#chicas barra
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después de un largo día de trabajo y una cena familiar insufrible, lo único que le apetecía era desconectar. quedó con sus mejores amigues para tomar algo en un pub pero pronto se vinieron arriba y acabaron yendo a una de sus discotecas preferidas del soho londinense. tras entrar y saludar a un par de conocidos, fue directe a la barra a pedirse una cerveza y desde allí pudo fijarse en una chica pelirroja preciosa, así que haciendo uso de su carisma, decidió acercarse a ella para tener la cama caliente esa noche. "hey, ¿estás sola?"preguntó con una galante sonrisa mientras le miraba a los ojos. "me suena tu cara, ¿vienes mucho por aquí?" // @qvimcra
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Lo más dulce
Enzo Vogringic x female oc +18
Este es mi primer fanfic, he intentado muchas veces pero esta es la primera que logro terminarlo. Seguramente tenga muchos errores, pero ahí les va. Les pido que me digan qué les pareció y si quieren una segunda parte, sí? Disfruten :)
warnings: sexo oral, todo muy explícito
Era un hermoso día de primavera, de esos en los que de repente te das cuenta de que el viento ya no es frío. Un dulce olor a flores inundaba las calles empedradas del pequeño pueblo de montaña en el que el cast de La sociedad de la nieve se había instalado durante el rodaje.
Tenían el día libre, así que Enzo había decidido dar una vuelta al mediodía. Su bicicleta rodaba por las calles bajo el sol, había olvidado lo agradable que es pasear de esa manera. Tan sólo el sonido de la cadena de la bici y de las cigarras llenaban el aire, al fin y al cabo, era la hora de comer y la gente se encontraba en sus casas protegiéndose del sol.
Hablando de eso, Enzo notó un pequeño gruñido en su estómago, el hambre comenzaba a formarse, sería mejor que encontrase un sitio donde comer.
Dejaba que la bicicleta le llevase pasivamente, sin pedalear, aprovechando una ligera cuesta hacia abajo.
Al doblar una esquina, no podía creer sus ojos: ¡un restaurante vegetariano! En un pueblo tan pequeño no esperaba algo como eso. No se lo pensó dos veces. Apoyó su delgada bicicleta en la puerta del humilde establecimiento, sin sentir la necesidad de atarla, ya que la honestidad y amabilidad de la gente no habían hecho más que acompañarlos durante su estadía allí. De todas formas, no había nadie a la vista.
Nada más entrar al pequeño restaurante, sintió el alivio inmediato de la sombra en su piel, caliente por el sol. Dentro se estaba fresco, y un maravilloso olor a comida le enamoró, no podía creer su suerte.
Tan sólo había cuatro mesitas de madera en ese local tan lindamente decorado. Junto a la barra, una vitrina albergaba deliciosos postres caseros: lo que parecía ser una tarta de zanahoria, una de chocolate y pequeños pasteles de manzana y crema. Los ojos de Enzo brillaban devorando los manjares ante él.
Una dulce voz le sacó de sus pensamientos.
¿Hola, puedo ayudarte?
Una hermosa chica de melena larga y negra le miraba con ojos curiosos, sonriendo. Llevaba una camiseta de tirantes y una falda debajo de un pequeño delantal. Ella debía ser la dueña del local, pensó Enzo.
Buenas, sí, eh…
¿Qué le pasaba? ¿Desde cuando era así de tímido frente a una mujer? Las palabras no le salían, lo que le hizo patearse a sí mismo mentalmente por que tenía que estar quedando como un tonto ante ella.
Ella se rio ante la falta de palabras del moreno.
¿Tienes hambre?
Soltó una risa.
Sí, sí… muchísima, vengo de pasear con la bici…yo… - explicó casi tartamudeando, con media sonrisa.
Bien, ¿por qué no tomas asiento y te traigo una carta y algo de beber?
Enzo tragó duro, y asintió mirándola fijamente. Ella, se dio la vuelta grácilmente provocando un soplo de aire perfumado con su melena. El olor a coco y mango de su champú no hizo si no despertar aún más su hambre, aunque quizás no tanto la que aquejaba su estómago.
Cuando se sentó, el uruguayo dejó su mochilita de tela en el asiento libre que tenía al lado. Sacó su móvil y comprobó sin mucha sorpresa que no tenía nada de cobertura y apenas batería, pero tampoco le importó, no tardaría en comer y volvería con los chicos a su residencia.
Antes de que se diera cuenta, la chica había regresado con un menú y un vaso de agua helada, lo cual él agradeció profusamente. Si bien no había muchos platos entre los cuales elegir, todos sonaban estupendamente para su estómago vacío, con el plus de que no tenía que limitarse entre una o dos opciones como normalmente, ya que casi todos los platillos eran veganos o vegetarianos. Se decidió por lo que más le apetecía: Wok de noodles con vegetales, salsa teriyaki y aceite de chile tostado. “Suena bárbaro”, pensó.
Enzo observaba discretamente a la que parecía ser la dueña, la camarera y la cocinera, todo en la misma persona. La chica danzaba en la cocina entre los fogones, manejando con soltura los utensilios; alguna llamarada ocasional salía de debajo del wok, alarmándole, pero ella parecía esgrimirlas como una hechicera, sin miedo.
No puede evitar reparar en como sus caderas y su trasero se contonean con los movimientos. “Quizá esté escuchando música” se dijo Enzo, no comprendiendo si no, el ritmo hipnótico de su cuerpo.
Y aquí está – dijo ella depositando el plato humeante frente a él.
Muchas gracias, tiene una pinta buenísima…
La camarera volvió detrás de la barra tras desearle buen apetito a su único comensal y él comenzó a devorar el plato con gusto.
Las miradas entre ambos no eran directas, si no veladas e intermitentes. Ella fingía no prestarle atención y dedicarse a sus tareas, mientras que él trataba de limpiarse constantemente la boca con la servilleta para no tener además de todo, pinta de boludo con la cara manchada de salsa.
¿Estaba loco o ese era el mejor plato que había comido en su vida? Quizás tan solo estaba hambriento… ¿O era porque ella lo había preparado?
Cuando hubo terminado el plato se levantó tomándolo y lo llevó a la barra junto con su vaso, también vacío, para ahorrarle a la chica el viaje hasta la mesa, siempre tan galante.
Ella sonrío y sacó el ticket de la caja registradora. Él le devolvió la sonrisa y le sostenía la mirada mientras buscaba su billetera en la pequeña mochila de tela.
Más pronto que tarde, su rostro se tornó preocupado. No puede ser. Su cartera no estaba más ahí. Un pensamiento le cruzó la mente como un rayo. Esa misma mañana la había cambiado de sitio a una riñonera nueva. Lo había olvidado completamente. ¿Qué carajo iba a hacer ahora?
No era muy difícil adivinar qué estaba sucediendo, él dirigía su mirada al fondo de la maldita mochila y después a los ojos de la chica, frenéticamente.
Te juro que no sabía, yo… A-ahora mismo voy a buscar mi bille-
Es que estaba por cerrar -dice la camarera sin perder la sonrisa, como divertida por la situación.
Entonces esta noche, y-yo … mierda, lo siento mucho- Enzo notaba sus mejillas y todo su rostro ardiendo por la vergüenza, se sentía como un idiota.
¿No se te ocurre otra forma de pagarme? - ronroneó ella.
Enzo se quedó congelado, aunque a decir verdad estaba totalmente acalorado. No podía ser que estuviera escuchando lo que acababa de escuchar. Pero tampoco cabía la posibilidad de que se estuviera refiriendo a ninguna otra cosa, ¿no?
Todas sus dudas se derritieron cuando ella paseó su mano por el pecho de él, acariciando el borde de su camisa.
¿Eso querés? -trató de sonar confiado.
Ella se mordió el labio, respirando el aliento cálido de él.
Enzo no esperó a que ella respondiera, pues sus ojos ya le estaban dando la respuesta que buscaba, y que en el fondo había anhelado desde que entró en el pequeño restaurante.
La verdad que me he quedado con ganas de algo dulce… ¿sabés, chiquita?, como con hambre de algo vegano ¿entendés?
En ese momento él lanza una rapidisima mirada por la ventana del local para comprobar que no haya nadie cerca que vaya a interrumpirles. No hay nadie. Entonces, como si algo en su cuerpo y mente hubieran mutado repentinamente, Enzo toma su rostro entre las manos con una firmeza que ella había intuido, pero que no había experimentado hasta ahora. Se lanza a besarla sin ambajes, como si no fuera la primera vez que lo hace con ella, como si ya supiera qué es lo que le gusta, qué tiene que hacer para derretirla. Su lengua entra en su boca de forma imparable, la diferencia de tamaños entre sus cuerpos cobra importancia desde ese mismo momento, siente que la va a devorar. Si bien hasta ese momento ella había llevado la voz cantante con su actitud de femme fatale, eso ahora no le servía más. Él era el que estaba al control, sus labios guiaban a los suyos, contenía su mandíbula como una pequeña jaula donde introducir su lengua como una serpiente. Lo único que ella podía hacer era intentar seguir su ritmo y disimular lo muchísimo que le costaba no empezar a gemir.
Sin casi darse cuenta, él la había ido empujando hacia el interior de la cocina, habían caminado al unísono enredados en un nudo de cuerpos en el que ya casi no quedaba ninguna pena.
Pasó sus grandes manos por su cintura mientras seguía besándola, redondeando sus formas. Agarró sus gluteos por debajo de la falda. Ella se felicitó a sí misma por haber escogido sus braguitas negras de encaje para ese día, por ninguna razón en especial. Enzo metió sus dedos por debajo del elástico que abrazaba sus caderas, amenazando con bajarlas en cualquier momento.
Me estabas poniendo malo, nena, ¿sabías?
Ella aprovechó el pequeño respiro que le dio a su boca para contestar un leve “sí”
Ah, sí, eh? Mirá vos… - sonaba divertido, pero también desafiado.
Sin ningún esfuerzo colocó sus brazos debajo de sus muslos y la subió a la encimera, junto a los fogones. Ante eso, ella no pudo contenerse más y gimió sin poder evitarlo, mientras clavaba sus uñas bien cuidadas en la nuca de él, de donde se estaba agarrando.
Me vas a dar algún dulce, gatita? Mirá que tengo mucha hambre…
Ella asintió rápidamente, como una niña obediente.
Sí…? - Decía mientras depositaba besos húmedos por su cuello, ¿qué me vas a dar? – ronrroneaba entre cada lamida.
Ahh…yo…
No podía parar de gemir, ninguna palabra, y mucho menos frase coherente iba a salir de su boca, simplemente no podía pensar, no mientras su lengua caliente recorría su cuello, no mientas sus manos invadieran el interior de sus muslos como si fuera el pan que ella misma había amasado esa mañana, sobre esa misma superficie. Sentía que estaba arruinando su ropa interior, no recordaba haber estado así de húmeda jamás.
¿Y? ¿qué me vas a dar? -comenzó a bajarle las bragas por la cintura ¿Una frutilla? ¿Eso tenés? – en lugar de pedirle que se levantara para poder sacarle la ropa interior la recostó en la encimera, tumbándola ligeramente, deslizando la prenda ya empapada por sus piernas.
Sin pedir permiso, abrió sus piernas para contemplar lo que sus bragas, ya tiradas por el suelo escondían. Enzo tragó saliva, provocando que su nuez se moviera por su garganta deliciosamente. De forma involuntaria apretó la mandíbula, había encontrado el postre más rico del restaurante.
¿Esta frutilla es tuya?- la miró a los ojos mientras un pulgar delíneaba sus labios ahora expuestos, como si nada.
Ella atinó a asentir con ojos suplicantes.
No,… no es tuya, es mía, chiquita. Es mía y me la voy a comer, ta? – nunca una corrección le había parecido tan bien.
Sin más preámbulos bajó su cabeza hasta enfrentar su centro, que estaba húmedo estaba claro, pero es que además emanaba calor, parecía palpitar con deseo.
Y entonces empezó a comer.
Empezó a comer, comer y comer.
Abría la boca y manejaba su lengua como si en realidad le estuviera dando un beso francés, solo que en una boca distinta. Se introducía en ella como si no dispusiera de nada más que esa parte de su cuerpo para satisfacerla, con avidez.
Ella se deshacía en gemidos, no se retenía más, le daba igual gritar, sabía que nadie podía oirla, a esas horas no había nadie en la calle, no bajo ese sol abrasador. Pero, si así fuera, ¿sería capaz de parar?
Claro que no, aunque quisiera no podría pararle. Su boca mamaba de ella como un cachorro hambriento, no podría apartarle. Y sinceramente no querría por nada del mundo.
Qué rica que estás nena, sabes a miel … - dijo mientras introducía su dedo corazón en su vagina, con maestría, sin parar de lamer, en perfecta sincronía, como si su lengua y su mano fueran entes separados que sabían actuar de forma perfecta e independiente.
No faltaba mucho tiempo para que llegara a su clímax, lo notaba formándose en su bajo vientre, si seguía así no iba a durar nada.
Me voy a…!
A venir? Venite, princesa, vamos…- paró dolorosamente un par de segundos para pronunciar esas palabras, y al volver a tocarla con su lengua ella no pudó más y explotó en su boca como un fuego artificial. Grandes oleadas de placer arrasaban en ella, que gritaba y gemía. Él notaba como el único dedo que le había introducido quedaba aprisionado y recibía apretones entre sus paredes que pulsaban en su orgasmo. No lo sacó hasta que ella le hizo un gesto, recostándose ,agotada y sudorosa en la superficie donde normalmente trabajaba.
Aún le costaba recuperar el ritmo normal de su respiración, y por una vez, su mente no se encontraba preocupada por tonterías como si estaba despeinada, o qué le había parecido al otro su ropa interior o si había gemido suficientemente sexy. Esta vez su cuerpo simplemente estaba anegado por el placer tan animal que Enzo le había provocado. Todo lo demás no importaba.
Él se había parado y se estaba echando el pelo hacia atrás, también estaba sudando. Gracias a Dios que un pequeño ventilador metálico les estaba apuntando a los dos, de lo contrario habrían muerto de calor.
Qué linda que sos, muñeca.
