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🏫Hechos Históricos Locos Que No Te Enseñarán en la Escuela 🕵️♂️📜#sabías...
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#3koalaseducación HABLAMOS DE: #trabajarporproyectos ¿Sabéis cómo se trabaja por proyectos en educación? Es partir de un tema vehicular para, a través de él, dar todas las materias que nos pida el curriculum educativo. Un buen proyecto puede abarcar todo, pero lo principal es que el proyecto no sea impuesto, sino que sea algo que les interese a los niños. Así que cuando les comenté a las mayores de hacer un proyecto este verano les pareció genial. ¡Yupiiii! 🤗🤗 La 🐨mediana quería aprender sobre los caballos, y en @bonicos_montessori hemos adquirido el tubo de @safariltd sobre ellos. (Os animo a visitar su página: tienen cosas súper interesantes y son un encanto 😍 ) Vienen 12 razas diferentes de caballos en miniatura, así que nos viene genial para trabajar con las #tarjetasdetrespartes #Montessori y, como no, para #juegosimbolico ¡que a la🐨mediana le encanta! (y a mí también 😅) Si no conocéis los tubos de Safari Ltd. no dudéis en echarles un vistazo: son un material versátil y muy útil para trabajar en la metodología Montessori, juego simbólico, juego manipulativo y demás. ¿En vuestros coles trabajan por #proyectos ? ¿Aprovechais el verano para aprender con vuestros hijos? 🐨🐨🐨 #trabajoporproyectos #tarjetasmontessori #proyectocaballos #educaciónalternativa #losniñostienenmuchoqueenseñarnos #educacionconsciente #respetarsusritmos (en Puebla de Vallbona)
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#TodosMerecen una #EducaciónAlternativa 🎨 🎬 🎤 🎓 https://goo.gl/GCtiYs
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Documento: Del Rechazo Nace la Esperanza
Del Rechazo Nace la Esperanza[1]: Otraeducación, otro hacer y otra forma de vida son posibles.
Para un proyecto de educación alternativa en la Ciudad de Puebla.
Marzo 2015
Índice
1. Amodo de bienvenida
2. Crisis de la educación
El origen de dos palabras: educar y crisis
¿Cómo sabemos que hay una crisis en la educación?
¿Por qué ahora percibimos una crisis en la educación?
¿Qué podemos hacer nosotros?
¿Cómo la crisis en la educación se convierte en una esperanza de construir otras educaciones y vidas?
3. Idea de Éxito
4. Adentro o afuera: Una relación
¿Adentro o afuera de qué?
Reducción de nuestras experiencias y nuestras posibilidades
La espera pasiva y la integración
Y ahora, ¿Qué hacemos?
5. Principios éticos
6. ¡Comparte tu experiencia!
1. A modo de bienvenida.
Hace algunos meses nos convocó la preocupación por el estado actual de la educación en nuestro estado, en nuestro país y en el mundo. Año tras año vemos con enojo y preocupación cómo cada vez menos jóvenes tienen acceso a la educación superior y a estudiar una carrera universitaria, cómo las universidades se han ido convirtiendo sistemáticamente en espacios de élite a las que sólo un reducido grupo tiene acceso y cómo los más terminan por abandonar sus expectativas de vida, de construir un presente y un futuro mejor por medio de la educación. En 2012 fueron más de 25,000 los rechazados por la universidad pública en el estado de Puebla y en 2013 la cifra se incrementó a 28,000.
Sabemos que este problema es parte de algo mucho más amplio, la tendencia al rechazo por parte de las universidades y del sistema de educación pública a que los jóvenes puedan tener un proceso de formación escolar digno. Esto es parte de una dinámica generalizada en la sociedad en que vivimos, una sociedad anclada en la lógica del dinero.
Convencidos de que las cosas no están bien y de que hay que modificarlas, un grupo de personas (estudiantes, profesores, gente común) nos hemos reunido periódicamente durante casi dos años para reflexionar acerca de este problema y para imaginar un proyecto de educación en la Ciudad de Puebla que se proponga ser una posibilidad de construcción de otra educación.
En nuestros encuentros, en nuestras charlas, el debate en torno a los problemas que arrastra el sistema educativo en su conjunto se ha ido profundizando y creemos que va más allá del espacio escolar: se trata de un problema que tiene implicaciones en diversos campos de la sociedad. Sentimos que el problema educativo que vivimos no consiste sólo en la cada vez mayor exclusión que las instituciones públicas imponen a los jóvenes. Muchos de los que logran entrar a la universidad y terminar serán también excluidos en el campo laboral, y para los que concluyen y encuentran trabajo les es negada su dignidad mediante condiciones laborales que se precarizan cada vez más.
En los distintos espacios y tiempos de la vida, incluyendo el proceso educativo, existe una subordinación anclada en la lógica de la competencia, la ganancia y el beneficio personal, es decir, que vivimos una sistematización de la subordinación a dicha lógica, a su reproducción, y por tanto al rechazo y la exclusión. Día a día vamos a una escuela que nos disciplina y pretende homogenizarnos, día a día realizamos un trabajo que nos obliga a entrar en un tiempo repetitivo y sin sentido, realizamos actividades que sirven para enriquecer a unos cuantos, que son los dueños del dinero. Vivimos en una sociedad que nos jerarquiza y que nos niega como sujetos que tienen anhelos y sueños propios.
Supimos entonces que nuestro proyecto merecía más tiempo, reflexión, respeto y compromiso del que habíamos imaginado y que no podríamos hacerlo solos. Pensamos que teníamos que ampliar la convocatoria para que otras personas se sumaran a este proyecto, que era necesario conocer a otras y otros que sintieran lo mismo, así como a otras y otros que ya estuvieran intentando construir otras formas de educación más humanas, más horizontales y sobre todo, desde los sueños y aspiraciones de las personas. Vimos que muchos compañeros y compañeras ya están haciendo muchas cosas y que muchos de ellos entienden que la educación libre se llama aprendizaje, vimos que nuestra inquietud se podía colectivizar y convertirse en otra posibilidad de transformación de eso que llamamos lo educativo y de eso más grande que llamamos mundo, desde lo más pequeño: escuchar y sentir empatía.
Decidimos entonces organizar un Encuentro con personas, grupos y organizaciones diversas que ya han estado pensando y haciendo, desde otros modos, la educación y el aprendizaje. Nuestra intención fue conocernos, reflexionar y dialogar juntos, aprender de sus experiencias para enriquecer nuestro proyecto y empezar a crear redes. Decidimos llamar a este encuentro Del rechazo nace la esperanza: otra educación, otro hacer y otra forma de vida son posibles
El Encuentro llevado a cabo en el mes de septiembre de 2013 logró reunir experiencias por demás interesantes, desde gente que está harta de cómo los espacios educativos formales han frustrado sus expectativas de vida, pasando por personas y organizaciones que están cuestionando el modo en cómo se llevan a cabo los procesos educativos, las relaciones jerárquicas que se dan en los espacios escolares, las condiciones de enseñanza y de trabajo al interior de las escuelas, hasta experiencias que ya han decidido dotar de otro sentido a la palabra educación recreando otras formas de aprender y enseñar para el beneficio común, que experimentan en sus procesos una recuperación de la enseñanza y del aprendizaje, basados en la colectividad para construir otra forma de concebir la vida.
El Encuentro desencadenó una serie de reflexiones extraordinarias, pudimos conocer y reconocernos en el enojo que la exclusión, la imposición y la subordinación propician, pero también, y esto es lo más importante, en las posibilidades de transformar la situación. Hoy podemos ver que hay otros nosotros que caminan en otro sentido y que con sus prácticas están haciendo un intento por cambiar la realidad, un intento que ya prefigura la posibilidad de un futuro mejor en el aquí y el ahora, es decir, un intento que ya está cambiando algo desde el presente mismo.
