#es difícil despegar la mirada de ellos sí o no
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raiberryz · 5 months ago
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¿Quiénes son los Visuals de Inazuma? ¿Fubuki? ¿Kazemaru? Qué va, son Matsuno y Handa 😔👌❤️
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Perfección belleza glamour ozuna
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hoshialmosteasy · 5 months ago
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Repost - 27 de septiembre, 2018. Jonathan.
Y ahí estaba yo, callado en una esquina, observándola desde la distancia. Sentía cómo quien soy y quien fui alguna vez desaparecía más y más. Es un sentimiento simplemente inaguantable, ver cómo aquella que amas se convierte poco a poco en un trofeo de un chico superficial. Llorando en tu interior, deseas ir y llevártela, pero sabes bien que ni siquiera ella sabe lo que viene. En ese momento solo tú sabes qué pasará; estás seguro ya que esa es la chica que amas, deseas, quieres.
Es la primera vez que me pasa esto, ¿saben? El sentimiento de necesitar a alguien en tu vida, ya que sin esa persona se siente vacía, sin sentido alguno. "Estás rodeado de amigos, pasatiempos, familia, disfruta, pequeño chico tonto", me dicen todos. Ojalá fuera así de fácil. Siempre en mi cabeza pareciera que ella está en todos lados, pero la voz de la razón, aún viva aunque agonizante, me dice: "Ella no está, solo espera, seguro se da cuenta".
No puedo aguantar más, ¡le voy a hablar! ... Simplemente no puedo. La veo tan feliz, mi tartamudez me lo impide, mi torpeza también, mis nervios parece que los comandan todos por igual. Amigos superficiales, al contarles esto les parece una tontería. ¿Depender de alguien? Pensaba que es algo que ya todos hemos probado o visto. ¿Debería ser normal, cierto?
La creencia en Dios se basa en depender de creer en algo para seguir, un ejemplo tan idiota como ese, comparar el amor con la creencia en un ser ficticio. Sí, así de patético me veo. ¿Voy a hablarle? ¿Debo hacerlo? ¿Y si no me acepta? ¿Y si caigo más en este abismo al que llamo estar normal? Supongo que debo hacerlo, debo hablarle, sea lo que sea será, nervioso o no, ¿cierto? No estoy pensando claro, la necesito a ella, solo a ella.
Esa hermosa sonrisa que me hace no poder despegar la mirada de ella, sus bromas que me hacen reír como tonto a la nada aparente, su caminar, es singular en todos los sentidos. Todo lo que he buscado en alguien se refleja en ella. ¿Me reflejo en ella tal vez? ¿Debo irme acaso? Como dije antes, esta es la primera vez que tengo estos sentimientos, no se sienten bien. Ingenuo, pensaba de más chico que todo mejoraría al pasar los años, pero parece que el vidrio poco a poco se va aclarando, mostrando que nada es hermoso. Vivía yo en un mundo en aparentes drogas, ciego por lo que me decían mis profesores, pero yo no me daba cuenta de que ellos lidiaban con los problemas que yo pronto lidiaré. Nadie me preparó para esto. ¿Por qué no puede haber guías, métodos, algo? Como lo he hecho con todo, leería y estudiaría cada cosa. Lágrimas caen por mi rostro. Supongo que ellas son como yo, pensando que irán a algún lado, pero al final... Nada, el suelo, muerte virtual.
Inundado por discursos de adultos, pienso una y otra vez en mi cama que esto mejorará. Solo debe pasar el tiempo y me olvidaré de ella. ¿Dónde queda este dolor? ¿Simplemente lo oculto hasta que "desaparezca"? ¿En eso viven todos los adultos? ¿En un engaño? Salimos de un engaño llamado infancia para entrar en otro. Yo no comparto la creencia de que la ignorancia es la respuesta y es mejor que el conocimiento. El conocimiento es bueno, pero hay que saber controlarlo. Solo debo aprender a hacerlo.
Estoy pasando por una de las etapas más difíciles: adolescencia. Los adultos me dicen que sus vidas son más complicadas, pero dudo mucho que experimentar algo tan abstracto como los sentimientos afectivos sea algo que se tome a la ligera. Es algo horrible, pero al final hay que recordar que lo único que importa es sonar como un predicador malo y barato, inundar a los demás de tus falsos pensamientos para aumentar tu ego, ¿cierto? Curiosamente, la mayoría de las veces no tienen razón alguna.
Solo quiero desaparecer.
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neptunoyyo · 3 years ago
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Los esperantes
Espero sentado en una silla no demasiado cómoda y con una resaca punzante y sudorosa instalada en mi cabeza. La resaca duele e intento distraerme mirando y pensando. Justo delante de mí vista una pared amarillenta, eso veo, y pienso que seguramente antes fue blanca, eso se nota. El dolor me impide concentrarme y me impide distraerme. No hay reloj en la pared, observo; mejor, pienso, así no veo pasar los segundos, no los escucho haciendo tic y tac a cada paso. Y no funciona, el pinchazo sigue atravesando mi cerebro por dentro y todo mi tiempo me rodea por fuera, delante de mis narices, vacío. Los segundos agobian y yo solo quiero que se me pase este puto dolor de cabeza.
Veo a mi alrededor, seis sillas metálicas con el asiento forrado de una tela roja, suave y llena de lamparones; todas con su persona encima, en círculo, rodeando una pequeña mesa baja de metacrilato, rayada y vacía. Pienso que aquello parece una sala de reuniones de alcohólicos anónimos, aunque nunca haya estado en una. Sí, las he visto en las películas, y siempre son como esta sala. Todo dando la sensación de ser de segunda mano, todo tratando de aprovechar su segunda oportunidad, todo limpio y reparado; y a la vez gastado, manchado y rayado. Las sillas, la mesa, la pared, la gente. Casi todos bien peinados, pero cubiertos de ropa ajada, de otra década. Caras llenas de arrugas y desperfectos, cicatrices y marcas. Sonrisas amarillas y desordenadas, casi ninguna boca con la dentadura completa. Miro a mi alrededor y veo una sala de reuniones de alcohólicos anónimos rodeándome por todas partes. Pero pienso que no es posible. Bebo bastante y me ha dado algunos problemas, sin embargo, estoy muy lejos de tener problemas con el alcohol.
Mientras mi cerebro se retuerce de dolor dentro de mi cráneo yo miro a los esperantes. Pienso en cómo se les notan todos los años en la cara y las manos, ahí acumulados. Como si llevaran toda su vida puesta encima. Me alivia no conocer a ninguno. Me tranquiliza no ver entre esas caras la de un viejo amigo del colegio. No soporto encontrarme al antiguo guaperas de la clase, ahora calvo, gordo y viejo. Siempre tengo que fingir alegría mientras esa cara rechoncha y esas canas me echan encima todos los años que han pasado, de golpe. Y yo que me creía joven, me veo sepultado de pronto por todo el tiempo que pasó sin que me diese ni cuenta.
La chica de enfrente, le veo la cara y son 50 años de cara, como poco, aunque estoy seguro de que es más joven, se nota que está estropeada. Pero claro, no es lo mismo la oficina que el bar, no es lo mismo la cerveza que el agua y tampoco es lo mismo el día que la noche. Y así hay vidas vacías casi, pulcras y ordenadas, como un catálogo de Ikea; y las hay llenas, sucias y desordenadas. No es lo mismo tener dentro del cerebro una agenda que un enorme garabato. Yo tengo un garabato con un punzón clavado y regusto a cerveza de ayer y tabaco. Y claro, eso al final se te tiene que notar en la cara.
A pesar de todo soy el que mejor aspecto tiene, aunque eso carezca de importancia. Estoy esperando en el mismo sitio que ellos, sentado en la misma silla de mierda y rodeado de las mismas paredes amarillentas, así que buscar las diferencias es sólo un juego. Parezco el más joven. Mi dentadura amarilla todavía conserva todas sus piezas. Es la diferencia más notable pero también la más difícil de encontrar; necesitas que esas bocas sonrían. Lo demás es más tenue, pero si observas con atención lo ves. La cara menos arrugada, las manos más suaves, más pelo en la cabeza, más grasa en las mejillas.
Todos tienen las cabezas sumergidas en la pantalla del teléfono, como debajo del agua, escapando de la superficie. La alternativa es mirar a la gente que tienes alrededor, resulta demasiado violento, mejor mirar hacia arriba o hacia abajo. Cuando entré, ninguno emergió de su móvil. Saludé y ni siquiera parecían escucharme. Un “hola” que llega amortiguado por toneladas de agua. A decir verdad, tengo dudas de si uno de ellos, un hombre de unos 40 años, gordo y con restos de salsa de tomate en las comisuras de los labios, respondió a mi saludo, emitió una especie de gruñido. Al principio pensaba que era su forma de decir “hola”, pero creo que en realidad eran reflujos, gruñó varias veces más mientras esperábamos.
También hay hilo musical. Canciones nuevas que suenan a viejo. Canciones de centro de rehabilitación, no de discoteca. Ahí sí que he estado alguna vez, en un centro, aunque sólo de visita. Son lugares de lo más triste, ni siquiera se puede fumar, ni al aire libre. A decir verdad, no recuerdo si había m��sica en aquel sitio, fue hace muchos años. Lo que está claro es que ésta sería la apropiada, es difícil encontrar canciones que no hablen de alcohol y drogas o no den ganas de consumirlos. En este lugar lo han conseguido, aunque dan ganas de cortarse las venas para ver un brazo chorreando sangre mientras suena “Sufre mamón” de hombres G. A Tarantino le gustaría la escena, seguro. Pero la vida no es una película, generalmente es algo más aburrido, normalmente te tragas la rabia y con ella te tragas también la canción de mierda y todo lo que te quepa en la boca.
Toda esa música vacía flotando en ese tiempo vacío con toda esa gente vacía. Yo lleno de vísceras y vacío. Yo con un pinchazo en la cabeza. Yo con la ansiedad en la boca del estómago. Un globo que se llena de nada y cada vez ocupa más. Si sigue creciendo en mi pecho, mi culo se va a despegar de la silla y me voy a quedar pegado al techo como los globos de helio cuando el niño se cansa y lo suelta.
Necesito distraerme. No tengo batería en el teléfono. Casi mejor. Me quedo mirando fijamente por la ventana. Creo que la señora que tengo enfrente piensa que la miro a ella, parece incomoda, amaga con levantar la mirada, pero no se atreve. Me da igual, juro que mi único interés es la ventana. Los cristales están sucios, son como un filtro mostrándome el paisaje con un aspecto más vintage. Al principio me gusta, aunque al poco rato me dan ganas de abrir la ventana. Abrir la ventana, sacar la cabeza y encenderme un cigarro. Pero no puedo, la cabeza estaría fuera pero los pies dentro, y mientras una parte del cuerpo siga en el terreno de juego debes respetar el reglamento, o serás expulsado. Así que ya que tengo la boca abierta me trago mis ganas de fumar y la cabeza sigue doliendo y el globo sigue creciendo en el pecho.
Al otro lado del cristal se ve la fachada de una iglesia, gris, grande y quieta. Con la virgen de pie, en posición de rezar, cubierta con su manto de piedra, con la cabeza agachada y mirando a un lado. Como evitando ver hacia el edificio que tiene enfrente. Todos esos años allí parada, sin escapatoria, rodeada de ventanas llenas de fracasados trabajando, consumiendo, descansando y esperando. Apuesto a que antes sí miraba hacía aquí, pero muy poco a poco, sin que la gente se diese cuenta, ha ido girando la cabeza. Seguramente haya perdido la fe en la humanidad.
A veces me quedo tan absorto que me olvido de donde estoy, como recién despertado, como si me acabaran de soltar en el mundo. Dejo la virgen y la ventana y vuelvo a mirar a mi alrededor, a la sala, a los esperantes. Por un momento creo de verdad que aquello es una sala de reuniones de alcohólicos anónimos. Puede que sea realmente así y no me haya dado cuenta hasta ahora. Esa gente, esa virgen, esa música, ese sitio y ese olor a resaca. Todos los indicios apuntan en la misma dirección.
No recuerdo haberme inscrito en AA, pero últimamente mis recuerdos no son muy fiables, no puedo asegurar no haberlo hecho estando borracho, nunca se sabe. Quizás un agente infiltrado, en el taburete de al lado en la barra del bar. Bebe cerveza sin alcohol, pero tú no lo sabes, piensas que es de los tuyos. Cuando te quieres dar cuenta estás en aquella sala dispuesto a recibir ayuda.
Creo que tengo que levantarme y hablar.
“Buenas tardes. Mi nombre es... ¿Jackson? – No sé si en alcohólicos anónimos la gente usa su verdadero nombre- he vuelto a beber anoche. Vengo con mi pinchazo en la cabeza y mi ansiedad en el pecho y sólo quiero otra cerveza para que se me pase”
No lo hago porque se abre la puerta y entra una mujer vestida de enfermera. Ella tiene mejor aspecto que los esperantes. No creo que haya enfermeras en las reuniones de alcohólicos. Lo bueno es que, si hay enfermera, hay médico. Es posible que me puedan ayudar con mis dolores. Quizás ella diga mi nombre y yo me levante. Iríamos juntos a una sala blanca, no amarilla. Después un doctor me pincha algo que me hace sentir bien, me quedo dormido y tranquilo, por fin.
Cuando entra la enfermera todos levantan la cabeza, la mayoría sonríen, como fingiendo que todo va bien, pero tienen miedo. Todos con ojos de niño mirando hacia arriba, deseando no escuchar su nombre. Mejor esperar un rato más, es lo más seguro. La enfermera llama a María Galdós, la señora de al lado se levanta, resopla y mira a los demás como si pidiera ayuda. “El doctor Santiaguez le espera”. Todos suspiran aliviados y vuelven al buceo en sus pantallas. Yo pierdo la esperanza de que en aquel sitio hagan que se me pase el dolor de cabeza y la ansiedad, allí van a hacerme aún más daño, seguro. Después de una sala de espera, casi nunca te espera nada bueno. Así que pienso en levantarme e irme porque la ansiedad sigue creciéndome dentro y me noto casi lleno. Miro la cartera y tengo un euro y medio, me quedan dos cigarros en la cajeta y creo que la mejor opción es salir pitando de este lugar y beber y fumar un poco. Desinflar el globo y matar el dolor de cabeza.
El doctor Santiaguez cobra la limpieza más revisión a 30€, ni si quiera te hace factura. En los demás sitios mínimo pagas 60 pavos. De todas formas, no he venido por eso. Simplemente la cita la reservé hace un año, cuando aún tenía planes para mí y mis dientes. En este momento ni si quiera le encuentro demasiado sentido a ir al dentista. Mi vida es ahora un garabato, hasta hace poco daba gusto leerla, pero últimamente me he dedicado a emborronarlo todo y eso no tiene vuelta de hoja. Un garabato no va al dentista.
Así que me levanto y me voy. El recepcionista me verá salir, me preguntará por qué me marcho sin ver al doctor. A mí me gustaría explicarle la verdad. Que tengo una flecha atravesándome el cerebro y un globo lleno de vacío creciéndome entre las costillas. Que, si sigo aquí, rodeado de paredes amarillas y gente de segunda mano; esperando sin fumar, sin cerveza y con toda esa música asquerosa, al final el globo se va a hinchar más y más, tanto que casi seguro acabe reventando dentro del pecho y todo se llene de sangre y trocitos de mi piel y de mis huesos. Sería una escena muy desagradable, lo mejor es evitarla.
Me voy sin decir nada. Fingiendo tener la cabeza metida en la pantalla negra de mi teléfono apagado mientras paso por delante del chico de recepción, como sí no escuchase la voz que sale de detrás del mostrador, simplemente intentando no explotar.
-Pedro Martí
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xenophon13 · 5 years ago
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La Prueba.
Hacía mucho tiempo que no la veía. Nuestros horarios no habían coincidido y se intercalaban con las interminables jornadas mixtas causadas por las cuarentenas. Creo que, por eso, cuando me senté junto a ella, algo que por el contexto de la situación no pude evitar, me quedé pasmado. Siempre me he sentido intimidado ante la belleza de una persona atractiva. Se veía igual de bien que siempre, con su piel blanca acristalada por incontables pecas, pequeñas y bermejas, recorriendo los altos pómulos de sus mejillas. Al verme sonrió y en el acto se le marcaron levemente los hoyuelos en la comisura de la boca, muy finos sus labios y blancos sus dientes. Ro era una mujer muy delgada, con los contornos de sus muñecas y la estreches de sus dedos casi siendo esqueléticos, pero, a decir verdad, elegantes. Además -con su cuello alto y delgado y su cabello quebrado, espeso, amarrado en una especie de cola de caballo elevada- esa tarde soleada lucía aristocrática, a pesar del tapabocas blanco que reposaba arrugado bajo la yugular y de los guantes quirúrgicos en los que había enfundado sus manos.
Ella misma me había pedido que me sentara a su lado, separados al menos por un metro y medio de distancia. Yo respondí amablemente con una inclinación de cabeza y con un saludo ahogado por el nerviosismo. Insisto en que para mí era inevitable sentirme intimidado por su belleza física. En mi mente había jugado varias veces, a lo largo de mi vida, con la idea de una escala de hermosura, clasificando a las personas más bellas que había visto alguna vez -entre hombres y mujeres- y Ro estaba en el top cinco de esa escala.
-¿Estás nervioso? -me preguntó.
Por un instante sentí que escupía el nudo que se me había formado en medio de la garganta. “¿Se habrá dado cuenta de que me intimida? ¿Seré tan obvio?”
-¿Cómo? -mascullé- ¿Por qué?
-Por la prueba -dijo ella de forma totalmente natural.
En ese momento comprendí, sonrojándome inadvertidamente. Hablaba de la prueba de COVID-21 que iban a hacernos a todos de forma obligatoria. Desde que los contagios se hicieron incontrolables e incontables para el gobierno, y desde que la enfermedad mutó a una cepa mucho más violenta y mortal, todos los ciudadanos de la República estábamos siendo sujetos de pruebas obligatorias en nuestros lugares de trabajo, en las escuelas, áreas públicas restringidas o controladas por las autoridades militares e, incluso, en concurrencias sociales inevitables, como las que organizaba el nuevo gobierno del país para ofrecer información pero, sobre todo, para legitimarse.
-Es exagerado, ¿no crees? –señaló ella evidentemente molesta- que nos hagan pruebas obligatorias. Estoy segura de que es una violación de los derechos humanos.
-Es difícil de decir –repuse, ya más entrado en confianza-. Desde que las cosas se le escaparon de las manos al gobierno le viene bien decirnos que es por nuestra seguridad. Y en parte lo es. Si me lo preguntas a mí, todo era mejor cuando hacer la prueba era caro y poco práctico.
Cuando el primer brote de la enfermedad estalló en China y después se esparció al resto del orbe uno de los problemas más acuciantes para los diversos gobiernos del mundo fue proseguir la detección de infectados cuando éstos empezaban a ser miles; las pruebas eran poco accesibles y, por lo mismo, difícilmente practicables. Con todo, es cierto que la necesidad (y la especulación) impulsa el ingenio humano y no pasó mucho tiempo para que una de las grandes empresas farmacéuticas alemanas elaborara una prueba económica y de fácil acceso. Sin embargo, en lugar de ponerla a disposición de la población en general, la gran mayoría de los gobiernos del mundo la monopolizaron y la emplearon bajo sus términos y condiciones. Pronto saltaron las voces que acusaban al gobierno federal de México de utilizar el mecanismo de detección para fines estrictamente políticos y no sanitarios. Hubo quienes directamente señalaron que la prueba estaba siendo ocupada por el presidente de la República para sustraer del espacio público a sus enemigos políticos de oposición. No obstante, a pesar de la extravagancia en la que había emanado el nuevo gobierno, las pruebas presentadas no eran ni por asomo determinantes o incriminatorias. La situación se complicó más porque la mayoría de la población estaba ahora contagiada por la enfermedad y el gobierno se reservaba el derecho de poner en cuarentena obligatoria, bajo observación de la Secretaria de la Defensa, solo a quienes hubieran desarrollado síntomas de la cepa mutada.
-En realidad –continuó Ro la conversación, sacándome de mis pensamientos- todo era mejor antes de que el virus mutara.
En ese momento no pude evitar que se me escapara una risa maliciosa.
-En ese caso, -afirmé- todo habría sido mejor si la enfermedad nunca hubiera pasado del pangolín a los humanos.
Había pasado poco más de un año y medio desde que aquello comenzara, desde el momento en que el nuevo coronavirus hizo su aparición en la provincia china de Wuhan, en 2019, y apenas seis meses desde que la cepa se tornó un patógeno mucho más agresivo. Antes, la tasa de casos graves rondaba cerca del 15% del total de contagiados, mientras que la de mortandad estaba entre el 2 y 3% para las naciones menos afectadas. Por supuesto, las estadísticas variaban de un país o región a otra. Pero la nueva forma del COVID rebasaba el 50% de casos graves y se acercaba al 15% en el conteo de muertos. Esas eran las cifras oficiales, aunque seguramente el 15% era una proporción demasiado positiva considerando que la mayoría de los casos comprometidos ya no eran hospitalizados debido a la falta de recursos económicos para el sector salud, lo que se traducía en escasez de camas de hospital, ventiladores, pantallas e, incluso, de personal médico cualificado, pues este había venido a la baja como consecuencia, precisamente, de la enfermedad; no solo eran los doctores que morían víctimas del virus, sino, también, los que preferían renunciar a continuar con una labor que empezaba a antojarse insuperable y en la que recibían nulo apoyo tanto del gobierno como de la sociedad.
-Ahí vienen –musitó Ro bajando la mirada. Alrededor de nosotros, en nuestra mesa y en aquéllas distribuidas por el espacio en el que estábamos, se generó un rumor que por momentos subía y bajaba en intensidad.
Quienes habían entrado eran los responsables de salud encargados de llevar a cabo la prueba. Eran hombres vestidos de pies a cabeza con trajes especiales de protección nivel dos; llevaban guantes, lentes y mascarillas. Con ellos, como guardias, iban militares enfundados en ropas similares, pero de color verde para distinguirse del personal de salubridad, que iba de blanco. Llevaban consigo maletines en donde, asumimos, portaban los materiales para realizar el diagnóstico. Tras de ellos venía un funcionario metido en traje y corbata, pero, eso sí, con guantes quirúrgicos y cubre bocas. Con toda probabilidad se encargaría solamente de la supervisión a una distancia saludable de todos nosotros. Las autoridades aseguraban que la mutación de la enfermedad sólo la había hecho más agresiva, pero no más contagiosa. A esas alturas, la mayoría de la gente se había acostumbrado al lavado constante de manos, a mantener una sana distancia, al uso de gel antibacterial y a no saludarnos mediante contacto físico.
-¿Te has sentido mal? –le pregunté a Ro para romper el silencio mientras los hombres y mujeres de sanidad se acomodaban en hilera frente al grupo de mesas en las que estábamos.
-No, ni un síntoma –murmuró ella sin despegar la vista de los recién llegados.
Los tipos se habían sentado en una mesa que quedaba horizontal frente a nosotros. Había miradas dispersas entre los asistentes.
Nos habían reunido en una de las salas comedor del edificio en el que trabajábamos. Como burócratas de la SEP, nuestra labor consistía en garantizar los pagos de los profesores del sistema educativo que no habían perdido su trabajo cuando la crisis económica llegó a su punto álgido tres meses atrás. Sin nosotros, que revisábamos el monto de los salarios, considerando las reducciones por impuestos o deudas, los pagos tardarían en llegar o, si lo hacían en tiempo, seguramente sería bajo la forma de malos cálculos que no harían otra cosa que desestabilizar más el ánimo de quienes laboraban en el gobierno.
-¿Y tú? ¿Te has sentido enfermo?
-No –contesté, ya sintiéndome un poco ansioso.
Estábamos nerviosos porque habíamos escuchado historias. Creo que no había nadie en el departamento de salarios de esa unidad en la que trabajaba que no hubiera oído alguno de los muchos relatos de personas que eran sacadas a rastras por las unidades de salud cuando daban positivo a la enfermedad. “De otra forma, ¿por qué llevar soldados a las pruebas?” mascullábamos, cuando podíamos y no éramos observados, en el horario de comida. Era inevitable sentir cómo el temor crecía al observar a los militares acariciar sus armas con la punta de sus dedos enfundados en el plástico de los guantes.
Las historias y los vídeos publicados en Twitter y Facebook traían consigo un contexto más complejo. Se decía que los positivos a la nueva cepa eran llevados en camionetas a fosas de exterminio, en donde, sin mediar palabra, te metían un balazo y dejaban reposando tus restos calcinados a la intemperie. Yo no creía eso, o al menos me negaba a hacerlo. Pensaba que los métodos del ejército y la Secretaría de Salud podían ser, en cierta medida, coercitivos y hasta violentos -sobre todo desde el momento en que el poder ejecutivo cayó en manos del PAN, con su larga tradición de militarización y solución de problemas por medio de las armas- pero no podía dejar pasar por mi mente la certeza de que el gobierno federal fuera capaz de llevar a cabo una campaña de exterminio contra sus ciudadanos bajo la premisa de que únicamente así se reducirían los casos de contagio.
Y es que para nadie era un secreto que el mundo había quedado sostenido por principios muy frágiles después de la primera oleada pandémica, durante la primera mitad de 2020. Cuando los casos de la nueva cepa se multiplicaron, incluso entre aquéllos que habían sobrevivido a su primera experiencia con el coronavirus de 2019, el orden social y económico comenzó a venirse abajo como no se había visto antes, dejando nuestra primera cuarentena como un juego de niños o como una crisis pasajera y manejable. Con el nuevo virus, no había manera de volver a la cuarentena obligatoria porque aquello habría significado el fin de la economía como se manejaba desde el final del siglo pasado y, en efecto, eso era algo que los gobiernos del mundo, impulsados por los maestros titiriteros poseedores de los medios de producción y acaparadores de la riqueza de las naciones no iban a permitir. Enormes proporciones de la población mundial se encontraron frente a la disyuntiva entre resguardarse para conservar la salud frente a la enfermedad, o salir a trabajar para evitar morir de hambre. Ante el punto de quiebre, nutridos grupos de trabajadores, campesinos, gente que lo había perdido todo –coordinados a través de diferentes métodos de comunicación- concibieron la idea de que, en una situación así, valdría la pena intentar terminar con el orden establecido de las cosas, con el capitalismo rapaz que, en algunas partes del mundo, había despojado a las personas incluso de su dignidad y de su calidad humana. Para ellos había dos opciones: o morir a causa del virus, o fenecer peleando por los medios necesarios para vivir. Las revoluciones, no siempre bajo el mismo estandarte ideológico, estallaron en diversos puntos del orbe.
En México, sin embargo, los acontecimientos siguieron un camino distinto, ambiguo y poco ortodoxo con respecto a lo que estaba ocurriendo en otras partes del mundo. Aquí la gobernabilidad de buena parte de los Estados del país se perdió desde que el presidente López Obrador falleció acosado, probablemente, por los síntomas de la enfermedad mutada,[1] en febrero de 2021. En su lugar tomó posesión momentánea de la presidencia de la República el secretario de Gobernación, Marcelo Ebrard, quien luego dio paso al candidato electo por el escrutinio secreto del Congreso de la Unión, como marcaba la constitución. Aunque la nueva presidenta salió de las filas del partido mayoritario, su legitimación popular estaba en entredicho porque, a esas alturas, una buena parte de la ciudadanía y de los grupos de poder conformados por empresarios, banqueros e inversionistas de alto nivel acusaban al partido gobernante de ser la razón principal por la que el país no se encontraba preparado para enfrentar la crisis que había generado el virus. La realidad, por supuesto, era otra totalmente diferente, pues no había nación en el mundo que pudiera hacer frente a una escalada de casos y a una virulencia como la que presentaba el COVID y su cepa mutada desde principios de marzo de 2021.
En su desesperación, los partidos políticos de oposición, todos ellos de tendencias derechistas, formaron un bloque de características golpistas que hizo todo lo posible por arrebatarle el poder al partido gobernante: desde agresiones físicas al interior del recinto legislativo hasta acusaciones difamatorias –coordinadas desde sus empresas de medios de comunicación- y amenazas de muerte contra importantes figuras del gabinete presidencial. El colmo llegó cuando la presidente fue víctima de un intento por quitarle la vida en una de las tradicionales conferencias de prensa matutinas que no se dejaron de realizar tras la muerte de AMLO. Desde el extremo derecho del salón Guillermo Prieto, entre los periodistas, se levantó un hombre cargando un revolver diminuto en su mano derecha, apuntando al pódium en el que la mandataria respondía a una de las interminables preguntas sobre el COVID-21 y la respuesta del gobierno ante el mismo.
Inevitablemente, los hechos quedaron guardados en las retículas de las cámaras y de las personas que lo han visto una y otra vez desde entonces.
El hombre grita, con voz impertérrita pero paradójicamente ahogada: “traidores, traidores a la patria”, mientras extiende el brazo y detona cinco disparos. El alboroto fue mayor por la resonancia de los sonidos entre las cuatro paredes de la extensa sala del Palacio Nacional. La mayoría de las personas reunidas reaccionaron con desenfreno, tirándose al suelo o trastabillando entre las sillas en busca de una salida. El sexto tiro no se dirige hacia la presidente, sino que sale disparado al techo del edificio pues, en ese instante, una mujer se pone a la espalda del agresor y le obliga a llevar el brazo hacia arriba. En cuestión de segundos, otros miembros del equipo de protección de la presidente someten contra el suelo al agresor mientras terceros arrastran el cuerpo de la depositaria del poder ejecutivo a una zona segura para su traslado a un hospital.
A pesar de que solo recibió dos impactos, la presidente Clouthier no contó con mucha suerte, puesto que la agresión la sumergió en un coma. Era evidente que el poder ejecutivo no podía llevar a cabo las funciones que le correspondían. Una vez más, dicho poder debía caer en manos del secretario de gobernación en tanto que, de nuevo, el Congreso se erigía en colegio electoral para la elección de un nuevo presidente. La situación parecía una comedia sacada de las páginas de Aristófanes, pero era real y teníamos que atenernos a sus consecuencias.
Se esperaba, a todas luces, que el elegido, o la elegida, saliera, una vez más, del partido gobernante; pero algo debió ocurrir entre bastidores, entre las alianzas pactadas -tal vez incluso antes de la agresión que sacó del juego a la presidente Clouthier-, que en esta ocasión la mayoría absoluta cayó sobre los hombros de uno de los prospectos políticos más importantes del Partido Acción Nacional: Mauricio Kuri, senador de la República que había sido, durante buena parte de 2018, coordinador de la bancada panista en el Senado.
Fueron las políticas del nuevo presidente las que nos habían llevado a la situación en que nos encontrábamos esa tarde de finales de otoño, en que Ro, mis compañeros y yo teníamos que someternos a la prueba obligatoria para garantizar que no fuéramos un foco de infección.
-Buenas tardes –dijo el funcionario desde el podio que le habían preparado, a varios metros de distancia de las mesas en que se sentaban los miembros del cuerpo de salud y del ejército. Su voz sonora, pero aguda, me había sacado de golpe del ensimismamiento-. Como ya saben, el nuevo procedimiento aprobado por el Consejo de Salubridad General, encabezado por el ciudadano presidente de la República, ordena revisiones periódicas de quienes forman parte de la burocracia federal y estatal. Estamos aquí para aplicarles la prueba de COVID 21. Esperamos que su cooperación sea manifiesta y regular.
La última oración sonaba ambigua. ¿A qué se refería con una cooperación regular? ¿Se habían presentado casos de personas que rechazaban manifiestamente la prueba? ¿Por qué lo harían? ¿No era mejor ser consciente de estar enfermo que andar deambulando por las calles, esparciendo el virus en personas con un sistema más endeble que el de nosotros mismos, o incluso entre nuestros familiares? De pronto sentí una punzada en el estómago. ¿Y si las historias que contaban eran ciertas? ¿Y si de verdad te subían a una camioneta después de constatar que portabas la enfermedad, sobre todo esa que era más violenta que la primera? Pero, en todo caso, ¿cómo la prueba podía determinar cuál era la cepa que portabas?
-Por favor, pasen en orden con sus compañeros de mesa, yendo de izquierda a derecha –anunció extendiendo su brazo de un lado a otro de la sala.
No sin antes lanzarse miradas de desasosiego, nuestros compañeros de la primera mesa convocada empezaron a ponerse en pie y a acercarse al jurado que representaban en ese momento los miembros de salud.
-No olviden mantenerse a una distancia de mínimo un metro entre ustedes –continuó el funcionario-. Noten cómo es que el personal de salud se encuentra separado entre sí metro y medio.
La larga procesión inició su camino hacia la mesa de las pruebas. Miré a Ro. Notaba como una de sus piernas temblaba silenciosamente, debajo del mantel de la mesa. Sentí el impulso de poner mi mano sobre su hombro, o de tocarle la mano, pero hacía mucho tiempo que ese tipo de contacto físico era inaceptable. Recordé la última vez que había tocado a alguien que no fuera mi madre o mi hermana, e incluso a ellas con bastante temor a contagiarlas por si alguien, en los trayectos, me había dejado el virus en la ropa o en las manos. Aunque limitado, yo también comenzaba a sentir el nerviosismo. Éramos los siguientes.
En el primer grupo habían pasado cinco compañeros, dos hombres y tres mujeres. Se aproximaron a la mesa, cada uno con un médico diferente. Los doctores abrieron los portafolios y sacaron de los mismos varios paquetitos, del tamaño y la forma de un plumón, del cual sacaban una pequeña espátula con una pequeñísima extremidad de algodón que, con cuidado, pasaban por la boca de nuestros camaradas de trabajo. Inmediatamente después, los médicos volvían a insertar la espátula en la diminuta funda de la que la habían sacado, presionaban un botón –que era lo que hacía que el dispositivo se asemejara a un plumón- y observaban meticulosamente –durante no más de un minuto- uno de los costados del aparato, en donde una pantalla digital arrojaba los datos que los médicos debían interpretar. Ese minuto se hacía eterno, con el ambiente en silencio e imbuido en un entorno de tensión abrumadora.
Ninguno de los compañeros de la primera mesa tenía que preocuparse de nada, habían anunciado los médicos mientras guardaban, en una bolsa aparte, los dispositivos que habían empleado para hacer la prueba.
Cuando Ro, yo y los otros cuatro compañeros sentados a nuestra mesa nos pusimos de pie para acercarnos a los doctores pudimos observar el rostro de alivio de quienes acababan de ser probados y no habían sido diagnosticados con la temible enfermedad. No obstante, yo, al momento en que me puse frente al médico, tuve miedo. Su mirada era inexpresiva y, a pesar de que llevaba la boca cubierta por la mascarilla, sabía que el tipo no estaba sonriendo. Me dio la sensación de que me habían puesto a la merced de un autómata. Traté de pensar en las últimas vacaciones que tomé con toda mi familia, antes de que mi madre y mi padre fallecieran, antes de que mi hermana decidiera irse a perder entre la selva de Veracruz, con mi cuñado, algunos de mis primos y dos de mis tías. Mientras el médico sacaba la espátula del estuche-dispositivo traté de no mirarlo a la cara; temía que notara en mí el temor que sentía nacer en mi estómago. Seguí llevando a mi mente las imágenes de la playa, del sol en lo alto de un cielo azul, sostenido en medio de un aire limpio y refrescante. Hice todo lo posible por reproducir el sonido de las olas chocando contra las rocas y la arena de la costa. La abstracción fue tan poderosa que, sin darme cuenta, había puesto en ella la imagen de Ressa; de Ressa, en quien no podía pensar sin sentir que el cuerpo se me hacía pedazos desde la punta de los pies hasta la cima de la cabeza. Vi sus ojos negros, su cabello lacio y brilloso, su piel aceitunada. Sin darme cuenta, una lágrima estaba resbalando por mi cachete cuando el doctor sacó la paleta algodonada de mi boca.
Hubo una pausa que me pareció eterna entre el momento en que el médico pasaba la espátula de mi boca al dispositivo. Cuando me vio llorar, hizo una mueca extraña que se tradujo en un par de ojos entrecerrados. ¿Me estaba juzgando por mis emociones? Dejó de verme y posó sus ojos en el aparato. Es lo último que recuerdo, la mirada del epidemiólogo centrada en la diminuta pantallita que debía indicarle si yo estaba enfermo o no. Después todo lo que viene a mi mente es el atisbo de un ruido fortísimo y la oscuridad que siguió al mismo.
