#byfoxxa
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”Estuve pensando que nadie me piensa. Que estoy absolutamente sola. Que nadie, nadie siente mi rostro dentro de sí ni mi nombre correr por su sangre. Nadie actúa invocándome, nadie construye su vida incluyéndome. He pensado tanto en estas cosas. He pensado que puedo morir en cualquier instante y nadie amenazará a la muerte, nadie la injuriará por haberme arrastrado, nadie velará por mi nombre. He pensado en mi soledad absoluta, en mi destierro de toda conciencia que no sea la mía. He pensado que estoy sola y que me sustento sólo en mí para sobrellevar mi vida y mi muerte. Pensar que ningún ser me necesita, que ninguno me requiere para completar su vida.”
Alejandra Pizarnik.
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Ecos eternos
Despertó entre penumbras y destellos, un corazón ansioso, siempre en vilo, anhelando ser visto.
Mi confidente habla:
He vagado por años, soy un eco en el vacío, con mi reflejo difuso, mi valor desvanecido. Un diamante en la penumbra, brillando en soledad, refugio en su noche eterna, donde nadie desea mi verdad desnuda, cruda, dolorosa.
Esperé, con el alma en la mano, que alguien viera en mí más que fragmentos, que aceptara como expongo en luces y sombras, mi amor en su totalidad, sin miedo, sin recelo.
Aún temo, temblorosa en el borde, volver a caer en el abismo de las cadenas invisibles de un afecto que se ahoga en su propia angustia, a ocultar mis cicatrices bajo una máscara de calma.
Pero aún así, el confidente espera no ser desperdiciado, sino ser pulido. Espera por un ser capaz de resolver el enigma.
El confidente ahora grita:
¡Soy un diamante en bruto! Una joya oculta, esperando la mano que vea en mis cicatrices la lucha y la fuerza, y me acepte, sin temor, sin condiciones.
Solo quiero que notes en mis ojos la lucha y el deseo, que aceptes mis facetas, mi verdad.
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Hay registros que, dudo demasiado, poder volver a sentir en mi vida. Dejen de tenerme presente. Me fugué con mi incertidumbre.
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Carta a Lu
Aunque la vida continuara inalterada para los demás ciudadanos, en ese instante, la situación política ocupaba mis pensamientos. ¿Por qué quedarme atrapada en la miseria cuando podría buscar mejores horizontes en otro lugar?
Me decía a mí misma: "Bueno, si todo se va al choto, me tomo un avión a Noruega".
Me hubiese gustado encontrar mi propósito o un mero rumbo a la pregunta que me atormenta todos los días cuando me olvido de estar presente: ¿qué voy a hacer con mi vida?
Sin embargo, lo segundo en mi mente al considerar marcharme era el amor.
Me di cuenta de que había cometido un error al pensar que el amor podría salvarme de la angustia que arrastro en mi vida. Podes encontrar soluciones para la insatisfacción económica o residencial, pero esta herida de la que hablo es un abismo que nada puede llenar.
Me convencí de que el trastorno de angustia no tiene cura. La mayoría de las terapias se centran en abrazar el dolor, practicar la autocompasión y aprender a convivir con estas sombras. Pero ya no tengo ganas de enfrentarlo cuando se presenta. ¿Por qué insisten en que siga luchando cuando ya no queda nada dentro de mí?
El amor, no necesariamente apasionado ni romántico (o sí), podría haber llenado con un poco de calidez este corazón.
Pero ahora veo claramente que aquí, en este momento, ya no existe. Ahora entiendo que nada de eso está en mi destino.
Ya no albergo la idea de volver a brillar, de devolverle el brillo a mi amado, de ser correspondida, de compartir los momentos más fugaces de la vida, de sostenernos, de llevarnos siempre juntos.
Me llevó el doble de tiempo darme cuenta de que todos los caminos me conducirían inevitablemente a este viaje. Me siento aliviada porque debo partir, me siento aliviada porque cuando llegue, también tendré la libertad de irme.
Perdoname Lu por decirte con tanta liviandad las ganas que tengo de matarme y como me voy a matar si fracaso en lo que estaría siendo mi último intento de buscar el goce por la vida.
Perdoname por no poder prometerte que vamos a estar juntes de viaje nuevamente. Solo nos queda disfrutar lo que nos quede de presente hasta que les de la espalda a todos.
Te quiero mucho.
Foxxa.
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Sigo en pie y enfrentando todo lo que puedo. Hace 48 días desde que comencé a tomar antidepresivos, 9 días desde que adopté a una perrita y apenas 5 minutos desde que cerré todas las pestañas de los portales de empleo.
Mi situación económica continua siendo crítica y la pregunta que sigue girando incesantemente en mi mente es: ¿Qué camino debo tomar?
Para encontrar una respuesta, retrocedo en el tiempo hasta un episodio de mi vida que se relaciona con esa misma pregunta:
Tenía alrededor de 5 años cuando mi vieja y yo nos refugiamos en la casa de su progenitora debido a la continua pelea intensa entre mis viejos de aquellos días. Pasamos un tiempo allí, como si fuera una burbuja temporal en mi vida.
Todo cambió cuando el hermano de mi mamá, quien luchaba contra las adicciones, perdió el control y la violencia estalló. Nos encontrábamos contra la pared, mi mamá, yo y mi abuela, tratando de protegernos de este loco desquiciado que sostenía un cuchillo. Nuestra estadía en esa casa había llegado a su fin. Nos fuimos con lo puesto y, de manera amable, un amigo de mi tío (que creo que tenía un interés en mi vieja) nos llevó en moto hasta la puerta de la casa que solía llamar hogar, donde aún vivía mi viejo.
Mi vieja no se atrevía a tocar el timbre. Simplemente se sentó en la puerta, sujetándose la cabeza y repitiendo una y otra vez: "¿Qué voy a hacer?"
Algo, una especie de valentía infantil, un espíritu adulto, se apoderó de mí. Hice puntitas de pie y toqué el timbre. Mi papá abrió la puerta, y yo, la pequeña que era, lo miré a los ojos y le dije: "Ayúdanos, nos echaron, el tío Adrián nos golpeó." Mi papá levantó a mi mamá y nos dejó entrar. De alguna manera, la vida continuó su curso.
Este recuerdo es un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, la resiliencia y la valentía pueden abrir nuevos caminos.
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Como encontrar el sentido
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Los humanos pueden enamorarse más de una vez por que su corazón cambia. La vida humana es tan corta que no pueden malgastarla encariñándose solo de una cosa. Pero los espectros son diferentes porque ellos viven muchos años y su corazón no cambia, no olvidan y viven con los mismos sentimientos durante siglos; es por eso que no abren su corazón imprudentemente. Muchos pasaran su vida sin amar a alguien porque amar y desear a alguien es algo muy arriesgado.
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Obsolescencia programada
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