#la casa de los siete tejados
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No encuentro nada tan singular en la vida como el hecho de que todo parece perder su sustancia en el instante en que uno va a tocarlo.. Lo mismo le ocurrirá con esto que hoy le parece tan terrible..
(𝐋𝐚 𝐜𝐚𝐬𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞 𝐭𝐞𝐣𝐚𝐝𝐨𝐬 - 𝐍𝐚𝐭𝐡𝐚𝐧𝐢𝐞𝐥 𝐇𝐚𝐰𝐭𝐡𝐨𝐫𝐧𝐞)
#textos#citas#letras#escritos#libros#frases#literatura#la casa de los siete tejados#nathaniel hawthorne
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En lo profundo del espeso bosque, vayamos a caminar allí.
Podemos recoger algunos arándanos y convertirlos en jugo.
Tanto el agua como el aire son frescos y claros.
Lo escuché en las noticias sobre la temperatura del agua.
Oye, ¿estás libre ahora mismo?
Por favor, escríbeme una carta.
Las Siete Hermanas, ¿deberíamos ir a verlas?
Después de todo, el fiordo de Geiranger es Patrimonio Natural de la Humanidad.
Y esto es un recuerdo para ti, es un muñeco troll.
Aquí tienes
Agitándose y balanceándose, la aurora boreal parpadea lentamente en el cielo
Agrupándose y tropezando, el troll sigilosamente hizo una broma
Vaya... El chico de al lado es ruidoso y desagradable
Pero mi casa... está en silencio.
"Oh, si es eso, entonces sólo tienes que darle un buen golpe".
El mercado de pescado de Bergen tiene salmón, cangrejo, camarones, bacalao y caballa, además de ballena y caviar.
Es difícil decidir qué comprar.
Los coloridos tejados triangulares combinan bien con el verde que rodea
Bryggen es tan hermoso que te hace suspirar.
Los escarpados acantilados de Hardangerfjord son famosos.
Hay un acantilado llamado Lengua de Troll… ¿hmm?
¿Les gustaría tomar una foto juntos?
¡Digan queso!
Ardiendo y ardiendo, con la hoguera más grande del mundo
Los festivales en Ålesund realmente tienen un gran impacto
Wow... casi puede alcanzar el cielo, las llamas son mágicas
“Eso me recuerda, vi algo bueno en las noticias el otro día, déjame preguntarle sobre eso, bip-bip-bip… ahí…”
"Oh, ¿Ice?"
"Sí ¿Qué pasa? Hoy no es mi cumpleaños, ¿sabes?
"Escuché que dejaste de construir un camino en tu casa para proteger a los elfos".
"Si, así fue... ¿qué pasa con eso?
"Ah solo, pensé que eso fue realmente agradable".
"¿Eh? ¿Eso es todo?"
"Sí. Nos vemos."
"Hmm, las hadas en la casa de Ice... también están felices".
A la deriva y deambulando... el guapo Fantasma que aparece a la vista
Y la pequeña Nisse que lleva un suéter nórdico
"Todos son... mis amigos"
Agitándose y balanceándose, la luz del norte parpadea lentamente en el cielo
Agrupándose y tropezando, el troll sigilosamente hizo una broma
Guau... El chico de al lado es ruidoso y bullicioso como siempre hoy
Mi casa... está en silencio.
fukai mori no zutto oku
sanpo ni dekakeru besa
buruuberii wo tsunde na
juusu ni suru be
mizu mo kuuki mo sundenna
suion nyuusu de kiite kita
oi, omee hima nano kai?
tegami onegai na.
¿Son nananin shimai, mienbe?
gairangerufiyorudo wa
ichiou sekai shizen isan na
omiyage wa kore na torooru ningyou
Vær så dios
hirari hirari oorora ga
yukkuri yuretenbe
nosori nosori torooru ga
kossori itazura shitera
Oi … tonari no anko wa
uzee kedo
uchi wa… shizuka.
"Muy dolorido naa baante shitokee".
berugen no uoichiba ha
saamon kani ebi tara saba ya
kujira mo kyabia mo arube
mayocchimau na
karafuru na sankakuyane ga
midori to macchi shiterube
buriggen utsukushikute
tameiki ga deru na
hadangerufiyorudo no
dangaizeppeki meibutsu na
torooru no mierda tteiun zu…n?
shashin omee mo issho ni hainnai kai?
¡Apelaciones!
merara merara sekaiichi
ookii kyanpufaiyaa no
ooresun no omatsuri wa
sugee hakuryoku dabe
Oi ... ten made todokisou na
honoo gensouteki
“souieba konaida ii nyuusu mitakke ka, chotto kiitemin be
pipipi… tto naa…”
“¿o, aisu kai?”
“¿Nani? kyou wa tanjoubi janai kedo”
“omeentoko no dourou, yousei no tame ni kouji yameta ttsutte na”
“un…dakara?… ¿nani?”
“n, ii hanashi danaa to omotte na”
“e, soredake?”
“n jana”
“n aisun toko no yousei mo… yorokonderu besa”
usura usura… arawareru
ikemen no yuurei mo
norudikku seetaa kita
chiisana nisse mo
“minna… tomodachi”
hirari hirari oorora ga
yukkuri yureten be
nosori nosori torooru ga
kossori itazura shitera
Oi … tonari no anko
kyou mo yakamashi
uchi wa… shizuka.
深い森のずっと奥
散歩にでかけるべさ
ブルーベリーを摘んでな
ジュースにするべ
水も空気も澄んでんな
水温ニュースで聞いてきた
おい、おめぇ暇なのかい?
手紙 お願いな。
あれ7人姉妹、見えんべ?
ガイランゲルフィヨルドは
いちおう世界自然遺産な
お土産はこれな トロール人形
Vær så god
ひらりひらり オーロラが
ゆっくり 揺れてんべ
のそりのそり トロールが
こっそりいたずらしてら
Oi…となりのあんこは
うぜぇけど
うちは…しずか。
「おー それなー ばーんてしとけー。」
ベルゲンの魚市場は
サーモン カニ エビ タラ サバや
クジラもキャビアもあるべ
迷っちまうな
カラフルな三角屋根が
緑とマッチしてるべ
ブリッゲン うつくしくて
ため息がでるな
ハダンゲルフィヨルドの
断崖絶壁 名物な
トロールの舌っていうんず …ん?
写真 おめぇも一緒に入んないかい?
Appelsin!
メララメララ 世界一
大きいキャンプファイヤーの
オーレスンのお祭りは
すげぇ迫力だべ
Oi…天まで届きそうな
炎 幻想的
「そういえばこないだいいニュース見たっけか、ちょっと聞いてみんべ
ピピピ…っとなー…」
「お、アイスかい?」
『何?今日は誕生日じゃないけど』
「おめぇんとこの道路、妖精のために工事やめたっつってな」
『うん…だから?…なに?』
「ん、いー話だなーと思ってな」
『え、それだけ?』
「ん じゃな」
「ん アイスんとこの妖精も…喜んでるべさ」
うすらうすら…現れる
イケメンの幽霊も
ノルディックセーター着た
小さなニッセも
「みんな…ともだち」
ひらりひらり オーロラが
ゆっくり 揺れてんべ
のそりのそり トロールが
こっそりいたずらしてら
Oi…となりのあんこ
今日もやかまし
うちは…しずか。
Song: My house is… Quiet. ~With the Trolls~ Sung By: Masami Iwasaki
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⠀⠀✙⠀ ⠞⡷⠃⠀⠀ pienso en tí tanto como tu piensas en mí. ⠀𔒥 ⠀⑅𑂳⠀
¿Por qué mi amado luce tan mortalmente embelesado? ¿Por qué siempre aumenta el carmesí de su mejilla?
Me encontraba caminando por el páramo y no sabía hasta dónde llegaría, cuál sería el final de mi destino; sólo sabía que, si seguía en línea recta llegaría a los acantilados del océano.
Así, una hora tras hora, se me fueron pasando los pasos, hasta que había cubierto a unas siete millas desde la mañana, cuando vi ante mí, en la distancia, una solitaria cabaña de piedra con tejado de pizarra tosca. "Acamparé ahí si es posible", me dije mientras aceleraba mis pasos hacia ella.
Para alguien que lleva años buscando una vida tranquila y libre, nada podría ser más adecuado que esta casa. Se hallaba al borde de unos elevados acantilados, con la puerta principal orientada hacia el páramo y el muro del patio trasero con vistas al océano. El sonido de las olas danzantes golpeaba mis oídos como una canción de cuna cuando me acercaba; cómo tronaban cuando llegaban los vendavales de otoño y las aves marinas huían chillando al refugio de las juncias.
Delante se extendía un pequeño jardín, rodeado por un muro de piedra seca lo suficientemente alto como para apoyarse perezosamente en él cuando se inclinaba. Este jardín era una llama de color, predominando el escarlata y jade, con esos otros tonos suaves que las amapolas cultivadas adquieren en su floración, pues esto era todo lo que el jardín cultivaba.
Mientras me acercaba, observando esta singular variedad de amapolas y la poca limpieza de las ventanas, se abrió la puerta principal y apareció un hombre que me impresionó favorablemente cuando se acercó tranquilamente al camino hasta la puerta y la retiró como si quisiera darme la bienvenida.
Era unos meses mayor que yo, extraordinariamente guapo. Casi de mi altura y una figura hermosa, con una piel suave y canela, rasgos como si de una muñeca de porcelana se tratase y una expresión tranquila que me dio una sensación de descanso.
Al ver su pelo rojizo levemente ondulado junto a sus ojos verdes, sent�� que no sería demasiado exigente con el alojamiento. Con un propietario así, estaba seguro de encontrar lo que buscaba aquí.
La soledad del páramo, con el canto del océano y esos ojos que me acompañaron desde ese día, se adueñaron de mi corazón con una nostálgica añoranza.
Era un enamoramiento rápido, distraído y devorador el que me poseía al verlo; todo el día lo seguía como un perro, todas las noches soñaba con esa piel de porcelana, esos ojos verdes con unas pestañas de mariposa y esos húmedos labios escarlata.
Me convertiría en un muerto viviente en el momento que sus colmillos se clavaron en mí. No me importaría acompañar su maldita belleza toda una eternidad.