El Encuentro fue generando una inversión de perspectiva. Como bien lo explica Gustavo Esteva en una carta que envió expresamente para este Encuentro, y que leyeron nuestros compañeros de la Cooperativa El Rebozo en dicho Encuentro:
Esta iniciativa expresa a nuestro parecer la decisión lúcida de transformar una sacudida frustrante e injusta en una oportunidad de acción, en una fuerte esperanza. Puede ser vista como un despertar, una llamada de atención, que exige examinar lo que está pasando y actuar en consecuencia.
Quienes nos encontramos esos días de septiembre en el 2013, pudimos compartir, desde quienes somos y desde donde estamos (distintas historias y geografías) nuestras experiencias, nuestros problemas y nuestras esperanzas. Tejimos el primer punto en esta red de esperanzas por la posibilidad de otro mundo en donde quepan muchos otros.
En este sentido, los textos que a continuación presentamos no son una colección de citas sobre lo que se dijo en el Encuentro, ni una descripción o un reflejo fiel de lo que se vivió, sino una problematización crítica de algunas de las reflexiones colectivas que hicimos. Cada texto está escrito por diferentes manos y en diferentes tonos, pues consideramos que cada quien tiene su modo de redactar y expresar lo que en el Encuentro se comentó. En este proceso nos dimos cuenta de que se tocaron muchos temas recurrentes al respecto de la educación, es por eso que elegimos sólo algunos que son transversales entre sí, es decir, que se tocan unos con otros, y que a su vez concilian con otros temas que se hablaron en el Encuentro pero que no abordamos explícitamente aquí.
Desde el pequeño territorio que estamos construyendo, vimos como un primer paso a dar, nuestra necesidad de preguntarnos sobre aquello que llamamos educación, pero pensamos que esto no lo podemos ni queremos hacerlo sólo desde nuestro pequeño grupo, queremos abrirlo a la discusión con diversos actores, grupos, colectivos, etc. que se sientan convocados e interpelados porque sabemos que no somos los únicos, que de múltiples maneras, muchas personas se lo están cuestionando.
No tenemos un camino trazado ni sabemos qué va a pasar, pero tenemos esperanza en que estamos cimbrando un poco, y sabemos que lo que queremos es generar una grieta en medio de una pared gris, y ver si de ahí nace y va creciendo una plantita, pequeña pero viva.
Esto no es nuestro, no serán nuestras manos las que logren que esto crezca, creemos que existen muchas esperanzas, muchos gritos y muchos silencios allá afuera, en las calles, que si bien no pueden nombrarse todavía, vislumbramos que existen porque la inconformidad y la rebeldía existen.
2. Crisis en la educación
El origen de dos palabras: educar y crisis
El origen de la palabra educar –su etimología- es guiar, pero también es arrastrar. La palabra crisis proviene del griego y significa decisión, pero también separar. Cuando decimos que hay una crisis en la educación, podemos bien decir que lo que nos guía (o nos arrastra) nos lleva a un lugar al que no esperábamos llegar y tenemos que tomar una decisión al respecto. Esta situación nos lleva a la crisis, es decir, a la necesidad de tomar una decisión: continuar por ese camino o sepáranos de él.
La educación, como se manifiesta hoy en México, en los inicios del siglo XXI, nos lleva a lugares y situaciones que muchos no deseamos o que creímos que eran distintas. Profesores y pedagogos coinciden que en México la crisis de la educación es una crisis de pensamiento crítico. La educación no nos sirve para tomar decisiones, simplemente nos da opciones pero no sabemos de dónde vienen esas opciones ni por qué son esas y no otras. La educación que se recibe parece más un entrenamiento que una guía. Nos infunde roles y actitudes que no responden a las necesidades de un mundo cambiante, un mundo que se mueve más rápido que la educación, de tal forma que lo que nos enseñan en las escuelas públicas es en gran medida obsoleto para las necesidades que están fuera de la lógica empresarial que le responde al capital, y en general las universidades y las instituciones educativas responden cada vez más a las necesidades de lo mercantil.
Hay un problema aún más grave que se manifiesta con esta crisis, la incapacidad de crear. El no poder recibir una educación crítica en la escuela hoy, implica que nuestra capacidad creativa se ve limitada o simplemente, anulada. No hay creatividad si no hay pensamiento crítico. Afortunadamente, el pensamiento crítico no es una patente de la educación en las escuelas, el pensamiento crítico lo manifestamos desde la infancia, por supuesto, frente a cuestiones más o menos sencillas. Sin embargo, la inseguridad que se nos inculca relacionada al no saber algo, hace que vayamos poco a poco renunciando a esa actitud crítica y cuestionadora, hasta que, atrofiada, dejamos de preguntarnos sobre cuestiones mucho más complejas.
A esto se suman las complicadas situaciones actuales de empleo y explotación de los padres que hacen muy difícil que después de horas de trabajo extenuante, inseguridad laboral, y ningún derecho social, puedan generar una experiencia pedagógica al interior de la familia. Esta situación nos ha empujado a confiar esta labor a los centros educativos, a la educación escolarizada. Sin embargo, la educación escolarizada ha sufrido una caída abismal de las alturas de sus ideales y compromisos con quien la recibe, de manera que nos sentimos defraudados, es decir, nos encontramos en un lugar al que no esperábamos llegar y sentimos que tenemos que tomar una decisión al respecto.
Hay otra expresión de la crisis en la educación y es la que nos ocupa a nosotros. Cada vez más gente con todas las capacidades necesarias para lograr sus sueños y deseos, son rechazados del sistema educativo y esto, en lugar de ser visto como un problema de los límites del mismo sistema educativo y sus deficiencias, se traslada de manera mentirosa a los hombros de los rechazados. Olvidamos que las universidades, las escuelas, tienen estrategias para no exhibir su incapacidad de recibirnos a todos. El ocultar esta incapacidad es ocultar la contradicción entre el discurso de igualdad y una realidad que crea desigualdad. Esto genera un ambiente de frustración, resignación y renuncia al conocimiento como camino de realización humana. Otra vez nos encontramos donde no queremos estar y debemos tomar una decisión.
Nosotr@s pensamos que la educación de las instituciones académicas, que aún guardan limitadísimas posibilidades de ser lo que dicen ser, no es el único camino de conocimiento y realización humana. Pero, ¿Hay otros caminos, digamos, más allá de la escuela para desarrollar un pensamiento crítico, capacidades laborales, creatividad y conocimiento? ¿Se reduce el conocimiento mismo a ser competente y tener un empleo?
No creemos que debamos a renunciar a estas instituciones. La crisis implica decidir si las dejamos hundirse en la corrupción, en la política corrupta de grupos “estudiantiles” y “profesores” esclavizados por la eficiencia “terminal” o, por el contrario, damos una lucha por reencauzarlas a los ideales que les dieron nacimiento. Pero mientras esa lucha se desarrolla, no podemos posponer las necesidades reales de una juventud deseosa de educación universitaria, de recibir guía de maestros comprometidos y al mismo tiempo de expandir su propio conocimiento y creatividad libremente, es decir, de acceder al pensamiento crítico.
Comenzar por aceptar que hay una crisis en la educación es dar el primer paso en la solución, o la búsqueda de posibles soluciones prácticas y teóricas, para una situación que nos demanda acción y transformación de todo aquello que aparentemente “así es”. Creemos que el desarrollo de la creatividad y el pensamiento crítico no se reducen a los estrechos muros de una escuela, o de lo que una sociedad determinada considera útil o inútil. La creatividad, el pensamiento y el conocimiento abarcan la vida completa, cada una de nuestras vivencias cotidianas. Al final todos sabemos que aquello que nos permite realmente sobrevivir y vivir bien “es lo que no te enseñan en la escuela”
¿Cómo sabemos que hay una crisis en la educación?
En el Encuentro de septiembre de 2013 muchos de los participantes nos referimos directa o indirectamente a que hay una crisis en la educación. Dijimos por ejemplo que la educación que se da en la escuela no responde a los intereses de los estudiantes, que no nos enseña a vivir, que más pareciera que adoctrina y que no sirve para solucionar problemas. Además algunos mencionamos que en la escuela nos dan información incorrecta, que el sistema educativo no tiene espacio para todos, que hay mucha deserción escolar, que la escuela nos rechaza y que quienes logramos entrar a la universidad al concluir no tendremos trabajo para sobrevivir y mucho menos para ejercerd emanera creativo y satisfactoria lo que hemos estudiado.
