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#fatiga de misericordia
ztoa99 · 2 years
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Una guía para liberar el potencial de un técnico veterinario completo
Una guía para liberar el potencial de un técnico veterinario completo
Contenido proporcionado por Galaxy Vets, el socio de alianza estratégica de dvm360® Una encuesta de ASPCA reveló que casi 1 de cada 5 hogares de EE. UU. ha adquirido un gato o un perro desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, lo que, según el censo de EE. UU. de 2019, representa casi 23 millones de hogares.1 Este aumento en la propiedad de mascotas está ejerciendo más presión sobre las…
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Del cuaderno... (IX)
ESCRITURA VIVA
La escritura manual tiene vida propia. Tiene la vida de la mano de quien la conduce y guía. Posee memoria biológica, y con ella tiembla y palpita. Todo cuanto fluye por la punta del útil de escribir surge del remoto hontanar —la fuente primera— de quien va trazando los grafismos en la página. La palabra manuscrita es viva inteligencia; inspiración gobernada por el timón de la experiencia que en las carnes del escritor ha ido dejando, durante los lustros y las décadas, su inmarcesible impronta.
[06-07/02/24]
ANXIETY PRODUCTIONS
Hay días de ansiedad y días de nerviosa fatiga y cansancio extraño, a medio camino entre el físico y el psíquico, en que te pones por la tarde aquí delante —¡qué de annapurnas de trabajo inacabado!— y sientes que de pronto te derrumbas. Quizá no descansaras bien anoche. O tal vez sea el peso de tantos recuerdos que preferirías desterrar de tu memoria: todas esas cosas que hiciste, «odiando en cada momento lo que hacías», como en “Coney Island Baby” dice Lou Reed (una de cuyas productoras se llamaba —siempre me pareció un nombre inmejorable— ANXIETY PRODUCTIONS). La verdad es que con el paso de los años la acumulación de desechos experienciales es realmente excesiva, hasta el punto de llegar a hacerse insoportable.
En tesituras como esta me pongo a peinar internet —¡qué gran cubo de desperdicios en sí mismo!— en busca de información sobre la ansiedad, el miedo, los ataques de pánico, los síndromes de angustia. «Quizá su problema se manifieste en forma de delirantes pensamientos irracionales, que le gritan en el interior de su cabeza, y sienta usted que de un momento a otro va a volverse loco, o que se va a morir, de forma horripilante y dolorosa, en breve plazo». No lo sé. Dios mío, no lo sé. Uno a veces se postraría de hinojos ante su propia mente para suplicarles a sus desvaríos clemencia, un respiro, cinco minutos o cinco horas de cuartel.
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Fritz Lang dirigió en 1945 una película, en España titulada Perversidad, en la que uno de sus protagonistas es condenado a la pena capital por un crimen que no ha cometido. En un determinado momento de la historia, cuando al pobre desgraciado le llega su hora, se lo llevan pataleando por un largo y desangelado pasillo hacia la silla eléctrica, y el tipo va emitiendo unos espantosos gritos desgarradores, en desesperada petición de misericordia, y repitiendo: «¡Díos mío! ¿No puede nadie sacarme de aquí?» (en realidad en inglés dice “Won’t someone give me a break?”; «¿No puede alguien darme cuartel?»). Esa secuencia de Lang pone los pelos de punta; y así me siento yo cuando descienden sobre mí estos ataques de ansiedad. Luego…, escribo un poco y se me quita. Pasa el jamacuco. Solo se oye en el silencio el tictac del reloj, seguido instantes después por los acostumbrados retumbos del vecino de arriba, que por una vez —nunca hay mal que por bien no venga— casi son de agradecer.
[16/02/24]
VUELVE EL CANTOR
Han vuelto los mirlos al parque. Hoy en mi paseo vespertino he oído cantar a un par de ellos, desde la copa de un plátano el primero, y luego uno segundo, emboscado entre el ramaje pelado de un negrillo. Al volver por la Ventilla cantaba un tercero, como acompañando la magnífica puesta de sol que incendiaba de ocre, púrpura y naranja el cielo del oeste de Madrid. Estos hechos me han llenado el corazón de felicidad. Ya había empezado yo a pensar, en los últimos tiempos, que los mirlos nos habían abandonado para siempre. El bello cantor de color azabache y pico ambarino es migrador parcial, según los manuales de aves; pero nunca lo había echado de menos durante tanto tiempo (nunca lo había echado de menos en absoluto, porque toda mi vida, en latitudes occidentales e incluida entre ellas Inglaterra, jamás había dejado su música de acompañarme). No sé qué haría si alguna vez faltaran definitivamente los dulces y melódicos gorjeos del mirlo; sobre todo teniendo en cuenta la alarmante invasión, que desde hace lustros padecemos, de cotorras argentinas, a las que ahora —para colmo— se ha empezado a sumar la cotorra de Kramer.
Como siempre me he sentido en particular sintonía con el ritmo de los motores de la tierra, me gusta pensar que los mirlos han retornado al vecindario en respuesta a las llamadas de mi escritura; permítaseme esa pequeña veleidad poética, que es como un azucarillo de terrosa variedad morena añadido al café de mi estado de ánimo. Puedo seguir escribiendo un poco más tranquilo.
Yo, permanente «insatisfecho ontológico», soy hombre que en el terreno práctico se conforma con poco; si «poco» puede decirse que sea el canto de los pájaros.
[18/02/24]
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espiritudedios · 1 year
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9. Los que en él confían entenderán la verdad y los que son fieles permanecerán junto a él en el amor, porque la gracia y la misericordia son para sus santos y su visita para sus elegidos.
10. En cambio, los impíos tendrán la pena que sus pensamientos merecen, por desdeñar al justo y separarse del Señor.
11. Desgraciados los que desprecian la sabiduría y la instrucción; vana es su esperanza, sin provecho sus fatigas, inútiles sus obras;
Sabiduría 3:9-11
Biblia de Jerusalén 1975
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marcomimarca · 2 months
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Apóstol gloriosísimo de Nuestro Señor Jesucristo, aclamado por los fieles con el dulce título de ABOGADO DE LOS CASOS DESESPERADOS, hazme sentir tu poderosa intercesión aliviando la gravísima necesidad en que me encuentro. Por el estrecho parentesco que te hace primo hermano de Nuestro Señor Jesucristo, por la privaciones y fatigas que por El sufriste, por el heroico martirio que aceptaste gustoso por su amor, por la promesa que el divino Salvador hizo a Santa Brígida de consolar a los fieles que acudiesen a tu poderosa intercesión, obtenme del Dios de las misericordias y de su Madre Santísima la gracia que con ilimitada confianza te pido a Ti, Padre mío bondadosímo, seguro que me la obtendrás siempre que convenga a la gloria de Dios y bien de mi alma. Así sea.
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77jose-ricardo77 · 4 months
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MARTES DE LA IX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria
Leccionario
Primera lectura
2 Pe 3, 12-15a. 17-18
Esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro.
Queridos hermanos: ¡Esperáis y apresuráis la llegada del Día de Dios! Ese día los cielos se disolverán incendiados y los elementos se derretirán abrasados. Pero nosotros, según su promesa, esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia. Por eso, queridos míos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, intachables e irreprochables, y considerad que la paciencia de nuestro Señor es nuestra salvación. Así pues, queridos míos, ya que estáis prevenidos, estad en guardia para que no os arrastre el error de esa gente sin principios ni decaiga vuestra firmeza. Por el contrario, creced en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él la gloria ahora y hasta el día eterno. Amén.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 89, 2. 3-4. 10. 14 y 16 (R.: 1bc)
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
V. Antes que naciesen los montes o fuera engendrado el orbe de la tierra, desde siempre y por siempre tú eres Dios.
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
V. Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: «Retornad, hijos de Adán». Mil años en tu presencia son un ayer que pasó; una vela nocturna.
