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ELEGÍA CONTRA LOS LEÑADORES DEL BOSQUE DE GASTINE
[...]
Escucha, leñador, detén un tanto el brazo: más que selva es aquello que en tierra derribas; ¿no ves correr acaso la sangre a raudales de ninfas que moraban bajo la corteza? Matancero sacrílego, ¿si un ladrón cuelgan por robar un botín de menguado valor, cuantos fuegos y cepos, muertes y suplicios no merecerás tú, que nuestras diosas matas?
¡Selva, de nemorosas aves alto albergue! Ya el ciervo solitario y los ligeros corzos no guardarán tus sombras, ni tu verde crin empecerá la luz de ardiente sol de estío. Ya el zagal amoroso, apoyado en un tronco, su pífano de tres agujeros hinchiendo, a los pies el mastín, la cayada al costado, no cantará el ardor de su linda Juanilla: todo tornará mudo; y sin voces el eco; te tornarás campiña, y en vez de tu espesura, que menea despacio sombras vagarosas, sentirás del arado el dental y la reja. Perderás tu quietud, tus sátiros y panes, no esconderá la cierva sus aleros contigo.
[...]
¡Desventurado aquél que pone fe en el mundo! ¡Oh dioses, qué veraz es la filosofía! ¡que toda cosa, dice, ha de morir al fin, y, mudando de forma, revestir lo nuevo! De Tempe la vaguada un día será cima, y el Atos encumbrado una vasta campaña; Neptuno alguna vez las mieses cubrirán: la materia perdura y se pierde la forma.
*
ÉLÉGIE CONTRE LES BUCHERONS DE LA FOREST DE GASTINE
[...]
Escoute, Bûcheron, arreste un peu le bras : Ce ne sont pas des bois que tu jettes à bas ; Ne vois-tu pas le sang, lequel dégoûte à force, Des Nymphes qui vivoient dessous la dure escorce ? Sacrilège meurtrier, si on pend un voleur Pour piller un butin de bien peu de valeur, Combien de feux, de fers, de morts, et de détresses Merites-tu, meschant, pour tuer nos Déesses ?
Forest, haute maison des oiseaux bocagers ! Plus le cerf solitaire et les chevreuls légers Ne paistront sous ton ombre, et ta verte crinière Plus du soleil d’esté ne rompra la lumière. Plus l’amoureux pasteur sur un tronc adossé, Enflant son flageolet à quatre trous persé, Son mastin à ses pieds, à son flanc la houlette, Ne dira plus l’ardeur de sa belle Janette : Tout deviendra muet ; Echo sera sans vois ; Tu deviendras campagne, et, en lieu de tes bois, Dont l’ombrage incertain lentement se remue, Tu sentiras le soc, le coutre, et la charrue. Tu perdras ton silence, et Satyres et Pans, Et plus le cerf chez toy ne cachera ses fans.
[...]
Que l’homme est malheureux qui au monde se fie ! Dieux, que véritable est la philosophie, Qui dit que toute chose à la fin périra, Et qu’en changeant de forme, une autre vestira ! De Tempe la vallée, un jour, sera montagne, Et la cyme d’Athos, une large campagne ; Neptune, quelquefois, de blé sera couvert : La matière demeure et la forme se perd.
Pierre de Ronsard
di-versión©ochoislas
#Pierre de Ronsard#literatura francesa#poesía renacentista#La Pléiade#elegía#dicterio#bosque#silvestre#mudanza#di-versiones©ochoislas
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Isadora Duncan fue una mujer polémica, nihilista e iconoclasta, contradictoria se oponía al matrimonio - aunque finalmente se casó- y detestaba de forma enfermiza y vehementemente el ballet clásico al que consideraba pura gimnasia fría, vacía y poco emotiva, es memorable en una cena una acalorada discusión que tuvo con Diavgilev el gran empresario de ballet en Rusia al que apostrofó sin miedo con los peores dicterios y anatemas sobre el arte de las puntas y se volvió enemiga de la Pavlova, después de haber reconocido su talento como bailarina pero usó luego muy enconosos comentarios sobre la mítica bailarina rusa y su manera glacial de bailar; la Pavlova murió sin perdonarla jamas. Los que pudieron ver en escena a la Duncan afirman que su danza carecia de códigos académicos, pero era exhaltada, pasional, nirvánica y que producía un efecto de éxtasis en los espectadores, pero en realidad Isadora no dejó ninguna escuela, ni ningún legado coreográfico ya que su danza era muy personal y libre. Tenía un músico que solía acompañarla que era tan feo - la Duncan adoraba la belleza más allá de toda comprensión- que ella lo aborrecía y pidió que lo expulsaran "No puedo verle ese espantoso rostro que me desconcierta" pero en una ocasión el músico delante de ella extrovertió su profunda espiritualidad y la grandeza de su alma en una conversación y Isadora quedó fulminada por aquella alma y ambos terminaron siendo amantes.Isadora fue tan pasional que cuando supo la noticia de la muerte de sus hijos se lanzó a correr por la playa desgarrada, al sentirse exhausta se dejó caer sollozando en la arena un hombre que la vio se acercó y le preguntó qué la pasaba, que si podia ayudarla, la Duncan le respondió
"Por favor, hágame un hijo "
Isadora murió de una rara y trágica forma, en Niza Francia en el año 1927, salía de una fiesta feliz y sonriente, al despedirse se dirigió a sus amigos al abordar un auto que la conduciría al hotel diciéndoles sonriendo "Adiós a todos me voy al amor"
Minutos después moriría estrangulada por su propio chal qué empujado por el viento términó enredándose en las ruedas del auto estrangulándola.
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CAPITULO XXVII: PEDRO URRACA
Personaje abyecto donde los haya en esta galería es este PEDRO URRACA, del que debo confesar nada conocía hasta que cayó en mis manos una biografía sobre él, escrita nada menos que por su nieta Loreto Urraca. El frikifranquista de hoy es el perfecto ejemplo de lacayo de una dictadura.
Pedro Urraca Rendueles nació en Valladolid en 1904. En 1929 ingresó en la Policía en Madrid. El 18 de Julio de 1936 le coge en zona leal a la Republica, pero unos meses después consigue pasar a la zona rebelde y en 1939 logra con la recomendación del “cuñadísimo” Serrano Suñer, la plaza de policía agregado en la Embajada española de París. Desde ese momento comienza a rendir siniestros servicios a la dictadura. Urraca se encarga de vigilar y detener a los republicanos más destacados exiliados en Francia. Entre esos servicios está la detención (en colaboración con los nazis y el gobierno de Pétain) de Companys (devuelto a España y fusilado), Peiró (devuelto a España y fusilado), Cruz Salido (devuelto a España y fusilado) o Zugazagoitia (devuelto a España y fusilado). Puso gran empeño en lograr la detención de Azaña, pero el Embajador de México se responsabilizó de la seguridad del expresidente lo que impidió la actuación exitosa de Urraca. El temprano fallecimiento del político republicano jugó el papel definitivo para el fracaso de Urraca.
(Voy a hace un paréntesis: recomendaría las memorias de Julián Zugazagoitia, el Ministro republicano entregado por Urraca para que fuese fusilado en España. Guerra y vicisitudes de los españoles es no solo una obra sobre la guerra civil sino, además, un tratado de humanismo que el político socialista expone cuando los sucesos de la guerra estaban todavía calientes. Me hubiera gustado encontrar algún texto franquista de esta índole, pero está claro que la “paz, piedad y perdón” solo la deseaban algunos. Transcribo las palabras de Zugazagoitia sobre la guerra civil: "¿Cuántos años guardaremos esa pasión cainita? No cabe anticipar ninguna respuesta tranquilizadora. Todas las conjeturas son pesimistas. Vamos a continuar en el mismo escorzo violento más tiempo del que la propia vida nos acuerde, prolongando la desesperación a través de nuestros hijos. Entre los que contesten rotundamente no, me inscribo. Prefiero pagar a la maledicencia las alcabalas más penosas y ser cobarde para quienes me dedican ese dicterio, renegado para los que por tal me tengan, escéptico, traidor, egoísta…, que todo me parecerá soportable antes de envenenar, con un legado de odio, la conciencia virgen de las nuevas generaciones españolas. Encuentro preferible que ellas, a diferencia de la nuestra, se den para su vida, como empresas únicas, las de la razón".)
Volvamos al personaje. Durante la II Guerra Mundial con la connivencia de los nazis y el gobierno títere de Vichy, Urraca prestó innumerables servicios a la dictadura … y a sí mismo. Desvalijó a cuanto republicano español logro identificar; engañó, como el González Ruano del capítulo anterior, a numerosos judíos prometiéndoles llevarlos a España a cambio de dinero y joyas que nunca les devolvió; cuando la guerra estaba perdida para los alemanes hizo con ellos la misma jugada: les prometió pasarlos a España a cambio de dinero; ayudó a la Gestapo a detener al líder de la Resistencia francesa Jean Moulin; detuvo en Marsella el barco Alsina que se disponía a zarpar a América con varios cientos de españoles robándoles todos sus ahorros; tras el final de la guerra mundial fue enviado, con nombre ficticio, a la embajada de Bruselas y allí no tuvo el menor empacho en desvalijar las cuentas de la propia legación diplomática por lo que fue apartado de la policía ya entrados los años 70. Una auténtica joya el tal Urraca y para que todo quedase en familia, su mujer mantuvo una relación sentimental en esos años con Leon Degrelle, el líder nazi belga que luego vivió en España hasta su muerte. Con todo el currículo anterior no es de extrañar que el estado francés lo condenara a muerte, en ausencia, el año 1948.
