#dormir es para los débiles
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Calmar tu sed
No tenía pensado escribir nada más hasta que acabase los exámenes pero anoche esta idea vino a mi cabeza y no pude contenerme, voy a suspender. Espero que tanto el anon que me lo pidió como las demás lo disfruteis ;)
💕Blas Polidori x f!reader
❤️🔥+18 sexo explícito, sleep kink, blas es insaciable, masturbación
Tu diferencia de edad con Blas no era tanta, o era eso lo que te querías decir a ti misma. Y en realidad no era tanta, técnicamente.
Pero las diferencias a ciertas edades, especialmente entre hombres y mujeres se hacían más evidentes.
Al fin y al cabo, Blas estaba en el principio de sus veintes, y tú ya los habías terminado.
Teníais una relación muy sana en la que él era bastante maduro y tú estabas embelesada por su dulzura y en ocasiones torpeza.
No eras ninguna desconectada de la realidad. Sabías perfectamente que tu novio veinteañero aprovechaba prácticamente siempre que tu salieses de casa para... Pasarlo bien a solas.
No era ningún secreto, a veces aún está acalorado cuando llegas. Diablos, hasta a veces aún está su portátil sobre el sofá, (y sabias que cuando lo usaba para trabajar o responder emails siempre lo ponía encima de la mesa). No era algo que te molestara para nada, pero no podías dejar de sentirte algo culpable.
Sabías perfectamente que el hecho de que alguien se masturbase no tiene nada que ver con que no desee a su pareja o que no se encuentre satisfecha. Simplemente Blas tenía 22 años y sus hormonas seguían en plena efervescencia.
La cosa es que tú tenias un trabajo muy cansado y, más veces de las que te gustaría llegabas a casa en un estado lamentable que solo te permitía ducharte, cenar un bowl de cereales y meterte en la cama totalmente derrotada.
Era más que probable que Blas te dejase dormir por empatía y no por falta de ganas de fiesta.
Pero eso no podía ser. Vale que no siempre sería posible, pero te prometiste a ti misma que serías más atenta en ese sentido para que vuestra relación fuera lo mejor posible.
Esa misma mañana, al poco de despertaros tu mano serpenteó por debajo de las sábanas, y, sin mucho preámbulo comenzaste a masturbarlo.
Fue demasiado fácil que Blas entrara en el mood, ya que, como la mayoria de los hombres de su edad se despertaba con una erección dia sí día también.
-Pero nena... Qué bien te despertaste... -suspiró
-Si, mi amor -dijiste con tono meloso- es que la vi tan dura que te tenía que ayudar... -al decir esto aumentase el ritmo de tu mano
-Ah... Sí, carajo...!
Conocías perfectamente sus puntos débiles, así que decidiste usar tus conocimientos para impresionarle. Mientras le masturbabas, empezaste a lamer su cuello presionando con tu lengua y haciéndole cosquillas con la punta.
-Ah! Pará! Me voy a veni-...! - A Blas no le dio tiempo de acabar la frase cuando acabó sobre su abdomen y su pecho- uffff.... Pero qué bicho te picó amor? -dijo incrédulo mientras te daba un beso en la frente y se levantaba para limpiarse.
-Ninguno, ¿no puedo mimar a mi novio?
-por mi sí, preciosa, pero ahora te tengo que devolver el favor, dijo dirigiéndote una mirada traviesa desde la puerta del baño de vuestro dormitorio.
- me encantaría, pero me tengo que ir a trabajar dijiste con pena.
- Ah... Un día voy a matar a tu jefe para que te den el día libre - bromeó él.
- Pero en serio cariño, quiero que no te contengas cuando tengas ganas... De estar conmigo. -le habías acompañado al baño y te sentaste mientras el comenzaba a ducharse.
Al decir esto, el asomó la cabeza para mirarte
- ¿Lo sabés? – preguntó divertido.
- ¿Qué cosa?
- Lo mucho que me contengo y lo que tengo que “descontenerme” cuando vos no estás… - oías el agua corriendo y podías ver como tu novio se duchaba a través de la cortina semitransparente.
Semejante confesión te hizo sentir calor en las mejillas.
- Si sé, y me parece bien – aclaraste.
- Pero te prefiero a ti, lo sabés, ¿no?
- Hombre, eso espero…- te reíste.
- Entonces la próxima vez voy a por ti, ¿es eso?
- Eso es, quiero q- antes de que terminases la frase miraste la hora en la pantalla de tu móvil y tus ojos se abrieron como platos, llegabas terriblemente tarde – me voy volando cariño, te veo a la noche, ¡chau! – dicho esto le diste un breve beso en su carita mojada y saliste corriendo hacia tu oficina.
Esa noche a Blas se le alargó terriblemente la jornada de modelaje y después de terminar había ido a tomar unas cervezas con sus compañeros y su manager. Cuando llegó a casa tú ya estabas profundamente dormida en vuestra cama. Te contempló durante un momento, estabas tumbada sobre tu costado, acurrucada a su almohada, con un pijama de verano que dejaba ver gran parte de tus muslos, y tus pechos estaban a punto de escaparse de la fina camiseta de tirantes. No podías estar más preciosa. Blas notaba su erección formarse mientras se aflojaba la corbata y se quitaba los zapatos con cuidado de no hacer ruido. Una de tus manos se apoyaba en tu labio inferior. Tu boca entreabierta le estaba conduciendo a la locura.
Cuando se quedó en ropa interior, que era como solía dormir, tu novio se tumbó suavemente en la cama detrás de ti.
No fue hasta que comenzó a acariciar tu cadera que notaste su presencia, sin embargo, te encontrabas tan cansada que simplemente sonreíste levemente.
Su nariz estaba rozando tu pelo, estabas segura de que el aroma de tu champú estaba llenando sus fosas nasales volviéndolo loco. Sus brazos rodeándote y atrayéndote hacia sí mismo.
- Está dormidita esta muñeca… - susurró dejando claro que sabía que no era cierto. Decidiste seguir el juego y fingir seguir dormida – qué pena…
Sus caderas se adaptaron a la curva de tu culo, encajando su erección apenas contenida por la tela de su bóxer entre tus nalgas, moviéndose suavemente, como si de verdad no quisiera despertarte.
- Cariño…exhaló su aliento caliente sobre tu nuca, erizando tu piel. Él por su parte notaba perfectamente que la humedad que sentía en la punta de su miembro no era solo suya – cariño… -susurró en tu oído- tengo ganas, preciosa… ¿Puedo, mami?
Tuviste que morder fuertemente tu labio para no dejar salir un gemido al oír ese apodo por el que te llamaba cuando estaba realmente desesperado.
- Me lo voy a tomar como un sí.
Aunque no le podías ver, reconocías el sonido de sus movimientos y, sobre todo, el suspiro de alivio que soltó. Se había bajado la ropa interior y había hecho lo mismo con tus pantaloncitos cortos. Su punta estaba apoyada en una de tus nalgas, terriblemente caliente y mojada, mientras que, con su mano libre, la que no estaba acariciando tu pecho, ya libre de tu camiseta, hacía a un lado tus braguitas.
Su pulgar dibujo la línea de tu entrada, recogiendo tu excitación y haciéndole suspirar. No podías esperar a que colocase su pija en tu entrada. Por suerte, no te hizo esperar.
Entro lentamente en tu interior, viéndose asfixiado por tu estrechez y soltando el aire por la boca junto con un largo gemido en bajo.
Tú te estabas tapando la boca con todas tus fuerzas para no gemir. Era mucho más excitante continuar con el juego.
- Ay, muñeca, qué ganas tenía de estar aquí dentro tuya… no podía esperar a mañana…si no me hubieras dicho eso esta mañana me habría hecho una paja en la ducha, porque no puedo dormir con vos a mi lado tan preciosa…- dio una estocada más profunda- y no tocarme o cogerte…
Blas continuó un rato follándote de costado mientras susurraba todas las cosas sucias que normalmente no te diría, pero ahora estabas dormida ¿no?
- Sabés…eres mi gatita, y te tengo que dar mi leche todos los días, para que no pases hambre y no se me acumule… pobre gatita -gimió.
Por desgracia no pudiste más y te moviste para acelerar el ritmo de sus estocadas dolorosamente lentas y dejaste escapar un gemido agudo y muy alto.
- Blaaaaas…!!
