#frases para mí estado
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Este corazón no funciona hay que mandarlo al taller, a ver si por fin se arregla…
#no creo en el amor#te extraño#todo mal#me voy#frases para el amor de tu vida#texto de amor#casi algo#frases para mí estado#canciones#amor prohibido#amor propio
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ORIGINEN DEL VOCABLO RESTAURANTE
En 1765, un mesonero llamado Dossier Boulanger abrió en París una casa de comidas y a la puerta colgó el siguiente letrero:
"Venite ad me vos qui stomacho laboratis et ego restaurabo vos"
No eran muchos los parisinos que en el año de 1765 sabían leer francés y mucho menos el latín, pero los que podían, sabían que Boulanger, el propietario, decía:
"Venid a mí casa hombres de estómagos cansados que yo los restauraré."
La frase tuvo tal éxito que desde entonces, todas las casas de comidas en el mundo se llaman “restaurantes”.
Aparte la deliciosa gastronomía que se hizo famosa en toda Francia, Boulanger deleitaba a sus comensales con deliciosos postres preparados por él mismo y debido a la fama de su repostería Boulanger también es el “culpable” de que en Francia a las panaderías se les llame “boulangeries”.
La palabra restaurante se estableció en breve y los chef de más reputación que hasta entonces sólo habían trabajado para familias privadas, reyes y ministros abrieron también sus propios negocios o fueron contratados por un nuevo grupo de pequeños empresarios: los restauradores.
El término "restaurante" llegó a Estados Unidos en 1794, traída por el refugiado francés de la revolución Jean Baptiste Gilbert Paypalt, este fundó lo que sería el primer restaurante francés en Estados Unidos llamado Julien’s Restorator.HP.ORIGINEN DEL VOCABLO RESTAURANTE
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CONOCE AL PERSONAJE: 18.
Camelia Rivera.
1. Frase que te defina.
«Lo que no te mata, te hace más fuerte».
2. 5 cosas sin las que no podrías vivir.
- Mi hija Luna, mi hermano Toño y todos los que conforman mi familia y amigos. - Mis reptiles (Candy te amo) - Cafeína - Mi playlist de boleros y perreo old school - El señor K
3. La canción de la que nunca te cansas.
Celia Cruz - Por si acaso no regreso
4. ¿Qué haces cuando estás ansioso para calmarte?
Tocar el tatuaje conformado por una flor, una luna y olas; que tengo en mi muñeca derecha. Me recuerda lo que es importante.
5. ¿Cuál es la lección más valiosa que has aprendido este último año de tu vida?
No perder de vista lo que es importante y no desperdiciar el tiempo en cosas que te pueden quitar tiempo valioso.
6. Dale un consejo a tu yo de 18 años.
Está bien no estar bien. Está bien confiar en quienes tienes a tu alrededor. Chica, está bien sentir miedo.
7. Si pudieras extinguir una quimera para siempre, ¿cuál sería? ¿Y por qué el Blop?
Ranking: Lepurantas, Prowlers y Blops. ¿Porqué elegir una si se puede matar a todas?
8. Si se te presentara el genio de la lámpara, ¿qué tres deseos le pedirías?
- Que mi abuela siguiera con vida - Que la conciencia de mi madre hubiese ganado en vez de haberse fragmentado - No haber perdido a mi primer hijo (y haberlo tenido con la persona que amo)
9. ¿Hay alguien a quien admires profundamente? De ser así, ¿quién es y por qué?
Gabriel Araya. No sólo ha sido como un padre para mí, sino que además sabe cómo calmar el corazón más angustiado. Siempre cuida a las personas que están por debajo o encima de él y no conozco persona con un corazón más noble que él. Además con sus infusiones de viejita y su tensión alta me recuerda mucho a mi abuela, aunque aún le faltan muchos años para eso, me estoy asegurando de ello. Y también tengo a otra persona que admiro, y es a Julián M. Sloane, quien siempre ha estado a mi lado protegiéndome pese a que siempre he jurado no necesitarlo, es como un hermano mayor que no sólo me rescató a mí y a mi hermano, sino que además, es quien me ha hecho aferrarme a la vida cuando más lo necesité. Les quiero.
10. Dinos una cosa sobre ti que la gente asume erróneamente que te define o que tienes.
Que parezco alguien feroz que podría morderte la mano en el primer contacto, es decir, sí, es verdad, pero no es algo que ocurra si no haces algo que lo desencadene.
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CAPITULO 48 - REENCUENTRO INESPERADO
Alex parecía igualmente sorprendido, sus ojos se encontraron con los míos, y una mezcla de emociones cruzó su rostro. Su mirada se suavizó, recorriendo mi rostro y deteniéndose un momento más de lo necesario.
|| ¡¿Riley?! Hola… Qué sorpresa verte… ¡Te ves! Wooooow… || me miró de arriba hacia abajo, claramente admirando mi apariencia. Me enderecé, recuperando rápidamente mi compostura. Los recuerdos de nuestro pasado intentaron arremeter contra mí, pero me mantuve firme. Había aprendido a defenderme y no permitiría que viejas heridas me afectaran.
|| Pues aquí estoy || respondí, mi tono tranquilo pero firme || Es un mundo pequeño, ¿no? ||
Drake, que había estado observando la interacción, dio un paso hacia adelante, su presencia tranquilizadora a mi lado.
|| ¿Todo bien, Riley? || preguntó, sus ojos pasando de Alex a mí con preocupación.
|| Sí, todo bien, Drake. Solo un viejo conocido || dije, dándole una sonrisa para tranquilizarlo.
|| Vi en algunas publicaciones internacionales que estás viviendo en ¿Cordinia? ¿Coronia? || dijo Alex.
|| ¡Cordonia! Sí, ahí es donde vivo ahora || dije con firmeza.
Alex tragó saliva, pareciendo incómodo bajo la mirada de Drake. Sus ojos seguían fijos en mí, como si no pudiera creer lo que veía.
|| Riley, yo... quería disculparme por todo. Sé que te hice daño y... || Comenzó a decir, pero rápidamente lo interrumpí, levantando una mano.
|| Ok, gracias por tus disculpas… De hecho, las acepto, aunque llegaron un poco tarde, pero qué más da… Prefiero que todo quede en el pasado, Alex ||
|| Gracias, Riley… La verdad es que fui un tonto por dejarte ir… Venir hacia acá sin ti fue un completo error. Me casé, pero me encuentro en planes de divorcio ahora y con un hijo de por medio… Sinceramente fui un idiota… Yo te he extrañado demasiado y || Pero Drake se colocó delante de mí y miró con rabia a Alex, comenzando a señalarlo con el dedo, interrumpiéndolo por completo.
|| Mira, pedazo de basura… Tus palabras realmente son tan ciertas porque fuiste un GRANDISIMO idiota por dejar ir a esta mujer… Pero afortunadamente es muy tarde. Riley se merece a alguien que la ame por lo que es, incluso por todos sus defectos. Por lo tanto, ella tiene derecho a estar con un hombre que todos los días le recuerde lo maravillosa y sorprendente que es y que siempre se asegure de que sea feliz… Gracias al cielo que la dejaste ir, porque Riley no te merece ||
Alex se quedó en silencio por completo, sin ningún tipo de reacción. No podía ocultar mi sorpresa ante la actitud de Drake; nunca me imaginé que reaccionaría de esa manera. Alex parecía aún más intimidado por la figura imponente de Drake, que con su estatura y musculatura, claramente proyectaba una autoridad que hacía que Alex se sintiera pequeño en comparación.
|| Yo… Yo… este... || comenzó a tartamudear Alex. Drake lo seguía mirando con desdén, claramente enfadado.
|| Mira imbécil, si quieres compensar cualquier cosa que le hayas hecho a Riley, necesito que nos ayudes con algo. ¿Conoces al doctor Beckett? || dijo Drake con seriedad mientras que Alex solamente arqueó una ceja y se puso nervioso.
|| Este… Sí, yo lo conozco, pero ¿Tienen una cita? || dijo con miedo mientras que Drake y yo solo intercambiamos miradas.
|| Errr, no exactamente || respondí rápidamente, pero Alex negó con la cabeza.
|| ¡Cielos, Riley! De verdad lo siento, pero el doctor Beckett es un hombre muy ocupado; nadie lo ve sin una cita previa y yo la verdad no pu... ||
Alex no terminó su frase, ya que Drake lo interrumpió, agarrándolo del cuello.
|| ¡Oh vamos! || dijo Drake, levantándolo un poco del suelo, intimidándolo por completo || Alex, yo no te conozco y tampoco quiero hacerlo, pero Riley en estos momentos necesita un gran favor. Como te dije, si quieres congraciarte con ella por toda la mierda que le hiciste pasar, dinos dónde podemos encontrar al doctor Beckett ahora mismo || Drake lo soltó, y Alex lo miró con evidente temor.
|| Es que… es que no quiero tener problemas con el doctor… || dijo mirándome con ojos suplicantes || Riley, lo que pasa es que él es mi jefe y nadie rompe las reglas del doctor Beckett ||
|| Alex, solo dime cómo encontrarlo y desaparece si tanto miedo le tienes || exclamé molesta. Alex me miró y, supongo, vio la ansiedad en mis ojos. Luego lanzó un gran suspiro.
|| Ok, ok… Sígueme por aquí || dijo finalmente. Alex nos guio rápidamente hasta el consultorio del doctor. Tras algunas vueltas y caminatas por pasillos, llegamos frente a la oficina del doctor Beckett. La puerta estaba cerrada y se escuchaba un murmullo de voces desde adentro || Muy bien, Riley… Esta es la oficina. Está en una importante reunión, por lo que no creo que debas interrumpirlo. Pero cumplo con tu petición. Si él llega a preguntar algo, tú no me conoces ni te traje hasta aquí || dijo Alex, mirando de reojo a Drake antes de volver a mirarme || Me marchar�� antes de que entres. Fue un gusto verte ||
|| Lamentablemente, no puedo decir lo mismo… Hasta nunca || le dije mientras él solo me miraba antes de bajar la mirada. Cobarde como siempre, eso no ha cambiado. Se dio la vuelta y desapareció de nuestra vista.
|| ¿Siempre fue así de cobarde? || preguntó Drake.
|| Sí, siempre lo fue… Por cierto, gracias por lo que dijiste hace un momento || Respondí.
|| No fue nada, solo dije la verdad. Eso es lo que mereces || contestó Drake con seguridad. Le agradecí con una pequeña sonrisa antes de volver a mirar la puerta. Levanté la mano para tocarla, pero me detuve.
|| ¡Dios, tengo tanto miedo, Drake! || exclamé, llena de nervios. Drake, con una calma imperturbable, me colocó suavemente a un lado y llamó a la puerta con confianza. Mientras estaba atrapada en mi pánico, escuchamos una voz irritada que nos ordenó entrar.
