#falacias informales
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«Cuando se advierte que el adversario es superior y que uno no conseguirá llevar razón, personalícese, séase ofensivo, grosero. El personalizar consiste en que uno se aparta del objeto de la discusión (porque es una partida perdida) y ataca de algún modo al contendiente y a su persona: esto podría denominarse argumentum ad personam, a diferencia del argumentum ad hominem: este parte de un objeto puramente objetivo para atenerse a lo que el adversario ha dicho o admitido sobre él. Al personalizar, sin embargo, se abandona por completo el objeto y uno dirige su ataque a la persona del adversario: uno, pues, se torna insultante, maligno, ofensivo, grosero. Es una apelación de las facultades del intelecto a las del cuerpo, o a la animalidad. Esta regla goza de gran predicamento porque cualquiera es capaz de ejercerla, por lo que se utiliza con frecuencia. Cabe preguntarse, pues, qué contrarregla es válida entonces para la otra parte. Pues si la otra parte quiere utilizar esta misma, se acabará en pelea, duelo o proceso por injurias.»
Arthur Schopenhauer: El arte de tener razón. Alianza Editorial, pág. 66. Madrid, 2006.
TGO
@bocadosdefilosofia
@dias-de-la-ira-1
#schopenhauer#arthur schopenhauer#el arte de tener razón#argumentum ad hominen#argumento contra el hombre#argumentum ad personan#argumento contra la persona#personalizar#discusión#pelea#injurias#retórica#oratoria#persuasión#falacias#falacias informales#teo gómez otero
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F A L A C I A S
Las falacias están lejos de ser argumentos sólidos, sin embargo pueden verse como recursos retóricos en la medida en que se usan para convencer o persuadir.
Son argumentos que no son válidos y razonamientos engañosos.
Se dividen entre falacias formales y no formales
Las falacias no formales o informales son aquellas que tienen errores en su contenido, es decir, en la información que se ofrece en las premisas para derivar de ellas la conclusión.
Las falacias formales son aquellas que tienen errores en su forma, es decir, que violan alguna de las estructuras deductivamente válidas. En este sentido, cualquier argumento inválido sería una falacia.
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Un cuento chino
I
Luego de haber escuchado las diferentes propuestas para «facilitar el crecimiento y la mejora de la productividad de las empresas», tanto desde el gobierno (ministro de Economía, premier y presidente, incluidos) como desde el sector empresarial, la primera reflexión que me viene a la cabeza es que esto es un cuento chino. Un cuento chino es, según la RAE, un embuste, una mentira disfrazada con artificio. No es cualquier mentira sino, digamos, una mentira hábilmente contada que aparece como verdad incuestionable, pero que a la luz de la razón se evidencia que es una verdad a medias y, por tanto, una falsedad, una falacia. El problema con todo cuento chino es que no solo se cuenta para sorprender y encandilar, sino sobre todo para engañar: al desprevenido, al distraído, al de a pie, al ciudadano que confía en sus representantes y en las instituciones.
Supongo que cuando uno es presidente o premier en algún momento se tiene que imaginar cómo quisiera que sea el Perú. ¿Cómo sueña el señor presidente que debiese ser el Perú? Desde de sus declaraciones y de su actuar en el CADE 2018 lo que sí podemos afirmar es cómo no se imagina que sea el Perú. Lo que el señor presidente no quiere que advirtamos es que su idea de país es, para el ciudadano de a pie, un cuento chino.
En primer lugar, el señor presidente no se imagina un Perú igualitario. Este CADE 2018 ha sido una demostración del enorme poder económico del empresariado peruano que en un fin de semana, en un hotel cinco estrellas, en la paradisíaca Paracas, a 254 kilómetros de Lima, han marcado la agenda del gobierno y decidido el futuro de millones de peruanos de a pie. Sin derramar una gota de sudor ni ensuciarse los zapatos han logrado sus objetivos y hoy enfilan sus baterías –apoyados por abogados, economistas, periodistas– contra derechos que en la historia de la humanidad han sido logros de luchas sociales y han costado, sin eufemismos, vidas humanas. Lo que para unos se obtiene con una conversación en un hotel alrededor de una bebida, para los otros es látigo, bombas lacrimógenas, indiferencia.