Urraca llegó a disponer de una gran fortuna, fruto de sus tropelías, que dilapidó con los años. También logró dilapidar la unidad familiar. A su nieta Loreto Urraca -su única nieta-solo quiso conocerla cuando ésta tenía ya 18 años y de una forma fría y aséptica (aunque llovía sobre mojado pues a Loreto la abandonó su padre cuando solo contaba 4 años). Loreto lo olvidó hasta que en 2008 se publicó en El País un artículo sobre las andanzas de su abuelo. A partir de ahí trató de investigar en los archivos los antecedentes del espía franquista y fruto de ellos fue la publicación del libro Entre Hienas en 2020.
Más recientemente, en 2022, se estrenó un documental, Urraca cazador de rojos, de Pedro de Echave y Felip Solé en el que retratan a este individuo como un ser sin escrúpulos y en el que participa, entre otros, su nieta.
Urraca vivió en Madrid sin que la justicia de la democracia lo molestara hasta su fallecimiento en 1989. Dejo para el final la tremenda carta que Loreto dedica a su abuelo, ya fallecido, en su libro Entre hienas:
CARTA A MI ABUELO
Abuelo Pedro:
Poco antes de morir quisiste dictarme tus memorias. Insistías en contarme tus recuerdos y yo porfiaba en mostrarte mi desprecio. Toda tu vida escondida entre secretos, oculto en oscuros puestos, protegido bajo falsas identidades, y, al filo de la muerte, querías rememorar tus vivencias para demostrar que habías desempeñado un papel en la Historia.
Habías aparecido en mi vida de forma intempestiva, perturbando mi juventud y querías atraparme en tu mundo. La palabra “memorias” me remitía a mis traumas infantiles y yo quería huir hacia el futuro. No quería conocer tu pasado, porque vislumbraba algo turbio. Temía que tu sombra me alcanzara. Habías sido un funcionario de un régimen que ya no existía, pero al que aún se temía. La transición impuso un pacto de silencio que os cubrió de impunidad, y el olvido colectivo os libró de la obligación moral de pedir perdón.
Con tu muerte se cerró la etapa de mi juventud a la vez que terminaba la transición política del país que, como yo, emprendía una nueva era sin haber restañado las heridas de iniquidad y odio. Pasaron los años y me olvidé de ti.
Hasta que un día reapareciste en un periódico y se descubrió tu verdadera función durante el primer franquismo. “Persecución, exilio, republicanos, refugiados, Francia, Méjico…”, tu infamante pasado se me vino encima como una avalancha que me arrastrara pendiente abajo. Me sentí ultrajada, como si de pronto me hubieran desnudado en medio de la plaza y me hubieran dejado sola y expuesta a la ignominia, al oprobio público. Sentí rabia y sentí vergüenza. ¿Por qué aquel artículo? ¿Quién tenía tanto interés en desenterrar tu figura? Con este apellido, ¿cómo negar un vínculo con tu estirpe?, ¿cómo explicar que me eras indiferente, desconocido, ajeno?
Por segunda vez irrumpías en mi vida sin que te hubiera invocado y trastornabas el orden de mi mundo. La culpa no se hereda, pero el daño está hecho, y el dolor y la vergüenza perduran,
Una vez alguien me pidió que te definiera como persona, que describiera tu perfil humano y no supe qué escribir. ¿Había humanidad en ti? ¿Alguna vez sentiste compasión por aquellos “desdichados que arrastran su derrota por el mundo”, por usar tus propias palabras?
Asumo que el estigma de tu lacra me acompañaría para siempre y sentí la necesidad de saber, de saber incluso más que aquellos que tanto habían estudiado tu existencia. Acudí a los archivos a descubrir quien eras, y leyendo los informes que enviabas desde París, me acordé de aquellos testimonios que no te quise escuchar.
No me arrepiento. La memoria es incierta y selectiva, y tus relatos no hubieran sido objetivos, habrían estado contaminados de falsos recuerdos y olvidos certeros. En cambio, tus escritos desvelan cómo eras y con qué impunidad os desenvolvíais los franquistas en la Francia ocupada por los nazis.
Pero aún tenía que descubrir más. En Francia, se te asocia a la Gestapo, se te acusa de tráficos ilícitos, de haber intentado deportar a una judía, y quién sabe si tuviste algo que ver en la captura del jefe de la Resistencia.
No te mereces ni el tiempo, ni el interés, ni el esfuerzo de las personas que indagan en tu vida, pero eres un medio para descubrir la cara desconocida de la represión totalitaria. Desenterrando tu pasado te pongo en evidencia y expongo la magnitud de vuestros estragos.
Todavía rastreo entre legajos algo que me asegura que no fuiste más que un fiel servidor de un régimen opresor sin extralimitarte en tus competencias ya de por sí amplias. ¿Fuiste realmente “Unamuno”, el agente E-8001 de la Gestapo? ¿Es verdad que traficabas en el mercado negro? ¿Es cierto que llegaste a traicionar a tu país para contentar a los nazis?
Mientras busco más datos para recomponer tu verdadera historia, intento recuperar del olvido a vuestras víctimas para así liberarme del lastre de tu infamia y poder seguir viviendo con dignidad.
Me debes que te rescate de la eterna noche en la deberías haber permanecido.
LORETO URRACA LUQUE
27/1/2024
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Carlos Candia embiste
Viaje a Ixtlan
I
Somos insignificantes viajeros de una nave sin destino
polvo que el viento levanta, noche sin mañana,
penas sin consuelo.
Nada vale la pena de vivir/ ni siquiera el magro consuelo de la muerte.
No hay amigos
no hay amor
ni ternura
todo es implacable comercio de sobrevivencia.
Cuando yo me vaya mañana, mi casa seguirá en su sitio;
serán otra vez las tres de la tarde,
las aves volverán a cantar y mis perros no olvidaran sus juegos.
Mi recuerdo se perderá, como se pierde un segundo tras otro,
tras otro...tras otro...tras otro...
Pero hoy, quiero romper mi compromiso con el pasado,
perder mis llaves, mi identidad, mis ojos.
Quiero empezar en el mundo nuevo,
donde la nada existe.
II
Me revienta haber nacido, estar vivo...
y no saber para qué
Hasta hoy, creía que las penas y el dolor pasaban,
pero se ha quedado en mi.
Siento pena por el sol que desperdicia su calor conmigo,
me indigna gastar el aire, pisar la tierra.
Soy un paria, un despojo, una miasma.
Estoy harto de mí como de una sarna;
como de una rata que te roe el calcañar.
Pero no pido morir ni me lo impongo,
sólo espero que un gran zapato
reviente mi piel de cucaracha.
III
No sé si yo he enfermado mi vida
o mi vida me ha enfermado a mí.
Pero estoy dispuesto a claudicar de mí y de mi vida.
Quiero abortar mi existencia, retroceder el tiempo,
no nacer.
Envidio a los espermatozoides que no llegaron a ovular
Soy el resultado de un error, producto de una interferencia
soy un engendro innecesario.
Renuncio a ser lo que soy; no quiero volver a pisar mis pasos.
amar lo que ame,
extrañar,
llorar,
sufrir
me niego a ser yo.
Me avergüenzo de mi vida que se convirtió,
en polvo innecesario
debajo de una alfombra.
IV
Amar sin ser amado es la ley de la armonia,
ser correspondido es un error.
El amor no es un espejo;
es una flecha que no tiene retorno.
Amar el uno al otro es un dicterio,
un milagro que Dios todavía no lo ha hecho.
El amor es para seres divinos,
no para humanos nacidos de humanos;
el más grande amor que pueden dar los hombres
se llama .... soportarse.
Yo no me soporto ni a mí mismo,
me odio, no me quiero,
me aborrezco.
Mi vida es mi prisión,
mi castigo,
mi karma inevitable.
V
¿Por qué no nací autista, mongoloide o vegetal ?
no estaría metido en estos zapatos
ni en esta cabeza,
simplemente no estaría.
Hubiera querido ser un higo verde
que caído del árbol, se entierra avergonzado.
Hijo de una bestia, devorado al nacer.
Por qué fuí hombre, por qué castigarme de esta manera.
Hube de ser una ameba, un batracio,
una herida.
Un quiste desalojado, una pieza malograda,
un error que se anula,
moneda de un centavo.
VI
El amor es un error de concepto
la compasión un pecado
la alegría una quimera.
La vida es una culpa que no se paga con la muerte,
es una lanza insoportable
clavada en tus costillas,
la vida es un infierno, un castigo,
una cárcel.
¡ Ay del nacido vivo, es la expiación del pecado de sus padres,
es la cadena pesarosa de un esclavo.
Ay del nacido vivo y que ama
Ay del pobre humano con corazón
Ay del que tiene sentimientos!
La vida es una mentira que se alimenta del dolor
vida que no es vida, mierda pegada al pavimento.
VII
El hombre es un ser de exquisita existencia,
de anquilosante duda y perversos ademanes.
Es necio con necesad mayúscula,
sórdido, sin carácter; cree saberlo todo
en su patética ignorancla.
Pobre del que cruce en su camino..
lo hiere
lo acongoja
lo ultraja
lo ignora
lo avasalla
le adula
le miente
lo enzalsa
lo pervierte
lo olvida
le resiente,
lo menosprecia,
se burla.
¡ No es de fiar..
¡ Ya alzó una vez
su mano contra su hermano!
Hay que cruzar a la acera del frente
cuando uno lo ve,
evitarlo como a la peste.
Únicamente, ignorándolo;
se consigue que vuelva a su capullo
y termine su metamorfosis.
Carlos Candia Muriel
(Cusco, 1947)
Estudió Filosofía en la Universidad San Antonio Abad del Cusco. Difusor de la cultura altoandina y la historia incaica, ha publicado "Poemas", "El cielo, la tierra y el infierno", "Fácil babe", "Cuadernos andinos" (18 números) y actualmente prepara la próxima presentación del libro "El vuelo del Ayawasca". Colabora en distintos revistas y diarios regionales.
