a nova informação, pois em sua fantasia no seu mundinho cor de rosa, você começou a ver aquele momento como sendo um divisor de águas para os dois, um momento de intimidade entre vocês que demonstrava o quão ele se importava com você e sentia sua falta. Como ele não conseguia se conter em sua presença, o quanto ele te desejava a todo momento e em qualquer lugar, independente pelo que estivessem passando, mas agora, estava claro que não era isso. Era sexo, você era só um jeito dele se aliviar quando e onde queria.
- Então você ficou comigo, mas como não conseguiu o que queria foi procurar em outro lugar? – Questiona com as mãos se fechando em punho, e com os nódulos dos dedos ficando esbranquiçados devido ao aperto.
- Eu… - O garoto engole em seco pensando bem nas próximas palavras - Eu estava bravo, pensei que você estivesse com outra pessoa, e queria te tirar da cabeça. – Se justifica.
Você se lembra disso. Lembra de como ele te confessou que pensou que você e Wagner eram alguma coisa a mais na época, algo que não poderia estar mais longe da verdade. Se lembra também de não o corrigir naquele banheiro porque gostou de vê-lo com ciúmes, pois em seu estado fragilizado, isso ao menos era uma prova de que ele ainda sentia algo por você. Mas você nunca confirmou as suspeitas dele, e não imaginou que um simples encontro rápido significaria um aval para ele ficar com outra pessoa. Foi tão rápido assim seguir em frente? Tão fácil se esquecer de seus toques e carinhos pra se jogar na primeira que estivesse disponível? Ainda mais ela, com quem ele já tinha uma história?
- Então vai ser assim? Quando a gente brigar, ou eu não quiser trepar com você, você volta pra ela? – Pergunta com amargor e acidez em seu tom.
- Não, é claro que não. – Nega incrédulo com sua sugestão.
- Mas você estava dividido, você quem disse, no café. – Diz o lembrando das palavras dele no dia em que saíram para conversarem, como ele confessou que havia ficado balançado com o retorno da garota.
- Sim, eu estava, no começo, mas…
- Sem mas! – Você o corta rudemente – Se você gostasse de mim, de verdade, teria me escolhido na mesma hora, nem teria ficado indeciso. – Você se aproxima, apontando o dedo no peito dele com força e mágoa - Eu te perguntei, e você mentiu na minha cara, disse que não tinha ficado com ninguém, muito menos com ela. – Diz com todo o remorso que pode transmitir.
- Eu nunca fui prioridade pra você, agora eu sei disso. Eu queria nunca ter te dado uma chance. – Afirma, o deixando perplexo e se afastando para pegar sua mochila, mas para ao notar o pequeno acessório em sua mão, no dedo anelar quando segura a alça da bolsa.
Você retira o anel com tristeza, o qual mal teve tempo de formar uma marca em seu dedo, e o deixa em cima da cômoda do rapaz.
- Acabou Matias, não precisa mais se dar ao trabalho de escolher uma das duas, eu escolho por você. Não me procura mais, se você só queria alguém pra transar, procura ela ou outra droga de pessoa. – Diz e se retira do quanto indo até o corredor.
- Eu não te quero só pra transar, achei que tinha ficado claro, ficamos semanas sem sexo, porque você quis, e eu fiz o que você pediu lembra? - Joga na tua cara, vindo atrás de você.
- E como eu posso saber se depois de ficar comigo não foi se aliviar com ela de novo? Eu não confio em você! – Retruca parando no meio do corredor, o encarando com adagas no olhar.
- Então é assim que acaba? Você me chuta e pronto? – Pergunta com o semblante indignado.
- Como você pode dizer isso pra mim? Eu esperei meses pra você se decidir, me escondendo e recebendo migalhas de afeição, e até mesmo quando sua ex aparece e você age como um moleque, eu deixei passar e te dei outra chance. – Você controla sua respiração inalando e expirando com força - Mas claro que não era o bastante pra você, óbvio que você não podia me dar um tempo pra pensar nas coisas, e na primeira oportunidade que teve já foi com outra.
- Eu já disse, achei que você estava com outra pessoa. – Rebate com o mesmo argumento.
