#lolaalvaradopasado
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ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝕏𝕍𝕀𝕀: 𝕁𝕦𝕒𝕟. ℙ𝕒𝕣𝕥𝕖 𝟚.
La relación con Juan iba muy bien, Lola estaba totalmente encantada con el joven y parecía recíproco ya que él insistía en verla. Ella quería salir a almorzar con él pero no sabía si podría ya que estaba en horario de trabajo y solo tenía una hora para comer. ¿Alcanzaba el tiempo? Claro que no.
La adolescente tímidamente golpeó la puerta de su Damián, además de ser su jefe era amigo de la familia y esperaba que le consintiera unos minutos de más.
- Damián, ¿Te molesto un segundo? Permiso...
- Pasa, pasa. - Le dijo el adulto con una sonrisa.
- Quería saber si podía salir una horita a almorzar, nada más...
- Claro, no sos una esclava - Le dijo sorprendido de que le preguntará aquello- ¿Almuerzo familiar o...? - Le pregunto con diversión.
- O... - Se rió Lola asintiendo, ¿Tan obvia era?
- Vaya nomás, tomate dos horitas. La etapa de enamoramiento hay que aprovecharla y disfrutarla.
- Gracias... No le cuentes a mí papá, es muy celoso - La adolescente puso los ojos en blanco.
- No le voy a contar nada - Le dijo Damián con una sonrisa y se despidieron.
La chica estaba emocionada por su primer almuerzo con el chico que le gustaba, que miraba a cada rato su reloj.
Damián le había dejado avisado a Azucena que la chica se retiraría el tiempo que quisiera para almorzar, comentario que Andrés no se había perdido...
[...]
La tan esperada hora llegó y cuando Lola salió de su oficina, Juan la esperaba sentado en la sala de espera. Salía de entrenar pero se había hecho un tiempo para pasar con la castaña.
- ¿No me decís nada? - Le preguntó él con diversión.
- Estás muy lindo - Dijo ella con complicidad.
- Vos también estás muy linda. ¿Vamos? - Le preguntó dándole un corto beso en sus labios.
Andrés salía de la oficina con unas carpetas fingiendo que no sabía que la adolescente iba a salir.
- ¿Lola? ¿Vas a algún lado?
- Si... Me voy a almorzar, Damián me dio permiso.
- Damián no está, y yo te necesito - le dijo el hombre con seriedad. - Tenemos reunión de directorio y quiero que tipees el acta.
- Pero...¿En el horario del almuerzo? - Dijo con un hilo de voz la castaña.
- Justamente es un almuerzo de directorio - se defendió Andrés.
Azucena salió de su oficina y al escuchar el planteo que hacía Andrés, en seguida salió a defenderla.
- Lola está autorizada por Damián. Yo puedo tipear el acta.
- Azucena. Damián ya está en falta por no estar en la reunión de directorio. Y acá, también decido yo. - Dijo firmemente y se giró para volver a hablar con la joven - Lola, te espero en la sala.
Andrés se marchó y Azucena suspiró mirando a los adolescentes.
- Lo siento, lo intenté. Lola le sonrió pero Juan se lo notaba muy molesto.
- ¿Qué onda? ¿Quién es este tipo?
- No, es mí jefe. Perdón - Le dijo Lola mientras acariciaba el hombro del chico.
- ¿Pero no te deja salir a almorzar?
- N-... Pero lo escuchaste.
- Pero renuncia, ¿Quién se cree que es?
- No, no, Juan, no te enojes. Mírame. ¿Nos podemos ver más tarde? - Miró al chico con una sonrisa coqueta, la cual el joven no pudo resistirse.
- Más tarde entreno pero yo te llamo ¿Si? - Le dijo con una sonrisa y dejó un beso en los labios de Lola para luego marcharse.
Lola lo vio irse y entre suspiros, fue hasta la oficina donde tendrían esa reunión de directorio.
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ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝕏𝕍𝕀𝕀: 𝕁𝕦𝕒𝕟.
Buenos Aires, 2014.
- ¿Ma? ¡Mamá! - Lola iba llamando a su madre mientras se adentraba al pasillo donde se encontraba la habitación donde sus padres se estarían quedando ese fin de semana.
Rápidamente Carolina se deshizo de Damián, acomodando su ropa y su cabello para alcanzar a su hija y que no entrara en la habitación.
- ¿Qué pasa, mí amor? - Le pregunto fingiendo normalidad.
- Escucha ma, papá está haciendo asado y hay mucho humo. ¿No tenes un pañuelo para prestarme?
- Dale, te doy uno abajo - Carolina en seguida giró a su hija para que caminarán a la dirección correcta y poder respirar tranquila.
- ¿Pero no tenes uno acá? - Insistió la adolescente dejándose llevar por su madre. Lola paró en seco, agarrando a su madre por los hombros y sonriéndole ampliamente - Me olvidé de contarte. Me escribió Juan.
- ¿En serio? - dijo con una sonrisa la madre. Estaba aliviada de poder salir de aquel lugar y cambiar de tema.
- Me dijo muchas cosas muy lindas, mami - Le dijo la castaña totalmente derretida de amor por el joven.
- Bueno, me contas con todo detalle, quiero saber todo - dijo compinche su madre tirando de la mano de su hija para bajar al piso de abajo y así su amante, podría salir sin ser visto por nadie.
[...]
Lola se encontraba ensimismada en su celular. Desde que Juan le había vuelto a hablar, no se despegaba del teléfono. Nicolás había notado esto y no podía esconder su molestia.
- ¿Con quién chateas? - Preguntó Nicolás sentándose al lado de su hermana.
- Con nadie - Contesto secamente Lola.
- Dale, ¿Es con Juan? ¿Apareció el garca ese? A ver, déjame ver - Hizo el intento de quitarle el celular pero la chica en seguida lo alejó.
- ¿Qué haces? ¡Cálmate!
- Para nena, ¿Qué te pasa?
Mia observaba la situación de reojo, ella sentía una atracción por Lola pero la adolescente ya le había dejado en claro que no podría ser. Aún así, Nicolás seguía insistiendo por la atención de la joven Kaplan aún cuando ésta lo había rechazado tantas veces. Lola se rió al ver el rostro amargado de su hermano, odiaba ser rechazado por la chica que le arrancaba suspiros.
- ¿No te das cuenta de que estás regaladisima? - volvió a insistir el rubio.
Lola lo miró, aún sin entender cómo se ponía así cuando el no paraba de perseguir a Mia.
- ¿Por qué no te metes en tus cosas? Además acá el regaladisimo sos vos con Mia. Ridículo - Le dijo la adolescente mirándolo de reojo.
- ¿Por qué ridículo? - Le preguntó el hermano.
- ¿No te diste cuenta? - Lola no pudo ocultar una sonrisa divertida. En seguida miró hacia el pasillo para comprobar que no hubiera nadie que escuchará - A Mia no le gustan los chicos.
Nicolás le hizo un gesto de burla, no quería admitir que ni siquiera se había dado cuenta de aquel dato. Lola se rió de su hermano, y volvió a concentrarse en su celular.
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Las familias se habían escapado de la ciudad por el fin de semana largo. Habían alquilado unas cabañas hermosas, donde casi no se escuchaba ningún ruido y el paisaje era hermoso. Todos se fueron instalando en cada habitación, y se vivía un ambiente muy tranquilo.