Por lo tanto la crisis educativa no es una cuestión de oferta y demanda como nos lo dicen los medios de comunicación y algunos estudiosos del tema. Desde nuestra perspectiva (que es una perspectiva crítica), la crisis la vemos como una crisis del sistema educativo en su conjunto. Partimos del hecho de que los sistemas educativos están preparando cada vez más a las personas para los requerimientos del mercado y no para las necesidades más apremiantes de cada población.
La crisis de la universidad actual y del sistema educativo en su conjunto no es una crisis menor, pues las contradicciones de ésta en el capitalismo avanzado han llegado a un punto tal que éstas ya no pueden ocultarse más. Ya que como menciona Bonvecchio:
…la imagen de la universidad se identifica cada vez más con las máquinas ideológicas que producen metáforas para ocultar la concreción de un vacío, mientras que sus estructuras se dirigen hacia una productividad industrial [empresarial] aplicada al saber. En el mejor de los casos, el producto es absorbido por el mercado, y en el peor -que parece ser el caso actual- es almacenado en el orden social existente: son los desocupados intelectuales… [Así, la universidad] ahora sobrevive un tanto desdibujada, en la retórica académica, en los deseos de los intelectuales, en los proyectos políticos, en las prácticas administrativas, en fin, en los sueños de quienes elogian los tiempos pasados, posiblemente idealizados. (2002:219)[2]
Actualmente, en nuestra vida cotidiana sentimos esa crisis de distintas maneras. La más visible es la escasez de trabajo y con ello la falta de dinero. Muchos de nosotros hemos encontrado que la educación no resuelve nuestros problemas porque no hemos conseguido trabajo o porque si conseguimos, éste es mal pagado, con horas extras sin paga, con humillaciones frecuentes, disciplinamiento cotidiano y cada vez más intenso.
También experimentamos esa crisis como infelicidad, insatisfacción, frustración o rabia. Algunos sentimos rabia porque nos mintieron, nos dijeron que estudiando muchos años en la escuela conseguiríamos un buen trabajo, tendríamos éxito y podríamos vivir bien, pero esto no fue real. Tal vez estamos enojados porque la escuela es un árbitro, nada neutral, que decide quién estudia y quién no, o porque coloca sobre nosotros etiquetas que nos pueden pesar toda la vida. Otros, nos sentimos frustrados porque no encontramos trabajo en nuestra profesión, y otros más, nos sentimos enojados porque nunca pudimos estudiar, hemos sido discriminados y estamos hartos de trabajar tanto para no dejar de trabajar nunca, acabar enfermos, sin casa, sin comida, sin futuro.
Si somos estudiantes, experimentamos una sensación de no aprender. Por un lado, sentimos que lo que nos enseñan no nos ayuda a competir entre tanta gente por un puesto, y por otro lado, sentimos que la educación no nos satisface, que nos reprimen, que eso que nos enseñan está muy alejado de nuestra realidad. Algunos salimos de una educación universitaria sintiendo que perdimos el tiempo.
En general sabemos y sentimos que hay una crisis en la educación porque nos damos cuenta de que algo no funciona para nosotros, que la educación ha servido a otros intereses y no a los nuestros, que no ha resuelto nuestros problemas, sino que nos ha metido cada vez más en una forma de vida que no nos gusta y que no satisface nuestras necesidades.
Justo aquí, en ese lugar no deseado (el rechazo tal vez), nos encontramos cada vez más personas que estamos tomando decisiones para apartarnos de ese lugar (no precisamente las instituciones), y construir otros modos de educarnos, de vivir y de hacer.
¿Por qué ahora percibimos una crisis en la educación?
En los últimos años hemos visto cómo se van cayendo rápidamente las promesas de la educación. Si ya adivinábamos que la educación institucional no era en realidad el único camino para convertirnos en personas exitosas, ricas y famosas o en agentes de cambio social, hoy esa apariencia ha empezado a derrumbarse definitivamente.
La educación formal creó mitos alrededor de ella misma. Según Iván Illich (pensador crítico que dedicó gran parte de su vida a la cuestión de la educación y el conocimiento) el currículo oculto que ha hecho permanecer a la escuela como el único lugar legítimo para acercarnos al conocimiento, es porque ella nos dice que “sólo a través de la escuela el individuo podrá prepararse para la vida adulta en la sociedad, que lo que no se enseña en la escuela carece de valor, y lo que se aprende afuera de la escuela no vale la pena aprenderlo” (2006: 126)[3].
Es posible que la imagen falsa de que la educación formal, o escolarizada como la llama Illich, como el único camino del progreso, se haya ido construyendo en México después de la crisis de 1929 y más decididamente, después de la Segunda Guerra Mundial, hasta que en los años 70’s del siglo XX se configuró el discurso de “la necesaria vinculación entre la escuela y el mercado de trabajo”.
Las potencias colonialistas e industrializadas encontraron en el método de producción denominado Taylorismo-Fordismo una nueva forma de apoderarse del trabajo de mucha gente y la base necesaria para construir una salida al cuestionamiento que movimientos obreros de todo el mundo habían tejido desde el siglo anterior y que ponía en tela de juicio el que el capital fuera el único camino posible para vivir (crisis de legitimidad o de dominación)[4].
Con el Taylorismo, los poderosos lograron el control de los tiempos y los movimientos del trabajo, despojando al trabajador de la cualidad de su oficio y convirtiéndolo en un trabajador mecánico individual y robotizado. Con esta forma de producción se apoderaron del oficio del obrero, quitándole la fuente de su poder (el trabajo colectivo y la libertad de creación y recreación en el trabajo). Esto introdujo una disciplina marcial sobre el trabajador dejando en el olvido el tiempo en que el oficio creaba lazos entre una clase que compartía una conciencia del mundo, no como robots, sino como colegas necesarios los unos para los otros.
Con la aplicación del montaje y el trabajo en serie en cadena productiva de Henry Ford, las fábricas requerían incorporar masivamente mano de obra, pues los obreros no tenían que moverse de su lugar de trabajo sino que la máquina se movía a una velocidad máxima logrando reducir casi por completo los tiempos muertos[5].
En Latinoamérica, no sólo significó que debíamos estudiar en las escuelas para tener trabajo, como muchos de nuestros padres nos dijeron, sino que teníamos que hacerlo para dejar de ser personas y naciones “subdesarrolladas”. El subdesarrollo fue una etiqueta que hasta hoy pervive para introducir lo que es distinto y merece respeto, en un juicio injusto entre avanzados y atrasados. Supuestamente, desde esta perspectiva, la escuela nos ayudaría a salir de esa condición de subdesarrollo para seguir las metas que los capitalistas habían establecido como camino para “alcanzarlos” y ser como ellos[6].
Con base en las lógicas del Fordismo-Taylorismo, en México el Estado moderno ha convertido la escuela pública hasta el día de hoy, en una fábrica de producción masiva de trabajadores-mercancía. La palabra educar dejó de significar criar, guiar, conducir, para convertirse en sinónimo de homogeneizar, controlar, aprender mecánicamente, evaluar cuantitativamente. Los que no pudimos acceder a esta educación o no nos adaptamos a sus formas, hemos sido vistos como subdesarrollados, tontos, rebeldes o anormales.
La educación para el trabajo se convirtió en un molde rígido que producía trabajadores para la empresa: obreros calificados y profesionistas (ingenieros y administradores) y trabajadores para el Estado: oficinistas burócratas que respaldaran el modo de producción Fordista. Los oficios, innecesarios para el capital, como tales fueron menospreciados, catalogados como trabajo no calificado y mal pagados.