- ¿Eh? ¿Pero la gatita estaba despierta? ¡No lo puedo creer, qué sucia…!
El fin del juego sólo significaba una cosa, sus movimientos lentos y moderados también se habían acabado. En un visto y no visto te dio la vuelta con sus grandes manos dejándote boca abajo en el colchón, se posicionó detrás de ti y tiró de tus caderas para hacerte estar a cuatro.
- Menos mal que despertó mi nena, ya la quería oír gritar…
Y vaya si te oyó gritar, te escuchó él y probablemente todo el edificio, ya que al ser verano las ventanas de vuestro piso y las de vuestros vecinos se hallaban abiertas de par en par para combatir el calor.
En esa posición notabas aún más los centímetros con los que tu novio había sido bendecido, de una forma casi dolorosa, al entrar una y otra vez en ti con brutalidad.
- Sos un puto adolescente, todo el día con la pija dura -dijiste sin poder parar de gemir.
- ¡Es culpa tuya de estar tan buena, carajo! Y encima me decís esas cosas esta mañana, y me hacés tremenda paja antes de irte a trabajar… no se vale nena.
Sabías perfectamente que mañana tendrías las marcas de sus dedos tatuadas en tus caderas, pero poco te importaba. Notabas tu orgasmo aproximarse, lo cual te obligó a cerrar los ojos con fuerza. Le hiciste un gesto con la mano sin girarte. Aunque él ya había notado por la estrechez de tu interior lo que le querías decir: Sigue con el mismo ritmo y en la misma posición o te asesino.
Él te obedeció y te agarro de ambas manos, dejándote solo sobre tus rodillas y con la espalda arqueada para poder recibir su cogida. No pasó ni un minuto cuando tu clímax llegó arrasando, haciéndote gritar y aprisionando el miembro de él de la manera más deliciosa. Esto último provocó lo inevitable.
- Me voy a venir preciosa, ¿puedo…?
No hacía falta que te dijera lo que quería, y tú también lo querías, así que, como respuesta, lanzaste tus brazos hacia atrás agarrándote a sus hombros.
Ahora fue su turno de llenar el aire con sus gritos, mucho más profundos y roncos que los tuyos, ahogando el sonido del ventilador de vuestro techo.
Blas era de los que cuando te llenaban, te llenaban. Todo su líquido caliente salía disparado manchando tus paredes de blanco, haciéndote saber todo lo que te había extrañado ese día.
Cuando lograsteis recuperar el aliento fuisteis a asearos al baño que estaba junto a vuestro cuarto. Todas las marcas que os habíais hecho mutuamente, y vuestro cabello desordenado ahora se reflejaba en el espejito bañándoos con luz fluorescente.
- Mañana nos levantamos más temprano para que nos dé tiempo, ¿ta? – dijo secándose con tu toalla.
Dios mío, ¿en qué te habías metido?
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#la sociedad de la nieve#lsdln cast#society of the snow#chiquititaresponde#blas polidori#blas polidori smut#blas polidori x reader
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Golden Slumbers - Santiago Vaca Narvaja
+18! Sub!Santi. Begging, edging, face slapping (once), (anal) fingering, marking, (un poquito de) mommy kink, orgasm denial, overstimulation, sex toy (dildo), somnofilia (en el principio), edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
La luz del sol filtrándose por la ventana ilumina los rulos de Santiago cayendo sobre la almohada, su rostro de expresión pacífica y también sus hombros desnudos, desprotegidos contra el frío. Tus dedos rozan su pómulo con suavidad, temiendo despertarlo, y cuando tu mano cubre su mejilla en un gesto de afecto jurás que persigue el contacto con tu palma.
Descubrís su cuerpo tirando de las mantas y sábanas lentamente: todavía está durmiendo en la misma posición en la que se encontraba cuando abandonaste la cama hace más de media hora, recostado sobre su lado izquierdo y con las piernas flexionadas en un ángulo que, combinado con su fijación por dormir sin ropa, lo deja enteramente expuesto.
En busca de la posición ideal tu rodilla golpea la parte posterior de su muslo y él se remueve, quejándose pero todavía profundamente dormido. Masajeás su pierna de manera superficial, rozando con las yemas de tus dedos su erección matutina que descansa entre sus muslos, y ofrecés el mismo tratamiento a su trasero –donde se conservan las marcas de tus dientes-.
Procurando hacer el menor ruido posible dejás caer una generosa cantidad de lubricante sobre tus dedos índice y medio: está frío, muy frío, pero el tiempo no está precisamente de tu lado y es por eso que los guías de inmediato hacia la pequeña entrada de tu adorable novio. Rozás su agujero y suspirás cuando su cuerpo cede para permitir el paso de un dígito.
¿Cuántas veces te encargaste de destrozarlo con tus dedos y otros objetos? No estás segura y calcularlo sería una pérdida de tiempo, pero ese es el motivo exacto por el cual te sorprende que sus paredes estén aún imposiblemente estrechas cuando succionan tu dedo con voracidad. ¿Memoria muscular? Es probable.
Igualmente sonreís con orgullo.
-¿Santi?- preguntás en voz baja luego de oírlo suspirar-. ¿Bebé?
No responde con palabras pero sí con su cuerpo, contrayéndose. Realizás pequeños movimientos ya no tan delicados con tu dedo, estimulando sus nervios de manera experta y rozando su próstata sin tener consideración por la sensibilidad que siempre lo ataca cuando lo hacés. Justo como esperabas, funciona, porque con un sonoro gemido despierta y voltea a verte.
-Buenos días, lindo- saludás-. ¿Cómo dormiste?
-Buen día- responde con voz entrecortada. Intenta continuar luego de relamer sus labios y en vez de palabras sólo puede producir gemidos, sin saber si son producto de la excitación o de la vergüenza, con sus mejillas tomando temperatura y los ojos llenándose de lágrimas por el placer que se dispara por su cuerpo, desorientándolo todavía más.
Introducís un segundo dedo y él abraza su almohada, abrumado por el repentino ardor, sujetándola como si fuera el último objeto que lo mantiene sobre la Tierra… Pero pronto se encuentra suspirando, entregándose y restando importancia a ese pasajero escozor propio de la dilatación, moviendo sus caderas provocadoramente para rogar por lo-que-sea.
-¿Sí? ¿Querés más?- preguntás con una pequeña risa.
-Por favor.
Retirás tus dedos sólo unos segundos para volver a cubrirlos con lubricante y él se queja por la sensación de vacío que lo embarga. Mueve sus muslos en busca de mayor estimulación, acción que intentás ignorar para no caer en la tentación, entre ellos su punta goteando fuera de control y haciendo brillar su piel deliciosamente. Dios, ¿por qué hace siempre lo mismo? ¿Por qué parece conocer tan bien tus puntos débiles?
Molesta por la facilidad con la que sus acciones te afectan, volvés a penetrarlo con tus dedos y Santiago se sobresalta, ya sea por el producto frío o la fuerza repentina que empleás. De igual manera la sorpresa en su rostro muta rápidamente hasta convertirse en una expresión de pura entrega, tan hermosa que resulta imposible dejar de mirarlo.
En la habitación antes silenciosa ahora sólo se oyen su respiración cada vez más profunda, el placer en su voz ronca y el sonido húmedo de tus dedos en su interior, que está cada vez más relajado pero no deja de succionar. Sus uñas arañan peligrosamente las sábanas y sus dientes torturan de la misma manera su labio inferior cuando intenta no gemir.
-¿Tenés ensayo hoy?- preguntás con tus dedos aún enterrados en lo profundo de su cuerpo. Con tu otra mano te las ingenías para esparcir el lubricante sobre el dildo en tu arnés.
Un gesto afirmativo es lo único que recibís como respuesta: Santiago es inteligente y un ávido lector, su vocabulario es impresionante y él tan elocuente, pero ahora con sólo unas cuántas caricias lograste hacerlo perder la capacidad del habla. En su mirada podés apreciar que cualquier rastro de coherencia también comienza a abandonarlo.
Rozás su piel con la punta del dildo y él se reincorpora lo suficiente para mirar. Un suspiro un tanto grave nace y se extingue en su garganta cuando nota que se trata de su dildo favorito, con el largo y ancho perfecto y la curva que roza todos los lugares que lo hacen temblar. Se deja caer sobre la almohada cuando tus dedos lo abandonan y guiás el juguete hacia su entrada.