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
V. Aunque uno viva setenta años, y el más robusto hasta ochenta, la mayor parte son fatiga inútil, porque pasan aprisa y vuelan.
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
V. Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Que tus siervos vean tu acción y sus hijos tu gloria.
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Aleluya
Cf. Ef 1, 17-18
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón, para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Evangelio
Mc 12, 13-17
Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios
+ Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, enviaron a Jesús algunos de los fariseos y de los herodianos, para cazarlo con una pregunta. Se acercaron y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres veraz y no te preocupa lo que digan; porque no te fijas en apariencias, sino que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad. ¿Es lícito pagar impuesto al César o no? ¿Pagamos o no pagamos?». Adivinando su hipocresía, les replicó: «¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea». Se lo trajeron. Y él les preguntó: «¿De quién es esta imagen y esta inscripción?». Le contestaron: «Del César». Jesús les replicó: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Y se quedaron admirados.
Palabra del Señor.
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lecturasdiarias · 6 months
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Lecturas del Viernes Santo - Pasión del Señor
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Lecturas del día 29 de Marzo de 2024
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 52,13–53,12
He aquí que mi siervo prosperará, será engrandecido y exaltado, será puesto en alto. Muchos se horrorizaron al verlo, porque estaba desfigurado su semblante, que no tenía ya aspecto de hombre; pero muchos pueblos se llenaron de asombro. Ante él los reyes cerrarán la boca, porque verán lo que nunca se les había contado y comprenderán lo que nunca se habían imaginado.
¿Quién habrá de creer lo que hemos anunciado? ¿A quién se le revelará el poder del Señor? Creció en su presencia como planta débil, como una raíz en el desierto. No tenía gracia ni belleza. No vimos en él ningún aspecto atrayente; despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, habituado al sufrimiento; como uno del cual se aparta la mirada, despreciado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo tuvimos por leproso, herido por Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Él soportó el castigo que nos trae la paz. Por sus llagas hemos sido curados.
Todos andábamos errantes como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Cuando lo maltrataban, se humillaba y no abría la boca, como un cordero llevado a degollar; como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.
Inicuamente y contra toda justicia se lo llevaron. ¿Quién se preocupó de su suerte? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, lo hirieron de muerte por los pecados de mi pueblo, le dieron sepultura con los malhechores a la hora de su muerte, aunque no había cometido crímenes, ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento. Cuando entregue su vida como expiación, verá a sus descendientes, prolongará sus años y por medio de él prosperarán los designios del Señor. Por las fatigas de su alma, verá la luz y se saciará; con sus sufrimientos justificará mi siervo a muchos, cargando con los crímenes de ellos.
Por eso le daré una parte entre los grandes, y con los fuertes repartirá despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y fue contado entre los malhechores, cuando tomó sobre sí las culpas de todos e intercedió por los pecadores.
Palabra de Dios
Salmo Responsorial
Sal 31 (30), 2.6.12-13.15-16.17.25
R./ Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
A ti, Señor, me acojo: que no quede yo nunca defraudado. En tus manos encomiendo mi espíritu: y tú, mi Dios leal, me librarás. R./ Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Se burlan de mí mis enemigos, mis vecinos y parientes de mí se espantan, los que me ven pasar huyen de mí. Estoy en el olvido, como un muerto, Como un objeto tirado en la basura. R./ Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Pero yo, Señor, en ti confío. Tú eres mi Dios, y en tus manos está mi destino. Líbrame de los enemigos que me persiguen. R./ Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo y sálvame, por tu misericordia. Sean fuertes y valientes de corazón, Ustedes, los que esperan en el Señor. R./ Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos 4,14-16;5,7-9
Hermanos: Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado en el cielo. Mantengamos firme la profesión de nuestra fe. En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado. Acerquémonos, por lo tanto, con plena confianza al trono de la gracia, para recibir misericordia, hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno.
Precisamente por eso, Cristo, durante su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas, con fuertes voces y lágrimas, a aquel que podía librarlo de la muerte, y fue escuchado por su piedad. A pesar de que era el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo, y llegado a su perfección, se convirtió en la causa de la salvación eterna para todos los que lo obedecen.
Palabra de Dios
Evangelio
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 18,1–19,42
En aquel tiempo, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos.
Entonces Judas tomó un batallón de soldados y guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos y entró en el huerto con linternas, antorchas y armas.
Jesús, sabiendo todo lo que iba a suceder, se adelantó y les dijo: “¿A quién buscan?” Le contestaron: “A Jesús, el nazareno”. Les dijo Jesús: “Yo soy”. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles ‘Yo soy’, retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús les volvió a preguntar: “¿A quién buscan?” Ellos dijeron: “A Jesús, el nazareno”. Jesús contestó: “Les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que éstos se vayan”. Así se cumplió lo que Jesús había dicho: ‘No he perdido a ninguno de los que me diste’.
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: “Mete la espada en la vaina. ¿No voy a beber el cáliz que me ha dado mi Padre?”
El batallón, su comandante y los criados de los judíos apresaron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: ‘Conviene que muera un solo hombre por el pueblo’.
Simón Pedro y otro discípulo iban siguiendo a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló con la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro: “¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?” Él dijo: “No lo soy”. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le contestó: “Yo he hablado abiertamente al mundo y he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, sobre lo que les he hablado. Ellos saben lo que he dicho”.
Apenas dijo esto, uno de los guardias le dio una bofetada a Jesús, diciéndole: “¿Así contestas al sumo sacerdote?” Jesús le respondió: “Si he faltado al hablar, demuestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?” Entonces Anás lo envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.
Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron: “¿No eres tú también uno de sus discípulos?” Él lo negó diciendo: “No lo soy”. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja, le dijo: “¿Qué no te vi yo con él en el huerto?” Pedro volvió a negarlo y enseguida cantó un gallo.
Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era muy de mañana y ellos no entraron en el palacio para no incurrir en impureza y poder así comer la cena de Pascua.
Salió entonces Pilato a donde estaban ellos y les dijo: “¿De qué acusan a este hombre?” Le contestaron: “Si éste no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído”. Pilato les dijo: “Pues llévenselo y júzguenlo según su ley”. Los judíos le respondieron: “No estamos autorizados para dar muerte a nadie”. Así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.
Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús le contestó: “¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?” Pilato le respondió: “¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?” Jesús le contestó: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí”. Pilato le dijo: “¿Conque tú eres rey?” Jesús le contestó: “Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Pilato le dijo: “¿Y qué es la verdad?”
Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo: “No encuentro en él ninguna culpa. Entre ustedes es costumbre que por Pascua ponga en libertad a un preso. ¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?” Pero todos ellos gritaron: “¡No, a ése no! ¡A Barrabás!” (El tal Barrabás era un bandido).
Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, le echaron encima un manto color púrpura, y acercándose a él, le decían: “¡Viva el rey de los judíos!”, y le daban de bofetadas.
Pilato salió otra vez afuera y les dijo: “Aquí lo traigo para que sepan que no encuentro en él ninguna culpa”. Salió, pues, Jesús, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: “Aquí está el hombre”. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y sus servidores, gritaron: “¡Crucifícalo, crucifícalo!” Pilato les dijo: “Llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro culpa en él”. Los judíos le contestaron: “Nosotros tenemos una ley y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios”.
Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más, y entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús: “¿De dónde eres tú?” Pero Jesús no le respondió. Pilato le dijo entonces: “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?” Jesús le contestó: “No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor”.
Desde ese momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: “¡Si sueltas a ése, no eres amigo del César!; porque todo el que pretende ser rey, es enemigo del César”. Al oír estas palabras, Pilato sacó a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman “el Enlosado” (en hebreo Gábbata). Era el día de la preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos: “Aquí tienen a su rey”. Ellos gritaron: “¡Fuera, fuera! ¡Crucifícalo!” Pilato les dijo: “¿A su rey voy a crucificar?” Contestaron los sumos sacerdotes: “No tenemos más rey que el César”. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.
Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz se dirigió hacia el sitio llamado “la Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron, y con él a otros dos, uno de cada lado, y en medio Jesús. Pilato mandó escribir un letrero y ponerlo encima de la cruz; en él estaba escrito: ‘Jesús el nazareno, el rey de los judíos’. Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato: “No escribas: ‘El rey de los judíos’, sino: ‘Éste ha dicho: Soy rey de los judíos’ ”. Pilato les contestó: “Lo escrito, escrito está”.
Cuando crucificaron a Jesús, los soldados cogieron su ropa e hicieron cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba a abajo. Por eso se dijeron: “No la rasguemos, sino echemos suertes para ver a quién le toca”. Así se cumplió lo que dice la Escritura: Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi túnica. Y eso hicieron los soldados.
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: “Mujer, ahí está tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Ahí está tu madre”. Y desde aquella hora el discípulo se la llevó a vivir con él.
Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: “Tengo sed”. Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo: “Todo está cumplido”, e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Aquí se arrodillan todos y se hace una breve pausa.
Entonces, los judíos, como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con él. Pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua.
El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Escritura: No le quebrarán ningún hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que lo dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo.
Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe.
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con esos aromas, según se acostumbra enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo, donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la preparación de la Pascua y el sepulcro estaba cerca, allí pusieron a Jesús.
Palabra del Señor
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naranjohung · 11 months
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FECHA
10/30/2023 12:00:00 a. m.
Cansado del camino
ORACIÓN INICIAL
Amado señor Jesucristo, hoy vengo ante ti, humilde y sediento de tu presencia, necesito que renueves mis fuerzas para seguir adelante y refresques mi espíritu con tu poder sobrenatural, renueva mi gozo, mi esperanza y haz que halle descanso para mi alma, en el nombre de Jesús, amén.
LEE LA PALABRA DE DIOS
“Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta”. Juan 4:5-6
“Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados”. Hebreos 2:18
REFLEXIÓN
En este pasaje Juan enfatiza la humanidad de Jesús. El Señor había caminado desde Jerusalén hasta Samaria, este viaje seguramente les había tomado dos días y medio de su tiempo a Él y a sus discípulos, considerando que era el medio d��a y hacía mucho calor, era lógico que Jesús y su compañía estaban cansados, tenían hambre y sed. Cuando llegaron a la bifurcación de la carretera Jesús se sentó a descansar, los discípulos se adelantaron al pueblo a comprar provisiones.
Todo lo humano y lo divino se unió ahí en ese lugar, para dar una manifestación gloriosa de majestad, gracia, misericordia y paciencia, para llevar luz a un pueblo pagano, que necesitaba esperanza. Jesús reposó y se sentó en una piedra, nada de lo que hacía se salía de su propósito eterno.
Él solo quería descansar y tomar un poco de agua, fue tan humano como nosotros siendo Dios, por eso se identifica tanto con nuestras necesidades, Él también se cansaba y necesitaba parar por un momento, como cuando tenemos que hacerlo porque trabajamos jornadas largas, cuando enfrentamos pruebas y desafíos que nos desaniman y nos hacen perder el entusiasmo, o cuando nos desalentamos porque quisiéramos tener más tiempo para hacer muchas cosas y se nos acaban las fuerzas.
Nos agobiamos cuando nuestros cuerpos y nuestras mentes están agotados por el trajín del día a día. Jesús entiende esto, sabe cuándo atravesamos dificultades y lo que tenemos que hacer para superarlas, por eso dijo en Mateo 11: 28 “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Y no solo nos entiende porque experimentó nuestras fatigas, sino que está dispuesto ayudarnos en medio de nuestra debilidad, miremos lo que dice la Palabra de Dios en Isaías 40: 29-31 “El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.
También se compadece de nosotros como dice Hebreos 4:15 “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”.
El Señor Jesús entiende nuestras luchas porque Él las sufrió como ser humano, Él puede ayudarnos a salir victoriosos de cualquier situación, acudamos a su presencia para que nos provea de manera sobrenatural de nuevas fuerzas, descanse nuestro cuerpo y alma; y nos dé ánimo a través de sus promesas para que sigamos adelante, pidamos la llenura del Espíritu Santo, para que refresque y aliente nuestro espíritu.
ALABANZA
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leregirenga · 1 year
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Se lástima una y otra vez sin misericordia; y es que no le apetece sentirse bien, se tortura con el pensamiento, con el cuerpo y las palabras.
Llora sin fatiga, la mandíbula le duele de tanta emoción encerrada en ella, la cabeza le estalla de tanto abarrotarse con tanta imaginación que le brota como cascada del mal.
No duerme bien, el cuerpo le duele, las ganas de vivir se le agotaron y lo único que si desea es estar en paz. No sabe a dónde dirigirse y hay veces que gritar a todo pulmón quiere para que salga tanta tristeza y sufrimiento que trae encima.
Leregi Renga
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yaretsblog · 2 years
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LOS NOMBRES DE AL-LÂH
A‘udhu Billâhi Min as-Saitâni ar-Rayîm
Bismillâhi ar-Rahmâni ar-Rahîm
55- Al-Matin (El Poderoso)
“Al-lâh es Quien provee, el Dueño del poder, el Fuerte”. (Los Vientos que Arrastran 51: 58)
“Los que fueron expulsados de sus casas sin derecho, solo porque dicen: ¡Nuestro Señor es Al-lâh! Si Al-lâh no se hubiera servido de unos hombres para combatir a otros, habrían sido destruidas ermitas, sinagogas, oratorios y Mezquitas, donde se recuerda mucho el nombre de Al-lâh. Ciertamente, Al-lâh ayudará a quien Le ayude. Verdaderamente, Al-lâh es Fuerte y Poderoso”. (La Peregrinación 22: 40)
Un término poco usado en castellano, la Inquebrantabilidad, el cual significa el hecho de ser firme hasta tal punto de no experimentar ni fatiga, ni duda alguna.
“Ni la somnolencia ni el sueño se apoderan de Él” dice la Aleya del Trono, porque Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) no tiene necesidad de reposar después de esfuerzo alguno, ya que El no ejecuta esfuerzo cualquiera, haciendo todo con una total facilidad.
“Cuando dice que una cosa sea, ella es” (Kun fa-yakun). No es necesario para ello una previa planificación ni una meditación sobre el asunto que fuere, ya que Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), como Inquebrantable que es, no puede ser alcanzado por la duda ni necesita de reflexión previa para ejecutar. Al contrario, El decide qué crear y en qué momento hacerlo.
No vemos en Su Creación una falta mínima de armonía, cuidando de todo detalle que la
concierne, como El cuida, de una manera solícita y mediante una solidez Inquebrantable. ¿Quién podría gobernar las masas de planetas, estrellas y otros astros, así como mover los vientos, hacer rotar las esferas, sin que exista ni un mínimo segundo de diferencia en sus movimientos? ¿Quién si no al guien dotado de una fuerza sólida y fuera de toda medida?