- Ya dejé todo arriba, ¿Querés que te dé una mano con algo? - Preguntó Lola a Raquel que se encontraba en el sofá acurrucada en el regazo de su marido.
- Sos una genia - Le dijo la mujer - ¿Te puedo hacer una pregunta? ¿Qué vamos a comer?
- ¿A ella le vas a preguntar qué vamos a comer? - Se quejó Damián.
Lola rió.
- Bueno, papá hace muy buenos asados. - Dijo la adolescente mientras veía como su madre aparecía. - Ma, ¿Papá está arriba? Le voy a decir de hacer un asado.
Carolina le sonrió asintiendo y la castaña subió las escaleras.
[...]
Raquel le pidió a Lola si la podía acompañar a comprar la carne, ya que Santiago había aceptado hacer un asado. La adolescente aceptó, le gustaba pasar tiempo junto a la mujer, siempre aprendía algo nuevo.
- Dijo el encargado que si no llevamos estás bolsas, nos traemos todo en las manos - Dijo Lola mostrándole las bolsas de tela.
- ¿Por qué? - Preguntó extrañada.
- Porque están prohibidas las de Nylon.
- ¡Ah! Si, claro. Esta bien lo que te dijo.
Ambas salieron por la salida de la casa cuando vieron a Mia sentada sola.
- ¿Por qué no la invitamos? - Preguntó Lola. Le daba cierta pena verla siempre sola aún cuando sabía que tenía un carácter especial.
- Ahora le decimos - Dijo Raquel mientras seguía caminando y hablaban de distintas cosas.
Ambas compraron la carne, Raquel nunca iba de compras así que no tenía mucha idea de cuánto llevar.
- Hay como diez kilos de carne, creo que se te fue la mano - Reconoció la adolescente entre risas.
- Es que nunca sé cómo calcular. Tengo ese síndrome de pensar "No va a alcanzar" "Alguien se va a quedar con hambre.
- Bueno, mí papá dice que es medio kilo de carne por persona. Y acá comemos como veinte - Dijo entre risas llevando la bolsa de carne. - si mis matemáticas no me fallan.
- Hablando de matemáticas, ¿Qué onda tu colegio? ¿Te gusta? - Raquel le preguntó. Mia le había expresado su deseo de ir a una escuela más "normal".
- ¿Mí colegio? Si, tiene buen nivel. ¿Por qué?
- No, por Mia. Estaba pensando en sacarla de ese colegio inmundo al que va.
- Y querés llevarla al mío.
- Si, me parece una buena opción ¿No?
Lola evitó comentarle algo. No sabía cómo Mia encajaría en su colegio. La adolescente se quedó viendo el humo e hizo una mueca.
- Voy a buscar un pañuelo porque con el humo se me va a llenar de olor el pelo.
- Ay la coqueta - Le dijo la mujer y rieron.
- ¿Querés que lleve esto? - En seguida agarró las dos bolsas y fue hasta la casa para guardarlo en la heladera.
Acomodó todo en el refrigerador y subió al piso de arriba para buscar entre sus cosas su pañuelo pero al no encontrarlo fue en busca de su madre.
- ¿Mamá?
Carolina estaba en el cuarto con Damián, no se habían podido resistir al deseo y se habían entregado a la pasión hasta que escucharon a Lola que la andaba buscando.
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ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝕏𝕍𝕀: 𝔼𝕝 𝕥𝕖𝕤𝕥. ℙ𝕒𝕣𝕥𝕖 𝟚.
Lola fue directo a la habitación de sus padres para buscar a su mamá. Quería hablar de lo que había vivido con Juan y además preguntarle sobre el test de embarazo.
- ¿Qué pasa Lolita? - Carolina preguntó algo nerviosa.
- Quiero hablar con vos - Le dijo la adolescente seriamente.
La madre en seguida se levantó para ir con su hija a la habitación de ésta.
- Charla pendiente - Le dijo a su hija mientras cerraba la puerta detrás de ellas.
Ambas se sentaron. Lola lo hizo en la silla del escrito y la mujer en la cama de la adolescente. A Lola se la notaba algo nerviosa y le costaba empezar a contarle lo que había pasado. Luego de un largo minuto, se decidió a hablar.
- Estuve con un chico. Juan se llama. Nico lo conoce, es un poco más grande que él... Tiene mí edad.
- Algo me contó papá - Dijo con una sonrisa la madre.
- Si, pero él no me obligó a nada. Yo lo hice porque quise... Y me cuide - Dijo segura. - Pero no sé, ahora Nico me está torturando, está enojado conmigo.
- Importante - Dijo Carolina acariciando la mano de su hija - ¿Cómo te sentiste vos? ¿Qué te pasó? ¿Cómo lo hiciste?
- Fue lindo... A mí Juan me gusta, mucho. - Lola sonrió - Pero bueno, ahora no me contesta el teléfono. Quizás a él no le pasó lo mismo que a mí, capaz se acuesta con otras chicas...
- No, no, no te imagines cosas - La interrumpió la pelirroja - Porque en realidad vos nunca podes saber que es lo que le pasa en su cabeza, que piensa, que siente... Nunca intentes meterte en la cabeza del otro porque no funciona, no te ayuda. - Hizo una pausa y continuó - ¿Sabes que siento? Que en el momento en que menos te lo imaginas... Clink, clink en el teléfono aparece un mensaje que te va a llamar. Vas a ver. - Lola le sonrió, amaba a su mamá y como lograba animarla.- ¿Y Nico? Esta re celoso. Olvidate, ya se le va a pasar.
- Si... Nico se enojó porque encontró un evatest en el baño - Le dijo con lentitud la adolescente. Carolina poco a poco fue borrando la sonrisa. - Y pensó que era mío... ¿Era eso lo que buscabas?
- Si - Asintió Carolina - pero no le digas a tu papá porque no quiero molestarlo con un embarazo imprevisto. Además dio negativo.
- Y bueno ¿Si dio negativo por qué no se lo vas a contar?
- Quiero que veamos a mí ginecólogo. - Rápidamente Carolina cambió de tema.
- No, no ma.
- ¿Por qué no?
- Me de vergüenza. Todas esas mujeres mirándome, no.
- Para. Se me ocurre una cosa. Héctor. Te conoce desde que naciste ¿No? Le voy a pedir por una única vez que venga a casa, que hable con vos, que le preguntes lo que vos necesites, tus dudas...
Santiago entró en la habitación con una sonrisa.
- Permiso. Las molesto. Tu teléfono. - Le devolvió el celular a su esposa. - Tengo dos noticias: una buena y una mala. La primera es que nos vamos de viaje el fin de semana largo con los Kaplan.
Lola se alegró por la noticia pero en el rostro de Carolina no había emoción. Eso sería estar de nuevo en un mismo lugar que Damián, no era una buena idea.
- ¿Y la buena? - Preguntó Carolina secamente.
- Esa es la buena... La mala es que se pegaron los fideos.
- ¡Los fideos! - Exclamó Lola mirando a su padre.
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ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝕏𝕍𝕀: 𝔼𝕝 𝕥𝕖𝕤𝕥.
Buenos Aires, 2014.