-Respirá- indicás.
Con un movimiento de tus caderas una parte del dildo desaparece en su interior, su entrada brillante recibiéndolo sin mucha dificultad y su respiración interrumpiéndose por la repentina sensación. Empujás más mientras acariciás la zona de sus costillas y su espalda, masajeando su piel para distraerlo cuando comenzás a moverte muy lentamente.
Sus gemidos son suaves y no dejan de resonar entre las cuatro paredes, acompañados por algún que otro quejido cuando enterrás tus uñas en su cadera, dibujando marcas de fuego. Te disculpás en voz baja y él niega, restándole importancia al asunto porque es perfectamente consciente de que no es tu culpa, simplemente no podés controlarte cuando están así.
Encontrás una posición más cómoda y establecés un ritmo ideal que provoca que tu novio derrame esos sonidos hermosos por sus labios y cantidades obscenas de líquido preseminal sobre su piel. Tomás su erección caliente y pesada para jugar con su punta rosada, tu pulgar conectado a él por un hilo brillante que eventualmente se corta.
Lo sentís palpitando en tu palma y notás que sus dedos tiran de las sábanas.
-Así te gusta, ¿no?- acentuás tus palabras con una estocada.
-Sí, sí, sí.
Te gustaría reírte de su respuesta frenética pero sabés que sería hipócrita cosiderando tu verdadero estado: el otro extremo del dildo estimula tu clítoris y la sensación se agrava cuando Santiago empuja su cadera en busca de más profundidad, provocando que un gemido te delate y llame su atención. Cuando voltea a verte sus labios entreabiertos son un reflejo de los tuyos y vuelve a empujarse contra el dildo.
-Santiago.
-Perdón- dice con la voz afectada-. Es que se siente muy bien.
Sus constantes gemidos, cada vez más descontrolados, son prueba de ello.
Deslizás una mano entre sus muslos y abrazás su pierna contra tu pecho para poder controlarlo con mayor facilidad. El ángulo de tus embestidas y la cercanía lo hacen gritar de placer, sensible y cada vez más rendido, repitiendo tu nombre hasta que la palabra se vuelve incomprensible y sin importarle que los vecinos lo escuchen.
No dejás de abusar de su interior, disfrutando sus gemidos escandalosos y recorriendo con tu mano todo su cuerpo hasta aferrarte a su cintura. Cuando te detenés para posicionarte por completo en tus rodillas, sosteniéndote con ayuda de tus brazos, Santiago protesta e intentás regañarlo por ser caprichoso.
Su perfil te hipnotiza y tropezás con tus palabras porque no podés dejar de contemplar cómo sus rulos dorados brillan bajo la luz matutina o sus pupilas dilatadas que parecen oscurecer unos cuantos tonos el color de sus ojos.
Observás sus dedos contrayéndose sobre la almohada y sabés que está muriendo por tocarse. Su miembro se mueve con cada sacudida de su cuerpo y la estimulación por sí sola no es suficiente, pero el dildo llenando su interior y masajeando sus puntos más sensibles podría ser la ayuda que necesita para alcanzar el orgasmo.
Él piensa lo contrario, evidentemente, y no resiste más que unos minutos antes de preguntar:
-¿Puedo...?
-¿Qué? Hablá.
-Tocarme.
Fingís pensarlo sólo para torturarlo y sus yemas rozan tu brazo en un débil intento de convencerte. El ceño fruncido y sus respiraciones profundas, -cuyo ritmo se esfuerza por mantener-, por no mencionar la mano que coloca peligrosamente cerca de su erección necesitada de atención, te permiten saber que su orgasmo está muy cerca.
-Tocate, dale- ordenás.
Hay lágrimas en sus ojos y caen cuando comienza a masturbarse con desesperación. Los sonidos de su humedad te desconcentran por un segundo o dos, imaginando sentir el sabor de su esencia en tu boca o sus manchas en tu piel, pero te recomponés rápidamente para continuar torturándolo.
Minutos más tarde lo escuchás sollozar y bajás la mirada. Las sábanas están manchadas por el irrefrenable goteo de su punta y él tiembla.
-No podés- advertís-. ¿Escuchaste?
Se lamenta bajo tu cuerpo, sus labios temblando y sus ojos vidriosos suplicándote. Negás.
-Por favor- insiste-. Por favor, mami.
Ahogás un gemido y apartás su mano de un golpe para remplazarla con la tuya, disimulando cuando perdés el equilibrio por un instante. Algo como un gruñido de dolor llega a tus oídos cuando con tus dedos estrangulás su base, como si se tratara de ese anillo de silicona que él tanto detesta, pero permitirle el orgasmo no está en tus planes.
Tus movimientos se apagan lentamente y Santiago permanece en silencio, frustrado y consciente de que quejarse no lo llevará a ningún lugar. Dejándose manipular cuando lo recostás sobre su espalda, te observa atentamente con sus ojos aún brillando por las lágrimas.
No deja de mirar tus pechos y tu rostro.
-Sos muy hermosa- dice con un hilo de voz.
El dulce halago contrasta con su descarada acción cuando sus piernas abrazan tu cintura. Volvés a deslizarte en su interior y te dejás caer sobre su cuerpo para besarlo, retomando el ritmo previo y golpeando con más precisión todos los lugares justos.
-Vos sos hermoso- depositás un corto beso en sus labios y te separás para poder observar sus expresiones cambiar. Cierra los ojos y separa los labios cuando tus movimientos comienzan a abrumarlo, el placer nublando su mente nuevamente y volviéndolo tan sólo un vestigio de su persona.
Balbucea y cuando busca tus manos de manera desesperada sabés que otra vez está saboreando su orgasmo. También lo delatan los músculos de su abdomen tensándose y el pequeño océano del traslúcido líquido brotando de su cuerpo. Tiembla. Mucho.
Arquea la espalda cuando tus estocadas se vuelven más rudas y profundas, sollozando y rogándote por más, por menos, por cualquier cosa que estés dispuesta a ofrecerle. Tomás su miembro y por el sonido que emite sabés que no hay manera de detenerlo.
Pero de todas formas lo hacés, porque podés... Los rápidos masajes de tu mano, combinados con los giros de tu muñeca y el dildo que no deja de estimularlo internamente, lo llevan hasta el borde en un abrir y cerrar de ojos; sin embargo, cuando pronuncia "Por favor, mami" (creyendo convencerte, seguro) de manera angustiada, parás.
-Duele- llora de manera patética-. Basta.
Golpeás su mejilla y cuando lleva una mano a su rostro para masajear su piel, intentando calmar el ardor, su mueca es casi suficiente para hacerte sentir culpa. Casi. Arañás su pecho y cuando ves la fuerza con que se muerde el labio suspirás, tentada, resistiéndote.
Cuando volvés a tocarlo sus manos intentan sujetar tu muñeca y apartarte de él simultáneamente. Con movimientos descordinados y sus ojos nublados negándose a enfocar es poco lo que puede hacer, pero su mente cada vez más lejana no es consciente de ello y no te molestás en corregirlo por su comportamiento.
Esta vez le permitís gozar de su orgasmo, intenso y desbordador. Grita y suspira, sus caderas se mueven por cuenta propia contra las tuyas para profundizar todavía más la penetración, pero el no parece procesar sus propias acciones. Su semen salpica su cuerpo, su mentón, llegando hasta tus pechos y manchando también las sábanas.
Todavía no regula su respiración cuando lo obligás a recostarse sobre su estómago y te posicionás para volver a penetrarlo. Descansás tu pecho sobre su espalda cálida con la intención de inmovilizarlo y cubrís su boca con tu mano para amortiguar sus gritos, los cuales empeorás enterrando tus dientes en la piel sensible de su hombro.
El pánico transforma su rostro y el movimiento frenético con el que movés tu cuerpo sobre el suyo, buscando desesperadamente tu orgasmo, resulta demasiado para él. Sus ojos se llenan con las pesadas lágrimas que caen y humedecen las almohadas.
Intenta hablar pero tu palma dificulta la acción y descubrís su boca.
-Es mucho, no puedo.
No te importa.
La fricción constante sobre tu clítoris es intolerable en el mejor de los sentidos y su voz suplicándote se vuelve cada vez más lejana. Tus párpados luchan por cerrarse y vos batallás para no dejarlos caer, disfrutando el ver que Santiago muerde la almohada y grita contra ella.
