#diversión en casa
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sonsofks · 10 months ago
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Siete Juegos Multijugador Local que Harán Explotar la Diversión con PlayStation Plus
Descubre los Éxitos del Momento y Clásicos que Debes Jugar con tus Amigos Recibes una llamada sorpresa: tu primo está en camino, la amiga necesita despejarse o la niñera canceló. No te preocupes, ¡la solución está en tu membresía de PlayStation Plus y controles extra! Es hora del multijugador local, y te presentamos siete juegos que te harán el anfitrión perfecto. Nobody Saves The…
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poplin-kitty · 7 months ago
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Jajja hoy puras actualizaciones en este vlog, asi que porque no voy a subir un dibujo que no lo iba a mostrar ya que bueno cambio mucho el diseño de ambos (sobre todo de wendigo, ya que bueno no me gusto como quedaba el hdpt)
Haha today pure updates in this vlog, so why am I not going to upload a drawing that I wasn't going to show since well it changed the design of both a lot (especially the wendigo, since well I didn't like it)
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Un conejo y un ser antinatural, soy bien pinches original.
Bueno son dos WELCOME HOME AU (no wally au, solo aclaro) uno es un principe bonito y el otro un sadico canibal (butcher eres tu??), se llevan bien, y por desgracia para mi solo son dos de putos seis AU's que hice, porque me odio yey.
El nombre de los AU's son Paranormal Experience y Mercurio retrogado, aunque a ellos les pueden decir Wendy y Vani (son como hermanos)
A rabbit and an unnatural being, I am very fucking original.
Well, there are two WELCOME HOME AU (not Wally AU, just clarifying) one is a pretty prince and the other a sadistic cannibal (butcher is that you??),and they get along well, and unfortunately for me they are only two of the fucking six AU's that I made, because I hate myself yey.
The name of the AU's are Paranormal Experience and Mercury Retrograde, although they can be called Wendy and Vani (they are like brothers)
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junmsli · 10 months ago
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dope
pairing. enzo vogrincic x reader
cw/tw. no good for tags pero está lindo!! confíen, "planificación familiar" así que bastante mención del embarazo, fluff, enzo siendo pegajoso es su propia advertencia, apodos cariñosos, age gap (enzo tiene 37!! perdón, reader 25), pronombres femeninos.
word count. 1.8k
rating. +16 ¿? solo reader y enzo siendo melosos
siempre tuvo una idea vaga acerca de cómo quería que sea su futuro, si bien la universidad/instituto no es el deseo de todos, era algo para ella y siempre sería su primera meta a lograr.
entonces cuando tenía 23 y esa meta se logró ¿qué seguía, 40 años trabajando sin descanso? no era su plan obvio. iba a trabajar y seguir aprendiendo más sobre su carrera, no quedarse en un solo trabajo por décadas, para nada. su vida no iba a ser aburrida, no veía eso para los años venideros.
entonces, uno piensa que cuando termina su carrera o lo que sea, se dedica a trabajar en ella y de paso a encontrar a la persona que quieres que te acompañe los siguientes años de tu vida.
ella lo ponía así, lo encontraba en alrededor de 2-3 años, lo conocía por 3-4 años, esperaba que cumpla con todas sus "expectativas", the bare minimum, y si lo hacía (obvio si no, no planeaba perder 4 años con él o ella), ella sabría cuándo sería la persona indicada, cumpliría con todo con lo que se supone que debes sentir y más al estar con ella, la inexplicable mezcla de paz, felicidad, comodidad y amor que ella estaba segura, se debía sentir.
¿no es por eso qué es tan importante en la vida encontrar un compañero? alguien que sabes que te ama, con o sin palabras, cuando alguien te ama, eso es algo que se siente.
creía que cuando esa persona llegaba, llegaba, solo es cosa de tiempo (aunque bueno, no había tanta paciencia de parte de la muchacha si había llegado a instalar una app de citas en algún momento).
y esa persona llegó y no la decepcionó ¿qué es mejor que eso?
enzo era la persona en la que estuvo pensando toda su vida, sin conocerlo... podía saber que era él o nadie, él sería el padre de los hijos con los que soñaba a los 17 cuando se dió cuenta que tener hijos, a pesar de lo dura que puede ser la vida, es algo que veía como meta en muchos, obvio, muchos años, que tu vida haya sido una mierda no significa que no puedes cambiar eso para tu descendencia, ¿por qué no podrías?
ahora estaba con enzo viendo un capítulo de su sitcom favorita, la que hizo a enzo empezar a ver en el momento en que las citas de estar en casa de alguno de los dos se hicieron tan frecuentes, hasta que se mudaron juntos, claro. ella voltea a verlo y el hombre al sentir su mirada no duda en ver a su compañera, ella sonríe con diversión y él no dudó en devolverle la sonrisa. voltea a seguir viendo la pantalla que tenía al frente del sillón de dos personas, enzo a su lado a unos 10 centímetros.
"¿no es un tanto machista que en estados unidos las esposas luego de casarse cambien su apellido al de sus esposos?" le dices a enzo y estiras tus brazos con pereza a su lado "quiero decir, todo apesta respecto a nuestros apellidos, sea como sea es el apellido de nuestros padres, abuelos y así, las mujeres no tienen un apellido, tú sabes a qué me refiero".
"parece que es algo en lo que siempre pensás" dice enzo con una sonrisa divertida.
"probablemente lo hago... ¿aunque sabes qué?" sonríe mirando hacia la figura de enzo, disfrutando la vista.
"¿qué, mi bebé?" acaricia el muslo ella con cariño, nada de malicia en la acción, solo amor por la persona que lo acompaña.
"no tendría problema en usar tu apellido... y eso no es muy particularmente feminista de mi parte" dice.
"no lo es, pero digamos que en primer lugar, lo haces porque suena muy bien tu nombre junto al mío, segundo, no porque me pertenezcas, aunque, me perteneces sí..." la joven lo interrumpe.
"¿no te acabas de contradecir?" alza una ceja.
ella lo hace reír bajito, se queda pensando unos segundos en su respuesta "sí, lo que quiero decir es que me perteneces, pero no como un objeto me pertenece, me perteneces de la manera en la que tu amor es mío, mía para amar, para cuidar, querer y eso. dale que me estás haciendo decir demasiadas cosas cursi y lo estoy disfrutando como no tenés idea".
ella se queda viéndolo un par de segundos y le da un rápido beso en el cachete "en algún momento después de nuestro matrimonio haremos una cita en la notaria, si es ahí donde se cambia el apellido o lo que sea, yo no séee" alarga la e al final, se ríe y apoya su cabeza en el hombro de enzo.
enzo se ríe feliz pero luego nota que la tele está en el comienzo de un nuevo episodio y le pone pausa "nos perdimos el final del capítulo por tu culpa, gracias gorda".
"de nada, esta conversación se ha vuelto más interesante que la tele" la chica se encoge de hombros. "por cierto, quiero tener una charla un tanto ¿seria...?".
enzo luce un poquito confundido pero asiente "mientras no me termines, banco cualquier charla seria, conseguir pareja a los 37 no va a ser tan fácil".
"que mentira con tremenda cara" ella voltea los ojos "la conversación está muy lejos de ser acerca de un posible rompimiento por cierto. he estado pensando y quiero esperar hasta los 30 para tener un hijo, o sea, dentro de cinco año luego de la boda. quiero disfrutar de ti y de mi profesión" suelta el comentario de manera rápida y espera la respuesta de enzo.
él la escucha atentamente y asiente "bien gorda, yo hago lo que vos quieras, depende totalmente de vos, en serio" la mira con cariño, con el mismo o mayor cariño desde que cayó en cuenta que ella es la mujer de su vida.
"gracias, en serio".
"decime que la próxima semana querés estar embarazada, dejas de usar el anticonceptivo y empezamos con la creación de ese nene mañana mismo".
ella tapa su cara con sus manos "no me estás ayudando, no lo digas así que te vienes con todos mis planes abajo, enzo"
"tendrás que esperar los años que mencionaste" ahora él se encoge de hombros con una pequeña sonrisa "fuera de joda, es tu cuerpo y tu decisión al fin y al cabo, respeto tus tiempos" tomó su mano suavemente y la acarició
ella sabía que si bien los hijos están en sus planes, si cambiaba de parecer en cualquier momento, como él se lo había dicho en una conversación parecida en el pasado.
él solo le iba a dar una cálida sonrisa y le diría "vos sos el sueño, los hijos vienen después, si vienen".
“bien… entonces… también tenía una pregunta para ti, ¿cuántos hijos querés tener?” enzo le pregunta mirándola fijamente.
“¿no te asustas si te digo que tres?” 
“tres es un buen número” se hace como si la pensara y asiente lentamente, con la sonrisa que tiene reservada solo para ella. “tres está bien”.
“sí, me gusta este plan”.
“ojalá después del parto sigas con la idea de tres nenes” dice con diversión.
“¡cállate! obviamente he sobre pensado respecto a eso, si el parto y el postparto son tan terribles te conformarás con solo uno, lo siento” ella dice.
¿sería un parto natural o una cesárea? ¿cuál es peor? porque no hay opción buena o mejor si se trata de ese tema, solo dolor y más dolor, ella suspira “es terrible eso, me preocuparé una noche antes de dar a luz, cuando sea que sea”.
él asiente “aún falta bastante tiempo, ¿no? tranquila” comenta y mira detenidamente sus labios “¿un beso es algo a lo que le dirías que sí ahora?”
“¿cuándo he dicho que no?” dice y sigue su mirada notando su detenimiento en los labios de ella.
“pues…” hace el ademán de querer contestar pero vuelve rápidamente su atención a ella y la clara intención de empezar un beso
ella es quien da inicio a la unión de sus bocas y sonríe, bastante inmersa en el momento, ellos dos compartiendo un momento de paz e inmensurable cariño, mantienen el beso por lo que parece más de dos minutos.
enzo rompe el beso delicadamente, le dedicó una mirada con tanto amor que la muchacha podría jurar que es capaz de verlo en el aire, si de alguna manera eso es posible.
“gorda, sé que acabas de decir que tendremos un nene aún dentro de cinco años pero qué pasa sí ahora es lo único en lo que estoy pensando” él cierra los ojos y deja salir un largo suspiro.
"¿qué está pasando por tu cabeza ahora mismo?" cuestiona y se apoya una vez más en el hombro de enzo. 
"pensé que ya era como un libro abierto para vos" dice con una pequeña risa.
"lo eres, pero prefiero que sueltes cada pequeño detalle de lo que está ocurriendo en tu mente"
"pues..." él sonríe cálidamente. "si es una nena se llamaría elena"
"¿y sí es un nene?"
"quiero que sea una nena"
ella ríe bajito "no depende de nosotros" se detiene por unos segundos y luego continúa "bueno, de hecho depende de ti, el espermatozoide determina el sexo" dice y lo mira divertida.
"bueno che, tenés razón y como no quiero dejar tu pregunta al aire... si es un nene se llamaría... esteban"
"ambos nombres empiezan con e" menciona la muchacha un poco sorprendida. "me gustan me gustan, haríamos una ruleta con mis opciones también, para que sea justo".
él asiente ameno "me parece razonable"
"soy la voz de lo razonable"
"claro que lo sos"
"¿qué más pasó por tu cabeza?" aprieta la mano de enzo esperando su respuesta.
"que serías la mamá más linda que ha existido alguna vez, demasiado tierna" comparte con una gran sonrisa.
"haría una sesión de fotos, tendrás muchas de ellas".
"¿te digo ese cumplido y pensás en una sesión de fotos?" alza una ceja con diversión.
ella le deja un pico en el hombro en el que todo ese rato se mantuvo apoyada "sí, yo sé que seré la mamá más bella, voy a dejar sin laburo a todas las modelos de maternidad" dice inventándose eso último, no sabe si existen esas modelos, seguro sí piensa ella.
"no lo dudo, amor" piensa unos segundos su siguiente comentario “de verdad que quiero ser el padre de tus nenes”.
siente sus mejillas calentarse “y lo serás” dice “serás un dilf” finaliza.
él hace una mueca y ríe “por favor gorda, no me hagas recordar que empezarán a decirme así” sostiene el rostro de ella en sus manos. “me encantás” empieza un beso en el que ambos se pierden por unos minutos, dejando la conversación un poco de lado. solo es cortado unos segundos por enzo para decir “te haré una linda mami”. vuelve al beso y acaricia los costados de ella.
ambos sonríen dentro del beso y al cabo de unos minutos se separan “me harás una linda mami”.
“aunque no es muy motivador de tu parte hacerme esperar 5 años" dice él y ambos comparten un par de risas.
ella se encoge de hombros “tendrás que esperar.”
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writer's note: como mi beta dijo, y cito: i would, too, change my last name to vogrincic
esta es la primera vez que escribo 💀 así que cualquier tipo de crítica constructiva es súuuper bienvenida, háganme saber si les gustó o si quieren segunda parte, por cierto ¡mis asks están abiertas!
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xlomimi · 8 months ago
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Shy Girl. Capítulo 29: I Can See You
¡Hola! voy a publicar el capítulo de mi fanfic sin censura. Tuve que censurarlo por las nuevas políticas de Wattpad. Espero que les guste <3
ミ★ '𝘊𝘢𝘶𝘴𝘦 𝘐 𝘤𝘢𝘯 𝘴𝘦𝘦 𝘺𝘰𝘶 𝘸𝘢𝘪𝘵𝘪𝘯' 𝘥𝘰𝘸𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘩𝘢𝘭𝘭 𝘧𝘳𝘰𝘮 𝘮𝘦 
𝘈𝘯𝘥 𝘐 𝘤𝘰𝘶𝘭𝘥 𝘴𝘦𝘦 𝘺𝘰𝘶 𝘶𝘱 𝘢𝘨𝘢𝘪𝘯𝘴𝘵 𝘵𝘩𝘦 𝘸𝘢𝘭𝘭 𝘸𝘪𝘵𝘩 𝘮𝘦★彡
—Reg... —susurró Reese para comprobar si su novia seguía despierta.
Luego de fallida fiesta en casa de Carly, Hal los había enviado a dormir. Una hora más tarde, Reese se encontraba recostado en su cama con la cabeza de su novia en su pecho mientras Malcolm y Dewey dormían en la cama de dos plazas junto a ellos.
Al oírlo llamarla, Regina movió la cabeza del pecho de Reese para colocarla en la almohada, lo que le permitió conectar sus ojos con los suyos.
—¿Qué pasa? —susurró Regina con algo de cansancio.
—Estaba pensando en lo que dijiste... —dijo Reese misteriosamente.
—¿Qué dije? —murmuró Regina, cerrando los ojos con demasiado sueño como para recordar cualquier cosa.
—Que también quieres que lleguemos hasta el final —le recordó Reese con una sonrisa, llevando su mano a su mejilla para acariciarla.
—¿Qué hay con eso? —preguntó Regina sonriendo con los ojos cerrados al sentir la caricia de Reese.
—Bueno... estamos en una cama... —insinuó Reese. Sorprendida, Regina volvió a abrir los ojos para encontrarse con la sonrisa traviesa de su novio.
—No vamos a hacer eso ahora —susurró escandalizada. Al instante, Reese quitó la mano de su mejilla y la miró como si le hubiera mentido.
—Dijiste que no me detendrías si lo intentaba —respondió Reese en otro susurro.
—Pero en la situación adecuada, no en la habitación con tus hermanos en la cama de al lado —replicó Regina mirándolo como si estuviera loco. —Duérmete —susurró volviendo a cerrar los ojos. 
—¿Cuándo es la situación adecuada? —preguntó Reese con impaciencia, ignorando su pedido.
—No lo sé... —murmuró Regina abriendo los ojos con un pequeño bostezo. —Mañana mis padres no estarán en casa...
—Tus padres nunca están en casa en la tarde —respondió Reese sin ver la novedad. 
—Sí, pero siempre tengo que cuidar a Alec. Mañana tiene práctica de futbol, así que... —dijo Regina esperando que él complete la frase.
—Tendremos la casa solo para nosotros —comprendió Reese con una sonrisa de emoción. —Pero, ¿Tenemos que esperar hasta mañana? —preguntó Reese con tono de queja. —No voy a poder dormir pensando en eso —agregó mirándola con cara de perrito mojado. Luego de un momento en el analizó la expresión de su rostro, Regina suspiró.
—Ten —murmuró Regina finalmente, tomando una de sus manos y pasándola por debajo de la remera que Reese le había prestado para dormir para colocarla sobre uno de sus pechos. Al tocarlo, el rostro de Reese se iluminó. —Diviértete con eso —dijo volviendo a cerrar los ojos con la intención de continuar durmiendo.
Sonriendo como un niño con un nuevo juguete, Reese acomodó la palma de su mano de modo que cubriera el pecho izquierdo de Regina por completo. Al inicio se conformó con mantenerla allí, observándola tratar de dormir. Luego, comenzó a acariciarlo con el pulgar en círculos, sonriendo aún más al verla amagar una sonrisa sin dientes varias veces por la sensación que le provocaba. Eventualmente, decidió que era momento de estrujar suavemente su pecho. Fascinado por la sensación, Reese rio tontamente y repitió la acción riendo luego de cada pequeño apretón. 
Sin poder dormir al oír su risa, Regina abrió los ojos y lo observó reír con una sonrisa de diversión. —¿Qué es tan gracioso? —preguntó. 
—Es muy suave, es divertido tocarlo —explicó Reese en un susurro, riendo tontamente sin dejar de masajear su pecho, lo que la hizo reír también. 
—Lo sé —respondió Regina susurrando entre risas. —A veces lo hago también—admitió.
—No te preocupes, yo lo haré por ti —susurró Reese guiñándole un ojo con una media sonrisa, por lo que Regina tuvo que taparse la boca para no despertar a Malcolm y Dewey con su risa. —¿Puedo? —preguntó posando su mano libre en el borde de su remera mientras continuaba masajeando su pecho con la otra.
—Sí —accedió Regina, permitiendo que Reese pase su mano por debajo de su camiseta. Sin quitar una mano de su pecho izquierdo, emprendió un camino lento con la otra deslizando sus dedos desde su muslo hacia su seno derecho. Regina se estremeció al sentir las caricias de Reese subiendo lentamente. —Reese... —murmuró. Tal vez no había sido tan buena idea dejar que Reese juegue con sus pechos si quería dormir. 
—¿Si? —preguntó Reese con una sonrisa burlona al verla estremecerse al tacto, deteniendo su mano en su abdomen para dibujar círculos con su dedo índice a la vez que hacía lo mismo con su otra mano en su pecho. 
—Deja eso para mañana —susurro Regina con una sonrisa de disculpa, colocando su mano sobre la de él para detener las caricias en su abdomen. 
