#en bici ya hubieras llegado
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La Ciudad de México es considerada la ciudad de la República Mexicana con la mayor cantidad de ciclovías. Hay varias razones que explican esto:
1. Tamaño y densidad poblacional: La Ciudad de México es una de las ciudades más grandes y pobladas del mundo, lo que implica un alto flujo de tráfico y la necesidad de alternativas de movilidad sostenible. El uso de la bicicleta como medio de transporte ayuda a descongestionar el tráfico y reducir la contaminación del aire.
2. Promoción de la movilidad sustentable: La administración de la Ciudad de México ha promovido activamente la movilidad sustentable, incluido el fomento del uso de la bicicleta como una opción viable y segura. Esto se ha traducido en la expansión de la infraestructura ciclista, con la construcción de ciclovías y carriles exclusivos para bicicletas.
3. Beneficios para la salud y el medio ambiente: El impulso de la bicicleta como medio de transporte en la Ciudad de México se basa en los beneficios para la salud de las personas, así como en la reducción de la huella ecológica y la disminución de la contaminación del aire.
4. Conciencia ciclista y comunidad activa: La Ciudad de México cuenta con una comunidad ciclista activa y una conciencia creciente sobre los beneficios de utilizar la bicicleta como medio de transporte. Esto ha llevado a una mayor demanda de infraestructura ciclista y al apoyo de las autoridades para satisfacer esas necesidades.
En resumen, la Ciudad de México ha invertido en la construcción de ciclovías y la promoción del uso de la bicicleta como una alternativa de movilidad sostenible para abordar los desafíos del tráfico, mejorar la calidad del aire y fomentar un estilo de vida más activo y saludable.
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Lana Del Rey - Love song (español)
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Tengo tantas cosas que escribir, que no sé por dónde empezar... Empezaré por Lana Del Rey... es que hasta su nombre: yo soy tuya, del rey ☺️👑... Hoy cuando he empezado mi doble sesión, C ha querido poner música y ha dicho que le salía Lana Del Rey (entre otras cosas), yo me he callado...; luego ha dicho que no sabía quién era Lana Del Rey, entonces yo le he dicho que a mí me gusta, y la ha puesto... Al escuchar su música me ha venido el Heaven is a place on earth with you 🍒❤️❤️... Tú has llegado hoy con la música de Lana Del Rey 🥰🥰... He pensado que la cambiarías, pero cuando he salido seguía Lana Del Rey... Yo te estaba buscando porque no te veía, y resulta que estabas en la sala del piano mirando el móvil... Tu presencia y tu energía es lo que yo más quiero... Hoy no te he podido mirar todo lo que me hubiera gustado porque me daba vergüenza después de todas las cosas que imagino contigo ❤️🔥❤️🔥, aun así te he mirado y cada vez me gusta más lo que veo en ti... Hoy me he sentido diferente contigo... me he sentido aún más tuya, no sé, como si estuviera "marcada" por ti... Esta mañana en la cafetería también me he sentido así... hasta me molesta que me quieran ayudar a llevarme el plato con la media tostada a la mesa (nunca dejo que me lo lleven porque yo puedo hacerlo) o que me quieran apartar alguna silla (que también puedo hacerlo yo)... la gente es muy buena, pero a mí hoy me costaba dar las gracias y sonreír a alguien si no eres tú... Yo no sé si me habré vuelto loca ya del todo... Es que estaba desayunando y me preguntaba a mí misma qué estaba haciendo yo ahí cuando debería estar contigo... Luego cuando estoy cerca de ti se me pasa todo y me pongo tan feliz... Y hoy he vuelto a escuchar bien cerca, cuando te han preguntado si pasaba la bici, tu "yes" ☺️; yo también digo a veces "yes" porque me lo copié de ti... me da pena pensar en el pasado... La canción de Country Roads ya me va saliendo mejor 🎹, poco a poco... toco a modo de oración y mis dedos van respondiendo mejor si te tengo cerca 🥰🥰... Después de verte hoy, aún tengo más ganas de que me hagas el amor... por eso he puesto la canción de arriba del todo (no la conocía) ⬆️ I'm burnin' through you (estoy ardiendo a través de ti)... es verdad lo de mi visión, es a través de tu sexualidad que yo puedo sentir todas estas cosas... Tú me has hecho entrar -como en mi visión, que me cogías de los hombros y me empujabas para que entrara- en una dimensión que yo no conocía, es gracias a ti... Oh, thanks for the high life... Sé mi única vez en la vida... Qué bien que yo nunca haya estado con nadie y que pueda sentir todo esto solo por ti... Esta canción la voy a tocar y cantar porque me gusta toda la letra... Hay una cosa que está mal traducida, no es como lo pone en el video sino más o menos así: El sabor, el tacto, la forma en la que nos amamos... Todo está esencialmente en la creación del sonido de nuestra canción de amor...
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Capítulo 20: 17418037
“No debes estar esforzándote lo suficiente” dijo Ferran y me dio un ataque de pánico, porque llamémoslo así, eso sucede cuando llego tarde a los sitios.
Todo comenzó cuando trabajaba en Tupperware Brands, estudiaba dos carreras en universidades diferentes y tenía un trabajo a medio tiempo para ayudar a pagar mis gastos a mis padres quienes no podían darse el lujo de permitirme solo estudiar como la mayoría de mis compañeros. Iba a la universidad, luego al trabajo y luego a la otra universidad. Llegaba a mi casa a media noche, estudiaba de madrugada y mi alarma sonaba a las 5h30 cada mañana para volver a empezar. No lo cuestionaba, me gustaba ese ritmo de vida.
Poco a poco el tráfico, las demoras del metro y las charlas universitarias volvían al tiempo más denso y me pesaba el llegar a horario. Tanto que cómo costumbre he llegado más de una vez 1 hora tarde a mi trabajo. Es cierto que me habían llamado la atención y por algún motivo eso me asustaba. No se si era el miedo a perder la independencia económica o el respaldo que ese trabajo me brindaba o el quizás perder mi estilo de vida pero ese año todo comenzó a ir mal.
Meses después de que uno de mis capítulos rompiera mi corazón en mil pedazos irreparables, la borrachera me llevó a las manos de un abusador que en resumen hoy no soy madre por privilegio del sistema.
No se si fue antes o después, el metro estaba demorado, al llegar a la universidad un profesor de teología (clase obligatoria), expuso la tragedia ante la clase. Un alumno de la universidad se había suicidado tirándose a las vías del metro ese mismo día que a mí me causó demoras para llegar a mi trabajo. El chico tenía algunos años más que yo en ese momento, le envío un mensaje de texto a su novia y se mató.
Esta historia aún vive conmigo, es una pesadilla constante y al entrar al metro cuando llego tarde no pienso en otra cosa. Me da un ataque de pánico. Norma, mi psicóloga, prefiere no ponerle nombre a estos síntomas. Pero de muy chica había ya leído todas las enfermedades mentales que puede padecer una persona en un libro de la biblioteca de mi tío. Era apasionante para mí, la descripción del cerebro y sus reacciones en casos extremos, enfermedades que no son físicas, son cuestiones psicológicas.
Uno y otro y otro, se sucedían los ataques de pánico hasta que la solución fue no volver al metro, con el tiempo lo fui superando y 7 años más tarde tomo metros la mayoría de las veces. El resto gasto mi sueldo en taxi, Uber, cabify, bolt, diddy, freenow, no hay una sola app que no haya usado para evitar mis ataques de pánico. Y no es tan simple como coger una bici porque no desato aún el nudo y no es solo el coger el metro, sino también, el llegar tarde. Y siempre llego tarde.
De Ferran no hay mucho para contar, honestamente es un capítulo corto con una sanguijuela adicta al popper, al eme, al porro, etc, etc. un drogadicto de la nueva escuela -no se qué tan válida sea esta terminología para alguien que no sabe controlarse porque eso es de toda la vida, pero un new rich que no sabe gastar su dinero más que en mierdas.
Desde el principio alguien que “odia el vintage” es una red flag, desde el principio era una red flag andante por sus formas, su conducta y su falta de pensamiento crítico. Aún recuerdo cuando por 7ma vez le comenté lo mucho que me gustaba que me regalasen flores y el muy bobo respondió “cuanto más las pidas menos las vas a tener.”
No hay palabras que me hagan querer describir a Ferran, simplemente maní, pequeño y de estos que se compran el coche más grande para hacerse los grandes. Es el más bajito de mis capítulos, el más básico y el menos interesante de quienes conocí. En otra ocasión no hubiera escrito de él porque clamarme hay varios seres que cruzo que no son un capítulo, pero el lo fue. Su intensidad, sus gustos, su ambición, todo parecía que coincidía con todo lo que soy.
Nunca me había pasado de necesitar sí o sí un vibrador que me hiciera correrme porque sino con el jamás de los jamases pasaba. Pero en algún punto mi tolerancia bajó a ese nivel. Bajé tanto la vara que no necesitaba más que un “cariño” en un mensaje de texto. Toleraba todo. Por eso escribo, porque salir con un feo, engreído y desagradable qué me dejó? No lo sé pero lo maravilloso es que él me dejó.
No aprendí nada, solo a quererme más. Solo a saber que no importa si es lindo, si es feo, si es bueno o si es malo. Siempre aunque lo de absolutamente todo, siempre si no es para mí, no va a ser. Me pasé una temporada queriendo que haya magia.
Mi madre gastó un mes de salario en conocer a un subnormal absoluto en una cena, sin más.
Y volviendo a la historia del principio, me provocó un ataque de pánico porque había llegado tarde y me dijo: “si tienes ataques de pánico por llegar tarde entonces no te estarás esforzando lo suficiente.” Y se ve que no. No me esforzaba por quererme, lo de llegar tarde me hace a mí como persona, no es una adicción, es un miedo. Miedo a que no estén ahí esperando, o el querer tener todo bajo control. Puede ser todo, pero definitivamente no me esforzaba lo suficiente para quererme a mí. Me esforzaba cada vez más por alguien que ni conocía, ni quería conocer. Me vi envejeciendo, pariendo a su lado y él con un frasco de popper en la sala de parto, sin entender nada, ofreciéndome.
No comprender la realidad, no empatizar, considerarse borde cuando lo que es en realidad es maleducado, desagradable y descariñado; eso puede describir a Ferran. Lo vi desde el principio pero me creo una curadora o no sé, este caso roto era irreparable pero me gusta un desafío. Sin embargo, hay desafíos que valen la pena y otros que no vale la pena esforzarse ni el mínimo.
Y terminaste nuestra relación por yo haber llegado 13 minutos tarde. Trece, el de la mala suerte. Trece, mi canal de la infancia. Será el camino que tomaré y me duele hoy pero es bueno para mañana.
Sentí que forcé quién era, forcé que me gustaras, vos, racista e intolerante. No debí haberme esforzado nada por ti. Menos mal que no me esforcé más que eso, nunca cambiaria quien soy por nadie y menos por un ser como Ferran. Nunca te mereciste nada, espero te bajen de tu poni cojo.
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¿No es demasiado?
A ratos pienso: ¿no es demasiado? ¿De verdad tengo que haber llegado a meterme en esto?
Y estoy entendiendo que realmente no estoy "metiéndome en algo", sino saliendo.
He escuchado mucho en podcasts sobre el tema del alcohol es que es muy fácil entrar a un lugar como AA y buscar todas las maneras de no sentirse identificado. Uno se esmera en identificar las diferencias e ignorar las similitudes.
En dos sesiones de AA, he escuchado historias sobre manejar ebrio, con accidentes, choques y desencuentros con la policía. Para mí es fácil pensar: ese no soy yo, yo no me metí nunca en un pedo así. Si lo reflexiono tan solo un poco, eso no tiene nada de lejano, es de hecho muy cercano a mi experiencia. No me metí en una bronca de ese tipo por que siempre decidí no tener carro en CDMX. Pero anduve en bici completamente borracho incontables veces. Que no me haya accidentado* ha sido más cosa de suerte que porque no haya creado yo las circunstancias para que eso sucediera. Si en los últimos 6 años hubiera yo tenido un carro, no tengo duda alguna: habría manejado ebrio en la noche. Imposible haberlo evitado. ¿En qué problemas pude haberme metido? ¿En qué problemas podría meterme ahora?
Así que esos escenarios en los que puedo decir "ese no soy yo", en realidad son situaciones en los que el pensamiento más adecuado sería: "ese podría ser yo, o pude haber sido yo, en algún momento".
Tengo más que ver con estas personas que me comparten sus experiencias con tanta apertura, de lo que probablemente estoy razonando hoy en día. Debo estar atento, y escuchar las similitudes.
Regresando a ¿no es demasiado, es tanto mi problema? Necesito evitar el olvido: sí, estaba en una ruta de muchos problemas. ¡Vamos, hasta tenía una panza que no me gustaba, tan solo la panza me hacía sentir estúpido! Me hacía sentir que estaba olvidando a mi persona, descuidándola. Y si eso era por fuera ¿qué tanto daño podría estarme haciendo por dentro?
Si es demasiado... bien, no será la primera vez que exagero. Y males no creo que me traiga: mejoran mis relaciones, estoy removiendo una fuente de gasto, a mi hígado no le cae mal, a mi cuerpo en general no le cae mal, reduzco la posibilidad de accidentes y también estoy conociendo a otras personas. Y estoy conociendo más de mí.