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Ni aguantar ni escapar, Carmen Martín Gaite
Ni aguantar ni escapar,
ni el luto ni la fiesta,
ni designio ni azar,
ni el llano ni la cuesta.
Ni puro ni perverso,
ni denso ni vacío,
ni en uno mismo inmerso
ni extroverso
ni abrasador ni frío.
Ni de ida ni de vuelta
ni al margen ni en el ajo,
ni pasión ni desdén:
vacilación resuelta
con el suelo debajo
por entre el mal y el bien.
Ni cubierta la faz
ni mirando al abismo,
ni a mandobles ni en paz
que viene a ser lo mismo.
Ni falta de criterio
ni sobra de juicio
ni un carnaval tan serio
ni el dicterio
tan sacado de quicio.
Ni súbdito ni rey
ni a cualquier viento hoja
ni el paso altivo y fuerte:
por donde pisa el buey
pero en la cuerda floja
mientras llega la muerte.
El poema en la canción de Chicho Sánchez Ferlosio
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MANIFIESTO ESTRIDENTISTA
ACTUAL – No. 1
HOJA DE VANGUARDIA
COMPRIMIDO ESTRIDENTISTA.
DE MANUEL MAPLES ARCE Iluminaciones subversivas de Renée Dunan, F.T. Marinetti, Guillermo de Torre, Lasso de la Vega, Salvat Papasseit, etcétera y algunas critaliazaciones marginales. E MUERE EL CURA HIDALGO
X ABAJO SAN RAFAEL – SAN
I LAZARO – - – - – T ESQUINA ———
O SE PROHIBE FIJAR ANUNCIOS En nombre de la vanguardia actualista de México, sinceramente horrorizada de todas las placas notariales y rótulos consagrados sé sistemas cartulario, con veinte siglos de éxito efusivo en farmacias y droguerías subvencionales por la ley, me centralizo en el vértice eclactante de mi insustituible categoría presentista, equiláteramente convencida y eminentemente revolucionaria, mientras que todo el mundo que está fuera del eje, se contempla esféricamente atónito con las manos torcidas, imperativa y categóricamente afirmo, sin más excepcionales a los “players” diametralmente explosivos en encidendios fonográficos y gritos acorralados, que mi estridentísimo y acendrado para defender de las pedradas literales de los últimos plebiscitos intelectivos: Muera el Cura Hidalgo, Abajo San Rafael, San Lázaro, Esquina, Se prohibe fijar anuncios. I. Mi locura no está en los presupuestos. La verdad, no acontece ni sucede nunca fuera de nosotros. La vida es sólo un método sin puertas que se llueve a intervalos. De aquí que insista en la literatura insuperable en que prestigian los teléfonos y diálogos perfumados que se hilvanan al desgaire por hilos conductores. La verdad estética, es tan sólo un estado de emoción incohercible desenrollando en un plano extrabasal de equivalencia integrista. Las cosas no tienen valor intrínseco posible, y su equivalencia poética, florece en sus relaciones y coordinaciones, las que sólo se manifiestan en un sector interno, más emocionante y más definitivo que una realidad desmantelada, como puede verse en fragmentos de una de mis anticipaciones poemáticas novilatitudinales: “ Esas Rosas Eléctricas…” (Cosmópolis. Núm. 34. Para hacer una obra de arte, como dice Pierre Albert-Birot, es preciso crear, y no copiar. “Nosotros buscamos la verdad en la realidad pensada, y no en la realidad aparente.” En este instante asistimos al espectáculo de nosotros mismos. Todo debe ser superación y equivalencia en nuestros iluminados panoramas a que nos circunscriben los esféricos cielos actualistas, pues pienso con Epstein , que no debemos imitar a la Naturaleza, sino estudiar sus leyes, comportarnos en el fondo como ella. II. Toda técnica de arte, está destinada a llenar una función espiritual en un momento determinado. Cuando los medios expresionistas son inhábiles o insuficientes para traducir nuestras emociones personales, – única y elemental finalidad estética, – es necesario, y esto contra la fuerza estacionaria ya afirmaciones rastacueras de la crítica oficial, cortar la corriente y desnucar los “swchs”. Una pechera reumática se ha carbonizado, pero no por esto he abandonar el juego. ¿Quién sigue? Ahora el cubilete está en Cipriano Max-<< III. “Un automóvil en movimiento, es más bello que la Victoria de Samotracia.” A esta eclactante afirmación del vanguardista italiano Marinetti, exaltada por Lucini, Bruzzi, Cavacchioli, etcétera, yuxtapongo mi apasionamiento por la literatura de los avisos económicos.
Cuanta mayor, y más honda emoción he logrado vivir en un recorte de periódico arbitrario y sugerente, que en todos esos organillerismos seudo-líricos y bombones melódicos, para recitarles de changarro gratis a las señoritas, declamatoriamente inferidos ante el auditorio disyuntivo de niñas fox-troteantes y espasmódicas y burgueses temerosos por sus concubinas y su caja de caudales, como valientemente afirma mi hermano -espiritual Guillermo de Torre, en su manifiesto yoista leído en la primera explosión ultráica de Parisiana, y esto, sin todas esas poematizaciones (sic) entusiastamente aplaudidas en charlotadas literarias, en que sólo se justifica el reflejo cartonario de algunos literaturípedos “specimen”. IV. Es necesario exaltar en todos los tonos estridentes de nuestro Diapasón propagandista, la belleza actualista de las máquinas, de los puentes gímnicos reciamente extendidos sobre las vertientes por músculos de acero, el humo de las fábricas, las emociones cubistas de los grandes trasatlánticos con humeantes chimeneas de rojo y negro, anclados horoscópicamente – Ruiz Hidobro – junto a los muelles efervescentes y congestionados, el régimen industrialista de las grandes ciudades palpitantes, las blusas (sic) azules de los obreros explosivos en esta hora emocionante y conmovida; toda esta belleza del siglo, tan fuertemente intuída por Emilio Verhaeren, tan sinceramente amada por Nicolás Beauduin, y tan ampliamente dignificada y comprometida por todos los artistas de vanguardia. Al fin, los tranvías, han sido redimidos del dicterio de prosaicos, en que prestigiosamente los había valorizado la burguesía con hijas casaderas por tantos años de retardarismo sucesivo e intransigencia melancólica, de archivos cronológicos. V. Chopin a la silla eléctrica. He aquí una afirmación higienista y detersoria. Ya los futuristas anti-selene gráficos, pidieron en letras de molde el asesinato del claro de luna, y los ultraistas españoles, transcriben, por voz de Rafael Cansinos Assens, la liquidación de las hojas secas reciamente agitada en periódicos y hojas subversivas. Como ellos, es de urgencia telegráfica emplear un método radicalista y eficiente. Chopin a la silla eléctrica! (M.M.A. trade mark) es una preparación maravillosa, en veinticuatro horas exterminó todos los gérmenes de la literatura putrefacta y su uso es agradabilísimo y benéfico. Agítese bien antes de usarse. Insisto.. Perpetuemos nuestro crimen en el melancolismo trasnochado de los “Nocturnos”, y proclamemos, sincrónicamente, la aristocracia de la gasolina. El humo azul de los tubos de escape, que huele a modernidad y a dinamismo, tiene, equivalentemente, el mismo valor emocional que las venas adorables de nuestras correlativas y exquisitas actualistas. VI. Los provincianos planchan en la cartera los boletos del tranvía reminiscente. ¿ En dónde está el hotel Iturbide? Todos los periódicos dispépticos se indigestan con estereotipias de María Conesa, intermitente desde la carátula, y hasta hay alguien que se atreva integralmente asombrado sobre la alarma arquitectónica del Teatro Nacional, pero no ha habido nadie aún, susceptible de emociones liminares al margen de aquel sitio de automóviles, remendado de carteles estupendos y rótulos geométricos.
Tintas planas: azules, amarillas, rojas. En medio vaso de gasolina, nos hemos tragado literalmente la avenida Juárez, 80 caballos. Me ladeo mentalmente en la prolongación de una elipse imprevista olvidando la estatua de Carlos IV.
Accesorios de automóviles, refacciones Haynes, llantas, acumuladores y dinamos, chasis, neumáticos, klaxons, bujías, lubricantes, gasolina. Estoy equivocado, Moctezuma de Orizaba es la mejor cerveza en México, fumen cigarros del Buen Tono, S.A., etcétera, etcétera, Un ladrillo perpendicular ha naufragado en aquellos andamios esquemáticos. Todo tiembla. Son amplia mis sensaciones.
La penúltima fachada se me viene encima. VII. Ya nada de creacionismo, dadaísmo, paroxismo, expresionismo, sintetismo, imaginismo, suprematismo, cubismo, orfismo, etcétera, etcétera, de “ismos” más o menos terizados y eficientes. Hagamos una síntesis quinta-esencial y depuradora de todas las tendencias florecidas en el plano máximo de nuestra moderna exaltación iluminada y epatante, no por un falso deseo conciliatorio, – sincretismo, – sino por una rigurosa convicción estética y de urgencia espiritual. No se trata de reunir medios prismales, básicamente antisísmicos, para hacerlos fermentar, equivocadamente, en vasos de etiqueta fraternal, sino tendencias insíticamente orgánicas, de fácil adaptación recíproca, que resolviendo todas ecuaciones del actual problema técnico, tan sinuoso y complicado, ilumine nuestro deseo maravilloso de totalizar las emociones interiores y sugestiones sensoriales en forma multánime y poliédrica. VIII. El hombre no es un mecanismo de relojería nivelado y sistemático. La emoción sincera es una forma de suprema arbitrariedad y desorden específico. Todo el mundo trata por un sistema de escoleta reglamentaria, finar sus ideas presentando un solo aspecto de la emoción esférica, con pretextos sinceritas de claridad y sencillez primarias dominantes, olvidando que en cualquier momento panorámico ésta se manifiesta, no nada más por términos elementales y conscientes, sino también por una fuerte proyección binaria de movimientos interiores, torpemente sensible al medio externo, pero en cambio, prodigiosamente reactiva a las propulsiones roto-translatorias del plano ideal de verdad estética que Apollinaire llamó la sección de oro.