—Está bien, si es lo que quieres me detendré —respondió Reese riendo, dejando su mano reposar sobre su abdomen. —¿Pero puedo seguir haciendo esto? —preguntó apretando suavemente su pecho con la otra mano, volviendo a reír tontamente al hacerlo. Contagiada por su risa, Regina trató de responder que sí podía si la dejaba dormir, pero ambos se quedaron helados al oír una voz en medio de la penumbra.
—¿Quieren dejar de reírse? —escucharon a Malcolm quejarse en un susurro para no despertar a Dewey. Rápidamente Reese quitó ambas manos de debajo de su remera y se giró con cara de pánico hacia su hermano apoyándose sobre su codo, mientras Regina se escondía detrás de su espalda entre las sábanas sintiendo sus mejillas arder. —Son las... —continuó quejándose Malcolm, sentándose contra el respaldo de su cama y echándole un vistazo al reloj. —...dos de la madrugada, duerman y dejen dormir. 
—¿Qué escuchaste? —preguntó Reese alarmado, ignorando todas las quejas de Malcolm. 
—Solo me despertaron con sus risas, no oí más n... —explicó exasperado, pero se interrumpió abruptamente al percatarse de la expresión de preocupación de su hermano y la timidez repentina de Regina. —¿Por qué? —preguntó Malcolm con los ojos muy abiertos. 
—Por nada —respondieron rápidamente Reese y Regina. 
—Voy a dormir, estoy muy cansado... —agregó Reese, levantando un poco la espalda para volver a acomodarse junto a Regina bajo la mirada perpleja de Malcolm. —Buenas noches —concluyó la conversación dándole la espalda a su hermano y pasando sus manos por la cintura de Regina para dormir por fin. 
Aún sorprendido, Malcolm volvió a recostarse mirando hacia el techo. Retorciendo las sábanas entre sus puños, no podía dejar de pensar en lo que acababa de ocurrir. —Ellos no estaban... —trató de hablar con el lector para eliminar la extraña presión que sentía en el pecho. —No creo que ellos... —murmuró, pero volvió a dejar la frase en el aire. —¿Saben qué? No me importa —dijo finalmente en un intento por quitarle importancia, volviendo a recostarse de lado para dormir. 
•••
—No te limpies las manos en tu remera —reprendió Regina a Reese durante el desayuno, levantándose de su asiento para mojar una servilleta y limpiar la mancha de jarabe de su camiseta. Apenas se dio la vuelta, Reese volvió a hacerlo observando de reojo que no lo notara. 
—Hazle caso a Regina, hijo —dijo Hal, mientras Regina se paraba junto a Malcolm, que buscaba jugo en la heladera, para mojar la servilleta en la pileta de la cocina. —Siempre tienes que usar una servilleta —dijo asintiendo con la cabeza mientras se limpiaba los dedos en la servilleta que llevaba colgada en el cuello de su camisa para no mancharse. 
Girando nuevamente con la servilleta mojada, Regina observó asqueada como Malcolm bebía jugo del pico de la botella para luego pasárselo a Reese, que prácticamente eructó sobre la botella antes de pasársela a Dewey. 
—¿Puedo usar un vaso? —preguntó Dewey igual de asqueado que Regina, sin aceptar el jugo. 
—No, nada que requiera lavarse —respondió Hal con seriedad. 
Entre tanto, Regina volvió a sentarse entre Reese y Dewey para poder frotar la servilleta humedecida sobre la mancha de jarabe en la remera de Reese. Al ver que había una mancha que no estaba antes de que se levantara, Regina lo miró con fastidio, pero él fingió no notarlo. 
—¿Quieres jugo, linda? —preguntó Reese ofreciéndole la botella de jugo. 
—Mmm... no, gracias —respondió Regina arrugando la nariz con asco mientras continuaba limpiando su camiseta. 
—¿Por qué te da asco? Compartimos saliva todo el tiempo —la cuestionó Reese, insistiendo en entregarle la botella de jugo. 
—Pero no comparte saliva conmigo —replicó Malcolm, sentado frente a ellos. 
—Le eructaste al pico de la botella —replicó Regina a la vez, dejando la servilleta a un lado al ver que la mancha ya no estaba. Al levantar la vista se percató de que Reese se acercaba a ella peligrosamente con una sonrisa de picardía. —¡Que ni se te ocurra! —exclamó asqueada, posando una mano en su mejilla para alejarlo de su rostro. Estaba segura de que pretendía eructar cerca de ella. 
 —Basta, niños —los reprendió Hal, quitándose la servilleta del cuello de la camisa para limpiarse las manos. —Limpiemos la mesa —propuso tirando la servilleta sobre  la mesa con todos los platos descartables. 
Al instante, Dewey y Reese se levantaron para buscar una bolsa de basura de un cajón de la cocina, mientras que Hal y Malcolm comenzaron a juntar los platos descartables. Sin conocer la nueva dinámica, Regina se levantó de su asiento para facilitarles el paso, viendo como Reese y Dewey sostenían la bolsa abierta para que Malcolm y Hal pudieran tirar allí todo lo que usaron. Cuando terminaron, Regina se acercó a los chicos para quitar todas las migas de la mesa, limpiándola realmente. 
—Ah, hablé con su madre anoche —comentó Hal abriendo la heladera mientras ellos terminaban de limpiar la mesa. — A todos los extraña mucho y volverá pronto —dijo con una sonrisa. Al oírlo, sus tres hijos voltearon a verlo con expresiones de pánico, por lo que Regina contuvo una carcajada. 
—¿Cuándo? —preguntó Reese alarmado. 
—Unas semanas —aclaró Hal, por lo que sus hijos suspiraron aliviados mientras Regina se reía de ellos. Sonriendo más relajado, Reese tomó la mano de Regina con la intensión de caminar juntos a la escuela. —¡Ah, Reese! —exclamó Hal, haciendo que se detengan para voltear a verlo con Malcolm junto a ellos. —Quiere que limpies las hojas del techo de la cochera cuando regreses de la escuela. 
—¡¿Qué?! —exclamó Reese abriendo mucho los ojos, a la vez que Regina juntaba las cejas y tiraba la cabeza levemente hacia atrás. —¡Pero hoy es el único día que los padres de Reg no están en casa al mismo tiempo que Alec! —replicó Reese. Sintiendo que sus mejillas enrojecer por la vergüenza, Regina apretó su mano levemente para llamar su atención. Al conseguir conectar sus ojos con los suyos, le lanzó una mirada de pánico para que notara lo que acababa de decir. —N-no podremos hacer la tarea —agregó Reese girándose nuevamente hacia su padre en un intento por arreglarlo, pero hasta Dewey lo miraba con incredulidad. 
 —Reese, tu madre... —comenzó a sermonearlo Hal, haciendo la vista gorda ante lo evidente, pero fue interrumpido por las quejas de Reese. 
—¡Esto no es justo! —gritó Reese. —¡Mamá no puede controlarnos si ni siquiera está aquí! 
—Nadie está siendo "controlado" por tu madre —dijo Hal levantando las manos como si lo que acabara de oír fuera una ridiculez. —Por ejemplo, yo invité a un viejo amigo esta noche y aunque no le diremos nada a su madre, ¡No significa que nos controle! —aclaró Hal riendo nerviosamente. —Repito, su madre jamás debe saber esto y eso te incluye, Reg —dijo Hal con tono de advertencia. —Y a ustedes les caerá muy bien Larry, éramos inseparables en la preparatoria. Pero en serio, su madre no debe averiguar que estuvo en la casa —repitió con más enojo. 
Sin responder, Reese abandonó la cocina con fastidio tirando de la mano de Regina a su paso. Aún desconcertada y avergonzada porque Reese prácticamente había gritado frente a la mitad de su familia que pretendían intimar esa tarde, ella dejó que la arrastre con él sin protestar con Malcolm a unos pasos por detrás.
Los tres salieron de la casa y caminaron en silencio por lo menos tres cuadras. Reese estaba demasiado irritado como para hablar. Había fantaseado con mantener relaciones sexuales con Regina desde antes de que iniciaran su noviazgo y su madre se las arreglaba para arruinarlo aún a la distancia. Caminando de la mano con él, Regina mantenía la vista fija en el piso mientras se carcomía internamente por la vergüenza que sentía. En cambio, Malcolm los observaba con diversión.
—Reg, pareces un tomate —se burló Malcolm, ganándose una mala mirada de la pareja.
—Cállate, Malcolm —dijeron ambos entre dientes.
•••
—Hola, tomatito —se burló Madison al ver a Regina entrar en la clase de Literatura junto a Reese con las mejillas coloradas.
—Cierra el pico, North —dijo Reese caminando hacia ella con enojo. Sabía que Regina empeoraría si seguían mencionándolo, solo quería que estuviera bien e iba a pelear con cualquiera que se lo impidiera. Pero Regina lo tomó de la muñeca para detenerlo.
—Está bien, amor, es un chiste —sonriendo levemente para que no le diera tanta importancia.
—Sí, Puercoespín, no saques las púas —se burló Madison para hacerlo enojar más, por lo que Regina le lanzó una mirada de fastidio.
—No ayudas, Maddie —se quejó Regina, empujando a Reese hacia el fondo del aula para que se siente en su lugar, muy alejado de Madison. —Volveré contigo en un momento —dijo besando su mejilla al llegar junto a sus asientos. —¿Si? 
—Está bien... —respondió Reese a regañadientes, sentándose en su banco escolar. Seguía de muy mal humor luego del pedido de su madre, así que simplemente se quedó mirando hacia la ventana con el ceño fruncido mientras su novia se alejaba de él.
—¿Qué le pasa al Puercoespín? —preguntó Madison cuando Regina se sentó provisoriamente en el asiento detrás de ella. —No discutíamos desde esa vez que te tiró del cabello.
—Está enojado porque no podremos vernos en la tarde, su mamá le pidió que limpie el techo de la cochera —explicó Regina haciendo una mueca.
—¿Eso es todo? —preguntó Madison, inconforme con la respuesta. —Ayúdalo a limpiar, problema resuelto.
—Es que íbamos a ir a casa... —trató de que entendiera sin dar muchos detalles, pero Madison seguía mirándola como si ella y Reese hicieran un drama por nada.
—¿Y? Cambien el plan —respondió Madison como si fuera obvio.
—No estás entendiendo —dijo Regina negando con la cabeza suavemente antes de inclinarse hacia ella. Intrigada, Madison imitó la acción. —Mis padres y Alec no estarán en casa esta tarde, así que queríamos... —explicó bajando el tono de voz, pero dejó la frase en el aire asumiendo que su amiga entendería.
Al ver que el rubor volvía a aparecer en las mejillas de Regina, Madison la miró boquiabierta, acababa de comprender la situación. —¡Ah! ¡Hubieras empezado por ahí! —exclamó Maddie, riendo por lo mucho que le costaba a Regina hablar de eso. —O sea que les arruinaron el primer se...—comenzó a decir en un tono demasiado alto a criterio de Regina, por lo que la interrumpió rápidamente.
—¡Shhhh! —exclamó Regina moviendo sus manos delante de ella para que guardara silencio. Madison volvió a reír. —No quiero que todo el mundo se entere —susurró escandalizada, haciéndola reír aún más.
—¿De qué? —preguntó Carly, sentándose en su lugar habitual al entrar al aula, justo al lado del asiento que ocupaba Regina en ese momento. 
—Luego te cuento —respondió Regina sin querer hacer tanto escándalo al respecto allí, pero ya era tarde. 
—Reg y el Puercoespín quieren hacer ñiqui ñiqui —respondió Madison a la vez bajando el tono de voz para no se molestara, pero aún así recibió una mala mirada de Regina. —¿Qué? 
—¿Tienes que decirlo así? —murmuró Regina jugando con el anillo de su mano sintiendo cada vez más calor en sus mejillas. Entre tanto, Carly soltó un suspiro de sorpresa y cubrió su boca para evitar gritar de emoción. 
—¡Yo lo predije! —exclamó alegremente Carly, por lo que Regina y Madison la observaron confundidas. —Cuando Reese trataba de llamar tu atención tirando de tu cabello el año pasado. ¡Yo lo dije! ¡Sabía que cuando fueran novios no te quejarías cuando tirara de tu cabello! 
—¿De qué estás hablando? Nadie dijo nada de eso —replicó Regina extrañada. —Ni siquiera lo hicimos aún, mucho menos tiró de mi cabello —agregó bajando el tono de voz nuevamente. 
—Aún no, pero cuando lo haga, te gustará —respondió Carly guiñándole un ojo. 
—Pero si tú no lo has hecho, no lo sabes —respondió Regina dejando salir una pequeña sonrisa.
—Pero yo sí y sí, te gustará —dijo Madison riendo al final.
—¿Anthony te...? No, espera, no quiero saberlo —dijo Regina arrugando la nariz y negando levemente con la cabeza, haciendo reír a sus amigas.
•••
—Pimpón es un muñeco muy ¡Au! —gritó Dewey cuando otra piedra cayó sobre su pie. Mientras era obligado a cantar y bailar vergonzosamente, Reese le lanzaba piedras a su hermanito con una resortera gracias a la falta de supervisión paterna. —... muy guapo y de cartón ¡Au! —continuó cantando, pero otra piedra impactó contra sus pies. —...se lava la ¡Au! ...la carita con ¡Au! ...con agua y con... —esta vez fue interrumpido por el sonido del teléfono sonando.
—Te toca —dijo Reese para que respondiera mientras él colocaba una piedra sobre la resortera.
—¿Hola? —dijo Dewey al responder el teléfono, pero su expresión se tornó preocupada al levantar la vista. Frente a él, Reese apuntaba con la resortera directo en su cara.
—¡Hola, Dewey! —dijo alegremente Regina del otro lado del teléfono. —Podrías decirle a Re...
—¡Mamá! —gritó Dewey, interrumpiendo a Regina. Al instante, Reese escondió la resortera detrás de su espalda, asustado como si su madre pudiera percibir a distancia lo que le hacía a su hermano.
—¿Me acabas de llamar "mamá"? —preguntó Regina confundida en el teléfono.
—Estamos bien. —dijo Dewey, fingiendo hablar con su madre ante la mirada preocupada de Reese. 
—¿Qué? —preguntó Regina cada vez más confundida. 
—Sí, le preguntaré —continuó fingiendo Dewey —Mamá quiere saber si ya barriste la cochera —preguntó a Reese. 
—¡¿Me canceló por eso y no lo está haciendo?! —exclamó Regina indignada. 
—¡Ya voy! —escuchó gritar a Reese del otro lado del teléfono mientras Dewey sonreía complacido, acababa de encontrar la forma de defenderse de su hermano mayor. 
—¿Quieres decirme qué ocurre? —preguntó Regina a Dewey asumiendo que su novio había corrido a limpiar las hojas del techo de la cochera. 
—Mamá no está y papá trabaja. La casa es una anarquía y soy el eslabón más débil, tengo que defenderme —respondió Dewey, observando a Reese salir corriendo de la casa para ir a la cochera. 
—Entiendo... —dijo Regina con un pequeño suspiro. —¿Qué te hizo Reese? 
—Me lanzó piedras con una resortera —explicó Dewey entre dientes.
—¡¿Qué?! —exclamó Regina entre sorprendida y enojada. —Lo voy a matar —murmuró para sí misma. Al oírla, Dewey abrió mucho los ojos asustado.
—¡No le digas nada! —dijo Dewey desesperado.
—¿No quieres que le diga que no te haga daño? —preguntó Regina sorprendida, eso no se lo esperaba.
—Si le dices sabrá que tú llamaste y perderé la única forma que tengo de defenderme. Por favor no le digas —insistió Dewey con tono de súplica. Regina lo pensó por un momento, pero finalmente cedió. 
—Está bien, no te mencionaré. Dile que llamé luego de tu mamá y que iré en dos horas —pidió Regina
—¡Gracias, Reg! —dijo Dewey alegremente antes de colgar.
•••
—No olvides limpiar las hojas de mi techo sin importar los planes que tengas con tu novia porque soy una vieja mala —se quejaba Reese dos horas más tarde sentado en su cama, imitando a su madre con enojo mientras Regina limpiaba la herida de su codo conteniendo una pequeña risa. Acostado en su propia cama, Dewey observaba a Reese con una sonrisa regodeándose de su sufrimiento discretamente. —¿Qué importa si está mojado y resbaloso? El techo tiene que estar limpio porque soy mala... 
—Reese, te resbalaste por pelear con un gato —dijo Regina sin poder evitar reír, ganándose una muy mala mirada de su novio. 
—¿Te burlas de mí? —preguntó Reese alzando una ceja con una media sonrisa. 
—¿Yo? ¡Jamás! —exclamó Regina fingiendo inocencia justo en el momento en el que oyeron el sonido del teléfono proveniente de la cocina. —Solo te estoy cuidando... —agregó levantando el codo de Reese y dejando un besito suave sobre la curita que le acababa de poner, para luego dedicarle una sonrisa de inocencia.  
—¡Yo contesto! —gritó Dewey antes de salir corriendo hacia la cocina, entrecerrando la puerta a su paso. Apenas cruzó la puerta, Reese inclinó levemente su cuello para comprobar que Dewey no estuviera cerca. Luego de comprobarlo, tomó una de las piernas de Regina para atraerla más hacia él y la colocó sobre su regazo mientras que la otra se mantenía detrás de su espalda, por lo que sus piernas rodeaban la cadera de Reese.  
—No... yo sí creo que te burlas de mí —dijo Reese con tono divertido, deslizando su mano derecha por la pierna de Regina que mantenía en su regazo desde la rodilla hasta el muslo.  
—Mmm... no sé qué te hace pensar eso... —respondió Regina juguetonamente, pasando sus brazos alrededor de su cuello y cruzando sus piernas alrededor de su cadera. —Simplemente mencioné que el gatito parecía el chico malo entre los dos —agregó manteniendo su tono inocente, pero con una sonrisa burlona en su rostro. 
—Ah, ¿Eso crees? —preguntó Reese con una sonrisa traviesa, lo había tomado como un desafío. —Veremos si sigues pensando que el gato es más malo que yo luego de que haga esto —en un instante, Reese hundió su rostro en el cuello de Regina para comenzar un camino de besos hasta su clavícula mientras continuaba acariciando el muslo de su pierna derecha. Sabía que sentía muchas cosquillas en esa zona y había conseguido el efecto deseado. Sin poder evitarlo, ella rio a carcajadas al sentir los labios de Reese recorrer su cuello. 
En un intento por evitar que continúe torturándola, Regina posó las manos sobre sus hombros y trató de alejarse de él tirando la espalda hacia atrás, pero no fue suficiente. Debido a la fuerza que Reese aplicó para mantener los labios en su cuello, Regina cayó de espaldas en la cama riendo cada vez más fuerte con su novio sobre ella dejando suaves besitos en su cuello y dibujando círculos en su muslo izquierdo. 