Alrededor de esta educación se fue construyendo la imagen falsa de que, al igual que el progreso técnico, la educación institucional contenía por sí misma una potencia transformadora casi sin límites. El estudiante se consideró “un ser sin conocimiento que a través del paso por un currículo (asimilado a la banda transportadora Fordista) iba adquiriendo los conocimientos (partes) necesarios para graduarse y así convertirse en un producto terminado, útil a la sociedad”[7].
Con la imposición de una nueva forma de acumulación llamada neoliberalismo, es decir, cuando el capital ya no requiere fabricar trabajadores mecánicos sino trabajadores flexibles –sin derechos laborales-, que se adapten a diversas circunstancias y puedan realizar el trabajo de varios trabajadores; y contratar sólo trabajadores autodisciplinados y mansos (o mentes brillantes que han sido convencidas por los intereses del neoliberalismo), podemos ver con toda claridad que las promesas de la educación Fordista fueron falsas. Nos educaron de la forma en que se requería para hacer ricos a unos cuantos mientras nuestros problemas seguían acrecentándose.
La forma de educar en las escuelas formales, incluyendo la universidad, ha cambiado para seguir la dinámica neoliberal de acumular más en menos manos. Hoy, con la flexibilización del trabajo –la pérdida de garantías sociales como la pensión, seguridad social, vivienda, etc.-, en las escuelas se fabrican trabajadores que resuelvan los problemas por sí mismos pero que a la vez, no sean problemáticos, indisciplinados o rebeldes. Es decir, que sean capaces de aprender y reaprender en el contexto externo que se les demanda, que sean capaces de hacer, conociendo los procesos y que acepten y se conformen con las reglas impuestas.
Los programas de educación en las instituciones ya no son los currículos rígidos sino sistemas por créditos o programas constructivistas que “promueve[n] el pensamiento flexible, el discurso de la autosuperación, de las "competencias", donde el estudiante es participe (responsable/culpable) de su propia formación” (Fajnzylver, 1992 en Buitrago, diciembre, 2013)[8]. Sin embargo, que el estudiante sea responsable y culpable de su propia formación no tiene relación con el aprendizaje libre y colectivo, sino con las necesidades del capital de deshacerse de gastos que requiere el trabajador para sobrevivir y de convertirnos en trabajadores más eficientes, leales y no problemáticos.
Tal vez ahora sentimos que la educación está en crisis porque nos damos cuenta de que las expectativas que nos prometió la escuela no eran más que una estrategia para someternos a la acumulación Fordista, y que las conductas y conocimientos que nos impuso no nos sirvieron para resolver nuestros problemas ni para poder dirigir nuestra vida hacia donde queríamos. Pero en realidad no es la educación en sí la que está en crisis, sino la educación de un modelo anterior: el de la educación institucional a cargo del Estado, la homogeneizante, cuantitativa y controladora, con la que algunos cuantos se enriquecieron.
Por lo tanto, dentro de la crisis estamos nosotros, los rechazados del sistema educativo y del capitalismo, rechazando esa educación que nos trata de convertir en máquinas de trabajo, ya sea adentro o afuera de las instituciones. Al mismo tiempo que la escuela institucional busca homogeneizarnos, reducirnos, moldear nuestros sueños para ser consumidores, controlarnos y humillarnos, despierta nuestra inadaptación, frustración y rabia como la necesidad de construir algo distinto[9].
¿Qué podemos hacer nosotros?
Si partimos de comprender que la educación formal tanto en el Fordismo como en el neoliberalismo se ha constituido como una pieza fundamental del capital en su necesidad de convertirnos en máquinas de trabajo, es posible que podamos construir algo distinto, dentro y fuera de las instituciones.
Por ejemplo, podemos reflexionar si un método Montessori, Constructivista, Freire u otro, nos ayudan a construirnos con otra educación. Si estos métodos realmente no nos constituyen como máquinas de trabajo, si no nos están creando falsas expectativas o si podemos tomar ciertas experiencias de estas pedagogías para construir otra educación. También podemos reflexionar si podemos dejar de constituirnos como máquinas de trabajo o cómo podemos ir rompiendo con esta exigencia no sólo fuera de nosotros sino al interior de nosotros mismos. O si la imagen que tenemos de éxito, de productividad, de bienestar o de lo que es una persona de bien y útil a la sociedad es parte de constituirse como máquina de trabajo.
Es decir, podemos entender la crisis como el momento en que la realidad nos está preguntando: ¿Qué vamos a hacer nosotros? ¿Cómo vamos a dirigirnos hacia dónde queremos ir? ¿Qué decisiones vamos a tomar para salir de este lugar donde no queremos estar?
La crisis implica que las viejas soluciones que nos permitían no pensar sino encontrar la mesa puesta, ya no funcionan. Cuando uno ha tirado a la basura todo aquello que parecía ser inútil y lo que queda no nos sirve para solucionar los problemas (materiales y exsitenciales) que se nos presentan, es momento de regresar a la basura y buscar qué de lo que tiramos, era en realidad una posibilidad que no habíamos visto, que pasamos por alto en nuestra desmedida confianza, algo que ha defraudado esa confianza, como lo ha hecho la educación institucional hoy con varias generaciones.
Los rechazados del mundo vivimos una vida cuyo valor y creatividad no es menos que la vida de los “aceptados”. Sin embargo se nos menosprecia desde el momento mismo de ser rechazados de la universidad. Creer que el “éxito” está reservado para los “aceptados” nos llevaría a no mirar que los grandes creadores de la humanidad en el arte y la ciencia, fueron precisamente rechazados que convirtieron ese rechazo en una oportunidad creativa, que hicieron de sus “incapacidades” el centro de su originalidad. Estas “incapacidades” convertidas en formas nuevas de vivir porque son, en sí, formas distintas de ver el mundo, han desencadenado que más gente que comparte esas “incapacidades” hoy encuentre profesiones que antes no existían.
¿Qué nos impide crear nuestras propias profesiones llevados de la mano de la pasión por lo que nos gusta hacer? Solamente la desmovilización que la depresión de un rechazo provoca puede dejarnos inactivos. Sin embargo esa inacción no puede durar mucho porque la vida nos exige actuar; independientemente del rechazo de una institución o una empresa, la vida nos sigue incluyendo en sus planes cada mañana que nos despierta el sol.
Por eso nosotros creemos que el hecho de que experimentemos la crisis como algo que no funciona para nosotros, también es un momento que abre la posibilidad de construir otros mundos.
¿Cómo la crisis en la educación se convierte en una esperanza de construir otras educaciones y otras vidas?
La crisis por tanto, es un momento que abre la posibilidad de construir otros mundos, otras miradas. Y nosotros pensamos que ese momento es siempre hoy, es decir, la posibilidad de construir modos distintos de vivir está abierta en este momento.
El proyecto de otra educación en la ciudad de Puebla se ensambla en esta comprensión. Creemos que es aquí y ahora donde la gente podemos tomar la educación en nuestras manos, con los recursos disponibles, con dificultades y contradicciones, pero haciéndolo y reestructurando. Creemos que ya existen muchos modos de hacerlo, que en las cocinas de las abuelas, los patios traseros de muchas casas, en sus techos o en las calles de los barrios ya hay modos que podemos aprender o reaprender, que en muchos jóvenes hay ideas muy creativas que están flotando.
3. Idea de Éxito
Exitus es una palabra latina que significa salida o resultado. En castellano significa “terminar algo con buenos resultados”. Sin embargo, en el neoliberalismo el éxito es convertido en la cantidad de objetos “caros” que se pueden adquirir y que te dan una posición de élite frente a los demás. Así, bajo las reglas del neoliberalismo, ser feliz es igual a “cuánto tienes, cuánto vales” y qué tan exitoso eres. Por eso en la actualidad es posible comprar títulos académicos, pues lo que realmente importa es el papel y no el camino, es decir, que no importa el proceso de aprendizaje.
