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A cidade do zoneamento funcional
A cidade do zoneamento funcional
A ideia da compartimentação funcional da cidade não era novidade per se, uma vez que Vitrúvio, Palladio e Viollet-le-Duc já haviam feito sugestões nesse sentido. Entretanto, o racionalismo modernista leva o conceito a uma escala radical num contexto de redesenho total do espaço urbano em relação aos modelos tradicionais. Era também uma reação violenta à aproximação de usos incompatíveis na cidade…
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SOBRE EL HORMIGÓN COMO ARMA DE CONSTRUCCIÓN MASIVA DEL CAPITALISMO
Peio Aguirre
Según se deduce de la lectura de este libro [Béton. Arme de construction massive du capitalisme, Éditions L’Échappée, 2020], el mundo construido tal y como lo conocemos estaría a punto de desmoronarse al fallar la materia sustancial y omnipresente que la compone: el hormigón. El origen de este trabajo de Anselm Jappe, teórico experto en la cuestión del valor, se encuentra en el desmoronamiento en Génova del puente Morandi el 15 de agosto de 2018 y que causó decenas de muertos. Diseñado por el ingeniero civil Riccardo Morandi, este puente inaugurado en 1967 se consideró en su día una infraestructura “de autor” que incorporaba soluciones tectónicas poco habituales. La investigación que siguió al derrumbe no pudo sin embargo dictaminar un único y claro motivo que explicara el colapso, abriéndose una serie de hipótesis: defecto en el cálculo de la estructura; o que tal vez sus responsables estimaron erróneamente el envejecimiento del material; o tal vez se debiera a la pobreza de éste, fruto de la especulación, la corrupción política y mafiosa, etc. Finalmente, el puente fue demolido y reinaugurado el año pasado. Renzo Piano se hizo responsable de su ejecución y, en lugar de hormigón, el puente es ahora de acero. Este acontecimiento le sirve al autor para lanzar una serie de interrogantes sobre un material, el hormigón, el cual, pasado medio siglo desde su fabricación, comienza a ofrecer síntomas de deterioro y necesita de un mantenimiento constante.
De acuerdo a este dictamen, polémico y discutible, un escenario distópico se abriría paso, en donde las infraestructuras de ingeniería civil y la arquitectura erigida estarían actualmente en un punto crítico, pues el uso masivo de hormigón armado se dio inmediatamente después de final de la Segunda Guerra Mundial. Esto no pillará desprevenido a arquitectos e ingenieros, pues es sabido que las grandes masas de hormigón encuentran, a medio plazo, problemas de conservación y se deterioran por efecto de la lluvia, el frío y la humedad. El acero se corrosiona e infla, agrietando los muros que estaban destinados a durar más tiempo. Cuando se trata de módulos prefabricados, estos se contraen o expanden debido al calor, generándose fracturas. El hormigón armado está ahora monitorizado, aunque los costes de su vigilancia parecen invisibles. Sin embargo, no existe actualmente una conciencia de sus efectos nocivos sobre el planeta, como por ejemplo sí la hay sobre el plástico. Quizás esto se deba a una discreta labor persuasiva del lobby industrial del cemento, un material que está por todos lados pero que pasa desapercibido.