Lentamente, Reese comenzó a llevar sus besos desde su cuello a su mandíbula, luego de su mandíbula a su mejilla y, finalmente, unió sus labios en un beso desesperado. Sin dudarlo, Regina correspondió el beso acercándolo más a ella por el cuello. En medio del beso, Reese deslizó su mano por su pierna hacia el borde de su blusa. Aún sobre la tela, Reese acarició su abdomen como pidiendo permiso en silencio para meter una mano debajo de su blusa, lo que la hizo volver a la realidad. Rápidamente, separó sus labios y colocó una mano sobre la de Reese, evitando que continuara su camino hacia sus senos.  
—¡Espera, espera! —dijo Regina bajando el tono de voz a pesar de que no había nadie en la habitación. Sin comprender por qué lo detenía, Reese alejó un poco su rostro del de Regina esperando su explicación. —Dewey volverá en cualquier momento... 
—¿Quieres que vayamos al armario? —preguntó Reese en broma, sonriendo burlonamente. Riendo, Regina le dio una pequeña palmadita en el hombro, lo que también lo hizo reír. Justo cuando Dewey entraba en la habitación, Reese se levantaba de encima de Regina para sentarse y le ofrecía una mano para que hiciera lo mismo. 
—Sí, mamá, aquí está Reese —dijo Dewey parándose en la puerta de la habitación con el teléfono en la oreja. Al oírlo mencionar a su madre, Reese volteó a verlo preocupado y se levantó de la cama apenas Regina estuvo sentada. —Sí, se lo diré. ¿De verdad tiene que desvelarse toda la noche? ¿No puede reparar mi bici mañana? —preguntó Dewey al teléfono. Comprendiendo lo que hacía, Regina miró al niño con el ceño fruncido. —Bueno, tienes razón. El sábado en la mañana es el mejor día para salir —respondió al teléfono. Derrotado, Reese  suspiró con fastidio antes de volver a girarse hacia Regina. 
—Lo siento, amor, tengo que reparar la bici de Dewey —murmuró Reese, haciendo una mueca de fastidio. 
—No es nada, entiendo —respondió Regina apretando los labios en una sonrisa sin dientes. —Voy a volver a casa, mis padres ya deben haber llegado —agregó, levantándose de la cama de su novio.
—Te acompaño —dijo Reese rápidamente. — Y prometo que iré a verte mañana por la tarde —agregó antes de colocar las manos en sus mejillas para volver a besar sus labios.
—Te estaré esperando entonces —respondió Regina con una sonrisa, dejando un último beso rápido en sus labios antes de separarse definitivamente.
Luego de mirarla embobado por unos segundos, Reese entrelazó sus manos para guiarla hacia la puerta con él. Antes de cruzar la puerta, Regina soltó su mano para darle a Dewey un abrazo de despedida mientras él la esperaba en el pasillo.
—Adiós, Dewey —dijo Regina, inclinándose para abrazar al niño que pasó sus brazos por detrás de su espalda en respuesta. —No dije nada porque lo merece por la resortera, pero no te pases con él —le advirtió en un susurro antes de soltarlo.
•••
—Gracias por acompañarme —dijo Regina con una sonrisa cuando estuvieron en la puerta de su casa, jugando con la mano de Reese.
—No iba a dejar que volvieras sola de noche —respondió Reese levantando sus manos unidas para dejar un besito en sus nudillos. Regina rió por el gesto y dejó un beso en su mejilla antes de soltar su mano para introducir la llave en la puerta. —Y mañana... —agregó Reese, posando una mano sobre la suya para evitar que girara la llave. —...podríamos terminar lo que empezamos —concluyó con picardía, por lo que Regina giró nuevamente hacia él sin soltar la llave.
—Claro, será muy divertido que mi mamá entre de golpe —respondió Regina irónicamente, sacándole una carcajada. —Creo que tendrá que ser el próximo viernes, cuando Alec vuelva a tener práctica de fútbol —dijo con una sonrisa de disculpa.
—¿El viernes? —dijo Reese como un quejido, quitando la mano para que pudiera hacer girar la llave. —¿No podemos encerrar a Alec en su cuarto el lunes hasta que lleguen tus padres? —preguntó tirando la cabeza hacia atrás. Regina rió creyendo que estaba bromeando, pero Reese hablaba muy en serio.
—No creo que se deje encerrar —respondió Regina riendo mientras giraba la llave por fin. —Aunque tal vez si tú lo convences... —dijo pensándolo mejor, sin llegar a abrir la puerta. Al oírla, a Reese se le iluminó el rostro.
—Cierto, soy su héroe. Me hará caso —dijo Reese con orgullo, haciéndola reír.
—Sí, lo eres —respondió Regina entre risas. —Y justamente por eso dudo que te haga caso —agregó abriendo la puerta por fin.
—No sé qué estás insinuando —respondió Reese, fingiendo no comprender con diversión mientras se acercaba a ella para recibir un beso de despedida. Regina volvió a reír y se acercó a él para rodear su cuello con las manos, de espaldas la puerta abierta de su casa, mientras Reese pasaba sus manos por su cintura. Poniéndose de puntitas de pie, Regina estaba a punto de cumplir su deseo cuando la voz de su madre detrás de ella la detuvo. 
—¿Necesitas otra cosa para tu operación? —escucharon preguntar a Caroline. Confundida, Regina volvió a estabilizar sus pies en el suelo y soltó el cuello de su novio para dar unos pasos dentro de la casa, ignorando el quejido de Reese al darle la espalda. Justo frente a la puerta, Caroline y Phineas bajaban las escaleras lentamente conversando con la vista fija en los escalones, por lo que no notaron a su hija y su novio en la entrada. 
—Mmm... creo que debo comer helado —respondió Phineas pisando el segundo escalón, lo que hizo su esposa se detuviera un escalón por debajo de él para observarlo confundida. Entre tanto, Regina escuchaba desde la puerta sin entender de qué operación hablaban con Reese tratando de llamar su atención. 
—En realidad no creo que se coma helado para... —comenzó a decir Caroline arrugando la nariz, pero Phineas la interrumpió. 
—Perdón, ¿Es una vasecto-tuya o una vasecto-mía? —preguntó Phineas posando una mano en su hombro e inclinando la cabeza. Desde la puerta, tanto Reese como Regina abrieron los ojos sorprendidos. 
—...iré a pedir helado —respondió Caroline luego de un pequeño momento de silencio, a lo que Phineas sonrió complacido. 
—¿Papá va a hacerse una vasectomía? —preguntó Regina sorprendida, logrando que sus padres levanten la vista hacia ellos.
—¿Le van a cortar su...? —preguntó Reese con expresión de horror, dejando la frase a la mitad. 
—Ay por dios, mira la cara de horror del chico —susurró Phineas a su esposa, el terror que le generaba la operación comenzaba a reaparecer. A su lado, Caroline trataba de calmarlo haciéndole señas para que respire profundo. —Me arrepentí. No puedo hacerlo, no puedo hacerlo, ¡No puedo hacerlo! —murmuró entrando en pánico antes de salir corriendo por las escaleras hacia su cuarto.
—¡Cariño...! —exclamó Caroline tratando de detenerlo, pero Phineas ya estaba en mitad del pasillo que daba a la habitación matrimonial. Al ver que tendría que calmar sus nervios otra vez, Caroline suspiró con cansancio antes de voltear nuevamente hacia los adolescentes. —No se asusten, solo es una pequeña intervención quirúrgica que tu padre se hará mañana... —dijo Caroline con tono tranquilizador, dando pequeños vistazos en la dirección en la que se había ido su esposo. —Tendrás que cuidar a Alec mañana por la tarde, me quedaré con él hasta que le den el alta —agregó sin prestarles mucha atención. Si lo hubiera hecho, probablemente habría notado las miradas cómplices compartieron Reese y Regina, pero estaba demasiado ocupada pensando en su esposo. —Reese, ¿Te quedas a cenar? —preguntó volviendo su atención hacia ellos justo cuando despegaban la mirada uno del otro. 
—Gracias, señora Langdon, pero tengo que volver a arreglar la bicicleta de Dewey —respondió Reese, usando el tono educado que solo sacaba a relucir con la madre de su novia. 
—Oh, será la próxima vez. ¡Envíale saludos a Hal! —exclamó Caroline mientras subía las escaleras para consolar a su esposo. 
—Bueno... —dijo Reese con una sonrisa apenas Caroline desapareció por las escaleras, acercándose nuevamente hacia Regina para pasar sus manos por su cintura. — Tendremos que adelantar nuestros planes para el lunes...
—Sí, se te ve muy triste por eso —respondió Regina con una pequeña risa antes de dejar un beso rápido en sus labios como despedida. —Hasta mañana.
•••
—¡Hecho! Alec no saldrá del patio hasta que lleguen tus padres —dijo Reese muy orgulloso de sí mismo entrando por la puerta que conectaba el jardín a la sala de la casa de los Langdon el sábado en la tarde.
—¿En serio? ¿Cómo lo hiciste? —preguntó Regina sorprendida, observándolo caminar hacia ella desde el sofá.
—Le prometí un par de secretos de Dewey si se quedaba en el patio —respondió Reese mientras se sentaba a su lado.
—El mejor hermano del mundo —dijo Regina irónicamente, haciéndolo reír.
—No te vi muy en contra de la idea de encerrar a tu hermano con llave en una habitación—replicó Reese entre risas.
—Shhh —dijo Regina riendo a la vez que se deslizaba más cerca de él, pasando las piernas por encima de su regazo y abrazándolo por el cuello para acercar sus rostros. Con una gran sonrisa, Reese se dejó atraer pasando la vista embobado entre sus ojos y sus labios hasta Regina rompió por fin la distancia entre ellos. 
El beso era lento y dulce en un inicio, incluso podían sentir la sonrisa del otro sobre sus labios. Mientras Regina acariciaba la parte baja de su nuca, Reese deslizó sus manos por su cintura y, a medida que los besos se hacían más intensos, comenzó a acercarla más hacia él al punto de sentir su pecho pegado a su torso.
Totalmente perdida entre sus besos, Regina ni siquiera notó que Reese colocaba una mano por debajo de sus rodillas y otra sobre su cintura para levantarla suavemente hasta que se vio a sí misma sentada por completo en su regazo. Lentamente, Regina acomodó sus piernas a cada lado de las de Reese tratando de separar sus labios la menor cantidad de tiempo posible.
Entre tanto, él deslizó una de las manos por debajo de su remera. Regina se estremeció ante el tacto frío recorrer su abdomen hasta llegar a su pecho derecho. Al sentir que comenzaba a masajear su seno, ella movió las manos de sus hombros a sus mejillas para profundizar los besos, volviéndolos más desesperados. Para Reese esto fue una súplica de atención al pecho izquierdo, por lo que repitió la acción con la otra mano.
Casi sin quererlo, Reese descubrió algo nuevo sobre los senos. Mientras jugaba con ellos, rozó por accidente el pezón derecho de su novia. Fascinado, rompió el beso para observarla con un brillo en los ojos. La había oído jadear sobre sobre sus labios.
Sin notar el motivo de la expresión de Reese, Regina aprovechó la oportunidad para recorrer el camino desde la comisura de sus labios hasta su cuello con pequeños besitos. A la vez, Reese continuó jugando con sus pechos, pero esta vez no solo los masajeaba. Con delicadeza, comenzó a apretarlos desde la base hasta los pezones, sorprendiéndose al sentir que se endurecían debajo de sus dedos. Pero lo que más le gustaba era oír a Regina soltar pequeños jadeos cada vez que los tocaba.
—¿Subimos... a mi cuarto? —murmuró Regina haciendo una pequeña pausa al estremecerse por la atención de Reese en sus pezones.
—Por supuesto —respondió Reese con una sonrisa de picardía, volviendo a conectar sus labios sin dejar de jugar con sus pechos. Entre besos y pequeños jadeos, Regina comenzó a incorporarse con la intención de caminar hacia las escaleras, pero Reese se lo impidió. Rápidamente, alejó las manos de sus senos para volver a colocarlas en su cintura, sentándola en su regazo a horcajadas de un tirón. Confundida, Regina detuvo los besos para esperar una explicación. —Así no —respondió simplemente.
—¿Entonces cómo...? ¡Ay! —exclamó Regina riendo. En un segundo, Reese deslizó sus manos por debajo de sus piernas y se levantó del sofá con Regina aferrada a él. Para no caer, rodeo su cuello con los brazos y su cadera con las piernas mientras él subía las escaleras casi trotando.
En menos de un minuto llegaron a la habitación. Cerrando la puerta con el pie, Reese se arrojó sobre la cama con Regina riendo debajo de él. —¿Te parece divertido? —dijo Reese con una sonrisa burlona, quitando las manos de sus muslos para sostenerse sobre ella con los antebrazos apoyados a sus lados.
—Muy divertido —respondió Regina riendo antes de volver a dejar besitos cortos en sus labios. Colocando las manos detrás de su nuca para profundizar el beso, hizo caer su peso por completo sobre ella.
—A mí me parece divertido que no te hayas puesto sujetador —dijo Reese entre besos, aprovechando que ya no necesitaba sostenerse con sus brazos para volver a deslizar sus manos por debajo de su remera. —Aunque no puedo quitártelo si no lo llevas puesto...
—Oh, lo siento. ¿Quieres que me ponga uno? —preguntó Regina con diversión. —Porque están en ese cajón, podría... —dijo señalando hacia el armario, pero Reese la interrumpió.
—¡No! —exclamó Reese rápidamente antes de volver a unir sus labios, haciéndola reír en medio del beso. —Así estás perfecta... —agregó con una sonrisa traviesa mientras se alejaba unos centímetros para empezar a levantar su remera lentamente. Con una pequeña sonrisa, Regina permitió que quite la camiseta por completo mientras jugaba con el cinturón del pantalón de Reese.
Una vez que arrojó la remera de Regina en alguna parte de la habitación, Reese observó fascinado sus propias manos caer con delicadeza sobre los pechos desnudos de su novia. Riendo por su expresión de embobado, Regina bajó los besos hacia su cuello, viendo de reojo la sonrisa de disfrute de Reese. Pero no pudo hacerlo por mucho tiempo ya que él puso el rostro a la altura de su pecho izquierdo para poder dejar pequeños besitos sobre él a la vez que continuaba masajeando el otro con la mano. Luego de unos minutos, lo introdujo por completo en su boca. Regina contuvo la respiración por unos segundos sorprendida antes de las manos al cabello de Reese. 
—Reese... —murmuró Regina, aunque sonó más bien como un jadeo al sentir la lengua de Reese hacer círculos sobre su pezón. Con una media sonrisa, Reese levantó la vista hacia ella mientras continuaba con su tarea, disfrutando hacerla retorcerse debajo de él. —Reese... —repitió tratando de calmar su respiración y deslizando sus manos a sus mejillas para apartar su boca de su pecho. A pesar de que lo estaba disfrutando, quería que le prestara atención antes de seguir. Suponiendo que tenía otra idea en mente, él se dejó guiar hasta que volvió a enfrentar sus rostros. —Trajiste protección, ¿Verdad? —preguntó Regina entre pequeños besos, mucho más cuerda al no tener la lengua de su novio sobre su pecho. 
—¿De qué hablas? —preguntó Reese sin dejar de besarla, manteniendo sus ojos cerrados con una sonrisa placentera sin dientes. 
—Ya sabes... un condón —respondió Regina rompiendo los besos y alejándose unos centímetros para verlo mejor. Como respuesta, Reese juntó sus cejas confundido. —¿Esa cosa que tienes que ponerte para no dejarme embarazada? —explicó, aunque sonó como una pregunta al ver que ni siquiera sabía qué era. 
—Ah, sí, claro. Sé lo que es —respondió Reese asintiendo con la cabeza, cosa que era claramente una mentira. 
—¿Entonces tienes uno? —preguntó Regina. Sabía que estaba mintiendo, pero a la vez se aferraba a la posibilidad de que en verdad tuviera uno para continuar. Al ver que Reese le dedicaba una sonrisa de disculpa, Regina suspiró frustrada. 
—Relájate —dijo Reese sin darle importancia, volviendo a unir sus labios en pequeños besos para poder seguir hablando. —Podemos arriesgarnos —agregó, comenzando a bajar sus besos para volver a poner su atención en sus pechos.
—¿Arriesgarnos? —repitió Regina pestañeando varias veces mientras él continuaba con su camino de besos hacia sus senos. 
—Ajá... —murmuró Reese llegando por fin a su pecho derecho para dejar pequeño besitos en él, repitiendo su accionar previo con el izquierdo. Antes de que pudiera meterlo en su boca, Regina salió de su estupefacción y lo alejó de un tirón, empujándolo a un lado de la cama para dejara de estar sobre ella. —¡Oye! ¿Cuál es el problema? Te gustó cuando lo hice en el otro—se quejó mirándola con el ceño fruncido. 
—¿Arriesgarnos? ¡¿Arriesgarnos?! —repitió Regina indignada levantándose de su cama. Una vez de pie, comenzó a buscar su remera por el suelo mientras cubría sus senos con un brazo. —¡Ni loca me arriesgo a tener un bebé! ¡¿Estás demente?! —exclamó encontrando por fin la remera y volviendo a ponérsela.
—Pero nos estábamos divirtiendo —replicó Reese con tono de queja.
—Y nos seguiremos divirtiendo cuando consigas protección —respondió Regina tomando su mano y tirando de él para obligarlo a levantarse, ignorando sus quejas.
—Estás enojada, no vas a querer cuando vuelva —protestó Reese mientras era arrastrado por su novia fuera de la habitación.
—No estoy enojada, solo... ¡¿Arriesgarnos?! —repitió, aún sin poder creer que haya dicho eso. 
—Eso solo prueba mi punto —dijo Reese bajando las escaleras detrás de ella. 
—No porque mientras tú vas a una farmacia yo... —comenzó a hablar una vez que llegaron al final de las escaleras, pero se detuvo por unos segundos a pensar cómo seguiría la frase. —...voy a darme una ducha para relajarme —concluyó finalmente. 
—Está bien... —respondió Reese haciendo una mueca. —Compraré condones —concluyó. 
—Genial —dijo Regina dejando un beso en su mejilla antes de abrir la puerta, pero Reese no tuvo tiempo de salir de la casa. 
—¡Ah! ¡Hola! Estábamos por tocar el timbre —exclamó Mitchell, el tío de Regina, terminando de cerrar la puerta de su auto mientras su esposo sacaba a Lily del asiento trasero. 
Olvidando lo que acababa de ocurrir, Reese y Regina compartieron miradas de preocupación. Una de las cosas que dejó bien en claro Caroline cuando abandonó la casa esa mañana era que Reese no podía entrar. Aunque no era su madre, los habían descubierto. 