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Kelvin Kiptum, plusmarquista mundial, murió en un accidente de coche. El keniano ha fallecido junto a su entrenador en la carretera Eldoret-Kaptagat [caption id="attachment_103007" align="aligncenter" width="990"] Kelvin Kiptum y su entrenador, Gervais Hakizimana, felices tras el récord del mundo en Chicago. Foto Cortesía[/caption] TOMÁS CAMPOS El mundo del atletismo ha recibido un tremendo mazazo: Kelvin Kiptum, plusmarquista mundial de maratón, el hombre quizá llamado a superar el límite de las dos horas, ha muerto junto a su entrenador, Gervais Hakizimana, en la carretera de dos carriles, entre casas de tejado de latón, que une Eldoret y Kaptagat, dos localidades emblemáticas del Valle del Rift, en cuyo campamento viven y entrenan la gran mayoría de los fondistas kenianos. Un accidente de coche se llevó su joven vida a los 24 años. La noticia saltó primero en redes sociales tras una información del comandante de la base de la policía de tráfico, Dennis Muga. Después fue la propia familia del infortunado atleta la que confirmó el fallecimiento, mientras su mánager, el holandés Marc Cortjens intentaba, sin éxito, contactar con ellos deseando que lo que se había filtrado desde los periódicos kenianos no fuera cierto. Kiptum perdió el control del vehículo Según informaciones locales, Kiptum conducía un automóvil de marca Toyota, con dos pasajeros a bordo: su entrenador y una mujer identificada como Sharon Kosgei, que ha sobrevivido aunque con lesiones graves. La policía informó de que Kiptum perdió el control del vehículo y se salió de la carretera, chocó contra un gran árbol y cayó en una zanja, a 60 metros de distancia. Kiptum tenía 24 años y era natural de Eldoret. Estaba casado con Asenath Rotich y tenía dos hijos El pasado año en Chicago estableció un nuevo récord del mundo de maratón con un registro estratosférico: 2:00:35. Todos los expertos lo señalaban como el hombre llamado a romper la mítica barrera de las dos horas en un maratón oficial. Kiptum apenas corrió tres maratones en su vida. Debutó en el de Valencia, en diciembre de 2022, con el crono más rápido de la historia para un debutante (2:01:53) y ya en 2023 ganó primero en Londres con 2:01:25 antes de reventar el crono en Chicago. Sus tres marcas están entre las siete más rápidas de la historia. En plena efervescencia de las zapatillas de nueva generación, las Nike Dev 163, su éxito se valoró tanto desde el punto de vista del ser humano como de la tecnología. Kiptum destroza el récord del mundo de maratón en Chicago: ¡¡2:00:35!! Nunca disputó un gran campeonato con Kenia y todo apuntaba a que su esperado debut se produciría en los Juegos de París junto a Eliud Kipchoge, anterior plusmarquista mundial, ahora truncado. Kiptum apenas llevaba un lustro en la elite. Su debut, diluido por la pandemia, entre las grandes competiciones se había producido en el medio maratón de Lisboa, donde en marzo de 2019 había conseguido bajar de la hora (59:54), en una carrera donde sólo había podido ser quinto. De hecho la primera vez que rompió la cinta en una prueba internacional fue en un tono menor, en septiembre de aquel año, en una carrera en Francia. Fue Valencia, en 2022, el que le situó verdaderamente en el mapa. Las calles lo encumbraron y una maldita carretera se lo ha llevado para siempre. Para recibir en tu celular esta y otras informaciones, únete a nuestras redes sociales, síguenos en Instagram, Twitter y Facebook como @DiarioElPepazo El Pepazo/Marca
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La Dama de Blanco
Es una leyenda parecida a la anterior, y también está extendida por todo el mundo. En ella, una mujer vestida de blanco aparece durante un breve periodo de tiempo en alguna zona rural. Su historia suele estar relacionada con alguna tragedia de carácter local. Son mujeres que han perdido a hijos, maridos o han sido víctimas de una traición y su espíritu vaga sin descanso clamando venganza.
En el medievo, cuando esta fantasmagórica figura aparecía significaba que alguien cercano, de la familia o del vecindario, iba a morir. En la tradición inglesa, la Dama de Blanco custodiaba un tesoro, pero murió repentinamente, antes de que pudiera revelarle a nadie dónde se hallaba escondido. Cuentan que en el siglo XIX la dama blanca se apareció hasta tres veces al hijo de los dueños del castillo de Blenkinsopp en Northumbria, pero es cierto que en esa parte de Inglaterra todos los castillos tienen sus leyendas de fantasmas. La dama Blanca en Gales también guarda un tesoro. Cuando un hombre tuvo el valor de acercarse a ella, le recompensó con la mitad. En su avaricia, él se lo llevó todo, pero la Dama de Blanco reaccionó, y con sus poderes sobrenaturales, mató al codicioso abusón.
La Casa de las Siete Chimeneas, en pleno centro de Madrid, está encantada y por las noche se pasea por el tejado el fantasma de Elena.
En la capital madrileña también hay una dama de blanco que, noctámbula y sin asomo de vértigo, se pasea de noche por el techo de la casa de las Siete Chimeneas en la Plaza del Rey. Se trata de Elena, hija de un montero de Felipe II y supuesta amante del rey que pereció en extrañas circunstancias y que, según varios testigos, sigue deambulando por la villa y corte. Pero por las alturas.
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verdades paralelas
Su pelo parecia oro desfilado bajo esos árboles de luciérnagas que anunciavan con elegancia que el frío formaba parte de la ciudad ese memorable 16 de diciembre de 1987. Sus ojos, se asimilavan a la espuma de mar cuando una ola abraza con fuerza contra las rocas de la orilla y su sonrisa, dulce, como las nubes, o como el algodón que protagoniza las fiestas infantiles. Su expresión, sincera, era la viva imagen de la felicidad, encarnada en el más bello cuerpo humano. Con ilusión miraba los gigantescos escaparates de la ciudad, señalando con el índice cuales eran sus cacharros preferidos de las tiendas.
Con pequeños y lentos pasos, la noche la derrotó y cayó suavemente sobre mis brazos. La mire con ternura, ella era el amor de mi vida. Con cuidado, la puse entre sus sábanas y la acurruque con delicadeza intentando no despertarla. La estrecha luz que entraba por la puerta le iluminaba el rostro de manera sutil. Fue uno de esos momentos en los que quieres congelar el tiempo y hacer jurar al universo que nada cambiaría. Con unos pasos tímidos para salir de la habitación y así cerrar la puerta con suavidad.
Sin miramientos, cogí mi gabardina de piel y me dirigí hacia la salida de la vivienda, con las llaves cerré la puerta bruscamente y cogí un buen ritmo. La calle ya no brillaba con la misma intensidad todo y que las luces seguían encendidas, la calle parecía haberse hecho más larga hasta que vi mi destino. La persiana del local hizo un estruendo que me vació de esperanza, però un anciano de pelo plateado me preguntó qué necesitaba con lástima al ver mi expresión desesperada. Con timidez, o tal vez vergüenza le pregunté si le quedaba un ejemplar de esa maqueta de madera que tenían expuesta, él, con una admirable paciencia, subió de nuevo la persiana y me guió hacia el interior de la tienda. Sin decir ni una palabra se puso a mirar entre unas cajas llenas de polvo que se medio escondian detrás del escaparate, “¡la tengo!” anunció convencido. Le pregunté el coste y con agradecimiento y orgullo le pagué hasta el último centavo que me reclamaba. Le di las gracias un millón de veces por haberme vendido el último ejemplar que poseía.
Casi llorando de alegría, llegué a casa y con discreción, me dirigí a la cocina para envolver esa tan deseada sorpresa. Con delicadeza y cariño, empecé a envolver la caja, y con las yemas de los dedos la selle suavemente con cinta adhesiva visualizando la sonrisa que me regalaría esa dulce niña de cinco años la mañana después de nochebuena. Ya era tarde. Escondí el regalo bajo el sofá y acurrucado con la colcha esperaba el momento de volver a ser protagonista. Me deslice sobre el colchón como gato que se estira bajo el sol al amanecer, cansado de trasnochar por los tejados vecinos. Con la mente en blanco deje al cielo oscuro que me convirtiese en parte de la noche.
Las últimas gotas de la fría leche se trasladaban del brick desgastado hacia el interior del café. ‘és la taza china de mi madre’ le expliqué a una maqueta del London Eye que tenía pequeñas figurillas que se escondían detrás de las ventanas, ‘se la compró en un viaje cuando estaba embarazada de mi, o al menos, eso me explicaba. Con ella nada era verdad.’ Hice una sonrisa agria al darme cuenta de que hablaba de mis desgracias con un puñetero juguete, esos pequeños personajes eran los únicos que podían escucharme sin poner una mirada de lástima. Continué. ‘Desde que mi padre la dejó por una màs joven cuando yo tansolo cumplia los siete, mi juventud se convirtió en lo que parecía una tortura medieval desde que mi madre toco la primera botella de Ballentine’s. Esas botellas marrón oscuras protagonizaron mis más horrorosas pesadillas y lo peor es que no estaban en mi mente, sinó en mi realidad. Mi vida. Desgració mi vida con su mirada perversa cuando las cerdas de esa maldita cuerda la sostenían desde el techo.’
Medio temblando con la mirada fijada al aparador observe a una infanta que se acercaba al vidrio y le hablaba con ilusión a un cuarentón de metro setenta, se les veía feliz. Sin preocupaciones. Sin nada más que un paseo bajo las luces barceloninas. Yo ya no podia. Me persiguian los fantasmas del pasado, y los del presente. Mi padre de vez en cuando pasaba por la tienda a saludar, era un ingenio, no era consciente de que molestaba. De que por su culpa ahora estoy encerrado en un bucle del que no se sale ni con el tiempo, ni con terapias, ni con la mas profunda tortura. Nada apagava la llama que deterioraba mi alma día tras día y me hacía parecer mucho más viejo y con un rostro mucho más desgastado de lo que me toca por mi edad. Mi pelo parecía ropa negra desteñida y arrugada, de esa que acumulamos en el fondo del cajón, excusándose que es para ocasiones especiales pero simplemente no te la pones porque no te gusta. Así era yo. Uno más de esos trapos descuidados.
Levante mi muñeca a la altura de mi vista y observe como las agujas se alineavan verticalmente, mi turno había terminado. Cogí las llaves que escondía en el cajón del escritorio y me dirigí a la salida del local. Al bajar la persiana encontré al señor que había visto hace un rato. Estaba sudado y tenía la cara roja, iva solo. Ya me imaginaba lo que quería de mí y lo hice pasar sin duda alguna, no podía permitir que un infante sintiera una pizca de desilusión, y menos en la época navideña.
Martina Santacreu.
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A finales del siglo XVII, en una pequeña localidad de Nueva Inglaterra, el venerable coronel Pyncheon decide construirse una ostentosa mansión donde un día hubo la cabaña de Mathew Maule, condenado por brujería a morir en el cadalso en un juicio presidido por el coronel. El acusado lo maldijo y el día de la inauguración de la casa, Pyncheon murió repentinamente dejando a sus descendientes la mansión y el infortunio.
La frase
"La reacción "¡Qué auténtico!" no es una reacción ante lo que somos realmente, sino ante lo que nos gusta pensar que somos "
Nombre: La casa de los siete tejados
Autor: Nathaniel Hawthorne
Año: 1851
Titulo original: The house of the seven gables
Trailer de la película
PDF
En papel: Gandhi, Casa del libro, Amazon, Book depository
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AÑO 2023
La noche del 31 DE OCTUBRE cobró especial importancia en Salem, donde no solo son los niños quienes recorren las calles en búsqueda de truco o trato. Reunidos en un enclave mágico como lo es la CASA DE LOS SIETE TEJADOS, los líderes de los principales grupos de la zona se congregan en un Concilio importante.
