#circulo yuzhinsky
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jgmail · 4 years ago
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El subsuelo de terciopelo. Una entrevista a Igor Dudinsky sobre la vida bohemia de la época soviética.
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Por Alexey Krizhevsky
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
 El entorno en el que nacieron y existieron tanto el arte no oficial como los movimientos disidentes de la segunda mitad del siglo XX ruso no surgió de la nada. Estos ambientes nacieron en medio de fiestas amistosas, o en las reuniones que se hacían en los talleres de los artistas al igual que en círculos donde se practicaba la filosofía y la poesía espontanea. Los lugares donde existían estos salones podían ser identificados en las calles de Moscú durante la época del deshielo de Jruschov: se trataba de una red de apartamentos, cuarteles y sótanos donde la bohemia soviética y la intelectualidad se reunían, comunicaban, enamoraban y discutían entre sí. El escritor y periodista Igor Dudinsky nos cuenta cómo era la vida cotidiana en medio de esta clandestinidad soviética:
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- En general, podemos decir que estos salones existieron durante la segunda mitad del siglo XX y se diferenciaban de todo lo demás: eran lugares donde se hacían fiestas periódicas, donde existían clubes, círculos, casas en los cuales se celebraban fiestas hippies o donde se encontraba concentrado el caos dorado de la juventud. Siempre han existido salones subterráneos debajo de los apartamentos o estudios de los artistas que están lejos de ser parte de los cafés o de los lugares públicos similares. En segundo lugar, nadie se disolvía al interior del salón: había una sana competencia intelectual, expresada en una fina selección de conocimientos y no se trataba para nada de un bazar, de un podio o de una fábrica de autos. Esta competitividad de los salones soviéticos era muy parecida a la de los salones del siglo XIX. Era muy común encontrar en estos lugares cierto contenido erótico: era importante para los hombres impresionar a las mujeres y viceversa. Finalmente, las personas que estaban en esos salones se sentían como marginados, pero se consideraban así mismos como elegidos y no gente sin importancia. Se consideraban a sí mismas como parte de una élite, pero esto no era algo manifiesto, sino que era implícito. Y, sin embargo, en muchos de esos lugares, gradualmente comenzaron a ser comerciados toda clase de objetos como pinturas, antigüedades y toda clase de arte. A veces esto sucedía incluso en contra de la voluntad general de los mismos propietarios.
 - ¿Dónde se reunían para hacer eso?
 - En cualquier salón, porque tarde o temprano aparecía algún extranjero que te empezaban a preguntar: ¿tienes algo para que lo compremos? Y donde había extranjeros estaba la KGB. Todos los diplomáticos se encontraban bajo la supervisión de la KGB.
 - ¿Los dueños de los salones estaban en contacto con la KGB?
 - Por regla general se establecían toda clase de relaciones forzadas, complicadas y confusas: era casi imposible mantener un salón y no tener alguna relación con la gebuha (sinónimo de la KGB). En algunos lugares era la KGB quienes supervisaban el negocio mismo de los salones (después de que acontecieron las purgas de Jruschov, muchas personas que obtuvieron grandes ganancias económicas entraron en la NKVD), en algunos lugares simplemente se dedicaban a observar todo lo que se hacía o se decía. En otros lugares, las personas que estaban asociadas al Comité tenían toda una serie de intereses privados que no estaban relacionados con el comercio. Y en algunos otros lugares aparecían soplones. Muchas veces, algún personaje raro venía y te decía: "¿podemos sacarte una foto?" Y todas esas fotografías eran tomadas calmadamente: nadie sentía miedo. Aunque fueron las Oficinas de la KGB las que cerraron todos los salones a finales de los setenta. Pero todo propietario entendía que llegaría el momento en donde tendría que cerrar, solo que no sabía cuándo y en qué momento.
 - ¿Qué era, en su opinión, lo más importante en estos salones: la magia que tenía el lugar o la gente que venía y visitaba estos salones?
 - Era la magia del lugar. Normalmente los encontrabas en el centro de la ciudad, pero existían excepciones, como, por ejemplo, el salón de Lianozovo. Los primeros salones eran especialmente indistinguibles de las cocinas de intelectuales. Algunas veces se reunían tanto en la cocina como en los salones y ninguno estaba por completo vacío. Habían alcanzado el pleno apogeo de su vida en ese entonces. En cuanto a la gente... los salones de Moscú son un ejemplo práctico de la dialéctica. Pasaban de la clandestinidad más secreta a ser lugares de encuentro de todos los representantes de las autoridades y de los disidentes. Y si en Dolgoprudny los Kropyvnitsky recibían a embajadores extranjeros como invitados, entonces Nika Shcherbakova, por ejemplo, podía conversar igualmente con un instructor del Comité Central y con un opositor antisoviético radical que pronto huiría hacia Occidente.
 - ¿Entonces este underground era más un ambiente cultural que político?
 - Yo no diría eso. La política era vista como parte de la cultura. Incluso en la Calle Yuzhinsky, en el místico "Círculo Yuzhinsky", se hicieron planes para asesinar a los principales jefes de Estado. Mamleev llamó a Lenin "un mono rojo". Una vez decidí presentarle a mi padre, un destacado representante de la nomenclatura que en su momento era un conocido liberal. Mi papá empezó a contarle algo sobre Lenin. Mamleev le dio su respuesta: "Entiendo, ese mono rojo..." Mi padre le dijo: beba vodka conmigo.