Drake abrió la puerta y me hizo un gesto para que entrara con él. Dentro, un grupo de cuatro médicos estaba reunido alrededor de una mesa de conferencias ovalada, con papeles y radiografías esparcidos frente a ellos. Observé a los dos hombres y dos mujeres presentes. El hombre en la cabecera de la mesa me miraba de manera severa. Tenía unos profundos ojos verdes, muy parecidos a los míos. Era él, sin duda, aunque parecía mucho más joven de lo que había imaginado. ¡Santo cielo! Realmente mucho más joven. Sin duda, había envejecido bien, pensé. Tragué saliva y finalmente me decidí a hablar.
|| ¿Usted es el doctor Beckett? || pregunté con voz temblorosa. El hombre puso los ojos en blanco, suspiró y cambió una mirada con una joven doctora a su lado. Luego volvió a mirarme, y con un tono cargado de impaciencia exclamó:
|| Sí, soy yo. ¿Qué busca, señorita? Y la pregunta del millón: ¿por qué entraste? No deberías estar aquí || Me dijo y yo miré a Drake, quien me dio un asentimiento alentador.
|| Hola, doctor. Mi nombre es Riley… Y… ¿adivine qué? Usted… usted es mi padre || Dije y el doctor Beckett se levantó lentamente de la mesa, manteniendo su mirada fija en mí. Luego, en silencio, indicó a dos de sus colegas que abandonaran la habitación. La tercera doctora, la hermosa mujer que estaba a su lado, también se levantó y le tocó el brazo suavemente.
|| ¿Quieres que yo también me vaya? || le preguntó con calma. Él, sin apartar la vista de mí ni de Drake, murmuró en voz baja.
|| No, y llama a seguridad || dijo sin vacilación. Drake me lanzó una mirada rápida y susurró al oído:
|| Buen trabajo, Brown… Ahora vamos directo a la cárcel ||
Le hice una mueca y lo golpeé en el brazo.
|| ¡Cállate, Drake! || Di un paso adelante, levanté ambas manos y le ofrecí al doctor mi sonrisa más enigmática || Doctor, sé que esto es un shock, pero es verdad. Usted es mi padre, mi madre se llama Alice Brown. Ella lo conoció cuando trabajaba en el hotel The Beekman en Nueva York. Y yo… bueno… Casi me convierto en reina de Cordonia. Sinceramente, lo habría logrado si no hubieran armado un complot en mi contra y una estúpida rubia no hubiera tomado mi lugar. Y— || Pero no pude terminar mis palabras, ya que el doctor rápidamente se acercó a su compañera, interrumpiéndome.
|| Olvídate de llamar a seguridad, llama de inmediato al psiquiatra… || exclamó el doctor Beckett, sin apartar su mirada de mí. Drake se colocó detrás de mí, poniendo sus manos sobre mis hombros.
|| Doctor, antes de que le pongan una camisa de fuerza a mi amiga, permítame explicarle || dijo Drake con más calma || Es cierto, ella puede parecer un gran lío, pero todo lo que dice es verdad. Ella es Riley Brown y nosotros vivimos en Cordonia ||
Mientras la doctora miraba su celular, el doctor Beckett se colocó las manos en las caderas, mirándonos con un rostro cargado de enojo.
|| ¿Y se supone que yo debo saber quién diablos eres? || exclamó, pero de repente, la doctora a su lado comenzó a mostrarle algo en su teléfono.
|| Mira, es verdad || dijo ella, y luego retiró el celular para mirarme fijamente || ¡Oh, Dios mío! ¡Eres tú! Lady Riley Brown de la casa Beaumont ||
Al escuchar mi título, no pude evitar sonreír.
|| Sí, esa soy yo. ¿Y tú? ¿Cómo te llamas? || pregunté, mientras la mujer daba un paso adelante para estrecharme la mano.
|| Soy la doctora Susan Grey. ¡Es un placer conocerte, Lady Riley! || exclamó, llena de emoción mientras nos dábamos la mano.
|| Por favor, solo Riley || le respondí, notando que el doctor nos observaba con una molestia extrema, casi como si estuviera en uno de sus peores días.
|| Muy bien, querido grupo divertido… ¿Susan, podrías explicarme de qué diablos me perdí? || exclamó el doctor, mientras Susan daba un paso atrás, sujetando su mano.
|| ¡Esta mujer es miembro de la corte Cordoniana! || exclamó Susan, haciendo una pausa y frunciendo el ceño || Aunque no estoy segura de por qué cree que eres su padre… ||
|| ¡Es que lo es! Él y mi madre se conocieron en Nueva York, tuvieron un romance y, nueve meses después, aquí estoy yo || exclamé, sonriendo nerviosa.
|| Mire, señorita Brown, si hubiera tenido una aventura en Nueva York, creo que lo recordaría, ¿no? || dijo el doctor Beckett con sarcasmo || Además, hace muchos años que no vivo allí. Pero dime, ¿cuántos años tienes? ¿Veintitrés? ||
Inconscientemente, sonreí y me sonrojé al escuchar que me calculaba una edad menor.
|| ¡Gracias por el halago! Pero en realidad tengo veintiséis || respondí.
|| Y yo, treinta y siete || gruñó, visiblemente molesto || Y sinceramente, no creo haber hecho nada a los once años. Así que no hay forma de que pueda ser tu padre. Ahora, si nos disculpas, tenemos trabajo que hacer. Por favor, retírate || dijo, volviendo a sus radiografías.
|| ¡No puede ser! || exclamé, frunciendo el ceño y sacudiendo la cabeza || Mi madre no pudo mentirme. Ella dijo que mi padre era médico y trabajaba en un hospital en Boston. ¡Te busqué y tú eres el único doctor Beckett aquí! ¡Internet me lo dijo! || La frustración se hizo evidente en mi voz. Sentí que la desesperación y el desespero me sobrepasaban. Mi respiración se volvió más agitada mientras la impotencia me invadía || ¡Por favor, créeme! No estoy aquí por capricho ||
El doctor me miró con escepticismo, arqueando las cejas.
|| De una cosa estoy segura: si internet lo dice, ¡debe ser verdad entonces! Soy el único Doctor Beckett de Boston || respondió Ethan con desdén.
|| Ethan, no seas tan sarcástico || dijo Susan, lanzándome una mirada preocupada pero comprensiva. Al escuchar su nombre, sentí cómo me desinflaba lentamente; mis hombros se hundieron en una señal de derrota. ¿Ethan? ¡Qué estúpida fui por no haber confirmado antes! Pero estoy segura de haber visto "Samuel" en su historial.
|| Susan… Acabas de llamarlo… ¿Ethan? || pregunté, mi voz temblando de confusión.
|| Así es. Él es el Doctor Ethan Beckett || confirmó Susan con calma.
|| Pero… yo estoy segura de que revisé su nombre. ¡Te llamas Samuel Beckett! ¡No lo entiendo! Mi madre siempre me habló de un médico llamado Sam, y ella me dijo que trabajaba en Boston. ¡Dios! Lo siento, parece que me equivoqué... Yo--- || Pero mis palabras fueron cortadas cuando Drake me rodeó con su brazo, guiándome hacia la puerta con una firmeza que no dejaba lugar a dudas.
|| Sera mejor irnos, Riley || me susurró en voz baja, usando mi primer nombre con una protección que solo él sabía manifestar. Miró a ambos doctores || Lo sentimos mucho, creo que cometimos un error ||
Pero antes de darnos la vuelta para salir, Ethan levantó una mano, frunciendo el ceño con evidente sorpresa.
|| Espera un momento. Mi nombre es Samuel Ethan Beckett. Pero mi padre es quien conocen como Sam. Como te mencioné, vivíamos en Nueva York hace muchos años. Creo que la persona que tu madre conoció fue a mi padre || explicó Ethan. Mi corazón se hundió en un mar de frustración y desesperación. No podía creer que, tras todo este esfuerzo y dolor, me encontrara con alguien que parecía ser… ¿mi hermano? || ¿Podrían sentarse? || Dijo Ethan. Tanto Drake como yo nos acomodamos en el sofá de su oficina. Susan nos ofreció un vaso de whisky. Lo acepté con manos temblorosas y bebí de un solo trago, buscando calmar mi agitación. El whisky apenas logró apaciguar el torbellino de emociones que me embargaba. Me sentía atrapada entre el desasosiego y una decepción aplastante, mientras mi mente intentaba procesar lo que acababa de suceder. Ethan, con los ojos muy abiertos, exclamó: ¡Wow! ¿Te encuentras bien? || preguntó Ethan, visiblemente asombrado y desconcertado. Drake lo miró con una furia evidente.
|| Por favor, ¿crees que se encuentra bien? ¡Déjala calmarse! Acaba de descubrir que su padre no es quien pensaba, y además ha conocido a su hermano, que, por cierto, es un completo idiota || exclamó Drake con molestia.
|| ¡DRAKE! || le grité, frunciendo el ceño mientras mi frustración estallaba. Ethan miró a Drake con una mezcla de sorpresa y desdén.
|| ¿Cómo te atreves a insultarme? ¿Crees que esto es fácil para mí también? No es justo que aparezcan de la nada, interrumpan mi vida y la cambien por completo || Respondió Ethan, visiblemente afectado.
|| Vamos, todos necesitamos calmarnos || dijo Susan, levantando las manos en un intento de apaciguarnos || Honestamente, es un shock para todos. Pero Ethan, Riley no tiene la culpa. Tal vez tus padres te ocultaron algunas cosas, ¿no crees? ||
|| ¿Susan… estás diciendo que mis padres me mintieron todo este tiempo? || Ethan la interrumpió. Susan lo miró, y cualquier réplica que planeaba lanzar se esfumó. Su rostro cayó. Ethan la miró, luego frotó su boca y lanzó un gran suspiro || Sabes, tal vez lo hicieron. Siempre me pregunté por qué nos mudamos de Nueva York tan de repente y nunca recibí una explicación clara. Supongo que no conocía todos los secretos de mis padres, y ciertamente no sabía que mi papá había engañado a mi mamá || admitió Ethan, frotándose la boca mientras lanzaba un largo suspiro.
|| Riley, ¿puedes darme tu número? || preguntó Susan con una mirada sincera || No creo que esté demás preguntarle a Sam sobre esto… ¿No crees, Ethan? ||
Ethan la miró y solo levantó los hombros. Mientras anotaba mi número para dárselo a Susan, decidí preguntar algo que me tenía confundida.