En segundo lugar, el señor presidente no se imagina un Perú con instituciones. Al señor presidente no le interesa el Estado de Derecho, las reglas de convivencia, la civilidad. El señor presidente cree que por decreto supremo se puede cambiar no solo las leyes, sino la Constitución solo porque así le interesa a los empresarios. Pero no se trata tanto que el Tribunal Constitucional haya reconocido en el año 2002 la posibilidad de la reposición en el empleo. Lo importante de aquel fallo, señor presidente, no fue en estricto la reposición, sino que una vez reconocida la vigencia del Estado Constitucional de Derecho cualquier acto arbitrario, de cualquier naturaleza, se encuentra proscrito. Y eso señor presidente no puede pretender cambiarlo porque estaría destruyendo el sistema jurídico.
Y en tercer lugar, el señor presidente no se imagina un Perú donde los derechos fundamentales se disfruten. El señor presidente no se imagina un Perú con derechos, con dignidad. La libertad de empresa es un derecho sin duda, pero necesita andar junto con los derechos al trabajo, a las utilidades, a la remuneración equitativa y suficiente, a la protección contra el despido arbitrario, al descanso, a la libertad sindical, a la negociación colectiva, a la huelga, al debido proceso.
II
El cuento del sector empresarial es el viejo discurso de la flexibilidad y los sobrecostos que no solo tiene el problema de haber sido un discurso implementado en la dictadura fujimorista, sino, sobre todo, porque no se asienta en el interés público, el bien común, sino que enarbola los intereses de acumulación de riqueza del empresariado: una visión de país donde todo el sistema jurídico y los ciudadanos están al servicio de los empleadores, como si solo estos fuesen los creadores de riqueza y los merecedores de su disfrute. Ese es el trasfondo del cuento chino de los empresarios: hacernos creer que están preocupados por los ciudadanos, el empleo, la capacitación, la productividad, cuando lo único que les interesa es hacerse más ricos a costa de los más desfavorecidos. El problema del cuento chino empresarial es que se sostiene en medias verdades; es en estricto y sin ofender a nadie, un engaño adrede.
1. Al empresariado le preocupa que la informalidad reste competitividad a las empresas formales: mientras que las formales tienen que pagar derechos laborales completos, las informales no. ¿Cuál es su propuesta entonces? ¿Que todas sean formales? ¡No! Lo contrario: que no haya derechos laborales para que ahora sí todas (formales o informales) estén en igualdad de condiciones. ¿Es en serio? ¿Nos están diciendo que, por ejemplo, un supermercado sufre competencia desleal de la bodega de la esquina? ¿Son términos comparables? En verdad, lo único que buscan es pagar menos derechos no para evitar la competencia de la bodega, sino para ser «menos costosos» que los mexicanos, los vietnamitas o los chinos.
2. Al empresariado le parece excesivo que en provincias la RMV sea igual a la de Lima. Hay que diferenciarla porque las provincias no son iguales a Lima. Allí el costo de vida es menor. Si en algún punto se muestra la miseria de los empresarios es en este. Que algún peruano pueda tener una RMV mayor a la que necesitaría para subsistir les parece inadecuado, inconveniente, inmoral. Claro, es que ellos beben agua de caño, almuerzan menú de S/ 2.00 en la parroquia y van a pie a sus oficinas. Pero la hipocresía es mayúscula porque luego, sí se comparan con Colombia, Brasil, México, Vietnam, China, Pakistán para decirnos que quieren ser iguales que ellos.
3. El empresariado no quiere reposiciones. Su media verdad es que OIT y el Pacto de San José respaldan que frente al despido arbitrario la regla es el pago de una indemnización. En primer lugar, el Convenio OIT 158 no se encuentra ratificado por el Perú. Con esto es más que suficiente para negar tal respaldo, pero si aun así se insistiese en ello, si bien dicho convenio tiene una inclinación a la indemnización, tampoco es que excluya toda reposición o readmisión en el empleo (cf. artículo 10), más aun cuando admite exclusiones en su ámbito de aplicación (cf. artículo 2). En segundo lugar, la CorteIDH ha reconocido que el derecho a la estabilidad laboral se encuentra protegido en el artículo 26 del Pacto de San José referido a los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Y lo ha dicho justamente hasta en dos casos contra Perú: Lagos del Campo y Trabajadores Cesados de Petroperú. En el Caso Lagos del Campo, del 31 de agosto de 2017, la Corte ha interpretado (párrafo 149) que el derecho a la estabilidad laboral impone al Estado un conjunto de obligaciones, entre las cuales se encuentra el deber de: «c) en caso de despido injustificado, remediar la situación (ya sea, a través de la reinstalación o, en su caso, mediante la indemnización y otras prestaciones previstas en la legislación nacional)». En tercer lugar, el inciso d) del artículo 7 del Protocolo de San Salvador dice textualmente lo siguiente: «En casos de despido injustificado, el trabajador tendrá derecho a una indemnización o a la readmisión en el empleo o a cualesquiera otra prestación prevista por la legislación nacional». La verdad completa es que la indemnización no es la regla. Es una posibilidad de reparación del derecho. Pero la reparación de los derechos fundamentales –y el derecho al trabajo por increíble que parezca lo es– es principalmente la restitución del derecho cuando ello es factible. En cuarto lugar, todos los instrumentos internacionales reconocen que el despido para considerarse válido debe encontrarse sustentado en una causa justa, para lo cual –y este es otro deber anotado por la CorteIDH– «d) el Estado debe disponer de mecanismos efectivos de reclamo frente a una situación de despido injustificado, a fin de garantizar el acceso a la justicia y la tutela judicial efectiva de tales derechos.» ¿Qué significa esto? Que una indemnización de doce sueldos en un proceso judicial que dura treinta y seis meses para reclamarla es negar el acceso a la justicia. Una política laboral cuyo costo es soportado por los trabajadores desnuda una justicia distributiva inequitativa. Más que las reposiciones lo que no soporta el empresariado del CADE es que se les controle sus conductas arbitrarias.