—Hola... —dijo Regina volviendo su vista hacia sus tíos, tratando de mantener la calma con una sonrisa forzada. Entre tanto, Mitch y Cam se acercaron a ellos con Lily en brazos.  
—Phineas nos dijo que Alec y tú estarían solos durante su operación. Así que pensamos que necesitarían compañía, pero veo que ya la consiguieron —comentó Cameron lanzándole una mirada cómplice a los adolescentes, por lo que Regina se ruborizó y Reese sonrió con incomodidad. 
—¿Entonces van a quedarse? —preguntó Regina para cambiar casualmente el tema, aunque le interesaba mucho que se fueran. 
—¡Ay, no! Lily es la compañía —respondió Mitch antes de volver al auto para sacar un bolso con algunas pertenencias de la bebé. Desde la entrada, Reese y Regina lo miraron con impotencia.  
—No tenemos mucho tiempo, pero estará con ustedes por un par de horas —dijo Cam entregándole a la bebé a Regina. 
—P-pero no podemos cuidar a Lily —respondió Regina con nerviosismo, aunque sostenía a su prima en brazos, observando a su tío Mitch dejar un bolso de bebé junto a ella.
—Sí, estamos haciendo tarea —concordó Reese tratando de sonar convincente, utilizando la misma excusa que le había dado a su padre.  
—Sí, claro. Díselo a tu cabello despeinado y a sus pezones erectos —respondió Cam con una sonrisa que indicaba que no iban a engañarlo, haciendo que el rostro de Regina enrojeciera aún más y que Reese hiciera una mueca de fastidio. 
—Cam, deja de molestarlos y vámonos, se hace tarde —dijo Mitchell haciéndole señas para que volviera al auto con él. 
—Tienes razón vámonos. Recuerda que debe tomar una siesta en una hora, pero no más de media hora o no dormirá en la noche —advirtió Cam a Regina antes de seguir a su esposo hacia el auto. 
—¡Y no le diremos a Caro que Reese estaba aquí! —agregó Mitchell abriendo la puerta del auto. 
Resignados, Reese y Regina se despidieron de ellos desde la entrada, observando el auto alejarse. Cuando ya no pudieron ver el auto, Regina entró en la casa con la bebé en sus brazos mientras Reese cerraba la puerta detrás de ella. 
—Genial, tenemos el bebé sin la diversión —dijo Reese con fastidio, observando a Lily jugar con el cabello de Regina. 
—¿Ves por qué no hay que arriesgarse? —respondió Regina igual de fastidiada que él, entregándole a la bebé mientras él hacía una mueca. —Voy a ponerme un sostén, dile a Alec que ya puede entrar. 
•••
—Creo que Reese y yo tenemos una maldición de celibato o algo así —dijo Regina con hartazgo, tapándose el rostro con las manos.
El lunes durante el almuerzo, se encontraba sentada en la mesa que siempre ocupaba con sus amigas quejándose de su mala suerte. Habían pasado días desde que había comenzado a tratar de tener más intimidad con Reese, pero aún no habían conseguido avanzar más allá de segunda base.
—No seas exagerada, no puede ser tan malo —dijo Danny riendo, logrando que Regina quite las manos de su rostro para mirarla.
—La última vez que lo intentamos terminamos cuidando un bebé. ¡Un bebé! —repitió como si hubiera un mensaje encriptado en ese suceso.
—Uy, sí. El universo te está diciendo que no lo hagas o quedarás embarazada —se burló Maddie en broma, pero Regina pareció tomarlo en serio.
—¿Tú crees? —preguntó con tono de preocupación.
—Reg, si tienes miedo no es necesario que lo hagas —dijo Lorelai riendo.
—No, no, no. Sí que quiero hacerlo —dijo Regina muy segura de lo que decía. —Tengo muchas ganas de hacerlo, en realidad —admitió jugando con sus manos algo avergonzada. —El sábado Reese estuvo tan bien que... me dejó... —dejó la frase a medias demasiado avergonzada como para continuar.
—¿Mojada y con ganas de más? —supuso Danny con diversión.
—Sí —confirmó Regina volviendo a cubrirse el rostro con las manos mientras sus amigas se reían de ella.
—Ya encontrarán un lugar en donde hacerlo —dijo Talía para tranquilizarla, pero no surtió efecto.
—Es imposible... —murmuró Regina quitando sus manos de su rostro, acababa de sonar el timbre que indicaba el inicio de la siguiente clase. —Mi papá estará en casa toda la semana por la operación y su casa siempre está llena de gente. Perdimos nuestra oportunidad el sábado —explicó mientras las siete se levantaban y comenzaban a caminar hacia el aula.
—Entonces háganlo en la escuela —sugirió Carly.
—¿En la escuela? —repitió Regina arrugando la nariz. A unos metros de ellas pudo ver a Reese caminar de frente directamente hacia ellas.
—¡Sí! Bueno, no en un lugar en qué puedan verlos. Tal vez el armario de limpieza... —se explicó mejor Carly.
—¡Uh! Pueden escabullirse de una clase, es excitante —agregó Melody con emoción mientras se acercaban más a la puerta del aula.
Regina no respondió durante unos segundos, estaba demasiado distraída observando a Reese acercarse a ella. Se veía tan lindo y lo necesitaba tanto que sentía su estómago estrujarse. Cuando llegaron por fin frente al aula, la cantidad de gente que se acumuló provocó que Reese y Regina cruzaran por la puerta uno al lado del otro. Al rozar su brazo con el suyo Regina sintió que se le erizaba la piel.
—No lo sé... —respondió finalmente a sus amigas.
•••
Reese y Regina no llegaron al final de la clase. Luego de una hora de pequeños coqueteos desde sus asientos, él le había susurrado que buscara una excusa para salir del salón antes de levantarse y, luego de pedir permiso a la profesora, salir él mismo del aula. Diez minutos más tarde, Regina siguió sus pasos. 
No tardó mucho en encontrar a Reese. Aún desde la puerta del aula pudo verlo esperándola al final del pasillo, recostado en la pared sonriéndole desde la distancia. Comprobando que no había nadie que pudiera verlos, Regina caminó hacia él a paso rápido. Al llegar, descubrió que no era casualidad que la esperara al final del pasillo. Reese estaba recostado justo junto a la puerta del cuarto de limpieza. 
Sin perder el tiempo, Reese se abalanzó sobre sus labios apenas la tuvo enfrente, haciéndola chocar contra la pared. Mientras él sostenía sus mejillas con las manos para inclinar su rostro unos centímetros hacia arriba y así profundizar el beso, Regina tanteó la pared detrás de su espalda en busca de la manija de la puerta. Cuando la encontró, la abrió rápidamente y caminó de espaldas con Reese aún sobre sus labios. Dejando un último beso, Reese se separó para girarse a cerrar la puerta. 
—Mira... —dijo Reese luego de cerrar la puerta con una sonrisa triunfante, sacando del bolsillo de su pantalón una tira de preservativos para enseñársela. Regina observó la tira de preservativos conteniendo una pequeña risa, había al menos cinco allí. 
—Creo que solo necesitaremos uno —dijo Regina con diversión, tomando la tira de su mano para desprender uno. 
—Eso ya lo veremos, nunca se sabe —respondió Reese encogiéndose de hombros con picardía, haciéndola reír, a la vez que dejaba la tira sobre la estantería que se encontraba detrás de su novia. 
Siguiendo sus movimientos con los ojos, Regina no pudo contenerse más. Dando un pequeño saltito, volvió a unir sus labios en un beso desesperado mientras se sostenía de sus hombros para mantenerse a su altura. Rápidamente Reese llevó las manos a sus muslos, levantándolos levemente para que rodeara su cadera con sus piernas, cosa que Regina hizo al instante. Entre besos, Reese dio un par de pasos hacia delante, haciéndola chocar contra la estantería llena de artículos de limpieza para sentarla en el borde de uno de los estantes. Al hacerlo, la estantería de metal se movió tanto que hizo un gran estruendo. Rompieron el beso del susto, pero al instante comenzaron a reír. 
—Tenemos que ser silenciosos —susurró Regina tratando de mantener su risa en un tono bajo. 
—Lo sé, lo siento —respondió Reese entre risas en otro susurro. 
Cuando ambos se calmaron, Reese volvió a besarla suavemente, pero de a poco comenzó a volverse más intenso. Abandonando sus muslos al ver que podía sostenerse por su cuenta, deslizó las manos por debajo de su blusa para jugar con las tiras de su sujetador, moviendo nuevamente la estantería por accidente, pero esta vez no le dio importancia. Entre tanto, Regina rompió el beso para mirar hacia arriba, se había percatado de que una caja se balanceaba peligrosamente sobre sus cabezas con el movimiento de la estantería metálica. Por su parte, Reese ni siquiera lo notó, estaba demasiado ocupado llevando los besos a su cuello y buscando el broche de su sujetador. Normalmente eso le hubiera causado cosquillas, pero estaba tan distraída con el ruido de la estantería y el movimiento de la caja sobre ellos que apenas sintió un cosquilleo. 
—¿Me ayudas? No encuentro el broche —susurró Reese, despegando los labios de su cuello para volver a dejar pequeños besitos sobre sus labios. 
—¿Ah? —preguntó Regina confundida, bajando la vista para prestarle atención. Había estado demasiado inmersa en los ruidos que podrían hacer que los descubrieran. 
—El broche del sujetador —repitió Reese entre besos. 
—Ah, sí —respondió ladeando un poco la cabeza. Al oír su tono de voz, Reese detuvo sus besos. La conocía lo suficientemente bien como para saber que algo no iba bien. —Es que este es distinto, no está ahí —explicó colocando sus manos encima de las de él detrás de su espalda para guiarlas hacia el espacio entre sus senos, dejándolas justo encima del broche. 
—¿Qué pasa? —preguntó Reese un poco preocupado, quitan las manos de debajo de su blusa para colocarlas en su cintura. Imitando el gesto, Regina volvió a dejar las suyas sobre sus hombros.
—Nada, solo me distrae un poco el ruido. Siento que nos van a encontrar aquí y... —explicó apenada, pero dejó la frase en el aire. 
—...y no quieres hacerlo aquí —concluyó Reese. 
—No... lo siento —respondió Regina abrazándolo por el cuello apenada. 
—No tienes que disculparte —respondió Reese dando unos pasos hacia atrás dentro de lo que podía en ese pequeño cuarto, permitiendo que Regina vuelva a colocar los pies en el piso. —Quiero que te sientas cómoda y que ambos lo disfrutemos —agregó, haciéndola sonreír enternecida y abrazarlo con más fuerza. En respuesta, Reese la abrazó por la cintura y dejó un beso en su frente antes de que Regina apoyara su cabeza en su hombro. Se mantuvieron en esa posición por varios minutos hasta que Regina rompió el silencio. 
—Aunque admito que hubiera sido un poco romántico que nuestra primera vez fuera aquí —dijo Regina con una pequeña risa. Sin comprender a qué se refería, Reese la miró extrañado. 
—¿Romántico? —repitió alzando las cejas. 
—Sí... bueno... aquí fue donde nos escondimos del prefecto el año pasado, ¿Recuerdas? El día que me prestaste tu remera —explicó Regina, separándose de su hombro para mirarlo a los ojos. 
—Es verdad —confirmó Reese dejando ver una sonrisa al recordarlo. —Estabas llorando —agregó deslizando un mechón de su cabello por detrás de su oreja. 
—Sí, estaba llorando —recordó Regina con leve sonrisa. —Y tú fuiste muy dulce conmigo ese día... 
—Ah, por eso sería romántico —comprendió Reese, acercándola más hacia él. 
—Bueno, mas bien porque... creo que ese fue el momento en el que empecé a enamorarme de ti —explicó Regina sintiendo una timidez repentina, por lo que bajó la vista mordiéndose el labio inferior al terminar de hablar. Al volver a mirarlo a los ojos, se encontró con la gran sonrisa de alegría de Reese justo antes de que volviera a inclinarse para besarla con ternura, quitándole la timidez por completo. 
•••
—Sí, mamá. Mi cama ya está donde da el sol y la cama de Reese está en el armario como querías —dijo Dewey entrando en su habitación con el teléfono en su oreja, mirando con una sonrisa sin dientes a Reese empujando su cama en el armario.
—¡Esto es ridículo! —exclamó Regina con hartazgo, parada detrás de Reese con los brazos cruzados. —Los padres de Talía llegarán en una hora y ya no podrá prestarnos su casa para... —comenzó a quejarse, pero se detuvo con nerviosismo al recordar que Dewey seguía ahí. —...hacer la tarea —agregó, maldiciéndose mentalmente por usar la misma excusa tonta de Reese.
—¡Voy tan rápido como puedo! —respondió Reese terminando de poner la cama en el armario y pasando junto a ella para agacharse a mover la cama grande.
—Lo está haciendo muy bien mamá, deberías dejarlo descansar —dijo Dewey al teléfono, sentándose en la cama grande mientras Reese la movía hacia la ventana.
—Gracias, Dewey. Eres un buen hermano —dijo Reese con una sonrisa. A su lado, Regina miró al niño con el ceño fruncido.
—Dijo que no —respondió Dewey.
—Amor, ¿No te parece un poco extraño que tu mamá solo llama para que arregles la bici de Dewey, que cambies los muebles de lugar de Dewey...? —trató de hacerlo razonar por cuarta vez en el día para que se diera cuenta por sí mismo de lo que ocurría, pero Reese solo la miró confundido desde el suelo.
—¿Qué insinúas? —preguntó Reese pasando la vista entre Dewey y ella.
—No lo sé, ¿Tú qué crees? —replicó Regina mirándolo como si fuera obvio.
—Oye, si quieres habla tú con ella —intervino Dewey al ver que estaba a punto de lograr hacer que Reese lo descubra, tendiéndole el teléfono.
—¡Ah! ¿Vas a desafiarme, duende maligno? —exclamó Regina indignada, colocando sus manos en su cintura. —Por supuesto que hablaré con ella —dijo con una sonrisa desafiante, por lo que Dewey abrió mucho los ojos. Sabía que estaba tirando demasiado de la paciencia de Regina para mantener su defensa contra Reese. De mala gana, dejó que Regina le quitara el teléfono de las manos. —Hola, señora Wilkerson —dijo Regina mirando fijamente a Dewey, mientras Reese escuchaba con preocupado detrás de ella. Por supuesto, no era Lois, solo era la contestadora. —Reese prometió que saldría conmigo esta tarde... Sí, ¡Gracias! —exclamó fingiendo que Lois le permitía llevarse a Reese, quien alzó los puños a modo de festejo a la vez que Dewey apretaba los labios. —Ah, ¿Quiere que Dewey regrese la cama de Reese a su lugar? Sí, le diré. Adiós —agregó Regina antes de colgar el teléfono y devolvérselo, por lo que el niño la miró con los ojos entrecerrados. 
—¡Genial! —exclamó Reese, caminando hacia ella para tomar su mano. —No olvides poner las sábanas —advirtió a Dewey con tono amenazante antes de tirar de la mano de su novia para salir de la casa. 
 •••
Zafarse del engaño de Dewey no sirvió de mucho. Ni siquiera llegaron a entrar en casa de Talía, desde la ventana pudieron ver a sus padres mirando la televisión en el sofá.
Cinco horas más tarde, Regina leía en su habitación cuando oyó el sonido ya familiar de unos pequeños golpes en su ventana. Rápidamente dejó el libro a un lado de su cama y corrió a abrir la ventana, permitiendo que Reese entre en su habitación. 
—Pudiste habérmelo dicho —dijo Reese apenas entró, parándose detrás de ella con el ceño fruncido mientras Regina cerraba la ventana. 
—Ya sabes que Dewey mentía sobre las llamadas de tu mamá —supuso Regina volteando a verlo. A modo de respuesta, Reese emitió un pequeño gruñido. —Lo siento, pero le lanzaste piedras con una resortera y era la única forma de la que podía defenderse. Aunque se haya aprovechado de eso —dijo un poco apenada, pero a la vez convencida de lo que decía. 
Sin poder pasar mucho tiempo enojado con ella, Reese asintió haciendo una mueca mientras pasaba sus manos por su cintura. Al instante, Regina correspondió el abrazo pasando sus brazos por detrás de su cuello, pegándose a su cuerpo. 
—Lo siento —repitió Regina, abrazándolo con fuerza y apoyando la mejilla en su hombro. 
—Está bien, me lo merecía —admitió Reese reforzando el agarre en su cintura y ladeando la cabeza para apoyarla sobre la suya. —Y ya me encargué de él —agregó con una media sonrisa. 
—No quiero saber que hiciste, pero también se lo merecía —dijo Regina apretando los labios. 
—¡Por supuesto! Intentó cortarme el cabello —comenzó Reese volviendo a fruncir el ceño. Al oírlo, Regina levantó la cabeza para verlo con los ojos muy abiertos. 
—Nooo —dijo juntando las cejas y ladeando la cabeza mientras llevaba las manos al cabello de Reese para acariciarlo. Entre tanto, él cerró los ojos con una sonrisa sin dientes, disfrutando las caricias. —Me encanta tu cabello de puercoespín —agregó jugando con su cabello, haciendo que Reese abriera los ojos para lanzarle una mirada de fastidio. 
—Vas a pagar por eso —dijo Reese con una sonrisa traviesa, empujándola suavemente hacia la cama hasta hacerla caer debajo de él. Tomándola desprevenida, comenzó a besar su cuello a sabiendas de que la haría reír a carcajadas por las cosquillas que le daba. 
—Lo siento, pero no puedo hacerlo por ahora—dijo Regina entre risas, tratando de alejarlo de su cuello. 
—¿Cómo que no puedes? —preguntó Reese con tono de queja, permitiéndole apartarlo de su cuello para poder mirarla a los ojos. —Son las dos de la madrugada, nadie nos molestará y estamos en un lugar cómodo...  
—No es eso... —lo interrumpió Regina, mirándolo apenada con una sonrisa de disculpa. —Estoy menstruando, no podremos intentarlo por una semana —explicó haciendo una mueca con los labios. Apenas la oyó, Reese dejó caer la cabeza sobre su pecho casi como si se hubiera desmayado. Al instante, Regina colocó una mano en su cabello para acariciarlo, tampoco estaba muy feliz con eso. 
—Voy a matar a Dewey... —murmuró Reese entre dientes.
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olee · 10 months ago
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Piel Canela | Enzo Vogrincic
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Parte II de “City Boy”
¿Cómo sería salir con Enzo?
Personalidad:
- Enzo valora la paz y la tranquilidad como aspectos fundamentales en su vida. Para él, los momentos más significativos se experimentan al llegar a casa y reconocer el hogar con la afirmación interna de "yo vivo acá". Su aprecio por la naturaleza se manifiesta especialmente junto al mar o en la montaña, donde disfruta observar cómo el tiempo avanza. Estos entornos le brindan la serenidad que considera esencial para su bienestar (Folie).