Tus dientes rozan su hombro, su oreja y finalmente encuentran hogar en su cuello. Dejás tu huella allí, justo como hiciste en otras partes de su cuerpo, pero la diferencia es que en este sitio todo el mundo podrá ver que te pertenece.
Santiago tiembla y no necesitás ver nada más que el dulce aleteo de sus pestañas para saber que acaba de tener un orgasmo producto de la insoportable estimulación extra.
Un ruido blanco se apodera de tu audición y reposás tu frente en su espalda mientras intentás sobrellevar tu orgasmo. Tus nervios parecen ser fuego y mientras estás esforzándote por prolongarlo repetís ciertas palabras.
-Te amo- responde Santiago con voz entrecortada y aguda-. Te amo, te amo.
Sonreís contra su piel cuando por fin procesás sus palabras, con los últimos destellos de tu clímax desvaneciéndose y amenazando con dejarte estúpida.
Tu respiración es calmada, pero tus pulsaciones todavía no disminuyen y creés oír tus latidos justo en tus oídos. Intentás ignorar la molesta sensación y besás los hombros de tu novio para distraerte.
-¿Estás bien?- pregunta.
-Un poco cansada, creo. ¿Vos estás bien?- peinás su cabello con cariño-. ¿Fue mucho?
-Estuvo perfecto- te sonríe.
Santiago no hace comentario alguno sobre el pequeño detalle de que lo estás usando como colchón, satisfecho con sentirte y brindarte un poco de estabilidad una vez terminado el acto.
Ninguno quiere separarse del otro y cuando insistis en besar su mejilla juguetonamente finge molestia. Mordés su piel sin fuerza.
-¿Me vas a seguir dejando marcas?
-Sí- contestás como si fuera obvio-. ¿Por?
-Yo también quiero marcarte.
Besas su pómulo y luego su cabello.
-Más tarde- prometés.
Él sonríe.
Luego de unos inconvenientes técnicos que retrasaron la publicación, ✨Sub!Santi✨. Un dato de color sobre esta historia es que elegí el título por las fotos que usé y después surgió la idea de la somnofilia, todo conectado sin que lo haya planeado ¿? Espero hayan disfrutado la lectura ♡
taglist: @madame-fear @creative-heart @chiquititamia @delusionalgirlplace @recaltiente @lastflowrr @llorented ♡
#deep inside - love letters#santi vaca narvaja#santiago vaca narvaja#santiago vaca narvaja smut#santiago vaca narvaja x reader#lsdln cast#lsdln smut#lsdln x reader
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SI LAS MUJERES ENTENDIERAN. Si las mujeres entendieran que los hombres también tenemos miedos, pero sin tanto permiso para mostrarlos. Que hay emoción en el ruido de un motor o en el grito de un gol. Que valoramos mucho más el exceso de sonrisas que tres kilos menos. Lo abrumador de ser el sostén económico de una familia. Lo que es tener que ser valiente, poderoso y exitoso a toda hora. Lo molestas que son las comparaciones con “el marido/novio de”. La necesidad que tenemos de un abrazo que no siempre sabemos pedir. Lo difícil que es comprender lo que nunca nos han enseñado. Las lágrimas que no nos animamos a llorar. El poder que tienen sobre nosotros. Que también pasamos noches sin dormir. Que necesitamos silencio como ustedes charla. Que no andamos por la vida pensando en cómo lastimarlas. Que somos más débiles de lo que nuestra altura y músculos dirían. Que sacar lo mejor o peor de nosotros está en sus manos. Que pensamos y razonamos diferente. Que sentimos muy parecido. Que demostramos sentimientos como podemos o como aprendimos. Si las mujeres entendieran todo esto, si lograran mirar más allá de algunos olvidos, si se dieran cuenta de que no hay todos o ninguno, si pudiesen sentir que para nosotros la mejor demostración de amor es habernos elegido, si las mujeres bajaran un poquito la guardia, los reproches y tantos reclamos, si pudieran incrementar las sonrisas, los brindis y la picardía y si nos dejaran hacer sin tanto mandato ni expectativa, comprenderían que son lo que le da sentido a nuestras vidas. Como mujeres, novias, madres, hijas, hermanas o amigas. Al final del día, donde se acaban las bromas, donde no hay público ni formas, donde solo queda un hombre y sus latidos, ahí están ustedes... con el que cada una eligió.
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Ayer alguna persona, me pregunto, y porque no escribiste algo relacionado con el dia del hombre, y pensé que alguien más debería de hacerlo, y deberían de escribirnos unas letras a los hombres, pero eso no se dio, ssi que hoy recordé un texto que dice lo siguiente:
SI PUDIÉRAMOS ENTENDER...
- Que los hombres también tienen miedos, pero sin tanto permiso para mostrarlos.
- Que hay emoción en el ruido de un motor o en el grito de un gol.
- Que valoran mucho más el exceso de sonrisas que tres kilos menos.
- Lo abrumador de ser el sostén económico de una familia.
- Lo que es tener que ser valiente, poderoso y exitoso a toda hora.
- Lo molestas que son las comparaciones con “el marido de o el novio de”.
- La necesidad que tienen de un abrazo que no siempre saben pedir.
- Lo difícil que es comprender lo que nunca les han enseñado.
- Las lágrimas que no se animan a llorar.
- El poder que tenemos sobre ellos.
- Que ellos también pasan noches sin dormir.
- Que necesitan silencio como nosotras charla.
- Que no andan por la vida pensando en cómo lastimarnos.
- Que son más débiles de lo que su altura y músculos dirían.
- Que sacar lo mejor o peor de ellos está en nuestras manos.
- Que piensan y razonan diferente.
- Que sienten muy parecido.
- Que demuestran sentimientos como pueden, o como aprendieron...
Si entendiésemos todo esto, si lográsemos mirar más allá de algunos olvidos, si nos diéramos cuenta de que no hay todos o ninguno, si pudiésemos sentir que para ellos la mejor demostración de amor es habernos elegido, si las mujeres bajáramos un poquito la guardia, los reproches y tantos reclamos; si pudiéramos incrementar las sonrisas, los brindis y la picardía y si los dejáramos hacer sin tanto mandato ni expectativa, comprenderíamos que somos lo que le da sentido a sus vidas.
Y al final del día, donde se acaban las bromas, donde no hay público ni formas, donde solo queda un hombre y sus latidos, ahí estamos, con el que cada quien eligió.
Autor: Jess Browne
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I'm going to throw this here and walk away slowly. 🚶♀️ See you soon :V
(Dormir es para los débiles😴 c duerme)
A ver, di Umai ahora :V
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Only me
El dolor que siento me duele hasta al amanecer , No es un dolor normal es uno emocional , Cuál hasta los más valientes se vuelven débiles al tenerlo , Un dolor que ni mill palabras pueden describir , El tipo de dolor que sientes que tu cabeza solo es azul .
Porque los humanos debemos sufrir? Será que somos tan vacíos que nos toca inventar nuestros sufrimientos , Pero mi dolor no se siente inventado si no muy real.
Quiero llorar no de manera normal , Si no descomunal que hasta la misma luna sienta simpatía por mí y mi dolor , La luna me mira con dolor al ver lo que sufro por él siempre hecho de ser yo , La muerta me admira y por eso no me deja en paz y quiere que piense que quiero estar con ella , El amor me odia y por eso no me da un amor que en verdad me pueda amar con tranquilidad.
Odio no poder vivir con tranquilidad , Solo quisiera poder dormir y jamás despertar , Quisiera olvidar como sus sucias manos me tocaron y me quitó el respeto que tenía en mí , Solo por ser un pedaso de carne para el , solo por eso me dejó con un dolor infinito sin acabar sin importar cuánto me corté y odie no podré olvidar , Tristeza siempre sentiré y tristeza seré .
Dolor en alma
#kate moss#13 reasons why#american beauty#hannah baker#lana del ray aesthetic#lana del ray aka lizzy grant#español#lana del rey#arsthetic#lux lisbon#sad poetry#sad poem
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SI LAS MUJERES ENTENDIERAN
Si las mujeres entendieran… que los hombres también tenemos miedos, pero sin tanto permiso para mostrarlos.
Que hay emoción en el ruido de un motor o en el grito de un gol.
Que valoramos mucho más el exceso de sonrisas que tres kilos menos.
Lo que es tener que ser valiente, poderoso y exitoso a toda hora.