Lola salía de su habitación cuando vio la puerta del baño entreabierta y la luz prendida por lo que entró a apagarla. La sorpresa se la llevó cuando vio a su madre agachada buscando algo en el tacho de basura.
- Ma, ¿Qué haces? ¿Buscas algo? ¿No querés que te ayude?
- No, no, mí amor. Anda preparando la comida.
- Ah bueno, dale.
Lola en seguida fue a la cocina para terminar la comida que había empezado su madre hasta que llegó Nicolás, quien miraba extrañamente a su hermana.
- ¿Cocinando? ¿Que tenés un antojo? ¿Qué pensas hacer?
Lola lo quedó mirando sin entender de qué estaba hablando. Nicolás había encontrado una caja de un test de embarazo y en seguida ato los cabos.
- Fideos - Contesto Lola aún sin entender que le pasaba ya que cada vez se le acercaba más mirándola de forma extraña.
- Dale Lola, no te hagas la boluda. Yo sé bien en qué andas y eso te pasó por regalada.
- ¿Qué?
- Lo encontré en el baño - Nicolás la miraba con el ceño fruncido y le mostró la caja del test a lo que Lola rió, ya que ella no había sido.
- ¿Y yo que tengo que ver con eso? - Le pregunto mientras seguía revolviendo los fideos.
- ¡Lola deja de mentir! Yo sé que te pasó. Te regalaste con Juan y ahora te querés matar.
- ¿Qué? - Siguió preguntándole al chico que no paraba de darle hipótesis.
- Si, te vas a cagar la vida por boluda.
- Ay Nicolás estás diciendo cualquier cosa. Estás flasheando - La charla había empezado tranquila pero ya se había vuelto una discusión y los tonos de ambos aumentaban más.
- No, no estoy diciendo cualquier cosa. No estoy flasheando.
- SI ESTÁS FLASHEANDO, ESTAS LOCO - Le contestaba a los gritos la adolescente a su hermano que no dejaba de atacarla.
- Basta, ¿Que pasa? ¿Por qué pelean? - Carolina apareció buscando saber cuál era el problema entre los hermanos. El teléfono no paraba de sonar y de un momento a otro la cocina era un rejunte de ruidos. - ¿Qué pasó?
- Nada, boludeces de Nicolas - Lola bajó su tono de voz volviendo a concentrarse en la comida. Sabía que si de ella no era el test, solamente podía ser de otra persona.
- No son boludeces - Intervino Nicolás a lo que Lola volvió a contradecirlo.
- ¿Que pasó? - Insistió la madre.
- Hace una hora está sonando el teléfono, ¿Nadie piensa atenderlo? - Pregunto Santiago saliendo de su habitación. El teléfono dejo de sonar pero en seguida el celular de Carolina lo hizo. Era Raquel. - Es Raquel, ¿No atendes?
- No tengo ganas de atenderla - Dijo Carolina antes la pregunta de su marido.
- Si ma, atendela. Cuando vos estuviste afuera Raquel fue re copada conmigo.
- Si, tiene razón tu hija. - Coincidió Santiago.
- Corto y hablamos nosotras - Dijo Carolina algo dolida por el comentario de su hija.
Nicolás seguía insistiendole a Lola sobre el test y Santiago en seguida se dio cuenta que entre sus hijos pasaba algo.
- ¿Hay algo que deba saber de ustedes? ¿No pasa nada?
Ambos adolescentes negaron y Santiago asintió. Se marchó a su habitación y Nicolás volvió a acercarse a su hermana.
- Pensa bien en lo que les vas a decir.
- Pero cállate, estás insoportable - Dijo Lola golpeándolo con un repasador en la cara. - sos un tarado.
- Si, yo sé todo.
Lola harta de la discusión dejó todo y se fue en busca de su mamá para poder aclarar todo lo que había pasado.
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ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝕏𝕍: 𝕃𝕒 𝕗𝕠𝕥𝕠.
Buenos Aires, 2014.
El primer día de Lola estaba yendo muy bien. Había salido de la escuela y se había dirigido a la pesquera. Todas las personas la habían recibido muy cariñosamente y se adaptaba muy bien al ambiente que había. Tenía que actualizar algunos archivos desde la computadora de Damián pero se encontró con la sorpresa que ésta tenía contraseña por lo que enseguida salió de la oficina para buscar a su jefe. Se lo encontró observando la cadena de producción aunque parecía ausente.
- ¿Damián? - Insistió al ver que el hombre no le respondía. - ¿Damián?
El hombre la miró de reojo, como si volviera a la realidad.
- Hey... ¿Que haces Lola? Perdón, estaba colgado.
- Si, me di cuenta - Dijo entre risas la adolescente. - En algo lindo se ve, por la cara digo...
- Si, si - Damián contestó seguro. Recordaba el fin de semana con Carolina y lo bien que ambos la habían pasado. - Algo muy lindo. ¿Qué decís?
- Si, te decía: necesito la clave de tu computadora.
- ¿Para qué?
- ¿No me pediste que cambie tus archivos viejos a uno digital?
- Si, si, vení que te lo doy.
Lola asintió y lo siguió hasta su oficina. Damián tenía un buen motivo para no darle la computadora de primera a la adolescente. En sus archivos se encontraba una foto de él junto a Carolina y claramente la chica no podía verla.
- Ésta divina Raquel en esa foto - Comento Lola viendo el fondo de pantalla dónde se encontraban todos los Kaplan.
- Si, es divina, es linda. Y buena madre.
- Si, hasta con los hijos ajenos te diría - Concordó Lola que había recibido consejos de su parte.
- ¿Por qué? - Quiso saber Damián.
- El domingo yo necesitaba hablar con mí mamá y como ella no estaba, Raquel organizó un asado... Me hizo muy bien hablar con ella.
- ¿Si? Mira qué bueno... Con Mia le cuesta un poquito más comunicarse pero bueno, así son las cosas... Ehm, ¿Me haces un cafecito, Lola?
- Si, si - Dijo Lola rápidamente yendo a preparar el café mientras Damián aprovechaba a eliminar la foto que los pondría en aprietos.
En ese momento entró Andrés, trayendo una carpeta en sus manos.
- Te quería recordar lo de Mar del Plata, para que no te olvides - Damián levanto la mirada y luego vio a Lola. Su primo los había encontrado en el hotel y desde ahí lo tenía amenazado. - Lo de los pulpitos... nunca llegaron. ¿Te encargas vos entonces?
- Si, si, ahora llamo - Miro a su primo con recelo. Andrés les sonrió de esa forma tan característica de el y se marchó.
- Un copado tu primo - Dijo Lola entregándole el café.
- Muy copado - le sonrió Damián aunque lo que menos pensaba de su primo era eso. El hombre sabía que al tener esa información, Andrés sería un gran problema.
[...]
Al final se su jornada laboral, Carolina fue a buscar a su hija aunque siempre tenía la esperanza de ver a Damián.
Cuando Lola salió de la oficina, se encontró con una Raquel algo nerviosa. A la mujer la habían llamado, diciendo que el Sr y la Sra habían reservado una habitación el fin de semana anterior, cuando ella no había salido de su casa. Carolina fue a advertirle esto a Damián y luego volvió con su hija, Lola la notó alterada pero su madre no paraba de decir que estaba todo bien.