- En estos días, Enzo encuentra un especial aprecio por la privacidad y anhela pasar más tiempo contigo. Cuando tiene momentos libres, te llama y te busca, guiándote hacia lugares apartados donde puedan disfrutar de charlas íntimas y compartir afectuosos momentos de manera discreta. La búsqueda de esos espacios escondidos refleja su deseo de fortalecer la conexión contigo en un ambiente más personal y reservado.
- Por supuesto, Enzo no dejará de compartir contigo sus rasgos característicos en el ámbito teatral. Siempre te sorprenderá con bromas, actuando de manera cómica y excesiva para agregar un toque de diversión a sus interacciones contigo.
- Para Enzo, su cámara vintage ocupa un lugar central en su vida. Ama capturar imágenes únicas, especialmente cuando busca el sentido de la vida a través de su lente. Es decir, aprecia las pequeñas cosas y siempre comparte contigo sus reflexiones sobre las fotos que ha tomado, ya sea en el autobús, en el parque, en la calle o cualquier otro lugar
- Obviamente, la fama no le afectará a Enzo; sin embargo, él se está dando cuenta de lo popular que es ahora y de lo surreal que es tener casi dos millones de seguidores. Tú, en la realidad, estás procesando la situación al ver cosas muy extrañas, sin entender cómo la gente ha obtenido esa información. Pero, a pesar de todo, Enzo, siempre dramático y filosófico, te dirá: “La vida, ¿sabes?, sigue su rumbo como un río que no se detiene, aunque a veces nos parezca más enredada que una milonga triste. Pero en el fondo, siempre avanza, como un mate bien cevado en la ronda de la existencia, con sus momentos amargos y dulces. Y ahí estamos, simplemente tratando de entender el compás de esta candombe llamada vida”, y tú, muerta de la risa!
- El lenguaje de amor principal de Enzo son las palabras de afirmación; es decir, Enzo maneja el vocabulario de manera perfecta. Siempre te habla de una manera encantadora, romántica e inteligente. La humildad de Enzo es tan notable que cada vez que te dice: “Qué guapa estás, te amo”, simplemente te hace derretir a millas.
- Sin embargo, aunque el contacto físico no sea su principal lenguaje de amor, Enzo es súper cariñoso contigo. Afortunadamente, no es muy público en sus demostraciones afectivas; él siempre te besará y te tocará en los momentos más íntimos y privados. Es decir, su enfoque en el tiempo de calidad se posiciona como su segunda prioridad en el lenguaje del amor.
- A Enzo le encanta bailar en la cocina y hacer comedia con Uma y Ada; estos son tus momentos favoritos, especialmente cuando te abraza internamente diciendo, 'Mi chiquitita' o 'Mi gorditaaaa'. Esos momentos seguramente crean un ambiente lleno de alegría y conexión.
Artistas que pegan con Enzo y sus canciones:
Enanitos Verdes - “Mi Primer Día Sin Ti”
Los Abuelos de la Nada - “Mil Horas”
Alfredo Zitarrosa - “Doña Soledad”
Los Olimareños
Mercedes Sosa
Soda Stereo
Maná
Calle 13
Silvio Rodríguez
Eydie Gormé - “Piel Canela”
Los Panchos
Peso Pluma, Anita - “BELLAKEO”
Banco Palamera - “Sola Con Mi Voz”
Rita Payés
Rauw Alejandro - “Sexo Virtual”
Simona - “Esfera de Amor”
El Canto del Loco - “Un Millon de Cicatrices”
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granddaughter-of-shaokahn · 1 month ago
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↳ ❝ [The Boys x Vaggie! Reader] ¡! ❞
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Resumen: Eres Vaggie
Tipo: Headcanon, Platonic
Fandom: Hazbin Hotel/The Boys
Advertencia: Violencia
══💞══╡°˖✧💌✧˖°╞══💞══
Billy Butcher
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Le agredas
Tu actitud dura y ruda fue lo que llamo su atención y mas aun el hecho de que no estés vinculado con Vought
Aunque tenga problemas mentales, tu lo comprendes en varios aspectos
Pero hay algo que no vas a tolerar de el, es tu amigo así que no quieres que le pasa nada malo, no toleras que se pase todo el tiempo libre que tiene fumando, bebiendo y antagonizando a los demás, solo por diversión.
Así que cada ves que lo ves drogándose lo regañas
por lo que ,antes, siempre se escabullirse a un bar o a alguna habitación trasera, pero desde que te uniste a la tripulación, le ha costado mucho librarse de ti.
Siempre te sigue diligentemente, o tal vez solo para ser una molestia
Butcher casi nunca se libera de ti, o de tus intentos de hacer que socialice.
El es el padre buena onda y tu eres la madre gruñona
Y/n: William! tienes que dejar de arriesgarte para nada, casi nos descubren! B.B:Wow grumpy mamma,calmate tengo todo bajo control Y/n:No,no lo haces, solo esperas a que yo salve tu jodido culo B.B:Si que me lees la mente Mama *El resto del grupo viendo como "discuten"*
Apodos:Mama,Grumpy,V,Fury doll
Nombre de contacto:Violent Silk Bow
A veces no sabes si te coquetea o lo hace para molestarte, té hacer recordar a Angel, tambien siempre te sigue diligentemente, o tal vez solo para ser una molestia idiota
B.B:Aqui esta mi muñeca favorita Y/n:William...tengo novia B.B:Y? no soy celoso Y/n:Soy lesbiana B.B: Siempre me sentí femenina Y/n:...Le dire a Becca B.B:espera que-...
Hughie Campbell
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Le pareciste intimidante
Tu mirada seria y que te enojes fácil, lo intimido y bastante
Pero, como eras buena por dentro, se acerco un poco mas
El te recordaba algo a Charlie
Así que cuando te volviste cercana a él, te volviste sobreprotectora por el hecho que tampoco tiene poderes o una habilidad especial para defenderse
También por que puede llegar a ser muy ingenuo
Posiblemente uno de los únicos que sepa de tu caída del cielo y que eres un demonio
Apodos:Vags,Sis
Hermana menor protectora y hermano mayor inocente vibes
Cada vez que pensaba en Robin y se ponía triste o melancólico, primero lo regañabas y después lo consolabas
Hablabas de Charlie con el por que creías que alguno de los Seven podía redimirse como La Reina Maeve. El en vez de decir que estabas loca, también estaba a favor de esa idea
Y después de esa charla de la redención de los seven, el quiso conocer a Charlie o saber mas sobre ella
Mothers Milk
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#LATINOSVIBES
Es el que mas te entiende de alguna forma
realmente apreciaría una presencia estable en la tripulación, y eso es exactamente lo que ayudaste a proporcionar. Ayudaste a equilibrar la proporción de locos y dementes dentro del grupo, y por eso, MM está eternamente agradecido.
Muchas veces, mientras está limpiando u organizando el equipo, le harás compañía
Pasará un tiempo no tan largo antes de que llegues al lado más suave de MM y el al tuyo pero vale totalmente la pena llegar allí. MM quiere lo mejor para su tripulación, y aunque es un amor duro, el se esfuerza por todos y por ti
También confió en ti por que le recordaste a el, como si fueras su hija
Esto a menudo se convierte en MM hablando abiertamente sobre su familia, el TOC, las preocupaciones que tiene sobre los chicos, etc.
Se llevan muy bien y digamos que lo ves como un hermano mayor o una figura paterna
Te invito a comer a su casa para que conozcas a su familia
Kimiko
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Amigas
No, mejores amigas
Ella es callada y tu no hablas mucho así que las dos están cómodas con la presencia de la otra.
Lo que si, las dos son muy buenas para oírse la una a la otra
Le agradaste desde la primera vez que te vio
Cuando la ves como una amiga te vuelves protectora con ella pero sabes que ella puede protegerse por si misma
Es como tu hermanita menor
Ella te conto sobre su pasado por lo que tuviste la confianza para contarle toda tu vida desde que caíste del cielo hasta como in tentas ayudar a tu novia en un hotel para la redención
También le contaste sobre Charlie ya que Kimiko si te recuerda un poco a ella
Un día agarra tu lanza celestial y casi te da un infarto pensado que alguien mas la había agrado
Aprendiste lenguaje de señas por ella
Cuando están solas, se acurrucan y se ponen a escuchar musica
Le prestas tu moño
Le gusta peinarte tu pelo
Frenchie
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#LGBT
Le pintas las uñas
Le encanta la relación que tienes con Kimiko y como eres protectora con ella
Hermano gay-bisexual y hermana lesbiana vibes
Van a picnics juntos acompañados de kimiko
También eres protector con el, así que cuando lo ves consumiendo drogas lo regañas aunque con el tiempo o respetas
Solo que no quieres que termine como cierta araña drogadicta y prostituta
Confiabas en el solo por Kimiko aunque le agarraste cariño
Le contaste que no estabas orgullosa de tu yo pasado, un exterminador
Así que Frenchie probablemente dé un discurso apasionado y extenso, en el que diga que no importa quién eras antes; lo único que le importa es cómo quieres definirte ahora
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selenne76 · 6 months ago
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...Que morboso la sensación de intimidad en un lugar público...roeados de gente, todos ellos voyeurs en potencia.
La excitacion de sentir sus dedos escalando por la piel de mis muslos, mientras conversamos susurrantes de los placeres que vendrán luego.
La lujuria con la que pide que le pague prenda, la perversión de ver como el encaje negro de mis braguitas luce como elegante pañuelo en el bolsillo de su chaqueta.
El placer de ver, como cierra los ojos e inspira el aroma a humeda excitacion femenina que desprende la prenda.
La diversión en nuestra mirada, mientras como auténticos estrategas negociamos los términos de mi rendición..., firmaremos la paz llegados a casa?, tal vez el deseo nos venza en el coche?...finalmente el armisticio nos lleva al baño...sex♡ silencioso aunque demasiado apasionado como debe ser el final de todas las batallas que merecen la pena...🖤🖤🖤
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cassandra-baker · 6 months ago
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It's not a phase (Hazbin Hotel GuitarPrincess one-shot +18)
Por fin había conseguido zafarse de sus guardaespaldas perpetuos. Serán pequeños, pero eran prácticamente implacables a la hora de vigilar sus movimientos. Protegerla era el único propósito por el que habían sido creados y seguir las órdenes de Lucifer era lo único a lo que dedicaban su vida.
Y esa actitud sobreprotectora era agotadora. Ya no era una niña y no soportaba lo protegida en exceso que la tenía su padre de forma constantemente agobiante. ¡Era la maldita princesa del infierno y debería poder hacer lo que quisiera! Todavía se acordaba de cómo su padre la regañó hace unos meses por teñirse el flequillo de negro a juego con su estridente maquillaje oscuro. Era una decisión que había tomado por probar algo nuevo, pero que decidió dejarlo cuando vio que había conseguido hacer rabiar a su padre.
Se sentía ahogada en su casa a pesar de pasar mucho tiempo sola. Sus obligaciones como princesa eran mínimas y sus padres estaban tan ocupados con sus propios deberes que casi nunca estaban juntos y menos pasaban tiempo con ella. Y las pocas veces que coincidía con alguno de sus progenitores, solo le recriminaban su actitud que ellos tildan de demasiado rebelde para ser una princesa. Menuda hipocresía viniendo de las personas que desafiaron al mismísimo Cielo.
¡Ni que ella hubiera decidido ser princesa! Dada la situación, prefería haber nacido como un demonio cualquiera. Así seguro que podía ir por ahí sin ninguna restricción y podía hacer lo que quisiera con quien quisiera y cuando quisiera.
Lo que Charlie tenía claro era que no iba a dejar que su posición le impidiera divertirse. Es por eso por lo que, como muchas otras veces, había conseguido despistar a Razzle y Dazzle para infiltrarse en la ciudad en busca de algún sitio en el que pasarlo bien.
Tampoco era la primera vez que lo hacía, pero siempre tenía que ser muy cuidadosa en los momentos en los que elegía su momentos de escape.
En aquella ocasión decidió pasar la noche en un bar que le gustaba mucho y en el que había bastante ambiente. Todo tipo de demonios abarrotaban el lugar en busca de diversión mientras el alcohol corría y la música rock retumbaba en sus oídos. A Charlie le gustaba mucho ese bar desde que empezó a aficionarse al rock hacía unos años cuando entró en la que sus padres llamaban una fase rebelde.
Normalmente la música del bar era pregrabada y los camareros aceptaban peticiones de los clientes, pero aquel día Charlie había tenido suerte. En ocasiones muy concretas algunos grupos de rock de la ciudad actuaban en aquel local y aquel fue uno de esos días.
La princesa se quedó fascinada viendo al hombre que tocaba en el centro del escenario. No le parecía nada un demonio: llevaban ropa de cuero con tachuelas y pinchos, la piel blanca que brillaba con el sudor y el pelo castaño cenizo totalmente despeinado y unos ojos dorados a juego con sus alas y su brillante guitarra. Si no estuviera en el infierno, Charlie juraría que lo que tenía delante era un ángel como integrante principal de un grupo de rock, pero era imposible. La princesa se rio de su propia idea y se centró en disfrutar del concierto.
Aunque el concierto era increíble, Charlie no podía apartar la vista del vocalista y notó que él también había empezado a fijar su dorada mirada en ella. Era todo un macarra que le encantaba gustar y sus ojos no pudieron evitar fijarse en aquella rubia con el flequillo negro que estaba disfrutando de su concierto como nadie. Le guiñó el ojo y ella le respondió con una sonrisa pícara. Se había creado una especie de conexión invisible y el resto del concierto transcurrió como si solo estuvieran ellos dos en el local. La atracción estaba empezando a surgir a pesar de la distancia entre ambos, a pesar de no haber intercambiado una sola palabra.
El concierto terminó y la banda se retiró a disfrutar de un merecido descanso. Cuando estaban celebrando otro concierto exitoso, escucharon a alguien llamando a la puerta. El batería abrió para ver a la rubia que había llamado la atención del vocalista.
—Ha sido un gran concierto —dijo ella con una amplia sonrisa.
—Gracias, muñeca. Veo que lo has disfrutado —respondió el vocalista esbozando una sonrisa socarrona.
Charlie entró en el camerino con seguridad y desafió al hombre con la mirada. Era increíble lo bien que se entendían dos desconocidos simplemente por las miradas.
—Chicos, salid a tomar algo, voy a hablar más personalmente con mi fan.
El resto de integrantes de la banda se marcharon lanzando vítores y silbidos. No era la primera vez que el vocalista aprovechaba el camerino para pasar un buen rato con una fan después del concierto.
—Nunca te había visto por aquí —comentó el hombre sentado en el sofá del camerino.
—Bueno, me tienen muy controlada en casa. Pero a veces me escapo.
—Me gustan las chicas traviesas.
El hombre sonrió, se levantó del sofá para acercarse a la chica.
—¿Ah, sí?
Ella le sonrió con picardía y se acercó a él. Puso las manos en el pecho del hombre y disminuyó la distancia que los separaba. El hombre podía ver las mejillas sonrojadas de la chica. Parecía que había estado bebiendo pero no era nadie para decirle nada. Él también se había pasado de copas y su mente no tenía ganas de pensar. Quería disfrutar de un buen rato con aquella rubia.
Y ella parecía pensar lo mismo cuando rodeó su cuello para lanzarse a sus labios. Él correspondió el beso con la misma voracidad que le estaba ofreciendo ella.
Aunque la chica era alta, para él se sentía muy pequeña en el momento en el que la rodeó con los brazos para profundizar aquel beso. Podía notar cómo la totalidad de su cuerpo la podía abrazar completamente. Con esa idea en mente y mientras sus lenguas empezaban una danza llena de necesidad para llevar el liderazgo en ese beso, él agarró el trasero de la chica para levantarla y acercarla todavía más a él. La princesa de forma instintiva rodeó las caderas del hombre con sus piernas para no caerse. Lo rodeaba llena de necesidad por la embriagadora violencia con la que se estaban besando. Él los llevó a los dos hasta un tocador que había en el camerino. La sentó en el mueble para seguir besándola con ferocidad.
El impacto de la chica contra el mueble había hecho caer todo lo que había encima, pero a ninguno les importó mientras sus lenguas se enfrascaban en una violenta pelea por conquistar la boca del otro.
Se vieron obligados a separarse por falta de aire y, por primera vez, se miraron a los ojos mientras intentaban controlar su respiración. Los de él brillaban con lujuria al igual que los de ellas que estaban enmarcados en un coqueto sonrojo.
Charlie se relamió los labios y empezó a desabrocharse el vestido. Ya no tenía suficiente con unos simples besos por muy apasionados que fueran. El hombre silbó sorprendido por la tenacidad de la chica. Así que, para igualar las condiciones, se quitó la chaqueta y la camiseta.
—Si quieres que me quite algo más te lo tienes que ganar preciosa —la retó el hombre.
Ella sonrió con picardía antes de volver a devorar los labios del hombre más que dispuesta a aceptar el desafío con el objetivo de conseguir la jugosa recompensa. Sin descuidar los labios de la chica, el hombre empezó a bajarle el vestido. Ella se levantó lo suficiente como para conseguir que la prenda tocara finalmente el suelo.
El hombre se relamió al ver aquel cuerpo esbelto completamente a su disposición. Iba a pasárselo muy bien esa noche. No tardó mucho en quitarle el sujetador mientras ella empezaba a tantear de forma juguetona la cremallera de sus pantalones.
Mientras él empezaba a pasar su lengua traviesa por los pezones de la chica, ella desabrochó finalmente la cremallera hasta liberar el miembro del hombre que reclamaba algo de atención.
Ambos estaban hambrientos del otro. No hacían falta las palabras, en la habitación solo se escuchaban los pesados suspiros de él y los contenidos gemidos de ella que intentaba hacerse la difícil ante los precisos toques de aquel hombre sobre su pecho.
Intentando que la situación se igualara, ella empezó a acariciar aquella polla que tantas ganas tenía de tener dentro.
El hombre gruñó de placer ante el tacto de las cálidas y delicadas manos de la chica envolviendo su miembro. Sonrió sin dejar de morder los pechos de la chica y, mientras ella disfrutaba de masajear su pene. El hombre se cansó de juguetear con los pechos de la chica, quería más de ella así que apartó las bragas de ella a un lado y empezó a masajear su intimidad con la misma intensidad con la que ella seguía acariciando su miembro. Sonrió satisfecho, no tendría que hacer mucho, ella ya estaba bastante húmeda.
