#bydamyart

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○ s o b r e e l e s p í r i t u y l a m a t e r i a ●

Las formas en que pienso mi Ser interior, mi espíritu, no caben en las maneras en las cuales puedo entender las cosas tangibles. Una parte de mí quiere limitar ese espíritu a la forma corpórea, a la materia hasta que, por otra parte, entiendo que se sale de mí, de los límites y maneras en que concibo la materialidad. No encuentro maneras de explicar mi espíritu, sólo se que se adelanta a mí antes que encuentre las palabras. Incluso ahora mismo. Se hace presente. Está. Es. No sé cuando empieza ni dónde termina, pero se expresa, mediante el cuerpo, su existencia material. Como Aire y Tierra. Ambos se complementan. Me facilitan la existencia, y la no existencia. Como partículas de la tierra, elevadas en el aire. Como al ras el aire que besa la tierra, y toma muchas formas. Que dialogan habitando un mismo espacio pese a ser dos entidades diferentes. Mi espíritu y materia. Conviven en una relación dialógica, como parte de un todo. Dos existencias que no son la una sin la otra.

Dámy.

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(Instalación objeto-fotográfica). 2019

Esta obra nació desde una experiencia vital y espiritual de un gran amor geminiano y taurino, como del aire y la tierra.

*Hermosa yo ahí colgando mis obritas.🫶🏾✨

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Mis otras dos películas musicales favoritas:

El fantasma de la ópera (2004) y Selena.

Son de esas películas que formaron parte de mi crecimiento, de las cuales puedo cantar toda la banda sonora porque me las se de memoria. De esas películas que marcaron mucho mí forma de relacionarme con la música, ya que si bien ambas son distintas y cuentan historias diametralmente opuestas, sí ambas coinciden en algo: en buscar el valor de cantar desde el corazón. Sí, por más cursi o trillado que pueda sonar. En ambas historias ambas protagonistas buscan encontrar que su música que nace previamente del corazón pueda llegar a las personas y les haga sentir algo más. Una de ellas mediante "el ángel de la música" y en la otra mediante el contacto genuino con su público. Amo a ambas. Me dan siempre ganas de cantar, de seguir cantando, aunque a nadie le guste mí voz (a veces a mí tampoco me gusta mí voz, pero en ocasiones la prefiero cantada antes que hablada porque sí, tengo una voz medio irritable). Pero con ambas siempre siento que me sale mejor cantar con mi corazón.

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No soy el estereotipo de mujer bella con el pelo oscuro femme fatal. De hecho, nunca lo fui. Y de más joven, cada vez que miraba fotos de mi color de pelo natural me ponía a llorar, porque no podía entender cómo algo tan natural en mí me quedaba tan feo. Por eso lo tiño desde los 12, porque el bullying que siempre recibía (incluso del chico que me gustaba) era por mi pelo y mi cuerpo. Eso mismo me ayudó a construir un mundo interior bello, del cual me enorgullezco, porque al final lo que importa, para mí es lo que llevamos dentro. Pero el mundo dicta sus reglas: ser de cierta forma o tener tal apariencia y seguir la moda. Nunca busqué ser el estereotipo de ningún estilo de mujer, de hecho no lo soy. Y si bien he hecho las paces con mi pasado y aunque mi cuerpo es hegemónico, mis rasgos y mis pensamientos no lo son. 

Tengo un mar delante mío que todavía a veces me impide verme como realmente soy. No sufro mi apariencia, la he aceptado con el tiempo, pero admito que hago cosas para tratar de enamorarme cada día un poco más de la mujer que soy y de la que quiero ser. Pero tengo miedo de estar mintiéndome sobre mí misma frente a como me percibo a mí y mi imagen, de ser una más de las que sólo posan con filtro y de cierta forma. Y no. Porque no soy perfecta, nunca lo seré. De hecho, no creo en la perfección. Tampoco pretendo repetir patrones hegemónicos ni estereotípicos que se me quieran imponer. Podría enumerar todos y cada uno de mis complejos.