De entrada, cemento y hormigón no son lo mismo, aunque el segundo no existiría sin el primero. La etimología se presta a la polisemia y a la confusión. Betón en francés, cemento u hormigón en español, concrete en inglés, concreto en portugués y en Latinoamérica… La etimología del cemento nos llevaría al ciment, al “cimiento”, en tanto asentamiento o consolidación de una base. Jappe expone con no pocos argumentos el carácter nocivo del hormigón armado. El examen no es tanto al cemento, el cual, como explica, ha venido utilizándose desde la época romana, y el Panteón mismo está levantado a partir de una mezcla muy similar (de cemento no armado). Desde la antigüedad se ha utilizado siempre diferentes aglutinantes para asociar de manera estable elementos de construcción, principalmente agregados de minerales y tierras cocidas. Más bien, su crítica se dirige al hormigón armado, pues casi la totalidad de las construcciones que hoy en día llamamos de cemento poseen en su interior armaduras de hierro o acero. Jappe sitúa de ese modo el origen del conflicto en el siglo xix con la introducción en la construcción de las armaduras en hierro. En efecto, su mayor debilidad o punto débil está en la corrosión potencial de sus armaduras de hierro. Escribe: “Es el empleo masivo de cemento bajo su forma armada la que causa esos daños. Los horrores de la arquitectura de hoy en día y sus construcciones modernas son la consecuencia de la combinación de cemento y acero”. (1)
La historia de un material
El autor traza entonces una historia del cemento y el hormigón desde la antigüedad, centrándose en el siglo de la gran industrialización, cuando comienzan a utilizarse por primera vez los moldes para fabricar “piedras artificiales” (no todavía para levantar edificios, sino para decorarlos). Describe así el origen en Inglaterra del “cemento Portland” (que recibe su nombre debido a la semejanza en aspecto con las rocas que se encuentran en la isla de Portland, en Dorset). A partir de la segunda mitad del xix, se abren fábricas de cemento por toda Europa y el material pasa de ser un elemento decorativo a devenir estructural, alimentando incluso la utopía de que gracias a su empleo masivo se podría proceder a la regeneración de barrios pobres y proporcionar a los obreros, por un precio inferior, alojamientos más alegres y saludables. El bajo coste del hormigón fue visto con desdén y sospecha por parte de la burguesía, que lo empleaba en las partes menos visibles de sus casas. Durante mucho tiempo no se consideraba el hormigón suficientemente “bello” y se recubría con materiales más “nobles”, incluido ladrillos. Lo que planteaba la siguiente pregunta ¿es el cemento proletario?
El carácter “interclasista” del cemento fue abriéndose paso y, con el ascenso del Movimiento Moderno, otra pregunta era formulada: ¿es el cemento vanguardista? El constructivismo, la sanción a todo ornamento de Loos y la célebre “máquina de habitar” de Le Corbusier fueron, como se sabe, determinantes en la promoción de una nueva manera de construir que abolía el viejo mundo. Jappe recuerda entonces los alojamientos en masa como los impulsados por Ernst May en Fráncfort. La izquierda vio en el higienismo y en la economicidad (la prefabricación y la estandarización de la producción) más ventajas que inconvenientes, y en los años veinte los gobiernos socialdemócratas de Alemania y los Países Bajos recurrieron al hormigón en programas de vivienda pública. Con el racionalismo y sobre todo con el funcionalismo, el hormigón armado fue perdiendo su estatus un poco marginal hasta el punto de preguntarse ¿es el cemento fascista? ¿Acaso es estalinista? (En la Unión Soviética durante los años cincuenta el uso de hormigón armado prefabricado permitía triplicar el ritmo de producción de viviendas prefabricadas a escala masiva). Los totalitarismos hicieron del hormigón un fetiche y un símbolo. Que el hormigón armado pudiera servir al mismo tiempo al capitalismo y al comunismo da cuenta de su propia naturaleza fluida y, tal vez, dialéctica.
Este trabajo de Jappe ha de enmarcarse dentro de una crítica a la modernidad, pues el hormigón fue todo un símbolo de la construcción durante un siglo. Esta crítica incide en la modernización y el mito del progreso. En ese sentido, la arquitectura moderna no sale bien parada. La figura del último Le Corbusier es altamente problemática para el autor. La Cité Radieuse marsellesa en manos de los discípulos del suizo produjo estragos en todo el mundo, por no mencionar Chandigarh. La lista de pecados de Le Corbusier son múltiples: los parámetros uniformadores del “modulor”; la implantación universal de sus preceptos (los “cinco puntos de la arquitectura moderna” sin importar el contexto; el funcionalismo como prolongación de un modo de vida que pertenece al capitalismo, al trabajo; la imposición de la arquitectura sobre los sujetos… a la que sumar su más que demostrado pasado colaboracionista. Esta crítica a la arquitectura moderna se contradice más tarde, cuando afirma que el hormigón armado no es idéntico a la arquitectura moderna, y que solo una parte de este material ha sido efectivamente empleado en arquitectura, pues son las obras de ingeniería civil, las presas, pero también los puentes y las carreteras, las grandes infraestructuras, las que consumen la mayor parte.(2) Pero para entonces, la impugnación de la arquitectura moderna es total, especialmente el funcionalismo asociado al cemento, el cual proporcionó ciertas ventajas al principio, por ejemplo a las clases populares que vivían en condiciones insalubres, para a continuación convertirse en otra clase de miseria en las barriadas periféricas de vida insoportable. En su recorrido urbano, Jappe también se detiene en los Situacionistas y en Debord, pero sobre todo en los proyectos utópicos de Constant quien, para el autor, bebe todavía demasiado de Le Corbusier.