#enzo vogrincic#enzo vogrincic smut#enzo vogrincic fanfic#la sociedad de la nieve#society of the snow#sociedad de la nieve fanfic
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Holaa!! Puedes hacer un fic con 58 y 94 donde tn juega en el barça y todas son protectoras con ella y la cuidan, si quieres que tenga alguna en especial lo dejó a tu elección ( me gustan todas😜) Graciass❤🦄
Perdoooooooon muy tarde lo s�� 😓👏
Pero aquí lo tienes 😜 y si hay más peticiones ya sabéis, voy a mí ritmo 😬😂
58- "Estoy aquí. Y no voy a ir a ninguna parte, ¿de acuerdo?"
94- "¡D-Quítate de encima!"
PÁNICO
Estábamos todas las chicas en un bar después de la cena de navidad del equipo, ya llevábamos un par de horas ahí y yo ya tenía 3 cubatas encima, tengo que confesar que no era muy buena bebiendo, así que ya iba un poco mareada.
En ese momento estaba en la pista de baile con Patri, Pina, Mapi, Engen y Alexia.
Cada pareja iba a lo suyo y yo la verdad es que estaba demasiado pegada a la capitana aún sin ser nada.
Las chicas del equipo siempre se burlaban de nosotras porque se podía ver la atracción a kilometros y aún a pesar de estar casi siempre tonteando, habernos dado algún que otro beso cuando salimos a discotecas y de haber dormido en la misma cama sin hacer nada, nunca nos habíamos puesto a hablar de lo que sentíamos y hacia donde queriamos ir.
Bailabamos una canción pegadita y la verdad es que tenía el tanga bastante mojado por culpa de cierta persona que estaba pegada a mi espalda con sus manos en mi cadera baja y podía incluso sentir sus pezones en mi espalda desnuda.
Me sentía demasiado atraída por ella y para que negarlo, también enamorada, pero como había dicho antes, ninguna había dado el paso.
Cuando sonó el último tramo de la canción me gire muy lentamente quedando frente a ella y me acerque a su oído.
-Voy un momento al baño, Putellas- Le susurro y paso mi nariz un poco por su cuello antes de separarme.
-¿Quieres que te acompañe?- Pregunta.
Se que no lo hace con otra intención más que de protegerme y asegurarse de que no me pase nada, al igual que las otras chicas del equipo me tenían muy protegida sobre todo Mapi, Patri, pero la que más, Alexia.
Decido jugar con ella
-No puedes estar 5 minutos sin mi, Capi?- Le pregunto burlonamente
-Bueno, te diría que si, pero te estaría mintiendo- Me susurra suavemente en el oído enviando descargas directo a mi corazón.
Niego con la cabeza sonriendo y antes de soltarme puedo sentir un apretón suyo en mi culo.
Me sonrie juguetonamente cuando le saco el dedo del medio.
En el camino hacia el baño puedo notar una mirada demasiado intensa sobre mi y me incómodo cuando noto que es de un tío de unos 30 años sonriendome asquerosamente.
Aparto la mirada ignorandolo y me pongo a hacer la cola bastante larga.
Una vez dentro meo y me retoco el maquillaje
Al salir voy a la barra a pedir otra copa.
-Hola guapa- Escucho a mi lado y me giro y veo al mismo tio de antes.
Ruedo los ojos ignorandolo.
-No es de buena educación que las chicas como tú ignoréis, gatita.
Ese apodo me causa repulsión.
-No sabía que había que contestarle a los idiotas como tú.
-Ummh un gatita peleona. ¿También eres así en la cama? Eso me pone mucho- Se muerde el labio.
Lo miro de arriba a abajo despectivamente.
-Seguro que no aguantas ni un minuto y por lo que veo yendo acosando a las chicas en discotecas la tienes que tener pequeña...- Le suelto tranquilamente y me voy con mi copa en mano.
De un momento a otro siento un tirón y hace que mi espalda esté contra la pared y el tío ese delante mía con cara de enfado pero a la vez pervertida.
-Quita...Quítate de encima- Le digo sin sonar todo lo fuerte que me hubiera gustado.
Mi cabeza me está fallando.
-Ahora comprobarás lo pequeña que la tengo- Empieza a besarme el cuello de manera agresiva.
Intento que mi cerebro mande órdenes a mí cuerpo pero me siento bloqueada, no puedo mover nada.
Su peso encima mio no dura más de cinco segundos cuando alguien lo tira bruscamente al suelo
Lo poco que mi visión puede enfocar es a Mapi y Patri a mi lado mientras que Alexia está en el suelo pegándole puñetazos al tío.
Pina consigue separarla pero solo me puedo enfocar en intentar que el aire pase a mi pecho.
-Alexia- Alguien grita pero no distingo quién es- Está teniendo un ataque de pánico.
Siento manos a mí alrededor pero eso solo hace que me sea más difícil que el aire pase a mis pulmones.
Cuando consigo que mi cuerpo obedezca mis ordenes me encuentro en el exterior con la brisa del aire fresco en mi cara pero no hace que mi respiración vuelva en si.
Unas manos suaves agarran mis mejillas e intento apartarme hasta que enfoco a la persona que tengo enfrente, Alexia.
-T/n, cariño, soy yo. Soy Ale- Dice suavemente y guía mi mano hacia su corazón- ¿Lo sientes?
Muevo la cabeza casi imperceptiblemente.
-Bien, siente los latidos de mi corazón y como mi pecho sube y baja poco a poco.
Hace las inspiraciones de manera exagerada para que me centre en el movimiento.
Poco a poco siento que el aire pasa por todo el aparato respiratio hasta terminar en los alvéolos y volver afuera.
Mi pecho sube y baja a la vez que el de Alexia y es en ese momento en el que me doy cuenta de que mi ataque de pánico a cesado.
Había tenido bastantes más de los que puedo contar con ambas manos y había aprendido a controlarlos yo sola pero con la ayuda de alguien ha sido más reconfortante.
-Gracias- Susurro cuando por fin me salen las palabras.
Niega con la cabeza y hace un gesto como de preguntarme si quiero contacto físico y enseguida me acurruco en ella.
Después de estos episodios solía estar un par de días sin querer tener contacto con nadie pero con ella he sentido una necesidad diferente.
Escucho unos pasos acercándose y inevitablemente me pongo tenga en sus brazos pero ella me aprieta más hacia ella.
Veo que es Mapi y Patri y me relajo.
-¿T/n estás mejor?- Pregunta la central.
-Si, perdón por joder la noche chicas- Digo apenada por no saber controlar ciertas cosas aún.
-No digas tonterías- Dice Patri- A sido ese cabron y me sacudo con un escalofrío.
-Voy a llevarla a casa, avisar a las chicas- Dice Ale- Te voy a llevar a casa.
Asiento agradecida y me separo de ella cuando es necesario para que ambas subamos al coche.
El trayecto es silencioso pero se encarga de que me sienta reconfortada con suaves patrones en mi rodilla descubierta.
Intento abrir la puerta de casa pero con la mano aún temblorosa no lo logro y ella se encarga de hacerlo.
-Bueno...
La interrumpo.
-Quedate está noche porfavor- Se me quiebra la voz- No me dejes sola.
Me abraza enseguida y me vuelvo a sentir segura.
-Estoy aquí- Susurra- Y no me voy a ir a ninguna otra parte, ¿de acuerdo?
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Dulce como el café (Connor x lectora)
Masterlist de mi autoría
Sinopsis: Connor fue diseñado para cazar divergentes, pero terminó convirtiéndose en uno gracias a la joven barista pastelera de la ciudad.
La mañana de aquella mujer no había empezado para nada bien. Por si no fuese suficiente haberse levantado tarde y que las primeras donas se le quemaran, aquel androide que irrumpió en su tienda terminó de amargar su día.
El divergente venía escapando de la policía, y como el local de la mujer era el único abierto a esa hora, se metió sin dudar al lugar, arrastrando con él cuanta cosa se le cruzara. Mesas, sillas, decoración e incluso algunas plantas que tanto le había costado mantener vivas habían sido despedazadas.
La noticia de que CyberLife no se quería hacer responsable del daño hizo que ____ terminara de perder la cordura.
—¿qué estaba haciendo aquí, señorita?—
—¿aquí? ¿en una tienda de donas? Pues carpintería, amigo.—la mujer miró molesta a aquel androide, quien no asimilaba ni un poco el sarcasmo.
—... ¿conocía al divergente?—
—Nunca lo había visto.—____ suspiró, mirando con cierto pesar las manchas azules en el suelo—. Parecía tener miedo y buscó refugio aquí. No hay más que decir.—
—Los divergentes no pueden sentir emociones, es solo un mal funcionamiento de-
—Ahórrate las clases de robótica, Astroboy. Solo dime que tu estúpida empresa se hará cargo de los daños.—
—Invítenos un café y haré lo posible por... "alterar" un poco el registro.—Hank se sentó en una de las mesas, llamando la atención de la mujer—. CyberLife pagará sus daños sin quejarse.—
—... Déjeme ordenar un poco y les prepararé un buen desayuno.—____ miró al androide—. ¿tú qué tomas? ¿diesel?—Hank rió ante el mal chiste.
—No se atreva a modificar el informe, teniente.—
—¿quieres que la señorita cierre su negocio por culpa de un divergente? Necesita el dinero y tus creadores casualmente tienen de sobra, Connor. No jodas.—
Mientras el androide le reclamaba al compañero su comportamiento -cosa que al hombre le importaba un bledo- la mujer puso a calentar una tetera y ordenó fugazmente el lugar.
Cuando el café estuvo servido junto a las pocas donas decentes que ____ llegó a hacer antes del desastre, el informe a CyberLife ya había sido enviado.
—¿necesita ayuda con eso?—La mujer levantó la mirada, encontrándose con una pequeña sonrisa por parte del androide.
—No te preocupes, puedo con esto. Arreglar mesas rotas es mi especialidad.—
—... Lamento si la he molestado antes.—Connor siguió a la mujer apenas ésta se dirigió al mostrador—. No era mi intención hacerla enojar.—
—¿lo dices por el interrogatorio? No hay problema.—
El androide apartó algunos pedazos de madera de la barra, sentándose en uno de los banquillos y apoyándose sobre sus codos en la mesa.
—Se veía muy preocupada por el androide...—
—Bueno...—la chica comenzó a pasar un trapo húmedo sobre la barra, dejándola impecable—. Dijo que su dueño lo golpeó con un bate, se veía muy asustado... Me dio pena el pobrecito.—
—No sienta empatía por una máquina defectuosa.—____ miró al agente, fijándose por primera vez en lo atractivo que era.
Diablos... Cyberlife sabe cómo hacerlos guapos...
—¿qué? ¿quieres que trate a tu "gente" como basura?—
—No como basura, sino por lo que somos: máquinas.—
—Bueno...—____ se sentó frente a Connor, sirviéndose una taza de café y probando una dona—. Para ser una máquina, fue entretenido charlar contigo... Menos el interrogatorio, eso no contó.—
Connor sintió algo raro en cuanto la chica le sonrió, como si una pequeña corriente eléctrica haya viajado desde su "cerebro" a su pecho.
¿Un pequeño error de energia? Seguramente.
Desde aquel incidente con el divergente, Hank y Connor visitaron con frecuencia la cafetería de la mujer. Y mientras que el detective se volvía más y más adicto a las donas de frambuesa del lugar, Connor en cambio comenzaba a sentir una peculiar atracción por la mesera. Y eso lo preocupaba.
—¿te gusta la chica? Pero que pervertido asqueroso.—Hank bajó de su nube de análisis al droide, quien lo miró exaltado.
—¡N-no me gusta la señorita ____!—
—¿desde cuándo te pones tan nervioso? Oh, cierto. Desde que estás enamorado de la chica.—se llenó la boca con una dona.
—¿quién quiere a quién?—____ llegó a la mesa del par de policías, interrumpiendo la pequeña charla.
—Pues a Connor le gusta...—Hank miró de reojo al androide, quien negaba levemente—. Le gusta esa nueva cantante androide, la de pelo azul.—
—¿de verdad? A mi también.—____ dejó más donas de frambuesa frente a Hank—. Hoy transmitirían su concierto por el canal 9... Pero por como va el tema de Marcus, dudo que lo pasen.—
—¿el divergente?—Connor examinó confundido el rostro de la chica, pues sonreía de forma disimulada.
—Sí, han estado hablando de él durante toda la semana.—sirvió el café—. Sé que ustedes intentan atraparlo pero... Espero que él gane.—
—Estamos aquí ¿sabes? No nos tires mala suerte en nuestra cara.—Hank enarcó una ceja.
—¿aún sientes empatía por los divergentes... O solo te simpatiza él?—Connor miraba expectante su respuesta.
—Lo vi el otro día, en la protesta... Es guapo.—Hank reprimió una risa—. Pero creo que sus ideales son más que válidos... Está luchando por tus derechos, Connor.—
—No soy divergente, no pertenezco a su grupo.—____ miró al androide durante unos segundos, decidiendo finalmente sentarse en la mesa con ellos.
—¿seguro? Porque para mi, sí lo eres.—
—No digas tonterías, yo no soy un-
—No son tonterías.—____ atrapó la mano de Connor que descansaba sobre la mesa, haciendo que se tensara de inmediato—. Han venido clientes con sus androides a la cafetería, he intercambiado palabras con ellos... Pero ninguno es como tú.—
Hank bebía su café complacido al ver que su compañero no sabía qué hacer o decir. Era divertido.
—E-eso es porque soy más avanzado que los androides domésticos, fui diseñado para-
—¿para ponerte nervioso si una dama toma tu mano?—____ pellizcó con cariño la mejilla del androide, sonriendo al sentir su suave "piel"—. Sigue convenciéndote de que sólo eres una máquina... Pero para mi eres mucho más que eso.—
La campanilla que indicaba la entrada de un nuevo cliente hizo que ____ dejara la mesa y se dirigiera a la barra, dejando a Connor hecho un lío.
—¿Aún crees que no tienes sentimientos? Díselo a tu cara...—Hank resopló divertido antes de devorar una dona de un mordisco.
La cafetería estaba cerrada aquel día.
No porque fuese domingo o algún día festivo especial. No. Estaba cerrada por los grandes disturbios que la policía estaba causando en las calles.
Aún así, ____ estaba en el local. Tomando un té de hierbas acompañado por galletitas de vainilla.