Acarició muy travieso el clítoris de ella e hizo que diera un pequeño salgo en el mueble. Era muy sensible, le encantaba. Como estaba ya tan mojada, introdujo dos dedos en el interior de la chica que entraron sin ningún problema. Su acción obtuvo como respuesta un pequeño gemido junto a la sensación de que la chica se contraía de placer. Estaba claro que ella se estaba esforzando por centrarse en el trabajo manual que le estaba haciendo, pero los dedos del hombre dentro de ella la hacían perder el control.
Él sonrió. Estaba más que lista y estaba claro que él también.
—¿Estás lista para probar la primera polla de todas, muñeca?
Charlie levantó la ceja.
—Así es, preciosa —dijo orgulloso e hizo aparecer sobre su cabeza un halo brillante—. Vas a tener el privilegio de follarte a Adam, el primer hombre.
La sonrisa de ella no hizo más que ampliarse con aquella información. Siempre le había gustado hacer rabiar a su padre por intentar controlarla. Sabía que por haberse escapado al concierto y haberse acostado con un escondido desataría la ira del rey del Infierno pero si ese desconocido era el primer hombre, solo haría la situación más interesante. ¡Jódete, Lucifer!
—¿Por qué te ríes, preciosa? Ya sé que tiene que ser una impresión saber que estás con la mejor alma del Cielo. Pero créeme que es verdad. A veces bajo a este estercolero con mi banda porque aquí se aprecia más mi arte. —Se pavoneaba haciendo pequeños círculos con los dedos dentro de la princesa.
—No sabes quien soy, ¿verdad? —dijo ella con una risita pícara mientras que, en ningún momento, había separado su mano de la entrepierna del hombre.
—¿Debería?
Adam alzó la ceja. Normalmente cuando revelaba quién era, las chicas se volvían locas. Pero en aquel caso no había tenido la reacción que esperaba. ¿Qué le pasaba a esa rubita?
—Creo que sí —comentó ella—. Mis padres son los que llevan todo esto.
—¿Son los dueños del bar?
Guapo pero no muy listo.
—De todo esto —contestó con una sonrisa—. Del Infierno.
El hombre se quedó en silencio mientras ella sonreía y no dejaba de bombear la primera polla de la historia.
—¿Eres la hija de Lilith?
—Sip —la sonrisa traviesa de la princesa no dejaba de ampliarse.
La sonrisa de Adam se ensanchó igualmente. Aquella era una forma deliciosa de vengarse al fin de Lucifer. Y estaba claro que su niñita estaba más que dispuesta a complacerlo.
—¿Estás segura de esto, nena? Tu papi se va a enfadar.
—Eso espero.
Una chica rebelde. Eso le gustaba todavía más.
Con determinación, apartó la mano de la chica y, sin que diera tiempo a que pudiera reaccionar, adentró su miembro dentro de la princesa que se abrazó a su cuello de forma instantánea.
Las embestidas salvajes de Adam hacían que el mueble en el que estaba sentada la princesa golpeara la pared de forma frenética. Pensaba que podría destrozarla y la pared también y eso le encantaba.
Aquello parecía un sueño. Por muchas mujeres con las que se hubiera acostado nunca había sentido una conexión así con nadie. La princesa había empezado a seguir su ritmo de forma perfecta sin necesidad de palabras entre ellos. La notaba jodidamente tan apretada y tan húmeda que era una delicia.
Ella jadeaba agotada sin bajar el ritmo de sus caderas que no hacían más que anhelar sentir al hombre cada vez más dentro de ella.
—Estás muy apretada, princesa —comentó él con la voz jadeante.
—¿Acaso es un problema? —Ella rodeó su cuello para robarle un beso necesitado aprovechando ese apoyo para intensificar el salvaje movimiento de sus caderas.
—Para nada —dijo él después del beso—. Eres deliciosa, hija de Lucifer.
El primer hombre empezó a repartir mordiscos esporádicos por el cuello de la princesa que empezaba a gritar de placer mientras sus caderas se sacudían más violentamente. Adam bajó las manos hasta las caderas de la chica para aumentar más la profundidad de los embistes.
Aquella chica era deliciosa, notaba como su coño envolvía perfectamente su polla y lo volvía loco. Ninguna otra mujer había conseguía envolver su miembro de una forma tan perfecta. Se sentía al límite, no iba a aguantar mucho más y, cuando ella empezó arañar su espalda y notaba como su interior apretaba con necesidad su miembro, él no tardó mucho en correrse también.
Los dos habían asumido que aquello sería un polvo de una noche así que, tras el orgasmo, ambos se adelantaron antes de despedirse. Charlie no podía llegar demasiado tarde si quería salir airosa de su pequeña escapada y Adam sabía que Lute y Vaggie no lo podían cubrir mucho más tiempo.
—No ha estado mal, princesa —se despidió él antes de volver a entrar en el bar.
—Lo mismo digo, primer hombre —contestó ella encaminádose a la salida trasera del local.
El tiempo pasó y, junto a la resaca del día siguiente, ambos olvidaron por completo aquel apasionado incidente. Ni siquiera cuando se reunieron para negociar los exterminios fueron capaces de reconocerse mutuamente.
La memoria de aquella noche parecía haberse esfumado del recuerdo de la princesa y el primer hombre. Pero lo que siempre les acompañaría convirtiéndose en un problema común era el herpes que el primer hombre le contagió a la princesa por no haber tenido cuidado.
One-shot dentro de la antología Tanto en el Cielo como en el Infierno.
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by-speaker · 1 month ago
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Cazando a alguien (ESP. VER)
prompts por @raven-cincaide-words
Philza, Techno y Tommy habían estado caminando por días, solo descansando un par de horas hasta llegar a la siguiente ciudad, estaban viajando de ciudad en ciudad para encontrar contratos, hasta que llegaron a Karmaland. 
Era un pueblo pequeño, cerca de un río y un bosque, con hermosos campos de girasoles y cultivos de maíz. Cocina peculiar y habitantes más peculiares, pero era un buen lugar para pasar el invierno, lejos de las frías murallas de L’Manburg. 
“Ah” dijo Tommy corriendo al arroyo, “Agua fresca” grito el adolescente agachándose para beber. 
“Si fuera tú no lo haría,” dijo una voz al otro lado del arroyo, “un poco más arriba, las lavanderas lavan la ropa.” 
Philza levanto su mirada para ver al hombre más bello que haya visto, su cabello era negro como ébano, su piel era pálida como la nieve, y sus ojos tan morados como las amatistas. 
Tommy se detuvo en seco a centímetros del agua, Techno, por costumbre y precaución tomo la empuñadura del mango de su espada.
“Gracias por la advertencia,” dijo Philza tomando a Tommy por el hombro, acercándolo a su lado, protegiéndolo del extraño, “Somos viajeros, desde L’Manburg ¿Sabes dónde puede haber una posada?” 
El hombre les sonrió, “Por supuesto, conozco un lugar. Síganme, el puente está unos metros más allá.” Dijo señalando hacia el oeste, “Soy Missa, Missa Sinfonía, por cierto, un placer.” 
“Soy Philza Minecraft, ellos son mis hijos, Technoblade y Tommy Innit.” Dijo Philza, tomando a Carl por las riendas y siguiendo al karmalience por la orilla del arroyo. 
Missa se rio, “¿No eres un poco joven para ser padre?”, preguntó el chico. 
Philza también se rio, “Bueno, yo digo que son mis hijos, pero más bien son unas pequeñas pestes que se me han pegado en el camino.” 
Ambos chicos se quejaron, “Ni siquiera es tan joven,” se quejó Tommy. 
“Es un viejo decrépito, ya hasta alucina, de hecho cree que tiene una esposa.” Dijo Techno, haciendo la seña de que Phil estaba loco. 
Philza rodó sus ojos, “Tengo una esposa, es una diosa, sí, pero es completamente real.” 
Missa los observaba con curiosidad y diversión, “Un etarian, un piglin, un cachorro y una diosa,” dijo para nadie en particular, “encajarán perfectamente en Karmaland.”
Cuando cruzaron el puente, Missa los guio rápidamente a una casa, tenía un establo fuera y un cartel que decía, ‘El chiringuito de Juan’, cuando Missa se detuvo, los tres se detuvieron en seco. 
“¡Illo!” Gritó Missa con todas sus fuerzas, “¡Te traje huéspedes tú!” 
Del interior salió un hombre, con una camisa rosa, un sombrero de paja, shorts blancos, sandalias y un puro entre los labios, “Missa, qué bueno hombre, pásenle, pásenle.” 
La noche cayó sobre Karmaland, el aire denso y cargado con el susurro del bosque. Philza, Techno y Tommy se acomodaron en el chiringuito, disfrutando de una comida decente después de días en el camino. Sin embargo, Philza no podía quitarse de la cabeza la conversación que había tenido con Juan, el dueño de la posada, sobre la "bestia" que habitaba los bosques cercanos.
“Dicen que es un demonio, una criatura que nunca ha sido vista, pero todos han sentido su presencia. Los aldeanos ni siquiera se atreven a acercarse a su territorio. Es más, algunos no regresan,” había advertido Juan, sus ojos fijos en Philza.
Philza, siendo cazador de monstruos, sabía que esto significaba un contrato suculento. Si lograba cazar a la bestia, no solo obtendría una buena paga, sino también el respeto del pueblo.
“Ese lobo de las leyendas... ¿Es real?”, preguntó Tommy, excitado por la idea de una nueva aventura.
“Uy claro, niño,” dijo Illo soltando el humo de su cigarro, “¿Ustedes cazan monstruo’ verda’? Deberían hablar con Lolo, es el alcalde, ese bicho no’ ha estado molestando’ por meses.” 
Eso era suficiente para que Philza decidiera ir tras la bestia. 
(...) 
El hombre había traído un cachorro a la entrada del territorio de Missa, ese cachorro ahora era de Missa.
Ingenuamente, el cachorro había decidió salir a por la ‘bestia’ él solo. Y Missa sonrío al ver al rubio caminando hacia la entrada de su territorio. ¿Era el hombre tan descuidado para no cuidar a la parte más preciada de su clan?
La luz de la luna alumbraba el bosque, haciéndolo parecer algo menos tenebroso, mientras Tommy se adentraba más y más dentro del bosque, armado con una espada de hierro y su valentía, avanzaba entre los árboles susurrantes. Missa tenía claro que el cachorro se había adentrado a su bosque solo para probarle al resto de su equipo de que era valiente. 
Recordaba vagamente la conversación que el cachorro y su padre había tendió en la posada, como el rubio menor no estaba preparado  para casar él solo. 
Missa lo miraba curioso, sus ojos brillaban en un curioso color ámbar, sus patas tocaban la tierra de manera cuidadosa, siguiendo el olor del cachorro, un suave olor a manzana dulce, inocencia y menta, el último olor debía pertenecer a Philza, y lo marcaba como miembro de su manada. Los humanos eran sumamente descuidados con sus crías, dejándolos vagar por territorios desconocidos sin protección. Era una pena, pero si Philza no iba a cuidar del cachorro, Missa lo haría. 
El sonido de hojas crujiendo y una rama rompiéndose alerto al lobo y al cachorro, quien nervioso levantó su espada aún más alto. 
“Hey perra,” dijo el niño, “sal, no te tengo miedo.” 
Eso era una mentira, Missa podía oler lo nervioso que estaba el niño. Y bueno si el niño iba a ser tan maleducado, Missa le iba a dar una lección.
Un gruñido bajo y gutural resonó entre los árboles, haciendo que las hojas temblaran. Tommy giró sobre sí mismo, intentando ubicar el origen del sonido, pero el eco del bosque lo hacía imposible. El sudor frío comenzaba a bajar por su espalda, y su mano temblaba ligeramente mientras sostenía la espada.
Missa se movió entre las sombras, sus patas apenas rozando el suelo cubierto de hojas. Era mucho más grande en su forma de lobo, su pelaje negro como la noche se confundía con la oscuridad del bosque, solo sus ojos ámbares brillaban como faros en la penumbra. Decidió jugar un poco con su presa, después de todo, los cachorros necesitaban aprender modales.
Otro gruñido, esta vez más cerca, justo detrás de Tommy. El chico se giró bruscamente, pero solo encontró oscuridad.
“¿H-hola?” La voz de Tommy ya no sonaba tan valiente, “Mira, bestia estúpida, si no sales ahora mismo, yo…”
Un aullido cortó el aire, tan cerca que Tommy pudo sentir el aliento caliente en su nuca. Se congeló en el lugar, su corazón latiendo tan fuerte que podía escucharlo en sus oídos. Lentamente, muy lentamente, se dio la vuelta.
Allí, a menos de un metro de distancia, estaba la bestia. Un lobo gigantesco, más grande que cualquier animal que Tommy hubiera visto jamás, lo miraba fijamente con ojos que brillaban como el oro fundido. Sus colmillos, blancos y afilados como dagas, brillaban bajo la luz de la luna.
La espada resbaló de las manos temblorosas de Tommy, cayendo con un ruido sordo sobre las hojas secas.
“Oh, mierda,” susurró.
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relatosparacompartir · 8 months ago
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EL JUEGO
Primer relato que me comparten, espero que disfruten de la lectura y recuerden que pueden enviar sus relatos al dm, en esta ocasión decidieron compartirla en anónimo, un saludo a todos.
Terminé de estudiar mi carrera, mi relación y mi vida lejos de mi ciudad natal así que tuve que volverme a donde ya no conocía a nadie que valiera la pena; me puse a usar Tinder para ver que salía ya que estaba bastante aburrido y me la pasaba en mi casa además aprovechando que la pandemia ya había terminado.
Pude salir con algunas personas nuevas, tener encuentros casuales y conectar con antiguas amistades a través de Insta, fue ahí donde pude dar con una chica con la que anduve cuando estaba en la media, la segunda con la que pude tener algo cercano a una relación, pero que no duro mucho ya que fue ella quién me terminó.
Comenzamos a seguirnos nuevamente, conversamos, nos pusimos al día y rememoramos, hablamos de como solíamos besarnos tan apacionadamente pero como nunca llego a pasar nada sexual porque aún no dábamos el paso, pero la llama estaba ahí; Ella siempre tuvo una apariencia y actitud super tierna, era difícil imaginarla en algo sexual porque era muy delicada y suave en todo, su apariencia, su voz, sus gestos, todo, entonces entre broma y broma le preguntaba sobre eso, poniendo la conversación más hot.
Increíblemente ella me siguió el juego y me contaba de sus experiencias, relatos que amé porque me encanta descubrir este aspecto oculto de las personas, las aventuras que se guardan, que solo ellos saben y ella me tenía fascinado, pensando en todo lo que me había perdido ya me me contaba de aventuras con sus profesores de Universidad, Sexo Anal, entre otras cosas.
Quedamos en a salir a caminar al centro pasando a comprar algo como un helado, pero resultó que me canceló por culpa de un trámite y que luego tendría que ir a la casa de una tía para cuidarle a su gatita.
Pasó el día mientras hablaba con ella y me iba contando todo lo que hacía durante ese día hasta que llegó donde debía pasar la noche, sola.
Le ofrecí mi compañía pero ella mo quería aceptar por miedo a que me aburriese ya que no tenía nada que hacer en esa casa, pero insistí en que solo podríamos conversar, entonces aceptó.
Tome el auto y me fui manejando hasta allá, ella me recibió, nos saludamos y acomodamos en el living, me sorprendió con que había llevado un juego de cartas, así que con eso surgió un panorama.
El juego se llamaba "Virus" y no lo había escuchado en la vida, pero resultó ser super entrete, aunque yo era bastante malo por estar aprendiendo. Me estaba dando una paliza pero poco a poco fui aprendiendo.
Después de un rato de reirnos harto, leer las reglas y conversar le propuse hacer las cosas más interesante, le dije que por cada ronda del juego, el que perdiera debía quitarse una prenda de ropa, idea con la que se mostró visiblemente curiosa e intrigada, preguntando que contaba como 1 prenda y despues aceptando sin más dudas.
Comenzamos a jugar y comencé a perder, en la primera ronda perdí mis zapatillas, luego mi poleron, luego calcetines, pero de vez en cuando ganaba una que otra para quitarle a ella los aros, sus calcetines ya que estaba descalza y luego su blusa, viendola rapidamente en sostenes ya que no estaba tan abrigada como yo.
Verla descubierta me excito muchísimo, me recordó cuando eramos adolescentes y nos besabamos tan apasionadamente, ella sentada sobre mi mientras fantaseaba con la idea de un momento como el que estaba viviendo ahora, tenía una tez muy blanca igual que la mía, el pelo le caía en los hombros y tenía un gesto entre decisión y diversión, se veía más tierna que sexy con su forma de ser tan delicada. Le pregunté si quería seguir ĵugando ya que igual estaba haciendo frío, entonces ella me respondió "obvio que sipo, si voy ganando" y a pesar de que estaba más descubierta era verdad porque yo traía más ropa, cosa que no duraría mucho.
Vino otra racha de derrotas, donde ya finalmente quede solo en Boxers, a lo que estaba listo para declararme como perdedor, pero de pronto...empecé a ganar, sentí que al final había entendido bien el juego, pero luego me di cuenta que ella me estaba dejando ganar...
Era muy obvio, no era coincidencia que justo remontara cuando ya no me quedaba nada de ropa, no era casual, ella asumía la derrota con mucha dignidad y con un ligero gesto de satisfacción, sobre todo cuando tuvo que quitarse sus Jeans, yo celebre mi victoria y ella inmediatamente se puso de pie, me dio la espalda y muy lentamente se desabrocho el pantalón, haciendo sonar lentamente el cierre e inclinandose para que pudiera ver todo su culo mientras se bajaba el pantalón; la ropa interior que traía hacía juego, era un poco translúcida de color rojizo, me quede boquiabierto y cada vez más nervioso, porque ya no quedaba nada más antes que quedar desnudos...
Gané la última ronda y tuvo que quitarse el sostén, mostrandome sus pechos blancos que quedaron a merced de la gravedad y de mi vista.
Detuvimos el juego en ese momento y me preguntó si quería hacer algo más, yo solo podía pensar en si íbamos a revivir esa pasión que solíamos mostrarnos cuando nos besamos cada vez que nos veíamos a los 16.
Le propuse ir a una de las piezas a ponernos más cómodos, quizas taparmos y ver algo, mientras conversábamos, le pareció una buena idea así que me llevó a la pieza donde estaba la cama más grande, comenzamos a hablar de sexo, de sus experiencias, tipos de relaciones, hablamos sobre por qué me terminó cuando eramos chicos, sobre sus fantasías, sobre pornografía, de todo; Estaba algo nervioso porque tenía una ereccion muy visible e incontrolable, expuesta por el hecho de estar solo en boxer, hasta que de pronto ella preguntó "No estas incómodo con el Boxer puesto" y le respondí preguntando "No te molestaría que me lo saque aunque tu sigas vestida técnicamente?", luego me sorprendió diciendo "Entonces yo también me desvestiré.