Los estragos de un material
Siguiendo con su argumentación, el Empire State, terminado en 1931, se erigía sobre una estructura de acero recubierta de distintos materiales. En los años treinta los estadounidenses se dieron cuenta que el hormigón contribuía a aumentar el producto interior bruto más que ningún otro elemento. Ejemplo de aquel hallazgo fue la presa Hoover, obra emblemática y símbolo del New Deal en la que se vertieron 3,3 millones de metros cúbicos y un novedoso sistema de fraguado. La carrera internacional del hormigón despegó después de la Segunda Guerra Mundial. Actualmente, China es el mayor gran productor y consumidor de hormigón junto con los Estados Unidos. La presa de las Tres Gargantas es la construcción en este material más grande del mundo. Su implantación conlleva el éxodo masivo de millones de personas y la transformación a una escala inimaginable de toda una región. Los daños sobre el medio ambiente son cuantiosos. Cuarenta mil millones de toneladas de arena y de escombros son extraídos cada año en el mundo destinados la mayor parte a la producción de hormigón. En treinta años, la demanda se ha triplicado. Los argumentos en contra son numerosos: extractivismo, contaminación, problemas sanitarios, especulación, mafias, etc. Allí donde hay hormigón hay corrupción, lobbying y capitalismo salvaje. De hecho, cuando en España hablábamos del “boom del ladrillo”, ¿acaso no nos estaríamos refiriendo al hormigón?
De todos estos “problemas” tal vez el más decisivo sea el de su rápido envejecimiento. Basta con echar un vistazo a muchos proyectos urbanos de vivienda social. Por otra parte, los productos de la era industrial tienen una corta vida y secuelas casi eternas. A diferencia de la piedra, que una vez en ruina se metamorfosea y camufla en la naturaleza, no sucede lo mismo con los materiales modernos sintéticos (hormigón, acero, vidrio, y otros derivados plásticos). Estos no retornan ni se integran jamás en la naturaleza de la que han nacido, Lo que plantea la pregunta por las ruinas modernas y el legado industrial. Jappe pasa un tanto de puntillas por el estilo arquitectónico del brutalismo, con apenas alguna mención a renovadores de la vivienda social como Alison y Peter Smithson. En el fondo a Jappe le cuesta asumir que el brutalismo cuente con adeptos, después de décadas denostado, considerado como el principal culpable de la fealdad de muchos lugares. Según el autor, se ha practicado cierto greenwashing del hormigón por parte de promotores que se esfuerzan en disociarlo del brutalismo.