- E se eu tivesse? Qual seria o problema? Eu era solteira Matias, lembra? Solteira, porque você nunca quis mudar isso. - O lembra, levando a mão ao peito, sentindo seu coração doer mais a cada minuto - Mas eu não fiquei com ninguém porque eu gostava de você e não queria mais ninguém, mesmo você sendo um idiota. Eu fui tão tonta, deveria saber que tinha algo errado. – Diz culpando a ele e a si mesma por sua ingenuidade e cegueira.
- Você não gosta de mim, não de verdade. Você é muito bom nisso, me fazer sentir importante e depois me botar de volta no meu lugar. – Declara, o recordando de como ele te fez se sentir especial, querida, e até mesmo amada, só para depois jogar um balde de água fria na cara.
- Você é minha namorada, é claro que você é importante, e esse é o seu lugar, comigo. – Ele te fala, tentando se reaproximar mais uma vez, o que você impede se afastando novamente.
- Não, eu era sua namorada. E o único lugar que eu era importante pra você era na cama. – Retruca com melancolia - E que merda foi aquela que ela disse? Do campo de futebol e você ter feito de novo? O que ela... – E enquanto você formula a pergunta com pressa na sua cabeça, algo clica em você, e você raciocina, já entendendo perfeitamente o que havia acontecido. – Foi assim que você a pediu em namoro, não foi? Por isso que ela ficou brava e veio até aqui. – Questiona juntando todas as peças do quebra-cabeça.
E ele só assente, mais uma vez. Mais uma coisa pra adicionar a lista de mentiras que ele havia contado ou omitido.
- Achei que eu valesse mais do que isso pra você. – Diz magoada, e o dá as costas, começando a ir embora.
Não tem mais o que ser dito. Ele te enganou, mentiu, e te fez de idiota todo este tempo. Nem um pedido próprio você recebeu. Preferia que ele tivesse te pedido em namoro em um momento ridículo, como quando estivesse lavando roupa ou fazendo o jantar, mas que fosse só seu, do que recriar algo que já tivera com Malena, só te reafirmando o que você sempre suspeitou, você era uma substituta, uma distração do verdadeiro amor dele. Mas antes que possa ir muito longe, ele te segura pelo pulso te mantendo no lugar:
- Não podemos terminar assim, ontem mesmo você disse que me amava, lembra? – Ele pergunta em desespero, tentando se agarrar a qualquer coisa para te fazer ficar, mas isso não vai funcionar. Não mais, você está cansada de ser apenas um peão no jogo doentio dele.
- E você não disse de volta! – Retruca, livrando o seu braço do aperto dele – E agora eu sei o porquê. – Afirma com rancor e veneno em suas palavras, finalmente cedendo e deixando as primeiras lágrimas começarem a escorrer.
Ele fica estagnado e quieto sem ter como argumentar contra isso, dói nele ver as suas lágrimas e saber que foi ele quem as provocou. E ele não desiste, tentando de novo se reaproximar para te manter ali até que resolvam tudo. Ele não suporta o pensamento de vocês ficarem brigados, e é então que comete o segundo erro da noite. O primeiro erro, foi mentir para você, o segundo, foi invadir e não respeitar o seu espaço.
- Espera, a gente... – E antes mesmo que perceba o que aconteceu ou o que está fazendo, você só sente a palma de sua mão ficando mais quente e levemente dolorida com o tapa que acaba de desferir no rosto do rapaz, interrompendo o que ele iria dizer.
Você arregala os olhos surpresa com o que acabou de fazer, e com a reação violenta que teve. Mas quando o olha novamente, a mágoa retorna, e qualquer remorso ou culpa que poderia ter não aparecem ou se manifestam, afinal, se você iria sair de coração partido dessa história, ele poderia muito bem sair com a cara doendo, assim como todo o resto de você está.
- Eu tenho que ir embora. – Você diz depressa ao entrar na sala, reencontrando os rapazes, que para ser sincera você mal lembrava da existência, mas eles pareciam muito concentrados na sua, atentos a cada palavra, e lançando olhares afiados para Matías, que vinha atrás de você, agora com a bochecha levemente corada em um tom mais avermelhado.