En ese punto ya ambos estábamos a 1000%, terminamos viendo pornografía de la que le gustaba y la que me gustaba a mi, ahí cuando pedí autorización de ella para masturbarme, me respondió en todo coqueto "Me sorprende que aún no lo hayas estado haciendo", no dije nada y solo comencé a masturbarme en frente de ella, mientras la veía ver porno.
Toda esta situación era irreal, estando con esta chica a quién nunca imaginé que tuviera este nivel de calentura, parecía un sueño.
De un momento a otro se dió vuelta y se abalanzó sobre mi, besandome y poniendo sus manos sobre mi, mano que rápidamente bajo de mi pecho a mi pene mientras metía su lengua en mi boca, besandonos como si tuvieramos 16, solo que ahora pasamos de los besos al sexo oral, se deslizó desde mi cuello hasta mi pene besando y latiendo todo hasta que lo tuvo en su boca, sentía su lengua jugando y humedeciendome, me era imposible retener los gemidos, mientras acariciaba su pelo y su cuerpo.
Me dispuse a cumplir todo lo que había estado fantaseando con ella desde que volvimos a hablar, le ordené que se acostara y me puse entre sus piernas para saborearla y hacerla acabar; estaba muy mojada, cosa que solo hace que me excite más, junto con sus gemidos, ya solo quería estar dentro de ella.
Después de que acabara en mi boca, sube hasta la suya para besarla, con mis labios empapados mientras empezaba a penetrarla lentamente para sentirlo y disfrutarlo todo.
Estaba mojadisima, ella gemía y yo también, cambiamos constantemente de posición, incluso probamos unas que jamás había hecho, a petición de ella, hayaba tan excitante y emocionante que fuera tan decidida sobre lo que quería hacer en la cama, estaba dispuesta a todo y yo completamente sorprendido porque nunca esperé hayar tanta sintonía sexual con ella, ahora me sentía envidioso de los profesores con los que había estado, cosa que se incrementó cuando le pregunté si lo estaba disfrutando, a lo que ella respondió que no la estaba decepcionando para nada aunque "No suele estar con hombres de su edad", eso solo me dio ganas de acabarle dentro, el que estaba descubriendo tanto de ella durante nuestro reencuentro, me hacía lamentar aún más el no haber sido participe de sus experiencias, yo la habría dejado hacer de todo de ser su pareja, aunque sea solo para verla durante sus aventuras.
La mente me estaba explotando, estaba en un verdadero sueño sexual, incluso ahora recordando me cuestiono si realmente pasó; fue cuando volvimos a las posiciones más tradicionales, cuando la tuve en cuatro, que ya no pude aguantar más, la penetraba mientras escuchaba sus ricos gemidos, pidiendome más, mientras pensaba en todo lo que me había contado, fue ahí cuando le dije que ya estaba a punto, a lo que solo respondió con un "dale dale" como confirmación, entonces seguí penetrandola, acariciando, agarrando su deliciosa piel mientras eyaculaba dentro de ella, concluyendo la primera ronda de la noche.
Me tome un momento para disfrutar la sensación de su vagina mojada llena de mi semen, absorber el disfrute de ambos, procesar uno de mis encuentros sexuales más fogozos, con la persona más inesperada.
Al cambiar de posición tuvimos que limpiar un poco nuestro desastre, ya que ella no pudo contener el contenido en su interior...o no quiso, ya que le quitó importancia a tener que lavar las sábanas mientras nos besabamos.
Lo seguimos haciendo unas veces más, dondeme ayudó a tener más primeras experiencias, aconsejandome y guiándome igual que cuando estuvimos jugando, hasta que caímos dormidos sin nada de ropa.
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deepinsideyourbeing · 2 months ago
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El sexo tape de Enzo teniendo más producción/calidad que cualquier video musical kjjj ahhh pero si alguien pregunta, él se hace el desentendido diciéndo que lo grabó así nomás con el cel y que no entiende por qué la gente se obsesiona tanto con ese detalle. "Y bueno, nada que hacerle, ya está..." -ruidito de café porque Enzo no toma mate-. Yo creo muy en el fondo de que Mati, después de ver las historias de Enzo explicando lo del vídeo, empieza a sospechar de que hay algo raro en todo esto. Mati lo conoce muy bien a Enzo -trabajó junto a él por dos años-, así que cuando Enzo se está descargando en sus historias, y nota que el brillito de diversión en sus ojos no coincide con el tono dolido de voz con el que habla, él se da cuenta de que está actuado. Decide no comentarlo y se guarda ese detallito para la próxima vez que se vean.
"Imaginan que ese video fuera con Santiago?" Sí, pero contame más si querés Sabes el castigo™ que se va a comer ese pibe si ese fuera el caso? Primero por Enzo, y después Enzo le va a dar el pase libre a Santi para que le haga a Mati todo lo que él quiera incluso si Mati, entre gemidos y jadeos, les insiste que fue sin querer.
Mati: "Dale Santiago, tenés que salir de la casa, aunque sea demos una vuelta a la cuadra... O también tenés miedo de que el viejito que vende diarios en la esquina haya visto tu vídeo?" Increíble como en cualquier escenario, Mati termina siendo castigado por Enzo y/o Santi kjjj
-"Dice que no entiende por qué la gente se obsesiona tanto con ese detalle" es lo más real que leí en la vida. "Fue con un celular común y corriente, nada de cámaras como dijeron algunas personas, era algo espontáneo y privado que sólo teníamos que ver las partes involucradas" contesta cuando le preguntan, evidentemente enojado.
Mientras tanto Matías mira las historias con la re cara de culo desconcertado, no puede creer que Enzo mienta con tanta facilidad sobre el tema. Él lo conoce, sabe que es re perfeccionista y que se fija siempre en esos detalles, que le gusta hacer bien las cosas, así que es imposible que este video (lo descargó y ya lo reprodujo mínimo siete veces) fuera "espontáneo".
-En caso de que el video de Matías fuera con Santiago (Oh, my goodness, I love this question). Matías siempre lo amenaza diciendo que le va a mostrar a todos sus fotos y videos, es por eso que Enzo llega completamente sacado y sin preguntarle procede a desnudarlo e inmovilizarlo para castigarlo. Santiago está re llorando de la vergüenza (aunque tiene que admitir que le gusta lo que dicen algunas personas) pero sabe que Matías dice la verdad, él jamás le haría algo así... Igual aprovecha para descargarse.
-En el preciso momento en que Matías empieza a joder, insistiendo porque "nadie te va a mirar, no les importa el video" pero también preguntando "¿Vos creés que el del almacén sabe?" con dobles intenciones... Santiago deja de llorar y lo mira por unos segundos antes de irse a las manos. Enzo está por separarlos, pero no lo hace, ya está cansado de tener que aguantar sus peleas. Que se arreglen solos.
(Entra Agustín...)
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momtower · 6 months ago
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warning: contenido sexual explícito
Ya es la tercera noche en el desierto y cada vez que lo pensás, te brotan las lágrimas de desespero ¿Y qué si los mensajes de rescate no llegaron a tiempo? ¿Y qué si tu esposo Aemond desesperó y salió a buscarte pero su coche también falló?
"¿Si temió porque nunca llegamos y está muerto ya?" Tu llanto se agrava mientras te tomas el rostro dañado por la sequía de la arena y el verano, aún así es de noche y estás frente a una fogata porque el clima cambia rotundamente de noche.
"No seas tan trágica, Aemond sabrá que adentrarse en el desierto es peligroso" Aegon te envuelve en una manta de cuero que lo viste, a tu vista su gran espalda percudida por la arena y rasgada que simula no tener frío para abrigarte a ti.
"¿No ser trágica? Es fácil para ti que tu esposa Helaena te esperará en casa como Penélope a Ulises, tejiendo y destejiendo. Mi esposo es capaz de venir a buscarme a pie" exclamas indignada ya harta de que minimice la situación. No se hablaron en todo el día porque él pareciera disfrutar estar lejos de la familia, de su tonta esposa, de su exigente madre y sobre todo de su arrogante hermano que es tu marido. Disfruta estar a solas con vos incluso si el asunto es de vida o muerte.
"Pues sería muy tonto de su parte venirte a buscar a pie" sonríe burlón y celoso mientras sus labios se tornan morados, al fin y al cabo es el único que habla tu idioma porque una comunidad de nativos los está acogiendo en su tribu. Molesta pero conmovida lo cubres con tu manta y sus cuerpos prontamente comienzan a recibir el calor.
"Acuéstate" murmura y sin previo aviso te abraza fuerte para no morirse de frío. Algo en ti late tanto que no te deja dormir. De repente logras dormirte pero al despertar, al abrir los ojos te encuentras con sus pectorales remarcados y sucios por el desierto. Observas su barba justo cuando sale el sol y casi tanto como a este astro un día de invierno. La barba está crecida, como tu esposo jamás la dejó crecer, Aegon tampoco se dejaba crecer la barba quizá por eso te sorprendió tanto aquellos días esos vellos dorados. El despierta y sonríe al verte observando su boca y con la excusa del viento te acomoda el cabello que te cubre el rostro porque también quiere mirarte. Con la excusa de brindar calor junta su pecho plano con el tuyo y sus narices chocan, ambos buscan dormir ya que tu eres la esposa de su hermano. Pero no lo logran.
La única vez que habían olvidado que Aemond era tu esposo, habían emprendido por diversión un viaje al desierto y todo salió muy mal. Entonces pareciera que ya no buscan olvidarlo. Él no se puede dormir, tus pechos junto a su pecho, tus muslos junto a sus piernas, la hebilla de su cinturon rozando tu vientre no le permiten pensar en dormirse. Y ahí piensas que se va a olvidar que su hermano es tu esposo, que se olvidará como aquella vez que se emborracharon y se besaron con pasión desubicada. Pero totalmente ubicado, y a tu pesar porque lo quieres junto a tu cuerpo desubicado, se levanta.
Detrás de él camina unos metros hasta donde está el coche y te comunica que ya lo arregló y podrán volver a casa. Pero ninguno de los dos quiere marcharse allá donde las obligaciones de la familia esperan, sus hijos y su esposa, tu marido y su exigente vida.
Aegon y tú suben al coche, hacen unos cuantos metros y antes de que se termine el desierto, se miran fijamente recordando todo lo malo pero también todas las noches que durmieron juntos por el frío, también el motivo que los condujo hasta allí. Se bajan del coche y se sientan en el capot, ninguno dice nada. Él se ha ocupado demasiado de aprender a ser un hombre respetuoso, Aemond muchas veces lo enfrentó porque te miraba descaradamente.
Te le acercas, sus piernas lo piden pues se abren dándote paso y prontamente con la libertad que el desierto te dio, le besas los labios no sin antes observar y acariciar su barba dorada.
"Debemos irnos, nena. Estabas tan apresurada para volver" murmura entre tus labios buscando sostenerse y que todo quede en un beso como siempre, que no pasen los límites.
"¿De verdad quieres irte?" sonríes abriendo tu boca lentamente, disfrutando de la textura de su barba en tus labios y esperando que te bese. Te aprieta la cintura y te acerca a él, prontamente sentís tu vientre rozar su entrepierna. Su lengua se entromete lenta en tu boca mientras busca estratégicamente que su bulto acaricie con violencia el interior de tus piernas.
"Quisiera quedarme para siempre aquí, ser un salvaje contigo y no hablar" vuelve a murmurar gravemente con su pulgar acariciando tu labio.
"¿Entonces cómo sabremos qué necesita el uno del otro? ¿Cómo sobreviviremos?" le preguntas mientras desabrochas su camisa encontrándote con su pecho tan dorado y crecido en sus vellos como su barba divina. Él te besa el escote rasgándote la piel con el filo de sus bigotes mientras te acaricia la cintura bajando lentamente tus pantalones. Sus labios filosos se entrometen faltando el respeto de tu sostén y llegando a uno de tus pezones, mientras que suspiras. Cada vez más fuerte se vuelve el placer y el verano allí en final del desierto, cada vez más fuerte te embiste contra su bulto ya rígido y un gemido se te escapa. Él que mueve su lengua y sus dientes contra tu pezon decide hablar mientras se deleita con la humedad de entre tus piernas que se delata al traspasar el pantalón.
"No hacen falta las palabras cuando verdaderamente necesitamos" te dice y a la arena cae tu ropa interior. Te deshaces de sus pantalones y apenas ves su ropa interior que también cae, ya que te sube encima suyo para que, así como en sus sueños más prohibidos, empieces a dar horcajadas que rápidamente enlazan sus humedades más íntimas. El capot promete y jura abollarse ante la fuerza de gravedad que desafías hundiéndolo en tu flor inmediata mientras le rasgas la nuca con tus uñas y él acaricia desafiante tu clítoris. El placer se denota en sus respiraciones y pronto como si transitaras un orgasmo permanente, tu cuerpo parece gastarse de energías. Aegon es mucho más grande entre tus piernas que tu esposo y deseas que vaya aun más profundo, entonces él te toma de la cintura y comienza a estrellarte una y otra vez disfrutando que tus gritos al unísono de sus fluidos hacen eco en toda la llanura desértica.
Esperaron tantos años que pareciera un sueño hecho realidad, de manera rabiosa y mugrienta seguís gimiendo vocablos vacíos de culpa y repletos de lujuria, como nunca antes. Y él comienza a acompañarte para estallar en ti con suprema potencia, dejando un blanco en tus ojos. Junta tus pupilas y las suyas.
"Sobreviví tanto tiempo a esta necesidad de ti que no hay desierto que me mate"
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xochiquetza3autora · 11 months ago
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Todo empezó como bromas y jugueteos bobos de señoras cercanas a mí. Ava, la mejor amiga de mi mamá bromeaba y jugueteba conmigo. Ariella, la mamá de mi mejor amigo jugueteaba y me tentaba con su cuerpo... Ahora las he convertido en mis putas maduras personales. Ninguna sabía de la otra, ni siquiera se conocian hasta que un día las reuní en casa y las hice explorar sus lados lésbicos y bisexuales.
La verdadera diversión comenzó cuando las dos maduras me suplicaron que les diera un hijo a cada una. El solo imaginar preñarlas, que ellas mantuvieran el secreto de quién es el padre, que solo los tres supiéramos que sus bebés serían hermanos y verlas criar a mis hijos me dio mucho morbo, y está navidad mi regalo fue revelarme que tienen 6 semanas de embarazo.
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snetofed · 3 months ago
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INFIERNO
Tom Riddle cruzó la calle con pasos lentos y silenciosos y se metió las manos en los bolsillos mientras seguía a su siguiente víctima: una cucaracha que merecía ser aplastada.
El Señor Oscuro se movía con la agilidad de una serpiente que se deslizaba silenciosamente en la oscuridad, mostrando sus colmillos a la presa condenada. Estudió sus pasos antes de arremeter, atacando sin piedad con veneno tatuado en su rostro. Riddle era realmente fenomenal.
Después de conocer la historia de Rosalind, la venganza era lo único que tenía en mente. Corría por su sangre como metal hirviendo, amenazando con destruir todo lo que estuviera a su alcance. Nunca dejaría que nadie se saliera con la suya. Nunca dejaría que nadie la lastimara.
La calle parisina estaba oscura y casi vacía, salvo por el hombre que seguía Tom y otra anciana que cojeaba lentamente hacia su casa, murmurando tonterías para sí misma.
Tom observó cómo su objetivo entraba en uno de los edificios, cantando en un idioma extranjero que el señor oscuro lamentablemente no entendía: búlgaro.
La canción estaba desafinada, las frases quedaban incompletas y terminaban en murmullos sin sentido. Una luz en el pasillo parpadeaba y lo único que se oía era la pelea de una pareja detrás de una de las muchas puertas cerradas.
Vandalov podría haber jurado que alguien lo estaba siguiendo, pero cuando se dio la vuelta, no vio nada.
Zhelyazko entró en su casa, que estaba sumida en la oscuridad y con un movimiento de su varita las luces parpadearon. Cuando vio la figura oscura sentada en su sofá, dio un paso atrás.
—Q-qué... ¿Quién eres tú?.
Tom extendió los brazos sobre el respaldo del sofá, con los tobillos cruzados y el ceño fruncido. Por primera vez en mucho tiempo, estaba tan enojado que irradiaba furia.
—Piénsalo bien, Vandalov. ¿Te suena familiar mi rostro?.
—Eres el novio de Rosalind.
—¿Novio? Ya no tenemos diecisiete años. Pero sí, estás cerca.
—¿P-por qué estás aquí? ¿Qué quieres de mí?.
Tom se rio entre dientes, un sonido aterrador y peligroso. Era una melodía tranquila que tenía el poder del trueno.
En cuestión de segundos, agitó su varita y desarmó a su oponente, que ya estaba indefenso. El señor oscuro se puso de pie y caminó lentamente hacia el idiota búlgaro hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para rodear firmemente el cuello de este último con sus manos. El flujo de aire de Vandalov se vio inmediatamente restringido, lo que le hizo jadear mientras Tom le devolvía la mirada sin piedad.
—¡Sé lo que hiciste! —dijo entre dientes, soltando finalmente a Zhelyazko, que cayó al suelo ahogándose.
—¡No hice nada!
Riddle le dio una fuerte patada en el estómago, agachándose para mirar directamente a los ojos del bastardo, agarrando con fuerza el cuello de su camisa.
—¡Mentiroso! —estaba furioso—. Sé lo que le hiciste, maldito animal.
Se soltó una vez más, enderezó la espalda y respiró profundamente para calmarse. El monstruo frío era mucho mejor en juegos como estos.
—Sí, me cogí a tu chica, Riddle. ¿Qué te parece?.
—Créeme, no te gustaría una demostración de cómo me siento ahora mismo —murmuró Tom, con diversión en sus ojos, saltando arriba y abajo con una mirada escrutadora.
Se aflojó la corbata y sus ojos brillaron rojos por una fracción de segundo. Con otro movimiento de su varita, Tom lo esposó con la mano sin palabras, dejándolo gimiendo en el suelo después de darse cuenta de que no tenía poder.
No debería haberse metido con la Muerte y su amante.
—La vi en un bar mágico en París. Estaba borracha, bebiendo hasta ahogar sus sentimientos —tartamudeó Vandalov, con lágrimas rodando por su rostro mientras luchaba contra las ataduras invisibles.
Tom Riddle asintió, caminando de un lado a otro frente al desastre arrugado, su víctima.
—La violaste.
—¡No! Yo también estaba bebiendo y... y...
—¡Eso no importa, maldito bastardo! —Tenía un odio abrasador en sus ojos, de un tono azul furioso. Sin embargo, volvió a su serenidad, con los dedos trazando su varita huesuda antes de guardarla en su bolsillo.