- Los que vivían en esos salones se veían a sí mismos como una nueva aristocracia. ¿Era fácil entrar en esos círculos?
 - Sí. Generalmente se trataba de un circuito abierto que no era para nada hermético. La gente se sentaba en todas partes. Todos acudían a las reuniones que podían ocurrir en un bulevar y se ponían a discutir por mucho tiempo a quién honrar con su visita. Doscientos o trescientos apartamentos nos esperaban abiertos todos los días, uno podía hacer la lista. ¡Cada día nos esperaban! ¡Y no necesitábamos hacer una llamada previa! ¡Solamente se llamaba a las personas nuevas, a los desconocidos, pero todos acudían sin dificultad al lugar cuando se trataba de un conocido! Era un país muy diferente, un planeta muy diferente, con un sistema de comunicación y de relaciones muy diferente. Una vez caminé por la calle Gorky y me cansé de saludar a todo el que pasaba; conocía a la mitad de los transeúntes por su nombre.
 - ¿Conoció el salón de Lianozovo (finales de los 50 - principios de los 70)?
 - El núcleo duro de ese salón lo componían la familia de artistas Olga Potapova y Evgeny Kropyvnitsky, que vivían en Dolgoprudny, además de Oscar Rabin, pariente de los dos. El salón fue instalado en Lianozovo por Evgeny y su esposa Valentina Kropyvnitskaya. Su ideología estaba basada en ideas marginales como las de Shalamov (1). Era el puesto de avanzada de toda una generación que fue golpeada por la guerra y los campamentos militares, pero todo eso era muy borroso en la memoria general de Moscú, lo que me recuerda al patio de mi infancia en Plyushchikha, donde fue muy posible que alguien luchó o descansó en medio de la guerra, o puede que no. A nadie le importaba, pero en Lianozovo todo ese ambiente estaba concentrado en un solo sitio. Tanto en el cuartel de Rabin como en el apartamento de los Kropyvnitsky, la concentración de semejantes individuos los llevó a explotar. Muchos tenían un estado de ánimo que los llevaban hacia la protesta activa, ya que se habían visto obligados a sobrevivir y eran incapaces de olvidar las experiencias por las que pasaron en los campamentos militares, luego, todos ellos se reunieron y comenzaron a filosofar con tal de hacerse conscientes de lo que habían vivido.
 Igor Kholin, el gran poeta, apareció por primera vez en ese entorno. Fue a la biblioteca, tomó la colección de Isakovsky e intuitivamente comenzó a escribir poesía sobre esto. Y luego escribió: “Alguien tiró el tapete, alguien tiró la basura, en la cerca del frente de una casa, encontramos la inscripción en tiza: 'Esta es Zoya'. El fin de semana y los primeros días de mayo es aburrido para los habitantes del cuartel...” Luego le llevó estos versos a Kropyvnytsky, y le dijo: mira, también tengo otros más largos, son versos andrajosos y blancos. Y Kholin escribió: "Murió en un cuartel a los cuarenta y siete años, sin hijos, trabajaba como limpiador del baño de hombres, ¿por qué viviría en este mundo?"
De repente, todo el mundo se puso a pintar cuadros, a escribir poesía, llegan nuevos invitados, se reúnen con otras personas...
 Todo esto surgió y creció de forma tan rápida e inesperadamente que la KGB simplemente no tuvo tiempo de hacer nada para frenar este fenómeno. Solo pudieron controlarlo, pero los salones aparecieron por sí mismos y desaparecieron del mismo modo. Además, debido al deshielo de Jruschov, solo podían controlar y negociar con este ámbito.
 - ¿Y Yuzhinsky?
- Este círculo se formó en la sala de lectura de la Biblioteca Lenin, o, mejor dicho, se originó en la sala de fumadores que se reunían allí para leer libros de filosofía, misticismo, esoterismo (la KGB aún no conocía el grado de influencia que tenían y todo lo que hacían era de dominio público, la gente se dedicaba a leer y discutir en ese lugar). Poco a poco, todo el mundo llegó a conocerse entre sí y Mamleev empezó a invitar a la gente a que se reunieran con él. Simplemente era el que vivía más cerca de ese lugar.
 - ¿Cómo era su apartamento?
 - No era un apartamento. ¡Era un cuartel! La cocina y el baño eran compartidos. Mamleev tenía que llamar seis veces. Al final de un largo pasillo del edificio, Mamleev vivía en dos pequeñas habitaciones que eran contiguas, una de ellas tenía una ventana que daba a la pared de la casa vecina. No le permitían tener libros, objetos o muebles de salón. Era un lugar muy concurrido.
 Este salón poseía una especie de ambiente claramente místico. Las personas que se reunían allí se autodenominaban como "esquizos" o "esquizoides" con tal de decir que no estaban completamente locos, pero tampoco eran seres normales. Se creaban y colgaban periódicos en los murales llamados el “Eterno Femenino” o “Sus lágrimas” ... Se podían ver cosas como a un profesor vestido de chaqueta y corbata siendo arrastrado por dos personas sin hogar que lo sostenían por debajo de sus brazos. Y entonces el profesor comenzaba a dialogar con estas personas sin hogar que no eran de ninguna manera inferiores a él en términos de capacidad intelectual.