No hace falta sin embargo ser un fundamentalista del hormigón armado para apreciar la creatividad e imaginación tectónica del brutalismo. En la llamada “trilogía de cemento” de J. G. Ballard (Rascacielos, La isla de cemento, Crash), el escritor británico denunciaba la alienación de la tecnología y la vida moderna transmitiendo al mismo tiempo cierta belleza y un sentirse a gusto en medio de ese paisaje industrial. Una vez más, la ambivalencia del hormigón. Brutalistas son muchas ruinas del futuro que el pasado nos legó. La reciente demolición del complejo Burroughs Wellcome, de Paul Rudolph, uno de los iconos brutalistas y futuristas de finales de los sesenta en los Estados Unidos, es un claro ejemplo de la controversia suscitada por la obsolescencia de un material y la importancia de su preservación en tanto legado cultural de la modernidad.(3)
Crítica del valor y alternativas a la construcción
Junto a toda esta reflexión sobre la arquitectura, hay en este libro una clara voluntad de releer a Marx. El autor utiliza el juego de palabras del hormigón como concrete, en inglés “concreto”, para trazar una analogía de los aspectos concretos y abstractos del trabajo, argumentando que el hormigón es la materialización perfecta de la lógica del valor:
Representa por excelencia el lado concreto de la abstracción mercantil. El concreto es la cara visible de la abstracción. Es un material sin límites propios (líquido al inicio), amorfo, polimorfo y que puede verterse no importa en qué molde. Anula todas las diferencias y es casi siempre el mismo (menos cuando su mezcla está mal dosificada). Se adapta a todos los climas, a todas las circunstancias. No tiene ninguna forma propia, pero puede cogerla. No existe en ninguna parte en su estado natural, pero se ha convertido en omnipresente. Es lo mismo para el valor: puede cambiar de forma, ser dinero, convertirse en mercancía, ser dinero de nuevo, pasar por una serie de metamorfosis hasta el punto de ser irreconocible –cuando se encarna en un valor de uso– y retoma de nuevo su forma inicial. El valor capitalista ha abolido todas las particularidades locales, todas las tradiciones, y se ha impuesto como la única ley hasta en los últimos rincones del planeta, en las cuales la vida social obedecía anteriormente a leyes fuertemente diferentes según las regiones; de la misma manera, el cemento ha extendido su reino monótono al mundo entero homogeneizando por su presencia todos los lugares. (4) […] La crítica de la arquitectura, y del hormigón en particular, constituye el punto de unión ideal entre la crítica del capitalismo, en tanto que sistema económico y social, y la crítica de la sociedad industrial. (5)
Sin embargo, siguiendo una argumentación marxista, el autor podría incorporar, ya de paso, cierta imaginación dialéctica por la que, una misma cosa, en este caso el hormigón, podría ser considerado al mismo tiempo como bueno y malo, positivo y negativo, recomendable y desaconsejable, etc. Esto es, esa contradicción inherente al capitalismo que analizara Marx por la que una misma cosa puede de entrada incorporar beneficios que a la larga se convierten en problemas. Quizá, sin complejizar tanto, tal vez el problema principal del hormigón armado sería de escala; cuando su aplicación excede ciertos umbrales.
En cualquier caso, Jappe ofrece más problemas que soluciones o alternativas, estimulando que cada cual saque sus conclusiones. Su incitación a construir sin hormigón, la vindicación de las arquitecturas tradicionales, la artesanía y las construcciones levantadas por la gente, como las catedrales y los núcleos urbanos de las viejas ciudades europeas, en la línea inaugurada por Bernard Rudofsky y su Arquitectura sin arquitectos, (6) resulta bienintencionada, hasta idealista, aunque no tan sencillo de llevar a la práctica. Lo mismo sucede con la autoconstrucción, la cual defiende, aunque alerta de sus peligros pues estas son grandes consumidoras de hormigón (señala además que el sur de Italia y Grecia están repletos de autoconstrucciones, muchas de ellas sin terminar o en situaciones de edificación abusiva, caótica y sin regulación).
El capítulo de elogio a William Morris tampoco ofrece respuestas “materiales”, concretas, a los problemas planteados por la edificación actual, para la cual resulta anacrónico eludir muchas de las enormes ventajas (técnicas) incorporadas por la modernidad y la arquitectura del siglo xx. Aunque el libro comienza con un puente, luego es la arquitectura, y no la ingeniería civil, el objetivo de su impugnación. La “arquitectura feliz” de Morris no tiene nada que ver con la ingeniería, la cual, sin el cemento y el hormigón, difícilmente hubiera podido desarrollarse tal y como hoy la conocemos. Es el sino del capitalismo actual, que facilita enormemente la vida a muchas personas, mientras empobrece y dificulta a otras tantas, al mismo tiempo y en el mismo lugar. Sin duda, este libro acontece en una coyuntura en la que se debate una arquitectura contemporánea más “sostenible”. En cualquier caso, la solución tal vez se encuentre de nuevo en Marx, pues su sociedad comunista no emergería de la nada, mucho menos de la erradicación de la producción industrial, sino de la incorporación y reintegración de los beneficios tecnológicos producidos por un capitalismo que, en lugar de destruirse a sí mismo, sirve para levantar una sociedad más justa e igualitaria.