De aquí, que existan una más amplia interpretación en las emociones personales electrolizadas en positivo de los nuevos procedimientos técnicos, porque éstos cristalizan un aspecto unánime y totalista de la vida. Las ideas muchas veces se descarrilan, y nunca son continuas y sucesivas, sino simultáneas e intermitentes. (II. Profond aujour d´hui. Cendrars. Cosmópolis. Núm. 33. En un mismo lienzo, diorámicamente, se fijan y se superponen coincidiendo rigurosamente en el vértice del instante introspectivo. IX. ¿Y la sinceridad? ¿Quién ha inquirido? Un momento, señores, que hay cambio de carbones. Todos los ojos se han anegado de aluminio, y aquella señorita distraída, se pasea sobre los anuncios laterales. He aquí una gráfica demostrativa. En la sala doméstica se hacen los diálogos intermitentes, y una amiga resuelta en el teclado. La crisantema eléctrica sé despetala en niveles mercuriales. Pero no es esto todo. Los vecinos inciensan gasolina. En el periódico amarillista hay tonterías ministeriales. Mis dedos abstraídos se diluyen en el humo.
Y ahora, yo pregunto, ¿ quién es más sincero?, ¿ Los que no toleramos extrañas influencias y nos depuramos y cristalizamos en el filtro cenestésico de nuestra emoción personalísima o todos esos “poderes” ideocloróticamente diernéfistas, que sólo tratan de congraciarse con la masa amorfa de un público insufiente, dictatorial y retardatario de criterios oficiosos, académicos fotofóbicos y esquiroles traficantes y plenarios? X. Cosmopoliticémonos. Ya no es posible tenerse en capítulos convencionales de arte nacional. Las noticias se expenden por telégrafo, sobre los resca-cielos, esos maravillosos rasca-cielos tan vituperados por todo el mundo, hay nubes dromedarias, y entre sus tejidos musculares se conmueve el ascensor eléctrico. Piso cuarenta y ocho. Uno, dos, tres, cuatro, etcétera. Hemos llegado. Y sobre las paralelas del gimnasio al aire libre, las locomotoras se atragantan de kilómetros. Vapores que humean hacia la ausencia. Todo se acerca y se distancia en el momento conmovido. El medio se transforma y su influencia lo modifica todo. De las aproximaciones culturales y genéricas, tienden a borrarse los perfiles y los caracteres raciales, por medio de una labor selectiva eminente y rigurosa, mientras florece al sol de los meridianos actuales, la unidad psicológica del siglo. Las únicas fronteras posibles en arte, son las propias infranqueables de nuestra emoción marginalista. XI. Fijar las delimitaciones estéticas. Hacer arte, con elementos propios y congénitos fecundados en su propio ambiente. No reintegrar valores, sino crearlos totalmente, a así mismo, destruir todas esas teorías equivocadamente modernas, falsas por interpretativas, tal la derivación impresionista (post-impresionismo) y desinencias luministas ( divisionismo, vibrocionismo, puntillismo, etcétera. Hacer poesía pura, suprimiendo todo elemento extraño y desnaturalizado, ( descripción, anécdota, perspectiva. Suprimir en pintura, toda sugestión mental y postizo litera turismo, tan aplaudido por nuestra crítica bufa. Fijar delimitaciones, no en el paralelo interpretativo de Lessing, sino en un plano de superación y equivalencia.
Un arte nuevo, como afirma Reverdy, requiere una sintáxis nueva; de aquí siendo positiva la asexión de Braque: el pintor piensa en colores, deduzco la necesidad de una nueva sintáxis colorística. XII. Nada de retrospección. Nada de futurismo. Todo el mundo, allí, quieto, iluminado maravillosamente en el vértice estupendo del minuto presente; atalayado en el prodigio de una emoción inconfundible y única y sensorialmente electrolizado en el “yo” superatista, vertical sobre el instante meridiano, siempre el mismo, y renovado siempre. Hagamos actualismo. Ya Walter Bonrad Arensberg, lo exaltó en una estridencia afirmativa al asegurar que sus poemas sólo vivirían seis horas; y amemos nuestro siglo insuperado. ¿ Que el público no tiene recursos intelectuales para penetrar el prodigio de nuestra formidable estética dinámica? Muy bién. Que se quede en la portería o que se resigne al “vaudeville”. Nuestro egoísmo es ya seperlativo, nuestra convicción, inquebrantable. XIII. Me complazco en particular e mi numerosa clientela fonógrafica de estolistas npotenciales, críticos desrrados, roídos por todas las llagas lacerantes de la vieja literatura agonizante y apestada, académicos ratardarios y específicamente obtusos, nescientes consuetudinarios y toda la clase de anadroides exotéricos, prodigiosamente logrados en nuestro clima intelectual rigorista y apestado, con que seguramente se preparan mis cielos perspectivos, que son de todo punto inútiles sus cóleras mezquinas y sus bravuconadas zarzueleras y rídiculas, pues en mi intergral convicción radicalista y extremosa, en mi aislamiento inédito y en mi gloriosa intransigencia, sólo encontrarán el hermetismo electrizante de mi risa negatoria y subversista. ¿Qué relación espiritual, qué afinidad ideológica, puede existir entre Sr. que se ha vestido de frac para lavar los platos y la música de Erik Satie? Con este vocablo dorado: estridentismo, hago una transcipción de los rótulos dadá, que están hechos de nada, para combatir la “nada oficial de libros, exposiciones y teatro”.
Es síntesis una fuerza opuesta contra el conservantismo solidario de una colectividad anquilosada. XIV. Éxito a todos los poetas, pintores y escultores jóvenes de México, a los que aún no han sido maleados por el oro prebendario de los sinecurismos gobernistas, a los que aún no se han corrompido con los mezquinos elogios de la critica oficial y con los aplausos de un público soez y concupiscente, a todos los que han ido a lamer los platos en los festines culinarios de Enrique González Martínez, para hacer arte (1) con el estilicidio de sus menstruaciones intelectuales, a todos los grandes sinceros, a los que no se han descompuesto en las eflorescencias lamentables y metíficas de nuestro medio nacionalista con hedores de pulquería y rescoldos de fritanga, a todos esos, los éxito en nombre de la vanguardia actualista de México, para que vengan a batirse a nuestro lado en las lucíferas filas de la “decouvert”, en donde, creo con Lasso de la Vega: “Estamos lejos del espíritu de la bestia. Como Zaratustra nos hemos librado de la pesadez, nos hemos sacudido los prejucios. Nuestra gran risa es una gran risa. Y aquí estamos escribiendo las nuevas tablas”. Para terminar pido la cabeza de los ruiseñores que hicieron de la poesía un simple cancaneo repsoniano, subido a los barrotes de una silla: desplumazón después del aguacero en los corrales edilicios del domingo burguesista. La lógica es un error y el derecho de integridad una broma mosntruosa me interrumpe la intelcesteticida Renée Dunan.
Salvat-Papasseit, al caer de un columpio ha leído este anuncio en la pantalla: escupid la cabeza calva de los cretinos, y mientras que todo el mundo, que sigue fuera del eje, se contempla esféricamente atónito, con las manos retorcidas, yo, gloriosamente aislado, me ilumino en la maravillosa incandescencia de
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"Mueca de Infanta en el siglo XXI", pintura perteneciente a una colección particular. Representa el retrato gestual, cargado de soberbia y vanidad, de la recientemente fallecida Pili Borbón, infanta de España, hermana mayor del rey abdicado Juanito Borbón y tía del actual rey reinante de España Felipe VI El Preparao. Fue mujer con una gran personalidad, de fuerte carácter, divertida, con un fondo de ternura y bondad generosa, pero aquejada de un genio con el que se hacía respetar socialmente, honrando su cuna y su origen. Era de gestos bien sacados, airosa y donosa, que invitaba a ser querida por su amena conversación, que ora se tornaba grave y solemne, ora intranscendente y corrientucha, pero siempre con un eco vagaroso y de sonoridad cadenciosa que, aún sin quererlo, podía llegar a una cierta musicidad poética. Como los antiguos hidalgos de bien, no dormía sus horas más que menos cada día, era de frescura sin perder el calor en los tientos del trato personal, pero podía resultar un tanto seca al cerrar los ojos con displicencia mientras concluía una pequeña sentencia sobre cualquier tema mundano. Media las pasiones con el patrón de la razón, con lo que resultaba una mujer libre, si bien era portadora de una cierta amargura derivada de algunos golpes que le dio la vida, poniéndola en condición de viuda y, al final de su vida, sufriendo una grave enfermedad. Aunque nació royal, quizá por sus méritos en la beneficencia de pobres y huérfanos, bien pudo haber sido electa para tal dignidad. En el retrato objeto del cuadro que presentamos, vemos cómo al tiempo que bate el brazo derecho, reafirmando cuanto está diciendo mediante una ostensible mueca labial, lo hace con los ojos cerrados frente al interlocutor, como expresando no admitir discusión alguna a sus dicterios, quedando así orlada con un luminoso halo de autoridad "porque lo digo yo". Pudo haber sido reina al ser la primogénita, pero sí fue, ante todo, una mujer libre.