Estoy probablemente a la mitad de mi vida. ¿Quiero un día sentarme en un bar a escuchar música? Claro, me encantaría. Pero también quiero evitar policías, doctores, clínicas, accidentes, y un deterioro acelerado de mi cuerpo. Debo entender que evitar o reducir drásticamente el consumo del alcohol, no es demasiado. En todo caso: es demasiado bueno, para mí.
Optaré por ser aburrido, entonces. Abracemos una personalidad menos absurda y más simple. Un aburrido, sí, pero dueño de su mente.
__
* Bien, eso -de hecho- sí pasó: me rompí dos costillas de un bicicletazo. ¿Iba tomado? Recuerdo haber tomado whisky ese día, y probablemente no fue poco. ¿Iba “ebrio”? Recuerdo pensar que no. Pero tal vez a esas alturas, lo que yo consideraba como “flameado” era ya rampantemente “pedo”. Así que creo que debería declarar que ese fue un accidente en bici mientras iba alcoholizado. ¿Me pudo pasar sobrio? Seguro, eso creo. No puedo saber si el resultado hubiera sido menos dañino, fue un accidente bizarro y misterioso. Pero en todo caso, tendré que ponerlo en la categoría de “bajo los efectos del alcohol”, puede que eso sea lo más sincero.
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Los "hubieras" son cosas peligrosas si uno los deja echar raíz; a veces me pregunto qué estaría haciendo ahora, si ya se habría casado, si tuviera peques, hasta dónde habría llegado y todas esas preguntas que lejos de ayudar, terminan lastimando porque no hay respuestas. Y cuando empiezo a hacer eso, me detengo. Sólo resta agradecer por los recuerdos bonitos, mucho se dice - y bien - que no hay una palabra que se pueda ocupar para describir a un padre o una madre que haya perdido un hijo o hija, pero tampoco hay palabra para decir "perdí a mi hermano" porque el dolor es similar. Cuando Ricky se fue, se llevó también parte de mi, de mi infancia, de mi adolescencia, de mi intento de madurez. Algo en mi vida, murió también, pero la parte que nos queda en mi sangre de ambos, late con fuerza y con amor hacia él. Y así, ya no importan los hubieras - sino lo que hubo, lo que hay y lo que habrá - hasta que lo alcance yo y volvamos a jugar en la bici o a montar caballos. . . #paolaklug https://www.instagram.com/p/CUix3VQLi9D/?utm_medium=tumblr
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Olores de felicidad
Arrancaba el mes de junio; ese mes del que dijo Gabriel Miró, con poética razón, que era el mes del olor de la felicidad. Y sobre todo, pensaba Hugo, su primera quincena, cuando mayo se alargaba hasta su famoso límite de las cuarenta jornadas («Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo») y el calor no solo no había descendido todavía sobre la tierra, sino que frecuentemente, en la meseta castellana, venía esa porción final de la primavera con temperaturas frescas, y hasta frías, y con viento y lluvia, como la que habían tenido, entre tormentas, esta última semana en Madrid.
Hugo había estado un poco desganado, en punto a la escritura y los hablados que subía a su página web, en los más recientes días. Y no por falta de actividad, precisamente; es decir, que no era el inercial entumecimiento de la abulia del reposo lo que operaba en él, sino más bien esa «incolora insipidez» que en ocasiones se instalaba, pese al fragor imparable del trabajo, en las retinas de su apreciación del mundo (Hugo se veía casi más como pintor, a veces, que como simple y llano escritor). Había tenido abundante estrés, pero en la base de toda esa tensión yacían músculos agarrotados; y tal vez también se debiera, ese «gripaje», al hecho de que no se hubiera ejercitado con la bici desde hacía ya más de una semana (desde hacía ya casi dos). ¡Hoy no debía fallar! Tras sus dos mil palabras de traducción alimenticia —un extenso catálogo de arte en el que estaba enfrascado—, que acababa de concluir, debería realmente hacer un serio esfuerzo, y sacar la bicicleta en larga gira hasta, por ejemplo, el sur de Madrid (mucho le gustaba, cada vez más, la zona de Méndez Álvaro, que por cierto se hallaba en refrescante y juvenil fase de renovación poblacional, con calles aéreas pobladas de árboles y de luz, y vías cuyo solos nombres —Planeta Tierra, se llamaba una de ellas— le estimulaban e inspiraban).
Antes de sacar la bici, sin embargo, quedaban tareas esta mañana: tal vez volviera, para ampliarla un poco y efectuar un rápido remate, a su ración de palabras de traducción de hoy, y luego debía ya empezar a hincarle el diente a la nota de prensa que para su más reciente disco le había pedido su amigo Roberto (Rober Perdut), a cambio —era un decir, pero tenía su gracia— de una reciente invitación a comer, en un magnífico establecimiento al aire libre en las inmediaciones del Reina Sofía, el día mismo en que Hugo había llegado de su muy positiva intervención en el festival Vates en mayo, celebrada en Vitoria el 17 del antedicho mes. (Roberto y él se habían citado en Atocha, donde los «cabezones» de Antonio López. Así los había llamado Roberto cuando habían quedado por guasap... «¿A las esculturas, La noche y el día, te refieres?», le había respondido Hugo, riéndose al volver a comprobar que el genio de la inspiración popular no decaía en materia de poner apodos; efectivamente, esas enormes esculturas de cabezas infantiles, del artista Antonio López, eran verdaderos «cabezones», aunque tal vez también cupiera llamar a las figuras «cabezudos», con lo cual se establecía un indirecto nexo de unión con los desfiles de las fiestas de los pueblos, con sus enormes cabezas de cartón-piedra coloreado coronando largos postes itinerantes, que tanto miedo le metían a Hugo en el cuerpo cuando era niño).
Sí. Acabaría esos remates, porque la jornada era joven todavía: doce y media del mediodía, en las joyceanas manecillas del reloj de sobremesa de su estudio, que montaba inflexible guardia a los pies de la vieja pantalla del ordenador, sobre dos antiguas cajas de folios marca Galgo (ahora rellenas de usadas holandesas) que alzaban ante sus ojos los párrafos, poniéndole más a tiro las exigencias de su labor manducatoria y creativa. ¿Por qué eran «joyceanas» las manecillas del reloj? Pues porque más y más densas sentía cada vez Hugo que se le iban haciendo las jornadas, como en ese larguísimo tour de force del Ulises, en cuyas veinticuatro espesas horas de acción o de inacción parecía que nada acaba de empezar ni terminaba de concluir, y en el cual cada tic-tac de minutero se diría preñado de universos. ¡Vaya que sí! Dos meses o tres debía de llevar Hugo enfrascado en su lectura...; pero estaba haciendo las cosas bien. «Tómate tu tiempo», rezaba el título de uno de sus propios poemas; y eso mismo era lo que en esta vida, más que ninguna otra cosa, había que aprender.
ROGER WOLFE · 2 de junio de 2021
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Cuando un talento se lleva en el corazón y el alma, nada lo puede detener, o eso es lo que pensaba María, cuando escuchaba los vinilos de su abuela.
María era una niña de once años, era la hermana de en medio y por lo tanto muchas veces pasaba desapercibida por su mamá y papá.
Su hermano mayor se llamaba Carlos, estudiaba la preparatoria, era el ejemplo del hijo perfecto, estudiaría el siguiente año en la misma universidad que su padre y seguiría la tradición familiar de ser arquitecto.
Su hermano menor Roberto tenia cinco años y aun tenia el poder de la ternura, que con ella lograba que todos se derritieran al verlo y consentirlo hasta que se hartara.
María no era la mejor en su grupo, para sus profesores era muy inquieta y tenia una gran imaginación, esto la metía en algunos problemas.
La única manera en que María podía estarse quieta era cuando escuchaba música, los discos que tenía eran los que su abuela le había heredado, junto con algunas ropas, libros y su estudio que era el refugio de María.
Ella se imaginaba que era una super estrella viajando por el mundo y que cualquiera que la escuche quedaba hipnotizada con su voz.
Aunque su sueño era convertirse en una super estrella sus padres no estaban muy contentos con esta idea.
La única opción que tenia María para que su voz se escuchara en otros lugares era en el coro de la iglesia a la que asistía todos los domingos.
Su amor por la música era tanta que acepto esta oportunidad, pensaba que no podía ser mala, al contrario imaginaba que un caza talentos la escucharía y le ofrecería un gran contrato y sería la gran estrella que soñaba.
Y para sus padres era una buena opción para que su hija fuera más disciplinada.
Así que tenía una misión, ser aceptada en el coro, no fue difícil ya que solo eran dos personas las que lo formaban y buscaban más voces.
- Hola... me gustaría ser parte del coro.
Volteo a verla Alex un chico alto, con ojos grandes y una gran sonrisa que era muy cálida.
-Hola, claro ensañamos todos los sábados de 11:00 am a 1:00 pm, y los domingos nos vemos a la 9:00am para hacer un ensaño antes de que empiece la misa.
María pensó por un momento que tenía que levantarse muy temprano los fines de semana.
-Si... esta bien... no sabia que otra cosa decir, pero no dejaría pasar una gran oportunidad.
-Que bueno que quieras unirte necesitamos a más personas, solo somos mi hermano Marcos y yo.
Marcos era todo lo contrario a Alex, tenia unos ojos penetrantes, parecía que nunca sonreía y si lo hacia te daba escalofríos, solo vio de reojo a María con una actitud de desaprobación.
Esa mirada intimido a María, pero eso no la iba a detener.
Se despidió de Alex y regreso con su mamá, que la esperaba en la salida, para ir a casa.
Cuando llegaron a casa María subió al estudio de su abuela, puso su disco favorito de Nancy Sinatra, mientras cantaba y bailaba. Pensaba en que se iba a poner para su debut en los escenarios, el como iba a firmar autógrafos, y en los agradecimientos cuando ganará un premio.
Llego el sábado, se levanto temprano se puso su playera favorita de la banda americana Blondie, llevaba el cabello suelto, un pantalón de mezclilla que para ella era su pantalón rebelde, porque tenía un pequeño parche.
Iba con toda la seguridad del mundo, nadie la podía detener, o eso pensaba ella, hasta que llego a la iglesia.
Entro a un salón donde estaba Alex y Marcos, y otra chica que nunca había visto.
-Hola María, bienvenida. Dijo Alex.
-Ho...hola.
-Te presento a Sussan, ella ya había estado con nosotros, tomo clases de música y nos ayudara a perfeccionar nuestras voces.
-Hola Sussan, un gusto conocerte.
Sussan volteo a ver a verla, con un gesto de desagrado que intento disimularla con una sonrisa.
-Hola, por cierto llegas tarde, y para mi la puntualidad es muy importante, no puedo perder el tiempo con alguien tan...
Alex la interrumpió antes de que terminara su comentario.
-Si sabemos que es importante pero es su primer día hagámosla sentir bienvenida.
Sussan no dijo más y se puso frente al piano lista para empezar.
-Vamos a vocalizar, para saber como esta tu voz y empezarla a educar.
-María empezó a hacer los ejercicios de vocalización, nunca había hecho algo así, y al escucharse ella sola sin una canción de fondo no se escuchaba tan angelical como ella pensaba.
Marcos al escucharla no pudo evitar soltar una risa burlona, acompañada de una mirada de frustración e ira de Sussan.
Al ver que se estaban burlando de ella dejo de cantar, se sentó en una silla que tenía cerca.
-Mira niña sino te vas a esforzar no me hagas perder el tiempo. Le dijo Sussan.
María no supo que contestar, se sonrojo, sus ojos estaban a punto de soltar una lagrima.
La emoción con la que había llegado se había esfumado.
-Bueno... creo que es todo por hoy, nos vemos mañana temprano. Dijo Alex.
María salió del salón, espero a su mamá en la acera de enfrente, vio como se iba Sussan y Marcos, detrás de ellos iba Alex, parecía molesto, pero no les dijo nada.
Llego su mamá y estaba muy emocionada por su hija, tanto que le dio la buena noticia a todos en su familia, incluso su tía Aura vendría a verla al día siguiente a escucharla cantar.
Para María esta noticia no era nada buena, sentía mucho miedo de hacer el ridículo y sobre todo no quería regresar, pero como decirle esto a su madre.
Cuando llegó a casa subió a su recámara, se sentó en su cama con las manos temblorosas casi frías.
Su mamá iba de una lado a otro hablando de lo feliz que se sentía pero en ningún momento se detuvo a preguntarle cómo le había ido o si le había gustado.
-Mira lo que he comprado para ti.
Saco de una bolsa un vestido azul cielo con mangas cortas, con muchos olanes, era muy parecido a los vestidos que utilizan las muñecas de porcelana.
-Te verás espectacular mañana. Pruebatelo
Maria se levantó sin protestar, se probó el vestido, hizo una pequeña pasarela para su madre.
-¡Que hermosa eres! Ya eres toda una señorita.
Maria sonrío al escuchar eso, pero aún se veían sus ojos llorosos.
Cayó la noche, como era costumbre la familia cenó junta, todos se veían muy felices, Maria no dijo mucho durante la cena, y en cuanto terminó recogió su plato y subió a su recámara.
Se quedó dormida casi al momento, pensando en que así despertaría de un mal sueño, pero no fue así.