La mesera miraba preocupada las noticias por el televisor.
—Connor... Espero que no estés metido en esto.—suspiró pesadamente, rogando que nada malo le pasara al detective.
—¿lo harás?—
—Lo haré.—
—¿te tienes fe?—
—No mucha pero...—
—No seas cobarde, ve y dile.—Connor apenas trastabilló en cuanto Hank palmeó su hombro con algo de rudeza.
—Bien... Deséame suerte.—El androide -ahora autodenominado divergente- entró a la cafetería. Sus circuitos sufrieron un pequeño corto al ver a la chica terminando de acomodar las sillas.
—Lo siento, señor. Pero estamos por... cerrar.—____ se paralizó al ver a Connor de pie en la entrada, saludándola con la mano de forma infantil.
—Hola... ¿podrías hacer una excepción conmigo?—
La sorpresa que se llevó el agente al sentir que la mujer lo abrazaba con cariño fue inmensa.
—Pensé que habías muerto, Connor... Hubo tanto caos ese día... Y luego no viniste más...—lo abrazó aún más fuerte—. No vuelvas a desaparecer así.—
Connor sintió por primera vez algo extraño en el pecho, no era desagradable, sino todo lo contrario. Correspondió el abrazo.
Antiguamente hubiese pensado que había algo erróneo con sus componentes, alguna falla. Pero ahora sabía que no era nada de eso.
Estaba... Sintiendo.
—¿por qué te preocupas tanto? Ni siquiera soy un cliente real... Yo no consumo nada.—____ se separó apenas del androide, para atrapar su rostro con sus manos.
—No eres mi cliente, eres más que eso...—
El androide se sentía en el cielo al escuchar aquello. Pocas veces había sentido algo tan placentero recorrerle el cuerpo.
Emoción, ansias, felicidad.
Todos esos sentimientos hermosos que la mujer le había hecho sentir desde que la conoció y hasta el día de hoy.
—No sé cómo dicen ésto los humanos, no quiero equivocarme pero... ¿le gustaría ser mi pareja?—
—Connor...—
—No como Hank y yo, diablos no... Sino como pareja... Romántica... Y eso.—
Las mejillas de la mujer se ruborizaron al escuchar aquello. No podía creer lo que escuchaba, de verdad acababa de recibir una confesión por parte de un androide.
—Vaya... Y luego dices que no eres un divergente.—
—Sí lo soy... Lo soy desde que me sonreíste la primera vez que nos conocimos.—
____ se sorprendió al escuchar aquello, pero no tardó en sonreír.
—Que lindo... A mi siempre me pareciste súper guapo.—
—Oh, solo te fijaste en mi apariencia entonces. Eso es muy superficial de tu parte.—
La chica soltó una risita antes de plantar un pequeño beso en los labios del detective.
Se siente raro... Pero me agrada.
—Siempre creí que eras muy tierno también, y debo admitir que era evidente que yo te gustaba.—
—¿p-por qué?—
—Porque nunca vi a un androide comportarse de forma tan nerviosa frente a una persona. Eres todo un tontín cuando te hablo.—
—Sí, es un idiota ¿me regalas un café? Yo lo convencí de confesarse, merezco un premio al menos.—Hank entró al lugar.
—Estamos en medio de algo... Teniente.—
—Sí, lo sé. Los vi por la ventana.—se sentó en la barra.
Connor frunció el ceño molesto, pero ____ no tardó en tomar su rostro y obligarlo a mirarla.
—Ya, no te preocupes. Le diré que a cambio de un café gratis, te deje venir a una cita conmigo.—
—¿una cita?—
—No creo que vayamos a un restaurante o un bar... Pero con salir a caminar juntos es más que suficiente.—Connor sonrió.
—Podemos ir a un restaurante, solo te veré comer.—
—¡que raro!—____ rió divertida, haciendo que el androide sintiera nuevamente un cosquilleo en el pecho.
Que agradable es poder sentir ese... Algo.
Pensó sonriendo satisfecho.
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» Temática: Changbin x Lectora » Rating: FLUFF, apto para todos los públicos. Ⓕ » Warning: FLUFF, mucho FLUFF y más FLUFF. Un poco de angst. » Tipo: One-Shot » Premisa: Aunque Changbin ha estado prendado de ti desde la primera vez que apareciste en ese gimnasio hace meses, no se atreve a dar el siguiente paso. Hasta que por poco pierde la oportunidad y se ve obligado a actuar.
Palabras: 1.551. | Masterlist
N de A: Como fue el primero en salir en la encuensta, primero que va. Me estoy preparando otras cositas de Changbin un poquito más subiditas de tono, pero aún no me siento tan cómoda compartiéndolas, así que tendréis que tener algo de paciencia. ♥
"𝗚𝗬𝗠" 𝗔 𝗣𝗥𝗜𝗠𝗘𝗥𝗔 𝗩𝗜𝗦𝗧𝗔
— Changbin, por última vez: Para de mirarla o no pienso confiar en ti para entrenar nunca más. —le espetó Chan, molesto.
Ambos se encontraban en el gimnasio de siempre, a una hora distinta solo porque Changbin se lo había pedido. No había sido el único día, no. Ya era la decimo octava vez en dos meses. ¿Y por qué?
Por una chica. Bueno, más bien por una como tú, nueva en la ciudad, pero con un bonito acento español impreso en el perfecto coreano, según le pudo sonsacar a tu entrenador personal. Otra de las cosas que consiguió saber fue que estabas soltera, y que pese a la cantidad de hombres —y mujeres— que no despegaban los ojos de ti, cada vez que Changbin te miraba bajabas la cabeza y un leve rubor cubría tus mejilla.
Bueno, dos podían jugar al mismo juego, y él no iba a quedarse atrás. Es más, el color rojizo de su cara contrastaba perfectamente con el de las pesas que estaba ayudando a Chan a levantar. O al menos lo intentaba, ya que estaba demasiado distraído viendo cómo usabas el banco de abdominales torpemente.
No, no estabas acostumbrada a ir al gimnasio, se notaba a leguas. Sin embargo, había algo en tus esfuerzos y en la cara de concentración que ponías que lo estaba volviendo loco a cada día que pasaba. Chan resopló y, tras colocar la barra en su sitio, negó con la cabeza.
— En serio, tio. —empezó—. Si tanto te gusta, ve a hablar con ella.
Changbin te echó un largo vistazo. Eras… demasiado. Demasiado mujer para él. Y sí, le asustaba acercársete porque no sabía si podría gestionar emocionalmente el rechazo. No después de haberte casi “estalkeado” durante meses en el gimnasio.
— No. —se rascó la nuca—. No puedo.
Chan arqueó una ceja.
— ¿Por qué? —quiso saber.
— ¿Y si… no le gusto?
— Por el amor de… Binnie. Eres Changbin de Stray Kids. ¿Quién en su sano juicio no perdería el juicio por alguien como tú?
— Pues alguien como ella. —te señaló sin disimulo, demasiado ensimismado como para notar que mirabas en su dirección. Arqueaste una ceja y sonreíste, y Bangchan vio un leve rubor cubrirte las mejillas. Una breve sonrisa le cruzó a él el rostro, seguro de su decisión.
— Ve a hablar con ella. —insistió el líder—. Nuestro contrato de exclusividad duró 3 años. Vamos por el sexto aniversario. Mientras seas cuidadoso… La empresa podrá tapar las pistas si sale bien. Y si no, mira, problema que te ahorras, ¿no crees?
Changbin gruñó, rascándose la nuca. Todas las variables estaban en su contra, ¿no? ¿Por qué se sentía tan inseguro? No es como si nunca hubiera salido con nadie. Entonces, ¿qué te hacía tan especial?
¿Puede que fuera la forma en la que te atabas el pelo para que no se te metiera en los ojos mientras una gota de sudor traviesa te bajaba por la barbilla y descansaba en el mentón antes de precipitarse al vacío, igual que el corazón de Changbin saltaba fuera de su cuerpo? ¿O quizá fuese esa pequeña conversación “sin importancia” que había sucedido al lado de las máquinas expendedoras, cuando no podías conseguir la bebida que querías porque la dichosa máquina se había a trancado, y gracias a su pequeño golpecito de años de práctica en aquel sitio por fin tu bebida de limón había caído?
¿Puede que en realidad lo que le hizo palpitar el corazón por vez primera fuese la sonrisa que le dedicaste en ese momento, tu sincero “gracias” y el hecho de que al día siguiente quisieras invitarlo a una bebida, esta vez sí, en la máquina correcta sin averías?
En tu caso, sus ojos café te habían llamado la atención desde la primera vez que te lo cruzaste de camino a los vestuarios: Parecían sinceros e inocentes, aunque para nada puros, por supuesto. Pese a la rudeza de su forma de moverse, era delicado con las pesas, con los utensilios de gimnasia y con las explicaciones de ejercicio hacia sus amigos y conocidos.
Pero Changbin había declinado todas tus insinuaciones. Todos tus esfuerzos por conocer más al hombre que tenías delante y que tenía una cara tan adorable como fuertes eran sus brazos habían sido en vano. Estabas… decepcionada.
Con el paso de los meses, al parecer tu “crush” había perdido el interés. Y por eso cada vez venías menos al gimnasio, no queriendo ni cruzártelo, incapaz de mirarlo a la cara. Y aún así, si te miraba, solo podías sonreír. “¿Pensará que estoy loca?”, te decías. Seguro que sí. Por eso apartaba la vista y susurraba cosas que tú no lograbas oír en la oreja de su amigo. ¿Se estaban burlando de ti?
Una vergüenza que no habías sentido antes burbujeó en tu interior. El sentimiento no correspondido cada vez se notaba más como un peso muerto sobre tu corazón. La pesa resbaló de tu mano, demasiado ofuscada como para darte cuenta de la fuerza que habías perdido, y emitió un sonido metálico que atravesó todo el recinto, haciendo que varios de los presentes se giraran, curiosos. Al ver que no se trataba de nada grave, retomaron lo que estaban haciendo. Bueno, excepto Changbin, quien seguía mirándote casi sin pestañear.
Ya está.
Esa era la gota que colmó el vaso.
Sentías su mirada taladrarte. Se habría dado cuenta de tus intentos por iniciar conversaciones, y ahora sabía también lo nerviosa que te ponía… ¿no? Nadie podía ser tan tonto como para no notarlo. Eso hizo que te levantaras del banco de ejercicio, dispuesta a irte. La inseguridad crecía conforme pasaban los segundos.
No, no solo ibas a irte. Ibas a desapuntarte del gimnasio. Ibas a buscar otro por la zona y a empezar de cero.
Eras una personas que no se prendaba de alguien en primera instancia, iba en contra de tu naturaleza. Aún querías saber de verdad cómo había ocurrido. ¿Cómo habías podido caer tan fuerte por alguien sin apenas hablar? Pero es que lo mucho que te tranquilizaba su presencia en el momento en que aparecía por la puerta se sentía demasiado bien.
Sí, mejor así. Borrón y cuenta nueva. Sin chicos guapos de por medio, sin distracciones, sin ese Changbin esperando justo de pie en tu campo de visión…
Un segundo.
Changbin en tu campo de visión.
Se había plantado delante de la puerta con los brazos cruzados y la actitud de alguien que tiene que decir algo, pero no las tiene todas consigo.
— ¡H-Hola! —dijiste, alterada—. Changbin, ¿verdad?
— ¡¿Te acuerdas de mi nombre?! ¡Uah! —la preciosa sonrisa que tantas veces te había provocado mariposas en el estómago se extendió por su rostro. Se sentía aliviado por tan poco…—. Yo también me acuerdo del tuyo. Osea, no podría olvidarme ni aunque quisiera, ¿sabes? Q-Quiero decir, es que no se puede olvidar un nombre tan bonito viniendo de una persona tan hermo… No, espera, no he querido decir eso. Bueno, sí, pero… Dios, esto es demasiado violento. Olvida lo que he dicho.
Hizo ademán de irse y te apresuraste a pararlo poniéndole una mano en el bíceps.
— ¡Espera!
El contacto de la palma contra el tenso músculo os hizo enrojecer a los dos. Sin embargo, no lo soltaste.
— ¿Qué haces el viernes?
— ¿El viernes? Quieres decir, ¿pasado mañana?
— Sí, justo. Me preguntaba si… Bueno, si querrías ir a tomar un café conmigo. Hay una cafetería cerca del gimnasio que hace unos cafés de infarto.
— No suelo tomar café. —se excusó Changbin, presa del pánico. ¿Por qué había dicho eso? Vio tu expresión cambiar en unos segundos antes de recobrar la compostura y esbozar una sonrisa torcida.
— ¿Significa eso que no?
— Significa que mientras tú te tomas ese café, yo pediré un frappé de fresa y vainilla y escucharé cualquier cosa que me digas con el interés que te mereces. —soltó de improviso.
— Vale, genial. —exclamaste, quizá un poco demasiado entusiasmada—. Es… simplemente perfecto. Llevo meses queriendo preguntártelo, pero me daba tanta vergüenza enfrentarme al rechazo…
¿Meses? ¿Rechazo? Tuvo la pronta necesidad de poner los ojos en blanco y darse de golpes contra una pared. Meses. Los mismos meses que él mismo se había planteado si realmente tendría alguna oportunidad contigo.
— Créeme si te digo que estaba en la misma situación. Ojalá lo hubiera sabido antes. —confesó, agarrándote de las manos con una delicadeza sin precedentes. Se llevó el dorso de una de ellas a los labios y depositó allí un suave y casto beso—. Te habría invitado a salir antes.
Enrojeciste, incapaz de aguantarle la mirada.
— ¿A las cinco te va bien quedar? Quedamos en el gimnasio y vamos a partir de aquí.
— Suena genial.
— Eh… Voy a… Voy a ducharme. —anunció. Si te quedabas un segundo más, explotarías—. Nos vemos mañana.
— ¡Hasta mañana! —dijo, viéndote desaparecer.
Changbin se volvió hacia Chan, quien le sonreía triunfante.
— ¡Te lo dije! —se mofó—. Lo que me sorprende es que después de tanto tiempo no le hayas pedido ni un beso. Aunque fuera uno pequeñito.
El más bajito sacudió la cabeza.
— No hace falta. Puede esperar.