Pero soy una mujer del arte. No soy la mina del hialurónico, soy la flaca a la que le importan las dudas existenciales. No soy la mina más linda que te vas a cruzar en la esquina, pero soy la mina que siempre va a tratar de mejorar el ambiente de mierda donde sea. No soy la típica que tiene el estómago chato y le queda bien el tiro bajo, pero siempre la que va a decir una pelotudez para hacer reír. La mina que te va a decir siempre lo que no quieras escuchar a la cara, no la que tiene una piel aterciopelada. Tampoco tengo unas súper piernas firmes y deseables, ni mi culo es un 10 en ningún aspecto, ni mi espalda mucho menos, pero soy la que siempre te pone el hombro para lo que sea porque la lealtad es todo. Mis brazos a veces siento que son más largos de lo que deberían, pero nunca faltarán los abrazos (para mí la forma más bella de intimidad). Y mi rostro… bueno… mi rostro… Nunca voy a entender las desproporciones faciales ni el tamaño de mis ojos, lo diminuto de ellos comparado con el resto de las cosas que integran mi rostro, pero bueno, así es como soy. Así, y nada puedo hacer para cambiar eso. Sólo me queda aceptarme, mirarme todos los días en algún espejo o en algún reflejo y tratar de amar lo que ven mis ojos, tratar de aceptar mínimamente.

El arte me regaló la dicha de aprender que nada que sea demasiado proporcional y exacto es perfecto ni bello, y que la belleza no es un valor que determine que una obra sea relevante, significativa o sustanciosa. Y creo que soy un poco así.

Hay días que cuesta mucho, hay días que ni siquiera me puedo mirar, hay días en los que lo evito porque siento que no soy lo que me gustaría ser. Porque en ese reflejo veo todo lo que me falta, no sólo en mi apariencia sino en mi vida diaria. Y aún así sigo respirando, sigo caminando, trato de seguir adelante y hacer sentirme cada día un poco mejor de ser lo que soy.

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Caía el sol cuando tus dedos entrelazaban los míos. Nunca estuve tan cerca de alcanzar el horizonte como esa tarde tan nuestra.

Tus ojos bebían mi dulzura, los míos se perdían en los tuyos. Yo quería vivir siempre en esa ilusión. Y cuando oscureció sólo me quedó el brillo de tus labios sorbiendo los míos. ¡Cuánto soñaba ese sabor a vos! Por mucho que creí que iba a enloquecer.

Y ahora no me abandona este sentir de quererte cada instante un poco más. Querer todo de vos. No dejar nada sin vivir esta dulce sensación. No hay nada que quiera, nada más que desee que a vos y ese beso tan nuestro junto a la ventana, mientras te ilumina el sol.

[d-a-m-y]

Día del orgullo. Orgullosamente pansexual.🩷💛🩵

Dejá de dar por sentado que cualquier bondi me deja bien, o decir que soy indecisa o que mi orientación no existe porque yo no niego ni asumo la de nadie, y tampoco decir que no me puedo enamorar por ser quien soy. Y además me pasó lo peor que me pudo pasar:

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Enamorarme de un hetero 🤦🏼‍♀️😞💔

