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Geraldine Chaplin in Peppermint Frappé (Carlos Saura, 1967)
Cast: Geraldine Chaplin, José Luis López Vázquez, Alfredo Mayo, Ana Maria Custodio, Emiliano Redondo, Fernando Sánchez Polack. Screenplay: Rafael Azcona, Angelino Fons, Carlos Saura. Cinematography: Luis Cuadrado. Art direction: Emilio Sanz de Soto. Film editing: Pablo G. del Amo. Music: Luis de Pablo.
Peppermint Frappé sounds like it should be a teen beach party movie until you see that it's directed by Carlos Saura and dedicated to Luis Buñuel. Then you know it's going to be a somewhat kinky story with darkly comic overtones. It opens with a middle-aged man cutting pictures of fashion models out of magazines. He's Julián (José Luis López Vázquez), a physician who runs a radiology clinic with the help of his nurse, Ana (Geraldine Chaplin), who is as quiet and conservative as he is. Then he's reunited with a boyhood friend, Pablo (Alfredo Mayo), whose life is virtually the antithesis of Julián's: Pablo has been living an adventurous life in Africa, he drives a Corvette, and he has just married the smashingly pretty and vivacious Elena, who is also played by Chaplin in a tour de force performance. Eventually, Julián's jealousy of Pablo and desire for Elena will take an increasingly predictable course, as his obsession leads to an attempt to remake Ana into Elena. Not that Saura's film is ever really predictable: As a director he has too many tricks up his sleeve, so that things always stay a little off-balance, especially when Julián invites Pablo and Elena to his weekend retreat in the country, which is next to an abandoned spa where Pablo and Julián used to play as children. Saura's use of setting is masterly in this sequence. The title refers to Pablo's favorite cocktail, a crème de menthe-based concoction served over crushed ice; it's a particularly venomous shade of green not found in nature. And yes, it plays a part in the denouement. López Vázquez and especially Chaplin give terrific performances, but the movie doesn't add up to much more than a showcase for them and Saura's skewed way of telling a story.
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§ 3.061. El crimen de la calle Fuencarral (Angelino Fons, 1985)
Otra entrega de la serie mítica. A cargo de un Director desconocido para mi, que hico mucho "cine de la transición". La fórmula es sencilla, se escoge un crimen real y controvertido que se dramatiza con un buen guión, unos actores notables y una puesta en escena brillante. El resultado es magnífico, claro.
No tiene la brillantez de otras entregas, pero se deja ver.
Lo más interesante es ver a Rafael Alonso haciendo de juez y la brillantez de Carmen Maura. Luis Escobar tan gracioso como siempre, tan peculiar.
Muy bien retratada la sociedad de la época, los cafés, las calles, el retiro, las casas. Una gran serie que no tuvo la necesaria continuidad en otras entregas. Once capítulos en las dos temporadas se antoja poco.
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Mi hijo no es lo que parece
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El Cid Cabreador (Angelino Fons, 1983).
#angelino fons#José Luis López Vázquez#paquita rico#carmen maura#adriana vega#manolo gómez bur#ángel cristo#roberto camardiel#luis escobar#francisco cecilio
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Very Rare / Altra Rarità...
DIRAI : HO UCCISO PER LEGITTIMA DIFESA
Also Known As (AKA)
(original title) La primera entrega
Greece (transliterated) Krevvati erotos kai aimatos
Greece (reissue title) Viasmos sto krevvati tou aimatos
Italy Dirai: ho ucciso per legittima difesa
Spain La primera entrega de una mujer casada
World-wide (English title) First Surrender
Release Dates
Spain 21 October 1971 (Madrid)
Italy 17 December 1973
REGIA: Angelino Fons
MUSICHE: Piero Piccioni
PAESE: Italia 🇮🇹
SCENEGGIATURA: Roberto Bessi, Alfredo Manas
FOTOGRAFIA: Guglielmo Mancori
MONTAGGIO: José Antonio Rojo
PRODUZIONE: BCR (ROMA) PIEDRA (MADRID)
FORMATO: CINESCOPE TECHNICOLOR
technical specifications
Runtime 1 hr 42 min (102 min)
DURATA: 90 Min
Cast
Franco Citti
Emma Penella
Glen Lee
Bruno Corazzari
Lola Sordo
Pilar Bardem
Rosa de Alba
Fernando Guillén
Gemma Cuervo
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PEREZ GALDOS EN EL CINE
EL FAMOSO RETRATO DE SOROLLA
EL ABUELO, DE GARCI
Un conocido director de cine dijo en una ocasión: “La única influencia que yo reconocería sobre mí sería la de Galdós”. Esto no lo dijo un autor de un cine naturalista, convencional o realista como Benito Perojo, Angelino Fons o Rafael Gil, lo dijo el director surrealista por excelencia, Luis Buñuel. Vamos a ver hoy la impronta que las obras galdosianas han dejado en el cine durante un siglo.
De Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 1843 - Madrid, 1920) del que este malhadado 2020 se cumple el centenario de su fallecimiento poco se puede decir que ya no se conozca. Galdós es considerado como uno de los Grandes de la literatura española (para muchos solo Cervantes lo supera). Abordó varios géneros: novela, cuentos, teatro y periodismo, pero don Benito fue mucho más que un escritor por el impacto social que tuvo su deambular por la vida cultural y política de España del último tercio del siglo XIX y los primeros años del XX.
Galdós fue el introductor de la novela realista y de lo que hoy se denomina novela histórica; fue un político republicano y anticlerical (lo que le costó no obtener el Nobel) y fue posiblemente junto al valenciano Vicente Blasco Ibáñez el escritor más difundido e influyente de esa época.
Galdós llegó a Madrid en 1862 y se convirtió en un observador profundo de la vida de la capital de España y hoy se le considera el que mejor ha mostrado la vida y el espíritu de la ciudad en los años finales del XIX. En 1870 publica su primera novela La fontana de oro y en 1873 su gran obra: Los Episodios Nacionales, compuestos por 46 episodios con 5 series de 10 novelas cada uno que comienza en 1805 con la batalla de Trafalgar y finaliza con la 1ª Restauración borbónica (no puedo omitir que el protagonista de la primera serie lleva el lucentino nombre de Gabriel Araceli). Galdós se hace madrileño y de su pluma salen numerosas, unas 100, novelas que tienen un importante éxito (Fortunata y Jacinta, Doña Perfecta, Marianela, Misericordia), unos pocos cuentos (algunos de enigmático relato como Rompecabezas) y casi 30 obras de teatro, con menos éxito y con algún escándalo como el que se dio en 1901 tras el estreno de Electra un “alegato contra los poderes de la Iglesia y contra las órdenes religiosas que la servían”.
Galdós llegó a ser propuesto para el premio Nobel en 1912, 1913 y 1915, pero los monárquicos y los católicos más integristas se opusieron y lograron que no le fuera concedido.
Un aspecto curioso y algo frívolo es la vida sentimental del escritor canario. Fue un empedernido solterón toda su vida y un misántropo, pero que tuvo numerosos affaires sentimentales. Tuvo una hija natural reconocida por él y entre sus relaciones más conocidas y efusivas está la que tuvo con la gran mujer de las letras españolas, Emilia Pardo Bazán, que terminó como el llamado “rosario de la aurora” (es conocida la anécdota que sitúa ya en la senectud de ambos a doña Emilia y a don Benito cruzándose en las escaleras del Ateneo madrileño: ella le dice “Adiós, viejo chocho”, a lo que el canario respondió “Adiós, chocho viejo”).
Los últimos años de Galdós fueron bastante tristes pues una ceguera progresiva lo fue apartando de la vida social mientras que los apuros económicos, en parte por su mala administración, le mantuvieron en una situación bastante modesta. Por fin el 4 de Enero de 1920 a los 73 años falleció Pérez Galdós y como suele ocurrir en nuestro país todos los que se habían olvidado de él no tardaron en aparecer en su multitudinario entierro, desde el Presidente del Gobierno hasta numerosas figuras de la vida política y cultural española. Pero lo que más llamó la atención fue comprobar como numerosas mujeres aparecieron en el entierro en una época en que no solían tener presencia en esos actos (ese rol femenino en los entierros lo hemos tenido bien presente hasta hace no muchos años) y muchos críticos coinciden en que fueron las protagonistas femeninas de sus novelas, reflejadas en las mujeres madrileñas, las que acudieron a su entierro.
A Galdós se le considera el maestro indiscutible del realismo en España y tuvo la oportunidad de conocer que sus novelas comenzaban a llevarse a la pantalla, aunque no pudo verlas ya que estaba prácticamente ciego cuando la primera de ellas se estrenó (La duda, 1916, de Domingo Ceret, primera versión de El abuelo).
Es difícil concretar cuantas versiones de sus novelas se han hecho, pues se funden a veces las creadas para el cine y/o televisión. Algunos historiadores hablan de 42, otros de 44 y también hay quienes las reducen a 19 en el ámbito de habla española (Biblioteca Virtual Cervantes). Pero la realidad es que una búsqueda no demasiado exhaustiva logra encontrar más películas basadas en la obra galdosiana. En este pequeño trabajo vamos a tratar de limitarnos a las producidas para el cine.