Lo que olvidan el neoliberalismo y los neoliberales, es que están frente a personas, quienes sólo con tener objetos “caros” no satisfacen sus verdaderas necesidades como seres humanos; se siente un hueco que ni todas las mercancías que ofrece el “éxito” pueden llenar. El ser humano pocas veces puede reflexionar sobre este vacío, porque es víctima de un bombardeo sensorial desde la televisión, los mensajes publicitarios, varios tipos de películas, los centros comerciales e incluso ejemplos de gente mayor, etc. Esto es porque el neoliberalismo necesita reforzar su concepto de “éxito” para hacerlo “verdadero”. Por lo tanto, en el concepto del éxito neoliberal, si eres “rechazado” de las instituciones educativas, eres un “fracasado”
El éxito en la educación que ofrece el neoliberalismo es una preparación donde el conocimiento funciona para llegar a una meta: el proceso de explotación donde trabajo es igual a dinero, y dinero es igual a mercancías, dando como resultado final el “éxito” que tanto nos han enseñado a desear desde pequeños, alejándose por completo de los objetivos primordiales con los que debería comulgar el aprendizaje.
En el aprendizaje lo que importa es el desarrollo sensible y racional, donde se encuentran los saberes de la vida, que fortalecen las relaciones con los demás y con el medio ambiente; de tal manera que una educación alternativa busca enfocarse en el desarrollo de lo humano, donde lo importante es el proceso de aprendizaje y de esa forma se empieza a transformar la percepción de lo que es el éxito o el fracaso.
4. Adentro o afuera: Una relación
Uno de los temas que salió en las reuniones previas al Encuentro y que se volvió central durante éste fue el de la dicotomía adentro-afuera. El tema fue apareciendo conforme fuimos expresando y compartiendo nuestras distintas posturas y experiencias en torno a la educación. Algunas de ellas nos parecían estar más alejadas de los espacios formales o tradicionales de educación y otras más cercanas, por lo que pronto empezamos a sentir que varias de ellas parecían contrarias, excluyentes e incluso contradictorias.
Entonces nos preguntamos si lo que necesitamos para cambiar nuestra educación y nuestra forma de vida es generar una educación diferente dentro de las instituciones o fuera de ellas. Nos preguntamos si deberíamos tomar algo de las formas y conocimientos de las instituciones educativas o construir otros modos totalmente distintos de hacer lo educativo, una educación autónoma como un proceso que rompa con las relaciones del poder.
De repente, nos vimos pensando de forma dicotómica, obligando a nuestras experiencias y posturas a meterse en uno de dos recipientes: adentro (espacio escolar institucional) o afuera (espacios autogestivos/autónomos). Dimos cuenta de que realmente era muy difícil poner nuestras inquietudes en esos términos, es decir, si pensamos que existen dos mundos totalmente separados uno del otro, podríamos cerrar nuestra mirada y de alguna forma, también nuestra capacidad de decidir qué y cómo construir caminos de emancipación. Además, lo anterior posiblemente desembocaría en debates frecuentes, desgastantes y poco provechosos que no llegarían a conciliar ninguno de los dos extremos.
Durante el Encuentro Del Rechazo Nace la Esperanza, fuimos capaces de traspasar esta dicotomía y de escuchar la riqueza de cada experiencia que nos alimentó el espíritu, la esperanza y la pasión. Sin embargo, creemos que su aparición en el encuentro fue una muestra de que esta forma de ver las cosas está muy presente, a veces de forma imperceptible, tanto en nuestra vida diaria como en nuestras inquietudes por construir otros modos de educación y de vivir.
A partir de esto, abrimos el diálogo compartiendo algunas reflexiones acerca de las dificultades que nos impone el pensar nuestras experiencias y nuestras posibilidades en torno a una relación dicotómica entre el adentro y el afuera; y cómo podríamos trascender esta dicotomía en nuestra vida cotidiana.
¿Adentro o afuera de qué?
Es importante reconocer que en el Encuentro, la relación dicotómica entre el adentro y el afuera surgió mientras pensábamos juntos cómo construir otros modos de hacer educación y de vivir, es decir, emergió en medio de una inquietud por transformar lo que no nos parece satisfactorio para nosotros. Por eso, es importante tener en cuenta que pensarnos sólo desde adentro o desde afuera puede implicar diversas limitaciones en la inquietud que nos convocó.
Para poder reflexionar acerca de estas limitaciones y de los modos de traspasarlas, dejemos claro primero a qué nos referimos con el adentro y a qué con el afuera. En el Encuentro, el adentro se fue definiendo como lo institucional, lo formal, las relaciones sociales jerárquicas, heterónomas, impositivas, humillantes, violentas, que provienen del Estado, o el lenguaje teórico, etc. y el afuera como lo autónomo, lo alternativo, las relaciones horizontales, lo comunitario, lo independiente, o el lenguaje cotidiano, etc.
Nuestro problema se presentó cuando empezamos a pensar que aquello considerado el adentro es una cosa separada del afuera, es decir, que se trataba de dos mundos puros. El adentro, un mundo totalmente determinado por las relaciones violentas, impositivas, humillantes o de dominación; y el afuera, un mundo totalmente libre de dichas relaciones. Pero nos dimos cuenta de que en nuestra vida cotidiana esos dos mundos separados y puros no existen: todos vivimos un flujo continuo entre el adentro y el afuera.
El adentro: el tiempo del trabajo o de la escuela, en donde muchas veces vivimos el menosprecio, el rechazo, la imposición de qué hacer y cómo hacerlo; pero también vivimos el afuera: el placer de platicar o jugar con un amigo, una carcajada, realizarnos en pequeñas acciones solidarias y generosas, un orgasmo, alguna desobediencia al jefe, al maestro o al padre, la contemplación de un atardecer, los actos creativos y/o espontáneos, etc.
Aun cuando nuestra vida la experimentamos como largos tramos de relaciones jerárquicas, dentro de formas establecidas que nos dictan cómo hacer las cosas y que las distinguimos como una totalidad que nos abarca, estos tramos no son totalmente firmes, cerrados o duros: siempre existe una rendija por la que podemos escaparnos. Del mismo modo, por más lejos que queramos estar de esas relaciones dominantes, existen momentos de nuestra vida cotidiana donde experimentamos su fuerza, y pareciera que la dominación siempre está presente de alguna manera.
Adentro y afuera no son dos experiencias aisladas que se relacionan como cosas separadas (interconexión) sino que son experiencias que se entrelazan, se cruzan. Cuando estamos en el trabajo o en la escuela, estamos en una situación de jerarquía con el jefe, el maestro o el supervisor, pero también estamos en una situación horizontal con los compañeros, podemos escapar por un momento de ese adentro al recordar una experiencia fuera de la escuela o trabajo, podemos ponernos a imaginar o pensar cualquier cosa.
Nosotros mismos necesitamos alimentarnos y reproducir nuestra vida, pero el sistema de producción capitalista nos ha impuesto una única forma de hacerlo y nos empuja a desechar las antiguas formas que vienen de nuestros antepasados, por lo que para alimentarnos compramos en grandes tiendas o supermercados y hemos perdido la capacidad de procurar nuestro propio alimento, entre otras cosas. Pero también somos personas que estamos construyendo formas libres de educación y de producir nuestra vida, y aunque a veces reproducimos las formas de la dominación con nuestros hijos, parejas, compañeros de trabajo o amigos, son formas que nos empeñamos en rechazar, contra las que nos rebelamos y que decidimos trabajar para poder cambiarlas.
Pareciera que la relación dicotómica entre el adentro y el afuera se vuelven difusos en nuestra vida cotidiana. Entonces, la pregunta ¿adentro o afuera de qué? se vuelve importante para nosotros porque estamos pensando concretamente cómo construir otros modos de educación y de vivir. Si en nuestra vida cotidiana estamos en un flujo continuo entre el adentro y el afuera, y estos dos aspectos se entrecruzan y alimentan continuamente, ¿Cómo podemos pensar en construir otros modos de educar y de vivir sin pensarlos como dos mundos separados? Dejemos abierta la pregunta por ahora y veamos qué otras limitaciones nos presenta esta forma de pensar.
Reducción de nuestras experiencias y nuestras posibilidades.