Lo molestas que son las comparaciones con “el marido/novio de”.
La necesidad que tenemos de un abrazo que no siempre sabemos pedir.
Lo difícil que es comprender lo que nunca nos enseñaron.
Las lágrimas que no nos animamos a llorar.
El poder que tienen sobre nosotros.
Que nosotros también pasamos noches sin dormir.
Que necesitamos que aveces también nos escuchen.
Que somos más débiles de lo que uds creen.
Que sacar lo mejor o peor de nosotros está en sus manos.
Que pensamos y razonamos diferente.
Que sentimos muy parecido.
Que demostramos nuestros sentimientos y aveces no lo notan.
Si las mujeres vieran todo esto, si lograrán mirar más allá de algunos olvidos, si se diéran cuenta de que no hay todos o ninguno, si pudieran sentir que para nosotros la mejor demostración de amor es habernos elegido, si las mujeres bajáran un poquito la guardia, los reproches y tantos reclamos, si pudiéran incrementar las sonrisas, los brindis y la picardia, comprenderian que son lo que nos da sentido a nuestras vidas.
Como mujeres, novias, madres, hijas, hermanas o amigas.
Al final del día, donde se acaban las bromas, donde no hay público ni formas, donde solo queda un hombre y sus latidos, ahí están uds... con el que cada una eligió.
—-☮️
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No había podido dormir, desde que se encontraba ahí viviendo en el palacio bajo la protección del rey de Wessex, trataba de mostrar su lugar. No era cualquier persona, era la Lady de Bebbanburg, la real heredera. Su tío quería robarle sus tierras, sus títulos. Y odiaba que ni siquiera quisieran tenerla en cuenta por tratarse de ser mujer, pero pelearía por ello. Ahora debía de ganarse la confianza del rey de Wessex, y lo único que lograba era sacarla de sus casillas porque no la valoraba por tratarse de ser una pagana. Estaba afuera observando a Leofric pelear cuando se levantó, frunciendo el ceño. “¿Eso es lo mejor que puedes hacer, grandote?” preguntó pidiendo que le dieran una espada para comenzar a pelear con él, demostrando que tenía muchos puntos débiles, tal como le estaba mostrando a los sajones. “Si quieren ganarle a los daneses, necesitarán más que eso” no se había percatado de que Alfred estaba ahí hasta que terminó por llamarla. Uhtreda soltó un suspiro y al final terminó dejar la espada caer al piso, caminando detrás suyo hasta dirigirse al salón, aquel famoso salón que siempre la llevaba para gritarle. “¿Ahora que mierda hice?” preguntó. No se caracterizaba por tener un buen lenguaje pero luchaba por mostrar que no debían de verla como una mujer, o alguien frágil, ella podría ser igual de buena guerra o mucho mejor que cualquiera. @siihtric
#( ╳┊❝ Int: Uhtreda of Bebbanburg ❞. )#ooc: HAHAHAHAHA no puedo tomarme esto en serio si se llama así xd#( ╳┊❝ Pairing: Uhtreda & Alfred ❞. )
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"El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. A las cuatro de la madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras de Francia, se levantaba del catre y salía al campo, llevando hasta el pasto la media docena de cerdas de cuya fertilidad se alimentaban él y la mujer.
Vivían de esta escasez mis abuelos maternos, de la pequeña cría de cerdos que después del desmame eran vendidos a los vecinos de la aldea. Azinhaga era su nombre, en la provincia del Ribatejo. Se llamaban Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha esos abuelos, y eran analfabetos uno y otro. En el invierno, cuando el frío de la noche apretaba hasta el punto de que el agua de los cántaros se helaba dentro de la casa, recogían de las pocilgas a los lechones más débiles y se los llevaban a su cama.
Debajo de las mantas ásperas, el calor de los humanos libraba a los animalillos de una muerte cierta. Aunque fuera gente de buen carácter, no era por primores de alma compasiva por lo que los dos viejos procedían así: lo que les preocupaba, sin sentimentalismos ni retóricas, era proteger su pan de cada día, con la naturalidad de quien, para mantener la vida, no aprendió a pensar mucho más de lo que es indispensable.
Ayudé muchas veces a éste mi abuelo Jerónimo en sus andanzas de pastor, cavé muchas veces la tierra del huerto anejo a la casa y corté leña para la lumbre, muchas veces, dando vueltas y vueltas a la gran rueda de hierro que accionaba la bomba, hice subir agua del pozo comunitario y la transporté al hombro, muchas veces, a escondidas de los guardas de las cosechas, fui con mi abuela, también de madrugada, pertrechados de rastrillo, paño y cuerda, a recoger en los rastrojos la paja suelta que después habría de servir para lecho del ganado.
Y algunas veces, en noches calientes de verano, después de la cena, mi abuelo me decía: "José, hoy vamos a dormir los dos debajo de la higuera". Había otras dos higueras, pero aquélla, ciertamente por ser la mayor, por ser la más antigua, por ser la de siempre, era, para todas las personas de la casa, la higuera.
Más o menos por antonomasia, palabra erudita que sólo muchos años después acabaría conociendo y sabiendo lo que significaba. En medio de la paz nocturna, entre las ramas altas del árbol, una estrella se me aparecía, y después, lentamente, se escondía detrás de una hoja, y, mirando en otra dirección, tal como un río corriendo en silencio por el cielo cóncavo, surgía la claridad traslúcida de la Vía Láctea, el camino de Santiago, como todavía le llamábamos en la aldea.
Mientras el sueño llegaba, la noche se poblaba con las historias y los sucesos que mi abuelo iba contando: leyendas, apariciones, asombros, episodios singulares, muertes antiguas, escaramuzas de palo y piedra, palabras de antepasados, un incansable rumor de memorias que me mantenía despierto, al mismo que suavemente me acunaba.
Nunca supe si él se callaba cuando descubría que me había dormido, o si seguía hablando para no dejar a medias la respuesta a la pregunta que invariablemente le hacía en las pausas más demoradas que él, calculadamente, le introducía en el relato: "¿Y después?".
Tal vez repitiese las historias para sí mismo, quizá para no olvidarlas, quizá para enriquecerlas con peripecias nuevas. En aquella edad mía y en aquel tiempo de todos nosotros, no será necesario decir que yo imaginaba que mi abuelo Jerónimo era señor de toda la ciencia del mundo.
Cuando, con la primera luz de la mañana, el canto de los pájaros me despertaba, él ya no estaba allí, se había ido al campo con sus animales, dejándome dormir. Entonces me levantaba, doblaba la manta, y, descalzo (en la aldea anduve siempre descalzo hasta los catorce años), todavía con pajas enredadas en el pelo, pasaba de la parte cultivada del huerto a la otra, donde se encontraban las pocilgas, al lado de la casa.
Mi abuela, ya en pie desde antes que mi abuelo, me ponía delante un tazón de café con trozos de pan y me preguntaba si había dormido bien. Si le contaba algún mal sueño nacido de las historias del abuelo, ella siempre me tranquilizaba: "No hagas caso, en sueños no hay firmeza".
Pensaba entonces que mi abuela, aunque también fuese una mujer muy sabia, no alcanzaba las alturas de mi abuelo, ése que, tumbado debajo de la higuera, con el nieto José al lado, era capaz de poner el universo en movimiento apenas con dos palabras. Muchos años después, cuando mi abuelo ya se había ido de este mundo y yo era un hombre hecho, llegué a comprender que la abuela, también ella, creía en los sueños.
Otra cosa no podría significar que, estando sentada una noche, ante la puerta de su pobre casa, donde entonces vivía sola, mirando las estrellas mayores y menores de encima de su cabeza, hubiese dicho estas palabras: «El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir». No dijo miedo de morir, dijo pena de morir, como si la vida de pesadilla y continuo trabajo que había sido la suya, en aquel momento casi final, estuviese recibiendo la gracia de una suprema y última despedida, el consuelo de la belleza revelada.
Estaba sentada a la puerta de una casa, como no creo que haya habido alguna otra en el mundo, porque en ella vivió gente capaz de dormir con cerdos como si fuesen sus propios hijos, gente que tenía pena de irse de la vida sólo porque el mundo era bonito, gente, y ése fue mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias, que, al presentir que la muerte venía a buscarlo, se despidió de los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y llorando porque sabía que no los volvería a ver".