Soñaba que al día siguiente estaba ella sola en una gran escenario, y que al intentar cantar no salía sonido alguno de su boca, de la nada aparecía Sussan y Marcos riéndose de ella, mientras en las butacas las personas se convertían en cámaras que la grababan, y ahora todo el mundo la conocía y se reía de ella.
A lo lejos se escuchaba una alarma y la voz de su papá, que le repetían su nombre una y otra vez.
María... María...
De un golpe se despertó, estaba sudando y respiraba agitadamente.
-Cariño tranquila, estoy aquí.
Era su papá que estaba sentado a su lado.
-Tuviste una pesadilla.
-Si... Soñé que todos se burlaban de mí cuando cantaba.
-¡Oh! Cariño es solo porque estás nerviosa.
Ven vamos a desayunar.
Sin preguntar más bajaron los dos al comedor, María apenas y provo bocado.
Se puso el vestido que le había regalado su mamá.
Su hermano Carlos la llevo a la iglesia, al entrar solo vio a Sussan.
-Bueno te dejo, suerte.
-No me dejes sola.
-¿Sola? Que dices ahí está una chica, supongo que la conoces, además aquí estás segura.
-Si... La conozco pero no me agrada.
-¿Qué dices? Ella es muy linda vela, es más deberías ser su amiga y después me la presentas.
-Tu no sabes cómo es, ayer fue grosera conmigo y se burló de mí.
Al escuchar esto Carlos se quedó pasmado por un momento.
-¿Qué dices? ¿Porque no le dijiste a mi mamá?
-No me preguntó, ni me dejó hablar.
-Ya veo, mamá siempre hace eso. Ven vámonos de aquí.
Carlos tomo de la mano a María, se dirigían a la puerta, en ese momento Alex iba entrando.
-Buenos días, yo... Quería pedirte una disculpa.
-No es necesario que lo hagas, nadie se burla de mi hermana, me sorprende que sean así, siempre tan propios y resulta que son lo peor.
María nunca había visto así así hermano, tan molesto, incluso su voz se escuchó por todos lados.
Sin decir más Carlos tomo de la mano a María y salieron de ahí.
-Nunca dejes que alguien te trate mal, ni que se burle de ti.
-Pero fue mi culpa... Si tan solo cantará bien.
-¿Tu culpa? Pero si se supone que ellos te enseñarían a cantar bien, nadie nace sabiéndolo todo.
Yo te he escuchado cantar, y no lo haces nada mal, incluso he llegado a pensar que si salieran de ese cuarto serás famosa.
-¿Eso crees?
-Claro... Eres única y especial.
-Pero... ¿Y mamá? ¿Se decepcionara de mi?
- Tranquila yo hablaré con ella.
Mientras seguían platicando llegaron a su casa, su mamá iba saliendo y se sorprendió mucho de ver a sus dos hijos de regreso.
-¿Y ahora que hiciste María?
-Ella no hizo nada mamá, los chicos de ese coro la trataron terrible y se burlaron de ella, y no pude permitir que ella tuviera que pasar por eso.
-¿Qué estás diciendo? Si esos chicos son muy buenas personas, y la niña que está con ellos parece un ángel, con esa voz y esa cara tan linda.
-Pero eso no le quita que se haya burlado de mi hermana, si te hubieras tomado la molestia de escuchar a María lo habrías notado.
-Como sea debe aprender a ser fuerte y a recibir críticas. Y ya vamos tarde suban al coche.
-No, no iré de nuevo a ese lugar.
-María que cosas dices, súbete al coche.
-Yo tampoco iré. Ven tomemos nuestras bicis.
Sin decir más los hermanos se fueron dejando a su madre sin habla.
Tomaron sus bicicletas, María se deshizo el peinado que le había hecho su mamá y dejo su cabello castaño libre al viento.
Siguió a su hermano, no sabía a dónde iban pero no le importo, porque por ese momento se sentía libre, feliz y escuchada.
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05 de mayo 2021, 1:27 a.m. Bueno sé que hace rato no les escrito detalladamente como me he sentido pero en los últimos años no había pasado algo que me marcara o me destrozará.
Todo empezó el primero de noviembre del 2020, bueno en realidad fue mucho más antes pero no tengo presente la fecha pues no le quería dar mucha importancia, pero en resumen... mi hermano me empezó a integrar en su grupo de amigos, ellos se estaban viendo casi que todos los fines de semana, habían fines de semana donde se hacia una pequeña fiesta, buena música, alcohol del bueno & pues bailaban lo que a mi me gustaba... la verdad cuando pasaba eso me dedicaba a encerrarme en mi cuarto a hacer oficio o simplemente me imaginaba tener amigos como ellos (son tan unidos), con el tiempo pues empecé a compartir con ellos, nada del otro mundo son muy abiertos así que no recibía ninguna critica o alago, me gustaba porque era como si no me determinaran, era simplemente la hermana del dueño de la casa... En fin con el tiempo se genero mayor confianza tanto que ellos se quedaban a dormir & compartíamos lo que era sábado & domingo casi que todo el día, el domingo era básicamente ir donde mi abuela, jugar, escuchar música o simplemente reír, de los amigos de mi hermano el que casi siempre se quedaba era Sr Y (así lo vamos a llamar), junto con un primo & un amigo de donde el vivía... hasta aquí solo me daba curiosidad conocerlo a fondo, es alguien muy reservado, nunca habla de sus sentimientos o pues nunca lo hacia con mi hermano & fue así mas o menos como por seis fines de semana seguidos donde el se quedaba & así no fuéramos donde mi abuela se compartía jugando Just Dance donde o ganaba el o ganaba yo jaja, es aquí donde en la fiesta del 31 de octubre empecé a sentir una vibra hacia él, a lo mejor por el alcohol, no le daba importancia pero en la madrugada del primero por coincidencia entramos a la cocina juntos, solo nos quedamos mirando & tomamos agua, nos hicimos los locos & salimos de la cocina, seguimos bailando & ya hasta que les dio por subir a la terraza & pegarnos los plones (fumar maría), yo tengo un grinder & ellos necesitaban uno así que le dije que me acompañara a sacarlo del cuarto & ver si le funcionaba, total él me acompaño, & estando solos en el cuarto él se sentó en la cama & me le abalance para besarnos, no recuerdo cuanto duramos pero fue lo que me confirmo que no era solo yo la que sentía las vibras, posterior a eso subimos, seguimos riendo & durante la madrugada nos escondíamos para besarnos, nadie se daba cuenta, era esa adrenalina que me atraía, cabe resaltar que esa noche esta P6, al momento que todos nos fuimos a dormir pues en mi cama se quería acostar P6, Sr Y & otro amigo, la cosa es que P6 se molesto & se fue, esa noche ebrios intentamos hacerlo pero con el amigo cerca preferimos omitirlo. Al día siguiente yo no sabia que pensar si simplemente no tocar el tema o dejar de hablarle, nunca me imagine llegar a una relación, pues casi no hablábamos, pasaron al rededor de tres días & él me empezó a hablar, hablábamos casi que todo el tiempo que pudiéramos, lo llamaba en las mañanas antes de entrar al trabajo, en mi hora de almuerzo, al salir del trabajo & en las madrugadas, nos veíamos seguido, más que todo al salir del trabajo, el pasaba por mi & salíamos a ver ratas al parque principal, eran momentos donde me libraba de todo el estrés, llego diciembre & seguíamos como el inicio, todo color rosa, nos acostábamos juntos, hacíamos plan películas, comíamos mucho, siempre eran risas, lo llamaba cada que podía, a comienzos de diciembre tuvimos un viaje a Neiva, por mis mascotas mi padre le pidió el favor de que se quedara en nuestra casa a cuidarla (o sea hasta a mi padre le agradaba), esos días supe que era un chico juicioso, dedicado, casi no salía, muy atento con mis mascotas, en fin me estaba enamorando, pero me hacia la loca, no lo quería aceptar, pues desde el inicio habíamos quedado de no ser novios solo como un "casi algo", pero todo era como si fuéramos novios, eran conversaciones muy bellas pero él siempre me dejaba claro que las cosas solo iban a quedar en eso, & yo de terca quería que cambiara de parecer, pasaron todas las fechas especiales & estuvimos lejos pero en constante comunicación la verdad no
me molestaba nada de él, nada & me parecía muy extraño, algo me decía que eso no iba salir bien, él empezaría a trabajar en enero, las llamadas se limitaron un poco pero al día nunca falto la llamada, hubo una noche donde mi hermano & el se pusieron a tomar tequila, él termino muy mal, al otro día trabajaba & no quería hacer nada, estaba tan interesado en el celular, no sé con quien hablaba pero me estaba molestando, pues la ruta del trabajo tenia que saber que él no estaría en la casa, si no en otra, empezó a vomitar pero no soltaba el celular, en fin con mi hermano, lo acostamos, le pedimos la ruta, lo empijamé & pensando que soltaría el celular, no lo hizo, seguía & seguía chateando & enviándose fotos, fue ahí cuando me di cuenta que estaba sintiendo celos, pues se supone que era conmigo con quien siempre charlaba & al parecer habían más chicas, me desanime tanto que termine llorando & escribiéndole que por favor bajara el volumen, teniéndolo al lado jaja pues desde ese día, todo cambio, ya no me llamaba, yo también evitaba llamarlo porque no me contestaba, en las noches ya casi no hablábamos & pues estaba sufriendo, así que decidí poner las cartas sobre la mesa & confesarle todo lo que estaba sintiendo por él, que me estaba enamorando, que quería algo serio con él, que me gustaba mucho, que me gustaba como me cogía, que me gustaba como era él, que me había molestado lo de esa noche pero que no era para dejar de hablarnos... cosa que él solo se quedo callado, acostado, no me decía nada, no expreso nada, solo cambiaba de canción, no entendía nada no sabia que sentía pero me dio a entender que eso no iba para ningún lado, que por mi culpa se había dañado el "casi algo" que teníamos, decidió irse & pues antes de que se fuera le pedí que fuera mi novio, simplemente me dijo "no mor, no podemos ser novios & no es por ti, es por mi" & ya sin más cogió la bici & se fue, sin explicarme nada, no le importo mis sentimientos, no le importo si quedaba llorando, nada, me boto como s fuera un zapato viejo, paso el fin de semana & el vino a una de las fiestas, total que termine rogándole, que necesitaba una explicación donde solo me decía que no estaba listo, o que no quería algo serio o que no le rogara más, que el no me merecía, pero que fuéramos amigos, le dije que si que de una, fuéramos lo que éramos, me dijo que lo que éramos no era ser amigos, que él no sabia como se llamaba lo que teníamos pero que no podíamos ser eso, en fin termine bloqueándolo de todo lado, sin saber nada de él, borrando todo e iniciar con mi superación, pase noches en vela, escuchando nuestras canciones, recordando todo lo que vivimos, arrepintiéndome de haber tomado la iniciativa, que a lo mejor si no le hubiera dicho nada aun estaríamos con ese "casi algo" que me encantaba, e aquí donde esa noche muerta en llanto pensé en escribirle esto 👁🗨 . Tiempo después entendí que él siempre hace eso con las chicas, nunca formaliza algo, nunca concreta sus sentimientos, es su modus operandi, a lo mejor sea para evitar salir lastimado, o evitar lo que le paso a sus padres, o evitarse ratos de mal gusto, o a lo mejor por su edad, solo quiera estar de pulga, total nunca fue su culpa, fue la mía por confundir los sentimientos, sabiendo que ya habíamos llegado a aún acuerdo, no le guardo rencor, antes le agradezco por dejarme todos esos bellos momentos que compartimos & enseñarme a que una vez más el Karma nunca se guarda nada (si señores tuve una corta relación a comienzos del 2020 en la cual deje por creer que P6 quería algo conmigo, yo se las conté aquí 👁🗨).
En conclusión: NUNCA CONFUNDAN SUS SENTIMIENTOS SI SABEN QUE LA OTRA PERSONA NO PRETENDE NADA CON USTEDES, DEJEN ASÍ AUNQUE DUELA.
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Nunca creí pasar una cuarentena en Amsterdam
Hoy se cumple un mes desde que llegué a Amsterdam. Partí desde Buenos Aires el miércoles 4 de marzo del 2020 con destino a Londres, donde pasaría 10 días antes de llegar a mi destino final: Los Países Bajos. Lo que ignoraba en esa mañana de marzo era que hacía pocas horas habían confirmado el primer caso de COVID-19 positivo en Argentina. Otro dato que desconocía es que esa misma mañana se cumplían 9 días de la primer muerte por Coronavirus en Italia. Mientras escribo esto, con el mes de Abril en curso, Italia acumula mas de 128.000 casos positivos de COVID-19 y más de 15 mil fallecidos (cuando leas esto, probablemente sean más). Recapitulando. Me subí a un avión con destino a otro continente, sin boleto de vuelta, en la antesala de lo que iba a ser la detonación del contagio masivo del virus nacido en China que terminó por convertirse en una verdadera pandemia. Mi intensión no es recapitular las cifras de los contagiados en las distintas partes del mundo, más bien voy a intentar transmitir cómo viví esas semanas tan particulares lejos de mi país y de mi familia.