4. El empresariado quiere quince días de vacaciones. Los treinta días actuales (fuera de la microempresa que ya tiene 15 días) les parecen excesivos. Olvidan que el descanso y el ocio es también un derecho humano. Los empresarios nos quieren máquinas. Está bien. ¿Pero qué dan a cambio? ¿Acaso la jornada ordinaria de la mayoría de peruanos es de ocho horas días? ¿Cuánto tiempo pierde un trabajador en desplazarse de su casa al centro de trabajo y viceversa? ¡En este país la regla es trabajar doce horas diarias! Señor presidente, antes de disminuir las vacaciones preocúpese de que los empleadores paguen los sueldos íntegros considerando horas extras. Derogue las leyes que permiten destruir los documentos laborales a los empleadores. Disponga que todos los empleadores entreguen a sus trabajadores los registros diarios de sus marcaciones de ingreso y salida. Después que haga eso, después, hable de reducir las vacaciones.
5. Al empresariado tampoco le gusta el arbitraje potestativo, pero entonces que se desregule la huelga. Y no se olvide que el arbitraje potestativo fue una conquista de los trabajadores peruanos impulsada en el marco del TLC con los Estados Unidos.
6. Al empresariado tampoco le gusta distribuir utilidades entre los trabajadores. Eso no sorprende. No tendría por qué gustarle compartir su riqueza. Pero resulta que tras ella hay un derecho constitucional de larga historia. Y es que quienes ponen su fuerza de trabajo también contribuyen a la generación de la riqueza al punto que se confunde con la propiedad. Un derecho que antes abarcaba la propiedad, las utilidades y la gestión ha sido reducido solo a las utilidades. Respeten por lo menos eso. Está en el artículo 29° de la Constitución.
III
Para que un cuento chino funcione se requieren dos partes: la que cuenta el cuento y la que cree en el cuento. La información, la inteligencia, la educación nos hace menos vulnerables a los cuentos. Si podemos sacar algo bueno de esto es que hoy sabemos muy bien quiénes nos quieren contar el cuento y hasta dónde son capaces de llegar. Y eso nos obliga a estar atentos y a rechazar las propuestas porque sin estabilidad laboral no hay libertad sindical, ni negociación colectiva, pero sobre todo, tampoco habría lucha contra el trabajo forzoso, el trabajo infantil, el acoso sexual, la discriminación por embarazo, por opinión, etc. ¡Basta ya señor presidente, no se deje engañar ni menos aun nos engañe con cuentos chinos!
Lima, 5 de diciembre de 2018.
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¿Qué es una falacia lógica?
¿Qué es una falacia #lógica?
¿Qué es una falacia lógica? Las falacias son defectos que hacen que un argumento sea inválido, erróneo o débil. Las falacias lógicas se pueden separar en dos grupos generales: formal e informal. Una falacia formal es un defecto que puede identificarse simplemente mirando la estructura lógica de un argumento, en lugar de cualquier declaración específica. Las falacias informales son defectos que…
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¿Las Mujeres Hablan Más Que Los Hombres?
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Siguiendo con nuestra serie sobre la comunicación, hoy abordaré uno de los mitos más extendidos en nuestra sociedad, y que afecta, sobremanera, a la seducción.
Las mujeres hablan más que los hombres.
¿Es eso verdad?