Lo que se desconoce es si Galdós tuvo algún interés por el cine o si intentó que su obra fuese llevada a la pantalla. El hecho de coincidir su progresiva ceguera cuando el cinematógrafo estaba en plena expansión pudo condicionar un cierto desinterés del literato hacia este medio.
Dos películas se realizaron antes de su muerte; la primera fue española de 1916, la ya citada La duda. Lo curioso es que la segunda fue realizada en USA en 1918: una adaptación de Doña Perfecta con el título Beauty in Chains dirigida por una de las primeras mujeres directora Elsie Jane Wilson y es que la obra de Galdós no solo llamó a atención del mundo hispano, sino que llegó a otros territorios como veremos a continuación.
La novela que más veces se ha llevado al cine ha sido sin duda El abuelo con un total de 6 versiones, desde la de 1916 hasta la de 1998 de José Luis Garci incluyendo una versión mejicana (Adulterio, 1943, José Díaz) y otra argentina (Tormenta de odios, 1954, Román Viñoly).
De Doña perfecta existen 3 versiones la norteamericana muda de 1918 (Beauty in chains); la mejicana de 1951 dirigida por Alejandro Galindo y la española de 1977 de César Fernández Ardavín.
Otras 3 versiones hay de Marianela. En 1940 la de Benito Perojo con una jovencísima Mary Carrillo; la argentina de 1955 dirigida por Julio Porter y la española de 1972 dirigida por Angelino Fons con Rocío Dúrcal.
Misericordia ha tenido 2 versiones en cine. Una mejicana de 1953 (Zacarías Gómez) y una española de 1977 (José Luis Alonso).
Varios títulos solo cuentan con una versión entre los que se pueden destacar:
-La mujer ajena: 1955, Méjico, Juan Bustillo, adaptación de Realidad.
-Nazarín: 1959, Méjico, Luis Buñuel.
-Tristana: 1970, España, Luis Buñuel.
Para algunos críticos existe una atribución a Viridiana como adaptación de la novela Halma, algo en lo que la mayoría no está de acuerdo (como conozco y muy bien Viridiana pero en absoluto Halma me abstengo en opinar).
También el cine ha hecho alguna incursión en los Episodios Nacionales y ya en la década de los 20 del siglo pasado José Buchs realizó 3 películas basadas en estos relatos: El Dos de mayo (1927); El Empecinado (1930) y Prim (1930). Desconocemos la calidad de estas películas pues no se ha conservado ninguna copia. Tuvo que pasar casi un siglo para que se abordase de nuevo otro episodio con el título Sangre de Mayo, dirigido por José Luis Garci en 2008 y con escaso resultado artístico (recibió el Premio Yoga a la peor película española del año). Lo más exótico de las adaptaciones de Galdós es la última versión de Marianela que conozco: Nela de Sri Lanka en 2018 de Bennett Rathnayake.
Este es el análisis cuantitativo de las adaptaciones que el mundo del cine ha realizado de la obra de Galdós, pero el examen de los datos permite apreciar varios hechos. Mientras que comienzan muy pronto las versiones de sus obras (1916), en 1940 se produce una interrupción en España, no así en el extranjero y no se retoman las adaptaciones de la obra de Galdós en nuestro país hasta bien entrados los años 60. ¿Es que el cine español se olvidó de don Benito? No. Pero quién realmente no se olvidó de don Benito fue doña Censura. Al terminar la guerra se realiza una versión de Marianela por parte de Benito Perojo, uno de los directores más cercanos al régimen. La película, de un resultado muy débil, es una especie de dramón/culebrón muy cercano al original de Galdós (personalmente es lo más flojo que he leído de su producción). Tras Marianela, la productora CIFESA tan poco sospechosa de enemiga del régimen y responsable de películas como Harka (1941), ¡A mí la legión! (1942), Locura de amor (1948), o Alba de América (1951) presenta dos proyectos para realizar El abuelo y Fortunata y Jacinta. Ambas son rechazadas por la censura tras varios recursos (en varios de los documentos los censores hablan de “Fortunato” y Jacinta, lo que parece indicar que hasta desconocían el título exacto de la novela). Esta situación desanimó a los cineastas españoles que se olvidaron de Galdós hasta bien entrados los años 60 mientras que las adaptaciones del escritor se realizaban en países hispanoamericanos.
