#de pies a cabeza
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incredible things are happening in my word document right now
#las incredible things en cuestión: un fic que no tiene ni pies ni cabeza y no tiene sentido para nadie que no sea yo#pero oye a win es a win que hacía mucho que no me ponía a escribir nada de forma medio seria#zai.ez
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Me miras... Una descarga eléctrica me recorre de pies a cabeza...
Me miras... mis neuronas se revolucionan...
Me miras... Lluevo por dentro y mi centro se erotiza...
Me miras... Y el amor nace y se desboca irrefenable sobre tu boca.
Me miras... Mi piel, mi cuerpo se quieren volver una contigo.
Me miras... Y quiero pertenecer sólo a ti...
Leregi Renga
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#esta figura es taaan buena#algunas articulaciones quedan extras o raras con el diseño como el torso y los pies#pero aún así se ve increíblemente dinámico para posar#más modelos deberían ser así: largos y detallados#figuras#spiderman across the spiderverse marvel legends#mmm me pregunto que tan bien mantienen el equilibrio#sería bueno haber incluido una base#de todos los modelos este es el mejor... lástima que la cabeza de miles se ve rara sino ambos tendrían buenas figuras
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lo cierto es que no tiene una respuesta, no una cuerda por lo menos y no tiene pensado si quiera revelarlo por lo que resuelve encogiéndose de hombros a podo de respuesta. no puede evitar que luego de un par de segundos una carcajada genuina brote de sus labios, el rostro ajeno estaba perfecto como para haberle hecho una foto cuando polly le cuestionó por descubrir su secreto. "hubieras visto tu cara" murmura no queriendo sonar demasiado burlona pero sin poder evitarlo ya que la risa entona un poco más alto, dejándose llevar un poco. se olvida incluso del dolor que provoca la tensión en la parte alta de su espalda pues ahora la situación le parece bastante cómica. "¡aaaah ya veo!" asiente varias veces con su cabeza. "al menos es una chica decente ¿no? en cuanto le dijiste que no estabas disponible ella ¿huyó?" otra risita y niega con su cabeza. "¿así que tres y uno en camino? vaya… asumo que el cuarto fue un desliz… porque siempre he considerado que cinco es el numero perfecto de una familia– mira que cinco entran en un auto de tamaño normal" expresa divertida. "ya un cuarto si complica un poco las cosas" se palmea la zona de su vientre un par de veces con gracia. "no descuida, no me dijo nada malo solo me felicitó por el embarazo y estaba muy confundida yo y ella también por mi cara, seguro pensó que todavía no era un asunto de conocimiento público y se sintió culpable"
le mira, perplejo, por algunos segundos, como si no pudiera creer que hubiera decidido engañarle de ese modo, por algunos instantes... ¿o sería él mismo quién se habría auto-convencido de algo, sin que ella hiciera mucho por alimentar sus ideas? ‘ dios, ¿por qué me haces una broma como esa? ’ le reclama, pero suspiro que suelta, es casi aliviado. la situación se estaba poniendo un tanto incómoda con eso de haber llegado a un supuesto secreto contrario casi por accidente... y secreto no era nada menor, de paso. ‘ voy a suponer que es tu pequeña venganza por haberte metido en mi relato hace un rato, así que... estamos a mano ’ decide. no se iba a molestar porque siguiera con la broma por un rato, tal vez era el karma el que le estaba atacando, por haberle tomado el pelo a aquella mujer, segundos atrás. ‘ ah... es que... me inventé la historia de que estaba casado, con tres hijos y uno más en el camino ’ le comparte, finalmente. ‘ y se me ocurrió añadir que mi esposa estaba aquí, le dije que eras tú ’ le comenta, resumiendo un poco la situación. ‘ necesitaba espantarle de algún modo ’ eso fue lo primero que se le ocurrió, y es que no le pueden pedir demasiado a una mente adormecida como la suya. ‘ va, lo siento, la verdad es que no esperaba que se atreviera a hablarte... ¿te dijo algo malo? ’
#la verdad es que se veía perfecto de pies a cabeza con y sin camiseta#de los mejores brazos que yo he visto#que te digo
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Cuándo tú me besas todo es diferente ya no hay más tristezas, mi cuerpo se eriza de pies a cabeza
Cuando tú me besas (El Bebeto)
#cuando#tú#me#besas#todo#es#diferente#ya#no#hay#tristeza#mi#cuerpo#se#eriza#de#pies#a#cabeza#Cuando tú me besas (El Bebeto)#amor#enamorada#enamorado#cancion#canciones#musica
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El amor 💘 de vida preciosa de pies a cabeza 💕 😍
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so it goes
pairing. enzo vogrincic x virgin!reader
cw/tw. smut, praise, oral sex (reader y enzo reciben), enzo un poco posesivo, virgin!reader, piv sex, established relationship, unprotected sex, edades no especificadas, afab!reader/pronombres femeninos.
word count. 4.4k+
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no es un secreto para nadie que la virginidad es solo un constructo inventado desde el machismo. las mujeres no sufren de ningún tipo de cambio después de tener relaciones sexuales por primera vez. a pesar de saber que el concepto de la virgnidad no tiene ni pies ni cabeza, siempre pensaste que tu primera vez sería con alguien que de verdad significase algo para ti.
con un novio como enzo, sabías que la comodidad y el respeto son cosas con las que puedes contar, ya sea en este tema en específico o en cualquier otro aspecto, el peli negro encaja en tu definición de confianza.
enzo va a ser paciente y amable contigo, te dices a ti misma y sacudes tu cabeza buscando desaparecer de tu mente todo lo que piensas podría salir mal, ¿por qué llenar tu mente de todos los posibles escenarios negativos? todo irá bien y tendrás otro recuerdo precioso con tu novio que llevarás contigo con mucho cariño.
prefieres no darle más vueltas al asunto y buscas en tu armario un outfit para la cita de hoy. el plan era ir al nuevo restaurante frente a la playa, irían un poquito antes de las 7pm para apreciar la puesta del sol en la arena, la ida al restaurante y la cena, por último, volverían hacia el departamento del mayor.
habían hablado del tema la tercera noche que habías pasado en su departamento, discutiendo todo lo que pasaba por tu mente sobre tu falta de experiencia.
“¿te molesta esperar?”
“¿por qué me molestaría esperar?” enzo te había contestado, haciendo latir más rápido tu corazón. ambos acostados en la cama de él, viendo hacia el techo y tomándose de la mano después de una sesión de besos más que intensa.
luego de lo que parecieron horas, decidiste ponerte tu vestido favorito, de color negro, bastante cómodo y ligero. escuchaste la puerta ser tocada y miraste hacia tu reloj, notando que el mayor había llegado un minuto antes de lo acordado.
“ya voy” dices en voz alta y te pones en marcha para abrirle, encarando al pelinegro, que como tu, tenía una cálida sonrisa en su rostro “hola, linda” dice enzo, elimina la distancia entre ambos y pone sus manos tu cintura, miradas encontrándose y diciendo en aquel lenguaje único cuanto se extrañaron y cuánto aman estar en la presencia del otro.
“¿soy linda?” tú dices con una sonrisa llena de diversión.
“tan linda que sos lo único en lo que puedo pensar, sos muy preciosa” contesta, lo que hace calentar tus mejillas. se aleja de ti solo para tomar una de tus manos con una de la suyas. caminan de la mano hacia la salida del edificio, en busca de un taxi.
después de algunos minutos se suben al auto que los conducirá hasta la playa, apoyas tu cabeza en el hombro de enzo, sin soltar su mano en ningún momento, cierras los ojos y hueles el perfume de enzo con una pequeña sonrisa. dos cuerpos apoyados en los asientos del taxi, calentándose y latiendo el uno por el otro.
el tiempo parece volar y pronto llegan a su destino. enzo se aparta de tu lado con gentileza para abrirte la puerta, ocuparse del pago y agradecer al conductor. puedes decir que no está dispuesto a tener las manos lejos de ti por mucho tiempo, ya que te ofrece una vez más su mano, rápidamente volviendo a tener contacto contigo.
caminan hacia la playa mientras tarareas tu canción favorita. “son las 6:40, tiempo perfecto para ver la puesta del sol si me lo preguntas.” dices y jalas de su mano para avanzar más rápido con él hacía la arena. ambos sueltan un pequeño suspiro una vez que están ahí, contemplando la hermosa vista, escuchando las voces de las personas a su alrededor, el mar y las olas contra la arena.
comparten minutos llenos de silencio, llenos de tranquilidad hasta que enzo decide romper el vacío de diálogo;
"viviría feliz en montevideo contigo, en pequeños y grandes roles. sería el hombre más afortunado por toda mi vida", dice, dejando escapar sus pensamientos con la misma franqueza de siempre, sin filtro ni reservas.
"¿qué? ¿estás bromeando?" respondes con evidente confusión, arqueando una ceja mientras lo observas en busca de alguna señal que aclare sus palabras.
"no estoy de joda con vos, nunca lo estoy", responde él, encogiéndose de hombros con sinceridad.
"no te lo permitiría", piensas en cruzar los brazos para reforzar tu punto, pero decides mantener el contacto físico con tu novio, prefiriendo esa conexión.
"¿por qué no?" enzo finge sorpresa, consciente de que esa sería tu reacción.
"¿qué clase de novia sería si te dijera 'sí, enzo, quédate aquí conmigo, no te aventures fuera del país para explorar tu potencial. podríamos ser felices, pero siempre viviríamos con la incertidumbre de lo que podría haber sido'?"
"esperaba ese comentario de vos", responde enzo con calma.
"gracias por esperar lo mínimo de mí. me reconforta saberlo", dices con sarcasmo pero con una sonrisa cómplice. estás en un breve silencio, contemplando el atardecer antes de volver la mirada hacia enzo. "no deberías esperar que sea egoísta contigo y todo lo que puedes lograr. ya te ha ido bien más de una vez, y eso me llevó a conocerte en primer lugar", añades con una tranquilidad reflexiva. "y, aunque me hagas sentir... dios, no sé cómo explicarlo, este sentimiento de ser amada por ti, tú debes ser siempre tu primera prioridad. si estás dispuesto a esperarme, yo también lo estaré", admites, evocando el recuerdo de esa noche y la conversación que marcó un punto de inflexión en su relación.
