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dmujercristiana · 4 years ago
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Si hemos nacido con dos ojos, dos orejas y una sola lengua, es porque se debe escuchar y mirar dos veces antes de hablar. . Anónimo . Bendiciones para todas! . Con amor 𝓣𝓪𝓷𝓲𝓪 𝓜 𝓞𝓵𝓼𝓼𝓸𝓷 🙏📖🕯💐🙋‍♀️ . . . . . . . . . #Dios #mujeres #cristianos #dmujercristiana #frases #frasesdedios #frasescristianas #pensamientobiblico #frasesbiblicas #frasessabias #frasesdeamor #frasesdemujeres #ojos #orejas #lalengua #escuchar #mirar #hablar #mujerdefe #mujervirtuosa #mujerpiadosa #mujercristiana #mujerdedios #colombiatierraquerida #bogotacity #medellincity #cartagenacity #buenosairescity #flores🌸 #flores🌺 (en Roatan, Honduras) https://www.instagram.com/p/CDd2HFDJSC5/?igshid=1uxklkcg84dia
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tararira2020 · 3 years ago
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| Ira |
Sin sentido / fuera de sentido
Tirar de lalengua*
Estela Paskvan
No deja de ser asombroso cómo se produce el nacimiento de lalangue. Y ya que tiene lugar en la capilla del hospital Sainte-Anne, podríamos decir también su bautizo. Sin embargo a ella no le conviene ese sentido religioso, sino el que ha tomado por extensión, “poner nombre a algo”. Su nacimiento o bautizo se produce el 4 de noviembre de 1971 en la sesión del Seminario de Lacan. Volvamos a la ocasión.
Lacan está evocando su “el inconsciente está estructurado como un lenguaje” y a sus dos alumnos encargados de explicitarlo en “un diccionario de filosofía. ¿Qué dije? Diccionario de psicoanálisis. Vean el lapsus. En fin, esto bien vale el Lalande”. Entonces, alguien pregunta “¿Lalangue?”. Lacan empieza por deshacer el equívoco. “No, no es gue, es de”. Pero inmediatamente se detiene y concluye. “Lalengua, tal como la escribo ahora, en una sola palabra, es otra cosa” 1.
Es un valioso testimonio por partida doble. Por un lado, del proceder de Lacan en la invención de sus nociones. Tal como afirmará más adelante, si Picasso decía “No busco, encuentro”, él matiza con “No intento, concluyo”2 . Efectivamente, en este caso no duda, atrapa al vuelo.
Por otro lado, ¿acaso es sorprendente que lalengua nazca precisamente entre las aguas del equívoco y la homofonía?
Lo que se sabe hacer con lalengua
Lacan afirmó que lo que se sabe hacer con ella rebasa en mucho el dar cuenta con el lenguaje. Joyce le indicó ese camino con su original proceder. En tanto lector de Joyce, Lacan reinventó en gran parte sus propias nociones como así también la clínica psicoanalítica.
Otro gran lector de Joyce, fue William Faulkner. Pero además, según su propio testimonio,  lo marcó notablemente en tanto escritor. Muchos comentaristas señalan que “El sonido y la furia”(1929) sigue el planteo del “Ulises”. Si en el caso de Joyce la referencia  es la Odisea de Homero, en esta novela de Faulkner lo es “La tragedia de Macbeth” de Shakespeare, (Acto V, Escena V), que en español se traduce:
¡La vida no es más que una sombra...
un cuento narrado por un idiota,
lleno de sonido y furia
que nada significa!
Faulkner encontró su peculiar manera de hacer con lalengua. Algunos de los múltiples enigmas que esta novela plantea al lector nos servirán para subrayar los propios de lalengua en tanto real.
¿Es traducible?
“El ruido y la furia” (el título adoptado que le conviene) es quizás la obra de Faulkner más difícil de traducir, lo cual ya dice mucho si se tiene en cuenta la dificultad que presentan las otras. Para contar la trama final de una familia decadente -los Compson- del país derrotado del Sur, Faulkner elige supuestamente cuatro narradores diferentes para cada uno de los cuatro capítulos. Ellos tienen no solo sustratos culturales desiguales sino también sus significaciones y tonos diversos. Es lo que se pierde al traducir en aras de lo legible. Cuando el traductor se atreve a inventar en otra lengua para lograr transmitirlos, se convierte en autor.
Veamos un ejemplo comparativo que aparece en el sitio del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires3 donde figura también el original inglés.
La traducción de Ana Antón-Pacheco dice:
“Fíjese” dijo Luster. “Con treinta y tres años que tiene y mire cómo se pone. Después de haberme ido hasta el pueblo a comprarle una tarta. Deje de jimplar. Es que no me va a ayudar a buscar los veinticinco centavos para poder ir yo a la función de esta noche”.
Dice la traducción de Floreal Mazía:
-Ecucha -dijo Luster-. No te pa’ece que y’é demasiado, teint’y tres años y potándote d’ete modo. Depué’ que fui hata’l pueblo para comprate esa tota. Deja de yorá’. No vasa’yudame a’ncontrá’ esa moneda de veinticico cetavos para que pueda í’ eta noche a la función.
Pero lo ilegible -también lo comentan los lectores ingleses- se debe asimismo a la técnica usada por Faulkner ya que obra una verdadera deconstrucción de la sintaxis con un estilo fragmentario. De allí las dificultades del lector para orientarse tratando de comprender.
Rafael Sanchez Ferlosio, para hablar de la oscuridad y las tinieblas que envuelven al lector, califica el estilo de Faulkner de “trombosis anafórica.”4 ¿Qué significa esta verbosa definición? Que la prosa de Faulkner omite cualquier tipo de indicación en aras de la comunicación. Este omisión del narrador no es intencional sino el propio de una inmanencia que prescinde de dar cualquier indicativo de lectura como pura respuesta a la pregunta de un quién, un dónde, un cuándo.