¿Qué era un día comparado con la cantidad de meses que os habíais esperado mutuamente, ajenos a lo que sentía el otro? Tendríais mucho tiempo para conoceros y besaros.
Ya no había necesidad de correr.
© 𝘕𝘰 𝘦𝘴𝘵á 𝘱𝘦𝘳𝘮𝘪𝘵𝘪𝘥𝘢 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘱𝘪𝘢 𝘵𝘰𝘵𝘢𝘭 𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘤𝘪𝘢𝘭 𝘥𝘦 𝘤𝘶𝘢𝘭𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘯𝘪𝘯𝘨𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘭𝘢𝘵𝘢𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢. Obra sujeta a cambios.
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Mi erección ya estaba gritando - Relato erótico gay
Un día llegas al gimnasio como otro día cualquiera y en las duchas acabas más mojado que nunca. Y no sólo de agua.
Nota: un día fui al gimnasio a entrenar y vi el mejor culo que he visto en mi vida. Este relato se lo dedico a ese chico que me dejó babeando todo el día. Cualquier parecido con la realidad (por favor que alguien me avise. Es para un amigo...), es mera coincidencia.
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Después de aparcar, saqué las llaves de la ranura del coche y me quité el cinturón de seguridad. Cuando salí por la puerta noté el ambiente fresco de la mañana aun cuando el sol se sentía cálido. Como siempre que voy al gimnasio, me puse los AirPods y después de sacar la mochila del asiento trasero, fui caminando hasta la entrada del gimnasio.
Durante el camino, como cada vez que vengo, lo primero que pensé fue que ojalá no hubiera tanta gente entrenando. Me da una pereza terrible tener que esperar para poder usar las máquinas. Recuerdo que cuando estaba apuntado en otro gimnasio se formaban colas largas para usar máquinas. Parece que esto es algo usual en los gimnasios de Madrid y no debería sorprenderme, pero joder, es horrible. Menos mal que el último al que me apunté abrió hace poco y por ahora no se está mal: parece que hoy no habrá tantas personas.
Después de guardar la mochila y terminar de prepararme, comencé a calentar en la cinta de correr. Fue entonces cuando miré hacia delante y ví el mejor culo que he visto en mi vida. Su dueño era un chico alto, pelo moreno, tenía un cuerpo muy bien esculpido y trabajado, más o menos de mi altura, y aparentaba unos 30 o 35 años. Llevaba puestas unas mallas con las que se le marcaba todo. Parecía que también acababa de llegar y se disponía a usar la bicicleta estática. Mientras se me caía la baba, le ví mover sus piernas bien esbeltas caminando de un lado a otro: iba, hablaba con la chica de administración y volvía. Al cabo de un rato, se subió a la bicicleta y comenzó a pedalear.
Joder.
No podía apartar mi mirada de su trasero redondo y respingón cada vez que caminaba. Miré hacia los lados disimulando para que nadie se diera cuenta de que me estaba muriendo por dentro, pero de vez en cuando era inevitable mirarle de nuevo.
Acabé mi calentamiento en la cinta, maldije para mis adentros al tener que alejarme de mi crush instantáneo y comencé mi tabla de ejercicios de hoy: pectorales, hombros y tríceps.
La mañana fue transcurriendo sin ninguna novedad hasta que me tocó la parte que más pereza me daba, los hombros. Miré la tabla de ejercicios y decidí comenzar por el ejercicio press militar con barra, que consiste en levantar una barra pesada por encima de la cabeza.
Cuando fui a buscar la que me interesaba, me di cuenta de que alguien se la había llevado, así que decidí buscar quién la tenía y preguntarle si le quedaba mucho. Y es entonces cuando le vi a él usándola. Por supuesto, no pude evitar mirarle ese melocotón celestial otra vez.
Por favor, que alguien me quite los ojos y me salve de esta tortura.
No dudé en acercarme:
– Perdona, ¿cuánto te queda con la barra? – Si no supiera disimular, mis babas estarían encharcando el suelo hace rato.
Cuando se giró y me miró, de repente me vino la sensación extraña, súper ligera, de que conectamos. Noté que su mirada recorría mis labios y, por un momento muy rápido, le vi morderse el labio inferior. Algo se había estremecido en mis adentros.
– Me queda un rato, porque la necesito para otro ejercicio – me respondió, agitado por el ejercicio.
Por cierto, tenía los ojos de color marrón claro y facciones marcadas. Era posible que mi juicio estuviera nublado por la primera impresión que tuve de él y su impresionante trasero, pero joder, qué guapo me parecía.
– ¿Podríamos turnarnos? – Le pregunté.
De repente, lo que noté antes se esfumó porque junto al sudor que le caía por la cara, le vi expresión de fastidio.
– Venga, vale – me dijo, agitado.
Y así de fácil el culo perfecto que tenía en un altar, se cayó a lo más profundo del infierno.
Menudo idiota, pensé.
Le di las gracias algo molesto, cogí la barra y comencé mi ejercicio. Me di cuenta de que me estaba mirando cuando le miré de reojo e inmediatamente me dijo:
– No lo estás haciendo bien, porque la barra tiene que quedar por encima de tu cabeza – dijo suspirando impaciente.
– Pues venga, hazlo tú y veo cuál es la técnica – no pude evitar decirlo con cierto mal humor.
Quizás fui muy directo, porque de repente se puso en pie, dispuesto a ayudarme.
– Mira – fue entonces cuando cogió la barra e hizo el ejercicio tal y como me había corregido, para demostrarme cómo se hacía –. Ahora tú. A ver, que te vea.
Dejó la barra en el suelo, la cogí y me dispuse a hacer el ejercicio otra vez, cansado de la repetición anterior. Debió notar mi cansancio, porque se puso detrás de mí (demasiado cerca, diría) y empezó a ayudarme a levantar los brazos en la dirección indicada.
– Así, ¿ves? – Me susurró.
A pesar del esfuerzo y cansancio, no pude evitar sentir un chispazo por todo mi cuerpo. Era una locura: por un lado, me había fastidiado su reacción y por otro, todo me ponía a cien. No estaba entendiendo nada, pero menos mal que llevaba puesta una camiseta larga y ancha, porque mi erección ya estaba gritando.
Después de eso, seguí haciendo el ejercicio con sus correcciones y, muy a mi pesar, noté la diferencia. Pero mi orgullo iba por delante, no lo podía admitir.
Durante su turno, no parábamos de intercambiarnos miradas. Si no hubiera tenido esa reacción de fastidio al principio, juraría que me estaba haciendo una radiografía a todo el cuerpo. Así como yo no podía apartar mis ojos de ese trasero de los dioses.
Acabé de usar la barra, se la dejé, me despedí fríamente y me fui para continuar con mi entrenamiento.
Al contrario de lo que se pueda pensar, el malhumor que me había provocado me motivó con los siguientes ejercicios y, cuando ya había acabado toda la tabla y el estiramiento, me dirigí a las duchas.
Cuando llegué a la puerta del baño tenía todo el cuerpo cubierto de sudor y me encontraba agitado. Al entrar, vi que sólo estaba él, sentado y sin camiseta, justo antes de las duchas. Le vi mirarme y sacó una media sonrisa. Esto me enervó porque ya no sabía qué estaba pasando, me estaba sintiendo muy confundido. Me puse en el banco opuesto al suyo y de espaldas porque si le seguía mirando, el grito de mi erección se haría visible y lo último que quería en ese momento era pasar vergüenza. Y menos por él.
Preparé mi ropa limpia en el banco, saqué mi toalla, el champú y el jabón y comencé a desvestirme. No pude evitar sentir su mirada clavada en mi dirección. Me bajé los calzoncillos, me puse la toalla alrededor y cogí lo que necesitaba para irme a la ducha lo antes posible.
Debido a que soy de erección fácil, uno de mis requisitos para apuntarme a un gimnasio es que las duchas sean individuales y cerradas y este las tenía. Es por eso que me sentí aliviado de haber tomado esa decisión.
Cuando abrí el agua escuché que alguien estaba hablando del otro lado de la puerta:
– Oye, perdona, me he dejado mi jabón ahí dentro.
No cabía duda, era él. Al escucharle se me aceleró todavía más el corazón. Con los nervios, no me había fijado que se habían dejado un bote de jabón en una de las repisas de la ducha. Lo cogí y cuando estaba abriendo la puerta, de repente la empujó rápido para meterse conmigo dentro.
– ¿Qué coño haces? –le grité en susurros, aunque en el vestuario no había nadie más.
En el fondo me está encantando.
Había entrado tal y como le vi fuera de la ducha, todavía no se había quitado las mallas cortas de hacer ejercicio.
– ¿Te crees que no me he dado cuenta de que te la he puesto dura?
Bajé la mirada para ver su paquete y yo también debí provocarle el mismo efecto: la tenía tan dura y apretada en sus mallas que era imposible no verla. Me resultó muy difícil no reírme, de lo nervioso que me encontraba.
– ¡Pero qué dices!
– Deja de disimular, guapo. No me has quitado el ojo desde que estabas calentando.
Estaba ocurriendo todo tan rápido y había tanta tensión, que el único impulso que me salió fue el de besarle. Ya habría tiempo para arrepentirnos.
Mi beso fue bien recibido, porque no opuso resistencia. Es más, me empujó hacia la pared mientras nos besábamos. Nuestras lenguas estaban enfrascadas en una lucha de la que ninguno de los dos iba a ganar. Estaba alucinando. De repente, noto su mano acariciando mi erección y no pude evitar gemir.
– Espera, que aquí nos van a pillar – le dije entre susurros y jadeos.
– Puf, estamos muy cachondos…
Se pegó todavía más a mí y noté cómo nuestras pollas se rozaban cada vez más. Sin dudarlo, llevé mis manos a su culo. Si ya era un manjar a la vista, tocárselo fue indescriptible.
Joder, estoy tan caliente que me da igual lo que ocurra fuera.
De repente, escuchamos que alguien entraba al vestuario y nos quedamos inmóviles. Se llevó el dedo índice a sus labios, haciendo el gesto de silencio y nos quedamos atentos a los sonidos de fuera. Le vi abrir un poco la puerta para mirar y escuché la puerta de fuera volviéndose a abrir.
– Se han ido. Vente conmigo – me dijo, susurrando.
Salimos de la ducha, cogió unas llaves que tenía en su mochila y me agarró de la mano. Cruzamos todo el vestuario y me dirigió a una puerta que ponía “Privado” en rojo. Abrió la puerta con las llaves y, cuando entramos, vi que dentro había más duchas. Supuse que son las que utilizan las personas que trabajan aquí.
– ¿Qué es esto? ¿Cómo puedes entrar aquí? – Le pregunté mientras volvía a cerrar la puerta.
– No importa – y me plantó otro beso.
Otra vez me llevó hacia una de las duchas y cuando llegamos, decidí encender el agua para quitarnos el sudor.
Mientras nos besábamos, sus manos recorrieron mi cuerpo, así como yo hice con el suyo. Estaba tan cachondo que incluso acariciar sus músculos era placentero de por sí. Llegué con mis manos a su culo y aproveché que tenía los dedos húmedos para jugar con su agujero y empezar a dilatarle. Pero me apartó la mano con suavidad y cerró el agua de la ducha.
Decidí ir un paso más allá: empecé a recorrer su cuello con mis labios con suavidad y fui bajando poco a poco por su pecho. A pesar de que estábamos dejándonos llevar por la lujuria, me tomé mi tiempo en besar cada rincón de su cuerpo. Cuando comencé a lamer sus pezones, le escuché gemir. De vez en cuando le daba pequeños mordisquitos porque me encantaba oírle disfrutar. Después fui bajando tranquilamente por sus abdominales y su pelvis, como si quisiera imprimir en 3D todo su cuerpo, hasta que llegué a mi objetivo.
Le bajé las mallas hasta quitárselas y tenía su mástil enfrente de mi cara. Se la cogí de la base, apretando, separé mis labios y con su mano fue guiando mi cabeza hasta metérmela entera en la boca.
– Joder – suspiró, mientras me empujaba lentamente hasta llegar al fondo de mi garganta.
Empecé a subir y bajar con mis labios una y otra vez por su erección. Noté que le temblaban un poco las piernas, así que se apoyó en la pared. Fue entonces cuando sus caderas comenzaron a moverse al ritmo de mis movimientos. A lo largo de mis 30 años he comido muchas pollas, pero no recordaba ninguna que me hubiera gustado tanto como la suya.
– Eres bueno chupando pollas… Si sigues así, no aguantaré mucho…
Solté su miembro haciendo un chasquido con mis labios y subí a besarle de nuevo.
– Necesito follarte – le dije con labios hambrientos.
– Vas a tener que ganártelo…
– ¿No te parece suficiente ya?
Se quedó mirándome por un momento, sin poder disimular, mordiendo su labio inferior como había hecho antes, cuando cruzamos nuestras primeras palabras.
– Venga, dilátame – era todo lo que necesitaba oír.
Se giró y aproveché para frotar mi polla entre sus nalgas mientras fui besando cada músculo de su cuello y espalda, como si quisiera conocerle a través de mis labios. Después, fui bajando poco a poco y cuando llegué, mis ojos no podían creer la semejante maravilla que tenían delante. Debí quedarme mirando su culo con cara de tonto bastante rato porque me dijo:
– ¿Te gusta lo que ves?
– Tío, me pones muchísimo…
Recorrí sus nalgas con mis labios, dándole besos cortos por donde pillaba, deseando que ese momento no acabara nunca. No soporté más esa tortura, así que se las abrí y empecé a lamerle con suavidad. Escuchar sus gemidos era placer para mis oídos, así que decidí aumentar el ritmo.
Después de un rato, me levanté y volví a subir hasta su cuello.
– Voy a empezar con un dedo, ¿vale? – Le susurré.
– Haz lo que sea, pero date prisa porque no sé si podré soportarlo mucho más…
Mientras introducía el primer dedo, fui recorriendo su cuello a besos. Empecé a jugar con mi dedo para que su esfínter se fuera dilatando poco a poco y cuando fui notando que estaba menos apretado, le metí dos. Parecía que le estaba encantando la forma en la que jugaba con su próstata, porque me dijo:
– Ya estoy listo, pero espera.