|| Ethan, ¿puedo preguntarte algo? || Él me miró y asintió ligeramente || ¿Sam no es médico? ||
|| No || respondió Ethan, negando rápidamente con la cabeza || Él es ingeniero eléctrico. Tuvo su propio taller durante años, donde diseñaba y reparaba sistemas eléctricos. Se retiró hace poco tiempo ||
Sus palabras me dejaron perpleja. Entonces, mi padre no solo ocultó a su familia, sino también muchas otras cosas. ¿Qué más era mentira? Sentí una ola de rabia interior que me estaba ahogando. Drake me miró preocupado.
|| ¿Estás bien, Brown? || preguntó Drake, y yo solo me encogí de hombros. Él comenzó a frotar delicadamente mi espalda, pero mi frustración alcanzó su punto máximo. Me sacudí para que Drake me soltara.
|| ¡Estoy bien, Drake! || respondí con un tono más agresivo de lo que pretendía, y miré fijamente a Ethan || Disculpa, Ethan, pero ¿crees que podrías hablar con tu padre y arreglar algo para que pueda encontrarme y hablar con él? O si puedes, dame su número para que pueda contactarlo yo misma || Exclamé con desesperación y firmeza, sintiendo que la situación se me escapaba de las manos. Noté que los ojos de Ethan se volvieron cautelosos.
|| Mira, no estoy seguro de querer dejar esto en el regazo de mi papá. Dame tiempo para hablar con él y ver si tal vez quiera conocerte. Lo siento, pero eso es todo lo que puedo hacer || dijo Ethan, con una frialdad cortante en su voz. Al escuchar esas palabras, sentí como si un cuchillo atravesara mi corazón. Tenía razón, pero eso no hacía que doliera menos. Mordí mi labio inferior para evitar que las lágrimas brotaran.
|| Ok, entiendo… Tienes razón… Mil disculpas por interrumpirte y hacerte perder el tiempo || Dije mientras me ponía de pie y me dirigía a la puerta con Drake. Sin embargo, la rabia, la impotencia y el dolor inundaron mi corazón. No podía haber venido hasta aquí para no lograr nada. Me di la vuelta bruscamente y miré a Ethan directamente a los ojos || ¿Sabes qué, Ethan? No, no lo entiendo || dije, mi voz temblando de emoción contenida. || ¡Tal vez tú seas mi hermano y él sea mi papá! ¡Creo que tengo derecho a hablar con él! ¡Tengo derecho a conocerlos a ambos! || Exclamé, mi voz quebrándose por la frustración. Ethan me miró con una frialdad implacable.
|| Con el debido respeto, Riley, tú no tienes derecho a conocernos a ninguno de los dos. Además, si eso llegara a ser cierto, tú y yo simplemente compartimos genes y sangre; eso es todo lo que nos une. Mi padre decidirá por sí mismo lo que sucederá a continuación. Es decir, él decidirá si desea conocerte o no. ||
|| ¡ETHAN! || exclamó Susan, sus ojos llenos de angustia. Ethan se acercó a la puerta y la abrió de un tirón, su gesto lleno de desdén.
|| ¡Muy bien, es suficiente! Esta conversación ha terminado… Susan ya tiene tu número, así que te contactaré una vez que haya hablado con mi padre. Como te dije, él decidirá qué hacer. Buenas tardes. || Ethan me trató con tanta frialdad que me sentí como una tonta por siquiera intentarlo. Drake lo miró con furia, sus ojos ardían de indignación. Me tomó de la mano y me guio suavemente a través de la puerta, murmurando con voz tensa:
|| ¡Vámonos, no hagamos perder más el precioso tiempo del amable DOCTOR! ||
**
Nuestro viaje de regreso al auto estuvo envuelto en un silencio opresivo. Me sentía completamente rota. Tal vez Ethan tenga razón; tal vez no tengo derecho a conocerlos, o al menos, él no desea que lo haga. Y quién sabe, tal vez mi padre tampoco quiera conocerme. Drake me ayudó a sentarme en mi lugar y luego se acomodó en el suyo. Pero de repente, todo lo que había estado reprimido estalló en llanto. Me hundí entre mis piernas, completamente derrotada.
|| Drake… No es… No es justo que él me… haya tratado así. Yo no… Yo no fui la que… mintió. Solo… solo estaba buscando respuestas || exclamé, con la voz entrecortada y las lágrimas fluyendo sin cesar. || Estoy harta… harta de buscar respuestas y no… no conseguir nunca nada. Siento que todo lo que hago es en vano… que nada tiene sentido. Nunca voy a poder ser feliz… nunca del todo, Drake… NUNCA. Este viaje… este maldito viaje… ha sido una… pérdida de tiempo || Grité, hundiendo mi cabeza entre mis manos, mientras mi cuerpo se sacudía con sollozos convulsivos. La desesperación me consumía, sentía como si una ola de fuego interno me abrasara. No podía soportar más este dolor, esta sensación de fracaso.
De repente, sentí los brazos de Drake rodeándome con una fuerza reconfortante, sin palabras, solo el abrazo sólido que me daba un tenue consuelo. Cuando percibió que mi llanto comenzaba a calmarse, me soltó con suavidad y me miró con una ternura silenciosa, tratando de ofrecerme el consuelo que mis palabras no podían expresar.
|| Riley, no digas que no vas a poder ser feliz por completo. Eso no es verdad. Además, este viaje te ha servido para darte cuenta de que, tal vez, tienes un hermano que es un completo imbécil || dijo Drake, logrando que ambos nos riéramos a pesar de la tristeza. Luego, con suavidad y ternura, limpió las lágrimas de mis mejillas || Mira, a tu lado tienes a muchas personas que te amamos y cuidamos de ti. Por favor, no llores ni digas que nunca vas a ser feliz ||
|| Es que, Drake… || quise reprocharle, pero él rápidamente colocó su dedo en mi boca. Nuestras miradas se encontraron y, de repente, parecía que una conexión magnética nos envolvía. Se acercó lentamente hacia mí, y pude sentir la pasión palpable en el aire. Justo cuando nuestros labios estaban a punto de tocarse, mi teléfono comenzó a sonar. Salí del trance y lo saqué de mi bolso con rapidez. Al mirar la pantalla, mis ojos se abrieron en sorpresa: era Liam. Sin pensarlo, contesté de inmediato, mientras Drake se apartaba sin dudarlo.
|| ¡Liam! ||Exclame con mi voz rota y quebrada.
|| Riley, amor Te he estado llamando y no contestabas. ¿Todo está bien? || Me dijo con preocupación. Mientras Drake me susurraba que saldría afuera, le conté a Liam todo lo que había pasado: el viaje a Boston, la confusión con Ethan, y su frialdad. Mi voz temblaba entre sollozos, como si fuera una niña buscando protección.
Con Liam pude revelar todo el dolor acumulado. Él me escuchó con paciencia y me ofreció palabras de consuelo. Me recordó que las cosas pasan por algo y que tal vez la frialdad de Ethan no era intencional. “Aprovecha el tiempo que tienes con tu madre,” me dijo, su voz cargada de tristeza. Me preguntó si Drake estaba conmigo y, al confirmar que sí, me explicó que lo había pedido porque Maxwell estaba ocupado con la investigación y Hana lidiando con sus problemas familiares. Agradecí su apoyo, aunque no era necesario, y le pregunté cómo iban las cosas por allá. Me sorprendió descubrir que era casi de madrugada para él.
Liam me tranquilizó, asegurándome que escuchándome encontraba paz, aunque no podía estar a mi lado. “Te echo mucho de menos,” admitió con voz quebrada, “y tenerte tan lejos es difícil.” Me recordó que al menos podíamos estar conectados a través del teléfono, y yo insistí en que debía descansar, ya que tenía muchas responsabilidades.
Liam aceptó ir a dormir con una sonrisa en la voz y me informó que, debido a la insistencia de Madeleine, el tour se había desviado hacia Grecia. Inconscientemente, sentí que esto me daba un poco más de tiempo. En cuanto a Maxwell y Hana, me explicó que seguían juntos, aunque había visto poco de ellos debido a sus problemas personales y a la investigación sobre Tariq. Finalmente, Liam se despidió con ternura, diciéndome cuánto me amaba y pidiéndome que me cuidara. Tras colgar, Drake se asomó por la ventana antes de entrar con una expresión melancólica.
|| Hasta que por fin acabaron con la conferencia || murmuró, mirando su reloj || Ya son las dos y media de la tarde. Creo que deberíamos ir a comer ||
|| Lo siento, Drake, los minutos pasaron sin darme cuenta. Además, ¿por qué te quedaste afuera? Nadie te dijo que salieras || le respondí con firmeza.
|| ¿Para qué escuchar su conversación? || dijo con un tono de resignación, su voz apenas un susurro. Guardó silencio por un momento antes de continuar || Bueno, yo no sé tú, pero muero de hambre. Vamos a comer a algún lugar bueno antes de regresar a Nueva York, ¿qué opinas? O ¿tu plan es matarme de hambre? ||
Aunque trató de sonar ligero, noté la tristeza en su voz. La emoción que sentía al hablar con Liam parecía afectar a Drake más de lo que él intentaba mostrar. Mi corazón se apretó al ver el sacrificio que estaba haciendo, su dolor apenas camuflado tras una sonrisa forzada. Sin embargo, tenía razón: era momento de comer y distraernos un poco.
|| Ok, ok, me descubriste. Vamos a buscar algo para comer || dije, tratando de aliviar el ambiente con una sonrisa.
**
Después de unos minutos rodando por la ciudad, finalmente llegamos al The Capital Grille. Durante el trayecto, habíamos pasado por varias calles, con Drake liderando la búsqueda del lugar perfecto para comer. La ciudad vibraba con actividad, y a medida que avanzábamos, la atmósfera se volvía más animada.
Al salir del coche, fuimos recibidos por el bullicio de la calle, pero el The Capital Grille se destacaba con su elegante fachada y un ambiente acogedor. El restaurante ofrecía una experiencia refinada, con una decoración lujosa, mesas elegantemente dispuestas y una atmósfera tranquila que contrastaba con el exterior.
Mientras nos acomodábamos en nuestra mesa, rodeada de un ambiente sofisticado y relajado, le pregunté a Drake:
|| Bueno, Drake, cuéntame, ¿cómo encontraste este lugar? ||
|| Ya sabes que no necesito ayuda para encontrar dónde comer o beber. Es mi don || respondió con una sonrisa sincera.
|| Ok, Drake, déjame confesarte que amo ese don || dije, riendo ampliamente.