La censura al igual que ocurrió con otros autores españoles del prestigio de Benavente, Unamuno o Blasco Ibañez especialmente, se opuso frontalmente a que sus obras fuesen llevadas a la pantalla. Con la discreta apertura de los años 60 y la aparición del movimiento conocido como Nuevo Cine Español se retomaron las obras de Galdós para trasladarlas al cine. Afortunadamente por esos países hispanoamericanos estaba don Luis Buñuel y gracias a él tenemos dos magníficas películas basadas en la obra de Galdós y enlazo con el comentario inicial: resulta enormemente extraño que el director más señalado del surrealismo fuese el que sacase mayor resultado artístico del escritor realista por excelencia.
Son esas cosas tan llamativas de la creación humana.
11/11/2020
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The Ten Best Films of 1967
Bosley Crowther, The New York Times, 24 December 1967
THIS was the year in which Hollywood—or the home-grown film, if you please—made a remarkable emergence from the shadow of eclipse into which it had been cast by foreign imports and the weakness of its own energies in the past several years. Suddenly, against a record that showed a consistent decline in numerical representation since 1961, the Hollywood moviemakers have landed on my “10 best" list this year with no less than four solid entries, and with a respectable sprinkling on the honorable mention list.
Unstinting credit for this rebound to critical respectability must be given to those producers and directors who have finally responded to the cry for pregnant themes in the contemporary span of social tensions, rather than drift with a flat escapist tide. But it must also be acknowledged that a certain lessening was evident this year in the quality of foreign-language pictures, punctuated only by the emergence of individual, isolated surprises from young directors scattered from Sweden to Spain.
This was a year marked by ugly explosions of violence and sadism in many films, much of it meritricious and generated merely to shock. There are some elements of violence in films on the forthcoming list. But they are artfully restrained and developed to make valid and socially meaningful points. I am happy to conclude that the entries on this last year-end balance that I’ll draw up are as brilliant in their way and as impressive as those on the first I ever did.
So here they are, put down in the order in which they opened in New York:
La Guerre Est Finie (The War Is Over), screenplay by Jorge Semprun; directed by Alain Resnais; produced by Sofracime of Paris and Eu-ropa-Film of Stockholm; released by Brandon Films. This reflection of two days in the life of an aging Spanish left-wing agitator on a secret trip to Paris to visit his mistress and make contact with the Communist leaders there embraces a complex of emotions, memories, loyalties, and is ono of the finest comprehensions of growing old in today’s world yet filmed. Yves Montand, Ingrid Thulin and Genevieve Bujold play it beautifully.
Ulysses, screenplay by Joseph Strick and Fred Haines, based on the novel by James Joyce; directed by Mr. Strick; a Walter Reade, Jr.-Joseph Strick Production, released by Continental. A faithful and brilliant screen translation of Joyce’s classic novel, done with taste, imagination and cinema artistry. Most notable and commendable are the candor and clarity with which Joyce’s ribald language and erotic images are presented to achieve understanding and the rhythm and ring of poetry. Maurice Roeves as Stephen Dedalus, Milo O’Shea as Leopold Bloom and Barbara Jefford as his wife, Molly, are superior in an excellent cast.
The Hunt, screenplay by Angelino Fons and Carlos Saura; directed by Mr. Saura; an Elias Querejeta Production, released by Trans-Lux. In this brilliantly expanding drama of four men on a seemingly innocent rabbit-hunting trip in a barren area fought over in the Spanish Civil War, Mr. Saura vividly presents us with a bitter and horrifying expose of the spiritual poverty and frustration of middle-aged men who were involved in that war—on the side of the Falangists. One of the rare Spanish films released here, it acquaints us with a strong young directorial talent and new, bold spirit in Spain.
In the Heat of the Night, screenplay by Stirling Silli-phant, based on the novel by John Ball; directed by Norman Jewison; produced by Waller Mirisch of the Mirisch Company for United Artists. The hot surge of racial hate and tension as it has been displayed in many communities this year is fictionally isolated and put forth with realism and point in this strong drama of a Northern Negro detective up against a mystifying murder and an antagonistic white sheriff in the South. Sidney Poitier and Rod Steiger give Oscar-worthy performances.
Father, screenplay by Istvan Szabo; directed by Mr. Szabo and produced by Ma-film Studio III of Budapest, Hungary; released by Continental. Again, an exciting creation from a fresh talent on the European scene is manifest in this study of a young Hungarian's heroic fantasies of his dead father, wherein are reflected his emotional insecurity and his need for a sense of heritage in a changing world. Fine performances by several young people and a fluid, forceful cinematic style distinguish what might be considered a significant achievement of a Hungarian “new wave.”
Elvira Madigan, screenplay by Bo Widerberg; directed by Mr. Widerberg, and produced by Janco/Europa Film; released by Cinema V. A new, young Swedish director swims impressively into our ken with this pictorially exquisite and dramatically absorbing story of a pathetically doomed love affair between a young married Swedish cavalry officer and a beautiful circus girl, all in the serene long ago. Thommy Berggren and Pia Degermark fairly break one’s heart in the principal roles. The creative use of color and of Mozart’s music is memorable.