Salió de la ducha y se dirigió hacia una repisa donde había muchas cosas. Cogió una caja, sacó un condón y luego un lubricante. Yo estaba sorprendido.
– Veo que lo tienes todo preparado…
Me sonrió mientras abría el envoltorio y volvía de nuevo a la ducha. Me dio un beso y me puso el condón con suavidad. Cogí el lubricante, me eché un chorro en la mano y, tras lubricarle a él, me eché más para lubricar el látex de mi polla hasta que quedara bien resbaladiza.
– Venga, deprisa… – En ese momento ya no me importaba nada más, sólo necesitaba meter mi polla palpitante en ese culo que tanto deseaba.
Se giró de cara a la pared, arqueando su espalda, le cogí de la cintura y empecé a empujar muy lentamente la punta para que su culo se acomodara poco a poco a mi polla. Cuando noté que se relajaba, comencé a meterla un poco más, hasta que pude llegar al final.
– Oh, Dios… – jadeó, cuando comencé a embestirle más y más.
Al principio fueron movimientos suaves, pero cuando le vi moverse hacia atrás buscando más, empecé a penetrarle con más fuerza y profundidad. El sonido de nuestras respiraciones era tan fuerte que se podían oír por toda la habitación. Menos mal que en el vestuario de fuera también se escuchaba la música del gimnasio porque si no, nos hubieran pillado.
Miré hacia abajo donde se unían nuestros cuerpos y vi cómo mi polla se metía en tremenda maravilla.
– Puf, no te imaginas lo que me excita ver mi polla hundiéndose en tu culo… – Le dije, y aceleré mis embestidas.
Al decirle eso su cuerpo se tensó y mientras lo follaba, comenzó a masturbarse. Parecía que estaba tan caliente que no pudo durar mucho más, y vi que su polla empezó a eyacular semen por toda la pared.
– ¡Joder! No puedo aguantar más… – dije entre jadeos.
En cuestión de segundos no tardé en eyacular y llenar el condón dentro de él mientras jadeaba con fuerza.
Apoyé mi cabeza en su marcada espalda mientras le tenía agarrado de su cintura. Necesitábamos recuperar nuestro aliento. Mi cabeza no paraba de dar vueltas después de tanto placer.
Una vez mi polla estaba fuera de él, me saqué el condón y volvimos a abrir el agua de la ducha para limpiarnos.
– ¿Trabajas aquí? – le pregunté. De repente recordé que estábamos en una habitación de uso privado del gimnasio.
– Soy el gerente que lo dirige – responde, guiñándome un ojo.
No me esperaba esa respuesta así que no supe qué responderle. Debió darse cuenta porque siguió hablando:
– Por cierto, ¿cómo te llamas?
– Martin, ¿y tú?
– David – sonríe.
– Pues David, he tenido el mejor sexo desde hace mucho tiempo… – y le planté un beso mientras envolvía su culo entre mis manos.
Si hubiese sido por mí, no lo hubiera soltado nunca jamás.
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después de terminar el concierto y guardar la guitarra y los pedales, bajó del escenario. antes de irse a hablar con nadie, se acercó hasta la barra, que estaba atestada de gente. "perdón, chicas. ¿estáis esperando a que os sirvan?" preguntó, poniéndose detrás de ellas a la espera de poder pedir. // @bubbl3corn
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RobertoxNando
• Roberto es una persona celosa, posesiva y territorial. Tengo cero pruebas pero cero dudas. Imaginate un escenario donde una chica viene y le dice un cumplido (con dobles intenciones) a Nando y Nando re denso: “Jaja bueno, gracias” mientras Roberto observa incrédulo y ofendido todo el intercambio porque no puede ser que Nando no sé de cuenta. Cuántas veces pasó esto sin que Roberto se haya enterado porque Nando es un denso de mierda y no se da cuenta de que se lo están queriendo levantar!?
• AU donde Nando es policia y recibe una llamada para que vaya a controlar un disturbio en un bar de la zona. Ahí conoce a Roberto (el cual está en los primeros años de la uni), quien se está cagando a trompadas con un pibe que le saca como mínimo una cabeza de altura. Nando primero observa la escena sorprendido y un poquito asustado porque “como puede caber tanta violencia en un cuerpo tan chiquito?”, pero finalmente los termina separando y tomando los datos de Roberto (spoiler alert: ese tipo no paraba de molestar a una chica en la barra que claramente no estaba interesada, Roberto se metió a defenderla y de ahí la pelea).
• Los veo a ambos siendo re contra competitivos (y orgullosos) entre ellos, no importa en qué sentido, siempre están haciendo apuestas (una más estúpida/peligrosa que la anterior). Cuando los chicos les preguntan a alguno de ellos qué anda pasando, Roberto y/o Nando responde: “Hicimos una apuesta” -todo el mundo se tapa la cara y gruñen frustrados porque ‘ah shit here we go again’-.
• De los cinco lenguajes del amor, Nando usa palabras de afirmación y contacto fisico, mientras que Roberto prefiere actos de servicio y tiempo de calidad.
• AU donde Nando se la pasa 24/7 en el hospital/sala de emergencias porque se la pasa lastimándose (trabajando en el taller, andando en auto o simplemente porque es una persona medio torpe kjjj). La primera vez que lo conoció a Roberto fue cuando se lastimó y el hospital más cercano era donde trabajaba Roberto. Ya después del primer encuentro no quiso saber nada con ir a otro hospital que no sea el suyo.
• Me encanta el concepto de Nando siendo un hopeless in love, especialmente con Roberto, pero que no se anima a dar el primer paso porque es tímido/es inseguro/está seguro de lo que va a rechazar/no sabe cómo/no quiere que Roberto lo odie, etc, etc. Cada vez que lo admira a Roberto desde lejos lo hace con esa carita de cachorro pateado bajo la lluvia. Todo el mundo se da cuenta (menos Roberto) de lo obvio que son sus sentimientos por Roberto (y los de él por Nando) pero nadie se quiere meter. La cosa se pone tan frustrante que llega al punto en que Panchito lo agarra de los hombros y lo amenaza: “Nando, o te confesas a Roberto o lo hago yo por vos, lo juro por Dios.”
• Roberto robando los buzos/sweaters/remeras/bufandas de Nando uno por uno porque son un par de talles más grandes que los que él usa y le gusta la comodidad que éstas le da (y que tengan el perfúme de Nando). “Roberto, me podrías devolver mi buzo verde que te llevaste el otro día? Y mi campera negra? Y mi sweater amarillo? Por favor, me estoy quedando sin ropa.” “No sé de qué me hablas.”
Te lo quería mandar antes pero recién ayer me pude liberar de unos compromisos. Ahh, quedó más largo de lo que esperaba y eso que no puse unos más que yo quería porque sino me quedaba muchísimo más largo y no quería molestarte, perdón :') Al final terminó siendo una mezcla de headcanons e ideas más que solamente ideas. Si estos te gustaron te puedo mandar otros sobre NandoxNuma si te interesa.
Créeme cuando te digo que me han encantado todas y cada una de las ideas que me has dado. No se te ocurra pensar que me molestas en ningún caso. Me ha hecho mucha ilusión que te tomases el tiempo de escribirlas para mí!! Espero poder escribirlas, aunque no sé cuando podré ponerme porque estoy de exámenes finales, pero ten claro que en algún momento lo haré.
Me encantaría que me contases las ideas que tienes de Nando y Numa si no es mucho abusar :')
Gracias queridx anon 💕💕💕
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EL RUIDO DEL RELOJ - Hobie Brown x Reader
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PRÓLOGO
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Verano del 2023, 5 de Julio. Día de la Independencia, 15:04
A Khristina Salvatore le tocaba trabajar aquella tarde. Aunque sus amigos siempre la llamaban Khris o Kris. Solo sus amigos, y algunas personas de su familia que intentaban infantilizarla más de lo debido.
El local estaba casi vacío. Por motivo del Día de la Independencia de los Estados Unidos, todo el mundo o casi todos estaban fuera en la calle celebrándolo y a la espera de los fuegos artificiales de por la noche. Y allí estaba ella. Esperando a que su maldito turno de tarde acabase y que otra la sustituyera para poder irse a casa a seguir trabajando, pero esta vez gratis para la universidad. O a que sus padres llegaran de una de sus manifestaciones hippies que supuestamente habían quedado en el pasado para poder irse a la cama; porque sí, llegaban tarde a diferencia de ella. Si hubiera sido al revés, le habrían echado la bronca.
-Dicen que mañana habrá protestas por todo Nueva York -comentaba la chica de la caja mirando hacia el televisor silenciado, las noticias sin embargo reproduciéndose-. Ni que esto fuera una de esas dictaduras.
-No, pero siempre es buen momento para quejarse -debatió ella. Cogió uno de los caramelos de menta que llevaba en el bolsillo del delantal, el regalo de un niño amistoso, y se lo metió en la boca. La garganta le picó.
Estaba apoyada en la parte exterior de la barra mirando hacia la cafetería. No había nadie, ¿para qué seguir trabajando? Ah, no, espera. Sí que había. Unos imbéciles con malas pintas tomando unos batidos al lado de la puerta y otros con peores pintas, pero que no era ella nadie para juzgar, al otro lado de la cafetería encorvados sobre sus platos y mirando el desfile de personas que pasaban por fuera.
Su compañera se apartó un mechón de la cara.
-Quiero irme ya... -gimió lastimeramente. Khris volvió la cabeza hacia ella-. Tengo que arreglarme para mi cita.
Khristine contó en su cabeza cuántas citas había tenido en ese último mes. Más de tres al menos, el doble y el triple que las suyas sin lugar a dudas. No perdía el tiempo, al parecer. Claro, que no podías dejarte llegar si tenías que pagar tu parte de los estudios y depender de una beca que podían quitarte al momento y hacerte devolver el dinero. Una vida sin preocupaciones, dirían algunos bromistas.
-¿Está Billy dentro? -señaló con la cabeza en dirección a la puerta por la que accedían a la cocina, los servicios privados y el despacho del jefe. Khris estaba interesada en ese último.
-Siempre está ahí. Estará viendo porno o algo, ni idea, pero yo que tú tocaría la puerta antes de entrar.
En parte tenía razón. No era de esas personas "humanas", por decirlo de alguna manera, que vería de la misma forma su posición con la de sus empleados. Ni una que compartía su vida, pero que sí dejaba claras sus intenciones.
-Qué asco.
-Y que lo digas.
Khristina vio la mano de un cliente alzada y se despertó. Fue hacia ellos con una jarra húmeda y fría de agua, que empezaba ya a calentarse, en la mano.
En su mesa había dos batidos aún por terminar y dos teléfonos móviles con carcasas a juego. Dios, si las cosas podían ir peor, eso solo estaba por comenzar. Solo necesitó ver la pegatina verde del Greenpeace en la funda para saber que lo que iba a venir a continuación iba a ser un conflicto de intereses. Por supuesto, como hija única en una familia de abuelos y padres hippies, el interés por saber lo que defendían estaba en la primera fila de sus curiosidades.
-¿Sabes de dónde viene esto? -preguntó, levantando el vaso de agua que estaba a su lado. Khris lo observó bien.
-¿De una tienda?
El chico arrugó el ceño, y la chica de pelo rosa también.
-Obviamente que no lo sabes. De industrias que acaban tirando lo que no sirve y lo que sobra a la basura arriesgando la vida de miles de trabajadores y del planeta.
-Los tintes también son químicos y se compran -se defendió. La chica la miró con los ojos muy abiertos y el chico con la boca muy abierta. No debía de ser el más espabilado-. El agua viene gratis con el menú.
Khristina se marchó y los dejó solos. Su compañera le sonreía descaradamente de vuelta, mientras que ella intentaba no echarse las manos a la cabeza por ese tipo de personas que intentaban ir con el medio ambiente y luego eran los primeros en conseguir lo que querían hasta que se lo debatías y no sabían defender sus principios, y vuelta a empezar. La puerta se abrió a sus espaldas, y maldijo en voz baja. Lexie, su compañera, reprimió una carcajada y volvió a ponerse con su móvil.
Se dio la vuelta con ganas de arrasar con el mundo. La tarde agradable se estaba quedando en el infierno de personas inoportunas en su vida. Khristina se acercó a la mesa en la que se habían sentado una chica y dos chicos. Los tres con la misma entonación extraña con los demás clientes que tocaba servir aquella tarde. ¿Convención de frikis?
Y...vuelta a empezar.
-Bienvenidos y feliz 5 de Julio, ¿en qué puedo ayudaros?
Intentó poner el mejor tono agradable que le caracterizaba, pero le tomó mucha paciencia y ganas. Más de las que estaba poniendo.
-En quitar a ese imbécil de la televisión -debía referirse al presentador de las noticias. Khristina no se molestó en Lo único que está consiguiendo es que haya más personas que vean con malos ojos los movimientos a favor de la justicia.
-¿Algo más?
-Un café y una napolitana -intervino la chica, mirando en dirección al chico que había hablado como un general advirtiendo a su cuadrilla. Krhistina lo anotó-. Gracias.
Khristina le sonrió. Al menos alguien agradable. Se fue con su compañero intentando no prestar atención a lo que estaban diciendo en esa mesa, ni en las demás. Le pasó la anotación a Lexie, quien puso los ojos en blanco y se puso manos a la obra. Khristina volvió a tomar la misma posición que antes sobre la barra mientras esperaba a que la orden estuviera echa.
Sin dudarlo mucho, llevó su atención a la mesa de los chicos de antes. La chica de pelo rosa había apoyado la cabeza sobre el hombre del chico, su pareja tal vez, y hablaban en voz baja. En la otra mesa los dos hombres seguían a lo suyo...muy a lo suyo. Era raro que no hubiesen pedido nada más, a parte de sus vasos de agua y sándwiches. Sus ojos y atención bailaron como si nada hacia la mesa que acababa de atender. La chica, con el pelo teñido de un fuerte rojo que dejaba ver la puntas negras al natural y varios piercings en la cara, hablaba seria con el chico que tenía delante sobre algo que tenían encima de la mesa. Fuera lo que fuese, lo habrían sacado después de que ella llegara para atenderles.