—José Saramago, discurso de recepción del Nobel de Literatura en el año 1998.
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¿Legalidad o permisividad?
Pero ahora, ya que conocéis a Dios o, más bien, que sois conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. (Gálatas 4:9-10).
Pablo pregunta: ¿Por qué os ponéis de nuevo bajo la Ley, ahora que habéis sido traídos a la libertad que hay en Cristo Jesús?. La Palabra de Dios deja muy claro que el cristiano ha de ser controlado por la gracia y no por la Ley. Hay muchos malentendidos sobre la aplicación de la gracia a la vida cristiana. Uno que es prevalente hoy día es que la gracia realmente significa que no hay control para nada. Su idea es que usted puede hacer cualquier cosa que quiera en la gracia. Si usted está bajo la gracia, no está bajo ninguna norma o regulación; usted sólo hace lo que le place, y nada puede detenerle. Éste es un malentendido muy común acerca de la gracia, y está muy lejos de la verdad.
En la vida cristiana hay dos extremos: legalidad y permisividad; y al diablo no le importa mucho, en realidad, hacia cuál empujarle. Si puede arrastrarle a cualquiera de los dos, su vida está arruinada en lo que se refiere a su utilidad para Dios. Pero la gracia representa el camino intermedio que discurre justo entre los dos extremos. La permisividad es la ausencia de ley; es anarquía; es decir: Soy libre para hacer cualquier cosa que quiera; no hay límites a mi gratificación. Si quiero hacer algo que la Biblia dice que está mal, bueno, no estoy bajo la Ley sino bajo la gracia, y puedo seguir adelante y hacerlo. Esto es permisividad, y está mal. En el otro extremo, está la legalidad. Nuestro problema es que, para escapar de la permisividad, a veces rebotamos en la legalidad. Sentimos los remordimientos de conciencia que vienen de vivir una vida salvaje, libre y sin trabas, y reaccionamos con legalidad. Nos imponemos a nosotros mismos leyes, reglas rígidas, largas listas de prohibiciones que nos impiden hacer cualquier cosa que no sea comer, dormir y leer la Biblia.
Hay muchos que piensan equivocadamente que los estándares de la gracia son mucho más bajos que los estándares del legalismo. Los verdaderos cristianos, dicen algunos, nunca fuman, ni bailan, ni van al cine, ni juegan a las cartas, ni beben. Y, como usted a veces ve que algunos que dicen que viven bajo la gracia hacen estas cosas, eso prueba que los estándares de la gracia son más bajos que los de la Ley. En realidad, es lo contrario. Según la Palabra de Dios, estos actos externos son un pecado mucho menos grave, si es que son pecado, que los malvados pecados internos del espíritu que los legalistas casi invariablemente permiten en sus vidas. Los criterios legalistas siempre tienen que ver con acciones externas. Siempre que usted pueda mantener la apariencia externa de su vida ajustada a una norma o parámetro determinados, puede considerarse espiritual. Pero, la gracia va más allá de las acciones externas; va al corazón, y dice que el corazón debe ser recto también. Los criterios de la gracia se preocupan de aquellas actitudes internas que crean el acto externo. El legalismo nunca puede subir a ese nivel. Sólo se preocupa de unas cuantas cosas externas visibles para los demás, pero el corazón puede ser repugnante y malvado, lleno de calumnia, malicia, amargura, chismorreo y todas las otras obras de la carne.
Padre, gracias por las riquezas de gracia que tengo en Cristo Jesús. Oro para que mi corazón pueda despertar a las riquezas de la gracia y que pueda ser animado a hacer las cosas que verdaderamente te complacen.
Aplicación a la vida ¿Cómo puedo ordenar mi vida de modo que mi comportamiento externo se base en la dependencia de la gracia de Dios?
(Ray Stedman).
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Estoy triste, te extraño
La verdad no se porque tomaste la decisión de alejarte de mi, si lo que teníamos era tan real. Era sano, era tranquilo, era pacífico lo era todo.
Era esa sensación de saber que aunque no habláramos siempre, cuando uno de los dos llamaba el otro respondía. Sabíamos que estábamos ahí, el uno para el otro. Siempre.
Y si di todo de mi, ¿Porqué no hiciste lo mismo?
¿Que hice para que me trataras así?
Sabiendo por lo que había pasado, cuando te conté sobre todas aquellas personas que me traicionaron, todas esas tardes de silencios cómodos.
A veces no se si debería recordar los momentos buenos por que no se si podré soportar el dolor de saber que ya no va a pasar. Que ya nunca me vas a abrazar al dormir, que eras la única persona con la que sentía lo suficientemente cómoda para eso.
Te lloro y te duelo como si hubieras muerto, por que eso es lo que hago. Con las personas que me lastiman a ese grado las tengo que eliminar de mi vida; presente, pasada y futura. Por que si no lo hago, el vacío que tu compañía dejo se vuelve intolerable. Arde y no me deja respirar.
Tal vez te fuiste por que no fui capaz de amarte de la manera que tu querías que lo hiciera, pero te amé, oh cómo te amé. Y siento que te seguiré amando incluso cuando te odie. Por que se que en el fondo no eres una mala persona.
Me lastimaste como muchos lo han hecho, pero tu herida duele más todas las demás, conocías mis puntos débiles, aquellos que te mostré cuando más débil estaba. Los marcaste con plumón permanente para cuando quisieras irte. Y en cuanto tuviste tu oportunidad clavaste una aguja en cada marca. Una aguja por que un cuchillo es difícil de ocultar, y yo lo hubiera visto venir.
Tal vez me equivoco, pero como voy a saberlo si nunca me darás una explicación.
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La iglesia si tiene la culpa
Cuando una persona abandona su iglesia, muchas personas dicen que fue porque se rindió, que su vista no estaba puesta en Dios si no en los hombres, que probablemente era una persona inmadura espiritualmente, que era una persona rebelde, que no se dejaba ayudar y si probablemente hay algo de razón en eso, pero la iglesia también tiene la culpa.
Porque en el lenguaje cristiano, la iglesia es el cuerpo y cada uno de nosotros sus miembros y si un miembro esta dolido en teoría el trabajo de los otros miembros seria avisarse el uno al otro que hay un miembro con problemas y juntos empezar a tratar ese problema, si ese problema no se trata, eventualmente afectara otros miembros y poco a poco empezara a dañar todo el cuerpo.
Pero lamentablemente muchas de las iglesias no son cuerpos funcionales, los miembros no tienen comunicación ni seguimiento y constantemente entran y salen personas como si fuera un androide al que se le remplaza un ojo cuando deja de funcionar, o se le quita la pierna dañada y al siguiente domingo hay otra mejor, un flujo constante de miembros, el cuerpo en teoría sigue funcionando pero habría que cuestionar si esa fuga constante de miembros descompuestos no es el origen de un problema mayor.
Si lo importante de una iglesia no son sus miembros, ¿que es lo importante entonces?, ¿las actividades?, ¿la apariencia?, ¿el crecimiento?, primera de corintios 12 nos dice que los miembros mas débiles son los mas necesarios, las partes menos honrosas son las que mejor vestimos, nos recuerda que si un miembro sufre todos sufrimos con el y si un miembro es honrado todos nos regocijamos con el, cada parte del cuerpo es importante y necesita un cuidado.
Pero para el cuidado del cuerpo se necesitan hábitos, programas y una cultura enfocada a cuidarlo, no solo a decorarlo o mantenerlo activo, ¿porque de que sirve un cuerpo activo si no es un cuerpo sano?, un atleta dopado puede perfectamente desempeñar su labor, pero eso no quiere decir que sea un atleta en sus mejores condiciones, en cualquier momento le puede dar un ataque al corazón en plena carrera.
Y las iglesias muchas veces son cuerpos dopados, llenos de esteroides compitiendo por ser las mas grandes y geniales, las que tienen mas actividades, las mas alegres y ruidosas, pero no son sanas y sus miembros por dentro están hinchados, deteriorados y cansados.
Miembros que están luchando con la tentación, con problemas en sus noviazgos, con problemas en sus matrimonios, miembros que tratan de comunicar que se sienten mal, pero muchas veces no hay una cultura de cuidado y solo les recetan una aspirina y que se vayan a dormir temprano porque el domingo hay que madrugar para poder servir.