"son dos cosas distintas", comenta enzo, también recordando claramente aquel diálogo
“¿mi primera vez y tu carrera de actuación? la verdad sí, no es el mejor ejemplo pero se entiende.” ahora es tu turno para encogerte de hombros.
se quitan los zapatos y deciden sentarse en la arena, tú con las piernas estiradas, quizás no fue tu mejor elección el vestido para esta ocasión, pero no importa cuando estás con él.
el silencio los envuelve por unos minutos mientras contemplan la puesta del sol, como si el tiempo se detuviera para permitirles disfrutar de ese momento juntos. enzo acaricia tu mano con delicadeza, voltea para encontrarse con tu rostro y procede a dar inicio a la reunión de sus labios, un beso lleno de ternura y pasión. toma tus mejillas con suavidad, intensificando el contacto, y se sumerge en la profundidad del beso, compartiendo un instante de intimidad que les pertenece solo a ustedes. duran unos preciosos minutos disfrutando del ya no tan delicado roce entre sus bocas, perdidos en el éxtasis del amor compartido.
"me haces muy feliz, siempre", él murmura al romper el toque entre sus labios, su voz cargada de sinceridad y emoción. "más de lo que te podes imaginar."
sus palabras llenan el aire con un sentimiento cálido y reconfortante, confirmando lo que ya sabías en lo más profundo de tu corazón: que este amor es real y todo tuyo. las olas continúan su danza rítmica, chocando contra la arena, mientras la oscuridad de la noche se adueña del entorno, acompañada del inconfundible aroma marino. reposas tu cabeza en el hombro de enzo una vez más, dejando escapar un suave suspiro.
“gracias por amarme tanto.” expresas con gratitud.
“no tenés que agradecer ser amada, gorda, nunca.” responde enzo, manteniendo su mirada en ti. mientras tú sonríes con serenidad, él muestra una sonrisa que refleja comodidad y un toque de diversión, creando un momento impregnado de afecto y complicidad en la brisa nocturna.
"sé que no es necesario, pero aún así, gracias", respondes con una suave risa. tus pies juguetean en la arena, moviendo los dedos mientras te zambulles completamente en el momento. observas cómo los pies de enzo también comienzan a moverse y ríes bajito.
hubo momentos en los que creíste que ser amada era una tarea ardua, que lo mejor de ti se veía eclipsado por tus propias inseguridades. pero entonces, el peli negro irrumpió en tu vida, haciendo que amarte pareciera tan fácil.
se ponen de pie, sacudiendo la arena en su ropa, continúan poniéndose de vuelta el calzado y caminan hacia el restaurante, en pocos minutos están sentados en la mesa, deliberando sobre qué elegir para la cena. decides optar por el mismo plato vegano que el de enzo.
“¿qué querés ver hoy en casa, amor?” pregunta él en el momento en el que el mesero recoge sus pedidos.
“¿ver?” dices, parecía que ya tenías una idea muy clara sobre cómo ibas a pasar la noche con enzo y eso no incluía ver tele. “lo hablamos mientras vamos para allá.”
“dale, igual tengo un par de ideas si no tenés nada pendiente por ver.” asientes ante lo que menciona y no le das mucha importancia por ahora. “hay varias cosas que tengo apuntadas, de hecho.”
los platos de ambos llegan, le dan las gracias al mesero y la cena entre pequeños diálogos da inicio.
“tuve un lindo día en el trabajo, los niños son fenomenales… hicimos algo que vi en internet sobre escribir una reseña de una película al estilo de letterboxd. primero aprendieron sobre las partes de una reseña, sus funciones y bastante de cine, había impreso unas plantillas con el logo de la app. vimos elementos, yo tampoco la había visto así que también escribí mi propia reseña.” hay mucha alegría en tu rostro mientras le cuentas a tu novio tus recuerdos de unas horas antes de ese mismo día. “fue una interesante didáctica, bastante desarrollo de pensamiento analítico y crítico, a parte que se la pasaron muy bien mientras veíamos la película y cuando compartieron sus reseñas con toda la clase. dibujaron y todo para explicar sus puntos.” comentas muy amenamente y das otro bocado a tu plato.
“sos la mejor.” dice enzo, bastante fascinado por tu amor por lo que haces. “ahora yo también quiero conocer las partes de una reseña.”
asientes y con una sonrisa divertida le dices. “aprendes muy rápido, yo te enseño sin problema.”
durante la cena, en medio de una atmósfera serena, comparten entre sí los detalles de lo que hicieron durante el tiempo en que estuvieron separados. enzo relata con entusiasmo las sesiones fotográficas que llevó a cabo antes de la próxima rueda de prensa de su nueva película, mientras que tú detallas cada día como profesora, siempre con una nueva anécdota que contar.
al terminar los platos, pagan la cuenta y emprenden el camino de regreso a casa.mientras caminan en busca del transporte que los lleve a casa tu cabeza está inundada de distintos pensamientos, más que nada sobre lo que pueda suceder en el departamento con tu pareja.
al llegar a la casa del actor, te diriges a la cocina en busca de un vaso. “gracias por la cita, en, la pasé más que bien.” le dedicas una dulce mirada y luego procedes a servirte un poco de agua.
“no sé qué sería de mí si no es así.” dice él, devolviéndote la mirada con mucho cariño. aunque estás enfocada en tu agua. "sobre la peli… ¿vos pensaste en algo o preferís que decida yo?", pregunta, buscando captar tu atención.
giras en su dirección y respondes con voz apenas audible, consciente de que es hora de abordar el tema pero indecisa sobre cómo hacerlo. "um, más o menos." tratando de encontrar la manera correcta de decirlo, pero tu respuesta sólo logra confundir al morocho.
"¿estás bien, gorda?", preguntó él, preocupado por tu actitud.
“¿por qué no lo estaría?” llevas una vez más el vaso a tu boca, tu mente maquina como decírselo, no quieres darle tanta vuelta al asunto que se resumía en algo tan simple como tener sexo.
“conozco esa cara tuya de ‘mi mente está yendo a mil por hora’, amor.” expresa enzo y te observa fijamente.
tomas toda el agua restante en el vaso, lo lavas y lo dejas en su lugar. suspiras, sabes que no hay manera de decirlo con mucho tacto, por lo que terminas soltando “quiero… quiero que tengamos sexo.” dice lo último de manera apresurada, si el uruguayo no estuviera acostumbrado a tu rápido hablar aseguraría que no te hubiera entendido.
enzo no muestra sorpresa en su rostro; en cambio, sólo se percibe preocupación por ti y tu inesperada solicitud. "¿estás segura? amor, ya te dije que no tengo problema con esperar. no tenés que hacerlo si sentís presión", expresa mientras apoya sus manos en uno de los muebles de la cocina.
"lo sé, sé que no te importa, pero realmente es lo que quiero", respondes. enzo simplemente asiente con una sonrisa leve; si estabas segura de tu elección, él está más que encantado.
te diriges hacia él, tomas su mano y lo conduces hacia el sillón. una vez allí, lo haces sentar y luego te acomodas en su regazo, tus piernas chocando suavemente contra los cojines. "considero que tengo experiencia en el juego previo", comentas, gozando de molestarlo y entrando en calor.
“¿quién te enseñó? debería darle las gracias.” enzo acaricia tus piernas, moviendo su atención a tus muslos ya descubiertos por tu vestido algo subido debido a la posición en la que te encontrabas.
“lo conoces muy bien, es un gran tipo, el mejor de todos.”
“¿ah, sí? su novia debe ser muy afortunada.” él respondió, esbozando otra sonrisa, pero esta vez llena de picardía.
asientes con la cabeza, luciendo una sonrisa ingeniosa. "lo es.” el roce de tus manos se desliza suavemente hacia las mejillas de enzo, sosteniéndolas con una delicadeza que parece sostener el tiempo. sus ojos se encuentran, creando un vínculo intenso que se prolonga durante varios segundos, como si el universo entero se detuviera para dar espacio a ese momento. y entonces, en ese instante cargado de anticipación, comienza el encuentro entre sus labios, sellando un pacto silencioso de amor que trasciende las palabras.
el beso inicialmente inocente, se torna en uno completamente intenso. desesperados por sentirse el uno contra el otro. sus boca se mueven con frenesí, enzo no duda en introducir su lengua dentro de tu boca, empezando a jugar con la tuya, sin ninguna preocupación por lo que pueda estar pasando a su alrededor pues ahora todo lo que les importa se reduce a ustedes dos.
rompes el beso recibiendo una mirada juzgadora de enzo, hasta lo que sabe, ya se la está pasando muy bien. te ríes y dices “quiero hacer algo.” te bajas de su regazo, poniéndote de rodillas en el piso frente al sillón y acercándote a las cinturas de su bermuda beige, para empezar a bajarlo ante su intensa mirada, enzo sacude su cabeza intentando volver en sí.
“amor, esta noche se trata de vos.” con suma delicadeza, enzo toma tu mentón con una de sus manos, sosteniéndolo con ternura. en la cara de enzo, se refleja un cálido torrente de cariño y aprecio. un silencioso intercambio de emociones se despliega entre sus miradas.
“pero de verdad quiero hacerlo.” haces un pequeño puchero con la intención, otra vez, de molestarlo.
enzo resopla y culmina cediendo con una pequeña sonrisa cómplice “dale.” sonríes al lograr tu cometido, no es que te haya costado mucho. terminas de sacarle la bermuda, acaricias juguetona y lentamente sus muslos con la yema de tus dedos por un par de segundos, hasta que tus manos llegan a su bóxer, bajándolo de una vez para contar con toda su parte inferior desnuda y a tu disposición. prácticamente babeas al verlo en todo su esplendor y a su pene ya bastante duro, lo único que pasa por tu mente es tenerlo dentro de tu boca.