#Orgullo2024

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Una de mis películas favoritas por aquellos años de estudio universitario era Across the universe... La historia de la juventud en la era hippie revolucionaria (en yanquilandia🙄), pero que a la vez mostraba a un joven inglés de nombre Jude, que desembarca en dicho país y se reencuentra a sí mismo, a su padre y conoce muchos amigxs y obviamente.. a su amada Lucy. Él, artista visual que nunca vivió más que en clase trabajadora y que pretende ganarse la vida haciendo arte, se ve inmerso en un país y cultura que no es suya. Un lugar que se lo devora de a poco. Recuerdo que amé dicha película (aún lo hago) no sólo por tener la banda sonora de The Beatles, una de mis bandas favoritas, sino que además encontré encanto en toda esa historia de arte, música, amor, lucha... bla. Audiovisualmente es bellísima, tanto que tomé un frame de los protagonistas en los créditos y parte de la peli en su momento más psicodelia de la ESCENAZA bajo el agua, y lo repliqué en una pintura que hice. La pintura (acrílico s/Fibrofácil de 60x60 cm) la realicé en el años 2015, y era una recreación de mí y la persona que más quise en esos años. Persona que fue un vínculo que terminó bastante deplorable y doloroso (por decir poco), pero que siempre me recordó a los ojos del actor que interpreta a Jude, ya que tenía casi los mismos ojos grandes y oscuros que él. Era artista visual también. Y es todo lo que voy a decir... Pero que en ese momento no pude evitar ver en la historia de Lucy y Jude.

Una de mis películas musicales favoritas. En mi top está en el puesto 3 (luego de Moulin Rouge y El fantasma de la ópera, y antes de Selena).

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Una de mis artistas visuales argentinas favoritas. Encontré éste (dentro de muchos textos de su autoría) en los cuales vengo navegando últimamente. Aunque en realidad siempre, el arte forma parte de lo sagrado en mí. Esa sacralidad que me convierte en un ser que al igual que él mismo, o la inspiración, llega cuando menos lo esperas y se va de igual manera. Soy arte. Con todos sus vértices, líneas, textura y colores.

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Hoy es el aniversario del día que se conocen Céline y Jesse.

La ví hace relativamente poco por primera vez. Pero siento que pude haber tenido mí propia "Antes de amanecer". Fue hace unas semanas, en el día de la Patria. Me junté con amigos para ir al museo y luego nos tomamos unos tragos en la peatonal a unas cuadras del obelisco. Fue un bello momento compartido. Cuando me estoy yendo, entré en estación Uruguay del subte B, como si fuese algo premonitorio. El estado de embriaguez que tenía era moderado, es decir podía caminar y hablar e incluso reconocer el espacio que me rodeaba. Aunque sí me sentía algo mareada. Cuando camino hacia los molinetes tratando de ver de qué lado debía descender es que veo que alguien me venía observando mientras caminaba paralela a mí en mí misma dirección. Me sonrió. Le sonreí. Me dice "Hola, cómo estás? Sabes para qué lado tomar para bajar en estación gallardo?". Le respondí que no lo recordaba (pues siempre me olvido ese recorrido ya que la b no es una línea que utilice con frecuencia). Me ofrecí a buscarlo con mí celular. Ella se quedó al lado mío esperando mientras juntas revisabamos los resultados de la búsqueda. Me resultó atípico pero admirable que en la ciudad de la furia y el ajetreo alguien se tomara el tiempo de esperar una respuesta. Cualquier persona en su lugar se hubiera ido decepcionada. Pero ella se quedó paciente. Le dije que del lado izquierdo, que resultaba ser el mismo que el mío, es decir ambas viajaríamos en el mismo sentido. Cuando ella se adelanta a pasar por el molinete, yo no lograba encontrar mi sube (mí estado me aletargaba). Ella saca su sube del otro lado del molinete y me paga el viaje. Me ofrezco a devolver el dinero y me dijo: "no, en Uruguay son más caras las cosas que acá.. no te preocupes". Le agradezco y al instante le pregunto "sos de Uruguay?" A lo que me respondió "Sí. Yo soy de allá. Pero vine a ver a una amiga de por acá". Ahí noté no sólo que tenía unos ojos avellana oscuro tan bellos, sino también unas pecas que bordeaban sus pómulos y un perfume dulce que hasta hoy no olvido. Una hermosa mujer. Yo creí que con decirme eso bastaba y me ignoraría al minuto siguiente. Creí que por estar ebria notaría algo en mí y se alejaría. Pero no. Fue increíble como se mantuvo al lado mío hasta que vino el subte. Subimos. Y se me sienta al lado. Hablamos de política, de la situación del país, de la maternidad, del derecho al aborto... No sé cuánto duro ese viaje, pero siento que hablamos como si nos conociéramos de años, de otra vida. No podía dejar de sentir una calidez en mi pecho por hablar con alguien que recién conocía y que le interesaba hablar conmigo de cosas que no se suelen hablar ni bien unx se conoce con otra persona. Me expresó su nulo deseo de maternar como el mío, y dijo que compartía mis mismas razones. Su sonrisa me deslumbraba cada que aparecía al final de cada conversación. Cuando me di cuenta era la hora de bajarme. Me despido a lo que ella me da un beso y la mano. Le pregunto su nombre. Valentina, me dice. Mucho gusto, yo soy Damy. Y me fui. Un encuentro mágico y corto, no sé si exacerbado por el estado de embriaguez. No lo sé y no me interesa. Sólo se que amé cruzarme a una desconocida, de otro lugar, de otra vida, compartir un instante de coincidencia. Eso me llenó el alma. Tanto, que hasta hoy día todavía la recuerdo y me sonrío.