Faulkner agregó en 1946 un “Apéndice” en el que relata la cronología de los Compson introduciendo de esta manera sus personajes de ficción en la Historia. Este apéndice puede ser leído al principio, pero para quienes han prescindido de él hasta finalizar, es muy posible que comprueben que destruye su estructura elíptica. Y también que no les agrega ni quita nada a la experiencia vivida de haber atravesado -como dice Juan J. Saer- “la selva espesa de lo real.”5
¿Quién narra? (o cuál es el sujeto)
La primera ventana es la conciencia de un idiota. Benjy cumple ese día 33 años pero mentalmente tiene tres. Lo acompaña Luster, el adolescente negro que debe cuidarlo. Ya tenemos en este primer capítulo al menos dos voces. Si bien el primero no habla sino que gime y llora, se trata de lo que una primera persona relata en tanto que percibido.
Ella olía como los árboles. Estaba oscuro en el rincón, pero yo veía la ventana. Me acurruqué allí, agarrando la zapatilla. Yo no la veía, pero mis manos sí la veían, y yo oía cómo se iba haciendo de noche, y mis manos veían la zapatilla, y yo me acurruqué allí, escuchando cómo se hacía de noche.6
Pero además hablan los demás protagonistas que se van presentado en el desorden fragmentado del relato. Como dice Piglia7, en Faulkner la primera persona es plural. Importa que la novela se abra con Benjy, porque de entrada pone en juego ese narrador que gime perdido.
Es así que Faulkner moldea ese drama , y si bien cada uno de los capítulos pueden ser atribuidos a cuatro de los protagonistas (Benjy, Quentin, Jason, Dilsey) solo lo son en tanto que sus relatos priman sobre los otros.
También podemos preguntarnos en cuanto al subject en tanto que tema. Es una historia familiar, larga, fragmentaria, confusa y llena de voces y personajes. Y hasta tal punto que en esa historia surge la pregunta, ¿cuál es el tema? ¿es la castración real de Benjy? ¿el suicidio de Quentin? ¿la aventura amorosa y desgraciada de Caddy? ¿el odio y rencor de Jason? Cada episodio deja ver otros subterráneos que se estratifican como en capas que el lector debe ir ordenando. A ese desorden contribuye en gran medida el tratamiento del tiempo.
¿Qué tiempo?
Ha sido Jean P. Sartre quien se ha referido expresamente al tiempo de Faulkner con un comentario agudo que al respecto se ha convertido en un clásico. 8 Como lo advierte, el tiempo no es la cronología.
Es lo que prepondera en el segundo relato. Quentin está obsesionado con el tictac del reloj que marca las horas, y ese capítulo se abre cuando lo estrella. Para llegar al tiempo real hay que abandonar la medida del reloj.
“Y me dije a mí mismo que cogiera aquél. Porque Padre decía que los relojes asesinan el tiempo. Él dijo que el tiempo está muerto mientras es recontado por el tictac de las ruedecillas; sólo al detenerse el reloj vuelve el tiempo a la vida.” 9
Es un presente sin porvenir, remarca Sartre, para agregar que la característica de ese presente es la depresión -a falta de una palabra mejor-. Dice: “estar presente es aparecer sin motivo y hundirse”. No se sabe de dónde surge ese presente. Porque si bien Quentin puede hablar de lo que era o aconteció, podemos percibir con claridad que el pasado no es causal.
Hay en Sartre una hermosa imagen que sirve para comprender esa relación entre el presente y el pasado. Un hombre sentado en un automóvil descubierto y que mira hacia atrás. Surgen a su derecha y a su izquierda sombras informes que se convierten en árboles, hombres y coches, solo un poco después, es decir, por retroacción.
Sartre no se priva de comparar este presente pasado con el de Proust. Y encuentra una lúcida diferencia. Para Proust la salvación está en el tiempo mismo, en la reaparición integral del pasado. En cambio para Faulkner el pasado nunca está perdido, está siempre presente, es una obsesión. Tampoco Sartre se priva de la ironía en la comparación: “Sólo que Faulkner es un hombre perdido, y porque se siente perdido se arriesga y va hasta el final de su pensamiento. Proust es un clásico y un francés; los franceses se pierden cada semana y terminan siempre encontrándose.”10 Para subrayar: como es un pasado sin pérdidas es el hombre el que se pierde.
Tirar del hilo de lalengua
Lacan, con su nudo borromeo, identifica la función tiempo al simple tirón de una cuerda. Pero nos serviremos de otro párrafo  en un Seminario anterior cuando dice:
“Il pleut [llueve] es acontecimiento del pensamiento cada vez que se lo enuncia, y el sujeto es en primer lugar ese il, ese hile [cicatriz] diría yo, que deja en cierto número de significaciones [...] Sobre todo, al confundir, unificar la lluvia como meteoro con el aqua pluvia, el agua que se recoge, el meteoro es propicio para la metáfora. ¿Por qué? Porque ya está hecho de significantes”11
En la primera lectura, podemos equivocar “hile” con “hilo”. Pero el traductor nos advierte: cicatriz.
Sí, en castellano es el “hilio”, la fisura o depresión cóncava en la superficie de un órgano que señala el punto de entrada y salida de los vasos sanguíneos o linfáticos, nervios o conductos. Pero también “hilio” (del latín hilum) es la hebra de las habas. Los que cocinamos sabemos que en ciertos tipos de habas frescas, es necesario previamente tirar de la hebra para que aparezca limpia la cicatriz.
También a lo largo de un análisis, es posible tirar del hilo de lalengua hasta encontrar su huella encarnada. Entonces al il le corresponderá hacerse su sujeto.
_____________________________________
* Texto publicado originalmente en revista Freudiana Nº 84. Reescrito para Tararira.