Los primeros en llegar fueron MARCUS HORVÁTH y los hermanos VIKTOR y AMELIA NOVAK, vampiros con siglos a cuestas a cargo del CLAN DE ÖRDÖGHÁZ. Luego arribaron los licántropos AIMEE JENSEN y HÉCTOR MEDINA en representación de las manadas residentes en Salem e Ipswich, el tritón líder de los CABALLEROS DE POSEIDÓN, MILNIS, y por último, los Brujos Ancianos de la ORDEN DE LAS SOMBRAS, los HERALDOS DE LILITH y LAS DONCELLAS: SYRAX BLACKTHORN, MAXIMILIAN BRUNNECK y CORDELIA O'DONNELL junto a su séquito de brujas respectivamente. Todos reunidos por una misma causa, se decía que los licántropos y los vampiros iban a poner un fin definitivo a las diferencias que por tantos años los han convertido en enemigos naturales, mientras que los brujos aseguraban protección contra las criaturas errantes y sin líder que osaban de atacar su zona. También era un hecho que se concertarían matrimonios arreglados para mantener las alianzas afianzadas por un largo tiempo, pero todo se derrumbó como un castillo de naipes cuando fue el momento del brindis. Nadie sabe qué sucedió, tampoco se han hallado culpables pero cada bando se apunta con el dedo buscando a quién sacrificar por tan grave afrenta: los líderes y miembros destacados de cada clan, aquelarre y manada terminaron muertos. El fuego que se generó solo terminó por borrar toda pista y rastro del o los asesinos, y con ello, parte del inmueble y los cuerpos de los asistentes.
La incógnita aún no es revelada. La policía local no ha podido dar una explicación clara a lo sucedido y tampoco parece importarles. Es como si hubiese sido otro accidente más durante la noche de Halloween. El PROBLEMA reside en que esas muertes pueden traer consigo caos y destrucción ante las nuevas disputas entre bandos que ya han encontrado a nuevos jefes a los cuales seguir y obedecer. Las amenazas ya están en pie y la posibilidad de una GUERRA PRÓXIMA es más que segura si el responsable no muestra la cara.
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Siguiendo su paseo, vio un horno escalonado trepando por la falda de una colina, rebasando las techumbres del caserío. Pasó junto a un santuario sin nombre, un cementerio abandonado, camelias cayendo una tras otra, enormes sanguijuelas en los arrozales. Por el litoral de Shonan, en las calas auñadas al serrijón serpenteante, velas blancas cabalgaban las olas del mundo ilusorio. Por un instante todavía —mientras el mar no se decidía a adentrarse por las vaguadas anegando los campos— los campesinos daban la espalda a las aguas y labraban en grupos de dos y de tres. Una joven que flechaba la lanzadera y una vieja pisando el pedal de su telar miraban también a la montaña, indiferentes al amenazador océano.
Las siete u ocho casas arracimadas en torno a la residencia de dos pisos de la esquina formaban el centro de la aldea. Valle arriba las casas se espaciaban y a unos pocos centenares de metros del mar desaparecían del todo. Estos hogares, apiñados a ambos lados de la retorcida calle, junto con los siete u ocho diseminados más allá, constituían la población.
El caminante llegó a a un campo de colza florida en el que el sol daba de lleno. El verde tajo a su izquierda y el monte azul a la derecha eran las únicas señas de que su puro amarillo no se explayaba sin fin. Ni siquiera el arroyo que corría a los pies del caminante atajaba la intensidad del color.
A sus ofuscados ojos les parecía que las dos tejedoras habían sido sólo esbozadas en un papel blanco y el espacio restante colmado de amarillo. El contraste entre las flores de colza y los colores de las mujeres —sus quimonos, pañuelos, incluso las telas que tejían— las resaltaba en su imaginación. Pero no podía decir si este método de claroscuro era eficaz o no, por mucho que lo tuviera embelesado figurándose un trazo de oro sobre rojo —la punta de la lanzadera que se enroscaba— colándose entre la hierba de la ribera, desapareciendo como una llama extinta, dejándolo encandilado.
Fue entonces cuando vio la segunda serpiente, luciendo al deslizarse entre la colza. Se estremeció y le dio la espalda. De manos a boca se topó con un tramo de gradas de piedra que escalaba empinadamente, medio oculto entre las copas de los árboles, hasta la cubierta de bálago de un templo, que cerraba el cielo como una nube. Cerca de la cima del tejado florecía, contra la cabellera verdinegra de la cumbre, un copete de lirios morados, que parecían poder alcanzarse con la mano.
Precisamente aquello era lo que buscaba el caminante: el templo de Kunoya Kannon. Pero cuando estaba al pie de la escala dispuesto a subir hasta la nave, una enorme faz peluda surgió entre el denso matorral que orillaba el sendero. La bestia era casi tan ancha como la pista y, por si no fuera bastante, había más de una. Crines tras crines, panza tras panza, todo era caballos en media docena de metros.
Al punto el caminante hincó su cayado y dio un paso atrás. Se vio encerrado en un triángulo trazado por la línea que unía la serpiente en el cantón de la casa, la del campo de colza y la reata de caballos.
Izumi Kyōka
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PARA TUMBAR BRUJAS
LAS DOCE VERDADES DEL MUNDO
Nos dieron excelentes datos para atrapar a una bruja, en especial para tumbarlas en pleno vuelo, como son la oración de las poderosas 12 Verdades del Mundo. Les agradecemos a todos por su expendida colaboración.
"Las abuelas cuentan, principalmente en los pueblos y ranchos, que la maldad existe y está disfrazada de brujas…
Como muchos de nosotros ya hemos escuchado, las brujas pueden tomar diferentes formas físicas, unas de las más conocidas son aves, bolas de fuego e incluso personas, y es así como ellas nos vigilan y acechan, hasta que encuentran el momento de hacer daño.
Existen diferentes tipos de ataques, el más aterrador es la chupada de bruja, pues las víctimas favoritas de estas brujas son los bebés recién nacidos o no bautizados, a quienes le chupan la sangre; otro de los más temibles, es la brujería, pues a la distancia mediante rituales, gracias al poder que el diablo les ha concedido, ellas pueden mandar maldiciones y males.
Existen diferentes tipos de escudos contra las brujas, cómo el agua bendita y las tijeras en forma de cruz, sin embargo existen otros métodos que más que un escudo son un arma. La mejor manera de como atrapar una bruja es la oración de “Las 12 Verdades del mundo”.
Según las creencias, “Las 12 Verdades del Mundo” es una poderosa oración para tumbar a las brujas, pues al rezarla debilitas a la bruja, y si ella está sobre el tejado, un árbol o volando, ella caerá así como sus poderes, además comenzará a transformarse en su verdadero y espantoso ser, sin embargo es necesario ser muy firmes y no dejar que la bruja te haga perder concentración, pues es una oportunidad para que ella agarre fuerzas y te ataque.
La manera correcta de rezar “Las 12 Verdades del Mundo” es mediante un listón o un mecate, comienzas a decir las 12 verdades, y cada que pronuncias una, haces un nudo en el listón, al llegar a la verdad numero 12, volverás a rezar la oración pero a la inversa, es decir comienzas con la verdad número 12 y terminas con la verdad número 1, sin embargo en este paso, cada vez que pronuncies una verdad, vas a desatar un nudo, hasta que el listón quede liso, en ese momento es cuando has vencido a la bruja.
Oración de Las 12 Verdades del Mundo
1ª.- La Santa Casa de Jerusalén donde Jesucristo crucificado vive y reina por siempre jamás. Amén.
2ª.- Las Tablas de Moisés donde dejó grabada su Divina Ley.
3ª.- Las Tres Divinas Personas de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
4ª.- Los Santos Cuatro Evangelios.
5ª.- Las Cinco Llagas que quedaron grabadas en el Sagrado Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo.
6ª.- Los seis candelabros que arden en el altar para celebrar la Misa Mayor.
7ª.- Las Siete Palabras que dijo Jesucristo en el Madero Santo de la Cruz.
8ª.- Las Ocho Angustias.
9ª.- Los nueve meses que María Santísima tubo a Jesucristo en su Purísimo Vientre.
10ª.- Los Diez Mandamientos.
11ª.- Las Once Mil Vírgenes que asisten al Trono de la Beatísima Trinidad.
12ª.- Los Doce Apóstoles que acompañaron a Jesucristo desde su predicación hasta su muerte en la Cruz, en el Calvario.
Como atrapar una bruja “Las 12 verdades del Mundo”
Ahora que sabes cómo atrapar una bruja, aprender la completa oración de las 12 Verdades del Mundo no es una idea descabellada, especialmente si tienes hijos recién nacidos no bautizados…"
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Vuelvo al barrio
Hace más de un año, dieciséis meses para ser exactos, compré la primera novela gráfica que leí en mi vida: Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons.
Los motivos originales no fueron otros que tratar de entender mejor la serie de televisión que había visto y cuya trama es una posible continuación de la novela. En mi caso, como se suele decir, con Watchmen empecé la casa por el tejado.
La experiencia no tardó en impresionarme. Las novelas gráficas te dan la oportunidad de poder leer y ver la historia. La palabra y el arte dibujado van de la mano y se fusionan y aportan sin duda una manera diferente de acercarse a una historia, una manera que cautiva y que, en cierta forma, engancha.
No estoy descubriendo nada nuevo con estas palabras, eso lo sé. Tampoco lo pretendo. Pero sí admitir que, para mi desgracia, tardé treinta y siete años de mi vida en darle una oportunidad a las novelas gráficas.
Después de Watchmen vinieron Preacher, Before Watchmen, From Hell, Superman Red Son, Doomsday Clock, The Umbrella Academy y la colección completa de The Sandman (incluyendo las historias de Death).
Ahora, después de miles de páginas, millones de palabras y de dibujos, y de muchísimas horas de entretenimiento y diversión, he decidido volver a la lectura "tradicional", a la de las letras impresas sobre un fondo blanco. Seguro que retomaré las novelas gráficas más pronto que tarde (de hecho, ya tengo algunas anotadas en la lista de lecturas pendientes), pero ahora quiero volver a disfrutar de la palabra escrita (y de volver a frustrarme, como me estoy frustando ahora mismo, al no saber encontrar la mejor palabra para cada frase, ante una hoja en blanco que, por suerte, cada vez se va volviendo más negra). Vuelvo a recorrer el mundo a través de las letras. Vuelvo a donde más disfruté leyendo. Vuelvo a Macondo y, con esta vuelta, como el tango, vuelvo al barrio.
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Siempre se produce una triste confusión, cuando el espíritu se desliza hacia el pasado o hacia el temible futuro, o cruza el límite que le separa del mundo real, concreto, donde el cuerpo queda para guiarse por sí mismo, tan sólo con su vida animal. Es como la muerte, sin la tranquilidad que es privilegio de la muerte, sin la libertad de los cuidados materiales..