Justo cuando estábamos a punto de disfrutar de nuestra comida, mi teléfono volvió a sonar de repente, pero era un número que no reconocía.
|| Será mejor que contestes; si no, no podremos disfrutar de la comida || me dijo Drake, pero lo miré indecisa || Podría ser algo importante || añadió, percibiendo mi preocupación.
|| ¿Hola? || pregunté, mi voz temblando ligeramente por la emoción contenida. ¿Podría ser Ethan arrepentido? ¿O quizás mi padre? Mientras mi mente corría en varias direcciones, hubo una pausa antes de que la persona al otro lado se aclarara la garganta. Era un hombre.
|| Uh... Hola, ¿estoy hablando con Riley Brown? ||
|| Sí, soy yo || respondí, entrecerrando los ojos con cautela.
|| Bueno, Riley, mi nombre es Samuel Beckett... Y creo que soy tu padre ||
Mi corazón se detuvo por un instante. La sorpresa y la incredulidad se mezclaron con una oleada de emociones. Mi mente se quedó en blanco, incapaz de procesar las palabras que acababa de escuchar. La tensión se hizo palpable en el aire, y mis manos temblaron ligeramente mientras trataba de asimilar la enormidad de lo que acababa de decir.
@tessa-liam, @kingliam2019, @choicesficwriterscreations
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Reseña/análisis Cap. 282 de Blue Lock: “Te necesito”
Análisis: “Más allá del genio”.
En este capítulo, vemos cómo Isagi se sumerge en la diferencia entre el “genio” y el “talento”. Además, solo queda un minuto para que termine el sistema de cambio de estrellas y Noa y Loki abandonen el terreno de juego.
Isagi descubre que Kaiser no es un genio, sino que utiliza sus sentidos para comprender el campo. En ese aspecto, él y Kaiser son parecidos. Kaiser tuvo que idear su propio estilo de juego y construir sus estrategias en torno a las expectativas del mundo. Este Emperador se rige por esos estándares y entrega lo que el mundo espera. Kaiser es completamente opuesto a Rin; este último es un jugador que actúa por instinto, un instinto que ha liberado en su verdadero ego en este partido.
En la mente de Isagi resuenan algunas palabras de Kaiser: "No me decepciones, nuevo héroe", "Si pierdo, todo desaparecerá...", "Así que resolvamos esto con goles reales". Estas frases reflejan el ego de Kaiser, un ego de estilo y aprendizaje que lo caracteriza como un “aprendiz talentoso”.
Isagi recuerda los estilos de ego que teorizó: el estilo propio y el estilo mundial. El estilo mundial facilita el actuar en consonancia con los valores y expectativas del mundo, mientras que el estilo propio se relaciona más con el aprendiz talentoso, quien enfrenta a sus oponentes desde una lógica personal. Isagi comprende que perseguir un valor y significado propio es lo que inspira a los genios.
Los genios y los aprendices talentosos chocan, se admiran y se necesitan mutuamente. Existe una relación constante entre ambos, en la que se potencian. No hay jerarquía entre ellos; coexisten en el mismo plano, potenciándose mutuamente.
Mientras Loki avanza hacia la portería rival, Isagi lo observa como el genio que es y comprende que él mismo ha estado intentando ser algo que no es. En capítulos anteriores, Ego le había recordado que no debe pretender ser un genio, ya que ese no es su lugar. Los estilos propio y mundial manejan sus habilidades de forma distinta, y nada sucederá si Isagi no alinea su talento con su esfuerzo.
¿Puede un aprendiz talentoso mantenerse al nivel de los genios? Sí, y Kaiser es prueba de ello. Kaiser dejó de lado su obsesión por Isagi y todo lo que había estado usando hasta ese momento; fue entonces cuando el Emperador de la Rosa Azul2 comenzó a cambiar y se mantuvo al nivel de los genios.
Isagi se da cuenta de que debe dejar a un lado sus fijaciones, su admiración y rivalidad con Rin, y su rencor hacia Kaiser. Deshaciéndose de esas ataduras, podrá jugar al nivel de los genios, de manera “pura”, sin restricciones. Isagi quiere dejar todo atrás; quiere ganar. El Isagi del pasado, que llegó derrotado a Blue Lock, buscaba ganar, y ha tenido que redescubrirse poco a poco para obtener un lugar dentro del proyecto liderado por Ego y esta vez no será la excepción.
Loki continúa avanzando y le pasa el balón a Rin. Una vez más, Igarashi intenta interponerse ante él simulano una falta, pero Itoshi no cae en la trampa y se escabulle por el espacio creado por el Maestro del PXG. Rin se dirige a la portería, retando a los defensas centrales del BM: “¡Vengan… ¡Todos ustedes, vengan contra mí!”. Va con todo y contra todos, ya libre de las ataduras del pasado (especialmente de su hermano). Rin ahora juega con total libertad, enfrentando a alguien a su nivel, listo para pelear y luchar como un verdadero monstruo, tal como se lo imaginaba en su niñez.
Isagi también se dirige hacia Rin. Frente a frente, ve al otro monstruo del campo. Rin lo estaba esperando; ambos se esperaban. Es el enfrentamiento entre un genio y un aprendiz talentoso, cara a cara, pero esta vez Isagi es una nueva versión de sí mismo.
Este capítulo destaca la importancia de la autoaceptación y de encontrar el propio estilo en el fútbol. A través de la evolución de Isagi y la relación simbiótica entre el genio y el aprendiz talentoso, se muestra que la grandeza puede alcanzarse desde diferentes perspectivas y estilos de juego. La lucha de Isagi para dejar atrás sus fijaciones y centrarse en su propio talento lo acerca a la esencia de ser un verdadero jugador, capaz de competir en el mismo plano que los genios sin necesidad de emularlos. Así, senos recuerda que, tanto en el deporte como en la vida, ser fiel a uno mismo es la clave para alcanzar el verdadero éxito.
@isthepame / isthepame
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Escribo por el placer de tejer las ideas en la urdimbre de mi mente y adornarlas, de repente, así, sin querer, con orlas y pompones que los más simplones llaman “rima”. Escribo porque me gusta escribir y por una imperiosa necesidad de liberación interior, porque a través de lo que escribo puedo plasmar y recrear lo que anhelo y lo que temo, lo que odio y lo que adoro; tallar letras en oro o enfangar una frase. Escribir me ayuda a sobrellevar mis frustraciones y a comprender mejor el mundo de afuera y de adentro; escribiendo alcanzo una catarsis espiritual. Pero también escribo porque tengo mucho sentido del humor y porque me gusta hacer gala de la sátira, del sarcasmo y del doble sentido.
Escribo porque disfruto creando realidades paralelas, mundos hechos a medida y personajes fantásticos que interactúan a mi antojo. Amo escribir y sentirme Dios por un momento; sentirme todopoderoso. Escribo porque me maravilla la magia de dar vida y porque, aun siendo omnipotente, alguna de mis criaturas se rebela, me para en seco y me hace a un lado.
Escribo porque, cuando yo era muy pequeño, mi madre puso un frejolito en algodón húmedo y, al cabo de unos días, me demostró que el Creador tenía reservada una gran sorpresa sólo para mí.
Escribo porque soy sensible a todas las artes y hallo vasos comunicantes en sus más variadas expresiones: Es posible esculpir párrafos, ya duros en frío mármol de Carrara, ya cálidos en suaves maderas de la amazonía. La fotografía de un atardecer puede ser un poema y la pintura de una mujer hermosa dar pie a todo un cuento. Una sinfonía es capaz de elevar nuestras almas hasta el cielo y ese estado particular es en sí mismo poesía. Y la danza, danza entre las palabras y las frases produciendo eufonía.
Escribo porque, además de escritor, soy fotógrafo y suelo reconocer la escena perfecta, el ángulo exacto y el instante preciso en que debo disparar. Y porque soy aficionado a la pintura, pero nunca sé en qué momento detenerme, cuándo dar la última pincelada, el retoque final, y podría seguir pintando durante el resto de mi vida. Termino un cuadro por cansancio y, cada vez que lo veo, sigo criticándolo y eso me tortura, pero soy incapaz de descolgarlo y hacerle los remiendos necesarios.
Por el contrario, cuando escribo, el cuento o el poema me dice: “¡Alto! ¡Detente! ¡Ya basta!“. Y una vez que cobra vida propia, una palabra demás podría deformarlo, malograrlo. Entonces, lo leo de principio a fin, y lo releo muchas veces sólo para comprobar que está “redondo”. Luego lo dejo y, al cabo de un tiempo, lo retomo, y con mucho, muchísimo respecto y con la precisión de un cirujano, abro las frases con un bisturí, implanto palabras, extirpo las comas que sobran como tumores, remuevo párrafos enteros como si fuesen órganos, uno los tendones de la tensión dramática y conecto los vasos sanguíneos del hilo narrativo; cauterizo las uniones y suturo con el mejor final.
Para mí, las palabras no son sólo herramientas sino viejas amigas y añoradas amantes, retadoras adversarias o aliadas incondicionales, y también puntiagudas y filosas dagas con las que atravieso sin empacho a quien ose interponerse en mi camino. Las palabras pueden brillar como el sol del medio día en la mitad del Ecuador, encandilarnos a la salida de una profunda y oscura cueva, o ensombrecer cualquier pensamiento; pueden oler a jazmines y azahares o heder a excremento; pueden ser suaves como la piel de un bebé o ásperas como la cáscara de una piña. Y las palabras también pueden convertirse en una melodía de ángeles, o retumbar en nuestros oídos hasta dejarnos sordos. Hay palabras dulces, amargas, saladas, picantes, ácidas, y otras que nos destemplan los dientes o nos rajan la lengua y hasta el alma. Pero también hay aquellas que nos sosiegan y consuelan.
Escribo porque me gustan las letras, las sílabas, las palabras y las frases y oraciones; los párrafos y capítulos; las novelas y las bibliotecas; y me encanta leer.
Escribo porque escucho voces que me dictan y me acompañan, sin las cuales me sentiría muy solo y perdido. Unas me susurran palabras al oído; otras me gritan oraciones enteras o me soplan la rima. Y escribo porque, a veces, mi mano es sólo el instrumento que coge la pluma para anotar los mensajes de los dioses.
Escribo porque era adolescente, viajé a Norteamérica y grande fue mi sorpresa al descubrir que la Estatua de la Libertad no era blanca sino verde, y luego supe que ése era el color de la esperanza. Y porque una década viví en Venezuela y el Mar Caribe se metió en mis venas para siempre. Y porque amo al Perú.