1 Lacan, Jacques. Hablo a las paredes, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 22-23
2 Ibid., p. 71
3 http://clubdetraductoresliterariosdebaires.blogspot.com/2009/06/un-cacho-de-comparacion.html
4 Sanchez Ferlosio, Rafael. Las semanas del Jardín, Tomo 2, Nostromo, Madrid, 1974, p. 139-142
5 Saer, Juan José. El concepto de ficción, Seix Barral, Buenos Aires, 2004, p.259
6 Faulkner, William. El ruido y la furia, traducción Ana Antón-Pacheco,Santillana Ediciones, Madrid, 2002, p. 81
7 Piglia, Ricardo. Crítica y ficción, Anagrama, Barcelona, 1986, p.128
8 Sartre, Jean Paul. A propósito de “El sonido y la furia”, “La palabra y el hombre”, nº 103, Universidad Veracruzana, 1997, p. 137-144
9 Faulkner, William. El ruido y la furia, op.cit., p. 95
10 Sartre, Jean Paul. A propósito de “El sonido y la furia”, op. cit., p. 141
11 Lacan, Jacques. El Seminario, Libro 16, De un Otro al otro, Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 13
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juandiegollanos · 4 years ago
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sconstanzo · 4 years ago
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dmujercristiana · 4 years ago
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tararira2020 · 3 years ago
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| Rara |
La lengua no existe. Cuatro entradas para leer el amor de la lengua
Gabriela Rodríguez
lalengua está en trance permanente de invadir la lengua...
“… ¿Qué ha de ser la lengua para que se pueda designar así tanto el objeto de una ciencia como el objeto de un amor?” se pregunta Jean-Claude Milner en un libro, El amor de la lengua, cuyo interés siempre se renueva. Que viniera a designar también el objeto de un afán reformador que desliza al protocolo de aplicación, es algo que tal vez ni el lingüista, ni el amante habrían podido imaginar.
En el amor de la lengua, es de los tratos con la lengua que tenemos siempre impropia en su no pertenecernos de lo que se trata. De su radical inapropiabilidad que se experimenta con un halo de extranjeridad para cada hablante, y de ese “instante singular”, un relámpago, en el que ya no la lengua sino lalengua sabe por él, revelando que su “competencia”, para usar un término caro a la lingüística, no es de dominio.
El alef de la lengua, el usus y los “pequeños empujoncitos”.
Lalengua es un término forjado por Jacques Lacan, se trata para Milner de una lengua entre otras y a la vez, de un elemento de exceso que inyecta el equívoco en las lenguas. Este último plural de las lenguas, representa una colección de singulares precisamente debido a ese elemento indecidible, lalengua, del que no se puede decir del todo si pertenece a la lengua o no, dado que se refracta como un cristal de alef. Con la figura borgenana del alef, Milner podrá imaginar ese algo heterogéneo (fuera de cálculo) que habita el éter de la lengua que hablamos, que nos habla.
Es por eso que lalengua no autoriza, para ninguna de ellas, ninguna universalidad; precisión de la que se sigue que la lengua como tal no existe a pesar de sus “totalizaciones especularizadas”, esas que nos devuelven la ilusión del posesivo, al decir “mi lengua” para referirnos a ella; o nos reportan la idea de una falsa unidad de la lengua atribuyéndole unos límites que ignoran su incomensurabilidad. El concepto puro de lengua, puede escribir Milner, es el de un no-todo que señala lalengua, y no hay más que perderse en el bosque de la lengua para atisbarlo.
Sin más, “el ser hablante ha de aceptar [entonces] lo mínimo, [propone Milner]… que nadie domina lalengua”. Y es que, si abandonamos por un momento lo que parece la faz más evidente del lenguaje, la del dominio que creen tener los hablantes, y nos quedamos en lo mínimo, tendremos que rendirnos a una evidencia flagrante: “no se puede decir todo”.  La articulación entre todo y decir, cuyo espíritu universalizante salta a la vista, nos arroja de repente a un cúmulo de antinomias y sofismas, las esperanzas nulas de salir de ese laberinto confinan de seguro en la impotencia. Con lo que el entonces, que aparecía entre corchetes, arroja por necesidad que en una lengua hay imposibles, y que estos lo serán al menos de dos tipos, organizados de manera simple por Milner: los imposibles de decir, que detienen la lengua hasta la mudez o bien la estiran como una goma de mascar en el afán de tocarlo, y por supuesto también, no menos relevantes, los imposibles de no decir de cierta manera, que nos sujetan a ciertas reglas tácitas por las que somos trabajados, incluso ignorándolas, incluso cuando a sabiendas las alteramos, minando toda idea cándida del uso de la lengua, que queda entonces menoscabado sin remedio.
Sin embargo, en una nota adicional que cierra el punto sobre la producción de la lengua donde se revela el poder que es esencial a la propia lengua, Milner recupera unos versos del De arte poética de Horacio, el poeta latino, que van a complicar la idea de uso. La tradición había señalado a estos versos como siendo uno de los primeros textos que expresan la doctrina de la “soberanía del uso en las lenguas”, que parecen darle la potestad al hablante sobre la lengua.
Renacerán muchos vocablos hoy perecidos Y permanecerán muchos que hoy están vigentes Cuando así lo quiera el uso [usus] En cuyas manos está el poder de decisión, la ley y la regla.
En estos versos parecieran descansar las sentencias de la Armanda -una de las mujeres sabias de Moliere -, con su llamado vehemente a unos nuevos reglamentos para la lengua en los que prime antes que nada el decoro. El poder del “usus” de la lengua referido en los versos, repartido en decisión, ley y regla, indican al hablante en sus diversas dimensiones de participación y a la vez lo exceden. Milner despliega dos vías interpretativas sobre estos versos: mientras que en una primera interpretación tradicional se subraya la autoridad como potestad que determina un poder efectivo para el hablante sobre la lengua, los versos recogerían las tres formas latinas de la autoridad que en esa tradición agotan la figura del “artífice” (hacedor); en otra dirección, menos tradicional, -identificada con la posición de Pierre Grimal, historiador y latinista francés-, se resalta el sentido más raro de este usus, que designa algo así como una “necesidad” que obra per se, haciendo aparecer y desaparecer las palabras, lo que daría cuenta de la propia vida de la lengua que no parece depender del todo del hablante.
