#cinco panes y unos pececillos
Explore tagged Tumblr posts
Text
¿De dónde compraremos pan para que coman estos? Tocad Trompeta en las Naciones. Ep. 76
Esta señal es establecida para mostrar acerca de las crisis de la Fe. Las crisis de Fe surgen cuando hay un descontento por causa de que lo que oímos no está de acuerdo con lo que nosotros conocemos,
5 Y como alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a Él grande multitud, dice a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? 6 Mas esto decía para probarle; porque Él sabía lo que había de hacer. 7 Respondióle Felipe: Doscientos denarios de pan no les bastarán, para que cada uno de ellos tome un poco. 8 Dícele uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro: 9 Un muchacho está…
View On WordPress
#cinco mil hombres#cinco panes y unos pececillos#crisis de fe#doce cestas llenas#evangelio de Juan#Yo soy el pan de vida
0 notes
Text
Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman estos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones. Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían. Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido.
S. Juan 6:5-13 RVR1960
La colaboración es una característica clave del reino de Dios. El experto en liderazgo cristiano, John Maxwell, en uno de sus libros, cita la frase conocida: "Si quieres ir rápido, ve solo, pero si quieres ir más lejos, ve acompañado". La unión y la colaboración hacen que todo sea mejor.
El Espíritu Santo ofrece la clase de colaboración más poderosa que existe. Podemos hacer muchas cosas por nosotros mismos, pero unirnos con el Espíritu Santo lo multiplica todo. Dios puede tomar nuestra pequeña ofrenda y convertirla en algo que nunca habríamos podido imaginar.
El pasaje de hoy nos muestra en qué consiste la colaboración mientras leemos una historia de Jesús, que se encuentra en los cuatro Evangelios. La gente de muchos pueblos corría a lo largo de la orilla por la que Jesús pasaba, tratando siempre de anticiparse a su próximo movimiento y llegar primero. Los escritores nos dicen que los discípulos se acercaron a Jesús y le sugirieron que, quizás, debiera enviar a la gente a las granjas y pueblos cercanos para conseguir algo de comer, pero Jesús les respondió pidiéndoles que se unieran con él. Una unión que implicaba obediencia, confianza y entrega.
Aunque los discípulos protestaron inicialmente, al final se rindieron y obedecieron las instrucciones de Jesús. El texto afirma que había unos cinco mil hombres presentes, sin contar las mujeres y los niños. Así que, el número total de personas hambrientas pudo haber sido de diez mil a quince mil aproximadamente. ¿Qué podrían haber hecho los discípulos con cinco panes y dos peces? No era suficiente.
Juan nos dice que Jesús multiplicó cinco panes y dos peces para alimentar a más de cinco mil personas. Lo que originalmente entregaron a Jesús parecía insuficiente, al igual que nosotros cuando entregamos algo a Dios. Sin embargo, lo que depositemos en sus manos y de corazón, siempre será suficiente. Podemos sentir que nuestra contribución es inadecuadamente escasa, pero él sabe utilizarla. Él la multiplica exponencialmente, de una manera que no podemos imaginar.
Cuando nos presentamos ante Dios de una forma constante y verdadera, él añade la suya, que es la obra oculta a nuestros ojos. Es invisible, silenciosa y sutil, pero él nos da la fuerza, la sabiduría, el descanso, la renovación y la restauración que solo Dios puede proporcionar. Cuando cumplimos nuestro trabajo o hacemos nuestra parte, abrimos espacio para que Dios haga el suyo. Cuando genuinamente estamos disponibles, él se muestra accesible.
Recuerda hoy, esta frase: Ora como si dependiera de Dios, y trabaja como si dependiera de ti.
4 notes
·
View notes
Text
Juan 6
Alimentación de los cinco mil
6 Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias.
2 Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos.
3 Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos.
4 Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos.
5 Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?
6 Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer.
7 Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco.
8 Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo:
9 Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?
10 Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones.
11 Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían.
12 Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.
13 Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido.
14 Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.
15 Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.
Jesús anda sobre el mar
16 Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar,
17 y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos.
18 Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba.
19 Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo.
20 Mas él les dijo: Yo soy; no temáis.
21 Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban.
La gente busca a Jesús
22 El día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que éstos se habían ido solos.
23 Pero otras barcas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor.
24 Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesús.
Jesús, el pan de vida
25 Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.
27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.
28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?
29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.
30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces?
31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.