- Eu te levo - Fran oferece se levantando prontamente do sofá, e pegando as chaves dele. Ele passa os braços pelos seus ombros, te consolando na frente de todos, e te leva até a porta enquanto vão embora sem se despedirem de ninguém devido as circunstâncias nada amigáveis.
Você não tem tempo para pensar se está sendo rude ou não, só quer sair do lugar que o rapaz se encontra o mais rápido que puder.
E no fim, o buque que ele pegou no casamento acabou não significando nada no relacionamento de vocês, fosse um bom presságio ou superstição. E se um dia significasse, certamente não seria mais com você ao lado dele.
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Quando você e Fran já estão no carro, com você ainda tentando se recompor e manter a pouca dignidade que ainda lhe resta, limpando as lágrimas e engolindo em seco, decide questioná-lo assim que o carro entra em movimento:
- Vocês escutaram muita coisa? – Pergunta se encolhendo em seu assento querendo desaparecer.
- Um pouco – Admite envergonhado, e você sabe o que isso significa, eles ouviram tudo.
- Vocês sabiam? - O olha cética - Não mente pra mim, por favor! – Já implora antecipadamente, não aguentando mais escutar coisas falsas das pessoas que você mais ama.
- É claro que não, nenhum de nós sabia de nada. – O garoto de olhos claros nega imediatamente - Não teríamos ajudado ele no pedido se soubéssemos disso. – Esclarece, querendo te passar segurança.
- O mesmo que fizeram pra Malena? – Indaga, com ciúmes claros em sua voz.
- Nós não sabíamos – Ele responde te olhando calmamente - Quando conhecemos o Matías eles já estavam namorando, e ele nunca realmente tocou no assunto. – Justifica, voltando a atenção para a estrada.
- Ok. – Concorda.
Você acredita no Fran, na visão dele e dos garotos, de estarem tão cegos quanto você nesse assunto, Matías nunca foi o tipo de pessoa que compartilha coisas pessoais com os outros, piadas intimas e escandalosas sim, mas falar do que realmente importa, não era muito o estilo brincalhão e que não levava nada a sério dele. Mas não importava mais. Acabou. Adeus aos encontros, adeus ao sexo fenomenal, adeus as brincadeiras pretensiosas a respeito do futuro, adeus a tudo que vocês um dia foram e poderiam chegar a ser.
- Eu sinto muito - O garoto diz quebrando o silêncio no carro.
- Não é sua culpa Fran. – O tranquiliza com um sorriso que não chega aos olhos.
- Eu sabia que ele estava mentindo – Se dando conta do que disse, ele balança a cabeça rapidamente em nervosismo, e se corrige - Não sobre isso, mas naquele dia, quando voltamos pra casa, ele disse que ia pegar uns livros que tinha esquecido, e eu sabia que era mentira, mas deixei quieto porque sabia que ele estava estressado. – Termina, como se estivesse tirando um grande peso dos ombros ao confessar o ocorrido.
- Isso não muda nada Fran, não tinha como você saber – O acalma, não querendo que ele se sinta culpado de qualquer forma pelo que aconteceu.
- Você não deveria estar me consolando, deveria ser o contrário. – Diz com ironia, te arrancando um sorriso momentâneo, que rapidamente morre em sua garganta.
- Eu já devia saber - Diz amarga se virando para a janela, para que ele não veja as lágrimas recomeçando a escorrer - Eu só via o que queria ver, ele não gosta de mim, não de verdade. “Não como eu gosto dele”, você diz em pensamento.
- Ele nunca foi assim, o tipo de cara que trai. – Fran interfere, tentando defender o amigo.
- Acho que você não trai quando já está com a pessoa que quer. – Retruca azeda, observando a vista através da janela.
- Talvez se vocês conv...
- A gente pode ir o resto do caminho em silêncio, por favor? – O corta abruptamente. Você não queria soar grossa, mas se passasse mais um segundo escutando sobre como o Matías tinha uma índole perfeita, isso ao menos quando não se tratava de você, e que ele nunca tinha feito esse tipo de coisa antes, a deixava furiosa.
- Tudo bem. – Concorda, respeitando o seu espaço.