Ro dice que, en tanto los doctores analizaban nuestros resultados, una explosión estalló en la pared que estaba justo al costado en el que yo me encontraba. Ro había quedado del otro lado de la mesa en que estaban haciéndose las pruebas, por lo que nos separaban cuatro personas, cada una distanciada entre sí por metro y medio. Yo caí desplomado a causa del sacudimiento de la bomba. Ella alcanzó a escuchar que el militar que escoltaba al doctor que le estaba haciendo el análisis decía que había que irse de inmediato y que los doctores eligieran, al azar, a diez de nosotros. “Empieza por ella” dijo el soldado señalando a Ro con la punta del rifle que cargaba. Ella se quedó con la boca abierta de par en par, sin entender la razón por la que querían llevarla a las furgonetas negras si ni siquiera había aparecido en la pantalla el resultado de la prueba.
Pero el médico y el doctor se tuvieron que quedar con las ganas de diezmarnos, pues antes de que se cumpliera un minuto de la explosión entraron a tropel al edificio varias personas con las caras cubiertas por máscaras, paliacates o pasamontañas; algunas de ellas iban armadas con rifles y pistolas, otras con piedras y machetes, y entre la multitud que eran no tardaron en someter al funcionario, a los médicos y a los militares que hacían de escoltas de los mismos.
-Mataron al tipo que había dado la orden de llevarnos –me dijo Ro con una sonrisa ausente mientras nos sacudíamos el polvo en una casa de campaña en la que había una cincuentena de camas sucias.
Ro me contó cómo después de la trifulca los encapuchados me llevaron a mí, que estaba inconsciente, al interior de una camioneta que tenían estacionada a unas cuadras de distancia del edificio en el que estábamos. Ro se asustó y les obligó a decirle a dónde pensaban llevarme. Al principio se mostraron renuentes, pero ante su insistencia unas mujeres le contestaron que tenían una brigada médica a las afueras de la ciudad y que ahí me atenderían de las lesiones que me había provocado el estallido. No eran muchas, en realidad. Al parecer me había afectado sobre todo la conmoción del sonido, la fuerza implosiva y los escombros que me habían caído en el cuerpo y que habían entrado a mis fosas nasales.
-¿Quiénes son estas personas? –pregunté con la voz seca y los ojos entrecerrados por el ardor, todavía muy confundido por todo lo que había pasado. Sentía que había perdido completa noción del tiempo.
Ro guardó silencio durante quince segundos que me parecieron eternos. Tenía la mirada perdida, recorriendo con sus ojos la casa de campaña y a las otras personas acostadas, heridas muchas de ellas y recostadas en las camillas.
-Dicen que son la Revolución –dijo al fin. No estoy seguro, pero podría casi jurar que la vi sonreír, de verdad sonreír, por un momento.
[1] Hoy se sospecha que fue uno de los primeros casos del Covid-21.
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memu1320 · 5 years ago
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La Prueba.
Hacía mucho tiempo que no la veía. Nuestros horarios no habían coincidido y se intercalaban con las interminables jornadas mixtas causadas por las cuarentenas. Creo que, por eso, cuando me senté junto a ella, algo que por el contexto de la situación no pude evitar, me quedé pasmado. Se veía igual de bien que siempre, con su piel blanca acristalada por incontables pecas, pequeñas y bermejas, recorriendo los altos pómulos de sus mejillas. Al verme sonrió y en el acto se le marcaron levemente los hoyuelos en la comisura de la boca, muy finos sus labios y blancos sus dientes. Ro era una mujer muy delgada, con los contornos de sus muñecas y la estreches de sus dedos casi siendo esqueléticos, pero, a decir verdad, elegantes. Además -con su cuello alto y su cabello quebrado, espeso, amarrado en una especie de cola de caballo elevada- esa tarde soleada lucía aristocrática, a pesar del tapabocas blanco que reposaba arrugado bajo la yugular y de los guantes quirúrgicos en los que había enfundado sus manos.
Ella misma me había pedido que me sentara a su lado, separados al menos por un metro de distancia. Yo respondí amablemente con una inclinación de cabeza y con un saludo ahogado en el nerviosismo. Me era inevitable sentirme intimidado por su belleza física. En mi mente había jugado varias veces, a lo largo de mi vida, con la idea de una escala de hermosura, clasificando a las personas más bellas que había visto alguna vez -entre hombres y mujeres- y Ro estaba en el top cinco de esa escala.
-¿Estás nervioso? -me preguntó.
Por un instante sentí que escupía el nudo que se me había formado en medio de la garganta. “¿Se habrá dado cuenta de que me intimida? ¿Seré tan obvio?”
-¿Cómo? -mascullé- ¿Por qué?
-Por la prueba -dijo ella de forma totalmente natural.
En ese momento comprendí, sonrojándome inadvertidamente. Hablaba de la prueba de COVID-21 que iban a hacernos a todos de forma obligatoria. Desde que los contagios se hicieron incontrolables e incontables para el gobierno, y desde que la enfermedad mutó a una cepa mucho más violenta y mortal, todos los ciudadanos de la República estábamos siendo sujetos de pruebas obligatorias en nuestros lugares de trabajo, en las escuelas, áreas públicas restringidas o controladas por las autoridades militares e, incluso, en concurrencias sociales inevitables, como las que organizaba el nuevo gobierno del país para ofrecer información pero, sobre todo, para legitimarse.
-Es exagerado, ¿no crees? –señaló ella evidentemente molesta- que nos hagan pruebas obligatorias. Estoy segura de que es una violación de los derechos humanos.
-Es difícil de decir –repuse, ya más entrado en confianza-. Desde que las cosas se le escaparon de las manos al gobierno le viene bien decirnos que es por nuestra seguridad. Y en parte lo es. Si me lo preguntas a mí, todo era mejor cuando hacer la prueba era caro y poco práctico.
Cuando el primer brote de la enfermedad estalló en China y después se esparció al resto del mundo, uno de los problemas más acuciantes para los diversos gobiernos del mundo fue proseguir la detección de infectados cuando éstos empezaban a ser miles; las pruebas eran poco accesibles y, por lo mismo, difícilmente practicables. Con todo, es cierto que la necesidad (y la especulación) impulsa el ingenio humano y no pasó mucho tiempo para que una de las grandes empresas farmacéuticas alemanas elaborara una prueba económica y de fácil acceso. Sin embargo, en lugar de ponerla a disposición de la población en general, la gran mayoría de los gobiernos del mundo la monopolizaron y la emplearon bajo sus términos y condiciones. Pronto saltaron las voces que acusaban al gobierno federal de México de utilizar el mecanismo de detección para fines estrictamente políticos y no sanitarios. Hubo quienes directamente señalaron que la prueba estaba siendo ocupada por el presidente de la República para sustraer del espacio público a sus enemigos políticos de oposición. No obstante, a pesar de la extravagancia en la que había emanado el nuevo gobierno, las pruebas presentadas no eran ni por asomo determinantes o incriminatorias. La situación se complicó más porque la mayoría de la población estaba ahora contagiada por la enfermedad y el gobierno se reservaba el derecho de poner en cuarentena obligatoria, bajo observación de la Secretaria de la Defensa, solo a quienes hubieran desarrollado síntomas de la cepa mutada.
-En realidad –continuó Ro la conversación, sacándome de mis pensamientos- todo era mejor antes de que el virus mutara.
En ese momento no pude evitar que se me escapara una risa maliciosa.
-En ese caso, -afirmé- todo habría sido mejor si la enfermedad nunca hubiera pasado del pangolín a los humanos.
Habían pasado casi dos años desde que aquello comenzara, desde el momento en que el nuevo coronavirus hizo su aparición en la provincia china de Wuhan, y apenas seis meses desde que la cepa se tornó un patógeno mucho más agresivo. Antes, la tasa de casos graves rondaba cerca del 15% del total de contagiados, mientras que la de mortandad estaba entre el 2 y 3%. Por supuesto, las estadísticas variaban de un país o región a otra. Pero la nueva forma del COVID rebasaba el 50% de casos graves y se acercaba al 15% en el conteo de muertos. Esas eran las cifras oficiales, aunque seguramente el 15% era una proporción demasiado positiva considerando que la mayoría de los casos graves ya no eran hospitalizados debido a la falta de recursos económicos para el sector salud, lo que se traducía en escasez de camas de hospital, ventiladores, pantallas e, incluso, de personal médico cualificado, pues este había venido a la baja como consecuencia, precisamente, de la enfermedad; no solo eran los doctores que morían víctimas del virus, sino, también, los que preferían renunciar a continuar con una labor que empezaba a antojarse insuperable. Es una realidad que los ánimos de la población en general se derrumbaron cuando se descubrió, a finales de mayo del 2021, que las primeras cepas de COVID habían mutado en al menos una que era mucho más violenta que sus predecesoras.
-Ahí vienen –musitó Ro bajando la mirada. Alrededor de nosotros, en nuestra mesa y en aquéllas distribuidas por el espacio en el que estábamos, se generó un rumor que por momentos subía y bajaba en intensidad.
Quienes habían entrado eran los responsables de salud encargados de llevar a cabo la prueba. Eran hombres vestidos de pies a cabeza con trajes especiales de protección nivel dos; llevaban guantes, lentes y mascarillas. Con ellos, como guardias, iban militares enfundados en ropas similares, pero de color verde para distinguirse del personal de salubridad, que iba de blanco. Llevaban consigo maletines en donde, asumimos, portaban los materiales para realizar el diagnóstico. Tras de ellos venía un funcionario metido en traje y corbata, pero, eso sí, con guantes quirúrgicos y cubre bocas. Seguramente se encargaría únicamente de la supervisión a una distancia saludable de todos nosotros. Las autoridades aseguraban que la mutación de la enfermedad sólo la había hecho más agresiva, mas no más contagiosa. A esas alturas, la mayoría de la gente se había acostumbrado al lavado constante de manos, a mantener una sana distancia, al uso de gel antibacterial y a no saludarnos mediante contacto físico.
-¿Te has sentido mal? –le pregunté a Ro para romper el silencio mientras los hombres y mujeres de sanidad se acomodaban en hilera frente al grupo de mesas en las que estábamos.
-No, ni un síntoma –murmuró ella sin despegar la vista de los recién llegados.
Los tipos se habían sentado en una mesa que quedaba horizontal frente a nosotros. Había miradas dispersas entre los asistentes.
Nos habían reunido en una de las salas comedor del edificio en el que trabajábamos. Como burócratas de la SEP, nuestra labor consistía en garantizar los pagos de los profesores del sistema educativo que no habían perdido su trabajo cuando la crisis económica llegó a su punto álgido tres meses atrás. Sin nosotros, que revisábamos el monto de los salarios, considerando las reducciones por impuestos o deudas, los pagos tardarían en llegar o, si lo hacían en tiempo, seguramente sería bajo la forma de malos cálculos que no harían otra cosa que desestabilizar más el ánimo de quienes laboraban en el gobierno.
-¿Y tú? ¿Te has sentido enfermo?
-No –contesté, ya sintiéndome un poco ansioso.
Estábamos nerviosos porque habíamos escuchado historias. Creo que no había nadie en el departamento de salarios de esa unidad en la que trabajaba que no hubiera oído alguno de los muchos relatos de personas que eran sacadas a rastras por las unidades de salud cuando daban positivo a la enfermedad. “De otra forma, ¿por qué llevar soldados a las pruebas?” mascullábamos, cuando podíamos y no nos vigilaban, en el horario de comida. Era inevitable sentir cómo el temor crecía al observar a los militares acariciar sus armas con la punta de sus dedos enfundados en el plástico de los guantes.
Las historias y los vídeos publicados en Twitter y Facebook traían consigo un contexto más complejo. Se decía que los positivos a la nueva cepa eran llevados en camionetas a fosas de exterminio, en donde, sin mediar palabra, te metían un balazo y dejaban reposando tus restos calcinados a la intemperie. Yo no creía eso, o al menos me negaba a hacerlo. Pensaba que los métodos del ejército y la Secretaría de Salud podían ser, en cierta medida, coercitivos y hasta violentos -sobre todo desde el momento en que el poder ejecutivo cayó en manos del PAN, con su larga tradición de militarización y solución de problemas por medio de las armas- pero no podía dejar pasar por mi mente la certeza de que el gobierno federal fuera capaz de llevar a cabo una campaña de exterminio contra sus ciudadanos bajo la premisa de que únicamente así se reducirían los casos de contagio.
Y es que para nadie es un secreto que el mundo había quedado sostenido por principios muy frágiles después de la primera oleada pandémica, durante la primera mitad de 2020; cuando los casos de la nueva cepa se multiplicaron, incluso entre aquéllos que habían sobrevivido a su primera experiencia con el coronavirus de 2019, el orden social y económico comenzó a venirse abajo como no se había visto antes, dejando nuestra primera cuarentena como un juego de niños o una crisis pasajera y manejable. Con el nuevo virus, no había manera de volver a la cuarentena obligatoria porque aquello habría significado el fin de la economía como se manejaba desde el final del siglo pasado y, en efecto, eso era algo que los gobiernos del mundo, impulsados por los maestros titiriteros poseedores de los medios de producción y acaparadores de la riqueza de las naciones no iban a permitir. Enormes proporciones de la población mundial se encontraron frente a la disyuntiva entre resguardarse para conservar la salud frente a la enfermedad, o salir a trabajar para evitar morir de hambre. Ante el punto de quiebre, nutridos grupos de trabajadores, campesinos, gente que lo había perdido todo –coordinados a través de diferentes métodos de comunicación- concibieron la idea de que, en una situación así, valdría la pena intentar terminar con el orden establecido de las cosas, con el capitalismo rapaz que, en algunas partes del mundo, había despojado a las personas incluso de su dignidad y de su calidad humana. Para ellos había dos opciones: o morir a causa del virus, o fenecer peleando por los medios necesarios para vivir. Las revoluciones, no siempre bajo el mismo estandarte ideológico, estallaron en diversos puntos del orbe.
En México, sin embargo, los acontecimientos siguieron un camino distinto, ambiguo y poco ortodoxo con respecto a lo que estaba ocurriendo en otras partes del mundo. Aquí la gobernabilidad de buena parte de los Estados del país se perdió desde que el presidente López Obrador falleció acosado por los síntomas de la enfermedad mutada, en julio de 2021. En su lugar tomó posesión momentánea de la presidencia de la República el secretario de Gobernación, Marcelo Ebrard, quien luego dio paso al candidato electo por el escrutinio secreto del Congreso de la Unión. Aunque la nueva presidenta salió de las filas del partido mayoritario, su legitimación popular estaba en entredicho porque, a esas alturas, una buena parte de la ciudadanía y de los grupos de poder conformados por empresarios, banqueros e inversionistas de alto nivel acusaban al partido gobernante de ser la razón principal por la que el país no se encontraba preparado para enfrentar la crisis que había generado el virus. La realidad, por supuesto, era otra totalmente diferente, pues no había nación en el mundo que pudiera hacer frente a una escalada de casos y a una virulencia como la que presentaba el COVID y su cepa mutada desde finales de mayo de 2021.
En su desesperación, los partidos políticos de oposición, todos ellos de tendencias derechistas, formaron un bloque de características golpistas que hizo todo lo posible por arrebatarle el poder al partido gobernante: desde agresiones físicas al interior del recinto legislativo hasta acusaciones difamatorias y amenazas de muerte contra importantes figuras del gabinete presidencial. El colmo llegó cuando la presidente fue víctima de un intento por quitarle la vida en una de las tradicionales conferencias de prensa matutinas que no se dejaron de realizar tras la muerte de AMLO.  Desde el extremo derecho del salón Guillermo Prieto, entre los periodistas, se levantó un hombre cargando un revolver diminuto en su mano derecha, apuntando al pódium en el que la mandataria respondía a una de las interminables preguntas sobre el COVID-21 y la respuesta del gobierno ante el mismo.
Inevitablemente, los hechos quedaron guardados en las retículas de las cámaras y de las personas que lo han visto una y otra vez desde entonces.
El hombre grita, con voz impertérrita pero paradójicamente ahogada: “traidores, traidores a la patria”, mientras extiende el brazo y detona cinco disparos. El alboroto fue mayor por la resonancia de los sonidos entre las cuatro paredes de la extensa sala del Palacio Nacional. La mayoría de las personas reunidas reaccionaron con desenfreno, tirándose al suelo o trastabillando entre las sillas en busca de una salida. El sexto tiro no se dirige hacia la presidente, sino que sale disparado al techo del edificio pues, en ese instante, una mujer se pone a la espalda del agresor y le obliga a llevar el brazo hacia arriba. En cuestión de segundos, otros miembros del equipo de protección de la presidente someten contra el suelo al agresor mientras terceros arrastran el cuerpo de la depositaria del poder ejecutivo a una zona segura para su traslado a un hospital.
A pesar de que solo recibió dos impactos, la presidente Clouthier no contó con mucha suerte, puesto que la agresión la llevó a sufrir un coma. Era evidente que el poder ejecutivo no podía llevar a cabo las funciones que le correspondían. Una vez más, dicho poder debía caer en manos del secretario de gobernación en tanto que, de nuevo, el Congreso se erigía en colegio electoral para la elección de un nuevo presidente. La situación parecía una comedia sacada de las páginas de Aristófanes, pero era real y teníamos que atenernos a sus consecuencias.
Se esperaba, a todas luces, que el elegido, o la elegida, saliera, una vez más, del partido gobernante; pero algo debió ocurrir entre bastidores, entre las alianzas pactadas -tal vez incluso antes de la agresión que sacó del juego a la presidente Clouthier-, que en esta ocasión la mayoría absoluta cayó sobre los hombros de uno de los halcones del Partido Acción Nacional: Marko Cortés.
Fueron las políticas del nuevo presidente las que nos habían llevado a la situación en que nos encontrábamos esa tarde de finales de otoño, en que Ro, mis compañeros y yo teníamos que someternos a la prueba obligatoria para garantizar que no fuéramos un foco de infección.
-Buenas tardes –dijo el funcionario desde el podio que le habían preparado, a varios metros de distancia de las mesas en que se sentaban los miembros del cuerpo de salud y del ejército. Su voz sonora pero aguda me había sacado de golpe de mi ensimismamiento-. Como ya saben, el nuevo procedimiento aprobado por el Consejo de Salubridad General, encabezado por el ciudadano presidente de la República, ordena revisiones periódicas de quienes forman parte de la burocracia federal y estatal. Estamos aquí para aplicarles la prueba de COVID 21. Esperamos que su cooperación sea manifiesta y regular.
La última oración sonaba ambigua. ¿A qué se refería con una cooperación regular? ¿Se habían presentado casos de personas que rechazaban manifiestamente la prueba? ¿Por qué lo harían? ¿No era mejor ser consciente de estar enfermo que andar deambulando por las calles, esparciendo el virus en personas con un sistema más endeble que el de nosotros mismos, o incluso entre nuestros familiares? De pronto sentí una punzada en el estómago. ¿Y si las historias que contaban eran ciertas? ¿Y si de verdad te subían a una camioneta después de constatar que portabas la enfermedad, sobre todo esa que era más violenta que la primera? Pero, en todo caso, ¿cómo la prueba podía determinar cuál era la cepa que portabas?
-Por favor, pasen en orden con sus compañeros de mesa, yendo de izquierda a derecha –anunció extendiendo su brazo de un lado a otro de la sala.
No sin antes lanzarse miradas de desasosiego, nuestros compañeros de la primera mesa convocada empezaron a ponerse en pie y a acercarse al jurado que representaban en ese momento los miembros de salud.
-No olviden mantenerse a una distancia de mínimo un metro entre ustedes –continuó el funcionario-. Noten cómo es que el personal de salud se encuentra separado entre sí metro y medio.
La larga procesión inició su camino hacia la mesa de las pruebas. Miré a Ro. Notaba como una de sus piernas temblaba estrepitosamente, debajo del mantel de la mesa. Sentí el impulso de poner mi mano sobre su hombro, o de tocarle la mano, pero hacía mucho tiempo que ese tipo de contacto físico era inaceptable. Recordé la última vez que había tocado a alguien que no fuera mi madre o mi hermana, e incluso a ellas con bastante temor a contagiarlas por si alguien, en los trayectos, me había dejado el virus en la ropa o en las manos. Aunque limitado, yo también comenzaba a sentir el nerviosismo. Éramos los siguientes.
En el primer grupo habían pasado cinco compañeros, dos hombres y tres mujeres. Se aproximaron a la mesa, cada uno con un médico diferente. Los doctores abrieron los portafolios y sacaron de los mismos varios paquetitos, del tamaño y la forma de un plumón, del cual sacaban una pequeña espátula con una pequeñísima extremidad de algodón que, con cuidado, pasaban por la boca de nuestros camaradas de trabajo. Inmediatamente después los médicos volvían a insertar la espátula en la diminuta funda de la que la habían sacado, presionaban un botón –que era lo que hacía que el dispositivo se asemejara a un plumón- y observaban meticulosamente –durante no más de un minuto- uno de los costados del aparato, en donde una pantalla digital arrojaba los datos que los médicos debían interpretar. Ese minuto se hacía eterno, con el ambiente en silencio e imbuido en un entorno de tensión abrumadora.
Ninguno de los compañeros de la primera mesa tenía que preocuparse de nada, habían anunciado los médicos mientras guardaban, en una bolsa aparte, los dispositivos que habían empleado para hacer la prueba.
Cuando Ro, yo y los otros cuatro compañeros sentados a nuestra mesa nos pusimos de pie para acercarnos a los doctores pudimos observar el rostro de alivio de quienes acababan de ser probados y no habían sido diagnosticados con la temible enfermedad. Cuando me puse frente al médico tuve miedo. Su mirada era inexpresiva y, a pesar de que llevaba la boca cubierta por la mascarilla, sabía que el tipo no estaba sonriendo. Me dio la sensación de que me habían puesto a la merced de un autómata. Traté de pensar en las últimas vacaciones que tomé con toda mi familia, antes de que mi madre y mi padre fallecieran, antes de que mi hermana decidiera irse a perder entre la selva de Veracruz, con mi cuñado, algunos de mis primos y dos de mis tías. Mientras el médico sacaba la espátula del estuche-dispositivo traté de no mirarlo a la cara; temía que notara en mí el temor que sentía nacer en mi estómago. Seguí llevando a mi mente las imágenes de la playa, del sol en lo alto de un cielo azul, sostenido en medio de un aire limpio y refrescante. Hice todo lo posible por reproducir el sonido de las olas chocando contra las rocas y la arena de la costa. La abstracción fue tan poderosa que, sin darme cuenta, había puesto en ella la imagen de Ressa; de Ressa, en quien no podía pensar sin sentir que el cuerpo se me hacía pedazos desde la punta de los pies hasta la cima de la cabeza. Vi sus ojos negros, su cabello lacio y brilloso, su piel aceitunada. Sin darme cuenta, una lágrima estaba resbalando por mi cachete cuando el doctor sacó la paleta algodonada de mi boca.
Hubo una pausa que me pareció eterna entre el momento en que el médico pasaba la espátula de mi boca al dispositivo. Cuando me vio llorar, hizo una mueca extraña que se tradujo en un par de ojos entrecerrados. ¿Me estaba juzgando por mis emociones? Dejó de verme y posó sus ojos en el aparato. Es lo último que recuerdo, la mirada del epidemiólogo centrada en la diminuta pantallita que debía indicarle si yo estaba enfermo o no. Después todo lo que viene a mi mente es el atisbo de un ruido fortísimo y la oscuridad que siguió al mismo.
Ro dice que, en tanto los doctores analizaban nuestros resultados, una explosión estalló en la pared que estaba justo al costado en el que yo me encontraba. Ro había quedado del otro lado de la mesa en que estaban haciéndose las pruebas, por lo que nos separaban cuatro personas, cada una distanciada entre sí por metro y medio. Yo caí desplomado a causa del sacudimiento de la bomba. Ella alcanzó a escuchar que el militar que escoltaba al doctor que le estaba haciendo el análisis decía que había que irse de inmediato y que los doctores eligieran, al azar, a diez de nosotros. “Empieza por ella” dijo el soldado señalando a Ro con la punta del rifle que cargaba. Ella se quedó con la boca abierta de par en par, sin entender la razón por la que querían llevarla a las furgonetas negras si ni siquiera había aparecido en la pantalla el resultado de la prueba.
Pero el médico y el doctor se tuvieron que quedar con las ganas de diezmarnos, pues antes de que se cumpliera un minuto de la explosión entraron a tropel al edificio varias personas con las caras cubiertas por máscaras, paliacates o pasamontañas; algunas de ellas iban armadas con rifles y pistolas, otras con piedras y machetes, y entre la multitud que eran no tardaron en someter al funcionario, a los médicos y a los militares que hacían de escoltas de los mismos.
-Mataron al tipo que había dado la orden de llevarnos –me dijo Ro con una sonrisa ausente mientras nos sacudíamos el polvo en una casa de campaña en la que había una cincuentena de camas sucias.
Ro me contó cómo después de la trifulca los encapuchados me llevaron a mí, que estaba inconsciente, al interior de una camioneta que tenían estacionada a unas cuadras de distancia del edificio en el que estábamos. Ro se asustó y les obligó a decirle a dónde pensaban llevarme. Al principio se mostraron renuentes, pero ante su insistencia unas mujeres le contestaron que tenían una brigada médica a las afueras de la ciudad y que ahí me atenderían de las lesiones que me había provocado el estallido. No eran muchas, en realidad. Al parecer me había afectado sobre todo la conmoción del sonido, la fuerza implosiva y los escombros que me habían caído en el cuerpo y que habían entrado a mis fosas nasales.
-¿Quiénes son estas personas? –pregunté con la voz seca y los ojos entrecerrados por el ardor, todavía muy confundido por todo lo que había pasado. Sentía que había perdido completa noción del tiempo.
Ro guardó silencio durante quince segundos que me parecieron eternos. Tenía la mirada perdida, recorriendo con sus ojos la casa de campaña y a las otras personas acostadas, heridas muchas de ellas y recostadas en las camillas.
-Dicen que son la Revolución –dijo al fin. No estoy seguro, pero podría casi jurar que la vi sonreír por un momento.
G. Sosa.
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caliopenox · 5 years ago
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Amor.
Siempre creyó que el primer amor era el único para ella. Que alcanzaría la felicidad a lado del chico que una lluviosa tarde le había dejado su paraguas y con el que mucho tiempo había vivido grandes aventuras bajo máscaras mágicas.
Siempre había soñado con el momento en el que serían pareja. Con estar juntos día a día, tener una casa hermosa, un gran jardín, dos hijos y un hámster. Siempre había soñado con la vida perfecta.
Pero hacia un par de años que era novia de su primer amor. Un triste día cuando Howk moth había caído revelándose como Gabriel Agreste ellos habían dejado caer las máscaras y pensaron que no podía ser nada más que el destino que los unía de esa manera.
Ella había estado dividida entre la tristeza de ver a Adrien destrozado por la pérdida de sus padres, por que a esas alturas ya había perdido a ambos y la felicidad de estar junto al amor de su vida.
Claro que al principio no había sido fácil para ninguno, estaban tan rotos luego de esa batalla tan difícil. Él perdiendo a su padre. Ella capturando al padre del amor de su vida y temiendo que la odiara o fuera incapaz de perdonarla.
Todos sus amigos les decían que se dieran tiempo y mejoraría. Ciertamente lo hizo. Luego de seis meses su relación mejoró muchísimo y eran felices.
Pero luego de un tiempo algo cambio. Adrien habiendo perdido a su familia de forma terrible deseaba más que nada comenzar una propia. Ella sin embargo no lo deseaba aún, tenía sueños y metas que deseaba alcanzar antes de casarse y ser madre.
No es que se negara rotundamente a casarse o a tener hijos en un futuro pero entendía que no era su momento. No aún. No cuando no se sentía lista a sus dieciocho años para un compromiso de esa magnitud.
Ella aún deseaba vivir como la joven adulta que era, trabajar y enfocarse en sus metas profesionales para alcanzar ese sueño que tenía desde niña. De alguna forma su perfecta relación se volvió sofocante cuando Adrien comenzó a insinuar su necesidad de asentarse.
Le mostraba la linda ropita de bebé en las tiendas, se pasaban su tiempo libre en casa pues el estaba siempre cansado luego de manejar el desastre que la empresa de su familia era en esos momentos y Marinette si bien deseaba apoyarlo comenzó a sentirse sola.
Seis meses antes el le había pedido mudarse con él y Marinette se había negado. Había sentido miedo de avanzar tan rápido y le había pedido tiempo, aún deseaba vivir con sus padres un poco más.
Había comenzado a viajar cuatro meses antes, generalmente eran viajes cortos para encontrarse con algunas celebridades que requerían algún diseño, Jagged Stone la había convertido en su diseñadora exclusiva y eso le había abierto una puerta en el mundo del diseño que no había imaginado cruzar tan rápido.
Marinette estaba comenzando a amar los viajes, trabajaba por las mañanas y por las tardes recorría nuevas culturas unas horas aprendiendo, asimilando y disfrutando de la belleza oculta al rededor del mundo.
Esas experiencias comenzaron a reflejarse en sus diseños y deseo compartir esa felicidad con su novio. Había preparado un viaje especial, solo los dos durante un fin de semana para conocer Italia, había estado ilusionada de recorrer todo cuanto pudiera a su lado pero no había sido asi.
Habían pasado gran parte del día en el hotel, el jet lag no había sido amable con Adrien y cuando se había recuperado la había besado y eh insistió en quedarse en esa romántica suite solos y juntos en tiempo que fuera posible.
Ella había esperado pasear juntos tomados de la mano en domingo luego de pasar el sábado entre las sabanas desordenadas pero para su desgracia una llamada habia obligado a Adrien a tomar sus maletas y marcharse a casa. Una emergencia en la empresa que no podían solucionar sin el accionista mayoritario presente y aún disculpándose y prometiendo compensarla el se había marchado.
Pero el trabajo de ella comenzó a ser reconocido incluso en Estados Unidos, sus viajes aumentaron y Adrien insistía cada vez más en cuan solitaria era su casa y cuanto deseaba que comenzaran una familia.
Pero Marinette estaba aterrada de la idea de tener hijos en esos momentos. Con sus trabajos tan acelerados dudaba que pudieran atender a sus hijos de la manera en que ella deseaba si no dejaba su trabajo y se convertía en una ama de casa de tiempo completo. Pero Marinette no estaba lista para serlo. No aún. No a medio camino de lograr sus sueños.
Sentada en la cama de Adrien, con el mirándola con los ojos brillantes de esperanza mientras un enorme anillo de diamantes era colocado frente a ella Marinette lo supo, no estaban listos para estar juntos. Deseaban cosas diferentes en ese punto de sus vidas.
Él deseaba una familia tan rápido como fuera posible, ella necesitaba esperar. No estaba lista para el matrimonio y los hijos. No a los 18 años, no cuando se sentía como una niña ella misma.
Lagrimas gruesas comenzaron a fluir y el viejo tartamudeo comenzó. Se disculpó, le dijo que lo amaba pero no podía, no esta lista. Lo amaba por supuesto pero no podía casarse. Adrien la miraba con el dolor del rechazo tatuado al rostro. Aún mantenía el anillo frente a ella. Aún esperaba que dijera que si.
No sucedió. Marinette se había vestido aún llorando y disculpándose había salido corriendo. Se había marchado a casa incapaz de soportarse a sí misma. El era el amor de su vida pero lo rechazó. El era su alma gemela pero lo alejó. El era su mejor amigo pero lo lastimó.
Había llegado a casa llorando, había hablado con sus padres y horas más tarde más tranquila había armado una maleta y había viajado al aeropuerto. No tenía un destino en mente, dejaría que el azar dispusiera su camino y compro el boleto al siguiente vuelo en despegar con lugares disponibles.
Aún triste y desgarrada por lo que había hecho se encontró sentada en un vuelo directo a Indonesia. Estaba nerviosa, jamás había viajado a ese lugar y se preguntaba que haría allí una vez aterrizara pero necesitaba alejarse. Necesitaba pensar y dejar de culparse por no poder darle a Adrien lo que necesitaba cuando era opuesto a sus propias necesidades.
Había cerrado los ojos con fuerza al sentir las lágrimas asomarse cuando de pronto escuchó un ligero sonido junto a ella, su compañero de asiento acomodándose y luego un tarareo tranquilizador tan familiar como nostálgico.
Abrió los ojos y contuvo el aliento al verlo, Luka estaba sentado junto a ella, su querido Luka a quien no había visto desde hacía un año cuando el había decidido emprender un viaje de auto descubrimiento al rededor del mundo.
Le sonrió con alegría cuando el sacudió su cabello con cariño como había hecho el día que lo despidió en el aeropuerto y Marinette se sintió feliz de encontrarse con el. Lo había extrañado.
.
.
Había aterrizado en Indonesia y Luka la habia invitado a acompañarlo, le había contado todo. Sus dudas, sus miedos y como su amor por Adrien no había logrado sofocarlos por lo que había huido cuando le propuso matrimonio.
Habían viajado a Borubudur, en la isla de java y Marinette jamás había sentido tanta paz consigo misma. A lo largo de su viaje había entendido que no por amar a alguien renuncias a tus sueños, a tus deseos y también que no era una mala mujer por pensar en si misma primero.
Sentados en el suelo de piedra, con la vibrante y verde vegetación frente a ellos Marinette comenzó a diseñar mientras Luka, desprovisto de su guitarra tarareaba nuevos acordes y así acompañándose cada uno comenzó su nuevo camino.
Marinette y Luka continuaron recorriendo el mundo por meses, ella llamaba a casa y enviaba sus nuevos diseños a la casa de modas donde trabajaba y se separaban en distintos vuelos cuando ella se reunía con celebridades con quienes trabajaba mientras Luka grababa sus nuevas canciones con el apoyo de la nueva disquera de Jagged Stone en París. Luego se encontraban nuevamente en Indonesia desde donde comenzaban nuevamente alguna aventura en un país desconocido y la creación de sus nuevas obras de arte.
Él ciclo se extendió por años, no eran una pareja romántica, nunca se besaban, no se tocaban de forma íntima pero entre ellos había algo más. Una complicidad y entendimiento a base de confiar el uno en el otro a cada viaje. Se conocían tan bien que la mayor parte del tiempo no hablaban. Simplemente intercambiaban miradas y lo sabían.
En el cumpleaños número veinticinco de Marinette volvieron a Borobudur y sentados en el mismo lugar de antes, mirando la misma vegetación exuberante se miraron con una sonrisa.
Estaba lista. Ambos lo estaban. Se habían besado con suavidad y amor. Por qué lo suyo no era físico, no era apresurado o producto de ilusiones. Su amor era libre, maravilloso y espiritual. Habían viajado, se conocieron y se amaron en total libertad sin necesidad de atar al otro y dejándolo ser libre para elegir su camino disfrutando cuando esos caminos coincidían.
Se miraron, sin palabras pero llenos de sentimientos y sonrieron. Juntos, con las manos unidas se relajaron. Les dirían a sus familias al volver a casa, quizá llamarían a sus padres a unirse a ellos en Hawái y celebrarían su boda allí o tal vez en una semana cuando llegaran a Bora Bora se casarían solo ellos dos en medio de las hermosas lagunas azul turquesa. Y después, cuando el tiempo fuera el adecuado celebrarían una boda íntima en París con sus familias y amigos.
Estaban juntos en ese momento y solo deseaban disfrutarlo.
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hanabiaoi · 6 years ago
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AMOR DE LAMIA
CAPITULO FINAL   
La felicidad al alcance sus manos era algo que hace un tiempo había pensado que no sería para él, pero en cambio en este momento, en esta noche, su noche, la que siempre fue la más importante de su vida supo que después de todo este era su sueño hecho realidad; Sans miraba la Luna llena desde la terraza del departamento, si, la primera de la primavera, la misma a la que tantos años atrás le había pedido un compañero para no seguir solo, para no pasar una temporada más en completa soledad, ahora sus más grande anhelo era una realidad.
-Más vale que no estés pidiendo más cosas  a la Luna, ella podría estar escuchandote- el pequeño volteó a ver a Edge mientras este se recargaba en el barandal de de la terraza, devolviéndole una sonrisa verdadera.