Una semana después de haber llegado a Londres, más precisamente el día martes 10 de marzo, Italia decretó la cuarentena obligatoria que se vería extendida hasta el 3 de abril (que luego se exendería aún mas). Ese martes, me encontraba paseando por las calles de Hackney, un peculiar distrito de Londres donde predomina el arte callejero como los murales y graffitis. Más tarde me subí a un tren con destino a la estación de Dratford, lugar en donde se conocieron Jagger y Richards antes de formar una de las bandas mas increibles de todos los tiempos.
Al día siguiente, el miércoles 11, la OMS declaró oficialmente al brote de Coronavirus como una pandemia. Ese miércoles me desperté temprano, me cebé unos mates, que acompañé con unas tostadas, y antes de las 9 ya estaba en camino a la estación de tren para dirigirme a Sevenoaks, una reserva natural ubicada a 40km de Londres. No pretendo que me juzguen. Es cierto que tal vez la actitud más sensata y precavida hubiera sido sacar un vuelo de vuelta a la Argentina y guardarme en casa con mi familia, aunque nadie sabía realmente lo que se avecinaba. También es cierto que el mes de marzo del 2020 será recordado por muchos años como el “mes del coronavirus”. Un mes donde las cifras de contagiados aumentaron exponencialmente semana a semana y donde los diferentes países se vieron obligados a tomar medidas cada vez más estrictas para reducir el contagio del virus. La incertidumbre era demasiada, tanto en Europa como en el resto del mundo. En ese entonces, en Inglaterra (y en todo el Reino Unido) estaba bastante tranquilo el tema. Londres funcionaba como si nada pasara. Los teatros seguían con las obras en cartelera, los pubs seguían vendiendo la samuel smith y trafalgar square seguía acumulando miles de personas por día. Mientras tanto, mis planes en ese momento se reducían a finalizar mi pequeña travesía en Londres y tomar mi tren de las 7.15 del sábado 14 de marzo. El mismo tren que partiría de la estación St. Pancras y que, 4 horas más tarde, me depositaría en Amsterdam Centraal.
Para ponerlos en contexto, el sábado 7 de marzo intenté conseguir entradas para Arsenal-West Ham. No tuve éxito. El partido estaba “sold out”. Más de 60 mil personas reunidas en el estadio Fly Emirates. Hasta ese momento las competencias deportivas funcionaban con normalidad. Los 3 puntos se quedaron en Highbury. El partido terminó 1–0 con gol de Lacazette. El miércoles siguiente, el Arse tenía que viajar a Manchester para enfrentar al City de Guardiola. Un día antes, el martes 10, se confirmaba que el partido había sido suspendido. ¿El motivo? Dos semanas antes el Arsenal había jugado contra el Olympiacos de Grecia y el dueño del club griego, Evangelos Marinakis, manifestó haber dado positivo de Coronavirus. Marinakis, quien también es propietario del Nottingham Forest, había tenido contacto directo con los integrantes del plantel del Arsenal, y a la semana siguiente, el 6 de marzo, se hizo presente en el estadio del nottingham para ver el partido de su equipo contra el Milwall, por la segunda división inglesa. Todos los días alguien conocido salía a confirmar que había dado postivo. Después, la prensa se encargaba de recapitular dónde había estado esa persona y con quién había interactuado. No exagero. El jueves 12 el propio entrenador del Arsenal, Mikel Arteta, confirmaba que él también había dado positivo. A partir de la declaración de Arteta empezaron a tomarse mayores medidas. Al otro día se suspendió la Premier. 10 días mas tarde, el primer ministro británico Boris Johnson anunciaría la cuarentena obligatoria por 3 semanas para todo el Reino Unido. Aunque parezca inverosímil, para ese entonces ya me encontraba instalado, sano y salvo, en mi nuevo departamento en Amsterdam.
Llegué a Holanda. Me baje del tren con mis dos valijas y salí de la estación. Los días en Londres habían quedado atrás. Tenía hambre. Vi un puesto que vendía panchos y me compré uno. Ahí mismo, mientras me comía un pancho afuera de la estación, me di cuenta que estaba realmente solo. La última vez que había comido un pancho había sido en Chelitos. El chelo! La mejor panchería del barrio de flores y, probablemente, del mundo entero. Chelitos tiene una mística difícil de explicar. Fue en lo primero que pensé. Me acordé de la salsa Chelitos y de la de roquefort, uf la de roquefort! la de parmesano, Jamon, Cheddar, Picante, Berenjena, criolla, y todas las demás. También me acordé de los personajes que podes encontrarte si vas un sábado a las 6 de la mañana. No voy a seguir hablando de Chelitos porque se me va a caer una lágrima. Si estás en Buenos Aires y no conocés el Chelo, tenés tarea para después de la cuarentena. Rivadavia y San Pedrito. De nada.
Me terminé mi pancho y encaré para el subte. Lo primero que hice al llegar al hotel fue organizarme para encarar los primeros días. Me dieron una habitación para 6 pero no la compartía con nadie. Estaba yo sólo. El domingo bajé temprano a desayunar y después me puse a buscar departamento. El lunes lo encaré de buen humor sabiendo que al otro día tenía turno para ir a buscar mi permiso de residencia, válido por un año para vivir y viajar dentro de Holanda. Lo que no sabía era que una mala noticia de lunes iba a condicionar toda mi semana. Mientras bajaba a desayunar me encontré con un mensaje en el ascensor. En un costado había una hoja A4 pegada al espejo que decía que a partir de un decreto del gobierno todos los recintos donde se sirvieran comida y bebida deberían cerrar. Así como bares, restaurantes y cafés tuvieron que acatar la norma, también los hoteles debieron cerrar los desayunadores y bares para evitar la acumulación de gente. Fue así que ese día, y los que le seguirían, el hotel no serviría desayuno. Así comenzó mi segundo día en Amsterdam. Empero, esa no era la mala noticia. La cocina seguía abierta y aproveché para poner a calentar agua para el mate. Una empleada del hotel se acercó con una canasta de frutas y me ofreció. Agarré una manzana. Me dijo que podía agarrar varias. Agarré una manzana y dos bananas. Lo vi como una compensación por haberme privado del desayuno al segundo día de mi estadía. No era su culpa. Ya lo sabía. La mala noticia del día aún estaba por llegar.
Después de desayunar me registré en Swapfiets, una página que se encarga de alquilar bicicletas a través de una suscripción mensual. Si, como Netflix. Entrás a la página, seleccionás la bici que querés (hay 3 modelos), completás tus datos personales, los datos de tu tarjeta y listo. Esa misma tarde pasé a retirar mi bici por una de las sucursales. Un pibe alto y rubio me explicó el funcionamiento del candado y en menos de 5 minutos ya estaba en las calles de Amsterdam paseando con mi nueva bicicleta. Sentí una sensación hermosa, comparable a ese éxtasis que se experimenta en la cancha instantes después de que tu equipo hace un mega golazo. Ando en bici desde que tengo memoria y hacía rato no me sentía tan feliz arriba de dos ruedas. Es una bici playera color naranja con freno a contrapedal, tampoco la gran cosa, aunque es bastante ligera y tiene un andar muy amigable. Con esa sensación positiva comencé mi recorrido hasta el hotel, no sin antes pasar a ver algunos departamentos. Para el final del día ya tenía un acuerdo de palabra con uno de los landlords por un pequeño depto a 7 minutos en bici de la estación central. El precio era muy bueno y el depto si bien era pequeño tenía una cocina equipada, dos habitaciones, un patio y un living que funcionaba como “work area”. Eso último fue lo que me terminó de convencer. Estaba bastante contento por ya tener mi bici y mi depto. Sin embargo, la mala noticia que estaba a punto de recibir equilibraríaun poco la balanza. Me llegó un mail automático del ministerio de migraciones esa misma tarde. De esos que dicen noreply. O sea, la mala noticia venía de parte de un robot. El mail decía que mi cita para recoger mis documentos había sido cancelada. Todas las citas o turnos con ministerios y municipalidades habían sido suspendidas hasta el 6 de abril para disminuir al mínimo el contacto, el traslado y la acumulación de la gente. Todas las citas habían sido canceladas, salvo aquellas para trámites por homeless y/o refugiados. No lo podía creer. “Quién me manda a viajar en el medio de una pandemia”, pensé. Sin el permiso de residencia no podía empezar a trabajar. Sin trabajo no tendría ninguna fuente de ingresos hasta fines de abril como mínimo. Tenía que ponerme a pensar como iba a encarar las próximas semanas. De verdad. Claro está que al otro día fui a las oficinas de asuntos migratorios determinado a conseguir une respuesta a mi problema burocrático. Me acerqué al IND para confirmar lo que me habían comunicado vía mail la noche anterior. Las citas estaban canceladas y la atención era muy reducida, por no decir nula. A partir de mi insistencia, por tratarse de un asunto urgente, me dieron una cita para el 8 de abril. No había mucho mas que podía hacer. Salí de las oficinas y me subí a mi bicicleta. Ese martes volví al hotel esuchando uno de los discos que marcó mi infancia: Led Zeppelin IV.Me armé una rutina para los próximos días. Mentira. Me armé dos rutinas. Una rutina de ejercicio y una para administrar mi tiempo de la mejor manera, teniendo en cuenta los trámites que me faltaban para poder estar registrado en la municipalidad como ciudadano neerlandés. Fue así que durante este pequeño impás burocrático me permití tomarme el tiempo para hacer lo que más me gusta: Escribir. ¿Escribir sobre qué? Sobre lo que sea. Sentarme y escribir. Lo primero que pensé fue en hacer un diario de viaje. Había días en los que estaba inspirado y escribía algún que otro relato corto que ya les compartiré mas adelante. Era el momento para conectar con mis pensamientos y poder empezar a crear.
Con el diario del lunes les spoileo que esta vez me sorprendí a mi mismo. Estoy corriendo 4km por día 6 días a la semana. Corro tres días, descanso uno, corro tres, descanso uno, y así. Al principio me costó, pero me gustaba. Entonces fui poniéndome objetivos alcanzables. Al principio corría 2km por día. En tiempo se traducía a casi 11 minutos corriendo. Cuando eso resultó sencillo subí a 3km, y así. Me gustaba salir a correr y poder respetar los pequeños objetivos que yo mismo me iba poniendo. Decidí comenzar a planear mi sitio web, el cual está en pleno proceso de construcción, y también arranqué un podcast sobre música. Aunque todavía no hay ningún episodio subido en ninguna plataforma, confío en que para la próxima les traiga mas data sobre todo esto. Paciencia. Mientras tanto, seguiré escribiendo mis relatos y en paralelo esta historia sobre un argentino viviendo en Amsterdam tratando de sobrevivir a una pandemia que azota al mundo y que intenta descifrar su meta en la vida. Todos tenemos una historia, escribí la tuya.
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La vida es un misterio, por eso depende de nosotros mismos saber disfrutarla, vivirla como si no fuera a durar para siempre, pero al mismo tiempo como si no fuéramos a morir nunca. Eso es lo que he hecho yo, he disfrutado de los últimos días de verano, como nunca antes lo había hecho, pero ahora que se ha acabado, me gustaría que volviera a empezar. Por primera vez, vi la casa de Pray, la cabaña en la que vive, en la que residen sus mayores sueños, y allí la madrugada se nos volvió día. Durmió abrazada a mí, y aunque en un momento dado me pareció que estaba llorando, no le dije nada, solo esperé a quedarme dormido, pero no lo hice, no hasta que el sueño le alcanzó a ella, pero aún así, juraría que en ningún momento he estado dormido del todo. Hace un rato que me he despertado, y he tenido la tentación de despertarle para poder despedirme de ella, pero no lo he hecho, no porque le prometí que no lo haría, y eso sería como traicionarme a mí mismo. Le he mirado dormir, con los ojos llenos de lágrimas, y aunque me dijo que me llevara la sudadera gris que se me había quedado así el otro día, no lo he hecho, porque quiero que la tenga ella. Me he vestido casi sin hacer ruido y he salido de esa cabaña, sintiendo que mucho de mí se quedaba allí, en esa habitación donde habíamos hecho el amor toda la noche para siempre, y cuando me he subido a su bicicleta, y he empezado a pedalear para alejarme, me he dado cuenta de que ya jamás volveré a ser el que era. No sé cuántos metros he dejado ya atrás, pero lo que sí sé, es que sigo teniendo los ojos llenos de lágrimas, unas lágrimas que trato de contener, mientras la brisa matutina revuelve mi pelo y se me cuela por dentro de la piel, haciéndome sentir frío en el corazón. Quiero retroceder, pero sé que no puedo hacerlo, y no es solo porque he de volver a Londres con mis padres, sino por muchas cosas más. Estoy tan dentro de mis propios pensamientos, que paro en seco mi bicicleta, apoyando el pie derecho en el suelo con firmeza, cuando estoy a muy poca distancia de dar un golpe a una chica que se despide de alguien en la puerta de su casa, una chica vestida de uniforme que lleva una bonita mochila a su espalda. —Perdón. —Me disculpo con el corazón acelerado. —Lo siento, lo siento mucho, de verdad.