Quizá, si hubiésemos seguido de viaje juntas, hubiésemos sido la versión rioplatense de la historia entre Céline y Jesse. Quién sabe?

Aunque yo creo que sí.

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"Llevo tiempo de escuchar al viento, y de un viaje infinito sin siquiera haberme ido a ningún sitio. Donde aprendo a escuchar mi voz interior. Me siento conectada a mi intuición desde nací, pero siempre renuevo mi conexión con la misma a medida que transcurre la vida.

Creo que la muerte y la vida ocurren en misma instancia, simultáneamente. Están ocurriendo ahora mismo.

Y les hay quienes quizá creerán conocerme porque me cruzaron en algún momento de la vida. Pero les aseguro, como decía George Harrison en su canción "Todas las cosas deben morir", así creo que es. Cada día que pasa vamos muriendo un poco más, no sólo de manera cronológica sino también diría que morimos un poco a quienes solíamos ser. Algo que podría comprenderse ambiguo e incluso negativo en ocasiones, nos arroja a un sentido de nuestra propia existencia, alejada de los estereotipos y las fijaciones. Sin ello quizá nunca hubiera hecho mucho de lo que juré que no iba a hacer jamás, ni hubiera pensado lo que ideológicamente hoy pienso. Aún cuando se que de acá en adelante eso también podría cambiar. Si no hubiera salido de "mí" no hubiera encontrado nada de "nos". Saber que no podemos buscar garantías porque nada es seguro. Que no me caso con absolutamente nada ni nadie (nunca creí en el matrimonio, ja!) Que no me pierdo en las reglas de quienes quieren marcar las pautas en mi juego, o en el juego de tantas otras personas que comparten esa visión del mundo. Porque cada día estoy más convencida de que el universo nos acerca todo aquello que estamos preparados para interpretar y comprender, nos trae la energía que está acorde a aquello que somos realmente en nuestro interior. Y la libertad con que dejamos ir nos abre puerta a algo más extraordinario. Es como si cada vez que muriéramos, volviéramos a nacer. En maneras distintas y con una energía renovada y una consciencia profunda sobre la vida y la libertad del ser."

Ese texto lo escribí en julio 2019. En mi época más existencialista extrema, donde me redescubrí y replanteé mucho mi vida, mis creencias, lo que dejé atrás de tantos años y lo que encontré en el camino. Y si bien mí contexto hoy día es otro, la idea central sigue viva así, creyendo que cada día muero un poco más.

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"Hace mucho que no me siento como una artista. Se supone que artista crea, produce. Y muchas veces no me siento así. Me juegan malas pasadas mis pensamientos, que me desalientan en el camino del arte y la vida. Pero a veces me acuerdo que también estoy creando ahí, en mi mente, en mis palabras, en las cartas que escribo y nadie leerá jamás. Las que rompí por el miedo o la ansiedad. Las que reflejan mis momentos más difíciles y oscuros. Soy creadora aún en esos momentos. Quizá un día me anime a ello y exponga de una puta vez todas las cartas que quedaron sin leer, sin destino. Que sólo crean el escenario de mi vida tal cual es. Y que refleja que después de todo no soy una mujer artista en silencio, aunque lo parezca".