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ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝕏𝕀𝕍: 𝕃𝕒 𝕖𝕟𝕥𝕣𝕖𝕧𝕚𝕤𝕥𝕒.
Buenos Aires, 2014.
El día tan esperado por Lola había llegado, tenía su primera entrevista de trabajo y los nervios la carcomian. No había pegado un ojo en toda la noche pensando en que diría y pensando que se pondría.
Su padre la dejó en la pesquera y le deseo suerte, aunque él sabía que lo haría maravillosamente. Se adentró en el interior de la pesquera y tímidamente fue preguntando por el despacho de Damián.
Se encontró a dos personas hablando, Azucena que era la mano derecha de Damián y a Andrés, el primo de este.
- Hola, ¿Qué tal? - Saludo con suavidad llamando la atención de estos dos.
- Hola, ¿A quién buscas querida? - Le preguntó Azucena.
- Ehm, vine a ver a Damián Kaplan... Es por una entrevista.
- ¿Vos sos? - Intervino con interés el hombre.
- Lola. Lola Alvarado. Mis papás son amigos de los Kaplan - Le contesto la adolescente.
- Ah... Yo también soy Kaplan. Mucho gusto, Lola. Mí nombre es Andrés - Estiró su mano y Lola la apretó en forma de saludo.
- Mucho gusto - Le dijo con una sonrisa.
- ¿Cuántos años tenes? - Quiso saber el hombre ante la mirada de sospecha de Azucena. La mujer no confiaba nada en Andrés y menos cuando había jovencitas en el medio.
- 18...casi - contesto dudosa la chica.
- Mayor de edad... Casi - Contestó burlón el rubio.- Excelente. Eso es una condición primordial para trabajar con nosotros... Porque somos todos muy prolijos ¿No Azucena? - La mujer solamente lo miraba con desdén a lo que el hombre la ignoró. - Lola, Damián no está pero si querés venís a mí oficina y me contas.
Lola asintió y se despidió de Azucena para seguir a Andrés a su oficina.
[...]
Ya en la oficina, ambos se sentaron para hablar.
- Que raro una chica tan jovencita con ganas de trabajar.
- Bueno, quiero mí propia plata para mis cosas.
- Muy bien, me gusta esa actitud, Lola. ¿Además de trabajar pensas en estudiar?
- Si - contestó segura la adolescente. - Administración de empresas.
- No te va a quedar tiempo para nada - Le dijo entre risas Andrés - ¿Eso lo sabe tu novio?
- No, no tengo novio todavía - Lola contesto negando con su cabeza.
- ¿Y que hacen las chicas de tu edad por ejemplo? ¿Salen a la bailar? - Andrés se había acercado a su escritorio como si fuera a devorar una presa.
- Hmm, no, no, somos más de juntarnos en una casa - Le explicaba la castaña a lo que el hombre asentía.
Damián entró sin golpear, había sido advertido por Azucena.
- Lola, espérame en mí oficina por favor - Le dijo el hombre a lo que la adolescente asintió y se puso de pie para ir a donde le había dicho Damián.
Damián se acercó a su primo para dejarle solo una advertencia: que no se metiera con Lola o lo pagaría caro.
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ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝕏𝕀𝕀𝕀: 𝕃𝕒 𝕝𝕝𝕖𝕘𝕒𝕕𝕒.
Buenos Aires, 2014.
Carolina había engañado a toda su familia diciendo que se iba a visitar a su hermano pero en realidad se había ido a Mar del Plata con Damián. Todo marchaba bien hasta que la sorpresiva llegada de Andrés, el primo del hombre, había cambiado todo. El miedo a ser descubiertos los había hecho volver antes a sus casas, tomando la decisión de que no se verían más.
La mujer seguía conmovida por todo lo que había pasado, pero sabía que era lo mejor. Ya no más mentiras, no más engaños.
Llegó a su casa y observó por la ventana. Estaban Lola y Santiago hablando. Se secó las lágrimas y entró.
- Sos un exagerado, papá - Le decía Lola con una sonrisa y cuando vio que su madre entró, giró su cabeza. - ¡Hola! No te esperábamos sino te cocinaba algo, no hay nada acá - Se lamentó la adolescente viendo si había sobrado algo de la cena.
- No, me vine antes - Dijo con la voz tranquila Carolina.
- Que sorpresa - Coincidió Santiago.
- ¿Nico? ¿Se fue a dormir? - Quiso saber la madre.
- Si, si, se fue a dormir. Vení, sentate acá - Lola se corrió de asiento para dejarle lugar a su mamá. Ésta saludo a ambos y se sentó en la silla. - ¿Estás bien?
- Si, si, solo estoy un poco cansada por el viaje nada más. Uh que buena pinta tiene eso, ¿Me cortas un poco? - La pelirroja observó el flan que estaba comiendo Santiago.
Lola en seguida se levantó de un salto para ir a cortarle una porción a su madre.
- No sabes lo que es, la mano que tiene tu hija - Dijo Santiago orgulloso de Lola.
- Bueno papá, es instantáneo te dije. Sos un exagerado.
- Bueno, pero tenés la mano de mamá, porque hay que batir.
Carolina quedó mirando a Santiago, todavía seguía algo distraída por todo lo que había pasado.
- ¿Ya te vas a dormir? - Le preguntó a su marido.
- Ya me voy a dormir, porque mañana me levanto temprano con los muchachos para trabajar... Pero decime, tengo tiempo - Le contesto el hombre mientras comía otro poco del flan. - ¿Por? ¿Que pasa?
Lola tocó el hombro de su mamá y con una sonrisa la abrazó. Ella también seguía conmocionada con lo que había pasado y estaba tan ansiosa por contarle a su madre.
- Ay, cuanto amor - Le dijo Carolina a su hija emocionada.
- Te extrañé - Confesó la adolescente apretando aún más el abrazo. - Te extrañé mucho... Mañana tengo la entrevista en la pesquera. No sé si Damián se acordará.
- Caro, ¿Lo llamas vos a Damián? Porque sino se va a poner a hablar de trabajo conmigo y no tengo ganas, es tarde. - Intervino Santiago.
- No puedo creer que ya empieces a trabajar - Le dijo su madre. Ella había intervenido en que Damián le ofreciera trabajo para que ganará experiencia y pudiera probar si le gustaba o no para seguir su carrera. - No lo puedo creer.
Ambas se miraron con una sonrisa y con el instinto de madre, Carolina notó que algo andaba mal.
- ¿Estás bien? - Quiso saber a lo que Lola bajó la cabeza.
- Si, si. Me gustaría mañana charlar con vos después de la entrevista.
- Obvio, si, si. - Carolina tenía los ojos llenos de lágrimas. Todo estaba revolucionado en su vida y no lo podía creer.
- Te quiero. Hasta mañana - Abrazo a su mamá y se puso de pie para saludar a su papá - Hasta mañana pa, comelo todo eh.
- Está genial - Dijo Santiago continuando con otro bocado mientras su hija se iba a su habitación.
En el comedor quedaron el matrimonio hablando, Carolina no perdió la oportunidad de preguntar porque Lola estaba tan distinta y Santiago muy a pesar le dio la noticia de que había estado con un chico. Lágrimas caían de los ojos de la madre que se lamentaba no haber estado en ese momento tan importante de su hija aunque su alegría se esfumó cuando su marido le dijo que fue Raquel quien la aconsejo y escuchó.