Hoy he despertado con tanto sueño que quería seguir dormida. Me he acordado de las muchas veces en las que despertaba con esa sensación de seguir dormida, o de querer estarlo. Pero, esta vez, era diferente, porque el motivo era una fiesta de la que nos fuimos tarde, por mucho que hoy me haya levantado a la misma hora. Tengo una colección de fotos, una amiga más, dos deseos cumplidos y una divertida conversación con Ines y mamá durante el desayuno. Es de Ines de quien me despido desde la puerta de casa cuando, al cerrar esta recibiendo la brisa fría del primer día de otoño, escucho un chirrido. Uno que reconozco como el sonido de la rueda de una bicicleta siendo frenada deprisa. Cierro los ojos cuando noto un vuelco dentro de mi corazón y no puedo evitar echarme hacia atrás cubriéndome con los brazos. Es al oír una voz cuando abro los ojos y vuelvo a respirar. Al verte, recuerdo que ya te he visto por aquí muchas veces, pero nunca he hablado contigo. —Me has dado un susto increíble. —Confieso colocándome la mochila y sintiendo vergüenza por mi reacción. —No pasa nada...
La cara que pones y cómo te abrazas, me apena, por lo que lamento haber estado tan dentro de mí mismo mientras montaba en la bicicleta de Pray.
—Lo siento... —Digo de nuevo cuando te escucho decir que te he dado un susto increíble, pero después me dices que no pasa nada, y al ver tus mejillas sonrojadas, sonrío. —Soy un idiota. —Digo riendo con suavidad, mirando hacia otro lado tratando así de que las lágrimas que tengo en los ojos se me vayan, antes de volver a mirarte a ti. —Te acompaño a la escuela, así compenso un poco tu susto. —Me ofrezco con una sonrisa.
Trago saliva, aliviada porque solo ha sido un susto. Una carga de adrenalina de más para esta mañana que parece distinta a todas porque ya parece haber menos gente en el pueblo. Parece que te brillan mucho los ojos y me pregunto si es que tú también te habrás asustado. Niego con la cabeza cuando te llamas "idiota". —Solo ha sido un accidente. No pasa nada. —Río y, cuando te ofreces a acompañarme a la escuela para compensar que casi me atropellas, río. —Un poco más y no llego hoy. —Bromeo acercándome a ti. Me fijo en la bicicleta, que me suena, pero no me parece tuya. —¿Puedo saber a dónde ibas con tanta prisa? —Pregunto pensando que, por eso, casi a lo mejor tampoco habrías llegado tú a tu destino.
Río al escuchar tu risa, una risa dulce casi infantil, pero a la vez de chica mayor. Me muerdo el labio inferior con pesar por lo que dices de que un poco más y no llegas a la escuela hoy. Trago saliva bajando la mirada, manteniendo el equilibrio en la bicicleta de Pray, pero al ver que te acercas, levanto la cabeza de nuevo para mirarte sonriendo. —Claro, puedes saberlo. —Digo y me humedezco los labios. —Iba a casa de mi tía, la señora Collins. —Digo relajando un poco la pierna derecha aunque manteniendo el pie apoyado en el suelo-. Venía de por ahí lejos. —Digo mirando hacia detrás por encima de mi hombro, antes de volver a mirarte a ti.
Tienes una risa hermosa, unos ojos preciosos, una bonita piel y un pelo increíble. Pero casi me matas. O tal vez no. Pero ahí está la posibilidad entre tantas. Escucho tu respuesta con el ceño fruncido y miro hacia atrás cuando me dices de dónde venías. Me pregunto que hacías tan pronto por ahí y te miro intrigada tanto por eso, como porque seas el sobrino de la señora Collins.
—¿La... -estoy por decir "beata" cuando me doy cuenta de que eso lo usamos para hablar en casa y no está bien— ... señora Collins de la calle Fénix?
—Pregunto esperando que no te des cuenta de lo que iba a decir. Señalo la bici. —¿Me llevas ahí o prefieres ir andando?
Me doy cuenta de que vas a decir algo que no dices, cuando paras tus palabras volviéndolas silencio, pero después continuas, y yo asiento con la cabeza. —La misma. —Te guiño un ojo sonriendo, porque sé que ibas a decir algo que no me has dicho. Entonces señalas la bicicleta, y aunque barajo la posibilidad de subirte, me da miedo hacerlo, ya que no lo he hecho nunca, y no quiero volverte a dar un susto, por lo que sonrío bajándome de ella. —Mejor te acompañado andando. —Digo cuando ya mis pies han tocado el suelo, aunque mantengo la bicicleta agarrada por el manillar. Me acerco a ti con la bicicleta. —¿Qué tal estás empezando el lunes? —Pregunto porque a nadie o a casi nadie, le gustan los lunes.
Espero tu respuesta y sonrío cuando llega, aliviada de no haber metido la pata.
—¡No lo sabía! —Exclamo viendo cómo sonríes al bajar de tu bicicleta, que juraría que no es tuya. —Sabía que estaba por aquí el sobrino de la señora Collins y sabía que estabas tú, pero no me dí cuenta de que eras tú. —Te cuento cuando decides bajar de la bici para caminar a mi lado rumbo a la escuela. Te miro sonriendo mientras agarro con mis manos las asas de mi mochila, en mis hombros. —Bien. Tengo agujetas y estoy un poco cansada por la fiesta de ayer. Pero muy bien. ¿Y tú? —Pregunto con curiosidad.
Río cuando me hablas de la señora Collins y su sobrino. —Pues aquí me tienes. —Respondo y te guiño un ojo antes de ofrecerte mi mano derecha. —Me llamo Walter, pero todos me llaman Walt. —Digo sintiendo mi corazón encogerse de nuevo cuando te escucho hablar de la noche de ayer, una noche en la que hubiera vivido para siempre. Sonrío cuando me dices que estás muy bien y yo asiento con la cabeza aunque me acabo encogiendo de hombros porque no tengo porqué mentirte. —Lo pasé muy bien anoche, pero estoy un poco triste... —Digo apretando los labios mirándote.
Río cuando tú lo haces, asintiendo con la cabeza. —Un placer conocerte. —Me das justo tu nombre, ofreciéndome tu mano, tal y como iba a hacer yo. —Yo soy Leven. —Doy un apretón a tu mano varias veces, mirándote con una sonrisa.
—Algunos me llaman Lev. —Me encojo de hombros. —Me alegro de conocerte. Te llamas como Walt Disney. —Digo como si no lo supieras. Eso me hace reír y, cuando suelto tu mano oyendo que lo pasaste bien pero estás triste, me siento mal. —¿Por qué?
—El placer es todo mío. —Sonrío y cuando me dices que eres Leven, me doy cuenta de que eres la hija de la dueña de Eco Godric's. Aprieto tu mano con suavidad dentro de la mía. —De acuerdo, Lev. —Digo y te guiño un ojo antes de reír por lo que me dices. —Sí, me llamo como Walt Disney. —Digo riendo porque me hace gracia la manera en la que me lo dices. Ríes y sueltas mi mano, con la que yo vuelvo a rodear el manillar de la bicicleta de Pray, empezando a caminar a tu lado, hacia la escuela, mientras te miro. —Porque dentro de un rato, me voy de aquí. —Te digo sintiendo un escalofrío bajo mi ropa al pensar en eso, un escalofrío que me hace tragar saliva. —Y sé que voy a echar mucho de menos este sitio. —Digo sonriendo, pero mi sonrisa es triste.
Walter y Leven
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Crónica de un maratón anunciado.
Domingo 06 de Octubre, 5:30 am.
Suena la alarma, hace frío.
¿Y si ya no voy?
Bajo a la cocina y pongo la cafetera.
Me meto a la ducha y vuelvo a pensar:
¿Y si ya no voy?
Entro en la recámara, empiezo a vestirme y le doy un sorbo a mi taza café, lo he hecho cargado a propósito y aprovecho para tomarme un ibuprofeno. Es tarde. Vivo cerca del punto de partida, así que corro.
Nunca sprinteen antes de un maratón, ese kilómetro me hizo mal. Y esquivando al gentío, salí nueve minutos tarde después de mi bloque.
Soy la última, además de un señor frente a mí.
No quiero cansarme pero acelero. Lo dejo atrás. Veo a otras dos personas, dos más, luego tres. Alcancé a los rezagados de mi bloque. Agarro ritmo, pero estoy resfriada y no puedo respirar con normalidad. Llegamos a los primeros cinco kilómetros. Todo bien. Tomo cuanta hidratación me ofrecen, con medida. Diez kilómetros. Fatiga de acuerdo a la distancia. Hay un prolongado retorno y los que ya han recorrido el tramo donde me hallo, van de regreso. No son pocos.
Kilómetro quince ¡subida!
Qué agobio. Pienso que no puedo parar porque para eso ya he hecho un medio maratón, qué burla hacia mí misma. Kilómetro dieciocho, reduzco la velocidad y me encuentro a la par con una señora de nombre Anilú. Viene desde Mérida sólo para este evento. Maratonista, triatleta. Hablamos de todo un poco. Del cansancio, la emoción, la familia.
Le recomiendo el libro de Murakami «de qué hablo cuando hablo de correr» (predecible, típico de mí) que acoge como una atleta que puede espejear con las experiencias de otros en su misma rama. Corremos juntas hasta el kilómetro veinticinco, donde empieza a quedarse atrás «¡sigue!» me grita. Eso hago. Las personas a los lados, te animan, te ofrecen dulces, plátanos, naranjas, agua. La comunidad runner y sus familias son una maravilla. Te chocan la mano, te dicen «¡ya falta poco, son unos guerreros!» y tú te lo crees. Quizá no eres el más rápido, pero ya estás ahí.
Kilómetro treinta. Increíblemente no tengo hambre. Sólo una sed constante y ganas de que todo acabe pronto. Veo gente en bicicleta. Extraño mi bicicleta. En bici ya hubiera llegado, me digo sonriendo para mis adentros. Bromeo en Twitter sobre cerveza y un particular en el tramo, leyéndome la mente, ofrece cerveza a los corredores. Pero no se me antoja. No ahora. Subidas más, subidas menos. Camino de ratos.
Créanme, yo era de los fanfarrones que decían que a qué van a caminar a una carrera. Me río de mi tontería. Si no has estado ahí, no sabes NADA.
Kilómetro treinta y ocho.
Me comienzan a dar ganas de llorar por la emoción. Lo estoy logrando.
El nudo en la garganta me asfixia un poco. La planta de mi pie derecho comienza a molestarme. Me da ansiedad detenerme.
Ahí, al acecho, está el muro; déjalo, me dice, pero yo soy más rápida.
Kilómetro cuarenta. Logré no ser de las últimas y la adrenalina me hace correr más deprisa ¿dónde está la meta? Veo la meta, «¡ya llegaste!» «¡felicidades!» «¡sólo un poco más!»
Cruzo la meta y estoy llorando. No estoy cansada como esperaba. Estoy orgullosa de mí. Tomo de todo lo que me dan en el punto de encuentro de corredores: electrolitos, agua, cerveza. Pongo mi rostro entre mis manos y siento toda la sal seca.
Nos vemos el próximo año.
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llevo un día (24 horas) en montaña rusa.
ayer me decepcioné un buen.
pero hoy me sentí mejor.
me haré un tatuaje y siento que llega en un buen momento. ya llevaba mucho tiempo postergándolo. hablamos de tatuajes ayer y a pesar de que fue triste saber muchas cosas, el buscar qué tatuarme me disasoció todo el día y eso fue bueno.
(yo y mis técnicas para ignorar dolores)
igual está padre, aunque sea algo vergonzoso, la neta es que lo hago para llevarte en cierta forma. o al menos enmarcar este momento o este mes que vivimos, pero que me hacen sentir emociones tan fuertes que se sienten como si hubiera estado contigo un año. igual no es como que alguien pueda relacionarlo contigo.
en fin, creo que inevitablemente te lo contaré porque nunca puedo guardar las cosas, y sé que no te va gustar porque no te gustan los tatuajes ignorantes jajaja, pero a mí sí.
supongo que es una situación de... no puede ser lo de nosotros, pero no puedo evitar no quererte o estar enamorado de ti.
igual no es como que todo esté cerrado definitivamente, pero mejor no provocar nada, o sea estar juntos inevitablemente le traería dolor a otras personas y pienso que si nosotros podemos estar separados, eso es lo mejor. sólo hay un poco de frustración.
ayer no creía que pudiera sentirme mejor en un buen tiempo, pero creo que sobreviví el día. me dormí bien pinche tarde porque en verdad no podía dejar de pensar y hoy me desperté bien tarde. a mi edad ya he vivido esto muchas veces y sé que cuando comienzo a despertar tarde ya es un pedo quitármelo. y amanecí pensando eso, pero puse música.
kilo kish me ha llegado mucho este año. american gurl, attention politician y super ko love me hicieron la mañana mientras me bañaba.
luego puse reggaeton y la neta me dieron ganas de estar con chris en una fiesta. como si yo fuera soltero como él jaja. entonces creo que eso hizo que me día no estuviera tan culero.
la neta es que tiene mucho que no me compro ropa y toda la que tengo ya no me gusta. obviamente aún me sentía pesado y me fui a trabajar con cero ganas y todo mal vestido. hoy no puedo llevar la bici porque me toca ir más lejos y eso lo hace más triste, pero empecé a pensar en los tatuajes y olvidé todo. hasta ahorita que ya escogí uno me di cuenta que me sentía mejor que ayer a estas horas. pensar en el tatuaje sí me hizo sentir mejor respecto a ti. no es como que fuera culpa tuya ni mía. supongo que simplemente no nos conocimos en un mejor tiempo. a veces me gustaba pensar que todo tenía una razón, el hecho de que me pusieran a trabajar contigo de entre tantas personas. incluso que los dos trabajemos en el mismo lugar sólo porque nos queda más cerca. los horarios... que nuestras personalidades fueran tan complementarias. creo que pensar todo eso fue lo que contribuyó a que yo tuviera muchas esperanzas de esto... el hecho de que sólo trabajemos tú y yo y nadie más. y que a veces tenga que ser el trabajo entre más personas, pero como no puedes los sábados, te pusieron horario especial y ese horario especial era yo.