“estoy empezando a creer que vos tenías todo esto calculado.” dice enzo inquisitivamente, lleva una mano a tu cabello y lo jala sin mucha fuerza “empezá ya que me estás matando, princesa.”
le das una mirada divertida antes de introducir la cabeza de su polla en tu boca. das lamidas pausadas y lentas, sintiendo cada rasgo de su deliciosa punta y disfrutando de su líquido preseminal que comienza a formarse. “vamos amor, no estoy para jodas.” enzo musita y jala una vez más de tu cabello. “vos podés más que eso.” sus ojos ahora te ruegan que dejes los juegos. das una larga lamida en toda su prolongación y esta vez puedes sentir cada vena en su miembro, lo que sólo logra excitarte y mojarte más, tratas de apretar tus muslos en busca de algún tipo de alivio. enzo se da cuenta y ríe con un poco de malicia.
no lo molestas más e introduces su polla en tu boca, o al menos todo lo que esta alcanza abarcar, tus manos van a los centímetros restantes que acaricias gentilmente. con tus labios y lenguas y empiezas el vaivén de su polla dentro de ti, aguantando el reflejo nauseoso y poniendo todas tus habilidades en acción. “sí mi amor, así me gusta, sos tan buena, la mejor, mierda.”
el solo verlo así logra causar un mar entre tus piernas, alcanzas a crear una rica fricción entre tus muslos y jadeas aún con su polla en tu garganta. te separas unos segundos para poder respirar. “dale princesa, sé que podes.” dice enzo que sonríe mientras te observa. suelta lindos jadeos a los que le siguen gemidos de tu nombre en voz alta. “así, carajo, sigue así.”
chupas su polla de manera impaciente, mientras una de tus manos baja a tu coño, al que tocas melosamente encima de tus bragas, gimes en su miembro causando que las vibraciones lo vuelvan loco, trabajando en él de manera profesional. enzo sabe que no durará mucho contigo chupando su pene de ese modo, trata de ordenar sus pensamientos teniendo claro que hoy sólo debe correrse en lo profundo de tu coño. “princesa…”
“qui-quiero que te corras en mi boca.” alcanzas a pronunciar. enzo puede ver tus labios algo hinchados, tu pelo desordenado y tu mano debajo de tu vestido, al ver tu imagen tan descompuesta casi lo hace soltar un jadeo.
“mañana, mañana temprano… hoy quiero venir dentro de ti, ¿sí?” asientes algo decepcionada, te dedica una dulce sonrisa mientras separa su miembro de ti, contempla el hilo de saliva entre tu boca y su duro miembro. y carajo, como deseo hundirse y follarte la boca en ese segundo, le costó toda su voluntad poder pararse, te ayuda en la misma tarea y van a su habitación procede a acostarte en su cama.
comienza quitándote los zapatos los que tira al piso sin mucha importancia, conserva su atención en tu rostro y te preguntas a ti misma cómo es que hace que algo tan simple como quitarte los zapatos se vea lujurioso.
sube la falda de tu vestido hasta la altura de tu pecho, acaricia y deja suaves besos en tus muslos, sus dedos forman círculos y más figuras no identificables en ellos. “¿me permitis tocarte, amor?” pregunta con dulzura.
“sí, en por fa, tócame.” musitas y mueves tu parte inferior buscando su toque.
él asiente “como ordene mi princesa.” empieza a jugar con tu montículo cubierto, sus ojos se abren con un poco de diversión y sorpresa al sentir tu gran humedad. “estás mojadita, ¿tanto te calentó chuparme la pija en el sillón?” susurra para ti y no pasa mucho tiempo hasta que te baja las bragas lentamente “te haré sentir bien.”
“siempre lo haces.” dices de forma perezosa, en este momento dirías lo que fuese para que el peli negro calme tu excitación.
enzo ingresa dolorosamente lento dos de sus dedos en ti, los mete y saca una y otra vez. vuelves a soltar grandes gemidos con el nombre del uruguayo. retira sus dígitos empapados para pasearlos por el contorno de tu clítoris, cierras los ojos rendida ante el placer, no puedes formular ningún tipo de oración, agarras la sábana a tus costados con tus manos, cerrando tus puños contra la tela.
las ansias por finalmente saborearte son demasiadas, no puede soportar ni un minuto más, por lo que acaba deslizando su larga y cálida lengua en tu coño. “deliciosa, mierda… toda hecha para mí.” extensas lamidas son depositadas en ti. conserva los movimientos de sus dedos jugando en tu clítoris.
“tan exquisita y solo mía para probar.” tus ojos se abren para encontrarte con la hermosa vista de enzo comiéndote como si se tratase de su última cena. busca darte el subidón de placer más satisfactorio que jamás hayas tenido y pone en uso todo lo que ha aprendido que sabe te vuelve masilla en sus manos.
gritas su nombre al percibir su cambio de planes ya que sus largos dedos se introducen nuevamente y perfectamente dentro de ti. ahora son tres de sus dígitos en lo profundo de ti, moviéndose a la par de su boca chupando tu clítoris con la gran destreza que lo caracteriza. “sos mi dulce virgen, ¿mmh?”
asientes tontamente, estás tan cerca y el peli negro lo sabe de inmediato, sonríe con picardía y agiliza todos sus esfuerzos por hacerte llegar. “en, estoy tan cerca…” consigues decir.
“lo sé, princesa, déjame saborearte.” envuelves tus muslos con fuerza alrededor de enzo, como si lo instaras a no ir a ninguna parte, como si le suplicaras, por favor, sigue comiéndome hasta que muramos.
es cuestión de segundos para que finalmente te corras gentilmente en sus dedos, los cuales enzo procede a probar. “la más deliciosa.” finaliza ingresando el tercero de sus dedos mojados en tu boca.
por tu mente pasa que si esta no era la noche en la que dejabas de ser virgen, juras que podrías morir.
el uruguayo finalmente te desnuda completamente, pasa el vestido por tus brazos, lo arroja al piso y nota que no llevabas sostén, sonríe hacia sus adentros, confirmando su teoría de que tenías todo planeado pero a quién le importa si luces tan bien toda desnuda debajo suyo. “sos preciosa, la más linda de todas.”
sus labios ahora bajan a tus pechos, los cuales llena de húmedos besos, comienza a chupar y lamer tu pezón izquierdo, se mueve al otro para darle el mismo trato, juega otros pocos minutos en tus muy erectos pezones. “en...”
“decime qué querés y es tuyo.” levanta su cabeza de entre tus pechos para mirarte y espera tu respuesta.
“sabes que quiero” pronuncias, enzo está a punto de llevarse tu virginidad y el solo pensamiento de aquello te da una sensación similar a tu reciente orgasmo.
“esa no es una respuesta, linda, tenés que usar tus palabras.” vuelve a tomar uno de tus senos en su boca. no puedes esperar más, lo necesitas dentro tuyo, tu coño palpita en necesidad
“quiero que me folles.” sueltas de una vez por todas.
él asiente “sos tan hermosa, ¿cómo me podría negar cuándo me lo pedís así?” lleva sus labios a los tuyos, compartiendo un beso lujurioso y muy cargado de amor a la vez, como solo él sabe hacer.
“si duele, decimelo” decide mantener el contacto visual contigo en todo momento, en alerta por si halla cualquier indicio de incomodidad en tu rostro. "pellízcame si es demasiado, ��entendido?" se hace un recordatorio mental para más tarde sobre acordar una palabra segura. murmuras un rápido sí y enzo deja un beso en tu cuello mientras bombea lentamente dentro de ti, sus piernas sobre el colchón, las tuyas alrededor de sus caderas.
sueltas un suave jadeo ante la nueva sensación, que duele ligeramente. “tan linda y toda para mí, no sabés cuánto deseaba tenerte así.” los recuerdos de las noches en las que enzo usó su mano, pensando que era tu coño lo que lo apretaba, llegaron esporádicamente a su mente.
primero mantiene un ritmo lento, buscando que te adaptes a la nueva sensación, sí bien ya has tenido sus dedos en ti en varias ocasiones, era completamente distinto tener toda su polla hundida en ti. pone sus manos alrededor de tu cintura y sientes pequeños besos en tu cuello mientras tus ojos se cierran con fuerza, el calor del cuerpo de enzo contra el tuyo.
“puedes moverte, en, más rápido.” pides, él asiente ante tus palabras y agarra tu cintura, tu cabeza se echa hacia atrás sobre la almohada, formando un delicioso arco. dejas atrás ese leve ardor y gimes con fuerza, temes que los vecinos de enzo escuchen claramente los ruidos causados por ti y la cama. "por favor, por favor, en" suplicas, él sigue follándote con las rodillas en la cama. cuando mira hacia abajo y ve su polla entrando y saliendo tu coño, brillando con tu humedad, no puede evitar gemir, elevándote al puto espacio mientras muele su polla contra tu entrada.
luces tan hermosa siendo follada contra el colchón y más sudorosa de lo que jamás la haya visto. el sonido del chasquido de tu coño es música literal para los oídos de enzo, vuelve a mirar hacia abajo para ver su polla entrando y saliendo, entrando y saliendo de ti. “carajo, sos tan divina, nadie más te podrá tener así,” dice, más como una afirmación que un simple comentario. “esta vista me pertenece solo a mí.” dice, su lado más posesivo saliendo a la luz.
“m-más, en.” roza su polla entre los labios de tu coño, mojándola con tus jugos. se introduce una vez más en tu profundidad, con un ritmo más duro y rápido.
“sos toda mía.” asientes contra la almohada mientras él repite tu nombre incontables veces. “mierda, te sentis tan bien” tus caderas moviéndose en busca del choque entre ambos cuerpos. “vení conmigo, mi princesa.” bajo una de sus manos que se encontraban en tus caderas hacia tu clítoris, sus dedos se mueven rápidamente en él, busca tu liberación y está a punto por lograrlo. te preguntas sí así es como se siente estar en el cielo.
menos de un minuto después te corres y enzo no necesita de mucho más tiempo para seguir el mismo camino. se viene dentro de ti, pensando que eso ya será una preocupación para mañana. se retira gentilmente y observa tu pecho agitado, todo en tu cara grita que acaban de darte duro.
“¿estás bien, mi amor? enzo arranca con las preguntas para cerciorarse de tu bienestar. solo asientes, tomándote tu tiempo para ordenar tus pensamientos y procesar todo lo que acaba de suceder.
“debimos hacerlo hace mucho.” dices, enzo niega con una sonrisa floreciendo en su rostro.