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Un alcalde socialista se declara «hasta el gorro de normas y más normas gubernamentales el último día»
ABC
SANTIAGO Actualizado:02/05/2020 18:45h Guardar
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Julio Ignacio Iglesias Redondo, alcalde de Ares, en la provincia de La Coruña, se ha desahogado en sus redes sociales contra el Gobierno, por su encargo de la crisis del coronavirus, a pesar de que pertenece al mismo partido que su presidente y la principal formación que lo sustenta: el PSOE. «Con toda la sinceridad del mundo, empiezo a estar hasta el gorro de normas y más normas y más normas gubernamentales, siempre dictadas en el último momento que siempre es el último día, que no sólo están mal escritas, con total marcha de la más mínima técnica legislativa, sino que, aún encima, no dicen por ningún flanco lo que luego, una vez ya creado el jaleo y con la intención de mal solucionarlo, dice el Ministro de turno que dicen, pasándose por el forro principios jurídicos que conoce cualquier estudiante de primero de derecho», carga el regidor en su perfil de Facebook.
«Es totalmente inconcebible», prosigue. «Porque posteriormente, por su delito, los alcaldes, las policías y la Guardia civil tenemos que comernos unos marrones, tener lugar por unos aprietos y aguantar unos palos que no nos corresponden en rotundo y que, encima, se podrían evitar fácilmente con un intrascendente de tiempo y cuidado en su preparación y redacción. No creo que sea tan difícil!», apunta el primer regidor socialista.
Al final de la publicación, emitida la pasada medianoche, Iglesias Redondo completa su dicterio: «Se deben de pensar que los Ayuntamientos pequeños tenemos al personal esperando en sus casas incluso los sábados y los festivos preparados y listos para ir a poner o quitar bandos, carteles o vallas! Pues el personal municipal incluso tiene sus días obligatorios de alivio, como todos los ciudadanos! Que publiquen las normas con el tiempo suficiente para preparar todo y admisiblemente escritas, por valía!».
En la tarde del sábado, y al ver que su desahogo comenzaba a circular entre los medios de comunicación, el alcalde de Ares ha emitido una suerte de nota, incluso en Facebook: «Me imagino que ahora algunos me tirarán de las orejas. Pero estoy convencido de que lo que escribí con total sinceridad, es lo que mismo piensan muchos». Y a continuación, un emoticono pidiendo disculpas.
from La Crónica Coruña https://lacronicacoruna.com/un-alcalde-socialista-se-declara-hasta-el-gorro-de-normas-y-mas-normas-gubernamentales-el-ultimo-dia/ from La Crónica Coruña https://lacronicacoruna.tumblr.com/post/617027168212484096
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Un alcalde socialista se declara «hasta el gorro de normas y más normas gubernamentales el último día»
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SANTIAGO Actualizado:02/05/2020 18:45h Guardar
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Julio Ignacio Iglesias Redondo, alcalde de Ares, en la provincia de La Coruña, se ha desahogado en sus redes sociales contra el Gobierno, por su encargo de la crisis del coronavirus, a pesar de que pertenece al mismo partido que su presidente y la principal formación que lo sustenta: el PSOE. «Con toda la sinceridad del mundo, empiezo a estar hasta el gorro de normas y más normas y más normas gubernamentales, siempre dictadas en el último momento que siempre es el último día, que no sólo están mal escritas, con total marcha de la más mínima técnica legislativa, sino que, aún encima, no dicen por ningún flanco lo que luego, una vez ya creado el jaleo y con la intención de mal solucionarlo, dice el Ministro de turno que dicen, pasándose por el forro principios jurídicos que conoce cualquier estudiante de primero de derecho», carga el regidor en su perfil de Facebook.
«Es totalmente inconcebible», prosigue. «Porque posteriormente, por su delito, los alcaldes, las policías y la Guardia civil tenemos que comernos unos marrones, tener lugar por unos aprietos y aguantar unos palos que no nos corresponden en rotundo y que, encima, se podrían evitar fácilmente con un intrascendente de tiempo y cuidado en su preparación y redacción. No creo que sea tan difícil!», apunta el primer regidor socialista.
Al final de la publicación, emitida la pasada medianoche, Iglesias Redondo completa su dicterio: «Se deben de pensar que los Ayuntamientos pequeños tenemos al personal esperando en sus casas incluso los sábados y los festivos preparados y listos para ir a poner o quitar bandos, carteles o vallas! Pues el personal municipal incluso tiene sus días obligatorios de alivio, como todos los ciudadanos! Que publiquen las normas con el tiempo suficiente para preparar todo y admisiblemente escritas, por valía!».
En la tarde del sábado, y al ver que su desahogo comenzaba a circular entre los medios de comunicación, el alcalde de Ares ha emitido una suerte de nota, incluso en Facebook: «Me imagino que ahora algunos me tirarán de las orejas. Pero estoy convencido de que lo que escribí con total sinceridad, es lo que mismo piensan muchos». Y a continuación, un emoticono pidiendo disculpas.
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Un alcalde socialista se declara «hasta el gorro de normas y más normas gubernamentales el último día»
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SANTIAGO Actualizado:02/05/2020 18:45h Guardar
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Julio Ignacio Iglesias Redondo, alcalde de Ares, en la provincia de La Coruña, se ha desahogado en sus redes sociales contra el Gobierno, por su encargo de la crisis del coronavirus, a pesar de que pertenece al mismo partido que su presidente y la principal formación que lo sustenta: el PSOE. «Con toda la sinceridad del mundo, empiezo a estar hasta el gorro de normas y más normas y más normas gubernamentales, siempre dictadas en el último momento que siempre es el último día, que no sólo están mal escritas, con total marcha de la más mínima técnica legislativa, sino que, aún encima, no dicen por ningún flanco lo que luego, una vez ya creado el jaleo y con la intención de mal solucionarlo, dice el Ministro de turno que dicen, pasándose por el forro principios jurídicos que conoce cualquier estudiante de primero de derecho», carga el regidor en su perfil de Facebook.
«Es totalmente inconcebible», prosigue. «Porque posteriormente, por su delito, los alcaldes, las policías y la Guardia civil tenemos que comernos unos marrones, tener lugar por unos aprietos y aguantar unos palos que no nos corresponden en rotundo y que, encima, se podrían evitar fácilmente con un intrascendente de tiempo y cuidado en su preparación y redacción. No creo que sea tan difícil!», apunta el primer regidor socialista.
Al final de la publicación, emitida la pasada medianoche, Iglesias Redondo completa su dicterio: «Se deben de pensar que los Ayuntamientos pequeños tenemos al personal esperando en sus casas incluso los sábados y los festivos preparados y listos para ir a poner o quitar bandos, carteles o vallas! Pues el personal municipal incluso tiene sus días obligatorios de alivio, como todos los ciudadanos! Que publiquen las normas con el tiempo suficiente para preparar todo y admisiblemente escritas, por valía!».
En la tarde del sábado, y al ver que su desahogo comenzaba a circular entre los medios de comunicación, el alcalde de Ares ha emitido una suerte de nota, incluso en Facebook: «Me imagino que ahora algunos me tirarán de las orejas. Pero estoy convencido de que lo que escribí con total sinceridad, es lo que mismo piensan muchos». Y a continuación, un emoticono pidiendo disculpas.
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¿Por qué somos valientes ante el dicterio y cobardes ante el afecto?
La forma de las ruinas. Juan Gabriel Vásquez
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Antón de Montoro
Antón de Montoro (¿Montoro, Córdoba,? c. 1404 - Córdoba, c. 1483) fue un poeta satírico judeoconverso del siglo XV perteneciente a la lírica cancioneril.
Bio
Vivió durante los reinados de Juan II y Enrique IV y, aunque hay quien dice que falleció en 1477, alcanzó a ver los primeros años del reinado de los Reyes Católicos. Hijo de un judío orfebre ambulante, era aljabibe o ropero , esto es, sastre, humilde oficio que no dejaron de recordarle los poetas rivales tan asiduamente como su estirpe judaica y ser converso él mismo; incluso se burlaron de ello otros poetas judeoconversos, como Juan de Valladolid, Rodrigo Cota, el comendador Román o Juan Agraz, a los que respondió violenta y jocosamente. Por el contrario, otro converso, el gran Juan Álvarez Gato, lo elogia. Fue protegido por Pedro Fernández de Córdoba, señor de Aguilar, más conocido como Pedro de Aguilar. Tras la muerte de este, su hijo Alonso de Aguilar, hermano del futuro Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba y alcalde de Córdoba, Antequera y Alcalá la Real, le dispensó una protección similar. Tuvo relación con grandes poetas nobles de la Escuela alegórico-dantesca, como el marqués de Santillana y Gómez Manrique, e imitó incluso al más grande de todos ellos, Juan de Mena, en unos pocos poemas de arte mayor. Vivió buena parte de su vida en Córdoba, donde ejerció su profesión, y residió en los barrios de San Andrés y Santo Domingo, conocidos núcleos conversos de dicha ciudad.
Formó parte de los poetas de cancionero y, en las 164 composiciones que nos han quedado de él, cultivó todos los temas (lírica de amor cortés, de burlas -en la que destacó especialmente-, satírico, obsceno, de elogios, de circunstancias, devotas) e intervino en polémicas poéticas, por ejemplo, defendiendo a las mujeres de los dicterios que contra ellas escribió Pere Torrellas.