Inquebrantable en Su Fuerza, en Su Solidez, en Su Misericordia, la cual se ha impuesto a
Sí Mismo, en Sus Decisiones, en Su forma de crear, etc.
Cuando se propone una cosa, nada ni nadie puede Convencerle de lo contrario, ni Hacerle cambiar de decisión, ni Crearle dudas, ni Hacerle entrar en reflexión. Antes bien, sin dejar de ser Matin (Inquebrantable), Él puede hacer creer que cambia de opinión si alguien le pide Misericordia, porque Él se ha impuesto Misericordia a Sí Mismo y la ha dado prioridad sobre otras cosas. Inquebrantable cuando decidió, lo mismo que Inquebrantable cuando decide aplicar Misericordia y hacer ver a Su servidor que cambia de decisión por miramiento a él, inspirándole que es importante para Él y que le tiene en cuenta en todo momento con solicitud y atención.
¿Cómo no amar a Alguien tan Bueno y tan Bello? No amar a Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) es no tener corazón.
Su ser Inquebrantable juega pues a nuestro favor. Si reflexionamos en ello nos daremos perfecta cuenta de que cuando El ha decidido favorecernos nadie puede ser capaz de echarle atrás en Su Decisión; y entonces Su fuerza de ejecución se mostrará en todo su esplendor y en toda majestad.
Y Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) sabe más.
Comparte el conocimiento
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A ti, oh Jehová, levantaré mi alma. Dios mío, en ti confío; No sea yo avergonzado, No se alegren de mí mis enemigos. Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; Serán avergonzados los que se rebelan sin causa. Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, Porque tú eres el Dios de mi salvación; En ti he esperado todo el día. Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias, Que son perpetuas. De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; Conforme a tu misericordia acuérdate de mí, Por tu bondad, oh Jehová. Bueno y recto es Jehová; Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino. Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los mansos su carrera. Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, Para los que guardan su pacto y sus testimonios.
Salmos 25:1‭-‬10 RVR1960
¿Alguna vez has sentido que vas en círculos y no avanzas? Al menos, no progresas como esperabas. ¿Las constantes atracciones del mundo te llevan por un millón de caminos diferentes, y te preguntas si vas en la dirección correcta? A veces, la vida es confusa, y algunos días parece que solo estás sobreviviendo en lugar de vivir tus sueños o lograr tus objetivos.
Existen numerosas distracciones, demasiadas opciones, interrupciones interminables. Hay días en los que he sentido como si tuviera un pie fijo en el suelo, mientras que el otro pie corretea por todos lados. Es como si gastara demasiada energía y sufriera de fatiga mental, pero sin llegar a ninguna parte.
¿No crees que sería increíble levantarse cada mañana y tener la seguridad de que estás en el camino correcto hacia tus objetivos?, ¿saber con certeza que vas en la dirección precisa? y ¿sentirte seguro con cada paso, sin cuestionarte constantemente?
El salmo de hoy aborda nuestro deseo de orientación y nos muestra qué hacer cuando necesitamos una dirección clara. Estos versos revelan el corazón humilde y dócil de David. Quería ser guiado por Dios y dirigido por su verdad. David sabía que Dios era su salvador y puso toda su esperanza en aquel que creó el camino correcto para él. David le pidió a Dios que le mostrara su camino, que le guiara y le enseñara la senda que debía seguir (versículos 4 y 5).
Encontramos las respuestas a la petición de guía de David, a tan solo unas breves líneas. Promesas que nosotros podemos reclamar para nuestra propia vida: “Él dirige en la justicia a los humildes, y les enseña su camino” (versículo 9). “Todas las sendas del Señor son amor y verdad para quienes cumplen los preceptos de su pacto” (versículo 10).
Sobre la base de estos versículos, cuando nuestro corazón es humilde y busca verdaderamente la voluntad de Dios, podemos confiar en que Dios siempre nos mostrará lo que es correcto, y si nos equivocamos, él nos dirigirá de nuevo al camino exacto.
Guarda esta verdad en tu corazón, nunca estaremos solos y Dios siempre guiará a los que le obedecen, con amor y fidelidad inagotables.
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ozil-jan44 · 3 years
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Asegúrate de que haya sabiduría y un propósito De la caída de todos estos eventos Sobre tus hombros a la vez Hay mucha misericordia y bondad Estás ocupado por los ángeles de la tierra y el cielo. Hay una victoria arrolladora y un final digno de tu esfuerzo y fatiga. Hay un capítulo maravilloso que merece toda esta constancia y perseverancia. Solo sea paciente, confíe en Dios y piense mejor en Él. Usted no será decepcionado.
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yoamolosgirasoles · 4 years
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Amado Dios, ahora que las voces se silenciaron y los clamores se apagaron, aquí al pie de la cama mi alma se eleva hasta Ti para pedir perdón por mis malas acciones.
Deposito en tus manos la fatiga y la lucha, las alegrías y desencantos de este día que quedó atrás.
Si los nervios me traicionaron, si los impulsos egoístas me dominaron, si di entrada al rencor o a la tristeza,¡Perdón Señor! Ten piedad de mí.
Si he sido infiel, si pronuncié palabras vanas, si me dejé llevar por la impaciencia. Si fui espina para alguien, ¡Perdón Señor!
No quiero esta noche entregarme al sueño sin sentir sobre mi alma la seguridad de tu misericordia. Te doy gracias Dios, por que has sido la sombra fresca que me ha cobijado durante todo este día.
Amado Dios, antes de cerrar los ojos,
los labios y el corazón,
al final de la jornada, ¡buenas noches!, Padre Dios.
Gracias por todas la vida de este día
que nos has dado con tu amor;
si muchas son nuestras deudas,
infinito es tu perdón.
Mañana te serviremos,
en tu presencia, mejor.