La aparición de esta forma de pensar en el encuentro no fue algo casual. Hemos sido condicionados a pensar de forma dicotómica: blanco-negro, bueno-malo, hombre-mujer, verdadero-falso, adentro-afuera. Por lo general, en nuestra vida cotidiana usamos esta forma de pensamiento para comprender y organizar nuestra vida diaria y muchas veces nos es útil para tomar decisiones. Sin embargo, cuando se trata de pensar en cómo cambiar la forma de relacionarnos socialmente, este pensamiento tiene serias limitaciones que nos pueden empantanar gravemente.
Esta dicotomía se filtra a veces en las decisiones cotidianas que estamos tomando para construir modos distintos de hacer educación y de vivir, así como en las formas en que pensamos las experiencias de otros y la compartición con otros. Por ejemplo, cuando nos damos cuenta de que la escuela ha sido parte de la lucha del poder para reproducir un mundo desigual, nuestro primer impulso es querer salir de esa situación y pensar en un “afuera”, o tal vez pensamos que debemos destruir todas las escuelas que existen en nuestra ciudad o el mundo y construir una educación que no tenga ninguna relación con ese mundo desigual.
Otro ejemplo sería calificar algunas experiencias que conocimos en el Encuentro dentro de uno de los dos recipientes de la dicotomía adentro-afuera. El Centro Universitario de Participación Social (CUPS) de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla[10], podría calificarse como un espacio que está completamente adentro de lo institucional y por lo tanto, de las relaciones de dominación y sus estructuras. En el otro extremo podríamos calificar la experiencia del Colectivo El Rebozo de Oaxaca (cooperativa autogestionada)[11], como un espacio que está totalmente fuera de esas relaciones de dominación. Desde el pensamiento dicotómico no podríamos entender cómo el CUPS realiza trabajo comunitario con la gente de los pueblos con los que trabaja, establece relaciones horizontales con las familias de zonas marginadas de la ciudad y con comunidades rurales, y está desarrollando métodos pedagógicos basados en el diálogo. Tampoco entenderíamos cómo el Colectivo El Rebozo vende libros y mermeladas para sostenerse y que requiere de la aportación de otros, es decir, que también se relaciona económicamente.
Partiendo de un pensamiento dicotómico entre el adentro y el afuera, sería fácil poner sólo una de las dos experiencias como válida, buena, valiosa, verdadera, etc. y desechar la otra. Nos perderíamos la oportunidad de ver la particularidad de cada una, aprender de sus prácticas y reorientar la nuestra hacia la construcción de algo nuevo. Podríamos incluso pensar que nada podemos aprender de ninguno de ellos, nada podríamos compartir, ni pensar en trabajar juntos. De esta forma, desecharíamos las herramientas con que cada uno dispone y una gran variedad de prácticas quedarían invisibilizadas por la adherencia a un extremo.
Recordemos que pensar el adentro y el afuera como una dicotomía implica entender que son dos cosas separadas, fijas y excluyentes, y no entenderlas como una relación dialéctica, diversa, fluida y contradictoria. Cuando pensamos en forma dicotómica perdemos de vista que nuestra vida cotidiana existe como un flujo diverso, constante y contradictorio en el que las partes se alimentan y cambian mutuamente. Elegir entre uno y otro, significa eliminar la otra experiencia y reducir ambas a lo que se espera de ellas dependiendo del recipiente donde los coloquemos.
Por eso, creemos que tenemos que tomar aquello que nos permita caminar en sentido contrario al impuesto y junto con otros ir preguntándonos en el camino; queremos salir de la relación dicotómica, para dejar de exigirnos y exigir a otros lo que debe cuadrar con uno u otro recipiente y vernos como experiencias contradictorias que vivimos con un pie adentro y otro afuera.
Al clasificar nuestras experiencias en esta dicotomía, nos encerramos en dos polos que nos hacen olvidar nuestra riqueza, nuestra creatividad y nuestra libertad para crear otras formas, otros modos de ser y hacer. Nos encierra en pensamientos como “no puedo hacer esto porque estoy dentro de la institución” o por el contrario “no podemos pensar en un financiamiento porque eso nos limitaría a hacer lo que quiere dicha institución y no lo que realmente queremos”. En esta lógica, los Caminos de autonomía (Esteva, 2013) se cierran a dos posibilidades y fácilmente quedamos atrapados en la frustración o en la imposibilidad de luchar y de construir otra manera de vivir.
Incluso pasa cuando pensamos en nuestros hijos, si queremos que ellos no se adapten al sistema educativo donde se reproducen formas violentas y jerárquicas, y pensamos que con sacarlos de una escuela tradicional para meterlos a otra con un método abierto se eliminará por completo el hecho de que nuestros hijos vivan bajo diversas relaciones de dominación, pronto nos daremos cuenta que no sólo la escuela no logra romper con esas formas, sino que el mundo cotidiano donde vivimos y viven nuestros hijos (incluso en su relación con nosotros mismos como padres) está atravesado por esas formas de la dominación y del ejercicio del poder. Entonces, pronto podríamos caer en la frustración y la desesperación sin solucionar nuestro problema.
En torno a este punto, preguntémonos, ¿Cómo podríamos traspasar estas limitaciones y reducciones para hacer confluir diversas experiencias independientemente del espacio y la situación donde se encuentren?
La espera pasiva y la integración.
Ya habíamos mencionado anteriormente que a veces pensamos que para cambiar nuestra educación y nuestra vida debemos estar afuera de las relaciones jerárquicas, impositivas y humillantes, y que al no poder estar completamente afuera, esta forma de pensar nos puede llevar a la frustración y la desesperanza. En efecto, como también vimos, en nuestra vida cotidiana nos encontramos en un flujo constante y contradictorio entre el adentro y el afuera, y nunca totalmente cercados por alguna de estas dos posiciones, de forma que colocarnos solo en alguna de estas dos esferas sería un pensamiento que no nos ayudaría a pensar en cómo cambiar nuestra vida, nuestra educación y nuestras relaciones.
Pero además de estas dificultades, el pensar que debemos estar totalmente afuera (llamémosle autodeterminación, independencia, autonomía o emancipación) nos puede colocar en una posición de espera pasiva. Por un lado, si nos concentramos en que ese afuera llegue (como fin o meta), perdemos de vista el camino (el proceso o medio). De modo que podemos sentarnos a esperar a que ese afuera llegue y caiga del cielo; por ejemplo, podemos pensar que como el afuera no ha llegado, no podemos hacer nada porque estamos dentro de las relaciones de poder jerarquizado, es decir, que no vale la pena esforzarse en construir otras formas para cambiar la educación porque estamos sólo en el adentro, y esa es la primera apariencia contra la que debemos luchar, de otra manera pensaríamos en que es mejor tratar de hacerse rico para vivir mejor mientras un mejor futuro (el afuera) llega. La consecuencia de ello es que aplazamos nuestra autodeterminación a un futuro que no veremos llegar sino trabajamos en la construcción de un camino que nos lleve a él.
Pensar que el afuera existe como un mundo separado del adentro nos hace caer en idealizaciones como la de pensar que ese afuera debe ser puro: totalmente libre, plenamente autodeterminado y completamente independiente. Al hacerlo dejamos de ver que nuestras prácticas, tanto del afuera como del adentro, están construyendo ya desde hoy formas de vida y de educación distintas a las formas jerárquicas, impositivas y violentas. Es decir, que perdemos de vista que estas experiencias son, ya desde el presente, caminos con la mirada en un horizonte de relaciones sociales autónomas.
Esperar a que ese afuera idealizado llegue por arte de magia, nos hace preguntar ¿Y mientras qué hacemos? Podemos pensar que como el afuera no llega, lo único que queda por hacer es integrar a los de afuera al mundo tal y como está, sin intentar cambiar las relaciones sociales desiguales, impositivas e indignas. Pero esto no es lo que queremos: nosotros estamos tratando de trasformar esas relaciones sociales y por eso es importante para nosotros no quedarnos atrapados en un pensamiento dicotómico.
Y ahora, ¿Qué hacemos?