32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo.
33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
36 Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis.
37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.
38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo.
42 Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?
43 Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros.
44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.
45 Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.
46 No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre.
47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.
48 Yo soy el pan de vida.
49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron.
50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera.
51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
52 Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
56 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.
57 Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.
58 Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.
59 Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.
Palabras de vida eterna
60 Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?
61 Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende?
62 ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero?
63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
64 Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.
65 Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre.
66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.
67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?
68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
69 Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
70 Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?
71 Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce.
0 notes
Text
4 de julio
Juan 6-7 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
6 Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias.
2 Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos.
3 Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos.
4 Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos.
5 Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?
6 Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer.
7 Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco.
8 Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo:
9 Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?
10 Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones.
11 Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían.
12 Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.
13 Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido.
14 Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.
15 Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.
16 Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar,
17 y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos.
18 Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba.
19 Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo.
20 Mas él les dijo: Yo soy; no temáis.
21 Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban.
22 El día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que éstos se habían ido solos.
23 Pero otras barcas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor.
24 Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesús.
25 Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.
27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.
28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?
29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.
30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces?
31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto,(A) como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.(B)
32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo.
33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
36 Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis.
37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.
38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo.
42 Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?
43 Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros.
44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.
45 Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios.(C) Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.
46 No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre.
47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.
48 Yo soy el pan de vida.
49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron.
50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera.
51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
52 Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
56 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.
57 Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.
58 Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.
59 Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.
60 Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?
61 Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende?
62 ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero?
63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
64 Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.
65 Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre.
66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.
67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?
68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
69 Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.(D)
70 Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?
71 Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce.
7 Después de estas cosas, andaba Jesús en Galilea; pues no quería andar en Judea, porque los judíos procuraban matarle.
2 Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos;(E)
3 y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces.
4 Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo.
5 Porque ni aun sus hermanos creían en él.
6 Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto.
7 No puede el mundo aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas.
8 Subid vosotros a la fiesta; yo no subo todavía a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido.
9 Y habiéndoles dicho esto, se quedó en Galilea.
10 Pero después que sus hermanos habían subido, entonces él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto.
11 Y le buscaban los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél?
12 Y había gran murmullo acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros decían: No, sino que engaña al pueblo.
13 Pero ninguno hablaba abiertamente de él, por miedo a los judíos.
14 Mas a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba.
15 Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?
16 Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.
17 El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.
18 El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia.
19 ¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley? ¿Por qué procuráis matarme?
20 Respondió la multitud y dijo: Demonio tienes; ¿quién procura matarte?
21 Jesús respondió y les dijo: Una obra hice, y todos os maravilláis.
22 Por cierto, Moisés os dio la circuncisión(F) (no porque sea de Moisés, sino de los padres(G) ; y en el día de reposo circuncidáis al hombre.
23 Si recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané completamente a un hombre?(H)
24 No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.
25 Decían entonces unos de Jerusalén: ¿No es éste a quien buscan para matarle?
26 Pues mirad, habla públicamente, y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido en verdad los gobernantes que éste es el Cristo?
27 Pero éste, sabemos de dónde es; mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea.
28 Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo, pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis.
29 Pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió.
30 Entonces procuraban prenderle; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora.
31 Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace?
32 Los fariseos oyeron a la gente que murmuraba de él estas cosas; y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen.
33 Entonces Jesús dijo: Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió.
34 Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir.
35 Entonces los judíos dijeron entre sí: ¿Adónde se irá éste, que no le hallemos? ¿Se irá a los dispersos entre los griegos, y enseñará a los griegos?
36 ¿Qué significa esto que dijo: Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir?
37 En el último y gran día de la fiesta,(I) Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.(J)
39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.
40 Entonces algunos de la multitud, oyendo estas palabras, decían: Verdaderamente éste es el profeta.
41 Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo?
42 ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén,(K) de donde era David, ha de venir el Cristo?
43 Hubo entonces disensión entre la gente a causa de él.
44 Y algunos de ellos querían prenderle; pero ninguno le echó mano.
45 Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído?
46 Los alguaciles respondieron: !!Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!
47 Entonces los fariseos les respondieron: ¿También vosotros habéis sido engañados?
48 ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos?
49 Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es.
50 Les dijo Nicodemo, el que vino a él de noche,(L) el cual era uno de ellos:
51 ¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?
52 Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta.