-No tengo nada que ofrecerle ya, además, no estoy pidiendo sino dándole las gracias, por fin me concedió un deseo que pedí mucho tiempo atrás, de hecho lo pedí la noche antes de conocernos.
Eso sí que llamó la atención de su novio, eran aún pocas las veces que Sans le hablaba de su vida pasada, incluso en ocasiones ya le parecía que nunca hubiera tenido otra forma, ahora esta era su única realidad, y en parte no lo hacía porque con una existencia tan larga le era difícil recordar absolutamente todas sus vivencias.
-¿ah sí? ¿que clase de deseo fue en esa ocasión?
-Hummm... bueno, lo curioso es que aquella noche de primavera yo solo le decía a la Luna que no quería volver a vivir otro año en soledad... no fue un deseo, era más como una plegaria que elevaba cada año desde que tengo memoria.
Edge se separó del barandal y abrazando al pequeño lo levantó para colocarlo sobre su regazo mientras él se sentaba, ambos se miraron por un momento y luego se dieron un beso, uno tierno y puro.
-Cuando era niño me sentía tan aislado que creí que nunca sería capaz de hacer un amigo real, y te sorprenderá saber que a veces también pedía a cualquier fuerza superior que hubiera allá afuera a que me probara lo contrario, en ese momento solo pedía un amigo, pero lo que obtuve al final de camino fue mucho mejor.
La ex-lamia se sonrojo al escuchar sobre las inseguridades de Edge, él en cierta forma las conocía, era de las cosas que le contaba de niño y tambien cuando era más joven, su lucha por sentirse aceptado, su constante batalla por integrarse a sus compañeros, pero a pesar de no haber logrado hacer amigos fuera de Sans él nunca se había rendido y por suerte estando lejos había encontrado también otras amistades.
-Edge... nunca me has dicho... realmente quisiera saber porque te tomaste tanto tiempo para tratar de contactarme despues que tu padre murió.
El arquitecto había intentado no decirle a Sans el porqué, sus razones eran bastante egoístas a decir verdad, pero lo mejor era ser sincero de una vez por todas.
-Porque en ese momento me sentía tan enojado y perdido que comencé a tomar algunas decisiones tontas... si, aunque lo dudes yo el Gran Edge Papyrus Kunstler soy un simple mortal y también me equivoco- eso último le sacó una buena carcajada a Sans- como iba diciendo, de una forma terminé metido en una pandilla de motociclistas; tuve mi motocicleta y todo lo que eso implicaba, como algunas peleas y muchos problemas, pero Undyne me ayudó a salir de eso, cuando Red se enteró de todo mucho tiempo después fue que volvió a buscarme.
-ooohhhh, vaya vaya, quien diría que el muy correcto Señor Kunstler fue un pandillero en sus días de juventud.
-No pienso hablar más del tema por cierto- Edge no quiso ni siquiera voltear a ver al pequeño, prefiriendo poner su vista en la Luna, agradeciendo el haber hecho que ambos se encontraran en esta vida.
Luego de un momento más comentando aquí y allá decidieron irse a dormir; esta vez la noche era cálida pero ninguno de los dos tuvo ánimos como para algo más, tenían ganas de estar uno junto al otro abrazados sintiendo la proximidad entre ellos en el aniversario de la noche que los uniera tantos años atrás.
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A pesar de todo las mañanas seguirán siendo la parte más difícil del día para Sans, el solo pensar en despegar su cuerpo de las cálidas y suaves sábanas de la cama de Edge se le figuraba como demasiado esfuerzo; de cualquier forma el pequeño logró reunir la fuerza para sacar su cuerpo de la cama e ir al comedor, sintiendo de alguna forma como si sus huesos le picasen un poco... que raro.
Como siempre Edge ya estaba terminando de hacer el almuerzo y pronto los dos estaban comiendo huevos con tocino y jugo, conversando ligeramente mientras el arquitecto revisaba un poco su agenda y Sans checaba su teléfono por cualquier mensaje... rascando su esternón de forma insistente.
-¿Porque te rascas tanto Sans?
- ¿uh?... no sé, mi cuerpo me pica ¿pusiste de nuevo la calefacción? se siente algo de calor aquí.
Oops, el más alto estaba casi seguro de lo que estaba por suceder y fue él quien no pudo evitar que sus mejillas se tiñeran ligeramente de rojo, llegando poco a poco a la conclusión de lo que estaba sucediendo.
-Sans... creo que estas... ¿hace cuánto que no has tenido un periodo de Celo?
La cara del más bajo ante esa pregunta valía oro, estaba sorprendido y azul por casi todos lados.
-Hace varios años... pero yo solo estoy en celo cada 10 años...
-Pues ya no, eso quizá sirviera cuando eras una lamia, pero los esqueletos como nosotros entramos en celo cada seis meses, siempre y cuando existan las condiciones adecuadas.
Oh... OH!!
Bueno eso explicaba el picor y el calor... pero si entraba en ese estado había muchas cosas que sucederían y no estaba seguro de estar de acuerdo con todo lo que eso implicaba, después de todo él era un omega y eso seguramente no cambiaría con el cambio de forma... siendo Edge un Alpha... había mucho que considerar y él no sabía lo que su pareja pensaba al respecto.
-Hey, tranquilo- Sans supo que algo en su expresión lo estaba delatando- tu tienes la elección en tu mano, puedes abordar esto de la forma que quieras y yo estaré a tu lado; puedes usar un supresor si gustas o control natal.
Como siempre Edge poniendo ante todo los deseos del pequeño, pero que era lo que él realmente quería, así que de inmediato comenzó a sopesar todas las posibilidades en su cráneo antes de decirle a su novio.
-Este es el primer celo que no estoy solo y... yo... la verdad es que aún no tengo ganas de tener bebes, quizá es algo egoista de mi parte, pero quiero hacer tantas cosas y conocer tantas otras a tu lado... yo...
-Te entiendo, aún somos jóvenes... bueno, tu entiendes el punto, a mi también me gustaría que pasemos más tiempo como pareja antes de comenzar nuestra familia... no es como que nos nos conocemos desde hace años pero hay lugares a los que quiero llevarte, cosas que aún quiero hacer sin niños en la fórmula.
Ambos intercambiaron una mirada y sonrieron porque estaban en la misma sintonía, los niños aún podían esperar por lo que concierne a los dos, ahora quedaba pensar ¿Qué quería hacer Sans con su celo? aún podía simplemente suprimirlo o tomar la pastillas de control natal... hum, toda la diversión sin las consecuencias naturales... bueno eso ni se pensaba.
-Quiero solamente tomar el anticonceptivo, si... -oh estrellas lo que estaba a punto de pedir, lo hizo ponerse más azul que nunca en su vida- si estás dispuesto a hacerte cargo de mi.
No tuvo que decirlo ni dos veces.
-Claro que me haré cargo de ti- una pequeña sonrisa maliciosa de formaba en el rostro de Edge, desde aquella primera vez en bosque de nieve los dos esqueletos habían encontrado los verdaderos placeres de la vida en pareja- pero primero debes terminar tu desayuno, quizá para entonces ya estes listo y comiences a oler... ¿a qué hueles por cierto?
-hehehe a menta.
-Ummm fresco como ninfa de los bosques... Nyehehehehe
...
Un poco de comida bien abastecida, unas llamadas y unos correos después y ambos ya se dirigían a la habitación que compartían, de paso también aseguraron las puertas y ventanas, nadie tenía permitido interrumpirlos, al menos no durante este día, el único que duraba el celo.
De inmediato Sans se dejó desvestir por su amante, le gustaba eso, sentirse tocado y maniobrado por Edge, todo el contacto que recibía de él era bienvenido, además una vez que la ropa estuvo fuera del camino el olor natural del pequeño fluyó por todo el cuarto y seguramente en el resto de la casa, ese delicado y fresco aroma a menta que hacía sentir al más alto como en un claro del bosque; por lo que Edge supo que Sans estaba listo para tomar la pastilla de control, esta decisión la tomaron entre ambos así que ambos tomaron un anticonceptivo para mayor eficacia.
Una vez que ambos no tenían una sola prenda sobre sus huesos y de que las prevenciones necesarias fueron tomadas, Edge cargó a Sans y lo colocó en la cama recostandolo boca abajo, dándole la libertad de poder aparearse con él y de paso hacer algo de lo que estaba bastante ansioso desde hacía algún tiempo... marcarlo.
-Última oportunidad de retractarse~~-  si Sans no estaba convencido de dar el último paso Edge estaba dispuesto a rendirse ante sus deseos, nunca le quitaría la oportunidad de decidir por sí mismo.
-Estoy decidido, continua por favor.
Bien, eso era lo único que necesitaba saber, así que con cuidado se colocó sobre él y empezó frotando su mejilla con la del más bajo, dándole a saber el cariño que sentía, pequeñas caricias cargadas de gentileza, pues lo que seguía no era tan dulce pero si deseable para una pareja que estaba segura de mantenerse unida. Luego Edge bajó a las vértebras cervicales de Sans y comenzó a clavar sus diente poco a poco hasta que estuvo seguro que la mordida dejaría marca en los huesos, mientras lo hacía se enfoca en dirigir su magia en esa zona para que sanara y no dañara la salud del pequeño.
Por su parte el esqueleto de magia azul estaba jadeando sin control, todo su uerpo se sentía estimulado con solo sentir el calor de los huesos de Edge sobre él, y cuando esos afilados dientes se clavaron en su cuello no pudo reprimir el gemido que salió de su boca, mientras la mordida duró no dejó de moverse buscando más estimulación pero su compañero lo tenía totalmente sometido, hasta que sintió como la presión en su cuello se disipaba lentamente.
Listo, con eso la marca de la magia roja de Edge quedó para siempre impregnada en el cuello de la ex-lamia, su relación estaba completamente consumada, este era un comportamiento demasiado primitivo, pero todos los monstruos estaba sometidos al mismo deseo de mostrar la estrecha relación con su pareja.
-Hora de corromperte un poco más Sans- con esas palabras dichas el pequeño sintió un escalofrío pasar por todo su cuerpo, liberando más su olor intoxicando a su amante con el.
-No espero menos de ti, mi temible señor Kunstler.
Muy bien, este era ahora un juego de dos...
...
La noche volvió a caer sobre la faz de la tierra y la brillante Luz de la luna llena inundaba el cuarto de Edge mientras este seguía embistiendo lentamente a Sans quizá por última vez en el día, el primer celo de este como un esqueleto fue intenso incluso para Edge que tenía más estamina pero esta era su última ronda y ambos estaban listos para terminar con este asunto.
-Eeedgeee~~ ya no puedo más, estoy... estoy demasiado cerca.... aaahhh~~
Eso fue suficiente para hacer que ambos llegaran al orgasmo finalmente; cansados y envueltos en el cargado aire de la habitación ambos jadeaban para poder recuperar el aliento, el más alto se recostó de lado y acercó a Sans a su pecho para rodearlo con sus brazos, este por su parte tenía los ojos casi cerrados por el agotamiento pero también logró abrazar a su amante con la poca fuerza que aún le quedaba.
-¿Estas bien Sans?
-Cansado, pero complacido, es extraño todo esto para mi, nunca había saciado mi celo de forma tan rápida.
Sin un compañero este estado podía prolongarse por días incluso volviéndose algo doloroso pero con alguien dispuesto a ayudar el proceso se aceleraba bastante.
Edge se acomodó un poco y por entre las costillas de su pequeño amante pudo ver su alma brillar... cada vez que lograba verla le dolía ver la cicatriz que quedó en ella debido en parte por el trauma de haber sido atacado y también por la tristeza de haberlo creído en una relación con otra persona, un recordatorio constante de la fragilidad del monstruo entre sus brazos.
-¿Aún te duele?... me refiero a tu alma, ¿realmente te sientes bien?
-Estoy bien- llevó entonces una mano sobre su esternón y la dejó ahí pensando en todo lo que había vivido a lo largo de años en los que Edge estuvo en su vida, tantos momentos bellos y también tantos amargos, pero al final a pesar de todo se sentía más completo y feliz que nunca- no cambiaría nada de lo que he vivido a tu lado, ni siquiera mi cicatriz, es parte de nuestra historia y así me gusta.
Edge acarició la mejilla de Sans con su pulgar y lo vio comenzar a quedarse dormido con el suave movimiento, esto era todo lo que necesitaba, todo su mundo estaba aquí al alcance sus manos, así que simplemente depositó un beso en la frente de este y cubrió sus cerpos con la sabana, el futuro cualquiera que fuere estaba preparado y dispuesto para enfrentarlo con ayuda del amor más sincero que pudo encontrar, el amor de una Lamia convertida en Caminante.
FIN.
Muy bien chicos, aquí está el prometido y ansiado final de ADL, espero que les guste y aunque no lo crean yo cumplí, publique en wattpad el 30 de diciembre, así que si lo terminé antes de fin de año, solo que aqui me atrasé porque tenía muchas cosas que hacer, en fin aqui lo tienen y ahora esperar más sorpresas.
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neptunebox · 4 years ago
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La sensación de libertad coqueteó con él cuando se entregó a la lluvia veraniega, que no alcanzaba a darle frío sino que funcionaba apenas como consuelo a las 12hs de puro fuego y calor en las que había estado enrollado. Cerrar los ojos se transformó en poder revivir momentos de su día. Pudo volver a ver en el telón de sus párpados las llamaradas de fuego que lo llevaron a la victoria; también el humo negro que anticipó, con el cual salvó la vida del equipo. La suave borrachera que pasaba desapercibida por Lizzie pero no para el vaivén que sintió en la oscuridad de sus ojos, lo meció. Así fue capaz de sentir nuevamente el abrazo de su padre al felicitarlo al paso que espiaba a Lizzie y la veía sonreírle con orgullo. Eso sólo consiguió replicar la sensación en su pecho y generarle la urgencia de abrir los ojos, encontrándose con la realidad. La débil lluvia le había humedecido el cabello y la camisa, de la cual pronto desprendió los dos primeros botones. Giró entonces en busca de la rubia, viéndola subir los últimos escalones de la escalera de incendios. La terraza los recibía silenciosa, grisácea, con la luz tenue de los focos de la calle que apenas alcanzaban el sexto piso. Pero las luces de los atentos edificios, siendo fin de semana, hacían que pudieran verse sin esfuerzo a los ojos. 
La siguió con la mirada mientras él se arremangaba la camisa y la lluvia suave apenas le generaba cosquillas en la piel y cabello. Observó la ciudad frente a él y enseguida buscó el cielo de nuevo, viendo que poco a poco se abrían las nubes. ¿Lo hacían para su vida también? 
 —Gracias por venir —pudo decir por primera vez en la noche, en un tono tan íntimo como genuinamente agradecido. Con su cadera apenas dejó un golpe en el costado de Lizzie, tan suave como la lluvia, para que ella se meciera quizá cómo él sentía mecerse por el vino que habían tomado. Ian entonces bajó la cabeza para verla. Entornó los ojos con dulzura, observándole el perfil. Anticipó, de sólo mirarla, que esa noche sería diferente incluso para ellos. Como si quitarse el peso de su logro profesional lo empujase a liberarse de otras tensiones —. Ven aquí —dijo bajito e indicó con un movimiento de su dedo que acercase su mejilla a él —. Más cerca —le pidió, y en cuanto pudo sentir su perfume, Ian aguantó la respiración. Tuvo que cerrar los ojos con fuerza para controlar un impulso que probablemente no lo llevaría a ningún lado. Sus labios se engrosaron y dieron con la mejilla de ella para dejar ahí un beso. Aunque lejos de alejarse, le tomó un segundo para dejar otro en una distancia a su boca que resultó peligrosa, sin despegar en el camino la punta de la nariz de la piel de Lizzie —. Gracias —volvió a repetir esta vez con la voz ronca, tragando saliva al momento de separarse, poco a poco, casi como si estuviera midiendo cuánto le molestaba a ella tenerlo así de cerca. Aunque a la par lo hacía a tientas, con los ojos cerrados, casi sin querer verla en realidad aún cuando a la par fuese lo que más deseaba.
Pese al acelerado viaje, Elizabeth se las había arreglado para poder hacerlo, saltándose desde luego el avisarle a su hermano, pero tampoco lo creía demasiado elemental, después de todo sería un viaje rápido y rápido volvería.
Del modo en que le fue posible se las arreglo para manejar los nervios por el tiempo que le pareció eterno de la prueba, esto pese a que no había llegado desde el comienzo sino muchas horas después, la compañía de Ben así mismo le valió para dejar de morderse los dedos meñiques como hacia cada vez que estaba nerviosa o algo le quitaba la calma, sin embargo no fue sino hasta verlo salir y después de dar un salto a sus brazos sin calcular lo cansado que pudiera estar que Lizzie volvió a respirar profundo y con la calma de estar segura todo estaba en orden. 
No dudo en insistir salir a cenar aun en compañía del padre del bombero, misma cena que le dio la excusa para volver al departamento a arreglarse y envolver el peluche dentro de un trozo de tela de buen tamaño casi de una almohada con la temática de bomberos. Mismo que dejo en la cama del muchacho al aprovechar que este se encontraba en la sala con su padre a quienes sin duda les tomo muchísimo menos tiempo el estar listos. 
La cena le pareció tan amena que sintió duro lo mismo que un parpadeo, casi como si apenas hubieran llegado y al abrir los ojos ya se encontraran a solas en el ultimo piso del edificio, ella como siempre, ya descalza y agradeciendo que la oscuridad ya hubiera enfriado tanto la escalera por la que subió como el suelo bajo los pies en que ahora caminaba y sobre el cual reía ante la conducta de Ian al llenarle de besos. 
—Nunca, nunca, nunca me lo perdería— aseguro con una amplia sonrisa al apenas abrir los ojos tras los besos, alcanzando a atraparle un par de dedos con los propios para que no se alejara demasiado, sintiéndose ella misma ligeramente adormecida por el alcohol cuando no era común que bebiera. —Y dime— carraspeo para girarse y buscar su segunda mano, atrapándola de igual modo, entrelazando no mas de dos o tres dedos con los mas anchos. —¿qué se siente cumplir tus sueños? — la sonrisa de orgullo e ilusión se comió sus mejillas observándolo antes de alzar la mirada al firmamento, como si agradeciera a todas las estrellas a quien les había pedido ese deseo. —Espero que ahora me creas cuando te digo que puedes alcanzar el mismo universo si en realidad lo quieres— sentencio con seriedad, rompiendo el gesto para sacudir la cabeza y soltar una risilla, después de todo, nadie quería un sermón el día mas importante de su vida.
La pregunta de Lizzie no obtuvo más respuesta que la de un encogimiento de hombros por parte del muchacho, que observó de nuevo al cielo, queriendo encontrar la respuesta entre las nubes. Le parecía ilusorio. Nunca hubiera creído haber llegado hasta ahí. Ahora el problema sería sostenerlo. 
El comportamiento de Benjamin también lo había dejado desorientado. Sabía que con la gente solía ser bueno, pero era bastante menos sensible que Ian, mucho menos inteligente emocionalmente, a veces en demasía irónico, pero con la presencia de Lizzie se había comportado. Había algo en los ojos de su hijo que no le permitió siquiera arriesgarse a decir algo border en su presencia. Podía notar que su hijo sentía algo especial por la rubia, y le hizo ilusión la posibilidad de que Ian estuviese con alguien tan dulce como Elizabeth. Pero no le tenía mucha fé. 
 Sentir los dedos de Lizzie agarrar los suyos sólo le produjo electricidad en conjunto a su última frase. Con algo de pesar en la sonrisa ladeada que estiró sus labios, Ian suspiró antes de hablar. 
 —A veces no importa cuánto querramos algo. A veces simplemente no pasa, por más que seas capaz. Hay otros factores dando vueltas —una pesada y sigilosa angustia se posó sobre su pecho tras decir eso. Intentó aniquilarla tragando el exceso de saliva en su boca, pero únicamente unos minutos en silencio pudieron hacerla invisible en su voz —. Otra gente, otros corazones, otras conexiones. Otros ritmos, otros momentos —enumeró, bajando su mentón paralelo al suelo para sólo entonces espiarla de reojo —. A veces la vida te da un microsegundo para reaccionar, y si no lo haces en ese instante… La posibilidad de que se te vuelva a presentar es ridícula e injustamente ínfima —sus recuerdos lo llevaron a Los Ángeles. Si tan sólo no hubiera barrido todo bajo la alfombra… Si tan sólo hubiera reaccionado y hubiera sido valiente… Ahora serlo sólo significaba ser irrespetuoso, tanto con ella como lo que tenía con Finn. Sin embargo, uno de sus dedos alcanzó un mechón dorado de Lizzie, y se lo llevó tras la oreja con lentitud —. A veces sólo tienes que hacerte la idea de que algunas cosas nunca sucederán. Pero —sintió cómo su voz se estranguló, así que estiró una forzada sonrisa en reclamo a verse o escucharse débil — es muy difícil resignarse, y dejar de decidir anhelar que ese pequeño instante aparezca de vuelta —sus dientes fueron en busca del interior de sus mejillas para morderlas cada vez más fuerte. Sentía que sus ojos amenazaban con llenarse de lágrimas, y no se lo permitiría. Era suficiente con la sutil tristeza pintarrajeándole partes de su rostro en forma de pequeñas arrugas en su entrecejo —. ¿Recuerdas la última vez que fuimos a cenar? —le preguntó, hablando tan bajo que apenas él pudo escucharse. La miró a los ojos después de divagar su vista en diferentes puntos del perfil de Lizzie y su cabello. Buscó con su mirada la de ella, incisivamente, como procurando encontrar sólo una señal, una pequeña, que le diera aunque fuera una mínima esperanza en ese hablar sin hablar —. Que te dije que a veces quieres amordazar a tu corazón de tanto que quiere hablar —le recordó, meneando apenas con su cabeza —. Así se siente querer algo que sabes, probablemente, nunca tendrás. Por más que lo quieras, que lo extrañes cuando no está. Por más que estés dispuesto a dar todo lo bueno que tienes de tí —soltó, y sus ojos se cerraron por un momento antes de girar la cabeza de nuevo al frente. Internamente, se detestó por hablar de más — . Pero al mismo tiempo dejarlo que hable, un poco, es un consuelo a tanto ruido dentro. Y la posibilidad de que ese microsegundo se presente de nuevo. El "no" ya lo tienes —reflexionó, más para sí que otra cosa.
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btscenarios-espanol · 7 years ago
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"¿Puedo besarte?” – parte 2
NOTA DESDE EL FUTURO: Este escenario es de los primeros que subimos al blog. El formato es totalmente distinto a los actuales.
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BY R:
Para leer la primera parte, da click AQUÍ.
Durante toda la tarde, las actividades programadas me permitieron olvidar por unas horas todo lo que había pasado, pero cuando llegó la hora del descanso y seguidamente de la cena me fue imposible aplacar los recuerdos. 
Recordar que estuve con Jungkook en una situación en la que jamás me había visto resultaba chocante, y me vi sorprendida de mí misma al reconocer que finalmente no me hubiera resistido al beso de no ser porque Emily apareció. 
¿Y si mis sentimientos hacia Jungkook estaban cambiando? ¿Y si sus sentimientos hacia mí también habían cambiado?
Ya no podía verlo más como un enemigo, por mucho que lo intentara… Durante la tregua él se ha comportado conmigo como nunca imaginé que lo haría: amigable, cercano, incluso podría decir cariñoso. Pero lo de esta mañana definitivamente no lo esperaba.
Durante la cena evité cruzarme tanto con él como con Logan. Resultó fácil evitar al segundo nombrado, ya que el grupo de los ingleses se había ido a la ciudad a cenar en vez de quedarse en el campamento; pero con Jungkook... lo tenía unas mesas delante y me era imposible no mirar de vez en cuando en esa dirección y, en alguna ocasión vi que él también miraba hacia mi mesa.
Al final Emily no me hizo el interrogatorio al entrar en las cabañas, estaba ocupada pensando en su amor por Seokjin y hablando de ello con Sophie. Yo me escabullí con mi cámara para así poder despejar un poco mi mente.
La hoguera todavía estaba un poco prendida y en uno de los troncos donde nos sentábamos había una guitarra apoyada, a la intemperie. Fotografié la guitarra con la breve iluminación de la hoguera. Sí,, había salido una bonita foto…
- ____.- Escuché detrás de mí. No pude evitar estremecerme y ponerme igual de nerviosa que esta mañana.
Me giré y ahí estaba él. Volví a girarme y puse rumbo a mi cabaña. Sabía que no podría evitarlo toda la vida, pero todavía no podía hablar con él. Algo como… vergüenza y miedo me asaltaba ahora cada vez que él estaba alrededor.
- ¿Piensas huír cada vez que me acerque a ti? -preguntó siguiendo mis pasos. Me paré y él llegó a ponerse frente a mí. - ¿Y? -preguntó esperando mi respuesta.
- No… - no podía mirarlo a los ojos. - Ahora no, Jungkook...
- ¿Ahora no qué? -no dije nada e intenté escabullirme, pero él me tomó el brazo.- Mírame a los ojos.
Ni le miré ni dije nada. ¿Por qué no podía pegarle una patada e irme como otras veces había hecho?
- Te voy a hacer una pregunta. Sólo tienes que responder “Sí” o “No”.
Mientras miraba al suelo sentí como mis manos se helaban ante la espera de su pregunta.
- Si no hubiese aparecido Emily esta mañana ¿me habrías dejado besarte?
¿Por qué tenía que preguntarme eso? No podía preguntarme cosas normales tipo <<¿Crees que mañana hará calor o frío?>>. ¿Qué se supone que tenía que contestarle? ¿Que sí? ¿Que le habría dejado y que incluso deseaba que lo hiciera? ¿Y que también deseaba que lo hiciera ahora mismo?
- ¿Me habrías dejado besarte o no? -volvió a preguntar.
- No. -le miré a los ojos después de unos segundos para que mi respuesta sonara más contundente.- No, no te habría dejado, simplemente estaba esperando a empujarte en el último momento. Sabes que me encanta reírme de ti. -No se ni como lo hice pero también sonreí burlonamente, Mejor acabar con esto y volver a tenerlo como enemigo. Aunque mi excusa era realmente mala… en tensión no puedo pensar bien.
- ¿Sabes qué? -dijo él haciendo una mueca con una sonrisa burlona.- No te creo.
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Y dio un paso hacia mí cogiéndome de la cintura, como esta mañana... ¿Por qué hacía eso? Así  no podía  huir.
- ¿Y sabes también otra cosa? -dijo levantando mi barbilla.- Te voy a besar y esta vez no te voy a preguntar si puedo.
- ¡NO! -conseguí gritar antes de que sus labios se estamparan contra los míos.
Un brazo me apegaba a él mientras que la mano del otro me sujetaba la cabeza, de esa manera era imposible alejarme. Yo puse mis manos en su cuello sin saber qué hacer. Al principio todo era muy confuso, sus labios se movían rápidamente y yo no supe reaccionar, hasta que me dejé llevar.
Él comenzó a besarme más lento y yo pude seguir el ritmo. Lo que al principio era una catástrofe pasó a transformarse en un beso tierno.
El corazón lo sentía en las sienes y las piernas parecían gelatina, pero el agarre de Jungkook me mantenía de pie.
Pasé mis manos por su cabeza, sintiendo su cabello entre mis dedos. Él gimió… ¿o fui yo?  No era consciente de nada, pero se podría decir que sí, estaba disfrutando.
Tuve la necesidad de separarme un momento porque sentía que me faltaba aire y él también se separó. Nos miramos a los ojos mientras escuchábamos nuestras respiraciones entrecortadas.
- Para ser tu primer beso dejame decirte que no has estado nada mal… -dijo después de unos segundos, sonriendo.
- ¿Y quién te ha dicho a ti que éste es mi primer beso?
Extrañamente, ahora me sentía más cómoda y la vergüenza que había sentido durante toda la tarde se había ido. Él se limitó a sonreír y acarició mis labios.
- Emm… -conseguí recoger valor e intentar poner la distancia que antes no había logrado, intentando despegar sus brazos de mi alrededor.
- Qué, qué… -dijo mientras entrelazaba sus manos detrás de mi espalda y sonreía. Su mirada expresaba algo que no sabría descifrar bien qué era...- No pretenderás irte.
- Esa era mi intención desde que apareciste... - dije mientras continuaba sin éxito quitarme sus brazos de alrededor. Él soltó una carcajada.
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- Eres preciosa… -dijo de repente. Dejé de forcejear y le miré a los ojos. Él continuaba con esa sonrisa tan tierna en el rostro y me acarició el pelo. ¿Y qué es lo que hago yo cuando me dice algo como eso? Me pongo ROJA. Claro que sí, ____.
- Ay… - me quejé escondiendo mi rostro en su pecho- ¿Por qué? -digo dramáticamente.
- ¿Por qué que? -Jungkook se reía y me apretujó más contra él abrazándome.
- Lo haces para reírte de mí ¿verdad?
Sabía que no era así, pero mis defensas estaban bajas y necesitaba defenderme de… no sé exáctamente de qué.
- Seguro que ahora salen tus amigos para… no sé. Esto seguro que es parte de alguno de vuestros juegos raros.-dije aún abrazada a él.
Sin esperarlo me cogió en brazos y se adentró un poco en el bosque, donde apenas se podía ver nada, simplemente el resplandor de las cabañas a unos metros.
- ¿A dónde me llevas? -pregunté asustada. En ese momento estaba reconsiderando si realmente era una broma todo esto. -Bájame. Jeon Jungkook, bájame ahora mismo.
Me bajó de golpe y no me dio tiempo a decir nada más porque volvió a besarme. Me dejé llevar nuevamente y puse mis brazos alrededor de su cuello. Él me levantó e hizo que enganchase mis piernas alrededor de su cintura. Me sentí viva y a la vez aterrorizada. Estaba experimentando nuevas emociones y me daba miedo continuar experimentando.
- Jungkook. -dije cuando él estaba ocupado besándome el cuello.
- Qué bien hueles… - dijo contra mi piel, haciéndome cosquillas.
- Para. - Mi voz salió potente y él paró. Me bajó y se apoyó en un árbol que había al lado y me acercó nuevamente a él.
- Perdón… -me acarició el pelo.- perdón, me he dejado llevar. Es solo que… no me puedo creer que por fin… -se quedó callado y sonrió.
- ¿Que por fin qué? -insté. Él tomó aire y se ordenó el pelo que yo había despeinado.
- No puedo creer que por fin haya conseguido besarte.
Lo miré incrédula y no pude evitar soltar una breve risa. Él parecía estar hablando enserio así que yo también me puse seria.
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- ¿Por qué dices eso? -él se tomó un momento antes de contestar.
- Porque desde hace un tiempo siento… algo. -al ver que yo no reaccionaba, él intentó explicarse mejor.- Sí, es decir, siento algo por ti que no se lo que es y… Dios, esto es más difícil de lo que había imaginado.- esto último lo dijo para sí mismo. - ___, creo que estoy enamorado de ti. Y sé que es imposible de creer, porque te he hecho la vida infierno y es normal que me odies… ¡Yo también te odiaba! Hasta que… no se, no se cuando mis sentimientos empezaron a cambiar, sólo sé que ahora estoy enamorado de ti y...
Iba a seguir hablando, pero mientras lo escuchaba un subidón de alegría me llenó por dentro y me lancé a besarlo cortando su discurso.
Quién lo diría. Mi primer beso… con Jungkook. Lo peor era que me encantaba.
- Bueno, ya Jungkook, se acabó. Vamos a las cabañas ya, que puede que nos estén buscando.
Llevábamos ya un buen rato sentados en una roca en el claro del bosque  y yo estaba preocupada por si alguien nos veía.
- Cállate y besáme.- dijo Jungkook volviéndome a besar.
- ¡No! - le tapé la cara con mis manos  riendome.- ¿Cómo te atreves a soltar esa frase tan cursi? Vamos.
Mis esfuerzos por levantarme eran nulos y comenzaba a ponerme nerviosa.
- ¡Kookie, que me sueltes ya!
- ¿Cómo te voy a soltar cuando me acabas de llamar Kookie?
- Que me sueltes.
- No.
- ¿A que comienzo a gritar? -él se rió.
- No creo que te atrevas. -esta vez me reí yo.
- ¡¡¡SOCORR…!!!
El muy estúpido me tapó la boca de golpe sin yo esperarlo, lo que produjo que perdiera el equilibrio y cayera hacia atrás con él encima mío.
- Si gritas y nos pillan nos matan. Lo sabías ¿no? -dijo Jungkook sin quitarme las manos de la boca.
Yo comencé a hablar, aunque claro, no se me entendía nada con sus manos impidiendo que mi voz saliese. El rió y las quitó, y aproveché ese momento para volver a gritar y esta vez lo que impidió mi demanda de auxilio fue su boca.
- Me pasaría toda la noche besándote…- dijo tras un corto beso.
<<Yo también>> pensé.
- Eh, sí, bueno… estamos tumbados en medio del campo y… me da asquete el suelo ¡a saber qué bicho habrá debajo de mí! Levántate, anda.
Junkook se levantó resoplando y me tendió la mano para ayudarme a mí.
- Y ahora, vámonos ya.
Me sacudí el pelo lleno de hojas y cogí su mano para arrastrarlo hacia el campamento. Él resoplaba como un niño pequeño, pero se dejó llevar. Cuando llegamos a donde había estado antes la hoguera encendida nos paramos.
- Bueno… me voy para mi cabaña ya. Buenas noches. -le solté la mano y me fui directa a mi cabaña. Pero antes de abrir la puerta Jungkook apareció por detrás y me hizo girar.
- ¿Qué va a pasar mañana? -preguntó mirándome con tristeza.
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Realmente no sabía qué era lo que iba a pasar, ni siquiera sabía lo que acababa de pasar hacía unos minutos. No sabía nada. Así que lo miré y le acaricié la mejilla.
- Si te soy sincera, no tengo ni idea. -y le sonreí, pero no recibí una sonrisa por su parte.
- Yo te he dicho que estoy enamorado de ti. - ahora fue él quien me acarició a mi la mejilla.- No espero que me digas que tú también lo estás, pero… no sé qué es lo que tú sientes por mí.
Resoplé y lo miré. Juro que en ese momento no sabía ni mi nombre. Mi cabeza era todo un completo y complejo lío. No supe qué responder así que lo besé de nuevo, con ternura, acariciando su pelo y su nuca y luego su cuello. Él me devolvía las caricias con la misma delicadeza.
Este beso era el que más estaba disfrutado de todos los que nos habíamos dado esa noche. Me separé de él aún con los ojos cerrados y junté nuestras frentes.
- No sé lo que siento por ti, Jungkook.- dije sin dejar de acariciar su pelo.- pero quiero descubrirlo.
Kookie levantó la cabeza y me miró sonriente, y yo sonreí de vuelta.
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- Bueno, ya vamos a dormir, que es muy tarde. -dije soltándole.
- Sí…- dijo Jungkook, más bien como queja, echándose para atrás, de manera que yo pude por fin abrir la puerta.- Hasta mañana.- Dijo alejándose mientras sacudía la mano en el aire.
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Y al fin cerré la puerta de la cabaña tras de mí. Las luces estaban ya apagadas, o sea que las chicas estarían ya durmiendo. Decidí aprovechar ese momento de soledad para pensar.
¿Qué
acababa
de
ocurrir?
No me creía todavía que la mejor hora de mi vida hubiese sido besándome con Jungkook. Cerré los ojos y recordé lo que sentí cuando me besó al principio, enfrente de la hoguera. Fue extraño, pero me encantó. Y con este último beso… fue diferente, me sentí mejor: protegida y amada; y podría imaginar despedirme así todas las noches de él.
Luego recordé lo que me dijo: que estaba enamorado de mí y que hacía tiempo que sentía eso…
¿Y si yo también estaba enamorada de él y no me había dado cuenta? El “odio” que sentía por él alomejor simplemente era amor reprimido. A una conclusión en claro llegué: Jungkook me gustaba, y mucho.
Finalmente dejé de darle vueltas a la cabeza y me fui a dormir, con la agradable sensación de sentir el olor de Kookie alrededor.
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losmerodeadores-blog1 · 7 years ago
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Capítulo 26: Bala negra.