¿Cómo podemos trascender el pensamiento dicotómico?, ¿Cómo podemos abrir posibilidades sin casarnos con una postura?, ¿Cómo podemos desde el espacio donde estamos, lograr confluencias para imaginar, construir y compartir otros modos de educación y de relacionarnos socialmente?, ¿Cómo podemos construir destellos autonómicos en las instituciones, barrios, familias, comunidades?, ¿Cómo podemos abrir canales para recuperar y reapropiarnos de los saberes comunes y cotidianos que han sido negados o sometidos a la lógica del dinero? ¿Cómo podemos conocer desde otros modos? y ¿Cómo reconocer y relacionarnos con otros conocimientos?
En el proyecto que estamos realizando en la Ciudad de Puebla pensamos que no podemos centrarnos en solucionar o destruir el adentro y el afuera, sino en hacerlos fluir. Estamos convencidos de que estar adentro o afuera no es determinante y de que lo que queremos es agrietar las relaciones sociales jerárquicas que reproducen la violencia, la imposición, la dominación. Nuestro rechazo se dirige a aquello que nos conduce al individualismo, que mutila nuestra creatividad, que destruye la colectividad y la solidaridad.
Nos pensamos como personas que estamos adentro de relaciones sociales de dominación pero también como personas que rechazamos estas formas y que estamos construyendo desde ahí, pequeños caminos y pequeñas posibilidades que si bien son contradictorios, están ya transformándonos, haciendo pequeñas grietas en nuestra realidad cotidiana y estableciendo formas anticipatorias de la sociedad que queremos[12].
En ese sentido, pensamos que podemos traspasar las limitaciones de esta dicotomía haciendo confluir prácticas, saberes, modos, etc. que nos ayuden en el caminar hacia esas formas anticipatorias de una nueva sociedad, sin importar en qué espacio se encuentren las personas, respetando su postura, su espacio y sus procedimientos.
De manera concreta, lo que queremos es:
Construir una red de personas que quieran compartir sus saberes y experiencias diversas.
Ayudar a establecer un contacto entre esas personas con otras que quieran aprender esos conocimientos y saberes, así como compartir los suyos propios.
Construir espacios de aprendizaje colectivo dentro de escuelas y universidades así como en barrios y colonias.
Hacer fluir la reflexión crítica con y desde la experiencia cotidiana de las personas.
Entender nuestro proyecto como una relación dialéctica entre el pasado, el presente y el futuro: una rememoración de experiencias pasadas desde el presente, una anticipación de las relaciones sociales futuras, dignas y autodeterminadas, y estas relaciones como un horizonte que guía nuestro hacer actual.
Reconstruir desde el aprendizaje mutuo la colectividad y la solidaridad.
Romper con la racionalidad como única forma de expresión del conocimiento: es decir, aprender desde la corporalidad conectando la mente con los sentidos y con el corazón.
Dar paso a la creatividad y a la expresión de una polifonía de voces.
Tener una mirada que no totaliza y que pueda hacer fluir las particularidades de cada quien.
Para ello, queremos proponer una serie de principios que den apertura a la posibilidad de llevar a cabo lo que aquí hemos expuesto como formas de la esperanza.
5. Principios éticos
En los apartados anteriores se exponen y explican de algún modo las razones que nos llevaron a pensar en la construcción de este proyecto como otra alternativa a la educación, e implícitamente proponen qué cosas nos gustarían en la concepción de una educación libre, y qué cosas probablemente no vayan con esta línea de autonomía y colectividad.
Pensamos que necesitamos una base ética que nos ayude a mantener este camino y que sea nuestra guía para que una universidad de la calle exista. Una lista de principios que expliquen en palabras sencillas las conclusiones a las que hasta ahora hemos llegado como producto de nuestros diálogos y comparticiones, pero que cabe decir, no son definitivos, sino que mientras vayamos avanzando, necesariamente tendrán que amoldarse, transformarse, aumentarse, etc. pues no queremos construir una verdad totalizante, sino que queremos enriquecernos según la experiencia y conocimiento que cada involucrado en este proyecto vaya abonando.
La intención de definir algunos de nuestros principios éticos es también empezar a darle forma a la metodología que caracterice la dinámica de este proyecto, es decir, los modos, las formas, herramientas, pedagogías, etc. y que en los espacios concretos en los que podamos llevarlo a la práctica puedan retroalimentarse. Buscamos el punto medio entre principios que puedan definir con claridad lo que buscamos, sin que se cerquen las ganas de este proyecto por conocer y experimentar distintos senderos. No se trata pues de principios inamovibles, sino de principios que ayuden a definirlo con más claridad respecto a las necesidades e inquietudes que se nos vayan presentando. En ese sentido, estos principios también permiten que el mundo que queremos transformar nos transforme a nosotros, en una dinámica de creación de experiencia a través del encuentro con otras y otros.
Ante todo, queremos hacer explícito que la intención de este proyecto no es solo construir o reivindicar otras formas de hacer educación, sino que además como contenido sustancial de este, se encuentra un sentido crítico respecto a las condiciones actuales de nuestra realidad, donde aprender y enseñar también se convierten en poderosas herramientas de cambio y transformación, de trastocar al individuo para dar paso a los sujetos que ven al colectivo, a la comunidad, a lo común , y transforman en favor de estos sus prácticas y sus relaciones.
La construcción de este proyecto y sus principios tiene una influencia directa de distintas experiencias rurales comunitarias y urbanas, así como de distintos autores que nos ayudan a comprender el mundo con esta apertura hacia la libertad y la autonomía, entre ellos están Gustavo Esteva, del que retomamos sobre todo sus ideas planteadas en Caminos de autonomía, Iván Illich con Tramas de aprendizaje convivencial, Paulo Freire con su Pedagogía del oprimido y las bases para una educación popular, entre muchos otros.
En su estructura más básica, estos son los principios éticos (y transitorios) de este proyecto de educación.
Rechazamos la escuela como un espacio y forma que reproduce la dominación. En cambio, concebimos este proyecto como un espacio de educación para la libertad, en el que la escuela se vuelve un espacio de personas libres que comparten y no de individuos egoístas. Dicho lugar fomenta la organización colectiva, reflexión, acción, así como redes de auto-estudio, aprendizaje y solidaridad de forma horizontal. Queremos aprender a transformar desde nuestras necesidades y desde la práctica, a cultivar nuestras reflexiones no solo desde lo teórico sino también desde lo experiencial y lo emocional para complementar la construcción del conocimiento.
Creemos en los espacios en los que se aprenda en libertad, sin imposición y en compartencia.[13] Alentamos la posibilidad de aprender lo que nos interese colectiva e individualmente, con base en nuestros propios saberes, experiencias y contextos. De esta forma, concebimos el aprendizaje como un ejercicio autónomo que no se determina por programas o currícula que atiendan a las necesidades de las grandes empresas, del mercado o del gobierno, sino a las necesidades y aspiraciones genuinas de las personas; lo vemos como un ejercicio gozoso en el que la reflexión teórica y la experiencia cotidiana no tienen que estar separados, ni uno por encima del otro, sino en términos de praxis.
Queremos recuperar nuestra capacidad autónoma de aprender. Queremos desaprender el método racional, escindido, parcializado, frío, rígido y corporativizado del conocer que nos han enseñado desde siempre en las escuelas. Entendemos que el aprendizaje se construye todos los días desde las experiencias cotidianas, y que la curiosidad y creatividad natural que tenemos desde niños por comprender el mundo que nos rodea, es parte fundamental de esta forma autónoma de hacer educación y de educarnos en lo colectivo. En ese sentido, representa también la posibilidad de desarrollar nuestra capacidad consciente de vivir dignamente.
Reivindicamos y recuperamos los saberes de los abuelos y abuelas sobre la percepción del mundo y la solución de problemas basados en los propios recursos que ofrece la naturaleza y la vida comunitaria de los pueblos. Creemos que aprender es sinónimo de tener una relación íntima con el mundo que nos rodea y su compresión tiene que ver con involucrarse en su realidad. No queremos aprender sobre el mundo, queremos aprender de él y con él.