“todo a su tiempo.” dice con diversión y acaricia tus piernas. “sos la mejor, tenés que saberlo.” tapas tu rostro con tus manos con las mejillas calientes. “¿ahora te hacés la tímida?” te molesta y planta un corto beso en tus labios. “que tal si vamos a darte un baño, hablamos de cómo te sentís y nos acostamos juntitos.”
“suena como un plan que me gustaría.”
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w/n. soy un asco para los finales
casi una semana sin subir nada y me moría por alimentarlas, espero que haya valido la pena la espera 😭 gracias a la hermosa anon que mandó la request, perdón por la demora, realmente espero que te guste 🤍
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Movie Night - Enzo Vogrincic
+18! Friends to lovers, un poco de Dom!Enzo, sexo oral (fem!reader recibe), fingering, sexo sin protección (don´t do that), posible alusión a size kink/size difference, breve orgasm denial, begging, creampie, dirty talk, edades no especificadas, uso de español rioplatense.
Es viernes por la noche y llueve, diluvia, pero Enzo insistió en ver una película.
Es una tradición que mantienen hace tiempo, pero la costumbre se vio interrumpida por el casi interminable rodaje de una película y un sinfín de eventos y premieres. Naturalmente estás feliz por él, por su éxito profesional y personal, pero extrañás a tu mejor amigo y tenerlo cerca.
-¿En qué pensás…?
Su voz te saca de tu ensimismamiento y cuando volteás a verlo notás el atisbo de una sonrisa en sus labios, pero te forzás a mirarlo a los ojos y negás con la cabeza, sin saber qué explicación dar. El silencio se apodera de la habitación pero lejos de ser incómodo, es reconfortante.
-¿Qué querés ver?- pregunta, luego de un rato de ojear las opciones disponibles en Netflix.
-Lo que quieras.
Ambos se acomodan en el sofá, sus cuerpos en sintonía adoptan la posición usual: cada uno en un extremo, tus piernas sobre su regazo y uno de sus brazos aprisionando tus pies cerca de su abdomen. Por un segundo te preguntás cómo es que después de tanto tiempo todo sigue igual, pero te distraen los créditos iniciales de la película y la trama te absorbe en poco tiempo.
Enzo arroja algún que otro comentario, se ríen de escenas que conocen de memoria, y es casi suficiente para olvidar la tormenta y el sonido del viento tras las ventanas. Casi… Cuando te sobresaltás una, dos, tres veces, él decide que intentar calmarte con palabras no basta.
-¿Tomamos algo?
Se ponen de pie al mismo tiempo y se dirigen hacia la pequeña cocina de su departamento. En algún momento entre tu llegada a su hogar y el inicio de la tormenta, la temperatura bajó y Enzo te prestó un suéter, pero ahora tus pies descalzos sufren un poco el frío de la cerámica; esperás a su lado mientras él prepara todo y se distraen repitiendo los diálogos de la película, él imitando las escenas al pie de la letra y vos adorando su interpretación, las muecas que transforman su rostro y cómo se ven las líneas de su cuerpo bajo la tenue iluminación.
El destello de luz proveniente de la ventana pasa desapercibido y segundos más tarde el fuerte estruendo de un trueno provoca que te asustes e intentes cubrir tus oídos. Tu mano golpea una taza (tu taza, esa que él compró exclusivamente para vos) y cae directo al suelo, haciéndose añicos y arrojando sus restos en todas las direcciones. Apretás las labios y comenzás a disculparte, pero Enzo te interrumpe.
-No es nada, nena. Cuidado ahí- te agarra de la muñeca para evitar que te muevas, su mano cálida te provoca escalofríos y un temblor te recorre de pies a cabeza. En un rápido movimiento te sujeta por debajo de los brazos y te sube a la encimera para evitar que te cortes.
-Perdón- susurrás, angustiada, por lo que se acerca para consolarte y te abraza.
-No pasa nada- asegura, masajeando tu espalda con delicadeza. Deshace el abrazo lentamente, acomoda un mechón de cabello tras tu oreja, pero su mano permanece sobre tu mejilla y su mirada se posa sobre tu boca. Su pulgar comienza a delinear tu labio inferior, tira de él casi sin fuerza mientras te sostiene la mirada de manera intensa. Tu respiración se entrecorta y tus pupilas se dilatan, pero aún así él necesita tu confirmación-. ¿Qué querés? Pedímelo.
-Enzo…
-Decime qué querés- repite.
-Besame.
Al principio sólo roza sus labios contra los tuyos de manera delicada y cariñosa, casi inocentemente, pero el beso comienza a tornarse más y más desesperado conforme pasan los segundos. Sujeta tu rostro mientras su lengua se abre paso entre tus labios, asaltando el interior de tu boca y transmitiendo la necesidad y urgencia que lo consumen. Rompe el beso para tomar un poco de aire, no sin antes morderte el labio y robarte un suspiro que te avergüenza un poco.
Aprisiona tus mejillas entre sus dedos para obligarte a mirarlo a los ojos mientras acaricia tu cintura, tu cadera y por último tu pierna, erizándote la piel y provocándote. Tus manos en su cintura lo atraen aún más hacia tu cuerpo y es entonces cuando lo sentís entre tus piernas, duro. Estás a punto de bajar la mirada, curiosa y excitada, pero la fuerza de sus dedos te mantiene estática, volviéndote espectadora de cómo cambia su rostro cuando comienza a rozarse contra tu centro: cierra los ojos, sus cejas se contraen y sus labios entreabiertos dejan escapar una respiración temblorosa.
Sentís el calor emanando de su cuerpo a pesar de las prendas que separan su piel de la tuya y su agarre en tu muslo tornándose cada vez más fuerte, bordando esa línea que te causa más placer que dolor. En el instante en que cerrás los ojos, presa de las sensaciones, sus movimientos se detienen y él se aclara la garganta. Lo mirás, tus ojos suplicando, pero él sólo sonríe.
-¿Qué?
-Sos hermosa- besa la comisura de tus labios-. Pedime lo que quieras.
-Ya sabés lo que quiero- contestás, casi sin aire y un poco molesta-. Por favor.
-Por favor…, ¿qué?- sus besos comienzan a descender por tu mentón hasta llegar a tu cuello y tus clavículas, alternando entre tus puntos más sensibles-. Decilo.
-Cógeme, Enzo, por favor.
Captura la piel de tu cuello entre sus dientes haciéndote gemir con fuerza, su cadera chocando una vez más con la tuya, antes de pasar sus manos por debajo de tus muslos para levantarte y poder llevarte hacia su habitación. Te recuesta en su cama, las sábanas limpias están impregnadas con su perfume y tus sentidos repletos de él, pero nada es suficiente para opacar el rastro ardiente que dejan sus labios en cada centímetro de piel que tocan.
Te despoja de tu short y tu ropa interior en un segundo y se recuesta entre tus piernas, comienza a regar besos en el interior de tus muslos y muerde tu piel hasta dejar una que otra marca, tus gemidos y suspiros incitándolo a continuar con su tortura por un tiempo prolongado. Su rostro es de concentración absoluta o devoción, no lo sabés con exactitud, pero eso deja de importarte cuando sentís su boca cada vez más y más cerca de tu entrepierna.
Uno de sus brazos te inmoviliza al rodear tu cadera, su pulgar traza una línea desde tu entrada mojada hasta tu clítoris para así lubricar la zona antes de comenzar a dibujar círculos sobre este. Observa atentamente tu reacción, casi perdiéndose en la imagen frente a él, y sólo aumenta la velocidad de sus movimientos cuando suplicás por más. Ahogás un grito cuando por fin sentís su lengua en vos, aunque es sólo sobre tus pliegues, y tus dedos se enredan en su cabello sedoso.
-Todavía no…- susurra, cesando sus movimientos.
Estás a punto de reclamarle, pero introduce un dedo en tu entrada y en lugar de una queja, de tu boca escapa un gemido. Sus labios encuentran tu clítoris y comienza a succionar con fuerza, alternando con su lengua, mientras continúa moviendo el dígito hasta sentir la forma en que te contraés. Introduce otro dedo, extasiado por el sonido que producen en contacto con tu humedad, y continúa asaltando tu interior hasta que tus piernas comienzan a temblar.
Tu orgasmo te golpea como una avalancha: cerrás los ojos con fuerza al sentir el placer extendiéndose hasta las puntas de tus dedos, tu espalda se arquea y repetís su nombre una y otra vez. Enzo no separa sus labios de vos y continúa moviendo sus dedos, cada vez con más lentitud, hasta que tu respiración vuelve a la normalidad. Retira sus dedos y observás casi avergonzada la forma obscena en que los introduce en su boca para probar tu esencia.
Comienza a desnudarse y notás, además de su bulto, que su ropa interior está humedecida con líquido preseminal. Se deshace de sus prendas rápidamente, pero incluso así percibís una sombra de inseguridad atravesando sus facciones y tu corazón se encoge por un instante. Cuando vuelve a la cama se posiciona entre tus piernas y entrelazás tus manos en su nuca, acercándolo para poder devorar sus labios frenéticamente: sentís tu rastro en su boca, en su lengua, y la idea te fascina.
Tus dedos se deslizan por su cuerpo ardiente, delineás con lentitud su pecho y su abdomen para luego tomar su miembro caliente con un firme agarre. Su respiración se torna agitada y jadea producto del placer que tus movimientos le otorgan, muerde tu cuello y tu hombro mientras la palma de tu mano y tus dedos se humedecen con su excitación. Tu pulgar juega con su punta, de un rojo furioso y tan tentadora, hasta que echa la cabeza hacia atrás. Una de sus manos se cierra sobre tu muñeca al tiempo que descansa su frente sobre la tuya, su cabello te hace cosquillas.
-¿Qué…?
-Necesito cogerte- deposita un beso en tu sien antes de estirarse para tomar algo de la mesita de noche-. Eso es lo que querías, ¿no?
Asentís enérgicamente y ahogás un gemido cuando ves la forma en que el lubricante cae sobre su miembro, su mano masajéandolo para distribuir el producto, antes de dirigirse hacia tus pliegues y tu entrada para darles el mismo tratamiento. Coloca una de sus manos al lado de tu cabeza y descansa todo su peso en ella, bloquea tu visión del techo con su cuerpo haciéndote sentir pequeña y completamente a su merced, una sensación que adorás.
-Por favor- suplicás-. Metémela.