53 Cada uno se fue a su casa;
0 notes
Photo
"JESUS LE DA DE COMER A 5,000 PERSONAS"San Juan 6:1-15 La Santa Biblia esta lleno de acontecimientos portentosos y esta noticia es uno mas de los milagros que hizo nuestro Señor Jesucristo cuando anduvo aqui en el mundo. Esta noticia ocurrio hace un poco mas de 2000 años y los que dudan de la veracidad de la Santa Biblia,esta noticia como muchas nos revela que Dios el Señor Jesus anduvo haciendo toda clase de bienes,sanando a los cojos,dandole vista a los ciegos,levantando a los muertos,Jesus no es una persona mas,es el Dios eterno que vino a revelarse en la persona del Señor Jesucristo. Estimado amigo,hermano,lea la Biblia,lea toda la Biblia,ella le habla del hombre mas maravilloso que anduvo en este mundo,quiere conocer mas a Jesus?comiece leyendo el libro de San Juan donde esta este relato pero tambien nos revela y habla del grande amor de Dios San Juan 3.16 Este es el verdadero motivo que Jesus anduvo en este mundo,su grande amor por usted y por mi,Porque de tal manera amo Dios al mundo,que dio a su hijo Unigenito,para que todo aquel,que en El,crea,no se pierda mas tenga la vida eterna. Dios sigue haciendo milagros,pero lo principal,es que no quiere que nadie se pierda en la condenacion eterna por rechazar la salvacion tan grande que Dios ofrece,si, Jesus anduvo haciendo milagros y multiplico de 2 pececillos y cinco panes comieron mas de 15,000 personas y sigue alimentando desde aquel entonces,pero tambien murio por los pecados de toda persona que se reconoce pecador,Jesus murio y derramo su sangre por ti y por mi,Dios no quiere que te pierdas sino que seas Salvo por Jesucristo,ven a El cuanto antes.
0 notes
Text
Solo tengo 5 panes y dos peces
2020-07-12
1. Oración inicial
«Solo tengo Señor, 5 panes y dos peces, lo que me has dado, eso mismo lo entrego en tus manos para que tú lo multipliques, lo uses de acuerdo con tu voluntad y sacies del conocimiento de tu Palabra que requiere el mundo entero. Todos estamos hambrientos y sedientos de tu Palabra; que lo poco que tengo sea para que muchos te conozcan. Amén»
2. Lee la palabra de Dios
“Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones. Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían.” Juan 6:5-11
3. Reflexiona
Y con solo esos 5 panes y dos peces, Jesús puede hacer que sobre y que abunde. ¿Cuáles son tus 5 panes y tus dos peces? ¿Qué tienes en tus manos? Tu carrera, tu profesión, tu negocio, o incluso no tienes nada, Él puede llenarlo y multiplicarlo todo, pero de seguro, algo tienes, al menos tu necesidad.
Se trata entonces de que dispongamos lo poco o mucho que tenemos para que, en las manos de Jesús, sea multiplicado y todos los que están a tu alrededor, tu familia, tu cónyuge, tus amigos, coman y se sacien. Por supuesto no se trata de alimento físico, sino de colocar al servicio de Cristo, todo lo que tienes y aun lo que te falta, para que Él o lo llene o lo encause para sus propósitos que son más grandes, más loables y verdaderos que los que nosotros podríamos tener y como consecuencia, estos se conviertan en verdadero alimento, verdadera bendición para los que te rodean.
La mejor disposición de nuestro corazón surge cuando nos despojamos de lo que tenemos y lo entregamos en manos de Jesús para que lo use para cumplir la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios. Hermanos, tengamos el sentir que tuvo Cristo, que se despojó así mismo para morir por nosotros en la cruz, sin mirar cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros (Filipenses 2:4-11) y empecemos desde hoy a disponer de nuestros dones, talentos y trabajo, para que Dios sea glorificado por el conocimiento de Cristo que ellos permitirán.
2 notes
·
View notes
Text
Hola, deseo compartirte la siguiente reflexión. Ha sido de gran bendición para mi vida:
El Señor me ha dado lo que necesito
2020-01-28
01_blue
1. Oración inicial
Señor Jesucristo, dame la fe suficiente para creer que puedes usar mi vida para manifestar tu gloria. Pongo a tu disposición todo mi ser, lo poco que tengo, mis talentos, habilidades, dones y mi tiempo, para que te siervas de ellos. Aun mis debilidades y falencias para que repose sobre mí tu poder. Amén.