 - ¿Se reunía allí todos los días?
 - Cada que podían. Además, la cuestión del dinero no molestaba a nadie, si no había forma de conseguir vodka, entonces se dedicaban a hablar sin vodka. Pero siempre encontraban vodka. Si querías comer, iban al patio de la tienda, donde cargaban papas por la rampa hasta el sótano. Hacían unos padants cocidos. La cuestión de qué se podía comer o qué podían beber jamás les pasaba por la cabeza. Había tanta gente durante las reuniones que incluso se sentaba en los armarios y comían y bebían dentro de ellos.
 - Dicen que Yuzhinsky era una especie de cuartel general para quienes participaban en las famosas lecturas de poesía de la Plaza Mayakovsky y que era la base de esta comunidad.
 - Sin duda. Y aquí, de forma curiosa, la geografía nuevamente jugaba un papel importante, pues Mamleev era el que vivía más cerca. Por supuesto, los clientes habituales de Mayakovka, Vadim Delone, Leonid Gubanov, no podían equipararse a los "esquizos" de Yuzhinsky, había entre ellos discusiones muy emocionantes e incluso se hacían bromas (a veces hasta ridículas: después de una de las conversaciones, un propietario descubrió que los invitados habían orinado en su tetera). Pero Yuzhinsky era la retaguardia intelectual de Mayakovka, por así decirlo.
 - ¿Quién salió de este círculo?
 - Literalmente salió de todo. Desde Alexander Prokhanov hasta Vladimir Bukovsky, es un espectro muy amplio. Golovin, Dugin y otros simplemente no existirían si no hubiera existido antes el salón Yuzhinsky. Yuzhinsky se convirtió en el punto de partida del que surgieron todas las nuevas generaciones, fue un lugar donde se acumulaban las ideas y que luego alimentó a todos los que se unieron después a él. Enseñaban a que uno debía ir hasta los límites. A liberar la mente de un modo delirante. Allí se deificó una especie de idea que sostenía que Dios era una búsqueda constante. Era un circulo bastante antisoviético, un lugar donde se daba todo lo extático en su forma más pura y sin límites. Y todavía podemos ver su influencia de forma visible en las obras de quienes lo componen. Solo debemos ver lo que hicieron gente como Prokhanov y Bukovsky.
 - ¿Cuándo apareció el salón Stroevoy-Titov?
 - Alrededor de 1957. Su apartamento estaba ubicado en la esquina de Vasilievskaya y Tverskaya. Era una gran vivienda estalinista con un techo muy alto con dos habitaciones. El interior era bastante simple, en ese entonces todos vivían de la misma manera. Pero en las paredes, como en cualquier salón, había cuadros que habían sido donados por otros artistas. El propio Yura era un artista que pintó a muchos de ellos... eran improvisaciones sobre temas religiosos.
 Fue el primer salón con una idea clara y articulada. Predicaban una ideología antisoviética por medio de la defensa de la monarquía. Había reglas de juego muy claras: Dios no permitiría que se hiciera alguna crítica contra el Emperador Soberano. Yo diría que este salón tomó toda su energía extática del círculo de Mamleev. Lo que hicieron fue básicamente reunir a todos aquellos a quienes el régimen soviético llamaba enemigos y los consideraron sus "compañeros de viaje".
 - Es decir, en este salón, a diferencia de Yuzhinsky, ¿reinaba una moral muy estricta?
 - Todo lo contrario. Stroeva podía salir a saludar a los invitados usando una funda de almohada para cubrirse en lugar de un sostén, mientras una rosa sobresalía de su escote. Era un lugar de bohemia donde la gente liberaba sus emociones e intuiciones. Fue este ambiente lo que heredo el salón de Stroyevoy-Titov del Círculo Yuzhinsky. Se trataba de una disidencia bastante aterradora: los dos lograron escapar a Occidente y se les permitió salir del país en un momento en que casi nadie era capaz de irse.
 Allí estaban Raisa y Alexandra Veniaminovna. Vivían en una casa detrás de una tienda de té en Kirovskaya. Raisa Veniaminovna era la viuda del artista Falk (2). Era un salón elegante e inteligente. Estaban comprometidos con iluminar a todos, promoviendo como podían las obras de la Edad de Plata. Todos iban allí. Fue en ese lugar que a los quince años descubrí quién era Andrei Platonov (a quien se le daba culto en la casa de las hermanas), y luego dije que existía alguien en Moscú que escribía cosas más abruptas que las del autor de El foso. Ese era Mamleev. Y cuando él fue a leer sus escritos a ese salón, las ancianas simplemente no tenían en dónde caerse...
 En general, estas habitaciones tan pequeñas eran una especie de rompecabezas geométrico. ¡Unas cincuenta o sesenta personas podían ocupar entre unos quince o veinte metros cuadrados! ¡Era todo un misterio el cómo era posible recorrer en un día media ciudad únicamente para beber, filosofar y hacer el amor!
 - ¿Cómo reaccionaron las hermanas ante las obras de Mamleev?
 - En sus ojos se podía ver el "horror, horror, que horror". Pero siempre accedían alegremente a que se leyeran los escritos de Mamleev.