Desliza la punta de arriba hacia abajo, juega con tu clítoris por unos instantes antes de centrarse en tu entrada y comenzar a introducirse. Su tamaño es mucho mayor al que alguna vez experimentaste y provoca cierto ardor, así como un par de lágrimas que mojan tus pestañas antes de sentir sus besos sobre tus párpados repetidamente.
-Sh, yo sé que vos podés- susurra para calmarte. Sus caderas se mueven casi milimétricamente para permitir que te acostumbres a la intrusión, la sensación es suficiente para hacerte perder la cabeza y hundir las uñas en su piel-. ¿Así te gusta? ¿Sí…?
-Más, Enzo, por favor.
Se adentra por completo y gritás de placer cuando sus embestidas se tornan brutales, abusa de tu interior mientras una de sus manos se cola sutilmente por debajo de su suéter y comienza a jugar con tus pechos: sus dedos se cierran sobre tus pezones, los pellizca, tira de ellos hasta hacerte llorar y pedirle que pare, que siga, suplicando hasta que tus palabras pierden todo sentido.
Se detiene por un segundo para adoptar otra posición y toma tus caderas con fuerza, acercando tu cuerpo al suyo tanto como le es posible y moviéndote completamente a su antojo. El roce de tu centro con su pelvis causa estragos en tu ser y te sentís al borde de otro orgasmo, pero lo que finalmente te lleva al clímax es su mano presionando sobre tu abdomen bajo, justo donde su miembro provoca un bulto. Tus manos encuentran sus muñecas y el placer es tan intenso que por un segundo intentás detenerlo, incapaz de tolerarlo, pero él continúa con sus movimientos.
-Dios, cómo me encanta tu conchita apretada- dice entre dientes, capturando tus muñecas con una mano y tirando de ellas hasta que quedás sentada sobre él-. Me encantás.
Su mano acaricia tu cabello, tu rostro y se desliza fugazmente sobre uno de tus pechos cubierto por su suéter. Se recuesta y colocás tus manos sobre su pecho desnudo para ayudarte, creás un suave vaivén con tus caderas mientras sentís las yemas de sus dedos recorriendo tus muslos y cómo la fricción con su piel amenaza con llevarte al borde de la sobre estimulación. Tus piernas se fatigan rápidamente y tus músculos protestan, pero aún así continuás con tus movimientos hasta perder el equilibrio.
-No puedo…- lamentás, avergonzada, pero su sonrisa es tranquilizadora al igual que sus caricias en tu costado. Incluso en un momento así, sus pupilas dilatadas no impiden que su usual calidez siga reflejándose en sus ojos oscuros y en los gestos que te dirige.
Apoya las plantas de sus pies en el colchón para darse impulso y comienza a embestirte con tanta fuerza que caés sobre su pecho. Besás su cuello, sus clavículas y cada centímetro de piel que encontrás hasta llegar a su boca y confesar entrecortadamente cuánto te encanta, cuán profundo se siente dentro tuyo, le otorgás permiso para hacer con vos lo que él quiera.
Tira de tu cabello para obligarte a mirarlo a los ojos, su mano desciende hasta tu cuello y te besa desesperadamente. Entre besos te ordena que te toques y cuando lo hacés sabés que no vas a durar mucho más: no con la precisión de sus movimientos, dando en tu punto dulce repetidamente, o con la forma en que su mirada busca la tuya constantemente.
-Voy a…- un gemido le impide terminar la oración.
-Adentro, por favor- suplicás.
El ritmo de sus caderas se vuelve errático, ansioso, pero cuando te escucha gemir su nombre y siente tus paredes contrayéndose no puede evitar salpicar tu interior con su semen. El calor de su orgasmo prolonga el tuyo aún más y te movés levemente sobre él, disfrutando la forma en que se queja a causa de la sensibilidad. Tu oído descansa sobre su pecho y oís sus latidos.
-Enzo…- cerrás los ojos por un momento al sentir sus dedos dibujando formas sobre tu espalda, alzás la vista para encontrar sus ojos-. Te quiero.
Una sonrisa se apodera de sus labios, su belleza te hace suspirar.
-Yo también te quiero- besa tu frente-. Muchísimo.
Sentís tus fluidos y los suyos sobre su abdomen, goteando por tus muslos, pero permanecen así durante largo rato mientras repiten te quiero un sinfín de veces.
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Así de caluroso || Enzo Vogrincic
El sol del mediodía caía a plomo sobre las calles de Montevideo, convirtiendo el asfalto en un espejismo humeante. El miércoles transcurría como cualquier otro día de verano, sofocante e implacable. A pesar del calor agobiante, una chica caminaba con paso ligero por 18 de Julio, alejándose de la facultad. El pelo se le pegaba a la frente, sudaba a chorros y el agua de su botella se había convertido en un caldo tibio. La libertad después de un largo examen era la recompensa que la impulsaba.
Cada paso era una lucha contra el calor. La chica apresuraba el ritmo buscando la sombra esquiva, deseando escapar de las fauces de la ciudad que tanto amaba.
De pronto, un leve malestar se apoderó de ella. El sudor se intensificó, la respiración se volvió dificultosa y un mareo familiar la amenazó. Se detuvo, tambaleándose, con la vista nublada y puntos negros danzando en su campo visual. Ignorando las señales de alarma, bebió un trago de la repugnante agua tibia y reanudó la marcha. Su única meta: salir de 18 de Julio. A duras penas, avanzó unas cuadras más, luchando contra un nuevo malestar que se instalaba en su cuerpo.
Allí mostrándose casi burlona detrás de esa inmensa puerta de concreto que se alzaba sobre la calle Juncal se encontraba uno de sus deleites visuales favoritos, Sarandí. Ella no sabía por qué, pero esa calle siempre la llamaba a explorarla. Aunque ya la había recorrido tantas veces, siempre encontraba algún tesoro nuevo. Se debatió si debía pasar por lo que ya era el desolado calderón a fuego ardiente de la Plaza Independencia para llegar a ese oasis visual que le abría paso a Ciudad Vieja o simplemente ignorarlo e irse a casa.
La exuberante calidez de la tarde le gritaba a la chica que debía ignorar el llamado a la exploración. Sin embargo, una fuerza interior, una mezcla de aventura y algo más que no podía nombrar, la incitaba a seguir adelante. Como diablillos en el infernal ambiente, sus deseos la empujaban por ese camino que solo le estaba trayendo malestares. Ignorando las señales de su cuerpo, que no estaba preparado para resistir más tiempo en esas condiciones, se decantó por seguir la incitación diabólica y entrar en el paraíso que era la calle Sarandí.
Arrastrando los pies como si una cadena de acero los uniera al suelo, se adentró en ese rincón de alegría que tanto la llamaba. Caminó unas pocas cuadras, disfrutando del pequeño oasis que se abría paso en el desierto de calor que se había apoderado de Montevideo. De repente, un golpe seco: su corazón aceleró a un ritmo desbocado, su respiración se volvió jadeante, su visión se nubló y su cabeza comenzó a dar vueltas. La conciencia se le escapaba de entre los dedos. Así se sentía: una bajada de presión producto de su insensato deseo de continuar un camino que no debería haber tomado, en un día en el que el mismísimo señor de los infiernos parecía haberse apoderado de las calles de la ciudad. Su destino: caer desmayada por su imprudencia.
—Tranquila, que te tengo.
Esa voz no era producto de su imaginación. Los brazos que la rodeaban eran demasiado cálidos y sudorosos, evidenciando que el desconocido también sufría las consecuencias del avasallante calor que emitía el asfalto. A pesar de que la conciencia se le escapaba, de que sus ojos se cerraban y dejaban de transmitir luz, la sensación de estar en los brazos de un extraño la obligaba a volver a la realidad, alerta ante un posible infortunio. Cuando el instinto de supervivencia se apoderó de su cuerpo y abrió los ojos con miedo, se topó con un ángel. El calor se disipó de su cuerpo al contemplar sus ojos color avellana, la sensación de sudor se olvidó con solo una mirada a sus labios, el mareo se ignoró por completo al observar su rostro como un todo. Enzo Vogrincic, en todo su angelical ser, la sostenía para evitar que cayera en la fogosa calle Sarandí.
—No te preocupes que te ayudo a sentarte.
Su voz me sacó de mis pensamientos, esta vez infinitamente menos agónicos. Me tomó con delicadeza y me llevó unos metros hacia atrás, hacia unas sillas de plástico rojas, no muy cómodas, con el logotipo de una conocida marca de bebidas. Estaban fuera de un local llamado Zabala. Solo allí me di cuenta de la distancia que mis pies, que ya se podían haber fundido con el asfalto, me habían llevado. Estábamos cerca del Registro Civil y a unos pocos metros del Implosivo Artes Escénicas, la escuela de actuación. He ahí esclarecida la aparición de mi inesperado ángel salvador. Con mi mente retornando de su estado de inactividad coherente lo primero que atiné a decirle a mi salvador fue.
—Perdón.
Una simple palabra, tan tonta que parecía fuera de lugar. Sin embargo, así me sentía: avergonzada de haberlo desviado de su camino. Posiblemente le molestaba ayudar a una desconocida que caminaba imprudentemente bajo el sol abrasador, con la única compañía de una cartera que contenía sus documentos para el examen, una tarjeta de transporte y su fiel botella de agua, que ahora parecía más una sopa por lo caliente que estaba.
La risa de mi nuevo acompañante me confirmó lo tonta que había sido mi respuesta. Doblemente avergonzada, lo miré a los ojos. Solo vi diversión por mis palabras y preocupación por mi extrema palidez y mi inminente desmayo.
—¿Cómo me vas a pedir perdón? ¿Te sentís mejor ahora sentada? Te voy a comprar un refresco y un agua fría, porque estoy seguro que te bajó la presión.
El hombre se irguió, enderezando su espalda, y se dirigió al restaurante con paso firme. Su objetivo era claro: conseguir las bebidas que me ayudarían a reponerme. Al cabo de unos minutos, regresó con un refresco y un agua fría. Se agachó de nuevo junto a mí, ofreciéndome el elixir que mi cuerpo, agradecido, absorbió con avidez.
—Muchísimas gracias, y te pido perdón por las molestias. Seguro tenías otras cosas que hacer más que asistir a una pelotuda que se desmayó.