Escribo porque me siento cómplice de un pueblo llamado Palpa, donde nacieron mi madre y la mitad de mi familia materna, y donde pasé vacaciones durante mi infancia. Y porque allá queda la Ciudad Perdida de Huayurí (Waiyuri), cuyo nombre significa en quechua “el sitio donde reside el amor”, según me reveló Cecilia Granadino. Y porque a la entrada de esa ciudad se yergue, cual coloso vegetal, un guarango milenario que, a pesar de los años, sigue en pie y continúa dando frutos. Escribo porque allá, en Palpa, hay un manantial en cuyas aguas cristalinas se sumergen los solteros y las solteras en noches de luna llena para encontrar a su "media naranja", expresión que en Palpa cobra especial significado porque allí se dan las naranjas más dulces del mundo. Y escribo porque antes que yo, los Paracas y los Nascas ya habían escrito en las pampas y en las laderas de los cerros, dejándonos la huella de sus geoglifos y petroglifos aún indescifrables hasta hoy.
Escribo porque Cronwell Jara es mi maestro y maestros también son mis compañeros escritores en el taller que él dirige. Escribo porque mi editor, Carlos Milla Batres, tiene mucha fe en mí. Escribo porque a la gente le gustó “El Señor de Palpa” y pide más. Y porque me encanta ser leído.
Escribo porque tengo excelentes amigos, quienes han estado a mi lado en las malas y en peores; y, como ejemplo, sólo pregúntenle a Eva, a Poupée o a Ruy. Escribo porque tengo ahijados que elegí y me eligieron y de quienes me siento muy orgulloso. Escribo porque mi padre me inculcó valores y me alentó en la escritura, y porque mi madre cultivó mi sensibilidad, además de demostrarme a cada instante que es capaz de todo -y más aún- con tal de verme feliz. Escribo porque mi hermana es la penúltima romántica y me ha dado tres sobrinos maravillosos, y porque tengo un medio hermano y nos queremos completo.
Escribo porque mi nana Domitila es tuerta, vive en un albergue y toda la alegría del mundo se concentra en su ojo sano cuando voy a visitarla. Porque mi abuela Faustina me enseñó que la vida es muy corta para ensayar otros caminos desafiando a nuestro instinto. Y porque la vida le jugó sucio a mi abuela Isabel, según me confesó, al cambiarle las preguntas cuando ella creía conocer todas las respuestas.
Escribo porque admiro la naturaleza y todo despierta mi interés, porque tengo más de cinco sentidos y, a veces, no son suficientes; porque poseo un olfato privilegiado y me regocija hasta el infinito el olor del pasto recién cortado, del café acabado de pasar, del pan que sale del horno; pero ese mismo olfato hace que perciba el hedor de los abusos e injusticias y que me sienta impelido a denunciarlos.
Escribo porque, en oración, mis moléculas se fusionan con el todo, porque creo en Dios y le hablo y me responde. Escribo porque soy parte del universo y si talan un árbol también me cercenan un brazo. Escribo por los infelices que terminaros sus días en fosas comunes y porque mi amigo Juani busca justicia para ellos. Y porque no aprendemos como especie sino la forma más certera de destruirnos, incluyendo las drogas. Escribo porque la línea divisoria entre el bien y el mal es una franja gris cada vez más ancha y eso es inadmisible. Escribo porque todavía no he perdido la fe de que podemos mejorar el mundo.
Escribo porque tengo un hijo llamado Darío, quien no es mi hijo, pero quien más hijo mío no puede ser. El es la pluma de ala de ángel que me regaló Dios. Escribo porque con él descubro que es posible revivir sin haber muerto, y que la esperanza del mundo está en sus ilusiones. Porque sé que no le puedo ahorrar el sufrimiento, pero sí abreviárselo, y que no necesita recorrer todos mis caminos para aprender la lección, porque también puedo enseñarle a hallar atajos.
Escribo por las mujeres que amé, por aquellas que me amaron y por otras que no me amaron tanto. Pero sobre todo, escribo por Paloma Rox, mi compañera en el vuelo de la vida, quien me hace alcanzar alturas insuperables. Escribo porque, con ella, mi fuego consiguió su brasa; mi aire, su oxígeno vital; mi tierra, la semilla original; y mi agua halló al fin su vaso, su taza, su cuenco, su océano y su regazo...
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¿Cómo hemos llegado a esto?
¿Cómo hemos llegado a esto?
Título: ¿Cómo hemos llegado a esto?
Fandom: Marvel, Capitán América.
Pareja: Steve Rogers X Lectora.
Palabras: 485 palabras.
Clasificación: B.
Sinopsis: Steve te engañó y trata de arreglarlo.
Advertencias: Finalizar una relación, mención de engaño.
N/A: Esta es mi entrada para BrokenHearts4Caplan Challenge con la frase:
“Yo no fui nada para ti. Sólo era un juguete para que lo manipularas y caí en la trampa.”
Links: Wattpad, Ao3, versión en inglés.
Si te gusto por favor vota, comenta y rebloguea.
No doy ningún permiso para que mis fics sean publicados en otra plataforma o idioma (yo traduzco mi propio trabajo) o el uso de mis gráficos (mis separadores de texto también están incluidos), los cuales hice exclusivamente para mis fics, por favor respeta mi trabajo y no lo robes. Aquí en la plataforma hay personas que hacen separadores de texto para que cualquiera los pueda usar, los míos no son públicos, por favor busca los de dichas personas. La única excepción serían los regalos que he hecho ya que ahora pertenecen a alguien más. Si encuentras alguno de mis trabajos en una plataforma diferente y no es alguna de mis cuentas, por favor avísame. Los reblogs y comentarios están bien.
DISCLAIMER: Los personajes de Marvel no me pertenecen (desafortunadamente), exceptuando por los personajes originales y la historia.
Anótate en mi taglist aquí.
Otros lugares donde publico: Ao3, Wattpad, ffnet, TikTok, Instagram, Twitter.
Tags: @sinceimetyou @black23 @unnuevosoltransformalarealidad @azulatodoryuga
La lluvia golpeaba suavemente contra las ventanas del departamento; Steve estaba en la sala, de pie junto al sofá, con la mirada fija en el suelo. Había confesado lo que jamás pensó que saldría de sus labios ni que pasaría. Sharon Carter. Había estado con Sharon.
—¿Cómo pudiste? —preguntaste—. ¿Cómo pudiste hacerme esto, Steve?
Él alzó la vista lentamente, pero incapaces de encontrar las palabras adecuadas. ¿Qué podía decir en este momento que no sonara vacío o hipócrita?
—No fue algo planeado… —comenzó a decir, pero se detuvo, sabiendo lo ridículo que sonaba.
—¿Planeado? —dejaste escapar una risa amarga, llena de desdén—. Eso no importa, Steve. El hecho es que lo hiciste. ¡Me engañaste! Y con Sharon, nada menos.
Steve intentó acercarse, pero retrocediste.
—No lo entiendes, Steve —continuaste—. Yo te amaba. Te di todo de mí, lo mejor de mí, y… ¿esto es lo que recibo a cambio? ¿Una traición?
—Lo siento —murmuró él.
—Lo siento no es suficiente. No después de esto.
Steve trató de acercarse de nuevo, pero diste otro paso atrás, levantando una mano como barrera.
—¿Sabes? —dijiste con la voz entrecortada—. Yo no fui nada para ti. Sólo era un juguete para que lo manipularas y caí en la trampa. Pensé que éramos más que eso, pero me doy cuenta de que solo fui una tonta que cayó en tus juegos.
— No eres un juguete! Eres mucho más para mí, siempre lo has sido. Cometí un error, lo sé, pero eso no cambia lo que siento por ti.
—¿Y qué se supone que haga ahora, Steve? —preguntaste—. ¿Pretender que esto nunca sucedió? ¿Volver a confiar en ti como si nada?
Steve bajó la cabeza, incapaz de responder. Sabía que había arruinado todo.
—No espero que me perdones —admitió—. Pero te amo, y haría cualquier cosa para enmendar mi error.
—Lo que sentía por ti… —confesaste tratando de contener las lágrimas—. Ya no sé si puedo sentirlo de nuevo. No después de esto.
Steve se acercó un paso más, con la esperanza de alcanzar tu mano de la lectora, pero volviste a retroceder.
— No puedo seguir con esto, Steve. No puedo seguir contigo.
Steve dio un paso atrás, con la mirada fija en ti por un momento más antes de girarse lentamente y caminar hacia la puerta. Justo antes de salir, Steve se detuvo, con la mano en el pomo de la puerta.
—Si alguna vez… si algún día quieres hablar —dijo, sin mirarla—, estaré aquí. Siempre estaré aquí para ti.
Sin esperar una respuesta, Steve salió del departamento, cerrando la puerta suavemente tras de sí.
Te dejaste caer en el sofá, abrazando tus rodillas contra su pecho, dejando que las lágrimas finalmente salieran.
—¿Cómo llegamos a esto? —murmuraste para ti misma.
Te levantaste del sofá y caminaste lentamente hacia tu habitación.
Cerraste los ojos, dejándote llevar por el cansancio y la tristeza.
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Te necesito para que sigas siendo la musa que da vida a mis escritos, la razón detrás de cada frase que escribo. Eres esencial, la cura silenciosa de mis mil heridas, la virtud perdida en medio de mis errores. Con tu presencia, llenaste de colores los rincones más oscuros de mi ser, esos que creí destinados a permanecer en sombras. Sin ti, todo parece volver a su estado gris, y me doy cuenta de que eres mucho más que inspiración: eres el único remedio para los vacíos que dejo dentro de mí.
#cita de libro#enamorado#desamor#sentimientos#frases#frases de amor#tristeza#texto triste#corazón triste#amor
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La espera también es un regalo
Llevo meses pidiéndole a Dios que me regale algo para mi muy especial. Es un sueño que llevo tiempo rogando a Dios para que se cumpla, pero pasan los meses, y el sueño no se cumple nunca.
Sé que es una cosa que no va en contra de Dios, no es algo malo, y me cuesta muchísimo entender porque se lo regala a muchísimas personas de mi alrededor, pero no a mi. En las últimas semanas, he estado preguntándole a Dios si es por qué a mi me estaba castigando por algo, o si es porque yo no me lo merezco mientras que los demás sí, que ellos valen más que yo y por eso a ellos les premia y a mi no.
Ha sido un periodo de lucha continua con Dios, pidiéndole continuamente explicaciones, y hasta enfadándome con él. Hasta que me he rendido. Me he dado cuenta de que no sirve de nada luchar contra Dios, cuando Él es quien siempre tiene un plan mejor que el mío. Cuando Él es quien me conoce y sabe qué regalarme y en qué momento. Cuando Él siempre cumple Sus promesas, pero a Su tiempo.