Este último punto, el de la vida de la lengua, sin duda nos reenvía a su mutabilidad intrínseca, se podrá decir que la vida como figura resulta inadecuada a la naturaleza del objeto que nos ocupa, pero no es difícil, no obstante, reconocer en la lengua un vitalismo que procede de la mutabilidad infinita y que puede ser identificada con una suerte de “fuerza vital”. Así lo consigna Daniel Heller-Roazen en sus Ecolalias. Sobre el olvido de las lenguas, siguiendo los pormenores de los cataclismos de las lenguas, vale decir cuando mueren, por desaparición, o cuando se hunden como la Atlántida al caer en desuso. Circunstancia que además produce pasajes de una lengua a otra, diversas mixturas que hacen casi imposible datar el momento preciso del supuesto deceso.
En tal caso, podemos concluir con Heller-Roazen siguiendo a Milner, que lo que llamamos lengua vive más allá de sí misma, lalengua introducida por Lacan viene aquí a dar razón de ello. Pese a eso, hemos de hacer lugar a la advertencia que Lacan formula en su Conferencia “La tercera” cuando afirma que “no debe decirse que lalengua esté viva porque esté en uso” cuando es más bien la muerte del signo lo que ella transporta. La lengua preexiste es algo que está fuera de discusión, y sin embargo se la crea a cada momento en una actualidad irrecusable, es en esta ambigüedad que se sitúa la función electiva del hablante. Sin esos “pequeños empujoncitos” con los que el ser hablante crea a cada momento la lengua que habla, en el hablar, lo que ciertamente da cuenta de un forzamiento, carecería por entero de alguna vitalidad.
Punto poesía, el triunfo del poâte
De la entrada precedente se infiere sin mucho esfuerzo, como lo hace Milner en su libro, que hay algo en la lengua que ejerce su acción en todas las formas del discurso que ella tome e incluso independientemente de esas formas.
La lengua desbordada por ese algo, lalengua, es por tanto no-toda, y ese algo en ella que no cesa de no escribirse, al hacerla fallar, la equivoca. En el terreno de la lingüística ese “algo” se ignora sin más -declara el lingüista-, es precisamente esa ignorancia lo que va a estructurar a la lingüística como ciencia de la lengua, caso totalmente opuesto al de la poesía, acota el amante, sobre todo la poesía que se empeña en volver sobre ese “algo” incansablemente… proponiéndose nombrarlo para que cese.
Allí donde la lengua falla, una vez delimitado el punto de cese, eso exige ser nombrado, afirmará Milner apoyándose en el testimonio poético de Yves Bonnefoy. Si la lengua - y este será el punto de partida de De Saussure - es concebible como el fruto de lo que se cristaliza en el “uso”, lo propio de la poesía no puede sino resultar de un violentar este uso, que fractura la superficie de una lengua. Es en ese sentido que la poesía puede tener una relación más verídica con la verdad, valga el pleonasmo, arrancando a las palabras del círculo de la referencia ordinaria alcanza ese punto llamado por nuestro lingüista herético devenido amante, “punto poesía”.
El “acto de poesía”, transcribe así en el seno de lalengua misma y por sus propias vías, ese punto de cese. Fundada sobre esa ambigüedad del doble sentido resultado de la relación resbaladiza entre significante y significado. La poesía, o mejor la “hazaña del poeta”, consigue hacer fallar el sentido en el “puro nudo de una palabra con otra” precisa Lacan. Desde esa precisión lacaniana, que leemos en un Seminario en el que asocia definitivamente psicoanálisis y poesía, se comprende que el ausentarse del sentido propio del efecto poético, hace emerger un término vacío que se fija en significación.
El poeta Mallarme o el mismo Saussure, habían encontrado ese punto de cese en la fonía, estima Milner, porque esta despeja lo que la lengua tiene de útil, la comunicación, y abrevar en lo que pudiera tener de lúdica, la canción. Un poeta podrá entonces ser reconocido por lo que logra en este punto: “marcar la lengua, hacerla en un instante otra que la que ha sido”. Sucede, entonces a veces, que un sujeto imprime una marca, deja marcas en lalengua que trabaja y por la que es trabajado, abriendo las vías por las que se escribe, incidentalmente, un imposible de escribir. Jacques Derrida en una entrevista que le realizara Évelyne Grossman, pudo afirmarlo a propósito del poeta Paul Celan, quién habiendo impuesto su firma a la lengua alemana, consigue tocarla, pero no solo en el sentido de su genio idiomático, sino y principalmente porque al sacudirla, la hiere, deja una cicatriz.      
Todo parece entonces contraste con el filón de la lingüística que trata a la lengua como si nadie la hablara, como si se tratara de una lengua extranjera, pero siempre extranjera, para impedir en cuanto sea posible ese retorno molesto de lo que la pudiera descompletar, ese personajillo que venimos llamado el hablante. El problema que no hace sino concentrarse en ese “punto exorbitante” por el que la lingüística será superada, siempre rebasada, es eso que en sus términos pudiera llamarse sujeto de la enunciación, un sujeto capaz de deseo, pero en ningún caso simetrizable, precisa Milner, presumiblemente aludiendo al yo locutor. Sujeto que la disciplina se afana en suturar y que se sitúa en el lugar de una atopía insoluble respecto del personajillo voluntarioso del hablante a secas.