Dije con pena, mirándolo a sus ojos marrones. Sentía cómo me ardían las mejillas. Solo entonces, al contemplar mi alrededor, me percaté de la bicicleta olvidada en el piso. Probablemente se había bajado de ella al verme en mi estado.
—No me agradezcas, solo hice algo que cualquiera haría.
Expresó mientras se giraba para buscar la bicicleta. Al levantarla, se regresó hacia mí y me dijo:
—Me llamo Enzo. ¿Y vos?
Le dije mi nombre con más confianza al ver que no parecía molesto ni apurado por irse. Le señalé el refresco, aún sin abrir, ofreciéndoselo.
—Eso es tuyo, no me lo tenés que devolver. Si yo fuera vos, también tomaría de ese. El azúcar te va a ayudar a recuperarte, todavía estás muy pálida. Si me permitís.
Con esa simple petición de consentimiento, acercó su mano a mi rostro apartando algunos cabellos que se me habían pegado por el sudor, aquellos que mi peinado no había podido contener y ahora se posaban rebeldes por donde ellos deseaban. Luego de poner mis cabellos en orden, su mano se quedó allí, posada en mi cuello. La sensación de tener aquel pesado miembro cerca de donde se medía mi pulso me inquietaba. ¿Y si podía sentir el acelerado ritmo al que iba mi corazón? Su rostro tan perfecto no era lo único que me embobaba; su amabilidad y sencillez con la que estaba allí delante de mí me estaba dejando el cerebro aún más atrofiado que cualquier síntoma debido al infernal clima.
Tomando otro largo trago de agua para disipar los efectos que él estaba teniendo en mí, tomé valor, lo miré a los ojos y le dije:
—Muchísimas gracias otra vez. Siento que te lo estoy diciendo ya muchas veces, pero de verdad estoy agradecida con tu gesto. Pudiste haberme ignorado y dejarme tirada en la calle, y no lo hiciste.
—No tenés nada que agradecerme. Decime, ¿vivís por acá? Así te acompaño y me quedo tranquilo de que llegaste bien.
Me respondió aún con su mano posada delicadamente sobre mi cuello, dejándole leves caricias y sus ojos mirándome fijamente, entre preocupados y con algo parecido a ternura.
—No vivo por acá, ni cerca. Solo vine porque acabo de dar un examen y quería recorrer. Iba super bien hasta hace unos momentos.
Ya dejando un poco de lado la vergüenza, le respondí un poco más animada y sin tanta timidez. Tanta, ya que tener a alguien tan bonito enfrente de ella solo hacia que se pusiera nerviosa.
—Ok, sin ser muy invasivo, ¿dónde vivís? Tal vez te puedo llevar o algo. Me preocupa que te vayas sola después de que casi te desmayas. Si querés, llamamos a alguna amiga o alguien que te venga a buscar.
—Vivo en Manga, así que un poco lejos de acá. Y mis amigas en estos momentos...
Dije entre risas, diciendo donde vivía y luego chequeando la hora: 16:04. Para saber dónde podrían estar alguna de mis amigas para contestarle.
—Mis amigas están todas trabajando, así que no queda de otra que irme sola. Quedate tranquilo que no me va a pasar nada.
Le contesté intentando calmarlo y asegurarle de que todo estaría bien y no me volvería a pasar nada.
—Te invitaría a mi casa, pero siento que para un primer encuentro es mucho. Me conformo por ahora acompañándote a tomar el bondi.
Volviendo por la calle Sarandí, por la tan calurosa Ciudad Vieja. Ese tipo de calor que hacía que el asfalto derritiera el calzado y definitivamente el tipo de calor que hace que se te baje la presión y encuentres a Enzo, quien ahora te tiene montada en su bicicleta mientras ambos ríen y disfrutan el pequeño aire que les llega por la velocidad con la que conduce el antes mencionado. Ese era el tipo de día caluroso que hacía aquel día en Montevideo.
#enzo vogrincic#la sociedad de la nieve#the society of the snow#matias recalt#enzo vogrincic x reader#enzo vogrincic x you#fem!reader#enzo vogrincic fluff#evogrincicedit#enzo vogrincic one shot#enzo vogrincic fanfic#enzo vogrincic fic
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@moranferrer este fue mi stand ;w; se me olvido avisar aca que iba a estar en la gavidia todo el dia 😭😭😭 Pero ya nos confirmaron que para octubre sale otra ✌ (y si sale alguna convencion con mis panas de la u antes tambien)
No les voy a mentir, la verda si estoy bien nervioso de mañana 👉👈 es mi primera vez vendiendo en un stand propio y con artr que porfin siento que vale la pena que mas gente lo vea ;w; peguenle al joto que ya anda sentimental
#ahi donde ves ese cerote de wan pis no se vendio NI MIERRRRDA#y yo pense que si iba a ir rapido el cabron#la Mercy si se fue rapido solo me quedan 2#highlights del evento: una chera asomando la cabeza a ver mis precios y luego irse donde sis amigos a decirles que muy baratos#pero.no me compra 🙃
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Entre compas. Parte 1. Eduardo
Marcos y yo hemos sido compas desde la prepa y siempre hemos tenido muchas cosas en común, además de ser los más guapos de la escuela, porque aunque él siempre fue más deportista, yo también le daba al gym. Ahora ya estamos en la universidad, y aún cuando vamos en carreras diferentes, siempre nos juntamos para pistear y pasarla chido, nos tenemos un buen de confianza.
Me acuerdo que el día del cambio tomamos un montón. Esa vez, mientras cotorreábamos en su casa, me dijo que mi novia se le hacía muy guapa y que la neta le gustaría acostarse con ella, yo no me molesté porque a mí su novia también me gustaba.
- Sí, we, pero ellas no van a querer cambiar de pareja. Son bien celosas.
- Ya sé, we, pero igual estaría chido. Ha de estar chido ser tú y poder darte a tu morra.
- Jajaja, quisieras wey.
Seguimos un rato hasta que no pudimos más y se nos acabó el alcohol. Pedí un uber y como pude me fui para mi casa, nada más me acuerdo cuando caí en la cama.
En la mañana me dolía un buen la cabeza como si estuviera bien crudo, abrí los ojos y vi que seguía en el cuarto de Marcos, era muy extraño porque juraba haber ido a mí casa. Da igual.
Sentí mi erección matutina y como estaba solo, decidí que me iba a hacer una paja para bajármela, aunque al llevarme la mano me saqué un buen de onda porque traía una truza y yo siempre uso bóxer, es más, ni siquiera traía pantalón, espero que las cervezas no nos hayan traicionado y me haya ganado la calentura con Marcos... mi torso también estaba desnudo y me preocupé más cuando me toqué y sentí los músculos demasiado marcados, en chinga abrí los ojos, miré hacía abajo y comprobé que mi pecho, mis piernas y mis pies estaban diferentes, no entendí qué estaba pasando y asustado corrí a buscar un espejo. Cuando toqué mi cara no podía creer que estaba en el cuerpo de Marcos...
#cambio de cuerpos#cambio de cuerpos hombres#m2m body swap#m2m cambio de cuerpos#m2mbodyswap#male body swap#male body switch#malebodyswap#soccer socks
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Speak of the Devil
As soon as I walked into the Halloween party, I felt all eyes turn my way. Dressed head to toe in fiery red, with horns perched on my head and a trident in hand, I embraced every bit of my devilish alter ego. The red cape billowed behind me as I made my way through the crowd, adding a dramatic flair to each step. It felt thrilling to stand out, embodying the spirit of Halloween in this bold, playful way. I flashed a wicked smile at everyone who dared to stare, relishing the attention.
Just as I reached the bar, a friend turned around, nearly spilling her drink. "Well, speak of the devil!" she laughed, taking in my costume with a grin. "I was just telling everyone you'd be the one to show up in something unforgettable." I couldn't help but laugh, twirling the trident playfully. "You know me," I replied, raising an eyebrow. "Why go halfway when I can go full devil?" she chuckled.
I fully committed to the role, laughing, dancing, and raising a little “hell” on the dance floor. People kept coming up to me, exclaiming, "speak of the devil," as if I'd been conjured just for the occasion. As the night wore on, I realized that being a bit devilish — at least for one night — was more fun than I could have ever imagined. And as I headed home with my horns slightly askew and my feet aching just a bit, I knew I’d left an impression that would linger long after Halloween was over. ------------------------------------------------------------------------- Hablando del diablito En cuanto entré a la fiesta de Halloween, sentí que todas las miradas se volvían hacia mí. Vestida de pie a cabeza de rojo intenso, con cuernos en la cabeza y un tridente en la mano, abracé cada parte de mi diabólico alter ego. La capa roja ondeaba detrás de mí mientras me abría paso entre la multitudn de jente, añadiendo un toque dramático a cada paso. Fue emocionante destacar, encarnando el espíritu de Halloween de esta manera atrevida y divertida. Lancé una sonrisa maliciosa a todos los que se atrevieron a mirar, disfrutando de la atención.
Justo cuando llegaba a la barra, una amiga se dio la vuelta y casi derrama su bebida. "¡Bueno, habladon del diablito!" Ella se rió, observando mi disfraz con una sonrisa. "Solo les estaba diciendo a todos que serías tú quien aparecería en algo inolvidable". No pude evitar reírme, haciendo girar el tridente juguetonamente. "Tú me conoces", respondí, levantando una ceja. "¿Por qué ir a mitad de camino cuando puedo llegar al diablo?" ella se rió entre dientes.
Me comprometí plenamente con el papel, riendo, bailando y armando un pequeño “infierno” en la pista de baile. La gente seguía acercándose a mí y exclamando: "hablando del diablito", como si me hubieran conjurado sólo para la ocasión. A medida que avanzaba la noche, me di cuenta de que ser un poco diabólica, al menos por una noche, era más divertido de lo que jamás hubiera imaginado. Y mientras me dirigía a casa con los cuernos ligeramente torcidos y los pies doliendo un poco, supe que había dejado una impresión que perduraría mucho después de que terminara Halloween.
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Dad's Friend?