Jayden subió a la arena acomodando sus lentes mientras miraba a Simon, quién estaba empuñando a Rachel. - Bueno... Sin presión - Susurró Jayden. - No te contengas, por favor. - Solicitó Simon. - ¿Estas seguro? Hizo que Blake se rindiera... - Advirtió Rachel. - No te preocupes, ¿Confías en mí? - Preguntó a su espada. - Sí, ganemos esto. - Jayden se posicionó junto a su Alabarda y Simon se dirigió a dar el primer golpe. Jayden bloqueándolo quedó cara a cara con su oponente. - ¡Dije que no te contengas...! - Simon pateó las piernas de Jayden haciendo que caiga al suelo y rápidamente tuvo que rodar hacia atrás para esquivar al sable que quedó insertado en el suelo. - Parece que vas muy enserio - Dijo Jayden levantándose. - No lo volveré a repetir... - Simon colocó su espada a la altura de su cabeza y esperó el ataque directo de Jayden. El espadachín esquivó las repetidas estocadas de su oponente, pero Jayden utilizó sus lentes acortando el largo del filo de Rachel para atacar el hombro de su rival. Rachel cambió de forma y creó su barrera aturdiendo al joven de lentes. Fue cuando Simon aprovechó para golpearlo repetidas veces en el estómago y patearlo lejos de su zona. Jayden tomó su arma y la mejoró con una mirada colocando ofensivamente. - Por fin - Comentó Simon. En pocos segundos ambos estaban cuerpo a cuerpo nuevamente, Jayden impedía que Simon bloquee sus ataques con su espada, por lo que no tenía más opción que esquivarlos. Jayden golpeó las piernas de Simon dejándolo caer, pero apenas la espada del técnico tocó en suelo, éste se reincorporó pateando los lentes de su contrincante. - ¡Lo logramos! - Gritó Rachel. Simón la tomó del suelo. - No, aún no. - Respondió él. - Muy astuto. Así no podré manipular más armas - Jayden mostró una leve sonrisa. - ¿Enserio no traes otro par en tus bolsillos? - Preguntó Simon, me sorprende de ti. - Un ligero despiste... - - Púes ahora ganaré por tu insignificante error. - Los 2 volvieron a impactar sus armas, sólo que ahora Rachel a cambiar de forma, con su barrera detuvo el ataque de Jayden, dándole tiempo a su compañero de atacar por los laterales. Él chico quedó en el borde de la plataforma y sus lentes quebrados no permitían que viera con claridad. Una silueta de acercó corriendo hacia él, por lo que decidió recibir el ataque cubriéndose con sus brazos, pero la silueta creo una barrera empujándolo fuera. - No puedo creerlo... - Dijo en el suelo. - Creíste que nuestro objetivo era que dejaras de manipular las armas, cuando en realidad sólo queríamos afectar tu visión. - De verdad que estas ciego... - Comentó Rachel mientras la tableta indicaba que estos dos habían logrado llegar a la final. - Muy bien jugado chicos - Dijo Jayden tomando la mano de Rachel para levantarse. - Ahora vendrá algo emocionante... - Susurró Simon. - ¿Dijiste algo? - Preguntó Rachel - No, nada... - Simon no podía evitar mirar a Jennifer subiendo a la plataforma. Una vez llegaron a las gradas la tableta dio los nombres de las semifinalistas. Jennifer Daeusser  contra Blair y Raven. -Sólo quiero decir... Que no tengo nada encontrar de ustedes - Comentó Jennifer hacia las muchachas. - No te pareces en nada a tu hermano. - Afirmó Raven. - No entiendo cómo ella puede ser hermana de Blake. - Dijo Simon. -  A mí no me veas, yo tampoco lo sabía - Replicó Rachel. - Tienes razón... Blake y yo somos muy distintos. Pero tenemos algo en común. -¿Qué cosa? - Preguntó Blair. El ruido de la bocina dio inicio al encuentro y Jennifer se lanzó rápidamente hacia la bruja. - ¡Ambos somos igual de egocéntricos a la hora de pelear! - Blair cambió de forma interceptando en ataque de la lancera. - Eso no es cierto, él se rindió en su último encuentro contra un estudiante de nuestro instituto. - Contestó Raven forcejeando. - Sólo porque podrá obtener algún beneficio de su amigo, no porque haya querido ceder la victoria porque sí. - Jennifer alzó su lanza haciendo que la guadaña de Raven quedara en el aire. La bruja creó un muro transparente de color violeta frente a ella y saltó para tomar su arma, intentando golpear la espalda de su rival. Jennifer bloquea el ataque. - Es difícil pelear contra una bruja teniendo un arma como esta - Pensó Jennifer. Ambas retrocedieron unos pasos. La lancera tomó la punta de su arma y esta se dividió en 4 partes, cómo si fuera una garra. - Eso no lo vimos contra Wyatt y Trish - Comentó Raven. - Es igual... Sólo tiene más agarre por si intentamos que caiga - Informa Blair intentando calmar a su amiga. - Ahora voy enserio... - Jennifer intentó agarrar a la bruja con su garra de plata, pero esta se hundió en el suelo por haber creado un portal, del cual salió por detrás de su oponente. Raven cambió sus ojos y con un golpe separó a la técnica de su arma. Con unas cadenas la tomó de las piernas dejándola con la cabeza hacia el suelo, pero Jennifer atrajo con lo que parecía un imán debajo de su manga su lanza, golpeándolo el rostro de la híbrida. - ¿Estas bien? - Preguntó Blair. - Sí, no me esperaba ese golpe - Dijo reincorporándose. - No me subestimes - Advirtió Jennifer. - No lo hacíamos - Respondió Blair volviendo a su forma humana. Esta saco sus uñas. - Lo mismo que en Los Ángeles - Dijo por lo bajo la bruja, Blair sonrió y corrió hasta su oponente, dejando a su compañera detrás. Raven abrió un portal en el suelo haciendo que Blair se hundiera para reaparecer encima de Jennifer enredándola con sus piernas e inmovilizando la lanza en forma de garra con sus uñas. Raven se acercó corriendo y tomó la mano de su compañera quién volviendo a su forma de arma dejó abierta la chance de que Jennifer atacara. Ambas técnicas alcanzaron el cuerpo de la otra, pero Raven poseía un filo fe guadaña mientras que Jennifer sólo tenia una garra agarrando el cuello de su contrincante. La lancera cayó al suelo desprendiendo sangre de su estómago por lo que Blair rápidamente la tomó en sus brazos y la apoyó en el suelo, fuera de la plataforma. Verónica la atendió de inmediato mientras que la tableta mostraba a las últimas 2 finalistas que combatirían contra Rachel y Simon. - ¿Ahora no sabrás a quién apoyar o me equivoco? - Preguntó Trish a Scarlett. - Ay, no digas eso... - Scarlett miraba como su hermano subía a la plataforma. - Cualquiera de las parejas que gane está bien - Comentó Jayden. - Ya derrotamos a todos los estudiantes de la academia, ¿Qué mejor que eso? - Insinuó Wyatt. - ¿Se imaginaron que pasaría esto? - Preguntó Blair. - Sinceramente, sí - Respondió Simon. Rachel lo miró asombrado. - No juegues... - Comentó Raven. - No, ¿Quién más que nosotros para demostrarles a todos que los alumnos del instituto son mejores que los de una academia? - Blair y Raven se miraron. - No interesa quién gane, ¿Verdad? - Dijeron simultáneamente. - Supongo que no - Contestó Simon y la bocina sonó. Ambas armas cambiaron de forma. - No se contengan - Dijo Raven. - Lo mismo digo... - Respondió Simon. La guadaña se cubrió de rojo mientras que los ojos de su técnica violetas. El chico vio los portales alrededor de él, pero antes de que las chicas hagan su movimiento, éste entró a uno de ellos atacando su espalda. - Diablos, es rápido. - Dijo Raven sosteniendo su hombro. - No olvides que él entrena junto a Wyatt - Comentó Blair. - ¿Sus movimientos serán similares? - Preguntó la bruja. - Eso espero... - Simon lanzó a Rachel hacia los pies de Raven y la espada volviendo a su forma humana creó una barrera que impulso a la bruja separándola de su guadaña. Una vez en aire Simon saltó hacia ella golpeándola repetidas veces mientras que Rachel se dirigía hacia Blair. La guadaña cambió su apariencia. Ambas forcejearon por unos segundos hasta que las uñas de Blair las separó. Simon dejó que Raven caiga al suelo, pero una vez abajo la pateó hasta su compañera. Rachel dio un salto hacia atrás volviendo a la mano de su técnico haciendo que Raven y Blair impactaran. - Esto no puede estae pasando... - Comentó Scarlett. - Es tu hermano, ¿Qué esperabas? - Respondió Jayden. - Aún no terminó el encuentro chicos - Replicó Trish. - Es cierto, Raven y Blair tiene muchos trucos bajo la manga - Afirmó emocionad Wyatt. - Sólo espero que no se destrocen entre ellos - Dijo preocupada la bruja. El collar de Raven comenzó a brillar y esta con su guadaña en mano abrió una grita en el aire sacando de allí 5 cadenas del mismo color. - No dejes que te toquen - Advirtió Rachel. Simon no despegó los pies del suelo y esquivo la primer cadena, la segunda la golpeó con su espada y la tercera decidió evadirla arrastrándose por el suelo. - ¡Te tengo! - Dijo Raven. La cuarta cadena sujetó el pié del joven, pero este la cortó con su espada. La bruja lanzó hacia él su guadaña, que en el aire cambió de forma apuntando sus uñas, hacia el pecho de Simon, pero Rachel bloqueó el ataque con su barrera. Blair retrocedió aún en forma humana, pero Rachel volvió a su forma de arma. Raven y su compañera corrieron hacia los laterales del espadachín encerrándolo. - Primero a Raven - Susurró Rachel. Simon lanzó su espada hacia la bruja y dio una patada al suelo pisando a Blair. Esta logró cortar el brazo del chico, pero este la pateó hacia el suelo. Raven tuvo que frenar para esquivar a la espada que quedó insertada en la plataforma. - Basta de juegos - Dijo Raven. Esta tomó con sus cadenas trozos de la plataforma y comenzó a arrojarlos hacia Simon mientras que creaba un portal en el suelo para que Blair volviera a su lado. Simon rodeó la plataforma esquivando los escombros que la bruja arrojó, tomando su espada del suelo. Ya lo suficientemente cerca éste dio una estocada en la espalda de Raven, pero Blair con sus uñas lo interceptó. Raven creó un muro violeta entre su compañera y Simon para distanciarse nuevamente. - Ambos son muy defensivos... - Comentó Scarlett. - ¿Qué quieres decir? - Preguntó Wyatt. - Que estarán así hasta que uno cometa un error o se canse. Lo que ocurra primero. - Todos no podían despegar la vista de la arena que ya se encontraba muy gastada por el encuentro. Ambos técnicos agitados tomaron sus armas y chocaron entre ellos quedando cara a cara. Simon tenía el filo de su espada del lado opuesto, por lo que si ganaba el forcejeo no cortaría a Raven. Blair se percató del detalle. - Deja de contenerte - Dijo la guadaña molesta. Simon sonrió y pateó las piernas de su rival, pero Raven cayendo al suelo creó un porta aparecieron encima de Simon cortando su remera. - ¿Qué estas haciendo? - Preguntó Rachel preocupada. - Estoy muy cansado... - Susurró. - A este paso... - Comentó Scarlett. Todos preguntaron simultáneamente. - A este paso ¿Qué? - Ganaran las chicas - La bruja se cruzó de brazos. - ¿No podían mostrar ese entusiasmo en Los Ángeles? - Pregunto irónicamente Raven. Simon sonrió de nuevo. - Lo siento... Es que no queríamos robarles el protagonismo. Simon se abalanzó de frente hacia la híbrida, pero esta creó un nuevo muro enfrente de ella. Simon forcejeó y comenzó a quebrarlos, por lo que Blair saltó el muro en forma humana cayendo sobre sus garras. Simon rompió el muro alcanzando a Raven haciendo que Blair quedara atrapada por sus uñas en la plataforma. Todo el público gimió asombrado.  Raven tenia la espada de Simon en su mano derecha desprendiendo sangre de la palma. Levantó su mano izquierda y Blair se transformó en guadaña. Raven alcanzó el mango de su arma y golpeó a Simon hacia fuera de la plataforma. - Ganaron... - Dijo Jayden. Todos los estudiantes y profesores aplaudieron a las ganadoras del torneo mientras estas bajaron de la plataforma destrozada. - Lo siento... - Susurró Simon. - ¡No, no te disculpes! - Reprochó Rachel. - Dimos una pelea increíble - Dijo sonriendo. - Deberías hacerle caso más seguido - Comentó Blair. - ¿Qué no siemore lo hago? - Pregunto con sarcasmo Simon mientras Raven le dio la mano para levantarlo del suelo. - Estuvieron increíbles - Dijo Raven. - Ustedes igual - Respondió Rachel. - ¡Felicitaciones! - Dijo Simon mientras los 4 se abrazaron. La puerta del estadio se abrió con una explosión. Una joven con el cabello blanco que emanaba un aura violeta se elevó junto a 3 personas más con túnicas y capuchas. - ¿Violet...? - Dijo Simon. Rachel lo miró anonadada. - Esto no puede ser - Pensó Scarlett. - ¡Todos salgan de aquí, corran! - Gritó desesperada mientras la bruja en el aire creaba un sello en el techo abriendo un inmenso portal de donde comenzaron a caer personas con ojos negros. - ¿Qué está ocurriendo? - Preguntó Blair confundida. - No lo sé - Respondió Raven. - No creo que sea parte de la ceremonia de premiaciones - Comentó Rachel. Wyatt y Trish junto con Jayden atravesaron un portal que creó Scarlett para llegar a su hermano. Una vez todos juntos la bruja ordenó. - Tienes que irte de aquí, Simon - - ¿Por qué? ¿Qué hace ella aquí? - La respuesta de su hermana se vio opacada por la inmensidad de gritos por parte del público. Quién era atacado por los sombríos secuaces de la bruja levitando. Los profesores comenzaron a evacuar el estadio. - ¡Vino a buscarte! - Gritó Scarlett, pero el grupo estaba siendo arrinconado por individuos de sangre negra. Jennifer, Sia y Blake comenzaron un ataque junto a sus compañeros de la academia para defender a los que estaban siendo evacuados del lugar. - Habrá que pelear - Dijo Simon. Las armas se transformaron y sin romper la ronda comenzaron a atacar. Uno de los individuos rodeó toda la estructura con un domo. Bloqueando todos los portales al exterior que se quisieran formar. - ¿No puedes sacarnos de aquí? - Preguntó Wyatt con su katana en mano. - No podemos crear portales fuera de aquí, pero... - Raven creó uno haciendo que tanto alumnos del instituto como de la academia se juntaran. - ¿Qué ocurre con sus portales? - Preguntó el profesor Raye a Scarlett. - Crearon un domo con magia. - Respondió. - ¿Se conocen? - Preguntó Simon. - Ella iba a trabajar como docente aquí. - Respondió. Simon miro a Scarlett. - Iba a contártelo... - Respondió ella. - Seguramente - Dijo en tono irónico. Las oleadas de enemigos no frenaban y el director junto a Verónica se retiraron del lugar sin aviso alguno. -¿Qué hacemos ahora? - Preguntó Blair. - Pelear - Dijo Jayden. Todos los estudiantes estaban atacando y defendiendo hasta que la bruja de cabello blanco creó una esfera en el aire, luego de cerrar su portal, y la lanzó hacia la multitud. - ¡Separense! - Gritó el profesor. La explosión provocó varios heridos y causó que el grupo se dividiera. Jayden estaba espalda con espalda junto a Blake al igual que Sia y Jennifer. Esta última miró a Simon preocupada. - Está muy agotada por su última pelea - Pensó él. Scarlett lo tomó del hombro para que no se vaya. - No puedes protegerla ahora. Estará bien. - Le susurró a su hermano. - Está bien. - Simon comenzó a defenderse de los ataques en masa de los lúgubres individuos al igual que el resto de sus compañeros. Wyatt estaba muy alejado del grupo y quedó arrinconado. Scarlett estaba junto a su hermano y Raven, pero el segundo sujeto con túnica lanzó una ráfaga de cuchillos hacia ellos. Raven logró bloquearlos con un muro de magia. - Bien hecho - Dijo Scarlett. - ¡Simon! - Gritó una muchacha entre la multitud de personas. - ¡¿Brenda?! - Gritó furioso. - ¿Qué diablos haces aquí? - Preguntó. - Sólo quería... Ver como era su mundo. No tenia idea de esto... - Dijo sollozando. - ¿Tú...? - Antes de que Simon terminara Rachel se transformó creando una barrera protegiéndolo de los ataques. - ¡Luego nos encargamos de ella! - Afirmó Rachel. Raven lanzó a Blair decapitando varios enemigos y esta cuando tocó el suelo volvió a su forma humana, sacando sus uñas una vez más. - ¡Ten cuidado! - Advirtió Raven a su mejor amiga. - ¡Tú también! - Contestó. La pelea parecía eterna y poco a poco los estudiantes de ambas instituciones comenzaron a caer poco a poco. Blake junto a Jayden crearon una enrome onda expansiva a su alrededor. Arrojando a varios enemigos fuera de los alumnos. - Esos 2 van a ser un problema... - Susurró la bruja en el aire. El tercer sujeto extendió sus mangas hasta ellos aprisionándolos mientras que Sia iba quedándose sin flechas. - ¡Oye! - Gritó Raven. - ¡Toma! - La bruja creó flechas artificiales de su color tan característico para que Jennifer pueda seguir a salvo. - Simon te agradecerá eso luego - Comentó Scarlett. - Sí, lo sé - Respondió sonriendo. Una cantidad considerable de enemigos rodearon a las brujas. Y estas estando de espaldas levantaron sus brazos creando una esfera violeta a su alrededor. El collar de Raven levitaba cerca de su pecho y estas expandieron la esfera inmovilizando a los portadores de la sangre negra. Simon tomó a Rachel y se dirigió hacia Wyatt quién estaba arrinconado hace varios minutos. - ¿Necesitas ayuda? - Preguntó Simon. - No juegues... - Respondió él técnico. - ¡Simon la chica! - Advirtió Trish. Brenda estaba por ser atravesado por una espada negra, pero Simon arrojó a Rachel hacia su posición atravesándole la cabeza al sombrío individuo. Rachel volvió a su forma humana y creó un portal encerrándose junto a Brenda. - No te separes de mí. - Ordenó seriamente. - Eso te costará... - Dijo la bruja mirando a Simon sin su arma. Los alumnos no podían salir de lugar y estaban todos amontonados lo diferentes lugares. - Debemos destruir el domo - Dijo la profesora Claire a Raye. - Lo sé... pero, ¿Cómo? - Preguntó desistiendo. - Raven se alejó de Scarlett protegiendo a un grupo de estudiantes rodeados. - Gracias Raven - Dijo Kaven con un tono débil. A la bruja le costaba mantener el muro de magia para protegerlos. Blair quiso ir en su ayuda, pero una ráfaga de cuchillos bloquearon su camino. - ¿Quiénes son los que rodean a la bruja? - Se pregunto mientras esquivaba los filosos cuchillos violetas. Wyatt forcejeaba contra un espadachín oscuro mientras Simon había quedado en el suelo por un golpe en su espalda. - Bien, ya fue suficiente de todo esto - La bruja sacó una pistola de color negra que apuntaba hacia el técnico. Todos mirando defendiendo a estudiantes, atrapados o luchando no podían socorrer al chico. La bruja disparó a Simon y el trayecto de la bala negra se dirigía hacia su estomago. El disparo creó un enorme eco, dejando a todos en silencio mirando hacia el objetivo de la bruja. Simon abrió los ojos para ver a Scarlett delante suya con un muro violeta agujereado por la bala. - ¿Scarlett...? - Dijo Simon mientras su hermana caía sobre sus piernas. La respiración comenzó a agitarse. - Por favor... Por favor... Aguanta hermanita. - Simon movía las manos aleatoriamente sin saber qué hacer. - Escuchame... - Susurró Scarlett. - ¡No, no hables! - Gritó Simon con lágrimas en los ojos. - No te atrevas... - Él chico agachó su cabeza contra la frente de su hermana. - Lo siento... Por todo... - - Basta. ¡Scarlett para! Te vas a poner bien... - Decía mientras las lágrimas caían al suelo. Todos miraban la escena, pero debían seguir en sus posiciones sin titubear. - Toma mi alma... - Susurró Scarlett. - ¿Qué dijiste? - Preguntó Simon limpiando sus ojos. - Quedatela y salva a tus amigos... - Scarlett comenzó a cerrar sus ojos. - ¡No, por favor! - Scarlett tomó la nuca de s hermano y susurró sus últimas palabras. - Encuentra a Seth... Por favor. - La bruja desplomó por completo su cuerpo creando un alma de coló violeta que iluminó todo el estadio. La pistola de Violet largaba humo del cañón. - Bueno, una molestia menos... - Dijo. La bruja dirigió a sus 3 secuaces y a ella mía hacia el portal que había creado dejando a los desquiciados y lunáticos portadores de la sangre negra en el estadio. Formando en el techo ya no un portal, si no un símbolo. Simon tomó el alma de color violeta y se lanzó con esta en su mano hacia donde estaba Rachel. La chica desvaneció la barrera y absorbió el alma. - Por favor... - Suplicó Simon. Rachel lo abrazo y este susurró. - Transformate. - Rachel cambió de forma, pero esta ya no era una simple espada, si no una sable de doble filo. Simon por su parte estaba rodeado por una electricidad de color azúl y sus ojos habían tomado el mismo color que su aura. Con una cara de rabia y odio sus lágrimas se secaron.
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xherointearsx · 7 years ago
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Mi nena. Desperté. Su espalda estaba descubierta, su cabello despeinado. Se notaba su respiración por el silencio que había en la habitación y en ese momento parecía ser que sólo eramos ella y yo en el universo. Estaba a mi lado en la cama, con el edredón cubriendo la mitad de su cuerpo y con su mano debajo de la almohada. Rodeé su cintura con uno de mis brazos, pensando que tal vez tenía frío y besé el espacio entre sus omóplatos con delicadeza, como si el simple tanto de mis labios fuera a despertarla. Besarle me traía tantos recuerdos. Pasaron muchas cosas ésta semana. *** Aquel día, mis manos temblaban al tomar el pincel y los trazos en el lienzo eran torpes, como si no supiera a dónde iban, ni dónde se ubicaban. Delante mío estaba la nueva modelo de ésta clase, era una nueva cada semana. En la clase de pintura y anatomía siempre se conocía a gente nueva porque las referencias no podían ser las mismas. Hasta ahora podrían haber pasado un millón de rostros, un millón de cuerpos de diferentes proporciones, diferentes estaturas, diferentes deformaciones. Pero ésta tenía algo especial, por alguna razón. Como artista o como yo en singular, sólo veía la belleza en algunas personas, pocas en realidad, pero nunca llamaban mi atención a un nivel romántico. Aquella chica, de rostro tímido y cuerpo chiquito logró con una simple pose y una sonrisa, atraer mi atención más allá de ser sólo mi tarea de ésta semana. El profesor pasó detrás de mí, mirando expectante lo que tenía hasta ahora, pero se detuvo y una risa salió de sus labios mientras continuaba con su recorrido sin dirigirme la mirada. "Nada aún." le escuché susurrar. No le entendí hasta que me di cuenta que en realidad, no había empezado. Bajé la mirada, de repente exaltada y sentí vergüenza mientras me reía por pensar que tal vez la chica se daría cuenta de que la estaba mirando, pero desde luego, mirarla era mi tarea hoy. Fue una clase agobiante, mis bocetos resultaron ser papeles arrugados porque no conseguía satisfacerme con mi trabajo, porque ella se me hizo difícil y tenía que parar cada vez que, por un descuido, ella me dirigía la mirada y me dejaba pasmada. Quería creer que lo hacía a propósito, que había visto en mí lo que yo en ella y que por eso no podía despegar la mirada de mí. Pero de seguro no era así. Al terminar la clase, ella tomó sus cosas e intentó irse de las primeras, pero la rutina no era así lamentablemente. Trabajaba con nosotros tan sólo una semana, pero el profesor creía que era un buen estímulo llegar a conocerla de todos modos después de observarla. Hizo que volviera a pararse en medio del círculo y yo no pude evitar volver a saciarme con tan sólo mirarla, era tan hermosa. Su voz, que no había escuchado aún y que tenía un divertido acento indicando que era de otro país, le añadió otro toque. Cada vez se me hacía más preciosa. La chica recitó su nombre, su edad, en que trabajaba o estudiaba y por qué había decidido ser nuestra modelo por una semana. En cuanto murmuró su nombre juro haber escuchado salir un suspiro de mis labios, bastante meloso la verdad, pero horriblemente cierto. "Sofía" había decidido ser nuestra modelo porque una de sus amigas se lo "recomendó". Alguna otra razón me hubiera gustado, pero estaba bien supuse. Se podía escuchar en su voz que se sentía intimidada, odiaba saber que ya quería irse. Sólo tenía una semana para poder intentar hablarle. Finalmente su tortura acabó cuando ya no había más preguntas por hacer, la rutina se había cumplido, pero antes de que pudiera acercarme para hablarle, Sofía ya había salido corriendo. *** La mañana siguiente arreglé mis cosas y fui a clases, me había mantenido toda la noche despierta por estar pensando en ella, en lo sedoso que lucía su cabello, en lo delicado que lucía su color de piel, como si fuera miel y leche combinados y como sus labios eran tan finos. Quería verla de nuevo. La clase fluyó como el día anterior, trazos tímidos que no lograban satisfacerme. Pero al final, guardé mis cosas e intenté salir de las primeras tal y como ella iba hacer. Aunque por desgracia, la conversación en el pasillo fue igual que las pinturas que hacía. Un desastre. - Sofía, ¿No? - Salió de mis labios, como si fuera la cosa más ingeniosa que pudiera decirle. No me sentía orgullosa de aquello, pero al menos había logrado hablarle. - Uhm...Sí. - Pasó de mi luego de eso, como si ya supiera que no iba a acabar bien. Pero tenía modales y tuvo que detenerse antes de escapar. - No sé tu nombre...- - Oh...Claro, cierto. Uhm, Ray.- Demasiados balbuceos, ya estaba apretando de frustración la carpeta con mis dibujos por ser incapaz de hablarle. - ¿Rey? - Se rió mientras bajaba la mirada a sus pies, su risa era linda. - ¿O Ray? Me quedé callada por unos segundos, ella esperaba porque dijera algo, me daba una oportunidad y yo no sabía qué decir. Aunque se me pasaron un montón de fraces por la cabeza, no podía decidirme por cual, hasta que ella me sacó del apuro. - Bueno, R-a-y...- Murmuró, se atrevió a apartar un mechón de cabello que cubría uno de mis ojos y sonrió. - Que largo tenes el cabello, me gusta.- Y se fue. Quedé sumida en un sueño paralizante, por lo que no me di cuenta que me había quedado parada en la misma posición por un buen rato y era la burla de la gente que pasaba por aquel pasillo, pero no me importaba. La imagen de sus labios se había quedado en mi cerebro para siempre, en la retina de mis ojos y ahora no podía dejar de pensar en ellos, me daba curiosidad saber qué sabor tenían. *** El tercer día, Sofía me saludó al entrar, exaltandome, era la primera en el salón y ella había llegado temprano ésta vez. Hacía una pintura cuando ella llegó, por lo que estaba concentrada y más balbuceos salieron de mi boca cuando la escuché venir de la nada, me ponía nerviosa. Se rió de mi de nuevo, pero se acercó hasta dónde yo estaba y se quedó a mi lado, para ver qué hacía. - ¿Qué es? - Preguntó. La imagen era bastante obvia, una mujer desnuda pintada con sólo colores cálidos. Pero era lindo que hiciera como si no supiera qué era. - Una mujer.- Susurré y la miré con una sonrisa, como si inspirara inocencia pura. - Se está tocando.- Respondió, aún seguía concentrada en la pintura, en ver cada uno de sus detalles, como si no quisiera perderse nada y mordió su labio inferior antes de mirarme. - Le gusta hacerlo.- Repetí, pude ver como una sonrisa se formaba en sus labios y se ensanchaba aún más conforme me miraba. - ¿Me enseñas a hacerlo? - Me preguntó. Sus mejillas se tornaron rosadas y una de sus risitas me hizo poner los vellos de punta. Lucia demasiado confiada, como si jugara conmigo para ver que tan nerviosa me podía poner. Pero intenté no demostrar lo mucho que lo estaba. - A dibujar como vos...- Prosiguió, por poco no salgo huyendo de la vergüenza, pero disimule como mejor sabía hacerlo en estás situaciones. - Me encantaría, tal vez si no salieras corriendo después de clases, podría enseñarte algo.- Noté que ella se había puesto nerviosa ahora y quise sonreír por mi triunfo, pero sólo aparté mi mirada de ella en cuanto asintió sin decir más, por suerte para las dos, el profesor llegó con una fila de aduladores detrás de él. La clase comenzaba. Según la rutina, el tercer día era "Body appreciation". Significaba que, según la confianza de la modelo, podría mostrar hasta donde ella quisiera si se sentía cómoda. De todas formas, los últimos días de la semana eran desnudos, por lo que éste paso era casi trascendental. Teníamos que explorar su anatomía un poco más. Para mala suerte de Sofía, su comodidad descendió a cero por tenerme en frente, saber que la miraba comenzaba a darle vergüenza, pero por el trabajo que necesitaba, aceptó y sólo cambió de posición. Tal vez no podía ver su rostro ahora, pero saber que la ponía nerviosa me hacía sonreír. Al terminar la clase, me ofrecí a ordenar por el profesor, así éste se iba rápido y sólo me dejaba con los otros chicos que se iban uno por uno cuando ordenaban sus cosas. Al final, cuando creía estar sola para poder seguir con mi pintura. Me sorprendió escuchar a Sofía detrás de mí, preguntándome si podía enseñarle. - No creí que de verdad te quedarías.- Le dije al voltearme, saqué un lienzo para ella sin pensarlo mucho y lo puse sobre el caballete que estaba a mí lado, esperando que Sofía se acercara. - Bueno, no quería perderme algo como esto.- Su acento era tan lindo, sin esos coros de fondo que la gente hacía no me dejaban apreciar su voz, pero ahora que estábamos solas, era divertido escucharla. Entonces le pedí que se acercara y lo hizo. *** La siguiente hora transcurrió más rápido para el gusto de las dos, intenté explicarle cómo empezar con los bocetos y que luego podía seguir con el material que ella quisiese y si quería le explicaba cómo sombrear. Por supuesto, yo era un desastre intentando explicarle, pero conseguía hacerla reír sin intentarlo mucho. Fue divertido, y ella no era tan mala como decía al principio. Pero se rindió y finalmente nos sentamos en el suelo para que Sofía viera mis dibujos, porque había visto que traía conmigo mi cuaderno y no dejó de insistir hasta que acepté mostrárselo. Era lindo como se tomaba su tiempo para ver cada uno de los detalles. Hasta que llegó a los que hacía sin pensar, anatomía femenina, hojas llenas de mujeres desnudas en diferentes posiciones. Su sonrisa se agrandó aún más. - Veo que te gusta dibujar éste tipo de cosas.- Murmuró, demasiado tranquila que me hizo estremecer. - Eh...Sí.- Fue lo único que atine a decir, me avergonzaba que los viera, pero tampoco podía quitarle el cuaderno ahora, sería demasiado infantil. - Es lo que hago mejor...- - ¿Estás esperando para poder dibujarme? - Preguntó a la vez que mordía su labio inferior y volvía hojear el cuaderno, no esperaba una respuesta y yo tampoco iba a dársela, por lo que sólo me reí al igual que ella y mordí mi labio nerviosamente. Sofía se quedó mirando unos de mis auto retratos, más "anatomía femenina". Creí que no se daría cuenta que aquella mujer en el dibujo era yo, pero luego de un rato de análisis, subió su mirada y al igual como si fuera una pintura, pasó su mirada por mi cuerpo, mientras me comparaba con el dibujo. Al final sonrió, otra vez, y me miró directamente a los ojos mientras se acercaba a mí, tal vez intentando ponerme nerviosa de nuevo. Lucía demasiado confiada y me cabreaba. - Ahora tengo curiosidad.- Y tan campante como era, volvió a mirarme de pies a cabeza, para luego devolverme el cuaderno y pararse. Yo sólo la miré, sin decir nada, porque me había dejado con demasiadas preguntas en la cabeza como para responderle. Pero al final me paré luego de ordenar mis cosas y al ver que ella se había quedado mirando lo que había hecho en el lienzo, aproveché para acercarme sutilmente a ella y susurrar cerca de su oreja. - Mi curiosidad se acaba mañana.- Y sentí su cuerpo tensarse al instante. - Cuarto día de la rutina.- Proseguí, pasando uno de mis brazos por su costado y tomando un pincel. Al pasarlo por el lienzo suspire contra su oreja, intentando no reír por lo nerviosa que Sofía se había puesto. - Desnudos..."La modelo puede usar utileria o seda para cubrirse, pero deberá mostrar su piel, es...Trascendental para el último día." - Musité las palabras del profesor que, por aquella rutina formada, ya sabía de memoria. Juro que pude sentir como se estremecía, pero me separé antes de llegar más lejos. Sofía me miraba con sus mejillas enrojecidas, avergonzada, pero lo que sucedió después pasó tan rápido que aun no sé si fue verdad. Ella se acercó rápidamente a mí, tomándome de la cintura y me apretó contra ella mientras juntaba nuestros labios de una forma ansiosa, como si lo hubiese estado deseando desde hace mucho tiempo. Podía sentir su lengua intentando capturar mi sabor y sus labios intentando hacer que los míos le siguiesen. Me hizo quedarme sin aliento, jadeante, mis mejillas ardían por la vergüenza y luego de que se separó de mí, me quedé paralizada de nuevo al no saber qué demonios había pasado. Definitivamente, ella había ganado cualquier cosa a la que hubiera estado jugando. - Uhm...- El sabor de sus labios seguía en mi boca. Joder. - Ray...- Murmuró. Parecía haber adorado besarme y ya veía que lo hacía de nuevo. Me había hecho desearla tanto ahora. - ...Sigo con curiosidad.- Jadeé, no pude evitarlo, lo único en lo que pensaba era en que quería besarla otra vez. Pero mientras me acercaba a ella, a sus labios, me detuve por completo, sin decirle nada y sólo intenté separarme. Ella me miraba con confusión, pero luego de tomar mis cosas, volteé para mirarla con una sonrisa llena de maldad. - Que pena, tendrás que vivir con esa curiosidad.- Y me fui antes de que pudiera decirme algo. Caminé tan rápido que no pude darme ni cuenta de que ya iba saliendo del recinto. Aquella noche me corrí pensando en Sofía. *** - Cuarto día.- Anunciaba un chico al entrar en el salón, podría decir que todos adoraban el cuarto día, pero yo no, no ésta vez. Sentía celos que de vieran algo que...apreciaba, que debería ser sólo mí recompensa, pero era una ridícula por sentir celos por nada. Sofía entró con una bata 15 minutos tarde, con el profesor detrás de ella. Parecía incómoda. Mi sonrisa desapareció al instante y quise decirle que si no quería hacerlo, no lo hiciera, pero aquella no era mi responsabilidad y me quedé detrás del caballete viendo como su rostro estaba opacado y no sonreía. En cuanto se quitó la bata y eligió la seda para cubrirse, como protesta no la dibuje, porque sabía que ella no estaba cómoda con ésto. Así que pasé las siguientes dos horas sin tocar un lápiz, ni mirarla porque no quería incomodarla, pero no podía evitar pensar en lo hermosa que lucía así. Al escuchar que el profesor anunciaba el termino de la clase, me paré sin pensarlo dos veces y le regresé la bata a Sofía. Ella me miró sorprendida por mi rapidez, pero al menos le saqué una sonrisa por intentar rescatarla. - Parecías incómoda.- Ambas nos encontrábamos en el parque, a tan sólo unos pasos de dónde eran las clases. No sé cómo la había convencido, pero decidió pasar la tarde conmigo por alguna razón. Por suerte ya podía hablarle sin tener que balbucear. - Lo estaba.- Fue lo único que dijo, a la vez, sacó un paquete de cigarrillos de su bolsillo y sacó un cigarillo para mantenerlo entre sus labios. Luego lo encendió. Intentó ofrecerme uno, pero me negué. - ¿Qué tipo de artista no fuma? - Preguntó, con aquella sonrisa resplandeciente y burlona. - Uno que es especial...