#amen #yoamolosgirasoles
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profeliteratura · 5 years
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TEXTO ANÁLISIS LITERARIO DIVINA COMEDIA CANTOS 1,3,5
DIVINA COMEDIA
INFIERNO
CANTO I
A la mitad del viaje de nuestra vida me encontré en una selva oscura, por haberme apartado del camino recto. ¡Ah! Cuán penoso me sería decir lo salvaje, áspera y espesa que era esta selva, cuyo recuerdo renueva mi pavor, pavor tan amargo, que la muerte no lo es tanto. Pero antes de hablar del bien que allí encontré, revelaré las demás cosas que he visto. No sé decir fijamente cómo entré allí; tan adormecido estaba cuando abandoné el verdadero camino. Pero al llegar al pie de una cuesta, donde terminaba el valle que me había llenado de miedo el corazón, miré hacia arriba, y vi su cima revestida ya de los rayos del planeta que nos guía con seguridad por todos los senderos. Entonces se calmó algún tanto el miedo que había permanecido en el lago de mi corazón durante la noche que pasé con tanta angustia; y del mismo modo que aquel que, saliendo anhelante fuera del piélago, al llegar a la playa, se vuelve hacia las ondas peligrosas y las contempla, así mi espíritu, fugitivo aún, se volvió hacia atrás para mirar el lugar de que no salió nunca nadie vivo. Después de haber dado algún reposo a mi fatigado cuerpo, continué subiendo por la solitaria playa, procurando afirmar siempre aquel de mis pies que estuviera más bajo. Al principio de la cuesta, aparecióseme una pantera ágil, de rápidos movimientos y cubierta de manchada piel. No se separaba de mi vista, sino que interceptaba de tal modo mi camino, que me volví muchas veces para retroceder. Era a tiempo que apuntaba el día, y el sol subía rodeado de aquellas estrellas que estaban con él cuando el amor divino imprimió el primer movimiento a todas las cosas bellas. Hora y estación tan dulces me daban motivo para augurar bien de aquella fiera de pintada piel. Pero no tanto que no me infundiera terror el aspecto de un león que a su vez se me apareció; figuróseme que venía contra mí, con la cabeza alta y con un hambre tan rabiosa, que hasta el aire parecía temerle. Siguió a éste una loba que, en medio de su demacración, parecía cargada de deseos; loba que ha obligado a vivir miserable a mucha gente. El fuego que despedían sus ojos me causó tal turbación, que perdí la esperanza de llegar a la cima. Y así como el que gustoso atesora y se entristece y llora con todos sus pensamientos cuando llega el momento en que sufre una pérdida, así me hizo padecer aquella inquieta fiera, que, viniendo a mi encuentro, poco a poco me repelia hacia donde el sol se calla. Mientras yo retrocedía hacia el valle, se presentó a mi vista uno, que por su prolongado silencio parecía mudo. Cuando le vi en aquel gran desierto: - Piedad de mí -le grité- quienquiera que seas, sombra u hombre verdadero. Respondióme: - No soy ya hombre, pero lo he sido; mis padres fueron lombardos y ambos tuvieron a Mantua por patria. Nací sub Julio, aunque algo tarde, y vi Roma bajo el mando del buen Augusto en tiempo de los dioses falsos y engañosos. Poeta fui, y canté a aquel justo hijo de Anquises, que volvió de Troya después del incendio de la soberbia llión. Pero, ¿por qué te entregas de nuevo a tu aflicción? ¿Por qué no asciendes al delicioso monte, que es causa y principio de todo goce? - ¡Oh! ¿Eres tú aquel Virgilio, aquella fuente que derrama tan ancho raudal de elocuencia? -le respondí ruboroso-. ¡Ah!, ¡honor y antorcha de los demás poetas! Válganme para contigo el prolongado estudio y el grande amor con que he leído y meditado tu obra. Tú eres mi maestro y mi autor predilecto; tú sólo eres aquél de quien he imitado el bello estilo que me ha dado tanto honor. Mira esa fiera debido a la cual retrocedía; líbrame de ella, famoso sabio, porque a su aspecto se estremecen mis venas y late con precipitación mi pulso. - Te conviene seguir otra ruta -respondió al verme llorar-, si quieres huir de este sitio salvaje; porque esa fiera que te hace prorrumpir en tales lamentaciones no deja pasar a nadie por su camino, sino que se opone a ello matando al que a tanto se atreve. Su instinto es tan malvado y cruel, que nunca ve satisfechos sus ambiciosos deseos, y después de comer tiene más hambre que antes. Muchos son los animales a quienes se une, y serán aun muchos más hasta que venga el Lebrel y la haga morir entre dolores. Éste no se alimentará de tierra ni de peltre, sino de sabiduría, de amor y de virtud, y su patria estará entre Feltro y Feltro. Será la salvación de esta humilde Italia, por quien murieron de sus heridas la virgen Camila, Euríalo y Turno y Niso. Perseguirá a la loba de ciudad en ciudad hasta que la haya arrojado en el infierno, de donde en otro tiempo la hizo salir la envidia. Ahora, por tu bien, pienso Y veo claramente que debes seguirme; yo seré tu guía, y te sacaré de aquí para llevarte a un lugar eterno, donde oirás aullidos desesperados; verás los espíritus dolientes de los antiguos condenados, que llaman a gritos a la segunda muerte; verás también a los que están contentos entre las llamas, porque esperan, cuando llegue la ocasión, tener un puesto entre los bienaventurados. Si quieres, en seguida, subir hasta ellos, te acompañará en este viaje un alma más digna que yo, te dejaré con ella cuando yo parta; pues el Emperador que reina en las alturas no quiere que por mediación mía se entre en su ciudad, porque fui rebelde a su ley. Él impera en todas partes y reina arriba; arriba está su ciudad y su alto solio: ¡Oh! ¡Feliz el elegido para su reino! Y yo le contesté: - Poeta, te requiero por ese Dios a quien no has conocido, que me hagas huir de este mal y de otro peor; condúceme adonde has dicho, para que yo vea la puerta de San Pedro y a los que, según dices, están tan desolados. Entonces se puso en marcha, y yo seguí tras él.
CANTO III
Por mi se va a la ciudad del llanto; por mi se va al eterno dolor; por mi se va hacia la raza condenada; la justicia animó a mi sublime arquitecto; me hizo la divina potestad, la suprema sabiduría y el primer amor. Antes que yo no hubo nada creado, a excepción de lo eterno, y yo duro eternamente. ¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza! Vi escritas estas palabras con caracteres negros en el dintel de una puerta, por lo cual exclamé: - Maestro, el sentido de estas palabras me causa pena. Y él, como hombre lleno de prudencia me contestó: - Conviene abandonar aqui todo temor; conviene que aquí termine toda cobardía. Hemos llegado al lugar donde te he dicho que verías a la dolorida gente, que ha perdido el bien de la inteligencia. Y después de haber puesto su mano en la mía con rostro alegre, que me reanimó, me introdujo en medio de las cosas secretas. Allí, bajo un cielo sin estrellas, resonaban suspiros, quejas y profundos gemidos, de suerte que al escucharlos comencé a llorar. Diversas lenguas, horribles blasfemias, palabras de dolor, acentos de ira, voces altas y roncas, acompañadas de palmadas, producían un tumulto que va rodando siempre por aquel espacio eternamente oscuro, como la arena impelida por un torbellino. Yo, que estaba horrorizado, dije: - Maestro, ¿qué es lo que oigo, y qué gente es ésa, que parece doblegada por el dolor? Me respondió: - Esta miserable suerte está reservada a las tristes almas de aquellos que vivieron sin merecer alabanzas ni vituperio; están confundidas entre el perverso coro de los ángeles que no fueron rebeldes ni fieles a Dios, sino que sólo vivieron para si. El Cielo los lanzó de su seno por no ser menos hermoso, pero el profundo Infierno no quiere recibirlos por la gloria que con ello podrían reportar los demás culpables. Y yo repuse: - Maestro, ¿qué cruel dolor les hace lamentarse tanto? A lo que me contestó: - Te lo diré brevemente. Éstos no esperan morir; y su ceguedad es tanta, que se muestran envidiosos de cualquier otra suerte. El mundo no conserva ningún recuerdo suyo; la misericordia y la justicia los desdeñan: no hablemos más de ellos, míralos y pasa adelante. Y yo, fijándome más, vi una bandera que iba ondeando tan de prisa, que parecía desdeñosa del menor reposo; tras ella venía tanta muchedumbre, que no hubiera creído que la muerte destruyera tan gran número. Después de haber reconocido a algunos, miré más fijamente, y vi la sombra de aquel que por cobardía hizo la gran renuncia. Comprendí inmediatamente y adquirí la certeza de que aquella turba era la de los ruines que se hicieron desagradables a los ojos de Dios y a los de sus enemigos. Aquellos desgraciados, que no vivieron nunca, estaban desnudos, y eran molestados sin tregua por las picaduras de las moscas y de las avispas que allí había; las cuales hacían correr por su rostro la sangre, que mezclada con sus lágrimas, era recogida a sus pies por asquerosos gusanos. Habiendo dirigido mis miradas a otra parte, vi nuevas almas a la orilla de un gran río, por lo cual, dije: - Maestro, dígnate manifestarme quiénes son y por qué ley parecen ésos tan prontos a atravesar el río, según