#lo que para ti es relleno para mí es la cosa más linda del mundo [suspira enamorada] 🥹🥹🥹

[ncmra]

el codo sirve de soporte al hincarse sobre la madera, se ayuda de la palma que cobija el mentón y le permite dirigir la mirada a la vista que le ofrece milan. no es su primera vez en la ciudad, pero esa ocasión se siente diferente; quizá, al ser víctima de una atmósfera que la tiene sonriente aún cuando el ambiente ruidoso se da por doquier. abraza la fortuna de poder compartir tiempo con jasper y, aún mejor, la sensación que aletea en sus adentros de saber que, si bien la había abandonado de forma momentánea, volvería por ella. ahí, el tono de voz masculino llega reconfortante, imposible no dirigir la visión a él y regalarle la enésima sonrisa. ‘ no puedo ser objetiva, por mucho que la lluvia sea un obstáculo, no puedo darle una nota baja ’ tantea al elevar un poquito las cejas, las comisuras traviesas le acompañan después. aún, se levanta un poquito para ayudarle a dejar los platos sobre la mesa. ‘ gracias ’  por acercarse a la barra, por acceder a acompañarla, por aparecer en el momento indicado. ahora que vuelve a su asiento, cruza una de las piernas sobre la otra, se tiene que reír al escucharle. ‘ ——no tenías que entenderlo ’ demasiado acaramelado para su gusto, ella, que nunca ha sido fanática de los dulces. ‘ es una cursilería ’ si vira los iris es para ganar un poco de tiempo de preparación mental, opta por disimular el tono carmín sobre los pómulos al bajar la mirada a la taza de café. ‘ farfalla es mariposa ... giardino es jardín — una forma estúpida de llamar a alguien especial… ya sabes ’ la palma en libertad se ocupa de hacer un movimiento que intenta expresar lo que carecen las palabras. ‘ en caso de ser un insulto, creo que hubiese sido más creativa ’ en esa última broma es que se sostiene, se esconde en el instante en el que toma un sorbo de café e, incapaz de quitarle la mirada de encima, acaba por suspirar rendida. ‘ no me tortures ’ arruga un poco la nariz y estira el brazo para picar mejilla foránea con el índice. por la costumbre de encontrar cobijo en la soledad, a namra se le da bien evadir darse explicación a los sentimientos que la envuelven y, por eso, le da miedo afectar negativamente al vínculo compartido. como quien anhela paz, la palma se desliza sigilosa sobre la mesa en búsqueda de contacto y encuentra cobijo en el antebrazo masculino, donde dibuja abstracciones. con la mirada que cae en la influencia de foránea, es imposible fijarse en el resto de personas presentes en el local, o el motivo que los llevó ahí. anhela esa compañía tan cálida, la burbuja en la que sólo pueden existir los dos. ‘ ¿cómo te estás sintiendo? ¿estás cansado? ’  con la intensa semana que tuvieron, sumar la locura en milán no es buena combinación; le preocupa que jasper relegue esa pesadez al silencio. la otra mano toma una cuchara con delicadeza y la lleva al postre para hacerse con un pequeño trozo. ‘ el tiramisú es una de las pocas cosas dulces que me gustan, ¿sabes? ’ la otra excepción, sin duda, sería cualquiera que jasper cocinase. al fin, lleva la cuchara a la boca y saborea el dulce. ' pruébalo, le doy un nueve '

Hay un algo alojado a un costado de su pecho que no logra describir y que solo siente cuando observa a Namra desde el punto de vista de un tercero ajeno a ella. No es la primera vez que le sucede: la primera vez fue en Lisboa, verla desenvolverse con la elegancia propia de alguien que ha nacido para brillar como una estrella ha terminado causando un impacto en su memoria más fuerte del que es capaz de admitir. Lo ha sentido en otras ocasiones, al verla reír al compás del resto de sus compañeros de Beltane, de ser ella misma aún cuando él se ha hecho consciente de algunos de sus más profundos pesares. Es quizás eso mismo lo que lo tiene con los brazos cruzados y la mirada perdida en absoluta fascinación mientras contempla la corta escena, en cómo los ojos adversos se entornan con sorpresa ante lo inesperado de la señora, cómo sus mejillas lucen como un atardecer en Santorini cuando se tiñen de ese encantador rubor suyo, o cuán delicado es el agarre que ahora abandona al minino... Jasper se pregunta a sí mismo si es que Namra ha tenido la oportunidad de apreciarse en todo su esplendor — si es consciente de cuán resplandeciente es su presencia aún sin las joyas que tanto le gustan. Una sonrisa se apodera de sus labios y, gracias a un repentino egoísmo arbitrario, decide guardar aquel intercambio como un recuerdo preciado para él. Allí, en el silencio que acompaña al sereno, el más alto asiente y rodea sus hombros para iniciar el trayecto hasta la cafetería.

Debió imaginar que con el incesante sollozo del cielo, el sitio estaría a más no reventar. Cualquier otro día podría haber reventado su paciencia en mil pedazos, pero sólo le basta con darse media vuelta y apreciar a la menor a unas cuantas mesas, para no dejarse contagiar de los ánimos del resto de comensales que también esperan por su pedido en la barra. No pasa mucho tiempo hasta que su turno llega, y en medio de unos bien maniobrados malabares, Jasper logra con éxito traer el par de tiramisús y cafés hasta la mesa. “¿Qué tal la vista?” Cuestiona tras desviar la mirada al ventanal junto a ellos. La lluvia, a pesar de traer recuerdos llenos de melancolía, le sirve como recordatorio de que nada es permanente, aún si las nubes no parecen ir a ningún lado. “Sabes, no entendí lo que quisiste decir después de entregarle el gato a la señora— lo de la tarjeta.” la sinceridad nunca le falta cuando está a su lado. Con serenidad, Jasper toma asiento frente a ella. “Saber español no me ayuda mucho en otras lenguas romances, ¿farfalla? ¿Giardino? Podría haber sido un insulto y yo no le habría dado el menor cuidado.”