- La verdad no sabía que pretendía con esa respuesta, verla exhalar el humo con tanta lentitud atrajo mi atención por completo. De repente tenía ganas de dibujarla, pero ese no era el tema que importaba ahora. - ¿No querías hacerlo, verdad? - - No...- La miré con atención, ella desviaba la vista. Sabía que ya no quería hablar de eso, pero yo no dejaba de insistir hasta tener una respuesta. Era insoportable para muchos. - No me digas que te obligó...- Ella negó al instante, pero aún seguía preocupada. - Lo hice por mí, me obligué yo sola.- De repente sonaba cabreada y me miró casi con enojo por tener que explicarme, pero luego negó y le escuché susurrar un "lo siento". - Ninguna de tus amigas te lo "recomendó", ¿Verdad? - Entonces vi que sus mejillas se tornaban rosadas nuevamente, parecía que ya había acertado sin siquiera decir mi teoría. - Mhm...Ya sé que es.- Murmuré y por un desliz de confianza, apoyé mi cabeza sobre su hombro, mientras soltaba una risita. Básicamente, según mi teoría, lo necesitaba. *** Como Sofía estaba decidida a acompañarme toda la tarde, tuve que traerla conmigo a casa. Fue divertido tener compañía y decía un montón de cosas sin sentido que me alegraban. Me encantaba mucho más cada día y lo peor es que parecía hacerlo a propósito. Al llegar a casa, le dije que podía dejar sus cosas sobre el estante. Toda mi casa era mi estudio, por lo que había cosas para pintar o dibujar en cada esquina y todo parecía un hermoso desastre. Sofía estaba fascinada, como una nena chiquita en una jugueteria y su expresión era invaluable. Se moría por ir a jugar. Así que luego de pensar en algo, me paré en frente de ella y la tomé de la camiseta para atraerla a mí, de seguro un montón de cosas se pasaron por su cabeza porque la expresión que tenía era chistosa. Pero mi intención no era la que ella creía. Al tenerla cerca la solté y le sonreí mientras le entregaba un pincel. - ¿Querías aprender, no?- Su expresión de confusión fue aún más increíble. Sus mejillas ya estaban sonrojadas y parecía que quería devorarme. Tenerla nerviosa era tan lindo. -Pues vas a tener otra lección.- Entonces la llevé a otra habitación, donde estaba absolutamente todo lo que usaba y también mantenía mis pinturas. Sofía me miró como si la hubiera llevado al paraíso y yo sólo me reí porque lucía adorable. - ¿Me vas a enseñar a pintar? - Preguntó lo obvio. Yo me limité a asentir y mientras tomaba algunos óleos y más pinceles, le dije que tomara un lienzo para dejarlo sobre el caballete. Le expliqué que debía empezar por el fondo del color que ella quisiese, del degradado que quisiera. Entonces tuvimos que pensar en algo que ella quisiera y pudiera pintar. Pero, el quedarnos tranquilas intentando pensar, no se nos daba muy bien y acabamos con las manos cubiertas de pintura, porque Sofía había tomado un pincel, lo empapó de azul y me salpicó en la cara. Y terminanos tirandonos pintura y con la ropa toda salpicada. - Eres una boba.- Le dije, me había sentando en el suelo para recoger lo que habíamos tirado y Sofía hizo lo mismo, pero sólo se sentó para verme con una sonrisa maliciosa. - Sí...Pero fue más divertido. Aprendí mucho sobre colores, no sabía que si combinabas amarillo y verde, hacías azul.- Dijo sarcásticamente, entonces la empuje y haciéndose la dramática, se quedó recostada en el suelo. Entonces yo puse los ojos en blanco y dejé lo que hacía aun lado, para acercarme más a Sofía y dejar mi cabeza sobre su pecho. - Dime, ¿Te irás así a tu casa?- Sofía se lo quedó pensando un poco y bajó la mirada al darse cuenta que estaba toda manchada con pintura. - Oh...- Murmuró. No pude aguantar reírme a carcajadas, no lo había pensando muy bien al parecer. - Sí, Sofía, oh...- Me volví a sentar, y llevé mis manos al bordillo de su camiseta mientras la miraba. - Será mejor que lave ésto, ¿No crees? - Entonces Sofía mordió su labio inferior, mirándome fijamente a la vez que tomaba mis manos. Yo no lo había dicho con doble sentido, pero me di cuenta muy tarde de lo provocador que había sonado. - No me dibujaste hoy.- Respondió e hizo que la soltara. - Lo noté, no tocaste tus lápices...- Se acercaba a mí demasiado lento y me ponía nerviosa, su tono de voz había cambiado. Odiaba su lentitud, odiaba que lo hiciera a propósito, pero al estar a centímetros de mí, ella sola sacó su camiseta y quedo con su pecho descubierto ante mí, mientras sonreía como si fuera una nena inocente que no sabía lo que hacia. Intenté mirarla a los ojos, no quería seguirle el juego, pero se me estaba haciendo imposible y Sofía sólo se reía en mi cara. - Dibujame ahora...- Murmuró. Ya la tenía encima, casi sentada sobre mis piernas y me insistía demasiado. Había apretado sus brazos de forma que sus senos resalten aun más. Me moría por mirar pero no lo iba hacer. - ¿Es lo que quieres? - Le pregunté, entonces tomé su mentón y manché éste con pintura, pero ahora yo había tomado el control y me acerqué a sus labios sin dejar de mirarla. Podía sentir como se estremecía ante unas simples caricias. - Sí...- Su voz sonó temblorosa, estaba demasiado tentada a besarme, se le notaba por como miraba mis labios, pero se lo negué, me separé unos segundos antes de que pudiera hacerlo y la volví a empujar con algo de brusquedad, a la vez que la acorralaba contra el suelo. Sus ojos brillaron, como si la lujuria invadiera por completo su cuerpo. *** Sofía cerró sus ojos después, tenía la respiración agitada y sus labios entreabiertos. Mis manos descendieron a su pantalón, desabrochándolo para luego sacarselo. Dejándola sólo con su ropa interior. Estaba viendo más de lo que había visto durante la clase y Dios, era tan hermosa. La pintura que había manchado mis manos dejaban mis huellas sobre la piel de Sofía, dejando coloridas marcas a lo largo de su cuerpo por dónde la iba tocando. Entonces me volví a separar, observándola desde mi altura. En esa pose estaba simplemente perfecta, hermosa, su cuerpo se veía agitado y las pequeñas marcas que había dejado sobre sus muslos y cintura al sostenerla la hacían ver como una verdadera obra de arte en vida. Pero me la quedé mirando por mucho tiempo que ya no quería dejar de hacerlo. Entonces mis manos se movieron inconscientemente por su cuerpo, con delicadeza, subiendo por su abdomen con lentitud a la vez que escuchaba su lucha por contener sus jadeos, me encantaba que sonara tan ansiosa. Llegué a la altura de sus senos y mordí mi labio inferior, sus pezones estaban tan duros y oscurecidos, pero se vieron aún más provocadores cuando mis dedos dejaron más marcas de pintura al jugar con ellos e hicieron estremecer a Sofía. Quería empaparlos con mi saliva, ya no podía aguantar. Estaba tan lista para mí, con sus piernas abiertas de par en par y con esa maldita cara de "Cojeme, por favor". Pero la dejé ahí, ardiendo y con otra mueca de confusión en su rostro. - No...no, no me dejes así. RAY.- Intentó cambiar de posición mientras yo me levantaba, intentado ir detrás de mí, pero volví a tomarla de los hombros y la estampé contra el suelo demasiado fuerte, haciéndola jadear. Volvió a mirarme con esos ojos brillantes, ya veía que comenzaba a lloriquear y a suplicarme que la tocara, pero ya hacía todo eso con la mirada. - Quieta.- Susurré, entonces sonreí porque tenía un completo control sobre ella. - Te vas a quedar así, porque es lo que querías y si no te mueves hasta que termine...- Fui diciendo entre susurros al acercarme hasta su oreja, mientras descendía una de mis manos a su feminidad. Estaba ardiendo y la delgada tela que cubría su intimidad ya estaba ligeramente húmeda. Su cuerpo reaccionó al instante ante mi tacto y mordí mi labio inferior al escuchar un pequeño gemido escaparse de sus labios. - ...Te vas a ganar un premio.- Rápidamente me levanté, yendo hasta el caballete y lo cambié de posición para que pudiera ver a Sofía mientras la dibuja. Ella estaba desesperada, completamente desesperada y noté como arañaba la alfombra para intentar no tocarse. Aunque me encantaría verla hacerlo por lo que yo le había provocado. Tenía sus mejillas sonrojadas y no paraba de pensar que lucía adorable, incluso en la posición en la que estaba. - Luces hermosa.- Le dije tal vez un millón de veces, pero era verdad. No podía lucir más hermosa. Algunos minutos después y una eternidad para Sofía, me detuve, me hubiera gustado haber hecho sólo garabatos en el lienzo para joderla y hacerla esperar, pero no podía dejar pasar una oportunidad única y a una musa tan dispuesta. Sofía ya estaba impresa en un cuadro, luciendo tan hermosa como en la realidad, sólo faltaban algunos detalles, pero antes de terminar se me ocurrió otra cosa. Con el pincel aun en mi mano y empapadado de pintura, me acerqué a Sofía mientras ella me miraba atentamente, no había despagado la mirada de mí ni un segundo y era mejor que no lo hiciera. - Sabes...Creo que te falta algo.- Le dije, dedicándole una sonrisa llena de maldad. Me encantaba cuando no lograba entenderme y su rostro lo reflejaba. Y sin decirle nada más, acerqué el pincel a sus pezones, pasándolo lentamente por uno de ellos. Sofía arqueó su espalda, jadeando sin poder contenerse y una pequeña sonrisa se formó en sus labios, como si le hubiera dado cosquillas al mismo tiempo. Las líneas no tenían ni un destino en lo absoluto, pero si estaban sobre Sofía ya quedaban perfectas. - Ray...- Con su izquierda tomó mi muñeca y me detuvo, haciendo que también soltara el pincel. Por unos minutos me miró sin hacer nada, ni decir algo, hasta que de un segundo a otro la tenía encima de mí, inmovilizando mis muñecas y con nuestras piernas entrelazadas. - Cómo te gusta calentar pero luego no hacer nada, eh.- Había olvidado que ella también era fuerte. No le costó nada ponerme nerviosa otra vez, no me gustaba estar abajo y además sin poder moverme. - Sofí...- Me hizo callar antes de que pudiera acabar, tenía sus labios moviéndose ansiosamente sobre los míos, mientras su lengua imploraba mi atención. Parecía tan desesperada, pero yo estaba igual, no podía mentir. - Aún tengo curiosidad, Ray...- Jadeó sobre mis labios, mezclando su aliento con el mío. Comenzaba a faltarle el aire. Sentí que sus manos soltaban mis muñecas y comenzaba a deslizarlas por mí cuerpo, intentando quitar mi ropa. No me negué, pero me ponía demasiado nerviosa. Finalmente, logró dejarme sólo en ropa interior y se detuvo a mirarme como si fuera una pintura de nuevo. Se notaba en sus movimientos que ya no sabía cómo seguir, como si fuera a pedirme permiso para tocarme o tuviera miedo de hacerlo, aunque a ésta altura, ya no iba a negarme. Pero tenía ésta necesidad de cubrirme ante su mirada, nadie me había tenido así antes y sentía un montón de nudos en mi estómago. - Ray...- Comenzó, entonces miré su rostro y ella hizo lo mismo. Me tomó del mentón y sin decir nada, volvió a besarme, pero era diferente, lo hacía más lento que con esa desesperación de antes. Me encantaba el sabor que sus labios tenían. - Tus dibujos no mentían...Eres preciosa.- Me dieron unas ganas de apartarla de mí y volver a esconderme en mí ropa, pero no podía apartarla ahora, no ahora que quería saborear sus labios toda la noche. Entonces intenté sentarme y pasé mis brazos por detrás de sus caderas, cruzándolos detras de su espalda, manteniéndola cerca de mí y lentamente me fui separando de sus labios para ir dejando un camino de besos hasta su cuello, así me acerqué a su oreja y susurré que ella era mucho más hermosa, pero obviamente comenzó una discusión entre jadeos sobre quién lo era más. Pero para mí lo era ella, era la más hermosa obra de arte y quería creer que era la única que la había visto como ella me había dejado. - Levántate.- Le dije un poco después, a la vez que dejaba un beso sobre su mejilla y la soltaba para que pudiera levantarse. - ¿Por qué? - Sofía me miró sin entender al principio pero finalmente me hizo caso. Luego de que ella se parara, me levanté y sin decirle nada, porque teníamos una increíble comunicación, la cargué entre mis brazos. Sofía comenzó a decir que la bajara, pero no lo iba hacer, incluso si comenzaba a patalear. Sólo quería llevarla hasta mi habitación, para que estuviera más cómoda en mi cama y no tuviera que seguir empujandola contra el suelo. *** Al tenerla ahí, entre las sábanas blancas y las almohadas, no paraba de lucir hermosa, con su piel tostada y con aquellas pequeñas marquitas coloridas por su cuerpo, simplemente me volvía loca. Lucía tan nerviosa, como si no supiera qué hacer primero, pero me sonreía y jugueteaba conmigo, a la vez que sus mejillas se mantenían rosadas. Me puse en cuatro sobre su cuerpo, para tener más libertad mientras me movía y comencé a dejar pequeños besos sobre su cuello. Mis brazos la acorralaban contra la cama y ella movía ansiosamente sus manos por mi espalda, queriendo sacar las últimas prendas que cubrían mi cuerpo, pero cuando lo estaba logrando tuve que separarme y me reí al escuchar sus quejidos, aunque seguí con lo mío unos segundos después, descendiendo mis besos por entre sus senos, rozando mis labios contra su cálida piel. Sonreí al ver como su pecho se elevaba agitadamente y sus pequeños gemidos salían de sus labios. De repente ya estaba en su abdomen, llenando de besos su pancita a la vez que la miraba porque estaba demasiado cerca de su entrepierna y parecía ponerse cada vez más nerviosa. Mis manos sujetaron sus muslos, separando sus piernas y con mis dientes mordí el bordillo de su ropa interior, jalando de ella hacia abajo con la intención de quitarla. Sofía me miraba sin querer perderse ningún detalle y mordía fuertemente su labio inferior, como si estuviera forzándose a retener todos sus gemidos...Aunque ya me moría por escucharlos. Entonces tomé los costados de su ropa interior y la saqué por completo, sin lentitud, ya no quería hacer tiempo. Sofía se estremeció e intentó cerrar sus piernas, pero antes de que pudiera hacerlo ya estaba entre ellas de nuevo, rozando mis labios por su vientre mientras descendía sin darle tiempo de reaccionar. Mi boca se apoderó de su clítoris y la habitación no tardó en llenarse de los gemidos de ella, mientras mi lengua saboreaba lo deliciosa que era. Con una de mis manos, la sujeté del trasero y la mantuve pegada a mí, para que no pudiera separarse, ni moverse. Mis labios ya estaban empapados de su esencia, pero la adoraba, su sabor me encantaba. Cada gemido que salía de sus labios me hacía estremecer. Pero ya no podía aguantar más y me separé mientras me quitaba la ropa interior, entrelace nuestras piernas y mantuve nuestras feminidades rozándoce. - Ray...- Le escuché decir, sus manos me sujetaron de la cintura y sentí que intentaba encajar sus uñas en mi piel, pero eran demasiado cortas. - Necesito más.- Dejé mis manos sobre sus hombros, apoyándome de ellos e hice el vaivén de mis caderas más rápido. Pronto los gemidos comenzaron a salir de entre mis labios, se sentía tan húmeda y tan caliente. Sujeté una de sus piernas para poder moverme con más libertad y me estremecí al sentir cómo mi clítoris se presionaba contra el de ella y Sofía gemía aún más fuerte, queriendo mucho más, necesitando más. La habitación comenzó a llenarse de nuestros gemidos, de jadeos, de gritos por más. La cama estaba completamente desordenada y las sábanas estaban manchadas con pintura, pero no me detuve en ningún momento, el placer invadía cada vez más mi cuerpo y hacía que mis piernas temblaran, aunque veía el rostro de Sofía, sonrojado por el ejercicio y lleno de satisfacción y no quería parar, no podía evitar sonreír. Ella comenzó a mover sus caderas, haciendo la fricción aun más rápida y placentera, y noté cómo encorvaba su cuerpo, con sus manos jalando de las sábanas hasta el punto de sacarlas de las esquinas de la cama. - Voy a correrme.- Jadeó, permitiendo que los gemidos invadieran sus palabras y no pude evitar acercarme a sus labios, sin dejar de embestirla con mis caderas. Nuestras feminidades estaban tan húmedas, me encantaba cómo se sentía. - Yo también...- Gimoteé, dando pequeños saltitos al sentir los cosquilleos del orgasmo en mi vientre. Estaba tan desesperada por hacerlo. Sofía me tomó del mentón con una de sus manos, apretando y pasó su lengua por mi labio superior, haciéndome sentir la necesidad de besarla, pero no me dejaba, seguía gimiendo sobre mis labios sin dejar que le comiera la boca y maldecí al desesperarme aún más. - Ya no puedo aguantar.- Jadeé con mis cejas arqueadas, Sofía dejó escapar una risita entre todos los gemidos que soltaba y unió sus labios a los míos, explorando mi boca con sus lengua ansiosamente. Entonces gimió fuertemente contra mis labios y arqueó completamente su espalda hasta que chocó con mi abdomen. Se estaba corriendo y con lo rápido que comenzó a restregarse contra mi feminidad no pude aguantar más y me corrí unos segundos después, ahogando mis gemidos contra sus labios mientras todo mi cuerpo temblaba y comenzaba a sentir débiles mis piernas. - Joder...Joder.- Gimió, sin dejar de presionar su cabeza de la almohada, sentía lo tensa que aún seguían sus piernas pero aun no quería dejar de moverme, se sentía tan bien. - Te adoro...- Dije sin poder evitar sonreír, dejando mi cabeza apoyada sobre su hombro y gemí sobre su piel, a la vez subía una de mis manos a su cabeza y comenzaba a acariciar lentamente uno de sus lados rapados. - Yo más, Ray.- Jadeó y escuché como reía después de eso. Entonces me separé un poco y noté lo empapadas que estaban nuestras entrepiernas, húmedas por la esencia de ambas. Me recosté a su lado, besando su hombro, para que luego ella se acurrucara contra mí sin decir nada más. Mis manos se deslizaron por su espalda para comenzar a acariciar delicadamente su piel y sonreí por lo tonto del momento, en una semana había conseguido a la chica de mis sueños, aunque no sabía cómo sería la chica de mis sueños hasta que la conocí. Me sentía completa con ella y sólo habían sido unos días. *** Algunos minutos después, cuando ya daban las 12 de la noche y la luna era la única que iluminaba la habitación y Sofía se había quedado dormida a mí lado, intenté moverme sin despetarla y tomé el edredón que había quedado recogido a los pies de la cama, nos tape a ambas con el y volví a abrazar a Sofía, acomodándome para dormir con la chica que me traía loca, con mi musa. De seguro esa seria la mejor noche de mi vida.
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vladanghelescu · 8 years ago
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&& Homecoming dance;
the dissaster.
quienes: Vladimir & Domnhall dónde: A saber Dios. triggers: ninguno lmao estos dos son más lentos dude
@irisheir <3
                                      continuación de xxx
Vlad: Luego de eso se mantuvo en silencio porque, como siempre, no sabía cómo más ahondar un tema de conversación. En sí, su relación con el príncipe irlandés incluía cierta 'confianza' entre líneas, pero lo máximo que habían llegado a hablar era referente a su cicatriz. En si no se conocían muchísimo, no es que a Vlad le interesase que éste supiera el horrible secreto de su familia, pero eventualmente lo haría. Arrugó la nariz, distraído en su caminar. Parpadeó rápido al cabo de unos momentos cuando se vio dentro del elevador. —Claro...— Sonrió acercándose a la pared de metal, inmediatamente recostando su espalda. —Debo admitir que siento algo de miedo, ¿qué si quieres llevarme a un lugar donde me amarres y secuestres?—. Picó en broma.
Dom: Dom rió levemente. — Soy fuerte Vlad, pero no tan fuerte como para derrotarte, amarrarte y pedir rescate. — dijo, continuando la broma. Se consideraba una persona sana, y suponía que la definición de su cuerpo era aceptable. Aún así, no era nada en comparación con la experiencia del contrario. Según tenía entendido, era amplia. —Es algo así como 'pedirte prestado' por un rato, quizás volvamos antes de que alguien nos eche en falta. — dijo, siendo el primero en salir del elevador. Siempre terminaba un poco mareado cuando subía a uno, pero nada que no pasara luego de unos segundos. — Estaba pensando que tal vez nuestras razones para estar aquí son similares, y si estoy en lo correcto, entonces no tenemos que estar aburridos todo el rato.— sonrió en dirección del chico, manteniendo algo del misterio.
Vlad: Buen punto, pero la fuerza y agilidad física solía ser muy bien derrotada con algo de cerebro, Vlad lo sabía a la perfección, lo supo por las malas. Mordió su labio un par de veces, hasta que a la final sonrió. —Quizás no quieres un rescate, quizás quieres algo más—. Dijo este sonriendo ante las nuevas palabras. El rumano no tenía muchos amigos... Vale, si tenia unos cuantos, pero no de esos con los que podía bromear acerca de un tema sin volverlo un enorme plan o una conspiración. Suspiró, en serio contento por ese sentimiento que se asentó en su estómago. —No creo alguien vaya a extrañarme en la fiesta, a ti... Por otro lado—. Con cuidado, saliendo del ascensor, codeó uno de los laterales del menor. —Ah... Si tu lo dices, debe ser verdad—. Una nueva vez elevó los hombros. De veía distraído y relajado, pero ya por mera costumbre y paranoia le dio un buen vistazo al lugar sin siquiera tener que girar la cabeza como el exorcista. Cámaras, puertas, escaleras, luces, salidas de emergencia, extintores, trayectoria... Vlad, necesitas vacaciones.
Dom: Parpadeó repetidamente. — ¿Algo como qué? — inquirió de manera inocente, tratando de pensar en algún escenario donde... oh. Carraspeó. De pronto hacía mucho calor, ¿no? Probablemente llevar una sudadera gruesa tampoco ayudaba a su caso. Todo fuera por mantener una buena imagen ante las cámaras. Eso sí, estaba seguro que los medios poco dirían de él cuando su hermana se había vestido para matar, figurativamente. —No digas eso, yo... — no alcanzó a terminar la frase ' yo te extrañaría ', sería raro decirle algo así. Por muy cierto que fuera. Al cabo de un rato, encontró la salida que estaba buscando, guiando a Vlad hasta un balcón enorme y lo mejor de todo: vacío. Las luces y estrellas eran preciosas, pero la luna era la verdadera protagonista de la noche. —¿Qué te parece? No es tan emocionante como un baile, pero tampoco se está mal aquí. — sonrió para sí, ahora agradeciendo el abrigo de su atuendo.
Vlad: Se le ocurrían muchas cosas, pero quizás nada que fuese común a la primera. Muchos tornarían sus palabras en algo sexual, porque era lo más lógico... Pero como aparentemente Vlad vivía en la luna, pues él sólo se imaginó cosas que ni al caso. Terminó por torcer los labios sin dar una respuesta en concreto. Vlad podía ser muy observador en lo que le convenía, y... quizás de un tiempo para acá estaba ignorando adrede todos esos comentarios, o la falta de ellos, porque no tenía idea de como reaccionar a ellos. Podía ser despistado, a veces, pero no estúpido. Y conforme pasaba el tiempo era más difícil ignorarlo, porque le calaba cada vez más. Mordió el interior de su mejilla dispuesto a preguntar, pero no lo hizo, solo le observó con una tenue sonrisa. Pronto su atención voló a su alrededor, enarcó ambas cejas, respirando hondo. Tranquilidad, por fin. El rumano cerró los ojos por unos segundos disfrutando del pequeño espacio. —Quiero preguntar como conseguiste acceso a esto, pero creo que es mejor disfrutarlo—. Rió abriendo los ojos, extendió los brazos, como librándose de un peso imaginario. Y sin pensarlo dos veces se sacó los guantes, estirando sus dedos ante la brisa cálida.
Dom: Metió las manos en los bolsillos de la chaqueta, atraído por las risas de Vlad. Casi siempre evitaba quedarse mirando por prolongado tiempo, por pena a ser descubierto o bien porque tenía el presentimiento de que al chico no le gustaba que la gente se fijara demasiado en la cicatriz. Sin embargo, no pudo evitarlo. Aquel simple gesto provocó que Dom sonriera a su vez, sintiéndose complacido por verle contento. Y entonces notó que Vlad se quitaba los guantes y no pudo evitar quedarse contemplando. Nunca lo había visto sin aquellos guantes, por lo que esto era como revelar el truco de un mago. — Mejor no preguntes. — concordó. — ¿Te interesa la astronomía? — preguntó de repente, acercándose al borde para mirar al cielo en lugar de a su amigo.
Vlad: Guardando los guantes en su bolsillo trasero, ya que desgraciadamente no contaba con su saco, hizo exactamente lo mismo que Dom; de acercó al borde y observó la ciudad por un momento, pensando en la pregunta. —A veces leo al respecto, me parece un tema interesante, pero jamás he ahondando mucho—. Asintió, su mente estaba demasiado envuelta en milicia como para pensar en algo  más además del peso de la corona. —¿A ti te gusta? —. Giró a verlo un instante, luego miró sus manos desnudas, acomodando el anillo en su dedo medio. La joya en medio, igualando la forma de un corazón real, las venas en negro y las espinas, perfectamente diseñadas, abrazándolo para rematar todo con los rubíes demostrando lo que parecía sangre brotar. Vlad se distrajo un tanto con esto, pensando como aquel diseño le venía tan bien, incluso cuando fue diseñado por su tío abuelo para su abuelo. Suspiró mirando lejos, porque no era momento de tonterías. —¿En algún momento has sentido que no perteneces a un lugar, Dom?—. A veces sus acciones estaban fuera de lugar y tiempo, pero no sabía cuando tendrían un momento tranquilo como ese. Vlad sentía que tenía que hablar, así fuese un poquito.
Dom: Recorrió con la mirada el firmamento, sintiéndose inspirado por la vista. — Me gusta, pero eso no significa que lo entienda. — rió — Lo mío es la Historia, la Política... todo lo que está aquí, en la Tierra.— dijo. Dom volvió a mirarlo cuando la pregunta quedó al aire. Repitió la pregunta internamente, ¿Alguna vez se sintió de esa forma? Pensando en la clase de vida que había llevado, en todo lo que tenía a su alcance y la persona que era..., rara vez se sentía angustiado. Tenía claro su sitio en el mundo. Se rascó la barbilla, dedicándole una curiosa mirada al contrario. — Muy pocas veces, si te soy honesto. — respondió al cabo de un minuto. — Intento mantenerme en el camino que conozco, donde siento que me desarrollo mejor. — sonrió levemente. — ¿Sientes que no perteneces a un sitio? — era su turno de devolver la pregunta, y de volver la mirada a su silueta.
Vlad: Por un segundo no pudo identificarse en las palabras del menor, porque de muy joven siempre se encerró en los mundos imaginarios de los superheroes, ya luego puso los pies en la tierra. Asintió y escuchó, de alguna forma no pudo despegar los ojos de la figura contraria. Claro, no todo el mundo se sentía fuera de lugar, y quizás eso era lo que le gustaba de Dom, que estaba seguro de donde estaba y a donde se dirigía. Sintió algo de... envidia sana. Sonrió, porque su pregunta obvio terminaría desviándose a él. Apartó la vista casi de inmediato, doblando su cuerpo para cruzar sus brazos sobre el borde y apoyarse, viendo a la nada. —Sería sencillo decirte que era una simple pregunta que se me cruzo por la mente y disuadirte—. Arqueo las cejas. —Siento que no pertenezco a ninguna parte. Sobre todo a mi familia. ¿Has visto a mi hermana? Imagínate una familia así, todo el tiempo...— La forma en la que lo dijo, quizás, sonase se la forma equivocada. Vlad amaba a su familia, era especial, era increíble, única. Pero el parecía la pieza que jamás encajaba en su rompecabezas. —No me malentiendas, yo amo a mi familia. Yo daría mi vida por ellos...— Torció los labios, regresando sus blancos ojos al castaño. —Olvídalo—. Sonrió, claro que dicha sonrisa jamás llegó a sus ojos.
Dom: Conforme Vlad iba hablando, fue descubriendo que había frases que ya había escuchado antes, en labios más jóvenes, en una voz femenina. Sintió un incómodo revuelco en el estómago, pensando en su propia familia por un momento. —No tengo que imaginarlo... — hizo una mueca. Sin tan siquiera pensarlo, rodeó con el brazo al chico en un amigable medio abrazo. —Nadie te ha acusado de no amarlos, Vlad. — dijo — Las familias siempre son complicadas. En especial para nosotros. — reflexionó — ¿Sabes? Creo que los momentos donde me he llegado a sentir así han sido, precisamente, con Siobhan. — admitirlo en voz alta fue como quitarse un peso de encima. Dom ya no sabía qué hacer para intentar acercarse a ella. Era imposible. — Relacionarse con otras personas es complicado. — declaró, dando un apretón para después soltarlo.
Vlad: Por unos segundos se congelo donde estaba, no esperaba eso, o quizás sí, no le iba a dar una vuelta entera al asunto. Parpadeó repetidas veces alzando su brazo casi de forma inmediata para apartarlo. La única  persona que le abrazaba era su hermana ya que de un tiempo para acá rechazó hasta el mismo toque de su madre. No lo hacía queriendo, simplemente no se sentía acorde. Estaba claro que él mismo se aislaba. Posicionó su mano en el pecho de este justo cuando se separó, y quizás se vio... extraño porque quería apartarlo pero ya este lo había echo y el movimiento parecía querer atraerlo. Quitó la mano como si nada, pero no giró la mirada. Qué bueno que mientras luchaba consigo mismo y el hecho de que se atrevió a tocarle sin el guante (dejémoslo para después, V) le rondó la conciencia, tuvo tiempo de escucharle. Siobhan y él se habían visto un par de veces, no es que se llevaran bien o mal, era algo neutro. —Eres muy contento para nosotros—. Intentó suavizar el tema que él mismo inicio, porque ya comenzaba a tener ganas de excavar y excavar en sus problemas y hablarlos con el otro hombre. —Siento que... ¿Sabes? Siento que a la única persona que quería impresionar era a mi abuelo, pero al intentar ser... una mejor opción para el país, para la seguridad, no lo sé, arruiné todo. Porque me convertí en... —. Me convertí en la persona que le causó dolor de alguna manera, seguí los pasos, sin saberlo, de alguien que lastimó a mi abuelo. Soy el recordatorio de todo eso, todo su sufrimiento, y no puedo cambiarlo. Vlad se tragó todo eso, porque no era estúpido. Agachó la mirada, parpadeando muchísimas veces, los sentía vidriosos, y no era una buena señal. —Parezco una quinceañera—. Se quejo en voz baja, frunciendo todo su rostro.
Dom: Dom rió levemente, sacudiendo la cabeza.—Quizás.— murmuró, no podía hablar por Vlad pero estaba seguro que las razones de su hermana para mantenerse alejada eran bien distintas.—Nos convertimos en lo que haga falta para proteger a la familia.—dijo, su mirada fija en la vista que tenían de todo cuanto estaba arriba y abajo de ellos, poco consciente de los movimientos del chico; más absorto por el tema que por su lenguaje corporal.—Es bueno que hables de estas cosas, Vlad. Quedarte con eso adentro te hará daño. Y me siento agradecido de que lo hables conmigo.— mostró una sincera sonrisa al chico.—Lo más difícil es encontrar la manera de estar en paz con las decisiones tomadas.
Vlad: Aún cuando había dejado ir más de la cuenta, seguía sintiéndose igual. Es decir, toda esa insistencia de su hermana para que 'se abriera mas' realmente no servía de nada. ¿Qué ganaba con hacerlo? No cambiaba el hecho de que se sentía la mayor deshonra de su familia. Alzó las manos, apoyando los codos firmemente en el borde del balcón, su rostro apoyado en sus palmas conforme miraba al frente. —Hablarlo tampoco es que haga mucho—. Vociferó sus pensamientos. Volteando sus palmas acabó por apretarlas contra su rostro, masajeando sus cerrados ojos con la yema de sus dedos. —Supongo—. Gimoteó contra sus manos. Extrañamente no se sentía avergonzado de todo el momento, es decir, era embarazoso ir contando tus penas a medias, pero no sé sentía... mal. No se arrepentía.
Dom: — No siempre se siente así, pero a la larga es mejor. — aseguró, palabras que sonaban muy sabias. Si tan sólo Dom siguiera su propio consejo, entonces no tendría tantas cosas enmarañadas y cosas sin resolver. Siguió con atención los movimientos de manos de Vlad, como queriendo memorizar su forma. Era un pensamiento inapropiado, pero le gustaban. Le gustaban todavía más ahora que sabía de dónde venían las cicatrices y aquella actitud taciturna. — Si no te quisieran, no se preocuparían por saber más de ti.— dijo, mirándolo directamente.— Intenta no hacerte tan difícil con ellos, por experiencia puedo decir que eso duele...— bufó, memorias se arremolinaban entre sí.— Te sientes incapaz de ayudar. — añadió en un hilo de voz. — ¿Puedes creer que antes le tenía miedo a las alturas?— cambió de tema, presintiendo que era lo mejor para ambos.
Vlad: No estaba seguro al respecto, pero ponerse pico y pala con el tema tampoco es que fuese buena idea. Vlad era demasiado testarudo, pero tenía la esperanza de algún día dejar de serlo. —Sé que me quieren, yo los quiero nos cuidamos y llevamos. Tampoco que me haya ido del país y viviese bajo el agua para evitarlos—. Aunque el tema era delicado y estaba agradeciendo las palabras de Dom, de pronto el pensamiento de haberse resguardado bajo agua solo para evitar a sus familiares le hizo reír. Meneo la cabeza irguiéndose, frunció los labios y observó al irlandés mientras hablaba esta vez. Asintió, dándose cuenta que quizás el menor hablaba de la experiencia. Simpatizó torciendo un poco los labios, y en cierto punto alzó su brazo y apretó el bicep de este. Fue un movimiento que ni él vio venir, y el toque fue rápido, porque un segundo después estaba cruzado de brazos, riendo de forma suave. —Puedo creerlo. Yo antes le tenía miedo a las armas, y llevo una en el tobillo—. Humedeció sus labios, negando con la cabeza, aun sonriendo.
Dom: La idea era tan ridícula que Dom no pudo evitar reír al igual que el chico—.Supongo que eso sería demasiado.— concordó. Observó a Vlad manteniendo la sonrisa en el rostro, contemplando la manera en que reía, lamentando un poco que fueran raras las ocasiones donde pudiera presenciar dicha expresión. Sentir el contacto de su mano contra la piel lo dejó en blanco, sin duda algo inesperado. Decidió pasar por alto las extrañas sensaciones y cosquillas, culparlas al frío y lo sentimental que se ponía al ver la luna. — ¿Puedo verla?— inquirió con una evidente y genuina curiosidad. Dom no era ignorante en cuanto a las armas, pero tampoco se consideraba un ciego entusiasta. Las armas eran algo así como el amor para él, muy bonitas en aspecto y teoría, pero mejor a cierta distancia.
Vlad: Apretó entonces la nariz, la risa pasada era nada comparado con la carcajada que abandonó sus labios. Negó con la cabeza, no en negativa a la petición, sino porque de todas las reacciones esa era la última que se le cruzó por la mente. Ladeó entonces su rostro, sus blancos ojos fijos en el rostro irlandés. —¿En serio?—. Inquirió, en ningún momento dejó de sonreír. Aguardó un segundo, ni siquiera esperó una respuesta cuando se inclinó, sacando la Glock de la funda en su tobillo. Siempre tenía el seguro, así que irse preocupando con matar a alguien sin querer no estaba en sus planes... ¿verdad? La mantuvo un momento en su mano, luego la giró; ofreciéndosela al castaño.