(𝐋𝐚 𝐜𝐚𝐬𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞 𝐭𝐞𝐣𝐚𝐝𝐨𝐬 - 𝐍𝐚𝐭𝐡𝐚𝐧𝐢𝐞𝐥 𝐇𝐚𝐰𝐭𝐡𝐨𝐫𝐧𝐞)
#textos#citas#letras#escritos#libros#frases#literatura#la casa de los siete tejados#nathaniel hawthorne
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Alan Napier.
Filmografía
Cine
- Caste (1930) como el capitán Hawtree
-Stamboul (1931) como Bouchier
- En el jardín de un monasterio (1932) como el conde Romano
- Lealtades (1933) como Gen.Canynge
- Alas sobre África (1936) como Redfern
- For Valor (1937) como General
- La esposa del general Ling (1937) como gobernador
- Los cuatro hombres justos (1939) como Sir Hamar Ryman
- No estamos solos (1939) como Archidiácono
- El regreso del hombre invisible (1940) como Willie Spears
- La casa de los siete tejados (1940) como Fuller
- Confirmar o negar (1940) como Updyke (escenas eliminadas)
- Eagle Squadron (1942) como oficial de Black Watch
- Un yanqui en Eton (1942) como restaurador (sin acreditar)
- Cat People (1942) como Doc Carver (sin acreditar)
- Cosecha aleatoria (1942) como Julian
- Asignación en Bretaña (1943) como Sam Wells
- Nombramiento en Berlín (1943) como coronel Patterson (sin acreditar)
- Lassie Come Home (1943) como Jock
- Madame Curie (1943) como Dr. Bladh (sin acreditar)
- La canción de Bernadette (1943) como Dr. Debeau (sin acreditar)
- Ángel perdido (1943) como Dr. Woodring
- The Uninvited (1944) como Dr. Scott
- Acción en Arabia (1944) como Eric Latimer
- El mono peludo (1944) como MacDougald, ingeniero jefe
- Ministerio del Miedo (1944) como Dr. JM Forrester
- Treinta segundos sobre Tokio (1944) como Mr.Parker
- Dark Waters (1944) como The Doctor (sin acreditar)
- Mademoiselle Fifi (1944) como el conde de Breville
- Hangover Square (1945) como Sir Henry Chapman
- Isla de los Muertos (1945) como St. Aubyn
- Tres extraños (1946) como David Shackleford
- Casa de los horrores (1946) como F.Holmes Harmon
- Un escándalo en París (1946) como Houdon De Pierremont, ministro de policía
- La mujer extraña (1946) como el juez Henry Saladine
- Simbad el marinero (1947) como Aga
- Fiesta (1947) como The Tourist
- Gran conquista (1947) como Tommy Donlin
- Ivy (1947) como Sir Jonathan Wright
- Adventure Island (1947) como Attwater
- Lured (1947) como el detective Gordon
- Driftwood (1947) como el Dr. Nicholas Adams
- Invicto (1947) como Sir William Johnson
- Forever Amber (1947) como Landale
- El lobo solitario en Londres (1947) como Monty Beresford.
-Johnny Belinda (1948) como abogado defensor
- Macbeth (1948) como Santo Padre
- Juana de Arco (1948) como conde de Warwick
- Hills of Home (1948) como Sir George
- Criss Cross (1949) como Finchley
- Mi verdadero amor (1949) como Kittredge
- La fuente mágica de Tarzán (1949) como Douglas Jessup
- Un yanqui de Connecticut en la corte del Rey Arturo (1949) como Alto Verdugo
- Manhandled (1949) como Alton Bennet
- El Danubio Rojo (1949) como El general
- Desafío a Lassie (1949) como Lord Provost
- Mentes maestras (1949) como Dr. Druzik
- Trípoli (1950) como Khalil
- Double Crossbones (1951) como Capitán Kidd
- El peligro de Tarzán (1951) como Comisionado Peters
- El gran Caruso (1951) como Jean de Reszke
- The Highwayman (1951) como Barton
- Al otro lado del ancho Missouri (1951) como el capitán Humberstone Lyon
- El velo azul (1951) como el profesor George Carter
- La puerta extraña (1951) como Count Grassin
- Big Jim McLain (1952) como Sturak
- Julio César (1953) como Cicerón
- Young Bess (1953) como Robert Tyrwhitt
- Désirée (1954) como Despreaux
- Moonfleet (1955) como Parson Glennie
- El bufón de la corte (1956) como Sir Brockhurst
- Miami Exposé (1956) como Raymond Sheridan
- El pueblo topo (1956) como Elinu, el sumo sacerdote
- Hasta que naveguen (1957) como fiscal
Island of Lost Women (1959) as Dr. Paul Lujan
- Viaje al centro de la Tierra (1959) como Dean
- Salvaje en el país (1961) como el profesor Joe B. Larson (sin acreditar)
- Tierna es la noche (1962) como Señor Pardo
- The Premature Burial (1962) como Dr. Gideon Gault
- La espada en la piedra (1963) como Sir Pellinore (voz)
- Marnie (1964) como Sr.Rutland
- Mary Poppins (1964) como Huntsman / Reporter # 3 / Hound (voz, sin acreditar)
- My Fair Lady (1964) como un caballero que acompaña a Eliza a la reina (sin acreditar)
- Signpost to Murder (1964) como El vicario
- 36 horas (1964) como el coronel Peter MacLean
- El amado (1965) como oficial del club inglés
- Batman (1966) como Alfred Pennyworth.
Televisión
- ¡No me llames Charlie! (Serie de televisión 1962-1963), papel recurrente como el general Steele.
-Twilight Zone (1963) episodio " Passage on the Lady Anne " como Capt. Protheroe
- Batman (1966-1968) como Alfred Pennyworth
- The Beverly Hillbillies (1967) episodio "The Clampetts In London" como químico
- Ironside (1970, 1973, 1974)
- QB VII (miniserie de 1974) como Semple
- El bastardo (miniserie de 1978) como Dr. Bleeker
- Centennial (miniserie de 1979) como Lord Venneford.
Créditos: Tomado de Wikipedia
https://en.wikipedia.org/wiki/Alan_Napier
#HONDURASQUEDATEENCASA
#ELCINELATELEYMICKYANDONIE
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Cerca de 70.000 hogares se quedaron sin electricidad Andrew DeMillo Un feroz tornado arrasó Little Rock, Arkansas, este viernes destrozando tejados y paredes de muchos edificios, arrancando árboles y volcando vehículos Las tormentas que causaron docenas de tornados mataron al menos a 21 personas en pequeños pueblos y grandes ciudades del Sur y el Medio Oeste de los EEUU, desgarrando un camino a través de la capital de Arkansas, derrumbando el techo de una sala de conciertos llena en Illinois, y sorprendiendo a la gente en toda la región el sábado con el alcance de los daños. Los tornados confirmados o presuntos en al menos siete estados destruyeron casas y negocios, astillaron árboles y arrasaron barrios en una amplia franja del país. Hubo siete muertos en un condado de Tennessee, cuatro en la pequeña ciudad de Wynne, Arkansas, y tres en Sullivan, Indiana. En Alabama, Illinois y Mississippi se registraron otras muertes a causa de las tormentas que azotaron el país entre el viernes por la noche y el sábado, además de una cerca de Little Rock, Arkansas, donde, según el alcalde, más de 2.000 edificios quedaron en la trayectoria de un tornado. Los atónitos residentes de Wynne, una comunidad de unos 8.000 habitantes situada a 80 kilómetros al oeste de Memphis (Tennessee), se despertaron el sábado y descubrieron que el tejado del instituto estaba destrozado y las ventanas habían volado por los aires. Enormes árboles yacían en el suelo, con sus tocones reducidos a nudos. Paredes, ventanas y tejados rotos salpicaban casas y negocios.Un poderoso tornado arrasó la capital de Arkansas y sus alrededores el viernes por la tarde, reduciendo los tejados a astillas, derribando vehículos y arrojando escombros en las carreteras mientras la gente corría en busca de refugio. El Departamento de Bomberos de Little Rock informó de fuertes daños y escombros en el extremo oeste de la ciudad y subrayó en su página de Facebook que los bomberos realizaron operaciones de rescate en la zona. Mark Hulsey, director de proyectos especiales del condado de Pulaski, que incluye Little Rock, dijo que al menos una persona se encontraba en estado crítico. Las zonas no incorporadas del condado sufrieron daños estructurales por el tornado, pero los equipos de emergencia no encontraron ningún edificio “arrasado o completamente destruido”, añadió Hulsey. Más de 350.000 personas estaban en peligro por lo que el Servicio Meteorológico Nacional calificó de “tornado grande y destructivo confirmado” que arrasó distritos comerciales y barrios de Little Rock y North Little Rock. Los pasajeros y empleados del Aeropuerto Nacional Clinton se refugiaron en los baños y se les ordenó permanecer allí hasta las 3:45 pm. Imágenes aéreas mostraron varios tejados arrancados de viviendas en Little Rock y la cercana Benton. Cerca de 70.000 clientes de Arkansas se quedaron sin electricidad el viernes por la tarde, según poweroutage, que realiza un seguimiento de los cortes. Alrededor de 32.000 estaban sin electricidad en la vecina Oklahoma, donde las ráfagas de viento de entre 70 y 90 kilómetros por hora avivaron los incendios de pastos de rápido movimiento. Se instó a la gente a evacuar sus hogares en el extremo noreste de Oklahoma City, y los policías cerraron parte de la Interestatal 35 cerca del suburbio de Edmond. Se registraron más cortes en Kansas, Misuri y Texas. Las tormentas masivas que se avecinan en al menos 15 estados del Medio Oeste y el sur de EEUU el viernes han puesto a meteorólogos a realizar advertencias a la gente a prepararse para el tiempo peligroso incluyendo tornados, diciendo que las condiciones son similares a las de hace una semana que desató un tornado devastador que mató al menos a 21 personas en Mississippi. Un coche está volcado en un aparcamiento de Kroger después de que una fuerte tormenta arrasara Little Rock, Arkansas, el viernes 31 de marzo de 2023 (AP Photo/Andrew DeMillo)
Más de 85 millones de personas estaban bajo aviso meteorológico el viernes, ya que el Centro de Predicción de Tormentas del Servicio Meteorológico Nacional pronosticó un brote inusualmente grande de tormentas eléctricas con potencial para causar granizo, ráfagas de viento dañinas y fuertes tornados que podrían desplazarse largas distancias sobre el terreno. El área de mayor riesgo de tormentas el viernes sigue un gran tramo del río Mississippi desde Wisconsin hasta Mississippi, con avisos de alto riesgo poco frecuentes centrados alrededor de Memphis; y entre Davenport, Iowa, y Quincy, Illinois y sus alrededores. Los meteorólogos emitieron avisos de tornado sobre ambas regiones de alto riesgo hasta el viernes por la tarde, con el servicio meteorológico esperando numerosos tornados y calificándolo de “situación particularmente peligrosa.” Un edificio resulta dañado tras el paso de una fuerte tormenta por Little Rock, Arkansas, el viernes 31 de marzo de 2023 (AP Photo/Andrew DeMillo) En total, el viernes por la tarde, las alertas de tornado emitidas por el Servicio Meteorológico Nacional cubrían la mayor parte de Misuri, Arkansas e Iowa; el oeste de Illinois; y partes de Wisconsin, Texas, Tennessee, Kentucky, Luisiana, Oklahoma y Misisipi. El viernes por la tarde se emitieron avisos de tornado para zonas aisladas de Arkansas, Misuri e Illinois. También el viernes, partes de Texas, Oklahoma, Nuevo México y Kansas estaban en riesgo de incendios generalizados debido a las condiciones secas, fuertes vientos y temperaturas cálidas, dijo el servicio meteorológico. Se prevé que las “intensas tormentas eléctricas supercelulares” pronosticadas para la tarde del viernes sean cada vez más frecuentes, especialmente en los estados del sur, a medida que suban las temperaturas en todo el mundo. Una casa dañada y árboles caídos tras el paso de un tornado por Little Rock, Arkansas, el viernes 31 de marzo de 2023 (AP Photo/Andrew DeMillo) Aparte de Little Rock, los principales centros de población en alto riesgo de tormentas a partir del viernes por la tarde incluyen Chicago; St. Louis; Jonesboro, Arkansas; y Des Moines y Cedar Rapids, Iowa. “Habrá muchas tormentas eléctricas... tornados, vientos dañinos y granizo de gran tamaño”, dijo el profesor de meteorología de Northern Illinois y experto en tornados Victor Gensini. Los meteorólogos señalaron que los habitantes de esas zonas deben abastecerse de suministros de emergencia, prepararse para cortes de electricidad, evitar quedarse varados en lugares vulnerables a la caída de árboles o granizo intenso y aparcar los vehículos en garajes si es posible. El interior de una tienda resulta dañado tras el paso de una fuerte tormenta por Little Rock, Arkansas, el viernes 31 de marzo de 2023 (AP Photo/Andrew DeMillo) Los meteorólogos advirtieron de una “amenaza meteorológica relativamente rara y significativa” en los alrededores de Chicago, que podría incluir fuertes vientos, tornados y granizo de gran tamaño. En Iowa City, la Universidad de Iowa canceló la fiesta del viernes para los aficionados que planeaban reunirse para ver el partido de la Final Four de baloncesto femenino contra Carolina del Sur. El subdirector de atletismo, Matt Henderson, dijo en un comunicado que la decisión se tomó “debido al impredecible momento de posibles condiciones meteorológicas severas y el potencial impacto de la tormenta”. El pasado viernes por la noche, un feroz tornado en Mississippi mató al menos a 21 personas, hirió a docenas y arrasó manzanas enteras al dejar una huella de destrucción durante más de una hora. Unas 2.000 viviendas resultaron dañadas o destruidas, según la Agencia de Gestión de Emergencias de Misisipi. Una casa dañada y árboles caídos tras el paso de un tornado por Little Rock, Arkansas, el viernes 31 de marzo de 2023 (AP Photo/Andrew DeMillo) El número de víctimas del viernes pasado fue especialmente elevado en el condado de Sharkey, al oeste de Mississippi, donde murieron 13 personas en un condado de 3.