Anselm Jappe, Béton. Arme de construction massive du capitalisme, Éditions L´Échappée, París, 2020, p. 23. Todas las traducciones del francés son del autor.
Ibid., pp. 112-113.
Otro caso parecido fue la demolición en 2017 del Robin Hoods Garden en el este de Londres, un complejo de viviendas sociales de Alison y Peter Smithson construido en 1972 y considerado como un punto de referencia para la arquitectura brutalista.
Ibid., p. 186.
Ibid., p. 193.
Ver Bernard Rudofsky, Arquitectura sin arquitectos, Pepitas de Calabaza, Logroño, 2020.
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Pandemias e a curadoria dos espaços
É impressionante voltar um século no tempo e saber que, antes dos avanços científicos nos quais hoje colocamos nossa esperança, como remédios e vacinas, o trato dos espaços era fundamental para o enfrentamento de pandemias como a que vivemos atualmente.
O mini documentário “¿Casas y escuelas anticovid? El ejemplo de cómo la arquitectura moderna frenó la tuberculosis” traz o surgimento da arquitetura e urbanismo modernos, conhecidos e até mesmo criticados pelo seu minimalismo e funcionalismo, como resposta a questões sanitárias relacionadas a pandemias de tuberculose e cólera, que assolaram a Europa do século XIX para o XX.
Com a descoberta das bactérias transmissoras das doenças, capazes de contagiar e acumularem-se também nas casas, a proposta dos arquitetos era construir “ambientes curativos, limpos física e simbolicamente”, a partir da adoção de janelas maiores e em maior número, terraços para entrada da luz natural, poucos móveis fáceis de mover e limpar.
A pandemia da covid-19 e o isolamento social, além da questão sanitária e de concentração da vida pessoal e laboral em um só lugar, traz consigo um componente novo, próprio da época de acelerado desenvolvimento tecnológico e que impacta questões psicossociais: os espaços virtuais, coexistindo com os espaços reais.
As janelas, nos tempos da tuberculose redimensionadas e multiplicadas nas edificações para que o ar corresse e desadensasse o ambiente, em tempos de covid e isolamento simbolizam não só lugar de respiro, mas de encontro: muitos amigos e casais passaram a se encontrar dessa forma, nem que seja para acenar um para o outro. Para mais, as janelas se multiplicam na dimensão virtual, nas telas de computador e nas videochamadas, por onde se dão a maioria das nossas atividades.
A necessidade de ambientes curativos física e simbolicamente volta com força e para além apenas da questão sanitária, pois é preciso dar resposta a esses novos “ares adensados” pelas novas formas de apinhamento físico, transportado para dentro de casas onde moram muitas pessoas, bem como uma espécie de apinhamento virtual, dado os excessos das janelas-telas.
Em articulação com o explanado pela psicóloga ambiental Zenith Delabrida, partindo de novas formas de construir e gerenciar esses ambientes, a fim de podermos regular também o acesso a nós mesmos, nosso espaço pessoal e privacidade, influenciamos nossas emoções e como lidamos com elas. Ou seja, se eu encontro um espaço para trabalhar e estudar, um para descansar, um para silenciar, um para encontrar aqueles que moram comigo, posso experienciar minhas emoções de forma mais equilibrada e relacionada a cada um desses momentos. Além de encontrá-los, cuidá-los de forma com que cuidamos também de nós. Já diz o ditado que “se quiser manter arrumada sua vida, mantenha arrumado seu guarda-roupas”.
A grande inquietação em refletir tais estratégias está em trazê-las para o contexto brasileiro. Esse seria, sim, um cenário ideal, mas que para tantos brasileiros ainda não chega nem perto da realidade, enquanto que com o passar da pandemia e isolamento (o que para muitos não foi sequer opção), as desigualdades se acentuam cada vez mais. Se a questão da habitação já era uma pauta forte, habitação em tempos pandêmicos é urgente e seria de extrema importância a presença da Psicologia Ambiental em atuação conjunta com os envolvidos.