 Vasily Sitnikov, Nina y Edmund Stevens estaban allí. Sitnikov vivía en un apartamento en el sótano de la Lubyanka, justo bajo las narices de la KGB. Este hombre era la reencarnación de Rasputín. Tenía una sala de oración separada que estaba tapizada con piel. Era un artista, tenía muchos estudiantes y diría que de verdad eran estudiantes. Sitnikov toda su vida soñó con una "academia casera" y fue capaz de realizar ese sueño. Coleccionaba y vendía iconos, era un hombre rico. Cada icono colgaba de un marco dorado.
 - ¿Cómo se ganaba la vida? ¿Acaso era por verder iconos?
 - No. Pintó de forma incansable el Lavra o el Kremlin (lo llamó "Crema") con copos de nieve. Pintaba cada copo de nieve durante varios días. El resultado era superkitch. Y vendía estos copos a los diplomáticos y extranjeros, quienes, por cierto, no le agradaban mucho. Su pasatiempo favorito era recoger sus chinches en una caja de cerillas y soltarlos en todo tipo de lugares oficiales, por ejemplo, en la embajada estadounidense. Era un hombre extravagante. Sitnikov vivió bajo las alas de Nina Andreevna Stevens...
 - ¿Qué quieres decir con eso de "bajo las alas"?
 - Había una cierta estructura, una especie de centro de intercambio de información que fue creado por los nuestros junto con los estadounidenses. Los oficiales de inteligencia soviéticos en realidad libraban una guerra contra los servicios de inteligencia extranjeros, pero de alguna manera cooperaron con ellos. El esposo de Nina, Edmund, trabajaba en Moscú como reportero de un periódico provincial estadounidense. Estoy seguro de que eso era una pantalla. Ese periódico no tenía corresponsal ni siquiera en el Estado vecino, pero por alguna razón estaban en Moscú. Y en su casa vendían de todo a los occidentales: información, cuadros, antigüedades, hasta largometrajes soviéticos. Se compraba todo muy barato, se vendía muy caro.
 - Entonces era un centro comercial con galería.
 - No, era un salón. Allí la vida estaba en pleno apogeo. Se bebía, conocía y vivía de todo... Es decir, se hacía de todo. En verano, se celebraban tertulias en el jardín y en las cercas se colgaban lienzos vanguardistas.
- ¿Y dónde sucedía eso?
 - En una mansión en la calle Ryleeva (ahora calle Gagarinsky). Toda la mansión estaba a su disposición. De hecho, fue allí donde realmente pude vivir. Me llamaban el "bartender" de este salón, lo cual no era cierto, yo era algo entre un asistente y paje. Era un joven periodista, el favorito de la amante y disfruté de todos los beneficios que me podía dar esa casa que le pertenecía a un corresponsal extranjero. Por ejemplo, el servicio de noticias de Evening News o de televisión. El acceso a la televisión en ese momento era lo mismo que el acceso a la Internet a mediados de la década de 1990.
 - ¿Qué hay de Oleg y Rimma Tripolsky (1960-1972)?
 - Oleg y Rimma vivían en un edificio de cinco pisos en Voikovskaya, desde las ventanas de su apartamento podías divisar el ferrocarril. Rimma Zanevskaya fue primero la esposa del poeta Genrikh Sapgir antes de tener por marido a Oleg. La hija que tuvieron dormía en una habitación y nosotros tarareamos en la otra. Existía por supuesto una gran cantidad de comercio de antigüedades e iconos en este salón y todo eso se desarrolló muy rápidamente. Entre los principales miembros del salón se encontraba un disidente de la iglesia.
 Todos lo llamaban "Olezhek" o "Rimulya". A Kholin y Mamleev les encantaba ir a ese lugar. Kholin era la quintaesencia de la escuela de Lianozovo, Mamleev era parte del Círculo Yuzhinsky. Rimma y Oleg amaban y recibían a los dos, pues sabían apreciar a quienes tenían verdadero talento.
 Mamleev conoció en el apartamento de Voikovskaya a su esposa Farida (ahora se llama Masha), pero en ese momento era la esposa del filólogo Khoruzhego que era el traductor Joyce. Tal parece que en ese momento la relación de ambos se estaba enfriando, y Farida se interesó en Mamleev... Y luego se fue junto a él cuando se exilió.
 Fue el salón más tranquilo que jamás haya visto. Allí reinaba la tolerancia y todo dependía de eso. Cuando se sentaban en la mesa los sobrios y se levantaban los ebrios. Sin embargo, había mucho alcohol. Era bastante decente y muy elegante en todo el sentido de la palabra. Oleg era un creyente, además, había un niño en la casa. Nunca sucedió nada estridente.
 - ¿Quién era Aida Sycheva (mediados de los 60 - mediados de los 70)?
- Se trataba de la verdadera princesa de Volkonskaya. Aida tenía doce maridos y probablemente nueve hijos y cada vez se ponía el nombre de su nuevo marido. Era muy difícil ser su esposo y tenías que aprender a conformarte con lo que hacía. Si no eras capaz de soportar el calor de sus acciones, entonces te lanzaba por la puerta. Su casa siempre estaba llena de gente. Ahora vive en París, donde recientemente se divorció de uno de sus maridos, el fotógrafo Volodya Sychev.
 - ¿Ese lugar tenía alguna idea propia?