¿Tú que opinas?
La opinión generalizada es que sí, que las mujeres hablan más que los hombres, los cuales, en general, aprecian más el silencio.
Sin embargo, hoy te voy a mostrar que las mujeres no siempre hablan más que los hombres.
¿Y por qué te interesa a ti como seductor profesional?
Porque como un auténtico maestro en el arte de la seducción, tienes que conocer todos los secretos comunicativos de las mujeres, con sus matices y sus tonalidades, para que puedas utilizar tus técnicas de seducción en los momentos adecuados.
¿Estas preparado?
Bien, pues comencemos.
Y lo haré con una premisa que te voy a demostrar
a lo largo de las próximas líneas:
EL CONTEXTO SOCIAL EN EL QUE SE ENCUENTREN DETERMINA QUE HABLEN MÁS LOS HOMBRES O LAS MUJERES.
Por tanto, concluiremos, al final, que dependiendo en que situación social te encuentres serán los hombres o las mujeres, aquellos o aquellas que hablen más.
¿Qué te parece?
¿Tiene sentido?
Voy a intentar explicarte como llegué a esa conclusión.
Cuando me planteé la cuestión de si las mujeres hablaban más que los hombres, me di cuenta de que necesitaba pruebas de interacciones entre hombres y mujeres en diferentes contextos.
Estaba claro, porque yo tenía cierta experiencia en ello, de que en las citas suelen ser las mujeres las que hablan más, y eso está bien, recuerda los artículos relativos a este tema que aparecían en los primeros boletines del volumen 1.
Sin embargo, carecía de información veraz en otros contextos. Así que debía realizar un trabajo de campo.
Y para ello recurrí a amigos míos, todos ellos acostumbrados a tratar con mujeres en ambientes muy diferentes.
En primer lugar, me puse en contacto con Javier, un catedrático de gran prestigio apasionado de las conferencias, que me decía lo siguiente:
- Mira, Óscar, llevo más de 5 años dando conferencias por todo el país, habré recorrido más de 100 universidades, y he hablado sobre los temas más diversos, y ¿sabes cuál es mi conclusión? Que las mujeres no hablan. No me preguntes la razón, pero la inmensa mayoría de las preguntas que recibía provenían de los chicos.
Bien, ahí tenía un primer ejemplo de contexto social en el que las mujeres no hablaban más que los hombres, con lo que mi premisa parecía empezar a cobrar sentido.
No obstante, seguí con mi investigación.
Contacté, en segundo lugar, con Rubén, gerente de una empresa de un tamaño medio:
- Esa es una buena pregunta, Óscar. Y si quieres que te diga la verdad, yo también pensaba que las mujeres hablaban más que los hombres, hasta que llegué al puesto que ocupo ahora. En él, tengo reuniones con proveedores, clientes, agencias, etc., y en ellas, claro está, me encuentro con hombres y mujeres. Pues bien, ¿sabes qué es lo que he detectado? Que las mujeres no hablan.
- Interesante.
- Ya lo creo. Mira te pondré un ejemplo de esta última semana. Tuve una reunión con una consultora que nos estaba haciendo una auditoria, y en la reunión había dos mujeres y un hombre, además de yo mismo, claro. Pues bien, durante todo el tiempo fue el hombre el que habló. Una de las mujeres solo habló una vez, y al hacerlo fue interrumpida por el hombre, mientras que la otra ni siquiera abrió la boca. Así, que la conclusión es clara. En este contexto las mujeres no hablan más que los hombres.
Por último, me puse en contacto con Adrián, un profesor de secundaria con el que compartí mi infancia:
- ¡Vaya! Óscar, he leído cosas tuyas y son realmente interesantes, así que intentaré darte una visión objetiva, pero no olvides mencionarme en lo que escribas.
- Descuida, así lo haré.
- Bien, pues entonces te daré mi opinión. Verás, creo que, en general, las mujeres hablan menos que los hombres. ¿Cuánto llevo dando clases? ¡Ya ni me acuerdo!
- Bueno, da igual, el caso es que siempre me gusta lanzar debates a mi clase, que los alumnos intervengan que me muestren sus opiniones. Y te sorprenderías de cómo son siempre los chicos los que más intervienen en los debates, mucho más que las chicas. Por tanto, creo que eso de que las mujeres hablan más que los hombres es una falacia, y que, como tú dices, depende del contexto.
- Me alegro que estés de acuerdo conmigo en algo.
- (Sonrisa).