...
en fin, fue un alivio sentirme mejor. siento que si sobreviví al 'día después', lo demás será más fácil... al menos hasta que nos volvamos a ver...
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Lo que siento por ÉL se ha tragado mi vida y ha vomitado algo que se parece a mi, pero no soy yo. Mis dedos lloran porque mis ojos no pueden más y sé que prometí no volver a hablar de esto, pero también prometí darle tiempo y, si no he cumplido lo segundo, lo primero ya es lo que menos me importa. Dijo que me iba a pegar la hostia yo solita como si no me la hubiera pegado ya, como si alejarlo de mi no fuera como arrancarme las tripas. Aquí nadie sabe quién soy, aquí puedo ser yo y hoy quiero hacerme daño, quiero recrearme en el dolor, quiero sentir lo que ÉL sintió. Si, he caído, pero nunca lo sabrá y no por orgullo, de eso ya no me queda, no lo sabrá porque merece paz.
No sé en qué momento se torció mi vida, quizá cuando cumplí seis años y mi padre me abandonó, o cuando mi madre llegó borracha por primera vez con una teta fuera y se me desmayó en los pies, cuando tuve que hacerme cargo de mi hermano de un año teniendo yo quince, o sería cuando mi padrastro me dio la primera hostia y me reventó el tímpano? No, tal vez fué cuando mi primer novio me pegó con una toalla mojada para no dejar marcas o, haciendo memoria, cuando me casé con un gitano para escapar de todo ese desastre en un intento desesperado de tener una vida estable, cosa que no pasó, si no que acabó bastante peor terminé huyendo llena de moratones y con una barriga a cuestas.
La vida siempre me ha dado a elegir: ser fuerte o feliz, he aquí el dilema. Podría haber pasado del tema de mi madre, quedarme allí mirando hacia otro lado como hacían todos y vivir a costa del imperio familiar. Podría haber dejado a mi hermano con mis abuelos y hoy, en lugar de ser feliz, él sería el fuerte y no un bandarra que sólo piensa en vivir la vida. Podría no haber dejado mis prácticas en el trabajo de mi vida por largarme a un cortijo con un tío que decía “haiga”, sus padres y sus siete hermanos a rebuscar de la basura de los supermercados para poder comer y después dar el salto al tráfico máximo de farlopa. Podría haber abortado y aceptar el piso y el coche que me daban a cambio “Los Corleone” (mi familia) por hacerlo. He pasado por alto que me tuve que ir a vivir a Valencia porque amenazaron con matar a mi hermano si no volvía? Ah! Si, pero volví y no para quedarme. Allí me planté yo solita, en su barrio, con mi barriga en lo alto y un par de cojones por bandera. Sin miedo. Peleándome con un clan entero por defender mi vida, para dejar claro que no iba a ceder a sus amenazas de mierda y por supuesto no iba a permitir que tocaran a mi familia, que mi hija no iba a criarse así, como ellos, con machismo y leyes absurdas que sólo favorecen a los hombres y viendo cómo a su madre le pegan palizas diarias, porque eso también me lo he saltado, pero ir a trabajar todos los días me costaba unos guantazos: “Eres demasiado libre, te estoy dando mucha cuerda”. Valiente hijo de puta... Que podrían verla cuando quisieran, pero no era de su propiedad y que iba a estudiar como cualquier hija de vecino o de paya rabúa, como ellos me llamaban. Nadie me tocó un pelo, nadie volvió a molestarme, tampoco me ofrecieron ayuda ni yo la pedí. “Dejadla, que la mate Dios”, fueron las últimas palabras que me dijo su padre mirándome a los ojos. Manda huevos, el Sócrates calé... Podría haber ido a lo fácil si, evitando así verme sola en un paritorio mirando cómo los maridos de las demás les acariciaban el pelo, les daban besos y les cogían la mano mientras yo empujaba sola, sin nadie que compartiera esa ilusión conmigo, cogiendo a mi bebé sin saber qué iba a ser de nuestras vidas, yendo a vivir a un garaje con treinta puntos en el coño y toda mi depresión post-parto. Sería feliz? Pues creo que no.
Me molesta mucho que la gente me diga que soy fuerte, que mis amigos me admiren, que me vean rollo guerrera de Marvel o veneren el hecho de que haya sido madre soltera como si yo hiciera algo que no haría cualquier persona. He tenido más opciones? Si, la de salir corriendo, pero estas cosas no se piensas demasiado. Por Dios, era una niña sin buenos referentes en relaciones personales, nadie me había enseñado a querer, nadie, ni siquiera mi madre, me había querido bien. Demos gracias a Dios o lo que sea que haya ahí arriba de que no haya caído en la heroína o cualquier mierda de esas, porque no tenía buenos ejemplos ni cimientos para no hacerlo. No, no soy fuerte y últimamente lo digo con la boca grande cuando antes me callaba y sonreía, no lo soy, es una puta coraza que, hoy por hoy, me pesa como un demonio.
Parece una peli española de esas malas en plan “Yo soy la Juani” eh?. Pues no, es mi vida y me he saltado varios capítulos también oscuros. Vida de mierda si, pero es la que me ha tocado o la que yo he elegido y aunque cueste creerlo, para mi la parte importante de ella, la bonita aunque no tenga final feliz, viene ahora.
Pensaba que había llegado, yo sabía que era ÉL, lo supe hace años y cuando se fue pensé que estaba equivocada. Pero volvió, la vida me lo trajo y quería saber si, para él, era YO. Sabéis? Hay muchas cosas que ÉL no sabe, y digo ÉL, en mayúsculas, porque en el baremo de las relaciones, en la liga del amor, ÉL es el Cristiano Ronaldo de los novios, el “tope de gama” como diría ÉL. Para mí lo es y mucho más por dentro (cuando enseña) que por fuera. No es perfecto ni quiere, es de esas “personas casa”, en las que quieres quedarte a vivir y no por bonitas, sino por hogar. ÉL y yo fuimos casa, fuimos refugio, miradas, ÉL y yo fuimos NOSOTROS sin corazas. No sabe cuántas veces lo miraba dormir y me acercaba para oler su respiración (si, para olerla, me encantaba respirar de su aire), no sabe todas las veces que le he preguntado cosas que ya me había contado sólo para ver ese brillo en sus ojos y la pasión que pone al hablar de algo que le gusta, ni sabe que los días que estábamos enfadados yo no dormía porque no tenía su brazo rodeándome. No sabe que yo sonreía en la cama cuando ÉL se levantaba antes y escuchaba sus pasos por la casa, su cucharilla moviendo el café. No sabe que sé su color favorito, su comida preferida, sus alergias a todo “lo rojo” y a las nueces, que me sé de memoria todas sus anécdotas y nunca me cansaría de escucharlas, que la mayoría de las veces sólo preguntaba por empaparme de ÉL. Qué sabe ÉL de mi?
No sabe cuánto le quiero porque no me conoce, porque no sabe de toda esta mierda de la que estoy hecha, porque yo no conté y él no preguntó. No sabe que, siete meses después, me siento más suya que mía y no hablo de propiedad, sino de piel. Que no podía darle tiempo porque no tengo más, porque no aguanto, porque estoy más allí con ÉL que aquí conmigo, porque no quería ser fuerte sino feliz por una vez y ahora la vida me obliga a serlo sin ÉL, esta vez no me da a elegir. Porque le he pedido a gritos que no se vaya, que no me haga esto él también, que confíe en mi, que me perdone por ser tan egoísta y huir cuando más me necesitaba, por no saber gestionar mis sentimientos porque nunca los había tenido, no así. Joder, nunca había sentido tan bonito, para mi era nuevo y me asusté.
Por sacrificar su vida, sus aficiones y su tiempo por mí sin recibir nada y pretender que sea yo quien se sacrifique ahora sabiendo que no puedo, que así no es. Por ser ÉL la única persona a la que quiero contarle las cosas importantes, si me pasa algo en el trabajo, bueno o malo, hasta si se me rompe el coche. Por ser ÉL el único causante de mis alegrías o mis penas en este momento. Pero yo, YO, no soy...
Yo ya no soy quien le hace reír, no soy a quien piensa contarle cuando le pasa algo, ni a quien tiene ganas de ver sus días libres. No soy a quien mira ni a quien toca, ni con quien comparte sus batallas, no soy su persona y es el único que sigue sin darse cuenta.
Es como cuando aprendes a montar en bici y esperas que papá mire cómo lo haces, lo bien que se te da, pero papá está hablando y no te hace caso. Joder! Con lo que me ha costado y no me mira! Pero ya sabes hacerlo y montar en bici, con papá mirando o sin él, no se olvida.
Pues así me siento yo. Por qué cojones tengo que reconocer que quiero tenerlo? No tengo nada mío, pero lo poco que tengo, hasta el último pelo de mi cabeza y eso lo juro por mi hija, lo daría por estar con él. Por qué tengo que decir que no le quiero o que el problema es que quiero las cosas ya? Por qué si yo sé que no es así? Voy a decir lo que quiera, lo que siento ya sin pretensiones porque es la puta realidad, porque le quiero aunque ÉL no quiera creerlo, porque pelearía por él como una puta loba herida: a dentelladas.
Tengo mil problemas familiares ahora mismo y me siento mala persona porque, independientemente de que me afecte, me duele más no tener su abrazo que todo lo que está pasando. No pienso en mi madre o mi abuela como prioridad, si no en ÉL como refugio y tengo que ser sincera, me importa más que ÉL no esté en momentos importantes que los momentos en si. Por qué a él no le pasa lo mismo? A todo eso le sumamos lo más importante para mi, mi pulmón, mi hija, que tampoco entiende nada y yo no sé cómo afrontarlo. -Por qué no me ha llamado por las notas? Por qué no viene a vernos? Sabe que se me ha caído la última muela? Sabe que me han puesto gafas? No, cariño no lo sabe y puedo contárselo, pero no se va a implicar, necesita tiempo, no estamos bien. -Pues ya está, si no estáis bien nos vemos más y así se arregla, si nos vemos menos no se va arreglar. Touché, hija mía. No sé de qué manera pegarle el mazazo, no lo voy a soportar.
Por todo esto tengo que irme, pero sobre todo por ÉL, porque se tiene que dar cuenta de que no soy yo, de que nada de lo que yo hiciera ya valdría. Porque sé que es de los que no miran atrás y sé que esto ya no tendrá segunda parte, pero es que yo lo conocí así y así lo quiero, aunque no sea conmigo, pero lo quiero a ÉL, al de siempre, al payaso, al que no para, incluso al follador sabiendo que será con otras, porque es lo que yo conocí, es ÉL . El que te saca de su vida y ya no existes y si, lo he sacado yo y no por mi, no porque sobre en mi vida como ÉL piensa, sino porque falta y mucho, en todas las formas y momentos y todavía no lo ha entendido. Por ÉL, porque lo amo y no puedo darle lo que se merece y él no puede darme nada a mi, que sólo le pedí las ganas. Porque no podemos seguir reciclando palabras rotas para construir algo nuevo, algo que ÉL no quiere construir. Maldito miedo, puta desconfianza, qué hija de perra es la vida. Llenamos el hueco de la cama con pieles vacías, efímeras, sin más aportación que el placer y no somos capaces de dar un paso cuando algo nos mueve por dentro, por si éste es en falso, por si vuelve lo malo conocido y no lo bueno por conocer.
Siempre habrá mucho de ÉL en mi, cada vez que me ría, en mi manera de decir que no, en las cosas que no diga. En mi piel y en mis pensamientos, hasta en las arrugas que me salgan, las que yo quería compartir con ÉL.
Porque el amor después del amor existe, ese que dice gracias por lo compartido, por colocar tu cuerpo al lado del mío, cosa que para muchos no será importante, pero para mí es lo más grande. Gracias por todo lo que me has hecho sentir y que, aunque me mate por dentro, me hace feliz por el simple hecho de conocerlo y de que haya sido contigo. Porque, en la escala del amor, ya sé que existe el diez, tú eres el diez. Ojalá esto me hubiera pasado con otra persona y ahora entrara en tu vida con todas las lecciones aprendidas, pero eres TÚ, nadie hubiera podido ser tan importante, nadie lo será. Otra cosa que no sabe es que La Tóxica que entró aquí, en su vida, no es la misma que sale, que no lo voy a olvidar porque está tatuado en mi estómago de por vida y porque no me da la gana, que aunque a veces me haya traído problemas, siempre le he dicho la verdad y que para mi si es real, si es amor.
No sabe que, como dijo Sabina “el amor, cuando no muere, mata.
Que, amores que matan, nunca mueren.”
Y a mí esto me está matando.