700 habitantes. Vientos de hasta 322 km/h azotaron la ciudad agrícola de Rolling Fork, reduciendo las casas a montones de escombros, volcando coches y derribando la torre de agua de la ciudad. Gensini dijo que la configuración atmosférica del viernes es similar a las condiciones que estaban presentes durante la tormenta mortal de Mississippi. El peligroso pronóstico es el resultado de los fuertes vientos del sur que transportan grandes cantidades de humedad desde el Golfo de México hacia el norte, donde interactuarán con el fortalecimiento del sistema de tormentas. Residentes molinan después de que una fuerte tormenta arrasara Little Rock, Arkansas, el viernes 31 de marzo de 2023 (AP Photo/Andrew DeMillo) En Dakota del Sur, la gobernadora Kristi Noem ordenó este viernes el cierre de las oficinas del poder ejecutivo en algunas partes del estado, ya que se esperaba lluvia helada, nieve y fuertes vientos. Muchos condados estaban bajo alerta de tormenta de nieve o hielo. El servicio meteorológico prevé otra tanda de tormentas intensas el próximo martes en la misma zona general que la semana pasada. El meteorólogo de Accuweather Brandon Buckingham dijo a principios de semana que al menos los 10 primeros días de abril serán duros. Bill Bunting, jefe de operaciones de predicción del Centro de Predicción de Tormentas del servicio meteorológico, dijo que la gente necesita tener un plan de tiempo severo que incluya múltiples formas de recibir información de alerta de tormentas. “Todos hemos visto la cobertura de las situaciones desgarradoras en otras partes del país. Nuestra ferviente esperanza es que la gente preste atención a las previsiones que se han publicado desde hace varios días en relación con la amenaza del viernes”, dijo Bunting. Para recibir en tu celular esta y otras informaciones, únete a nuestras redes sociales, síguenos en Instagram, Twitter y Facebook como @DiarioElPepazo El Pepazo/Infobae/AP
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Silence - Capítulo 2
Estacioné el Jeep unos metros más debajo de la casa de Nora, y decidí hacer el resto del recorrido a pie. La noche ya había caído, así que para mí sería fácil esconderme. La noche era silenciosa, así que escalé el árbol que estaba frente a su ventana y me mantuve allí un buen rato, hasta que la vi entrar.
Se lanzó sobre su cama y abrazó su almohada, clavando la vista en un collage de imágenes clavadas con chinchetas en un trozo de corcho que se sujetaba a la pared. Su rostro parecía confundido, también un poco asustado, como si pensara que no estaba a salvo.
Conociéndola, tal vez estaba en lo cierto.
En el momento en que se levantó de la cama para bajar, un ángel aterrizó en su tejado con los brazos cruzados. Esto sería interesante.
—Hola, Nathanael.
Nathanael era el arcángel que encabezaba al grupo de los siete en estos momentos. Se podría decir que era la máxima autoridad.
— ¿Qué has hecho esta vez, Jev? —Exigió saber. Su rostro frío me dejaba saber que no estaba dispuesto a escuchar bromas de mal gusto de mi parte.
— ¿Por qué siempre soy yo el que tiene que hacer algo?
Lo miré con hielo en mis ojos. Su mirada no se movió en ningún instante.
—Dada tu reputación, lo he supuesto. ¿Dónde están tus alas?
Me encogí de hombros.
—En algún lugar lejos de aquí, como trofeo, lo más seguro.
Frunció el ceño.
—No estoy para bromas, Jev.
Como lo supuse. Suspiré.
—Me las han arrancado, ¿No es obvio?
Frunció los labios, desplegó las alas y se abalanzó sobre mí; me sujetó de un brazo y nos elevamos un poco. Me dejó caer sobre el Jeep, lejos de la casa de Nora. Maldición.
— ¿Por qué dejaste que lo hicieran?
— ¿Qué te hace pensar que me “dejé”?
—Porque nadie tendría la fuerza para quitarte las alas si te opones así sea una milésima, ni siquiera yo.
Lo miré fijo sin apartar la mirada.
—Tú sabes por qué lo hice.
Creo que prefirió ignorar mi respuesta.
—Iremos al cielo, debes poner la denuncia. Los ángeles de la muerte se encargaran de buscar al culpable, te volverán a crecer en un par de años, si entrenas con nosotros de nuevo. Recuperarás tu cargo y…
—No quiero volver al cielo, Nathan.
Mi rápida interrupción lo dejó en silencio unos segundos. Pero no se veía reflejada la sorpresa en su rostro.
—No preguntaré el por qué.
—Sólo porque ya lo sabes.
Comenzó a caminar de un lado para otro.
—No puedo permitir que te saltes tu castigo, aprovechándote de las ganas de alguien más para humillarte. No es propio de ti, Jev.
—Sabes por qué lo hice. Lo sabes todo desde la última vez que nos vimos, en el gimnasio.
—Bueno, debo admitir que estoy sorprendido. Lo que nunca se me hubiese podido ocurrir en esta tierra es que te enamoraras de alguien.
— ¿De una humana?
—No, no sólo de alguien humano. Sino, simplemente de alguien. Te conozco de hace siglos, Jev. Desde que estabas gobernando. Tu actitud con las mujeres era fría e indiferente. Nadie parecía calentar tu alma.
—Ella no sólo la calentó, la ha llevado al infierno.
Miró hacia las nubes en una fracción de segundo y luego me dio la espalda, desplegando sus alas nuevamente. Sentí su desesperación incluso aunque intentó ocultarla.
—La verdad es, que no he venido aquí sólo por el tema de tus alas. Necesito tu ayuda.
— ¿Qué ha pasado?
—Nanaka ha desaparecido. Un ángel custodio le llevó un informe hace unos días, al parecer existe un grupo de ángeles caídos que molestan y abusan de algunos humanos. Ella descendió para poner orden, y no ha regresado. El ángel custodio responsable del informe, fue encontrado sin alas y decapitado en el fondo de una laguna en las afueras. —Suspiró, casi sin inmutarse, pero podía sentir su enojo a flor de piel— No entiendo que está sucediendo. Nanaka es poderosa, podría haber derrotado a esos caídos en un santiamén. A menos que…
Toda esta historia me daba mala espina, maldita sea. Sólo esperaba que Hank no esté abusando de nuestro trato, porque encontraría la manera de matarlo antes del plazo que tenía estimado.
—A menos que, no sean caídos—murmuré, terminando la frase por él.
Asintió.
—Ésta organización no se mueve como normalmente lo haría un caído. Tú sabes que hemos llevado el registro de sus ataques desde tiempos inmemoriales, tú mismo realizaste algunos castigos y dictaste un par de sentencias. Deberías entender de lo que hablo.
—Lo entiendo, tampoco creo que sean caídos. De ser así, ya te habrían mandado alguna parte de su cuerpo, un mensaje.
—Exactamente.
— ¿Qué necesitas de mí?
—He ordenado la constante supervisión de los nephilims de la ciudad. Todos ellos. Incluso cada integrante del grupo de los siete bajan de vez en cuando a hacer algunas rondas. Necesito que hagas lo mismo por mí. Serás recompensado.
Mierda. Hank podría ser descubierto en cualquier momento, y eso destruiría muchas cosas. Pondrían a Nora en peligro nuevamente.
—Supongo que no debería sorprenderme si me encuentro con Rafael o Uriel cruzando las calles. ¿Qué tipo de recompensa?
—No lo creo probable, pero no digo que sea imposible. —Se cruzó de brazos, y se giró para verme—Puedes decidirlo, estoy seguro que me sorprenderás con tu petición. Sin embargo, piénsatelo bien. Envía un custodio a mi departamento cuando lo hayas decidido.
Asentí, recostándome en el capó del Jeep.
— ¿Qué pasa si necesito más de un favor? En mi trabajo como detective, existirán algunos beneficios que deberás otorgarme.