Sus primeras composiciones datables se remontan a 1448, cuando redacta "Oh cama, de nuevos de ver girifaltes", un complejo poema de arte mayor donde denuncia a los responsables de la muerte de los dos hermanos comendadores. Los últimos poemas, también de tema político, son las tres extensas composiciones que produce entre 1473 y 1474 tras los motines anticonversos o pogromos de Córdoba y Carmona en los que protesta ante Enrique IV, Isabel la Católica y Alfonso de Aguilar, por las persecuciones de que es víctima su grupo. Solicitó piedad a los Reyes Católicos durante las persecuciones de judíos producidas a finales de siglo y se obsesionó profundamente con la situación de los judíos y judeoconversos. En su composición "Montoro a don Alonso, cuando la destrucción de los conversos en Córdoba" refiere los hechos reales sucedidos en Córdoba durante la Semana Santa de 1473, cuando durante tres días se produjo un pogrom de judíos y conversos del que él pudo escapar. No sería su única composición inspirada en hechos reales, ya que en 1448 había escrito el poema "A la muerte de los dos hermanos Comendadores", una elegía acerca del asesinato por parte de Fernán Alonso, Veinticuatro de Córdoba, de su esposa Beatriz de Fiñestrosa, dos de sus criadas y dos Comendadores de la ciudad.
Otorgó testamento en 1477, pero murió entre 1483 y 1484 en la época de Isabel y Fernando, después de que Sixto IV firmara la Bula de la Inquisición y el Tribunal del Santo Oficio se instaurara en Córdoba.
http://www.juntadeandalucia.es/cultura/archivos_html/sites/default/contenidos/archivos/ahpcordoba/difusion/DocumentoMes/DocMesDocumentos/Diptico_A4_mayo2.pdf
Algunos Poemas:
A Una Señora Muy Hermosa
No lo consiente firmeza ni lo sufre la piedad: combida con la belleza y despedir con la bondad.
Como los descaminados siguen a tino de lumbre, así ban los livertados a vos dar su servidumbre; y apenas vuestra belleza les ha dicho Reposad ”cuando les dice nobleza: Andad, amigos, andad.”
Al Ropero De Córdoba
¡O, Ropero amargo, triste que no sientes tu dolor! Setenta años que naciste y en todos siempre dixiste: «ynviolata permansiste» y nunca juré al Criador. Hize el Credo y adorar ollas de tocino grueso, torreznos a medio asar, oyr misas y reçar, santiguar y persinar, y nunca pude matar este rastro de confeso.
Poema Amor Que Yo Vi
Amor que yo vi por mi pesar quiero olvidar.
Mi coraçón se fue a perder amando a quien no pudo aver. Se lo pedí mi mal buscar, ¿dó lo hiré fallar?
Por se perder cuitas le dan, et puso a mí en tal afán, que bivo así sin le cobrar por le contentar.
Allí do piensa bevir faze a mi solo morir. Mas pues allí piensa durar, débolo dexar.
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El juicio de las brujas
Un montón de humanos, altos elfos y enanos se habían reunido en una aldea recóndita de Gilneas. Sus tabardos deteriorados aún reflejaban el emblema de una maza flamígera. En sus manos llevaban antorchas y espadas; en su corazón, un odio infinito por los engendros de la Sombra; y en sus bocas, los peores dicterios que se pudieran imaginar.
–¡TORREQUEMADA, CASTIGA A LAS BRUJAS!
Cuando sir Tomas Torrequemada salió del ayuntamiento, tras él desfilaba una hilera de mujeres atadas de pies y manos. Por sus hábitos podrían haber pasado por simples mendigas, pero sus ojos resplandecían bajo la luz de la luna. Eran huargen. Y habían sido torturadas: los signos no eran muy evidentes, mas lucían incisiones, moretones y quemaduras por todo el cuerpo.
Torrequemada las alineó detrás de él y alzando su infame Martillo de Brujas, la reliquia más estimada de su congregación, se dirigió a la muchedumbre.
–Hermanos de la Inquisición Áurea: desde hace siglos, nuestra orden ha perseguido a los herejes. En el pasado, los hombres, los enanos y los elfos nos daban cobijo allá adonde íbamos, y librábamos a las buenas gentes de la amenaza de las brujas y de los demonios. Pero con la Plaga todo cambió y muchos nos vimos obligados a vestir los colores de la xenófoba y corrupta Cruzada Escarlata o bien de la blanda y crédula Alba Argenta. Mas eso SE ACABÓ.
Los hombres y mujeres de fe escuchaban a su líder hipnotizados.
–Se acabó el huir de los no-muertos. Se acabó el malvivir en los caminos. Guiados por la madre Valburga, nos estableceremos aquí y aquí fundaremos nuestra iglesia, como hizo el primer apóstol de la Luz Sagrada hace milenios. De las ruinas de una civilización difunta renaceremos, y haremos que Gilneas sea la patria de una nueva generación de santos de la Alianza, sin discriminación de sexo o raza, pues la Luz es el motor que nos impulsa a todos.
Humanos, altos elfos y enanos asintieron con idénticos gestos de aprobación. Y alejada de ellos, una mujer de cierta edad, con actitud calmosa y rostro maternal, sonreía.
–Sin embargo, antes de repoblar Gilneas debemos hacernos cargo de su estado. Cuando el Muro se vino abajo, los ladrones, los impíos y los paganos se adueñaron de este país sin ley. Con Cringris ocupado y el Frente de Liberación de Gilneas exhausto, solo unos pocos, como la Guardia del Lobo, han defendido esta tierra. Y muy tristemente… han fracasado en el empeño.
Sir Tomas Torrequemada les hizo una señal a algunos de sus partidarios, que ataron a las hembras a unos mástiles guarnecidos de paja y otro material consumible. Uno para cada una. Las huargen se revolvían. Alguna, incluso, se transformó; pero su existencia terminó cuando el Martillo de Brujas, en una exhalación, le machacó el cráneo.
–Ya lo habéis visto: el paganismo gobierna en Gilneas. Las maléficas brujas pactan con lobos demoníacos como hacían esos malditos orcos del Vacío Abisal; bailan desnudas y fornican con el Diablo Astado al que llaman “Cernunos”. Se ocultan en los bosques, lejos de la vista de los hombres, y desde allí traman sus insidias y perpetran conjuros que les permiten transformarse en bestias ávidas de carne humana…
Un enano le tendió un hachón a Torrequemada. Las brujas ya estaban esposadas a las piras. Solo faltaba prender la mecha.
–Estas mujeres, capturadas mientras cantaban a la vera de una colina vacía, son sospechosas de brujería. Y no me cabe duda de que algunas han practicado las mayores infamias; pero otras, tal vez seducidas o hechizadas, quizá no sean dueñas de su voluntad…
–¡Muérete, Torrequemada! –Aulló una bruja, lanzando dentelladas al aire.
–Cuando la Luz lo quiera, bruja –contestó el portador del Martillo de Brujas–. Como decía, nosotros NO somos bárbaros. Estas mujeres tendrán la oportunidad de demostrar si son o no brujas… en una ordalía por el fuego.
Sir Tomas Torrequemada fue encendiendo las lumbres bajo los pies de las brujas.
–Si son brujas, usarán su magia para zafarse de sus ataduras y escaparán. Y si no lo son, sus pecados serán purificadas por la voluntad de la Luz y sus almas habrán ganado el paraíso.
Las llamas comenzaban a lamer sus vestidos. Se escuchaban los primeros gemidos de dolor. Empero las huargen se resistían a darles el placer a sus atormentadores de oírlas protestar.
La multitud contemplaba el incendio embelesada, en un silencio reverencial, como si estuvieran asistiendo a los oficios religiosos de la mañana.
Entonces, un aullido se levantó por encima del crepitar del fuego. Y lo siguió otro, y otro más. Las mujeres ardían. Se consumían a una velocidad pasmosa.
–Que la Luz nos perdone y que bendiga los espíritus de estas santas –Rezó Torrequemada.
Pero la cosa no quedó así: dos de ellas adoptaron la forma de unos osos negros y gigantescos, y pugnaron por libertar a las demás con uñas y dientes.
–¡SON BRUJAS! ¡Matadlas!
Con rifles y espadas, los hermanos de la Inquisición Áurea acometieron a las metamorfas. La batalla fue breve: las aventajaban en número en orden de seis a uno.
Cuando el último de los osos cayó, las brujas de las piras ya se habían calcinado. Sus esqueletos deformes y renegridos, se transmutaban en cenizas por la acción erosiva del viento.
Sir Tomas Torrequemada suspiró, casi con hastío.
–Dos brujas. El resto eran inocentes. Esta noche oraremos por ellas.
–No eran inocentes –repuso la anciana que había estado presenciando el espectáculo desde la distancia–. Las habían captado para su secta. Ya era tarde para redimirlas, ser Tomas.
–Me gustaría pensar que no, madre Valburga.
La madre Valburga alzó su mano y lo sonrió con condescendencia, como si el encanecido y experimentado paladín no fuera más que un chiquillo.
–¿Han revelado algo en el interrogatorio?
–Un nombre: el Aquelarre de las Colinas Huecas.
Los ojos de Valburga se iluminaron un instante. Luego, compuso una expresión dudosa.
–Eso no nos dice nada. Obviamente están encubriendo a las demás.
–Eventualmente saldrán a la Luz, madre. Nada puede esconderse de ella.
La mujer afirmó, dio media vuelta y se metió en la capilla de la aldea con paso recatado. Sir Tomas Torrequemada, por su parte, ordenó a los hombres que le ayudasen a disponer de los restos: las inocentes recibirían sepultura; en cambio, a las brujas las arrojarían al Monte Negro para que los animales devorasen sus cadáveres.
Y en lo alto, un cuervo blanco que lo observaba todo desplegó las alas y echó a volar.
[…]
–Conque eso fue lo que sucedió –dijo lord Lobonegro, sujetando una copa de güisqui barato con la garra.
El Señor Lobo no se movía mucho. Estaba aún vendado a causa de las lesiones que había padecido en Kalimdor pocas semanas atrás, durante la Guerra de Manadas.