No hay una cultura de escuchar, aconsejar, exhortar y dar seguimiento, mas bien los miembros se dañan entre si con chismes y rumores, infecciones que contagian a otros miembros, virus como la indiferencia, o minimizar los problemas, no darles la atención necesaria, preocuparse mas por quien va a tocar la batería o a quien le tocaba hablar sobre la ofrenda en lugar de sentarse y de verdad escuchar al miembro dolido.
Se necesita ese grupo de glóbulos blancos, capacitados, entrenados, sensibles y empáticos que combatan las infecciones del cuerpo, que de verdad escuchen y hablen menos, enfocados en los miembros y no en las actividades, que le den la importancia a cada problema, que de verdad sufran con los que sufren, que sean cautelosos y traten los problemas con seriedad y respeto.
También se necesita que los propios miembros se comuniquen y sean honestos ¿porque como va a saber el oido derecho que el oido izquierdo tiene dolor, si el oido izquierdo no lo comunica?, se necesita una cultura de libertad para decir lo que nos duele, lo que nos molesta, lo que nos entristece, necesitamos hablarlo, buscar consejo y recibir ese consejo, porque también no hay nada mas egoísta que un miembro que no comunica que tiene dolor, porque al no comunicarlo está afectando a todo el resto del cuerpo.
En resumen, necesitamos iglesias que de verdad se preocupen por el bienestar de su cuerpo y miembros que tengan la libertad de comunicar si algo anda mal, porque no hay nada mas trágico que provocar que un miembro del cuerpo se tenga que amputar por falta de cuidado y atención, todos los miembros fallaron, todo el cuerpo fallo.
"Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno individualmente un miembro de él." -1 Corintios 12:27
- Ramiro M.
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Uno de los más grandes novelistas del siglo XX. Ganador del Premio Nobel en el año 1998.
Novelas recomendadas: "Ensayo sobre la ceguera", "Todos los nombres", "Memorial del convento" y "El año de la muerte de Ricardo Reis".
Esta es la primera parte de su discurso cuando recibió el Nobel de Literatura por parte de la Academia Sueca en el año 1998.
El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. A las cuatro de la madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras de Francia, se levantaba del catre y salía al campo, llevando hasta el pasto la media docena de cerdas de cuya fertilidad se alimentaban él y la mujer.
Vivían de esta escasez mis abuelos maternos, de la pequeña cría de cerdos que después del desmame eran vendidos a los vecinos de la aldea. Azinhaga era su nombre, en la provincia del Ribatejo. Se llamaban Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha esos abuelos, y eran analfabetos uno y otro. En el invierno, cuando el frío de la noche apretaba hasta el punto de que el agua de los cántaros se helaba dentro de la casa, recogían de las pocilgas a los lechones más débiles y se los llevaban a su cama.
Debajo de las mantas ásperas, el calor de los humanos libraba a los animalillos de una muerte cierta. Aunque fuera gente de buen carácter, no era por primores de alma compasiva por lo que los dos viejos procedían así: lo que les preocupaba, sin sentimentalismos ni retóricas, era proteger su pan de cada día, con la naturalidad de quien, para mantener la vida, no aprendió a pensar mucho más de lo que es indispensable.
Ayudé muchas veces a éste mi abuelo Jerónimo en sus andanzas de pastor, cavé muchas veces la tierra del huerto anejo a la casa y corté leña para la lumbre, muchas veces, dando vueltas y vueltas a la gran rueda de hierro que accionaba la bomba, hice subir agua del pozo comunitario y la transporté al hombro, muchas veces, a escondidas de los guardas de las cosechas, fui con mi abuela, también de madrugada, pertrechados de rastrillo, paño y cuerda, a recoger en los rastrojos la paja suelta que después habría de servir para lecho del ganado.
Y algunas veces, en noches calientes de verano, después de la cena, mi abuelo me decía: "José, hoy vamos a dormir los dos debajo de la higuera". Había otras dos higueras, pero aquélla, ciertamente por ser la mayor, por ser la más antigua, por ser la de siempre, era, para todas las personas de la casa, la higuera.
Más o menos por antonomasia, palabra erudita que sólo muchos años después acabaría conociendo y sabiendo lo que significaba. En medio de la paz nocturna, entre las ramas altas del árbol, una estrella se me aparecía, y después, lentamente, se escondía detrás de una hoja, y, mirando en otra dirección, tal como un río corriendo en silencio por el cielo cóncavo, surgía la claridad traslúcida de la Vía Láctea, el camino de Santiago, como todavía le llamábamos en la aldea.
Mientras el sueño llegaba, la noche se poblaba con las historias y los sucesos que mi abuelo iba contando: leyendas, apariciones, asombros, episodios singulares, muertes antiguas, escaramuzas de palo y piedra, palabras de antepasados, un incansable rumor de memorias que me mantenía despierto, al mismo que suavemente me acunaba.
Nunca supe si él se callaba cuando descubría que me había dormido, o si seguía hablando para no dejar a medias la respuesta a la pregunta que invariablemente le hacía en las pausas más demoradas que él, calculadamente, le introducía en el relato: "¿Y después?".
Tal vez repitiese las historias para sí mismo, quizá para no olvidarlas, quizá para enriquecerlas con peripecias nuevas. En aquella edad mía y en aquel tiempo de todos nosotros, no será necesario decir que yo imaginaba que mi abuelo Jerónimo era señor de toda la ciencia del mundo.
Cuando, con la primera luz de la mañana, el canto de los pájaros me despertaba, él ya no estaba allí, se había ido al campo con sus animales, dejándome dormir. Entonces me levantaba, doblaba la manta, y, descalzo (en la aldea anduve siempre descalzo hasta los catorce años), todavía con pajas enredadas en el pelo, pasaba de la parte cultivada del huerto a la otra, donde se encontraban las pocilgas, al lado de la casa.
Mi abuela, ya en pie desde antes que mi abuelo, me ponía delante un tazón de café con trozos de pan y me preguntaba si había dormido bien. Si le contaba algún mal sueño nacido de las historias del abuelo, ella siempre me tranquilizaba: "No hagas caso, en sueños no hay firmeza".
Pensaba entonces que mi abuela, aunque también fuese una mujer muy sabia, no alcanzaba las alturas de mi abuelo, ése que, tumbado debajo de la higuera, con el nieto José al lado, era capaz de poner el universo en movimiento apenas con dos palabras. Muchos años después, cuando mi abuelo ya se había ido de este mundo y yo era un hombre hecho, llegué a comprender que la abuela, también ella, creía en los sueños.
Otra cosa no podría significar que, estando sentada una noche, ante la puerta de su pobre casa, donde entonces vivía sola, mirando las estrellas mayores y menores de encima de su cabeza, hubiese dicho estas palabras: «El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir». No dijo miedo de morir, dijo pena de morir, como si la vida de pesadilla y continuo trabajo que había sido la suya, en aquel momento casi final, estuviese recibiendo la gracia de una suprema y última despedida, el consuelo de la belleza revelada.
Estaba sentada a la puerta de una casa, como no creo que haya habido alguna otra en el mundo, porque en ella vivió gente capaz de dormir con cerdos como si fuesen sus propios hijos, gente que tenía pena de irse de la vida sólo porque el mundo era bonito, gente, y ése fue mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias, que, al presentir que la muerte venía a buscarlo, se despidió de los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y llorando porque sabía que no los volvería a ver".
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Tantos hablando de la lista enorme de cosas que aman, pero ignoran que hay que odiar muchas otras para poder amar esas....
MI LISTA DE ODIO
Odio el bullicio, aunque irónicamente amo el heavy metal.
Odio la gente que grita mucho o habla muy fuerte, quizás porque hacen aún más fuertes los gritos en mi cabeza.
Odio la gente egocéntrica, que tan perdido hay que estar para considerarse tan especial entre otros 8 billones de espécimenes 98% idénticos a vos.
Odio las personas que se convencen de que son victimas, talvez por eso aveces me odio tanto.
Odio la gente que solo habla de sus problemas, amigx no me interesa si pudiste dormir o no, hablame de tu más oscuro deseo...
Odio la guerra, puede que eso me haga una pacifista más, pero no le veo sentido a invertir fondos absurdamente enormes en ver cómo otros se matan por ideas de ricos.
Odio hablar con mucha gente, tener mi chat lleno y preocuparme por responder a todos, vaya infierno social moderno.