puedo ver a favor de esta débil claridad. Y él me respondió: - Te lo diré cuando pongamos nuestros pies sobre la triste orilla del Aqueronte. Entonces, avergonzado y con los ojos bajos, temiendo que le disgustasen mis preguntas, me abstuve de hablar hasta que llegamos al río. En aquel momento vimos un anciano cubierto de canas, que se dirigía hacia nosotros en una barquichuela, gritando: - ¡Ay de vosotras, almas perversas! No esperéis ver nunca el Cielo. Vengo para conduciros a la otra orilla, donde reinan eternas tinieblas, en medio del calor y del frío. Y tú, alma viva, que estás aquí, aléjate de entre esas que están muertas. Pero cuando vio que yo no me movía, dijo: Llegarás a la playa por otra orilla, por otro puerto, mas no por aquí: para llevarte se necesita una barca más ligera. Y mi guía le dijo: - Carón, no te irrites. Así se ha dispuesto allí donde se puede todo lo que se quiere; y no preguntes más. Entonces se aquietaron las velludas mejillas del barquero de las lívidas lagunas, que tenía círculos de llamas alrededor de sus ojos. Pero aquellas almas, que estaban desnudas y fatigadas, no bien oyeron tan terribles palabras, cambiaron de color, rechinando los dientes, blasfemando de Dios, de sus padres, de la especie humana, del sitio y del día de su nacimiento, de la prole de su prole y de su descendencia: después se retiraron todas juntas, llorando fuertemente, hacia la orilla maldita en donde se espera a todo aquel que no teme a Dios. El demonio Carón, con ojos de ascuas, haciendo una señal, las fue reuniendo, golpeando con su remo a las que se rezagaban; y así como en otoño van cayendo las hojas una tras otra, hasta que las ramas han devuelto a la tierra todos sus despojos, del mismo modo los malvados hijos de Adán se lanzaban uno a uno desde la orilla, a aquella señal, como pájaros que acuden al reclamo. De esta suerte se fueron alejando por las negras ondas, pero antes de que hubieran saltado en la orilla opuesta, se reunió otra nueva muchedumbre en la que aquéllas habían dejado. - Hijo mío -me dijo el cortés Maestro-, los que mueren en la cólera de Dios  acuden aquí de todos los países, y se apresuran a atravesar el río, espoleados de tal suerte por la justicia divina, que su temor se convierte en deseo. Por aquí no pasa nunca un alma pura; por lo cual, si Carón se irrita contra ti, ya conoces ahora el motivo de sus desdeñosas palabras. Apenas hubo terminado, tembló tan fuertemente la sombría campiña, que el recuerdo del espanto que sentí aún me inunda la frente de sudor. De aquella tierra de lágrimas salió un viento que produjo rojizos relámpagos, haciéndome perder el sentido y caer como un hombre sorprendido por el sueño.
CANTO V
Así descendí del primer círculo al segundo, que contiene menos espacio, pero mucho más dolor, y dolor punzante, que origina desgarradores gritos. Allí estaba el horrible Minas que, rechinando los dientes, examina las culpas de los que entran; juzga y da a comprender sus órdenes por medio de las vueltas de su cola. Es decir, que cuando se presenta ante él un alma pecadora, y le confiesa  todas sus culpas, aquel gran conocedor de los pecados ve qué lugar del infierno debe ocupar y se lo designa, ciñéndose al cuerpo la cola tantas veces cuantas sea el número del círculo a que debe ser enviada. Ante él están siempre muchas almas, acudiendo por turno para ser juzgadas; hablan y escuchan y después son arrojadas al abismo. - ¡Oh, tú, que vienes a la mansión del dolor! -me gritó Minas cuando me vio, suspendiendo sus terribles funciones-; mira cómo entras y de quién te fías: no te alucine lo anchuroso de la entrada. Entonces mi guía le preguntó: - ¿Por qué gritas? No te opongas a su viaje ordenado por el destino: así lo han dispuesto allí donde se puede lo que se quiere; y no preguntes más. Empezaron a dejarse oír voces plañideras: y llegué a un sitio donde hirieron mis oídos grandes lamentos. Entrábamos en un lugar que carecía de luz, y que rugía como el mar tempestuoso cuando está combatido por vientos contrarios. La tromba infernal, que no se detiene nunca, envuelve en su torbellino a los espíritus; les hace dar vueltas continuamente, y les agita y les molesta: cuando se encuentran ante la ruinosa valla que los encierra, allí son los gritos, los llantos y los lamentos y las blasfemias contra la virtud divina. Supe que estaban condenados a semejante tormento los pecadores carnales que sometieron la razón a sus lascivos apetitos; y así como los estorninos vuelan en grandes y compactas bandadas en la estación de los fríos, así aquel torbellino arrastra a los espíritus malvados llevándolos de acá para allá, de arriba abajo, sin que abriguen nunca la esperanza de tener un momento de reposo, ni de que su pena se aminore. Y del mismo modo que las grullas van lanzando sus tristes acentos, formando todas una prolongada hilera en el aire, así también vi venir, exhalando gemidos, a las sombras arrastradas por aquella tromba. Por lo cual pregunté: - Maestro, ¿qué almas son ésas a quienes de tal muerte castiga ese aire negro? - La primera de ésas, de quienes deseas noticias -me dijo entonces-, fue emperatriz de una multitud de pueblos donde se hablaban diferentes lenguas, y tan dada al vicio de la lujuria, que permitió en sus leyes todo lo que excitaba el placer, para ocultar de este modo la abyección en que vivía. Es Semíramis, de quien se lee que sucedió a Nino y fue su esposa y reinó en la tierra en donde impera el Sultán. La otra es la que se mató por amor y quebrantó la fe prometida a las cenizas de Siqueo. Después sigue la lasciva Cleopatra. Ve también a Helena, que dio lugar a tan funestos tiempos; y ve al gran Aquiles, que al fin tuvo que combatir por el amor. Ve a París y a Tristán ... Y a más de mil sombras me fue enseñando y designando con el dedo, a quienes Amor había hecho salir de esta vida. Cuando oí a mi sabio nombrar las antiguas damas y los caballeros, me sentí dominado por la piedad y quedé como aturdido. Empecé a decir: - Poeta, quisiera hablar a aquellas dos almas que van juntas y parecen más ligeras que las otras impelidas por el viento. Y él me contestó: - Espera que estén más cerca de nosotros: y entonces ruégales, por el amor que las conduce, que se dirijan hacia ti. Tan pronto como el viento las impulsó hacia nosotros, alcé la voz diciendo: - ¡Oh almas atormentadas!, venid a hablarnos, si otro no se opone a ello. Así como dos palomas, excitadas por mis deseos, se dirigen con las alas abiertas y firmes hacia el dulce nido, llevadas en el aire por una misma voluntad, así salieron aquellas dos almas de entre la multitud donde estaba Dido, dirigiéndose hacia nosotros a través del aire malsano, atraídas por mi eficaz y afectuoso llamamiento. - ¡Oh ser gracioso y benigno, que vienes a visitar en medio de este aire negruzco a los que hemos teñido el mundo de sangre! Si fuéramos amados por el Rey del universo, le rogaríamos por tu tranquilidad, ya que te compadeces de nuestro acerbo dolor. Todo lo que te agrade oír y decir, te lo diremos y escucharemos con gusto mientras que siga el viento tan tranquilo como ahora. La tierra donde nací está situada en la costa donde desemboca el Po con todos sus afluentes para descansar en el mar. Amor, que se apodera pronto de un corazón gentil, hizo que éste se prendara de aquel hermoso cuerpo que me fue arrebatado de un modo que aún me atormenta. Amor, que no dispensa de amar al que es amado, hizo que me entregara vivamente al placer de que se embriagaba éste, que, como ves, no me abandona nunca. Amor nos condujo a la misma muerte. Caína espera al que nos arrancó la vida. Tales fueron las palabras de las dos sombras. Al oír a aquellas almas atormentadas, bajé la cabeza y la tuve inclinada tanto tiempo, que el poeta me dijo: - ¿En qué piensas? - ¡Ah! -exclamé al contestarle-; ¡cuán dulces pensamientos, cuántos deseos les han conducido a doloroso tránsito! Después me dirigí hacia ellos, diciéndoles: - Francisca, tus desgracias me hacen derramar tristes y compasivas lágrimas. Pero dime: en tiempo de los dulces suspiros, ¿cómo os permitió Amor conocer vuestros secretos deseos? Ella me contestó: - No hay mayor dolor que acordarse del tiempo feliz en la miseria; y eso lo sabe bien tu Maestro. Pero si tienes tanto deseo de conocer cuál fue el principal origen de nuestro amor, haré como el que habla y llora a la vez. Leíamos un día por pasatiempo las aventuras de Lancelote, y de qué modo cayó en las redes del Amor: estábamos solos y sin abrigar sospecha alguna. Aquella lectura hizo que nuestros ojos se buscaran muchas veces y que palideciera nuestro semblante; mas un solo pasaje fue el que decidió de nosotros. Cuando leímos que la deseada sonrisa de la amada fue interrumpida por el beso del amante, éste, que jamás se ha de separar de mí, me besó tembloroso en la boca: el libro y quien lo escribió fue para nosotros otro Galeoto; aquel día ya no leímos más. Mientras que un alma decía esto, la otra lloraba de tal modo, que, movido de compasión, desfallecí como si me muriera, y caí como cae un cuerpo inanimado.