Por tanto, parecía claro que había encontrado diferentes contextos dominados claramente por los hombres a la hora de conversar. Así que, la generalización de que las mujeres hablan más que los hombres estaba comenzando a perder peso.
Ahora necesitaba encontrar una explicación a esa realidad que parecía haber encontrado.
Y para ello necesitaba retroceder hasta la esencia misma de la conversación.
¿Para qué hablamos?
Parece evidente que hablamos para comunicarnos, pero ¿en qué forma? ¿Qué objetivo perseguimos al comunicarnos?
Existen dos tipos de contextos de comunicación:
1. Contexto formal
2. Contexto informal
En el contexto formal la comunicación tiene como objetivo principal la persuasión y el status social.
Se pretende persuadir a los receptores de las palabras de cierta idea o punto de vista, y, en general, el hablar mucho está relacionado con un mayor status social.
Por otro lado, en el contexto informal la comunicación tiene como objetivo el estrechar lazos sociales y sentimentales con los receptores.
Y la experiencia nos dice que los hombres hablan más en contextos formales, mientras que las mujeres lo hacen más en los contextos informales.
¿Por qué?
Por la CONFIANZA SOCIAL.
¿Qué es la confianza social?
Los entornos formales han sido tradicionalmente dominados por hombres, donde siempre se ha prestado más atención a sus opiniones con respecto a la de las mujeres.
Bien es cierto, que eso está cambiando y que las mujeres tienen, cada vez, más importancia, pero todavía carecen de esa confianza social, ese sentirse cómodas con un entorno formal, ese saber que sus opiniones van a ser escuchadas sin ningún prejuicio.
Sin embargo, en entornos informales las mujeres sí que poseen esa confianza social.
Tradicionalmente han sido las portadoras de las bases de las relaciones sociales, y las comunicadoras de sentimientos, por lo que sus opiniones al respecto siempre son escuchadas, y ellas así lo sienten.
¿A qué nos lleva esto?
Nos lleva a concluir apoyando la teoría de nuestra premisa.
En ambientes formales, las mujeres hablan menos que los hombres, mientras que en ambientes informales la situación se invierte.
Pero, ¿las mujeres están de acuerdo con esta situación?
Evidentemente, no.
A ellas les gustaría poder hablar más en los ambientes formales y no sentir que cada palabra que pronuncian es juzgada por los demás.
Y ahí está la clave para ti, como seductor profesional.
¿La ves?
¿No? Está bien, te lo explicaré en detalle.
Tú ahora sabes que en según que contextos las mujeres se sienten, por decirlo de alguna manera, coaccionadas en su nivel de comunicación. Les gustaría decir más de lo que realmente pueden.
¿Y por qué no lo hacen?
Porque en cuanto expresan sus opiniones, reciben críticas, tanto explícitas como implícitas, son cortadas en sus exposiciones, o, simplemente prejuzgadas.
¿Qué papel puedes jugar tú?
Muy sencillo. Si en una reunión formal en la que ella no disfruta de confort, tú se lo proporcionas, conseguirás crear un vínculo entre vosotros, un vínculo que después tendrás que abonar, pero que, en definitiva, ya está ahí.
Y, ¿cómo le puedes proporcionar confort?
Respetando sus opiniones, no juzgando sus conclusiones y no criticando su actitud.
Simplemente con eso.
Después, utiliza las técnicas de seducción que has venido madurando durante todos los boletines anteriores, y tendrás las puertas hacia el éxito abiertas de par en par.
Y recuerda que un contexto formal no tiene que ser, necesariamente, un entorno laboral. Puede ser una fiesta social, una reunión de antiguos alumnos, un grupo de trabajo de la universidad,…, cualquier entorno en el que ella no tenga creado un confort previo.
Sé que los más escépticos me diréis que mi conclusión está basada en una premisa falsa, ya que me diréis que hoy en día la sociedad es equitativa y las mujeres disfrutan de las mismas oportunidades que los hombres, y que sus opiniones son respetadas por igual, y etc. etc. etc.
Pues me temo que la realidad se aleja bastante de ese mundo utópico que nos venden los telediarios.
La realidad sigue siendo que las mujeres no son tenidas en cuenta en determinados contextos sociales.
Y eso, que es una realidad más allá de que nos guste o no, puede ser aprovechado por ti, en calidad de dominador del arte de la seducción.
Así, que no te pierdas en divagaciones filosóficas sobre los derechos de las mujeres. Tú estás aquí para aprender a seducir, y esta desigualdad social que se nos presenta es una oportunidad de oro para ti.
¿Qué no me crees?