Su interlocutor, un huargen de pelaje blanco y ojos verdosos, asintió.
–Gracias, Faelán. Informaré de esto a Arduinna y al resto de la Guardia del Lobo cuando llegue el momento –aseguró–. No me agrada que unos extranjeros, por más que sean de la Alianza, campen a sus anchas por las Ruinas de Gilneas imponiendo SU ley.
Marrok gruñó, mostrando los colmillos en señal de advertencia.
Faelán cobró el aspecto de un cuervo blanco y se posó en el alféizar de la ventana.
–Ah. Hay algo más, Señor Lobo: esa mujer, la madre Valburga, no es lo que parece. No puedo explicártelo con palabras, pero por un segundo, me dio la sensación de que me miraba y de que sabía exactamente lo que era, y quién era.
Marrok cabeceó en signo positivo, sacudiendo la zarpa con la que sostenía su vaso.
–Una cosa está clara: el Aquelarre de la Colina Hueca es fundamental para nuestros planes en Gilneas y Lordaeron –determinó–. Sigue espiando a esos fanáticos de la Inquisición Áurea y averigua cuanto puedas sobre ellos. Hay que ponerle fin a su estúpida Caza de brujas.
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Justicia y venganza
No solo es deber del escaldo ensalzar a los héroes de sus sagas. A veces las leyendas, incluso las más luminosas, adquieren tintes siniestros. Así les sucedió a Úlfric y a Unn Vargsson, antes de que repudiasen el nombre de su padre, antes de que el primero se convirtiera en Manto de Lobo y de que el segundo se marchase en un largo viaje que lo alejaría durante años de su familia. Y es mi misión como poeta y amigo asegurarme de que sus acciones, también las más infames, son recordadas, por lo que quiera que el futuro nos pueda deparar.
Lo que voy a narrarte aconteció hace más de diez años. La Manada conmemoraba el regreso triunfal de una partida de caza en la que habían participado los jóvenes Úlfric y Unn: un rebaño de minotauros había sido diezmado por los dos intrépidos hermanos, y mientras los norn festejaban en la heredad de su padre, Uta, la loba y segunda hermana de Unn, buscaba su cena en los aledaños; o quizá tan solo pretendía estirar las piernas y airearse un poco.
Caída la media noche, con la fiesta en pleno apogeo, oyó Unn el gemido aterrador de su loba, Uta, que volvía a casa arrastrando la mitad de su cuerpo, con el rostro ensangrentado, las patas traseras inmóviles y las costillas hundidas.
Nadie reparó en su ausencia: llegados a tal punto, sus familiares y compañeros solo pensaban en divertirse, y les importaba bien poco el motivo original de la celebración.
Nadie reparó en su ausencia, salvo una persona. Su hermano, Úlfric, echando de falta al segundo protagonista del relato, salió de la heredad y se topó con una escena pavorosa: su hermano yacía en el suelo, con los ojos llorosos y su loba moribunda entre los brazos.
—¡Unn! —le dijo—. ¿Qué le han hecho a Uta? ¿Quién ha sido el desgraciado?
—La han apaleado… —Unn señaló las marcas de los golpes en el costado de Uta—. Con una pala… o algo similar.
—¿Una pala?
—A veces ronda un rancho cerca de nuestras heredades. Allí hay dolyak. Uta no se les acerca, no le gustan los dolyak, pero también abundan los conejos por la finca, y en ocasiones caza alguno.
Úlfric colocó una mano en su hombro y se levantó. Sabía a qué rancho se refería.
—¡Úlfric, espera!
Pero su hermano no le hizo caso y cruzó el bosque como una centella. En menos de tres minutos, se plantó allí. Se aproximó sigilosamente al establo y vio a los dolyak aún vagando por el recinto vallado. Dentro había un niño que apilaba heno con cara de hastío.
También había algo más: un reguero de sangre teñía parte de la paja, y el azadón, dejado en un rincón, estaba manchado de la misma negra sustancia.
—¿Eso es tuyo? —Úlfric se aproximó al crío con un gesto peligroso.
—¿Y qué si lo es? —Le contestó el mocoso con chulería.
Casi al segundo, cuando se giró para contemplar su semblante demudado por la ira, se arrepintió de la ligereza de su declaración. Úlfric había cubierto la distancia que los separaba y lo sujetaba violentamente de la solapa de la camisa.
—¡Yo no he hecho nada, te lo prometo!
—¿De quién es esa sangre? —Apuntó con el dedo al azadón.
—No… ¡no lo sé!
Úlfric no lo soltó. Tiró de él y lo arrimó al apero de labranza. Se agachó y la olió.
—Es fresca —constató el norn—. Fuiste tú, ¿verdad? ¡Tú atacaste a la loba!
El chico no sabía cómo reaccionar. Le temblaban las manos y todo el cuerpo. Y al fin, recurrió a la que sabía que era su mejor posibilidad.
—¡PADRE!
Úlfric lo abofeteó. Lo zarandeó salvajemente y le encajó un puñetazo en el estómago. Ni siquiera lo meditó.
—¡CONFIESA!
—¡PADRE...!
Siguió gritando un rato a los cuatro vientos, pero nadie le contestó. Finalmente, creyéndose abandonado a su suerte, se sinceró.
—¡FUI YO! Por favor… ¡no me pegues más!
Úlfric paró de machacarlo y lo miró a los ojos, entre estupefacto y furibundo.
—¿Por qué lo hiciste?
El niño no sabía qué responder.
—¡QUE POR QUÉ LO HICISTE!
—¡Quería su piel! Quería su piel… Quería dejar de ocuparme del rancho. Quería… ganar… aprobación. ¡Como vosotros, como Unn y tú!
Aquel giro en la conversación condenó definitivamente al muchacho.
—Nos conoces… Sabías que Uta era la loba de mi hermano. Y la agrediste.
—¡No, yo…!
—¡CÁLLATE! —vociferó él—. La agrediste… ¡Le diste una paliza de muerte a la mascota de otro cazador! ¡Y ni siquiera tuviste el coraje de acabar con ella!
—… N… no.
Úlfric alzó la mano con los labios desfigurados por la rabia. Lo atizó. Una vez. Y otra más.
—¿Cómo se siente que te apaleen? —chillaba, intercalando puñetazos con sus palabras —. ¡Que te someta alguien más fuerte que tú! Que te haga tanto daño que no puedas ni caminar…
—¡Úlfric, detente! —exclamó Unn, quien había venido a la carrera, más grande, pero también más lento que su hermano mayor.
—¿Y Uta?
Unn bajó la mirada con un aire sombrío.
El crío vio su oportunidad para huir y se deshizo del chaleco, escapando del agarre de Úlfric. Corrió hacia las puertas de su heredad como si lo persiguiese un grifo montés.
—¡Aún no he terminado contigo!
Sabiendo que se le fugaba, Úlfric cogió el primer instrumento que vio para impedir que siguiese huyendo. Estimándolo no solo preciso, sino también educativo, dirigió un barrido a las piernas del zagal con el azadón y lo hizo tropezar, de suerte que su cráneo chocó con la piedra de la entrada al caer. Y crujió.
—¿Qué has hecho…?
Úlfric, confundido más que apesadumbrado, se giró hacia su hermano Unn para tantear una respuesta satisfactoria. En ese momento, un norn que procedía de la foresta arrojó al suelo un fardo de leña que portaba entre los brazos, bramando desconsoladamente.
—¿QUÉ LE HABÉIS HECHO A MI HIJO, CERDOS?
El padre no vaciló: se transformó en oso y cargó contra el más cercano de ellos: Unn. El gigantón no supo cómo actuar y permaneció quieto, patidifuso, mientras una masa de músculo, garras y dientes afilados se abalanzaba sobre él.
—¡Unn, abajo!
La advertencia de su hermano sí la escuchó. Y obedeció, como tantas otras veces había hecho. Una lanza de luz hendió el pecho del híbrido de oso y le arrancó un alarido transido de pena. Úlfric tiró de las cadenas que volaban con el proyectil y mandó a tierra a su contrincante.
Pero mientras Úlfric forcejeaba con el padre, alguien más había hecho acto de presencia: la madre, que contemplaba la escena horrorizada, se metió en casa y salió con un arco. Cargó una flecha en la cuerda, la tensó y apuntó a Úlfric.
—¡NO!
Unn lanzó su hacha con una puntería que habría hecho estremecerse a la mismísima Eir. Su filo rodó por el aire y se incrustó en la cabeza de la mujer norn, arrebatándola de un plumazo la vida y todas las fuerzas que le restaban.
Úlfric presenció la escena de reojo. Tenía un problema más serio entre manos: el oso-norn estaba irguiéndose y destrozaba los grilletes con las uñas.
—¡ASESINOS!
Aquel dicterio solo inflamó más a Úlfric, quien, sin planteárselo dos veces, desenvainó su mandoble y saltó hacia adelante para dar encuentro al padre del asesino de Uta.
Su rival estaba aturdido y además no era un guerrero, sino un hombre de la granja. Tal vez había zurrado a su hijo y lo había educado en la escuela del odio y la indiferencia. O tal vez simplemente no era consciente del monstruo al que cobijaba bajo su techo. En todo caso, a Úlfric no le interesaban tales distingos: su espada cortó certera el vientre del norn y oyó cómo sus tripas se esparcieron sobre la nieve, humeando a causa del contraste térmico.
Unn trató de detenerlo, pero ya era muy tarde.
—Me habéis quitado… lo que más amaba… Nunca… NUNCA dejaré de perseguiros. Me… vengaré de vosotros, Úlfric, en esta vida…
No logró concluir la frase.