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casadeoraciones · 2 years
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Oración de la Noche ⭐️ Martes 30 de agosto del 2022 Padre mío, Ahora que las voces se silenciaron y los clamores se apagaron, aquí al pie de mi cama mi alma se eleva hasta Ti para decirte: Creo en Ti, espero en Ti, te amo con todas mis fuerzas. Deposito en tus manos mi fatiga y mis luchas, mis alegrías y los desencantos de este día que quedaron atrás. Si los nervios me traicionaron, si los impulsos egoístas me dominaron, si di entrada al rencor o a la tristeza, ¡Perdón Señor! Si he sido infiel, si pronuncié palabras vanas, si me dejé llevar por la impaciencia, Si fui espina para alguien, ¡Perdón Señor, perdón ! No quiero esta noche entregarme al sueño sin sentir sobre mi alma la seguridad de tu misericordia. Si, tu dulce misericordia enteramente gratuita. Te doy gracias Padre mío, por que has sido la sombra fresca que me ha cobijado durante todo este día. Te doy gracias porque invisible, cariñoso, envolvente me has cuidado a la perfección a lo largo de estas horas. Señor, a mi derredor ya todo es silencio y calma. Envía el ángel de la paz a mi casa. Relaja mis nervios, sosiega mi espíritu, suelta mis tensiones, inunda mi ser de silencio y serenidad. Vela por mí, Padre querido, mientras me entrego confiado al sueño, como un niño que duerme feliz entre tus brazos. En tu nombre, Señor. Descansaré tranquilo, Amén! *Steling Madera* https://www.instagram.com/p/Ch6Ivh4D8IF/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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77jose-ricardo77 · 8 months
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JUEVES DE LA II SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria
Leccionario
Primera lectura
1 Sam 18, 6-9; 19, 1-7
“Mi padre busca el modo de matarte”
Lectura del primer libro de Samuel.
En aquellos días, cuando David volvía de matar al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel al encuentro del rey Saúl para cantar danzando con tambores, gritos de alborozo y címbalos. Las mujeres cantaban y repetían al bailar: «Saúl mató a mil, David a diez mil». A Saúl lo enojó mucho aquella copla y le pareció mal, pues pensaba: «Han asignado diez mil a David y mil a mí. No le falta más que la realeza». Desde aquel día Saúl vio con malos ojos a David. Saúl manifestó a su hijo Jonatán y a sus servidores la intención de matar a David. Jonatán, hijo de Saúl, amaba mucho a David. Y le advirtió: «Mi padre busca el modo de matarte. Mañana toma precauciones, quédate en lugar secreto y permanece allí oculto. Yo saldré y me colocaré al lado de mi padre en el campo donde te encuentres. Le hablaré de ti, veré lo que hay y te lo comunicaré». Jonatán habló bien de David a su padre Saúl. Le dijo: «No haga daño el rey a su siervo David, pues él no te ha hecho mal alguno y su conducta ha sido muy favorable hacia ti. Expuso su vida, mató al filisteo y el Señor concedió una gran victoria a todo Israel. Entonces te alegraste al verlo. ¿Por qué hacerte culpable de sangre inocente, matando a David sin motivo?». Saúl escuchó lo que le decía Jonatán, y juró: «Por vida del Señor, no morirá». Jonatán llamó a David y le contó toda aquella conversación. Le trajo junto a Saúl y siguió a su servicio como antes.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 55, 2-3. 9-10ab. 10c-11. 12-13 (R.: 5b)
R. En Dios confío y no temo.
V. Misericordia, Dios mío, que me hostigan, me atacan y me acosan todo el día; todo el día me hostigan mis enemigos, me atacan en masa, oh, Altísimo.
R. En Dios confío y no temo.
V. Anota en tu libro mi vida errante, recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío, mis fatigas en tu libro. Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco.
R. En Dios confío y no temo.
V. Así sabré que eres mi Dios. En Dios, cuya promesa alabo, en el Señor, cuya promesa alabo.
R. En Dios confío y no temo.
V. En Dios confío y no temo; ¿qué podrá hacerme un hombre? Te debo, Dios mío, los votos que hice, los cumpliré con acción de gracias.
R. En Dios confío y no temo.
Aleluya
Cf. 2 Tim 1, 10
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Nuestro Salvador, Cristo Jesús, destruyó la muerte, e hizo brillar la vida por medio del Evangelio.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Evangelio
Mc 3, 7-12
“Los espíritus inmundos gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios», pero él les prohibía que lo diesen a conocer”
+Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, Jerusalén, Idumea, Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una barca, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Los espíritus inmundos, cuando lo veían, se postraban ante él y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.
Palabra del Señor.
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lecturasdiarias · 1 year
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Lecturas del Viernes Santo - Pasión del Señor
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Lecturas del día Viernes 7 de Abril de 2023
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 52,13–53,12
He aquí que mi siervo prosperará, será engrandecido y exaltado, será puesto en alto. Muchos se horrorizaron al verlo, porque estaba desfigurado su semblante, que no tenía ya aspecto de hombre; pero muchos pueblos se llenaron de asombro. Ante él los reyes cerrarán la boca, porque verán lo que nunca se les había contado y comprenderán lo que nunca se habían imaginado.
¿Quién habrá de creer lo que hemos anunciado? ¿A quién se le revelará el poder del Señor? Creció en su presencia como planta débil, como una raíz en el desierto. No tenía gracia ni belleza. No vimos en él ningún aspecto atrayente; despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, habituado al sufrimiento; como uno del cual se aparta la mirada, despreciado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo tuvimos por leproso, herido por Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Él soportó el castigo que nos trae la paz. Por sus llagas hemos sido curados.