Em caso de os efeitos da pandemia se prolongarem por anos ou haver risco de novas pandemias, o princípio de precaução, traduzido no existir uma certa plasticidade espacial dentro das casas, pode se tornar uma demanda indispensável, o que também se refletirá nas escolas, a exemplo das escolas ao ar livre dos tempos da tuberculose, ambientes de trabalho, espaços urbanos, sobretudo em hospitais, que têm precisado lidar, quanto edificações, com uma contingência maior do que para a qual tinham sido projetados.
Os acordos sociais em defesa e cuidado dos territórios que integram os lugares que fazem parte das vidas pessoal e laboral dos indivíduos (a cidade, a vizinhança, os caminhos), processo de territorialidade, embora necessários durante todo o tempo, devem sair fortalecidos de uma experiência de isolamento, na qual podemos sentir falta do uso coletivo dos espaços e compreender como são importantes na nossa vida.
Dito isso, é bom lembrar o que foi pontuado pela climatologista e pesquisadora Francis Lacerda: a pandemia é um dos reflexos das ações humanas desenfreadas que vem ocasionando mudanças ambientais e climáticas, que não devem ser poupadas de responsabilidade e reavaliação. As intervenções arquitetônicas e urbanísticas são apenas alguns dos meios de lidar com as consequências desse quadro, mas se não caminham juntas com mudanças pessoais e coletivas rumo a um modo de vida sustentável, inclusive podendo influenciar novas formas de construir, experiências tão custosas como essa podem voltar a se repetir, com frequência e magnitude cada vez mais insustentáveis.
REFERÊNCIAS
EL CONFIDENCIAL. ¿Casas y escuelas anticovid? El ejemplo de cómo la arquitectura moderna frenó la tuberculosis. Disponível em https://www.youtube.com/watch?v=qsaZPRbh3cs. Acesso em 16 de setembro/2020.
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DISEÑO LATINOAMERICANO
En esta nueva era de la conectividad relacional y plural, cada vez más diseñadores están descubriendo que ser de un lugar concreto y realizar diseños que denoten su procedencia, parece ser más importante que nunca. Tal vez porque el diseño se ha vuelto demasiado internacional, accesible y adaptable, perdiendo especificidad y conexiones con lo local. Si bien una buena porción de diseñadores latinoamericanos todavía debe encontrar soluciones creativas a partir de presupuestos modestos (e incluso miserables), también, en la medida que su nueva clientela se ha ido haciendo geográficamente más dispersa, han podido desarrollar proyectos o expandir sus oficinas fuera de su país. Por ello, el diseño se torna cada vez más interdisciplinario, colaborativo y desterritorializado. A su vez, gracias a las redes digitales de comunicación, no siempre es necesario estar en el mismo país de procedencia del encargo o proyecto
Una vez concluida la segunda posguerra, las ideas industrialistas fueron cobrando fuerza en el mundo entero, y en Latinoamérica la identificación de los conceptos de “desarrollo económico” con “industrialización” (transformados en sinónimos) se afianzó firmemente como una visión predominante. Estas concepciones inspiradas en el pensamiento keynesiano promovieron un modelo de “industrialización por sustitución de importaciones” combinado con estrategias de exportación e integración económica en varias regiones del continente bajo una fuerte tutela estatal en diversas esferas de la vida económica.
En el actual modelo de sociedad postindustrial, la máxima “más rápido, mejor y más barato” ha generado una ostensible aceleración de los procesos de diseño como consecuencia de la evolución de los medios digitales y las tecnologías de fabricación, obligando a los profesionales latinoamericanos a volcarse hacia un pensamiento más estratégico. En tiempos recientes, el diseño se ha desplazado “de la resolución de problemas a su procesamiento, y, como tal, de ‘lo multidisciplinar’ a lo ‘interdisciplinar’. Muchas empresas dedicadas al diseño han evolucionado desde la consideración de imágenes, objetos y espacios, a la investigación y provisión de relaciones y estructuras” Asimismo, muchos diseñadores, insatisfechos con la habitual tarea de ejecutar los proyectos de otras personas, están comenzando a asumir el control de su trabajo mediante la creación y la comercialización de sus productos y servicios, en muchos casos vinculados a los referentes de la cultura local y a los modos de producción propios de su país. C ada vez son más los diseñadores que son sus propios clientes y sus propios agentes.
