#igual perdimos. la pase mal durante el partido.
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salir con ropa normal: te chiflan y te tocan las bocinas
salir con todo el equipo de independiente: VAMOS ROJO [bocinazo] EAAAA
#basado en experiencias reales. me parece que de ahora en mas voy a salir con la skin fifa cuando no quiero que me rompan las pelotas#uno que hacía malabares en la calle me frenó para decirme aguante el rojo 😭 gracias amigo#igual perdimos. la pase mal durante el partido.#nero habla
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Mi entrevista con Juanma Lillo (2012)
Pensé que esta entrevista se había perdido para siempre porque en los archivos de FIFA.com se perdieron un montón de textos, pero hoy la volví a encontrar, gracias a un sitio que reproducía entrevistas firmándolas (jaja).
Por ello, para que no vuelva a pasar, aquí la reproduzco. Ojalá les siga pareciendo interesante. Si mal no recuerdo, había una segunda parte. Con suerte la encuentro algún día...
“Aún sin quererlo, Juan Manuel Lillo es uno de los grandes formadores de entrenadores en el futbol mundial. No es inocente que nombres de la talla de Paulo Bento, Domingos Paciencia, José del Solar y Sebastián Abreu lo mencionen como la influencia más importante en sus carreras.
Pero el ex técnico de la Real Sociedad, Tenerife y Almería, entre otros, suma un nombre aún más importante a esa lista de ilustres, el de Josep Guardiola, a quien considera casi como un hijo. En entrevista exclusiva con FIFA.com, Lillo nos habla de Pep, de sus experiencias en el futbol y de esa filosofía que lo ha hecho una referencia para quienes ocupan muchos banquillos alrededor del mundo del balón.
La teoría del aprendizaje Juan Manuel Lillo no es un personaje común. Sus respuestas se salen de lo habitual, incluso ante las preguntas más directas. Cuestionado sobre sus influencias, el nacido en Tolosa, pleno País Vasco, ofrece un matiz diferente. “Hay mucha gente que se anima a contestar eso, yo no sé, no tengo listas. Me parece que el hombre se va construyendo en el camino, aprende, pero no sabe por dónde. Si me fuerzas tendría que citar a gente que nadie conocería como Demetrio Tarradillos, que fue quien me dijo, a los 16 años, que yo no servía para jugar, pero que tenía futuro en el banquillo. Después podría hablar de (César) Menotti, (Francisco) Maturana, (Ángel) Cappa, (Jorge) Valdano, pero digo nombres para no decir ‘no sé’”.
De hecho, esa primera respuesta desvela un poco la teoría del aprendizaje en la que cree el técnico. “Me parece que le damos demasiada importancia al educador y nunca a quien quiere aprender. Yo no creo que exista la enseñanza más allá de la demostración. Lo que sí existe es el aprendizaje, el que aprende es el futbolista, si hay entrenadores que se consideran enseñantes, ¿por qué no enseñan a todos por igual? ¿Por qué hay algunos que terminan sabiendo más que otros?”
Con sólo 26 años, Lillo tomó el mando del Salamanca, entonces en la Segunda División B. Apenas tres temporadas más tarde lo había ascendido a Primera. A partir de entonces, el técnico ha pasado por varios banquillos, entre ellos los de Tenerife, Almería, Real Sociedad y Real Oviedo. Y fue en el equipo asturiano donde encontraría a un personaje fundamental en el resto de su vida.
“Acababa de terminar un partido de liga, jugamos en Oviedo contra el Barcelona, perdimos 2-4 pero jugamos muy bien. De pronto, tocaron la puerta del vestuario y era Pep Guardiola, que venía sin haberse cambiado, para preguntarme si me importaba charlar un minuto. ¡Cómo me iba a importar hablar con el mejor mediocentro en la historia del futbol! Él me dijo que le gustaba mucho como jugaba mi equipo y que quería mantenerse en contacto. Y lo que empezó como una cosita profesional se volvió muchísimo más”, revela el entrenador.
Una amistad definitiva Desde entonces, la relación entre ambos no hizo sino estrecharse. Al punto que, gracias a Guardiola, Lillo estuvo a punto de convertirse en técnico del Barça. “Él iba a ser el director deportivo de la candidatura de Lluis Bassat, que era el gran favorito para ganar la presidencia del equipo, y me propuso ser el entrenador si eso pasara. Al final, ganó Laporta, pero ese hecho habla de la enorme estima profesional que hay del uno para el otro”.
Una relación que se fortaleció en México. Cuando el técnico fue contratado por los Dorados de Culiacán, propuso al jugador que lo acompañara en su aventura. Y después de haber terminado ese periodo, siguieron en estrecho contacto, pese a no haber coincidido oficialmente en equipo alguno. De hecho, pocas personas mejores que Lillo para explicar la filosofía que Guardiola ha aplicado en el Barcelona, en buena medida porque ambos la han compartido durante años.
“Está basada en el estructuralismo, tomando en cuenta las necesidades del juego y del jugador. Los conceptos de técnica, táctica, preparación física, ataque, defensa, en realidad están difuminados, se utilizan porque el ser humano quiere vivir con certezas en un mundo incierto, con control en un mundo incontrolable, pero nosotros no nos basamos en eso sino más bien en un todo”, argumenta Lillo.
¿Suena complicado? “¡Es que lo es, porque la vida es complicada!”, argumenta el entrenador, “Por eso no se sabe mucho realmente de lo que sucede en el Barcelona. Por ejemplo, siempre se decía que porque un jugador hacía bien esto había que ponerlo con un jugador que hacía bien lo otro. Pero eso no tiene sentido, porque estás disociando, no asociando. Por eso funcionan bien juntos Xavi, Iniesta y Cesc”.
Además, el técnico revela el nivel de detalle de la filosofía con una referencia. “Es muy difícil que vayas a ver jugar a un equipo de base del Barça donde no veas que los jugadores controlen la pelota con la pierna más alejada del pase. Ese hecho que parece pequeño genera un efecto mariposa muy grande, porque si la gente recibe con ese pie, se necesitan menos toques para repartir el balón y con ello se tiene más visión para interpretar mejor el juego”.
Ideas poco habituales, como poco habitual ha sido el éxito del Barcelona bajo Guardiola. Pero incluso así, para Lillo esos triunfos no reivindican la filosofía del equipo. “Yo creo que eso lo decimos después de haber sabido como acabaron las cosas. Pep podría estar haciendo lo mismo y perdiendo. Si Michael Essien hubiera despejado bien en Stanford Bridge, no se gana la Champions de 2009 y tal vez no existe ese Barça. El azar juega un papel inmenso. Lo importante no son los resultados, sino el proceso, y es por ese proceso por el que hay que juzgar el trabajo de un entrenador”.
Aunque no sean sus éxitos los que determinen su valía, Guardiola ha marcado una época en el fútbol mundial, tanto como Lillo lo ha hecho con él y muchos otros entrenadores. Y, sea como sea, eso ya es digno de un gran reconocimiento.”
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