Todos andábamos errantes como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Cuando lo maltrataban, se humillaba y no abría la boca, como un cordero llevado a degollar; como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.
Inicuamente y contra toda justicia se lo llevaron. ¿Quién se preocupó de su suerte? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, lo hirieron de muerte por los pecados de mi pueblo, le dieron sepultura con los malhechores a la hora de su muerte, aunque no había cometido crímenes, ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento. Cuando entregue su vida como expiación, verá a sus descendientes, prolongará sus años y por medio de él prosperarán los designios del Señor. Por las fatigas de su alma, verá la luz y se saciará; con sus sufrimientos justificará mi siervo a muchos, cargando con los crímenes de ellos.
Por eso le daré una parte entre los grandes, y con los fuertes repartirá despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y fue contado entre los malhechores, cuando tomó sobre sí las culpas de todos e intercedió por los pecadores.
Palabra de Dios
Salmo Responsorial
Sal 31 (30), 2.6.12-13.15-16.17.25
R./ Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
A ti, Señor, me acojo: que no quede yo nunca defraudado. En tus manos encomiendo mi espíritu: y tú, mi Dios leal, me librarás. R./ Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Se burlan de mí mis enemigos, mis vecinos y parientes de mí se espantan, los que me ven pasar huyen de mí. Estoy en el olvido, como un muerto, Como un objeto tirado en la basura. R./ Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Pero yo, Señor, en ti confío. Tú eres mi Dios, y en tus manos está mi destino. Líbrame de los enemigos que me persiguen. R./ Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo y sálvame, por tu misericordia. Sean fuertes y valientes de corazón, Ustedes, los que esperan en el Señor. R./ Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos 4,14-16;5,7-9
Hermanos: Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado en el cielo. Mantengamos firme la profesión de nuestra fe. En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado. Acerquémonos, por lo tanto, con plena confianza al trono de la gracia, para recibir misericordia, hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno.
Precisamente por eso, Cristo, durante su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas, con fuertes voces y lágrimas, a aquel que podía librarlo de la muerte, y fue escuchado por su piedad. A pesar de que era el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo, y llegado a su perfección, se convirtió en la causa de la salvación eterna para todos los que lo obedecen.
Palabra de Dios
Evangelio
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 18,1–19,42
En aquel tiempo, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos.
Entonces Judas tomó un batallón de soldados y guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos y entró en el huerto con linternas, antorchas y armas.
Jesús, sabiendo todo lo que iba a suceder, se adelantó y les dijo: “¿A quién buscan?” Le contestaron: “A Jesús, el nazareno”. Les dijo Jesús: “Yo soy”. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles ‘Yo soy’, retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús les volvió a preguntar: “¿A quién buscan?” Ellos dijeron: “A Jesús, el nazareno”. Jesús contestó: “Les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que éstos se vayan”. Así se cumplió lo que Jesús había dicho: ‘No he perdido a ninguno de los que me diste’.
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: “Mete la espada en la vaina. ¿No voy a beber el cáliz que me ha dado mi Padre?”
El batallón, su comandante y los criados de los judíos apresaron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: ‘Conviene que muera un solo hombre por el pueblo’.
Simón Pedro y otro discípulo iban siguiendo a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló con la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro: “¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?” Él dijo: “No lo soy”. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le contestó: “Yo he hablado abiertamente al mundo y he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, sobre lo que les he hablado. Ellos saben lo que he dicho”.
Apenas dijo esto, uno de los guardias le dio una bofetada a Jesús, diciéndole: “¿Así contestas al sumo sacerdote?” Jesús le respondió: “Si he faltado al hablar, demuestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?” Entonces Anás lo envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.
Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron: “¿No eres tú también uno de sus discípulos?” Él lo negó diciendo: “No lo soy”. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja, le dijo: “¿Qué no te vi yo con él en el huerto?” Pedro volvió a negarlo y enseguida cantó un gallo.
Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era muy de mañana y ellos no entraron en el palacio para no incurrir en impureza y poder así comer la cena de Pascua.
Salió entonces Pilato a donde estaban ellos y les dijo: “¿De qué acusan a este hombre?” Le contestaron: “Si éste no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído”. Pilato les dijo: “Pues llévenselo y júzguenlo según su ley”. Los judíos le respondieron: “No estamos autorizados para dar muerte a nadie”. Así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.
Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús le contestó: “¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?” Pilato le respondió: “¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?” Jesús le contestó: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí”. Pilato le dijo: “¿Conque tú eres rey?” Jesús le contestó: “Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Pilato le dijo: “¿Y qué es la verdad?”
Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo: “No encuentro en él ninguna culpa. Entre ustedes es costumbre que por Pascua ponga en libertad a un preso. ¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?” Pero todos ellos gritaron: “¡No, a ése no! ¡A Barrabás!” (El tal Barrabás era un bandido).
Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, le echaron encima un manto color púrpura, y acercándose a él, le decían: “¡Viva el rey de los judíos!”, y le daban de bofetadas.
Pilato salió otra vez afuera y les dijo: “Aquí lo traigo para que sepan que no encuentro en él ninguna culpa”. Salió, pues, Jesús, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: “Aquí está el hombre”. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y sus servidores, gritaron: “¡Crucifícalo, crucifícalo!” Pilato les dijo: “Llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro culpa en él”. Los judíos le contestaron: “Nosotros tenemos una ley y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios”.
Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más, y entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús: “¿De dónde eres tú?” Pero Jesús no le respondió. Pilato le dijo entonces: “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?” Jesús le contestó: “No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor”.
Desde ese momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: “¡Si sueltas a ése, no eres amigo del César!; porque todo el que pretende ser rey, es enemigo del César”. Al oír estas palabras, Pilato sacó a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman “el Enlosado” (en hebreo Gábbata). Era el día de la preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos: “Aquí tienen a su rey”. Ellos gritaron: “¡Fuera, fuera! ¡Crucifícalo!” Pilato les dijo: “¿A su rey voy a crucificar?” Contestaron los sumos sacerdotes: “No tenemos más rey que el César”. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.
Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz se dirigió hacia el sitio llamado “la Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron, y con él a otros dos, uno de cada lado, y en medio Jesús. Pilato mandó escribir un letrero y ponerlo encima de la cruz; en él estaba escrito: ‘Jesús el nazareno, el rey de los judíos’. Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato: “No escribas: ‘El rey de los judíos��, sino: ‘Éste ha dicho: Soy rey de los judíos’ ”. Pilato les contestó: “Lo escrito, escrito está”.
Cuando crucificaron a Jesús, los soldados cogieron su ropa e hicieron cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba a abajo. Por eso se dijeron: “No la rasguemos, sino echemos suertes para ver a quién le toca”. Así se cumplió lo que dice la Escritura: Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi túnica. Y eso hicieron los soldados.
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: “Mujer, ahí está tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Ahí está tu madre”. Y desde aquella hora el discípulo se la llevó a vivir con él.
Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: “Tengo sed”. Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo: “Todo está cumplido”, e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Aquí se arrodillan todos y se hace una breve pausa.
Entonces, los judíos, como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con él. Pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua.
El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Escritura: No le quebrarán ningún hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que lo dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo.
Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe.
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con esos aromas, según se acostumbra enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo, donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la preparación de la Pascua y el sepulcro estaba cerca, allí pusieron a Jesús.
Palabra del Señor
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