02_blue
2. Lee la palabra de Dios
“Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en un número de cinco mil varones. Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían”, Juan 6:8-11
“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”, 2 Corintios 12:9
03_blue
3. Reflexiona
A veces pensamos que no tenemos nada que ofrecer a Dios, pero Él no necesita de grandes cosas para usar nuestra vida para su gloria, sólo necesita un corazón dispuesto. No sabemos lo que Dios es capaz de hacer cuando le entregamos lo que tenemos, nuestra insignificante vida, nuestro talento, nuestra habilidad, nuestro don, nuestro tiempo e incluso nuestros faltantes.
Recordemos cuando Dios le ordenó a Moisés liberar al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, Moisés sacó excusas para evadir la responsabilidad, diciendo que no sabía hablar, que no era nadie para que el pueblo le hiciera caso, prácticamente le dijo a Dios ‘no tengo lo que necesitas’. Hasta que en Éxodo 4:2 le habla: “Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara”. No necesitaba más. Esa vara era la vara de pastor, representaba la autoridad que Dios le daría delante de su pueblo, con esa vara haría grandes demostraciones del poder de Dios.
Moisés no entendió sino hasta el momento en que la usó, todo lo que el Señor haría con una simple vara: señales y milagros, abrir el mar, sacar agua de la roca, derrotar a los enemigos que enfrentaba, etc. Quizás como Moisés todavía no nos damos cuenta que tenemos todo lo que necesitamos para lograr lo que Dios ha dispuesto a través de nosotros. El pastorcito David con una honda y una piedra, derrotó al gigante Goliat que lo superaba en fuerza y en estrategia militar, porque sabía que Dios era su respaldo y nunca dudó de esto.
¿Qué hay de ese sueño, esa meta o ese proyecto que no hemos podido lograr porque nos ha faltado la fe para empezar? No necesitamos una fe demasiado grande, sólo necesitamos creerle a Dios. Recuerda estas palabras: “Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible” Mateo 17:20
Si empezamos a caminar en fe con lo que tenemos Dios multiplicará las cosas, dará oportunidades, abrirá las puertas que necesitamos y hará algo extraordinario a través de nuestras vidas e inclusive se glorificará en nuestras debilidades.
¿Qué tenemos en nuestra mano, en nuestro corazón o en nuestra mente para entregarle hoy al Señor? ¿Qué talento, habilidad o don tenemos escondido? El Señor sólo está esperando que se lo presentemos en sus manos y Él hará el resto. https://www.conexiondevida.org/devocionales/el-senor-me-ha-dado-lo-que-necesito/
Conexión de Vida - Devocional diario
1 note
·
View note
Text
Marcos 7:24-37 8:1-26
La fe de la mujer sirofenicia
24 Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse.
25 Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies.
26 La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio.
27 Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.
28 Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.
29 Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija.
30 Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama.
Jesús sana a un sordomudo
31 Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, pasando por la región de Decápolis.
32 Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima.
33 Y tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua;
34 y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto.
35 Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien.
36 Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.
37 Y en gran manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar.
Capítulo 8
Alimentación de los cuatro mil
1 En aquellos días, como había una gran multitud, y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo:
2 Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer;
3 y si los enviare en ayunas a sus casas, se desmayarán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos.
4 Sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?
5 El les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos dijeron: Siete.
6 Entonces mandó a la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud.
7 Tenían también unos pocos pececillos; y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante.
8 Y comieron, y se saciaron; y recogieron de los pedazos que habían sobrado, siete canastas.
9 Eran los que comieron, como cuatro mil; y los despidió.
10 Y luego entrando en la barca con sus discípulos, vino a la región de Dalmanuta.
La demanda de una señal
11 Vinieron entonces los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole señal del cielo, para tentarle.
12 Y gimiendo en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación.
13 Y dejándolos, volvió a entrar en la barca, y se fue a la otra ribera.
La levadura de los fariseos
14 Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca.
15 Y él les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes.
16 Y discutían entre sí, diciendo: Es porque no trajimos pan.
17 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón?
18 ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis?
19 Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Doce.
20 Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Siete.
21 Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis?
Un ciego sanado en Betsaida
22 Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase.
23 Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo.
24 El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan.
25 Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.
26 Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.
0 notes
Text
18 de junio
Marcos 8-10 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
8 En aquellos días, como había una gran multitud, y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo:
2 Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer;
3 y si los enviare en ayunas a sus casas, se desmayarán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos.