Entre charlas de cómo le había ido, Carolina cometió el error de decir que le había llevado un juguete a su sobrino pero a Santiago esa misma tarde un remisero le había dicho que su mujer se lo había olvidado en el remis. Con una mentira más, logro convencer a Santiago y zafar de la situación.
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ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝕏𝕀𝕀: 𝕃𝕒 𝕡𝕣𝕚𝕞𝕖𝕣𝕒 𝕧𝕖𝕫. ℙ𝕒𝕣𝕥𝕖 𝟛.
Raquel había invitado a los Alvarado a comer un asado ya que Damián no estaba y ella no quería almorzar sola. Santiago seguía consternado por la noticia que había recibido y al contárselo a Raquel, ésta no tardó en invitarlos y así aconsejar al pobre padre preocupado.
Cuando Santiago comenzó a hacer el asado, Raquel llamó a Lola para que la ayudara con las guarniciones y la adolescente aceptó, se llevaba excelente con la mujer y quizás podría pedirle un consejo con lo que estaba viviendo hasta que su madre regresará.
- ¿Vos querés hacer feliz a un hombre? Acordate siempre dos cosas que te voy a decir - Raquel cortaba los vegetales mientras Lola le iba pasando más. - Una pelota de fútbol y una parrilla. Listo, los tenés en la palma de tu mano. No son como nosotras que nos gusta charlar, hablar, reírnos...
Lola se reía ante lo que la mayor decía y se giró para ver en la sala a Mia, la hija de los Kaplan que estaba viendo su tablet como siempre. A pesar de lo que había pasado entre ellas, Lola no podía ser mala y verla así le dolía un poco.
- ¿No sé estará aburriendo un poco Mia allá? - Le pregunto a Raquel y la mujer también miro a la dirección.
- No, pobre Miucha. Es así. Tranquila, más introvertida. No le gusta estar mucho con gente, busca sus momentos de soledad... Vos no pareces así, pareces nada que ver, como alguien que cuenta más sus cosas... - Raquel le había dicho a Santiago que le averiguaria todo lo posible y estaba tratando de convencer a Lola para que le contara todo.
- No, no, bah depende.
- Si, obvio depende - Afirmó con una sonrisa calida Raquel. - Depende con quién, depende en qué momento, depende de cómo te sientas ¿No? Igual a mí me gustaría que ella me contara más sus cosas pero bueno - la mujer hizo una mueca. Aunque sé quisiera acercar a su hija, Mia la rechazaba.
- ¿Que cosas por ejemplo? - Quiso saber Lola.
- Las únicas cosas que nos importan a nosotras - Raquel hablaba de una forma tan amigable que hacía reír a Lola. - hombres, chicos, que me cuente algo, si la invitaron así salir, si la miraron, si le gusta alguno ¿A vos te gusta alguno? - Hablo rápidamente mientras miraba a Lola - Bah si querés no me cuentes pero ¿Te gusta alguno?
Lola río y se mordió el labio inferior, algo nerviosa.
- ¿Te puedo hacer una pregunta? - Quiso saber la castaña.
- Obvio.
- En realidad, tengo una amiga que... Bueno, que lo hizo...
- Ay decime por favor que se cuidó.
- Si, si, si - Respondió segura Lola y continuo - Era su primera vez y la verdad es que pensó que iba a ser distinto. Que iba a ser con un novio después de mucho tiempo.
- Imaginó como un camino de velitas y un gran cartel con pétalos de rosa diga "te amo" y unas campanas de fondo sonando. Todo un romance puro y no... - Raquel le seguía la charla de una forma divertida para que la chica no se sintiera tan nerviosa y funcionaba, ya que Lola se notaba más tranquila y se reía de lo que la contraria le decía.
- Y no, y no, y no... Y el chico no la conoce mucho a ella y ahora ella tiene miedo de que quizá el pibe piense cualquier cosa, que es... No sé - Las palabras de Nicolás seguían dando vuelta en la cabeza de Lola.
Raquel la quedó mirando por primera vez con seriedad.
- ¿Te puedo decir lo que pienso con respecto a eso?
- ¿Qué?
- Que el amor está buenísimo. Y es porque siempre es diferente. Las experiencias son distintas, o uno se siente distinto. Mira lo que me pasó con Damián. Lo vi y me volví loca de amor con él. Fue la primera persona con la que estuve... Le llegas a contar esto a alguien... Mutis eh - Dijo Raquel buscando ponerle humor a la situación a lo que Lola rió.- Y miramos ahora ¿Cuánto tiempo pasó? Felices, enamorados, con chicos sanos, nos reímos, nos divertimos y estuvimos toda la vida juntos. No quiere decir nada. Lo único que importa acá es que una tiene que ser la que está segura que quiere hacer no sentirse obligada porque el tipo tenía ganas y eso. No. Acá lo importante es que una sepa que si, que quiso compartir ese momento con esa persona especial.
Lola la miraba atenta y le sonrió cuando terminó.
- Se lo voy a decir - Le dijo agradecida - Se va a quedar más tranquila.
- Y vos también agarras la información ¿No? - Ambas se abrazaron como si fueran grandes amigas.
- Gracias, de verdad gracias - Le dijo la adolescente y Raquel le guiñó el ojo, volviendo a cortar los vegetales para la ensalada.
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Lola luego de haber pasado lo que quedaba de la noche con Juan, volvió a lo de su amiga que había sido su cómplice y fue a buscar sus cosas luego del tan esperado cuestionario que le tendió. Y claro que no podía zafarse.
Después de caminar las cuadras hasta su casa, Lola quiso entrar en silencio pero se encontró a su familia reunida en la sala, y algo temerosa entró pero notó en el tono de su madre que no estaban enojados. Eso significaba que Nicolás no había dicho nada.
- Hola Lolita.
- Hola... ¿Y ese bolso? - Preguntó extrañada.
- Me voy a ver a tu tío - Contesto Carolina mientras terminaba de guardar las últimas cosas.
- Ah... ¿Así de la nada? ¿Pasó algo? - No tenían relación con su tío Vicente y era extraño que fuera a visitarlo.
- No, nada grave. Parece que se cayó del caballo, no se. Tengo ganas de ver a mí sobrinito.
- Bueno - Susurro Lola nerviosa. Odiaba mentirle a sus padres pero no había tenido otra opción. La adolescente cruzó mirada con su hermano que se lo seguía notando molesto. Claro que para sus padres esto no paso por alto.
- ¿Todo bien? ¿Pasó algo entre ustedes? - Pregunto Carolina al verlos mirarse de aquella manera.
- No, no, pasa nada- Contesto secamente Nicolás.
- ¿Seguro? Los conozco eh. ¿Y vos cómo la pasaste con tu amiga anoche?
- Bien, bien - Sonrió Lola mientras miraba a su mamá.- ¿Y cuando volves? - en seguida busco cambiar de tema.
- El lunes a la mañana ya estoy acá. - Una bocina sonó afuera que indicaba que el auto ya había llegado - El remis, nos vemos - besó a cada uno de sus hijos y Santiago la acompañó a la puerta.
Lola se acercó a su hermano lentamente esperando hacer las pases.
- Gracias... Por no decirles nada.