MEXICO
ALBERTO VILLARREAL
Alberto Villarreal es un diseñador industrial mexicano con un enfoque muy marcado en el desarrollo tecnológico e innovación cultural.
Catalogado como uno de los 20 latinos más influyentes en tecnología en 2018 y 2017 por CNET, Alberto Villarreal es un diseñador consumado con más de 18 años de experiencia en los campos de diseño industrial, arquitectura de interiores y estrategia de diseño. Actualmente trabaja en Google en California, como Creative Lead en el grupo de hardware.
Es uno de los diseñadores mexicanos activos con más reconocimiento internacional y podría decirse que cuyo trabajo ha alcanzado la mayor cantidad de usuarios en todo el mundo. Su trabajo abarca una variedad de industrias y productos tales como: electrónica de consumo, interiores y muebles, equipamiento deportivo, transporte, dispositivos médicos y tecnología adecuada.
JORGE DIEGO ETIENNE
Jorge Diego Etienne (Tampico, 1983) es un apasionado diseñador industrial mexicano con una perspectiva global hacia el diseño. Se graduó de la licenciatura en Diseño Industrial del Tec de Monterrey en 2009, y su experiencia incluye una pasantía en Feiz Design Studio en Ámsterdam, workshops en empresas de diseño internacionales y cursos en reconocidas escuelas de diseño tales como Central Saint Martins en Londres, Domus Academy en Milán y Parsons The New School for Design en Nueva York.
JOEL ESCALONA
Joel Escalona, diseñador mexicano nacido en la Ciudad de México en 1986, es egresado de la UAM-A de la licenciatura de Diseño Industrial. En 2014 fundó su propio estudio en la Ciudad de México, el cual dirige hasta la fecha.
Él cree en ideas que atrapan de manera significativa, que retan los límites del diseño contemporáneo, que envuelven en las historias que cuentan. Desde productos asequibles como grifos y sartenes, a extravagantes piezas de edición limitada y proyectos de dirección creativa, Joel genera valor tangible para cada uno de sus clientes a través de su dominio en ejecución y narrativa.
Además de dirigir su propio estudio de diseño, Joel es director creativo de dos marcas de mobiliario de renombre internacional: nono y BREUER. Además, es miembro fundador de Cooperativa Panorámica, un grupo de diseñadores mexicanos que exploran nuevos territorios de diseño, todo esto mientras es profesor de diseño en CENTRO e ITESM, dos de las universidades más importantes en México.
MAURICIO VALDES
Mauricio Valdes nace en la cd de México 22 julio 1966 tiene 28 años de experiencia en diseño industrial, en las areas de: mobiliario, desarrollo y diseño de producto, grafico, textil, joyeria, interiorismo, iluminacion & consultoria.
Exhibe diseño en el festival internacional mexico 93 " europalia ". Viene de la generacion de diseñadores " homo-faber " la vaca independiente,banamex,mexico d.f Primer showroom en " cepromex " la jolla,san diego california, USA. Exhibe diseño en las vegas " furniture and accesories show, Las Vegas, Nevada, USA. Exhibe diseño en la cd de San Francisco, California, USA Exhibe diseño en el pabellon mexicano, en la feria internacional del mueble de Milan & euroluce, Milan Italia Exhibe diseño en la feria internacional de Nueva York, icff international furniture fair, NY. USA. Mencion honorifica y premio al segundo lugar, en el primer concurso latinoamericano de diseño en vidrio industrial, Museo de el vidrio y el fondo nacional para la cultura y el artes, Monterrey, Nuevo Leon, México
CLARA PORSET
Clara Porset (Matanzas, Cuba 25 de mayo de 1895-17 de mayo de 1981 Los Ángeles Estados Unidos de América) fue una arquitecta y diseñadora de muebles cubana. La mayor parte de su carrera la desarrolló en México donde diseñó los muebles para proyectos de viviendas de, entre otros arquitectos como Luis Barragán y Mario Pani. En 1941 participó del concurso Organic Design for Home Furnishing organizado por el MOMA de Nueva York ganando uno de los premios.