La próxima vez que te encuentres en un contexto formal, y en él haya mujeres, haz lo que te he propuesto, escucha sus opiniones, nunca las cortes, apoya lo que dicen,…, y ya me contarás que resultados obtienes.
Es tan sencillo, como ofrecerles el confort que no tienen. Si lo reciben en una situación que ellas entienden como adversa, su subconsciente se imaginará cuanto confort les podrás proporcionar en otra situación más positiva.
Pruébalo, y cuéntame que tal te va.
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Falacias
Una falacia es un argumento que parece valido pero no lo es. Algunas falacias se cometen intencionalmente para persuadir o manipular. Que un argumento contenga una falacia no implica que sus premisas o conclusión sean falsas. Podemos clasificar a las falacias en grandes grupos como formales e informales.
Ejemplos y tipos de falacia: No formales (aquellas que el error del razonamiento tiene que ver con el contenido de las premisas):
ad ignorantiam: dar por hecha la veracidad de una idea por el simple hecho de que no se puede demostrar que es falsa.
ad verecundiam: vincula la veracidad de una proposición a la autoridad de quien la defiende, como si eso proporcionara garantía absoluta.
ad consequentiam: se intenta hacer ver que la validez o no de una idea depende de si aquello que se puede inferir a partir de ella resulta deseable o indeseable.
Generalización apresurada: generalización no fundamentada en datos suficientes.
Falacia del hombre de paja: no se critica las ideas del oponente, sino se crea una imagen caricaturizada y manipulada de estas.
Post hoc ergo propter hoc: se da por sentado que si un fenómeno ocurre después de otro con falta de más pruebas que indiquen que eso es así.
Formales (la relación entre las premisas hace que la inferencia sea inválida):
Negación del antecedente: cuando se niega el primer elemento, se infiere incorrectamente que el segundo también queda negado
Afirmación del consecuente: se parte de un condicional, pero se afirma el segundo elemento y se infiere incorrectamente que el antecedente es verdadero
Término medio no distribuido: el término medio de un silogismo, que es el que conecta dos proposiciones y no aparece en la conclusión, no cubre en las premisas a todos los elementos del conjunto
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Las corbatas… ¿un complemento demodé?
Un caballero que se precie de serlo…no puede prescindir de una delicada corbata
Cada vez más hombres optan por no usar corbata, esta tendencia se viene viendo desde hace unos años. ¿El motivo?
La realidad es que no es por una sola razón que muchos deciden no anudarse un trozo de tela al cuello; podría enumerar algunos, pero el que más he escuchado es “¡ya no se usa!” … una gran falacia.
Si bien por la calle vemos muy pocos caballeros luciendo corbatas, las ventas en las tiendas de indumentaria masculina muestran lo contrario, en el último año se ha incrementado la compra de corbatas, tanto en nuestro país como en el exterior.
Para quienes anticipaban que este complemento estaba por desaparecer, les digo que se han equivocado y a lo grande
Las corbatas no son solo un complemento que les da el “touch” de color a los atuendos masculinos, sino que es una de las pocas cosas con las que el hombre puede jugar y hacer más divertidos sus estilos.
Pero no es un invento moderno, todo lo contrario, ya los oradores romanos, utilizaban la “fascalia” para calentar sus cuerdas vocales. Consistía en un trozo de seda que cubría su cuello.
En el reinado de Luis XIV, allí por el año 1660, había reclutado a mercenarios croatas, quienes usaban una “hrvatska”. Esta prenda llamó mucho la atención del Rey.
Tanto al Rey como a sus súbditos les encantó este complemento y lo llamaron “cravate” … posteriormente fue difundido por todo el mundo y su uso se hizo más masivo.
En 1926, en Nueva York, a Jesse Langsdorf se le ocurrió cortar la corbata en la tela de manera diagonal y confeccionarla en tres partes; de esta manera nació la corbata como la conocemos hoy en día.
Actualmente, la corbata es la prenda más individual y decorativa del vestuario masculino que expresa la personalidad, el gusto de quien la lleve. Es por esto, que debemos ser cuidados al elegirla de acuerdo con el mensaje que queramos transmitir.
Hay corbatas de materiales, colores, y estampados muy variados. De acuerdo con la elección que decidamos, daremos una “pista” sobre aspectos básicos de nuestra personalidad y/o estado de ánimo.
Una de las características actuales es que tiene sus extremos distintos. Uno es ancho y el otro es más angosto, suelen acabar en pico. También las hay que tiene sus dos extremos iguales. Suelen ser corbatas de punto y más informales, no son de vestir.