Dom: Observó el arma en manos de Vlad y tuvo que recordarse que el joven estaba sumamente familiarizado con esas cosas. No estaba seguro de cómo sentirse al respecto, pero esos pensamientos se desvanecieron cuando tomó el arma, examinándola de un lado y el otro, encontrándola extrañamente acoplada a su agarre. Como si fuera cualquier cosa, comenzó a armarla y desarmarla, concentrado en la tarea. —¿No se ofenderán contigo por llevar un arma de Austria?— bromeó, apuntando a nada en particular, el cielo o algún edificio. Después, se la devolvió.—No se puede ser demasiado precavido, supongo. Aunque no puedo imaginar que te dejarán entrar con eso, así que... ¿La trajiste a escondidas?—.
Vlad: Se cruzó de brazos, observando al menos manejar su arma. Ladeó el rostro, frunciendo las cejas, finalmente meneando la cabeza rió. Sinceramente no le importaba si los demás se ofendían, él tenía permiso de llevar el arma y como era paranoico pues... Alzó los hombros. —No es que me importe mucho—. Admitió pasando su mirada entonces al horizonte, de nuevo, preguntándose cuanto tiempo duraría aquella fiesta, porque estaba seguro de que esa misma noche terminaría rindiéndole cuentas a Darius... el viejo ya estaba en Dubai. Apretó los labios un segundo, girando el rostro cuando se le devolvió el arma. Esta vez en vez de colocarla en su funda, la guardó entre su pantalón. —Tengo permisos de portar arma, además muchos piensan que soy de seguridad así que... ¿para qué quitarles la linda idea?—. Elevó su hombro derecho con una sonrisa, incluso se vio infantil.
Dom: — No, supongo que no tiene importancia.— concordó. ‘Lo que ves no te hace daño’, y si nadie sabía del arma, no había punto alguno en preocuparse por ello. En todo caso, no le preocupaba que Vlad llevara una. Sería alarmante que fuese uno de los más jóvenes.—¿De verdad te confunden con Seguridad?— elevó ambas cejas, y luego negó.— No tienes pinta de guardaespaldas, o algo similar.— aseguró, quizás un poco molesto porque la gente pudiese hacerse esa clase de ideas erróneas. Por supuesto, todo rastro de enojo desapareció con aquella sonrisa de parte del chico.— Al menos lo tomas con alegría.— imitó el gesto, sonriendo de manera infantil.
Vlad: Alzó los hombros, un poco más despejado que al principio. Estaba realmente agradecido de que Dom lo hubiese sacado de aquel bullicio. —Normalmente lo hacen, pero es de lo más normal. Trabaje con seguridad nacional unos años antes de regresar al palacio para asumir mía responsabilidades. Digo yo que la imagen se me quedó—. Aparentemente no iba a dejar de sonreír. Quizás había sonreído más veces aquella noche que en todo el mes. Se obligó a apretar la nariz y los labios, tratando de dejar la estúpida expresión, pero parecía imposible. Parpadeo rápido, dándose cuenta que quizás el haberse perdido de toda la multitud crearía los rumores. Suspiró pesado. —¿No te has puesto a pensar que cuando se den cuenta que no estamos pensarán lo peor? ¿Debería abrirme la camisa y despeinarme?— Arqueó las cejas, riendo. De nuevo... Vlad, chill amigo.
Dom: Dom hizo una mueca. — Aún así...— sabía que su enfado no tenía base alguna más que la propia indignación porque alguien no reconociera a un miembro de la realeza al verlo. En ese sentido, era tan conservador como sus padres. — Debió ser raro volver a casa luego de ver todo lo que sucede afuera. — dijo, recargándose en el barandal. Tras las palabras del contrario, alzó una ceja en confusión. Tardó unos segundos en comprender lo que estaba diciendo, distraído por sus recuerdos y otras cosas. — Oh, no sé. Creo que nos consideran demasiado serios para esas cuestiones.— ladeó una sonrisa, disimulando que la propuesta en broma no le parecía en cierto grado, atractiva. — ¿Te molestaría demasiado si surgiera el rumor?— inquirió, una expresión extraña cruzando por su rostro, buscando en los gestos de Vlad por alguna respuesta. — A mi padre le daría un ataque, probablemente. — rió, su padre no aprobaría tantas cosas suyas que no sabía, que ya no estaba seguro si debía proteger esos secretos o dejarlos salir.
Vlad: —Supongo que es normal cuando desaparecí del ojo público por quince años—. No es que excusase a los demás de no reconocerlo, pero era algo a lo que se acostumbró y a fin de cuentas fue decisión suya. Ladeó su rostro, sonriendo ante la indignación que el otro trato de mantener oculta, pero conocía esa mirada, su abuelo se la dedicaba de vez en cuando por el mismo tema. Vale, quizás a Vlad le considerasen extremadamente serio para algo así, pero ¿Dom? Vamos... Le dedicó una mirada medio incrédula, torciendo los labios. —Los rumores no me molestan... Bueno, ese tipo de rumores no. No veo problema alguno con que la gente piense lo que quiera pensar... Tampoco es como que si algo así fuese a pasar sería desheredado y lanzado a la hoguera—. Aclaró. Rió entonces porque podía creer que el padre del castaño se muriese por algo tan... tonto. Suspiró apoyándose contra la orilla, reposando su cadera. —A este punto un rumor así quizás hasta ayude a borrar la impresión de que el heredero de Rumanía no ha besado a nadie en toda su vida—. Bufó.
Dom: — Quince años... — repitió en un murmullo, impresionado. — No puedo imaginarme pasar tanto tiempo lejos de casa. — admitió sin un ápice de vergüenza. Adoraba su tierra, y a su familia a pesar de todo. — Incluso mientras estuve desaparecido por meses, todo lo que pensaba era en volver ahí, ver a mi familia. Abrazar a mi madre —. La emoción por las memorias terminó por formarse en un nudo en la garganta. Se había perdido muchas cosas al estar atrapado en la tormenta. — Aunque no muchos pueden decir que volvieron de la muerte, por así decirlo. — bromeó con tal de desviar la conversación de aquel rumbo tan mórbido. — No, supongo que no. Pero incluso ahora hay gente que tiene estigma con respecto a eso. — se encogió de hombros.  — ¿Hay algo de verdad en ése rumor? — preguntó, la vista puesta en el rumano, y una ligera sonrisa en los labios.
Vlad: La respuesta variaba de persona en persona, y sabía muy bien que no todos entendían porque había tomado tal decisión años atrás. Puede que se arrepintiese, ahora, antes ¿por siempre? Pero ya estaba hecho. Le escuchó, entendiendo el sentimiento, porque Vlad era un niño cuando abandonó su hogar y extrañó a su madre, padre y hermana. Fue solitario y muchas veces quiso regresar, pero nunca lo hizo. Nuevamente suspiró, porque aquellos pensamientos no eran algo que realmente desease rememorar. Nuevamente, como si no pudiese parar de consolar, extendió su mano y apretó el brazo de este por unos instantes. —Creo que debemos dejar de hablar de lo malo que fue el pasado y centrarnos en lo bueno que está siento el presente. O nos pondremos a llorar y tendré que buscar una botella de Jack Daniels—. Le sonrió, dejándole ir por fin. —Mhm, sí... Imagínate hace años—. Mejor imagínate el incesto hace años. Vlad rió para si mismo, tratando de dar la impresión de que era por la pregunta y no por su pensamiento. Necesitaba un trago, o dos. —¿Qué crees tú?— Arqueo una ceja. —No soy de lo más animado en las fiestas, y tengo una cara poco atractiva, hagamos matemáticas—. Jamás le había molestado... hasta ahora.
Dom: El irlandés rió ligeramente. — No voy a ponerme a llorar. — dijo — Seguro, el tema es serio pero no me molesta. La verdad es que nunca he hablado con nadie de ello. — confesó, lo cual era gracioso considerando el consejo que había ofrecido hace nada con respecto a no guardarse las cosas. — Aunque no pienso detenerte si buscas una botella de Daniels. — sonrió, sus ojos vagaron por un momento a la mano de Vlad, por quién sabe cuántas veces en el rato que llevaban apartados de la fiesta. — Eso es mentira. — bufó — Eres atractivo. — para cuando se percató de lo rápido que había dicho aquello y lo seguro que sonaba, ya era tarde para hacerlo pasar como una broma. Bueno, ¿Qué más daba? No estaba mintiendo. — Quizás deberíamos volver y asegurarnos que los pequeños no estén haciendo tonterías. — sugirió, mirando a nada en particular.
Vlad: Deseaba con todas sus fuerzas que una botella apareciese de la nada y le diera en la cabeza, es que ya había llegado al punto en que dejaba de ser lo que el ejército diezmó y regresaba a ser lo que fue de muy joven. Vlad tenía miedo de si mismo a veces, quizás por eso no dejó la fuerza armada, porque quería dejar de sentirse... extraño. —Pues parece que ya hemos compartido cosas de nosotros que nadie más sabia—. Le miró directamente a los ojos, porque sus palabras tenían significado. Se sentía honrado de saber más acerca del menor, quizás se sentía mejor él por haberle contado cosas. Sonrió de forma suave, listo para dar media vuelta y salir de ahí por una botella, claro que se quedó donde estaba perdiendo la sonrisa poco a poco. Quizás su ensimismamiento fue lo que causó que este desease volver a la horrible fiesta. Frunció las cejas y negó con la cabeza, sonriendo de nuevo. —Lo sé, supongo... Que soy atractivo—. Murmuró, confundido de porque estaba hablando de nuevo. —Pero también es mi actitud, porque jamás sentí ninguna necesidad de... ya sabes. No lo vi como algo importante antes—. Susurró esto último antes de humedecer sus labios, jamás perdiendo de vista al castaño. —¿En serio quieres volver a esa fiesta?— Cuestionó.
Dom: — En ese caso, esperemos que no hayan cámaras o micrófonos ocultos. — la broma quedó a medias. Si le había confiado aquello a Vlad era precisamente porque le inspiraba la suficiente familiaridad como para decirle cuestiones que nadie más conocía de sí. De nada serviría aquello si todos llegaban a saberlo... suspiró. — Supongo..., que puedo entender porqué no pensabas en eso antes. — simpatizó, abriendo y cerrando la mano; luchando contra el impulso de volver a darle un pequeño abrazo. Según veía, era mejor para Vlad mantener cierta distancia. — Te ahorraste hasta ahora muchos problemas, créeme. — rió por lo bajo. Su mirada se suavizó al aterrizar en los claros ojos del chico. — No, no deseo volver. — se sinceró. — Pero parecía lo más educado de sugerir.
Vlad: Realmente esperaba eso, porque si... si realmente había una cámara o micrófono oculto se lanzaría de un precipicio, sin mentir. Ya tenía suficiente con toda la tensión con su primo como para añadir sus problemas a la lista de cosas que sus abuelos no debían saber. Se limitó a arrugar la nariz con una sonrisa en los labios. Ladeó el rostro, porque dudaba realmente que éste supiese por qué no pensaba en todo el asunto. En sí, era porque jamás le surgió la curiosidad... no le parecía interesante, atractivo o necesario ¿quizás? —Si tú lo dices... ¿supongo? Aunque eso no me va a ayudar mucho cuando deba casarme... ya sabes—. Suspiró, tratando de no pensar en ello. Era mejor no hacerlo, porque cuando no estaba obligado a casarse o... tener hijos, sentía que aquello era fundamental, de alguna forma. —Ah, porque pensabas que todo se iba a tornar raro porque piensas que soy atractivo ¿no? Dom, mi familia es pro-gay ¿sabías? Bueno, sería bastante raro que saliera yo homófobo—. Rió, rascando su cuello, nervioso. —Uhm, ¿podría pedirte... un favor? Como, yo sé que no debería abusar de ti y todo, pero ¿crees que sea posible quedarme contigo?—. Mordió su labio inferior un par de veces, esperando ya la negativa.
Dom: —Oh.— se miró los zapatos, incómodo con el tema. No estaba seguro si era por la cuestión de la charla del matrimonio o por otra cosa. En sí, toda plática que involucrara bodas lo ponía de mal humor, y tenía sus razones para ello. —Bueno, seguro hallarás solución a ello cuando sea el tiempo.— intentó sonreír como siempre, fallando miserablemente. —No quería volver la plática algo incómodo. Además, no puedes culparme por intentar ser precavido. Aún ahora, uno nunca sabe cuando se topará con alguien que sea conservativo a más no poder.— se rascó la barbilla, pensando en un par de duques y lords que llenaban esa descripción.— Por supuesto.— replicó de inmediato, si acaso algo distraído por la manera en que Vlad se mordió el labio tantas veces. —Es... uhm, sabes, olvídalo. Si no quieres contarme el porqué está bien. — sonrió. — Para eso son los amigos, ¿no?
Vlad: Realmente esperaba no hallar una solución al problema, porque simplemente pensar en hacer algo como aquello, o más, con alguien... tocar a alguien, le ponía la piel de gallina. Apretó los labios un segundo, asintiendo. —Cierto, tienes razón. Pero al menos pudiste darme algo de crédito y pensar que no iba a volverme loco y darte un tiro—. Elevó los hombros, sonriendo. Obviamente aún existía esa mente retrógrada, pero daba gracias a su familia por no pertenecer a ese círculo. Lastimosamente, aun en su familia había una hierba mala. Sonrió ante la pronta respuesta, aunque debía de extrañarle la rapidez de su aceptación, obviamente terminó suspirando, acortando un poco la distancia entre ambos. Ya estaba algo paranoico pensando en que en serio habían micrófonos escondidos. —Es solo un problema que tengo en mi habitación y no quiero solucionar esta noche—. Explicó rápido. —Gracias, buscaré la forma de pagártelo—. Susurró, ladeando su rostro, sonriendo.
Dom: —Tienes toda la razón, y me disculpo por ello.— admitió, hasta ahora Vlad no le había dado motivos para sentir desconfianza. Lo que es más, siempre actuaba con amabilidad y paciencia; incluso le había contado el porqué detrás de las cicatrices. Eso debía valer algo, y debía ser más cuidadoso para no echar eso a un lado.—Ya, no te preocupes.— sonrió, dando una breve palmada al hombro del contrario, sus ojos vagaron a sus labios al verse en cercanía tan repentina; volviendo al instante a los claros ojos de Vlad.— No hace falta pagar nada.— rió.—Aunque podrías invitarme una hamburguesa, algo así.
Vlad: —No tienes que disculparte, nunca se puede ser muy precavido, y es mejor prevenir que lamentar ¿no? —. Podía entender aquello dado que él mismo trataba de respetar cada cosa y era un poco... paranoico. Demasiado. Alzó los hombros porque igualmente se preocupaba, no es que por arte de magia dejaría de hacerlo. Se quedó en total silencio unos instantes, seguro de que había cometido un error al acercarse tanto. Pasó su mirada de forma inquieta de los ojos azules a los labios contrarios tal cual el menor hizo con cero disimulo. Quiso hacerse hacia atrás y ya, simplemente hacer que no pasó nada, pero en cambio, quién sabe porqué de hizo hacia adelante. Claro que de detuvo a medio camino, congelado ante la realización de sus acciones. —Ujum—. Aunque no sabía que rayos había dicho.
Dom: — No puedo discutirte eso.— negó ligeramente, riendo por lo bajo. — Sobre todo en el mundo donde vivimos.— la manera en que vivían, lo que se esperaba de ellos... Dom se limitó a sostener la mirada del contrario cuando sintió el peso de la mirada ajena, incapaz de moverse o decir alguna tontería como antes para aligerar una situación que rápidamente se le iba de las manos. ¿Qué hacer? Era imposible no reconocer lo que había estado a punto de suceder. Dom tenía la posibilidad de retroceder o continuar con ello, pero todo en su interior estaba en conflicto. — Mmm. — la conversación estaba olvidada, en definitiva. Mortificado por sus pensamientos, optó por girar el rostro y librar a Vlad de la molestia de tenerlo tan cerca. Buscó a tientas la mano del chico para darle un apretón, siendo interrumpido por sonidos que venían de atrás. Apenas alcanzó a rozarlo cuando un guardia se hizo presente. — Supongo que ahora sí notaron nuestra ausencia.
Vlad: No notó el aire que contuvo en sus pulmones hasta que el castaño giró el rostro y un pesado suspiro abandonó sus labios. Se acomodó sin decir mucho, sintió el roce pero realmente no tenía mucho en la cabeza además de lo que acababa de pasar. Aclaró su garganta, asintiendo. Claro, en cualquier momento iban a darse cuenta. Buscó sus guantes y se los colocó, luego fue por su arma y la guardó donde nadie fuese a notarla, porque llevarla en la cintura tampoco inspiraba confianza. —Igual no pienso volver a la fiesta—. Se quejó, aunque su tono no denotaba ningún tipo de molestia o irritación. Cerró los ojos un momento, tratando de no repetir lo sucedido, fallando miserablemente; por supuesto. —No sé si necesito un tragos o una aspirina—. Susurró girándose en sus talones, dispuesto a salir de ahí ignorando como se sentía, como todo giraba a su punto de vista, como podía sentir el sonrojo en sus mejillas el cual podía culpar a la brisa. Vlad frunció los labios, pasándose una mano por el cabello, sacándose la liga, ya le valía un poco la presencia. —¿Vamos?—. Tenía que darse crédito, en todo ese tiempo hizo caso omiso al de seguridad.
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escritor-eso-creo · 8 years ago
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Puedes romperlo. /Wigetta.
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Narra Samuel.
 Capítulo 5.
Era jueves.
Papá se ha marchado por motivos de trabajo; al menos el estar ocupado lo distrae de lo que una mujer lo pueda enamorar.
Salía de la universidad notando a Luzu como si siempre fuese novio de Lana: ellos hacen tal complemento que podría dejar de preocuparme.
Guillermo pasaba del otro lado del campus notando su maqueta nueva; su distracción o concentración por caminar e ignorar todo era de sorprender, quería acercarme pero sé que pasará de mí.
La noche llegaba hasta verlo caminar por el jardín delantero de su casa; no entraba siendo temprano aún.
Abría la puerta de casa para que se percatara de mi presencia; sin embargo él se molestaría. Quiero saber qué es lo que pasa por su cabeza ante tal mirada y su manera de tirar la puerta de su casa.
Sábado; la clase que cuenta por cinco asistencias se daba; ahora si era la presentación importante.
Podríamos haber formados grupos por la dimensión del trabajo.
Más aún opté por hacerlo sólo; paso de estar llamando a alguien para que venga a casa, de tener a una chica y que confunda las cosas.
Eran muchos los alumnos que se han retirado; -Natalia es una que ha presentado algo inconsistente, mediocre para el año y la importancia del mismo trabajo.
El profesor se la pasaría cuestionando del carácter que ella posee para la carrera; pasó lo peor pues ha suspendido el año en muchas materia.
Su cabreo hacía mí era directo. Salió tomando su mochila y escapar de lo que era ser juzgada.
Al salir al primer receso y ya poder marcharme la vi de forma violenta reclamarme que todo ha pasado desde que la dejé.
Su voz la alzaría para que muchos en la cafetería la escucharan.
Vi a Luzu con ahora su novia (Lana) pasar delante de mí y decirle a Natalia:
-Oye deja de gritar que si lo suyo acabó fue porque debía pasar así.
Pero ella insultaría a Luzu.
-Mira cabrón nadie te ha dado permiso para entrometerte en la relación de Samuel y mía!
No dejé que siguiera ya a las miradas que me juzgaban.
-Ya no tenemos ninguna relación. Debo irme.
Diría al separarla de mí; su presencia me tenía arrinconado a la pared.
Rompí la conexión definitiva al escuchar a una profesora venir y decirle que la acompañe a la dirección.
Guillermo escucharía todo.
Su expresión era de total atención.
Seguramente todos me juzgan por ignorar los sentimientos de Natalia. He sido el desgraciado al despreciar y no poder responder su amor.
Era el camino más extraño ahora volver a casa; jamás tuve tanta atención.
Ahora Guillermo estaba en la parte de adelante y la maqueta en la parte de atrás.
No sabía dónde meterme hasta que lo vi que esperaba por mí en el estacionamiento de la universidad justo apoyado en la puerta del carro y su maqueta encima del mismo.
Tomé la puerta y dejé espacio para meterla y esperar a que él suba.
Como decía el camino era tan silencioso que al estacionarme frente a casa esperé a que él sacase la maqueta.
Guillermo me seguiría; no era una excusa que no fuese a su casa ya que he visto sus llaves. Él ha notado que las he visto mientras su mirada no era para nada tímida.
Ello podría gustarme; era sin más una extraña manera en la que él ha logrado mirarme.
Dejé que él pasara.
-Acaso tu papá está en casa? –Su voz era de lo más normal a su pregunta.
Esperé un instante mientras quitaba  los zapatos para dejarlos en la entrada y así no ensuciar la alfombra.
-Papá está de viaje, negocios. –Respondía.
Guillermo dejó su maqueta encima de la mesa frente al tv. Podría haberla dejado delante del comedor pero optó por dar unos pasos.
Guillermo encendió el tv; no es que quisiera que pasara algo diferente pero ello podría sorprender a alguien después de tres encuentros con sexo.
Pondría  a hacer algo en el horno; la comida solo la debía poner a calentar.
Al terminar  de encender el horno percibí el aire de su respirar.
Él pasaba su mano por mi espalda; hablar no será parte de esto.
Volteé, sus labios tocaron los míos.
Caminé hasta llegar al sillón de la sala.
Debía tomarlo urgente.
Pasé la mano por su trasero para empezar a hacer movimientos circulares en su entrada.
Él no se negaría.
Apresuré sintiendo como apretaba fuerte sus dedos en mi espalda.
Quité sus prendas por debajo del ombligo.
Sería el quién apretaba sus manos en la parte de la pelvis; reía por su prisa al querer tenerme nuevamente en su labios.
Dejé que las prendas que posea él las quitase, él volteó.
Lo introduje lento por la expresión de dolor en su rostro.
Han pasado un par de minutos.
Guillermo ya se deja tomar sin remordimientos ya que el dolor ahora es placer.
A punto de terminar él diría algo justo cuando papá entró.
-Te amo… -Escuche en susurros de Guillermo.
No lo podía creer.
Papá se quedó en shock mientras tomaba a Guillermo en el sillón.
No podría o sabría cómo responder a la situación
Guillermo se apresuraría a ponerse sus prendas mientras el éxtasis por mi parte era lo más bochornoso; no puede actuar mientras me venía delante de Guillermo o de papá.
Guillermo tenía fluido en su cuerpo. Abriría la puerta ante la expresión de confusión de papá.
-ESPERA… ESPERA! –Grité.
Pero Guillermo abrió la puerta para cruzar de prisa a su casa.
Papá ha escuchado lo que Guillermo ha dicho.
Tomé una toalla para ponerla y tapar parte de mi desnudez.
Quise seguir a Guillermo pero era la sensación del clímax que lo impediría acompañado del impedimento de papá al cerrar la puerta.
-No metas a ese chico en más problemas. –Diría papá al señalarme el camino del baño.
-Aséate que debo hablar contigo! –Diría papá de forma de cabreo.
Era la semana más hiriente que he pasado.
Papá se la ha pasado recordando cómo es que la familia ha tenido que soportar el suicidio por responder a aquel te amo de quiénes has sentido algo por los hombres de la familia.
Era el cansancio que quería dejase de lado; sabía de forma más que amplia por lo que han tenido que pasar.
Papá ha sido un caos en casa; he venido a recordarme lo que casi pasa con Natalia. Lo que él ha sufrido tras el suicidio de mamá.
Podría sentirme como cuando le dije que quería a una chica a los doce años y él recordaba que ello no podría funcionar.
Pero no sé si amaba a  Guillermo; no quería sonar como alguien que usa a otra persona pero pensaba que lo mío con Guillermo era solo sexo. He sido más ingenuo al creer que alguien como él ha mostrado ser borde solo para llamar la atención.
No podría considerarme como el amor de un adolescente pero sabría que al tener esa edad el sentimiento y la fantasía se hacer más intensa.
No podría ver a Guillermo sin despertar la vergüenza; era como Natalia se sentía o logra hacer que me sienta.
Pasaba a clases escuchando que Natalia no dejará que su año se pierda al tomar clases intensas para rescatar las laterías perdidas.
Quería preguntarle a alguien que hacer?
Podría ver una maqueta y pensar en Guillermo.
Papá se iría en la noche y he mentido al decir que debo hacer unos trabajos en casa de unos amigos para no escuchar como advierte de manera intensa del suicidio.
Esperé fuera del salón de los de primer año de arquitectura.
Guillermo no para de desviar la mirada; no era vergüenza, más bien podría decir que era fastidio al verme.
La última hora se daría, el profesor saldría y aprovecharía para entrar.
Los alumnos seguramente me verían y reconocían que era el imbécil que peleaba con la chica que decía a gritos. POR QUE NO PUEDES AMARME!
Odiaba que fuese quién se viese como una escoria al no poder responder a aquel sentimiento.
Pasaría de sentir cumpa.
Guillermo estaba escribiendo unas cosas. Finalmente al terminar se pondría de pie.
 No a todos les caía mal; unas chicas no paraban de verme. Seguramente podría ligar con cualquiera y aunque suene arrogante no lo era.
Guillermo seguiría a la puerta con la misma maqueta de hace unos días; separé la atención del resto y lo seguiría.
Él pasa de mí.
Caminé por delante y seguí hasta el estacionamiento. ÉL respondería a aquella mirada.
El camino a casa era incomodo pero podría a acostumbrarme a ello.
A la forma en la que Guillermo es borde; es extraña la forma en la que él demuestra lo que siente.
Estacioné el carro frente  a su casa notando como él se bajaría enseguida y sin decir nada seguiría a la puerta de su casa.
Harto de su estupidez al tratar seguí al encender el carro e ir al frente de la calle.
Sé que podría acostumbrarme a muchas cosas pero no puedo ahora con un adolescente; ello era diferente ya que cada cinco segundos su comportamiento cambia.
Luzu ha llamado.
Escuche que estaba en un lugar lindo con Lana y si quería me presentaba a alguien para salir en plan los cuatro.
Pero pasaría de ello.
Pasó cerca de dos horas, terminé de poner el reloj para ir a correr.
-Puedo pasar? –No comprendía el cambio de Guillermo a las dos horas después de correr.
El sudor era tal que lo único que quería era una ducha y acostarme.
Introduje la llave en el cerrojo y dejé que pasara.
Sabría cuál sería su pregunta al no despegar la mirada del sillón que está en la sala.
-Tu p…. –No esperé a que terminase su pregunta.
-Papá se ha ido de viaje.
Quité las prendas llenas de sudor delante de él; no pretendía causar nada en él.
Sin embargo su mirada apunta a sus deseos a flor de piel.
Su mano descansaría en el abdomen; se acercó para delinear con su pulgar sobre el elástico del bóxer.
Su voz aunque quisiera hacer que no se escuchase era imposible por lo gruesa que es.
-No quería decir lo que dije, era hum.
Se lo difícil que era por lo que pasaba.
Ayudé a que no se complique en trasmitirlo en palabras.
-Comprendo.
-Estás seguro?
-Sí.
Nuevamente caía en el vaivén del acto sexual; él se opuso a que me duchase primero.
Pasaba su lengua haciendo presión en mi cuello.
Lamia el lóbulo.
Se podrían escuchar los gemidos en toda la casa.
Su mano podría poseerme nuevamente sin poder hacer que se detenga.
Guillermo despojaría sus prendas para estar encima de mí apoyando con fuerza sus piernas a la alfombra justo delante del sillón de la sala.
Las ventanas casi cerradas con la presión del aire me movían las cortinas.
Su piel pronto dejaría de estar fría a lo ya caliente de muchas formas de la mía.
Tomaba con fuerzas su cadera a la prisa que él tenía por venirse.
Su fluido caían sobre el abdomen sin siquiera tocarse; él se apresuró a moverse cada vez más de prisa mientras nuestros labios desviaban el poco aire que se podría tomar.
Él tomaba su mano izquierda para apresurar a masajear parte de mi miembro; era nuevamente su deseo que lograba saciar.
Logré impulsar el cuerpo un poco para sentir con frenesí el clímax mientras él lo intensifica.
Que era lo que pasaba?
Guillermo se ha ido sin decir nada.
Papá advertía lo que podría pasar si llegase a amar a una chica.
Ello podría afectar  a Guillermo?
Y de ser así ya podría sentir algo por Guillermo?
Los días no pasarían tan de prisa como antes.
Lograba ver a Guillermo como iba de pasillo en pasillo como si en él no ha pasado nada.
Quería decirle a alguien.
Era martes., un profesor ha pedido que ayude a Natalia.
Decliné su petición. No podría tener ningún tipo de vínculo después de haber tenido lo que tuve con aquella chica.
Día jueves.
Papá ha regresado; pasaba de él notando como ha sido de lo más irritante el mentirle al querer saber si he tenido algo con Guillermo.
No se opuso a que estuviese con un chico pero si el que lo pudiese pasar algo si respondiese al sentimiento que aunque Guillermo niegue ya sé que existe.
Salí de casa no sin antes escuchar.
-Acaso te vas a ver con aquel chico!? –Diría papá por su vez cien.
Pero no respondería a su repetida advertencia.
Ya quería correr sin saber que si amo a alguien esa persona se suicidaría.
Por este instante y por lo que vive en la familia quisiera que mi padre fuese otro.
Al volver vi a Guillermo justo en la heladería mientras tomaba su móvil.
Él no se ha dado cuenta pero llevo rato observando detrás de la silla donde él está sin que se dé cuenta.
Nuevamente sacaba el móvil para desbloquear la agenda.
Los contactos bajaron hasta ver que seleccionaría mi número pero se detenía al marcarlo.
Él pensaba en mí.
Sabía que lo hacía pero no podría verlo ya que en la universidad o estando fuera de su casa.
Salí de la heladería; quizá podría haberlo sorprendido y decirle cualquier cosa para que tuviésemos un nuevo encuentro.
Más aún ello sería usarlo y no podría ser así. Salí sin hacer ruido.
Caminaba  a casa.
Papá vería como seguía con los audífonos puestos.
Sé que dijo algo pero hice como si tuviese música y pasé de él.
Continuará.
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ficssasuhinadarkamychan · 8 years ago
Text
Fic “Love and Love” (KaraIchiOso). Cap. 3
Tumblr media
Género: Romance/Humor
Parejas: KaraIchiOso (KaraIchi x OsoIchi)
Autora: DarkAmy-chan (Amy-chan, Candy-nyu)
- Hablan
- Recuerdos
Nota: Todo está bajo el punto de vista de Ichimatsu.
oOoOoOoOo
Los Personajes de Osomatsu-san no me pertenecen, son del Maestro Fujio Akatsuka
oOoOoOoOoOo
Love and Love
Con las manos en el bolsillo de mi sudadera seguí rumbo hacía la sala de masajes que tenía arrendada para mi propia diversión. Se preguntaran porqué, que podría tener de divertido una sesión de masajes, más cuando las personas solían ponerme de nervios. Bueno. Todo iba dependiendo de con quien estaría en ese lugar, o mejor dicho: Con quienes.
Ellos juraban que no me daba cuenta de sus presencias, pero no eran más que unos calientes, que solo desean follarse a su hermano menor.
Sonrío con macabra diversión ante ese ultimo pensamiento, después de todo había sido yo quien los había impulsado a actuar de esa manera. No había podido evitarlo, no cuando me gustaban ambos, no cuando deseaba que esos dos idiotas me destrozaran por completo, mejor si era ambos al mismo tiempo. Maldición, de solo pensar ser follado por mis dos hermanos mayores, puedo sentir la excitación creer entre mis pantalones. Soy tan despreciable.
Y todo era gracias a esos inciensos que me dio el Doctor Dekapan, los cuales provocaban que los sueños se sintiesen como si fuesen reales. No había sido difícil fingir que era para una buena acción, como un regalo para mis hermanos. Ja. A veces las personas podían ser tan ilusas.
Pero el día de hoy no iba a necesitarlos, no cuando ellos derrochan hambre. De ello pude darme cuenta el día de ayer, cuando fuimos todos juntos a los baños públicos.
"No podía evitar reír por bajo ante la obviedad de ambos. No dejaban de mirarme de reojo, de estar pendientes de mis movimientos aun cuando estábamos con los demás. Pero iba ser divertido tentarlos un poco más, y esta vez no iba a necesitar de ningún incentivo, no cuando la utilidad de este ya había cumplido su papel.
Pero debía tener mucho cuidado de que los otros no se percatasen de esto, no cuando mi deseo estaba en juego. Mantendría al margen a estos idiotas, pero me divertiría una vez más de las ganas que me tienen a este punto.
Osomatsu-niisan... ─ Me acerque como quien no quiere la cosa, bajo su mirada y la de Karamatsu, el cual no despegaba su atención de nosotros. Iba a ser hilarante, mucho más al notar los deseos del mayor, el cual sonriendo esperaba expectante a lo que fuese a decir. ─ ...¿Me jabonarías la espalda?
¡Claro que si Ichimatsu! ─ Respondió aún sonriente. Y yo sabía que esa mueca tenía algo más oculto, podía notarlo en sus pupilas, en como se situaba a mi espalda. ─ Deja que tu oniisan te talle tu espaldita.
Vaya si que es caliente este idiota. ¿Es que no pierdes el tiempo? Mira que refregar de inmediato su polla en mi trasero. ¿Este tipo no conocía la vergüenza?. Maldición. Si no podía negar que era una de las grandes razones porque me gustaba. Con este Calientematsu estaba seguro que follaría en cualquier sitio, en todo momento si lo deseaba. Mi mirada paso lentamente por cada uno de mis hermanos, observando que todos estaban perdidos en sus mundos, a excepción de Dolorosomatsu, quien con su ceño fruncido seguía sin despegar su mirada de nosotros, de como el idiota fregaba mi espalda (y su pene en mi parte baja) .
God. Me estaba calentando su atención, así como los movimientos de mi hermano mayor. ¿Debería seguir a este punto?
Imposible detenerme ahora, no cuando todo estaba resultando tan deliciosamente satisfactorio.
Fue por eso que ante la vista del azul moví mis caderas hacia atrás, refregando de abajo hacia arriba (suavemente para que mis otros hermanos no se percatasen) mi trasero en el excitado miembro de quien comenzaba a seguir mi ritmo intentando conseguir más fricción. En ningún momento despegue mi mirada de Mierdamatsu, quien tragaba grueso mientras intentaba contenerse.
Tsk. Ese cabeza hueca iba a ser mas difícil con sus intensiones de ser siempre un "buen hermano". Pero esa era una de las razones por las cuales me gustaba. Estaba seguro que me follaría con calma, como las caricias que se le dan a un gato. Con extremo cuidado y dulzura. Todo lo opuesto de Osomatsu-niisan.
Por lo que juntos al mismo tiempo debería ser el paraíso para mis deseos. Lo estaba esperando con ansias.
¿Porque conformarme con uno, cuando los dos podían darme lo que quiero?
I – Ichimatsu... ─ El tono ronco lleno de necesidad de quien estaba a mi espalda me trajo de vuelta a la realidad, notando como sus manos ahora se aferraban con fuerza a mis caderas. Este idiota. Si seguía así los demás se darían cuenta...─ ...t- te lo meteré...
No alcance a reaccionar, cuando sus manos habían descendido hasta mis glúteos, separándolos luego de apretarlos por unos segundos. Tuve que apartarme rápidamente, atrayendo la atención de todos, causando que desviara el rostro levemente sonrojado.
Maldito Idiotamatsu. ¿Estaba loco o que?
De reojo observo como ese estúpido calentón sonreía con malicia, logrando que me cabrease en extremo. ¿En que estaba pensando?
¿Sucede algo Ichimatsu?  ─ Ignorando la interrogante de Choromatsu, me salgo de la bañera publica aparentando tranquilidad, encaminándome a los vestidores. Por idiota ese tonto tendría que deshacerse de su erección solo. Cada vez estaba mas convencido de ese Osomatsu no tenía vergüenza alguna, en especial si se trataba de sexo.