Rezando, hace un par de mañanas, sentí como Dios me pedía que confiara en Él, y me decía que Él solo quería paz para mi. Pero que difícil es confiar cuando sientes que tus oraciones no son escuchadas. Estoy aprendiendo que lo que yo le pido a Dios es fruto de mis deseos y de lo que yo pienso que me hace bien en un determinado momento. Pero el tiempo de Dios se basa en que Él lo sabe exactamente todo, y actúa de formas que no puedo ni imaginarme.
"Él es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; es justo y recto". Deuteronomio 32:4
Siento que la espera es necesaria, así como la paciencia. Le pido a Dios que me ayude a alabarle mientras espero en el pasillo, confiando en que Su camino siempre es el mejor. Quiero confiar en que Él va a proveer y va a prepararme para bendecirme algún día. Mi mayor defecto es que lo quiero todo y ya (cuantas veces habré escrito esta frase en este blog...) y no sé esperar.
Pero Dios quiere que yo de fruto, y el fruto tarda en madurar.
"No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé". Juan 15:16
Leí hace poco que "no puedes odiar los tiempos de preparación pero amar el destino y la salvación. En la espera, Dios está preparando tu corazón para recibir la bendición. Descansa en saber que Dios no llega demasiado tarde ni demasiado temprano". Que bonito es saber que Dios no entiende de relojes, ya que el tiempo lo crea Él.
De verdad le pido que me de paz en este tiempo de espera, y que me haga confiar en Su corazón cuando no entiendo Su mano. Porque la peor respuesta a mis oraciones ahora mismo solo podía ser "aún no", pero quiero confiar en que Él tiene un plan que valdrá la espera. Quiero tener fe.
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Querido Nadie:
Me arrepiento de muchas cosas, una de ellas es, por ejemplo, el haberte mostrado mi parte más rota. Me hubiera gustado conocerte ahora, siendo mi nuevo yo. Alguien que no teme sonreír y entregarse a quien ama, alguien que te sostendrá con fuerza y besara tus labios para repetirte muchas veces cuánto te quiere. Desearía haber estado lo suficientemente bien antes de conocerte. Me arrepiento por toda las veces que te hice llorar por estar rota. Si tan solo me dieras otra oportunidad… Lamento que hayas sido el medio por el que pude cambiar, mi puerta de salida hacia un lugar de atrevimiento y querer sanar. Perdón, sé que he escrito sobre tú y yo muchas veces, sé que pedi perdón en cada una de ellas, pero la culpa coloca cadenas en mi cuello, evitándome respirar cada día e intento deshacerme de ellas, pero lo encuentro imposible. Te he encontrado en frases como “éramos los indicados en el tiempo incorrecto” o quizás solo soy una falla, no lo sé. Me arrepiento de muchas cosas, la primera: haberte hecho llorar, la segunda no haberte dicho cuanto te amaba cuando incluso aún tenía tiempo y la tercera no haberte abrazado fuerte la última vez que te vi.
Sé el daño que cause y las mentiras que dije. He consumado mi vida en un instante, es ahora o nunca o jamás, pero no puedo dormir sin despertar ansiosa por las noches y desear arreglar piezas rotas de un jarrón de porcelana tan antiguo que con el tiempo han ido perdiéndose piezas que solo yo recuerdo que alguna vez existieron. Quiero que seas capaz de ver más allá de lo que tienes enfrente y seas capaz de desnudarme sin siquiera tocarme. Quiero que comprendas y sientas el cambio de tono en mi voz. Necesito tu perdón y necesito la verdad.
Perdóname, amor, alguna vez te he dicho que no soy un ser de paz, que un caos habita en mí.
No puedo evitar pensar en si solo —seremos— una lección en la vida del otro, y si así lo es, ¿por qué no puedo simplemente aprender y seguir y no llorar bajo las cenizas de tu nombre?
#poesia#escritos#textos#letras#citas#pensamientos#artists on tumblr#salud mental#tumblr#im sad yall#deftones#querido diario#dear diary#notas#texto de amor#desamor#sad but true#aesthetic#writings#writers on tumblr#my writing#online diary#tumblr diary#love#amor propio#im sad now
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Kit a Jace
Jace...
No sé por qué te escribo, no sé por qué te escribo, estoy aquí sentado intentando mantener la calma pero todos estos pensamientos están en mi cabeza repitiéndose una y otra vez y necesito ponerlos por escrito y enviarlos a algún sitio. Dijiste que siempre estarías ahí si necesitaba hablar así que hola, sí, hola, necesito hablar. No puedo ir con Jem y Tessa, están tan traumatizadas como yo, quizás más. Y Emma y Julian estaban allí y se lo estaban pasando tan bien, disfrutando de su casa que por fin era segura y agradable y cómoda y de repente secuestran a un bebé en esa casa segura y agradable sin que nadie se dé cuenta de nada.
La verdad es que no he querido admitirlo, pero la verdad es que Mina siempre ha estado en peligro. Por mi culpa. Porque tengo ancestros hada de hace mucho tiempo, así que todos los que están cerca de mí están en peligro. No puedo hacer nada al respecto, no hice nada para merecerlo. Y significa que Jem y Tessa, porque me adoptaron, porque me aman, tienen a su hija secuestrada por todo ello.
Por cierto, como eres alguien que me importa, formas parte del grupo de personas que he puesto en peligro. Lo siento. ¡Pero eres Jace Herondale! Desayunas peligro. Comes hojuelas de peligro cubiertas con perilberries. Estarás bien. Pero Mina... es tan pequeña. Y nunca ha estado lejos de su familia antes.
Sigo diciéndome que no le harán daño. No es a ella a quien quieren. Es otra cosa.
Todo indica que fue secuestrada por hadas. La mayoría de los trabajadores de Round Tom se han ido y no sabemos si uno de ellos tal vez lo hizo, o ayudó a quien lo hizo. El propio Round Tom dice que no sabe nada y que está tan confundido como todos los demás: nunca se preocupa por la política. De todos modos, todos sospechan de él, pero, bueno, no puede mentir, y la frase "No tenía conocimiento de nada que tuviera que ver con el secuestro de su hija" es difícil de interpretar de otro modo.
Pero puede que no importe. Si Mina fue secuestrada por hadas... especialmente hadas bajo órdenes directas de una de las Cortes... eso es una violación de los Acuerdos. Y eso significa guerra con el Mundo de las Hadas. Otra guerra.
¿Cómo puedes vivir así? ¿Cómo pasas el día sabiendo que pones en peligro a todos, sólo por existir?
Supongo que puedo responder a eso yo mismo. Eres quien eres por todo lo que has pasado. Manejas las cosas porque has tenido que manejarlas. Jem y Tessa me adoptaron pensando que podrían mantenerme a salvo, pero quizá nada pueda mantenerme a salvo. He estado a la deriva, jugando a las familias felices, pero la verdad es que tengo que cambiar. Ser más duro. Más fuerte. Más poderoso. Ser alguien a quien los malos deban temer. No un niño al que hay que proteger. Eso tiene que terminar.
Ya no soy un niño.
En fin. Me acabo de dar cuenta de que ya conoces toda la situación, porque seguro que Alec te ha puesto al corriente. Pero me ayuda escribirlo yo mismo, como te dije. No creo que haya nada que puedas hacer, y no estoy pidiendo ayuda. Sólo pensé que de todas las personas que conozco, tú lo entenderías. Que podrías ser alguien con quien poder hablar de esto. Espero que te parezca bien ser eso para mí.
Kit
Texto original de Cassandra Clare ©
Traducción del texto de Niloa Gray ©
ATENCIÓN: no se permite hacer Drives ni PDFs de “Los Secretos de Blackthorn Hall” por Copyright. Cualquier infringimiento va contra la ley.
#sobh#jaceherondale#kitherondale#cassandraclare#lossecretosdeblackthornhall#thesecretsofblackthornhall#niloagray
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Sería un placer de cero, baby , volver a conocerla hacerlo to bien y no volver a perderla.❤️🩹
#no creo en el amor#no podemos#podemos#te extraño#frases para mí estado#me voy#no me trates mal#casi algo#el amor#poemas de amor#canciones#mi ex#amor prohibido#amor propio
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La práctica del escribir y plasmar la experiencia. Vertir las palabras como un vaso de agua formando un charco para no morir, para ser recuerdo.
En el tren pensaba en los stickers y estampitas plagados de dibujos peluche de animales con frases tales y como "Solo te amaré 3 veces: hoy, mañana y para siempre". Siempre me enternecieron o desarmaron, como elicitando una suavidad interior. Me recuerdan un estado del humano lejos de su oscuridad TragatierraDevoraUniversos, un lugar seguro donde existe la inocencia del querer por querer, del apreciar. Amor en estado puro sin metamorfosis libidinosas o interesadas.
Un espacio diferente separado por una membrana donde la humanidad se vuelve pequeñas criaturas animadas y juguetonas, lejos y sin saber de qué el otro lado está habitado por todos los lobos que alguna vez devoraron el sol.
Ya desconcertado por la música que emanaba de mis auriculares y el jugo de alma y cúrcuma que se evaporaba de mis poros gracias a fotones lejanos, divagaba en mis tripas mentales (desplazandome entre el lóbulo frontal y la amigadala exactamente) la coexistencia de Caín y Abel en la panza de cada hombre y mujer. Allí entre los restos de un guiso o una pizza los hermanos recreaban el dolor una y otra vez, la devoción y el amor, el asesinato y la sed sangrienta. El castigo enterrado siempre en un lugar entre el hígado, el intestino delgado y el estomago. La ternura infinita de la empatía, la de mí ser llorón que abraza el todo, y la veneración putrida-salvaje de la violencia.
Todos gruñimos entre lágrimas y gotones de sangre bruxados previamente.
Me levanté y fui succionado al andén por el vacío que se generó al abrir las puertas. Igual que el resto en la fila de hormigas.
Las calles de Retiro son una trompada seca para terminar de despertar de ese estado de somnolencia idiota post siesta: Apenas hice girar el molinete con mí cadera, apenas pise la calle, me arme de la caparazón, del escudo blindado. Mostraba los dientes y fruncía el seño usando el amplio espesor masculino de mis cejas. Empareje mí caminar, hasta ese momento chueco por un golpe en mí dedo meñique derecho.
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La felicidad también está en lo simple
Hoy leí esas palabras muy bonitas y por algún motivo me llevaron a escribir mi primera publicación en este blog. En este momento tengo un remolino de palabras en mi cabeza luchando por poner orden para poder expresar lo que quiero decir. Empecemos por el principio...