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Vuelo de regreso
Publicado en: https://es-visiontimes.com/vuelo-de-regreso/
En mi asiento del vuelo 343, de Aerolíneas Argentinas y a 10.000 mts. de altura, me percibí enojado, frustrado, regresaba a mi país anticipadamente y contra mis deseos, a causa de no sé qué virus, qué pandemia y más, seguramente debido a manipulaciones de gobiernos y de medios adictos.
Fin de mis aventuras europeas, exánimes a poco de iniciadas. Mala suerte, dicen algunos; oscuros manejos y oportunismo político, aseguro yo.
Me vi en colas interminables, llenando formularios inútiles, soportando recomendaciones básicas de enmascarados especialistas en molestias colectivas: Berlín, 36,7°, sin tos ni congestión, 14 días de aislamiento social (suena cool, ¿no?), etc., etc., etc.
Tomar un taxi, subir a mi departamento, pedir pizza por delivery y comenzar mi cuarentena (¿o se llama quincena?) recuperándome del jet-lag. Mañana… mañana será otro día.
¿Me quieren encerrado?
Pues me tendrán encerrado. Llamada al trabajo y al pedido a domicilio, para justificar mi ausentismo y para asegurarme provisiones para las dos semanas que se avecinan, respectivamente.
Por suerte la pila de libros, aún sin leer, creció bastante este último tiempo y finalmente reparé en la bici fija, arrumbada en un rincón y casi virgen. Serían ambas de mucha utilidad, pensé.
Me vi esos primeros días pendiente de las noticias en el tele y en el celu, recibiendo y reenviando memes, manteniendo mensajes de whatsapp con amigos y todo, absolutamente todo, girando alrededor del consabido virus.
Mudaba de ánimo en lapsos demasiado breves de tiempo: de bromista a preocupado y luego a embroncado, casi sin solución de continuidad; pasaba de reír casi enajenado a golpear con puños cerrados la mesa ratona, en cuestión de minutos; relajado a ratos y casi paranoico en otros.
Finalmente, al tercer día, me felicité al decidir apagar la tele y el celular, y aislarme de las noticias tanto como de las personas.
¿Me quieren aislado?
Pues bien, “¡Me mantendrán aislado!” Casi grité, como si a alguien le importara, frente a la ventana, mi única ventana que daba al patio interior del edificio y era mi exclusivo medio de contacto con el mundo exterior.
La primera semana pasó en ese tren, aislado completamente, leyendo y pedaleando; los alimentos, primero los frescos y luego los enlatados, empezaban a escasear, pero, como estaba decidido a no salir de mi rebelde encierro auto impuesto, comencé a racionarlos.
Al décimo día ya estaba sub-alimentándome y para colmo, a la noche siguiente, me desperté agitado y empapado: 41° de fiebre. Esto me puso en guardia, pero no era aún momento de flaquear en mi resolución. A la mañana vería, quizás como siempre, ibu mediante…
Pero la fiebre no cedería tan fácilmente y encima una tos molesta y persistente empezaba a molestarme seriamente. Comenzó, tímidamente, como tanteandome y, poco a poco, se fue adueñando de mi calma y serenidad, hasta transformarse en una frenética desesperación.
Pero lo peor de todo fue que al anochecer, del décimo tercer día, empezó a faltarme el aire. Despertarme con una sensación de caída profunda y oscura en un pozo ciego, sin aire ni final, fue sólo el inicio de lo que vendría… Y ahí me asusté de verdad, quizás porque además recordé cuando, hace un par de años, me internaron por una neumonía que me tuvo a maltraer toda una temporada. Fue poco antes de romper con Alicia.
¿En qué andará Alicia? No era mala persona y con el tiempo, quizás, hubiera llegado a amarla tanto como la deseaba; al final se cansó de mí, tal vez por mis viajes, mis ausencias o mis silencios. Nunca lo supe a ciencia cierta… ¿Estaría delirando? Al menos no aparecieron unicornios bajo mi cama…
Lo cierto es que, asustado como estaba intenté, infructuosamente, llamar a emergencia, una y otra vez, pero nadie contestaba.
“Pago tanto para nada. Inútiles. Ladrones. Descarados…”
Encendí la tele, más para distraerme que por otra cosa, y nada… ningún canal, ni señal, ni nada: sólo esa lluvia de puntitos grises y metálicos, que me hicieron recordar el final de transmisión en los años de mi infancia.
El padre Seschi en la tele, blanco y negro y yo acompañando a mi abuelo, fiel seguidor y eterno creyente… ¿Dónde estará mi abuelo? ¿Dónde quedó mi infancia?
Empiezo a delirar de nuevo, lo sé, me conozco, imágenes de otros tiempos, más dulces y amables haciéndose lugar, a empujones, desdibujando una realidad que me golpea sin piedad y me atenaza.
Recojo mi celular, ningún mensaje, ninguna llamada perdida, nada. ¿Se acabaron los memes, las bromas, los intentos de salvar al mundo por las antisépticas redes sociales? Intento una nueva llamada a emergencias y… absolutamente nada.
Me preocupo, descorro las cortinas y entra el sol, pero más nada… Salgo apresurado al pasillo, bajo los tres pisos corriendo, atravieso el palier jadeando y cuando por fin llego a la calle, me sobrecoge un silencio atronador que tiñe un irreconocible paisaje urbano, desierto y desconcertante; una brisa, caliente y húmeda me golpea, desagradablemente, en la cara y un dulzor pegajoso, nauseabundo, se cuela por mi nariz antes que atine, instintivamente, a cubrirla.
Corro hasta la plaza principal; tres cuadras de desesperación y, quizás a causa de la fiebre que no cede, me siento desfallecer a cada paso. Cuanto más me acerco, menores son mis fuerzas y mayor la certeza de lo que voy a encontrar: infinita soledad, desesperación en los canteros y huella de la muerte en todos los rincones.
La ciudad apesta y estoy solo, me embarga una sensación desesperante, de abandono, angustia, de final. Si aquí acabara todo, ni siquiera sé de qué debo arrepentirme.
“Despierte señor” – me dice amablemente la azafata. Adivino su sonrisa tras el barbijo, mientras me ofrece, gentilmente, alcohol en gel y un formulario. “Por favor llene el formulario de control y no olvide limpiarse las manos. Estamos a minutos de aterrizar. Parece que tuvo un mal sueño” agregó casi maternalmente.
Me desperezo un poco abochornado; le agradezco desde lo más sincero de mi corazón y más tarde, con un rasgo de amabilidad que me desconocía, devuelvo el famoso formulario, luego de haber respondido a las requisitorias de los médicos.
Más tarde, cuando pago el taxi en la puerta de mi departamento, cuando hago el pedido de una pizza al delivery y durante mi cuarentena (o quincena, sigo sin saberlo) e incluso cuando, finalmente, regreso a mi trabajo y a mis actividades cotidianas, no puedo quitarme esa sensación de arrepentimiento por mis renuncias y mis desánimos, que quizás soñé a 10.000 mts de altura, en un avión de regreso y vacaciones frustradas.
Tal vez mañana llame a Alicia, me agradaría saber que está bien y mejor acompañada. Me agradan los unicornios que viven bajo mi cama.
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20+ Personas para las cuales la visita a un gimnasio se convirtió en una divertida situación
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Es poco probable que muchos de nosotros acudamos al gimnasio con la esperanza de encontrar cómicos personajes o nosotros mismos formar parte de una graciosa situación. Pero el Universo frecuentemente tiene sus propios planes. Por ejemplo, usuarios de las redes sociales encontraron un montón de historias encantadoras al momento de ir a un gimnasio: hay quien descubrió que la��comida para gatos ayuda a ingresar masa muscular, otros inventaron un innovador método para animarse desde muy temprano y por postrer hay quien descubrió que el sauna puede tener un código de vestimenta suficiente raro.
Genial.guru no podía dejar tener lugar tales historias de personas, las cuales recordarán su visita al gimnasio durante toda su vida.
Hoy en el gimansio, un pequeño estaba en la caminadora escribiendo un mensaje en Facebook. Al parecer se distrajo, perdió el control y salió volando alrededor de el espejo que se encontraba por detrás. Y no, él no se levantó ya que se estaba muriendo de la vergüenza, simplemente siguió acostado y continuó escribiendo su mensaje. #Respect
Recuerdo que una vez estaba sentado y escuché una conversación de dos chicos que estaban detrás de mi: “¡Te ves genial, hermano! Eres el chico más guapo del gimnasio”. “No, ¡ese eres tú!”, respondió el otro. Me volteé y vi que eran hermanos mancuernas. © mister_sleepy / Reddit
Una vez llegué al gimansio y como muchos decidí hacer examen con audífonos. Puse música y comencé a hacer examen en la bici. De pronto el teléfono me dice: “Reduzca la velocidad, dentro de 700 metros gire a la izquierda”. Casi me caigo de la bici por tal situación inesperada. Al parecer el teléfono colocó en el reproductor los archivos de audio del navegador.
En el gimansio coloco todas mis cosas, excepto los zapatos, en el casillero. Mis zapatos simplemente los coloco bajo la banquita. Hoy entré al vestidor a posteriori de entrenar y vi que una mujer se estaba probando (¡ATENCIÓN!) MIS zapatos en el espejo. Al darse cuenta de que yo era la dueña, con un rostro natural (y sin apresurarse a quitárselos) me dijo: “Ay, yo también quería ordenar unos zapatos así en Internet”.
Un hombre estaba ayudando a una chica a configurar la máquina de examen, yo pensé que ella había ido al gimnasio con él. Después otro pequeño la estaba cuidando y igualmente pensé que los dos habían ido al gym juntos. Al parecer ella es tan simpática que en principio podría acaecer acudido con cualquiera de los hombres del gimnasio.
Trabajo en un gimnasio. Hemos notado a una mujer que llega por las mañanas, no se cambia de ropa, pasa por la recibimiento directamente a la zona de la alberca con su pelliza. Ahí se lo quita, se sienta en una arnés, se cubre con el mismo pelliza y se duerme. A las dos horas se levanta y se va. La seguridad del empleo se acercó a ella para acechar lo que sucedía. Resultó ser que ella es miembro del gimnasio, su cónyuge le compró una membresía como regalo y la obliga a hacer examen. La despierta por la mañana y la lleva al gimnasio. Y a las dos horas pasa por ella. Así es como ella finge estar haciendo examen.
Un hombre en el gimnasio no dejaba de mirarme fijamente (yo soy hombre) y eso era poco que me causaba una determinada incomodidad. Al mismo tiempo él me lanzaba miradas a propósito o de modo seductora. Él levantaba peso y volteaba a gusano, como intentando ponerme nervioso. Y efectivamente funcionó, tuve que cambiarme de gimnasio. Y este pequeño ni siquiera tenía buenos músculos. © alexthegreatmc / Reddit
Tengo un amigo completamente musculoso. Sin exagerar se podría sostener que es un “Johnny Bravo”. Él me contó una divertida situación. Después del trabajo se dirigió al gimnasio, de camino pasó a la tienda, en donde compró decenas de bolsas de comida para gatos. Las colocó en su maleta y se fue a entrenar. Dejó su maleta en el vestidor, la abrió, sacó su fórmula de suplemento y comenzó a cambiarse. A su costado había dos jóvenes estudiantes quienes lo miraban con demasiada atención. Cuando por fin uno de ellos no soportó y dijo: “Disculpen, pero eso que… mmm… — un movimiento incierto con la mano hacia la bolsa abierta, en donde hay un montón de bolas de alimento para gato, — ¿también sirve para aumentar la masa muscular?”.
Recuerdo que un pequeño cada vez que levantaba las mancuerna o usaba las máquinas de examen escupía y lamía sus manos. Y, por supuesto, no limpiaba los aparatos a posteriori de usarlos. © SeattleCoffeeRoast / Reddit
Un hombre en el gimnasio se estaba despidiento de todos. A la pregunta: “¿Por qué tan temprano?” él respondió: “Ya estoy harto, en casa mi esposa ha preparado pollo con papas”.
Una mujer siempre llegaba al gimnasio una hora ayer de brindar. Se veía muy llamativa, como si hubiera llegado de los primaveras 1970. Tenía el flequillo rizado de color enfadado, una cinta en la capital, medias de ganzúa, muñequeras, medias y todo en colores neón. Además, tenía sombras azules, labial rojo y líneas llamativas en sus fanales. Era muy tierna y comunicativa, pero un poco rara. © Corignium / Reddit
Voy al gimnasio temprano ayer de ir a trabajar. Un día observé cómo una chica bajó del vestidor, se acercó al costado de la piscina y se aventó al agua, relajándose por completo como un costal de papas y salpicando por todos lados. Después salió del agua y dijo: “Buenos días”, y se fue de regreso al vestidor.
Una mujer estuvo en el vestidor nada más en ropa interior. Durante una hora no salió de ahí. Al parecer, era maniquí de instagram, la cual textualmente llegó a hacer un selfie ausencia más. © SundayMorningTrisha / Reddit
Hago examen en el gimnasio. Vi que un pequeño se parecía mucho a uno de mis conocidos y pensé “ahorita lo saludo”. Se dirigió alrededor de mí, lo saludé, se acercó y me di cuenta de que no era mi conocido, sino otra persona desconocida. No me detuve ya que no era la primera vez que caía en tal situación. Estaba sentada, sonriendo y comenzó a conversar conmigo como si nos conociéramos de hace primaveras. Pensé que tal vez sí me conocía. Decidí decirle la verdad y le dije que fue por casualidad, tengo la peor presencia en el mundo y le pedí una disculpa… Aquí escuché su respuesta: — ¿Entonces no eres Elena? Me sentí confusa. — Ehh, no, jaja. — Diablos, todo ese tiempo pensé que eras Elena de la fiscalía. Por cierto, igualmente tengo una mala presencia. Parece que encontré mi destino.