—Lo hablaremos, a medida que se vayan presentando. —Desplegó sus alas hacia arriba para arremeter el vuelo—Una última cosa. Muy bien sabes que no te tengo aprecio, pero tampoco es que te odie. Siento que esto será una lucha fuerte. Cuídate, Jev.
Sus palabras no pudieron haberme sorprendido más.
—Siempre lo he hecho.
Me miró de refilón.
—Lo digo en serio. Siento que vas a pasar por cosas verdaderamente difíciles. Ten paciencia, y no te vuelvas loco.
—Creo que eso es un poco imposible.
Sonrió.
—Sí, yo también lo creo.
Y comenzó a volar.
Me quedé de pie luchando conmigo mismo en si ir de nuevo a ver a Nora, o regresar a casa.
Me decidí por lo segundo. Después de todo, tenía que mantener las distancias.
Al menos por ahora.
Y, por supuesto, tenía que pensar de qué manera me infiltraría en los dos bandos sin que me descubran, y causar que alguno de ellos, ángeles o nephilims, me enviaran al maldito infierno.
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«Los invisibles», Kjell Askildsen.
Cuando Bernhard L. volvió al hogar de su infancia con el fin de asistir al sepelio de su padre, Marion le dio un abrazo bastante torpe. Era una tarde calurosa, y ella tenía grandes manchas húmedas en las axilas. Así que has venido, dijo. Él comentó que venía cansado del viaje y que le gustaría cambiarse. Ella le había preparado el cuarto de la buhardilla. La ventana estaba abierta y el sol entraba a raudales. Se desnudó del todo y se tumbó en la cama. Empezó a tocarse, intentando reproducir aquella fantasía que tanto le había excitado en el estrecho compartimiento del tren, pero no lo logró. Entonces oyó a Marion subir la escalera y se vistió. Por la ventana entraban los ruidos de la calle. Marion volvió a bajar la escalera. Él abrió el armario y colgó el traje negro. Cuando algo más tarde bajó, se encontró a Marion llorando en el salón. Suponía que no le había oído entrar, pero no estaba seguro, porque la mujer se comportó como si la hubiera sorprendido haciendo algo malo. No sabía qué decir. Se acercó a la ventana y se puso a contemplar el pequeño jardín trasero. Tú lo querías, dijo él por fin. Un gato negro se subió de un salto a la valla de madera. Debería haberme portado mejor con él, señaló ella. Pero tú eras la que lo cuidabas, dijo él. El gato saltó de la valla hasta el tejado del viejo cobertizo para bicicletas. Ella dijo: A veces era tan..., pero, claro, tenía dolores... Había momentos en que casi deseaba que... Me arrepiento tanto... Él encendió un cigarrillo. No pensaba que fuera a morir, añadió ella. Él preguntó cómo había sido. Ella tardó en contestar. Él tiró la ceniza del cigarro en una maceta. Estaba sentado en ese sillón, dijo ella. Yo estaba en la cocina. Me dijo que viniera a leerle el periódico. Le contesté que estaba haciendo la comida. Dijo que no tenía hambre. Pues yo sí que tengo, dije. Luego nos quedamos callados y al final volvió a decir: ¿Vienes ya? No contesté. Estaba enfadada con él. Un poco más tarde gritó mi nombre aunque no demasiado alto, pero no entré hasta pasados dos o tres minutos y, para entonces, ya estaba muerto. Bernhard se imaginó a su padre, pero no sentía nada. Marion se echó a llorar de nuevo. Él buscó un cenicero para apagar el cigarrillo. Fue a la cocina y lo tiró en el fregadero. Luego bebió un vaso con agua. Sonó el timbre. Marion le pidió que fuera a abrir. Era una mujer. Lo miró y dijo: Tú tienes que ser el hermano de Marion. Así es, asintió él. Él la siguió hasta el salón. Marion no estaba allí, él pensó que habría ido a la cocina a secarse las lágrimas. La mujer le tendió la mano, estaba húmeda, pero a él no le importó. Soy Camilla, se presentó. Y yo Bernhard, dijo él, voy a buscar a Marion. Llegó justo en ese momento. Las contempló unos instantes: eran en todos los aspectos tan distintas que no entendía qué podían tener que ver la una con la otra. Camilla estaba de pie, de espaldas, con la ropa muy pegada al cuerpo. Él pensó: ¿No se dará cuenta Marion de que se está aprovechando de ella? Al instante, desechó esa idea. Camilla se volvió hacia él, y preguntó algo. Él contestó. Ella sonrió y bajó la mirada. Es dependienta, pensó él. Marion dijo media frase y se fue a la cocina. Él abrió una ventana. Siéntate, dijo. Ella se sentó. Marion se habrá alegrado de que hayas venido, dijo ella. Él se rió y se sentó frente a ella. Le preguntó si ella había conocido a su padre. Camilla le dio una larga respuesta mientras miraba alternativamente a sus manos y a él: lo había conocido y no lo había conocido. Estaba sentada en el filo de la silla con las rodillas juntas y las manos cruzadas sobre los muslos. Él le ofreció un cigarrillo y le dio fuego. Se preguntó quién de los dos sería el primero en descubrir que no había un cenicero cerca. Al final dijo: Voy a buscar un cenicero. Fue a la cocina. Marion estaba preparando una fuente de sándwiches. Le dio un cenicero minúsculo. ¿No tienes uno un poco más grande?, preguntó él. Qué barbaridad, dijo ella, y le dio uno grande. Él volvió al salón. Preguntó a Camilla cómo se habían conocido Marion y ella. Ella se lo dijo. Marion entró y puso un mantel blanco en la mesa. Deja que te ayude, dijo Camilla, sin levantarse. No, no, contestó Marion. Acabó de poner la mesa y empezaron a comer. Camilla y Marion hablaron de una amiga común que había tenido un hijo que nació con la espina bífida. Eran las siete. Bernhard se dio cuenta de que Camilla no paraba de mirarlo. Él estaba fantaseando con ella. De repente, entró una avispa y se posó sobre uno de los sándwiches. Camilla se levantó y se plantó en medio de la habitación. Dijo que era alérgica a las avispas. Marion cogió un sándwich de queso y lo estampó encima del que tenía la avispa. Bernhard se rió. Marion se acercó a la ventana y tiró los dos sándwiches al jardín trasero. Ya está, dijo. Bernhard se rió de nuevo. Marion y Camilla volvieron a sentarse. Comed, dijo Marion, a Bernhard le dio la impresión de que estaba contenta. Camilla contó que la última vez que la picó una avispa había tenido que ir a urgencias. Come, Bernhard, insistió Marion. Contestó que estaba lleno y se levantó. Fue hasta la entrada y subió la escalera. La puerta de la habitación de Marion estaba cerrada, la abrió y se quedó en el umbral mirando hacia el interior. La cama estaba sin hacer, y de los respaldos de las sillas colgaban prendas. Encima de la cómoda había una foto grande enmarcada: sus padres de pie, sonrientes, sobre la alta escalera de la calle. Cerró la puerta y volvió a bajar. Al cabo de un rato Camilla dijo que se marchaba. Bernhard volvió a subir al cuarto de la buhardilla. Si se asomaba por la ventana podía ver la escalera de la calle justo debajo de él. Camilla estaba mirando hacia la puerta; apenas podía ver su pelo y un poco de su cuerpo. Marion era la que hablaba, pero era incapaz de captar lo que estaba diciendo. No, no, en absoluto, dijo Camilla. Empezó a bajar los escalones. Él retiró la cabeza. La vio cruzar la calle y desaparecer por el callejón entre la óptica y la panadería. Perra, dijo para sus adentros. Se encontró con su propia mirada en el espejo de la cómoda, la mantuvo unos instantes, bastante rato, los ojos empezaron a sonreír y dijo: Así es. Perra. Se quitó de mala manera los zapatos y se tumbó en la cama, pero volvió a levantarse enseguida, se acercó a la puerta, se agachó e intentó mirar por el ojo de la cerradura. Lo que podía ver era la parte superior de la escalera y la puerta del que había sido el dormitorio de sus padres. Volvió a tumbarse. Apenas entraba ruido por la ventana, sólo se oía de vez en cuando algún que otro coche pasar. Eran las ocho menos diez. Pensó: Voy a tener que pedir otra almohada. Encendió un cigarrillo. No había cenicero en la habitación. Puso uno de sus zapatos sobre la mesita, con la suela hacia arriba. Supongo que debería bajar y estar con Marion, pensó. He venido por ella. Y de todos modos tengo que pedirle una almohada y un cenicero. Tal vez esté sentada abajo esperándome. Tal vez piense que no puede salir porque estoy aquí. Echó la ceniza del cigarrillo en la suela del zapato. Intentó pensar en algo de lo que poder hablar. Entonces oyó un ruido y a continuación pasos en la escalera. Se apresuró hasta la puerta y miró por el agujero de la cerradura. La vio con toda claridad cuando pasó por delante de su campo de visión, la vio volver la cabeza y mirarlo directamente. Bajó al poco rato. Andaba silenciosamente, pero sin deslizarse. Salió al jardín trasero y se sentó en una vieja silla plegable pintada de verde, junto a una mesa redonda de hierro forjado. Al cabo de un rato se fijó en el silencio: nada se movía ni se oía nada. De repente se sintió abandonado, casi encerrado, y se levantó. Se metió entre el estrecho macizo de flores y la fila aún más estrecha de verduras y se acercó a la valla de madera. Se quedó de espaldas contra ella mirando la casa y pensando: No tengo nada que hacer aquí. Justo en ese instante descubrió a Marion; estaba de pie en el salón mirándolo, algo retirada de la ventana. No puede estar segura de que la haya visto, pensó, dejando vagar la mirada. Se puso en cuclillas y se dedicó a arrancar la mala hierba que crecía entre los rábanos, mientras miraba la puerta a hurtadillas. Ella no salía. Entonces cree que no la he visto, pensó. Siguió arrancando mala hierba, y poco a poco fue sintiendo una especie de satisfacción, casi alegría al contemplar ese paisaje limpio y ordenado en miniatura. Dejó de mirar de reojo la puerta, ella podía salir si quería, él estaba ocupado, tenía delante una pequeña huerta. Había llegado a las lechugas cuando Marion salió en compañía de un hombre que llevaba una botella en la mano. Marion llevaba tres copas. Bernhard enderezó la espalda. Marion le dijo que saludara a Oskar y dejó las copas sobre la mesa redonda. Bernhard saludó con la cabeza a Oskar y fue a lavarse las manos bajo el grifo del jardín. Se sentía atrapado. Marion echó vino en las copas. Bernhard se sacudió el agua de los dedos y se