 - ¿Una idea? Era algo como esto: una vez llevé a Aida y a su hijo de dos o tres años, y el pequeño se me acercó y me dijo: "¡Tío, estaremos listos para las barricadas!". ¡Esas fueron sus primeras palabras! ¿Acaso podía si quiera imaginar lo que estaba diciendo? Este niño, que apenas había pronunciado sus primeras palabras, llegó a expresar con ellas el estado de ánimo general que podías encontrar en todos los salones de ese entonces.
 - ¿Todos los que se acercaron a ella estaban enamorados?
 - ¡No! Era muy hermosa: una verdadera copia de Anna Akhmatova cuando era joven, con dedos largos y un cabello negro. Pero ella no estaba interesada para nada en sus fans. Para ella lo importante era lo que sucedía en el aquí y en el ahora. Ser parte de una "sociedad" real y viva adónde podría ir todo el mundo, desde un diplomático hasta un conserje, desde un agente del partido hasta un ortodoxo. Esta situación era impensable en los primeros salones, pero fue muy común posteriormente.
 - ¿Y dónde más sucedían esas cosas?
 - En el salón de Nika Shcherbakova.
 - ¿Quién era Nika Shcherbakova (70 años)?
 - Nika era una super-mujer. Todas las personas habidas y por haber se reunieron en su casa. Estoy seguro de que ese lugar era bastante secreto. El salón estaba ubicado en un apartamento con acceso a un techo, se trataba de una casa muy lujosa que estaba en el Anillo de los Jardines que quedan muy cerca de la Malaya Bronnaya. Era un lugar secular. En este lugar no había disidentes. Por ejemplo, Vasya Aksenov. Muchos lo odiaban, no lo aceptaban, lo consideraban una primicia. Sapgir y Kholin fueron publicados aquí como poetas juveniles, lo cual era normal, pues no se trataba de publicitarlos, sino que simplemente buscaban una forma de ganar dinero. Todos veían mal publicar los escritos que fueran importantes en revista como el Novy Mir u otras, prefería antes que nada distribuir sus escritos en forma de samizdat (2) y leerlos en un salón. Era una especie de odio animal en contra de todo lo oficial. Para mantenerte limpio debía mantenerte desconocido y vivir bajo tierra.
 - ¿Quién era Rubina Harutyunyan (70 años)?
 - Rubina era mi esposa, su salón también era en parte mío. Estaba en un pequeño apartamento de Narkomovskaya (su padre y su madre fueron personas importantes en su época) que estaba en la calle Lesnaya. Existía un patrón muy extraño en todo esto: cuanto más alta (en la nomenclatura) se encontraba una hija parecía estar más dispuesta a hacer esta clase de cosas. Rubina era una persona que no conocía los límites y eso me fascinaba mucho. Antes de que llegara a su vida, ella ya había tenido varios maridos. Misha Kaplan, mi mejor amigo, el rey de Mayakovka, fue uno de ellos (ellos dos se divorciaron debido a sus padres, quienes los amenazaron con enviarlos a la cárcel). Y luego estaba Nikita, el hombre que puso de moda la anfetamina entre toda la bohemia moscovita. Sabia como fabricarla y se la suministró a todos los esquizoides. Se suicidó cuando vinieron a arrestarlo. Yo fui el cuarto esposo de Rubina, pero no el ultimo de todos.
 Era un... lugar decadente donde todos se reunían para consumir drogas. Cuando nos conocimos, ella hacia exposiciones en todos apartamentos, me parece que fue la primera o una de las primeras en hacer eso en Moscú, hasta que por fin los convirtió en eventos a gran escala al invitar a diplomáticos y bohemios de toda la ciudad. En algún momento determinado, le entregamos a mi exesposa un apartamento en Lesnaya y nos mudamos a Profsoyuznaya. Todo esto debe parecer un infierno lleno de infidelidades, pero aun así continuaron visitándonos. El apartamento tenía dos habitaciones y Harutyunyan y yo nos casamos porque queríamos que nos registraran en ese lugar, puesto que uno no podía registrar dos habitaciones como propias bajo ningún pretexto.
 - ¿Cuándo y por qué fracasó su salón?
 - Todo eso sucedió en la segunda mitad de los 70. Todo se desplomó y esa clase de actividades fueron perseguidas por la KGB. Mucho fueron expulsados del país. Pero desde mucho antes ya varios se habían marchado, Mamleev, por ejemplo, se fue en 1974...
 - Pero Titov y Stroyeva se fueron dos años antes.
 - Se fueron por su cuenta, aunque ellos dicen que les insinuaron que se fueran. En ese entonces ellos creían que Occidente era literalmente una tierra donde existían ríos de leche y bancas hechas de gelatina. Lena Stroeva murió al ser incapaz de resistir este duro choque con la realidad. Mientras estaba bebiendo un trago en su apartamento, simplemente tuvo el impulso de subir al ático y allí se ahorcó. Titov fue inmediatamente internado en manicomio, después de eso vagó sin rumbo y vivió en casas de beneficencia en Paría. Ninguno contaba con otra experiencia de vida que no fuera la soviética, pero quisieron conocer de primera mano las cosas que anhelaban. Aida Sycheva también se fue en busca de algo. Su esposo comenzó a trabajar con toda clase de medios occidentales y ambos se prepararon para vivir fuera de antemano.