Closely Watched Trains, screenplay by Bohumil Hrabal and Jiri Menzel, based on a story by Mr. Hrabal; directed by'Mr. Menzel, and produced by Film Studio Bar-randov of Prague, Czechoslovakia; a Sigma III release. In the naturalistic tradition of several recent fine Czechoslovak films, this humorous, revealing and poignant drama of a hopeful, immature young railway-station attendant at a country station in World War II is richly cinematic and full of humanity and tenderness. Vaclav Neckar as the young hero and Jitka Bendova as an older attendant are delightful in a fine cast.
Cool Hand Luke, screenplay by Donn Pearce and Frank R. Pierson, based on a novel by Mr. Pearce; directed by Stuart Rosenberg, and produced by Gordon Carroll for Warner Brothers-Seven Arts. This tough convict-camp melodrama about a cryptic, alienated young chap, caught between the heroization of his fellow prisoners and the ruthless deflating of the guards, is a good, solid chunk of raw meat, cinematically and otherwise, in a year in which films of brutality and violence have too often been overdone. Paul Newman as the hero, George Kennedy as a fellow con and Jo Van Fleet in a small role do especially well.
In Cold Blood, screenplay by Richard Brooks, based on the novel by Truman Capote; directed and produced by Mr. Brooks for Columbia. Here, in this starkly realistic and electrifyingly illuminating film, based on the classic in-depth study of an actual Kansas quadruple murder case, Mr. Brooks brilliantly provides us with a comprehension beyond the scope of this one case of the harrowing hazard of random crime and senseless violence in our communities. Excellent performances by two comparative newcomers, Scott Wilson and Robert Blake, in the roles of the neurotic killers, and a strong, expressive musical-sound score by Quincy Jones are among the several Oscar-worthy efforts in this film.
The Graduate, screenplay by Calder Willingham and Buck Henry, based on a novel by Charles Webb; directed by Mike Nichols, and produced by Lawrence Turman for Embassy Pictures. This sharply incisive and funny picture about the social and amorous problems of a young man fresh out of college is thematically and cinematically one of the best American social satires that has come along in years, and it offers in the title role a new young actor, Dustin Hoffman, who is nothing short of superb. Anne Bancroft as a restless older woman and Katharine Ross as her daughter also shine.
There are my ”10 best” selections. But I would like, as I did last year, to note several films that were contenders for places on this list. They may be classed as Honorable Mentions, with no gradation among them—and here they are:
Persona — Ingmar Bergman’s superb, disturbing study of a clashing dual personality, beautifully played by Bibi Andersson and Liv Uilmann.
Marat/Sade — A brilliant cinematic enactment of the powerful Peter Weiss stage play about insanity and revolution, directed by Peter Brook.
The War Game — A hypothetical study, done in tele-vision-documentary style, of a nuclear bombing of Britain, directed by Peter Watkins.
Up the Down Staircase — The “blackboard jungle” broadened, with particular emphasis upon the devotion of a new high school teacher, played exceedingly well by Sandy Dennis.
Guess Who’s Coming to Dinner — A delightful, icebreaking drawing-room comedy about mixed marriage, charmingly played—and talked—by Spencer Tracy, Katharine Hepburn and Sidney Poitier.
The Battle of Algiers — Here is a scorching example of the old reenacted documentary-type film, directed with new vitality by Gillo Pontecorvo and played by a first-rate cast.
Privilege — What happens when a British “pop” singer is exploited for the benefit of The Establishment; highly suppositional but strong, also by Peter Watkins.
The Jokers — New British director Michael Winner satirizes the impatience and recklessness of younger members of the upper class.
The Tiger Makes Out — Murray Schisgal’s comedy-satire on New York loners, played delightfully by Eli Wallach and Arne Jackson.
There, that’s enough.
Here’s hoping for even better in 1968!