Creemos que el saber implica una relación con los demás. En este sentido, pensamos que la experiencia pedagógica o el acto pedagógico en sí, se da en el encuentro con otros y otras. Es decir que se aprende desde un nos-otros. Construimos conocimientos de manera colectiva y nos educamos en comunidad.
Soñamos con transformar la realidad. Empezando por la más inmediata, que es la nuestra, para ello es necesario una educación que nos haga más libres, que nos permita visibilizar lo que sucede en nuestro entorno, en nuestro contexto más cercano, para entender desde allí lo que pasa en un contexto a mayor escala, desde nuestra comunidad hasta el contexto global. Aprendiendo libremente, de manera horizontal y solidaria, creemos que la transformación de la educación se irá encaminando poco a poco, con la experiencia, conocimientos y labor de todos y todas los que queremos aprender de manera distinta. Queremos además, trasformar la forma de concebir el espacio escolar, no queremos destruir la escuela, porque reconocemos que enseñar y aprender son parte medular de la misma, lo que defendemos es cambiar el modo en el que las personas han reproducido las formas de la dominación en que se han concebido y usado los espacios de la escuela.
6. ¡Comparte tu experiencia!
Y a todo esto, ¿Tú qué opinas? ¿Te has sentido reflejado en alguno de estos textos o ideas? ¿Qué piensas sobre la educación? ¿Qué experiencias te gustaría compartir sobre estos temas? Esperamos tu respuesta en este espacio u en nuestras otras redes para que tú también seas participe de esta generación de ideas que nos ayuden a reflexionar sobre lo educativo.
¡Muchas gracias por leer este pequeño sueño!
Para checar el documento en pdf:
https://www.dropbox.com/s/a9g3yeqj5l7ravu/Rechazo.pdf?dl=0
Referencias/Biliografía
[1]facebook.com/DelRechazoNaceLaEsperanza
@NosTocaRechazar
[2] Bonvecchio, Claudio (2002) “El mito de la Universidad” Ed. Siglo XXI, 12ª. Edición, México.
[3] Illich Iván, 2006. “La sociedad desescolarizada” en Obras completas, FCE.
[4] López Collazo Néstor, marzo 1999. “La organización del trabajo, el sujeto social y el Programa de Transición” en Revista Herramienta No. 9. Consultado en http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-9/la-organizacion-del-trabajo-el-sujeto-social-y-el-programa-de-transicion
[5] López Collaso, Néstor, marzo 1999. “La organización del trabajo, el sujeto social y el Programa de Transición”. Revista Herramienta Nº 9. Consultada en http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-9/la-organizacion-del-trabajo-el-sujeto-social-y-el-programa-de-transicion
[6] Sobre la invención del subdesarrollo ver Gustavo Esteva, “Desarrollo” en W. SACHS (editor), Diccionario del desarrollo. Una guía del conocimiento como poder, PRATEC, Perú, 1996 (primera edición en inglés en 1992), 399 pp. Un ejemplo claro de esta perspectiva del desarrollo y el progreso fue el menosprecio por las distintas lenguas de los pueblos originarios. Aún recuerdan los viejos en la ruralidad mexicana, como se fue prohibiendo que hablasen su lengua, heredada de los abuelos, por considerarla inferior al idioma castellano.
[7] Buitrago Parias Sandro, 16 diciembre, 2013. “Fordismo y Postfordismo: educación y control social” en Revista Vinculando http://vinculando.org/articulos/sociedad_america_latina/fordismo-y-postfordismo-control-social-y-educacion.html.
[8] La nueva dominación capitalista sobre el trabajo se centra en “la insistencia en la calidad, y por lo tanto la insistencia en el orgullo del trabajador respecto de “sus” productos; la extendida subcontratación de partes componentes con empresas pequeñas y por lo tanto dependientes; la reducción de los stocks de modo que las partes lleguen justo a tiempo (just in time) para el montaje; la implantación de una fábrica en un lugar nuevo con una alta tasa de desempleo y sin tradiciones de activismo sindical; la insistencia en la selección cuidadosa de una fuerza de trabajo leal y en la exclusión de los desleales o no confiables; la celebración de un pacto de no- huelga con un sindicato cooperador; el control internacional de grupos de obreros separados geográficamente…” (Holloway, La rosa roja de Nissan, 2009: 43).
[9] En Agrietar el capitalismo, John Holloway (2012) trabaja la idea de que nosotros somos la crisis del capital en tanto que somos sujetos inadecuados a las formas que el capital nos impone. La necesidad del capital por someternos cada vez más a una forma de vida.
[10] EL CUPS es un centro dedicado a “mejorar la calidad de vida de núcleos sociales marginados de nuestro estado y al mismo tiempo, promover un proceso formativo para los jóvenes universitarios dentro del ámbito social”. Su propósito es “desplegar la experiencia universitaria de participación social, que contribuya a mejorar las habilidades y capacidades de los habitantes que se encuentran en condiciones de marginación y fragilidad socio-económica, mediante el establecimiento de programas y proyectos que propicien y posibiliten la contribución social en procesos de transformación de la realidad”. Más información en http://www.cups.buap.mx/index.html.
[11] La Cooperativa El Rebozo es“una cooperativa autogestionada que camina con l@s que creen y hacen otra política/otra cultura en su andar”. Son una cooperativa basada en el consenso y el hacer colectivo y apoyo mutuo con compañer@s de otros espacios organizados. Más información en http://elrebozo.wordpress.com/nosotrxs/.
[12] Nos basamos en las ideas de prefiguración como una anticipación presente de las relaciones futuras y en las ideas desarrolladas por el compañero John Holloway de que estamos dentro-en-contra-y-más-allá de las relaciones históricas de dominación capitalistas. Al respecto ver Pensar las Autonomías, 2011 de Bajo Tierra Ediciones, Jóvenes en Resistencia y Sísifo Ediciones y Agrietar el Capitalismo, 2011 de John Holloway.
[13] Durante el Encuentro en 2013, Omar Olvera, compañero de Radio Plantón Oaxaca que nos compartió la experiencia educativa desde la CNTE, nos habló de la compartencia como una dinámica en la que cada unx vierte sus saberes y experiencias en un diálogo horizontal, enriquecedor y de retroalimentación para todxs.
#Educación#DelRechazoNaceLaEsperanza#Encuentro#EducaciónAlternativa#Puebla#GustavoEsteva#JohnHolloway#Universidad
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#3koalasinfo Sí, sé que llevamos un tiempo un poco ausentes: estamos intentando aprovechar las vacaciones estivales para poner pensamientos y proyectos en orden. Uno de ellos es de educación. Os cuento que la junta directiva del cole de las 🐨🐨 ha dimitido. ¿Qué significa eso? De momento, un curso con una junta directiva nueva elegida por el inspector. Se supone que debe seguir el anterior modelo educativo, que, lamentablemente, ya había ido a peor en los 5 años que llevamos escolarizados en ese cole. Al parecer, a algunos funcionarios no les apetece involucrarse en una educación alternativa, no les parece bien que los niños aprendan jugando, no les parece bien que los niños no tengan deberes. Y los entiendo, claro, es más fácil utilizar un libro que los niños deban seguir a pies juntillas. Es más fácil para el docente, es más cómodo, pero ¿es mejor para el niño? ¿Y para los propios profesores? ¿No preferirían seguir al niño y hacerle investigar? ¿«sacarle el jugo» al niño? ¿Y no es, también, esta forma de hacerlo más productiva para el propio profe? Pienso que si eres capaz de estudiar una carrera, pasar una oposición (o muchas) y conseguir una plaza, no es para quedarte estancado en lo de siempre, ¿no? ¿Qué opináis? Yo estoy con muchas cosas en la cabeza. No me apetece quedarme de brazos cruzados sin hacer nada. Y, por eso, estoy embarcada en un nievo proyecto. En breve os cuento cositas. 🐨🐨🐨 #otraeducacionesposible #educaciónalternativa #aprenderjugando (en Puebla de Vallbona)
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