No podía ver más allá de la espalda del chico con el que hablaba, el mismo que le había dicho que apagase la televisión, pero sí al que tenía delante. El que estaba al lado de la chica pelirroja, que se apoyaba en la pared, miraba sin mucho interés hacia lo que su amiga explicaba. Tenía el pelo negro, ted negra y ropa negra. Lo único destacable en él eran los piercing plateados que adornaban su rostro y sus facciones agudas. Tenía algo, un desinterés o algo más en la expresión, que destacaba sobre las posturas de sus dos compañeros.
Entonces, el chico levantó la mirada como si supiera que lo estaban mirando y Khristina se dio la vuelta hacia Lexie. Sabía sin necesidad de que alguien más le dijera que estaba roja, y era probable que su poca vergüenza tuviera algo que ver.
-Aquí tienes -volvió su atención hacia Lexie-. No dejes que esos frikazos te asusten. Serán de los que ladran pero no muerden.
Khristina recogió las cosas, hizo tripas corazón y avanzó hacia la mesa. El aire acondicionado de la cafetería refrescaba el interior, pero ella estaba sudando más allá de su propia regulación corporal. ¿Cuántos grados hacían fuera? Los suficientes como para poder celebrar el Día D y que a la gente le diera igual estar muriéndose con tal de manifestar su alegría. Cuando llegó a la mesa, la chica pelirroja miró por encima con recelo y se guardó algo en los bolsillos debajo de la mesa. Khristina se preguntó si era eso a lo que estaban atendiendo con tanto interés.
-Que aproveche.
-Gracias.
El chico que le había llamado la atención levantó la cabeza, el pelo meciéndose con él, y se cruzó de brazos.
-Trabajar tanto para tan poco es un sin sentido.
No supo muy bien a lo que se refería, pero sí la entonación y el contexto. Otro friki de esos que se quejaban para ir contra el sistema y llamar la atención... Khristine lo miró sin saber bien qué contestarle. No tenía nada físico en él con lo que defenderse como en el paso de la chica. Apariencia llamativa, pero ropa desgastada que demostraba que su interés por el capital del país le era nulo o no lo necesitaba para demostrar que podía ser interesante sin ropa y un estilo propio.
Khristina dejó las cosas sobre la mesa y decidió ignorar el comentario, bien porque su orgullo le impedía quedarse de brazos cruzados pero su mala gestión una defensa favorable. Volvió a la barra con Lexie casi dando zancadas. Tenía la cara roja y las manos le sudaban.
Mientras iba con la bandeja bajo el brazo, la vibración de su móvil la pilló de camino. Un mensaje. De la gestión de la universidad. Preguntando por la solicitud de la beca. Khris maldijo entre dientes. Se le había pasado por completo.
-Cabrones.
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"Stripper" Park Ji-Min & Tú.
Me encontraba en Macao Night Club, en seul, viendo un espectáculo que montaban los Striptease, el ruido de las mujeres que se encontraban allí incluyéndome era increíble, muchas de ellas arrojaban billetes grandes para los chicos que bailaban. De la nada todos ellos bajan y empiezan a bailarles a las mujeres que arrojaban dinero,
Derrepente se me acercó un chico rubio muy lindo y empezó a mover sus caderas frente a mí, tomó mis manos y las pasó por su duro abdomen no dudamos en hacer contacto visual al instante, yo tomé tres billetes de cien dólares y lo puse en su pantalón, este siguió bailando, luego subió a la tarima, me hizo una seña, indicándome que el próximo baile era para mi, de la nada sonó "Ride" de "Somo" esa canción era muy sensual y erotica, el chico que bailaba para mí, nunca quitó su mirada de la mía, movía sus caderas tan suavemente, para luego tirarse al suelo y bailar, sin dudar por mi mente pasaron muchas cosas y quería que ese chico fuera mío hoy.
Me levanté de mi asiento y me dirigí a la barra donde encontraba Namjoon el encargado y dueño de este lugar, una vez allí le dije que me hablara del chico rubio que acaba de bajar del escenario, dijo que se llama Jimin y que era nuevo aquí, por mi parte le mostre interes y le dije que queria estar a solas con él, que pagaria lo que sea pero que queria estar con él, Nam sin más asintió y se fue para buscarlo.
Seguí tomado de mi margarita de fresa y siento que me tocan el hombro, al girarme veo al hermoso chico rubio, lo saludo un poco nerviosa por el impacto que ha provocado en mí,— Ho-hola soy T/N.
*Narra Jimin*
Nam fue a buscarme, por qué una clienta frecuente y muy importante me quería conocer, enseguida me encamine hacia donde estaba dicha mujer esperándome y me sorprendió ver a la chica a quien le dedique el baile y la cual se fue a mitad de este, pensé que no tenía interés en mi, pero resulta que es ella quien quiere conocerme, una vez llegue a donde se encontraba le toqué el hombro, está se dio vuelta y nerviosa se presentó, la tomé de la mano a la cual le di un beso y dije —Park Ji-Min un placer— no pude evitar morder mi labio de manera seductora, no les voy a mentir esta mujer llamó mi atención y es mi objetivo de esta noche, solo de ver ese lindo vestido señido a sus anchas caderas y sus pechos asomandoce por su escote y que decir de esas largas piernas tan definidas y sexy.
De la nada T/N se acercó a mí y preguntó —Cuanto por una noche— yo sonreí y dije, a caso crees que soy un chico de la vida alegre? Yo trabajo bailando por qué me gusta no por qué necesite dinero, ahora bien si te quieres acostar conmigo no hay problema, por qué ganas ya te tengo, dije con descaro total,
La tomé de las manos y nos fuimos a uno de los cuartos VIP del club, una vez allí, nos empezamos a besar y a tocar, le quité el vestido, me deshice del t-shirt que llevaba puesto, luego mis pantalones, así que dando solo en ropa interior, continuamos besándonos, nos guiamos hasta la cama y allí pude aprecia perfectamente el cuerpo desnudo de T/N.
*Narra T/N*
Nos encontrábamos en una de las habitaciones del club, está tenía una gran cama redonda con sabanas negras de seda, un tubo en medio para bailar, un jacuzzi para pareja y juegos sexuales, como esposas, látigos, separadores de piernas etc,
Yo me encontraba desnuda y quería jugar un poco, así que le dije a Jimin que tomara asiento, lo espose a la silla y me encamine al tubo para darle un show privado.
Coloque la canción "Pour it up" de Rihanna y empece a bailar en el tubo, abrí mis piernas dándole una vista de toda mi vagina, cruce las piernas y empecé a girar, me acerqué a él y bailé mientras me tocaba el cuerpo, provocándolo, él nunca quito los ojos de mi cuerpo, me acerqué baje sus bóxer tomé todo su miembro y lo entroduje todo en mi boca, luego pase la lengua de arriba abajo por toda la base de su pene, cada vez que metía toda su verga en mi boca, sus gemidos me hacían querer tocar el cielo, de sus labios salió un —Montame nena— yo toda obediente me subí encima de él y lo camargue como toda una vaquera, movía mi pelvis de adelante hacia atrás, subía y bajaba, no aguante más así que lo solté y le dije —follame duro— este se paró y me llevo a la cama, me puso de perrito y entró en mi de una sola estocada, 1,2,3,10 embestidas 15,20 embestidas sentía que me iba a romper, Dios mio síii!
Grite a todo pulmón, este chico si que sabía dar donde gusta. Cambio de posición y se metió entre mis piernas a devorar mi rico coño mojado, cuando sentí su lengua haciendo magia allí en mi centro, lo tome por el pelo y lo metí más para que no parará, —si si así, ya casi me voy a venir, dije con la voz ronca por el placer.
*Narra Jimin*
Que rico sabor tienes— dije a lo que ella solo respondió con un gemido, —ahora voy a tomar tú culo, dije mientras introducía un dedo en éste, ella seguía gimiendo por la repentina estimulación tracera, con mi otra mano estimulaba su clítoris, para que el placer sea más intenso, una vez estimule y lubrique su culito, la puse de perrito abrí bien sus nalgas y me abrí pasó en su interior con mi miembro , ella gimió de placer por la invasión, empecé a moverme despacio y solo sentía como me apretaba y subcionaba hacia dentro, —oh nena estas tan apretada, oh maldición síi, nena muévete así, si! Que rico sigue así mmmmm— Dios está mujer esta tan sabrosa, que no quiero salir nunca de ella.
Seguí entrando y saliendo de ella, cada vez aumentaba más la velocidad, ya estaba a punto de correrme, así que me detuve y volví a lamer su coño otra vez, está vez si la deje correrse en mi boca, volví de nuevo a tomarla por su culito, entraba y salida de ella sin piedad.
*Fin de la narración de Jimin*
Narra T/N...
El placer que sentía era indescriptible, mi cabeza estaba apunto de explotar por el placer y el morbo, —oh si mmm sigue así, me gusta así papi, más fuerte mmmm sii— gemia de tanto placer que sentía, al cambiar la posición me doy cuenta de que alguien nos está mirando, y le hago una seña a Jimin, el detiene sus movimientos a lo cual me quejo y le digo que continúe, le hago una seña al chico que nos miraba, desde la puerta, puedo notar que está excitado así que le digo, desnudate y únete, cual es tu nombre pregunté entre suspiros, por qué Jimin sigue entrando y saliendo de mi como se lo había pedido —Mi nombre es Jungkook— dice el chico, asiento y le digo ponme tu pito en la boca, tengo hambre y se me antoja una verga, dije con una sonrisa delado, este sin dudarlo metio su pene en mi boca mientras Jimin seguía penetrándome, chupando y subcionando el pene de Eunwoo como si fuera una paleta, dije— quiero que entres en mi— Jimin se detuvo para que Jungkook pudiera recostarse, me subí encima de él e introduje todo su pene en mi coño, Jimin por otro lado se abrió paso y entró su pene en mi culo de una sola estocada, Dios mio estaba tan llena, me gustaba como mis paredes se contraían al rededor de estos dos grandes penes, los dos empezaron a moverse y sentía que iba a reventar,
—Si chicos así, llenenme toda, así me gusta— gemí a todo pulmón, Jungkook tomo mis pechos y mientras entraban y salían el los chupaba y mordía, haciéndome explotar, los gemidos en esa habitación eran increíblemente fuertes, los dos salieron de mi, y se corrieron encima de mi cuerpo, para luego los dos meter sus penes en mi boca, para que probará un poco de ellos, Jimin abrió mis piernas y metió dos dedos dentro de mi, y empezó a meterlo y sacarlo rápidamente, sentia una presión en mi pervis, como si quisiera ir al baño, y este seguía y seguía y puff exploté, de mi salió un chorro que empapo toda la cara de jimin, mis piernas estaban temblando por el exceso de placer que había experimentado, los tres nos miramos y dijimos repetimos?
Fin
🌸 Escrito por Nuria 🌸
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Adelanto nuevo fanfic
Ya casi termino el fanfic de PT y el de SS, por lo que me inspiré a escribir uno más, este tiene un mini comic xD
Anton llevó a Peppino al nuevo cabaret, a pesar de la escasa legalidad, su amiga de universidad estaba administrando y ocultando perfectamente el lugar.
Oh, llegaron. Como lo prometí, la primera ronda es cortesía de la casa. Pizzelle, sírveles por favor.
El "chico" asintió alegremente y extendió dos vasos de cuba libre mientras preparaba el Martini para su jefa. Anton le entregó su vaso a Peppino y habló animadamente con la encargada respecto a como iba el negocio. Peppino no escuchaba, seguía digiriendo y analizando cada rincón del lugar, cuando una voz suave habló desde los alto parlantes y los focos de luz apuntaban al centro del escenario.
Buenas noches ~ Para su deleite traemos para ustedes a una nueva estrella, experta en dar brincos y cumplir tus sueños mas alocados, por favor reciban con un cálido aplauso a su conejita y la mía... Cotton Bunny~
Los aplausos y gritos animados se hicieron presentes en cuando apareció una preciosa pelinegra de baja estatura vestida de conejita rosa.
Los ojos lujuriosos de los presentes seguían cada uno de sus movimientos, en la barra Peppino miraba encantado como la chica compartía miradas a lo lejos con él, era bellísima.
Los billetes volaban para ella, sin embargo, la conejita ya tenía flechado su interés amoroso de esa noche.
Al acabar su performance, una mano golpeando su hombro lo sacó de sus pensamientos, Anton reía y bebía animadamente su ya segundo vaso.
Oh Pep, así que ese es tu tipo. Olvídalo amigo, no tienes oportunidad.
Antes de agregar algo más. La chica señalo y llamó con un dedo enguantado al joven italiano. Confundido, Peppino miró en todas direcciones, feliz de ser él a quien pedía la morena. Esta rio cuando Peppino se animó a acercarse, tomando su mano y llevándolo a la sala privada. La guardia les miraba con curiosidad, fue cuando Noisette extendió unos billetes ganados esa noche y le sonrió de perfil.
Que nadie nos moleste por un rato Annie.
Dalo por hecho Haze.
La conejita rio suavemente antes de llevar a Peppino tras las cortinas y sentarlo en un cómodo sofá.
Así que eres el chico nuevo que la jefa mencionó.
Ah... s-supongo que si...
La pelinegra empezó a bailar con soltura meneando sus caderas y brazos, Peppino dejó su vaso prácticamente olvidado en la mesita frente a él. Esa chica lo tenía completamente hipnotizado, ella lo sabía, su mirada lujuriosa y suplicante, esa sonrisa adornada con sus dientes frontales grandes, su piel tostada y brillante acercándose poco a poco.
¿Sabes? Se supone que debía bailar para tí esta noche, pero quiero algo más, si me dejas por supuesto.
L-lo que sea...
Peppino cayó bajo sus encantos, se quedó quieto cuando la chica se posó sobre él, sentándose en su regazo. Tomó sus mejillas y apretó sus labios.
Después de morderlos y dudar unos segundos, la pelinegra devoró los labios del joven italiano, quien la abrazó y correspondió gustoso el contacto. Esta noche era para los dos, perdidos entre sí mientras la música resonaba en el local y las cortinas cubrían su fugaz pero intenso encuentro.