- Hm, yo no soy buchón... Pero vos...
- ¿Pero yo que?
- Lola ¿Vos no entendés que el pibe no quiere ser tu novio? Lo único que quiere es darte.
- ¿Qué?
- Si, quedaste como una regalada y yo como un forro - Le dijo su hermano a la vez que iba a su habitación.
- ¿Pero que te importa como quedas? ¿Que te importa? ¡No te metas en mí vida! - le gritó enojada la adolescente mientras se sentaba en el taburete totalmente indignada.
[...]
Esa misma noche, Lola no quiso comer. Se sentía rara, y tampoco quería compartir la mesa con Nicolás para seguir discutiendo. Estaba terminando unas tareas cuando unos golpes en la puerta la distrajeron. Santiago abrió un poco la puerta y la miró.
- ¿Puedo? - preguntó con suavidad.
- Si, obvio - Le dijo bajo la adolescente.
El padre pasó, sentándose en la cama. Miro a su hija y le sonrió.
- Quería darte un beso.
No recibió respuesta. Lola no podia mirarlo a los ojos, le había mentido y ahora se sentía culpable.
- ¿Qué pasó que no quisiste comer nada? - Su padre la conocía y sabía que algo le pasaba a su hija. - ¿Estás bien? - Volvió a insistir.
- Si. Estoy bien - Contesto rápidamente Lola sin apartar la vista de su cuaderno.
- Hm, ¿Estás bien? Mírame, mírame, mírame - Con una sonrisa Santiago trataba de indagar que le pasaba a Lola ya que nunca se comportaba así.
- Estoy bien papá - Suspiró. Se sentía culpable de no poder hablar con su padre y que su madre no estuviera para darle un consejo ya que lo que le había dicho Nicolas daba vueltas por su cabeza.
- Ya se. Una de las chicas. Otra vez discutieron.
- No... Prefiero hablar con mamá.
- ¿Qué pasó? ¿Por qué con mamá? ¿Sobre qué? - Santiago se había puesto más serio.
Lola lo miró dudosa, no sabía si decirle o no. Sabía cómo se pondría Santiago y más con aquel tema.
- Pa, no quiero que te enojes pero... Ayer no dormí en lo de una amiga.
- ¿Qué hiciste Lola? ¿Dónde dormiste? ¿Me podes explicar donde estuviste?
- Para... ¿Ves que no se puede hablar con vos? - Le dijo con suavidad la hija viendo como su padre ya estaba perdiendo la paciencia.
- ¿Cómo no se va a poder hablar conmigo? Soy tu papá...
- Bueno justamente porque sos mí papá, porque sos hombre... Me da vergüenza.
Santiago la quedó mirando como si hubiera visto a un fantasma. Una mezcla de sensaciones estaban pasando por el. Entendía lo que pasaba y eso le molestaba aún más que la mentira.
- Igual quédate tranquilo, porque me cuide - Lola susurraba y bajó la mirada, sonrojada por la vergüenza y por la mirada de su padre. Volvió a mirarlo cuando un silencio incómodo invadió la habitación y luego de lo que pareció una eternidad Santiago se puso de pie. Acarició el hombro de su hija y salió de la habitación. Lola suspiró, escondiendo su rostro entre sus manos. Por lo menos ya no ocultaba nada.
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Buenos Aires, 2014.
Lola había sentido una atracción por Juan y él por ella. Ya la fiesta había terminado y ya era de día, pero a los jóvenes no parecía importante. Juan le habia dicho que se quedara y ella habia aceptado. Se encontraba sentada en el sofá algo cariz baja a lo que el joven se acercó para ver si estaba bien.
- ¿Estás bien?
- Se re enojo mí hermano. - Le dijo mientras hacía una mueca. La verdad era que estaba nerviosa por lo que vendría.
- Ya se le va a pasar... ¿Vas a dejar que tu hermanito te arruine la noche?
- No, no es eso.. no se, me da cosa - Murmuró algo nerviosa, era una mezcla de sentimientos.
- ¿Cosa de que? - insistió Juan.
- No sé, de que lleguen tus viejos y...
- Olvídate, olvídate, no vienen hasta el lunes - La interrumpió el joven mientras acariciaba los brazos de la chica - igual si preferis otro día...
Lola se puso de pie rodeando el cuerpo de Juan con sus brazos y lo miro fijamente.
- No, no. Esta bien.
- ¿Segura? - le pregunto Juan a lo que Lola asintió mordiéndose el labio inferior.
Ambos se besaron, empezando con suavidad y lentitud, conociendo la boca del otro. Lola tímidamente metió las manos debajo de la camiseta de Juan a lo que él ayudo a sacársela. El varón en seguida comenzó a adueñarse del cuello de la adolescente, acariciando su cuerpo con lentitud.
Lola se encontraba segura pero con nervios. Jamás había estado con un hombre y si bien Juan le gustaba, no lo conocía mucho.
Los besos lograban llevarla a un punto en que no quería parar, quería seguir conociendo este nuevo mundo que estaba viviendo. Entre besos y caricias, fueron a la habitación de los padres de Juan. Éste último se recostó en la cama, dejando que la chica se acomode encima suyo para que se sintiera libre y cómoda. Lola, algo insegura se sentó a horcajadas sobre el joven, sacándose la remera para luego desprenderse de su sostén. La mirada del hombre la hacía sentir segura y hermosa, lo que ayudaba para quitar su timidez de en medio.
Él terminó de quitar las prendas que quedaban y tomando todas las precauciones, le pregunto nuevamente si estaba segura. Ella solamente asintió y lo acalló con un beso.
Juan la tomo con suavidad dejándola en la cama y se acomodó entre sus piernas. Ella estaba lo suficientemente húmeda para no sentir dolor ni molestia. El castaño la penetró con delicadeza, observando cada gesto que la chica hacía. Era consciente de que era la primera vez de ella y no quería que se llevará un mal recuerdo. Ella lo quedó mirando, dolía un poco pero no era nada molesto.
- Estoy bien - Le dijo con un hilo de voz acariciando las mejillas del chico. Se acercó a él para besar sus labios con más intensidad, buscando su lengua con la de ella a la vez que el muchacho comenzaba a moverse más fuerte. Dolía, pero nada que no pudiera soportar.
El dolor se disipó y solo dejo lugar a el placer, a esa sensación que no había experimentado nunca. Los movimientos del chico cada vez eran más fuertes y rápidos, mientras aprovechaba a besar y a acariciar cada parte de la chica. Ella se encontraba en el cielo, había imaginado muchas veces su primera vez pero era aún mejor de lo que su cabeza había creado.
Juan se encargó de que ella disfrutará y se llevará todo el placer, haciéndola conocer su cuerpo. Ambos cayeron exhaustos en la cama y solamente se miraron con una sonrisa. Sabía que no se iban a olvidar de esa noche nunca.
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Buenos Aires, 2014.
Lola se iba a quedar a dormir en lo de su mejor amiga, ambas habían sido invitadas a una fiesta que sonaba interesante. Claro que la adolescente no le había dicho nada a sus padres, los conocía y se preocuparian más si sabían que no conocían al propietario de la casa.
La tarde pasó entre peinados y maquillajes, risas y cotilleos de compañeros que se enteraban. La joven Alvarado no era de salir mucho a fiestas entonces quería aprovechar a divertirse y sobretodo a bailar, ya que era una actividad que le encantaba.