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Nunca es tarde (Jaime de Armiñán, 1977)
La muy irregular carrera de este ya bastante maduro telecineasta que es Jaime de Armiñán parece de esas, algo incómodas, que se obstinan en impedir que lleguemos a desentendernos definitivamente de su curso. Quiero decir que en varias ocasiones he estado tentado de tachar a de Armiñán de esta hipotética lista que todos los que nos interesamos todavía por el cine llevamos en la cabeza y prescindir de él para siempre, como yo confieso haberlo hecho con Summers (de quien descanso desde 1969 o así), Angelino Fons y otros muchos lanzamientos del «Nuevo Cine Español». Nunca me gustaron sus series televisivas, y tras La Lola dicen que no «vive» sola y Carola de día, Carola de noche —o como se llamasen— me creí exento de prestarle atención ulterior, hasta que recibí —con desacostumbrada insistencia, y procedentes de personas de las que, al menos por entonces, me solía fiar— buenos informes acerca de Mi querida señorita (1971). Lleno de escepticismo y hasta de incredulidad, y casi como cordero camino del matadero, me decidí a ver aquella película, y mi sorpresa fue mayúscula y muy positiva. Luego me invadió la sospecha de si no sería Borau —productor y co-guionista del film— el responsable de las cualidades de la Señorita, pues ni El amor del capitán Brando (1974) —con no ser del todo aborrecible— ni otros de los que no quiero recordar ni el título parecían obra de la misma persona. Pero he aquí que, no sé bien por qué, tal vez porque se ha estrenado casi de tapadillo en medio del estruendo o las aclamaciones delirantes suscitadas por otras películas españolas recientes y que no siempre merecían aplausos, he ido a ver, sin esperar nada ni saber de qué iba, su última película, Nunca es tarde (1977). El título, equívoco, parecía prometer alguna reflexión político-existencial, tal vez una réplica animosa a lamentaciones como Asignatura pendiente, los actores —José Luis Gómez y la estupenda Ángela Molina— resultaban una relativa garantía.
Y resulta que Nunca es tarde no hace referencia a los años de la dictadura, y que Gómez está mejor que nunca y Ángela Molina —aunque doblada y en un papel secundario— está tan bien como suele, y que una desconocida viejecita hitchcockiana —pienso en Alarma en el expreso— llamada Madeleine Cristie está muy bien, y que la historia —rarísima, divertida e intrigante— del propio Armiñán y de Juan Carlos Eguillor que el primero, con encomiable modestia, se consagra a narrar cuidadosamente está muy bien, y que Nunca es tarde, sin levantar polvareda alguna, supera en casi todo a buena parte de las películas españolas —In memoriam, Dios «bendiga» cada rincón de esta casa, Mi hija Hildegart, etcétera— que se han estrenado en los últimos tiempos llamando la atención.
Nunca es tarde comienza con una óptica a mitad de camino entre Hitchcock —hay ecos de La ventana indiscreta y hasta de Psicosis— y Mi querida señorita. Por primera vez desde entonces, la planificación de Armiñán, si no particularmente expresiva, resulta al menos precisa, y logra suscitar cierto misterio: una mano escribe a máquina un panfleto contra la Costa Nuclear en el País Vasco; esta mano pertenece a una anciana de 73 años, Úrsula, que momentos después espía desde su ventana la llegada del vecino de abajo, Antonio Zabala, y luego, desde el descansillo, observa cómo entra en su piso; sabiendo que la mujer de Antonio, Teresa, no ha llegado aún, y con el pretexto de pedirle una tacita de aceite, doña Úrsula baja a casa del vecino, y aprovecha la visita para robar de un álbum la foto de boda de la joven pareja; ya en su casa, la viejecita sustituye la cabeza de Teresa por la suya en la foto, y parte en dos —de un despechado tijeretazo— la de su ignorante rival. Poco más tarde, ya de noche, doña Úrsula contempla, por la ventana y a través del patio interior, el matrimonio de abajo, que hace el amor. Este comienzo, sorprendente y ominoso, plantea ya el conflicto básico de la película. De este punto de partida, sin embargo, podría llegarse a buen número de conclusiones, y a través de muy variados caminos. El elegido por Armiñán ha sido el más sorprendente, y también, en el fondo, el más cercano a Mi querida señorita. Porque Nunca es tarde no es la historia de una «vieja dama indigna», ni un relato criminal, sino que va convirtiéndose en algo cada vez más absurdo, a la vez cómico e inquietante, sin caer ni en la farsa ni en el melodrama. Lo que quiere decir que se trata de un film de equilibrista, y por lo tanto arriesgado.
Pese a ciertas escenas de confesionario, un poco fáciles aunque graciosas, que pecan de explicativas, Nunca es tarde conserva, incluso una vez terminada, cierto misterio, como lo conservan, a su manera, algunos films de Bergman, Elisa, vida mía, Furtivos, A un dios desconocido, El espíritu de la Colmena, o Mi querida señorita. Sin ser un film, en ningún sentido, «fantástico», bordea lo imposible. En lugar de exigir —o pedir— que depongamos nuestra incredulidad, juega con ella. Este punto es básico, y constituye un procedimiento bastante original de mantener la atención del espectador, de defraudar sus expectativas y de lograr su identificación con los personajes; que yo recuerde, solo Hitchcock (en raras ocasiones) y Preminger (en El rapto de Bunny Lake) habían renunciado tan hábilmente a intentar que nos creyésemos algo, para aprovecharse de nuestro escepticismo.