Desde chica tuve un amor especial por las palabras, sin duda inculcado por mi mamá -profe de lengua y literatura- que siempre me llevaba por el camino de la lectura. No recuerdo la primera vez que leí un libro completo, pero sí recuerdo el primer libro que ella me regaló cuando era adolescente (también me regaló uno cuando nací, dice ella, pero por supuesto que en ese entonces no lo iba a poder leer). Era un libro con tapas verde manzana para chicas adolescentes, del cual no recuerdo el título ni el autor. No recuerdo bien pero creo que se trataba de cómo ser una buena hija, de ser amigas -madre e hija-. El texto era super corto pero el sentimiento del libro me quedó impreso en el recuerdo, además de que lo mantuve conmigo todo el tiempo que pude. Hoy en día debe estar en alguna biblioteca de su casa.
Alrededor de esa época también tve una profesora de lengua muy copada, que nos hizo leer textos muy hermosos, que literalmente me hicieron llorar.
En los años que pasaron a partir de ahí, me dedicaba a leer cada vez más. Desde libros cortitos con menos de cien páginas hasta sagas de varios tomos con más de trescientas páginas.
Algo que siempre me llamaba la atención era cómo mi cerebro pensaba de la misma forma en que los libros estaban narrados. Por ejemplo, cuando leía la saga de Crepúsculo, recuerdo haber notado que mis pensamientos parecían narrados en la voz de Bella. Cuando leía Jane Austen -mi autora favorita- sentía que en mi mente formaba frases con palabras más largas, románticas y difíciles. Cuando leía El Principito, mi libro favorito, estaba más sensible de lo normal.
Cuando eso pasaba en mi cabeza, a veces decidía pasarlo al papel y escribía algunas páginas para mí, porque sí. Pero la mayoría de las veces lo dejaba pasar y chau. Recuerdo haberle mostrado a mi familia algunos de esos textos, especialmente a mi mamá. Recuerdo también que una vez en particular ella me alagó mucho, dijo que lo que había escrito era muy bonito y que lo siguiera haciendo. Adivinen si lo hice... La respuesta no los sorprenderá, o quizás sí.
No seguí escribiendo mucho. Eventualmente sí, pero no mucho. Años más tarde escribí un texto sobre los pies y cuánto amaba los míos por haberme llevado hasta lugares que jamás había imaginado. Hoy, diez años después, me pregunto por qué no continué escribiendo, si seguí caminando. Un poco me lamento de haber estado tanto tiempo sin escribir una página para mí, porque sí.
Hoy sé con seguridad que quiero hacer esto por muchos años más, hasta que mis capacidades no me lo permitan. Hoy quiero volver al viejo hábito de escribir cualquier pensamiento en un cuaderno para poder leerlo en diez años y asombrarme de mi propia vida, de mis palabras y experiencias.
Mi felicidad siempre estuvo en las cosas simples. Escribir es una de ellas.
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*AU // Universidad*
Después de meses estresada, podía dormir plácidamente tras saber los resultados de mis exámenes. Pero de no haber sido por la ayuda de Jake, seguramente habría terminado enferma. Había intentado evitarlo, dado que él ya estaba con su trabajo lo bastante ocupado como para ocuparse de mí, pero había insistido. Así que, tras todo lo que ha hecho por mí, quiero recompensárselo ahora que estoy libre de exámenes, cuidándole ahora yo a él.
Me despierto y me incorporo despacio, comprobando si está durmiendo profundamente. Le doy un toque a su cara, pero no responde. Le doy un pequeño beso en la mejilla con rapidez y con cuidado, levanto su brazo de mi cuerpo para salir de la cama. Si no fuera porque lo he decidido, me quedaría más en sus brazos. Pero estoy decidida a prepararle todo lo que le gusta. Me toca mimarlo un poco. Será la semana de Jake: Viendo sus películas y series favoritas, viendo cómo juega mientras esté sentada en su regazo o incluso si quiere que vayamos algún sitio especial. No le voy a dejar que por mis buenas notas me lleve toda la atención.
Tras ducharme y ponerme ropa cómoda y limpia, cojo todos los ingredientes para preparar tortitas, los compré ayer, decidida que lo primero que le haría sería un desayuno delicioso.
Evito comerme los ingredientes mientras cocino, tengo tendencia a picar un poco mientras lo hago y luego, casi ni como porque ya estoy satisfecha, pero con Jake, las cosas cambiaron. Ahora cuando quedamos, dependiendo de si es en su piso o en el mío, cada uno cocina para el otro. Pero como he comentado, estos meses todo lo ha hecho él. Sonrío mientras lo hago, se siente como si estuviéramos casados, pero aún no hemos ni hablado de este tema, preferimos hacerlo cuando ya haya terminado la universidad. Quizás más por mi padre, porque seguramente le daría un infarto si ahora decidimos fugarnos y hacerlo sin que nadie lo sepa… Aunque mala idea no es.
Suelto una risa pensándolo, mientras termino la decoración. La nata y los siropes lo dejaré a su elección. Noto cómo me rodea unos brazos y giro un poco la cabeza, observado a Jake. ― ¿Y esto? ―pregunta mientras me da un beso en la mejilla― ¿De verdad te has levantado temprano para hacerme el desayuno? ―Tenía mucha hambre después de lo de anoche ―le contesto, colocando mis manos en sus brazos, acariciándolos. ― ¿Te refieres a tirarte en la cama y roncar? ―bromea y le doy un golpecito en el brazo, riéndose. ―Ey, me merecía dormir, al igual que tú ―cambio mi tono a uno más dulce―, hemos estado muy ocupados, nos merecíamos descansar. ―El que durmieras primero me tranquilizó, has estado nerviosa hasta la salida de los resultados ―me acaricia la mejilla, también con un tono dulce― y me gustó verte dormir. ―Vaya, me alegra saberlo Edward Cullen. Pone los ojos en blanco ante esa manera de llamarle. Aún así, él sabe mi amor por las películas de la saga y nunca se ha reído de mí. Y ambos hemos visto nuestras sagas favoritas para saber de los gustos del otro. Nos sentimos genial compartiendo nuestros gustos. ―Te lo dejaré pasar esta vez ―intenta poner un tono más serio, pero una sonrisa se le escapa, dándome a entender que no está ofendido. ―Gracias por hacérmelo saber ―cojo el bote de nata y empiezo a agitarlo― ¿Quieres nata en tus tortitas, sirope o ambas? ―Mmm… Creo que escogeré- ―no le dejo terminar la frase que le he puesto en la nariz la nata. Mantiene los ojos cerrados, inspirando profundamente mientras yo me río. ―Lo siento, es que era demasiado tentador ―continúo entre risas. Él asiente y se quita la nata y pensando que se lo va a comer, me lo coloca en la cara, dejándome sorprendida. ―No… ―intento poner un tono más serio también, aguantando la risa― No lo has hecho. ― ¿Así que tú puedes y yo no? ―pregunta separándose mientras se apoya en la encimera. ―Me he duchado ―doy toques en el bote, preparada para otro ataque. ―No pasa nada, puedes volverlo a hacer ―veo cómo coge el otro bote y lo mueve, también preparándose.
Al igual que una película del Oeste, nos miramos atentos a quién ‘’dispara’’ primero. Tiene una sonrisa en su cara y sus hombros están relajados. Me alegra verle que está divirtiéndose. ―Deberías tener cuidado Jake ―arqueo una ceja, con un tono de superioridad―, te enfrentas a una experta en batallas de nata. ―Por favor, yo soy de dedos rápidos ―suelta una pequeña risa. ―Oh, lo sé perfectamente ―sonrío con malicia. Es ese momento de distracción al verle sonrojado y claramente a darse cuenta de a lo que me refiero que aprovecho de disparar la nata en su cara, para salir corriendo y evitar que me dé después. ― ¡No vale las distracciones! ―exclama mientras me sigue. Me giro para dispararle de nuevo, pero logra acertarme en la cara. ―Te lo dije ―me quito la nata en los ojos y le veo soplar el bote como si quitase el humo de la pistola. ―Tú lo has querido ―ahora soy yo la que le persigue y se escuda detrás del sofá. Pongo la nata en mi mano, preparada para un ataque sorpresa. Me subo al sofá, colocándome de rodillas y para cuando él alza el bote, como no se ha dado cuenta de mi otra mano, le tiro la nata en la cara. Comienzo por reírme, viendo como tiene ahora toda la cara llena. Se quita la nata de los ojos y es como ver la hierba apareciendo tras una nevada. ― ¿Apetecible? ―me apoyo en el sofá, lamiéndome un dedo lleno de nata. ―Demasiado ¿quieres probar? ―aproxima sus manos llenas de nata y las coloca en mis mejillas. ― ¡Pero- Se levanta y de un salto pasa al sofá, tumbándome y el resto de nata cae sobre mí, mientras comienza a hacerme cosquillas por el cuerpo. ― ¡Eso es trampa! ―digo entre risas ―Que yo recuerde no hemos dicho qué tácticas usaríamos, ángel ―su voz está llena de alegría. Me gusta que esté así de feliz después de todo el estrés que también él ha pasado.
Poco a poco va bajando la intensidad hasta detenerse. Inspiro profundamente intentando tomar aire después de estar agotada de tanto reír y nos incorporamos en el sofá, sentándonos. Apoyo mi cabeza en su hombro y Jake pasa su brazo por mi cintura, atrayéndome a él. ―Gracias Jake ―le miro más tranquila y con sinceridad―, por todo lo que me has ayudado estos meses aunque no estabas obligado. ―Me preocupaba porque pudieras enfermar ―responde preocupado―, no puedo perderte, Macie. ―No vas a perderme jamás ―aún tenemos algunos restos de nata, lo que hace más graciosa la situación― y ahora es mi turno de cuidarte ―voy diciendo mientras con los dedos los hago caminar por su cuerpo―. Has estado ocupado por mí, así que te tengo que debo devolverte el favor. ―No quiero que te preocupes por mí, estoy- ―Ey ―coloco mis manos en su cara, poniéndome de rodillas. Clavo mis ojos en los suyos, preocupada por sus palabras―, no quiero que digas que estás acostumbrado, tú también mereces que te cuiden de vez en cuando, no está mal pedir ayuda cuando lo necesitas ―le quito un poco de nata de su flequillo y veo cómo brillan sus ojos―. Yo tampoco quiero perderte, Jake, si tú me necesitas, yo te necesito a ti. Jake se queda mirándome, como si estuviera a punto de llorar por cómo sus ojos están. Aguados. En cambio, sonríe. Coge un poco de nata que aún me queda en la cara y lo coloca en mis labios despacio, notando su piel. Se aproxima a mi cara y me besa, saboreando la nata. Respondo al beso colocándome encima de él, agarrándome con fuerza a sus hombros. Solamente lleva sus pantalones de pijama y yo solo una camisa y mis bragas, así que puedo notar la erección.