ARGENTINA
ALEJANDRO SARMIENTO
Nació en General Villegas, un pueblo agrícola-ganadero de la provincia de Buenos Aires. “La pampa húmeda es mi fuente de inspiración, porque esa espacialidad, ese horizonte, el tiempo, los pocos recursos, fueron un gran estímulo para hacer y deshacer cosas, armar y desarmar”.
Egresado de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en 1986, comenzó desde entonces a realizar proyectos de diseño que involucran desde la investigación hasta el desarrollo y la implementación. La experimentación con el material es la base de su trabajo, hasta el punto que el reciclaje de residuos y el reuso de piezas estándar del mercado son su marca registrada. Los descartes industriales y los residuos sólidos urbanos son sus preferidos. Aunque también utiliza mucho material estándar al que le da otra oportunidad como futuro objeto.
RICARDO BLANCO
Ricardo Blanco (1940 en Buenos Aires, Argentina - 2017 en Buenos Aires, Argentina), fue un reconocido arquitecto y diseñador industrial argentino. En su carrera alcanzó un protagonismo tal, que lo llevó a proyectarse internacionalmente como uno de los principales referentes del diseño argentino. Es famoso por sus diseños de mobiliario, particularmente, ha creado una innumerable cantidad de sillas y sillones, todas con un diseño innovador y transgresor. Se recibió de arquitecto en 1967 en la Universidad de Buenos Aires. Al año siguiente comenzó su labor profesional en la firma Stilka. Allí pudo desarrollar productos sobre la base de tecnologías no convencionales como el laminado en madera.
BRASIL
HERMANOS CAMPANA
Los hermanos Campana están considerados como los diseñadores latinoamericanos de mayor renombre en el panorama internacional del diseño de producto. Hoy hacemos un repaso por su trayectoria profesional y descubrimos la clave de su estilo a la hora de diseñar.
Ambos nacidos en São Paulo (Brasil) con una década de diferencia, Humberto (1953) y Fernando (1961) Campana tomaron en sus comienzos caminos muy diferentes que con los años, les llevarían a reencontrarse.
El carácter llamativo de sus obras comienza a percibirse en diferentes exhibiciones en pequeñas galerías haciéndose reconocido por un amplio público. Sería a finales de los años ochenta cuando presentan su primera exposición oficial como equipo de diseñadores llamada ‘Desconfortáveis’, compuesta fundamentalmente por sillas de diseño propio basadas en materiales rescatados para darles una segunda vida. Esta exposición acogida por el Museo de Arte de São Paulo supondría un paso adelante en su carrera, consagrándoles como diseñadores y proporcionándoles una mayor visibilidad.
JOAQUIN TENREIRO
Joaquim Tenreiro (1906, Melo, Gouveia, Portugal – 1992, Itapira, Brasil) nació en el seno de una familia de ebanistas que, a finales de 1910, emigró con su familia a Río de Janeiro (Brasil).
Contrario a tales expectativas burguesas, a principios de 1940, fue uno de los primeros diseñadores de Brasil en adaptar el estilo moderno europeo y el funcionalismo a la industria del mueble.
Joaquim Tenreiro, considerado como un pionero, propuso un lenguaje contemporáneo y defendió la idea de que el mobiliario brasileño debería ser “formalmente ligero…. una ligereza que no tiene nada que ver con el peso en sí, sino con la gracia, con la funcionalidad de los espacios “.
COLOMBIA
LUCY SALAMANCA
Lucy Salamanca es diseñadora con estudios académicos en diseño industrial en la Universidad de Bogotà - Colombia - y una especialización de posgrado en el Istituto Europeo di Design (IED) en Milano (1985). Diseñador independiente, en Milán, para muebles de hogar y oficina, baños, muebles e iluminación, desde 1991 hasta 1996 Lucy Salamanca ha sido directora de arte para Zigurat Design Group en Pesaro, Bolonia y Milán. En 2013 se convierte en parte del equipo de diseño creativo para HOMI - Fiera Milano - la feria dedicada a los estilos de vida, una nueva idea para descubrir desde enero de 2014.
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