(Lo escribí a la rápida como una especie de avance, cuando lo suba a AO3 será más largo)
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#starter para @extrvagancias
tenía tiempo sin pisar un bar de improvisación como aquél. un sucucho newyorkino al que los humoristas iban a probar chistes. a alana le encantaba porque podías encontrar joyas o pasar la noche más incómoda de tu vida. trabajo le demandaba presencia en la sala de escritores y le quitaba tiempo para probar sus propios chistes. pero fingía que no le importaba, y acompañaba a colegas a hacer lo suyo. se dirige a la barra a pedirse otra copa cuando morena capta su atención. se queda mirándola unos cortos segundos. " no luces como el tipo de chica que viene a estos bares " porque la mayor de los macquoid conocía muy bien a su público. y recordaría un rostro como aquél.
#𝐭𝐡𝐫𝐞𝐚𝐝 / alana macquoid#with jasmine.#bueno no sé ella está viviendo su fantasía newyorkina o eso cree
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*Recordar siempre beber con moderación.*
Aún no podía quitarse esa imagen de la cabeza. Todo lo que estaba reproduciendo era la felicidad de la mirada de Carla con aquel chico. Le estaba acompañando durante todo su viaje. Necesitaba un respiro, olvidarlo de una manera. Jake no era de ahogar sus penas en alcohol, era más bien de correr hasta agotarse. Pero aquella noche fue algo diferente. Algo le decía que necesitaba hacerlo.
Salió del pequeño hostal de Valley of Silence. Un lugar en donde le recordaba a esos pueblos de series de gente rica, en donde todos ocultaban un secreto. El problema era que no encajaba ¿pero qué más daba? En ese momento no pensaba en lo que la gente pudiera opinar al ver a un chico completamente cubierto de pies a cabeza de negro, pasando completamente de las miradas. Solamente quería olvidar esa imagen.
<< ¿Qué ha pasado con la persona que no quiere poner sus sentimientos sobre la mesa? ¿Qué se cerraba al mundo?>>
Era lo único que podía pensar, en cómo Carla le había cambiado. No sabía si para bien o para mal o si alguna vez la quiso de verdad o solo se aferraba a la idea de querer a alguien después de mucho tiempo, Quizás ya lo había visto venir hace tiempo, dado que ambos habían tenido una relación difícil. Pero estaba claro que hacía lo correcto en alejarse de ella.
Entró al bar y se sentó en la esquina más apartada de la barra, bajándose un poco la mascarilla, pero aún no se había quitado la capucha. Eso era arriesgarse demasiado. ―Una cerveza ―pidió con una voz ronca. Ni si quiera recordaba la última vez que se tomaba una ¿Cuántos años habían pasado ya? ¿Seis? Al menos, ya había cumplió seis años desde aquella noche. Ya las salidas con amigos se habían terminado. El divertirse y el reír. El calor humano. Todo lo que sentía desde hace años era frío. ―Bruno, ponme un whisky con hielo ―escuchó a su lado una voz femenina sentarse a su lado―, al parecer no soy la única que quiere ahogar sus penas en alcohol. Jake la ignoró, centrándose en su botella de color verde y fresca. Era mejor no contestar, además ¿Qué más le daba a ella lo que estaba haciendo él? Aún así, un poco de curiosidad tenía y no pudo evitar mirar por debajo de la capucha. Logró ver un poco de cabello rubio que le caía como una cascada por una blusa morada. El camarero le puso el vaso a la chica y de un trago se lo tomó. Hizo un sonido de alivio y le arrastró el vaso, pidiéndole otro. Ella giró un poco, notando la mirada de Jake. Este rápidamente apartó la mirada, volviendo a centrarse en su bebida. ―Me pregunto por qué un hombre solo está bebiendo en un bar ―la joven volvió a hablar, aunque estaba seguro de que intentaba darle conversación― ¿Es por dinero o por amor? El joven de cabellos negros le dio la vuelta a la botella, leyendo la etiqueta ¿de verdad quería hablar con él? ¿Por qué? Era el tipo más sospechoso en ese bar en ese momento ¿acaso no tenía ella miedo? ―Perdón por molestar ―suspiró mostrándose verdaderamente arrepentida. Jake suspiró, llevándose la botella a la boca. ― ¿Por qué tiene que ser por dinero o por amor? ―se atrevió a preguntar por sentirse un poco mal. Aunque esta vez él no la miró, ella sonrió al escucharle. Se apoyó a la barra con la mano debajo de su barbilla. ―Bueno, creo que esas son las dos razones por las que un hombre bebería solo en un bar ―su tono era calmado ahora, dulce incluso podía pensar―, si fuera por deporte, estoy segura de que estarías armando un gran escándalo rompiéndolo todo. Se rio escuchando sus palabras, dando un sorbo a su cerveza. ― ¿Entonces puedo saberlo? Si quieres, claro. Jake miró por debajo de su capucha a la joven, al menos, la mitad de su cara. Parecía que tenía una sonrisa pícara y unos ojos juguetones. Aunque por el color de sus ojos, parecía que había estado llorando.
No sabía qué contestarle. Tampoco si era buena idea hablar de su vida. Solo lo había hecho con una persona y había salido mal. Era como si por un momento se había olvidado de que corría peligro estando allí. ―Podría hacerte la misma pregunta ―contraatacó Jake, observando cómo ella bebía esta vez más despacio―, pero es de mala educación meterse en los asuntos de los demás. ―Supongo que es porque has llamado mi atención, nada más ―vio cómo su sonrisa se transformó a una más maliciosa. Pero eso no fue eso lo que le hizo reaccionar, si no esa frase. Una vez él la usó con Carla y le hizo apretar la mano con fuerza. ―Amor ―la joven contestó, esta vez poniéndose seria―. Lo sé, una mierda ―terminó su copa de otro sorbo―. Al final creo que ni vale la pena. La voz de la muchacha cambió. No parecía la alegre chica que le había entrado a darle una conversación agradable. ― ¿Acaso te han engañado? ―preguntó Jake por curiosidad. Aunque ni sabía por qué lo hacía, quizás en el fondo necesitaba hablar con alguien. ―Peor ―dio vueltas al vaso, haciendo que el hielo girase―, me he acostado con mi exnovio ―soltó una pequeña risa, aunque no de diversión― y acabo de recordar por qué le dejé. ―Es demasiado superficial el dejarle porque sea malo en la cama. ―No es por eso ―la rubia pidió otra copa, mirando después a Jake―, simplemente no sentía esa química que busco durante años, solamente estaba con él porque era un buen tío, ni si quiera era el chico que me gustaba de verdad, creo que me aferraba a algo que esperaba sentir. El joven se quedó pensando en sus palabras. Era algo parecido a lo que creía que estaba sintiendo. El aferrarse a alguien porque le hacía sentir bien ¿pero era real lo que sentía? En cierto modo, le daba miedo admitir que no era real y todo era porque era la primera chica en mucho tiempo que le gustó por ser alguien amable con él. Algo un poco de perdedor, lo tenía que admitir. Aunque eso no podía negar que le dolía lo que había visto. ―He visto a la chica que me gusta con otro hombre siendo feliz ―Jake le dio un sorbo a botella tras decir esas palabras, esperando que el alcohol se llevase sus sentimientos. La joven arrastró su vaso hacia él, y arqueó una ceja mientras la miró confuso. ―Me has ganado, lo tuyo es peor que lo mío.
Observó el vaso, abriendo la boca para rechazarlo. Pero la verdad era, que ya le daba igual. Lo agarró y bebió de golpe, soltando aire. Demasiado fuerte, quemaba más que la cerveza. La misteriosa joven ―bastante irónico, siempre lo era él― parpadeó sorprendida al ver cómo se había tomado la copa. ―Hacía años que no tomaba un whisky ―comentó Jake entre dientes, todavía con el sabor en la boca. ―Dios mío ¿no me digas que estoy pervirtiendo a un ex alcohólico? ―la voz de la rubia sonó asustada y con cierto grado de culpabilidad. Jake se rio por su actitud. Era una buena chica, tenía que admitirlo. ―No, digamos que… ―apoyó la cabeza en el puño, sonriéndola debajo de la capucha― He estado años ocupado huyendo de la justicia ―hizo el gesto de silencio con la mano, detrás de una sonrisa. Usó un tono de broma para que no se preocupase, aunque le estaba contando la verdad. Algo que nunca había dicho a una persona que no conocía, pensó que era cosa del alcohol, pero no se había terminado la cerveza y solamente había tomado un vaso de whisky. Tenía que echarle la culpa a algo. ―Tranquilo, te guardo el secreto ―continuó la chica con la broma, soltando una risa también. Se quedó observándola detenidamente, se le hacía muy familiar, pero no sabía de dónde. Trataba de recordarlo, pero en su mente todavía aparecía Carla mezclándose con aquella chica. Había tantas cosas que había borrado de su pasado, que su presente se obstaculizaba. ― ¿Nos hemos visto alguna vez? ―preguntó con curiosidad. Ella bajó la mirada, lo que él supuso que lo hizo con timidez. Su lado atrevido parecía haberse desvanecido ¿quizás era cierto? ¿O podía ser que él se había mostrado demasiado atrevido ahora preguntando aquello? ―Es una frase demasiado genérica para ligar ¿no crees? ―preguntó ella devolviéndole la mirada, aunque no podía verle con claridad, ella creía que le estaba mirando a los ojos detrás de aquella sombra. Jake notó sus mejillas arder tras su pregunta ¿de verdad parecía que estaba ligando? Si ni si quiera sabía cómo hacerlo.
<<Realmente sabe cómo contestarme y eso hace que me ponga nervioso.>>
La joven misteriosa se rio de nuevo al ver como se echó hacia atrás, nervioso. El joven se cubrió más con la capucha, tratando de que no le viera sus mejillas rojas, pero trató de ver un poco la cara de ella debajo de aquella prenda. Hasta ese momento no se había dado cuenta que la risa también le era familiar. —No trataba de ligar, lo siento si te incomodé —se disculpó Jake, con una voz temblorosa. —Te estaba tomando el pelo —colocó sus manos debajo de la barbilla, mirando al chico de una manera encantadora. Jake vio que sus ojos brillaban, quizás por el efecto del alcohol. Se relajó al saber que ella no se había molestado—. Es divertido hablar contigo, eso me gusta. ¿Divertido? ¿Él? Todo lo contrario, lo era ella. Esa chica conseguía hacerle hablar como nunca lo había hecho alguien. Negó con la cabeza. No era cierto lo que decía. —No lo creo —cogió su botella que había dejado abandonada, por lo menos aún estaba fresca—, no es para nada divertido estar hablando conmigo —contestó sintiéndose mal por creer que estaba haciendo algo malo hablando con aquella chica cuando aún Carla seguía presente en su mente. —Si lo dices porque esa chica, es que no apreció lo bien tipo que eres. —No —inspiró profundamente, dándole toques a la botella—, sé que yo soy el problema, no hubiera sido feliz conmigo. —¿Qué quieres decir? Una sonrisa triste apareció en sus labios. —Ella logró cumplir sus sueños —por su tono de voz, se podía notar una profunda tristeza. Intentaba verlo todo desde la verdad. Lo que en realidad Carla necesitaba. Y no era aferrarse a alguien como él—, pero yo no era uno de ellos. Y él lo sabía. Sabía que si se quedaba con él estaría atrapada en una relación sin futuro. Carla hizo bien en alejarse de él para poder cumplir todo lo que ella deseaba en la vida. Él no quería que no pudiera centrarse en lo que más le gustaba a ella: su música.
La chica se quedó callada, observando lo que podía de él. Notaba el dolor en su voz sin necesidad de observar su expresión triste. —Dime ¿Soy la mejor compañía para esta noche ahora? —le dio un sorbo a su cerveza terminándola. Pensó que había arruinado la noche a esa joven que solamente quería olvidar su mala momento con su exnovio hablándole de sus problemas amorosos. Ya hasta era gracioso que él tuviera esos problemas, lo veía ridículo. —Me gusta cuando un chico se sincera con sus sentimientos —la joven habló con calma, como si fueran amigos de toda la vida—. Y al menos no pareces enfadado con ella, lo que hace algo bastante noble de que hayas respetado sus sueños. —Ya sabes lo que dicen —vio de nuevo el vaso de whisky deslizarse delante de él, acompañado por la mano femenina de su compañera de esa noche—, si quieres a alguien, debes dejarlo marchar —levantó el vaso a modo de brindis y bebió el líquido ámbar, ahora menos molesto en su garganta. — ¿No hubieras luchado por vuestro amor? —Jake le pasó el vaso a la chica y está rozó su mano con el meñique. Fue una sensación agradable para él tener contacto de esa forma tras años sin sentir la piel de otra persona. La joven le pidió con la mano al camarero otro trago y por un momento pensó que echaba de menos en tener otra vez ese contacto. Era una locura pensar en ello y con alguien que no conocía. Pero ninguno parecía darle asco el compartir el vaso, como si fuera una costumbre entre ellos desde hace años. — ¿Había algo en realidad por lo que luchar? —miró a la rubia que le observaba con atención. Parecía bastante amable escuchándole hablar de cosas que no deberían ni interesarla. Pensaba que al minuto de hablar de otra mujer se marcharía—, lo hice todo, incluso regresé por ella, pero vi que estaba haciendo todo lo posible por continuar su vida sin mí. Y no quería forzarla a que darse a mi lado. —Eres un buen tío, Mister Misterioso —miró a la joven al escuchar ese apodo. La sonrisa en su rostro era dulce, cálida. No era parecida a las fotos de Carla, la sonrisa que veía era para él. Se rio de su nuevo apodo, ya estaba acostumbrado a que le llamasen de maneras terribles, que cuando era uno agradable, casi parecía un milagro.