Odio la sobrepoblación, que hay de bello en que mujeres de poca edad tengan en promedio 6 hijos solo porque les dan dinero por cada hijo que tengan.
Odio el consumismo, aunque claro, no puedo evitar gastar en Navidad.
Odio los falsos artistas, convierten el tesoro humano en chiste.
Odio el sueño promedio ("una casa, un auto, un trabajo de oficina estable, una pensión de anciano, un par de hijos, y una rutina monótona"), que desgracia más terrible morir sin haber vivido.
Odio a los talentosos, les tengo envidia.
Odio a los ricos, podrían alimentar masas.
Odio a los populares, vacíos modelos a seguir.
Odio el conflicto, aunque constantemente fantaseo con él.
Odio el sarcasmo, nunca lo supe usar.
Odio la religión, es el opio del pueblo.
Odio a los conservadores, vivan y dejen vivir.
Odio estar enamorada, me hace sentir tan bien que me confunde.
Odio cuando hace mucho calor, solo quiero dormir.
Odio cuando hace mucho frío, solo quiero dormir...
Odio los colores neon, porque se supone que son bonitos.
Odio los dramas, tan predecibles.
Odio a los machitos, ¿que se supone que los hace mejores?
Odio a las mujeres que se dejan usar por otros, me recuerdan tanto a mi.
Odio las pestañas postizas, tan plásticas y falsas.
Odio a los insoportables, de allí su nombre, no?
Odio a los conformistas, por ellos el mundo es como es.
Odio a los violentos, tus traumas no son problema de los débiles.
Odio a los débiles, terminan siendo daño colateral, nadie debería serlo.
Odio a la gente misteriosa, me gusta poder leer claramente.
Odio a los que no tienen identidad, es incómodo ver tantas personas diferentes cuando creo conocer una.
Odio el "tengo la razón para ser mayor", tener más canas no te hace más maduro o más sabio, solo más experimentado. No son lo mismo.
Odio a los que odian a los diferentes, el mundo es de los diferentes.
Odio a los que odian a los animales, ellos son los superiores no al revez.
Odio a los que odian a la naturaleza, por ella vives aweonao.
Odio a los que se visten ajustado, ¿porque se torturan?
Odio los tacones, son asesinos potenciales.
Odio los gorros deportivos, detesto como se ven en mi.
Odio la gente que habla por hablar, nuestro único poder y lo desperdiciamos.
Odio la gente prejuiciosa, ¿acaso creen que se ahorran tiempo?
Odio la gente que romantiza la toxicidad, lo romántico es romántico en esencia, la paz lo es, la vida lo es, la muerte lo es, el amor lo es, el odio lo es...
Odio la gente que cree que el dinero lo es todo, la verdad te hará libre, el amor te hará ciego, la vida te hará feliz.
Odio a los manipuladores, el peor enemigo para alguien manipulable.
Odio, odio, odio y odienme por ello. Pero si lo hacen no seran mejores que yo.
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EL ASILO
Una blanquecina figura con más pretextos que recuerdos se acerca a cada uno de ellos, raspando arenilla con las suelas, vigilando los minutos que le faltan para cumplir con su tarea. Tiene en sus manos, indiferentes, manos cotidianas pero ajenas a cualquier paisaje que hayan visto los huéspedes de aquel lugar, algunas pastillas de colores que todos deberían aceptar sin pretexto. Éstas sombras sin rostros familiares pasarán a su lado, dejando una estela de soles de invierno, un placebo y nada más.
Pocos miran esa posada detenidamente, que alberga pieles de pasas y recuerdos enmarañados, aunque sus ventanales dejan ver más que sollozos.
La muerte y la añoranza se reúnen frente a mi ventana, las mueve un titiritero con cadenas de monedas. Qué negocio imprescindible el que escogió aquel ruin!
?Cuánto cuesta vivir, podría preguntarle a los enfermeros?
Pero no serían capaces de responder, tampoco me gustaría saberlo.
Las visitas se presentan con culpa y gratitud, han sido engendrados por aquellos, que hoy tejen un entramado de recuerdos,con dedos cansados. Tal vez esa lana nunca toque el cuerpo de alguien más, tal vez nunca terminen su obra. Caen las fichas de un bingo premonitorio, nadie a ganado la partida, nadie recoje las fichas tampoco.
Las noticias de ayer se oyen desde la vereda, tal vez sea el mejor destino la sordera. Tal vez se apaguen los receptores paulatinamente, como mecanismo de defensa para el que prefiere no escuchar los desafortunados informes. Tampoco negaría que funcionen como telón de fondo para ocupar los versos de aquellos que no están.
Las almas se evaporan lentamente, se condensan en el techo despintado y caen en cuenta gotas, cada vez ocupan menos volumen en aquellos que no la ven escaparse.
La carne se abraza al hueso, parece tener miedo de desprenderse, dejando a la vista una percha frágil, roída por los años. Los latidos son débiles pero alcanzan a empujar otro aliento de vida.
?Cómo explicarles que no es cierto que el tiempo por pasado fue mejor, cuando sólo se saborea un presente insípido?
Desde mi ventana puedo ver aquel lugar, es el hangar que guarda las alas obsoletas y oxidadas de los sueños que no pueden recordar.
Me pregunto muchas veces qué guardaría yo en aquel cajón si nada más tuviera una mesita de luz para amparar las memorias de mi vida entera.
Todos comen en sincronía y a la hora de dormir no habrá quien perturbe el recinto. Sólo la muerte es tan terca, siempre resulta su llegada intempestiva, es aquella la única que se presenta sin tocar la puerta, que ocupa la silla de uno u otro, a veces es tan sigilosa, que aquellos que duermen sabrán de su visita al despertar en la mañana.
#argentina#lectura#independiente#libros#prosa#poesia#vejez#relatos#relatos cortos#cartas#escritores#literature
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Realmente yo ya no se si hago las cosas mal o bien. Ya no es suficiente nada contigo, siempre me equivoco, me decis que me dijiste tal cosa cuando no es cierto, y me haces dudar de mi misma, de creer que realmente me lo dijiste y yo soy la insensible que no se acuerda.
Es un momento muy triste para mi porque cae ahora toda mi tristeza, todas mis dudas por una pelea estúpida que yo no tengo la maldita culpa, solo porque deje entrar a uno de los gatos a dormir te vas a enojar? De verdad? Tanto te cuesta decirme "si, me molesta, pero no te lo dije, no te dije el porque". Siempre me decías que era porque te dolían las piernas porque los gatos dormían encima, me aseguro de que el gato de mierda no duerma en tus piernas y como uy, te despertaste con dolor de espalda, es MI culpa porque deje entrar al gato. ANDATE A LA MIERDA.
Estoy dando todo de mi, estoy tratando de que las cosas salgan bien, estoy soportando mil cosas por amor, pero hoy me rompiste con el "una sola cosa te pedí". Lamento no ser tan lista como vos y no captar tus pensamientos que esperas que magicamente los lea, pero no lo hago, soy una persona normal que tienen que decirle las cosas.
Odias que "te compare" pero vos no entendes que no te estoy comparando, pero me salta la alerta cuando algo que ya viví no me gusta. Lo siento pero deberías de entender que si yo estuve con un loco que me dejo re mil traumada que hasta me violó y todo, que me costo un huevo salir de ahí porque me había arrebatado TODO, mínimo dejame que te exprese mis inseguridades y miedos. Si yo estoy viendo que tenes actitudes medias raras te lo hago saber tanto por vos como POR MI.
Estas constantemente luchando para que yo entienda que soy importante, que yo valgo mucho, que yo no me veo como vos me ves, pero tampoco estas escuchando mis débiles reclamos, acaso tengo que gritar o ponerme como madre enojada para que me escuches? Que tengo que hacer?
Vos mismo me decis que cuando me pongo a mi misma en una discusión o demás que simplemente te deje solo, que no importa si ye enojas porque al rato se te pasa, bueno ya no quiero que te enojes ni esperar a que se te pase ni nada.
Te amo tanto, te amo demasiado, pero ya no quiero sufrir mas, y tampoco quiero que sufras mas vos, asi que porfavor si algo ye molesta posta se CLARO, y yo lo seré igual, pero así como yo te escucho vos escuchame igual, sin enojarte.
Quiero tener un mundo a tu lado, asi que ayúdame a construirlo, si no, créeme que no llegaremos muy lejos si seguimos así... ya lo he vivido.
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