acercó a la mesa. Oskar le tendió la mano. Estoy mojado, dijo Bernhard. No importa, contestó Oskar. Este es conductor, pensó Bernhard. Salud, dijo Marion. Bebieron. Oskar se quitó la chaqueta, un vello negro y rizado le cubría los antebrazos. Oskar y yo nos vamos a casar, dijo Marion. Enhorabuena, dijo Bernhard. Intentó imaginárselos, pero no lo consiguió. Oskar es policía, señaló Marion. Ay, contestó Bernhard. Oskar sonrió. Qué oportuna la muerte de nuestro padre, pensó Bernhard, y dijo mirando a Oskar: Es la primera vez que brindo con un policía. ¿A que es una noche muy hermosa?, preguntó Marion. Tus verduras necesitan agua, dijo Bernhard. Ay, sí, asintió Marion. Dicen que seguirá el buen tiempo, comentó Oskar. Yo las riego, dijo Bernhard. Bebieron. Bernhard fumaba. Oskar habló de un colega al que le habían robado una canoa. Bernhard apuró la copa, y Marion volvió a llenársela. Él se levantó, entró en la casa, subió al piso de arriba y entró en el cuarto de la buhardilla. Permaneció allí de pie dejando transcurrir el tiempo, luego volvió a bajar. Se sentó y tomó un gran trago de vino. Encendió un cigarrillo. Marion y Oskar charlaban. Tengo que acordarme de pedir otra almohada, pensó Bernhard. Luego pensó: No iré al entierro. Lo pensó una y otra vez, varias veces. Marion se levantó. Sólo voy a..., dijo. ¿Crees que puedes darme otra almohada?, preguntó Bernhard. Claro que sí. Ella entró en la casa. Oskar se rascó el brazo. ¿Lleváis mucho tiempo juntos?, preguntó Bernhard. Ocho meses, contestó Oskar. Entonces conociste a mi padre. Sí. ¿Bien? No, bien no. Como sabes, estaba enfermo. Sólo quería ver a Marion. Y a ti, claro. Bernhard se rió. ¿A mí?, se extrañó. Marion volvió a salir, se había puesto una chaqueta sobre los hombros. Bernhard se levantó y se acercó al viejo cobertizo para bicicletas, donde antaño había una regadera. Todavía seguía allí. La llenó bajo el grifo y se fue hasta la hilera de verduras. No podía oír de qué hablaban Marion y Oskar. La tierra que rodeaba los rábanos se puso negra. Pensó: Seguro que es un bruto. Y de repente le volvió con toda nitidez la fantasía del tren, y dentro de esa imagen se metió Camilla para ocupar el lugar de la mujer anónima. Quiso llevarse esa imagen hasta el cuarto de la buhardilla, y fue a dejar la regadera en el cobertizo. Marion dijo: Supongo que deberíamos hablar de lo de mañana, Bernhard. ¿De lo de mañana? Sí, he invitado a algunas personas a casa para después del entierro. Espero que te parezca bien. Sí, contestó Bernhard, supongo que es lo que suele hacerse. Siguió hasta el cobertizo, dejó la regadera, encendió un cigarrillo, volvió a la mesa y se sentó. Manon y Oskar estaban charlando. La copa de vino de Bernhard estaba llena; bebió. Había oscurecido, los rostros ya no eran del todo nítidos, él se sentía casi invisible. Casi libre. Al poco rato Marion y Oskar entraron en la casa. Bernhard se quedó sentado fumando y bebiendo el vino a pequeños sorbos. Pensó: Qué oscuridad más agradable. De repente sintió una leve presión contra la pierna derecha, se estremeció y emitió un pequeño grito. La copa que tenía en la mano cayó al suelo, y aunque se dio cuenta casi inmediatamente de que era un gato lo que le había rozado la pierna, se sintió humillado por ese repentino susto. Dio una patada y notó y oyó que había acertado. Empujó el sillón hacia atrás y se levantó, permaneció un instante sin moverse, luego arrancó y se puso a dar vueltas por el camino enlosado que había delante de la casa. Se repitió por dentro una y otra vez su nombre como un conjuro, y poco a poco fue tranquilizándose. Se detuvo delante de la ventana abierta del salón y escuchó por si oía voces, pero la habitación estaba en silencio. Se fue hacia la puerta de la valla que daba a la calle, corrió el pasador y salió. Cruzó la calle y se metió en el callejón entre la óptica y la panadería, allí se detuvo y dejó su mirada deslizarse por las viejas casas que se apoyaban unas contra otras. Luego se dio vuelta y regresó por el mismo camino. Perra, dijo para sus adentros. Perra, perra, perra. Atravesó la puerta. Se encendió un cigarrillo. Por una ventana abierta de la casa vecina salía música. Tiró el cigarrillo a medio fumar, lo pisó y pensó: Tengo que acordarme del cenicero. Atravesó el salón y fue a la cocina. Marion estaba planchando una blusa blanca. Temió que ella quisiera que hablaran, de modo que dijo que tenía sueño y que quería irse a dormir. Ella lo miró y sonrió. No te encuentras muy bien, ¿verdad que no?, preguntó. Sí, contestó él, lo que pasa es que estoy cansado. Pidió un cenicero. Ella fue a buscar uno y dijo que había dejado una almohada de más en su cama. Él puso su dedo pulgar en el antebrazo de ella, y ella lo miró casi suplicante, le pareció a él. Luego le dio las buenas noches y se fue. Al día siguiente, durante el sepelio, se sentó entre Marion y el sobrino de su padre, Gustav. Marion llevaba un pañuelo en la mano, pero no lo utilizó. El pastor hablaba de un padre responsable y de la pena y la pérdida de los familiares, que se atenuarían con el tiempo, pero no desaparecerían del todo, pues así eran los vínculos de la sangre y la ley del amor. Al sonar las últimas notas del último himno, Bernhard abandonó a toda prisa la capilla y salió a la calle. Se encendió un cigarrillo, sólo le quedaban tres en el paquete y pensó: Tengo que acordarme de comprar más. Al cabo de un rato salió Marion acompañada de Oskar y Camilla. Bernhard miró hacia otra parte. Pensó en cómo había tomado a Camilla en el cuarto de la buhardilla la noche anterior; ella se había resistido, pero al final se rindió. Echó a andar por la acera. Marion lo llamó. Él se detuvo y se volvió. Puedes ir en el coche de Camilla, dijo ella. Tengo que comprar tabaco, contestó él. Tomaré un taxi. Ella lo miró. Como quieras, dijo. Él se rió. ¿Qué pasa?, preguntó ella. Nada, contestó él, y siguió andando. Como quieras, como quieras, se dijo por dentro. Como quieras, como quieras. Se detuvo en un quiosco y compró dos paquetes de cigarrillos, luego paró un taxi. El taxista lo miró por el espejo, y al cabo de unos instantes dijo: ¿De fiesta en mitad de la semana? Sí, contestó Bernhard. ¿Boda? Sí, se casa mi hermana. Entonces habrá una buena juerga, ¿no? Pues sí, una buena juerga. Bernhard se acercó todo lo que pudo a la puerta de su lado del asiento trasero para que los ojos del taxista desaparecieran del espejo. Se quitó la pajarita negra y se la metió en el bolsillo, luego se desabrochó los dos últimos botones de la camisa. Disculpe, si puede pare aquí, señaló. Tengo que comprar tabaco. Iré andando el último trecho. Pagó. El taxista le dijo que se divirtiera. Bernhard se rió. Gracias, contestó. Los invitados habían llegado. Algunos de ellos se acercaron a Bernhard, se presentaron y le dieron el pésame. Hablaban en voz baja y parecían preocupados. Bernhard se encendió un cigarrillo. Marion le sonrió y luego invitó a todos a que se sentaran. Bernhard se sentó junto a la mesa más pequeña. Charlotte, la hermana de su madre, se sentó junto a él. Quiero estar a tu lado, dijo ella. ¿Ah sí?, preguntó él. Marion y Camilla sirvieron el café. Había un cenicero en la mesa. Él apagó el cigarrillo. Bueno, bueno, dijo Charlotte. Él sostenía la fuente de canapés delante de ella. Ah, salmón ahumado, es mi comida favorita. Entonces toma dos, dijo Bernhard. Camilla se acercó y se sentó justo enfrente de él. ¿Puedo?, preguntó Charlotte. Claro, contestó Bernhard. Entonces lo haré, dijo ella, riéndose disimuladamente. Uno debe tomar lo que le apetece, afirmó Bernhard, colocando la fuente delante de Camilla. La miró y sus miradas se cruzaron. Ella sonrió. Él pensó: Si supieras... Comieron. ¿Sabías, Bernhard, preguntó Charlotte, que ahora soy yo la más vieja de la familia? ¿De veras?, dijo Bernhard. De modo que la próxima vez me tocará a mí. Eso no se sabe, replicó él. Claro que sí, repuso ella. Él no contestó. Charlotte puso una mano en su brazo. No creas que me importa, dijo. Bueno, si tú lo dices, señaló él. Miró a su alrededor. Nadie parecía ya preocupado. Volvió a sostener la fuente delante de Charlotte. Es el cuarto entierro al que acudo en lo que va de año, dijo ella. Incluido el de mis periquitos. Bernhard se rió. ¿Los periquitos? Sí, murieron hace dos meses. Eran un macho y una hembra: ella puso huevos, se comieron a sus hijos y se murieron. ¿Por comerse los huevos?, preguntó él. Supongo que sí, contestó ella. Va contra natura comerse a los propios hijos. Bernhard se rió. Tal vez estuvieran emparentados, señaló. ¿Quiénes?, preguntó Charlotte. Los dos periquitos, contestó él. ¿Por qué?, preguntó ella. No, por nada, respondió él. Le pareció que Camilla estaba mirándolo de modo que desvió la mirada tan rápidamente hacia ella que la mujer no tuvo tiempo de retirar la suya. Él sonrió, y ella le devolvió la sonrisa. La próxima vez le miraré los pechos, pensó. Marion se levantó y dio un golpe con la cucharita en la taza. Dijo que no pretendía pronunciar un discurso, pero que quería agradecerles a todos que hubieran acudido para honrar el recuerdo de su padre. No quería decir nada sobre sus sentimientos en un día como ese porque se echaría a llorar. Pero quería darles las gracias a todos una vez más, y esperaba que disfrutaran de ese sencillo convite. Se sentó, y por unos instantes los invitados permanecieron callados, la mayoría con la cabeza gacha. Y siguieron comiendo. Qué discursito más bonito, dijo Charlotte. ¿No vas a decir algo tú también? ¡No!, contestó él, en una voz tan alta y cortante que tanto Charlotte como Camilla lo miraron. Notó cómo la cara se le estaba poniendo rígida. Aplastó el cigarrillo a medio fumar en el cenicero. Charlotte le puso una mano en el brazo y él se apresuró a retirarlo. Encendió otro cigarrillo. Dijo su propio nombre para sus adentros varias veces. Camilla estaba sentada muy erguida, mirando fijamente el plato. Bueno, bueno, dijo Charlotte. Bernhard buscó en vano algo que decir. Cogió la fuente y se la