La reina y más elegante de las corbatas es la de seda…derrocha clase, elegancia y se destaca por si sola.
Para quienes no usan corbata habitualmente puede llegar a ser un trastorno ya que hay que pensar en la combinación, si el nudo está bien hecho o si el largo de la corbata es el correcto. Para ir sobre seguro, y no cometer errores a la hora de llevar corbata, podemos recurrir a las combinaciones tradicionales, por ejemplo:
1) Si la camisa es lisa, la corbata puede ser de un solo color o estampada.
2) Si la camisa es estampada, lo mejor es tener una corbata lisa.
También debemos tener en cuenta las reglas básicas para el uso de corbatas:
- El nudo de la corbata debe estar siempre ajustado al cuello de forma que no se vea el botón superior de la camisa, que debe estar abrochado,
- La parte más angosta nunca se deberá ver detrás de la más ancha,
- Deberá estar justo a la altura de la hebilla del cinturón, ni más larga ni más corta,
- No usar nudos grandes con cuellos de camisa pequeños o viceversa,
- Combinar diferentes tonos de colores, por ejemplo, azul oscuro con un azul más claro,
- Jamás igualar el dibujo de la camisa con el de la corbata,
- Por regla general, la corbata debe ser de un color más fuerte que la camisa, para que resalte y se distinga su presencia.
Si bien, hoy en día, muchas empresas o políticos deciden no usar “cravatte” para flexibilizar su imagen y dar un mensaje más relajado; la verdad, es que todo hombre debería tener al menos 1 o 2 corbatas en su ropero para esos eventos que de forma obligatoria debe usarse; como por ejemplo: un casamiento, entrega de diplomas, etc.
Esta prenda le aporta estilo, elegancia, color y textura a cualquier camisa. Por otro lado, destaca la verticalidad el cuerpo masculino y ayuda a estilizar cualquier figura.
Pero ¡CUIDADO! Cuando elegimos la corbata, debemos saber cuál es el mensaje que queremos dar:
- Una corbata angosta nos hará parecer más delgados y proyectar sofisticación y una imagen más juvenil.
- Una corbata de ancho estándar, dará una imagen de poder.
- Los colores lisos combinan de forma casi perfecta. Elegancia asegurada.
- Si la imagen que deseamos proyectar es de liderazgo con un “touch” de accesibilidad, lo mejor sería corbata lisa, al igual que la camisa y el traje oscuro con estampados en tonos negro o azul marino.
Para los más arriesgados las mejores combinaciones son:
- Corbatas negras: combinan con un traje negro y camisa blanca. Una camisa negra, si bien está “de moda”, no dará la mejor de nuestras imágenes.
- Corbatas blancas, marfil o blanco roto: no habrá mucho destaque. No dice mucho más que “es aburrido”
- Corbatas rosas. Quedan excelentes con camisas blancas, azul cielo y traje gris.
- Corbatas rojas: combinan con camisa blanca, azul y azul cielo
- Corbatas naranjas: ¡OJO! Llaman mucho la atención…. Pero si te gustan, combinan muy bien con camisa blanca o azul.
- Corbatas azules: van muy bien con camisa azul
- Corbatas verdes: destacarán con camisa blanca, negras o verdes en tonos más claros. Aunque debemos saber cuál de los tonos de verde nos benefician.
Todo esto es mucha información y hasta puede llegar a ser abrumadora… pero tranquilos, tranquilos…. todo se hace de a poco y practicando, como dice el viejo dicho ¡un paso a la vez!
Matias Francisco Becci
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Nuestra cámara de eco en los medios
Vendedor de periódicos en Cuba muestra ejemplar del Granma (EFE)
MIAMI, Estados Unidos.- En los medios una cámara de eco define una situación en la cual información, ideas o creencias se amplifican o refuerzan repitiéndolas dentro de un sistema definido de noticieros, editoriales, páginas de opinión o foros en línea. En una cámara de eco de un medio los puntos de vista alternativos son desaprobados o subestimados. La cámara de eco refuerza determinada visión haciéndola predominante.
Es lo que encontramos en regímenes que controlan los medios. Una rápida mirada al periódico oficial cubano Granma ilustra este punto. Nuestra variedad americana de cámaras de eco políticas es más sutil pero igualmente efectiva, particularmente en el mundo en línea. En el entorno en línea, que mucha gente joven utiliza como su única fuente de información política, reclamaciones insustanciales, exageradas o distorsionadas se hacen y repiten por simpatizantes hasta que la mayoría asume que tal declaración tiene que ser cierta.