Sobre los días que no puedo crear...

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Cómo olvidar cuando hace tiempo alguien me invitó a salir, y después de todos los suplicios que viví estos últimos años (llamados maltratos y violencia) decidí aceptar. Era una nueva etapa y dije: ¿será que todavía me quedan ganas de sentir, de querer? Decidí embarcarme en esa aventura de averiguarlo. Quise ir super despacio, sin idealizar, pues nada que sea acelerado germina en mí. Me propuse entrar de a poco en ese sentimiento que me despertaba el alma cada vez que le veía llegar. Recuerdo las llamadas “mariposas en el estómago” que sentí al primer abrazo… Nunca pude olvidar que mis rodillas se aflojaron luego de eso al punto de tener que disimularlo, algo que jamás me pasó hasta ese momento. Siempre había sido una torpe corporalmente hablando ya que me tropiezo y caigo con todo. Y pese a ello, había sabido mantener el control de mi propio cuerpo en ese tipo de situaciones, aún frente a gente que me generó cosas impensadamente profundas a nivel emocional. Las conversaciones, las miradas, el roce de nuestras manos… Eran parte de toda esa sensación que añoraba. Sentir. Hace tiempo no pasaba, y decidí disfrutarlo. Adentrarme lentamente. Con ternura, con esa bendita ternura que llevo dentro de mí desde que tengo consciencia y que nada jamás, ni los peores dolores han podido matar dentro de mí. Una ternura sin idealizar a la otra parte. Que me permite responsabilidad sin abrumar ni desistir el vínculo, y que me ha regalado los mejores recuerdos de estos.

Pero el dolor y decepción no demoraron en hacerse presentes ni bien le llegó el amanecer al vínculo. Luego de habernos encontrado y pasado tiempo de intimidad (físico y emocional), y luego de todo lo que me cuestioné para permitirme empezar a transitar ello y de permitirme expresar ternura, recibí un baldazo de palabras en las cuales la persona, luego de ires y venires de inconstancia y confusión, viene con el famoso “no quiero generarte expectativas”. No supe qué hacer. Hasta el momento, únicamente me había permitido sentir, sólo había expresado mi ternura con un simple “¿cómo estás? ¡Qué rápido pasa el día hoy que no te veo!” Eso pareció suficiente para que alguien se crispara o sintiera en amenaza o en guardia baja y levantara bandera de guerra hacia mí y mi ternura con su malinterpretación e inseguridad. Eso me dolió, me enojó. Por supuesto que todo podría haber sido más fácil teniendo claridad desde un principio. Pero no fue eso lo que me afectaba en realidad, sino el hecho de que ya no se puede vivir la ternura. Ahí es cuando entendí que hay toda una generación replanteando un nuevo paradigma de cómo vivir el amor (al cual adhiero), que arenga responsabilidad afectiva, la no idealización ni romantización de las personas sin contexto, pero no se responsabiliza de lo que transmite o interpreta. Yo no sé por qué una persona tendría que tomar un gesto de simple ternura como una explicitación de otras intenciones que no sean la ternura en sí misma. Y eso me entristece y me preocupa. Siempre dije que puedo perder todo, menos la ternura. E insisto, después de haber vivido todo lo que atravesé y me hizo ser quien soy hoy. Quizá las personas no deban saber mi contexto o pasado para entender lo de la ternura y mi vínculo con ella. Pero me niego a vivir en un mundo donde ser tierna, tener un gesto humano sea sinónimo de debilidad, de ser vulnerable o peor, de ser dependiente emocional. Un mundo donde quien demuestra, pierde. Donde toda forma de sentir debe ser menoscabada con tal de mostrarse invicto frente al amor y a sus expresiones más genuinas. El mundo ya de por sí desborda odio, resentimiento, y no quiero ser parte de todo eso. No quiero que el desamor y el desinterés se devoren mi alma. Por que al fin y al cabo lo único que leo es gente llenando sus palabras con nuevas formas de etiquetar “tipos de apegos” o impartir clases de “educación emocional”, pero nunca tendrán la ternura como un valor personal sin cuestionarlo al mínimo gesto que reciban. La ternura se siembra, la ternura se comparte, no se mezquina, no se cuestiona, SE VIVE. Siempre voy a militar la ternura. SIEMPRE. No me dejen sin ternura, es lo único que tengo y lo que me salva, de mí misma y del mundo hostil. Como dice mi gran amor platónico (uno de tantos que tengo) en una de sus canciones más conocidas, y una de mis favoritas: “El amor es lo más grande que tenemos”.