Ichimatsu. ─ Sorprendido volteo al escuchar mi nombre. ¿En que momento Karamatsu me siguió hasta los vestidores? . ¿Acaso estaba molesto?. Parecía. Su expresión, su parada lo reflejaba. ─ ¿Osomatsu se sobrepaso contigo?
¿Porque lo preguntas? ─ Respondí mientras me acercaba lentamente, completamente desnudo, igual que él. Pude sentir la tensión de su cuerpo al notar mi cercanía. Era tan divertido. ─ ¿No viniste acaso por lo mismo?
¿Para que desviaba la mirada, si su sonrojo lo decía todo? No era diferente al otro en ese sentido. La única diferencia es que quien tenía en frente le carcomía el hecho de que eramos hermanos, que tuviese esos deseos por alguien de su familia, mientras que al otro le sudaba todo aquello.
Él no era como yo, una basura que no le importaba gustar de sus hermanos, de desearlos al punto de jugar con sus sueños.
Fue en eso que la sorpresa de chocar contra los casilleros de espalda me saco de mis pensares. ¿Que había pasado? ¿Cuando Karamatsu...?
¡¿Que haces Mierdam...?!  ─ Estaba estupefacto por la mirada que me regalaba, porque en sus ojos podía verse la lucha interna entre lo que estaba bien, y lo que no. ─ ¿Donde quedo tu moral, eh?
No pude evitar embozar una sonrisa ante la duda que reflejaba. Era una gran victoria para mi anhelo, ya que sin duda este idiota era el mas difícil de quebrar. Pero ahora que lo veía en ese estado, sin duda quería más de esa agresividad que pocas veces mostraba.
Aprovechando su desconcierto una de mis manos se dirigió a su parte baja, envolviéndole con mis dedos en su totalidad, ganándome un estremecimiento de su parte mientras me preguntaba nervioso que estaba haciendo. Era tan hilarante su reaccionar, como a pesar de escucharle decir que me detuviera, no hacía movimiento alguno por apartarse.
Me enferma tu lado moralista  ─Le susurre cerca del rostro, de sus labios, perdiéndome por unos segundos en su tartamudeo al percibir como mi mano comenzaba a moverse, masturbándole. ─ Si me deseas, solo tómame, destróza...
De pronto mi boca fue asaltada por la suya, por su lengua reclamando luchar con la mía. Me había pillado desprevenido, completamente descolocado, al punto de que mi mano – la cual había estado brindándole placer – le soltó para aferrarse a sus hombros, a su espalda y rasguñarle al sentirle empotrarme con fuerza una vez más contra el frío del casillero.
Así me gustaba. Agresivo pero delicado al mismo tiempo. Como me ponía este idiota. Él no sabía cuantas veces soñé estar en esta posición con su persona, consiguiendo esa anhelada fricción de nuestros sexos. Estaba tan caliente, tan necesitado de más.
Osomatsu ¡Maldito pervertido! ─ Asustado de escuchar la voz de Choromatsu junto con la de mis otros hermanos, aparte rápidamente a Karamatsu, que de la impresión cayó de trasero al suelo mientras me veía con esa expresión llena de incomprensión. Tsk. ¿Había sido tanta su calentura, que no se había dado cuenta de las voces?
En eso en mi cabreo bajó la mirada a mis partes nobles. Debía ocultar eso de los otros, decirle al idiota del azul que se pusiese su ropa también. Pero mi lado oscuro había podido conmigo, y con una sonrisa llena de macabra diversión saque mis pantalones para colocármelos rápidamente, ignorando aun la misma cara de tonto de mi acompañante.
Esto iba a ser divertido.
Ichimatsu-kun ~ ─ Rápidamente Idiotamatsu llego a mi lado, abrazándome por la espalda. Y por lo que pude notar, seguía igual de excitado. Sin duda este tipo no tiene vergüenza. ─Tu sí ayudaras a tu onii-chan con su "pequeño" problema, ¿verdad?
Maldición. Ya estaba lo suficiente empalado, como para ahora soportar la fricción de Osomatsu en mi trasero nuevamente. Si seguía así estaba seguro que mi pene estallaría de tanto contenerme.
¡Karamatsu-niisan también la tiene tiesa!  ─ Como era de esperarse, el muy cabeza hueca no había alcanzado ha hacer nada, y ahora su excitación estaba a la vista y burla de todos. Quería sonreír por el resultado esperado, pero debía mantenerme al margen, como si nada hubiera pasado.
Jyushimatsu, oh my little Jyushimatsu ─Idiota. Por mas que intentaba callarlo, ya todos se habían dado cuenta. Un cabeza hueca siempre sera un cabeza hueca.
Ahí estaba la conmoción porque todos la tenían tiesa. Y yo solo quiero irme a casa para poder bajarme esta cosa. ¿Era mucho pedir? ¿Porque no se morían de una vez?
¿Pensabas hacerlo con Karamatsu antes de mi Ichimatsu? ─La tensión llegaba a mi ante la ronca voz que provenía de mi espalda. Me había olvidado por completo de quien estaba detrás, pero ahora parecía que en esta habitación solo estábamos los dos debido al ambiente pesado que se formo tras sus vocablos. ¿Estaba molesto? Maldición. De solo pensar en ello siento que en cualquier momento estallaré igual que un volcán en plena erupción. ─ Muy mal hermanito. Primero me calientas, y luego me dejas por otro. Eso no se hace, ¿debería castigarte?
Decirme todo eso mientras me tocaba discretamente me ponía a mil. Estallaría. Si seguía así explotaría en mil pedazos.
Quería decirle que si, que me sometiera todo lo que quisiera, que me rompiera en dos si era necesario, pero no podía. Todos estaban presentes, y si deseaba tenerles al mismo tiempo, debía aguantar. Por eso mismo me aparte aunque no desease hacerlo, sonriendo con claro eje de invitación.
¿Porque no lo intentas? ─ Murmure por bajo, cosa que solo él pudiese escuchar, muy cerca de sus labios. ─Lo estaré esperando, niisan...
Tras decir aquello me aleje para terminar de vestirme, para marcharme a la casa y así poder desahogarme como se debe. Yéndome complacido por la atención de mis dos hermanos mayores, quienes no habían apartado su mirada de mi hasta haberme ido.
Los tenía donde quería, comiendo de la palma de mi mano, así como pronto yo estaré comiendo de lo que deseen darme. Esperaba que fuesen con todo, que no se contuviesen en nada.”
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No tarde en llegar a la casa de masajes, a entrar a ese lugar en búsqueda del dormitorio que se me habían asignado, con la clara explicación de que mis masajistas privados irían a brindarme su servicio especial, que nadie mas debía entrar. Por supuesto de que me asegure que ambos idiotas aun estuvieran tras mis pasos, sonriendo por bajo al notarles en el mismo plan, esperando lo que fuese a hacer.
Una vez que estuve seguro de que estaban en ese sitio, seguí rumbo al lugar donde los esperaría. Por supuesto que haría como si no los hubiese visto, como si no entendiese nada, solo así podría hacer como si cumpliese mi gran fantasía.
Estaba tan ansioso, que no tarde en quitarme cada una de las prendas hasta quedar completamente desnudo, con una simple toalla de color blanco cubriendo mis partes nobles. Mientras esperaba fue imposible no sonreír al recordar a quien venía en primer lugar siguiendo mis pasos. Ese Inutilmatsu nunca me defraudaba, pues como el caliente que era, al saberme solo, estaba esperando la oportunidad propicia para lanzarse tras mis huesos, para dejar de ser virgen de una vez.
Era tan predecible. Por eso al verle acceder por la puerta con una sonrisa plasmada en el rostro, no pude evitar sonreír de la misma manera, pues ambos sabíamos de ante mano que iba a pasar ahora. Aunque claro. Él no sabía que había otra persona más invitada a esta "fiesta" .
A llegado tu masajista favorito, hermanito. ─ El calor comenzó a hacerse presente en cada poro de mi ser al ver como con cada paso que daba, una prenda que antes cubría su cuerpo, ahora yacía en el suelo acompañando a las mías. Maldición. Ya añoraba que sus manos recorriesen mi piel, hasta el más mínimo centímetro. ─ Lo haremos a mi manera, ¿de acuerdo?
Sabía que no era una pregunta, que más bien lo estaba informando. Podía apreciarlo en su mirada, en su caminar, en como comenzaba a jugar con la amarra de mi toalla. Era lo único que se interponía entre el roce de nuestras intimidades. Tuve que reprimir un gruñido al notarle rozar esa parte con uno de sus dedos, como si estuviera jugando con mis deseos, mis anhelos de que agarrase mi polla de una buena vez.
¿Que estaba esperando el idiota? ¿Acaso era su manera de vengarse? Si seguía así le golpearía. Si. Perfectamente podría noquearlo y aprovecharme de su cuerpo. No era mala idea.
Sabes. ─ Tsk. ¿Que quería ahora? ─ Tenia pensado torturarte un poquito por dejarme dos veces empalmado...
¿Desde cuando hablas tanto, cuando se te esta dando la oportunidad de dejar de ser virgen? ─ Estaba estupefacto ante mis vocablos, pude apreciarlo. Pero era cierto. No podía esperar mucho más de él, no cuando en su mente solo esta el sexo y los juegos de azar. Por ahora solo me conformaba con ser su agujero para desahogarse. Además. ¿Quien querría a una basura sin combustible como yo? ─ ¿Porque no te callas? ─ Un quejido escapo de mis labios al ser girado con violencia, quedando apoyado de una de las paredes de esta alcoba, con mi mirada fija en la blanca pintura que la cubría. No pude reaccionar, todo había muy rápido. Mis sentidos solo volvieron a mi al sentir su respiración a la altura de mi oreja, al notar el calor de su cuerpo tras el mío.
Jajajaja. Tan impaciente como siempre ─ Avergonzado desvié la mirada. Ese estúpido como siempre lograba leerme bien. Era tan molesto. ─ Pero no te preocupes hermanito. Estoy igual que tu.
Un quejido escapo de mi boca al sentirle colar una de sus manos por esa toalla de color blanco invierno, directamente a mi entrada trasera, metiendo uno de sus dedos sin siquiera mojarlos. Dolió. Había sido demasiado brusco, y me encantaba.
A este punto de mi boca únicamente brotaban quejidos mientras un hilo de baba comenzaba a descender por mi barbilla. No podía callarme aunque lo intentaba, aunque insistía en morderme el labio. Era tan delicioso ser invadido así de fuerte, al punto de creer que me rompería, y eso que aún no metía su polla.
Tus quejidos son musica para mis oídos, para mi erección. ─ No se para que seguía hablando, si a estas alturas mis sentidos estaban netamente en el segundo dedo que introducía, que provocaba que tratase de aferrarme a la pared para no caerme, ya que mis piernas comenzaban a fallar. ─ ¿Tanto te gusta rudo? Eres todo un masoquista Ichimatsu-kun.
Lo era, lo era. Mil veces lo era. Me encantaba que me destrozaran, que me diese duro, que me marcase en donde pudiese. ¿Era mucho pedir que me marcara?
C- Cállate...─ Su risa no tardo en llegar ante mi intento por silenciarle, porque no pude decir nada más allá debido a que comenzó a mover más sus dedos, tocando un punto en el cual... ─ Ngh...A-Ah...¡A-Ahí!
¿Que? ¿Aquí? ─ Apenas y pude asentir, todo mientras trataba de que mis rodillas no se doblasen más de lo que ya estaban. ─ ¿Se siente bien?
N- No lo se, solo... ─ Pero en el instante en que iba decirle que no se detuviese, la puerta del lugar fue abierta una vez más, causando que quien estaba a mi espalda sujetándome, se detuviese para fijar su vista en el recién llegado, el cual nos observaba estupefacto, con esa mirada estúpida de no saber como reaccionar.
No pude decir nada, menos cuando ante mi sorpresa Osomatsu me hizo quedar frente a Karamatsu, apoyado en el pecho de quien ahora era el que se recargaba en la pared. Me sentía demasiado vulnerable, tan expuesto a mi segundo hermano, el cual sorprendido decía el nombre de quien volvía a mover sus dedos en mi ano.
Hahaha. Sabía que no era el único tras el gatito ─ Escuche entre este mar de emociones, sin dejar de jadear ─ Lo planeaste así, ¿verdad Ichimatsu?
No pude responder a su interrogante, no cuando un tercer dedo había sido ingresado, y la parte inferior de mi cuerpo ya era un desastre a este punto.
..P- Pero que dices... ─ Estúpido Karamatsu. Ahí estaba otra vez su lado moralista. A pensar de que había venido a lo mismo que nuestro hermano mayor, trataba de mantenerse firme solo porque me había pillado con alguien más. ¿Quien se creía que era? ¿A quien creía que engañaba? ─ ...yo...yo...
K– Karamatsu-niisan ─ Maldición. No me iba a dejar otra opción, ¿verdad?. No pensaba rogar por su polla, pero si podía tentarlo, arrastrarlo hasta ese lado oscuro que tanto deseaba hacer desaparecer. ─ ...A-Ah...K- Kara..matsu...
Sin despegar mi mirada avergonzada de su rostro igualmente sonrojado, una de mis manos fue a parar a mi pene, comenzando a acariciarme lentamente, llenando mis dedos con el liquido preséminal que había comenzado a emerger anteriormente gracias a Osomatsu. En ningún momento mi mano se detuvo, así como tampoco lo había hecho quien estaba a mi espalda. En cada uno de mis jadeos, de mis gemidos estuvo el nombre de quien dormía junto a mi todas las noches, y de igual manera mi atención estuvo siempre centrada en su persona, en como tragaba grueso debido a su excitación, e inclusive aquella pequeña gota de sudor que comenzaba a bajar por su mejilla.
Me deseaba. Podía verlo en sus expresiones, en el bulto que comenzaba a emerger entre sus pantalones. ¿Porque seguía sin moverse de ese sitio?. Se que quiere metérmelo, tanto o igual que quien estaba tras de mi besando mi espalda sin dejar de prepararme.
¿Que pasa Karamatsu? ─ Consultaba el rojo tras sacar sus dedos completamente mojados de mi interior, dejándome insatisfecho y necesitado de más. ─ Deberías aprovechar estar oportunidad, porque es la ultima que tendrás ─ Sin poder comprender voltee a mirar a mi hermano mayor, el cual me sonrío antes de llevarme a la cama, sentándome en su regazo; sintiendo su excitación rozando mi trasero.
Quizás si me paraba un poco, y me hacia levemente hacía atrás...
Pero en el momento en que disponía a cumplir mi cometido, algo (o mejor dicho alguien) jalo una de mis manos, provocando que mi cuerpo se fuese hacía delante, que chocase contra la calidez de otro, y un aroma conocido inundo mis sentidos.
¡Hey! ─ Escuche quejarse a Osomatsu, rompiendo el silencio que se había creado por unos segundos. Yo tampoco había tenido tiempo para captar algo, menos ahora que la otra mano de esa persona me invitaba a posar mis ojos en los suyos tras tomar mi barbilla. ─ ¿Eres tonto o que? ¡Espera tu turno, demonios!
¿C - Cacamat...? ─ Mis palabras fueron silenciadas de improvisto por sus labios, por su lengua pidiendo acceso para batallar contra la mía. Ahí estaba el idiota suave que estaba esperando, aquel que contrastaría con el otro que volvía a enfadarse a mi espalda.
Su beso era suave, dulce como un caramelo, como si yo fuera la cosa más importante del mundo, siendo que no lo merezco. Solo soy una basura que los manipuló, que a través de sus deseos de dejar de ser vírgenes terminaron aquí conmigo, en esta especie de trío extraño. Más sentía que por esta vez podía dejarme llevar por esa dulzura, por esa creencia de falso sentimiento de amor que me ofrecía. Pero en el momento en que volvía a centrarme netamente en estas sensaciones, un agudo dolor cruzo por todo mi cuerpo.
Un fuerte quejido escapo de mi boca, cortando así el beso que me había robado el aire, e inmediatamente mi atención volvía a mi retaguardia, siendo de nueva cuenta invadido por tal intenso dolor, como si me estuviesen partiendo en dos.
¡Detente Osomatsu! ─ Ahí estaba el estúpido, preocupado por mi nuevamente. ─ ¡Oye!
Oh, no. Si esto seguía así, el tonto de Cacamatsu terminaría golpeándole, y yo perdería mi oportunidad...
Tsk. C- Cállate ─ La tirantes de la voz del mayor me hizo notar que estaba disfrutando entrar poco a poco en mi, como mis paredes internas comenzaban a darle la bienvenida a su creciente polla. ─ A él le g -gusta así de rudo. ─ Otro intenso quejido broto de mi garganta al sentirle por fin completamente, causando que me sujetase de la chaqueta de cuero de Mierdamatsu, babeandole de paso un poco debido a este sentir. Era maravilloso. Me encantaba. ─ Es todo un gatito masoquista, pero su culito se siente tan caliente.
P- Pero... ─ Increíble que siguiera dudando a este punto. Me iba a tocar demostrarle que Idiotamatsu tenia razón.
M- Más... ─ Tratando de controlar este palpitar, esta respiración irregular, hable. ─ R- Rómpeme e-en...dos. D- Destrózame...O- Osomatsu-niisan...
Ante la estupefacción dibujada en el rostro del segundo, el nombrado comenzó a retirarse lentamente, causando que me aferrase con más fuerza a Mierdamatsu, quedando pegado nuevamente a su ser al sentir el arremetimiento certero en mi próstata por parte de mi hermano mayor. Veía estrellas, deliciosas y maravillosas estrellas.
No podía dejar de gemir, de soltar saliva por mis labios. Mi mente se nublaba por momentos. Los movimientos de su pelvis eran cada vez más certeros, más profundos, más invasivos. Era el puto cielo.
Pero aun así necesitaba más. Esta basura que soy deseaba al doloroso también, a aquel que me veía sin saber que hacer, como reaccionar ante estos sonidos que se escuchaban. Por eso mis dedos comenzaron a descender por sus ropas, deteniéndome en la cremallera de esos brillantes pantalones. Aun entre gemidos no pude evitar sonreír ladinamente ante la tensión de su cuerpo, ante su mirada puesta en mi persona.
A-Aun tengo...mi boca...Karamatsu- niisan... ─ Imposible no soltar una carcajada internamente. Su expresión había sido única, incluyendo por supuesto el rojo en su rostro. Si inclusive Osomatsu se había percatado del asunto, porque su risa acompaño por unos momentos a estos acuosos sonidos que inundaban el lugar.
¿Porque no te entregas Karamatsu? ─ Se escucho la voz del mayor. Su tono seguía siendo tirante,mientras su respiración era cada vez mas intensa. ─ Después de todo luego de esto, el gatito sera solo para mi.
Non, non brother ─ Respondió dolorosamente el nombrado luego de unos momentos de completo mutismo, en el cual las palabras del Inutilmatsu causaron unas extrañas emociones en mi ser, en todo mi cuerpo. ─ El little kitty sera solo mío.
¡¿Que?! ¿Que mierda estaba pasando?
Eso lo veremos, hermanito. ─ Mi reclamo por lo que hablaban había quedado atorado en mi garganta al comenzar a ser penetrado cada vez más fuerte. Se sentía como si ese Idiotamatsu estaba intentando marcarme, demostrar que él podía satisfacerme solo. Maldición. Si seguía así no podría mantenerme en esta posición por mucho tiempo. Pero cuando de mis labios volvían a salir gemidos imposibles de contener, mi boca fue invadida por un sabor salado para nada desagradable. Y lo siguiente que supe, es que Mierdamatsu había empezado a follar mi boca, tan intensamente, que creía que me ahogaría en cualquier segundo.
¡Era el paraíso! ¡Mi sueño hecho realidad!
Ahora sentía que podía morir feliz. Ya podía imaginarme muriendo mientras era embestido por ambos sin piedad. No habría manera de fallecer más hermosa. Sin dudas me iría al infierno con una sonrisa de satisfacción en los labios, y con mis ojos llenos de lágrimas.
Ya no eran solo mis gemidos los que se oían en toda la habitación, sino que también los de ambos acompañando los míos.
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Pronto los tres estábamos en igual de condiciones. Completamente desnudos sobre la cama que estaba cubierta con una sábana de color blanco invierno. Al menos Mierdamatsu y yo nos hallábamos ahí.
Me encontraba sobre el sudoroso cuerpo del doloroso, siendo golpeado sin piedad por su pene en mi agujero mientras trataba de corresponder sus besos. No podía, no lograba hacer nada más que lamer su lengua de manera entrecortada debido a mis gemidos, a los movimientos de nuestros cuerpos. Quería más, necesitaba mucho más.
¡¿Donde estaba el idiota de Osomatsu?!
Fue en ese instante en que otro peso se sintió en esta cama, como si estuviera de pie a mi espalda. Pero lo que hizo erizar mi piel no fue eso, sino más bien cuando sentí su calor cubriéndome por unos segundos, el tono ronco de su voz al hablarme al oído.
Estoy seguro que puedes con los dos, ¿verdad Ichimatsu-kun? ─ ¿Que? ¿A que se refería? Un fuerte dolor cruzo desde la parte baja de mi ser, por la espina dorsal hasta la punta del cabello. Un fuerte quejido escapo desde lo más profundo de mi ser mientras mis orejas de gato salían por entremedio de mi pelo. ¡No podía creer que el imbécil metiera su polla junto con la de Karamatsu. Ahora si creía que no iba a poder sentarme en un buen tiempo. Me dolía como nada que hubiera vivido ya, pero eso mezclado con el placer, era algo indescriptible.
Gozo y dolor. ¿Que más podía pedir un masoquista como yo?
Una y otra vez sus penes salían de mi mientras repartían besos en cada centímetro de mi piel,más yo a este punto no lograba concentrarme en nada. Mi mente no lograba enlazar pensamiento alguno, así como mis labios no alcanzaban a articular nada más allá de incontrolables gemidos.
Dios. Tanto placer debía ser un pecado. Con gusto me iría al más allá por otra sesión como esta.
M – Mierda...si...─ Logre articular entre rápidas respiraciones. Necesidad se escuchaba en mi voz, ganas de que me destruyeran por completo. ─ ...¡S- Si maldición!...M- Más rápido...más adentro...
Ya había perdido el sentido del tiempo, cuanto llevábamos en esta posición, pero nuestros cuerpos sudaban sin control.
I- Ichimatsu...─ Al parecer el segundo estaba en mis mismas condiciones, así como el otro que seguía moviendo como si no hubiese un mañana. Estábamos en las ultimas. Lo sentía en mi interior, tal como ellos con mis paredes internas apretándoles. ─ ...N- No..no aguantare m– mucho más...
Estúpido Mierdamatsu con su tono tan sensual cuando estaba caliente. Me excitaba como no tenía idea.
Mis garras se enterraron con fuerza en el pecho de este mientras me corría sobre nuestros pechos en un suave e insostenible gemido intenso. Un gruñido escapo por sus bocas al sentir mi orgasmo, al arrastrarlos conmigo a este abismo de pecado, mientras de mis labios brotaba un segundo gemido al sentirles llenarme con su calor, de notar como Inutilmatsu caía rendido sobre mi espalda al vaciar su semilla por completo en mi interior.
Había sido mejor de lo que esperaba, tan intenso, como si estuviese en el mejor de los sueños húmedos.
Pero no. Era cierto. El calor de sus cuerpos me lo mostraba, sus cansadas respiraciones lo reflejaban. Había cumplido mi más grande fantasía.
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Maldición. Obviamente tras este extraño suceso era obvio que el ambiente se pusiese tenso, aun cuando ya estuviésemos vestidos. ¿Que debería decirles? ¿Confesarles que todo había sido planeado seria lo mejor?
Negué intensamente ante eso ultimo. Eso era imposible. Antes muerto que decirles que me gustaban ambos, que desde hace tiempo añoraba sus pollas llenándome.
Maldición... ─ Murmure por bajo mientras metía mis manos a los bolsillos del pantalón. Iba a largarme de ahí. Ya no aguantaba la presión de sus miradas. Pero en el momento en que me disponía a dar paso alguno, un fuerte dolor en mi trasero me mando directo al suelo de rodillas. Esos idiotas se habían pasado. ─ ¡Todo es por tu culpa Calientematsu!
Jajajaja. No veía que te quejaras antes, ¿o si? ─ Avergonzado desvié la mirada. Era un desgraciado. Sabía que tenía razón el muy idiota. ─ ¿Ves? Eres todo un pervertido, y me dices a mi "Calientematsu"
Tsk. Cállate... ─ Desviando la mirada aparente molestia, pero más que me nada sentía nerviosismo, cabreado porque al parecer no iba a poder marcharme hasta que pusiese colocarme de pie nuevamente.
¿Estas bien, my little kitty? ─ Mi corazón comenzó a latir con fuerza al notar la repentina cercanía del segundo, quien me veía con esos ojos tan brillantes, tan dolorosos. No pude aguantar esta repentina ola de calor. Tuve que mandándole lejos de un golpe en el estomago, deseando enterrarme en el piso porque no podía largarme aún.
Maldición. Mil veces maldición.
Jajajaja. Te lo mereces Karamatsu ─ Osomatsu volvía romper el silencio que se había creado, aquel en el cual solo se escuchaban muy suavemente los quejidos del nombrado por el golpe recibido. Hmph. Eso le pasaba por ser tan doloroso, por dárselas de galán conmigo. Salgo de mis pensares al percibir como mi hermano mayor se acercaba al otro para hincarse a su lado, sonriendo de pronto de manera oscura. ─ Después de todo te dije que seria la primera y ultima vez que tendrías al gatito.
Eso no lo decides tú Osomatsu ─ Respondió el otro mientras se ponía de pie quedando frente a frente. Estaba estupefacto ante la rara seriedad que portaban de un segundo a otro. Tanta fue mi sorpresa, que ni cuenta me di del momento en que empezaban a decirse que sus personas podían complacerme mas que el contrario.
Ante la escena que estaba pasando a pasos de mi, no podía evitar consultarme que estaba ocurriendo, en que mundo paralelo había entrado como para que discutieran por una basura como yo. No podía creerlo aun después de que me pellizcara para ver si estaba soñando, mucho menos cuando Idiotamatsu decía que lo echaran a la suerte.
¿Y si me golpeaba en la cabeza, despertaría de esta ilusión? ¿Quería en verdad hacerlo, aún cuando provocaban estas extrañas emociones en mi? Después de todo podía sentirme completamente ruborizado, con el corazón latiendo cada vez más intensamente. Jamás había expresado algo como esto, y aunque detestaba admitirlo, me gustaba.
¡Que Ichimatsu decida con cual de los dos se queda! ─ Dijeron al mismo tiempo de pronto mientras me observaban expectantes, causando que estas sensaciones en mi interior se acrecentaran, sacándome instantáneamente de mis discusiones internas.
¿Que pasaría si les digo que me quiero quedar con los dos?. Imposible no sonreír maliciosamente tras mis pensamientos.
Supongo que tocaba averiguarlo, ya que no había duda alguna. Viviría otra tarde como esta, aun cuando tuviese que usar esos inciensos una vez más.
Era imposible decidir por alguno de esos dos idiotas, ya que cada uno complementaba una parte de mi asqueroso ser.
Con tales memorias me puse de pie para acercarme lentamente. Colocando mis manos en sus hombros les sonreí con falsa inocencia. E ignorando su anterior interrogante, hable.
¿Quien quiere disfrutar del relajante aroma de un incienso de vainilla? ─ Tras decir aquello me dispuse a salir de la habitación, no sin antes mirarles por ultima vez.
Esto estaba recién comenzando, y lo disfrutaría en extremo.
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Fin:-
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raike1028-blog · 8 years ago
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Capítulo 18: Atlas y la Voz del Bosque
Bosque Ilex, 7:24 P.M
Ese último ataque… la combinación de Grass Knot (hierba lazo) con Iron Tail (cola de hierro) ¿donde lo aprendiste?
Un viejo amigo de mi padre se lo enseñó y él a su vez me lo enseñó a mí. Respondió Yuna automáticamente sin pensar en las consecuencias de lo que dijo.
¿Enserio? Pregunta incrédulo Gold. ¿Un amigo de tu padre?
Creo que cometí un grave error. Pensó Yuna al darse cuenta de lo que hizo.
Ese es el ataque favorito de Red. Dijo Gold mirando seriamente a Yuna. ¿Ósea que el mismo Red le enseño esa técnica a tu padre?
Y-yo… Ehh…
Gold espera. Ordenó Crystal poniéndose frente a su compañero y sonriendo nerviosamente. E-esa técnica-…
Creo que Yuna es capaz de responder por sí misma. Manifestó Gold cortando las palabras de Crystal y poniendo a pichu en el suelo. Desde que me desperté todas ustedes están actuando de forma bastante extraña, es como si estuvieran intentando ocultarme algo…
Las tres (3) chicas se miraron las unas a las otras en completo silencio, simplemente intercambiaron miradas y sabiendo que Gold tenía razón.
Su silencio responde por sí solo. Proclamó Gold cruzándose de brazos y soltando un suspiro al ver que ninguna de las tres (3) dijo algo al respecto.
Gold, enserio no es lo que parece. Comentó finalmente Kelly rompiendo su silencio. Es algo… ¿como decirlo? …ammm …"complicado"
No es fácil de explicar. Anuncio Yuna al regresar a Pichu a su pokebola. C-creeme que yo deseo con todas mis fuerzas ser honesta contigo…
¿Entonces me dirán porque están actuando de esta forma? Pregunto Gold mirándolas fijamente y con seriedad.
Justo antes de que alguna de las chicas pudieran responder a la pregunta de Gold, se escuchó una de especie de agudo chillido proveniente de algún lugar cercano a donde ellos estaban.
¿Q-qué rayos fue eso? Preguntó Kelly inmediatamente acercándose y abrazando a Gold con temor.
Se escuchó como el grito de un pokemon. Informó Crystal mirando de un lado a otro intentando encontrar lo que causó ese chillido. O al menos eso creo…
Tengo un muy mal presentimiento de eso. Anuncio Gold tratando de ocultar su evidente nerviosismo.
Un par de segundos más tarde y muy para la sorpresa del grupo, una pequeña esfera de luz de color blanco comenzó a acercarse a gran velocidad desde los árboles y sin previo aviso, ésta se estrelló a escasos metros de donde estaban parados.
Gold, Crystal, Kelly y Yuna se miraron los unos a los otros con cierto desconcierto luego de ver caer frente a ellos la esfera de luz, quien poco a poco empezaba a perder su resplandor y después de un rato esta se disipó y se transformó en pokémon de color verde muy parecido a un hada con grandes ojos y unas curiosas antenas en su cabeza.
E-es el pokemon que Crystal nos enseñó en su pokédex. Manifestó Kelly al acercarse al verde pokemon y verlo un poco más de cerca.
¿C-celebi? Pregunto Crystal aún sin acercarse del todo.
Si, pero parece estar herido. Informó Kelly al observar su cuerpo. Debemos ayudarle inmediatamente o de lo contrario-...
C-creo tener un par de pociones. Anuncio Yuna abriendo su mochila y luego pasándolas a Kelly.
¿Celebi? Repitió ahora Gold sin entender del todo la situación. Jamas habia oido hablar de este pokémon…
Celebi es un pokémon mítico el cual se supone es el guardián de este bosque. Informó Yuna.
¿No me digan que este pokemon tiene que ver con el extraño comportamiento de ustedes?
En parte sí. Respondió Crystal con vergüenza. Todo esto es demasiado complicado…
¿Podemos discutir esto en otro momento?. Propuso Kelly suspirando y rociando cuidadosamente las pociones en el golpeado cuerpo de Celebi. Este no es el momento adecuado para hablar sobre esto…
¿E-el estará bien? Pregunto Yuna.
Gracias a las pociones, si. Informo con una tenue sonrisa Kelly. Pero necesitará descansar un poco para estar como nuevo…
¿Que creen que le pudo haber pasado? Pregunto Gold inclinando un poco su cabeza a un lado. ¿Acaso lo atacó otro pokemon salvaje?
Lo dudo mucho. Manifestó Crystal cruzando sus brazos y observando más de cerca a Celebi. A juzgar por la condición en la que estaba es muy probable que esto fuera ocasionado por algún pokémon controlado por un entrenador…
La chica de las coletas es muy lista a pesar de su corta edad.
¿Huh?
En ese preciso momento, se pudo sentir una increíblemente intensa sed de sangre que provenía de un sujeto aparentemente a mitad de sus veintes, de contextura delgada, cabello largo y plateado amarrado en una cola de caballo y vestido con un elegante traje blanco. El apareció caminando lentamente de entre el bosque por donde hace momentos atrás había venido Celebi volando en su forma de esfera de luz.
Apreciaria mucho que ustedes se alejaran de ese pokemon y me dejen capturarlo o de lo contrario me veré en la penosa necesidad de tener que lastimarlos por meterse en lo que nos les importa…
¿Quién demonios te crees que eres para decirnos eso? Pregunta Gold inmediatamente colocándose frente a las chicas y Celebi al sentir la notoria sed de sangre del desconocido.
¿Pero dónde están mis modales? Se preguntó a sí mismo y con una macabra sonrisa el sujeto de cabello plateado. Mi nombre es Atlas y como dije espero por su bien se quiten de mi camino.
¿A-atlas…? Ese nombre… ese sujeto me es familiar. Pensó Yuna al ver al sujeto e inmediatamente poniéndose a temblar. ¿Porque siento conocerlo?
¿Te encuentras bien? Pregunto Crystal al ver a Yuna temblar. Estas algo pálida y-...  
N-no te preocupes por mi. Manifestó Yuna sin despegar sus ojos de Atlas. Lo importante ahora es proteger a Celebi de ese sujeto…
¿Pero qué es lo que ven mis ojos? Se preguntó retóricamente Atlas fijando ahora sus brillantes ojos azules en Yuna. Esta es definitivamente una muy inesperada y molesta sorpresa…
¿Ehh?
Se suponía que ese ataque debió de matarte. Anuncio algo confundido Atlas cruzando sus brazos. Tch… supongo que Celebi debió de salvarte de alguna manera.
¿M-muerta? Repitió Yuna con un enorme nudo en su garganta. ¿D-de que estas hablando y cómo me conoces?
¿Te olvidaste de mi tan rápido, mi querida y linda Yuna? Me siento terriblemente ofendido, pero de cualquier manera lo mejor es eliminarte de una vez por todas. Anuncio Atlas volviendo a sonreír y esta vez chasqueando sus dedos.
¿Huh?
Sin previo aviso, un rayo de color púrpura con negro es disparado desde entre las sombras del bosque y en dirección a Yuna. Gold al ver esto, rápidamente la empuja y al hacer esto, el ataque termina por impactar en su totalidad en el.
NOOOOOO. Gritaron al unísono las tres (3) chicas al ver con suma impotencia cómo lentamente Gold cerraba sus ojos y se desplomaba como un costal de papas luego de recibir el ataque
Tch… esta es la segunda vez en el dia que alguien salva tu patética vida. Manifestó con molestia Atlas negando con su cabeza. Simplemente deberías de dejar de sacrificar a los demás y morirte de una maldita vez…
Crystal, Kelly y Yuna corrieron inmediatamente en auxilio de Gold, quien ahora estaba tendido en el suelo.
E-él apenas si está respirando. Informó Crystal con desesperación y tratando con todas sus fuerzas de no llorar. Los latidos de su corazón son débiles…  D-debemos de llevarlo a un hospital lo más pronto posible-…
T-TU… T-TU MALDITO MISERABLE. Grito Kelly mirando con total odio y rencor a Atlas. TE MATARÉ… T-TE JURO QUE TE MATARE POR LASTIMARLO.
Eres libre de intentarlo, pero te aseguro que acabarás como el pobre ingenuo que está a tus pies. Predijo Atlas con extrema confianza y frialdad. ¿No les parece mejor que simplemente dejemos de derramar más sangre inocente y me entreguen a Celebi por las buenas? Como símbolo de buena voluntad les daré un par de segundos para que lo piensen…
TE VOY A MATAR MALDITO BASTARDO. Grito Kelly apretando con fuerza pokebola de Prinplup y haciéndola crujir. ACABARÉ CONTIGO.