Durante casi un minuto, Úlfric y su hermano no intercambiaron una sola palabra. Ambos rezagaban la mirada: uno, impasible; el otro, taciturno, haciendo repaso de las víctimas que la crueldad del norn se había cobrado esa noche.
—Uta no volverá —sentenció Unn—. Y esta venganza no ha servido de nada…
—¿No lo ha hecho? —preguntó Úlfric, con una expresión ambigua.
—Recojamos los cuerpos.
—No —opuso su hermano. Lo observó duramente: sus ojos comunicaban amenazas.
—Son nuestra responsabilidad. Nosotros…
—Hicimos justicia, Unn.
—Pero los cuerpos se pudrirán.
—Serán pasto de los cuervos —dictó—. Y enviarán a todos los norn de las Colinas del Caminante un mensaje claro: NADIE que ataque a la Manada queda impune. Nadie.
Unn lo miró, confuso, y por un latido pensó que todo estaba mal, que habían obrado por rencor y que eran culpables de la muerte de dos inocentes. Mas, como a menudo solía hacer, no protestó. Suspiró y acató las órdenes de su hermano mayor, el futuro líder de la Manada, futuro propietario de un falso Manto de Lobo. Porque Úlfric siempre sabía cómo manejarse: siempre tenía confianza en sí mismo y podía solucionar cualquier aprieto.
El deceso de aquella familia no se olvidó fácilmente: al cabo de unos meses, un pariente de la madre apareció exigiendo revancha y Úlfric lo despachó de una estocada en el corazón. Desde ese día, solo un puñado de personas se ha atrevido a desafiar al guardián.
¿Actuó Úlfric inspirado por un deseo de justicia, o fue la sed de venganza la que movió a los hermanos a erradicar a una familia entera? No es mi obligación ni mi propósito enjuiciarlos, sino solo contar las cosas tal y como sucedieron. Juzga tú, el que lees esta historia, quién de todos ellos llevaba razón, si es que alguno la tenía.
Firmado: Lobogrís.
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GOLPE DE ESTADO EN CATALUÑA: Cataluña: cada vez se ve más clara la trama / La presunta conspiración entre PP, PSOE y golpistas catalanes que indigna y escandaliza a cientos de miles de españoles a medida que se difunde por las redes sociales / La deriva rupturista del gobierno catalán ha venido pintiparada para que ahora los políticos emprendan una reforma de la Constitución en sentido confederal, es decir, hacia un país más deshilachado todavía / La “modificación traumática”, es decir, el objetivo que ya vienen tramando hace tiempo ciertos altos poderes, sería la reconversión del Estado en términos propiamente confederales, con un estatus de semi independencia para varias regiones (adivinen cuáles) / En lo que concierne expresamente a Cataluña, ¿en qué podría consistir ese pacto? Básicamente, en el reconocimiento formal de su condición de nación y en una sustanciosa aportación de dinero: un modelo de financiación semejante al cupo vasco, agencia tributaria propia no subordinada a la estatal, garantía estatal (española) de las pensiones en Cataluña (hoy con un déficit del 21,5%), etc. / Los socialistas (Iceta) ya han requerido hoy en El País el reconocimiento de Cataluña como nación. Empieza el engaño colectivo / ¿Y el pueblo, el sufrido pueblo español? El pueblo español, en general, no quiere. El pueblo español, como ha demostrado estos días en las calles, está razonablemente contento con su condición nacional y apenas es permeable a los dicterios de “fascismo” que se le prodigan desde el separatismo y la ultraizquierda. Resulta que el español medio es mucho más patriota de lo que nuestros mandamases creían / Todos los sondeos de opinión muestran un creciente descontento con el sistema autonómico - LA GACETA
GOLPE DE ESTADO EN CATALUÑA: Cataluña: cada vez se ve más clara la trama / La presunta conspiración entre PP, PSOE y golpistas catalanes que indigna y escandaliza a cientos de miles de españoles a medida que se difunde por las redes sociales / La deriva rupturista del gobierno catalán ha venido pintiparada para que ahora los políticos emprendan una reforma de la Constitución en sentido confederal, es decir, hacia un país más deshilachado todavía / La “modificación traumática”, es decir, el objetivo que ya vienen tramando hace tiempo ciertos altos poderes, sería la reconversión del Estado en términos propiamente confederales, con un estatus de semi independencia para varias regiones (adivinen cuáles) / En lo que concierne expresamente a Cataluña, ¿en qué podría consistir ese pacto? Básicamente, en el reconocimiento formal de su condición de nación y en una sustanciosa aportación de dinero: un modelo de financiación semejante al cupo vasco, agencia tributaria propia no subordinada a la estatal, garantía estatal (española) de las pensiones en Cataluña (hoy con un déficit del 21,5%), etc. / Los socialistas (Iceta) ya han requerido hoy en El País el reconocimiento de Cataluña como nación. Empieza el engaño colectivo / ¿Y el pueblo, el sufrido pueblo español? El pueblo español, en general, no quiere. El pueblo español, como ha demostrado estos días en las calles, está razonablemente contento con su condición nacional y apenas es permeable a los dicterios de “fascismo” que se le prodigan desde el separatismo y la ultraizquierda. Resulta que el español medio es mucho más patriota de lo que nuestros mandamases creían / Todos los sondeos de opinión muestran un creciente descontento con el sistema autonómico – LA GACETA
Estamos ante un proceso cuya auténtica naturaleza no está en los hechos visibles, sino en lo que no se ve. JOSÉ JAVIER ESPARZA- Es perfectamente posible que me equivoque, porque en este juego de tramposos ya es difícil saber quién juega a qué, e incluso es probable que los protagonistas hayan dejado de controlar los acontecimientos y estén improvisando. Pero en líneas generales, a grandes…
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El aprieto de Socorro Hernández
La rectora Socorro Hernández fue agredida por unas señoras que se la toparon en un mercado de la ciudad, mientras hacía sus compras. La motejaron de ladrona y de asesina, sin ocultar manifestaciones corporales que transmitían ira. La escena circuló en las redes sociales para volverse célebre. Los dicterios contra la rectora del CNE se multiplicaron entonces entre los espectadores, pero también las críticas desgarradas del oficialismo. Mientras mucha gente aplaudía a las agresivas damas del mercado, los voceros de la dictadura hablaban de una violencia ejercida contra una ciudadana indefensa. Semejante descomedimiento obligaba, dijeron los del régimen, a una acción perentoria de la autoridad en beneficio de los derechos violados de una ciudadana que se limitaba a buscar víveres en el lugar de costumbre, como cualquier vecino. El episodio merece comentarios alejados de las prudencias fáciles.
Para defender a su empleada, la dictadura acudió a la descalificación del insulto como arma política. Buscó, por cierto, en lo más venerado de la tradición republicana. Quizá sin imaginarlo se remontó a Cicerón, nada menos, quien habla de la moderación de los vocablos como pieza esencial de la convivencia que debe expresarse necesariamente a través de la circunspección. Resulta curioso que los protectores de la rectora abrevaran en una fuente tan inesperada. Porque, ¿quiénes, en las últimas décadas, convirtieron el insulto en parte de la vida cotidiana?, ¿quiénes han familiarizado a la sociedad con la descalificación del adversario, con los ataques vulgares de quienes no comparten su credo, con la injuria y el improperio dirigidos contra la dignidad de los rivales? Los chavistas, con Chávez a la cabeza. El comandante no dejó de desembuchar insolencias para avergonzar a los escuálidos felones que no militaban en sus filas. Fue tan continua la corriente de ultrajes que vomitó ante las cámaras, o ante la presencia de multitudes, y el empeño que ha puesto Maduro en imitarlo, que no se entiende sino como teatro barato que ahora los censuren sus socios porque salieron de la boca de unas señoras prepotentes contra la solitaria y desguarnecida Socorro Hernández.
Pero en relación con el insulto conviene proponer un matiz, antes de meterlo en el basurero de la política después de seguir el consejo de Cicerón. Es inadmisible cuando sale de la boca del poderoso, cuando lo suelta un mandón rodeado de guardaespaldas, pero es respetable cuando lo expresan los humillados y los ofendidos que no encuentran un vehículo más accesible para comunicar lo que sienten. En una ocasión propuse como ejemplos de coraje cívico las frases desenfrenadas de Domingo Antonio Olavarría contra Joaquín Crespo. Que un escritor solitario le dijera lo que consideró conveniente al temible Taita de la Guerra para que se marchara del gobierno, incluyendo palabras obscenas, debe figurar en el cuadro de honor de una sociedad que para ser republicana debió olvidar la urbanidad y las buenas maneras. No se trata de que ahora resucite Manuel Antonio Carreño para condecorar a las féminas del mercado que han protagonizado uno de los episodios más sonados de la semana, sino para que se entienda su conducta antes de llegar a juicios definitivos.
Para lo cual conviene, por último, recordar que Socorro Hernández no es una ciudadana común que va al mercado como las otras amas de casa, con un pie en la necesidad y otro en las carestías. Es una persona poderosa, una de las responsables del reciente escándalo electoral que ha dejado huellas profundas en la sociedad. Nadie la puede ver sin relacionarla con la constituyente ilegal y fraudulenta que se cocinó en los hornos del organismo en el que trabaja como rectora. No es para que la lapiden cuando vuelva por comestibles, ni para que la reciban otra vez con verbo malsonante, sino para que los tipos del régimen no la presenten como casta paloma de gentil plumaje que puede pasearse con tranquilidad en su urbanización como si no hubiera quebrado un plato. La alfombra roja de Socorro Hernández es ahora del tamaño de un tapete. Empieza y termina en la puerta de su oficina, de acuerdo con la decisión de unas señoras del vecindario que han actuado como traductoras de una realidad ineludible.
La entrada El aprieto de Socorro Hernández aparece primero en Noticias Diarias de Venezuela.
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