La pregunta de Derrida infundida por el poeta Celan: “¿Qué cosa es habitar una lengua?”, toma relevancia desde el momento en que caemos en la cuenta que no hay en ella nada propio, interrogando ese no dejarse apropiar que hace a la esencia misma de la lengua. De allí que se produzcan toda serie de gestos de apropiación, entre los que la experiencia poética dicha en singular -no es vana la aclaración-, es la prueba más eminente y hace paradigma. Prueba contraria a cualquier movimiento ingenuo de apropiación promovido desde una seudo potestad. El poâte, neologismo de Lacan efecto de una condensación múltiple que juega con lalengua (el poeta y la pasta, la acción de empollar y/o amontonar, pero a la vez abocarse intensamente a algo etc.) da sustancia al poeta que se vuelve reconocible por su gesto, triunfa allí donde la revolución fracasa, dispara Milner, en su pretensión de poder cambiar la lengua.
Las academias y el imposible
Ni el grial de “la lengua perfecta” que supo historiar Umberto Eco, con sus renovados intentos de escapar a la maldición de Babel ha conseguido eliminar los imposibles de la lengua. La academia, enfatiza Milner, instituyo una perspectiva que hace pasar esos imposibles por la criba de lo correcto o incorrecto, en un afán en el que se puede reconocer al gramático lingüista. Que se haya dado lugar, incluso, a un correcto o incorrecto de otra especie, devenido pero, asunto de política, no lo hace menos académico, a despecho de la hipocresía universitaria. Semejante simplicidad, engañosa, toma cuerpo en una serie de “rentabilísimos imaginarios”, es que cuando la lengua adquiere la consistencia del imaginario y su totalidad, redunda en fantasma. De entre ellos el más conocido y peligroso para el autor del libro que nos ocupa, es el “lenguaje del dominio”, que entiende los imposibles como obligación, entiéndase, sea bajo la forma del contrato, del capricho, o también del consenso táctico. Que pueden eventualmente materializarse en la figura tiránica o en un pequeño otro constrictivo.
Del “lenguaje del dominio”, es sobradamente conocido el interés que la lengua ha suscitado al dictador, del Cesar a Stalin, en cuanto paradigma de una especie de “poder desnudo” y sin nombre. De allí que el fascismo pudiera ser leído por Roland Barthes como un “obligar a decir”, incluso, a un decir de cierta manera, en vez del obligar a callar como indica la imaginación clásica. Provoca cierta sorpresa empero que también el libertario, presto a denunciar los artificios del gramático y las vanidades de ciertas academias, pueda llegar a proclamar en su necedad que la lengua no conoce imposibles, expulsando de la lengua su ombligo, por así decir, los nombres de Gilles Deleuze y Félix Guattari con su Kafka, son mencionados a este fin en este pequeño libro comentado.
Esta precisión permite iluminar una actualísima cuestión sobre la lengua desde un libro escrito en 1978 por Milner, en su calidad doble de lingüista y amante de la lengua, que plasma, nos dice, una suerte de antilingüística destinada a que el lingüista, que ha sido el propio Milner, consiga soportarse a sí mismo. La figura del lingüístero que hace aparecer, para usar una declinación que Lacan propusiera para la lingüística roída por el psicoanálisis -lingüísteria-, escapa a las academias. Vuelta práctica de y con la lengua, nos aproximan a un personaje no solo ilustrado sobre el truco distinto del inconsciente que trabaja al borde de la lengua, sino y particularmente, del gozo que procura aquella sustancia por la que se es manipulado al manipularla. A fin de cuenta, de la irisación de la lengua siempre habitada por un ombligo, el hablante se eleva como un hongo de su micelio.
                         ¿“La lengua es nuestra”?
La premisa de un incluir permeado por el uso de la lengua, con el propósito estimable de dar existencia, se funda sin más en la idea de que solo existe aquello que puede ser nombrado, haciendo coincidir nominación y existencia, algo que revela como mínimo la ingenuidad de una tal premisa. Sostener que el cambio en la lengua cambia la realidad y con las mejores intenciones, descansa en una forma del pensamiento mágico cuando no en el efecto de sugestión. Lacan ha sabido poner de relieve la astucia de los seres hablantes para rellenar, “tapar” cualquier hiancia que se revela en la relación con la lengua y desconocer cualquier impasse de la lengua no-toda. Que la poesía pueda ser su medio, con su efecto creacionista que incluye el sentido, aunque también el agujero, no se compara ni de lejos con los intentos de tecnificación del lenguaje para volverlo inclusivo, ni con los procesos de academización que conllevan, como señala aguda crítica de Briggitte Vasallo.
Los sujetos hablantes, ironiza Lacan “se toman por Dios”, con ese ademán impotente buscan recusar el hecho de que se producen como tales a partir del significante que los representa para otro, en una remisión sin fin. Pero felizmente hay un agujero entre cualquier ensoñación del deliro social y el Dios de la proeza nominativa adánica.  
Recientemente y a raíz del debate suscitado por el llamado “inclusivo”, en la lengua o haciendo un lenguaje disquisición que quedará en suspenso, Milner fue entrevistado por la revista Cités. El título del número: La langue sous contrôle? junto con la imagen de tapa, -un cuadro del prerafaelita Valentine Cameron Prinsep, The Lady of the Tootni-Nameh, o también The Legend of the Parrot-, en el que se ve a una mujer sosteniendo a un loro (guacamayo escarlata) en el dorso de su mano, anticipan de manera sugestiva en manos de quién, y cuál, la operación que se trae entre manos. Emulando a la Eva que conversa con la serpiente, hace que podamos preguntarnos, aunque sea en sueños como el doctor Lacan: ¿cómo es que inventó eso una mujer?, el lenguaje.
Al evocar al pájaro parlero, la tapa de Cites nos reenvía a la función parlanchina del hablante y su psitacismo -habla sin saber lo que dice-, de allí que no baste con hablar para convertirse en “hablante” por así decir. En un texto breve que comenta el post-scriptum del “Atolondradicho”, Milner glosa este punto al decir que no es necesario comprender el sintagma “ser hablante” como un sintagma nominal que sustantiva lo que Lacan llama parlêtre, sino como sintagma verbal en presente. El ser es posibilidad por la función hablante que como atributo hace las veces de complemento de objeto, que se lo diga hablante porque ahí algo habla, no hace de él un hablante en estricto sentido, y ese será el golpe asestado por Lacan al corazón de la ilusión parlante y su inflada diferencia con la animalidad.  