Kelly… tienes que calmarte. Ordenó Yuna tomando de la mano a la rubia y también tratando de no llorar. Esto es exactamente lo que él está buscando…
P-pero…
Si lo intentas atacar sola te podría pasar lo mismo que a Gold o incluso peor…
Grrr… me subestimas…
No subestimo lo que puede ser capaz de hacer pero no dejes que tus sentimientos te controlen en este momento. Sugirió Yuna con voz entrecortada y con un par de lágrimas en sus ojos. T-tanto tú como tambien Crystal son importantes para el futuro… para mi futuro…
Kelly miró con detenimiento a Yuna y soltó un par de lágrimas. Ella muy en el fondo sabía que Yuna tenía razón en lo que decía, pero era extremadamente difícil controlar su sed de sangre.
¿Y bien?, ¿Me dejaran capturar a Celebi por las buenas o-...?
¿Para que lo deseas tanto? Pregunto Yuna. No entiendo porque tienes que llegar a estos extremos…
¿Estos extremos? Repite con indignación Atlas apretando sus puños y mirando con repudio a Yuna. TU Y TU MALDITA FAMILIA ME LLEVARON A ESTOS EXTREMOS.
¿M-mi familia?
Primero el mal nacido de tu padre se interpuso en los planes de mi padre para que el Equipo Rocket resurgiera hace veinticinco (25) años atrás y ahora tu vuelves a entrometerte en los mios…
Y-yo… no lo recuerdo… N-no recuerdo nada de lo que me estas hablando…
Hahahahahaha… Que importa que no lo recuerdes. Manifestó Atlas. De cualquier manera hoy es el dia en el que finalmente cumplire mi gloriosa venganza y también es el dia en el que acabare con tu patética vida, todo esto lo lograre con la ayuda de Celebi
T-tu… planeas viajar en el tiempo. Concluyó Crystal. ¿Cómo no se me ocurrió antes? El intenta viajar al pasado…
Así es jovencita, Celebi me ayudara a regresar al pasado y así podré evitar la caída del Equipo Rocket a manos de Red, Blue y Green; luego mataré al padre de esa perra y así evitaré que nazca… Básicamente matare a muchos pidgeys con una sola piedra.
Luego de escuchar a Atlas, Yuna se empezó a sentir mareada y terminó de rodillas en el suelo debido a que un enorme torbellino de recuerdos inundó su cabeza de memorias y experiencias sobre su vida y pasado. Ella finalmente estaba empezando poco a poco a recordar acerca de si misma y cómo terminó en esta línea de tiempo junto con Celebi.
¿Y-yuna…?
E-estoy bien. Informó Yuna jadeando un poco y sacudiendo su cabeza. Y-ya finalmente recuerdo todo… finalmente se cómo y porqué termine aquí…
Ya era tiempo de que lo hicieras. Exclamó Kelly ahora un poco más calmada. ¿Que recuerdas?
El mal nacido que está allá es el hijo de uno de los antiguos líderes del Equipo Rocket y el hace un par de años atrás intentó desde el anonimato revivir nuevamente al Equipo Rocket, pero por suerte falló en su intento gracias a que me interpuse en su camino… Luego me enteré de que tenía planeado capturar a Celebi para cambiar el pasado y en el proceso terminamos luchamos en el bosque ilex y lo venció con facilidad, pero…
¿Pero? Repiten Crystal y Kelly a la vez.
Cuando lo vencí me descuide. Confesó con tristeza y vergüenza Yuna. Él aprovechó esa oportunidad para atacarme por la espalda y estoy completamente segura de que debí de morir junto a pichu… Lo último que recuerdo fue una luz blanca y supongo que ese fue el momento en donde Celebi me trajo aquí…
Celebi debió de traerte a esta época para salvarte la vida. Teorizo Crystal en voz baja. Supongo que en el proceso también lo trajo a él… Aunque aparentemente el aun no se da cuenta de que ya está en el pasado…
Asumiré que entonces tendremos que hacer esto por las malas. Manifestó Atlas con molestia al ver a las chicas murmurando. ¿Les parece si empezamos…? Tengo un futuro que reparar.
Acabemos con este sujeto lo más rápido posible. Susurro Kelly abriendo la pokebola de Prinplup y mirando con odio a Atlas. Nadie se mete con mi Gold y vive para contarlo.
Es nuestro Gold. Corrigió Crystal lanzando la pokebola de Bayleef al pasto. Mientras más rápido acabemos con el, más rápido podremos llevar a Gold a un hospital.
El se arrepentira por todo esto. Anuncio con extrema seriedad Yuna al abrir la pokebola de su Scizor. Lo juro por mi padre que le haré pagar muy caro.
Atlas al ver la situación volvió a chasquear sus dedos y en milésimas de segundo otros tres (3) rayos de color púrpura con negro fueron disparados casi simultáneamente desde la oscuridad del bosque en dirección a las chicas.
Esta vez no funcionara. Informó Yuna. Scizor es tu turno.
Prinplup Ice Beam (Rayo de Hielo)
Bayleef Razor Leaf (Hojas navaja)
El pokemon tipo metal con excesiva facilidad repelió el primer rayo tan solo utilizando sus garras, mientras que los otros dos (2) fueron neutralizados por los ataques de Prinplup y Bayleef respectivamente.
Supongo que no tiene caso que sigas escondido Houndoom. Manifestó Atlas al ver lo sucedido. Es el momento de destruir a nuestros enemigos de frente.
El pokémon tipo fuego y oscuridad luego de escuchar a su entrenador salió de entre el bosque de un salto y rápidamente se posiciono frente a Atlas en espera de futuras órdenes.
Prinplup Bubblebeam (Rayo burbujas). Ordenó Kelly. Acaba con el.
Ese patético e insignificante ataque no es nada contra nosotros, Houndoom Mega evoluciona.
¿Mega evoluciona? Repitió Crystal. Oh no…
Houndoom asintió y al instante rodeo por completo su cuerpo en una brillante luz arcoiris la cual repelió sin problemas el ataque de Prinplup y luego provocó que el aspecto del pokémon de Atlas cambiara drásticamente. Houndoom ahora era más grande, musculoso y los huesos que cubrían su cuerpo incrementaron su tamaño de forma considerable.
Crystal y Kelly luego de presenciar en primera fila la mega evolución de Houndoom empezaron a temblar involuntariamente. Ellas podían sentir vivamente la sed de sangre del pokemon de Atlas y también los deseos malignos que se desprendían de ambos.
Houndoom terminemos con ellas, Feint Attack (Finta).
Maldición… Scizor cúbrenos. Ordenó Yuna. No dejes que Houndoom se acerque.
Muy a pesar de la prodigiosa velocidad de Scizor, Houndoom logró evadir sin problemas al pokemon de Yuna y luego atacó con facilidad por la espalda a Prinplup y a Bayleef dejándolos a ambos inconscientes.
Debieron de aceptar mi propuesta y hacer esto por las buenas. Manifestó con una burlona sonrisa Atlas al ver el resultado del ataque de su pokemon. Me dejara un muy mal sabor de boca el tener que matarlas…
Grrr��� ¿Que se supone debemos de hacer? Pregunto Crystal mientras regresaba a su Bayleef. Y-yo no creo que mi Eevee pueda competir con la velocidad de esa cosa…
Riolu tampoco sería capaz de alcanzarlo o hacerle daño…
Déjame esto a mi ¿De acuerdo?. Propuso Yuna con tranquilidad. Yo no me convertí en la campeona de la liga pokemon por nada…
¿Qué es lo que harás? Pregunto Crystal.
Yuna se limitó a responder a la pregunta de Crystal con una sonrisa y luego sacó de entre el cuello de su blusa una pequeña cadena de oro la cual tenía una especie de roca colocada en ella.
Scizor Mega Evoluciona. Ordenó Yuna.
El pokémon de tipo metal al igual que la roca que estaba en el collar de Yuna empezaron a brillar de un color arcoiris y momentos después Scizor cambió su aspecto físico. Él era ahora un poco más grande y corpulento, sus garras metálicas ahora eran un poco más alargadas y el recubrimiento de metal de su cuerpo era más ligero.
¿Así que al fin la campeona se digna en tomar las cosas enserio? Pregunto Atlas luego de ver a Scizor mega evolucionar frente a sus ojos. Houndoom rostiza a ese insecto con Flamethrower (Lanzallamas)
Scizor Defog (despejar).
El pokemon de metal casi sin esforzarse del todo, detuvo la intensa y enorme llamarada que escupió Houndoom utilizando sus alas muy para el desagrado de Atlas.
Tch… Houndoom Dark Pulse (Pulso Umbrío). Mándalos al otro mundo.
Scizor redirige ese ataque.
El pokémon de fuego siguiendo las órdenes de su entrenador, lanzó inmediatamente desde su boca un enorme y potente rayo de color púrpura con negro el cual justo antes de que pudiera impactar en su objetivo, Scizor utilizando sus garras absorbió y posteriormente dirigió el ataque hacia el mismo Houndoom, quien no pudo reaccionar o esquivar y fue impactado por su propio ataque para finalmente perder su forma mega evolucionada.
Ahora acabalo con Superpower (Fuerza Bruta).
Posteriormente y sin darle tiempo alguno de reacción al pokemon de Atlas, Scizor embistió de manera tan violenta a Houndoom que incluso se pudo escuchar con todo lujo de detalles cómo el ataque provocó que se le partieran un par de huesos al pokémon de tipo fuego.
NOOOOOOOOOO HOUNDOOM. Gritó con desesperación Atlas mientras corría y se arrodillaba ante su mal herido pokemon. ¿C-cómo pusiste?
Al fin todo acabo. Comentó Crystal soltando un enorme suspiro de alivio.
Aún tenemos que llevar a Gold al hospital. Mencionó Kelly al revisar a su compañero. El parece estar estable pero su condición seguirá empeorando cada minuto que perdamos aquí.
TE MALDIGO A TI Y A TU FAMILIA. Grito Atlas al regresar a su Houndoom a su pokebola. TE MALDIGO.
Ya no volveras a causarle más daño a personas inocentes nunca más. Anuncio Yuna acercándose cuidadosamente junto con Scizor a donde estaba el. Simplemente debes de aceptar que el Equipo Rocket no volverá a surgir mientras yo esté con vida.
HAHAHAHAHAHA… TIENES RAZON EN ESO… FINALMENTE ESTAMOS DE ACUERDO EN ALGO YUNA.
¿Huh?
E-el esta demente. Manifestó Crystal al ver reír a Atlas de esa forma. Simplemente ya perdió la razón…
ES CIERTO QUE EL EQUIPO ROCKET NO SURGIRÁ SI TU SIGUES CON VIDA… ASÍ QUE ME ASEGURARE DE ACABAR CONTIGO AQUÍ Y AHORA. Proclamó Atlas sacando de uno de sus bolsillos un pequeño interruptor. ESTE ES TU FIN.
¿Ehh?
Este pequeño y lindo interruptor que tengo conmigo acciona una bomba que tengo puesta en mi traje, ni siquiera tu amado Scizor es lo suficientemente rápido para poder volar con todas ustedes antes de que esto explote… HAHAHAHAHAHA… HASTA NUNCA.
Justo cuando Atlas presiono el botón del interruptor, Celebi se levantó de donde estaba y creó inmediatamente un portal en forma de espejo el cual absorbió a Atlas y lo atrapó dentro de él.
¿P-pero qué demonios…? SÁCAME DE AQUÍ MALDITA CRIATURA INÚTIL. Ordenó Atlas. TENGO QUE MATAR A ESA PER-...
Celebi luego de esto, cerró el portal y lo único que se pudo escuchar fue el fuerte sonido de una explosión y los moribundos gritos de desesperación de Atlas al morir.
C-celebi…tú nos salvaste. Exclamó Yuna aún sin poder creer lo que acababa de ver. T-tu me volviste a salvar de morir… G-gracias.
El pequeño pokemon de color verde sonrió ampliamente y comenzó a volar alegremente alrededor de Yuna.
E-esto es malo. Manifestó Crystal mirando con horror a Gold. Y-yuna ven rápido…
Gold por favor abre los ojos. Ordenó Kelly arrodillándose a su lado. N-no puedes dejarme así… Y-yo te necesito… Y-yo te amo…
Los ojos de Gold poco a poco se empezaron a abrir como si la voz de Kelly lo despertó.
Gracias a Arceus. Exclama Kelly. ¿Cómo te sientes?
¿Kelly… Crystal? Murmura débilmente Gold para luego toser y escupir sangre. Uggghhhh…
C-creo que tiene hemorragia interna. Manifestó horrorizada Crystal entre lágrimas. Debemos salir de este maldito bosque AHORA.
Todo se ve… tan oscuro… no puedo ver nada… siento mucho frío… quiero dormir un poco ¿S-si?
Gold… por favor no te duermas. Debes aguantar y permanecer consciente. Ordenó Kelly tomando de la mano a su compañero. T-te ayudaremos p-pero porfavor… no te duermas…
Utilizaremos a scizor para sacarte de este lugar y llevarte al hospital más cercano. Informó Yuna sollozando. Resiste…
Ha… Ha… Ha… Perdonenme por ser un… inútil… Al final no pude… darles la respuesta que tanto… querían… Ughh…
CALLATE. Grito Crystal. SOLO CALLATE Y AHORRA TUS FUERZAS.
L-las amo mucho. Manifestó Gold volviendo a cerrar sus ojos lentamente y finalmente dejándose llevar.
No… por favor no… Oh arceus sálvalo por lo que más quieras. Imploro Kelly acostándose sobre el pecho de su amado. Y-yo no puedo vivir sin el…
Gold esta…
NO TE ATREVAS A DECIRLO. Gritó con furia Kelly tomando a Crystal por su blusa. No lo digas… por favor… Crystal. El no puede… él simplemente no puede…
Muerto. Termino de decirlo Yuna entre lágrimas para posteriormente caer estrepitosamente al suelo. Ughh…
YUNA. Gritaron a la vez Crystal y Kelly al ver a la chica desplomarse.
Poco a poco el cuerpo de Yuna empezaba a desintegrarse en el aire como si fuera polvo. Ella estaba siendo ahora borrada de la realidad ya que sin Gold, ella no podía existir del todo.
S-supongo que este es el final de mi historia. Informó con resignación Yuna cerrando sus ojos y soltando un largo suspiro. Mi existencia ya no está sujeta a este mundo y ahora desapareceré como si nunca hubiera existido…
Crystal y Kelly se sentían inútiles e impotentes. Ellas ahora lo unico que podian hacer era observar con tristeza cómo el cuerpo de Yuna se iba desvaneciendo en el aire.
Celebi al ver esto, se acercó al ahora cuerpo sin vida de Gold y con una de sus patas lo rodeo con la misma luz con la que el anteriormente brillaba.
¿Q-qué está haciendo Celebi? Pregunto Crystal al ver al verde pokemon rodear al cuerpo de Gold con su luz.
Creo que lo está… curando. Informó Kelly secando las lágrimas de sus ojos.
Al momento en el que Celebi rodeo el cuerpo de Gold con su luz, la desintegración en el cuerpo de Yuna se detuvo y cómo por arte de magia, poco a poco la chica empezó a recomponerse y al cabo de un par de segundos ella estaba completa como si nada hubiera pasado.
G-gracias Celebi. Dijo Yuna con lágrimas en sus ojos. Gracias por todo esto…
Estas son demasiadas emociones fuertes por un dia. Proclamó Crystal dándole un beso en la mejilla a Gold. Mi corazón no sería capaz de aguantar más sorpresas…
Tienes razón. Afirma Kelly ahora fijando sus ojos en Yuna. Pero ahora solo queda una sola cosa más por hacer.
¿Qué cosa? Pregunta Yuna con curiosidad.
Que nos digas de una buena vez quién de nosotros dos (2) sera tu madre en el futuro.
No de nuevo. Exclamó suspirando Yuna. Padre ayúdame…
Gold en ese momento abrió sus ojos como por acto reflejo y despertó dando violento manotazos al aire como si estuviera despertando de una pesadilla.
GOLD. Gritaron con alegría Crystal y Kelly abalanzándose sobre él, abrazándolo con fuerza y rompiendo en llanto.
Woaaaa… ¿Que les sucede? Pregunta Gold al ver a ambas chicas llorar sobre el. Llenaran toda mi ropa de lágrimas.
Lo sentimos. Dijeron a la vez ambas chicas.
¿Porque tengo la impresión de que me perdí de algo importante? Pregunto Gold inclinando un poco su cabeza. Me siento un poco mareado…
Supongo que es normal que te sientas asi. Comentó Crystal sonriendo y dándole un beso a Gold en su mejilla. Después de todo lo que ocurrio aqui…
¿Que se supone ocurrió aquí y ese pequeñín de allá quién es?
Ese es celebi. Informó Kelly levantándose del suelo. ¿No lo recuerdas?
¿Se supone debería de hacerlo?
Si. Respondieron a la vez Kelly y Crystal.
Sinceramente lo último que recuerdo es que Yuna me derroto en una batalla…
Fascinante, creo que Celebi no curó en sí a Gold. Teorizo Crystal alejándose de Gold y ahora observando con curiosidad al verde pokemon. Sino que debió de regresar el cuerpo de Gold a un punto en el tiempo en donde se encontraba sin daños…
P-PADRE. Grita ahora Yuna con lágrimas en los ojos y tirándose sobre él. No sabes cuánto me alegra que estés bien.
Oye calma, calma…no me dejas respirar. Informó Gold.
Oh… Y-yo lo siento. Dijo Yuna sonrojándose intensamente y quitándose de encima de Gold. Me deje llevar un poco… l-lo lamento.
Espera un momento… ¿Acaso me dijiste “Padre”?
Y así se va nuestro esfuerzo por el retrete. Murmuró Kelly.
La inocencia corre por las venas de ambos. Agrega Crystal.
F-fue un error… L-lo que quise decir fue-...
Olvídalo Yuna. Comentó Kelly poniéndole su mano en su hombro. Creo que ya no podemos ocultar esto por más tiempo.
Tengo muchas preguntas para ustedes. Informó Gold levantándose del suelo.
Regresemos al campamento y te contaremos todo. Propuso Crystal. Me estoy congelando en este lugar.
Bosque Ilex, 8:05 P.M
Espera un momento, déjame ver si entendí bien. Exclamó Gold casi boquiabierto y caminando nerviosamente de un lugar a otro. T-tu eres la futura campeona de la liga pokemon y tambien seras mi futura hija...
P-pues si… basicamente todo eso es correcto. Respondió sonrojándose un poco Yuna mientras rascaba la parte posterior de su cabeza. T-tu me enseñaste todo lo que sé de batallas e inclusive me regalaste para uno de mis cumpleaños a Pichu y a Scizor.
¿Ese scizor no es el de mi padre? Pregunto Gold.
S-si… el eventualmente te dará ese Scizor y tu me lo pasaras a mi. Supongo que es una especie de tradición…
E-entiendo… ¿q-qué más sucedió?
Hmmm… pues un miembro del Equipo Rocket del futuro intentó asesinar a Yuna y tu te interpusiste en el ataque. Anuncio Kelly Cruzándose de brazos. El deseaba capturar a Celebi para viajar más aún en el pasado y evitar que Red, Blue y Green derrotaran a Giovanni para que el no disolviera luego esa organización…
T-todo esto es bastante difícil de digerir…
Lo se. Afirmó Yuna.
¿Algo más que deseen decirme? Pregunto Gold.
T-tú… moriste por un par de minutos. Informó Crystal evitando mirar del todo a Gold.
¿Q-que?
P-pero Celebi luego logró revivirte. Anuncio Kelly inmediatamente.
Técnicamente no lo revivio. Corrigió Crystal. Celebi simplemente regresó su cuerpo a un punto en donde-...
Si, si ya lo sabemos Crystal. Interrumpió Kelly. Solo hay algo que aún no sabemos.
¿Y es? Pregunta Gold.
Quien es la madre de Yuna. Manifestó Kelly con una sonrisa y apuntando con su dedo índice a Gold. ¿Quien de nosotras dos (2) finalmente se llevó al Meowth al agua?
Esperen un momento. Ordenó Gold sonrojándose violentamente. ¿Osea que yo en un futuro...l-l-l-lo haré con…?
Y-ya les dije que no puedo decir ese tipo de información, si lo hiciera puedo por error alterar el curso natural de las cosas…
Supongo que lo mejor es que no lo sepamos. Comentó con cierta tristeza Crystal. Es mejor de este modo…
Gracias Crys. Respondió Yuna sonrojándose ampliamente. Pero creo que lo mejor es que ahora me retire junto con celebi, tengo miedo de que mi presencia en esta época pueda tener consecuencias terribles en mi propio tiempo.
¿Tan pronto? Pregunto Gold. Pero si apenas pudimos hablar y conocernos…
Es necesario que regrese a mi linea de tiempo lo más pronto posible…
Yuna… me alegra mucho haberte conocido. Confesó Gold dándole un abrazo y besando su frente. Estoy seguro de que mi yo del futuro está muy orgulloso de ti.
Padre… muchas gracias por todo.
Gracias a ti Yuna y espero que podamos vernos pronto.
Oh…  en unos años más nos volveremos a encontrar, eso tenlo por seguro.
¿E-e-en unos años? Repitió con un nudo en la garganta Gold mientras volteaba para mirar a Crystal y a Kelly. ¿Exactamente qué tantos años?
Por mi propio bien, me temo que no puedo responder esa pregunta. Manifestó Yuna con cierta vergüenza mientras Celebi abría un brillante portal de color dorado parecido a un cristal frente a ella.
No te olvides de nosotras. Agregó Kelly cruzándose de brazos.
Te extrañaremos mucho Yuna. Manifestó Crystal con evidente tristeza en su voz.
Nos volveremos a ver pronto se los aseguro…
¿Oye celebi podría ayudarnos a salir de este bosque? Pregunta Gold. Estamos un poco…
Perdidos. Termina Crystal la oración de Gold.
¿Podrías celebi? Pregunta ahora Yuna.
Celebi asiente con la cabeza y crea inmediatamente otro portal a la derecha de donde estaba el primero.
Gold, Crystal y Kelly rápidamente arreglaron el campamento y guardaron todas sus pertenencias para disponerse entrar al segundo portal.
Supongo que este es el Adiós. Anuncio Gold con una tímida sonrisa en sus labios.
No es un adiós, es un hasta pronto. Proclamó Yuna con lágrimas en los ojos.
Tienes razón…
Agradezco todo lo que ustedes dos (2) hicieron por mi. Manifestó ahora Yuna volteando a mirar a Crystal y Kelly.
No fue nada. Informó Kelly.
Cuidate mucho. Proclamó Crystal.
Enserio gracias por todo… Madre. Exclamó Yuna al entrar al portal de Celebi y desaparecer.
¿Acaso ella dijo lo que creo que ella dijo? Pregunto Gold volteando a ver a sus compañeras.
¿MADRE? Gritaron ambas chicas al unísono.
¿Seré su madre?… SERÉ SU MADRE. Grito saltando de alegría de un lado a otro Kelly. SERÉ LA MADRE DE TU HIJA, GOLD.
YO SERÉ SU MADRE. Corrigió Crystal co  agresividad. ES OBVIO QUE YUNA ME MIRABA Y SE REFERÍA A MI.
¿ESTAS CIEGA? ELLA ME ESTABA MIRANDO A MÍ. Anuncio Kelly.
CIEGAS ESTAS TU, CUATRO OJOS.
¿C-CUATRO OJOS? Repitió Kelly evidentemente ofendida. ¿A QUIÉN DEMONIOS LE DICES CUATRO OJOS…?
Por favor alguien termine con mi vida. Exclamó Gold de un suspiro y mirando a la luna. ¿Enserio yo en el futuro terminaré con una de estas dos (2) chifladas?
Unos segundos más tarde, el segundo portal creado por celebi empezó con gran fuerza a succionar a Gold, Crystal y Kelly.
Veinticinco (25) años en el futuro, Pueblo New Bark.
Era una fría y calmada noche en el pacífico y poco concurrido Pueblo New Bark. La luna y las estrellas brillaban con una asombrosa intensidad y varios HootHoot y Noctowl se podían ver volando en el oscuro cielo nocturno.
Yuna finalmente al llegar a su pueblo natal después de su inusual aventura en el Bosque Ilex, sintió dentro de sí un enorme torbellino de emociones y nostalgia. Ella muy en el fondo amaba con todo su corazón vivir en ese lugar y se sentia comoda con el silencio y la soledad que le brindaba el pueblo.
Padre, Madre. Estoy de regreso. Anuncio con alegría y alivio Yuna al entrar por la puerta mientras se quitaba sus zapatillas y dejaba su mochila a un lado.
Oh cariño, nos teníamos muy preocupados, ¿En dónde estabas? Preguntó desde la cocina su madre, quien terminaba de preparar la cena, al escuchar a Yuna llegar.
Estaba dando un pequeño paseo por el Bosque Ilex. Informó Yuna con una nerviosa sonrisa en sus labios. ¿Por cierto… dónde está Papá?
Está en el patio de atrás mirando a la luna como de costumbre…
Hahaha, nada nuevo en el. Comentó Yuna. Pero hablando de él, tengo una pregunta…
¿Cual es cariño?
¿Cómo conociste a papá y que fue lo que te enamoro de el?
Esa es una muy buena pregunta, Yuna. Afirmó con una sonrisa su madre mientras miraba con amor a su querida hija. Cuando la cena este lista te lo contaré todo con lujo de detalles en la mesa ¿Está bien?
De acuerdo.
Al salir al patio trasero de su casa, Yuna vio a su padre junto a su fiel Typhlosion, ambos estaban acostados en el césped simplemente admirando el cielo nocturno y la luna.
¿En dónde estabas metida? Pregunto Gold al ver a su hija acercarse a él. No he sabido de ti desde la mañana…
L-lo lamento, padre…
El hecho de que ahora seas la “Campeona” de Johto y Kanto no te da el derecho a desaparecer de ese modo jovencita…
Lo se…
¿Entonces me dirás en donde estabas?
En el Bosque ilex…
¿Bosque ilex? Repitió Gold con sorpresa. ¿Qué hacías en ese lugar tan peligroso jovencita?
Digamos que fui y me reencontré con el pasado. Informó Yuna agradeciendo mentalmente el haberle pedido a Celebi que le borrara la memoria a todos sobre lo ocurrido en el Bosque.
¿Te reencontraste con el pasado? Repitió Gold mirando con cierto desconcierto a su hija. ¿A qué te refieres con eso?
Hahaha, no es nada importante Papa… solo olvidalo y dime qué haces aquí afuera.
Hmmm… Solo recordaba los viejos tiempo cuando viaje por todo Johto con Crystal, Kelly y Zuki. Comentó Gold con una sonrisa nostálgica. Ellas tres (3) se la pasaban discutiendo cómo Meowth y Growlithe.
Creo que puedo imaginarmelo. Manifestó con felicidad y una sonrisa Yuna mientras admiraba lo mucho que cambio en veinticinco (25) años su padre en comparación a la versión más joven que ella conocido de él hace un par de horas atrás.
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somosmajos · 6 years ago
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Revisa nuestra nueva publicación en http://www.majos.cl/look/prosa-coleccion-primer-lanzamiento-ss19/
Prosa colección primer lanzamiento SS19
Conocimos la nueva marca local Prosa que viene con una línea interesante y que llama la atención al público. Por lo mismo quisimos saber un poco más de la firma y su creador.
Contando del origen de las cosas, Juan Pablo Zepeda, conocido com el Negro entre sus amigos, estudió publicidad en la actual ex UPA, especializado en Dirección de Arte y trabajó un año en Raya, agencia de publicidad, la cual fue muy buena escuela, sin duda. Sin embargo el estar en el rubro de la publicidad y el estilo de vida que se desprende de esta le generó muchos ¿por qué? … ¿Por qué quedarse trabajando hasta 2am para el engrandecer el sueño sueño de un tercero? ¿Por qué darle mil vueltas a una idea con el equipo creativo, para luego presentarla y que el cliente te la baje y pida lo mismo de siempre? ¿Por qué gastar tiempo en campañas que en muchos casos ni siquiera gustan o apasionan? ¿Por qué, cachai?
Y así las dudas lo impulsaron a renunciar y ganar determinación de focalizar ese ímpetu de creación a algo mío. Sin duda fue un corto y lindo ciclo, junté las lucas y por sobre todo conocer a gente bacán.
Como nace Prosa, quién está detrás de la marca y cuál es el concepto
Una vez renunciado no tenía claridad de que chucha iba a hacer, sabía que quería levantar mi proyecto personal, que quería desarrollar algo que realmente me llenara. Junté “2+2” y caché tenía que empezar con mi marca de ropa, que era un sueño que había dejado en el tintero hace mucho tiempo. Desde pendejo me gustó mucho la expresión textil, los códigos de vestimenta, las composiciones de color, el como la moda es cíclica, vuelve décadas atrás y luego muta. Además de eso, en mi rol como comunicador, no podía solo desarrollar una marca que brillara exclusivamente por sus productos, tenía que edificar algo más grande que se hiciera cargo de una Dirección de Arte pulcra, y fuese un aporte a la cultura underground, y su vestir.
Fue entonces así como sentando frente a mi pantalla, y luego de leer bastante, llegué al racional creativo de PROSA.  “Forma de expresión lingüística habitual, no sujeta a la medida y cadencia del verso”
PROSA. al ser “opuesto” al verso, lo podemos asociar a que no se rige por leyes o directrices establecidas, o por la repetividad, tiene más libertad. Y al estar fuera de lo establecido, convencional o mainstream, nos lleva al underground, ajeno a la cultura/estilo impuestas. Una vez ya enamorado del nombre, empecé a crear el brandbook de PROSA., en donde este racional creativo que justifica el nombre juega con el estilo gráfico, textil, etc.
Highlights de lo que vivimos en nuestro lanzamiento. Gracias a todos y cada uno de los participantes de este ciclo tan importante, esto recién empieza! Agradecimientos especiales a @lukascruzat, creador de esta pieza. Pueden ver comentarios y galería de fotos en www.prosastore.com/news/
Una publicación compartida de PROSA. (@prosaworld) el 20 Nov, 2018 a las 2:34 PST
¿Prosa es de confección nacional? detállanos el desarrollo que tuvo
Los productos PROSA, sin duda el desarrollo de la indumentaria fue el paso siguiente a la creación de la marca y parte de la construcción de esta misma. Pasar del gusto por el buen vestir y componer outfits, a empezar a elaborar diferentes prendas conectadas por una identidad no fue tarea fácil. Era lo que tanto había deseado por mucho tiempo, y me sentía un poco desorientado y disperso, muchas referencias, muchas ideas pero me costaba aterrizar prendas que me convencieran, que fueran PROSA.
En este proceso fui estudiando tendencias que reflejaban que es lo que se estaban haciendo las grandes marcas del streetwear global, trataba de perseguir tendencias y patrones que se fueran repitiendo en estos galardonados dresscodes que encuentras en Pinterest o cuentas de moda de Instagram. Cuál era el código de las prendas propias del estilo urbano en las ciudades consideradas “cuna u olimpo de la moda” (NYC, Berlín, Paris, Tokyo, etc), de que forma se empleaban las prendas y como eran los fit.
Luego de identificar estas tendencias y definir mas o menos que prendas haría en lo que es tejido de punto, me junté con una amiga diseñadora de vestuario que me instruyó bastante en los puntos clave del desarrollo de los productos y me enseñó a hacer fichas técnicas de cada modelo. En ese momento fue cuando estaba listo para ir a buscar un confeccionista. Busqué en China, y me fue bastante mal ya que es un megamercado en el cual si no tienes volumen, no te pescan no eres nadie, luego busqué acá localmente y fue bastante difícil y frustrante por que la oferta de confección es limitada y bastante más cara que en China (claramente), hasta que mi viejo que tenía experiencia previa en el mundo textil me orientó y me ayudó a contactar a alguien que supiera del tema, fue ahí cuando conocí a un super entendido del tema y me recomendó en esta etapa inicial buscar en Perú. Entonces partí a Lima y luego de varias reuniones, “cerré” con un confeccionista con el cual pude ejecutar las poleras que tenía en mente que resultaron ser de excelente calidad y buena confección.
En Perú hubo parte de la línea de “tops” que no pude llevar a cabo, era un modelo de camisa tipo cargo, de gabardina, pero allá son especialistas en tejido de punto, no tejido plano. Y llegando acá a Chile, con mi viejo hicimos varias llamadas hasta que llegamos a un viejo contacto que nos ayudó a confeccionar la línea de camisas a nivel local, y que está a punto de salir del horno.
Lo que si logré traer de China fue la colección de anteojos wide, que están aún pegando bastante en nivel global,  parte de los accesorios, elementos clave para la manufacturación de los cinturones y bolsos reflectantes que fabricamos en nuestro país.
En resumen, fue un proceso de meses, donde la frustración abundaba, nada resultaba ser como yo quería o me imaginaba, de muchas caídas, pero esas mismas caídas ayudaron a llegar a puerto luego de tocar varias puertas y persistir en la misión.
Tops de la SS19 de @prosaworld, acaban de llegar las Tourist Shirts, camisas de gabardina 8oz 100% alogodón. Disponible en prosastore.com , envíos a todo Chile.
Una publicación compartida de PROSA. (@prosaworld) el 9 Dic, 2018 a las 12:09 PST
¿Esta colección tuvo algún foco en particular como un concepto?
Con respecto al concepto de la 1era colección, de nuestro lanzamiento como marca, nuestro inicio, la colección básicamente funciona bajo el alero del racional creativo de la marca, la razón de ser de PROSA, linkeado a nuestras prendas como piezas de diferenciación, de la libertad textil y de atreverse a usar estas mismas. Sin recaer en un cliché, la colección está pensada para todo aquel que está en la eterna búsqueda, en todo aquel que sale constantemente de su zona de confort, la experimentación continua con el código de vestimenta es el decidirse a ser libre, sin importar las miradas. Así es PROSA.
De todas formas, la próxima temporada que estoy “cocinando” va a ser la ramificación de un concepto relacionado a PROSA, no idéntico claramente, que ya sería la segunda colección y a la fecha ya he madurado temas y aprendido a desarrollar una colección que marche más aún en la misma dirección y que sus piezas respiren lo mismo.
Accesorios de la colección SS19 @prosaworld . Disponibles en nuestra tienda online www.prosastore.com, envíos a todo Chile.
Una publicación compartida de PROSA. (@prosaworld) el 23 Nov, 2018 a las 11:33 PST
¿Has planeado más lanzamientos o colecciones? ¿Seguirás con la misma línea de esta colección?
En el escritorio de mi mac, en este momento, existe una carpeta que se llama “FF19”, que es un recopilatoro de tendencias, dirección de arte, música, estilos, outfits, etc. Ósea que ya hay un concepto y prendas pensadas de la temporada que se avecina. Aún está en proceso de gestación.
De la mano del despegar de la marca tengo pensados también otros proyectos que van de la mano de PROSA. Una plataforma digital en la cual artistas como músicos, artistas visuales, o creadores simplemente, puedan mostrarse, mostrar su trabajo, pero por sobre todo, mostrarse a sí mismos, a través de un formato periodístico alternativo. Suena muy amplio, pero quiero destacar que esta plataforma pretende escapar un poco del formato típico que es “mostrar tu trabajo”, a veces un gran aporte de los artistas es mostrar su visión, perspectiva y a ellos mismos, además de su producto final. Lo antes posible mostraré adelantos.
Respecto a eventos como el pasado lanzamiento de PROSA, pienso tener para cada nueva colección un espacio y fecha, para darle inicio al cambio de piel de la marca. Además de este tipo de celebraciones, hace poco estuvimos en un streetwear fest, el @adictillas, y pienso que son iniciativas muy positivas para los amantes del vestir urbano y los que proveen esto, se potencia la industria nacional bastante, entonces me encantaría junto a gente relacionada al rubro que he conocido en este camino, organizar alguna feria de este tipo, un evento donde las marcas pueden mostrar y vender, y la gente que asiste va a pasar un buen momento con música, pilsen, rica comida, etc.
Como pueden los clientes contactarte y tus redes sociales
La gente puede contactar a PROSA a través de la cuenta en IG @prosaworld, y a través de nuestra tienda digital prosastore.com, desde ahí pueden ver los productos, los adelantos, las noticias etc… también en prosastore.com pueden encontrar el número de contacto y el mail, siempre me doy el tiempo de contestar todo tipo de dudas y darle tiempo a cada persona que se acerca a tirar buenas vibras.
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