Cuando la misteriosa mujer bebió su turno, le pasó a Jake el vaso con una nueva ronda. Al menos no iba a conducir hasta el hostal. ― ¿Y qué hay de ti? ―preguntó antes de beber a la joven. ― ¿Qué pasa conmigo? ―ella le miró confusa, sin entender a qué venía aquella pregunta. ―Tus ojos ―bajó el vaso y la miró, por un momento ella creyó haber visto el color de sus ojos, aunque con la poca luz y su sombra, no estaba segura―, parecía que habías llorado ¿quieres hablarlo? Pasó la lengua por sus labios, tratando de saber cómo empezar a explicarle a Jake su situación. Él ya había notado que algo más le sucedía y no solamente tenía que ver con el tema de su exnovio. ―Si tienes miedo, puedo ayudarte- ―No, no se trata de eso, tranquilo ―ella se lo agradeció con una sonrisa, a lo que él se calmó un poco, pero no demasiado porque no sabía la historia completa. Tenía que aclararlo―. Es solamente que me prometí a mí misma que no volvería a tener nada con él, incluso mi amiga me lo recordaba ―soltó una risa tras decir aquella palabra―. Me sentí vacía, no había nada. Ni un poco de satisfacción con lo que había hecho. ―Creo que te comprendo ―contestó Jake, comenzando a recordar su pasado―. También he pasado por ello hace muchos años. ―Y apesta ese sentimiento, ¿verdad? ―dejó escapar un sonido con la nariz, molesta consigo misma― Piensas que quizás eso puede arreglar tu problema, sentirte querida, pero solo piensas en que le haces más daño a la otra persona dándole esperanzas y a ti por hacer algo que sabías que no te iba a llenar. Tomó el vaso y lo llenó con la botella que el camarero había dejado para ellos, tomando de un trago. Jake miraba cada expresión de la joven, sintiendo compasión. ―Quizás me largue del país ―sorbió por la nariz, tratando de controlar sus lágrimas. No quería que un desconocido la viera llorar―. En mi trabajo necesitan nuevos corresponsales en Estados Unidos, quizás pida el traslado y haga una nueva vida lejos de aquí ―ladeó la cabeza, pensativa. La mirada perdida hizo que él se preocupase por ella. ―Si es lo que crees que necesitas, puede que un cambio sea bueno para ti ―le dio la razón Jake, queriendo que ella se sienta mejor en algún sitio donde ser feliz. ― ¿Y si nos vamos juntos? ―los ojos de la joven brillaron con cierto lado travieso― Al menos podríamos apoyarnos en nuestra mala racha. Jake soltó un suspiro, tomando su turno. Mala idea no era, marcharse más lejos todavía y no regresar. Pero por desgracia, aún tenía unas hermanas que si les necesitaban, él tendría que ayudarlas. Y tampoco es como si marcharse a Estados Unidos fuera fácil para él, necesitaría nueva documentación falsa y eso le iba a tomar bastante tiempo en obtenerla. Lo más sorprendente era pensar en marcharse con alguien que ni conocía. Tenía claro que esa iba a ser su última copa antes de decir algo que no debía. ―Aunque no es mala idea, me temo que debo rechazar esa oferta ―arrastró el vaso despacio hacia ella mientras la miraba a los ojos―, pero te deseo que hagas lo mejor para ti, Miss Misteriosa. La joven sonrió al escuchar el apodo, extendiendo la mano para coger el vaso. Ambos rozaron sus dedos sin apartar la mirada. Y por un momento en que él había bajado la guardia en cubrirse mejor, logró ver el verde de los ojos de aquel chico misterioso. Un color que la calmaba.
Jake dándose cuenta de que no era bueno para ambos, apartó la mano con cuidado. No quería que ella volviera a cometer otro error aquella noche y él solamente por sentirse mal acabar donde quizás ninguno deseaba aquella noche y no recordarlo por culpa del alcohol. ―Creo que debería marcharme ya ―la rubia inspiró profundamente, sacando su móvil―, mi primo debe de estar preocupado porque no le he dicho a dónde iba, estará como un loco preguntando por todo el pueblo ―soltó una risa nerviosa, intentando cambiar el tema para que la situación no se volviera algo violenta―. Es como tener un padre. ―O una madre ―le medio corrigió Jake, sabiendo que él jamás había tenido la experiencia de saber cómo se comportaba un padre. La noche mejoraba por momentos a cada pensamiento que tenía. ―Gracias por hacerme compañía ―bajó del taburete y como hizo durante toda la noche, mantuvo la distancia con él. Pero esta vez para controlar esa curiosidad que la estaba torturando por saber más, por desgracia sentía que no era buena idea hacer algo en ese estado de embriaguez― ¿Vas a estar por el pueblo? ―No, mañana me marcho ―y así era mejor. Después de aquella noche, no era buena idea seguir en aquel lugar. Y más cuando podía correr el rumor de que había estado aquella noche ahí. ―Oh… ―la misteriosa joven se mordió el labio, incómoda. Pensó que quizás era por su culpa, aunque decidió arriesgarse― No soy de las que dan su número de teléfono a cualquiera, pero ―sacó un bolígrafo de su bolso, escribiendo su número en un papel. Jake la miró curioso por su acción, no sabiendo cómo reaccionar. Jamás pensó que le sucedería algo asó― si necesitas hablar con alguien, siempre estaré encantada de escucharte. Deslizó el papel hacia él, tratándolo con mucho cuidado, como si se fuera a caer y romperse en mil pedazos. ―Adiós, Mister Misterioso ―agitó la mano a modo de despedida, caminando hacia la salida―. Pon en mi cuenta su cerveza también, Bruno. ―Claro ―soltó una risa el camarero―. Hasta mañana, Macie. El joven no pudo evitar en mirarla marcharse, el cómo se movía. Apretó sus manos por encima de la barra, tratando de calmarse. No la conocía y había logrado ponerle más nervioso que otra persona. Era como si aquella mujer supiera quién era él. Y claramente, Jake creía conocerla, lo que hacía que la curiosidad aumentase. Incluso el nombre le sonaba.
Se fijó en el papel que ella le había dejado, con su número y nombre. Recordó de golpe por qué se tenía que marchar, por qué no podía quedarse más tiempo. No podía aceptarlo. No podía tener una vida normal. Tenía que regresar a esa soledad que él se había buscado. Aún así, no apartó la mirada de aquellos números. ―Tienes suerte, tío ―miró al camarero mientras se subía la mascarilla, se apoyó en la barra, señalando en dirección donde ella se había marchado―, esa chica siempre ha ignorado a todos los tíos que siempre han intentado entrarla ―Jake empezó a molestarse en su forma de hablar. Sentía asco―. Supongo que el alcohol le hizo verte interesante a pesar de tus pintas de raro. Raro. Claro. Como no podía ser él otra cosa. Saltaba a la vista cuando alguien le veía. Jake se levantó del taburete listo para marcharse. Sacó un par de billetes, dejándolo en la barra. Es lo menos que podía hacer por ella tras escucharle hablar de sus penas. ―Pagaré yo lo de ambos ―quiso ignorar las palabras del hombre, no queriendo rebajarse a su nivel. ―Como quieras ―cogió los billetes y miró el papel con el número― ¿No vas a cogerlo? ―No ―contestó de manera seca. ―Bueno, entonces no te importará que yo lo- No le dejó terminar la frase que ya había cogido la servilleta y empezó a romperlo en pedazos. La actitud del camarero le repugnó. Quería protegerla al menos de esta forma. ― ¿Pero qué haces? ¿Eres imbécil? ―el hombre se quejó, tratando de coger todos los papelitos, queriéndolos juntar. Pero era imposible, todos los números estaban irreconocibles. ―Supongo que lo soy―fue las últimas palabras que dijo antes de alejarse hasta la puerta.
El golpe de frío al abrir la puerta no le molestó gracias al calor del alcohol. Miró a los lados, como si estuviera observando si aparecían sus perseguidores para hacerle una emboscada y se fijó a aquella chica de pie esperando al otro lado de la calle. Recordando el camarero, dio un paso hacia delante queriendo hacerla compañía. Al menos que no se quedase sola. Fue un extraño impulso o quizás su naturaleza de querer proteger a todo lo que viera indefenso. Un coche se paró en frente de ella, que al parecer reconoció en seguida. Jake paró en seco, de nuevo, devolviéndole a la realidad aquel momento ¿en qué estaba pensando? Vio a aquella chica reírse y disculparse con el hombre que iba en el asiento del conductor, que parecía molesto. Supuso que era el primo que había nombrado. Pasó por al lado y pudo ver su cara, alegre. Aliviada. Ya sabía que iba a ser la última vez que la iba a ver y lo sentía más por él que por ella. ―Cuatro, cero, tres, cinco, seis, cinco ―pronunció en bajo. No quería que ese número se le hubiera quedado en su cabeza, pero ahora no podía quitárselo―. Voy a necesitar bastante tiempo para borrarlo de mi mente. Comenzó a caminar en dirección al hostal, llevándose el recuerdo de aquello noche agradable que había logrado sacar aquella tristeza que había sentido minutos antes.
Sabía que iba a costar olvidarla porque le había hecho sentir la sensación de calidez que hacía mucho tiempo no había sentido, pero lo aceptaría. Lo había hecho antes y lo haría ahora.
Y realmente aquel pensamiento no iba por Carla.
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El patio-Mentiras el musical AU
Un beso frio, desesperado, media sonrisa y... Se fue.
Aquel canto en la cabeza de Yuri fue lo que sucedió cuando Emmanuel menciono que ahí paraba su "Amorio", pero... Por que le dolia tanto?
Su confesión hacia Emmanuel sobre que estaba enamorada tanto de Daniela como de el vaya que si fue algo repentino, las expresiones de aquel hombre fueron demasiado indescriptibles pero al mismo tiempo... Compresivo? Realmente la chica jamás terminaria de entender que sucedia en la cabeza de su contrario, al terminar de amenazarlo e irse solo se dedico a buscar a su amiga en los baños lo cual, todavia no podia entrar, seguía en una llamada misteriosa...
Por lo que ahora solo estaba ella sola en aquel centro nocturno, viendo figuras demasiado peculiares pasar y bailar, el año 1989 vaya que iba a ser demasiado recordado por todos, para ella más, todo últimamente estaba siendo demasiado loco que le hacia dudar mucho de sus decisiones del pasado, pero, ey... No podia regresar en el tiempo para corregir alguna cosa... O quiza decirle a Daniela en ese dia tan especial que ella quería ser más que una amiga.
Pero no, el ahora es ahora y es lo que se tenía que conformar a vivir, todos los pensamientos de la chica sobre su vida fueron esfumados al ver a su "mejor amiga" salir torpemente del baño demasiado debilitada, alcanzando a atraparla junto con Emmanuel, llevandola a algun lugar a sentarse
"Ire por una toalla al baño" fue lo que dijo la chica de pelos rebeldes algo preocupada pero siendo interrumpida por su contrario que la mando por una coca fria a la barra, el iba por la toalla.
Apresuradose a ir por aquella coca mientras la pedía veía como aquellos dos tortolitos se hablaban, como si lo demas no importara aunque el chico seguia nervioso, regresando su vista a la barra esta simplemente saco una mueca de disgusto, se moria de celos, tanto de Emmanuel como de Daniela, eso tenía que parar, no podia más.
"Yuri!"
Regresando su cabeza de las nubes se apresuró a ir con la coca bien fria con ese par, le iba a entregar ya la bebida cuando las palabras de su amiga fueron más rapido
"-Estoy embarazada!! "
"Que?!"
Las miradas entre aquellos dos se cruzaron por segundos, la preocupación y vulnerabilidad era demasiado notoria más tenían que disimular...
"Digo, bravo princesa voy por mi chamarra y nos vamos"
Emmanuel se fue corriendo de ahi dejando a las dos amigas solas, con una Daniela demasiado emocionada contandole a Yuri sobre todo, pero realmente ella no estaba poniendo atención, el shock y negación dentro de ella hacian las palabras borrosas, asi que decidió alejarse unos pocos minutos
Que demonios pasará despues? Ahora es solo mantener su compostura, no caer en la locura... Y seguir con su tan rara vida
Yyy aqui acaba esta partecita de escritura, sinceramente es algo que se me ocurrio a media noche, demasiado rapido de hecho sobre los pensamientos de cada personaje en ese caos de musical que lo hace tan bueno, eso es todo, muchas gracias por leer!!
-Monch °>°
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mi perra más chica ve que la gata de sube a la barra y al lavarropas (donde está su tazón) y ella quiere hacer lo mismo, entonces mi mama la sube y la sostiene mientras ella investiga
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Quiero hacer contigo todo lo que la poesía aún no ha escrito.
Cualquiera diría al verte
que los catastrofistas fallaron:
no era el fin del mundo lo que venía,
eras tú.
Te veo venir por el pasillo
como quien camina dos centímetros por encima del aire
pensando que nadie le ve.
Entras en mi casa
-en mi vida-
con las cartas y el ombligo boca arriba,
con los brazos abiertos
como si esta noche
me ofrecieras barra libre de poesía en tu pecho,
con las manos tan llenas de tanto
que me haces sentir que es el mundo el que me toca
y no la chica más guapa del barrio.
Te sientas
y lo primero que haces es avisarme:
No llevo ropa interior
pero a mi piel le viste una armadura.
Te miro
y te contesto:
Me gustan tanto los hoy
como miedo me dan los mañana.
Y yo sonrío
y te beso la espalda
y te empaño los párpados
y tu escudo termina donde terminan las protecciones:
arrugado en el cubo de la basura.
Y tú sonríes
y descubres el hormigueo de mi espalda
y me dices que una vida sin valentía
es un infinito camino de vuelta,
y mi miedo se quita las bragas
y se lanza a bailar con todos los semáforos en rojo.
Beso
uno a uno
todos los segundos que te quedas en mi cama
para tener al reloj de nuestra parte;
hacemos de las despedidas
media vuelta al mundo
para que aunque tardemos
queramos volver;
entras y sales siendo cualquiera
pero por dentro eres la única;
te gusta mi libertad
y a mí me gusta sentirme libre a tu lado;
me gusta tu verdad
y a ti te gusta volverte cierta a mi lado.
Tienes el pelo más bonito del mundo
para colgarme de él hasta el invierno que viene;
gastas unos ojos que hablan mejor que tu boca
y una boca que me mira mejor que tus ojos;
guardas un despertar que alumbra las paredes
antes que la propia luz del sol;
posees una risa capaz de rescatar al país
y la mirada de los que saben soñar con los ojos abiertos.
Y de repente pasa,
sin esperarlo ha pasado.
No te has ido y ya te echo de menos,
te acabo de besar
y mi saliva se multiplica queriendo más,
cruzas la puerta
y ya me relamo los dedos para guardarte,
paseo por Madrid
y te quiero conmigo en cada esquina.
Si la palabra es acción
entonces ven a contarme el amor,
que quiero hacer contigo
todo lo que la poesía aún no ha escrito.
- Elvira Sastre
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