La hora llegó y pidieron un remis ya que la fiesta quedaba a unas cuantas cuadras y era de noche para ir solas. Tocaron el timbre de la casa y el mismo organizador de la fiesta les abrió.
- Bueno, bueno, bienvenidas. - Les dijo Juan con total confianza abrazando a Lola.
- Hola, trajimos unas birras - Contestó Lola con timidez. La adolescente pasó a la casa, observando todo el recorrido pero se quedó helada al reconocer el rostro de su hermano menor sobre las escaleras. Él también pensó lo mismo ya que su cara se mostraba la expresión de incomodidad.
- ¿Que haces acá? - le pregunto Nicolás a Lola cuando se encontraron.
- ¿Que haces vos acá? - Le replicó la joven mientras se cruzaba de brazos.
- ¿Mamá y papá saben que estás acá?
- No, y no les vas a decir nada.
- Ésta era mí fiesta Lola, me cagaste todo - Explotó Nicolás saliendo de la casa seguido de Federico.
Lola bufó y se mordió el labio inferior, no pensaba encontrarse a su hermano allí. Sin dudas la noche no había salido como lo esperaba.
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Buenos Aires, 2014.
Lola y Carolina entraron a la casa sosteniendo bolsas de compras mientras hablaban sobre la que carrera le gustaba a Lola.
- Algunas materias te van a gustar, otras no - le explicaba su madre mientras rodeaba la barra de la cocina y su hija la seguía. - Lo que tenés que tratar es imaginarte trabajando de eso.
- No puedo imaginarme trabajando - Confesó entre risas la adolescente dejando las bolsas en la mesada.
- Bueno, entonces imagínate cocinando porque no se qué le voy a preparar a tu padre. ¿Qué te imaginas?
- No sé ma, es tu marido no el mío. Mira, te está llamando - le dijo la hija mientras sacaba las cosas de las bolsas. El teléfono de la mujer estaba sonando pero sabía que era Damián, por lo que rechazo la llamada. - Ah bueno... Tarta de salmón... Te gastaste todo tu sueldo en esto - Le dijo Lola mientras fruncía sus labios, era una comida que jamás había tenido la oportunidad de probar.
- Si, tu papá se lo merece. Esta trabajando un montón, para pagarte el viaje, la fiesta, el vestido, un montón de cosas más.
- ¿Sabes que? Raquel me dijo que tiene un montón de revistas de moda para darme, ¿Por qué no la llamas?
- Ah dale, ahí le pregunto.
La adolescente comenzó a ordenar todo mientras escuchaba como su madre hablaba con su amiga para buscar las revistas y así poder elegir algún vestido que le gustaba pero Raquel en seguida le afirmó que podían ir y cortó la comunicación.
- ¿Dónde estaba? - preguntó con curiosidad la adolescente, la charla había sido muy breve.
- No sé, en el banco me parece porque no podía hablar.
- No mamá, esa gente no va al banco. Tiene empleados.
- Tenes razón - le dijo con diversión Carolina mientras soltaba una risa. - ¿Comes solita? ¿Así almuerzo con papá?
La adolescente sonrió asintiendo.
- Cuando termine lo mí fiesta, me gustaría que te pusieras a ahorrar, para comprarte un auto - Le dijo Lola a su madre lo que la hizo reír y negó.
- ¿Estás loca? Después de tu fiesta, está la universidad para vos - Le dijo con dulzura mientras acariciaba su mejilla con suavidad.
Lola miro a su madre con amor y la abrazó, siempre estaba agradecida por el esfuerzo que hacían sus padres, aún dejando sus sueños a un lado por el de sus hijos.
- Te quiero - Le susurró Lola apretando aún más el abrazo.
- Y yo a vos. Mucho - Le respondió la madre besando la mejilla de su hija.
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Buenos Aires, 2014.
Carolina se encontraba perdida en sus pensamientos, recordando ese beso apasionado con Damián y que no estaba para nada arrepentida. Era la primera vez que le había sido infiel a su marido, pero se sentía tan viva que no podía sentirse culpable. Lola la interrumpió, entrando a la habitación sin golpear.
- Ma, ¿Tenés plata? - Le pregunto viendo como su madre se estaba maquillando, y no pudo evitar sonreír. Su madre era una mujer preciosa, y siempre se lo recordaba.
- ¿Podes alguna vez en tu vida golpear la puerta? Te lo pedí antes - Le dijo molesta y nerviosa la pelirroja.
- Que linda que estás - Le dijo su hija ignorando su pedido y mostrándole una gran sonrisa.
- ¿Podes golpear la puerta? De verdad te lo pido, un poco de intimidad - La mujer tartamudeaba de los nervios. - Sino tendré que poner llave.
- No, papá nunca quiso poner llave - Le contesto Lola mirando a su madre.
- Bueno, no tengo problema con los traumas de tu padre. - Ante la cara de duda de su hija, Carolina continuo- Nada, el abuelo lo encerraba pero antes no había pedagogía, nada.
Lola sacudió la cabeza como restándole importancia y prosiguió con su pedido.
- Bueno, necesito plata para comprar unas fotocopias - Dijo Lola hasta que su atención se desvió a los labios de su madre - ¿Ese es mí brillito de labios? ¿Desde cuándo te pintas así? Ay mamá, ¿A dónde vas? - Le insistió su hija mientras le sonreía con complicidad pero Carolina no hacía más que ponerse nerviosa. Había reservado una habitación con Damián y eso la ponía muy tensa.
- Nada Loli, voy a clase de tango... Tengo que entrenar.
- Bueno, voy con vos - Lola se mostró entusiasmada de poder ver a gente bailar tango.
- No, porque es para avanzados y no voy de turista... Otro día te prometo vamos juntas - Le dijo tomando su mano a lo que Lola resignada se dio vuelta para ir al comedor. - Fíjate si hay plata en la billetera, sino hay que pedirle a papá.
Lola fue a la cartera de su madre buscando en su billetera cuando el celular de Carolina se desbloqueo, dejando ver una selfie de Damián en la pesquera. La adolescente al verlo todo de blanco, soltó una carcajada pues le parecía gracioso.
- ¿Que hace Damián así disfrazado?
- No sé, no tengo la menor idea - le dijo la madre sacándole el celular y quitando la foto.
- ¿Y por qué te mando la foto? - Preguntó la adolescente entre risas.
- No me la mandó a mí, la habrá mandado al grupo de WhatsApp.
- ¿Que grupo? Si papá no tiene - Dijo Lola extrañada, ella conocía todo lo de su padre ya que eran muy compañeros.
- No se, lo habrá mandado Raquel. No tengo tiempo, vamos a la parada ¿Si? - La mujer estaba histérica y cada paso que daba parecia más peligroso.
- Bueno, déjame llamarlo que no tengo crédito - Le dijo con una sonrisa tomando el celular de su madre pero ella se lo volvió a quitar.
- Lo llamamos desde la parada y basta de agarrarme el teléfono.
- Bueno... ¿Vos decís que Raquel mando esa foto para que piensen que su marido también trabaja? - Preguntó entre risas Lola pero como si hubieran hablando mal de ella, Carolina la miró con desaprobación.