Un pequeño siempre se adaptaba a mi ritmo en la caminadora. No me veía a los fanales y no pronunciaba ni una sola palabra. La única señal de que me seguía era cuando mi caminadora de repente daba señal de acelerar y él de inmediato presionaba el pulsador de su caminadora para acelerar igualmente. Una vez aceleré por curiosidad para ver si hacía lo mismo. Y lo hizo. Una vez aumenté la velocidad hasta 10 verificando la resistor de este pequeño. Y él lo hizo igualmente. © beatscribe / Reddit
“¡No entres al gimnasio! Las puertas están cerradas por las clases de tiro con arco”.
Durante un tiempo trabajé en la recibimiento de un gimnasio y cerca de él había una universidad. Un pequeño atrajo mi atención y por su apariencia supuse que era estudiante. Él a veces llegaba en traje (habitual, no deportivo) sin mochila con uniforme, entraba al vestidor, estaba allí un tiempo y a posteriori se iba. Los cubículos tenían seguro pero no teníamos cámaras en los vestidores. Desde hace mucho tiempo quería asimilar qué hacía hasta que un día fui declarante de una conversación con otro de nuestros clientes, al parecer, su amigo. Este fue su diálogo palabra por palabra: — ¿Desde hace mucho tiempo haces esto? — ¿Hacer que? — Venir aquí al baño. — Sí, ya llevo mucho tiempo. Los baños en la universidad están sucios, ni siquiera se puede sentar, pero aquí está expedito y siempre hay papel higiénico. — Está claro. Ahora entiendo que el pequeño está usando su inscripción al mayor.
Salí de mi entrenamiento (el gimnasio se encuentra en un cuarto asfalto), bajé al centro comercial en el primer asfalto, me acerqué a la sección de panadería y estaba escogiendo. Frente a mí había un pequeño de dos metros de dimensión, muy amplio, y evidentemente quería dirigirse a la vendedora. De pronto pasó un pequeño de desprecio dimensión, delgado, pero tenía una figura deportiva. Se saludaron apretando sus manos, uno de ellos siguió su camino y compró poco en otro de los pasillos. El pequeño stop fingió que estaba viendo un agua en la sección de enfrente. Después de unos 30 segundos el pequeño regresó y se escondió. Después se acercó a la vendedora y le dijo: — Por beneficio, me podría dar unos pastelillos de pistacho. — Sí. Aquí tiene. Disculpe, ¿pero por qué no se ha acercado de inmediato? Siempre los adquisición y vi que los quería pedir. — ¿Ha conocido al pequeño que acaba de tener lugar cerca de mi? — Sí. — Es mi preparador. Y si ve que estoy comprando pastelillos, me matará.
Un día entré al sauna de un gimnasio y allí estaban sentados unos chicos vestidos con deportiva y tenis. Me vieron de forma rara porque yo solo tenía una toalla y chanclas. En sauna. © hoopsandpancakes / Reddit
¿Cuáles de tus visitas al gimnasio recordarás para siempre? ¿Quizás alguna vez has tenido una situación embarazosa o has enfrentado a personas sobre las cuales se puede contar una suceso?
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20+ Personas para las cuales la visita a un gimnasio se convirtió en una divertida situación
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Es poco probable que muchos de nosotros acudamos al gimnasio con la esperanza de encontrar cómicos personajes o nosotros mismos formar parte de una graciosa situación. Pero el Universo frecuentemente tiene sus propios planes. Por ejemplo, usuarios de las redes sociales encontraron un montón de historias encantadoras al momento de ir a un gimnasio: hay quien descubrió que la comida para gatos ayuda a ingresar masa muscular, otros inventaron un innovador método para animarse desde muy temprano y por postrer hay quien descubrió que el sauna puede tener un código de vestimenta suficiente raro.
Genial.guru no podía dejar tener lugar tales historias de personas, las cuales recordarán su visita al gimnasio durante toda su vida.
Hoy en el gimansio, un pequeño estaba en la caminadora escribiendo un mensaje en Facebook. Al parecer se distrajo, perdió el control y salió volando alrededor de el espejo que se encontraba por detrás. Y no, él no se levantó ya que se estaba muriendo de la vergüenza, simplemente siguió acostado y continuó escribiendo su mensaje. #Respect
Recuerdo que una vez estaba sentado y escuché una conversación de dos chicos que estaban detrás de mi: “¡Te ves genial, hermano! Eres el chico más guapo del gimnasio”. “No, ¡ese eres tú!”, respondió el otro. Me volteé y vi que eran hermanos mancuernas. © mister_sleepy / Reddit
Una vez llegué al gimansio y como muchos decidí hacer examen con audífonos. Puse música y comencé a hacer examen en la bici. De pronto el teléfono me dice: “Reduzca la velocidad, dentro de 700 metros gire a la izquierda”. Casi me caigo de la bici por tal situación inesperada. Al parecer el teléfono colocó en el reproductor los archivos de audio del navegador.
En el gimansio coloco todas mis cosas, excepto los zapatos, en el casillero. Mis zapatos simplemente los coloco bajo la banquita. Hoy entré al vestidor a posteriori de entrenar y vi que una mujer se estaba probando (¡ATENCIÓN!) MIS zapatos en el espejo. Al darse cuenta de que yo era la dueña, con un rostro natural (y sin apresurarse a quitárselos) me dijo: “Ay, yo también quería ordenar unos zapatos así en Internet”.
Un hombre estaba ayudando a una chica a configurar la máquina de examen, yo pensé que ella había ido al gimnasio con él. Después otro pequeño la estaba cuidando y igualmente pensé que los dos habían ido al gym juntos. Al parecer ella es tan simpática que en principio podría acaecer acudido con cualquiera de los hombres del gimnasio.
Trabajo en un gimnasio. Hemos notado a una mujer que llega por las mañanas, no se cambia de ropa, pasa por la recibimiento directamente a la zona de la alberca con su pelliza. Ahí se lo quita, se sienta en una arnés, se cubre con el mismo pelliza y se duerme. A las dos horas se levanta y se va. La seguridad del empleo se acercó a ella para acechar lo que sucedía. Resultó ser que ella es miembro del gimnasio, su cónyuge le compró una membresía como regalo y la obliga a hacer examen. La despierta por la mañana y la lleva al gimnasio. Y a las dos horas pasa por ella. Así es como ella finge estar haciendo examen.
Un hombre en el gimnasio no dejaba de mirarme fijamente (yo soy hombre) y eso era poco que me causaba una determinada incomodidad. Al mismo tiempo él me lanzaba miradas a propósito o de modo seductora. Él levantaba peso y volteaba a gusano, como intentando ponerme nervioso. Y efectivamente funcionó, tuve que cambiarme de gimnasio. Y este pequeño ni siquiera tenía buenos músculos. © alexthegreatmc / Reddit
Tengo un amigo completamente musculoso. Sin exagerar se podría sostener que es un “Johnny Bravo”. Él me contó una divertida situación. Después del trabajo se dirigió al gimnasio, de camino pasó a la tienda, en donde compró decenas de bolsas de comida para gatos. Las colocó en su maleta y se fue a entrenar. Dejó su maleta en el vestidor, la abrió, sacó su fórmula de suplemento y comenzó a cambiarse. A su costado había dos jóvenes estudiantes quienes lo miraban con demasiada atención. Cuando por fin uno de ellos no soportó y dijo: “Disculpen, pero eso que… mmm… — un movimiento incierto con la mano hacia la bolsa abierta, en donde hay un montón de bolas de alimento para gato, — ¿también sirve para aumentar la masa muscular?”.
Recuerdo que un pequeño cada vez que levantaba las mancuerna o usaba las máquinas de examen escupía y lamía sus manos. Y, por supuesto, no limpiaba los aparatos a posteriori de usarlos. © SeattleCoffeeRoast / Reddit
Un hombre en el gimnasio se estaba despidiento de todos. A la pregunta: “¿Por qué tan temprano?” él respondió: “Ya estoy harto, en casa mi esposa ha preparado pollo con papas”.
Una mujer siempre llegaba al gimnasio una hora ayer de brindar. Se veía muy llamativa, como si hubiera llegado de los primaveras 1970. Tenía el flequillo rizado de color enfadado, una cinta en la capital, medias de ganzúa, muñequeras, medias y todo en colores neón. Además, tenía sombras azules, labial rojo y líneas llamativas en sus fanales. Era muy tierna y comunicativa, pero un poco rara. © Corignium / Reddit
Voy al gimnasio temprano ayer de ir a trabajar. Un día observé cómo una chica bajó del vestidor, se acercó al costado de la piscina y se aventó al agua, relajándose por completo como un costal de papas y salpicando por todos lados. Después salió del agua y dijo: “Buenos días”, y se fue de regreso al vestidor.
Una mujer estuvo en el vestidor nada más en ropa interior. Durante una hora no salió de ahí. Al parecer, era maniquí de instagram, la cual textualmente llegó a hacer un selfie ausencia más. © SundayMorningTrisha / Reddit
Hago examen en el gimnasio. Vi que un pequeño se parecía mucho a uno de mis conocidos y pensé “ahorita lo saludo”. Se dirigió alrededor de mí, lo saludé, se acercó y me di cuenta de que no era mi conocido, sino otra persona desconocida. No me detuve ya que no era la primera vez que caía en tal situación. Estaba sentada, sonriendo y comenzó a conversar conmigo como si nos conociéramos de hace primaveras. Pensé que tal vez sí me conocía. Decidí decirle la verdad y le dije que fue por casualidad, tengo la peor presencia en el mundo y le pedí una disculpa… Aquí escuché su respuesta: — ¿Entonces no eres Elena? Me sentí confusa. — Ehh, no, jaja. — Diablos, todo ese tiempo pensé que eras Elena de la fiscalía. Por cierto, igualmente tengo una mala presencia. Parece que encontré mi destino.
Un pequeño siempre se adaptaba a mi ritmo en la caminadora. No me veía a los fanales y no pronunciaba ni una sola palabra. La única señal de que me seguía era cuando mi caminadora de repente daba señal de acelerar y él de inmediato presionaba el pulsador de su caminadora para acelerar igualmente. Una vez aceleré por curiosidad para ver si hacía lo mismo. Y lo hizo. Una vez aumenté la velocidad hasta 10 verificando la resistor de este pequeño. Y él lo hizo igualmente. © beatscribe / Reddit
“¡No entres al gimnasio! Las puertas están cerradas por las clases de tiro con arco”.
Durante un tiempo trabajé en la recibimiento de un gimnasio y cerca de él había una universidad. Un pequeño atrajo mi atención y por su apariencia supuse que era estudiante. Él a veces llegaba en traje (habitual, no deportivo) sin mochila con uniforme, entraba al vestidor, estaba allí un tiempo y a posteriori se iba. Los cubículos tenían seguro pero no teníamos cámaras en los vestidores. Desde hace mucho tiempo quería asimilar qué hacía hasta que un día fui declarante de una conversación con otro de nuestros clientes, al parecer, su amigo. Este fue su diálogo palabra por palabra: — ¿Desde hace mucho tiempo haces esto? — ¿Hacer que? — Venir aquí al baño. — Sí, ya llevo mucho tiempo. Los baños en la universidad están sucios, ni siquiera se puede sentar, pero aquí está expedito y siempre hay papel higiénico. — Está claro. Ahora entiendo que el pequeño está usando su inscripción al mayor.
Salí de mi entrenamiento (el gimnasio se encuentra en un cuarto asfalto), bajé al centro comercial en el primer asfalto, me acerqué a la sección de panadería y estaba escogiendo. Frente a mí había un pequeño de dos metros de dimensión, muy amplio, y evidentemente quería dirigirse a la vendedora. De pronto pasó un pequeño de desprecio dimensión, delgado, pero tenía una figura deportiva. Se saludaron apretando sus manos, uno de ellos siguió su camino y compró poco en otro de los pasillos. El pequeño stop fingió que estaba viendo un agua en la sección de enfrente. Después de unos 30 segundos el pequeño regresó y se escondió. Después se acercó a la vendedora y le dijo: — Por beneficio, me podría dar unos pastelillos de pistacho. — Sí. Aquí tiene. Disculpe, ¿pero por qué no se ha acercado de inmediato? Siempre los adquisición y vi que los quería pedir. — ¿Ha conocido al pequeño que acaba de tener lugar cerca de mi? — Sí. — Es mi preparador. Y si ve que estoy comprando pastelillos, me matará.
Un día entré al sauna de un gimnasio y allí estaban sentados unos chicos vestidos con deportiva y tenis. Me vieron de forma rara porque yo solo tenía una toalla y chanclas. En sauna. © hoopsandpancakes / Reddit
¿Cuáles de tus visitas al gimnasio recordarás para siempre? ¿Quizás alguna vez has tenido una situación embarazosa o has enfrentado a personas sobre las cuales se puede contar una suceso?
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