Tras una serie de innecesarias falsas pistas —Úrsula dice al confesor que tiene «poderes» desde niña, y atraviesa con un alfiler la foto de Teresa recortada antes—, la anciana cita a Antonio en el Monte Igueldo y le dice que espera un hijo de él, noticia que el joven recibe con tanta incredulidad como el confesor. Automáticamente, piensa que Úrsula, solterona virgen e ignorante de todo lo referente al sexo, está loca: pero siente por ella cierta compasión. La situación se hace más absurda, trágica y grotesca cuando Úrsula le aclara que concibió al niño mirando cómo Antonio y Teresa hacían el amor, e insiste en que no se trata de una broma ni de una apuesta. Molesto y exasperado —sentimientos que Gómez traduce a la perfección—, Antonio trata de lograr, sin éxito, que Úrsula olvide el asunto, o al menos le deje en paz. Mientras tanto, Teresa le acusa de haber tirado la foto nupcial, sospecha que tiene una amante, y no le deja explicar la inverosímil verdad, negándose a creer lo poco que Antonio consigue decirle. El absurdo barullo que todo el asunto representa para Antonio, que vive una pesadilla despierto, va complicándose progresivamente, como expresa admirablemente la secuencia en que descubre a Úrsula con un cochecito recién comprado, porque no logra evitar sentir pena por la anciana. Para colmo, un médico amigo de Antonio confirma, con asombro, el embarazo de Úrsula. Tras una disputa con Teresa, Antonio acompaña a Úrsula a un caserío, donde se instalan a esperar la llegada del niño.
Esta parte es la más endeble de la película; parece como si Armiñán y Eguillor, llegados a este punto, no hubieran sabido cómo acabar, y hubiesen optado por una solución que, aunque no desprovista de cierto encanto y misterio, es tal vez la más fácil. Teresa se entera por fin de quién es la supuesta amante de su marido, y acude al caserío. Allí se forma un extraño hogar triangular, no analizado a fondo, en el que se dan cita celos, ambigüedades y cambios de actitud no muy explicables y que nadie se ocupa de esclarecer. En ausencia de Antonio, Teresa ayuda a Úrsula a dar a luz a una niña —que no vemos—, y la anciana muere. Cuando llega Antonio, encuentra a su mujer llorando, y el film acaba con una imagen «bergmaniana» de Teresa —que, al contrario de Antonio, no deseaba tener hijos— meciendo una cuna, mientras la luz aumenta hasta «fundir en blanco» y dar paso a la palabra «fin».
Es lástima que una película que, durante buena parte de su metraje, logra hacer compatibles el rigor narrativo, la precisión, el absurdo y lo inverosímil, acabe desdibujándose, aunque esa borrosidad preserve, un tanto precariamente, el misterio, y sirva para poner punto final, siquiera onírico, a la historia, que de otro modo tendría que volver a empezar o se deslizaría por la pendiente de lo sensiblero. En cualquier caso, y pese a sus defectos, Nunca es tarde me parece una película bastante original e interesante, la mejor de Armiñán después de Mi querida señorita.
Miguel Marías
Dirigido por… nº 48; noviembre-1977
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Nela, una amarga bofetada de realidad.
Nela es una adaptación de la obra Marianela de Benito Pérez Galdós, escrita en 1878 y que pertenece a las Novelas de la Primera época. El autor del cómic, Rayco Pulido, hizo una excelente labor plasmando las principales ideas de la historia original en una novela gráfica de 168 páginas. Las ilustraciones, al igual que los diálogos y las reflexiones de los personajes, nos permiten trasladarnos a la España del siglo XIX, donde se desarrolla la acción.
Así, Rayco Pulido utiliza un trazo muy simple en esta historia y huye del detallismo, pues pretende otorgar una libertad de imaginación al lector, como si estuviese leyendo la propia novela del autor decimonónico. En su lugar, opta por acompañar las viñetas con onomatopeyas adecuadas, cuadros de diálogo que ayudan a discernir mejor las connotaciones de lo que dicen los personajes y juega con las caras y expresiones de los más relevantes. También hay que destacar el maravilloso trabajo de luces y sombras que consigue, ya que ha hecho esta novela en blanco y negro (quizá para aludir, junto con algunos otros detalles, al período histórico que se presenta y exaltar su base en la corriente realista; una realidad dura y oscura).