- No me gusta que hables así.
- Ay mamá ¿Que dije? Estás muy nerviosa, te vas a una milonga no a un campeonato - Dijo la chica molesta poniéndose su bolso en el hombro y saliendo con su madre.
Luego de tomarse el colectivo, Lola bajo en la casa de los Kaplan para ir en busca de su padre. Al tocar el timbre, la que la recibió fue Mía. Ambas se miraron con tensión.
- Hola. Vine a ver a mí papá, se quedó sin teléfono.
- No está - Contesto Mia fríamente y luego recapacito.- pero dijo que volvía en un rato. ¿Querés esperarlo? Pasa.
- Gracias - Dijo Lola mientras pasaba por su lado. - Mia...yo no dije nada ¿Eh? No le conté nada a nadie.
- No dijiste nada porque no pasó nada - Mia la miró con desafío mientras Lola miraba hacia el costado ya que Raquel aparecía.
- Hola Lolita - la saludo la mujer con su simpatía de siempre y beso su mejilla. Al ver el momento incómodo que se había formado, acarició el brazo de ambas adolescentes. - ¿Todo bien? ¿Viniste sola?
- Si, voy a esperar a mí papá - Le dijo Lola con una sonrisa, volviendo a ver a Mia que evitaba la mirada de ambas. No lograba involucrarse ni acercarse a nadie. Ella era todo lo contrario a Lola.
Raquel en seguida las invitó a tomar algo a la cocina, pero solamente la castaña aceptó ya que Mia corrió a su habitación.
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Buenos Aires, 2014.
"¿Que carajo contaste?" Fue el mensaje que le llegó a Lola de un número desconocido.
La adolescente que recién llegaba a su casa de la escuela, miro el mensaje extrañada aunque cierta certeza tenía. "¿Quién sos?" Escribió a la vez que la puerta de su casa se abría y veía como su madre entraba con Damián algo que para cualquiera hubiera sido sospechoso, ellos ya lo estaban naturalizando.
- Hola - dijo con suavidad Lola al verlos y saludó a ambos.
- Hola, que suerte estás mí amor. Damián quería hablarte - le dijo Carolina besando la mejilla de su hija.
- ¿Conmigo? - preguntó con cierto nerviosismo, no quería meterse en más problemas con Mia.
- No la asustes, quería hablar con tu papá pero no está. - Damián hizo una pausa y al ver el rostro de la adolescente continuó. - El tema es que no vemos bien a Mia...
- ¿Y yo que tengo que ver? - Preguntó Lola tajante.
- No, nada pero por ahí te había dicho algo, o hecho algo...
- ¿Hecho algo?
- Si, antes de la pelea.
Lola recordó aquel momento y un estremecimiento la recorrió. Se había sentido mal por esa situación, no haberle dado concentimiento a lo que había intentado hacer.
- ¿Tenés vergüenza? - Insistió Damián con tranquilidad al ver que Lola había quedado muda.
- Loli, decile, no tengas vergüenza, no vas a quedar como una buchona - Intervino Carolina.
- Es que no quiero que me odie - Confesó la adolescente algo temerosa.
- No, no te va a odiar - Le dijo con una sonrisa Damián para buscar calmarla.
- Es por lo que dije mamá, se enojó porque la encontré vomitando - Dijo Lola encogiéndose de hombros, tragándose la otra verdad. - Nada más - Dijo negando mientras asentía ante Damián que le agradecía. Lola tomó su bolso y se fue hasta la habitación.
Cuando Damián se marchó, Lola volvió a salir y se sentó en el taburete que tenían en la cocina.
- ¿Ya se fue? - Preguntó en un susurro.
- Si... Confías en mí, ¿No? ¿Sabes que siempre podemos hablar? - Le preguntó también su mamá con dulzura. Sabía que algo escondía su hija, la conocía. - Dale, contame.
- Ya está, ya te conté - Le contestó la chica negando con su cabeza ante las insistencias de su madre.
Santiago entró junto a Nicolás, quejándose de que tenían hambre y Carolina en seguida busco los ingredientes para hacer una tortilla.
- ¿Alguna novedad? - Preguntó Santiago.
- No, nada - Dijo Carolina.
- ¿Como que no? Vino el papá de Fede preguntando por vos - Le dijo Lola volteando a ver a su padre.
- ¿Conmigo? - Preguntó extrañado. - Lo estuve llamando y parecía que no me quería atender.
- ¿Por qué no lo vas a ver mañana? - Intervino Carolina, algo nerviosa porque había estado en la tarde con él.- Capaz tenía el celular descompuesto.
- ¿Te mando mensaje Mia? Le pidió tu número a Fede... Quizás quería amigarse con vos, no se - Le comentó Nicolás a Lola que juntó las piezas y soltó un suspiro.
- ¿Vino solo para eso? - Continuo preguntándole Santiago a Carolina.
- No, me trajo después de la clase de tango... Quería hablarte de la obra, no se - Le contesto la mujer, pero sin poder mirarlo a los ojos. Solo Damián y ella eran testigos de lo que había pasado en aquel auto.
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Ya en Buenos Aires, los Alvarado llegaron a su casa casi pisando las 7 am. Santiago estaba revisando sus mensajes cuando vio que Damián le pedía que vaya a hablar a su casa y a trabajar solo, ya que por un pedido de Mia no quería que nadie estuviera en su casa ya que se sentía "rara".
- Ah, vieron, vieron que está loca. Yo dije que está loca - Les dijo Lola a sus padres a lo que Carolina se volteó para verla.
- ¿Te podes callar la boca? Ya vamos a hablar Lola. - La reprendia su madre.
- No, no, ¿Sabes que? Hablemos ahora. Del cachetazo que me pegaste en frente de todo el mundo para hacerte la importante - Lola estaba completamente enojada, no la habían escuchado. Sabía que estaba mal lo que había dicho, pero se había sentido incomoda con la situación.
- Te callas la boca que soy tu mamá todavía - Carolina estaba igual, no iba a permitir que le faltará el respeto.
- No mamá, porque no sabías que había pasado, no tenías ni idea.
- Bueno, contanos que pasó - Dijo con calma Santiago.
- Dale nena habla que seguro fuiste vos porque Mia no se mete con nadie - Interrumpió Nicolás mientras miraba a su hermana y comenzaba otra discusión.
- Bueno, basta los dos y decinos qué pasó - Les gritó Carolina a lo que Lola se cruzó de brazos y negó con su cabeza.
- Nada, ya está, no pasó nada. - Dijo ofendida por la postura que tomaba su familia.
- Por nada no haces semejante escándalo ¿Qué paso? - Le contradijo Carolina sin quitarle la mirada de encima a su hija.
- Se enojó porque la encontré vomitando.
- ¿Y qué más?
- Nada, no pasó nada más porque es eso justamente ¡Una loca! - Decía aún cruzada de brazos la adolescente.
- ¿Por qué no me lo dijiste a mí en privado? En vez de insultarla a ella gritándole. - le preguntó Carolina.
- Podría haberle dicho cosas muchos peores - Se lamentó Lola. No había contado toda la historia, no quería armar más problemas de lo que había pero luego hablaría con Mia, no iba a quedar todo así.
Enojada con todos ya que nadie se ponía en su lugar, se fue hasta su habitación.
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