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eltiempoyloeterno · 7 years ago
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CINEMATECA: CAMPEÓN SIN CORONA, EL PEOR ENEMIGO
CINEMATECA: CAMPEÓN SIN CORONA, EL PEOR ENEMIGO
“Con un cheque de hule perdí el estilo/ para colgar los guantes bastó el silbido/ Pero que no rumoren que fui un vendido/ ‘ora que me coronen que estoy bendito/ Cuando en la lona estás nadie está contigo/ tres metros bajo tierra sólo hay olvido…” —Jaime López, Nocaut “Some people say the most important thing a fighter can have is heart. Frankie’d say: show me fighter who was nothing but heart and…
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lifejustgotawkward · 7 years ago
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365 Day Movie Challenge (2017) - #259: Susana (1951) - dir. Luis Buñuel
Rosita Quintana stars as the title character in this scintillating drama from Luis Buñuel. Susana is the devil incarnate, a reprobate who escapes from a reformatory when a vicious storm loosens the wooden frame of her window. She runs to the nearest house, finding refuge with Don Guadalupe (Fernando Soler), his wife Carmen (Matilde Palou) and their college-age son Alberto (Luis López Somoza). Carmen pities Susana, seeing her somewhat as the daughter she never had, and lets the young woman stay on the property as a servant. Susana immediately finds herself pursued by Jesús (Víctor Manuel Mendoza), the foreman who takes care of Guadalupe’s cattle; Susana herself is more interested in Alberto and Guadalupe, though, seducing both father and son with vigor. Only the family’s longtime housekeeper, Felisa (María Gentil Arcos), recognizes Susana as a destructive force from the moment of her arrival, and Felisa helps Doña Carmen realize that she must stand up to the homewrecker if Guadalupe’s family is to be saved.
Luis Buñuel always understood the cinematic power of sex, violence and religion; this is evident in The Criminal Life of Archibaldo De La Cruz (1955), Viridiana (1961) and Belle de Jour (1967), as well as probably many more films that I have yet to watch. As much as I appreciate his frequent forays into surrealism (there is no question that his directorial debut from 1929, Un Chien Andalou, is certainly one of the most iconic short films ever made), I appreciate that Susana has a straightforward narrative that is just as compelling as those in his more fantastical films. The pacing keeps the action tight (Susana runs only 86 minutes), while the black-and-white cinematography by José Ortiz Ramos complements the story nicely and gives a distinctive flourish to even the most basic moments of melodrama. Check out Susana if you’re a fan of Buñuel, a scholar of Mexican cinema or you’re looking for a film that’s just plain great.
P.S. I watched Susana as part of a DVD double feature; it was preceded by Nicholas Ray’s Born to Be Bad (1950). I definitely recommend the pair together!
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novistenada · 2 years ago
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Septiembre 4, 2022
Susana
¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves? Cuando la mentira es la verdad
A veces, me pierdo un poco, me olvido de que escribo para contarte películas –y de que quizá también las veo para contártelas– y pongo ese tono seco, desabrido. Me pongo a explicar por qué una película no me gustó tanto, o qué sí me gustó, y todo desbarranca.
Pero con Susana me vuelven las ganas de contarte, de mostrarte. Buñuel apenas la menciona en Mi último suspiro. Las dos únicas cosas que dice son una sobre el final y otra sobre un plano del principio. Un plano deslumbrante en el que una araña peluda, una migala, camina por la sombra en forma de cruz que proyectan sobre el suelo los barrotes de la celda donde está encerrada Susana. La otra cosa que dice Buñuel es sobre el final feliz, un poco inesperado que, según él, parece que no habría que tomarse tan en serio. Aunque yo no estoy muy de acuerdo, me parece un final imprescindible, diría. Y para nada forzado por ninguna necesidad de compensación. Como sea, la película tiene dos finales. Y también se podría decir que tiene dos principios.
Un principio es ese, en el reformatorio. No sabemos nada de por qué Susana llegó ahí, solo que está encerrada en ese lugar infrahumano y que entre tres carceleras la llevan trabajosamente a la celda de castigo, mientras ella, bellísima y furiosa, grita, resiste y patalea. Y ya adentro de la celda, sigue gritando y llora desesperada. Una celda espantosa, como te decía, plagada de alimañas. Este principio es de claroscuros y contrastes, como en una película expresionista, y tiene ratas, un murciélago, la migala, cruces y barrotes. Susana está en una pesadilla y le ruega a Dios que la libere. Y Dios, claro, la libera.