Benito Pérez Galdós intenta hacer una crítica social al profundizar en las desigualdades que existían entre las clases sociales. Así, el escritor canario crea un contraste entre la vida de los dos personajes principales: Nela, una niña huérfana y pobre, y Pablo, un ciego adinerado. Además, Galdós también trata otros temas como el amor que se tienen los dos protagonistas: un amor que se verá truncado por unos (des)afortunados incidentes. Por último, la descripción de la naturaleza que la lazarillo le hace al ciego, transmitiendo parte de su ignorancia y con lo que el autor resalta la precariedad intelectual de la época.
Nela es poco agraciada y de imagen mezquina. Ella describe a Pablo cómo percibe el mundo y poco a poco acaba enamorándose; mientras este le promete, a su vez, corresponder a su amor. No obstante, todo cambia con la llegada de la prima de Pablo, quien está destinada a casarse con él; y del médico Golfín quien asegura que puede curarle la vista. Nela, temerosa de que Pablo la despreciara y rechazara por su aspecto físico, intenta huir, pero Golfín la detiene y la convence para que acuda donde el chico, ya que lo único que quería era ver a su lazarillo. Sin embargo, los peores temores de la muchacha se hacen realidad cuando este no la reconoce y la confunde con un pobre; por lo que, finalmente, muere de pena.
En cuanto a los personajes, cabe destacar al médico Teodoro Golfín, uno de los personajes más complejos de la obra debido a un pasado desafortunado; esto le hará simpatizar con la protagonista, a quien tratará de salvar. Por otro lado, la prima de Pablo, Florentina, una mujer de clase alta que tratará a Nela como a una igual y que ve la belleza en el interior de las personas; y el joven Celipín, un niño soñador que quería ir a la ciudad en busca de una vida mejor, con grandes expectativas de la vida y al que Nela solía dar el dinero que ganaba para que pudiera cumplir su sueño.
De la obra de Galdós se han llevado a cabo numerosas adaptaciones (series televisivas, películas, cómics…). En el caso de la historia de Marianela, hay varias adaptaciones:
- La novela fue adaptada para su representación en teatro por los Hermanos Álvarez Quintero y estrenada en el Teatro de la Princesa de Madrid el 18 de octubre de 1916.
- Se ha llevado al cine en varias ocasiones:
En 1940, por Benito Perojo, con Mary Carrillo y Julio Peña.
- En 1955, por Julio Porter, con Olga Zubarry y José María Gutiérrez.
- En 1972 por Angelino Fons, con Rocío Dúrcal y Pierre Orcel.
- En 1961, la novela también fue adaptada para televisión en México en forma de telenovela con su título original; y en 1988, bajo el título Flor y Canela. Por último, en 1993, se emitió en formato de miniserie y con el título original.
- En 2013 Rayco Pulido la adaptó al cómic bajo el título de Nela.
BENITO PÉREZ GALDÓS
Benito Pérez Galdós nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1843, hijo de Sebastián Pérez, teniente coronel del Ejército y de Dolores Galdós. Desde niño (Infancia en las Palmas) fue aficionado a la música, al dibujo y a la literatura. Es en opinión general, el mayor novelista español después de Cervantes.
A los diecinueve años se trasladó a Madrid, donde conoció a don Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza, quien le alentó a escribir.
La Fontana de Oro (1870), La sombra (1871) y El audaz (1871) fueron los títulos de sus primeras novelas, todavía con influencia del Romanticismo. Publicó artículos políticos en la Revista de España y algo de ellos, así como el ataque al régimen anterior a la Revolución de 1868 y el inmovilismo de la tradición, se plasma en sus obras de tesis de la misma época: Doña Perfecta (1876), Gloria (1877), La familia de León Roch (1878) y Marianela (1878).
A partir de entonces, escribió obras naturalistas como: La Desheredada (1881), la primera de sus novelas contemporáneas a la que le siguieron El Doctor Centeno (1883), Tormento (1884) y La de Bringas (1884). Fortunata y Jacinta se convertirá en una de las más famosas de este autor.
Al final de la década de los 80 y a comienzos de la siguiente publicó Miau (1888), La incógnita, Torquemada en la hoguera y Realidad (1889) y Ángel Guerra (1891). Los problemas éticos se ven en: Tristana (1892), Nazarín (1895), Halma (1895) y Misericordia (1897).
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La primera entrega de una mujer casada (Angelino Fons, 1971). Completed filmography!
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El Cid Cabreador (Angelino Fons, 1983).
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De profesión, polígamo (Angelino Fons, 1975).
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La casa (Angelino Fons, 1976).
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Mar brava (Angelino Fons, 1983).
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Esposa y amante (Angelino Fons, 1977).
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Fortunata y Jacinta (Angelino Fons, 1969).
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