Hugh jackman x fem!reader
࣪ ⠀ ⠀⠀˒⠀⠀⠀⠀⠀𝅅⠀⠀⠀⠀⠀⠀/⠀⠀⠀ ⠀-⠀⠀ ⠀
summary: ella se encuentra sola con el mejor amigo de su papá. Mientras comparten copas de vino, el aire cálido de la noche, sus palabras en voz baja y el vínculo silencioso que se crea entre ellos crean un momento que ninguno reconoce en voz alta, pero que ambos sienten profundamente.
Categories: Romance, Forbidden Relationship, Age Gap, Family Friend Dynamic, Unspoken Desires, Emotional Comfort, Slow Burn, Mutual Longing, Tension. {TW}: Age difference, family friend relationship, intimate vulnerability, physical touch, hints of forbidden attraction, emotional dependency soft manipulation.
...
Era jueves por la noche, y estaba en mi habitación, sumergida en mis pensamientos mientras escribía en mi diario. Llevaba puestos unos shorts ligeros, ajustados pero cómodos, y una camiseta de tirantes finos. Mi cabello estaba recogido en un moño desordenado, como siempre cuando me quedaba en casa, sin planos más allá de relajarme en la comodidad de mi habitación.
La casa estaba en silencio, y el único sonido era el leve rasgueo de mi bolígrafo sobre el papel. La noche parecía igual a tantas otras, tranquila y sin sobresaltos, hasta que un par de luces atravesaron mi ventana, proyectándose en el techo. Me detuve, curiosa, y caminé hacia la ventana para ver quién estaba afuera.
Ahí, bajo la luz tenue de la calle, vía a Hugh bajándose de su auto. Mi respiración se detuvo por un instante; él, el mejor amigo de mi padre, el hombre que siempre había sido como una presencia familiar, pero que en mi adolescencia había comenzado a despertar en mí algo diferente, algo que apenas entendía.
Sentí mi pulso acelerarse mientras lo observaba desde arriba. Él parecía venir a ver a mi papá, como tantas otras veces. Pero esta vez, papá no estaba en casa.
Bajé las escaleras, manteniendo una sonrisa mientras escuchaba el timbre. Sabía que era Hugh, y algo en mí quería aprovechar la situación. Cuando llegué a la puerta, me apoyé en el marco, dejándome ver con esa misma postura relajada de quien simplemente está en casa.
Abrí lentamente y, con una expresión inocente, lo miré como si no lo reconociera. "¿Puedo ayudarte en algo?" Pregunté, alzando una ceja y poniendo mi mejor cara de indiferencia.
Hugh me observó con una media sonrisa, claramente divertida por mi tono. “¿Así es como recibes a las visitas ahora?” Replicó, sin poder evitar mirarme de pies a cabeza, notando mi atuendo relajado.
"Bueno, depende de la visita", respondió, encogiéndome de hombros. "Pero diez centavos, ¿quién eres y qué buscas en esta casa a estas horas?"
Hugh dejó escapar una risa suave, y por un segundo vi un destello en su mirada, como si percibiera mi pequeño juego. "Vine a ver a tu padre. No sabía que ahora tiene una portera tan estricta". Su tono era casual, pero su sonrisa delataba una complicidad silenciosa.
Abrí la puerta por completo y, sin decir nada más, me acerqué para darle un leve abrazo. Fue algo rápido, pero no pude evitar que se sintiera un poco cargado de emoción. Hugh se quedó un instante quieto, como si la cercanía lo hubiera tomado por sorpresa, y al separarnos, mantuve mi sonrisa mientras le decía: “Papá se fue a ver a la abuela… No anda muy bien últimamente, pero dijo que regresó en unas horas. Puedes pasar si quieres.”
Hugh caminaba lentamente, aunque parecía pensativo. “No quisiera molestar, puedo volver otro día”.
Le sostuve la mirada y con un gesto tranquilo le dije: “Pasa a la casa, de todas formas no tengo nada que hacer, y papá seguro no tardará”.
Él dudó por un segundo, como si estuviera evaluando si era buena idea, pero finalmente dio un paso hacia adentro. Mientras cerraba la puerta detrás de él, sentí cómo el ambiente cambiaba, y un silencio pesado se instalaba, solo roto por el suave crujido de sus botas sobre el suelo.
Lo seguí mientras avanzaba hacia la sala, y antes de adentrarnos más, eché un vistazo rápido en el espejo del pasillo, arreglándome un poco el cabello de forma distraída. Cuando entramos a la cocina, me adelanté hacia el mueble de las bebidas y lo miré de reojo con una sonrisa despreocupada.
“¿Qué quieres para tomar? ¿Cerveza, whisky, agua… o vino?” Pregunté, sin darle realmente tiempo para contestar. Antes de que pudiera responder, ya había sacado una botella de vino blanco y estaba sirviendo en dos copas.
Hugh arqueó una ceja y me observó con una mezcla de sorpresa y diversión. “¿Vino a esta hora?” comentó, con un toque de ironía en la voz, pero tomó la copa de todas las formas. “¿No crees que estás aprovechando mucho la libertad, ahora que tu papá no está?”
Le dediqué una sonrisa juguetona, levantando mi copa. “Que sea un secreto entre nosotros, ¿sí? Además, ya soy grande para que me hagan esas preguntas, Hugh”.
Él soltó una risa baja, negando con la cabeza, como si aún no pudiera creerlo del todo. “Claro… ya eres toda una adulta”, comentó con un toque de sarcasmo en la voz, pero con una sonrisa divertida mientras tomaba su copa.
Con las dos copas en la mano, me dirigí hacia el jardín y él me siguió en silencio. Me acomodé en uno de los sillones al aire libre, y él se sentó a mi lado, tomando su copa con una mano. A pesar de la cercanía, el ambiente era cómodo y tranquilo, como si por un momento se hubieran desvanecido las barreras que solían estar entre nosotros. La noche era fresca, y la luz tenue del jardín le daba un toque especial al momento, haciéndolo casi íntimo en su simplicidad.
Mientras tomaba un sorbo de vino, noté que Hugh miraba a la distancia, con la vista perdida, casi como si estuviera en otro lugar. Había algo en su expresión que no podía pasar por alto, un dejo de cansancio y tal vez… una pizca de tristeza. Sabía que había estado esquivando este tema en sus últimas visitas, pero la curiosidad y la preocupación me ganaron.
“Escuché que las cosas… han sido complicadas últimamente”, comenzó con cautela, mirándolo de reojo. “Con tu divorcio, digo. Sé que es un tema delicado, pero… si necesitas hablar de eso, sabes que estoy aquí.”
Él apartó la mirada hacia su copa, y por un segundo, pensé que no diría nada. Finalmente, soltó un suspiro y giró hacia mí, esbozando una sonrisa cansada.
“Tu padre te contó algo, ¿verdad?” preguntó con un tono resignado, aunque con una ligera sonrisa, como si la situación le resultara irónicamente divertida. “Supongo que ya no hay secretos en este vecindario”.
Sacudí la cabeza, sonriendo mientras lo miraba. “No es así, Hugh. No creas que mi papá anda divulgando tus secretos por ahí. Es solo que... bueno, eres famoso, ¿sabías? Y, además, estamos en el siglo XXI. Las cosas vuelan”, bromee, tratando de aligerar el ambiente.
Hugh soltó una pequeña risa, aunque noté que sus ojos seguían reflejando algo de esa tristeza. “¿Así que soy famoso ahora, eh?” murmuró, con una media sonrisa.
“Digamos que he escuchado algo… en alguna de tus visitas”, admití, sin entrar en demasiados detalles, y miré hacia el jardín para darle algo de espacio. “Y sé que no es fácil. No tienes que hablar de eso si no quieres, pero, ya sabes… estoy aquí.”
Hugh me miró, tomó un sorbo de su vino y, de repente, estiró una mano hacia mí, revolviéndome el cabello con un gesto cariñoso. “Sabía que lo harías, pequeña”, dijo, su voz suave pero cargada de ese tono familiar que siempre me hacía sonreír.
“Las cosas… bueno, están un poco desordenadas”, continuó, mirando la copa en sus manos como si buscara las palabras en el reflejo del vidrio. “No es fácil dejar atrás algo que creíste que duraría. A veces siento que me falla el instinto, ¿sabes? A veces me pregunto si todo esto es solo… cosa mía.”
Asentí en silencio, tomando un sorbo de mi vino antes de mirarlo de nuevo. “¿Y qué hay de Oscar y Ava?” Pregunté, con un nivel de preocupación en mi voz. Sabía lo importantes que eran para él y no quería imaginar cuánto más difícil se volvería todo con ellos en medio de la situación.
Hugh suspir y se le pas una mano por el cabello, claramente cansado. “Supongo que… están bien, o tan bien como se puede estar en medio de todo esto”, murmuró, con una tristeza que se hacía evidente en cada palabra. “Ellos entienden algo, o al menos lo intentan. Pero es complicado… ya sabes, también están los rumores, y trato de mantenerlos lejos de eso, pero…”
Desvió la mirada, como si quisiera esconder algo de lo que sentía en ese momento. Lo sabía lo suficiente para entender que, detrás de esa fachada fuerte, estaba luchando mucho más de lo que dejaba ver.
Asentí despacio, lamiéndome los labios mientras buscaba una forma de alivianar el ambiente, aunque fuera solo un poco. “Sí…” murmuró, mirando hacia el jardín. Después, tomé aire y, con una pequeña sonrisa, cambié de tema. “Pero, ¿sabes? No entiendo cómo es que tú tienes problemas… mientras que yo aquí ni siquiera consigo a alguien.”
Hugh soltó una risa suave, sorprendido por el cambio arrepentido en la conversación. “¿Así que la pequeña está teniendo problemas en el amor, eh?” Bromeó, mirándome con una ceja arqueada y un tono divertido.
“Ni que fuera tan pequeña”, respondí, medio en broma, medio en serio, mientras cruzaba las piernas y volvía a tomar un sorbo de vino, sintiéndome cada vez más cómoda en su compañía.
Solté un suspiro y me reí, apoyando la copa de vino en mi rodilla mientras lo miraba. “Es que no lo entiendo, de verdad. A mis 20 años, todos los hombres que conozco son unos completos imbéciles o actúan como princesas”, dije, rodando los ojos con una mezcla de frustración y humor.