La discusión que vuelve, en la revista, sobre la posibilidad del cambio en la lengua y el margen de participación en ese cambio de los llamados locutores, incluidos, otra vez el “uso”. Pero ahora planteado bajo el sesgo del “control” sobre el lenguaje, tendiente a modificar marcos de lectura de la relación con el mundo, alineados por una visión calificada como identitaria, anti universalista y contraria al determinismo. Lo que está en juego, claro está, es la politización de la lengua y de las presiones ideológicas que sobre ella pesan. Se podrá objetar no sin razón, desde cuándo la lengua no es política, en tal caso el activismo lingüístico de los propulsores de la lengua y la escritura inclusiva, no son más que un ejemplo entre otros.  
A este respecto Milner se detendrá en el slogan: “la lengua es nuestra” que circulo en las redes sociales a propósito del inclusivo en Francia aunque no solamente, el inclusivo es cosa globalizada más allá de sus matices. La expresión, le resulta sorprendente, es que si se pone el acento en ese “nuestra”, enseguida asoma la tensión entre el “nuestra” y el inclusivo, reflexiona el francés. Se comprende fácilmente que el “nuestra” designa siempre a un sector, cualquiera sea, que dice “nuestra” en primera persona del plural, al que Milner llama sin pudor “minoría arrogante”. “Nuestra”, nada tiene de inclusivo y lo tiene todo de sectario, resta decir además que una minoría arrogante es otra cosa que esa entidad mayoritaria y anónima a la que tradicionalmente se ha llamado uso.
Se trata de problematizar este “nuestra”, también, en el punto en que introduce una dimensión de propiedad sobre la lengua, -el eco que resuena con aquel de “tu cuerpo es tuyo” que marcara la lucha feminista en los años 60, no es una coincidencia incluso-. Ahora bien, que Milner se refiera para introducir el punto de tensión, a la expresión de Descartes que indica al humano como “amo y poseedor de la naturaleza”, no hace más que llevar las cosas al plano de la irrisión: ¿es la lengua una naturaleza? Más allá del sentido que Descartes le quisiera imprimir a aquella frase, hoy son los ecologistas los que han preferido reformularla, habida cuenta de la creciente devastación a la que diera lugar. “Habitar la naturaleza”, en contraste con aquella pretensión cartesiana, se vislumbra como la fórmula más acorde a su necesaria preservación. El presunto amo y poseedor no deviene más que un “residente temporario”, a cuyo cargo estará incluso su custodia, y Milner nos invita a servirnos de esta figura del residente temporario para pensar la relación con la lengua, en tanto ella nos precede y nos sobrevive, como la agitada naturaleza.  
No obstante, es haciendo un poco de lingüísteria como podrá ser sacudido este aire de conservación, deslizándose desde el argumento ecologista a la sutileza de la lengua de la que extrae otra precisión, más afín al problema tratado, la que permite situar la enorme distancia que media entre una locución verbal como être à que en francés expresa propiedad (tener la lengua como una propiedad para su uso), y el verbo avoir que expresa posesión, (por el que se dispone de la lengua), esa que me ha sido dada sin que eso me confiera en su propietario. Salta a la vista que no son los mismos los goces involucrados.
Separar propiedad de posesión, nos recuerda a su vez la formula lacaniana referida al cuerpo, el “tener un cuerpo” que no dispensa la propiedad, pues a cada momento puede levantar campamento. Así también “lalengua siempre en trance de invadir la lengua”, nos hace hacer la experiencia del lapsus, equivoca o falta a la cita, como en el caso de La Preciosa nos hace falta, “me falta la palabra”. El slogan “la lengua es nuestra” nos propone sin ambages como sus propietarios suturando el impasse al que apuntan las dos locuciones francesas distinguidas. Se podrá decir invocando “el amor de la lengua” de Milner, que lo que allí se rechaza es ese “lugar no idéntico en el que se sitúa todo ser hablante” respecto a la lengua invadida por lalengua, que haría vacilar cualquier goce de propietario.
En suma, habitamos la lengua sin domarla, es una experiencia inherente a la condición del hablante, y esto ciertamente no implica que la lengua no pueda cambiar. En este punto el cambio solo puede provenir del “uso” pero considerado en su densidad, no identificado, que podrá privilegiar algunos usos por sobre otros, pero difícilmente fabricar usos nuevos al modo del poeta. La lengua no existe y tal vez su único punto de cohesión se encuentre en eso que se une y se desune de ella, continuamente, siempre cambiante a pesar de su imaginada estabilidad, que testimonia la presencia oculta de un elemento real siempre extranjero para el hablante.
Podemos retomar ahora la entrevista a Derrida mencionada, para hacer sonar su título: “Una lengua no pertenece” en contraste con “la lengua es nuestra”, que subraya ese no dejarse apropiar de la lengua como siendo su esencia misma. Barbara Cassin comentado dicho título en el brevísimo Más de una lengua, extrae al menos dos sentidos que alumbran: una lengua, cualquiera sea, excede el territorio o la nación dado que puede ser hablada fuera de esos límites, eso hace que no pueda ser atribuible necesariamente a un lugar determinado. El no pertenece aquí, es atopia de la lengua, deslocalización que tiene un alcance político. Pero también, una lengua para quienes la hablan, se puede decir: “pertenecen a ella tanto como les pertenece”, y esto refuerza una duplicidad que recae sobre el hablante y lo desdobla, introduciendo una nueva topología en su relación con la lengua. Es esta última duplicidad lo que confiere a la lengua un “aire de propia”, que descansa en un making de fabricación por el que el hablante que “no hace más que imaginarse que la elije”, Lacan dixit.