E permanecem quietos assim até ele te deixar em casa, com você o agradecendo brevemente, sem olhar para trás, e subindo depressa para o seu apartamento. Com os olhos embaçados, e mãos tremendo, quando você já está na frente da sua porta, só tem tempo de entrar e trancá-la rapidamente, antes de se entregar completamente as lágrimas e desabar no choro, ficando em posição fetal no chão da própria sala.
Você está sozinha agora. Sem irmã, sem Wagner, sem qualquer pessoa que possa te ajudar. E não consegue deixar de pensar, se na realidade, você sempre esteve assim.
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Na semana que se segue ao ocorrido, a sua vida passa por você como um borrão. Rápidos, imperceptíveis e sem significado algum, apenas uma bagunça permanente.
Você já está tão cansada de chorar, se pergunta até mesmo se tem como morrer de tanto fazer isso. A melancolia e tristeza te acompanham arduamente. Você pensava, que depois da primeira separação dos dois, você estaria mais forte, e mais preparada, mas esse não foi o caso. Muito pelo contrário, dessa vez era muito pior. Porque dessa vez você o teve. Por um curto período de tempo, mas ainda assim aconteceu. Você o teve para chamar de seu, o teve e sentiu que ele pertencia a você, e você a ele de volta. Mas será que depois de tudo o que descobriu, ele um dia realmente foi seu? Algum dia ele realmente te escolheu? duvidava muito disso.
Estava contente por sua irmã estar tão ocupada com a lua de mel, que se esqueça de te checar neste período, não quer ter que preocupá-la com as suas coisas. Sendo mais uma decepção, e um desastre que já estava premeditado.
Se lembra do tapa que desferiu na cara do Matías (o qual você tem que admitir que gostou bastante, e ainda não se sentia nenhum pouco culpada, mesmo estando surpresa que realmente tenha feito isso já que não é uma pessoa violenta), e o olhar de espanto na cara dos rapazes quando saiu correndo pela sala, não se dando trabalho de limpar as lágrimas só querendo ir embora. Mais um item na sua lista de humilhação. Mostrando a bagunça caótica na qual ele tinha te transformado. Se sentia desmotivada para tudo, fosse tomar banho, comer ou falar com alguém. Recorda com amargor tudo o que compartilharam juntos, ele dizendo que iria ser bom para você, dizendo que você ia amar ser a namorada dele, que estava se esforçando por sua causa e que tudo valia a pena, e porra, ele até disse que se casaria e teria filhos com você algum dia. Tudo se provando palavras vazias e sem significado algum. Uma brincadeira sem graça sem pensar nas consequências.
Toda vez que pensa que não pode chorar mais, se encontra fazendo exatamente isso, tendo colapsos e recaídas constantes. Tudo a lembra dele. A sala onde conversaram com sua família no primeiro encontro, a cozinha no café da manhã no dia seguinte, o seu quarto onde transaram há alguns dias atrás, e assim continua a longa lista.
Ele havia sido a primeira pessoa pra quem você dedicara um eu te amo romanticamente, e você deveria saber no momento da confissão que não era recíproco. Deveria ter vistos os sinais, que te apontavam que ele não sentia o mesmo. Fossem os meses de enrolação ou a relutância dele depois.
Não vai conseguir perdoá-lo. Sabe disso. Este foi o ponto final definitivo entre os dois. Não tem mais forças para continuar neste limbo, entre ele te machucando e você tendo que perdoar. Uma parte traiçoeira sua tenta convencê-la de que está exagerando, afinal, não estavam juntos ainda, ele poderia ficar com quem quisesse. E esse era o problema, ele quis ficar com alguém. Sentiu esse desejo dentro dele de compartilhar intimidade com outra pessoa, e isso te mata por dentro. Você não consegue se imaginar querendo ou ficando com outra pessoa, só ele. Sempre foi ele. Mas agora sabia que com o garoto não era assim, poderia ser você ou qualquer outra.
Sabia que isso iria acontecer assim que a viu entrando no restaurante, e o olhar dele a acompanhou. Você só era uma substituta fajuta enquanto a verdadeira não aparecia. Só servindo como uma distração. Ele tinha te garantido que não, mas já não acreditava em mais nada do que ele lhe dissera. Só mentiras vieram dele.