acercó a Charlotte. No, gracias, Bernhard, dijo, es suficiente. Lo dijo de un modo tan dulce y tan amable que Bernhard notó que una ola le recorría el cuerpo. Y de repente recordó una frase que le había oído decir cuando era pequeño; se volvió hacia ella y dijo: ¿Te acuerdas...? Había una frase, una especie de retahíla que solías recitar cuando yo era pequeño y tú querías consolarme, empezaba con respira, corazón... ¿Te acuerdas? Charlotte sonrió. Sí, sí, me acuerdo. Respira, corazón, pero no estalles, tienes un amigo, pero no lo sientes. ¿Sabes una cosa? Bastaba..., yo era tan joven en aquella época... Era tanto para consolarme a mí misma como a ti. Era cuando yo vivía con vosotros, tú tenías... vamos a ver, estabas en tercero. ¿Viviste aquí con nosotros?, preguntó Bernhard. Sí, aproximadamente medio año. Pues no me acuerdo de eso, dijo Bernhard. Qué extraño, señaló Charlotte, tendrías unos nueve años. No recuerdo apenas nada, objetó Bernhard. Encendió un cigarrillo. ¿Sabes?, dijo Charlotte, me apetece muchísimo un cigarrillo. No fumo, sólo en raras ocasiones. Le ofreció el paquete y luego le dio fuego. ¿Quieres tú uno?, le preguntó a Camilla. Gracias, contestó ella. Lo miraba mientras él le daba fuego. Él dejó de mirarla. Perra, pensó, espera y verás. Camilla dijo: ¿Cuánto tiempo vas a quedarte? Hasta mañana, contestó él, luego añadió: No lo sé. Y pensó: ¡Ahora!, y le miró los pechos. Acto seguido echó la silla hacia atrás y se levantó. Sin mirar a nadie colocó la silla en su sitio y se marchó. Lo he hecho, pensó, lo he hecho. Subió al cuarto de la buhardilla, se quitó el traje negro y se tumbó en la cama. Allí la tomó por la fuerza. Bernhard se despertó en mitad de un sueño. El sol entraba oblicuamente por la ventana. Se vistió y abrió la puerta. Todo estaba en silencio. Bajó la escalera. La puerta que daba al jardín trasero estaba cerrada; la abrió con la llave y salió. El aire no se movía, pero sobre la montaña al este había una gran nube. Se sentó junto a la mesa de hierro forjado para vigilarla. La nube no se acercaba. Pensó: Es como si todo estuviera como antes, como si nada hubiera pasado. Un poco más tarde —seguía sentado contemplando la nube que no se acercaba— oyó pasos detrás de él. Era Marion. Ah, estás aquí, dijo. Esa nube lleva casi media hora en el mismo sitio, dijo él. Estaría bien si lloviera un poco más, dijo ella. No se mueve, dijo él. Marion se metió un dedo en la boca y luego lo levantó al aire. No hay nada de viento, indicó. Permanecieron un rato callados. ¿Te apetece tomar algo?, preguntó Marion. ¿Como qué?, preguntó él. ¿Una copa de vino?, propuso ella. Con mucho gusto, gracias, dijo él. Ella se levantó y entró en la casa. Él se metió un dedo en la boca, y luego lo levantó al aire. Seguro que quiere hablar, pensó. Ella salió con una botella de vino y dos copas altas. Qué copas tan bonitas, comentó él. Me las ha regalado Oskar, señaló ella. No quiero hablar de Oskar, pensó él. Bebieron. Bernhard encendió un cigarrillo. Desapareciste de repente de la mesa, dijo Marion. ¿Pasó algo? No, contestó, nada, sólo que empezó a dolerme muchísimo la cabeza. Muchos recuerdos para ti de la tía Charlotte, dijo Marion. Él se rió y dijo: Ella es ahora la mayor de la familia, y la siguiente que va a morir, va a un entierro tras otro, y sus periquitos se murieron por comerse a sus hijos. Marion sonrió. Es encantadora, dijo, se parece a mamá. Bernhard: Me dijo que estuvo viviendo aquí en casa durante medio año cuando mamá estaba enferma. Sí, claro, contestó Marion, fue el año en que empecé a ir al colegio. Mamá estuvo hospitalizada. ¿Qué le pasaba? No lo sé exactamente, algo de los nervios. Qué raro que no me acuerde, dijo Bernhard. Tal vez no la echabas de menos, dijo Marion. Él no contestó. Bebió. Marion le sirvió más vino. ¿Te duele la cabeza a menudo?, preguntó. No, contestó él. Aunque sí, de vez en cuando. Tiró el cigarrillo y encendió otro. Mira, dijo, la nube sigue sin moverse. Camilla me ha dicho que te vas mañana, señaló Marion. Sí, contestó. Qué pena, dijo ella. Tengo que volver a mi trabajo. Bebió. Es un buen vino, dijo él. Al cabo de un rato la miró de reojo: estaba sentada mirándose las manos en el regazo, moviendo imperceptiblemente la cabeza. Por fin dijo ella, sin levantar la vista: No quieres hablar, ¿verdad que no? Pero si estoy hablando, contestó él. Sabes muy bien a lo que me refiero, dijo ella. Él no contestó. Me sentí tan feliz al verte, dijo ella, pero a lo mejor tú ni te diste cuenta. Él no contestó. No sabía qué decir. Luego dijo: Vine sólo por ti. Pensé... Se levantó. No te vayas, dijo Marion. No me voy, contestó él. ¿Qué pensaste?, preguntó ella. Él no contestó. Al cabo de un rato dijo: No puedo remediar ser como soy. Si por ejemplo mato a alguien, no es por mi culpa, pero no mato a nadie porque no soy así. Todo lo que hago lo hago porque soy como soy, y no es mi culpa ser así. Los demás pueden decir lo que les dé la gana. ¿Lo entiendes? Tomó la copa y bebió. Luego encendió un cigarrillo. Se acercó al macizo de flores y se quedó mirando la tierra seca. Luego miró la nube sobre la montaña, le pareció que había menguado. Se volvió hacia Marion: estaba sentada, inclinada hacia delante, haciendo girar la copa sobre la mesa. Él se sentó. Yo también puedo sentirme desesperada, dijo Marion. Sí, contestó él. Pero ahora estarás más a gusto, ¿no? Ella lo miró. Ahora que ha muerto nuestro padre, quiero decir. ¡Pero Bernhard! Él se rió. De acuerdo, dijo, entonces no hablemos más de ello. Vaya regar las flores. Más tarde, mientras comían, se levantó un viento que hizo que se movieran las cortinas, y cuando se levantaron de la mesa se oían truenos. Bernhard salió al jardín. Brillaba el sol, pero al norte el cielo al norte estaba oscuro, y percibió truenos en la lejanía. Se sentó junto a la mesa de hierro forjado; tenía la cara vuelta hacia el norte y esperaba a la lluvia. Llegó un nuevo rayo y él pensó en la vieja expresión: como un rayo en cielo raso. Luego pensó: Pero eso es imposible, un rayo en cielo raso es imposible. En ese instante Marion lo llamó por su nombre. Estaba en la puerta abierta. Voy un momento a casa de Camilla, dijo ¿te quedas aquí? Él asintió con la cabeza. Ella le dijo adiós con la mano y se fue. Un par de minutos después él se levantó y entró. La llamó por su nombre. Luego subió la escalera y entró en la habitación de Marion. La cama estaba hecha, y de los respaldos de las sillas no colgaba ninguna prenda. Se acercó a la cómoda y se quedó contemplando la foto de sus padres. Pensó: Me parezco más a él que a mi madre. Permaneció unos instantes más delante de la foto, sintiendo algo por dentro que pensaba que iría creciendo, pero no fue así. Luego abrió el primer cajón de la cómoda, echó un vistazo y volvió a cerrarlo. Lo hizo sin más. Y luego hizo lo mismo con el segundo cajón empezando por arriba y con el segundo desde abajo. El cajón de abajo del todo estaba cerrado. No tenía llave. Sacó el segundo cajón empezando por abajo y lo dejó en el suelo. Miró por el hueco y vio una cartera, un montón de cartas atadas con una goma, dos cajitas, una agenda y una funda de gafas. Y un poco apartado de todo lo demás, un diario. Metió la mano y sacó el montón de cartas; todas iban dirigidas a su padre, volvió a colocarlas donde estaban. Miró hacia la puerta abierta y se quedó escuchando, luego cogió la cartera y la abrió. Había siete billetes de mil coronas. Volvió a dejar la cartera exactamente en el lugar de donde la había tomado. Levantó el diario; debajo había una revista porno. Abrió el diario. Era de Marion. Volvió a dejarlo donde estaba y cogió el cajón del suelo. Permaneció un rato con él en las manos, estaba lleno de ropa interior, luego volvió a dejarlo en el suelo. Cogió el diario, lo hojeó hacia atrás, hasta lo último que ella había escrito. Miércoles, 17 de agosto. Ha llegado Bernhard, no lo esperaba. Me da mucha pena, aunque no sé muy bien si hay motivos para ello. Preguntó tanto a Oskar como a Camilla si conocían bien a papá. Camilla dice que hay algo siniestro en él, por ejemplo, en la manera de reírse, pero Oskar dice que le parece una persona completamente normal. Supongo que quiere consolarme. Bernhard cerró el diario y lo colocó de manera que tapara la revista porno. Luego empujó el cajón hasta encajarlo bien y salió rápidamente de la habitación. Se detuvo en la entrada y encendió un cigarrillo. Abrió la puerta de la calle y salió a la escalera exterior. Como una persona completamente normal, pensó. Luego pensó: No me ven, nadie me ve. Al cabo de un rato unos jóvenes llegaron andando por la calle; él tiró el cigarrillo, atravesó la casa y salió al jardín, donde se sentó junto a la mesa de hierro forjado. Seguro que se trae a Camilla, pensó, así no tendrá que estar conmigo a solas. Ella no llegó hasta que el sol se hubo puesto y él ya había arrancado casi toda la mala hierba de la huerta. El trabajo de jardinería lo había calmado, los pensamientos lo habían desviado hacia caminos pacíficos más allá del aquí y el ahora, y cuando la oyó llegar, levantó la cabeza y sonrió. Qué bonito lo estás dejando, dijo ella en una voz baja y cálida. Él sintió una ola por dentro. Sí, contestó. Ella permaneció en el mismo lugar, sin decir nada más. La ola rodaba en su interior. Era incapaz de levantar la vista. Acabo enseguida, dijo. Vale, contestó ella, y se fue. Ella volvió a salir mientras él estaba lavándose las manos bajo el grifo. Llevaba una botella de vino y dos copas altas. Estuvieron sentados durante el crepúsculo bebiendo vino a pequeños sorbos y diciendo pequeñas palabras sobre pequeñas cosas. La oscuridad llegaba. Por fin no ha llovido, dijo Bernhard. No importa, repuso Marion. Tú has regado. Sí, dijo él. La miró, las facciones de su cara estaban casi borradas. Ella dijo: Empieza a refrescar. Creo que me voy a meter. ¿Tú te quedas? Él asintió con la cabeza. Un rato más, contestó.
Autor: Kjell Askildsen
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