4 Sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?
5 El les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos dijeron: Siete.
6 Entonces mandó a la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud.
7 Tenían también unos pocos pececillos; y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante.
8 Y comieron, y se saciaron; y recogieron de los pedazos que habían sobrado, siete canastas.
9 Eran los que comieron, como cuatro mil; y los despidió.
10 Y luego entrando en la barca con sus discípulos, vino a la región de Dalmanuta.
11 Vinieron entonces los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole señal del cielo,(A) para tentarle.
12 Y gimiendo en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación?(B) De cierto os digo que no se dará señal a esta generación.
13 Y dejándolos, volvió a entrar en la barca, y se fue a la otra ribera.
14 Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca.
15 Y él les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos,(C) y de la levadura de Herodes.
16 Y discutían entre sí, diciendo: Es porque no trajimos pan.
17 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón?
18 ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís?(D) ¿Y no recordáis?
19 Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Doce.
20 Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Siete.
21 Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis?
22 Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase.
23 Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo.
24 El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan.
25 Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.
26 Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.
27 Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?
28 Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.(E)
29 Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.(F)
30 Pero él les mandó que no dijesen esto de él a ninguno.
31 Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días.
32 Esto les decía claramente. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle.
33 Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: !!Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
34 Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.(G)
35 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.(H)
36 Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
37 ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
38 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
9 También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder.
2 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos.(I)
3 Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos.
4 Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús.
5 Entonces Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.
6 Porque no sabía lo que hablaba, pues estaban espantados.
7 Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: Este es mi Hijo amado;(J) a él oíd.
8 Y luego, cuando miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo.
9 Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos.
10 Y guardaron la palabra entre sí, discutiendo qué sería aquello de resucitar de los muertos.
11 Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?(K)
12 Respondiendo él, les dijo: Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas; ¿y cómo está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada?
13 Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él.
14 Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos.
15 Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron.
16 El les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos?
17 Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,
18 el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron.
19 Y respondiendo él, les dijo: !!Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo.
20 Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos.
21 Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño.
22 Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos.
23 Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
24 E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.
25 Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.
26 Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto.
27 Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó.
28 Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?
29 Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.
30 Habiendo salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiese.
31 Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; pero después de muerto, resucitará al tercer día.
32 Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle.
33 Y llegó a Capernaum; y cuando estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?
34 Mas ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre sí, quién había de ser el mayor.(L)
35 Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.(M)
36 Y tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo:
37 El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió.(N)
38 Juan le respondió diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía.
39 Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí.
40 Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.(O)
41 Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.(P)
42 Cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase en el mar.
43 Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado,(Q)
44 donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
45 Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado,
46 donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
47 Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno,(R)
48 donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.(S)
49 Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal.
50 Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis?(T) Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros.
10 Levantándose de allí, vino a la región de Judea y al otro lado del Jordán; y volvió el pueblo a juntarse a él, y de nuevo les enseñaba como solía.
2 Y se acercaron los fariseos y le preguntaron, para tentarle, si era lícito al marido repudiar a su mujer.
3 El, respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?
4 Ellos dijeron: Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla.(U)
5 Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento;
6 pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios.(V)
7 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer,
8 y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno.(W)
9 Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
10 En casa volvieron los discípulos a preguntarle de lo mismo,
11 y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella;
12 y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.(X)
13 Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban.
14 Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.
15 De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.(Y)
16 Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.
17 Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
18 Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.
19 Los mandamientos sabes: No adulteres.(Z) No mates.(AA) No hurtes.(AB) No digas falso testimonio.(AC) No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.(AD)
20 El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.
21 Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.
22 Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
23 Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: !!Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
24 Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, !!cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!
25 Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
26 Ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?
27 Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.
28 Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido.
29 Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio,
30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.
31 Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros.(AE)
32 Iban por el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante, y ellos se asombraron, y le seguían con miedo. Entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer:
33 He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles;
34 y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará.
35 Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos.
36 El les dijo: ¿Qué queréis que os haga?
37 Ellos le dijeron: Conc��denos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.
38 Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?(AF)
39 Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados;
40 pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado.
41 Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan.
42 Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad.
43 Pero no será así entre vosotros,(AG) sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor,
44 y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos.(AH)
45 Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
46 Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.
47 Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: !!Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
48 Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: !!Hijo de David, ten misericordia de mí!
49 Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama.
50 El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús.
51 Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista.
52 Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.
0 notes