- ¿Y qué significó para todos que Mamleev se fuera?
 - Todos le rogaron que se fuera. Lo que hicieron fue hacer todo un teatro, pero nadie conocía realmente la situación. Comenzaron a recopilar todos los manuscritos de Mamleev. Y todos sus "amigos" empezaron a decirle que lo más probable era que lo arrojarían a un manicomio o a la cárcel, entonces le pidieron que solicitara salir del país y que seguro lo dejarían irse. Él se asustó y empacó sus cosas.
 - ¿Quién más se fue?
 - Literalmente todos se fueron. La misma Nika Shcherbakova se fue en los años ochenta, ahora vive en Hollywood.
 - ¿Entonces no quedó ningún lugar intacto?
 - Bueno, algunos de los oficiales de la KGB se beneficiaron del hecho de que podían sacar dinero de estas operaciones y luego vinieron otros que decidieron acabar con los salones. Se le insinuó a Nika que debería prepararse para irse al extranjero o a la cárcel...
 Sitnikov fue expulsado al extranjero sin que se le dejara llevarse nada, ni una sola imagen, ni un solo lienzo. En el exterior se volvió loco y murió en medio de la pobreza. Se fue sin nada: tomó una bolsa hecha de hilo, metió un rábano, una papa, una zanahoria y una cebolla y se fue con esas cosas a la aduana. Rubina Harutyunyan se fue por el mismo motivo y en las mismas circunstancias. Antes de irse, la KGB le prendió fuego a su casa de campo. No pude irme con ella o habría arruinado no solo la carrera de mi padre, sino también la de todos los demás. Pero ya en 1978, comenzó el estancamiento, una verdadera intemporalidad y una desolación total, simplemente no había ningún lugar adonde ir.
 - ¿Es decir, en los 80, los salones como tales ya no existían?
 - No, todavía recuerdo uno, el salón de Viktor Romanov-Mikhailov.
 ¿Quién era Victor Romanov-Mikhailov (mediados de los 80 - principios de los 90)?
 - Fue el único salón que existía durante la Perestroika, lo último que quedaba después de hacerse acabado su antigua gloria. El artista Viktor Sergeevich Romanov-Mikhailov vivía irónicamente en la calle Ryleeva, que quedaba a solo dos casas de la mansión de Nina Stevens. Digamos que allí era donde residía. Logro hacerse con él después de toda una seria de matrimonios y registros. La Perestroika y el frenesí que siguió después reinaban en esa residencia en su forma más pura. En este apartamento, aparte de Viktor, vivían casi todo el tiempo Anatoly Zverev y toda su pandilla de alcohólicos. Trabajaban afuera para luego dormir y emborracharse allá. Luego vino el declive: la femme fatale estaba del lado de hombres de negocios que eran indistinguibles de los bandidos, los diplomáticos bebían vodka con los artistas. Sin embargo, la vida continuó. La gente, a pesar de la borrachera que los mantenía fuera de sí, seguían pensando y discutiendo sobre los nuevos tiempos que vendrían. Los salones experimentaron todas las evoluciones que afectaron a la sociedad. A Romanov-Mikhailov lo echaron de su apartamento como le sucedió a todos los que pasaron por el proceso de “reasentamiento”, pero le ofrecieron otra casa en alguna parte a las afueras de la ciudad, pero él no se fue a ese lugar. En cambio, se instaló en un remolque de construcción cerca del Monasterio de la Concepción, ¡y todos sus clientes habituales comenzaron a frecuentar este nuevo espacio! Los invitados hacían fogatas en el patio y hablaban sobre el arte y el destino de la Patria, en ese lugar se reunían tanto los nuevos ricos como los viejos artistas que ya no tenían un hogar. Por cierto, casi todos los "nuevos rusos" del salón "Romanov" murieron en los enfrentamientos posteriores. Pero tanto en los apartamentos como en medio del fuego, todos ellos se sentían como parte de una sola sangre y se consideraban una sociedad. ¡Solo piénsalo! Es imposible imaginar como sucedió tal cosa ahora.
 Pero era muy simple: no existían los estratos sociales, la sociedad no estaba dividida en clases, sino que todo era como una gran sopa. La intelectualidad, los marginados, todos ellos salieron juntos a la calle. Y las personas aún podían beber y hablar tranquilamente entre sí sin necesidad de tener en cuenta su estatus social o el nivel de los ingresos de sus compañeros.
 - Existe la opinión de que los salones murieron una vez que desapareció el régimen soviético, ya que no existía nadie a quien oponerse y nadie de quien aislarse.
 - No. Es imposible reducir todo a la política, todo se acabó por otras circunstancias. Los salones fueron asesinados por los clubes. No había necesidad de sentarse en apartamentos cuando todos pueden reunirse en un club. No es necesario buscar la mansión de otros cuando existen mansiones públicas a las que puedes ir.
 - ¿Fue ese el único factor?
 - No fue el único. Existe otro factor importante. En los salones el dinero no desempeñaba ningún papel, era posible estar en ellos sin tener dinero. En cambio, en los clubes, ser pobre es sinónimo de vergüenza.