El otro comienzo es en el rancho de una familia feliz –feliz y bastante opulenta–: padre, madre e hijo, un ama de llaves y el capataz de la hacienda. Susana despierta en esa casa, como de un mal sueño, pero para la familia, aunque todavía no lo sabe, la llegada de Susana es el comienzo de su propia pesadilla, las primeras remezones de lo que será un cataclismo en sus vidas firmes y luminosas, que hasta entonces nada contradecía.
Lo que se podría decir es que todo viene de a pares en esta película. Pero no quiero hablar de eso ahora, de cómo parecería que la felicidad de unos dependiera de dejar a otros en la oscuridad –que es también como dejar en la oscuridad muchas cosas de uno mismo–; de cómo si alguien, o algo, se atreve a salir de esa oscuridad, a reclamar una vida a la luz, o un poco, un rato, de luz, el miedo que da es tanto que se es capaz de cualquier cosa para obligarlo a retroceder, a volver a su cueva animal. Y después, hacer como si nunca hubiera existido: desaparecerlo, olvidarlo. Ni de cómo mientras todo en la película lucha y se opone, la verdad aparece por cualquier parte, donde menos se la espera. Susana no es una película de esas, como se dice, “donde nada es lo que parece”: en Susana lo que parece es –aun por sobre lo que se muestra como más real (Im Schein verspricht sich das Scheinlose)–.
Me enredo, ya ves. Lo que quería era mostrarte a esta señora del videíto: María Gentil Arcos. Felisa, en la película, el ama de llaves de la familia feliz, que ha vivido toda su vida con ellos. Una mujer sencilla, llena de supersticiones y de refranes para cada ocasión y, más que nada, devota de su patrona. Lo que ves en ese pedacito no lo vio nadie más que nosotros porque Felisa, ante su señora, que es como aparece casi todo el tiempo, aunque defienda sus opiniones con insistencia, es incapaz de levantar la cabeza y se diría que es todo sumisión y obediencia. Así que esa transformación en el cuarto vacío podría sorprendernos; sin embargo, quizá no nos asombre tanto porque ya la habíamos visto levantar antes la cabeza, aunque solo frente a Susana, para intentar doblegar a Susana. (A Susana que, irredimible, desbarata todo intento de conversión y se pone siempre del otro lado de lo que la congelaría, la cristalizaría –incluso a costa de lo que podría creerse habría sido su propio bien– y que por eso está en constante movimiento).
Pero, además, no nos sorprende porque tenemos la sospecha de que Felisa ha estado haciendo algo más que recitar refranes y tratar de persuadir a su señora, de que su papel en la historia no es tan trivial como podría parecer. La noche de la llegada de Susana es ella, Felisa, la que anuncia la catástrofe que está por caer sobre la casa, y su presagio es como si le abriera la puerta, o como si la pusiera en movimiento. Felisa, claro, no creó el mundo en que Susana, sola, con sus menos de veinte años, vive presa y sin historia en un reformatorio escalofriante; el mundo en que las ricas familias hacendadas, con sus criadas y sus peones, pasan los días sin otra preocupación que la suerte de una yegua que pronto irá a parir. Pero sí puso a andar la fábula en la que, en una noche aterradora de tormenta, esos dos modos de ser del mismo mundo por fin se cruzan. Y si la madre, el padre y el hijo ejercen su incuestionada bondad sin demasiada lucidez y padecen también sin demasiado dominio la irrupción de una violencia y unos impulsos que ni siquiera sabían que latían en ellos; y si Jesús, el capataz de la hacienda, es víctima él también de su propia brutalidad y de su incomprensión; y si Susana, a pesar de su loco movimiento, no podrá nunca evadir su destino, Felisa en cambio es la única capaz transfigurarse de verdad y de influir a consciencia en la suerte de las cosas. Esa mujer pequeña, un poco encorvada, que anda siempre como por detrás de su ama, que le cuchichea al oído y apenas habla con otros es la que nos ha creado este mundo, el mundo de Susana (¡y qué mundo!). Es también la que nos sacará de él, la que nos da a beber el agua del olvido.
cm
Susana, Luis Buñuel, 1951
86 minutos, México, español
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