El problema no se restringe al mundo en línea. Los medios principales también refuerzan las creencias de sus audiencias repitiendo a televidentes y lectores argumentos carentes de solidez lógica. Los filósofos llaman “falacias informales” a estas argumentaciones defectuosas. La lista de falacias informales es extensa, pero vea usted si puede localizar alguna de estas en recientes coberturas políticas.
Una falacia favorita es la de la obligación de probar (onus probandi), donde los comentaristas trasladan la obligación de demostrar de quien afirma algo a la persona que lo niega. La obligación de probar corresponde siempre a quien hace la declaración. No existe obligación de otros de demostrar nada.
En 1952 el filósofo Bertrand Russell, en un artículo titulado “¿Existe un Dios?” planteó el punto introduciendo su ejemplo de la “tetera celestial” (Russell’s Teapot). Ese artículo, nunca publicado por ser considerado demasiado controversial, señalaba que si afirmamos, sin ofrecer pruebas, que una tetera orbita el Sol, esa afirmación no puede ser refutada. Pero eso no significa que sea cierto. No hay obligación de refutar que una tetera orbita el sol.
Otra falacia favorita es el argumento de la pendiente resbalosa. Es un argumento consecuencial en el cual se reclama que un relativamente pequeño primer paso lleva inevitablemente a una cadena de eventos que culmina con un resultado significativamente indeseado. Un argumento de pendiente resbalosa puede ser válido si se ofrece evidencia que substancie que la acción inicial resultará en las consecuencias predichas. Pero, como sucede habitualmente, el presentador ignora otras posibilidades.
Opinantes simpatizan también con la falacia “correlación demuestra causa”, donde plantean que una correlación entre dos eventos significa que uno es causa del otro. Es sabido que existe fuerte correlación entre las ventas de helados y las tasas de homicidios. Entonces, aumentar las ventas de helado provocaría incremento de los índices de homicidios; por supuesto que no. La correlación es real, pero los eventos no están relacionados: ambos son causados por las temperaturas calurosas del verano, que incrementan las ventas de helados y las tasas de homicidios.
Algunos comentaristas favorecen “argumentos de incredulidad” donde simplemente plantean que “no puedo imaginar cómo esto podría ser cierto; entonces, tiene que ser falso”. Otros prefieren el “llamado a la piedra” (argumentum ad lapidem), donde simplemente descalifican una declaración como absurda sin demostrar el por qué es absurda. Y muchos “suplican la pregunta” concluyendo sobre algo al asumirlo.
Otros continuamente mueven la meta desestimando evidencia presentada en respuesta a un reclamo y demandando más evidencia. O involucrándose en la falacia “Nirvana”, rechazando soluciones a problemas porque no son perfectas. Algunos comentaristas se especializan en “conclusiones irrelevantes” (ignoratio elenchi), ofreciendo argumentos que son válidos pero totalmente insignificantes para las conclusiones.
Debemos ser particularmente cuidadosos de la falacia del “falso dilema”, donde se ofrecen dos alternativas como las únicas posibles; muchas veces hay otras alternativas. Además, cuidarse del “término medio” que proclama que un compromiso entre dos posiciones es siempre adecuado. Y cuando todo lo demás falla, queda la falacia “contra la persona” (ad hominem), atacando al ponente en vez de al argumento.
Podría continuar, pero lo importante es que debemos exigir estándares muy superiores a los comentaristas de los medios. De no hacerlo, terminaremos con una irreflexiva cámara de eco política no diferente a las que establecen intencionalmente los regímenes autoritarios.
El último libro del Dr. Azel es Reflexiones sobre la libertad
Nuestra cámara de eco en los medios
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RT @tabarnia: Al explicar un chiste se pierde su gracia, pero en este caso es "formativo" e interesante. Hilo de falacias informa… https://t.co/czMIcl6Fs6
Al explicar un chiste se pierde su gracia, pero en este caso es "formativo" e interesante. Hilo de falacias informales. ⬇️ https://t.co/o59rXuDznf
— Tabarnia (@tabarnia) November 1, 2017
via Twitter https://twitter.com/Lomonpla November 02, 2017 at 12:14AM
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El Arte de la Argumentación. 19 falacias informales usadas a menudo.
El Arte de la Argumentación. 19 falacias informales usadas a menudo. Por Dolors Reig. Una falacia es un argumento que si bien puede ser convincente o persuasivo, no es lógicamente válido. Conocerlas pueden servirnos para conversar dando una vuelta más a cada idea leída, escuchada o pensada.
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