 Notas del Traductor:
 1. Varlam Tíjonovich Shalámov fue un escritor, periodista y poeta ruso, superviviente del Gulag.
2. Robert Rafailovich Falk era un pintor ruso de origen judío, que originalmente combinó en sus obras las influencias del Art Nouveau ruso y la vanguardia; es considerado como uno de los artistas más famosos del teatro judío yiddish.
3. El samizdat era una copia distribuida de forma clandestina de literatura prohibida por el régimen soviético y, por extensión, también por los gobiernos comunistas de Europa Oriental (Bloque del Este) durante la denominada Guerra Fría. De esa manera, muchas veces los disidentes lograban sortear la fuerte censura política.
 Fuente: https://mixail-shagurin.livejournal.com/721547.html
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jgmail · 3 years ago
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Unas cuantas palabras sobre Alexander Dugin
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Por Geidar Dzhemal
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
 Una de las películas más famosas de la industria cinematográfica soviética fue El destino del soldado estadounidense. En esta película se planteaban reflexiones muy interesantes las cuales giraban alrededor de la vida de un personaje heroico y valiente que vivía dentro de un ambiente intrínsecamente mediocre, pacifista y hostil a todo lo que este representaba.
 Podría decirse que la vida de Alexander Dugin es el libreto con el cual filmar una película llamada El destino del intelectual ruso. Especialmente porque en Rusia el intelectual es un soldado, es decir, un guerrero cuyo Espíritu se encuentra luchando constantemente contra el mundo material que lo rodea. Dugin es el prototipo de esta clase de intelectuales.
 Entre todos los intelectuales del pasado, solamente Dostoievski fue capaz describir a esta clase de intelectuales genuinos: personajes que de repente se detienen debido a que son golpeados y aturdidos por un pensamiento terrible que los desliga por completo de su rutina diaria. Esto los lleva a perder cualquier contacto que tuvieran con sus alrededores hasta que son consumidos por este pensamiento grandioso y terrible. No importa cual es el pensamiento que los asalta, lo único que importa es que se trata de un pensamiento profundo y paradójico que es inaceptable para el mundo exterior o el entorno en el que viven. Los prototipos clásicos de esta clase de verdaderos intelectuales descritos por Dostoievski son Shatov y Kirillov. Dugin es muy similar a ellos. Los verdaderos intelectuales son aquellos que consideran que sus ideas son mucho mas importantes que su existencia física.
 La vida de Dugin, al igual que la de muchos de nosotros – aunque no de todos –, se encuentra dividida en dos partes que son completamente opuestas entre sí: una vida antes y después de 1990. Se podría decir que esta división nos recuerda al famoso dicho ruso que dice: ��existe un momento para recoger piedras y otro para lanzarlas”. En realidad, los años anteriores a la década de 1990 fueron un tiempo donde un gran número de personas, que luego se convirtieron en figuras públicas, recogieron las piedras que luego lanzarían contra sus enemigos durante los años de crisis que siguieron.
 Conocí a Alexander Guellievich en la década de 1980, cuando apenas tenía dieciocho años, y debo decir que recorrió un camino bastante largo durante los diez años siguientes durante los cuales logró organizar, estructurar, alimentar y nutrir su intelecto hasta el punto de convertirlo, por así decirlo, en un enorme telescopio capaz captar la “luz de las estrellas más lejanas”. Consiguió realizar semejante tarea mediante el estudio constante, sistemático y cuidadoso del tradicionalismo guenoniano. Para llevar a cabo semejante tarea, debía dominar las principales lenguas europeas tan rápido como fuera posible, algo que consiguió gracias a su capacidad intelectual. Y no solo consiguió dominar el inglés, el alemán y el francés (que fueron las lenguas que le aconseje que estudiara), sino también el español, el italiano y muchas otras más. Incluso aprendió hebreo y árabe frente a mis ojos, mientras que en los últimos años ha empezado a estudiar turco.
 Además, su bagaje intelectual no se ve limitado a las referencias estériles que predominan en la academia rusa, pues conoce a muchos autores diversos debido a su dramática trayectoria intelectual. Gracias a nuestras conexiones, fuimos capaces de acceder a varias colecciones de libros poco frecuentadas, por ejemplo, conseguimos acceder a los libros del depósito especial de la Biblioteca de la Academia de Ciencias Sociales en Inostranka, la cual es una fuente muy valiosa de información. Además, nos enviaron varios libros desde el extranjero.
 Pero esta es una cuestión bastante secundaria. Lo que importa es que Dugin realizó un trabajo muy importante durante estos diez años y eso lo ha llevado a dominar una cantidad enorme de conocimientos que los tradicionalistas occidentales ni pueden soñar. Después de haber estudiado a profundidad la metodología y el marco interpretativo de la escuela tradicionalista, Dugin fue capaz de aplicar los conocimientos que adquirió a un horizonte intelectual que va mucho más allá de los estrechos límites impuestos por la metafísica tradicionalista. Además, Dugin también se sumergió en el estudio de las actuales tendencias del pensamiento académico occidental contemporáneo y consiguió hacerse con una enorme bastedad de recursos profanos de campos tan variados como la sociología, la economía y la filosofía, todos los cuales analizo bajo el prisma de la filosofía perenne, es decir, la “filosofía eterna” o el acceso a un conocimiento superior. Sin duda, esto último es lo que diferencia a Dugin de la mayoría de los tradicionalistas guenonianos occidentales que viven cómodamente dentro del limitado marco analítico que han creado, como si se tratara de gallinas que buscan su nido únicamente para dormir. No obstante, a diferencia de estas últimas, estos intelectuales jamás pondrán un huevo de oro debido a que algo así destruiría la esterilidad en la que viven sus vidas.