Aparentemente, o tapa não havia sido um sinal claro o bastante de que não o queria por perto, já que ele veio te procurar nos dias posteriores. Algo que não tinha feito imediatamente da última vez, o que de algum modo, ao contrário do que você pensava, não te trouxe nenhuma paz ou conforto. Dessa vez, você não queria que ele viesse atrás e lutasse por você, essa fantasia heroica e adolescente já tinha expirado, e você só queria distância para esquecer que algum dia ele havia entrado em sua vida.
E assim, você destruiu todas as tentativas de comunicação por parte dele, restringindo a entrada dele no prédio, pedindo para que não o deixassem subir, e bloqueando o contato dele após diversas ligações não atendidas ou retorno das diversas mensagens enviadas. Também não passou pelos lugares que ele poderia estar, o evitando como uma praga.
Depois disso, a insistência e perseguição dele diminuiu um pouco, e você sabia que ele estava te dando o seu espaço (se por noção própria, ou por insistência dos amigos para te deixar em paz, você não sabia) pelo menos por enquanto, mas não iria demorar muito para que ele te encurralasse de algum modo e quisesse “acertar” as coisas. E você não entendia o que mais ele poderia querer falar com você, sendo que já estava tudo mais do que claro.
Que se dane ele e a ex namoradinha perfeita dele. Poderiam ficar juntos agora que você estava fora do caminho, não queria mais saber deles, os dois se merecem no final de contas. Mas no mesmo tempo que tem esses pensamentos, se sente culpada ao perceber que talvez nem ela soubesse disso. Talvez ela tenha acreditado que eram só amigos e tivesse pensado que ele estava solteiro no momento em que ficaram juntos, e Matías tenha se aproveitado disso também. De qualquer forma, isso já não era mais da sua conta.
Você foi tão ingênua. Fez a maior cena indo devolver as coisas dele, e na primeira vez que ele vem te pedindo desculpas, você o aceita de braços abertos. Foi tão fácil dele te enganar. Era isso o que ele pensava de você? Que era uma garotinha idiota e fácil de manipular? Provavelmente sim.
Suas amigas não souberam como te consolar quando te viram na sala na semana seguinte, afinal, você nem as contou o que aconteceu. Só deu uma desculpa vazia dizendo que terminaram pois queriam coisas diferentes, o que não deixava de ser verdade. Ele queria a ex, e você queria alguém que fosse apenas seu, e não tinha como terem as duas coisas juntos.
Mais tarde, enquanto volta da faculdade para casa refletindo (sozinha, sem um abraço quente do rapaz na saída do campus), e avista vários casais passeando na rua de mãos entrelaçadas, de todas as idades, formas, e diversidade, não consegue parar de pensar se valeu a pena toda a dor que está sentindo agora, pela breve felicidade que tivera com ele.
Valeu a pena os meses de tortura sendo tratada apenas como um brinquedo sexual e amiga tudo em um só? Esperando que ele se apaixonasse por você, assim como você tinha o feito quando o viu pela primeira vez. Valeu a pena receber um pedido de namoro tão mágico que te deixou com um frio na barriga por dias, só para depois descobrir que foi uma recriação barata de algo que ele já teve no passado? Valeu a pena se entregar de corpo e alma para ele, para depois descobrir que ele tinha feito o mesmo só que com outra pessoa pelas suas costas? Você se sentia uma piada, e não uma boa e engraçada, e sim uma daquelas tão ruins que são de dar pena e deixam o clima desconfortável.
Você era alegre antes dele. Feliz e despreocupada com tudo, apenas focando nas coisas certas e no seu futuro, mas agora, você está melancólica e paranoica com tudo e todos. Ele te libertou, mostrou coisas e te fez se sentir de maneiras que você nem poderia ter sonhado em vivenciar, te fez ser mais ousada, entregue e aproveitar mais a vida, só para depois te reduzir a nada e te fazer se sentir pior do que lixo.
E com isso, você se decide no fundo do seu coração. Você o odeia. Você odeia Matías Recalt. O odeia com todas as suas forças, e nunca, nunca vai perdoá-lo.
AAAAHHHH, como eu amo fazer meus leitores sofrerem 🙈, mas em minha defesa, pelo menos não fiz vocês esperarem até domingo 🤭 espero que tenham gostado e até o próximo 😚💖
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