Cuando la lengua desabonada de lo real del “ser hablante”, es convertida en el pegamento imaginario de un grupo, se transforma ipso facto en consigna mimética, blasón de alguna nominación imaginaria que en cierto sentido emula el habla de loro que, sin-sexo ninguno que lo interrogue en su diferencia, repite la voz del Amo. Al contrario, el parlêtre de Lacan se vuelve hetero en tanto afectado por la función hablante que contraría a la vez la ilusión de dominio y el habla de loro, dos caras de la moneda, solo si al hablar lo hace a título de lo que no tiene en común a otros hablantes, que redunda en la singular y no menos paradojal expresión hablar en nombre propio.    
Lalengua homófona de la lengua, hace las veces de agujero negro que la atrae incesantemente hacia sí misma, la metáfora es de Milner, aspirando la función hablante. Lo que mantiene viva a una lengua será el resultando para cada uno de una relación singularísima a lalengua, que puede volverse el objeto de un amor hasta reinventarse para cada uno hablante.
Bibliografía:
- El amor de la lengua, Jean-Claude Milner. Visor, Madrid, 1998.
- L’insu que sait de l’une-bévue s’aile a mourre, Seminario XXIV, Jacques Lacan. (Inédito).
- Lacan, Jacques (1975-1976). Seminario 23, El sinthome. Paidós, Buenos Aires, 2006.
- Lenguaje inclusivo y exclusión de clase, Briggitte Vasallo. Larrouse Editorial, Barcelona, 2021.
- “Tiene vergüenza de su lengua”, entrevista a Jean-Claude Milner publicada en la Revista Cités n° 85 junio 2021, traducción de fragmentos realizada por Laura Petrosino.
- “Lacan al revés de un post-scriptum” (2011), Jean-Claude Milner publicado en Scritorium. A instancia de la letra, traducido por Jaime Ruíz Noé.
- “La lengua no pertenece”, entrevista a Jacques Derrida, realizada por Évelyne Grossman Traducción de Ricardo Ibarlucía, publicada en Diario de Poesía (nº 58, primavera 2001)
- Más de una lengua, Barbara Cassin. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2014.
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trinishotta · 5 years ago
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panamby · 7 years ago
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juandiegollanos · 4 years ago
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💡 Aunque no te hagan caso, tú bendice. Porque Dios te ha puesto para bendición, y tus palabras y tu oración pueden mucho. 👅 . «La vida y la muerte dependen de la lengua; los que hablan mucho sufrirán las consecuencias»: Proverbios 18.21 (Biblia DHHDK). . «La oración fervorosa del justo tiene mucho poder»: Santiago 5.16b (Biblia DHHDK). . . . . . . #Bendecir #Orar #Oración #Advertir #Advertencia #Consecuencias #Juzgar #Condenar #LaLengua #Hablar #Padres #PadresCristianos #Hijos #HijosRebeldes #mensajescristianos #pensamientoscristianos #reflexionescristianas #mensajesdeDios #cristianismo #supresencia #iglesiafiladelfia #ipuc #Dios #Jesus #Jesucristo #voluntaddedios #g12 #avivamiento #pentecostal #cristianos https://www.instagram.com/p/CBjLRusllIv/?igshid=20d0mu9eb4u0
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pauli-cakes · 8 years ago
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LA LENGUA
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xermarketing · 5 years ago
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lahuesudatacos · 7 years ago
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gersonsanchez180 · 7 years ago
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cristianosenlagloria · 8 years ago
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CEG MUJER (LA LENGUA SINONIMO DE MALDAD)
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tararira2020 · 3 years ago
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| Tri |
NUDOS
A pesar de todo es curioso que incluso Descartes, en su Regula Décima, a saber la que les he puntualizado —e incluso leído— concerniente, lo que no está dicho con todas las letras, concerniente al uso del hilo, al uso del tejido, al uso de lo que habría podido conducirlo al nudo, y al nudo borromeo en particular, él jamás hizo nada con eso. Jamás hizo nada con eso, y esto es un signo.
RSI, Clase 9 del 8 de abril de 1975
Y entonces, qué manera —lo que ustedes tienen, que está ahí— qué manera de anudarlas, de anudarlas por un redondel que, a esas tres consistencias independientes, las anuda. Hay una manera que es aquélla, aquella que yo llamo el nombre del padre. Es lo que hace Freud; y de paso, yo reduzco el nombre del padre a su función, radical que es dar un nombre a las cosas, con todas las consecuencias que eso comporta, porque eso no deja de tener consecuencias y particularmente hasta en el gozar, lo que les he indicado hace un momento.
Clase 7 del 11 de marzo de 1975
Los hilos del destino -sobre significantes, bordados y mujeres
Hugo Nicolás Salinas
"La historia [...] no está en los libros, sino en nosotros, que la vivimos y la hacemos solo a condición de soportarla." Oscar Masotta
Para los griegos el destino eran diosas, tres mujeres, las Moiras, quienes controlaban la vida de los hombres con metafóricos hilos.
Ya casi pasaron diez años del momento en que leí: “para Lacan el destino son los significantes.” Es bastante lógico si se lo piensa, son los significantes los que se inscriben y signan lo que se ha de repetir en la historia de nuestras vidas.
Pero ¿Y qué pasa con los hilos?
“Proust cree que la vida misma representa un entramado de relaciones, que <<teje sin cesar […] entre los acontecimientos>>, y que entrecruza sus hilos, que los dobla para reforzar la trama, de suerte que entre el menor punto de nuestro pasado y todos los demás hay una espesa red de recuerdos.” (1)
El gran Marcel Proust en su texto “En busca del tiempo perdido” relaciona el recuerdo, con el hilo y la escritura, lo cual nos lleva a la producción del texto bordado, y el texto escrito.