 Desde un punto de vista simbólico, Dugin me recuerda a la figura de Adam Kadmon que tiene una mano dirigida hacia arriba y otra hacia abajo. Una de las manos de Dugin se eleva hacia el horizonte de la filosofía, mientras que la otra baja hasta rozar el campo de la política y la sociología. Es como si dejara que las corrientes energéticas del intelecto fluyeran a través de él, pasando del campo de la pura especulación metafísica al campo del pensamiento práctico. De todos modos, Dugin nunca se ha encerrado en una “torre de marfil”, a diferencia de uno de sus más respetados e influyentes maestros, Evgeny Golovin, quien siempre ha mantenido una actitud guenoniana que lo hacía alejarse de los acontecimientos políticos. Comencé diciendo que la vida de muchos de nosotros se dividía en dos partes: antes y después de 1990, pero una de las personas a la que esto no se aplica es Golovin. Golovin vivió todo lo que ocurrió antes y después de 1990 de la misma manera: lo único que le interesaban eran sus propias investigaciones y despreciaba todo contacto con el mundo de lo cotidiano.
 Sin embargo, no todos los tradicionalistas son así y Julius Evola es un ejemplo de ello: nunca dejó de luchar en las primeras líneas del campo de batalla, ya fuera que esta lucha tuviera un carácter espiritual (figurada) o literal (armada). Evola fue un auténtico guerrero del Espíritu, siendo herido en 1945 y pasando, por lo tanto, el resto de su vida en una silla. La vida de Dugin se parece mucho más a la de Evola que a la del ya fallecido Evgeny Golovin, uno de los hombres que más amó y respeto.
 El legado científico de Dugin no tiene precedentes en la historia del pensamiento ruso contemporáneo. De hecho, diría que es imposible encontrar algo parecido igualmente en el pasado. La sola obra de Dugin es equivalente a todo lo que ha producido un instituto científico en sus mejores momentos. Esto se debe a que la perspectiva de Dugin, es decir, el pensamiento que atraviesa su alma y su cerebro, es el resultado de todas las tendencias del pensamiento científico, filosófico y sociológico contemporáneo. La envergadura de su obra no tiene paralelo y simplemente no ha sido asimilada. Quizás solamente las generaciones futuras podrán apreciar la bastedad de su obra.
 La obra de Dugin resulta aún más sorprendente si tomamos en cuenta que ha surgido en medio de un desierto intelectual: ¡Dugin se encuentra completamente solo! A su alrededor lo único que encontramos son los restos decadentes del viejo academicismo postsoviético, el cual ha degenerado rápidamente hasta convertirse en una especie de “bobok” (balbuceo). Nadie dentro del ambiente académico e intelectual puede dialogar o entender lo que Dugin está haciendo . Es más, estos “boboks” (que no son otra cosa que los restos balbuceantes de la vieja escuela de humanidades soviética) ya habían caído en la especialización y la modorra cuando aún eran jóvenes y creativo. Por otra parte, ellos hace tiempo que se plegaron a la disciplina que les imponía la ideología dominante; pero en el momento en que esta ideología se disolvió y dejó de ser el estímulo y la guía de sus vidas, simplemente dejaron de pensar, siendo incapaces de saber qué pensar o hacer y contentándose con repetir, cuidadosamente y autocensurándose todo el tiempo, los fragmentos de las reflexiones que hicieron hace treinta o cuarenta años. Y es medio de este bosque reseco, árido y sin vida que se yergue la obra de Alexander Dugin con todo su increíble aparato de erudición.
 Me atrevería a decir que Dugin realizó una inmensa hazaña intelectual, especialmente porque esta no se ha limitado a él, sino que incluso ha tratado de reunir bajo su cargo a toda una pléyade de intelectuales de los cuales es su maestro y con los que intenta crear una escuela. Esto ha llevado a que Dugin entrará en contacto con muchos jóvenes talentosos que se han embriagado de este pensamiento fresco. Es a ellos a quienes intenta transmitir una metodología amplia que va desde la contemplación metafísica hasta llegar al análisis concreto de la sociología y la etnología.
 Quizás lo único en lo que podría diferir en semejante obra heroica y luminosa – a la que Dugin llamaría una “obra en blanco” - es el excesivo apego que él mismo ha tenido frente a la realidad política rusa y las excesivas expectativas que ha puesto muchas veces en ciertas tendencias de la vida política de nuestro país durante los últimos veinte años. Tales expectativas no se han cumplido y Dugin es muy consciente de ello.
 No obstante, la disonancia de ese fracaso no es nada comparada con la fuerza de atracción que ejerce la personalidad de Dugin y su increíble actividad, lo cual es fruto de su capacidad de trabajo y a su asombrosa agudeza para prestarle atención a las ideas que surgen en el ámbito del pensamiento.
 Dugin no trata de reducir el pensamiento a un “simple mercado de ideas”, pues para él el mundo de las ideas es un escenario dramático donde cada idea es un personaje trágico.
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