Y por algún extraño motivo, lo asocio al desayuno. Recordando lo que había preparado. ―A estas alturas las tortitas ya se habrán enfriado ―le rodeo con mis brazos el cuello, sin bajarme todavía de su regazo― ¿Te parecen bien que las caliente? Aunque no sabrán igual. ―Si lo hiciste tú, seguirán igual de bueno ―coloca sus manos en mi cintura, trazando círculos con sus pulgares. Ladeo la cabeza, dudando. Sé cocinar, pero no es que sea una chef. ― ¿Jake? ―esta vez me pongo un poco seria, no es que quiera, pero es por una sensación extraña. Todo está siendo demasiado perfecto con él que me aterra. ― ¿Sí, Macie? ―por su forma de hablar sé que le he preocupado un poco. Me muerdo el labio, buscando la forma de decirlo. No quiero estropear este momento. ―Prométeme que todas nuestras mañanas van a ser así ―esta vez, cambio a un tono más dulce. Jake suspira, apartando mi cabello de mi cara, para observarme mejor. ―Te lo prometo ―me quita un brazo de su cuello y besa mi mano―, así es como también deseo que nuestras mañanas sean así, no puedo verlas de otra forma desde que estás en mi vida. Y con esas palabras, le regalo otro dulce beso.
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Escribo por el placer de tejer las ideas en la urdimbre de mi mente y adornarlas, de repente, así, sin querer, con orlas y pompones que los más simplones llaman “rima”. Escribo porque me gusta escribir y por una imperiosa necesidad de liberación interior, porque a través de lo que escribo puedo plasmar y recrear lo que anhelo y lo que temo, lo que odio y lo que adoro; tallar letras en oro o enfangar una frase. Escribir me ayuda a sobrellevar mis frustraciones y a comprender mejor el mundo de afuera y de adentro; escribiendo alcanzo una catarsis espiritual. Pero también escribo porque tengo mucho sentido del humor y porque me gusta hacer gala de la sátira, del sarcasmo y del doble sentido.
Escribo porque disfruto creando realidades paralelas, mundos hechos a medida y personajes fantásticos que interactúan a mi antojo. Amo escribir y sentirme Dios por un momento; sentirme todopoderoso. Escribo porque me maravilla la magia de dar vida y porque, aun siendo omnipotente, alguna de mis criaturas se rebela, me para en seco y me hace a un lado.
Escribo porque, cuando yo era muy pequeño, mi madre puso un frejolito en algodón húmedo y, al cabo de unos días, me demostró que el Creador tenía reservada una gran sorpresa sólo para mí.
Escribo porque soy sensible a todas las artes y hallo vasos comunicantes en sus más variadas expresiones: Es posible esculpir párrafos, ya duros en frío mármol de Carrara, ya cálidos en suaves maderas de la amazonía. La fotografía de un atardecer puede ser un poema y la pintura de una mujer hermosa dar pie a todo un cuento. Una sinfonía es capaz de elevar nuestras almas hasta el cielo y ese estado particular es en sí mismo poesía. Y la danza, danza entre las palabras y las frases produciendo eufonía.
Escribo porque, además de escritor, soy fotógrafo y suelo reconocer la escena perfecta, el ángulo exacto y el instante preciso en que debo disparar. Y porque soy aficionado a la pintura, pero nunca sé en qué momento detenerme, cuándo dar la última pincelada, el retoque final, y podría seguir pintando durante el resto de mi vida. Termino un cuadro por cansancio y, cada vez que lo veo, sigo criticándolo y eso me tortura, pero soy incapaz de descolgarlo y hacerle los remiendos necesarios.
Por el contrario, cuando escribo, el cuento o el poema me dice: “¡Alto! ¡Detente! ¡Ya basta!“. Y una vez que cobra vida propia, una palabra demás podría deformarlo, malograrlo. Entonces, lo leo de principio a fin, y lo releo muchas veces sólo para comprobar que está “redondo”. Luego lo dejo y, al cabo de un tiempo, lo retomo, y con mucho, muchísimo respecto y con la precisión de un cirujano, abro las frases con un bisturí, implanto palabras, extirpo las comas que sobran como tumores, remuevo párrafos enteros como si fuesen órganos, uno los tendones de la tensión dramática y conecto los vasos sanguíneos del hilo narrativo; cauterizo las uniones y suturo con el mejor final.
Para mí, las palabras no son sólo herramientas sino viejas amigas y añoradas amantes, retadoras adversarias o aliadas incondicionales, y también puntiagudas y filosas dagas con las que atravieso sin empacho a quien ose interponerse en mi camino. Las palabras pueden brillar como el sol del medio día en la mitad del Ecuador, encandilarnos a la salida de una profunda y oscura cueva, o ensombrecer cualquier pensamiento; pueden oler a jazmines y azahares o heder a excremento; pueden ser suaves como la piel de un bebé o ásperas como la cáscara de una piña. Y las palabras también pueden convertirse en una melodía de ángeles, o retumbar en nuestros oídos hasta dejarnos sordos. Hay palabras dulces, amargas, saladas, picantes, ácidas, y otras que nos destemplan los dientes o nos rajan la lengua y hasta el alma. Pero también hay aquellas que nos sosiegan y consuelan.
Escribo porque me gustan las letras, las sílabas, las palabras y las frases y oraciones; los párrafos y capítulos; las novelas y las bibliotecas; y me encanta leer.
Escribo porque escucho voces que me dictan y me acompañan, sin las cuales me sentiría muy solo y perdido. Unas me susurran palabras al oído; otras me gritan oraciones enteras o me soplan la rima. Y escribo porque, a veces, mi mano es sólo el instrumento que coge la pluma para anotar los mensajes de los dioses.
Escribo porque era adolescente, viajé a Norteamérica y grande fue mi sorpresa al descubrir que la Estatua de la Libertad no era blanca sino verde, y luego supe que ése era el color de la esperanza. Y porque una década viví en Venezuela y el Mar Caribe se metió en mis venas para siempre. Y porque amo al Perú.
Escribo porque me siento cómplice de un pueblo llamado Palpa, donde nacieron mi madre y la mitad de mi familia materna, y donde pasé vacaciones durante mi infancia. Y porque allá queda la Ciudad Perdida de Huayurí (Waiyuri), cuyo nombre significa en quechua “el sitio donde reside el amor”, según me reveló Cecilia Granadino. Y porque a la entrada de esa ciudad se yergue, cual coloso vegetal, un guarango milenario que, a pesar de los años, sigue en pie y continúa dando frutos. Escribo porque allá, en Palpa, hay un manantial en cuyas aguas cristalinas se sumergen los solteros y las solteras en noches de luna llena para encontrar a su "media naranja", expresión que en Palpa cobra especial significado porque allí se dan las naranjas más dulces del mundo. Y escribo porque antes que yo, los Paracas y los Nascas ya habían escrito en las pampas y en las laderas de los cerros, dejándonos la huella de sus geoglifos y petroglifos aún indescifrables hasta hoy.
Escribo porque Cronwell Jara es mi maestro y maestros también son mis compañeros escritores en el taller que él dirige. Escribo porque mi editor, Carlos Milla Batres, tiene mucha fe en mí. Escribo porque a la gente le gustó “El Señor de Palpa” y pide más. Y porque me encanta ser leído.
Escribo porque tengo excelentes amigos, quienes han estado a mi lado en las malas y en peores; y, como ejemplo, sólo pregúntenle a Eva, a Poupée o a Ruy. Escribo porque tengo ahijados que elegí y me eligieron y de quienes me siento muy orgulloso. Escribo porque mi padre me inculcó valores y me alentó en la escritura, y porque mi madre cultivó mi sensibilidad, además de demostrarme a cada instante que es capaz de todo -y más aún- con tal de verme feliz. Escribo porque mi hermana es la penúltima romántica y me ha dado tres sobrinos maravillosos, y porque tengo un medio hermano y nos queremos completo.
Escribo porque mi nana Domitila es tuerta, vive en un albergue y toda la alegría del mundo se concentra en su ojo sano cuando voy a visitarla. Porque mi abuela Faustina me enseñó que la vida es muy corta para ensayar otros caminos desafiando a nuestro instinto. Y porque la vida le jugó sucio a mi abuela Isabel, según me confesó, al cambiarle las preguntas cuando ella creía conocer todas las respuestas.
Escribo porque admiro la naturaleza y todo despierta mi interés, porque tengo más de cinco sentidos y, a veces, no son suficientes; porque poseo un olfato privilegiado y me regocija hasta el infinito el olor del pasto recién cortado, del café acabado de pasar, del pan que sale del horno; pero ese mismo olfato hace que perciba el hedor de los abusos e injusticias y que me sienta impelido a denunciarlos.
Escribo porque, en oración, mis moléculas se fusionan con el todo, porque creo en Dios y le hablo y me responde. Escribo porque soy parte del universo y si talan un árbol también me cercenan un brazo. Escribo por los infelices que terminaros sus días en fosas comunes y porque mi amigo Juani busca justicia para ellos. Y porque no aprendemos como especie sino la forma más certera de destruirnos, incluyendo las drogas. Escribo porque la línea divisoria entre el bien y el mal es una franja gris cada vez más ancha y eso es inadmisible. Escribo porque todavía no he perdido la fe de que podemos mejorar el mundo.
Escribo porque tengo un hijo llamado Darío, quien no es mi hijo, pero quien más hijo mío no puede ser. El es la pluma de ala de ángel que me regaló Dios. Escribo porque con él descubro que es posible revivir sin haber muerto, y que la esperanza del mundo está en sus ilusiones. Porque sé que no le puedo ahorrar el sufrimiento, pero sí abreviárselo, y que no necesita recorrer todos mis caminos para aprender la lección, porque también puedo enseñarle a hallar atajos.
Escribo por las mujeres que amé, por aquellas que me amaron y por otras que no me amaron tanto. Pero sobre todo, escribo por Paloma Rox, mi compañera en el vuelo de la vida, quien me hace alcanzar alturas insuperables. Escribo porque, con ella, mi fuego consiguió su brasa; mi aire, su oxígeno vital; mi tierra, la semilla original; y mi agua halló al fin su vaso, su taza, su cuenco, su océano y su regazo...
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