Hugh se rió con fuerza, esa risa genuina que siempre lograba sacar cuando algo realmente lo divertía. “¿Princesas, eh?” Comentando, negando con la cabeza mientras me miraba. “No sé si es la palabra que habría usado… pero parece que los tiempos han cambiado un poco”.
“Bastante, diría yo”, respondió, cruzándome de brazos y mirándolo de reojo, en un tono cómplice.
Él me observó con una sonrisa ligera, aún entretenido. “Bueno, si todos actúan como princesas, supongo que estás buscando algo… distinto”, dijo, con una voz que llevaba un toque de curiosidad.
Mis ojos se alzaron y se encontraron con los suyos, y por un momento, el aire pareció cargarse con algo que no esperaba. Me sonrojé un poco, sin saber bien si responder o simplemente desviar la mirada. Había algo en su última palabra, en cómo la había dicho, que me desarmaba.
Él pareció notarlo, porque su sonrisa se suavizó y, sin romper el contacto visual, llevó su copa a los labios y bebió en silencio. Ese pequeño hizo gesto que mi corazón diera un vuelco. No era solo lo que había dicho, sino cómo lo había dicho... como si entendiera más de lo que quería admitir.
Sonreí y traté de disimular el calor en mis mejillas, intentando no darle demasiada importancia a la forma en que me había mirado. Pero cuando fui a girarme un poco en el asiento, mis dedos rozaron la copa de vino, y antes de darme cuenta, un pequeño chorro de vino blanco aterrizó en su camisa.
“¡Oh, lo siento!” exclamé, llevándome las manos a la boca mientras una risa nerviosa se me escapaba.
Él se miró la mancha en la camisa y luego a mí, con una sonrisa que combinaba exasperación y diversión. “¿Intentando sabotear mi estilo?” Bromeó, alzando una ceja.
Reí y busqué alguna servilleta, sintiéndome aún más torpe. “Eh, no… sólo intento… añadirle un toque de diseño abstracto”, contesté, mordiéndome el labio, sin poder contener la sonrisa. Con cuidado, presioné la servilleta contra la mancha en su pecho, sintiendo de cerca su calor y su respiración, lo que sólo hizo que el rubor en mis mejillas se intensificara.
En un movimiento inesperado, me rodeó con sus brazos y me atrajo hacia él, sin decir una palabra. Mi corazón dio un brinco, y en lugar de alejarme, me permití descansar contra su pecho, sintiendo el ritmo constante de su respiración. Él me acurrucó suavemente, con un gesto que me envolvía en una calidez que no había sentido en mucho tiempo.
El aroma de su colonia mezclado con el vino y su propia esencia era embriagador. Me quedé quieta, cerrando los ojos, dejándome llevar por el momento, sintiéndome extrañamente segura y en paz. Los minutos se deslizaban en silencio, y ninguno de los dos parecía querer romperlo, como si ambos supiéramos que algo importante estaba ocurriendo en ese simple abrazo.
“Sabes”, susurró, rompiendo el silencio con una voz suave, “hace mucho que no me sentía tan... tranquilo. Es lindo poder hablar así, sin preocupaciones.” Su mirada se perdió en algún punto lejano, como si estuviera grabando algo, y luego volvió a encontrar la mía. “Es raro, pero... contigo me siento cómodo, en paz”.
Sus palabras resonaron en mí, y me di cuenta de lo especial que era para él este momento. Sentí un calor inexplicable expandirse en mi pecho, un deseo de seguir allí, de sostener esa calma que compartíamos, de ser parte de ese refugio que él necesitaba.
“Me alegra escucharlo”, respondí en voz baja, apenas un susurro, sin querer romper el encanto que nos envolvía. Nos quedamos en silencio de nuevo, pero ahora, el peso de sus palabras me daba otra perspectiva, algo nuevo y esperanzador que no esperaba sentir.
Hugh me miró de nuevo, sus ojos brillando con una suavidad inesperada. Con un gesto tranquilo, acomodó mis piernas sobre las suyas, y sintió el roce de sus manos en mis piernas, cálido y cuidadoso. Deslizó su mano en una caricia lenta, casi como si quisiera guardar este momento también.
“Esto…” murmuró, con una leve sonrisa en sus labios, “esto también se tiene que mantener en secreto, ¿de acuerdo?”
Mi corazón dio un vuelco mientras asentía, sintiendo cómo una pequeña chispa de complicidad se encendía entre nosotros. Nos quedamos allí, en silencio, en un momento que era solo nuestro.
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Hice girar el licor en mi boca mientras el sol caía sobre mi piel. No era necesariamente mi piel, técnicamente era la piel que ocupaba en ese momento, pero aun así se sentía bien. La sensación de ardor en mi garganta era agradable incluso mientras bebía el tequila de un trago y entrecerraba los ojos para mirar las nubes.
—Oye, tío, ¿puedo hablar contigo? —Una sombra se cernió sobre mí y me bajé las gafas de sol. Era Carlos, de pie con las manos en las caderas. Era un tío muy guapo y uno de mis mejores amigos. No mucha gente sabe de mi pequeña habilidad, pero le conté todo y ha guardado mi secreto durante años.
—¿Qué pasa? —Me sacudí el polvo y lo miré a través de las gafas de sol. Miró a su alrededor para asegurarse de que nadie pudiera oírme antes de hablar sobre mi poder, algo que realmente aprecié, ya que parecía mencionarlo con más frecuencia desde que lo probé.
—Sólo quería ver si te interesaría nadar conmigo. —Estaba nervioso. Me di cuenta porque sus mejillas comenzaron a sonrojarse.
—Sí, claro. No me importa. Vamos a darnos un chapuzón. —Dejé mi taza en la arena y le sonreí, comprendiendo que lo que realmente me estaba pidiendo era algo que sólo yo podía proporcionarle.
—No. Quiero decir, ¿podrías saltar sobre mí y nadar un poco? He estado pensando en eso desde que llegaste aquí. Sé que te gusta usar a Bryan, pero yo solo he estado, bueno, ya sabes. —Se quedó en silencio, aún más rojo que antes.
"¿Lo estabas deseando?" Lo miré con los ojos entrecerrados y la comisura de mi boca empezó a curvarse hacia arriba.
-Sí-dijo derrotado.
—Claro, pero tienes que dejarme entrar por tu pene. —Me quité las gafas de sol, las arrojé sobre mi toalla y le guiñé un ojo.
"Oh, mierda, nunca he hecho eso antes, pero supongo que sí. ¿Queríamos ir a los autos o...?"
"Aquí mismo. Sácalo".
"Pero los demás..."
"Están demasiado ocupados". Señalé al grupo que había estado ocupado hablando en su área y luego pasaron a jugar al voleibol mientras un par de personas más comenzaron a volar una cometa.
—Bien. —Miró sus pantalones cortos de baño y luego los bajó. Me sorprendió ver que estaba duro y con una de sus manos sacó su polla. Sonreí y me incliné, mirándolo mientras él me miraba ansiosamente y una vez que envolví mi boca alrededor de su miembro palpitante, solté el control que tenía sobre Bryan.
—Oh, joder. —Tensó todo su cuerpo al sentir mi cuerpo pegajoso deslizarse hacia la punta de su polla. Me quedé allí un momento, dejando que Bryan siguiera chupándole la polla mientras yo jugaba con su miembro. Me deslicé por su interior sintiendo que todo su ser se estremecía de placer. Empecé a sentirlo tensarse y, cuando sentí que sus bolas se tensaban, impulsé mi cuerpo dentro de él, provocando que su yo gemidor arqueara la espalda en éxtasis.
Bryan continuó, felizmente inconsciente de la repentina salida, y sentí que toda mi esencia rebotaba en el interior de Carlos. Sus abdominales se tensaron cuando me unté a lo largo del interior de su carne y lo llené hasta el borde. Parpadeé para abrir los ojos e inhalé con fuerza antes de explotar dentro de la boca de Bryan, acercando aún más su cabeza a mí mientras se atragantaba con mi nuevo miembro.
"No está mal, Carlos. Eso me hizo sentir muy bien". Me miré y escuché sus susurros tranquilizadores en el fondo de mi cabeza. No me sorprendió lo mucho que disfrutó de la toma de control, pero realmente disfrutó del hecho de que fuera yo.
—Qué demonios —Bryan me miraba con ojos suplicantes.
—Tranquilízate, B, siempre estoy dentro de ti. Deja que Carlos se divierta un poco. —Deslicé mi dedo bajo su barbilla y él parecía derrotado. Me volví hacia los demás y me aseguré de que mi polla ablandada regresara a su hogar enrejado hasta más tarde. Nadie se dio cuenta, pero fue realmente estimulante dar ese salto en público.
Bryan se sentó en la toalla que le había dejado y yo me estiré mientras miraba fijamente el océano. Cuando mis dedos de los pies tocaron el agua, temblé y sentí el arrullo de Carlos en mi mente.
-Vamos a nadar un rato. Sonreí y comencé a correr hacia el agua.
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Me encantan las gotas que colman el vaso, esas gotas me han llevado a lugares muy, muy oscuros al caer sobre mis pies; pero son las mismas que vuelven a caer sobre mi cabeza despertándome de esa oscuridad, demostrándome que nuevamente puedo volver a brillar.
Efimera Lunar Intemporal
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› 𝗠𝗨𝗘𝗟𝗟𝗘. su índice y pulgar sostenían cilindro de nicotina, mientras su mirada se encontraba posada fija sobre la superficie acuosa del lago. en su rostro se podían ver síntomas del cansancio que corroía su mente y anatomía, pero el sueño se ha disipado lo suficiente para marcar su ausencia incluso cuando las horas avanzan. ¿serían las diez de la noche? y allí estaba sobre un columpio, meciéndose apenas con sus pies hundidos en la tierra. escucha a su lado un par de pasos y —supone— que serán para preguntar lo mismo que anteriores interlocutores. ‘ los botes están por allá ’ apunta con su índice en dirección al par que seguían en la orilla, se obligó a dar una sonrisa torcida como muestra de una normalidad que ya no existía, calculaba que otros tres estaban ya en el lago. ‘ los remos están al lado ’ y aunque mantiene curvatura en sus labios, no le mira. en su lugar, da una nueva calada al cigarrillo que está lejos de calmar el punzante dolor de cabeza que no se va.
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