El tapiz, técnica de tejido, la cual por siglos presentó en sus imágenes un arte narrativo pictórico de tipo histórico ligado generalmente a los productos culturales, mediante el cual se buscaba conservar y transmitir la cultura de generación en generación, arte y técnica (no privativa) que dominaban y trasmitían las mujeres, guardianas de la memoria/historia singular y colectiva.
Ante tal hecho nuevamente son las mujeres quienes hilan y tejen el destino de los hombres, ya no tan solo en la cosmogonía griega, también en la tradición técnica textil americana. (Cómo bien lo evidencia un pequeño capítulo de una extensa investigación de Ruth Corcuera)(*)
¿Cuál es en este punto la relación entre los hilos, los significantes, el textil, el texto y el destino?
“Las mujeres de aquella familia invertían gran parte del tiempo en incesantes diálogos que se interrumpían para proseguir la cotidianidad y se volvían a hilar con una técnica perfeccionada. Esos diálogos dieron a los niños de la familia una cultura insuperable…”(2) Palabras de Tamara Kamenszain quien en “Bordado y costura del texto” advierte la incidencia fundante de la mujer y su técnica del hilado y tejido en la producción cultural de los hombres, en tanto son las madres quienes transmiten la lengua, “ Ya es casi parte del sentido común comparar al texto con un tejido, a la construcción del relato con una costura, al modo de adjetivar un poema con la acción de bordar.”(3)
Volviendo a Proust, T. Kamenszain expone: “Proust como tantos otros, artesanos del bordado y del tejido, es hijo de la escritura femenina. Interlocutor de abuelas, madres, sirvientas. Lanza a rodar el diario íntimo, lo legaliza, lo vuelve literatura.”(4)
La práctica de la escritura, tanto así como la técnica del bordado, costura, hilado, tienen en común la puesta en juego de una práctica historizante del sujeto y su historia subjetiva en tanto la misma se amalgama con la historia colectiva en un nexo de ficción.
Será por la vía femenina que la historia se almacena en la memoria colectiva e individual en las sociedades americanas pre coloniales, será mediante la incidencia de las mujeres que el destino de los hombres se decide en la sociedad Griega.
El psicoanálisis, desde la transmisión lacaniana expone un concepto, el de “lalengua” estadio previo al uso común del lenguaje en el cual el infante en relación con la función materna hace uso de sonidos semiarticulados que <la madre> interpretará en relación a su deseo para así ligar un sonido semiarticulado a un significante que representará para ella y para el infante un hecho del lenguaje.
Concuerda con lo planteado por Kamenszain, en tanto el primer nexo con la cultura es la madre, en tanto estadio primitivo del uso del lenguaje y así con toda la producción (literaria del inconsciente) “El lenguaje es el sistema gramatical o lingüístico que construimos o inventamos a partir de lalengua”.(5)
Freud con su análisis de los sueños nos muestra como la realidad psíquica se entreteje en una trama literaria, se podría decir que el sujeto escribe/guiona su deseo en un sueño, posteriormente Freud al hablar de realidad psíquica se referirá a la “Novela familiar del neurótico”: como el recuerdo, la infancia, es un (hecho si se puede decirle) literario, novelada por el infantil sujeto, transformando a los personajes de su vida, creará así un texto de la misma que se escribe al tiempo que se inscribe en su inconsciente, el diario íntimo del neurótico es un entramado ficcional que lejos de ser exacto es verosímil.
Así lo pretérito (la historia subjetiva), el pasado es un producto literario en tanto trama subjetiva que se entreteje en una línea ficcional con la historia colectiva, articula lo íntimo con lo éxtimo.
Volvamos a los hilos, la memoria puede ser perfectamente metaforizada en un tejido, significante, de las “palabras” que marcarán nuestro destino, tomemos nuevamente a los griegos está vez con una tragedia la de Edipo, nuestro héroe, a quien el oráculo le vaticina que por sus manos ha de morir su padre y ha de procrear con su madre, escapando de tal destino oscuro emprende un viaje, en el cual lejos de evitar incumplir el presagio, lo lleva a cabo, asesinando a su verdadero padre en el camino, para así posteriormente procrear con su verdadera madre. Nuevamente es el destino representado por una mujer (el oráculo de Delfos, con su pytonisa) nuevamente es el destino en significantes.
La tragedia realmente está en la posibilidad de plantear un destino alterno, ¿Qué habría pasado con Edipo si jamás él consultara al oráculo, si jamás las palabras provocasen un efecto en él? Tirado por los hilos del destino, manipulado como marioneta no queda más a Edipo que sin saberlo llevar a cabo tal destino oscuro.
A tal punto somos afectados por el lenguaje que nuestros destinos se realizan en una gran red de significantes entretejidos, desde oriente a occidente la historia y el destino algo tiene que ver con el hilado y el textil, con el texto y los significantes, somos aquel oscuro ovillo que se entreteje/anuda/enmaraña a cada instante, Oscar Masotta dice: “La historia […] la vivimos y la hacemos  solo a condición de soportarla”.(6) lo cual implica que en algún remoto punto, somos tejedores, escritores, técnicos y escribas del destino que condenados estaremos a repetir, “Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre las conciencias de los hombres.”(7)
_________________________________
(1) La salvación de lo bello. Byung-Chul Han. 2015. Argentina. Herder.
(2) Bordado y costura del texto. Tamara Kamenszain.
(3) Bordado y costura del texto. Tamara Kamenszain.
(4) Bordado y costura del texto. Tamara Kamenszain.
(5) Piezas Sueltas. J. A. Miller. 2013. Argentina. Paidós.
(6) Conciencia y estructura. Masotta Oscar. 2010. Argentina. Eterna Cadencia.
(7) El libro de los abrazos. Galeano Eduardo. 2011. España. Siglo XXI editores.
(*) Herencia textil andina. Concuera Ruth  2010. CEPPA.
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isaxorastaman · 8 years ago
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