Dámy.

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Mímesis entre Naturaleza y Cuerpo:

Las formas de nuestra corporalidad, la suma de esas partes, hacen a la totalidad de nuestro cuerpo. Aún así, en cada parte puede verse proyectado un fragmento de nuestro universo, de la Naturaleza. Todas las formas nos remiten a aquellas que ya hemos reconocido en nuestro propio cuerpo. Lo pensamos como parte de nosotros, como un todo. Nada está separado, más bien una antología visual, morfológica, espacial, compositiva. El cuerpo humano se acopla a su entorno, a su hábitat. Se mimetiza, pero no como “copia de la realidad”, si no como relación de modo antológico tal que se reproducen en si mismo esas formas de la naturaleza, desde las formas más simples hacia las más complejas, y que crean un nexo dialógico a través del cual se recrean en tiempo-espacio indeterminado. 

Damy.

"Ojo universal".

Fotomontaje, 2015/6.

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Parte de una obra que realicé en 2020, "El eterno retorno del tiempo perdido", proyecto de instalación artística acerca de una investigación sobre el tiempo y el transcurso del mismo.

*Adjunto link citado autor:

NIETZSCHE, Friedrich (1882) - La gaya ciencia (Monte Ávila, Caracas, 1990). p. 200. Recuperado en: http://pdfhumanidades.com/sites/default/files/apuntes/NIETZSCHE%2C%20Friedrich%20%281882%29%20- %20La%20gaya%20ciencia%20%28Monte%20Avila%2C%20Caracas%2C%201990%29.pdf

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Texto de domingo. De hace unos años. De los vértices de mi alma. Cuando los días me duelen. Cuando el amor no me alcanza para sustentar mi propia existencia.

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Hoy quise llorar 

Cuando pensé en vos

Cuando recordé 

Que nunca podría 

Ser lo que amás

Porque te quiero

Sí, te quiero 

Lo suficiente 

Para que sea

Secreto y distante 

Mucho antes 

Que me odies

Prefiero verte feliz

Con quien quieras 

Y no ser yo

Quien lo sea

Aunque me duela

Por no verte

Por no darte

Lo único que tengo 

Mi arte

La vida entera.

Foto de mi lugar favorito en el mundo. Donde sólo soy feliz.✨

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Mañana, 24 de mayo, se considera el día de la pansexualidad. Me parece una bella forma de recordarme cómo me reconozco ante el mundo, no porque deba explicaciones de cómo soy a nadie. Pero entiendo que es una manera de poner en palabras aquello que soy, y como ya sabemos, lo que no se nombra, no existe. Fui feliz cuando encontré un concepto que me abrazara como lo que siempre fui y como siempre me sentí respecto de los demás. Eso era algo que me lo debía, aprender a poner en palabras lo que siento, como me siento y quién soy al sentir. No distingo géneros, no los niego, sólo quiero sentir, es lo único que busco. ✨🏳️‍🌈🩷💛🩵