Zhelyazko casi suspiró, sintiéndose aliviado después de recibir la seguridad de que Tom no usaría su varita para matarlo. Sin embargo, su corazón se paró cuando Tom sacó un frasco que contenía un líquido espeso y sucio.
—¿Sabes qué es eso, Vandalov? —Riddle no esperó una respuesta—. Se llama Magma de Dragón, porque cuando una llama lo toca, este líquido, particularmente mezclado con sangre de dragón, se vuelve tan ardiente como la lava.
—Quema todo.—continuó.—es la muerte más dolorosa de todas. Y tú te lo mereces, Zhelyazko. Te mereces probar el infierno, mi infierno.
—El líquido se infiltrará en los poros de tu piel, así que no te preocupes por el hormigueo, y cuando una llama toque tu carne, sentirás como si el magma hubiera reemplazado tu sangre —explicó Tom en voz baja, examinando el líquido con las cejas fruncidas mientras hablaba—. Alucinarás, oirás cosas, verás cosas. Todo mientras te quemas vivo. Y al final, quedarás tan deformado que ni siquiera podrás dibujar un contorno con tiza.
El Señor Oscuro abrió la tapa con calma y le dedicó a Vandalov una sonrisa maliciosa antes de verter el líquido sobre su figura quejumbrosa.
—Eres muy tonto, ¿lo sabes? ¿De verdad creías que podías tocarla sin que yo hiciera nada al respecto?.
Apretó los dientes con fuerza y ​​sujetó la mandíbula de Vandalov con tanta fuerza que el hueso casi se rompió. Tom abrió la boca, presionando dolorosamente sus mejillas con los dedos, y dejó que las últimas gotas de Magma de Dragón se deslizaran hacia la boca del rehén; de su carne se alzaba humo cuando gritaba, aunque todavía no había fuego. Tom lo apartó con fuerza y ​​vio cómo Zhelyazko se encogía y lloraba, con la mandíbula apretada con fuerza para contener los gritos.
La agonía era insoportable. Tom sonrió.
—Eres un fracaso, Zhelyazko. No eres nada.
La víctima sollozó más fuerte.
—¿Eres real? ¿Has hecho algo notable en este mundo? —La pregunta era retórica, y Tom continuó—. No eres más que la escoria que hay debajo de mis zapatos, eres la inmundicia que ensucia mis estanterías. Eres inútil, no tienes sentido.
Zhelyazko tenía los ojos cerrados por el miedo, pero los abrió de golpe cuando oyó el sonido de un encendedor. Tom estaba encendiendo un cigarrillo, engullendo el filtro con los labios y aspirando nicotina.
—Y te voy a matar. Porque te lo mereces. Dime, Vandalov, ¿mereces que te maten por lo que le hiciste a Rosalind?.—El monstruo se acercó, con los ojos brillando con oscuridad cuando la suciedad debajo de él sacudió la cabeza salvajemente. Tom se rió, el sonido resonó contra las paredes de madera, chocando con los sollozos agonizantes de Zhelyazko.
—¿Te lo mereces?.
El cautivo asintió frenéticamente, con los ojos marrones manchados de miedo, traumatizados por las manchas del horror, como si tinta negra sangrara de sus cuencas. Quería morir, quería que todo terminara.
—¡Dilo!.
—Lo merezco. ¡Merezco morir! —Su voz estaba tensa por el dolor y sus ojos observaban con temor cuando el captor sonrió satisfecho.
-Maravilloso
Dio una calada al cigarrillo que colgaba entre sus labios y una sonrisa enfermiza se dibujó en su rostro cuando lo dejó colgando entre sus dedos, justo encima del cuerpo de Vandalov.
—Adiós, muchachito.
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Hola primer historia es si espero que les guste díganme si les gusta en los comentarios o no, Gracias a todas las personas por su apoyo...
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sinfonia-relativa · 1 year ago
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XXXI
En la noche de brujas, oscura y misteriosa, cuando la luna llena se torna tenebrosa, los espíritus errantes empiezan a rondar, y en cada rincón, el miedo viene a acechar.
Las calabazas brillan con su luz fantasmal, y los niños disfrazados buscan un dulce ritual, en esta noche de magia, de susto y diversión, Halloween despierta nuestra imaginación.
Las sombras se alargan, los susurros se escuchan, en el viento siniestro, las leyendas se cruzan, los monstruos cobran vida, los muertos danzan, en esta noche encantada, todo puede pasar.
Así que prepárate, porque llega la ocasión, de vivir una noche llena de emoción, en Halloween, el miedo se vuelve un juego, y la oscuridad revela su encanto y su fuego.
Las brujas al vuelo en sus escobas se alzan, los zombis despiertan y a las tumbas se abrazan, los espíritus del pasado recorren la tierra, en busca de venganza o tal vez de una guerra.
Las casas adornadas con telarañas y velas, sorprenden a todos con historias tan bellas, de fantasmas errantes y seres del más allá, en esta noche, el mundo es un mundo sin paz.
Pero no temas, amigo, disfruta con pasión, de esta noche de miedo y pura diversión, Halloween es un cuento, un sueño fugaz, que nos recuerda que el miedo puede ser capaz.
De traer risas y risas, de asombro y alegría, en esta noche oscura, el miedo es poesía, así que celebremos con risas y gritos, Halloween, la fiesta de todos los mitos.
Don Ggatto
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Task Force 141 + König, Alejandro y Rudy x Lectora Hebria
Estás en la fiesta de Año Nuevo y has bebido demasiado… pero eso resultó en algo positivo.
Capitán Jhon Price. 
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Como es el líder, siente que su deber es llevarte a salvo, lo ve casi como una misión, “Escolta a T/n a casa”.
El dolor de cabeza es mínimo pero está allí, te mueves inquieta en la cama, no debiste tomar tanto, pero rara vez haces este tipo de cosas así que… ¿por qué no?, giraste otra vez tratando de encontrar una posición cómoda, pero era inutil, la claridad del día ya no te permitirá dormir. 
-¿Cuanto más vas a retorcerte dormilona?- abres los ojos sorprendida. 
-¡¿Capitan Price?!- te incorporas. Tu capitán está en tu casa… en tu habitación, en tu cama.. y sin camisa, pronto te das cuenta de que estás desnuda.
-¿Qué pasó anoche?- chillas levantando la sábana para cubrir tus pechos. 
Price te mira con algo de diversión- ¿No te acuerdas?- una de sus manos viaja y se posa sobre tus labios, que están sensibles, no quieres ni sospechar porque.
Haces fuerza mental… y los recuerdos vienen en tropel, Price cargando tu cuerpo hasta tu apartamento, tu coqueteo descarado, la forma en la que le dijiste que te gustaba y qué querías que te jodiera toda la noche. 
Con horror llevas las manos a tu cara, lo miras -Presentaré mi renuncia Señor, esto fue mi culpa, no hay necesidad de que los altos mandos se enteren.- Estás planeando a mil por hora cómo resolver este problema.
-Calmese soldado, acaso me ves molesto por lo que pasó… Era cuestión de tiempo para que la tensión sexual explotara.
-Capitán ¿no está molesto?- lo ves negar con la cabeza, su mirada baja a tus pechos cubiertos, -Anoche me llamabas Price, creo que aquí podemos saltarnos el formalismo del ejército no crees bombón.- Y con eso vuelven a tener una ronda de sexo, en la cual dijiste su nombre varias veces.
Que gran forma de comenzar el año.  
Jhon “Soap” McTavish
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-T/n deberías dejar de tomar, ya estás bastante borracha- Soap te quita la cerveza de la mano. Molesta se la quitas y tomar otro sorbo, -¡Oblígame Lavandina!- Alguien explota en risas detrás de ti y no puedes evitar reír, “Gaz tiene una risa contagiosa”
-Soap llévela a casa y cuide de que nuestra chica no haga estupideces- Price niega con la cabeza.
-Capitán noooo- te quejas.  -Ya escuchaste las órdenes- Soap te saca del bar casi a rastras. 
Abres los ojos viendo la luz del día filtrarse por las ventanas, te levantas y al sentarte das un pequeño jadeo, estas desnuda, no recuerdas quitarte la ropa anoche, pero estabas borracha así que, no importa, aun asi te parecio extraño.
El olor de panqueques hace que mires hacia la puerta de tu habitación, está abierta.. siempre duermes con la puerta cerrada y con llave, “¿otro error de borracha?” Miras la habitación todo parece normal, salvo que la cama está muy desordenada, y entonces lo ves en tu mesita de luz,  un paquete de condones abierto. 
Con solo la sábana sales disparada hacia donde sientes ruido y para tu sorpresa Jhon está en tu cocina, preparando el desayuno, lo miras y él se percata de tu presencia. -¡Ya despertaste!- viene a tu encuentro y te besa apasionadamente entonces lo recuerdas, anoche… todo lo que hicieron juntos. 
-¿Qué está mal hermosa?- Soap pregunta.
-¿Sigo dormida? creo que estoy soñando, no pensé que te sintieras igual que yo-
Soap sonríe y te levanta dejando sobre la mesa -Sabes tengo hambre, creo que voy a conseguir una ración extra de miel antes de comer los panqueques- con eso hundió la cara entre tus piernas. Jadeas por que es como un fuego forestal disparandose en tu núcleo -Toda la que quieras- gritas entre jadeos.
Simon “Ghost” Riley
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-¿Estás segura?, si comienzo no voy a detenerme y no hay vuelta atrás, recuerda que…
-Las elecciones tienen consecuencias, lo sé, quiero esto, ¡te he deseado desde hace mucho tiempo!- jadeas aferrándote a un hombre grande en una oscura habitación.
Con esas palabras en la mente despiertas, la luz apenas visible se cuela por una hendidura en la ventana. Te sentaste de golpe jadeante por el dolor que sentiste entre las piernas, era extraño, pero a la vez un dolor placentero. Tu mente está muy confundida, te quitas la sábana de encima, pronto ves marcas rojas por todo tu cuerpo, -¡¿Son mordidas?!- jadeas. De la nada alguien está encima tuyo, cuando giras y ves la máscara de Ghost, lo sabes, sabes lo que sucedió. 
Pues bien, era un amante rudo y muy pasional. 
-¿Y bien, continuamos donde lo dejamos anoche?- sientes su miembro duro contra tus nalgas. 
-¡Si!- te dio una palmada fuerte en tu trasero- ¿Si… qué?- jadeas por el escozor y pronto te pones húmeda.
-¡Si, Teniente Ghost!- sus dedos viajan hasta tus húmedos pliegues y comienzan un masaje lento- Buena Chica- te encuentras jadeando y suplicando por su toque, y te lo da, no es nada mezquino cuando se trata de darte placer.
Kyle “Gaz”  Garrik
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Te despiertas acostada sobre algo cálido pero a la vez algo duro. Entonces siento unos brazos fuertes rodearte. Abres los ojos y ahí está, tu compañero de equipo Gaz, mirándote somnoliento y feliz.  -Buen dia dulce- deja un beso en tu boca y te derrites contra el- Entonces… quieres que continuemos con esto… ver hasta dónde llegamos?- estás un poco demasiado felíz. 
-Quiero que lleguemos hasta el final dulce, no soy de los que solo tienen cosas casuales, ¿qué dices?- Te levantas y te pones a horcajadas sobre su regazo- Digo que esta será mi nueva forma de iniciar el día, si es que te parece bien Gaz- sus manos aprietan tu cintura y comienza a moverse par sentir el calor de tu apretado núcleo- Kyle, aquí me llamaras Kyle- pone énfasis en sus palabras embistiendo más duro.
-Kyle… jodeme como anoche- -Copiado cielo- y lo hizo, tanto que tuvo que ayudarte a llegar al baño después.
König
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Aunque estas borracha te das cuenta que a König no le gusta ni un poco el ambiente, se mantiene estoico, pero sabes que se está volviendo loco por dentro, lo tomas de la mano y lo sacas de la fiesta, el pobre hombre accede a tu capricho de ir a una fiesta, pero no podías quedarte ahí sabiendo que él era muy infeliz. 
-Creí que querías quedarte ahí- te mira un poco confundido, pero no tenso como lo estaba dentro. 
-No si eso te hace sentir incómodo, somos un equipo, ¡buenas y malas!- el alcohol sigue trabajando en tu sistema, te golpeas el pecho justo en el corazón dos veces, un saludo usual entre ustedes, pero te tambaleas y el te agarra antes de caer. Suspira, -Te llevaré a casa- tus pequeños pasos estaban empezando a molestarlo, ya que los suyos eran tremendamente más largos. Sin decirte nada, te levanto de golpe y te cargo sobre tu espalda. 
Chillas por la altura, -No me sueltes o estaré muy enojada- pero no ayudas mucho ya que pataleas mientras ries. 
-Nunca… voy a soltarte- König se ahoga un poco debajo de su barbijo y sudadera con capucha.
Llegas a casa donde él se encarga de que tomes algo de agua fría, busca una camiseta y pantalones para que te cambies. 
-Wos, si así eres como amigo no me imagino como Novio…- tropezaste con tus palabras -¿cómo es que sigues soltero?, o ¿tienes una novia?, me pondré celosa porque te quiero pero soy cobarde para decirlo- te adheriste a él como un chicle al pavimento caliente- No tengas novia König, deja que haga mis movimientos para seducirte!!- antes de pensar un poco más ya estabas agarrandolo de los hombros para besarlo. 
König estaba petrificado, si bien T/n estaba muy borracha, él creía cada palabra de lo que decía, las señales habían estado ahí desde hace mucho tiempo, pero nubladas por pensamientos negativos, el nunca se había atrevido a creer que podría tener una oportunidad con esta increíble mujer, dura como el acero en los combates y misiones en las que habían participado juntos, y al siguiente dulce y gentil cuando encontraban a un civil o aún rehén asustado que había quedado atrapado en el fuego cruzado.
No dejaría ir esta oportunidad. Abrazo la pequeña figura de T/n y la estrelló contra su pecho, el olor de su shampoo floto e hizo cosquillas en su nariz. Sus ojos fríos como el hielo se abrieron con una nueva determinación. La levantó en brazos y la acostó en la cama y se acostó a su lado tapándose con la manta. T/n se quedo dormida, König dejo una caricia en su mejilla, -No te preocupes Liebe,(amor) no podría enamorarme de alguien más, tu ya eres der Besitzer meines Herzens- (la dueña de mi corazón)
A la mañana siguiente, - ¡Lo siento!- T/n se disculpó con König -Tuviste que quedarte aquí viendo que no hiciera ninguna estupidez en mi estado ebrio, ¡Te recompensare!- König sonreía, apenas ya que no lo hacía a menudo, pero era una sonrisa genuina. -No te preocupes por eso klein (pequeña)- su mano grande dejó una caricia sobre su cabello. 
Sonrojada T/n asintió -Ven preparemos el desayuno, es lo minimo que puedo ofrecerte- con el pasar de las horas König aprende a sonreír de manera más natural.
Alejandro Vargas
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-¡Dame otro Tequila!- gritas extasiada, la felicidad proporcionada por el alcohol rugiendo en tus venas.
-Tranquila dulce- Alejandro trata de hacer que te sientes - Fue suficiente por esta noche- . Alejandro te llevo a tu habitación, como eras la única mujer en el equipo, tenías el privilegio de que tu habitación estaba separada de las otras.
Pero no lo era querías más alcohol, pero se te negaba, sin embargo tenías a este hombre contigo, y eso no lo ibas a desaprovechar, te quitaste la camiseta-
-¿Qué haces?- Te ríes por su cara de sorpresa.
-Se como me miras Alejandro, vamos dame una noche inolvidable- tus manos viajaron a su cinturón.
-No, señorita cálmese, te arrepentirás de esto por la mañana- Sigues tratando de hacer que se quite el cinturón.
-Se lo que quiero-  -Estas ebria, ni hablar, duérmete, te veré en la mañana- 
Decepcionada por ser rechazada te encuentras furiosa -¡Ni que estuvieras tan bueno!- Te acuestas enojada, y de algún modo te duermes.
Hay un ruido ensordecedor, como si los truenos chocaran contra tu puerta, te levantas, la bruma del alcohol desvanecida ahora, miras el reloj 7 de la mañana, marcan sus número rojos. "Será mejor que  valga la pena  es mi día libre" te quejas.
Cuando abres la puerta Alejandro se metió como un vendaval  te agarro de las muñecas y te enjauló contra la pared con su cuerpo duro, pateó la puerta encerrandolos.
-¿Lo de anoche era verdad era producto del alcohol?
-Uh… lo de ¿anoche?- te acuerdas de tu patético intento de seducirlo -Bueno, el alcohol me dio valor para expresarlo de una forma torpe… pero no era broma- tus mejillas están rojas, te mueres de vergüenza.
-Gracias a Dios- con eso te besa como un hombre muerto de hambre, sus manos tocan todos los lugares correctos y tu te derrites contra el.  “Gracias Tequila”
Rodolfo “Rudy” Parra
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-Hey Cielito Lindo- Rudy toca tu hombro suavemente, estabas algo adormilada, la euforia del alcohol te abandono drenando tus energías. 
-Umm Rudy?- apenas mantienes los ojos abiertos.
-Si, bonita, creo que estas fuera de combate, los chicos se fueron buscando más fiesta alentados por Alejandro- escuchas a Rudy moverse pero no puedes abrir los ojos para ver que hace. 
En un momento te sientes pesada y al siguiente es como si flotaras en las nubes, confundida abres los ojos, tal vez así se siente entrar en coma etílico.
Pero nada de eso, Rudy estaba cargando en su brazos. -Rudy no!- lo miras con la boca abierta- Te lastimaras la espalda, bajame caminaré- te mueves un poco, pero te mareas y tu cabeza cae contra su hombro. Lo escuchas reír, y puedes oler su aroma, sudor, pero no desagradable, una esencia masculina, no puedes describirlo, pero ahí está.
-Eres tan ligero como un tamal- rie.
-¿Me estás comparando con una comida?- quieres parecer ofendida pero fallas.
-Los tamales son mis favoritos- te mira a los ojos y hay algo que se te escapa en su mirada.
 -¿Acaso quieres devorarme como a un tamal Rudy?- una pregunta pícara escapa antes de que pudieras censurarla.
-Con todo mi ser Cielito Lindo- se para en seco… te mira y sus ojos están tan abiertos como los tuyos, de repente no tienes sueño, un oscuro deseo lo ha reemplazado.
-¿Es una broma?- preguntas sin aliento.
-¡Si!... pero si quieres no es una broma- traga con dificultad, nervioso por tu respuesta.
Rodeas su cuello con tus brazos- Muéstrame entonces cómo vas a devorarme- dejas un beso en sus labios, apenas un picotazo. 
Rudy sonríe, muestra todos sus dientes en el proceso, te arroja sobre su hombro y sale corriendo en direcciona a su habitación
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